Está en la página 1de 10

Historia y cultura de América Latina contemporánea

a.a. 2022/2023

Cuentos Negros de Cuba de Lydia Cabrera:

una obra literaria para la definición de la identidad cultural afrocubana

Nino Maglione

976154@stud.unive.it

1
Introducción 2
1. Lydia Cabrera: historia de una existencia entre cultura blanca y negra 2
2. Cuentos negros de Cuba: ejemplo paradigmático de transculturación 5
3. El afrocubanización del lenguaje en Arere Mareken 7
4. Conclusiones 9
Bibliografía 10

Introducción

En el presente trabajo presentamos a Lydia Cabrera (La Habana, 1900-Miami, 1995),


antropóloga y escritora cubana. La primera parte está dedicada a la narración de la
biografía de la autora-investigadora, en cuyo seno residen su fervor y su interés hacia el
sustrato cultural africano ocultado pero enraizado en Cuba. En la segunda parte, nos
dedicamos a la introducción de Cuentos negros de Cuba (París, 1936: La Habana,
1940)1 y proporcionamos unas claves interpretativas que se consideran fundamentales a
la hora de acercarse a la obra cabreriana, orientada hacia la recopilación de los antiguos
relatos primigenios africanos. En seguida, el análisis de Arere Mareken permite la
ejemplificación del fenómeno de afrocubanización del lenguaje que se asume en calidad
de herramienta narrativa sobresaliente en la cuentística cabreriana. La constante
reproducción del sincretismo tanto lingüístico como temático permea la producción
literaria de L. Cabrera, la cual problematiza y contribuye a una nueva definición
ontológica de la identidad cultural y nacional afrocubana.

1. Lydia Cabrera: historia de una existencia entre cultura blanca y


negra

Antropóloga y etnóloga, autora y activista literaria, Lydia Cabrera (La Habana, 1900-
Miami, 1995) es la primera escritora que orienta su creación literaria hacia una
minuciosa labor de recopilación y descripción de los ancestrales elementos africanos,
constitutivos de la sociedad y de la cultura cubana. En su ingente producción – la cual
cuenta con más de cien publicaciones de naturaleza etnológica y antropológica - que

1
CABRERA, Lydia. Cuentos negros de Cuba. 1940.

2
explora la poliédrica y problemática conformación de la sociedad afrocubana destaca su
obra cumbre El Monte (1954), rebautizada por la mayoría de los investigadores del afro
hispanismo como “la Biblia” de las religiones y liturgias negras” (Hiriart, 1978)2
enraizadas en la Isla caribeña. Con respecto a su obra literaria, sobresalen ¿Por qué...
cuentos negros de Cuba? (1948), Ayapa, cuentos de Jicotea (1971) y Cuentos para
adultos, niños y retrasados mentales (1983). Nacida en La Habana, Lydia Cabrera
procede de una familia acomodada en la Cuba pre revolucionaria. Su padre, Raimundo
Cabrera, era un prominente defensor de la independencia cubana y presidente de la
primera corporación cubana, “La Sociedad Económica de Amigos del País”. Los
antecedentes para la construcción de una relación dialógica entre Cabrera y el sustrato
cultural africano residen en la infancia de la misma investigadora: sus niñeras de color
le cuentan leyendas y mitos pertenecientes a la cultura negra ancestral y primigenia. Las
experimentaciones vanguardistas que la rodean durante su estancia en París entre 1927 y
1938, el contacto con la generación española del 29 y la amistad con García Lorca y
Teresa de la Parra exhortan a Lydia Cabrera a escribir sus Cuentos negros que aparecen
primero en las revistas Cahiers du Sud, Revue de Paris y Les Nouvelles Littéraires. La
sucesiva aparición de su primera colección de cuentos, Cuentos negros de Cuba (París,
1936: La Habana, 1940) – que asumimos en el presente trabajo en calidad de muestra
ejemplificativa de la cuentística cabreriana – marca el comienzo de una producción
literaria caracterizada por el rigor científico y metódico propio de las disciplinas
antropológicas y cuya nota esencial es la recuperación y la consiguiente reivindicación
del legado africano en Cuba. La producción cabreriana está permeada por la herencia y
la influencia de tradiciones ancestrales traídas a la Isla caribeña desde el África
ancestral que la escritora recoge y trasplanta con dedicación al papel. En particular, L.
Cabrera se propone realizar una actualización literaria de mitos primigenios que se
convierten en ejemplos paradigmáticos de mitos literarizados3 que entran dentro del
circuito literario. De acuerdo con el catedrático en mitocrítica André Siganos4, el mito
literarizado constituye el resultado de un proceso de adaptación o reformulación
individual de un relato arcaico – en cuanto tal, originalmente transmitido de forma oral
2
Hiriart, Rosario. Lydia Cabrera: vida hecha arte. PARANINFO, 1978. Print.
3
HERRERO CECILIA, Juan. El mito como intertexto: la reescritura de los mitos en las obras literarias.
2006.
4
SIGANOS, André (1993): Le Minotaure et son mythe. Préface de Pierre Brunel. París, Presses
Universitaires de France, coll. «Écriture».

