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Popayán, Junio 30 de 2022.

Señor (a)
JUEZ ADMINISTRATIVO POPAYAN (REPARTO)
E. S. D.

REFERENCIA: Medio de control de Reparación Directa.


DEMANDANTE: LUIS DIAZ Y OTROS.
DEMANDADO: POLICÍA NACIONAL - POLICÍA METROPOLITANA DE
POPAYÁN

MEDIO DE CONTROL A ELEGIR:

El medio de control incoado en esta demanda es la de Reparación Directa de conformidad con el artículo
140 de la Ley 1437 de 2011.

OPORTUNIDAD DEL MEDIO DEL CONTROL:

Con fundamento en el artículo 164 numeral 2 literal I de la ley 1437 de 2011, nos encontramos dentro
del término para instaurar la demanda de Reparación Directa, ya que los hechos ocurrieron el día 01 de
mayo de 2022

DESIGNACIÓN DE LAS PARTES

LA PARTE DEMANDANTE, está compuesta por:

➔ LUIS DIAZ identificado con Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.


➔ ANDREA GUZMAN (Conyuge) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ JAIRO MUÑOZ (Hijo) Registro Civil Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ ERNESTO DÍAZ (Hijo) Registro Civil Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ PEDRO DIAZ (Padre) Cedula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ MARTA VALENZUELA (Madre) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ ANTONIO DÍAZ (Abuelo) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ ARMANDO DIAZ (Hermano) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ WILLIAM DÍAZ (Hermano) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.

Apoderado de la parte demandante, el suscrito abogado CARLOS DORADO, Cédula de Ciudadanía N°


1.063.849.098 y con Tarjeta Profesional No. 249.345 del C.S.J.

PARTE DEMANDADA, es la POLICÍA NACIONAL - POLICÍA METROPOLITANA DE POPAYÁN


NIT 800141397-5, representada legalmente por el señor OSCAR ATEHORTÚA DUQUE, director
General y apoderado Judicial CARLOS GOMEZ Identificado con Cédula de Ciudadanía N°
1.063.934.538 y Tarjeta Profesional N° 234.440 del C.S.J.

MINISTERIO PÚBLICO. Representado por la señora PILAR PLAZAS, identificada con Cédula de
Ciudadanía N° 1.063.934.938 y Tarjeta Profesional N° 234.450 del C.S.J.

PRETENSIONES:

1. Que el señor Juez o señora juez se Sirva declarar a la POLICÍA NACIONAL – POLICÍA
METROPOLITANA DE POPAYÁN, responsable administrativa y patrimonialmente, por todos los
daños, lesiones, perturbaciones físicas, morales y psicológicas ocasionadas al señor LUIS DIAZ, en
relación al accidente de tránsito provocado por el patrullero de la POLICÍA NACIONAL, el señor JUAN
MUÑOZ, con vehículo oficial de placa OTV—413, el día 01 de enero de 2022, a las 5:00 PM, en la calle
18 Norte con carrera 15, en el municipio de Popayán, Cauca.

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2. Que el señor Juez o señora juez se Sirva declarar a la POLICÍA NACIONAL – POLICIA
METROPOLITANA DE POPAYÁN, responsable administrativa y patrimonialmente, por todas las
perturbaciones físicas, morales y psicológicas ocasionadas a los señores ANDREA GUZMAN, JAIRO
MUÑOZ, ERNESTO DÍAZ, PEDRO DIAZ , MARTA VALENZUELA, ANTONIO DÍAZ,
ARMANDO DIAZ y WILLIAM DÍAZ, familiares del señor LUIS DIAZ, los cuales se vieron afectados
por los daños ocasionados al señor LUIS DIAZ, con ocasión al accidente de tránsito provocado por el
patrullero de la POLICÍA NACIONAL, el señor JUAN MUÑOZ, con vehículo oficial de placa OTV—
413, el día 01 de enero de 2022, a las 5:00 PM, en la calle 18 Norte con carrera 15, en el municipio de
Popayán, Cauca.

3. Que, como consecuencia de la pretensión primera, se condene a la POLICÍA NACIONAL – POLICÍA


METROPOLITANA DE POPAYÁN a pagar al señor LUIS DIAZ las siguientes sumas de dinero:

En modalidad de perjuicios materiales:

3.1. Daño emergente:


Por concepto de los gastos de transportes, medicamentos, tratamientos para la recuperación de su
situación física y psicológica, que ha tenido que cubrir el señor LUIS DIAZ a causa de las perturbaciones
físicas y psicológicas, una suma que ascienden a TRES MILLONES DE PESOS M/CTE
($3.000.000.oo), esto con fundamento en historias clínicas y facturas, que se anexan con la presente
demanda.

3.2. Lucro cesante Consolidado:


Con motivo de la incapacidad para trabajar el señor LUIS DIAZ, se le privó de generar ingresos
mensuales, una suma de CUATRO MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA MIL PESOS M/CTE ($
4.250.000) hasta la presentación de esta demanda.

3.3. Lucro cesante Futuro:


Con motivo de la incapacidad para trabajar el señor LUIS DIAZ se le privará de generar ingresos
mensuales por la suma total de DOSCIENTOS VEINTIOCHO MILLONES DOSCIENTOS
VEINTICINCO MIL PESOS M/CTE ($ 228.225.000).

En modalidad de perjuicios inmateriales:

3.4. Perjuicios morales.


Atendiendo los principios de Reparación Integral y Equidad que señala el ART 16 L 446/1998, la
valoración del perjuicio moral se tendrá en salarios mínimos legales mensuales, por lo cual se tasará así:

➔ La suma de cien (100) salarios mínimos mensuales legales vigentes al momento de la ejecutoria de la
providencia.

3.5. Daño a la salud.


La suma de cien (100) salarios mínimos mensuales legales vigentes al momento de la ejecutoria de la
providencia.

4. Que, como consecuencia de la pretensión segunda, se condene a la POLICÍA NACIONAL – POLICÍA


METROPOLITANA DE POPAYÁN a pagar los familiares del señor LUIS DIAZ las siguientes sumas
de dinero así:

En modalidad de perjuicios morales:

NOMBRE Y APELLIDO INDEMNIZACIÓN EN SMMLV


ANDREA GUZMAN (esposa) (100) Cien salarios mínimos mensuales legales vigentes
JAIRO MUÑOZ (Hijo) (100) Cien salarios mínimos mensuales legales vigentes
ERNESTO DÍAZ (Hijo) (100) Cien salarios mínimos mensuales legales vigentes
PEDRO DÍAZ (Padre) (100) Cien salarios mínimos mensuales legales vigentes
MARTA VALENZUELA (Madre) (100) Cien salarios mínimos mensuales legales vigentes
ANTONIO DÍAZ (Abuelo) (50) Cincuenta salarios mínimos mensuales legales vigentes

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ARMANDO DÍAZ (Hermano) (50) Cincuenta salarios mínimos mensuales legales vigentes
WILLIAM DÍAZ (Hermano) (50) Cincuenta salarios mínimos mensuales legales vigentes

5. Que los valores de los salarios mínimos mensuales legales vigentes de las anteriores sumas de dinero
serán de acuerdo al valor de SMMLV una vez quede ejecutoriada la Sentencia.

