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CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 1

CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 2

¿Qué sabemos sobre lo público y lo privado? ¿Cuáles creemos que


son las funciones del Estado? ¿Cómo nos afectan los cambios en
las políticas económicas? ¿Cómo nos sentimos cuando vemos a
las fuerzas de seguridad? O ¿de qué modos consumimos noticias
o productos culturales?

Ciencias sociales en tiempo real ofrece una serie de instantáneas


de la sociedad argentina contemporánea: encuestas breves sobre
temas específicos que disparan ejercicios reflexivos sobre nuestra
cotidianidad.

Ciencias sociales en tiempo real es una iniciativa desarrollada


por la Escuela IDAES | UNSAM en articulación con Programa
PASCAL de Lectura Mundi. Busca aportar recursos para que la
investigación en ciencias sociales pueda hacer frente a contextos
sociales, políticos, económicos y culturales cambiantes.

Esta iniciativa permite que les investigadores de la Escuela IDAES


realicen mediciones estadísticas en tiempo real que conduzcan a
validar, ampliar o complementar hipótesis y líneas de investigación
en curso o crear líneas nuevas.

En la Escuela IDAES creemos en el conocimiento compartido,


y sostenemos que la formación en equipos interdisciplinarios con
multiplicidad de métodos de estudio es más sólida y permanente.
Por eso, Ciencias sociales en tiempo real contribuye a formar
competencias en investigación cuantitativa convergentes con
métodos cualitativos como estudios de caso y los estudios
etnográficos.

Hacemos este aporte a partir de nuestra vocación de construir


intervenciones públicas sobre la base de mediciones innovadoras,
sobre temáticas poco exploradas o de gran relevancia social.
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RESUMEN EJECUTIVO
En un contexto de consolidación del “capitalismo de plataformas” (Srnicek,
2018) y de una creciente de digitalización del dinero a nivel global, la Argentina
ha experimentado, con particular fuerza en el último lustro, una expansión de
las organizaciones, dispositivos e instrumentos financieros digitales de pago,
crédito e inversión –en particular, de aquellos desarrollados por empresas
de tecnología financiera (FinTech)–. En concomitancia con un conjunto de
transformaciones regulatorias, y gracias a su rápida difusión a través de
tecnologías como los smartphones, las plataformas financieras digitales
alcanzaron una presencia masiva en la vida cotidiana de las personas,
convirtiéndose en un elemento central para entender las formas en las que
los individuos y las familias se incorporan o se relacionan con el sistema
y los servicios financieros en la actualidad. El rápido desarrollo del ecosistema
Fintech, la masiva digitalización de los pagos y cobros a través de medios de
pago digitales, el auge de las criptomonedas y de las plataformas para realizar
inversiones online, son algunos de los fenómenos más visibles de la creciente
digitalización de la vida financiera –que el contexto impuesto por la pandemia del
COVID-19 contribuyó a promover, profundizar y acelerar–.

La encuesta se propuso contribuir a la caracterización del impacto que la


digitalización del dinero tiene en la vida financiera cotidiana de las personas en
nuestro país, a partir de la descripción del acceso y de los usos de las plataformas
financieras digitales de pago, crédito e inversión por parte de los individuos.
Considerando que en la actualidad las condiciones y formas de participación en
el sistema financiero son un elemento central para analizar las dinámicas de la
desigualdad social, se propuso estimar la incidencia que dimensiones como el
lugar de residencia, el género, la edad, el nivel educativo, la condición ocupacional
y la forma de percepción de los ingresos tienen en el acceso y en los usos efectivos
de estos dispositivos financieros.

Por plataformas financieras digitales nos referimos al conjunto de plataformas o


aplicaciones destinadas a ofrecer productos y servicios financieros de pago, de
crédito y/o de inversión a través de medios digitales. Aunque algunas de estas
plataformas fueron desarrolladas por entidades financieras tradicionales (como
las billeteras virtuales de bancos públicos y privados), buena parte de ellas
corresponden a empresas de tecnología financiera (FinTech) y no dependen de la
posesión de una cuenta bancaria.

Entre los principales hallazgos, se destacan:


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Las plataformas digitales son el segundo


dispositivo financiero más extendido

57% 68% 48%


de las personas encuestadas posee tarjeta posee tarjeta de
posee alguna plataforma de débito. crédito bancaria.
o aplicación financiera.

Las billeteras virtuales son la plataforma


financiera digital más extendida

79% 19% 16%


de quienes usan plataformas usan plataformas solo utilizan plataformas
financieras digitales usan destinadas a realizar solo orientadas a
billeteras virtuales. inversiones. solicitar préstamos.

