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28th April 2020 EL APOCALIPSIS Y EL TRABAJO DEL SACERDOTE -

Conferencia III
EL APOCALIPSIS Y EL TRABAJO DEL SACERDOTE
Rudolf Steiner
GA 346

Conferencia III
LAS EXPERIENCIAS FUTURAS DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN
SERÁN EN LA ORGANIZACIÓN
DEL ‘YO’.
LA VALIDEZ DE LAS VERDADES ANTROPOSÓFICAS.
EL ALFA Y EL OMEGA. CONDICIONES ANTERIORES Y FUTURAS
DE LA CONSCIENCIA. PRIMERAS
PALABRAS DEL LIBRO DEL APOCALIPSIS
Dornach, 7-IX-1924

Ayer
consideramos el importante punto de inflexión que surgió en la evolución
humana, debido a que desde la
tercera época de Misterios en adelante, la
participación del ser humano en el mundo cósmico, a través del acto de
consagración del hombre –es decir, en la Transubstanciación— tenía lugar en el
cuerpo astral, ese miembro del ser
humano que durante el sueño, para la
consciencia ordinaria, sale del cuerpo físico y que durante el tiempo que está
separado del cuerpo físico no es receptivo a las percepciones del mundo
circundante.

Aclaremos
cómo este cuerpo astral actúa en nosotros hoy. Es el cuerpo astral el que nos
trae los pensamientos sobre
lo que nos rodea, los pensamientos a través de los
cuales comprendemos el mundo. El momento en que el cuerpo
astral sale de
nuestro cuerpo físico y de nuestro cuerpo etérico, los pensamientos sobre
nuestro entorno ya no están
allí.

Esta
comprensión puede ser complementada añadiendo que la organización del ‘Yo’, el
‘Yo’ de los seres humanos
como está constituido hoy, es el recipiente de las
impresiones sensoriales. Las impresiones sensoriales se desvanecen
cuando la
organización del ‘Yo’ se retira de los cuerpos físico y etérico. Se podría
dibujar así: Este es el cuerpo físico
del ser humano, y aquí está su cuerpo
etérico.

Durante
el sueño el cuerpo astral y la organización del ‘Yo’ están fuera de ellos.
Cuando estamos despiertos esta
organización del ‘Yo’ nos proporciona las
sensaciones y las impresiones sensoriales. Las impresiones sensoriales no
están
allí cuando dormimos porque la organización del ‘Yo’ no está presente en los
cuerpos físico y etérico y porque
la organización del ‘Yo’ no es receptiva a
impresiones de nuestro entorno mientras estamos dormidos. El cuerpo
astral sólo
proporciona los pensamientos mientras está en el cuerpo físico y etérico.
Cuando está fuera, éstos no son
sensitivos a las cosas del mundo y no
proporciona ninguna impresión.

En
la tercera época de Misterios, cuando el ser humano (el sacerdote) iba a entrar
en contacto con los seres
espirituales divinos a través del Verbo cultual por
medio de todos los ejercicios preparatorios, era este cuerpo astral
el que se
volvía receptivo a elaborar la Transubstanciación dentro de sí mismo en la
Comunión, y a través de esta
elaboración de la Transubstanciación se hacía
receptivo al apocalipsis, a la revelación.

Comenzando
con nuestra época actual, ahora debe tener lugar la misma clase de proceso en
la organización del ‘Yo’
de los seres humanos. Esta organización del ‘Yo’ debe
estar constituida de tal manera que nos permita experimentar
la
Transubstanciación, incluso aunque en la consciencia ordinaria sólo se puedan
percibir impresiones sensoriales a
través de ella. De estar constituida de una
forma tal que la permita participar en el apocalipsis, a través de la
Transubstanciación.
El
ser humano puede, ciertamente, hacerse receptivo a esto hoy; el ser humano
puede convertirse genuinamente en
un sacerdote si asume en su interior imágenes
que son verdaderas imágenes espirituales del mundo suprasensible. Al
decir
esto, básicamente, hemos señalado la conexión interna entre un esoterismo que
existe correctamente hoy y
aquello que debe vivir en el alma del sacerdote.
Hemos señalado lo que puede hacer que la Comunidad de
Cristianos se convierta
en el portador de una parte importante de los nuevos Misterios. Debemos tener
en cuenta,
sin embargo, cómo está constituida la Antroposofía, que se está
acercando hoy en día a los seres humanos.