6. Que una vez ejecutoriada la sentencia se actualicen e indexen los valores de las indemnizaciones
anteriormente mencionadas.

7. Que se ordene el pago de intereses moratorios de conformidad con el inciso 2 del artículo 192 de la
Ley 1437 de 2011.

HECHOS:

-Sobre la ocurrencia del hecho dañoso:

PRIMERO. El día sábado 01 de enero de 2022, el señor LUIS DIAZ, se encontraba en una sesión de pre
entrenos de gimnasio en la unidad deportiva de la villa olímpica de Comfacauca en la calle 18 Norte
entre carreras 15 y 16, barrio Campamento de la ciudad de Popayán (Cauca), entre los horarios de 2:00
a 4:30 PM, en donde desempeñaba labores de instructor fitness.

SEGUNDO: Una vez terminó su sesión de pre entrenos, salió del gimnasio a las afueras de este, cuando
intentaba cruzar la calle por la cebra peatonal, a las 05:00 pm, fue arrollado por una patrulla de la Policía
Nacional identificada con los siguientes datos: MARCA: LOGAN, MODELO: 2021, PLACA: OTV—
413, COLOR: BLANCO, No. CHASIS; EF235HQGI, No. MOTOR: 98166389HQD75719,
MATRICULADO EN POPAYÁN – CAUCA.

TERCERO: La patrulla era conducida por el patrullero JUAN MUÑOZ, identificado con Cédula de
Ciudadanía N° 45.756.987 de Popayán y placa de Policía N° 110871.

CUARTO: El límite de Velocidad de la zona del accidente, es de 30 Km/h, lo cual se demuestra según
evidencia fotográfica aportada con la demanda.

QUINTO: Al momento de la ocurrencia de los hechos, la patrulla iba a una velocidad aproximada a los
100 km/h, según el informe del croquis del accidente, es decir que supera el límite de velocidad permitido.

SEXTO: : En el momento del accidente la patrulla no tenía encendida la sirena, la cual debía alertar a
cualquier ciudadano de que se encontraban en una situación de emergencia o persecución.

SÉPTIMO: El señor LUIS DIAZ, manifiesta que tuvo todo el cuidado posible al pasar la calle por la
cebra, que no escuchó en ningún momento la sirena de la Policía y que debido a la velocidad en la que
iba el vehículo oficial le fue imposible esquivarlo.

-Sobre los daños Físicos:

OCTAVO: Ocurrido el accidente, el señor LUIS DIAZ fue auxiliado por el patrullero JUAN MUÑOZ,
quien llamó a una ambulancia.

NOVENO: El señor LUIS DIAZ, momentos después del accidente, fue trasladado en ambulancia al
Hospital San José de Popayán.

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DÉCIMO: El señor LUIS DIAZ, le diagnosticaron una lesión medular por fractura de “vértebras C5 y
C6, fracturas de vértebras cervicales, lesión medular cervical con nivel sensitivo, cuadriplejía espástica,
vejiga e intestino neurógenos, disfunción eréctil y úlceras de decúbito” según data la historia clínica del
día 1 de enero de 2022.

DÉCIMO PRIMERO: Al señor LUIS DIAZ lo tuvieron que operar el día 10 de enero de 2022, sin
embargo no fue una operación exitosa, ya que el médico tratante por las lesiones tan graves, no pudo
intervenir la columna de forma efectiva.

DÉCIMO SEGUNDO: El señor LUIS DIAZ, a causa de las lesiones no pudo volver a caminar y requirió
de una silla de ruedas, hasta la definición de su situación médica.

DÉCIMO TERCERO: El señor LUIS DÍAZ tuvo que soportar demasiado dolor físico, por las lesiones
ocasionadas en el accidente.

DÉCIMO CUARTO: A causa de la gravedad de las lesiones del señor LUIS DIAZ provocadas por el
accidente, el día 01 de marzo de 2022, el médico tratante, el Doctor, HERNANDO SALAS, identificado
Con Cédula de Ciudadanía N° 1.063.045.405, con tarjeta profesional N° 0239434, solicitó ante la EPS,
la valoración ante la Junta médica, con el fin de que esta calificara su capacidad laboral.

DÉCIMO QUINTO: El día 25 de marzo de 2022, el señor LUIS DIAZ, fue valorado por la Junta médica
y fue calificado con una pérdida de la capacidad laboral del 70 %.

-Sobre El daño Patrimonial:

DÉCIMO SEXTO: En diferentes oportunidades el señor LUIS DIAZ y en el transcurso de su proceso


médico, tuvo que cubrir sus necesidades económicas como transportes y medicamentos que eran
necesarios para su tratamiento y recuperación, las cuales suman TRES MILLONES DE PESOS M/CTE
($3.000.000), suma que se puede verificar en facturas e historias clínicas anexas a la demanda.

DÉCIMO SÉPTIMO: A causa de las las lesiones, el señor LUIS DIAZ no pudo seguir desempeñando
sus labores de Instructor de Gimnasio, ya que esto requería estar en perfecto estado de salud, labor que
desempeñaba como trabajador independiente, en la cual sus últimos ingresos fueron de CUATRO
MILLONES DOSCIENTOS CINCUENTA MIL PESOS M/CTE ($ 4.250.000).

DÉCIMO OCTAVO: A causa de la pérdida de capacidad laboral del 70 %, el señor LUIS DIAZ, no
podrá volver a ejercer sus actividades económicas, ya que estas requieren que este realice ejercicios
físicos, los cuales le serán imposibles de realizar.

-Sobre el daño inmaterial del demandante:

DÉCIMO NOVENO: La actividad principal y el estilo de vida del señor LUIS DIAZ correspondía al de
una persona muy saludable que llevaba toda una vida plena haciendo ejercicios, por cuando era lo que le
apasionaba.

VIGÉSIMO: El señor LUIS DÍAZ, después de llevar toda una vida haciendo ejercicio, no podrá volver
a realizar la misma actividad física a causa de las lesiones permanentes a su cuerpo y a su salud en
general.

