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GASTÓN: DIARIO ÍNTIMO DE

UN PERRO ESCOLAR
Por Cuartos C y D - 2022
Imágenes de Cuartos C y D
Montevideo, 2022.
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GASTÓN: DIARIO ÍNTIMO DE
UN PERRO ESCOLAR
Por Cuartos C y D - 2022
Imágenes de Cuartos C y D
¿CÓMO LLEGUÉ A LA ESCUELA?

Un día, allá por el 2011, nací yo: Gastón


Felipe. Bueno, en realidad, algún día les
contaré la verdadera historia de mis
nombres y cuál de ellos me pusieron en la
escuela 299.
Esta escuela está en un barrio con un
nombre muy raro. En él, tiene algo que es
duro como una roca y es del color de las
nubes, en un día soleado. Alguien me dijo
después que se llama Piedras Blancas.
En el 2014 mis dueñas, dos niñas rebeldes
y adorables, se levantaron muy temprano
una mañana de marzo. Se arreglaron,
desayunaron y salieron caminando muy
contentas. Yo las seguí esa mañana. No
sabía adónde iban.
De repente, llegamos a un lugar muy
grande, con muchos niños, niñas y
personas adultas. Algunos estaban vestidos
de blanco y decorados con algo azul en el
cuello que no sé si son corbatas.
Vanessa y Valentina entraron a una
habitación con muchas sillas y mesas
Más tarde me enteré que lo llamaban
“salón de clases”. Las perseguí y al entrar
todos se acercaron a acariciarme. Me sentí
nervioso, mimado y encantado. Hasta
parecía que me estaban maquillando de
tanto que tocaban mi cara, parecía que era
un perro modelo famoso.
La señora grande, de ropa blanca, de pelo
alborotado que parecía pasto en un día de
mucho viento, con
lentes enormes y voz muy ronca, dijo que
iban a trabajar sobre los animales y cómo
cuidarlos.
Desde ese día, no pude dejar de venir a
este lugar tan lindo que, más tarde, me
enteré que se llama escuela.
¿POR QUÉ ME LLAMO GASTÓN?

¡Hola! Soy un perro llamado Gastón


Felipe. Bueno, en realidad, en algunos
lugares me llaman Gastón y en otros
Felipe.
Cuando llegué el primer día a la escuela
habían muchas personas. Eran mujeres,
hombres, niñas y niños, todos vestidos
iguales. Llevaban encima de la ropa, unos
trapos blancos manchados de diferentes
colores.
Los niños y niñas llevaban un accesorio
en el cuello de color azul, que se parecía
mucho a una correa.
De repente, un niño no quería entrar a la
escuela. Su mamá, muy enfurecida, tiró de
su “correa azul” y lo entró a la clase. Yo
también entré. Como nadie sabía mi
nombre, me llamaron: ”cuyumito”, bonito,
pequeñito, lindo y muchas cosas más.
¡Parecía el rey del mundo!
En ese instante, una señora me miró a los
ojos y me llamó Gastón. Desde ese día,
todos me llaman así.
Sin embargo, mi verdadero nombre es
Felipe, es como me dicen en casa. Me
llamo así porque armaron mi nombre con:
“FE” de Fernando,”Li” de Lisa ( es la
abuela de mis dueñas) y “PE” de Pepe, que
es un personaje imaginario de la clase de
una de mis dueñas.
En la escuela me siento muy cómodo, me
quieren un montón, me hacen mimos y yo
también los mimoseo a todos. Los quiero
muchísimo y me siento muy feliz de tener
un lugarcito en la escuela.
¡Ah! Se me olvidaba contarles algo. Yo
también tengo apellido: es Felipe.
Así que ese soy yo: Gastón Felipe de
Piedras Blancas.
CALIFA: MI PRIMERA AVENTURA