A
menudo he citado una cierta imagen al decir: La gente hoy está inclinada a
aceptar como conocimiento todo lo
que pueda, de alguna manera, ser apoyado por
la percepción externa, por los experimentos científicos. No quieren
aceptar
como conocimiento lo que no puede ser apoyado por la percepción externa o el
experimento. Pero la gente
que tiene esta actitud se parece a alguien que dice:
Toda piedra de la tierra necesita apoyo si no quiere caerse; por
tanto, los
planetas en el universo deben también estar apoyados para no caerse. Que los
planetas se apoyan unos a
otros en el universo sin ningún apoyo está aceptado
como algo habitual hoy, porque esto es lo que se enseña
tradicionalmente, sobre
una buena autoridad. El hecho, sin embargo, de que las verdades antroposóficas
son tales
que no necesitan ser apoyadas por la observación externa o por los
experimentos científicos, sino que aquellas se
apoyan mutuamente las unas a las
otras, lo cual es generalmente puesto en duda.

Tan
pronto como podamos aceptar que las verdades antroposóficas son válidas porque
una verdad apoya a otra, de
tal modo que las verdades se dan apoyo mutuo unas a
otras, cuando llegue el momento en que podamos aceptar
esto, podremos comenzar
a desistir de repetir esa desafortunada frase que afirma: como no puedo aún ver
el mundo
espiritual, no puedo comprender el contenido de la Antroposofía.
Cuando llegue este momento comenzaremos a
comprender la Antroposofía a través
de la manera en que sus verdades se apoyan las unas a las otras, y entonces
podremos profundizar mucho más en ella.

Esta
tarea de profundizar hondamente en el conocimiento sobre el mundo espiritual
dada por la Antroposofía es la
tarea que puede, y de hecho debe, conducir a los
sacerdotes a su sendero interno. Sólo necesitamos darnos cuenta
de que la
disposición, la actitud del alma en la que entramos, cuando honestamente
hacemos nuestra la
Antroposofía, es una manera adecuada de aproximarse a algo
como el Libro del Apocalipsis. El libro del Apocalipsis
es único, pero cuando
permito que actúe en mí cada una de sus imágenes, cada Imaginación se hace una
con mi
propio ‘Yo’. Entonces llega el momento en que esta revelación puede ser
no sólo la experiencia del ‘Yo’ humano
sino también su creación. Lo que tenemos
que hacer es aproximarnos a este Libro de las Revelaciones de una
manera
antroposófica. Hoy no hay otra manera de poder tener acceso a él.

Intentemos
ahora entender espiritualmente unos pocos puntos importantes del Libro del
Apocalipsis.

La
frase ‘Yo soy el Alfa y el Omega’ (Apoc. 1,8) sólo es comprensible si sabéis
que en tiempos remotos el sonido A
[Ah] no era la parte abstracta, separada,
sin significado de una palabra, como lo entendemos hoy en día, sino un
sonido
de importancia suficiente como para tener su propio nombre.

La
humanidad ha tratado los sonidos del habla, que abarcan un misterio inmenso, de
una manera peculiar. La
humanidad ha tratado los sonidos del habla como la
policía trata a los criminales, dando a cada sonido un número,
igual que los
criminales son numerados cuando son encerrados en sus celdas. Al perder sus
nombres y obtener a
cambio números, los sonidos del habla han perdido su
naturaleza interna. Es una manera pictórica de expresarlo,
pero es
completamente cierta.

Si
retrocedemos más allá de los tiempos Romano-Latinos cuando a los sonidos del
lenguaje se les asignaban
números, llegamos a épocas en que la humanidad era
plenamente consciente –y en hebreo este era ciertamente el
caso– de que era
perfectamente apropiado que un sonido del lenguaje tuviera su propio nombre, de
tal modo que
pudiera ser llamado Alfa – o Aleph en Hebreo – porque era un ser,
algo divino, un ser suprasensible. Cuando
miramos con mayor detenimiento este
primer sonido de lo que ahora llamamos el alfabeto, tendremos que
experimentar
un desarrollo espiritual de conceptos antes de que podamos llegar a lo que
realmente es Alfa.