Los datos muestran la transversalidad social del fenómeno de la digitalización


financiera: el acceso a las plataformas financieras digitales está ampliamente
extendido entre grupos y estratos sociales heterogéneos. Los datos sobre el
acceso a las plataformas muestran mayor autonomía de la condición ocupacional,
de la forma de percepción de ingresos y del nivel educativo de los individuos en
comparación a otros relevamientos realizados sobre el acceso a los servicios
bancarios tradicionales.
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Las personas jóvenes son quienes más acceden


a las plataformas financieras digitales,
aunque también son quienes más usan efectivo

80% 67%
de las personas encuestadas de de las personas encuestadas de
entre 18 y 25 años posee alguna entre 18 y 25 años sostiene que el
plataforma o aplicación financiera. efectivo fue el medio de pago que
más utilizó en el último mes.

Usos efectivos de las plataformas

71% 22%
de las personas encuestadas las las utilizó para gestionar dinero de
utilizó para hacer pagos, cobros y/o una asignación del Estado.
transferencias.

22% 19%
las utilizó para para operar criptomonedas
solicitar un préstamo. o realizar otras inversiones
financieras.

El extendido acceso a las plataformas financieras digitales entre sectores sociales


heterogéneos no implica que no existan segmentaciones en sus usos, donde las
diferencias en el lugar de residencia, el género, el nivel educativo, la condición
ocupacional y la forma de percepción de los ingresos se vuelven relevantes.
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La encuesta identifica perfiles sociales diferenciales entre quienes realizan pagos,


quienes solicitan préstamos, quienes gestionan dinero de una asignación estatal
y quienes realizan inversiones a través de las plataformas digitales.

Los resultados retratan la expansión de las prácticas de inversión a través de


aplicaciones digitales, pero también la transformación en el perfil socioeconómico
de lxs “inversores”.

Perfil socioeconómico de quienes realizan


inversiones a través de plataformas digitales

68% 59% 43%


son varones son jóvenes tienen hasta primario
de entre 18 y 35 años completo y 20% secundario
incompleto o completo

La digitalización del dinero convive con la persistencia del efectivo. Mientras el


acceso a los medios digitales de pago se masifica, el efectivo continúa siendo el
medio de pago más utilizado.

Uso de otros medios de pago

46% 24% 14%


de las personas realiza la mayor parte realiza la mayor parte
encuestadas realiza de sus gastos con de sus gastos con
la mayor parte de sus tarjetas de débito. tarjetas de crédito.
gastos en efectivo.
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Los datos muestran una alta incidencia del nivel educativo en el uso del efectivo,
así como fuerte correlación entre la percepción de ingresos y la realización de
gastos en efectivo. Son los encuestados de menores niveles educativos y quienes
perciben sus ingresos en efectivo, quienes más tienen al efectivo como medio de
pago más utilizado.

RESULTADOS
1. El acceso a las plataformas financieras digitales:
¿cuántos y quiénes las poseen?

Los resultados de la encuesta reflejan el avance del proceso de digitalización


financiera y muestran el protagonismo que las plataformas financieras digitales
tienen en la actualidad para comprender las formas en las que los individuos
y familias se relacionan cotidianamente con el sistema financiero. El 57% de los
encuestados posee alguna plataforma financiera digital (ya sean billeteras virtuales
u otras aplicaciones financieras), con una distribución equitativa en la Ciudad
y el Gran Buenos Aires. Esto convierte a las plataformas financieras digitales en
el segundo dispositivo financiero más extendido después de la tarjeta de débito
(68%), pero por encima de las tarjetas de crédito bancarias (48%).

Esta presencia masiva de las plataformas financieras digitales puede inscribirse


en un proceso de mediano plazo de creciente participación de los individuos y las
familias en el sistema financiero – uno de los aspectos que la literatura especializada
considera a la hora de describir el nivel de financierización de una sociedad
(Van der Zwan, 2014). Desde los años 90, primero con la progresiva bancarización
de los salarios y de los beneficios sociales, y luego con la multiplicación de los
instrumentos financieros vinculados al mercado del consumo, las organizaciones
financieras – y con ellas, dispositivos como las tarjetas de débito y de crédito–
se volvieron cotidianos en la economía de gran parte de los hogares argentinos
(del Cueto y Luzzi, 2016; Luzzi y Wilkis, 2018, Luzzi, 2020; Wilkis, 2014). En el
último lustro, de la mano de un conjunto de transformaciones regulatorias que
hicieron posibles la digitalización de las organizaciones y de las transacciones1,
las plataformas financieras digitales se convirtieron en dispositivos fundamentales
para entender la forma en la que hoy muchos individuos se incorporan al sistema
financiero, o bien se relacionan cotidianamente con él a la hora de gestionar pagos,
cobros, transferencias, pero también para realizar inversiones o solicitar préstamos.

