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2

Historia de las cruzadas

M. Michaud
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11

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HISTORIA

DE LAS CRUZADAS .
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HISTORIA

DE LAS CRUZADAS

ESCRITA

POR M. MICHAUD

socio de la Academia francesa.

TRADUCIDA DE LA SÉPTIMA EDICION

POR

G. AMADO LARROSA.

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O H YM
ISC BOSC
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SARRI
A

MADRID BARCELONA
LIBRERÍA ESPAÑOLA LIBRERÍA ESPAÑOLA
CALLE RELATORES, N. 14 . CALLE ANCHA, N. 26 .
1855

1

Barcelona
Imprenta de LUIS TASSO,
calle de Guardia,
n.0 45.
ADVERTENCIA PRELIMINAR .

Cuando Mr. Michaud regresó de Oriente en 1838 , impelido por el ferviente deseo que le animaba
de enriquecer la Historia de las Cruzadas con sus descubrimientos y observaciones de viajero , mo-
dificó notablemente su obra , y al publicar la quinta edicion adornada con unas mejoras tan considerables ,
tuvo cuidado de anunciarlas en un prólogo que vamos á reproducir á nuestros lectores .
« Nada he añadido á los hechos ni á los acontecimientos ruidosos de las cruzadas , pues mi relacion era
producto de un asiduo estudio de todas las crónicas y documentos históricos , y el que desee formarse
una idea de tan prolijas tareas , puede leer la Biblioteca de las Cruzadas , donde hallará reunido todo
cuanto ha podido arrancarse de la noche del olvido ó han conservado los testimonios contemporáneos . Nada
he añadido á lo que tengo dicho sobre el origen , el carácter y los resultados de la guerra de la Cruz , y si

el siglo diez y ocho vertió opiniones diversas y contradictorias acerca las grandes guerras de la edad
media ,, que no eran bastante conocidas ó yacian envueltas en las tinieblas de una filosofía ignorante ;

ilustrados en el dia por estudios mas sinceros y por la esperiencia de las grandes revoluciones , todos
los historiadores y políticos tienen formado un parecer unánime sobre las cruzadas y sobre las consecuen-
cias que produjeron . He juzgado las guerras santas como los hombres mas pensadores de mi época , y no
tengo intencion de modificar ni cambiar ninguno de mis juicios .

>>Mi trabajo era no obstante incompleto ; pues es forzoso no olvidar que las cruzadas fueron una
peregrinacion armada , que el Occidente se arrancó de sus cimientos , como tantas veces se ha repetido ,
para lanzarse sobre el Asia , que se alzaron para marchar á libertar á Jerusalen innumerables ejércitos ,
y que su itinerario forma con frecuencia una parte importante de su historia . Casi eran desconocidas hace
veinte y cinco años las regiones recorridas por los cruzados ; olvidando la ciencia las huellas de la edad
media , solo se ocupó en rastrear escrupulosamente las de la antigüedad ; sabíamos cuál era el camino que
siguieran los Diez mil , y los sitios que habian ilustrado las victorias de Alejandro ; pero cuando el cristiano
queria penetrar en el Asia Menor , tumba de un millon de cruzados , y en esas comarcas donde los
peregrinos se estrellaron contra tantas dificultades y miserias y trabaron tantos combates que les conquis-
taron inaccesibles lauros , no tenia mas guias que nuestros antiguos cronistas , los cuales no describen casi
nunca los sitios ó dan de ellos una idea muy oscura .

>> Inútil será que descienda á prolijos pormenores para manifestar lo que en mi obra quedaba defectuoso
ú oscuro , y las noticias que faltaban para completar la historia de esos grandes movimientos de los pueblos ,
de esos sucesos gigantescos que comenzaban en Europa é iban á terminarse en Oriente . No me habian
escaseado las noticias positivas sobre todo lo acaecido en Occidente , pero al mencionar los hechos que
1
2 ADVERTENCIA PRELIMINAR .

presenciaron aquellos paises desconocidos , solo podia adelantar mi paso entre las sombras , y al buscar
con anhelo la verdad , solo hallaba dudas y confusion . Muchos años de inquietud he pasado contemplando
inmóvil este gran vacío de mi obra , y no se tranquilizó mi conciencia de escritor hasta que pude seguir
hasta el Oriente á los peregrinos de la cruz . He visitado todos los paises que recorrieron los cruzados y he

conocido con dolor las lagunas que salté al componer mi obra : una luz vivísima ha aclarado todo lo que
me parecia dudoso y oscuro en las crónicas , casi soy ahora testigo ocular de los sucesos , y me han parecido
mucho mas fáciles de describir los sitios y las batallas . He apreciado mejor el heroismo de los cruzados , y
me he esplicado con mas facilidad sus peligros , sus desgracias y sus derrotas . No debo olvidarme de advertir
que se hallan aun en los paises que he visitado , los mismos pueblos , las mismas costumbres é idiomas
que en los siglos de las cruzadas , circunstancia que me ha servido felizmente para juzgar con mas
precision y verdad, no tan solo las guerras de los cruzados , sino tambien las colonias que fundaron en Asia .
» Terminaré diciendo que mi digno compañero de viaje M. Poujoulat me ha ayudado con talento en la
revision de mi trabajo . Este sabio amigo habia estudiado conmigo las crónicas de la edad media , y en
nuestra lejana correría ha visto sitios y pueblos que no he podido visitar . Reunidos posteriormente para
aclarar las verdades históricas , hemos hecho comunes nuestros esfuerzos y luces para rectificar , desarrollar
y completar los relatos de la historia .

>> Los cambios y mejoras de los dos primeros tomos de la Historia de las Cruzadas consisten en una
nueva relacion de las peregrinaciones , en especial de la marcha de Godofredo por el Asia Menor que está
trazada con mas prolijidad y verdad , citando en esta parte la batalla de Dorilea que es un trozo ente-
ramente nuevo ; en la descripcion completa y exacta de los cercos de Antioquía y de la batalla de
Ascalon , y finalmente , en una esplicacion mas perfecta é ilustrada de la desastrosa espedicion de 4401 ,
á la que siguió el sitio y la toma de Jerusalen , y que en las ediciones anteriores quedaba sumida en una
vaga oscuridad y desprovista de noticias geográficas sobre el Asia Menor . La mas importante mejora
del tomo segundo es la que atañe á la historia del reino de Jerusalen . No habia mostrado este lejano
imperio , fundado por las armas cristianas , bajo todos sus aspectos y con toda la variedad de su destino , y el
conocimiento de los sitios y una lectura mas profunda de las crónicas , me han favorecido y coadyuvado para
dar mas interés á esta parte de mi obra . Citaré entre los relatos que han esperimentado cambios oportunos
y útiles , la cruzada de Luis VII y del emperador Conrado y la espedicion del emperador Federico I. »
>
Mr. Michaud añadia en una advertencia puesta al frente del tomo III , que tambien habia mejorado
notablemente el tercero y cuarto volúmen de su Historia , que habia retocado y renovado casi enteramente
la parte de su relato en que cuenta la marcha de los cruzados hácia Constantinopla y la conquista de la
capital del imperio griego , y que despues de haber recorrido sobre el terreno el cerco y toma de la ciudad ,
estaba en el caso de dar á su historia mas precision y exactitud . Mr. Michaud añadia por último que habia

revisado con el mayor esmero el sitio de Damieta por Juan de Briena , la desastrosa guerra de San Luis en
Egipto y todas las batallas trabadas en el Nilo desde Damieta hasta Mansurah , y que habia hecho una
descripcion fiel del teatro de estos grandes sucesos .
Pero la obra de Mr. Michaud estaba muy lejos de satisfacer su conciencia de historiador tal como la daba
á luz entonces , y al volver á hojear su libro , creyó que podia recibir aun nuevas mejoras . Decidió pues
rectificar las inexactitudes locales , completar los importantes relatos , aclarar puntos que permanecian
entre tinieblas , y caracterizar de un modo mas perfecto la marcha de los acontecimientos ; pero la
muerte sorprendió al admirable historiador cuando mas empeñado estaba en tan suprema tarea .
Su amigo y colaborador Mr. Poujoulat , el confidente de sus proyectos , se encargó de escoger y
clasificar los numerosos materiales que le legó el ilustre difunto , y armado de tan precioso depósito ,
llevó a cabo un estenso trabajo de revision que abarcaba el conjunto y los pormenores de la obra .
Entonces salió á luz là sesta edicion .

Quedaban , empero , algunos vacíos , y dando oidos á las reclamaciones de la ciencia , los editores
encargaron á una ilustre pluma tres memorias sobre las colonias de los franceses en la Italia meri-
dional , en la Acaya ó Morea y en la isla de Chipre , que publicaron al fin del libro bajo la forma de
Apéndice en la séptima edicion . El autor de estas memorias es el traductor de la gran crónica de
Mathieu de Paris , cuya traduccion cita con elogio Mr. Michaud repetidas veces en su historia . !
HISTORIA

DE LAS

CRUZADAS

POR MICHAUD Y POUJOULAT.

LIBRO PRIMERO .

ORIGEN Y PROGRESOS DEL ESPÍRITU DE LAS CRUZADAS .

300-1093.

Ruinas de Jerusalen .-Constantino reedifica el templo.-Primeras peregrinaciones. -Cosroes II se apodera de Jerusalen.


Triunfo de Heraclio.-Exaltacion de la santa Cruz. -San Antonino. - Mahoma.-Conquistas de sus sucesores . - El califa
Omar.-Aaroun-al-Raschid .- Espiacion de Frotmond.- Nicéforo- Focas se apodera de Antioquía.- Conquistas de Limisces.
-Jerusalen vuelve á caer bajo el dominio de los fatimitas. -El califa Hakem . - Nueva destruccion del templo. - Muerte de
Hakem. -Peregrinaciones del conde de Anjou , de Roberto de Normandía y del obispo de Cambray.-Desgracias de los
cristianos. Pedro el Ermitaño en Jerusalen. -Sus predicaciones. - Urbano convoca los concilios de Plasencia y de Cler
mont.-Se resuelve la guerra santa.-Parten los primeros cruzados.

Se habian ya cumplido las santas profecías... no quedaba en Jerusalen piedra sobre piedra ; pero en el
desierto recinto de la ciudad santa se adoraba aun una tumba abierta en la roca , tumba de un Dios salvador
que quedara vacía por el milagro de la resurreccion . Aun alzaba su cerviz la montaña empapada en la
sangre del Cristo , donde se consumó el misterio de la redencion , y naturalmente debian ser para los cris
tianos objetos principales de su veneracion y de su amor el sepulcro de Jesus y el Calvario , y for
zosamente debia ser la Judea á sus ojos la tierra mas santa del universo . Los fieles acudian fervorosamente
á estos sitios venerandos desde los primeros siglos de la Iglesia , impelidos por el santo afan de adorar las
huellas del Salvador . Los falsos dioses entraron con el emperador Elio-Adriano en la ciudad donde habia
sido derrocado su poder , Júpiter tomó posesion del Gólgota , y Venus y Adonis fueron adorados en Belen ; pero
bien pronto debía desaparecer el reinado profanador de una mitología espirante . La piedad de Constantino
lanzó estas imágenes que entristecian á los cristianos ; la ciudad sagrada , destruida y reedificada por

Elio-Adriano con el nombre de Elia Capitolina , recobró su primitivo nombre de Jerusalen ( 1 ) ; alzóse un
templo que albergaba la tumba del Redentor y algunos de los principales lugares de la Pasion ; Cɔns
tantino celebró el aniversario del año treinta y uno de su reinado con la inauguracion de esta iglesia, a
millares de cristianos acudieron á esta solemne ceremonia , en la que el sabio obispo Eusebio pronunció
un discurso que rebosaba en la gloria de Dios (2) .

(1 ) Correspondencia de Oriente, t . V.— ( 2 ) La iglesia del Santo Sepulcro se terminó en 335. Se llamó tambien Martirio del Salvador
y Gran Martirio de Jerusalen.
4 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Santa Elena , cuyo nombre ha quedado como una de las tradiciones cristianas de la Palestina , é hizo la
peregrinacion á Jerusalen en una edad muy avanzada , mandó que en su presencia se abriese profundamente
el terreno y se escudriñasen las grutas que rodean el Gólgota para descubrir la verdadera cruz ( 1 ) ; y
cuando se encontró el sagrado leño , se depositó en la nueva basilica como el signo precioso de la
salvacion de los hombres . Erigiéronse iglesias y capillas fundadas por el celo de santa Elena en
Jerusalen , Belen , Nazaret , el Tabor y el Carmelo , en las márgenes del Jordan y del lago de
Genezaret y en la mayor parte de los lugares marcados con las huellas del Salvador . ¿ Quién duda que
reanimarian y acrecentarian el afan de las peregrinaciones á Palestina , la cuna del cristianismo , real-
zada á la voz de Constantino que se habia convertido al cristianismo , y el piadoso ejemplo de una prin-
cesa , madre de un emperador poderoso ?
Cuando el emperador Juliano intentó reedificar el templo de los judíos para desvirtuar la autoridad
de las profecías , se contaron los prodigios con los cuales habia Dios desbaratado sus designios ; y
siendo desde entonces Jerusalen mas grande á los ojos de los discípulos de Cristo , veia acudir todos los
años numerosos fieles que adoraban en ella la divinidad del Evangelio . La historia es solicita en distinguir
privilegiadamente entre los nombres de los peregrinos de aquellos remotos siglos los de san Porfiro y san
Jerónimo. El primero abandonó á su patria Tesalónica á los veinte años de edad , pasó muchos años en las
soledades de la Tebaida y partió á Palestina , donde despues de haberse condenado á la vida mas humilde y
austera , llegó á ser obispo de Gaza ; el segundo partió de Italia acompañado de su amigo Eusebio de Cremona ,
recorrió el Egipto , visitó varias veces á Jerusalen y decidió acabar sus dias en Belen . Paula y su hija
Eustaquia , de la ilustre familia de los Gracos , y enlazadas por una santa amistad con san Jerónimo , renun-
ciaron á Roma , á los deleites de la vida y á las grandezas humanas para abrazar la pobreza de Jesucristo y
vivir y morir al lado del Santo Sepulcro ( 2 ) . San Jerónimo nos dice que los peregrinos llegaban entonces á
miles á la Judea , y que se oian celebrar en torno de la sagrada tumba alabanzas al Hijo de Dios en diversas
lenguas . Inundaban ya entonces al mundo revoluciones y calamidades : el antiguo imperio romano se
desmoronaba bajo los rudos golpes de los bárbaros: el mundo pagano sucumbia como sucumbe todo lo que
ha llegado al término de su destino : se habia apoderado de las almas un malestar estraño en medio de las
desgracias y de las ruinas , todos se dirigian hácia el sitio donde se alzaba una fé nueva , y como la esperanza
se hallaba entonces en el desierto , todos corrian allí á buscarla . Esto es lo que hicieron Jerónimo y otros
hijos de Occidente , y el santo no se ciñó á una simple peregrinacion , porque Roma con su civilizacion
corrompida y su eternidad que iba á terminar , no podia ya llenar su corazon , sino que se convirtió en ha-
bitante de la Judea , y se quedó en su querida Belen para entregarse á un estudio profundo de los libros santos ,
para velar á los piadosos viajeros y pobres cristianos del pais , y para componer bajo el cilicio y los rudos há-
bitos sus admirables comentarios , los oráculos de la Iglesia latina . El viajero que baja en el dia al establo de
Belen , saluda de pasada los sepulcros de san Jerónimo , de Paula y de Eustaquia .
Multiplicábanse sin cesar al espirar el siglo IV las peregrinaciones á Jerusalen , y no era siempre la pie-
dad su invariable norima , pues aquellas largas correrías acarreaban á las veces el relajamiento de la
disciplina cristiana y el desarreglo de las costumbres , y muchos doctores de la Iglesia pronunciaron elo-
cuentes palabras manifestando los abusos y los peligros de las peregrinaciones á Palestina ( 3 ) . San Gre-
gorio de Nisa , el digno hermano de san Basilio , fué uno de los que se levantaron con mayor viveza y
entusiasmo contra los viajes á Jerusalen : el santo obispo nos habla en una elocuente carta que ha llegado
hasta nuestros dias , de los peligros que podian hallar la piedad y las costumbres cristianas en las hos-
pederías del camino y en las ciudades de Oriente , y dice que la gracia divina no se alcanza en Jerusalen
de un modo mas especial que en cualquier otro pais , citando como prueba de su aserto los crímenes de todo
género que se cometian entonces en la ciudad santa . Queriendo justificarse san Gregorio de haber cum-
plido con una peregrinacion que prohibe á los cristianos , declara que fué à Jerusalen por necesidad y para
asistir á un concilio destinado á reformar la Iglesia de Arabia , que la peregrinacion no habia aumentado
ni entibiado su fé , que antes de visitar á Belen sabia que el Hijo del hombre habia nacido de una Vírgen ,
que no ignoraba , antes de visitar el sepulcro de Cristo , que nuestro Salvador habia resucitado de entre

( 1 ) San Ambrosio cuenta de un modo animado y dramático la invencion de la cruz en su libro De obitu Theodosii.— ( 2 ) Cor-
respondencia de Oriente, t . IV.-( 3 ) Obras de san Gregorio de Nisa , en folio, t. II.
LIBRO PRIMERO . - 300-1093 . 5

los muertos , y que no habia tenido necesidad de recorrer el monte de los Olivos para creer que Jesus
habia ascendido al cielo . Vosotros , los que temeis al Señor , añade el santo prelado , alabadlo en cualquiera
parte donde os halleis , pues Dios irá á visitaros allí si le preparais un tabernáculo digno de su gloria . Pero
si vuestro corazon está henchido de pensamientos perversos , aunque subais al Golgota ó al monte de los
Olivos y esteis cerca del Santo Sepulcro , os hallareis tan lejos de Cristo como los que nunca han profesado
la fé evangélica . San Agustin y san Jerónimo se esforzaron igualmente en contener con sus exhortaciones
el entusiasmo de las peregrinaciones : el primero decia que el Señor no habia mandado que se fuéra al
Oriente para ganar la justicia ó al Occidente para recibir el perdon , y el segundo decia tam-
bien que lo mismo estaban abiertas las puertas del cielo para los remotos paises de los bretones
como para Jerusalen ; pero los consejos de los doctores de la Iglesia eran impotentes contra la ar-
diente inclinacion de la muchedumbre , y no existia fuerza ni voluntad alguna sobre la tierra bas-
tante poderosa para atajar á los cristianos el camino de Jerusalen .
Los pueblos de Occidente que se convertian al cristianismo dirigian sus miradas hacia el Oriente ,
y se veian salir continuamente del centro de las Galias , de las selvas de la Germania y de todas
las comarcas de Europa turbas de nuevos cristianos que marchaban á Palestina , guiados por la im-
paciencia de visitar la cuna de la fé que habian abrazado . Un piadoso peregrino escribió un itine-
rario que dirigia á los viajeros desde las orillas del Rólano y del Dordoña hasta las márgenes del
Jordan, y les servia de guia à su regreso desde Jerusalen hasta las principales ciudades de Italia (1 ) .
No se interrumpieron las peregrinaciones á la Tierra Santa con las devastaciones , que afligieron al mundo
en las invasiones de los godos , hunos y vándalos ; protegian á los viajeros las virtudes hospitalarias de los
bárbaros, que empezaban á respetar la cruz de Jesucristo y acompañaban algunas veces á los
peregrinos hasta Jerusalen , pues en aquella época de desolacion y guerras un pobre peregrino con su
bordon cruzaba los campamentos poblados de cádaveres , y viajaba sin temor por en medio de los ejércitos
que amenazaban los imperios de Oriente y Occidente .
En los primeros años del siglo v la historia nos cuenta la peregrinacion de la emperatriz Eudosia,
esposa de Teodosio el jóven , mujer de talento y de piedad . A su regreso á Constantinopla , los pesares
y enemistades domésticas le convencieron de la nada de las grandezas humanas , y volvió á emprender
el camino de Palestina , donde acabó sus dias entregada á los ejercicios de la devocion . Habiéndose
apoderado en aquella época Genserico de Cartago y de las ciudades cristianas do África , arrojados
la mayor parte de sus habitantes de sus hogares , se dispersaron por diversas comarcas del Asia y
de Occidente , y un gran número de ellos fuéron á pedir un asilo á la Tierra Santa . Cuando Beli-
sario reconquistó el África , entre los despojos de los bárbaros se encontraron los ornamentos del
templo de Salomon arrebatados por Tito, y estos preciosos despojos que la suerte de las armas tras-
ladara á Roma y despues á Cartago , fueron llevados á Constantinopla, y posteriormente á Jerusalen
donde aumentaron el esplendor del Santo Sepulcro. De modo que las guerras , las revoluciones y los
desastres del mundo cristiano dieron mas brillo y grandeza á la ciudad de Jesucristo .
Una guerra originada en la Persia turbó bajo el reinado de Heraclio la seguridad que disfrutaban
los habitantes de la Tierra Santa ; los ejércitos de Cosroes II invadieron la Siria , la Palestina y el

Egipto ; la ciudad santa cayó en poder de los adoradores del fuego, y los vencedores devastaron los
pueblos , saquearon los templos y arrebataron un gran número de esclavos . Las desgracias de Jeru-

salen escitaron la compasion del mundo cristiano , y todos los fieles derramaron copiosas lágrimas al
saber. que el rey de Persia se habia llevado entre los despojos de los vencidos la cruz del Salvador

que se conservaba en la iglesia de la Resurreccion .


El cielo se compadeció , empero , de las oraciones y del dolor de los cristianos , pues tras diez años
de derrotas, Heraclio llegó por fin á triunfar de los enemigos del cristianismo y del imperio , y
haciendo pedazos las cadenas de los esclavos cristianos , los condujo á Jerusalen . Vióse entonces á un
emperador de Oriente andando á piés descalzos por las calles de la ciudad santa, y llevando sobre
sus hombros hasta el Calvario el madero de la verdadera cruz , que miraba como el mas glorioso

(1 ) Se hallará al fin de esta obra un escelente análisis del Itinerario de Burdeos á Jerusalen , por Mr. Walckenaer.
6 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

trofeo de sus victorias . Esta imponente ceremonia fué una fiesta para el pueblo de Jerusalen y para
la Iglesia cristiana , cuya memoria celebra aun todos los años ( 1 ) . Cuando Heraclio regresó á Cons-
tantinoplá , fué recibido como el libertador de los cristianos , y los reyes de Occidente le enviaron
mensajeros para felicitarle por sus victorias .
Los triunfos de Heraclio aumentaron la gloria del nombre cristiano , y dieron á la Palestina Y á

la Siria una libertad pacífica y una seguridad que protegia á los peregrinos . En los postreros años del
siglo VI y poco tiempo antes de la invasion de Omar , san Antonino , cuyo nombre forma uno de
los recuerdos guerreros del cristianismo , salió de Plasencia con algunos compañeros , y fué á
buscar allende los mares las huellas del divino Redentor. La curiosa relacion ( 2) que ha llegado hasta
nuestros dias, y que escribió uno de los compañeros de Antonino , nos servirá de guia para seguir
á los peregrinos de Italia . Los piadosos viajeros pasaron por Constantinopla y por la isla de Chipre
para ir á la Siria , visitaron los principales puntos de las costas , la Galilea y las orillas del Jordan
antes de llegar á Jerusalen , objeto de su peregrinacion ; despues de pasar muchos dias en oracion
junto al Santo Sepulcro y en el Calvario , resolvieron llevar mas adelante sus correrías , se dirigieron
hácia el desierto y vieron á Ascalon y á Gaza ; llegaron á las faldas de Oreb y de Sinaí despues
de muchas jornadas á través de las soledades , cruzaron el Egipto sin detenerse en las pirámides y
únicamente impregnados en los recuerdos de María , la madre de Jesus , penetraron hasta las már-
genes del Eufrates para buscar la cuna de Abrahan , y volvieron á emprender el camino de su
patria . Los peregrinos perdieron uno de sus compañeros llamado Juan en la parte meridional de
Galilea , en el sitio llamado los Baños de Elias. El itinerario de san Antonino, del cual solo podemos
dar en esta ocasion una breve idea , es un precioso monumento para conocer el estado religioso y
político de la Siria y la Judea en el siglo vi ; vemos por esta relacion que la Tierra Santa era
entonces un pais fértil , que aquellas regiones, tan desiertas y tristes en nuestros dias , florecian por
la religion , la agricultura y el comercio , y que en tanto que la Europa yacia abismada en las
calamidades de la guerra y de las revoluciones , la Palestina disfrutaba de ventura á la sombra del Cal-
vario, y era por segunda vez la tierra de promision .
¡ Qué pronto debia desaparecer esta dulce paz bajo la horrible tempestad que bramaba ya por el lado
de la Arabia ! Los discípulos del Evangelio iban á sostener una lucha mucho mas formidable que las

que hasta entonces habian visto . El Oriente habia ' llegado por fin á una de esas épocas de con-
fusion y de decadencia que favorecen la invasion de las ideas nuevas, en especial cuando se presen-
tan estas apoyadas por la espada : era despreciado el culto de los magos ; esparcidos por el Asia los
judíos , hacian la oposicion á los sabeos y estaban entre ellos divididos , y se abrumaban mutua-
mente á anatemas los cristianos bajo los nombres de eutiquianos , nestorianos y jacobitas . Despedazado
el imperio de los persas por las guerras civiles , habia perdido su poder y su brillo , y debilitado
interior y esteriormente el de los griegos, se precipitaba á su próxima ruina . Todo moria en Oriente ,

dice Bossuet . Las tribus esparcidas por la península árabe estaban divididas entre sí en intereses y creen-
cias , no gozaban de paz , ni tenian gloria ni carácter de nacionalidad , dominaban todos aquellos

paises la debilidad y la descomposicion ; y salió de entre los universales vestigios un hombre con el
audaz proyecto de una nueva religion y un nuevo imperio .
Mahoma , hijo de Abdallah de la tribu de los Koreychitas , nació en la Meca en 569 : en su
juventud fué tan solo un pobre conductor de camellos ; los primeros años de su vida cruzaron sumi-
dos en la oscuridad , y tal vez el genio de la meditacion le reveló la creacion de una nueva
sociedad durante los ocios monótonos y las largas marchas al través del desierto . El hijo de Abdallah
poseia en alto grado las cualidades que mas imperio ejercen sobre los pueblos de Oriente : tenia la
imaginacion que deslumbra , la energía que arrastra y la gravedad que infunde respeto, y su alma
firme y activa sabia esperar , pues como dicen los orientales, el mismo Dios es para los pacientes .

( 1 ) La exaltacion de la Santa Cruz, que se celebra el 14 de setiembre.-( 2 ) Es el documento mas positivo de la vida de san
Antonino , pues únicamente se sabe que sirvió en una de las legiones llamadas Tebanas. El itinerario que conocemos con su nombre
y que fué redactado por uno de sus compañeros de viaje , se halló entre los manuscritos de la iglesia de los SS . Sergio y Bacheo
de Angers, y se imprimió en esta ciudad en 1645.
LIBRO PRIMERO . - 300-1095 . 7

Conocia á fondo las poblaciones de Arabia que debian servirle de instrumento


para sus vastos
designios , y tuvo cuidado de estimular sus inclinaciones guerreras y su afan de movimiento y de
dominacion . Prometió el imperio del mundo á sus discípulos al salir casi desnudos del desierto , y el

primero de sus milagros fué la victoria . El Coran , que descendió lentamente del cielo (1 ) , tenia un
triple carácter; Mahoma se mostraba en él como poeta, como moralista y como hombre político; sus
maravillosos relatos , escuchados con avidez en un pais dominado por la aficion á lo maravilloso , ad-
quirian el encanto supremo de la lengua árabe , cuyos poderosos recursos y armoniosa riqueza
conocia Mahoma á fondo , y agotó todo el brillo y seduccion de la imágen poética para pintar un
paraiso creado para los sentidos y que debía realizar todas las ilusiones de la pasion del hombre . Al mate-
rializar el Coran los sentimientos humanos y al agitar con fuerza cuanto hay de mas violento en el
corazon " predicaba tambien en muchos de sus capítulos una moral noble y pura que conducia
la razon á verdades desconocidas en medio de la corrupcion general de aquella época , y contribuia
y
á dar á Mahoma el carácter de un genio perfeccionador , de un enviado sublime . Las leyes prescritas
por el Coran estaban en completa armonía con las necesidades y las costumbres de los pueblos de Arabia ;
no entorpecia su política ninguna complicacion , pues era un himno elevado al Dios de la guerra , y
solo la brutal política de la espada podia ser comprensible para unas tribus acostumbradas á decidir
todas sus diferencias por medio del combate . Tal era Mahoma , tal fué el caracter de la mision que
proyectó cumplir en la tierra . El hijo de Abdallah tomó de la Biblia y del Evangelio todas las ideas y
preceptos mas compatibles con el espíritu y los hábitos de su pais , imitó de los demás cultos esparcidos
por Oriente todo lo que podia convenir á sus osados proyectos de renovacion , y compuso con esta
mezcla de doctrinas diversas , el libro confuso y tenebroso que despues de mil años es el oráculo de la
mitad del mundo.

Mahoma tenia cuarenta años cuando inauguró su obra apostólica en la Meca ; despues de trece de
predicacion , se vió obligado á huir de Medina para salvarse de la tribu que le perseguia , y se
empieza á contar la era musulmana desde esta fuga efectuada el 16 de julio de 622. El profeta de
Dios , como se llamaba él mismo , invadió en pocos años las tres Arabias al frente de numerosos discí-
pulos fanatizados con sus palabras , y estaba proyectando nuevas conquistas, cuando de pronto un
veneno dió fin á sus dias en Medina en el año 942. Abu-Beker, su suegro , se adornó con el titulo
de teniente del apóstol de Dios y prosiguió la obra de la conquista durante un reinado de veinte
y siete meses ; Omar , sucesor de Abu-Beker , que se hizo llamar en un principio teniente del
teniente del apóstol de Dios y mas adelante principe de los fieles , se apoderó de la Persia ; el poder
de la espada hundió bajo el dominio del islamismo con rapidez sorprendente la Siria y el Egipto,
y la nueva religion amenazó á todas las naciones ; las legiones defensoras del islamismo se esparcie-
ron por el Africa , clavaron el estandarte del Profeta sobre las ruinas de Cartago , y llevaron el
terror de sus armas hasta las orillas del Atlántico . Cambiáronse desde la India hasta el estrecho de

Cádiz , y desde el mar Caspio hasta el Oceáno , lenguas, costumbres y creencias, desaparecieron los
vestigios del paganismo lo mismo que el culto de los magos , y apenas subsistió vacilante y pavorido
el cristianismo. Constantinopla , el baluarte del Occidente , vió ante sus muros las innumerables hordas de
sarracenos , y sitiada la ciudad de Constantino muchas veces por mar y tierra , solo debió su salvacion
al fuego griego , á los bulgarios que acudieron en su defensa y á la inesperiencia de los árabes en el
arte de la navegacion .
Las conquistas de los árabes durante el primer siglo de la egira se circunscribieron al mar que los sepa-

raba de Europa , pero cuando supieron construir naves , ningun pueblo quedó libre de su invasion ; talaron
las islas del Mediterráneo , las costas de Italia y de Grecia , se hicieron dueños á traicion ó por la
suerte de las armas de España , donde derrocaron la monarquía de los godos , sacaron partido de la
debilidad de los hijos de Clodoveo para penetrar en las provincias meridionales de la Galia , y solo
pudieron detener su marcha terrible las victorias de Carlos Martel.
Las miradas de los sarracenos se fijaron en Jerusalen en sus primeras conquistas , pues segun la
fé de los musulmanes , Mahoma habia honrado con su presencia la ciudad de David Ꭹ de Salomon ,

(1 ) Mahoma empleó veinte y tres años en componer el Coran que fingia recibir del cielo.
8 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

y desde ella habia subido al cielo en su viaje nocturno ( 1 ) . Los sarracenos consideraban á Jerusalen
como la casa de Dios y la ciudad de los santos y de los milagros . Dos tenientes de Omar , Amru y
Serdjyl , sitiaron la sagrada ciudad que se defendió animosamente durante cuatro meses , y todos los
dias daban los sarracenos terribles asaltos repitiendo estas palabras del Coran : Entremos en la tierra
santa que Dios nos ha prometido. Los cristianos se resistian con heroismo esperando el ausilio de Heraclio ,
pero nada hizo el emperador de Bizancio para salvar á Jerusalen . El mismo califa Omar entró en Palestina
para recibir las llaves y la sumision de la ciudad conquistada : los cristianos sintieron el acerbo do-
lor de ver la iglesia del Santo Sepulcro profanada con la presencia del jefe de los infieles , y el
patriarca Sofronio que acompañaba al califa , no se pudo reprimir y repitió estas palabras de Daniel :
El santo templo es víctima de la ignominia de la desolacion . Omar concedió á los habitantes la li-
bertad religiosa , aunque les prohibió la pompa de las ceremonias ; los fieles ocultaron sus cruces y
los sagrados libros , la campana dejó de llamarlos á la oracion, y Jerusalen yació hundida en pavoroso
luto . El califa edificó en el sitio donde se habia erigido el templo de Salomon una grande y magni-
ca mezquita , que aun balla en nuestros dias el viajero, y el aspecto del edificio consagrado al culto
de los infieles amargó la afliccion de los cristianos . Cuenta la historia que el patriarca Sofronio no pudo
soportar la vista de tantas profanaciones y murió de dolor .
No obstante, la presencia de Omar , cuya moderacion ensalzaba el Oriente , contenia el celoso fana-
tismo de los musulmanes , y los cristianos sufrieron mayores persecuciones despues de su muerte, pues fueron
entonces arrojados de sus hogares é insultados en sus santuarios, y los vencedores les aumentaron los tributos
que debían pagar á los nuevos soberanos de Palestina . Les prohibieron el uso de las armas y el montar
á caballo , les obligaron á ceñirse un cinturon de cuero que era el signo de su esclavitud , llegaron al
estremo de prohibirles el uso del idioma árabe porque era la lengua del Coran ( 2) , y finalmente el pueblo
que permaneció fiel á Jesucristo , ni aun gozó la libertad de elegir sus sacerdotes sin la intervencion de los
sarracenos .
La invasion no bastó á contener las peregrinaciones : san Arculfo , obispo de las Galias , cruzó los mares en
los primeros años del siglo VIII , y permaneció nueve meses en Jerusalen . La relacion de su peregrinacion , es-
crita por el abad de un monasterio de las islas británicas (3) , encierra muchos pormenores sobre los santos lu-

gares, habla de la mezquita de Omar sin nombrarla , y los términos que emplea no dan la idea de un magní-
fico monumento, pues se limita á decir que esta vil construccion sarracena podia albergar tres mil personas .
Arculfo inspira mas interés cuando describe la gruta sepulcral donde el Salvador del mundo durmió duran-
te tres dias el sueño de la muerte , y cuando nos habla de las diferentes capillas del Golgota y de la inven-
cion de la cruz . ¡Cuál se anima su piedad cuando nos muestra los instrumentos de la Pasion conservados en un
santuario y nos pinta la iglesia sin techo de la cima del monte de los Olivos , aquella iglesia cuyas ocho ven-
tanas de cristales dejaba ver cada cual una lámpara encendida , y aparecian por la noche desde Jeru-
salen como globos de oro que coronaban la montaña desde donde el Mesías ascendió á los cielos ! Arculfo nos
dice que el 15 de setiembre de todos los años se celebraba una feria en la ciudad santa , y acudia entonces
una multitud inmensa á Jerusalen ; y el piadoso obispo observa que la presencia y acúmulo de los camellos , ca-
ballos y bueyes , llenaba de suciedad la ciudad sagrada , y que despues de la feria , una maravillosa lluvia
hacia desaparecer estas vastas inmundicias.
Veinte ó treinta años despues de la peregrinacion de Arculfo , vemos llegar à la Siria otro obispo sajon
llamado Guillebaldo (4 ) , cuyo viaje á los Santos Lugares escribió una religiosa de su familia . Guillebaldo
se vió hundido en una cárcel y libertado por la intervencion de un comerciante español que tenia un her-
mano al servicio del emir ó gobernador de la ciudad . Cuando fué presentado delante del emir para ser
juzgado , dirigió al auditorio que le rodeaba estas notables palabras . «He visto muchos de esos hombres

(1 ) Jerusalen se llama en árabe El Kouds , la Santidad , y tambien Beil-el-Mokades, la casa del Santuario.- ( 2 ) Esta prohibi-
cion duró poco tiempo, porque la lengua árabe se hizo tan comun en las comuniones cristianas de Oriente,que llegaron á traducirso
los sagrados libros de la Biblia en el nuevo idioma. Puede consultarse este asunto en una sabia disertacion de Mr. Silvestre do
Sacy sobre las versiones samaritanas de la Biblia ( Memoria de la Academia de las Inscripciones, t . XLIX p . 5 y siguientes ). - (3) Es-
te abad se llamaba Adamman , el lugar de su monasterio Hii, que estaba situado segun unos en Escocia y segun otros en Irlanda.
Un naufragio arrojó á Arculfo en estas islas . La relacion de la peregrinacion de Arculfo se halla en las Acta Bened. siglo III , parte II ,
p. 303.- ) Willibaldus, Acta Bened. siglo III , part. 2, p. 372.
LIBRO PRIMERŐ . — 300-1095 .

que vienen de su pais , pero no traen ningun proyecto hostil ni traidor , sino tan solo el de cumplir con su
fé . » Esta es la opinion que se formaba entonces sobre los peregrinos de Europa , y ella esplica por qué re-
corrian estos piadosos viajeros los caminos del Oriente sin que sufriesen la menor violencia . Arculfo habia
visto doce lámparas en el interior del Santo Sepulcro , y Guillebaldo halló quince ; en la época de Arculfo
un puente construido en el Jordan , en el sitio donde Cristo fué bautizado , facilitaba á los peregrinos ba-
ñarse en las sagradas aguas , y Guillebaldo no menciona este puente y solo habla de una cuerda colocada
entre las dos orillas del rio . Habia una cruz de madera plantada en medio del rio en la época del paso de
ambos peregrinos , y las relaciones de Arculfo y de Guillebaldo guardan un profundo silencio sobre los
cambios que introdujo en la suerte de los cristianos de Palestina la invasion del islamismo .

Las guerras civiles de los musulmanes daban á los cristianos algunos intervalos de reposo . La dinastía
de los ommíades , que habia establecido la corte del imperio musulman en Damasco , inspiraba un odio
mortal al partido temible de los abbasidas , y mas se ocupaba en conservar su amenazado poderío que
en perseguir al cristianismo . Meroan II , último califa de esta familia , fué el que desplegó mas crueldad
contra los discípulos de Jesucristo , y cuando sucumbió con todos sus hermanos bajo el filo del alfange
de sus enemigos , cristianos é infieles se reunieron para dar gracias á
a Dios por la libertad de Oriente .
Los abbasidas tenian su corte en Bagdad , ciudad que ellos habian fundado , y esperimentaron muchas
vicisitudes cuyos efectos sentian los cristianos ; y segun dice Guillermo de Tiro el pueblo fiel en medio de
los cambios que producian los caprichos de la fortuna ó del despotismo , se parecia á un enfermo cuyos
dolores se aumentan ó disminuyen cuando el cielo está sereno ó cargado de tempestad ( 1 ) . Los cristianos
despues de sus alternativas del rigor de la persecucion y de la alegría de la paz transitoria , vieron por
fin asomar dias mas tranquilos y felices bajo el reinado de Aarun -al -Raschid , el mas grande de los
califas de la dinastía de Abbas . Protegió en esta época las iglesias de Oriente la gloria de Carlo Magno que
habia llegado hasta los confines del Asia , y su piadosa liberalidad alivió la indigencia de los cristianos de
Alejandría , de Cartago y de Jerusalen ( 2 ) . Los dos príncipes mas grandes de su siglo se dieron pruebas
de una estimacion mutua por medio de frecuentes embajadas , y en este comercio de amistad entre dos
poderosos monarcas , Oriente Ꭹ Occidente cambiaron las mas ricas producciones de su suelo y de su in-
dustria . El califa envió un elefante , incienso , marfil , un juego de ajedrez y un reloj , cuyo ingenioso

mecanismo causó una gran sorpresa en la corte de Carlo Magno . Los presentes del emperador consistian
en paño blanco y verde de la Frisia y en perros de caza de raza sajona ( 3 ) . Carlo Magno se complació en
enseñar á los enviados del califa la magnificencia de las ceremonias religiosas , y habiendo presenciado en
Aquisgran muchas procesiones en las que el clero desplegó sus mas preciosos ornamentos , los embajadores
de Bagdad regresaron á su pais diciendo que habian visto hombres de oro ( 4 ) .
No fué estraña la política á los testimonios de estimacion que Aarun prodigaba al emperador de Occidente ,
pues como estaba haciendo la guerra á los soberanos de Constantinopla , tenia razones para creer que los
griegos interesarian en pro de su causa á los pueblos mas valientes del cristianismo . Las tradiciones po-
pulares de Bizancio representaban á los latinos como los futuros libertadores de la Grecia , y en uno de los
primeros sitios de Constantinopla por los sarracenos , bastó solo el rumor de la llegada de los francos
para reanimar el valor de los sitiados y lanzar el terror entre los musulmanes . El nombre de Jerusalen
.
ejercia ya en tiempo de Aarun tan poderosa influencia sobre los cristianos de Occidente , que era bastante
pronunciar un nombre tan venerando para dispertar su bélico entusiasmo . El califa pensó quitar á los
francos todos los pretestos de una guerra religiosa , que les hubiera inducido á abrazar la causa de los
griegos y á arrojarse sobre el Asia , y con este objeto no despreció ninguna ocasion de obtener la amistad
de Carlo Magno y le entregó las llaves del Santo Sepulcro y de la ciudad santa . Este homenaje prestado al
mas grande de los monarcas cristianos , fué celebrado con entusiasmo por las leyendas contemporáneas , y
ha dado márgen posteriormente á creer que el emperador de Occidente visitó á Jerusalen ( 5 ) .

( 1 ) Guillermo de Tiro, lib. I , cap . III. - 2) Una capitular de Carlo Magno del año 810 se espresa en estos términos : De eleemosina
mittenda ad Hierusalem propter ecclesias Dei restaurandas . (De la limosna que ha de enviarse á Jerusalen para reedificar las iglesias de
Dios) .-(3) Dom Bouquet, Historiadores de Francia, t. IV, p . 167 .—( 4 ) El monje de San Gall escribió una curiosa descripcion de las
fiestas que dió Carlo Magno á los embajadores de Aarun en la corte de Aquisgran : De vita Caroli Magni .—( 5 ) La peregrinacion
de Carlo Magno está consignada como histórica en muchas crónicas de la primera cruzada, y contada minuciosamente en la grande
crónica de San Dionisio. La crítica moderna coloca esta peregrinacion en la categoría de los hechos fabulosos
(2. y 3. )
10 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Aorun trató á los cristianos de la Iglesia latina como á sus propios súbditos ; imitaron su moderacion
los hijos del califa , y Bagdad fué bajo su reinado el centro de las ciencias y las artes. El califa Almanon ,
segun espresion de un historiador árabe , no ignoraba que los elegidos de Dios son aquellos que protegen
el progreso de la razon . La ilustracion suavizó las costumbres de los jefes del islamismo y les inspiró una
tolerancia desconocida de los compañeros de Abu -Beker y de Omar , pues en tanto que los árabes de
África continuaban sus conquistas en Occidente , se apoderaban de Sicilia , y la misma Roma veia sus ar-
rabales y la iglesia de San Pablo invadidos y saqueados , los servidores de Jesucristo oraban en paz en
los muros de Jerusalen . Los peregrinos que acudian á esta ciudad desde los límites de Europa eran
recibidos en un hospicio cuya fundacion se atribuia á Carlo Magno , y segun la relacion del monje Ber-
nardo oriundo de Francia , que hizo el viaje á la Tierra Santa en los últimos años del siglo IX con otros
dos religiosos ( 1 ) , el hospicio de los peregrinos de la Iglesia latina se componia de doce casas ú hosterias .
Estaban anexos á este piadoso establecimiento algunos campos , viñas y un jardin situados en el valle
de. Josafat , y á imitacion de los hospicios que el emperador de Occidente fundó en el norte de Europa ,
tenia una biblioteca abierta para los cristianos y viajeros . Ya en el siglo vi se veia cerca de la fuente de
Siloé un cementerio donde recibian sepultura los peregrinos que morian en Jerusalen ; los servidores de
Dios habitaban junto á los sepulcros , y segun una antiquísima relacion , este sitio poblado de árboles
frutales , de tumbas y de humildes aldeas , reunia á los vivos y á los muertos y presentaba un cuadro
risueño y lúgubre al mismo tiempo .
Agregábase á la necesidad de visitar el sepulcro de Jesucristo el deseo de recoger las reliquias buscadas
con afan por la devocion de los fieles . Todos los que regresaban de Oriente , fundaban su gloria en llevar
á su patria algunos restos preciosos de la antigüedad cristiana , y con predileccion los huesos de los
mártires , destinados para servir de ornamento y formar la riqueza de las iglesias , y los reyes y los
príncipes juraban sobre estas reliquias respetar la verdad y la justicia . Tambien llamaban la atencion
de la Europa los productos del Asia ; leemos en Gregorio de Tours que el vino de Gaza era en Francia
muy famoso en el reinado de Gontran , que la seda y las pedrerías de Oriente formaban el adorno de los
grandes del reino , y que no se desdeñó san Eloy de engalanarse con las ricas telas del Asia cuando se
hallaba en la corte de Dagoberto. Los reyes de Francia nombraban un negociante judío , que recibia el
encargo de hacer anualmente un viaje al Oriente para comprar los productos de ultramar ( 2 ) . Las
crónicas nos relatan que entre la multitud de europeos que llegaban á Egipto ó á la Siria habia muchos
que viajaban atraidos por la especulacion mercantil ; los venecianos , los pisanos , los genoveses y los co-
merciantes de Amalfi y de Marsella tenian depósitos en Alejandría , en las ciudades marítimas y en Je-
rusalen ( 3 ) ; estendiase un mercado delante de la iglesia de Santa María Latina de esta ciudad , y el
comerciante que queria establecerse en él debia pagar al monasterio latino dos monedas de oro anuales .
Hemos hablado anteriormente de una concurrida feria que comenzaba todos los años el dia quince de
setiembre .

No existia ningun crímen que no pudiera espiarse con el viaje á Jerusalen y por actos de devocion
junto al sepulcro de Jesucristo . Una antigua relacion , conservada por un monje de Redon , nos hace
saber que se presentó en 868 ante el rey de Francia y una asamblea de obispos , cubierto con el
hábito del penitente , un señor muy poderoso del . ducado de Bretaña llamado Frotmond , que habia
asesinado á su tio y al menor de sus hermanos . Despues de haberle atado estrechamente con cadenas de hierro
el monarca y los prelados, le mandaron que partiese al Oriente en espiacion de la sangre que habia
vertido , y que recorriese los santos lugares con la frente marcada con ceniza y cubierto el cuerpo con
un cilicio ( 4 ) . Frotmond partió á Palestina en compañía de sus servidores y de los cómplices de su

( 1 ) Uno de estos religiosos era del monasterio de San Inocencio , en el pais de Benevento, y el otro un monje español . Esta
peregrinacion se llevó á cabo en 870 .—( 2 ) Existen disertaciones especiales sobre el estado del comercio antes de las cruzadas .
El abate Calier ha tratado esta cuestion examinando las épocas de la primera y segunda raza ( Amiens, 1756 ) . Jausser ha escrito
una disertacion sobre el mismo asunto , y puede consultarse tambien la de Mr. de Guines, vol. 37 de las Memorias de la Acad. de
las Inscripciones.—( 3 ) Itinerario del monje Bernardo . Acta sanct . ordin . sanct. Bened. , siglo ni, parte II .— ( 4 ) El horroroso espec-
táculo que presentaban los peregrinos , desnudos los mas y cargados de cadenas , ocasionó la prohibicion de estas penitencias
públicas durante una gran parte del reinado de Carlo Magno, pero se renovaron despues con mayor fuerza. Véase el prefacio de Ma-
billon. Acta sanct . ordin . sanct. Bened. , siglo Iv, parte II.
LIBRO PRIMERO . - 300-1095 . 11

crímen , cruzó el desierto despues de haber permanecido algun tiempo en Jerusalen , llegó hasta las orillas
del Nilo, recorrió una gran parte del África , entró en Cartago , y volvió á Roma , donde el papa
Benito III le aconsejó que renovara la peregrinacion para completar su penitencia y alcanzar el com-
pleto perdon de sus pecados . Frotmond visitó segunda vez la Palestina , penetró hasta las costas del
mar Rojo, pasó tres años en el monte Sinaí y fué á visitar en Armenia la montaña donde se paró
el arca de Noé despues del diluvio. Cuando regresó á su patria fué recibido como un santo , se retiró
en el monasterio de Redon ( 1 ) , y murió con dolor de los cenobitas á quienes habia edificado con
el relato de sus peregrinaciones .
Muchos años despues de la muerte de Frotmond , el prefecto de Roma Censio , que habia ultrajado
al papa en la iglesia de Santa María la Mayor , arrancándole del altar y hundiéndole en un calabozo ,
tuvo que emprender la peregrinacion á la Tierra Santa para conseguir la absolucion de tan atroz
sacrilegio . Tampoco intimidaban al sexo débil las dificultades y los peligros de un largo viaje ,` pues
Elena , hijo de una familia noble de Suecia , salió de su pais entregado á la idolatría , y marchó á pié
al Oriente . Cuando regresó á su patria , despues de haber visitado los santos lugares , murió víctima
de la cólera de sus padres y compatriotas , y algunos fieles conmovidos por su piedad erigieron en su
memoria una capilla de Seeland cerca de una fuente llamada aun de Santa Elena . Los cristianos del
Norte hicieron varias romerías á este sitio donde contemplaban una gruta que Elena había habitado
antes de partir á Jerusalen ( 2 ) .
Antes de terminar el exámen del siglo ix , debemos citar un importante documento histórico de
881 que nos delineará el estado de la Iglesia latina de Jerusalen en aquella época y nos manifestará
los lazos de fraternidad que unian solemnemente ya entonces á los cristianos de Oriente con los de
Occidente . Es una carta de Helias patriarca de Jerusalen ( 3 ) , dirigida á Carlos el Jóven , á todos
los muy magníficos , piadosisimos y gloriosísimos principes de la ilustre raza del gran emperador
Carlos , á los reyes de todos los paises de las Galias , á los condes , á los muy santos arzobispos , metropo—
litanos , obispos , abades , sacerdotes , diáconos , subdiáconos y ministros de la santa Iglesia ; á las santas
hermanas , á todos los adoradores de Jesucristo , á las damas ilustres , á los principes , duques , y á todos los
católicos y ortodoxos de todo el universo cristiano . Despues de hacer mencion de las numerosas tribulaciones
que sufren los cristianos de Jerusalen, de las cuales pueden hacer los peregrinos de Europa un fiel relato,
dice el patriarca, que habiéndose convertido al cristianismo el príncipe de Jerusalen por la misericordia

de la divina Providencia , ha permitido á los fieles que recobren sus santos edificios y reedifiquen sus san-
tuarios destruidos ; que no teniendo dinero suficiente para los gastos de la restauracion de los santos
lugares , los fieles se han visto obligados á pedirlo á los musulmanes ; que como estos no han querido
prestar sin ganancia ó garantía , les han entregado los cristianos sus olivares , sus viñas y sus vasos
sagrados , pero que careciendo de dinero , no pueden recobrar sus bienes empeñados , y que en tan lamen-
table estado los pobres y los monjes se ven amenazados de hambre , no pudiéndose rescatar los esclavos
cristianos y faltando el aceite de las lámparas de los santuarios . Como segun las palabras del divino
Apóstol, cuando un miembro padece , deben padecer todos los demás, los cristianos de Jerusalen han pensado
implorar la piedad de sus hermanos de Europa . Habiendo ofrecido los hijos de Israel reedificar con su
propio dinero el tabernáculo , hubo precision de anunciar por medio de un pregonero que eran ya suficien-
tes los dones ofrecidos , pero esta advertencia no contenia el generoso fervor del pueblo de Dios ; y el
patriarca pregunta si se mostrarán menos celosos que los isrealitas los fieles occidentales al pedir su ausilio
para la Iglesia de Jesucristo . Estos son los principales rasgos de la carta del patriarca . Ignoramos cómo
respondió la Europa cristiana , pero debemos creer que los dos monjes encargados de la carta de Helías no
regresarian con las manos vacías . ¿ No es ya un presentimiento de las cruzadas esta voz salida de Jerusalen
doscientos años antes de la predicacion de Pedro el Ermitaño y que llega suplicante á las comarcas de Oc-
cidente?

En la ciudad de Bagdad habia establecidos muchos cristianos griegos y siríacos que se dedicaban al

(1 ) El relato de la peregrinacion de Frotmond , redactado por un monje anónimo de Redon , se halla en las Acta sanct. ordin.
sanc. Bened. siglo iv, parte II.—( 2 ) La relacion de la vida de santa Elena se encuentra en el séptimo volúmen del mes de julio de
los Bolandistas , p. 332.-(3 ) Esta carta está completamente comentada en la Biblioteca de las Cruzadas , parte 1, p. 443.
12 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

comercio , ejercian la medicina y cultivaban las ciencias . Llegaban á ocupar los cargos mas eminen-
tes con el influjo de su sabiduría , y algunos de ellos consiguieron el mando de las ciudades y
provincias. Uno de los califas abbasidas habia declarado que los discípulos de Cristo eran los que merecian
mas confianza para la administracion de la Persia , y parecia por fin que los cristianos de Palestina
y de las provincias musulmanas no debian sufrir mas persecuciones , cuando estallaron de pronto
en Oriente nuevas tempestades. Los hijos de Aarun siguieron la suerte de la prosperidad de Carlo-
Magno , y el Asia se hundió, lo mismo que el Occidente , en un abismo de guerras civiles y revo-
luciones.

Siendo el espíritu de conquista el móvil del imperio fundado por Mahoma , no defendiendo el estado nin-
guna institucion preciosa , y girando todo en torno del carácter personal del príncipe , no tardaron
en aparecer los síntomas de decadencia , desde el momento en que no quedó nada por conquistar
y en que cesaron los jefes de hacerse temer é inspirar respeto . Enervados los príncipes de Bagdad por el
lujo y corrompidos por una larga prosperidad , abandonaron las riendas del imperio , se enterraron en sus
serrallos , y parecia que no se habian reservado mas derecho que el de ser nombrados en las oracione
públicas . Ya no animaba á los fieles el zelo ciego y el fanatismo ardiente que sintieron al salir del desierto ,
y hundidos en la molicie como sus jefes , no se parecian en nada á aquellos guerreros , sus antepasados , que
lloraban por no haber estado en una batalla . La autoridad de los califas habia perdido sus verdaderos
defensores , y cuando el despotismo se rodeó de esclavos comprados en las orillas del Oxo , esta milicia es-
tranjera llamada para defender el trono , no hizo mas que precipitar su caida . Nuevos sectarios , seducidos
por el ejemplo de Mahoma y persuadidos de que el mundo debia obedecer á los que cambiasen en parte
sus costumbres ú opiniones , añadieron el peligro de las turbulencias religiosas á las conmociones políticas ,
y en medio del desórden general los emires ó tenientes , de los cuales muchos gobernaban reinos inmensos ,
solo prestaban un vano homenaje á los sucesores del Profeta , y se negaban á enviarles dinero y tropas . El
imperio gigantesco de los abbasidas se desmoronó completamente , y segun espresion de un escritor árabe ,
el mundo quedó para el que de él podia apoderarse . Llegó á dividirse el mismo poder espiritual , y el isla-
mismo vió á un tiempo cinco califas que se apropiaban el título de soberanos de los creyentes y vicarios de
Mahoma .

Los griegos se despertaron entonces de su profundo y prolongado letargo , y trataron de sacar par-
tido de la division y decadencia de los sarracenos . Nicéforo Focas salió á campaña al frente de un po-
deroso ejército , recobró á Antioquía , el pueblo de Constantinopla celebró sus triunfos , apellidándole la
Estrella de Oriente, la muerte y el azote de los infieles ( 1 ) ; y hubiera merecido tal vez estos pomposos
títulos , si el clero griego hubiese secundado sus esfuerzos .
Nicéforo queria dar á esta guerra un carácter religioso y honrar con el dictado de mártires á todos los
que sucumbiesen en los combates , pero los prelados de su imperio condenaron como un sacrilegio su de-
signio , y le opusieron un cánon de san Basilio , cuyo testo recomendaba al que hubiere muerto á un ene-
migo que se abstuviese durante tres años de la participacion de los santos misterios . Privado Nicolás del
poderoso móvil del fanatismo , halló entre los griegos mas panegeristas que soldados , y no pudo continuar
sus victorias contra los sarracenos á quienes exigia la religion , aun en medio de su decadencia , el
triunfo y la guerra . Los lauros ensalzados con énfasis en Constantinopla , se limitaron á la toma de Antio-
quía ,, y solo sirvieron para escitar la persecucion de los cristianos de Palestina . El patriarca de Jerusalen
espiró en una hoguera , acusado de tener relaciones hostiles con los griegos , y fueron entregadas á las llamas

muchas iglesias de la ciudad santa ( 2 ) .


Temelico llegó hasta las puertas de Amida , ciudad situada á orillas del Tigris , mandando un ejército
griego ; pero sorprendido en medio de un huracan por los sarracenos , le hicieron un gran número de
prisioneros . Los soldados cristianos que cayeron en poder de los infieles , supieron en las mazmorras de
Bagdad la muerte de Nicéforo , y no acordándose su sucesor Zacarías de su rescate , uno de sus jefes le
escribió en estos términos : « No podemos reconocer como soberano legítimo del santo imperio griego á
quien como vos nos deja perecer en una tierra maldita , y no nos considera dignos de ser enterrados segun

( 1 ) Véase á Luitprando : De legatione - ( 2 ) Lebeau, Historia del Bajo Imperio, lib . LXXV, esplica detalladamente la espedicion
de Nicéforo Focas.
LIBRO PRIMERO . - 300-1095 . 43

nuestros usos cristianos en las tumbas de nuestros padres . Si no vengais á los que murieron ante los
muros de Amida y á los que gimen en estranjera tierra , Dios os pedirá cuenta en el dia terrible del
juicio. » Dice un historiador de Armenia , que cuando Zimisces recibió esta carta en Constantinopla ( 1 ) , quedó
herido de tan vivo dolor , que resolvió vengar el ultraje que habia recibido la religion y el imperio , y se

ocupó en los preparativos de una nueva guerra contra los sarracenos . Los pueblos de Occidente cooperaron
tambien á esta empresa que precedió en mas de un siglo á las cruzadas ; los venecianos , que habian es-
tendido su comercio hasta el Oriente , prohibieron bajo pena de la vida ó de una multa de cien libras de
oro al que vendiese á los musulmanes del África y del Asia hierro , madera ni ninguna especie de armas ,

y (2 ) los cristianos de Siria y muchos príncipes armenios se reunieron bajo las banderas de Zimisces , que
salió á campaña y llevó la guerra al mismo territorio sarraceno. Era tanta la confusion que reinaba en-
tonces entre las potencias musulmanas , y se sucedian con tal rapidez las dinastías , que apenas puede la
historia saber cuál era el príncipe que dominaba entonces en Jerusalen . Despues de haber vencido Zimisces
á los musulmanes en las orillas del Tigris , y de obligar al califa de Bagdad á que pagase un tributo á los
sucesores de Constantino , avanzó hasta la Siria , se apoderó de Damasco , y atravesando el Líbano , sometió

todas las ciudades de la Judea . Manifiesta el emperador , en una carta dirigida al rey de Armenia , el sen-
timiento que le ha causado no haber podido visitar la ciudad santa , que acababa de ser libertada de los
infieles y á la cual habia enviado una guarnicion cristiana .
Zimisces se ocupaba en continuar la guerra contra los musulmanes y se proponia conquistarles con nue-
vas victorias todas las provincias de Siria y Egipto, cuando murió víctima de un veneno . Su muerte fué la
salvacion del islamismo que recobró todas sus ciudades . Distraidos los griegos con los intereses interiores ,
olvidaron sus conquistas , y Jerusalen y todos los paises arrancados al yugo sarraceno, sucumbieron en-
tonces bajo el alfange de los fatimitas , que acababan de establecerse en las márgenes del Nilo , y que á
merced del desórden en que yacian las potencias de Oriente , estendian su dominacion .
Los nuevos soberanos de la Judea trataron en un principio á los cristianos como á aliados y ausiliares,
y con la esperanza de aumentar su tesoro y reparar los males de la guerra , apoyaron el comercio de los
europeos y las peregrinaciones á los santos lugares . Restableciéronse en la ciudad de Jerusalen los mercados

de los francos , los cristianos reedificaron los hospicios de los peregrinos y las iglesias arruinadas , y pare-
cidos al cautivo que siente á las veces un alivio cambiando de señor , se consolaban viéndose sometidos á
las leyes de los soberanos del Cairo , concibiendo una justa esperanza de ver terminados todos sus con-
flictos, cuando se sentó en el trono de Egipto el califa Hakem , hijo de una cristiana y sobrino materno
del patriarca de la ciudad santa . Pero Dios , que deseaba poner á prueba , segun se espresan los autores
contemporáneos , la virtud de los fieles , no tardó en convertir en humo tan halagueñas esperanzas y
suscitó nuevas persecuciones .
Hakem , el tercer califa fatimita , hizo memorable su reinado por todos los escesos del fanatismo y la
demencia ; agitado por proyectos contradictorios y flotando entre diversas religiones , persiguió y protegió
alternativamente al cristianismo ; no respetó la política de sus antecesores ni las leyes que él mismo habia
establecido ; cambiaba hoy lo que habia hecho el dia anterior , y esparcia en torno suyo el desórden y la
confusion . En medio de la irresolucion de sus pensamientos y en la embriaguez de su poderío , llegó hasta
el delirio de creerse un dios . El terror que inspiraba le acarreó bajos adoradores , le erigieron altares
cerca de Fosfat ( antiguo Cairo ) , que habia entregado á las llamas , y diez y seis mil súbditos se prosternaron
ante él ( 3 ) orándole é implorándole como al soberano de los vivos y los muertos .
Aunque aborrecia Hakem á Mahoma , no se atrevió á perseguir á les musulmanes que formaban el

( 1 ) Debemos gran parte de estos pormenores á una obra armenia compuesta en el siglo xi por Mateo de Edeso, de la cual
ha traducido en francés algunos fragmentos Mr. Chaband de Cirbied.— ( 2 ) Muratori , Anales de Italia , t. V, p. 435. Prohibicion
renovada á cada instante , dice este sabio , y violada continuamente.- ( 3 ) Guillermo de Tiro , lib. I. Los drusos del monte Lí-
bano invocan aun á Hakem como un profeta . Puede consultarse á Niebuhr, Viajes, tom . II, p. 334-757 ; el Vioje de Volney y la Cor-
respondencia de Oriente, t. VII . Tambien puede consultarse una Memoria de Mr. Silvestre de Sacy sobre el culto que los drusos
rinden al becerro ( Memor. de la Acad. de las Inscripciones, t. III , p. 74 y sig. nueva serie ). La Crestomatta árabe del mismo autor
trae tambien curiosos detalles sobre Hakem y sus estravagancias ; t . I, segunda edicion . Este sabio reune en ella todo lo que dicen
Makrisi y los demás autores árabes , y aun algunos testos originales . Gibbon ( cap. LVII ) ha retratado á este califa con rasgos muy
perfectos y filosóficos.
14 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

núcleo de sus estados , y temiendo el dios por la autoridad del príncipe , descargó toda su cólera sobre
los cristianos que entregó al furor de sus enemigos . Habian escitado el odio de los musulmanes los cargos
que desempeñaban los fieles en la - administracion , y los abusos introducidos en la recaudacion de los
impuestos de que estaban encargados , de modo que cuando el califa Hakem dió la señal de la persecucion ,
hallaron por do quiera cadalsos y verdugos . Fueron perseguidos al principio por haber abusado del poder :
dirigiéronse en seguida los tiros de la venganza mahometana contra la religion de Jesucristo , siendo mas
culpables los mas piadosos de entre los fieles ; corrió la sangre de los cristianos en todas las ciudades de
Egipto y de Siria , aumentando el furor de los perseguidores , el valor que mostraban en medio de los
tormentos , y las quejas que lanzaban en su miseria ; y las mismas oraciones que dirigian á Jesucristo
pidiendo un término á tantos males , eran consideradas como traiciones y castigadas cual el mas culpable
atentado (4 ) .

Es creible que las razones políticas se agregarian entonces al ardor del fanatismo para escitar la perse-
cucion de los cristianos . El arzobispo de Ravena Gerberto , que llegó á ser papa bajo el nombre de
Silvestre II , habia presenciado los males y conflictos de los fieles en una peregrinacion que hizo á Jeru-
salen , y escitó á su regreso á los pueblos de Occidente á empuñar las armas contra los sarracenos . Repetia
en sus exhortaciones la voz de la misma Jerusalen que se lamentaba de sus desgracias , y suplicaba á sus
hijos los cristianos , que partieran á romper sus cadenas . Conmovieron á los pueblos los gemidos de Sion ( 2) ;
los pisanos , los genoveses y Boson , rey de Arles , emprendieron una espedicion marítima contra los sarra-
cenos y llevaron á cabo una escursion á las mismas costas de la Siria ( 3 ) . Estas hostilidades y la afluencia.
de peregrinos que de dia en dia eran en mayor número , debian aumentar forzosamente la desconfianza de

los soberanos de Oriente , y alarmados los sarracenos con presagios siniestros y por las amenazas impru-
dentes de los cristianos , miraron á los discípulos de Cristo como á sus mas encarnizados enemigos ( 4 ) .
Imposible seria esplicar , dice Guillermo de Tiro , todos los géneros de persecuciones que sufrieron en-
tonces los fieles , y existe entre los rasgos de barbarie citados por los historiadores , uno que ha inspirado
al Tasso la idea de su interesante episodio de Olinda y Sofronia . Uno de los mas feroces enemigos de los
cristianos arrojó durante la noche un perro muerto en una de las principales mezquitas de la ciudad con
objeto de irritar el odio de sus perseguidores ; los primeros que acudieron á la oracion de la mañana ,
quedaron llenos de terror al ver esta profanacion : se oyeron al punto en toda la ciudad gritos amenaza-
dores , se acumuló la muchedumbre tumultuosamente en torno de la mezquita , y acusando á los discípulos
de Jesucristo , juraron todos lavar con sangre el ultraje hecho á Mahoma . Todos los fieles iban á ser
victimas de la venganza de los musulmanes , y ya se preparaban á morir , cuando se presentó ante ellos
un jóven cuyo nombre no ha conservado la historia , y les dijo : « La mayor desgracia que puede suceder
es que perezca la Iglesia de Jerusalen ; el ejemplo del Salvador nos enseña que debe sacrificarse uno solo
para libertar á los demás ; prometedme que bendecireis todos los años mi memoria y honrareis á mi familia ,
é iré , ayudado de Dios , á desarmar la muerte que amenaza á todo el pueblo cristiano . » Los fieles aceptaron
el sacrificio de este generoso mártir de la humanidad y juraron bendecir eternamente su memoria . Se de-
cidió que para honrar su descendencia , cada uno de sus parientes llevaria , entre las ramas de palmera , el
olivo consagrado á Jesucristo en la solemne procesion que se celebra todos los años en la festividad de
Pascua ; y satisfecho el jóven cristiano con el honor que alcanzaba en cambio de su vida perecedera , se
separó de la asamblea que derramaba copiosas lágrimas , y se presentó delante de los jueces musulmanes
acusándose del crímen que se imputaba á todos los discípulos del Evangelio . Los jueces se interesaron poco
en favor de tan heroico sacrificio , y pronunciaron contra él solo la sentencia terrible . Dejó de suspender
sobre la cabeza de los fieles el cuchillo vengador , y el que se sacrificó por ellos , ascendió al cielo á recoger
el premio reservado á los que inflama el fuego de la caridad .
Pero no fué esta la única desgracia de los cristianos de Palestina ; quedaron prohibidas todas las ceremonias

( 1 ) Causa asombro leer en la Historia árabe de Egipto de Soyouty las vejaciones de que fueron víctimas los cristianos , á los
cuales obligaron bajo pena de destierro y aun de muerte á llevar sobre el pecho cruces de madera del peso de cuatro rotls ó li-
bras de Egipto.-( 2 ) La carta de Gerberto , verdadero modelo de elocuencia , es de 986 , y está traducida en la Biblioteca de las
Cruzadas.- (3 ) Muratori , Rerum italicar . Scriptores , t. III, p . 400 .— ( 4 ) Cronic . Ademar, Dom Bouquet Historiadores de Francia,
t. X , p . 152.
LIBRO PRIMERO . - 300-1095 . 15

de la religion , convertidas en establos la mayor parte de las iglesias , destruida desde sus cimientos la del
Santo Sepulcro, y lanzados de Jerusalen los cristianos , que se dispersaron por todas las comarcas de Oriente .
Cuentan los historiadores antiguos que el mundo participó del luto de la ciudad santa y que se estremeció
de terror y turbacion . El invierno invadió con sus hielos y rigores las regiones donde era desconocido , se
congelaron las aguas del Bósforo y del Nilo , se sintió un terremoto en la Siria y en el Asia Menor , y sus
sacudidas , que se repitieron per espacio de dos meses , destruyeron muchas ciudades . Cuando llegó á
Occidente la triste noticia de la destruccion de los santos lugares ( 1 ) , todos los cristianos vertieron amargas
lágrimas . Puede leerse en la crónica del monje Glabes que tambien vió en Europa los signos precursores
de una gran calamidad , que cayó en Borgoña una lluvia de piedras y apareció en el cielo un cometa y
otros metéoros amenazadores . Inmensa fué la agitacion que se apoderó de todos los pueblos cristianos , pero
no empuñaron las armas contra los infieles , y su venganza recayó sobre los judíos , á quienes acusó la
Europa entera de haber escitado la furia de los musulmanes ( 2 ) .
Las calamidades de la ciudad santa la hicieron aun mas venerable á los ojos de los fieles , la persecucion
aumentó el piadoso afan de los que iban al Asia á contemplar la ciudad divina convertida en escombros ,
yDios distribuia mas especialmente sus mercedes y se complacia en manifestar su voluntad en la Jerusalen
cubierta de luto. Aprovechándose los impostores de esta creencia de los pueblos cristianos , abusaron con
frecuencia de la credulidad de la multitud , y con objeto de hacer creer sus palabras , enseñaban cartas ,
que , segun ellos decian , habian caido del cielo . Era muy general en Europa en esta época una prediccion
que anunciaba el fin del mundo y la próxima aparicion de Jesucristo en Palestina , y todos los pensamientos
se dirigian hácia Jerusalen . Nos dice el cronista Glabes que jamás habia sido tanta como entonces la afluen
cia de peregrinos , que todos se dirigian á los santos lugares para ir á esperar la venida del Juez supremo ,
que en un principio inundaron los caminos de Jerusalen turbas de mendigos y gentes del pueblo , y que
cedieron despues al movimiento general los barones , los condes y los príncipes . La sombría inquietud que
arrastraba á los fieles á la peregrinacion , les inducia tambien á las fundaciones piadosas , y mirando los
ricos como humo y nada todos los bienes de la tierra , trabajaban para amontonar los tesoros del cielo . Mu
chas escrituras de donacion empiezan con estas curiosas palabras : Estando próximo el fin del mundo ; te
miendo el dia del juicio etc. ( 3) . Esta creencia de la proximidad del fin del universo es muy digna de no
tarse , y nos indica el profundo malestar de los pueblos de Europa en el siglo x , y esa tristeza que
comunmente se apodera de las generaciones destinadas á engendrar grandes cosas . Siempre que abruma á
una época el presentimiento vago de alguna novedad , como es para ella desconocido lo que ha de suceder ,
principia por turbarse y aterrarse , creyendo que el mundo va á perecer , y el siglo x estaba enfermo de la
revolucion que encerraba en su seno . ¡ Qué revolucion tan importante... las cruzadas , que iban á estallar

en el próximo siglo !
La muerte del califa Hakem , el opresor de los cristianos de Jerusalen , suavizó el dolor de los proscritos .
El malvado califa Hakem , dice Guillermo de Tiro , salió por fin de este mundo , y Daher , que le sucedió .
permitió que
los fieles reedificasen la iglesia del Santo Sepulcro . » El emperador Constantino , á cuva
caridad habian recurrido los fieles , dió de su propio tesoro las sumas necesarias para esta restauracion , y
treinta años despues de haber caido en escombros el templo de la Resurreccion , se alzó de pronto , siendo
una imágen del mismo Jesucristo , que venciendo á la muerte , salió glorioso de las sombras de la tumba ( 4 ) .
Hemos visto en los ejemplos del noble Frotmond y de Censio que la peregrinacion á Jerusalen se im
ponia algunas veces como una penitencia . Estos ejemplos eran muy frecuentes en el siglo XI : se prescribia
el viaje á los santos lugares particularmente á los que estaban manchados con la sangre de sus hermanos .
á los que dilapidaban las riquezas de la Iglesia y á los infractores de la tregua de Dios ; y los grandes
pecadores eran condenados á abandonar por algun tiempo su patria y á arrastrar una vida errante como
Caín . Esta clase de penitencia se adecuaba perfectamente al carácter activo é inquieto de los pueblos de

1 ) Lebeau , Historia del Bajo- Imperio, esplica circunstanciadamente estos sucesos , lib. LXXVI.— (2 ) La crónica de Glabes , que
traelos hechos que acabamos de relatar , se halla en la Biblioteca de las Cruzadas , t . I. Este historiador es digno de consultarse para
comprender las épocas anteriores à las Cruzadas .- ( 3 ) Puede citarse la escritura de fundacion del priorato de Saint - Germier
(948), la de donacion de Arnaldo , conde de Cominges , á la abadía de Lezat ( 944 ) y la de donacion de Roger , conde de Carcasona .
publicadas en las Pruebas de la historia del Languedoc, por Dom. Vaissette , t. II.—( 4 ) Guillermo de Tiro, lib . I.
16 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Occidente , y debemos añadir que la devocion á las peregrinaciones tiende tan directamente á los sentimien-
tos mas naturales del hombre , que todas las religiones antiguas y modernas las han adoptado y aun
alentado con predileccion . Si es bastante para despertar en nuestras almas nobles é interesantes recuerdos
la vista de una tierra que han habitado héroes y sabios , aunque su historia no se enlace con ninguna de
nuestras creencias , y si la imaginacion del filósofo se exalta al aspecto de las ruinas profanas de Palmira ,
de Menfis ó de Atenas ; ¿ qué profundas emociones no debian sentir los cristianos en los sitios santificados
por la presencia de su Dios , y que ofrecian á sus ojos y á su alina la cuna de la fé viva de que estaban
animados ? ¿ No podemos creer tambien que estas lejanas romerías entraban en las miras generales de la
Providencia , que quiere que los pueblos , separados por largas distancias , se aproximen y se comuniquen
para civilizarse ?

A pesar de que casi todos los cristianos de Occidente eran tan desgraciados en su patria , olvidaban mu-
chas veces sus padecimientos en los lejanos viajes , y parecia que solo iban en sus romerías guiados por
el afan de hallar las huellas de una divinidad protectora ó de algun glorioso personaje . Todas las provin-
cias tenian un mártir ó apóstol cuyo apoyo imploraban , y todas las ciudades un sitio solitario que con-
serva la tradicion de un milagro ó una capilla abierta para los peregrinos . Los pecadores mas culpables (4 )
ó los fieles mas fervientes se esponian á los mayores peligros y partian á los lugares mas remotos ; ora
dirigian sus pasos hácia la Pulla y la Calabria , visitaban el monte Gargano , célebre por la aparicion de
san Miguel , ó el monte Cassino , famoso por los milagros de san Benito ; ora cruzaban los Pirineos y el
pais dominado por los sarracenos é iban á orar ante las reliquias de Santiago , patron de Galicia ; unos se
dirigian á Roma , como el rey Roberto, y se prosternaban sobre las tumbas de los apóstoles san Pedro y san
Pablo ; otros llegaban hasta Egipto , donde habia pasado la niñez Jesucristo , y recorrian las soledades de
Tebas y de Menfis , habitadas por los discípulos de Pablo y Antonio .
Un gran número de romeros se dirigian hacia la Palestina , llegaban á Jerusalen por la puerta de
Efraim , donde pagaban un tributo á los sarracenos ; despues de prepararse con el ayuno y la oracion , se

presentaban en la iglesia del Santo Sepulcro , cubiertos con un sudario que conservaban toda su vida
cuidadosamente y con el cual se amortajaban despues de su muerte ; recorrian con santo respeto la mon-
taña de Sion , el monte de los Olivos y el valle de Josafat , y salian de Jerusalen para visitar á Belen donde na-
ció el Salvador del mundo , el monte Thabor donde se trasfiguró , y todos los sitios testigos de sus milagros .
Los peregrinos iban despues á bañarse en las aguas del Jordan y cogian en el territorio de Jericó palmas
que llevaban á Occidente .

Era tanta la devocion de los siglos X y XI , que la mayor parte de los cristianos hubieran temido mos-
trar una culpable indiferencia religiosa no llevando á cabo algunas peregrinaciones . Todo el que se salvaba
de un riesgo inminente ó triunfaba de sus enemigos , empuñaba el baston de romero y partia hácia los
santos lugares , y el que habia alcanzado con sus oraciones la conservacion de un padre ó de un hijo , iba á
dar gracias al cielo lejos de sus hogares y á los sitios consagrados por las tradiciones religiosas . Era muy
frecuente que un padre hiciese el voto de la peregrinacion de su hijo en la cuna , y el primer deber de
este al salir de la infancia consistia en cumplir el voto de sus padres . Muchas veces un sueño ó una apa-
ricion representada durmiendo imponia á un cristiano la obligacion de hacer una peregrinacion , de modo
que la idea de estos piadosos viajes no solo era debida á los sentimientos religiosos , sino que se mezclaba
en todas las virtudes y flaquezas del corazon del hombre , lo mismo que en todos los pesares y alegrías de
la tierra .

Los peregrinos hallaban buena acogida en todas partes , y en pago de la hospitalidad solo les pedian
oraciones , que era el único tesoro que llevaban consigo . Habiéndose presentado uno de ellos que deseaba
embarcarse en Alejandría para Palestina á bordo de una nave con su bordon y su zurron , ofreció para
pagar su pasaje un libro de los Evangelios . Los peregrinos no tenian en sus viajes mas defensa contra los
ataques de los malvados que la cruz de Jesucristo , ni mas guia que los ángeles á quienes Dios ha mandado
que velen á los niños y dirijan todos sus pasos .
( 1 ) Se distinguian dos especies de peregrinaciones ; las menores y las mayores. Las primeras eran aquellas que solo se estendian
á ciertos oratorios situados en Francia (Ducange , V. Peregrinationes : Mss. de Chalvet, De Hæretic . ) y las mayores comprendian las
peregrinaciones á Santiago de Galicia , á Roma ó á la Tierra Santa ( Ducange, id . ) Se pueden consultar los discursos de Fleury
sobre las penitencias canónicas y las peregrinaciones.
+

LIBRO PRIMERO . - 300-4095. 17

Las persecuciones que sufrian en sus romerías, aumentaban la reputacion de los peregrinos y los hacian.
mas recomendables á la venerácion de los fieles . El esceso de su devocion les inspiraba con frecuencia
el desprecio de los peligros , y la historia cita un monje llamado Bernardo , abad de San Viton de Verdun ,

que cuando llegó al pais de los infieles , se paraba en las puertas de las ciudades á celebrar el oficio divino ,
y esponiéndose sin cesar á los ultrajes y violencias de los musulmanes , cifraba su gloria en sufrir toda
clase de tormentos por la causa de Jesucristo .
El mayor mérito á los ojos de los infieles , además del de la peregrinacion , consistia en dedicarse al

servicio de los romeros , y se habian edificado hospicios para acoger á los viajeros en las orillas de los
rios , en los lugares desiertos , en la cima de las montañas y en el centro de las ciudades . Los peregrinos
que iban desde Borgoña á Italia hallaban hospitalidad desde el siglo Ix en un monasterio edificado en el
monte Cenis , y en el siglo siguiente dos monasterios, donde se daba asilo á los viajeros estraviados , reem
plazaron los templos de los ídolos en los montes de Joux , que perdieron desde entonces el nombre que les
habia dado el paganismo y tomaron el de su piadoso fundador san Bernardo de Menton ( 1 ) . Los cristianos que
partian á Judea , encontraban un gran número de estos asilos fundados por la caridad en las fronteras
de Hungría y en las provincias del Asia Menor .
Habia en Jerusalen y en muchas ciudades de Palestina algunos cristianos que se dedicaban á guiar
á los romeros , esponiéndose á inminentes peligros en tan piadosa ocupacion . La ciudad santa tenia tambien
hospicios para recibir á todos los viajeros , y las mujeres que llegaban á Palestina eran acogidas en uno de
aquellos por religiosas dedicadas á los ejercicios de la caridad . Los comerciantes de Amalfi , de Venecia y de
Génova, los peregrinos ricos y muchos príncipes de Occidente daban limosna para conservar estas moradas
abiertas á los pobres caminantes (2) , y los monjes de Oriente venian todos los años á Europa á recoger los
tributos de la piedad cristiana .
El peregrino era para los fieles un ser privilegiado , y cuando habia terminado su viaje , adquiria la repu
tacion de una especial santidad . Celebrábanse su partida y su regreso con ceremonias religiosas ; al ir á em
prender su camino , un sacerdote le entregaba el bordon y paños marcados con la cruz , rociaba con agua
hendita su vestido , y el clero le acompañaba en procesion hasta la próxima parroquia . Al regresar el romero
á su patria , daba gracias á Dios, y entregaba al cura una palma , que se colocaba sobre el altar de la iglesia
como señal del término feliz de su viaje (3) .

Los pobres encontraban en sus peregrinaciones quien socorriera su miseria , y al regresar á su pais, recogian
abundantes limosnas . La vanidad inducia algunas veces á los ricos á emprender tan largas romerías , lo cual
obliga á decir al monje Glaber que muchos cristianos iban á Jerusalen para causar admiracion y contar á su
vuelta maravillosas aventuras . Arrastraba á muchos la aficion al ocio , y á otros el afan de recorrer regiones
desconocidas, y no era estraño encontrar cristianos que habian pasado la vida en santas peregrinaciones y que
habian visitado diferentes veces á Jerusalen .

Todos los peregrinos estaban obligados á llevar consigo una carta de su príncipe ó de su obispo concebida
por lo regular en estos términos : « En nombre de Dios , hacemos saber á yuestra grandeza ( ó á vuestra san
»tidad) que el portador de la presente , nuestro hermano , nos ha pedido el permiso de ir á visitar en pere
grinacion (aquí el nombre del lugar) con la intencion de enmendar sus faltas ó de rogar por nuestra salud ;
» por esta razon le hemos estendido la presente carta , en la cual os saludamos y al mismo tiempo os supli
» camos por el amor de Dios y de san Pedro , que le recibais como á vuestro huésped , y le ayudeis durante su
› viaje ó su regreso para que vuelva sano y salvo á sus hogares . Segun acostumbra hacer vuestra bondad ,
>> hacedle pasar dias felices , y el Dios que reina eternamente os proteja y ampare en vuestro reino . >» Esta pre
caucion evitaba muchos desórdenes en las peregrinaciones , y la historia no cuenta ni una sola violencia ejer
cida por alguno de aquellos numerosos viajeros que inundaban los caminos de Oriente .

( 1 ) Estas montañas , llamadas montes de Joux (montes Jovis ) , llevan en el dia el nombre de grande y pequeño San Bernardo .
Cuando el santo fundó estos dos hospicios , eran aun idólatras los habitantes de los Alpes , y los sarracenos habian penetrado
hasta el Valais donde inquietaban sin cesar á los peregrinos.—( 2 ) Hacia mucho tiempo que la piedad de los reyes habia fundado
establecimientos para albergar á los peregrinos. Atestiguan los capitulares la antigüedad de estas fundaciones reales . ( Baluze,
Capitul. , t . I, col . 715 , t . II, col . 1404) .-—( 3 ) En Ruen se celebraba la segunda fiesta de Pascuas después de la ordinaria con una so
Jemne ceremonia en honor de los peregrinos .
3
48 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Nadie ignora que los musulmanes escedian á los cristianos en la devocion de las peregrinaciones , y este
hábito les inspiraba sentimientos de tolerancia para con los viajeros que llegaban de Occidente. Las puertas de
Jerusalen se abrian con frecuencia á un mismo tiempo para los discípulos del Coran , que iban á visitar la mez -
quita de Omar , y para los del Evangelio que iban á adorar á Jesucristo sobre su sepulcro , y unos y otros go-
zaban igual proteccion en la ciudad santa cuando reinaba la paz en Oriente , ó cuando las revoluciones de los
imperios ó los acontecimientos de la guerra no despertaban la desconfianza de los soberanos de Siria y Pales-
tina . Llegaban á Judea todos los años por los dias de las fiestas de Pascua innumerables turbas de peregrinos ,
para celebrar el misterio de la redencion y para presenciar el milagro del fuego sagrado (1 ) , que la multitud
de los fieles creia ver descender del cielo sobre las lámparas del santo sepulcro .
Uno de los peregrinos mas célebres del siglo XI es el conde Anjou llamado Foulque Nerra ó Negro . La histo-
ria le acusa de haber asesinado á su primera esposa y de haberse manchado muchas veces con sangre inocen-
te . Perseguido por el odio público y por el grito de su conciencia , creia que las tumbas vomitaban las nume-
rosas víctimas sacrificadas á su venganza ó á su ambicion para turbar su sueño y recordarle su barbarie; y
para libertarse de tan crueles imágenes que por todas partes le perseguian , el conde abandonó sus estados y
partió vestido de peregrino á la Palestina . Las tempestadas que sufrió en los mares de Siria le recordaron las
amenazas de la cólera divina y aumentaron el ardor de sus sentimientos piadosos . Luego que llegó á Jerusalen
recorrió las calles de la ciudad santa con una soga en el cuello , dándole sus criados con unas disciplinas , y re-
pitiendo en alta voz estas palabras : Señor, tened piedad de un cristiano infiel y perjuro , y de un pecador erran-
te lejos de su pais . Durante su permanencia en la Palestina repartió numerosas limosnas, alivió la miseria
de los peregrinos y dejó por todas partes recuerdos de su devocion y caridad.

Las crónicas contemporáneas se complacen en contar el ardid de que se valió el conde para engañar á los
sarracenos y entrar en el santo sepulcro (2) ; pero la gravedad de la historia no nos permite reproducir la
sencilla relacion de los antiguos cronistas . Cuando el conde de Anjou volvió á sus estados , quiso tener á su
vista una imágen de los lugares que habia visitado , y mandó construir cerca del castillo de Loches una iglesia
parecida á la del Santo Sepulcro , á la cual iba todos los dias á implorar la clemencia divina . Sus oraciones no
consiguieron la misericordia de Dios , y sintiendo renacer en su corazon la inquietud dolorosa que tanto tiempo
le habia agitado , el conde partió por segunda vez á Jerusalen donde edificó nuevamente á los fieles con las
espresiones de su arrepentimiento y la austeridad de su penitencia . Al regresar á Europa por Italia , libertó al
soberano pontifice de un enemigo formidable que devastaba el Estado romano , y el papa recompensó su celo ,
ensalzó su devocion y le dió la absolucion de todos sus pecados . El noble peregrino llegó por fin á su condado
llevando consigo una multitud de reliquias con que adornó las iglesias de Loches y de Angers , y desde enton-
ces se ocupó en el seno de la paz en edificar monasterios y ciudades , por lo cual adquirió el sobrenombre de
gran edificador ó fundador , como le habian grangeado el de palmero sus numerosas peregrinaciones . Sus
servicios y su caridad le acarrearon las bendiciones de la Iglesia y de su pueblo que daban gracias al cielo
por haber inspirado á su príncipe la moderacion y la virtud . Parecia que el conde no debia temer "ya de la
justicia de Dios ni de la de los hombres , pero eran tan terribles el grito de su conciencia y el tormento de
su alma agitada, que ningun acto piadoso podia defenderle contra sus propios remordimientos y darle la paz
que habia buscado dos veces en el Santo Sepulcro . La Palestina le volvió á ver al poco tiempo bañando con
copiosas lágrimas el sepulcro de Jesucristo y haciendo resonar con sus gemidos los santos lugares , y despues
de haber visitado la Tierra Santa y de recomendar su alma á las oraciones de los anacoretas encargados de
recibir y consolar á los peregrinos , partió de Jerusalen para regresar á su patria , que no debia volver á ver,
pues cayó enfermo en Metz y murió en 1040. Su cuerpo fué trasladado al monasterio del Santo Sepulcro que
él habia mandado edificar cerca de Loches , y se depositó su corazon en una iglesia de Metz ,donde muchos si-

glos despues de su muerte se veia aun un mausoleo que llamaban la tumba del conde de Anjou .
(1 ) El monje san Bernardo habla ya en su Itinerario escrito al terminar el siglo Ix , del fuego milagroso. Pueden consultarse
sobre la aparicion de este fuego sagrado las curiosas narraciones de Foucher de Chartres y de Caforo , testigos oculares del mila-
gro , en la Biblioteca de las Cruzadas, t. I.— (2 ) La crónica titulada Gesta consulum Andegav. spicilegium, t . X, p . 463 , cuenta esta
circunstancia : Dixerunt , nullo modo ad sepulchrum optatum pervenire posse nisi super illud ad crucem Dominicam mingeret : quod vir
prudens licet invitus annuit. Quæsita igituṛ arielis vesica , purgata atque mundata, et optimo vino repleta , laqueis etiam aptè inter ejus
femora posita est, et comes discalceatus ad sepulchrum Domini accesit , vinemque super sepulchrum fudit , et sic ad libitum cum sociis
omnibus intravit , et fusis multis lacrymis peroravit.
LIBRO PRIMERO . - 300-1095. 19

Partió en la misma época á la Tierra Santa Roberto duque de Normandía , padre de Guillermo el Conquis
tador , acusado de haber envenenado á su hermano Ricardo . Dice la antigua crónica que caminaba con los

piés desnudos, acompañado de gran séquito de caballeros , barones y otras personas , y que al pasar por Roma ,
regaló un rico manto á la estatua ecuestre de Constantino que era de bronce , diciendo que los romanos hacian
muy poco honor á su soberano, siendo así que no le podian dar un manto al menos cada año . Luego que llegó á
Constantinopla el duque de Normandía despreció el lujo y las dádivas del emperador , y se presentó en la corte
como el mas oscuro peregrino . Roberto apreciaba mas los males que padecia por Jesucristo (son sus mismas
palabras) que la mejor ciudad de su ducado , y sufrió piadosamente la fatiga y disgustos de la peregrinacion .
Habiendo caido enfermo en el Asia Menor , rehusó los servicios de los cristianos que le acompañaban , y mandó
que lo condujesen los sarracenos en una litera . Encontró en el camino un peregrino normando , el cual , le

preguntó si tenia que darle alguna órden para su pais , y le respondió el duque . «Vé á decir á mi pueblo que
has visto un príncipe cristiano conducido por los demonios al paraiso . » Roberto vió en la puerta de Jeru
salen una multitud de peregrinos que no habian podido pagar el tributo á los infieles , y que esperaban
la llegada de algun rico señor que se dignase abrirles con su limosna las puertas de la ciudad santa , y
no se contentó con pagar por cada uno de ellos una moneda de oro , sino que durante su permanen
cia en Jerusalen se hizo notable por su devocion y sobre todo por su caridad de que disfrutaban hasta
los infieles. Al regresar á Europa , murió en Nicea , pensando en las reliquias que traia de Palestina y
con el dolor de no haber terminado sus dias en la ciudad santa.
Morir en la ciudad donde habia muerto Jesucristo era la mayor felicidad para un peregrino, la que
pedian al cielo como recompensa de los sufrimientos de tan largo camino ; y cuando se presentaban ante
el sepulcro del Hijo de Dios , acostumbraban dirigir al Salvador esta plegaria : « O vos , que habeis muer
"
»> to por nosotros y que fuisteis sepultado en este santo sitio , compadeceos de nuestra miseria y sacadnos
» hoy mismo de este valle de lágrimas ! » Las antiguas narraciones hablan de un cristiano del pais de
Autun, llamado Lethbaldo , que al llegar á Jerusalen trató de buscar la muerte en el esceso del ayuno y
de las mortificaciones . Permaneció un dia entero en oracion sobre el monte de los Olivos con los ojos y
los brazos levantados al cielo , desde donde Dios parecia que le llamaba ; cuando volvió á entrar en el
hospicio de los peregrinos , gritó tres veces : ¡ Gloria á lí, Señor !, y murió repentinamente á la vista de
sus compañeros que no se cansaban de admirar el milagro de su muerte ( 1 ) .
El anhelo de santificarse por medio del viaje á Jerusalen se hizo al fin tan general, que las turbas de
los peregrinos alarmaron por su número los paises que cruzaban . Aunque no provocaban los combates ,
se les designaba ya con el nombre de armados del Señor ., y muchos documentos históricos nos mani
fiestan que los peregrinos solo llevaban en su viaje á Jerusalen la imágen de la cruz como se llevó
posteriormente en las guerras de las cruzadas . Lietberto, obispo de Cambrai , partió en 1054 á la Tierra
Santa seguido de tres mil peregrinos de las provincias de Picardía y de Flandes , y cuando emprendió
su camino , le acompañaron el pueblo y el clero á tres leguas de la ciudad con los ojos bañados en lá–
grimas y pidiendo á Dios el pronto y feliz regreso de su obispo y de sus hermanos Estos peregrinos
cruzaron la Alemania sin encontrar resistencia , pero al llegar á la Bulgaria , solo vieron hombres sal
vajes que habitaban en los bosques y vivian del pillaje . Muchos perecieron bajo los aceros de este
pueblo bárbaro, otros murieron de hambre en medio de los desiertos, Lietberto llegó á duras penas á Laodi
cea en Siria , se embarcó con los que le seguian , y fué lanzado por una tempestad en las costas de Chi
pre. El buen prelado vió sucumbir la mayor parte de sus compañeros y á los demás próximos á pe
recer de miseria , y habiendo logrado volver á Laodicea , supo que le esperaban los mayores peli
gros en el camino de Jerusalen. El obispo sintió entonces que le abandonaba el valor , y creyendo que
el mismo Dios se oponia á su peregrinacion , regresó á través de mil peligros á su diócesis , donde cons
truyó una iglesia en honor del santo sepulcro que no habia podido ver .
Diez años despues del viaje de Lietberto , partieron desde la orilla del Rhin á Palestina siete mil cristianos
entre los cuales iban el arzobispo de Maguncia y los obispos de Ratisbona , de Bamberg y de Utrecht . Esta
numerosa caravana , que presagiaba ya las cruzadas ( 2) , cruzó la Alemania , la Hungría, la Bulgaria y la Tra

( 1 ) Glaber, Biblioteca de las Cruzadas, t . I.—( 2 ) Esta peregrinacion tan interesante ha sido contada por el monje inglés Ingulfo ,
que era uno de los peregrinos , por Mariano Scoot y por Lambert, escritor contemporáneo. Este último abraza mas pormenores;
20 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cia , siendo acogida con regocijo en Constantinopla por el emperador Constantino Ducas; y despues de haber
visitado los peregrinos los templos de Bizancio y las reliquias , objeto de la veneracion de los griegos , cruzó
sin peligro el Asia Menor y la Siria , pero al aproximarse á Jerusalen , sus riquezas escitaron la codicia de los
árabes beduinos que habitaban las campiñas de Saraon y de Ramla . Acometidos los peregrinos de Occidente
por una multitud ávida de sus despojos , se defendieron durante tres dias en un edificio abandonado , y abru-
mados por el hambre y la fatiga , y no teniendo mas armas que las piedras que les servian de albergue , tra-

taron por fin de capitular . Las negociaciones y conferencias produjeron un violento altercado , y la contienda
iba á ser funesta , cuando vino á su socorro el emir de Ramla , á quien habian avisado algunos fugitivos , y no
solo protegió sus vidas y salvó sus tesoros, sino que mediante un módico tributo les dió una escolta que los
acompañó hasta las puertas de la ciudad santa . Jerusalen tenia ya noticia de su venida por sus combates y
peligros , y fueron recibidos en triunfo por el patriarca de la ciudad , y acompañados hasta la iglesia del Santo
Sepulcro al son de timbales é iluminados con antorchas . Fueron testigos de su piedad el monte Sion , el
de los Olivos y el valle de Josafat , pero no pudieron los devotos romeros visitar las orillas del Jordan y los
lugares mas famosos de la Judea espuestos entonces á las incursiones de los árabes . Regresaron á Europa des-
pues de haber perdido tres mil compañeros , y contaron sus trágicas aventuras y los riesgos de la peregrina-
Icion á la Tierra Santa.

Tambien hace la historia una distincion de la peregrinacion de Roberto el Frison , conde de Flandes , y de
Berenguer II , conde de Barcelona . Berenguer murió en Asia no pudiendo soportar la penitencia rigurosa que
se habia impuesto , y Roberto volvió á sus estados , donde el clero le perdonó la intencion que habia formado
antes de su viaje de apoderarse de sus bienes ( 1 ) . Federico , conde de Verdum , de la ilustre familia que debia

contar entre sus héroes algun dia á Godofredo de Bouillon , habia precedido en Palestina á estos dos príncipes .
Al partir para Oriente cedió su condado al obispo de Verdum , y al volver á Europa , entró en un monasterio
muriendo poco despues siendo prior de la abadía de San Wast cerca de Arras .
Grandes calamidades amagaban entonces el mundo cristiano , la cólera divina iba á suscitar contra
él á una nacion bárbara , azote de otros pueblos y plaga que debia invadir toda la tierra (2) . Hordas salidas
de la Tartaria invadian sin cesar hacia muchos siglos las ricas comarcas de Oriente , y á medida que las
tribus victoriosas se enervaban en el lujo y se afeminaban con los ocios de la paz , no tardaban en ser reem-
plazadas por otras quetenian aun toda la rudeza y la barbarie de los desiertos . Los turcos se habian hecho
dueños de la Persia donde la imprevisora política del sultan Mahmoud habia dado asilo y tolerado sus tribus
errantes . El hijo de este sultan les presentó la batalla en la cual hizo prodigios de valor , pero , como dice
Ferist ha , se habia declarado la suerte contra sus armas y vió en torno suyo durante el combate su ejército hu-
yendo vergonzosamente á escepcion del cuerpo que él mandaba (3) , Los turcos procedieron á la eleccion de un
ལན་

rey en el teatro mismo de su vietoria , reunieron en un haz una multitud de flechas en las cuales estaban
ད་
གན

escritos los nombres de varias tribus , familias y guerreros , y sacando un niño tres de estas flechas en
presencia de todo el ejército , la suerte ciñó la corona á Togrul- Bel , nieto de Seldjouc . El nuevo soberano , cuya
ambicion era igual á su valor , abrazó con sus soldados la fé de Mahoma , y añadió presto al título de conquis-

tador de la Persia el de protector de la religion musulmana ( 4) .


Agitaban las riberas del Tigris y del Eufrates en aquel entonces sus emires al repartirse los despojos de los
califas de Bagdad , y prometiendo el califa Cayen al nuevo soberano de los turcos la conquista del Asia ,
imploró su ausilio contra sus rivales . Togrul se puso en marcha con el título de vicario temporal de Cayen y
al frente de un numeroso ejército , dispersó á los rebeldes, taló las provincias y se dirigió á Bagdad á pros-
ternarse á los piés del califa , que ensalzando el triunfo de sus libertadores , proclamó al mismo tiempo sus
derechos sagrados al imperio . Revistió á Togrul con siete diferentes trajes de honor en una imponente
ceremonia , le presentó siete esclavos nacidos en los siete climas del imperio de los árabes , y le ciñó dos
alfanjes y le colocó en la cabeza dos coronas como emblema de su dominacion sobre Oriente y Occidente (5) .
No tardaron en invadir los nuevos conquistadores el imperio que el vicario de Mahoma mostraba á su
el de Ingulfo es muy conciso. Baronio ha reunido estos tres relatos en sus Anales del año 1064. En esta obra se hallarán los tres
por via de apéndice.—( 1 ) La peregrinacion de Roberto el Frison se halla en el tomo 13 de Dom Bouguet . ( Coleccion de los histo-
riadores de las Galias ) y el de Berenguer en el 12 de la misma coleccion.-( 2 ) Espresiones del mismo Guillermo de Tiro .- 3) His-
toria general de la India de Feristha , escritor indio del siglo xvii , traduccion inglesa de Gerardo Dow, t. I, p. 112.-( 4 ) Guillermo
de Tiro.-(5 ) Guignes conservó este hecho curioso en la Historia general de los hunos , lib. X, p. 197 .
LIBRO PRIMERO . - 300-1095 . 21

ambicion, y bajo el reinado de Alp-Arslan ( 1 ) y de Malec-Schah , sucesor de Togrul , las siete ramas de las
dinastías de Seldjouc se repartieron los mas estensos reinos del Asia . Aun no habian trascurrido treinta años
desde que los turcos conquistaran la Persia , y sus colonias militares se estendian ya desde la Tartaria al
Eufrates y del Indo al Helesponto .
Un teniente de Malec-Schah aterró con las victorias las orillas del Nilo , y se apoderó de la Siria que obedecia

á los califas Fatimitas (2) . Cayó la Palestina en poder de los turcos , y tremoló en las murallas de Jerusalen el
pendon negro de los Abasidas . Los vencedores trataron con igual rigor á los cristianos y á los hijos de Alí á
quienes el califa de Bagdad miraba como enemigos de Dios , pasaron á cuchillo la guarnicion egipcia , y en-
tregando al saqueo iglesias y mezquitas , regaron las calles de la ciudad santa con la sangre de cristianos y
musulmanes.

La historia puede decir en esta ocasion con la Escritura que Dios habia abandonado á sus hijos á los
que les aborrecian . Como la dominacion de los nuevos conquistadores de la Siria y de la Judea era re-
ciente y vacilante, se mostraron llenos de inquietud y violencia , y los cristianos tuvieron que sufrir cala-
midades mayores que las que habian llenado de luto á sus padres en los reinados de los califas de
Bagdad y del Cairo .
Los peregrinos de la Iglesia latina llegaban á la Palestina despues de haber cruzado naciones ene-
migas y de haberse espuesto á mil peligros , pero solo hallaban abiertas las puertas de la ciudad santa
para los que podian pagar una moneda de oro ; y como la mayor parte eran pobres ó habian sido
robados en el camino , andaban errantes y afligidos en torno de aquella Jerusalen por la cual habian
abandonado su patria y su familia . Muchos de ellos morian de sed, de hambre y de desnudez ó bajo
el filo del hierro de los bárbaros , y los que llegaban á entrar en la ciudad , se veian espuestos á los ma-
yores peligros , pues los musulmanes los perseguian con amenazas y sangrientos ultrajes hasta el
Calvario , el monte Sion y todos los sitios que iban á visitar ( 3 ) . A veces estaban reunidos en los tem-
plos con sus hermanos de la santa ciudad , y una multitud furiosa interrumpia los divinos oficios , pi-
soteaba los vasos sagrados , subia sobre los mismos altares, del Dios vivo , ultrajaba y apaleaba á los sa-
cerdotes revestidos con el ropaje de los pontífices y la túnica de los levitas . Cuanto mayor era el fer-
vor de los fieles en su devocion y sus oraciones , mayor era tambien la violencia de los musulmanes .
El esceso de su barbarie llegaba al colmo en la época de las festividades solemnes , y todos los años
la persecucion y la muerte de los fieles señalaba los dias reverenciados por la Iglesia cristiana , los del
nacimiento del Salvador del mundo , ó aquellos en que murió y resucitó gloriosamente .
Los peregrinos que volvian á Europa contaban lo que habian visto y padecido , y sus narraciones ,
exageradas por la fama ó el pasar de boca en boca , arrancaban á todos los fieles copiosas lágrimas .
Mientras los turcos devastaban la Siria y la Palestina bajo las órdenes de Toutousch y de Ortoch ,
otras tribus de la misma nacion penetraban hasta el Asia Menor conducidas por Soliman , sobrino de
Maleck-Schah, y se apoderaron de todas las provincias que cruzaban los peregrinos de Occidente para
ir á Jerusalen . Sufrian el yugo de los infieles todas estas comarcas donde los apóstoles habian empe-
zado á predicar la fé de Jesucristo , donde la religion cristiana habia lanzado sus primeros resplandores
y cuyas ciudades griegas habian impreso gloriosamente sus nombres en los anales de la Iglesia nacien-
te . El estandarte del Profeta tremolaba sobre los muros de Edeso , de Iconium , de Tarso y de Antioquía ;

Nicea era la corte de un imperio musulman , y la divinidad de Jesucristo recibia solo ultrajes en la mis-
ma ciudad donde un concilio general la habia declarado como artículo de fé . El pudor de las vírgenes
era víctima de la lujuria de los vencedores , millares de niños habian sido circuncidados , el Coran reem-
plazaba en todas partes las leyes de la Grecia y del Evangelio , las tiendas negras ó blancas de los turcos
cubrian las llanuras y los montes de Bithynia y Capadocia , y sus rebaños vagaban entre los escom-
bros de los monasterios y las iglesias .
Nunca habian tenido los griegos enemigos tan crueles y temibles como los turcos , pues en tanto que
la corte de Alp-Arslan y de Malek-Schah desplegaba magnificencia y se inspiraba con las luces y co-

( 1 ) El segundo sultan Alp-Arslan reinó desde 1063 á 1072.—( 2 ) Se puede consultar sobre este asunto la Historia general de los
hunos por de Guignes , lib. X, p . 215 y lib. XI, p. 3, y las disertaciones de Guenée. Se hallarán igualmente algunos nuevos detalles
en las Memorias geográficas é históricas sobre el Egipto por Esteban Quatremère, t. II, p . 415, 442, etc.— ( 3 ) Guillermo de Tiro. lib . I.
22 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

nocimientos de los antiguos persas , todo el resto de la nacion yacia sumido en la barbarie y conservaba
las costumbres feroces y salvajes de la Tartaria en medio de los paises conquistados . Los hijos de Seld-
jouc preferian vivir, en la tienda á gozar las comodidades de la ciudad , se alimentaban con leche y
despreciaban la agricultura y el comercio, persuadidos de que la guerra satisfaria todas sus necesida-
des . Su patria era el pais donde triunfaban sus armas ó los sitios que ofrecian abundantes pastos ;
cuando se trasladaban de un pais á otro , caminaban juntos todos los individuos de la misma familia ,
y llevaban consigo todo lo que apreciaban y poseian ; animaba su espíritu guerrero una existencia er-
rante y las frecuentes contiendas que estallaban entre las hordas rivales , y cada guerrero llevaba es-
crito su nombre en un venablo y juraba hacerlo respetar á sus enemigos . Los turcos ardian en deseos
continuos de combatir , bastaba que un jefe enviase sus flechas ó su arco á los de su tribu para que to-
dos acudiesen á la guerra , y sufrian el hambre , la sed y el cansancio con tanta resignacion que eran in-
vencibles . No existia en el Oriente pueblo alguno que les aventajase en el arte de manejar un caballo y
de lanzar un dardo , nadie igualaba su ímpetu al acometer , eran temibles hasta en la fuga , y feroces é
implacables en la victoria ; y no los guiaban en fin á sus empresas la gloria ni el honor , sino la aficion
al saqueo y el afan de destruccion .
El eco de sus victorias habia llegado hasta los pueblos que vivian allende el Cáucaso y el mar Caspio , y
nuevas emigraciones venian todos los dias á fortalecer sus ejércitos . Como eran tan dóciles en la guerra co-
mo turbulentos y rebeldes en la paz , sus jefes los conducian sin descanso al combate y con objeto de alejar
á sus tenientes , mas bien que por recompensarlos . Malec-Schah les habia permitido que conquistaran las pro-
vincias de los griegos y de los egipcios . Alzábanse con la mayor facilidad ejércitos numerosos halagados por
la promesa de los despojos de los enemigos del Profeta y de su legítimo vicario ; todos los que no habian parti-
cipado del botin de las guerras anteriores, se aglomeraron bajo las banderas , y las riquezas de la Grecia fue-
ron el blanco de los deseos de aquellos jinetes turcos que salieran de sus desiertos con una túnica de lana y
estribos de madera . Entre todas las hordas sometidas á la dinastía de Sedjouc , las que invadieron la Siria y
el Asia Menor, eran las mas pobres, mas bárbaras y mas intrépidas .
Abismados en la miseria los griegos delas provincias conquistadas , apenas se atrevian á dirigir sus miradas
hácia los soberanos de Bizancio , que no habian tenido valor de defenderlos y que no les hacian concebir la mas
remota esperanza de ver terminadas sus desgracias . El imperio griego se precipitaba á su ruina en medio de
revoluciones y guerras civiles : Constantinopla habia visto asesinados once emperadores en su propio palacio
desde el reinado de Heraclio ; seis de estos soberanos del mundo habian terminado sus dias en la oscuridad del
claustro; muchos habian sido mutilados , privados de la vista ó desterrados , y manchada la púrpura con tantas
revoluciones , servia de adorno á príncipes malvados , á hombres sin carácter y sin virtud , que solo se ocupa-
ban de su conservacion personal , que partian el poder con los cómplices de sus crímenes á quienes temian sin
cesar; príncipes degenerados , en fin , que sacrificaban ciudades y provincias enteras para comprar á sus ene-
migos fugaces treguas de paz , y que solo pedian á la suerte que durase el imperio al menos tanto como su
vida .

Sintióse pronto una rápida decadencia , los griegos habian perdido el espíritu del Evangelio en sus disputas
teológicas, y todo estaba entre ellos corrompido , hasta la religion . Una baja y universal hipocresía , dice Mon-
tesquieu , afeminaba los ánimos y hacia degenerar el imperio; habian desaparecido las virtudes que despiertan
el patriotismo; la astucia y la perfidia habian adquirido el nombre de política y conseguian tantos elogios como
el valor, y los griegos creian tan glorioso engañar á sus enemigos como vencerlos . Sus soldados exigian en las
espediciones de guerra carros para no cansarse con el peso de las armas, habian perfeccionado todas las má-
quinas que podian suplir el valor en los sitios y las batallas , y sus ejércitos desplegaban mucho aparato mili-
tar , pero careciande combatientes . Los griegos solo habian conservado de sus antepasados el carácter turbulen-
to y sedicioso que contrastaba con sus costumbres afeminadas y que solo se desplegaba en las turbulencias
civiles . Ardia continuamente la discordia en el pueblo y el ejército , y todos se disputaban con encarnizamien-
to un imperio amenazado por todas partes y cuya defensa encargaban á los bárbaros asalariados ( 4 ) . El imperio

(1) Montesquieu ha reunido muchos hechos y consideraciones sobre el imperio de Bizancio en su admirable y rápido bosquejo
del engrandecimiento y decadencia del imperio romano. Gibbon desarrolló este cuadro con arte, y Lebeau , mas difuso aun ,ha cumplido
la laboriosa tarea de un erudito.
LIBRO PRIMERO. - 300-1095. 23

griego fué codiciado por los discípulos de Mahoma desde el origen de su secta , y una de las promesas que
el Coran hacia á los árabes era la conquista de Constantinopla . Cayeron ya en poder de los nuevos conquista
dores desde los primeros tiempos de la hegira la Siria , el Egipto y muchas provincias : prosteriormente cru
zaron los sectarios del Profeta las cordilleras del Tauro , esparciéndose por el Asia Menor sin que se conmoviera
la capital del imperio; y se vió claramente desde entonces que Constantinopla no seria jamás un baluarte con
tra el islamismo, sino por el contrario la puerta donde entrarian en la Europa cristiana los defensores del Coran .
Algunos sucesores de Constantino trataron de contener los pogresos de los musulmanes , pero no secundaron

sus pueblos tan nobles esfuerzos , y muchos perecieron víctimas de su patriotismo.


En tanto que el Oriente llegaba á la época de su agonía y parecia minado por el tiempo y la corrupcion , el
Occidente yacia aun en la infancia de las sociedades, pues nada conservaba del imperio ni de las leyes de
Carlo-Magno . Los pueblos no tenian ninguna relacion mútua , y solo se comunicaban entre sí con el acero y
las llamas en la mano . Se habian confundido y amalgamado las naciones, los reinos, la Iglesia y la monarquía
y ninguna potencia tenia fuerza suficiente para contener el progreso de la anarquía y los abusos del feudalis
mo . Aunque la Europa estaba erizada de castillos y poblada de soldados , los estados yacian con frecuencia
faltos de apoyo contra sus enemigos , y no tenian ejércitos para su propia defensa ; en medio de la general
confusion , solo habia seguridad en los campamentos y fortalezas , que eran la custodia y el terror de los
pueblos y campiñas , y las ciudades mas populosas no ofrecian ningun asilo á la libertad . Era mirada en tan
poco la vida de los hombres , que era fácil comprar con algunas monedas la impunidad del asesinato , se
invocaba la justicia con la espada desenvainada, y con ella se pedia la reparacion de los ultrajes y ofensas.
No se conocían en el lenguaje de los barones y señores ninguna palabra que espresara el derecho de gentes;
toda su ciencia consistia en la guerra , y esta era la única política de los príncipes y los estados .
Pero esta barbarie de los pueblos de Occidente era muy diversa de la de los turcos, cuya religion y
costumbres rechazaban toda clase de civilizacion y de luces, y de la de los griegos que representaban un

pueblo corrompido . Mientras los unos adolecian de los vicios de un estado semisalvaje y los otros de la cor
rupcion de un imperio en decadencia , habia en las costumbres bárbaras de los francos sentimientos heroicos
y gloriosos que se parecian á las pasiones de la juventud . La barbarie torpe de los turcos les inducia á menos
preciar todo lo que era noble y grande ; los griegos tenian una barbarie sabia y política que les hacia odiosos é
indignos el heroismo y las virtudes militares , y los francos eran tan valientes como los turcos y daban tanta
prez á la gloria como los demás pueblos . El sentimiento del honor que creó la caballería en Europa , dirigia
su valor, y suplia algunas veces á la justicia y la virtud (1 ) .
Los griegos habian reducido la religion cristiana á pueriles fórmulas y vanas prácticas de supersticion , y

no les inspiraba nunca grandes designios ni nobles intentos . La doctrina del Evangelio conservaba mas im
perio sobre los ánimos en los pueblos de Occidente , donde aun no se habian sometido los dogmas del
cristianismo á frecuentes disputas , y estimulando el entusiasmo de los corazones , formaba á la vez santos y
héroes. Aunque la religion no predicaba siempre sus máximas morales con éxito y se hacia un abuso de su
influencia,tendia empero á dulcificar las costumbres de lospueblos bárbaros que habian invadido la Europa ,
daba su santa autoridad al débil , inspiraba á la fuerza ruda un temor saludable y corregia con frecuencia la
injusticia de las leyes humanas .
En medio de las tinieblas que inundaban la Europa , la religion cristiana conservaba la lengua latina , y
esta lengua que habia sido intérprete de una civilizacion , era la única memoria de los siglos pasados , la
única que pudiera servir de norma y de esperiencia á las nacientes sociedades . Mientras el despotismo y la 1

anarquía se repartian como despojos las ciudades y los reinos , los pueblos invocaban la religion contra la
tiranía, y los príncipes la invocaban contra la licencia y la rebelion . El título de cristiano inspiró mas respeto
y despertó mas entusiasmo en medio de la turbulencia de los estados que el de ciudadano romano en la
antigua Roma; y en el esceso mismo de su barbarie , parecia que las naciones no reconocian otros legisladores
que los padres de los concilios ni otro código que el Evangelio y las santas Escrituras . Podia considerarse
muy bien á la Europa como una sociedad religiosa , cuyo interés principal era la conservacion de la fé v

( 1 ) El estado de la Europa en la edad media ha sido el objeto de una obra escelente. M. Hallam ( A View of Europe in middle
ages ) habla de esta época con conciencia y erudicion .
24 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cuyos hombres pertenecian mas á la Iglesia que á la patria . ¿No era pues fácil en aquellos siglos infamar el
espíritu de los pueblos pidiendo su defensa para la causa de la religion de los cristianos ?
El sucesor de Romano Diógenes , el emperador Miguel Ducas , habia implorado el ausilio del papa y de los
príncipes de Occidente diez años antes de la invasión del Asia Menor por los turcos , y habia prometido allanar
todos los obstáculos que separaban la Iglesia griega de la romana , silos latinos tomaban las armas contra los
infieles . Ocupaba entonces la cátedra de san Pedro Gregorio VII , cuyo talento , ilustracion, audacia é inflexibi-
lidad de carácter le hacian capaz de las mas grandiosas empresas , y la esperanza de estender el imperio de la
religion y el poder de la santa sede en Oriente le indujeron á aceptar las humildes súplicas de Miguel Ducas .
Exhortó pues á los fieles á que empuñasen las armas contra los musulmanes , y se comprometió á conducirlos
él mismo al Asia . Decia en sus cartas que los males de los cristianos de Oriente le habian conmovido hasta el
estremo de desear la muerte , y que preferia esponer su vida , para libertar los santos lugares , á mandará todo
el universo . Arrastrados por sus exhortaciones cincuenta mil cristianos se comprometieron á seguir al pontífice
á Constantinopla y á Jerusalen , pero Gregorio no cumplió la promesa , y suspendieron la ejecucion de su pro-
yecto los negocios de Europa que interesaban mas á su ambicion que los del Asia ( 1 ) .
El progreso del cristianismo y la necesidad misma de salir de la barbarie aumentaban de dia en dia el pode-

río de los papas; Roma era por segunda vez la capital del mundo , y bajo el reinado de Hildebrando parecia
haber recobrado el imperio que gozaba en tiempo de los Césares . Armado Gregorio con el doble cuchillo de
san Pedro, defendió en voz alta que todos los reinos estaban bajo el dominio de la santa sede y que su au-
toridad debia ser universal como la Iglesia de que era jefe . Estas pretensiones , cuyo primordial objeto eran la
independencia del santuario y la reforma del mundo cristiano , comprometieron al pontífice en violentas contien-
das y disputas con el emperador de Alemania . Roma pretendió dictar tambien leyes á Francia , España , Suecia ,
Polonia é Inglaterra , y ocupándose únicamente en darse á reconocer como árbitro de los estados , llegó á lan-
zar anatemas sobre el trono de Constantino , á quien habia querido defender , y no pensó ya mas en libertar
á Jerusalen .

Víctor III continuó la política de su antecesor y combatió á la vez al emperador de Alemania y al par-
tido del antipapa Guiberto , pero no descuidó la ocasion favorable de hacer la guerra á los musulmanes .
Los sarracenos que habitaban el África turbaban la nevegacion del Mediterráneo y amenazaban las costas
de Italia . Impelidos los pisanos , genoveses y otros pueblos por el celo religioso y el deseo de defender su
comercio, armaron escuadras , levantaron tropas y desembarcaron en las costas de África ( 2 ) , donde , si he-
mos de dar crédito á la crónica de la época , destrozaron un ejército de cien mil sarracenos . Y para que se
viera claramente, dice Baronio, que Dios protegia la causa de los cristianos , el mismo dia que los italianos
vencieron á los enemigos de Jesucristo , llegó maravillosamente la noticia á la otra parte de los mares . Los
genoveses y pisanos volvieron á Italia despues de haber entregado á las llamas las dos ciudades de Al-
Mahadia y Sibila ( 3 ) , edificadas en el antiguo territorio de Cartago , y de obligar á un rey de Mauritania
á pagar un tributo á la santa sede , y los despojos de los vencidos se dedicaron al ornamento de los tem-
plos .
Pero el papa Víctor murió sin haber podido realizar el proyecto de atacar á los infieles del Asia , pues la
gloria de libertar á Jerusalen pertenecia á un oscuro peregrino , que solo tenia en tan alta mision su celo
religioso y no disponía de otro poder que la fuerza de su carácter y de su genio . Algunos atribuyen á Pe-
dro el Ermitaño un oscuro orígen, otros le creen descendiente de una familia noble de Picardía , y todos
están acordes en decir que tenia un esterior vulgar . La actividad é inquietud de su alma le arrastraron á
buscar en todas las condiciones de la vida una felicidad que no pudo hallar ; no llegaron á llenar su co-
razon y satisfacer su espíritu ardiente el estudio de las letras , la carrera de las armas , el celibato , el
matrimonio ni el estado eclesiástico , y disgustado del mundo y de los hombres , se retiró á la vida ere-

(1 ) Las cartas que escribió Gregorio VII sobre esta espedicion están insertas y comentadas de un modo completo en la Bibliote-
ca de las Cruzadas , t. II .—( 2 ) Véanse las Piezas justificativas al fin de la obra. Los historiadores de las guerras santas han olvidado
esta espedicion que es una verdadera cruzada.— ( 3 ) La principal de las ciudades conquistadas por los cristianos , Al-Mahadia, ha-
bia sido fundada en el año 303 de la hegira por Obeidallah ó Abdallah , segun los geógrafos orientales , y era muy populosa aun en
el siglo xv . Shaw la visitó en 1730 y la llama El-Medea; está situada à treinta millas de Túnez . Sibila , que es la otra ciudad con-
quistada en esta espedicion , y que Shaw toma por la antigua Turris Annibalis , se halla á dos leguas mas al sur en la misma costa
del Mediterráneo.
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mitica mas austera . Exaltaron su imaginacion el ayuno , la oracion, la meditacion y el silencio de la sole
dad , Y en medio de sus visiones , seguia una habitual correspondencia con el cielo y se creia el instrumento
de sus designios y el depositario de su voluntad . Tenia el fervor de un apóstol y el valor de un mártir ;
su celo despreciaba los obstáculos, y le parecia fácil todo lo que deseaba ; cuando hablaba ( 4 ) , las pasio
nes que le agitaban , animaban la espresion de su rostro y de sus palabras , que sabia comunicar á sus oyentes ,
y nadie podia resistir á la fuerza de su elocuencia ni á la seduccion de su ejemplo. Tal fué el hombre
estraordinario que convocó á la Europa á las cruzadas , y logró sin fortuna ni fama , y solo por el ascendien
te de sus lágrimas y súplicas , conmover el Occidente para lanzarlo en masa sobre el Asia .
El rumor de las peregrinaciones á Oriente arrancó á Pedro de su retiro , y siguió hasta Palestina á la
turba de cristianos que iban á visitar los santos lugares . El aspecto de Jerusalen le hizo mas impresion
que á los demás peregrinos , y mil sentimientos contrarios agitaron su alma exaltada . Todo lo que vió en
aquella ciudad, que conservaba las huellas de la misericordia y de la cólera divina , inflamó su caridad ,
estimuló su devocion y su celo , y le inundó de respeto , de terror y de indignacion ; y despues de haber
acompañado á sus hermanos al Calvario y al sepulcro de Jesucristo , visitó al patriarca de Jerusalen .
1 Las venerables canas de Simeon , su rostro augusto y tranquilo , y sobre todo la persecucion de que

era victima , le granjearon toda la confianza de Pedro, y lamentaron juntos los males de los cris
tianos . El Ermitaño preguntó , con el corazon ulcerado y el rostro bañado en lágrimas , si no habia
medio alguno para poner término á tantas calamidades . « ¡ 0 vos , el mas fiel de los cristianos ! le
" dijo el patriarca , ¿ no veis que nuestras iniquidades nos han alejado del Señor y de su misericor

dia ? El Asia yace en poder de los musulmanes ; todo el Oriente cayó en la esclavitud , y no puede
«Socorrernos ninguna potencia de la tierra . » Pedro interrumpió á Simeon y le dijo que tal vez lle
garia un dia en que los guerreros de Occidente serian los libertadores de Jerusalen . « Sí , no hay
duda , añadió el patriarca ; cuando nuestra afliccion llegue á su colmo , cuando Dios se compadezca
«de nuestras miserias, y enternecido el corazon de los príncipes de Occidente, los envie á ausiliar á
« la ciudad santa . » Diciendo estas palabras , Pedro y Simeon sintieron que la esperanza enviaba una
luz divina á sus almas , y se abrazaron vertiendo lágrimas de regocijo . El patriarca resolvió implo
rar el ausilio del papa y de los príncipes de Europa , y el Ermitaño juró ser el intérprete de los
cristianos de Oriente y armar al Occidente para libertarlo del yugo sarraceno .
El entusiasmo de Pedro creció por momentos despues de este coloquio , y creyó que el cielo
mismo le habia encargado que vengase su causa . Un dia , hallándose prosternado ante el santo se
pulcro , se le figuró oir la voz de Jesucristo que le decia : «¡ Levántate , Pedro ! corre á anunciar las
tribulaciones de mi pueblo . Ya es tiempo de que mis servidores sean socorridos y libertados los
santos lugares.» Inflamado con el espíritu de estas palabras que resonaban continuamente en su oido ,
y provisto con las cartas del patriarca , partió de Palestina , cruzó los mares , desembarcó en las
costas de Italia , y fué á arrojarse á las plantas del pontifice . Ocupaba entonces la cátedra apostóli
ca Urbano II , discípulo y confidente de Gregorio y de Victor . Urbano abrazó con entusiasmo un
proyecto cuya primera idea habian concebido sus antecesores , acogió á Pedro como á un profeta ,

aplaudió su designio y le encargó que anunciase la próxima libertad de Jerusalen .


El ermitaño Pedro cruzó la Italia , pasó los Alpes , recorrió la Francia y la mayor parte de
Europa abrasando á todos los corazones con el celo que le devoraba . Viajaba montado en una

mula , con un crucifijo en la mano , los piés descalzos , la cabeza descubierta , llevando el cuerpo
ceñido con una soga y cubierto con un ropon de la tela mas basta . El pueblo admiraba la singu

(1) Ana Comneno, lib. X, llama á Pedro el Ermitaño Cucupiettre, nombre derivado tal vez del picardo kiohio , pequeño, y de
palabra Petrus , Pedro. Si hemos de creer á Orderico Vital , el Ermitaño tenia además el nombre de Pedro de Acheris, y así lo de
signa la crónica de los condes de Anjou : Eremita quidam Petrus Achiriensis . Guillermo de Tiro dice que era ermitaño de nombre y
de hecho : Eremita nomine et effectu . Adriano Barland se espresa así en su libro De gestis ducum Brabantiæ : Petrus Eremita, Ambia
nensis, vir nobilis, prima ætate rei militari deditus , tametsi litteris optime imbutus, sed corpore defformis ac brevis staturæ, etc. Andrés
Thevet ha escrito la vida de Pedro el Ermitaño en su Historia de los hombres mas ilustres y mas sabios de su siglo, y la ha escrito
tambien el padre d'Oultreman . Muchas familias pretenden ser sus descendientes, y la pretension mas razonable es la de la familia
de Souliers que existe aun en el Limosin .
( 4.2y 5. * ) 4
1
26 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

lar pobreza de su traje , pero la austeridad de sus costumbres , su caridad y la moral que predicaba
le hacian reverenciar como á un santo (4) .

El ermitaño iba de ciudad en ciudad y de provincia en provincia , pidiendo á los unos valor У
á los otros compasion , ora subia á los púlpitos en los templos , ora predicaba en los caminos y
en las plazas públicas , y su elocuencia era vivaz y apasionada y matizada de apóstrofes vehemen-
tes que arrastraban á la muchedumbre . Recordaba la profanacion de los santos lugares y la sangre
de los cristianos vertida á torrentes en las calles de Jerusalen ; invocaba el cielo , los santos y los
angeles , á quienes tomaba por testigos de la verdad de sus relatos ; se dirigia al monte Sion , á la
roca del Calvario y al monte de los Olivos , á los que hacia exhalar sollozos y gemidos , y cuando se le
agotaban las palabras para describir las desgracias de los fieles , enseñaba á los oyentes el crucifijo
que llevaba consigo , se heria y martirizaba con él su pecho ó derramaba un torrente de amargas
lágrimas .
La multitud se amontonaba siguiendo los pasos de Pedro ; por todas partes era recibido como un
enviado de Dios el predicador de la guerra santa ; todos querian tener la dicha de tocar su ropa ,
y conservaban como santas reliquias los pelos arrancados á su mula . Se apaciguaban á su voz las
contiendas de las familias, eran socorridos los pobres , y los malvados se avergonzaban de sus esce-
sos ; no se hablaba mas que de las virtudes del elocuente cenobita ; se contaban sus austeridades
y sus milagros (2) , y se repetian sus discursos á los que no los habian oido ó no habian podido
edificarse con su presencia .
Encontraba con frecuencia en sus correrías cristianos de Oriente desterrados de su patria y re-
corriendo la Europa mendigando . El ermitaño Pedro los presentaba al pueblo como testigos vivientes
de la barbarie de los infieles , y mostrando el santo orador los harapos con que iban vestidos ,
alzaba su voz con violencia contra sus opresores y verdugos . Este espectáculo inspiraba á los
fieles la mas viva emocion de piedad y el furor de la venganza , todos lamentaban de corazon las
desgracias y la deshonra de Jerusalen elevando sus súplicas al cielo para implorar á Dios que se
dignase dirigir una mirada á su ciudad predilecta , unos ofrecian sus riquezas , otros sus oraciones , y todos
prometian su existencia para libertar los santos lugares.
En medio de esta agitacion general , viéndose Alejo Comneno amenazado por los turcos , envió al
papa embajadores solicitando el ausilio de los latinos . Ilabia dirigido poco tiempo antes de esta em-
bajada cartas á los príncipes de Occidente , contándoles del modo mas lamentable las conquistas de
los turcos en el Asia Menor. Hallábanse á las puertas de Bizancio (3) aquellas hordas salvajes que
habian ultrajado la naturaleza y la humanidad en los escesos y embriaguez de la victoria , y
sin un pronto socorro de todos los pueblos cristianos , la ciudad de Constantinopla iba á sucumbir
bajo la mas espantosa dominacion . Alejo recordaba á los príncipes de la cristiandad las santas reliquias
custodiadas en Constantinopla , y les suplicaba que salvasen tan sagrado depósito de la profanacion
de los infieles . Despues de ponderar el esplendor y las riquezas de su capital, exhortaba á los caba-
lleros y barones á que fuéran á defenderlas , les ofrecia sus tesoros en premio de su valor , y les
alababa la hermosura de las mujeres griegas, cuyo amor debia ser el galardon de las hazañas de
sus libertadores . No olvidó nada que pudiera halagar las pasiones ó despertar el entusiasmo de los
guerreros de Occidente. « La invasion de los turcos era para Alejo la peor calamidad que pu-

(4) El mas curioso de todos los historiadores que tratan de Pedro el Ermitaño es el abate Guibert. (Biblioteca de las Cruzadas. )
- ( 2) Guibert manifiesta que no da entero crédito á lo que cuenta sobre Pedro el Ermitaño, y tiene cuidado en añadir que su re-
lacion es debida menos á la verdad que al pueblo que es amigo de lo nuevo y estraordinario ( lib. I, cap . 8 . ) - ( 3) Guibert trae
un estracto de la carta de Alejo y se halla íntegra en el Amplissim. collec. , de dom Martenne. ( Véase su traduccion en la Biblioteca
de las Cruzadas, t. I. M. Hecren pone en duda su autenticidad en su sabio comentario latino sobre los historiadores griegos , y
la principal razon en que apoya su parecer, es que esta carta se opone al carácter comun de los emperados griegos . No me parece
suficiente esta razon , porque aunque es sabido que los emperadores de Constantinopla afectaban por lo regular mucha altane-
ría en su correspondencia, tambien es cierto que no escaseaban las súplicas cuando se veian amenazados y necesitaban ausilio ,
y que nada se une mejor á la vanidad que la bajeza . Algunos críticos se niegan á creer que Alejo haya hablado en sus cartas
de las mujeres hermosas de la Grecia, pero es muy verosímil, porque uno de los objetos que mas anhelaban los turcos al ata-
car á Bizancio eran sus beldades . Adviértase además que al escribir Comneno á los francos, suponia, como todos los griegos ,
que eran unos bárbaros, y creia halagarlos , con una promesa adecuada á su carácter,
LIBRO PRIMERO . - 300-1093. 27

diera pesar sobre cualquier jefe de un reino cristiano , y para salvarse de un peligro tan
inminente , todo le parecia justo y conveniente . Le seria fácil sufrir la pérdida de su corona , pero

no la mengua de ver sus estados sometidos à las leyes de Mahoma , y si debia perder el imperio ,
se consolaba de antemano con tal que la Grecia se salvase del yugo musulman y fuese herencial
de los latinos . >>

El soberano pontifice convocó un concilio en Plasencia para contestar á las súplicas de Alejo y á
los deseos de los fieles , y para esponer en él los peligros de la Iglesia griega y de la Iglesia latina
de Oriente ( 1 ) . Habian preparado de tal modo los ánimos las predicaciones de Pedro , que obedecie-
ron á la invitacion de la santa sede mas de doscientos obispos y arzobispos , cuatro mil eclesiásticos.
y treinta mil legos . Era tan numeroso el concilio , que hubo necesidad de celebrar la asamblea en
una llanura cercana á la ciudad .
Todas las miradas de los asistentes á la asamblea se dirigieron á los embajadores de Alejo , cuya
presencia en un concilio cristiano era un presagio funesto de los desastres de Oriente. Luego que estes
exhortaron á los príncipes y guerreros á que salvasen á Constantinopla y Jerusalen , Urbano apoyó
sus discursos y sus súplicas con todas las razones que le pulieron sugerir el interés de la cristian-
dad y la causa de la religion . No obstante , el concilio de Plasencia no resolvió nada sobre la gueria

contra los infieles , pues no solo tenia por objeto la libertad de la Tierra Santa , sino que tambien
ocuparon muchos dias la atencion de Urbano y de los padres del concilio las declaraciones de la
emperatriz Adelaida , que fué á revelar su propia deshonra y la de su esposo , y los anatemas contra
el emperador de Alemania y el antipapa Guiberto .
Existen otras razones que esplican el débil efecto que produjo la predicacion de Urbano en el
concilio de Plasencia . Los pueblos de Italia á quienes se dirigia el soberano pontifice , se entregaban
entonces al comercio , y el espíritu mercantil no conduce por lo regular al entusiasmo religioso ; y
además la Italia estaba alucinada por el afan de libertad que engendraba las turbulencias y hacia
despreciar los intereses de la religion . Añádase á esto que hallándose reducido entonces al mas
duro estremo el poder pontificio, habia perdido una gran parte de su prestigio y de su influencia.
para con los pueblos de allende los Alpes . Mientras el mundo cristiano reverenciaba en Urbano al
formidable sucesor de Gregorio , los italianos cuya caridad habia implorado algunas veces, solo cono- ,
cian sus desgracias é infortunios, no sentian mayor celo religioso con su presencia , y las decisiones
de Urbano no tenian fuerza de ley para los que le habian visto fraguar en el seno de la miseria
y del destierro los rayos lanzados sobre los tronos de Occidente .

El prudente pontifice no trató de despertar el ardor de los italianos , y pensó además que su ejemplo
no seria bastante para arrastrar á las demás naciones . Deseando tomar un partido decisivo sobre la guer-
ra santa é interesar en su éxito á todos los pueblos , resolvió convocar otro concilio en el seno de la nacion
guerrera que desde los siglos mas remotos habia sido el impulso de la Europa . El nuevo sínodo convo-
cado en Clermont de Auvernia ( 2 ) fué tan numeroso y respetable como el de Plasencia , y los santos y
doctores mas famosos fuéron á honrarlo con su presencia y á ilustrarlo con sus consejos . La ciudad de
Clermont ( 3 ) apenas pudo hospedar dentro de sus muros á todos los príncipes , embajadores y prelados
que acudieron al concilio , «de modo que dice una antigua crónica que á mediados de noviembre estaban
ya llenos de gente los pueblos y aldeas de las cercanías , viéndose obligados muchos á armar sus tien-

(1) Concilios, t . xII , p. 821. - ( 2 ) Véase á Guillermo Aubert, Historia de la Conquista de Jerusalen, lib. I. - (3) Urbano no acu-
dió en seguida al concilio, pues recorrió antes todas las provincias meridionales de Francia donde reunió algunos concilios par-
ticulares. Hemos trazado el itinerario de su viaje siguiendo los documentos diplomáticos de la época . Urbano cruzó los Alpes
en el mes de julio de 1095 y llegó á Valencia de Francia à principios del mes de agosto . Se dirigió despues al Puy de Veley, don-
de habia resuelto convocar el concilio, pero no hallando ningun preparativo en esta ciudad, indicó á Clermont y fijó la asamblea
para el 18 de noviembre ( Reims . Vita Urb . II, núm. 188 y sig.) . El pontifice visitó despues el monasterio de Chisac, cuya iglesia.
consagró concediéndole ciertos privilegios ( Bull. Urban. citada por dom Vaissett, Ilist. del Languedoc. t . II , p . 288) . Urbano llegó.
á Nimes á fines de agosto Reims Vita Urb. núm . 194 y sig. Mabill . ad ann . 1095, n. 21 ) . Pasó en seguida el Ródano y llegó á Ta-
ras Martenne, Collec. amplissim. t. I, p. 556 ) , despues fué á Aviñon, recorrió toda la Borgoña y volvió á Clermont el 14 de no-
viembre ( Reims. Vita Urb. , n. 193) . Terminado el concilio, fué à Angers , donde la publicacion de la cruzada ocasionó la persecu→
cion de los judíos .
28 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

das y pabellones en medio de los campos y prados , aunque la estacion y el pais eran rigurosamente frios . »
>
El concilio fijó toda su atencion en la reforma del clero y de la disciplina eclesiástica antes de ocu
parse de la guerra santa , y trató despues de poner un freno á la libertad de las guerras entre particu 12

**
lares . Los caballeros vengaban sus injurias por medio de las armas en aquellos siglos bárbaros ; el mas 17%
leve motivo bastaba para que las familias se declarasen una guerra que duraba muchas generaciones ,
y la Europa estaba sumergida en sangrientas turbulencias ocasionadas por estas hostilidades . La Iglesia EX
empleó con frecuencia su útil influencia para restablecer la paz viendo que eran impotentes las leyes y los 28A0
gobiernos , y numerosos concilios prohibieron las guerras entre particulares durante cuatro dias de la H
semana , invocando en sus decretos la venganza del cielo contra los perturbadores de la tranquilidad marcha
pública . Esb
El concilio de Clermont renovó la tregua de Dios ( 1 ) . Estaba prohibido provocar á otro , matarlo , he
rirlo ó arrebatarle el ganado ó botin desde el domingo primero de cuaresma hasta la segunda feria al salala
salir el sol despues de la octava de Pentecostés , y desde la cuarta feria que precede al Adviento del BAL
I
Señor por la tarde hasta la octava de la Epifanía . Igual prohibicion habia en todas las semanas del año 2525
desde la cuarta feria al ocultarse el sol hasta la segunda feria al amanecer y en todas las festividades del Sa
año , de la Vírgen y de los Apóstoles con sus vigilias . El concilio decidió además que gozasen de una paz
perpetua y quedasen al abrigo de la violencia y del saqueo todas las iglesias con sus atrios , las cruces 186
de los caminos , los monjes y clérigos , las religiosas y las mujeres , los peregrinos , los comerciantes con 11
sus criados , los bueyes , los caballos de labor , los hombres que condujesen sus carros y los pastores con
sus ganados. Todos los cristianos debian jurar desde los diez años de edad someterse á la tregua de Dios ds
y tomar las armas contra los que faltasen á su juramento y al cumplimiento de esta ley , y quedaban
escomulgados todos los que no jurasen obedecer la tregua de Dios .
Proclamáronse á la vez la paz de Dios y la guerra de Dios : el concilio redactó numerosos reglamen
tos para la disciplina eclesiástica y la reforma de la Iglesia , pero todos estos decretos y hasta la esco MESCARE
munion lanzada contra Felipe I rey de Francia ( 2 ) , no lograron separar la atencion general de un ob Cat LAX
jeto que se consideraba de la mayor importancia , cual era la cautividad y las desgracias de Jerusalen . 总能
Llegó á su colmo el entusiasmo y el fanatismo , que adquiere siempre mayor ardor en las asambleas nu
Sede
merosas , y Urbano satisfizo al fin la impaciencia de los fieles . El concilio celebró su décima sesion en la
plaza mayor de Clermont que invadió una multitud inmensa; el papa seguido de sus cardenales subió á
un trono que se habia alzado para él y todos vieron aparecer á su lado al ermitaño Pedro con su bor Aya
k
don de peregrino y el vestido de lana que le habia granjeado la atencion y el respeto de la muchedum
bre . El apóstol de la guerra santa fué el primero que habló repitiendo los ultrajes que habia recibido Ta
la fé de Jesucristo y recordando las profanaciones y los sacrilegios de que había sido testigo , y los tormentos
y persecuciones que un pueblo sin Dios hacia sufrir á los que iban á visitar los santos lugares . Dijo que ha BUDSBUS
bia visto á los cristianos cargados de cadenas , sumidos en la mas dura esclavitud y uncidos como animales thecart
de carga; que habia visto á los opresores de Jerusalen vender á los hijos de Jesucristo el permiso de saludar
el sepulcro de su Dios , arrancarles hasta el pan de su miseria y atormentar la misma pobreza para alcan
aprekestis
zar tributos , y que se había llenado de luto su corazon viendo á los ministros del Todopoderoso arran
ar
cados del santuario , apaleados y condenados á una muerte ignominiosa . El rostro de Pedro estaba abati
do y consternado al relatar las desgracias y la deshonra de los cristianos , los sollozos ahogaban su voz y
su viva emocion llegaba hasta el fondo de todos los corazones .
TENTSO
Urbano tomó la palabra despues del ermitaño Pedro y se espresó en estos términos : «Acabais de oir al

(1 ) La tregua de Dios , treva ỏ trenya Dei fué publicada por primera vez en Aquitania, A. D. 1032 , pero la rechazó con fre Coac
cuencia la nobleza como contraria á sus privilegios . Véase Ducange, Glos. t. VI, p . 682-685 . — ( 2 ) La causa que indujo á
bet
Urbano II á lanzar su escomunion contra Felipe I rey de Francia, puede hasta cierto punto defender el violento uso de la auto ནཝཱ ཝཱ
ridad pontificía, y esta circunstancia nos proporciona además la ocasion de hacer una advertencia olvidada por los historiado ཏུ
res eclesiásticos, aun los partidarios mas entusiastas de la corte romana. Nadie ignora que la escomunion lanzada contra Fe
lipe I y las que posteriormente lanzó la sede apostólica contra Luis VII y Felipe Augusto, se fundaron en gran parte sobre la Ascasq
violacion de las leyes del matrimonio. Puede decirse que el resultado del poder de los papas tendió entonces á conservar la
cantidad de una institucion que es la primera base de la sociedad . ¿ Qué otra barrera podia oponerse en los siglos bárbaros á
la licencia en un contrato donde toman tanta parte las pasiones ? Los pontifices prestaron un servicio eminente á la sociedad 산안 통과
al abusar de su poder con tan rectos y piadosos descos.
LIBRO PRIMERO . - 300-4095 . 29

> enviado de los cristianos de Oriente , y él os ha dicho la lamentable suerte de Jerusalen y del pueblo de Dios ;
>>cual se ha visto obligada á servir á las supersticiones paganas la ciudad del Rey de los reyes que trasmitió
» á los demás los preceptos de una fé pura , y como ha sido manchado , por los que no deben resucitar mas

» que para servir de paja al fuego eterno , el sepulcro milagroso donde la muerte no pudo guardar su
>>presa , el sepulcro que es manantial de la vida futura y sobre el cual se alzó el Sol de la resurreccion . La

>>impiedad victoriosa ha inundado de tinieblas las comarcas mas fértiles del Asia ; son ya ciudades musulma
»nas Antioquía , Efeso y Nicea , y las hordas bárbaras de los turcos han clavado sus pendones en las orillas
>>del Helesponto desde donde ameñazan á todas las naciones cristianas. Si el único Dios no les contiene en su
>>marcha triunfante armando á sus hijos , ¿ qué nacion , qué reino podrá cerrarles las puertas de Occidente?
El soberano pontifice se dirigia á todas las naciones cristianas, pero especialmente á los franceses , pues
la Iglesia cifraba en su valor toda su esperanza , y el papa habia cruzado los Alpes y les habia traido la
palabra de Dios porque conocia su valor y su piedad . A medida que el pontifice pronunciaba su discurso ,
sus oyentes participaban de los sentimientos que le animaban , y se esforzaba á escitar en los corazo
nes de los caballeros y de los barones que le oian, el amor á la gloria , la ambicion de las conquistas ,
el entusiasmo religioso , y sobre todo la compasion hácia sus hermanos los cristianos . «El pueblo digno
» de alabanzas, les decia , el pueblo bendecido por el Señor Dios nuestro , gime y sucumbe bajo el peso de

»> los ultrajes y humillaciones mas vergonzosas . La raza de los elegidos sufre indignas persecuciones , y
>>la raza impía de los sarracenos no ha respetado las vírgenes del Señor ni el colegio real de los sacer
»dotes. Han cargado de cadenas las manos de los débiles y de los ancianos ; han arrancado á los hijos del
» seno de sus madres para que olviden entre los bárbaros el nombre del Dios verdadero; una nacion
D
perversa ha profanado los hospicios que esperaban á los pobres viajeros en el camino de los santos luga
» res , el templo del Señor ha sido tratado como un hombre infame, y los ornamentos del santuario arrebatados
»como cautivos. ¿Qué mas os diré? ¿No hubieran abandonado sus moradas de desolacion , en medio de
»> tantos males los habitantes de Jerusalen , los custodios del Calvario , los servidores y conciudadanos del
» Hombre Dios , si no se hubieran impuesto la obligacion de albergar y socorrer á los peregrinos , si no
> temiesen dejar sin sacerdotes sus altares y sin ceremonias religiosas una tierra empapada aun con la
»D sangre de Jesucristo?

>> ¡Desgraciado de nos , de mis hijos y de mis hermanos , que vivimos en estos dias de calamidad! ¿ Hemos
>> venido acaso al mundo en este siglo reprobado del cielo para presenciar la desolacion de la ciudad
»santa y para permanecer en paz mientras yace oprimida por sus enemigos? ¿ No es preferible morir
» en la guerra , que sufrir por mas tiempo tan horrible espectáculo? Lloremos todas nuestras faltas que han
»> armado la cólera divina , lloremos , sí ... pero que no sean nuestras lágrimas como la semilla arrojada en la
»arena, que el fuego de nuestro arrepentimiento encienda la guerra santa y el amor de nuestros her
>>manos nos conduzca al combate , siendo nuestro amor mas fuerte que la misma muerte al pelear con
»>tra los enemigos del pueblo cristiano .
>>>Guerreros que oís mi acento , continuaba el elocuente pontifice , vosotros los que vais en pos de va

»nos pretestos de guerra , regocijaos , pues ya hallasteis una guerra legítima ; ha llegado el momento de
>>mostrar si os anima el verdadero valor ; ha llegado el dia de espiar tanta violencia cometida en el
>>seno de la paz y tantas victorias manchadas con la crueldad y la injusticia !! Vosotros
la injusticia Vosotros los
los que habeis sido
>>hasta hoy el terror de vuestros conciudadanos y vendeis al furor ajeno vuestros brazos por un vil sala
»rio, armaos con la espada de los Macabeos é id á defender la casa de Israel que es la viña del Señor de los ejér

» citos. No se trata ya de vengar las injurias de los hombres sino las de la Divinidad ; no se trata ya de
»atacar una ciudad ó un castillo, sino de conquistar los santos lugares . Si triunfais , serán vuestro galar
» don las bendiciones del cielo y los reinos del Asia , y si sucumbis , conseguireis la gloria de morir en
» los mismos sitios que Jesucristo , y Dios no olvidará que os ha visto en su milicia santa . No os retengan
» en vuestros hogares cobardes afecciones ni sentimientos profanos ; soldados del Dios vivo, no escu
»cheis mas que los lamentos de Sion , romped todos los lazos de la tierra y acordaos de lo que ha dicho
»el Señor : El que ame á su padre ó á su madre mas que á mi no es digno de mí, y el que aban
»done su casa, su padre, su madre, su mujer, sus hijos ó su herencia por mi nombre, será recompen
»sado centuplicadamente , y gozará la vida eterna .»
30 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

El discurso de Urbano penetró , abrasó todos los corazones y pareció una llama ardiente descendi
da del cielo . Arrastrada la asamblea de los fieles por un entusiasmo que nunca habia inspirado la
elocuencia humana , se alzó en masa para pronunciar estas palabras : Dios lo quiere! Dios lo quiere!.
Este grito unánime se oyó repetidas veces, y resonó á lo lejos en la ciudad de Clermont , volando el
eco hasta los cercanos montes . Cuando se restableció la calma , continuó el santo pontifice diciendo:
Veis aquí cumplida la promesa divina , pues Jesucristo ha declarado que cuando sus discípulos se
reunieran en su nombre , estaria en medio de ellos . Sí , el Salvador del mundo está ahora entre
vosotros , y él ha sido quien os ha inspirado los acentos que acabo de oir . Sean en adelante
vuestro grito de guerra esas palabras : Dios lo quiere! y anuncien en todas partes la presencia del
Dios de los ejércitos . Dijo , y mostró á la asamblea de los cristianos el signo de su redencion . Es
el mismo Jesucristo , continuó , que sale de su sepulcro y os presenta su cruz ; ella será el signo
elevado entre las naciones que ha de reunir los hijos dispersos de Israel; llevadla sobre vuestros
hombros ó sobre vuestro pecho , brille en vuestras armas y banderas, sea para vosotros la prenda
de la victoria ó la palma del martirio , y ella os recordará sin cesar que Jesucristo murió por no
sotros y que debemos morir por &1 (4) .
La agitacion era inmensa cuando Urbano acabó de hablar , y no se oian mas que las esclamacio
nes de , Dios lo quiere! Dios lo quiere ! que era la vez de todo el pueblo cristiano . El cardenal
Gregorio , que subió despues á la cátedra de San Pedro bajo el nombre de Inocencio , pronunció
en voz alta una fórmula de confesion general , y prosternándose de rodillas todos los asistentes , se
dieron golpes de pecho y recibieron la absolucion de sus pecados .
El obispo de Puy, Ademaro de Monteil ( 2 ) , fué el primero que pidió entrar en la senda de Dios,
y tomó la cruz de las manos del papa , y muchos siguieron su ejemplo . El conde de Tolosa
Raimundo, que habia peleado ya con los sarracenos de España , se escusó por medio de sus em
bajadores de no haber asistido al concilio de Clermont , y prometió partir al Asia al frente de sus
mas leales guerreros . Los barones y caballeros que oyeron las exhortaciones de Urbano juraron ven
gar la causa de Jesucristo, olvidaron sus propias contiendas , prometiendo combatir unidos á los ene
migos de la fé cristiana , y todos los fieles juraron respetar las decisiones del concilio " adornando
sus vestidos con una cruz roja de paño ó de seda (3) , tomando desde entonces el nombre de cru-
zados y dando el de cruzada á la guerra que iba á hacerse á los sarracenos.
Los fieles suplicaron á Urbano que se pusiera al frente de la espedicion , pero como el papa no

habia vencido aun al antipapa Guiberto y perseguia con sus anatemas al rey de Francia y al em

perador de Alemania , no podia salir de Europa sin comprometer el poder y la política de la santa
sede . Se negó á ser jefe de la cruzada y nombró legado apostólico del ejército cristiano al obispo
de Puy.

(1) Baronio copia, al hablar del año 1093 , tres discursos del papa sobre las cruzadas. Estos discursos son muy parecidos y
es creible que los pronunciase en los diferentes concilios que convocó antes del general. No se sabe á punto fijo la lengua en que
se espresó el pontifice, y aunque todos los historiadores de las cruzadas reproducen sus discursos en latin, no es testimo
nio suficiente para probar que hablase en esta lengua . Es bastante tener algunas nociones sobre la edad media para saber
que, á pesar de ser el latin la lengua usada en todas las actas de la vida civil y en la correspondencia , no obs
tante no fué nunca el idioma popular. Los legos hablaban diversos dialectos que variaban segun las provincias, aunque
caracterizase una diferencia mas notable los paises situados aquende y allende el Loira. Como el pueblo no entendia mas
que estos dialectos, era probable que se hablase en ellos cuando se intentaba escitar sus pasiones , y Urbano se espresa
ria indudablemente en el dialecto que se hablaba entonces en Auvernia donde se celebró el concilio. Es preciso advertir
además que Urbano era francés y que le seria mas fácil esplicarse en idioma vulgar.- (2) El obispo de Puy , Ademaro de
Monteil , era hijo del cónsul de la provincia de Valencia , y reputado como un varon de saber y de firmeza. (Véase la
Crónica del monasterio de San Pedro de Puy, en la pág. 7 y sig. de las pruebas de la Historia del Languedoc de don Vais
sette. ) Este historiador dice en la Gallia christiana , t. I. pag. 701 , que Ademaro habia sido un soldado distinguido (tom .
II. pág. 283 .) - (3) La cruz que llevaban los fieles en esta cruzada era de paño y algunas veces de seda encarna
da. Despues fué de muchos colores ; se la ponian sobre el hombro derecho en el vestido ó en la capa, ó bien se la colo
caban delante del casco. El padre Montfaucon ha grabado en sus Monumentos de la monarquia francesa las pinturas de las vidrie
ras de la iglesia de San Dionisio que representan la primera cruzada , y se ven en ellas los cruzados con cruces pintadas en las ban
derolas de sus lanzas ó delante de sus cascos. (Monum . de la monarq. franc. t . I , p . 384 y sig.) Algunos, ya por supersticion, ya por hi
pocresia, se imprimian sobre la piel cruces con hierros candentes Massill. Anal. ad ann. 1095. ) El papa y los obispos bendecian las
cruces, y se hallan en el Ritual romano las ceremonias usadas en estos casos. Al volver de la cruzada, se arrancaban del hombro el
signo sagrado y se lo colocaban en la espalda ó se lo colgaban al cuello.
LIBRO PRIMERO . - 309-1095 . 31

Prometió á todos los cruzados la absolucion de sus pecados , y puso bajo la proteccion de la
Iglesia y de los apóstoles san Pedro y san Pablo sus personas , sus familias y sus bienes . El conci-
lio declaró que seria castigada con el anatema cualquiera violencia ejercida contra los soldados
de Jesucristo, y recomendó á la vigilancia de los sacerdotes y obispos los decretos que defendian
á los cruzados . Arregló la disciplina , fijó la época de la partida de los que se habian alistado en la
milicia santa , y temeroso de que la reflexion no detuviera á algunos en sus hogares , amenazó con
la escomunion á los que faltaren á su juramento .
La fama publicó por toda Europa la guerra que acababa de declararse á los infieles, y Urbano re-
corrió diversas provincias de Francia para completar su obra tan felizmente inaugurada . Convocó
concilios en las ciudades de Ruen , Angers , Tours y Nimes á donde acudieron la nobleza , el clero y
el pueblo para oir al padre de los fieles y deplorar con él las desgracias de Sion . Los obispos y los
simples sacerdotes no cesaban de bendecir en todas las diócesis y parroquias cruces para los fieles
que prometian armarse para libertar á la Tierra Santa . La Iglesia ha conservado en sus anales las fór-
mulas de las oraciones recitadas en esta ceremonia . Despues de invocar el sacerdote el ausilio del Dios que
ha creado el cielo y la tierra , rogaba al Señor que bendijera con su patriarcal bondad la cruz de los
peregrinos , cual lo hiciera en otro tiempo con la vara de Aaron ; pedía á la misericordia divina.
que no abandonara en los peligros á los que iban á pelear por Jesucristo y les enviara al ángel
Gabriel que habia sido el fiel compañero de Tobias , y dirigiéndose entonces á cada peregrino arro-

dillado ante él , le decia despues de haber clavado la cruz sobre su pecho : Recibe este signo , imá-
gen de la pasion y muerte del Salvador del mundo, para que se aparten de tí en tu viaje la des-
gracia y el pecado y vuelvas al seno de los tuyos mas feliz y sobre todo mas perfecto . El auditorio
respondia : AMEN, y el entusiasmo que inspiraba esta ceremonia , inflamaba todos los corazones .
Parecia que los franceses no tenian mas patria que la Tierra Santa y que le eran deudores del
sacrificio de su reposo , de sus bienes y de su vida . No tardó en comunicarse á los demás pueblos
cristianos este entusiasmo sin límites , é invadió la Inglaterra comovida aun por la conquista reciente
de los normandos, la Alemania agitada por los anatemas de Gregorio y de Urbano , la Italia devo-
rada por los partidos , y la misma España que combatia á los sarracenos en su propio territorio. Era

tanto el ascendiente de la religion ultrajada por los infieles y tanta la influencia del ejemplo que da-
ban los franceses , que todas las naciones olvidaron su ambicion ó sus temores y dieron á la cruza–
da los soldados que necesitaban para su defensa . Todo el Occidente se conmovió con estas palabras :
El que no lleve mi cruz y no me siga , no será digno de mí.
Contribuia á aumentar el número de los peregrinos la situacion en que se hallaba la Europa .

Todo yacia envuelto en tal desorden , dice Guillermo de Tiro , que parecia que el mundo marchaba

á su decadencia y que debia estar próxima la segunda venida del Hijo del hombre . El pueblo ge-
mia bajo la mas horrible esclavitud , y la espantosa miseria que asolaba muchos años hacia la
Francia y la mayor parte de los reinos de Occidente , habia engendrado todo género de calamidades,

crímenes y latrocinios ( 1 ) . Aldeas enteras y aun ciudades populosas caian en escombros y se queda-
ban sin moradores , y los pueblos abandonaron sin pesar una tierra que no podia alimentarlos ni les
ofrecia reposo ni seguridad . El estandarte de la cruz pareció á todos un seguro asilo contra la mi-
seria y la opresion, pues segun los decretos del concilio de Clermont los cruzados estaban exentos

de impuestos y no podian ser perseguidos por deudas durante su viaje . El nombre de la cruz era
bastante para que las leyes suspendieran sus amenazas , no pudiera apoderarse de sus víctimas la tiranía
ni la misma justicia de los culpables si la Iglesia los adoptaba por defensores, y la certeza de la im-
punidad , la esperanza de mejor suerte y el afan de la licencia y de sacudir las cadenas mas sa-
gradas, aglomeraron á la multitud bajo el pendon de la cruzada .
Muchos señores , que no habian tomado la cruz y que veian partir á sus vasallos sin poderlos
contener, se determinaron á seguirles como jefes militares para conservar algun resto de su auto-

(1) Algunos historiadores han hablado de una enfermedad epidémica que reinaba en esta época y que llamaban lues ig-
nis cutanei. Es el fuego de santa Gertrudis Ex chronic . aufred . Historiadores de Francia , t. XII , p. 427¸. Véase tambien la obra
de Echard, titulada De expugnatione Ilierosolim toni analizada en la Biblioteca de las Cruzadas.
32 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ridad . La mayor parte de los condes y barones no dudaron abandonar la Europa , viendo que el
concilio de Clermont acababa de declararla en estado de paz y que no podia ofrecerles ocasion de
hacer alarde de su valor , y porque tenian además muchos crímenes que espiar . Empuñaron la
cruz y las armas , dice Montesquieu , porque se les prometió perdonárselos siguiendo su pasion dominante .
La Iglesia no habia renunciado aun al uso de imponer penitencias públicas , y como muchos se
avergonzaban de confesar sus faltas delante de sus conciudadanos y amigos ( 1 ) , prefirieron hacer la
peregrinacion y esponerse á los peligros y fatigas de un largo viaje . El tribunal de la penitencia
mandaba algunas veces á los fieles , especialmente á los guerreros, que se retirasen á un sitio ig-
norado y que evitasen escrupulosamente la disipacion y los combates , y puede juzgarse la revolucion que
debieron esperimentar los ánimos , cuando la misma Iglesia hizo oir de pronto el clarin guerrero ,
y recomendó como agradables á Dios el afan de las conquistas, la gloria del triunfo y el entusiasmo
por desafiar los peligros que miraban antes como un pecado . Es de creer que estas innovaciones de
la disciplina eclesiástica no favorecerian las virtudes ni la pureza de las costumbres , pero es cierto
que sirvieron maravillosamente á la guerra santa y aumentaron considerablemente el número de
los peregrinos y vengadores del santo sepulcro .
El clero fué el primero en dar ejemplo . La mayor parte de los obispos , que tenían título de
conde o baron y que habian hecho frecuentemente la guerra para defender los derechos de sus obispados ,
creyeron que debian armarse por la causa de Jesucristo . Tomaron tambien la cruz los sacerdotes

para dar mas fuerza á sus predicaciones , y algunos de ellos que , como veremos mas adelante, te-
nian sin duda presentes en su memoria los obispados del Asia , cedian con la esperanza de ocupar
un dia las sillas mas célebres de la Iglesia de Oriente .
En medio de la anarquía y turbulencias que asolaban la Europa desde el reinado de Carlomag-
no , se habia formado una asociacion de nobles caballeros que recorrian el mundo en busca de
aventuras , y que habian prestado el juramento de proteger la inocencia , de socorrer á los débiles
oprimidos y combatir á los infieles . La religion , que habia consagrado su institucion y bendecido
su espada , los llamó en su defensa , un gran número de estos guerreros se alistaron al pendon de
la cruz , y formaron el núcleo de la órden de la caballería que debió una gran parte de su brillo
y sus progresos á la guerra santa .
Tambien les estimuló la ambicion de su sacrificio por la causa de Jesucristo , pues si la religion
prometia sus recompensas á los que iban á combatir por ella , la fortuna les prometia tambien las ri-
quezas y los tronos de la tierra . Los que volvian de Oriente hablaban con entusiasmo de los pro-
digios que habian visto y de las ricas provincias que habian cruzado : todos sabian que trescientos
normandos habian conquistado á los sarracenos la Pulla y la Sicilia ( 2) ; y todas las tierras ocupadas
por los infieles debian pertenecer , segun la opinion general de aquella época , á los hazañosos ca-
balleros que no tenian mas riqueza que su cuna , su valor y su espada ( 3) .
No ha de olvidarse , empero, que el entusiasmo religioso era el primero y principal móvil que ponia
en movimiento á todo el mundo cristiano . Los hombres siguen sus tendencias naturales y solo obe-
decen á sus inclinaciones en las épocas normales , pero en el siglo que describimos la devocion de la
peregrinacion , que se avivaba comunicándose y que podia llamarse la locura de la cruz ( 4) , segun

(1 ) Muchas personas se avergonzaban de hacer penitencia inter notos. (Véase la Relacion de un empleado del conde de Blois,
Biblioteca delas Cruzadas) . -- (2 ) Cuarenta normandos vestidos de peregrinos de regreso de Palestina en 1002 desembarcaron en Sa-
Jerno; eran hombres de elevada estatura y se hacian notar por su continente y por sus armas; encontraron la ciudad sitiada por los
sarracenos , y pidieron á Gaimar, que era entonces príncipe de aquel pais, caballos y armas. Cayeron repentinamente sobre los ene-
migos, mataron muchos , pusieron á los demás en vergonzosa fuga y alcanzaron una admirable victoria. El príncipe los colmó de
alabanzas y regalos y les pidió que se quedasen en su corte, pero los peregrinos, rehusaron los presentes, diciendo que habian pelea-
do por amor de Dios y por el triunfo de la fé cristiana , y declararon que debian volver á su pais . El príncipe convocó su consejo,
envió con ellos embajadores á Normandía cargados con los frutos del pais, é invitó á los normandos á que vinieran á la comar-
ca feliz que los producia . Esta embajada no tuvo efecto, pero otra ocasion facilitó á los normandos la entrada de Italia don-
de llevaron a cabo importantes conquistas . Baronio, año 1002. ) —--- (3) Roberto el Frison , hijo segundo del conde de Flandes, que no
podia disfrutar de los bienes de su casa, dijo á su padre: « Dadme soldados y naves , é iré á conquistar un estado á los sarracenos
de España. » Esta peticion es muy frecuente en las novelas de la edad media, y es una espresion fiel de las costumbres contempo-
ráncas. «Querido señor, armadme hombres suficientes para ganar un estado ó reino. — Querido hijo , tendreis lo que pedis. >»
-- 4 Stultitiam crucis.
LIBRO PRIMERO . ― 300-1095. 33

espresion de San Pablo , se habia convertido en una pasion ardiente y celosa que hablaba mas alte

que las demás . La religion era el único objeto de la guerra contra los sarracenos , y la religion
comprendida de este modo , no permitia esperar á sus defensores mas felicidad ni mas gloria que la que
creaba su imaginacion exaltada . El amor patrio , los lazos de la familia y las mas tiernas afecciones
del corazon fueron sacrificadas á las ideas que arrastraban entonces á toda la Europa . La moderacion
era una cobardía, la indiferencia traicion y la oposicion un sacrilego atentado: era nulo el poder de
las leyes para los que creian combatir por la causa de Dios los súbditos desconocian la autoridad
de los príncipes y de los señores en todo lo que concernia á la guerra santa, y el dueño y el esclavo
no tenian mas títulos que el de cristiano ni otro deber que cumplir que la defensa de la religion
con las armas en la mano .

