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1. Introducción
cristiana y los principios socialistas y anarquistas, tomando como objeto de estudio a las Comisiones
Directivas de Círculos de Córdoba y Rosario.
Otras referencias interesantes sobre los Círculos de Obreros se pueden encontrar en los
trabajos de Lila Caimari, Di Stefano y Zanatta, Miranda Lida3.
En la mayoría de los textos citados podemos encontrar referencias a los contactos que
tuvieron los Círculos con autoridades políticas a modo de anécdotas. A priori llama la atención la
opinión que tiene en un ensayo Luis Alberto Romero sobre los inicios de los Círculos de Obreros:
“Aunque tolerado, Grote actuó al margen de la institución eclesiástica”4. ¿Por qué no fue aceptado el
proyecto social cristiano del Padre Grote? ¿Qué relación pudo tener con otras esferas, como el
mundo político, o el poder? Si actuó al margen de la institución eclesiástica implica que debió
actuar o interactuar con otras instituciones. ¿Grote llevó a la práctica un movimiento secularizador
católico? Intentando responder estas preguntas, estimo conveniente poder investigar sobre la
interacción entre los Círculos de Obreros a nivel local o nacional con las autoridades políticas del
Poder Legislativo y el Ejecutivo en especial y las autoridades Eclesiásticas.
Esta investigación pretende ser un acercamiento inicial para comprender las relaciones de
poder entre la Junta de Gobierno Central de los Círculos de Obreros al intentar aplicar los principios
sociales cristianos con las diversas autoridades eclesiásticas y civiles con quienes interactuó en el
período 1900-1912. Estimo que las ideas de Grote, al ser muy secularizadoras provocaron que la
Jerarquía Eclesiástica, nacionalizara su proyecto (tras pedirle la renuncia) en un afán de romanizar o
des-secularizar a los Círculos y eliminar a la posibilidad de que surgiera un social cristianismo
secularizado (llámese Partido Demócrata Cristiano).
3
Caimari, Lila, Perón y la Iglesia Católica, Buenos Aires, Emece´, 2010.p.40, Di Stéfano Roberto, Zanatta , Loris
Historia de la Iglesia Argentina, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 2009, pp.379 y ss. Lida, Miranda, Monseñor Miguel
de Andrea, Obispo y hombre de mundo (1877-1960), Buenos Aires, Edhasa, 2013, pp.38 y ss.
4
Romero, Luis Alberto; “Una Nación Católica: 1880-1946” en Altamirano, Carlos 8ed), La Argentina en el siglo XX,
Buenos Aires, Ariel, 1999, p.314-324. Extractado de : http://luisalbertoromero.com.ar/wp-
content/uploads/2014/01/1999_una_nacion_catolica_1880_1946.pdf
3
El término que utilizo en “relaciones de poder”, está tomado de una aproximación personal
sobre lo que Foucault entendía sobre el concepto “poder”: “conjunto de relaciones de fuerzas
existentes en una sociedad dada”5. El concepto “Relación de poder” Foucault lo define como: “…
un modo de acción que no actúa directa e inmediatamente sobre los otros, sino que actúa sobre su
propia acción. Una acción sobre la acción, sobre acciones eventuales o concretas, futuras o
presentes”6.
El objetivo fue elaborado en forma muy mordaz, esto se entiende en una lógica de pugnas
entre la ideología liberal y las atribuciones de la Iglesia en un proceso de secularización, el Papado
5
Foucault, Michel, Microsofía del Poder, Madrid, Ediciones de la Piqueta, 1979. p158-159
6
Foucault, Michel, “Cómo se ejerce el poder”, en
http://www.unizar.es/deproyecto/programas/docusocjur/FoucaultPoder.pdf , p.3
7
Junta de Gobierno Central de los Círculos Obreros (JGCCO), Acta 124, 10 de Noviembre de 1905, Libro 3-A p.8
4
planteaba sus demandas en clara política de cruzada contra el enemigo a vencer; para el caso de
León XIII y Grote el socialismo era un tipo de liberalismo que a la larga desencadenaba el “mal” de
la descristianización del mundo. Para no tener problemas con el gobierno al momento de tramitar la
personería jurídica, los estatutos oficiales de 1906 eliminaron las apreciaciones acerca del
socialismo, quedando reformulado de la siguiente manera:
Para poder alcanzar los fines, los Círculos procuraron: aplicar socorros mutuos, fundar
escuelas primarias para niños y adultos, crear agencias de trabajos, establecer cajas de ahorro,
formar bandas de música, celebrar congresos para discutir y resolver puntos de común interés,
realizar actos festivos mensuales. Para garantizar el buen funcionamiento de la Federación de los
Círculos de Obreros se creó en 1895 la Junta de Gobierno Central de la Federación de los Círculos
de Obreros (JGCCO) que estaba integrada por un Presidente, un Director Espiritual general, un Vice
Director Espiritual general, un Secretario, un Tesorero y tres Vocales. El Director Espiritual en un
principio tenía derecho a veto, velaba por el orden moral y la armonía de los círculos y se encargaba
de la dirección de las escuelas de los círculos.