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VIGÉSIMO PRIMERO: El señor LUIS DIAZ, el día 26 de marzo de 2022, un día después de conocer la
calificación de la pérdida de capacidad laboral, intentó suicidarse al saber que no podría volver a caminar
y a volver a desempeñar su vida de forma normal.

VIGÉSIMO SEGUNDO: El señor LUIS DIAZ, se encuentra en un estado de depresión desde la


ocurrencia de los hechos, el cual se encuentra diagnosticado según sus historias clínicas y por la Psicóloga
tratante la Doctora ELIZABETH RAMIREZ, Identificada con Cédula de Ciudadanía N° 1.063.876.009
y tarjeta profesional N° 090993.

VIGÉSIMO TERCERO: El señor LUIS DIAZ ha tenido lesiones en sus genitales y a causa del accidente,
no pudo volver a tener relaciones sexuales con su esposa la señora ANDREA GUZMAN, lo cual le ha
generado gran tristeza y conmoción.

-Sobre los Perjuicios a los Familiares:

VIGÉSIMO CUARTO: La señora ANDREA GUZMAN, cónyuge del señor LUIS DIAZ, se encuentra
en una profunda tristeza, por los hechos ocurridos, y se encuentra en una gran depresión, la cual ha sido
diagnosticada por la Médico tratante la Doctora ELIZABETH RAMIREZ.

VIGÉSIMO QUINTO: La señora ANDREA GUZMAN, cónyuge del señor LUIS DIAZ, antes del
accidente, era ama de casa y se dedicaba al cuidado exclusivo de sus hijos menores de 4 años de edad,
JAIRO DÍAZ Y ERNESTO DÍAZ.

VIGÉSIMO SEXTO: A causa de las lesiones del señor LUIS DIAZ, la señora ANDREA GUZMAN, ha
tenido que conseguir trabajo y dedicar menos tiempo al cuidado de sus hijos, lo cual la ha afectado
emocional y psicológicamente.

VIGÉSIMO SÉPTIMO: A causa de las lesiones del señor LUIS DIAZ, la señora ANDREA GUZMAN
no ha podido ni podrá desempeñarse sexualmente de la misma forma que lo hacía con su cónyuge, lo
cual le genera gran tristeza y también el hecho de que no podrá volver a verlo haciendo los que a él más
le gustaba que era dirigir los entrenamientos.

VIGÉSIMO OCTAVO: Los hijos menores de 4 años de edad, JAIRO DÍAZ y ERNESTO DÍAZ,
llevaban una gran relación con su padre el señor LUIS DIAZ y se han visto emocional y psicológicamente
afectados por lo sucedido, por cuanto ya no pueden jugar ni pasar el mismo tiempo de calidad con él.

VIGÉSIMO NOVENO: Los hijos menores de 4 años de edad , JAIRO DÍAZ y ERNESTO DÍAZ, han
sido tratados por la misma Doctora ELIZABETH RAMÍREZ, quien ha notado cambios depresivos en
los comportamientos de los niños, posterior al accidente de su padre.

TRIGÉSIMO: Los padres del Señor LUIS DIAZ, el Señor PEDRO DÍAZ y MARTA VALENZUELA,
después del accidente de su hijo, empezaron a tener graves afectaciones psicológicas, por lo que mediante
su EPS solicitaron citas prioritarias con psicología, donde ambos fueron dictaminados por la Doctora
ELIZABETH RAMIREZ, con cuadros de ANSIEDAD y ESTRÉS POSTRAUMÁTICO.

TRIGÉSIMO PRIMERO: Los padres del señor LUIS DIAZ, tenían muy buena relación con este y se
encontraban muy orgullosos de los logros de su hijo como instructor del gimnasio y han quedado
afligidos al ver la situación de salud actual de este.

TRIGÉSIMO SEGUNDO: El abuelo del señor LUIS DIAZ, el señor ANTONIO DÍAZ, de 80 años de
edad, el día en que se enteró del accidente y el estado de su nieto, sufrió un pre infarto al no creer en lo
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sucedido, tal y como consta en sus Historias Clínicas. Adicionalmente fue valorado por el psicólogo
OMAR RUIZ con tarjeta profesional No. 262413, quien lo dictaminó con un cuadro agudo de
ANSIEDAD y DEPRESIÓN resultado de los sucesos mencionados.

TRIGÉSIMO TERCERO: Los Hermanos del señor LUIS DIAZ, ARMANDO DÍAZ y WILLIAM DÍAZ,
quienes lo habían apoyado en su carrera como entrenador de gimnasio y quienes tienen una gran relación
con él, se vieron emocional y psicológicamente afectados de gran forma, ya que no podían creer que su
hermano se encontrara en semejante situación de salud.

-Sobre conciliación y requisitos de procedibilidad:

TRIGÉSIMO CUARTO: En cumplimiento de la exigencia del ART 13 Ley 1285/2009, que creó el ART
42 A Ley 270/1996; se presentó el día cuatro (4) del mes de abril de 2022, la convocatoria de conciliación
extrajudicial citando a demandada, al patrullero JUAN MUÑOZ y al ministerio público, la cual se
celebra el veinticinco (25) de abril de 2022, en la que mediante acta No. 236 de la procuraduría judicial
I para asuntos administrativos de Popayán, la diligencia se declara fallida.

TRIGÉSIMO QUINTO: Previamente a la presentación de esta demanda, se envía copia de la misma a la


parte demandada, al patrullero JUAN MUÑOZ y al ministerio público, tal y como consta en los anexos.

FUNDAMENTOS JURÍDICOS

Constitución Nacional, artículos 1, 2, 6, 90 y 365.

Artículo 2 “Las autoridades de la república están instituidas para proteger a todas las personas
residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, para
asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del estado”.

La consagración constitucional de la responsabilidad extracontractual del Estado es una garantía de los


derechos de los ciudadanos frente a la actividad del poder público. De ahí la decisión del Constituyente
ubicarla en el capítulo correspondiente a la protección de los Derechos.

En su artículo 90 “El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean
imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas”.

La responsabilidad estatal tiene fundamento en el régimen constitucional que establece los fines y las
características básicas del Estado. Ya desde las instituciones políticas que se originaron con la
Revolución Francesa el Estado estuvo sujeto a responder por los daños que causarán. Definido como un
estado de derecho y estando fundado en el respeto, la dignidad humana, el estado instituido por la
Constitución de 1991 está en la obligación de pagar una indemnización en caso de que la actuación de
las autoridades cause un perjuicio. Ante tal eventualidad deberá responder tanto por acción como por
omisión, puesto que sus obligaciones en relación con los derechos son de respeto y de garantía.