La imaginacion del pueblo veia á cada instante tantos prodigios , que parecia que la naturaleza se
habia dedicado á proclamar la voluntad del cielo . «Tomo á Dios por testigo , dice Guibert , que vivia
Den aquella epoca en Beauvais , de que ví una vez al medio dia varias nubes colocadas unas sobre

> otras oblicuamente y de tal forma , que parecian formar una cigüeña ó una grulla , y que de pronto
>> se alzaron millares de voces por todos lados anunciando que acababa de aparecer una cruz en los
>>>cielos . >> El mismo cronista cuenta que una mujer habia emprendido el viaje á Jerusalen , y que
una oca enseñada en no sé qué escuela , dice Guibert , y haciendo mas de lo que es natural á un
animal desprovisto de razon, marchaba balanceándose detrás de la viajera . Muy pronto la fama vo
lando con rapidez esparció por los castillos y aldeas la noticia de que Dios enviaba á las aves á la
conquista de Jerusalen !

Todos pretendian que una inspiracion singular les ordenaba que partiesen á la Tierra Santa , y para
probar el milagroso llamamiento , uno se estraia un poco de sangre, se trazaba sobre el cuerpo rayas
en forma de cruz , y las enseñaba á los demás ; otro se fingia ciego y decia , que un oráculo divino
le obligaba á emprender el santo viaje ; este empleaba el zumo de plantas tiernas ú otra prepara
cion de color para imprimirse sobre el rostro el signo de la redencion , y aquel se pintaba las me
jillas de verde ó rojo para poderse presentar como testimonios vivos de los milagros del cielo , los
cuales recorrian á estos piadosos fraudes esperando que la caridad de los fieles les ayudaria á seguir la
cruzada . Los monjes huian de los claustros donde habian jurado morir , creyéndose arrebatados por
una inspiracion divina , y los ermitaños abandonaban los desiertos é iban á mezclarse con los cruza
dos. Lo que parece mas increible , es que los bandidos y asesinos salian de sus ignorados albergues , con
fesando sus crímenes y prometiendo espiarlos tomando la cruz y partiendo á Palestina .
Los artesanos, los comerciantes y los labradores abandonaban sus tareas y su profesion , olvidándo² *
de su porvenir y del de sus familias , y los barones y señores renunciaban á sus dominios adquir
dos por el valor y las hazañas de sus padres. Las tierras , las ciudades Ꭹ dos castillos que originaban

las continuas guerras perdieron de pronto todo su valor á los ojos de sus posesores , y los compraban
por módica suma los que no habian sido inspirados por la gracia de Dios , ni habian sido llamado
á
gozar la dicha de visitar los santos lugares y conquistar el Oriente .
Los autores contemporáneos cuentan muchos milagros que contribuyeron á entusiasmar á la muche
dumbre . Viéronse estrellas que se desprendian del firmamento y caian en la tierra , desconocidos fue
gos que surcaban por los aires y daban á la noche la claridad del dia , nubes de color de sangre que
se formaban de improviso en el horizonte hácia oriente y occidente , y un cometa amenazador
que aparecia al medio dia en figura de espada . Viéronse tambien en las mas elevadas regiones
del cielo ciudades con sus torreones y murallas y ejércitos dispuestos á combatir y que seguian el es
tandarte de la cruz . El monje Roberto cuenta que el mismo dia en que se decidió la cruzada en el
concilio de Clermont , se proclamó igualmente en ultramar . « Esta noticia , añade , animó á los cris
tianos de Oriente y llenó de desesperacion á los pueblos del Arabia . » Para colmo de tanto prodi
gio , salian de sus tumbas los santos y reyes de los siglos anteriores , y muchísimos franceses vieron la
sombra de Carlomagno exhortando á los cristianos á combatir contra los infieles .

No repetiremos todos los milagros que cuentan las crónicas, pero indicaremos el carácter eminen
temente poético de los presagios que acompañaba al movimiento universal de las cruzadas . La ima
5
31 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ginacion popular habia sembrado en los cielos las imágenes de la guerra en sus ilusiones belicosas;
la naturaleza habia contribuido á dar mas consistencia á los intereses , á las pasiones y al entusias-
mo de la multitud; todo se hallaba en armonía con los sentimientos predominantes , y la tumba
habia permitido á los muertos que se mezclasen con los vivos para que el tiempo pasado pudiese
en cierto modo seguir el movimiento de la época . ¿No encierran estas maravillosas visiones la subli-
midad de la epopeya?

El concilio de Clermont , celebrado en el mes de noviembre de 1095 , determinó que se efectuase


la partida el dia de la Asuncion del año siguiente , y durante el invierno todos se ocuparon de los
preparativos del viaje á la Tierra Santa , suspendiéndose en ciudades y campiñas los cuidados y labo-

res ordinarios. La religion vigilaba el órden público y animaba todos los corazones en medio de la
efervescencia general , y no se oyó hablar mas de robos ni de saqueos ( 1 ) . La Europa vivió en si-
lencio durante algunos meses , gozando una paz desconocida en aquellos siglos .
No debe darse al olvido entre los preparativos de la cruzada , el cuidado que tenian los espedi-
cionarios de hacer bendecir sus armas y sus banderas . El sacerdote de cada parroquia rociaba con
agua bendita las armas amotonadas ante él , y rogaba al Señor todopoderoso que concediese á los
que debian llevarlas en los combates el valor y la fuerza que inspiró un dia á David vencedor del
infiel Goliath . Al entregar el sacerdote á cada caballero la espada que habia bendecido , decia : Reci-
bid esta espada en nombre del Padre , del Hijo y del Espiritu Santo; servios de ella para el triunfo
de la fé, y que no vierta jamás sangre inocente . Con no menos solemnidad se celebraba la bendi-
cion de las banderas ; el ministro del Dios de los ejércitos pedia al cielo que aquella señera de la
guerra fuera un objeto de terror para los enemigos del pueblo cristiano y una prenda de la victoria
para todos los que esperaban en Jesucristo . Despues de haber esparcido el sacerdote el agua sagrada
sobre la bandera , la entregaba á los guerreros arrodillados ante él diciendo: a Id á combatir por la

gloria de Dios y que este signo os haga triunfar en todos los peligros . » Estas ceremonias, desconoci-
das hasta entonces en la Iglesia , atraian un inmenso concurso de fieles , y todos unian sus oraciones á
las del clero para implorar la proteccion divina en favor de los soldados de Jesucristo .
Los que habian tomado la cruz , se animaban mutuamente y se enviaban cartas y embajadas para
apresurar la partida , pues esperaban la bendicion celeste los cruzados que fueran los primeros en
emprender el viaje á Jerusalen . Los mismos que habian vituperado en un principio el delirio de
la cruzada , conocieron su indiferencia en pro de la causa de la religion y manifestaron tanto fer-
vor como los que les habian dado el ejemplo . Todos tenian deseos de vender sus posesiones y esta-
ban impacientes por no encontrar compradores, los cruzados despreciaban todo lo que no podian lle-
varse consigo, y los productos de la tierra se vendieron á tan bajo precio , que ocasionó la abun-
dancia en medio de la misma miseria . El antiguo cronista Guibert nos dice , esforzándose á pintar
la indiferencia universal que inspiraba todo lo que no tenia ninguna relacion con la cruzada ; que
se despreciaban , como cosa vil, las esposas mas bellas , y carecian de encanto las piedras mas pre-
ciosas .

La impaciencia de los cruzados llegó á un estremo increible cuando empezó la primavera , y se


pusieron en marcha para acudir á los sitios donde debian reunirse . La mayor parte iban á pié,
aparecian algunos caballeros entre la multitud , muchos viajaban montados en carros arrastrados por
bueyes herrados , otros costeaban el mar ó bajaban por los rios en barcas , é iban diversamente vesti-
dos, armados de lanzas , espadas , mazas de hierro , etc. La turba de los cruzados presentaba una
mezcla estrañía y confusa de todas las clases y condiciones , algunas mujeres armadas aparecian á
las veces en medio de los guerreros , y la prostitucion y los regocijos mundanos formaban un

(1) El cronista Guibert ( lib I, cap . VII ) cuenta con curiosos pormenores los desórdenes y crímenes que deshonraban y tur-
baban la Europa anies de las cruzadas, y el órden perfecto y profunda tranquilidad que ocasionó la partida de la santa espe-
dicion . «Antes de esta agitacion de las naciones, dice el cronista, no se oia hablar mas que de robos , saqueos é incendios , pero
arrastrados de improviso los malhechores por el incomparable y prodigioso cambio de los ánimos, se arrojaron á las plantas de
los obispos y sacerdotes implorando el favor de recibir la cruz . Este celo piadoso por Jesucristo ahogó todas las contiendas y
guerras, como esas lluvias suaves que bastan á veces para apaciguar el viento mas tempestuoso.
LIBRO PRIMERO . -300-1095 . 35

contraste singular con la austeridad de la penitencia y de la piedad . Veíase á los ancianos al lado de
los niños , la opulencia junto á la pobreza , los cascos confundidos con los hábitos , la mitra con la es-
pada , al señor junto á los siervos y al amo con sus criados . Se alzaban tiendas para los caballeros
cerca de las ciudades , de las fortalezas , en las llanuras y en las montañas, y altares construidos de
prisa para el oficio divino; aquí un jefe militar acostumbraba á sus soldados á la disciplina , allí un
predicador recordaba á sus oyentes.las verdades del Evangelio ; ya se oia el rumor de los clarines y
trompetas, ya el canto de los salmos y oraciones . Desplegábase un inmenso aparato de guerra y de
fiesta solemne; desde el Tiber hasta el Océano y de el Rhin á los Pirineos no se hallaban mas que
turbas de hombres revestidos de la cruz , que juraban esterminar los sarracenos y celebraban de an-
temano sus victorias , y por donde quiera se oia el grito de guerra de los cruzados : ¡ Dios lo quiere !
Dios lo quiere!
Los padres conducian á sus mismos hijos y les obligaban á prestar el juramento de vencer ó mo-
rir por Jesucristo ; los guerreros se separaban de los brazos de sus esposas y de su familia prome-
tiendo volver victoriosos ; las mujeres , los ancianos , cuya fidelidad quedaba sin apoyo , acompañaban á
sus hijos ó sus esposas hasta la ciudad mas próxima , y no pudiendo separarse de los objetos de su
cariño , se determinaban á seguirlos hasta Jerusalen . Los que se quedaban en Europa , envidiaban la
suerte de los cruzados y no podian reprimir sus lágrimas , y los que iban á buscar la muerte al Asia ,
rebosaban de alegría y esperanza .

Entre los peregrinos salidos de las orillas del mar se distinguia una multitud que habia partido do
las islas del Océano , y estos guerreros escitaban la curiosidad y la sorpresa con sus trajes y armas
nunca vistos ( 1 ) . Hablaban una lengua que nadie comprendia , y para esplicar que venian á defender
los intereses de la cruz , alzaban dos dedos formando este signo sagrado . Familias y aldeas enteras
partian hácia Palestina arrebatados por su ejemplo y por el entusiasmo general , y llevando consigo
sus humildes penates, sus provisiones, sus muebles y sus utensilios . Los mas pobres iban despreve-
nidos, creidos de que el Dios que alimenta á las aves no dejaria morir de hambre á los peregrinos
que llevaban la cruz ; su ignorancia aumentaba la ilusion que daba á cuanto veian un aspecto de
encantamiento ó de prodigio , y creian sin cesar que habian llegado al término de su peregrinacion .
Los hijos de los aldeanos preguntaban al ver sobre alguna eminencia , una ciudad ó castillo si esta-
ba allí Jerusalen (2) . Muchos grandes señores , que habian pasado su vida en sus moradas rústicas y
sabian tanto como sus vasallos , llevaban consigo sus utensilios de caza y pesca y marchaban prece-
didos de una jauria , llevando en la mano su falcon , pues esperaban llegar á Jerusalen sin obstáculo
y mostrar al Asia el lujo de sus castillos .
Ningun hombre sabio hizo oir la voz de la razon en medio del entusiasmo universal , y nadie se
asombraba entonces de lo que ahora nos sorprende . Estas escenas tan estrañas , en las que todo el
mundo era actor , solo debia ser un espectáculo para la posteridad ( 3) .

(1) Guibert (Biblioteca de las Cruzadas) . Guillermo de Malsbury idem. t . I. ) . 2 Guibert. ( 3) Gibbon, t. XVL
36 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

LIBRO II.

PARTIDA Y MARCHA DE LOS CRUZADOS POR EL IMPERIO GRIEGO Y EL ASIA MENOR .

4096-4097.

arten los primeros cruzados . - Su marcha á través de Alemania , Hungría y Bulgaria. Su indisciplina, sus escesos y sus in-
fortunios . Pedro el Ermitaño y Gotschalk. - Volkmaro y el conde Emicon . Sitio de Moseburgo . - Liega la vanguardia á
Constantinopla. - Alejo Comneno la hace trasportar al otro lado del Bósforo . - Primeras hostilidades con los turcos. - Que-
da completamente deshecha la vanguardia . - Godofredo de Bouillon . - Su ejército . - Carácter de los principales jefes.—
Aterra al emperador el número de los cruzados . - El conde de Vermandois. - Política cautelosa de Alejo . - Los príncipes
cristianos le prestan homenaje por sus futuras conquistas. - Sus prodigalidades. --
— El ejército cristiano en el Asia Menor. —
Sitio de Nicea. - Batalla sangrienta. - Toman la plaza por asalto. Se dirigen los cruzados á la Siria. La vanguardia es
derrotada por los turcos.Marcha penosa. - Tancredo somete la Cilicia. - Los cruzados en Heraclea . -Entran en Siria.-
Balduino conquista la Armenia y funda un estado independiente.

La turba de cristianos que habian tomado la cruz en la mayor parte de las naciones de Europa
bastaba para formar muchos ejércitos , y los príncipes y capitanes que debian conducirles combinaron

entre sí que no partirian al mismo tiempo , y que tomando diferentes caminos , se reunirian en Cons-
tantinopla .
Mientras los príncipes se ocupaban en los preparativos de la partida , la multitud que seguia al her-
mitaño Pedro en sus predicaciones , estaba impaciente para adelantarse á los demás cruzados , y como ca-
recia de jefe , fijó sus ojos en el que todos miraban como un enviado del cielo , y eligió á Pedro para
que los condujera al Asia . Alucinado el cenobita por el esceso de su celo , creyó que el entusiasno era la
mejor garantía del éxito de la guerra y que le seria fácil dirigir aquella turba indisciplinada . Ce-
dió á sus ruegos , y tomó posesion del mando vestido con su saco de lana , su capucha , sus sandalias
y sin mas montura que la mula con la cual habia recorrido la Europa . Partió con su ejército desde las
orillas del Mosa y del Mosella , se dirigió hácia Alemania y se incorporó con una multitud de peregri-
nos que acudian de Champaña , de Borgoña y de las provincias cercanas . Pedro reunió bajo sus ban-
deras ochenta o cien mil hombres. Estos primeros cruzados , que llevaban consigo las mujeres , los hijos ,
ios ancianos y los enfermos , emprendian su marcha bajo la fé de las milagrosas promesas de su jeſe;
y persuadidos de que Dios les llamaba en defensa de su causa , esperaban que los rios separarian
sus aguas ante sus batallones , y que caeria del cielo el maná para alimentarlos .
El ejército de Pedro el Ermitaño estaba dividido en dos cuerpos , la vanguardia marchaba á las ór-
denes de Gualtero Sin haber ( 1 ) , cuyo sobrenombre , conservado por la historia , nos prueba que los gefes
eran tan pobres como los soldados ; no se veian en este cuerpo mas que ocho caballeros , y todos los
restantes iban á la conquista de Oriente mendigando . Mientras los cruzados estuvieron en el territorio

francés , proveia sus necesidades la caridad de los ficles ; y estimularon el celo de los alemanes ,
donde no se habia predicado aun la cruzada . No encontraron ningun enemigo en las márgenes del

(1) Guillermo de Tiro designa á Gualtero con el sobrenombre de Sen saveir : Quidam Gualterus , cognomento Sensaveir, vir
nobilis et in armis strenuus (Lib. I, apud Bongars, p . 642. Los demás historiadores le llaman sine habere, sine pecunia , y las anti-
guas crónicas sens avechor, senz aveir . Esta costumbre era entonces bastante comun, y Orderico Vital se lo da á cierto Hugo que
se cruzó en 1106 ( Historia de Francia de dom Bonquet , t. XII , p. 667\. Tal vez fuera el sobrenombre de todos los que no tenian
feudo y cran considerados como sin haber en el sistema feudal. Gualtero era un noble borgoñon: algunos historiadores dicen
que Pedro nombró teniente suyo á un tio de Gualtero , y que este no obtuvo el mando hasta la muerte de su tio , que acacció
en la Bulgaria.
LIBRO SEGUNDO . 1096-1097 . 37

Rhin , pero les esperaban en las orillas del Save y del Danubio los húngaros y bulgarios que iban á
ser sus amalecitas.

Los húngaros , oriundos de la Escitia ( 1 ) , como todos los pueblos de origen eslavo (2) . tenian un orí-
gen igual que los turcos , y se habian hecho como ellos temibles á los cristianos . Habian invadido la
Panonia en el siglo décimo y estendido la devastacion de la guerra hasta las comarcas mas fértiles
de Europa; y aterrados los pueblos con sus rápidas victorias , los miraban como un azote precursor
del fin del mundo . Abrazaron el cristianismo que habian perseguido al principiar el siglo onceno, y
luego que se sometieron á la fé del Evangelio , empezaron á construir ciudades y á cultivar las tier-
ras , reconociendo una patria y cesando de ser el terror de sus vecinos . Los húngaros se gloriaban en
la época de la primera cruzada de poseer un santo entre sus monarcas , que era san Estéban . Cuan-
do Pedro el Ermitaño regresó de Palestina y se detuvo en Hungría para interesar á Ladislao I con la
pintura de los sufrimientos de los cristianos en la Tierra Santa , consiguió tan victoriosamente su de-
seo, que el príncipe hizo voto de ir en persona á socorrerlos , pero murió en 1095 con el sentimiento
de no haber podido cumplir su piadoso juramento . Las crónicas húngaras pretendian que los enviados
de Francia , Inglaterra y España ofrecieran á Ladislao el mando de la cruzada despues del concilio de
Plasencia . Este aserto es inverosímil , y creemos que los cruzados invitaron por primera vez al rey
de Hungría á tomar parte en la espedicion cuando cruzaron por sus estados , y aunque Coloman , su-
cesor de Ladislao , estaba enlazado á Urbano H con relaciones amistosas , ni él ni su pueblo mani-
festaron entusiasmo por la guerra santa .
Los bulgarios , salidos del Volga ó Bolga , habian protegido y saqueado el imperio de Constantimopla :
sus guerreros habian muerto á Nicéforo en una batalla , y el cráneo de emperador engastado en oro
sirvió a sus jefes de copa en las orgías de la victoria . Vencióles despues Basilio que mandó arran-

car los ojos á quince mil prisioneros , y este acto de barbarie sublevó á toda la nacion contra la Gre-
cia . La Bulgaria era dependiente del imperio griego en la época de las cruzadas , pero despreciaba las
leyes y el poder de sus soberanos , y esparcido el pueblo bulgario por las orillas meridionales del Da-
nubio ó encastillado en sus inaccesibles selvas, conservaba su salvaje independencia y solo reconocia á los
emperadores de Oriente á la vista de sus ejércitos . Los bulgarios no reconocian como hermanos á los
cristianos, apesar de haber abrazado la fé de Jesucristo , no respetaban el derecho de gentes ni las leyes
de la hospitalidad , y durante los dos siglos que precedieron á las cruzadas , fueron el terror de los pere-
grinos de Occidente que iban á Jerusalen ( 3) .
Cuando la vanguardia de Pedro entró en Hungría , solo turbaron su marcha algunos insultos que
Gualtero soportó con resignacion dejando su castigo al Dios que servia , pero á medida que los cruzados
se internaban en los paises desconocidos , crecia la miseria y con ella la licencia y el olvido de las virtu-
des pacíficas. Cuando llegaron á Bulgaria , se hallaron de pronto sin comestibles los peregrinos , y habién-
dose negado á proporcionárselos el gobernador de Belgrado , se esparcieron por las campiñas , robaron
los ganados, incendiaron las casas y pasaron á cuchillo á los habitantes que se opusieron á sus violen-
cias . Irritados los bulgarios corrieron á las armas y cayeron de improviso sobre los soldados de
Gualtero entorpecidos con el botin . Sesenta cruzados perecieron en medio de las llamas en una iglesia
donde creian haber hallado un seguro asilo, y los demás debieron su salvacion á la fuga . Despues
de esta derrota que no trató de vengar Gualtero , apresuró su marcha cruzando los bosques y los
desiertos perseguido por el hambre y arrastrando penosamente los restos de su ejército; y al presen-

tarse ante Nisa con ademan suplicante , el gobernador de esta ciudad se compadeció de la miseria de
los cruzados y les dió armas , viveres y vestidos .

(1) La palabra skytha significa nómada en eslavo, y tal vez se derive la etimología de los escritos de sus costumbres y
de su vida errante. (2) Una tercera parte de la poblacion de Europa es eslava , y tiene este orígen la mitad de los habitantes de
los estados de Austria. Se cuentan en esta nacion sicle principales razas eslavas, que se dividen entre sí en veinte y seis ramas
secundarias, y la mayor parte de ellas hablan un dialecto diferente. 3 ) El cap. 54 de la Historia de la decadencia del Bajo im-
perio de Gibbon trata del origen é historia de los bulgarios . Juan Gotthelf Stritter tradujo en latin y compiló todos los pasajes
de la Historia Bizantina que tienen relacion con estos bárbaros, y su obra se titula : Memoriæ populorum ad Danubium , Pontum
Euxinum, etc. Petro - pol . , 1774-1779 . En la peregrinacion de Lietberto se encuentran algunos pormenores preciosos sobre las cos-
tumbres de estos pueblos .
38 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Persuadidos los soldados de Gualtero de que sus desastres eran un castigo del cielo , se disciplinaron
impelidos por el temor de Dios , pasaron el monte Hemo , y cruzaron por Filippópolis y Andrinó-
polis sin cometer ningun esceso ni esperimentar nuevas desgracias . Despues de dos meses de fatigas
y miseria , llegaron hasta las murallas de Constantinopla , donde el emperador Alejo les permitió que
esperasen al ejército de Pedro el Ermitaño .

Pero este ejército que habia cruzado la Baviera y el Austria (1 ) fué mas desgraciado que su
vanguardia . Plantó sus reales ante la ciudad llamada Sempronius por los romanos , Soprony por los
húngaros, Cyperon por los cronistas , y en nuestros dias OEdemburgo , capital del círculo de este nom-
bre , limítrofe del Austria . Esta ciudad se halla situada en una llanura rodeada de colinas corona-
das de viñedo cerca del lago de Neusiedler , que es el mayor de Hungría despues del Balaton , y tie-

ne una poblacion de diez y ocho mil almas . Pedro envió desde allí sus diputados al rey Coloman
para pedir el libre tránsito al través de la Hungría , y lo alcanzó con la condicion de que el ejérci-
to cristiano continuase pacíficamente su camino y comprara los viveres que necesitase . Los cruzados
se dirigieron hacia la punta occidental del gran lago Balaton , bajaron por el valle del Drave , y llegaron
sin obstáculo á Semlin costeando el Danubio . Los antiguos cronistas llaman á esta ciudad Malle Villa
(ciudad de desgracia) , ya porque no sabian su nombre, ya por lo funesto que fué á los cruzados .
Semlin ha adquirido desde el principio del siglo pasado una importancia que no tenia en la época
de la espedicion del ejército de Pedro el Ermitaño , pues su posicion en la confluencia del Danubio y
del Save , la ha convertido en un punto principal de comercio entre el Austria , la Turquía y la
Servia .

En vez de esforzarse Pedro á conservar la disciplina , único medio de salvacion , dió crédito á siniestros
rumores que le anunciaban una conspiracion contra su ejército , y no temiendo inflamar las pasiones
de aquella multitud ( 2) , provocó nuevos peligros con su impaciencia en vengarse de las pasadas desgracias .
Habiendo visto el cenobita las armas y los despojos de diez y seis cruzados en las puertas de la ciu-
dad, no pudo contener su indignacion , y dió el grito de guerra . Sonaron las trompetas, los soldados
corrieron al combate , tembló la ciudad al verlos bajo sus muros , y el pueblo huyó al primer ataque
refugiándose en una colina defendida por un lado por árboles y rocas y por el otro con el Danubio .
La multitud furiosa de los cruzados persiguió á los fugitivos hasta este postrer asilo , cayeron bajo el
acero del vencedor mas de cuatro mil habitantes de Semlin , y los cadáveres arrastrados por el rio .
fuéron á anunciar hasta Belgrado tan horrible victoria .
Los húngaros corrieron irritados á las armas , y se hallaban los cruzados en Semlin saboreándose en el
goce de sus triunfos y apoderándose de todas las riquezas de los habitantes, cuando les anunciaron la
llegada de Colomar , el rey de Hungría , que al frente de cien mil vasallos iba á vengar el degüello
de una poblacion inerme . Los soldados de la cruz carecian de verdadero valor aunque les cegaba un
ardiente furor, y su jefe tenia mas entusiasmo que virtudes guerreras , y no atreviéndose los cruzados
á esperar el ejército de Coloman , salieron repentinamente de Semlin , la ciudad de desgracia ( 3 ) , logra-
ron cruzar el Save, á pesar de su mucho cauce, y se dirigieron hácia Belgrado .
Cuando llegaron al territorio de la Bulgaria , encontraron desiertas las ciudades y aldeas ; la misma
capital ( 4) parecia una ciudad de sepulcros, pues todo el pueblo habia huido á los bosques y montes ,

(1) Anno Comneno supone erradamente que el ejército de Pedro el Ermitaño cruzó el mar Adriático y llegó á Constantinopla
por Hungría. (2) Queriendo contar Gibert la insolencia de los peregrinos , menciona que violaban las mujeres y robaban á
los habitantes, añade que arrancaban los pelos de la barba á sus huéspedes, suis hostibus barbas vellebant ( Biblioteca de las Cruza-
das, t . 1) .- 3) Todos los historiadores franceses que hablan de las cruzadas traducen Malle Villa por Malleville.- (4) Véase sobre
Belgrado , una nota del conde de Montbel : « El duque de Burdeos ha visitado á Belgrado, y hemos podido formarnos una idea de
>>la posicion que ocupó Pedro el Ermitaño, aunque ha cambiado mucho esta ciudad desde aquella época. La griega, ya servia,
>>cuatro veces turca y tres veces austríaca, se hallaba cuando la visitamos bajo la dominacion simultánea de Lussuf- bajá , el ven-
»cedor de Misolongi , del vencido de Varna y del príncipe Milosch . El príncipe servio terminó su carrera política recibiendo hon-
>>rosamente al descendiente de nuestros antiguos reyes, desterrado de su reino de Francia. Ya ciudad servia tiene casas ele-
»gantes. Se terminaba entonces una iglesia griega y se construian habitaciones para los cónsules de Rusia é Inglaterra y un pa-
>>lacio para Milosch , que no debia habitar nunca. La ciudad servia tiene una poblacion activa , hombres elegantes vestidos mag-
>>níficamente á lo oriental, mujeres cubiertas con caftanes de brillante seda, cadenas, collares, brazaletes, largos pendientes de oro,
»perlas y diamantes; militares con uniforme ruso; animacion , alegría y riqueza . Este cuadro forma un notable contraste con
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097 . 39

y faltos de víveres los soldados de Pedro , sin hallar guias que los dirigieran y cansados de tan penosa
marcha , llegaron por fin á las puertas de Nisa , plaza bastante fuerte para resistir el primer ataque .
Este temor precavió las hostilidades , pero era imposible que fuera duradera la armonia entre un ejér
cito sin disciplina y un pueblo irritado por las violencias de los cruzados .
Iban á continuar su marcha los peregrinos despues de haber conseguido víveres , cuando hizo esta
llar la guerra una contienda entre los habitantes y algunos soldados . Cien cruzados alemanes ,
á quienes Guillermo de Tiro
Tiro llama hijos de Belial y que tenian motivos de queja contra al
gunos comerciantes , trataron de vengarse y prendieron fuego á siete molinos situados en el Nisava .
Los habitantes de Nisa salieron de sus murallas al ver las llamas , cayeron impetuosamente sobre la
retaguardia de Pedro , pasaron á cuchillo á todos los que pudieron alcanzar , arrebataron dos mil car
ros y un gran número de prisioneros ( 1 ) . Habiendo llegado a oidos de Pedro , que habia salido
ya del territorio de Nisa , el desastre de sus compañeros , retrocede con su ejército; los cruzados oyen
bien pronto los ayes de los que se han salvado de la muerte, ven tendidos sobre el sangriente polvo
los cadáveres de sus amigos y hermanos , no respiran mas que deseo de venganza , pero recelando Pe
dro nuevos desastres , entabla negociaciones , y envia diputados á Nisa á reclamar los prisioneros y
los bagajes del ejército arrebatados por los bulgarios . Los diputados manifiestan al gobernador que los
peregrinos han tomado la cruz y que van á combatir en Oriente á los enemigos de Jesucristo , y el go

bernador les recuerda encolerizado su deslealtad , sus violencias y la matanza de los habitantes de Sem
lin, mostrándose inexorable á sus súplicas .

Cuando regresan los enviados al campamento , los cruzados se dejan arrastrar por su ira y su de
sesperacion; en vano intenta el cenobita calmar los ánimos y probar todos los medios de conciliacion ,
pues los mas entusiastas corren á las armas , lanzan gritos de queja y amenaza y cada cruzado obe
dece sus sentimientos desenfrenados . Mientras Pedro se esfuerza en inspirar ideas pacíficas al gober
nador de Nisa , se aproximan á las murallas dos mil peregrinos con el acero desnudo , intentan asal
tarlas y son rechazados por los bulgarios y defendidos por un gran número de sus compañeros .

Se hace general el combate , se enciende la llama de entusiasmo mortífero en presencia de los jefes , que
hablan aun de condiciones de paz , en vano el ermitaño Pedro echa mano de las súplicas para con
tener á sus soldados , en vano se coloca entre los combatientes, pues su voz respetada de los cruza
dos queda ahogada entre el confuso rumor de las armas . Los peregrinos combaten desordenadamente
y emprenden la fuga ; unos perecen en los pantanos , otros caen bajo el acero de los bulgarios , y son
presa de un enemigo embriagado en su victoria , las mujeres y los hijos que siguen á los viajeros
con sus caballos , sus acémilas y la caja del ejército que contiene las numerosas limosnas de los fie
les.

El ermitaño Pedro se refugia en una colina cercana con los restos de su tropa , y pasa una no

che de alarma deplorando su derrota y las funestas consecuencias de las violencias de que él mismo
ha sido la causa con sus consejos . Solo le acompañaban quinientos hombres , y las trompetas y clarines
no cesaban de sonar para llamar á los que se habian salvado de la muerte y se habian estraviado
en su fuga ; pero sea que los cruzados solo creyeran salvarse bajo sus banderas , ó que no quisie
ran faltar á su juramento , ninguno de ellos trató de volver á sus hogares . Siete mil fugitivos se
reunieron con su jefe al dia siguiente de su derrota , y pocos dias despues Pedro tenia . ya bajo sus ór
denes treinta mil combatientes . Habian perecido diez mil bajo las murallas de Nisa . El ejército de

la ciudad turca, silenciosa, desierta y desmantelada , en la cual caen en escombros casas, mezquitas y fortificaciones , y crece la
»yerba en calles y murallas. Los turcos no piensan en reedificar sus moradas; y sentados silenciosamente con las piernas cru
»zadas delante de sus tiendas ú oscuros bazares, ni aun se dignan mirar al que pasa por su lado . No vimos en la ciudad turca
mas que dos mendigas asquerosamente encubiertas , y un eunuco negro de siniestra mirada y empuñando un alfange desnudo
»apareció á anunciarnos la llegada de las mujeres de Lussuf. En medio de estas casas silenciosas y tristes se alzan las soberbias rui
»nas de un palacio que mandó construir en 1717 el príncipe Eugenio despues de conquistar á Belgrado . Esta ciudad produce un
»efecto digno de las terribles luchas de que ha sido teatro, con el aspecto del rio que lame sus murallas , con su elevado cas
»tillo, sus robustos torreones , sus esbeltos minaretes, sus iglesias griegas, sus cruces y sus media-lunas. » — (4) Cuenta Alberto de
Aix que en la época en que escribia su historia, algunos años despues de esta catástrofe, los bulgarios tenian aun cautivos los
hijos y las mujeres de los peregrinos .
40 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

los cruzados se encaminó tristemente hácia las fronteras de la Tracia en un estado deplorable , y como
se hallaba sin medios de subsistir y de pelear , debia temer una nueva derrota si volvia á encon-
trar á los bulgarios , y todos los horrores del hambre ( 1 ) si hallaba el pais desierto . Los sol-
dados de Pedro se arrepintieron entonces de sus escesos , la desgracia los hizo mas dóciles y les inspiró
sentimientos de moderacion , y la compasion que escitó su miseria les fué mas ventajosa que el terror
que habian infundido . Cuando no fueron temidos recibieron ausilios y hospitalidad , y cuando pisaron
el territorio de la Tracia , el emperador griego les envió diputados para quejarse de sus desórdenes y
anunciarles al mismo tiempo su clemencia . Pedro , que recelaba nuevos desastres, lloró de alegría al
saber que merecia el perdon de Alejo , continuó su marcha lleno de confianza , y los cruzados que man-
daba llegaron sin obstáculo hasta las murallas de Constantinopla enarbolando en sus manos ramos y palmas.
Los griegos odiaban á los latinos y aplaudieron en secreto el valor de los bulgarios , de modo que
contemplaban con satisfaccion á los guerreros de Occidente cubiertos con la indigencia . El emperador
deseaba ver el hombre estraordinario que habia sublevado el mundo cristiano con su elocuencia , y le
recibió en su palacio para oir de sus labios la relacion de su mision y de sus desastres ( 2) . El em-
perador ensalzó en presencia de toda su corte el celo del predicador de la cruzada , y como no debia
recelar de la ambicion de un ermitaño , le colmó de presentes , mandó distribuir dinero y víveres
entre su ejército , y le aconsejó que esperase la llegada de los príncipes é ilustres capitanes que habian
tomado la cruz antes de comenzar la guerra (3) .

Su consejo era prudente , pero aun no estaban dispuestos á partir de Europa los héroes mas fa-
mosos de la cruzada , y debian precederlos otros ejércitos de cruzados , que seguian las huellas de
Pedro sin prevision ni disciplina , é iban á cometer los mismos escesos y á esponerse á iguales de-
sastres .

Un sacerdote del Palatinado predicó la cruzada en muchas provincias de Alemania casi al mismo
tiempo que Pedro , y reunió quince ó veinte mil hombres , pues como se creia que los predicadores
de la guerra santa eran hombres inspirados por Dios , el pueblo oia de sus labios la voz del cielo y
los tomaba por jefes de las cruzadas . Gotschalt consiguió el mismo honor que Pedro el Ermitaño , y
le eligieron por su jefe los que habia inducido á tomar las armas . Su ejército llegó á Hungría al ter-
minar el verano , y la cosecha que era abundante , proporcionó á los alemanes una ocasion oportuna
de entregarse á la intemperancia y á los escesos . En medio de las escenas tumultuosas del desenfre-
no , olvidaron á Constantinopla , á Jerusalen y al mismo Jesucristo , cuyo culto y ley iban á defender;
las huellas que dejaron sus pasos fueron el robo , el saqueo y la muerte , y Coloman que abrigaba un
alma de hierro bajo un cuerpo débil y contrahecho y unas facciones repugnantes, reunió tropas para
castigar la licencia de los cruzados y recordarles las máximas de la justicia y las leyes de la hospi-
talidad . Los soldados de Gotschalt eran esforzados y se defendieron en su principio ventajosamente , de
modo que su resistencia llenó de alarma á los húngaros, los cuales resolvieron echar mano de la
astucia para vencerlos . El general Coloman fingió que deseaba la paz ; se presentaron en el cam-

pamento de los cruzados todos los jefes de los húngaros , no como enemigos sino como hermanos , y
á fuerza de protestas y halagos , les persuadieron á dejar las armas . Entregados los alemanes á las
pasiones mas brutales , pero sencillos y crédulos, se fiaron en las promesas de un pueblo cristiano y
manifestaron una ciega confianza de que muy pronto fueron las víctimas . Apenas dejaron sus armas cuan-
do el jefe de los húngaros dió la señal de la matanza , y no pudieron contener los golpes de un ene-
migo pérfido y bárbaro, ni los ruegos y lágrimas de los cruzados , ni el venerado signo que llevaban
sobre el pecho . Su suerte fué digna de compasion, y la historia hubiera llorado su desgracia si hu-
biera respetado las leyes de la humanidad .

(1 ) Alberto de Aix dice que los cruzados tostaban el trigo que encontraban en las campiñas de las cercanías de Eelgrado. — ( 2) A n-
no Comneno dice que era muy pródigo de palabras, acusando del mismo defecto á la mayor parte de los cruzados, que por esta razon
enojaban á Alejo. (Véase en la Biblioteca de las Cruzadas el estracto de Anno Comneno) -(3) La parte mas interesante de la historia de
Anno Comneno, respecto á los cruzados, es la que consagra á la permanencia de los peregrinos en Constantinopla . Debe compararse
su relato con el de Alberto de Aix para apreciar sus exageraciones.
LIBRO SEGUNDO . -1096-1097. 41

Debemos admirarnos menos de los escesos de estos primeros cruzados , al recordar que pertenecian á la
mas ínfima clase del pueblo , siempre ciego y dispuesto á abusar de los nombres y de las cosas mas san-
tas, si no lo contiene la autoridad de las leyes y de los soberanos . Las guerras civiles que agitaron tanto
tiempo la Europa habian aumentado el número de vagos y aventureros; como la Alemania habia sufrido
mas que las otras naciones , estaba inundada de hombres educados en el robo y convertidos en azote de la
sociedad , y todos ellos se alistaron bajo las banderas de las cruzadas , llevando consigo á la nueva espedi-
cion el espíritu de licencia y de rebelion de que estaban animados .
Reunióse en las márgenes del Rhin y del Mosela otro ejército de cruzados mas sediciosos y mas indiscipli -
nados que los de Pedro y Gotschalk . Les habian dicho que la cruzada perdonaba todos los pecados , y come-
tian bajo esta persuasion los crimenes mas espantosos . Alucinados por un orgullo fanático , y creyéndose con
derecho para despreciar y maltratar á todos los que no les seguian en la santa espedicion , se les figuraba que
la guerra que iban á emprender era un mandato divino , y que iban á prestar un servicio tan inmenso á la
Iglesia , que apenas bastaban todos los bienes de la tierra para pagar su sacrificio , siendo para ellos una con-
quista de los infieles todo cuanto llegaba á caer en sus manos .
Ningun capitan se atrevia á ponerse al frente de esta tropa furiosa (1 ) que vagaba en desórden y solo obe-
decia á los que secundaban su delirio, y únicamente consiguieron llamar la atencion y ganar los ánimos de
los nuevos cruzados un sacerdote llamaco Volkmar y el conde Emicon , que creia espiar los desórdenes de
su juventud exagerando los sentimientos y opiniones de la multitud . Estos dos jefes reflexionaron que era in-
fructuoso ir á hacer la guerra á los musulmanes que oprimian el sepulcro de Jesucristo , mientras se dejaba
en paz al pueblo que habia crucificado á su Dios , y para inflamar las pasiones , tuvieron cuidado de hacer
hablar al cielo y apoyar su opinion con milagrosas visiones . El pueblo miraba á los judíos como un ob-
jeto de odio y desprecio , y estaba ya dispuesto á perseguirlos (2) . Ellos eran los únicos que hacian el comer-
cioy los que poseian la mayor parte del oro que circulaba por Europa , y sus inmensas riquezas indignaron á

los cruzados , que estaban por lo general sumidos en la miseria y tenian que implorar la caridad de los fieles
para cumplir su peregrinacion . Es tambien cierto que los judíos insultaron con la mofa el entusiasmo de los
cristianos , y todos estos motivos , unidos á la sed del saqueo , encendieron el fuego de la persecucion . Emicon
y Volkmar dieron la señal y el ejemplo , y reunieron en torno suyo una multitud furiosa , que se esparció por
las ciudades del Rhin y del Mosela y degolló desapiadadamente á todos los judíos que encontró á su paso (3) .
Un gran número de estas víctimas prefirieron en su desesperacion darse la muerte que recibirla de sus ene-
migos ; muchos se ocultaron en sus casas y perecieron en medio de las llamas , otros se ataban á sus vestidos
enormes piedras y se arrojaban con sus tesoros en el Rhin y en el Mosela , y las madres ahogaban sus hijos de
pecho , diciendo que mas querian enviarlos al seno de Abraham que verlos entregados al furor de los cristia-
nos. Las mujeres y los ancianos pedian por piedad lamuerte (4) . La historia se complace en celebrar el ilus-
trado celo de los obispos de Worms , de Tréveris , Maguncia y de Spira , que en medio de estas escenas de de-
solacion , hablaron en nombre de la religion y de la humanidad , y cuyos palacios fueron unos asilos para los
judíos contra la persecucion de sus asesinos y verdugos .
Los soldados de Emicon ensalzaron sus hazañas , inspirándoles un bárbaro orgullo las escenas de mor-
tandad y saqueo , y satisfechos como si hubieran vencido á los sarracenos , emprendieron la marcha cargados
de botin é invocando el cielo que tan cruelmente habian ultrajado . Cegados por la mas brutal supersticion ,
caminaban precedidos de una cabra ó una oca , que miraban con respeto como si fuera una divinidad (5) ,
y estos viles animales que iban al frente de sus batallones eran sus verdadero jefes , y la multitud les mos-

(1) Distinguíase en medio de esta confusa muchedumbre Tomás de Feii , Guillermo Charpentier, el conde Herman y Clerem -
baldo de Vendeuil. La mayor parte de estos jefes se refugiaron en Italia despues de la derrota de Mersburgo, y se incorporaron
en el ejército del conde de Vermandois que se embarcó el año siguiente en Barri . — 2 ) Guiberto pone en boca de un cruzado es -
tas palabras : <<Cómo! ¿vamos a buscar á los enemigos de Dios á ultramar, mientras dejamos en nuestros hogares á los judíos
que son nuestros mas crueles enemigos?- (3 Esta persecucion de los judíos se halla contada prolijamente en la crónica titulada : Ges-
ta Archiepiscop. Trevirensium. — (6) Alberto de Aix se declara contra la matanza de los judíos, y recuerda á sus lectores que Dios
no manda imponer la fé católica por la fuerza . No obstante, añade, no sé si fué un juicio de Dios ó un error de los cruzados lo
que causó la desgracia de los judíos. Lib . I. 5 ) Al hablar Alberto de Aix de esta supersticion de los cruzados para con una
cabra y una oca , añade con gravedad que el Señor no quiere que visiten el sepulcro donde reposó, animales inanimados, ni que
estos guien á sus redimidos. El pueblo cristiano, continua con la misma sencillez, no debe tener mas jefes que los obispos y aba-
des, y de ningun modo deben serlo animales irracionales . Lib. I.
(6 y 7. ") 6
42 HISTORIA DE LAS CRUZADAS . perché
$1 t
traba tanto respeto y confianza como á los que les daban el ejemplo de los mas horribles escesos . Los pueblos
huian cuando se aproximaban los temibles campeones de la cruz , y los cristianos que los encontraban en su necid

camino se veian obligados á ensalzar su celo , temblando de miedo por su vida . Esta multitud desnfrenada , lescorta

que desconocia los pueblos y las comarcas que iba á cruzar y que hasta ignoraba los desastres de los que les L

habian precedido en su peligrosa empresa , se adelantaba como una violenta tempestad hácia las lla hisque
nuras de Hungría . Moseburgo les cerró sus puertas y les negó los víveres , é indignados por el poco mira as prime
miento que se tenia con los soldados de Jesucristo , se creyeron con derecho para tratar á los húngaros ters ba
lo mismo que á los judios. sar
Moseburgo, y no Merseburgo como la han llamado los cronistas y todos los historiadores franceses , sin duda Las cru

por la semejanza del nombre con el de la ciudad sajona , está situada en la confluencia del Leita con el Da cata (
nubio cerca de la grande isla de Schutt , y rodean y defienden la plaza inmensos pantanos formados por 12ses. C
ambos rios . En la época romana se llamó Ad flexum y en la actualidad Altenburgo en aleman , Ovar en Ge Order
húngaro y Stare- Hrady en eslavo . Algunos cronistas la llaman Moison , nombre que se encuentra aun Atan gri
en la denominacion húngara de Mosoms que se da á Vieselburgo , que está situada muy cerca de Altem påen
burgo ó Moseburgo . En nuestros dias no cuenta mas que mil ochocientas almas . Los cruzados lanza Vo
ron un puente sobre el Leita y llegaron hasta las murallas de la ciudad . Despues de algunos preparati
vos , se dió el grito de asalto , se arrimaron escaleras al muro y se trabó un asalto general , pero los Se
t n
sitiados opusieron una vigorosa resistencia y arrojaron sobre sus enemigos una lluvia de vigas y piedras L30-125
y un torrente de aceite hirviendo . Los cruzados entonces hicieron el último esfuerzo animándose mutua itsal
mente con estruendo , y ya iba á sonreirles la victoria , cuando flaquearon de improviso algunas esca EPIS
las bajo el peso de los sitiadores y arrastraron en su caida las almenas y trozos de muralla que habian
se
conmovido las máquinas . Los ayes de los heridos y el estruendo de los escombros esparcieron un páni ROD a
co terror entre los cruzados , que huyeron de las murallas medio destruidas , detrás de las cuales tem
4prestat
blaban sus enemigos , y se retiraron en el mayor desórden . "
<< El mismo Dios , dice Guillermo de Tiro , llenó de pavor sus filas para castigar sus crímenes y
«
aal
para que se cumpliesen estas palabras del Sabio: El impio huye sin que le persigan . » Asombrados de su
A&
victoria los habitantes de Moreburgo salen de sus murallas y encuentran la campiña inundada por M3gert
fugitivos que arrojan sus armas , y un gran número de estos furiosos , invencibles hasta entonces , Eenre
se dejan matar sin defenderse . Muchos de ellos perecieron ahogados en los pantanos , y las aguas
del Danubio y del Leita se enrojecieron con su sangre y arrebataron sus cadáveres . Emicon logró ait lesserv
salvarse en Alemania donde terminó su vida , y las antiguas leyendas del pais cuentan que despues
1. Cassf
de la muerte de Emicon y sus compañeros , se aparecian sus sombras por la noche en torno de entres
Worms , teatro de sus escesos , cubiertos con una armadura de hierro , lanzando espantosos lamentos y
pidiendo oraciones por el bien de su alma . Ramb
le
La vanguardia de este ejército alcanzó la misma suerte en la Bulgaria á donde habia llegado ; es
DE
tos indignos cruzados encontraron en las ciudades y campiñas hombres feroces é implacables como TES
ellos , y que fueron instrumento de la cólera divina . Los pocos que lograron salvarse con la fuga , se
Mal misus
volvieron á su pais , donde los recibian con mofa y desprecio ( 1 ) sus compatriotas , y los demás lle Tode
garon hasta Constantinopla , donde los griegos supieron con alegría los desastres de los latinos , pues
9
recordaban los escesos del ejército de Pedro el Ermitaño . Biz Dergete
Este ejército, reunido al de Gualtero , y robustecido con pisanos , venecianos y genoveses , contaba
yque
cien mil combatientes . El recuerdo de su miseria les indujo á respetar durante algun tiempo las ór
denes del emperador y las leyes de la hospitalidad , pero la abundancia , la ociosidad y el aspecto de
las riquezas de Constantinopla introdujeron en su campamento la licencia , la disciplina y la sed del sa RECE
D
queo . En medio de la impaciencia que les causaba no trabar pronto el combate con los sarra trat ES ETRS
oenos , saquearon las casas , los palacios y hasta las iglesias de los arrabales de Bizancio , y deseando
Alejo librar á su capital de tan destructores huéspedes , les dió naves y les hizo pasar el Bósforo .
¿Qué podia esperarse de aquella confusa mezcla de todas las naciones y de los restos de muchos
2627
1 El pueblo les decia que volvían de la siega (moisson aludiendo la á ciudad de Moisson , ante la cual fueron vergonzosa Shit
mente derrrotados . end
LIBRO SEGUNDO. - 1096-1097. 43

ejércitos indisciplinados ? Una gran parte de los cruzados habian salido de su patria para cumplir
su voto y anhelaban la dicha de ver á Jerusalen , pero tan piadosos sentimientos se habian desva

necido durante el camino . Cuando los hombres están reunidos por cualquier motivo y ningun freno
les contiene, los mas corrompidos dominan á los demás, y no hay mas ley que los malos ejemplos .
Luego que pasaron el estrecho los soldados de Pedro , consideraron como enemigos á todos los pue
blos que encontraron , y los vasallos del emperador griego fueron mas víctimas que los turcos de
las primeras hazañas de la cruzada . Unieron en su ceguedad la supersticion á la licencia , y come
tieron bajo las banderas de la cruz crímenes que hacen estremecer á la naturaleza ( 1 ) . No tardó en
estallar la discordia entre sus filas , haciéndoles sufrir los males que habian causado á los cristianos .
Los cruzados se acamparon junto al golfo de Mondania , en las cercanías de Civitot , que es la
antigua Cius. Alejo Comneno habia reedificado pocos años antes esta ciudad para albergar á los in
gleses, que no pudiendo sufrir el aspecto de Guillermo despues de la conquista de Inglaterra , segun
dice Orderico Vital , huyeron hasta el Oriente . Civitot es en nuestros días la villa de Ghenhk que
habitan griegos y turcos , y uno de los principales almacenes de la marina otomana . Genhk está
situada en la estremidad oriental de las montañas de Arganton , que se estienden á lo largo del mar
hasta Nicomedia , y detrás de la villa se prolonga un valle en una estension de dos leguas que term:
na en el lago de Ascanio . Los peregrinos plantaron sus tiendas en este valle poblado de olivos 2 na

ranjos y encinas . Se les habia recomendado que respetaran la hospitalidad de los griegos , y sobre todo que
no comenzasen la guerra con los turcos ; pero aunque vivieron pacíficamente durante algunas semanas,
la ociosidad y el aspecto de un pais fértil les hicieron olvidar poco a poco la disciplina y despreciar

los consejos de sus jefes . Los mas indóciles emprendieron alguna escursion en el pais , y volviendo
cargados de botin , los despojos de los griegos ocasionaron en el campamento la envidia , la discordia
y la licencia , y cada dia ocurrian nuevos desórdenes .
La presuntuosa turba se estrañó de que se dejase en paz á los turcos , y separándose del ejér
cito tres mil cruzados alemanes , lombardos y ligurios al mando de un jefe llamado Reinaldo ( 2 ) , se
dirigieron al castillo de Exerogorgon , construido á pocas leguas de Civitot en la falda oriental del
Arganton (3) , y desalojaron la guarnicion musulmana . Pero no tardaron mucho en verse sitiados
por un ejército turco venido de Nicea ; y como no tenian víveres y les habian interceptado el agua ,
se vieron reducidos á todos los estremos de hambre y de sed , viéndose al fin en la espantosa ne
cesidad de beberse la orina y la sangre de sus caballos para calmar el ardor que les devoraba . De
nada les servia el valor para su defensa , y los desgraciados se rindieron á un enemigo sin compa
sion . Unos fueron decapitados , otros enviados cautivos al Korazan , y su jefe Reinaldo rescató su
vida entregando á sus compañeros y renegando de la fé de Jesucristo .
Cuando llegó al campamento de los cruzados la noticia de este desastre , todo el ejército salió
de la horrible confusion dirigiéndose hácia Nicea y siguiendo la ladera de las montañas . El sultan de Ni
cea , que se habia puesto en marcha al mismo tiempo al frente de un numeroso ejército para atacar
á los peregrinos en su campamento , tuvo noticia del movimiento de los cruzados , y retrocediendo
por el mismo camino, salió del bosque por donde se habia ocultado y formó en batalla su ejército
en medio de la llanura por donde debia pasar el ejército cristiano (4) . Los cruzados continuaban su
(1) Habia en el ejército de Pedro diez mil normandos, dice Ana Comneno , que cometian horribles violencias en las cercanías
de Nicea . Despedazaban los niños, los traspasaban con un asador y cometian todo género de crueldades con los ancianos . Es pre
ciso advertir que debemos desconfiar de la exageracion de Ana Comneno, dispuesta siempre á acusar á los cruzados . (Biblioteca
de las Cruzadas, t. II. ) — (2) Este Reinaldo, de quien únicamente se sabe que era italiano, es el personaje que ha dado su nombre
á tan importante suceso de las primeras cruzadas. El Tasso, que al escribir la Jerusalen Libertada tomó de la historia la mayor
parte de sus héroes, es probable que debió á su fantasía el carácter de Reinaldo.- (3) Los restos del castillo de Exerogorgon se lla
man en nuestros dias Eski-Kaleh ( castillo viejo), nombre que las gentes del pais dan á todas las ruinas de fortalezas . Se encuen
tran estos restos á cuatro horas y media de Civitot 6 Chemlik , á ocho horas de Nicca hacia el nordeste y á hora y media de la
villa turca llamada Basar-Keni. Mr. Poujoulat es el que ha fijado con mas precision el sitio de este antiguo castillo.- ( ) Ana Com
neno atribuye al sultan de Nicea un ardid para atraer á los cristianos á una posicion desventajosa. Supone que envió este dos
espías para esparcir en el campamento de los cruzados la noticia de que los normandos se habian apoderado de Nicea y que saquea
ban todas las riquezas reunidas en esta ciudad . Dice la princesa que « los latinos emprendieron su marcha sin órden y sin que
pudiese contenerlos la disciplina , porque cuando los latinos ven una ocasion de robar y saquear, no reconocen autoridad ni fre
no.» Biblioteca de las Cruzadas .)
44 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

camino sin sospechar que estuviera tan cerca el enemigo , y se trabó la batalla luego que se en-
contraron frente á frente los dos ejércitos ; pero como los cristianos no habian tenido tiempo para ordenar
sus batallones , fueron arrollados por la superioridad del número . Dicen las crónicas que los soldados
de la cruz peleaban como leones , y que nadie volvió la espalda ni pensó en salvarse con la fuga.
Perdieron sus principales jefes desde los primeros momentos del combate , y Gualtero Sin Haber ca-
yó traspasado de siete flechas y fué espantosa la carnicería . Este sangriento combate se dió probable-
mente á seis leguas de Nicea , hácia el occidente , en el espacio comprendido actualmente entre la al-
dea turca de Bases-Kou y el lago Ascanio , espacio de una legua de estension y poblado ahora de
viñas, olivos y granados . El sultan de Nicea se dirigió despues de la victoria hacia el campamento de
los cruzados donde solo habian quedado mujeres, niños y enfermos , y el vencedor perdonó tan solo
á los niños de ambos sexos que se llevó cautivos . A escepcion de tres mil fugitivos libertados por los
griegos , desapareció en un dia todo el ejército cristiano , y el valle de Civitot y el camino de Nicea
quedó cubierto de montones de cadáveres . ¡ Lastimoso monumento que debia enseñar á los demás cru-
zados el camino de la Tierra Santa!

Tal fué la suerte de aquella multitud de peregrinos que amenazaban el Asia y no pudieron ver
los lugares que iban á conquistar . Sus escesos despertaron en los griegos el odio contra la empresa de las cru-
zadas , y su modo de combatir enseñó á los turcos á despreciar las armas de los cristianos de Occidente .
Pedro habia regresado á Constantinopla antes de la batalla , y como hacia ya mucho tiempo que per-
diera su influencia y autoridad entre los cruzados , se quejó de su indocilidad y de su orgullo ( 1 ) , y no
vió en ellos mas que bandidos que Dios habia juzgado indignos de contemplar y adorar el sepulcro de
su Hijo . Todo el mundo conoció desde entonces que el apóstol de la guerra santa era inútil para dirigirla ,
y que solamente la sangre fria , la prudencia y la firmeza podian gobernar una muchedumbre impeli-
da por tantas pasiones y que se habia dejado arrastrar por un primer impulso de entusiasmo . El ceno-

bita Pedro , confundido con la turba de los peregrinos , despues de haber preparado con su elocuencia los
acontecimientos de la cruzada , no representó mas que un papel secundario y acabó por desaparecer
en el olvido en medio de una guerra debida á su inspiracion y esfuerzo .
La Europa supo con espanto el fin desastroso de los trescientos mil cruzados que habia visto partir ,
pero no se desanimaron los que debian seguirles , y decidieron aprovechar las lecciones que les habian
dado las desgracias de sus compañeros , formando ejércitos regulares y mas formidables que los que
acababan de ser derrotados en las orillas del Danubio y en las llanuras de Bitinia .
Al contar la marcha y las hazañas de estos nuevos ejércitos , vamos á describir los mas nobles cua-
dros , desplegándose entonces con todo su esplendor el espíritu heroico de la caballería y dando prin-
cipio á la época brillante de la guerra santa .
Los jefes de los ejércitos cristianos que iban á partir de Occidente eran ya célebres por su valor y
sus hazañas . La historia y la poesía colocan en primer término á Godofredo de Bouillon (2) , duque de la
Baja Lorena . Pertenecia á la ilustre raza de los condes de Bolonia y descendia de Carlomagno por linea
femenina , y se habia distinguido desde su mas tierna juventud en la guerra declarada entre la Santa
Sede y el emperador de Alemania , matando en el campo de batalla á Rodolfo de Rhinfeld , duque de

Suavia , á quien Gregorio habia enviado la corona imperial . Cuando se encendió la guerra en Italia por
la causa del antipapa Anacleto , Godofredo fué el primero que entró en Roma sitiada Y tomada por las

tropas de Enrique . Se arrepintió despues de haber abrazado un partido que no pudo triunfar con la mis-
ma victoria y al que miraban como sacrilego la mayor parte de los cristianos , y para espiar sus inú-

tiles hazañas condenadas por el espíritu de su siglo , hizo voto de ir á Jerusalen , no como un simple
peregrino , sino como un libertador (3) .
La historia contemporánea nos ha trasmitido su retrato y nos dice que unia el valor y las virtudes

(1 ) En vez de reconocer el yerro, dice Ana Comneno, lo atribuyó á los que babian desobedecido sus órdenes y seguido tan
solo el impulso de su capricho, llamándolos ladrones y miserables, que Dios habia juzgado indignos de ver y adorar el sepulcro
de su Hijo. Véase la Alexiada analizada , Biblioteca de las Cruzadas, tom. II.). - (2) Godofredo de Bouillon nació en Baysy, aldea de
Bramante - valon , á dos leguas de Nivelles y no lejos de Fleurus. Alberto le Mire y el baron Leroy dicen en la geografía de Bra-
man'e que existian en su tiempo las ruinas del castillo donde se educó Godofredo .-(3 ) Alberto de Aix cuenta que mucho tiempo
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097. 45

de un héroe á la sencillez de un cenobita ( 1 ) , que escitaban la admiracion en los campos de batalla su


destreza en manejar las armas y su estraordinaria fuerza corporal , que templaban su valor la pruden
cia y la moderacion , y que jamás comprometió ó deshonró sus victorias con una carnicería inutil ó un
ardor temerario . Animado de una devocion sincera y viendo la gloria solo en el triunfo de la justicia ,
siempre estaba dispuesto a sacrificarse en pro de la causa de la desgracia ó de la inocencia , y los prín
cipes y caballeros le tomaban por modelo , los soldados por padre y los pueblos por apoyo . Si no fué el
jefe de la cruzada , como pretenden algunos historiadores , alcanzó cuando menos el imperio que dan el
mérito y la virtud ; los príncipes y los barones reclamaron su prudencia en medio de sus divisiones y con
tiendas , y dóciles siempre à sus palabras , obedecian sus consejos como órdenes supremas en los peligros
de la guerra .

La nobleza de Francia y de las orillas del Rhin prodigó sus tesoros para los preparativos de la cruzada
donde iba el duque de Lorena , y adquirieron un valor tan exorbitante todos los objetos que sirven para
la guerra , que apenas bastaba el precio de una finca para comprar el equipaje de un caballero. Las
mujeres se desprendian de sus mas preciosas alhajas para el viaje de sus hijos ó esposos , y los mismos
que en otras épocas hubieran preferido la muerte á renunciar á sus dominios , los cedian por una suma
módica , ó los trocaban por armas , pues lo único que deseaban era el oro y el hierro .
Viéronse aparecer entonces las riquezas que habian ocultado el temor ó la avaricia , y se hallaban á
montones las barras de oro y las monedas en las tiendas de los principales cruzados , como los frutos mas.
ordinarios en los graneros de los aldeanos.
Muchos barones no tenian tierras ni castillos que vender , é interesaban la caridad de los fieles que no
!
tomaban la cruz y que creian alcanzar los méritos de la Tierra Santa dando dinero para el mantenimien
to de los cruzados . Algunos arruinaron á sus vasallos , y otros , como Guillermo vizconde de Melun , sa
quearon las villas y aldeas para ponerse en estado de combatir á los infieles . Una piedad mas ilustrada

indujo á Godofredo de Bouillon á enajenar sus dominios y se lee en Roberto Gaguin que dió permiso á
los habitantes de Metz para rescatar la ciudad de que era soberano . Vendió el principado de Stenay al
obispo de Verdun , cedió sus derechos sobre el ducado de Bouillon al obispo de Lieja por la módica su
ma de cuatro mil marcos de plata y una libra de oro (2) , lo cual hace decir á un historiador de las cru
zadas (3 ) , que los principes legos se arruinaban por la causa de Jesucristo , en tanto que los príncipes
de la Iglesia se aprovechaban del fervor de los cristianos para enriquecerse .
El duque de Bouillon reunió bajo sus banderas ochenta mil infantes y diez mil caballos : emprendió la mar
cha ocho meses despues del concilio de Clermont acompañado de un gran número de señores alema
nes ó franceses, y llevó consigo á sus hermanos . Eustaquio de Bolonia y Balduino , y á su primo Balduino del
Bourg . Estos dos últimos , que debian llegar á ser un dia reyes de Jerusalen como Godofredo , ocupaban en
tonces en el ejército cristiano la categoría de simples caballeros . Mas que una sincera piedad les animaba la
esperanza de hacer una gran fortuna en Asia , y abandonaban sin pesar los dominios que poseian en Europa .
Distinguíanse tambien entre la comitiva del duque de Lorena Balduino conde de Hainaut , Garnier conde
de Grai , Conon de Montagu , Dudon de Conte , tan famoso en la Jerusalen libertada , los dos hermanos
Enrique y Godofredo de Hache , Gerardo de Cherisi , Reinaldo y Pedro de Toul , Hugo de San Pablo y
su hijo Engelrau . Estos jefes conducian bajo su pendon una multitud de caballeros menos conocidos ,
pero deseosos todos de aumentar su fortuna y de ilustrar su nombre en la guerra declarada á los pue
blos de Oriente .

El ejército que mandaba el duque de Lorena y que se componia de soldados disciplinados y aguerri
dos, ofreció á la Alemania un espectáculo muy diferente que las turbas de Pedro el Ermitaño , vindicó

la fama de los cruzados en todos los paises que cruzó en su camino , y encontró ausilios y aliados donde

antes de la peregrinacion de Godofredo á la Tierra Santa, el piadoso caballero exhalaba profundos suspiros y alimentaba en el
fondo de su alma el ardiente deseo de ir á los santos lugares . (Biblioteca de las Cruzadas , t. I. ) — (1 ) Roberto el monje. — 2) Seigno
ra la suma que dió el obispo de Lieja para comprar la cesion del ducado de Bouillon . Dom Balmet la hace subir tan solo á 300
marcos de plata y 4 de oro en su Historia de Lorena, t. II , p . 372 , y el autor de la Historia del monasterio de San Lorenzo á 1.300
marcos de plata y 3 de oro.3 El P. Maimbourg
46 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

los primeros campeones de la fé lucharan con obstáculos y enemigos . Godofredo lamentó la desgraciada
suerte de los que le habian precedido , sin tratar de vengar su causa ( 4 ) ; cuando llegó á Tollenburgo (ac-
tualmente Bruk au der Leitha) (2) el duque de Lorena escribió al rey Coloman pidiéndole el libre paso
por sus estados , y recibió del príncipe húngaro una respuesta amistosa (3) . Godofredo y Coloman tuvieron
una entrevista en Cyperon ( OEdemburgo) , los húngaros y los bulgarios echaron al olvido los saqueos de
los soldados de Pedro , de Gotschalh y de Emicon , admiraron la moderacion de Godofredo y pidieron al cielo
el triunfo de sus armas .

Mientras el duque de Lorena se dirigia á Constantinopla , la Francia organizaba nuevos ejércitos para la
guerra santa . Pocos meses despues del concilio de Clermont , se reunieron los grandes del reino para delibe-
rar sobre los negocios de las cruzadas , y nadie se ocupó de moderar ó dirigir las pasiones religiosas y guerre-

ras que agitaban á la Francia y la Europa en esta asamblea celebrada en presencia de Felipe I, á quien
acababa de escomulgar el papa , respetando todos la guerra predicada bajo los auspicios de la Santa
Sede .

El jefe de la tercera dinastía habia sancionado la usurpacion de los señores á mediados del siglo x , y pa-
ra conservar el título de rey, habia abandonado casi todos los derechos de la corona . El nieto de Hugo Ca-
peto no poseia mas dominios que los que alcanzaba la vista desde París á Orleans, y el resto de la Francia
estaba gobernado por grandes vasallos que escedian en poderío al monarca . Era tan débil la monarquía , úni-
ca esperanza de los pueblos contra el poder de los grandes y del clero , que causa asombro en el dia cuando
se recuerda que no sucumbió en medio de las dificultades y enemigos que por todas partes la rodeaban.
Cuando el monarca se hallaba en pugna con las censuras de la Iglesia , era fácil inducir á los súbditos á la
desobediencia y legitimar en cierto modo la rebelion dándole un sagrado pretesto.
La cruzada arrastraba lejos de Europa á todos los que podian sacar partido de las circunstancias desgra -
ciadas en que se hallaba el reino , salvaba la patria de una guerra civil y precavia las sangrientas discordias
que habian estallado en Alemania durante el reinado de Enrique y el pontificado de Gregorio .
Estas consideraciones hubieran podido ser la norma de los hombres mas ilustrados de aquella época (4) , pe-
ro no creemos que los consejeros del rey de Francia apreciasen entonces en toda su estension los resultados sa-
ludables de la cruzada , que se han reconocido mucho tiempo despues y que solo han sido examinados filosó-
ficamente en el siglo que vivimos . Nadie pensó tampoco en los desórdenes y desgracias incomparables de una
guerra en donde debian acumularse las pasiones mas poderosas, y que la ambicion , la licencia y la exaltacion
que tan terribles son para los estados , podian tambien acarrear la ruina de los ejércitos organizados para la

guerra santa . No hizo esta reflexion ninguno de los que habian tomado la cruz ó se quedaban en sus hogares,
ni nadie fué bastante previsor para ver en el porvenir otra cosa mas elevada que combates y victorias . Los
grandes señores se lanzaban en una guerra lejana , ignorando que esta guerra debia debilitar su poder y
arruinar sus familias; los reyes y los pueblos estaban muy distantes de ver en estas grandes espediciones la
esperanza de ganar los unos su poder y los otros su libertad; los partidarios de la Santa Sede lo mismo que
los de la monarquía , los que se sentian inflamados de un ardiente celo por la causa de la Iglesia y los que en
menor número estaban animados por un amor ilustrado á la humanidad y á la palabra , todo el mundo en
fin se dejaba arrastrar por la corriente de los acontecimientos sin conocer sus causas ni prever sus efectos.
Los gobiernos de los príncipes seguian el impulso de la multitud, y los mas prudentes y sabios obedecian
ciegamente á la voluntad suprema , que ordena las cosas en la tierra como le place , y se sirve de las pasio-
nes de los hombres como de un instrumento para llevar á cabo sus designios .
La vista de un prodigio ó de un fenómeno estraordinario ejerce mas influencia en un siglo supersticioso

(1) Alberto de Aix (Véase la Biblioteca de las Cruzadas, t. I.— (2) Bruck es una ciudad de trescientas casas situada en la Baja
Austria , en el círculo Unteaden Wienerwald de Leytha que separa el Austria de Hungría . No existen restos de la antigua Tollen-
burgo que tomó en 1483 Matías Cervin , y fué incendiada en 1766. — (3) Alberto de Aix copia las cartas que Godofredo escribió á
Coloman, rey de Hungría , y las respuestas de este príncipe. - (4) Es muy comun atribuir á los siglos remotos las combinaciones
de una profunda política. Si ha de darse crédito á ciertos escritores , la esperiencia perteneceria á la infancia de las sociedades.
Debemos recordar con este objeto la opinion de Montesquieu : «El manantial mas fecundo de errores consiste en trasladar á los
siglos pasados todas las ideas del siglo en que vivimos . Yo les diria á todos los que quieren hacer modernos á todos los siglos
antiguos lo que dijeron á Solon los sacerdotes de Egipto : Oh atenienses ¡sois unos niños!» Espíritu de las leyes, lib . XXX, cap XV.
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097 . 47

que los oráculos de la sabiduría y la prudencia . Dicen los historiadores que en tanto que los varones estaban
en la asamblea , la luna se mostró en un eclipse cubierta de un velo ensangrentado, que tan siniestro espectá-
culo duró toda la noche , y que al asomar el dia apareció manchada con algunas gotas de sangre , pero que

de pronto adquirió un brillo nunca visto . Vióse algunas semanas despues todo el horizonte inflamado por
el lado del aquilon , dice Guiberto , y las gentes salieron de sus casas poseidas de terror creyendo que se acer-
caba el enemigo con el acero y la tea en las manos. Viéronse estos y otros muchos fenómenos como signos
de la voluntad del cielo y presagios de guerra terrible que iba á emprenderse en su nombre, y creció el entu-
siasmo por la cruzada ; los que hasta entonces habian permanecido indiferentes participaron del sentimiento
to general, y se apresuraron á tomar la cruz la mayor parte de los franceses que, siendo guerreros , no ha-
bian prestado aun el juramento de combatir á los infieles .
Los de Vermandois marcharon con los súbditos de Felipe bajo las banderas del conde. Hugo ( 1 ) , y aunque
entre los señores y altos barones que habian tomado la cruz , tenian otros mas fama como gefes militares , su
título de hermano del rey de Francia habia estendido su nombre hasta Grecia y las ciudades de Oriente . El
conde de Vermandois se distinguia por su magnificencia y ostentacion ; aunque de cáracter lijero é indolente ,
se hacia admirar á menudo por su valor en los campos de batalla , y no carecia de perseverancia en los de-
sastres , pero murió sin ver á Jerusalen despues de haber emprendido la marcha dos veces al frente de sus
peregrinos. La fortuna le fué enemiga , pero ninguno de los héroes de la cruzada manifestó intenciones mas
nobles y desinteresadas , y si no hubiera merecido por sus hechos el sobrenombre de Grande (2) que le ha
dado la historia, podia haberlo alcanzado por no haber oido mas que el impulso de su celo ni haber buscado
mas que la gloria, en una guerra que ofrecia reinos á la ambicion de los príncipes y de los simples caballeros .
Roberto, duque de Normandia , llamado por sobrenombre Courte - Heuze , que conducia sus vasallos á la
guerra santa, era primogénito de Guillermo el Conquistador . Uníanse en él las mas nobles cualidades y los

defectos mas reprensibles de un príncipe ; mostróse constantemente rebelde á la autoridad paterna durante
su juventud, y siguiendo el instinto de una loca independencia mas que de una verdadera ambicion , hizo la
guerra á su padre para reinar en Normandía y despreció la ocasion de ascender al trono de Inglaterra á
la muerte de Guillermo . No florecieron bajo su reinado la paz ni las leyes , pues la indolencia y la de-
bilidad del príncipe engendran siempre la insubordinacion y la licencia , y sus profusiones arruinaron
sus pueblos y le redujeron á la mas estrema miseria . Cuenta Orderico Vital que el duque Roberto es-
taba tan sumamente pobre, que muchas veces le faltó el pan en medio de las riquezas de un gran du-
cado . « Desprovisto de ropa , añade el historiador normando , permanecia en la cama hasta la hora de
» sexta y no podia asistir al oficio divino porque estaba desnudo ; y los cortesanos y los bufones que co-
> nocían su lijereza , le robaban impunemente sus vestidos y hasta sus zapatos . >>
»
Tomó la cruz impelido por su genio inconstante y caballeresco mas que por la ambicion de conquis-
tar reinos en Asia , y acudieron en tropel bajo sus pendones los normandos , hombres belicosos y em-
prendedores , que se habian distinguido entre todas las naciones de Europa por su devocion á las pere-
grinaciones . Faltándole al duque Roberto el dinero necesario para mantener un ejército , empeñó la Nor-
mandía á su hermano Guillermo el Rojo , y este príncipe , á quien su siglo acusa de impiedad y de ha-
berse mofado de la caballería errante de los cruzados , aprovechó con alegría la ocasion de gobernar una
provincia que esperaba agregar algun dia á su reino . Impuso contribuciones al clero que aborrecia y man-

dó fundir la plata de las iglesias para pagar diez mil marcos de plata á Roberto , que partió á la Tierra
Santa al frente de casi toda su nobleza .

Otro Roberto , conde de Flandes , partió al Oriente seguido de los frisones y flamencos . Era hijo de
Roberto el Frison que habia usurpado el principado de Flandes á sus propios sobrinos , y que habia he-
cho una peregrinacion á Jerusalen para expiar su victoria algunos años antes de las cruzadas . El hijo de
Roberto encontró fácilmente soldados para su empresa en un pais donde todo el mundo habia tomado las

(1 ) Hugo llamado el Grande, hijo segundo del rey de Francia Enrique I, fué duque de Vermandois por su matrimonio con
Adela, hija de Herberto IV y de Hildebranda . La princesa le trajo en dote, además del ducado de Vermandois , el de Valois y el
patronato de Moulin de Gache (Arte de comprobar las fechas , t. II, col . 705 ) . Hugo fué condenado por una asamblea de obispos á
restituir los bienes que habia usurpado al clero, y su hermano Felipe I aprobó la decision eclesiástica Cartulario de san Pedro
de Beauvais, f. 83. -- 2 Legendre dice en su Historia de Francia que Hugo tenia el sobrenombre de Grande por su elevada estatura .
48 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
.
armas durante las guerras civiles y el pueblo estaba entusiasmado con los relatos de un gran número de
peregrinos ; y acabó de arruinar á su padre en una espedicion que debia granjearle la reputacion de in-
trépido caballero y darle el nombre de lanza y espada de los cristianos . Precediéronle á Constantinopla
quinientos caballeros que envió Roberto el Frison al emperador Alejo .
Tambien tomó la cruz Esteban conde de Blois y de Chartres , que era reputado como el hombre mas
rico de su época , pues para dar una idea de sus dominios , se decia que tenia tantos castillos como dias
el año . El obispo de Mans Hildeberto le compara á César por la guerra y á Virgilio por la poesía , pero
no conservamos mas que dos cartas escritas á su mujer Adela durante la santa espedicion ( 1 ) . Es sabido
que cultivó ventajosamente su talento y que rindió culto á las musas , lo cual era entonces mas raro que
los prodigios del valor . En el principio de la cruzada , fué el alma de los consejos por sus luces y su sa-
ber , pero sus compañeros de armas le acusaron despues de haberles abandonado en el peligro , y ni
aun la muerte que encontró lidiando con los infieles bastó para servir de expiacion de su falta á
los ojos de sus contemporáneos .
Acompañaban á estos cuatro jefes una multitud de caballeros y señores , entre los cuales nom-
bra la historia á Roberto de Paris , Evrardo de Puisaye, Achardo de Montmerle , Loardo de Muson ,
Estéban conde de Albermale , Gualtero de Saint-Valery , Roger de Barneville , Fergante y Conan,

ilustres bretones , Guido de Trusselle , Miles de Braies , Raul de Beaugency, Rotron , hijo del conde de
Perche , Odon obispo de Bayeux , tio del duque de Normandia , Raul de Gader , Ives y Alberico , hi-

jos de Hugo de Gradmenil . La mayor parte de los condes y barones llevaban consigo á sus es-
posas é hijos y todo su tren de guerra . Cruzaron los Alpes y se dirigieron á las costas de Italia con
el designio de embarcarse allí para ir á Grecia . Encontraron en las cercanías de Luca al papa Ur-
bano que les echó su bendicion , ensalzó su celo , y pidió al cielo que concediese un buen éxito á la
empresa . El conde de Vermandois se fué á Roma despues de haber recibido el pendon de la Igle-
sia de manos del soberano pontifice , y visitó con los demás principes los sepulcros de San Pedro y
San Pablo . La capital del mundo era entonces el teatro de la guerra civil ; los soldados de Urba-
no y los del antipapa Guiberto se disputaban la Iglesia de San Pedro con las armas en la mano , y
recibian al mismo tiempo las ofrendas de los fieles ; pero á pesar de cuanto han dicho algunos his-
toriadores modernos , los cruzados no se declararon por ningun partido en medio de las turbulencias
que dividian la ciudad de Roma , y lo mas estraño es que Urbano no llamó en defensa de su cau-
sa á ninguno de aquellos guerreros á quienes hacia tomar las armas . El espectáculo que presentaba la
ciudad de san Pedro debió ser un objeto de escándalo para la mayor parte de los cruzados , pues
se esclama de este modo Foucher de Chartres : ¿ Qué estraño es que el mundo esté agitado continua-
mente , si la Iglesia romana , donde residen la correccion , la moderacion y el ejemplo , yace hun-
dida en el abismo de las guerras civiles? Algunos abandonaron las banderas de la cruzada y re-
gresaron á su patria satisfechos con haber saludado el sepulcro de los Apóstoles , ó vueltos en si de
su ciego entusiasmo al ver las violencias que profanaban el santuario , y los demás continuaron su
marcha hacia la Pulla , pero les sorprendió el invierno al llegar á Bari , se hizo arriesgada la navega-
cion y se vieron obligados á esperar durante muchos meses el momento favorable para darse á la vela .
El paso de los cruzados dispertó en tanto el celo de los pueblos de Italia , y el primero que

resolvió participar de su suerte . y conseguir la gloria de la santa espedicion fué Bohemundo de


Tarento , de la familia de aquellos caballeros normandos que habian conquistado la Pulla y la
Calabria . Su padre Roberto Guiscard ( el Astuto ) salió de su
castillo de Hauteville en Norman-
al-
día con treinta infantes y cinco caballeros , cincuenta años antes de la cruzada , y secundado por
gunos de sus compatriotas y parientes , que iban á Italia halagados por la esperanza de enriquecerse ,
combatió ventajosamente á los griegos , lombardos y sarracenos que dominaban la Sicilia y el pais
de Nápoles . No tardó mucho tiempo en adquirir suficiente poder para ser el enemigo y el protector
de los papas ; venció los ejércitos de los emperadores de Oriente y Occidente , y le sorprendió la
muerte cuando proyectaba la conquista de la Grecia .

1) Estas dos cartas están traducidas en la Biblioteca de las Cruzadas.


LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097 . 49

Bohemundo tenia tanto valor y genio como Roberto Guiscard su padre, y los autores contemporaneos , que
no se descuidan jamás de mencionar las cualidades físicas de los héroes, nos dicen que su estatura era tan
aventajada que escedia de un codo á los hombres de talla regular , y que sus ojos azules anunciaban un al
ma altiva y ardiente . Dice Ana Comneno que su presencia atraia las miradas , y su talento y reputacion cau
saban sorpresa ( 1 ); oyéndole hablar , se hubiera dicho que habia recibido lecciones de elocuencia , y cuando
se presentaba armado , todos hubiesen creido al verlo que nunca habia hecho otra cosa que manejar la es
pada y la lanza . Educado en la escuela de los héroes normandos , ocultaba las frias combinaciones de la po
lítica bajo un esterior violento , y aunque de carácter altanero , sabia disimular alguna injuria cuando no le
convenia la venganza . Su padre le habia enseñado á mirar como enemigos á todos los que poseian los esta
dos ó riquezas que codiciase , y no podian contenerle en el cumplimiento de sus designios , ni el temor de
Dios, ni la opinion de los hombres, ni la santidad del juramento . Habia acompañado á Roberto en la guerra
contra el emperador Alejo , distinguiéndose en los combates de Durazo y de Larisa , pero desheredado por un
testamento, solo le quedaba al morir su padre el recuerdo de sus hazañas y el ejemplo de su familia . Acaba
ba de declarar la guerra á su hermano Roger y habia conseguido la cesion del principado de Torento , cuando
agitó á la Europa la predicacion de la guerra santa . No inflamó á Bohemundo la libertad del sepulcro de Je
sucristo para decidirse á tomar la cruz ; como habia jurado un odio eterno á los emperadores griegos , sentia
un impulso de vengativo regocijo al pensar que iba á cruzar el imperio griego al frente de un ejército , y con
fiando en su buena fortuna , esperaba conquistar un reino antes de llegar á Jerusalen .
El principado de Tarento no podia darle un ejército , pero un jefe tenia derecho en aquel siglo de alis
tar soldados en todos los pueblos en nombre de la religion . El entusiasmo que inspiraba la cruzada secun
dó sus proyectos , y reunió bajo sus banderas un número inmenso de guerreros .
Bohemundo habia acompañado á su hermano y á su tio Roger al sitio de Amalfi , ciudad floreciente
que rechazaba con desprecio la proteccion de los nuevos señores de Pulla y de Sicilia , y como nadie
bia espresarse con mas elocuencia para escitar el entusiasmo y ocultar su ambicion bajo el colorido del
fanatismo religioso , predicó la cruzada al ejército de los sitiadores . Recorrió las filas , nombrando los prín
cipes y grandes capitanes que habian tomado la cruz , habló de la defensa de la religion á los guerreros
mas piadosos , y halagó á los demás con la esperanza de la gloria y la fortuna que iban á coronar sus ha
zañas . Los discursos arrebataron al ejército , y todo el campamento repitió con ardiente gritería : ¡ Dios
lo quiere ! ¡ Dios lo quiere ! Bohemundo se regocijó en secreto del triunfo de su elocuencia , y haciendo tri
zas su cota de malla , la convirtió en cruces que repartió entre oficiales y soldados . Solo faltaba un gefe
para la santa espedicion , y los nuevos cruzados pidieron al príncipe de Tarento que se pusiera al fren
te del ejército. Bohemundo aparentó que titubeaba , rehusó en un principio lo que deseaba con afan , y los
soldados vencieron su fingida resistencia con repetidas súplicas . Manifestó por fin que cedia á su impa
ciente deseo , y desde entonces fué tan general el entusiasmo , que hubo momentos en que el ejército
sitiador en masa juraba seguirle á Palestina , obligando á Roger á levantar el sitio de Amalfi1 ; y Bohe
mundo solo se ocupó en apresurar los preparativos de su espedicion .
Se dió á la vela poco tiempo despues hácia Grecia con diez mil caballos y veinte mil. infantes ; seguíanle
los mas ilustres caballeros de la Calabria , la Pulla y la Sicilia ; Ricardo príncipe de Salerno y Ranulfo
su hermano , Herman de Cani , Roberto de Hause , Roberto de Sordeval , Roberto hijo de Tristan , Boile
de Chartres y Homfredo de Montaigú , guerreros célebres ya por sus hechos de armas ; pero ninguno de
ellos merecia fijar las miradas de la posteridad como el valiente Tancredo , el cual , aunque pertenecia
á una familia en que era hereditaria la ambicion , no tenia otro afan que el de combatir con los infie
les. La piedad , la gloria y tal vez la amistad que profesaba á Bohemundo le arrastraron al Asia ; su alti
vez franca y ruda no se humilló jamás ante las grandezas de la tierra y se resistió algunas veces de sus
mismos compañeros de armas . Su amigo y panegirista Raul de Caen (2) , no menciona en su historia
los amores de Clorinda ni los pesares de Herminia , pues no eran afectos propios de las costumbres de la
cruzada ni del Oriente , ni el siglo de Tancredo conoció esos rasgos belicosos y galantes , y esas aventu

(1) Ana Comneno traza un curioso retrato de Bohemundo. Biblioteca de las Cruzadas, t . II.) - 2 Raul de Caen, Biblioteca de
las Cruzadas, t. I.
7
50 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

ras y escenas novelescas que admiramos en el Tasso . El primo de Bohemundo no dejó por esto de ser el
ejemplo de los nobles sentimientos de la caballería y el modelo de las virtudes guerreras de su siglo.
Los cruzados de las provincias meridionales de Francia se pusieron en marcha bajo las órdenes de Ade-
maro de Monteil y de Raimundo conde de san Giles y de Tolosa . El obispo Ademaro era el jefe espiritual de
la cruzada ; el título de legado apostólico y sus cualidades personales le habian granjeado la confianza y el
respeto de los peregrinos . Sus exhortaciones y consejos contribuyeron en gran parte á conservar el órden y
la disciplina ; consolaba á los eruzados en los desastres y los animaba en los peligros , y revestido con las in-
signias del sacerdote y la armadura del caballero, su tienda era' un modelo de virtudes cristianas , y en el
combate daba ejemplo con su valor á los mas esforzados .
El compañero de Ademaro habia tenido la gloria de combatir en España al lado del Cid y de vencer
repetidas veces á los moros bajo el pendon de Alfonso el Grande , que le dió por esposa á su hija Elvira; y
sus vastas posesiones en las riberas del Ródano y del Dordoña , pero mas especialmente sus victorias , le dis-
tinguian entre los principales jefes de la cruzada . La edad no habia estinguido en el corazon del conde de
Tolosa el entusiasmo y las pasiones de la juventud, su cáracter era altivo , inflexible , inquieto é impetuoso ,
y preferia la ambicion de dominar las voluntades de los demás , al afan de conquistar imperios . Los griegos
y sarracenos han ensalzado su valor , y los súbditos y compañeros de armas le aborrecian por su tenacidad
y sus violencias. ¡Desventurado príncipe que dió el último adios á su patria que debia ser algun dia teatro
de una cruzada predicada contra su propia familia (1 ) !
Toda la nobleza de la Gascuña , del Languedoc , de la Provenza , del Lemosin y de la Auvernia acompaña-
ba á Raimundo y Ademaro , en los cuales el papa contempló la viva imágen de Moisés y Aaron . Los histo-
riadores contemporáneos nombran entre los caballeros y señores que tomaron la cruz, á Heraclio conde de
Polignac , Pons de Balazum , Guillermo de Sabran , Eleazar de Montredon , Pedro Bernardo de Montagnac ,
Eleazar de Castries , Raimundo de Lisle , Pedro Raimundo de Hautpoul , Gofiero de Lastours , Guillermo V
señor de Mompeller , Roger conde de Foix , Raimundo Pelet señor de Alais , Isardo conde de Die , Rambaldo
conde de Orange, Guillermo conde de Forez , Guillermo conde de Clermont , Gerardo hijo de Gilaberto conde
del Rosellon , Gaston vizconde de Bearne , Guillermo Amanjeu de Albret , Raimundo vizconde de Turena ,
Raimundo vizconde de Castillon (2) y Guillermo de Urgel conde de Folcalquier . Los obispos de Apt , de Lo-
deva, de Orange y el arzobispo de Toledo tomaron la cruz á ejemplo de Ademaro , y llevaron una parte de
sus vasallos á la guerra santa .
El conde de Tolosa , acompañado de su hijo y su esposa Elvira , se puso al frente de un ejército de cien mil
cruzados ; llegó á Lion , por donde pasó el Ródano , cruzó los Alpes , la Lombardía y el Friul , y dirigió su
marcha hacia el territorio del imperio griego al través de las montañas y pueblos de la Esclavonia . Es pro-
bable que los cronistas hayan designado vagamente con el nombre de Esclavonia los paises habitados por las
poblaciones eslavas . Raimundo de Agiles , historiador particular de la marcha del conde de Tolosa , nos cuen-
ta que los cristianos no encontraron durante tres semanas mas que montañas solitarias sin animales ni aves,

y que fué preciso defenderse de agresiones continuas . El conde Raimundo se apoderó de Scodra situada entre
los rios Clausula y Barbana , y los petscheneyos , llamados pincenatos por los cronistas y que pertenecen á la
gran familia eslava , sorprendieron al obispo Ademaro de Monteil y le espusieron á grandes peligros . Raimun-
do de Agiles cree con piadosa sencillez que el paso del ejército de la Cruz al través de la Esclavo-
nia fué obra divina , para que los habitantes salvajes de aquellos paises dejasen su ferocidad con las virtudes
y la paciencia de los cristianos, y fuesen menos culpables en el dia del juicio . La Esclavonia , llamada en hún-
garo Toth-Orrzay forma en la actualidad un pequeño reino compuesto de los tres condados de Posega , Verts y

( 1 ) Raimundo VI , llamado de San Giles, porque poseia esta parte de diócesis de Nimes , era hijo de Pons , y sucedió á su her-
mano Guillermo por cesion de este. Era ya conde de Rouergue, de Nimes y de Narbona desde 1066 y unia á este título el mar-
quesado de Gothia . Se habia casado dos veces cuando se unió con Elvira, hija natural de Alfonso el Grande (Dom Vaissette, His-
toria del Layguedoc, t . II , p . 280) . Muchos han negado que Raimundo hubiese peleado contra los moros de España, aserto pro-
bado por Dom Vaisselle t . II, p. 283. Había hecho ya una peregrinacion á San Roberto . (Acta ord. sanct. Bened. sæcul. 6 , t. II . p. 215.)
Ana Comneno ha delineado el retrato de Raimundo. — ( 2) La familia de Castillon fué mucho tiempo soberana en la Guiena
donde existe todavía . Permanece á esta antigua familia Mr. de Castillon , que fué limosnero de Madamas las tias de Luis XVI. No
tenemos necesidad de hablar de la familia de Polignac , pues está repetidas veces mencionada en las crónicas que hemos leido
para formar nuestra obra.
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097 . 51

Syrmia , que pertenece á los estados de la corona de Hungría . Forman sus límites la Sajonia , el Drave y el
Danubio (1).
Aterró á Alejo el número de sus libertadores y se arrepintió de haber llamado en su defensa á los lati-
nos. Aunque los jefes de la cruzada no eran mas que príncipes de segundo órden , iban empero acompaña-
dos de todos los guerreros de Occidente , y Ana Comneno compara la multitud de los cruzados á las arenas
del mar , á las estrellas del firmamento y á los innumerables torrentes que se reunen para formar un cau-
daloso rio . Alejo empezó á temer á Bohemundo en las llanuras de Durazo y de Larisa , y aunque no pudo
apreciar bastante el valor y la destreza de los demás príncipes latinos , conoció que habia obrado
con poco tino revelando el secreto de su debilidad , é implorando su ausilio. Aumentaron su alarma las
predicciones de los astrólogos y las creencias del pueblo , y su inquietud se convertia en verdadero ter-
ror viendo á las puertas de su capital los ejércitos de los cruzados ( 2 ) .
Sentado en un trono del cual habia lanzado á su protector y soberano , tenia razones para dudar de la
virtud , y sabia mejor que nadie los consejos que dicta la ambicion . Alejo habia desplegado bastante va-
lor para alcanzar la púrpura , y solo gobernaba por medio del disimulo , política ordinaria de los griegos

y de los estados débiles ; Ana Comneno su hija le ha pintado como un príncipe perfecto , y los latinos
como un soberano pérfido y cruel , pero la historia imparcial, que lo mismo rechaza los elogios que la
sátira , solo ha visto en Alejo , un monarca débil , supersticioso y arrastradó mas por la vanidad que por
el deseo de la gloria . Le hubiera sido fácil ponerse al frente de la cruzada y reconquistar el Asia
Menor marchando con los latinos á Jerusalén , pero tamaña empresa era superior á su debilidad , y su
tímida prudencia creyó que no debia temer engañando á los cruzados , cuyas victorias redundarian sin
ningun sacrificio en provecho de su imperio . Todos los medios le parecieron buenos y justos para salir
de una posicion que su política hacia mas peligrosa con la incertidumbre é inconstancia de sus proyectos .
Cuanto mas se esforzaba en inspirar confianza , mas sospechosa parecia su buena fé , y tratando de in-
fundir temor , descubria la inquieta alarma de que era víctima . Luego que supo la llegada de los prín-
cipes cruzados , les envió embajadores encargados de obsequiarles y penetrar sus designios , y al mismo
tiempo mandó que las tropas del imperio salieran de improviso á atacarlos en el camino .
El gobernador de Durazo recibió con la mayor ostentacion y cariño al conde de Vermandois , á quien arroja-
ra la tempestaden las costas de Epiro, pero muy pronto recibió una órden de Alėjo para que lo condujera pre-
so á Constantinopla con el vizconde de Melun , Clerembaldo de Vendeuil ( 3) y los principales señores de su co-
mitiva . El emperador griego confiaba que el hermano del rey de Francia seria bajo su poder un rehen que le
pondria al abrigo de las empresas de los latinos , pero una política tan pérfida , en vez de serle util , no sirvió
mas que para despertar la desconfianza y provocar el odio de les jefes de la cruzada . Godofredo de Bouillon
supo el cautiverio del conde de Vermandois al llegar á Filipopolis , y envió mensajeros reclamando al emperador
la reparacion del ultraje; mas no pudo contener su indignacion ni el enojo de su ejército, cuando regresaron
los encargados de su demanda con una respuesta altiva y desfavorable . Trató como si fueran enemigos á los
pueblos que encontró en el camino de Constantinopla , y las fértiles campiñas de la Tracia fueron durante
ocho dias el teatro de la guerra . La multitud de griegos que llegaban fugitivos á la capital anunciaron al em-
perador la terrible venganza de los latinos , y aterrado Alejo de su imprudente política , imploró la inclemen–
cia de su prisionero y le prometió ponerlo en libertad cuando llegasen los cruzadós á las puertas de Cons-
tantinopla . Esta promesa calmó la indignacion de Godofredo, que mandó cesar las hostilidades y continuó
su marcha tratando á los griegos como amigos y aliados .

( 1) La Esclavonia actual, ceñida al oeste por la Croacia y la Iliria, al sud por la Bosnia y la Servia, al este por el Temeswar
y al norte por los comicios húngaros de Baatsch, de Baraní y de Schumegh encierra 353.000 habitantes en una superficie de
853 leguas cuadradas de Francia . La capital es Eszeck, ciudad fuerte sobre el Drave, con 10.000 almas. La poblacion de la Escla-
vonia está repartida en 5 ciudades, 22 villas, 571 aldeas y cerca de 36,000 casas. La Esclavonia no ha sido en otros tiempos tan
angosta , pues antes de la batalla de Mohatsch comprendia además los dos condados croatas de Warardin y de Krentz y una gran
parte del condado de Agram hasta el Kuspa. Todos estos paises que se llamaban entonces alta Esclavonia, se pusieron bajo la pro-
teccion del Austria, para salvarse de la ambicion de Zapolya , y el emperador Fernando I los incorporó á la Croacia, á la cual
han permanecido constantemente unidos desde entonces. - 2 Los historiadores han sido muy difusos en escribir la marcha de los
diferentes príncipes cruzados, y cada ejército ha tenido su historia particular, circunstancia que ha oscurecido la verdad , pues es
imposible seguir los diferentes relatos sin caer en confusion .- (3) La familia de Vendeuil existe aun en Picardía. Permanece
ella el marqués de Clerembault de Vendeuil, ayuda de campo del vizconde de Mirabeau en el ejército de Coude:
52 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Alejo redoblaba en tanto sus esfuerzos y ardides para obtener del conde de Vermandois un juramento
de obediencia y fidelidad , persuadido de que la sumision del príncipe francés arrastraria la de los demás
cruzados , y que no deberia recelar tanto de su ambicion si llegaba á convertirlos en vasallos . El herma-
no del rey de Francia , que al pisar el territorio del imperio habia escrito cartas llenas de altivez y osten-
tacion , no pudo resistirse á los halagos y promesas del emperador , y prestó cuantos juramentos le exigie-
ron . Cuando llegó Godofredo , se presentó en el campamento de los cruzados que se alegraron de verle li-
bre , pero que no le perdonaron la bajeza de haberse sometido á un monarca estranjero . Al intimar á
Godofredo á que siguiese su ejemplo , se alzaron contra él gritos de indignacion ; sus compañeros que ha-
bian desenvainado la espada para vengar sus ultrajes , mostraron tanta mas oposicion y resistencia á la
voluntad del emperador , cuanto mayor habia sido la sumision que habia manifestado el conde en su cau-
tiverio.

Alejo les negó los víveres , creyendo reducirlos por el hambre , pero los latinos estaban acostumbrados
á obtenerlo todo con la violencia y la victoria , y á una órden de sus jefes se esparcieron por las campi-
ñas , saquearon las aldeas y los palacios cercanos de la capital , y la guerra llenó de riquezas y abun-
dancia su campamento . Este desórden duró muchos dias , pero como estaban próximas las fiestas de Navi-
dad (1 ) , la época del nacimiento de Jesucristo inspiró sentimientos generosos á los soldados cristianos y al

piadoso Godofredo . Esta circunstancia favoreció las proposiciones pacificas , el emperador concedió los ví-
veres , y cesaron las hostilidades de los cruzados .

Pero no podia ser durable la union entre griegos y latinos : los francos se vanagloriaban de haber acu-
dido en defensa del imperio , hablaban siempre como vencedores y obraban como soberanos : los griegos
despreciaban el rudo valor de los latinos , cifraban toda su gloria en la finura de sus trajes y maneras , y
creian hacer un ultraje á la lengua de la Grecia pronunciando los nombres de los héroes de Occidente (2) .
Aumentaba la antipatía , originada por la diferencia de usos y costumbres , el rompimiento declara-
do mucho tiempo antes entre el clero de Roma y el de Constantinopla , los cuales se lanzaban mutuamen-
te anatemas y se aborrecian entre sí mas que hubieran podido odiar á los sarracenos . Los teólogos griegos
solo se ocupaban en vanas sutilezas , obstinándose en no admitir en el número de los mártires á los que
morian combatiendo á los infieles , afeaban el carácter guerrero del clero latino , se vanagloriaban de po-

scer en su capital todas las reliquias de Oriente , y no comprendian el objeto que conducia á los cruzados á
Jerusalen . Los francos acusaban á los súbditos de Alejo como de un crimen su repugnancia en seguirlos en
la cruzada , diciendo que su falta de entusiasme era una indiferencia por la causa divina ; y todos estos
motivos de odio y de discordia provocaron frecuentes discusiones y contiendas , en las que los griegos mos-
traron mas perfidia que valor y los latinos mas valor que moderacion .
Alejo permanecia al parecer insensible en medio de estas divisiones sin desistir del proyecto de exigir á
Godofredo el juramento de fidelidad y de obediencia . Tan pronto echaba mano de las protestas de amis-
tad , como amenazaba con desplegar la fuerza de que carecia ; Godofredo despreciaba sus amenazas y no
daba crédito á sus promesas ; dos veces fueron llamadas á las armas las tropas de los latinos y las impe-
riales , y Constantinopla temió ver ondear el pendon de los cruzados sobre sus murallas .
El rumor de tan sangrientas contiendas regocijó á Bohemundo que acababa de Hegar á Durazo , pues
creyó llegado el momento de atacar el imperio griego y de repartirse sus despojos . Envió mensajeros
á Godofredo invitándole á apoderarse de Bizancio , y prometiendo reunirse con él con todas sus fuer-
zas para tan grande empresa ; pero Godofredo recordó constantemente que solo habia tomado las ar-
mas en defensa del Santo Sepulcro , y rechazó las proposiciones de Bohemundo , invocando el juramen-
to que habian prestado de combatir á los infieles.
Esta embajada de Bohemundo, cuyo objeto se publicó al momento , aumentó la inquietud de Alejo , y le
indujo á no descuidar medio alguno para convencer á Godofredo de Bouillon . Envió á su propio hijo
como rehen al campamento de los cruzados , y cesó la desconfianza . Los príncipes del Oriente juraron
respetar las leyes de la hospitalidad y se presentaron en el palacio de Alejo, el cual los recibió ro¬

(1) La princesa griega habla de las fiestas de Pascuas, lo cual contradice á los historiadores latinos y á la verosimilitud,
habiendo partido los cruzados en el mes de setiembre, y hallándose ya en el Asia Menor al principio de la primavera. 2) Ana
Comneno, lib . X.
LIBRO SECUNDO . - 1096-1097 . 53

deado de una corte brillante y esforzándose á ocultar su debilidad bajo la esterioridad de un vano apa
rato y magnificencia . El jefe de los cruzados , los príncipes y los caballeros que le acompañaban , se
inclinaron delante del trono del emperador con todo el lujo marcial del Occidente y saludaron de ro
dillas una majestad muda é inmóvil . Despues de esta ceremonia , en la que los griegos y los lati
nos se contemplaron con estrañeza y curiosidad , Alejo adoptó por hijo á Godofredo y puso el impe
rio bajo la proteccion de sus armas ( 1 ) . Los cruzados se comprometieron á reconquistar al emperador
las ciudades que habia perdido el imperio y á prestarle homenaje por las demás conquistas que
pudieran alcanzar , y Alejo premetió ayudarles por mar y tierra , proporcionarles víveres , y participar
de los peligros y de las glorias de su espedicion
Alejo apreció en mas que una victoria el homenaje de los príncipes latinos , y los jefes de los cru
zados se volvieron á sus tiendas, donde la gratitud del emperador los colmó de presentes . Mientras
Godofredo publicaba á son de trompeta en su ejército la órden de guardar el mas profundo respeto al
emperador y á las leyes del imperio , Alejo mandaba á todos sus súbditos que asistieran á los francos con
víveres y respetaran las leyes de la hospitalidad . Parecia que la alianza que acababa de llevarse á cabo
habia sido jurada de buena fé por griegos y latinos , pero Alejo no podia destruir las prevenciones de
sus súbditos contra los cruzados , y tampoco era posible al piadoso Godofredo contener la multitud turbu
lenta de sus soldados . Aunque el soberano de Bizancio estaba seguro de las intenciones del duque de Lo
rena , temia la llegada de Bohemundo y la reunion de muchos ejércitos en las cercanías de su capital .
Obligó á Godofredo á pasar con sus tropas á la costa asiática del Bósforo , y solo se ocupó en poner en
planta los medios que le sugeria su política para humillar el orgullo y disminuir las fuerzas de los de
más príncipes latinos que se acercaban á Constantinopla
El príncipe de Tarento avanzaba á través de la Macedonia dando oidos á las arengas de los diputados
de Alejo y atacando las tropas que se oponian á su paso . Ya habian saqueado muchas provincias y ciu
dades los cruzados italianos y normandos , cuando su jefe recibió un mensaje del emperador invitándole
á que se dirigiese con su ejército à Constantinopla . Alejo hacia á Bohemundo mil protestas de amistad , á

las que no daba este ningun crédito , pero que miraba como ventajosas para sus-planes , y protestando tam
bien el príncipe de Tarento de su adhesion , se presentó en la corte de Bizancio . El emperador le recibió
con una magnificencia igual al temor que le inspiraba su venida , pero como ambos príncipes eran dies
tros en el arte de seducir y de engañar , cuando mas razon teniau de quejarse uno de otro , era mayor
la amistad que se manifestaban . Se ensalzaron sus mutuas victorias públicamente y ocultaron sus rece
los y tal vez su desprecio bajo la apariencia de una recíproca admiracion
. Poco escrupulosos ambos sobre
la fé de sus juramentos , Alejo prometió vastos dominios á Bohemundo , y el héroe normando juró sin
escrúpulo ser el mas fiel de los vasallos del emperador (2) .
Roberto conde de Flandes, el duque de Normandia y Estéban conde de Blois y de Chartres prestaron tam
bien homenaje al emperador griego al llegar á Constantinopla , y recibieron como los demás el precio de su
sumision . El conde de Tolosa que llegó el postrero respondió á los mensajeros de Alejo diciendo que no habia

ido á buscar un soberano , y hasta les amenazó con la destruccion de Constantinopla . El emperador tuvo que
doblegarse ante el orgullo de Raimundo y sus provenzales ( 3) , y lisonjeó su vanidad y su avaricia , haciéndoles
ver mas la magnificencia de sus tesoros que la de sus ejércitos . Es muy comun considerar á la riqueza como
poderio en los estados en decadencia , y los príncipes degenerados creen reinar en los corazones cuando les
quedan tesoros para corromperlos . Las ceremonias y la etiqueta eran en Constantinopla una cosa seria é impor
tante, y á pesar del valor que merecen las vanas fórmulas, causa admiracion el ver á los altivos guerreros , que

(1) La adopcion de que hablan los historiadores no tenia los mismos efectos que entre los romanos. Segun la ley romana, con
cedia todos los derechos del hijo legítimo, y por consiguiente era llamado á la sucesion del adoptante. La adopcion que Alejo
hizo de Godofredo era una alianza entre príncipes , por la cual se profesaban el cariño de padre é hijo, pero no daba ningun
derecho a la sucesion. Esto induce & decir á Nicéforo Brienio lib. II, cap . 38) que era una vana fórmula. Así adoptó el emperador
Mauricio á Cosroes rey de Persia ( Evan . lib . IV , cap 16) . Las ceremonias de adopcion consistian entre los orientales en ceñir el
adoptante la espada al adoptado Ducange, disertacion sobre Joinville, t . III , p. 272 de las Memorias relativas à la historia de Fran
cia-(2 Véanse los curiosos pormenores sobre la entrevista de Alejo y Bohemundo en el estracto de Ana Comneno (Bibloteca de
lasCruzadas, t . III .— 3 Provenzales, nombre derivado de Provincia romana ó Provincia Narbonense que comprendia antigua
mente el Languedoc , el Delfinado y la Provenza.
54 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

iban á conquistar imperios enteros , arrodillarse en presencia de un príncipe que temblaba viendo vacilante el
suyo; pero le hicieron pagar muy cara una sumision incierta y pasajera , y el desprecio y la ironía era á
veces mayor que su aparente respeto.
Un conde de Paris llamado Roberto fué á sentarse al lado del emperador en una ceremonia en que Alejo
recibia el homenaje de muchos príncipes franceses, pero Balduino de Hainaut le cogió del brazo y le dijo :
-
>>>Debeis de saber que se deben respetar los usos de los paises donde uno se encuentra . Es cierto, respondió
» Roberto , mirad allí á un ridículo zafio que está sentado mientras están en pié tantos ilustres capitanes!»>
Alejo pidió una esplicacion de estas palabras, y cuando salieron los condes , detuvo á Roberto y le preguntó
su nombre y su patria . «Soy francés , respondió Roberto , de la mas ilustre nobleza . Hay en mi pais cerca de
>>una iglesia una plaza donde se reunen todos los que desean hacer alarde de su valor , y solo sabré deciros que
>> nadie se ha atrevido á salir al frente de mí hasta hoy. » El emperador se guardó muy bien de aceptar esta
especie de desafío y se esforzó á disimular su sorpresa y su cólera dando útiles consejos al guerrero temera-
rio . «Si hasta hoy habeis en vano esperado un enemigo digno de vos , os aseguro que vais á quedar pronto
>>cumplidamente satisfecho . Pero no os pongais á la cabeza ni á la cola del ejército , sino en el centro , pues
>>>no ignoro como debe lidiarse contra los turcos , y os aconsejo ese sitio que es el mejor que podeis elegir ( 1 ) . »
La política del emperador alcanzó no obstante un buen éxito , y la altivez de un gran número de condes
y barones sucumbió bajo el poderío de sus halagos y presentes . Poseemos una carta que enviaba Estéban
de Blois á su esposa Adela , en la cual se felicita del recibimiento que le habia hecho la corte de Bizancio ,
y despues de mencionar todos los honores y obsequios , esclama hablando de Alejo : « En verdad , no existe
un hombre como él debajo del cielo ( 2) . »No menos agradecido ó satisfecho debió quedar Bohemundo de
las liberalidades del emperador . Al ver el príncipe de Tarento un salon henchido de riquezas , dijo : « Hay
D
aquí tesoros para conquistar muchos reinos . » El emperador oyó estas palabras y mandó que todas
aquellas riquezas se trasladasen al punto á la tienda del ambicioso Bohemundo , que no las aceptó en
un principio por vergüenza , pero que acabó por apoderarse de ellas con alborozo , llegando hasta el estre-
mo de pedir el título de gran servidor ó general del imperio de Oriente . Alejo poscia esta dignidad y no
ignoraba que era un camino para llegar al trono , de modo que tuvo suficiente valor para negársela y
se contentó con prometérsela en premio de sus servicios futuros al príncipe de Tarento .
Las promesas del emperador sujetaban bajo su ley á los príncipes latinos , y sus favores y alabanzas re-
partidos con destreza habian engendrado los celos y la rivalidad hasta en los jefes de los cruzados . Rai-
mundo de San Giles se declaró enemigo de Bohemundo , cuyos proyectos revelaba á Alejo , y en tanto
.
que este príncipe se humillaba de tal suerte ante un monarca estranjero , los cortesanos de Bizancio
repetian con énfasis que brillaba entre los demás jefes de la cruzada como el sol en medio de las es-
trellas ( 3 ) .

Los francos , que tan temibles eran en el campo de batalla , no habian tenido fuerza para resistir los
ardides de Alejo , ni sabian hacer respetar su ventaja en medio de las intrigas de una corte desmorali-
zada , y su permanencia en Bizancio y el espectáculo del lujo de Oriente eran inminentes peligros para
los cruzados que sentian insensiblemente su efecto corruptor . Segun cuentan los historiadores de la época ,
no se cansaban los caballeros de admirar los palacios , los monumentos , las riquezas de la capital y tambien
quizás las hermosas damas griegas de que hablara Alejo en sus cartas á los príncipes de Occidente . Tancredo
fué el único , insensible á tantos agasajos , que no quiso esponer su virtud á las seducciones de Bizancio ,
y lamentándose de la flaqueza de sus compañeros , se apresuró á salir de Constantinopla seguido de algunos
caballeros , sin haber prestado el juramento de fidelidad al emperador .
Alejo temia tanto la indisciplina é insubordinacion de los peregrinos como los ambiciosos proyectos
de sus jefes , y á medida que llegaban nuevos cruzados , los hacia acampar en la orilla occidental del
Bósforo . Sus tiendas ocupaban el llano que se estiende desde Pera hasta las aldeas que se llaman en
el dia Belgrado y Lisgos , y los soldados se albergaban tambien en las casas y edificios del estrecho.

(1) Biblioteca de las Cruzadas , t . II. 2) Véase la carta del conde de Blois en la Biblioteca de las Cruzadas , t. I. El entusiasmo del
conde de Blois recuerda una espresion de Mad. Sevigné, que colocaba á Luis XIV sobre todos los príncipes, por los favores que
de él habia recibido - 3 ) Raimundo de Agiles, capellan del conde de Tolosa, se esfuerza á escusar á su señor.
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097. 55

Cada jefe tenia su cam amento separado, y el de Godofredo ocupaba el valle de Buyuk- Desé , cerca
de la aldea de este nombre , á cuatro leguas al norte de Constantinopla . Muchas veces nos hemos sen
tado debajo de un viejo plátano que hay en Buyuk-Besé, al cual las tradiciones populares llaman el
árbol de Godofredo de Bouillon (1 ) .
El emperador griego repartia con igual liberalidad sus riquezas entre la multitud de los peregri
nos, pero no conseguia el mismo éxito que con los jefes . Todas las semanas salian del palacio de
Blaqueras cuatro hombres robustos cargados de monedas de oro que se distribuian entre los solda
dos de Godofredo , é igual reparticion se hacia en el campamento de muchos otros jefes. «¡ Cosa es
traña! dice con este motivo Alberto de Aix ; este dinero repartido con tanta profusion volvia muy

pronto al tesoro imperial , porque nadie podia en el imperio vender las provisiones á los cruzados
mas que Alejo, y el trigo, el vino y las demás mercancías costaban tan caras , que apenas bastaba
el dinero distribuido á los peregrinos para mantenerse , y se veian obligados á gastar el que habian
traido de su pais . Esta engañosa generosidad del emperador escitaba violentas quejas , la multitud
invadia las comarcas vecinas y las saqueaba , sin perdonar las casas imperiales , de modo que la

capital se veia continuamente amenazada de un saqueo á pesar de sus murallas . »


Lo que afligia en estremo á los peregrinos mas piadosos , era el olvido general del objeto de su
espedicion , pues los guerreros latinos hubieran preferido hacer la guerra á los griegos , por la es
peranza del rico botin , y el mismo Alejo se cuidaba mas de someter á su imperio á los príncipes
de la cruz que de arrancar de los muros de Nicea los pendones musulmanes . No obstante Godofre
de y los jefes mas previsores no olvidaban la cruzada , y pedian con ahinco que se les proporcio
nasen barcos para cruzar el Bósforo y volver á emprender el camino de Jerusalen . Godofredo dió el
ejemplo embarcándose con sus caballeros en el golfo de Buyuk-Desé , y los demás cruzados levanta
ron tambien sus tiendas y pasaron á las costas del Asia.
Los cruzados se olvidaron de la corte de Bizancio despues de haber pasado el estrecho del Bósforo, y so

lo pensaron en hacer la guerra á los musulmanes. Hemos dicho anteriormente que los turcos seldjukidas
invadieron el Asia Menor en el reinado de Miguel Ducas , y que fundaron un imperio que se estendia des
de el Oronte y el Eufrates hasta Nicea . Esta nacion era la menos bárbara de los musulmanes , y habia des
cuidado la conquista de las orillas del mar porque no tenia marina , pero estaban bajo su dominacion las
mas ricas provincias, cuyo cultivo dejaba á los griegos sus esclavos y tributarios .
Los turcos del Asia Menor vivian en sus tiendas, no conocian otra ocupacion mas que la guerra , ni otra

riqueza que el botin , y obedecian por jefe al hijo de Soliman , cuyas conquistas le habian dado el renombre
de campeon sagrado. David , llamado Kilig- Arslan ó la espada del leon , habia sido educado en medio de
las guerras civiles , y despues de haber estado encarcelado en la fortaleza de Korasan por mandato de Malek

Schah, subió al trono de su padre , que ocupaba hacia muchos años siendo respetado por su valor . Era un
hombre de genio fecundo en recursos y de carácter firme en las desgracias ; cuando supo la llegada de los
cruzados , llamó en defensa de la ley del Coran á todos sus súbditos y aliados ; y tuvo la satisfaccion de
ver reunidos bajo sus banderas los mas animosos defensores del islamismo de todas las provincias del Asia
Menor y hasta de la Persia.
No satisfecho aun con un ejército tan numeroso , se esmeró en fortificar la ciudad de Nicea , que debia

recibir los primeros golpes de los cristianos . Era esta ciudad la capital de la Bithinia , célebre por sus dos
concilios , y corte del imperio ó pais de Roum, y los turcos la consideraban como un punto avanzado desde
donde esperaban la ocasion de atacar á Constantinopla y precipitarse sobre el Occidente .
El ejército cristiano se reunió en Calcedonia , y despues de formar los jefes sus batallones , se dirigie
ron hácia Nicea . El ejército de la cruz tenia á su derecha la Propóntida y las islas de los Príncipes , y á
su izquierda las montañas cubiertas de bosques donde se ven actualmente algunas aldeas turcas. Encon
traron en su camino las ruinas de la antigua Pandicapium y los restos de Libisa, *famosa por el sepulcro de

Anibal (en la actualidad es una miserable villa musulmana) . Despues de algunos dias de marcha , llega
ron á Nicomedia donde permanecieron tres dias . Esta ciudad , edificada al pié de una colina , en el fon

1 Correspondencia de Oriente , carta XXXVIII .


56 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

do de un golfo al cual ha dado nombre , conservaba aun entonces un resto de su antiguo esplendor , pero ac-
tualmente es una villa que los turcos llaman Ismid . El ejército de la cruz se dirigió desde allí á Henelepolis,
teniendo al occidente el golfo y á oriente la inmensa cordillera de Arganton ; esta ciudad , que ha tomado el
nombre de Hersch , está á once leguas de Nicomedia y á cuatro ó cinco de Civitotó Ghemlik; y al llegar á
sus cercanías vieron los cruzados acudir á sus tiendas á muchos fugitivos del ejército de Pedro , que habien-
do podido salvarse del alfanje mahometano , vivian ocultos en las montañas y en los bosques cercanos .
Unos iban cubiertos de andrajos , otros desnudos y muchos heridos y casi exánimes de hambre , soște-
nian apenas el resto de una miserable vida que habian disputado al rigor de las estaciones y á la barbarie de
los turcos . El aspecto de estos desgraciados y la relacion de sus miserias llenaron de luto el ejército cristia-
no , y todos los ojos derramaron lágrimas cuando se supieron los desastres de los primeros soldados de la
cruz. Los fugitivos indicaban hácia el Oriente la fortaleza donde los compañeros de Reinaldo , vencidos por
el hambre y la sed , se habian entregado á los turcos para ser víctimas de su acero, y señalaban las monta-
ñas en cuya falda habia perecido Gualtero con todo su ejército . Los cruzados caminaban silencio-
sos , encontrando por todas partes los insepultos huesos de sus hermanos , girones de banderas ,
lanzas rotas y armas cubiertas de polvo y orin , tristes restos de un ejército vencido. En medio de
tan siniestros cuadros , no pudieron ver sin estremecerse de dolor el campamento donde Gualtero
habia dejado las mujeres y los enfermos , al verse arrastrado hácia Nicea por sus soldados , el sitio
donde los cristianos habian sido sorprendidos por los musulmanes en el momento en que sus sacer-
dotes celebraban el sacrificio de la misa , y donde un enemigo cruel habia sacrificado ó hundido en
el mas feroz cautiverio á las mujeres , los niños , los ancianos y á todos los que la debilidad y las
enfermedades detenian en la tienda , persiguiéndolos hasta al pié de los altares . La multitud de los
cristianos degollados en este sitio yacia sin sepultura , y se veian aun los fosos trazados en torno
del campamento y la piedra que habia servido de altar á los peregrinos .
El recuerdo de tan inmenso desastre ahogó las discordias , impuso silencio á la ambicion y reanimó el
celo de libertar los santos lugares . Los jefes se aprovecharon de esta leccion y redactaron útiles reglamentos

para mantener la disciplina . Empezaba entonces la primavera , las campiñas cubiertas de verdura y de flo-
res, las mieses que crecian , el clima fértil y el hermoso cielo de Bitinia , la seguridad de no faltar los víve-
res, la armonía de los jefes y el entusiasmo de los soldados hacian presagiar á los peregrinos que Dios ben-
deciria sus armas y que serian mas felices que sus compañero cuyos deplorables restos hollaban sus
plantas.
Al salir de Herseb los cruzados tuvieron que cruzar muchas veces el Draco, rio célebre entre los peregri-
nos , cuyos numerosos rodeos le han dado el nombre de serpiente y entre los turcos el de rio de las cuarenta
colas . No lejos del nacimiento del Draco , al cruzar la cordillera de Arganton , los peregrinos solo encontra-
ron angostas sendas entre los precipicios y cortadas en la roca . Godofredo envió de avanzada cuatro mil tra-
bajadores armados de hachas y picas para abrir camino ; plantáronse algunas cruces de madera para seña-
lar el paso de los soldados de Jesucristo , y al salir de tan peligrosas quebradas , los peregrinos estasiaron su
vista por las llanuras de Nicea .
Los cruzados avanzaban confiados en sus fuerzas y sin saber las que podian oponerles : nunca habian
presentado un espectáculo tan imponente y terrible las campiñas de la Bitinia ; el número de los peregri-
nos era mayor que la poblacion de muchas ciudades de Occidente ; su inmensa multitud cubria un grande
espacio ; y los turcos miraban sin duda con espanto , desde la cima de las montañas donde estaban acam-
pados , aquel ejército compuesto de cien mil caballos y de innumerables infantes , lo mas selecto de los
pueblos belicosos de Europa , que iba á disputarles la posesion del Asia .
Guillermo de Tiro hace una hermosa descripcion de Nicea y de sus murallas . Los viajeros pueden ver
aun en pié estas fortificaciones , que á pesar de los siglos que han pasado sobre ellas , dan una idea
suficiente para apreciar lo que serian en la época de la primera cruzada . Nos limitaremos á decir lo
que hemos visto .

Nicea está situada en el estremo oriental del lago Ascanio , al pié de una montaña de forma semi-
circular ; las murallas antiguas tienen legua y media de circunferencia ; se elevan por todos lados torres
redondas , cuadradas y ovales, tan cerca unas de otras , que habia no hace muchos años trescientas
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097. 57

setenta ; el grosor de las murallas es de diez piés (Guillermo de Tiro dice que podia rodar por encima
de ellas un carro) , de treinta piés su altura , y se hallan muy bien conservadas á escepcion de la parte
que cae al lago . Puede verse su forma y juzgar de su solidez al través de la yedra que las viste con su
verdoso manto , blason de su antigüedad . Nicea tiene tres puertas ; la del mediodía está cerrada ; la
de la parte oriental es de tres arcos de mármol , y se ve en la pared de la parte esterior un bajo re-
lieve que representa unos soldados romanos armados con lanzas y cubiertos con sus escudos , y á al-

guna distancia de esta puerta se ven los restos de un acueducto que conducia á Nicea el agua de la mon-
taña . La puerta del norte es grande y hermosa , y se compone como las otras dos de tres arcos de már-
mol gris , no teniendo mas adorno que una enorme cabeza de Gorgona que asoma desde lo alto del muro
entre una enramada de yedras y plantas parietarias . Rodea la plaza un foso casi cubierto de escombros , y
cuando se llega á Nicea por el camino de Civitot , se entra en la ciudad por una ancha brecha practicada en
una enorme torre de ladrillo . ¡ Qué sorpresa esperimenta el viajero cuando en vez de Nicea , cuyas torres
están aun en pié, solo ve por todos lados en vez de calles y plazas campos cultivados , olivares y more -
ras, y despues de cruzar largas calles de cipreses y plátanos , se llega á una humilde y pobre aldea llamada
Lonid, habitada por griegos y turcos ( 1 ) !
Luego que los cruzados llegaron á la vista de la ciudad , cada jefe tomó la posicion que debia ocupar du-

rante el sitio ; Godofredo y sus dos hermanos se colocaron al oriente , en cuyo lado parecen inespugnables
aun las murallas; Bohemundo , Roberto conde de Flandes , Roberto duque de Normandía y el conde de Blois
abrieron sus tiendas por el lado del occidente y del norte ; el mediodía de la ciudad fué ocupado por el obis-
po Adhemaro, y el conde Raimundo de Tolosa que fué el último de llegar al campamento , y los sitiados que-
daron libres por el lado del lago .
Godofredo y Raimundo tenian á sus espaldas las montañas , pero el resto del campamento se hallaba ai
principio de una estensa llanura cortada por acequias y torrentes . Las flotas que venian de Grecia y de Ha-
lia proveian desde el principio del sitio á los sitiadores de víveres y de municiones de guerra .
El historiador Foulquer de Chartres dice que habia en el campamento cristiano diez y nueve naciones di-
ferentes en costumbres é idiomas . « Si un inglés ó un aleman queria hablarme , añade el escritor , no sabia
como responderle, mas aunque divididos por el lenguaje, parecia que solo formábamos un pueblo con nues-
tro amor á Dios . >> Cada nacion tenia su barrio rodeado de muros y estacadas , y como faltaban piedras y
madera para construir las trincheras , se emplearon los huesos de los cruzados que habian quedado sin se-
pultura en las campiñas cercanas de Nicea ; « de modo , dice Ana Comneno , que construyeron á un tiempouna
tumba para los muertos y un albergue para los vivos (2) .» Alzáronse apresuradamente en cada barrio mag-
níficas tiendas que servian de iglesias y donde se reunian los jefes y soldados para las ceremonias religiosas .
Llamaban á los cruzados á los ejercicios militares diferentes gritos de guerra , los tambores cuyo uso habian
introducido los sarracenos en Europa y los sonoros cuernos .
Los barones y los caballeros vestian una cota de malla , especie de túnica compuesta de pequeños anillos de
hierro y acero , y sobre la cota de armas de los escuderos ondeaba una banda azul , roja , verde ó blanca . Ca-
da guerrero llevaba un casco , plateado los príncipes, de hierro los demás caballeros ; los ginetes llevaban escu-
dos redondos ó cuadrados y los infantes rodelas largas . Los cruzados se servian en la pelea de lanza , espada y
de una especie de cuchillo ó puñal llamado misericordia; de la maza de armas , con la cual un guerrero po-
dia matar de un solo golpe á su enemigo ; de la honda , que lanzaba piedras ó balas de plomo , del arco y de la
ballesta , arma mortífera desconocida hasta entonces para los orientales . Los occidentales no llevaban aquellas
pesadas armaduras de hierro que describen los historiadores de la edad media (3) .
Los príncipes y los caballeros llevaban en sus banderas , imágenes , y signos de diferentes colores, que

(1 ) El campo de batalla donde desapareció el ejército de Pedro el Ermitaño á los golpes del sultan de Nicea , la marcha del
grande ejército de Godofredo desde Calcedonia à Nicea y el estado presente de esta ciudad , han sido descritos siguiendo las not-
cias de Mr. Poujoulat.- 2) Biblioteca de las Cruzadas , t . III.— 3) Los cruzados están representados en las vidrieras de San Dionisio ,
pintadas por mandato de Suger, con cascos en forma de cono agudo, ú ovalados , sin visera y sostenidos por baberoles que los
cubria hasta la boca ; sus armaduras parecen mas lijeras que las de los turcos y están sujetas por medio de cuerdas ; llevan una
espada corta, una lanza con una banderola, donde hay pintada una cruz , y un escudo redondo ú oval. Los turcos están cubier-
tos de una armadura semejante, aunque sus cascos son mas ovalados y sus corazas cubiertas de escamas . Se distiguen además
por sus cabellos largos que caen sobre los hombros. V. Montfaucon, Documentos de la monarquia francesa, t . I , p. 396.)
(8.* y 9.*) 8
58 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

servian de punto de reunion á sus soldados , y pintados sobre los escudos y pendones leopardos , leones ,
estrellas , torres , cruces y árboles del Asia y de Occidente , y muchos habian hecho representar sobre sus
armas los pájaros viajeros que habian encontrado en su camino , y que cambiando todos los años de clima ,
eran para los cruzados un símbolo de su peregrinacion . Estas señales distintivas estimaban el valor en el
campo de batalla y estaban destinadas á ser algun dia uno de los atributos de la nobleza entre los pue
blos de Occidente .

El consejo de los jefes dirigia las empresas de la guerra en las circunstancias importantes , y en los

casos comunes, los condes y señores no recibian órden de ningun superior. El ejército cristiano era la
imágen de una república sobre las armas , república formidable , en la cual todos los bienes eran co
munes , sin reconocerse mas ley que la del honor ni otro lazo que el de la religion . Era tanto el en
tusiasmo, que los jefes hacian el servicio de los soldados y estos no faltaban jamás á la disciplina . Los
jefes recorrian sin cesar las filas para recordar á los cruzados las máximas de la moral evangélica ;
tambien prestaron buenos servicios los predicadores , y si se ha de dar crédito á los autores contempo
ráneos que no perdonan ninguna falta á los campeones de la cruz , la conducta de los cristianos du
rante el sitio de Nicea fué un modelo de virtudes guerreras y de devocion . « Aquella santa milicia ,
>> dice un cronista ( 1 ) , era la imágen de la Iglesia de Dios , y Salomon podia haber dicho al verla : ¡ Qué
»>hermosa eres , amiga mia ! te pareces al tabernáculo de Cedar ! ¡Oh Francia ! pais que debes estar á ma
»yor altura que los demás , qué bellas eran las tiendas de tus soldados en la Romanía ! >»
Los cristianos dieron varios asaltos desde los primeros dias del sitio y en todos hicieron inútilmen
te prodigios de valor . Kilidj - Arslan , que habia albergado en Nicea su familia y sus tesoros , animó con
sus mensajes el valor de la guarnicion y reunió todos los guerreros que pudo encontrar en la Roma
nía para acudir en defensa de los sitiados . Se precipitaron de improviso sobre el valle de Nicea diez
mil ginetes musulmanes que cruzaron las montañas armados con sus arcos de cuerno y sus armadu
ras de hierro , y penetraron hasta el punto donde habia plantado sus tiendas el conde de Tolosa que
llegara el último al campamento . Los cruzados estaban noticiosos de su venida y los esperaban sobre
las armas ; todos los jefes estaban al frente de sus batallones , y el obispo de Puy recorria las filas
montado en un caballo de batalla invocando , ya la proteccion del cielo , ya la piedad belicosa de los
peregrinos . Apenas se trabó el combate , cincuenta mil ginetes musulmanes acudieron á defender su
vanguardia que empezaba á vacilar . Iba á su cabeza el sultan de Nicea escitando su valor con las
palabras y con el ejemplo : « Los dos ejércitos , dice Mateo de Edeso (2) , se acometieron con igual fu
>> ria ; veíanse por do quiera brillar los cascos , los escudos y las espadas desnudas ; se oia á lo lejos
>>el choque de las corazas y de las lanzas que rechazaban en la lid ; el firmamento se estremecia
>>> con la espantosa gritería ; los caballos retrocedian y se encabritaban al rumor de las armas y el sil
>> bido de las flechas ; la tierra temblaba bajo los piés de los combatientes y la llanura estaba cubier
» ta de armas y de cadáveres .» Ora los turcos se arrojaban con furor sobre las filas de los cruza
dos , ora peleaban desde lejos lanzando una lluvia de saetas , y algunas veces fingian que empren
dian la fuga para volver á acometer con mas impetuosidad . Godofredo , su hermano Balduino , Ro
berto conde de Flandes , el duque de Normandía , Bohemundo y el valiente Tancredo acudian á
donde habia mas peligro , y el enemigo caia bajo sus mandobles ó huia solo á su aspecto . Los
turcos conocieron desde el principio de la pelea que los enemigos que tenian delante eran mas temi
bles que la multitud indisciplinada de Pedro el Ermitaño y de Gualtero . Esta batalla duró desde la
mañana hasta la noche ; los musulmanes desplegaron el valor de la desesperacion unido á todas las es
tratagemas de la guerra , y costó la vida á dos mil cristianos . Los infieles huyeron derrotados á las
montañas , dejando cuatro mil muertos en la llanura donde habian peleado .
Los cruzados imitaron el uso bárbaro de los guerreros musulmanes ; cortaron las cabezas de los ene
migos que habian quedado en el campo de batalla y las colgaron del arzon de la silla de sus caba
llos , llevándolas al campamento , que resonó con gritos de victorioso regocijo . Las máquinas lanzaron
mas de mil cabezas dentro de la ciudad , esparciendo la consternacion , y otras mil fueron enviadas en sa

1 Baudri Biblioteca de las Cruzadas , t. I. - 2) Mateo de Edeso Biblioteca de las Cruzadas , t . III.
t
58 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

servian de punto de reunion á sus soldados , y pintados sobre los escudos y pendones leopardos , leones ,
estrellas , torres , cruces várholes del Asia y de Occidenta shahi

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2020

11 Baudri Biblioteca de las Cruzadas , t. I. 2) Mateo de Edeso Biblioteca de las Cruzadas, t. III .
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BATAL LA.
NIZEA
DE
.
L
193 LIBRO SEGUNDO. - 1096-1097.
59

cos á Constantinopla para presentarlas al emperador que ensalzó el triunfo de los francos . Era el primer
tributo que le ofrecian los señores y barones que se habian declarado sus vasallos .
No temiendo ya los cruzados al ejército enemigo , llevaron adelante el sitio con mayor ardor ; ya se

acercaban á la plaza protegidos por galerías cubiertas de un doble techo de planchas de metal ó de teji
do de ramas , ya impelian hácia las murallas torres colocadas sobre ruedas , desde las cuales se veia lo que
pasaba en la ciudad . Diéronse varios asaltos , en los que murieron el conde de Forez , Balduino de Gante
y muchos caballeros que el pueblo de Dios , segun los cronistas , enterró con los sentimientos de amor y
de piedad , que son debidos á personas tan nobles é ilustres . Los cruzados lidiaban con entusiasmo , deseo
sos de vengar la muerte de sus compañeros de armas , y formando los mas intrépidos la tortuga con
sus escudos impenetrables , bajaban á los fosos , se acercaban al pié de las murallas , batian las torres con
arietes cubiertos de hierro ó se esforzaban en arrancar las piedras con azadones y picos . Los cruzados ar
rojaban desde lo alto de sus muros pez encendida , aceite hirviendo y toda clase de materias combus
tibles ; las llamas devoraban muchas veces las máquinas de los cruzados y sus armas defensivas , y los
soldados se hallaban al descubierto de las piedras y saetas que caian sobre ellos como una terrible tem
pestad. El ejército cristiano rodeaba á Nicea , pero cada nacion tenia solo el punto de ataque que se le
habia señalado , y no se ocupaba del resto del cerco ; y ya sea que faltase espacio ó máquinas á la mul
titud de los combatientes , solo se veia acercarse á las murallas un reducido número de guerreros , y cada
ataque dirigido contra la ciudad era una especie de espectáculo al cual asistia la turba ociosa de los pe
regrinos esparcidos por las eminencias y colinas cercanas . Un musulman , á quien la historia nos des
cribe como un guerrero de una estatura y fuerza estraordinarias , se hacia notar por sus prodigios de va
lor en uno de los asaltos que daban los soldados de Godofredo ; no cesaba de desafiar á los cristianos , y
aunque todo su cuerpo estaba cubierto de flechas , permanecia impertérrito é insultante sobre el muro
y parecia que los soldados de la cruz solo tenian que combatir con un hombre . Manifestando al fin con or
gullosa altanería que no temia á los cristianos , el guerrero musulman arrojó á lo lejos el escudo , des
cubrió su pecho y empezó á lanzar enormes trozos de roca sobre los cruzados agrupados al pié de la
muralla. Los peregrinos caian aterrados sin poder defenderse , hasta que adelantándose el duque de Boui
llon , armado de una ballesta y precedido de dos escuderos que llevaban sus escudos alzados sobre su
cuerpo , disparó un dardo con mano vigorosa , y herido el atrevido musulman en el corazon , cayó exá
nime sobre la muralla á la vista de todos los cruzados qne aplaudieron la destreza y el valor de Godofre
do . Los sitiados quedaron tan inmóviles de espanto , que parecia que habian quedado sin defensores las
murallas medio derruidas .

La noche suspendió los combates y alentó el valor de los sitiados , y al dia siguiente al amane
cer estaban ya reparadas las brechas del dia anterior , y se alzaban nuevas paredes detrás de las
murallas arruinadas . Al ver la constancia de sus enemigos y el guerrero aparato que desplegaban ,
los cruzados empezaban á desmayar, y todos esperaban el ejemplo de su compañero para lanzarse
al combate , segun dice Alberto de Aix . Solo un caballero normando se atrevió á salir de las filas y
á bajar al foso, pero cayeron sobre él piedras y dardos , y mal defendido con su casco y su cora
za , pereció á la vista de todos los peregrinos , que se contentaron con pedir á Dios que tuviese com
pasion de su alma . Los sitiados cogieron su cadáver con ganchos de hierro , lo colocaron sobre la
muralla como un trofeo de su victoria , y lo arrojaron despues por medio de una máquina al cam
pamento de los cristianos , donde sus compañeros de armas le hicieron los honores de la sepultura ,
consolándose de haberle dejado morir sin defensa , con la idea de que habia recibido la palma del mar
tirio y gozaba ya de la vida eterna .
Los sitiados recibian todos los dias refuerzos de víveres , armas y soldados por el lago Ascanio que
bañaba sus murallas , y los cruzados no lo advirtieron hasta siete semanas despues de haber empezado
el sitio . Reuniéronse los jefes , y enviaron al puerto de Civitot un gran número de ginetes é infantes
con órden de trasportar á la orilla del lago barcos y navíos griegos . Muchas de estas naves , que
podian sostener hasta cien combatientes , fueron colocadas sobre carros á los que habian uncido ca
ballos y hombres robustos , y una sola noche bastó para trasladarlas hasta el lago Ascanio y lan
zarlas en el agua . Al asomar el dia, el lago estaba cubierto de barcas tripuladas por soldados intré
60 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

pidos , ondeaban sobre las ondas las banderas cristianas desplegadas , y en todas las orillas se oye-
ron gritos bélicos , trompetas y tambores . Los defensores de Nicea quedaron sumidos en la mayor
sorpresa y desaliento .

Al mismo tiempo reanimó el valor de los peregrinos una torre de madera , construida por un guer-
rero lombardo , que resistia el fuego , las piedras y todos los ataques del enemigo . La colocaron al
pié de un torreon formidable que habian atacado durante muchos, dias los guerreros de Raimundo
San Giles , y los trabajadores que albergaba escabaron profundamente la tierra bajo las murallas
hasta que se descubrieron los cimientos de la fortaleza , la cual se desplomó durante la noche con tan
horrible estruendo que sitiados y sitiadores se despertaron aterrados creyendo que era un temblor de
tierra . Al siguiente dia , la mujer del sultan y sus dos hijos de tierna edad trataron de huir por el
lago , pero cayeron en poder de los cristianos , y ya los turcos perdian la esperanza de defender á
Nicea y yaclan aterrados y próximos á rendirse , cuando la política de Alejo usurpó la conquista á
las armas de los cruzados .

Este príncipe, que se ha comparado al ave que busca su presa siguiendo las huellas del leon, ha-
bia llegado en secreto hasta Pelécano , y enviado al ejército de los cruzados un reducido cuerpo de
tropas griegas y dos generales de su confianza , no para combatir , sino para negociar y aprovecharse
de la ocasion de apoderarse de Nicea con astucia . Habiendo entrado en la ciudad uno de sus jefes
llamado Butumita , aterró á los habitantes amenazándoles con la inexorable venganza de los latinos y
les aconsejó que se rindiesen al emperador de Constantinopla . Aceptaron sus proposiciones , y en el
momento que los cruzados se preparaban á dar el último asalto, aparecieron de pronto las bande-
ras de Alejo sobre las murallas y torres de Nicea .
Esta novedad llenó de sorpresa al ejército cristiano , muchos cruzados no pudieron contener su in-
dignacion , y los soldados , preparados ya para el combate, volvieron à entrar en sus tiendas abrasa-
dos de justa cólera . Exasperó su enojo el oir que los griegos exigian que solo pudieran entrar de
diez en diez en una ciudad que habian conquistado á costa de su sangre y que encerraba las rique-
zas que les habian prometido. En vano los griegos recordaron los tratados hechos con Alejo y los
servicios que habian prestado á los latinos durante el sitio , pues continuaron las quejas y los mur-
mullos , que solo pudieron acallar por entonces los regalos del emperador ( 1 ) .
Alejo recibió á la mayor parte de los jefes de la cruzada en Pelécano , ensalzó su valor y los colmó de oro y
alabanzas . Viéndose dueño de Nicea trató de vencer el orgullo de Tancredo , que aun no habia prestado ju-
ramento de fidelidad y obediencia , y cediendo por fin este príncipe á las súplicas de Bohemundo y de los de-
más jefes , prometió ser fiel al emperador hasta que este lo fuese á los cruzados (2) ; pero semejante homenaje ,
que era á un mismo tiempo una sumision y una amenaza , no satisfizo á Alejo , y le mostró claramente que
no merecia el aprecio ni el cariño de los peregrinos de Occidente . Los latinos conocieron fácilmente que Alejo
trataba de ganarse el ánimo de los enemigos de los cristianos , al ver que devolvia la libertad á la mujer y
á los hijos del sultan y en el modo humano y generoso con que trató á los prisioneros turcos. Esto fué bastan-
te para renovar el odio general, y desde esta época griegos y cruzados se inculparon y amenazaron mutua-
mente , y es indudable que el mas leve pretesto hubiera encendido la guerra entre los aliados (3) .
Un año hacia que los cruzados habian salido de Occidente, y despues de haber descansado algun tiempo cer-
ca de Nicca , se prepararon para continuar la marcha hácia la Siria y la Palestina . Las provincias del Asia

(1 ) Los historiadores de la primera cruzada no están de acuerdo sodre el modo en que fué entregada Nicea al emperador . Ro-
berto el monje, Baudri y el abate Guibert dicen que los sitiados trataron secretamente con Alejo, con condicion de dejarles sa-
lir libremente de la ciudad . Foulcher de Chartres pretende que los turcos que habia en Nicea dieron entrada á los turcópoles en-
viados por el emperador, los cuales repartieron dinero y tomaron posesion en nombre de Alejo . Alberto de Aix dice que Taticio,
privado del príncipe griego, alcanzó de los cruzados á fuerza de promesas que le entregasen á Nicea , y de los sitiados que abrie-
ran sus puertas, prometiéndoles que podrian salir libremente. Guillermo de Tiro asegura tambien que Talicio trató secre-
tamente con los sitiados, pero añade que habiendo sabido los cruzados que la ciudad iba a rendirse , enviaron mensa-
jeros á Alejo rogándole que llegase cuanto antes con las tropas que debian formar la guarnicion de Nicea, para que el ejército
cristiano pudiese continuar su marcha . La liberalidad del emperador no impidió que los cruzados se quejasen de esta capitu .
lacion , y Alberto de Aix añade que Alejo faltó á las promesas que había hecho á los cruzados .— 2) Puede verse en Raul de Caen
la ruda franqueza con que habló Tancredo al emperador Alejo (Biblioteca de las Cruzadas, t . I) .— 3) Ana Comneno esplica la con-
ducta de Alejo. Es preciso no perder de vista la historia de la princesa griega, y compararla con frecuencia con las crónicas latinas.
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097 . 61

Menor que iban á recorrer estaban ocupadas por los turcos , á los cuales animaban el fanatismo y la religion
y formaban una nacion y un ejército siempre dispuesto á combatir y á trasladarse de un punto á otro . La guer
ra habia devastado tan espantosamente el pais que apenas quedaban caminos ; las ciudades estaban entre sí
sin comunicacion ; los desfiladeros, los torrentes y precipicios detenian continuamente al ejército numeroso
en su marcha al través de las montañas , y eran unos azotes inevitables en las llanuras , la mayor parte incul–
tas y desiertas , la escasez de víveres y de agua y la ardiente temperatura del clima . Los cruzados creian ha
ber vencido á todos sus enemigos en Nicea , y avanzaban por un pais que desconocian sin tomar ninguna pre
caucion y sin mas guia que los griegos , cuya perfidia era tan manifiesta . Como no tenian idea alguna de los
obstáculos que iban á encontrar en su marcha , su ignorancia tranquilizaba sus ánimos y les ocultaba el pe

ligro.
El ejército cristiano salió de Nicea , el 25 de junio ( 1 ) , y despues de dos dias de marcha llegó cerca de un
puente donde plantó las tiendas . Este puente que todavía existe , está construido en el sitio donde el Gallas de
semboca en el Sángaro , llamado en lengua turca Sakaría . Los cruzadas se hallaban entonces cerca de la
antigua Leuca , hoy aldea de Lefke , y aunque solo dista seis horas de Nicea , estaban tan intransitables los
caminos , especialmente por una multitud tan inmensa embarazada por sus bagajes , que no debemos
asombrarnos de que el ejército emplease dos dias en tan corto tránsito . Descansaron dos dias en la union del
Gallas y el Sángaro atraidos por la abundancia del agua y de pastos , y como iban á entrar en un pais

desierto y sin agua , resolvieron dividirse en dos ejércitos , pues un solo pais no era bastante para tantos
hombres y caballos ( 2) . El cuerpo de ejército mas considerable iba á las órdenes de Godofredo , Raimun
do , Adhemaro , Hugo el Grande y el conde de Flandes , y mandaban el otro cuerpo Bohemundo , Tan
credo y el duque de Normandía . Ambos ejércitos debian marchar , en cuanto fuera posible , á una pró
xima distancia ; el de Godofredo se dirigió hácia la derecha , y el de Bohemundo hácia la izquierda , el
cual llegó al valle llamado sucesivamente Dogorganhi , Gorgoni y Ozellis , despues de tres dias de marcha
al principiar la cuarta jornada . De Lefke á este valle hay veinte leguas , lo cual está acorde con las jor
nadas que acabamos de indicar siguiendo al monje Roberto que fué testigo ocular , y prueba igualmente
el error de algunos cronistas como Guillermo de Tiro , que han contado un solo dia de marcha y que
no han recorrido sin duda los sitios 'que describen . El ejército de Bohemundo debió seguir el Sángaro
durante tres horas desde el puente donde habia hecho alto el ejército cristiano , y dejando entonces el rio
á la derecha , penetró por un valle que conduce á Gorgoni , cuyo primer valle es llamado por los turcos
Visir-Kau , y lo baña un pequeño rio que actualmente tiene el nombre de Kara - Sou . El de Gorgoni , que
recuerda una gran batalla , termina en la llanura de Dorilea llamada por los turcos Eski- Chev , y está si
tuado á cuatro leguas hácia el norte de esta ciudad . El rio que corre por este valle se llama Sarch- Sou
(agua amarilla) , es el Betis de los antiguos , y va á desembocar en el Tembrio despues de regar esten
sas praderas (3) . Hay en la parte septentrional una aldea turca llamada Dogorganleh , derivacion del an
tiguo nombre Dogornahi que le dan nuestros cronistas , y el valle donde tuvo lugar el acontecimiento
militar , cuyo desenlace decidió de la suerte de la cruzada , se llama en el dia Ineu-Nu (las cavernas) ,
cuyo nombre es debido á las numerosas grutas sepulcrales cortadas en las faldas de las colinas cercanas .
Tenemos la mas grata satisfaccion en indicar con tantos detalles y tanta precision los sitios que ha hecho
tan célebres la historia de la primera espedicion de la cruz .
Al asomar el alba del 4.º de julio , el ejército de Bohemundo que habia llegado del valle de Gorgoni ,
vió aparecer de pronto una inmensa multitud de musulmanes . Kilidj -Arslan habia reunido nuevas tropas
despues de la derrota de Nicea , y seguia á los cruzados al frente de un ejército , que los cronistas latinos
hacen ascender á trescientos mil hombres , espiando la ocasion de sorprenderlos y vengarse de la conquista
de su capital . La division del ejército cristiano en dos cuerpos le habia parecido propicia para un ataque ,
y escogió la parte menos considerable como mas fácil de vencer . El ejército de Kilidj -Arslan se desplegó ame
nazador por las alturas de Gorgoni ; los cristianos titubearon al verlo , pero Bohemundo y el duque de Nor

(1) Guillermo de Tiro se equivoca fijando en 29 de junio la fecha de la partida de Nicea . Siete dias despues llegaron los cruza
dos al valle de Gorgoni .- 2) Roberto el monje. - 3) Todos estos preciosos apuntes geográficos, que nos han servido tan venta
josamente para comprender la batalla de Dorilea, son debidos á Mr. Bautista Poujoulat .
62 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

mandía mandaron desmontar á todos los caballeros y plantar las tiendas . Se formó en pocos instantes el
campamento apoyado por un pequeño rio que baña el valle y defendido por un pantano ; lo cerraron con
carros y con estacadas formadas de palos destinados para alzar las tiendas; colocaron en el centro las mu-
jeres, los niños y los enfermos , y se repartieron los infantes y los ginetes en los puntos que les señaló Bo-
hemundo . La caballería , dividida en tres cuerpos , se colocó á la cabeza del campamento y se dispuso á de-
fender el paso del rio : Tancredo y su hermano Guillermo mandaban uno de estos cuerpos y el duque de
Normandía y el conde de Chartres el otro , y Bohemundo, que mandaba el cuerpo de reserva , se situó con sus
caballeros en una eminencia desde donde podia ver y observar los movimientos del combate .
Una multitud inmensa de musulmanes bajó de las montañas antes que se hubieran plantado las

tiendas y lanzaron sobre los cruzados una lluvia de flechas . Los cristianos sostuvieron victoriosa-
mente este ataque , y perseguidos los turcos por los ginetes latinos no pudieron lograr con la huida
las ventajas de su modo de pelear, pues tenian que trepar por las montañas y los cristianos los al-
canzaron fácilmente . Todos aquellos musulmanes cayeron traspasados por la lanza ó la espada , siéndoles
inútiles los arcos y las flechas . «¡ Oh! cuántos cuerpos cayeron desprendidos de sus cabezas ! esclama
un testigo ocular ( 1 ) , cuántos cuerpos cayeron mutilados ! Los enemigos que iban detrás empujaban
desesperadamente á los de delante para ser víctimas de los aceros de nuestros valientes . » Pero mien-
tras sucumbia esta avanzada de los turcos , se precipitaron otra vez los enemigos desde lo alto de los
montes sobre el campamento de los cristianos dando grandes alaridos , pasaron al punto el rio , ca-
yeron en su poder sin resistencia las mujeres , los niños , los ancianos , los enfermos y los hombres
desarmados , y en tan espantoso desórden los gritos y lamentos de los peregrinos se mezclaron con las
atronadoras voces de los bárbaros . Los turcos degollaron á todo el que se presentaba ante el filo de
sus aceros , y solo perdonaron á las mujeres jóvenes y hermosas que destinaban para sus serrallos . Si
ha de darse crédito á Alberto de Aix , las doncellas y las esposas de los barones prefirieron en esta
ocasion la esclavitud á la muerte, y se vieron muchas que en medio del tumulto se adornaban con
sus mas brillantes trajes y se presentaban á los turcos con la esperanza de enternecer sus corazones
con sus encantos .

No obstante Bohemundo corrió á socorrer el campamento y obligó al sultan á reunirse con su ejér-
cito . Dice una crónica que cuando el príncipe de Tarento vió tantos cadáveres en tierra , empezó ála-
mentarse y á rogar á Dios por la salvacion de los vivos y los muertos . Despues de haber dejado
Bohemundo algunos caballeros en torno del campamento para custodiarlo y defenderlo , fué á reunirse
con los cristianos que peleaban con el enemigo . Los cristianos estaban aterrados por el número de sus
contrarios y próximos á desmayar ; el duque de Normandia se puso delante de Bohemundo en el si-
tio de la pelea , y arrancando de manos del que la llevaba su bandera blanca bordada de oro , se
lanzó en medio de los musulmanes gritando: ¡ Dios lo quiere ! ¡ A mi, Normandia ! La presencia de
los dos jefes , los esfuerzos de Tancredo , del príncipe de Salerno , Ricardo y de Estéban conde de
Blois reanimaron los guerreros latinos , y la enérgica audacia de los campeones de la cruz contra-
restó la numerosa y terrible hueste de Kilidj-Aslan . Las flechas que los turcos arrojaban como lluvia
copiosa sobre los cristianos caian impotentes en las corazas , escudos ó cascos de los caballeros , pero
herian los caballos y llenaban de desórden el ejército cristiano . Este modo de combatir era nuevo
para los cruzados , y los cronistas nos hablan de la ira y dolor de los guerreros al ver que era
imposible defenderse de un enemigo que combatia desde lejos y huyendo . Los latinos trataban de
acercarse á los turcos para poder servirse de sus lanzas ó espadas , pues la táctica de los enemi-
gos consistia en evitar la pelea y arrrojar nubes de flechas , y á medida que los cruzados se presen-
taban ante ellos , abrian sus filas y se dispersaban para reunirse á cierta distancia y lanzar nuevas
saetas . La rapidez de sus caballos les ayudaba á practicar estas evoluciones y les libraba de la
persecucion de los cruzados .
El valor de los compañeros de Bohemundo hizo prodigios en un combate en que era tan considerable la de
sigualdad de fuerzas , y viéndose reducidos á no observar las disposiciones decididas antes del combate , cada
jefe y cada guerrero se guió por su propio consejo y su valor . Las mujeres , libertadas del poder de los musul-

1 Roberto el monje.
LIBRO SEGUNDO . - 4096-1097. 63

manes, recorrian las filas de los cristianos , dando agua á los soldados ahogados por los abrasadores rayos del
sol y exhortándoles á hacer un esfuerzo para salvarlas de la esclavitud . Nadie estaba mano sobre mano , dice
una crónica ; los caballeros y los que eran propios para la guerra peleaban , los sacerdotes lloraban y oraban ,
las mujeres que no se ocupaban en llevar agua á los combatientes , colocaban dentro de las tiendas los muer
tos y moribundos . La innumerable muchedumbre de los musulmanes habia envuelto ya á la hueste cristiana
de modo que no le dejaba el mas pequeño espacio para la fuga ; los cruzados estaban comprimidos por todos la
dos, y aprisionados como en un circo , segun espresion de un cronista (1 ) , y el combate era sangriento por to
das partes. Roberto de París , el mismo que se habia atrevido á sentarse en el trono de Alejo , cayó mortal
mente herido despues de haber visto perecer á su lado cuarenta de sus compañeros ; Guillermo hermano de
Tancredo , jóven de notable arrojo y de arrogante apostura , cayó traspasado de flechas , y el mismo Tan
credo , que habia roto su lanza en la pelea y que no tenia mas defensa que su espada , hubiera termi
nado su carrera en el valle de Gorgoni á no ser por el ausilio de Bohemundo .
El portentoso valor de los guerreros de la cruz luchando contra superiores fuerzas hacia aun incierta
la victoria , pero iban á ser inútiles tan generosos esfuerzos y vencidos por el cansancio no podian resis
tir mas tiempo á un enemigo que incesantemente se renovaba . De pronto , mil gritos de alegría anun
cian á Godofredo que llegaba con el segundo cuerpo del ejército cristiano . Bohemundo le habia dado avi
so del ataque de los turcos por medio de Arnaldo , capellan del duque de Normandía , que montando un
veloz caballo , fué á encontrar la hueste del duque de Lorena á una distancia de dos millas al sud del
valle de Gorgoni . Los fieles volaron al combate , dice Alberto de Aix , como si hubiesen sido llamados al
mas delicioso festin . Cuando Godofredo , el conde de Vermandois y el conde de Flandes aparecieron en
las montañas al frente de su ejército , el sol se hallaba en la mitad de su carrera y su luz se reflejaba
en los escudos, cascos y espadas desnudas; ondeaban al viento las banderas desplegadas , resonaba á lo lejos
el ruido de tambores y clarines , y cuarenta mil guerreros cubiertos con sus pesadas armas se adelantaban
en órden hácia el teatro del combate . Su presencia reanimó la hueste de Bohemundo y llenó de terror á
los infieles. Hacia ya cinco horas que los compañeros del duque de Tarento sostenian todo el peso de una
desigual batalia.

Godofredo , Hugo , Balduino y Eustaquio , hermanos del duque de Lorena , llegan seguidos de sus cua
renta mil caballeros escogidos hacia la parte del campamento cristiano rodeado de enemigos ; los cuales com
para Roberto el monje con el águila arrojándose sobre su presa escitada por los gritos de sus hambrientos
polluelos . Los batallones musulmanes que recibieron el primer ataque del duque de Lorena creyeron que caia
sobre ellos el rayo del cielo, y el valle y las montañas resonaron con los ayes de los moribundos y las alegres
esclamaciones de los latinos . «¡ Desgraciados los que recibieron los primeros golpes de los francos ! dice el tes
»tigo ocular Roberto; esos hombres que vivian hace un momento , ya no son mas que yertos cadáveres; no han
> podido protegerlos la coraza y el escudo , ni les han servido de nada sus arcos y sus flechas . Los moribundos
»gimen , huellan la tierra con sus espaldas , &cayendo por delante , cortan la yerba con sus dientes . »> Mientras
la hueste de Godofredo reunida con la de Bohemundo esparce la confusion y la muerte en las filas de los tur
cos , abismados estos en pánico terror al aspecto de diez mil hombres de retaguardia que bajaban de la mon
taña conducidos por Raimundo y el obispo Adhemaro , un estremecimiento repentino circuló por los grupos

de los musulmanes , los cuales creyeron que llovian sobre ellos guerreros desde la celeste bóveda , 6 que
salian de las faldas de las montañas armados contra ellos , segun cuenta un cronista que hemos citado.
muchas veces porque se hallaba en la pelea . El sultan Kilidj -Arslan se retiró á las eminencias con su ejér
cito, confiando que los cruzados no se atreverian á perseguirlo ; ¡ vana esperanza! Godofredo , Hugo , Rai
mundo, Adhemaro , Tancredo , Bohemundo y los dos Robertos cercaron las alturas donde el sultan buscaba
la retirada . No solamente riega el valle la sangre de los turcos , sino que tambien enrojece las faldas y las
cimas de los collados , y los cadáveres cubren el suelo de modo que un caballo apenas pudiera en su carrera
hallar espacio suficiente para afirmar su planta .
La batalla duró hasta la noche , y las últimas escenas de esta jornada no fueron mas que una es
pantosa carnicería . Dueños los cruzados del campamento enemigo situado en el lado setentrional del
valle de Gorgoni , encontraron en él abundantes víveres , tiendas magníficamente adornadas , toda clase

1) Raul de Caen.
64 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

de animales de carga y en especial un gran número de camellos . El aspecto de estos animales , ape-
nas conocidos en Occidente, les causó tanta sorpresa como alegría , y los cristianos montaron en los
caballos de los enemigos para perseguir los restos del ejército vencido . Ya las sombras empezaban á
cubrir los montes y el valle cuando volvieron á su campamento los cruzados, cargados de botin y
precedidos de sus sacerdotes que entonaban himnos en accion de gracias . Los jefes y soldados se
cubrieron de gloria en la jornada del 1.° de julio de 1997. Hemos nombrado ya los principales jefes
del ejército , y las crónicas citan otros muchos como Balduino de Beauvais , Galou de Calmon , Gaston
de Bearne, y Gerardo de Cherisi, que sobresalieron por su valor y por sus hazañas , las cuales , segun
Guillermo de Tiro , les granjearon un eterna gloria . Los cruzados perdieron cuatro mil compañeros , y
el número de musulmanes muertos en la batalla ó en la fuga asciende á mas de veinte mil en las
antiguas crónicas .
Los cristianos se reunieron al dia siguiente en el campo de batalla para dar sepultura á los muer-
tos, y acompañaban los funerales el canto de los sicerdotes y los gemidos de las madres que lloraban
por sus hijos y de los amigos por sus amigos . Dice el monje Roberto que los hombres capaces para
juzgar sanamente las cosas honraron como mártires de Jesucristo á los que perecieron en esta ba-
talla , y se pasó bien pronto de las ceremonias fúnebres á los trasportes de la mas loca alegría . Se
disputaban los trajes sangrientos de los turcos al despojar sus cadáveres , y en el alborozo del triunfo,
ora se cubrian los soldados cristianos con la armadura de sus enemigos ó se adornaban con los trajes
flotantes de los musulmanes ; ora se sentaban en las tiendas de los vencidos burlándose de las costum-
bres Ꭹ del lujo de Asia . Los que no tenian armas se apoderaron de las espadas y de los corvos alfan-

jes de los turcos , y los arqueros llenaban sus carcajes con las flechas que cubrian el suelo .