En las reuniones de principios del siglo XX de la Junta de Gobierno de los Círculos había
constantes referencias sobre diversos problemas que presentaban los Círculos de la Capital y de las
Provincias. En algunos casos se refieren a la escasa claridad que tienen acerca del funcionamiento de
los Círculos ya que llevaban corta existencia y en otros casos más preocupantes, algunos Círculos
habían experimentado crisis profundas que denotaban no haber funcionado las Comisiones
Directivas (CD) por un largo tiempo, o más de dos meses sin poder encontrar soluciones. El caso
más preocupante para la Junta en 1904 fue el Círculo de San Telmo que no contaba con un Director
Espiritual, ni con una Presidencia efectiva que se arrastró hasta el año siguiente.
8
JGCCO, Acta 158, 26 de Octubre de 1906, Libro 3-A p.103
5
Una medida bastante cómoda por parte de los Presidentes de la Junta de Gobierno fue pedir
información a las Comisiones Directivas de los Círculos, que ya sea por mano o por correo hacían
llegar datos estadísticos que a juicio de Don Pedro Alcácer en 1903 eran desoladores: faltaban
Directores Espirituales, las escuelas eran insuficientes y carecían de apoyo sacerdotal. Había
presencia de ateísmo y anticlericalismo en los miembros de las Comisiones y en algunos casos, los
Presidentes de las comisiones tenían desarrolladas estrategias anticatólicas.9 La principal medida
paliativa, era la visita del padre Grote o de algún miembro de la Junta de Gobierno a los Círculos
que estaban más alejados: Tucumán, Santa Fe, Rosario, Córdoba; con el fin de acompañar,
supervisar, corregir o felicitar a sus directivos. En los casos extremos por disposición reglamentaria
había que ser intervenidos por uno o dos miembros de la Junta de Gobierno.
En 1905 decidieron realizar una visita a todos los Círculos de la Capital, en 1904 el padre
Grote redactó un cuestionario para que los visitadores que debían ir de a dos interrogaran a las
autoridades de las respectivos C.D10.
La intervención que llevó a cabo la JGCCO y el Padre Grote en especial, surtió efectos ya
que la intervención en Buenos Aires sirvió como modelo para las futuras visitas que periódicamente
realizaron. Esa afirmación se sostiene tomando en consideración los registros de las actas que daban
cuenta de problemas puntuales, la situación de crisis general de los Círculos fue decayendo hacia el
período 1907-191211.
Entre los problemas más específicos que atendieron los miembros de la Junta de Gobierno
tenían que ver con temas económicos, religiosos y morales.
En materia económica, si no se pagaba la cuota mensual por un periodo de tres meses era
factor de expulsión de los socios, cada Círculo debía remitir un pago a la Junta Central para
mantener un boletín, el diario oficial, los sueldos del personal administrativo y sobre todo las obras
9
JGCCO, Acta Nº89 , 29 de marzo 1905, Libro 2-A, p.175
10
Una síntesis se puede ver en el apéndice, ver cuadro 1.
11
Cfr. JGCCO; Actas Libro 3-A.
6
sociales que mantenían. Puede entenderse que la expulsión era más “legal” que real, puesto que los
vínculos permanecían intactos. El padre Grote relataba que las cifras oficiales que se tenían en cada
Círculo o las que manejaba la JGCCO no reflejaba la realidad ya que las personas que no pagaban
las cuotas seguían vinculadas a él y a los Círculos. Sin embargo, la Junta presionaba sobre los
cumplimientos de pago, a pesar de que los CD intentaban a través de los Directores Espirituales
rebajar la cuota o ser exonerados de ellas en el segundo semestre12.
