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La moral sexual de Armando Bó

Gabriel Carbajal

Algunos historiadores expertos en el tema afirman que la primera película

pornográfica se realizó en Argentina, más específicamente en Rosario, ciudad de Santa Fe.


Si bien en 1908 se filmó en Francia “A L’Ecu d’Or ou la Bonne Auberge”, de la cual se
tiene registro, muchos historiadores y expertos afirman que en 1907 se filmó en Argentina
“El Sartorio”. Algunos expertos como Joseph Slade, Paco Gisbert, Linda Williams, Patricia
Davis, Ariel Testori, Luke Ford y Dave Thompson afirman esta teoría.

Los mismos aseguran que cuando la censura en Francia se puso más severa hacia
1905, Paco Gisbert, el especialista español, cuenta que muchas de las producciones
pornográficas empezaron a trasladarse a tierras alejadas del viejo continente, como la
Argentina, que según él, fue uno de los primeros centros de producción de películas
pornográficas. Gisbert señala que en un artículo de la edición norteamericana de Playboy
sobre los orígenes del cine clandestino, Arthur Knight y Hollis Alpert explican que las
películas con una completa y explícita actividad sexual, eran enviadas por barco desde la
Argentina a compradores privados, la mayoría en Francia e Inglaterra.

El nombre de “El Sartorio” o “El Satario” proviene de una mala traducción de “El
sátiro”. Dicho film nos muestra a seis ninfas que juegan desnudas cerca de un río. Desde
unos matorrales, una especie de demonio, con cuernos y barba, las espía. En un momento,
el sátiro sale de su escondite y las corre, pero sólo llega a capturar a una de ellas. Después
de la resistencia de la ninfa, el sátiro la somete a su voluntad. Luego, las demás ninfas
vienen a socorrer a su amiga y el sátiro se escapa tras recibir una golpiza.

Que dicha película se haya filmado en Argentina, y posteriormente haya creado un


género, demuestra una cierta libertad en el país en aquel momento. Una censura menos
rigurosa que la que imponía el viejo continente y una libertad sexual más abierta. Que un
país permita que films de este género se produzcan y luego se comercialicen

internacionalmente, habla de cómo el sexo, la sexualidad y el erotismo están no solo en la


historia del país, sino que también en el ADN de su cine.

Pero “El Sartorio” también da inicio a una mirada, en menor medida, moralizante.
Es decir, la ninfa mirada como ser puro y representante de la naturaleza, pero también como
objeto de un deseo sexual. El demonio como aquel ser voraz y bestial que carga consigo el
accionar del coito. En el film sucede que el demonio captura a la ninfa, es decir, el sexo
perturba una naturaleza ajena al mismo. Sobre el final vemos como la ninfa logra ser
rescatada y el demonio castigado, en otras palabras, la pureza o la naturaleza es restaurada
o por lo menos rescatada y la sexualidad es castigada.

Si bien se gozaba de una libertad para filmar dichas películas había un estado de las
cosas que se pronunciaba fuertemente y era: no se debe perturbar la pureza con el mal que
es el sexo. Esta mirada moralizante sobre el sexo se replica y se plasma de forma clara en
las películas de la dupla Armando Bó – Isabel Sarli. Películas que formaron parte del
llamado sexplotation argentino y dieron puntapié al reconocido periodo del destape.
Periodo que se desarrolló al finalizar la dictadura del ’76.

A través de sus películas el realizador Armando Bó, impulsado por su educación


católica, buscaba mostrar al sexo como algo que debía ser castigado. El apetito sexual al
que se encuentran atados sus personajes femeninos, más que ser un goce a disfrutar,
terminaba siendo una condena que se les imponía. Este castigo conlleva una respectiva
sanción, esta sanción busca devolverle al personaje su pureza o por lo menos una
redención. En el castigo y la próxima expiación de culpas es donde se encuentra el mensaje
moralizante que Armando Bó quería exponer.

En la filmografía de Bó este mensaje es mucho más explícito que en el análisis que


se le pueda hacer a “El Sartorio”, ya que el film de 1907 es pornográfico a diferencia de las
películas de Armando e Isabel que no lo son. Los planos a genitales que posee “El Sartorio”
no se van a repetir en las películas de Bó porque sus películas no buscan ser pornográficas
sino moralizantes. Por lo tanto, lo único que va a conservar es la idea de sexo como
perturbación de la naturaleza pura y como merecedora de un castigo.