La embriaguez de la victoria no bastó para que dejasen de hacer justicia al valor de los vencidos que
se gloriaban de tener el mismo orígen que los francos ( 1 ) , y los historiadores contemporáneos que han
ensalzado el valor de los turcos , añaden que no les faltaba mas que el bautismo para ser enteramente
iguales en esfuerzo y en virtudes guerreras á los cruzados . « Si los musulmanes hubieran abrazado la
>> fé de Jesucristo , dice con sencillo candor el cronista Tudeboda ," si hubieran reconocido que una de las
>>tres personas de la Trinidad habia nacido de una Vírgen , que despues de haber sufrido la pasion , re-
>> sucitó , y que reinando igualmente en el cielo y en la tierra , habia enviado en seguida el consuelo del
nin-
>>> Espiritu Santo ; hubiesen sido los mas valientes , los mas prudentes y mas diestros en la guerra , y
» gun pueblo hubiese podido compararse con ellos .» Y prueba además que los cruzados habian formado
una elevada idea de sus enemigos , en haber atribuido su victoria á un milagro . El que quiera con-
siderar este acontecimiento con los ojos de la inteligencia , dice Roberto , reconocerá en él á Dios siem-
pre admirable en sus obras . Dos dias despues de la batalla , dice Alberto de Aix , los infieles huian aun,
sin que les persiguiese nadie mas que el mismo Dios . Añaden otros que vieron combatir entre los solda-
dos cristianos á san Jorge y á san Demetrio . Tambien los musulmanes quedaron admirados del valor de
los latinos . « Vosotros no conoceis á los francos , decia el sultan Kilidj - Arslan á los árabes que le echa-

>> ban en cara su huida , ni habeis provado su valor ; su fuerza no es humana sino del cielo ó del in-
>>fierno(2) .»
Mientras los cruzabos se felicitaban de una victoria que les facilitaba los caminos del Asia Menor , el sultan
de Niza resolvió talar el pais que no podia defender , no atreviéndose á medir sus armas con las de los francos;
y adelantándose con el resto de su ejército y diez mil árabes que habian llegado en su ausilio , devastó sus
provincias , incendiando las casas , saqueando las ciudades , las villas y las iglesias y arrastrando prisioneros
los hijos y las mujeres de los griegos que guardaban en rehenes . No quedaron mas que ruinas y desiertos .
Los cruzados se pusieron en marcha el dia 3 de julio , y resolvieron no separarse mas para evitar las con-
secuencias de una sorpresa , pero semejante resolucion esponia á un ejército tan poderoso á morir de hambre
y de miseria en un pais devastado por las turcos . Al salir los cristianos del valle de Gorgoni entraron en
la llanura de Dorilea , llamada actualmente Esky-Cher (ciudad vieja) , donde solo hallaron campiñas desiertas,

(1 ) Baudri Bill. de las Cruz. part . 1) . — 2) Véase el discurso que el morje Rokerto pone en boca del sultan Biblioteca de las Cruz.
part. I.
LIBRO SEGUNDO. - 1096-1097.
65
tuvieron que subsistir con las raices de las plantas salvajes y con las espigas que habia perdonado el
y
fuego ó el yerro enemigo . La falta de agua y de pastos causó la muerte á la mayor parte de los caballos del
ejército , y muchos ginetes que miraban con desprecio á los infantes tuvieron que andar á pié y llevar sus
armas , cuyo enorme peso les abrumaba . El ejército cristiano presentaba un estraño espectáculo ; veíanse
caballeros montados en asnos y bueyes al frente de sus soldados , y cargaban á las cabras , perros , puer
cos y á todos los animales que podian encontrar con el bagaje escesivo que tenian que abandonar en el ca
mino.
Los cruzados pasaban entonces por la parte de la Frigia llamada por los antiguos Frigia abrasada , de
jando á la derecha la antigua ciudad de Cotyleum , hoy Kontayé , y la antigua Ésanos ó Azadia , cuyas intere
santes ruinas han descrito los viajeros modernos ( 1 ) . El ejército cristiano cruzó el antiguo pais de Isauria
(Isauria Traquea) antes de llegar á Antioquieta , capital de la Pisidia , y las crónicas abundan en detalles
sobre los sufrimientos y miseria de los cruzados desde Dorilea hasta Antioquieta . Los cristianos padecieron
durante su camino todos los horrores de lo sed , y los soldados mas robustos no podian resistir tan terrible
azote . Dice Guillermo de Tiro que perecieron quinientas personas en un solo dia ; viéronse entonces , dicen
los historiadores (2) , mujeres de parto antes de tiempo en medio de una campiña abrasada , desesperarse otras
junto á sus hijos que no podian alimentar, pedir á gritos la muerte, y en el esceso de su dolor arrastrarse
por tierra enteramente desnudas delante del ejército ( 3) . Los cronistas no dan al olvido en sus relatos que
perecieron bajo un cielo tan abrasador todos los falcones y aves de caza que habian llevado al Asia los ca
balleros . Los cruzados imploraron en vano el milagro que Dios habia hecho en otro tiempo en el desierto
por su pueblo escogido , y los estériles valles dela Frigia resonaron muchos dias con el eco de sus ruegos, sus
quejas y tal vez de sus blasfemias .
Los cristianos hicieron un descubrimiento que podia salvar al ejército , pero que casi fué tan funesto como

la sed. Los perros que seguían á los cruzados abandonaron de pronto á sus dueños y se esparcieron por las
llanuras y montañas en busca de manantiales ( 4 ) ; viéronse cierto dia muchos de ellos que volvian al
campamento con la piel cubierta de polvo húmedo y se creyó que habian encontrado agua . Algunos solda
dos los siguieron y descubrieron un rio , á donde no tardó en precipitarse en tropel todo el ejército, y abra
sados los cruzados por el calor y la sed , se arrojaron en la corriente y bebieron sin precaucion . Mas de tres
cientos murieron casi repentinamente, y un gran número cayeron enfermos y no pudieron continuar su
camino.

Nos faltan documentos para dar nombre á este rio . Alberto de Aix , al describir la marcha del ejércita
cristiano, habla de las montañas negras , en cuya cima pasaron una noche los cruzados , y el mismo cro
nista cita un valle llamado Malabyunas , lleno de angostos desfiladeros , que cruzaron despues de haber pasa
do las montañas negras . Dorilea está distante de Antioquieta unas cuarenta leguas de norte à mediodía , y
aunque los cronistas callan el número de dias que emplearon los cruzados en este trayecto , es de creer que
no harian con rapidez un viaje tan penoso .
El ejército llegó por fin al pié de los muros de Antioquieta cuyos habitantes les abrieron las puertas sin
resistencia . Esta ciudad está situada en medio de prados , arroyos y bosques ; la vista de un pais risueño y
fértil indujo á los cristianos á descansar algunos dias , y les hizo olvidar todos los contratiempos que habian
sufrido. El pais Ak-Cher (es el nombre de la antigua Antioquieta ) está cubierto de bosques como en la épo
ca de las cruzadas.

El rumor de la marcha y de los triunfos de los cristianos se estendió por los paises cercanos , y todos se
apresuraban á enviarles mensajeros ofreciéndoles socorros y jurándoles obediencia . Viéronse entonces los
cruzados dueños de numerosas comarcas cuyos nombres y posicion geográfica ignoraban , y estaban muy
distantes de saber que las provincias que sometian, habian visto á los ejércitos de Alejandro y de Roma , y
que los griegos que habitaban en ellas , descendian de los galos , que saliendo de Iliria y de las orillas del Da
nubio en la época del segundo Breno , habian cruzado el Bósforo (5) , saqueado la ciudad de Heraclea y fun
dado una colonia en las orillas del IIalys . Los nuevos conquistadores no buscaban las huellas de la antigüe–

(1) Correspondencia de Oriente, t. III.—(2) Alberto de Aix ( Biblioteca de las Cruzadas, part. I).—(3) Alberto de Aix.—( 4 ) Esta parti
cularidad está sacada de la vida de Godofredo por Juan de Lannet, escudero y señor de Chaintreau.—(5) Véase sobre esta espe
dicion á Pelloutier, Historia de los Cellas , t. 1.
9
HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

dad ni tenian otro pensamiento que el de vencer á los enemigos de Jesucristo . La poblacion del Asia Me-
nor, que era casi toda cristiana , protegia el progreso de sus armas, y la mayor parte de las ciudades li-
bertadas del yugo musulman , los recibian como amigos y salvadores .
El temor de perder dos de sus mas ilustres jefes anubló momentáneamente la alegría de sus conquistas
durante su permanencia en Antioquieta . Raimundo de Tolosa cayó enfermo de peligro , y desesperando de
salvar su vida , lo habian echado ya sobre ceniza, y el obispo de Orange recitaba la letanía de los mori-
bundos , cuando llegó un conde sajon á anunciar que Raimundo no moriria de aquella enfermedad, pues las
oraciones de San Giles habian alcanzado para él una tregua con la muerte . Estas palabras , dice Guillermo
de Tiro , hicieron renacer la esperanza á los que se hallaban presentes , y no tardó mucho tiempo Raimundo
en presentarse delante del ejército que celebró su curacion como un milagro ( 1 ) .
Casi en los mismos dias se perdió Godofredo en una selva y corrió un gran peligro defendiendo á
un soldado acometido por un oso . Sus compañeros lo condujeron moribundo al campamento des-
pues de haber vencido á la fiera , pero herido en un muslo y arrojando un torrente de sangre; y
es seguro que la pérdida de una batalla no hubiera causado tanta consternacion como el doloroso es-
pectáculo que se ofreció entonces á los ojos de los cruzados . Todos derramaron lágrimas y dirigieron
oraciones al cielo por la vida de Godofredo . La herida no era de peligro , pero debilitado por la pérdi-
da de sangre , permaneció largo tiempo sin recobrar las fuerzas. El conde de Tolosa tuvo una larga
convalecencia lo mismo que el duque de Bouillon , que se vieron precisados durante muchas semanas
á hacerse llevar en una litera detrás del ejército (2) .
Mayores desgracias amenazaban el ejército de los cruzados : hasta entonces habia reinado entre
ellos la paz que formaba su union y su fuerza , pero de pronto estalló la discordia entre algunos
jefes, y estuvo á punto de invadir el ejército . Balduino, hermano de Godofredo, y Tancredo , condu-
ciendo el uno una hueste de guerreros flamencos y el otro otra de soldados italianos , fueron envia-
dos de descubierta , ya para ahuyentar las tropas enemigas , ya para proteger á los cristianos del pais y
pedir socorros y víveres . Avanzaron al principio hasta la ciudad de Iconium , pero no habiendo encon-
trado enemigos y viendo el pais abandonado , se dirigieron hácia la orilla del mar cruzando las
montañas del Tauro . Tancredo , que iba delante , llegó sin obstáculo hasta las murallas de la ciudad
de Tarso, patria de san Pablo , llamada en el dia Tarsus ( 3) , que está situada en una llanuras á ori-
llas del Cydno á tres horas del mar . Salió probablemente del Tauro por el paso conocido con el
nombre de Gealck-Bogaz situado á diez y seis horas de Tarso , y llamado por Alberto de Aix la
puerta de Judas . El mismo autor llama Butrento al valle que conduce á este paso del Tauro . Los
turcos encargados de defender la ciudad de Tarso prometieron enarbolar la bandera de los cristianos
en sus muros y rendirse si no eran ausiliados , y Tancredo estaba acampado cerca de la ciudad fiado
en las promesas de los habitantes y de la guarnicion , cuando vió llegar las tropas de Balduino . El
hermano de Godofredo se habia estraviado en los desiertos del Tauro , y despues de tres dias de
marcha penosa é incierta, la casualidad le habia conducido á la cima de una montaña desde don-
de vieron sus guerreros las tiendas que cercaban los muros de Tarso. Esta montaña seria el ramal
del Tauro que se estiende de oriente á poniente y está situada á muy poca distancia de Tarso . Las dos hues-
tes se alegraron de verse reunidas , y se abrazaron con mas entusiasmo por cuanto desde lejos se habian
creido recíprocamente enemigos .
Los cruzados flamencos repararon sus fuerzas con una comida frugal y pasaron tranquilos la no-
che , pero cuando vieron al asomar el dia que el pendon de Tancredo flotaba en las torres de la
ciudad se escitó su envidia , y Balduino pretendió que siendo su ejército mas numeroso , debia perte-
necerle la conquista . Viendo que se rechazaban sus pretensiones , lanzó en medio de su enojo gro-
seras injurias contra Tancredo , contra Bohemundo y la raza de aventureros normandos ; y despues
de largas disensiones acordaron los jefes enviar mensajeros á los habitantes para saber á cuál de
los dos príncipes deseaban rendirse. Respondieron que á Tancredo . Balduino amenazó entonces á los
turcos y armenios con sus venganzas y la de Godofredo , y les prometió al mismo tiempo su pro-

(1 ) Raimundo de Agiles, Biblioteca de las Cruzadas , parte I. - 2) Alberto de Aix, Guillermo de Tiro Biblioteca de las Cruzadas
parte I).-(3) Correspondencia de Oriente, t . VII .
LIBRO SEGUNDO . - 1096-1097. 67

teccion y la de todos los cruzados si enarbolaban su pendon en vez del de Tancredo . Aterrados los

habitantes por sus amenazas y seducidos por sus promesas , se decidieron por fin á obedecerle, y
colocaron su bandera en las torres donde ondeaba la de Tancredo que arrojaron al foso ignominio
samente (1).
Tamaño ultraje pedia una venganza sangrienta , pero apaciguados por su jefe los cruzados italianos y nor
mandos , dieron oidos á las exhortaciones y abandonaron con moderacion la ciudad que se les disputa
ba para ir en busca de nuevas conquistas. Balduino consiguió á fuerza de pretestos y hasta de

súplicas que le abriesen las puertas de la ciudad cuya fortaleza y muchas torres estaban aun en po
der de los turcos. Dueño ya de la plaza y temeroso de sus rivales , se negó á albergar trescientos
cruzados que enviaba Bohemundo en busca de Tancredo y que pedian un asilo para pasar la no
che. En vano los mismos soldados de Balduino imploraron su compasion en favor de unos pere
grinos muertos de cansancio y acosados por el hambre ; rechazó sus súplicas , y los guerreros de
Bohemundo , que se vieron precisados á acamparse en medio de una campiña descubierta , fuc
ron sorprendidos y pasados á cuchillo por los turcos que se aprovecharon del momento en que
todos los cristianos se entregaban al sueño para salir de la ciudad de Tarso que no habian sabido
defender. La noticia de tan horrible catástrofe se esparció al dia siguiente por la ciudad , y los cru
zados salieron á reconocer á sus hermanos tendidos sin vida y despojados de sus armas y vestidos .
La llanura y la ciudad resonaron con lamentos y quejas , los mas entusiastas corrieron á las armas ,
amenazaron á los turcos que habian quedado en la ciudad y á su mismo jefe á quien acusaban
de la trágica muerte de sus compañeros . Balduino tuvo que huir y refugiarse en una torre , y
cuando se calmó la efervescencia , volvió á presentarse ante los suyos , lamentándose de la desgracia
que acababa de suceder y escusándose con los tratados hechos con los habitantes . Mostróles entonces
las torres que ocupaban aun los turcos, pero en medio del tumulto se presentaron unas mujeres.
cristianas á quienes los musulmanes habian cortado la nariz y las orejas , cuyo espectáculo exasperó el
furor de los guerreros de la cruz , y olvidando estos los agravios que tenian contra su jefe , juraron
esterminar á los turcos . Escalaron las torres donde ondeaba aun el estandarte del Profeta , no hubo
obstáculo capaz de contener su furia , y todos los turcos que encontraron cayeron victimas de sus
aceros.

Despues de vengar los cruzados la muerte de sus hermanos , se ocuparon en darles sepultura , y
mientras los acompañaban al sepulcro , la fortuna envió á Balduino un inesperado ausilio . Vióse en
el mar una escuadra que se acercaba á toda vela , y los soldados de Balduino que creian ha
bérselas con infieles , hablaron á la tripulacion de la primera nave, y tuvieron el placer de oirles
responder en la lengua de los francos . Los cruzados preguntaron á los estranjeros el motivo que les
inducia á dirigirse á Tarso y á qué nacion pertenecian, y estos respondieron que eran cristianos
de Flandes , de Suiza y de las provincias de Francia , preguntando á su vez á los peregrinos la
causa de hallarse tan lejos de su pais . ¿Qué motivo os ha traido á tan lejano destierro rodeado de
pueblos bárbaros ? -Somos peregrinos de Jesucristo, respondieron los cruzados , y vamos á Jerusalen á
libertar el sepulcro del Redentor . Los estranjeros desembarcaron al oir estas palabras, se acercaron
á la ciudad, y unos y otros se estrecharon las manos mirándose como hermanos . Los que tripulaban
las naves eran corsarios que recorrian ocho años hacia el Mediterráneo , y á invitacion de los sol
dados de la cruz , los piratas entraron en el puerto de Tarso . Su jefe Guinemero que era bolonés
y conocía á Balduino y á su hermano Eustaquio , hijos de su antiguo soberano , promete servirle con

(1) Foulquer de Chartres , capellan de Balduino, y Raul de Caen, capellan de Tancredo, han contado este hecho de diverso modo.
Las afecciones particulares de ambos historiadores esplican la diversidad de sus sentimientos , y debemos decir que el relato
de Raul de Caen, favorable á Tancredo , es mas claro y verosímil que el del capellan de Balduino. Alberto de Aix, que no está
interesado en la cuestion, cuenta los hechos con mas pormenores y mayor imparcialidad . V. Raul de Caen en la Biblioteca de las
Cruzadas, t . I.) La historia antigua nos presenta un hecho semejanto. Durante las guerras civiles que dividian el imperio roma
no en tiempo del triunvirato, Casio y Dolabela se disputaban la ciudad de Tarso. Unos , dice Apiano, habian coronado á Casio
que habia llegado el primero á la ciudad , y los otros coronaron á Dolabela que habia llegado despues. Ambos partidos dieron un
carácter de autoridad pública á su resolucion , y causaron la desgracia de una ciudad tan versátil en sus afectos. Apiano, Historia
de las guerras civils, lib. IV, cap. VIIL }
68 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

sus compañeros , los cuales toman la cruz y prestan juramento de participar de la gloria y de los
trabajos de la guerra santa ( 1 ) .
Balduino dejó una guarnicion en Tarso, y apoyado por el inesperado refuerzo , continuó su marcha si-
guiendo las huellas de Tancredo . Este habia llegado á Adana , plaza fuerte situada á ocho horas de la parte
oriental de Tarso , pero hallándola en poder de un caballero borgoñon llamado Guelfo , se dirigió hácia Mal-
mistra de donde arrojó á los turcos . Malmistra es la antigua Mopsuestia , llamada en el dia Messisé, y está si–
tuada á seis boras de Adana y tres del mar en la ribera del Piramo , hoy Djihan . Tancredo y sus fieles
guerreros no habian olvidado los ultrajes de Balduino, y lamentaban el degüello de sus hermanos abando-
nados al acero de los turcos, cuando les anunciaron que la hueste de Balduino acababa de plantar sus tien-

das en una pradera cercana de la ciudad . El resentimiento estalló al verla con palabras amenazadoras , y
todos se creyeron que Balduino iba á insultar sus armas y á disputarles la posision de Malmistra . Los caballe-
ros que acompañaban á Tancredo le recordaron con ardor los ultrajes que habia recibido ( 2) , declarándole que
el honor de la caballería , su gloria y la de sus compañeros exigian una ruidosa venganza . Tancredo no
pudo reprimir su cólera cuando oyó hablar de la mengua de su gloria , reune sus guerreros , marcha á su
cabeza contra la hueste de Balduino , trábase un combate mortifero entre soldados cristianos, y ni la cruz
que ostentan en sus vestidos ni el recuerdo de los males que han sufrido juntos pueden suspender el cruel
encono de los combatientes . No obstante, la hueste de Taneredo , como inferior en número , se vió en la pre-
cision de abandonar el campo de batalla , y volvió en desórden á la ciudad , dejando muchos prisioneros
en poder de los vencedores y lamentando en silencio su derrota . La noche calmó los ánimos : los soldados de
Tancredo reconocieron la superioridad de los flamencos , y creyeron que la sangre vertida habia ya venga-
do su ultraje: y los soldados de Balduino reflexionaron que eran cristianos los vencidos. La voz de la huma-
nidad y de la religion calmó al siguiente dia á ambos partidos , cuyos jefes se enviaron recíprocamente men-
sajeros, y para hacer ver que pedian la paz , uno y otro atribuyeron su proceder á una inspiracion del cie-
lo . Juraron dar al olvido sus contiendas y se abrazaron delante de sus soldados , que se arrepentian de los tris-
tes efectos de su animosidad y ardian en descos de espiar la sangre de sus hermanos con nuevas hazañas
contra los turcos.

Tancredo sometió en poco tiempo la Cilicia , y entre los nombres de las plazas ocupadas por el pri-
mo de Bohemundo , cita Alberto de Aix el castillo de los Pastores , el castillo de los Adolescentes ó
castillo de Bacheles , situados en las montañas de Armenia , y el castillo de las Doncellas . Este debe
ser Hareise , llamado en el dia por los árabes Kirliz-Kalessi , situado en una elevacion situada á dos
horas al oriente del Puente de Hierro construido sobre el Oronte . Taneredo se apoderó tambien de
Alejandreta , llamada por los árabes Scanderoun, y situada á orillas del mar , y pasó á cuchillo á
todos los turcos que halló dentro de sus muros . Solo seguian al héroe italiano doscientos ó tres-
cientos caballeros con los cuales triunfó como de corrida de toda la Cilicia . El valor del jefe y de sus
compañeros no es suficiente para esplicar la rapidez de estas conquistas, pues existia otra cosa mas po-
derosa que las armas de Tancredo; era el terror inmenso que habian esparcido la victoria de Dorilea
y la proximidad del grande ejército de los francos .
Este ejército, que dejamos delante de Antioquieta, continuó su marcha hácia la ciudad de Iconium
Hamada actualmente Koniah ; los cronistas hacen mencion de un camino real que siguió el ejército
cristiano , y existe aun en el pais de Koniah una carretera antigua de sorprendente anchura y co-
modidad . Los autores de aquella época hablan muy poco de la metrópoli de Licaonia , y unos dicen
que la ciudad estaba desierta y que el ejército no halló en ella ningun recurso , y otros que el ejér
cito se vió colmado de todos los bienes de la tierra por inspiracion del Señor . Al partir de Iconium
los cruzados hicieron provision de agua por consejo de sus habitantes , pues tenian que marchar un dia
entero sin encontrar ningun rio ni arroyo . Llegaron al dia siguiente por la tarde á las orillas de un rio don-
de se detuvieron dos dias , y los corredores que precedian las falanges de la cruz llegaron á la ciudad
de Erecli situada á treinta horas de Koniah, llamada Ileraclea por los cronistas de la primera cruza-
da (2) . Los turcos huyeron vergonzosamente al ver los pendones de los francos , y un cronista (3)

(1) Alberto de Aix, líb . III. — 2 ) Ibid.― (3) Correspondencia de Oriente , t . III , cart LXIII. — Roberto el Monje.
LIBRO SECUNDO . - 1096-1097. 69

los compara áá un genio joven que sale del lago donde se ocultaba , ó á la cierva herida por el dar-
do del cazador . Los cruzados pasaron cuatro dias en Erecli , y despues de algunas jornadas ( 1 ) al
través del Tauro , llegaron á Cosor ó Cocson , la antigua Cuensus , célebre por el destierro de san
Juan Crisóstomo , donde permanecieron tres dias para aprovecharse de los inmensos víveres y recur-
sos que en ella encontraron . Graves dificultades y obstáculos les esperaban en el trayecto de Corson
á Maresia , situada á seis leguas mas hacia el sudoeste , pues tenian que pasar las mas escarpadas
gargantas del Tauro. Los cronistas nos cuentan los trabajos que sufrió el ejército en aquellas mon-
tañas donde no se veian mas sendas que las que seguian los reptiles ó animales salvajes , cuyos pa-
sos apenas dejaban espacio para afirmar el pié , deteniendo á cada instante á los peregrinos las rocas ,
las malezas y los despeñaderos . Los ginetes llevaban sus armas al hombro, y muchos las arrojaban
á los precipicios rendidos por el cansancio ; los caballos no podian sostenerse con su carga y con
frecuencia se veian las personas obligadas á llevarla largos trechos : « Nadie podia detenerse ó sentar-
»se , dice Roberto ; nadie podia ayudar á su compañero ; solamente el que iba detrás daba ausilio al que le

» precedia , y este á duras penas podia volverse hacia el que le seguia . » Los autores llaman á este sitio
montaña del diablo; nombre que dan á los montes cuyo tránsito es dificil ó penoso.
La llegada á la ciudad de Maresia dió fin á tan horribles padecimientos, y las comarcas de Siria que se
estendian ante los ojos de los cristianos reanimaron su valor y despertaron su alegría . Maresia , la antigua
Germanicia , estaba poblada de cristianos, y los turcos que ocupaban la ciudadela , huyeron al aproximarse
los cruzados . Maresia tenia víveres y pastos abundantes . En esta ciudad murió y fué sepultada la esposa de

Balduino , quien se reunió con el ejército cristiano despues de haber sabido que su hermano Godofredo habia
estado en tan inminente peligro en las cercanías de Antioquía de Pisidia , pues queria solicito y cariñoso
asegurarse de la curacion por sus propios ojos . Todos los jefes y caballeros habian vituperado la conducta
observada por Balduino en Tarso , y todo el campamento murmuró contra él. Godofredo, el fiel servidor de
Dios como le Hama Guillermo de Tiro , le dirigió severas reprensiones , y el mismo historiador añade que
Balduino reconoció su falta con toda humildad , pero ya sea que la aversion general de que fué objeto le hi-
ciese aborrecible á todos los jefes , ya que no ocupase únicamente su pensamiento la libertad del santo se-
pulcro , fué poco fiel á los juramentos y á los deberes de los caballeros de la cruz . El Oriente, donde la vic-
toria regalaba imperios , ofreció á su imaginacion conquistas mas apetecibles que la de Jerusalen .
Las revoluciones que truecan la paz de los estados se alzaban tras las huellas del ejército victorioso de los
cruzados. Multitud inmensa de aventureros acudian de todas partes para sacar partido de los sucesos de la
guerra : un tal Simeon adquirió la pequeña Armenia ; un simple caballero llamado Pedro de los Alpes se
hizo dueño de una rica y populosa ciudad de la Cilicia ; y muchos peregrinos , cuyos nombres calla la histo-
ria, quedaron reinando on varias comarcas con la única condicion de defenderlas contra los turcos . Distin―
guíanse entre los que habian acudido bajo las banderas del ejército cristiano con la esperanza de enrique-
cerse, un príncipe armenio llamado Pancracio, que habia reinado en su juventud en la Iberia setentrional ,
y que arrojado de su reino por sus propios súbditos , se habia retirado á Constantinopla donde la intriga lo
hundió en un calabozo . Cuando los cruzados dispersaron las fuerzas del sultan de Nicea , huyó de su prision
y fué á ofrecer sus servicios á los jefes del ejército de los francos , creyendo que el terror de las armas cris-
tianas le devolveria sus estados ó le conquistaria nuevas provincias . Pancracio se adhirió á las ideas y á

la fortuna de Balduino cuyo carácter emprendedor conocia á fondo; reducido á la mayor miseria , no podia
dar nada á su protector , pero alimentaba en el alma del hermano de Godofredo la pasion de conquistar rei-
nos, y semejante al ángel de tinieblas , de que nos habla el Evangelio, quien trasportó al Hijo de Dios
á una elevada montaña , y le mostraba inmensos paises diciéndole : todo es tuyo si quieres servirme; Pancra-
cio no cesaba jamás de seducir á Balduino , mostrándole desde las cimas del Tauro las mas ricas provin-
cias del Asia y prometiéndolas á su ambicion . «Ved hácia el mediodía , le decia , las fértiles campiñas de la
» Cilicia y mas allá los hermosos paises de Siria y Palestina : al oriente las opulentas comarcas bañadas por
>>>el Eufrates y el Tigris , y entre esos dos rios la Mesopotamia , donde la tradicion coloca el paraiso terrenal ;
>> la Armenia enteramente poblada de cristianos que solo espera una indicacion para rendirse , y todos los

(1) Roberto el Monje coloca la ciudad de Cesarea de Capadocia entre Erecli y Coson 6 Cocson, pero esta ciudad, llamada en nues-
tros dias Kaisarich, está muy lejos de alll en la parte septentrional del Asia Menor.
70 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

>> ricos paises del Asia , en fin , sufren impacientes el yugo de los turcos , y serán vuestros si rompeis sus ca
>> denas. >>>

Balduino dió oidos á las halagueñas palabras del aventurero , abrigando los sueños mas dorados de la glo
ria , y como para llevar á cabo sus designios tenia necesidad de mandar un ejército numeroso , habló secreta
tamente á algunos varones y caballeros del ejército cristiano y les invitó á asociarse á su fortuna , pero nadie
consintió en dejar la bandera de la cruz ni separarse del camino de Jerusalen . Tambien se dirigió á los soldados
prometiéndoles un rico botin, pero como no merecia su cariño ni le habian perdonado el ultraje cometido
contra Tancredo , ninguno de ellos accedio á sus exhortaciones , muchos de sus mismos soldados se negaron á
acompañarle , y solo pudo reunir bajo su pendon mil infantes y doscientos caballeros animados por la espe
ranza del saqueo .
Cuando los principales jefes supieron su proyecto de abandonar el ejército , hicieron los mayores esfuerzos
para disuadirle de su empresa , pero Balduino cerró sus oidos á los ruegos de sus compañeros . Se resolvió en
un consejo emplear la autoridad de los obispos y de los príncipes que mandaban el ejército de los peregrinos
para evitar su separacion , pero nada bastó para disuadir de sus designios á Balduino , que solo trató de apre
surar su marcha . Se aprovechó de las tinieblas de la noche y se alejó del campamento con la hueste que
habia reunido . Se dirigió á la Armenia al frente de su reducido ejército y no encontró enemigos capaces
de detener su marcha , pues los turcos estaban llenos de consternacion , y los cristianos , deseoscs de sacudir
el yugo mahometano , eran los ausiliares mas poderosos de los cruzados .
Balduino se separó del ejército en Malmistra , la antigua Mompsuestia ; se dirigió hacia el oriente , atrave―
só un valle de una legua de estension , y despues de haber pasado una escarpada montaña , bajó la estensa
llanura que habitan en el dia los turcomanos , pueblo pastor que existiria probablemente allí en la época

de Balduino . El hermano de Godofredo continuó su marcha por los sombríos desfiladeros amánicos , llamados
Kara-capoussi (Puertas negras) por los turcos; cruzó despues un pais surcado por riachuelos que van á de
saguar en el gran lago de Antioquia , y antes de bajar á la llanura de Turbessel (actualmente ¡Tel-Bescher
el príncipe franco tuvo que cruzar una cordillera escarpada habitada en el dia por los curdos.
Las primeras ciudades que abrieron sus puertas al feliz conquistador fueron Turbessel y Ravenel que
están situadas en la orilla derecha del Eufrates , y aunque estas conquistas empezaron á dividir á Baldui
no y á Pancracio , que abrigaban los mismo proyectos ambiciosos , no por esta division se intimidó el her
mano de Godofredo . El príncipe cruzado usó de la violencia para combatir la astucia, amenazó á su rival
para intimidarle y le alejó del teatro de sus victorias .

Pancracio, que tanta influencia habia ejercido hasta entonces en los proyectos de Balduino , reunió algu
nos aventureros , y trató de sacar partido del estado en que se hallaban los ánimos para crearse un principa
do en un pais donde cada provincia y ciudad parecia que esperaban un conquistador y un soberano . La his
toria contemporánea ha desdeñado seguir sus huellas , y sus espediciones , lo mismo que las de una multitud
de aventureros que se aprovechaban del desórden general, han quedado borradas en la memoria de los hom
bres , cual aquellos torrentes engendrados rápidamente por la tempestad que se precipitan de las cimas
del Tauro á las campiñas y desaparecen sin tener un nombre en la geografía .
# Balduino encontró guias y ausilio en aquel pais cuyos habitantes le salian al encuentro , y pudo llegar en
diez horas desde Turbessel á la antigua Virta , llamada por los árabes El-bir , pasando el conquistador por es
te sitio el Eufrates, pues es el camino mas corto y el que siguen las caravanas . Se hallaba entonces á diez y
seis horas de la ciudad de Edeso . Antes de llegar á esta ciudad siguió durante cuatro horas una via ro -
mana practicada al través de estériles montañas . La fama de sus victorias le habia precedido allen
de el Eufrates y su nombre habia resonado ya en la metrópoli de la Mesopotamia .
Edeso , á la cual los talmudistas dan tanta antigüedad como á Ninive y cuya fundacion atribuyen
á Nemrod, se habia llamado Antioquía en honor de Antioco , y para distinguirla de la capital de la
Siria se le dió el sobrenombre de la fuente de Callirhoé. Los cronistas la llaman Roda , corrupcion
de la palabra griega rhoc que significa fuente , y actualmente se llama Orfa . La mayor parte de los
cruditos están acordes en atribuir su fundacion á Seleuco el Grande , cerca de cuatrocientos años an
tes de Jesucristo . Orfa está situada en un estenso valle , entre dos colinas peñascosas y áridas , en
er amente separadas de la cordillera del Tauro; tiene . cuatro millas de circuito , la rodean murallas

"
1
ent par hobert Fleury Grice par Thibault

TOMA DE EDESA.

Baudouin s'empare de la vitte d'Edesse


:

(197)
LIBRO SEGUNDO . - 1096-4097 . 71

defendidas con torreones redondos ó cuadrados y profundos fosos, y se eleva una ciudadela en la cima
onal del cerro que domina á Orfa por el lado de occidente . El viajose puedo ess

El de Thoros 6 Teodoro solo se halla en la


lla se encuentran .-(2 Semisat es una villa
combros de murallas .
LIBRO SEGUNDO . -1096-4097. 71

defendidas con torreones redondos ó cuadrados y profundos fosos , y se eleva una ciudadela en la cima
meridional del cerro que domina á Orfa por el lado de occidente . El viajero puede ver aun las mu-
rallas , las torres y los fosos; el castillo está arruinado y se ven en su recinto escombros y una mez-
quita adandonada , siendo así que esta fortaleza era no hace muchos años una segunda ciudad con sus.ba-
zares, templos y palacios . Orfa es el punto por donde pasan las caravanas que van de la Siria á
Persia , y cuenta una población de quince mil almas , siendo todos sus habitantes musulmanes á es-
cepcion de algunos armenios y jacovitas . Hay en medio de la ciudad una antigua iglesia con cam-
panario , contemporánea de las cruzadas , y convertida mucho tiempo hace en mezquita . Los musul-
manes tienen quince santuarios y los cristianos dos ; al occidente se desplega una rica y deliciosa
campiña , y al ver aquellos hermosos bosques de olivos , naranjos , granados y limoneros , se recuerdan
las tradiciones que han situado en ella las delicias del eden perdido por nuestros primeros padres.
Orfa se habia libertado de la invasion de los turcos, y todos los cristianos de los pueblos circunvecinos se
habian refugiado en ella con sus riquezas : era su gobernador un principe griego llamado Thoros ó Teodo-
ro ( 1 ) , enviado por el emperador Constantino , y vivia en paz pagando tributos á los sarracenos. La lle-
gada de los cruzados produjo vivísima sensacion en la ciudad de Edeso ; el pueblo y el gobernador se reu-
nieron para llamar á Balduino en su ausilio , siendo elegidos mensajeros para hablar con el príncipe cruzado
el obispo y doce de los mas principales habitantes , que le recordaron las riquezas de la Mesopotamia , la

adhesion de sus conciudadanos á la causa de Jesucristo , y le suplicaron que salvase la ciudad de la domina-
cion de los infieles . Balduino cedió sin tardanza á sus súplicas.
Despues de haber tenido la suerte de huir de los turcos que le esperaban en las orillas del Eufra-
tes sin haber trabado el combate , llegó al territorio de Edeso ; pero como habia dejado guarnicion en
las ciudades que cayeron en su poder , no tenia mas que cien caballeros . Luego que se acercaron á la
ciudad salió todo el pueblo á su encuentro con ramos de olivo y entonande cantos de alegría , ¡ Estraño
espectáculo el que ofrecia tan reducido número de guerreros , rodeados de una muchedumbre inmensa que
imploraba su apoyo y los proclamaba como sus libertadores ! Fueron recibidos con tanto entusiasmo
que el príncipe de Edeso , que era poco amado del pueblo , concibió temor é incertidumbre , consideró á los
cruzados enemigos mas temibles que los mismos turcos , y para atraerse á su jefe y empeñarle á defen-
der su autoridad , le ofreció inmensas riquezas. Pero el ambicioso Balduino , que esperaba conseguir
mas ventajas del afecto del pueblo y de la fortuna de sus armas , ó que tal vez consideraba como
una mengua asalariarse con un príncipe estranjero , rehusó con desprecio las ofertas del gobernador de
Edeso, y le amenazó con retirarse de la ciudad . Los habitantes que temian que cumpliera su promesa ,

se reunieron tumultuosamente y le pidieron á grandes voces que se quedase en la ciudad , y el mismo


gobernador hizo nuevos esfuerzos para detener à los cruzados é interesarles en favor de su causa . Como
Balduino habia manifestado con bastante lisura que no defenderia estados que no fueran suyos , el prin-
cipe de Edeso que era anciano y no tenia hijos , se determinó á adoptarle por hijo y nombrarle su sucesor .
Se celebró esta ceremonia de adopcion en presencia de los cruzados y de los habitantes ; segun costumbre
de los orientales el príncipe griego hizo pasar á Balduino entre su camisa y su cuerpo , y le dió un beso
en signo de alianza y de parentesco ; la anciana esposa del gobernador repitió la ceremonia , y considerado
Balduino desde entonces como su hijo y heredero , hizo todos los esfuerzos posibles para defender una
ciudad que debia pertenecerle .
Tambien acudió en defensa de Edeso un príncipe de Armenia llamado Constantino , que gobernaba
en una provincia próxima al Tauro, pues al aspecto de los soldados de la cruz toda la poblacion del
pais habia tomado las armas, y los cristianos , que hasta entonces solo habian pensado en doblegarse á
los turcos , se preparaban ya á combatirlos . A doce leguas al norte de Edeso habia una ciudad en
la orilla derecha del Eufrates llamada Samosata ( en el dia Semisat ) (2 ) y poblada de musulmanes . El
emir que mandaba en esta ciudad devastaba sin cesar las tierras de los de Edeso , y entre los tributos
que les imponia, les habia exigido que le entregaran sus hijos por rehenes . Hacia mucho tiempo

(1) Ningun historiador latino ha dicho cuál era el nombre del gobernador de Edeso. El de Thoros 6 Teodoro solo se halla en la
historia de Mateo de Edeso, de la cual hemos sacado pormenores preciosos que solo en ella se encuentran .-(2 Semisat es una villa
curda de dos mil almas . La plaza solo ha conservado de su primitivo estado algunos escombros de murallas.
72 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

que los habitantes de Edeso sufrian con resignacion la tiranía de sus enemigos , pero animados ya
por la esperanza de la victoria y el afan de la venganza , tomaron las armas y pidieron á Balduino que
los guiase al combate . Poco tiempo despues se hallaban ante las puertas de Samosata , saqueando los arra
bales y campiñas , pero la plaza hacia una desesperada resistencia , y temiendo Balduino perder un tiempo
precioso en inútiles esfuerzos , regresó á Edeso donde su ausencia podia contrarestar sus designios . Siniestros
rumores se esparcieron despues de su regreso entre los habitantes , que acusaban á Thoros del crímen de
permanecer indolentemente en su palacio mientras los cristianos peleaban con los musulmanes , y de
hallarse en secreta connivencia con los turcos , y se formó una conspiracion contra su vida , si ha de creer
se á Mateo de Edeso . Thoros se retiró á la ciudadela cuando supo el peligro que le amenazaba , y desde es
te punto que dominaba la ciudad , imploraba la defensa de los cruzados y la misericordia del pueblo . El
tumulto creció, empero ; una multitud furiosa inundó las calles y saqueó las casas de los partidarios de
Thoros ; acudieron todos los amotinados á la ciudadela ; unos hicieron pezados las puertas mientras los otros
escalaban las murallas , y habiéndose quedado Thoros abandonado de todos sus partidarios , no trató de
defenderse sino de capitular , prometiendo salir de la plaza y renunciar al gobierno de Edeso , y pidiendo
permiso para retirarse con su familia á la ciudad de Melitene , hoy dia Malacia . Todos aceptaron gozosos la
proposicion , se firmó la paz , y los habitantes de Edeso juraron sobre la cruz y los Evangelios respetar sus
condiciones .

Al siguiente dia , en el momento de prepararse á partir el gobernador estalló en la ciudad una nueva
sedicion , pues arrepentidos los jefes de la conspiracion de haber perdonado la vida al príncipe que con tanta
crueldad habian ultrajado , le acusaban de nuevas perfidias, y decian que solo habia firmado la paz para
procurarse medios de preparar la guerra y asegurar su venganza . El furor del pueblo se desencadenó hor
riblemente, y mil voces pidieron la muerte de Thoros ; los mas entusiastas penetraron tumultuosamente en la
ciudadela , se apoderaron del gobernador en medio de sus criados sumidos en el terror y lo arrojaron desde
la torre mas elevada . La multitud arrastró despues su cuerpo ensangrentado por las calles de la ciudad ,
gloriándose del asesinato de un anciano como de una victoria contra los inficles.
Balduino , á quien se puede acusar cuando menos de no haber defendido á su padre adoptivo , vió en torno
suyo agrupado todo el pueblo que le ofrecia el gobierno de la ciudad . Se negó en un principio á aceptar
lo , pero cediendo al fin á las instancias de la impaciente muchedumbre y tambien sin duda al impulso de
una ambicion mal disfrazada , fué proclamado libertador y soberano de Edeso . Cuando se vió sentado en un
trono ensangrentado , temiendo el carácter inconstante del pueblo , inspiró muy pronto igual temor á sus
súbditos que á sus enemigos . En tanto que los sediciosos temblaban al ver su rigor , estendia de dia en dia
los límites de su territorio , y compraba con los tesoros de su antecesor la ciudad de Samosata y otras mu
chas ciudades que no habia podido conquistar con las armas . La fortuna le sonreia constantemente , y la
misma muerte de su esposa Gundeschilda favoreció sus ambiciosos proyectos . Se casó con la nieta de un
príncipe armenio , y por medio de esta alianza estendió sus posesiones hasta el monte Tauro . Reconocieron
su autoridad las dos orillas del Eufrates y una gran parte de la Mesopotamia , y el Asia vió entonces á un
caballero francés reinando pacíficamente en las mas ricas provincias del antiguo reino de Asiria .
Balduino no pensó ya en libertar á Jerusalen , y solo se ocupó en defender y engrandecer sus estados (1) ,
y deslumbrados muchos caballeros por una fortuna tan rápida , acudieron á Edeso á aumentar el ejército y la
corte del nuevo soberano .

Las ventajas obtenidas por los cruzados en la fundacion de este reino , hacian olvidar á sus historiadores
que habia sido un acto injusto y violento. El principado de Edeso sirvió para contener á los turcos y sarra
cenos, y fué hasta la segunda cruzada el baluarte mas temible del imperio de los francos por la parte del
Eufrates (2).

(1) En el primer libro de la Jerusalen libertada, cuando el Eterno contempla á los cruzados , ve en Edeso al ambicioso Balduino,
que solo aspira á las grandezas humanas sin dar entrada en su corazon á otros sentimientos .- 2) Hemos sacado estos detalles sobre
la revolucion de Edeso de Alberto de Aix y Guillermo de Tiro , comparándolos con las historias armenias de Mateo de Edeso.
LIBRO TERCERO . -1097-1098. 73

LIBRO III.

MARCHA DE LOS CRUZADOS Á ANTIOQUÍA . — SITIO DE ESTA CIUDAD .

1097-1098.

Entran los cruzados en Siria. - Roberto de Flandes ocupa á Artesia.-Marcha á Antioquía . -Combate en el Puente de Hierro . -El
ejército se presenta ante Antioquía. -Su entusiasmo: dudas de los jefes. - Se resuelve el sitio. —Ciega seguridad de los cruzados.
-Desarreglos y desastres sucesivos: desaliento : deserciones .- lazañas de Tancredo.- Miseria en el campamento. -El frio, el
hambre y las calamidades diezman los sitiadores. - Desesperacion . -Penas declaradas contra los impios, adúlteros , etc. -Cruel
dad de Bohemundo. -Se restablece el órden y se reanima la esperanza . -Embajada del califa de Egipto. -Ventajas conseguidas
contra los turcos. -Se apodera el terror de los sitiados.- Los cristianos se apoderan de la parte esterior de la plaza.- Tregua
concedida al gobernador. -Discordia entre los cruzados. -Firo el Armenio. -Bohemundo decide á los jefes á quebrantar la
tregua. Firo le entrega una de las torres. -Vacilan los soldados al dar el asalto.- Los cruzados en Antioquía . -Saqueo, asesi
natos y crueldades. — Kerbogá, príncipe de Mossoul , sitia á los cruzados en Antioquía. —Miseria: desercion . —Alejo Comneno llega
á Filomelia y suspende su marcha . - Son presa de las llamas los arrabales . - Desaliento de los cruzados. - Un piadoso engaño
reanima suvalor.-Pedro el Ermitaño se presenta ante Kerbogh . -Salida general . -Victoria milagrosa .- Embajada enviada al
emperador griego . El ejército permanece en Antioquía. -Terrible epidemia . -El emir Hazart propone una alianza. - Toma de
Marrah.-Pretensiones de Raimundo.─Los egipcios arrojan á los turcos de Jerusalen. - Parten los cruzados de Antioquía y lle
gan á Laodicea. Fraude de Bohemundo . -Sitio de Archas . - Folítica del califa del Cairo. - Preparativos para marcher á la
Tierra Santa.

Habiendo pasado el Tauro el ejército cristiano , ya no tenia que vencer mas obstáculos para entrar
en la Siria . Al salir de Maresia se habian dirigido los cruzados á Artesia , la antigua Chalcis , que
distaba cinco ó seis leguas hacia el mediodía ; el conde de Flandes Roberto se adelantó al frente de al
gunos nobles y de mil infantes para apoderarse de esta ciudad , cuya poblacion cristiana le ayudó á ar
rojar á los turcos . Cuando llegó el ejército de los cruzados al pié de los muros de Artesia , habian ya
huido á marchas forzadas los musulmanes de Antioquía que acudieran para sitiar la plaza , y decidieron
reunir sus fuerzas en el Puente de Hierro construido sobre el Oronte , para cortar el camino de Antio
quía á los cruzados . Tancredo se incorporó en Artesia con . el ejército cristiano , siendo objeto de uná
nimes elogios por el desinterés y moderacion que manifestar en el sitio de Tarso . Los jefes del ejército in
vitaron al conde de Flandes , que era dueño de Artesia , para que se reuniera con los cruzados dejando una

guarnicion en la ciudad , pues como los guerreros de la cruz estaban decididos á acometer la capital de
la Siria , les era indispensable reconcentrar todas sus fuerzas , é igual órden enviaron á todos los destaca
mentos esparcidos por el pais . Se publicó un reglamento prohibiendo á todos los guerreros que se sepa
rasen del ejército , de modo que al salir de Artesia se habian reunido todos los jefes y caballeros á escep
cion de Balduino , cuya ausencia se notó mucho y á quien la fortuna habia arrastrado lejos del camino
de Jerusalen .

El obispo de Puy tomó la palabra para preparar á los cruzados y reanimar su valor en vista de los
trabajos y peligros que esperaban al ejército cristiano . « Hermanos é hijos queridos , dijo el prelado á los
»peregrinos , Antioquía está cerca de nosotros y sabed que la defienden sólidas murallas, construidas con
>>piedras de una dimension enorme ligadas entre sí con un cimiento desconocido é indisoluble . Hemos
»sabido de un modo indudable que todos los enemigos del nombre cristiano , turcos , sarracenos y ára
>>bes se hallan reunidos en Antioquía despues de haber evitado nuestro encuentro en las montañas de la
>>Romania , y debemos estar alerta , no separarnos un instante , ni avanzar con demasiada temeridad , y
>>por consiguiente hemos decidido prudentemente marchar mañana mismo con todas nuestras fuerzas há
>>cia el Puente de Hierro ( 1 ) . »

La vanguardia del ejército cristiano que mandaba Roberto de Normandía llegó al puente , pero no
pudo forzar el paso , pues dos torres de hierro defendian su entrada ocupada por guerreros turcos y los
1 Alberto de Aix.
(10 y 11) 10
74 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

batallones enemigos esperaban en la orilla izquierda del rio . Trabóse un reñido combate entre la hueste
de Roberto de Normandía y los turcos que custodiaban el puente , y la lucha seguia indecisa cuando
llegó el grueso del ejército cristiano . Los cruzados forman la tortuga , segun espresion de Alberto de
Aix , cubriéndose con sus escudos y corazas , se precipitan sobre el puente , rechazan vigorosamente á
los enemigos , se apoderan vencedores de las dos orillas del Oronte , y los turcos que se salvan de sus
aceros , vuelan en rápidos caballos á albergarse en Antioquía . El puente que fué teatro de tan impor-
tante triunfo conserva aun su antiguo nombre , y los árabes le llaman Gessr-il-Haddir (1 ) .
Los cruzados se hallaban entonces á cuatro leguas de Antioquía . « Avancemos con prudencia y en buen
>>órden , les decia el obispo de Puy ; ya sabeis que ayer combatimos hasta muy tarde , que estamos can-
>> sados y que se han agotado las fuerzas de nuestros caballos . » El prelado indicó á los príncipes y caba-
lleros el órden que debian seguir en su marcha ; y los cristianos avanzaron por una llanura dejando á su
derecha el Oronte , un poco mas lejos el lago de Antioquía , que llaman hoy los árabes Bahr-el Abbiad (mar
Blanco) , y á su izquierda una pequeña cordillera que termina en la ciudad . Esta llanura , que solo cru-
za en nuestros dias el ginete turcoman ó la caravana de Alepo , se estremeció entonces bajo los piés del po-
deroso ejército de Occidente . Si se va por el camino de Alepo ( es el que seguia el ejército cristiano) , no se
descubre à Antioquía hasta el momento de llegar á sus puertas, y solamente pudieron ver los cristianos la
cima de las torres y de las murallas que coronaban las montañas al hallarse á media hora de la ciudad (2) .
La vista de Antioquía , tan célebre en los anales del cristianismo , reanimó el entusiasmo religioso de los
cruzados ; allí era donde los discípulos del Evangelio habian tomado por primera vez el nombre de cristianos ,
y donde el apóstol Pedro recibió el título de primer pastor de la naciente Iglesia . Durante muchos siglos los
fieles habian acudido á uno de los arrabales de la ciudad para orar sobre el sepulcro de san Babilas que
hizo callar los oráculos de Apolo en el reinado de Juliano , Antioquía se llamó durante algun tiempo Theo-
polis ( ciudad de Dios ) , siendo una de las ciudades que visitaban con mas respeto los peregrinos : habia sido
tan célebre en los anales del imperio romano como en los de la Iglesia , y la magnificencia de sus edificios y
la permanencia de muchos emperadores le habian granjeado el renombre de Reina del Oriente . Su apacible
situacion en un pais fértil y á orillas de un rio ha atraido siempre á los estranjeros : á poca distancia hácia el
oriente se estiende un lago ; á occidente se encuentran el arrabal , la fuente y los jardines de Dafne tan fa-
mosos en el paganismo ( 3 ) , y en frente de Antioquía ce eleva el monte Pierio abundante en fuentes y pastos
y cubierto de espesas selvas . El Pierio , llamado por los cronistas Montaña Negra, estaba poblada de ermi-
taños y monjes en los primeros siglos del cristianismo y en la edad media , y la historia cita entre los ermi-
taños de estas montañas el nombre de san Juan Crisóstomo , el rey de los oradores de la Iglesia .
Las murallas de Antioquía encerraban por el lado del mediodía cuatro cimas de montañas las cuales do-
minaban desde inmensa altura el recinto de la ciudad ; elevábase en la tercer cima de la parte oriental una
ciudadela flanqueada por catorce torres , y la ciudadela era invencible por la parte meridional . El Oronte
formaba por el norte la defensa natural de Antioquía , de modo que las murallas no eran tan elevadas por

este lado como por oriente y occidente , y el circuito de los muros abrazaba un espacio de tres leguas , for-
mando un grande óvalo . « Tan temible plaza , dice Guillermo de Tiro , hacia estremecer á los que la mira-
>> ban , por el número de sus anchos y robustos torreones , que llegaban á trescientos sesenta ( 4 ) . »
Las murallas de Antioquía están aun en pié (5) , especialmente por la parte meridional , á pesar de los
siglos , las revoluciones y los terremotos ; en algunas torres del lienzo del norte á orillas del Oronte se

(1) Un terremoto destruyó en 1822 el antiguo puente de Oronte con sus dos torres cubiertas de láminas de hierro , y le ha
reemplazado un puente de cinco arcadas.— (2) En ningun pais de Oriente ha dejado huellas tan profundas el nombre de franco
6 Frangi como en las orillas del Oronte. Los habitantes de estas riberas creen que frangi significa un ser invencible y poderoso;
este nombre equivale para ellos al de guerra , demonio, vencedor y espíritu terrible que brama como la tempestad y arrebata
cuanto se opone á su furia. Tan inmenso poderío unido al nombre franco ha originado historias fabulosas, y al mostrarme mi
guia turco desde el Puente de Hierro á mano derecha una elevacion de terreno, al lado de un collado inundado con los escombros
de un castillo de la edad media, me decia : Debajo de ese cerro que veis allí hay un lago en cuyas orillas brillan los diamantes
y trozos de oro; un barco surca sus aguas , en el cual pueden entrar y pasearse los musulmanes, armenios , griegos y judíos, pero
si desean acercarse á la orilla para coger diamantes ó trozos de oro, el barco permanece inmóvil, pues solo gozan el privilegio
de apoderarse de los tesoros los francos, porque son demonios á quienes Dios da permiso para todo . (Correspondencia de Oriente,
carta CLXXII de Mr. Poujoulat) .— (3) Id . t. V, carta CLXXIV .— ( 4 ) Dupreau. — 5 En el tomo VII de la obra de Poujoulat se halla
una descripcion completa de Antioquía , y en la carta CLXXI esplica el sitio de esta ciudad por los cruzados.
LIBRO TERCERO . - 1097-1098 . 75

ven cruzes latinas , recuerdos de las guerras santas , y la parte oriental del vasto recinto de Antioquía
está poblada de higueras , algarrobos , moreras y otros árboles frutales . La ciudad moderna llamada An
taki apenas ocupa una sexta parte del antiguo recinto en el lado oriental , y es su poblacion de cuatro
mil habitantes . Los cristianos de Antioquía que tenian trescientos sesenta monasteries y las mas precio
sas iglesias del mundo , carecen en el dia de templos y se ven obligados á celebrar sus santos miste
rios en una antigua gruta sepulcral.
Antioquía cayó en poder de los sarracenos en el primer siglo de la egira , la recobraron los griegos
reinando Nicéforo Focas , y hacia catorce años que la poseian los turcos cuando la cercaron los cruza
dos. La mayor parte de los musulmanes de las ciudades y provincias circunvecinas se habian refugiado
en Antioquía con sus familias y tesoros cuando supieron la llegada de los cristianos , y se encerró en
ella con siete mil soldados de caballería y veinte mil infantes el emir turcoman Baghisian ( 1 ) ó Acciano
que habia obtenido la soberanía de la ciudad.
El sitio de Antioquía presentaba muchos obstáculos y peligros ; los jefes de los cruzados deliberaron
seriamente si podian llevarlo á cabo , y los primeros que hablaron en el consejo manifestaron que se
ria imprudente emprender un sitio estando tan cercano el invierno , pues no temian las armas de los ene
migos sino las lluvias , los hielos , las enfermedades y el hambre . Aconsejaron á los cruzados que espe
rasen en las provincias y ciudades cercanas la llegada del ausilio prometido por Alejo y la vuelta de la
primavera , época en que el ejército habria reparado sus pérdidas y recibido bajo sus banderas nuevos
refuerzos de Occidente . La mayor parte de los jefes escucharon impacientes este parecer y se notaron
entre ellos especialmente el legado Adhemaro y el duque de Lorena . « ¿ Debemos acaso , decian estos , des

» preciar una ocasion favorable y el terror que hemos infundido á los enemigos ? ¿ Seria útil dejarles
>>tiempo para reunirse y recobrar el valor y la esperanza ? ¿ No era público que habian implorado el
» ausilio del califa de Bagdad y del sultan de Persia ? La dilacion podia dar fuerza á los musulmanes y ha
>>cer perder á los cristianos el fruto de sus victorias . Se hablaba de la llegada de los griegos , ¿ pero aca
>>so se necesitaba su apoyo para atacar unos enemigos tantas veces vencidos ? ¿ Era preciso esperar á los
» nuevos cruzados de Occidente que vendrian á participar de la gloria y las conquistas del ejército
>>cristiano sin haber participado antes de sus peligros y fatigas ? ¿ No seria hacer una injuria á los soldados
»de Jesucristo creerlos incapaces de sufrir las intemperies y el rigor del invierno ? ¿ No se les compa
»raba á las aves de paso que huyen y se ocultan en los sitios mas lejanos cuando ven llegar las es
»> taciones ? Además era imposible pensar que se prolongase mucho tiempo un sitio con ejércitos tan en
>> tusiastas y valientes como el de la cruz que habia llevado á cabo el cerco de Nicea , la batalla de Do

»rilea y otras mil y mil hazañas . ¿ Por qué se habia de temer el hambre habiéndose encontrado hasta
>>>entonces en la guerra todos los recursos ? Debian recordar que la victoria habia proporcionado siempre.
>>medios para atender à todas las necesidades ; que la abundancia , la gloria y la seguridad estribaban en
»> conquistar á Alejandría , y que á donde quiera que fuésen solo conseguirian miseria y deshonra , que era
»la mayor calamidad por unos caballeros tan animosos como los cruzados . >>
Este discurso se granjeó la aprobacion de los mas valientes , y los que eran de parecer contrario
temieron ser acusados de timidez y guardaron silencio . El consejo decidió que se diese principio al si
tio, y el ejército se aproximó á las murallas de la ciudad . Segun la relacion de Alberto de Aix , los cru
zados iban defendidos por sus escudos verdes , rojos , dorados y de diversos colores , y cubiertos con sus
corazas donde brillaban escamas de hierro y acero ; ondeaban al frente de los batallones banderas en

que brillaba el oro y la púrpura , y resonaban á lo lejos el rumor de clarines , de tambores , los relinchos
de los caballos y los gritos de los soldados . Las orillas del Oronte vieron entonces seiscientos mil pere
grinos de los cuales trescientos mil iban armados .

El ejército cristiano estableció su campamento y alzó las tiendas el primer dia de su llegada ; Bohemundo
y Tancredo se situaron hacia el Oriente en frente de la puerta de San Pablo , sobre dos colinas sin árboles ni

(1) Los historiadores latinos han desfigurado el nombre de este príncipe Seldjoucida . Tudeboda y el monje Roberto le llaman
Casiano (Cassiannus), Foulquer de Chartres Graciano (Gratianus) , Guillermo de Tiro Acciano (Accianus) , Alberto de Aix Darsiano
(Darsianus) , Mr. Deguignes y la mayor parte de los orientalistas á imitacion de Abulfeda le llaman Baglusian, otros Ahhy -Syan
hermano del negro de cual pudo derivarse el de Acciano .
76 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

plantas ; à la derecha de los italianos se acamparon los dos Robertos , Estéban y Hugo con sus normandos ,
flamencos y bretones en el terreno llano que rodea la orilla izquierda del Oronte hasta la puerta del Perro;
despues venian el conde de Tolosa y el obispo de Puy con sus provenzales ; la hueste de Raimundo ocupaba
el intervalo que hay desde la puerta del Perro hasta la inmediata que se llamó desde entonces la del Duque,
y allí comenzaba la línea de Godofredo que terminaba en la puerta del Puente . La ciudad estaba amenazada
por tres puntos , por oriente , por el norte y por el nordeste ; los cruzados no podian atacarla por el lado del
mediodía , porque estaba defendida por montañas y precipicios . Los sitiadores hubieran sacado un ventajoso
partido de colocarse tambien en la parte occidental de Antioquía , por donde los turcos hacian salidas y re-
cibian ausilio , y cuyas murallas eran menos temibles , pero era un sitio espuesto continuamente á los ata-
ques de los sitiados .

Los turcos estaban ocultos detrás de sus murallas , y no se asomaba nadie á las almenas y torres , ni se oia
el menor ruido en la ciudad . Los cruzados creyeron que esta aparente inaccion y profundo silencio era cau-
sado por el terror y el desaliento , y cegados por la esperanza de una fácil conquista no tomaron precaucion

alguna y se esparcieron desordenadamente por las campiñas y aldeas cercanas . Los árboles estaban aun
llenos de frutas y las viñas de uvas ; las acequias y los campos se veian cubiertos de mieses , y vagaban sin
pastores por los fértiles prados los numerosos ganados que no habian podido ocultar los habitantes . La abun-
dancia de víveres , el hermoso cielo de Siria , la fuente y los bosquecillos de Dafne y la ribera del Oronte,
famosa en la antigüedad pagana por el culto de Venus y Adonis , hicieron olvidar á los peregrinos el objeto
de su piadosa empresa y sumieron en la licencia y la corrupcion á los soldados de Jesucristo .
La ciega seguridad y la ociosidad indolente de los cruzados reanimaron la esperanza y el valor de los
defensores de Antioquia , y los turcos hicieron diferentes salidas y sorprendieron á 墜 sus enemigos que
apenas se cuidaban de custodiar el campamento y se dispersaban por las cercanías . Hallaron la muerte
ó la esclavitud todos los que se habian detenido en las aldeas ó caseríos inmediatos á las orillas del
Oronte , atraidos por la esperanza del saqueo ó el atractivo de los placeres , y el jóven Alberon , ar-
cediano de Metz é hijo del conde de Luxemburgo , pagó con la vida los goces que constrastaban con
la austeridad de su profesion . Hallábase sentado en la blanda yerba jugando á los dados con una dama
siria de una rara hermosura y de elevada cuna, cuando saliendo de Antioquía los turcos , y avanzando
sin ser visto al través de los árboles , se presentaron repentinamente armados con espadas y flechas.
Dispersáronse y huyeron muchos peregrinos que rodeaban al arcediano , y á los cuales el miedo les
hizo olvidar los dados , segun dice Alberto de Aix . Los bárbaros cortaron la cabeza al desgraciado
Alberon que arrastraron en triunfo hasta la ciudad : se llevaron la dama siria sin hacerle daño alguno
pero despues de haber saciado en la desgraciada cautiva la brutal pasion de sus raptores , pereció bajo
sus aceros , y su cabeza y la del arcediano fueron lanzadas por medio de una máquina al campamento
de los cristianos .

Este espectáculo recordó sus desórdenes á los cruzados , que juraron vengar la muerte de sus com-
pañeros sorprendidos y muertos por los turcos , y faltando en el ejército cristiano escalas y máquinas
para dar el asalto , construyeron un puente de barcas sobre el Oronte , con objeto de contener las cor-
rerías de los musulmanes en la opuesta orilla . Redobláronse los esfuerzos para cerrar todos los pasos
á s sitiados é impedirles salir y entrar por las puertas de la ciudad. Los turcos tenian una fácil ,
comunicacion con el esterior por un puente construido en un pantano en frente de la puerta del
Perro , y los cruzados intentaron en vano destruirlo con los instrumentos de hierro que tenian en el

campamento , pero colocaron cerca del paso una enorme torre de madera á la cual acudian los peregrinos
como abejas á su panal , segun espresion del monje Roberto . Habiendo devorado las llamas esta torre,
los sitiadores no encontraron medio mejor para contener las salidas del enemigo , que arrastrar á
fuerza de brazos y amontonar delante de la misma puerta enormes rocas y los troncos de los árboles
mas corpulentos de los bosques cercanos .
En tanto que se obstruia una de las puertas de la ciudad , los caballeros mas animosos velaban sin cesar
en torno de los muros ; y hallándose cierto dia Tancredo de emboscada en las colinas de la parte occiden-
tal , sorprendió una hueste crecida de turcos que habian salido de la plaza en busca de pastos , mató á todos
los que pulo alcanzar su acero , y envió al obispo de Puy setenta cabezas
de infieles como diezmo de la car-
LIBRO TERCERO . - 1097-1098 . 77

niceria y de la victoria . En esta ocasion , recorriendo el mismo Tancredo la campiña , acompañado de un


escudero, se encontró frente á frente de numerosos musulmanes , y todos los que se acercaron á lidiar con
él cayeron victimas de su invencible espada . El héroe mandó detener á su escudero en lo mas reñido del
combate y lehizo jurar ante Dios que jamás contaria las hazañas que presenciaba . ¡Ejemplo desconocido
que los cronistas cuentan con sorpresa y que la historia debe colocar entre los hechos mas prodigiosos de
la caballería cristiana !
Las salidas de los sitiados fueron menos frecuentes desde entonces , mas como se carecia de máquinas de
guerra no se les podia atacar en sus inaccesibles murallas. Los jefes del ejército cristiano no pudieron
tomar otro partido que el de cercar la ciudad y esperar que el desaliento de los turcos ó el favor del
cielo les abriesen las puertas de Antioquía . La lentitud de un sitio era incompatible con el impaciente valor
de los cruzados , y este sistema de guerra , opuesto á los deseos de los caballeros y barones , que solo
sabian triunfar de sus enemigos con la espada en la mano y eran tan solo temibles en el campo de batalla .
El ejército cristiano consumió durante los primeros dias del sitio las provisiones de muchos meses , y
los que querian vencer á sus enemigos por medio del hambre , se vieron espuestos á todos los horro-

res de la miseria . Empezó el invierno y todos los dias caian torrentes de lluvia ; las llanuras , cuyos
deliciosos frutos habian enervado á los soldados de Jesucristo , estaban casi sepultadas bajo el agua ; su-
mergióse el campamento de los cristianos en los puntos mas hondos ; la tempestad y la inundacion
arrebataron las tiendas ; la humedad aflojó los arcos y el orin inutilizaba las lanzas y las espadas .
Muchos soldados quedaron casi desnudos ; los peregrinos mas pobres se construyeron chozas ó cabañas
con árboles , pero el agua y el viento no respetaban tan frágiles albergues . La situacion de los sitiadores
era cada dia mas triste ; los peregrinos se reunian en cuadrillas de doscientos ó trescientos , recorrian los
llanos y las montañas , robaban todo lo que podia preservarles del frio ó del hambre , pero cada cual
ocultaba lo que adquiria y el ejército permanecia sumido en la mas horrible miseria . Los jefes se reunie-
ron en consejo y resolvieron intentar una espedicion en las provincias cercanas para proveerse de vive-
res , y despues de haber asistido á la misa de Navidad y recibido la despedida del ejército , se alejaron
del campo quince ó veinte mil peregrinos mandados por el príncipe de Tarento y el conde de Flan-
des y se dirigieron al territorio de Harene . Esta hueste selecta derrotó varios destacamentos turcos que en-

contró, y regresó á Antioquía con un gran número de caballos y mulos cargados de provisiones . Los
sitiados habian hecho una salida durante esta espedicion , y habian sostenido con los cruzados que se
quedaron en el campamento , un combate tenaz en el cual perdió su pendon el obispo de Puy . El historia-
dor Raimundo de Agiles , testigo del desastre de los sitiadores , se escusa con los servidores de Dios de
la vergonzosa verdad de su relacion , y se justifica diciendo que Dios queria exhortar á los cristianos al
arrepentimiento con una derrota que debia hacerlos mejores y mostrarles al mismo tiempo su bondad
por una victoria que los salvase de la miseria (4 ) .
Las provisiones reunidas por el conde de Flandes y Bohemundo no bastaron mucho tiempo para aten-
der á las necesidades de los peregrinos, y todos los dias se hacian nuevas escursiones, pero siempre con
mal éxito. Turcos y cristianos habian devastado todas las campiñas de la alta Siria , y aunque los cruzados
que se enviaban de descubierta ahuyentaban las mas de las veces á losinfieles, la victoria , que era su úni-
co y último recurso , no podia ya traer la abundancia al campamento. Para colmo de sus desgracias se in-
terrumpieron sus comunicaciones con Constantinopla ; las flotas de los pisanos y genoveses no costeaban ya
los paises ocupados por los cruzados , y el puerto de San Simeon , (actualmente Soedia) ( 2) situado á siete ho-
ras de Antioquía , no veia entrar ninguna nave de Grecia ni de Occidente . Los piratas flamencos que ha-
bian tomado la cruz en Tarso , fueron sorprendidos por los griegos despues de haberse apoderado de Lao-
dicea , y hacia muchas semanas que estaban hundidos en los calabozos de los pérfidos aliados , y los cruza-
dos solo hablaban en el campamento de las pérdidas que habian sufrido y de los males que les amenazaban .
Los turcos sorprendieron al arcediano de Toul que se habia retirado á un valle distante tres millas de

(1 ) El abate Guibert examina gravemente si los cruzados que morian de hambre ó de frio se salvaban como los que perecian
por el acerode los infieles . (Véase Biblioteca de las Cruzadas, t. I. ) Segun Foulquer de Chartres los cruzados eran semejantes al oro
que se prueba tres veces y se purifica siete, y Dios toleraba que los turcos matasen á los cristianos para asegurar la salvacion
de estos y perder las almas de los otros .- 2 ) Correspondencia de Oriente, carta CLXXVI.
78 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Antioquía , seguido de tres peregrinos, y pereció miserablemente con sus compañeros . Súpose al mismo tiem-
po la trágica muerte de Suenon , hijo del rey de Dinamarca , que habia tomado la cruz conduciendo á la Tier-
ra Santa mil y quinientos peregrinos daneses . Habia alzado sus tiendas el príncipe en medio de los arroyuelos
que cruzan por la orilla del lago de las Salinas en el camino de Filomelia , y advertidos los turcos por los
pérfidos griegos, bajaron de las montañas y atacaron su campamento en medio de las tinieblas de la noche.
Suenon se defendió valerosamente y su acero hizo un estrago en sus enemigos , pero vencido por el can-
sancio y la multitud de los bárbaros , sucumbió acribillado de heridas. Las crónicas añaden que acompaña-
ba al infortunado Suenon en su peregrinacion una hija del duque de Borgoña llamada Florina ( 1 ) que es-
taba enamorada del héroe danés y debia casarse con él despues de la conquista de Jerusalen . Pero el cielo
no permitió que se cumpliera tan risueña esperanza , y solo la muerte pudo unir á los dos amantes que ha-
bian tomado juntos la cruz y marchaban á buscar la dicha á la Tierra Santa . Animados por la misma de-
vocion y desafiando los mismos peligros , cayeron en el campo de batalla , despues de haber visto perecer en

torno suyo á todo sus caballeros , y no dejando uno solo de sus servidores que pudiera recoger sus últimas pa-
labras y
darles la sepultura de cristianos .
<«< Estas tristes nuevas llenaron de tristeza y de dolor el campamento de los cristianos , dice Guillermo de
>>Tiro , y acrecentaron el sentimiento de las calamidades que sufrian.» El frio , la miseria y las enfer-
medades hacían todos los dias mayores estragos en el campamento , y si ha de darse crédito á un historia-
dor que participó de sus desgracias , el esceso del dolor arrancó de sus labios amargas quejas y blas-
.femias . Bohemundo , cuya elocuencia era popular , intentó reducirlos á la paciencia y resignacion evangéli-
ca. «Cristianos pusilánimes ! les decia , ¿ por qué os quejais así ? Cuando Dios os tiende la mano os lle-
>>nais de orgullo , y cuando la retira , os abandona toda la fuerza del alma . No adorais pues al Señor , sino
ȇ la fortuna y la victoria , y el Dios que llamais padre y protector en los dias felices, lo mirais como
>>un estraño en los dias infaustos (2) . » Aunque nos parezca muy singular en nuestros dias el lenguaje de
Bohemundo debemos estar persuadidos de que era el mas á propósito para herir el espíritu y los sen-
timientos de los cruzados . ¿ Pero qué podian las mas persuasivas palabras contra el frio , la enfermedad y la
desesperacion ? La mortandad era tan inmensa en el campamento , que segun cuentan testigos oculares , no
habia sacerdotes bastantes para recitar las oraciones de los muertos , ni sitio suficiente para tantas se-
pulturas.
El campamento no presentaba el aspecto de un ejército en medio de los funerales : apenas se veian algu-
nos soldados sobre las armas , y muchos cruzados perecian recostados en tierra sin vestidos ni abrigo,
espuestos á todos los rigores de la estacion y llenando el aire con vanos lamentos . Otros , pálidos y descar-
nados , cubiertos de miserables andrajos , vagaban por las campiñas como espectros ó fantasmas arrancan-
do con puntas de hierro las raices de las plantas , sacando de los surcos los granos depositados reciente-
mente en los campos , y disputando á las bestias de carga las yerbas silvestres que se comian sin sal , y
los cardos que les picaban en la lengua porque carecian de leña para cocerlos suficientemente . Los perros
muertos , los insectos , los reptiles y los animales mas inmundos apagaban el hambre de los que poco tiem-
po antes despreciaban el pan de los pueblos de Siria y á los cuales se les viera en los festines arrojar con
hastío las partes mas delicadas de las vacas y los corderos . La muerte de los caballos de batalla por falta

de pasto era un espectáculo no menos doloroso para los barones y caballeros . En el principio del sitio ha-
bia en el ejército sesenta mil caballos , y solo quedaban diez mil , incapaces de servir en los combates.
El mas terrible de los azotes de los cruzados fué la desercion . La mayor parte de los cruzados habian per-
dido la esperanza de apoderarse de Antioquía y de llegar á la Tierra Santa; unos iban á buscar un asilo con-
tra la miseria á la Mesopotamia sometido á Balduino , y otros se retiraban á las ciudades de la Cilicia que ha-

(1) Urbano Plancher, historiador de Borgoña , niega este acontecimiento sin dar razon alguna ni citar autoridades, siendo así que
lo atestiguan Guillermo de Tiro, Alberto de Aix y otros muchos historiadores casi contemporáneos. Mallet no habla de él en su
Historia de Dinamarca . Langebeck dice en su coleccion de historias danesas que ha visto un bajo relieve de bronce donde Suenon
estaba representado con los atributos de cruzado. Cristian V mandó hacer este relieve y debajo del retrato del príncipe se leen unos
versos latinos que esplican su trágica y gloriosa muerte. Puede consultarse en Scriptores rerum danicarum la disertacion de Lange-
berck titulada: Desgraciada espedicion del danés Suenon contra los turcos. Véase un estracto de esta disertacion en el tomo III de la
Biblioteca de las Cruzadas . 2 Roberto el monje .
LIBRO TERCERO . — 1097–1098 . 79

bian caido en poder de los cristianos . El duque de Normandía se retiró á Laodicea y solo volvió á la tercera
intimacion hecha por el ejército en nombre de la religion y de Jesucristo . Taticio , general de Alejos , aban
donó el campamento de los cruzados con las tropas que mandaba , prometiendo volver con refuerzos y vive
res ; mas su partida causó poco sentimiento , y sus promesas inspiraron tan escasa confianza , que no calma
ron la desesperacion de los cruzados ; desesperacion que llegó á su colmo cuando vieron alejarse á los que de
bian darles ejemplo de paciencia y de valor . Guillermo , vizconde de Melun ( 4 ) , á quien la destreza en el manejo
de la hacha de armas le habian dado el sobrenombre de Carpintero , no pudo sufrir las miserias del campa
mento y desertó de las banderas de Jesucristo . « Era pues estraño, esclama Roberto el Monje , que se dis
aminuyese el valor de los pobres y los débiles , si flaqueaban los que eran como columnas de la empresa?»>
Pedro el Ermitaño á quien culpaban los cruzados de las desgracias que sufrian , no tuvo ánimo para oir sus

quejas y participar de su miseria , y desesperado del éxito de la espedicion , huyó secretamente del campa
mento de los cristianos . Su desercion causó grande escándalo entre los peregrinos , «y les asombró tanto , di
>>ce el abad Guibert, como si hubieran visto caer las estrellas del cielo . » Tancredo salió en su persecucion
y lo presentó vergonzosamente en el campamento con Guillermo el Carpintero. El ejército le echó en cara
su cobarde accion y le exigió que jurase sobre el Evangelio no desertar jamás de la causa que habia pre

dicado , amenazando al mismo tiempo con el castigo destinado á los homicidas á todos los que siguieran el
ejemplo que acababa de dar á sus compañeros y hermanos.

Pero era tan estremada la corrupcion que reinaba en el ejército cristiano , que la misma virtud tenia
razon en huir y escusar su desercion , y si se creen las relaciones de los autores contemporáneos, todos los
vicios de la infame Babilonia desdoraban á los libertadores de Jerusalem... ¡ Estraño é inaudito espectáculo !
Veíanse bajo la tienda del cruzado el hambre al lado de la voluptuosidad; el amor impuro , la pasion desen
frenada del juego y todos los desórdenes y escesos se mezclaban y confundian con las imágenes de la muer
te , y la mayor parte de los peregrinos desdeñaban en su desgracia los consuelos de la piedad y de la virtud.
El obispo de Puy y los sacerdotes mas virtuosos reunieron sus esfuerzos para reformar las costumbres
de los cruzados; hicieron oir la voz de la religion contra los escesos del libertinaje y de la licencia , y recor
dando todos los males que había sufrido el ejército cristiano , los atribuian á los vicios y desórdenes de los
defensores de la cruz . Les manisfestaron que el cielo les hablaba enojado por medio de un terremoto que
se sintió entonces y de una aurora boreal (2) , fenómeno desconocido para la mayor parte de los peregri
nos. Mandaron ayunar y hacer rogativas para aplacar la cólera divina . Los cruzados hicieron procesiones
en torno del campamento; oíanse sin cesar los himnos penitentes : los sacerdotes invocaban los rayos de la
Iglesia contra los que hicieran traicion á la causa de Jesucristo con sus pecados , y para completar el temor

que inspiraban las amenazas de la religion , se formó un tribunal compuesto de los principales jefes del ejér
cito y del clero para perseguir y castigar á los culpables .
Los hombres sorprendidos en la embriaguez fueron condenados á cortarse los cabellos ; los blasfemos y
los que se entregaban al vicio del juego , sellados con un hierro candente , y un monje acusado de adulterio
y confeso por la prueba del fuego , fué azotado y paseado enteramente desnudo por el recinto del campamen
to. A medida que los jueces condenaban á los culpables, se aterraban de su inmenso número, y no siendo
suficientes los mas severos castigos para contener enteramente la prostitucion , que se habia hecho casi ge
neral, se resolvió encerrar todas las mujeres en un campamento separado ; medida estrema é imprudente
que confundia el vicio con la virtud y que hizo cometer crímenes mas vergonzosos que los que querian
precaver (3).

Para mayor desgracia , el campamento de los cruzados estaba inundado por mujeres sirias que iban to
dos los dias á la ciudad á contar los proyectos , la miseria y la desesperacion de los sitiadores . Con objeto de
evitar estos inconvenientes Bohemundo se valió de un medio capaz de escandalizar á los mismo bárbaros . La

(1 ) El abad Guibert hizo sobre Guillermo un juicio severo . « Hablaba mucho y obraba poco; sombra de un gran nombre, se ofre
cia para todas las empresas y no ejecutaba ninguna. » - 2 ) Guibert hab'a del fenómeno y añade que se podia ver en este signo el pro
nóstico de guerras sangrientas , pero el sitio que ocupaba en el cielo y su forma de cruz era una prenda segura de salvacion y de
victoria . (lib. IV).— (3) Guiberto dice que cuando habia en el campamento una doncella en cinta, la entregaban á los mas espanto
sos suplicios. En medio de esta investigacion general de todos los crímenes y escesos , se descubrió la superchería de un sacerdote
que se habia hecho una incision en forma de cruz que conservaba con el zumo de algunas yerbas, para atraerse la caridad de 03
fieles.
80 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

pluma se resiste à describir tan horribles cuadros, y dejaré hablar á Guillermo de Tiro ó mas bien á su anti
guo traductor : « Bohemundo , dice , mandó que le presentasen algunos turcos que él tenia presos con severa
»
> custodia , á los cuales hizo matar por manos del verdugo ; despues mandó encender una hoguera y ponerlos
» en ella á asar para servirle de manjar á él y los suyos , ordenando que si alguien preguntaba con qué ob
» jeto se hacia aquello , respondiese de este modo : Los principes y gobernadores del campamento han manda
»do en el dia de hoy en su consejo, que todos los turcos ó espías suyos que en adelante se encuentren en el
>> campamento , serán obligados á servir de alimento con sus propios cuerpos tanto á los príncipes como á todo

» el ejército . »
Los súbditos de Bohemundo observaron con exactitud las órdenes é intrucciones que recibieran , y todos
los estranjeros que habia en el campamento se presentaron sin tardanza en el cuartel del príncipe de Ta
rento , « quedando sumidos en el terror y temiendo tener igual suerte cuando presenciaron lo que pasaba . Se
>>dieron prisa á salir del campamento de los cristianos , y contaron por el camino lo que habían visto . >> Sus
relatos pasaron de boca en boca hasta las comarcas mas remotas , y los habitantes de Antioquía y todos
los musulmanes de las ciudades de Siria quedaron profundamente aterrados , y no se atrevieron á acercar
se mas al campamento de los cruzados. « Por este medio , dice el historiador que hemos citado anteriormen
>> te , y por la astucia del señor Bohemundo se libró el campamento de la peste de los espías , y los ene
>>migos no pudieron saber ya de antemano las empresas de los cristianos . » El cronista Baudri se limita
á decir que Bohemundo tomó medidas severas para ahuyentar á los espías , pero no menciona el medio

bárbaro de que habla Guillermo de Tiro . Es imposible dejar de conocer , que si este medio fué muy efi
caz para librarse de los espías , tambien lo fùé para alejar á los que traian víveres al campamento de
los cristianos .

El obispo de Puy empleó al mismo tiempo un ardid mas inocente y conforme al espíritu de su minis
terio Ꭹ de su sagrada profesion ; mandó arar y sembrar las tierras cercanas de Antioquía , para asegu

rar al ejército cristiano del hambre y para hacer creer á los sitiados que era incansable la perseveran
cia de los sitiadores .

Empezaban á desaparecer las lluvias tempestuosas , el frio y todos los rigores del invierno , se dismi
nuia el número de los enfermos y el campamento de los cristianos presentaba un aspecto menos lú
gubre . Godofredo se presentó ante el ejército , curado de una herida muy grave que le habia tenido
preso hasta entonces en su tienda , y su aspecto hizo renacer la esperanza y la alegría . El conde de
Edeso , los príncipes y monasterios de Armenia enviaron dinero y provisiones á los cristianos ; llega
ron tambien víveres de las islas de Chipre , de Chio y de Rodas , y el ejército se vio libre de los
horrores del hambre . El cambio favorable de la suerte de los peregrinos se atribuyó á su peniten
cia y conversion , y dieron gracias al cielo de haberlos hecho mejores y mas dignos de su proteccion y
misericordia . Entonces fué cuando los cruzados vieron llegar á su campamento los embajadores del califa
de Egipto; los soldados cristianos se esforzaron á ocultar las huellas y recuerdos de sus trabajos en presencia
de los infieles , se adornaron con los mas preciosos trajes , ostentaron sus armas mas brillantes ; los caballeros $

y barones se disputaron el premio de la fuerza y de la destreza en sus torneos , y no se veian mas que dan
zas y festines , pareciendo que reinaba la abundancia y la alegría . Los embajadores egipcios fueron reci
bidos con una magnifica tienda donde estaban reunidos los principales jefes del ejército; los sarracenos ma
nifestaron en sus discursos la repugnancia de su soberano á hacerse aliados de los cristianos , pero las victo
rias que los cruzados habian alcanzado de los turcos , los enemigos mortales de la raza de Alí , le inducian á

creer que el mismo Dios los habia enviado al Asia como instrumentos de su venganza y su justicia . El cali
fa egipcio estaba dispuesto a unirse con los cristianos victoriosos , y se preparaba á entrar con sus ejércitos
en Palestina y en Siria , y como sabia que los deseos de los cruzados se limitaban á ver á Jerusalen , pro
metia reedificar los templos cristianos , proteger su culto y abrir las puertas de la ciudad á todos los pere
grinos con condicion de que entrarian desarmados y solo permanecerian un mes . El califa prometia su ge
neroso apoyo á los cruzados si se sometian á estas condiciones, pero que si rehusaban los beneficios de su 10
⚫ amistad, se alzarian á la voz del vicario legítimo del Profeta todos los pueblos de Egipto , de Etiopia , los 1
que habitaban el Asia y el África desde el estrecho de Cádiz hasta las puertas de Bagdad , y mostrarian á los
guerreros de Occidente el poder invencible de sus armas . T
LIBRO TERCERO . - 4097-4098 . 81

Este discurso escitó violentos murmullos en la asamblea de los cristianos; uno de los jefes se levantó para
responder, y dirigiéndose á los enviados del califa , les dijo : « La religion que profesamos nos ha inspirado
>>>el designio de restablecer su imperio en los sitios donde tuvo orígen , y no tenemos necesidad del apoyo de
>>las potencias de la tierra para llevar á cabo nuestros juramentos . No hemos venido al Asia para recibir
>>leyes ni beneficios de los musulmanes , tampoco hemos dado al olvido los ultrajes que los egipcios han
>>hecho á los peregrinos de Occidente , y recordamos aun que en el reinado del califa Hakem los cristianos
>>>fueron entregados al verdugo y destruidas desde sus cimientos sus iglesias , en especial la del Santo Sepul-
>>cro . Sí; teneis razon , venimos á visitar á Jerusalen , pero tambien hemos jurado libertarla del yugo de
>>los infieles. Dios, que la honró con sus sufrimientos , quiere şer servido en ella por su pueblo , y los cris-
»tianos quieren ser á su vez sus custodiadores y soberanos . Id á decir al que os envia que elija entre la
»paz y la guerra; decidle que los cristianos acampados bajo los muros de Antioquía no temen á los pueblos

>>>de Egipto , á los de Etiopia ni á los de Bagdad , y que solo pueden hacer alianza con las potencias que res-
>> petan las leyes de la justicia y las banderas de Jesucristo. »
El orador que hablaba de esta suerte era el eco verdadero de la opinion y los sentimientos de la asam-
blea, pero no se rechazó enteramente la alianza de los egipcios , y el ejército cristiano nombró sus mensa-
jeros para acompañar á los embajadores hasta el Cairo y llevar al califa las últimas proposiciones de paz de
los cruzados.

Apenas acababan de salir los mensajeros del campamento de los cristianos , cuando alcanzaron estos una
nueva victoria contra los turcos. Los príncipes de Alepo y de Damasco, los emires de Schaizar , de Edeso y
de Hierapolis habian levantado un ejército de veinte mil ginetes para socorrer á Antioquía ; en el momente
que se ponian en marcha los guerreros musulmanes , salió del campamento una hueste selecta mandada por
el incansable Bohemundo y por el conde de Flandes Roberto , que les salió al encuentro , y habiéndose trabado
el combate cerca del lago de Antioquía , los turcos fueron derrotados y dispersos , perdiendo mil caballos
y diez mil combatientes , y cayendo en poder de los cristianos la fortaleza de Harenc , donde el enemigo
habia buscado en vano un ausilio despues de su derrota .
Los cruzados resolvieron anunciar su nuevo triunfo á los embajadores del Cairo que iban á darse á
la vela en el puerto de San Simeon , y les enviaron en cuatro camellos las cabezas y despojos de doscien-
tos guerreros musulmanes. Los vencedores arrojaron otras doscientas en la ciudad de Antioquía , cuya
guarnicion alimentaba aun la esperanza de ser socorrida ; colocaron un gran número clavadas en estacas
en torno de la ciudad , y hacian alarde de los sangrientos trofeos de su victoria para que este espectáculo ,
segun dice Guillermo de Tiro , fuera una espina clavada en los ojos . de sus enemigos . Querian tambien
vengarse de los insultos que habian prodigado los infieles reunidos en sus murallas á una imágen de la
Virgen que habia caido en sus manos en un reciente combate .

Los cruzados iban á dar muestra de su valor en una batalla mas peligrosa y mortifera . Habia entrado
en el puerto de San Simeon una flota de genoveses y pisanos , cuya llegada causó vivísima alegría en ·
el ejército cristiano , y un gran número de soldados salieron del campamento y volaron al puerto , unos
para saber noticias de Europa y otros para comprar las provisiones que necesitaban . Al regresar carga,
dos de víveres , la mayor parte de ellos desarmados , fueron acometidos de improviso y puestos en dis-
persion por un cuerpo de cuatro mil musulmanes que los esperaban emboscados . Bohemundo y Raimundo
de San Giles , que acompañaban á los peregrinos , no pudieron defenderlos contra un enemigo superior
en fuerzas y se vieron obligados á buscar su salvacion en la fuga .
La nueva de este desastre se esparció al momento entre los cruzados del campamento ; Godofredo , á
quien daba el peligro la autoridad suprema , mandó á los jefes y soldados que corriesen á las armas , y
cruzando el Oronte seguido de su hermano Eustaquio , de los dos Robertos y del conde de Vermandois ,
salió al encuentro al enemigo que trataba de aprovecharse de tan fácil victoria y de cortar la cabeza á los
cristianos que
habian quedado muertos en el campo . Cuando llegó á la vista de los musulmanes , mandó
á los demás jefes que imitaran su ejemplo, y se arrojó con la espada desenvainada sobre los enemigos .
Acostumbrados los turcos à pelear desde lejos y á servirse del arco y de la flecha , no pudieron contra-
restar la espada y la lanza de los cruzados , y emprendieron la fuga , unos hacia los montes , y otros
hácia la ciudad . Acciano que habia presenciado desde las torres de su palacio el ataque victorioso de los
11
82 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cruzados , envió una hueste escogida para sostener y reunir á los que huian , y acompañó á sus sol-
dados hasta la puerta del Puente que mandó cerrar diciéndoles que no se abriria para ellos mas que
despues de la victoria .
Esta nueva hueste no pudo resistir el ímpetu de los cruzados ; los turcos no tenian mas esperanza que
la de volver á entrar en la plaza ; pero Godofredo que lo habia previsto todo , se habia colocado ya con
los suyos en una eminencia entre los fugitivos y la puerta de Antioquía ( 1) .
La carnicería fué espantosa en este sitio , la victoria alentaba á los cristianos , y los musulmanes bacian
prodigios de valor escitados por su desesperacion y la gritería de los habitantes de la ciudad reunidos
en las murallas . El estruendo de las armas y los gritos de los combatientes impedian á los soldados oir
la voz de sus jefes ; peleaban cuerpo á cuerpo y sin órden : nubes de polvo envolvian el campo de ba-
talla ; la casualidad dirigia los golpes de vencedores y vencidos , y los turcos se apiñaban y se estorbaban
unos á otros en su fuga . Era tanta la confusion que muchos cruzados cayeron víctimas del acero de sus
compañeros y hermanos , un gran número de turcos sucumbieron sin resistencia , y mas de dos mil que
trataban de huir , se ahogaron en el Oronte . « Los ancianos de Antioquía , dice Guillermo de Antioquia ,
se condolian de haber vivido tanto tiempo , al contemplar desde las murallas tan sangrienta catástrofe , y
las madres se lamentaron de su fecundidad viendo espirar á sus hijos . » La carnicería continuó hasta
a
el anochecer , y Acciano mandó abrir las puertas para dar asilo á los restos de las tropas acosadas
por los cruzados .
«¡Qué espectáculo tan delicioso fué para nosotros , esclama en esta ocasion Raimundo de Agiles , el ver
á nuestros pobres peregrinos entrar otra vez en el campamento despues de la victoria ! Muchos , que
jamás habian montado á caballo , llegaban seguidos de briosos corceles ; otros , cubiertos hasta entonces
de andrajos , llevaban dos ó tres vestidos de seda : algunos mostraban tres ó cuatro escudos ganados al
enemigo , y los compañeros que no habian peleado , se reunian con ellos y todos juntos daban gracias
á Dios por el triunfo de los cristianos . »

Los jefes y soldados del ejército cristiano hicieron prodigios de valor , y siempre se vieron al frente
de sus guerreros Bohemundo , Raimundo , Tancredo , Ademaro , Balduino del Burgo y Eustaquio . Todo
el ejército ensalzaba las lanzadas y hechos de armas del conde de Vermandois y de los dos Robertos.
El duque de Normandía sostuvo un singular combate con un jefe de infieles que iba al frente de los
suyos , al cual partió de un sablazo la cabeza hasta la espalda y tendió á sus piés esclamando : « En-
trego tu alma impura á las potencias del infierno . » Godofredo , que durante la jornada mostró la habili-
dad de un gran capitan , dió pruebas de su valor con acciones que han celebrado la historia y la poesía .
No habia armadura que pudiese resistir el filo de su espada , y hacia pedazos los cascos y las corazas .
Un turco , cuya estatura colosal le distinguia entre los demás , se presentó en lo mas reñido de la pelea
para lidiar con él , y le hizo trizas su escudo del primer golpe . Indignado Godofredo de tanta audacia , se
afirmó sobre sus estribos , se lanzó sobre su adversario y le descargó tan terrible mandoble que partió
su cuerpo en dos pedazos , cayendo la parte superior , segun dicen los historiadores , en tierra , y que-
dando la otra en la silla sobre el caballo que volvió á entrar en la ciudad , aumentando con su aspecto
la consternacion de los sitiados .

A pesar de tan prodigiosas hazañas , los cristianos sufrieron una pérdida considerable , y al celebrar
la historia el valor heroico de los cruzados se asombra de la multitud de mártires que enviaban los turcos
al cielo , y que al llegar á la mansion de los elegidos con la corona en la cabeza y la palma en
la mano , dirigian á Dios estas palabras : ¿ Por qué no habeis detenido la sangre que hemos derra-
mado por vos?
Los infieles se valieron de las tinieblas de la noche para dar sepultura á los guerreros que habian
sucumbido debajo de las murallas de la ciudad , y los enterraron cerca de una mezquita cons-
truida al lado opuesto del puente del Oronte , y terminada esta fúnebre ceremonía , volvieron á entrar
en Antioquía donde reinaba el luto y el silencio . Como los muertos habian sido enterrados á usan-
za de los musulmanes con sus armas , riquezas y vestidos , estos despojos escitaron la codicia del po-

(1) La batalla tuvo lugar en el puente que existe aun y en la colina que hay enfrente, y que sirve, lo mismo que entonces, de
cementerio cristiano . Correspondencia de Oriente, carta CLXXI.
LIBRO TERCERO. - 1097-1098 . 83

pulacho que seguia el ejército de los cruzados , y que atravesando el Oronte , se precipitó en tro-
pel sobre los sepulcros de los turcos , desenterró los cadáveres y les arrancó las armas y vestidos que
los cubrian . Pocas horas despues volvió la turba al campamento mostrando las telas de seda , los

escudos , y las ricas espadas que encontraron en los ataudes , y este espectáculo no exasperó á los
caballeros y barones . Al dia siguiente de la batalla vieron entre los despojos de los vencidos mil
y quinientas cabezas desprendidas de sus troncos , que fueron pascadas en triunfo por el campamento
y les recordaron su victoria y la pérdida que habian causado á los infieles .
Estas cabezas arrojadas en el Oronte y los cadáveres de los musulmanes que se habian ahogado el
dia anterior en el rio, llevaron la noticia de la victoria de los cruzados á los genoveses y pisanos que

habian desembarcado en el puerto de San Simeon . Los cruzados que habian huido hacia el mar
y los montes al principiar la batalla y cuya muerte se habia llorado , volvieron al campamento que
resonaba con las alegres esclamaciones . Los jefes solo trataron de sacar partido del terror que habian
inspirado á los enemigos ; dueños del cementerio de los musulmanes los cruzados destruyeron la mez-
quita que se alzaba estramuros de la ciudad , y utilizando las losas de los sepulcros , edificaron una
fortaleza delante de la puerta del Puente , por donde acostumbraban salir los sitiados para esparcirse
por el llano y sorprender á los peregrinos .
El conde de Tolosa , á quien acusaban de escaso celo en favor de la guerra santa , se encargó

de construir el fuerte á sus espensas y defenderlo con sus provenzales á quienes habian echado en
cara durante el sitio, de evitar el combate para defender los viveres . Se propuso alzar otra fortaleza en la parte
occidental hacia la puerta llamada de San Jorge , pues ningun cruzado habia puesto aun el pié sobre este
punto de la orilla izquierda del Oronte , y era preciso cerrar este paso á los musulmanes . Siendo tan
arriesgada la empresa , no se queria encargar de ella ningun príncipe , pero se presentó Tancredo ,
el generoso y esforzado caballero , á quien no le quedaban mas que su espada y su nombradía , y
pidió dinero á sus compañeros para ejecutar su proyecto . Alzábase sobre una colina poco distante
de la puerta de San Jorge un convento que tenia el mismo nombre , y que Tancredo hizo forti-
ficar sólidamente , prometiendo mantenerse en tan difícil puesto ayudado por una hueste de valien-
tes (1 ) . Sorprendió á los sirios que acostumbraban á llevar víveres á Antioquía , obligándoles á pro-
veer al ejército cristiano, y cayeron en poder de los cruzados dos mil caballos que Acciano habia
enviado á un valle cercano de la ciudad , y que fueron conducidos al campamento .
En tanto que los sitiados estaban llenos de desesperacion , los soldados de la cruz eran un modelo
de entusiasmo y de emulacion . Los jefes daban el ejemplo de la vigilancia y la actividad , un es-
píritu de concordia unia á todos los peregrinos, se restableció la disciplina y creció con ella la fuerza
del ejército . Se emplearon los mismos mendigos y vagos , cuya multitud engendraba el desórden y
multiplicaba los peligros de la guerra , en los trabajos del sitio , sirviendo bajo las órdenes de un
capitan que tomó el nombre de rey truhan ó rey de los pillos . Recibian sueldo de la caja general
de los cruzados , y cuando estaban en disposicion de comprar armas y trajes, su rey los reconocia como
súbditos y los incorporaba en el ejército . Esta medida sacó á los vagos de una ociosidad peligrosa y

los convirtió en útiles ausiliares , y como se les acusaba de violar los sepulcros y alimentarse de
carne humana , inspiraron tanto terror á los infieles, que solo á su aspecto huian los defensores de
Antioquía , que temblaban de caer en sus manos .
Los cristianos se hicieron dueños de todas las cercanías de la plaza sitiada , podian recorrer con se-
guridad las campiñas , y como todas las puertas estaban cerradas , se suspendieron los combates ,
pero siguió haciéndose la guerra por medio de actos de barbarie.
Habiendo caido en poder de los cristianos un hijo del emir, exigieron que su familia les entregase
por su rescate una torre de Alejandría , y habiéndoseles negado su pretension , trataron del modo mas
bárbaro al jóven cautivo . Se renovó su suplicio todos los dias por espacio de un mes , y le condu-
jeron por fin al pió de las murallas , donde le inmolaron á la vista de sus padres .
Los turcos no cesaban de perseguir á los cristianos que vivian en Antioquía , y mas de una vez
arrastraron hasta las murallas al venerable patriarca de los griegos , con el cuerpo ensangrentado y

(1) Correspondencia de Oriente, carta CLXXI.


84 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cargado de cadenas , presentándolo á los ojos de los sitiadores como una víctima condenada al suplicio .
El furor de los turcos se cebaba especialmente en los prisioneros . Un dia condujeron á las murallas
á un caballero cristiano llamado Raimundo Porcher , y le amenazaron con cortarle la cabeza , si no
exhortaba á los cristianos á que le rescatasen por una cantidad de dinero . Este fingió que obedecia ,
dirigiéndose á los cruzados , les dijo : « Miradme ya cual un cadaver y no hagais ningun sacrificio por mi

libertad : lo único que os pido , hermanos , es que continueis vuestros ataques contra esta ciudad infiel ,
que no puede resistirse mucho tiempo , y que seais constantes en la fé de Jesucristo , porque Dios está
y estará siempre con vosotros . » Haciéndose esplicar Acciano estas palabras , exigió que Raimundo abra-
zase sin tardanza el islamismo , prometiéndole si consentia toda clase de honores , y amenazándole con
la muerte si se resistia . El piadoso caballero se postró entonces de rodillas , con los ojos vueltos hácia
oriente y las manos cruzadas , y empezó á rogar á Dios que se dignase socorrer y recibir su alma en
los
el seno de Abraham . Irritado Acciano al oir sus palabras , mandó que le cortasen la cabeza ( 1 ) , y
turcos obedecieron con bárbaro alborozo . Fueron conducidos tambien ante el príncipe musulman todos
los demás prisioneros cristianos que habia en Antioquía , y mandó Acciano á sus soldados que los desnu-
dasen , los atasen con cuerdas , y los arrojasen en las llamas de una inmensa hoguera . De este modo
recibieron todos los desgraciados cautivos á un mismo tiempo la corona del martirio , y llevaron al cielo,
dice Tudeboda , estrellas blancas ante el Señor á quien pertenece toda la gloria.
Antioquía se veia empero abismada en la miseria que habia atormentado tanto tiempo á los cruzados ,
y se disminuia de dia en dia el número de sus defensores . Acciano pidió una tregua y prometió rendirse
si no venian á ausiliarle antes de un corto plazo . Los cruzados , Henos de ciega confianza , consintieron
en una paz que les privaba de todas las ventajas y daba al enemigo medios para ganar tiempo y re-
parar sus fuerzas.

Luego que se aceptó la tregua ( 2) , se introdujo la discordia en el campamento de los cristianos , siendo
uno de los primeros efectos de tan imprudente paz . El príncipe de Edeso , Balduino , habia enviado regalos
magníficos á Godofredo , á los dos Robertos , al conde de Vermandois y á los de Blois y de Chartres, y ha-
bia hecho repartir dinero á todo el ejército , olvidando en la distribucion con designio á Bohemundo y sus
soldados . Fué motivo suficiente para engendrar la division , y mientras el ejército cristiano celebraba la
liberalidad de Balduino, el príncipe de Tarento y sus guerreros se quejaban amargamente .
Convirtióse tambien en objeto de turbulencia y discordia una tienda ricamente adornada que un prínci-
pe armenio destinaba á Godofredo, y que cayendo en poder de Pancracio, fué enviada á Bohemundo . Go-
dofredo reclamó con altivez el regalo ; Bohemundo se negó á entregárselo ; se cruzaron de ambas partes las

injurias y las amenazas; se disponian á correr á las armas é iba á correr la sangre cristiana por una mez-
quina contienda ; pero abandonado el príncipe de Tarento de la mayor parte del ejército y vencido por las

súplicas de sus amigos , devolvió á su rival la tienda , y se consoló con la esperanza de adquirir por medio
de la guerra mas rico despojo .
Guillermo de Tiro, que nos cuenta este acontecimiento, se asombra de ver al prudente Godofredo recla-
mar con tanto ardor un objeto tan frívolo, y compara , en su sorpresa , la flaqueza del héroe al sueño del
buen Homero . Su idea hubiera sido mas justa , si hubiese comparado las discordias y contiendas de los je-
fes de los cruzados , á las que agitaban el campamento de los griegos que retardaron tanto tiempo la toma
de Troya .
Despues de publicarse la tregua , los cristianos entraron en Antioquía y acudieron los musulmanes al
campamento, pero ardia aun en sus corazones el odio implacable que los habia impelido al combate . Los
turcos sorprendieron en un lugar apartado á un caballero llamado Vallon y le mataron é hicieron su cuer-
po á pedazos . Cuando se esparció la notícia de tan espantoso crímen , todos los cruzados se estremecieron de
horror é indignacion , aumentando la turbulencia de la muchedumbre de cristianos la jóven esposa de Vallon

(1) Este rasgo , que recuerda los brillantes hechos de la antigüedad pagana , está descrito por el cronista Tudeboda. (Véase
Biblioteca de las Cruzadas , t. 1 . ) — (2) Roberto el monje es el único historiador de la primera cruzada que habla de esta tre-
gua , cuya duracion seria tal vez muy corta.
LIBRO TERCERO.1097-1098. 85

que invocaba la sombra de su esposo y llenaba el aire con sus gritos dolorosos ; espectáculo interesante que
fué la señal de nuevos y sangrientos combates (1) .
Los sitiados se aprovecharon de la tregua para proveerse de todo lo necesario , de modo que los cristianos
habian desplegado un valor inútil al pié de las murallas , y la ciudad podia desafiar por mucho tiempo sus
armas despues de siete meses de sitio . Pero la ambicion y la astucia vencieron lo que fuera hasta entonces
imposible á la paciencia y el valor ; Bohemundo , que solo habia tomado la cruz impelido por el deseo de acre-
centar su fortuna , no desperdiciaba ninguna ocasion favorable para realizar sus proyectos ; el éxito de las em-
presas de Balduino habia escitado su envidia y le perseguia en sus sueños ; se atrevió á fijar sus miradas
en Antioquía , y las circunstancias le favorecieron para encontrar un hombre que le entregara la plaza .
Llamábase este Firoo , el cual era de noble estirpe si hemos de dar crédito á muchos historiadores , pero nadie.
duda que su padre fué un armenio fabricante de corazas . Su carácter inquieto y turbulento le inspiraba
la ambicion de mudar de condicion y estado; habia abjurado la religion cristiana por espíritu de incons-
tancia y con esperanza de hacer fortuna ( 2) ; tenia una sangre fria admirable , una audacia á toda prueba ,
y estaba dispuesto siempre á hacer por dinero lo que podia esperarse del mas ciego fanatismo . Nada le pa-
recia injusto ni imposible para satisfacer su ambicion y su avaricia ; su actividad , su destreza y elocuencia le
habian granjeado la confianza de Acciano , que lo admitia en su consejo , y el príncipe de Antioquía le habia
confiado el mando de tres torres principales de la ciudad . Las defendió al principio con celo , pero sin acre-
centar su fortuna , y se cansó de una lealtad estéril desde el momento que concibió poder sacar mas venta-
ja de su traicion.
Habia tenido ocasion de ver al príncipe de Tarento en el intervalo de los combates : Firoo le preguntó
en una de sus conversaciones , segun dice el monje Roberto , qué significaba el ejército vestido de tú–
nicas y escudos blancos como la nieve que habian peleado junto con los cristianos ; Bohemundo se es-

forzó á esplicar el misterioso ausilio de la milicia celestial ; y no pudiendo responder á las capciosas pre-
guntas de Firoo , mandó llamar á su capellan que era un clérigo muy instruido (3) . Bohemundo y
Firoo se comprendieron mutuamente , y no tardaron en comunicarse recíprocamente sus proyectos ; Firoo
se quejaba de los ultrajes que le habian hecho los musulmanes , mostró el sentimiento que le aquejaba
de haber abandonado la religion de Jesucristo y deploró las persecuciones que sufrian los cristianos de
Antioquía . El príncipe de Tarento penetró los secretos pensamientos de Firoo , ensalzó su remordimiento
y sus deseos y le hizo magníficas promesas . El renegado le abrió entonces sin reserva su corazon , am-
bos se juraron entre sí una inviolable adhesion y prometieron seguir una activa correspondencia . Vol-
viéronse á ver muchas veces , siempre con el mayor secreto , y Bohemundo le decia en todas sus en-
trevistas que estaba en su mano la suerte de los cruzados , y que solo de él dependia alcanzar grandes
recompensas . Firco por su parte protestaba de su deseo de servir á los cruzados , á quienes miraba
como hermanos (4) , y para demostrar al príncipe de Tarento su fidelidad ó escusar su traicion , le decia
que Jesucristo le habia aconsejado en una vision que entregase Antioquía á los cristianos . Dice Foul-
cher de Chartres que el Señor se apareció muchas veces á Firoo para mandarle que entregase la plaza ,
que la última vez se enojó , diciéndole : « ¿ Por qué no has hecho lo que te he mandado ? » y que Firoo

- ( 1 ) « Oh ! qué feliz seria, esclamaba la esposa de Vallon, segun Roberto el monje , si hubiese podido seguirte al sepulcro, ó al
menos cerrar tus ojos , lavar tus heridas y enjugarte con mis manos y vestidos ! » Lo que mas la afligia , era que no habien-
do muerto su esposo con las armas en la mano por el servicio de Jesucristo , podia ponerse en duda su salvacion . (Biblio-
teca de las Cruzadas , t. 1 ) .— 2) Mateo de Edeso no nombra el musulman que entregó á Antioquía á los cristianos. Abulfarage le
llama Ruzebach y dice que era oriundo de Persia: Ana Comneno pretende que era armenio , y la mayor parte de los historiadores
le llaman Pyrrus 6 Phirous . Guillermo le da el nombre de emir Feir y Sanuti de Hermuferus. Si los autores no están de acuerdo so-
bre el nombre de este renegado, es probable creer que algunos le han citado con un epiteto de su profesion . Guillermo de Tiro
asegura que era hijo de una familia llamada en árabe Beni Zerrad, es decir , la familia de los fabricantes de corazas .- 3) Biblioteca
de las Cruzadas, t. I. — 4 ) Raul de Caen está de acuerdo con el autor árabe Kemal-eddin en atribuir á una venganza particular la
determinacion de Firoo, pero Bernardo el Tesorero lo atribuye à un motivo de celos . (Vid . Biblioteca de las Cruzadas, t . I.; Gui-
llermo de Tiro cuenta que el hijo de Firoo habia sorprendido á su madre en una entrevista criminal con un emir de Acciano. Esta
circunstancia que no ha asombrado al grave historiador, sino que le ha parecido muy verosímil , está acorde con la edad del hi-
jo de Firoo tenia 20 años ). ¿Pero cómo pudo, despertar la pasion de un emir y los celos de su marido, una mujer sujeta á la reclu-
sion, como todas las mujeres en Oriente ?
86 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

reveló su vision al gobernador de Antioquía , el cual le respondió : « Necio , ¿ vas á obedecer á un fan-
tasma ? >>

Bohemundo no necesitaba que la protesta se apoyase en apariciones maravillosas ; dió crédito fácilmente á
lo que deseaba con afan , y cuando quedó convenido con Firoo en los medios para ejecutar los proyectos
que habian meditado tanto tiempo , convocó los principales jefes del ejército cristiano, á los cuales recordó les
contratiempos que habian diezmado á los cruzados, y los males , mayores aun , que los amenazaban . Añadió
que avanzaba ya en defensa de la ciudad un poderoso ejército , que no podian retirarse sin mengua ni
peligro , y que la única salvacion de los cristianos estribaba en la conquista de Antioquía . Que era cierto que
la plaza estaba defendida por murallas inespugnables , pero que no todas las conquistas se conseguian por me-
dio de las armas y en el campo de batalla , y que no eran menos importantes y gloriosas las que se alcanza-
ban por medio de la astucia . Que era preciso seducir á los que no se podia vencer , y sorprender á los ene-
migos con una empresa atinada y atrevida , pues entre los habitantes de Antioquía , diferentes en costum-
bres y en religion y opuestos en intereses, se encontrarian sin duda muchos fáciles á la seduccion y á las
promesas brillantes; y que tratándose de un servicio tan importante para el ejército cristiano , era honroso
animar toda clase de tentativa . Finalmente la misma posesion de Antioquía no le pareció un premio sufi-
ciente para recompensar al que fuera tan sagaz y dichoso que abriera á los cruzados las puertas de la ciudad.

Bohemundo no se esplicó con mas claridad , pero adivinaron su pensamiento algunos jefes que tenian los
mismos proyectos y estaban animados por una sedienta ambicion . Raimundo rechazó con ahinco las insi-
nuaciones del príncipe de Tarento diciendo : «Todos somos hermanos y compañeros , y seria injusto que des-

pues de habernos espuesto á los mismos peligros , uno solo recogiera el fruto de nuestros trabajos . Yo no he
cruzado tantos paises , añadió lanzando una mirada de cólera y desprecio á Bohemundo , ni he prodigado mi
sangre , mis soldados y mis tesoros, para premiar con nuestras conquistas torpes artificios ó estratagemas ver-
gonzosas , dignas tan solo de las mujeres . Estas vehementes palabras consiguieron el éxito que debia esperarse

de guerreros acostumbrados á vencer con las armas y que solo apreciaban las conquistas por ser el galardon
de su valor. La mayor parte de los jefes rechazaron la proposicion del príncipe de Tarento, y se mofaron de
él como Raimundo , pero Bohemundo , á quien la historia da el sobrenombre de Ulises de los latinos , se esfor-
zó cuanto le fué posible para contenerse y ocultar su despecho , saliendo del consejo con la sonrisa en los
labios y persuadido que la necesidad atraeria pronto á su parecer á los cruzados ( 1) .
Cuando volvió á entrar en la tienda , envió secretos emisarios á todos los barrios del campamento , espar-
ciendo las mas alarmantes noticias ; los cristianos se llenaron de consternacion como habia previsto ; fue-
ron enviados algunos jefes de descubierta para averiguar la verdad de los rumores esparcidos por el
campamento , y no tardaron en regreŝar anunciando que el príncipe de Mosoul , Kerbogá , se adelantaba
hácia Antioquía con un ejército de doscientos mil hombres reunidos en las orillas del Eufrates y del Ti-
gris . Este ejército , que habia amenazado á Edeso y asolado la Mesopotamia , estaba á siete jornadas de
distancia . El temor creció rápidamente entre los cruzados al recibir tan repentina nueva ; Bohemundo
recorrió las filas exagerando el peligro , pero satisfecho y seguro en el fondo de su corazon y halagado
por la idea de ver pronto cumplidas sus esperanzas ; y los jefes se reunieron de nuevo para deliberar
sobre las medidas que debian adoptarse en trance tan peligroso . El consejo se dividió en dos pareceres;
unos querian que se alzase el sitio y saliesen al encuentro del enemigo , y otros que el ejército se divi-
diese en dos cuerpos , marchando una parte contra Kerbogá y la otra permaneciese custodiando el cam-
pamento. Iba á prevalecer este parecer cuando Bohemundo pidió la palabra , y probó fácilmente cuán inad-
misibles eran los dos pareceres presentados . Si se alzaba el sitio , el ejército se iba á encontrar cercado por
la guarnicion de Antioquía y los soldados de Kerbogá , y si se continuaba el bloqueo de la ciudad , yendo
la mitad del ejército al encuentro del príncipe de Mosoul , podia sufrirse una doble derrota . « Nos rodean in-
mensos peligros , añadió el príncipe de Tarento ; el tiempo vuela , y tal vez mañana no será ocasion de obrar
y hayamos perdido el fruto de nuestros trabajos y victorias . Pero no; no puedo creerlo ; Dios nos ha guiado
hasta aquí por la mano , no permitirá que hayamos combatido en vano por su causa , pues desea salvar el
ejército cristiano y conducirnos hasta el sepulcro de su Hijo . Si aceptais la proposicion que voy á haceros , el

(1 ) El historiador árabe Kemal-Eddin cuenta que se resolvió que los jefes se encargarian de dirigir el sitio por semanas, y qu•
⚫eria dueño de la ciudad el que la conquistase durante la semana de su mando. (Biblioteca de las Cruzadas , t. IV. )
LIBRO TERCERO . - 1097-1098. 87

pendon de la cruz ondeará mañana sobre las murallas de Antioquía y marcharemos en triunfo á Jerusalen .
Dichas estas palabras , Bohemundo enseñó las cartas de Firoo , que le prometia entregarle las tres torres
que mandaba , declarando que estaba dispuesto á cumplir su promesa , pero que solo queria tratar con el
príncipe de Tarento, y exigia en premio de sus servicios que Bohemundo quedase dueño de Antioquía . El
príncipe italiano añadió que habia entregado sumas considerables á Firoo , que se habia granjeado su con-
fianza sin intervencion ajena , y que estaba seguro del éxito de tan difícil empresa . « Si se halla un medio
preferible para salvar el ejército , dijo terminando su discurso , estoy pronto á aceptarlo , y renunciaré vo-
luntariamente á la particion de una conquista de la cual depende la salvacion de todos los cruzados . »
El peligro era de dia en dia mas inminente , vergonzosa la fuga , imprudente el combate y arriesgada la
inaccion , de modo que el temor impuso silencio á los intereses de la rivalidad . Los jefes que habian mani-
festado tanta oposicion al proyecto de Bohemundo, le apoyaron gustosos entonces, y creyeron con razon que la
particion de la conquista de Antioquía podia además ocasionar la division del ejército y arrastrarlo á su
perdicion. Concedíase lo que todavía no se habia ganado , y se hacia para asegurar la vida de los cruza-
dos, pues era preferible que uno solo se aprovechase de los trabajos de todos, que perecer los mas por
oponerse á la fortuna de uno solo . La conquista de Antioquía no era además el objeto principal de la cru-
zada ; habian tomado las armas para libertar á Jerusalen , y la tardanza era contraria á las esperanzas
religiosas de los soldados , en quienes el Occidente veia á sus mas esforzados caballeros . Reuniéronse todos
los jefes á escepcion del inflexible Raimundo , para conceder á Bohemundo el principado de Antioquía , y le
escitaron á que apresurase la ejecucion.de su proyecto.
El príncipe de Tarento envió un secreto mensajero á Firoo en el momento en que salia del consejo , y su
cómplice le entregó á su propio hijo en rehenes . Se decidió que el ejército cristiano abandonaria el campa-
mento para mayor seguridad á los sitiados , dirigiéndose por el camino que debia seguir el príncipe de Mossoul ,
y que al regresar por la noche , se reuniria bajo los muros de la ciudad . Las tropas recibieron al siguiente
dia al amanecer la órden de prepararse á partir , salieron los eruzados del campamento alguna horas antes
de anochecer, y se alejaron á son de trompeta y con banderas desplegadas . Poco rato despues de haber
emprendido la marcha , retrocedieron en silencio y llegaron hasta cerca de Antioquía . Se detuvieron á una
señal del príncipe de Tarento en un valle situado al occidente y cerca de la torre de las Tres Hermanas ,
donde mandaba Firoo , y entonces fué cuando se descubrió al ejército cristiano el secreto de la empresa im-
portante que iba á abrirles las puertas de la ciudad (1 ) .
El proyecto de Firoo y Bohemundo habia estado en tanto á punto de abortar. Cuando el ejército cristiano
abandonaba el campamento y se preparaba todo para la ejecucion del complot , se esparció de pronto por
Antioquía el rumor de una traicion . Recayeron las sospechas en los cristianos y renegados , se pronunció
el nombre de Firoo , y se le acusó en secreto de hallarse en inteligencias con los cruzados . Se vió obliga-
do á presentarse ante Acciano que le interrogó con los ojos fijos en su rostro para penetrar sus mas ocul-
tos pensamientos, pero Firoo disipó todas las sospechas con su aspecto tranquilo , propuso medidas contra
los traidores y aconsejó á su soberano que cambiase los comandantes de las principales torres . Acciano
aprobó su consejo y se propuso seguirlo al siguiente dia , y dió al mismo tiempo la órden de cargar de ca-
denas y matar á todos los cristianos que se hallasen en la ciudad durante la noche . El renegado volvió
á ocupar su puesto colmado de elogios por su exactitud y lealtad : Antioquía parecia dormir en paz á las

primeras horas de la noche , y Firoo esperaba á los cruzados despues de haberse librado de un peligro tan
inminente.

Su hermano mandaba en una torre cercana á la suya , y fué en su busca para arrastrarlo á la conspira-
cion. « Ya sabes , le dijo , que los cruzados han abandonado el campamento y que van á pelear con el ejérci-
to de Kerbogá , y cuando pienso en la miseria que han sufrido y en la muerte que los amenaza , no puedo
reprimir un impulso de compasion . No ignoras que esta misma noche van á morir por mandato de Ac-
ciano todos los cristianos que habitan en Antioquía , y no solo los compadezco , sino que me es imposible
olvidar que hemos nacido en la misma religion y que fuimos en otro tiempo hermanos suyos .>>
Las palabras de Firoo no produjeron el efecto que esperaba . « Me asombro , le respondió su hermano , de

(1) Tancredo acusa á Bohemundo de haberle guardado el secreto de esta empresa. Véase Raul de Caen, Biblioteca de las Cruza-
das, tom. 1.
88 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

veros compadecer á unos hombres que deben ser para nosotros objeto de odio y horror . Antes de la llegada
de los cristianos á Antioquía estábamos colmados de bienes y honores, y desde que cercan la ciudad arras-
tramos una existencia sembrada de disgustos y peligros . ¡ Ojalá caigan sobre ellos pronto los males que
nos han ocasionado ! No sabes además que todos los cristianos que viven en Antioquía son unos viles trai-
dores que solo tratan de entregarnos al acero de nuestros enemigos ? » Al terminar estas palabras lanzó

sobre Firoo una mirada amenazadora ; el renegado advirtió que habia adivinado su secreto, y no recono-
ciendo por hermano al que se negaba á ser su cómplice , le hundió su puñal en el corazon .

Llega por fin el momento decisivo, la noche es oscura , se desencadena una horrible tempestad , que
aumenta las tinieblas ; y los silbidos del viento que azota las torres y los estampidos del trueno impiden á
los centinelas or ningun ruido en torno de las murallas . Aparece el cielo enrojecido por el lado
de occidente , y un cometa que surcaba el horizonte , parece anunciar al espíritu supersticioso de los
cruzados que ha llegado el momento de la ruina y destruccion de los infieles .
Los cristianos esperaban con impaciencia la señal : la guarnicion de Antioquía estaba sumida en
profundo sueño , y solo Firoo velaba y meditaba su traicion . Sube á la torre por una escala de
cuero un lombardo llamado Payen enviado por Bohemundo . Firoo le recibe , le dice que está todo pre-
parado, y para darle un testimonio de su fidelidad, le enseña el cadáver de su propio hermano . En
el momento que estaban hablando de su complot , llegó á visitar la torre un oficial de la guarni-
cion y se presentó con una linterna en la puerta de la de Firoo , el cual sin manifestar la menor
turbacion , ocultó al comisario de Bohemundo y salió á recibir la ronda nocturna . Mereció los elo-
gios del oficial por su vigilancia y se apresuró á enviar al lombardo con ' instrucciones para el
príncipe de Tarento . El soldado volvió al ejército cristiano , donde contó lo que habia presenciado, y
suplicó de parte de Firoo á Bohemundo que no perdiese un tiempo tan precioso .
Pero los soldados empiezan á temer en el momento de llevarse á cabo la empresa conociendo su peligro,
y no se presenta ninguno para subir á la muralla . En vano Godofredo y el príncipe de Tarento emplean
las promesas y las amenazas , pues permanecen inmóviles jefes y soldados . Sube el mismo Bohemundo

por la escala de cuerda con la esperanza de que le imitarán los mas valientes , pero nadie sigue sus pasos,
y llega solo á la torre de Firoo que le reprende su lentitud . Bohemundo vuelve á bajar apresuradamente
diciendo á los soldados que todo está dispuesto para recibirlos ; sus palabras y especialmente su ejemplo
reanimaron á los mas esforzados y se presentan sesenta cristianos para escalar la torre . Suben por la es-

cala de cuero animados por un caballero llamado Covel , á quien compara el historiador de Tancredo al
águila que conduce sus polluelos y vuela delante de ellos . Distinguense entre estos sesenta valientes el
conde de Flandes y muchos de los principales jefes , y no tardan en presentarse otros sesenta y tras

estos otros , que suben en tanto número y con tanta precipitacion , que se desmorona la almena á que es-
taba atada la escala y cae con estruendo en el foso . Los que se hallaban cerca de la cima de la muralla
vuelven á caer sobre las lanzas y espadas de sus compañeros , y reina la confusion y el desórden entre los
cruzados . Los jefes de la conjuracion permanecen tranquilos y gozosos , Firoo abraza á sus nuevos amigos
sobre el cadáver sangriento de su hermano , ve caer otro hermano bajo el acero de los cristianos , y les
entrega las tres torres , cuyo mando le habia confiado Acciano . Caen pronto en su poder siete torres mas ,
Firoo llama en su ausilio á todo el ejército cristiano , ata á la muralla otra escala , por la cual suben
los mas impacientes , é indica á los demás una puerta que hacen pedazos , penetrando por ella tumul-
tuosamente en la ciudad.

Godofredo, Raimundo y el conde de Normandía invaden las calles de Antioquía al frente de sus batallo-
nes; suenan con estruendo las trompetas , y resuena en las cuatro colinas de la ciudad el grito terrible de
¡Dios lo quiere! ¡ Dios lo quiere ! Al oir el rumor de este impetuoso ataque , creen todos los cristianos que
habitan en Antioquía que ha llegado su última hora y los musulmanes van á pasarlos á cuchillo ; salen estos
medio dormidos de sus casas para averiguar la causa del estruendo , y mueren sin saber quiénes son los trai-
dores , ni cuál es la mano que los hiere . Advertidos algunos del peligro , huyen hácia la montaña donde se
su-
alzaba la ciudadela , otros se precipitan fuera de las puertas de la ciudad , y los que no pueden huir ,
cumben bajo el acero del vencedor.
Bohemundo no se descuidó de tomar posesion de Antioquía en medio de tan sangrienta victoria , y cuando
LIBRO TERCERO . — 1097-1098 . 89

asomó la primera luz del nuevo dia , se vió ondear su rojo pendon sobre la torre mas elevada de la ciudad .
Los cruzados que habian quedado custodiando el campo , acudieron apresuradamente al verlo á la ciudad
sitiada , y se mezclaron en las sangrientas escenas que llenaban de espanto á Antioquía . Reuniéronse á sus
libertadores la mayor parte de los cristianos de la ciudad que habian sufrido durante el sitio la cruel tira
nía de los infieles , muchos de ellos salieron de las mazmorras ostentando las cadenas que les habian puesto
los turcos , y su aspecto irritaba el furor del ejército victorioso . Inundaron las plazas públicas montones
de cadáveres , la sangre corria á torrentes por las calles , se allanaron las casas , se distinguieron con sig
nos religiosos las que pertenecian á los cristianos , y los cánticos sagrados sirvieron para reconocerse entre
si los vencedores y los fieles de la ciudad . Fué víctima de la furia cristiana todo lo que no estaba marcado
con el signo de la redencion , y fueron pasados á cuchillo sin compasion cuantos se negaron á pronunciar
el nombre de Jesucristo .

Diez mil hombres perecieron en Antioquía en una sola noche , y los que lograron huir á las montañas
cercanas , fueron perseguidos y conducidos á la ciudad , donde les esperaba la esclavitud ó la muerte .
Viendo Acciano en los primeros momentos de desórden , que le habian hecho traicion , y no atreviéndose
á confiar en ninguno de sus oficiales , resolvió huir á Mesopotomia y reunirse con el ejército de Kerbogá , y
despues de haber conseguido salir por una puerta secreta ( 1 ) , cruzaba sin escolta las montañas y las
selvas , cuando se vió frente à frente de una turba de leñadores armenios , los cuales reconocieron al
príncipe de Antioquía . Como iba solo y llevaba impreso en su rostro el abatimiento mas profundo , se fi
guraron que habia sucumbido la ciudad , y aproximándose uno de ellos , le arrancó la espada y se la
hundió sin compasion en el costado . Llevaron su cabeza á los nuevos soberanos de Antioquía , y Firoo
pudo contemplar sin temor las facciones del que el dia anterior era dueño absoluto de su fortuna y su
existencia . El renegado abrazó el cristianismo que habia abandonado , recibiendo inmensas riquezas en
premio de su traicion , y siguió á los cruzados hasta Jerusalen . No viendo satisfecha su ambicion , volvió
segunda vez á la ley de Mahoma , y murió odiado de cristianos y sarracenos , despues de haber sido traidor
á ambas causas .

Cuando los cristianos se cansaron de la matanza , se prepararon para atacar la ciudadela de Antio
quía (2) , pero como era inespugnable , fueron inútiles todos los esfuerzos . Se limitaron pues à cercarla
con soldados y máquinas para contener la guarnicion , y bajaron á la ciudad donde se entregaron á la
embriaguez que les inspiraba la victoria (3) .
La ciudad de Antioquía cayó en poder de los cruzados en los primeros dias de junio del año 1098 , y
el sitio habia principiado en el mes de octubre del año anterior . Los cristianos pasaron muchos dias
entregados al placer y al ocio despues de la conquista , y Raimundo de Agiles cuenta que los caballe
ros y barones dieron espléndidos festines , en los cuales figuraban las bailarinas de los paganos , y que se
olvidaban de Dios que los habia colmado de beneficios .
Pronto se trocó la alegría en terror y duelo , pues se aproximaba à Antioquía un ejército formidable .
Acciano y los príncipes de las ciudades cercanas que habian perdido sus estados , se habian dirigido desde
el principio del sitio á todas las potencias musulmanas pidiendo su ausilio contra los guerreros de Occi
1 dente ; el sultan de Persia , jefe supremo de los Seldjoucitas , habia prometido socorrerlos . Habíanse al
zado á su mandato para atacar á los cristianos el Korasan en masa , la Media , Babilonia , una gran
parte del Asia Menor y todo el pais comprendido entre Damasco y la costa del mar hasta Jerusalen y la
Arabia . Mandaba el ejército de los musulmanes el príncipe de Mossoul Kerbogá , guerrero que habia
combatido muchos años , ya en defensa del sultan de Persia ( Barkiarok) , ya por los demás príncipes de
la familia de Malech-Schah que se disputaban el imperio . Derrotado con frecuencia y dos veces prisionero ,

?
IS (1) Existe aun esta puerta; está á media hora al sudeste de la de San Pablo . (Correspondencia de Oriente, t . VII, carta CLXXI )
P (2) La posicion de la ciudadela está descrita en la carta CLXX de la Corresp . de Oriente, t . ,VII .- (3) Solo quedan dos torres me
dio destruidas en el lado occidental por donde entraron los cruzados en la ciudad; la primera es la de las Tres Hermanas que cus
2
todiaba Firoo y la segunda la torre en que mandaba su hermano: no tenian cuatro ócinco pisos como las que se alzaban en las
murallas de las montañas, y se parecian por su forma y dimension á las torres setentrionales de la orilla del Oronte. Como no era
muy elevada la torre de las Tres Hermanas , se concibe la facilidad de subir a ellas por una escala de cuerdas ó de cuero . (Corre:
pond. de Oriente, carta CLXXI , t. VII. )

(12 y 13) 12
90 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

habia encanecido en el tumulto de las guerras civiles ; lleno de confianza en su valor y posicion militar ,
y despreciando orgullosamente á los cristianos , verdadero modelo del feroz circasiano celebrado por el
Tasso , se creia el libertador del Asia y cruzaba la Mesopotamia con la pompa de un vencedor . Iban á sus
órdenes el príncipe de Alepo y de Damasco , el gobernador de Jerusalen y veinte y ocho emires de Per-
sia , de Palestina y de Siria , y los soldados musulmanes , animados por la sed de la venganza , juraban
por el Profeta esterminar á todos los cristianos .
Tres dias despues de la toma de Antioquía los cristianos vieron desde las murallas cercanas á la ciu-
dadela varios ginetes musulmanes que cruzaban la llanura y avanzaban hácia la ciudad . Roger de Barne-
ville, que era uno de los caballeros mas valientes del ejército , salió de las murallas para combatirles , pero
pronto trajeron sus compañeros su cuerpo mutilado , del cual habian cortado la cabeza . Todo el pueblo cris-
tiano acompañó á su sepulcro los restos que habian podido salvar del generoso mártir, y los mas pruden-
tes , llenos de sombríos presentimientos , envidiaron la suerte de los guerreros que habian sucumbido en el
combate .

Pronto se vieron ondear á lo lejos los innumerables pendones del ejército musulman ; en vano Godofre-
do , Tancredo y el conde de Flandes se apresuraron á armarse para rechazar aquella multitud de enemigos ,
muchos de sus guerreros perdieron la vida en el combate , y su precipitado regreso á la ciudad llenó de
consternacion á los peregrinos . Entonces fué cuando los nuevos soberanos de Antioquía conocieron su peli-
grosa situacion , estando faltos de víveres y sin recursos para sostener un sitio prolongado , pues tenian que
defenderse á un mismo tiempo del enemigo que ocupaba la posicion formidable de la ciudadela y del ejér-
cito de Kerbogá, cuyas tiendas inundaron la falda oriental de las montañas y las orillas del Oronte.
No describiremos los numerosos combates en que desplegaron los cruzados su valor nunca desmentido,
pero tenian estos poca confianza en sus armas , pues no pensaron presentar una batalla general y decisi-
va , único medio de evitar los males que iban á sufrir forzosamente acorralados en una ciudad, cuya nue-
va poblacion no tenia la menor esperanza de recibir víveres ni defensores .

El hambre se hizo sentir bien pronto; los cruzados, en medio de las riquezas conquistadas á sus enemi-
gos, fueron condenados á sufrir toda clase de miserias . Durante los primeros dias algunos peregrinos , de-
safiando toda clase de peligros , llegaron por la noche al puerto de San Simeon , y trajeron algunas provi-
siones que revendian en Antioquía . Pero al último fueron detenidos y degollados por los turcos, y los

buques que habian llegado á las bocas del Oronte , tuvieron que hacerse á la vela precipitadamente á
fin de alejarse de las costas de Siria . De aquí es , que los cruzados , encerrados dentro la ciudad que
acababan de conquistar , no podian menos de acordarse con sentimiento de aquel tiempo , en que es-
tando sitiando la plaza y estrechados por el hambre , iban á buscar lejos sus provisiones ; de aquel
tiempo , en fin , en que la victoria venia algunas veces á dulcificar el rigor de sus males , y les procu-
raba una abundancia pasajera .
cer los llena
Los cronistas cuentan con dolor el hambre que desoló al pueblo cristiano , y 10 que al pare
de sorpresa y de horror , es la gran cantidad de dinero que era menester dar , para comprar un pan,

un huevo , algunas habas , no menos que por una cabeza de cabra ó una pierna de camello . Uno de
ellos afirma , que le han contado relativamente al hambre de Antioquía tales escenas , que hacen tem-
blar á la misma naturaleza , habiéndole conmovido en términos que no se atreve á revelarlas á sus
lectores . Desde luego los cruzados mataron á todas sus bestias de carga , los guerreros hicieron lo mismo
con sus caballos de batalla , compañeros de peligros . El pueblo desgraciado , se mantenia con la piel
de los animales , sazonada con pimienta , comino y otras especias , de que se habian apoderado cuando
asaltaron la ciudad , y se veia á los soldados comer el cuero de sus escudos ó de su calzado ablandado con
agua caliente . Cuando estos recursos estremos llegaron á faltar , la miseria se hizo mas horrorosa .
Cada dia la ansiosa multitud sitiaba las puertas de aquellos que conservaban algunos víveres , ofreciéndose
el triste espectáculo que los que hoy socorrian á los necesitados , mañana debian ellos mismos implorar
la pública caridad . Bien pronto los soldados y los jefes , los pobres y los ricos , todas las clases y todas
las condiciones , fueron confundidas por la terrible calamidad ; en fin, el azote de esta terrible hambre
se hizo tan general , que se vió á los príncipes y señores , que poseian en Europa grandes ciudades y
vastos dominios , sufrir , lo mismo que el pueblo , el tormento del hambre , y mendigar de puerta en puerta
LIBRO TERCERO . - 1097-1098 . 91

un bocado de pan , manjares insípidos , en fin , todo lo que podia contribuir á prolongar un dia , una
hora, tan miserable existencia .

Muchos cruzados trataron de huir de una ciudad cuyo aspecto era solo el de la muerte; los unos reali-
zaban su fuga hácia el mar, salvando mil peligros; otros pasaban por medio de los musulmanes , en donde
compraban un poco de pan por el olvido de Jesucristo y de la religion . Los soldados debieron perder su
valor, viendo que por segunda vez huia el vizconde de Melun , tan valiente en el campo de batalla , pero que
no podia soportar el hambre . Los desertores se escaparon favorecidos por la oscuridad de la noche . Tan
pronto se precitaban en el foso de la ciudad con riesgo de perder la vida ; como descendian , con el ausi-
lio de una cuerda , de lo alto de la muralla . Cada dia los cristianos se veian abandonados por un gran nú-
mero de sus compañeros, y estas deserciones aumentaban su desesperacion . Invocóse el cielo contra los
cobardes , pidiendo á Dios que tuviesen en el otro mundo la misma suerte que cupo al traidor Judas . El
ignominioso epiteto de saltadores de cuerda (1 ) ajó sus nombres y los relegó al desprecio de sus con-
temporáneos. Guillermo de Tiro rehusa nombrar á los caballeros que abandonaron entonces la causa
de Jesucristo , porque los mira ó reputa como si ya no existiesen . Los votos de los cristianos contra
los que desertaron de las banderas de la cruz , fueron escuchados , pues la mayor parte perecieron de
miseria , siendo los restantes asesinados por los musulmanes .
Mientras parecia que los cruzados , oprimidos á la vez por el hambre y por los turcos , habian perdido
toda esperanza de salvacion , el emperador Alejo cruzaba el Asia Menor con un ejército y se aproximaba
á Antioquía. La voz pública habia anunciado los trabajos y miserias que sufrian los cruzados , y bien
presto el conde de Blois , que se habia separado del ejército cristiano regresando á Occidente , se presentó en
la tienda del emperador , describiéndole con los colores mas vivos la desesperada situacion de los peregri-
nos. Los latinos que seguian el ejército griego no daban apenas crédito á noticias tan aflictivas , y se pre-
guntaban por qué el Dios verdadero habia permitido la ruina de su pueblo . Entre los que se lamentaban,
se notaba particularmente á Guy , hermano de Bohemundo . Este jóven guerrero se golpeaba el rostro , se
revolcaba en el polvo , entregándose á todos los escesos de la desesperacion , y no comprendia de todo punto
los misterios de la Providencia , que no protegia una guerra emprendida en su nombre . Señor , esclama-
ba , ¿ dónde está tu poder? Si tú eres aun el Dios todopoderoso , ¿ qué se ha hecho tu justicia ? ¿ acaso no
somos nosotros tus hijos y tus soldados ? ¿ Cuál es el padre de familias , cual es el rey que deja perecer á
los suyos ? Si tú abandonas á los que pelean por tí , ¿ quién en adelante se alistará en tus santas ban-
deras ? En su ciego dolor , todos los cruzados repetian estas impías palabras . A tal lamentable estado les
habia conducido la desesperacion , que segun relato de los historiadores contemporáneos , todas las cere-
monias de la religion se suspendieron , y durante muchos dias ningun clérigo latino , ningun laico se atre-
vió á pronunciar el nombre de Jesucristo .
El emperador Alejo, que habia llegado hasta á Filomelia horrorizado por los sucesos que habian
llegado á sus oidos , resolvió suspender su marcha . Esta medida y los motivos que la habian dictado
esparcieron el terror en todas las provincias cristianas . Se creia ver llegar ya los turcos , vencedores de
los cruzados ; los soldados de Alejo talaron su propio pais , para que el enemigo , próximo á invadirlo ,
solo encontrase un terreno desierto y cubierto de ruinas . Las mujeres , las criaturas , todas las familias
cristianas , se llevaron sus bienes , siguiendo al ejército del emperador , que se dirigia hácia Constantinopla .
No se oia , durante la marcha , mas que quejas y gemidos ; pero los que demostraban mas sentimiento eran
los latinos , que acusaban al conde de Blois de desertor del estandarte de Jesucristo y de haber enga-
ñado al emperador ; ellos mismos se reprochaban de no haber precedido al ejército de los griegos , y de
no haber llegado oportunamente al Asia , para asociarse á tomar parte en los peligros de los cruzados , y
morir con ellos ,en Antioquía .

Sin embargo el hambre estendia sus estragos hasta la misma ciudad sitiada . Cada dia aumentaba la
desesperacion de los peregrinos ; sus débiles brazos apenas podian sostener la lanza y la espada . En medio

* (1) Furtivi funambuli dice Baudri . Segun este cronista , los fugitivos llegaron al puerto de San Simeon , diciendo á los ma-
Fineros : Cortad los cables lo mas presto posible , echad los remos al mar , porque sino, os esponeis à ser muertos por la
espada.
92 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

de esta espantosa miseria , no se habian visto mas que lágrimas , ni oido mas que lamentos ; pero entonces ce-
saron el llanto y los gemidos : era tan grande el silencio que reinaba en Antioquía , que parecia que no hu-
biese habitante alguno ó que reinase siempre la noche; se hubiera dicho que los cruzados no sentían las
calamidades que pesaban sobre ellos , ó que nada les hacia falta ; tal era el estado de abatimiento é indi-
ferencia á que habian llegado . El último sentimiento de la naturaleza , el amor á la vida , se estinguia de
dia en dia en sus corazones. Raimundo de Agiles dice que el hermano no miraba al hermano, y que el hi-
jo no saludaba al padre . Los cruzados evitaban salir á las calles , y se encerraban en el interior de sus
casas que miraban como sus tumbas .
Las murallas de la ciudad estaban continuamente amenazadas. Los musulmanes se habian apoderado de
una torre que no estaba defendida , y la guarnicion de la ciudadela , que por un portillo abierto por la par-
te de oriente recibia continuos refuerzos del ejército de Kerbogá , saltaba continuamente los fosos y mu-
rallas opuestas á sus ataques y llevaba la mortandad hasta las mismas calles habitadas por los cristianos.
Estas provocaciones del enemigo , la presencia del peligro , los gritos de los heridos , el tumulto de la guerra ,
no podian despertar la adormecida actividad y reconocido valor de la mayor parte de los cruzados. Bohe-
mundo , que habia tomado el mando de la ciudad , se esforzaba en balde en reanimar su valor ; en vano las
trompetas y los caudillos les llamaban al combate; pues el príncipe de Tarento , á fin de impedir que se reti-
rasen vergonzosamente , apeló al medio de incendiar varios cuarteles de Antioquía . Raul de Caen deplora
en magníficos versos el incendio y la ruina de las iglesias y palacios construidos con el cedro del Libano,
y en los que brillaba el mármol del Atlas, el cristal de Tiro, el bronce de Chipre , el plomo de Amatonte,
y el hierro de Inglaterra ( 1 ) .
Los barones que no lograban hacerse obedecer de sus soldados , no tenian tampoco la fuerza moral que
da el ejemplo. Empezaron á considerar ó acordarse de sus familias , de sus castillos ó patrimonios , y de
bienes que se habian desprendido para atender á los gastos de una guerra desgraciada ; no podian esplicar-
se los reveses que habia esperimentado el ejército cristiano, y los triunfos de los enemigos de Jesucristo, y
poco faltó , dice Guillermo de Tiro , que no acusasen de ingrato al mismo Dios, por haber rechazado tan-
tos sacrificios hechos á la gloria de su nombre .
Abulfeda y Mateo de Edeso cuentan que los jefes propusieron á Kerbogá abandonar la ciudad , con la
sola condicion de permitir á los cristianos volver á su pais con sus bagajes. Como el general turco recha-
zase esta demanda , varios cruzados en un momento de desesperacion formaron el proyecto de abandonar
al ejército, y huir favorecidos por la noche hácia las costas ; y solo se contuvieron por las exhortaciones
de Godofredo y del obispo Adhemar , que les hicieron ver la vergüenza y la mancha de que iban á cubrirse
ante la Europa y el Asia .
El feroz Kerbogá , estrechando mas y mas el sitio de la ciudad , se creia dueño de la victoria , y mi-

raba á todos los cruzados , como otras tantas víctimas destinadas á la cuchilla de los musulmanes. Le

fueron presentados algunos prisioneros cristianos estenuados por el hambre , y casi desnudos , á los que
dirigió insultantes burlas , y les envió con sus armas cubiertas de orin al califa de Bagdad , para darle
una idea de los miserables enemigos á quienes tenian que combatir los musulmanes . En todas las ciu-
dades musulmanas de la Siria se hablaba con alegría de los desastres que afligian á los cruzados , anun-
ciando la ruina y la pronta destruccion del ejército cristiano ; pero los infieles y hasta el mismo Kerbogá
ignoraban que la misma desesperacion en que estaban los cristianos podia darles la victoria , y que el mis-
mo crédulo entusiasmo , el mismo espíritu de exaltacion que les habia conducido al Asia , y les habia
hecho superar todos los obstáculos , debia defenderles aun contra nuevos peligros y socorrerles eficazmente
en sus presentes calamidades .

Cada dia se hacia mencion en el ejército cristiano , de profecías , de revelaciones y de milagros . San
Ambrosio habia aparecido á un venerable sacerdote , diciéndole que los cristianos despues de haber ater-
rado á todos sus enemigos , entrarian vencedores en Jerusalen en donde Dios recompensaria sus haza-
ñas y sus trabajos . Un eclesiástico lombardo , habiendo pasado la noche en una iglesia de Antioquía, vió
á Jesucristo , acompañado de la Virgen y del Príncipe de los apóstoles . El Hijo de Dios , irritado de la

1 Biblioteca de las Cruzadas.


LIBRO TERCERO . - 1097-4098 . 93

conducta de los cruzados , rechazó sus plegarias , abandonándoles á la suerte que tenian bien merecida ,
pero la Virgen arrodillándose delante su Hijo , con sus lágrimas y súplicas , habia aplacado la ira del Sal-
vador. Levántate , dijo el Hijo de Dios al sacerdote lombardo : vé á decir á mi pueblo que le otorgo mi mi-
sericordia ; corre à anunciar á los cristianos que si ellos vuelven á mí , ha llegado el dia de su salvacion .
Los elegidos de Dios para ser depositarios de sus secretos y de su voluntad , ofrecian , para atestiguar
la verdad de sus visiones , el precipitarse de lo alto de una torre , pasar por en medio de las llamas y
entregar su cabeza al verdugo ; pero estas pruebas eran de todo punto innecesarias para persuadir á les
cruzados , siempre dispuestos á creer los prodigios , aumentando aun esta misma credulidad , el momento
del peligro y el rigor de los males que les agobiaban . La imaginacion de los jefes y soldados se vió bien
pronto arrastrada por las promesas que en nombre del cielo se les habian hecho . La esperanza de un
porvenir mejor empezó á reanimar su valor ; Tancredo , leal y bravo caballero , juró que mientras
le quedasen sesenta compañeros no abandonaria el proyecto de libertar á Jerusalen . Godofredo , Hugo ,
Raimundo y los dos Robertos , hicieron el mismo juramento . Todo el ejército , á ejemplo de sus jefes ,

prometió sufrir , hasta el dia marcado para el rescate de los santos lugares.
En medio de este renaciente entusiasmo , se presentaron dos desertores al ejército cristiano , contando
que mientras buscaban un medio para huir de Antioquía , habian sido detenidos , el uno por su hermano
muerto en un combate y el otro por el mismo Jesucristo . El Salvador de los hombres habia prometido
libertar á Antioquía , y el guerrero , muerto por el hierro de los infieles , habia jurado salir de su tumba ,
con todos sus compañeros muertos como él , para combatir con los cristianos.
Por último , un sacerdote de la diócesis de Marsella , llamado Pedro Bartolomé , reveló ante el consejo
de los jefes una aparicion de san Andrés , que se renovó tres veces durante su sueño . El santo apóstol
le dijo : Vé á la iglesia de mi hermano Pedro , en Antioquía . Cerca del altar mayor encontrarás , ca-
vando un poco la tierra , el hierro de la lanza que hirió el costado de nuestro Redentor . Este instru-
mento de salud eterna estará de manifiesto por espacio de tres dias á sus discipulos . Este místico hierro
colocado á la cabeza del ejército , dará la libertad á los cristianos y traspasará el corazon de los in-
fieles ( 1).

Adhémar , Raimundo y los demás jefes de los cruzados creyeron ó aparentaron creer en esta aparicion .
Bien pronto tan gran noticia se difundió por todo el ejército , diciendo los soldados que nada era impo-
sible al Dios de los cristianos , y creyendo que la gloria de Jesucristo estaba interesada en su victoria , de-
biendo Dios hacer milagros para salvar á sus discípulos y á sus defensores . El ejército cristiano se preparó
para el descubrimiento de la santa lanza , ayunando tres dias .
En la mañana del tercer dia , doce cruzados elegidos entre los mas respetables del clero y nobleza se tras-
ladaron al lugar designado por Bartolomé , con gran número de operarios provistos de las herramientas
necesarias . Se empezó á cavar la tierra cerca del altar mayor . El silencio mas grande reinaba en la igle-
sia , y á cada instante creíase ver brillar el milagroso hierro; todo el ejército reunido á las puertas de la
iglesia , que se habia tenido cuidado de cerrar , esperaba el resultado de la investigacion . Los operarios , des
pues de muchas horas de trabajo y habiendo ahondado el terreno á mas de doce piés de profundidad , no
lograron ver la preciosa lanza . Continuaron hasta la noche sin obtener resultado alguno , y la impaciencia de
los cristianos iba aumentando por momentos . Se hizo una nueva tentativa , en medio de la oscuridad de la
noche, y mientras que los doce testigos estaban orando en el borde del hoyo , Bartolomé se precipita en él
y reaparece dentro de algunos instantes , llevando en su mano el sagrado hierro . Un grito de alegría sa-
le de en medio de los asistentes , y es repetido por todo el ejército , que esperaba á las puertas de la iglesia ,
grito que resonó en todos los cuarteles de la ciudad . El hierro sobre el cual se cifran todas las esperanzas
es enseñado triunfalmente á los cruzados , que lo miran como una arma celestial con la que Dios mismo
debe dispersar á sus enemigos . Todas las almas se exaltan no dudándose ya de la proteccion del cielo . El
entusiasmo da nueva vida al ejército cristiano, y le devuelve la fuerza y el vigor . Se olvidan todos los hor-
rores del hambre, y hasta el número de sus enemigos , y los mas pusilámines quieren batirse con los in-
fieles , y piden á grandes gritos que se les conduzca al combate .

(1) El descubrimiento de esta lanza , y los prodigios que ella obró , son referidos por todos los historiadores de las cruzadas,
El historiador árabe Ibn - giouzi , en las principales circunstancias , está de acuerdo con los historiadores latinos. ( Biblioteca
de las Cruzadas . )
94 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Los jefes del ejército cristiano que habian contribuido al entusiasmo de los soldados , trataron de sacar
partido de él . Enviaron diputados al jefe de los musulmanes proponiéndole un combate parcial ó una ba-
talla general . Pedro el Ermitaño que habia demostrado mas entusiasmo que otro ninguno, fué nombrado
para esta embajada . Recibido con menosprecio en el campo de los infieles , no por esto dejó de ha-
blar con arrogancia y valentía . « Los príncipes queridos de Dios , que al presente están reunidos en Antio-
quía , dice el ermitaño Pedro dirigiéndose á los jefes de los musulmanes , me envian á vosotros para de-
ciros que abandoneis el sitio de dicha ciudad . Estas provincias , estas ciudades señaladas
con la sangre de
los mártires, han pertenecido á pueblos cristianos , y como todos los pueblos cristianos son hermanos , he-
mos venido al Asia para vengar los ultrajes de los perseguidos y para defender la herencia de Jesucristo
y de sus discípulos . Dios ha permitido que Antioquía y Jerusalen cayesen por algun tiempo bajo el poder de
los infieles , para castigar los crímenes de su pueblo ; pero nuestras lágrimas y nuestras penitencias han de-
sarmado la divina cólera . Respetad pues una posesion que el Señor por su divina clemencia nos ha de-
vuelto; os concedemos tres dias para levantar vuestras tiendas y preparar vuestra marcha ; si persistís en
llevar a cabo una empresa tan injusta y reprobada del cielo , invocaremos contra vosotros el Dios de los
ejércitos , pero como los soldados de la cruz no quieren sorpresas , ni defraudar la victoria , os dejan en
vuestras manos la eleccion del combate . >>
Finalizado este discurso , Pedro tenia los ojos fijos en el mismo Kerbogá y le dijo : «Escoge á los mas
valientes de tu ejército , y hazlos pelear contra igual número de cruzados : combate tú mismo contra uno
de los príncipes cristianos , ó dá la orden para una batalla general . Sea cual fuere tu resolucion ,
bien pronto conecerás quiénes son tus enemigos y cuál es el Dios á quien servimos . »>
Kerbogá, que sabia la situacion de los cristianos , y que ignoraba de todo punto los socorros que habian.
recibido en sus apuros , quedó vivamente sorprendido de semejante lenguaje . Permaneció algun tiempo
mudo de sorpresa y de furor ; pero al fin tomando la palabra , dijo á Pedro : «Volved á los que os envian ,
y decidles que los vencidos deben recibir las condiciones y no dictarlas . Miserables vagamundos , hom-

bres estenuados , fantasmas , mas bien que otra cosa , solo pueden amedrentar á mujeres.
Los guerreros del Asia no se atemorizan con palabras necias , y los cristianos conocerán bien pronto
que la tierra que pisamos nos pertenece . Sin embargo conservo todavía hacia ellos sentimientos de com-
pasion , y si reconocen á Mahoma , podré aun olvidar que esta ciudad , devastada por el hambre , está
ya bajo mi poder ; permitiendo que continúen en ella , y á mas les daré armas , vestidos , pan y mu-
jeres , en fin les proporcionaré todo lo que les hace falta porque el Coran nos prescribe perdonar á
los que á él se someten . Dí á tus compañeros , que se apresuren á aprovecharse de mi clemencia ;
porque mañana , solo saldrán de Antioquía abriéndose paso con la espada . Verán entonces , si su Dios
crucificado que no ha podido salvarse á sí mismo , les salvará del suplicio que les espera . »>
Quiso replicar Pedro , pero el príncipe de Mossoul , tirando de su espada , dió órden para que se
arrojara de allí á los miserables mendigos , que á su ceguedad reunian la insolencia . Los diputados de
los cristianos se retiraron apresuradamente , corriendo grave peligro de perder sus vidas al atravesar
el ejército de los infieles . A su regreso á Antioquía , Pedro dió cuenta de su mision ante los príncipes
y barones reunidos ; finida la cual todos se prepararon para el combate . Los heraldos de armas recor-
rieron los diferentes barrios de la ciudad , prometiendo á los impacientes cruzados que la batalla ten-
dria lugar al dia siguiente .
Los sacerdotes y obispos exhortaron á los cristianos á hacerse dignos de pelear por la causa de Jesu-
cristo . Todo el ejército pasó la noche en oracion ó bien ocupado en obras piadosas . Se olvidaron las
injurias ; se hicieron limosnas ; todas las iglesias estaban llenas de guerreros que se prosternaban de-
lante de Dios pidiéndole la absolucion de sus pecados . Durante las primeras horas de la noche se habian
encontrado víveres , y esta inesperada abundancia fué mirada como un milagro . Los cruzados recobra-
ron algun tanto las fuerzas por medio de una frugal comida . Al amanecer , todo el pan y harina que
se encontró sirvieron para el santo sacrificio de la misa y para administrar la sagrada comunion . Cien
mil guerreros se prosternaron ante el tribunal de la penitencia , y recibieron con la mayor devocion
al Dios por el que habian tomado las armas .
En fin amaneció el dia siguiente , que era la fiesta de San Pablo . Las puertas de Antioquia se abrieron;
LIBRO TERCERO . - 1097-1098 . 95

todo el ejército cristiano salió dividido en doce cuerpos , que recordaban los doce apóstoles . Hugo el
Grande , débil aun á causa de una grande enfermedad , se colocó en los primeros puestos llevando el
estandarte de la Iglesia . Todos los principes , caballeros y barones estaban á la cabeza de sus tropas .
Solamente se encontraba á faltar al conde de Tolosa , porque se lo impedia la herida que recibió , que
le obligaba á permanecer en Antioquía ; habiéndosele dado el cargo de contener la guarnicion de la
ciudadela , hasta que se hubiese realizado la batalla con el ejército turco .
Adhemar vestido con los hábitos pontificales y su coraza , marchaba rodeado de los emblemas de la
religion y de la guerra . Raimundo de Agiles nos dice que él mismo precedia al obispo de Puy , aña-
diendo con su natural sencillez : Yo he visto lo que os cuento , y era el que llevaba la lanza del Señï . El
venerable prelado habiéndose parado delante el puente del Oronte , dirigió un patético discurso á los scl-
dados de la cruz , y les prometió los socorros y recompensas espirituales. Todos los que oyeron las pa-
labras del santo obispo se arrodillaron y respondieron : Amen. Una parte del clero seguia al legado del
papa , cantando el marcial salmo : Levántese el Señor y huyan aterrados sus enemigos . Los obispos y los

curas que se habian quedado en Antioquía , rodeados de mujeres y niños , bendecian desde lo alto de
las murallas las armas de los soldados cristianos , y levantando las manos al cielo , como Moisés durante
el combate de los hebreos con los amalecitas , rogaban al Señor que salvase á su pueblo y confundiese
el orgullo de los infieles . Las orillas del Oronte y las vecinas montañas parecian responder á sus in-
vocaciones , haciendo resonar el grito de guerra de los cruzados : ¡ Dios lo quiere ! ¡ Dios lo quiere !
En medio de estas aclamaciones y súplicas , el ejército cristiano avanzaba lentamente . Un gran nú-
mero de guerreros , que desde su infancia habian peleado á caballo , iban á pié ; se vieron guerreros
ilustres montados sobre mulas ú otros animales impropios para la guerra . El caballo que montaba el
conde de Flandes era el producto de limosnas que le habian hecho ; señores ricos y poderosos iban mon- 蘩
tados asnalmente , muchos caballeros habian vendido sus armas para poder comer , y no tenian mas
que las armas de los turcos de que poder echar mano . El caballo de que se sirvió Godofredo pertenecia
al conde de Tolosa ; el duque de Lorena , para obtener uno , fué preciso que invocase é hiciese mérito
de la santa causa que defendian los cruzados . Entre los guerreros , veíanse enfermos , hombres estenua-
dos por el hambre ; el peso de las armas era demasiado grande para su debilidad ; y solo les sostenia

la esperanza de vencer ó morir por la gloria de Jesucristo .


Los diferentes cuerpos del príncipe de Mossoul cubrian las alturas que se estienden por el oriente de
Antioquía , en frente la puerta de San Pablo; una parte del ejército de Kerbogá ocupaba el mismo punto
en que acampó Bohemundo en el sitio de Antioquía . En medio de los diversos cuerpos del ejército musul-
man, la division de Kerbogá , dice el historiador Armenio , parecia una montaña inaccesible . El general tur-
co que no esperaba se trabase combate alguno, creyó que los cristianos venian á implorar su clemencia .
Una bandera negra enarbolada sobre la ciudadela de Antioquía , que era la señal convenida para anun-
ciar la resolucion de los cruzados , mostró sin embargo al general turco cuánto se engañaba . Dos mil hom-

bres de su ejército , que guardaban el paso del puente de Antioquía por donde debia salir el ejército cris-
tiano, habían sido vencidos y derrotados por el conde de Vermandois . Los fugitivos anunciaron tan terrible
nueva á su general , que estaba en su tienda jugando al ejedrez . El príncipe de Mossoul hizo cortar la ca-
beza á un desertor , por haberle asegurado la pronta rendicion de los cristianos , y puso en juego todos
los medios posibles para combatir á un enemigo que tenia por ausiliares al hambre y la desesperacion .
Despues de haber pasado el Oronte , todo el ejército cristiano se colocó en órden de batalla , ocupando
toda la llanura que se estiende desde la puerta del Puerto hasta las montañas negras , situadas á una hora
al norte de Antioquía . En esta disposicion los cruzados impedian que el enemigo se apoderase de la plaza
y tambien que pudiese envolverles . Hugo el Grande , los dos Robertos , el conde de Belesme y el conde

de Hainaut , se pusieron á la cabeza del ala izquierda ; Godofredo lo hizo á la derecha , sostenido por Eus-
taquio , Balduino de Bourg , Tancredo, Reinaldo de Toul y Everardo de Puyset ; Adhémar estaba en el cen-
tro del ejército con Gaston de Bearne, el conde de Die , Rombaldo d'Orange , Guillermo de Montpeller y
Amanjeu d'Albret; Bohemundo mandaba el cuerpo de reserva , dispuesto á acudir á los puntos en que los
cristianos necesitasen ausilio .

Kerbogá viendo las disposiciones tomadas por los cruzados , ordenó á los emires de Damasco Y de Alepo
96 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

que dirigiesen sus tropas hacia el camino del puerto de San Simeon , colocándolas de tal manera , que
los fugitivos cristianos no pudiesen pasar hácia el mar ni regresar á Antioquía . Kerbogá distribuyó la mayor
parte de sus batallones sobre la ribera derecha del Oronte ; el ala derecha estaba mandada por el emir
de Jerusalen que habia acudido á la defensa del islamismo ( 4 ) ; la izquierda por uno de los hijos de Acciano ,
impaciente por vengar la muerte de su padre y la pérdida de Antioquía , permaneciendo sobre una colina
para poder ver perfectamente el movimiento de los dos ejércitos .
Cercano el momento de empezarse la batalla , Kerbogá empezó á temer . Los cronistas contemporáneos ha-
blan de pronósticos que anunciaban una derrota del ejército del príncipe de Mossoul ; el religioso Roberto nos
presenta á la madre de Kerbogá deshecha en lágrimas , y queriendo , aunque en vano , contener á su hijo . El
general musulman envió á proponer á los príncipes cristianos , que para evitar una terrible carnicería , se
eligiesen algunos caballeros para batirse con igual número de turcos . Esta proposicion , que habia rechazado
el dia antes , no podia ser adoptada por los jefes de un ejército lleno de ardor y seguro de la victoria . Los
cristianos no dudaban de que el cielo estaria de su parte, y esta creencia les hacia invencibles . En su en-
tusiasmo miraban los acontecimientos mas naturales , como otros tantos prodigios que les anunciaban el
triunfo de sus armas . En el mismo momento que salian de Antioquía , una lijera lluvia vino á refrescar el
aire , pareciéndoles que el cielo les bendecia y derramaba sobre ellos la gracia del Espíritu Santo .
Así que llegaron cerca de las montañas , se levantó un fuerte viento muy favorable para que los dardos
disparados por los cristianos fuesen mas mortíferos , sucediendo al revés con los disparados por los enemigos,
lo que pareció á los ojos de aquellos ser el viento de la cólera celeste , á fin de dispersar á los infieles.
Jamás , entre los soldados cristianos , el órden y la disciplina habian secundado mejor el entusiasmo y valor
de los combatientes ; á medida que el ejército se alejaba de la ciudad , y se aproximaba al enemigo , un
o
profundo silencio reinaba en todo el campo , en donde brillaban las lanzas y demás armas de guerra, y sol
se oia en las filas la voz de los jefes , los himnos del clero y las exhortaciones de Adhémar .
Cuando el ejército cristiano llegó á avistar al enemigo , los clarines y trompetas resonaron por todo
el campo de batalla ; las banderas se colocaron á la cabeza de los batallones , y los soldados se precipi-
taron sobre los infieles . Los guerreros musulmanes no resistieron el ataque de Tancredo , del duque de
Normandia y del de Lorena , cuya espada brillaba y heria como el rayo . A medida que los otros jefes

llegaban al lugar del combate , se arrojaban á la lucha , y apenas la accion habia durado una hora
cuando los musulmanes ya no podian sostener el ataque , ni la presencia de los soldados de la cruz . Sin
embargo , si bien por este lado parecia que la victoria queria coronar á los cruzados , los emires de Da-
masco y de Alepo , fieles á las instrucciones recibidas , y seguidos de quince mil caballos , atacaban ven-
tajosamente y estrechaban con velocidad el cuerpo de reserva mandado por Bohemundo , situado en las
inmediaciones del Oronte. Los musulmanes contaban con esta táctica poder envolver al ejército cristiano,
esperando , segun dice un cronista de aquel tiempo, vencerle sin peligro , y pulverizar el pueblo de Dios
entre dos muelas . Tancredo y algunos otros jefes , que notaron este ataque imprevisto , volaron al so-
corro de Bohemundo , cuya division ó cuerpo de ejército empezaba á desordenarse . La presencia de estos
caudillos cambia repentinamente la faz del combate , y los victoriosos musulmanes son á su vez derrc-
tados por los cruzados, quienes les obligan á abandonar el campo de batalla , y en su despecho incendian .
como último recurso , dos montones de paja y de heno que encontraron en la llanura . La llama y el
humo cubren á los batallones cristianos ; pero ningun obstáculo los puede detener , porque sedientos de
sangre musulmana , persiguen al través del incendio á los enemigos, que huian hacia el puerto de San

Simeon , y tambien hacia el campamento de Kerbogá .


Entonces el temor y decaimiento se apodera de todas las clases del ejército infiel , que se retira de
todos los puntos confusa y precipitadamente . Las trompetas y tambores les llaman al combate , y los
mas valientes buscan el reunirse en una colina mas allá de una profunda torrentera ; los cruzados , llenos
de ardor , salvan el abismo que les separa de sus vencidos enemigos , y su triunfante espada acuchilla á

(1) Este emir, llamado Soliman , hijo de Ortok , fué el que , segun Aboulfarage, mostró grande valor en el ejército musul-
n.an. Guillermo de Tiro parece haberle confundido con Kilig-Arslan , sultan de Nicea , que él llama Soliman , y que debia
hallarse entonces en el Asia Menor , ocupado en defender sus estados contra los griegos y contra los nuevos guerreros que
venian cada dia de Occidente. ( Véase Mr. Wilken , Comentario de Bellis cruciatorum, p. 27 )
LIBRO TERCERO . — 1097-1098 . 97

todos cuantos se atreven á resistirse , dispersándose los demás y salvándose en los bosques y precipicios;
y bien pronto las montañas , las llanuras y la orilla del Oronte , se vieron cubiertas de fugitivos mu-
sulmanes , que habian ya abandonado sus estandartes y arrojado las armas .
Kerbogá que habia ya anunciado la derrota de los cristianos al califa de Bagdad y al sultan de Persia ,
marchó hacia el Eufrates , escoltado por un corto número de sus mas fieles soldados . Muchos emires
habian huido , antes que concluyese la batalla . Tancredo y algunos otros , montados en los caballos de
los enemigos , persiguieron hasta que anocheció á las tropas de Alepo , de Damasco , del emir de Jeru-
salen y á los restos dispersos del ejército de Kerbogá . Los vencedores incendiaron los atrincheramientos
detrás de los cuales se habia refugiado la infanteria enemiga , y un gran número de musulmanes pe-
reció en medio de las llamas .