Otro problema puntual que fue reprimido fuertemente, ya sea con expulsión o con llamadas
de atención verbales directas se relacionaba con casos aislados de Presidentes de los Círculos que
eran personas irreligiosas o algunos de los miembros de las CD, como fue el caso del Círculo de
Adrogué (Almirante Brown) que en el año 1905, pedían suspender la oración inicial y final por
disgustarles dicha práctica13.
Un ejemplo de problemas morales nos lo narró el visitador Dr. Frutos haciendo mención que
en el Círculo de Morón en 1903 había un elemento “malsano” en el interior de la C D:
La moral que establecían los estatutos redactados por Grote era bastante estricta. Se podía
expulsar de los Círculos a aquel que cometiera un delito grave como el crimen o una conducta
escandalosa (¿malsano?), el Artículo 11 relataba lo que entendían las autoridades de los Círculos
como conducta escandalosa del socio: contraer uniones prohibidas por la moral y la religión, que se
embriagara, concurriera a casas de juego o de perdición, o promoviera conversaciones deshonestas o
impías.
12
JGCCO, Acta Nº73, 23 de Noviembre de 1904, Libro 2-A, p.144.
13
JGCCO, Acta Nº83, 15 de Febrero de 1905, Libro 2-A, p.161.
14
JGCCO, Acta Nº18, 7 de Mayo de 1903, Libro 2-A, p.37.
7
Central, no significaba que los miembros de los C.D. o los directivos de la Junta de Gobierno
Central fueron dechados de virtudes, sería interesante realizar un trabajo acerca de las costumbres
cotidianas de los obreros en relación a lo que se consideraba moralmente correcto, para comprender
si hubo o no un progreso ético en la vida de los obreros o para saber responder la siguiente pregunta:
¿qué tan castigadores o misericordiosos fueron los Directores Espirituales de los Círculos?
Para dar una formación efectiva a los obreros el Padre Grote en 1897 fundó el Círculo de
Estudiantes llamado “Círculo Universitario Antisocialista”15. La misión de ese grupo era
profundizar sobre temas de interés e instruirse sobre la Doctrina Social de la Iglesia, nutrirse de las
ideas de León XIII ideando formas de llevarlas a la práctica. Para ello tenían una biblioteca que
resultaba una herramienta para atraer a nuevos jóvenes. La idea predilecta de Grote era que los
jóvenes dieran charlas culturales y sobre la doctrina de la Iglesia a los obreros en sus reuniones
mensuales. Con el tiempo este grupo intelectual pasó a denominarse Liga Democrática Cristiana
(LDC). Este grupo tenía una dinámica de avanzada en materia social. Era el instrumento que debía
dar forma a los Círculos desde el punto de vista de las ideas y los proyectos. Grote afirmaba que los
Círculos eran la “masa” y la Liga el “fermento”. En la práctica fueron antagonistas al momento de
optar por apoyar una huelga general o ponerse de parte de los patronos rompiendo la huelga.
La Liga era contraria a las decisiones de la JGCCO, cuestionando seriamente la actitud servil
de los Círculos hacia los Patronos o el Gobierno de Roca; en diversas ocasiones se revelaron
llamando a los Círculos a asambleas a espaldas de la Junta Central, otras veces apelaron al
Arzobispado por considerar que la Junta les imponía las resoluciones a favor de los patrones. En
1902 tras la huelga de la F.O.R.A a los patronos de La Compañía de Ferrocarriles del Oeste; la
sangre llegó al río, tras la disputa entre La Liga y la Junta de Gobierno Central de los Círculos, el
Arzobispado de Buenos Aires llamó a la obediencia de todos los obreros católicos a la Junta Central
de los Círculos en un comunicado publicado en El Pueblo. Ante la ausencia de Grote pidió al
Vicedirector espiritual el padre Arroche que interviniera, resolviendo apartar de los Círculos toda
acción y participación de la Liga Democrática Cristiana. Al regresar de su viaje Grote intentó que
todo volviera a su cauce original entrevistándose con la Jerarquía Eclesiástica:
15
Sánchez Gamarra, Alfredo, “Vida del Padre Grote”, Federación de Círculos de Obreros Católicos, Buenos Aires,
1997, p.253.