Las películas de Armando Bó, a pesar de ser moralizantes, recibieron por parte del
gran público la mala denominación de películas “porno”. A través de este escrito se quiere
demostrar como las películas de Bó estaban alejadas de este concepto erróneo de “porno” y
se acercan más a lo que comúnmente denominamos como películas moralizantes.

Utilizando conceptos como sexualidad y erotismo, estipulados por Freud y


Marcuse, Bó va a lograr captar al espectador y a la vez usar la figura de la mujer y la del
sexo como medios para transmitir su mensaje moral. Dicho mensaje va a quedar claro en el
análisis de tres de sus obras junto a Isabel Sarli. Carne (1968), Fuego (1969) y Embrujada
(1976) son claros ejemplos de que, en su narrativa, en su puesta en escena y en su posterior
análisis revelan el mensaje moralizante y denunciador sobre el sexo.

Erotismo, Sexualidad y Pornografía

Para entender la obra de Armando Bó e Isabel Sarli es necesario tener en claro


ciertas nociones. Durante mucho tiempo las películas de Armando fueron mal llamadas
pornográficas por el solo hecho de tener una figura “sexy” mostrando su cuerpo y una
narrativa que abundaba en escenas de sexo. Pero cabe aclarar que dichas escenas difieren
completamente de las de una película pornográfica. Dicha diferenciación se dejará en claro
en las siguientes hojas como en el análisis de los films. Como se mencionó anteriormente
es necesario tener en claro ciertas nociones o por lo menos una profundización en su
definición. Además de su funcionamiento en la sociedad. Estas nociones como ya
mencionamos son: Erotismo, Sexualidad y Pornografía.

Joseph Lo Duca define, de forma maravillosa, la diferencia entre erotismo y


pornografía en tan solo seis palabras.

• EROTISMO: BELLEZA LIBINIZADA

• PORNOGRAFIA: FEALDAD FUNCIONAL

Al pensar la obra erótica uno puede darse cuenta que esta tiene como fin la
sensación, la cual es producida por la característica máxima de diferenciación que se pueda

hacer entre erotismo y pornografía. Y esta es que, la pornografía no deja lugar a la


imaginación mientras que el erotismo sí. Ya que la primera está obligada por su carácter a
ser explicita y de mostrar todo; el erotismo se encarga de sugerir pero no de explicitar. Es
por esto que cuando uno le adjudica a la filmografía de Armando Bó el adjetivo de
pornográfico no hace más que caer en un error. La pornografía le quita la posibilidad al
espectador de imaginar. En contraparte, el cine de Bó si le permite imaginar.

Y es que en las obras de Armando sucede un fenómeno notable. Dependiendo del


público que observe la película puede generar un profundo erotismo o reunir una vasta
cantidad de cualidades que la transforman en una obra de un estilo y una coherencia propia
de un autor. Ya que las mismas tienen toda la pureza, la ingenuidad y el “moralismo” de su
autor, lo que les da un encanto irresistible.

Georges-Albert Astre sobre la pornografía dice: “El porno suprime generalmente la


imaginación, no hace intervenir al intelecto, y usando su total realismo, priva a eros de sus
justificaciones nobles, jugando con el voyeurismo e incitando al placer solitario” (Kuhn,
1984: 10).

En los films pornográficos la figura de Isabel serviría, como dijimos antes, para
eliminar la imaginación a través del “voyeurismo”. El peligro de la pornografía es que al
mostrar todo limita la imaginación que el buen erotismo estimula tanto. Lo fascinante que
tiene el erotismo es que permite encontrar nuevos caminos en el sexo, quitarle solemnidad
y vivirlo con más intensidad.

Y el cine de Armando es mucho más rico que eso. Lo es por su ingenuidad, por su
rescate de elementos del viejo radioteatro argentino, y sobre todo por su moralismo, por la
riqueza que le da la simple redención de la mayoría de los personajes de Isabel. Y es porque
los personajes interpretados por Isabel suelen ser pecadoras que se redimen y vuelven a
Dios, es por eso que hablamos de un erotismo moralizante.

Aclarada la diferencia entre erotismo y pornografía nos falta entender que rol juega
la sexualidad en todo esto. La sexualidad se va a diferenciar del erotismo en la medida en

que la primera, es objeto de una ciencia que construyo saber y poder acerca de esta. Se la
definió, se la examino y también se la restringió, siempre a través de los discursos de
expertos.