Convención Americana de Derechos Humanos, artículos 1, 11, 22. Sostiene en su artículo 1,

“Obligación de Respetar los Derechos: Los Estados partes en esta Convención se comprometen a
respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda
persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social. (…)

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Esta obligación implica el deber de los Estados de organizar todo el aparato gubernamental y, en general,
todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que
sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Esta
obligación "supone el deber de impedir o hacer todo lo racionalmente posible para impedir que se violen
los derechos humanos de las personas sometidas a la jurisdicción del Estado por parte de cualquier
persona, pública o privada, individual o colectiva, física o jurídica".

Por su parte en el artículo 5 se destaca el Derecho a la Integridad Personal (Suscrita en San José de Costa
Rica el 22 de noviembre de 1969, en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos
Humanos).

“1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.”

La Corte IDH, a su vez, ha determinado que en conexión con la obligación de respetar los derechos del
ART 1 de la Convención Americana, deriva la obligación de investigar los casos de violaciones a los
derechos a la vida, integridad y libertad personal, es decir, en conjunto con el derecho sustantivo que
debe ser amparado, protegido o garantizado.

En caso de violación a los derechos humanos, el Estado deberá reparar a las víctimas de acuerdo con los
estándares que al efecto se han establecido en el derecho internacional de los derechos humanos.

La Corte IDH ha establecido que el derecho a la reparación es un principio de Derecho internacional. En


este sentido, toda violación a una obligación internacional que haya producido un daño comporta el deber
de repararlo adecuadamente. Así, el Tribunal Interamericano ha sostenido que la reparación del daño
ocasionado por la infracción de una obligación internacional consiste en la plena restitución lo que
incluye el restablecimiento de la situación anterior y la reparación de las consecuencias que la infracción
produjo y el pago de una indemnización como compensación por los daños patrimoniales y
extrapatrimoniales incluyendo el daño moral.

Fundamento constitucional de la responsabilidad de las instituciones públicas.

La norma hace objeto de responsabilidad patrimonial al estado en general, y por tanto todas las
actuaciones de las autoridades, sin importar a cuál de las ramas y órganos del poder público pertenezcan,
puede dar lugar a ella. Así la norma permite avanzar al ordenamiento jurídico colombiano desde la
definición general de la responsabilidad de las autoridades administrativas, hasta aquella que se origina
en las actuaciones judiciales y en las leyes.

La responsabilidad de los funcionarios judiciales tuvo acogida en los regímenes civil y penal dónde tuvo
desde entonces estipulación expresa. La ley civil prevé que el juez será responsable cuando proceda con
dolo, fraude o abuso de autoridad, omita o retarde injustificadamente una Providencia, u obre con error
inexcusable.

De la misma manera la ley penal obliga al Estado a pagar una indemnización en caso de que una persona
sea Privada injustamente de su libertad resultando luego exonerada de la responsabilidad y cuando
prospere la revisión de una sentencia condenatoria, todo ello en concordancia con las normas
internacionales de Derechos Humanos según las cuales las personas privadas de la libertad cuya sentencia
haya sido revocada o hayan quedado libres luego de haberse comprado la presencia de un error judicial
deben ser indemnizada.

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Es de esperar que estás normas legales tengan renovada aplicación y que la legislación y la jurisprudencia
progresen en la definición más amplia de las circunstancias de las que pueden hacer la responsabilidad
patrimonial del estado por la actuación de jueces y Fiscales.

Los daños que el estado está obligado a indemnizar son aquellos que pueden ser calificados como
antijurídicos. La antijuricidad A qué hace referencia la norma constitucional comentada es predicada del
daño en sí mismo y no de la manera en que se produjo, o lo que es lo mismo, de la conducta del agente
Estatal que lo causó. De esta manera un daño será antijurídico cuando la víctima del mismo no esté
obligada por imperativo explícito del ordenamiento a soportar la lesión de un interés patrimonial
garantizado por una norma jurídica.

Desplazada la antijuricidad de la causa o de la conducta al daño no hay duda de que a partir del texto
constitucional la responsabilidad se ha tornado en sumo grado objetiva. Establecido el carácter objetivo
de la responsabilidad patrimonial del Estado está podrá declararse con base en las teorías de la igualdad
ante las cargas públicas, de la falla en el servicio o del riesgo creado. No resulta acertada por tanto una
lectura de esta norma en el sentido de la responsabilidad subjetiva, teoría que por demás está en contravía
de la tendencia universal hacia la búsqueda de la máxima protección de la víctima.

Por lo tanto no se trata de establecer si la conducta del funcionario fue antijurídica, condicionando la
responsabilidad del Estado a la de sus agentes, pues la primera es independiente de la segunda. En
consecuencia, el daño antijurídico puede originarse tanto en una conducta ilícita del estado como en una
causa lícita. La exclusión que hace la norma comentada de todo régimen de responsabilidad subjetiva ha
dado pie a que la corte constitucional declare inexequible una disposición legal que exige la presencia de
culpa grave para que existiera responsabilidad Estatal.

Es así como, dentro de este nuevo universo constitucional, la responsabilidad no está únicamente ligada
al actuar negligente, culposo o doloso, es decir a criterios subjetivos, desplazándose a criterios objetivos,
fundamentados en principios de justicia, equidad, solidaridad, etc., en donde la importancia gira
alrededor de quien sufre el daño. Es así, cómo puede hallarse el Estado obligado a resarcir un perjuicio
causado a pesar que su actividad o actuación esté dentro de los marcos de la licitud. Esta filosofía jurídica,
argumentada desde hace varios años, se alimenta con la esencia del ART 90 de nuestra Constitución al
disponer la responsabilidad estatal por los daños antijurídicos.

El daño antijurídico es fuente de responsabilidad estatal y a su vez la teoría de la responsabilidad objetiva


adquiere fundamento constitucional, razón por la cual surge la cláusula general de responsabilidad
patrimonial del Estado como el punto de intersección a través del cual encuadra cualquier régimen de
responsabilidad. El concepto de daño antijurídico no ha sido definido en nuestra legislación, pero hace
varios años la jurisprudencia colombiana ha venido

Lesión a un patrimonio particular


La Lesión resarcible fundamentada en el daño antijurídico, en distintos fallos emitidos por el Consejo de
Estado se encuentra una concepción del daño antijurídico que lo consagra como el fundamento de todo
deber y obligación de reparación. De ahí, que el objetivo de la responsabilidad patrimonial del Estado
es restablecer el equilibrio económico roto cuando se lesiona un patrimonio particular por parte de la
administración pública. Se ha pasado de la llamada antijuridicidad subjetiva, que exigía el dolo, la
culpa o falta del funcionario de la administración para generar la responsabilidad del Estado, a la llamada
antijuridicidad objetiva, que tiene como fundamento el daño ocasionado a la víctima, que pasa a ser el
elemento más importante de la responsabilidad patrimonial estatal.