8
“En la entrevista que mantuve con el Sr. Arzobispo y con Mons. Duprat expuse llanamente
mi parecer. Además, expliqué algo que empezaba a ser desconocido y tergiversado. Los
Círculos de Obreros y la Liga Democrática Cristiana no formaban, en el fondo, sino una
institución. La Liga estaba encuadrada en los Círculos. Era un sector seleccionado de los
mismos: proyección de luz doctrinal, concentrada sobre su masa obrera para iluminarla, y
desparramada hacia el exterior para atraer hacia nosotros a los que andaban fuera”16.
Tras esa entrevista la Jerarquía del Arzobispado obligó al sacerdote a independizar y separar
la LDC de los Círculos de Obreros; establecer un estatuto aparte, y se nombró a Duprat como asesor,
este al poco tiempo renunció volviendo el Padre Grote a asumir la Dirección Espiritual de la LDC.
A partir de 1905 Grote era el Director Espiritual de dos instituciones que apuntaban a un
mismo fin, pero con opciones de acción obrera diversas. En sus memorias decía que en el espíritu de
defensa por los derechos de los obreros se sentía más cerca de lo que opinaban los miembros de la
16
Ibídem, pp. 263-264.
17
Cfr. Martín , María Pía, Iglesia Católica, Cuestión Social y Ciudadanía, Rosario-Buenos Aires, 1892-1930. , Rosario,
Universidad Nacional de Rosario, 2012. Cap. 5 y ss.
9
Liga Democrática Cristiana y en materia de obediencia y apego a los estatutos que él mismo creó se
identificó con la Junta de Gobierno de los Círculos.
3.1 El Clero: los Directores Espirituales de las Comisiones Directivas de los Círculos.
Entre los años 1900 y 1912, es muy difícil evaluar la efectiva misión de adoctrinamiento que
tuvieron los Círculos de Obreros bajo la dirección General del Padre Grote, hubo círculos que
funcionaron eficientemente debido a la mística y empeño que le imprimieron sacerdotes
estrechamente vinculados con el fundador, entre ellos el redentorista Johannemann, Mons. Orzali
por nombrar a los que más destacaron por la abnegada labor que entregaron al ejercicio de
acompañamiento de los obreros.
De acuerdo con los informes que recibía la Junta de Gobierno Central, lo que más se destacó
fue la reticencia de los sacerdotes en el cumplimiento de sus funciones, muchos círculos no tenían
presencia del director espiritual, constantemente se notificaba a los sacerdotes para que cumplieran
sus deberes o solicitaron a los Obispos locales que debían insistir a los sacerdotes que se dedicaran a
asesorar a los Círculos de los Obreros o a la labor de dirigir las escuelas de los círculos18. Otros en
cambio participaban de las reuniones sin tener poder de resolución o desconocían sus atribuciones
reglamentarias, el caso más interesante lo planteaba el Director Espiritual de Adrogué (Almirante
Brown) que no sabía cómo proceder ya que habían miembros de la Comisión Directiva que se
negaban a rezar las oraciones de inicio y término de las reuniones, por ello solicitaba a la Junta
Central suspender temporariamente las oraciones19. Por otra parte, también se producían renuncias
de los Directores Espirituales por razones de incompatibilidad de labores, enfermedades,
desmotivación o simplemente renunciaban sin dar explicaciones: “II. El arzobispado que ha
aceptado la renuncia del Director Espiritual del Círculo Central Monseñor M. de Andrea”20.
18
JGCCO, Acta 44, 8 de Diciembre de 1903 libro 2-A, p 89.
19
JGCCO, Acta 83, 15 de Febrero de 1905, libro 2-A, p 161.
20
JGCCO Acta 223, 19 de Agosto de 1908, libro 3-A, p 89.
10
relación a las disposiciones cotidianas del actuar de los Círculos de Obreros. Esta práctica resultaba
un tanto sui generis ya que las disposiciones de la Encíclica Rerum Novarum, establecía que la
principales autoridades eclesiásticas debían ser protagonistas de las acciones concernientes a la
justicia social. En la práctica Grote los había relegado a un lugar secundario; este estilo de
conducción provocó incomprensión y rechazo de varias autoridades jerárquicas. El Obispo de
Paraná en el año 1900 desafío a la Comisión Directiva de su Diocésis porque quería nombrar a las
autoridades de un nuevo Círculo en la ciudad y quería delimitar los reglamentos que lo regirían. Este
problema duró varios meses, porque la Junta Central y el Padre Grote estimaban que el Obispo se
extralimitó y que el que debía haber aclarado el asunto era el Director Espiritual del Círculo de
Paraná; la solución era toda una paradoja debía renunciar por incompetente dicho Director, el
Obispo tenía que nombrar a uno nuevo para que este procediera de acuerdo al reglamento.