Si seguimos el psicoanálisis freudiano nos vamos a topar con que la sexualidad se


rige por el principio de placer. Es un deseo salvaje e imperioso, por lo tanto, es este deseo el
que se va a enfrentar a la ley o, mejor dicho, a la conciencia moral que define lo que está
bien y lo que está mal, lo que debe ser y lo que no debe ser. En la intención de dominar
estos deseos que buscan acercarse al tabú, interviene el sentimiento de culpabilidad. Y es en
la idea del pecado donde para los creyentes se haya el miedo al castigo si han cometido un
acto que se considera “malo”.

En “Carne”, para poner un ejemplo, es donde se puede ver esto de manera más
clara. El personaje interpretado por Isabel Sarli después de tanto coito, se redime y reza
frente a un Cristo. Es así como Armando Bó en sus films utiliza la sexualidad como
elemento donde plantar un pecado y subsiguientemente una redención y un mensaje
moralizante, sin dejar de ser erotizante para el espectador que está siendo estimulado
imaginariamente.

La (mala)figura de Sarli

Cuando uno piensa las películas de Bó, y nos enfocamos en “Carne”, “Fuego” y
“Embrujada”, podemos observar que el subtexto moralizante y la redención siempre viene
de parte del mismo personaje. Los personajes encarnados por Isabel Sarli no solo
constituyen un objeto de deseo sensual y sexual, sino que también cargan con un pecado,
acarreado por el catolicismo de Bó, que necesita ser redimido.

Las películas de Armando Bó extremaron la figura de la femme fatal, a través de la


exposición de sus consecuencias sociales; y también, naturalizaron el sexo, pero siempre
moralizándolo.

En la construcción que el realizador hace sobre Sarli como un objeto sexual e


incluso adorado, le añade el factor de una “enfermedad” o “pecado” de la cual la misma

debe purgarse. Para la creación de esta figura toma del cine clásico las representaciones de
lo femenino, en particular la idea de la femme fatal, y las unifica con las propias ideas
religiosas y científicas. Es decir, Isabel Sarli en las películas de Armando Bo es un cuerpo
enfermo pero que puede ser salvado siempre y cuando haya un arrepentimiento, culpa o
expiación.

La imagen de la femme fatal es consecuencia del posicionamiento de la mujer en los


inicios del cine. Desde los primeros años se tiene la imagen de una mujer “ordenada” y
“pura”, la cual a su vez tiene una contracara, la mujer que se rinde a sus bajos instintos y a
su propia naturaleza. La figura femenina por lo tanto va a estar conformada por ambas
caras.

Mencioné el posicionamiento de la mujer en los inicios del cine porque si uno se


retrotrae a estos puede denotar como la mujer estaba colocada en un lugar de acompañante.
En los inicios la mujer no era un personaje que accionara ni que desarrollara la trama, sino
más bien era una figura de acompañamiento que colaboraba y se destacaba por su belleza.
En esta representación se plasma aquella idea de mujer “ordenada” y “pura”.

Si buscamos la representación de la contracara de esta mujer “ordenada”


encontramos a la figura de la femme fatal. Personaje icónico del cine negro, la femme fatal
se caracterizaba por constituirse como una mujer “desviada”. Es decir, estaba constituida
por todos lo que estaba mal visto, o ¿que se le tenía miedo?, una mujer independiente,
solitaria y capaz de tomar sus propias decisiones. Dicho tipo de personaje solo puede
generar una trama negativa en la cual el protagonista se empeña en salvarla o castigarla por
su carácter de desviada.

La filmografía de Armando Bó se centra en la figura de la mujer. Esa mujer era


representada por Isabel Sarli que encaja en las características de la femme fatal. Si uno
piensa en la figura de Isabel Sarli, se constituye como tal ya que era poseedora de un cuerpo
voluptuoso y de una belleza y sensualidad innegable. Pero también cargaba con el peso de
ser una mujer que no encajaba en el pensamiento de mujer “ordenada”, y distaba mucho de
está marcándose como desviada por su sexualidad. Ella junto al personaje masculino suelen

tener una historia que se repite a lo largo de la filmografía de Bó. Una mujer (Isabel Sarli)
es víctima de sus impulsos sexuales (alteración de la cara “ordenada” de la mujer) y se ve
envuelta en la desdicha de la cual busca la forma de escapar de los tormentos que su deseo
le genera, para eso recurre a la ayuda del hombre que ama (personaje masculino que salva o
castiga depende el caso).