En
la Antroposofía describimos cómo la evolución terrenal vuelve a condiciones
planetarias de consciencia
anteriores a la tierra, conocidas como Luna, Sol, y
antiguo Saturno. Al considerar la evolución del mundo tratamos
de traer a la
luz lo que está vinculado con la evolución del ser humano. En Antiguo Saturno
encontramos la primera
semilla humana cósmica que, después de múltiples
transformaciones a través de las condiciones de consciencia de
Sol, Luna y
Tierra, se ha convertido en el cuerpo físico humano que conocemos hoy en día.
El ser humano existía
en Antiguo Saturno como un comienzo de semilla primitiva.

Es
importante para aquellos de nosotros que seria y honestamente queremos penetrar
en la verdad de estos asuntos
preguntarnos a nosotros mismos: ¿Qué experimentó
esta semilla primitiva del ser humano en Antiguo Saturno? La
vida en Antiguo
Saturno seguía su curso en variaciones calóricas. En las diferenciaciones de
calor y frío los seres
humanos absorbían temperaturas cambiantes. Vivían en
condiciones que les decían mucho del calor y el frío del
cosmos y también mucho
sobre el espíritu, pero sólo aquel reino del espíritu que actuaba en las variaciones
de calor
y frío.

Moviéndonos
desde Antiguo Saturno a Antiguo Sol encontramos que los seres humanos ahora
vivían en un cuerpo
físico que estaba diferenciado en calor y aire, de tal
forma que en Antiguo Sol tenían un organismo consistente en
éter calórico y el
elemento aire. Había así una diferenciación dentro de los seres humanos mismos.
El ser humano se
hizo internamente más rico. No sólo percibía las diferencias
de temperatura, como en la condición planetaria
Antiguo Saturno, sino que ahora
aparece algo que podría llamarse una interioridad. Los seres humanos en Antiguo
Sol percibían calor, pero también percibían una especie de ritmo respiratorio
interno dentro de ellos mismos, que a
su vez expresaba secretos del cosmos, era
una imagen especular de secretos cósmicos.

Podemos
ver cómo el ser del hombre crece con más riqueza según se desarrolla desde la
condición de Antiguo
Saturno hasta la condición de Antiguo Sol de la Tierra, y
crece con mayor riqueza según se desarrolla desde la
condición de Antiguo Sol a
la de Antigua Luna y hasta la condición de la Tierra. Este ser del hombre
crecerá aún
más al desarrollarse a través de las futuras condiciones
planetarias de Júpiter y Vulcano.

¿Cuál
fue la relación del ser humano con el mundo en Antiguo Saturno? Su relación con
el mundo en Antiguo
Saturno fue tal que cuantitativamente experimentó
infinitamente muchas variaciones en temperatura, pero no
muchas
cualitativamente. Había todavía poco de lo que es el mundo en el ser humano.
Existía, era humano, podríais
decir que era simplemente humano, no teniendo
mucho del mundo en él todavía. Pero cuando avanza a través del
Sol, la Luna y
la Tierra, hasta Júpiter, su ser interno se llenará cada vez más con el mundo.
Su vida se tornará cada
vez más enriquecidamente dotada de mundo. Ahora, aquí
en la tierra, ya tenemos un buen pedazo de mundo en
nosotros. Y cuando la
condición Tierra haya alcanzado la etapa en la que se disolverá una vez más,
los seres
humanos tendrán un gran pedazo de macrocosmos en ellos que habrá sido
trabajado laboriosamente en imágenes
terrenales.