Este hecho grafica lo que algunos Obispos pensaban de los Círculos: una institución que
funcionaba dentro de la Iglesia con una autonomía que escapaba a sus injerencias, no tenía un
nombre Católico y que se preocupaba de lo social, de los obreros, pensando… ¿acaso Grote y sus
Círculos no serán socialistas o anarquistas? Grote y la Junta Central se legitimaban a partir del
siguiente argumento: Los Obispos al aprobar los estatutos implícitamente aceptan la estructura y
fines de los Círculos.
Surgen las siguientes preguntas ¿entendían los Obispos la obra de los Círculos? ¿Entendían
los desafíos que les planteaba León XIII con la Encíclica Rerum Novarum? Es altamente probable
que valoraran la labor mutual y los beneficios económicos sociales y culturales para los obreros.
Desde esa perspectiva el Padre Grote era necesario en su labor pastoral; también desde el punto de
vista que había varones que se estaban vinculando en masa con la Iglesia, yendo a las procesiones de
la Virgen de Luján, Corpus, participando de fiestas religiosas, recibiendo multitudinariamente a las
autoridades del Vaticano que llegaban a Buenos Aires. El punto del conflicto con el Director
Espiritual General y los Círculos era doblemente político.
Por una parte habían prejuicios sobre Grote quién daba indicios con su actuar de que tarde o
temprano se iba a atrever de formar un partido político de corte Demócrata Cristiano. El proyecto
social cristiano “grotiano” era demasiado moderno para una Iglesia tan conservadora como lo era la
11
Por otra parte, era un problema político porque la Iglesia transitaba hacia un creciente
clericalismo romanizador y los Círculos eran una excepción a la regla, llegando a desafiar a la
jerarquía incluso sin querer. Por ello debía ser destituido su fundador, esto puede constatarse con el
diario de vida del padre Grote:
“La noche del día de la Asunción él R.P. Visitador me leyó copia de una carta de nuestro
Rmo. Padre General, dirigida al señor Arzobispo, en la que aquél transcribe las acusaciones
que éste en carta fechada el 25 de mayo había elevado contra mí al Superior General
pidiendo que sea sustituido por otro Padre y aconsejándole me envíe a formar Círculos de
obreros al Perú. (Para dorarme la píldora)”.22
Las relaciones de poder entre Ejecutivo y Legislativo con los Círculos de Obreros a través de
la Junta Central, en especial su Presidente Dr Calvo y el Director Federico Grote fueron de
cooperación mutua.
De acuerdo al período estudiado, hay diversos encuentros con los Presidentes desde Julio
Argentino Roca hasta Roque Sáenz Peña. A juicio de Miranda Lida en 1911 los Círculos eran una
de las instituciones católicas más respetadas ejemplificando que el mismo Presidente Sáenz Peña,
asistió como padrino a la inauguración de una de sus sedes en Balvanera 23. Esta vinculación no fue
exclusivamente con las autoridades del Partido Autonomista Nacional ya que en 1923 en la ciudad
21
Cfr. Di Stéfano Roberto, Zanatta , Loris Historia de la Iglesia Argentina, Tercera Parte, Cap. II, pp.387- 417.
22
Sánchez Gamarra, Alfredo, “Vida del Padre Grote”, p.318.
23
Lida, Miranda, Monseñor Miguel de Andrea…, p.48.
12
de Rosario, Marcelo T. Alvear se suscribió comprando con una acción para levantar la Casa del
Pueblo24. Si escarbamos bien en las fuentes, los CCOO tuvieron encuentros con Ramón Castillo en
los años cuarenta y con el entonces Secretario del Trabajo y Previsión Juan Domingo Perón en Junio
de 1944. La política de encuentro con los Presidentes de la Nación, no fue un hecho aislado de parte
de los CCOO más bien fue una práctica recurrente, y esas vinculaciones también se suscitaron a
partir del interés de parte del Gobierno para recibir asesoría o elaborar proyectos sociales.