1 Entre las más relevantes pueden mencionarse el registro y regulación de los “proveedores de servicios de pago”
y de bancos digitales; la creación de las cuentas virtuales uniformes (CVU), la digitalización de la creación de cuentas
bancarias (lo que facilitó especialmente el acceso a las billeteras virtuales de bancos públicos y privados en el contexto
de la pandemia) y de las cuentas comitentes o de inversión; y más recientemente la interoperabilidad en los pagos con
código QR entre entidades financieras y billeteras electrónicas en el marco del programa Transferencias 3.0. En el caso de
las criptomonedas y otros criptoactivos, si bien no existe hasta el momento un marco regulatorio integral y las entidades
financieras como los bancos o sociedades de Bolsa no están autorizadas para comercializarlos, es posible operar monedas
y activos digitales a través de billeteras y exchanges locales e internacionales.
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En ese proceso tanto de ampliación como de reconfiguración de los instrumentos


financieros destinados a los individuos y, por lo tanto, de las formas en las que las
personas pagan, ahorran, invierten, transfieren o piden dinero, debe considerarse
el fuerte impacto que el contexto impuesto por la pandemia del COVID-19 tuvo
sobre la profundización y aceleración del proceso de digitalización del dinero tanto
a nivel global (Banco Mundial, 2021) como en Argentina en particular (BCRA, 2021).

Gráfico N°1: Posesión de medios de pago. Respuesta múltiple.


Total de encuestados. AMBA. 2022

Fuente: elaboración propia

El análisis de los perfiles sociales de los encuestados que poseen plataformas


financieras digitales muestra la transversalidad social del fenómeno de la
digitalización. El acceso a las plataformas financieras digitales es extendido entre
grupos y estratos sociales muy heterogéneos, en especial cuando se consideran
las variables orientadas a estimar nivel socioeconómico (como nivel educativo,
la condición ocupacional o la forma de percepción de ingresos), introduciendo
novedades con relación a los factores que solían determinar la participación de
los hogares en el sistema bancario y el mercado de crédito, analizados por Luzzi
y Wilkis (2008).
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Gráfico N°2: Posesión de plataformas financieras digitales,


según sexo, edad, nivel educativo y condición ocupacional. AMBA. 2022.

Fuente: elaboración propia

El acceso a plataformas financieras digitales es significativamente mayor entre los


jóvenes: el 80% de los encuestados que tienen entre 18 y 25 años y el 65% de
quienes tienen entre 26 y 35 años poseen alguna plataforma o aplicación, para
reducirse al 57% de quienes tienen entre 26 y 45, el 47% de quienes tienen entre 46
y 55 y el 44% de quienes 56 años o más (Gráfico N°2). Estos datos son congruentes
con los proporcionados por otros relevamientos: los jóvenes menores de 30 años
son quienes tienen mayor participación en las organizaciones financieras digitales
(ya sean entidades financieras o proveedores de servicios de pago), a diferencia de
lo que ocurre con los bancos públicos y privados (BCRA, 2021). Más familiarizados
con el uso de tecnologías digitales (y en particular con los smartphones, que
tienen muy elevada penetración incluso en los niveles socioeducativos más bajos)
(INDEC, 2020a), los jóvenes se inclinan por las organizaciones y dispositivos
que les permiten abrir y gestionar cuentas y transacciones de manera digital. En
resumen, si “ser joven” solía ser una desventaja para el acceso al sistema bancario
tradicional (Luzzi y Wilkis, 2018), los resultados de la encuesta muestran que la
digitalización está promoviendo importantes transformaciones en la interacción
entre los jóvenes y el sistema financiero, fomentando una incorporación más
temprana a sus organizaciones y servicios.

Aunque la incidencia de la dimensión generacional es evidente, los resultados de


la encuesta muestran una amplia presencia de las plataformas financieras digitales
en todas las franjas etarias: entre los adultos de más de 56 años también el 44%
las posee (un valor similar a la media de acceso a las tarjetas de crédito, que se
ubica en un 48%). Los adultos son mayoría entre quienes no poseen plataformas
financieras digitales: alcanza al 36% de quienes tienen entre 46 y 55 años y
también al 36% de quienes tienen 56 años o más. Los motivos más atribuidos
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por los encuestados que no poseen plataformas son el desconocimiento (por un


44,5%) y la desconfianza (por un 29%).

Si se considera la forma en la que los encuestados perciben sus ingresos


corrientes, las plataformas están presentes entre el 53% de quienes perciben sus
ingresos en efectivo, en el 56% de quienes lo hacen a través de cuentas bancarias
y en el 46% de quienes no tienen ingresos. Si bien su presencia se acentúa entre
quienes poseen altos niveles educativos (un 70% de quienes tienen nivel terciario
o universitario completo o incompleto), las poseen un 59% de quienes tienen hasta
primario completo (Gráfico N°2). En el caso de la condición ocupacional, si bien
supera a la media entre los empleados públicos y privados, donde un 64% posee
plataformas financieras digitales, también están presentes en el 50% de quienes
están desocupados y el 54% de quienes están inactivos (estudiantes que no
trabajan, jubilados y amas de casa). Aunque el nivel educativo y la inserción laboral
estable tienen una incidencia positiva, no constituyen predictores del acceso a las
plataformas financieras digitales.