En este sentido podemos sostener que Armando mantenía en vigor una


representación clásica de la mujer. Una representación que la mostraba como origen del
mal, pero a la cual le añadía el factor de la mirada “científica” la cual le cargaba una
enfermedad: la sexualidad. Para ponerlo en un ejemplo claro, en “Fuego” el personaje de
Isabel sufre de una fuerte ninfomanía, Armando la estipula como una enfermedad y hace
que el personaje vaya al médico.

Pero como Bó sostiene pensamientos católicos aquella mujer representada no quiere


caer en el pecado que su cuerpo acarrea, y se ve obligada a sentir culpa y remordimiento.
Es necesario ese sentimiento de culpa, que lleva a un futuro remordimiento, para que el
personaje femenino vuelve al status del que se espera que provenga, mujer “ordenada”.

Sexo, sudor, cigarros y moral

“Siento la imperiosa necesidad de morirme” son las palabras que pronuncia el


personaje de Isabel Sarli luego de ser descubierta por su marido en sus incursiones eróticas
en “Fuego”. Esta frase dice Sarli mientras se tapa el cuerpo con sábanas blancas. Esta frase
junto al accionar y su cara resumen la sensación de culpa que van a tener todos los
personajes interpretados por Sarli frente a su deseo sexual. Este sentimiento de culpa que
conlleva a una futura redención, son los elementos que fusionados crean aquel mensaje
moral de tanta importancia en el cine de Armando Bó. Es decir, estos elementos son los que
van a configurar aquella sexualidad y erotismo moralista.

Para entender cómo funciona este “moralismo” y “puritanismo” hay que entender
que en primer lugar son valores que provienen de la vida del realizador mismo. Armando
Bó era y se mostraba como un católico conservador. Y como en casi todas las religiones el

deseo sexual genera culpa, no nos extraña que los personajes de Sarli la sientan y se
arrepientan. Armando es católico y para el catolicismo el deseo sexual es un pecado, así que
sus personajes femeninos que sucumben antes sus deseos no les queda otra que buscar el
perdón cristiano.

Tampoco es de extrañar que, debido a la posición que tiene el realizador frente a la


religión, en sus films siempre existan los conceptos de pecado, bien y mal. Si uno ve los
films de Armando puede notar rápidamente como en algunos casos los personajes
interpretados por Isabel se arrepienten de sus propias necesidades sexuales y rezan, o son
aconsejadas por un sacerdote. Como mencionamos anteriormente, y para ejemplificar, en
“Carne” el personaje interpretado por Isabel Sarli después de tanto coito, se redime y reza
frente a un Cristo. Pero en otros casos, Isabel paga sus culpas con la muerte.

“CULPA” es la palabra central y un eje que se va a repetir en la narrativa de las


películas de Armando Bó. Y es que, en el desarrollo narrativo de los personajes femeninos
de su filmografía, las mismas en algún punto van a sentir culpa por sus deseos sexuales y
van a buscar el perdón, siempre, católico.

Pero, ¿por qué es necesaria la culpa como el principal elemento narrativo? Rodolfo
Kuhn argumenta:

“El público masivo necesita el castigo y el arrepentimiento de los


personajes de Isabel. Si no, perdería el marco de referencia, y no podría soportar
un cambio tan brusco. Armando, a diferencia de otros realizadores de cine erótico,
toma como emergente las necesidades latentes de su público latinoamericano sin
pretender cambiarlas. Y esas pautas latentes están siempre ligadas a un
maniqueísmo total donde la culpa juega un papel preponderante. Si no hubiera
castigo o arrepentimiento, esto sería difícilmente soportable, porque rompería todas
las normas de educación y formación a las que todos hemos sido sometidos” .
(Kuhn, 1984: 33)

Añadir o extraer algún fragmento al argumento de Kuhn me parece innecesario ya


que deja claros los motivos de la culpa en los films de Bó. El público no solo lo necesitaba,
sino que lo pedía ya que sin este se fracturarían todas las normas con las que fuimos
engendrados en nuestra educación y formación, siempre religiosa. Esta necesidad de culpa
no solo la pide el ferviente catolicismo del realizador, también la pide un público
latinoamericano que está atado a las creencias de que la sexualidad es un tabú. Creencia
acarreada por las religiones, o por lo menos la mayoría.