Don Joaquín González ministro del interior de Julio Argentino Roca, le encargó al Padre
Grote y a los círculos en 1904 la redacción de un proyecto completo de legislación obrera, las Junta
de los Círculos y La Liga Democrática Cristiana redactaron un esquema de código social y se lo
entregaron al ministerio25. El padre Grote en sus memorias mencionaba que junto con pedir el
asesoramiento en materia de elaboración de leyes también el ministro del interior le pedía apoyo o
“asesoramiento” cuando se trataba de solucionar una huelga “demasiado molesta”26. El
“amarillismo” de los Círculos tema tratado en el capítulo segundo, contrasta con la acción de un
Gremio formado en 1903 por Grote y la Liga Democrática Cristiana apoyados por los Círculos de
Obreros: La Sociedad Argentina de Obreros del Puerto; los cuales lideraron una huelga (con el
padre Grote coordinando en las sombras) a la patronal, en sus memorias, recreó ese hecho ocurrido
en 1905:
“Pero a fines de 1905 se habían evaporado ya las buenas intenciones del Centro de
Navegación, el cual se embarcó en la tarea de constituir un gremio obrero totalmente adicto a
la sociedad patronal, en detrimento de los derechos adquiridos por nuestros trabajadores.
Entonces fuimos nosotros los que declaramos la huelga en el puerto…”27.
La incursión Gremial Católica impulsada por el padre Grote le hizo evidenciar que los
empresarios eran los responsables directos de los males que afectaban a los obreros en Argentina:
“La prosperidad de nuestro gremio no se prolongó mucho. De ello le cupo toda la culpa al
egoísmo de los capitalistas. Así lo expliqué en una nota publicada en 1907 con motivo de la
huelga revolucionaria declarada en el puerto”28.
24
Mauro, Diego, “El mutualismo católico en Argentina…, p.188.
25
Sánchez Gamarra, Alfredo, “Vida del Padre Grote” pp. 244-245.
26
Ibídem, p.244.
27
Ibídem, pp.273- 274.
28
Ibídem, 274.
13
Las actas de la JGCCO, nos entrega información de diversas manifestaciones o meetings que
realizaron en forma pacífica para solicitar al Gobierno o al Congreso la tramitación de leyes sobre el
descanso dominical, el trabajo de las mujeres y los menores, dichas leyes fueron las que más
preocuparon por su sanción. Auzá da cuenta que en 1899 los CCOO presentaron un petitorio sobre
el descanso dominical y en 1901 el Consejo General de los Círculos de Obreros solicitaron al
Congreso la sanción que reglamentara el trabajo de los menores29. Las actas nos presentan que hay
presión hacia el Congreso y el Poder Ejecutivo por la aprobación de leyes sociales en los
1903,1904, 1906, 1907 y 1909. En 1907 demandaban al Presidente Figueroa Alcorta que se diera en
las escuelas enseñanza religiosa para los hijos de los obreros, y en 1909 el proyecto de Código del
Trabajo o la sanción de leyes correspondientes al contrato del trabajo y al seguro obligatorio contra
accidentes30.
Gonzalo Calvo como Presidente de la JGCCO, era el encargado de visitar a las autoridades
del Estado ya sean ministros, presidentes o parlamentarios, para notificar las demandas, entregar
proyectos, denotaba ingenuidad de su parte y de los CCOO hacia el Gobierno de Roca al aceptar las
promesas políticas que detenían los meetings o los postergaban:
“El Señor Ministro manifestó a su vez al Señor Calvo que en lo relativo a ambos puntos él se
había inspirado para formular su Proyecto de Ley del Trabajo. En vista de esta declaración se
resuelve dirigir una nota al Señor Ministro para dejar constancia de estas manifestaciones, y
postergar la manifestación por tiempo indeterminado”31.
De acuerdo con las memorias de Grote las manifestaciones eran parte de su plan de poder
ampliar rápidamente la difusión de las acciones de los Círculos y transformarlas en un poderoso
movimiento de masas, el primer acto fue el 29 de Septiembre de 1901, congregó en Lujan a 5.000
hombres que después de peregrinar se dirigieron por las calles de Buenos Aires y a medida que
avanzaban se les iba sumando multitudes. En 1909 fueron 15.000 para demandar la ley de seguros
contra accidentes de trabajo y el del contrato de trabajo. Sacando cuentas del apoyo de las masas
obreras a su persona calculaba Grote que los seguían 40.000 obreros:
29
Auzá, Néstor, Los Católicos Argentinos, su experiencia política…, pp.93 y ss.
30
Cfr. JGCCO Actas Libros 2-A y 3-A.