Estos datos muestran una creciente autonomización entre la participación


en el sistema financiero a través de plataformas digitales y la posición que los
individuos ocupan en la estructura ocupacional y/o de ingresos. Los altos niveles
de acceso a las plataformas financieras digitales entre las diversas categorías
relevadas evidencian mayor autonomía de la condición ocupacional, de la forma
de percepción de ingresos y del nivel educativo de los individuos, en comparación
con otros relevamientos realizados sobre el acceso al sistema bancario tradicional
– donde el nivel de ingresos, el nivel educativo y el tipo de inserción laboral
constituían predictores de la inserción bancaria (Luzzi y Wilkis, 2018; Luzzi, 2020).
Estos datos son consistente con las estrategias desplegadas por las propias
organizaciones financieras digitales: en un contexto de proliferación de discursos
sobre la “inclusión financiera de las poblaciones” a través de medios digitales
y de la “democratización” del acceso a los servicios financieros, las plataformas
financieras digitales (y en especial las desarrolladas por empresas Fintech) se
orientaron de hecho a poblaciones excluidas del sistema financiero formal o bien
de algunos de sus servicios (eliminando requisitos sobre los ingresos, digitalizando
la apertura de cuentas, entre otras). Sin embargo, la denominada “inclusión”
de diversos grupos sociales en la vida financiera digital no implica que las
condiciones, formas de participación y/o usos de los productos y servicios
financieros digitales no se encuentre segmentada en vinculación con diferentes
dimensiones de la desigualdad que atraviesan a nuestra sociedad – algo sobre lo
que volveremos más adelante.

Al considerar la dimensión de género, los resultados muestran una distribución


equitativa en las tarjetas de débito (que son poseídas por el 70% de los varones y el
67% de las mujeres), pero una diferencia en el acceso a las plataformas financieras
digitales (presentes en el 53% de los varones y el 62% de las mujeres) (Gráfico
N°2). Si bien los resultados otros relevamientos muestran esta misma orientación –
las cuentas de pago, centrales para entender el universo de plataformas digitales,
están más extendidas entre las mujeres que entre los varones (BCRA, 2022)–,
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debe tenerse en cuenta el alto nivel de NS/NC entre los varones en la lectura
e interpretación de este resultado. En todo caso, como han demostrado otros
relevamientos recientes (Wilkis y Tumini, 2022), un mayor acceso a los dispositivos
o productos financieros por parte de las mujeres no se traduce necesariamente en
una reducción de su “vulnerabilidad financiera” o la de sus hogares – impacto que
deberá ser estimado en futuras investigaciones.

2. La consolidación de las billeteras virtuales y el crecimiento de


las plataformas de inversión

El universo de las plataformas financieras digitales se caracteriza por su gran


heterogeneidad. Incluye plataformas y aplicaciones públicas y privadas; desarrolladas
por entidades financieras y no financieras; plataformas “ecosistémicas” (como las
billeteras virtuales en las cuales pueden realizarse pagos, cobros, transferencias,
solicitar créditos y, más recientemente, hacer inversiones financieras) y otras
orientadas a segmentos específicos (como las diseñadas exclusivamente para
solicitar préstamos, para realizar inversiones financieras, o para hacer crowfunding).
Dentro de esa heterogeneidad, la encuesta se concentró en el relevamiento de tres
tipos de plataformas: las billeteras virtuales, las plataformas o apps de inversión
y las plataformas o apps para solicitar préstamos.

Gráfico N° 3: Tipos de plataformas utilizadas. Respuesta múltiple. AMBA. 2022

Fuente: elaboración propia. 471 casos.

Las billeteras virtuales son las más extendidas entre quienes poseen plataformas:
el 79% las utiliza (Gráfico N°3). Los resultados son consistentes con el fuerte
crecimiento que las billeteras virtuales – tanto públicas (como Cuenta DNI del
Banco Provincia o BNA+ del Banco Nación) como privadas (como Mercado Pago
y Ualá, desarrolladas por empresas Fintech, o MODO y ValePEI, de bancos
privados, por mencionar algunas de las más utilizadas en el país)– tuvieron en
los últimos años y en especial durante la pandemia, explicando el crecimiento de
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las cuentas de pago o CVU, pero también el de las cuentas bancarias, abiertas
a través de billeteras (BCRA, 2022). Si antes de la pandemia se estimaba que
existían 4 millones de usuarios, en 2021 habían ascendido a 8 millones (Cámara
Argentina de Fintech, 2021) y actualmente se estima que existen 9,9 millones
de usuarios de billeteras virtuales (Red Link, 2022). Si bien las billeteras ofrecen
principalmente servicios de pago, cobro y/o transferencia de dinero, algunas de
ellas (como Mercado Pago o Ualá) permiten tomar créditos y, más recientemente,
realizar inversiones financieras (desde la participación en fondos comunes a la
compra de acciones o títulos).