Nosotros
ya llevamos una parte del cosmos en nosotros, sólo que no lo sabemos con
nuestro conocimiento
ordinario. Según progresamos hacia el conocimiento
espiritual a través de la Imaginación, la Inspiración y la
Intuición, nuestras
experiencias internas serán cada vez más maravillosas y magnificentes en
nuestra alma.
Simplemente considerad el ojo humano como es conocido para
nuestra consciencia ordinaria hoy. Aunque este ojo
humano es un cosmos en cada
uno de sus detalles, maravilloso y magnificente como el macrocosmos. Incluso
sólo
en el cuerpo físico cada órgano se revela como todo un maravilloso mundo.
Cuando un ser humano mira a su
alrededor como un iniciado, ve un mundo allí
abajo con elementos y allí arriba con estrellas, con el sol y la luna.
Cuando
mira en sí mismo ve cada órgano, ojo, oído, pulmones, hígado, etc., cada uno de
ellos un mundo por
derecho propio. El cuerpo físico del ser humano es un
tremendo entretejer e interpenetración de mundos, mundos
que están completos,
mundos que están, aunque sólo estén presentes en forma de semilla, mundos que
son
perceptibles sensorialmente, ya sea en forma suprasensible a medias o en
forma completamente suprasensible.
Según progresa el ser humano a través de
muchas evoluciones reúne cada vez más mundos en sí mismo.

Podemos
discernir el ser humano al comienzo de Antiguo Saturno justo en el comienzo del
ser humano, con ningún
mundo todavía en él. Lo primero que sintió durante la
evolución de Antiguo Saturno fue que él era un cuerpo de
calor; él percibía las
dimensiones de este cuerpo calórico. Expresado en un diagrama podríamos decir
que en
Antiguo Saturno el ser humano se sentía a sí mismo como calor, pero
gradualmente, habiéndose sentido al principio
como una especie de molusco
calórico, él notaba algo como una colección de diferentes temperaturas, y
después
algo como una piel exterior, una piel calórica, aunque algo más fresca
en temperatura que el calor del interior. Él
sentía en su interior estar algo
más caliente, con múltiples variaciones, mientras que la piel calórica exterior
tenía un
calor de menor intensidad.

Podemos
describir todo esto en el lenguaje de hoy, pero hay algo abstracto en nuestro
lenguaje. Carece del poder de
encantamiento con el que conjurar ante nuestras
almas la magnificencia de tales imágenes cuando miramos en eones
pasados justo
hasta Antiguo Saturno. Aquellos que son conmovidos incluso ligeramente por
estas visiones también
serán conmovidos por la sagrada reverencia con la que
tales cosas se trataban en los Antiguos Misterios. Tan
tardíamente como en los
Misterios Ctónicos de la antigua Grecia estas cosas eran tratadas de una manera
que
reconocía al ser humano de Antiguo Saturno que aún no poseía la piel
calórica, y sabían sobre este ser humano de
Antiguo Saturno que la primera cosa
que tomó para sí mismo del mundo circundante fue la piel calórica que imitaba
al mundo en su configuración. Esa fue la primera cosa que el ser humano asumió
del mundo.

Cuando
el ser humano era aún un ser calórico, ¿qué parecían estas experiencias
internas subjetivamente en el alma?
Su experiencia interna era puro asombro
sobre el mundo. La única manera de expresar lo que experimentaba es
decir que
era puro asombro. El calor no puede ser comprendido como otra cosa que puro
asombro. Externamente
es calor, internamente es experimentado como puro
asombro. Es sólo a causa de que la gente se ha vuelto tan tosca
en sus
conceptos que hablan sobre la incapacidad de explicar la ‘cosa en sí misma’
como hizo el viejo Kant. La ‘cosa
en sí misma’ del calor es asombro, y el ser humano
de Saturno era tanto asombro como calor. Vivía en el asombro,
en estupefacción
sobre su propia existencia, pues él estaba justo embarcándose en esta
existencia. Esto es Alfa: el ser
humano de Saturno, el ser humano calórico
viviendo en el asombro. Y lo primero que el ser humano experimentó
como mundo,
como el alojamiento exterior proporcionado por el mundo, la piel, esto es Beta,
el ser humano en su
casa, en su templo. La casa fue lo primero que el ser
humano recibió del mundo: la piel, Beta.
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Si
procedemos de esta manera a través de todo el alfabeto, procedemos a través del
mundo. Después de tomar
gradualmente en sí mismo todo lo que es mundo y de
llenar todo su ser con él, cuando llegue a Vulcano habiéndose
unido con el
contenido completo del mundo, de este gran Todo al que pertenece, el ser humano
se habrá
convertido en el que era al comienzo de la condición de Saturno más
todo el mundo. Será Alfa y Omega, el hombre
que une en sí mismo todo lo que es
mundo. Al decir ‘Yo soy Alfa y Omega’ en la manera en que el Libro del
Apocalipsis de Juan lo hace, hemos designado lo que el ser humano será al final
de la condición de Vulcano. Al final
de la condición de Vulcano al ser humano,
también, le será permitido decir: Yo soy Alfa y Omega.