Segun relacion de muchos historiadores contemporáneos , los infieles habian dejado cien mil hombres
sobre el campo de batalla . Cuatro mil cruzados perdieron la vida en esta gloriosa jornada y fueron ele-
vados á la categoría de mártires.
Los cristianos encontraron la abundancia en las tiendas de sus enemigos . Quince mil camellos y us
gran número de caballos cayeron en su poder , y segun cuenta Alberto de Aix , se encontraron tambien
un buen número de manuscritos que describian las ceremonias de los musulmanes en caractères abo-
minables , sin duda en árabe . Pasaron la noche en el campo , admirando con placer el lujo de los orien-
tales , y recorrieron con sorpresa la tienda del príncipe de Mossoul , en donde por todas partes brillaba
el oro y las piedras preciosas , la que formando largas calles , y teniendo á sus flancos altas torres pa-
recia mas bien una ciudad fortificada ( 1 ) . Fueron menester muchos dias para trasportar á Antioquía los
despojos de los vencidos . Entre aquelles se encontraron muchas cuerdas y cadenas de hierro destinadas
á los soldados cristianos , en el caso que hubiesen sucumbido en la batalla .
El aspecto interior del campo de batalla de los turcos , despues de la victoria , demostraba bien cla-
ramente que habian desplegado mas fausto y magnificencia que verdadero valor . Los antiguos guerreros ,
compañeros de Maleck-Schah , habian perecido casi todos en las guerras civiles , que desde muchos años
desolaban el imperio de los Seldjoucidas . El ejército que se mandó para socorrer á Antioquía estaba
compuesto de tropas bisoñas , organizadas á toda prisa , y contaba bajo sus banderas á individuos de
naciones rivales , siempre dispuestos á tomar lar armas los unos contra los otros . Debe añadir la histo-
ria á todo esto , que los veinte y ocho emires que acompañaban á Kerbogá , estaban enteramente desu-
nidos
y apenas reconocian la autoridad de jefe alguno (2) .
Los diferentes cuerpos de su ejército combatian sobre un solo punto , prestándose un mutuo apoyo ,
mientras que Kerbogá habia dividido sus fuerzas . En esta batalla y sobre todo en las circunstancias que
la precedieron , el príncipe de Mossoul mostró mas presuncion que habilidad , puesto que la lentitud de
su marcha hizo que se perdiese la ocasion ú oportunidad de socorrer á Acciano y de sorprender á los
cruzados .

Debe notarse que los francos obtuvieron la victoria en estas circunstancias , por lo mucho que temian
una derrota , pues como habian perdido sus caballos , estaban acostumbrados á pelear á pié ( 3) , y la
caballería musulmana no pudo triunfar de una infantería aguerrida con los peligros y trabajos del sitio
de Antioquía .

Muchos cruzados atribuyeron la victoria obtenida sobre sus enemigos á la invencion de la santa lanza .
Raimundo de Agiles asegura , que los enemigos no se atrevían á acercarse á los batallones en medio
de los que brillaba esta milagrosa arma . Alberto de Aix añade que al aspecto de la lanza , Kerbogá
quedó aterrorizado , pareciendo haber olvidado la hora de la batalla .
El monje Roberto cuenta un hecho que no es menos maravilloso , á saber , que en el calor de la refriega
se vió descender una milicia celeste cubierta de blanca armadura , y mandada por los mártires san Jorge ,
san Demetrio y san Teodoro . Estas visiones que se esplicaban al ejército cristiano , y que este creia entonces

(1) Esta tienda podia contener cerca de dos mil personas . Bohemundo la envió á Italia, en donde se ha conservado du-
rante mucho tiempo.-(2) Kemal-eddin. ( Biblioteca de las Cruzadas. t . IV. )-( 3 ) El religioso Roberto , hablando de una accion
dada contra los musulmanes durante el primer sitio de Antioquía , hace notar que el enemigo mató menos soldados de in-
fantería que de caballería . Esta observacion es digna de llamar la atencion de los ilustrados lectores.
13
98 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

como verdades , demuestran sobradamente el entusiasmo y credulidad que reinaba entre los peregrinos ; y
esta credulidad y entusiasmo que los habia conducido al último estremo de la miseria y de la desesperacion
contribuyó sin duda á hacerlos invencibles , y en esto es preciso ver el milagro verdadero .
Cuando el peligro hubo pasado, la santa lanza , que tanta confianza habia inspirado á los cruzados du-
rante la batalla , no escitó ya su veneracion y perdió su maravillosa influencia . Como había quedado en
manos del conde de Tolosa y de los provenzales proporcionando á estos gran cantidad de ofrendas , las demás
naciones no quisieron permitirles las ventajas de un milagro que aumentaba su consideracion y riquezas;
no se tardó pues, como veremos luego , en suscitarse dudas sobre la autenticidad de la lanza que habia obra-
do tan grandes prodigios , y el espíritu de rivalidad hizo lo que la razon habria hecho en un siglo mas ilus-
trado.

La victoria de Antioquía pareció un acontecimiento tan estraordinario á los musulmanes , que muchos
abandonaron la religion de su Profeta . Los que defendian la ciudadela , llenos de sorpresa y de terror , se rin-
dieron á Raimundo el dia mismo de la accion . Trescientos abrazaron la fé del Evangelio , y muchos otros
fuéron á publicar por todas las ciudades de la Siria , que el Dios de los cristianos era el verdadero
Dios . Tal era el terror que se habia apoderado del ejército infiel , despues de la victoria de Antioquía,
que si los cristianos marchan en seguida sobre Jerusalen , no se les hubiera puesto resistencia alguna .

Despues de esta memorable jornada , los turcos no hicieron esfuerzo alguno para contener á los cruzados.
La mayor parte de los emires de la Siria , que se habian repartido los despojos del sultan de Persia , mi-
raban la invasion de los cristianos como un azote pasajero , y sin calcular las consecuencias que podia acar-
rear á la causa del islamismo . Encerrados los musulmanes dentro de sus plazas fuertes , esperaban , para res-
tablecer su dominacion y proclamar su independencia , que esta violenta tempestad fuése á descargar á otro
punto . El vasto imperio fundado por Togrul , Alp -Arslan , Maleck-Schah , imperio formado á mediados del
siglo once , cuyo súbito acrecentamiento habia alarmado á Constantinopla y llevado el espanto hasta los pue-
blos de Occidente , debia ver muy pronto elevarse sobre sus ruinas otros estados ; porque segun la es-
presion de un historiador , se hubiera dicho que Dios se complacia en demostrar , cuán poca cosa era la
tierra á sus ojos haciendo pasar de mano en mano , como juguete de niño , á un imperio que era monstruoso
y que parecia amenazar al universo entero .

El primer afan de los cruzados despues de la victoria fué el de poner , si se puede decir así, á Jesucristo
en posesion del pais que acababan de conquistar, y restablecer su culto en Antioquía . La capital de la
Siria tuvo repentinamente una nueva religion y fué habitada por un nuevo pueblo , siendo empleados
una gran parte de los despojos de los infieles en la reparacion de las iglesias que habian sido convertidas
en mezquitas. Los griegos y latinos confundieron sus votos y sus cánticos, pidiendo juntos al Dios de los
cristianos que los condujera á Jerusalen (1 ) .
Los jefes del ejército se reunieron en seguida para dirigir á los príncipes y á los pueblos de Occidente una
carta en la que se daba cuenta de sus trabajos y hazañas . Jamás se ha visto una alegría y un entu-
siasmo igual al que los dominaba , porque ya sea que vivamos óque muramos , decian , pertenecemos al Señor; y
á fin de no neutralizar la alegría que debian causar sus victorias , tuvieron cuidado de disimular las pérdidas y
los desastres esperimentados por el ejército cristiano . El patriarca de Antioquía y los jefes de la Iglesia latina,
que escribian á Europa , lo hicieron en el mismo sentido ; sin embargo , como al mismo tiempo pedian muchos
refuerzos para el Asia , dejaron adivinar lo que trataban de ocultar . Venid , decian á los fieles del Occidente ,
venid á combatir en las filas de la milicia del Señor ; y que en todas las familias donde haya solo dos hom-
bres , el mas fuerte empuñe las armas . Que todos los que han tomado la defensa de la cruz , y que no han
partido se apresuren á hacerlo á fin de cumplir sus votos ; y si no vienen á ponerse al lado de sus hermanos
los cruzados , que sean repelidos de la sociedad de los fieles , que la maldicion del cielo caiga sobre sus cabezas ,
y la Iglesia les niegue tierra sagrada para su sepultura .
De esta manera hablaban los jefes y pastores del pueblo cruzado (2) enviando al mismo tiempo á Constanti-
nopla una embajada compuesta de Hugo conde de Vermandois y de Balduino conde de Hainaut . El objeto de

(1 ) Alberto de Aix habla estensamente de la restauracion de las iglesias en Antioquía .— 2 ) Véanse las cartas de los cruzados,
en las piezas justificativas de la obra.
LIBRO TERCERO . -1097-1098 . 99

esta era el de recordar al emperador Alejo la promesa que habia hecho de acompañar á los cristianos con un

ejército á Jerusalen . El conde de Hainaut, que marchó primeramente , al pasar ó atravesar las montañas ve-
cinas de Nicea , fué sorprendido y atacado por los turcomanos y la historia no ha podido descubrir cuál fué su
fin . El conde de Vermandois , sabedor de la desgraciada suerte de su compañero , ocultóse en un bosque y así -
logró sustraerse á la persecucion de los bárbaros . Este príncipe llegó á Constantinopla , y olvidóse de los sol-
dados de Jesucristo, siendo así que era su embajador , sin dignarse siquiera darles cuenta de su mision . Ya fue-

ra que temiese volver al ejército en donde ya no podia sostener el brillo de su rango , ya que los trabajos y pe-
ligros de la guerra santa hubieran enervado su valor , ello es que tomó la vergonzosa resolucion de volver á
Occidente en donde su desercion hizo que se le comparase con el cuervo del arca .
Sin embargo los peregrinos rogaron encarecidamente á sus jefes , que les condujeren á la santa ciudad ,

estando persuadido el pueblo fiel que el terror de las armas cristianas les abriria paso en todas partes, y
que en el camino que tenian que andar , no se encontraria una sola ciudad que les arrojara una piedra .
Entonces se echó de ver cuan difícil es efectuar una empresa cuya realizacion exige el concurso de muchas
voluntades . En el consejo de los jefes , cada cual opinaba de distinta manera ; en vano los mas esperimenta-
dos encarecian la necesidad de no dar tiempo al enemigo para rehacerse y concentrar sus fuerzas . Los
príncipes y los barones que hasta entonces lo habian sobrellevado todo con resignacion , temieron de repente
los rigores de la estacion y resolvieron permanecer en Antioquía hasta los primeros dias del otoño .
Entre los motivos que impulsaron á los jefes del ejército cristiano á tomar tan inesperada resolucion ,
habia sin duda algunos que no les favorecian mucho . Debe creerse que la vista de las ricas comarcas de
la Siria , y los ejemplos de Bohemundo hecho príncipe de Antioquía , y de Balduino dueño de Edessa , ha-
bia dispertado su ambicion haciéndoles olvidar algunas veces el piadoso fin de su empresa .
Bien pronto los cruzados tuvieron que arrepentirse de la determinacion que habian tomado . Una en-
fermedad contagiosa diezmó horriblemente el ejército . Solo se veia en Antioquía , dice un antiguo cro-
nista , funerales y entierros , y la muerte desplegaba su guadaña como pudiera hacer en los dias mas
sangrientos de la guerra . La mayor parte de las mujeres y pobres que seguian al ejército , fueron las pri-
meras víctimas de este azote . Un gran número de cruzados que llegaban de Alemania y de todas las
partes de Europa , encontraron la muerte á su llegada á Antioquía , y la epidemia mató , en cosa de un
mes , á mas de cincuenta mil peregrinos ; teniendo que llorar los cristianos la pérdida de muchos jefes ,
entre ellos la de Enrique de Asques , Reinaldo de Amerbach , y muchos otros que habian dado dias de
gloria á las armas cristianas . En medio del luto general , el obispo de Puy , que era el consuelo de los
cruzados en sus penas , fué tambien víctima de su celo , y murió como el jefe de los hebreos , sin haber
visto la tierra prometida . Tal era el imperio que ejercia un solo hombre sobre la multitud de los cru-
zados , que mientras Adhémar vivió , se respetaron las leyes y el Evangelio , reinando la union entre
los caudillos , pero apenas hubo bajado al sepulcro , ya no se conoció la justicia en el ejército , y la paz
no presidió jamás los consejos de los príncipes ( 1 ) .
Los restos del célebre obispo fueron depositados en la iglesia de San Pedro de Antioquía , en el mismo
sitio donde fué hallada la milagrosa lanza . Todos los peregrinos , de los cuales era un padre y á quienes
alimentaba , segun la espresion de un contemporáneo , de cosas del cielo , asistieron á sus funerales , der-
ramando copiosas lágrimas . Los jefes escribieron al papa , anunciándole la muerte de su legado apostó-
lico , solicitando al mismo tiempo de Urbano , que se dignase venir á ponerse á la cabeza del ejército,
para bendecir sus banderas Y restablecer la union y la paz.

La vista del azote que devoraba al ejército cristiano , cuyos desastres aumentaban de dia en dia , no
pudo contener los efectos de la ambicion y de la discordia . El conde de Tolosa , que veia con disgusto la
suerte de Bohemundo , rehusó entregar á este la ciudadela de que se habia apoderado el dia que los
cristianos destruyeron al ejército de Kerbogá ; y á fin de dar á su inobediencia un colorido de lealtad y
de justicia , recordó el juramento que el príncipe de Tarento habia hecho al emperador Alejo , echándole
en cara de haber faltado á la fé jurada , reteniendo en su poder una ciudad conquistada para los peregri-

(1) El Tasso hace morir á Adhémar en el sitio de Jerusalen, y pretende que una mujer le quitó la vida. Algunos escritores atri-
buyen al obispo Adhemar el cántico : Salve Regina. Los obispos de Puy, sus sucesores, llevan en sus armas la espada y el bácu-
lo.
coraTambien añaden que los canónigos de la ciudad llevan todos los años el dia de Pascua un forro de pieles en forma de
za .
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nos . Por otra parte , Bohemundo hacia patente la desmesurada ambicion y mal carácter de Raimundo,
amenazándole con que emplearia la fuerza para apoyar todos los derechos que le habia dado la victoria .
Un dia que los príncipes y jefes del ejército cristiano , reunidos en la basílica de San Pedro , se ocupaban
en arreglar los negocios de los cruzados , fué interrumpida la sesion por las mas virulentas cuestiones .
A pesar de la santidad del lugar , Raimundo dió en medio del consejo rienda suelta á su despecho y re
sentimiento . Al pié mismo de los altares de Jesucristo , Bohemundo no escusó tampoco dos falsas promesas
para atraer á los demás jefes á su partido , y renovó muchas veces un juramento , que no queria cum
plir , cual era el de seguirlos á Jerusalen .
Para contener los progresos del contagio , y prevenir la falta de víveres , los príncipes y barones de
cidieron , de comun acuerdo , salir con sus tropas de Antioquía , é ir á hacer algunas escursiones por las
provincias vecinas . Bohemundo condujo sus guerreros à la Cilicia , en donde se apoderó de Tarso , de

Malmistra , y de otras muchas ciudades que reunió á su principado. Las tropas de Raimundo avanza
ron por la parte de la Siria , y plantaron su victoriosa bandera sobre los muros de Albarca cuyos habi
tantes fuéron pasados á cuchillo . Guillermo de Tiro cuenta que la ciudad de Albarca fué confiada por
Raimundo á Guillermo de Tillet , caballero provenzal , dándole siete lanzas y treinta hombres de infan
tería , portándose tan bien , segun añade el mismo historiador , que bien pronto tuvo bajo sus órdenes
otros cuarenta caballeros y ochenta infantes . La Siria , que ya no tenia mas ejército musulman para su
defensa , quedó cubierta por los estandartes de la cruz ; no se veia por todas partes mas que bandas er
rantes que se precipitaban sobre los puntos en donde creian poder hacerse con un rico botin , dispu
tándose con las armas en la mano el fruto de su valor ó de su rapacidad , cuando les favorecia la for
tuna , y entregándose á la vez á todos los horrores de la miseria , cuando llegaban á un pais asolado , ó
en el que encontraban una resistencia que no esperaban .
Los peregrinos no cesaban de portarse con el valor acostumbrado ; cada dia se hacia mencion de los
hechos heroicos y de las maravillosas aventuras de los caballeros . Los señores y los barones llevaban
en su séquito los arrecs de la caza y los pertrechos de guerra , y ya perseguian á los animales salvajes
en medio de los bosques , ya atacaban á los musulmanes encerrados dentro de sus fortalezas . Un guer
rero francés , llamado Guicher , se hizo célebre entre los cruzados por haber vencido un leon . Otro ca
ballero , Godofredo de la Torre , adquirió un gran nombre , por una accion que al pronto parece increible .
Encontró un dia en un bosque à un leon enroscado por una serpiente monstruosa , el cual llenaba el
aire con sus rugidos : Godofredo vuela al socorro del animal que parecia implorar su piedad , y con un
sablazo mata á la serpiente que se estaba cebando sobre su presa . Si se ha de dar crédito á un antiguo
cronista , cuando el leon se vió libre , se acercó à su libertador como si le reconociese por amo , acom
pañándole durante toda la guerra ; y despues de la toma de Jerusalen , cuando los cruzados se embar
caron para volver á Europa , el reconocido animal y compañero fiel de peregrinacion se ahogó en el
mar al querer seguir al buque en que iba embarcado Godofredo de la Tour .
Muchos cruzados , esperando la señal para marchará Jerusalen , fuéron á visitar sus hermanos que se habian
establecido en las ciudades conquistadas . Un gran número de ellas se unieron á Balduino para combatir á los
musulmanes de la Mesopotamia , y proteger al mismo tiempo á su gobierno amenazado á cada instante por sus
nuevos súbditos irritados por la violenta dominacion de los que ejercian el mando . Un caballero llamado Foul
que, que iba con varios amigos suyos en busca de aventuras, recorriendo las orillas del Eufrates , fué sorpren
dido y muerto por los turcos , su mujer , que iba tambien en su compañía , fué conducida á la presencia del
emir de Hazart ó Ezaz , ciudad del principado de Alepo. Como era de una belleza estraordinaria , enamoróse de
ella uno de los principales oficiales del emir , pidiéndola por esposa á su jefe . El oficial , enamorado ciegamente
de una mujer cristiana , evitó el combatir con los cruzados , y sin embargo celoso de cumplir sus deberes para
con el emir, hizo varias escursiones sobre el pais del príncipe de Alepo , contra el que el emir habia tomado las
armas . Redouan quiso vengarse , y se puso en marcha con un ejército de cuarenta mil hombres para atacar á
la ciudad de Ezaz . Entonces el oficial que acababa de casarse con la viuda de Foulque , aconsejó al emir el
implorar el socorro de los cristianos .
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El emir hizo proponer una alianza á Godofredo de Bouillon quien vaciló , pero instado nuevamente por
principe musulman , et que á fin de disipar la menor duda que pudiesen abrigar los príncipes cristianos, envio
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LIBRO TERCERO . - 1097-1098. 101

en rehenes á su hijo Mahometo , fué firmado el tratado . Dos palomas , dice un historiador latino , con una carta
llevaron la noticia al emir , anunciándole al mismo tiempo la próxima llegada de los cristianos ( 1 ) . El ejérci–
to de Alepo fué batido varias veces por Godofredo y obligado á abandonar el territorio de Ezaz que empezaba
á entregar al saqueo .
Poco tiempo despues de esta espedicion el hijo del emir murió en Antioquía de la enfermedad epidémica que
desolaba á los peregrinos de Occidente . Godofredo hizo , segun las costumbre de los musulmanes , envolver
el cuerpo del jóven príncipe en una rica tela de púrpura y lo envióá su padre . Los diputados que acompaña
ban al fúnebre convoy tenian el encargo de manifestar al príncipe musulman el sentimiento de Godofredo , y
al mismo tiempo hacerle presente que este habia esperimentado el mismo pesar por la muerte del jóven Ma
hometo, como si hubiese fallecido su hermano Balduino.

Los cruzados gastaron mucho tiempo en empresas que ninguna ventaja real les proporcionaron , dejando pa
sar la época oportuna para emprender su marcha á Jerusalen . La mayor parte de los jefes estaban diseminados
por las comarcas vecinas . Para diferir su marcha habian alegado antes los rigurosos calores del verano , y mas
tarde decian que nopodian tampoco hacerlo á causa de las lluvias y de los rigores del invierno que se acercaba .
Este último motivo , aunque parecia mas razonable que el primerô , no bastó sin embargo para calmar el ardor
impaciente de los peregrinos ; y como el pueblo á causa de esta guerra religiosa , estaba siempre dispuesto á bus
car la regla de su conducta en las visiones milagrosas y en la aparicion de cuerpos celestes , y no en las luces de
la razony de la esperiencia , un fenómeno estraordinario , que se ofreció entonces á los ojos de los soldados de

la cruz, llamó toda su atencion conmoviendo vivamente sus crédulos espíritus . Los cruzados que guardaban
las murallas de Antioquía vieron durante la noche una masa luminosa fija en un punto elevado del espacio ,
pareciéndoles , segun la espresion de Alberto de Aix , que todas las estrellas se habian reunido en un punto
que no tenia mas estension que la que coge un jardin de tres fanegas de tierra . Estas estrellas , dice el mis
mo historiador, despedian una luz vivísima y brillaban como los carbones de un horno . Permanecieron lar
go rato suspensas sobre la ciudad; pero el círculo que parecia contenerlas perdió su forma y los cuer
pos luminosos se perdieron por los espacios . Al aspecto de este prodigio , los guardias y centinelas pro
rumpieron en grandes gritos , corriendo á dispertar á los cristianos de Antioquía . Todos los peregrinos
que habian salido de sus casas , encontraron en este fenómeno un señal evidente de la voluntad del

cielo ; los unos creyeron ver en las estrellas reunidas la imágen de los musulmanes , que se habian reu
nido en Jerusalen , y que debian dispersarse á la aproximacion de los cruzados , otros igualmente llenos de
esperanza , veian á los guerreros cristianos reunirse victoriosamente y subdividirse por el territorio para
conquistar las ciudades arrebatadas al culto y al imperio de Jesucristo ; pero muchos peregrinos no se
abandonaban á estas consoladoras ilusiones . En una ciudad cuyo pueblo tenia mucho que sufrir y vivia
muchos meses hacia , entre los estragos de la muerte , el porvenir debia presentarse con colores mas
tristes
y sombríos. Todos los que sufrian y habian perdido la esperanza de perder á Jerusalen , no
vieron en el fenómeno que se presentó á sus ojos , mas que el espantoso símbolo de la multitud de pere
grinos que disminuia cada dia y que iba bien pronto á desaparecer como la luminosa nube que se habia
visto en el cielo . Sin embargo , dice sencillamente Alberto de Aix , las cosas tomaron un giro mucho mejor
de lo que se esperaba ; porque poco tiempo despues , los príncipes regresaron á Antioquía y emprendieron
la campaña , abriéndoles la victoria la puertas de muchas ciudades de la alta Siria.
La mas importante de sus espediciones fué el sitio y toma de Marrah , situada entre Hamath y Alepo .
Raimundo fué el que se presentó delante de esta ciudad , y los condes de Normandía y de Flandes vinie
ron á reunirse con él , llevando todas sus tropas . El miedo de esperimentar la misma suerte de los habi
tantes de Antioquía habia hecho que toda la poblacion acudiese á las murallas amenazadas , con la fir
me resolucion de defenderse . La esperanza de apoderarse de una rica ciudad habia animado á los soldados
cristianos . Cada dia los sitiadores planteaban las escaleras al pié de las murallas: y multitud de dardos , pie
dras y betun inflamado caian sobre sus cabezas . Guillermo de Tiro añade que arrojaban de lo alto de las

(1) Algunos inteligentes aseguran que los mensajes por medio de palomas no se remontan mas allá del reinado de Nured
dino ; es verdad que bajo el gobierno de este príncipe se organizaron las postas regulares servidas por palomas. Este medio
de comunicacion es muy antiguo en Oriente , solo que no estaba en uso como servicio regular.
102 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

torres , cal viva y colmenas llenas de abejas . Los sangrientos combates se renovaron durante algunas se-
manas; pero al fin el estandarte cristiano ondeó sobre las torres de la ciudad . Como la porfiada resistencia
de los musulmanes y los ultrajes prodigados , durante el sitio , á la religion de Cristo habian irritado á los
cruzados, toda la poblacion, retirada á las mezquitas ó encerrada en los subterráneos , fué pasada á cuchillo .
En medio de una ciudad que habia perdido todos sus habitantes , bien pronto faltaron los víveres á los
vencedores; y como si el cielo hubiese querido castigar el esceso de su barbarie , solo encontraron para sa-
ciar su hambre los cadáveres de los que habian muerto al filo de su espada , pareciendo increible , el que
muchos cruzados se sometieran sin repugnancia á esta terrible necesidad.
De aquí es que las reflexiones de los cronistas son mucho mas curiosas que los acontecimientos de que
hacen mérito . Alberto de Aix estraña que los cruzados hubiesen comido la carne de los musulmanes muer-
tos ; pero estraña mucho mas que hubiesen comido carne de perro . Baudri , arzobispo de Dola, pretende jus-
tificar á los cruzados , diciendo que el hambre que los atormentaba , era para defender la causa de Jesucris-
to , y que esta consideracion debia servirles de escusa . Por lo demás los soldados cristianos hacian todavía

la guerra á los infieles devorándoles de esta manera (1 ) .


La historia no puede pasar en silencio , que en medio de estas desgarradoras escenas , los príncipes cris-
tianos se disputaban porfiadamente la ciudad , cuya conquista les habia costado tanta sangre, reducién-
dolos á tan fatal estremo . Entre los cruzados , las súplicas y las amenazas se confundian con los gritos que
les arrancaba el hambre . Bohemundo , que habia tomado parte en el sitio , queria reservarse para sí un
cuartel de la ciudad conquistada ; Raimundo pretendia que Marrah debia pertenecerle por entero; reuniéndo-
se los príncipes y barones cerca de Rugia con el objeto de restablecer la union entre ellos , cosa que no pu-
dieron lograr . Pero Dios , que era el verdadero jefe de la grande empresa , dice el padre Meimbourg, re-
construyó por medio del celo de los débiles y pequeños , lo que la pasion de los grandes y poderosos habia
destruido . Los soldados se indignaron al fin , de verter su sangre en defensa de miserables cuestiones,
siendo así que solo habian jurado verterla por la sagrada causa . «¡Ah , decian los peregrinos ; siempre cues-
tiones , siempre disputas por Antioquía y por Marrah (2) . Mientras que prorumpian en quejas y lamentos ,
llegó á sus oidos que Jerusalen acababa de ser tomada por los egipcios , los que se habian aprovechado de
la derrota de los turcos y de la funesta lentitud del ejército cristiano , para invadir la Palestina (3).
Semejante noticia aumentó el descontento de los cruzados , acusando altamente á Raimundo y á todos
sus jefes de haber hecho traicion á la causa de Dios; y manifestaron al propio tiempo el proyecto de bus-
carse jefes que no tuviesen otra ambicion que la de guardar sus juramentos, y conducir el ejército á la
Tierra Santa .
El clero amenazó á Raimundo con la cólera divina ; sus mismos soldados lo hicieron tambien diciéndo-
le que abandonarian sus banderas ; en fin todos los cruzados que se hallaban en Morrah resolvieron
demoler las fortificaciones y torres de la ciudad . El entusiasmo del pueblo era tan grande , que se vió
ha- .
á los enfermos y achacosos subir , con el apoyo de un baston , sobre las murallas , y arrancar y
cer rodar por el foso , piedras que tres pares de bueyes no hubieran podido llevar . Al mismo tiempo,

Tancredo tomaba la ciudadela de Antioquía , reemplazando la bandera del conde de San Gil con la de
Bohemundo . Se quedó aislado para el sosten de sus pretensiones , probó en vano de atraerse á los je-
fes, poniendo á su disposicion cuantos tesoros tenia , no logrando tampoco acallar los murmullos del pue-
blo , á pesar de haberle distribuido los despojos de las ciudades vecinas; pues fueron tan insensibles á sus

dones como á sus ruegos . Obligado en fin á acatar el voto del ejército , pareció ceder á la voz de Dios.
Despues de haber mandado incendiar la ciudad de Marrah , salió Raimundo al resplandor de las llamas,
descalzo y derramando lágrimas de arrepentimiento; y en presencia del clero, que cantaba los salmos de
la penitencia , abjuró de su ambicion , y renovó el juramento , hecho tantas veces y tan á menudo olvidado ,
de libertar el sepulcro de Jesucristo .

Raul de Caen espresa el horror que le inspira la bárbara conducta de los cristianos; pero añade: Estos hombres eran lo
mismo que perros, torrendo homines sed caninos . (Biblioteca de las Cruzadas t . I. )—(2) Raimundo de Agiles , t . I. de la Biblioteca
de las Cruzadas.— (3 ) El cronista aleman Eckkard es casi el único historiador latino de la cruzada que ha hablado con detalles
de la toma de Jerusalen por los egipcios. (Biblioteca de las Cruzadas) . Alberto de Aix dice que el número ó fuerza de los turcos
en Jerusalen , cuando la ocuparon los egipcios, ascendia solo á trescientos hombres .
LIBRO TERCERO . - 1097-1098 . 403

Dióse al ejército cristiano la señal de marcha . Tancredo y el duque de Normandia seguian al conde
de Tolosa , impacientes por cumplir sus votos ; de todas partes los cristianos y los musulmanes del pais
acudian delante de los cruzados , implorando los unos su socorro , y los otros su misericordia ; los
peregrinos recibian de los puntos por donde transitaban , víveres y tributos que no les costaban combate
alguno , esperimentando la mayor satisfaccion en medio de su marcha triunfal , cuando vieron el regreso
de un gran número de prisioneros cristianos cuya muerte habian llorado , y que los musulmanes se apre
suraban á poner en libertad . Los compañeros de Raimundo , de Roberto y de Tancredo , no tomaron el ca
mino recto para ir á Jerusalen ellos se habian dirigido á Hama , la antigua Epifania , á Emero , llamado hoy
dia Horm, y aproximándose en seguida al mar , fuéron á sitiar á Archas , plaza situada al pié del Líbano ,
á algunas leguas de Trípoli .
Sin embargo los otros príncipes que permanecieron en Antioquía , no se disponian á emprender la
marcha , despreciando las súplicas de los peregrinos . Cada uno esperaba el ejemplo de los otros, permane
ciendo de esta manera en la inaccion . Godofredo que habia pasado á Edesso para ver á su hermano Baldui
no , á su regreso solo oyó la gritería de los cruzados , que deploraban la ociosidad en que se les tenia y
. pedian marchar á Jerusalen . «¿No les basta , decian ellos , á los que Dios ha encargado el conducirnos y guiar
nos, el habernos tenido arrestados aquí mas de un año , habiendo perecido en este plazo doscientos mil sol
dados de la cruz? ¡ Perezcan todos cuantos quieran permanecer en Antioquía, como han perecido sus infieles
habitantes ! Puesto que cada conquista es un obstáculo á nuestra santa empresa , sean entregadas á las lla
mas Antioquía y las demás ciudades conquistadas por nuestras armas ; démonos jefes que no tengan mas am
bicion que la nuestra , y marchemos bajo la proteccion de Cristo por el que hemos venido . Pero si Dios á
causa de nuestros pecados rechaza nuestros votos y nuestros sacrificios , apresurémonos á regresar á nues
tro pais, antes que el hambre acabe con nosotros . En vano estas quejas resonaban por todo el ejército cris
tiano; el duque de Lorena y los otros jefes titubeaban en dar la señal de la marcha . La mayor parte de
los peregrinos que toda especie de retardo les desesperaba , no pensaron desde entonces en otra cosa que
en abandonar la Siria para regresar á Occidente , viéndose el consejo supremo en la precision de colocar

centinelas en todos los puertos vecinos á fin de detener á todos los que se presentasen para embarcarse .
Finalmente no pudiendo los jefes resistir á las vivas instancias de la multitud , determinaron que el ejército
partiria de Antioquía á los primeros días de marzo .
Cuando llegó el plazo marcado , Bohemundo acompañó á Godofredo y al conde de Flandes hasta Laodi
cea, hoy Lattaquia; pero apresuróse á regresar á Antioquía , temiendo siempre el perder su principado.
Estando el ejército cristiano en Laodicea vió reunírsele bajo sus banderas á un gran número de cru
zados que se habian retirado á Edesso y á Cilicia , habiendo llegado algunos de Europa . Entre estos últimos
se notaban muchos caballeros ingleses, compañeros antiguos de Harold y de Edgardo Adeling (1 ) . Estos no
bles guerreros, vencidos por Guillermo el Conquistador y desterrados de su patria , venian á olvidar sus des

gracias bajo el estandarte de la guerra santa , y no conservando ya esperanza alguna de libertad en su na


cion, marchaban con un piadoso celo á salvar el Santo Sepulcro .
Esperando la llegada de Godofredo y de sus compañeros , Raimundo habia empezado á sitiar la plaza de
Archas, y para inflamar el entusiasmo de sus soldados y asociarlos á los proyectos de su ambicion , les
prometió el saqueo de la ciudad y el rescate de doscientos prisioneros cristianos . Era tal la disposicion
de los ánimos entre los cruzados , que cada ciudad que se les presentaba á la vista les hacia olvidar á
Jerusalen. Godofredo y el conde de Flandes siguieron el camino que conduce á las ciudades de Gabala ,
(hoy Djebali) , Meraclea (Marakia) , Valenia (Banias) , y Tortosa (la antigua Antaradus) , esta última ciudad
estaba ya en poder de Raimundo Pelet . Varios rios salidos dèl Líbano fertilizan estos diversos paises (2) .
Se acusaba á Raimundo de haber recibido seis mil monedas de oro , para librar á una ciudad mu
sulmana de los peligros de un sitio, y cuando todo el ejército se encontró reunido bajo las murallas
de Archas , Godofredo y Tancredo echaron en cara al conde de Tolosa el haberles desviado de su em
presa por medio de la mentira y de la traicion .
Los guerreros cristianos continuaron sitiando á Archas. La ciudad estaba edificada sobre elevados

1. Orderico Vital. 2 ) Correspondencia de Oriente, t . VI , carta CLX.


104 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

peñascos , y sus murallas parecian inaccesibles . Los sitiadores creian que el hambre diezmaria á los si-
tjados , pero no tardaron mucho aquellos en esperimentar todos los horrores que son consiguientes á la
falta de víveres . Los cruzados mas pobres se vieron en la necesidad , como en el sitio de Antioquía , de
tener que alimentarse de plantas y yerbas salvajes que disputaban á los animales . Los que podian
combatir , iban á talar los paises vecinos y vivian del pillaje , pero los que por su edad , por su
sexo , ó por sus enfermedades no podian sostener el peso de las armas , no les
quedaba otro re-
curso que la caridad de los soldados cristianos . El ejército vino á su socorro y le dió una parte del
botin hecho á los infieles .

Muchos cruzados sucumbieron á causa de las fatigas del sitio , no menos que de hambre y de en-
fermedades, pereciendo otros á causa de las heridas que habian recibido ; siendo muy sentida la pér-
dida de Pons de Balasun , quien por su talento se hizo un gran nombre en el ejército cristiano , ha-
biendo escrito junto con Raimundo de Agiles , la historia de los principales acontecimientos de las
cruzadas . No dejó de llorar tambien el ejército cruzado la muerte de Anselmo de Ribaumont , conde

de Bouchair, de quien hablan los cronistas con ventaja , por su talento , piedad y valor ( 1) . La pér-
dida de este caudillo fué acompañada de maravillosas circunstancias , segun cuentan los historiadores
contemporánços , las que en nuestro siglo se calificarian de invencion poética .
Un dia (seguimos la relacion de Raimundo de Agiles) Anselmo vió entrar en su tienda al jóven
Angelram , hijo del conde de San Pablo , muerto en el sitio de Marrah. «¿Cómo puede ser , le dijo , que
vos vivais , siendo así que yo os he visto morir en el campo de batalla ? Vos debeis saber , contes-
tóle Angelram , que los que combaten por Jesucristo no mueren jamás . Pero ¿de dónde procede, re-
plicó Anselmo, esta brillantez desconocida que os rodea?» Entonces Angelram levantando los ojos al
cielo , señaló en el espacio un palacio de cristal y diamantes , diciendo : «De allí procede la radiante
luz que os ha sorprendido; allí está mi habitacion y allí mismo se os prepara otra mas hermosa
todavía para vos que vendreis á habitarla muy pronto. Adios , mañana nos veremos .>>> Diciendo

estas palabras , añade el historiador , Angelram volvióse al cielo . Anselmo vivamente impresionado
con esta aparicion , hizo llamar al dia siguiente á varios eclesiásticos , recibió los sacramentos , y
aun cuando disfrutaba de buena salud , se despidió de sus amigos , diciéndoles que pronto dejaria
á este mundo en el que se habian conocido . Los enemigos hicieron , al cabo de pocas horas , una
salida , y Anselmo corrió espada en mano á batirlos , pero le hirió en la frente una pedrada , la que ,
segun dicen los historiadores , le envió al cielo á habitar el bello palacio construido para él (2) .
Esta maravillosa relacion , que los peregrinos tuvieron por verídica , no es la única de este género , que
la historia ha recogido ; siendo ya por demás consignar aquí que la estrema miseria á que se hallaban re-
ducidos los cruzados les hacia cada dia mas supersticiosos y mas crédulos .

En medio de una multitud entregada á la indisciplina y á la licencia , la supersticion era un medio de hacer-
se obedecer ; los condes y barones se veian precisados á exaltar la imaginacion de los soldados , á fin de con-
servar su autoridad ; pero como las pasiones y las rivalidades reinaban poderosamente en el ejército cru-
zado, mientras los unos formaban su autoridad en los milagros , los otros se mostraban casi incrédulos
por espíritu de oposicion y de envidia , es decir , que cada uno seguia la bandera del partido á que perte-
necia .
Durante el sitio de Archas empezaron á suscitarse dudas entre los cruzados , acerca del descubrimiento
de la santa lanza cuya vista habia enardecido el valor de los cruzados en la batalla de Antioquía . El
campo de los sitiadores se vió de repente dividido en dos grandes partidos, animados los unos contra los
otros . Arnaldo de Rohes , hombre de malas costumbres segun Guillermo de Tyro , pero muy versado en
la historia y en las letras , fué el primero que se atrevió á disputar abiertamente la verdad del prodigio.
Este eclesiástico , capellan del duque de Normandía , arrastró á su partido á todos los normandos y á los cru-
zados del norte de Francia : los del mediodía siguieron á Bartolomé, sacerdote de Marsella , adicto al conde

(1) Anselmo de Ribaumont ha dejado una carta muy curiosa ( Biblioteca de las Cruzadas , t . I. ) - (2) El Tasso ha tomado de Rai-
mundo de Agiles la idea del sueño de Godofredo, el que se ve de repente trasportado al cielo , en donde ve á Hugo, su fiel ami-
go que le dice : «Aquí está el templo del Eterno; aquí descansan sus guerreros; tu sitio está ya fijado . » El poeta sin embargo ha
embellecido el cuadro formado por el cronista. (Véase el libro XIV de la Jerusalen libertada .)

·
LIBRO TERCERO . - 1097-1098 . 105

de san Gilles . Bartolomé , hombre sencillo y que creia lo que deseaba que otros creyesen , tuvo una nueva
revelacion , y contó en el campo de los cristianos , que habia visto á Jesucristo pendiente de la cruz , maldi-
ciendo á los incrédulos , y entregando al suplicio y á la muerte de Judas , á los escépticos impíos cuya orgu-
llosa razon se atrevia á escudriñar los misteriosos designios de Dios . Esta aparicion y otras muchas por el es-
tilo inflamaron la imaginacion de los provenzales , que no daban menos crédito , segun Raimundo de Agiles ,
á las deposiciones de Bartolomé , que al testimonio de los santos y de las apóstoles . Pero Arnoldo se admiraba que
Dios solo se manifestase á un simple cura , siendo así que el ejército estaba lleno de virtuosos prelados; y sin
negar la intervencion del poder divino , no admitia otros prodigios que los del valor y del heroismo de los
soldados cristianos.

Como el producto de las ofrendas hechas á los depositarios de la santa lanza era distribuido á los pobres ,
los que abundaban mucho en el ejército , prorumpieron estos en murmullos y quejas contra el capellan del
duque de Normandia , atribuyéndole á él y á sus partidarios todos los males que habian sufrido los cruzados .
Arnoldo y sus secuaces, al contrario , atribuian las desgracias de los cristianos á sus divisiones y al espíritu
turbulento de algunos visionarios. En medio de estos debates, los cruzados de las provincias del norte echa-
ban en cara á los del mediodía la falta de valor en los combates, el ser menos ávidos de gloria que de pillaje
y pasar el tiempo en adornar sus caballos y mulas ( 1 ) . Estos no cesaban de reprobar á los partidarios de Ar-
noldo su falta de fé , sus burlas sacrilegas, y sin cesar oponian nuevasv isiones á los razonamientos de los in-
orédulos. Ya acababa uno de ver á san Marcos evangelista y á la Virgen , madre de Dios , que rectificaban todo
lo que habia contado Bartolomé; ya se habia visto al obispo Adhemar , que habia aparecido con la barba me-
dio quemada y el semblante triste , anunciando que habia estado algunos dias en el infierno , por haber du-
dado un momento del descubrimiento de la santa lanza .

Esta relacion exaltó mas y mas los ánimos . Muchas veces la violencia viene en apoyo de las artimañas ó
de la credulidad . En fin ,Bartolomé, engreido con el papel que hasta entonces habia representado , y tal vez con
las narraciones milagrosas de sus partidarios , que podian aumentar sus propias ilusiones , resolvió , para ter-
minar los debates, el someterse á la prueba del fuego . Esta resolucion devolvió la calma al ejército cristiano ,
y todos los peregrinos fueron convocados para ser testigos del juicio de Dios . Llegado el dia señalado (era un
viernes santo) , una hoguera formada de ramas de olivo fué levantada en medio de una vasta llanura . La
mayor parte de los cruzados estaban reunidos , y todo se preparaba para la prueba terrible , cuando se vió lle-
gar á Bartolomé , acompañado de algunos sacerdotes , que caminaban silenciosamente , con los piés descalzos ,
yrevestido con sus hábitos sacerdotales . Cubierto con una sencilla túnica, el cura de Marsella , llevaba la san-
ta lanza cuyo hierro estaba envuelto en una tela de seda . Así que llegó cerca de la hoguera , el capellan del
conde de San Gilles pronunció en alta voz estas palabras : «Si este ha visto á Jesucristo cara á cara , y si el
apóstol Andrés le ha revelado la divina lanza , que pase sano y salvo al través de las llamas ; y si por el con-
trario ha faltado á la verdad , que sea quemado con la lanza que lleva en sus manos . » A estas palabras , todos
inclinaron la cabeza respondiendo : Hágase la voluntad de Dios (2) .
Entonces Bartolomé se arrodilló , y tomando al cielo por testigo de la verdad de sus palabras , y despues de
haber suplicado al clero y á los fieles que rezaren por él , entró en la hoguera en donde dos pilas de madera
dejabanhueco suficiente para pasar .

Permaneció algunos instantes , dice Raimundo de Agiles , en medio de las llamas , y se salió por la gracia
de Dios sin quemarse la túnica ó vestido , y sin que el sútil velo que cubria la lanza del Salvador hubiese pa-
decido lo mas minimo . Luego hizo la señal de la cruz con la lanza , en presencia de la muchedumbre ansiosa
de verle, y esclamó en alta voz . ¿ Que Dios sea en mi ayuda! ¡ Deus , adjuva! Como todos querian acercarse á él
y tocarle, por la persuasion en que estaban de que habia cambiado de naturaleza , fué atropellado violenta-
mente por la multitud ; sus vestidos fueron rotos , su cuerpo cubierto de cardenales ; y habria perdido la vida si
Raimundo Pelet , ayudado de algunos guerreros, no hubiese ahuyentado á las masas , salvándole del peligro .
El capellan del conde de Tolosa acompaña su narracion con muchas citas maravillosas que creemos deber
omitir. El cronista no puede espresar bastante el dolor que esperimenta , al esplicar la desgraciada suerto

(1) Raul de Caen, que no era partidario de la lanza , y que esclamó hablando de este pretendido descubrimiento: ¡Oh fatuitas
rustica! oh rusticitas credula! no escusa á los provenzales, y nos ha trasmitido los reproches de que eran objeto en el ejército cris-
tiano.2) Raimundo de Agiles . Biblioteca de las Cruzadas
( 14 y 15) 14
106 HISTORIA DE LAS CRUZADAS

de Bartolomé , que murió pocos dias despues , y estando en la agonía , no pudo menos de reconvenir á sus
mas ardientes partidarios , por haberle puesto en la necesidad de probar la necesidad de su discurso por medio
de una prueba tan tremenda .
Su cuerpo fué enterrado en el mismo lugar donde se habia levantado la hoguera . Esta porfiada credulidad
que le habia conducido hasta el punto de ser mártir de sus propias visiones , hizo que su memoria fuese re-
verenciada entre los provenzales ; pero la mayor parte de los peregrinos se dejaron arrastrar por el juicio de
Dios , rehusando creer en los milagros que les habian anunciado, y la santa lanza cesó desde entonces de obrar
prodigios ( 1) .
Mientras que los cruzados estaban reunidos debajo de las murallas de Archas , recibieron una embajada de

Alejo . El emperador griego , queriendo gobernar á los latinos , prometió seguirles á Palestina con un ejér-
cito , si le daban el tiempo necesario para hacer los debidos preparativos : Alejo se quejaba en sus cartas de la
falta de cumplimiento de los tratados que debian hacerle dueño de las ciudades de la Siria y del Asia menor,
que estaban bajo el poder de los cruzados ; pero lo hacia sin acritud, empleando un lenguaje tan circunspec-
to que daba bien à comprender que tambien tenia muchas faltas que reparar . Esta embajada fué mal acogi-
da por el ejército cristiano . La mayor parte de los jefes, en lugar de justificarse de las faltas que se les

imputaban , echaron en cara al emperador su vergonzosa huida durante el sitio de Antioquía , acusándo-
le de haber hecho traicion á la fé jurada á los soldados cristianos .
El califa del Cairo tenia la misma política de Alejo . Este príncipe musulman seguia en relaciones con
los cruzados , las que las circunstancias hacian mas o menos sinceras, pues estaban subordinadas al te-
mor que les inspiraban sus ejércitos . Algunas veces negoció á la vez con los cristianos y con los turcos;
y aborrecia á los unos porque eran enemigos del Profeta , y á los otros porque le habian tomado la Si-
ria . Aprovechándose de la decadencia de los turcos , acababa de hacerse dueño de la Palestina , y como
temblaba por sus nuevas conquistas, envió embajadores al ejército cristiano . Esta embajada llegó al campo
de los cruzados poco tiempo despues que habian partido los diputados de Alejo . Los francos vieron
al mismo tiempo regresar á su campamento , á sus compañeros que habian mandado á Egipto , durante el
sitio de Antioquía . Estos habian sido tratados con distincion ó con desprecio , segun la fama anunciaba
las victorias ó reveses de los cristianos . En los últimos tiempos de su peligrosa mision , fueron conducidos
delante de Jerusalen , que estaban sitiando los soldados del Cairo , paseándolos en triunfo en medio de los
egipcios, que se vanagloriaban de tener por aliada la esforzada nacion de los francos . A su aspecto dicen los
viejos cronistas (2) , que los turcos llenos de espanto habian abierto las puertas á los sitiadores .
La mayor parte de los peregrinos recibieron con entusiasmo á los diputados del ejército cristiano, cuya
muerte ó larga cautividad habian llorado . No cesaban de preguntarles acerca de los males que habian sufri-
do , sobre los paises que acababan de recorrer , sobre la ciudad de Jesucristo que acababan de ver ; y tambien
cuál era la mision de los embajadores de Egipto , y últimamente si llevaban la pazó la guerra . Admitidos los
embajadores egipcios en el consejo , despues de haber protestado de las benévolas disposiciones de su amo,
acabaron por declarar en su nombre que las puertas de Jerusalen solo se abririan á los cristianos desarmados .
A esta proposicion que habia sido ya desechada en medio de las miserias del sitio de Antioquía , los jefes del
ejército cristiano no pudieron contener su indignacion . Por toda respuesta , tomaron la resolucion de apresurar
su marcha hácia la Tierra Santa , amenazando á los embajadores de Egipto de llevar sus armas hasta las ori-
llas del Nilo .

Los cruzados ya no se ocuparon mas que de los preparativos de su marcha . El campamento en el cual ha-
bian esperimentado tantas desgracias fué entregado á las llamas , en medio de las mas vivas aclamaciones del
entusiasmo y de la alegría . Solamente Raimundo se indignó porque se habia levantado el sitio de Archas , y
cuando el ejército cristiano se alejó de una ciudad que él queria someter á sus armas , tomó el partido de seguir
á sus compañeros que no tenian otra idea que la de libertar á Jerusalen .

(1 ) Alberto de Aix , dice que la lanza no había sido otra cosa que una invencion de la industria y de la avaricia (industria et
avaritia) del conde de Tolosa . (Véase la Biblioteca de las Cruzadas t. I.)
Se ignora qué es lo que se habrá hecho de la santa lanza. Muchas iglesias se disputan hoy dia su posesion. Los armenios creen
poscer el hierro sagrado (Véanse las Memorias sobre la Armenia, por M. de Saint- Martin. t . II, p. 421 y 435).—
( 2) Eckkan . (Eiblio-
teca de las Cruzadas. t . I.)
LIBRO CUARTO . -1099-1101 . 107 .

LIBRO IV .

MARCHA Á JERUSALEN. SITIO DE LA SANTA CIUDAD. -BATALLA DE ASCALON - NUEVA CRUZADA. -CONSIDERACIONES .
1099-1101 .

Los cruzados siguen su marcha á Jerusalen . - Perfecta regularidad de sus movimientos. - Itinerario . -Entusiasmo del ejército al
ver la santa ciudad . - Noticia histórica de la ciudad de David . - Medios de defensa de los sarracenos.- Encuentro con el ene
migo.-Acordonamiento de las tropas y sitio . -Narraciones dolorosas de los fugitivos.- El primer asalto desgraciado. —La
falta de agua y de víveres paraliza las operaciones. -Los genoveses acuden con un sccorro inesperado Se corta madera para
construir máquinas. -Reconciliacion de Tancredo y de Raimundo. - Discurso de Fedro el Ermitaño acerca de las profanacio
nes cometidas por los sitiados .-Se prepara todo para un asalto general. - Godofredo de Eouillon conduce á los cruzados á un
segundo asalto. - Igual furor anima á los dos partidos. -Episodios. - Apariciones celestes.-Toma de la plaza. -Escenas
de barbarie y de desolacion . -Su rabia saciada . -Los cruzados van á adorar el sepulcro del Salvador. -Los musulmanes que
se habian quedado en la santa ciudad son condenados á muerte. - Reparto del botin. -La verdadera cruz encontrada. - Di
versas intrigas para la eleccion de un rey.-Eleccion de Godofredo . - Arnaldo de Robes es nombrado obispo de Jerusalen. - Su
conducta desarreglada . -Sus pretensiones .-El visir Afdal se adelanta á la cabeza de un ejército formidable.- Los cruzados
marchan á su encuentro .-Batalla de Ascalon . -Nuevas disensiones. - Un gran número de jefes regresa á su patria —Tancredo
recibe de Manuel Comneno el principado de Laodizea .-El santo zelo lleva al Asia à una multitud de nuevos peregrinos. -Fa
tigas y trabajos de estos últimos. -Reflexiones del historiador.

No puede menos de recordarse que Antioquía habia visto delante sus murallas á mas de trescientos
mil cruzados sobre las armas . Doscientos mil habian perecido , víctimas de los combates , de la miseria y
de las enfermedades . Muchos peregrinos no habian podido suportar las fatigas de la guerra santa , y per
diendo ya la esperanza de ver á Jerusalen , habian regresado al Occidente . Muchos habian fijado su re
sidencia en Antioquía , en Edeso , ó en otras ciudades que habian libertado de la dominacion de los in
fieles ; de manera que el ejército que debia conquistar los santos lugares contaba apenas bajo sus ban
deras cincuenta mil combatientes .

Sin embargo los jefes no titubearon un solo momento en llevar adelante su empresa . Los guerreros que
estaban al frente de las tropas habian resistido á todas las pruebas , no llevando en su séquito á una
2
multitud inútil y embarazosa . Siendo el ejército menos numeroso , habia tambien que temer menos la
indisciplina , la licencia y el hambre . Esperimentados en cierto modo por las pérdidas que habian sufrido ,
era tal vez mas temible que al principiar la guerra . El recuerdo de sus hazañas sostenia su confianza y
su valor , y el terror que inspiraban podia hacer creer al Oriente , que disponian aun de fuerzas con
4 siderables.

Despues de haber vencido al emir de Trípoli en una sangrienta batalla , y haberle obligado á comprar
mediante un tributo la paz y el sosiego de la capital , todos los cruzados se pusieron en marcha hácia Jeru
salen . Era á fines de mayo : la belleza de la primavera y los tesoros del verano cubrian las campiñas
+
que se estienden entre el mar fenicio y las montañas del Líbano . Mieses de trigo y de cebada , doradas
va por el sol de la Siria , numerosos rebaños esparcidos por los valles ó en las vertientes de las colonias ,
naranjos , azufaifos , granados cuyos brillantes frutos les anunciaba la tierra de promision ; las abundantes
aguas , los campos cubiertos de olivos y de morales , las palmeras que los cruzados encontraban por
primera vez en el camino , todas las riquezas de un sol fecundo se desplegaban ante los ojos de un ejér
cito que habia pasado por regiones estériles y que habia esperimentado los tormentos del hambre .
El entusiasmo de los guerreros de la cruz se reanimó á la vista del Líbano , cuya gloria habia cantado

fa Escritura
la mo sos (1)., y sin duda mas de un peregrino buscaba en sus montañas las águilas y los cedros tan

El tomo VII de la Correspondencia de Oriente contiene una descripcion de los cedros del Líbano, y una reseña general de
moramontañas;
sus l. se habla tambien de las poblaciones del Líbano , de sus creencias , sus costumbres y de su situacion política y
408 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Entre las producciones de las riberas fenicias , una planta cuyo zumo era mas dulce que la miel , lla-
mó particularmente la atencion de los cruzados . Esta planta era la caña de azúcar , que se cultivaba
en muchas provincias de la Siria , y sobre todo en el territorio de Trípoli , en donde se habia encon-
trado el medio de estraer la sustancia que los habitantes llamaban zucra ( 1 ) . Segun cuenta Alberto de
Aix, ella habia servido en gran manera á los cristianos afligidos por el hambre en los sitios de Marrah y
de Archas . Esta planta , que es hoy dia una produccion tan importante para el comercio , era desconocida
hasta entonces en Occidente . Los peregrinos la hicieron conocer en Europa ; hácia la terminacion ó fin

de las cruzadas fué trasportada á Sicilia y á la Italia , hasta que los sarracenos la introdujeron en el reino
de Granada , de donde los españoles la trasportaron á Madera y á las colonias de América .
El ejército cristiano seguia las costas del mar , en donde podia aprovisionarse por las flotas de los pi-
sanos , de los genoveses y por la de los piratas flamencos . Para ir á Jerusalen , segun dice el religioso
Roberto , habia tres caminos , el uno por Damasco , fácil y casi siempre llano ; el otro por el Líbano, di-
fícil para los trasportes , y el tercero por la orilla del mar . Los guerreros de la cruz siguieron este úl-
timo. Multitud de cristianos y de piadosos solitarios que habitaban en el Líbano , corrieron á visitar á sus
hermanos de Occidente , llevándoles víveres , y sirviéndoles de guias ( 2 ) ,
Los cronistas contemporáneos se complacen en celebrar el admirable órden que reinaba en un ejército
agitado , tiempo hacia , por la discordia . Los porta -estandartes marchaban á la cabeza de los peregri-
nos , venian luego los diferentes cuerpos del ejército , en medio de este iban los bagajes , cerrando la
marcha el clero y la multitud sin armas . Las trompetas tocaban sin cesar , y los primeros cuerpos ca-
minaban lentamente á fin de que los peregrinos , los mas débiles , pudiesen seguir sus banderas . Todos
turnaban en el servicio de noche , y cuando habia algun peligro , todo el ejército estaba pronto para ba-
tirse . Se castigaba á los que faltaban á la disciplina , se instruia á los que no conocian las leyes ; los je-
fes y los sacerdotes exhortaban á todos los cruzados á ayudarse los unos á los otros , á dar ejemplo de

virtudes evangélicas ; y todos eran valientes , sobrios y caritativos ó se esforzaban para serlo.
Los cruzados pasaron por el territorio de Botrys ( hoy Batroun ) , de Byblos ( Gebail ) , y atravesaron el
1.yem ( Nahrel-Kelb ) en su desembocadero . Tal era el temor que se habia apoderado de los musulmanes
al aproximarse el ejército cristiano , que este no encontró enemigos en un pais que , segun relacion de un
testigo ocular , cien guerreros sarracenos bastaban para prender á todo el género humano . Despues de haber
atravesado el desfiladero de la embocadura del Lyem , el ejército cristiano marchó fácilmente por el rico

territorio de ( Beirout ) Berito ; viendo ya á Sidon y á Tiro , y descansando en los risueños y hermosos jar-
dines de estas antiguas metrópolis , al lado de sus ricas y abundantes aguas. Los musulmanes encerrados
dentro de sus murallas enviaron provisiones á los peregrinos con la condicion de que tenian que res-

petar los jardines , verjeles y demás riqueza de su pais . Antes de llegar á Tiro , descansaron tres dias
en las riberas de Nahr- Kasemieh , en un fresco valle , pero fueron asaltados por unos reptiles que lla-
maban tarandos cuya picada causaba una hinchazon terrible é instantánea , dando unos dolores insopor-
tables y mortales . La vista de estos reptiles , que se cazaban , ya golpeando unas piedras con otras , ya
haciendo ruido con sus escudos , llenó á los peregrinos de sorpresa y de espanto ; pero lo que debia cau-

sarles todavía mayor admiracion , era el estraño remedio que les indicaban los naturales del pais y que
sin duda fué para aquellos mas bien un motivo de escándalo , que un medio de curacion ( 3 ) .
Algunos soldados musulmanes , que salieron de Sidon , se atrevieron á amenazar á los cruzados,
siendo tal la disposicion de los jefes del ejército cristiano , que no supieron aprovecharse de este pre-
testo para apoderarse de la ciudad ó para imponer algunos tributos á los habitantes ; pero nada po-

(1) Alberto de Aix y Jaime Vitry dan algunos detalles acerca la caña de azúcar. (Véase á Alberto de Aix , lib. V. §. 27 y Jaime
de Vitry, 85.2 ) Raimundo de Agiles habla de una poblacion de sesenta mil cristianos que habia en el monte Libano.- (3) Gual-
terio Vinisauf habla de la picadura de estos animales, que llaman insectos . Nada dice del estraño remedio que indica Alberto
de Aix; pero pretende que se conseguia cazarlos haciendo un gran ruido. (Véase la Biblioteca de las Cruzadas, t . 1) . Creemos
poder citar el pasaje latíno de Alberto de Aix , en que trata del remedio indicado por los habitantes del pais, contra la picada de
Jos tarandos. Similiter et aliam edocti sunt medicinam, ut vir percussus sine mora coiret cum muliere, cum viro mulier, et sic ab om-
yi tumore veneni liberatur uterque. (Alb. Aq . lib. V. cap. XL. ) El mismo historiador habla de otro remedio, que consistia en apre-
tar fuertemente la parte mordida para impedir la comunicacion del veneno á los otros miembros del cuerpo . El remedio que se
empleaba en tiempo de Gualterio Vinisauf, era la teriaca.
LIBRO CUARTO. - 1099-1101 .
109.
dia distraerles de su gran empresa . La mayor parte de los jefes que la guerra habia arruinado ,
no trataban ciertamente de enriquecerse con las conquistas ; para mantener á sus soldados , se habian
puesto á sueldo del conde de Tolosa , al que no amaban . Esta especie de sumision fué un sacrificio
de su orgullo , pero á medida que se acercaban á la santa ciudad , era preciso confesar que perdian algo
de su ambicion ó de su indómito carácter y que hasta olvidaban sus pretensiones y disputas .
Los cristianos, siguiendo siempre la ribera del mar , dejaron atrás las montañas, y llegaron a las
llanuras de Tolemaida , hoy San Juan de Acre . El emir, que en nombre del califa de Egipto man
daba en esta ciudad , les mandó víveres prometiéndo entregarles la plaza cuando se hubieren apode
rado de Jerusalen . Como los cruzados no tenian el proyecto de atacar á Tolemaida , recibieron con
alegría la sumision y las promesas del emir egipcio, pero la casualidad les hizo conocer bien pron
to que el gobernador de la ciudad no tenia otra mira que la de alejarles de su territorio 1 y ha

cer que tropezasen con sus enemigos, en el camino que debian andar . El ejército cristiano , despues
de haber abandonado las campiñas de Tolemaida , dejó á Califa á la derecha , pudiendo contemplar el
monte Carmelo , y fué á acampar cerca del estanque de Cesarea , en donde una paloma escapada
de las garras de un ave de rapiña , cayó sin vida en medio del campo cristiano . El obispo de
Apt, que fué el que recogió la mencionada paloma , encontró debajo de sus alas una carta escrita

por el emir de Tolemaida al de Cesarea . « La maldita raza de los cristianos , decia el emir , acaba
de atravesar mi territorio y se dirige hácia el vuestro ; que todos los jefes de las ciudades musul
manas estén advertidos de su marcha , y tomen medidas para destrozar á nuestros enemigos ( 1 ) . »
Se leyó esta carta ante el consejo de los príncipes y ante el ejército . Los cruzados , segun relacion de
Raimundo de Agiles , testigo ocular , demostraron alegria y sorpresa á la vez , no dudando un momen -

to que Dios protegeria su empresa , ya que les enviaba aves del cielo para revelarles los secretos
de los infieles.
Llenos de un nuevo entusiasmo, prosiguieron su marcha , y alejándose de las costas del mar , de

jaron á su derecha á Antipátrida y á Joppe . Siguieron al través de una vasta llanura , que les con
dujo á Lidda , la antigua Dióspolis , célebre por el martirio de san Jorge. No debe olvidarse que
L
san Jorge era el patron de los guerreros cristianos , y que muchas veces habian creido verle , en me
dio de las batallas, combatiendo á los infieles . Los cruzados dejaron en Lidda un obispo y sacerdo
tes para el servicio del culto y del ilustre mártir, consagrándole el diezmo de todas las riquezas
tomadas á los musulmanes . Se apoderaron luego de Ramla , ciudad de la que no hablá la Escri
tura, pero que los cruzados debian hacer célebre ; y reunidos en esta ciudad que habian encon
trado sin habitantes , solo distaban ya diez leguas de Jerusalen . No dudamos que apenas se creerá
lo
que vamos á decir , esto es, que estos valientes guerreros , que habian vencido tantos peligros
y sujetado á tantos pueblos para llegar bajo los muros de la santa ciudad , deliberaban ahora
para saber si irian á sitiar el Cairo ó bien á Damasco ( 2 ) . No viendo á su alrededor
aquella multitud de tropas que habian conquistado á Antioquía y Nicea , pareció que la espe
ranza de la victoria les abandonaba por un momento ; los peligros y desgracias que les esperaban
á la puerta de la ciudad prometida , vino á espantar su imaginacion , y próximos á dar la última
prueba de su valor , parecia que se decian del fondo de su corazon 9 como el Hombre-Dios , en los
momentos de consumar su doloroso sacrificio, que este cáliz pase lejos de mi. Con todo , el recuerdo
de sus victorias, los sentimientos que debía inspirarles la proximidad de los santos lugares , triunfa
ron de su perplejidad , y los jefes resolvieron por unanimidad proseguir su marcha á Jerusalen .
Mientras que
el ejército cristiano avanzaba , los musulmanes que habitaban las riberas del Jordan ,
las fronteras de Arabia y los valles de Sichem , marcharon precipitadamente hácia la capital de la
Palestina , los unos para defenderla con las armas en la mano , y los otros para buscar un asilo pa
ra sus familias y sus rebaños . Por todos los puntos que pasaron , fueron los cristianos del pais mal

(1) La relacion de Raimundo de Agiles ba inspirado al Tasso la ficcion de su XVIII libro, segun la cual un palomo que se di
rigia á Soliman, es perseguido por un halcon y se precipita sobre las rodillas de Godofredo. — 2) Solamente Raimundo de Agiles
habla de esta estraña deliberacion de los jefes, y si este historiador no la hubiese presenciado, no podríamos darle crédito. (Véa
se á Raimundo de Agiles, en la coleccion de Bougars. p. 173. ) Alberto de Aix se contenta con decir que los jefes, despues de
haber atravesado el territorio de Tolemaida , deliberaron si irian á Damasco.
410 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

trata los y cargados de cadenas , los oratorios é iglesias entregados al saqueo y á las llamas . Todas
las comarcas vecinas de Jerusalen presentaban el aspecto de la desolacion , y en todas partes resonaba
el grito de guerra .
Al dejar los cruzados las ciudades de Ramla y de Lidda , se aproximaron á las montañas de Ju-
dea . Estas montañas , sobre las que está edificada la ciudad de Jerusalen , no ofrecen la perspectiva
de las del Tauro ni del Líbano ; sus azuladas cimas á que el cielo parece haber negado su rocio bien-
hechor , aparecen sin verdor ni sombra ; y su árida soledad no tiene otros habitantes que el jabalí
y la gacela , el águila y el buitre . Su fisonomía lleva el sello de la tristeza de Israel , y recuerda
al viajero la melancólica y austera poesía de los profetas . Sobre todo por la parte del este y del
sud , el pais de Jerusalen se presenta al viajero con toda su pálida desnudez ; la parte del oeste,
que fué por donde llegaron los guerreros de la cruz , tiene colinas cubiertas de arbustos, y plante-

les de olivos que anuncian la proximidad de miserables poblaciones .


El ejército cristiano iba avanzando por en medio de un angosto valle , entre dos montañas abra-
sadas por la fuerza del sol . El camino estaba obstruido por la fuerza de las aguas que habian amon-
tonado grandes piedras sobre la via , interceptado el paso tambien por montones de arena que la
me-
tempestad habia reunido , y en fin era intransitable bajo todos conceptos . En este difícil paso , la
nor resistencia de los musulmanes podia triunfar de los peregrinos , y si no encontraron á los enemi-
migos , debian pensar que era porque Dios mismo les facilitaba el arribo á la santa ciudad .
Despues de haber andado desde la aurora , el ejército cruzado llegó al caer la tarde á Anathot, que
Guillermo de Tiro llama impropiamente Emmaus. Anathot estaba situado en un valle bañado por

abundantes manantiales , y los cruzados resolvieron pasar allí la noche ; en cuyo punto recibieron
noticias de Jerusalen , que solo distaba seis millas ; los cristianos fugitivos esplicaban que en Galilea y
en las comarcas vecinas del Jordan se habia entregado todo á las llamas , por los musulmanes á su paso
para Jerusalen , entregando al saqueo las casas de los cristianos. Los jefes del ejército cristiano recibieron
al mismo tiempo á una diputacion de los fieles de Belen , que pedian socorros contra los turcos. Go-.
dofredo recibió con afabilidad á los diputados é hizo partir al momento á Tancredo con cien caballeros ar-
mados , los que fueron recibidos en Belen con mucho entusiasmo por parte del pueblo cristiano , acom-
pañándoles á visitar el establo en donde nació el Salvador . El valiente Tancredo hizo enarbolar su ban-
dera sobre la santa capital , á la misma hora en que fué anunciado el nacimiento de Jesus á los pastores
de la Judea .

Nadie pudo descansar durante la noche que acampó el ejército en Anathot . Un eclipse de luna convirtió
de repente la claridad en tinieblas , mostrándose aquella con un velo ensangrentado : los peregrinos se
horrorizaron , pero los que conocian la marcha y el movimiento de los astros , dice Alberto de Aix , tran-
quilizaron á sus compañeros , diciéndoles que un eclipse de sol hubiera podido ser funesto á los cris-
tianos , pero que un eclipse de luna anunciaba evidentemente la destruccion de los infieles . Así que ama-
neció , todo el mundo se puso en marcha . Los cruzados dejaban á su derecha el castillo de Modin , célebre
por la sepultura de los Macabeos ; pero estas venerables ruinas apenas fijaron sus miradas , tanto
era lo que Jerusalen les llamaba la atencion . Atravesaron sin detenerse el valle de Terebinto , cé-
lebre por los profetas , y tambien el torrente en donde David cogió los cinco guijarros con los que
derribó al gigante Goliath , á su derecha é izquierda se elevaban las montañas en donde acamparon
los ejércitos de Israel y los de los filisteos ; todos estos recuerdos históricos eran inútiles para los
guerreros de la cruz . Así que hubieron trepado por la última montaña que les separaba de la santa
ciudad, presentóseles de repente la vista de Jerusalen . Los primeros que la vieron , esclamaron con
la mayor alegría : Jerusalen ! Jerusalen ! El nombre de Jerusalen vuela de boca en boca , de division
on division , y resuena en el valle donde se encuentra la retaguardia de los cruzados . ¡ Oh buen Jesus!
esclama el monje Roberto , testigo ocular , así que los cristianos vieron tu santa ciudad ¡ cuántas lágrimas
derramaron ! Los unos se apean de sus caballos y se arrodillan , los otros besan la tierra pisada por el
Salvador , y suspirando profundamente , muchos dejan las armas en el suelo , y señalando la ciudad de
Jesucristo repiten juntos : Dios lo quiere ! Dios lo quiere ! renovando el juramento tantas veces hecho de li-
bertar á Jerusalon .
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 141
+
La historia da muy pocos datos positivos acerca del origen y fundacion de Jerusalen . La opinion
comun es que Melquisedec , que se llamó rey de Salem segun la Escritura , residia en Jerusalen ; luego fué
la capital de los jebuseos , lo que hizo que se diera á la ciudad el nombre de Jebus . Del nombre de Jebus
del de Salem, que significa vision ó mansión de la paz , se formó el nombre de Jerusalen ( 1 ) que llevó
y
la ciudad bajo de la dominacion de los reyes de Judá .
En cuanto á magnificencia , Jerusalen no cede á ninguna de las mas antiguas ciudades del Asia . Jere-
mías la llama ciudad admirable por su belleza ; y David la mas gloriosa y mas ilustre de las ciudades de
Oriente . Por la índole de su legislacion religiosa , mostró gran apego hácia sus leyes , pero fué á menudo
el blanco del fanatismo de sus enemigos y hasta del de sus propios habitantes . Sus fundadores , dice Tá-
cito, habiendo previsto que la diversidad de costumbres seria un motivo perenne de guerra ( 2 ) , habian
puesto toda su atencion en fortificarla , y en los primeros tiempos del imperio romano , era Jerusalen una
de las plazas mas fuertes del Asia .
Jerusalen , llamada sucesivamente por los musulmanes ( 3 ) la Santa, la Casa santa , la Noble, formaba
al tiempo de los cruzados , como hoy dia , un cuadro mas largo que ancho , de una legua de circun-
ferencia . Ella contiene en su recinto cuatro colinas: el Moriah ó la mezquita de Omar , ocupa una

porcion del solar del templo de Salomon; el Golgotha , sobre el que está edificada la iglesia de
la Resurreccion , el. Bezetha y el Acra . Solamente la mitad del monte de Sion está dentro de los
muros de Jerusalen , por la parte del mediodía . En tiempo de los reyes hebreos , la santa ciudad
tenia una gran estension ; en la época de su reconstruccion por Adriano , despues de las desgracias
de la conquista, perdió mucho de su antiguo recinto por el mediodía , por el oeste y por el
norte . La montaña de los Olivos domina á Jerusalen por la parte del oriente; entre la montaña de
la ciudad Y el valle de Josafat se presenta una larga rambla en cuyo fondo está el torrente de
Cedron (4) .

Como Jerusalen , bajo la dominacion de los musulmanes , escitaba sin cesar la ambicion de los
conquistadores, disputándose cada dia nuevos enemigos su posesion , es de ahí que no se habia ol-
vidado su fortificacion . Los egipcios que acababan de conquistarla de los turcos , se preparaban para
defenderla , no contra los guerreros que ellos habian vencido, pero sí contra enemigos que las mu-
rallas de Antioquía y los ejércitos numerosos , no habian podido contener en su marcha victoriosa .
Al aproximarse los cruzados , el lugarteniente del califa , Iftikhar - édaulé , habia hecho envenenar
I
las aguas habiéndose circuido de una especie de desierto en el cual los cristianos debian esperimen-
tar toda clase de privaciones . Los víveres , y las provisiones necesarias para un largo sitio , habian
sido trasportadas dentro de la plaza . Un gran número de operarios trabajaban noche y dia en ahon-
dar los fosos , y reparar las torres y las murallas , ascendiendo la guarnicion á cuarenta mil hom-
bres, pues veinte mil habitantes habian tomado las armas . Los ministros de la religion musulmana ,
exhortaban al pueblo á la defensa de la ciudad ; y los centinelas vigilaban sin cesar, sobre los mi--
naretes , sobre las murallas de Jerusalen y sobre la montaña de los Olivos .
Durante la noche que precedió á la llegada del ejército cristiano , muchos guerreros egipcios se habian
adelantado á los cruzados . Balduino de Bourg, con sus caballeros , marchó á su encuentro ; pero abrumado

por el número de sus enemigos , fué prontamente socorrido por Tancredo , que acudió desde Belen . Despues 1
de haber perseguido al enemigo hasta las puertas de la santa ciudad , el héroe normando dejó á sus com-
pañeros y volvióse solo al monte de los Olivos , desde donde contempló tranquilamente la ciudad pro-
metida á las armas y á la devocion de los peregrinos ; pero fué interrumpido en su piadosa contem-
placion por cinco musulmanes que salieron de la ciudad y vinieron á atacarle ( 5 ) . Tancredo no tra-

( 1 ) El nombre de Solym ha sido formado de Hierosolyma . — - ( 2 ) Historias, lib. V. — ( 3 ) El historiador árabe de Jerusa-
len y de Hebron dice que el peregrino , á su llegada á la santa ciudad , esperimenta una alegría inesplicable que inunda su
corazon. Este historiador cita cuatro versos de un peregrino musulman , cuyo sentido es el siguiente : Habíamos sufrido mu-
cho durante nuestro viaje , pero en entrando á Jerusalen , creimos entrar en el cielo . ( 4 ) Puede verse en el IV y V tomo
de la Correspondencia de Oriente un trabajo completo sobre el actual estado de Jerusalen.- 5) Este hecho que el Tasso ha involu-
crado con algunas ficciones , es relatado por Raul de Caen , Gesta Tancredi, cap. CXII . El mismo historiador añade , que
Tancredo encontró en el monte de los Olivos à un ermitaño natural de Sicilia y que miraba á Roberto Guiscard como al ene-
migo de su pais . Este ermitaño acogió con respeto al héroe italiano , y le enseñó al rededor de Jerusalen los lugares mas ve-

1
412 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

tó de evitar el combate ; tres de ellos sucumbieron bajo su acero , y los otros dos huyeron hacia la
ciudad.

Sin apresurarse de modo alguno , Tancredo fué á reunirse con el ejército , que con el mayor entusiasmo
se adelantaba sin órden aproximándose á la santa ciudad , cantando estas palabras de Isaías : Jerusalen ,
alza los ojos y mira al libertador que viene á romper tus cadenas .
Al dia siguiente de su arribo , los cruzados se ocupaban en formar el sitio de la plaza . Una esplanada
cubierta de olivos se estiende por la parte septentrional , en cuyo punto el terreno presenta una superficie
compacta , y es el lugar mas á propósito para acampar el ejército al rededor de la ciudad . Godofredo
de Bouillon , Roberto , conde de Normandía , y Roberto , conde de Flandes , levantaron sus tiendas en
medio de esta esplanada ; estendióse el campamento desde la gruta de Jeremías hasta los sepulcros de
los reyes . Tenian delante la puerta llamada de Damasco , y la pequeña puerta de Herodes , hoy dia ta-
piada .
Tancredo sentó sus reales á la derecha de Godofredo y de los dos Robertos , sobre el terreno que mira
al noroeste de las murallas. Despues del campo de Tancredo , seguia el de Raimundo , conde de Tolosa ,
frente de la puerta de Poniente . Sus tiendas cubrian las alturas llamadas hoy colinas de San Jorge, se-
paradas de las murallas por el estrecho valle de Rephaïm y por un vasto estanque . Esta posicion no le
permitia concurrir activamente á los trabajos del sitio , y por esto determinó trasladar parte de sus tro-
pas hacia el lado meridional de la ciudad , esto es , sobre el monte Sion , en el mismo lugar en donde
Jesucristo habia celebrado la Pascua con sus discípulos . Entonces , lo mismo que hoy dia , la parte del

monte Sion que no cae dentro de la ciudad , presentaba poca estension . Los cruzados que se habian co-
locado en este punto , podian ser alcanzados por las flechas lanzadas de lo alto de las torres y de las
murallas . Las disposiciones militares de los cristianos dejaban libres los costados de la ciudad defendidos
por el mediodía , por el valle de Gihon ó de Siloé , y al oriente por el valle de Josafat . La ciudad santa
fué cercada tan solo á medias por los peregrinos . Solamente se habia establecido sobre el monte de los
Olivos un campo de vigilancia .
Cada paso que daban los peregrinos al rededor de Jerusalen, les suscitaba un recuerdo religioso . Este ter-
ritorio reverenciado por los cristianos no tenia valles ni peñascos que no tuviesen un nombre en la historia
sagrada . Todo cuanto veian aumentaba su entusiasmo ; no pudiendo sobre todo desviar la vista de la santa
ciudad , cuyo estado de abatimiento les condolia . Esta ciudad, en otro tiempo tan magnífica y suntuosa , pare-

cia sepultada dentro sus propias ruinas , y era preciso, para servirnos de las espresiones de Josefo, preguntar
al mismo Jerusalen dónde estaba Jerusalen . Con sus casas cuadradas, sin ventanas y cuyo remate era un

terrado liso, se ofrecia á los ojos de los cruzados como una masa enorme de piedras hacinadas entre peñas-
cos . Solo se veia descollar en su recinto algunos cipreses y palmeras por en medio de los que se elevaban va-
rios campanarios en el cuartel de los cristianos y algunas mezquitas en el de los infieles . En los valles y sobre
los puntos cercanos de la ciudad , que las antiguas tradiciones representaban como cubiertas de jardines y
de sombra agradable , crecian apenas algunos olivos y espinosos arbustos . El aspecto de estas áridas campi-
ñas, de estas rocas cortadas, de este suelo enfermo y rojizo y de esta naturaleza quemada por el sol, presen-
taba por todas partes á la imaginacion de los peregrinos imágenes de luto , é inspiraba una sombría triste-

za á sus sentimientos religiosos . Les parecia oir la voz de los profetas que habian anunciado la esclavitud y
las desgracias de la ciudad de Dios , y en el esceso de su devocion se creian llamados á devolver á aquella su
brillo y esplendor .
Lo que inflamó todavía mas y mas el celo de los cruzados para libertar la santa ciudad, fué la llegada de

un gran número de cristianos que habian salido de Jerusalen , y que privados de sus bienes y arrojados de
sus casas , venian en busca de socorro y de asilo . Estos cristianos contaron los padecimientos é insultos de
que habian sido víctimas los que profesaban la religion de Jesucristo . Los musulmanes se habian quedado
en rehenes á las mujeres, niños y ancianos, y los hombres que eran aptos para empuñar las armas eran
condenados á los trabajos mas penosos . El jefe principal del hospital de los peregrinos habia sido cargado de
cadenas, lo mismo que otros muchos cristianos . Se habian robado todos los tesoros de las iglesias para aten-

nerados de los peregrinos . Vió , dice Raul de Caen , al pueblo que llenaba las calles de la santa ciudad , à las milícias que
temblaban , á las mujeres desconsoladas , y al clero invocando el cielo .
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 113

der de esta manera al equipo de los soldados musulmanes. El patriarca Simeon habia pasado á la isla de Chi-
pre con el objeto de implorar la caridad de los fieles y de salvar á su rebaño amenazado de muerte, si no pa-
gaba el enorme tributo impuesto por los opresores de la santa ciudad . En fin , cada dia los cristianos de Jeru-
salen eran víctimas de nuevos ultrajes , y varias veces los infieles habian formado el proyecto de entregar á
las llamas el Santo Sepulcro y la iglesia de la Resurreccion .
Los cristianos fugitivos , mientras hacian tan dolorosas relaciones , exortaban á los peregrinos á que
activasen el ataque contra Jerusalen . Desde los primeros dias del sitio , un ermitaño que habia fijado su
retiro en la montaña de los Olivos , vino á reunir sus súplicas con las de los cristianos echados de la ciudad ,
y pidió encarecidamente á los cruzados , en nombre de Jesucristo , del que decia ser intérprete , que
diesen el ataque general . Estos , que no tenian ni escalas ni máquinas de guerra , siguieron los consejos
del piadoso ermitaño , y creyeron que su audacia y sus espadas bastaban para derribar las murallas
de los enemigos. Los caudillos , que habian presenciado tantos prodigios obrados por el valor y el entu-
siasmo de sus soldados , y que no habian olvidado la terrible miseria sufrida en el sitio de Antioquía ,
cedieron fácilmente á la impaciencia del ejército ; y desde este momento , la vista de Jerusalen infla-
mó los corazones de un ardor que parecia invencible , no dudando los menos crédulos que Dios secun-
daria su valor por medio de milagros .
Dada la primera señal , el ejército cristiano avanzó ordenadamente hácia las murallas . Los unos, reu-
nidos por batallones en columna cerrada , se guarecian con sus escudos que formaban sobre sus cabezas

una especie de bóveda impenetrable , y se esforzaban en destruir la muralla con el ausilio de la pica y
el martillo ; mientras que el resto del ejército , formado á alguna distancia en línea de batalla , ofendia á
la ciudad con la honda y la ballesta . El aceite , la pez hirviendo, piedras enormes y grandes vigas , caian
sin cesar sobre las primeras filas de los cruzados . Nada podia intimidar el valor de los sitiadores . Ya el
antemuro habia cedido á sus esfuerzos , pero la muralla interior les oponia un obstáculo insuperable . Solo
se encontró una escala que pudiese llegar á lo alto de las murallas : mil valientes se disputaron el honor
de subir en ella ( 1 ) , y algunos que se habian encaramado hasta casi arriba de todo , luchaban cuerpo á
cuerpo con los egipcios , que no podian comprender tanto valor y heroismo . Sin duda los cruzados hubie-
ran entrado en Jerusalen el mismo dia , si hubiesen tenido las máquinas de guerra y demás útiles necesa-
rios pero los sitiados recobraron aliento , el cielo no hizo los milagros prometidos por el ermitaño , y los
primeros que dieron el asalto , no pudieron ser socorridos por sus compañeros que solo encontraron una
muerte gloriosa sobre las murallas de la santa ciudad.
Los cristianos regresaron á su campamento , deplorando su imprudencia y su credulidad . Este primer
revés les enseñó que no debian fiarse ni contar siempre con los milagros , y que ante todo era preciso
construir las máquinas de guerra , pero era difícil el procurarse la madera necesaria en un pais que solo
ofrecia un terreno estéril ; varios destacamentos fueron enviados con este objeto . La casualidad quiso
que encontrasen en el fondo de una caverna grandes vigas , que fueron trasportadas al campamento . Se
destruyeron las casas y hasta las iglesias que se habian salvado del incendio , y toda la madera se empleó
en la construccion de máquinas de guerra .
Sin embargo los trabajos del sitio no calmaban la impaciencia de los cruzados , no pudiendo evitar
tampoco los males que amenazaban todavía al ejército cristiano . Así que los peregrinos llegaron delante
de Jerusalen se desarrollaron los mas grandes calores del verano . El torrente de Cedron estaba seco ;
todas las cisternas vecinas habian sido envenenadas . La fuente de Siloé que manaba á intervalos , no

podia bastar á la multitud de peregrinos que acudian á ella . Bajo de un cielo de fuego , en medio de
una árida comarca , el ejército cristiano se encontró bien pronto víctima de todos los horrores de la sed .
Desde este momento , una sola idea ocupaba la mente de los jefes y de los soldados , esto es , la de
procurarse el agua necesaria . La mayor parte de los peregrinos , arriesgándose á caer en manos de
los musulmanes , recorrian noche y dia las montañas y los valles , y cuando habian descubierto una

(1 ) Tancredo, segun Raul de Caen , se precipitó sobre está escala para subir el primero , pero los soldados y los no-
bles se opusieron á esta resolucion ; con todo fué preciso agarrarle por el brazo y quitarle la espada . Un hombre jóven,
(Riambaldo Croton) le reemplaza ; y bien pronto llega a lo alto de la escalera; pero cubierto de heridas, se ve oblicado á re-
tirarse. (Véase la Biblioteca de las Cruzadas . t. I.)
15
114 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

fuente ó una cisterna , todos acudian en tropel y hasta se disputaban con las armas algunas gotas de
agua cenagosa . Los habitantes del pais traian al campo pellejos llenos de agua que habian sacado de
las cisternas viejas ó de los pantanos ; la muchedumbre sedienta se arrojaba á ellos y hasta los pere
grinos mas miserables daban algunas monedas , para obtener algunos sorbos de una agua fétida , mez
clada con gusanos malignos y sanguijuelas que les causaban enfermedades mortales ( 1 ) . Cuando daban
de esta agua á los caballos , estos la olfateaban , y manifestaban su repugnancia rechazándola con un
fuerte resoplido ; y careciendo de buenos pastos , echados sobre un suelo lleno de inmundicia , no se ani
maban ya al toque del clarin de guerra ni casi tenian fuerzas suficientes para llevar á los ginetes
al combate .

Las bestias de carga , completamente abandonadas , perecian miserablemente, y la putrefaccion que


arrojaban sus cadáveres inficionaba la atmósfera de exhalaciones venenosas .
Cada dia la posicion de los cruzados se hacia mas crítica ; cada dia el sol era mas abrasador ; la
aurora no tenia rocío , y las noches no eran menos calurosas que los dias. Los guerreros mas esfor
zados y robustos imploraban la lluvia ó los milagros , por los cuales el Dios de Israel habia hecho

manar de las peñas del desierto una hermosa y cristalina agua . Todos maldecian este pais , cuyo pri
mer aspecto les habia llenado de alegría , pero que desde el principio del sitio parecia vomitar sobre
ellos las furias del infierno . Los mas fervorosos no podian comprender cómo , estando delante de la ciudad
de salud , tenian que sufrir tanto ; pero no disminuyendo en lo mas mínimo su entusiasmo , y deseando
la muerte , se veia algunas veces como se precipitaban sobre las murallas de la ciudad de Dios y be
saban las invencibles piedras , esclamando con los ojos llenos de lágrimas : ¡ Oh Jerusalen ! recibe nues
tros últimos suspiros ; que tus murallas caigan sobre nosotros , y que la santa polvareda que te circuye
cubra nuestros huesos .

La falta de agua habia llegado á tal punto que apenas se acordaban de los escasos víveres de que
podian disponer. Todos los infortunios se habian reunido para agobiar á los cruzados . Si los sitiados
hubiesen atacado al ejército cristiano , estando en esta disposicion , le hubieran destruido fácilmente ; pero
el Oriente no habia olvidado las victorias de los soldados de la cruz , y este recuerdo les protegia en
melio de sus apuros ; sin embargo , preciso es decir que hubo momentos durante los cuales se en
tregaron á la desesperacion , pero jamás conocieron el miedo . Su histórica seguridad , en medio de tantos
males y peligros que les rodeaban , los hizo respetar de sus mismos enemigos , que temblaban al ver
les , creyéndoles invencibles .
Mientras que los cristianos se lamentaban de su miseria y sobre todo de no tener las máquinas de guerra
suficientes para asaltar de nuevo la plaza , les llegó repentinamente un socorro que por cierto no esperaban.
Se supo en el campamento que una flota genovesa habia entrado en el puerto de Joppe , cargada de municio
nes y de provisiones de toda especie . Semejante noticia causó suma alegría á la multitud de peregrinos . Un
cuerpo de trescientos hombres , mandado por Raimundo Pelet , partió para servir de vanguardia al convoy
que el cielo parecia enviar al ejército cristiano . Estos trescientos guerreros , despues de haber batido , cerca
de Lidda , á los musulmanes que tuvieron que dispersarse , entraron en la ciudad de Joppe , abandonada por
sus habitantes. La armada cristiana habia sido sorprendida y quemada por la de los infieles ; pero se habian
podido salvar los víveres y gran cantidad de instrumentos para la construccion de máquinas de guerra ; todo lo
cual fué trasportado al campo cristiano ; este convoy, atacado muchas veces por los infieles , llegó bajo los
muros de Jerusalen , seguido de un gran número de ingenieros y carpinteros genoveses , cuya presencia reno
vó la emulacion y el valor entre los sitiadores.

Como escaseaba la madera para la construccion de máquinas , un sirio , segun Guillermo de Tiro, el mis
mo Tancredo , si se ha de dar credito á Raul de Caen , condujo á los cruzados á algunas leguas de Jerusalen ,
hácia el antiguo territorio de Samaria y el pais de Gabaon, famoso por el milagro de haberse parado el sol
en medio de su curso . De este punto era la madera que se escogia para los sacrificios del templo, en tiempos

(1) Se cree poder asegurar que estas enfermedades mortales eran verdaderas hemorragias ; porque igual enfermedad pade
ció el ejército francés en la espedicion de Egipto, en 1798 , bebiendo aguas turbias, en las que se encontraron sanguijuelas que la
falta de limpieza impedia ver. Estas sanguijuelas se fijaban en la garganta, produciendo mortales hemorragias, cuya causa se
ignoraba; pero luego que esta se descubrió, se aplicó el oportuno remedio .
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 115

de los jueces y de los reyes de Israel, hoy dia sin embargo , como en tiempo de los hebreos y de las cruzadas ,
el pais de Sichem es el que mas abunda en madera ( 1 ) .
Allí, los cristianos descubrieron el bosque de que habla el Tasso , en la Jerusalen libertada : él no ofrece sin
embargo el misterioso y terrible aspecto que le atribuye la imaginacion del poeta italiano ; pues los soldados
de la cruz penetraron en él sin temor alguno y sin esperimentar ninguna clase de obstáculos . Los abetos, los
cipreses y los pinos que en él se encontraron , cayeron bajo el hacha sin que les defendiesen el encantamien
to de Ismeno ni las armas de los musulmanes . Los carros , tirados por camellos , trasportaban al campamen
to los árboles cortados , y á medida que iban llegando se les empleaba para los trabajos del sitio . Como los jefes
estuviesen faltos de dinero , el zelo y la caridad de los peregrinos ocurrieron á esta necesidad , ofreciendo á
aquellos todo lo que habian conservado del botin hecho al enemigo . Nadie estaba ocioso ; los caballeros y los
barones se entregaron tambien al trabajo ; todos los brazos tenian suficiente ocupacion , en fin todo era activi
dad y movimiento en el ejército cristiano . Mientras los unos construian arietes , catapultas y caminos cu
biertos , los otros llevaban pellejos , iban á buscar agua á la fuente de Elpira en el camino de Damasco , ó á la
de los Apóstoles, mas allá de Betania , en el valle que se llama el desierto de San Juan , ó á otra que manaba
al oeste de Belen , en donde , se dice , que el diácono san Felipe bautizó á la esclava de Candacia , reina de
Etiopia ( 2) . No faltaba tampoco quien preparase las pieles de las bestias de carga muertas , para cubrir las
máquinas de guerra y prevenir los efectos del fuego ; mientras que los otros rocorrian las montañas , en bus
ca de ramas de higuera y de olivo para levantar ó construir faginas .
Aun cuando los cristianos tuvieron que sufrir mucho por causa de la sed , del calor de la esta
cion y del clima , la esperanza de poner pronto término á los males que les afligian , les daba fuer

zas para sobrellevarlos. Los preparativos del ataque adelantaban con increible actividad . No pasaba
un dia sin que se acabasen nuevas máquinas colocándulas al momento en el sitio desde el * cual
debian ofender las murallas enemigas . Su construccion corria á cargo del célebre Gaston de Bearn ,
de cuya habilidad
፡ y pericia hablan los historiadores. Entre estas máquinas , llamaban la aten
cion tres enormes torres , de nueva construccion , compuestas de tres pisos ó departamentos ; el pri
mero estaba destinado á los operarios que dirigian los movimientos , y el segundo y tercero para los.
guerreros que debian dar el asalto . Estas tres fortalezas portátiles tenian mayor elevacion que las
murallas de la ciudad sitiada (3) , y se habia adoptado el sistema de poner en la cúspide de aque

llas una especie de puente levadizo , que bajado sobre las murallas facilitaba la entrada á la pla
za enemiga (4) .

Pero estos poderosos medios de ataque no eran los únicos que debian secundar los esfuerzos de
los cruzados, el entusiasmo religioso de donde nacieron tantas proezas y hazañas , debia aun aumen
tar su ardor y prepararles una nueva victoria ( 5 ) . El clero se repartió por todo el campamento
exhortando á los peregrinos á la penitencia y á la concordia . La miseria , que solo produce
D quejas y recriminaciones , habia endurecido los corazones de los cruzados , sembrando la division en
tro los jefes y soldados . En otros tiempos , los guerreros cristianos se disputaban las ciudades y
3 provincias , y ahora lo hacian tambien de las cosas mas comunes , siendo todo objeto de rivalidad
of y de controversias . Los obispos procuraron hacer que renaciese el espíritu de paz y de fraternidad
30 (1) En mis anteriores ediciones, habia tomado el bosque de Cesarea , por el bosque encantado del Tasso; yo mismo habia pu̟
S

lo blicado una memoria relativa al mismo asunto en las piezas justificativas del tomo I : y los viajeros mas ilustrados me habian
105 becho confirmar mas y mas en mi opinion. Pero habiéndome trasladado personalmente á dicho bosque, he reconocido mi er
ror. (Véase la correspondencia de Oriente t . IV, p . 164 y siguientes .-(2, Estas diversas fuentes están descritas é indicadas en la
10 Correspondencia de Oriente.- (3) El caballero de Folard , en su tratado del ataque de plazas , en los comentarios sobre Polibio, habla
de la torre de Godofredo , que él llama equivocadamente la torre de Federico I en Jerusalen; y da una descripción detallada y
15 un exacto plano de esta torre, que despues varios escritores contemporáneos la han descrito exactamente.-(4) Raul de Cacr ..
(Biblioteca de las Cruzadas, t. I . )—(5) El Tasso ha tomado de los cronistas la idea del solitario, que aconseja á los cruzados el
=

prepararse al asalto por medio de la oracion y de la penitencia. Nos parece que el poeta , al hablar de la procesion de las cru
zados al rededor de Jerusalen, no ha sabido aprovecharse de la mejor ocasion que podia proporcionársele, para hablar de los.
306 Santos Lugares, y de traer á la memoria los poéticos recuerdos que podian animar y adornar su cuadro. Los hombres de un
gusto severo , podrian hacer cargos á Tasso por la poca exactitud de sus descripciones. ¡ Qué colores mas vivos ofrecia á su gento
el aspecto austero y religioso á la vez del pais de Jerusalen ! Causa admiracion el ver en este pais las grutas , los sotos, los va
lles, en una palabra, paisajes como los que se encuentran bajo del ciclo de Italia . Tendremos ocasion de hacer ver lo que falta
18 enla Jerusalen libertada bajo el punto de vista de la veracidad .
416 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

entre los cruzados . El solitario del monte de los Olivos unió sus exhortaciones á las del clero , y di
rigiéndose á los príncipes y al pueblo , les dijo : « Vosotros que habeis venido de las regiones del
Occidente para adorar la tumba de Jesucristo, amaos como hermanos y santificaos por medio del ar
repentimiento y de las buenas obras . Si obedeceis las leyes de Dios , él os hará dueños de la santa
ciudad , pero si las desechais , su cólera caerá sobre vuestras cabezas . » El ermitaño aconsejó á los
cruzados que hiciesen una procesion al rededor de Jerusalen , para invocar la misericordia y protec
cion del cielo .
Los peregrinos , que estaban persuadidos que las puertas de la ciudad sitiada no debian abrirse so
lamente á fuerza de armas , sino tambien por la devocion , acogieron con docilidad las exhortaciones
del ermitaño, y se apresuraron á seguir su consejo , que lo miraban como un precepto divino . Des
pues de tres dias de un riguroso ayuno, salieron de sus cuarteles, y marcharon con los piés des
calzos Ꭹ la cabeza descubierta hácia las murallas de la santa ciudad . Precedíales el clero que iba
revestido con hábitos blancos llevando las imágenes de los santos , y cantando los salmos y demás

cánticos de la Iglesia . Los estandartes ondeaban en medio de las armas cruzadas , y el sonido de los
timbales y trompetas se oia desde muy lejos ; de este modo los hebreos , en otro tiempo , se habian
apoderado de la torre de Jericó cuyas murallas se desplomaron al sonido de una música militar .
Los cruzados salieron del campo de Godofredo hácia el norte de la ciudad santa , bajaron por el
valle de Josafat , pasaron entre el sepulcro de la Virgen y el jardin de los Olivos , y subieron final
mente á las sagradas alturas de la Ascension .
Así que estuvieron en la cúspide de la montaña , el espectáculo mas imponente se presentó de
lante de sus ojos : al oriente , el mar Muerto se dibujaba en el valle de Jericó como en un brillante
espejo , y el Jordan como una cinta plateada ; las montañas de la Arabia se estendian en el horizonte
cual murallas azuladas : al occidente los peregrinos contemplaban á sus piés á Jerusalen y las pá
lidas colinas de la Judea . Reunidos en el mismo lugar desde el que Jesucristo subió á los cielos , y
creyendo distinguir las huellas de sus pisadas , escucharon las últimas exhortaciones de los clérigos y
de los obispos ,

Arnaldo de Rohes, capellan del duque de Normandía , les dirigió tambien un patético discurso para encare
cerles la necesidad en que estaban de redoblar su celo y su constancia ; y al finalizar su discurso,
y con la vista fija sobre Jerusalen les dijo: « Ya veis la herencia de Jesucristo hollada por los im
píos , hé aquí en fin el digno premio de todos vuestros trabajos , hé aquí el lugar en donde Dios.
os perdonará todas vuestras faltas , y bendecirá vuestras victorias. » A la voz del orador los defenso
res de la cruz se humillaron delante de Dios , dirigiendo sus miradas á Jerusalen .
Como Arnaldo les invitaba en nombre de Jesucristo á perdonar las injurias , Tancredo y Raimun
do que estaban enemistados desde mucho tiempo , se abrazaron en presencia de todo el ejército . Los
soldados y los otros jefes imitaron su ejemplo ; y los mas ricos prometieron socorrer con sus li
mosnas á los pobres y á los huérfanos que militaban bajo la enseña de la Cruz . Todos olvidaron
sus fatales discordias, jurando permanecer fieles á los preceptos de la caridad evangélica .
Mientras que los cruzados se entregaban á los dulces sentimientos de su piedad , los sitiados ,
ronaban las murallas de Jerusalen , levantaban varias cruces que profanaban con sus ultrajes , in
sultando con sus gestos y sus esclamaciones las ceremonias de los cristianos . « Vosotros oís , les dice
>> Pedro el Ermitaño , las amenazas y las blasfemias de los enemigos del verdadero Dios : jurad defender
>> á Jesucristo perseguido y crucificado segunda vez por los infieles . Ved como espera nuevamente so
>> bre el Calvario para redimir vuestros pecados . » A estas palabras del cenobita , la multitud le inter
rumpe con gemidos y gritos de indignacion . Todo el ejército arde en deseos de vengar los ultrajes
hechos al Hijo de Dios . « Sí , yo juro por vuestra piedad , prosiguió el orador , yo juro por vuestras
armas , que el reinado de los impíos toca ya á su término . El ejército del Señor solo necesita presentar
se , y toda esa multitud de musulmanes deaparecerá como el humo . Hoy todavía están llenos de or
gullo y de insolencia , mañana les vereis cubiertos de terror , y sobre este Calvario que vais á asal
tar , les vereis delante de vosotros como los centinelas del Sepulcro, que vieron caérseles las armas
do las manos , y casi morir de miedo y espanto cuando un temblor de tierra les anunció la pre
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LIBRO CUARTO . — 1099-1101 . 117

sencia de Dios resucitado . Dentro pocos instantes , estas murallas que han sido durante tanto tiem
po el abrigo del pueblo infiel , serán la mansion de los cristianos ; estas mezquitas construidas sobre
las ruinas cristianas, servirán de templo al Dios verdadero , y Jerusalen solo oirá los cánticos de ala
banza hacia el Salvador . >>

Al finalizar Pedro su discurso , el entusiasmo de los cruzados llegó á su colmo, exhortábanse mu


tuamente á sobrellevar las fatigas y trabajos cuya gloriosa recompensa estaba ya próxima . Los cris
tianos descienden del monte de los Olivos para regresar á su campamento , y dirigiéndose hácia el
mediodía , atraviesan el valle de Siloé , y pasan cerca del estanque en donde Jesucristo dió la vis
ta á un ciego de nacimiento , y se adelantan hácia la montaña de Sion , en donde otros recuerdos vie
nen á inflamar nuevamente su entusiasmo . Durante este piadoso camino los peregrinos se vieron
muchas veces espuestos á los dardos que les dirigian los sitiados desde lo alto de sus murallas , y
muchos , heridos mortalmente , espiraban al fin en medio de sus hermanos , bendiciendo á Dios é im
plorando su justicia contra los enemigos de la fé . Hácia la tarde , el ejército cristiano regresó á sus
cuarteles repitiendo las palabras del Profeta Los de Occidente temerán al Señor , y los de Oriente
verán su gloria. Llegados al campamento , los peregrinos pasaron la noche orando; los jefes y los
soldados se confesaron , y recibieron por medio de la comunion al Dios cuyas promesas les llenaban
de esperanza ,

Mientras que el ejército cristiano se preparaba de esta suerte para el combate , el silencio mas pro
fundo reinaba al rededor de los muros de Jerusalen , solamente se oia de cuando en cuando á algunos
musulmanes desde lo alto de las mezquitas de la ciudad , llamar á sus compañeros á la oracion : los
infieles acudian en tropel á sus templos para implorar la proteccion de su Profeta , jurando por la
piedra misteriosa de Jacob defender una ciudad que llamaban la casa de Dios . Los sitiados y los si
tiadores tenian un mismo valor y les animaba igual deseo de derramar sangre , los unos por con
servar á Jerusalen y los otros por conquistarla . La rabia que les dominaba era tan grande , que durante
todo el tiempo del sitio , ningun diputado musulman pasó al campo de los cristianos , ni estos se digna
ron tampoco intimar la rendicion de la plaza á aquellos . Entre tales enemigos , el choque debia ser
terrible y la victoria implacable .
Revolvióse I
" en el consejo de los jefes , el aprovechar el entusiasmo de los peregrinos y activar
el asalto cuyos preparativos estaban adelantados . Godofredo situó su campo hacia el ángulo oriental de
la ciudad cerca de la puerta de San Esteban . El terreno de este nuevo campamen
to ofrecia un sitio
á
muy a propósito para dar un asalto por este lado era la muralla esterior mas baja que en otros
puntos y la superficie plana del terreno tenia la necesaria estension para la colocacion y juego de
las máquinas de guerra . Los cronistas contemporáne
os se admiran de la prontitud con que se llevó á
cabo un cambio tan grande . Los arietes y las torres fueron desmontada y trasportad
s as pieza por pieza
al nuevo campo : este prodigioso trabajo , que debia decidir el éxito del sitio y la toma de Jerusalen ,
se hizo en una sola noche , y en una noche del mes de julio , es decir durante el espacio de cinco
ó seis horas.

Cuando yo describia , veinte y nueve años atrás , el sitio de la santa ciudad , los cronistas que me
servian de guia , me presentaban este punto con mucha oscuridad ; concebí entonces la idea de ir á acla
rar mis dudas sobre el terreno. Pero me faltaron medios y ocasion por espacio de mucho tiempo ; mas
finalmente he podido ver. la verdad por mis propios ojos , y he podido seguir á los peregrinos al rede
dor de la santa ciudad . Muchas veces me he parado en el mismo lugar donde Godofredo habia estable
cido su último campamento , y he podido reconocer el sitio en donde se decidió la mas grande victoria
de los soldados de la cruz , esto es la toma de Jerusalen .
Debo añadir todavía , para ser mas claro , que las murallas han esperimentado alguna variacion por
este lado. En las murallas construidas por órden de Soliman , el circuito de la ciudad era mas grande
por el ángulo nordeste ; y visitando la parte interior de la ciudad , he reconocido un terreno llano , la
mitad cubierto de miserables chozas , y la restante inhabitada en tiempo de los cruzados , este terreno
estaba fuera de la ciudad , y este fué el sitio en que se colocó la torre de Godofredo y en que se trabó
el combate decisivo de los sitiadores. Yo espero que con esta esplicacion , mis lectores , sobre todo los
148 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

que han visto á Jerusalen , me seguirán fácilmente en todo lo que me falta que decir , interin prosigo
mi relacion.

Tancredo se quedó con sus máquinas y su elevada torre , hácia la parte noroeste de la ciudad , no
lejos de la puerta de Belen y delante de la torre angular que llevó despues el nombre de aquel . El du-
que de Normandía y el conde de Flandes se habian aproximado un poco al campo de Godofredo , te-
niendo delante la parte septentrional de la ciudad , y detrás la gruta de Jeremias . El conde de San Gil ,
encargado del ataque meridional , se encontraba separado de la muralla por una especie de rambla ó
torrentera que era preciso secar. Al efecto hizo publicar por medio de un heraldo de armas , que él
pagaria un dinero á cada persona que echase en dicha torrentera tres piedras , é inmediatamente el
pueblo acudió para secundar los esfuerzos de los soldados . Un granizo de dardos y de flechas lanzados
desde lo alto de las murallas , no pudo enervar el zelo y el ardor de los trabajadores. En fin , al tercer
dia concluyóse esta operacion , y los caudillos dieron la órden para el ataque general.
El jueves dia 14 de julio de 1099 , desde que amaneció , los clarines resonaban en todo el campo
cristiano ; todos los cruzados volaron á empuñar las armas , todas las máquinas de guerra se pusieron
en movimiento , y los pedreros lanzaban contra el enemigo multitud de pedernales , mientras que al abrigo
de caminos cubiertos se hacian aproximar los arietes á las murallas. Los archeros y ballesteros dirigian
sus tiros contra los egipcios que guarnecian los muros y las torres ; y los intrépidos guerreros, cubiertos
con sus escudos , plantaban las escalas en los puntos en los que la plaza parecia ofrecer menor resistencia .
Por la parte del mediodía , del oriente y del norte de la ciudad , las torres se avanzaban hácia la
muralla en medio de la gritería de los operarios y soldados . Godofredo pareció sobre lo mas alto de esta
fortaleza de madera , acompañado de su hermano Eustaquio y de Balduino de Bourg , animando á los
suyos con su ejemplo . Todos los venablos que él lanzaba , dicen los historiadores , llevaban la muerte á
los sitiados . Raimundo , Tancredo , el duque de Normandía y el conde de Flandes combatian en medio
de sus soldados ; los caballeros y los hombres de armas acudian en todos los puntos donde mayor era.
el peligro.
Nada puede igualarse con el furor del primer choque de los cristianos ; pero es preciso confesar que en
todos los puntos encontraron una terrible resistencia . Las flechas y los venablos , el aceite hirviendo, ek
fuego griego ó misto incendiario y catorce máquinas que los sitiadores oponian á las de los enemigos , re-
chazaron por todos lados el ataque y los esfuerzos de los acometedores . Los infieles salieron por una brecha
abierta en la muralla y probaron el incendiar las máquinas de los sitiadores , introduciendo el desórden en
el ejército cristiano . Al finalizarse la jornada , las torres de Godofredo y de Tancredo no podian ya ser mo-
vidas , y la de Raimundo estaba arruinada . La lucha habia durado doce horas , sin que pareciece decidirse
la victoria por los cruzados ; la noche vino á separar á los combatientes . Los cristianos se retiraron á sus
campamentos llenos de coraje y de dolor ; los jefes , especialmente los dos Robertos , no podian consolarse de
que Dios no les hubiese juzgado todavia dignos de entrar en la santa ciudad y de adorar el sepulcro de su Hijo.
La noche se pasó por una y otra parte en la mas viva inquietud , cada uno lloraba sus pérdidas y tem-
blaba por las que habian de venir . Los musulmanes temian una sorpresa ; los cruzados temian á la vez que

los musulmanes no incendiasen las máquinas que habian dejado al pié de las murallas . Los sitiados se ocu-
paron sin descanso en reparar las brechas hechas á sus murallas , y los sitiadores en poner sus máquinas en
estado de poder servir para un nuevo asalto . El dia siguiente se repitieron los mismos combates que en el
anterior .
Los jefes se esforzaban por medio de sus discursos en reanimar el valor de los cruzados . Los sacerdotes

y los obispos recorrian las tiendas de los soldados anunciándoles los socorros del cielo . El ejército cristiano,
poseido de una nueva confianza en la victoria , se puso sobre las armas , y avanzóse silenciosamente hácia-
el lugar del ataque, mientras que el clero marchaba procesionalmente al rededor de la santa ciudad .
El primer encuentro fué terrible . Los cristianos , indignados por la resistencia que esperimentaron el dia
anterior , combatian desesperadamente . Los sitiados , que habian sabido la llegada de un cuerpo de tropas
egipcias, estaban animados con la esperanza de la victoria ; máquinas formidables cubrian sus murallas :
por todas partes oíanse silbar los venablos , las piedras , y las vigas lanzadas por los cristianos y por los in-
fieles chocaban entre si haciendo un ruido espantoso , y volvian á caer sobre los sitiadores . Los musulma-
LIBRO CUARTO. - 1099-1101 . 119

nes no cesaban de arrojar desde lo alto de las torres teas incendiarias y botes de fuego . Las fortalezas de ma-
dera de los cristianos se aproximaban á las murallas en medio de un incendio general . Los infieles se diri-
gian sobre todo á la torre de Godofredo , en la que brillaba una cruz de oro , cuyo aspecto provocaba sus fu-
rores y sus ultrajes . El duque de Lorena habia visto caer á su lado á uno de sus escuderos y á muchos de
sus soldados , y á pesar de ser el blanco de los tiros enemigos , combatia en medio de los muertos y heridos,
no cesando de exhortar á sus compañeros á que redoblasen su valor y constancia . El conde de Tolosa , que
atacaba la ciudad por la parte del mediodía , oponia todas sus máquinas á las de los musulmanes , teniendo
que combatir al emir de Jerusalen , que animaba á los suyos arengándolos , y se subia á las murallas, rodea-
do de los mejores soldados egipcios . Hácia el norte estaban Tancredo y los dos Robertos al frente de sus bata-
llones . Inmóviles sobre su fortaleza , mostrábanse impacientes de esgrimir la lanza y la espada . Sus arietes
puntos , detrás de los cuales los sitiados estrechaban sus filas
habian ya desmoronado las murallas por varios puntos

y ofrecian una última trinchera á los ataques de los cruzados .


En medio del combate , parecieron sobre las murallas de la ciudad dos mágicos ( 1 ) conjurando ,
dicen los historiadores , los elementos y potestades del infierno .
Ellos no pudieron evitar la muerte que invocaban contra los cristianos , y sucumbieron bajo el
esforzado valor de estos . Dos emisarios egipcios , llegados de Ascalon para exhortar á los sitiados á defen-
derse , fueron sorprendidos por los cruzados cuando iban á entrar en la ciudad . Uno de ellos murió á manos
de los cruzados , y el otro despues de haber revelado el secreto de su mision fué destinado al servicio de
una máquina , sobre las murallas en donde combatian los musulmanes .
Sin embargo , el combate duraba ya desde el amanecer , y los cruzados no abrigaban esperanza
alguna de entrar en la plaza . Todas sus máquinas ardian , y faltaba el agua y sobre todo el vinagre (2)
que solo podia apagar la especie de fuego arrojado por los sitiados . En vano los mas valientes se es-
ponian á toda clase de peligros para evitar la ruina de las torres de madera y de los arietes , ellos caian se-
pultados debajo de sus ruinas , y la llama devoraba sus escudos y sus vestidos . Muchos guerreros , de los
mas valientes , habian hallado la muerte al pié de las murallas un gran número de los que guarne-
cian las torres habían quedado fuera de combate , y los demás , cubiertos de sudor y de polvo , abati-
dos con el peso de sus armas y con el calor que hacia , empezaban á desmayar . Los sitiados , que lo lle-

garon á conocer , se alegraron en gran manera . Entre las muchas blasfemias que salian de sus bocas ,
echaban en cara á los cristianos el que adorasen á un Dios que no podia defenderles . Los sitiadores de-
ploraban su suerte , y creyéndose abandonados de Jesucristo , permanecian inmóviles sobre el campo de
batalla.

Pero bien pronto la lucha iba á cambiar de aspecto . De repente los cruzados vieron aparecer sobre la
montaña de los Olivos á un caballero agitando un escudo y dando al ejército cristiano la señal para
entrar en la ciudad . Godofredo y Raimundo fueron los primeros que lo vieron y esclamaron San Jorge
viene al socorro de los cristianos . El tumulto del combate no daba lugar á examinar ni menos á discutir ,
y la vista del celeste caballero entusiasma poderosamente á los sitiadores que vuelven á la carga con
el mayor
denuedo . Las mujeres , los niños y hasta los enfermos corren á tomar parte en la pelea , lle-
vando agua , víveres
y armas , uniendo sus esfuerzos con los de los soldados para aproximar á las mura-
llas las torres , que eran el espanto de los enemigos . La de Godofredo se adelantaba en medio de una terri-
ble descarga de piedras , dardos y de fuego griego , y dejaba caer su puente todavía sobre la muralla . Al
mismo tiempo infinidad de dardos inflamados vuelan contra las máquinas de los sitiados , contra los sacos de

(1) Como el Tasso emplea a menudo la magia, hemos buscado con cuidado en los historiadores contemporáneos lo que puede
tener relacion con este género maravilloso. El hecho que citamos aquí, despues de Guillermo de Tiro y de Fernardo el Tesorero,
es el único que hemos podido hallar. Algunos historiadores han dicho que la madre de Kerbogá era hechicera y que ella habia
anunciado la derrota de Antioquía. En vano será pretender ballar otros hechos análogos en la historia de la primera cruzada.
Debemos añadir que la magia estaba mucho menos en boga en el siglo doce, que en el que vivió el Tasso. Los cruzados eran
sin duda muy supersticiosos, pero su supersticion no se fijaba en pequeñeces, ellos creian en los fenómenos que les parecia ver
en el cielo, creian en la aparicion de los santos y en las revelaciones hechas por el mismo Dios; pero no ereian en la magia . La
hechicería nos viene de los pueblos del Norte que se establecieron en la Normandía, con su mitología particular, y puede ser que
sus ideas se combinasen con la alquimia de los árabes de España - 2) Guillermo de Tiro y Raimundo de Agiles. Biblioteca
de las Cruzadas .
120 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

paja y de heno y contra los sacos de lana que cubrian los últimos muros de la ciudad . El viento aumenta-
ba el incendio y arrojaba las llamas sobre los musulmanes . Estos , envueltos entre los torbellinos de fuego y de
humo , retroceden al aspecto de las lanzas y de las espadas cristianas . Godofredo , precedido de los dos her-
manos Letaldo y Enjelberto de Tournay y seguido de Balduino de Bourg , de Eustaquio, de Raimbaldo Cro-
ton de Guicher , de Bernardo de Saint-Vallier y de Amenjeu de Abret , derrota á los enemigos , les persigue y
se arroja dentro de Jerusalen . Todos los valientes que combatian desde la plataforma de la torre , siguen á su
intrépido caudillo, penetrando con él en las calles de la santa ciudad , pasan á cuchillo á todos los que encuen-
tran á su paso.

Mientras esto tenia lugar , se difunde en el ejército cristiano la noticia que el santo pontífice Adhemar y
muchos cruzados , muertos durante el sitio , acaban de aparecer á la cabeza de los que estaban asaltando la
plaza, y habian enarbolado los estandartes de la cruz sobre las torres de Jerusalen . Tancredo y los dos Rober-
tos, animados por esta relacion , multiplican su valor y sus esfuerzos y se arrojan por fin dentro de la plaza ,
acompañados de Hugo de San Pablo , de Gerardo de Rosellon , de Luis de Monson , de Conando y Lamberto de
Monteagudo y de Gaston de Bearn . Una multitud de valientes les siguen de cerca : los unos entran por una
brecha medio abierta , los otros suben á las murallas por medio de escalas, y muchos se precipitan de lo alto
de las torres de madera . Los musulmanes huyen por todas partes y resuena por todo Jerusalen el grito de vic-
toria de los cruzados : ¡Dios lo quiere! ¡ Dios lo quiere! Los compañeros de Godofredo y de Tancredo van con el
hacha á derribar la puerta de San Esteban , y queda la ciudad abierta á los cruzados que se disputan la en-
trada y el honor de batirse por última vez con los infieles .

Solamente Raimundo encontraba todavía alguna resistencia . Advertido de la conquista de los cristianos ,
por los gritos de los musulmanes , por el ruido de las armas y por el tumulto y gritería que se oye dentro de
la plaza , reanima el valor de sus soldados . Estos, impacientes por reunirse á sus compañeros, abandonan su
torre y sus máquinas que ya no podian mover , y precipitándose sobre las escalas y ayudándose los unos á los
otros , llegaban hasta lo alto de la muralla , precedidos del conde de Tolosa , de Raimundo Pelet , del obispo de
Bira , del conde de Die y de Guillermo de Sabran . Nada puede contener su impetuoso ataque, dispersan á los
musulmanes que van á refugiarse con su emir en la fortaleza de David ( 1 ) , y bien pronto los cruzados reuni-
dos en Jerusalen se abrazan , y llorando de alegría no piensan mas que en continuar la victoria .
Sin embargo la desesperacion reanima por algunos momentos á los mas valientes de los egipcios; que se
echan sobre los cristianos que avanzaban en desórden y corrian al saqueo . Estos empezaban á retirarse de-
lante del enemigo que habian vencido , cuando Everardo de Puysaie , cuyo valor ha celebrado Raul de Caen ,
reanimó el valor de sus compañeros , pónese á su cabeza y llena de nuevo de terror á los infieles. Desde enton-
ces los cruzados no tuvieron mas enemigos á quienes combatir .
La historia hace mencion acerca la circunstancia de haber entrado los cristianos en Jerusalen un viernes á

las tres de la tarde , por ser el dia y la hora en que Jesucristo espiró por la salvacion de los hombres. Esta época
memorable debia llenar los corazones de los cruzados de sentimientos de misericordia ; pero irritados por lasame
nazas y los insultos de los musulmanes, endurecidos por los males que habian sufrido durante el sitio , y por
la resistencia que habian encontrado en el ataque de la ciudad , llenaron de sangre y de luto á Jerusalen que
acababan de libertar y que miraban como su futura patria . Bien pronto la carnicería se hizo general : los que
escapaban del hierro de los soldados de Godofredo y de Tancredo , perecian á manos de los provenzales igual-
mente sedientos de sangre enemiga . Los musulmanes eran muertos en las calles , y en sus casas : Jerusalen
no ofrecia asilo alguno á los vencidos : unos pudieron escapar de la muerte precipitándose de las murallas,
otros corrian atropelladamente á refugiarse en los palacios , en las torres, y principalmente en sus mezquitas
en donde no pudieron sustraerse á la persecucion de sus enemigos .

(1 ) Los autores orientales apenas dan detalles sobre el sitio de Jerusalen . Las historias árabes manuscritas que se encuentran ett
el
la Biblioteca Real y que M. Reinaud ha traducido (Biblioteca de las Cruzadas) solo contienen vagas reseñas. Solamente dicen que
sitio duró mas de cuarenta días, y que los cristianos mataron á muchos musulmanes. Debe hacerse aquí una observacion general.
Los historiadores árabes, cuando los musulmanes esperimentaron reveses, son avaros de detalles , contentándose con relaciones vagas,
añadiendo: Así Dios lo ha querido, que Dios maldiga á los cristianos . Aboul Feda no da mas detalles que los otros. Dice que la matanza
de los musulmanes duró siete dias seguidos , y que sesenta mil personas fueron muertas en la mezquita de Omar , lo que es eviden-
temente exagerado.
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 121

Los cruzados , dueños de la mezquita de Omar , en donde los musulmanes se habian defendido algun tiem-
po, renovaron las deplorables escenas que mancharon la conquista de Tito. La infantería y la caballeria en-
tró confusamente con los vencidos . En medio del mas horrible tumulto , se oian los ayes y los gritos de los
moribundos, y los vencedores caminaban sobre montones de cadáveres , para alcanzar á los que en vano
buscaban escaparse . Raimundo de Agiles , testigo ocular , dice que en el templo y debajo del pórtico de la
mezquita la sangre llegaba á la rodilla , y casi hasta el bocado de los caballos . Para pintar este terrible espec-
táculo , que la guerra ha ofrecido dos veces en el mismo lugar , bastará reproducir las palabras del his-
toriador Josefo , que dice que el número de las víctimas inmoladas por el acero escedia mucho al de
los vencedores , que habian acudido de todas partes para tomar parte en la lucha , repitiendo las vecinas
montañas del Jordan , por medio del eco , el espantoso ruido que se oia en el templo .
La imaginacion quiere desviarse con horror de esas escenas desgarradoras, y puede apenas, en medio
de tantas matanza , fijarse en el triste cuadro que presentaban los cristianos de Jerusalen cuyas cadenas aca-
baban de romper los cruzados . Apenas habia sido conquistada la ciudad , cuando se les vió correr hácia
los vencedores , partiendo con ellos los víveres que habian podido salvar de la rapacidad de los musulmanes y
dando gracias a Dios por haber hecho triunfar la causa de los soldados de la cruz . Pedro el Ermitaño , que
cinco años antes habia prometido armar el Occidente para libertar á los fieles de la santa ciudad , debió gozar
mucho con el espectáculo que presentaban los cristianos llenos de reconocimiento y de alegría . Los cristia-
nos de Jerusalen , en medio de la multitud de los cruzados , parecia que solo buscaban el generoso cenobita
que les habia visitado en sus sufrimientos y cuyas promesas habian tenido el mas puntual cumplimiento ,
corriendo todos al rededor del venerable ermitaño . A él era á quien dirigian sus cánticos proclamándole
por su libertador ; y le contaban los males que habian sufrido durante su ausencia , pudiendo apenas creer
lo que pasaba delante sus ojos , y en medio de su entusiasmo, que Dios se hubiese servido de un solo hom-
bre parà sublevar tantas naciones y obrar tantos prodigios .

A la vista de sus hermanos quienes habian dado la libertad , se acordaron sin duda los peregrinos que
habian venido para adorar el sepulcro de Jesucristo . El piadoso Godofredo que se habia abstenido de tomar
parte en la matanza despues de la victoria , dejó á sus compañeros , y seguido de tres criados ( 1 ) encami-
nose sin armas y con los piés descalzos á la iglesia del Santo Sepulcro . Al momento este acto de devocion
llegó á noticia del ejército cristiano , y al instante todas las venganzas y todas las cuestiones se apaciguan, los
cruzados se despojan de sus sangrientos vestidos , y conducidos por el clero marchan juntos , con los piés
descalzos y la cabeza descubierta , hácia la iglesia de la Resurreccion ( 2) .
AsíI que el ejército estuvo reunido al rededor del Santo Sepulcro , empezó á hacerse de noche . El mas pro-

fundo silencio reinaba en las plazas públicas y en las murallas ; y solo se oian en la santa ciudad los cánti-
cos de penitencia y estas palabras de Isaías : Vosotros que amais á Jerusalen , regocijaos con ella . Los cruzados
mostraron entonces una devocion tan viva y tan tierna , que se hubiera dicho , segun advierte un historiador
moderno (3) , que estos hombres que acababan de tomar una ciudad por asalto y de hacer una horrible
carnicería , salian de un largo retiro y de meditar profundamente nuestros misterios . Estos contrastes ines-
plicables se repiten con frecuencia en la historia de las Cruzadas . Algunos escritores han querido , con este
motivo, poder formular una acusacion contra la religion cristiana ; á otros , no menos ciegos y apasionados , les
ha servido de pretesto para atenuar los deplorables escesos del fanatismo ; pero el historiador imparcial se
limita á consignarlos compadeciéndose de las debilidades de la humana naturaleza .
El piadoso fervor de los cristianos no hizo mas que suspender las escenas de sangre y de desolacion . La
política de algunos caudillos pudo hacerles creer que era necesario inspirar gran terror á los musulmanes;
y pensando tal vez , que si daban libertad á los que habian defendido á Jerusalen , tendrian despues necesi-
dad de combatirlos , y que estando en un pais rodeado de enemigos el guardar á tantos prisioneros cuyo

( 1 ) Alberto de Aix nombra á estos tres criados Baldric , Adelberon y Stabulon . En hablando de la procesion de Godofredo,
da cuenta de una antigua vision de Stabulon , jefe de los criados del duque de Bouillon , el que anunció la conquista de la santa
ciudad ( Biblioteca de las Cruzadas t. 1) .— (2) Algunos historiadores dicen que los cristianos no fueron al Santo sepulcro hasta el
dia siguiente de entrar en Jerusalen . Nosotros seguimos la opinion de Alberto de Aix que nos parece mas verosímil.— 3) El padı o
Maimbourg ( Historia de las Cruzadas) .

(16 y 17) 16
182 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

número escedia á los soldados que debian vigilarles , era una cosa muy peligrosa , resolvieron en consejo
sentenciar á muerte á todos los musulmanes que permanecian en la ciudad ( 1 ) .
El fanatismo secundó cumplidamente esta bárbara política . Todos los enemigos que se habian salvado
de la horrible matanza y que creian conservar sus vidas por medio de un rico rescate , fueron condenados
á muerte , la que sufrieron de varias maneras. A los unos se les obligó á precipitarse desde lo alto de las
torres y de las casas , á los otros se les hizo morir por medio de las llamas , y algunos fueron arras-
trados hasta las plazas públicas en donde eran inmolados sobre un monton de cadáveres . Ni las lágrimas
de las mujeres , ni los gritos de los tiernos infantes , ni el aspecto del lugar en el que Jesucristo perdonó
á sus verdugos , pudieron desarmar el brazo del irritado vencedor . Tan grande fué la carnicería , que, se-
gun cuenta Alberto de Aix , se veian montones de cadáveres , no solamente en los palacios , en los tem-
plos y en las calles , sino hasta en los lugares mas recónditos y solitarios . A tal estremo habia llegado
el delirio de la venganza y del fanatismo , que estas escenas no causaban ninguna admiracion . Los his-
toriadores contemporáneos las consignan sin tratar de escusarlas , y en su relacion , llena de horrorosos de-
talles , no dejan traslucir ningun sentimiento de reprobacion ó de piedad .
Los cruzados cuya alma no era indiferente á los sentimientos generosos , no pudieron contener el furor
de un ejército que dominado por las pasiones de la guerra creia vengar la religion ultrajada . Trescientos
hombres refugiados en la plataforma de la mezquita de Omar fueron inmolados , el dia siguiente de la
conquista , á pesar de los ruegos de Tancredo que les habia enviado su estandarte para su salvaguardia,
y que se indignó porque se respetaban tan poco las leyes del honor y de la guerra . Solamente los musul-
manes que se habian retirado en la fortaleza de David , se salvaron de la muerte . Raimundo aceptó su
capitulacion y tuvo la dicha y la gloria de hacerla ejecutar , y este acto de humanidad pareció muy
estraño á los ojos de la mayor parte de los cruzados .
La matanza no cesó hasta al cabo de una semana . Los musulmanes que durante este intervalo habian
podido sustraerse á la persecucion de los cristianos , fueron destinados á servir en el ejército . Los historiado-
res orientales , de acuerdo con los latinos , elevan el número de los muertos en Jerusalen á mas de setenta
mil . Los judíos no fueron mas afortunados que los musulmanes , pues se prendió fuego à la sinagoga en donde
se habian refugiado y todos perecieron víctimas de las llamas ,
Como los cadáveres amontonados en las plazas públicas , y la sangre que habia en las calles y en las mez-
quitas , podian ser causa de enfermedades contagiosas , los jefes dieron órden para limpiar la ciudad y apar-
tar de ella un espectáculo , que debía ser odioso á los cruzados á medida que el furor y la venganza se calma-
ba en sus corazones . Algunos prisioneros musulmanes que no habian escapado de la cuchilla enemiga sino
para caer en la mas cruel servidumbre , fueron encargados de enterrar los mutilados cadáveres de sus her-
manos y de sus amigos . Ellos lloraban , dice el fraile Roberto , y trasportaban los cadáveres fuera de Jerusa-

len . ayudándoles en esta dolorosa comision los soldados de Raimundo , que habian entrado últimamente en
la ciudad , y como habian tenido poca parte en el botin , buscaban todavía entre los muertos algunos despojos
del enemigo .
Bien pronto la ciudad de Jerusalen presentó una nueva faz . En el espacio de algunos dias habia cambiado
de habitantes , de leyes y de religion . Antes de dar el último asalto , se habia convenido , siguiendo la cos-
tumbre de los cruzados en sus conquistas , que cada guerrero se haria dueño y poseedor de la casa ó del
edificio en donde entrase primeramente . Una cruz , un escudo ó cualquier señal fijada en la puerta , era
para cada uno de los vencedores el título de posesion . El derecho de propiedad fué respetado por los soldados,
ávidos del saqueo , y vióse repentinamente reinar el mejor órden en una ciudad que acababa de ser teatro
de todos los horrores de la guerra . Una parte de los tesoros quitados á los infieles , fueron empleados en so-
correr á los pobres y huérfanos y en restaurar los altares de Jesucristo que acababan de encontrarse en la santa
ciudad. Las lámparas , los candelabros de plata y oro , los ricos ornamentos que se encontraron en la mez-
quita de Omar , se adjudicaron á Tancredo . Una crónica dice que estos suntuosos despojos hubieran necesi-

(1) Alberto de Aix inserta la sentencia dictada por el consejo de los jefes; esta sentencia se apoya en los motivos que indica
mos aquí . Como esta pieza es muy notable, la insertamos íntegra en la Biblioteca de las Cruzadas , t . I. La relacion hecha po
el mismo Alberto de Aix de la carnicería que duró una semana , y que nosotros hemos procurado describir lo mas pálidament
posible, se encuentra asimismo en el resúmen que hace este historiador.
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 123

tado seis carros para su trasporte y que fueron precisos dos dias para retirarlos de la mezquita . Tancredo
dividió estas inmensas riquezas con el duque de Bouillon , que habia escogido por su señor.
Pero los cruzados pronto olvidaron estos tesoros prometidos á su valor para admirar la conquista mas
preciosa á sus ojos : y esta era la verdadera cruz tomada por Cosroes y devuelta á Jerusalen por Heraclio.
Los cristianos encerrados en la ciudad , durante el sitio , la habian ocultado á la rapacidad de los musulma-
nes. El aspecto de aquella escitó el mas vivo trasporte entre los peregrinos . De este acontecimiento , dice
una antigua crónica , estuvieron los cristianos tan contentos como si hubiesen visto el cuerpo de Jesucristo pen-
diente de la cruz. Paseóse la mencionada cruz en triunfo por las calles de Jerusalen , y fué colocada despues
nuevamente en la iglesia de la Resurreccion .
Diez dias despues de la victoria , los cruzados se ocuparon de relevar el trono de David y de Salomon , co-
locando en él á un jefe que pudiese conservar una conquista que los cristianos acababan de llevar á cabo , á
precio de tanta sangre. Estaba reunido el consejo de los príncipes , y uno de los jefes se levantó (la historia
nombra al conde de Flandes ) y les habló en estos términos : « Hermanos y compañeros mios , estamos reuni-
>>>dos para tratar un negocio de la mas alta importancia . Jamás tuvimos mas necesidad de los consejos de la
>>sabiduría y de las inspiraciones del cielo . En los tiempos ordinarios , siempre se desea que la autoridad es-
>>té en manos hábiles , pero en las circunstancias actuales debemos elegir el mas digno, para gobernar este
>> reino que está en gran parte en poder de los bárbaros . Ya sabemos que los egipcios amenazan esta ciudad á
>>la que vamos á dotar de gobierno ; y que la mayor parte de los guerreros cristianos que han tomado las ar-

>>mas están impacientes por regresar á su patria , abandonando á otros el cuidado de defender sus conquis-
>> tas. El nuevo pueblo que debe habitar este terreno, no tendrá en su vecindad pueblos cristianos que pue-
>>>dan socorrerle y consolarle en sus desgracias . Sus enemigos están cerca de él , y sus aliados al contrario es-
>>tán mas allá de los mares ; y el rey que nosotros le habremos dado , será su solo apoyo en medio de los peli-
»gros que le rodean . Es pues preciso que el que sea llamado á gobernar este pais , esté dotado de todas las
>>circunstancias y cualidades necesarias para conservarlo con gloria ; es preciso que una al valor natural de
>>los francos la templanza , la fé y la humanidad ; porque nos enseña la historia : que es en valde haber triun-
»fado con las armas , si no se confia el fruto de la victoria á la sabiduría y á la virtud
>> No olvidemos sobre todo , hermanos y compañeros mios, que se trata menos , hoy dia , de dar un rey , que
»> un fiel guardian al reino de Jerusalen . Aquel que nosotros escogeremos por jefe , debe servir de padre â
»> todos aquellos que renunciarán á su patria y á su familia , para servir á Jesucristo y defender los santos lu-
> gares; debiendo hacer florecer la virtud sobre esta tierra en donde Dios mismo ha dado el ejemplo , y debe
> convertir al mismo tiempo á los infieles á la religion cristiana , acostumbrándoles á nuestros hábitos y hacer.
que bendigan nuestras leyes . Si por desgracia elegís al que no sea digno , destruireis vosotros mismos vues-
> tra propia obra y sereis la ruina del nombre cristiano en este pais. No tengo necesidad de recordaros las
»hazañas y los trabajos con los cuales nos hemos apoderado de este territorio , ni tampoco haceros mencion
» de los votos mas tiernos de nuestros hermanos que se han quedado en Occidente . ¡ Qué disgusto seria para

» ellos y para nosotros si al regresar á Europa oíamos decir que el bien público se ha descuidado y que la
religion se ha abolido en estos lugares, en los cuales hemos levantado nuevamente los altares ! Entonces mu-
»> chos atribuirian á la fortuna, y no á nuestra virtud , los grandes hechos que hemos llevado á cabo , mien-
tras que los males que esperimentaria este reino , creeria la opinion pública que son el fruto de nuestra im-
»prudencia.
>>> No creais sin embargo , hermanos y compañeros mios , que yo hablo así , porque ambicione el poder y de-
>>see captarme vuestro favor y vuestros votos . No , lejos de mí la presuncion de aspirar á tal honor ; y pongo
» al cielo y á los hombres por testigos que si llegareis á ofrecerme la corona , yo no la aceptaria , porque es¬
toy firmemente resuelto á regresar á mis estados . Lo que yo acabo de deciros , no tiene otras miras que ha-
» cer la felicidad y la gloria de todos . Yo os suplico , finalmente , que recibais este consejo como yo os le doy ,
» esto es , con afecto, con franqueza y lealtad, y que elijais por rey al que por su virtud será el mas capaz de
>>conservar y estender un reino del cual están pendientes el honor de vuestros hermanos y la causa de Jesu-
>> cristo. >>

Apenas el conde de Flandes hubo finalizado su discurso , cuando todos los jefes hicieron grandes elogios
de los sentimientos y prudencia del orador . La mayor parte de ellos pensaron ofrecerle el titulo de rey , que
121 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

acababa de rechazar ; porque el que en esta circunstancia rehusa una corona , parece ser el mas digno de ella ;
pero Roberto se espresó con franqueza y buena fé , y suspiraba el momento de regresar á Europa contentan
dose del título de hijo de San Jorge , que habia obtenido por sus heroicos hechos en la guerra santa .
Entre les jefes dignos de ser llamados á ocupar el trono de Jerusalen , ocupaban un lugar preferente
Godofredo , Raimundo , el duque de Normandía y Tancredo . Este último solo buscaba la gloria de las armas ,
y tenia en menos el título de rey , que el de caballero . Roberto de Normandía habia demostrado mas valor
que ambicion , y despues de haber despreciado la corona de Inglaterra , debia serle indiferente la de Jerusalen.
Si debe creerse á un historiador inglés , él hubiera podido obtener los sufragios de sus compañeros , pero re
husó el trono de David por indolencia y por pereza ; lo que hizo que Dios se irritase contra él , añade el mis
mo autor , y que en nada prosperase durante el resto de su vida . El conde de Tolosa habia hecho juramento
de no regresar á Europa ; pero todos temian su ambicion y su fiero carácter , circunstancias que hicieron que

jamás en el ejército obtuviese la confianza y el amor de los peregrinos ni aun de sus criados (1 ) .
Mientras que la opinion estaba indecisa , el clero se indignaba de que se ocupasen primeramente de nom-
brar un rey , que de dar un jefe espiritual á la santa ciudad . Pero la mayor parte de los eclesiásticos , envi
lecidos por la miseria y entregados á la disolucion , inspiraban poco respeto á los cruzados (2) , y este clero tran
seunte, desde la muerte del obispo de Puy , contaba en su número á pocos hombres que se recomendasen por
su clase , por sus virtudes y por su talento á la estimacion de los peregrinos . Los jefes del ejército no tomaron
en consideracion las reclamaciones de aquellos , pero al fin se decidió que el rey seria nombrado por un conse
jo compuesto de diez personas de los mas célebres entre el clero y el ejército . Ordenóse que se hiciesen roga
tivas, ayunos y limosnas para que el cielo se dignase presidir el nombramiento que se iba á hacer . Los que
estaban nombrados para elegir al rey de Jerusalen , juraron en presencia del ejército cristiano no escuchar
ningun interés, ninguna afeccion particular y solamente coronar la sabiduría y la virtud .
Estos electores , cuyos nombres no nos ba conservado la historia , pusieron el mayor cuidado en estudiar la
opinion del ejército con respecto á cada uno de sus jefes . Guillermo de Tiro cuenta que fuéron á interrogar
hasta á los familiares y criados de todos los que tenian pretensiones á la corona de Jerusalen , y les hicieron
prestar juramento de decir todo lo que supiesen tocante á las costumbres , carácter é inclinaciones mas se
cretas de sus amos . Los criados de Godofredo de Bouillon rindieron la declaracion mas brillante de las virtu

des domésticas de su amo , y en medio de su sencillez solo le echaron en cara un defecto , y era , el de contem
plar con una vana curiosidad las imágenes y las pinturas de las iglesias, y de permanecer en estas mucho
tiempo despues de los divinos oficios , lo que hacia que á menudo se olvidaba de la hora de comer , y los man
jares preparados para su mesa se enfriaban y perdian su sabor (3) .
Para añadir á este testimonio mas valor , se hacia mencion de las hazañas del duque de Lorena en la guer
ra santa . Todos se acordaban que durante el sitio de Nicea habia muerto el turco mas formidable ; que sobre
el puente de Antioquía habia partido á un gigante , y que en el Asia menor espuso su vida para salvar la de
un soldado perseguido por un oso . Se contaban tambien otras hazañas que le colocaban sobre de los demás
jefes .
Los sufragios del pueblo y del ejército estaban á favor de Godofredo , y para que nada faltase á su derecho
al mando supremo , y para que su elevacion fuese de todo punto conforme al espíritu de la época , se supo que
habian anunciado su eleccion revelaciones milagrosas. El duque de Lorena habia aparecido , en sueños , á
varias personas dignas de fé ; á la primera , sentado sobre el mismo trono del sol , rodeado de aves del cielo,
imágen de los peregrinos : á la segunda , teniendo en la mano una lámpara parecida á una estrella de la no
che y subiendo por una escalera de oro á la celeste Jerusalen , y la tercera habia visto sobre el monte Sinaí
el héroe cristiano saludado por dos mensajeros divinos y recibiendo la mision de conducir y gobernar al pue
blo de Dios .

(1 ) Raimundo de Agiles refiere que se habia ofrecido la corona al conde de Tolosa y que este decididamente la rehusó : lo
mismo dice Ana Comneno. Estos dos testimonios son algo sospechosos. (Biblioteca de las Cruzadas. t . I.)—(2) Guillermo de Tiro,
Jib . IX. dice, con relacion al clero de las Cruzadas, que despues de la muerte de Adhemar se habian visto confirmadas las palabras
del Profeta : Tal pueblo, tal clero. Solo debia hacerse una escepcion à favor del obispo de Albania y de algunos otros, bien que
pocos . — 3) Es fácil reconocer aquí el testimonio particular del cocinero y del jefe de los criados de Godofredo de Bouillon; y nada
es mas curioso que la gravedad con que el arzobispo de Tiro cuenta esta circunstancia.

TIREN
PeintparMadrano
GraveparL Massard
GODOFREDO ELEJIDO REY DE JERUSALEN .

Godefroy de Bouillon .
ilu roi de Jérusalem
23 Juillet 1099
LIBRO CUARTO . -1099-1101 . 125

Los cronistas contemporáneos hacen relacion de otras maravillas , y encuentran en las mismas visiones los
designios de la Providencia . Uno de ellos comenta gravemente estos sueños proféticos, declarando que la
eleccion de rey de Jerusalen , decretada tiempo hacia en el consejo de Dios , no podia considerarse como obra
de los hombres.
Estando los espíritus en esta disposicion , esperaban los cruzados con impaciencia los efectos de la inspira-
cion divina . En fin los electores , despues de haber deliberado ampliamente y tomado las informaciones nece-
sarias , proclamaron el nombre de Godofredo . Este nombramiento causó la mayor alegría en todo el ejército
cristiano ; el que dió gracias al cielo por haberle dado por jefe y señor aquel que tantas veces les habia con-
ducido á la victoria . Revestido Godofredo con la autoridad suprema , se encontraba el depositario de los inte-
reses mas caros á los cruzados . Cada uno le habia confiado en cierto modo su propia gloria , dejándole el cui-
dado de vigilar sobre las nuevas conquistas de los cristianos . Condujéronle pues en triunfo á la iglesia del
Santo Sepulcro , en donde prestó el juramento de respetar las leyes del honor y de la justicia . Godofredo re-
husó la corona y los regios atributos , diciendo que él jamás aceptaria la corona de oro en una ciudad en la
que el Salvador del mundo habia sido coronado de espinas . Él no quiere ( dicen los Assises ) ser coronado y
consagrado rey de Jerusalen , por no llevar corona de oro en donde el Rey de reyes, Jesucristo , el
Hijo de Dios , llevó corona de espinas el dia de su pasion ( 1 ) . Contentóse con el modesto título de defensor
y baron del Santo Sepulcro . Algunos han creido que obrando de esta suerte no hacia mas que obedecer las
intimaciones del clero : que temia ver el orgullo sentado sobre un trono , en el que debia reinar el espíritu de
Jesucristo. Sea de esto lo que fuere , Godofredo mereció por sus virtudes el titulo de rey que la historia le
ha dado.

Mientras que los príncipes confiaban al duque de Bouillon el gobierno del pais conquistado con la fuerza
de las armas, el clero se ocupaba en consagrar las iglesias , nombrar obispos y enviar pastores á todas las
ciudades sometidas á la dominacion de los cristianos . La piedad y el desinterés debieran haber presidido la
eleccion de los ministros de Jesucristo, pero si debe creerse á Guillermo de Tiro , la astucia y la intriga usur-
paron los sufragios ; y el espíritu de la religion que acababa de dar á Jerusalen un buen rey , no pudo hacer
que tambien se dotase de prelados recomendables por su sabiduría y por su virtud . El clero griego , á pesar de
sus derechos, fué sacrificado á la ambicion del clero romano . El capellan del duque de Normandia se presentó
para ocupar la silla patriarcal de Simeon , que habia llamado los guerreros del Occidente . Este último estaba
aun en la isla de Chipre de donde no habia cesado de mandar víveres á los cruzados durante el sitio . Murió
en el momento mismo que los eclesiásticos latinos se disputaban sus despojos , viniéndoles este terrible acon-
tecimiento muy á propósito para encubrir su injusticia é ingratitud. Arnaldo , cuyas costumbres eran mas
que sospechosas , y cuya conducta ha sido objeto de grave censura por parte de los historiadores , fué nom-'
brado pastor de la iglesia de Jerusalen (2) .
Apenas empezó á ejercer sus funciones , cuando reclamó las riquezas tomadas por Tancredo , que estaban en
la mezquita de Omar , y lo hizo diciendo , que estos bienes pertenecian á la iglesia de Jerusalen , cuyo jefe era .
Tancredo desechó con desprecio esta pretension . Arnaldo apeló por ante el consejo de los príncipes, y en un
hábil y sagaz discurso que hizo , demostró que su elevacion era la obra del consejo, y que Tancredo con su
modo de obrar despreciaba la autoridad y poder de aquel . « La pérdida la esperimento yo , decia , pero la
vergüenza ¿sobre quién recae ? ¿ Pero el que no respeta la voluntad del cielo respetará la vuestra? ¿Y el que
despoja los altares del Señor , respetará vuestra propiedad ?» Arnoldo terminó su discurso recordando los
servicios que habia prestado á la causa de los cruzados , durante los sitios de Antioquía , de Archas y de

Jerusalen . Cuando acabó de hablar tomó la palabra Tancredo diciendo : « Señores , vosotros sabeis que
>>solo á mi espada y á mi lanza , y no al arte de discurrir , debo el honor y la posicion que ocupo . Por lo
»mismo yo no voy á luchar delante de vosotros , contra un adversario que tiene concentrada toda su ma-
»> licia en la lengua , al modo que el escorpion tiene todo el veneno en la cola . Se me acusa de haber des-
» pojado el santuario , de haberme apoderado del oro que estaba retirado en las iglesias . ¿ Pero lo guardo

(1) Prólogo de los Assises . Un cronista italiano dice que Godofredo fué coronado de paja . (Véase la Biblioteca de las Cruzadas,
t. I .)—(2) Los historiadores de la primera cruzada no están de acuerdo sobre el título que se dió á Arnoldo. Los unos dicen que
fué elegido patriarca, y otros que simplemente fué nombrado administrador de la iglesia de Jerusalen . La eleccion del arzobispo
de Pisa , que tuvo lugar poco tiempo despues , parece confirmar esta última opinion .
126 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

»yo ? ¿ Lo he dado á mis sobrinos ? No lo he tomado para emplearlo al servicio del pueblo de Dios y de-
>>volverlo á su dueño despues de la victoria ? Vosotros sabeis la decision que se tomó antes de entrar en
» Jerusalen , ¿ y no se estableció que cada uno de nosotros poseeria las riquezas y bienes de que se hubiese
»apoderado primero ? ¿ Se cambia de resolucion todos los dias ? No he combatido cara á cara con los que
» no miran nunca detrás ? ¿ No he penetrado yo el primero en los lugares, en donde nadie se atrevia á
>>> seguirme ? ¿ Se ha visto á Arnoldo disputarme la gloria del peligro ? ¿ Por qué viene hoy á pedir el precio
>> del combate ?

Cuando se leen , en las crónicas contemporáneas , estos dos discursos , que damos aqui en resúmen , cree
uno asistir á uno de esos consejos descritos en la Ilíada . Así Raul de Caen no deja de comparar la elo-
cuencia da Arnoldo de Rohes á la del prudente Ulises ; y hubiera podido comparar á Tancredo con el
fogoso Ayax ó mejor á Diomedes ( 1 ) , que los mas piadosos griegos llamaban el menospreciador de los dioses.
Los caudillos del ejército , llamados á fallar esta gran cuestion , no quisieron condenar á Arnoldo , ni herir el
orgullo de su compañero , declarando que tocante á los tesoros de la mezquita de Omar se procediese como
diezmo de botin y se diesen setecientos marcos de plata á la iglesia del Santo Sepulcro , y Tancredo se some-
tió respetuosamente á esta decision .

Sin embargo nada se economizó para el brillo y la pompa de las ceremonias cristianas , se adornaron los
altares , se purificaron los santuarios , se fundieron las campanas , que debian llamar á los fieles á la ora-
cion , y uno de los primeros actos del reinado de Godofredo fué el dotar á la iglesia del Santo Sepulcro con
veinte eclesiásticos encargados de celebrar los divinos oficios y cantar las alabanzas en honor del Dios vivo .
La fama habia anunciado la conquista de la santa ciudad á las mas remotas naciones . En todas las iglesias
que los cristianos habian encontrado y restablecido á su paso , se dieron gracias á Dios por una victoria que

debia hacer triunfar en Oriente el culto y las leyes de Jesucristo . Los cristianos de Antioquía , de Edeso, de
Tarso , los que habitaban la Cilicia , la Capadocia , la Siria y la Mesopotamia , venian en tropel á Jerusalen ,
los unos para fijar en ella su residencia , y los otros para visitar tan solo los santos lugares.
Mientras que los cristianos se entregaban al regocijo de la conquista , los musulmanes se entregaban á la
desesperacion . Los que habian podido escapar del acero vencedor de Jerusalen , esparcian por todas partes
la consternación . Los historiadores Mogir-eddin , Elmancin y Aboul-Feda han hablado de la desolacion que
habia en Bagdad . Jein -eddin , juez de Damasco , se arranca la barba delante del califa . Todo el divan derramó
lágrimas al oir las desgracias y desastres de Jerusalen , y se ordenaron ayunos y rogativas para aplacar la
cólera del cielo . Los imanes y los poetas deploraban en sus versos y patéticos discursos la suerte de los mu-
sulmanes hechos esclavos de los cristianos . ¡ Cuánta sangre se ha derramado ! decian ellos. ¡ Qué de desastres
han caido sobre los verdaderos creyentes ! Las mujeres se han visto obligadas á huir , tapándose el rostro, y
los niños han sido inmolados por el acero vencedor . No queda otro asilo á nuestros hermanos , nuevamente
dueños de la Siria , que la espalda de sus camellos y las entrañas de los buitres (2) .
Nosotros hemos visto que antes de la toma Jerusalen , los turcos de la Siria y de la Persia estaban en
guerra con el Egipto . Las discordias que acompañaron la caida de los imperios habian esparcido el terror y
la division entre los infieles , llegando hasta el punto de llorar amargamente , cuando supieron los últimos
triunfos de los cristianos y tuvieron noticia de los ultrajes hechos á la religion de Mahoma . Los habitantes de
Damasco y de Bagdad cifraron su última esperanza en el califa del Cairo , que habian mirado mucho tiempo
como el enemigo del Profeta ; y fuéron de todas las escuadras musulmanas intrépidos guerreros á reunirse
con el ejército egipcio que se adelantaba hácia Ascalon.

Cuando los cruzados llegaron á saber la marcha del enemigo, Tancredo y el conde de Flandes , Eustaquio
de Boloña , enviados por Godofredo á tomar posesion del pais de Napplusa y del antiguo territorio de Gabaon,
se adelantaron hacia las costas del mar , á fin de cerciorarse de las fuerzas y disposicion del enemigo . Bien
pronto un mensajero de estos príncipes anunció al rey de Jerusalen que el visir de Afdal , el mismo que
habia conquistado la santa ciudad bajo los turcos , acababa de atravesar el territorio de Gaza con un nume-

(1) En su Jerusalen conquistada , el Tasso compara á Tancredo con Diomedes .-(2) Hemos dado por entero la elegía árabe en
el tomo IV de la Biblioteca de las Cruzadas. El autor se llamaba Modaffer-Abivardi . Estos versos son tanto mas apreciables,
cuanto es lo único que nos resta de los escritores árabes de esta época; la historia cuenta que estos versos fueron recitados de-
lante del califa de Bagdad, el que no pudo contener sus lágrimas, haciéndose el dolor general
LIBRO CUARTO. - 1099-1104 . 427

roso ejército , y que dentro pocos dias estaria á las puertas de Jerusalen . Este mensaje llegó de noche á la
ciudad y fué promulgado , al resplandor de las luces y al toque de las trompetas , por todos los cuarteles de
la ciudad. Se invitó á todos los guerreros á que se reuniesen el dia siguiente en la iglesia del Santo Sepulcro,
para prepararse á combatir los enemigos de Dios, y santificar sus armas por medio de la oracion . Tal era la
confianza y seguridad de los cruzados en la victoria , que el anuncio del peligro no causó agitacion alguna en
sus espíritus, no siendo turbada la calma y el sosiego de la noche sino por la impaciencia de ver nacer el
dia de nuevos combates . Desde que amaneció, las campanas no cesaron de llamar á los fieles al oficio divino
(1) y la palabra de Dios y el pan celeste fueron distribuidos á todos los cruzados , que , apenas habian salido
de la iglesia y llenos del espíritu de Dios , empuñaron las armas, y salieron de la ciudad por la puerta de
Occidente, para marchar al encuentro de los egipcios . Godofredo iba á la cabeza , y el nuevo patriarca Ar-
noldo llevaba delante del ejército el leño de la verdadera cruz . Las mujeres , los niños y el clero, bajo el
gobierno del ermitaño Pedro , se quedaron en Jerusalen , visitando procesionalmente los santos lugares ,
dirigiendo noche y dia súplicas á Dios para obtener de su misericordia el último triunfo de los soldados cris-
tianos y la destruccion de los enemigos de Jesucristo .
Con todo, el condo de Tolosa y el duque de Normandía rehusaban seguir las banderas del ejército cristiano ,
alegando Roberto que su voto estaba cumplido ; y Raimundo , que habia tenido que volver la fortaleza de Da-
vid al rey de Jerusalen , no queria seguir la causa de Godofredo y no creia en la aproximacion de los musul-
manes . Los dos solo cedieron á las reiteradas instancias de sus compañeros de armas y sobre todo á las
súplicas del pueblo fiel .
Todo el ejército cristiano , reunido en Ramla , dejó á su izquierda las montañas de la Judea , ade-
lantándose hasta el torrente de Sorrec , que desemboca en el mar á una hora y media al sud de
Ibelin , hoy Ibna . En la ribera de este torrente , llamado por los árabes Soukrek , se veian inmensi-
dad de búfalos , asnos , mulas y camellos ; tan rico botin despertó la codicia de los soldados , pero el
prudente Godofredo , que solo veia en esto una estratagema del enemigo , prohibió á sus guerreros
el separarse de las filas , bajo pena de cortarles la nariz y las orejas , el patriarca añadió á este

castigo las amenazas de la cólera divina . Todos los peregrinos obedecieron , respetando los rebaños
errantes, cual si hubieran sido sus guardianes .

Los cruzados, habiendo hecho algunos prisioneros , supieron por medio de estos , que el ejército
musulman estaba acampado en las llanuras de Ascalon . El dia siguiente por la mañana ( era la vís-
pera de la Asuncion ) los heraldos anunciaron que iba á empezarse el combate. Desde el amanecer ,
los jefes y soldados se reunieron bajo sus banderas . El patriarca de Jerusalen , estendiendo las ma-
nos , dió la bendicion al ejército , y mostró á los soldados la verdadera cruz , como prenda segura
de la victoria . Dióse la señal , y al momento todos los batallones , impacientes por la pelea , se pu-
sieron en marcha . Cuanto mas los cruzados se aproximaban al ejército enemigo, tanto mas aumen-
taba su ardor y su esperanza .

Nosotros no temíamos á nuestros contrarios , cual si hubiesen sido tímidos como el ciervo
é
inocentes como la oveja . Los timbales , las trompetas y los cantos de guerra, animaban el entusias-
mo de los guerreros cristianos . Ellos iban delante del peligro , dice Alberto de Aix , como á un
alegre festin . El emir de Ramla , que seguia el ejército cristiano como ausiliar , no podia admirarse
bastante, si se creen los historiadores de aquella época , de la alegría de los soldados de la cruz al acercarse
á un enemigo formidable , manifestando su sorpresa al rey de Jerusalen, y juró , delante de este , abrazar una
religion que daba tanto valor y tanta fuerza á sus defensores .

Los cruzados llegaron por fin á la llanura en donde brillaban los estandartes y pabellones egipcios . El lla-
no de Ascalon presenta hácia el Oriente una estension de cerca de una legua . Por este lado está circuido de
unas pequeñas colinas . Allí es donde se encuentra hoy el pueblo árabe de Machdal , rodeado de
grandes olivos , palmeras , higueras y sicómoros , de prados y campos de cebada y de trigo . Por
el lado del norte la llanura se confunde con otras , esceptuándose el lado del noroeste en que se
ven unas alturas arenosas . Hácia el mediodía , la parte del llano mas vecino al mar confina con dos areno-

Raimu
ant(1es) de marcndo de Agiles dice que los príncipes y los cruzados fueron con los piés descalzos (nudis pedibus) al Santo Sepulcro,
har á Ascalon.
128 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

sas colinas ; el resto del terreno hácia el lado meridional está abierto y se confunde con el desierto (1 ) . El
ejército egipcio estaba apoyado contra las colonias mencionadas , pareciéndose , dice Fulcher de Chartres , á
un ciervo que lleva hácia delante sus ramosos cuernos . Este ejército habia estendido sus alas para envolver
á los cristianos . La ciudad se elevaba por la parte del oeste , sobre un terraplen que domina el mar , y
muchos navíos , cargados de armas y de máquinas de guerra , cubrian la rada de Ascalon .
Los dos ejércitos , encontrándose de repente frente á frente , fueron el uno al otro un espectáculo terrible .
Los guerreros cristianos no se sorprendieron á la vista de unos enemigos tan numerosos , y los rebaños que
habian encontrado en las riberas del Sorrec , atraidos por el eco de los clarines y trompetas , se juntaron al
rededor de sus batallones , siguiendo todos los movimientos . Al confuso ruido de estos animales , y segun la
polvareda que levantaban á su paso, cualquiera desde lejos hubiera creido que eran escuadrones de caballe-
ría (2) . :
Se habia persuadido á los soldados musulmanes que los cristianos ni aun se atreverian á aguardarles en los
muros de Jerusalen ; y bajo este supuesto , estaban llenos de seguridad y de confianza que pronto se trocó en
terror . En vano el visir Afdal intentó reanimar el valor de sus soldados : todos creian que millones de cru-
zados acababan de llegar de Occidente , y olvidando sus juramentos y sus amenazas , solo se acordaban del
trágico fin de los musulmanes inmolados despues de la conquista de Antioquía y de Jerusalen .
Los cruzados , sin perder un momento, tomaron sus últimas disposiciones para el combate. Godofredo, con
diez mil caballos y tres mil infantes , se trasladó hácia Ascalon , para evitar una salida de la guarnicion y
de los habitantes durante la batalla ; y el conde de Tolosa , con los guerreros provenzales , fué á colocarse
á su puesto en los espaciosos verjeles que están cerca de las murallas de la ciudad , situándose entre el
ejército musulman y el mar , en donde estaba anclada la escuadra egipcia . El resto de las tropas cristianas,

bajo las órdenes de Tancredo y de los dos Robertos , dirigió su ataque contra el centro y el ala derecha del
ejército enemigo . La infantería hizo varias descargas de venablos ; al mismo tiempo la caballería se preci-
pita , á paso largo , sobre los infieles . Los naturales de Etiopia , que los cronistas llaman Azoparts, sostuvie-
ron con valor el primer choque de los cristianos ; batiéndose con la rodilla en tierra , comenzaron á lanzar
una nube de flechas ; y avanzando en seguida hasta las primeras filas del ejército , creian imponer, con sus
caras negras, y gritando horriblemente . Estos terribles africanos llevaban una arma que remataba con una
bala de hierro , con la que ofendian á los escudos y corazas , y herian la cabeza de los caballos de los cru-
zados . Detrás de estos venia una multitud de otros guerreros armados de lanza , honda , del arco y de la
espada ; pero tantos esfuerzos reunidos no pudieron detener la impetuosidad de los soldados de la cruz (3) .
Tancredo , el duque de Normandía y el conde de Flandes hicieron prodigios de valor y desbarataron los
primeros cuerpos enemigos ; el duque Roberto penetró hasta el sitio donde Afdal daba sus órdenes para el

combate , y se apoderó del gran estandarte de los infieles . A la primera señal de su derrota se introdujo
el desórdén entre los musulmanes consternados . Su mirada no pudo soportar por mucho tiempo la presen-
cia de los guerreros cristianos , y cayóseles la espada de sus temblorosas manos ; todo el ejército egipcio
abandonó el campo de batalla , y pronto solo se veian los torbellinos de polvo que cubrian su fuga .
Los batallones musulmanes que huian hacia el mar encontraron á los soldados (4) de Raimundo de San
Gil . Muchos perecieron por la espada . La caballería cristiana les persiguió hasta las naves ; y tres mil murie-
ron ahogados tratando de ganar là flota , que se habia aproximado á la ribera . 1

Algunos que habian huido á los verjeles y jardines , y subido á los árboles para ocultarse entre el ramaje
de los sicómoros y de los olivos , eran perseguidos y heridos por las flechas , cayendo como el pájaro per-
seguido por el cazador . Algunos cuerpos musulmanes quisieron rehacerse para dar un nuevo combate, pero
Godofredo á la cabeza de su caballería les cargó con tal brio y fuerza , que rompió sus filas y dispersó sus
batallones . Entonces la carnicería fué horrible : los musulmanes , en medio de su espanto mortal , arrojaban
las armas dejándose degollar sin defenderse ; la multitud consternada permanecia inmóvil sobre el campo de
batalla , y la espada de los cristianos , valiéndonos del lenguaje poético de un cronista contemporáneo, los
segaba como la yerba de los prados .