Por lo tanto, el realizador va a focalizar su narrativa en base a este concepto porque


era necesaria en esa época. Sin esta el público y el realizador perderían un marco de
referencia moral, la sexualidad necesitaba tener un posterior sentimiento de culpa, al igual
que la sexualidad femenina necesitaba tener límites. Tenía que haber un sexo culposo y una
mujer “ordenada” y “pura”.

Ingenuidad como marca autoral

Argumentar que Armando Bó tiene una nula proeza técnica y ningún rasgo autoral
es no tener en cuenta su ingenuidad y su desprejuicio técnico como una característica
esencial en su cine. Es ignorar el factor de que sus películas se hacían de forma veloz y sin
un guion final, sino que el mismo se iba armando durante la marcha. Por lo tanto, la
desprolijidad y espontaneidad tan personales del realizador dotan a sus films de un encanto
particular.

En sus films podemos ver como se mezclan frases de una cotidianeidad realista con
frases del más puro radio teatro y escenas de situaciones casi nunca factibles. En
“Embrujada” un leñador le dice a Isabel Sarli: “De dónde vienes? Tú no eres de aquí. Tu
eres una flor. Eres la única luz en estas sombras, pero yo soy pobre, nada puedo ofrecerte”.
En “Carne” el personaje de Romualdo Quiroga viola al personaje de Isabel Sarli en una
cámara frigorífica, con muchos grados bajo cero, sobre una media res.

La fotografía de sus películas conserva un viejo estilo de luces siempre dirigidas y


balanceadas entre la luz frontal y el contraluz. Debido a la rapidez con la que filma

Armando se consigue una fotografía demodée desprolija, con constantes saltos de luz,
involuntario en lo técnico pero que complementan las películas.

La fotografía y el afán de retratar los paisajes naturales contribuyen a la


configuración del estilo kitsch, el cual resulta una consecuencia espontánea, genuina e
ingenua que el producto de la propia intencionalidad.

Víctor Bó, su hijo y colaborador, relataba: “Papá ponía la cámara acá y te clavaba
flores en el pino. ¿Cómo van a salir rosas del pino? Que me importa, tiene color, decía él.”

¿Qué pretende usted de mí?

En 1968 Armando Bó filma “Carne”. En este film Isabel Sarli interpreta a Delicia
una chica humilde, buena y honesta, que trabaja en un frigorífico. Ella está de novia con un
pintor con quien piensa casarse y formar una familia. Un día, en camino hacia su trabajo, es
brutalmente violada por un compañero de trabajo conocido como “el Macho”. El
malhechor, interpretado por Romualdo Quiroga, la acosa constantemente y reitera el hecho
en otras oportunidades, hasta que un día decide secuestrarla y tenerla de rehén en un
camión donde la viola junto a otros compañeros. Finalmente Tonio (Víctor Bó), el novio, la
salva de las malvadas manos de su secuestrador.

En una entrevista Armando Bó dice:

“Es que a todos nos han enseñado desde chicos que el sexo es algo malo,
cuando en realidad es una necesidad biológica. Si el hombre esta desahogado, vive
en paz. Muchos chicos salen a la calle a robar porque para andar con una mina
tienen que pagar comida, taxi, boliche, copas, que se yo. (…) Casi todos los delitos
y anormalidades humanas tienen origen sexual”.

Entonces para Bó el hombre debe estar desahogado para llevar una vida normal y
sin problemas. En el hombre una sexualidad alterada puede conducir a la destrucción y en
caso de no ser un deseo satisfecho el mismo puede llegar a delinquir.

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En “Carne” sucede algo interesante y esto es que Delicia, la protagonista, no sufre


ningún desequilibrio o “enfermedad” tocante a la sexualidad. Sino que, es víctima de los
deseos insatisfechos de los hombres. Si bien la película aborda la temática de la violencia
sexual, ésta es con fines moralizantes tanto para los malhechores como para la protagonista.
Hay un castigo para los salvajes e inmorales, una exacerbación hacia el rescate de la mujer
y un sentimiento de culpa acarreado por un cuerpo voluptuoso pero pecaminoso.

Bó representa al personaje de “el Macho” y a sus compañeros de trabajo como


personajes crueles, brutos y decididos a violar y humillar a Isabel. Están insatisfechos
sexualmente lo que los lleva a cometer el máximo crimen de secuestrar a Delicia y abusar
de ella.