La encuesta ubica en el segundo lugar a las aplicaciones o plataformas para


realizar inversiones financieras y bursátiles (ya sean de criptomonedas u otros
activos), utilizadas por el 19% de quienes poseen dispositivos financieros digitales,
superando a las plataformas destinadas a solicitar préstamos (utilizadas por un
16%) (Gráfico N°3). Este dato es congruente con el crecimiento exponencial que
tanto las plataformas para operar criptomonedas, como las aplicaciones para
realizar operaciones bursátiles y/o financieras han tenido en nuestro país desde
2020, alcanzando niveles record tanto en términos de cantidad de plataformas, de
transacciones y de usuarios, según los datos difundidos por las organizaciones del
sector (Cámara Argentina de Fintech, 2020, 2022). En la actualidad, se estima que
existen más de 4 millones de cuentas digitales para operar criptomonedas (esto es,
cerca de un 15% de los adultos poseen una de estas cuentas), lo que convierte a
la Argentina en uno de los mercados de criptomonedas más grandes de la región
(Finder, 2022). Además, se estima que existen más de 520 mil cuentas comitentes
o de inversión en el país (lo que representa un crecimiento del 58% entre 2019
y 2022, impulsado por la flexibilización de requisitos y digitalización de las aperturas)
y que más de 5,8 millones de inversores acceden a Fondos Comunes de Inversión
a través de plataformas digitales (Comisión Nacional de Valores, 2022). Aunque
estos últimos datos no se limitan a las plataformas digitales de inversión, permiten
situar los resultados de la encuesta en un proceso más amplio de crecimiento de
las prácticas de inversión en nuestro país – sobre el que volveremos en detalle en
un próximo apartado.

3. Perfiles sociales y usos diferenciales de las plataformas:


¿inclusión o segmentación?

Partiendo de que el acceso a determinados instrumentos financieros no se traduce


en su utilización, la encuesta indagó sobre una serie de usos efectivos de las
plataformas financieras digitales. Un 71% de los encuestados utilizó las plataformas
o aplicaciones financieras digitales para hacer pagos, cobros y/o transferencias;
seguido por un 22% que las usó para gestionar dinero de una asignación del
Estado; un 22% para solicitar un préstamo y un 19% para operar criptomonedas o
realizar otras inversiones financieras (Gráfico N°4).
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Gráfico N° 4: Usos de las plataformas financieras digitales.


Respuesta múltiple. AMBA. 2022.

Fuente: elaboración propia. 471 casos.

Si bien desde la perspectiva de la llamada “inclusión financiera” los resultados de


la encuesta evidencian un masivo acceso a las plataformas financieras digitales
entre diversos grupos y estratos sociales, el análisis de la incidencia de variables
como el lugar de residencia, el género, el nivel educativo, la condición ocupacional
y la forma de percepción de los ingresos sobre los usos de las plataformas evidencia
que la participación efectiva en la vida financiera digital presenta diferencias que
se vinculan con dimensiones de la desigualdad que atraviesan a nuestra sociedad.
Aunque el acceso a las billeteras virtuales está ampliamente extendido en todas
las franjas etarias y niveles educativos (con valores cercanos o incluso superiores
a la media), son los encuestados que residen en la Ciudad (un 83%, frente al 68%
de quienes lo hacen en el Gran Buenos Aires), de mayor nivel educativo (el 90%
de quienes tienen estudios terciarios o universitarios incompletos o completos,
frente al 54% de quienes tienen hasta primario completo) y que tienen entre
26 y 55 años (supera al 80% en esas franjas de edad, frente el 59% de quienes
tienen entre 18 y 25 y de quienes tienen 56 años o más), quienes más utilizan las
plataformas financieras digitales para hacer pagos, cobros o transferencias. Estos
datos son congruentes con lo que muestran otros relevamientos sobre gastos
con transacciones bancarias y dispositivos como las tarjetas de débito y crédito
(INDEC, 2019): son los sectores de mayores ingresos quienes más utilizan los
soportes digitalizados.

A diferencia del perfil social de quienes realizan pagos, cobros y transferencias,


cuando se considera a quienes utilizan las plataformas para gestionar dinero de
una asignación estatal la proporción aumenta entre quienes residen en el Gran
Buenos Aires (25%, frente al 12% de quienes viven en CABA), quienes poseen
niveles educativos más bajos (el 30% de quienes tienen hasta primario completo
y secundario incompleto, frente al 4% de quienes tienen terciario o universitario
completo o más) y entre quienes perciben sus ingresos corrientes en efectivo
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(el 34%). En este punto debe ponderarse la influencia que las políticas sociales
de emergencia implementadas durante la pandemia del COVID-19 (en particular,
del Ingreso Familiar de Emergencia–IFE) tuvieron en la bancarización y en la
adopción de billeteras virtuales de bancos públicos entre poblaciones beneficiarias
que no poseían cuentas bancarias2 (como los trabajadores informales) (BCRA,
2021). Estos resultados refuerzan la hipótesis de trabajos precedentes: el Estado
es un activo impulsor de la participación de los individuos y de los hogares en el
sistema financiero, en particular a través de la implementación de las políticas de
transferencias de ingresos (Luzzi, 2020; Luzzi y Sánchez, 2021).