3
– perteneciente a la mitología colectiva de una cultura o de un pueblo. Gracias a su
labor de reescritura de los mitos primigenios africanos, L. Cabrera se convierte en
experta conocedora de ese mundo escondido pero presente y vital de las creencias, de
los relatos cosmogónicos y de los metadiscursos importados por los sujetos procedentes
de África establecidos en tierra cubana durante los cuatro siglos que dura la colonia.
Resulta evidente como la voluntad de recuperación del sustrato cultural africano
ocultado y silenciado sustenta la obra cabreriana que a través de la exploración de los
intersticios de la sociedad mestiza afrocubana problematiza y contribuye a la
resemantización de una nueva conciencia identitaria. De hecho, restituyendo al africano
su dignidad, su vitalidad y su capacidad hermenéutica, la obra de L. Cabrera responde a
la necesidad “de estudiar el tronco cultural sui generis de las dolorosas identidades
latinoamericanas (Miomandre, 1955)"5 y su metodología le permite realizar una
revisión taxonómica de la identidad nacional cubana. En particular, el negro con su
conjunto valorial no debe considerarse como un sujeto marginado, excéntrico y ajeno al
perfil cultural y social de la Isla sino como término imprescindible para la definición
concreta de la identidad cubana. Dicha consideración está evidentemente relacionada
con el concepto de transculturación acuñado por el antropólogo prócer cubano de las
ciencias de lengua hispana Fernando Ortiz6. El neologismo es introducido por primera
vez en Contrapunteo de cubano del tabaco y del azúcar (1940) y se coloca en
contraposición con el concepto de a-culturación:

Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del
proceso transitivo de una cultura a otra, porque este no consiste solamente en
adquirir una cultura, que es lo que en rigor indica la voz anglo-americana
aculturación, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o
desarraigo de una cultura precedente, […] La criatura siempre tiene algo de ambos
progenitores, pero también siempre es distinta de cada uno de los dos. En

5
MIOMANDRE, Francis. Sobre El monte de Lydia Cabrera. Orígenes, 1955, 39.
6
Fernando Ortiz Fernández (La Habana, Cuba, 16 de julio de 1881 - ibidem, 10 de abril de 1969) fue un
etnólogo, antropólogo, jurista, arqueólogo y periodista.Estudioso de las raíces histórico-culturales
afrocubanas, realizó notables aportes relacionados con las fuentes de la cultura cubana. Por su labor
investigadora, así como por la amplitud y profundidad de sus temas de estudio es conocido como el tercer
descubridor de Cuba, después de Cristóbal Colón y Alejandro de Humboldt. Investigó especialmente la
presencia africana en la cultura cubana.

4
conjunto, el proceso es una transculturación, y este vocablo comprende todas las
fases de su parábola.7

2. Cuentos negros de Cuba: ejemplo paradigmático de


transculturación

Cuentos negros de Cuba (París, 1936: La Habana, 1940) se publicaron primero


traducidos al francés por Francis de Miomandre, a quien Lydia conoció durante su
estancia en París, bajo el título Contes nègres de Cuba (París, 1936). Sólo en 1940,
después del regreso de L. Cabrera a Cuba, se publicó la versión española con un
prólogo de Fernando Ortíz. En su obra, L. Cabrera propone la relación de los
appatakies o patakies8 recogidos a partir de 1930 entre diferentes informantes
cubanos tales como Omi Tomi (Teresa), la antigua doméstica africana que trabajaba
en la casa familiar. La morfología de los cuentos de origen lucumí9 se coloca
constantemente entre la recuperación del núcleo narrativo primigenio africano –
relacionado con la cosmogonía, el animismo, la magia y la historia de los orishas10-
(1) y su incorporación dentro de un indeterminado espacio cubano y cubanizado (2).
Dicho de otra forma, los relatos se encuentran entre una tradición africana y la
creación personal y posterior de L. Cabrera, a la cual se le debe la recreación de
episodios y detalles que no aparecen en origen pero que son explicativos del
pensamiento mítico africano ya que están corroborados por los testimonios
recopilados y las evidencias científicas detectadas por la misma autora-investigadora.
De ahí que se ponga en marcha un proceso narrativo donde historia y mito se
cubanizan, puesto que se recupera el primigenio legado mítico africano adaptándolo
a la especificidad cubana. Los Cuentos negros constituyen una muestra magistral de
mitos literizados cuya altura literaria y relevancia ciéntifica residen según Antonio
Fernández Ferrer en “ese momento de prodigiosa apertura dialogal” (Fernández