De todas maneras, los mismos no están exentos del castigo moralizante y del duro
castigo católico de Armando. Tonio los encuentra y hace justicia por mano propia. Se
desata una batalla donde Tonio castiga a estos monstruos crueles y salva a Delicia de sus
garras. Castigo a los salvajes y exacerbación hacia el rescate de la mujer. Pero, además, los
mismos monstruos crueles tienen un momento de redención que roza la confesión cristiana.

A Delicia la tienen secuestrada en un camión de frigorífico. Es un espacio reducido,


carente de todo color, donde se encuentra ella y un colchón. Delicia tiene puesto un vestido
celeste. En aquella caja frigorífica, el tiempo va a estar suspendido, ni siquiera hay una
correlación con el tiempo y el color del afuera, del exterior. En aquella realidad aparte,
Delicia es víctima y juez, se convierte en una especie de Virgen María desnuda ante la cual
los mismos criminales se van a confesar.

El personaje de Josecito, interpretado por Altavista, le confiesa que debe ocultar su


bondad para encajar en el mundo de los machos. El personaje que hace Vicente Rubino le
confiesa que en realidad es homosexual.

En la película el cuerpo de la mujer es un conflicto debido a su voluptuosidad la


cual remite a la tentación. José García, luego de violarla, arrepentido y consciente de la
brutalidad, entabla con Delicia una charla, luego de que ella se lamente de su situación,

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dado que ella nunca los “provoco”. Él le responde: “Eso es lo que vos te crees. Se ve que
nunca te miraste al espejo”. Isabel no es una desequilibrada sexual, pero carga con ella el
pecado de un cuerpo voluptuoso que es deseado por hombres insatisfechos sexualmente,
que cobardemente se defienden tras la excusa de que fueron provocados.

Debido a esto, Isabel también tiene que redimirse. Como mencionamos


anteriormente, Delicia arrepentida de tanto coito y tanto abuso, reza. Y en un mismo plano
aparecen Isabel Sarli frente a un Cristo al que le reza.

Tonio y Delicia reflexionan hacia el final de la película. Tonio afirma que ellos
querían “Satisfacer el instinto animal que todos llevamos adentro”. Un deseo que es la
“(…) desesperación por la carne, el deseo brutal y sanguíneo”. Tonio, en su pleno encanto
de salvador, hace un discurso sobre el valor del amor en el cual dice que lo importante es
agregarle alma a ese instinto para convertirlo en algo humano y hermoso.

La película termina con un mensaje: “El verdadero amor, puro, sin concesiones y la
bondad de Dios triunfaran sobre la violencia y la ola de terror que invade al mundo”. El
realizador se mantiene fiel a sus ideales Dios y amor. Su filmografía es una confirmación de
sus ideales y una crítica de todo aquello que pudiera atentar contra ellos.

“Siento la imperiosa necesidad de morirme”

Un año después de filmar “Carne”, es decir en 1969, Armando filma “Fuego”. En la


cual empieza a profundizar en el terreno de la mujer y sus desviaciones. El film nos cuenta
la historia de Laura, una ninfómana, que disfruta de su vida llena de excesos hasta que
conoce el amor de un hombre e intenta detener sus impulsos sexuales. Pero al no poder
ofrecerle a su marido una vida “normal” su sentimiento de culpa aumenta.

Bó plantea la sexualidad femenina desde la medicina. Para Armando la ninfomanía


es una enfermedad que se llevó a la tumba a muchas mujeres, incluso a nuestra
protagonista.

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Armando decide plasmar estos ideales en una escena que sirve como estudio
médico, sobre lo que significa dicha enfermedad. Carlos, el personaje interpretado por
Armando, tras descubrir a su esposa, Laura, teniendo uno de sus desenfrenados coitos
decide acudir a un médico. El médico le dice que su esposa está gravemente enferma y no
tiene cura.

Si bien Laura intenta lo más que puede luchar contra su deseo es imposible
detenerlo, ya que el origen de su problema está en su cuerpo y es una enfermedad. Así es
como el realizador deja claro la vinculación entre el deseo sexual desmedido, la locura y el
pecado.

En este sentido Laura se transforma en una voraz cazadora de hombres que


desconoce la cordura y que es capaz de hacer cualquier cosa por saciar su deseo. Este
instinto de voracidad animal es para el personaje un sufrimiento generado por una patología
incurable que la arrastra a la búsqueda de sexo desenfrenado e insatisfactorio.