En el caso de los créditos, la proporción de quienes han pedido préstamos supera


a la media entre quienes viven en el conurbano (23%, frente al 15% de quienes
viven en CABA) y es aún más alta entre los segmentos etarios de 36 años o más
(donde llega hasta el 35%, frente al 12% en promedio entre los jóvenes menores
de 35 años). Si los adultos se han endeudado más que los jóvenes a través de
las plataformas (algo que se replica en otras instituciones financieras), los datos
relativos al nivel educativo y a la situación ocupacional muestran, en cambio,
gran heterogeneidad. Un 24% de quienes tienen hasta primario completo han
solicitado un préstamo de forma digital, pero también un 27% de quienes tienen
formación terciaria o universitaria completa o más. En el caso de las ocupaciones,
la proporción es más alta entre empleadores, monotributistas y autónomos (un 27%)
y entre inactivos (un 28%), que entre los empleados públicos y privados (16%) o los
desocupados (20%). La heterogeneidad del perfil de quienes contrajeron deudas
a través de plataformas es consistente con los resultados de otras investigaciones
cuanti-cualitativas recientes que evidencian que, en el marco de un proceso más
amplio en el que el endeudamiento adquirió un peso creciente la economía de las
familias, tanto los hogares de sectores medios como los de sectores populares
han diversificado las fuentes y los fines de las deudas personales, en especial en el
contexto de la pandemia (Wilkis, 2021).

La dimensión de género también es relevante en el análisis de los usos de las


plataformas financieras digitales (ver Gráfico N°5). Mientras que la distribución por
sexo muestra homogeneidad a la hora de realizar pagos, cobros o transferencias
(el 73% de los varones y el 70% de las mujeres las utilizan con esa finalidad), las
diferencias se vuelven significativas en el resto de las prácticas monetarias. En el
caso de los créditos, un 27% de los varones afirma haber solicitado un préstamo
digital, frente al 17% de las mujeres – quienes en general acceden menos a los
créditos en el sistema financiero formal (Luzzi y Wilkis, 2018), donde la proporción
de hombres con créditos es mayor (BCRA, 2022). También en la gestión de dinero
del Estado son un 30% de los varones frente a un 17% de las mujeres. El dato es
llamativo si se tiene en cuenta que asignaciones estatales como la Asignación
Universal por Hijo son fundamentales para dar cuenta de la bancarización de las
mujeres (BCRA, 2021) y también que las mujeres muestran mayor acceso a las

2 Durante el 2020, se habilitó la apertura digital de cuentas bancarias para la utilización de las billeteras virtuales
de bancos públicos (Cuenta DNI, de Banco Provincia, y BNA+ de Banco Nación). Además, la billetera Cuenta DNI fue de-
signada por las autoridades nacionales como canal autorizado para el cobro del IFE.
CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 15

plataformas que los varones (Gráfico N°2), introduciendo interrogantes para futuros
relevamientos cualitativos sobre las formas y fines con los que las que las mujeres
acceden y/o utilizan las plataformas financieras digitales. La masculinización se
vuelve evidente en el mundo de las inversiones: mientras que un 30,5% de los
varones ha utilizado las plataformas para operar con criptomonedas o realizar
otras inversiones financieras, sólo lo han hecho un 10,8% de las mujeres.

Gráfico N° 5: Usos de plataformas según sexo. Respuesta múltiple. AMBA. 2022.

Fuente: elaboración propia. 471 casos.

Estos resultados evidencian que, en la actualidad, la relación de los individuos con


las instituciones y los servicios financieros no puede ser pensada sólo en términos
de una posición de inclusión/exclusión frente al sistema (Fourcade y Healy, 2013),
y señalan la importancia de profundizar en el análisis del vínculo entre las prácticas
financieras y las diferencias de clase, género, generacionales, entre otras, que
atraviesan a los individuos y grupos, para poder conocer las condiciones y los
efectos de la integración al mundo financiero a través de medios digitales.

4. ¿La popularización de las inversiones? Retrato de los nuevos


“inversores amateurs”: varones, jóvenes y con bajos niveles educativos

En un contexto donde la alta inflación se ha consolidado y donde el acceso al dólar a


través del mercado de cambios se encuentra fuertemente restringido, las prácticas
de inversión financiera se han expandido de la mano de las plataformas digitales,
en especial en los últimos dos años (Cámara Argentina de Fintech, 2020, 2022).
CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 16

Así lo reflejan los resultados de la encuesta: un 19% de los encuestados utilizó


las plataformas digitales para operar criptomonedas o realizar otras inversiones
financieras o bursátiles (Gráfico N°4). La novedad del fenómeno de las inversiones
a través de plataformas digitales no radica únicamente en su fuerte crecimiento.
Los resultados de la encuesta evidencian, además, la heterogeneización del
perfil social de los “inversores” digitales. Si bien la mayoría de quienes realizan
inversiones digitales son varones (el 68%) y jóvenes (el 59% de quienes invierten
a través de plataformas tienen entre 18 y 35 años), su condición social en términos
del nivel educativo y la condición ocupacional es heterogénea (Gráfico N°6).