Régimen de responsabilidad patrimonial por falla del servicio.

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Se ejercita en este proceso el medio de control de Reparación Directa consagrado en el ART 140
CPACA, que es el que tiene toda persona interesada, para demandar la reparación del daño originado en
los hechos, omisiones u operaciones de la Administración Pública, entre otras.

Debemos precisar los aspectos que nos llevan indefectiblemente a responsabilizar a la entidad pública
de los perjuicios originados a los convocantes, pues como se logrará demostrar en el devenir del proceso,
el suceso dañoso es atribuible por la falla del servicio en que incurrió, al omitir el cumplimiento de sus
deberes legales; que permitió la precipitación del árbol sobre el inmueble propiedad de los reclamantes.
Y es que para la prosperidad del reclamo judicial es menester que se configuren tres elementos fácticos
a saber:
a) un hecho, operación, omisión e irregularidad que constituye la falta o falla del servicio;
b) un daño o perjuicio antijurídico que debe ser real y cierto; y
c) una relación de causalidad entre la falta o falla del servicio y el perjuicio causado.

La falla del servicio: El daño causado es causado por el incumplimiento de una obligación a su cargo, o
por el cumplimiento tardío, o la prestación irregular de dicho contenido obligacional. Y es que debemos
entender que al Estado se le impone la utilización adecuada de todos los medios de que está provisto, en
orden a cumplir el cometido constitucional en el caso concreto; si el daño se produce por su incuria en el
empleo de tales medios, surgirá su obligación resarcitoria; si el daño ocurre, a pesar de su diligencia, no
podrá quedar comprometida su responsabilidad. En efecto, si al Juez Administrativo le compete una labor
de control de la acción administrativa del Estado y si la falla del servicio tiene el contenido final del
incumplimiento de una obligación a su cargo, no hay duda de que es ella el mecanismo más idóneo para
asentar la responsabilidad patrimonial de naturaleza extracontractual .
La falla del servicio o la falta en la prestación del mismo se configura por retardo, por irregularidad, por
ineficiencia, por omisión o por ausencia del mismo.

El retardo: Se da cuando la Administración actúa tardíamente ante la ciudadanía en prestar el servicio;


la irregularidad, por su parte, se configura cuando se presta el servicio en forma diferente a como debe
hacerse en condiciones normales, contrariando las normas, reglamentos u órdenes que lo regulan y la
ineficiencia se da cuando la Administración presta el servicio pero no con diligencia y eficacia, como es
su deber legal. Y obviamente se da la omisión o ausencia del mismo cuando la Administración, teniendo
el deber legal de prestar el servicio, no actúa, no lo presta y queda desamparada la ciudadanía.

La omisión como factor de falta del servicio.

En el ART 2 Inciso 2 CN, impone un mandato consistente en que las autoridades de la República tienen
el deber de proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y
demás derechos y libertades.
Debe entenderse dentro de lo que normalmente se le puede exigir a la administración en el cumplimiento
de sus obligaciones o dentro de lo que razonablemente se espera que hubiese sido su actuación o
intervención acorde con las circunstancias tales como disposición del personal, medios a su alcance,
capacidad de maniobra etc., para atender eficazmente la prestación del servicio que en un momento dado
se requiera.
Así, las obligaciones que están a cargo del Estado y por lo tanto la falla del servicio que constituye su
trasgresión, han de mirarse en concreto frente al caso particular que se juzga, teniendo en consideración
las circunstancias que rodearon la producción del daño que se reclama, su mayor o menor previsibilidad
y los medios de que disponían las autoridades para contrarrestarlo. Se le exige al Estado la utilización
adecuada de todos los medios de que está provisto, en orden a cumplir el cometido constitucional en el
caso concreto; si el daño se produce por su incuria en el empleo de tales medios, surgirá su obligación
resarcitoria; por el contrario, si el daño ocurre pese a su diligencia no podrá quedar comprometida su
responsabilidad.
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Atendiendo a que la pretensión demandada se sostiene en la responsabilidad objetiva, debe dilucidar si
resulta aplicable al caso lo previsto en el ART 1970 que establece lo siguiente:

Aquel que mediante un bien riesgoso o peligroso o por el ejercicio de una actividad riesgosa o
peligrosa, causa un daño a otro, está obligado a repararlo.

Sobre este aspecto de la responsabilidad civil la Casación No. 4299-2006, sostiene lo siguiente:

Que, en el caso de la responsabilidad objetiva concurren los elementos de la responsabilidad consistentes


en: la ilicitud (antijuricidad) o la infracción del deber de no dañar; la relación de causalidad, pues debe
existir una relación de causalidad adecuada entre el hecho y el daño producido; el daño consistente en el
daño emergente, el lucro cesante, el daño a la persona y el daño moral; y el factor de atribución, que en
el caso de este tipo de responsabilidad está , constituido por el ejercicio de una actividad riesgosa o
peligrosa o el uso de un bien de este tipo, no requiriendo en este caso que concurra el dolo o la culpa.

En tal sentido, el profesor Juan Espinoza Espinoza señala que:

Las situaciones de riesgo, que se podrían traducir en la siguiente fórmula: si se genera una situación
riesgosa, se responderá por los daños ocasionados, independientemente del parámetro de conducta del
agente dañante o de que se haya obtenido un beneficio’.

El riesgo lícito se basa en la premisa que, si bien es cierto que el ordenamiento jurídico permite realizar
(ciertas) actividades riesgosas, se deberá responder por los daños que se causen.

Esta forma de responsabilidad se basa en el riesgo creado por la actividad a realizar o bienes a utilizar,
por tener éstos una naturaleza riesgosa o peligrosa, y por ello se atribuye responsabilidad a sus
propietarios, usuarios y personas responsables del manejo a priori, sin necesidad de establecer su culpa,
bastando sólo con acreditar el daño causado, la relación de causalidad y el factor de atribución en el
sentido que debe tratarse del empleo de un bien riesgoso o peligroso.

La responsabilidad no sólo surge por el incremento del riesgo y la necesidad de repartir el coste del daño,
sino también encuentra sustento en los propios valores que animan la Constitución Política del Estado,
que hacen de la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad la clave para entender todos
los derechos fundamentales, entre los que se encuentra el derecho a la vida y la integridad moral. En esa
perspectiva, ante una acción del Estado que ha provocado un daño no resulta admisible indicar que las
víctimas son un número estadístico cuyos perjuicios no deban ser reparados, por el contrario, la exigencia
constitucional impone al Estado la reparación respectiva.