31
JGCCO, Acta 55, 1 de Junio de 1904, Libro 2-A.
14
“La masa obrera que secundaba nuestras iniciativas iba siendo cada vez más numerosa…en
los días que dejé el cargo de Viceprovincial en la que calculé la existencia de 59 Círculos y
40.000 obreros afiliados a mis obras sociales en el territorio de la República. Si bien es cierto
que la estadística oficial asignaba a los Círculos poco más de 15.000 socios, debo advertir,
que este último cómputo se refiere sólo a los estrictamente cotizantes, deja fuera un gran
número de morosos y no se extiende a los integrantes de los gremios, alguno de los cuales
como el de estibadores, agrupaba a más de 5.000; sin tener en cuenta, además, el gran
número de adherentes y simpatizantes que secundaban nuestras campañas de mejoramiento
material y moral de la clase trabajadora”32.
Junto con poner presión al gobierno para sancionar leyes que mejoraran la calidad de vida de
los obreros, Grote estaba consciente de su poder de convocatoria, los medios de difusión que
utilizaba le daban un alcance endógeno, cuando mucho el Pueblo le daba más cobertura; sin
embargo, las movilizaciones ponían el tema Social Cristiano a un nivel nacional. Federico Grote y
los Círculos se instalaron en la memoria colectiva en los primeros diez años del siglo XX.
5. Reflexiones Conclusivas.
Después de revisar las instancias en que los Círculos de Obreros Católicos a través de la
Junta Central y en especial la persona del Padre Grote, tuvieron que resolver problemas, demandar
leyes, enfrentar positivamente o yendo el choque con sus antagonistas se pueden evidenciar ciertos
patrones de conducta.
32
Sánchez Gamarra, Alfredo, “Vida del Padre Grote”…, pp. 288
33
Di Stéfano Roberto, Zanatta , Loris Historia de la Iglesia Argentina, p.402
15
obligados a quitarle el poder a un sacerdote que movía masas y que estaba evidenciando un discurso
antiliberal.
Por otra parte, desde 1905 se puede pensar que tanto el Gobierno como la patronal ya no
veían a Grote como un aliado, más bien como un adversario, de hecho en sus memorias pensaba que
los intereses anarquistas y socialistas complotaron junto con la patronal y el gobierno en el fracaso
de su gremio. Al relacionar estos temas políticos – religiosos, podrían surgir hipótesis del complot
del Gobierno o de políticos del Partido Autonomista Nacional que estaban vinculados con la
patronal, presionaron a la Jerarquía Eclesiástica con el fin de restar el poder al sacerdote redentorista
alemán. Encuentro interesantes estas conjeturas que nacen vinculando las opiniones del mismo
Grote… que las piensa por separado.
Lo efectivo fue que el Arzobispado de Buenos Aires lo separa de sus dos predilectas
fundaciones La Liga Democrática Cristiana y Los Círculos de Obreros; y abortó todo lo que sonara
a “Democracia Cristiana” en 1919. La razón de esta separación fue el temor de que la obra de
Federico Grote se transformara en algo político o que éste se acercara peligrosamente al socialismo.
Lo paradójico de esto es que él se maravilló con la experiencia democrática cristiana en Roma, pero
no se atrevió laicizar sus instituciones porque pensaba que tanto los Círculos, La Liga y el Gremio
debían ser instrumentos de la Iglesia para beneficio de los obreros con el fin de acercar la Iglesia al
pueblo y viceversa. El sacerdote alemán con su actuar secularizó y modernizó la imagen de la
Iglesia en el seno de los obreros, sentó las bases para el desarrollo futuro de la Democracia Cristiana
como partido político. Su sueño le pasó la cuenta, su obediencia también. Si hubiera actuado en
forma desobediente como Lutero, habría formado un partido político, tenía el control espiritual de
un ejército de obreros católicos y de aquellos afines al catolicismo según sus palabras eran alrededor
de cuarenta mil obreros. Auzá afirmaba que el gran error de Espinoza fue haber separado de los
Círculos de Obreros al padre Grote, la tesis de fondo de este autor era que la Iglesia de Buenos Aires
(léase Espinoza, de Andrea y otros), abortaron la posibilidad de crear un Partido Demócrata
Cristiano a partir de la creación de la UPCA, pienso que esto fue antes, en 1912. La Jerarquía
Eclesiástica romanizó y nacionalizó a los obreros católicos, allanando el camino a Perón en los años
cuarenta.