Miremos
lo que nos hemos imaginado como el comienzo, el medio y el final de la
evolución de la humanidad,
miremos esto en conjunción con el Misterio del
Gólgota. En el ser que encarnó en Jesús a través del Misterio del
Gólgota
tenemos en el mundo –apenas a medio camino de la evolución humana– un ser que
ya está en la etapa de la
evolución del mundo que el ser humano habrá alcanzado
al final de la condición de Vulcano. Tenemos un ser como
un dios, tal como lo
será el hombre al final de la condición de Vulcano.

¿Qué
es ser dios comparado con el ser humano? Ser dios comparado con el ser humano
significa que en la corriente
del tiempo el dios es aquello que el hombre será
posteriormente. No digáis que esto es equivalente a bajar al dios al
nivel del
hombre o incluso hacer al dios a partir del hombre. El dios no se convierte en
hombre. Para la visión
suprasensible el tiempo es realidad simultánea, aunque
esto pueda sonar paradójico. El intervalo entre el hombre y
dios se demuestra
por lo que sucedió en el tiempo del Misterio del Gólgota. Al tratar de
comprender tales cosas uno
no debe relacionar entre sí tiempos diferentes, ni
seres que pertenecen a tiempos diferentes.

En
escritos como el Libro del Apocalipsis de Juan se expresan muchas cosas aún en
el lenguaje de los Misterios, así
que sólo pueden ser comprendidas si el
significado puede ser descifrado a partir del lenguaje de Misterios. No es
sorprendente que el escritor del Libro del Apocalipsis hablara en el lenguaje
de Misterios, pues en su día la gente
aún estaba familiarizada con él. Sabían
que los sonidos del lenguaje eran seres suprasensibles, que Alfa es el ser
humano como ser suprasensible al comienzo de su existencia, que cuando nos
movemos de Alfa a Beta, nos
movemos del ser humano al mundo, incluyendo el
mundo divino, y que cuando nos movemos a través de todos los
sonidos del
alfabeto hasta Omega estáis tomando en vosotros mismos la totalidad del mundo
divino.
Es
un hecho inquietante hoy que los sonidos del lenguaje no sean sino nimiedades
en lo que nos concierne. ¿Qué
son los sonidos del lenguaje sino nimiedades hoy
en día? No sabéis mucho si sólo conocéis el ABC. Tales cosas son
nimiedades,
pero son nimiedades que apuntan hacia atrás a un comienzo donde había seres
divinos, espirituales. El
alfabeto completo era la suma de esos seres divinos,
espirituales. Los sonidos eran dioses, resonando hacia el ser
humano desde
todas partes, sonidos tales como A, B, Alfa, Beta: el ser humano, el ser humano
en su hogar, etc. Alfa
y Omega: el ser humano con el mundo entero. Cuando los
pronunciaban, los seres humanos experimentaban los
sonidos del lenguaje como
aquello que los llenaba de espíritu.

El
último resto del espíritu divino viviente en los sonidos estaba aún presente
cuando se entonaba el culto en la
tercera época de Misterios. En la parte más
temprana de aquella era esto se entendía aún bien. Cuando los seres
humanos
entonaban, uno tras otro, los sonidos de lo que es hoy nuestro alfabeto
abstracto, tradicional, estaban
entonando el Verbo cósmico. A través de lo que
entonaban se unían con todos los dioses. En el comienzo fue el
Verbo, esto
significa lo mismo que cuando Cristo dice: ‘Yo soy el Verbo’, o ‘Yo soy el Alfa
y el Omega’.