Hay que recordar aquí que en el caso de responsabilidad objetiva es irrelevante saber si el agente que
ocasionó el daño lo hizo de manera dolosa o negligente, pues la imputación que se le hace es por haber
incrementó el riesgo en la vida en relación

En esa línea de interpretación y considerando la actividad que ejercen LA POLICÍA NACIONAL -


POLICÍA METROPOLITANA DE POPAYÁN a través de los vehículos denominados “patrullas”,
asumen que realizan una actividad generadora de riesgos, tanto para sus transportados como para los no
transportados (los transeúntes por ejemplo).
Al ser así, cuando una institución está dedicada a garantizar la seguridad de la ciudadanía, al tener un
incumplimiento a su deber ya sea por acción y omisión, se considera necesario que asuma la
indemnización del daño causado a raíz del desempeño de esa actividad.

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Con ello, se busca que la Institución tome precauciones respecto del cumplimiento de sus obligaciones
constitucionales, a fin de evitar accidentes y otros eventos que puedan resultar perjudiciales para personas
o bienes patrimoniales ajenos al ejercicio de cuando lleven a cabo sus funciones.

La responsabilidad de la administración por omisión


Se debe distinguir entre la inactividad material y la inactividad formal de la administración, explicando
que la primera alude a un no hacer de ésta, en el marco de sus competencias ordinarias, mientras que la
segunda se refiere a la pasividad de la administración, dentro de un procedimiento, a la no contestación
de una petición a los particulares. Aplicando principios propios de la doctrina penal, que considera útiles,
expresa que, como ocurre con los tipos de omisión pura, en los eventos de inactividad formal basta con
el incumplimiento de la obligación de dictar una resolución dentro de los plazos previstos, para que exista
responsabilidad y cuando se trata de inactividad material, como sucede con los tipos de comisión por
omisión, se requiere de la no evitación de un resultado.
En este último caso se exige, por la administración se encuentre en posición de garante que se haya
producido un resultado lesivo y que existiere la posibilidad de evitarlo mediante la conducta omitida,
lo que supone una concepción diferente de la relación de causalidad.

En el sistema jurídico colombiano, en primer lugar, se da la existencia de una responsabilidad del Estado
y concretamente de la administración- fundada en el régimen subjetivo no constituye un problema para
nosotros, en la medida en que ello no contradice ninguna norma jurídica, ni tampoco los criterios que
utiliza la jurisprudencia actual para decidir los casos concretos en que tal responsabilidad se plantea. En
efecto, bien puede concluirse y así se ha hecho en algunos fallos- que, en ciertos eventos, sólo una
actuación o omisión ilícita de una entidad estatal puede dar origen al surgimiento de la obligación de
indemnizar (como ocurre, por regla general, en los casos en que la responsabilidad tiene su fuente en
un daño causado en desarrollo de la prestación del servicio médico asistencial). Lo anterior debe
entenderse, por lo demás, sin perjuicio de que, pueda declararse la existencia de responsabilidad del
Estado por daños causados como consecuencia de acciones u omisiones lícitas.

Para entender la responsabilidad que se predica de la dependencia municipal, pues en la producción del
daño fue determinante su omisión; es necesario efectuar el contraste entre el contenido obligacional que
las normas pertinentes fijan para el órgano administrativo implicado, y el grado de cumplimiento u
observancia del mismo por parte de la autoridad en este caso. Y una vez se ha establecido que la entidad
no ha atendido o lo ha hecho de forma deficiente o defectuosa al referido contenido obligacional, es decir
porque se hizo al margen del efectivo cumplimiento de las funciones que el ordenamiento jurídico le ha
asignado, es obligatorio precisar si dicha ausencia o falencia en su proceder tiene relevancia jurídica
dentro del proceso causal de producción del daño atendiendo si había la posibilidad de interrumpir o
prevenir el evento.

Perjuicios Morales
El estado de intranquilidad emocional, hace procedente en el reconocimiento de todos los perjuicios
solicitados.
Es claro entonces, la evidente responsabilidad de la entidad pública, y que de esta se derivó el menoscabo
económico y emocional a los reclamantes.

Sobre los perjuicios materiales


Reiteramos, la regulación de la responsabilidad patrimonial en el ordenamiento jurídico, consagra el
postulado del resarcimiento íntegro de los perjuicios inferidos a otra persona. Así, el el artículo 16 de la
ley 446 de 1998 prevé que “Dentro de cualquier proceso que se surta ante la Administración de
Justicia, la valoración de daños irrogados a las personas y a las cosas, atenderá los principios de
reparación integral y equidad y observará los criterios técnicos actuariales”.
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En dicho sentido ha explicado la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil
“El juez tendrá que ordenar al demandado la restitutio in integrum a favor del damnificado, es decir
que deberá poner al sujeto perjudicado en una situación lo más parecida posible a aquélla en la que
se encontraría de no haber ocurrido el daño. Por ello, una vez establecidos los presupuestos de la
responsabilidad civil extracontractual, el sentenciador tendrá que cuantificar el monto de la
indemnización en concreto, esto es que habrá de tomar en consideración todas las circunstancias
específicas en que tuvo lugar el daño, su intensidad, si se trata de daños irrogados a las personas o
a las cosas, y la forma adecuada de resarcir el perjuicio”

Con el principio de la necesidad de la prueba, toda decisión judicial debe fundarse en pruebas regular
y oportunamente allegadas al proceso, el reconocimiento judicial de una pretensión que tenga como
objeto la indemnización de un perjuicio, supone la demostración de todos y cada uno de los elementos
que configuran la tutela jurídica de dicha pretensión, incluyendo, por supuesto, el daño, salvo aquellos
eventos de presunción de culpa, de conformidad con la doctrina de la Corte, y la presunción de daños de
acuerdo con la ley, como en los casos de los ART 1599 y 1617 # 2 C. Civil. Sin embargo, una es la
prueba del daño, o sea la de la lesión o menoscabo del interés jurídicamente tutelado, y otra, la prueba
de su intensidad, del quantum del perjuicio.