(1) Véase en la Correspondencia del Oriente, t . V. , la carta de Mr. Poujoulat sobre Ascalon.-(2) Alberto de Aix - 3) Roberto el
monje nota que los musulmanes emprendieron la fuga á la hora en que Cristo espiró sobre la cruz. - 4) Raimundo de Agiles
(Biblioteca de las Cruzadas . t. 1).
Peintpar Larivière
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 129

Los que estaban lejos del terreno de la lucha , huyeron hacia el desierto en donde la mayor parte fueron
muertos miserablemente ; los que estaban cerca de Ascalon trataron de refugiarse dentro de sus muros , pero
se precipitaron tan furiosamente sobre la puerta de la ciudad, que mas de dos mil fueron ahogados ó aplas
tados por los piés de los caballos . En medio de la derrota general , Afdal estuvo muy próximo á caer en
manos de los enemigos vencedores , dejando su espada en el campo de batalla . Los historiadores refieren
que contemplando el caudillo musulman , desde las torres de Ascalon , la destruccion de su ejército, no pudo
contener las lágrimas . En su desesperacion , maldijo á Jerusalen , causa de todos sus males, y blasfemó de
Mahoma , que acusaba de haber abandonado á sus servidores y discípulos . «Oh Mahoma , dice el monje Roberto
que esclamó el visir , ¿será verdad que el poder del Crucificado es mas grande que el tuyo, puesto que los

cristianos han dispersado tus discípulos ( 1 ) ?» No creyéndose seguro en la ciudad , embarcóse en un buque
de la flota egipcia , á cosa del medio dia , verificado lo cual , todos los demás se hicieron á la vela dejando la
costa . Desde este hecho ninguna esperanza quedó ya al disperso ejército musulman , que debía , segun
ellos decian, libertar al Oriente , y cuyo número era tan grande , que segun la espresion de los antiguos
escritores, solo Dios podia saber su número .
Con todo, los cruzados que por respeto á las órdenes de sus jefes y del patriarca se habian abstenido
hasta aquí del saqueo , se apoderaron de todo lo que los infieles habian dejado en el campo . Como ellos no
tenian víveres , las provisiones del ejército enemigo vinieron á saciar su hambre . En medio de la ardiente
arena que cubria la llanura , encontraron vasos llenos de agua que llevaban los enemigos y que quedaron
entre los despojos de los muertos. El campo estaba tan lleno de riquezas y de provisiones, en tan gran can
tidad, que se saciaron hastas hastiarse de miel y de pasteles de arroz traidos de Egipto , diciendo los últimos
soldados del ejército en esta circunstancia : la abundancia nos ha hecho pobres ( 2 ) .
La poesía ha querido celebrar los prodigios de una batalla que fué una fácil victoria para los cristianos ,
en la que no tuvieron necesidad de emplear su valor acostumbrado ni del socorro de milagrosas visiones .

En esta jornada la presencia de las celestes legiones no vino á animar á los batallones cruzados , y tampoco
se vieron durante el combate á los mártires san Jorge y san Demetrio , que se creia asistian siempre en los
dias de gran peligro . Los príncipes cristianos que habian conseguido esta victoria , hablan de ella con noble
sencillez en una carta que escribieron al cabo de poco tiempo à Occidente . «Todo nos favoreció , decian
> ellos, durante los preparativos de la batalla ; las nubes nos ocultaban un sol abrasador , un viento fresco
>>»templaba el ardor del medio dia . Estando los dos ejércitos frente á frente , nos arrodillamos para invocar
>>al Dios que da la victoria . El Señor escuchó nuestras súplicas , llenándonos de un tal ardor , que los que

>>nos hubiesen visto correr hácia el enemigo , hubieran creido que éramos una manada de ciervos ( 3 ) que
»iban á apagar su sed en una cristalina fuente .
Los victoriosos príncipes cuentan en seguida la derrota de los musulmanes, cuya mayor parte fué ven
cida al primer encuentro , sin soñar siquiera en resistirse, como si no hubiese tenido armas para defenderse .
Los cristianos debieron conocer que sus nuevos adversarios eran mucho menos temibles que los turcos .

El ejército egipcio se componia de diferentes naciones divididas entre sí; la mayor parte de las tropas mu
sulmanas, formadas precipitadamente, se encontraban por primera vez en presencia del peligro . El ejér–
cito cristiano, por el contrario, estaba aguerrido y entusiasmado con el laurel de la victoria ; sus jefes ha
bian dado pruebas de sagacidad y de valor ; la arriesgada resolucion que tomó Godofredo de ir delante del

(1 ) Biblioteca de las Cruzadas, t. I.


(2) El Tasso describe detalladamente esta batalla, que pretende tuvo lugar bajo de los muros de Jerusalen, suponiendo que la
ciudadela de la ciudad no habia sido tomada, y que los cruzados se encontraban entre la guarnicion y el ejército de Egipto. Es pre
ciso notar que estas circunstancias convienen al sitio de Antioquía y no al de Jerusalen . Por lo demás , esta batalla, tal como está
descrita en la Jerusalen libertada, no se parece en nada á la de Ascalon. La desesperacion de Armida ocupa mas de la mitad de
esta descripcion , lo que da poca verosimilitud , y me atrevo á decirlo , poco interés á la relacion del poeta . El Tasso en su Jerusalen
conquistada se aproximó mas á la verdad, no solamente en esta batalla , sino aun en los demás acontecimientos que cuenta. El poeta
italiano preferia, por la verdad histórica , la Jerusalen conquistada á la Jerusalen libertada . Si se tradujese hoy al francés la Jeru
salen conquistada, no seria imposible que el público ilustrado participase de la opinion del Tasso .
(3) Hemos visto a un cronista comparar el ejército musulman al ciervo . Estas imágenes inspiradas por los hábitos de la caza,
pintan bastante bien el carácter y costumbres de los caballeros y de los barones . (Véase la carta de los príncipes cruzados en las pie
zas justificativas de este volúmen.)
17

i
130 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

enemigo, le conquistó la confianza de sus soldados , y bastó para introducir el desórden y llenar de espanto
á los egipcios (4 ) . Si debe creerse al monje Roberto, testigo ocular , y á Guillermo de Tiro , el ejército cris-
tiano no llegaba á veinte mil hombres, y el ejército contrario contaba trescientos mil hombres bajo sus
banderas . Los vencedores hubieran podido apoderarse de Ascalon , pero el espíritu de discordia , que el pe-
ligro habia hecho desaparecer, no tardó en dar señales de vida entre los jefes , impidiéndoles el aprove-
charse de la victoria . Despues de la derrota de los egipcios, Raimundo habia mandado á la plaza á un ca-
ballero , con la mision de proponer á la guarnicion que se rindiera , y queria enarbolar su estandarte sobre
la ciudad y apropiarse esta conquista . Godofredo reclamó la posesion de ella sosteniendo que Ascalon debia
formar parte del reino de Jerusalen . Entonces el conde de Tolosa , dominado de una ciega cólera , mar-
chó con sus tropas , despues de haber aconsejado á los habitantes de la ciudad que no se rindiesen al
duque de Lorena que iba á quedarse solo frente de sus murallas . Bien pronto la mayor parte de los
cruzados abandonaron las banderas de Godofredo , viéndose este en la precision de tenerse que ata-
jar, no habiendo obtenido mas que un incierto tributo de una ciudad en la que reinaba el terror
de las armas cristianas .

La disputa suscitada entre Raimundo y Godofredo ante Ascalon, se renovó pocos dias despues delan-
te la ciudad de Arsuf, situada sobre la ribera del mar , á doce millas del norte de Ramla . El conde de San Gi-
les que marcha el primero con su tropa , puso sitio á esta plaza ; como encontró una viva resistencia , abando-

nó el sitio y continuó su marcha , despues de haber advertido á la guarnicion , que ella nada tenia que temer
de los ataques del rey de Jerusalen . Poco tiempo despues , habiendo Godofredo ido á sitiar la ciudad , en-
contró á la guarnicion resuelta á defenderse , y como supo que esta resistencia era el fruto de los consejos de
Raimundo, no pudo contener su despecho , y resolvió vengarse, por medio de las armas, de tan negra felo-
nía . Marchó pues á banderas desplegadas contra el conde de San Giles , que por su parte tambien venia al en-
cuentro de Godofredo , y se preparaban para el combate , cuando los dos Robertos y Tancredo se interponen en-
tre los dos rivales esforzándose en apaciguarlos . Despues de largos debates , el duque de Lorena y Raimundo,
vencidos por las súplicas de los otros jefes , se abrazaron en presencia de los soldados que habian participado
de su animosidad . La reconciliacion fué sincera por una y otra parte . El piadoso Godofredo , dice Alberto de
Aix , exhortaba á sus compañeros á olvidar la division que acababa de estallar , y les conjuraba con las lágri-
mos en los ojos , á que se acordasen que juntos habian libertado al Santo Sepulcro , y que la union lesera ne-
cesaria para defender á Jerusalen .

Así que el ejército cristiano se aproximó á la santa ciudad se desplegaron las victoriosas insignias al sonido
de todas las trompetas . El religioso Roberto habla de la suave y grata armonía de los cantos de triunfo que re-
sonaban en los valles y en las montañas . Una multitud de peregrinos que habian venido delante del ejército ,
llenaban los aires con sus cantos de alegría ; estas vivas espresiones de contento se mezclaban con los cánticos
de los sacerdotes; el eco , dice el monje Roberto , repetia los sonidos de los instrumentos guerreros y las acla-
maciones de los cristianos , pareciendo ofrecer una aplicacion de las palabras de Isaías : Las montañas y lascoli-
nas cantarán delante vosotros las alabanzas del Señor . En seguida los cruzados entraron en triunfo en la san-
ta ciudad . El gran estandarte del visir y su espada fueron colgados en las colunas de la iglesia del Santo Se-
pulcro . Todos los peregrinos , reunidos en el mismo lugar , que el emir Afdal habia jurado destruir completa-
mente, dieron gracias al cielo por una victoria que acababa de coronar todos sus trabajos .
La batalla de Ascalon fué la última de esta cruzada . Libres ya de su voto , despues de cuatro años de tra-
bajos y de peligros , los príncipes cruzados no pensaron mas que en dejar á Jerusalen , la que dentro poco no

debia tener para su defensa , mas que trescientos caballeros , la sabiduría de Godofredo , y la espada de Tan-
credo que habia resuelto acabar sus dias en Asia . Cuando aquellos hubieron anunciado su marcha , todos los
di-
corazones se llenaron de luto y de tristeza ; los que se quedaban en Oriente abrazaban á sus compañeros ,
ciéndoles , con las lágrimas en los ojos : « No olvideis jamás á los compañeros que dejais en el destierro;
(1) Los autores árabes parcce, por el contrario,que atribuyen el honor de este hecho á Raimundo de San Giles . Selee enla historia
arabe de Jerusalen y de Hebron , que despues del combate, un poeta musulman , con la idea de hacer la corte á Raimundo, le di-
rigió esta alabanza : «Tú has vencido por la espada del Mesías . Oh Dios, qué hombre es San Giles! la tierra no habia visto jamás un
derrota semejante á esta de Afdal. » El visir, añade el autor , se incomodó tanto de este ultraje, que hizo que matasen al poeta . (Véase
el IV volúmen de la Biblioteca de las Cruzadas . )
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 131

á vuestro regreso á Europa , inspirad á los cristianos el deseo de visitar los santos lugares que nosotros habe-
mos libertado;exhortad á los guerreros á que vengan á combatir con nosotros á las naciones infieles . » Los ca-
balleros y barones deshechos en lágrimas, juraron conservar un eterno recuerdo de sus compañeros de fa-
tigas, y de interesar á la cristiandad por la salud y la gloria de Jerusalen .
Despues de esta tierna despedida , los unos se embarcaron en el Mediterráneo , y los otros atravesaron la
Siria y el Asia menor . Cuando llegaron al Occidente , los soldados y los jefes llevaban palmas en sus manos y
la multitud de los fieles corria apresuradamente por verles repitiendo sus cánticos . Su regreso fué mirado
como un milagro , como una especie de resurreccion , y su presencia era objeto en todas partes de veneracion
y de santos pensamientos. La mayor parte de ellos se habia arruinado en la guerra sagrada ; pero traian
de Oriente preciosas reliquias que su piedad les daba mas valor que á los mas ricos tesoros .
Nadie se cansaba de oir la relacion de sus trabajos y de sus hazañas , é indudablemente las lágrimas se
mezclaban con los sentimientos de alegría , cuando se hablaba de los muchos compañeros que la muerte habia
arrebatado en Asia . No habia una sola familia que no tuviese que llorar á un defensor de la cruz , ó que no se
gloriase de tener un mártir en el cielo (1 ) .
Las antiguas crónicas han celebrado el heroico sacrificio de la condesa de Hainaut , que hizo el viaje de
Oriente , arrastrando toda clase de peligros para buscar el paradero de su marido (2) . Despues de haber re-
corrido Ida el Asia menor y la Siria , no pudo saber si el conde Hainaut murió , ó si habia caido prisionero
en poder de los turcos. La acompañaba en su viaje un noble caballero, llamado Arnoldo, el que fué muerto
por los musulmanes , mientras estaba persiguiendo un gamo en las montañas de Judea . « El rey y los prínci
pes de la santa ciudad , dice Alberto de Aix , lo sintieron mucho , porque era una persona de muy buen trato ,

y muy valiente, pero el dolor de la noble esposa de Balduino de Hainaut fué aun mayor, porque Arnoldo ha---
bia sido su amigo y su compañero de viaje , desde Francia hasta Jerusalen .»
El conde de Tolosa que habia jurado no regresar mas á Occidente , se retiró á Constantinopla , en donde el
emperador le acogió con distincion y le dió el principado de Laodicea . Raimundo de Orange quiso seguir la
suerte del conde de Tolosa y acabó sus dias en Oriente. Entre los caballeros , compañeros de Raimundo do
San Giles, que regresaron á su patria , no podemos olvidar á Estéban y Pedro de Salviac de Viel Castel , que
su siglo admiró como modelos de piedad fraternal . Estéban y Pedro eran dos hermanos mellizos; la mas tier-
na amistad les unia desde su infancia . Pedro habia tomado la cruz en el concilio de Clermont ; Estéban, aun-
que casado y padre de muchos hijos , quiso seguir á su hermano en Asia y partir con él los peligros de tan
largo viaje; se les veia siempre el uno al lado del otro en las batallas , y ambos habian asistido á los sitios de
Nicea, de Antioquía y de Jerusalen . Poco tiempo despues de su llegada á Querci , murieron los dos en una mis-
ma semana , y fueron enterrados en la misma tumba . Sobre esta , léese aun hoy dia un epitafio que nos ha
trasmitido el recuerdo de sus hazañas y de su tierna amistad . Gaston de Bearn regresó con ellos á Europa .
Algunos años despues de estar en sus estados , tomó de nuevo las armas contra los infieles, y murió en España
combatiendo á los moros .

Pedro el ermitaño, de regreso á su patria , se retiró completamente del mundo , y se encerró ( 3) en un mo-
nasterio que habia fundado en Hui . Vivió diez y seis años en la humildad y paciencia , y fué sepultado entre

los cenobitas á quienes habia edificado con sus virtudes. Eustaquio ,hermano de Godofredo y de Balduino, vol-
vieron á recoger la modesta herencia de su familia , y la fama ya no se ocupó mas de las hazañas de es-
tos caudillos. Alaino Fergent, duque de Bretaña , y Roberto conde de Flandes , entraron en sus estados ,

(1) Véase en las piezas justificativas la lista de los nombres de los principales cruzados.
(2) El viaje de la condesa Ida , está descrito en la crónica de Hainaut. Gisleberti chronica Haunonie.
(3) Véase la vida de Pedro el ermitaño , por el P. d' Oultremant . Pedro el ermitaño regresaba de la Tierra Santa en 1102, con un
señor del país de Lieja , llamado el conde de Montaigu, cuando fueron acometidos por una violenta tempestad , é hizo voto de cons-
truir un monasterio, fundando en efecto el de Neuf- moutier (en Hui en el Condroz , sobre la ribera derecha del Mosa), en honor
del santo sepulcro de Jerusalen. Alejandro, obispo de Lieja, hizo la dedicacion en 1130. Pedro murió en él de edad avanzada, y
quiso por humildad ser enterrado fuera de la iglesia . Despues de un siglo de su muerte, en 1242, el abad y el capítulo hicieron
trasladar sus reliquias en un sepulcro de mármol, delante del altar de los doce apóstoles, con un epitafio bastante largo, que Mr. Mo-
raud, de la academia de ciencias, ha leido al pasar por Hui en 1761 , y se ha insertado en el tomo III de les manuscritos de la bi-
blioteca de Lion por Mr. Delaudine , pág. 481 .
432 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

y repararon los males que su ausencia habia causado, y murieron estimados de sus vasallos ó súbditos ( 1) .
El duque de Normandía fué menos dichoso que sus compañeros . La vista de los santos lugares y de los ma-
les sufridos por Jesucristo , no habian cambiado su carácter indolente y lijero . A su llegada de la Tierra San-
ta , unos amores profanos y otras aventuras le retuvieron muchos meses en Italia . Cuando finalmente entró
en sus estados , fué recibido con mucho entusiasmo ; pero habiendo tomado las riendas del gobierno, mostró
la mas completa debilidad y perdió el amor y la confianza de sus gobernados. Victima de la ociosidad y de
la corrupcion de costumbres , sin tesoro y sin ejército , se atrevió á disputar la corona británica al sucesor de
Guillermo , y mientras que entregado á los consejos de los bufones y de los palaciegos soñaba en la conquista
de Inglaterra , perdió su ducado de Normandía . Vencido en una batalla , este desgraciado principe cayó en
poder de Enrique I , quien le llevó en triunfo al otro lado de los mares , y le hizo encerrar en el castillo de Car-
diff en la provincia de Clamorgan . El recuerdo de sus hazañas durante la guerra santa no pudo dulcificar
su infortunio . Despues de veinte y ocho años de cautividad , murió olvidado de sus súbditos , de sus aliados y
de sus antiguos compañeros de gloria.
(1101 ) La conquista de Jerusalen habia escitado un vivo entusiasmo y renovado el fervor de la cruzada
de las peregrinaciones entre los pueblos del Occidente . La Europa vió por segunda vez las escenas que ha-
bian seguido al concilio de Clermont : nuevos prodigios anunciaron la voluntad de Dios ; y se habian observa-
do en el cielo nubes de fuego que representaban una gran ciudad . Ekkard , autor contemporáneo, refiere que
durante muchos dias se vieron innumerables insectos alados pasar de la Sajonia á la Baviera , imá-
gen de los peregrinos que debian pasar de Occidente á Oriente . Los oradores sagrados no hablaron en
sus predicaciones de los peligros y miserias del pueblo de Jerusalen, sino de los triunfos conseguidos por
las armas cristianas sobre las de los infieles . Se leia en los púlpitos de las iglesias las cartas que los príncipes
cruzados habian escrito á Occidente , despues de la toma de Antioquía y de la batalla de Ascalon ; estas cartas
entusiasmaban á la multitud ; y como los príncipes no perdonaban á los desertores del ejército cristiano, to-
dos los que habiendo tomado partido por la cruz , no habian al momento marchado, y cuantos abandonaron
las banderas de la cruzada , se atrajeron repentinamente el desprecio y el odio general . El poder de los gran-
des y de los señores no pudo defenderles de la mas terrible censura . Un grito de indignacion general se le-
vantó por todas partes contra el hermano del rey de Francia , á quien no se perdonaba el haber abandonado
cobardemente á sus compañeros y haber regresado á Europa sin ver á Jerusalen . Estéban , conde de Char-
tres y de Blois, no pudo conservar la paz de sus estados y aun la de su propia familia ; sus pueblos estraña-
ban su vergonzosa desercion ( 2) , y su mujer , ya haciéndole cargos, ya suplicándole , le recordaba incesante-
mente los deberes de la religion y de caballero . Estos desgraciados príncipes y todos cuantos habian seguido
su ejemplo, se vieron obligados á abandonar por segunda vez su patria y emprender de nuevo el camino de
Oriente.

Muchos de los señores y barones que no habian participado del entusiasmo de los primeros cruza-
dos , fueron acusados de una culpable indiferencia , y arrastrados por el movimiento general . Entre estos úl-
timos se contaba á Guillermo IX conde de Poitiers , pariente del emperador de Alemania y el vasallo mas
poderoso de la corona de Francia ; príncipe amable, de noble corazon y de un carácter poco belicoso , aban-
donó por la peregrinacion de Jerusalen una corte voluptuosa y corrompida á la que habia divertido con sus
canciones. La historia literaria nos ha conservado su poético despido de Limosin y de Poitou de la caballeria
de es-
que tanto habia amado , y de las vanidades mundanas , que él designaba por los vestidos de color y
merado calzado . Despues de haber empeñado sus estados á Guillermo Roux , tomó la cruz en Limoges, y par-
tió para el Oriente , acompañado de un gran número de sus vasallos ; los unos armados con lanza y espada y
los otros no llevando mas que el baston de peregrinos . Su ejemplo fué imitado por Guillermo , conde de Ne-
vers, y por Haspino , conde de Bourges , que vendió su condado al rey de Francia ; el duque de Borgoña to-
mnó asimismo la cruz partiendo para la Siria , animado tal vez mas por deseo de investigar el paradero de su
hija Florinda que habia desaparecido con Suenon en el Asia menor, que no por la curiosidad de ver á Je-
rusalen .

( 1 ) Roberto , conde de Flandes, murió de una caida de caballo.


(2) Orderico Vital ( Biblioteca de las Cruzadas, t. I) .
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . 133

En Italia y en Alemania el entusiasmo fué mas general y la afluencia de peregrinos mas considerable
que despues del concilio de Clermont . La Lombardia y las provincias limítrofes vieron acudir bajo las ban-
deras de la cruz mas de cien mil cristianos, capitaneados por Alberto conde de Blandart, y por Anselmo obis-
po de Milan. Gran número de peregrinos alemanes siguieron á Wolf ó Guelfo IV duque de Baviera y á Con-
rado, condestable del imperio germánico . Entre los cruzados de Alemania , se contaban poderosos señores ,
ilustres prelados, y á la princesa Ida , margrave de Austria .
En esta nueva espedicion , lo mismo que en la primera , dominaba el deseo de hallar aventuras y recorrer
lejanos paises: la fortuna de Balduino, de Boemundo y de Godofredo , habia escitado la ambicion de los con-
des y de los barones que habian permanecido en Europa . Humberto II conde de Saboya que marchó á la
Tierra Santa con Hugo el Grande , hizo una donacion á los religiosos de Burget , con el fin de obtener por sus
plegarias un buen consulado mediante su viaje á Ultramar ( 1 ) . Debe creerse que muchos señores y caballeros
hicieron semejantes donaciones, y algunos fundaron varios monasterios é iglesias .
Los cruzados lombardos fueron los primeros que se pusieron en marcha . Apenas llegaron á Bulgaria
y á las provincias griegas , se entregaron á toda clase de violencias y escesos , maltratando á los habitantes
que despojaban completamente , llevándose los bueyes y los carneros que encontraban en el camino, y lo que
era aun mas deplorable, dice Alberto de Aix , se alimentaban con la carne de estos animales en el santo
tiempo de cuaresma. A su llegada á Constantinopla , estallaron los mas grandes desórdenes . Si deben creerse
á los cronistas contemporáneos, el emperador griego no sofocó los desmanes de la grosera multitud de los pe-
regrinos con sus tropas como podia. Los cruzados lombardos , habiendo escalado una primera muralla de la
ciudad hacia la puerta de Carsia (hoy Egri-Copou) , vieron acudir delante de ellos á los leones y leopardos,
que alguno habia soltado ; estas bestias feroces se arrojaron contra los primeros que se les presentaron delan-
te, pero pronto la muchedumbre acudió con chuzos , lanzas y venablos, resultando la muerte de los leones : y
los leopardos , menos aguerridos , se encaramaron por las murallas como los gatos ( 2) , y huyeron hacia la
ciudad . A la primera noticia de este estraño combate , hubo un horroroso tumulto en la capital . Un gran nú-
mero de peregrinos armados de martillos y de toda clase de instrumentos de hierro, se dirigieron bácia el pa-
lacio situado en la plaza de Santa Sofía .
La mansion imperial fué invadida en medio del desórden , perdió la vida un pariente del emperador, y los
cruzados, añade la historia , mataron tambien á un leon domesticado, que era muy estimado en palacio .
Los jefes de los cruzados se esforzaron en balde en apaciguar á sus indisciplinados soldados . Alejo , que
habia amenazado á los peregrinos con su cólera y castigo , vióse en la necesidad de suplicarles à fin de resta-
blecer la paz , y solo á fuerza de regalos y de peticiones pudo hacer que sus formidables husépedes se determi-
nasen á atravesar el estrecho de San Jorge,

Los cruzados lombardos ( 3) , acampados en las llanuras de Civitot y de Nicomedia , vieron llegar bien pronto

(1) Guichenou se espresa así en su Historia genealógica de la casa de Saboya :


Guillermo Perdin cuenta que este príncipe ( Humberto II conde de Saboya) fué al viaje de la Tierra Santa en la cruzada que con-
cluyó despues del concilio de Clermont, bajo el mando de Godofredo de Bouillon , lo que despues han confirmado la mayor parte
de los historiadores (Puigou , Vanderf, Dogliani , Chieva , Balderan , Bultet y Herning). Papiro Massou opina lo contrario fundado en
que la crónica manuscrita nada habla sobre el particular, ni los autores de las Cruzadas, al hacer mencion de muchos señores
menos importantes.
«Sin embargo no se puede dudar de este viaje; porque en esa época el príncipe dió á los religiosos de Burget en Saboya, una here-
dad llamada Puttin para la salvacion de su alma, por la del conde Amé su padre,,y por la de sus predecesores. Esta donacion fecha-
da en Yenna, en Saboya (y no en Jena en Thuringe , como dice el Arte de comprobar las fechas) esplica que el conde hizo esta libera-
lidad para obtener de Dios un buen consulado en su viaje á Ultramar . Esta palabra consulado significaba entonces un principado,
gobierno ó soberanía. Orderico Vital da á Rogerio, conde de Sicilia, el título de cónsul de Sicilia. » Guichenou tambien refiere varios
ejemplos del mismo género.
Lo que hace nacer dudas acerca del viaje de Humberto , es el silencio de los historiadores de la primera cruzada y tambien las
actas que se han conservado de este príncipe, que prueban claramente que permaneció en Europa hasta el año 1100 : pero todas
las dudas se disipan, cuando se fija su partida para la segunda espedicion, en 1101 .
(2) Orderico Vital Biblioteca de las Cruzadas).
(3) Esta espedicion es referida por tres cronistas contemporáneos, Alberto de Aix, Orderico Vital y Ekkard . El primero de estos
historiadores es el mas completo y parece el mas digno de fé en sus narraciones. El segundo, segun su costumbre, se fija mas en las
cosas estraordinarias que en las verdaderas ; y el tercero, aun cuando haya formado parte de la espedicion, solo da de esta una idea
incompleta y confusa .
131 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

á su campo al condestable Conrado , con una escogida tropa de guerreros teutones, y al duque de Borgo-
ña , el conde de Chartres , los obispos de Laon y de Soiwons , con los cruzados franceses, salidos de las
riberas del Loira , del Sena y del Mosa . Esta multitud de peregrinos, frailes , clérigos , mujeres y ni-
ños , se elevaba hasta el número de doscientas setenta mil almas . El conde de Tolosa , que ha-
bia llegado de Laodicea á Constantinopla , fué el encargado para conducirles hácia el Asia menor. Los
lombardos estaban poseidos de tal presuncion que solo se oia hablar en su campo del sitio de Bag-
dad y de la conquista de Korasan , antes de ir á Jerusalen . En vano sus jefes querian hacerles seguir la
direccion que habia tomado Godofredo y sus compañeros ; pues obligaron á Raimundo á tomar el camino

de la Capadocia y de la Mesopotamia . Se pusieron en marcha el dia de la fiesta de Pentecostés del año 1401 .
Los peregrinos caminaron tres semanas sin que les faltasen víveres y sin ver al enemigo, lo que aumentó su
orgullo , dándoles una ciega confianza . La víspera de San Juan Bautista (seguimos la relacion de Alberto de
Aix ) el ejército de los peregrinos llegó al pié de las altas montañas , en unos valles profundos , y de aquí se
dirigió á la plaza fuerte d'Ancras , habitada y defendida por los turcos . La ciudadela fué asaltada y la guar-
nicion pasada toda á cuchillo. Los cruzados dirigieron despues sus ataques contra otra fortaleza situada á al-
gunas millas de distancia , que los historiadores llaman Gaugras ó Gangara . Esta fortaleza construida sobre
una elevada roca resistió á los impetuosos asaltos de los sitiadores. La ciudad que los cronistas llaman d'An-
cras , se ha reconocido ser la ciudad d'Ancyra que los habitantes llaman hoy Angora . Se puede ir de Constan-
tinopla á Ancyra en cinco dias : los cruzados emplearon tres semanas para hacer este viaje, lo que prueba
una completa ignorancia de los caminos . Las ruinas del fuerte Gangara existen aun , y los turcos llaman á
este punto Kiankary. Las miserias de esta cruzada empezaron en Gaugras . El ejército de los peregrinos en-
tró en las montañas de la Paflagonia , y los turcos no cesaron de perseguirlo y hostilizarlo . Todos los que la

fatiga obligaba á quedarse detrás , todos los que se apartaban del grueso de las fuerzas para procurarse vive-
res , caian bajo los golpes de los bárbaros. Dividióse el ejército en varios cuerpos , y cada cuerpo ó mejor cada
nacion estaba encargada de velar por la seguridad de los peregrinos , unas veces eran los de Borgoña ó de
Provenza , otras los lombardos ó los franceses que rechazaban los ataques ó las sorpresasdel enemigo . A pe-
sar de todas estas precauciones , la multitud que iba sin armas perecia en los caminos , y cada dia habia que
llorar la muerte de un gran número de cruzados . El ejército no formó ya mas que un solo cuerpo, y enton-
ces se sufrió menos cuando los turcos atacaban , pero el hambre iba aumentándose . El dinero , dicen los cro-
nistas , llegó á ser una cosa inútil porque no habia cosa alguna para poder comprar .
Los cruzados no tenian delante de ellos y á su alrededor mas que rocas escarpadas y áridas montañas. El
ejército de la cruz , semejante á una inmensa caravana , marchaba á la aventura y sin guias , buscando fuen-
tes, pastos , ó un pedazo de terreno que no fuese estéril . El hambre se hacia cada dia mas horrorosa , y es-
ceptuando algunos hombres ricos, que habian traido de Civitot y de Nicomedia harina , manteca y viendas se-
cas , no habia una sola persona que tuviese con que alimentarse . Los granos y los frutos que los pobres pe-
regrinos no habian jamás visto , las plantas mas vastas y las yerbas salvajes , en fin , todo lo que producia
un suelo desconocido , les parecia propio para sostener su miserable vida ( 1) .
En este apuro general , mil infantes se habian adelantado hasta las cercanías de Constamne (el Castamoun
de los turcos) , y habiendo encontrado en un campo cebada , pero no madura , la hicieron tostar al fuego , á
fin de apaciguar su hambre , teniendo al mismo tiempo la idea de mandar cocer un fruto amargo, que produ-
cen ciertos arbustos del pais y que los viajeros llaman semilla amarilla . Como se habian retirado en un es-
trecho valle para tomar un miserable alimento, se vieron de repente sorprendidos y rodeados por un cuerpo
de tropas turcas , las que incendiaron los matorrales é yerbas secas que cubrian la tierra , y los mencionadosmil
cruzados de infantería perecieron ahogados por el humo que produjo tan atroz incendio . Cuando semejante
catástrofe llegó á vidos del ejército , todos los príncipes cristianos se quedaron llenos de espanto .
Los cruzados , despues de haber andado errantes por espacio de muchas semanas por este laberintodemon-
tañas de la Paflagonia , sentaron al fin sus reales en una vasta llanura que los cronistas no nombran , pero
que debe ser la que los turcos llaman Osmandjik (2) . Aquí fué donde el ejército cristiano tuvo que batirse

(1) Correspondencia de Oriente , t. III . Carta LXIH .


(2) El ejército de los ficles de Cristo, dice Alberto de Aix , flanqueó los estrechos desfiladeros de la Paflagonia , y bajó á una vasta
LIBRO CUARTO . - 1099-4104 . 135

contra una multitud de turcomanes, que acudieron de las riberas del Tigris y del Eufrates, para cerrar el paso
de los caminos de la Mesopotamia y de la Siria al ejército cruzado . Durante la primera semana de julio hubo
grandes combates, en los cuales los cristianos permanecieron constantemente cerrados en masa , sin ser der—
rotados por el enemigo . Los peregrinos se preparaban para marchar hácia Marah (la pequeña ciudad de Mur-
sivan) y ya se habian apoderado de un fuerte situado á diez millas de su campamento, cuando de repente la
fortuna les fué contraria , precipitándoles en un abismo de calamidades .
El dia siguiente, dice la historia contemporánea , el obispo de Milan anunció que se trabaria una
gran batalla , y recorrió personalmente las filas del ejército , dirigiendo su palabra al pueblo de Dios
vivo, y enseñando á los fieles el brazo del bienaventurado Ambrosio : Raimundo de San Giles hizo llevar tam-
bien delante de los soldados la milagrosa lanza , encontrada en la basílica del apóstol Pedro en Antioquía .
Todos los peregrinos confesaron sus pecados , y recibieron la absolucion en nombre de Jesucristo .
Cada nacion se colocó en órden de batalla , preparándose para el combate. Los lombardos, formados en los
primeros puestos del ejército, recibieron en seguida el choque de los turcos , combatiendo durante muchas
horas con gran vigor , pero al fin cansados de seguir al enemigo que sucesivamente huia y volvia á la carga ,
regresaron á sus tiendas con la bandera ó estandarte del ejército . El condestable Conrado , despues de la reti-
rada de los lombardos, se lanzó delante de los turcos con los sajones, los bávaros , los loreneses y todos los
teutones , y despues de haber combatido hasta la mitad de la jornada , abrumado por un granizo de vena-
blos, devorado por el hambre y muerto de fatiga , siguió el ejemplo de los cruzados italianos . Estéban con sus
borgoñones entró tambien á combatir cuando le tocó el turno, y tuvo tambien que retirarse despues de ha-
ber perdido mucha gente . Iba la victoria á decidirse por los turcos , cuando el conde de Blois y el obispo de
Laon acudieron con los franceses y pelearon hasta la noche , pero al fin el cansancio y la fatiga les obligaron á
regresar á su campamento, como lo habian hecho sus compañeros , dejando gran número de muertos en la
llanura . Raimundo de San Giles fué el último que entró en accion , y despues de haber sostenido durante al-
gun tiempo los fuertes ataques del enemigo , habiendo perdido casi á todos sus caballeros provenzales , aban-
donado por sus turcopoles , buscó en una elevada roca un asilo contra los turcos , debiendo su salvacion á la

generosidad y socorro del duque de Borgoña.


Cuando se hizo de noche , los dos ejércitos regresaron á sus campamentos, situados á dos millas el uno del
otre; y cada uno deploraba sus pérdidas, desconfiando vencer al enemigo. Repentinamente se esparce la voz
en el ejército cristiano que Raimundo de San Giles ha huido con sus turcopoles dirigiéndose hacia el camino
de Sinope . Entonces un pánico terror se apoderó de los peregrinos, persuadiéndose hasta los mas valientes
que no habia otro medio de salvacion mas que la fuga . Todos los que podian marchar , tanto los guerreros co-
mo la multitud, se precipitan á la vez fuera del campamento. Sabedor de esta novedad , el ejército turco , que
se preparaba para la retirada , recobra valor , y así que amanece corre al sonido de los clarines y de las trom-
petas á reunirse, y se precipita , dando espantosos gritos , en las tiendas de los cristianos . ¡Qué desolacion en
1
este campo, en donde se veian matronas , vírgenes , niños y enfermos ! qué desesperacion entre todas esas
mujeres abandonadas por sus esposos ya llegados , cuando solo veian á su alrededor á los bárbaros que es-
U
taban prontos á arrojarse contra su presa ! Ninguna espada habia allí para defender á esta débil y trémula
multitud , contra la crueldad de los turcos , que con su diforme cabellera y aspecto feroz se parecian , segun es-
presion de Alberto de Aix , á los espíritus negros é inmundos . Despues de haber saqueado el campo , el ene-
migo emprendió la persecucion de los peregrinos . En un espacio de tres millas, los que huian y sus perse-
guidores andaban por encima de los roeles , de los vasos de oro y de plata , y sobre la púrpura y telas de
seda . Al lado de estos tristes restos del lujo , se encontraba por todas partes las señales de la mas espantosa
carnicería . En todas las regiones que se estienden desde Sinope hasta el mar Negro , no habia una llanura ,
un desfiladero , un lugar habitado ó desierto que no hubiese visto correr la sangre cristiana . Los cronistas con-
temporáneos hacen subir hasta sesenta mil el número de peregrinos que fueron víctimas del acero turco ó que
perecieron de hambre, de cansancio y de desesperacion .

Un segundo cuerpo de peregrinos , conducido por el conde de Nevers y el conde de Bourges , llegó á Cons-

llanura . Estos desfiladeros pueden ser los de Hadzi-Hamzed, que presenta aun restos de algunas fortificaciones , y esta llanura es la
de d'Amandjik que está situada à dos o tres jornadas de Sinope por la parte del este. Correspondencia del Oriente, t. III. )
136 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tantinopla en el mes de mayo , habiendo partido de Nicomedia por la fiesta de San Juan Bautista . Este ejér-
cito , compuesto de quince mil hombres, llevaba á su retaguardia , como el precedente , frailes , mujeres, ni-
ños y mucho pueblo sin armas . Despues de dos semanas de marcha llegó á Ancyra ; y no sabiendo en esta
ciudad noticia alguna de los lombardos y temiendo los difíciles y malos caminos de la Paflagonia , se dirigió
el ejército por la derecha , y marchó hacia Iconium que Alberto de Aix llama Stancone . Los cruzados se de-
tuvieron algunos dias delante la capital de la Lycaonia , pero no habiéndoles sido posible apoderar-
se de ella de modo alguno , prosiguieron inmediatamente su marcha hácia la ciudad de Heraclea (1)
(Crécly ó Ercly ) sobre el camino de Tarso . Era entonces el mes de agosto , en la abrasadora estacion en que
hasta las caravanas se ven obligadas á suspender su marcha ; los manantiales y las fuentes estaban por to-
das partes secos , y mas de trescientos peregrinos murieron de sed . Algunas voces vagas habian llegado á oí-
dos de los cruzados diciéndoles que cerca del lugar donde estaban habia un rio ; muchos de entre ellos subie-
ron á las alturas vecinas para descubrirlo , pero regresaron diciendo que solo se veia desde las montañas la
ciudad de Heraclea devorada por un incendio; los habitantes , al huir, habian pegado fuego á sus casas, ha-
bian cegado los pozos y destruido las cisternas . Entonces se presentaron los turcos , que llegaban siempre que
los peregrinos estaban medio vencidos por alguna gran calamidad . Un estenso valle , vecino de la ciudad, fué
el teatro de un combate terrible . El hermano del conde de Nevers , Roberto , que llevaba el estandarte del
ejército, dió el ejemplo de la fuga ; los otros jefes , hasta el mismo conde de Nevers , abandonando la perdida
multitud de peregrinos, huyeron á Germanicópolis, ciudad de la Cilicia ; las tiendas y las riquezas de los fu-
gitivos cruzados cayeron en poder de los turcos , y millares de mujeres y de niños fueron hechos prisioneros
por los bárbaros , que los condujeron á Korasan .
Todavía quedaba el tercer ejército de peregrinos , el de Guillermo do Poitou al que se habian reunido el
conde de Vermandois, el obispo de Clermont , Wolf IV duque de Baviera y la condesa Ida , margrave de Austria .
Así que los alemanes y los aquitanos llegaron á Constantinopla , nada sabian aun de cuanto tenian que sufrir
los cruzados en el Asia menor , porque dicen las crónicas antiguas, que à semejanza de las regiones de los
muertos, nadie tampoco regresaba de este pais ; sin embargo , tristes presentimientos preocupaban su imagi-
nacion; los unos miraban la Romanía como un vasto sepulcro que se tragaba á los pueblos de Occidente , y
querian regresar por mar á Palestina ; los otros decian que las venganzas y traiciones de Alejo seguirian á los
cruzados hasta en las flotas , y que las tempestades servirian aun mejor para sus proyectos que los mismos
turcos . En medio de estas crueles incertidumbres , dice Ekkard , veíase al padre separarse de su hijo, al ber-
mano de su hermano , al amigo de su amigo , y en esta separacion en la que tenia cada uno la mira de salvar
su vida , habia mas amargura y mas sentimiento que no el que se esperimenta por la misma muerte ; el uno
queria embarcarse , el otro atravesar la Romanía ; algunos despues de haber tomado sitio en un buque, se pre-
cipitaban sobre la ribera , y volviendo á comprar los caballos que acababan de vender corrian á la muerte
que querian evitar (2) . Tal es la sucinta relacion de un peregrino partido de Occidente con los cruzados teuto-
nes , y el mismo, despues de haber estado largo tiempo para decidirse , tomó el partido de embarcarse , y sin
correr ninguno de los peligros que temia , llegó en compañía de muchos otros peregrinos al puerto de Jaffa , se-
cundado por la clemencia divina .
Guillermo de Poitou y sus compañeros atravesaron el estrecho de San Jorge y regresaron á Nicomedia há❤
cia el tiempo de la siega . Una inmensa multitud de todos sexos , de todas edades y de todas condiciones se-
Godo-
guian sus banderas , y se puso en marcha para atravesar el Asia menor y tomó el mismo camino que
fredo de Bouillon en la primera cruzada ; el ejército de Poitou se apoderó á su paso de las ciudades de Philome-
lium (3) y de Samalieh , bajó despues hácia Heraclea , para encontrar , dice Alberto de Aix , un rio ardiente-
á
mente deseado : este rio que los compañeros del conde de Nevers no habian podido descubrir, corre ó pasa
poca distancia de Heraclea . Así que el ejército cristiano, rendido por la fatiga y el calor , se aproximó á él , en-
contró á los turcos que le esperaban formados en batalla sobre las dos orillas . Despues de un combate terri-

(1 ) Véase por Crecli ó Heraclea , la Correspondencia de Oriente, carta LXIII .


(2) Ekkard (Biblioteca de las Cruzadas) .
3 La ciudad de Finimine ó de Philomelium se encuentra en el dia bajo el nombre turco de Ylguin á ocho ónueve leguas de Ale-
her, la antigua pequeña Antioquía de Pisidia . (Véase la correspondencia de Oriente, carta LXI y LXIII.)
LIBRO CUARTO. - 1099-1101 . 137

ble, vencidos los cristianos emprendieron la fuga , y la matanza fué espantosa y cruel . El obispo de Clermont
en Auvernia, el duque de Baviera y el conde de Poitou , fueron casi los únicos que escaparon de la cuchilla
turca , huyendo al través de las montañas y por los desfiladeros desconocidos . El duque de Vermandois, heri-
do por dos flechazos , fué á morir en Tarso, siendo su cuerpo enterrado en la iglesia de San Pablo . La margra-
ve de Austria , y un gran número de ilustres matronas, desaparecieron en medio del tumulto del combate . Los
unos decian que la margrave habia sido aplastada debajo los piés de los caballos , los otros que los turcos la
habian conducido á Korasan , pais que , segun dice Alberto de Aix , está separado del resto del mundo por gran-
des montañas y pantanos, y en el cual los cristianos cautivos están encerrados como los rebaños en un establo.
Asi desaparecieron tres grandes ejércitos compuestos de varias naciones. Perecieron todos de la mis-
ma manera , es decir , por la imprevision de los jefes y por la indisciplina de los soldados , entregándose ellos
mismos á la esterminadora espada de los turcos. En la primera cruzada se habian esperimentado cierta-
tamente grandes reveses , pero se alcanzaron grandes victorias ; mas en esta solo se vieron grandes cala-
midades. La muchedumbre que acompañó al ejército , contribuyó mucho indudablemente á su derrota . El
mal venia de las ilusiones que se habian formado en Europa sobre las victorias de los primeros cruzados :
todo el mundo habia querido marchar , porque estaban en la persuasion que ya no habia en Asia, ni
turcos ni sarracenos , y que bastaba ponerse en camino , para llegar sin obstáculo ni peligro á Jerusalen .
La historia contemporánea nos dice que en esta desgraciada espedicion cuatrocientos mil peregrinos salie-
ron de este perecedero mundo , para vivir eternamente en el seno de Dios . Los cronistas no mencionan á los que
los turcos se llevaron como esclavos ; de todas las mujeres que habian marchado y cuyo número era impor-
tante , ni una sola regresó al seno de su familia . Los cruzados que se salvaron de la matanza , se retira-
ron los unos á Constantinopla, y los otros á Antioquía : en el libro siguiente veremos los tristes restos de
esta cruzada llegada al reino de Jerusalen , en donde muchos príncipes , salvados milagrosamente del ace-
ro turco , perdieron la libertad ó la vida , combatiendo con los egipcios . El duque de Baviera murió y
fué enterrado en la isla de Chipre ; Harpino de Bourger que regresó á Francia , se hizo religioso del con-
vento de Cluni. Guillermo de Poitou , para consolarse de las desgracias de la cruzada , hizo de esta el ob-
jeto de sus canciones, y á menudo, segun dice Orderico Vital , repetia sus tiernas quejas en presencia de
los reyes , de los grandes y de las sociedades cristianas.
Fijémonos un momento en el espectáculo que acaba de pasar delante de nuestros ojos, y en el que se
ve á dos religiones disputarse el mundo con las armas en la mano : volvamos la vista atrás, y veamos lo
que esta grande revolucion de guerras santas ha producido para las generaciones contemporáneas , y
qué suerte esperaba al finalizar aquellas á los pueblos de occidente .

Se ha repetido muchas veces , hablando de esta primera guerra santa , en la que el oriente vió á un
ejército de seiscientos mil cruzados, que Alejandro habia conquistado el Asia con solo treinta mil hom-
bres ; y sin reproducir lo que se ha dicho ya , nos limitaremos á hacer observar que los griegos de Ale-
jandro, en su invasion al oriente , no tenian que combatir mas que á los persas , nacion afeminada y que
la Grecia miraba con desprecio ; mientras que los cruzados tuvieron que combatir á una multitud de pue-
blos desconocidos, y que llegados al Asia , se encontraron rodeados de muchas naciones de conquistadores .
No será por demás repetir que aquí dos religiones se han armado la una contra de la otra ; y entre
los cristianos y los musulmanes no podia haber mas que una guerra de esterminio . Si las guerras reli-
giosas son siempre las mas mortíferas, tambien son las que ofrecen mas dificultad al vencedor , para que
pueda conservar y estender sus conquistas. Esta observacion es muy importante para apreciar el resul-
tado y hasta el carácter de la primera cruzada y de las que la han seguido.
Lo que los hombres ilustrados no podian comprender en este gran movimiento de las naciones , era
el milagroso motivo que animaba á los jefes y á los soldados . «¿ Qué habia que pensar, dice el abate Gui-
bert, que escribia algunos años despues de las cruzadas , al ver á los pueblos agitarse , y cerrando su corazon
á todas las afecciones humanas , lanzarse de repente à un destierro , para destruir á los enemigos del
nombre de Cristo, traspasar el mundo latino y los límites del mundo conocido, con mas ardor Ꭹ mas
alegría que mostraron jamás los hombres para asistir á una gran fiesta ?» El mismo cronista añade ,
que en su tiempo el móvil de la guerra eran la avaricia , la ambicion y las pasiones profanas y odiosas :
y como el ardor hacia los combates era casi general , arrastrando á los pueblos (es siempre la idea del
(18 y 19) 18
138 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

abate Guibert) Dios suscitó nuevas guerras , que debian emprenderse por la gloria de su nombre y que
conduciria él mismo; guerras santas que ofrecerian un medio de salvacion á los cristianos y á los pue-
blos , guerras en donde los que hubiesen abrazado la profesion de las armas podrian, sin renunciar á
sus hábitos, y sin verse obligados en ninguna ocasion à salir del siglo, obtener la misericordia divina . En
efecto, desde el momento que quedó la guerra santificada , todo el mundo acudió y quíso marchar bajo el
estandarte de Dios .

Uno de los maravillosos caractéres de esta cruzada , es que fué anunciada anticipadamente en casi to-
do el universo . Cuando las revoluciones están próximas á estallar , un secreto presentimiento se apodera
de los pueblos . Todo el mundo sabe los mil prodigios que habian precedido al belicoso alzamiento de
la Europa cristiana . Los musulmanes tuvieron tambien sus presagios muchas señales que habian

visto en el cielo , les habian anunciado que el occidente iba á levantarse contra ellos . Durante la es-
tancia de Roberto Frison en Jerusalen , doce años antes del concilio de Clermont , todos los jefes del pue-
blo musulman habian estado reunidos desde la mañana hasta la noche en la mezquita de Omar , en donde
estudiaron en los libros de la ley las proféticas amenazas de las constelaciones ; y supieron por seguras
conjeturas que unos hombres de condicion cristiana vendrian á Jerusalen y se apoderarian de todo el pais
despues de grandes victorias : pero no pudieron apear en qué tiempo se realizarian tan funestos presagios.
Así á medida que el tiempo avanzaba , el occidente y el oriente esperaban vagamente grandes cosas.
El religioso ardor que dominó á fines del siglo once , hizo que se dividiese la sociedad cristiana en dos
grandes partidos. El uno arrastraba al hombre á la vida solitaria y contemplativa , y el otro le condu-
cia á recorrer el mundo para buscar la remision de sus pecados por medio del tumulto y estruen-
do de las guerras santas . Por una parte se decia á los cristianos : « En el retiro se encuentra la sal-
» vacion, y allí es donde el Señor distribuye sus gracias , y el hombre se hace bueno y mas digno de
>> la misericordia divina . Por otra se repetia incesantemente ; Dios os Hama á su defensa ; por el estruendo
»de las armas y por los peligros de una guerra santa , se obtienen las bendiciones del cielo . » Estas dos

opiniones, tan opuestas entre sí , se predicaban con el mismo éxito y encontraban en todas partes par-
tidarios y apóstoles ó mártires . Entre los mas fervientes fieles, los unos no veian otra manera de agra-
dar á Dios que el de sepultarse en los desiertos , mientras que los otros creian santificar su vida recur-
riendo las mas lejanas regiones , espada en mano y con la cruz en el pecho . La necesidad del retiro y
el celo por la guerra sagrada eran tan vehementes , que jamás la Europa habia visto tantos reclu-
sos y tantos soldados : jamás se vió establecer tantos monasterios como en el siglo doce , y jamás se vie-
ron tantos y tan formidables ejércitos . No trataremos de caracterizar este estraño contraste : pero nos
parece que un hombre solo bastaria , aquí , para esplicar todo un siglo , y este hombre es Pedro el Er-
mitaño . Es sabido que el predicador de la cruzada siguió sucesivamente las dos opiniones dominantes en
su época . Nacido con una ardiente imaginacion , pero con un espíritu variable é inquieto , entregóse lue-
go á la vida cenobita , pareciendo despues en medio de esta multitud que habia tomado las armas á su
sola voz , y acabó por morir en un claustro . El ermitaño Pedro fué , pues , el hombre eminente de su
época , y á este debe atribuirse la gran influencia que tuvo sobre sus contemporáneos . Nosotros hemos
tenido muchas veces ocasion de notar que los hombres que pasan por haber dominado su siglo , son los
que mas se dejan dominar por este, mostrándose los mas apasionados intérpretes .
Uno de los resultados de esta cruzada , fué el llevar el espanto entre las naciones musulmanas , ponién-
dolas por mucho tiempo en la imposibilidad de ensayar ninguna empresa contra el occidente. Gracias
á las victorias de los cruzados , el imperio griego retrocedió sus límites, y Constantinopla, que era el ca-
mino de occidente para los musulmanes , quedó al abrigo de sus ataques . En esta lejana espedicion , la
Europa perdió la flor de su poblacion ; pero ella no fué como el Asia , que se convirtió en teatro de una
guerra sangrienta y desastrosa , de una guerra en la que nada se respetaba , y en donde las ciudades y las
provincias eran sucesivamente desoladas por los vencedores y por los vencidos . Mientras que los guerreros

salidos de Europa derramaban su sangre en oriente , el occidente gozaba de una profunda paz . En todos los
pueblos cristianos se miraba como un crímen , batirse por una causa que no fuese la de Jesucristo . Esta
fué en la
opinion contribuyó mucho á contener á los bandidos , y á hacer respetar la tregua de Dios , que
edad media el gérmen ó la señal de las mejores instituciones . Fuesen cuales fuesen los reveses de la
LIBRO CUARTO . - 1099-1101 . - 139

cruzada , eran menos deplorables que las guerras civiles y el azote de la anarquía feudal, que habia du-
rante mucho tiempo , devastado todas las comarcas de occidente .
Esta primera cruzada proporcionó otras ventajas á la Europa , poniendo al oriente mas en contacto con
el occidente . El Mediterráneo fué mas frecuentado por los buques europeos ; la navegacion progresó algo ,
y el comercio, sobre todo el de los pisanos y genoveses , debió acrecentarse y enriquecerse por medio de
la fundacion del reino de Jerusalen . Es verdad que una gran parte del oro y plata que poseia la Europa
habia sido esportada al Asia por los cruzados ; pero estos tesoros enterrados ó escondidos por el miedo ó por
la avaricia , estaban perdidos ó no existian al menos para la circulacion y todo el oro que no se llevaron
los cruzados , circuló mas libremente , y la Europa , teniendo realmente menor cantidad de plata , apareció de
repente ser mas rica que nunca .
A pesar de lo que se ha querido suponer , no vemos que durante la primera cruzada la Europa haya
sido ilustrada por el oriente . El Asia fué teatro de las mas terribles revoluciones durante el siglo once. En
esta época ni los sarracenos ni los turcos cultivaban las artes ni las ciencias . Los cruzados no tuvieron con
aquellos mas relaciones que la de una guerra terrible . Por otra parte los francos despreciaban demasiado à
los griegos , en cuya nacion estaban demasiado en decadencia las ciencias y las artes , para poder servir de
modelo é instruccion . Sin embargo , como los acontecimientos de la cruzada habian herido vivamente la
imaginacion de los pueblos , este grande é imponente espectáculo bastó para dar una especie de vuelo al es-
píritu humano en el Occidente .
Reservándonos para mas adelante el hablar del carácter de esta cruzada , diremos solamente aquí algunas
palabras sobre el bien que ella ha podido hacer á la generacion contemporánea . Los desastres son lo que
mas nos afecta al leer la historia , y no tenemos necesidad de recordarlos , pero el bien y sus invencibles
progresos son mucho menos fáciles de distinguir ó conocer .
El primer resultado de la cruzada con relacion á la Francia , fué la gloria de nuestros padres ; ¡ cuántos
nombres ilustres con motivo de esta guerra ! Los gloriosos recuerdos son una ventaja real ó positiva , por-
que ellos fundan la existencia de las naciones y la de las familias . No puede olvidarse el llamamiento que
hizo el papa Urbano á la belicosa nacion de los francos , y la historia ha dado cuenta de los prodigios con
que estos respondieron al llamamiento del pontifice . Un cronista nos dice que Dios en esta ocasion rechazó á
los grandes monarcas de la tierra, y no quiso asociar á sus designios mas que la Francia , que se presentaba
pura delante de él , porque hasta entonces ninguna herejía habia manchado á su pueblo . El abate Guibert ,
que había tomado por título de su historia estas palabras : Gesta Dei per francos ( Hechos de Dios por los
francos) , ha esplicado á la vez la opinion de sus contemporáneos y la de la posteridad :
Lo que habia de curioso en tiempo de las cruzadas, era la creencia en que generalmente se estaba, de que el
mundo era viejo , y que estaba próxima la decadencia . Guibert se estrañaba que las maravillas , de las cuales
era él testigo , tuviesen lugar en un tiempo de decrepitud . Sin embargo , la conquista de Jerusalen debia
alentar sus espíritus y advertirles que el mundo no iba á finar, puesto que iba á darse comienzo á una gran
revolucion para renovar el oriente y el occidente. Nosotros sabemos , sin duda alguna , dice Guibert , que Dios
no ha emprendido esto para libertar á una sola ciudad, sino que ha arrojado en todas partes las semillas
que producirán mucho fruto. En todas partes se estudiaba ya la gramática , y el número de escuelas , siem-
pre creciente , hacia fácil la instruccion hasta á los hombres mas estúpidos . El abad de Noguent al empezar su
historia , declara que él va á adornar su estilo , y que su idea es dar á luz un libro digno del tiempo en que
escribe , y sobre todo de las maravillas que va á celebrar . Otros escritores habian emprendido ya la tarea de
trazar la historia de esta época memorable.
Antes de la primera cruzada , la ciencia de la legislacion , que es la primera y mas importante de todas ;
habia hecho muy pocos progresos . Algunas ciudades de Italia y de las provincias vecinas de los Pirineos ,
en donde los godos habian hecho florecer las leyes romanas , veian tan solo renacer algunos destellos de la
civilizacion. Entre los reglamentos y las ordenanzas que Gaston de Bearn habia recopilado antes de partir
á la cruzada , se encuentran disposiciones que merecen ser conservadas por la historia , porque ellas nos
presentan los débiles fundamentos de una legislacion que el tiempo y otras mas felices circunstancias debian
perfeccionar . La paz , dice este legislador del siglo undécimo , será guardada en todos tiempos á los cléri-
gos , álos religiosos , á los viajeros , á las señoras y á su séquito . Si alguno se refugia cerca de una señora,
440 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

será salva su persona pagando el daño que haya causado . Que la paz sea con el labrador ; que sus bueycs ŋ
sus aperos de labranza no puedan ser ocupados ( 1 ) .
Estas bien hechoras disposiciones eran inspiradas por el espíritu de caballería , que habia progresado en
las guerras contra los sarracenos de España : ellas eran sobre todo la obra de los concilios ( 2) que habian prc-

curado contener las guerras entre particulares y los escesos de la anarquía feudal . Las guerras santas de
ultramar acabaron lo que la caballería habia empezado ; perfeccionando hasta la misma caballería . El con-
cilio de Clermont y la cruzada que le siguió , no hicieron mas que desarrollar y consolidar todo lo que los con-
cilios anteriores , todo lo que los señores y los príncipes mas sabios , habian hecho á favor de la humanidad.
Muchos de los príncipes cruzados , tales como el duque de Bretaña y Roberto , conde de Flandes hicieron
notable su regreso por medio de los sabios reglamentos que publicaron . Algunas saludables instituciones
empezaron á reemplazar á los violentos abusos del feudalismo.

En Francia se notaron principalmente estos cambios. Muchos señores habian manumitido á sus esclavos
que les seguian en la santa espedicion . Giraud y Giraudet Adhemer de Montheil , que habia seguido á su
hermano , el obispo de Puy á la guerra santa , á fin de reanimar y recompensar á algunos de sus vasallos que
le habian acompañado , les concedió muchos feudos , por un acta celebrada en el mismo año de la toma de
Jerusalen . Pudiéranse citar muchas actas semejantes , hechas durante la cruzada y en los primeros años
que la siguieron . La libertad esperaba en el ocidente el reducido número de cruzados venidos de la guerra
santa y que parecian no reconocer jamás por jefe suyo á Jesucristo .
El rey de Francia , aun cuando fué por largo tiempo el blanco de las censuras de la Iglesia , y que no se

distinguia por ninguna cualidad personal , tuvo un reinado mas feliz y mas tranquilo que sus predecesores.
Él empezó á sacudir el yugo de los grandes vasallos de la corona , que muchos se habian arruinado ó habian
perecido en la guerra santa . Se ha repetido muchas veces , que la cruzada puso en manos del clero las mas
grandes riquezas: este es un hecho innegable; pero no es cierto que sucediera esto mismo en las guerras san-
tas que tuvieron lugar despues ; pero ¿no puede asegurarse que el clero era en aquellos tiempos la parte
mas ilustrada de la nacion, y que este acrecentamiento de prosperidad estaba en la naturaleza de las cosas?
Despues de la primera cruzada pudo observarse lo que sucede en todos los pueblos que marchan á la civili-
zacion : el poder tendia á centralizarse en las manos del que debia proteger á la sociedad : la gloria fué la
herencia de los que estaban llamados á defender la patria ; y la consideracion y las riquezas se dirigieron há-
cia la clase que debia instruir y civilizar á los pueblos .
Muchas ciudades de Italia habian llegado á un cierto grado de civilizacion antes de la cruzada , pero esta.
civilizacion , tomada de los griegos y de los romanos , mas bien que de las costumbres y de la religion de

los pueblos , no presentaba estabilidad alguna , pareciéndose á aquellas fugaces luces que se desprenden del
cielo y brillan un momento durante la noche. Demostraremos en las consideraciones generales con que termi-
na esta obra , cuánto han contribuido esas repúblicas esparcidas y divididas entre sí , esas legislaciones to-
madas servilmente de los antiguos , esa libertad precoz que no habia nacido en el suelo y que no se acomo-
daba fácilmente con el espíritu de la época , á crear la independencia de la Italia en la edad moderna . Para
que la civilizacion produzca sus saludables efectos y que sus beneficios sean duraderos , es preciso que se ar-
de la
raigue en los sentimientos y en la opinion dominante de una nacion , y que nazca , por decirlo así ,
misma sociedad . Sus progresos no deben improvisarse , y todo debe conspirar á la vez á la misma perfec-
cion . Las luces , las leyes , las costumbres y el poder todo debe marchar juntamente . Esto es lo que ha suce-
dido en Francia ; y he aquí porque esta nacion debia ser en su dia , el modelo y centro de la civilizacion en
Europa . Las guerras santas contribuyeron mucho á esta dichosa revolucion , cosa que pudo corregirse desde
la primera cruzada .

(1) Hemos tomado estos detalles de una historia manuscrita de Bearn que ha tenido la bondad de facilitarnos uno de nuestros
magistrados mas distinguidos, que consagra sus ocios al cultivo de las letras. Esta historia, notable por una sabia erudicion y una
sana crítica, debe derramar gran luz sobre los remotos tiempos de que hablamos .
(2) Todas las ordenanzas de Gaston de Bearn están en los decretos del sínodo ó concilio celebrado en la diócesis de Elna en el Ro-
sellon, el 16 de mayo de 1027. Estas disposiciones tenian por objeto la tregua de Dios . El concilio habia decretado que no se pudiese
atacar á ningun fraile ó clérigo desarmado , ni al hombre que fuése á la iglesia ó que regresase de ella , ó que acompañase señoras .
En el concilio de Bourges en 1031 , y en muchos otros, se renovaron los mismos reglamentos; y se pusieron bajo la salvaguardia dela
religion, á los labradores, sus bueyes y sus molinos . (Véase la Coleccion de los Concilios por el P. Labbe. ) No será por demás decir
queestos reglamentos fueron observados en Aquitania. El concilio de Clermont hizo que se adoptaran en la mayor parte de Europa.

!
141
LIBRO QUINTO . — 1099–4146 .

LIBRO V.

HISTORIA DEL REINO DE JERUSALEN.


1099-1116.

Godofredo envia á Tancredo á Galilea . - Sitia el mismo , en vano , á Arsur. - Llegada de Balduino y de Boemundo.- El arzobispo
Daimberto. Los tribunales de Jerusalen .— Situacion del reino . - Mucrte de Godofredo.--Sucédele Balduino. - Empresas guer-
reras de este príncipe. -Su afan por restablecer el imperio de las leyes. -Los genoveses le ayudan á tomar Cesarea . -Ventajas y
reveses.-Toma de Tolemaida.—Crítica posicion del principado de Antioquía y del condado de Edeso . - Toma de Trípoli . — Bal-
duino lleva la guerra en Egipto.-Su muerte.- Balduino de Bourg sube al trono.- Arrroja á los musulmanes del territorio de
Antioquía. Hecho prisionero, recobra la libertad con astucia.- Los sarracenos de Egipto batidos por Eustaquio de Agrain.-
Papel que jugaron los venecianos en la primera cruzada.-Situacion general. - Los ismaelitas ó asesinos.- Caballeros de San
Juan y caballeros del Temple. - Balduino ve frustrada la toma de Damasco . Su muerte. - Fulques de Anjou es proclamado rey.
-Felonia, del conde de Joppe -Su castigo. - Juan Comneno prueba de apoderarse de Antioquía , despues se reune con los lati-
nos.-Muere el rey Balduino III . - Su hijo y su sucesor, es desgraciado en el ataque contra Bosrha. - Los musulmanes destru-
yen á Edeso.

El pais en el que acababan de establecerse los cruzados , y que los recuerdos de la religion le hacian mas
grato á los pueblos del occidente , formó antiguamente el reino de Israel . Luego que esta comarca fué some-
tida á las águilas romanas , sus nuevos dueños añadieron al nombre que le habian dado los judíos , el de
Palestina . Ella tenia por límites , al mediodía el arenoso desierto que separa la Judea del Egipto , al orien-
te el pais de la Arabia , al occidente el Mediterráneo , y al norte las montañas del Líbano .
En tiempo de los cruzados , lo mismo que hoy dia , una gran parte del suelo de la Palestina presentaba el
aspecto de una tierra sobre la que han caido las maldiciones del cielo . Esta tierra , dada en otro tiempo al
pueblo elegido de Dios , habia mudado muchas veces de habitantes ; todas las sectas y todas las dinastías mu-
sulmanas se habian disputado la posesion de ella con las armas en la mano ; las revoluciones y la guerra
habian amontonado las ruinas en esta capital y en la mayor parte de las ciudades ; las creencias de los pue-
blos musulmanes y de los pueblos cristianos parecian solamente dar algun valor á la conquista de Judea ; la
historia , sin embargo , debe guardarse de incurrir en la exageracion de ciertos viajeros , cuando han ha-
blado de la esterilidad de este desgraciado pais.

En el estado que se encontró la Judea , si su territorio se hubiese sometido enteramente á las leyes de Go-
dofredo , el nuevo rey habria podido rivalizar poderosamente con la mayor parte de los príncipes musulmanes
del Asia ; pero el naciente reino de Jerusalen se componia tan solo de la capital y de unas veinte poblaciones
inmediatas . Muchos de estos pueblos se encontraban separados los unos de los otros , por plazas que ocupa-
ban aun los infieles . Una fortaleza en poder de los cristianos estaba próxima á otra , en donde ondeaba el

estandarte de Mahoma . En las campiñas habitaban los turcos , los árabes y los egipcios , que se reunian pa-
ra hacer la guerra á los súbditos de Godofredo Estos últimos estaban amenazados hasta en las ciudades , ca-
si siempre mal guardadas , encontrándose sin cesar espuestos á todas las violencias de la guerra . La tierra
permanecia inculta , y todas las comunicaciones estaban interrumpidas. En medio de tanto peligro , mu-
chos latinos abandonaron las posesiones que les había dado la victoria : y á fin de que el pais conquistado no
estuviese falto de habitantes , sobre todo en los momentos del peligro , fué preciso , para promover la aficion
hácia esta nueva patria , estimular á sus moradores por medio del interés de la propiedad . Toda persona que
hubiese permanecido un año y un dia en una casa ó sobre un terreno cultivado , debia ser reconocido como
su legitimo poseedor ; todos los derechos de posesion se perdían por una ausencia de igual duracion .
El primer cuidado de Godofredo fué el de reprimir las hostilidades de los musulmanes , y retirar las fron-
teras del reino cuya defensa se le habia confiado . Siguiendo sus órdenes , Tancredo entró en Galilea , y se
142 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

apoderó de Tiberíada y de muchas otras ciudades vecinas del Jordan . En recompensa de sus trabajos , se le
dió la posesion del pais que acababa de conquistar , y que posteriormente fué erigido en principado .
Arsur , ciudad marítima situada entre Cesarea y Joppe , rehusó pagar el tributo impuesto despues de la
victoria de Ascalon : y Godofredo y sus caballeros fuéron á sitiar la mencionada plaza . Ya se habian coloca
do las torres y los arietes delante de las murallas y se habian dado varios asaltos , cuando los sitiados em
plearon un medio de defensa que nadie esperaba . Gerardo de Avesnes , que se habia dado en rehenes á los
enemigos , por orden de Godofredo , fué atado á la punta de un palo muy alto que se colocó delante de la mu
ralla misma á la que debian dirigir sus tiros los sitiadores . A la vista de una muerte inevitable y sin gloria ,
este desventurado caballero dió grandes gritos de dolor y de desesperacion , conjurando á su amigo Godo
fredo que le salvase la vida por medio de una retirada voluntaria . Este cruel espectáculo desgarró el alma
del rey de Jerusalen , pero no disminuyó de ninguna manera su resolucion y su valor . Cuando estuvo cerca
de Gerardo de Avesnes , le exhortó á hacerse digno , por su resignacion , de la corona del martirio . «
< Yo no
puedo salvaros , le dijo , y aun cuando mi hermano Eustaquio se encontrase en vuestro lugar , yo no po
dria librarle de la muerte . Morid , pues , ilustre y esforzado guerrero , con la resignacion de un héroe cris
tiano morid por la salvacion de vuestros hermanos y por la gloria de Jesucristo . » Estas palabras de Godo
fredo dieron á Gerardo de Avesnes ánimo para la muerte ; y recomendó á sus antiguos amigos que ofrecie

sen al Santo Sepulcro su caballo de batalla y sus armas , y les suplicó que se hiciesen plegarias por la salud
de su alma ( 1 ) .
Godofredo y todos los guerreros cristianos atacaron vigorosamente la ciudad , pero fueron rechazados .
Bien pronto las nieves y las lluvias de invierno les obligaron á levantar el sitio . Godofredo regresó tristemen
te á Jerusalen , con sus caballeros , lamentando la inútil muerte de su compañero de armas . Pero des
pues de haber pasado una ó dos semanas, ¡cuál fué su sorpresa y su alegría al ver llegar , montado en un
hermoso palafren, al valiente Gerardo de Avesnes cuya muerte lloraba ! Los habitantes de Arsur, entusias
mados de la constancia y de la heroica resignacion del caballero franco , le habian desatado del palo en donde
estaba colocado , y le habian hecho conducir al emir de Ascalon , quien le envió al rey de Jerusalen. Go-
dofredo le recibió con grande alegría , y para recompensar su sacrificio , le dió el castillo de San-Abraham ,
construido en las montañas de la Judea , al sudeste de Belen ( 2 ) .
Durante el mismo sitio de Arsur , muchos emires , procedentes de las montañas de Napolova y de Samaria ,
vinieron á saludar á Godofredo y á ofrecerle regalos , tales como higos y uvas cocidas al sol . El rey de Jerusa

len estaba sentado en el suelo , sobre un saco de paja , sin aparato y sin guardias . Los emires no pudieron
ocultar su sorpresa , y preguntaron cómo era que un tan gran principe , cuyas armas habian hecho estreme
cer á todo el oriente , estuviese tendido en tierra , no teniendo ni una almohada ni un tapete de seda . « La
tierra de la que hemos salido , y que debe ser nuestra morada despues de la muerte , respondió Godofredo ,
¿ no puede servir de silla durante nuestra vida ? » Esta respuesta , que parecia haber sido dictada por el
mismo genio de los orientales , no dejó de hacer grande impresion en el ánimo de los emires . Llenos de
admiracion por todo cuanto habian visto y oido , se despidieron de Godofredo , pidiéndole su amistad ; y en
Samaria se hablaba con admiracion de la sencillez y sabiduría de los hombres del occidente .
Durante la misma época , la fama contaba muchas maravillas relativamente á la fuerza de Godofredo : se
le había visto , con un solo golpe de su larga espada , cortar la cabeza de los mas grandes camellos . Un pode
roso emir entre los árabes quiso juzgar el hecho por sí mismo , y vino á suplicar al príncipe cristiano que
renovase delante de él el mencionado prodigio . Godofredo no se desdeñó de satisfacer la curiosidad del emir
musulman , y con un solo golpe de su espada tronchó la cabeza de un camello que habian conducido á su
presencia . Como los árabes parecia que creian que en la espada de Godofredo habia algo de encantamiento,
este tomó la espada del emir , y la cabeza de un segundo camello rodó por la arena . Entonces el emir declaró
en alta voz que todo cuanto se habia dicho del jefe de los cristianos era verdad , y que jamás bubo hombre
alguno mas digno de combatir á las naciones . Yo he visto , en la iglesia del Santo Sepulcro , esta terrible es
pada que sucesivamente derribaba las cabezas de los camellos y hendia á los gigantes sarracenos ( 3 ).
Luego que Godofredo entró en Jerusalen , supo que Balduino, conde de Edeso , y Boemundo , príncipe de

(1 ) Alberto de Aix , habla asimismo de un Lamberto de Avesnes que fué espuesto á los golpes de los acometedores. (Véase á
Alberto de Aix, lib. VII. ) — (2) Véase la Correspondencia de Oriente, t . IV.— (3) Véase la Correspondencia de Oriente, t . V.
LIBRO QUINTO - 1099-1146 . 443

Antioquía se habian puesto en camino para visitar los santos lugares . Es preciso recordar que estos dos jefes
de la primera cruzada no habian seguido á sus compañeros de armas á la conquista de la Tierra Santa ;
ellos venian á Jerusalen acompañados de un gran número de caballeros y de soldados de la cruz , que estando
como ellos guardando el pais conquistado , se mostraban impacientes por acabar su peregrinacion . A estos
ilustres guerreros se reunieron una multitud de cristianos venidos de Italia y de todas las comarcas del occi-
dente. Esta piadosa caravana , que contaba veinte y cinco mil peregrinos , tuvo mucho que sufrir sobre las
costas de la Fenicia ; pero así que vieron á Jerusalen , dice Fulques de Chartres que acompañaba á Balduino,
conde de Edeso , todas las miserias que ellos habian sufrido fueron puestas en olvido . La historia contemporá-
nea añade , que Godofredo , muy contento de volver á ver á su hermano Balduino , obsequió magníficamente
á los principes durante todo el invierno.
Daimberto, arzobispo de Pira , habia llegado con Balduino , conde de Edeso , y Boemundo príncipe de An-
tioquía , y á fuerza de dones y de promesas hizo que se le nombrara patriarca de Jerusalen , cuya plaza
ocupaba Arnoldo de Rohes . Este prelado , educado en la escuela de Gregorio VII , sostenia con calor las preten-
siones de la Santa Sede. Su ambicion no tardó en introducir el desórden entre los cristianos : en el mismo

lugar en donde Jesucristo habia dicho que su reino no era de este mundo , y el que se proclamaba su vicario ,
quiso reinar con Godofredo y pidió la soberanía de una parte de Joppe y del cuartel de Jerusalen llamado el
cuartel del Santo Sepulcro . Despues de algunos debates ( 1 ) el piadoso Godofredo concedió lo que se le pedia
en nombre de Dios , y si debe creerse el testimonio de Guillermo de Tiro , el nuevo rey declaró , el dia de
Pascua , delante de todo el pueblo reunido en el Santo Sepulcro , que la torre de David y la ciudad de Jeru-
salen pertenecerian absolutamente á la Iglesia en caso que él muriese sin sucesion .
Hemos dicho ya el estado en que se encontraba el reino de Godofredo : ahora añadiremos que el nuevo

rey contaba entre sus súbditos , armenios , griegos , judíos , árabes y renegados de todas las religiones y
aventureros de todos los paises. El estado confiado á su cuidado era lo mismo que un lugar de paso , y
no tenia en su apoyo ni en su defensa mas que á los viajeros y estranjeros . Era el sitio destinado á donde
se daban cita los grandes pecadores para aplacar la divina cólera , y el asilo de los criminales que huian
de la justicia de los hombres . Los unos y los otros eran igualmente perjudiciales , cuando las circunstan-
cias despertaban sus pasiones , y el miedo ó el arrepentimiento daba lugar á nuevas tentaciones. Godofredo ,
segun las leyes de la guerra y las costumbres feudales , habia distribuido las tierras conquistadas á los
compañeros de sus victorias. Los nuevos señores de Joppe, de Tibereríada , de Ramla y de Naplusa apenas
reconocian la autoridad real. El clero, sostenido por el ejemplo del patriarca de Jerusalen , hablaba con
mucha autoridad , y los obispos ejercian como los barones un poder temporal. Los unos atribuian la
conquista del reino á su valor , y los otros á sus plegarias; cada cual reclamaba el precio de su piedad
ó de sus trabajos, la mayor parte tendia á la dominacion y todos á la independencia .
Era llegado el tiempo de oponer un gobierno regular á todos estos desórdenes. Godofredo escogió el
momento en que estaban los príncipes latinos reunidos en Jerusalen . Los mas sabios y mas piadosos
se consagraron al palacio de Salomon (2) , y se les dió el cargo de redactar un código de leyes para el nue-
vo reino. Las condiciones impuestas á la posesion del terreno , los servicios militares de los feudos , las
recíprocas obligaciones del rey y de los señores , de los grandes y de los pequeños vasallos , todo fué
establecido y arreglado segun las costumbres de los francos. Lo que principalmente pedian los súbditos
de Godofredo eran jueces para terminar
‫ވ‬ las diferencias y proteger los derechos de cada uno. Dos tribuna-
les de justicia (3) fueron creados : el uno , presidido por el rey y compuesto de la nobleza , debia fallar las
cuestiones de los grandes vasallos ; el otro, presidido por el vizconde de Jerusalen y formado de los prin-
cipales habitantes de cada ciudad , debia conocer de los derechos é intereses de los vecinos ó de la clase baja .
Se creó un tercer tribunal, reservado á los cristianos orientales ; los jueces habian nacido en Siria , hablaban
la lengua nativa y fallaban segun las leyes y los usajes de su pais . Las leyes que se dieron á la ciudad de
David fueron sin duda un espectáculo nuevo para el Asia ; ellas fueron tambien un motivo de instruccion

(1) Los debates que tuvieron lugar por el motivo mencionado son referidos por Guillermo de Tiro , el que nos parece parcial, y
que se contradice algunas veces. Alberto de Aix, nos ha parecido mas claro y mas verídico.—(2) Los cronistas llaman palacio de
Salomon, al palacio de los reyes latinos. (3 ) Las assises, tales como las conocemos, no son enteramente la obra de Godofredo : pe-
ro podemos afirmar que él instituyó los dos tribunales de justicia de que se habla aquí.
144 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

para la misma Europa , que se admiró de encontrar mas allá de los mares sus propias instituciones modifi
cadas por las costumbres del oriente y por el carácter y el espíritu de la guerra santa . Esta legislacion de
Godofredo, la menos imperfecta que se habia visto hasta entonces entre los francos y que se mejoró aun en
los siguientes reinados , fué depositada con gran pompa en la iglesia de la Resurreccion y tomó el nombre de
Tribunales de Jerusalen ó Cartas del Santo Sepulcro (1) .
. Al aproximarse la primavera , Boemundo y Balduino partieron de la santa ciudad , y los peregrinos fuéron

á coger palmas en la Hanura• de Jericó; visitaron el Jordan, y se detuvieron algunos dias en Tiberíada en donde
fueron muy bien recibidos por Tancredo. La caravana de los príncipes regresó por Cesarea-de-Felipe ó Pa
neas por Balbec y Tortora ó Laodicea , sometida entonces á Raimundo de San Gilles . Allí los peregrinos de
Italia se embarcaron en los buques de los genoveses y de los pisanos .; Balduino tomó el camino de Edeso y
Boemundo el de Antioquía ..
; Godofredo se quedó solo en Jerusalen , encontrándose en medio de una ciudad arruinada y de un pais de+

vastado . El pueblo de la santa ciudad estaba en una estrema pobreza . Godofredo , mas pobre aun que sus va
sallos , no tenia con que pagar el reducido número de sus fieles guerreros . Durante la guerra se vivia con el
botin hecho al enemigo ; y en la paz , solo se vivia con el temor que se habia inspirado durante la guerra . La
historia contemporánea nos da á conocer el gran imperio que ejercia entonces sobre los pueblos vecinos , el
recuerdo de las victorias obtenidas por los soldados de la cruz . Los infieles , llenos de espanto , dice Alberto de
Aix, creyeron que nada podian hacer mejor que mandar una diputacion de Ascalon , de Cesarea y de Tole
maida , cerca de Godofredo, para saludarle de parte de estas ciudades. El mensaje de las mencionadas ciuda
des estaba concebido en estos términos : El emir de Ascalon , el emir de Cesarea y el emir de Tolemaida,
al duque de Godofredo y á todos los otros , salud . Te suplicamos , duque gloriosísimo y magnífico , que por
tu voluntad , nuestros ciudadanos puedan salir para sus negocios en paz y seguridad . Te enviamos diez bue
nos caballos y tres buenos mulos, y cada mes te ofrecemos á título de tributo cinco mil. besantes . Es preciso ad
vertir aquí que no había ninguna de estas ciudades que no estuviese mas fortificada , y que no tuviese
mas medios de defensa que Jerusalen .
- Godofredo vino repetidas veces al socorro de Taneredo , que estaba en guerra con los emires de la Gali
*
lea , el rey de Jerusalen llevó sus armas victoriosas mas allá del Líbano y hasta debajo de las murallas de
Damasco al mismo tiempo hizo otras escursiones al Arabia , de donde regresaba con gran número de cau
tivos , de caballos y de camellos . Sú fama se estendia cada dia mas ; y se le comparaba á Judas Macabeo por;
el valor , á Sanson por la fuerza, de su brazo , y á Salomon por la sabiduría de sus consejos . Los francos que
habian permanecido a su lado bendecian su reinado , y bajo su dominacion paternal olvidaban su antigua
patria ; los sirios , los griegos y hasta los mismos musulmanes estaban persuadidos de que con un principe
tan bueno el poderío cristiano no podia menos de consolidarse . Pero Dios no permitió que Godofredo vivie÷
se bastante tiempo para acabar la obra que tan gloriosamente habia empezado .
En el mes de junio 1100 , regresaba de una espedicion de la otra parte del Jordan ; seguia la orilla de
mar y entró en Joppe , en cuya ciudad cayó enfermo . El emir de Cesarea vino á su encuentro y le presentó
frutos de la estacion . Godofredo no pudo aceptar mas que una manzana de cedro , y al llegar á Joppe apenas
podia sostenerse á caballo . Le asistian cuatro de sus parientes , dice una crónica contemporánea : los unos le
curaban los piés , calentándolos sobre su seno , los otros le hacian apoyar la cabeza sobre su pecho , y otros,
Horaban y se desesperaban , temiendo el perder a este príncipe ilustre en un destierro tan lejano. Un gran
número de peregrinos de Venecia con su dux y su obispo , acababan de llegar al puerto de Joppe , efrecien
do su flota para ayudar á los cristianos de la Palestina á conquistar algunas ciudades marítimas. En las pri
meras entrevistas se trató de sitiar á Caiphas , construida al pié del Carmelo ; Godofredo se ocupó en persona
de los preparativos del sitio , prometiendo asistir á él , pero su mal se agravaba por momentos y se vió obli
gado á hacerse trasladar en una litera á Jerusalen . Todo el pueblo se desconsolaba á su paso y corria á las
iglesias á suplicar á Dios se sirviese curarle. Godofredo estuvo enfermo por espacio de cinco semanas. Y aun
que estaba postrado y sufria mucho , admitia á su lado á todos los que querian hablarle de los negocios de
la Tierra Santa , y supo estando en cama , la rendicion de Caiphas ; esta fué su última victoria , su último gozo

(1) Véase la esplicacion de los assises de Jerusalen al fin de la obra.


GravéparEd Lerouge
par Cibot FUNERALES DE GODOFREDO .

Funéraillesde Godefroy de Bouillon

Fur le Calvaire ( Fuillet ave!


23.

Imp de F Chardon aine


1
― 145
LIBRO QUINTO . - 1099-1146 .

en esta vida. Como la enfermedad iba empeorándose todos los dias , no dejando ya esperanza alguna de
alivio , el generoso atleta de Cristo confesó sus pecados , recibió la comunion , y revestido del escudo espiri
tual ( estas son las espresiones de las crónicas ) fué arrebatado á la luz de este mundo .
Godofredo exhaló el último suspiro el 17 de julio , un año despues de la toma de Jerusalen . Algunos histo
riadores le han dado el título de rey , otros le han llamado duque cristianísimo . En el reino que habia funda

do , se le proponia á menudo como modelo de príncipes y de guerreros ; su nombre recuerda aun hoy dia las
virtudes de los tiempos heroicos ; y debe vivir entre los hombres tan largo tiempo como la memoria de las
cruzadas . Fué enterrado al pié del Calvario . Su tumba y la de su hermano Balduino fueron durante muchos
siglos uno de los ornamentos del santo templo ; pero en la presente generacion , este precioso monumento de
las guerras sagradas , ha desaparecido por la envidia de los griegos y de los armenios. Cuando en 1830 pedí
ver los dos sepulcros , no pudieron enseñarme mas que una espesa pared que las ocultaba á la vista de los
viajeros y de los peregrinos .
Despues de la muerte y fúnebres obsequios de Godofredo , estallaron grandes divisiones en Jerusalen , por
saber á quién debia pertenecer la autoridad suprema . El patriarca Daimberto pretendia que solamente la
Iglesia debia suceder al príncipe que acababa de morir , y recordaba , en apoyo de esta pretension , las úl
timas voluntades del duque de Lorena . Todos los que empuñaban las armas en Jerusalen no participaban
de la opinion del patriarca , porque no se trataba de reinar en la santa ciudad , sino de esponer su vida pa
ra defenderla ; y nada era mas dudoso que los empeños arrancados á la piedad de Godofredo , siendo por otra
parte muy cierto que los peligros y la ruina de un reino , rodeado de enemigos , era segura si no estaba go
bernado por un jefe lleno de valor. Animados con esta idea , Garnier de Gray , pariente de Godofredo , y
muchos otros caballeros , enviaron diputados á Balduino , conde de Edeso , para ofrecerle la corona y el

gobierno de Jerusalen ; y tomaron al mismo tiempo posesion de la torre de David y de todos los puntos for
tificados de la ciudad santa . En vano Tancredo , que acababa de apoderarse de Caipha y á quien el patriarca
habia atraido á su partido , corrió á defender la causa del prelado , pues se le cerraron las puertas de Jeru—
salen . El patriarca , abandonado del pueblo y del clero , no encontró otro medio que apelar al socorro del
príncipe de Antioquía . En una carta que Guillermo de Tiro nos ha conservado , Daimberto recuerda á Boe
mundo el ejemplo de su ilustre padre , Roberto Guiscard , que habia libertado al pontífice de Roma , arran
cándolo de manos de los impíos . Él le recomendaba el emplear todos los medios , hasta la fuerza y la violen
cia , para impedir que Balduino viniese á Jerusalen ( 1 ) .
Esta carta no pudo llegar á manos de Boemundo , porque en el mismo tiempo hacia el mes de agosto el
principado de Antioquía habia perdido á su jefe y caido en manos de un poderoso emir de la Mesopotamia.
Boemundo habia abandonado á Antioquía para volar al socorro de la ciudad cristiana de Melitena ( hoy Ma
lathea ) sitiada por los turcomanes ; el emir Damisman, advertido de su llegada , fué á su encuentro , dispersó
al ejército y le hizo prisionero con su primo Ricardo y muchos de sus caballeros ; el desconsuelo fué grande
entre los cristianos . Boemundo envió una trenza de sus cabellos á Balduino , suplicándole viniera pronto en
su ayuda. Al instante el conde de Edeso reunió á sus guerreros , y despues de tres jornadas de marcha lle
gó delante Melitena , pero el emir Damisman , á su arribo , habia levantado el sitio , y retirádose á sus es
tados, llevándose consigo á los prisioneros cristianos . Balduino le persiguió por espacio de muchos dias, y de
sesperado ya de poder alcanzarle, regresó tristemente á su capital.
A la vuelta de esta espedicion fué cuando recibió á los diputados de Jerusalen. Estos, despues de haberle
participado la muerte de su hermano , le anunciaron que el pueblo cristiano , el clero y los caballeros de la
cruz , le habian escogido para reinar en la santa ciudad . Balduino derramó algunas lágrimas por la muerte
de su hermano , pero consolóse bien pronto con la idea de sucederle (2) . Cedió el condado de Edeso á su primo
Balduino de Bourg , y sin perder momento se puso en camino para Jerusalen . Setecientos hombres arma
dos , é igual número de infantes , formaban su pequeño ejército . La mayor parte del pais que iba á atra
vesar , estaba ocupado por los musulmanes . Los emires de Edeso y de Damasco , advertidos por la voz pú
donde habia de pasar
blica ó tal vez por la traicion , se colocaron en los puntos mas difíciles del camino por
Balduino, sobre la costa del mar Fenicio . Foulques de Chartres , que acompañaba á Balduino , describe con ad

(1) Véase la carta de Daimberto, en las piezas justificativas.-(2) Dolens aliquantulum de fratris morte, et plus gaudens de
hæreditate. Foulques de Chartres .
19
146 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

mirable sencillez , la peligrosa situacion de los cristianos en los desfiladeros de Beyrut en la embocadura del
Lyucis ( 1) . «Era preciso flanquear un valle estrecho y profundo , dominado por la parte del norte y mediodía,
por unas inmensas rocas : toda la ribera estaba tomada por los musulmanes . Nosotros aparentábamos valor ,
dice el buen capellan , pero temíamos la muerte ; volver hácia atrás era difícil , é ir adelante mas difícil aun;
por todas partes los enemigos nos amenazaban : los unos desde lo alto de los navíos , y los otros desde los
montes. Durante todo el dia , nuestra gente y nuestras bestias de carga no tomaron alimento alguno ni des-
cansaron un instante : en cuanto á mí, dice Foulques , hubiera preferido estar en Orleans ó en Chartres, que no
allá . » Sin embargo , Balduino , por medio de una hábil maniobra , atrajo á los bárbaros á una inmensa llanu-
ra descubierta . Estos creyeron ó tomaron la retirada de los cristianos por una derrota , y avanzaron á fin de
perseguirles ; entonces el ejército de Balduino hace una contramarcha , y cae impetuosamente sobre el ene-
migo que creia ya apoderarse del botin . Los turcos desde el primer ataque se llenaron de terror y de sor-
presa , y no tuvieron el valor de defenderse, y los unos huyeron á las montañas, los otros á la flota ; muchos
fueron muertos ó hechos prisioneros , algunos perecieron en el mar , y muchos quedaron sepultados en los
precipicios . La matanza duró toda la jornada , y los cristianos pasaron la noche sobre el campo de batalla
en donde se repartieron el botin y los prisioneros ; al dia siguiente , atravesaron los desfiladeros , sin encon-
trar un solo enemigo . Balduino , prosiguiendo su marcha por la ribera del mar , pasó por delante de las ciu-
dades de Beyrut, Tolemaida y Cesarea , y llegó al tercer dia á Joppe , en donde le habia precedido la fama
de su victoria , y fué recibido en esta ciudad como el sucesor de Godofredo . Así que estuvo cerca de Jerusa-
len, el pueblo y el clero salieron á recibirle ; los griegos y los sirios tambien acudieron con cirios y cruces , y
alabando todos en alta voz al Señor , acogieron con solemnidad al nuevo rey y le llevaron en triunfo á la igle-
sia del Santo Sepulcro . Mientras que Jerusalen estaba entregada al júbilo y á la alegría , el patriarca con al-
gunos de sus partidarios protestó contra la llegada de Balduino , y fingiendo creer que no estaba bastante
seguro cerca del Sepulcro de Jerusalen , retiróse silenciosamente al monte Sion , à fin de buscar un asilo
contra sus perseguidores .
Balduino estaba impaciente por hacer algo notable , que formase época é hiciese memorable su reinado .
Permaneció una semana en Jerusalen para tomar posesion del gobierno ; reunió luego á sus caballeros,
y esta escogida tropa fué á buscar enemigos á quienes combatir , ó tierras que conquistar . Presentóse el
ejército delante de Ascalon ; pero parecia que la plaza se disponia para defenderse con rigor , y los cris-
tianos no podian establecer el sitio . Encaminóse Balduino hacia las montañas de la Judea . Los habitan-
tes de esta comarca habian maltratado y despojado repetidas veces á los peregrinos de Jerusalen , y te-
miendo la presencia de los guerreros cristianos , se habian retirado todos en sus cavernas . Para hacerles
salir de sus madrigueras , fué preciso valerse de la astucia ; muchos , á quienes se prometieron tesoros , se
atrevieron á presentarse delante de Balduino , el que les hizo cortar la cabeza ; despues se iluminó la
entrada de los subterráneos con matorrales y yerba seca , y bien pronto una multitud miserable fué
arrojada de aquellos sitios por medio de las llamas y el humo , debiendo implorar la misericordia de
los soldados de la cruz . Balduino y sus compañeros prosiguieron su marcha hacia el pais de Hebron,
y bajaron por el valle en donde estaban antiguamente edificadas las ciudades de Sodoma y Gomorra ,
y que cubren hoy las saladas aguas del gran lago Asfaltito ( 2) : Julio , que acompañó á los espediciona-
rios , describe circunstanciadamente el mar Muerto y sus fenómenos . El agua es tan salada , nos dice ,
que ni los cuadrúpedos ni las aves pueden beberla ; yo mismo , añade el capellan de Balduino , he
hecho la prueba ; me he apeado de mi mulo sobre la orilla del lago , he probado sus aguas , y las he
encontrado amargas como el eléboro . Siguiendo la costa meridional del mar Muerto los guerreros
cristianos llegaron á una ciudad que los cronistas llaman Suzuma ó Segor ; todos los habitantes habian
huido, á escepcion de algunos hombres negros como el hollin , á quienes ni siquiera los vencedores se
dignaron dirigir la palabra , y á los que los guerreros francos despreciaban como la mas vil yerba de los
mares . Mas allá de Segor empieza la parte montuosa de la Arabia . Balduino , con todo su séquito ,
traspasó varias montañas cuyas cimas estaban cubiertas de nieve ; su ejército no tuvo otro abrigo que
el que le proporcionaban las cavernas que encontraban a menudo ; solo tenian para alimentarse dáti-

(4) Véase la Correspondencia de oriente, t. VI.— (2) Id . t . IV.


LIBRO QUINTO . — 1099-1146 . 147

les y la carne de los animales salvajes , y para beber el agua de las fuentes y manantiales . Los sol
dados de la cruz visitaron con respeto el monasterio de San Aaron , construido en el mismo lugar
en donde Moisés y Aaron conversaron con Dios , y permanecieron tres dias en un valle cubierto de
palmeras y fértil de toda clase de frutos : este era el valle en el cual Moisés hizo brotar una fuente de
las entrañas de una árida roca ( 1 ) . Foulques nos dice que esta milagrosa fuente daba movimiento á una
multitud de molinos , y que él mismo abrevó en ella sus caballos . Balduino condujo á su tropa hasta
el desierto que separa la Idumea de la tierra de Egipto , y tomó el camino que conduce á la capital ,
pasando por las montañas en donde fueron sepultados los ascendientes de Israel.
A su regreso quiso Balduino hacerse coronar rey, y se reconcilió con Daimberto. La ceremonia tuvo lugar
en Belen el dia de la Natividad del Señor ; el nuevo rey recibió la uncion y la diadema real de manos del pa
triarca . No sucedió con Balduino el ejemplo de Godofredo , que despues de su eleccion rehusó el ser coro
nado . Una triste esperiencia habia cambiado las ideas : el reinado de los peregrinos , este reinado del
destierro , no era ya á los ojos de los cristianos una gloria ni una felicidad de este mundo , sino una obra
piadosa y santa , una obra de resignacion y de sacrificio , y una mision llena de peligros y de miserias . En
un reino cercado de enemigos , en medio de un pueblo arrojado como la tempestad sobre un suelo estranjero,
un rey no ceñia una corona de oro, como los otros reyes de la tierra , sino una corona semejante á la de
Jesucristo.

El primer cuidado de Balduino , despues de su coronacion , fué el de administrar justicia á sus vasallos ,
planteando los tribunales en Jerusalen . Puso su corte y su consejo en medio de todos los grandes en el pala
cio de Salomon, y cada dia , durante cerca de dos semanas , estaba sentado en su trono , escuchando las que
jas que se le dirigian , y fallaba ó sentenciaba las cuestiones suscitadas entre sus vasallos . Una de las prime
ras causas que tuvo que juzgar fué una querella promovida entre Tancredo y Guillermo el Carpintero , viz
conde de Melun . Godofredo , antes de morir , habia dado á Guillermo la ciudad de Caipha , y Tancredo so
obstinaba en retener una ciudad conquistada con sus armas . Balduino siguiendo el dictámen de sus conseje
ros, hizo comparecer á Tancredo ante el tribunal ; este , que no habia olvidado las injurias de Tarso y de
Malmistra, respondió que él no reconocia á Balduino como rey de la santa ciudad , ni como magistrado deł
reino de Jerusalen . Se le requirió por segunda vez ; y ni siquiera quiso contestar : entonces Balduino, por
medio de un tercer mensaje , invitó á su hermano de armas á que no declinase su justicia , á fin de evitar que
un reinado cristiano no estuviese espuesto á las burlas de los infieles. Esta última intima parecia mas bien
una súplica , y Tancredo cedió ; pero no quiso regresar á Jerusalen , cuyas puertas le habia cerrado una vez ,
y propuso á Balduino una conferencia sobre la ribera del Ledar , entre Joppe y Arsur . Animado del espíritu
de conciliacion, el rey de Jerusalen accedió en ir al lugar de la cita , y los dos príncipes no pudieron ponerse
de acuerdo , y tuvieron otra entrevista en Caipha , en la que intervinieron hombres doctos y piadosos , deseo
sos de restablecer la paz ; en fin la memoria de Godofredo, cuya última voluntad se invocaba , este nombre
tan querido de Tancredo y de Balduino, hizo que estos terminasen todas sus cuestiones y se pusiesen de acuerdo .
Durante estas negociaciones , Tancredo habia sido Hamado á gobernar el principado de Antioquía en la au
sencia de Boemundo , y no solamente renunció á sus pretensiones sobre la ciudad de Caipha , que fué dada á
Guillermo el Carpintero, sino que abandonó á Balduino el principado de Tiberíades , que pasó á ser la heren
cia de Hugo de Saint-Omer .
A pesar de que Balduino se desvelaba para hacer restablecer la paz y hacer cumplir las leyes del reino,
no dejaba de hacer varias escursiones hacia los paises de los musulmanes . En una de sus espediciones mas
allá del Jordan, sorprendió muchas tribus árabes , y como venia cargado de despojos , tuvo ocasion de ejercce
la mas noble virtud de la caballería . No lejos del rio, oye el rey unos lastimeros gritos , se acerca á él y vió á

una mujer musulmana con dolores de parto ; le tira su capa para que pueda cubrirse , y la hace colocar sobre
unos tapetes estendidos en el suelo . Da orden para que la traigan frutos y dos pellejos de agua cerca del le
cho del dolor , é hizo venir la hembra de un camello para alimentar al recien nacido , confiando despues la
madre al cuidado de un esclavo encargado de conducirla á su esposo . Este, que ocupaba un lugar distinguido

(1) M. Leon de Laborde (Viaje al Arabia Petrca) ha descrito una parte de estas comarcas de la otra parte del mar Muerto atra
vesadas por el rey Balduino .
148 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

entre los musulmanes , derramó lágrimas de alegría , volviendo á ver una esposa cuya muerte ó deshonor llo-
raba , y jurando no olvidar jamás la generosa accion de Balduino .
A su regreso á la capital , supo Balduino que una flota genovesa habia llegado al puerto de Joppe , y pasó
á ver á los peregrinos de Génova , conjurándoles á que le ayudasen á las empresas que acometiera contra los
enemigos de la fé , prometiendo á aquellos concederles una tercera parte del botin , y de cederles , en cada
ciudad ó plaza conquistada , una calle que seria llamada la calle de los Genoveses . Firmado el contrato, los
genoveses se reunieron en Jerusalen para celebrar allí las fiestas de Pascua y renovar sobre el Sepulcro del
Salvador el juramento que habian hecho de combatir á los infieles , llegando á la santa ciudad el sábado
santo . Este era el dia en que el fuego sagrado debia descender sobre el divino sepulcro . A su llegada , la
ciudad de Jerusalen estaba en la mayor consternacion , porque el fuego celestial no habia aparecido ; los
fieles permanecieron congregados todo el dia en la iglesia de la Resurreccion , el clero latino y el clero griego
habian entonado muchas veces el Kirie eleison , y el patriarca estaba orando en el Santo Sepulcro , sin que
la llama , tan vivamente deseada , descendiese sobre ninguna de las lámparas destinadas á recibirle . Al dia
siguiente , dia de Pascua , el pueblo y los peregrinos acuden de nuevo á la santa basílica ; se repiten las mis-
mas ceremonias que en la vigilia , y el fuego sagrado no parece , ni en el Santo Sepulcro, ni sobre el Calvario,
ni en parte alguna de la iglesia . Entonces , como inpirados repentinamente , el clero latino y casi todo el pue-
blo , el rey y los señores se dirigen procesionalmente con los piés descalzos al templo de Salomon . Mientras
esto paşaba , los griegos y los sirios que se habian quedado en la iglesia del Santo Sepulcro , se golpeaban el
rostro, se rasgaban sus vestidos , é imploraban la divina misericordia , gritando estraordinariamente . Al úl-
timo , Dios se apiadó de su desesperacion, y al regresar la procesion , descendió el fuego sagrado : á su vista
todo el mundo derrama lágrimas y canta el Kirie eleison; cada uno enciende su cirio por medio de la divina
llama que corre por todas partes ; las trompetas suenan , el pueblo bate las manos , óyese una melodiosa mú-

sica , el clero entona los salmos y toda la multitud , toda la santa ciudad se entrega á la mas completa ale-
gría (1 ) .
Esta aparicion del fuego sagrado era de buen agüero para la espedicion que se preparaba . Despues de las
fiestas de Pascua , los genoveses regresaron á su flota , y por su parte Balduino reunió á sus tropas. Al mo-
mento se pone sitio á la ciudad de Arsur , los habitantes proponen el abandonarla y retirarse con sus bienes,
y es aceptada esta capitulacion . Los cristianos marcharon en seguida á sitiar Cesarea , ciudad floreciente y
llena de ricos mercaderes. Caffaro, historiador genovés , que formó parte de la espedicion, nos da á cono-
cer las singulares negociaciones que precedieron á los ataques de los sitiadores ; los diputados de la ciudad
se dirigieron al patriarca y á los caudillos del ejército y les dijeron : « Vosotros que sois los doctores de la
ley cristiana , ¿por qué mandais á vuestros soldados que nos despojen y que nos maten? ¿ Nosotros no quere-
mos despojar , respondió el patriarca , pero esta ciudad no os pertenece , tampoco queremos mataros , pero la
venganza divina nos ha escogido para castigar á los que se han armado contra la ley del Señor . » Despues de
esta respuesta , que no podia ciertamente conducir á la paz, los infieles se resolvieron á defenderse , Resis-
tieron con algun valor los primeros asaltos , pero como no estaban acostumbrados á los peligros y á la fatiga
de la guerra , su ardor fué menguando, y despues de dos semanas de sitio , sus torres y sus murallas empe-
zaban á estar escasas de guarnicion . Sabedores de ello los cristianos redoblaron su audacia , y su impaciente
valor no aguardó á que estuviesen construidas las máquinas para dar un asalto general . El décimoquinto
dia de sitio, los soldados de la cruz reciben la absolucion de sus pecados , y el patriarca revestido con estola
blanca les exhorta á combatir esforzadamente . Dase la señal , los cristianos corren á las murallas , colocan las
escaleras , invaden las torres, y los habitantes , llenos de terror , huyen desordenadamente , los unos buscan
la
un asilo en los templos , los otros en lugares apartados , y ninguno de ellos puede evitar la muerte , pues
espada del vencedor apenas perdona á la mujer y al tierno niño . Durante este esterminio general, solo en-
contraron gracia el cadí y el emir , porque se esperaba sacar de ellos un buen rescate . Los soldados vendian
los unos á los otros las mujeres que habian hecho prisioneras, las que se destinaban á trabajar en los moli-
nos . La sed del saqueo animaba en tales términos á los cristianos , que abrieron el vientre á varios musulma-

(1 ) Nos quedan descripciones muy curiosas de esta ceremonia por Foulques de Chartres y por Caffaro, los dos testimonios ocu
lares. La descripcion de Foulques de Chartres está completa en la Biblioteca de las Cruzadas, primera parte.
LIBRO QUINTO . - 1099-1146 . 149

nes sobre los que recaian sospechas de haberse tragado piezas de oro ; muchos cadáveres fueron quemados
en la plaza pública , creyendo encontrar entre sus cenizas algunos bezantes . Estas terribles escenas no han
merecido la censura de los cronistas que las presenciaron ; uno de estos nos presenta á este pueblo , al què se
degollaba sin piedad , como un pueblo facineroso y perverso que merecia la muerte . Guillermo de Tiro , sin
desaprobar estos escesos de barbarie , se contenta con hacer notar que al pueblo cristiano , que hasta entonces
habia vivido pobre y falto de todo , en lo sucesivo nada le faltó.
Los genoveses se alababan de haber encontrado , en la parte del botin que les tocó , el vaso que
sirvió en la cena de Jesucristo (4 ) ; este vaso de esmeralda fué largo tiempo conservado en la catedral de
Génova ; hácia fines del siglo diez y ocho y durante la guerra de Italia , esta preciosa reliquia fué lleva-
da á París : pero ha sido devuelta á los genoveses en el año 1815. Despues de la toma de Cesarea , los

cristianos establecieron en esta ciudad un arzobispado que eligieron en comun . El eclesiástico sobre el
que recayó la eleccion era un pobre sacerdote llegado á oriente con los primeros cruzados . Guiberto , aba-
te de Nogent, cuenta de este pobre cura , llamado Balduino, un caso bien singular . Como no tenia con qué
hacer frente á los gastos de su peregrinacion , se habia hecho en la frente una incision en forma de cruz ,
que procuraba conservar abierta por medio de ciertas yerbas . Esta llaga , que todo el mundo creyó mila-
grosa, le proporcionó durante todo el camino grandes limosnas .
El terror que inspiraban los cristianos era tan grande , que los infieles no se atrevieron á rechazar el
ataque de aquellos ni estar á su presencia . En vano el califa de Egipto mandó á sus emires , encerrados
en Ascalon , combatir á los francos , y conducir cargado de cadenas á este pueblo mendicante y vaga-
mundo : los guerreros egipcios no quisieron separarse de las murallas. En fin estrechados con la amena-
za del califa y envalentonados con el número, probaron una escursion hácia Ramla . Sabedor Balduino de
esta marcha , reunió á toda prisa doscientos ochenta caballos y nuevecientos infantes, y tan luego como
estuvo en presencia del ejército enemigo , diez veces mas numeroso que el suyo, anunció á sus soldados que
iban á pelear por la gloria de Jesucristo , y que si alguno deseaba huir, debia acordarse que el oriente no
tenia asilo para los vencidos y que la Francia estaba bien lejos . El patriarca de Jerusalen , despues de estar
algun tiempo cuestionando con el rey, no habia seguido al ejército ; el venerable abate Gerle , que llevaba
la verdadera cruz , la enseñó al ejército, recordando á los soldados que debian vencer ó morir . El ejército
cristiano contemplaba con un triste silencio la inmensa multitud de sarracenos ; etíopes , turcos y árabes
que habian llegado de Egipto . Estos confiando en su número se adelantaban en medio del ruido de las
cornetas y timbales . Se precipitan al combate con tanta impetuosidad, que las primeras filas de los cris-
tianos fueron derrotadas ; el rey Balduino , que estaba en los últimos puestos, enviaba muchos batallones
para sostener á los que huian. La victoria parecia decidirse por los musulmanes , cuando el arzobispo
de Cesarea y el abate Gerle, que llevaba la cruz del Salvador , se acercan al rey y le hacen presente que la
misericordia divina se ha retirado de los cristianos á causa de la discordia sobrevenida entre él y el pa-

triarca . A estas palabras Balduino cae de rodillas delante de la señal de redencion de los hombres . « La
hora de la muerte , dice él á los dos pontifices, está cerca de nosotros , por todas partes nos rodea el ene-
migo , y yo sé que no puedo vencerle , si la gracia de Dios no está conmigo ; yo imploro, pues, la asistencia
del Todopoderoso , y juro restablecer la concordia y la paz del Señor . » Balduino confesó al mismo tiempo
sus pecados y recibió la absolucion . Confió á diez de sus compañeros la guarda de la verdadera cruz "
luego montó su caballo , que le llamaban gacela á causa de su velocidad, y se precipitó á la pelea . Una
bandera blanca atada á su lanza enseñaba á sus caballeros el camino del peligro y de la matanza . Delan-
te de ellos y al rededor suyo todo fué presa de la cuchilla cristiana , y á su detrás se llevaba la cruz del
Salvador ; y en todos los puntos en que se enseñaba el sagrado madero, no habia salvacion sino por aque-
llos que tenian los corceles muy veloces.
Los soldados cristianos que se habian dejado vencer desde el principio del comhate , habian toma-
do el camino de Joppe , pero en su huida todos fueron víctimas del acero enemigo. Vestidos con las

(1) Esta tradicion nos parece sospechosa. No es probable que Jesucristo se hubiese servido de un vaso de esmeralda en la úl-
tima reunion del monte Sion. Todo nos indica á creer que el vaso de que se habla aquí , habia sido hallado en el templo de
Augusto, convertido en mezquita por los musulmanes, y que esta copa habia servido para el culto del emperador romano .
150 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ropas y armaduras de los cristianos que habian muerto , presentáronse los musulmanes delante de
las murallas de Joppe . Como ellos repetian en alta voz que el ejército cristiano habia perecido , y
que el rey habia muerto , hubo gran consternacion en la ciudad ; la reina de Jerusalen , que se en-
contraba entonces en Joppe , envió por mar un mensaje á Tancredo para enterarle de tan fatales
nuevas, y anunciarle que el pueblo de Dios estaba en su último apuro si él no venia á su socorro .
Sin embargo Balduino ignoraba cuanto pasaba en Joppe ; el ejército victorioso , despues de haber
perseguido á los infieles hasta la puerta de Ascalon , habia regresado por la noche al lugar donde
se habia dado la batalla . Los cristianos dieron gracias al Señor y pasaron la noche bajo las
tiendas de los enemigos . Al dia siguiente, cuando regresaban á Joppe , de repente un cuerpo de infie-
les se les presenta cargado con el botin y cubierto con las armaduras de los francos . Este ejército de
bárbaros era el mismo que se presentó la víspera debajo los muros de Joppe , y cuya presencia habia
causado tanto espanto . A la vista del ejército cristiano quedaron horrorizados , no pudiendo sostener el
primer choque de los que creian vencidos y destruidos . Pronto desde lo alto de las torres de Joppe se
vieron los triunfantes estandartes del ejército de Balduino . Dejo á vuestra consideracion , dice Foulques de
Chartres , los gritos de alegría que se oian por toda la ciudad , y cuantas alabanzas se prodigaban al Se-
ñor . Esto aconteció el séptimo dia de setiembre , dia del Nacimiento de la Vírgen , el segundo año del
reinado de Balduino.

En el mismo año llegaron aflictivas noticias á Palestina : se supo que tres grandes ejércitos de peregri-

nos, que eran como muchas naciones del occidente, habian perecido en las montañas y los desiertos del
Asia Menor . Guillermo , conde de Poitieu , Estéban , conde de Blois , Estéban , conde de Borgoña , Harpino,
señor de Bourges , el conde de Nevers, Conrado, condestable del imperio germánico , y muchos otros prín-
cipes , escapados del desastre general y refugiados en Antioquía con Tancredo , se habian puesto en marcha
para acabar tristemente su peregrinacion á los santos lugares. Balduino , habiendo ido á esperarles has-
ta los desfiladeros de Beyrat , protegió su marcha hasta Jerusalen . ¡ Qué espectáculo para los fieles de la
Tierra Santa! todos estos ilustres peregrinos que habian partido de Europa con muchos soldados , apenas lle-
vaban en su séquito algunos servidores ; jamás los grandes de la tierra habian sufrido tantas miserias y
humillaciones por la causa de Jesucristo ; todo el pueblo de Jerusalen , con las lágrimas en los ojos, les

acompañó al Santo Sepulcro . Pasaron algunos meses en la Judea, y despues de la Pascua , todos regresaron
á Joppe á fin de embarcarse para Europa . Estaban esperando viento favorable para hacerse á la vela , cuan-
do llega repentinamente á su noticia que un ejército de musulmanes salido de Ascalon está devastando
todo el territorio de Lida y de Ramla . El rey de Jerusalen , que se hallaba en Joppe, reune en un instan-
te á sus caballeros y se dispone para marchar al encuentro del enemigo. Los nobles peregrinos que tie-
nen caballo , ó que pueden proporcionárselo por medio de sus amigos , toman tambien las armas y salen
de la ciudad para ir á combatir á los enemigos . El rey Balduino se pone á la cabeza de un ejército forma-

do de repente y vuela al encuentro del ejército musulman , con doscientos caballos escasos ; y se encuentra
de repente en medio de veinte mil infieles , y sin asustarse por el número de los enemigos (1 ) da la bata-
lla , y desde el primer choque los cristianos son envueltos y no buscan mas que una muerte gloriosa . El
conde de Blois y el conde de Borgoña (2) perecieron en esta jornada . Guillermo de Tiro , que nos cuen-
ta la muerte del conde de Blois , añade que Dios desplegó por este desgraciado príncipe toda su mise-
ricordia , permitiéndole espiar su vergonzosa desercion de Antioquía . Harpino , conde de Bourges , cayó
prisionero con el condestable Conrado ; este mostró durante el combate un valor estraordinario que
llamó la atencion de los vencedores , y á esto debió el salvar la vida . Harpino antes de la batalla habia
dado á Balduino prudentes consejos : Harpino , le respondió el rey de Jerusalen , si tienes miedo retírale, y
véle á Bourges.» Los cronistas que hablan de esta batalla censuran á Balduino , por no haberse hecho pre-
ceder por la cruz de Jesucristo .

(1) Cuando el rey Balduino vió al numerɔso ejército que tenia que combatir , dice Foulques de Chartres que se le estremeció el
alma . Dirigióse á los suyos, diciéndoles : Amigos mios , no penseis rehusar la batalla que se os propone; y el ejército contestó
arrojándose al enemigo desesperadamente. (2) El cuerpo del duque de Borgoña fué trasladado á Francia y sepultado en Ci-
teaux . Urbano Pladeher dice, en su historia de Borgoña , que se celebraba todos los años un aniversario por la muertede este
príncipe, el viernes antes del de Pasion.
LIBRO QUINTO . - 1099-1146 . 151

Balduino se retiró casi solo del campo de batalla , y ocultóse entre las yerbas y los matorrales que
cubrian la llanura , y como los vencedores la pegaron fuego , estuvo el rey á pique de ser víctima de las llamas ,
y se refugió despues de mil trabajos en Ramla . Habiéndose hecho de noche no pudo ser perseguido, pero
desde el dia siguiente , la plaza que le sirvió de asilo iba á ser sitiada y no hubo medio de defensa . Balduino
se encontró en una posicion muy crítica , cuando de repente un estranjero es introducido dentro la ciudad , y
pide hablar al rey de Jerusalen : «Es el reconocimiento, le dice , el que me lleva cerca de vos. Tú te has mos-
trado generoso con una esposa que yo estimo mucho ; yo vengo ahora á pagar esta deuda sagrada . Los sarra-
cenos tienen cercada toda la ciudad que te sirve de retirada ; mañana caerá en su poder , y ninguno de sus
habitantes podrá librarse de la muerte . Yo vengo á ofrecerte un medio de salvacion ; yo conozco caminos que
E
no están guardados ; dáte prisa ; el tiempo apremia , tú no tienes que hacer mas que seguirme, y mañana
antes que amanezca estarás en medio de tus soldados (1 ) . Balduino vacilaba y no podia resolverse á aban-
donar en el peligro á sus compañeros de infortunio ; pero estos le suplican á que siga al emir musulman .
«A nosotros nos toca morir , le decian , y esperamos aquí la corona del martirio que hemos venido á buscar.
En cuanto á vos, Balduino, vuestra hora no ha llegado aun, y debeis vivir para la salvacion del pueblo cris-
tiano . Balduino cede á sus instancias y sale de la ciudad acompañado del emir . Favorecido por las tinieblas de
la noche, y siempre acompañado de su fiel guia , dió largos rodeos , y se alejó en fin de los lugares ocupados
por los vencedores. Al dia siguiente estaba ya dentro de las murallas de Arsur .
Despues que Balduino salió de Ramla , fué esta ciudad asaltada , y cuantos cristianos se encontraron fueron
muertos ó hechos prisioneros . No tardó mucho tiempo en saberse semejante desgracia en Jerusalen ; el pueblo
cristiano acudió á la iglesia del Santo Sepulcro , para dar gracias al Dios de las misericordias por haber salvado
la vida del rey ; despues todos los caballeros que habia en la santa ciudad tomaron las armas , y marcharon
al encuentro del enemigo . Hugo de Saint-Omer, señor de la Galilea , acudió tambien con ochenta hombres
armados, y se dirigió á Joppe . En el mismo tiempo , y como por milagro , doscientos buques llegados de oc-
cidente entraron en el puerto de la mencionada ciudad . Esta flota conducia un gran número de peregrinos ,
entre los cuales habia ilustres guerreros salidos de la Inglaterra y de la Germania . El rey Balduino que habia
llegado por mar á Joppe , y á quien Guillermo de Tiro compara á la estrella de la mañana apareciendo bajo un
cielo tempestuoso , se encuentra de repente á la cabeza de un poderoso ejército, impaciente por ir al combate ;
el sesto dia de la primera semana del mes de julio , seguido de sus caballeros , sale de la ciudad , desplegados
los estandartes y al sonido de las trompas y las cornetas . Los enemigos estaban á tres leguas de distancia ,
en el bosque de Arsur, preparando las máquinas de guerra , y disponiéndose para sitiar á Joppe , resistiendo
con valor el primer ataque de los cristianos , pero los mas valientes no pudieron resistir por mucho tiempo á
la blanca bandera de Balduino , delante de la cual todo el mundo huia y que siempre se encontraba en los
puntos mas empeñados y en los cuales la lucha era mas sangrienta . Vencidos los musulmanes , á pesar de su
número, tomaron el camino de Ascalon , dejando tres mil muertos sobre el campo de batalla. Foulques de Char-
tres atribuye esta victoria al leño de la verdadera cruz , que el rey de Jerusalen hizo llevar delante él durante
el combate . El mismo historiador , hablando de la batalla de Ramla tan imprudentemente dada por Balduino ,
añade que el Dios de los ejércitos derrama siempre su gracia á los que confian en él y creen la voz de la

sabiduría , pero que la rehusa á los que conducen los negocios con lijereza y presuncion .
Al dia siguiente de esta victoria obtenida sobre los infieles , el rey Balduino regresó á Jerusalen , y dió
gracias al Señor , y mandó abrir el templo del Sepulcro á los peregrinos que habian venido para adorar á Cris-
to (2).
La historia contemporánea hace mencion aquí, como una circunstancia notable de esta época , que el rey

de Jerusalen estuvo en paz durante el término de siete meses. Los fieles tuvieron que deplorar la muerte de
un gran número de sus hermanos , que habiéndose embarcado en Joppe , perecieron en las flotas, ó fueron
muertos sobre las costas de Tiro y de Sidonia . La mayor parte de estos peregrinos eran de los que habian
podido salvarse del desastre del Asia Menor . En medio de este desconsuelo general causado por la pérdida de
tantos nobles cristianos , las quejas mas amargas se dirigian contra los griegos, á quienes se acusaba de haber

(1) Guillermo de Tiro.- (2) Esta circustancia, referida por Alberto de Aix , parecia probar que la iglesia del Santo Sepulcro no
estaba siempre abierta á los peregrinos, y que solo entraban haciendo ciertas ofrendas. La escepcion de este piadoso tributo era
algunas veces la recompensa de los que habian combatido por la cruz contra los sarracenos.
152 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

provocado la ruina de los ejércitos venidos al socorro de los latinos establecidos en Siria . Alejo , que temia los
efectos de semejantes murmuraciones, envió á facilitar al rey de Jerusalen por las victorias que habia obtenido
é hizo todos los esfuerzos para conseguir la libertad de los cristianos que habian caido en poder de los egipcios
Ꭹ de los turcos. Harpino , señor de Bourges , hecho prisionero, fué puesto en libertad por la intervencion del em-
perador de Constantinopla . Conrado , condestable del emperador de Alemania , y trescientos caballeros fran-
cos , que gemian en las prisiones del Cairo , debieron tambien su libertad al emperador griego . Los unos se
quedaron en Siria y se alistaron de nuevo en la milicia de Jesucristo , los otros regresaron al occidente, cuya
llegada al seno de sus familias , y las espresiones de reconocimiento hácia Alejo , no pudieron destruir las
prevenciones que se levantaban por todas partes contra su libertador .
Pero estas prevenciones eran fundadas, porque al mismo tiempo que Alejo rompia las cadenas de algunos
cautivos , estaba equipando flotas y levantando ejércitos para atacar á Antioquía y apoderarse de las ciu-
dades de la costa de Siria , conquistada por los latinos . Él ofreció pagar el rescate de Boemundo, que conti-
nuaba preso por los turcos , no para darle la libertad , sino para trasladarle á Constantinopla , en donde es-
peraba hacerle abandonar su principado. Sin embargo las brillantes ofertas de Alejo escitaron la envidia en-
tre los príncipes musulmanes , y esta envidia sirvió perfectamente al ilustre cautivo , que se aprovechó de
las divisiones nacidas entre sus enemigos , para salir de la prision . Como siempre se atribuye á influencias
maravillosas cuanto pasa en esta época , una crónica contemporánea refiere que Boemundo hizo admirar su
valor en las guerras que los infieles se declararon entre sí, y que una princesa musulmana ( 1 ) , á la que él
habia sabido agradar por sus maneras caballerescas , le facilitó los medios de recobrar su libertad . Despues
de cuatro años de cautiverio regresó á Antioquía , en donde se ocupó de rechazar las agresiones de Alejo .
El anciano Raimundo de Saint-Gilles , que su desmesurada ambicion le arrastraba á hacerse un princi-
pado en oriente , era ya dueño de Tortosa , y queria añadir á su dominacion la ciudad de Gibel ó Gibelet .
Para ello invoca el ausilio de los genoveses y de los pisanos , ausiliares naturales de todos los que empren-
dian alguna conquista marítima en Siria . Gibel , sitiada por tierra y por mar , no tardó en caer bajo el poder
de los cristianos . Despues de esta espedicion , los peregrinos de Génova y de Pisa recibieron un mensaje del
rey de Jerusalen , que les proponia el sitiar la ciudad de Accon ó de Tolemaida (2) , ofreciéndoles las mismas
condiciones que por el sitio de Cesarea . La flota genovesa apareció en la rada y delante del puerto de Tole-
maida , mientras que el rey Balduino levantaba sus tiendas debajo de las murallas de la ciudad (3) . Al cabo

de veinte dias de sitio , los sitiados propusieron el abrir las puertas de la plaza , bajo la condicion de que
se les concediese la libertad de salir con sus familias y sus riquezas . El rey Balduino aceptó esta proposi-
cion , y todos los jefes juraron de hacerla cumplir fielmente . Sin embargo los genoveses deseaban el rico bo-
tin que se les habia prometido . Cuando las puertas de la ciudad se abrieron , los mas indisciplinados corrie-
ron al saqueo y no respetaron la vida de los musulmanes desarmados . En medio de estos desórdenes que

mancharon la victoria de los soldados de Cristo, se esperimentó una satisfaccion al ver al rey de Jerusalen ,
indignado por la violacion de los juramentos, reunir á su alrededor á sus caballeros y comitiva , para vengar
el derecho de gentes y de la humanidad ultrajada . La generosa firmeza de Balduino restablece el órden;
los musulmanes , protegidos por la fé jurada , se retiraron con sus tesoros , y fueron reemplazados en la ciu-
dad por una poblacion cristiana .
La conquista de Tolemaida , que era como la puerta de la Siria por el lado del mar , alarmó á los dueños de
Damasco , llevó el espanto á Ascalon y hasta atemorizó al consejo de Babilonia ( el antiguo Cairo ) . Solo pen-
saban los egipcios en levantar un nuevo ejército y en equipar una nueva flota para triunfar del orgullo de
los cristianos y detener el progreso de sus armas . Despues de la toma de Tolemaida , súpose en Jerusalen
que se habia presentado una flota egipcia delante de Joppe , y que una multitud de bárbaros, procedentes de
Ascalon , cubrian las llanuras de Ramla . Al momento todos los cristianos que se hallaban en estado de po-
der llevar las armas acudieron de la Galilea , del pais de Nopolova y de las montañas de la Judea ; el pue-
blo y el clero de la santa ciudad imploraban la misericordia divina ; todos los cristianos oraban y hacian

(1) Orderico Vital cuenta las novelescas aventuras de Boemundo . Pero su relacion contiene muchas cosas inverosímiles para re-
petirse en esta historia; y pueden verse en la Biblioteca de las Cruzadas en el artículo de Orderico Vital. — 2) En el cuarto y sesto
tomo de la Correspondencia de oriente se encuentra una detallada descripcion de Tolemaida 6 San Juan de Acre, y de su terri-
torio.- (3) Guillermo de Tiro.
LIBRO QUINTO - 1099-1146 . 153

limosnas, se olvidaron las injurias , y cesaron todas las discordias . Balduino con quinientos caballos y dos
mit hombres de infantería , sale de Joppe, y corre al encuentro de los enemigos , cuyo número solo Dios sabe.
Balduino fué el que empeñó el ataque , y la bandera blanca que llevaba era en todas partes la señal de la
victoria de los cristianos . El emir de Ascalon fué muerto en la batalla , cinco mil musulmanes perdieron la
vida , y los cristianos cogieron un inmenso botin ; pues era imposible contar la multitud de caballos , asnos
y dromedarios que se llevaron á Joppe . Despues de esta victoria ganada por los cristianos, la flota egipcia se
hizo á la mar precipitadamente , y para que nada faltase á la derrota y á la ruina de los infieles, Dios levan →
tó una tempestad horrible en el mar que hizo dispersar á todos los buques de la armada , estrellándose la ma
yor parte contra la còsta.
Mientras que el favor divino parecia declararse á favor de los cristianos del reino de Jerusalen , parecia
por el contrario haber llegado el dia de desgracia para el principado de Antioquía y el condado de
Edeso . En la primavera del año 1104 , Boemundo con sus caballeros, Tancredo, señor entonces de Laodi
cea y de Apamea, Balduino de Bourg, conde de Edeso ó Roha , y su primo Joscelino de Courtenai , dueño
de Turbesel, se reunieron para pasar el Eufrates, y poner el sitio á la ciudad de Charan ó Carrhes ,
ocupada por los infieles . La ciudad de Carrhes, situada á algunas millas de Edeso, fué en tiempo de los
patriarcas la estancia de Tharé padre de Abraham, y allí fué donde el antiguo jefe de los creyentes reci
bió la órden de abandonar su pais y sus parientes para seguir las promesas del verdadero Dios ; y tambien
donde el consul Craso cayó en manos de los partos y murió atracado de oro del que era tan ávido. Cuando
los príncipes cristianos llegaron delante de la ciudad , la encontraron sin provisiones y casi sin medios de
defensa ( 1 ). Los habitantes habian mandado á buscar socorro á Meridin , á Mosul y á todos los pueblos mu
sulmanes de la Mesopotamia . Despues de algunas semanas de sitio , y habiendo perdido la esperanza de
ser socorridos, resolvieron los sitiados abandonar la plaza y propusieron una capitulacion que fué acepta
da . Mientras que se juraba por una y otra parte ejecutar fielmente las condiciones del tratado, se sus
citó una cuestion muy acalorada entre el conde de Edeso y el príncipe de Antioquía , acerca de cuál de
los dos estandartes ondearia sobre la muralla de la ciudad . El victorioso ejército aguardaba que esta
discordia fuese terminada , para entrar en la ciudad ; pero Dios quiso castigar el loco orgullo de los prín
cipes , y les retiró la victoria que les habia dado . Balduino y Boemundo se disputaban todavía la conquis
tada ciudad cuando aparece de repente sobre las alturas vecinas un ejército musulman que avanza en
B
órden de batalla y con banberas desplegadas . Eran los turcos de Maridin y de Mosol que venian al so
corro de la ciudad sitiada. Cuando estuvieron cerca , los cristianos llenos de sobresalto no pensaron mas
que en huir. En vano los jefes trataron de reanimar el valor de sus soldados , en vano el obispo de Ede
so , recorriendo las filas trataba de infundir aliento y valor desde el primer ataque , el ejército de la
cruz fué dispersado; Balduino de Bourg y su primo Josselin fueron hechos prisioneros; Boemundo y Tan
credo escaparon casi solos de la persecucion del vencedor.
Despues de este deplorable acontecimiento, apareció un cometa que pormaneció en el horizonte durante
cuarenta dias , y fué visible en todo el universo . Esta señal estraordinaria , dice Foulques de Chartres, habia

empezado á brillar en el mes de febrero, al mismo dia en que la luna era nueva , lo que era evidentemente de un
augurio siniestro. En el mismo mes , se vieron durante muchos dias al rededor del sol , dos soles mas, uno
á la derecha otro á la izquierda , y en el siguiente mes muchas gentes vieron caer una lluvia de estrellas.
No faltaron las mas grandes calamidades á confirmar los tristes presagios, yjamás las colonias cristianas tu
vieron mas temor de que llegase su última hora .
Los turcos, envalentonados por su victoria , sitiaron muchas veces la ciudad de Edeso ; Turberrel
y hasta la misma Antioquía estuvieron amenazadas . Los bárbaros devastaron todas las comarcas habitadas
por los cristianos; las mas fértiles campiñas quedaron desiertas; la tierra nada producia para la necesidad
del hombre, y en todas partes el pueblo moria de hambre . En medio de esta desolacion general , no se
pensó en libertar á Balduino de Bourg y á Josselino, por quienes los turcos pedian rescate . Se dieron que

jas contra Boemundo y Tancredo (2) , á quienes se acusaba de olvidar á sus compañeros de armas retenidos
en cautiverio por los infieles .

(1) Guillermo de Tiro en el libro IX da muchos detalles sobre esta espedicion .- (2) Los turcos propusieron cangear á Baldui
no de Bourg y á Josselino, con una princesa musulmana, prisionera de los cristianos. Boemundo y Tancredo, si creemos á Al
berto de Aix, prefirieron recibir el rescate de la princesa en dinero, que efectuar el cange con sus compañeros de armas cautivos.
(20 y 21) 20
HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
154
El príncipe de Antioquía permanecia encerrado en su capital , amenazado á la vez por los griegos y por
los turcos. Noteniendo mas tesoros ni mas ejército, cifró sus esperanzas en el occidente y resolvió interesar
en su causa á los príncipes de la cristiandad : Despues que se divulgó la noticia de su muerte , se embarcó en
el puerto San-Simon (1 ) , y escondido en un ataud , atravesó la flota de los griegos , los que se alegraban de su
muerte y maldecian su memoria . Así que llega á Italia , Boemundo va á arrojarse á los piés del soberano
pontífice , quejándose de las desgracias que ha esperimentado en defensa de la religion , é invoca sobre todo
la venganza del cielo, contra de Alejo , á quien representa como el mas grande azote de los cristianos . El
papa le acoge como á un héroe y á un mártir ; alaba sus trabajos y hazañas; escucha sus quejas ; le da el
estandarte de San Pedro , y le permite en nombre de la Iglesia levantar en Europa un ejército para reparar

sus infortunios y vengar la causa de Dios .


Boemundo se dirige á Francia ; sus aventuras y sus hazañas habian hecho conocer su nombre en todas
partes. Preséntase en la corte Felipe I, quien le recibe con las mas grandes distinciones y le da á su hija
Constanza por esposa . En medio de las fiestas de la corte era el caballero que mas sobresalia por su brillo ,
siendo el mas ardiente orador de la cruz , y haciéndose admirar por su habilidad en los torneos y por el dis
curso que pronunció contrà los enemigos de los cristianos . Á su paso por Limoges , depositó unas cadenas de
plata sobre el altar de San Leonardo , cuya proteccion habia invocado durante su cautiverio; de allí se diri
gió á Poitiers , en donde en una gran reunion que hubo, inflamó á todos los corazones para hacer la guer
ra santa . Los caballeros de Limousin , de Auvergne y de Poitou se disputaban el honor de acompañarle á
oriente. Lleno de valor á causa de estos primeros sucesos, atraviesa los Pirineos, y recluta soldados en Es
paña ; regresa luego á Italia y encuentra en todas partes el mismo entusiasmo en seguirle . Habiéndose he

cho todos los preparativos , se embarca en Bari y se deja caer sobre el territorio del imperio griego , ame
nazando vengarse de sus mas crueles enemigos ; pero arrastrado mas bien por la ambicion que por el
odio que profesaba , el príncipe de Antioquía no cesaba de animar con la palabra , el ardor de sus numero
sos compañeros . Á los unos les representaba á los griegos como los aliados de los musulmanes y los ene
migos de Jesucristo; á los otros les hablaba de las riquezas de Alejo y les prometia los despojos del imperio .
Estaba á punto de ver realizadas sus brillantes esperanzas , cuando la fortuna repentinamente le hizo trai
cion, siendo así que hasta entonces le habia colmado de prodigios.
La ciudad de Durazzo , cuyo sitio habia emprendido , resistió largamente á sus esfuerzos ; las enfermedades
diezmaban á su ejército ; la mayor parte de los guerreros que le habian seguido desertaron de sus banderas ;
viéndose obligado á firmar una paz vergonzosa con el emperador que queria destronar , y vino á morir de
desesperacion en el pequeño principado de Tarento , que habia abandonado por la conquista del oriente.
El desgraciado éxito de esta tentativa , dirigida contra los griegos , fué funesta á los cristianos establecidos
en la Siria , privándoles de los socorros que aguardaban de occidente . Tancredo , que gobernaba en Antio
quía , fué atacado muchas veces por los bárbaros, que acudian de la ribera del Eufrates y del Tigris , y no
pudo resistirles sino con el socorro del rey de Jerusalen . Josselin y Balduino de Bourg , que habían sido con
ducidos á Bagdad , no habian regresado á sus estados sino despues de cinco años de una dura cautividad . Así
que Balduino volvió á Edeso, no pudo pagar al pequeño número de soldados que le habian permanecido
fieles , para obtener socorros de su suegro , señor de Melitene , le hizo creer que él habia empeñado su
barba por el sueldo de sus compañeros de armas, medio poco digno de un caballero , y que no le escusa á

los ojos de la historia la estrema sagacidad del príncipe que se vió obligado á emplearla (2) .
Tantos reveses no habian podido instruir á los cristianos ni hacerles sentir la necesidad de la concordia .
Tancredo y Balduino de Bourg tuvieron entre ellos serias desavenencias , y llamaron sucesivamente á los
del
musulmanes á defender su causa , de lo que resultó una verdadera confusion à orillas del Eufrates y
Aronte . En estas funestas divisiones, Tancredo era el que no manifestaba mas animosidad , pues pretendia
que el conde de Edeso debia sometérsele y pagarle tributo ( 3) . El rey de Jerusalen , á quien se sometió el

(1) Véase la descripcion de Ana Comneno, en la Biblioteca de las Cruzadas, tercera parte. El testo dice que Boemundo hizo
meter en el ataud un gallo muerto. Los traductores de Gibbon , en lugar de un gallo dicen que se metió á un cocinero , á causa de
la palabra ingles a cook que quiere decir cocinero. Es particular esta confusion de nombres. Finalmente la opinion ó relacion de
Ana Comneno, ni es mas clara ni mas verosímil, ya se acepte una version , ya otra.—(2) Este hecho singular lo refiere Guillermo
de Tiro, y se encuentra en la Biblioteca de las Cruzadas, en el artículo de Guillermo de Tiro.-(3) Alberto de Aix.
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LIBRO QUINTO. - 1099-1146 135

fallo de la cuestion , condenó á Tancredo y le dijo : « Lo que tú pides no es justo ; tú debes por el temor de
Dios , reconciliarte con el conde de Edeso ; si por el contrario , persistes asociado con los paganos, no puedes
ser nuestro hermano .» Estas palabras hicieron profunda impresion en el ánimo de Tancredo , y restable-
cieron la paz entre los príncipes cristianos .
En el año 1108 , Bertran , hijo de Raimundo , conde de Saint- Gilles , vino á oriente con sesenta y dos
galeras genovesas . Ellas debian coadyuvar á la conquista de muchas ciudades fenicias: empezóse por Biblos
1
que despues de algunos asaltos , abrió sus puertas á los cristianos , y despues se pasó á sitiar la ciudad de 1
Tripoli ( 4 ) . La conquista de esta plaza habia sido la última ambicion del anciano conde Raimundo ; y para
asegurar el buen éxito de sus continuadas tentativas , imploraba el ausilio de las armas de los peregrinos.
que llegaban de occidente : y con el socorro de estos habia construido, sobre una colina inmediata , una forta-
leza que se llamaba el castillo ó monte de los Peregrinos (2) . El infatigable atleta de Cristo cayó del techo de
este castillo y murió víctima de tan terrible caida , con el sentimiento de no haber podido enarbolar el estan-
darte de la cruz sobre la infiel ciudad. El rey de Jerusalen vino al sitio de Trípoli con quinientos caballeros , y
su presencia redobló el ardor de los sitiadores . La ciudad , tanto tiempo hacia amenazada , habia pedido socor-
ros á Bagdad , á Mosul y áDamasco . Abandonada de las potencias musulmanas de la Persia y de la Siria , habia
puesto los ojos en el Egipto ; pero mientras los sitiados esperaban las flotas y los ejércitos egipcios , llegó un
mensajero en un navío y les pidió en nombre del califa , una bella esclava que habia en la ciudad y madera
de albericoque propia para fabricar laúdes y otros instrumentos de música . El historiador árabe Novairi , que
se ocupa de este hecho , añade que los habitantes de Trípoli reconocieron entonces que ya no habia sal-
vacion para la ciudad , y propusieron á los cristianos el abrirles las puertas , bajo la condicion que cada uno
seria libre de salir con lo que pudiera llevarse , ó quedarse en la ciudad pagando un tributo . Esta capitula-
cion fué aceptada y ejecutada fielmente por parte del rey Balduino y del conde Beltran ; pero, si debe creerse
á algunos historiadores , la soldadesca genovesa se condujo en Trípoli como habia hecho antes en Tolemaida .
El territorio de Tolemaida tenia nombradía por la riqueza de sus producciones ; en las llanuras , y sobre
las colinas vecinas del mar , crecia en abundancia el trigo , la uva , la caña de azúcar, el olivo y la morera
blanca , cuya hoja alimenta el gusano de seda . La ciudad contaba mas de cuatro mil operarios , instruidos en
la fabricacion de telas de lana , de seda y de lino . Una gran parte de estas ventajas fueron perdidas para los
vencedores , porque durante el sitio habian devastado las campiñas , y despues de la conquista de la ciudad
ya no se ocuparon mas de los establecimientos de industria . Trípoli encerraba todavía otras riquezas, poco
estimadas sin duda por los guerreros de la cruz, una biblioteca en la que estaban depositados los monumen-
tos de la literatura de los persas , de los árabes y de los griegos, cuyos manuscritos ( 3) estaban trasladando
un centenar de personas inteligentes ; el cadí, dueño de la ciudad, enviaba á todos los paises hombres encar-
gados de descubrir libros raros y preciosos . Despues de la toma de Trípoli , esta biblioteca fué entregada á las
llamas. Algunos autores orientales han deplorado esta pérdida irreparable : pero ninguna de nuestras anti-
guas crónicas ha hablado de ello , y su silencio en esta ocasion demuestra bastante la profunda indiferencia con
la cual los soldados francos fueron testigos de un incendio que devoró cien mil volúmenes .
Trípoli , con las ciudades de Tortosa , de Archas y de Gibel , formó un cuarto estado en la confederacion de
los francos á la otra parte del mar . Beltran , hijo de Raimundo de Saint- Gilles, tomó posesion de ella des-
pues de la conquista y prestó juramento de fidelidad al rey de Jerusalen , de quien fué vasallo .

(1) Trípoli, como lo indica su nombre , se componia en otro tiempo de tres ciudades. En los tiempos antiguos , la ciudad colocada
á la ribera del mar era la mas importante de todas tres ; esta es la que existia en la edad media bajo el nombre de Trípoli. El terreno
donde estaba construida la ciudad de las cruzadas, está cubierto de ruinas; las gentes del pais llaman á este sitio El -Karab, las rui-
nas. La ciudad de hoy día está edificada á tres cuartos de hora del mar (véase la Correspondencia de oriente, carta СLVIH .) -- (2) El cas-
tillo de los Peregrinos, construido por el conde de Tolosa , es el que hoy dia se conoce por el castillo de Trípoli. Edificado en una altura ,
domina la ciudad actual, y se halla á diez millas de los alrededores donde estaba edificada la ciudad de la edad media (Véase la
Correspondencia de oriente , carta CCVIII .) —(3) Ibu - Aboc-Taí, historiador árabe, dice que los cristianos en la toma de Trípoli , mani-
festaron el mismo furor de destruccion que los árabes que incendiaron la biblioteca de Alejandría . Un cura , al servicio del conde
Beltran de Saint -Gilles, entró en la sala, en donde había reunidos muchos ejemplares del Coran, y como declarase que la bi-
blioteca de Trípoli no contenia mas que los libros impios de Mahoma , fué entregada aquella á las llamas . El mismo historiador
habla del número increible de tres millones de volúmenes . Nosotros hemos preferido la version de Novairi, que reduce el número
de los volúmenes á cien mil . Este último autor cuenta que la biblioteca de Trípoli habia sido fundada por el cadi Abutaleb Ha-
sen que había compuesto muchas obras. Véase para todos esos detalles la Biblioteca de las Cruzadas , t . I, párrafo 5.
156 HISTORIA DE LAS CRUZADAS ..

Muchos meses despues de la toma de Trípoli , el rey Balduino reunió todas sus fuerzas delante de Beyrut .



Esta muy antigua ciudad fué en los tiempos del imperio romano una colonia de Augusto ; gozaba del
derecho itálico , como Rodas , Militene y muchas otras ciudades de oriente , y tuvo escuelas públicas , cuya
gloria subsistió hasta la edad media y no fué desconocida de los primeros peregrinos de Jerusalen . Despues Gr

2 2 2 2
de la invasion del islamismo, Beyrut habia perdido su antiguo esplendor , pero le habian quedado sus bellos toc

jardines , sus fértiles verjeles y la comodidad de su puerto ó rada . Ella resistió durante dos meses los ata Ra
ques de los cristianos ( 1 ) . Alberto de Aix cuenta que despues de haber capitulado , los habitantes quemaron
en la plaza pública todas las riquezas que no podian llevarse consigo . Los vencedores , al entrar en la ciu Tal
dad, se indignaron que no les quedase nada para el saqueo , y se arrojaron sobre el pueblo , que pereció casi foo
todo al filo de su espada . me
Los musulmanes solo poseian en la costa de Siria tres ciudades : Ascalon, Tiro y Sidon . Hasta entonces la Tan
ciudad de Sidon no habia conservado la paz sino á fuerza de sumisiones y de regalos ; cada año retardaba con

29
su ruina prodigando sus tesoros ; pero se acercaba el tiempo en que todo su oro no podia salvarla . Como el que
rey de Jerusalen regresaba de una espedicion sobre la ribera del Eufrates , supo que Sigur , hijo de Magno, dici
rey de Noruega, habia desembarcado en Joppe ; Sigur iba acompañado de diez mil noruegos que hacia tres bijo
años que habian salido del norte de Europa para visitar la Tierra Santa . Balduino se dirigió á Joppe al en Anti
cuentro del príncipe de Noruega , y le obligó á combatir con él por la defensa y el engrandecimiento del reino E
de Jesucristo. Sigur accedió á la súplica del rey de Jerusalen , y solo pidió en recompensa de su celo un pe orill
dazo de madera de la verdadera cruz . Así que llegó á la santa ciudad, rodeado de sus guerreros , los cristia Edes
nos contemplaron , con una sorpresa mezclada de alegría , las enormes hachas de batalla y la elevada estatu mar
ra de los peregrinos de la Noruega . Resolvióse en el consejo del rey el sitiar á Sidon ( 2) . Bien pronto la flota tró á
de Sigur pareció delante del puerto de esta ciudad , mientras que Balduino y el conde de Trípoli levantaban table
sus tiendas debajo de las murallas . Despues de un sitio de seis semanas , el emir y los principales habitan dose
tes ofrecieron entregar las llaves de la ciudad al rey de Jerusalen , y no pidieron otra cosa que poder sa VOCO
lir de la plaza con lo que podrían llevar en la cabeza ó en las espaldas . Cinco mil se aprovecharon del trata enes
do; los otros se quedaron en la ciudad y se hicieron vasallos del rey . tuvie
Sigur abandonó la Palestina en medio de las bendiciones del pueblo cristiano , y se embarcó para regre

‫ےک ود‬
Roge
sar á Noruega , llevando consigo el trozo de la verdadera cruz que se habia prometido á sus servicios , y la ba
que depositó á su vuelta , en la ciudad de Hanghel, en donde la virtud de esta preciosa reliquia debia ,
Seffe
segun decian, preservar á su pais de toda invasion .
Toda
Los noruegos no fueron el solo pueblo del norte que tomó parte en el sitio de Sidon ; habian llegado tam labor
bien en Palestina peregrinos de la Frisa y peregrinos de Inglaterra qué combatieron con los guerreros de
Izqui
Balduino. Leemos en una crónica de Brema (3) que se hizo entonces en todo el imperio germánico una gran
po de
leva de hombres para la guerra santa de ultramar . Muchos guerreros de esta nacion, á la voz de su arzo
núme
bispo y guiados por dos cónsules que nombra la crónica , partieron hacia el oriente distinguiéndose en la
Sique
toma de Beyrut y de Sidon . Al regresar de su espedicion no habian perdido mas que á dos de sus compañe→
y ten
ros , y fueron recibidos en triunfo por sus conciudadanos , concediendo el emperador de Alemania á la men
Si
cionada ciudad el poder usar un escudo de armas que atestiguara los servicios que habia hecho á la causa
de Jesucristo en la Tierra Santa . que
gran
Balduino , al entrar vencedor en Jerusalen , supo con dolor que Gervasio , conde de Tiberíades , habia sido
deD
sorprendido por los turcos y conducido con sus fieles caballeros á la ciudad de Damasco . Los diputados mu
sulmanes vinieron á ofrecer al rey de Jerusalen la libertad de Gervasio , en cambio de Tolemaida , Joppe ú
com
otra ciudad tomada por los cristianos ; una negativa , añadian los diputados , causaria la muerte del conde de
olra
Tiberíades. Balduino propuso pagar por la libertad de Gervasio una suma considerable. «En cuanto á las ciu
E
dades que me pedís , les dice , no os las daria por el rescate de mi hermano Eustaquio , ni por el de todos los
Una
horr
( 1 ) Todavía se ve, á tres cuartos de hora de Beyrut , la madera de pino de que se sirvieron los compañeros de Balduino para
construir las escalas, las torres movibles y otras máquinas de guerra que emplearon en el sitio de la ciudad. ( Véase la Cor te T
respondencia de oriente, carta CXLIII ) —( 2) Véase, por lo que toca á Sidon , á Guillermo de Tiro , libro XI, ó el resúmen de los
historiadores noruegos y daneses. (Biblioteca de las Cruzadas, tercera parte.) — (3) Esta crónica de Brema está analizada en la Bi¬
blioteca de las Cruzadas, tercera parte, coleccion alemana .
la C
LIBRO QUINTO . - 1099-1146 . 157

príncipes cristianos . » Al regreso de los embajadores , Gervasio fué arrastrado con todos sus caballeros á
una plaza de Damasco , y muerto á flechazos por los tureos.
(1112) Casi en la misma época , Antioquía tuvo que llorar la muerte de Tancredo. Toda la Iglesia , dice
Guillermo de Tiro , será un testimonio vivo de las caritativas obras y liberalidad del héroe cristiano . Durante
todo el tiempo que gobernó en Antioquía , asocióse completamente á todos los sufrimientos de sus pueblos .
Raul de Caen nos dice , que en medio de una hambre que desolaba su principado , juró no beber vino y
reducir su mesa y sus vestidos á la condicion de pobre , mientras durase la miseria pública . En la guerra ,
Tancredo se mostró siempre como el padre de todos los que combatian debajo sus banderas , teniendo la cos
tumbre de decir : « Mi fortuna y mi gloria , hé aquí mis soldados . Que la riqueza sea su patrimonio , para mí
me reservo los cuidados , los peligros , la fatiga , el granizo y la lluvia ( 1 ) . » Cuando se aproximó su última hora ,
Tancredo tenia á su lado á su mujer Cecilia , hija de Felipe I rey de Francia , y al jóven Pons , hijo de Beltran ,
conde de Trípoli , haciéndoles prometer que despues de su muerte se unirian en matrimonio ; promesa
que fué cumplida al momento . Nombró por sucesor á Rogerio, hijo de Ricardo , su primo , bajo la espresa con
dicion de que este entregaria el principado de Antioquía , entero y sin dificultad , á su legitimo príncipe el
hijo de Boemundo , que vivia á la sazon al lado de su madre en Italia . El ilustre Tancredo fué enterrado en
Antioquía debajo del pórtico de la iglesia de los Apóstoles, el año de la Encarnacion 1112 .
En el año siguiente , en el verano, innumerables hordas de bárbaros habian partido nuevamente de las
orillas del mar Caspio, del Korasan y del pais de Mosul , para invadir la Siria . Esta vez dejaron en paz á
Edeso y á Antioquía , y marchando entre Damasco y las regiones fenicias , entre el Líbano y las orillas del

mar, penetraron en la Galilea . Á su aproximacion , el rey Balduino , habia acudido con su ejército, y encon
tró á los enemigos acampados debajo de Paneas , en una isla formada por el rio Jordan , y los cristianos es
tablecieron su campamento á las inmediaciones. Los dos ejércitos , separados por el rio Dan , estaban mirán
dose uno á otro por espacio de muchos dias, cuando Balduino, engañado por un ardid de los bárbaros , pro
vocó imprudentemente el combate (2) . El ejército cristiano, el reino entero , todo estuvo á pique de perderse -
en esta desastrosa jornada ; el rey corrió los mas grandes peligros , y abandonó su estandarte ; los cristianos
tuvieron treinta caballeros y mil doscientos hombres de infantería fuera de combate entre muertos y heridos;
Rogerio de Antioquía y el conde de Trípoli , que venian al socorro de Balduino , llegaron al dia siguiente de
la batalla ; y reunidas estas tropas con los restos del ejército vencido , fuéron á acampar sobre la montaña de
Seffet ó Saffat ; y el grueso del ejército turco ocupaba los valles desde Paneas , hasta el lago de Tiberíades.
Todo fué asolado en las orillas del Jordan y en las llanuras de Galilea en donde los habitantes se ocupaban en las
labores de la siega ; en todas partes reinaba el terror , y nadie se atrevia á huir ni por la derecha ni por la
izquierda , temiendo encontrar la muerte en el camino . Ignorábase en las ciudades lo que pasaba en el cam
po de los cristianos , y en el campamento nada se sabia tampoco de lo que pasaba en las ciudades . Un gran
número de musulmanes habian salido de Ascalon y de Tiro, para devastar la tierra de los fieles : el pais de
Siquem fué invadido , y Naplusa entregada al saqueo . Jerusalen que estaba sin defensores , cerró sus puertas
y temió volver á caer en manos de los enemigos de Jesucristo .
Sin embargo, el verano habia pasado ya , y la estacion á propósito para el viaje de los peregrinos hacia
que cada dia llegasen guerreros del occidente á Palestina . El ejército cristiano recibió con este motivo
grandes refuerzos y pronto contó doce mil combatientes bajo de sus banderas . Por otra parte los turcos
de Damasco empezaron á desconfiar de los turcos procedentes de la Persia , y el ejército enemigo á de
bilitarse por la discordia . De modo que esta guerra tan terrible y tan amenazadora acabó de repente sin
combate alguno, y el gran número de enemigos se alejó como una tempestad que los vientos arrojan á
otra parte .

Entonces las colonias cristianas, y todas las provincias de la Siria , fueron víctimas de otras calamidades .
Una nube de langostas venidas de la Arabia acabaron de desolar las campiñas de la Palestina . Un hambre
horrible afligia al condado de Edeso y al principado de Antioquía . Un temblor de tierra se sintió desde el mon
te Tauro hasta los desiertos de Idumea ; muchas ciudades de la Cilicia no eran mas que montones de rui

(1) Véase el resúmen de Raul de Caen en la Biblioteca de las Gruzadas. - 2) El teatro de la guerra se encuentra descrito en
la Correspondencia de oriente, t. V.
158 HISTORIA DE LAS CRUZADÁS .

nas ; trece torres de la ciudad de Edeso y de la ciudadela de Alepo se hundieron con estrépito ; las mas altas
fortalezas cubrian la tierra con sus ruinas, y sus gobernadores ó jefes , musulinanes ó cristianos , buscaban
un asilo con sus soldados en los bosques y en los lugares desiertos ; y una torre de Antioquía , muchas iglesias
y otros edeficios fueron destruidos .
Se atribuyó este terrible azote á los pecados de los cristianos . Gualterio el Canciller ( 1 ) hace una horri-
ble pintura de los escándalos y de las prostituciones de que habia sido testigo . La penitencia fué escesiva ,
como lo habia estado la relajacion de costumbres : todo el pueblo de Antioquía rezaba dia y noche , se cubria
de cilicios, y dormia sobre ceniza . Las mujeres y los hombres iban separadamente á las plazas y á las igle-
sias con los piés descalzos y la cabeza afeitada , golpeándose el pecho y repitiendo en voz alta : Señor , perdó-
nanos . Al cabo de cinco meses el cielo se apiadó de ellos , y cesaron los temblores de tierra de aterrorizar á
las ciudades. En Bagdad se celebraba el azote que habia asolado al pais de los cristianos; el príncipe de Mo-
sul , dicen los cronistas, siguiendo los augurios del sol y de la luna , creyó que habia llegado la época de inva-
dir la Siria . Los pueblos de Mosul yde Bagdad nohabian olvidado la muerte de Mondoud que habia mandado
la última espedicion de los musulmanes en la Galilea , y se hacian cargos al príncipe de Damasco por el
asesinato de este ilustre mártir del islamismo . Todo los emires de la Mesopotamia tomaron las armas, para
combatir á los cristianos y castigar á los infieles musulmanes .
En vista del peligro que le amenazaba el sultan de Damasco , no tardó en hacer alianza con los príncipes
cristianos . El rey de Jerusalen, el príncipe de Antioquía y el conde de Tripoli , juntaron sus tropas con las
de sus nuevos aliados , y formando un solo cuerpo , marcharon al encuentro de los guerreros de Mosul y de
Bagdad , que talaban ya las ribas del Eufrates y del Oronte . Los cristianos estaban animosos y deseando He-
gase la hora del combate ; pero los nuevos ausiliares , que desconfiaban siempre de los soldados de la cruz ,
no quisieron proporcionar á estos el triunfo de una batalla , haciendo todos los esfuerzos para evitar un
combate decisivo, en el que temian á la vez el triunfo de sus aliados y el de sus enemigos . Con todo, un ejér-
cito tan numeroso bastó para librar á la Siria de una invasion , y obligar á los bárbaros á volver á pasar el

Eufrates. Aunque los musulmanes de Damasco y las potencias cristianas hubiesen encontrado su salvacion
en una alianza pasajera , con todo era tal el espíritu de los francos y de sus adversarios , que todos los par-
tidarios de Mahoma acusaron en esta ocasion al príncipe de Damasco de haber hecho traicion á la causa
del islamismo , y que cuando se separó del ejército cristiano para regresar á su capital , todos los fieles de
Siria dieron gracias al cielo por haber separado al fin el estandarte de Belial de la bandera de Jesucristo.
El rey Balduino , no teniendo ya que combatir á los turcos de Bagdad , ni los de la Siria , fijó su atencion
en las comarcas sitiadas al otro lado del Jordan y del mar Muerto . Atravesó la Arabia Petrea , y se avanzó
hasta la tercera Arabia , llamada por nuestros cronistas Siria de Sobal : y encontró una elevada colina que
dominaba un terreno fecundo , y este sitio le pareció á propósito para la construccion de una fortaleza. La
nueva ciudad fué confiada á la guarda de guerreros fieles , y recibió el nombre de Monreal (2) .
El año siguiente ( 1116 ) Balduino , acompañado de hombres conocedores del terreno , atravesó los de-
siertos de la Arabia , bajó hasta el mar Rojo , y penetró hasta Hellis , ciudad muy antigua , en otro tiem-
po frecuentada por el pueblo de Israel , y construida en el lugar en donde la Escritura coloca las doce fuen-
tes y las setenta palmeras . Despues que el rey y los que le acompañaban hubieron examinado completa-
mente la ciudad de Hellis y la ribera del mar , regresaron todos á Monreal y de esta cindad á Jerusalen .
A su llegada á la santa ciudad , por todas partes se oia esplicar el viaje al mar Rojo y hacia el desierto de
Sinaí . Eran objeto de admiracion sobre todo las conchas marinas, y varias piedras preciosas que los es-
pedicionarios habian traido . Foulques de Chartres nos dice que él dirigió varias preguntas á los compa-

ñeros de Balduino , y les pidió entre otras cosas si el mar Rojo era dulce ó salado , si formaba un es-
tanque ó un lago , si tenia una entrada y una salida como el mar de Galilea , ó si estaba cerrado en su
estremidad como el mar muerto (3) .
(1118) Mientras que el mar Rojo y sus maravillas ocupaban al pueblo cristiano , Balduino pensaba en

(1 ) Véase el análisis de Gualterio el Canciller. (Biblioteca de las Cruzadas , parte primera . ) - 2 Mas tarde se construyó , bajo el
reinado de Foulques de Anjou , la fortaleza de Crac ó de Carac, á la otra parte del Jordan.—(3) Damos aquí todos estos detalles
para hacer conocer el estado de conocimientos geográficos de caqulla época, hasta entre los peregrinos mas ilustrados.
LIBRO QUINTO . - 1099-1146. 159

el modo de hallar un camino que le condujese al Egipto. Ilácia el mes de febrero reunió la flor de su
ejército, atravesó el desierto, sorprendió y entregó al saqueo á la Faramia situada á algunas leguas
de Tanis y de Pelusa . Alberto de Aix nos dice , que los guerreros francos se bañaron en las aguas del
Nilo, y que se hicieron con gran cantidad de pescado que herian ó cogian con sus lanzas ; y todo cuanto
veian en este suelo tan fértil del Egipto, que parecia prometido á sus armas, les llenaba de sorpresa y de

alegría . Pero este entusiasmo de la victoria debia trocarse bien pronto en afliccion : repentinamente el rey
Balduino cae enfermo ; vivos y agudos dolores en las entrañas le bacen sufrir mucho, y una antigua he-
rida se abre otra vez ; desde este momento ya no se pensó mas que en regresar á Jerusalen . Los cristia-
nos tenian que atravesar el desierto que separa el Egipto de la Siria . Balduino conducido en una litera
hecha con estacas de las tiendas de campaña , habia llegado á duras penas á El- Arish , pequeña ciudad si-
tuada á la orilla del mar , y punto principal de estos inmensos terrenos solitarios . En esta ciudad conoció
que su enfermedad habia hecho rápidos progresos y que se acercaba su última hora ; los compañeros de
sus victorias no podian ocultar su profunda tristeza , y él les consolaba con sus palabras . «¿Por qué llorais?
les decia , pensad que yo no soy mas que un hombre á quien muchos otros pueden reemplazar ; no os dejeis
abatir como las mujeres por el dolor ; no olvideis sobre todo que es preciso volver á Jerusalen con las
armas en la mano y combatir aun por la herencia de Jesucristo , como lo tenemos jurado . » Balduino no
pidió mas que una prueba de aprecio á sus compañeros de armas ; y fué la de que no dejasen su cuerpo
en tierra de infieles . Los caballeros (1 ) con las lágrimas en los ojos le contestaron que la carga impuesta á
su fidelidad les parecia bien dura y demasiado superior á sus fuerzas. ¿Cómo conservar, decian, y transpor-
tar un cuerpo sin vida , en medio de los arenales del desierto , atravesando un pais enemigo y debajo de
un sol abrasador? Balduino insistió diciéndoles : « Luego que haya yo exhalado el último suspiro , os suplico
que se abra mi cuerpo con el hierro , y se quiten los intestinos y se llenen de sal y de aromas , envolvién-
doles luego en un pellejo tapándolos perfectamente , y así podreis transportarlos hasta al pié del Calvario ,
y darles sepultura , segun el rito católico, al lado de la tumba de mi hermano Godofredo . » Hizo llamar al
mismo tiempo á su cocinero Edon , y le dirigió las siguientes palabras : « Ya ves que yo voy á morir ; si tú
realmente me amas , consérvame el mismo cariño despues de mi muerte; abre mi cuerpo , cuida de fro-
tarlo con sal y aromas por dentro y por fuera ; llena de sal mis ojos , mis narices , mis orejas y mi boca ;
reúnete en seguida con los otros servidores criados mios y con mis queridos compañeros de armas , para
trasladarme á la santa ciudad , y de esta manera cumplirás mis últimos deseos y me guardarás tu fé . »
Tales fueron las palabras del rey Balduino á sus caballeros y á su cocinero Edon . Despues se ocupó de la
sucesion al trono de Jerusalen , recomendando á los sufragios de sus compañeros á su hermano Eustaquio
de Boloña , ó Balduino de Bourg, conde de Edeso : en fin , este generoso atleta de la fé dió el postrer suspiro ,
fortificado con la confesion y el sacramento de la Eucaristía . Cuando hubo cerrado para siempre los ojos,
sus compañeros de armas, llenos de tristeza , se ocuparon en cumplir su última voluntad ; abrióse su cuer-
po, y se frotó con sal y aromas, se arrancaron las entrañas , las que fueron enterradas en un lugar que se
procuró cubrir con un monton de piedras ; esta tumba se ve todavía en las inmediaciones de El- Arish.
Despues de haber llenado este último deber , los guerreros cristianos se pusieron en marcha hácia el desier-
to , andando dia y noche, y esforzándose en ocultar la muerte de Balduino Ꭹ el dolor que les afligia ; atra-

vesaron las montañas de la Judea , el pais de Hebron , y llegaron á Jerusalen el domingo de Ramos. En
este dia , segun la antigua costumbre , todo el pueblo cristiano , precedido del patriarca , bajó en procesion
del monte de los Olivos, llevando ramos y palmas y entonando cánticos para celebrar la entrada de Je-
sus en Jerusalen . Mientras que la procesion atravesaba el valle de Josafat , el féretro de Balduino llevado
por sus compañeros, se presentó de repente en medio de este pueblo que cantaba himnos; al instante un
triste silencio y despues lúgubres plegarias reemplazaron á los alegres cánticos de la Iglesia ; los restos mor-
tales de Balduino entraron por la puerta Dorada, y la procesion les siguió . Latinos , sirios y griegos , todo
el mundo lloraba ; hasta los mismos sarracenos, dice el capellan de Balduino , lloraban tambien . Al mis-
mo tiempo Balduino de Bourg, que habia salido de Edeso para celebrar las fiestas de Pascua en la ciudad

(1) Esta relacion de Alberto de Aix parece tomada de la Ilíada ó de la Odisea, tanta es la propiedad con que retrata las cos-
tumbres y el espíritu de los tiempos hervicos.
160 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

de Jesucristo , llegaba por la puerta de Damasco ; y sabedor de la muerte de Balduino su señor y su pa-
riente , uniose al afligido pueblo y formó parte del fúnebre cortejo hasta el Calvario . Llegados allí los res→
tos del difunto rey , fueron depositados con gran pompa y enterrados en una tumba de mármol blanco ,
cerca del mausoleo de Godofredo .