El
Libro del Apocalipsis está escrito en el lenguaje de los Misterios, así que
utiliza expresiones que se remontan a los
grandes tiempos en que los seres
humanos sentían que el macrocosmos era un Todo universal hablado. Los sonidos
del lenguaje, que en tiempos antiguos denotaban la más alta espiritualidad para
los seres humanos, han sido
reducidos a insignificantes sombras hoy. Debemos
aprender a sentir lo que ha sucedido. Los sonidos están ahí, pero
los dioses ya
no están en los sonidos en lo que concierne a los seres humanos. Los dioses se
han alejado de los
sonidos. Seres Ahrimánicos están ahora ocultos de una manera
demoníaca en los sonidos de nuestro lenguaje. El
mito popular de que los
sonidos de nuestro lenguaje contienen algo de magia negra si pueden mantenerse
rígidos es
algo que tiene fundamento. Esto es mantenido correctamente por la
imaginación popular saludable, pues los sonidos
divinos del pasado se han
ahrimanizado. Los dioses de la antigüedad se han alejado de los sonidos y seres
ahrimánicos han entrado en ellos. Si no podemos encontrar el camino de vuelta
de esta relación, entonces incluso a
través del habla los seres humanos estarán
cada vez más parasitados de poderes ahrimánicos.

Estos
son la clase de sentimientos con los que debemos acercarnos al Libro del
Apocalipsis. Sólo entonces el
contenido que éste sitúa ante nuestras almas será
revelado en todo su poder y grandeza. ¿Pues qué es lo que el
escritor del
Apocalipsis quiere? Quiere lo que todos aquellos que hablan correctamente sobre
Cristo a partir del
conocimiento genuino también quieren.

Juan
quiere presentar a Cristo a la humanidad. Atrae la atención hacia el hecho de
que Cristo está aquí. Él comienza
el Libro del Apocalipsis diciendo que Cristo
está aquí. Traducidas a nuestro lenguaje, las primeras palabras del Libro
del
Apocalipsis significan simplemente: ¡Contemplad la aparición de Jesucristo!
¡Mirad, quiero mostraros esta
aparición de Jesucristo que Dios ha dado!

Lo
primero que el escritor del Apocalipsis hace a su manera, de forma
apocalíptica, es señalar que Cristo desea
aparecerse ante la humanidad. Pero
entonces dirige inmediatamente la atención al hecho de que no sólo pretende
anunciar la aparición, la Imaginación de Jesucristo, que hasta cierto grado
presupone la habilidad de ver
espiritualmente, sino que también pretende
dirigir la atención hacia el hecho de que el poder del mundo divino que
ha
traído esta aparición al mundo también ha traído una descripción en palabras de
esto que se ha hecho visible al
ojo espiritual.

Estas
palabras, que son del mismo Dios, son la interpretación de la aparición de
Jesucristo, y Dios las ha enviado a
través de un ángel a su siervo Juan. Así es
como debemos comprender el comienzo del Libro del Apocalipsis.

Realmente,
hay dos cosas en cuestión. Primero está el asunto de una Imaginación, una
imagen de Cristo, y en
segundo lugar está el asunto del mensaje de Cristo. Lo
que se dice en la segunda frase – aquello que Juan presenció y
que él atestigua
– es la aparición de Cristo y la interpretación de su aparición: Cristo en una
imagen y Cristo descrito
en palabras. La intención del escritor del Apocalipsis
es situar ante los seres humanos a Cristo en una imagen y en
palabras.

Esto
apunta inmediatamente a algo que era obvio para la gente de aquellos tiempos
pero que mientras tanto se ha
perdido completamente para la humanidad. En
nuestra paupérrima psicología hablamos hoy de una percepción
sensorial y de una
imagen mental. Y para hacer el asunto lo más empobrecido posible la gente dice
que las
percepciones sensoriales son provocadas por los sentidos, y que las
imágenes mentales son producidas por los seres
humanos en su mente. Todo es
simplemente subjetivo; no hay nada cósmico. La gente puso las interpretaciones
de
Kant sobre un mundo rico y olvidó completamente que los seres humanos
existen en medio del universo.