La mayor parte de quienes realizaron inversiones a través de aplicaciones


o plataformas digitales posee un bajo nivel educativo. Entre los inversores digitales,
el 43% tiene hasta primario completo, el 20% secundario completo o incompleto
y el 37% terciario o universitario completo o incompleto (Gráfico N°6). Si bien los
empleados públicos y privados son mayoría entre quienes han realizado inversiones
(un 45%), un 20% son empleadores, monotributistas o autónomos; un 16% están
desempleados y un 19% inactivos (Gráfico N°6). Estos resultados reflejan el
crecimiento de los “inversores amateurs” (Harrington, 2008) en el mundo digital:
individuos que no pertenecen a sectores de ingresos medios o altos, no poseen
educación formal en economía o finanzas, ni necesariamente poseen experiencias
previas en inversiones financieras.

Como en el caso de las billeteras virtuales, estos datos son consistentes con los
objetivos de las plataformas y aplicaciones de inversión. Debe tenerse en cuenta
que las plataformas digitales para realizar inversiones no suelen exigir montos
mínimos y se orientan de modo activo (a través de sus estrategias comerciales
y publicitarias) a la participación de quienes no poseen títulos en economía
o finanzas, ni experiencias previas en el mercado financiero (Cámara Argentina
Fintech, 2022).

Gráfico N° 6: Inversores digitales según sexo, edad, nivel educativo


y condición ocupacional. AMBA. 2022.

Fuente: elaboración propia. 91 casos.


CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 17

Los datos de este relevamiento retratan entonces un doble movimiento en el mundo


de las inversiones en nuestro país: por un lado, un crecimiento de las plataformas y
de las prácticas de inversión a través de medios digitales (retratadas asimismo por
otros datos disponibles) y, por el otro, la emergencia de los “inversores amateurs”
(en su mayoría varones, jóvenes y de bajo nivel educativo), que evidencian la
presencia de prácticas de inversión en los repertorios financieros de agentes
sociales cada vez más heterogéneos. Este doble movimiento permite trazar la
hipótesis de un proceso incipiente de popularización, en los términos de Luzzi y
Wilkis (2019), de las inversiones financieras en nuestro país, donde las plataformas
financieras digitales tienen un rol relevante.

5. ¿El fin del efectivo? La vida monetaria en la sociedad argentina de


la postpandemia

Con la pandemia del COVID-19 y las medidas de aislamiento que se tomaron para
enfrentarla, se profundizaron y/o aceleraron importantes transformaciones en los
modos en que los individuos y las familias pagan, cobran, transfieren o invierten
el dinero, creciendo el uso de instituciones o dispositivos digitales (BCRA, 2021).
Un 64% de los encuestados afirmó que la pandemia modificó la forma en la que
realizan cotidianamente sus pagos y cobros.

Los resultados de la encuesta evidencian, sin embargo, que la digitalización del


dinero convive con la persistencia del efectivo. Mientras el acceso a los medios
digitales de pago se masifica, el efectivo continúa siendo el medio de pago más
utilizado por los encuestados. Si bien el 49% de los encuestados percibe sus
ingresos a través de cuentas bancarias (Gráfico N°8), el 46% afirma que realiza
la mayor parte de sus gastos en efectivo, seguido por las tarjetas de débito (24%),
las tarjetas de crédito (14%) y luego por las billeteras virtuales (7%) (Gráfico N°7).
Incluso entre los jóvenes de 18 a 25 años, donde una abrumadora mayoría (80%)
poseen plataformas financieras digitales, el 67% tiene al efectivo como medio de
pago más utilizado (Gráfico N°8).

Además, los datos muestran una clara correlación entre la percepción de ingresos
y la realización de gastos en efectivo: un 74% de quienes perciben sus ingresos
en efectivo, también lo tienen como medio de pago más utilizado (esa proporción
desciende al 30% entre quienes perciben sus ingresos a través de cuentas
bancarias). Los datos sobre la condición ocupacional refuerzan esa hipótesis.
El efectivo es más utilizado entre los empleadores (un 72% de los empleadores
utilizan más el efectivo), los trabajadores autónomos o monotributistas (un 55%),
los inactivos (un 49%) y los desocupados (48%), para descender significativamente
entre los empleados públicos y privados (31%). Si incluso entre quienes no tienen
ingresos puede conjeturarse un uso frecuente del efectivo, los datos sobre los
empleadores muestran que un 58% de ellos percibe la mayor parte de sus ingresos
en efectivo.
CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 18

Gráfico N°7. Medio de pago más utilizado en el último mes. Total de encuestados. AMBA. 2022

Fuente: elaboración propia

Gráfico N° 8. Forma de percepción de ingresos corrientes. Total de encuestados. AMBA. 2022

Fuente: elaboración propia

Con una distribución equitativa entre varones y mujeres, la proporción de quienes


utilizan el efectivo como medio de pago principal es, sin embargo, mayor en el Gran
Buenos Aires (47%) que en la Ciudad (38%) (Gráfico N°9). Aquí debe ponderarse
tanto el déficit en el acceso a la infraestructura bancaria en el Gran Buenos Aires
(Factor DATA, 2020), como la correlación existente la forma de pago en efectivo
y la compra en comercios pequeños o barriales (INDEC, 2019), extendidos
especialmente en zonas con poco acceso a supermercados, como ciertos distritos
del conurbano (Factor DATA, 2020).
CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 19