Balduino murió en medio de los campamentos , siempre dispuesto á combatir á los enemigos de los cris-
tianos. Durante su reinado, que duró diez y ocho años , los habitantes de Jerusalen oyeron cada año la gran
campana que anunciaba la aproximacion de los infieles; ellos no vieron casi jamás en el santuario el leño
de la verdadera cruz que se acostumbraba llevar á la guerra ; el hermano y sucesor de Godofredo vió mu-
chas veces á su reino en peligro , y solo le conservó á fuerza de prodigios de valor ; perdió muchas batallas
por su imprudente valor ; pero su actividad estraordinaria, y su imaginacion fecunda en recursos , le salvaron
siempre.
El poder cristiano en oriente creció durante el reinado de Balduino : Arsur , Cesarea , Tolemaida , Trípoli ,
Biblos , Beyrut y Sidon, formaron parte del imperio fundado por las cruzadas . Muchas plazas fuertes se contru-
yeron para la defensa del reino , no solamente en la Arabia , sino en las montañas del Líbano, en la Galilea ,
en el pais de los filisteos y sobre todas las avenidas de la santa ciudad .
Balduino añadió muchas disposiciones al código de su antecesor. Lo que honra estraordinariamente á su
reinado , es el cuidado que puso en volver á poblar á Jerusalen , ofreciendo un honroso asilo á los dispersos
cristianos , en la Arabia , en la Siria y en el Egipto . Los fieles, perseguidos y abrumados con los impuestos
musulmanes , acudieron en tropel , con sus mujeres , con sus niños , con sus riquezas y con sus rebaños . Bal-
duíno les distribuyó las tierras , las casas abandonadas , y Jerusalen empezó á florecer. Añadimos que dotó
ricamente á las iglesias , sobre todo la de Belen , que erigió en obispado , y que muchos establecimientos reli-
giosos le debieron su orígen .
Para dar mayor brillantez á su capital, obtuvo de la corte de Roma , que todas las ciudades conquistadas
de los infieles dependerian de la iglesia patriarcal de Jerusalen: «Nos concedemos (así se espresaba el pa-
pa Pascual ) á la iglesia de Jerusalen , todas las ciudades y las provincias conquistadas por la gracia de Dios y
por la sangre del muy glorioso rey Balduino y de los que han combatido con él (1 ) . » Se ve por estas palabras
que los papas apreciaban los generosos sacrificios de estos príncipes, cuya autoridad era un sacerdocio mili-
tar, un verdadero apostolado armado con la espada . Hemos dejado de reseñar circunstanciadamente todas
las querellas que se suscitaron entre el sucesor de Godofredo y el patriarca de la santa ciudad , porque se-
mejantes cuestiones no tuvieron influencia alguna en la marcha de los acontecimientos ; la sabiduría de los
pontifices de Roma acogió con frialdad las quejas de los patriarcas , y el papa Pascual puso fin á todos los de-
bates, declarando que él no queria rebajar la dignidad de la Iglesia en provecho del poder de los príncipes,
ni mutilar el poder de estos en provecho de aquella .
Por lo demás, las cuestiones de Balduino y del patriarca Daimberto , tuvieron menos por causa las ambi-
ciosas rivalidades , que la estrema necesidad de dinero en que se encontraba á menudo el sucesor de Godofre-
do. Esta apremiante necesidad le hizo concebir la culpable idea de casarse por segunda vez viviendo aun 1
la primera esposa . El rey, nos dice Guillermo de Tiro , habia sabido que la condesa de Sicilia , viuda de Roge-
rio , era muy rica y que no carecía de nada ; él por el contrario era muy pobre y tan falto de recursos ,
que apenas tenia con que acudir á sus necesidades diarias y al sueldo de sus compañeros de armas, y no es-
cuchó objecion alguna , ni por parte del clero , ni del pueblo, ni de los grandes . Como la nueva reina llegó
con inmensas riquezas , con una flota cargada de granos , aceite, vinos y armas, todo el mundo se creyó enri-
quecido por este himeneo y nadie se acordó del escándalo . Cuando la miseria volvió á aparecer , Guillermo de
Tiro dice, que el arrepentimiento y la tristeza sucedieron á estas engañosas alegrías (2) .

(1) Esta concesion en favor de Jerusalen escitó las mas vivas reclamaciones por parte del patriarca de Antioquía que pre-
tendia ocupar la silla de Pedro y se creia mas elevado que la iglesia de Roma . Véanse estos debates en Guillermo de Tiro.—(2) Al-
berto de Aix, que hace una relacion pomposa de la recepcion que se hizo á la princesa de Sicilia , no hace ninguna reflexion
sobre este matrimonio; Guillermo de Tiro cuenta que la princesa puso por condicion de su boda, que si tenia un hijo de Bal-
duino, reinaria este sobre Jerusalen. Balduino lo prometió todo porque necesitaba dinero, pero despues de tres años se apartó de
la princesa de Sicilia, cuando hubo malgastado todos sus tesoros. Rogerio, rey de Sicilia , no perdonó esta conducta á los fran-
cos de la Palestina, y se volvió su enemigo. (Biblioteca de las Cruzadas, primera parte.)
LIBRO QUINTO . — 1099-1446 . 161

Todos los historiadores de aquel tiempo hacen el mas brillante elogio de las cualidades de Balduino . En la

primera cruzada se hizo aborrecer por su carácter ambicioso y altanero , pero luego que obtuvo lo que de
seaba , se hizo admirar por su moderacion y por su clemencia ; hecho rey de Jerusalen , siguió el ejemplo
de Godofredo y mereció á su vez servir de modelo á sus sucesores.
Luego que el rey Balduino fué enterrado , el clero y el pueblo de Jerusalen , segun la espresion de las

crónicas , se creyeron huérfanos , pensaron en buscarse un apoyo y empezaron á ocuparse de la eleccion de


un nuevo rey . Diferentes proposiciones fueron presentadas ; los unos decian que la corona pertenecia á Eus
taquio , hermano de Balduino , los otros creian que en medio de los peligros que les rodeaban no podian
aguardar á un príncipe que estaba tan lejos, y proponian al conde de Edeso , presente á la sazon en la san
ta ciudad . Entre estos últimos , se notaba á Joselin de Courtenai , uno de los condes y señores del reino : Jose
lin al Hegar al Asia , habia sido muy bien acogido y colmado de beneficios por Balduino de Bourg , que le
dió muchas ciudades sobre el Eufrates . Echado despues ignominiosamente por su bienhechor , que le acu
saba de ingrato , se habia refugiado en el reino de Jerusalen , en donde habia obtenido el principado de
Tiberíada ; ya sea que quisiese enmendar sus antiguos desaciertos , ó que esperase obtener nuevos beneficios ,
lo indicó á la asamblea de los barones , que Balduino de Bourg pertenecia á la familia del último rey, que
ninguna comarca de esta ni de la otra parte de los mares podia ofrecer un príncipe mas digno del amor y
de la confianza de los cristianos ; las bendiciones de los habitantes de Edeso le designaban como el elegido de
los barones y de los caballeros , y la Providencia le habia enviado á Jerusalen para consolar al pueblo cristiano
de la muerte del hermano de Godofredo . Este discurso reunió todos los votos á favor de Balduino de Bourg ( 1 )
y el dia de Pascua el nuevo rey fué proclamado en la misma iglesia de la Resurreccion en presencia
de todos los fieles; reunió en seguida á los grandes en el palacio de Salomon ; arregló con ellos la adminis
tracion del reino , y volvió la justicia á su pueblo despues de los tribunales establecidos por Godofredo ; el
condado de Edeso fué cedido á Joselin de Courtenai.

Mientras que el reino de Jerusalen celebraba en paz el entronizamiento de Balduino de Bourg , el principa
do de Antioquía se encontraba de nuevo espuesto á todos los males de la guerra . Los musulmanes de la Persia ,
de la Mesopotania y de la Siria , que las anteriores derrotas no habian amedrentado , juraron esterminar la
raza de los cristianos, y marcharon hacia el Oronte, conducidos por Ilgazy príncipe de Maridin, y de Alepo el mas
feroz de los guerreros del islamismo. El nuevo príncipe de Antioquía , Rogerio , hijo de Ricardo , habia Hamado
á su socorro al rey de Jerusalen y á los condes de Edeso y de Trípoli ; pero sin aguardar su llegada , cometió
la imprudencia de dar la batalla cuya pérdida debia poner en peligro todas las colonias cristianas . Antes del
combate, Ilgazy arengó á sus soldados , y el cadí de Alepo recorrió las filas , escitando con la violencia de
su discurso el furor de los bárbaros . En el campo de los cristianos el arzobispo de Apamea recomendó á todos
los guerreros que confesasen sus pecados y que comulgasen, á fin de que estando fortificados con el pan celes
tial, pudiesen vivir y morir como convenia á los soldados de Cristo (2) . La historia contemporánea refiere que
entonces rechazaron al enemigo . Pero Dios , cuyos designios no pueden penetrarse , no quiso concederles la
victoria : mientras que de una y otra parte se combatia con una estremada animosidad , un enorme torbellino
arrastrado por el viento se colocó en medio del campo de batalla , y despues reventó en el aire como una nube
de betun y de azufre . Este fenómeno esparció el terror entre los cristianos , abrumados ya por el número de
sus enemigos, Rogerio que se esforzaba en reanimar á sus soldados , cayó herido , y su muerte fué seguida
de la dispersion y completa ruina del ejército cristiano . Gualterio el Canciller , que asistia á esta batalla ,
atribuye los desastres de los cristianos á la lijereza y á la imprevision del príncipe de Antioquía , el que nos
representa pocas horas antes del combate , recorriendo los valles y las colinas , con su traje de caza , cogiendo
las aves por medio de sus halcones , y persiguiendo á los venados con sus perros . Esta batalla fuédada cerca de
Artesia , en un lugar llamado el campo de sangre . Los musulmanes hicieron un gran número de prisioneros.
Gualterio , que
fué tambien cargado de cadenas , nos describe los tormentos y los suplicios que tuvieron que
sufrir los cautivos, pero no se atreve á decir todo lo que vió , temiendo, añade , que los cristianos no quisiesen
un dia imitar á los bárbaros .

(1) Guillermo de Tiro observa , que la eleccion de Balduino de Bourg no fue regular, y que la rigurosa justicia exigia que se
hubiese elegido por sucesor de Balduino a su hermano Eustaquio de Boloña , su heredero natural y legítimo.—(2) Gualterio el
Canciller. (Biblioteca de las Cruzadas t . I. )
21
462 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

(4120) El victorioso ejército de Ilgazy se esparció por todas las provincias cristianas , y el rey de Jerusalen
llegó á Antioquía en medio de la desolacion general . Esta ciudad habia perdido á sus mas valientes defensores;
Jos clérigos y los religiosos guardaban las torres , y vigilaban bajo las órdenes del patriarca á la seguridad
de la plaza , porque se desconfiaba de la poblacion griega y armenia que suportaba con pena el yugo de los
latinos ( 1 ) . La presencia de Balduino de Bourg, á quien se confirió la suprema autoridad, restableció el órden
y disipó la alarma . Despues de haber ocurrido á la defensa de la ciudad , visitó la iglesia de Antioquía , vestido
de luto . Su ejército recibió de rodillas la bendicion del patriarca , y salió de la ciudad para ir á perseguir á
los musulmanes . El rey, lo mismo que sus caballeros y barones , marchaba con los piés descalzos , en medio

de una muchedumbre inmensa , que invocaba el apoyo del Dios de los ejércitos .
(1121 ) Los cristianos acamparon sobre la montaña de Danitz en donde los musulmanes vinieron á ata-
carles . Estos confiaban completamente en su número, pero los cristianos tenian su esperanza en la proteccion
divina y sobre todo en la presencia de la verdadera cruz que Balduino habia llevado de Jerusalen . Despues
de un sangriento combate , los infieles fueron vencidos y dispersados : Ilgazy y el jefe de los árabes Dobais
habian emprendido la fuga durante la batalla . Esta victoria esparció el terror en Alepo y hasta llegó á las
murallas de Mosul , mientras que la verdadera cruz entraba con pompa otra vez en Jerusalen anunciando á
sus habitantes los milagros que ella habia obrado en medio de los soldados de Cristo . Balduino , despues de
haber dado la paz á Antioquía , regresó á su capital ; y para que nada faltase á las victorias de los cristianos,
Dios permitió entonces que el temible jefe de los turcomanos , Ilgazy , acabase sus dias muriendo repentina-
mente .

Tal es la época á que hemos llegado que los hechos mas graves se suceden como las escenas de un drama ,
y que el espacio de algunos meses basta para la realizacion de acontecimientos que pudieran llenar los ana-
les de un siglo : apenas el historiador cristiano acaba de hablar de una batalla , de una revolucion ó de una
gran calamidad, cuando otras batallas , otras nuevas revoluciones y otras mas grandes calamidades aun,
ocupan de nuevo su pluma , y hacen casi su narracion algo confusa . Hemos visto el desgraciado fin del prín-
cipe Rogerio y la desolacion de Antioquía , cuyo territorio estaba invadido por los musulmanes ; mientras que
el condado de Edeso lloraba la cautividad de sus príncipes, no pasándose muchos dias sin que de este mal na-
ciesen otros infortunios, que pondrian en peligro á todos los estados cristianos de la Siria .
(4 242) Balac , sobrino y sucesor de Ilgazy , esparció el terror en las riberas del Eufrates, y semejante al
leon de la Escritura que rueda sin cesar buscando su presa , sorprendió á Joselin de Courtenai y á su primo
Galeran, que hizo conducir cargados de cadenas hácia los confines de la Mesopotamia . Así que en Jerusalen
se supo semejante noticia , Balduino de Bourg corrió hácia Edeso , ya por consolar á los habitantes , ya para
buscar ocasion y medios para romper las cadenas de los príncipes cautivos , pero confiando demasiado en su
valor , y víctima de su generosidad , cayó en el lazo que le tenia preparado el sultan Balac ; y conducido á la
fortaleza de Cuarto-Pedro ( 2 ) fué compañero de infortunio de los que habia querido libertar.
1
( 4123 ) Las antiguas crónicas han celebrado el heroico valor de cincuenta armenios que se sacrificaron
para libertar á los príncipes cristianos . Despues de haber invocado la proteccion del Todopoderoso , se intro-
dujeron en la fortaleza de Cuarto- Pedro disfrazados, segun algunos historiadores , de comerciantes, y segun
otros de frailes. Apenas hubieron entrado en la ciudadela , estos valientes , arrojando su disfraz y empuñan-
do las armas , pasaron á cuchillo la guarnicion musulmana , y devolvieron la libertad á los ilustres prisione-
ros . Este castillo , que acababan de tomar los cristianos , contenia víveres en abundancia y toda clase de
municiones de guerra . Balac habia dejado en él sus tesoros , sus mujeres y los mas preciosos despojos de

los paises devastados por sus armas . Los guerreros cristianos se alegraban del buen éxito de su empresa;
pero no tardaron mucho tiempo los turcos en poner sitio á la fortaleza en la que ondeaba el estandarte de
Cristo . El sultan Balac , que segun las versiones de aquellos tiempos habia sido avisado , en un sueño , de los
proyectos formados contra él , se reune con su ejército y jura esterminar á Balduino , á Joselin y á sus liberta-
dores . Estos no podian resistir por mucho tiempo las fuerzas reunidas de los turcos , á no recibir refuerzos

(1 ) Pueden leerse sobre este asunto las reflexiones muy curiosas de Gualterio el Canciller . (Biblioteca de las Cruzadas , t. I. )
—(2) Los autores árabes llaman á esta fortaleza Khartpert y los turcos Karpout. Está situada al oriente del Eufrates , al noroeste
de Edeso.
LIBRO QUINTO . —1099–1146 . 163

de sus hermanos los cristianos . Decidióse, pues , que Joselin saliese de la fortaleza y que fuése á las ciudades
cristianas en demanda de socorro , de barones y de caballeros . Joselin parte al momento, despues de haber
prestado juramento de que dejaria crecer su barba y que no beberia vino hasta que hubiese cumplido su pe-
ligrosa mision, y se escapa por en medio de la amenazadora multitud de los musulmanes, pasa el Eufrates
con la ayuda de dos pellejos de piel de cabra , y atravesando toda la Siria , llega al fin á Jerusalen ; deposi
ta en la iglesia del Santo Sepulcro las cadenas que habia llevado en su cautiverio, y cuenta con senti-
miento las aventuras y los peligros de Balduino y sus compañeros. A su voz , un gran número de caballe-
ros y de guerreros cristianos juran marchar á libertar á su cautivo monarca . Joselin se pone á la cabeza

de ellos, y se dirige hacia el Eufrates , y los mas valientes guerreros de Edeso y de Antioquía habian unido
sus banderas, al saber que el feroz Balac acababa de volver á ocupar el castillo de Cuarto-Pedro. Despues
de la marcha de Joselin, Balduino , Galeran y los cincuenta guerreros de Armenia habian sostenido por largo
tiempo los ataques de los musulmanes , pero estando minados los cimientos del castillo, los guerreros cristia-
nos se encontraron de repente en medio de las ruinas . Balac , perdonando la vida al rey de Jerusalen , le ha-
bia hecho conducir á la fortaleza de Charan . Los valientes armenios habian muerto en el suplicio , y la pak
ma del martirio coronó su sacrificio . Cuando Joselin y los guerreros que le seguian , supieron tan tristes nue-
vas, perdieron toda esperanza de poder realizar su proyecto , y regresaron los unos á Edeso y á Antioquía y
los otros á Jerusalen , desesperados de no haber podido dar su vida por la libertad de un principe cris-
tiano.

Sin embargo los sarracenos de Egipto trataban de aprovecharse del cautiverio de Balduino , y al efecto so
reunian en las llanuras de Ascalon , con el propósito de echar á los francos de la Palestina . Por otro lado ,
los cristianos de Jerusalen y de las otras ciudades del reino , confiando en su valor y en la proteccion de
Dios , se preparaban para defender su territorio. Como siempre se atribuian las victorias de los infieles
á los pecados de los cristianos , los preparativos de una guerra debian siempre empezar por la espiacion
y las plegarias . El pueblo y el clero de la Tierra Santa siguieron en esta ocasion el ejemplo de los habitan-
tes de Ninive , y trataron de aplacar la cólera divina por medio de una rigurosa penitencia . Ordenóse un
ayuno , durante el cual las mujeres se abstuvieron de dar de mamar á sus criaturas , y hasta los reba-
ños fueron alejados de sus pastos y privados de su alimento acostumbrado ( 1 ).
Proclamóse la guerra al sonido de la gran campana de Jerusalen . El ejército cristiano , que apenas llega-
ba á tres mil combatientes , estaba mandado por Eustaquio de Agrain , conde de Sidon , nombrado re-
gente del reino durante la ausencia de Balduino . El patriarca de la santa ciudad llevaba á la cabeza
del ejército el leño de la verdadera cruz . Detrás de él , dice Roberto de Mont , marchaban Poncio ( 2) , aba-
te de Cluni , llevando la lanza con que fué herido el costado del Salvador , y el obispo de Belen , que tenia
en sus manos un milagroso vaso en el que pretendia haberse conservado leche de la Vírgen , Madre de Je-
sucristo .

Mientras que los guerreros cristianos salian de Jerusalen, los egipcios estaban sitiando por mar y tierra
á Joppe. Al aproximarse los francos , la flota musulmana llena de espanto se alejó de la costa . El ejér-
cito de tierra acampado en Ibelin , hoy Ibna , esperaba con inquietud al ejército cristiano. En fin los døs
cuerpos se hallan frente el uno al otro , y en medio del combate una luz parecida á la del rayo brilla
en el cielo , y de repente estalla en las filas de los infieles . Estos quedan como inmóviles de resultas del es-
panto ; los cristianos armados con su fé redoblan su valor ; los enemigos son vencidos , y los restos de su
ejército , que era doblemente numeroso que el de los cristianos , á duras penas puede refugiarse dentro las
murallas de Ascalon . Los francos victoriosos y cargados con el botin , regresaron á Jerusalen entonando
las alabanzas del Señor.

Aun cuando el ejército cristiano triunfó así de los sarracenos , como estaba siempre ocupado en la de-
fensa de las ciudades y de las fronteras , sin cesar amenazadas , no podia salir del reino para hacer
nuevas conquistas. Los guerreros que estaban detenidos en las ciudades cristianas despues de una vic-

(1) Las circunstancias de este riguroso ayuno están descritas en la crónica de Sigeberto . (Biblioteca de las Cruzadas , t . II.)—–—
(2) Este Poncio habia sido reemplazado , como abate de Cluni , por Pedro el Venerable; viniendo de la Tierra Santa, aquél en-
tró á la fuerza en su abadía , de la que fué echado aun otra vez.
464 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

toria tan grande , se affigian al considerar su inaccion y parecia confiaban aun en los socorros del occi-
dente. Entonces fué cuando llegó una flota veneciana á las costas de Siria .
Los venecianos, que despues de muchos siglos se enriquecian con el comercio de oriente , temian rom-
per sus provechosas relaciones con las potencias musulmanas del Asia , habian tomado muy poca parte en
la primera cruzada y en los acontecimientos que la siguieron . Ellos esperaban el éxito de esta grande
empresa para tomar un partido y asociarse sin peligro á las victorias de los cristianos ; pero al fin,
celosos de las ventajas que habian obtenido los genoveses y los pisanos en Siria , quisieron al mismo
tiempo parte en los despojos de los musulmanes , y prepararon una formidable espedicion contra los in-
fieles . Al atravesar su flota el Mediterráneo, encontró la de los genoveses que regresaba de oriente : el fu-
ror de la rivalidad encendió de repente la guerra , y los navíos genoveses , cargados de riquezas del Asia ,
fueron atacados y puestos en desórden . Despues de haber enrojecido el mar con sangre cristiana , los ve-
necianos prosiguieron su derrotero hacia las costas de la Palestina , en donde encontraron la flota de los
sarracenos, salida de los puertos de Egipto , y al momento se trabó un sangriento combate en el cual todos
los buques egipcios fueron derrotados y cubrian las ondas con sus destrozos . El dux de Venecia , que man-
daba la escuadra veneciana , entró en el puerto de Tolemaida , y fué conducido en triunfo á Jerusalen.
Celebrando las últimas victorias obtenidas sobre los infieles , se ocuparon tambien de sacar todo el partido
posible para emprender una espedicion importante . En un consejo que celebró en presencia del regente
del reino y del dux de Venecia , se propuso ir á sitiar la ciudad de Tiro ó la de Ascalon . Como los votos
estaban divididos , se convino en interrogar á Dios , y seguir su voluntad . Dos cédulas de pergamino ,
sobre las que se habia escrito los nombres de Ascalon y de Tiro , fueron depositadas sobre el altar del Santo
Sepulcro . En medio de una muchedumbre de espectadores , un jóven huérfano se aproximó al altar, tomó
una de las cédulas, y recayó la suerte sobre la ciudad de Tiro .

Los venecianos , que no olvidaban seguramente los intereses de su comercio y de su nacion , pidieron an-
tes de que empezase el sitio de Tiro , que se les concediese una iglesia , una calle , un horno y un tribunal
particular en todas las ciudades de la Palestina . Todavía pidieron otros privilegios y la posesion de una ter-
cera parte de la ciudad conquistada . La toma de Tiro parecia tan importante , que el regente , el canciller
del reino y los grandes vasallos de la corona aceptaron sin repugnancia las condieicnes de los venecianos ,
por medio de un acta que la historia ha conservado ( 1 ) .
Despues de haberse repartido, por un tratado, la ciudad que iba á conquistarse , se hicieron los preparati-
vos para el sitio . El ejército cristiano partió de Jerusalen , y la flota veneciana del puerto de Tolemaida , al
empezar la primavera . El historiador del reino de Jerusalen que fué durante mucho tiempo arzobispo
de Tiro , se detiene aquí para describir las antiguas maravillas de su metrópoli . En su narracion religiosa
y profana á la vez , invoca sucesivamente el testimonio de Isaías y de Virgilio ; y despues de haber
hablado del rey Hiram y de la tumba de Orígenes , no se desdeña de celebrar la memoria de Cadmo y

la patria de Dido . El buen arzobispo alaba sobre todo la industria y el comercio de Tiro , lo fértil de su
territorio, sus tintes tan célebres en la antigüedad , su arena que se cambiaba en vasos trasparentes , y
sus cañas de azucar , cuya miel en aquellos tiempos era buscada por todas las naciones . La ciudad de Tiro ,
en tiempo del rey Balduino, recordaba apenas la idea de esta suntuosa ciudad, cuyos ricos comerciantes,
segun refiere Isías , eran príncipes ; pero aun se la consideraba como la mas poblada y mas mercantil
ciudad de la Siria . Ella estaba edificada sobre una costa deliciosa que las montañas la resguardaban de los
vientos del norte ; y tenia dos grandes muelles , que como dos brazos se adelantaban para cerrar un puer-
to en el que la tempestad no tenia poder alguno . La ciudad de Tiro , que habia sostenido muchos sitios fa-
mosos , estaba defendida ,, por un lado por el mar y por las escarpadas rocas , y por el otro por una triple
muralla defendida á mas por elevadas torres.
El dux de Venecia , con su flota , penetró hasta el puerto y cerró toda salida por la parte del mar . El pa-
triarca de Jerusalen , y el regente del reino , Poncio , conde de Trípoli , mandaban el ejército de tierra . En los
primeros dias del sitio , los cristianos y los musulmanes combatieron con el mismo valor , pero con iguales
resultados . La desunion de los infieles vino bien pronto á secundar los esfuerzos de los francos . El califa de
Egipto habia cedido la mitad de la plaza al sultan de Damasco , para empeñarle á defenderla contra los cris-
(1) Véanse las Piezas justificativas.
LIBRO QUINTO - 1099-1146 . 465

tianos . Los turcos y los egipcios estaban divididos entre sí y no querian combatir juntos ; y los francos apro-
vechándose de esta desunion , cada dia obtenian grandes ventajas . Despues de algunos meses de ataques
continuos, las murallas cayeron á los tiros de las máquinas de guerra de los cristianos ; los víveres empeza-
ban á faltar en la plaza ; y los infieles estaban á punto de capitular , cuando la discordia vino á su vez á
desunir á los cristianos, lo que hizo que se estuviese á pique de malograr tantos prodigios de valor y los
trabajos de un largo sitio (1 ) .
El ejército de tierra se quejaba en alta voz de sobrellevar él solo los combates y las fatigas ; y los caba~
lleros y sus soldados amenazaban quedarse inmóviles sobre sus tiendas , lo mismo que los venecianos sobre
sus navíos. Para prevenir el efecto de sus quejas, el dux de Venecia vino al campamento de los cristianos
con sus marinos armados con sus remos, declarando que estaba pronto á asaltar la plaza . Desde entonces
una generosa emulacion inflamó el celo y el valor de los soldados del ejército y de la flota . Los musulmanes
salidos de Damasco para socorrer á los sitiados avanzaron hasta las inmediaciones de Tiro. Un ejército egipcio ,
salido al mismo tiempo de Ascalon , devastó al pais de Naplusa y amenazó á Jerusalen . Todas estas tentativas
no pudieron menguar el ardor de los cristianos ni retardar los progresos del sitio. Luego que se supo que
Balac, el mas temible de los sultanes turcos, habia perecido delante las murallas de Maubeg, Joselin , que le
mató con su propia mano, hizo que se comunicase la noticia á todas las ciudades cristianas. La cabeza del
feroz enemigo de los francos fué llevada en triunfo delante de las murallas de Tiro , en donde este espectáculo
redobló el belicoso entusiasmo de los sitiadores.

(1125) Los musulmanes sin esperanzas de socorros, fueron obligados á rendirse despues de un sitio de
cinco meses y medio. Las banderas del rey de Jerusalen y del dux de Venecia ondearon juntamente sobre
las murallas de Tiro: los cristianos entraron triunfalmente en la ciudad, mientras que los habitantes, despues
de la capitulacion , salian de ella con sus mujeres y sus niños .
El dia en que se recibió en Jerusalen la noticia de la conquista de Tiro , fué una fiesta general en todo el
pueblo de la santa ciudad. Al ruido de las campanas , se cantó el Te Deum en accion de gracias ; las banderas
fueron enarboladas sobre las torres y sobre las murallas de la ciudad , ramos de olivo y ramilletes de flores es-
taban esparcidos por las calles y por las plazas públicas ; ricas colgaduras adornaban las fachadas de las casas
y las puertas de las iglesias . Los ancianos recordaban por medio de sus discursos el esplendor del reino de Judá ,
y las jóvenes vírgenes repetian en coro los salmos , en los que los profetas habian celebrado la ciudad de Tiro.
Mientras que los cristianos añadian así una opulenta ciudad al reino de Jerusalen , Balduino de Bourg con-
tinuaba prisionero en la ciudad de Charan , ardiendo en deseos de tomar parte en los trabajos de sus guer-
reros y de dulcificar con alguna gloria el recuerdo de sus desgracias . Sus enemigos debieron convencerse
queel cautiverio de un príncipe franco no detenia los progresos de las armas cristianas . El ilustre cautivo se
aprovechó de la confusion y del espíritu de discordia que las últimas victorias de los cristianos habian espar-
cido entre los musulmanes de Siria , para tratar de su rescate y recobrar su libertad . Apenas salió de la pri-
sion, reunió algunos guerreros y marchó contra la ciudad de Alepo . El jefe de los árabes , Dobais , y algunos
emires de la comarca se reunieron al ejército cristiano ; bien pronto los cristianos se encontraron reducidos
al último estremo , y la ciudad estaba á punto de rendirse cuando el sultan de Mosul acudió á la cabeza de
un ejército . Balduino de Bourg tuvo que abandonar el sitio ( 2) y regresar finalmente á su capital , en donde
todos los caballeros cristianos daban gracias á Dios por la libertad de su rey , y se apresuraron á alistarse
bajo de sus banderas . Estos encontraron bien pronto ocasion de demostrar su valor á las órdenes de un jeſe ,
que parecian haber olvidado , y cuya autoridad reconocieron con alegría cuando les prometió conducirles á
nuevas batallas. Los turcos que habian pasado el Eufrates para socorrer á Alepo , devastaban entonces el
principado de Antioquía . Balduino, impaciente por cumplir su promesa , se pone á la cabeza de sus intrépidos
guerreros , ataca victoriosamente á los infieles , se enriquece con sus despojos , y les obliga á abandonar la
tierra de los infieles . Apenas acababa de entrar triunfante en Jerusalen , da de nuevo la señal de la
guerra , y hace huir al ejército de Damasco , cerca del lugar en donde Saúl habia oido estas palabras : Saúl,
Saúl ¿ por qué me persigues ? Los guerreros cristianos en estas rápidas campañas, habian hecho un botin in-

(1) Véase á Ibn-Giouzi , t. IV, Biblioteca de las Cruzadas. - 2) Los autores árabes han acusado á Balduino de haber faltado á
sus empeños. Kemel-eddin , Biblioteca de las Cruzadas, t. IV .)
166 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

menso , y los tesoros del enemigo sirvieron para recuperar los rehenes que el rey de Jerusalen habia dejado
en las manos de los turcos . De este modo los francos repararon sus reveses , esto es , á fuerza de valor, cum-
pliendo sus promesas con las victorias .
(1128) Los estados cristianos tenian entonces por enemigos á las califas de Bagdad y del Cairo á los sul-
tanes de Damasco , de Mosul , de Alepo , y á los descendientes de Ortoc , dueños de muchas plazas en la Me-
sopotamia . Los egipcios estaban muy debilitados á causa de sus muchas derrotas , pues de sus antiguas con-
quistas sobre las costas de la Siria , ya no conservaban mas que la ciudad de Ascalon ; pero la guarnicion
de esta plaza formada de muchos ejércitos vencidos , amenazaba aun el territorio de los cristianos . Aun
cuando los egipcios hubiesen perdido la ciudad de Tiro , de Trípoli y de Tolemaida , eran aun dueños del mar ,
y sus flotas dominaban sin obstáculo en los puertos de la Siria , cuando los pueblos marítimos de Euro-
pa, no venian al socorro de los francos establecidos en Palestina .

Los turcos , acostumbrados á la vida militar y ' pastoril , no disputaban ni á los egipcios ni á los francos el
imperio del mar ; pero ellos se hacian temer por sus continuas escursiones en las provincias cristianas . Dóci-
les y pacientes, ellos sobrellevaban mejor que sus enemigos el hambre, la sed y la fatiga ; el conocimiento
del terreno , la habitud del clima y las confidencias que tenian con los naturales del pais, les daba una ven-
taja inmensa sobre los cristianos en sus guerreras escursiones . Los enemigos daban pruebas tambien de
mas habilidad en el manejo del arco , y su caballería maniobraba mejor que la de los francos , conservando
mucha disciplina . Su táctica consistia en cansar al enemigo , en tenderle lazos ó emboscadas y en atraerle á
un terreno desventajoso en donde pudiera triunfar sin combatir . La discordia que dividia sin cesar á los prín-
cipes musulmanes de la Siria , les impedia seguir por largo tiempo el mismo plan de defensa ó de ataque, y
cuando una pasajera tranquilidad sucedia á sus guerras civiles , ya escitadas por el deseo del pillage , ya pôr
las súplicas y consejos del califa de Bagdad, se dirigian con impetuosidad hacia el territorio de Antioquía , de
Edeso , de Trípoli ó sobre el reino de Jerusalen . Si los musulmanes esperimentaban una derrota , se retiraban
con la esperanza de hallar una ocasion mas favorable; si vencian , devastaban las ciudades y las campiñas, y
regresaban á su pais , cargados con los despojos del enemigo y cantando estas palabras : El Coran está en la
alegría, y el Evangelio en las lágrimas .
Una reunion de naciones, diferentes en costumbres, en carácter y orígen, se repartian los restos del im-
perio de Seldjucides , armados los unos á menudo contra los otros , pero en el momento del peligro, siempre
dispuestos á reunirse contra los francos. Las tribus árabes que habian abandonado las ciudades á la domi-
nacion de los turcos , andaban errantes por las provincias que habian en otro tiempo poseido , y combatian sin
cesar , no por la gloria ni por la patria , sino por el hotin y por el islamismo . Otros pueblos tales como los cur-
dos , atraidos por la esperanza del saqueo, atravesaban el Tigris y el Eufrates y venian á ponerse á sueldo de
los conquistadores, que asolaban la Siria . Criados en las montañas que lindan con la grande Armenia , con-
servaban costumbres feroces y salvajes ; muchos de estos guerreros sirvieron con brillo la causa de los mu-
sulmanes , y de esta tribu de los curdos salió despues la dinastía de Saladino .
La mas formidable y temible de todas las naciones que tuvieron que combatir los cristianos , era la de los
turcomanos . Estas hordas errantes eran oriundas de las riberas del mar Caspio , y se asemejaban por sus
hábitos militares á los tártaros de donde procedian . Ellos habian penetrado en la Siria , antes de la primera
cruzada ; y cuando el ejército de los francos atravesaba el Asia Menor , los turcomanos de la familia de Or-
toc eran dueños de Jerusalen . Vencidos por los egipcios, se retiraron hacia la Mesopotamia , desde donde
amenazaban continuamente las provincias que los francos acababan de conquistar , sobre el Eufrates y el
Oronte . No eran menos temibles por su ferocidad que por su valor ; nuestros antiguos cronistas hablan con
horror de las barbaries que los turcomanos ejercian en los pueblos vencidos: la historia del reino de Jerusa-
len , que les da el nombre de partaos , compara á esta nacion con la hidra de Lerna , y dice que cada año se
veian llegar de las orillas del Tigris y de las fronteras de la Persia tan gran número de bárbaros que hubiera

bastado para cubrir toda la tierra.


Los árabes beduinos que habitaban entonces la ribera derecha del Jordan y del mar Muerto , nos los re-
tales
presentan los cronistas contemporáneos á poca diferencia lo mismo que lo hacen los modernos viajeros y
como nosotros los hemos visto . Ellos marchaban cada tribu de por sí, sin residencia fija , lijeramente arma-
dos y seguidos de sus rebaños . Estas tribus errantes fueron algunas veces enemigos temibles , y siempre
LIBRO QUINTO — 1099–1146 . 167

vecinos peligrosos, para el naciente reino de Jerusalen . Pero el castillo de Monreal , construido por Balduino I,
en la Siria Sobal , la fortaleza de Carac , construida despues en la Arabia Petrea , bastaron á contener á es
tas vagamundas poblaciones del desierto. Al abrigo de estas dos plazas fuertes, los francos pudieron imponer
tributos á los árabes beduinos , se encontraron dueños de la Meca y de Medina , y llevaron sus escursiones hasta

al mar Rojo.
Entre los pueblos que estuvieron en relaciones con las colonias cristianas , la historia no puede olvidar á
los asesinos ó ismaelitas cuya secta era oriunda de las montañas de la Persia, poco tiempo antes de la
primera cruzada . Ellos se apoderaron de una parte del Líbano y fundaron una colonia mas arriba de
Trípoli y de Tortosa . Esta colonia estaba gobernada por un jefe que los francos llamaban el viejo ó el
señor de la Montaña . Estejefe de los ismaelitas establecido en Massiat ( 1 ) no reinó mas que sobre veinte
castillos ó pequeñas ciudades. Contaba apenas sesenta mil súbditos , pero habia hecho del despotismo un
culto, y su autoridad no tenia límites : todo el que resistia á su voluntad merecia la muerte . El viejo de
la Montaña , segun la creencia de los ismaelitas, podia distribuir á sus servidores las delicias del parai
so: el que moria para obedecer á su jefe , subia al cielo en donde le esperaba el profeta de la Meca: y el
que moria en su lecho , sufria grandes dolores en el otro mundo . Los ismaelitas estaban divididos en tres
clases, el pueblo , los soldados y los guardias. El pueblo vivia de la agricultura y del comercio ; era dó
cil, laborioso , sobrio y sufrido . Nada podia igualarse á la astucia , á la fuerza y á la audacia de los guer
reros . Se celebraba su destreza en la defensa y sitio de las plazas . La mayor parte de los príncipes mu
sulmanes buscaban poder tenerles á sueldo . La clase mas distinguida era la de los guardias; nada se omi
tia para su instruccion . Desde su infancia se fortificaba su cuerpo por medio de violentos ejercicios : se les
hacia aprender varios idiomas, para que pudiesen ir á todos los paises á ejecutar las órdenes del que
tiene el mando superior ; se empleaban toda suerte de ilusiones para impresionar su imaginacion ; duran
te su sueño provocado con bebidas licorosas (2 ) se hallaban transportados á jardines deliciosos , y en pa
lacios llenos de figuras voluptuosas . En medio de estos encantamientos que estraviaban su razon , el
viejo de la Montaña podia á su beneplacito ordenarles que se arrojasen á las llamas , que se precipita
sen de lo alto de una torre , ó de herirse mortalmente por medio de una espada ; á menudo los príncipes
encargaban al jefe de los ismaelitas el cuidado de ejecutar sus venganzas , pidiéndole la muerte de sus
rivales ó de sus enemigos : los reyes eran sus tributarios , y el temor que inspiraban las muertes cometi
das por sus órdenes, aumentaba sus tesoros . Así que el viejo de la Montaña habia designado á un prín
cipe , á un monarca al puñal de sus discípulos , estos , disfrazados de mercaderes , de frailes ó de peregri
nos, se introducian cerca de su víctima , la seguian como la sombra al cuerpo , esperaban la ocasion con
una paciencia inaudita , y cuando llegaba el momento oportuno , desgraciado del príncipe ó del hombre po
deroso cuya muerte se les habia confiado .

Los ismaelitas se mezclaron á menudo á las sangrientas revoluciones que habian derrocado del trono las
dinastías musulmanas del oriente. Ellos no amaban á los turcos , que miraban como los enemigos de su
secta . Ellos temian á los francos, y vinieron á ser tributarios de la órden del Temple . Mas de una vez las
violencias ordenadas por el viejo de la Montaña sirvieron para vengar la causa de los cristianos . Debe
tenerse presente que Mandud , sultan de Mosul , fué asesinado en Damasco por dos ismaelitas , al regresar
de una guerra cruel hecha á los francos en la Galilea ; otro jefe musulman , Bursaki, que habia mandado
varios ejércitos sobre el territorio de Edeso y de Antioquía , cayó muerto por los sectarios del viejo de la
Montaña: esta muerte cometida en medio de una mezquita , llenó de terror á muchos paises del oriente ;
pero los cristianos no supieron sacar partido de las circunstancias, y del seno del desórden nació la temible

(1) Los ismaelitas no forman hoy dia mas que una poblacion de cerca cien mil habitantes, y están diseminados en veinte
pequeñas ciudades , siendo Messiat 6 Massiat la capital. El año 1809 fué funesto para los ismaelitas: los de Ansaria saquearon
á Massiat, y degollaron á una parte de la poblacion . (Correspondencia de oriente, t . IV. ) M. Rousseau , cónsul de Francia en Ar
gel, ha publicado algunos fragmentos de un libro árabe que trata de los dogmas y de la moral de los ismaelitas de Siria . Segun
este libro, los ismaelitas tendrian las mismas creencias que los de Ansaria . Mi compañero de viaje M. Poujoulat nos ha descri
to perfectamente las costumbres, el carácter y la religion del pueblo ansariano. (Correspondencia de oriente.-(2) Una de sus be
bidas embriagadoras era el haschist , estraido del grano del cáñamo, cuya bebida está muy en uso en oriente y sobre todo en
Egipto, que hace las veces del opium para las clases pobres. De la palabra haschist ha venido la palabra de archisins ó asesinos .
Véase sobre los asesinos, la interesante carta de M. Jourdain, al fin de esta obra.
168 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

dinastía de los atabeks , ó gobernadores del principe ( 1 ) cuyo imperio debia estenderse sobre una gran par-
te del oriente.

La historia oriental , al hablar del acontecimiento de Zenqui , deplora la debilidad en que estaban las
potencias musulmanas , y observa con dolor que las estrellas del islamismo se habian eclipsado ante el victo-
rioso estandarte de los francos . En efecto, las colonias cristianas aun cuando esperimentaron reveses, no ha-
bian dejado, en medio de la confusion general , de hacer grandes progresos y de adquirir un poder respetable .
El condado de Edeso , situado sobre las dos riberas del Eufrates y sobre la otra parte del monte Tauro, con-
taba muchas florecientes ciudades . Las orillas del mar , desde el golfo de Isso hasta Laodicea , las comarcas
que se estendian desde la ciudad de Tarso en Cilicia hasta los puertos de Alepo , y desde el monte Tauro has-
ta las inmediaciones de Emesa y las ruinas de Palmira , formaban el principado de Antioquía , la mas vasta
y mas rica provincia de los cristianos . El condado de Trípoli , defendido de un lado por el Líbano, del otro
por el mar Fenicio , y colocado ó situado en el centro del imperio de los francos, comprendía muchas ciuda-
des fortificadas y un gran número de poblaciones y fértiles campiñas. Hácia el norte tenia por límites el
castillo de Margath ; y por el mediodía , el rio Adonis . Este rio , célebre en la antigüedad profana y en la anti-
guedad sagrada , lindaba por el norte con el reino de Jerusalen , y por el otro lado estendia sus fronteras
hasta las puertas de Ascalon y hasta el desierto de la Arabia . El imperio de los francos tenia por enemigos
á todos los pueblos musulmanes del Egipto , de la Siria y de la Mesopotamia ; y por lo mismo debia tener por
aliados y por ausiliares á todos los cristianos diseminados entonces por el oriente ; y este espíritu de fraterni-
dad que unia á todos los hombres de las mismas creencias, contribuyó á la fuerza de una confederacion for-

mada en nombre de Jesucristo . Debe tenerse presente cuántos socorros recibieron los cruzados al llegar al
Asia de las poblaciones cristianas que encontraban á su paso . En la época de que hablamos , se contaban
todavía un gran número de cristianos en el Asia Menor , en Alepo , en Damasco y en todas las ciudades de
Egipto; y aun cuando estuviesen violentamente oprimidos por los musulmanes, no es de creer fuesen siem-
pre frios espectadores de esta gran lucha trabada entre el Coran y el Evangelio . La pequeña Armenia , de-
fendida por sus montañas y por su guerrera poblacion , pasó á ser un reino cristiano . Fué algunas veces,
con respecto á los francos , una potencia ausiliar , y declaróse siempre contra el enemigo comun, el islamismo .

Otra potencia cristiana se habia formado en . las vastas regiones de la Iberia ó de la Georgia . Guillermo de
Tiro celebra el valor y los servicios del pueblo georgiano , el que á mediados del siglo doce puso un freno al
poder de las naciones de la Persia y cerró el paso de las Puertas- Caspias á los bárbaros de la Tartaria (2) .
Sean cuales fueren , sin embargo , los socorros que las colonias de los francos pudieran aguardar de los
pueblos cristianos del Asia , estos socorros eran insignificantes al lado de los que recibian del occidente. La Eu-
ropa veia con orgullo á estas potencias cristianas de la Siria , que le habian costado tanta sangre , y que ya se
afligian de sus contratiempos , ya se alegraban al contemplar sus progresos: la salvacion de la cristiandad pa-
recia estar pendiente de su conservacion . Los mas esforzados cristianos estaban siempre dispuestos á sacrifi-
carse por la herencia y la causa de Jesucristo .
La devocion de los peregrinos llevaba todos los dias al oriente una multitud de hombres impacientes por
trocar el báculo y el zurron por la guerrera espada . La piedad inspiraba su valor , y al lado de la tumba de
Cristo , todo tomaba un carácter belicoso ; hasta la caridad evangélica participaba del espíritu de la época . Del
interior de un hospital consagrado al servicio de los pobres y de los religiosos viajeros , veíanse salir héroes ar-
mados contra los infieles . Admiraba igualmente la humanidad y el valor de los caballeros de San Juan (3) . Mien-
tras que los unos se dedicaban á llenar las obligaciones de la hospitalidad , iban los otros á combatir á
los enemigos de la fé . A ejemplo de estos piadosos caballeros , algunos nobles se reunieron cerca del lu-
gar en donde habia estado construido el templo de Salomon , y prestaron el juramento de proteger y de

defender á los peregrinos que se dirigiesen á Jerusalen . Su reunion ó asamblea fué el origen de la órden de

(1) Este título, que recuerda los merinos de palacio, es compuesto de dos palabras griegas ata y bek, esto es padre del principe.
Hoy dia , el sultan de Constantinopla llama á su gran visir lata ó padre.—(2) Es verdad que los georgianos estuvieron á punto de
cambiar la faz de una parte del Asia . Ellos habian conquistado ya la Armenia y rechazado á los musulmanes de la Persia Es-
tos fueron los karismanes y los tártaros, conducidos por Gengis-kan, que no solamente volvieron este pais al yugo de Mahoma , sino
que penetraron hasta el corazon de la Georgia . (Véanse las memorias históricas y geográficas sobre la Armenia, por M. Saint-Martin,
t. I, pág . 378 y siguientes y el t. II . pag. 79 y siguientes.)— 3, Véase al final de esta obra la esplicacion sobre las órdencs de caballería.
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LIBRO QUINTO . - 1099-1146 . 169

los templarios, que fué , desde sus principios , aprobada por un concilio , habiendo redactado sus estatutos
san Bernardo .

Estas dos órdenes estaban dirigidas por las mismas causas que habian dado orígen á las cruzadas, esto es ,
la reunion del espíritu militar y del espíritu religioso . Retirados del mundo , no tenian mas patria que Je
rusalen, ni otra familia que la de Jesucristo. Los bienes , los males , los peligros, todo era comun entre
ellos : una sola voluntad , un solo pensamiento dirigia todas sus acciones y sus deseos , y todos habitaban en un
mismo edificio, el que parecia habitado por un solo hombre . Vivian en la mayor austeridad , y como mas
severa era su disciplina , mas se atraian los corazones de los demás . Las armas formaban todo su ajuar ; pues
los adornos preciosos no decoraban sus habitaciones , ni sus iglesias; pero por todas partes veíanse lanzas, es
cudos y estandartes tomados á los enemigos . Cuando estaba próximo algun combate , dice san Bernardo , se
armaban interiormente con la fé , y esteriormente con la espada ; no temiendo ni el número ni el furor de
los bárbaros , pues estaban sedientos de la victoria y se creian dichosos de morir por Jesucristo , creyendo que
toda victoria viene de Dios.

La religion habia santificado los peligros y las violencias de la guerra . Cada monasterio de la Palestina era
lo mismo que una fortaleza , en donde el estrépito de las armas se mezclaba con el canto de la oracion . Los
humildes cenobitas buscaban la gloria de los combates: al ejemplo de los hospitalarios y de los templarios ,
los canónigos instituidos por Godofredo , para orar al pié del Santo Sepulcro , se habian armado con el casco y
la coraza , y bajo el nombre de caballeros del Santo Sepulcro se distinguian entre los soldados de Jesucristo .
La gloria de estas órdenes militares se difundió bien pronto en todo el mundo cristiano . Su fama resonó has
ta en las islas y los lejanos pueblos del occidente . Todos cuantos tenian pecados que espiar , corrian á la san
ta ciudad para tomar parte en los trabajos de los guerreros de Jesucristo . Una multitud de hombres que ha
bian asolado á su propio pais, venian á defender el reino de Jerusalen , y á asociarse á los peligros de los mas
decididos defensores de la fé.

No habia una sola familia ilustre en Europa , que no contase un caballero en las órdenes militares de la Pa
lestina: los mismos príncipes se alistaban en esta santa milicia y abandonaban los distintivos de su dignidad ,
para tomar la roja cota de armas de los hospitalarios , ó la blanca capa de los caballeros del Temple . En to
dos los testamentos habia un legado para los simples religiosos y para los soldados de Jesucristo, y muchas
veces estos fueron los herederos de los príncipes y de los monarcas.
Los caballeros de San Juan y del Temple merecieron durante largo tiempo los mas grandes elogios : di
chosos y mas dignos de las bendiciones de la posteridad hubieran sido, si en lo sucesivo no se hubieran dejado
corromper por la fortuna y por sus riquezas, y si no hubiesen conmovido á menudo al Estado del que su va
lor era el apoyo . Estas dos órdenes eran como una cruzada que se renovaba sin cesar y que sostenia la emu

lacion en los ejércitos cristianos .


Las costumbres militares de los francos que combatian entonces en la Palestina presentan un espectácu–
lo digno de fijar la atencion del historiador y del filósofo , y pueden servir para esplicar los rápidos progre
sos y la inevitable decadencia del reino de Jerusalen . El sentimiento del honor que animaba á los guerre
ros y les impedia el huir ante un combate desigual, era el móvil mas activo de su valor y de su disci
plina (1 ) . Abandonar á su compañero en el peligro y retirarse delante del enemigo , eran acciones infames á
los ojos de Dios y de los hombres . En los combates , sus cerradas filas, su elevada estatura , sus caballos de
batalla cubiertos de hierro como los ginetes , destruian y dispersaban á los numerosos batallones enemigos .
No obstante el peso de sus armas , nada igualaba á la rapidez con que se trasladaban á los puntos mas le
janos . Se les veia combatir casi al mismo tiempo en Egipto, sobre el Eufrates y sobre el Oronte . No se apar
taban de su acostumbrado lugar ó teatro de sus hazañas mas que para ir amenazar al principado de Damas
co ó á algunas ciudades de la Arabia . En medio de sus espediciones no conocian otra ley que la de la victo
ría , abandonaban ó se unian segun su antojo á las banderas que les conducian al enemigo, y solo pedian á
sus jefes el ejemplo del valor .

(1) Es preciso ver en los cronistas, que eran casi todos frailes y eclesiásticos, el profundo desprecio con que miraban á los que
huian en los combates : estos buenos cronistas no encuentran espresiones bastante fuertes para calificar la falta de valor de un guer
rero cristiano. A los ojos de Guillermo de Tiro , es siempre una mancha el haber sido vencido, á menos que se muera en el campo
de batalla. En todos los juicios acerca de los soldados de Cristo , se encuentra algo del dicho del viejo Horacio.
(22 y 23) 22
170 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Como su milicia se componia de guerreros de muchas naciones , la oposicion de caractéres y la diferencia


de costumbres y de idioma , sostenia entre ellos una generosa emulacion , que á menudo hacia nacer la riva-
lidad y la discordia . Muchas veces la casualidad , una circunstancia imprevista , decidian del éxito de una
empresa y de la suerte de una campaña . Cuando los caballeros cristianos se creian en estado de combatir
al enemigo , iban á buscarle sin procurar tomarse la pena de ocultar su marcha ; la confianza en su va-
lor, y en sus armas y sobre todo en la proteccion del cielo , les hacia descuidar las estratagemas y ardides de
la guerra y hasta las precauciones mas necesarias á la salvacion de un ejército. La prudencia de sus jefes

no les parecia á menudo sino una señal de timidez y de debilidad , y muchos de los príncipes pa-
garon con la vida ó con su libertad la vanagloria de arrostrar los peligros sin utilidad para la causa de
los cristianos .

Los francos de la Palestina no conocian otros peligros ni otros enemigos que los que se presentaban delante
de ellos en el campo de batalla . Pero muchas empresas importantes, que solo la fortuna parecia dirigir ,
debian asegurar la salvacion y la prosperidad de los estados cristianos en Asia . La primera de estas empre-
sas era la de rebajar el poder de los califas de Egipto ; la segunda , conquistar y conservar las ciudades ma-
rítimas de la Siria , á fin de recibir las flotas y los socorros de occidente ; y la tercera la de defender las fron-
teras , y oponer por todas partes una barrera á los turcos y á los sarracenos . Cada uno de estos grandes in-
tereses , ó mas bien todos estos intereses reunidos , ocupaban sin cesar á los francos establecidos en Asia , sin
que la mayor parte de estos sintiese los peligros y las ventajas de su posicion, y sin que empleasen para lo-
grar su intento otro medio que sus solas espadas . Esta circunstancia hace admirar sus esfuerzos y su va-
dor, que bastando á todo , parecia tener algo de prodigioso .
Acabamos de hacer conocer el estado de las colonias cristianas en la Siria ; vamos á tomar otra vez el hilo
de los acontecimientos mas importantes de esta época . Entre los ilustres peregrinos que se dirigian entonces á
la Palestina y tomaban parte en los trabajos de los caballeros , la historia no debe olvidar á Foulques, conde
de Anjou, el que era hijo de Foulques, el Rechin , y de Beltranda de Monforte que despues fué la mujer de Fe-
lipe I y por la que el rey de Francia habia provoca do á todos los rayos de la Iglesia . Foulques de Anjou no
podia consolarse de la muerte de su mujer Eremberga , hija de Elías , conde de Maine . Su tristeza ó mal hu-
mor le condujo á la Palestina , y sostuvo durante un año cien hombres armados, que él mismo mandaba
cuando se daba alguna batalla . Unia la piedad al valor , y mereció el apreció de los cristianos por su
celo en defender la causa de la religion . Balduino , que no tenia ningun hijo varon , le ofrecio la mano de su
1
hija Melisenda , y prometió hacerle reconocer por su sucesor . Foulques aceptó muy alegre esta proposicion ,
y pasó á ser el yerno y el heredero del rey de Jerusalen.
En el duodécimo año del reinado de Balduino de Bourg , se resolvió el sitiar á Damasco . El rey de Jerusalen ,
el príncipe de Antioquía , los condes de Edeso y de Trípoli y muchos nobles peregrinos llegados de Europa,
reunieron sus fuerzas para esta espedicion . Los cristianos se pusieron en marcha los primeros dias de di-
ciembre y estaban ya sobre el terreno de Damasco , habiendo empezado ya la guerra , cuando Dios, en cas-
tigo de sus pecados les retiró su misericordia , y envió contra ellos el mas terrible huracan . De repente las
cataratas del cielo se abrieron , y todas las campiñas , inundadas , se convirtieron en un vasto mar . Los guer-
reros de la cruz perdieron sus tiendas , sus bagajes y sus armas, temblaron por su vida , y no pensaron mas
que en regresar al punto de donde habian salido . Perseguidos por los elementos y huyendo delante de la tem-
pestad , como de un enemigo victorioso , el ejercito regresó á orillas del Jordan , y dió gracias a Dios por no
haber perecido en este nueve diluvio. Tal fué el resultado ó el fin de una guerra , por la cual se habia lla-
mado al occidente y que debia hacer á los cristianos dueños de la Siria ( 1 ) .
(1431 ) Belduino II no sobrevivió mucho tiempo á esta desgraciada esperlicion . Al regresar de Antio-
quía, en donde habia restablecido el órden y la paz, cayó gravemente enfermo. Viendo que se acercaba su
fin se hizo trasladar á la habitacion del patriarca , cerca del Santo Sepulcro, y murió en los brazos de su
yerno Foulques, de su hija Melisenda y de su nieto Balduino , recomendándoles la gloria de los cristianos
de oriente .

Balduino estaba dotado de un espíritu recto , de una alma elevada y de una dulzura inalterable . La reli-
gion presidía á todas sus acciones é inspiraba todos sus pensamientos , pero su devocion era mas bien la de

(1) Guillermo de Tiro.


LIBRO QUINTO - 1099-1147 . 171

un cenobita , que la de un príncipe y de un guerrero : en sus frecuentes oraciones , él se prosternaba sin ce-
sar en el suelo, y segun la historia contemporánea , tenia hasta las manos y las rodillas endurecidas . Reinó
diez y ocho años en Edesó y doce en Jerusalen ; y fué hecho dos veces prisionero y pasó siete años en el cau-
tiverio , en poder de los infieles . No tuvo ni los defectos ni las cualidades de su predecesor ; su reino fué
ilustrado por conquistas y victorias en las que no tuvo parte alguna ; pero no por eso dejó de acompañarle á
la tumba el sentimiento y el dolor de los cristianos , que se complacian en ver en él el último de los compa-
ñeros de Godofredo .

Los disgustos que acibararon su vida y los cuidados que exigia el principado de Antioquía no le impidieron :
fijar su atencion en la administracion interior del reino. Desde el principio de su reinado, suprimió en la ca-
pital todo derecho de importacion á los géneros , y una segunda carta real concedió á los sirios , á los griegos ,
á los armenios y hasta á los mismos sarracenos , la libertad de traer á la santa ciudad , sin pagar tributo al-
guno ni derecho de entrada , trigo, cebada y toda especie de frutos y de legumbres : la tarifa sobre los pesos y
medidas fué abolida en los mercados de Jerusalen . Estas franquicias hicieron que se bendijese el nombre de
Balduino , y doblaren pocos años la poblacion de la santa ciudad .
Se pregunta ¿cómo se volvieron á poblar las demás ciudades del reino? Es probable que un gran número
de peregrinos se estableceria en las ciudades que habian ayudado á conquistar . El comercio y la industria
debieron tambien contribuir á que viniesen muchas familias de las costas de Italia y de todas las regio-
nes del oriente y del occidente. Los historiadores nos dicen , que habiendo falta de mujeres en las colonias
fundadas por los soldados de la cruz , se hicieron venir del reino de Nápoles, y se daba el nombre de pullone-

ses (1 ) á los hijos que nacían de mujeres de la Pulla ó de la Siria . Esta mezcla de todas las naciones y de
todas las sectas debia conducir rápidamente á la corrupcion de costumbres , y como esta nueva poblacion no
contribuyó casi á la defensa del pais, debió corromper tambien el principio de asociacion militar ó del go-
bierno establecido por los francos.
Durante los primeros años del reinado de Balduino una multitud de ratones que no respetaban á los gana-
dos (2) , nubes de langostas , sequías y temblores de tierra , asolaron al reino de Jerusalen . Todos estos azo-
tes fueron mirados como un aviso del cielo, haciendo que se reformasen las costumbres . El rey Balduino y
el patriarca convocaron una asamblea en Naplusa . Los grandes del reino , los notables del clero y del pue-

blo votaron las mas severas penas contra los ecsesos del libertinaje y contra otros vergonzosos desórdenes ,
que las antiguas leyes no habian previsto. Esta nueva legislacion , que fué depositada en las iglesias , señaló
las causas de la corrupcion , pero no la contuvo.
Balduino de Bourg abrió en persona el sínodo de Naplusa , acusándose de haber injustamente retenido las
decenias ó diezmos , que él debia al patriarca , por lo tocante á los reales dominios (3 ) . Se ve pues que sub-

sistia aun alguna causa de discordia entre los patriarcas y los reyes de la santa ciudad , sin embargo la paz
no se habia turbado . Uno solo de los defensores de Daimberto , renovó abiertamente ciertas pretensiones
que la misma corte de Roma habia condenado ; este fué el patriarca Estéban . Esteban , nacido en el pais de
Chartres, de una ilustre familia , habia sido vizconde de Chartres, y renunciando á la carrera de las armas,
tomó el hábito religioso , y llegó á ser abate del monasterio de San Juan del Valle . Habia ido á Jerusalen
para orar, y se habia hecho notable por su devocion . El patriarca Gormoud murió al mismo tiempo , y como
tuvo que juntarse el pueblo para nombrar á otro pastor de la santa ciudad , todos los votos resultaron á fa-
vor del abad de San Juan del Valle. Apenas estuvo consagrado, suscitó dificultades inesperadas, y re-
clamó la posesion de Jerusalen y de Joppe ; de aquí resultó una grave enemistad entre el patriarca y el rey,
pero cuando los debates iban á tomar un giro muy serio , la prematura muerte del primero puso fin á la con-
tienda . Se acusó al rey de Jerusalen de haber hecho envenenar al patriarca ; Guillermo de Tiro no rechazó
de modo alguno esta acusacion , de lo que no podemos menos de sorprendernos , al acordarnos de los elogios
que él ha prodigado á las religiosas virtudes de Balduino. El gran defecto del buen arzobispo , cuando nos ha-̀
bla de las disputas entre el sacerdocio y el trono , es el de alabar escesivamente á los patriarcas y de alabar
tambien á los príncipes, de tal manera , que parece que los unos tienen siempre razon , y se pregunta uno

(1) Jaime de Vitri Biblioteca de las Cruzadas).—(2) Los ratones subion sobre la espalda de los bueyes , y se agarraban al vacío,
á fin de devorarles (3) Guillermo de Tiro . Véanse los estatutos del concilio de Naplusa.

E
172 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

mismo ¿ cómo los demás han podido faltar mereciendo sus alabanzas ? En medio de estos elogios prodigados
sin tasa á dos opuestos partidos , es difícil conocer la verdad y saber de qué parte está la justicia .
· Foulques , conde de Anjou , fué coronado rey de Jerusalen , despues de la muerte de Balduino . Cuando subió
al trono, la discordia reinaba en los estados cristianos amenazando próximamente la ruina del principado de
Antioquía. El hijo de Boemundo , príncipe jóven lleno de valor , habia venido de Italia para recoger la
herencia de su padre ; y fué atacado por Joselin , conde de Edeso, que no temió aliarse con los mu-
sulmanes para invadir y talar las tierras de un príncipe cristiano, y obligado despues á rechazar todos los
dias las agresiones de los turcomanos , pereció con las armas en la mano en la Cilicia . Su muerte pu-
so al principado de Antioquía en el mas grande desórden : y no dejó mas que á una hija , la que ya por
su poca edad y por la debilidad de su sexo no pudo tomar las riendas del gobierno . Su viuda Alisa , hija
de Balduino II , atormentada , dice Guillermo de Tiro , por el espíritu del demonio y queriendo á la fuerza ha-
cerse la señora del pais para satisfacer su ambicion de reinar, se atrevió á solicitar el socorro de Zenqui ,
al que envió un palafren tan blanco como la nieve, herrado de plata , con un bocado del mismo metal, y cu-
bierto con una mantilla blanca , simbolo del candor de sus promesas .
Balduino, con su firmeza , habia reprimido y castigado las perfidias de Alisa , en la que el espíritu de
dominacion ahogaba á la vez el cariño maternal , la piedad filial , el amor de su Dios y el amor á su patria .
Pero á la muerte de su padre, esta princesa , que era soberbia y reservada sobre todas las demás mujeres , se
habia apresurado á reprender sus proyectos ambiciosos . Foulques se vió obligado por dos veces á aban-
donar su reino, ya fuese por restablecer el órden turbado por las pretensiones de Alisa , ya fuese para
repeler las invasiones de los turcomanos , siempre dispuestos á aprovecharse de las discordias suscitadas en-
tre los cristianos . Estaban los ánimos tan conmovidos , que Porcio , conde de Trípoli , afiliado en el partido de
la hija de Balduino, se atrevió á trabar un combate con el rey de Jerusalen cerca de Rugia : una sangrienta
derrota castigó la felonía del conde , y Antioquía vió renacer la paz dentro de sus muros . En el segundo
viaje que hizo Foulques á la ribera del Oronte fué mas feliz , porque no tuvo que combatir á cristia-
nos, y la victoria que alcanzó sobre los turcos, que habian acudido en tropel de la Persia y del pais de
Mosul , aumentó de tal manera su consideracion y su crédito , que todos los partidos que dividian aun la
ciudad de Antioquía se unieron á su voz , y no quisieron ser dirigidos sino por sus consejos . Él se apro-
vechó hábilmente de esta disposicion de los ánimos , y para concluir su obra resolvió dar á la hija de
Boemundo un esposo que pudiese defender sus derechos y merecer la confianza de los guerreros cris-
tianos.

La Siria no ofrecia al rey de Jerusalen ningun príncipe , ningun caballero que fuese digno de su eleccion .
Fijó los ojos en los príncipes del occidente , y escogió á Raimundo de Poitiers, para gobernar á Antioquía , co-
mo Balduino II le habia elegido á él para gobernar á Jerusalen . De este modo la Europa , que habia propor-
cionado defensores á los estados cristianos de oriente , les proveia tambien de príncipes y de reyes. Raimun-

do de Poitiers , para burlar toda la vigilancia del enemigo , se vió en la necesidad de llegar al oriente , bajo el
traje de un peregrino. La víspera de su entrada en Antioquía , Alisa estaba creida que Raimundo venia al
Asia para casarse con ella ; así se habia opuesto astucia á astucia , y el patriarca pareció prestarse á esta su-
perchería para evitar el desórden y el escándalo . El matrimonio de la hija de Bocmundo fué celebrado con
gran solemnidad en la iglesia de San Pedro, y la ambiciosa Alisa fué á ocultar su vergüenza y su despecho
en Laodicea , la que habia recibido en infantazgo ó heredamiento .
(1132) Foulques de Anjou , despues de haber restablecido la paz en Antioquía , habia encontrado al re-
gresar á susestados y á su propia casa sumidos en la discordia . Gualtero , conde de Cesarea y yerno de Hugo,
conde de Joppe, acusó á su suegro del crímen de felonía para con el rey. Este conde Hugo se habia atraido
el encono de Foulques de Anjou y de los señores del reino , los unos decian por su orgullo y por su espíritu
de desobediencia , y los otros por sus culpables manejos con la reina Melisenda . Despues que los barones bu-
bieron oido á Gualtero de Cesarea , propusieron , segun la costumbre del reino , un combate en campo cerra-
do, entre el acusado y el acusador , y como el conde de Joppe no se presentó al lugar designado , fué declarado
culpable.
de
Hugo descendia del famoso señor de Puyset , que levantó el estandarte de la rebelion contra el rey
LIBRO QUINTO . - 1099-1146 . 173

Francia, y que vencido por Luis el Grande (1 ) , despojado de sus posesiones y desterrado de su patria , se ha-
bia refugiado en la Palestina , en donde sus hazañas le habian hecho obtener el condado de Joppe, que trans-
mitió á su hijo . Hugo tenia el carácter fogoso y arrebatado de su padre, y como este , no sabia ni perdonar
una injuria , ni suportar un acto de autoridad . Al saber que ha sido condenado sin ser oido, no puede conte-
ner su cólera y corre hácia Ascalon á implorar el socorro de los infieles contra los cristianos . Los musulma-
nes, aprovechando la division que reinaba entre los enemigos , entraron al momento en campaña y asolaron

todo el pais hasta la ciudad de Arsur . Hugo , despues de haber celebrado una criminal alianza con los sarra-
cenos, vino á encerrarse en Joppe, en donde fué sitiado muy luego por el rey de Jerusalen .
La sed de venganza animaba á los dos partidos : Foulques de Anjou habia jurado castigar la felonía de su
vasallo : Hugo estaba resuelto á sepultarse debajo de las murallas de Joppe . Antes que empezase el ataque
el patriarca de Jerusalen interpuso su mediacion y recordó á los guerreros cristianos los preceptos de la ca-
ridad evangélica . Hugo rechazó la paz con indignacion ; pero abandonado de los suyos, prestó oido á los pa-
cíficos discursos del patriarca , y consintió en deponer las armas . El rey de Jerusalen despidió á su ejército , y
el conde de Joppe se comprometió á abandonar el reino al que no debia regresar hasta finidos los tres años
de destierro. Esperaba en Jerusalen el momento favorable para su partida , cuando una imprevista circuns-
tancia estuvo á punto de renovar las amortiguadas cuestiones . Un soldado breton , cuyo nombre calla la his-
toria , atacó al conde, jugando á los dados , delante una tienda de mercader , y le dió muchas estocadas que le
hicieron caer şin vida en la plaza .
A la vista de esta trágica escena , todo el mundo acude , se informa é interroga ; toda la ciudad está alarma-
da
y deplora la suerte del conde de Joppe, nadie se acuerda de su rebelion , y en todas partes se oyen que-
jas contra el rey, á quien se acusa de haber dirigido él mismo el puñal homicida . Sin embargo, el rey ha-
ce prender al matador, el que es juzgado segun todo el rigor de las leyes. La sentencia decia , que los miem–
bros del culpable serian hechos pedazos ; Foulques confirmó la sentencia , añadiendo solamente que al asesino
no se le cortaria la lengua , á fin de que pudiese nombrar á sus cómplices. Este desgraciado espiró decla-
rando que ninguna orden se le habia dado , pero que él creia haber servido á su religion y á su rey . Así que-
dó cada uno dueño de hacer conjeturas, segun la pasion que le animaba ó el partido que habia abrazado . El
conde de Joppe no tardó en curarse de sus heridas , y al cabo de algunos meses dejó la Palestina y se fué á
Sicilia , en donde murió antes del término señalado para su destierro.
La reina Melisenda se resintió profundamente de todo cuanto había pasado, demostrando con esto que
no era estraña al origen de estas fatales discordias . Desde el dia en que el conde salió del reino , dice
Guillermo de Tiro, todos los que habian declarado contra de él , en presencia del rey , y habian procurado
enemistarle y hacerle mal parecer ante el trono , incurrieron en la indignacion de la reína , en términos , que
no estaban nada seguras sus personas, y hasta el rey no tenia gran seguridad entre los favoritos y los parientes
de la reina . Despues se fué apaciguando el encono de Melisenda , la que no sobrevivió al conde de Joppe . El
mismo Foulques, ya fuese que el tiempo hubiese disminuido su resentimiento, ya que le pareciese prudente
el borrar los últimos recuerdos de un asunto desgraciado, se arrepintió de haber comprometido el honor de
la reina, y nada omitió para hacerla olvidar los escesos de sus celos y los rigores de su autoridad .
(1138) Sin embargo , las diferentes revoluciones que habian agitado al principado de Antioquía desper-
taron las pretensiones de los emperadores de Constantinopla . Juan Comneno , hijo y sucesor de Alejo, reunió
un ejército y se adelantó al Asia Menor y á la Cicilia , combatiendo sucesivamente á los turcos, á los armenios
y á los francos. Los griegos victoriosos vinieron al fin á acampar debajo de las murallas de Antioquía (2) , y
su presencia difundió el espanto en todas las ciudades cristianas de la Siria . La situacion de los francos se iba
haciendo tanto mas crítica , cuanto que Raimundo, conde de Trípoli , cuyo padre habia sido sorprendido en
una emboscada y muerto por los musulmanes de Damasco, se encontraba entonces siendo el blanco de todas
las fuerzas del sultan de Mosul y de Alepo ; el rey de Jerusalen , cuyo favor el príncipe de Antioquía im-
ploraba contra la invasion de los griegos , habia salido de su capital para volar á la defensa de la Fenicia ,

(1) El castillo de Puyset, cerca de Orleans, fué sitiado tres veces por todas las fuerzas de Luis el Grande; este castillo fué al fin
tomado y demolido. Velly y todos los historiadores franceses pretenden que el señor de Puyset murió en el reino de Nápoles, por-
que han descuidado el leer á Guillermo de Tiro.- (2). Véase el resúmen del historiador griego Cinnam , en la Biblioteca de las Cru-
zadas.
174 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

y él mismo , sitiado en el castillo de Monferran ó de Barin , estaba á pique de caer en manos de Zenqui , y
cifraba toda su esperanza en el pronto socorro de los otros príncipes cristianos . Los francos , rodeados de
peligros , no debieron su salvacion mas que à la moderacion del poderoso monarca cuyas miras temian :
Juan Comneno, afectado por sus desgracias , suspendió la guerra que habia declarado , y contentándose del
homenaje del príncipe de Antioquía , reunió sus tropas con las de los latinos , para defender las colonias
cristianas , y combatir á las potencias musulmanas de la Siria . Resolvióse luego sitiar la ciudad de Schai
zar , ó Cesarea , construida al sud del oriente , y marchar en seguida contra Alepo . Esta guerra santa , cu
ya primera señal hizo entrar á los fieles en su territorio , no hubiera dejado de tener buen éxito si
hubiese sido conducida con perseverancia , pero la discordia no tardó en estallar en el campo de los nuevos
aliados . El conde de Edeso y el príncipe de Antioquía , que habian seguido al ejército al sitio de Schaizar ,
pasaban el tiempo en medio de los placeres y de las fiestas en lugar de secundar los esfuerzos de los griegos .
Estos eran los únicos dedicados á los trabajos del sitio , y suspendieron de repente sus ataques , porque el
emperador, ya fuese que quisiese castigar la inaccion de sus ausiliares, ya que desesperase de la victoria ,
concluyó una tregua con un enemigo que habia temblado á su aproximacion . Despues de haber pasado
algunos dias en Antioquía , le fué preciso abandonar la ciudad en medio de una sedicion escitada contra
él , y regresó á sus estados , abandonando á sus propias fuerzas á los aliados , que abrigaban continua
mente injustas prevenciones , mostrando desde luego muy poco celo por una guerra de la que debian sa
car tanta utilidad . Pasado algun tiempo , volvió otra vez á la Siria con un nuevo ejército , y aun cuando
su moderacion fué una garantía de su buena fé y que los francos le hubiesen ellos mismos llamado ,
despertó debajo de los muros de Antioquía la antigua desconfianza , é hizo olvidar repentinamente el po
der cada dia mas amenazador de los turcos. Creyó disipar todas las inquietudes de los latinos , anuncián
doles el proyecto de ir peregrinando al Santo Sepulcro del Salvador ; pero este mismo proyecto no hizo
mas que aumentar la alarma , y Foulques se apresuró á enviarle embajadores , para advertirle que an
tes de entrar en la ciudad de los peregrinos debia desprenderse de todo el fausto del poder imperial . El
emperador, sin irritarse de esta especie de repulsa , volvió á pasar el monte Tauro, y cuando murió heri
do de una flecha envenenada , los francos se creyeron libres de un temible enemigo ( 1 ) . Entonces pudo re
procharse á los francos lo que ellos acostumbraban decir de los griegos , de no conocer á sus verdaderos alia
dos y de alejar con injuriosas prevenciones á aquellos cuyo socorro invocaban . Durante las circunstan
cias de que hablamos, la reunion de los griegos y de los latinos hubiera podido librar al Asia Menor y la
Siria de la presencia y de la dominacion de los turcos . Bajo este punto de vista , es preciso deplorar este es
píritu de discordia y de rivalidad que tanto favoreció á los progresos de los musulmanes , y causó mas tarde
la ruina del imperio griego y la de todas las colonias cristianas del oriente .
Fenqui , príncipe de Mosul y de Moriden á quien Guillermo de Tiro compara con el gusano de tierra que
está siempre en movimiento , habia entonces anunciado el proyecto de apoderarse de Damasco . El prínci
pe musulman que mandaba en esta ciudad no vaciló en solicitar el socorro de los cristianos . Estos te
(
nian un gran interés en no dejar establecer y arraigarse á su alrededor á un enemigo tan temible. El ejér
cito se puso pronto sobre las armas , y cuando hubo atravesado el Líbano , Zenqui , que se habia aproxi
mado á Damasco , abandonó su propósito . El sultan de esta ciudad habia prometido , por las condiciones
del tratado hecho con el rey de Jerusalen , que le ayudaria á reconquistar á Paneas, arrebatada de los cris
tianos algunos años antes y entregada recientemente á Zenqui . El príncipe musulman no olvidó cierta
mente sus promesas , y sus tropas se reunieron á las de los francos debajo de las murallas de la ciudad ,
0
cuyo sitio se habia ya empezado . Pancas ó Belinas está situada à una milla del nacimiento del Jordan ,
0
al pié del anti- Líbano . En tiempo de Josué se llamaba Dan : bajo la dominacion romana tomó el nom
bre de Cesarea de Filipo , y en la época de las cruzadas pasó á ser una plaza fuerte , tomada sucesivamen
S
te por los musulmanes y por los cristianos . Cien casas sobre el terreno , construidas con los restos de los
edificios antiguos , ruinas informes , un vestigio de murallas , torres y fosos de un castillo feudal , y un
I
bosque á las inmediaciones , del que hablan los historiadores , hé aquí todo lo que hemos encontrado en
4830 de la ciudad de Pancas ó Belinas (2) . El sultan de Damasco , con sus tropas , tomó posicion al oriente

(1 Correspondencia de oriente , t. VII - 2 Id . S


]
LIBRO QUINTO . - 1099-1146 . 175

entre la ciudad y el bosque, sobre un terreno llamado Cohagar . El rey de Jerusalen , al que se reunieron
los príncipes de Antioquía y de Trípoli , acampó por la parte de occidente . En este memorable sitio los
cristianos y los turcos , sus aliados , rivalizaron en celo y en valor . Los asaltos se multiplicaron durante
muchas semanas . Desde lo alto de las torres movibles , construidas con vigas ó maderas traidas de Damas-
co, los sitiadores enviaban á todas las horas del dia y de la noche la muerte y la destruccion dentro de la
plaza ; estas formidables torres, colocadas á la parte de oriente , tenian tanta elevacion , que los sitiados
llenos de espanto y de horror , creian tener que combatir , segun espresion de Guillermo de Tiro , no con
hombres, sino con habitantes del cielo . Los musulmanes y los cristianos estaban perfectamente de acuerdo .
Paneas no pudo resistir á los esfuerzos de dos enemigos poderosos; el emir que defendia la ciudad propuso
é hizo aceptar una capitulacion. Los musulmanes regresaron á Damasco , satisfechos de haber arranca-
do á Zenqui una de sus conquistas : y los cristianos de Jerusalen tomaron posesion de una ciudad que de-
bia asegurarles las fronteras del lado del Líbano.

Esta conquista fué el último acontecimiento del reinado de Foulques de Anjou . El rey de Jerusalen , al
atravesar la llanura de Tolemaida y persiguiendo á una liebre echada de su cama ó madriguera , cayó de
caballo y murió de sus resultas, no dejando por sucesores mas que dos hijos de corta edad . Guillermo de
Tiro, que alaba las virtudes de Foulques, observa con una sencillez digna de estos remotos tiempos, que

él tenia los cabellos rojos , y con todo no podia reprochársele ninguno de los defectos que vulgarmente
se atribuyen á este color . En los últimos años de su vida la memoria de este príncipe era ya tan poca
que no reconocia á sus propios servidores, no teniendo tampoco fuerza ni actividad para ser jefe de un
reino rodeado de enemigos : por lo que se ocupaba mas bien en levantar fortalezas que en reunir ejér-
citos , y en defender sus fronteras mejor que en hacer nuevas conquistas . Bajo su reinado, el espíritu
guerrero de los cristianos pareció debilitarse , reemplazándole el genio de la discordia , que trajo consigo
calamidades mas grandes que la guerra . Cuando Foulques de Anjou fué coronado rey de Jerusalen , los
estados cristianos estaban en el mas alto grado de prosperidad , y al finalizarse su reinado caminaban á la
decadencia .

La reina Melisenda tomó las riendas del gobierno como regenta del reino . El jóven Balduino recibió al
mismo tiempo la uncion real, y fué coronado rey en la iglesia del Santo Sepulcro , el dia de la natividad del
Salvador. Aun cuando el primogénito de Foulques no hubiese cumplido aun catorce años , su natural
elocuencia , la elegancia de sus maneras , y lo noble y generoso de su conducta , le recomendaban ya al

amor de los pueblos . Estaba dotado de un espíritu vivo y penetrante , una memoria feliz ; y encontraba un
placer en oir contar las gloriosas acciones de los grandes reyes . Se dedicaba tambien al conocimiento
de las costumbres y del carácter de los pueblos que debia gobernar , y á menudo era consultado por hom-

bres de edad madura , sobre las leyes y costumbres del reino . Las crónicas contemporáneas nos dicen que
el jóven Balduino respetó siempre la religion y á sus ministros ; pero al principio de su reinado , se veia
con sentimiento que el amor hácia las mujeres y el juego de la taba le ocupaban mucho tiempo, y le dis-
traian mucho mas de lo que convenia á un rey y sobre todo á un rey de la ciudad santa . El arzobispo de
Tiro, que le habia conocido , dice en su historia , que avanzando en edad , reformó el rey todos sus defectos ,
y conservó sus buenas cualidades.
La reina Melisenda , durante la minoría del jóven rey , gobernó con prudencia y justicia , y habria
merecido mejor tal vez los elogios que la historia le ha prodigado , si hubiese amado menos el poder supremo.
Cuando Balduino llegó á la edad de reinar , vaciló bastante en tomar las riendas del estado : lo que ocasionó
desagradables discordias , haciendo creer á los musulmanes que el reino de Jerusalen tenia muchos jefes .
En el primer año de su reinado ( 1445) Balduino condujo un ejército al pais.de Moab y al valle de Moi-
sés, de donde regresó con la fama de valiente . Finida que fué esta espedicion , emprendió una guerra cuyo
motivo era injusto y fué el resultado fatal . Cierto emir que mandaba en Bosrha (1 ) en nombre del sultan de
Damasco , vino á Jerusalen , y propuso entregar la ciudad que estaba bajo sus órdenes . Esta proposicion fué

(1) Bosrha ó Bostrum se llamaba Bussereth en tiempo de las cruzadas. Las soledades de Ledja y de Gabel- el- Haouran repre-
sentan la antigua Traconia. La ruina de mas de doscientas poblaciones, en basalto ó piedra negra, anuncian que antiguamente la
Traconia alimentaba á una numerosa poblacion . (Correspondencia de oriente, carta CXLVIII.)
476 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

aceptada al momento , y se reunió un ejército para ir á tomar posesion de Bosrha . Mientras se preparaba
una espedicion que se miraba como agradable á Dios y muy ventajosa para el pueblo cristiano , llegaron de
Damasco diputados , encargados de recordar al rey de Jerusalen los tratados que unian á los dos paises . El
príncipe y los emires de Damasco se admiraban que los cristianos recibiesen de este modo una ciudad de
manos de la traicion ; y conjuraban al rey y á todo el pueblo fiel de no llevar la guerra sobre la tierra de una
nacion amiga , una guerra que no teniendo de su parte la justicia , no podia tener buenos resultados . De este mo
do se espresaban los diputados de Damasco ; pero ellos se dirigian á espíritus prevenidos y apasionados : des
púes de muchos meses , toda la ciudad de Jerusalen se ocupaba de la conquista de Bosrha : solo se hablaba
de la gloria y de las ventajas que debia proporcionar esta espedicion : los que solo veian la injusticia y prede
cian desgracias, eran unos traidores : la opinion de la ciega multitud prevaleció , y los consejos de la sabi
duría y de la prudencia no produjeron resultado alguno .
El ejército cristiano se puso en marcha , despues de haber atravesado el profundo valle de Roab , y llegó
al pais llamado Traconia . Aquí fué donde empezaron las dificultades y peligros de la empresa . El pais estaba
cubierto de musulmanes que habian acudido de todas partes para oponerse á la invasion de los cristianos .
Los rayos del sol quemaban ; cargados con su pesada armadura , y estrechados por el hambre y la sed , los
cristianos solo podian avanzar á paso lento ; las langostas que habian caido en los pozos y en las cisternas
habian envenenado las aguas ; todo el trigo se habia escondido en parajes desconocidos , y los habitantes
encerrados en las subterráneas cavernas tendian á los soldados cristianos toda suerte de lazos . Los archeros,
colocados sobre las alturas vecinas , no dejaban descansar á los guerreros de Jerusalen , y las flechas arroja
das por todas partes parecian , segun la espresion de Guillermo de Tiro, caer sobre ellos , lo mismo que el gra
nizo y el aguacero sobre las casas cubiertas de pizarra y tejas , estando los hombres y las bestias llenas de
aquellas.
Sin embargo la esperanza de apoderarse de Bosrha sostenia aun el valor de los soldados cristianos ; pero
luego que estuvieron á la vista de la ciudad , conocieron que la ciudadela y los fuertes estaban guardados por
soldados llegados de Damasco , y que la mujer del emir , que tambien habia prometido entregar la ciudad ,
se habia declarado contra su esposo . Esta inesperada noticia difundió repentinamente le consternacion y el

desaliento en el ejército cristiano : los caballeros y los barones suplicaron entonces al rey que salvase su
persona y la cruz de Jesucristo. El jóven Balduino se negó á seguir los consejos de sus fieles barones y quiso
compartir con ellos todos los peligros.
Desde el momento que se dió la órden para retirarse, los musulmanes dieron grandes gritos y empren
dieron la persecucion de los cristianos : estos marchaban apresurados y silenciosamente , espada en mano, y
llevándose los muertos y heridos. Los musulmanes , que no podian destruir á sus enemigos y que no'encon
traban durante el camino ningun rastro de sangre , creian que debian combatir con hombres de hierro . La
region que atravesaban los cristianos estaba cubierta de matorrales , de cardos y de plantas secas á causa del
calor del verano . Los musulmanes las incendiaron el viento llevaba la llama y el humo hacia el ejército
cristiano : los francos marchaban sobre una abrasada llanura , y sobre sus cabezas flotaban nubes de humo y de
polvo . Guillermo de Tiro en su historia los compara á los herreros , tanto era lo ennegrecidas que estaban sus caras
y sus vestidos á causa del incendio que devoraba á toda la llanura . Los caballeros , los soldados y el pueblo que
seguia al ejército , se reunieron atropelladamente al rededor del obispo de Nazareth , que llevaba el leño de la
P
verdadera cruz , y le suplicaban con las lágrimas en los ojos , que hiciese cesar con sus plegarias los males 11
que ya no podian suportar .
P
El obispo de Nazareth , compadecido de su desesperada situacion , levantó la cruz , implorando la miseri
S
cordia del cielo y al momento el viento cambió de direccion . La llama y el humo que atormentaba á los
E
cristianos fué á afligir á los musulmanes . Los francos prosiguieron su marcha , persuadidos que Dios habia
er
hecho un milagro para salvarles . Un caballero , á quien no se habia visto jamás , montado sobre un blanco ca
ballo , y llevando un estandarte rojo , precedia al ejército cristiano y le conducia lejos del peligro . El pue SO

blo y los soldados lo tomaron por un ángel del cielo , y su milagrosa presencia reanimó sus fuerzas y su en
C
tusiasmo . En fin , el ejército de Balduino, despues de haber esperimentado grandes reveses , regresó á Jeru
salen , y los habitantes se alegraron de su vuelta , cantando estas palabras del Evangelio : Entreguémonos á
la alegría, porque este pueblo que estaba muerto ha resucitado : estaba perdido, y he aquí que se ha salvado.
LIBRO QUINTO - 1099-1446 . 477

Pero mientras que los habitantes de Jerusalen acogian de esta manera á sus guerreros , los estados cristia-
nos de la Mesopotania y del norte de la Siria esperimentaban sin cesar nuevos descalabros . Zenqui, á quien
el califa de Bagdad y los verdaderos musulmanes miraban como el escudo y el apoyo del islamismo , estendia
su imperio desde Mosul hasta las fronteras de Damasco y proseguia sin cejar el curso de sus victorias y de
sus conquistas. Los cristianos hicieron pocos esfuerzos , para contener los esfuerzos de una potencia tan temi-
ble. Zenqui los entretenia en una engañosa seguridad, y no queria dispertarles de su sueño , sino dando gol-
pes mortales á su imperio. Él sabia por esperiencia , que nada era mas funesto á los cristianos que un largo
reposo ; los francos, que todo lo debian á sus armas, se debilitaban casi siempre estando en paz , y cuando
no tenian que combatir á los musulmanes se hacian la guerra unos contra otros.

El reino de Jerusalen tenia dos barreras formidables , el principado de Antioquía y el condado de Edeso .
Raimundo de Poitiers defendia el Oronte de la invasion de los musulmanes : el anciano Joselin de Courtenai

habia sido por largo tiempo , en las riberas del Eufrates, el terror de los infieles ; pero acababa de morir ;
hasta su último suspiro habia combatido á los enemigos de los cristianos , y hasta en su lecho de muerte
hizo respetar sus armas y su territorio.
Joselin sitió un castillo cerca de Alepo , y viniéndose abajo una de las torres, cerca del punto donde él estaba ,
quedó sepultado en sus ruinas, y tuvo que trasladársele moribundo á Edeso . Estando postrado en el lecho del
dolor , aguardando la muerte, vinieron á anunciarle que el sultan de Iconium habia puesto sitio delante de una
de sus plazas . Al momento hace llamar á su hijo y le da la orden de atacar al enemigo. El jóven Joselin vacila ,
y hace presente á su padre que él no tiene bastantes tropas para combatir á los turcos. El viejo guerrero,
que no habia conocido jamás las dificultades , quiso antes de morir dar un ejemplo á su hijo, haciéndose al efecto
llevar en una litera á la cabeza de sus soldados . Estando ya cerca de la ciudad sitiada , le vinieron á decir que
los turcos se habian retirado : entonces hizo detener á los que le conducian , y elevando los ojos al cielo como en
accion de gracias por la huida de los musulmanes, espiró rodeado de sus fieles guerreros.
Sus restos mortales fueron trasladados á Edeso. Todos los habitantes corrieron á formar parte del fúnebre
cortejo , que presentaba un espectáculo el mas triste. Por un lado veíase á los soldados vestidos de luto condu-
ciendo el féretro de su jefe , y por otro á un pueblo que lloraba la muerte de su defensor celebrando al mis-
mo tiempo la última victoria de un héroe cristiano .
El anciano Joselin murió deplorando la suerte que aguardaba al condado de Edeso, que iba á ser gober-
nado por un príncipe débil y pusilánime . Desde su infancia , el hijo del anciano Courtenai se habia
dado á las bebidas y á una vida desarreglada: en un siglo y en un pais en donde estos vicios eran generales,
los escesos del jóven Joselin habian escandalizado á menudo á los guerreros cristianos. Así que tomó el man-
do , abandonó la ciudad de Edeso, para retirarse á Turbesel , estancia deliciosa sobre las orillas del Eufrates.

Allí, entregado completamente á los placeres, olvidó el mantenimiento del ejército y las fortificaciones de las
plazas, no menos que las atenciones del gobierno y las amenazas de los musulmanes.
Durante todo este tiempo , Zenqui no descuidaba el acrecentamiento de sus estados , y vigilaba sin cesar á
fin de aprovcharse de la discordia de los cristianos, y de su inaccion ó de su imprudencia . Los historiado-
res árabes prodigan los mas grandes elogios al genio y al carácter del príncipe de Mosul ; celebran su valor
y su habilidad para la guerra ; su liberalidad que le hacia muy querido de sus servidores y de sus cria-
dos ; su infatigable actividad que le hacia presente en todas partes , y particularmente el cuidado que
ponia en conocer los mas secretos pensamientos de los enemigos , ocultando á todo el mundo sus planes é
ideas. A pesar de las alabanzas tributadas á su moderacion y á su justicia , la historia imparcial nos le re-
presenta empleando mas de una vez la violencia y la perfidia para aumentar ó sostener su poder , rodeándo-
se siempre de un aparato y séquito tan terribles, que se vió á muchos hombres morir de miedo á su aspecto.
Este bárbaro héroe tuvo sin duda algunas brillantes cualidades , pero atendido las circunstancias en que se
encontraba el imperio y en medio de la confusion y del desorden que reinaba en el oriente, debe creerse que
sus vicios y sus escesos le secundaron mucho mejor que sus virtudes. La grande habilidad de Zenqui , y tal
vez su principal fuerza en la guerra contra los cristianos , fué el hacer creer á los musulmanes, y puede ser
creyera él mismo, que el cielo le habia enviado para defender la religion de Mahoma : « Cuando Dios quiso,
dice el historiador de los atabeks, destruir á los demonios de la cruz como habia aterrado á los ángeles re-

23
178 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

beldes , echó una mirada sobre el escogido de los fieles campeones del islamismo, y no encontró otro mas á
propósito para llenar sus designios que el mártir Emad- eddin-Zenqui . »>
Dueño Zenqui mucho tiempo hacia de una gran parte de la Siria y de la Mesopotamia , buscaba la ocasion
de añadir la ciudad de Edeso á su imperio . Esta conquista que halagaba su ambicion y su orgullo, debia
acreditar á los ojos de los verdaderos creyentes la mision divina de la que se habia investido . Para entretener
á Joselin en su funesta seguridad , el príncipe de Mosul aparentó hacer la guerra á los musulmanes, y cuan-
do se le creia ocupado en el ataque de algun castillo de los musulmanes de la Mesopotamia , presentóse de
repente con un formidable ejército delante de las murallas de Edeso .
La ciudad tenia elevados muros , muchas torres y una respetable ciudadela ( 1 ) : pero todas estas cosas ,
segun la sencilla espresion del arzobispo de Tiro , son buenas para un pueblo que quiere pelear , y son
inútiles si no hay gente en el interior que las defiendan . Los habitantes de Edeso eran casi todos caldeos y
armenios, poco ejercitados á las armas y dedicados todos al comercio . La mayor parte de los francos habian
seguido al jóven Joselin á Turbesel , y los que se habian quedado en Edeso , estaban faltos de jefes que pu-
diesen conducirles al combate y guiar su valor . Zenqui al llegar debajo de las murallas de la ciudad , levan-
tó su campamento cerca de la puerta de las Horas , y lo estendió hasta la iglesia de los Confesores . Al mo-
mento numerosas máquinas de guerra fueron dirigidas contra las murallas. Los habitantes, el clero y hasta
los religiosos se presentaron sobre las murallas ; las mujeres y los niños les traian víveres , agua y armas. La
esperanza de ser bien pronto socorridos escitaba su celo y redoblaba su valor ; esperaban , dice un au-
tor armenio, socorros de la nacion que llamaban valiente, y cada dia creian ver desde lo alto de las torres,
los estandartes de los victoriosos francos. ¡Vanas esperanzas ! Cuando se difundió por la Siria la noticia
del sitio de Edeso la desolacion y el espanto se apoderó de los cristianos , pero nadie tomó las armas .
Jerusalen estaba , separada de Edeso por una gran distancia , y la órden de hacer salir tropas dada por
Melisenda , quedó sin ejecucion. Los guerreros de Antioquía hubieran podido llegar á tiempo , pero Rai-
mundo, que odiaba mortalmente á Joselin , solo vió en los progresos de los bárbaros la humillacion de un
rival y la ruina de un enemigo . Joselin dispertó de su sueño , envió diputados á todas partes, llamó á todos
sus guerreros y demostróles el propósito de marchar al socorro de Edeso ; pero en lugar de responder á su
voz , se quejaban de su imprevision , y nadie tomaba las armas para ir á salvar de la última desgracia á
la metrópoli de la Mesopotamia .
Sin embargo , Zenqui seguia sin cesar el sitio de una ciudad que parecia abandonada por los cristianos.
Cada dia el ejército musulman recibia nuevos refuerzos , y los curdos , los árabes , y los turcomanos acudian
á porfía , atraidos por el cebo del botin . La ciudad estaba cercada por todos lados . Siete enormes torres de
madera se elevaban mas altas que las murallas de la plaza . Las máquinas de guerra no cesaban de batir
las murallas ó de arrojar dentro la ciudad piedras , venablos y materias inflamables . Minadores , venidos

de Alepo , abriendo caminos subterráneos habian penetrado hasta los cimientos de la muralla, y muchas
torres de la ciudad , como suspendidas sobre un abismo , no aguardaban mas que una señal para cubrir la
tierra con sus ruinas y dejar paso á los soldados musulmanes . Entonces se interrumpieron de repente los

trabajos del sitio , y Zenqui intimó á la ciudad que se rindiese . Los francos , y despues de ellos los sirios y
los armenios , contestaron que antes perecerian todos , que entregar una ciudad cristiana á los infieles , ex-
hortándose los unos á los otros á merecer la corona del martirio . « No tememos , decian entre ellos , esas
piedras lanzadas para abatir nuestras torres y nuestras casas ; el que ha hecho el firmamento y creado
legiones de ángeles nos defiende contra sus enemigos y nos prepara una morada en el cielo (2)»
Habia en este discurso mas resignacion que virtud guerrera ; de modo que cuando, despues de veinte y
ocho dias de sitio , empezaron , á una señal de Zenqui , á desplomarse muchas torres , haciendo un estrepi-
toso ruido , un grito de horror se hizo oir del uno al otro estremo de la ciudad. Algunos de los mas esfor-
zados guerreros corrieron á defender la brecha , pero al mismo tiempo todos los puestos de la plaza fueron
abandonados , y el enemigo pudo entrar por todos lados dentro de la plaza . Desde este momento Edeso no
tuvo mas defensores ; y la desgraciada ciudad no vió en su seno mas que á un pueblo consternado á los
y
(1) Guillermo de Tiro, lib. XVI. Es el único historiador latino que ha escrito la historia de las colonias cristianas de esta época,
y el que ha seguido los acontecimientos del sitio de Edeso .-(2) Estos discursos están sacados del poema elegíaco del patriarca
Nerses, cuyo manuscrito se halla en la biblioteca del rey.
as a LIBRO QUINTO . - 1099-1146 . ` 179

bárbaros armados con la espada . Los sacerdotes ancianos llevaban por las calles las urnas de los santos márti–
asion
res, invocando la misericordia del cielo. Pero luego que vieron los primeros señales del dia de la cólera , sepa-
debia
raron quedándose mudos de espanto , y pronto la espada les condenó al silencio eterno . Así empezó el degüello
tener
del pueblo cristiano . Uno de los autores orientales de quien tomamos estas noticias ( 1 ) , añade que el hierro
Quan
de los infieles se sació de sangre cristiana , haciendo perecer á viejos , niños , pobres , ricos , virgenes,
obispos y ermitaños. La azorada muchedumbre corria á refugiarse en las iglesias , en donde era inmolada
al pié de los altares; otros huian hácia la ciudadela , pero encontraban á las puertas al enemigo cubierto
de sangre de sus hermanos , y caian ellos mismos en medio del monton de muertos . En estas desgar-
800
radoras escenas , en las que el padre no esperaba á su hijo , ni el amigo buscaba al amigo ; en esa si-
POST tuacion en la que estaban rotos todos los vínculos de la naturaleza , se vieron aun algunos rasgos de humana

virtud . La historia contemporánea nos representa á algunas madres llorando á sus hijos á su alrededor ,
|pa-
como la gallina llama á sus polluelos . Estas desconsoladas familias se reunieron así para perecer juntas
bajo la espada del vencedor ó para ser arrastradas á la mas dura servidumbre.
La matanza que principió al amanecer duró hasta las tres de la tarde . Los venerables prelados escapados
pasta
del hierro del enemigo fueron cargados de cadenas . Vióse á un obispo armenio despojado de sus vestiduras ,
‫ما‬
arrastrado por las calles , dándole azotes (2) . Un sabio religioso que habia escrito la historia de Edeso,

y cuyo testimonio hemos invocado á menudo, no pudo sobrevivir á la ruina de su patria , y pereció con sus
#

conciudadanos. Hugo , arzobispo latino , habiendo querido fugarse , fué degollado con todo su clero. Los
tesoros que llevaba consigo , y que hubieran podido emplearse en la defensa de la ciudad, fueron presas de
los infieles. Algunos piadosos historiadores imputan á la avaricia de este prelado la pérdida de Edeso , pa-
reciendo creer que él fué castigado por haber preferido su oro á la salvacion de los cristianos.
Así que los musulmanes fueron dueños de la ciudad , y que la ciudadela les hubo abierto sus puertas , los
imanes subieron á los campanarios de las iglesias , para proclamar estas palabras : « ¡ Oh Mahoma ! profeta
del cielo , acabamos de ganar una victoria en tu nombre. Nosotros hemos destruido este pueblo que ado-
150
raba la piedra , y han corrido torrentes de sangre para hacer triunfar tu ley. » A esta proclamacion todo
el ejército musulman respondió con cantos de victoria y señales evidentes de una bárbara alegría . El pillaje,
el incendio y los mas horribles escesos señalaron el triunfo del Coran . Los cadáveres de los vencidos fueron
mutilados y sus cabezas se enviaron á Bagdad y hasta al Korasan. Todos los cristianos que habian quedado

en Edeso , fueron vendidos como un vil rebaño en las plazas públicas ; y los discípulos de Cristo , cargados
de cadenas y despues de haber perdido sus bienes , su patria y su libertad , tuvieron el sentimiento de ver
á los vencedores insultar á la religion , que era lo único que les quedaba para consolarles en medio de sus
males. Los vasos sagrados sirvieron para las orgías de la victoria , y el santuario se convirtió en teatro de
los mas atroces desórdenes . Muchos de los fieles que se habían salvado de los furores de la guerra , no pu-
dieron sobrellevar el espectáculo de tanta profanacion , y murieron víctimas de la desesperacion (3) .
De este modo cayó en poder de los musulmanes la ciudad de Edeso , que era una de las mas fuertes pla-
zas del Asia , por su ciudadela , por sus murallas y por su posicion sobre dos montañas . El patriarca Nerses
deplora en una patética elegía la caida de esta ciudad cuyos recuerdos religiosos é históricos habian hecho
tan célebre , y hace hablar á ella misma acerca de su antiguo esplendor. « Yo estaba , dice ella , como
una reina en medio de su corte ; sesenta poblaciones levantadas á mi alrededor formaban mi cortejo ; mis
numerosos hijos pasaban sus dias en la alegría : todos admiraban la fertilidad de mis campiñas , la frescura
y limpieza de mis aguas , y la belleza de mis palacios . Mis altares cargados de riquezas arrojaban á mucha
distancia su brillo y esplendor , y parecian ser la morada de los ángeles . Yo aventajaba en magnificencia á
las mas hermosas ciudades del Asia y era lo mismo que un edificio celeste construido sobre la tierra (4) . »

(1) Hemos tomado esta relacion de la crónica siria de Abulfarage . (Biblioteca de las Cruzadas. )—(2) Matco de Edeso. Véase el
resúmen que hemos dado de su historia. (Biblioteca de las Cruzadas.) - (3) Segun el historiador árabe Ibu -Alatir, la ciudad de
Edeso no habría esperimentado todas estas calamidades, cuando fué tomada la primera vez por los musulmanes, y Zenqui habria
mandado á sus soldados el volver á sus casas á los hombres, á las mujeres y á los niños; segun Ibu-Alatir, fué solamente la segun-
da vez que los musulmanes tomaron la ciudad cuando se entregaron á todos los escesos de la victoria. ( Biblioteca de ias Cruza-
das. — (4) El poema de Nerses, del que Mr. Cerbied nos ha traducido algunos fragmentos, está en siete cantos: y fué compuesto
para despertar el celo de los defensores de la religion cristiana contra los turcos; pero es una composicion fria y difusa.
180 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

La conquista de Edeso llenó de alegría á los musulmanes de la Siria . Los historiadores árabes cuen
tan que la noticia se difundió luego por todo el oriente y hasta por las costas de Africa y de Italia ; y que
muchos acontecimientos maravillosos anunciaron la victoria de Zenqui . El feroz vencedor , despues de ha
ber dejado una fuerte guarnicion en Edeso , quiso proseguir el curso de sus triunfos , pero su hora habia
llegado , y la fuerza de su brazo y de sus armas no pudo alejar de sí la dolorosa palma del martirio :
mientras que el Asia celebraba su gloria y su poder , dice el historiador de los atabeks , la muerte le tendió en
el polvo, y el polvo vino á ser su morada . Ocupado en el sitio de un castillo musulman , no lejos del Eufrates,
fué asesinado por sus esclavos , y su alma , segun la opinion de los musulmanes , fué á recibir en el cielo
la recompensa prometida al conquistador de Edeso .
La noticia de esta muerte consoló á los cristianos de sus derrotas ,· demostrando una alegría tan grande
que parecia que habian visto caer á la vez todos los poderes musulmanes . Este gozo debia durar poco,
nuevos enemigos y nuevas desgracias iban á caer sobre ellos .
Cuenta la historia que despues de la toma de Edeso y del degüello de su poblacion , Zenqui , admirado
de la hermosura y de la magnificencia de la ciudad , concibió el proyecto de volverla á poblar devolviéndole
además una parte de sus habitantes (1 ) . Un gran número de familias sirias y armenias , cargadas enton
ces de cadenas, recibieron su libertad y el permiso de entrar en posesion de sus bienes y de sus ca
sas. Luego que se supo la muerte de Zenqui , todas estas familias cristianas manifestaron su aversion

hácia sus nuevos dueños , y el conde Joselin creyó que aquella era la ocasion mas favorable para reconquis
tar á su capital . Habiendo reunido á varios intrépidos guerreros , presentóse en medio de la noche debajo
las murallas de la ciudad , y favorecido por los habitantes fué introducido en la ciudad con ayudas de cuer
das y de escaleras. Los que habian escalado el muro , cubrieron luego las puertas á sus compañeros ; y

lanzándose sobre los turcos , sorprendidos y aterrorizados , pasaron á cuchillo á cuantos encontraron en las
calles y no tuvieron tiempo de refugiarse en las torres y en la ciudadela . Joselin , posesionado ya de Edeso,
mandó mensajeros á todos los príncipes cristianos de la Siria , rogándoles viniesen á socorrerle y ayudarle á
conservar una ciudad cristiana . Semejante nueva , dicen los cronistas , esparció por todas partes la alegría ;
pero el gozo se convirtió pronto en duelo, ninguno de los príncipes cristianos vino á socorrer á Joselin y

mientras que él cifraba su única esperanza en la llegada de los ausiliares , Noredin , hijo segundo de Zen
qui y dueño de Alepo , se presenta de repente delante de las puertas de Edeso con un aparato formidable .
Habia jurado al salir de su capital esterminar á los cristianos , y al efecto se habian reunido todos los ejércitos

1 musulmanes, para cumplir sus amenazas y satisfacer su venganza . Joselin y sus compañeros , que habian
entrado por sorpresa en Edeso , no habian tenido ni tiempo ni medios de fortificarse , y la ciudadela estaba aun
en poder de los enemigos cuando la ciudad fué atacada por las tropas de Noredin . Los guerreros cristianos,
situados entre la guarnicion de la ciudadela y el ejército musulman , vieron el peligro que les amenazaba ;
tenian al enemigo delante y detrás , y no esperaban socorro por parte alguna . Como acontece en todos
los casos desesperados, mil resoluciones tomaron que fueron rechazadas despues . Mientras deliberan, el ene
migo les estrecha y amenaza . Muy pronto no hay salvacion para ellos en una ciudad en la que acababan

de entrar como vencedores , y despues de haber arrostrado la muerte para apoderarse de ella , están decididos
á correr todos los peligros para verificar su fuga de la misma . Los soldados de Joselin , todos los cristianos que
habian acudido á la ciudad , y el pequeño número de habitantes que habian sobrevivido á la matanza de
sus hermanos, no soñaban mas que en escapar por medio de la fuga de la barbarie de los musulmanes ,
haciendo todos en silencio los preparativos de su marcha . Las puertas se abren á la mitad de la noche, cada
uno se lleva lo mas precioso , y una llorosa muchedumbre se precipita por las calles. Ya un gran número
de estos desgraciados fugitivos ha salvado las puertas de la ciudad ; los guerreros mandados por Joselin se
colocan á la cabeza de la multitud , y avanzan los primeros hasta la llanura donde acampaban los musul
manes . La guarnicion de la ciudadela , advertida por el tumulto, hace una salida y se reune con los soldados
de Noredin, que corre hácia la ciudad y se apodera de las puertas por las que se escurria la multitud de los
cristianos : y allí tienen lugar muchos combates , aumentando las tinieblas el desorden y el horror . Los
cristianos logran abrirse paso y se esparraman por las vecinas campiñas : los que llevan armas se reunen

( 1) Resúmen de los historiadores árabes, y sobre todo de Kemal -eddin . (Biblioteca de las Cruzadas. )
LIBRO QUINTO . — 1099-1146 . 481
T

en batallones y tratan de atravesar el campo enemigo ; los otros , separados del ejército , marchan sin di
le reccion , se apartan de la llanura y encuentran por todas partes la muerte . Refiriendo los acontecimientos de
L

esta terrible noche, Guillermo de Tiro no puede contener sus lágrimas . ¡ Oh noche desastrosa , esclama el histo
A

riador Abulfarage , aurora del infierno , dia sin piedad , dia de desgracias que descargó sobre los hijos
de una ciudad, anteriormente digna de envidia ! Dentro y fuera de Edeso , solo se oian los gritos de muer
te . Los guerreros reunidos en batallones , despues de haber atravesado el ejército de los infieles , fueron

perseguidos hasta las riberas del Eufrates : los caminos estaban cubiertos de armas y de sus bagajes . Sola
mente mil de ellos pudieron llegar á Samosata , que les recibió dentro de sus murallas , y deploró sus dès
gracias sin poder vengarlas .
La historia refiere, que mas de treinta mil cristianos habian perecido á manos de los soldados de Noredin y
de Zenqui . Diez y seis mil fueron hechos prisioneros , y arrastraron su vida en la miseria y en la servidum
bre. Noredin, en medio de su venganza , no perdonó ni las murallas , ni los edificios de una ciudad rebelde :
é hizo demoler las torres, la ciudadela y las iglesias de Edeso . Desterró á todos los cristianos , y solo permi
tió que un corto número de pobres y de mendigos habitasen en medio de las ruinas de su patria .

Se sabe que Zenqui habia sido acatado como un santo , como un guerrero querido de Mahoma , por haber
conquistado la ciudad de Edeso ; la sangrienta espedicion de Noredin le hizo apreciable á los musulmanes ,
contribuyendo mucho á estender su fama y su poder ; y los imanes y los poetas prometian ya á sus armas la
conquista mas gloriosa de Jerusalen .
Los habitantes de la santa ciudad y de otras ciudades cristianas derramaron lágrimas de desesperacion , al
saber la caida y la destruccion de Edeso . Los mas siniestros presagios aumentaban el terror que les inspira
ba las noticias llegadas de las riberas de Eufrates . Un rayo cayó sobre las iglesias del Santo Sepulcro y del
monte Sion : un cometa con una relumbrante cabellera apareció en el cielo : muchas otras señales , dice
Guillermo de Tiro , aparecieron contra la costumbre y la estacion del tiempo , significando cosas futuras . Para
colmo de desgracia Rodolfo , canciller de Jerusalen , fué llevado violentamente al sitio de Tiro , y el escándalo
tuvo lugar en el santuario . Todos los fieles de oriente estuvieron en la persuasion que el ciclo se habia de
clarado contra ellos y que las horribles calamidades iban á caer sobre el pueblo cristiano .

..... i'le
182 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

LIBRO VI .

HISTORIA DE LA CRUZADA DE LUIS VII Y DE CONRADO.


1145-1149.

Segunda cruzada .-- San Bernardo. - Luis VII y el abate Sugerio. Asamblea de Vezelay.- El rey toma la cruz .- El religioso ale-
man Rodolfo.-El abate de Claraval se dirige al lado del emperador.- Dieta de Ratisbona. -Conrado y sus barones participan
del entusiasmo general. -Asamblea de Etampes. -Regreso de San Bernardo. - Proposicion de Rogerio rey de Sicilia.- El abate
Sugerio y el conde de Nevers . - Medios empleados para hacer frente á los gastos de la espedicion. -Salida de Luis VII.- Los
alemanes en Constantinopla. -Llegada de los franceses.-Entrevista del rey con Manuel Comneno.-Se propone el apoderarse
de la ciudad. - El obispo de Langres. -El emperador griego acelera la marcha de los cruzados .-Los guias dados á los alemanes
les engañan, y víctima el ejército de mil contrariedades, perece casi todo. -Itinerario de Luis VII. -Fatigas y privaciones
inauditas. Llegada á Satalia.-Embarque de una parte de las tropas. -La otra parte de ejército sucumbe bajo el hierro mu-
sulman . Brillante acogida hecha á Luis VII por el conde de Antioquía . - La reina Leonor .- Luis VII y Conrado son recibidos
por Balduino III, rey de Jerusalen.- Los cruzados van á sitiar á Damasco .-Importancia de esta ciudad.-Victoria contra los
turcos. -Negociaciones. -Desavenencia entre los cruzados. -El jóven Saladino. Se abandona el sitio.- Conrado y despues
Luis VII regresan á Europa. - Ojeada general sobre la segunda cruzada y sobre los acontecimientos que aquí se refieren.-Pa-
ralelo entre el abate de Sau Dionisio y el abate de Claraval ...

Las colonias cristianas, amenazadas por los musulmanes , llaman á los príncipes de Europa á su socorro ;
el obispo de Gibelet , en Siria , acompañado de un gran número de sacerdotes y de caballeros, se dirige á
Viterbo , donde se encontraba el soberano pontífice . La relacion de los embajadores cristianos hizo llorar al
jefe de los fieles (1 ) . Las desgracias de Edeso , y el infortunio que amenazaba á Jerusalen , difundieron por
todas partes la consternacion y el dolor , Los gritos de alarma resonaron por todo el occidente . Cuarenta y
cinco años habian transcurrido desde la restauracion del Santo Sepulcro , el espíritu de los pueblos no ba-
bia cambiado; en todas partes se corria á las armas .
A la voz de san Bernardo, los pueblos y los reyes de la cristiandad vinieron á alistarse bajo las ban-
deras de la cruz . Nacido de una noble familia de Borgoña , ocho dias antes de la conquista de Jerusalen ,
san Bernardo , desde la mas tierna juventud , habia entrado en la vida religiosa , con todos sus nu-
merosos parientes y treinta nobles , arrastrados por su palabra y por su ejemplo . No tenia mas
que veinte y dos años cuando se presentó en Citeaux á la cabeza de las piadosas tropas que habia reu-
nido. Basta pronunciar el nombre de Claraval , para recordar la gloria de san Bernardo . Hemos tenido
ocasion de observar que dos partidos ó pasiones dividian en esta época la sociedad europea : el uno arras-
traba á los cristianos al desierto monástico , y el otro hacia el camino de Jerusalen . San Bernardo fué la
brillante espresion de este doble entusiasmo religioso , fué el hombre de esta doble pasion que re-
movia entonces el mundo, y los cronistas del siglo doce nos han hablado del prodigioso poder de su pala-
bra . El abate de Claraval, á pesar de tener una constitucion débil y delicada , estaba dotado de una ac-
tividad infatigable , de una obstinacion ardiente y de una noble voluntad que marchaba sin cejar há-
cia el fin señalado . Él habia llegado á ser el alma y la lumbrera de Europa ; y los acontecimientos y las
necesidades contemporáneas le hacian abandonar incesantemente sus robles y sus hayas , objetos de su
mayor cariño . Muchos concilios obedecieron sus decisiones . Con las solas armas de su palabra , derri-
bó al antipapa Leon é hizo que Inocencio II se sentase sobre la silla de San Pedro . El papa Eugenio III
y el abate Sugerio eran discípulos suyos . Los prelados , los príncipes y los monarcas tenian como á una
gloria el seguir sus consejos , creyendo que Dios hablaba por su boca (2) .

( Odon de Deuil . (Biblioteca de las Cruzadas . )—(2 ) M. Wilken ha dedicado todo un volúmen á la vida de San Bernardo. ( Ger-
chichte de Ureuzzüque t . III , p . 1. ) Nosotros hemos temido que un episodio tan largo no perjudicase el curso de la narracion.
LIBRO SESTO. - 1445-4149. 183

Cuando los embajadores de oriente llegaron á Europa , Luis VII acababa de subir al trono de Francia .
Este jóven monarca habia empezado á reinar , bajo los mas felices auspicios . La mayor parte de los
grandes vasallos , sublevados contra la autoridad real , habian depuesto las armas y renunciado á sus
pretensiones; por medio de su enlace con la hija de Guillermo IX Luis el Joven , acababa de unir el duca
do de Aquitapia á su reino . Engrandecida la Francia nada tenia que temer de los estados vecinos ; y
mientras que las guerras civiles desolaban á la vez á la Inglaterra y á la Alemania , ella florecia tranqui
lamente bajo la administracion de Sujerio (1) .
La paz no fué turbada sino por las injustas pretensiones del papa y por las intrigas de Teobaldo , con
de de Champaña , que esplotaba el ascendiente que él tenia sobre el clero para fulminar los rayos de la
Iglesia contra el soberano (2) . Luis resistió con firmeza los designios de la santa sede , y quiso castigar á
un vasallo peligroso y rebelde. Arrastrado por una ciega venganza , pasó á fuego y á sangre á los esta
:
dos de Teobaldo ; sitió á Vitri , subió el mismo al asalto , é hizo pasar á cuchillo á todos cuantos se encon
traron en la ciudad (3) .
Un gran número de habitantes de todas edades y de todos sexos se habian refugiado en una iglesia , cre
yendo encontrar al pié de los altares un seguro asilo contra la cólera de un príncipe cristiano . El rey hizo pe

L garla fuego , y mil trescientas personas fueron presa de las llamas. Una accion tan bárbara esparció el terror
1 entre los pueblos que la Providencia habia sometido al cetro de Luis . Cuando regresó de esta espedicion , la

capital le recibió con un triste silencio : sus ministros no pudieron ocultar el dolor que les embargaba , y san

t Bernardo, cual otro Ambrosio , se atrevió á manifestar las ofensas hechas á la religion y á la humanidad .
En una elocuente carta , el abate de Claraval representa al monarca la patria desolada y la Iglesia me
nospreciada y atropellada . « Yo combatiré por ella , añade , hasta la muerte ; en lugar del escudo y de la es
pada , yo emplearé las armas que me son propias . Yo quiero decir mis penas y mis súplicas delante de Dios .>>
A la voz del santo abate , Luis reconoce al fin su falta , y la vista ó consideracion de los juicios del cielo , hace
sobre su ánimo una profunda impresion .
} En aquellos momentos se hablaba por toda la cristiandad de la toma y destruccion de Edeso por los turcos;
todos deploraban la matanza del pueblo cristiano , el incendio de las iglesias y la profanacion de los santos lu
gares ; y estas lamentables conversaciones recordaban todos los dias al jóven monarca las violencias que aca
baba de cometer delante de los muros de Vitry. Luis , perseguido por los remordimientos , creia ver sin cesar
la mano de Dios pronta á herirle . Renunció á todos los placeres, y sus lágrimas solo podian compararse á
las del Salmista cuando esclama : Mi llanto me ha servido de pan durante el dia y la noche. El jóven rey, para
entregarse completamente al dolor , hasta abandó el cuidado de esta autoridad de la que se habia mostrado
tan celoso . El abate de Claraval , que habia procurado su arrepentimiento , vióse obligado á calmar su deses
peracion y á reanimar su valor , hablándole de la misericordia de Dios . El rey de Francia volvió en sí : y
como segun la opinion reinante los grandes crímenes solo podian absolverse yendo peregrinando á la Tierra
Santa, el deseo de espiar las violencias que la Iglesia le reprochaba y de las que él mismo se confesaba con
tanto sentimiento , le hizo tomar la resolucion de ir á combatir á los infieles.
Durante la época de las fiestas de Navidad, convocó en Bourges una asamblea en la que anunció su pro

yecto á los barones y á los prelados de su reino . Godofredo , obispo de Langres , aplaudió su celo , y por medio
de un patético discurso hizo ver la cautividad de Edeso y los peligros y desastres de los cristianos de oriente .
Su elocuencia enmudeció á todos los oyentes ; pero el oráculo de la asamblea , el que tenia en su mano todos
los corazones, no habia hablado aun . Ya sea que no estuviese penetrado de la utilidad de la cruzada en

(1) Vita Sugerii. (2) San Bernardo tuvo que arrepentirse despues de haber escitado al conde de Champaña y hasta al
mismo papa contra el rey: lo confiesa en una carta que escribe á Inocencio II . Las cuestiones de Luis VII con la Santa Sede
nacieron de la eleccion del obispo de Bourges, eleccion que no habia sido aprobada por el papa. Se acusa al conde de Cham
paña, de haber sido la causa del entredicho que el papa lanzó en esta ocasion ; y por esto Luis VII invadió la Champa
ña. Algun tiempo despues se suscitó un nuevo incidente á causa del matrimonio incestuoso del conde de Vermandois con
Alisa de Aquitania , hermana de la reina Leonor. Luis favoreció esta union ; nuevas cuestiones entre él y la Santa Sede , y
entonces fué cuando invadió, por segunda vez, el condado de Champaña, y puso sitio y tomó á Vitry . El conde de Champaña ,
el natural enemigo de Luis, habia sido el instigador de la cólera de Roma. ( Vita Ludovici VII , lib. I. ) — (3) El sitio de Vitry está
descrito por todos los historiadores contemporáneos, pero con los miramientos debidos á la majestad real. San Bernardo indig
nado levantó la voz contra el príncipe . ( Epist . S. Bernardi apud Chifflet. )
184 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

aquella época , ya fuese que quisiese darla mas solemnidad , el hecho es que san Bernardo aconsejó al rey de
Francia que consultara con la Santa Sede, antes de emprender cosa alguna . Esta opinion fué generalmente
aprobada . Luis mandó embajadores á Roma , y resolvió convocar una nueva asamblea luego que hubiese re-
cibido la contestacion del soberano pontífice.
Eugenio III , que acababa de suceder á Inocencio II , habia solicitado ya en varias de sus cartas el
socorro de los fieles contra los musulmanes . Jan ás la Santa Sede habia tenido mas motivos para predi-
car una cruzada . El espíritu de sedicion y de herejía empezaba á introducirse entre los pueblos y has-
ta en el seno del clero de occidente , amenazando á la vez la potestad de los papas y las doctrinas de la
Iglesia . Eugenio se encontraba espuesto á los trastornos suscitados por Arnaldo de Bressa . No se habla-
ba en la capital mas que de reedificar el Capitolio , y de sustituir á la autoridad pontificia la de los cón-
sules y los tribunos de la antigua Roma (1 ) . En este estado de cosas , un gran acontecimiento como el de

la cruzada debia desviar los espíritus de novedades peligrosas y conducirles al rededor del santuario.
El soberano pontífice debia ver en una guerra santa la doble ventaja de defender á Jerusalen contra
los ataques de los infieles, librando al mismo tiempo á la Iglesia y hasta á sí mismo de los tiros de los
heréticos Y de los innovadores . Eugenio felicitó al rey de Francia por su piadosa resolucion ; exhortó de

nuevo , con sus cartas, á todos los cristianos á tomar la cruz y las armas , prometiéndoles los mismos pri-
vilegios , las mismas recompensas que Urbano II habia concedido á los guerreros de la primera cruza-
da . Detenido en Italia , ocupado en apaciguar los disturbios de Roma (2) , sintió él no poder , como Urba-
no , trasladarse al otro lado de los Alpes , para reanimar el celo de los fieles con su presencia y su
palabra .
Sin embargo Sugerio , que veia con dolor la resolucion que el rey de Francia habia tomado de dejar á su
reino, escribió secretamente al papa participándole sus temores , y rogó al soberano pontífice que retrasase
la época de este gran sacrificio . En su contestacion , Eugenio no disimuló que el proyecto de Luis le habia
al pronto sorprendido y hasta dado alguna inquietud , pero que el ardiente celo de que estaba inspirado el
monarca permitia creer que su designio venia de Dios . El pontifice aconsejó al mismo tiempo á Sugerio , que
examinase con sus propios ojos , si el ardor que demostraba el rey no era un fuego fácil de apagarse, y si
los barones que debian acompañarle seguian las inspiraciones de una verdadera piedad ; trataba al mismo
tiempo de calmar la alarma del fiel ministro de Luis, anunciándole que la Iglesia iba á renovar sus plega-
rias y desplegar todo su poder para asegurar la salvacion del príncipe y la paz del reino (3) .
La respuesta del papa á Sugerio no llegó á Francia hasta despues de la bula que proclamaba la cruza-
da (4 ) . Esta bula daba al abate de Claraval la mision de exhortar á los fieles á tomar la cruz . Luego que fué

conocida la decision del pontifice , una nueva asamblea fué convocada en Vezelay, pequeña ciudad de Bor-
goña . La reputacion de san Bernardo, y las cartas dirigidas por el papa á toda la cristiandad , hizo que con-
curriesen á esta reunion un gran número de señores , de caballeros , de prelados y de hombres de todas con-
diciones . El domingo de Ramos , despues de haber invocado al Espíritu Santo , todos los que habian llegado
para oir al abate de Claraval , se colocaron sobre la pendiente de una colina , á las puertas de la ciudad. Le-
vantóse una vasta tribuna , en la que el rey con todo el brillo de su corte, y san Bernardo, con la modestia
propia de un cenobita , fueron saludados por las aclamaciones de un pueblo inmenso . El orador de la cruzada
leyó en seguida las cartas del soberano pontífice , y habló en seguida á sus oyentes de la toma de Edeso por
los musulmanes y de la desolacion de los santos lugares . Les hizo presente que el universo estaba lleno de
terror , sabiendo que Dios habia empezado á perder su querida tierra . Les representó á la ciudad de Sion im-
plorando su ayuda á Jesucristo pronto á inmolarse segunda vez por ellos, á la celestial Jerusalen , abriendo
sus puertas para recibir á los gloriosos mártires de la fé . «Vosotros lo sabeis , añadió, vivimos en un tiempo
de castigo y de ruina : el enemigo de los hombres ha contaminado con su hálito de corrupcion el mundo en-
tero , y solo se ven salteadores de caminos en todas partes. Las leyes de la patria y las leyes de la religion
no tienen fuerza alguna para contener el escándalo de las costumbres y el triunfo de los malos . El demonio
de la herejía ha ocupado la cátedra de la verdad . Dios ha maldecido á su santuario. Oh , vosotros , todos los

(1) Gibbon ha presentado un cuadro curioso y animado de las revoluciones que agitaron á la Roma cristiana en esta época.
—(2) Odon de Deuil escusa de este modo al papa el no haber aun predicado la cruzada.—(3) Epistol. Eugenii pap. ap. Baronium
ad ann . 1146.— (4) Odon de Deuil . Biblioteca de las Cruzadas .)
LIBRO SESTO. -1145-1149. 485

que me escuchais, apresuraos pues á apaciguar la cólera del cielo, y no imploreis mas su bondad con vanos
gemidos: no os cubris mas con cilicios, sino con vuestros escudos invencibles . El estrépito de las armas, los
peligros, los trabajos y las fatigas de la guerra , hé aquí la penitencia que Dios os impone . Id á espiar vues-
tras faltas por medio de victorias obtenidas sobre los infieles , y que la restauracion de los santos lugares sea
el noble premio de vuestro arrepentimiento . »>
Estas palabras del orador escitaron un vivo entusiasmo en la asamblea de los fieles, y como Urbano en el
concilio de Clermont , san Bernardo fué interrumpido con repetidos gritos : Dios lo quiere, Dios lo quiere. En-

tonces levantó la voz , como si hubiese sido el intérprete del cielo, prometió, en nombre de Dios , el buen
éxito de la santa espedicion y continuó así su discurso :
<« El Dios del cielo ha empezado á perder la tierra santificada por sus milagros y consagrada con su san-
gre ; tierra de salvacion en la que las primeras flores de la resurreccion han aparecido . Hoy estos santos
lugares, teñidos con la sangre del Cordero sin mancilla , están en poder de la espada enemiga de nuestra fé, y
nuestros pecados son los que han atraido esta tempestad sobre el santuario de la religion . »
« Si alguno viniese á anunciaros que el enemigo ha entrado en vuestras ciudades , que os ha arrebatado
vuestras esposas y vuestros hijos , y profanado vuestros templos , ¿ quién de vosotros no correria á empuñar
las armas? Pues bien , estos males y aun mucho peores han llegado ; la familia de Jesucristo que es la vues-
tra , ha sido dispersada por el acero de los paganos ; los bárbaros han destruido la casa de
1 Dios y se han
repartido su herencia . ¿Qué aguardais pues para reparar tantos males y para vengar tantos ultrajes?¿Dejareis
á los infieles contemplar tranquilamente el botin que han hecho en los pueblos cristianos ? Pensad que su
triunfo será un objeto de inconsolable dolor por todos los siglos, y un oprobio eterno para la nacion que lo ha
sufrido. Sí; el Dios vivo me ha encargado el anunciaros que él castigará á los que no le habrán defendido con-
tra sus enemigos. Volad pues á las armas ; ¡ que una santa cólera os anime en el combate y que el mundo
cristiano repita estas palabras del profeta . Desgraciado de aquel que no tiña con sangre su espada .
» Sí, el Señor os llama á su propia defensa ; vosotros no creereis sin duda que su mano sea hoy menos
poderosa ; en su voluntad está el enviaros doce legiones de ángeles ó de pronunciar una palabra , y sus ene-
migos rodarán por el polvo : pero Dios ha mirado á los hijos de los hombres, y quiere abrirles el camino de
su misericordia : su bondad ha hecho nacer para vosotros el dia del perdon . Vosotros sois los que ha elegido
para ser el instrumento de su venganza , á vosotros quiere él deber la ruina de sus enemigos y el triunfo de
su justicia . Sí; el Dios todopoderoso os llama á espiar vuestros pecados defendiendo su gloria y su nombre.
Guerreros cristianos , hé aquí combates dignos de vosotros, combates en los que la victoria os atraerá las
bendiciones de la tierra y del cielo , ó la muerte será para vosotros un triunfo . Ilustres caballeros , acordaos
del ejemplo de vuestros padres , que han conquistado á Jerusalen , y cuyo nombre está escrito en el libro de
la vida . Tomad la cruz : esta cruz es poca cosa por ella sola , pero si vosotros la llevais con devocion, os
valdrá la conquista del reino de Dios (1 ) . »
Todos los barones y caballeros aplaudieron la elocuencia del abate de Claraval, y se persuadieron que él
era el intérprete de la voluntad divina . Luis VII, vivamente conmovido con las palabras que acababa de oir,
se echó, á presencia de todo el pueblo , á los piés de San Bernardo y le pidió la cruz , Revestido con esta sagra-
da señal, habló á la asamblea de los fieles , para exhortarles á seguir su ejemplo . En su discurso hizo mencion
del impio filisteo llenando de oprobio la casa de David, y les recordó la santa resolucion que Dios mismo le
habia inspirado. Invocó, en nombre de los cristianos de oriente , el apoyo de la generosa nacion cuyo jefe
era ; de esta nacion que no podia sufrir el deshonor ni por ella ni por sus aliados; y que llevaba sin cesar
el terror entre los enemigos de su culto y de su gloria . Este discurso enterneció á todos los oyentes, los que
derramaron abundantes lágrimas (2).

(4) Noexiste fragmento alguno del discurso que san Bernardo pronunció en esta ocasion , pero Baronio ( ad ann. 1146) ha in-
sertado las dos cartas que el santo prelado dirigió á los habitantes del Rhin y al obispo de Brixen. Segun el espíritu de estas dos car-
tas, únicos monumentos de la predicacion que nos quedan, hemos redactado este discurso : estas cartas han sido insertadas tambien
en la coleccion de obras de san Bernardo . M. Wilken ha reunido todas las cartas de san Bernardo sobre la cruzada, á fin de hacer
conocer su espíritu . Nosotros hemos temido imitarle, por no interrumpir el interés general que sigue la marcha de los aconteci-
mientos.--(2) La crónica de Morigny inserta el discurso que Luis VII pronunció en esta asamblea, y se encuentra en la (Biblioteca
de las Cruzadas t. I, pág. 210.

(21 y 25) 21
186 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

La gran piedad del monarca acabó de persuadir á los que la elocuencia de san Bernardo no habia podi-
do conmover . La colina sobre la que estaba reunido un pueblo inmenso, repitió por largo tiempo estas pala-
bras: Dios lo quiere , Dios lo quiere, la cruz, la cruz . Leonor de Guiena , que acompañaba á Luis , recibió ,
como su esposo , la señal de los cruzados , de manos del abate de Claraval . Alfonso , conde de Saint-Gilles
y de Tolosa ; Enrique hijo de Teobaldo , conde de Champaña ; Thierri , conde de Flandes; Guillermo de Ne-
vers; Rainaldo , conde de Tonerre ; Ives , conde de Soissons ; Guillermo , conde de Ponthieu ; Guillermo , conde de
Varennes ; Archivaldo de Borbon ; Enguerrando de Coucy ; Hugo de Lusiñan ; el conde de Dreux , hermano del
rey; su tio el conde de Mourienne , y una multitud de barones y de caballeros siguieron el ejemplo de Luis y
de Leonor . Muchos prelados , entre los cuales la historia refiere á Simon , obispo de Noyon , Godofredo ,
obispo de Langres Alano , obispo de Arras, y á Arnoldo , obispo de Lisieux , se arrojaron á los piés de san Ber-
nardo, prestando el juramento de combatir á los infieles ( 1 ) . Las cruces que habia traido el abate de Clara-
val no bastaron para el gran número que se presentó ... Entonces el venerable sacerdote rasgó sus vestidos
para hacer nuevas cruces , y muchos de los que le rodeaban imitaron su ejemplo para satisfacer la impacien-
cia de los fieles que se abrasaban en deseos de ir á la guerra santa . Para conservar una eterna memoria de esta
jornada , Pons abate de Vezelay , construyó sobre la colonia en la que los caballeros y los barones se habian
reunido , una iglesia que él dedicó á la santa cruz . La tribuna desde la que san Bernardo estuvo predicando la
cruzada , permaneció espuesta á la veneracion de los fieles hasta el año 1789 .
Despues de la asamblea de Vezelay , el abate de Claraval continuó predicando la cruzada en las ciudades
y en las campiñas vecinas . Pronto resonó en Francia el eco de los milagros por los cuales Dios parecia autori-
zar y consagrar en alguna manera su mision ( 2) . Por todas partes se le miraba como el enviado del cielo,
como otro Moisés que debia conducir al pueblo de Dios . Todos los cristianos estaban convencidos de que el feliz
resultado de la cruzada dependia de san Bernardo , y en una asamblea tenida en Chartres en la que se en-
contraban varios varones y muchos ilustres príncipes , se resolvió , de comun acuerdo , darle el mando de la
guerra santa. Los cruzados , se decia , no pueden menos de ser siempre victoriosos bajo las leyes de un jefe,
á quien parece que Dios ha confiado todo su poder . El abate de Claraval , lo mismo que Pedro el Ermitaño ,
rehusó el peligroso empleo con que se queria investirle, y al mismo tiempo se espantó del sufragio de los baro
nes y de los caballeros , dirigiéndose al papa rogándole que no le abandonase al capricho de los hombres (3) .
El papa respondió á san Bernardo, que debia contentarse con tomar la trompeta evangélica para anun-
ciar la guerra. El abate de Claraval solo se ocupó entonces en llenar su mision y lo hizo con tanto celo que sus
sermones tuvieron un éxito tan estraordinario , y me atreveré á decir tan desgraciado, que despoblaron las
campiñas y las ciudades . El escribia al papa Eugenio: Las poblaciones , y los castillos están desiertos y solo
se ven viudas y huérfanos , cuyos maridos y padres viven (4) .
Mientras que san Bernardo predicaba de este modo la cruzada en las provincias de Francia , un religioso
aleman , llamado Rodolfo , que tenia la mision de llamar á los fieles á tomar la cruz , exhortaba á los pueblos
del Rhin á degollar á los judíos , que él representaba por medio de sus vehementos discursos como los alia-
dos de los musulmanes , y los enemigos mas peligrosos de la religion cristiana . El abate de Claraval , temien-
do el efecto de estas predicaciones, corrió á Alemania para imponer silencio al sedicioso apóstol . Como el
religioso aleman habia halagado las pasiones de la muchedumbre , fué preciso , á fin de poderle combatir ,
todo el ascendiente de su virtud y de su fama ; atreviéndose á hacer llegar su voz á un pueblo irritado, con
el fin de advertirle que los cristianos no debian perseguir á los judíos , sino rogar al cielo por su conversion,
y que la caridad cristiana mandaba perdonar á los débiles , y no declarar la guerra sino á los soberbios . El

(1) Odon de Deuil , p . 2 y 8. Anónimo de los hechos memorables de Luis VII . (Biblioteca de las Cruzadas t. I , pág. 212 . )—(2) Felipe,
arcediano de Liege, despues religioso de Claraval, ha hecho una detallada relacion de los milagros de san Bernardo, desde el pri-
mer domingo de Adviento, dia 1.º de diciembre de 1146 , hasta el jueves dia segundo del siguiente enero ; en su relacion men-
ciona á diez testigos oculares cuyos nombres cita. El padre Maimbourg, en su historia de las cruzadas, no parece dar crédito á la
autenticidad de los milagros de san Bernardo ; el autor de la vida de Sugerio, 3 vol. 12, reprende vivamente al padre Maimbourg,
sobre su incredulidad . Nosotros no pretendemos examinar esta cuestion ; pensamos que basta saber que los contemporáneos de
san Bernardo creian estos milagros, y que esta creencia les hizo hacer cosas que la razon podia reputar de milagrosas. Yo sé, dice
Odon de Deuil , que entonces se hicieron muchos milagros; si yo no refiriese mas que algunos, no se creeria que se hicieron mas, y
si yo refiriese a muchos, pareceria aun que he omitido alguno. ( Véase la Biblioteca de las Cruzadas t. I. )—(3) Anales de Baronio
ad ann. 1146. En ellos se encuentra analizada la carta de san Bernardo.-(4) Epist. 246 Baronii ad ann. 1156.
LIBRO SESTO - 1145-1149 . 187

pal predicador de la cruzada impuso al fin silencio al turbulento orador , y le envió á su monasterio , recordán →

ech dole que el deber de los padre, no era el de predicar sino el de llorar ; y que debia mirar las ciudades co-
-Gille mo cárceles, y la soledad como su paraiso .

JN Nos ha quedado una relacion contemporánea de esta persecucion de los judíos . El autor de la mencionada
pe relacion que era judío, despues de haber dicho que Dios envió el abate Bernardo al socorro de Israel ,
del sumido en una mortal angustia, añade estas notables palabras : Alabado sea el que nos ha socorrido (1 ) . Así
Luis que el santo orador llegó á Alemania , el imperio germánico empezaba á respirar de los largos disturbios

frek que habian seguido á la eleccion de Lotario . Conrado III , revestido con la púrpura acababa de convocar

Ber en Spira una dieta general . El abate de Claraval se dirigió bácia esta , con el fin de predicar la guerra contra

lara- los musulmanes y la paz entre los príncipes cristianos . San Bernardo suplicó muchas veces al emperador
Conrado que tomase la cruz , y le exhortó despues en conversacion particularmente , y renovó sus exhortaciones

en los sermones predicados en público . Conrado no podia resolverse á prestar el juramento de ir á combatir á

e esta los infieles del Asia á causa , segun decia , de las recientes turbulencias del imperio germánico . San Bernardo
le contestó que la Santa Sede, le habia colocado sobre el trono imperial , y que el papa y la Iglesia manten-
bian
drian su obra : «Mientras que vos defendais su herencia , le dijo, el mismo Dios se encargará de defender
la vuestra ; él gobernará vuestros pueblos , y vuestro reino será el objeto de su amor. »
> Cuando mas irresolu-
cion manifestaba el emperador, mas san Bernardo redoblaba el ardor de su elocuencia para persuadirle .
Un dia que el orador de la cruzada celebraba el santo sacrificio de la misa delante de los príncipes y de los

señores convocados en Spira , interrumpió de repente el divino servicio para predicar la guerra contra los
infieles. Al finalizar su discurso, representó el último dia en que todas las naciones de la tierra comparece-
rán delante del tribunal de Dios, de este dia terrible que la elocuencia del santo abate tan bien pintaba á los
ojos de su numeroso auditorio . Jesucristo, armado con su cruz , rodeado de sus ángeles, se dirigia al empe-
rador de Alemania , y le recordaba los bienes de que le habia colmado echándole en cara su ingratitud . Con-
rado vivamente afectado de lo que acababa de oir, levantóse por un movimiento espontáneo , y esclamó con
las lágrimas en los ojos : Yo sé lo que debo á Jesucristo, y juro ir adonde su voluntad me llame. Entonces el
pueblo y los grandes , que creyeron ser testigos de un milagro, se pusieron de rodillas, y dieron gracias á
Dios. Conrado recibió de manos del abate de Claraval el señal de los cruzados , con una bandera que estaba

colocada sobre el altar y que el mismo cielo habia bendecido . Un gran número de barones y de caballeros , al
ejemplo de Conrado , tomaron la cruz, y la dieta que se habia reunido para deliberar sobre los intereses del
imperio, no se ocupó mas que de la salvacion de las colonias cristianes del Asia .
Una nueva dieta fué convocada en Ratisbona , en la que el obispo leyó una carta de san Bernardo diri-
gida á los fieles : «Hermanos mios decia el santo orador de la cruzada , es preciso que os hable del negocio
de Cristo del que depende vuestra salvacion . Mi intencion , al escribiros , es dirigirme á todos ; yo lo haria
con mas gusto de viva voz , si tuviese la fuerza para ello , así como tengo el deseo... Hermanos mios , hé
aquí, el tiempo en el que Dios nos llama á su servicio para salvarnos.... El universo se ha conmovido , ha
temblado porque el Dios del cielo ha empezado á perder la tierra en la que vivió , y en la que pasó como hom-

bre mas de treinta años entre los hombres.... Si nadie no se opone, los infieles van á caer sobre la ciudad
del Dios vivo, para destruir los monumentos de nuestra redencion...Y vosotros, hombres esforzados, voso-
tros , servidores de la santa cruz ¿qué haceis? ¿Entregareis las cosas santas á los perros, y las perlas á los
cerdos? ¿Permitireis á los paganos hollar con sus plantas los santos lugares libertados por la espada de vues-
tros padres?.... Y vosotros que os ocupais en reunir los tesoros de este mundo , ¿desdeñareis los tesoros ce-
lestes que se os ofrecen? Tomad la cruz , y obtendreis el perdon de todas vuestras faltas.... Escoged de entre
vosotros jefes guerreros y entendidos á fin de que la victoria os acompañe: en la primera espedicion , antes
de la toma de Jerusalen , uno , llamado Pedro , del que habeis á menudo oido hablar, conducia solo á todos
cuantos se habian levantado á su voz , y los unos perecieron de hambre, los otros por la espada : que Dios
os guarde de semejante desgracia (2) . »

(1) Consúltesc, sobre la matanza de los judíos que se renovó en todas las cruzadas, una completa esplicacion sacada de un ma-
nuscrito contemporáneo, obra de un judío, testimonio ocular que rinde un brillante homenaje á la generosa accion de san Bernar-
do. 2) Esta carta está traducida en la biblioteca de las Cruzadas 1. XI.
188 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

En la dieta de Ratisbona , una multitud de príncipes y de prelados prestaron juramento de defender la


herencia de Cristo . Los mas caros intereses , las mas tiernas afecciones no pudieron detener á los príncipes y
á los caballeros en su patria . Federico , sobrino del emperador , que habia tomado la cruz , no se dejó ar
rastrar por las lágrimas de su anciano padre , el duque de Suabia , que murió de dolor á pesar de los con
suelos de san Bernardo ( 1 ) . Un grito de guerra se dejó oir desde el Rhin hasta el Danubio . La Alemania , de
vastada largo tiempo por las revoluciones , encontró en todas partes guerreros para la santa espedicion . Hom
bres de todas condiciones obedecian la voz del predicador de la guerra santa y seguian el ejemplo de los
reyes y de los príncipes . «Cosa admirable , dice Oton de Freisingen ; se vieron acudir ladrones y bandoleros
que hacian penitencia y juraban verter su sangre por Jesucristo . Todo hombre razonable, añade el mismo
historiador , testigo del cambio obrado en ellos veia la obra de Dios y no dejaba de estar menos sorpren
dido (2) . »

Eran los alemanes tan fáciles de persuadir , que al acabar de hablarles el abate de Claraval , no obstante que
lo hizo en lengua estranjera (3) , se volvieron convencidos de la verdad y de la santidad de sus discursos . La
vista del reverenciado predicador parecia dar un sentido maravilloso á cada una de sus palabras . Los milagros
que se le atribuian y que él hacia , dice Oton de Freisingen ya en secreto , ya en público, eran como un len
guaje divino que entusiasmaba á los mas indiferentes y persuadia á los mas incrédulos . Los pastores y tra
bajadores abandonaban los campos para seguirle en las aldeas y en las ciudades , así que él llegaba á una
ciudad todos los trabajos se suspendian . La guerra contra los infieles y los prodigios por los cuales Dios
prometia su proteccion á los soldados de la cruz , era el solo interés , el único negocio del clero, de la nobleza
y del pueblo . San Bernardo recorrió todas las ciudades del Rhin desde Constanza hasta Maestricht ; en cada
ciudad , dicen las antiguas leyendas , devolvió la vista á los ciegos y el oido á los sordos : curaba á los cojos
y á los enfermos ; y se hablaba de treinta y seis milagros que habia hecho en un solo dia : á cada prodigio '
proclamado por el sonido ó toque de la campana , la multitud esclmaba : Jesucristo , ten piedad de nosotros :
todos los santos , socorrednos . La casa en que el abate de Claraval se dignaba entrar , era reputada por dichosa:

todo lo que él habia tocado parecia conservar algo de santo : los que debian ir al Asia se gloriaban de tener
una cruz bendecida de sus manos ó formada de una tela ó ropa que él hubiese llevado, y mas de una vez
sus vestidos fueron hechos trizas por la multitud que le rodeaba , ansiosos de repartirse algun trozo de ellos
para hacer el signo venerado de su peregrinacion (4) . La muchedumbre que se agolpaba al alrededor suyo
era tan grande , que un dia estuvo á pique de ser ahogado ( 5) y debió su salvacion al emperador de Alema
nia que le cogió en sus brazos , le trasladó á una iglesia , y le depositó delante de una milagrosa imágen de
la Vírgen (6) .
Despues de haber entusiasmado á la Alemania con sus predicaciones , y despertado el celo de los pueblos
de Italia por medio de patéticas cartas , san Bernardo regresó á Francia anunciando el objeto de su mision .
Durante su ausencia todo se habia suspendido , y esta multitud de cruzados que su elocuencia habia arras
trado, parecia que no tenia jefe ni direccion , ni lazo , no estando él en medio de todos ellos . El rey de Fran

cia y los grandes del reino, reunidos en Etampes ( 7 ) , no habian tomado ninguna resolucion . El regreso de san
Bernardo reanimó el consejo de los príncipes y de los barones . é hizo preparar con un nuevo órden la es
pedicion de la Tierra Santa . Cuando delante de los señores y de los prelados hizo una relacion de su viaje
y de los prodigios que Dios habia obrado por su mano , cuando habló de la revolucion que habia hecho tomar
al emperador de Alemania , revolucion que él mismo llamaba el milagro de los milagros , todos los corazo
nes se llenaron de entusiasmo , de esperanza y de contento (8) .

(1) Oton de Freisingen cap. 37. Biblioteca de las Cruzadas t . I).— (2) . Biblioteca de las Cruzadas t. I, pág. 528 .-(3 ) Véase sobr e
este asunto al religioso Godofredo, que atestigua la admiracion de que san Bernardo se hubiera hecho comprender de pueblos que
hablaban otro idioma . (Vita S. Bernardi , pag. 135. ) Sin embargo M.Wilken, ha observado justamente que la lengua francesa estaba
entonces estendida por los pueblos de la ribera del Rhin y tambien por una parte de Alemania. (Geschichte der Kreuzzugue lib . III
cap. 10.)- ) Gaudrefrev de miraculis sancti Bernardi.—(5) Un fraile de Claraval, compañero de Bernardo, no pudo entrar en el
albergue donde posaba el santo hombre, y tuvo que aguardarse desde la mañana hasta la noche en la calle.— ( 6) La crónica de Cor
nerius Harmann refiere que la Virgen dijo á san Bernardo en lengua romana : Ben venia mi , fra Bernharde; y que el santo le res
pondió : Gran merce, mi domnra . (Biblioteca de las Cruzadas t. II. pag . 74) .— 7) Odon de Deuil . (Biblioteca de las Cruzadas t. I . ) —
( 8) El papa Eugenio vituperó al emperador de Alemania el haberse alistado á las banderas de la cruz sin haber solicitado el con
sentimiento de la Santa Sede. ( Vivald, ep. 151. ) Conrado envió embajadores para calmar la cólera del papa y escusarse por el
paso dado.
PRO

LIBRO SESTO.- 1145–1149 . 189

Luis VII habia escrito á Rogerio , rey de Pulla y de Sicilia , y á todos los príncipes cristianos de la Europa ,
para anunciarles su peregrinacion é invitarles á seguirle en su santa espedicion . El rey habia enviado al
mismo tiempo diputados al emperador de Constantinopla . « El emperador , dice Odon de Deuil , recibió muy
bien á los diputados , llamó al rey de Francia el santo , dándole el título de amigo y de hermano pero todo
esto no era mas que adulacion ; lo prometia todo , pero con la conviccion de no cumplir nada ! »
>
En la asamblea de Etampes se vió comparecer á muchos embajadores que venian á anunciar la intencion
de sus príncipes de alistarse bajo las banderas de la cruz se leyeron cartas venidas de los paises mas re
motos , en las que se decia que un gran número de señores y de barones estranjeros prometian reunirse á
los franceses contra los musulmanes . Desde este momento ya no se dudó del feliz éxito de la cruzada ; y el
celo que mostraban todos los pueblos de Europa fué mirado como la manifiesta espresion de la voluntad
del cielo.

Entre los embajadores que asistieron á la asamblea de Etampes se notaban los de Rogerio que ofrecia á
los cruzados navíos y víveres , y prometia enviar á su hijo á la Tierra Santa si se tomaba la resolucion de
ir por mar. El prudente consejo que los sicilianos daban á los cruzados y que acompañaban con generosas ofer

tas, no era de todo punto desinteresado . Algun tiempo antes de la toma de Edeso , los sarracenos de Africa ,
habiendo hecho una invasion sobre las costas de Sicilia , habian entrado en Siracusa y la habian entregado
al saqueo . Rogerio esperaba que el paso de los cruzados por sus estados le ofreceria medios para rechazar
los ataques de los musulmanes ó de llevar la guerra á su territorio. Por lo demás los diputados disimulando
sus temores ó sus esperanzas, y hablando solamente de su celo por la cruzada , se esforzaron en probar á la
asamblea que el pasaje por mar ofreceria menos inconvenientes y peligros al ejército cristiano, que un
viaje por tierra , atravesando un pais desconocido , en el que los peregrinos tendrian sin cesar que luchar
contra el clima y el hambre , contra las agresiones de muchas naciones bárbaras , y sobre todo contra la
perfidia de los griegos.
Deliberóse sobre las proposiciones del rey de Sicilia , y sobre el itinerario que se debia seguir para
llegar á Palestina . La mayor parte de los barones, llenos de confianza en sus armas y en la proteccion de
Dios, no podian mirar á los griegos como temibles enemigos . El viaje por mar parecia satisfacer menos á su
curiosidad , y al mismo tiempo ofrecerles pocas ocasiones de demostrar su valor. Por otra parte los buques
que debia proporcionar Rogerio , no eran bastantes para transportar todo lo que el celo religioso llevaba á la
guerra santa . Dióse la preferencia á la marcha por tierra . El historiador Odon de Deuil habla , lamentán

dose de esta resolucion que tan funesta fué para los cruzados y sobre la que se habia omitido consultar al
Espiritu Santo. Los enviados de Sicilia no ocultaron su dolor , y regresaron á su pais , anunciando todos los
males que debian acontecer (1 ) .

La asamblea de Etampes pareció estar mejor inspirada , cuando fué preciso acordar ó nombrar á los que
debian encargarse de la administracion del reino , durante la peregrinacion de Luis VII . Despues que los ba

rones y los prelados hubieron deliberado sobre esta importante eleccion , san Bernardo , que era su intér
prete , dirigió la palabra al rey, y le indicó al abate Sugerio y al conde de Nevers : « Señor , le dijo, hé aquí dos
espadas , y esto nos basta . Esta eleccion de la asamblea debia obtener la aprobacion del rey y los sufragios
del pueblo . El abate de San Dionisio habia proporcionado una larga paz á la Francia y hecho la gloria de dos
reinos, y se opuso á la cruzada : lo que pone de relieve su mérito y su ascendiente , pues á pesar de eso, con
servó su popularidad sin participar de las ideas dominantes . Sugerio aconsejaba al rey que no abandonara á
sus vasallos , haciéndole presente que sus faltas serian mucho mejor reparadas por medio de una sabia admi
nistracion del reino , que no por las conquistas de oriente . El que se atrevia á dar este consejo , se mostraba
mas digno que otro alguno de representar á su soberano ; pero Sugerio rehusó desde luego un empleo cuyo
peso y peligros conocia perfectamente. La asamblea no quiso hacer nueva eleccion : el rey mismo empleó las
súplicas para determinar á su ministro á reemplazarle en el gobierno del reino . El papa , que llegó poco tiempo
despues á Francia (2) , ordenó á Sugerio que cumpliera los votos del monarca , de los grandes y de la nacion . El

(1 ) Odon de Deuil . Biblioteca de las Cruzadas t. I. pag. 228 . ) —(2) La llegada del papa á Francia ha inducido áerror á algunos his
toriadores : han confundido las épocas y supuesto que á imitacion de Urbano il, el soberano pontífice vino á predicar la cruzada
en un concilio que tuvo lugar en Reims. El papa fué á residir á San Dionisio.
190 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

soberano pontífice para facilitar al abate de San Dionisio el honroso cargo que se le habia impuesto, lanzó an-
ticipadamente los rayos de la Iglesia contra todos aquellos que atentasen á la autoridad real durante la au-
sencia del rey.

El conde de Nevers , designado por la asamblea de los barones y de los obispos , rehusó como el abate de
San Dionisio la peligrosa carga que se le proponia . Vivamente instado para que aceptase el gobierno del rei-
no, declaró que habia hecho voto de entrar en la órden de san Bruno ( 1 ) . Tal era el espíritu del siglo , que
esta piadosa intencion fué respetada , como la voluntad de Dios ; y mientras que todo el mundo se felicitaba
de ver salir un fraile del claustro para gobernar la Francia , se vió sin sorpresa alejarse un príncipe para
siempre del mundo y sepultarse en un monasterio .
Desde este momento , solo se ocuparon los cruzados de los preparativos de marcha , y todo se puso en mo-
vimiento en las provincias de Francia y de Alemania . Los mismos motivos que habian armado los compa-
ñeros de Godofredo en la primera espedicion inflamaron el valor de los nuevos cruzados . La guerra de oriente
ofrecia á su ambicion y á su piedad las mismas esperanzas y las mismas ventajas. La mayor parte de los
pueblos cristianos estaban animados con el recuerdo siempre vivo de la conquista de Jerusalen . Las relacio-
nes que esta conquista habia creado entre la Siria y la Europa , aumentaban el celo y el ardor de los sol-
dados de la cruz : no habia una sola familia en occidente , que no contase un defensor de los santos lugares,
un habitante en las ciudades de la Palestina . Las colonias del Asia eran para los francos como una nueva
patria ; los guerreros que habian tomado la cruz no parecian armarse sino para defender á otra Francia ,
cara á todos los cristianos , y que podia llamarse la Francia de oriente .
El ejemplo de dos monarcas debió tambien contribuir á que un gran número de combatientes se alistasen
en las banderas de la cruzada . Muchos de esos señores turbulentos que se les distinguia entonces con el
vergozoso nombre de viciosos , debian tener , como Luis VII , culpables faltas que espiar . El espíritu de ca-
ballería que hacia cada dia nuevos progresos , no fué el medio menos poderoso para una nobleza completa-
mente guerrera . Muchas mujeres, arrastradas por el ejemplo de la reina Leonor de Guienne, tomaron
la cruz y se armaron con la lanza y la espada . Una multitud de caballeros se precipitaron por verlas, y
una especie de vergüenza cubrió al que no iba á combatir á los infieles . Los historiadores refieren que se

enviaba una rueca y un huso á los que rehusaban tomar las armas (2) .
Sin embargo, el entusiasmo de los cruzados no tenia el mismo carácter que en la primera espedicion . El
mundo no estaba á sus ojos , lleno de esos prodigios que proclamaban la voluntad del cielo : los grandes fe-
nómenos de la naturaleza no herian ya tan vivamente la imaginacion de los peregrinos pero parecia que
Dios habia confiado todo su poder á un solo hombre , que arrastraba á los pueblos con su palabra y sus
milagros .
En todos los puntos en los cuales san Bernardo no habia podido hacer oir su voz , sus cartas se leian en
los púlpitos de las iglesias, y reanimaban el ardor de los fieles . La mayor parte de los oradores sagrados
repetian sus palabras y se asociaban á sus trabajos apostólicos . Arnoldo, predicador flamenco, recorria mu-
chas provincias de Alemania y de la Francia oriental , invitando á los pueblos á alistarse en la milicia de la
cruz . La austeridad de su vida y la singularidad de sus vestidos atraian sobre él las miradas y las venera-
ciones de la muchedumbre : pero él no tenia , como el abate de Claraval, el privilegio de mover á todos los
corazones con su sola presencia ; y como él ignoraba las lenguas romana y tudesca , le acompañaba en sus
espediciones un intérprete llamado Lamberto , que repetia en la lengua del pais las piadosas exhortaciones
que su compañero , con los ojos levantados al cielo y teniendo en la mano la cruz de Jesucristo , pronuncia-
ba en latin ó en flamenco .