A diferencia de “Carne”, su antecesora, en “Fuego” se remite al cuerpo femenino


como lugar en conflicto en cuanto la misma remite a la enfermedad sexual que solo abruma
a la mujer, la ninfomanía.

El camino que atraviesa la protagonista está encaminado a terminar mal cuando


conoce el amor. Al principio se la ve indiferente a su patología; luego conoce el amor
“puro” de un hombre que la ama como es; empieza una etapa donde al intentar refrenar su
deseo y ser fiel a su amado, se adentra en una locura salvaje y su impulso se agrava; esta
situación la hace sentir culpa y remordimiento cada vez que engaña a su amado, pero no
puede evitarlo y los engaños prosiguen. Por último, la protagonista se enfrenta a la muerte.
Lo que aflige a Laura es la culpa por ser como es.

Esta melodramática resolución que funciona como castigo ejemplar, le otorga a


Laura el castigo moral que la sociedad impone. Un final que funciona de forma pedagógica
y a la vez moralizante. El desenlace sirve como ejemplo de las creencias que comparten
Isabel y Bó. Un amor más allá de la muerte. Tras el suicidio de ella, su amado hace lo

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mismo. Otra vez Bó es fiel a sí mismo y elimina cualquier intento de variar los códigos que
marcaron sus films y su vida. La pareja vuelve a reunirse.

“¿De dónde vienes? Tú no eres de aquí. Tu eres una flor”

Armando filma “Embrujada” el mismo año que “Fuego” pero por la censura no se
estrena hasta 1976. El film nos narra la historia de Ansise, una ex india, cuyo único sueño
es convertirse en madre. La idea de la maternidad se convierte gradualmente en una
obsesión para ella. Pero lamentablemente, se ha casado con un hombre impotente. Ella
intenta quedar embarazada de todos modos. Incluso trata de trabajar como prostituta y va a
una bruja local. Pero el verdadero problema es que una entidad malvada, el Pombero, se ha
enamorado de ella y mata a todos los hombres que se cruzan en su camino.

“Embrujada” no solo es un interesante ejemplo de cómo se repiten los temas


anteriores, sino que también un ejemplo de cómo llevarlos al extremo. Además, esta
película le da el puntapié a Bó para re usar tomas de sus películas anteriores, antes de que
Ansise quede embarazada del Pombero y este la posea para asesinar, Bó intercala varias
imágenes de “India” (1959).

Ansise (Isabel Sarli) quiere un hijo. Su marido (Daniel De Alvarado) no puede


dárselo. Ansise por lo tanto va a empezar un viaje que la llevara a deambular por los
distintos espacios en busca de un hombre que la pueda premiar. Los fuertes deseos de
maternidad de la protagonista la llevan a tener relaciones sexuales con diferentes hombres y
por lo tanto a serle infiel a su marido. Ansise va a empezar a trabajar en un prostíbulo y a
mantener relaciones con un empleado del esposo.

Esta locura (enfermedad) motivada por el deseo de tener un hijo da inicio a la


sexualidad activa y pecaminosa y subsecuentemente inicia el sentimiento de culpa en
nuestra protagonista. La película se distingue de las anteriores porque Ansise nunca se
lamenta frente al marido, si bien ésta siente culpa, nunca le expresa al marido dicha culpa.
Sino que más bien le lanza discursos de desprecio por no poder embarazarla. En este

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sentido esta enfermedad, es decir, la locura se está materializando en la sexualidad, pero a


la vez mostrando la cara de una mujer “desviada” que se revela del marido.

Ahora bien, si nos remontamos al origen indio de nuestra protagonista podemos


entender que la misma sufrió una transformación. El realizador construyendo el pasado
indio de Ansise le adjudica características como la desnudez, el libertinaje sexual, el hacer
ritos, etc; todas características que chocan no solo con su catolicismo conservador, sino que
también con su ideal de mujer “ordenada”. Es decir, el personaje de Isabel en su pasado
indio no entraba en los cánones de la representación de la mujer “ordenada” sino que más
bien era la contracara. Esta locura por la maternidad lo que hace es volverla a acercar a su
pasado indio, a su sexualidad activa, a la contracara de la mujer “ordenada” y civilizada.