Era una noche lluviosa, fría y con muchos


truenos. La calle estaba desierta .Yo estaba
callejeando y tenía mucha hambre . Iba de
camino a la carnicería y, cuando llegué, ya
estaba cerrada.
Así que me fui al carro de chorizos que
está en Belloni, frente a la plaza, que está
abierto las 24 horas.
Cuando llegué me encontré una caja que
se movía mucho y yo, como buen perro
chuzma , fui a ver qué era.
Pensé que había una rata, pero como
sentía curiosidad, ,me acerqué y vi una
cosita pequeña, peluda y con manchas
negras. Se me pusieron los ojos brillantes
de la ternura.
En ese momento agarré la caja con la boca
y, aunque pesaba mucho, la llevé a mi
casa.
Al llegar, rasqué la puerta. Una de mis
dueñas me abrió y puse la caja frente a la
estufa.
Al día siguiente la luz del sol me despertó,
entonces supe que ya era hora de ir a la
escuela. Me levanté de mi cucha muy feliz
porque era el primer día que Califa iba a ir
a clases.
Cuando mi nueva hermana llegó a la
escuela, tenía mucho miedo. Yo le dije que
se quedara tranquila, que todos los niños y
adultos eran buenos y le iban a dar mucho
cariño.
GASTÓN Y EL VETERINARIO

Un día me desperté con mucha picazón en


todo mi cuerpo y decidí ir a mi querida
escuela en búsqueda de mimos y que
alguna maestra me ayude a rascar.
Cuando me vieron sus ojos quedaron
enormes, sus bocas se abrieron
rápidamente y algunas se agarraron la
cabeza.
Luego de un rato me llamaron para que
vaya a un salón, me pareció sospechoso
porque ya me habían dado de comer, pero
supuse que iba a recibir alguna caricia.
De pronto apareció un señor de túnica
blanca como la espuma, el pelo amarillo
como el sol y los ojos azules como el cielo.
Pensé que era un maestro, pero su túnica
era muy corta y tenía en sus manos un
maletín, ahí lo descubrí, ese señor, al que
llamaban Pablo, era un ¡VETERINARIO!
Comencé a correr por todo el salón, las
maestras me perseguían, tomé impulso y
salté por el aire tirando un banco que cayó
encima de una de ellas.
Corrí a toda velocidad y logré escapar de
ese odioso veterinario.
LOS MANJARES DE LA ESCUELA

Llegué a la escuela a las 8:00 a.m. como


siempre. Tenía un poco de sueño y frío.
Cuando levanté la mirada ví un cartel que
decía: “hay una sorpresa para Gastón en el
comedor”. Me pregunté, ¿será para mí o
habrá algún niño que se llame de esta
manera? Observé el piso y habían varias
huellitas que guiaban el camino.
El comedor estaba vacío, miré al costado y
vi una mesa con un hermoso mantel
blanco, un plato con
mi nombre, servilletas con caras de
perritos, una copa de cristal con agua y
cubiertos de todos los tamaños.
Apareció una maestra y me colocó una
servilleta en el collar y me invitó a
sentarme en la mesa. De repente llegó la
cocinera con un gorro de chef y colocó
frente a mí mis manjares favoritos:
panchos, pollo, hamburguesas, un poco de
guiso y pizza.
Cuando estaba a punto de saborear esas
delicias se escuchó un ruido muy
fuerte, me sentí mareado, abrí y cerré los
ojos rápidamente y me encontré en mi
cucha, en mi hogar.
Corrí hacia la escuela, fui en búsqueda de
mi sorpresa, cuando llegué mi plato estaba
lleno de pastillas, todo había sido un
sueño.
Mientras las comía reflexioné… las
pastillas son saludables y a nosotros, los
perros, nos hacen bien.
Deseé con todas mis fuerzas que esa
noche apareciera nuevamente el sueño y
lograr comer mis manjares.
LAS COSAS QUE ME GUSTAN

La primera vez que la ví sentí mucha


curiosidad. Se parecía al colchón de mi
dueña, pero este es más pequeño, de color
azul, mi color favorito.

Me acerqué sigilosamente, con mi pata la


toqué y fue como tocar algodón.

Cuando me acosté sobre ella los niños


comenzaron a gritar: “¡Gastón, salí de la
colchoneta, no podemos usar el
pasamanos!” Ahí descubrí que esa “cosa”
maravillosa y cómoda se llamaba
colchoneta.
En los días soleados me acuesto en ella y
disfruto de largas siestas. Algunas veces
los niños pasan y me hacen caricias y las
maestras con voces finas y muy graciosas
me dicen “¡Pero qué hermoso!” “¿Cómo
está el más mimoso de la escuela?”

Si contará todas las cosas que me gustan


de esta escuela tendría que escribir mil
capítulos más.
MI AVENTURA FINAL

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