El
elemento intuitivo del Verbo se ha marchitado en nosotros para convertirse en
imágenes mentales empobrecidas,
el elemento intuitivo del Verbo es la segunda
cosa enfatizada por Juan, testificada por Juan. El escritor del
Apocalipsis nos
presenta la aparición de Cristo como lo que podríamos llamar una percepción de
lo suprasensible.
Debemos por tanto decir:

Ver
la aparición de Jesucristo, dada por Dios para mostrar a sus siervos lo que
debe suceder en el transcurso de un
corto espacio de tiempo.
Explicaré
estas palabras después.

Dios
lo ha puesto en palabras y lo ha enviado a través de su ángel a su siervo Juan.
Juan ha sido testigo del Verbo de
Dios y de la aparición de Jesucristo, al que
ha visto.

Juan
quiere dar a los seres humanos lo que ha recibido de Dios en la letra y lo que
ha visto.

Es
necesario que reconsideremos la escritura del cristianismo de esta manera
concreta. Y es vuestra tarea como
sacerdotes – vosotros que queréis ser
sacerdotes desde el más profundo y honesto impulso de vuestros corazones -
traer de nuevo la concreción de vuelta a la escritura. Pues es un hecho que la
gente que lee los Evangelios en el
lenguaje de hoy son deshonestos si dicen que
las entienden. Lo que acabo de explicaros es lo que se dice al principio
del
Libro del Apocalipsis.

‘Revelación
de Jesucristo’, leemos en una traducción, ‘que Dios le concedió, para que
mostrase a sus siervos las cosas
que han de suceder pronto, dadas a conocer por
medio de un ángel a su siervo Juan’[1]
[file:///C:/Users/Nicolas/Documents/antropo.doc/GA/GA%20346%20-
%20EL%20APOCALIPSIS%20Y%20EL%20TRABAJO%20DEL%20SACERDOTE.docx#_ftn1] .
Esto es lo que allí está
escrito, y es proclamado a través del mundo como la
formulación del Libro del Apocalipsis. Aunque nadie pueda
realmente imaginarse
lo que significa. Lo mismo pasa en el caso de la mayor parte de los Evangelios.
Es por los
esfuerzos para persuadir a la gente de que hay significado en un
texto que ya no representa lo que fue originalmente
escrito en él, que la gente
ha llegado a creer gradualmente que uno no debería ni siquiera tratar de
indagar con
mayor profundidad en los Evangelios. De hecho, ¿cómo debería uno
emprender dicha tarea? Si leéis los Evangelios
en cualquier lenguaje moderno ya
no podéis comprender nada, si sois honestos. Lo que leéis en los Evangelios en
estos idiomas modernos ya no expresa nada. Uno debe volver a lo que fue escrito
originalmente, como acabamos de
hacer con las dos primeras frases, y haremos
esto con otras frases también.

La
gente también dice que para determinados pasajes de los Evangelios uno debe
volver al texto griego. Bien, con
todo el respeto debido a nuestros
contemporáneos que hacen esfuerzos tan honestos para comprender el griego,
tengo que decir que en realidad nadie puede comprender el griego antiguo hoy
porque ya no tenemos en nosotros lo
que los griegos tenían en ellos cuando
hablaban y cuando escuchaban. Cuando escuchamos a alguien, o cuando
hablamos
nosotros mismos, no somos sino sacos de harina. Nos quedamos tan pasivos
internamente como la harina
en un saco bien empaquetado. Esto no era así en el
caso de los griegos. La consciencia del griego vibraba cuando
escuchaba; se
hacía vivo internamente, y a partir de esta vitalidad él hablaba. Las palabras
que escuchaba y aquellas
que él pronunciaba eran cuerpos vivos, estaban vivas
para él. Y mirad los pueblos de Oriente. Puede haber
decadencia hoy en ellos,
pero no son como los europeos que ya no pueden oír internamente nada en
absoluto que
esté vivo cuando hablan o escuchan. Escuchar un poeta oriental
como Rabindranath Tagore, escuchar cómo aquella
gente, incluso en sus pocos
ejemplos importantes, representan el tejer interno y la vida que puede vivir en
el lenguaje.