Pero la locura no solo se materializa en la sexualidad también en el Pomberito como


representación de esa contracara. Este diablo del paisaje guaraní se muestra en los
momentos donde Ansise está en la naturaleza y cuando esta por sucumbir antes sus deseos
sexuales. Es decir, cuando está más cerca de su pasado indio y a la contracara de la mujer
“ordenada”. Cuando Ansise está en la naturaleza y está por tener un amorío con el
empleado del esposo se sobreimprimen planos de su pasado indio (tomas de “India”) para
generar la idea de pecado y nula civilización. Una esposa “ordenada” no hace esas cosas.

Ansise siente culpa de todo lo que está haciendo por eso Armando le da la
oportunidad de redimirse. Tras algunas infidelidades y encuentros con el Pomberito, Ansise
va a una Iglesia y cuando sale, sola, oímos en off la charla que había tenido con el cura.
Ansise está arrepentida y siente miedo del Pomberito, siente miedo de su sexualidad. El
cura le recomienda rezar para redimirse. Armando le otorga a la protagonista el perdón
católico, pero este no funciona.

Al final de la película se da el summum entre la locura, la sexualidad y la contracara


de la mujer ordenada. Y este es que al final de la película, Ansise se va a transformar en la
femme fatal por excelencia. La protagonista, hacia el final de la película, tras ser poseída
mata a su esposo, al empleado de éste y a un leñador.

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La locura (enfermedad) la consume totalmente, la devuelve a ese pasado


incivilizado (india=Pomberito) y mata al héroe que la hubiera salvado. Ansise intenta
redimirse y librarse de la culpa, pero no puede y se vuelve una femme fatal.

El mensaje moralizante en esta película funciona de otra forma. Al poner a Ansise


transformada en el Pomberito se iguala a la mujer desviada con un ser malvado casi
demoniaco. El realizador le da a la protagonista una oportunidad para redimirse y esta no la
aprovecha por lo tanto queda afuera del sistema, queda marginada y se la asemeja con la
maldad y la locura. Es un caso interesante porque por primera vez la mujer no logra
redimirse y cae en pleno pecado católico.

Una moral en lo erótico

Armando Bó en el destape y en el sexplotation supo usar la sexualidad como una


herramienta para transmitir un mensaje arraigado en sí mismo desde su infancia. Haciendo
películas eróticas que distaban de la pornografía, por brindarle al espectador la oportunidad
hermosa de imaginar, transmitía un mensaje moral y religioso.

Retomando la representación femenina del cine clásico, mezclándola con recuerdos


del viejo radio teatro y el magnífico desprejuicio técnico; supo generar historias pedidas por
lo más profundo del publico latinoamericano. Historias que nos mantenían en el marco y
nos servían de referencia.

Y es que el encanto del cine de Armando Bó está precisamente en esto: en hacer un


cine moralizador y puritano con desnudos y orgasmos. Por eso, porque son el más fiel
reflejo de aquel público que llena los baños de canchas y bares con inscripciones erótico-
represivo-machistas; podemos asegurar que ha logrado hacer un cine definitivamente
coherente con esa educación represiva, machista y llena de tabúes a la que todos hemos
sido sometidos en nuestra infancia. Y de la cual todavía, lamentablemente, guardamos
vestigios más o menos pronunciados.

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Biografía:

Lo Duca, Joseph-Marie (1963): L’ érotisme au cinema. Paris: Pauvert.

Lo Duca, Joseph-Marie (1969): Histoire de l’ érotisme. Paris: La Jeune Parque.

Martín, Jorge Abel (1981): Los films de Armando Bó con Isabel Sarli. Buenos Aires:
Corregidor.

Kuhn, Rodolfo (1984): Armando Bó, el cine, la pornografía ingenua y otras reflexiones.
Buenos Aires: Corregidor.

Cruzado, Angeles. (2009): La mujer como encarnación del mal y los prototipos femeninos
de perversidad, de las escrituras al cine. Sevilla: Revista internacional de cultural y
literaturas.

Braslavsky, Eliana (2013): Insaciable (Armando Bó, 1984), entre la liberación sexual y el
castigo moralizante. Buenos Aires: Imagofagia.

Schaufler, María Laura (2013): Erotismo y sexualidad: Eros o ars erótica. Foucault frente a
Marcuse y Freud. Resistencia: CES-UNNE.

Castagna, Gustavo (s/f): El buen salvaje y la mujer codiciada. El cine de Armando Bó e


Isabel Sarli. Buenos Aires: El Amante Cine.

Filmografía:

“Carne” (1968). Dir.: Armando Bó

“Fuego” (1969). Dir.: Armando Bó

“Embrujada” (1976). Dir.: Armando Bó

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