7
ORTIZ, Fernando. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. 1940. Caracas: Biblioteca Ayacucho,
1978, 86.
8
Mitos y leyendas sobre los orígenes e historias de los orishas que contienen una moraleja y que los
babalawos, es decir los sacerdotes de la Regla de Ocha, utilizan en los ritos de adivinación;
9
Lengua oficial de la Regla de Ocha o Santería.
10
Los orishas son espíritus que desempeñan un papel fundamental en la religión yoruba de África
occidental y en varias religiones de la diáspora africana que derivan de ella, como la santería cubana,
dominicana y puertorriqueña y el candomblé brasileño. Según las enseñanzas de estas religiones, los
orishas son espíritus enviados por el creador supremo, Olodumare, para asistir a la humanidad y enseñarle
a tener éxito en la Ayé (Tierra).

5
Ferrer, 2006, p.194)11 entre oralidad y escritura que en los relatos cabrerizos se
superponen constantemente hasta hundirse en el mismo cuerpo textual. Cabe señalar
como en Cuentos negros de Cuba se retrata un mundo cuyo funcionamineto está
reglado por la ecuación equilibrio / desequilibrio / equilibrio. Este principio de
perenne germinación, que según el pensamiento mítico africano se sitúa por encima
del tiempo histórico, permea todos los relatos de la colección: la armonía universal es
violada al comienzo de la narración para ser restituida al final. Se puede afirmar que
la morfología de los Cuentos negros de Cuba refleja de manera fiel y coherente el
proceso de transculturación y, por extensión, de sincretismo polifacético debido al
encuentro entre culturas heretogéneas y a su consiguiente armonización que se
produjo en el territorio cubano. El mencionado sincretismo impregna la producción
de L. Cabrera tanto a nivel narratológico como a nivel lingüístico. El contacto
constante y directo con los negros de su país, junto a sus investigaciones científicas,
proporcionan a la autora un profundo conocimiento del idioma yoruba o bantú, en
que originariamente se relataban en territorio africano los patakies sucesivamente
transplatantados a América. Sin embargo, el secular contacto panafricano en los
barracones cubanos implica la convergencia en la Isla de lenguas africanas
heterogéneas que confluyen y se superponen hasta originar una lengua franca de
resistencia cultural que permite la intercomunicación entre esclavos subyugados, el
llamado bozal. Coherentemente con un proceso transculturador, la conversión de la
cuentística patakista del yoruba al bozal – necesaria para garantizar la transmisión de
forma clandestina y, entonces, la supervivencia de los antiguos rituales y religiones
africanas - y la convivencia forzada entre este idioma y el castellano genera un
mecanismo de sincretismo lingüístico que se reproduce fielmente en Cuentos negros
de Cuba. En la producción cabreriana sobresale el proceso de afrocubanización y
transmutación de lenguaje: en el mismo espacio narrativo confluyen el idioma
africano, el español más aúlico y refinado y el español cubanizado. Como
evidenciado por Margherita Cannavacciuolo12, el sincretismo lingüístico de los
cuentos no pertenece sólo al estilo narrativo, sino que caracteriza también el habla

11
Fernández Ferrer, Antonio. La inexistencia de la literatura hispanoamericana. Sevilla: Renacimiento,
2004, pp. 193-218.
12
CANNAVACCIUOLO, Margherita. Afrocubanizar el lenguaje: sincretismo lingüístico en los cuento de
Lydia Cabrera. Afrocubanizar el lenguaje: sincretismo lingüístico en los cuento de Lydia Cabrera, 2010,
11-21.