En las provincias que no fueron visitadas por los misioneros de la cruzada , y en todos los pueblos á los
que no llegaron las cartas de san Bernardo , cada pastor , al leer los breves del soberano pontífice , escitaba
á su rebaño á armarse para libertar á la Tierra Santa . Los que no fueron sordos á estas palabras , venian al
pié de los altares : y haciendo el señal de la cruz sobre la frente prometian , puestos de rodillas , ir á comba-
tir en oriente por la causa de Jesucristo . El pastor les distribuyó los atributos de peregrino , y repitió el

(1) Vita Sugerii .— (2) Esta costumbre duró mucho tiempo, porque se reprodujo en la tercera cruzada. (Véase la Biblioteca de
las Cruzadas t . I. )
LIBRO SESTO . - 1145-1149. 191

señal de la cruz sobre la boca , sobre la frente y sobre el pecho de cada cruzado , diciendo : Que todos vues-
tros pecados os sean perdonados , si cumplis lo que prometeis (1 ) .
Mientras que Francia y Alemania tomaban las armas á la voz de los oradores de las cruzadas , la pa-
labra de Dios no permaneció estéril en muchas comarcas de la Italia . Los habitantes de los Alpes
y de las riberas del Ródano , los pueblos de la Lombardía y del Piamonte, se preparaban para la guerra

santa , y debian acompañar al conde de Maurienne , tio materno de Luis VII y al marqués de Monferrato.
Los flamencos habian acudido en tropel á alistarse bajo las banderas de la cruz , y seguian al conde
de Thierri que ya en la primera peregrinacion á Jerusalen se habia distinguido por su valor contra los in-
fieles. La cruzada fué predicada con el mismo éxito en el reino de Inglaterra . Los cruzados ingleses se em-
barcaron en los puertos de la Mancha , y se dirigieron á las costas de España . Rogerio de Hoveden observa
que estos guerreros partieron con espíritu de humanidad y que á esto se debe el que sobresaliesen mucho
mas que los que acompañaban á los reyes y á los príncipes (2) .
Así que estuvo próxima la primera cruzada , las guerras entre particulares, las discordias civiles y las
bandas armadas cesaron de repente. Los preparativos fueron acompañados de menos desórdenes que en la
precedente espedícion ; los peregrinos no mostraron ni la misma imprudencia en la eleccion de sus jefes n¡
la misma impaciencia para ponerse en marcha , y la Francia y la Alemania no tuvieron que sufrir los escesos
de una muchedumbre indisciplinada . La primera cruzada , en la que muchos ejércitos fueron mandados por
aventureros y por frailes , dió el espectáculo de la licencia y de las pasiones tumultuosas de un pueblo en-
tregado á sí mismo . En la segunda guerra santa dirigida por dos poderosos monarcas, se vió desde luego
mas armonía, mas union y mas regularidad. Los pequeños vasallos se reunieron al rededor de sus señores,
y estos esperaron la señal del rey de Francia y del emperador de Alemania . El órden que presidió á todos
los preparativos de la santa empresa no dejaba vislumbrar ninguno de los desastres que el porvenir tenia
destinado á las armas cristianas y debia inspirar la mas grande seguridad á los pueblos del occidente .
Ratisbona era el punto de reunion de los cruzados alemanes , y la ciudad de Metz era el de los france-
ses (3) . Los caminos que conducen á estas dos ciudades estuvieron durante muchos meses cubiertos de pere-
grinos. Muchos se dirigieron á los puertos de Flandes y de Italia , en donde se encontraban reunidas las
flotas dispuestas á salir para oriente .
El soberano pontifice habia recomendado á los barones y los caballeros, que no llevasen consigo perros
ni aves de caza . Renunciando al lujo de sus castillos , consintieron en vestir el hábito de penitencia. Hubiera
sido de desear que todos los guerreros hubiesen seguido este ejemplo , y que durante la peregrinacion y bajo
los estandartes de la cruz , el desórden y el libertinaje no se hubiesen confundido con el arrepentimiento y la
piedad .
La mas grande dificultad estribaba en encontrar dinero para ocurrir á los gastos de la guerra . Los que por
sus achaques ó por circunstancias particulares se habían quedado en Europa , quisieron contribuir por medio
de ofrendas á la empresa de los cruzados . Siguiendo el espíritu de la época , un gran número de fieles que
morian sin haber visto á Jerusalen, legaban en sus testamentos una suma para los peregrinos de oriente .
Todos estos dones de la piedad eran indudablemente considerables , pero no eran suficientes para el sosten
de un grande ejército . A fin de procurarse el dinero necesario Luis VII contrajo varios empréstitos, hizo varias
derramas, que fueron aprobadas y reguladas por el soberano pontifice . San Bernardo y Pedro el Venera-
ble (4) se habian levantado valerosamente contra los judíos, pero el abate de Cluni pensaba que era preciso

(1) Menage en su historia de Sablé ha dado una noticia, que contiene el catálogo de los gentiles hombres del Maine que en 1158
se cruzaron con Godofredo de Mayena. En él se lee, que todos estos señores se reunieron en la iglesia de Nuestra Señora de Maye-
na y recibieron la cruz de manos de Guillermo, obispo de Mans, que ellos mismos hicieron la señal de la cruz sobre la frente, la
boca, el pecho y sobre el corazon , y que cada uno se revistió del escapulario de la cruz, scapula crucis , de color blanco y encar-
nado. Puede verse en esta noticia las otras ceremonias, que serian sin duda las mismas cuando los nobles recibian la cruz de ma-
nos de los obispos. El prelado hizo en seguida la señal de la cruz sobre la frente de cada uno de los cruzados, diciendo: Remittantur
tibi omnia peccata tua , si facis quod promittis. Sigue la lista de los cruzados en número de 102. El autor observa que se volvieron
treinta y cinco. Véase la Historia literaria de los Benedictinos vol. XIII, pag. 386.—(2) Rogerio de Hoveden advierte que una
gran parte de los peregrinos que habian hecho la espedicion de Portugal habian salido de Inglaterra. Véase sobre esta espedicion
la carta de Arnoldo. (Biblioteca de las Cruzadas, t. I.) M. Wilken ha consagrado un capítulo entero á esta cruzada, lib . III.—
"
(3) Los cruzados de Piamonte y de la Lombardía pasaron por la Iliria.- (4) Pedro el Venerable pertenecia á la ilustre familia de
Montboissier.
192 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

castígarles del modo que les fuese mas sensible : esto es , despojarles de sus tesoros , reunidos por medio de la
usura y hasta por el sacrilegio ( 1 ) . El mencionado abate aconsejaba al rey de Francia, tomara de los judíos
el dinero necesario para hacer la guerra á los musulmanes . Es probable que el consejo de Pedro el Vene-
rable no fuese desechado y que los judíos contribuyeron á los gastos del viaje de Jerusalen . La Francia ha-
bia sufrido una hambre cruel , durante siete años : durante esta calamidad se habia visto á los nobles que
llamaban ricos hombres, vender todo cuanto poseian y partir á paises estranjeros pidiendo limosna . Los que
se habían quedado en el pais no podian empeñar ni vender sus bienes , y cuando encontraban vendedores,
el oro que sacaban de la venta de sus vastos dominios les bastaba apenas para comprar un caballo de bata-
lla y armas . El clero, que se habia enriquecido en la primera guerra santa , vióse obligado á dar sumas con-
siderables para la nueva espedicion . Un fragmento histórico (2) nos atestigua que los religiosos de san
Benito del Loira dieron á su abate un incensario de ocho marcos de plata , tres onzas de oro con dos
candelabros de gran precio, para ayudarle á pagar el tributo que se le habia impuesto. Es el primer ejem-
plo , dicen los benedictinos , de semejante impuesto establecido sobre una iglesia por nuestros reyes de la
tercera raza . Los prelados que habian tomado la cruz , despues de haber pagado la contribucion del rey, se
encontraron obligados á despojar sus propias iglesias para los gastos de su peregrinacion . Las crónicas con-
temporáneas citan á un abad de Santa Coloma cerca de Sens , que empeñó á unos judíos de Troyes una
corona guarnecida de pedrerías , ofrenda piadosa del rey Rodolfo, y una cruz de oro trabajada de mano de
san Eloy (3) .
Los gastos de la cruzada no solo arruinaron á la nobleza y al clero , sí que tambien á los labradores y ar-
tesanos . La misma pobreza no estuvo exenta de las cargas impuestas , ya por los reyes, ya por los grandes
vasallos , lo que fué causa de muchas quejas y empezó á entibiar el entusiasmo de los fieles. « No hubo, dice
un viejo historiador , estado , condicion , edad ni sexo que no estuviese obligado á contribuir á la subvencion
del rey y de los príncipes que iban con él , de lo que se siguió el descontento de todos, que maldecian al rey
y á sus tropas (4) . Lo mas irritante de este asunto es que el producto de todos estos tributos arran-
cados à la miseria pública no bastaban á Luis VII para el mantenimiento de su ejército ; porque en sus
cartas dirigidas á Sugerio , no cesa de rogar á su fiel ministro que le mande dinero del que tenia falta para
alimentar á sus soldados y para pagar las deudas contraidas á los caballeros de San Juan y del Temple .
En medio de estas quejas que eran generales en todas las provincias , el rey de Francia se preparaba para
su viaje, con actos de devocion : visitó los hospitales y casas de beneficencia , y ordenó rogativas en todas
las iglesias. Odón de Deuil nos dice que este monarca habia establecido leyes y reglas de disciplina para el

ejército que debia marchar con él en oriente ; pero el cronista añade sencillamente , que no las tiene presen-
tes , porque no fueron puestas en ejecucion .
Al aproximarse su marcha Luis VII se dirigió á San Dionisio para tomar el famoso oriflama que los reyes
de Francia hacian llevar delante de ellos en las batallas . La iglesia de San Dionisio estaba entonces decorada
con una gran magnificencia entre los monumentos históricos que allí figuraban habia los retratos de Godo-
fredo de Bouillon , de Tancredo , de Raimundo de Saint - Gilles , y las batallas de Dorilea , de Antioquía y de As-
calon que dibujadas en las vidrieras del coro debieron fijar las miradas y la atencion de Luis y de sus compa-
ñeros de armas . El rey, prosternado al pié de los altares , imploró la proteccion del santo apóstol de la Francia
y la de sus piadosos antepasados, cuyas cenizas reposaban en el mismo lugar . El papa que habia venido á
San Dionisio , puso de nuevo al reino bajo de la salvaguardia de la religion , y presentó á Luis VII el zurron
y el palo, signos de su peregrinacion . Despues de esta ceremonia Luis se puso en marcha acompañado de la
reina Leonor y de gran parte de su corte .

El abate Sugerio á quien abrazó con las lágrimas en los ojos, no pudo tampoco contener el llanto . El dolor que
causó la marcha del rey hizo callar súbitamente los murmullos del pueblo , y solo se oian las súplicas que
se elevaban al cielo por su espedicion contra los infieles , sobre todo por su dichoso regreso al seno de sus
vasallos. El rey salió de Metz á la cabeza de cien mil cruzados , atravesó la Alemania, y se dirigió á Cons-
tantinopla, en donde debia reunirse con los otros soldados de Cristo .

(1) Véase la Biblioteca de las Cruzadas, t. I .—(2) Fracmento sacado de un manuscrito. (Biblioteca de las Cruzadas, t. I.)— (3) His-
toria literaria de Francia , siglo doce. -4 Citamos aquí las palabras del historiador de Francia , Belle-Forest , de las que no hu-
biéra mos hecho mencion si no hubiesen servido para la traduccion de los cronistas contemporáneos . Puede verse á Raul de Dicet.
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LIBRO SESTO . - 1145-1149 . 193

Desde que habia tomado la cruz , el emperador Conrado se ocupó de los preparativos de su espedicion .

Lo que debe escitar nuestra sorpresa es que su piadosa revolucion no recibió el apoyo de la Santa Sede . El
papa se quejaba que este monarca se decidiera irá la cruzada sin consultarle, y aun cuando el pontifice habia
pasado los montes , desdeñó el escitar el entusiasmo y el celo de los alemanes con su presencia . Conrado hi-
zo coronar á su hijo como rey de romanos, y confió la administracion de su imperio al abate de Corvey,
cuya prudencia puede compararse con la de Sugerio . Despues de haber tomado estas saludables disposicio-
nes, el emperador salió de Ratisbona , al principiar la primavera , mandando á un ejército tan numeroso
que segun Oton de Freisingen, no bastaban los rios á trasportarlos , teniendo las campiñas poco espacio para
contener á todos sus batallones .

Los embajadores enviados por Conrado se habian dirigido ya á Constantinopla para anunciar las pacíficas
intenciones de su soberano, y pedir el paso de su ejército por el territorio del emperador griego . Manuel,
en su respuesta alaba el celo de los peregrinos alemanes, y protesta de su amistad para con su jefe . En
medio de estas recíprocas protestas , el ejército de Conrado se adelantó hácia la capital de la Grecia , y des-
4
de el momento que hubo pasado las fronteras de la Tracia , tuvo que quejarse de la perfidia de los griegos,
y estos de la violencía de los cruzados .

En tiempo de la primera cruzada , los turcos amenazaban á Constantinopla, lo que hizo que se soportase
á los francos ; pero desde esta época , la capital de los griegos estaba libre de alarmas y no temia los ataques de
los musulmanes . En todas las provincias del imperio dominaba la idea de que los guerreros del occidente
tenian el proyecto de apoderarse de Constantinopla . Esta opinion bastante verosímil acreditada por las ame-
nazas de los mismos cruzados , era poco á propósito para restablecer la paz y la armonía entre dos pueblos,
que se despreciaban recíprocamente , y que se acusaban con igual razon de violar la fé de los tratados (1) .
Manuel Comneno, que Odon de Deuil no quiere nombrar , porque su nombre dice no está escrito en el
libro de la vida , era el nieto de Alejo I, que reinaba en tiempo de la primera cruzada ; fiel á la política de su
abuelo, mas hábil y sobre todo mas disimulado que él , no dejó de poner en planta medio alguno para per-
der y arruinar el ejército de los alemanes . En su consejo se miraba á los guerreros de, occidente como
hombres de hierro cuyos ojos lanzaban llamas, hombres que derramaban la sangre à torrentes , con la
misma indiferencia que si fuese agua . Mientras que les enviaba embajadores y les procuraba víveres, Ma-
nuel se aliaba con los turcos, y hacia fortificar á su capital .
Los alemanes habian sentado sus reales en la llanura que está al noroeste de Selibrea , á algunas leguas
de Constantinopla . Esta llanura á la que el historiador griego Cinnam da el nombre de Cherobaque, atra-
viesa un rio que va á perderse en la Propóntida . De repente estalla una violenta tempestad; el rio salió de
madre é inundó la llanura en la que estaba el ejército cristiano celebrando la fiesta de la Asuncion . Odon
de Freisingen, que estaba presente , ha procurado describirnos este desastroso incidente: él nos pinta las
olas derribándolo todo , y arrastrando los bagajes, á los hombres y á los caballos. Lo que mas escita la
curiosidad de este cuadro , es el ver á algunos peregrinos buscando un abrigo contra esta especie de diluvio
en la tienda del duque de Suabia y cantando en medio de la desolacion general , el salmo que empieza con
estas palabras : Regocijémonos , hermanos mios. El buen obispo despues de haber hablado mucho de esta
tormenta, que habia estallado sobre una risueña campiña , se entrega á reflexiones mas frívolas que fi-
losóficas sobre la instabilidad de las cosas humanas, y declara despues que nada mas dirá de la cruzada ,
dando por motivo, que él habia tomado la pluma con el objeto de hacer una historia agradable, y no para
contar desgracias semejantes á las que pasan en las tragedias.
Manuel y Conrado se decian sucesores de César y de Constantino , y un espíritu de envidia y de rivali-
dad animaba al uno contra el otro . Esta recíproca animosidad fué muy bien secundada por la antipatía de
los griegos y de los teutones. Mientras los bárbaros , díce el historiador griego Cinnam , tuvieron montañas y
paises difíciles de salvar , se mostraron moderados y pacíficos ; pero una vez que ellos alcanzaron la llanura ,
devastaron las aldeas y las ciudades . Muchas violentas escenas señalaron el paso de los alemanes por el rico
territorio de Filipópolis . El emperador griego habia propuesto á Conrado el tomar un camino diferente al
de Constantinopla : lo que daba mas temor era el ver llegar el ejército teuton á la capital del imperio . Conra-

(1) Cinnam . Biblioteca de las Cruzadas, t. II.


25
194 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

do habia rechazado las súplicas de Manuel . Este fingiendo sentir mucho los desastres de los cruzados germa–
nos en las inmediaciones de Selibrea , se habia apresurado á ofrecer socorros al emperador de occidente, y
le pedia que se adelantase de su ejército para conferenciar juntos sobre la paz . Conrado rehusó acceder á la
pretension de Manuel, y llegó el ocho de setiembre bajo de los muros de Constantinopla . El ejército de
los alemanes acampó cerca del palacio de Blaquernas , el agradable valle , dice Cennam , en donde se ol
vidaban las incomodidades de la ciudad: lugares encantadores en los que las flores exhalan sus perfumes,
y los árboles proporcionan fresca sombra . El autor griego designa aquí el valle atravesado por el Cydaris y
que hoy llaman el valle de las aguas dulces, el que sirve de paseo á los habitantes de Stambul .
Los griegos y los alemanes alimentaban siempre sentimientos de desconfianza . Los unos vigilaban en la
ciudad ó rondaban al rededor de las murallas , y los otros asolaban y amenazaban la ciudad : Manuel y Con
rado se vieron friamente , el ceremonial de la entrevista escitó grandes debates , y al fin sedecidió que los dos
emperadores montarian á caballo, y se aproximarian así el uno al otro para darse el beso fraternal . Afor
tunadamente la rivalidad de los dos príncipes no estalló en una guerra abierta .
El emperador aleman habia tomado una actitud menos amenazadora ; dirigió una carta á Manuel en la que
Jos cronistas griegos han encontrado alguna cosa débil y cobarde . Decia al emperador de Bizancio que no
debia juzgar de las cosas de la vida sino segun la intencion ; que realmente los alemanes habian devastado el
territorio griego; pero que este desórden debia atribuirse á su indisciplina y no á la malevolencia de su jeſe .
«En adelante, respondió Manuel con aire satírico , nosotros no trataremos de comprimir las pasiones y los
desórdenes de la multitud de nuestros soldados : les dejaremos hacer , como nos lo enseñais vos mismo . » Cin
nam ha citado dos cartas en las que Manuel se chancea del emperador aleman , diciendo que es incapaz de
reinar sobre su ejército , sobre ese gran rebaño de ganado que no podria sostener el ataque del Leon ( 1 ) .
La rivalidad y el encono que animaban á los dos emperadores , pasó fácilmente á los pueblos ; las recípro
cas prevenciones de los griegos y de los francos degeneraron en una guerra declarada entre la barbarie ,
armada con todos sus furores , y la perfidia , armada con todas sus traiciones . En la ciudad de Filopópolis un
saltimbanquis ó buſon , enseñando una serpiente que llevaba en su seno , irritó la grosera supersticion de
los alemanes , y este espectáculo, que la muchedumbre ignorante miraba como un artificio del demonio , fué
la señal de escenas las mas sangrientas. En Andrinópolis , la muerte de un pariente de Conrado , asesinado en
su cama , habia sido causa del incendio de la ciudad y de la matanza de los habitantes de ella . Los griegos
no trataron jamás de oponer la fuerza á la fuerza , pero, para vengarse de los latinos , no desperdiciaron nin
guno de los medios sugeridos por un encono que no se atrevian á manifestar . Los alemanes , en su marcha
por el Bósforo, avanzaban en medio de emboscadas y lazos esparcidos por todas partes donde debian pasar .
Los cruzados, así que se separaban del ejército, eran degollados por los soldados de Comneno ; se les cerra
ban las puertas de la ciudad , y cuando pedian víveres , se les obligaba á poner el dinero en una cesta que se
les bajaba de lo alto de las torres, y muchas veces solo obtenian burlas insultantes .
El historiador griego Nicetas dice que mezclaban con cal las harinas que les daban para su alimento . Ha
bian creado una falsa moneda que se les daba cuando tenian estos que vender algo, pero que rehusaban ad
mitir cuando tenian los otros que verificar alguna compra . En fin si deben creerse las acusaciones de los la
tinos , el enemigo fué avisado de la marcha de los peregrinos alemanes , los guias que se les habian dado en
Constantinopla descarriaron al ejército en las montañas de la Capadocia , y le entregaron vencido ya por las
fatigas , el hambre y la desesperacion á la espada de los infieles . Los franceses que vinieron despues se mos
traron menos indisciplinados que los alemanes, y fueron mejor tratados por los pueblos que encontraron á su
paso . Cuando llegaron á Hungría , los habitantes de esta comarca los recibieron como hermanos.
La presencia de Luis VII inspiró por todas partes el respeto y la alegría ; su misma tienda fué el asilo para
los húngaros perseguidos por las discordias civiles : y entonces fué cuando dijo estas preciosas palabras : La
vivienda de un rey es como una iglesia , sus pies como un altar (2) . A cada ciudad que atravesaban los cru
zados , encontraban embajadores que el emperador de Constantinopla enviaba al rey de Francia : estos emba
jadores se prosternaban delante del rey y le prodigaban las mas exageradas alabanzas . La altanería francesa

(1 ) Cinnam , Biblioteca de las Cruzadas , t . III.—(2) Estas bellas palabas de Luis VII, que no se encuentran en ninguna historia
de Francía, están sacadas de la crónica húngara de Juan Huroz. (Véase la Biblioteca de las Cruzadas t . II , pág. 121. )
LIBRO SESTO . - 1145-1149. 193

quedó mas bien sorprendida que afectada de semejante homenaje . Un dia , Godofredo , obispo de Langres,
viendo que el rey escuchaba con impaciencia las lisonjas de los embajadores griegos , no pudo menos de in
terrumpirles con estas palabras : « Hermanos : no habeis tan á menudo de la gloria , de la majestad , de la sabi
duría y de la religion del rey: él se conoce , y todos nos conocemos ; decid brevemente y sin rodeos lo que

quereis (4). »
A la aproximacion de los que él hacia así cumplimentar, Manuel temblaba en su palacio . Los grandes dek
imperio fuéron por sus órdenes á recibir á las puertas de Constantinopla al monarca francés, quien toman—
do en consideracion los temores del emperador se adelantó á su ejército y se dirigió sin escolta al palacio îm
perial . En su primera entrevista , estos dos príncipes se aseguraron una amistad recíproca , Manuel con la
afectacion de los griegos , y Luis con la sencillez de un peregrino y la franqueza de un rey caballero. « El rey
de Francia , dice Odon de Deuil , fué recibido por el emperador en persona que vino á su encuentro y le abrazó.
Estos dos príncipes tenian á corta diferencia la misma edad y casi las mismas maneras , diferenciándose tan
solo por las costumbres y por el vestido . Se sentaron sobre dos tronos iguales y conversaron por medio de
intérprete; Manuel dijo al rey que deseaba saber cuáles eran sus intenciones añadiendo que en cuanto á él ,
deseaba lo que Dios queria y que él le permitiria todo para que pudiese cumplir su peregrinacion . Ojalá que
hubiese dicho verdad ; al ver su alegría , sus palabras , que parecian espresar los mas íntimos pensamientos
de su alma , cualquiera hubiera creido que Manuel amaba tiernamente al rey; pero no es preciso decir , con
tinúa irónicamente el capellan de Luis VII , todo lo que tendria de verdad semejante opinion .
Constantinopla fué, como en la primera cruzada , un maravilloso espectáculo para los guerreros del occi
dente . Aun cuando despreciaban el carácter y afeminadas costumbres de los griegos , los latinos no podian
ver sin admiracion los bellos edificios y las magnificencias de la ciudad imperial . El antiguo historiador de
esta espedicion ha hecho de Bizancio una animada y viva pintura , cuyos principales rasgos no pueden
ser omitidos en nuestra relacion.

Constantinopla , dice el cronista , la gloria de los griegos, tiene la forma de un triángulo . Hácia là parte
oriental y el mar de Mármara , se hallan la iglesia de Santa Sofía y el palacio de Constantino , con una

capilla llena de preciosas reliquias . La ciudad está rodeada por los dos lados del oriente y del norte por
las aguas del mar . Al llegar á la ciudad , se encuentra á la derecha el canal de San Jorge, y á la izquierda eð
golfo ó el canal que le sirve de puerto . En el declive de una colina está situado el palacio de Blaquernas .
Situado en un punto muy ventajoso , este palacio ofrece el triple aspecto del mar , de la ciudad y de la cam
piña ; se admira su fachada y la elevacion de sus muros, y en el interior todas las maravillas del lujo . Há
cia la parte occidental de la ciudad hay una llanura que se estiende hasta perderse de vista ; por este lado
Constantinopla está fortificada por una doble muralla , con varias torres , desde la Propóntida hasta el palá
cio , en un espacio de mas de dos millas . Ni esta doble muralla ni sus torres constituyen la fuerza de la
ciudad, esta consiste en el gran número de sus habitantes y en la larga paz que disfruta. A la parte esterior
de las murallas hay inmensos jardines que proveen de abundantes legumbres á là capital . Canales subter
ráneos conducen desde fuera aguas dulces , porque el agua de las cisternas es salada y fétida . En algunos
parajes la ciudad está falta de corrientes de aire : los ricos cubriéndose las calles con sus edificios , dejan á
los pobres y á los estranjeros la inmundicia y las tinieblas ; allí se cometen robos , asesinatos y otros crí

menes, que la oscuridad favorece . Como en esta ciudad se vive sin justicia , puesto que hay tantos dueños
como ricos, y tantos ladrones como pobres , el malvado no conoce ni el temor ni la vergüenza . Constanti
nopla sin su corrupcion podia ser preferida á todos los lugares del mundo , por su temperatura , por la ferti
lidad de su suelo y por el fácil paso que ella ofrece á la propagacion de la fé . El canal de San Jorge se parece
al mar por sus aguas saladas y por la abundancia de pesca , y á un rio por la facilidad con que uno lo atravie
sa sin peligro siete ú ocho veces al dia . »
Durante la estancia de los cruzados franceses en Constantinopla , nada omitió Manuel para hacerse bien
quisto de Luis VII y de sus barones . Se complacia en enseñarles el lujo de su corte y las maravillas de la ca
pital: visitaba el campo de los peregrinos , aplaudia su empresa y les prometia todos los socorros necesarios :
en fin cada dia se renovaban las protestas de amistad y cariño . Con todo, un profundo encono subsistia en

(1) Odon de Deuil , Biblioteca de las Cruzadas, t. I.


196 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tre los griegos y los latinos: mil circunstancias podian aumentarlo y redoblarlo , pero nada podia estinguirlo
ni aun suavizarlo . Los cruzados de Francia reprochaban á Manuel hasta sus demostraciones de amistad
que ellos miraban como una traicion . Despues que el emperador pidió á los barones que le prestasen
homenaje y que le entregasen las ciudades griegas que conquistarian con sus armas, se propuso en el con
sejo de Luis VII apoderarse de Constantinopla .
>>>Vosotros habeis oido , dijo el obispo de Langres , á los griegos que os proponen de reconocer su imperio y
de someteros á sus leyes : así debe el debil mandar al fuerte , la molicie al valor? ¿ Qué ha hecho por ventu
ra esta nacion? ¿qué han hecho sus mayores para mostrar tanto orgullo? Yo no os hablaré de emboscadas
que han multiplicado sobre el camino que debiais atravesar . Nosotros hemos visto á los sacerdotes de Bizancio
mezclar la burla con el ultraje , purificar con el fuego los altares en donde nuestros sacerdotes habian cele
brado . Ellos nos exigen hoy juramentos que el honor prohibe . ¿No es ya tiempo de vengar los traiciones y
de rechazar las injurias? Hasta aquí , mas han tenido que sufrir los cruzados de parte de sus pérfidos ene
migos , que no de los que se les han declarado abiertamente . Hace mucho tiempo que Constantinopla es una
importuna barrera entre nosotros y nuestros hermanos de la Palestina . Nosotros debemos al fin abrirnos el
libre camino del Asia.

>>>Los griegos , vosotros lo sabeis , han dejado caer en manos de los infieles el sepulcro de Jesucristo y todas
las ciudades cristianas del oriente . Constantinopla , no lo dudeis , será pronto la presa de los turcos y de los
bárbaros, y por su cobarde flojedad les abrirá un dia las barreras del occidente . Los emperadores de Bi
zancio no saben ni defender sus provincias ni sufrir que otros lo hagan ; siempre han detenido los generosos
esfuerzos de los soldados de la cruz ; hace poco que este emperador que se declara vuestro ausiliar , ha que
rido disputar á los latinos sus conquistas y arrebatarles el principado de Antioquía : y quiere hoy dia en
tregar el ejército cristiano á los sarracenos . Apresurémonos á evitar nuestra ruina , preparada por los trai
dores ; no dejemos detrás de nosotros á una ciudad insolente y envidiosa que solo espera el momento de des
truirnos , y hagamos caer sobre ella los males que nos prepara . Si los griegos llevan a cabo sus pérfidos de
signios, el occidente os pedirá un dia sus ejércitos . Ya que la guerra que nosotros emprendemos es santa ,
¿no parece justo emplear todos los medios para conseguir la victoria? La necesidad , la patria y la religion o
mandan hacer lo que yo os propongo . Los acueductos que proveen de agua á la ciudad están en nuestro po
der y nos ofrecen un medio fácil de reducir á sus habitantes. Los soldados de Manuel no podrán sobrellevar
el aspecto de nuestros batallones . Una parte de las murallas y de las torres de Bizancio acaban de desplomar
se delante de nosotros, como por una especie de milagro ; parece que el mismo Dios nos llama á la ciu
dad de Constantino, y que nos abre las puertas como él abrió á nuestros padres las de Edeso , Antioquía y
Jerusalen . »
>

Cuando el obispo de Langres hubo acabado de hablar , muchos de los caballeros y barones levantaron la
voz para contestarle . Los cristianos habían venido al Asia para espiar sus pecados , y no para castigar á
los griegos : habian tomado las armas para defender á Jerusalen , y no para destruir á Constantinopla .
Es verdad que debia mirarse á los griegos como herejes y no como enemigos declarados : se habia res
petado á los judíos , igualmente debia hacerse con los griegos . Cuando los guerreros cristianos habian toma
do la cruz , Dios no les habia confiado la espada de su justicia . En una palabra ; los barones encontraban en
el discurso que acababan de oir mas política que religion , y no podian concebir que se pudiese intentar una
empresa que no estaba de acuerdo con el honor. De otra parte , ellos no podian creer los males que se les
anunciaban y descansaban en la Providencia y en su valor para allanar los obstáculos . Los mas escrupulo
sos peregrinos temian al ver retardar la marcha de los cruzados, y este temor aumentaba sus mismos escrú
pulos . En fin la lealtad de los caballeros , la piadosa impaciencia de visitar los santos lugares , y tal vez los
regalos y seducciones de Manuel , hicieron triunfar el partido de la moderacion .
Sin embargo el emperador se alarmó al ver que unos guerreros llenos de fiereza y de audacia trata
ban tan cerca de su persona de la conquista de su capital . El homenaje que le tributaron los barones y los
caballeros no le aseguraban de sus empresas . Para acelerar su marcha , hizo correr la voz que los
alemanes acababan de lograr grandes victorias sobre los turcos , y que se habian hecho dueños de Iconium .
Este medio fué tan eficaz , que sobrepujó las esperanzas de Manuel .
1 Cuando los cruzados franceses se alejaron de Constantinopla , un eclipse de sol vino á llamar su atencion .

1
LIBRO SESTO. - 1145-1149. 197

La muchedumbre vió en este fenómeno un presagio funesto , creyendo encontrar en él el aviso de una gran
calamidad ó de una nueva traicion de Manuel . Los temores de los peregrinos no tardaron en realizarse . Cuan
do los franceses avanzaban hácia la Bitinia , se difundió la notícia que el ejército de los alemanes habia pe
recido casi todo en el camino de Iconium.
mas
Este ejército , dividido en dos cuerpos , habia partido de Nicea en el mes de octubre : el primero y el
considerable, mandado por el emperador , habia seguido la direccion de Godofredo y de sus compañeros ; el sc
gundo cuerpo, en el que iba el hermano del emperador , se habia dirigido hácia Laodicea , atravesando el an
tiguo pais de Cotyleum , hoy Contay . Los griegos que Conrado habia tomado por guias , le habian hecho llevar
viveres por solo ocho dias, prometiendo que en una semana de marcha llegarian á Iconium. Despues de la
octava jornada el ejército en lugar de aproximarse al punto donde se dirigia , se halló en un pais descono
cido é inhabitado , que no tenia fuentes , rios , bosques ni pastos . Los guias, interrogados , aconsejaron an
dar tres dias mas , jurando por Jesucristo y por todos los santos, que pronto se presentarian á su vista las
campiñas de Licaonia . Bajo esta promesa el ejército continuó su marcha : pero en lugar de conducirlo há
cia Iconium , los guias lo encaminaron hacia el norte , en donde solo encontraron áridas montañas . Los cru
zados tenian sin cesar que subir y bajar de las colinas y de los puntos escarpados los hombres, los caballos :
y las bestias de carga , perecian víctimas del hambre, de la sed y de la fatiga . El cuarto dia desde la mañana
buscáronse los guias ; pero habian desaparecido , y todas las alturas vecinas estaban cubiertas de una in
mensa multitud de turcos , ladrando como perros y aullando como lobos . Desde luego se deliberó en consejo
si seria mas prudente regresar por el punto que habian venido , que no el avanzar en un pais que no se
conocia nada , que no ofrecia recurso alguno , y cuyas avenidas estaban ocupadas ó defendidas por las hor
das de los bárbaros. Esta opinion , que era la ley de la dura necesidad , fué adoptada unánimemente .
La retirada se efectuó desde luego y con buen órden . Los turcos se limitaron durante los primeros dias á
atacar á los que se estra viaban del ejército, ó que no podian seguirle. Algunos jefes , de los mas valientes ,
teniendo á su cabeza á Bernardo , duque de Carintia , se espusieron á los mas grandes peligros para proteger
la marcha de los débiles : pero al fin sorprendidos ellos mismos en los caminos difíciles , sucumbieron con los
desgraciados peregrinos que querian salvar . Los turcos redoblaron entonces su audacia : armados á la lijera
y montados sobre ágiles caballos , tan pronto estaban en los flancos como á retaguardia del ejército : los caba
1 lleros teutones , montados sobre caballos estenuados por el hambre, no podian avanzar , y sus armas eran mas
1
bien un peso engorroso , que no un medio de ataque ó de defensa . Á toda hora del dia y de la noche , milla
res de hombres y de caballos caian heridos por las flechas de los turcos, y el ejército se encontraba entre
gado á la mas terrible confusion : el mismo emperador fué herido por dos venablos , sin que sus caballeros
pudiesen salvarle . A medida que iban adelantándose así el número de bárbaros crecia y con estos las plagas
mag

que desolaban al ejército ; los muertos , los heridos y los enfermos permanecian abandonados sobre los ca
minos. Los que no podian andar mas , arrojaban las armas y esperaban la muerte de los mártires : los que
aun conservaban alguna fuerza , buscaban su salvacion en la fuga . Entonces este imperial ejército , que ha
bia hecho temblar el Asia , se encontró completamente disperso y como aniquilado . El segundo cuerpo de Nu
teutones, conducido por Federico de Suabia y por el obispo de Freisingen , sucumbió tambien á fuerza de
hambre y de sed, no menos que por las dificultades de los caminos y por los continuados ataques de los
turcos , abismándose en las montañas vecinas á Laodicea .
La historia guarda silencio sobre este doble desastre . Solamente por alguna palabra de Odon de Deuil ,
hemos podido seguir confusamente esta larga y terrible agonía de un ejército que pereció sin haber combati
do , y que no se puede apenas saber si su fin fué acompañado de alguna gloria . El emperador Conrado llegó
áNicea con el pequeño número de guerreros , que habian resistido ó podido escapar del hambre y de la cu
chilla turca . Así que llegó al campo de Luis VII , dice Odon de Deuil , los dos monarcas se alzaron con cordia
lidad dándose besos , empapados con las lágrimas de la compasion : jurando acabar juntos su peregrinacion y
de no abandonarse jamás . Pero Conrado no cumplió su promesa ; debia encontrarse mal en medio de los
cruzados, cuya gloria habia empañado, y tambien comprometido la causa ; y regresó á Constantinopla en
donde fué recibido con los brazos abiertos, porque la destruccion de los latinos y la ruina de un ejército
de occidente no tenia nada de desagradable para la corte de Manuel .
Luis VII prosiguió su marcha siguiendo la costa del mar . Este camino ofrecia mas recursos que el otro para
498 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

el aprovisionamiento de un ejército . Odon de Deuil habla de tres rios que atravesó el ejército francés en un
mismo dia ; nosotros creemos que estos tres rios eran el Tartesis , el Olsepo y el Granico ( 1 ) . Entre las ciu
dades que los soldados de la cruz pudieron ver, costeando la Propóntida y el Helesponto, pueden nombrarse
Cízico , Priapo , Lámpsaco y Abydos . Los peregrinos no conocian ni la historia ni los nombres de estas an
tiguas ciudades ; sobre estas poéticas riberas no buscaban mas que víveres, los que no siempre encon
traban, porque las violencias de una muchedumbre indisciplinada espantaban á los habitantes, que huian á su
aproximacion , llevándose consigo cuanto poseian . Esplicando ó comentando la relacion de Odon de Deuil ,
segun el conocimiento del terreno , se ve que los cruzados no pasaron por la llanura de Troya ni atravesaron
el Simois ni el Escamandro (2) . Nosotros nos inclinamos á creer que el ejército de Luis VII , llegado que hu
bo á la embocadura del Rodio , tomó un camino que aun existe hoy dia y que conduce de los Dardanelos á
Pérgamo . Dejando á su derecha el monte Ida , llegaron las tropas á Esmirna , despues á Efeso , en donde se
detuvieron algunos dias para celebrar las fiestas de Navidad .
El ejército atravesó á Caistro y presto Hegó en la gran llanura de Measdra . Aquí fué donde los cruzados
franceses vieron por primera vez á los turcos : una multitud de bárbaros se habian reunido en este pun
to para disputar al ejército cristiano el paso del rio , envalentonados con la victoria que habian

conseguido de los alemanes . El Meandro tenia mucha agua á causa de las lluvias ; y el paso del rio era
difícil y peligroso en presencia del enemigo . Nada detuvo á los cruzados franceses , animados con el ejemplo
de su rey . Se habia hecho colocar en el centro del ejército los bagajes con la mayor parte de los peregri
nos sin armas ; por vanguardia , por retaguardia y por los flancos , estaban formados en batalla los batallones
de guerreros : de este modo el ejército atravesó el rio ; los turcos fueron rechazados en todos puntos, y dejaron
la llanura cubierta de muertos . El paso del Meandro era el primer triunfo de la cruzada , y los peregrinos lo
atribuyeron á la intervencion del poder divino. Muchos de ellos habian visto á un caballero con blanca ar
madura , que pasaba el rio con el ejército cristiano , mostrándole el camino de la victoria (3) .
Los cruzados llegaron en dos dias de marcha á Laodicea , ciudad situada sobre el Lycus. Allí pudieron
oir hablar de la derrota de los cruzados teutones ; se les enseñó las cercanas montañas que habian visto
perecer el ejército conducido por el hermano del emperador Conrado (4) . Estos recuerdos tan recientes hubie
ran debido servirles de leccion y advertirles al menos de estar con mucha vigilancia ; pero acababan de triun
far de los turcos, y la prudencia no ejercia gran influencia despues de acabar de ganar una batalla .
Los cruzados tomaron el camino de Satalia , siéndoles preciso atravesar el Cadmus , hoy Baba-Dagh . ' Al
dia siguiente de su salida de Laodicea , llegaron á medio dia al pié de una montaña que no menciona el mapa
y que Odon llama la montaña execrable . El camino que debian seguir estaba entre dos precipicios , con enor
mes rocas hacinadas unas sobre otras (5 ) . Todo el ejército avanzó dividido en tres cuerpos , la vanguardia , la

retaguardia y el centro , donde se encontraban los bagajes y el pueblo de los peregrinos . Uno de los barones,
Godofredo de Rancon, mandaba la vanguardia , y habia recibido órden de pararse en la montaña y esperar
allí al grueso del ejército ; desgraciadamente no obedeció la órden que habia recibido, efecto de la indiscipli
na de los jefes y soldados . Despues de haber atravesado los caminos mas difíciles , prosiguió su marcha , y fué
á colocar sus tiendas en un valle situado detrás de la montaña . El resto del ejército avanzaba lentamente; el
centro con los bagajes y con la multitud sin armas , colocado en estrechos senderos y marchando al borde del
abismo , encontróse en un espantable desórden ; las bestias de carga caian de lo alto de las escarpadas rocas ,
y arrastraban en su caida todo cuanto encontraban ; las rocas que se desgajaban de la montaña multiplicaban
las desgracias , y los abismos se llenaban de restos del ejército . Los turcos , que no habian cesado de seguir á

(1 ) Estos tres rios desembocan en el mar de Mármara. (Véase la Correspondencia de oriente t. II .) -(2) Si Luis VII hubiese
continuado su marcha por las costas del mar , le hubiera sido preciso ir hasta el cabo Lectos , hoy el cabo Baba, y seguir por ca
minos difíciles la fragosidad del mar hasta Esmirna. (Véase la Correspondencia de oriente, t. III .) -(3) Durante nuestra última per
manencia en Esmirna en 1830 M. Poujoulat hizo una interesante escursion al Meandro , sobre el camino que habia seguido Luis VII.
En su narracion, fija con mucha precision el punto por donde el ejército francés pasó el rio. (Véase la Correspondencia de orien
te, t . III. (4) Tagenon , que ha descrito el itinerario de Barbaroja , nos dice que las montañas vecinas de Laodicea, habian sido
testigos del desastre de los alemanes, y que el obispo de Freisingen perdió las sandalias.- (5) A la derecha, hay unas piedras
enormes, calcáreas, que forman como una larga y alta muralla; á la izquierda un precipicio inmenso , en el fondo del cual se ven
puntas de roca desgajadas de la montaña ; entre el abismo y la muralla pasa el sendero que siguen las caravanas . Este sendero,
trazado sobre la pendiente de las rocas , consiste en huecos hechos por el paso de las mulas . Carta LXXVIII de la Corresponden
1 cia de oriente.)
498 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

el aprovisionamiento de un ejército . Odon de Deuil habla de tres rios que atravesó el ejército francés en un
mismo dia ; nosotros creemos que estos tres rios eran el Tartesis , el Olsepo y el Granico ( 1 ) . Entre las ciu-
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LIBRO SESTO . - 1145-1149 . 199

los cruzados y de espiar el momento de atacarles con ventaja , se aprovecharon de esta horrible confusion y se
arrojaron sobre las perdidas masas de peregrinos . Esta multitud , sin defensa , cae bajo la cuchilla enemiga .
Los gritos , repetidos por el eco de los montes, llaman la atencion del rey que se encontraba á retaguardia .
Luis VII con los caballeros que el peligro une á su alrededor , corre al lugar del combate . Despues de una
lucha terrible el centro del ejército se halla libre del ataque de los bárbaros , y prosigue su marcha ; entonces
el rey y sus intrépidos guerreros quedaron solos combatiendo con los turcos . En este encuentro Luis VII per
dió su escolta, poco numerosa pero ilustre . Llegando la narracion á este punto , el mon je de San Dionisio no
puede contener sus lágrimas , su corazon se parte cuando ve que las mas bellas flores de la Francia se han
marchitado antes de haber llevado frutos sobre las murallas de Damasco . Todos los guerreros que combatian
con Luis VII habian sucumbido á su lado . Habiéndose el rey quedado solo, agarrado á las ramas de un
árbol sube á lo alto de una roca , y allí recibe sobre su coraza las flechas lanzadas desde lejos contra él ,
y por medio de su sangrienta espada hace víctimas á cuantos se atreven aproximarse para ofenderle .
Su valor y el sobrevenir la noche le salvaron . Montó sobre un caballo que estaba abandonado y se reu
nió á su vanguardia . Su llegada al campo cristiano llenó de alegría á todos los que lloraban su muerte ;
pero como llegase solo y cubierto de sangre , conocieron cuán desgraciada habia sido la jornada . Se en
cendieron grandes hogueras durante toda la noche , á fin de que los cruzados que habian podido salvarse

de la espada del turco , pudiesen reunirse al ejército pero nadie regresó .


Guillermo de Tiro deplora esta sangrienta derrota de los cristianos , y su piedad se admira que Dios
haya concedido la victoria á los pueblos enemigos de su nombre : «¿Por qué , pues, oh buen Jesus , esclama ,
por qué este pueblo que se sacrifica por vos , y que iba á adorar vuestra piedad en Jerusalen , ha sido ven
cido y destruido por los que os odian? » Tanta desgracia y vergüenza debia recaer sobre Godofredo de Ran
con. En el ejército todo el mundo pedia un severo castigo para la indisciplina , causa verdadera de tan
tos males ; pero durante esta fatal jornada , todos habian faltado á las leyes de la disciplina , todos habian
cometido faltas y preciso era volver los ojos á la Providencia para castigarlos .
Una calamidad tan horrible debia al menos ser una leccion para lo sucesivo . El gran maestre del
Temple habia venido delante del rey de Francia con muchos caballeros : su tropa era muy disciplinada
y los cruzados la tomaron por ejemplo . El rey dió el mando supremo del ejército á un viejo guerrero
llamado Gibert. Los grandes y los plebeyos , el mismo rey , dueño de las leyes , juraron obedecer á su es
perimentado jefe y á todos los que este designase para ejecutar sus órdenes fortificado el ejército con
una severa disciplina , prosiguió su marcha hácia Satalia . Fué atacado cuatro veces por los turcos , y otras
tantas fueron estos rechazados vigorosamente . Los caminos estaban en mal estado , y escaseaban los ví
veres, pero nadie se quejaba . Las victorias sobre los infieles, dice Odon de Deuil , eran para los cruzados
franceses una distraccion que les hacia olvidar las penalidades del viaje . Como el enemigo habia aso
lado toda la comarca por donde pasaron los peregrinos , estos mataron los caballos que no podian an
dar, y se alimentaban con su carne ; todos estaban contentos de este alimento , hasta los ricos , sobre
todo cuando podian mezclar la harina cocida debajo de la ceniza . Los cruzados finalmente llegaron á Sa
talia , despues de doce dias de marcha .
Satalia , ó Attalia , construida á la punta del golfo de este nombre , estaba habitada por los griegos y go
bernada en nombre del emperador de Constantinopla . Los turcos ocupaban las fortalezas vecinas , y di
fundian la consternacion en todo el contorno . Los habitantes de Satalia , encerrados dentro de sus murallas ,
rehusaron recibir al ejército cristiano . Desde este momento este ejército no vió el límite de sus padeci
mientos, y la multitud de los peregrinos casi desnudos y faltos de todo se vió obligada en presencia del
enemigo, y en medio de lo mas rigoroso de la estacion , á acampar durante mas de un mes en las llanu
ras vecinas , espuestos todos los dias á perecer por el hambre , por el frio y por la espada . A medida que
los cruzados perdian la esperanza de ver acabar sus males , su resignación y su valor les abandonaba .
Habiendo Luis VII reunido un consejo , los señores y los barones le representaron que los soldados de
la cruz , sin caballos , sin armas y sin víveres , no podian suportar por mas tiempo ni los trabajos de la
guerra ni las fatigas del viaje . Solo nos resta , añadieron ellos , el medio de abandonarnos á los peligros
del mar . El rey no participaba de esta opinion , y queria que solo se embarcase la multitud de los pe
regrinos que embarazaban la marcha del ejército . En cuanto á nosotros redoblaremos el valor , les dice ,
200 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

y seguiremos la senda que nos han trazado nuestros padres , vencedores de Antioquia y de Jerusalen .
Mientras tenga alguna cosa , la partiré con mis compañeros cuando todo se haya concluido , ¿quién de
vosotros no sobrellevará conmigo la pobreza y la miseria? Los barones vivamente conmovidos con es
te discurso, juraron morir con el rey, pero no querian morir sin gloria . Animados con el ejemplo de
Luis, podian triunfar de los turcos , salvar los desiertos y desafiar todos los peligros : pero eran im
potentes contra el hambre y la perfidia de los griegos , y censuraban el que Luis VII nohubiese seguido
los consejos del obispo de Langres , el haber perdonado à enemigos mas crueles. que los musulmanes,
mas peligrosos que las tempestades y que los peñascos del mar .
Finida que fué la sesion que tuvo el consejo, se levantó en el ejército cristiano un clamoreo contra los

griegos ; el gobernador de Satalia temió los efectos de la desesperacion y propuso á Luis VII el que se
embarcasen todos los cruzados , facilitando al efecto varios buques . Esta proposicion fué aceptada , pero
los navíos tardaron mas de cinco semanas en llegar , y cuando estuvieron en el puerto se vió que ni

eran bastante grandes , ni bastantes en número para embarcar á todo el ejército cristiano . Los cruza
dos conocieron entonces el abismo de males en que iban á engolfarse y tal fué su resignacion , ó mejor
el deplorable estado de su ejército , que no cometieron violencia alguna contra los griegos ni amenazaron
á una ciudad que rehusó el socorrerles.

Una multitud de pobres peregrinos, entre los cuales habia barones y caballeros , se presentaron ante el rey
y le hablaron en estos términos . <« Nosotros no tenemos dinero para pagar el pasaje , y no podemos seguiros
á la Siria ; nos quedamos aquí abrumados por la miseria y por las enfermedades ; cuando nos hayais dejado
estaremos en los mayores peligros , y el encuentro de los turcos es el menor que debemos de temer . Acordaos
que nosotros somos franceses , que somos cristianos , y dadnos al menos jefes que puedan consolarnos durante
vuestra ausencia y ayudarnos á sobrellevar la fatiga , el hambre y la muerte que nos espera estando lejos de
vos.» Luis para tranquilizarles les dirigió afectuosas palabras , dando órden para que se les distribuyesen
sumas considerables . Les prodigó ausilios , dice Odon de Deuil , como si él nada hubiese perdido , ó que no tu
viese necesidad de nada para sí mismo . Mandó venir al gobernador de Satalia , y le dió cincuenta marcos de
plata para poder atender á la curacion de los enfermos , que se quedaban en la ciudad , y para hacer conducir
el ejército á las costas de la Cilicia .
Luis VII dió por jefes á todos los que no podian embarcarse , á Thierri conde de Flandes y à Achambaldo
de Borbon, y se embarcó en seguida en la flota que se tenia preparada , con la reina Leonor , con los prin
cipales señores y con el resto de caballería que habia quedado . Al aspecto de los cruzados que dejaba en
Satalia , el rey de Francia no pudo contener sùs lágrimas . Un gran número de peregrinos, que se habian
reunido á la orilla del mar , seguian con la vista el buque en que iba el rey , haciendo votos á fin de que tu
viese un próspero viaje y cuando le hubieron perdido de vista , solo pensaron en sus desgracias , cayendo en
el mas triste abatimiento .

El dia siguiente de la marcha de Luis VII , los peregrinos que aguardaban la escolta que se les habia pro
metido , vieron llegar á los turcos , que acudian de todas las comarcas vecinas . Se trabaron varios combates , en
los cuales los cristianos se defendieron con mucho valor ; pero los infieles renovaban todos los dias el ataque,
y los cruzados , cansados por la fatiga , devorados por el hambre y abrumados por sus enemigos , pidieron en
vano un asilo dentro los muros de Satalia . Los griegos se mostraron impasibles . No quedó , pues , á los des
graciados peregrinos medio alguno de salvacion . El rigor de su miseria abatia su espíritu y su valor , hacién
doles como insensibles á sus propios males ; ya no buscaban sus banderas y parecia que huian de sus
compañeros , no conociendo ni siguiendo á sus jefes . Estos no escuchaban ni siquiera la voz de la religion ,
de la humanidad ni del honor . En medio del mas espantoso desórden , Achambaldo de Borbon y el conde de
Flandes no pensaban mas que en salvar sus vidas , y se embarcaron en un navío , dejando sobre la ribera á
una multitud descarriada que con los brazos abiertos llenaba el aire con sus gritos desgarradores (1 ) .
Dos cuerpos de peregrinos, compuestos el uno de tres mil y el otro de cuatro, arrastrados por la desespera
cion , resolvieron marchar á Cilicia , mas como no tenian buques para pasar varios rios , ni armas para batirse

contra los turcos, perecieron casi todos . Los otros que les siguieron lograron igual suerte . Los enfermos

(1) Odon de Deuil da todos estos detalles, pero no pasa mas adelante en su narracion.
LIBRO SESTO.1145-1149. 201

que se habian quedado en Satalia perecieron tambien sin que pudiesen saber cuál habia sido la suerte de
sus compañeros . La historia ha conservado apenas algunos detalles de estos horrorosos desastres : y aquí fuer
za es repetir la espresion de los viejos cronistas : « Dios solo sabe el número de los mártires , víctimas de la
cuchilla turca y del hierro de los griegos . >>
Muchos cristianos , dominados por la desesperacion , creian que el Dios, que les dejaba åbandonados en
medio de tantos peligros, no era el Dios verdadero . Tres mil de entre ellos abrazaron la fé de Mahoma y se
reunieron á los musulmanes , que se compadecieron de su miseria . « ¡ Oh piedad, mas cruel que la perfidia !
esclama un cronista ; los infieles que daban pan á los cristianos , les robaban su religion . » Los griegos de
Satalia no disfrutaron mucho tiempo de su traicion ; y fueron sucesivamente despojados por los turcos y por
los agentes del fisco imperial . El aire , infestado con los cadáveres de las víctimas , esparcia dentro de sus muros
el luto y la muerte. Así este pueblo que se habia mostrado sin piedad por la desgracia , fué él mismo víctima
de toda clase de calamidades . Poco tiempo despues de la marcha de Luis VII , y del desastre de los cruzados ,
Satalia se encontraba casi sin habitantes, y sus abandonadas ruinas , segun la opinion de los contemporáneos ,
2
atestiguaron en lo sucesivo á los viajeros y á los peregrinos la inevitable justicia de Dios .
Cuando Luis llegó al principado de Antioquía, habia perdido las tres cuartas partes de su ejército , pero no
por esto Raimundo de Poitiers dejó de darle buena acogida . El pueblo y el clero habian venido procesional
mente á recibir al rey. Los franceses que le acompañaban olvidaron en medio de los placeres las fatigas de
un largo viaje y la deplorable muerte de sus compañeros . Antioquía contaba entonces dentro de sus muros á
la condesa de Tolosa , la condesa de Blois , Sibila de Flandes , la condesa de Boussy , Talequery , duquesa de
Bouillon, y muchas otras damas célebres por su nacimiento ó por su belleza . Las fiestas que Raimundo les dió
recibieron mayor brillo con la presencia de Leonor de Guiena . Esta jóven princesa , hija de Guillermo IX y
sobrina del príncipe de Antioquía , unia á una imaginacion viva y seductora las gracias de la hermosura :
habiase hecho admirar en Constantinopla , y no habia encontrado rival alguna en la corte de Manuel . Se
le censuró, con bastante razon , de estar deseosa de agradar , mas de lo que convenia á una reina cristiana ;
una sincera piedad , el deseo de hacer penitencia la conducian seguramente á Jerusalen . Las fatigas, los peli
gros de una larga peregrinacion , las desgracias de los cruzados, el recuerdo de los santos lugares , siempre
presentes en la imaginacion de los peregrinos, no habian disminuido su viva inclinacion á los placeres y su
aficion á la galantería .

Raimundo de Poitiers, en medio de las fiestas dadas á la reina Leonor , no descuidaba los intereses de su
principado ;. queria debilitar el poderío de Noredino , el mas temible enemigo de las colonias cristianas, y
deseaba ardientemente que los cruzados quisiesen ayudarle en esta empresa ; las caricias, las súplicas , los
regalos, nada se omitió para decidirle á prolongar su estancia en sus estados . El príncipe de Antioquía diri
gióse luego al rey de Francia , y le propuso por medio de un consejo de barones el sitiar á Alepo y otras pla
zas vecinas. Como los enemigos mas formidables de los cristianos llegaban todos los dias de las riberas del
Tigris y del Eufrates , el medio mas seguro de prevenir sus invasiones era apoderarse de las ciudades que
ellos encontraban á su paso y que eran para ellos como las puertas de la Siria . ¿Cuántas desgracias afligie
ron á las colonias griegas por haber dejado estas ciudades en poder de los bárbaros? Aun no se habia olvida
do el cautiverio de Boemundo, compañero de Godofredo, el del rey de Jerusalen , la muerte de Rogerio y
tantos príncipes sorprendidos y vencidos por los turcomanos y por las hordas venidas de la Persia , de las orillas
del mar Caspio y del territorio de Mosul . ¿Podia olvidarse acaso la toma de Edeso, que acaba de llenar de
espanto á toda la cristiandad , y las amenazas del feroz conquistador de la Mesopotamia , que habia jurado
apoderarse de Antioquía y de someter á Jerusalen á las leyes del islamismo? Todas estas razones y muchas
otras, que alega Raimundo de Poitiers , no podian ser apreciadas en su verdadero valor por guerreros llega
dos de occidente y que no conocian ni la situacion de las colonias cristianas, ni el poder de sus enemigos .
Luis VII contestó que él habia hecho voto de ir al santo sepulcro, que él habia tomado la cruz por cumplir
este voto , y que desde que él habia dejado la Francia habia esperimentado muchos contratiempos que le
impedian pensar en acometer nuevas empresas: añadiendo que despues de haber cumplido sus religiosas
promesas de peregrino, escucharia con gusto al principe Raimundo y á los otros señores de la Siria , en todo
lo que tendiese al acrecentamiento del cristianismo en el pais .
El príncipe de Antioquía no se dejó abatir por semejante respuesta . Puso todo su cuidado en interesar el
(26 y 27) 26
202 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

corazon de la reina resolviendo servirse del amor para sus designios . Guillermo de Tiro, que nos ha deja
do el retrato de Raimundo , nos dice, que este tenia un modo de hablar dulce y amable , teniendo en sus ma
neras y en su figura un no sé qué, que revelaba desde luego ser un escelente y magnánimo príncipe. Probó
pues de persuadir á la reina Leonor que prolongase su permanencia en el principado de Antioquía . Era
entonces al comenzar la primavera : las risueñas orillas del Oronte , los bosquecillos de Dafne , el hermoso cielo
de la Siria , debian sin duda secundar la elocuencia de Raimundo . La reina seducida por las súplicas de este
príncipe , subyugada por los homenajes y adulaciones de una corte voluptuosa y brillante, y si debe creerse
á la historia, por los placeres y pasatiempos indignos de ella , solicitó con empeño al rey que retardase su
partida para la Tierra Santa ( 1 ) . Como Luis VII tenia una austera devocion y un carácter celoso , los moti
vos que retenian á la reina en Antioquía no hacian mas que fortificar su resolucion de ir á Jerusalen . Las
instancias de Leonor le hicieron concebir sospechas , y estas hicieron á la vez que su determinacion de ir á Je
rusalen fuese inmutable . Entonces Raimundo , viendo frustrado su propósito, hizo públicas sus quejas y
solo pensó en vengarse . Este príncipe era , dice Guillermo de Tiro , de un carácter impetuoso y colérico , en tér–
minos que cuando estaba enfadado no conocia la razon, é hizo participar fácilmente de su indignacion á
Leonor . Esta princesa anunció públicamente el proyecto de separarse de Luis VII , y de hacer anular su
matrimonio bajo pretesto de parentesco . El mismo Raimundo juró emplear la fuerza y la violencia para re
tener á su sobrina en sus Estados; en fin el rey de Francia , ultrajado como soberano y como esposo , re
solvió apresurar su partida , viéndose en la precision de levarse á su mujer y conducirla de noche á su
campamento .
La conducta de la reina debió escandalizar á los infieles y á los cristianos de oriente . Su ejemplo podia tener
fatales resultados en un ejército en el que se encontraban un gran número de mujeres . Entre los muchos
caballeros y hasta musulmanes , que durante su estancia en Antioquía atrajeron sucesivamente las miradas
de Leonor , se cita á un turco que habia recibido de ella varios regalos , y por el cual queria abandonar al rey de
Francia (2) . En esta materia observa ingeniosamente Mezeray, que muchasveces se dice mas de lo que hay, pero
que á veces tambien hay mas de lo que se dice . Sea lo que fuese , Luis VII no pudo olvidar su deshonor , y
se creyó obligado algunos años despues de repudiar á Leonor , la que casó con Enrique II , y dió el ducado
de Guiena á la Inglaterra , lo que fué para la Francia una de las pérdidas mas deplorables de la segunda
cruzada .

El rey y los barones de Jerusalen , temiendo la estancia de Luis VII en Antioquía , le enviaron diputados
para rogarle en nombre de Jesucristo , que apresurase su marcha hácia la Palestina . El rey de Francia escuchó
sus votos, y atravesó la Siria y la Fenicia , sin detenerse en la corte del conde de Trípoli , que tenia los mismos
proyectos que Raimundo de Poitiers . Su llegada á la Tierra Santa escitó el mas vivo entusiasmo , y reanimó
las esperanzas de los cristianos . El pueblo de Jerusalen , los príncipes y los prelados salieron á recibirle ,
llevando en las manos rames de olivo y cantando aquellas palabras con que se saludó al Salvador del mundo:
Bendito sea el que viene en nombre del Señor . Al mismo tiempo, el emperador de Alemania , despues de haber
partido de Europa con un poderoso ejército , y no llevando consigo mas que algunos caballeros , habia llegado
á la Tierra Santa , no con la magnificencia de un gran príncipe , sino con la humildad de un peregrino. Los
dos monarcas deploraban los males que habian sufrido , y reunidos en la iglesia de la Resurreccion adoraron
juntos los profundos decretos de la Providencia .
Balduino III que reinaba á la sazon en Jerusalen , príncipe jóven y de grandes esperanzas , tan impaciente
por aumentar su nombre , como por estender su reino, nada descuidó por merecer la confianza de los cruza
dos y apresurar la guerra que debia hacerse á los musulmanes. Convocóse en Tolemaida una numerosa
asamblea , y el emperador Conrado , el rey de Francia y el jóven rey de Jerusalen , asistieron á ella con todos
sus barones y caballeros . Los jefes del ejército cristiano deliberaron con los principales del clero sobre la guer
ra santa en presencia de la reina Melisenda , de la marquesa de Austria y de muchas señoras francesas y
alemanas que habian seguido los cruzados al Asia . En esta brillante reunion , los cristianos estrañaron no ver

(1) Véase á Guillermo de Tiro, lib. XVI. Desconociendo, dice , la dignidad real , la reina olvidó los deberes de fidelidad para
con su esposo.—( 2) Algunos historiadores han llegado a decir que Leonor de Guiena , se habia enamorado de Saladino. Este nació
el mismo año en que se celebró el matrimonio de Leonor; teniendo apenas diez años al tiempo de la segunda cruzada . Es de ad
vertir que el autor de los Hechos de Luis VII, no habla de la conducta de la reina.
LIBRO SESTO - 1145-1149 . 203

á la reina Leonor de Guiena , y recordaron con dolor las escenas de Antioquía . La ausencia de Raimundo
de Poitiers, de los condes de Edeso y de Trípoli , que no habian sido llamados á esta reunion , debió hacer pre
sagiar los desastrosos efectos de la discordia en que estaban los cristianos de oriente .
El nombre del infortunado Jovelin apenas se mentó en el consejo de los barones y de los príncipes ; tam
poco se habló de la ciudad de Edeso, cuya pérdida habia hecho tomar las armas al occidente , ni de la con
quista de Alepo , propuesta por Raimundo de Antioquía . Desde el principio del reinado de Balduino , los prín
cipes y los señores de la Palestina tenian el proyecto de llevar sus conquistas á la otra parte del Líbano y
de apoderarse de Damasco . Como los cristianos cuando entraban en una provincia ó en una ciudad musul
mana , se distribuian entre ellos las tierras y las casas de los vencidos , el pueblo , que habitaba en las esté
riles montañas de la Judea , la mayor parte de los guerreros de Jerusalen , y hasta el mismo clero , tenian
puesta toda su atencion sobre el territorio de Damasco, que ofrecia á los vencedores un rico botin , habita
ciones alegres y campiñas cubiertas de frutos . Una política previsora podia inspirarles el deseo de adelan
tarse para esta conquista á los atabeks , y sobre todo á Noredino , que debia con ella engrandecer su pode
río . En la mencionada asamblea se decidió empezar la guerra por el sitio de Damasco..
Todas las tropas se reunieron en la Galilea , al principiar la primavera , y se dirigieron hácia Pancas,
mandadas por el rey de Francia , el emperador de Alemania , el rey de Jerusalen , precedidas del patriarca ,

que llevaba la verdadera cruz . El ejército cristiano , al que se habian unido caballeros del Temple y de San
Juan , atravesó en los primeros dias de junio las cordilleras del Anti - Líbano y fué á acampar cerca del pueblo
de Daria, á la entrada de las llanuras de Damasco.
La ciudad de Damasco , llamada hoy dia El-Cham, La Siria, porque ella es la capital, se estiende por
la llanura que hay al pié del Anti - Líbano, presentando una circunferencia de una legua y media . Es una de
las santas ciudades del islamismo y la poblacion musulmana que ella encierra tiene nombre por sufanatismo y
por su odio contra los giaours . Los jardines de Damasco presentan una estension de mas de siete leguas, cu—
bierta de árboles de toda especie, pareciéndose á un hermoso bosque cubierto de naranjos , limones , cedros ,
albaricoques , ciruelos , guindos , albérchigos , higueras, etc. , etc. El rio Berradió Barrada ( 4) cuyos principa
les brazos llevaban antiguamente los nombres de Farfar y Abana , se subdivide en varios canales que rie
gan con sus abundantes aguas los jardines de la ciudad (2) . Ezequiel alaba ó celebra los vinos de Damasco ,
sus talleres y el color de sus lanas. Las telas de seda y de algodon , las oficinas del azúcar y los dulces secos ,
no menos que las sillas para los caballeros del desierto, forman ó constituyen hoy dia el principal comercio
de Damasco ; cada dia caravanas de mercaderes parten de El- Cham para todos los paises del oriente .
Muchos pasajes de la Escritura presentan esta ciudad como el centro de los goces y de las delicias , y aun
en el dia figura entre las mas ricas y mas hermosas ciudades de las regiones orientales . El esterior de las
casas de Damasco presenta mucha elegancia y brillantéz : son verdaderos santuarios asiáticos con paseos
llenos de naranjos , granados y azufaifos, con muchas fuentes y juegos de agua. Una leyenda musulmana
refiere que Mahoma , al ver á Damasco , entusiasmado de la hermosura de este sitio, se paró repentinamento
y no quiso apearse en la ciudad . Solo hay un paraiso destinado al hombre, esclamó el profeta árabe, y en
cuanto á mí he resuelto no tomar el mio en este mundo.

Damasco, una de las primeras ciudades que ha levantado la mano del hombre , ocupada sucesivamente
por los asirios, los persas, los griegos , los romanos , y por los emperadores del oriente, cayó debajo el poder
árabe desde los primeros tiempos de la egira , llegando á ser un principado musulman . En tiempo de la se
gunda cruzada , este principado atacado sucesivamente por los francos , los ortokides y los atabeks , y casti
reducido á su sola capital , pertenecia á un príncipe musulman, que tenia que defenderse de la ambicion de
los emires y de la invasion enemiga . Noredino , dueño de Alepo y de muchas otras ciudades de la Siria , ha-
bia probado muchas veces el apoderarse de Damasco , no abandonando la esperanza de agregarla á sus otras
conquistas, cuando los cristianos resolvieron el sitiarla.

La ciudad estaba defendida por elevadas murallas , por la parte de oriente y de mediodía (3) ; por el lado

(1 ) El Barradi ó Barrada nace á diez leguas de Damasco al noroeste. - 2) M. Poujoulat ha hecho acerca de Damasco el traba
jo mas completo que ha existido hasta aquí (Véase la Correspondencia de oriente, en las cartas CXLV, CXLVI, CXLVH, CXLVIII
y CXLVIIII .)— ,3) Guillermo de Tiro y el autor de los Hechos de Luis VII son los únicos historiadores latinos que dan detalles cir
204 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

de occidente y del norte , ella no tenia por diferencia mas que sus espesos y vastos jardines, en donde se ha
bian levantado algunas palizadas , murallas de tierra y pequeñas torres en las que no se podian colocar los ar
queros . Los cronistas se han complacido en pintarnos el punto de vista que presentaba el ejército cristiano
á su llegada debajo de las murallas de Damasco . « ¡Oh , esclama el autor de los Hechos de Luis VII , qué her
moso era ver á este ejército con todas sus tiendas nuevas , con sus banderas de colores y de formas variadas,
que el viento acariciaba ! Los musulmanes desde lo alto de sus murallas se estremecieron á la vista de este
espectáculo, y nada de estraño tenia su temor , porque sabian que iban á combatir con la flor de la nobleza
francesa . » Los cruzados , dispuestos á empezar el sitio , resolvieron en un consejo que celebraron apoderarse
primeramente de los jardines , en donde esperaban hallar agua y frutas, pero la empresa era muy arriesga
da ; los verjeles que se estendian hasta al pié del Anti -Líbano, presentaban como un espeso bosque atrave

sado ó dividido por dos pequeñas sendas donde dos hombres apenas podian marchar de frente . Los infieles
habian levantado por todas partes atrincheramientos en donde podian resistir sin peligro los ataques de los
cruzados . Nada sin embargo fué bastante para contener la bravura y el ardor del ejército cristiano , que pe
netró por diversos puntos en los jardines . Desde lo alto de los torreones , de en medio del recinto formado por
las murallas , del seno de los frondosos árboles , salia una lluvia de dardos y de saetas . [Cada paso que daban
los cristianos en estos cubiertos lugares , estaba marcado por un terrible combate . Con todo , los infieles , ata
eados sin descanso , fueron al fin obligados á abandonar sus posesiones . El rey de Jerusalen marcha el pri
mero, á la cabeza de su ejército y de los caballeros de San Juan y del Temple: despues de los cristianos de
oriente venian los cruzados franceses mandados por Luis VII . El emperador de Alemania , que habia reunido
los restos de sus tropas, formaba el cuerpo de reserva , y debia guardar á los sitiadores de las sorpresas del
enemigo.
El rey de Jerusalen perseguia á los musulmanes con ardor , sus soldados se precipitaban con él en medio
de las filas enemigas , y comparaban á su jefe con David que , segun refiere la Escritura , habia vencido al rey
de Damasco . Los musulmanes combatiendo siempre , se habian reunido en las orillas del Barrada , al oeste de
la ciudad , para hacer huir á los cristianos, por medio de dardos y de piedras, á fin de que no pudiesen rea
nimarse apagando su sed en las aguas del rio , ni tampoco descansar algun tanto de la fatiga y el calor que
les tenia estenuados . En vano los guerreros mandados por Balduino se esforzaron muchas veces en batir el
ejército de los infieles : encontraron siempre una resistencia formidable é invencible. En estos momentos fué
cuando el emperador de Alemania se distinguió por un hecho de armas digno de un héroe de la primera
cruzada . Seguido de un corto número de los suyos , atraviesa el ejército francés , que la mala posicion topo
gráfica en que estaba colocado le impedia entrar en accion , y se viene á colocar á la vanguardia de los cru
zados . Nada resiste á su impetuoso ataque ; todos los enemigos que encuentra caen debajo sus piés , y viendo

que un musulman de una talla gigantesca y bien armado se dirige hacia él para desafiarles , el emperador vue
la hacia el infiel . A la vista de este singular combate, los dos ejércitos inmóviles esperaban , llenos de temor ,
que uno de los dos campeones hubiese muerto al otro para volver á empezar la batalla . Bien pronto el guer

rero musulman cae del caballo; Conrado con un golpe de espada descargado sobre la espalda de su enemigo ,
partió su cuerpo en dos trozos (1 ) . Este prodigio de fuerza y de valor redobló el entusiasmo de los cristia
nos y difundió el terror en el campo de los infieles , haciendo que estos buscasen un asilo dentro de la ciu
dad , dejando á los cruzados dueños de la ribera .
Los autores orientales hablan del espanto que se apoderó de los habitantes de Damasco despues de la vic
toria de los cristianos . Los musulmanes (2) durmieron sobre la ceniza , durante muchos dias ; se puso de ma
nifiesto en medio de la gran mezquita el Coran recogido por Osman: las mujeres y los niños se juntaban ó
reunian al rededor del libro sagrado , invocando el ausilio de Mahoma contra sus enemigos . Ya los sitiados
pensaban en abandonar la ciudad ; y colocaron en las calles, hácia la entrada de los jardines , gruesas vigas ,
cadenas y grandes montones de piedras, á fin de contener la entrada de los sitiadores , para poder tener tiem
po de huir, con sus riquezas y familia , por las puertas del norte y del mediodía .

cunstanciados acerca del sitio de Damasco. Los cronistas árabes Ibn -Alatir y Dehebi han hablado tambien de él. (Véase la Bi
blioteca de las Cruzadas.) ~(1 ) El autor de los Hechos de Luis VII consagra todo un capítulo á la relacion de este combate sin
gular.- (2) Dehebi , Biblioteca de las Cruzadas t. IV.
LIBRO SESTO . - 1145-1149. 205

Los cristianos estaban tan persuadidos que iban á hacerse dueños de la ciudad de Damasco , que los
jefes solo se ocupaban en saber á quién seria dado el mando supremo de la ciudad . La mayor parte de
los barones y de los señores , que se encontraban en el ejército cristiano, imploraban el favor del rey de
Francia y el del emperador de Alemania , y descuidaron luego el sitio de la plaza , para pretender la
posesion de la misma . Thierri de Alsacia , conde de Flandes , que habia venido dos veces delante de
Palestina antes de la cruzada , y que habia abandonado á su familia todas sus posesiones en Europa , so
licitó el principado de Damasco con mas empeño que todos los otros, y realmente lo obtuvo. Esta preferen
cia hizo nacer la envidia é introdujo el desaliento en el ejército. Mientras la ciudad que se iba á conquis
tar estaba prometida á su ambicion , los jefes se mostraron llenos de celo y de ardor ; pero cuando ya
no abrigaron esperanza alguna , los unos se entregaron á la inaccion, los otros no miraron ya la gloria
de los cristianos como su propia causa , y trataron de hacer abortar una empresa de la que ninguna
ventaja podian reportar .
Los jefes de los sitiados se aprovecharon de esta disposicion en que estaban los ánimos para entrar en
negociaciones con los cruzados . Sus amenazas , sus promesas y sus regalos ó dádivas , acabaron de des
truir el poco celo y entusiasmo que habia quedado entre los cristianos ; se dirigian sobre todo á los
barones de la Siria , y les exhortaban á que desconfiasen de los guerreros venidos del occidente para apo
derarse de las ciudades cristianas del Asia . Les amenazaban tambien de entregar á Damasco al sultan
de Mosul, ó bien al nuevo dueño del Oriente , Noredino, al que nadie podia resistir y el que se apode
raria bien pronto del reino de Jerusalen . Los barones de la Siria , ya fuesen reducidos por este discurso ,
ya que realmente temiesen las empresas de los francos , que habian venido á socorrerles , no trataron
mas que de entorpecer las operaciones de un sitio que tanto habian deseado. Abusando de la confianza de

los cruzados , propusieron una idea que fué adoptada con lijereza y que acabó de frustrar todas las es
peranzas que se habian fundado en esta cruzada .

En una reunion que tuvo lugar , los barones de la Siria aconsejaron cambiar el punto de ataque de la
plaza ; la proximidad de los jardines y de la ribera , decian , impedia el poder colocar de una manera
ventajosa las máquinas de guerra . El ejército cristiano , en la posicion que ocupaba , podia ser sorpren
dido corriendo grave riesgo á mas de ser envuelto sin poder defenderse : parecia pues mas fácil y mas
seguro asaltar la ciudad por el lado del medio dia y del oriente (1 ) .
La mayor parte de los jefes tenian mas valor que prudencia : la confianza que les inspiraba la victoria
les hacia creerlo todo posible ; por otra parte ellos no podian desconfiar de los cristianos de oriente , que
eran sus hermanos y en cuya defensa habian tomado las armas. El temor de que el sitio se prolongase
indefinidamente , hizo que prevaleciese la opinion de los barones de la Siria . Despues de haber cambia
do el punto de ataque , el ejército cristiano en lugar de hallar un acceso fácil á la plaza , solo vió á su
delante torres y murallas inespugnables : no ofreciendo la posicion que acababa de tomar ninguna ven
taja real , siendo además un terreno sin aguas y completamente estéril. Apenas los cristianos acababan
de posesionarse de su nuevo campo , que la ciudad de Damasco recibió dentro de sus muros á un ejército
de veinte mil curdos y turcomanos determinados á defenderla . Los sitiados , reanimados con la llegada de
los ausiliares, se resistieron , dice un historiador árabe , del escudo de la victoria é hicieron varias salidas
en las que obtuvieron varias ventajas sobre los cristianos . Los cruzados asaltaron varias veces la
ciudad y fueron siempre rechazados .
Acampados sobre un pais árido , todo les faltaba : las campiñas vecinas habian sido devastadas por los in
fieles, y el trigo que se habia salvado estaba encerrado en subterráneos que era imposible descubrir. El ejér
cito cristiano iba á verse espuesto á todos los horrores del hambre . Entonces la discordia recrudeció entre los
sitiadores : solo se hablaba en el campo de los cruzados de perfidia y de traicion : los cristianos de la Siria y los
de Europa no reunian ya sus esfuerzos para atacar la ciudad . Pronto se supo que los sultanes de Alepo y de Mo
sul llegaban con un numeroso ejército : desesperóse de tomar á Damasco , y el sitio fué levantado . De este
modo los cristianos , sin haber probado su constancia y su valor , abandonaron al cabo de algunos dias una
empresa cuyos preparativos habian ocupado á la Europa y. al Asia.

(1 ) Véase el autor de los Hechos de Luis VII. Biblioteca de las Cruzadas t . I , pág. 212.)
206 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Una de las circunstancias de este sitio , la mas digna de notarse , es que Ayub , jefe de la dinastía de los
ayubitas , mandaba entonces las tropas de Damasco , llevando á su lado á su hijo , el jóven Saladino , que debia
un dia destrozar el ejército cristiano y hacerse dueño de Jerusalen . El hijo de Ayub habiendo sido muerto
en una salida , los habitantes de Damasco le hicieron construir un sepulcro de mármol , que se veia aun mu
chos siglos despues debajo de las murallas de la ciudad .
Un viejo sacerdote musulman , que habia pasado mas de cuarenta años en una caverna vecina , vióse obli
gado á abandonar su retiro y buscar un refugio dentro los muros que sitiaban los cristianos ; echaba á me
nos su soledad, y atormentado con el ruido de la guerra , se abrasaba por ceñir la corona del martirio . A
pesar de las observaciones de sus discípulos , se adelantó sin armas delante de los cruzados, encontrando
sobre el campo de batalla la muerte que deseaba , y fué honrado como un santo en el pueblo de Da
masco (1 ) .
Si se da crédito á los historiadores árabes los eclesiásticos no descuidaron medio alguno para reanimar el
entusiasmo de los soldados de Cristo . En un combate que tuvo lugar cerca de la ciudad , vióse adelantarse
entre los dos ejércitos á un sacerdote cuya cabeza estaba cubierta de canas, montado en una mula y llevan
do una cruz en la mano , y exhortando á los cristianos á redoblar su valor y entusiasmo, prometiéndoles en
nombre de Jesucristo la conquista de Damasco . Los musulmanes dirigian todos sus tiros contra él , y los cris
tianos se colocaban á su lado para defenderle . El combate fué sangriento ; el sacerdote cayó acribillado de
heridas sobre un monton de cadáveres , y los cristianos abandonaron el campo de batalla .
La mayor parte de los autores árabes y de los cronistas latinos cuentan el sitio de Damasco con circunstan
cias diferentes, sin embargo todos están acordes en que la retirada fué obra de la traicion . Un cronista , testi
go ocular (2) , asegura que los jefes de Damasco enviaron secretamente emisarios á los barones sirios, prome
tiéndoles grandes tesoros , si querian persuadir al rey de Francia de abandonar el lugar en donde el ejército
estaba acampado. Estos barones, cuyos nombres no ha querido pronunciar la historia , dice el cronista , por
evitar á sus descendientes la vergüenza de su recuerdo , aconsejaron á Luis para pasar á la otra parte de
Damasco. ¡ Oh dolor ! se siguió su opinion .
Segun un historiador oriental , el rey de Jerusalen recibió sumas considerables de los habitantes de Da
masco , pero fué engañado por los sitiados , que le dieron monedas ó piezas de plomo con la superficie de
oro .

Algunos cronistas latinos acusan en esta ocasion la ambicion de los templarios ; otros hacen recaer sus sos
pechas sobre Raimundo príncipe de Antioquía , que ardia en deseos de vengarse del rey de Francia . Guiller
mo de Tiro, lamentándose de la retirada de los cruzados, espone con imparcialidad las diversas opiniones ó
juicios que se habian omitido sobre este acontecimiento : los unos lo atribuian al espíritu de envidia y de ri
validad que animaba á los jefes del ejército cristiano : otros pensaban que muchos de los príncipes y de
los barones se habian dejado corromper , y que Dios , para castigarles , cambió en vil metal el oro que ellos
habian recibido , para hacer traicion á la causa de los cristianos . Despues de haber dado cuenta de las diferen
tes aserciones de los contemporáneos , el grave historiador del reino de Jerusalen confiesa que él no ha podido
todavía descubrir la verdad , y termina su narracion invocando la justicia de Dios contra de los desconocidos
autores de un crímen tan grande . Una observacion que no es inútil hacer aquí, y que puede aplicarse á mu
chos de los acontecimientos de esta historia , es que en las circustancias desgraciadas , las crónicas son casi siem
pre la espresion de los sentimientos de la multitud : porque esta está á menudo dispuesta á creer que se ha
hecho traicion , cuando se ha sido vencido . Es probable que los jefes de la cruzada tuvieron para abandonar
su empresa otros motivos que los que suponen las crónicas : porque si es verdad decir que los príncipes
cristianos cedieron á consejos que les era fácil reconocer la perfidia que entrañaban , y que por querer seguir
los fueron conducidos á tomar una resolucion desesperada , se deberá estrañar aun menos la traicion de la
que fueron juguete y víctimas , que su crédula sencillez .
Despues de una tentativa tan desgraciada , debia desesperarse del buen éxito de esta guerra . Se propuso en el

(1 ) Autores árabes. (Biblioteca de las Cruzadas t . IV . M. Wilken, que en el tercer tomo de su Historia de las Cruzadas pág. 25
ha citado el pasaje árabe, no lo ha hecho dándole su verdadero significado, lo mismo que las palabras del viejo sacerdote dirigi
das á uno de sus compañeros que se hizo matar con él .- 2) El autor de los Hechos de Luis VII.
LIBRO SESTO. - 1143-1149. 207

consejo de los jefes el sitio de Ascalon ; pero los espíritus estaban agriados , y el valor completamente abatido .
El emperador de Alemania , solo pensaba en regresar á Europa en donde el papa , para consolarle de sus des
gracias , le dió el título de defensor de la Iglesia romana (1 ) . El rey de Francia permaneció cerca de un año en
Palestina , pero solo demostró la devocion de un peregrino . Desde esta época , dice Guillermo de Tiro, los estados
cristianos del Asia marcharon rápidamente á la decadencia . Los musulmanes aprendieron á no temer ya á
los príncipes de occidente , y los mismos que poco antes apenas se atrevian á defenderse contra los francos,
no vacilaban en declararles la guerra . Los cruzados á su regreso en Europa exageraban la perfidia de los
griegos , las fuerzas de los musulmanes y la traicion de los cristianos de la Siria ; sus discursos llevaron el
abatimiento ó la indiferencia á todos los paises donde las colonias cristianas de oriente habian encontrado
hasta entonces defensores .

Un gran número de escritores contemporáneos han descrito la primera cruzada : la segunda solo ha teni
do tres historiadores y por una singularidad digna de notarse, como ellos temian revelar al mundo los reve
ses de los soldados cristianos todos tres historiadores interrumpen su narracion á la mitad de los aconteci
mientos , y apenas hablan del fin de una espedicion cuyos preparativos han referido estensamente . Su silen
cio puede servir al menos para hacernos conocer la opinion que se tenia entonces de la cruzada .
En esta guerra ninguna gloria compensó los reveses de los cristianos . Los jefes cometieron las mismas fal
tas que Godofredo y sus compañeros : se descuidaron , como los que les habian precedido, el fundar una co
lonia en el Asia Menor y de apoderarse de las ciudades que podian proteger la marcha de los peregrinos
hácia la Siria . Admira ver la paciencia con que sobrellevaron los ultrajes y perfidias de los griegos , pero
esta moderacion , mas religiosa que política , les condujo á su ruina . Debe añadirse que ellos despreciaron
demasiado á los turcos y no se ocuparon bastante de los medios para combatirlos . Lo mismo que en la primera
guerra santa, los cristianos llevaban un séquito de niños , de mujeres y de ancianos , que no podian contribuir
á la victoria , y que casi siempre aumentaban eldesórden y la desesperacion despues de una derrota . En me
dio de esta multitud la disciplina no podia establecerse ; y por otra parte los jefes no hicieron esfuerzo al
guno, para prevenir los efectos de la licencia .
Godofredo de Rancon, cuya imprudencia fué causa que pereciese la mitad del ejército francés , poniendo
al rey de Francia en el mayor peligro , no tuvo otro castigo que su arrepentimiento y creyó haber espiado su
falta , prosternándose con sus compañeros sobre la tumba de Jesucristo . Lo que corrompió aun mas la disci
plina fué el desórden cuya principal causa fué el gran número de mujeres que habian tomado las armas ,
mezclándose en las filas de los soldados . Vióse en esta cruzada un cuerpo de amazonas mandado por un ge
neral en el que mas se distinguian los adornos que el valor, y que sus doradas botas hacian recordar la da

ma de las piernas de oro (2).


Otra causa de la disolucion de costumbres fué la estrema facilidad con que se recibia entre los cruzados
á los hombres mas corrompidos y hasta á los malhechores. San Bernardo , que miraba la cruzada como el
camino del cielo , llamaba hácia ella á los mas grandes pecadores , y se alegraba de verles entrar así en el ca
mino de la salvacion . El concilio de Reims, cuyo oráculo era el abate de Claraval , decretó que los incendia
rios harian durante un año el servicio de Dios , en Jerusalen ó en España . El ardiente predicador de la Tier
ra Santa no soñaba siquiera que los grandes pecadores alistados bajo las banderas de la cruz iban á ser es
puestos á nuevas tentaciones, y que en un largo viaje les seria mas fácil pervertir á sus compañeros , que
cambiar de conducta . Los desórdenes fueron desgraciadamente tolerados por los jefes , que creyendo al cielo
siempre lleno de indulgencia para los cruzados , no quisieron mostrarse mas severos que él .
Algunas veces el ejército cristiano , en medio de las mas escandalosas costumbres, ofrecia ejemplos de una
piedad austera . Durante los peligros de la guerra y de las fatigas de una larga peregrinacion , el rey de Fran
cir cumplió exactamente las mas ninuciosas prácticas de la religion (3) . Ha podido observarse en esta his
toria que Luis VII demostró mas de una vez un tierno afecto al pueblo venido de Francia con él . La mayor
parte de los jefes le tomaban por modelo . En los campamentos mas se ocupaban de hacer procesiones que
no de evoluciones militares, y los guerreros tenian menos confianza en sus armas que en sus oraciones . En

(1) La carta del papa ha sido referida por Baronio ad ann . 1149.—(2) Cinnam. Biblioteca de las Cruzadas . t . III.— (3) Odon
de Deuil.
208 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

general no se emplearon bastante los medios de la prudencia humana , y se descansó un poco demasiado en
la Providencia, que no protege por cierto á los que no escuchan las voces de la razon y de la sabiduría .
La primera cruzada tuvo dos caractéres distintos ; la piedad y el heroismo ; la segunda tuvo por móvil mas
bien la devocion del claustro, que el entusiasmo . Se reconoce fácilmente en esta guerra la influencia de los
religiosos que la habian predicado y que se mezclaban en todos los negocios . El rey de Francia sufrió sus des
gracias con la resignacion de un mártir , y sobre el campo de batalla demostró el valor de un soldado . Elem
perador de Alemania no se condujo con tanta habilidad, perdiéndolo todo por una tonta presuncion y por ha
ber creido que él podia vencer á los turcos sin el ausilio de la Francia . El uno y el otro no tenian gran ta

lento, faltándoles aquella energía que produce las grandes acciones . En la espedicion que ellos dirigian todo
marchaba paulatinamente , tomando el tipo de su carácter . Odon de Deuil atribuye las desgracias de
los alemanes á su intemperancia : ebrü semper : Conrado creyó demasiado en las promesas de Manuel , que
hizo avivar á los turcos , y dió á los latinos guias encargados de engañarlos . Príncipe mediano , Conrado se ha
dado á conocer en una carta que escribió al abate de Claraval : «Yo he hecho en la Tierra Santa , decia el em
perador aleman, lo que Dios ha querido y lo que los príncipes del pais me han permitido . Esta segunda
cruzada no dió á conocer heroicas pasiones y cualidades caballerescas ; en los campamentos no se vieron
tampoco grandes capitanes , no sobresaliendo en la época que acabamos de describir , mas que dos hombres
de genio : el uno el que habia sublevado el occidente con su elocuencia , y el otro el sabio ministro de Luis, que
debia reparar los males de la cruzada , en Francia .
(1147.) Todas las fuerzas de la Europa no fueron ciertamente dirigidas contra el Asia . Muchos predica
dores autorizados por la Santa Sede habian exhortado á los habitantes de la Sajonia y de la Dinamarca á to

mar las armas contra algunos pueblos del Báltico , sumidos aun en las tinieblas del paganismo . Esta espedicion
tenia por jefes á Enrique de Sajonia , á muchos otros príncipes y á un gran número de arzobispos y obispos ;
un ejército compuesto de ciento cincuenta mil cruzados atacó á la bárbara y salvaje nacion de los eslavos ( 1 )
que devastaban las costas del mar y el pais de los cristianos . Los guerreros llevaban sobre el pecho una cruz
encarnada , debajo de la cual habia una figura redonda , imágen y símbolo de la tierra que debia someterse á
las leyes de Jesucristo . Los predicadores del Evangelio les acompañaban en su marcha, exhortándoles á au
mentar por medio de sus hazañas el territorio de la Europa cristiana . Los cruzados entregaron á las llamas
muchos templos idolatras, y destruyeron la ciudad de Mahclon , en la que los sacerdotes del paganismo accs
tumbraban á reunirse . Durante esta guerra santa los sajones trataron á un pueblo pagano, como Carlomag

no habia tratado á sus pasados , pero no pudieron subyugar á los eslavos.


Despues de una lucha de tres años , los cruzados de la Sajonia y de la Dinamarca dejaron de perse
guir á un enemigo defendido por el mar y sobre todo por la desesperacion . Ellos hicieron proposiciones
de paz : los eslavos por su parte prometieron convertirse al cristianismo , á respetar las ciudades y el pais

que habitasen los cristianos (2), pero solo hacian estas promesas con el objeto de desarmar á sus enemi
gos. Desde el momento en que se restableció la paz , volvieron á adorar á sus ídolos y á hacer la vida de
bandoleros.

Otros cruzados , sobre los cuales la cristiandad no tenia puesta su atencion , hicieron una guerra mas fe
liz sobre las riberas del Tajo. Desde muchos siglos la España estaba ocupada ó invadida por los sarra
cenos dos pueblos rivales se disputaban su imperio, y combatian por su territorio en nombre de Maho
ma y de Jesucristo . Los moros , vencidos repetidas veces por el Cid y por sus compañeros , habian sido
arrojados de muchas provincias , y cuando la segunda cruzada partió para el oriente, los españoles si
tiaban la ciudad de Lisboa . El ejército cristiano poco numeroso esperaba refuerzos, cuando vió llegar á
la embocadura del Tajo una flota que llevaba al oriente un cuerpo de cruzados franceses. Alfonso ,
príncipe de la casa de los duques de Borgoña y nieto del rey Roberto , mandaba el sitio . Dirigióse luego
á saludar á los guerreros que el cielo parecia enviarle para su socorro , y les prometió la conquista de un

(1 ) M. Wilken se ha ocupado con mucha estension de esta cruzada contra los pueblos del norte, porque ella ofrece un in
térés particular relativamente á la historia de las naciones germánicas . (Véase Geschicte de Kreuzzuque, lib. IV . ) Hace mérito de
ella Oton de Freinsingen. Sajon el Gramático da mas detalles en su libro XIII . Puede consultarse tambien la historia latina de Ale
mania por Krauntz . La Historia de Dinamarca de Mallet no dice una palabra de esta guerra .-(2) La crónica de los eslavos ha
sido esplicada ó analizada . Biblioteca de las Cruzadas t. I.
LIBRO SESTO . - 1145-1149. 209

reino floreciente . Él les suplicó que viniesen á combatir á estos mismos musulmanes , que iban á buscar
al Asia , esponiéndose á los peligros del mar . El Dios que les enviaba debia bendecir sus armas ; un glo
rioso sueldo y ricas posesiones iban á recompensar su valor . No era preciso emplear muchos esfuerzos
para persuadir á estos hombres , que habian hecho voto de combatir á los infieles , y que iban en busca de
guerreras aventuras . Abandonaron pues sus buques y se reunieron á los sitiadores. Los moros les opusieron
una viva resistencia ; pero al cabo de cuatro meses, Lisboa fué tomada por asalto y la guarnicion pasada á
cuchillo. Atacóse luego á muchas otras ciudades que fueron tomadas por los sarracenos : Portugal permaneció
sometida á Alfonso, que tomó entonces el titulo de rey . En medio de estas conquistas los cruzados olvidaron
el oriente: y sin correr grandes riesgos , fundaron un reino que llegó á ser brillante y cuya duracion fué
mucho mayor que la de Jerusalen (4 ) .
No puede olvidarse que antes de esta cruzada , los musulmanes de las costas de Africa habian hecho una
invasion en Sicilia , y se habian apoderado de Siracusa . Pronto sin embargo tuvieron que abandonar su
conquista : Rogerio despues de haberles arrojado del pais, armó una flota y les persiguió hasta su propio ter
ritorio . Los sicilianos sorprendieron á la ciudad de Trípoli en Africa , y regresaron á sus casas cargados de
despojos del enemigo . Al mismo tiempo que los cruzados alemanes y franceses llegaban á Siria , Rogerio em
- prendió una nueva guerra contra los africanos ; y mientras que Luis VII y Conrado sitiaban á Damasco , los
guerreros de Sicilia se apoderaban de Mahadyah (2 ) cuyos habitantes , devorados por una horrorosa hambre ,
les abrieron las puertas . Estas espediciones sobre las costas de Africa se renovaron muchas veces durante
las cruzadas , y aun cuando no tuviesen jamás grandes resultados , pueden al menos servirnos para esplicar
los motivos de la última cruzada de san Luis.
Puede juzgarse por estas empresas, dirigidas á la vez contra los pueblos del norte , y contra los de oriente.
y mediodía , que el espíritu de las guerras santas empezaba á tomar un carácter nuevo . Ya no se batian so
lamente por la posesion de un sepulcro , sino que se tomaban las armas para defender la religion en cualquier
punto que fuese atacada , para hacerla triunfar en todos los pueblos que rechazasen sus leyes y sus benefi
cios , mezclándose casi siempre miras mercantiles, ó proyectos de conquista , á la idea de estas piadosas empre
sas. La diversidad de intereses que movia á los cruzados , dividió sus fuerzas, debilitó su entusiasmo y debió
perjudicar el éxito de la guerra .

Sin embargo la Francia , victima de las maquinaciones de algunos ambiciosos señores , solo se acordaba de
Palestina, para suplicar que regresase pronto un monarca , cuya presencia debia poner remedio á sus males .
Mucho tiempo hacia que Sugerio , que no podia llevar por mas tiempo el peso de la autoridad real , llamaba
á su rey por medio de las interesantes cartas que le escribia ( 3) . Su entrevista , espectáculo que conmovió á
los franceses , alarmó á la corte , que procuró escitar sospechas contra la fidelidad del ministro . El órden sos
tenido en el interior del reino , las facciones reducidas á la impotencia por una administracion fuerte y pru
dente, y las bendiciones del pueblo y de la Iglesia , fueron la contestacion de Sugerio . El rey alabó su celo, y
le dió el título de Padre de la patria . El abate Sugerio se encontraba entonces en muy buena posicion , pues
habia sido el solo hombre en Europa que se opuso á la cruzada . En todas partes se celebraba su sabia previ
sion , y todas las quejas se dirigian contra san Bernardo . La presencia de Luis no habia cambiado los sen
timientos de los pueblos , y la tristeza pública , lejos de disminuir , pasándose dias , se hacia cada dia mas gra
ve y profunda . No habia familia en el reino que no vistiese luto : y jamás se habian visto tantas viudas y
tantos huérfanos , la gloria del martirio prometida á aquellos, cuya muerte se lloraba , no podia enjugar las
lágrimas de la Francia .
Es curioso el ver esplicar á los cronistas , cada uno á su manera , el mal éxito de la cruzada , ó conso
larse con los desastres esperimentados , descubriendo alguna utilidad por un lado ú otro . El piadoso Godo
fredo ( 4 ) opina que la peregrinacion no habia dado un buen resultado , porque al marcharse los peregrinos se

(1 ) Arnaldo , predicador flamenco , al publicarse la segunda cruzada exhortó á los pueblos de la Francia y de la Alemania
para que se alistasen en esta piadosa milicia: él siguió á los cruzados que sitiaron á Lisboa , y que estaban mandados por Arnaldo ,
conde de Arschot. Arnaldo participó los pormenores de este sitio á Milon, obispo de Teruena , por medio de una carta publicada
por don Martin, en el primer tomo de su gran Coleccion . La relacion de Arnaldo, testimonio ocular, es diferente de la de Ro
berto Dumont, adoptada por Fleuri. El historiador de Portugal, Manuel Faria y Sauza, habla tambien de esta espedicion de los
cruzados - (2) Historiadores árabes, Biblioteca de las Cruzadas t. IV . - 3) Biblioteca de las Cruzadas t. 1. - 4 ) Apud Labbe t. II.
27
210 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

habian llevado los tesoros de las iglesias , é impuesto duras gabelas á los pueblos . Oton de Freisingen- sostiene
que la cruzada habia sido buena para aquellos á quienes ha procurado el reino de Dios . Muchos peregrinos
habian dicho al espirar, que ellos preferian morir que regresar á Europa , para pecar otra vez . Las almas de
los cruzados al dejar este mundo iban á aumentar la milicia de los ángeles , segun la espresion de un con -

temporáneo . Pero estas esplicaciones no contentaban todos los espíritus.


Se acusaba al abate de Claraval de haber enviado á los cristianos á morir en oriente , como si la Europa
estuviera falta de sepuleros . Los partidarios de san Bernardo, que habian visto confirmada su mision por
los milagros, no sabian qué contestar . « Dios , en estos últimos tiempos , decian ellos entre sí, no habia favore
cido ni á su pueblo ni á su nombre : los hijos de la Iglesia habian sido entregados á la muerte en el desierto ,
degollados por la espada ó devorados por el hambre : el desprecio del Señor habia llegado hasta los príncipes ;
Dios los habia dejado estraviarse por sendas desconocidas , y se habian sembrado el camino de toda clase de
penas y de aflicciones . » Tantos contratiempos sufridos en una guerra santa , en una guerra emprendida en
nombre de Dios , confundia la razon de los cristianos que habian emprendido con mas entusiasmo la cruzada ,
y el mismo san Bernardo se admiraba de que Dios hubiese querido juzgar del universo antes de tiempo , sin
acordarse de su misericordia . ¡ Qué vergüenza para nosotros , decian ellos en una apología dirigida al papa ,
para nosotros que hemos ido á anunciar por todas partes la paz y la felicidad ! ¿ Nos hemos acaso conducido
con temeridad ? ¿ Nuestras correrías han sido hechas por capricho ? ¿ No hemos obedecido las órdenes del jefe
de la Iglesia y las de Dios ? ¿ Por qué no ha mirado Dios por nuestros jóvenes ? ¿ Por qué ha parecido que igno
raba nuestras humillaciones ? ¿ Con qué paciencia escucha hoy las voces sacrilegas y blasfemas de los pueblos
de la Arabia que le acusan de haber conducido á los suyos al desierto para hacerlos perecer? Todo el mundo sabe ,
añaden , que los juicios del Señor son verdaderos pero este es un profundo abismo , pidiéndose llamar feliz
el que no está escandalizado . Estaba san Bernardo tan persuadido que el desgraciado éxito de la cruzada
debia ser para los malos un motivo para insultar á la Divinidad , que se alegraba al ver que todas las maldi
ciones de los hombres caian sobre él siendo el escudo de Dios vivo .

En su apología , atribuyó el desgraciado resultado de la guerra santa á los desórdenes y á los crímenes de
los cristianos ; y compara á los cruzados á los hebreos , á quienes Moisés habia prometido , en nombre del cielo
una tierra de bendicion , y que perecieron todos durante el viaje , porque habian hecho mil cosas contra Dios
Se hubiera podido responder á san Bernardo , que era fácil prever los escesos y los desórdenes de una muche
dumbre indisciplina, en la que , como hemos visto , se habia admitido á hombres perversos , é mujeres de mal
vivir, y hasta á ladrones y bandoleros . Con todo las razones que daba san Bernardo tenian el apoyo de las
creencias de la época , y no dejaban de producir alguna impresion en los ánimos . Como se estaba en la persua
sion que la guer
ra contra los musulmanes no podia dejar de agradar á Dios , aun cuando esta guerra llevase
despues grandes males , la devocion de los fieles creia deber justific la Provid
ar encia , y para ello , nada les
parecia mas sencillo que el acusar á los cruzados . Cada siglo tiene susideas y opinio
nes dominantes , segun las
cuales los hombres se dejan fácilmen persuadi , y cuando estas opinione vienen á ser reempl
te r s azadas por otras ,
las razones en que aquellas se apoyaba no persuad
n en ya á persona alguna , y solo sirven para demostrar la
debilidad del espíritu humano .
Por lo demás , se deploraban los males presentes, pero el porvenir tenia reservados otros muchos mayo
res que nadie podia prever . Si es verdad que el divorcio de Leonor fue uno de los efectos de la cruzada , tam
bien es innegable que este fué un acontecimiento de los mas perjudiciales para la Francia . Esta nacion , á

consecuencia del divorcio de la reina , perdió entonces la Aquitania , y andando los tiempos la preponderancia
inglesa acreció en tales términos, que se vió á los reales descendientes de Luis VII reducidos casi á buscar
un asilo en tierra estranjera , mientras que los descendientes de Leonor y de Enrique II se hacian coronar
reyes de Francia y de Inglaterra en la iglesia de Nuestra Señora de París .
El espíritu de adulacion probó de consolar al jóven Luis de los reveses que habia esperimentado en Asia
representándole en varias medallas como el vencedor de oriente ( 1 ) . Habia partido de Palestina con el

(1) La leyenda de una de estas medallas está concebida así:


Regi invicto ab oriente reduci,
Frementes lætitia cives.
LIBRO SESTO . - 1143-1149. 211

objeto de volver otra vez y á su paso por Roma , habia prometido al papa que se pondria al frente de una
nueva cruzada.

Jamás las colonias cristianas habian tenido mas necesidad de ser socorridas ; desde que los franceses habian
salido de la Palestina , cada dia esperimentaban nuevas desgracias los cristianos establecidos en la Siria .
Poco tiempo despues del sitio de Damasco , Raimundo perdió la vida en una batalla dada entre Apamea y
Bugia , y su cabeza , que se envió al califa de Bagdad , demostró la importancia de la victoria ganada por
los musulmanes . Muchas plazas del principado de Antioquía habian abierto sus puertas á los soldados de
Noredino, conducido por la fortuna de sus armas hasta la ribera del mar , que jamás habia visto , y este bár
baro héroe se bañó en seguida como en señal de tomar posesion de él . Joselin que habia perdido á Edeso ,
su capital, cayó en poder de los infieles , y murió de miseria y de desesperacion en las cárceles de Alepo .
El condado de Edeso, amenazado por los turcos y abandonado á los griegos , perdió la mayor parte de sus
habitantes ; toda la poblacion latina de esta provincia perseguida como el pueblo de Israel por otro Faraon ,
se refugió, con mil trabajos , en las tierras de Antioquía y de Jerusalen . El conde de Trípoli pereció asesina
do por una mano desconocida en medio de su capital ( 1 ) , y todas las ciudades vistieron luto y sintieron mu

cho tal fatal desgracia . En presencia de los peligros sin número que amenazaban á las colonias cristianas ,
la reina Melisenda y su hijo se disputaban el gobierno del reino de Jerusalen . La discordia tomó tales pro
porciones, que Balduino sitió la torre de David, en donde su madre se habia refugiado con sus partidarios .
En fin todas las desdichas parecian reunirse para aniquilar las potencias cristianas de la Siria , y los musul
manes decian entre sí que habia llegado el momento de destruir el imperio de los francos . Dos jóvenes prín
cipes de la familia de Ortok , tuvieron la osadía de concebir el proyecto de conquistar á Jerusalen ; un ejér–
cito que habian reunido en la Mesopotamia vino á acampar en el monte de los olivos , y la santa ciudad solo
debió su salvacion al valor de algunos caballeros que reanimaron al pueblo , exhortándole á defender con
ellos la herencia de Jesucristo .
El rey de Jerusalen , el patriarca de la santa ciudad , el de Antioquía y los jefes de las órdenes militares de

San Juan y del Temple, no cesaban de dirigir sus quejas y sus súplicas á los fieles del occidente . El papa ,
conmovido de ver tantas calamidades , exhortó á los pueblos cristianos á que llevasen socorros á sus hermanos
del oriente . Hablábase ya en Alemania , en Inglaterra y en Francia de volver á tomar la cruz y las armas ;
pero los principes, que no habian olvidado los reveses de la última cruzada y las quejas y burlas del pueblo ,
no se atrevieron á incurrir en nuevas censuras ni á sufrir nuevos trabajos y peligros . El clero y la nobleza á
los que la guerra santa habia arruinado , no entusiasmaron con su ejemplo el renaciente ardor de la mul

titud ; Godofredo, obispo de Langres , apenas regresó del oriente , abdicó su dignidad episcopal , pasó á encer
rarse en el monasterio de Claraval en donde lamentó , en medio de la austeridad de la penitencia , una guerra
á cuyo favor habia él demostrado un celo mas fervoroso que brillante . Lo que acabó de apagar el ardor de
los pueblos fué que el abate de Claraval cuya maravillosa elocuencia habia conmovido al occidente , no hizo
oir su voz ; su silencio fué como una santa amonestacion , ó mejor , un nuevo milagro que retuvo en una
profunda paz al mundo cristiano dispuesto á conmoverse por segunda vez .
Viéronse entonces cosas difíciles de creer : el abate Sugerio , que se habia opuesto á la espedicion de Luis VII ,
tomó la resolucion de socorrer á Jerusalen , y en una asamblea que tuvo lugar en Chartres escitó á los prín
cipes , á los barones y á los obispos para que se alistasen bajo las banderas de la guerra santa (2) . Como
nadie contestase á su discurso sino con el silencio del sentimiento y de la sorpresa , formó el proyecto de

probar , él solo , una empresa en la que dos monarcas habian fracasado . Sugerio, á la edad de sesenta y dos
años , resolvió levantar un ejército, mantenerlo á sus espensas y conducirlo él mismo á la Palestina . Segun
la devocion de la época , fué á visitar en Tours el sepulcro de san Martin, á fin de obtener la proteccion
del cielo, y ya mas de diez mil peregrinos habian tomado las armas y se disponian á seguirle al Asia , cuan
do la muerte vino á impedirle la ejecucion de sus planes .
En sus últimos momentos , Sugerio invoca la asistencia y las oraciones de san Bernardo , el que sostuvo el

En otra medalla se habia representado á Meandro y un trofeo ó escudo de armas con esta inscripcion:
Turcis ad ripas Maandri cæsis, fugatis.
( 1 ) Raimundo fué muerto en un lugar llamado La fuente Murla el año 1148 el 27 de junio , el dia de la Gesta de los santos após
toles Pedro y Pablo. (Guillermo de Tiro , lib XVII -2 Vida del abate Sugerio escrita por su secretario,
12 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

valor de aquél , exhortándole á que solo pensase en la celestial Jerusalen , en la que debia verse bien pronto.
A pesar de los consejos de su amigo , el abate de San Dionisio sintió , al morir, el no haber podido socorrer á

los cristianos de oriente . San Bernardo no tardó en seguir á Sugerio á la tumba , llevándose el sentimiento de
haber predicado una guerra desgraciada .
La Francia perdió en un año dos hombres que la habian ilustrado , el uno por sus cualidades y talento,
útiles á la patria , y el otro por su elocuencia y por sus virtudes tan provechosas para los fieles . En unos
tiempos en los que solo se pensaba defender los privilegios de la Iglesia , Sugerio, defendiendo tambien los del
trono y los del pueblo , y mientras elocuentes oradores animaban el celo de los cruzados hácia la guerra
santa , que siempre lleva consigo algunos desastres , el hábil ministro de Luis VII preparaba la Francia para
recoger algun dia los saludables frutos de estos grandes sucesos . Se le acusó de haberse dejado arrastrar de-
masiado por las cosas del siglo ; pero la política no le hizo olvidar jamás los preceptos del Evangelio . Segun

la opinion de sus contemporáneos , él vivia en la corte como un prudente cortesano y en el claustro como un
santo religioso. Si hay en la iglesia de Francia , escribia san Bernardo al papa Eugenio , algun vaso precioso
que embellezca el palacio del Rey de los reyes , es sin duda el venerable abate Sugerio . En calidad de abate de
San Dionisio , tal vez poseia mas riquezas que las que debe tener un monje , toda vez que se proponia man-
tener un ejército ; pero jamás empleó sus riquezas ó sus tesoros que fuesen para el servicio de la patria y de
la Iglesia, no habiendo estado nunca el estado tan rico como en la época de su administracion . Toda su
vida fué una larga serie de prosperidades y de acciones memorables . Reformó á los frailes de su órden , sin
atraerse su encono , é hizo la felicidad del pueblo sin esperimentar su ingratitud : sirvió á los reyes , y
estos le dispensaron su amistad . La fortuna le favoreció en todas sus empresas, para que nada le contrariase
durante su vida , y que no se le pudiese echar en cara falta alguna , murió cuando iba á conducir un ejér-
cito al Asia.

Sugerio y San Bernardo , unidos por la religion y por la amistad, tuvieron un destino diferente : el prime-
ro, nacido de baja esfera , apeteció los favores de la fortuna , que le encumbró hasta las mas grandes dignida-
des; el segundo, oriundo de una elevada familia , se empeñó en descender de su clase y no fué nada sino por
su genio . San Bernardo hizo pocos servicios al estado , pero defendió á la religion con un celo infatigable , y
como entonces se anteponia la Iglesia á la patria , fué mas grande á los ojos de sus contemporáneos , que el

abate Sugerio . Mientras vivió , toda la Europa tenia fijos los ojos en el abate de Claraval : era como una lum-
brera colocada en medio de los cristianos ; y todas sus palabras tenian la santa autoridad de la religion que
él predicaba . Ahogó el cisma , hizo callar á los impostores , y por sus trabajos mereció de su siglo el titulo
de último padre de la Iglesia , como el gran Bossuet lo ha merecido del nuestro .
Podria censurarse á- san Bernardo el haber salido á menudo de su retiro, y de no haber sido siempre , como
él mismo lo dice, el discípulo de los robles y de las hayas ; no fué indiferente á ningun acontecimiento político
de su tiempo , y mezclóse en todos los negocios de la Santa Sede . Los cristianos se preguntaban , quien era el
jefe de la iglesia : los papas y los príncipes murmuraban algunas veces contra su autoridad ; pero no puede
olvidarse que él recordó sin cesar la justicia y la moderacion á los grandes de la tierra , la obediencia y el
respeto de las leyes á los pueblos , la pobreza y la austeridad de costumbres al clero, y á todos las santas máxi
mas de la humanidad y de la moral evangélica .
LIBRO SEPTIMO . - 1151-1188 . 213

LIBRO VII .

1151-1188.

Situacion política del Asia. -Toma de Ascalon -Enlace de Balduino III .-Alborotos en Antioquía. - Muerte del rey.- Su hermano
le sucede en el trono. —Espedicion al Egipto. —Revolucion de esta provincia . — Casamiento de Amaury. —Toma de Bilbeis . — Si
tio de Damieta.-Amaury sitia á Paneas , y muere en Jerusalen. — Minoría de Palduino IV. —Sibila, su hermana , se casa con
el marqués de Monferrato, el que muere al cabo de cinco meses. - Saladino entra en Palestina .-Segunda batalla de Ascalon.—
Falsa tregua. - Balduino confiere la regencia á Lusiñan, y despues al conde de Trípoli . -Su muerte.--Coronacion de Sibila y
de Lusiñan, su nuevo esposo. -Afdal , hijo de Saladino, penetra en la Galilea. -Saladino , dueño de Tiberiades , hace prisionero
á Lusiñan, y se apodera de Jerusalen. -Preparativos para una nueva cruzada.- Guillermo de Tiro predica la tercera cru
zada .-En la conferencia de Gisors, el arzobispo decide à Felipe Augusto y á Enrique II á libertar la Tierra Santa -Diezmo Sa
ladino. Ricardo, duque de Guiena , incurre en escomunion .-Sube al trono y toma la cruz. -Degüello de los judíos en Londres
y en York.-Entrevista de Ricardo y de Felipe Augusto en Nonancourt. - Poco celo en Alemania.-El emperador Federico
Barbaroja envia embajadores á todos los príncipes que reinan en oriente. -Detalles sobre los cruzados alemanes. - Salen de
Ratisbona .-Isaac el Angel es castigado por su modo de proceder con ellos. -Se embarcan en Galipoli . —Su itinerario en Asia.
-Pasaje del Tauro. -Federico se ahoga por casualidad , y el duque de Suavia recibe el mando supremo. - Cinco mil hom
bres, únicos restos de este ejército, llegan hasta la Palestina .-Encuentran mala acogida.

Á medida que el gran cuadro de las cruzadas se va desarrollando delante de nuestros ojos , se echa de ver

que las guerras santas han tenido siempre la misma causa , y que las mismas pasiones han dominado siem
pre á los cruzados . Si solo se echara una rápida ojeada sobre esos remotos tiempos , podria creerse que unos
acontecimientos , que al parecer tienen una gran semejanza entre sí , debian al fin por la confusion de los ob
jetos , y por la monotonía del espectáculo , debilitar la curiosidad y cansar la atencion del lector . Pero profun
dizando las épocas históricas de que hablamos , entrando despues en el estudio de las pasiones y de las cosas hu
manas, no se puede menos de venir en conocimiento de que los sucesos tienen una fisonomía que les es propia y
peculiar , y que hay hechos en la historia , que se pueden comparar á los seres de la misma especie que hay en
la naturaleza : todos estos seres se parecen á primera vista , sin embargo ellos presentan una infinita variedad
á los ojos del hombre curioso y observador . En el camino que nos falta recorrer , grandes revoluciones vienen á
mezclarse con la descripcion de las guerras santas , ofreciéndonos á cada paso una multitud de acciones y de es
cenas diversas . A cada sacudimiento aparecen nuevos pueblos sobre la escena política , y esta es la ley diferente
que la fortuna ó la victoria imponen á la sociedad . Aquí hay un imperio que se levanta , y cuyo nuevo poder
cambia repentinamente la faz del mundo ; masallá se ve un trono que cae atestiguando con sus ruinas la insta
bilidad de las grandezas de la tierra . No solamente las revoluciones se suceden sin cesar ; sino que á cada épo
ca memorable vemos aparecer hombres que por sus cualidades se elevan sobre el vulgo , y que difieren en
tre sí por su genio, sus pasiones ó por sus virtudes . Estos hombres estraordinarios , semejantes á las figuras
que animan las producciones de un gran pintor , imprimen su cáracter á todo cuanto les rodea , y el brillo
que esparcen á su alrededor , el interés que inspiran por sus acciones ó por sus sentimientos, nos servirán
para rejuvenecer y variar las descripciones y los cuadros de esta historia .
Los que han estudiado las costumbres y los anales del oriente, han podido notar que la religion de Maho
ma , aun cuando sea toda guerrera , no daba sin embargo este esforzado valor, esta perseverancia en los
reveses, este sacrificio sin límites, del que los cruzados habian ofrecido tantos ejemplos . El fanatismo de los
musulmanes tenia necesidad de tocar resultados para conservar todo su vigor . Educados en la idea de un
ciego fatalismo, estaban acostumbrados á mirar las victorias y los reveses como un decreto del cielo ; victo
riosos , se mostraban llenos de confianza y de ardor ; vencidos , se dejaban abatir y ceder sin vergüenza á un
enemigo , que ellos miraban como el instrumento del destino . El deseo de adquirir nombre ó fama rara
214 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

mente escitaba su audacia , y hasta en los arrebatos de su bélico ardor, el miedo del castigo y del suplicio les
retenia sobre el campo de batalla , mas bien que la pasion de la gloria . Era preciso que temiesen al jefe
que les mandaba , si se queria que se batiesen con el enemigo , pareciendo que el despotismo era necesario
á su valor .

Despues de la conquista de los cristianos , las dinastías de los sarracenos y de los turcos fueron dispersadas
y casi destruidas ; los seljucidas fueron arrojados al fondo de la Persia , y los pueblos de la Siria apenas
conocian el nombre de estos príncipes cuyos mayores habian reinado en Asia . Todo , hasta el despotismo fué
destruido en oriente . La ambicion de los emires sacó partido de este desórden ; los esclavos se repartieron los
despojos de sus dueños; las provincias y las mismas ciudades se convirtieron en otros tantos principados
cuya posesion incierta y pasajera se disputaba . La necesidad de defender la religion musulmana amenaza
da por los cristianos , habia conservado algun prestigio á los califas de Bagdad . Ellos eran aun los jefes del
islamismo, su aprobacion parecia ser necesaria al poder de los usurpadores y conspiradores ; pero su auto
ridad, fantasma sagrada , solo se ejercia con súplicas y vanas ceremonias , no inspirando temor alguno. En
este estado de abyeccion , solo parecia que se ocupaban de consagrar el fruto de la traicion y de la violencia ,
y distribuian sin cesar ciudades ó empleos que no podian rehusar . Todos aquellos á quienes la victoria y la li
cencia habian favorecido , iban á prosternarse delante de los vicarios del Profeta , y nubes de emires , de vi
sires y de sultanes, parecia , para servirnos de una espresion oriental , que salian del polvo de los pies de
aquellos.
Los cristianos no conocieron bastante el estado del Asia , que podian conquistar , y reinando poca inteli
gencia entre ellos , no se aprovecharon jamás de la division de sus enemigos . Basta haber observado el espí–
ritu de desórden y de imprevision que reinaba entre los cruzados , para comprender tambien el espíritu de
esta república cristiana que las guerras santas habian fundado en Siria , y que ellas eran el alma y el apoyo.
Los francos prosiguieron con bastante actividad la conquista de las ciudades y de las provincias marítimas,
conquistas á la que el comercio de Europa se encontraba interesado y que aseguraba sus frecuentes relacio
nes con el occidente; pero su atencion y sus esfuerzos se dirigian raras veces sobre las ciudades y las provin
cias del interior del pais cuyos pueblos estaban en continuas relaciones con el norte del Asia , y recibian cada
dia socorros y refuerzos de Mosul , de Bagdad y de todas las comarcas musulmanas del oriente ( 1 ) . Todos estos

pueblos trabajados tiempo hacia por la desunion de sus jefes, estaban animados de un odio general contra
los cristianos, y este odio que era un especie de lazo de su patriotismo , tendia'sin cesar á unirles . Los francos ,
ocupados enteramente en conservar sus establecimientos sobre las costas del mar , no emplearon medio al
guno para impedir que por un otro lado sus enemigos se rehaciesen , y que una nacion que salia repentina
mente de entre las ruinas viniese luego á disputarles el fruto de sus victorias . Los mas prudentes ó los me
nos confiados no vieron entonces que toda esta poblacion de la Siria abatida , no esperaba para reunir sus
fuerzas y desplegar su temible energía , mas que un jefe hábil y afortunado, arrastrado á la vez por el fana
tismo religioso y por la ambicion de los conquistadores.
Noredino, hijo de Zenqui , que se habia apoderado de la ciudad de Edeso , antes de la segunda cruzada , habia

heredado las conquistas de su padre y las habia aumentado con su valor . Fué encumbrado por los guerre
ros qué habian jurado derramar su sangre por la causa del Profeta ; y así que subió al trono vivió con la sen
cilla austeridad de los primeros califas. « Noredino , dice un poeta árabe , unia al mas noble heroismo la mas
profunda humildad . Cuando él oraba en el templo , sus súbditos creian ver un santuario dentro de otro santua
ro . Cultivaba las ciencias, no menos que las buenas letras, y se aplicaba en hacer florecer la justicia en
sus estados . Sus pueblos admiraban su clemencia y su moderacion : los mismos cristianos celebraban su
valor y su profano heroismo . A imitacion de su padre Zenqui , llegó á ser tambien el ídolo de los guerreros,
por su liberalidad y sobre todo por su celo en combatir á los enemigos del islamismo (2) . En medio de los ejér

(1) Hemos observado que la dominacion de la Siria estuvo unida á la posesion de las ciudades de Damasco y de Alepo . Los cris
tianos no pudieron jamás hacerse dueños de ella, porque no poseyeron nunca estas dos ciudades.—(2) Se hallará en el tomo IV de
11 Biblioteca de las Cruzadas, el muy interesante cuadro , que hace un autor árabe, de las cualidades de Noredino. Este retrato es
tanto mas apreciable, en cuanto es hecho por un hombre que era contemporáneo de este príncipe y que habia podido conocerle
bien. El historiador árabe es sobre todo muy curioso, cuando nos habla de los cuidados que tomó el sultan para someter á los
emires à las leyes de la justicia.
LIBRO SEPTIMO . - 1151-4188 . 215

citos que él mismo habia formado y que le respetaban como el vengador del Profeta , contuvo la ambicion de

los emires, y difundió el terror entre sus rivales , y cada una de sus conquistas hechas ( 1 ) en nombre de
Mahoma , aumentaba su fama y su poder de todas partes , los pueblos arrastrados por el celo de la religion
y por el ascendiente de la victoria , se precipitaban ante su autoridad : en fin el oriente temblaba á su
presencia , y el despotismo manifestándose en medio de las naciones musulmanas con la confianza y el temor
que inspira sucesivamente á sus esclavos, fué espuesto á los discípulos del islamismo como un medio de
salvación. Desde este momento todas las pasiones y todos los esfuerzos de la Siria se dirigieron hacia un mis-
mo objeto, el triunfo del Coran y la destruccion de las colonias cristianas.
Balduino III que se empeñó en contener los progresos de Noredino, habia hecho admirar su valor en mu-
chos combates . Los latinos dirigieron á menudo sus armas contra Ascalon , el mas firme baluarte de Egipto ,
por la parte de la Siria . Balduino seguido de sus caballeros se habia trasladado frente de esta plaza con in-
tencion de asolar su territorio. La aproximacion de los cristianos difundió el terror entre los habitantes , lo
que determinó al rey de Jerusalen á formalizar el sitio de la ciudad . Envió en seguida mensajeros á todas
las ciudades cristianas, anunciándoles su empresa inspirada por el mismo Dios , y encareciendo á los guerreros
que se uniesen al ejército . Vióse al instante acudir á los barones y caballeros , los prelados y los obispos de
la Judea y de la Fenicia vinieron tambien á tomar parte en la santa espedicion ; y el patriarca de Jerusalen
estaba á la cabeza llevando en sus manos la verdadera cruz de Jesucristo .

La ciudad de Ascalon se elevaba como un círculo sobre la costa del mar y presentaba por la parte de tierra
murallas y torres inespugnables ; todos los habitantes estaban ejercitados en el arte de la guerra , y el Egipto
que tenia el mayor interés en conservar esta plaza , enviaba cuatro veces al año víveres, armas y soldados .
Mientras que el ejército cristiano atacaba las murallas de la ciudad , una flota de quince navíos, mandada por
Gerardo de Sidon , secundaba los esfuerzos de los sitiadores . La abundancia reinaba en el campo cristiano ; y
la disciplina se observaba con la mayor severidad , vigilando de dia y de noche . La vigilancia sin embargo
no era menor entre los sitiados ; los jefes no abandonaban las murallas , entusiasmando sin cesar á sus sol-
dados : y á fin de que la ciudad no pudiese ser sorprendida en medio de la noche , linternas de vidrio colga-
das de las almenas de las torres mas elevadas, esparcian durante la noche una claridad semejante á la
del dia.

El sitio duraba ya dos meses , cuando al aproximarse las fiestas de Pascua , vióse desembarcar un gran
número de peregrinos de occidente . Habiéndose reunido los jefes del ejército, se decidió que los navíos llega-
dos de Europa serian retenidos por órden del rey, y que se invitaria á los peregrinos á venir al socorro de sus
hermanos que estaban sitiando á Ascalon . Una multitud de estos recien venidos , correspondiendo á las espe-
ranzas que se tenian en su piedad y en su valor, acudieron en seguida al campo cristiano, y muchos navíos
se pusieron bajo las órdenes de Gerardo de Sidon . A su llegada todo el ejército se llenó de alegría , y no dudó
ya de la victoria.

Se construyeron con la madera sacada de los buques un gran número de máquinas y entre otras una tor-
re movible de una inmensa elevacion , semejante á una fortaleza con su guarnicion , que dirigida contra las
murallas, ofendia terriblemente á la ciudad . Todas las máquinas disparaban á la vez , las unas lanzando pic-
dras, las otras desmoronando las murallas ; los asaltos y los combates particulares se renovaban sin cesar .
Cinco meses habian trascurrido desde que se empezó el sitio , y las fuerzas del enemigo ya se agotaban , cuando
una flota egipcia de setenta velas entró en el puerto de Ascalon , llevando refuerzos y socorros de que la plaza
tenia necesidad . El valor de los sitiados redobló en estas circunstancias , pero el de los cristianos no se disminuyó
en un ápice ; sus ataques se hacian mas frecuentes y mas mortiferos, y su gran torre, que nada podia destruir ,
infundia cada dia mas temor á los infieles . Alfin , estos , determinados á destruir esta máquina formidable , arro-
jaron entre la torre y la muralla una gran cantidad de madera en la que se echó aceite, azufre y otras materias
combustibles ; pegósele fuego , pero el viento que sopla ba de la parte de oriente en lugar de llevar la llama contra la
torre la llevó contra la ciudad , y como el viento no cambió de direccion , las piedras de la muralla se encontra-
ron calcinadas por el fuego . Al dia siguiente al rayar el dia , la muralla toda entera se vino abajo con un es-
trépito espantoso ; los guerreros cristianos acudieron al oir el ruido cubiertos con sus armas ; Ascalon iba al fin

1) Guillermo de Tiro.

.
216 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

á caer en su poder ; pero un incidente singular vino de repente á robarles la victoria . Los templarios ( 1 ) , ha
bian ya entrado en la plaza y con la idea de ' apoderarse ellos solos de los despojos del enemigo habian
colocado sobre la brecha centinelas, á quienes se habia dado la consigna de hacer huir á cuantos se presen
tasen para seguirles . Mientras que ellos recorren las calles y saquean las casas , los enemigos reparan que son
muy pocos, y se admiran de que se haya abandonado la plaza . Los soldados y los habitantes se rehacen,
vuelven al combate, y los templarios dispersos caen bajo los golpes de sus adversarios ó huyen por la bre
cha cuyo paso habian interceptado á sus compañeros de armas . Perdida toda esperanza de apoderarse de la
ciudad , y perseguidos por los musulmanes , que se hallan animados de un nuevo ardor , los cristianos se re
tiran tristes y confundidos á su campamento : el rey de Jerusalen convoca al momento á los prelados y ba
rones , pidiéndoles con voz conmovida le digan el partido que hay que tomar en unas circunstancias tan crí–
ticas . Luego que los principales jefes de los guerreros , desesperando de la conquista de Ascalon , propusieron
levantar el sitio , el mismo rey , el patriarca y los obispos llenos de confianza en la bondad divina , se opusie
ron á la retirada , y para apoyar su opinion invocaban el pasaje de la Sagrada Escritura , en que Dios pro

mete socorrer á todos los que combatan ó sufran por su causa . Habiendo prevalecido la opinion del patriarca
y de los prelados en el consejo , el ejército se preparó para atacar de nuevo, y al dia siguiente presentáronse
las tropas cristianas al frente de las murallas , escitado el ejército por las exhortaciones del clero y por la

presencia de la verdadera cruz . Durante toda la jornada combatióse por una y otra parte con igual valor y
entusiasmo , pero la pérdida de los musulmanes fué mas grande que la de los cristianos , y se ajustó una tre
gua para enterrar á los muertos . Viendo los musulmanes el gran número de guerreros que habian perdido,
cayeron en el mas profundo abatimiento , el aspecto de sus derruidas murallas aumentaba su dolor ; las si
niestras noticias recibidas del Cairo no les dejaban esperanza alguna de ser socorridos por el califa de Egipto. De
repente el pueblo se reune tumultuariamente, pidiendo á grandes gritos que se ponga término á sus males.
Hijos de Ascalon , esclaman los caudillos de las masas , nuestros padres han muerto combatiendo á los
francos , sus hijos han muerto á su vez , sin esperanza de vencer à una nacion de hierro. La estéril arena de
esta ribera y las ruinas que nos han dado para defender , solo nos demuestran en todas partes fúnebres imá
genes; estas murallas levantadas en medio de provincias cristianas , son para nosotros como otros tantos se
pulcros en tierra estranjera . Regresemos pues á Egipto y abandonemos á nuestros enemigos una ciudad que
Dios ha herido con su maldicion . » La llorosa multitud aplaudia este discurso y nadie soñaba en tomar otra
vez las armas ; nombráronse diputados para ir al campo cristiano y proponer una capitulacion al rey de
Jerusalen . En ella se ofreció abrir á los sitiadores las puertas de la ciudad , con la sola condicion que los ha
ue s
bitantes tendrian la facultad por espacio de tres dias de llevarse sus bienes y sus bagajes . Mientras q lo
aliados tomaban una resolucion dictada por la desesperacion , el recuerdo de los últimos combates llenaba toda
vía de tristeza y de luto al ejército cristiano. Los diputados se presentaron al campamento sin que persona
alguna pudiese sospechar el objeto de su mision . Ellos fueron admitidos ante los principales gefes, y con hu
milde actitud anunciaron la capitulacion propuesta . Al oir esta inesperada nueva el consejo quedó sorpren
dido , en términos que cuando se dijo á los prelados y á los barones que manifestasen su opinion , ninguno de
ellos encontró palabras para contestar , dando gracias a Dios y derramando todos lágrimas de alegría . Pocas
horas despues vióse el estandarte de la cruz ondear sobre los muros de Ascalon , y el ejército aplaudir con vo
ces de alegría una victoria que él miraba como un milagro del cielo .
Los musulmanes abandonaron la ciudad antes del tercer dia : los cristianos tomaron posesion de ella , y
consagraron la gran mezquita al apóstol san Pablo . La conquista de Ascalon les ofrecia una ventaja inmen
sa , porque les abria el camino del Egipto, y cerraba á los egipcios las puertas de la Palestina . Pero mientras
que por un lado rechazaban á sus enemigos á la otra parte del desierto , nuevos peligros les amenazaban por

(1) Guillermo de Tiro contando este hecho, cita un verso latino) :


Non habet eventus sordida præda bonos.
El viejo traductor Dupreau ha traducido este verso :
De avara presa y sórdido botin
No resulta jamás muy bueno el fin .
Abulfarage en su Crónica Siria hace mencion de este hecho tan vergonzoso para los templarios .
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LIBRO SEPTIMO. - 1151-1199. 217

la parte de la Siria . Noredino , á fuerza de seducciones y de promesas, se habia hecho dueño de Damasco, y
esta posesion hacia temible su poder á todas las poblaciones vecinas .
(1154) Sin embargo las colonias cristianas permanecieron algun tiempo en un estado de inaccion que
parecia la paz. El solo , acontecimiento notable de esta época fué la espedicion de Reinaldo de Chatillon ,
príncipe de Antioquía , á la isla de Chipre .. Reinaldo y sus caballeros cayeron de improviso sobre una
poblacion pacífica y desarmada ; esos bárbaros- guerreros , no respetando las leyes de la religion, ni las
de la humanidad, saquearon las ciudades , los monasterios y las iglesias, regresando á Antioquía cargados
con los despojos de un pueblo cristiano . Reinaldo, habia emprendido esta impía guerra , por vengarse del
emperador griego, á quien acusaba de no habér cumplido sus promesas.
(1456) Al mismo tiempo el rey de Jerusalen · hizo una espedicion que no vulneró menos las leyes de la
justicia . Algunas tribus árabes habian obtenido de él y de sus predecesores la facultad de apacentar los
rebaños en el bosque de Paneas . Desde muchos años vivian en una seguridad profunda , descansando en
la fé de los tratados, De repente Balduino y sus caballeros acometen espada en mano á estos pastores sin
1
armas , degüellan á todos cuantos se resisten , y dispersan á los demás, entrando en Jerusalen con los re-
baños y los despojos, de los árabes. Balduino vióse obligado á cometer esta culpable accion, por la nece-
sidad en qué estaba de pagar sus deudas, cosa que no podía hacer con los recursos ordinarios. Guillermo
de Tiro no dejó de condenar al rey de Jerusalen , y encuentra el justo castigo de esta iniquidad, en la der-
rota que esperimentó luego Balduino cerca del vado de Jacob . Sorprendido por Noredino, quedóso casi
solo en el campo de batalla, y se refugió, corriendo los mayores peligrós , en la fortaleza de Safet, cons-
truida en una montaña á la derecha del Jordan . Así que el eco de esta fatal noticia llegó á las ciudades
de los francos , los fieles, cubiertos de luto, corrieron al pié de los altares , repitiendo las palabras del Sal-
mista: Domine, salvum fac regem . El cielo no rechazó verdaderamente las súplicas de un pueblo desolado, y
Balduino reapareció bien pronto en medio de sus vasallos que le creian muerto .
(1457) Entonces vióse desembarcar en Beirut muchos navíos montados por Esteban conde de Fercha, y
4
varios cruzados del Mans y de Angers, y tambien por Thierri, conde de Flandes, acompañado de un gran
número de peregrinos flamencos . Desde este momento los cristianos olvidaron sus derrotas , y el ángel del
gran consejo les inspiró resoluciones generosas . Reunidos á los refuerzos que acababan de recibir el rey y
sus caballeros , fuéron á combatir á los enemigos , en el condado de Trípoli y en el principado de Antioquía.
La ciudad de Schaizar ó Cesarea y la fortaleza de Harenc , cayeron en su poder. Balduino al regresar á su
reino, trabó un combate con Noredino , y destruyó á su ejército cerca del lugar donde las aguas del Jordan
se separan del lago de Genesaret...
(1457–1459) Poco tiempo despues, en el año 1157 , Balduino contrajo matrimonio con una sobrina del
emperador Manuel . Este enlace le proporcionó riquezas inmensas de las que tanta necesidad tenia el reino,
haciendo salir al rey de ese estado de pobreza que le habia arrastrado á llevar á cabo la espedicion de Pa-
neas. Su alianza con Manuel le ofreció otra ventaja ; ella podia suspender ó neutralizar las funestas anti-
patías que dividian los griegos y los latinos , impidiéndoles reunir sus fuerzas contra el enemigo comun.
La paz de Jerusalen fué entonces turbada por los mismos á quienes Dios habia encomendado el cui-

dado de mantenerla . Suscitáronse grandes debates entre los religiosos del Hospital y el clero de la santa
ciudad. Los hospitalarios rehusaban pagar el, diezmo de sus bienes, obstinándose en no reconocer bajo
circunstancia alguna la jurisdiccion eclesiástica del patriarca . La discusion se acaloró en tales términos ,
que por una parte se prorumpia en maldiciones, y por la otra se pasaba á vias de hecho. Los caballeros
de San Juan llegaron hasta el punto de edificar un muro delante de la iglesia de la Resurreccion, y
muchas veces, con el ruido de sus armas, ahogaban la voz del clero que celebraba los divinos oficios al
pié de los altares ; en fin, se persiguió á los sacerdotes arrojándoles flechas , y el santuario no fué para
ellos un asilo. Por toda venganza los sacerdotes recogieron, formando manojos , las flechas que les ha-
bian lanzado , y las colocaron en el punto mas elevado del Calvario , á fin de que todo el mundo pudiese
ver el sacrilegio . El patriarca partia para Roma , á fin de esponer sus quejas al soberano pontifice ; pe-
ro no se le escuchó, lo que hace que Guillermo de Tiro diga , que los cardenales fueron corrompidos
por los regalos, y que la corte romana siguió la senda de Balaam hijo de Bosor . Estando así las cosas el
patriarca Foulques , que era muy anciano , murió, cesando de esta manera la discordia .

(28 y 29 28
218 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

(1160) Balduino III , como la mayor parte de sus predecesores, fué llamado á menudo á Antioquía para
restablecer el órden . Fué el que tuvo de dirimir las mas fuertes cuestiones entre los patriarcas de esta
ciudad y los principes que la gobernaban . El patriarca Raul de Domfront , hombre vano y orgulloso , que
hubieran tomado , segun espresion de Guillermo de Tiro, por un sucesor del apóstol Pedro , tuvo grandes con-
tiendas con Raimundo de Aquitania , que él queria someter á su autoridad eclesiástica . Mas tarde estalló la
discordia entre el patriarca Amaury y Reinaldo de Chatillon , que se habia casado con la viuda de Raimundo
de Poitiers. En esta contienda Reinaldo llevó la violencia al último estremo . Por sus órdenes fué conducido

el prelado , hombre de edad muy avanzada , sobre lo alto de la ciudadela , y con la cabeza descubierta y unta-
da de miel permaneció todo un dia espuesto á las moscas y á los abrasadores rayos del sol . El rey Balduino
intervino al fin en estos escandalosos debates , y les puso un término .
Antioquía sin embargo encerraba en su seno otras causas por las cuales no podia permanecer tranquila .
Estaba en el destino de cuantos habian sido llamados á gobernar este principado , el no poder desplegar una
buena administracion à causa de morir luego en el campo de batalla, ó caer en manos de los infieles .
Grandes desórdenes tuvieron lugar en este pais sin jefes , y el rey de Jerusalen tomó por último las rien-
das del gobierno , y durante su estancia en Antioquía fué acometido de la enfermedad que le condujo al se-
pulcro . El arzobispo de Tiro hace cargos á los médicos de Siria , por la muerte del rey , que los príncipes
latinos y sobre todo las princesas preferian á los médicos francos . Consumido el monarca por una fiebre
lenta se hizo trasladar á Trípoli y despues á Beirut donde espiró . Jamás rey alguno fué mas llorado de sus
vasallos y aun de los estranjeros . Se llevaron sus restos mortales á Jerusalen para ser enterrados al pié del
1 Calvario . Los cristianos del Líbano bajaron de las montañas, y una innumerable multitud acudió de todas
partes para acompañar al fúnebre convoy : dicese que hasta Noredino respetó el dolor de un pueblo que llo-
raba á su rey y que suspendió por algunos dias sus ataques contra los cristianos.
Se sentia doblemente la pérdida de Balduino III á causa de no tener la nacion simpatías por el hermano
d'el rey , Amaury , que debia sucederle . Se temia en este los efectos de una avaricia funesta para los pueblos ,
una ambicion peligrosa para el reino , y un orgullo insoportable para los barones y señores . Estos defectos
se exageraban por el odio, y sobre todo por la secreta proteccion de algunos grandes del pais al trono de
Jerusalen ; llegóse hasta el punto , dice la historia contemporánea , de proponer el cambiar el órden de suce-
sion al trono , y de elegir á un rey que en los dias de peligro mereciere , mas que Amaury, el amor y la

confianza de los cristianos . Levantáronse varias facciones , y la guerra civil iba á estallar , cuando los mas
sabios barones representaron , que el derecho hereditario era la salvaguardia del reino , añadiendo que los
que querian cambiar el órden establecido iban , como el traidor Judas , á entregar el Salvador del mundo
á sus enemigos . Estos discursos apoyados con la presencia de las tropas que Amaury habia reunido para
defender su causa restablecieron la concordia y la paz ; y el hermano de Balduino fué coronado rey de
Jerusalen .

Desde que Amaury subió al trono dirigió todas sus miras al Egipto , debilitado por sus propias divisiones
y por las victorias de los cristianos . Habiendo el califa del Cairo rehusado pagar el tributo que él debia á los
vencedores de Ascalon , el nuevo rey se puso al frente de su ejército , atravesó el desierto y llevó el terror de
sus armas sobre las orillas del Nilo , no regresando á su reino hasta despues de haber obligado á los egip-
cios á comprar la paz . El estado en que se encontraba entonces el Egipto debia llamar bien pronto la
atención de los cristianos ; dichosos si sus tentativas renovadas muchas veces no hubiesen favorecido des-
pues los progresos de una potencia rival .
El Egipto era á la sazon el teatro de una guerra civil ocasionada por la ambicion de dos jefes que se dispu-
taban el imperio . Desde mucho tiempo los califas del Cairo, encerrados en su serrallo , como los de Bagdad ,
no se parecian á este guerrero de donde llevaban el origen , y que decia , mostrando á sus soldados y su es-
pada : Hé aquí mi familia y mi raza . Encerrrados por la molicie y los placeres , habian abandonado el go-
bierno á sus esclavos , que les adoraban de rodillas, y les imponian leyes . Ellos solo ejercian su poder en
las mezquitas , y no conservaban mas que el vergonzoso privilegio de confirmar el poder usurpado de los
visires que corrompian á los ejércitos , perturbaban el estado, y se disputaban sobre el campo de batalla el
derecho de reinar sobre el pueblo y sobre el príncipe . Cada uno de los visires para hacer triunfar su causa ,
invocaba sucesivamente el apoyo de los ejércitos vecinos . Al llegar estos peligrosos ausiliares , todo estaba
LIBRO SEPTIMO . - 1151-1499 . 219

revolucionado en las riberas del Nilo . Corrió la sangre en todas las provincias, derramada ya por los solda-
dos el Egipto estaba desolado á la vez por sus enemigos, por sus aliados y por sus habitantes ( 1 ) .
Chaver , que se habia elevado de la humilde condicion de esclavo á la dignidad de visir, habia sido vencido
y reemplazado por Dargam , uno de los principales oficiales de la milicia egipcia; obligado á abandonar una
patria en donde reinaba su rival fué á buscar un asilo á Damasco, solicitó el socorro de Noredino , y le prome-
tió tributos considerables si este príncipe le proporcionaba tropas para proteger su regreso al Egipto . El sul-
tan de Damasco accedió á las súplicas de Chaver . El ejército que se resolvió á mandar á las orillas del Nilo ,
tuvo por jefe á Chirkou, el mas hábil de sus emires, el que habiéndose demostrado siempre duro y feroz en
sus espediciones militares, debia ser implacable para con los vencidos , y sacar partido , por fortuna de su dueño,
de las desgracias de una guerra civil . El visir Dargam no tardó en conocer los proyectos de Chaver y los pre-
parativos de Noredino . Queriendo oponerse á la tempestad que iba á caer sobre su cabeza , imploró el socorro
de las armas cristianas de la Palestina , y juró entregarles su tesoro, si le ayudaban á conservar su poder.
Mientras que el rey de Jerusalen , seducido por esta promesa , reunió su ejército, Chaver, acompañado de

las tropas de Noredino , atravesaba el desierto , aproximándose á Egipto. Dargam , que iba á su encuentro, fué
destruido por los sirios, y perdió la vida en la batalla . Bien pronto la ciudad del Cairo abrió sus puertas al
vencedor Chaver, que la victoria habia librado de su enemigo , hizo derramar mucha sangre en la capital ,
para asegurar su triunfo, y recibió en medio de la consternacion general las felicitaciones del califa .
Sin embargo la discordia no tardó en levantar la cabeza , entre el general de Noredino , que cada dia vendia
mas caros sus servicios , y el visir que Chirkou acusaba de perfidia y de ingratitud . Chaver probó en balde
de echar á los musulmanes de la Siria : pues se le contestó con amenazas, y estuvo muy próximo de verso
sitiado en el Cairo por sus propios libertadores . En medio de un peligro tan inminente , puso el visir su úl-
tima esperanza en los guerreros cristianos, cuya aproximacion temia , é hizo al rey de Jerusalen las mismas
promesas que poco antes habian sido hechas á Noredino . Amaury, que queria entrar en Egipto , sea cual fue-
re el partido que pudiese dominar , se puso en marcha para defender á Chaver con el mismo ejército que ét
habia reunido para combatirle . Llegado á las orillas del Nilo , juntando sus tropas con las del visir vino â
sitiar á Chirkou que se habia encerrado dentro de la ciudad de Bilbeis , el lugarteniente de Noredino resistió
durante tres meses á todos los ataques de los cristianos y de los egipciós , y cuando el rey de Jerusalen le
propuso la paz, le exigió que se le pagasen los gastos de la guerra . Despues de una negociacion en la que

demostró todo el orgullo de un venceder , salió de Bilbeis amenazando aun á los cristianos , y condujo á su
ejército á Damasco cargado con los despojos de los enemigos ( 2) .
Mientras que los francos continuaban la guerra en Egipto, las provincias de Antioquía y de Trípoli se
encontraban espuestas á los ataques de Noredino . Amenazados por este enemigo formidable , habian los
cristianos implorado el ausilio del occidente . La Palestina vió llegar por cuarta vez al conde de Flandes ,
que no se cansaba de atravesar los mares para combatir á los infieles : los guerreros de Poitou y de Aquita-

nia vinieron tambien á visitar y á defender los santos lugares, llevando á su cabeza á Hugo Lebrun y á
Godofredo , hermano del duque de Augulema Hago Lebrun llevaba consigo á sus dos hijos , Godofredo de
Lusiñan, célebre ya por su valor , y Guy de Lusiñan á quien la fortuna debia mas tarde colocar sobre et
trono de Jerusalen .

Ayudados con estos refuerzos, los guerreros cristianos que se habian quedado para guardar la Si-
ria , emprendieron muchas espediciones contra los musulmanes. Noredino fué sorprendido y vencido
en el territorio de Trípoli , en un punto que las crónicas llaman la Boquee . Los autores árabes refie-
ren la súplica que el sultan de Damasco dirigió al Dios de Mahoma , durante el combate , y en
la que se quejaba de haber sido abandonado por su ejército . Despues de su derrota , él escribió ,

dicen los mismos historiadores , á todos los hombres piadosos y devotos . Su cartà , que fué leida en to-
dos los púlpitos de las mezquitas, despertó el entusiasmo de los soldados del islamismo, y todos los emires
de la Siria y de la Mesopotamia acudieron bajo sus banderas . Noredino cayó sobre el territorio de Antioquía
y recuperó la fortaleza , en la cual los cristianos fueron vencidos y muchos de sus príncipes fueron hechos

(1) Las noticias mas ciertas sobre el deplorable estado del Egipto, en esta época, nos han sido suministradas por los autores ára-
bes. Biblioteca de las Cruzadas t, IV) .
(2) Biblioteca de las Cruzadas t. IV, §. 25 .
220 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

prisioneros . Entre estos últimos se notaba á Raimundo , conde de Trípoli , que los musulmanes llamaban el
Satanás de los Francos , y á Boemundo III príncipe de Antioquía, que fué á juntarse en las cárceles de Alepo
con su predecesor Reinaldo de Chatillon , retenido en el cautiverio muchos meses hacia .
A concecuencia de esta victoria , los musulmanes se apoderaron de Paneas , é hicieron muchas escursiones
á la Palestina . Todos los reveses esperimentados por los cristianos daban á Noredino la facilidad de seguir
sin peligro sus campañas contra el Egipto . Chirkou habia reconocido las riquezas de este pais y la debilidad
de su gobierno . Luego que hubo regresado á Damasco , hizo adoptar á Noredino el proyecto de reunir esta
rica comarca á su imperio.
El sultan de la Siria envió embajadores al califa de Bagdad , no con el objeto de pedirle socorros , sino
con la idea de dar un colorido religioso á su empresa . Desde muchos siglos los califas de Bagdad y del Cairo
estaban dividos por un odio implacable : cada uno de ellos se alababa de ser el vicario del Profeta , y mira
ba á su rival como el enemigo de Dios . En las mezquitas de Bagdad se maldecia á los califas de Egipto y
á sus sectarios ; y en las del Cairo , se entregaban á las potestades del infierno los Abasides y á sus par
tidarios .

(1465 ) El califa de Bagdad no vaciló en acceder á los deseos de Noredino . Mientras que el sultan de la
Siria no se ocupaba mas que de estender su imperio , el vicario del Profeta cedia á la ambicion de presidir
solo á la religion musulmana . Encargó á los imanes el predicar la guerra contra los fatimitas , y prometió
las delicias del paraiso á todos los que tomasen las armas en esta santa espedicion . A la voz del califa , un gran
númerode fieles se alistaron debajo de las banderas de Noredino , y Chirkou , siguiendo las órdenes del sul
tar , se preparaba para regresar á Egipto á la cabeza de un poderoso ejército.
La noticia de estos preparativos se difundió por todo el oriente y sobre todo en Egipto , en donde causó las
mas vivas alarmas , Amaury , que habia regresado á sus estados , recibió en Jerusalen á los embajadores de
Chaver , encargados de solicitar su apoyo y su alianza contra los proyectos de Noredino . Los estados del
reino de Jerusalen se hallaban reunidos en Napolosa , y el rey les espuso las ventajas de una nueva espe

dicion al Egipto . Un impuesto estraordinario fué votado para ocurrir á los gastos de una guerra sobre la que
se fundaban las mas grandes esperanzas, y pronto el ejército cristiano partió de Gaza , para ir á combatir en
las orillas del Nilo las tropas de Noredino .
(1166) Mientras esto tenia lugar , Chirkou atravesó el desierto, en donde corrió los mayores peligros .
Una violenta tempestad le sorprendió durante su marcha ; de repente oscurecióse el cielo , y la tierra que pisa
ban los sirios parecia mas bien un borrascoso mar . La arena era arrastrada por el viento , y formaba torbe
Ilinos ó montañas movientes que dispersaban , arrastraban y sofocaban á los hombres y á los caballos . En
esta horrorosa tempestad , el ejército sirio abandonó sus bajages , perdió sus provisiones y sus armas , y
cuando Chirkou llegó á las orillas del Nilo no tenia para su defensa mas que el recuerdo de sus primeras
victorias . Tuvo mucho cuidado en ocultar la pérdida que acababa de esperimentar ; y los restos de un ejército
dispersado por la tempestad bastaron para sembrar el espanto en todas las ciudades de Egipto .
(1467) El visir Chaver , amedrentado con la aproximacion de los sirios , envió nuevos embajadores á
los cristianos, para prometerles inmensas riquezas , y suplicarles apresurasen su marcha . Por su parte el
rey de Jerusalen deputó cerca del califa de Egipto á Hugo de Cesarea , y á Foulques, caballero del Temple , para
obtener la ratificacion del tratado de alianza . Los diputados de Amaury fueron introducidos en palacio en
el cual jamás habia entrado cristiano alguno ( 1 ) . Despues de haber atravesado muchas galerías llenas de
guardias morunas y un gran número de salones de corte , en donde resplandecian todas las maravillas del
oriente , llegaron á una especie de santuario en donde les esperaba el califa , sentado sobre un trono lleno de
oro y de pedrería . Chaver que les acompañaba , se prosternó á los piés de su señor , y le suplicó que aceptase
el tratado de alianza hecho con el rey de Jerusalen . El comendador de los creyentes , siempre dócil á la vo
luntad del último de sus esclavos , hizo una señal de aprobacion y alargó su mano á los diputados cris
tianos , en presencia de sus oficiales y de sus cortesanos, que tan inusitado espectáculo les llenaba de dolor
y de sorpresa .
No tardó el ejército de los francos en aproximarse al Cairo , pero como la política de Amaury consistia en

(1) Guillermo de Tiro es el único de los historiadores latinos que hemos consultado con fruto, sobre las guerras de Egipto.
LIBRO SEPTIMO. -1165-1167. 221

prolongar la guerra para así poder estar mas tiempo en el Egipto , no aprovechó las ocasiones de atacar á
los sirios con ventaja , dándoles tiempo para reparar sus fuerzas . Despues de haberles dejado descansar por
espacio de muchos dias , dióles en fin una batalla en la isla de Maollé no lejos de la ciudad del Cairo , des-
truyó sus atrincheramientos , pero no prosiguió en su victoria . En su retirada hácia el alto Egipto. Chirkou
se esforzó en despertar el ardor de los soldados de Noredino . Estos recordaban todavía todos los males que
habian esperimentado á su paso por el desierto este recuerdo , tan reciente , y los primeros triun-
fos obtenidos por los cristianos , parecian abatir su valor, cuando uno de los lugartenientes de Chirkou
esclamó en el consejo de los emires : Vosotros que temeis la muerte ó la esclavitud regresad á la Siria , id á
decir á Noredino que os ha llenado de beneficios , que vosotros abandonais el Egipto á los infieles , para en-
cerraros en vuestros serrallos , con vuestras mujeres y vuestros niños ( 1 ) , Estas palabras reanimaron el
celo y el fanatismo de los guerreros de Damasco. Los francos y los egipcios , que perseguian al ejército de
Chirkou, fueron vencidos en una batalla , y obligados á abandonar con desórden las colinas de Baben . El ge-
neral de Noredino , aprovechándose de la victoria , fué á poner una guarnicion en Alejandría , que habia

abierto sus puertas á los sirios, y pasó luego á sitiar la ciudad de Koutz, capital de la Tebaida . La habilidad
con que Chirkou habia disciplinado á su ejército, y dispuesto el plan del último combate , sus marchas y con
tramarchas, por las llanuras y por los valles del Egipto , desde el trópico hasta al mar , anunciaban los pro-
gresos de los musulmanes de la Siria en la táctica militar ; haciendo conocer desde luego á los cristianos el
enemigo que debia poner un límite á sus victorias y á sus conquistas .
Los turcos se defendieron durante muchos meses en Alejandría contra las sediciones de los habitantes y con-
tra los multipliados ataques de los cristianos . Ellos obtuvieron en fin una capitulacion honrosa , y como su ejér-
cito se debilitaba cada dia por el hambre y la fatiga se retiraron por segunda vez á Damasco , despues de haber
hecho pagar muy cara la pasajera tranquilidad que proporcionaron á los pueblos de Egipto .
Libre de sus enemigos , el visir Chaver se apresuró á despedir los cristianos, cuya presencia temia . Él
se comprometió á pagar al rey de Jerusalen un tributo anual de cien mil escudos de oro , consintiendo ade-
más en recibir una guarnicion en el Cairo . Colmó de ricos regalos á los caballeros y á los barones , hasta

los soldados tuvieron parte en las liberalidades , proporcionadas al temor que le inspiraban los francos . Los
guerreros cristianos regresaron á Jerusalen ; llevándose consigo riquezas cuya vista deslumbró al pueblo y á
los grandes , debiendo inspirarles otra idea que la de perder la herencia de Jesucristo (2) .
Mientras que Amauy regresaba á su capital , el aspecto montuoso y ésteril de sus provincias, la pobreza
de sus súbditos , los estrechos límites de su reino, le hicieron sentir no haber aprovechado la ocasion de
conquistar un gran imperio . A su llegada contrajo matrimonio con una sobrina de Manuel . Mientras que
el pueblo y la corte se entregaban al alborozo y á las fiestas , haciendo votos por la prosperidad de su rei-
no y de su familia , un solo pensamiento le ocupaba noche y dia , y le seguia en medio de las fiestas . Las rique-

zas del califa del Cairo, la poblacion y la fertilidad del Egipto , sus numerosas flotas y la comodidad de sus
puertos, se presentaban sin cesar á la imaginacion de Amaury .
Quiso esplotar luego , para la ejecucion de sus proyectos , la union que acababa de celebrar , & hizo
partir para Constantinopla embajadores encargados de comprometer à Manuel, para que le ayudase á
la conquista del Egipto . Manuel aplaudió los proyectos del rey de Jerusalen, y le prometió enviarle flo-
tas , y de compartir los peligros y la gloria de una empresa que debia interesar al mundo cristiano . En-

tonces Amaury ya no temió anunciar públicamente sus proyectos , convocando al efecto á los barones
y á los grandes de su reino . En esta asamblea se propuso marchar bácia el Egipto ; los mas prudentes
entre los cuales se contaba el maestre del Temple , declararon altamente que semejante guerra era
injusta.

(1) Nosotros seguimos aqui la relacion del autor árabe Ibu- Alatir . (Véase el t. II de la Biblioteca de las Cruzadas. )
(2) Esta campaña lo mismo que la precedente y la que siguió ha sidó largamente descrita por los autores árabes que la mayor
parte erau contemporáneos. Los principales son Ibu-Aboutai natural de Alepo, é Ibu - Alatir, uno y otro muy bien instruidos de
los acontecimientos. Su narracion sirve para aclarar la de los latinos. Nosotros hemos creido deber limitarnos aquí á presentar
los resultados generales ; pero se encontrarán los detalles al tomo II de la Biblioteca de las Cruzadas, §. 25 y siguientes. Mr.
Reinaldo ha reunido cuanto los árabes nos ofrecen de curioso y de interesante sobre esta época. Entre los autores latinos que han
hablado sobre el mismo asunto debe citarse principalmente á Guillermo de Tiro, lib. XVII : él no fué al Egipto, pero vivia en la
época de esta espedicion , y conocia á los jefes del ejército cristiano .
222 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

<«< Los caballeros , decian ellos , no deben dar á los musulmanes el ejemplo de violar los tratados . Será
fácil el conquistar el Egipto , pero difícil de conservarlo . No habia nada que temer del poder egipcio ,
pero sí habia que recelar del poder de Noredino ; contra este último debian reunirse todas las fuerzas
del reino. El Egipto debia pertenecer al que seria dueño de la Siria : no era prudente apresurar los fa-
vores de la fortuna y enviar los ejércitos á un pais en el que no harian mas que abrir sus puertas á
los hijos de Zenqui , como ya se les habian abierto las puertas de Damasco . Se sacrificaban las ciudades
cristianas , hasta el mismo Jerusalen , á la esperanza de conquistar una lejana comarca . Ya Noredino
aprovechándose de los momentos en que el rey de Jerusalen estaba ocupado á las orillas del Nilo , se
habia apoderado de varias plazas que pertenecian á los cristianos . Boemundo , príncipe de Antioquía , Rai-
mundo, conde de Trípoli , habian sido hechos prisioneros de guerra , y gemian bajo el yerro musulman
víctimas de una ambicion que habia arrastrado al rey de Jerusalen lejos de su reino y lejos de las co-
lonias cristianas , cuyo apoyo y defensor debia haber sido (1 ) . »
Los caballeros y los barones , que se espresaban de esta suerte , añadian que la vista sola del Egipto
no dejaria de corromper á los guerreros cristianos , y de debilitar el valor y el patriotismo de los
habitantes Ꭹ de los defensores de la Palestina . Estos discursos llenos de sabiduría no pudieron conven-

cer ni al rey de Jerusalen , ni á los partidarios de la guerra , entre los cuales se hacia notar al gran
maestre de los hospitalarios , que habia agotado las riquezas de su órden con locas prodigalidades , y le-
vantado tropas cuyo sueldo habia señalado sobre los tesoros del Egipto. La mayor parte de los señores y
de los caballeros, que la fortuna les esperaba á las orillas del Nilo para distribuirles sus favores , se
dejaron fácilmente arrastrar á la guerra , y no tuvieron sentimiento alguno en mirar como á enemigos
á los soberanos de un pais que les ofrecia un inmenso botin .
(1168) Mientras se activaban en Jerusalen los preparativos de la espedicion , proyectos semejan-
tes ocupaban á los emires y al consejo de Noredino . A su vuelta de las orillas del Nilo, Chirkou habia
anunciado al príncipe de Damasco , «que el gobierno del Cairo estaba falto de oficiales y de soldados ;
que la guerra civil, la ambicion de los francos y la presencia de los sirios habia enervado y arruinado
la fuerza de los fatimitas . El pueblo egipcio , añadió el ambicioso emir , acostumbrado á mudar de amo , no
estaba adherido ni al califa , que ni menos conocia , ni al visir que le causaba toda suerte de calamida-
des . Este pueblo, largo tiempo trabajado por sus propias discordias , no deseaba mas que la quietud , pa-
reciendo dispuesto á reconocer toda dominacion que le protegiese contra sus enemigos y contra sí mis-
mo. Los cristianos no conocieron que á pesar del estado de decadencia del imperio del Cairo , toda su po-
lítica debia consistir en apoderarse de él, por lo que convenia llevar adelante sus proyectos , y no des-
deñar una conquista que la fortuna ofrecia en cierto modo á la primera potencia que se presentase
en Egipto. >>
De este modo el rey de Jerusalen y el sultan de Damasco tenian la misma idea y formaban los mis-
mos proyectos . En las iglesias de los cristianos , y en las mezquitas de los musulmanes, se elevaban ple-
garias al cielo para el buen éxito de la guerra , que iba á estallar á las orillas del Nilo . Cada una de las
dos potencias rivales trataba de legitimar sus proyectos y sus operaciones ; en Damasco se acusaba al
califa de Egipto de haber celebrado una impía alianza con los discípulos de Cristo ; y en Jerusalen se
decia que el visir Chaver , faltando á la fé del juramento , seguia una pérfida correspondencia con
Noredino .

Los cristianos fueron los primeros en violar los tratados . Amaury al frente de un numeroso ejército
se puso en marcha , y pareció como enemigo delante la plaza de Bilbeis , que la habia prometido á los
caballeros de San Juan, como recompensa del celo y ardor que demostraban en esta espedicion . Esta
ciudad , situada sobre la ribera derecha del Nilo , fué tomada por asalto , y toda la poblacion pasada á
cuchillo porque cuanto menos motivo habia para empezar esta guerra , mas encarnizamiento se veia
en proseguirla .
La desgraciada suerte de Bilbeis consternó á todo el Egipto ; el pueblo se irritó al saber los crueles es-

(1) Lo que hay de curioso , es que este discurso que se lee aquí en boca de los barones, los autores árabes lo hacen pronunciar
al rey. A darles credito el rey fué contra su voluntad á esta espedicion . Biblioteca de las Cruzadas t. IV ,
LIBRO SEPTIMO . - 1468-4169 . 223

cesos cometidos por los francos, y tomando las armas echó del Cairo á la guarnicion cristiana . Chaver
reunió sus tropas en las provincias , fortificó la capital , y para despertar en los pueblos el entusiasmo
de la desesperacion , hizo incendiar la antigua Fortat ( 1 ) cuyo incendio duró mas de seis semanas . El califa
del Cairo imploró de nuevo el socorro de Noredino, y le mandó dentro de una carta los cabellos de las
mujeres de su serrallo, en prenda , confianza y señal de su crítica situacion . El sultan de Damasco accedió
gustoso á las súplicas del califa de Egipto , y como su ejército estaba preparado para ponerse en marcha , dió
la órden á Chirkou de atravesar el desierto y de dirigirse á las orillas del Nilo .
Si despues de la toma de Bilbeis, el rey de Jerusalen se hubiese dirigido repentinamente al Cairo , hubiera
podido adelantarse á sus enemigos y apoderarse de la capital ; pero por una política que no puede esplicarse ,
1 y como si de repente se hubiese horrorizado de su empresa , este príncipe que habia despreciado los tratados ,
¦ y que queria deberlo todo á la victoria , dió oidos á los embajadores del califa , cuya suplicante voz tan pronto
se dirigia á su piedad como á su avaricia : Amaury no se dejaba arrastrar menos por el amor del dinero que
por la ambicion de las conquistas; y el ofrecimiento de una exorbitante suma bastaba para contenerle en su
marcha, y hacerle suspender las hostilidades . Mientras que él estaba esperando los tesoros anunciados y to
maba en consideracion las proposiciones de aquellos á quienes él mismo habia faltado de cumplir su palabra ,
los egipcios concluyeron sus preparativos de defensa , se rebelaron las guarniciones de las ciudades y el pueblo
se armaba . Los francos , rodeados de enemigos, esperaron en balde la flota que los griegos debian enviarle :
en fin despues de un mes de negociaciones , en las cuales el visir no omitió las lisonjas ni las falsas protestas ,
Amaury en vez de recibir los tesoros que se le habian prometido, y de ver llegar á los ausiliares , supo re
pentinamente que Chirkou entraba por tercera vez en Egipto , á la cabeza de un formidable ejército (2) .
(1169) Entonces fué cuando conoció el lazo en que habia caido . Voló al encuentro de los sirios para com
batirlos : pero su jefe evitó la lucha y fué á reunirse con los egipcios . Los cristianos no podian resistir á dos
ejércitos reunidos . Desde este momento se suspendieron todas las negociaciones, y pasóse á amenazar á aque
Ilos á quienes poco antes se adulaba : el Egipto ya no ofreció mas sus tesoros , pero hizo ver á sus irritados
soldados . El rey de Jerusalen atacado por todos lados , declaróse en retirada hácia el desierto, y regresó á su
reino , con la vergüenza de haber perdido una guerra que solo el buen éxito podia abonar , y que parecia
tanto mas injusta , cuanto mas desgraciadamente fué conducida .
Los cristianos, no tan solo tenian que deplorar la pérdida de las ventajas que reportaban de un pais vecino
y tributario , sí que tambien debian echar de ver que esta rica comarca , cuya entrada ellos habian cerrado ,
iba á pasar á manos del mas temible de sus enemigos , aumentando su poder . Chirkou hizo enarbolar sus
banderas sobre las torres del Cairo ; el Egipto , que creia recibir á un libertador , solo vió bien pronto á un
conquistador . El visir Chaver pagó con la vida los males que habia causado á su patria ; fué muerto en el
mismo campo de Chirkou, y su autoridad vino á constituir la herencia del vencedor .
El califa que para salvarse á sí mismo habia pedido la cabeza de su primer ministro, dióle por sucesor al
general de Noredino , que él llamaba en sus cartas el príncipe victorioso . De este modo el envilecido monarca
del Egipto ridiculizaba sus propios favores , adulando á un hombre á quien no conocia , y al que tal vez
habia deseado la muerte, imágen de la ciega fortuna que reparte al acaso los bienes y los males , viendo con
la misma indiferencia á sus favorecidos. que á sus víctimas .

Al cabo de dos meses de su elevacion , Chirkou murió repentinamente . Para reemplazarle el califa eligió
al mas jóven de los emires del ejército de Noredino . Saladino , que apenas contaba treinta años , aun cuando
se distinguió en el sitio de Alejandría , no tenia aun nombre en el ejército ; pero pronto su fama debia ocupar
al oriente y al occidente . Era sobrino de Chirkou , é hijo de Ayuc ; su tio y su padre habian abandonado las
salvajes montañas del Curdistan para entrar al servicio de las potencias musulmanas de la Mesopotamia y se
habian afiliado al partido de los Atabeks algun tiempo antes de la segunda cruzada . Saladino , siendo jóven ,
amó la disipacion y los placeres , y permaneció por mucho tiempo apartado de la política y de la guera ; pero
llegado á las dignidades supremas , cambió de conducta y reformó sus costumbres . Hasta esta época parecia
que Saladino habia nacido para los placeres y la oscuridad de un serrallo (3 ) , y de repente vióse á un nuevo

(1 ) Lo mismo que una desesperacion heroica ha hecho en los tiempos modernos incendiar la ciudad de Moscou.
(2) Autores árabes. ( Biblioteca de las Cruzadas t. IV. )
(3) Bernardo el Tesorero refiere que Šaladino tenia la vigilancia de las mujeres prostitutas . ( Véase la Biblioteca de las Cruza
221 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

hombre , que parecia haber nacido para el imperio : su gravedad infundia respeto á los emires ; sus liberali
dades le atrajeron los votos del ejército, y la austeridad de su devocion le hacia apreciable á todos los verda
deros creyentes .