Hoy
la gente cree que tienen lenguaje si poseen un diccionario con palabras
inglesas en un lado y alemanas en el
otro. Son perfectamente felices de
escribir las palabras alemanas que se corresponden con las inglesas. No tienen
la
menor idea del hecho de que uno está saltando por encima de un abismo, que
uno está entrando en un mundo
completamente distinto, y que lo que vive en un
lenguaje debería ser tratado como algo divino.

La
gente debe ser consciente de esto una vez más. Entonces, internamente, exigirán
regresar a aquello que vibra
dentro de las antiguas comunicaciones tales como
el Libro del Apocalipsis que conjura ante su alma la aparición de
Jesucristo.
Como una poderosa aparición, ciertamente, ésta permanecerá ante nuestra alma si
podemos verla como
si el elemento completo de las nubes fuera a reunirse de
repente y presentársenos con un maravilloso esplendor,
tomando forma humana y
angélica. Como si el pasado, el presente y el futuro fueran a surgir de la
sustancia de las
nubes, revelando el contenido de sustancia espiritual del
mundo que incluye dentro de él al ser humano, así es como
se representa la
aparición de Jesucristo.

La
aparición es al principio de tal índole que nos quedamos silenciosos ante ella,
haciéndonos uno con el mundo y
dejando de existir para nuestra propia
consciencia. Permanecemos ante la aparición de tal manera que sólo ella está
allí, mientras que nosotros mismos nos convertimos en nada. Entonces, detrás de
la aparición, nos hacemos
conscientes de Dios que se revela, el Dios Padre que
nos ha dado la aparición. Detrás de la aparición Él da las
palabras
inspiradoras. Las palabras que son la interpretación de la aparición, este es
su secreto. Pero ha llegado el
momento en que el secreto revelado por Dios a un
ángel que lo porta hacia abajo hasta los seres humanos como un
mensaje en una
carta de Dios, a lo largo del mismo sendero tomado por la Inspiración de Dios a
los seres humanos.

Cuando
el ser humano ha quedado en silencio, ha desaparecido, ha sido absorbido en la
aparición, comenzando no
sólo a ser él mismo sino también a asumir internamente
el mensaje de Dios, del que primero debe romper los sellos,
los siete sellos
que lo cierran, haciéndolo la carta de Dios que está sellada con siete sellos, cuando
esto sucede, el ser
humano mismo se convierte en lo que está escrito en la
carta. Entonces el ser humano comienza a contemplar lo que
está escrito en la
carta como el ser de su propio ‘Yo’. Entonces el permanece ante la aparición
lleno de ideas divinas,
con el concepto divino, con la imagen espiritual
interna de la aparición.

Cuando
os imagináis al Sacerdote Juan ante la aparición de Jesucristo, perdiendo su
identidad sin egoísmo, cuando
le veis recibiendo de los ángeles la carta de
Dios sellada siete veces, cuando veis surgiendo en él la decisión de
romper los
sellos e impartir el contenido a la humanidad, entonces tenéis la imagen, la
Imaginación, que permanece
al comienzo del Libro del Apocalipsis. Debemos
comprender lo que él asume como el Verbo, y que es como he
descrito en la
Imaginación. Esto es lo que el escritor del Apocalipsis quiere impartir. Por
tanto, él dice: Bendito
aquel que lee y escucha las Palabras del macrocosmos,
que absorbe y preserva para sí mismo lo que está escrito en el
libro –si puede
comprenderlo– pues el momento ha llegado.

Ha
llegado ciertamente. No hay nada arbitrario en esto. Pertenece al karma de la
Comunidad para la renovación
cristiana que estemos ahora hablando de todo esto
en relación con el Libro del Apocalipsis.

[1] [file:///C:/Users/Nicolas/Documents/antropo.doc/GA/GA%20346%20-%20EL%20APOCALIPSIS%20Y%20EL%20TRABAJO%20DEL%20SACERDOTE.docx#_ftnref1] Steiner utilizaba la

traducción de la Biblia de Martín Lutero. Lo citado aquí


es de la Versión Autorizada.
Publicado hace 28th April 2020 por Antropo-Sophia

Etiquetas: Antroposofía, Camino Interior, Cosmogonía, Cristología, Evolución del Hombre y del Mundo, Lúcifer - Cristo - Ahriman

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