6
peculiar de los personajes mismos de las historias, en la cual sobresale mezcla entre
español y africano. El recurso a africanismos y al idioma bozal, típico de los negros
de los tiempos eslcavistas, tanto en los diálogos como en numerosos refranes que se
emplean, se alterna con términos y expresiones de decidida intención criolla y
popular. En el siguiente párrafo asumimos el cuento Arere Mareken en calidad de
muestra ejemplificativa del mecanismo de afrocubanización y evidenciamos algunas
importantes implicaciones - tanto temáticas como estilísticas - que el proceso de
transmutación del lenguaje conlleva.

3. El afrocubanización del lenguaje en Arere Mareken

La recursividad del estribillo musical en lengua lucumí - completamente inventado pero


inspirado en las sonoridades africanas - que se repite a lo largo de la narración revela la
recuperación y la consiguiente incorporación dentro del cuerpo textual del elemento de
la rítmica y de la musicalidad africana. Del análisis comparativo de los Cuentos negros
de Cuba, es evidente que cada relato presenta un estribillo que desempeña la función de
jitanjáfora: fígura retórica formulada a partir de la aglomeración de sonidos que carecen
de cualquier vincúlo referencial. La finalidad de las jitanjáforas en la producción
literaria cabreriana es doble:

(a) estética o literaria: coherentemente con la voluntad de renovación lingüística


propia del Surrealismo - vanguardia con la cual L. Cabrera entra en contacto
durante su estancia en París - la producción de la autora cubana está orientada
hacia la búsqueda de una estética renovadora y alternativa con respecto a la
tradición artístico-literaria de marco europeo;
(a) ideológica: la inserción del lenguaje lucumí de los esclavos africanos
subyugados dentro de la prosa en lengua castellana actualiza un proceso de
desliturarización del lenguaje. La experimentación derivada del contacto entre
distintas vanguardias, tanto literarias como sociales, a través de la inclusión en el
circuito literario de temáticas, idiomas, normas y usos lingüísticos populares y
excluidos del canon literario persigue una democratización cultural y literaria
inclusiva de sujetos subalternos y fronterizos. En particular, la marginalidad
constituye el mínimo común denominador entre L. Cabrera y los africanos en

7
Cuba: al igual que los sujetos negros explotados a lo largo de los cuatro siglos
que dura la colonia, la investigadora-autora debe considerarse sujeto excéntrico 13
en cuanto científica blanca que realiza observaciones etnológicas dentro de una
comunidad éntica a la cual evidentemente no pertenece (1) y, al mismo tiempo,
en cuanto mujer bianca lesbiana dentro de una sociedad heteronormativizada
como la de comienzos del siglo XIX (2). De hecho, la labor cabreriana se dedica
a la operación de rescate del sujeto africano en calidad de sujeto cultural, desde
un punto de vista tanto científico y literario como social.

Asimismo, los estribillos musicales constituyen el motor narrativo del cuento ya que
marcan la pauta y el ritmo de la narración y, al mismo tiempo, remiten a la dimensión
oral del cuento. En particular, solamente el primer y, a lo mejor, el segundo estribillo
están directamente relacionados y se pueden atribuir al personaje de Arere. La
ambigüedad de la voz narrante a partir del tercer estribillo - no está claro quien entone el
canto - produciría un desdoblamiento de la voz narrante, la cual se convertiría en
narrador de la historia y en enunciador de los estribillos. De esa forma L. Cabrera
reproduce la dimensión oral de fruición y producción del relato mítico primigenio. A
continuación proponemos un fragmento del texto que se considera resultado
emblemático del proceso de afrocubanización del lenguaje:

«Arere Marekén, Arere Marekén,

Arere Marekén, kocho bi, kocho ba

Arere Marekén; ¡rey no pué estar sin yo!»

De su lectura resulta evidente que en el idioma africano, el español más refinado y el


español cubanizado confluyen en el mismo espacio narrativo. La transcripción de
fórmulas y conjuros mágicos africanos queda sin traducción y sufre de un proceso de
reiteración fonética. Dichos recursos estilísticos permiten a L. Cabrera conferir más
fuerza mágico-espiritual al enunciado, reproduciendo la alianza entre lo mítico y lo
sagrado establecida por el pensamiento primitivo africano. El sincretismo lingüístico del
cuento cabreriano no está relacionado exclusivamente con el estilo narrativo sino que
afecta también el habla peculiar de los mismos personajes. La oración ‘rey no pué estar
13
El término “excéntrico” debe entenderse en su sentido etimológico (del griego ἐκ «afuera de» e
κέντρον «centro»), o sea de algo que se coloca lejos del centro.