De ahí que la doctrina haga alusión al contenido patrimonial del daño para referirse a su intensidad, es
decir, a su valor en moneda legal (dinero), como patrón de referencia para determinar la mensura, por
cuanto considera que dada su simplicidad y universalidad, es el que más conviene al tráfico de las
reparaciones, caso en el cual opera una reparación por equivalencia o propiamente indemnizatoria, por
oposición a la reparación natural que implica ‘volver las cosas al estado que tendrían si no hubiera
ocurrido el hecho dañoso,

Así como lo insistido la máxima Corporación de la jurisdicción ordinaria civil:

Es posible acudir a la equidad para determinar el monto del daño, en aquellos casos límite, en que,
habiéndose acreditado el perjuicio patrimonial, la determinación de su cuantía se torna extremadamente
difícil, no obstante el cumplimiento de las cargas probatorias por la parte demandante. Al respecto se ha
expresado que:

“con referencia específica al invocado principio de la equidad, vale la pena recordar, además, con
apego a numerosos contenidos doctrinarios, jurisprudenciales y, por supuesto, normativos, que no
obstante las consecuencias inherentes al ejercicio de la delicada carga probatoria atrás aludida, hay
casos en que sería injusto no concretar el valor de la indemnización so pretexto de que a pesar de
estar demostrada la existencia del daño, su cuantificación no ha sido posible, pues ante esta
circunstancia, el juez, además de estar impelido a usar las facultades oficiosas que en materia
probatoria ponen a su alcance las normas procesales, ha de acceder a criterios de equidad que
impide soslayar los derechos de las víctimas” (Cas. Civ. 5 de octubre de 2004. Exp. 6975)’”

En lo que se refiere al pago de perjuicios por la pérdida de cosas materiales, inicialmente, el juez de lo
contencioso no aceptaba dicho reconocimiento, finalmente, la jurisprudencia ha decantado el asunto para
llegar a aceptar que es posible indemnizar todo perjuicio moral, inclusive el derivado de la pérdida de
bienes materiales, siempre y cuando existan pruebas en esta materia independientes a la mera titularidad
del derecho.

Es preciso advertir que en la actualidad no existe obstáculo o razón alguna para no admitir la reparación
del daño moral que podría causar la pérdida de un bien mueble, claro está, siempre y cuando aquél esté
debidamente fundamentado con pruebas que acrediten su existencia y magnitud.

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Es claro que existe certeza sobre la existencia y justificación del perjuicio moral solicitado en la demanda
y concedido en la sentencia de primera instancia, toda vez que, se insiste, se probó que el demandante se
afectó emocionalmente por la destrucción de sus pertenencias, y además él y su familia se vieron
obligados a soportar las graves consecuencias que produjo la imposibilidad de usar su residencia y los
bienes muebles que se encontraban en ella.

Adicionalmente, no se puede desconocer que los bienes, enseres y demás utensilios que hacen parte de
una vivienda no se consiguen repentinamente, todo lo contrario, son el resultado del esfuerzo, dedicación
y constancia de las personas que integran el hogar, quienes durante largo tiempo, destinan parte de sus
ingresos a conseguir todo lo que una residencia requiere para ser habitada en condiciones dignas.

Sobre los perjuicios inmateriales:


La jurisprudencia de la alta corporación de lo contencioso administrativo ha expuesto la necesidad de
reparar integralmente a la víctima del daño causado por las entidades públicas, que obedece no sólo a la
materialización del principio de reparación integral que nuestro ordenamiento ha incorporado, sino en
respuesta a la influencia de los estándares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, gracias al
denominado Bloque de constitucionalidad .
Es lógico además entender que en virtud de la figura los jueces están sujetos a tener presente los
instrumentos internacionales que se incorporan en nuestro compendio normativo, tal como puede
interpretarse del contenido del ART 93 CN.

De allí que la jurisprudencia de los intérpretes autorizados de los instrumentos que hacen parte del bloque
de constitucionalidad resultan efectivos al momento de interpretar el alcance de los derechos humanos y
del propio Derecho internacional Humanitario, y las maneras de su reparación. Precisamente el órgano
judicial internacional ha trazado parámetros que nos muestra que la reparación a la víctima trasciende
más allá de la obligación de dar, de lo pecuniario, para obligar al causante a hacer, como una forma de
reparar integralmente el perjuicio causado.

Con lo anterior se concluye que el daño antijurídico considerado como lesión de un derecho, bien o
interés legítimo supone la alteración o afectación de un estado de cosas que impacta de manera negativa
la esfera interna y externa de la persona que lo padece y, por consiguiente, no sólo comprende la órbita
patrimonial. Así las cosas, el principal objetivo del derecho de daños consiste en reparar integralmente
la afectación padecida por la persona en su vida, integridad o bienes, razón por la que a la hora de
valorar la misma es necesario establecer e identificar si es posible que opere la restitutio in integrum y,
de ser factible, adoptar las medidas deprecadas en la demanda o que, dependiendo del caso concreto
puedan ser decretadas de oficio por el juez tendientes a que se restablezca el statu quo o estado de cosas
anterior a su producción.

Es decir, llevar a la víctima de un daño antijurídico a un estado como si no se hubiera producido, o en


otros términos remover los efectos negativos que el mismo desencadena. No obstante, si lo anterior
deviene imposible en términos materiales, resulta imprescindible establecer cuál es la magnitud del daño
antijurídico y qué medidas de reparación pueden ser decretadas para resarcir las consecuencias de aquél,
como por ejemplo la indemnización por equivalente.

Así las cosas, la reparación no se asimila a indemnización, ya que esta última constituye uno de los varios
componentes que integran a la primera y, por ende, la relación que existe entre uno y otro concepto es de
género y especie, motivo por el cual el daño antijurídico desde el paradigma actual de la reparación
desborda el que impone el concepto de patrimonio. Los anteriores lineamientos se acompasan con las
posturas y tendencias modernas de la responsabilidad que desbordan el concepto de “responsabilidad
patrimonial”, para adoptar la categoría de “derecho de daños”, en el que el eje central lo constituye la
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persona que padece la afectación y, por consiguiente, la principal función de la responsabilidad en el
mundo moderno consiste no tanto en sancionar conductas como en restablecer los derechos, bienes o
intereses legítimos que se afectan con la producción de un daño.

En ese orden de ideas, la Sala ante la gravedad de los hechos en el caso sub examine, adoptará una serie
de medidas y determinaciones que apuntan a reparar de manera integral el daño irrogado a los
demandantes, constituido aquél no sólo por los perjuicios materiales e inmateriales que tienen
repercusión patrimonial y que fueron determinados en los acápites anteriores, sino, adicionalmente, por
las graves y significativas vulneraciones a los derechos humanos fundamentales de los demandantes.