La incidencia del nivel educativo en el uso del efectivo es fuerte, como también
han evidenciado otros relevamientos a nivel nacional (INDEC, 2020). El efectivo
como medio de pago más utilizado domina entre quienes tienen menores niveles
educativos: un 59% de quienes tienen hasta primario completo, para descender
progresivamente hasta el 21% de quienes tienen terciario o universitario incompleto
o completo o más (Gráfico N°9). Entre quienes poseen los niveles educativos
más altos predomina, en cambio, el uso de tarjeta de débito (un 40% de quienes
tienen terciario o universitario completo o más lo define como el medio de pago
más utilizado) y de tarjeta de crédito (un 28% de ellos), donde la bancarización
de ingresos es también mayor (el 79% de quienes tienen estudios terciarios
o universitarios completos o más percibe sus ingresos a través de cuentas
bancarias).

Gráfico N° 9: Efectivo como medio de pago más utilizado, según lugar de residencia,
sexo, edad y nivel educativo. Total de encuestados. AMBA. 2022

Fuente: elaboración propia

Los resultados de la encuesta retratan que, como señala Wilkis (2022), las
dinámicas monetarias se encuentran atravesadas por procesos contradictorios,
donde la profundización de la digitalización del dinero convive con la persistencia
de la cultura del dinero efectivo. Más que un reemplazo simple y lineal del dinero
efectivo por dinero digital, la encuesta refleja que las plataformas digitales conviven
y se articulan en formas diferenciales con el uso del efectivo (y de otros medios
de pago) en las prácticas de los individuos, donde las diferencias en el lugar de
residencia, la edad, el nivel educativo y la forma de percepción de ingresos se
vuelven relevantes.
CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 20

ASPECTOS TÉCNICOS Y METODOLÓGICOS DE LA


ENCUESTA
Este estudio fue realizado por la Escuela IDAES y el Programa PASCAL de la
Universidad Nacional de San Martín durante mayo de 2022 para medir el acceso a
las plataformas financieras digitales y describir sus usos efectivos según los perfiles
sociales de los entrevistados – en términos de variables como la edad, el género, el
nivel educativo, la condición ocupacional y la forma de percepción de los ingresos.
La encuesta fue realizada vía telefónica a través de un sistema automatizado
(IVR) y fue respondida por 820 personas mayores de 18 años residentes en el
AMBA (401 del Gran Buenos Aires y 419 de la Ciudad de Buenos Aires). Se utilizó
una muestra aleatoria estratificada en la cual las unidades de muestreo fueron
los teléfonos celulares particulares del AMBA. El procedimiento empleado para
calibrar y eliminar los desbalances de la muestra consistió en asignar los pesos de
los individuos de manera que el resultado final refleja la distribución poblacional.
Esto permitió generar una muestra representativa de la población sin sesgos.
Los datos presentados tienen proyección a nivel del AMBA respetando los tamaños
reales de las regiones que la componen. La muestra final se calibró en función de
los datos paramétricos del Censo de Población y Viviendas 2010 realizado por el
INDEC. El margen de error corresponde al 4,1%.

Como muestran las experiencias disponibles de relevamientos cuantitativos tanto


públicos como privados en individuos y hogares, la interrogación sobre diversos
aspectos de la vida económica y financiera supone límites y/o alteraciones que se
derivan de la voluntad o capacidad de los entrevistados de responder al instrumento
o a algunas de sus preguntas (Salvia y Doza, 1999). Puede estimarse que, por un
lado, este hecho se refuerza con instrumentos de recolección no presenciales,
donde no hay contacto directo entre encuestador y encuestado para explicar,
clarificar o resolver inquietudes. De allí que, a diferencia de lo que acontece con
las encuestas de opinión, los instrumentos que abordan temáticas como la de la
presente encuesta suelen contar con una menor tasa de respuesta y demandar
mayor tiempo para su realización. Por otro lado, por la propia complejidad
y dificultad técnica de un fenómeno reciente como el de las plataformas o
aplicaciones financieras digitales. Para minimizar las divergencias o falta de
respuesta que podrían derivarse del hecho de que los entrevistados efectivamente
posean y/o utilicen diversas plataformas, pero no se encuentren familiarizados con
las denominaciones formales o técnicas para identificarlas, se incluyeron en las
preguntas ejemplos con nombres propios de las plataformas financieras (ya sean
públicas o privadas) más utilizadas en el país en los segmentos de pagos, créditos
e inversiones. Con todo, el conjunto de desafíos y dificultades recién mencionados
permiten comprender que, a pesar del esfuerzo en la construcción del instrumento,
algunas de las preguntas del cuestionario hayan contado con un nivel relativamente
alto de “No sabe, no contesta” como respuesta.
CIENCIAS SOCIALES EN TIEMPO REAL 21

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www.idaes.edu.ar

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