8
sin yo!’ presenta elementos gramaticales y lingüísticos explicativos con respecto al
procedimiento de transmutación lingüística. La eliminación del artículo (‘el’)-rey, la
degeneración del término ‘puede’ - a través de un cambio morfo fonémico debido a la
pérdida de la –d- intervocálica - y, finalmente, la construcción ‘sin yo’ constituyen
algunos ejemplos de cambios fonéticos y de fragmentación sintáctica que atestiguan y
reproducen dentro de la ficción literaria los resultados de la adquisición oral del idioma
por parte de los africanos en la Isla caribeña.
Con respecto al personaje de Hicotea, la caracterización del mismo protagonista - a
partir de su nombre - está relacionada con el conjunto de símbolos pertenecientes a la
comunidad negra deportada al Caribe. Según el esquema mítico africano primigenio, la
jicotea es el símbolo de inteligencia, ingenio y astucia que sin embargo sufre un proceso
de sustantivación coherente con el mecanismo de resistencia cultural puesto en marcha
por la comunidad negra convirtiéndose en el símbolo de la esclavitud y de la resistencia
frente a una condición de total abolición identitaria. Además, resulta interesante
subrayar que este animal representa una figura intermedia no totalmente asimilable a
una única categoría ontológica: el personaje de Hicotea - representación antropomórfica
de un anfibio que en cuanto tal vive entre tierra y mar - es un brujo - figura intermedia
entre género humano y categoría divina. De hecho, el despedazamiento de Hicotea
coincide con una de las modalidades de ejecución tradicionalmente reservadas a las
deidades y revela la presencia del elemento divino y mágico propio del pensamiento
mítico africano.

4. Conclusiones
Con el presente trabajo llevamos a cabo un análisis que nos permite situar a Lydia
Cabrera entre los personajes más influyentes de su tiempo. La labor de recopilación de
los antiguos mitos y relatos negros y su consiguiente resemantización dentro de un
contexto cubano y, al mismo tiempo, cubanizado caracteriza la producción cabreriana,
la cual constituye una muestra espectácular del fenómeno de transculturación. El
evidente compromiso emocional y social de la autora-investigadora, que consagra su
entera existencia a la exploración del universo negro, permea Cuentos Negros de Cuba
tanto morfológico como estilisticamente. El llamado fenómeno de afrocubanización del
lenguaje - cuya implicaciones analizamos en Arere Mereken - constituye un ejemplo

9
paradigmático del sincretismo que se produjo en Cuba y que, sin embargo, trasborda los
límites lingüísticos y de la ficción literaria. La relación jerárquica entablada entre la
cultura dominante - la cultura blanca - y la cultura subordinada y hasta subyugada - la
cultura negra - hace que esta última se coloque en posición excluyente con respecto a la
definición ontológica de la identidad cultural cubana. A través de su obra, L. Cabrera
recupera el sustrato cultural africano enraizado en la Isla caribeña elevando el sujeto
excéntrico africano a sujeto literario. La restitución a lo negro de su dignidid cultural y
su exaltación literaria conllevan un trastocamiento de la dicotomia blanco / negro y
contribuye a la formación de una conciencia identitaria nacional definitivamente
afrocubana.

Bibliografía

CABRERA, Lydia. Cuentos negros de Cuba. 1940.


CANNAVACCIUOLO, Margherita. Afrocubanizar el lenguaje: sincretismo lingüístico
en los cuento de Lydia Cabrera. Afrocubanizar el lenguaje: sincretismo lingüístico en
los cuento de Lydia Cabrera, 2010, 11-21.

FERNÁNDEZ FERRER, Antonio. La inexistencia de la literatura hispanoamericana.


Sevilla: Renacimiento, 2004, pp. 193-218.

HERRERO CECILIA, Juan. El mito como intertexto: la reescritura de los mitos en las
obras literarias. 2006.

HIRIART, Rosario. Lydia Cabrera: vida hecha arte. PARANINFO, 19

MIOMANDRE, Francis. Sobre El monte de Lydia Cabrera. Orígenes, 1955, 39.

ORTIZ, Fernando. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. 1940. Caracas:


Biblioteca Ayacucho, 1978, 86.

SIGANOS, André (1993): Le Minotaure et son mythe. Préface de Pierre Brunel. París,
Presses Universitaires de France, coll. «Écriture»

10

También podría gustarte