RELACIÓN D E PRUEBAS
Solicitamos al honorable Juez de Conocimiento, de conformidad con lo dispuesto en la Ley 1437 de
2011, se tengan como medios de prueba los siguientes documentos aportados con la demanda:
.
A) DOCUMENTALES:

1.-Historias Clínicas de:


➔ LUIS DIAZ identificado con Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ ANDREA GUZMAN (Conyuge) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ JAIRO MUÑOZ (Hijo) Registro Civil Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ ERNESTO DÍAZ (Hijo) Registro Civil Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ PEDRO DIAZ (Padre) Cedula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ MARTA VALENZUELA (Madre) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ ANTONIO DÍAZ (Abuelo) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ ARMANDO DIAZ (Hermano) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.
➔ WILLIAM DÍAZ (Hermano) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán.

2.-Registros Civiles de los Familiares del señor LUIS DIAZ.


3.-Fotografías del Lugar del Accidente y señalizaciones.
4-Videograbación del accidente del 01 de enero de 2022.
5.-Croquis del Accidente del 01 de enero de 2022.
6.-Facturas de medicamentos, transportes, silla de ruedas, exámenes, terapias y demás requerimientos
médicos, gastos cubiertos por LUIS DIAZ.
7.-Recibos y pagos de honorarios de LUIS DIAZ, certifican sus ingresos.
8.-Calificación de pérdida de la capacidad laboral.

B) TESTIMONIALES.

Se solicita al señor o señora Juez se decreten las siguientes pruebas testimoniales.

FERNADO FERNANDEZ, portador de la cédula de ciudadanía N°. 43.978.380, quien podrá citarse en
la Calle 15 No. 5 N – 76 Barrio el Recuerdo de Popayán: Teléfono: 3114132891, correo
fernando@gmail.com , transeúnte que presenció los hechos del accidente.

DIANA ROSERO, portadora de la cédula de ciudadanía N°. 38.553.455 de Popayán, quien podrá citarse
en la Calle 83 C No. 5N – 54B Barrio: Popayán,, Teléfono: 3119348554, correo: diana@gmail.com ,
quien dará cuenta del siniestro sucedido.

KAROL MONTERO, portadora de la cédula de ciudadanía N°. 67.019.208 de Popayán, quien podrá
citarse en la Calle 44 No. 5N – 74: Popayán, Teléfono: 3177714295, quien dará cuenta de la actividad
económica que desempeñaba LUIS DIAZ y la relación con sus familiares.

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CARLOS TRUJILLO, portador de la cédula de ciudadanía N°. 67.018.208 de Popayán, quien podrá
citarse en la Calle 34 No. 5N – 74: Popayán, Teléfono: 3177714295, quien dará cuenta de la situación
por la que tuvo que pasar la familia de LUIS DIAZ.

JUAN MUÑOZ portador de la cédula de ciudadanía N°. 67.019.908 de Popayán, quien podrá citarse
en la Calle 45 No. 5N – 74: Popayán, Teléfono: 3177714295, quien es el patrullero que conducía el
vehículo oficial.

PRUEBAS PERICIALES:
ELIZABETH RAMIREZ, portador de la cédula de ciudadanía N° 67.019.908 de Popayán, quien
podrá citarse en la Calle 45 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 3177444295, quien es la psicóloga tratante
de los familiares de LUIS DIAZ.

HERNANDO SALAS, identificado Con Cédula de Ciudadanía N° 1.063.045.405, con tarjeta


profesional N° 0239434, Calle 47 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312444295, quien es el médico
tratante del señor LUIS DIAZ.

ENRIQUE BOLAÑOS identificado Con Cédula de Ciudadanía N° 1.064.045.405, con placa


00334, Calle 48 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312448295, quien es el agente de tránsito que realizó
el croquis del accidente.

ESTIMACIÓN RAZONADA DE LA C U A N T Í A

Atendiendo lo dispuesto en el artículo 157 de la ley 1437 de 2011, que indica que la cuantía se
determinará, tratándose de varias pretensiones; por el valor de la pretensión mayor, nos permitimos
estimar razonadamente la cuantía en la suma de DOSCIENTOS VEINTIOCHO MILLONES
DOSCIENTOS VEINTICINCO MIL PESOS M/CTE ($ 228.225.000), por concepto de perjuicio
material a favor del señor LUIS DIAZ.

La anterior cuantía deberá tomarse en consideración para todos los efectos legales.

COMPETENCIA

Por haber ocurrido los hechos en jurisdicción del municipio de Popayán, de conformidad con la cuantía
establecida, le es competente el Juzgado Administrativo de Popayán, como lo indica el numeral 5 del
artículo 152 y numeral 6 del artículo 156 de la ley 1437 de 2011.

ANEXOS:

-Nos permitimos aportar con el libelo de la demanda:


-Los documentos señalados en el acápite de RELACIÓN DE PRUEBAS.
-Soporte de envío de copias de la demanda a la parte demandada, patrullero, Ministerio Público,
Ministerio de Defensa y para el archivo del despacho judicial.
-Soporte de envío de citación de la audiencia de conciliación a la parte demandada, patrullero, Ministerio
Público, ministerio de defensa y para el archivo del despacho judicial.
-Poder debidamente otorgado por la convocante.
-Acta de audiencia de no conciliación expedida por la Procuraduría Judicial I de Popayán para asuntos
administrativos.

NOTIFICACIONES
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PARTE DEMANDANTE:

LUIS DIAZ identificado con Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán, podrá ser notificado en la Calle 30
No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312412295 o en el correo Luis@gmail.com.

ANDREA GUZMAN (Conyuge) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán, podrá ser notificado en la Calle
30 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312412295 o en el correo ANGUZM19@gmail.com.

PEDRO DIAZ identificado con Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán, podrá ser normalizado en la Calle
30 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312412295 o en el correo PDiaz@gmail.com.

MARTA VALENZUELA identificado con Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán, podrá ser notificado
en la Calle 30 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312412295 o en el correo ValenzuMart@gmail.com.

ANTONIO DÍAZ identificado con Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán, podrá ser normalizado en la
Calle 30 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312412295 o en el correo antonio@gmail.com

ARMANDO DIAZ identificado con Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán, podrá ser notificado en la
Calle 30 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312412295 o en el correo electrónico
diazarmando@gmail.com

WILLIAM DÍAZ (Hermano) Cédula Nº 1.063.879.876 de Popayán, podrá ser notificado en la Calle 30
No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312412295 o en el correo Willam23@gmail.com

La parte demandada la POLICÍA NACIONAL - POLICÍA METROPOLITANA DE POPAYÁN, podrá


ser notificada en la, Calle 41 No. 5N – 73: Popayán, Teléfono: 312948295, policia@gmail.com

Atentamente,

CARLOS DORADO
C.C. 1.063.849.098 de Timbio
T.P. No. 249.345 del C.S.J.

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