(1170) Los francos, que no veian en Saladino un enemigo temible , no habian renunciado aun á sus
proyectos sobre el Egipto . La flota griega , vanamente esperada , durante la precedente espedicion , llegó al
fin al puerto de Tolemaida . Entonces resolvióse regresar á las orillas del Nilo . La flota y el ejército cristiano ,
mandados por el rey de Jerusalen , fuéron á sitiar la ciudad de Damieta . Allí , los cristianos perdieron la mi
tad de sus soldados , victimas del hambre ó del hierro enemigo , y todos sus navíos fueron quemados por el
fuego griego ó dispersados por la tempestad : ellos se vieron finalmente obligados á renunciar á su empresa
despues de cincuenta dias de un sitio en el cual los jefes fueron acusados de faltar al valor, á la prudencia y á
la táctica . Así el porfiar Amaury en seguir una guerra desgraciada contribuyó á mejorar la posicion de los
musulmanes , y debió recordar á los francos de la Palestina estas palabras que los profetas repetian á los he
breos Hijos de Israel, no dirijais ni vuestras miradas ni vuestros pasos hacia el Egipto .
Como los diputados que se habian enviado al occidente estaban ya de vuelta en Siria , sin esperanzas de
socorros , el rey de Jerusalen puso toda su esperanza en los griegos, y partió para Constantinopla , dejando ,
así lo dice él mismo , á Jesucristo , cuyo ministro él era , el cuidado de gobernar su reino . Las crónicas contem
poráneas refieren estensamente la brillante recepcion que hizo la corte de Bizancio á Amaury, pero ellos no
hablan de los tratados concluidos con Manuel , que quedaron despues sin efecto . Cuando el rey regresó á Je
rusalen , encontró á su reino amenazado por todas partes , por las fuerzas siempre crecientes de Noredino .
Si la guerra habia suspendido un momento sus estragos , estos intervalos de paz no eran debidos sino á
un horrible azote que acababa de desolar á la Siria . Un temblor de tierra habia destruido todas las ciudades :
Tiro , Trípoli, Antioquía , Emesa y Alepo solo presentaban el aspecto de montones de piedras ; la mayor

parte de las plazas fuertes vieron caer sus nas sólidas murallas y perdieron á la vez sus habitantes y sus
defensores . Cada príncipe , cada pueblo , ocupado de sus alarmas y de sus calamidades , no soñó mas en ar
marse contra sus vecinos , y el temor de los juicios de Dios , dice Guillermo de Tiro, vino á ser como un tra
tado de paz entre los cristianos y los musulmanes.
(1171 ) Sin embargo Saladino acabó de someter al Egipto al imperio de Noredino , y para que nada faltase
á su conquista , supo reformar las opiniones religiosas del pueblo vencido . La autoridad de los fatimitas fué
abolida , y poco tiempo dsepues el califa Aded , siempre invisible en su palacio , murió sin saber que habia
perdido el poder . Los cristianos acusaron entonces á Saladino de haberle muerto con sus propias manos ( 1 ) ;
pero como ninguno de los historiadores musulmanes ha revelado este horrible secreto de la política oriental,
los tesoros del califa sirvieron para acallar las murmuraciones del pueblo y de los soldados . El negro color
de los Abasidas reemplazó al blanco de los hijos de Alí, y solo el nombre del califa de Bagdad era el único
que se pronunciaba en la mezquita . La dinastía de los Fatimitas que reinaba mas de dos siglos hacia , y por
la cual se habia derramado tanta sangre, se estinguió en un solo dia y no encontró un solo defensor . Desde
esta época , los musulmanes del Egipto y de la Siria no tuvieron mas que una religion y que una sola causą
á defender.

Saladino nada tenia que temer de sus enemigos pero una fortuna tan rápida , un poder tan grande, debia
escitar á la vez la envia de sus rivales y la desconfianza del jefe del estado . El soberano de Damasco no
hacia mas que mirar con inquietud una conquista que le habia llenado de alegría . Debe creerse , con todo , que
Saladino no pensó desde luego en hacerse emperador : pero era tal la posicion en que las circunstancias le
habian colocado, que no era dueño de elegir el partido que debia tomar ; el poder supremo que se le acu
saba querer usurpar , vino á ser el único medio que le quedaba para salvarse . Es un espectáculo curioso de
ver en los historiadores árabes como el sultan de Damasco y el hijo de Ayub emplean sucesivamente la
mentira y el disimulo , el uno para adelantarse á los proyectos de un infiel lugarteniente , y el otro para

das t. I. ) En cuanto al retrato y juventud de Saladino véase á Ibn-Matir, Ibn-Abutai y á Abu:feda , analizados en la Biblioteca de las
Cruzadas .
(1 ) Guillermo de Tiro acusa aquí á Saladino ; puede verse con respecto en este punto , el cuento singular é invero: fmil que refiere
Bernardo el Tesorero. Biblioteca de las Cruzadas t. I. ) En cuanto a los autores orientales, ni uno solo hace mencion de un hecho tan
deshonroso para Saladino.
LIBRO SEPTIMO . - 1470-1174. 225

escapar de las sospechas de un jefe irritado . Noredino , á fin de hacer salir á Saladino de Egipto , en donde tenia
mucha influencia , le llamó muchas veces á la Siria , para asociarle , decia él , á sus empresas contra los cris
tianos ; Saladino, fingiendo obedecer , atravesó el desierto , asoló las fronteras de la Idumea , y apresuróse á
regresar á las orillas del Nilo , alegando ya una nueva conquista sobre Nubia , ó hácia el mar Rojo , ya una
sublevacion que habia estallado en algunas ciudades egipcias , y que debia reprimir . Sin embargo , la astucia
y la perfidia no podian bastar á encubrir por mucho tiempo los secretos designiɔs de una ambicion impacien
te, ó de una autoridad zelosa , y la guerra con todos sus peligros , iba á estallar , cuando se supo de repente
la muerte de Noredino .

Este príncipe murió en Damasco en 4174. Solo dejó á un hijo , Malek- Saleh Ismael , aun en la adolescen
cia é incapaz por lo tanto de gobernar . Una muerte tan brusca y tan imprevista puso á todos los pueblos
de la Siria en una estrema agitacion . Desde Damasco hasta el Mosul no habia una sola ciudad , un sultan ó
emir que no soñase en aprovecharse de este gran acontecimiento para recobrar su independencia , y para

posesionarse de su antigua dominacion , ó para crearse una nueva .


Los estados vecinos de las colonias cristianas no desdeñaron en esta ocasion la alianza de los francos ; y

concluyeron con ellos tratados , comprometiéndose á pagarles tributo, con la condicion que se haria la
guerra á Saladino , porque todo el mundo tenia puestos los ojos sobre el temible conquistador del Egipto ,
á quien se suponía con razon tener el plan de ocupar el puesto de Noredino y apoderarse del poderoso
imperio de los Atabeks .
Amaury sitió á Pancas , que habia caido anteriormente bajo el poder de Noredino: activó considerable
mente el sitio, pero los emires que gobernaban entonces en Damasco le ofrecieron una suma considerable
si renunciaba á su empresa , y le amenazaron al mismo tiempo con llamar en su ayuda á Saladino y de
entregar la Siria al hijo de Ayub . Amaury aceptó el oro con que se le brindó, y á mas obtuvo la libertad de
veinte caballeros cristianos , retenidos en cautiverio por los musulmanes . Recien llegado á Jerusalen , cayó
enfermo y murió sin prever las grandes revoluciones de que iba á ser teatro su reino .
No abandonaremos á Amaury , sin decir algunas palabras de la situacion en que dejaba el reino . Puede
verse en los tribunales de Jerusalen , que en esta época , las ciudades y las diversas baronías de la Tierra San
ta tenian para el servicio del estado mas de cuatro mil caballeros y cerca de seis mil sargentos de armas ,
lo que podia formar un cuerpo de doce á quince mil hombres , en los tiempos ordinarios . Los tribunales no
hablan de los templarios , de los hospitalarios , ni de las otras órdenes militares, cuya milicia se aumentaba
y se hacia cada dia mas temible . Es preciso añadir que todas las ciudades del reino tenian murallas y tor
res guardadas por los habitantes ; en todas las fronteras del pais , en todas las avenidas de Jerusalen , se
levantaban fortalezas , estaban llenas de armas y de soldados las montañas de la Judea y del Líbano , el pais de
Moab y de Galaad tenian tambien cavernas ó grutas fortificadas y transformadas en plazas de guerra ; los
transformadas en
recursos pecuniarios no faltaban, las peregrinaciones, la industria y el comercio marítimo habian propor
cionado muchas riquezas , y la mayor parte de las ciudades de la costa estaban florecientes . En el tercer año
de su reinado, Amaury reunió en Naplusa al patriarca , los obispos, los grandes y el pueblo ; las necesi
dades del reino fueron espuestas en esta asamblea ; y decrétose de comun acuerdo , que todo el mundo , sin
escepcion , pagaria el décimo de sus propiedades para el servicio del estado . Existian otras contribuciones
que se pagaban religiosamente, y Guillermo de Tiro nos dice que el rey Amaury no descuidaba ocasion al
guna de recurrir á la riqueza de sus vasallos . ¿ Por qué pues el reino de Jerusalen era cada dia menos res
petado de sus vecinos? ¿Cómo los hijos y los sucesores de los primeros soldados de la cruz , con todo lo que
ordinariamente constituye la fuerza , la gloria y la salud de las naciones, estaban reducidos á temblar de
lante de los enemigos , que sus padres habian vencido, sin tener armas , ni dinero.ó sueldo , ni plazas fuer
tes? Cómo en fin un gobierno fundado por la victoria y provisto de todo lo necesario para defenderse conser
va con tanta pena las ciudades y las provincias , conquistadas poco tiempo hacia por reyes pobres y por ca
balleros que solo tenian su espada?
Un historiador , Jaime de Vetri , hace notar con este motivo que las costumbres , el carácter , las belicosas
virtudes, todo habia degenerado : los héroes de la cruz habian desaparecido, y los hombres que descendian
de esta ilustre raza eran como el orujo de las aceitunas ó como el orin que proviene del hierro .

El hijo y sucesor de Amaury, que no se hallaba aun en edad para gobernar , recibió la uncion real , y
29
226 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

bajo el nombre de Balduino IV fué coronado en la iglesia del Santo Sepulcro . El historiador Guillermo de
Tiro, que habia estado encargado de su educacion , nos habla de su feliz disposicion para el estudio de la his
toria y de las letras . Desde su infancia amaba la gloria , la verdad y la justicia pero estas buenas cuali

dades fueron perdidas para el reino , porque la lepra que le devoraba le impedia poder reinar por sí mismo.
La historia contemporánea no ha encontrado otro título ú otro nombre para darle que el de rey leproso ó
mesel.

Dos hombres se disputaron la regencia ; Milon de Pleney y Raimundo, conde de Trípoli . El primero
era señor de la Arabia Sobal : habia dirigido la politica de Amaury y pretendia dirigir aun la de su hijo. Mi
lon de Pleney tenia la opinion de un hombre disoluto y malvado , tenia además una arrogancia insoportable
y una presuncion escesiva ; celoso de toda especie de autoridad , no sufria que nadie se acercase al trono, ni ejer
ciese influencia alguna en la corte y en el estado , lo que le habia hecho odioso á los grandes y á los peque
ños . Por lo demás la historia contemporánea solo habla de él para decirnos que se le encontró herido , en
una calle de Tolemaida : y nosotros tambien hablamos de él solamente para hacer ver en qué manos habia
caido la herencia de Jesucristo .

Raimundo IV , descendiente del famoso Raimundo de Saint- Gilles, reunia el valor, la actividad y la am
bicion del héroe de quien traia su orígen , y sobre todo ese indómito carácter que en los tiempos difíciles
irrita las pasiones y provoca los odios implacables . Guillermo de Tiro dice , que habia empleado el tiempo
de su cautiverio en instruirse y que lo habia logrado : pero en los negocios la vivacidad de su espíritu le ayu
daba mejor que su saber . Las grandes desgracias que habia esperimentado , no le habian enseñado á conocer
la instabilidad de las grandezas humanas . Mas impaciente de reinar sobre los cristianos que de vencer á los
infieles, Raimundo miraba el derecho de mandar á los hombres como el precio de los males que habia su

frido : pedia con altanería la recompensa de sus servicios y de sus trabajos , no viendo el triunfo de la jus
ticia y la salvacion del reino mas que en su propia elevacion . Nombrado para ocupar la regencia y ocupado sin
cesar en defenderse contra las celosas pasiones que le perseguian , apenas se ocupaba de los negocios del estado.
La historia contemporánea apenas habla de las enemistades que se habia acarreado y de los temores que ins
piraba al rey Balduino .
Mientras que Jerusalen estaba así sin jefe y sin direccion , el hijo de Noredino, casi de la misma edad que
Balduino IV y de una constitucion édbil como este , se encontraba en Damasco rodeado de una multitud de emi

res que se disputaban su autoridad , y que reinaban en su nombre . Saladino se declaró desde luego por Malek
Salek y tomó partido contra los emires, á quienes acusaba de tener oprimido el jóven príncipe: al fin aquellos,
va fuese por miedo , ya fuese por seduccion , llamaron al hijo de Ayub á Damasco . Una vez que fué dueño de

la capital , su victorioso ejército y el oro puro , llamado obrisum , que él sacaba del Egipto , pusieron bajo su po
der las demas ciudades de la Siria . Guillermo de Tiro hace notar relativamente á este asunto , que en aquellos

tiempos , el medio mas eficaz para subyugar los corazones , tanto entre los musulmanes , como entre los
cristianos , era el derramar el oro á manos llenas . En balde los partidarios de la familia de Noredino en su
desesperacion invocaban los ejércitos de Mosul y los puñales del viejo de la Montaña ; Saladino triunfó de
todos los obstáculos . Su política se cifró en persuadir á los verdaderos creyentes , que toda su política debia con
sistir en defender la causa del islamismo . Como él se anunciaba como sucesor de la mision apostólica de No
redino y de Zenqui , se creyó asimismo que debia suceder tambien á su poder . El califa de Bagdad le dió,
en nombre del profeta , la soberanía de las ciudades conquistadas por sus armas sin esceptuar la ciudad de
Alepo, en donde el heredero de Noredino habia encontrado el último afecto. Despues Saladino fué pro
clamado sultan de Damasco y del Cairo , y las plegarias se hicieron en su nombre en todas las mezquitas ,
de la Siria y del Egipto .
No sabemos qué medios adoptarian entonces los francos para contener los progresos de Saladino . Gui
llermo de Tiro refiere que mandados los francos por el conde de Trípoli y el rey de Jerusalen , hicieron va
rias escursiones mas allá del Líbano ; en la primera avanzaron hasta Dario, á cinco millas de Damasco, en la
segunda , habiendo partido del territorio de Sidon , penetraron en el rico valle de Baccar (hoy Bekaa), enton
ces pais fértil , al presente muy solitario , y llegaron hasta Balbek ( 1 ) . El ejército cristiano regresó á Tiro car

(1) Guillermo de Tiro da á Balbek el nombre de Amegarra , y la confunde así con Palmira. Balbek ( 6 Baal- Bek ) ; es la antigua
Heliópolis del Asia.
1
LIBRO SEPTIMO . -1174-1178 . 227

gado con el botin , conduciendo rebaños de bueyes y de carneros , pero sin haber combatido al enemigo .
Durante este tiempo , Saladino alcanzó útiles victorias , apoderándose de ciudades y de provincias y destru
yendo casi sin resistencia la temible dinastía de los Ayubitas .
En el año de 1478 , Reinaldo de Chatillon estuvo por largo tiempo cautivo en Alepo , rescató su libertad y
apareció en medio de los cristianos . El venturoso destino de Reinaldo es una de las páginas mas curiosas de
esta historia , y nos hacen conocer muy bien esta errante caballería que los cruzados conducian á oriente.
Reinaldo de Chatillon , al llegar á Siria con Luis el jóven , se alistó al servicio del príncipe de Antioquía .
Constanza, mujer de Raimundo de Poitiers, habia fijado la atencion en la hermosura y nobles maneras.
de Reinaldo, y cuando Raimundo hubo perdido la vida en el campo de batalla , la princesa de Antioquía no
quiso tomar por esposo sino al jóven caballero llegado del pais de los francos. Reinaldo , llamado de este modo.
á gobernar un principado , se hizo odioso á su pueblo por sus violentas reyertas con el patriarca Amaury ,
por la guerra cruel que hizo á la isla de Chipre y por muchas escursiones poco dignas de un caballero cris
tiano . En una de estas empresas cayó en poder de los infieles, siendo Ayub, padre de Saladino , quien le hi
zo prisionero . Cuando salió del cautiverio , su esposa Constanza habia muerto, y el jóven Boemundo hijo de
Raimundo ocupaba el trono de Antioquía . Reinaldo regresó á Jerusalen , en donde el recuerdo de sus hazañas
y la relacion de sus desgracias hicieron que encontrase buena acogida por parte del rey y de los barones .
Casóse en segundas nupcias con la viuda de Thoron , que le dió el señorío de Carac y de Monreal . Reinaldo.
de Chatillon tenia un caracter impetuoso y de arranques , jamás su bélico ardor respetó las leyes ni los tra
tados . En unos tiempos en los cuales la imprudencia de un solo hombre podia perderlo todo su ardor sin freno
que ni la edad ni el infortunio habian podido templar , podia acarrear grandes males. Mas tarde veremos como.
Reinaldo rompió una tregua ajustada con Saladino , precipitando el reino á una guerra en la que se estin
guió la gloria del nombre cristiano .
Casi al mismo tiempo , vióse desembarcar en Sidon al jóven marques de Monferrato , llamado Larga-Espa
da. Venia con objeto de casarse con la princesa Sibila , hija de Amaury y hermana de Balduino IV . El mar
qués de Monferrato era pariente del rey de Francia , del emperador de Alemania y de los mas poderosos
monarcas de la cristiandad . En Jerusalen , dominaba la opinion que las alianzas con las mas nobles fami
lias de occidente servirian eficazmente para la causa de las colonias latinas y que nada era mas á propósito
para despertar el ardor hácia la guerra santa . El rey Balduino dió al marido de su hermana los cuidados:
de Joppe y de Ascalon . El joven marqués de Monferrato , que era la esperanza de los cristianos , solo vivió
diez meses casado ; de este matrimonio nació un niño que no hizo mas que pasar por esta vida, pero que
sin embargo murió rey.

Entonces vino á Jerusalen Felipe , conde de Flandes , con gran número de caballeros . El rey Balduino , cu
ya enfermedad se agravaba , propuso al ilustre peregrino que tomase á su cargo la administracion del reino,
y que gobernase en su lugar la santa ciudad . Este rehusó diciendo que solo habia venido para consagrarso
al servicio de Dios . Preparóse contrael Egipto una nueva espedicion , por la cual el emperador griego ofrecia
sus tesoros y sus flotas ; se brindó otra vez con el mando de ella á Felipe ; rehusó todavía , diciendo que él
no queria ir á las orillas del Nilo para morir de miseria con sus compañeros de armas . El variable carácter
de este señor le arrastró al fin á penetrar en el principado de Antioquía siempre amenazado por los turcos;
asistió al sitio de Harenc, que degeneró en un verdadero espectáculo de escándalo , en el que los juegos do
los dados , la caza de los halcones , los farsantes y las mujeres de mala vida hicieron olvidar completamente
la guerra santa . Despues de haber permanecido cuatro meses delante la plaza , los jefes recibieron de los si
tiados una suma de oro , y se retiraron ( 1 ) . Esta vergonzosa espedicion habria causado el abatimien
to de los cristianos , si al mismo tiempo Dios no les hubiese proporcionado una victoria cuando menos es
peraban.

Viendo Saladino que las fuerzas de los francos , se habian dirigido hácia Antioquía , se puso en marcha para
atacar la Palestina . Habiendo llegado á noticia del rey Balduino, este con todos sus caballeros se dirigió hácia
Ascalon . No tardó en presentarse el ejército de Saladino, que sentó sus reales cerca de la ciudad . Como el
ejército cristiano permanecia encerrado en la plaza , los musulmanes creian segura la victoria , y se disper

(1) Guillermo de Tiro da muchos detalles sobre Felipe y sobre el sitio de Harenc.
230 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

poner en planta. En una de las reuniones se decretó un impuesto estraordinario y que cada habitante pa
garia uno por ciento sobre el valor de sus propiedades, y dos por ciento sobre sus rentas . Aquellos cuya for
tuna no llegase á cien bezantes , pagarian un derecho de fogaje de un bezante ó de un medio bezante ; en cada
casal ó aldea se pagaria un bezante por cada hogar . Cuatro comisarios perceptores, hombres de bien y te
merosos de Dios , fueron nombrados en cada ciudad ; todo el mundo estaba sujeto al impuesto , hasta los judíos
y los musulmanes . Los productos de la contribucion debian llevarse á Jerusalen ó á Tolemaida , y depositarse
en una caja de tres llaves ; y solo podian emplearse para el mantenimiento del ejército y para la reparacion
de las plazas fuertes .
İnterin esto pasaba , Saladino regresó á Damasco ( 1183) . En estas lejanas guerras habia conquis
tado muchas grandes ciudades , tales como Edeso, Amida ó Diasbekir habia obtenido la sumision de
Mosul en donde reinaban aun los Atabeks , y se habia apoderado al fin de Alepo , en donde acababa de
morir el hijo y el heredero de Noredino : todos los sultanes y los emires de la Mesopotamia se habian
convertido en aliados suyos ó tributarios, no tenia ya mas que á los cristianos por enemigos , y la
preponderancia de los francos en Siria se encontraba como envuelta ó sitiada por una multitud de na
ciones que la odiaban y que no obedecian mas que á un solo hombre. Desde que Saladino habia regre
sado á Damasco , los cristianos se preguntaban cada dia con temor , hácia qué punto iba á caer la tor
menta . Las tropas destinadas á la defensa del reino se reunieron segun costumbre en la fuente de Se
fouri, y allí aguardaban la señal del combate .
La enfermedad de Balduino hacia espantosos progresos . Este desgraciado príncipe habia perdido la vis
ta , las estremidades de su cuerpo olian mal, efecto de la putrefaccion , y no podia servirse de sus piés
ni de sus manos .

En esta desesperada situacion , consintió al fin abandonar la autoridad suprema , conservando tan solo
la dignidad real con la ciudad de Jerusalen , y nombró al efecto regente del reino á Guido de Lusiñan ,
abandonando á este los cuidados de la administracion . La eleccion de Lusignan no inspiró confianza
ni al pueblo ni al ejército : los hombres previsores empezaron á creer que la divina sabiduría se ha
bia retirado del consejo de los príncipes , y que Dios no queria ya salvar el reino de Godofredo . No
tardó en saberse que Saladino , con bastante caballería , habia penetrado en el territorio de los cristia
nos . Despues de haber acampado cerca del Jordan , envió cuerpos de tropas en todas comarcas vecinas ,
sentando Saladino sus reales cerca de la fuente de Tubania , entre el monte Gelboé y la antigua ciu
dad de Betzan ó Scitópolis . El ejército cristiano, mandado por el nuevo regente del reino, se puso en
marcha , viniendo á acampar en presencia de los musulmanes . El enemigo asolaba las campiñas, in
cendiaba las poblaciones , se llevaba á las mujeres y á los niños , y saqueaba é incendiaba los monaste
rios y las iglesias. En medio de esta desolacion general , las tropas latinas permanecieron inmóviles, á

pesar de formar un total de mil trescientos caballeros y mas de veinte mil infantes, lo que no se habia
visto en oriente en la primera cruzada . Los hombres esperimentados creian que era la ocasion favorable
para vencer á Saladino , pero no se les presentó batalla , no siendo el enemigo perseguido en su
retirada .
Acusóse á Guido de Lusiñan de haber vacilado ante el peligro , ó mas bien ante la victoria . De todas
partes se levantaban quejas y recriminaciones contra de él . Hasta Balduino participó de la indignacion
general , y se arrepintió de haber dado tanto poder á un hombre , tan poco capaz de salvar el reino,
resolviendo exhonerarle del cargo de regente , llevando tan lejos su irritacion , que queria despojarle de
los condados de Ascalon y de Joppe y hacer anular el casamiento de Sibila . Guido fué condenado á com
parecer delante de la corte de los barones y de los obispos ; y como rehusase el obedecer , Balduino aun
que enfermo y ciego , se dirigió á Ascalon . Las puertas de la ciudad estaban cerradas . El desgraciado
principe (seguimos la relacion de Bernardo) llamó y mandó que las abricsen ; tres veces llamó á la puer
ta con su propia mano , y nadie pareció . Mientras que el rey mandaba que se le facilitase la entrada ,
añade la crónica ya citada , las gentes de la ciudad estaban sobre las murallas y las torres , sin atreverse
á moverse, esperando el resultado de este negocio . Balduino , tomando al cielo por testigo de tan gran ul
traje , marchó á Joppe , en donde fué recibido por el pueblo y por los caballeros , y puso á su bailio en
el lugar de Guido de Lusiñan . Luego que hubo regresado á Jerusalen , llamó al conde de Trípoli , y le dió
LIBRO SEPTIMO . - 1483-1484. 231

la administracion del reino , queriendo al mismo tiempo colocar la corona en las sienes de un niño
de cinco años , nacido del primer matrimonio de Sibila con el marqués de Monferrato . La regencia da
da á Raimundo causó grande alegría á los barones y á todo el pueblo , porque desde mucho tiempo do
minaba en Jerusalen la opinion , de que sin el conde de Trípoli , no se esperimentarian de parte del rey
mas que desgracias . Así que estuvieron arreglados los asuntos de la regencia , el hijo de Sibila fué coro
nado bajo el nombre de Balduino V. Como el reino era pequeño (estas son las espresiones de Bernardo)
y el rey no queria que estuviese debajo de los demás , se mandó que un caballero le llevase en brazos
hasta el templo del Señor . Preparóse luego un gran banquete en el palacio de Salomon , segun costum
bre, y los vecinos de Jerusalen sirvieron al nuevo rey y á sus barones. Despues de este dia no hubo mas
fiestas ni mas alegrías en la santa ciudad .
El patriarca Heraclio y los grandes maestros del Temple y del Hospital fueron enviados entonces al oc
cidente para solicitar los socorros de la cristiandad . Así que estos diputados llegaron á Italia , el papa Lu
cio, echado de Roma , habia convocado un congreso en Verona, en el que asistió Federico , emperador
de Alemania , para deliberar los medios de restablecer la paz en el mundo cristiano . Los diputados de
la Palestina fueron admitidos en esta asamblea , y recordaron con sus discursos los peligros y las cala
midades de la Tierra Santa . Atravesaron los Alpes , y solicitaron la piedad y el valor de los guerreros
franceses . Felipe Augusto , que reinaba á la sazon , recibióles con los mas grandes honores , pero como aca
baba de subir al trono , el interés de su reino no le permitia ir en persona á la defensa de Jerusalen .
Enrique II , rey de Inglaterra , cuya reputacion militar se estendia hasta el oriente , parecia ser la última
esperanza de los cristianos de la Siria . Como este príncipe por espiar la muerte del arzobispo de Can
torbery, habia prometido al papa conducir un ejército á la Palestina , Heraclio se presentó en su corte,
y presentándole las llaves y el estandarte del Santo Sepulcro , le recordó que debia cumplir su juramen
to. La Inglaterra se hallaba entonces trabajada por los disturbios , y el espíritu revolucionario habia
contaminado hasta la familia del monarca . Enrique manifestando el mayor celo para la restauracion de
los santos lugares, prometió concurrir á los gastos de la guerra sagrada , pero rehusó el tomar la cruz .
<«<Guardad vuestros tesoros , esclamó el patriarca irritado de la resolucion del monarca ; porque nosotros
buscamos un hombre que tenga necesidad del dinero, y no el dinero que tenga necesidad del hombre. »
Estas palabras que ciertamente no estaban inspiradas por el espíritu del Evangelio , parecian mas á pro
pósito para irritar que persuadir, al monarca inglés , y como Enrique II no pudo ocultar su sorpresa ,
el patriarca redobló la insolencia y el orgullo . «Vos habeis jurado , añadió , partir con un ejército á la
Tierra Santa , y han transcurrido diez años sin que hayais hecho cosa alguna para cumplir vuestra pro
mesa . Vos habeis engañado á Dios : ¿pero ignorais lo que Dios tiene reservado para los que rehusan ser
virle?» Al escuchar este discurso el monarca no pudo contener su indignacion . «Ya veo , continuó Hera
clio , que escito vuestra cólera ; pero podeis tratarme como lo habeis hecho con mi hermano Tomás : por
que me es indiferente morir en Siria á manos de los infieles, ó de perecer aquí por vos que sois mas malo
que los sarracenos (1 ). »
Lo que caracteriza las opiniones de esta época , es el hecho de ver á un poderoso monarca , no atreverse á
castigar á un enviado de los cristianos de oriente, que le habia hablado de esta suerte , viéndose obligado á
tolerar los ultrajes , en los que se mezclaba el nombre de Jerusalen . Enrique persistió en su resolucion de no
abandonar el reino, y ofreció remitir una parte de sus tesoros á los defensores de la Palestina , permitiendo á
sus vasallos el tomar las armas contra los infieles.

No habia llegado aun la época en que los recuerdos de la santa ciudad debian conmover de nuevo al occi
dente . Muchos embajadores recien llegados de Jerusalen , cuyas palabras eran mas persuasivas que las de
Heraclio , no habian podido reanimar el bélico entusiasmo de los cristianos . Si se esceptua á Pedro de Courte
nai , hermano de Lucio VII , al conde de Troyes, al conde de Lovaino, á Felipe conde de Flandes, y al duque de
Nevers ,que en esta desgraciada época visitaron los santos lugares, los barones los caballeros del occiden

(1 ) Bromton es el primero que ha referido estas circunstancias de la embajada de Heraclio ; otro historiador inglés , Enrique Kui
ton, ha hablado tambien en los términos de Bromton . (Biblioteca de las Cruzadas t. II. )
232 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

te , no soñaban en combatir por la herencia de Jesucristo . El papa afligido por el abandono en que se dejaba
á las colonias cristianas de la Siria , y confiando solamente en el prestigio de su palabra , habia escrito á
Saladino y á su hermano Malek- Adhel , rogándoles que pusiesen un término á la efusion de sangre, y al
mismo tiempo devolviesen la libertad á los prisioneros cristianos . Debe creerse que el pontífice empleó estos me
dios de persuasion , porque no tenia otros . El ardor de los cruzados , ne estaba apagado completamente, pero
para dispertarlo en su primitiva energía , habia necesidad de que aconteciese algo estraordinario , alguna
gran calamidad que pudiese conmover los corazones y hablar á la imaginacion de los pueblos .
Cuando el patriarca Heraclio regresó á Jerusalen , todo marchaba á una rápida decadencia . «Nosotros de
testamos el presente , escribia entonces el arzobispo de Tiro , y tenemos la vista fija en el porvenir : nuestros
enemigos han vuelto á recuperar sus posiciones, y nosotros hemos llegado á un punto que no podemos so
brellevar ni los males ni los remedios . » Despues de haber pronunciado estas palabras , el historiador del reino
de Jerusalen no se siente con fuerzas para seguir su relacion , y deja á otros la tarea de contar las calami
dades que él preveia . Muchos autores contemporáneos no dejan de referir aquí los presagios que anunciaron
el fin de las colonias cristianas, tales como temblores de tierra , eclipses de luna y de sol, y un fuerte vient›
que conmovió las cuatro partes del mundo. Los hombres piadosos veian tambien estas terribles señales , cre
yendo que la próxima ruina del reino reconocia por causa la disolucion de costumbres (1 ) y el completo
olvido de la moral evangélica . El antiguo enemigo del género humano , decia un historiador contemporá
neo ( 2) , llevaba á todas partes el espíritu de seduccion , reinando sobre todo en Jerusalen . Las otras nacio
nes que habian recibido de este pais las luces de la religion , recibian entonces el ejemplo de todas las ini

quidades ; así Jesucristo lo despreció, y permitiendo que Saladino fuese el instrumento de su venganza . Otra
señal no menos cierta de las revoluciones y calamidades que se preparaban , era la de que los mas impru
dentes y los mas perversos dirigian los negocios del estado , no habiendo en la mayor parte de los jefes mas
que impotencia y ceguedad , y no quedando para gobernar el reino mas que los príncipes y los reyes de triste
memoria.

El desgraciado Balduino habia perdido completamente las facultades del cuerpo y del espíritu , y atormenta
do por los dolores que eran muy crueles y vivos , solo pensaba en morir . Su cerçana muerte llenaba de lu
to á su palacio , pero al mismo tiempo todos los partidos se disputaban la autoridad suprema , no dejándo un
momento de tranquilidad á este reino que querian gobernar . Así que el monarca acabó de espirar , el mal
tomó mayores proporciones , y la discordia no conoció freno . El conde de Tripoli queria conservar las rien
das del estado, como regente del reino , y Sibila queria dar el cetro á su esposo . En medio de estas disensio
nes , Balduino V , débil y muy frágil esperanza del pueblo cristiano, murió repentinamente . Depositáronse sus
restos mortales en el lugar donde descansaban las cenizas de Godofredo , y su sepulcro fué la última tumba
real colocada al pié del Calvario .
Cuando el tierno rey fué entrerrado , el conde de Trípoli reunió á los barones del reino en Naplusa . El
patriarca y el gran maestre del Temple permanecieron en Jerusalen , diciendo á la condesa de Joppe, mu
jer de Lusiñan , que ellos la coronarian á pesar de todos los de su pais (3) . Despues del consejo , Sibila hizo
avisar á los barones reunidos en Naplusa , para que asistiesen á su coronacion , pero estos rehusaron alegan
do los convenios celebrados y los juramentos prestados en tiempo del rey leproso . El patriarca y el gran
maestre del Temple despidieron á los mensajeros de los barones , diciendo que ellos no guardarian ni la fé ni
losjuramentos y que coronarian á la señora . Luego fueron cerradas las puertas de la ciudad , y Sibila se diri
gió á la iglesia del Santo Sepulcro para la ceremonia de la coronacion . El patriarca , habiendo tomado del
tesoro dos coronas, puso una sobre el altar , y colocó la otra en las sienes de la condesa de Joppe . Así que
la condesa estuvo coronada , el patriarca le dijo : «Señora , vos sois mujer , conviene que tengais à vuestro lado

(1) Nosotros no nos atreveríamos á consignar en esta historia el cuadro que revela el obispo de Acre, Jaime de Vitri, sobre
la corrupcion de costumbres en Palestina; tampoco nos atreveríamos repetir aquí lo que dice Bernardo el Tesorero, acerca de las
escandalosas relaciones entre el patriarca Heraclio y la famosa Riveri, mujer de un tendero de Naplusa, á la que el patriarca
habia comprado una buena casa de piedra en Jerusalen , la que estaba tan bien adornada , como si hubiese debido habitarla una
emperatriz, teniendo siempre á su disposicion siete criados.
(2) Gualtero Vinisauf. (Biblioteca de las Cruzadas. )
(3) No tenemos otra guia en esta parte de nuestra historia que á Bernardo el Tesorero.
LIBRO SEPTIMO . - 1184-1187. 233

un hombre que os ayude á gobernar. Tomad esta corona y dadla al hombre que pueda ayudaros en la go
bernacion del reino. Ella tomó la corona y llamando á su señor que estaba delante de ella le dice . Señor ,
adelantaos y recibid esta corona , porque yo no sabria como colocarla mejor . Guido se arrodilló y le puso la co
rona sobre la cabeza ; de esta manera él fué rey y ella reina . Cuando llegó á noticia de los habitantes de Na
plusa la coronacion de Sibila y de su esposo , los barones se quedaron estupefactos . Balduino de Ramla, uno
de los primeros señores del reino , afligióse mas que los otros , y dijo á sus compañeros , ` que el pais estaba
perdido y que él se marcharia, porque no queria incurrir en la nota de haber asistido á su ruína. El.conde
de Trípoli rogó á Balduino de Ramla que se apiadase del pueblo cristiano y se quedase con los demás baros
nes á fin de salvar al reino que estaba en peligro . Nosotros tenemos aquí, añade Raimundo , aljóven Thoron
marido de Isabel , hija segunda de Amaury: iremos á Jerusalen , y le coronaremos porque tenemos á toda la
baronia del pais . En cuanto á los sarracenos no se sublevarán, antes por el contrario nos ayudarán , si es pre
ciso, porque yo tengò ajustada una tregua con ellos . De este modo los barones se pusieron de acuerdo Ꭹ se

comprometieron á coronar á Thoron al dia siguiente . Pero este , que apenas llegabará la edad de quince años ,
sabiendo que querian hacerle rey, pensó en lo crítico de su posicion y en las consecuencias que podian ori
ginarse , corrió á Jerusalen , y echóse á los piés de Sibila diciéndole que él preferia la tranquilidad de la vida
á la corona que querian darle . Pronto se supo en Naplusa , que Theron habia huido á Jerusalen . Entonces
los barones quedaron muy afligidos, no sabiendo quépartido tomar; la mayor parte creyeron que ellos no po
dian, sin deshonra , renegar del rey que acababa de ser coronado, y fuéron á rendirle homenaje, cada uno
por su feudo y por su tierra . Balduino de Ramla no quiso permanecer en territorio del rey Guido, y retiróse
á Antioquía , lo que fué un gran mal para los cristianos y un motivo de alegría para los infieles de los que era
muy temido. El conde de Trípoli fué á encerrarse en la ciudad de Tiberiada , que le pertenecia por su esposa ,
y pidió socorros á Saladino, en el caso que Lusiñan viniese á tacarle .
En el reinado de Balduino el Leproso , se habia ajustado una tregua con Saladino que aun duraba . Esta
tregua en las circunstancias de que acabamos de hablar era como la salvacion del reino . Cosa digna de notar
se, los musulmanes respetaron la fé jurada y fueron los cristianos los que dieron la señal de una nueva guer
ra . En este año de 4186 , Reinaldo de Chatillon , dominado siempre por su fogoso carácter, atacó y despojó
en plena paz á una rica caravana musulmana que pasaba cerca de Carac. Al momento que supo Saladino,
semejante noticia , lleno de cólera juró vengar la violacion de los tratados y el ultraje hecho al islamismo .
Dirigió una circular á sus emires y á sus aliados : todos los musulmanes en estado de llevar las armas , en
Egipto , en Siria y en la Mesopotamia , fueron llamados á la guerra sagrada . Despues de hechos todos estos
preparativos, el sultan salió de Damasco en el mes de marzo de 1487 para proteger la caravana que se di
rigia desde el norte de la Siria á la Meca y á Medina , y atravesando la Arabia Petrea , pasó á sitiar , con todo
su ejército, á Reinaldo de Chatillon en Carac.
Mientras que el sitio se proseguia con vigor una parte de la caballería musulmana , bajo las órdenes de Af

dal hijo de Saladino , pasó el Jordan y avanzóse hasta la Galilea (1 ) . Cuando se aproximó á Nazaret , todos los
pueblos de la campaña , acudieron á la ciudad gritando. Hé ahí los turcos . Hé ahí los turcos . Los pregoneros re
corrian toda la ciudad repitiendo en alta voz : Hombres de Nazaret, armaos para defender la ciudad del verdadero
Nazareno. Los templarios y los hospitalarios que pudieron enterarse del peligro que corria la ciudad , acudieron
con sus armas al lugar del combate . Se reunieron de esta manera ciento y treinta caballeros , á los que se
juntaron tres ó cuatrocientos hombres de infantería . Esta intrépida tropa no vaciló en partir hácia los caba
lleros turcos, cuyo número ascendia á siete mil . Los soldados de la cruz fueron los primeros que se pre
cipitaron sobre el enemigo (2) . Las crónicas contemporáneas , celebrando la bravura de los caballeros cristia
nos , han referido prodigios que apenas se pueden creer ; ellas se detienen á esplicarnos sobre todo la glo
riosa muerte de Jaime de Maille mariscal del temple . Este esforzado defensor de Cristo montado sobre un ca
ballo blanco , quedó solo combatiendo en medio de montones de cadáveres . Aun cuando fué atacado por to

(1) Bernardo el Tesorero cuenta que el hijo de Saladino no entró en territorio cristiano , hasta despues de celebrado un convenio
con el conde de Tiberíada, lo que nos ha parecido poco verosímil.
(2) M. Gillot en sus cartas sobre la Galilea, creyó haber hallado el teatro de este heroico combate , en el pueblo llamado El- Ma
hed, á una legua hasta el noreste de Nazaret . Es un valle estrecho entre dos escarpadas colinas : lo mas fuerte de la accion pasó en
una era de trillar micses. M. Guillot no pasa mas adelante. ( Correspondencia del Oriente t. V. )
130 y 31 30
231 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

das partes reusó rendirse . El caballo que él montaba , rendido de cansancio , se cayó arrastrándole como era
consiguiente . Al momento el intrépido guerrero se levanta , y con la lanza en la mano , cubierto de sangre y de

polvo , y lleno de flechazos, se precipita en las filas enemigas ; pero cae acribillado de heridas , y todavía
quiere combatir. Los musulmanes le tomaron por san Jorge , que los cristianos creian ver descender del
cielo en medio de sus batallas. Despues de su muerte , los turcos , á quienes un historiador llama los hijos de
Babilonia y de Sodoma , se acercaron con respeto á contemplar el cadáver de aquel acardenalado por mil he-
ridas onjugaban su sangre, se repartian los pedazos de sus vestidos, los restos de sus armas, y en su brutal
ceguedad, atestiguaban su admiracion con actos que el pudor no puede revelar .
El gran maestre del Temple y dos de sus caballeros escaparon de tan horrible matanza ; todos los cristianos
estaban profundamente afligidos . El rey de Jerusalen, que tenia el proyecto de hacer la guerra al conde de
Trípoli, no pensó mas que en acercarse á él sintiendo la necesidad de obrar por sus consejos ; por otra parte ,
Baimundo juró olvidar sus propias injurias , y dirigióse á Jerusalen . Guido de Lusiñan le recibió con marca-
das señales de afecto . Los dos príncipes se abrazaron á vista de todo el pueblo, prometiendo pelear juntos ,
hasta la muerte , por la herencia de Jesucristo .
Cada dia recibia nuevos refuerzos el ejército de Saladino . El sultan prometia ya los despojos de los cristianos
á las familias musulmanas echadas de la Palestina , distribuyendo las ciudades y las tierras á los mas va-
lientes de sus emires : el califa de Bagdad , y todos los fieles que reconocian su espiritual imperio , desde el
Korasan hasta las orillas del Nilo , dirigian súplicas al cielo por sus ejércitos y por la conquista de Jerusa-
len . Hácia los primeros dias de junio, Saladino atravesó el rio y llegó hasta Tiberiada , con un ejército de
ochenta mil hombres.

Guido de Lusiñan , el con le de Trípoli , y los principales barones, se habian reunido en Jerusalen , para
deliberar sobre los peligros del reino . Decretóse que todas las fuerzas de los cristianos se reunirian para acu-
dir á los puntos amenazados . Resolvióse tambien en esta junta , que se emplearian en defensa de la Tierra San-
ta los tesoros que el rey Enrique II habia mandado á Jerusalen , y que estaban guardados en la casa del Tem-
ple ; decidióse además en el consejo de los barones , que las armas de Inglaterra figurarian en las banderas
de los ejércitos cristianos : no se olvidó ciertamente el leño de la verdadera cruz , que aparecia siempre en los
pa-
gran les peligros. El señal de salvacion fué llevado en procesion fuera de la ciudad , y entregado por el
triarca , á los obispos oncargados de llevarla en los combates . Los mas tristes presagios acompañaron á esta
ceremonia , y muchos creian despues de ciertas predicciones , que la verdadera cruz no entraria jamás en Je-
rusalen .

Todos los hombres en estado de llevar las armas se habian reunido en la llanura de Sephouri (1) . Las for-
talezas del reino estaban sin guarnicion , y en las ciudades solo se veia á mujeres y á niños . El príncipe de
Antioquía habia enviado al ejército cristiano cincuenta caballeros , mandados por su hijo : habian llegado a
mismo tiempo guerreros de todos los condados de Trípoli . Los peregrinos que se encontraban entonces en la
para defender
Tierra Santa, y las tripulaciones de los navíos cristianos llegados del occidente , habian acudido
la tierra de Jesucristo . El ejército se componia de mas de eincuenta mil combatientes . Pronto se supo que Sa-
ladino habia entrado en Tiberíada (2) y que los musulmanes sitiaban la ciudadela en la que se habia refu-
giado la mujer del conde de Trípoli . Se reunió un gran consejo para saber si debia irse al socorro de la ciu-

(1) Sephouri , Sephoris 6 Sephoria , la antigua Diocesarea, era una de las principales ciudades de la Galilea en tiempo de los ro-
manos: ella fué la patria de Joaquin, padre de la Virgen; no queda mas que el solar cubierto de ruinas; una miserable poblacion ,
que los habitantes llaman Saforet, está situada á una milla mas abajo de la antígua ciudad. Se encuentra al sudeste una fuente
que mana de la tierra, y que discurre por un terreno pedregoso. Kléber, antes de ir á reunirse con Junot en la llanura de Loubi,
acampó cerca de la fuente de Sefouri , como habian acampado seis siglos antes los guerreros de la cruz . La misma fuente apagó la
sed del vencido de Tiberíada, y del vencedor de Heliópolis . (Correspondencia de oriente t. V. )
(2) Tiberíada está situada sobre la ribera occidental del lago ó del mar de Galilea , y tiene la forma de un cuadrilongo: sus mu-
rallas , construidas por los cruzados , han sido recdificadas por el cheik Daber á la mitad del siglo último : M. Poujoulat, hermano
de mi compañero de viaje al oriente , que se hallaba en Tiberíada al mes de setiembre de 1837. nos ha escrito una carta de la que
entresacamos el siguiente pasaje : « Tiberíada solo me ha ofrecido el aspecto de un monton de ruinas. El dia primero de enero de
1837 , una hora antes de ponerse el sol, el suelo galileo fué conmovido por un temblor de tierra , y las ciudades de Safet, de Tiberfada
y muchos otros pueblos del pais fueron destruidos, y poblaciones enteras desaparecieron debajo de las ruinas.... No he podido ha-
Har enTiberfada ningun asilo para dormir , habiendo tenido que pasar la noche acostado sobre la orilla derecha del lago de Gene-
zaret »
LIBRO SEPTIMO . - 1187-1188 . 235

dad que estaba en poder de los infieles. Todos los jefes emitieron su opinion . Cuando tocó hablar á Raimundo ,
se espresó en estos términos :

Tiberíada ( 1) es mi ciudad ; mi mujer está dentro de la ciudadela , nadie pues tiene mas que perder que
yo en este negocio , y nadie está mas interesado en socorrer á Tiberíada y á los que la habitan . Desgraciados .
de nosotros, sin embargo , si llevamos esta multitud de hombres y de caballos á estos áridos desiertos , en donde
serán devorados por el hambre, por la sed y por el rigor de la estacion . Vosotros no ignorais , que en el lugar
donde al presente estamos , nuestro ejército puede apenas aguantar los rayos de un sol abrasador , y que si no
fuese por las aguas que tenemos cerca ya hubiera aquél perecido ; por otra parte, vosotros sabeis tambien

que nuestros enemigos no pueden llegar hasta nosotros, sin perder mucha gente , por el mucho calor y por
la falta de aguas . Permaneced , pues , cerca de estas aguas, y en un punto en el cual no os faltan los víveres . ·
Es verdad que los sarracenos , llenos de orgullo por la toma de la ciudad , no irán á derecha ni á izquierda , •

pero atravesarán el desierto pais que nos separa , para venir directamente hácia nosotros y provocarnos al
combate. Entonces nuestro pueblo, sin estar falto de cosa alguna , teniendo agua y viveres en abundancia ,
saldrá de sus atrincheramientos con alegría , y se precipitará sobre un enemigo á quien la sed y el hambre
habrán medio vencido ; entonces nosotros y nuestros caballos estaremos dispuestos y ágiles , y protegidos por
la vivificante cruz , combatiremos con ventaja á esta incrédula nacion , que será aniquilada por la fatiga , sin
tener refugio alguno . Los enemigos de Jesucristo sucumbirán así en sus imprudentes agresiones, y antes que
puedan ganar el Jordan ó el mar de Tiberíada , perecerán todos, yo os lo juro , por la sed ó por la espada , ó
caerán vivos en nuestras manos . En cuanto á nosotros , si nos acontece alguna desgracia , si nos vemos obli
gados á huir (que Dios aparte de nosotros esta deshonra ) , no nos quedaremos sin socorros ni sin asilo . Por
todas estas razones , soy de parecer que dejeis perder á Tiberíada, á fin de que no se pierda el reino. »
Los escritores árabes que hablan de esta discusion de los jefes del ejército cristiano, reproducen exacta
mente el sentido y el espíritu del discurso pronunciado por Raimundo . En la historia oriental (2) llamada los
dosjardines vemos que Saladino , por su parte habia hecho reunir el consejo de los emires , en el que se habia
convenido de llegar á las manos con el ejército cristiano . El sultan era de este parecer , por la razon de que los
cristianos tenian poca cosa que ganar en una victoria y debian perderlo todo en una derrota . El conde de
Trípoli habia penetrado hábilmente el plan de campaña de Saladino, y propuso el medio mas propio y conve
niente para desbaratar los planes del enemigo : sin embargo encontró oposicion . El gran maestre de los tem
plarios veia aun la piel del lobo en el discurso de Raimundo . Reinaldo de Chatillon le echaba en cara que él
exageraba el número de los musulmanes. ¿ Qué nos importa el número de nuestros enemigos ? añadió él ,
¿No es sabido que la cuantidad de madera no daña al fuego ? A pesar de esta oposicion dictada por el encono
los jefes reconocieron que e! conde de Trípoli habia dicho la verdad . El rey Guido decidió que no se abandonaria
á Sephouri , pero cuando este príncipe se quedó solo en la tienda , el gran maestre del Temple vino á ella y
le dijo : «No sigais el consejo de un traidor : vos hace poco tiempo que sois rey y teneis un gran ejército ; ¿qué
vergüenza no seria para vos , si empezaseis á reinar dejando perder una ciudad cristiana ? Por lo que hace á
nosotros los templarios , sabed que venderemos todo cuanto tenemos, antes que sufrir el oprobio por que se
quiere hacer pasar al pueblo de Jesucristo. Señor , haced publicar por todo el campo que todos estén prepa
rados para partir y que la verdadera cruz preceda al ejército . El débil Guido de Lusiñan no pudo resistir á las

Palabras del gran maestre ; y habiendo ya dado varias órdenes opuestas, dió la de marchar contra el ene
migo . Por la primera vez el rey de Jerusalen se hizo obedecer, y esto fué para la ruina de los cristianos.
El ejército salió de su campamento de Sephouri al amanecer del dia 3 de julio . El conde de Tripoli mar
chaba á la cabeza de sus tropas , á derecha é izquierda del ejército se encontraban muchos cuerpos mandados
por los barones y por los señores de la Tierra Santa , veíase en el centro la verdadera cruz , confiada á la
guardia de una tropa escogida , y el rey de Jerusalen rodeado de sus valientes caballeros , los hermanos del
Temple y del Hospital , formaban la retaguardia del ejército . Los cristianos dirigiéndose directamente á Tibe
ríada , llegaron á un pueblo llamado Marescalcia (3) situado á tres millas de la ciudad . Allí encontraron á

(1) Este discurso de Raimundo es referido casi en los mismos términos por Raul Coggeshale y por Bernardo el Tesorero .
(2) Véanse los estractos de los autores árabes del año 1187. ( Biblioteca de las Cruzadas t. IV. )
(3) El nombre de Marescalcia habia sido dado sin duda por los cristianos á un canal ó pueblo que perteneció al mariscal de
Templeó del Hospital . El pequeño pueblo de Louvi es todo lo que falta para recorrer el camino que andaron los cristianos.
236 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

los sarracenos y empezaron á sufrir sed y calor . Como era preciso flanquear los estrechos desfiladeros y los pun
tos cubiertos de rocas para llegar al mar de Galilea , el conde de Trípoli hizo decir al rey que se apresurase á
atravesar el pueblo sin detenerse á fin de poder ganar las orillas del lago . Lusiñan respondió que él seguiria
al conde . Sin embargo los turcos cargaron de repente sobre la relaguardia del ejército en tales términos
que los templarios y los hospitalarios fueron destrozados (1 ) . Entonces el rey no atreviéndose á avanzar mas
dió órden de colocar las tiendas , gritando al mismo tiempo ¡ Ay de mi ! ¡ ay de mi ! ¡ todo se acabó para noso
tros, y el reino está perdido ! Se le obedeció desesperadamente . ¡ Qué noche iba á pasar el ejército en este lu
gar ! Los hijos de Esaú ( los turcos) se arrojaron sobre el pueblo de Dios , y pegaron fuego al campamento
cubierto de matorrales y yerbas secas; los cristianos estuvieron atormentados toda la noche por la llama y

el humo , por una nube de flechas , por el hambre y la sed . Al día siguiente al rayar el dia , el sultan
salió de Tiberíada y vino á trabar el combate con el ejército cristiano . Los batallones de la cruz se apresu
raban á atravesar los desfiladeros y las escarpadas alturas que les separaban del mar de Galilea , porque ,
decian ellos , encontraremos agua y podremos servirnos de nuestras espadas . Ya la vanguardia del conde
Raimundo se dirige hácia una colina (2) que los turcos habian empezado á ocupar . Cuando todos los cuer
pos fueron colocados en batalla y dispuestos á marchar , se esperaba que la infantería alejaria al enemigo ,
arrojándole flechas. Así lo exigian el órden y la disciplina , la gente de á pié debia defender á los caballeros
contra los arqueros enemigos , y los caballeros debian proteger con sus lanzas á la infantería ; esta regla de
salvacion no fué observada . A la aproximacion de los sarracenos la infantería se formó en un ángulo cor
riendo para ganar la cúspide de la colina , abandanando el resto del ejército (3) . El rey , los obispos y los prin
cipales jefes viendo que la infantería se alejaba , les enviaron órdenes para que regresasen á defender la ver
dadera cruz y el estandarte de Jesus . « No podemos ir, contestaron ellos , porque estamos muertos de sed y no
tenemos fuerzas para combatir . Se les envió un nuevo mensaje y rehusaron volver , porque realmente no
podian. Los hermanos del Temple y del Hospital y todos los de la retaguardia se batian vigorosamente sin
poder alcanzar la menor ventaja sobre los enemigos , cuyo número se aumentaba de hora en hora , sem
brando por todas partes la muerte con sus flechas. Abrumados , con el gran número de sarracenos , llamaron
al rey en su socorro , diciendo que no podian sostener por mas tiempo el peso del combate . Pero el rey viendo

que la gente de pié no queria reunirse , y que hasta él mismo estaba sin defensa contra los arqueros tur
cos , abandonóse á la gracia de Dios , haciendo colocar las tiendas otra vez, para contener, si era posible, las
impetuosas cargas del enemigo. Los batallones abandonaron sus puestos , y se agruparon al rededor de la
verdadera cruz confundidos y mezclados unos con otros. Cuando el conde de Trípoli vió que el rey, los tem
plarios, los hospitalarios y todo el ejército cristiano , no presentaban mas que una confusa multitud; cuando

(1 ) Los cristianos , segun los autores arabes, partieron de Sefouri el dia 3 de julio . Hé aqui la relacion de Emmad Eddin, testimo
nio ocular. Los francos se dirigieron hasta Tiberíada, pareciendo dos montañas en movimiento ó las olas de un agitado mar; et
sultan se colocó delante de ellos, teniendo á retaguardia el lago de Tiberiada. En estos momentos el calor era inaguantable; el ene
migo parecia estar abatido, sufria el bambre y sed , porque la caballería musulmana , estendida sobre las dos alas del ejército , le
cerró el lago. El sultan vigiló toda la noche y dió orden á los arqueros de llenar su aljaba , é hizo distribuir cuatrocientas cargas de
flechas . En vano los francos hicieron los mas grandes esfuerzos para abrirse paso hacia las aguas, habian apurado ya todos los
pellejos y todos los vasos al llegar la noche , sin embargo , no se abatieron diciéndose recíprocamente: Mañana encontraremos agua
con nuestras espadas .
(2) La vertiente meridional, formada por la cadena de colinas, tiene una que es la mas culminante, y es la colina Hitin ó la mon
taña de las Beatitudes; fué el campo de batalla de Tiberíada. Es una vasta meseta cubierta de verdura que tiene el color de la
que hay en la campiña de Roma , situada entre tres valles, el de Batouf al oeste, el de Hitin al norte, y el de Hama al sudeste. Esta
meseta está por un lado á tres leguas del Thabor y por el otro á una hora del lago de Tiberíada. El sitio donde tuvo lugar la accion
tiene por limites á Hitin al norte, la colina de la Multiplicacion de los panes al nordeste , las escarpadas orillas del lago al estc, y al
mediodia el pueblo de Louvi . (Correspondencia de oriente t. V, carta C XXXV .)
(3) Ibu-Clalir refiere en estos términos la segunda jornada de esta guerra tan desgraciada para los cristianos . El sábado por
la mañana , los musulmanes salieron de su campo en órden de batalla ; los francos avanzaban tambien, pero estenuados por
el hambre y la sed que les atormentaba . Las flechas hicieron una horrible matanza entre la caballería cristiana ; la infantería
de los francos habia sido destruida por querer llegar al lago y hacer agua. Al momento Saladino corrió á colocarse sobre el pun
to por donde debian pasar los cristianos, no quedando á estos esperanza alguna de salvacion . El conde de Trípoli probó el abrir
se camino; Taki- Eddin, sobrino del sultan , hizo abrir las filas , y el conde pudo escaparse. El ejército cristiano se encontraba en
tonces en una situacion horrible: se habia pegado fucgo á la llanura donde habian acampado; el humo , el calor del incendio, el
del día, el del combate, todo concurrió para apurar á los francos, Arrastrados por la desesperacion , atacaron á los musulmanes
con gran furor; en fin ellos fueron envueltos por todas partes y rechazados hasta á uná vecina colina de Hilin : aqui probaron de
levantar algunas tiendas y de defenderse ; todos los esfuerzos del combate se encontraron en este punto .
LIBRO SEPTIMO. - 1187-1.188 . 237

reconoció que una nube de bárbaros acudia de todas partes , y que se hallaba separado de los otros cuerpos
de ejército , se abrió paso por enmedio de las filas enemigas, y se retiró con su vanguardia . A cada momento
llegaban millares de sarracenos, que diezmaban á los cristianos con sus flechas . El obispo de Accon que lleva
ba la cruz del Salvador , recibió una herida mortal , y trasmitió el sagrado leño al obispo de Lidda . Entonces
la infantería que habia huido hacia la colina , vió avanzar contra ella los sarracenos y fueron todos muertos
ó hechos prisioneros . Balean de Naplusa , y los que pudieron escapar de la muerte, pasaron , para huir, sobre
un puente de cadáveres . Todo el ejército turco acudió al lugar en donde estaba la verdadera cruz y el r ey de
rey
Jerusalen . Es mas fácil esplicar con lamentos y lágrimas , que no referir detalladamente, lo que pasó al final de
esta jornada . La verdadera cruz fué tomada ( 4 ) , y hechos prisioneros el obispo de Lidda y todos cuantos la
defendian ; el rey, su hermano y el marqués de Monferrato cayeron en poder del enemigo : todos los templa
rios y hospitalarios fueron muertos ó hechos prisioneros . Así Dios humilló á su pueblo , y derramó sobre él
hasta las heces de su copa de cólera .

Lo que acaba de lcerse es la sucinta relacion de un peregrino , Raul Coggeshale , que asistió á esta batalla y
fué testigo de las últimas desgracias del pueblo cristiano . Todas las circunstancias de esta relacion se encuen
tran repetidas en todas las historias árabes , lo que prueba que es exacta y conforme á la verdad . Jbu -Alatir
y Emmad-Eddin dicen tambien, que la cruz del Salvador fué tomada antes de ser hecho prisionero el rey y
que los últimos combates de esta terrible jornada tuvieron lugar sobre la montaña ó la colina de Hetin . La co
lina de Hitin, ó la montaña de las Beatitudes , es la misma en que Jesus venia á menudo con sus discípulos y
sobre la cual el Redentor pronunció estas divinas palabras : Beati pauperes… Beati qui esuriunt. De este
modo la cruz de nuestra salvacion fué perdida en el mismo lugar que Cristo se complacia en frecuentar y
sobre la misma colina en que eligió á sus apóstoles . El historiador árabe Emmad-Eddin refiere de la manera
que el rey fué hecho prisionero repitiendo lo que oyó contar al hijo de Saladino .

« Yo estaba al lado de mi padre , dijo el jóven príncipe . Cuando el rey de los francos se retiró sobre la coli
na, los valientes que formaban su escolta cayeron sobre nosotros , y rechazaron á los musulmanes hasta el
pié de la colina . Entonces miré á mi padre , y conocí que su semblante era triste . Haced mentir al diablo, gritó
él á sus guerreros tirándose de la barba . A estas palabras , nuestro ejército se precipitó sobre el enemigo ha
ciéndole retroceder á lo alto de la montaña : Entonces yo grité lleno de alegría . Ellos huyen; ellos huyen . Pero
los francos volvieron á la carga y avanzaron de nuevo al pié de la colina : Ellos huyen; ellos huyen . Entonces
mi padre me dijo : Cállate, ellos no estarán completamente vencidos, hasta que caiga el pabellon del rey.
Apenas habia acabado de hablar , que el pabellon real cayó. Al momento mi padre se apeó , y prosternándose
delante de Dios le dió gracias derramando lágrimas de alegría . »
Raimundo despues de la batalla se fué á Trípoli, donde poco tiempo despues murió de desesperacion ,
acusado por los musulmanes de haber violado los tratados , y por los cristianos de haber hecho traicion á su re
ligion y á su patria ( 2) . El hijo del príncipe de Antioquía , Reinaldo de Sidon , el jóven conde de Tiberíada , con
un pequeño número de soldados , siguieron á Raimundo en su buida , y fueron los únicos que escaparon al
desastre de esta jornada tan funesta para el reino de Jerusalen .
Los escritores orientales al referir la victoria de los turcos han celebrado el valor y la constancia que
(4) Hé aquí como el historiador árabe, Emmad -Eddin cuenta la toma de la cruz. « La gran cruz fué tomada antes del rey y mu
chos impios se hicieron matar al rededor de ella . Cuando la tenian elevada, se arrodillaban é inclinaban la cabeza: la habian
enriquecido con oro y pedrería: la llevaban en los dias de gran solemnidad y miraban como su primer deber el defenderla en los
combates. El cautiverió de esta cruz les fué mas doloroso á los cristianos que el del mismo rey.
(2) Muchos historiadores pretenden que Raimundo sirvió para la causa de Saladino. Ninguno de los historiadores musulmanes
participa de esta opinion ; muchos de ellos hablan de Raimundo como del mas cruel enemigo de los sarracenos. Ibu -Alatir,
cuya relacion puede leerse en el tomo IV de la «Biblioteca de las Cruzadas, » dice formalmente que el conde de Trípoli se opuso á
que los francos marchasen hácia Tiberiada. Este mismo historiador hablando de las batallas de Tiberiada refiere que conociendo
el conde la inferioridad de los guerreros francos se precipitó con su tropa contra los que se le oponian , y que Taki-Eddin, te
miendo su desesperacion, hizo abrir las filas á su ejército permitiéndole la salida, y habiéndose escapado el conde, los enemigos
continuaron el combate. Mr. Marin en su historia de Saladino ha discutido este punto de la historia, y las pruebas que produce no
dejan duda alguna sobre la sinceridad de las intenciones de Raimundo. Aboulfeda en la corta descripcion que hace de la jornada
de llitin, alaba el valor de Raimundo, y dice que este murió del dolor que le causó la derrota de los cristianos. En una carta cs
crita por Saladino al califa de Bagdad , se encuentran estas notables palabras: « Ningun personaje conocido entre los cristianos pudo
escaparse, á no ser el conde (de Tripoli' que Dios maldiga . Dios le hizo morir luego, y le envió del reino de la muerte á los infiernes
Esta carta de Saladino , que habla tambien de la toma de Jerusalen, ha sido conservada por Ebu- Kilcan , en su Biogrofía de los hem
bres ilustres del islamismo . Se hallará un resumen de ella con la «Biblioteca de las Cruzadas .>>
238 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

demostraron en esta jornada los caballeros francos cubiertos con sus corazas de hierro . Estos esforzados
guerreros presentaron al momento una impenetrable muralla á los golpes del enemigo, pero así que caye
ron sus caballos , rendidos por la fatiga ó heridos por las lanzas y saetas enemigas , sucumbieron abrumados
y vencidos con el peso de sus propias armas . Un autor árabe, secretario y compañero de Saladino , que estu
vo presente á este terrible combate, describe el espectáculo de las colinas y de los valles cubiertos de cadá
veres . Vió á los estandartes de los cristianos hechos trizas , manchados de polvo y de sangre , cabezas sepa
radas de sus troncos , brazos , piernas y cadáveres arrojados el uno sobre otro , cual si fuesen piedras. El

mismo historiador se complace en esplicar la bárbara alegría que esperimentaba , contemplando semejante
cuadro , y habla de los suaves ( 1 ) perfumes que exalaba el vasto campo de los muertos . Otro autor musulman
que atravesó un año despues la campiña de Tiberíada y de IIitin , encontró aun los miserables restos de
un ejército vencido , que se ofrecia de lejos á la vista del viajero . A cada paso que uno daba se pisaban huesos
de soldados cristianos , y hasta se encontraban en los valles y sobre las vecinas montañas en donde habian
sido trasportados por los torrentes ó por los animales salvajes .
Despues de esta horrible carnicería , cualquiera hubiera creido que ningun soldado de la cruz , habia
caido vivo en manos del vencedor; pero cuando al final de esta sangrienta jornada se vió la muchedumbre
de prisioneros , cualquiera hubiera creido tambien que nadie habia perecido en la lucha . Las cuerdas de las
tiendas de campaña no bastaban para atar á los guerreros escapados de la cuchilla enemiga y condenados á
la esclavitud . Veíase hasta cuarenta caballeros atados con una sola cuerda , y á doscientos guardados por un
solo hombre. En fin era tan grande la multitud de los cautivos que segun refiere un cronista árabe , los victo
riosos ulemas no encontraban medio para venderlos llegándose al estremo de dar un caballero cristiano
por un calzado nuevo .
Saladino hizo levantar una tienda en medio de su campo , en donde recibió á Guido de Lusiñan y á los prin
cipales jefes del ejército cristiano, que la victoria acababa de poner en sus manos. Trató al rey de los fran
cos con bondad , haciéndole servir una bebida refrescada con nieve . Como el monarca , despues de haber
bebido , diese la copa á Reinaldo de Chatillon que estaba á su lado , el sultan le detuvo diciéndole : « Este trai
dor no debe beber en mi presencia , porque yo no quiero perdonarle . » Dirigiéndose en seguida á Reinaldo , le
reprendió severamente por haber violado los tratados , amenazándole con la muerte si no abrazaha la reli
gion del Profeta , que habia ultrajado. Reinaldo de Chatillon respondió con noble firmeza y despreció las
amenazas de Saladino , que le hirió con su sable . Los soldados musulmanes, á una señal de su jefe, se arro
jaron sobre el desarmado prisionero , y la cabeza de un martir de la cruz fué á rodar hasta los piés del rey
de Jerusalen .

Al dia siguiente el sultan hizo conducir á los caballeros del Temple y de San Juan , que se encontraban
prisioneros, y dijo cuando les vió pasar : « Yo quiero librar á la tierra de estas dos razas inmundas . >» Hizo
gracia al gran maestre del Temple , sin duda porque sus imprudentes consejos habian puesto el ejército
cristiano en poder de los musulmanes . Un gran número de emires y de doctores de la ley rodeaban el
trono de Saladino el sultan permitió á cada uno de ellos matar á un caballero cristiano . Algunos rehu
saron derramar sangre , y desviaban su vista de tan odioso espectáculo ; pero otros se armaron con la es
pada , y degollaron sin piedad á los caballeros cubiertos de cadenas , mientras que Saladino , sentado en
su trono, aplaudia esta horrible ejecucion . Los caballeros recibieron con júbilo la palma del martirio ;
la mayor parte de los prisioneros deseaban la muerte; muchos de ellos aun cuando no pertenecian á las
órdenes militares , gritaban en alta voz , que eran hospitalarios y templarios , y como si temiesen que ha

bian de faltar verdugos , se les veia precipitarse los unos sobre los otros , para caer los primeros bajo la
cuchilla de los infieles. Gualtero Vinisauf refiere que las tres noches que siguieron á la matanza de los cris
tianos, se vió brillar un milagroso rayo de luz sobre los cuerpos de estos mártires .
Los musulmanes dieron gracias al Profeta sobre el campo de batalla , por la victoria que acababa de
conceder á su ejército ; ocupándose luego Saladino de sacar el provecho de ella . Dueño de la ciudadela
de Tiberiada , envió la mujer de Raimundo á Trípoli , y pronto la ciudad de Tolemaida le vió delante de
sus muros . Esta ciudad, llena de mercaderes, y que rechazó por espacio de dos años á los mas formida
bles ejércitos de occidente , solo resistió dos dias á Saladino . El terror que precedia á su ejército abrió al

(1) Estas espresiones de un autor árabe recuerdan la frase de Vitellin , que el cadáver de un enemigo báccle siempre Lien.
LIBRO SEPTIMO. - 8711-1188. 239

victorioso sultan las puertas de Napisa , de Jericó , de Ramla , y de un gran número de otras ciudades
¿

que estaban casi sin habitantes. Las ciudades de Cesarea , de Arsur , de Joppe y de Beirut, tuvieron la
suerte de Tolemaida , y vieron ondear sobre sus murallas los amarillos estandartes, de Saladino . En las
+

costas del mar , solamente las ciudades de Tiro , de Tripoli y de Ascalon , estaban en poder de los
i cristianos.

Saladino atacó sin resultado la ciudad de Tiro , y resolvió esperar un momento mas favorable para vol
ver á empezar el sitio , Ascalon le presentó una conquista mas importante , asegurando sus comunica

ciones con el Egipto. Esta ciudad fué sitiada por los musulmanes, pero ella opuso á Saladino una resis
D tencia que no preveia . Cuando estuvo la brecha abierta , el sultan hizo que se les propusiera la paz, y los

habitantes, cuya desesperacion exaltaba su valor , despidieron á los diputados sin oirles . El rey de Jeru
S
salen, á quien Saladino conducia con él en triunfo, inclinó á los defensores de Ascalon á no comprome
ter la suerte de sus familias y la de los cristianos , con una inútil defensa . Entonces los principales de
entre ellos se presentaron en la tienda del sultan . «No es por nosotros , dijeron ellos , que venimos á im
ploraros, sino por nuestras mujeres y nuestros hijos . ¿Qué nos importa una vida perecedera ? -Nosotros
deseamos un bien mas sólido , y es la muerte el que debe procurárnoslo . Dios solo , dueño de los acon
tecimientos , os ha dado la victoria sobre los desgraciados cristianos ; pero vos no entrareis à Ascalon
si no os apiadais de nuestras familias , y si no prometeis devolver la libertad al rey de Jerusalen .
Conmovido Saladino , por el heroismo de los habitantes de Ascalon , aceptó las condiciones propuestas.
Semejante sacrificio debia merecer el rescate de un príncipe mas hábil y mas digno del amor de sus
vasallos que Guido de Lusiñan . Por lo demás , Saladino no consintió en romper las cadenas del cautivo
monarca, hasta despues de haber trascurrido un año .
Habia llegado el momento en que Jerusalen debia caer en poder de los infieles . Todos los musulma
nes imploraban á Mahoma , por este último triunfo de las armas de Saladino. Despues de haber tomado
á Gaza , y muchos fuertes vecinos , el sultan reunió á su ejército y partió para la santa ciudad . Una afligi
da reina , los niños de los guerreros muertos en la batalla de Tiberíada , algunos fugitivos soldados , y un
corto número de peregrinos , venidos del occidente , eran los únicos guardianes del Santo Sepulcro . Mu
chas familias cristianas que habian abandonado las provincias devastadas de la Palestina , habitaban en
la capital , pero lejos de ser su apoyo , solo servian para aumentar el desórden y la consternacion qué rei
naba en la ciudad.

Así que Saladino estuvo cerca de la santa ciudad , hizo comparecer á su presencia los principales de la
ciudad, y les dijo : « Yo sé lo mismo que vosotros que Jerusalen es la casa de Dios : yo no quiero profa
narla con la efusion de sangre ; abandonad esas murallas , y os daré una parte de mis tesoros y tantas
tierras como podreis cultivar . - Nosotros no podemos , le respondieron , cederos una ciudad en la que nues
tro Dios ha muerto ; y mucho menos podemos venderla . » Irritado Saladino con esta respuesta , juró so
bre el Coran destruir las torres y las murallas de Jerusalen , y vengar la muerte de los musulmanes de
gollados por los compañeros y soldados de Godofredo de Bouillon .
En el momento en que Saladino hablaba á los diputados de Jerusalen , un eclipse de sol cubrió de re
pente el cielo de tinieblas , pareciendo esta circunstancia un triste presagio para los cristianos . Sin em
bargo los habitantes, reanimados por el clero, se preparaban para defender la ciudad , habiendo elegido por
su jefe á Balean de Ibelin , que habia figurado en la batalla de Tiberíada . Este esperimentado guerrero
cuya esperiencia y virtudes inspiraban la confianza y el respeto , se ocupó en hacer reparar las fortificacio
nes de la plaza y en disciplinar á los nuevos defensores de Jerusalen . Como habia falta de oficiales , creó
cincuenta caballeros entre los ciudadanos que habià en la capital , todos los cristianos aptos para comba
tir tomaron las armas , y juraron derramar su sangre en defensa de Jesucristo.
No había dinero con que pagar los gastos de la guerra , pero todos los medios para hacerse con él pa
recieron legítimos en medio del peligro que amenazaba á la ciudad de Dios . Se despejaron las iglesias , y
espintado el pueblo con la aproximacion de Saladino, vió sin escándalo convertir en moneda ( 1 ) el pre
cioso metal que cubria la capilla del Santo Sepulcro .
(1) Ibu Alater y Emmad -Eddin entre los historiadores árabes, Bernardo el Tesorero y Raul Coggerhale entre los autores cristia
nos, son los que han dado mas detalles sobre el sitio de Jerusalen . (Biblioteca de las Cruzadas t. II.)
240 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Pronto se vieron ondear los estandartes de Saladino sobre las alturas de Emmaús ; el ejército musulman
sentó sus reales en el mismo punto que habia ocupado Godofredo y en el que Tancredo y los dos Robertos habian
colocado sus tiendas cuando atacaron la santa ciudad . Los sitiados opusieron una viva resistencia……
.. haciendo
varias salidas , en las cuales se les veia tener en una mano la lanza y la espada , y en la otra una pala con la
que arrojaban el polvo á los musulmanes. Gran número de cristianos recibieron entonces la palma del mar
tirio , y subieron , dicen los historiadores , á la celestial Jerusalen . Muchos musulmanes, muertos por la espada
cistiana, fuéron á habitar en las orillas del rio que baña el Paraiso .
(1187) Saladino , despues de haber acampado algunos dias al occidente de la ciudad ,dirigió sus ataques
hácia el norte , é hizo minar las murallas que se estienden desde la puerta de Josafat hasta la de San Esté
ban . Los mas valientes cristianos salieron de la plaza , y se esforzaron en destruir las máquinas de guerra
y demás trabajos hechos por los sitiadores : reanimándose los unos á los otros , repitiendo estas palabras de
la Escritura : Uno solo de nosotros hará huir á diez infieles , y diez harán huir á diez mil . Ellos hicieron pro
digios de valor , pero no pudieron interrumpir los progresos del sitio . Rechazados por los musulmanes, vol
vieron á entrar en la ciudad , en donde el espanto y el terror se apoderó de sus habitantes . Las torres y las
murallas están dispuestas para desmoronarse á la primera señal de un asalto general . Entonces la desespe
racion se apoderó de los habitantes , que solo encontraron para defensa lágrimas y súplicas . Los soldados
acudian á la iglesia en lugar de correr á las armas, y la promesa de cien piezas de oro no pudo retenerles una
noche sobre las amenazadas murallas. El clero recorria procesionalmente las calles para invocar la protec
cion del cielo . Los unos se daban golpes al pecho con piedras , los otros se atormentaban el cuerpo con cili
cios , gritando Misericordia . Solo se oian gemidos en Jerusalen , pero nuestro Señor Jesucristo , dice una an
tigua crónica , no quiso escucharles , porque la lujuria y la impiedad que habia en la ciudad no dejaban subir
las oraciones y plegarias ante Dios. La desesperacion de los habitantes les inspiraba mil proyectos opues
tos. Tan pronto tomaban la resolucion de salir de la ciudad y de buscar una muerte gloriosa entre las filas
de los infieles, como ponian su última esperanza en la clemencia de Saladino .
En medio del trastorno y la general confusion , los cristianos griegos y sirios , y los cristianos melchitas,
obedecian con disgusto á los latinos y les acusaban de los males de la guerra . Descubrióse un complot que ha
bian formado para entregar á Jerusalen á los musulmanes ( 1 ) . Este incidente aumentó la alarma y deter

minó á los principales de la ciudad á pedir una capitulacion á Saladino . Acompañados de Balean de Ibelin ,
vinieron á proponer al sultan rendirle la plaza , bajo las mismas condiciones que habia inpuesto antes del
sitio : pero Saladino se acordó que habia hecho el juramento de tomar la ciudad por asalto y de pasar á
cuchillo á todos los habitantes . Despidió á los diputados sin darles esperanza alguna ; Balean de Ibelin , fué
á encontrar varias veces á Saladino , renovando sus súplicas y sus ruegos, pero encontró al caudillo musul
man siempre inexorable . Un dia que los diputados cristianos le rogaban vivamente que aceptase su capitu
lacion , dirigió la vista hácia la ciudad , y mostrándoles sus estandartes que ondeaban sobre las murallas de
la ciudad : « ¿ Cómo quereis , les dijo , que yo otorgue condiciones por una ciudad que está ya tomada ?»
Sin embargo , los musulmanes fueron rechazados. Entonces Balean ; reanimado por la victoria que acaba
ban de obtener los cristianos, respondió al sultan : « Ya veis que no faltan defensores en Jerusalen; si no
podemos obtener de vos alguna misericordia , tomaremos una resolucion terrible , y el esceso de nuestra de
sesperacion os llenará de espanto. Estos templos y estos palacios que quereis conquistar serán destruidos has
ta los cimientos , todas nuestras riquezas que escitan la ambicion y la codicia de los sarracenos serán entre
gadas á la voracidad de las llamas . Destruiremos la mezquita de Omar ; la piedra misteriosa de Jacob , objeto
de vuestro culto , será hecha pedazos y convertida en polvo . Jerusalen encierra cinco mil prisioneros musul
manes y todos serán víctimas de la espada cristiana . Nosotros degollaremos con nuestras propias manos

á nuestros hijos y á nuestras mujeres , para ahorrarles la vergüenza de ser vuestros esclavos . Cuando la santa
ciudad ya no será mas que un monton de ruinas, un vasto sepulcro , saldremos seguidos de los irritados ma
nes de nuestros amigos y de nuestros deudos , llevando en nuestras manos la espada y el fuego . Ninguno de

(1) Este hecho lo refiere el autor árabe de la historia de los patriarcas de Alejandría . Este autor era cristiano, pero del rito jaco
bita : es curioso el tono indiferente con que cuenta esta perfidia. (Véase el t . IV de la Biblioteca de las Cruzadas .)
LIBRO SEPTIMO . - 1170-1174 . 241

nosotros irá al paraiso sin haber mandado al infierno diez musulmanes . Así obtenemos una muerte glo-
rioga y moriremos llamando sobre vuestras cabezas la maldicion del Dios de Jerusalen (4 ) . »

Horrorizado con estas amenazas Saladino, invitó á los diputados á que volviesen el dia siguiente . Consul-
tó á los doctores de la ley, quienes decidieron que podia aceptar la capitulacion propuesta por los sitiados .
sin violar su juramento. Las condiciones fueron firmadas al dia siguiente en la tienda del sultan . De este
modo Jerusalen cayó en poder de los infieles, despues de haber estado por espacio de ochenta y ocho años
bajo la dominacion de los cristianos. Los historiadores latinos han observado que los cruzados habian
entrado en la santa ciudad un viernes á la misma hora en que Jesucristo habia padecido muerte, para
espiar los crímenes del género humano . Los musulmanes tomaron la ciudad (2) , el aniversario del dia en
que segun su creencia Mahoma partió de Jerusalen para subir al cielo . Esta circunstancia que pudo determi-
nar á Saladino á firmar la capitulacion que se le propuso , no dejó de aumentar el brillo de su triunfo en-
tre los musulmanes , y le hizo considerar como el favorito del Profeta .
El vencedor concedió la vida á los habitantes, permitiéndoles rescatar su libertad . El rescate fué fijado en
diez piezas de oro para los hombres , cinco para las mujeres y dos para los niños . Los que no pudiesen pagar
su libertad debian permanecer en la esclavitud . Todos los guerreros que se encontraban en Jerusalen , cuan-
do la capitulacion, obtuvieron el permiso de retirarse á Tiro ó á Trípoli ( 3) , durante un plazo de cuarenta
dias .

Los cristianos recibieron desde luego con júbilo estas condiciones, pero á medida que se iba acercando
el dia en que debian salir de Jerusalen , esperimentaban un profundo dolor , al tener que abandonar los san-
tos lugares: bañaban con su llanto el sepulcro de Jesucristo , sintiendo no haber muerto en su defensa
recorrian con la mayor tristeza el Calvario y las iglesias , que no debian volver á ver mas, se abrazaban ,
con las lágrimas en los ojos , en las calles, y deploraban sus fatales divisiones . Los que no podian pagar su
rescate y que iban á ser esclavos de los musulmanes, se entregaban á todos los escesos de la desesperacion .
Pero era tal en estos crueles momentos su apego á una religion de la que no siempre habian' seguido los pre-
ceptos , que los ultrajes hechos á los sagrados objetos de su culto les afligian mas que sus propias desgracias .
Habiendo sido arrancada una cruz de oro de la cúpula de la iglesia de los templarios y arrastrada por las ca-
lles por los musulmanes , todos los cristianos prorumpieron en gritos de indignacion , y la desarmada Jerusa-

len estuvo á punto de sublevarse contra los vencedores .


En fin, llegó el dia fatal en que los crsistianos debian alejarse de Jerusalen . Se cerraron todas las puer-
tas de la ciudad, escepto la de David . Saladino , sentado sobre un trono , vió pasar delante de él á un pue-
blo desolado . El patriarca , seguido del clero , compareció el primero , llevando consigo lus vasos sagra-
dos , los ornamentos de la iglesia del Santo Sepulcro , y los tesoros , que solo Dios , segun dice un autor
árabe, conocia el valor . Seguia despues la reina de Jerusalen , acompañada de los principales caballeros
y barones. Saladino respetó su dolor, y le dirigió palabras llenas de bondad . Esta princesa llevaba tam-
bien un gran séquito de mujeres, que llevaban á sus niños en brazos conmoviendo á todos con sus des-
garradores gritos . Muchas de ellas se acercaron al trono de Saladino , diciéndole : «Vos teneis à vuestros
piés las esposas , las madres y los hijos de los guerreros que guardais prisioneros ; nosotros dejamos para
siempre á nuestra patria, que ellos han defendido con gloria ; ellos nos ayudan á soportar la vida ; en
perdiéndoles , hemos perdido á la vez nuestra última esperanza si os dignais devolvérnoslos , ellos dulci-
ficarán las penas de nuestro destierro , y no permaneceremos sin apoyo en la tierra. » Saladino acogió
estas súplicas , y prometió dulcificar las penas de tantas familias desgraciadas . Devolvió á las madres sus
hijos, y á las esposas sus maridos , que estaban entre los cautivos. Muchos cristianos habian abandonado

(1 ) Este mismo discurso se halla al pié de la letra, en el autor árabe Ibn -Alatir. (Biblioteca de las cruzadas.)
(2) Baronio y Pagi, citan las diversas fechas que los historiadores han dado á la toma de Jerusalen por Saladino . El sabio co-
mentador Mansi demuestra , segun la autoridad de Coggeshale, testigo ocular, que la toma de dicha ciudad tuvo lugar el dia 3 de
octubre de 1187 , el sábado y no el viernes, y que habiendo empezado el sitio de esta plaza el 20 de setiembre, solo duró trece
dias, y no veinte y tres, como pretenden algunos historiadores. Sin embargo los autores árabes dicen que Saladino escogió el vier-
nes para la capitulacion de la plaza.
(3) Un historiador árabe censura esta política de Saladino quien se creaba obstáculos y daba á sus enemigos medios de resis-
tencia. Resultado de esta política fué que se desgració delante de Tiro, defendida por todos los que habia dado la libertad.
31
242 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

sus muebles y los efectos mas preciosos , para llevar sobre sus espaldas , los unos á sus ancianos pa
dres , y los otros á sus amigos enfermos. Conmovido con este espectáculo , Saladino recompensó con dá
divas la virtud y la piedad de sus enemigos ; apiadándose de sus infortunios , y permitiendo á los hospitala
rios el permanecer en la ciudad para atender à la curacion de los peregrinos y á los que por sus graves
enfermedades no podian salir de Jerusalen . Observamos aquí que la generosidad de Saladino para con
los cristianos ha sido mas celebrada por los historiadores latinos que por los historiadores árabes ; no
dejándose de leer , en las crónicas musulmanas, pasajes que prueban que los discípulos de Mahoma ha
bian visto con alguna pena la noble compasion del sultan . Mas de una vez la historia ha demostrado que
en las guerras religiosas, los caudillos no son siempre dueños de usar de tolerancia .
Cuando los turcos comenzaron el sitio la santa ciudad encerraba mas de cien mil cristianos ( 1 ) ; el ma
yor número de ellos rescataron su libertad ; Balean de Ibelin , depositario de los tesoros destinados á los
gastos del sitio , los empleó en libertar á una parte de los habitantes . Malek - Adhel , hermano del sultan ,
pagó el rescate de dos mil cautivos ; Saladino siguió su ejemplo rompiendo las cadenas á un gran núme
ro de pobres y de huérfanos . El historiador árabe Ibn-Alatir cuenta que un gran número de habitantes
de Jerusalen se escaparon sin pagar el tributo, los unos descolgándose furtivamente de lo alto de las mura
ilas, con el ausilio de cuerdas , los otros comprando vestidos musulmanes . Solo quedaron en la esclavitud
diez y seis mil cristianos , entre los cuales habia de cuatro á cinco mil niños de corta edad , que apenas
podian conocer su infortunio , pero que los fieles deploraban estremadamente la suerte de estas inocentes
víctimas de la guerra que iban á ser educadas en la religion de Mahoma .
Muchos modernos escritores han comparado la generosa conducta de Saladino con las revoltosás esce
nas que acompañaron la entrada de los primeros cruzados en Jerusalen ; pero no debe olvidarse que los
cristianos ofrecieron capitular , mientras que los musulmanes sostuvieron un largo sitio con una porfia
da constancia , y que los compañeros de Godofredo , que se hallaban en un pais desconocido en medio de
naciones enemigas , ganaron la ciudad por asalto , despues de haber pasado mil peligros y sufrido todo
género de miserias. Los primeros cruzados, despues de la conquista de la santa ciudad , tenian que temer
lo todo de los musulmanes de la Siria y del Egipto , y este temor les hacia bárbaros. El sultan de Damas
co no se portó con mas humanidad , mientras tuvo que temer las armas de los francos , y la misma vic
toria de Tiberíada , que no colmó todas sus inquietudes , no le habia inspirado sentimientos generosos con
respeto á los prisioneros . Tan verdad es , que sola la fuerza puede ser moderada ; pero es preciso que obre
con independencia . Si se examinasen bien todos los actos de barbarie cometidos por la política , se halla
ria que casi todos reconocen por orígen el miedo . Por lo demás , estas observaciones que sujetamos al

juicio de nuestros lectores, no tienen ciertamente por objeto el justificar los escesos de la primera cruza
da , y mucho menos el de palidecer los elogios que la historia debe á Saladino , quien hasta los obtuvo de los
mismos á quienes habia vencido .
Cuando el pueblo cristiano hubo abandonado la ciudad conquistada , Saladino solo se ocupó de celebrar su
triunfo . Entró en Jerusalen precedido de sus victoriosos estandartes ; gran número de imanes , de doctores
de la ley, y los embajadores de muchas provincias musulmanas , formaban su cortejo . Todas las iglesias , es
cepto la del Santo Sepulcro , habian sido convertidas en mezquitas . El sultan hizo lavar con agua de rosas,
venida de Damasco , las paredes y el atrio de la mezquita de Omar en la que él mismo colocó el púlpito cons
truido para Nóredino. « Oyóse la voz de los que convocaban á la oracion , dice Emmad-Eddin . La desterrada

fé volvió á su asilo ; los danzantes y los devotos , los grandes y los pequeños , todos vinieron á adorar al Se
ñor ; de lo alto de la cátedra salió una voz que recordaba á los creyentes el dia de la resurreccion y del jui
cio final. » El primer viernes despues de la entrada del sultan en Jerusalen , reunióse el pueblo y el ejército
en la principal mezquita ; el jefe de los imanes subió á la cátedra del Profeta , y dió gracias a Dios por las

victorias obtenidas por Saladino . «< Gloria á Dios, dijo él dirigiéndose á su numeroso auditorio ; gloria á Dios ,
que hace triunfar al islamismo , y que ha abatido el poder de los infieles . Alabad conmigo al Señor , que nos
ha devuelto á Jerusalen , la mansion de Dios , la estancia de los santos y de los profetas . Del seno de esta ha

( 1) La multitud de estos que habian buscado un refugio en Jerusalen era tan grande, dice el continuador de Guillermo de Tiro,
que no cogian dentro las casas, viéndose obligados á permanecer en las calles. Biblioteca de las Cruzadas. t. I p. 370.)
LIBRO SEPTIMO . - 1487-1188. 243

bitacion sagrada , Dios ha hecho partir á su servidor durante las tinieblas de la noche , y por facilitar á Jo
sué la conquista de Jerusalen , Dios detuvo otra vez el curso del sol . En esta ciudad , pues , deben reunirse ,
al fin del mundo , todos los pueblos de la tierra ( 1 ) . » Despues de haber recordado las maravillas de Jerusa–
len , el predicador del islamismo se dirigió á los soldados de Saladino , y les felicitó por haber desafiado los
peligros, y por haber derramado su sangre para cumplir la voluntad del monarca . «Los soldados del Pro
feta , añadió, los compañeros de Abu - Beker y de Omar han señalado vuestro puesto en la milicia santa , y
os esperan entre los elegidos del islamismo . Testigos de vuestro último triunfo, los ángeles se han agrupado
á la derecha del Eterno ; el corazon de los enviados de Dios se ha conmovido de alegría . Alabad , pues , con
migo al Señor , paro no os dejeis arrastrar por las debilidades del orgullo , y no creais sobre todo , que sean
vuestras espadas, ni vuestros caballos veloces como el viento , los que han triunfado de los infieles . Dios es
Dios ; solo Dios es poderoso ; solo Dios os ha dado la victoria , y os manda no deteneros en la gloriosa carre
ra en la cual él mismo os conduce de la mano . La guerra santa , la guerra santa , hé aquí la mas pura de
vuestras adoraciones , la mas noble de vuestras costumbres . Destruid la impiedad ; haced triunfar por to
das partes el islamismo ; libertad á la tierra de naciones contra las cuales Dios está irritado . >>
El jefe de los imanes oró despues por el califa de Bagdad , y terminó la plegaria nombrando á Saladi
no : « Oh Dios , esclamó , vigila sobre los dias de tu fiel servidor, que es tu cortante espada , tu estrella res
plandeciente, el defensor de tu culto, y el libertador de tu mansion sagrada ! ¡ Oh Dios ; haz que tus ángeles
rodeen su imperio, y prolonga sus dias por la gloria de tu nombre ! >
»
De esta manera , el pueblo, las leyes y la religion habian cambiado en la desgraciada Jerusalen . Mientras
que en los santos lugares resonaba el eco de los himnos de un culto estraño , los cristianos se alejaban tris
temente , llenos de miseria , y detestando la vida que les habian dejado los musulmanes . Rechazados por
sus hermanos de oriente , que les acusaban de haber entregado el sepulcro de su Dios á los infieles ,
andaban errantes por la Siria , sin socorro y sin asilo ; muchos murieron de hambre y de dolor ; la ciudad
de Trípoli les corró sus puertas. En medio de esta descarriada muchedumbre, una mujer arrastrada por
la desesperacion arrojó su hijo al mar , maldiciendo la barbarie de sus hermanos los cristianos . Los que par
tieron hacia el Egipto fueron mas felices, y conmovieron el corazon de los musulmanes (2) ; muchos se em
barcaron para Europa en donde vinieron á anunciar con las lágrimas en los ojos las desgracias de Jerusa
len . Decíase entonces entre los cristianos que esta ciudad habia caido como Nínive ó Babilonia ; las cróni
cas contemporáneas al menos no esplican de otra manera este gran acontecimiento , porque entonces todo
se creia ser efecto de la santidad ó de la corrupcion de los fieles . Sin duda la corrupcion debió contribuir á la
decadencia de la santa ciudad ; pero una decadencia tan rápida fué efecto de muchas otras causas, que he
mos indicado en el curso de esta historia . Los imperios musulmanes cayeron cuando los primeros cruzados
llegaron al Asia ; pero Dios permitió que estos imperios se levantasen de nuevo bajo el cetro de muchos
príncipes poderosos por sus armas y por su genio. El reino de Godofredo , que les habia vencido con tres
cientos caballeros , no poseyó jamás lo que le faltaba para resistirles . Los jefes que la Providencia les dió
parecian ser enviados únicamente para anunciar que toda gloria iba á acabar . A fuerza de ver sobre el trono
de David á mujeres , á niños , á reyes enfermos y á débiles princesas, ya no se tuvo fé en su porvenir , y
el entusiasmo guerrero y el patriotismo cristiano fueron ahogados por la discordia y por cierto espíritu de
fatalidad . Al fin oyóse á un rey de la santa cindad gritar sobre el campo de batalla , el reino está perdido, y
no fueron menester mas que algunas semanas para que se cumpliera esta profecía tan estraña en boca de
un rey. Añadamos aquí, y esta causa es la primera de todas , que el espíritu de las cruzadas , que habia he
cho tantos prodigios , se enervaba mucho tiempo hacia , y con él , todo cuanto habia fundado en oriente .
El reino de Godofredo de Bouillon se estinguió , pareciéndose á las débiles criaturas de aquí abajo , que
desaparecen de repente, cuando Dios aparta la vista de ellas.
Sin embargo, como entonces era general la creencia , de que la salvacion de la fé cristiana y hasta la
misma gloria de Dios , estribaban en la conservacion de Jerusalen , la última conquista de Saladino esparció

(1 ) Ibn-Kalekan . Bibioteca de las Cruzadas. t. IV.


(2) Puede consultarse sobre este particular la relacion de Bernardo el Tesorero Biblioteca de las cruzadas t . I. ) Está confirmada
por el autor árabe de la historia de los patriarcas de Alejandría . ( Idem ) .
244 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

la costernación en todo el occidente . Pronto se supo en Italia tan fatal noticia; el papa Urbano III , que se
encontraba á la sazon en Ferrara , se afectó profundamente , y no pudo sobrevivir á tan grande calamidad .
Todos los cristianos , olvidando sus disensiones, estaban afligidos por la misma causa , y el nombre de la santa
ciudad corria de boca en boca , mezclado con los gritos de la desesperacion . Deplorábase en lúgubres cantos el
cautiverio del rey de Jerusalen y de sus caballeros, y la ruina de las ciudades cristianas de oriente . El clero
llevaba de ciudad en ciudad las imágenes en las cuales se veia el Santo Sepulcro hollado por los piés de los ca-
ballos , y á Jesucristo abatido por Mahoma ( 1 ) . Siniestros prodigios habian anunciado al mundo cristiano las
mas terribles desgracias . El dia en que Saladino verificó su entrada en Jerusalen , dice Rigord , los religiosos
de Argenteuil habian visto descenderse la luna del cielo á la tierra , y luego remontar al ciclo . En muchas igle-
sias, el crucifijo y las imágenes de los santos habian derramado lágrimas de sangre en presencia de todos los
fieles . Un caballero cristiano habia visto en sueños á una águila llevando en sus uñas siete venablos vo-
lando sobre un ejército , y profiriendo estas palabras (2) : Desgraciada Jerusalen...!
Acusábase cada uno de haber escitado la venganza del cielo con sus faltas , y todos los fieles procura-
ban desagraviar por medio de penitencia á un Dios que creian irritado . El Señor , decian ellos , ha hecho á
todos partícipes del azote de su cólera , y su ira se ha saciado de la sangre de sus servidores . Que nuestra
vida toda entera se consagre al dolor , puesto que hemos oido una lastimera voz sobre la montaña de
Sion , y que los hijos de Dios han sido dispersados . Los oradores sagrados se dirigian al mismo Dios por me-
dio de invocaciones y de súplicas : « Oh Dios poderoso , esclamaban , tu mano está armada fara el triunfo de
tu justicia . Nosotros venimos con los ojos arrasados en lágrimas á implorar tu bondad , á fin de que te acuer-
des de tu pueblo, y que tus misericordias sobrepujen á nuestras miserias ; no entregues de ningun modo tu
herencia al oprobio , y que los ángeles de la paz obtengan para Jerusalen los frutos de la penitencia . »
Al deplorar la pérdida del Sepulcro de Jesucristo , recordáronse los preceptos del Evangelio y los hombres
mejoraron sus costumbres . Desterróse el lujo de las ciudades, olvidáronse las injurias y se hacian muchas
limosnas . Los cristianos dormian sobre la ceniza , y se cubrian de cilicios , espiando por medio del ayuno y
de las mortificaciones ( 3) , su vida desarreglada . El clero dió el ejemplo ; las costumbres del claustro fueron
reformadas: los cardenales imitaron la pobreza de los apóstoles , y prometieron dirigirse á la Tierra Santa
pidiendo limosna .
(1188) Estas piadosas reformas no duraron mucho tiempo, pero preparáronse los espíritus para una
nueva cruzada , levantándose toda la Europa á la voz de Gregorio VIII , que exhortó á los fieles á to-
mar la cruz y las armas . Habla el pontifice , en su bula , de la temible severidad de los juicios de Dios ,
y deplora las desgracias de Jerusalen , que no es mas que un desierto en el que los cuerpos de los san-
tos han servido de pasto á las bestias de la tierra y á las aves del cielo; refiere las victorias de
Saladino , el que ha sido secundado por las discordias de los habitantes de la Tierra Santa y por la
perversidad de los hombres . En medio de tan gran desastre nadie podia contener sus lágrimas , na-
die podia resistir no solamente á la compasion , que la religion nos recomienda para toda clase de
infortunios , sí que tambien al sentimiento que la Providencia ha colocado en el corazon de todos los
hombres . La lengua no podria esplicar ni la imaginacion comprender la afliccion de que estaba po-

seido el soberano pontifice , y tambien el pueblo cristiano al saber que la tierra de promision sufria
de la misma manera que bajo la dominacion de sus antiguos tiranos . » Nosotros , sobre todo , decia Gre-
gorio , que tenemos que lamentar las iniquidades por las cuales la cólera de Dios se ha encendido
nosotros que tememos que otros males caigan sobre Judea en medio de las disensiones de los

reyes y de los príncipes cristianos , de las ciudades y los pueblos , debemos llorar con el profeta y
repetir con él La verdad, la ciencia de Dios , no existen mas sobre la tierra : yo no veo reinar en
su lugar mas que la mentira , el homicidio , el adulterio y la sed de sangre . Pensad , queridos

(1 ) Este hecho, el cual no refieren nuestros autores occidentales, se encuentra detallado por los autores Boha-Eddin é Ibn-Alatir.
(Biblioteca de las cruzadas ).
(2) Estos prodigios recuerdan á los que cuenta el historiador Josefo , en la relacion del sitio de Jerusalen por Tito, tambien una voz
se habia hecho oir en el templo, anunciando estas mismas palabras : Desgraciada Jerusalen .
(3) Véase el resúmen de Benito Peterborough la carta que Pedro de Blois escribió sobre este asunto al rey de Inglaterra Enri-
que II. Biblioteca de las cruzadas t . II.) .
LIBRO SEPTIMO . -1187-1188. 245

hermanos , en el fin porque habeis venido á este mundo, y del modo que debeis salir de él ; pensad
que vosotros pasaréis como pasan todas las cosas; vosotros no podeis llamar bienes lo que disfrutais

de este soplo que llaman vida . Esto me pertenece á mí; vosotros no os habeis hecho á vosotros mis-
mos, y la facultad de crear el menudísimo arador , es superior á todas las potestades de la tierra .
Dad pues esos tesoros que pueden escaparse de vuestras manos, esta vida que no es mas que un

punto en la eternidad , para socorrer á vuestros hermanos , para aseguraros la salvacion eterna . Si
los infieles han desafiado los peligros de la guerra , si han sacrificado su tranquilidad y las delicias
de sus dias para atacar la herencia de Cristo, ¿vacilareis en hacer los mismos sacrificios para salvar
la fé cristiana ? La cólera celeste ha permitido que los impíos tengan un momento de triunfo : pero
su misericordia puede cambiar sus dias do gloria en dias de humillacion. Dirigíos pues à la mi-
sericordia divina , nosotros no tenemos mas derecho para pedir cuenta á Dios de sus juicios , pero no
debemos dejar de creer que en su bondad quiera nuestra salvacion, y que el que se sacrifica por
sus hermanos, apenas haya llegado á la vejez, será tratado como el que ha pasado una larga vida
al servicio de Dios . >>
Terminaba la bula de Gregorio VIII con el reglamento para la cruzada . El papa prometió á los
piadosos peregrinos el entero perdon de sus faltas; el santo viaje debia completar la espiacion de to-
das las culpas . Se colocaron los bienes de los cruzados y de sus familias bajo la especial proteccion
de los arzobispos y obispos . No debia hacerse investigacion alguna sobre la validez de los derechos de
posesion de un cruzado , sobre cualquiera cosa hasta que se supiera de fijo su regreso ó su muerte.
Los peregrinos estaban dispensados de pagar intereses á un acreedor , durante los dias pasados bajo
do las banderas de la cruz . Prohibióseles vestir con lujo y llevar consigo perros y pájaros . Despues

de estas disposiciones, venia el mandamiento de un ayuno general para apaciguar la cólera de Dios,
Ꭹ obtener el rescate de Jerusalen . El ayuno de cuaresma debia ser observado todos los viernes du-
ranto cinco años . La bula , los reglamentos y la ordenanza estaban fechados en Ferrara .
El soberano pontífice tenia el firme propósito de restablecer la paz entre los pueblos cristianos . Con
esta idea, trasladóse á Pisa , para terminar las agitadas cuestiones que se habian suscitado entre los
pisanos y genoveses; Gregorio falleció antes de acabar la obra que habia empezado, confiando la
direccion de la cruzada á su sucesor Clemente III , el que desde su advenimiento al trono pontifical
ordenó rogativas por la paz de occidente y el rescate de la tierra de los peregrinos.

Guillermo, arzobispo de Tiro ( 1 ), habia salido de oriente para venir á Europa á solicitar los so-
corros de los príncipes cristianos ; habiéndole encargado el papa la predicacion de la guerra 'santa .
Guillermo reunia mayor instruccion y era mucho mas elocuente que Heraclio que le habia precedido
en esta mision , siendo sobre todo mas digno por sus virtudes, de ser el intérprete de los cristianos
y de bablar en nombre de Jesucristo. Despues de haber inflamado el celo de los pueblos de Italia ,
dirigióse á Francia y formó parte de una asamblea convocada cerca de Gisors por Enrique II , rey
de Inglaterra , y el rey de Francia Felipe Augusto . Al llegar Guillermo de Tiro , estos dos reyes que
se hacian la guerra por el Vexino, habian depuesto las armas; los mas valientes guerreros de la
Francia y de Inglaterra , reunidos por los peligros que amenazaban á sus hermanos de oriente , se habian reu–
nido en la asamblea , que debia ocuparse del rescate de los santos lugares . Guillermo fué recibido en
ella con entusiasmo, y leyó en alta voz delante de los príncipes y de los caballeros , una relacion
de los desastres de Jerusalen . Despues de esta lectura , que arrancó lágrimas á todos los asistentes , el
piadoso enviado exhortó á los fieles á tomar la cruz . « En la montaña de Sion , les dice , resuenan

(1) Marin, en su historia de Saladino, y muchos otros autores han pretendido que el Guillermo que vino á Europa para predi-
car la cruzada , no fué el que escribió la historia del reino de Jerusalen . Esta aversion no tiene otro fundamento que el de un paraje
bastante oscuro del continuador de esta historia. Véase lo que hemos dicho del resumen de Guillermo deTiro (Biblioteca de las cru-
zadas. t. 1. )
El continuador de Baronio diserta sobre la época en que murió Guillermo y no halla datos seguros de donde poder partir, sin
embargo, su comentador Mansi , cree que este acontecimiento tuvo lugar antes del año de 1193, ó á principios de este año. Joccio
que se hallaba en el sitio de Tiro, en calidad del canciller real, suscribió una carta de Enrique de Troyes, conde palatino , en fa-
vor de la hospitalidad de San Juan de Jerusalen . El autor del Oriens Christianus no hadisipado estas dudas ; pero parece que se in-
clina á creer que Guillermo murió en 1191.
216 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

aun estas palabras de Ezequiel : ¡ Oh hijos de los hombres , acordaos de este dia en que el rey de Babilo -
nia ha triunfado de Jerusalen! Han acontecido en un solo dia , en la ciudad de Salomon y de David ,
todas las desgracias que los profetas habian anunciado . Esta ciudad , hace poco tiempo llena de pue
blos cristianos , ha quedado sola , ó mejor , habitada tan solo por un pueblo sacrilego. La soberana de
las naciones , la capital de tantas provincias , ha pagado el tributo impuesto á los esclavos . Sus puertas
han sido hechas trozos , y sus guardianes espuestos con los viles rebaños en los mercados de las ciudades in
fieles . Los estados cristianos del oriente, que hacian florecer la religion de la cruz en Asia y debian defen
der el occidente de la invasion de los sarracenos , estaban reducidos á la ciudad de Tiro , á las de Antioquía
y Trípoli. Nosotros hemos visto , segun la espresion de Isaías , al Señor estendiendo su mano y sus llagas , desde
el Eufrates hasta el torrente del Egipto. Los habitantes de cuarenta ciudades han sido echados de sus casas ,
despojados de sus bienes , y andan errantes , con sus desconsoladas familias , por los pueblos del Asia , sin en
contrar una piedra para descansar sus cabezas . »
Despues de haber trazado las desgracias de los cristianos de Oriente , Guillermo no pudo menos de ha
cer cargos á los guerreros que le escuchaban , por no haber socorrido á sus hermanos y por haberse dejado
arrebatar la herencia de Jesucristo . El estrañaba que pudiese abrigarse otro pensamiento , que se quisiese

apetecer otra gloria , que la de libertar los santos lugares , y dirigiéndose á los príncipes y á los caballeros
les dijo : « Para llegar hasta vosotros, he atravesado los campos de batalla llenos de despojos y de sangre , y
á la puerta misma de esta asamblea he visto desplegarse el aparato de guerra . ¿ Que sangre vais á derra
mar ? ¿ Qué haceis de estas espadas con que vais armados ? Vosotros os batís aquí , por la orilla de un rio ,
por los límites de una provincia , y por adquirir una fama pasagera , mientras que los infieles huellan las
riberas del Siloe , invaden el reino de Dios, y la cruz de Jesucristo es arrastrada ignominiosamente por las
calles de Bagad . Vosotros derramais raudales de sangre por sutiles cuestiones de tratados , mientras que
se ultraja al Evangelio , este solemne tratado entre Dios y los hombres . Habeis olvidado lo que han he
cho nuestros padres ? Estos han fundado un reino cristiano en medio de naciones musulmanas . Una mul
titud de héroes , y de principes nacidos en vuestra patria , han venido á defenderlo y á gobernarlo , si voso
tros habeis dejado perecer su obra , venid al menos á rescatar sus tumbas qne están en poder de los
sarracenos. Vuestra Europa no produce ya guerreros como Godofredo , Tancredo y sus compañeros ? Los
profetas y los santos sepultados en Jerusalen , las iglesias convertidas en mezquitas , y hasta las mismas pie
dras de los sepulcros , os llaman para vengar la gloria del Señor y la muerte de vuestros hermanos. Y será
posible que la sangre de Naboth y de Abel , que llegó hasta el ciclo , haya encontrado un vengador , y la
sangre de Jesucristo no encuentre quien la vengue de sus enemigos y de sus verdugos .
<
« El Oriente ha visto la cobardía de algunos cristianos que la avaricia y el temor habian aliado con Saladi
no ; sin duda no encontrarán imitadores entre vosotros : pero acordaos que Jesucristo ha dicho : El que no
está comigo está conntra mí . Si vosotros no servís á la causa de Cristo, qué causa resolveis á defender ? Si el
rey del cielo y de la tierra no os encuentra bajo de sus banderas , bajo cuales militareis? Porque pues los ene
migos de Dios , no son los enemigos de todos los cristianos? Cual será la alegría de los sarracenos en medio de
sus impios triunfos , cuando sepan que los fieles á Jesucristo, y los príncipes y los reyes de Europa han sabido
con indiferencia los desastres y el cautiverio de Jerusalen?»
Todos estos cargos hechos en nombre de la religion , conmovieron vivamente el corazon de los prínci
pes y de los caballeros . Segun el cronista Benito de Peterburouph , Guillermo de Tiro , predicó de una manera
tan admirable , que determinó á todos á tomar la cruz , y los que eran enemigos, se hicieron amigos . Enrique II y
Felipe Angusto , se abrazaron , derramando lágrimas, presentándose los primeros á recibir la cruz . Ricardo
hijo de Enrique y duque de Guiena ; Felipe conde de Flandes ; Hugo , duque de Borgoña ; Enrique conde de
Champaña , Teobaldo , conde de Blois ; los condes de Perche , de Soisons , de Nevers , de Bar y de Vendoma
Jos dos hermanos Joselin y Mateo de Montmorenci , un gran número de barones y caballeros , y muchos obis
pos y arzobispos de Francia y de Inglaterra , hicieron el juramento de libertar á la tierra santa . La
asamblea entera repitió estas palabras : la cruz , la cruz. Y este grito de guerra resonó en todas la
provincias .
El lugar en el cual se reunieron los fieles fué llamado el Campo sagrado . Se hizo construir en el mismo
punto una iglesia para conservar el recuerdo del piadoso sacrificio de los caballeros cristianos . Pronto la
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LIBRO SEPTIMO. -1187-1188. 247

los paises vecinos estuvieron animados del entusiasmo que la elocuencia de Guillermo de
o nacer en la asamblea de los barones y los príncipes . La Iglesia ordenó rogativas para

(5) Rogerio de Hoveden . Biblioteca de las Cruzadas , t 11. )


4.
1


LIBRO SEPTIMO . -1187-1188 . 247

Francia y todos los paises vecinos estuvieron animados del entusiasmo que la elocuencia de Guillermo de
Tiro habia hecho nacer en la asamblea de los barones y los príncipes . La Iglesia ordenó rogativas para
el buen éxito de la cruzada . Cada dia de la semana se recitaban en el divino oficio los salmos que recor
daban la gloria y las desgracias de Jerusalen ; al final de los oficios , los asistentes repetian en coro estas pa
labras : « ¡ Oh Dios todopoderoso , que tienes en tu mano la suerte de los imperios , dígnate dar una ojeada
de misericordia á las armas cristianas, á fin de que las infieles naciones que descansan en su orgullo y en
su vana gloria , sean abatidas por la fuerza de tu brazo (1 ) . Al dirigir los cristianos estas súplicas al cielo,
sintieron reanimarse su valor y juraron tomar las armas contra los musulmanes .
Como habia falta de dinero para ocurrir á los gastos de la santa empresa , resolvióse en el consejo de los
principes y de los apóstoles , que todos los que no tomarian la cruz pagarian la décima parte de sus rentas
ó del valor de su riqueza mueble . El terror que habian inspirado las armas de Saladino, hizo que se diese
å este impuesto el nombre de diezmo saladino (2) . Se fulminaron escomuniones contra aquellos que reku

sasen pagar una deuda tan sagrada . En vano el clero , cuya defensa hizo Pedro de Blois , alegó la libertad
y la independencia de la Iglesia , pretendiendo no ayudar á los cruzados mas que con sus súplicas , pues se con
testó á los eclesiásticos que ellos debian dar el ejemplo , que el clero era la Iglesia , y que los bienes de la
Iglesia pertenecian á Jesucristo . La órden de los cartujos y algunas otras y los hospitales de leprosos fueron
tan solo esceptuados de un tributo impuesto por una causa que se creia era la de todos los cristianos .
La historia ha conservado los estatutos segun los cuales los obispos y los príncipes habian regutalo el
impuesto del diezmo saladino . Se recaudaba en cada parroquia , en presencia de un cura , de un arcipreste ,
de un templario, de un hospitalario , de un hombre del rey , de un hombre y de un capellan del baron , y
de un capellan del obispo . Cuando todas estas personas reunidas juzgaban que alguno daba menos de lo que
debia , se elegian de entre los parroquianos cuatro ó seis hombres buenos que tasaban y obligaban á pa
gar lo que era de justicia . Sin embargo los productos de este diezmo no eran suficientes para atender á los
gastos de la espedicion : Felipe se ocupaba con empeño de los medios de proveer á todos los gastos de su
peregrinacion , cuando el hermano Bernardo , solitario de Vincennes , se presentó ante el monarca y le dijo
con tono profético Que Israel sea confundido. Despues de haber oido estas palabras que se miraron como
una advertencia del cielo , el rey de Francia hizo prender á los judíos en sus sinagogas , obligándoles á pagar
cinco mil marcos de plata de su tesoro .
El diezmo fué recaudado en Inglaterra como en Francia por comisarios ( 3) ;.pero no todos los que se en
contraron revestidos de una mision que llamaban santa , dieron el ejemplo de desinterés apostólico ; las
crónicas contemporáneas nos hablan de la vergonzosa conducta de un templario (4 ) que fué sorprendido ,
burtando los tributos y escondiéndolos en los grandes pliegues de su hábito . No se desdeñó Enrique II de
presidir personalmente la recaudacion de un impuesto establecido en alguna manera á la sombra de las opi
niones dominantes , y que sus vasallos miraban como una deuda para con Dios . Mandó comparecer á su
presencia á los habitantes mas ricos de las primeras ciudades de su reino , y despues de la estimacion de los
arbitrios (5) exigió de ellos el diezmo de sus rentas y de su riqueza mueble : todos cuantos rehusaban pagar
la cuota que se les habia señalado , eran puestos en prision , y no recobraban su libertad hasta despues de
haber pagado sus deudas . Estas violencias ejercidas en nombre de Jesucristo, produjeron mucho descontento ,
y debe creerse que los ciudadanos de Londres, de Lancastre y de York, á quienes el rey pidió tambien el
diezmo saladino , no fueron los que demostraron mas entusiasmo por la guerra santa .

En las dos primeras cruzadas , la mayor parte de los aldeanos habian tomado la cruz para sustraerse á
la servidumbre . Esto debia indudablemente originar algunos desórdenes ; las campiñas podian quedar de
siertas y las tierras sin cultivarse . Se trató de poner un dique al celo demasiado activo de los trabajadores
ójornaleros todos los que se alistaban á la guerra santa , sin el permiso de sus señores, fueron condenados
á pagar el diezmo saladino, lo mismo que losque no tomaban la cruz .

(1 ) Baronio.
(2) El decreto sobre le diezmo saladino, conservado por Rigord, está traducido en la Biblioteca de las Cruzadas.
(3) Lo mismo sucedió en todos los estados del Alemania y de Polonia .
(4) Benito de Peterborough. (Biblioteca de las Cruzadas, t. II. )
(5) Rogerio de Hoveden . Biblioteca de las Cruzadas , t. II. )
248 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Sin embargo , la paz que acababa de celebrarse entre los reyes de Francia y de Inglaterra , no tardó en
verse turbada . Habiendo tenido una disputa Ricardo de Guiena con el conde de Tolosa, Enrique tomó las
armas para socorrer á su hijo . Felipe vuela á la defensa de su vasallo ; sublevóse la Normandía , Berri y
Auvernia . Los dos monarcas , estrechados por las súplicas de los señores y de los obispos , se reunieron un
momento en el campo sagrado en donde habian depuesto las armas , pero no pudieron ponerse de acuerdo
acerca de las condiciones de la paz ; y el olmo debajo el que se celebraban las conferencias fué derribado
por orden de Felipe ( 1 ) . Se reanudaron muces veces las negociaciones , sin poder contener los furores de la
guerra : el rey de Francia pedia que Ricardo fuese coronado rey de Inglaterra , viviendo su padre, y que

casase al momento con Alisa , princesa francesa , á la que Enrique retenia en prision . El rey de Inglaterra ,
celoso de su autoridad , no pudo resolverse á aceptar estas condiciones y no quiso ceder su corona , ni la
hermana de Felipe de la que estaba enamorado (2) . Irritado Ricardo se afilió al partido de Felipe Augusto y
declaróse contra su padre : en todos los puntos se corria á las armas , y los productos del diezmo saladino se
emplearon en sostener una guerra sacrílega que ofendió á la vez á la moral y á la naturaleza .
Ciertamente que esta guerra no era de buen agüero para la que debía hacerse en Asia . El legado del papa
escomulgó á Ricardo , y amenazó á Felipe con poner á su reino en entredicho . Despreció Felipe las amena -
zas del legado , y le respondío que no incumbia á la santa sede el mezclarse en las cuestiones de los prín
cipes ; Ricardo , de un carácter mas violento , tiró de su espada , y poco se faltó que no hiriose al legado .
Cada dia la paz se hacia mas imposible . En balde los gritos de indignacion que se oian de todas partes,
manifestaban el descontento público ; en balde los grandes vasallos rehusaron tomar parte en una lucha , que
no interesaba ni á la religion ni à la patria . Enrique , que habia consentido en en tener una entrevista , re
chazaba siempre con orgullo las condiciones que se le proponian . El resistió por mucho tiempo á las súpli
cas de sus vasallos, y á los consejos de los obispos ; el temor que le inspiraba el rayo del cielo caido á su
lado durante la conferencia , pudo solo vencer su obstinacion . Aceptó finalmente las condiciones de Felipe ;
pero no tardó en arrepentirse, y poco tiempo despues murió de dolor , maldiciendo á Ricardo que le habia
hecho una guerra abierta , y al mas jóven de sus hijos que había conspirado contra él .
Ricardo se acusó con dolor de la muerte de su padre , é impulsado por los sentimientos del arrepenti
miento, se acordó del juramento que habia hecho en el campo sagrado . Hecho rey de Inglaterra , solo se
ocupó en hacer los preparativos para la santa espedicion . Dirigióse à su reino, y convocó cerca de Nor
thampton la asamblea de los barones y de los prelados , en la que Balduino arzobispo de Cantorbery predicó
la cruzada (3) . El predicador de la guerra santa recorrió despues las provincias para escitar el zelo y la
emulacion de los fieles . Milagrosas aventuras (4 ) atestiguaron la santidad de su mision é hicieron acudir ba
jo las banderas de la cruz á los salvajes habitantes del pais de Galles y de muchas comarcas en donde aun
no se habia hablado de las desgracias de Jerusalen . En todos los paises por donde pasó Balduino , el entusias
mo de la cruzada despobló las campiñas : cuenta una antigua crónica que el prelado dió la cruz á un gran
número de hombres que habian acudido casi en cueros , porque sus mujeres habian escondido sus vesti

(1) Hé aqui lo que se lee en un historiador de Francia con respecto á este árbol : Habia delante de Gisors un olmo cuyo tronco
era de un grosor tan grande y tan prodigioso que ocho hombres podian apenas abrazarlo. Sus ramas se estendian tan lejos, que
habiendo el arte ayudado á la naturaleza, cubrian un espacio de muchas fanegas de tierra. Millares de personas se guarecian, deba
jo de este frondoso árbol , de los ardores del sol y la incomodidad de la lluvia. El tiempo era entonces muy caloroso. Mientras que
se trataba de la paz, Felipe y los franceses se estaban al sol y sufrian mucho el rey Enrique con gran número de ingleses , es
taban al fresco debajo del òlmo . Los ingleses se burlaban de los franceses , riendo á carcajada tendida , al verlos tostados por los
ardores del sol. Los tres dias de tregua habian espirado sin que nada se hubiese concluido, é indignados los franceses de los insul
tos que les habian prodigado los ingleses, cayeron sobre estos obligándoles á emprender la fuga hácia la ciudad . Grande fué el tro
pel al llegar á la puerta , muchos fueron ahogados , otros queriendo salvarse por el lado de la ribera fueron muertos por los france
ses, que los perseguian de cerca , ó se ahogaron al pasar el rio para trasladarse á la otra orilla. Entonces los franceses por ven
garse de la burla de los ingleses cortaron el árbol por las raices, lo que desagradó en estremo al rey Enrique. (Montfaucon , Monar
quía francesa t. III.)
(2) Segun dicen los historiadores la tenian estrechamente guardada.
(3) El monje Gervasio de Cantorbery ha dado los capitulares que fueron decretados en esta asamblea. (Biblioteca de las Cruza
das, t. II. )
(4) Nos queda una relacion en latin del viaje del arzobispo Balduino al pais de Galles intitulada: Itinerarium Cambriæ, redactado
por Barry, que acompañaba al predicador de la cruzada. Este viaje es curioso por los prodigios y los singulares milagros que se refi‹ -
ren y que se contaban entonces entre el pueblo, Véase el resúmen del Itinerario del pais de Gallles Biblioteca de las Cruzadas . t. II.
LIBRO SEPTIMO. - 1187-1188. 240

dos . En todas partes la multitud abandonaba los trabajos del campo y de las ciudades para oir al arzobispo
de Cantorbery. Se recogia , con respeto, la tierra sobre la que estaba marcada la huella de sus pasos , y con el
polvo que sus piés habian tocado, curaban las enfermedades . Cada una de sus palabras convertia á los pe
cadores , consolaba á los desgraciados y daba soldados á Jesucristo . Este religioso y guerrero ardor que difun
dia en medio de su auditorio , se comunicaba de ciudad en ciudad , de provincía en provincia , y penetró hasta
las islas que confinan con la Iglaterra .
El entusiasmo de los ingleses por la cruzada se manifestó desde luego por medio de una violenta perse
cucion contra los judíos , que fueron degollados en las ciudades de Londres y de York . Un gran número de
estos desgraciados no pudieron escapar de las garras de sus matadores, sino dándose ellos mismos la muerte.
!
Estas horribles escenas se renovaban en cada cruzada . Como habia necesidad de dinero para acudir á los gas
tos de la santa espedicion , vióse que los judíos eran los depositarios de todas las riquezas ; y la vista
de los tesoros acumulados en sus manos, conducia al pueblo á recordar que ellos habian crucificado á su
Dios .

No se esforzó tampoco Ricardo en contener à la descarriada multitud , y aprovechose de la persecucion de


los judíos , para aumentar sus tesoros ; pero ni los despojos de los israelitas , ni los productos del diezmo
saladino , exigido siempre con un cruel rigor , no bastaban al rey de Inglaterra . Ricardo enajenó los domi
nios de la corona , y puso en almoneda pública todas las grandes dignidades del reino y habria vendido ,
dice él, la ciudad de Londres, si hubiese encontrado comprador . Dirigióse en seguida á Normandía , en cuyo
punto los barones le permitieron esplotar esta rica provincia , dándole todos los medios de sostener una guer
ra en la cual los pueblos tomaban un gran interés ( 1 ) .
Muchos guerreros habian tomado la cruz en los reinos de Francia y de Inglaterra , y los preparativos
de la cruzada se acabaron en medio de la general fermentacion . Sin embargo muchos barones y muchos
señores , no anunciaban todavía la época en que debian partir, retardando bajo diferentes pretestos la pe
regrinacion á que se habian comprometido con juramento . El célebre Pedro de Bloy les dirigió una pa
tética exhortacion en la que les comparaba á los segadores que esperaban para empezar sus trabajos , que
hubiese acabado la cosecha . El orador de la guerra santa les decia que los hombres valientes y de cora

zon encontraban en todas partes su patria , y que los verdaderos peregrinos debian parecerse á las aves
del cielo . Presentaba á su ambicion el ejemplo de Abraham, que abandonó su patria para levantarse en
medio de las naciones , y atravesó el Jordan , regresando despues seguido de muchos guerreros . Este
discurso reanimó el entusiasmo de la cruzada , que empezaba á enfriarse . Los monarcas de Francia y de
Inglaterra tuvieron una entrevista en Nonancourt, y convinieron en dirigirse por mar á la Palestina .
Publicaron al mismo tiempo varios reglamentos para asegurar el órden y la disciplina en los ejércitos
que debian conducir al Asia . Las leyes de la religion y las penas que ella establece , no les parecieron su
ficientes en esta circunstancia . La justicia de estos siglos bárbaros fué la que estuvo en práctica para re
primir las pasiones y los vicios de los cruzados ( 2) : el que diese una bofetada á otro , debia ser sumer
gido tres veces dentro del mar ; se cortaba el puño al que hiriese con la espada : el que injuriaba, paga
ba al ofendido , tantas onzas de plata , cuantos eran los insultos que habia proferido : cuando un hombre
estaba convicto de robo , se derramaba pez hirviendo sobre su rapada cabeza que se cubria de plumas ,
abandonando al culpable sobre la orilla ; el asesino, atado al cadáver de la víctima , debia ser arrojado al
mar, ó enterrado vivo.

Como la presencia de las mujeres , en la primera cruzada , habia ocasionado muchos desórdenes , se las
probibió el poder hacer el viaje á la Tierra Santa (3) . El juego de los dados y los de azar fueron tambien
severamente prohibidos : reprimióse por una ley el lujo en la mesa y en los vestidos . La asamblea de

(1) Rogerio de Hoveden ha dado noticias circunstanciadas acerca de las rigorosas medidas empleadas por el rey Enrique 1 y
su hijo Ricardo, para la recaudacion del diezmo . Cuenta el mismo historiador maravillosos hechos acerca de la empresa de la cru
zada. (Biblioteca de las Cruzadas , t. II . )
(2) Benito de Peterboroug. (Biblioteca de las Cruzadas , t . II .
(3) Hizose una escepcion en favor de las mujeres encargadas de lavar la ropa blanca . Con todo la prohibicion no se llevó á efect>
con rigidez, porque vefase á muchas mujeres en el sitio de Tolemaida . Puede consultarse sobre el particular á Emmad -Edin y á
Mogin-Edin. (Biblioteca de las Cruzadas, t. IV .)
(32 y 33) 32
250 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Nonancourt hizo muchos otros reglamentos, y nada omitió para imbuir á los soldados de Jesucristo la sen-
cillez y el espíritu de las virtudes evangélicas.
Siempre que los principes , los señores y los caballeros partian para la guerra santa , hacian su testa-
mento como si no hubiesen de volver mas á Europa . Al regresar á su capital , Felipe espresó su última
voluntad (1 ) dejándolo todo arreglado durante el tiempo de su ausencia , confiando la administracion de
su reino á la reina Adela su madre , y á su tio el cardenal de Champaña . Despues de haber llenado los
deberes de un rey , abandonó el cetro para tomar en San Dionisio el zurron y el baston de peregrino , di-
rigiéndose luego á Vezelay, en donde debia tener una nueva entrevista con Ricardo . Allí los dos reyes
se juraron un eterno cariño , y los dos invocaban los rayos de la Iglesia sobre la cabeza del que faltase

á sus juramentos . Despidiéronse ambos con el mayor cariño ; Ricardo fué à embarcarse en Marsella y
Felipe en Génova . Observa un historiador inglés que fueron estos los dos únicos reyes de Inglaterra y
de Francia , que combatieron juntos por una misma causa ; pero esta armonía , efecto de circunstancias .
estraordinarias , no debia durar mucho tiempo entre dos principes que tenian tantos motivos de rivali-
dad. Los dos, jóvenes y valientes , Felipe mas gran rey , Ricardo mas gran capitan , tenian la misma am-
bicion y la misma pasion por la gloria . El vivo deseo de adquirir nombradía , mas bien que la piedad ,
les arrastraba á la Tierra Santa ; el uno y el otro , llenos de fiereza , y prontos á vengar una injuria , no
conocían en sus diferencias otro juez que su espada ; la religion no tenia bastante ascendiente sobre su
espíritu para aplacar su orgullo, y cada uno de ellos hubiera creido humillarse si hubiese pedido ó
recibido la paz . Para saber hasta qué punto podian abrigarse esperanzas acerca de la union de estos
príncipes , bastara decir que Felipe , al subir al trono , se mostró el mas encarnizado enemigo de la
Inglaterra, y que Ricardo era el hijo de á quella Leonor de Guiena , primera mujer de Luis VII , que
despues de la segunda cruzada habia abandonado á su marido , amenazando á la Francia .
Despues de la conferencia de Gisors , el arzobispo de Tiro se habia dirigido á Alemania para solicitar de
Federico Barbaroja que tomara la cruz . Este príncipe habia demostrado su valor en cuarenta batallas; un afor-
tunado y largo reinado habia ilustrado su nombre; pero su siglo no conocia mas gloria verdadera que la que
iba á adquirirse al Asia , y quiso merecer los elogios de sus piadosos contemporáneos y tomó las armas
para el rescate de la Tierra Santa : siendo arrastrado indudablemente á tomar esta resolucion , ya por los es-
crúpulos que le habian dejado sus desavenencias con el papa, ya tambien por el deseo de consolidar su
reconciliacion con la santa sede.

La Alemania demostró menos entusiasmo que otros paises, ya fuese por el conocimiento que tenia de los
desastres de Jerusalen , ya porque los ánimos estuviesen aun preocupados con las discordias que habian tenido
lugar entre el emperador y el soberano pontífice . Comparecieron luego los legados de Roma en una asam-
blea que tuvo lugar en Estrasburgo , en donde Federico trató de los negocios del imperio . Su presencia y su
discurso no despertaron el ardor hácia la guerra santa , y nadie hubiese tomado la cruz si el obispo de
Estrasburgo no hubiese tomado la palabra para manifestar la necesidad de libertar á la tierra de Jesucristo .
El prelado hizo cargos á su auditorio , de una culpable indiferencia por la causa del Hijo de Dios. «¿ Quién de
vosotros , decia él á sus oyentes , viendo atacado á su legítimo soberano ultrajado, y echado de sus estados "
ermaneceria inmóvil espectador ? Vosotros no solamente sois los vasallos y los servidores de Jesucristo , sino
que sois sus hijos, su sangre y su carne, y os estais frios y tranquilos . » La elocuencia del obispo de Estrasbur-
go , que un cronista contemporáneo compara á la de Tulio, acabó por conmover los corazones ; la mayor
parte de los que le escuchaban tomaron la cruz , y el entusiasmo de la guerra santa empezó á difundirse por
las riberas del Rhin . Poco tiempo despues , el emperador Federico convocó en Maguncia un congreso al que
fueron llamados todos los príncipes, los señores , los prelados y los principales del pueblo de la Germania :
dióse á esta asamblea el nombre de consejo ó dieta de Cristo (2) . En esta reunion Godofredo, obispo de Martz-
burgo pronunció un discurso que inflamó al auditorio . El emperador tenia intencion de cruzarse , pero que-

(4) La historia ha conservado el testamento de Felipe . Véase el resúmen de Rigord . (Biblioteca de las cruzadas , t. 1.)
(2) Curia Christi , anales de Godofredo , religioso de San Pantaleon en Colonia. ( Biblioteca de las cruzadas , t. III )
LIBRO SEPTIMO . - 4188-1189. 201

ria aguardar al año siguiente; levantóse la sesion para comprometerle á tomar la cruz al instante , lo que
realmente hizo, y su ejemplo fué imitado por todos los que estaban presentes .
Las exhortaciones de la corte de Roma resonaban en todas las iglesias de la Germania ; los enviados del pa-
pa, los predicadores de la guerra sagrada y los diputados de la Tierra Santa, iban por todas partes deplo-
rando la suerte de los cristianos de oriente, y los sangrientos ultrajes hechos á la cruz del Salvador . En otro
tiempo , decian ellos , al ruido de los golpes del martillo , que clavaba al Redentor del mundo en la cruz, la
tierra tembló, el astro del dia se oscureció , las piedras se partieron, y los sepulcros se abrieron ; y ahora
¿cuál será el corazon que no se conmoverá , al saber que el leño sagrado de la redencion está hollado por las
plantas de los impíos ? Los oradores sagrados invocaban á la celeste Jerusalen , y presentaban la cruzada
como un medio eficaz para aumentar el nombre de los elegides de Dios. «Dichosos, decian ellos , los que
parten para el santo viaje , y mas dichosos todavía los que no regresarán mas .» Entre los prodigios que
anunciaban la voluntad del cielo , se citó la milagrosa vision de una virgen de Lousentein : esta habia sabido la
pérdida de Jerusalen , el mismo dia en que los musulmanes habian entrado en la santa ciudad ; y se
alegraba de este lamentable acontecimiento, diciendo que iba á ser un motivo de salvacion para los guerre-
ros de occidente .

Federico , que habia seguido á su tio Conrado en la segunda cruzada , había conocido los desórdenes de estas
lejanas espediciones , y puso todo su cuidado en prevenirlas. En la dieta de Maguncia en la que vistió el ha-
bito de peregrino , y en muchas otras juntas que tuvieron lugar para ocuparse de los preparativos de la
guerra, el emperador hizo redactar varios reglamentos . Se tomaron las debidas prevenciones , á fin de que
el numeroso ejército que iba á combatir bajo de un cielo estranjero, y á atravesar paises desconocidos , no
pereciese por la indisciplina , ni por las miserias que debia encontrar en el camino . Declaróse por medio de
un edicto imperial que un hombre á pić poco á propósito para el ejercicio de las armas y no teniendo bas-
tante dinero para sostener los gastos de dos años , no podria alistarse bajo las banderas de la cruz de esto
modo se evitaba el ingreso de los aventureros y vagamundos , que tanto. mal habian causado en las prece-
dentes guerras . Como habia mas gente de la que realmente se necesitaba , se permitió á los peregrinos re-
dimir su voto; procurándose así el dinero que tanta falta les hacia . Es digno de observarse , que esta re-
dencion no se permitió en la primera ni en la segunda cruzada . Las crónicas alemanas no hablan del diezmo
saladino ; el derecho de redimir el diezmo fué uno de los medios que se arbitraron para subvenir á los gastos
de la guerra santa .
Reuniéronse el emperador y los príncipes cruzados el año siguiente en Nuremberg para ocuparse de los
últimos preparativos de la guerra . Se concluyó un tratado con el soberano de Bizancio, y concedióse el paso
por las tierras del imperio griego. Se convino que los peregrinos serian recibidos en las ciudades y alojados
en las casas de los griegos ; debiendo proveerles de frutos , legumbres de los huertos, de leña para el fuc-
go, y de paja y heno para los caballos . Debia comprarse lo demás á un precio razonable , segun el estado del
pais y las necesidades del tiempo . Los cruzados se comprometian á no cometer ningun esceso , ni ejercer vio-
lencia alguna . Al duque de Suabia y á los otros jefes de la cruzada se les concedió libre pasaje, y estos juraron
por su parte hacer respetar la paz y las leyes de la hospitalidad . Federico mandó á Isaac una nueva emba-
jada para obtener una nueva prenda de amistad . Durante este tiempo, el emperador griego negoció con Sa-
ladino, y se comprometió con su aliado musulman á hacer la guerra á los latinos.
Difirióse la marcha hasta el año siguiente , é indicóse á Ratisbona como el punto de reunion general de todo
los cruzados teutones , al comenzar el mes de abril del año 1189. Desde las fiestas de Navidad hasta la cua-
resma , viéronse llegar muchas tropas de peregrinos de caballería é infantería . Federico emprendió la marcha
con su ejército , en la Pascua de Pentecostés , habiendo dejado á su hijo Enrique á la cabeza del imperio . En
una última asamblea, que tuvo lugar en Presburgo , todos juraron observar la paz pública durante el tiem-
po de la cruzada .
El emperador de Alemania , que habia enviado embajadores á todos los príncipes musulmanes ó cristia-
nos , cuyos estados debia atravesar , mandó tambien una embajada á Saladino, con el que habia tenido
algunas relaciones de amistad . Enrique, conde de Holanda , partió el dia de la Ascension , encargado de
una mision cerea del sultan del Cairo y del de Damasco. Declaró Federico al príncipe musulman, que no
podia continuar siendo su amigo y que iba á levantarse contra él todo el imperio romano, si no devolvia á Je-
232 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

rusalen y la cruz del Salvador que tenia en su poder . Saladino contestó al manifiesto del emperador , y su

respuesta fué una verdadera declaracion de guerra . Enviáronse tambien varios diputados cerca del sultan de
Iconium . Se acusaba á Kilig- Arslan , de convertir la secta de los filósofos ; y esta circunstancia hacia creer á
la Europa , que el sultan se habia convertido al cristianismo , y en una carta que hemos visto se lee que el
papa Alejandro III le habia dado consejos para dirigirle en su conversion . Kilig-Arslan acogió muy bien

á los embajadores de Federico , y envió una embajada á occidente . El sultan de Iconium , que tomaba el
título de soberano de los turcos armenios y sirios , prometió toda clase de socorros á Federico : sus diputados
iban acompañados de cincuenta ginetes musulmanes , lo que ofrecia un espectáculo enteramente nueve
ps pueblos de Europa .
El ejército de la cruz encontró pueblos hospitalarios y víveres en abundancia en los estados de Leopoldo
de Austria ( 1 ) y en la Hungría , en donde reinaba entonces el rey Bela . Bajaron pacíficamente las tropas por
el Danubio y la Drava . Bela recibió magníficamente á Federico y á los caballeros teutones en Gran ; la rei-
na de Hungría , hermana de Felipe Augusto, regaló una rica tienda al emperador aleman. Grau , la antigua
Strigonium, situada cerca de la confluencia del Gran y del Danubio , se llama en lengua hungara Esztergom ,y es
hoy dia la silla del arzobispo primado de Hungría . Esta ciudad tiene siete arrabales un castillo fuerte, y
cuenta nueve mil habitantes; es la patria del mártir Estéban que fué el primero que ocupó esta silla episco-
pal (2). Los cruzados empezaron á esperimentar las privaciones de su peregrinacion al entrar en la Bulga-
ria ; los servios, los búlgaros y los griegos incomodaban el ejército cristiano . La dificultad de los caminos
hizo que se dividiese en cuatro cuerpos el ejército aleman . Los bárbaros lanzaban saetas envenenadas á

os cruzados que se estraviaban : muchos peregrinos perdieron la vida , ó fueron heridos y despojados.
Federico tendió lazos á los enemigos como si hubiesen sido animales salvajes . «Todos cuantos caian en nues-
tras manos , dice una relacion contemporánea, fueron colgados en los árboles que habia en el camino lo
mismo que si hubiesen sido perros inmundos ó lobos rapaces. » Para vengarse los búlgaros , desenterraban
los cadáveres de los cristianos que morian de enfermedad , y los colgaban en los árboles . Cuando los
cristianos llegaban á paises habitados, todo el mundo habia huido ; se habian destruido los molinos y
retirado todos los víveres . En medio de esta guerra singular , los hijos del duque de Brandeis y de otros se-
ñores de la Servia y de la Rusia vinieron á saludar al emperador en Nyssa , ofreciéndole harina , cebada ,
carneros y bueyes : entre los varios regalos se notaban bueyes marinos ó focas , un jabalí doméstico y tres
ciervos vivos , tambien domesticados , distribuyendo á cada uno de los príncipes y señores teutones, provisio-
nes de vino y de ganado . Habian venido , dicen las crónicas, para proponer el socorro con sus armas á
Federico, si queria combatir á Isaac . En una guerra contra Bizancio los búlgaros acostumbrados á la rapiña
habian robado á los griegos ; pero como el emperador de Alemania persistia en su empresa de la guerra
santa , no tenian otro partido que tomar sino el de atacar y despojar á los peregrinos . Los robos continua-
ron siempre , siendo los ataques vivos y crueles en los desfiladeros y en los valles profundosos ; los húngaros
y los hohemios abrian un camino en los bosques con el hacha : finalmente se llegó á las puertas de San
Basilio, último desfiladero de la Bulgaría . Aquí, los soldados griegos reunidos con los búlgaros se prepara-
ban para disputar el paso á los peregrinos , pero á la vista de la caballería alemana cubierta de hierro, to-
maron la fuga . El ejército cristiano llegó al mes de setiembre bajo las murallas de Filipópolis .
Súpose entonces que los embajadores enviados á Constantinopla habian sido detenidos y arrojados en una
cárcel desde este momento quedaron los tratados sin observancia y todo el pais fué entregado á sangre y
á fuego durante muchos meses . Al cabo de algunas semanas , los embajadores alemanes fueron puestos en
libertad , y regresaron al ejército ; pero lo que contaron relativamente á la perfidia de los griegos , no hizo
sino inflamar mas y mas la animosidad de los peregrinos . Se echaba en cara á los griegos toda clase de
acciones , se les acusaba de haber envenenado el vino , por lo que prohibióse su uso pero los pere-
grinos alemanes no teniendo en cuenta ni los rumores que corrian, ni la prohibicion decretada , y abando-
nándose á la misericordia de Dios , dicen los cronistas , continuaron en beber el vino que encontraban . Es

(4) Leopoldo VI.


(†) Se ha construido actualmente en ( 1831 ) en Gran una inmensa y majestuosa iglesia á espensas de las rentas del arzobis-
pado.
LIBRO SEPTIMO . - 1489-1190 . 253

posible que los jefes del ejército hubiesen ellos mismos esparcido estos rumores por salvar el vino de los grie-
gos , ó mejor , para introducir en el ejército cristiano hábitos de sobriedad y de disciplina . No teniendo los
teutones ningun miramiento que guardar con Isaac, tomaron á Andrinópolis , Demotica , toda la Macedonia y la
Tracia hasta las murallas de Bizancio . Estando Federico en Andrinópolis escribió á Enrique , su hijo, para
enterarle de las perfidias del emperador griego y para recomendar el ejército de la cruz á las oraciones y
plegarias de los fieles . » Aun cuando tenemos un buen ejército, decia el monarca , tenemos necesidad de re-
currir á la proteccion divina ; porque un Rey no se salva solamente por la multitud de sus soldados , sino por
la gracia del rey eterno . El emperador comprometió á su hijo á que pidiera á Venecia , á Ancona y á Géno-
va buques grandes y pequeños para sitiar á Constantinopla por mar. Escribió al mismo tiempo al papa pa-
ra que predicase una cruzada contra los griegos . Isaac el santo y el muy poderoso emperador y el ángel de toda
la tierra se humilló ante sus enemigos victoriosos y sintió la necesidad de interponer el mar entre él y los

cruzados : les concedió buques para pasar el Helesponto ; habia pedido rehenes, y dió al mismo nuevecien-
tos . Los personajes mas notables del imperio juraron con él en la iglesia de Santa Sofía hacer observar todas
las condiciones de los tratados .

Mientras que los alemanes se alegraban de haber obtenido mas de lo que deseaban y habian pedido ,
la vanidad griega se congratulaba de haber cerrado el camino de Bizancio . Isaac escribia al mismo tiempo
á su aliado Saladino que los peregrinos de occidente estaban reducidos á la imposibilidad de hacer daño ,
y que él habia cortado las alas á sus victorias.

Saladino se quejaba de Isaac , que habia prometido detener á los cruzados en su marcha , é Isaac ,
alabándose del mal que no habia hecho, les representaba á los latinos , tan abatidos por sus miserias y
por sus derrotas , que no podrian alcanzar las fronteras musulmanas . Si ellos llegan, decia Isaac á Saladino ,
estarán bien imposibilitados de hacer el menor daño á vuestra Escelencia. Esto, referido por Boha- Eddin ,
no permite dudar de la traicion de los griegos , y nos hace ver hasta qué grado de bajeza habían llega-
do los dueños de Bizancio ; veremos mas adelante , en esta misma historia , lo que iba á ser el imperio
griego puesto en tales manos ; veremos como este mismo Isaac, despojado de la púrpura por su herma-
no Alejo, subió al trono con el ausilio de un ejército llegado de occidente, y como él y toda su raza desa-
parecieron en medio de esta gran revolucion de los cruzados , que él no comprendia , y de la cual habia
pretendido burlarse.
Sin embargo, los rehenes griegos llegaron al ejército , al mismo tiempo que los que el sultan de Iconium
enviaba á Federico, que habian sido cogidos en Constantinopla . Mil quinientos navíos y veinte y seis ga-
leras esperaban el ejército de la cruz en Galípoli para transportarlos á la costa del Asia . El paso de los
peregrinos se hizo hacia las fiestas de Pascua , al sonido de los clarines y trompetas, y en presencia de
una inmensa multitud reunida sobre las dos orillas. Federico partió de Lampsaco, siguió la ruta de
Alejandro y pasó el Granica en el mismo lugar en donde lo habia pasado el héroe de Macedonia : diri-
gióse luego hácia Laodicea atravesando las ciudades de Pérgamo, de Sardos y de Filadelfia . Nosotros po-
demos describir aquí en pocas palabras el itinerario del emperador aleman .) Yendo de Sardos á Filadél-
fia , el ejército de los teutones caminó por espacio de once horas , al través de una vasta llanura , que con
fina al mediodía con el Tmolius y el Cadmo , y al norte con Bellendji-dagh . Los peregrinos , perseguidos
por el hambre bajo las murallas de Filadelfia , querian arrancar las mieses y procurarse víveres , por
medio de la violencia ; lo que fué causa que llegasen á las manos . Federico amenazó atacar la plaza , pero
los hombres prudentes , dicen las crónicas, le disuadieron de este propósito haciéndole presente que esta
ciudad estaba llena de reliquias y de cosas santas, y que era en toda la comarca la última ciudad cristia-
na , y
el último refugio de los discípulos de Cristo contra los turcos. Al estremo oriental de la llanura ,
empiezan los montes Messogis , viéndose luego un bosque de pequeños robles, abetos y cedros . Dejando
los alemanes á su espalda los montes Messogis y el bosque, llegaron á Trípoli. Las ruinas de esta ciudad
cubren un terreno al pió del cual y hácia el nordeste se estiende un valle por donde corre el Meandro, lleno
de sauces y cañas . Los cruzados germanos habian visto en este pais mirtos, higueras y cardamomos,
en cuyo punto acamparon antes de pasar á la orilla izquierda del Meandro, al norte de Trípoli, y avan-
zando hacia el este , llegaron á Laodicea despues de dos horas de marcha . Esta ciudad, en la que cuarenta
y dos años antes se habia hospedado el rey de Francia Luis VII , era la capital del Asia Menor en tiempo
254 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

de los emperadores romanos . Ruinas importantes esparcidas sobre un, terreno , que tiene una legua de
estension, atestiguan hoy dia el antiguo esplendor de la ciudad ; seis teatros , un estadio y un cementerio
rodeado de arboles , llaman aun la atencion de los viajeros . El emperador Federico encontró en Laodicea
víveres para su ejército .
La marcha de los cruzados alemanes desde Laodicea , está descrita detalladamente en muchos autores
contemporáneos (4 ) . Nos limitaremos á dar aquí , en resúmen , la esplicacion , ó mejor la copia , de una
carta que un peregrino , que seguia el ejército de Federico , escribió al soberano pontifice :/« Seis dias des
pues de las procesiones de rogativas salimos de Laodicea , y llegamos al nacimiento del Meandro ( 2), y al
llegar á este punto fuimos atacados por los turcos. Con la ayuda de Dios , cuya cruz nos servía de estan
darte , la victoria se declaró por nosotros . Al dia siguiente estábamos cerca de Susópolis. El ejército pe
netró en las gargantas de las montañas en donde sufrió frio y hambre . Despues de haber marchado al
gun tiempo por estrechos desfiladeros , abandonó el ejército el camino real de Iconium , y adelantóse há
cia la izquierda, en una region menos montuosa y menos árida . El dia de la Ascension , bajamos hasta
la llanura de Filomelia , en donde nos esperaban los turcos. Durante el combate , una piedra hirió al
duque de Suabia en el rostro, rompiéndole dos dientes ; muchos soldados fueron heridos , solamente
tuvimos un muerto , perdimos muchas bestias de carga , con el dinero , vestidos y bagajes que llevaban.
Como mas bárbaros se mataban , mas se multiplicaba su número ; viéndonos obligados á combatir á la
vez al emir de Filomelia , y al emir de Jerme , y á una multitud que habian acudido de los paises ve
cinos . Durante muchos dias batiéronse desde la mañana hasta la noche . El lunes de la Ascension , colo
camos nuestras tiendas delante Filomelia (3) . Los turcos vinieron á atacarnos en nuestro campo , pe

ro les obligamos á retirarse , habiendo muerto á seis mil , no perdiendo nosotros sino algunos caballos .
Despues de este combate, sufrimos mucho á causa del hambre que nos devoraba , pues carecíamos com
pletamente de harina , de agua y de paja para la caballería . El dia siguiente de Pentecostés, uno de los
hijos del sultan de Iconium vino á ofrecernos la batalla ; los caballeros turcos cubrian la llanura , siendo
tan grande su número que superaba al de las langostas. Olvidando el hambre y nuestras heridas nos
arrojamos contra ellos con nuestras águilas victoriosas, y aun cuando apenas éramos seiscientos hom
bres , les combatimos bajo el signo de la vivificante cruz , y fueron vencidos . Aconteció en esta batalla un
hecho digno de mencionarse . Declaró un peregrino, con juramento y en presencia del emperador y del

ejército , que había visto á san Jorge á la cabeza de nuestros batallones. Los mismos musulmanes nos
han referido que vieron , durante la refriega , una milicia vestida de blancas ropas , montada sobre blan
cos caballos. Despues de esta milagrosa victoria , pasamos la noche sobre un arenoso desierto , no tenien
do ni agua ni víveres , divagando á la suerte como ovejas descarriadas . Así que amaneció, penetramos
en el territorio de Iconium, en donde encontramos fuentes y arroyos , y acercándonos á la ciudad des
truimos dos hermosos palacios del sultan . Como el hambre iba todos los dias en aumento, quedándonos
tan solo quinientos hombres de á caballo , y sin tener medio alguno para avanzar ni retroceder , escu
chamos la voz de la necesidad : dividióse el ejército en dos cuerpos , y el sesto dia despues de Pentecostés
marchamos directamente hácia Iconium . Cosa sorprendente y maravillosa! el duque de Suabia con un
pequeño número de los suyos , ayudado de los socorros de Dios , se hizo dueño de la ciudad y pasó á cu
chillo á todos los habitantes que encontró . El emperador , que se habia quedado á retaguardia , combatia
el ejército de los turcos en la llanura . Aun cuando estos eran doscientos mil ginetes les puso en fuga
por la virtud del muy Todopoderoso . Esta accion no es indigna de ser trasmitida á la memoria de los hom
bres ; porque la ciudad de Iconium iguala á la de Colonia en grandeza . »
Ilé aquí detalladamente el itinerario de los cruzados alemanes , desde Laodicea hasta Iconium : habia de
la una á la otra ciudad cinco ó seis dias de marcha , y los peregrinos gastaron treinta y cinco para ha

(1 ) Nos han quedado tres estensas relaciones de la cruzada de Federico, la primera es la de Tagenon, la segunda es anónima , y
la tercera es la de Ansbert, publicada por primera vez en Praga en 1827. Todas estas están completamente analizadas en el tercer
tomo de la Biblioteca de lasCruzadas.
(2) Véase sobre el nacimiento del Meandro, la Correspondencia de oriente, carta LXXVI.
(3) La pequeña ciudad turca de Ifgain, situada á ocho ó nueve horas de Iconium, nos representa la ciudad de Filomelium,
(Correspondencia de oriente, carta LXIIII .)
LIBRO SEPTIMO . - 1189-1190 . 255

cer esta travesía. Solo encontraron á su paso dos pequeñas poblaciones ; y en el resto del camino , no
vieron más que llanuras incultas y tierras quemadas por el sol, en donde no crecia arbol alguno , mas
lejos se divisaban áridas montañas , y lagos salados, rodeados de cenagosos y pestiferos pantanos . En un
pais que ofrecia tan pocos recursos, tuvo el ejército de Federico que combatir á todas las poblaciones mu
sulmanas del Asia menor.

Los cruzados teutones tenian sin cesar que combatir á los soldados de Kilig-Arslan , llevando en su compañía
embajadores que les hablaban de la amistad del sultan ; lo que hace decir á nuestros antiguos cronistas que
los turcos disimulaban aun mejor que los griegos . No puede olvidarse , que en la primera guerra santa los sol
dados de la cruz veian acudir de todas partes cristianos , que iban á prestarles su apoyo ; pero nadie vino al
socorro de los peregrinos alemanes : los griegos , lo mismo que los musulmanes, huian á la aproximacion
de Federico . En medio de una comarca que les era desconocida , los cruzados teutones no tenian guia algu→
-
no. Completamente perdidos al través de horrorosos desiertos , comenzaban á desesperar de su suerte , cuan
do el Dios misericordioso les envió un socorro sobre el cual no contaban : un turco que hicieron prisionero
fué conducido delante de Federico , y este le ofreció perdonarle la vida si lograba hacer salir el ejército de
estos lugares desiertos é impracticables . El turco que no encontraba nada mas dulce que la vida , dicen los au
tores contemporáneos , aconsejó al rey que tomase el camino hácia la izquierda del Susópolis , cuyo sitio
no hemos podido hallar : el pais , aunque montuoso , debia ofrecer ricas campiñas á los cruzados . De ciuda
en ciudad hasta llegar debajo los muros de Iconium , el turco , con una cadena al cuello y guardias de vista ,
marchaba á la cabeza del ejército . Así que los peregrinos estuvieron cerca de la ciudad el sultan les envió di
putados ofreciendoles un pasaje por el precio de tres mil piezas de oro . Yo no tengo costumbre , les respondió
Federico, de comprar mi camino con el oro, pero sí sé abrírmelo con la espada y el ausilio de nuestro Señor

Jesucristo, cuyos soldados somos . Los musulmanes amenazaron al emperador con atacarle el dia siguiente
con un ejército de trescientos mil hombres ; el ejército cristiano contaba apenas mil caballeros , cuyas
armas estuviesen en buen estado. Dicen las crónicas , que Federico reunió entonces una junta para saber si
el ejército se dirigiria hácia la Armenia en lugar de marchar contra Iconium . La mayoria adoptó el partido
mas peligroso, y el ejército de la cruz avanzó contra la ciudad, despues de haber oido misa y recibido la co
munion.

Durante su marcha desde Laodicea hasta Iconium , no hubo un solo dia sin combate . Los cristianos queda
ban siempre victoriosos, pero la victoria no les daba ni gloria ni botin , dejándoles espuestos á todas las mi
serias . Cuando el ejército no tenia que defenderse del enemigo , era presa del hambre y de la sed. Los cro
nistas nos hablan de los sufrimientos y de los gemidos de los cruzados en estos áridos lugares ; los unos be
bian sus orines, los otros la sangre de sus caballos ; la hedionda agua de los pantanos les parecia dulce como
el agua que sale de la mas cristalina fuente. Se quemaban las sillas , los vestidos , el palo de las lanzas , con
fin de hacer cocer la carne de caballo , que era preciso comer sin sal y sin pimienta , estando este manja ,
reservado á los ricos cruzados , pues los pobres solo se alimentaban de raices . Muchos peregrinos rendidos
por la fatiga, el hambre y por las enfermedades , no podian seguir por mas tiempo al ejército, se tendian al
suelo , recitando en alta voz la oracion dominical , y esperaban la muerte en nombre del Señor . Algunos ,
dejándose llevar por la desesperacion y arrastrados por el demonio, abandonaban las banderas de Cristo , y
pasaban á afiliarse en las filas de los infieles, pero estos ejemplos de desercion eran raros . Los enemigos de
los cristianos admiraban á menudo su invencible valor y su resignacion , que miraban como prodigiosa . Una
carta escrita por el patriarca de Armenia á Saladino , nos esplica como los soldados y los compañeros de Fe
derico tuvieron bastante fuerza para resistir á tan terribles pruebas . « Los alemanes , dice , son unos hom
bres estraordinarios , tienen una voluntad de hierro , y nada puede hacerles variar de sus propósitos ; el ejér–
cito está sujeto á la mas severa disciplina , y jamás una falta queda impune . ¡ Cosa singular ! está prohibido
entre ellos todo placer : desgraciado del que se permitiera algun goce sensual ! Todo esto proviene de la tris
teza de haber perdido á Jerusalen ellos rechazan todo traje rico ó precioso, y solo quieren ir vestidos de
hierro ; su sufrimiento en la fatiga y en las adversidades es increible . »>
Al atravesar el Asia menor , los cruzados germanos tenian que combatir á muchas tribus de bárbaros : les
turcomanos, los turbocares , los turcogistas y los turcoscitas . Los turbocares al llegar de las orillas del mar Cas
pio, se habian apoderado de la Cólchida , hoy la Circasia . Este pueblo no conocia absolutamente la agricultura
236 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tenia mucho ganado y buscaba pastos . Los turcogistas formaban una nacion menos numerosa, habitaban de
trás de las montañas de la Capadocia y de la Paflagonia, eran los únicos turcos que combatian á pié, y ha
bian perecido casi todos en esta guerra . Los turcoscytas eran los mas groseros y mas feroces de todos los
turcos , pero eran muy buenos ginetes, teniendo admás una habilidad particular en arrojar flechas . La cuar
ta tribu , la mas numerosa de todas, se componia de los turcomanos de la raza de los Ougs ; y estaban espar
ramados como hoy dia por todos los puntos del Asia menor . Nosotros les hemos visto debajo de sus tiendas
rodeados de sus rebaños, como lo estaban en tiempo de las cruzadas : el tiempo eu nada ha cambiado sus
costumbres y su vida errante .
Tomamos estos detalles acerca de las diversas naciones musulmanas , del italiano Boiardo , que se sirvió ,
dice Muratori , de los cinco libros de las historias árabes , que se custodiaban en los archivos de la iglesia de
Ravena .

Toda esta nube de bárbaros se habia reunido para combatir á los cruzados . Ya se conocerá fácilmente que
habia entre estos pueblos motivos de discordia lo que deberia favorecer al ejército cristiano ; el sultan de Ico
nium habia hecho á sus tribus musulmanas, promesas , que él no podia cumplir , y debian estar descon
tentas de un príncipe que las convidaba al botin y que no las pagaba . Añádase á esto que habian estallado
en la familia del sultan las mas grandes disensiones . Nosotros tenemos necesidad de consignar todos estos da
tos , para esplicar la especie de milagro de la triunfal marcha de los alemanes , en medio de tantos enemigos ,
de tantos obstáculos y de tantas miserias.
Los cruzados , vencedores de Iconium , despues de un maravilloso combate, se encontraron de repente en la
abundancia , no careciendo de cosa alguna . Pero en medio de su triunfo , su situacion no dejaba de ofrecer al
gunos peligros , por estar cerca de un enemigo á quien era preciso combatir . Es sabido que no hay conquistas
mas difíciles que las de los paises defendidos por opiniones religiosas, porque entonces todo el mundo se inte
resa por la guerra . En los tiempos antiguos, se trataba de decidir, si el Asia perteneceria á Darío ó á Alejan
M

dro; en tiempo de los cruzados, se disputaba si seria cristiana ó musulmana .


El ejército de la cruz solo permaneció dos dias en la capital de la Licaonia , y tomó el camino de Laranda ,
hoy Caraman , teniendo que sufrir en dicha travesía nuevas privaciones. «Si yo pretendiese, dice Ansbert, re
ferir todas las miserias y las persecuciones , que sufrieron los peregrinos por el nombre de Cristo y el honor
de la cruz , sin irritarse y conservando su buen humor , mis esfuerzos , aun cuando hablase la lengua de los
ángeles , no podrian espresar la verdad . » Estando los cruzados cerca de Laranda , dispertóles durante la noche
un ruido espantoso , y era un temblor de tierra , cosa que los hombres prudentes tuvieron por un siniestro
presagio.
• Los teutones llegaban ya á las fronteras de los paises cristianos . La vista de muchas cruces plantadas en

los caminos, hizo que sucediesen á sus melancólicos pensamientos, algunos destellos de esperanza . El prínci
pe armenio envió embajadores á Federico , para ofrecerle cuantos ausilios necesitase , pero le aconsejó al
mismo tiempo , que no se detuviese demasiado tiempo en su pais , porque todo el mundo temia la presencia
de un ejército que acababa de sufrir el hambre y los mas horribles tormentos de una guerra desgraciada .
Los peregrinos no tenian ya que temer los ataques y sorpresas de los turcos ; pero los difíciles pasos del Tau
ro debian poner de nuevo á prueba su paciencia y su valor . Sabiendo Federico que el ejército tenia que pasar
por muy malos caminos , prohibió el que se hablase de ello. «¿Quién era capaz de no conmoverse hasta der
ramar lágrimas, dice Ansber, testigo ocultar, 7 viendo á los obispos , á los ilustres caballeros , estenua
dos, enfermos, y conducidos en camillas , sobre los caballos, atravesando los precipicios ? Era preciso ver á
los escuderos, con el rostro cubierto de sudor , llevar sobre los escudos á sus señores enfermos . Los prelados
*
y los príncipes se valian de los piés y de las manos como cuadrupedos . El amor de los príncipes , dice el
mismo autor , hacia el que dirige los pasos de los hombres , el deseo de la patria celestial á la que aspiraban ,
les hacia sobrellevar todos los males sin quejarse , y sin embargo , las mayores calamidades aguardaban al
ejército cristiano. Este seguia las orillas del Selef, llamado en turco Guienk-Sou , pequeño rio que nace á dos
horas de Laranda y va á perderse en el mar cerca de las ruinas de Seleucia , hoy Selefké . El emperador
Federico iba de retaguardia ( 1 ) . Dejemos hablar aquí al cronista que fué testigo de la catástrofe.

1) Biblioteca de las Cruzadas , t. III.


LIBRO SEPTIMO . - 1187-1190. 257

Mientras que el resto de los peregrinos, ricos y pobres, dice Ansbert, avanzaban al través de rocas

casi inaccesibles á los gamuzas y á los pájaros, el emperador que deseaba refrescarse (era entonces el mes
de junio) y evitar así las incomodidades de las montañas, probóatravesar á nado el rápido rio de Seleucia .
Este príncipe, que se habia salvado de tantos milagros , se metió en el rio contra la oposicion de todos, y
pereció miserablemente arrastrado por la corriente . Respetemos los secretos y juicios de Dios á quien na-
die se atreve á decir : ¿ Por qué habeis hecho esto ? ¿ Por qué hacer morir tan pronto á un hombre tan
.. Muchos señores que le acompañaban se apresuraron á socorrer al emperador, pero le saca-
grande ?……
ron muerto á la orilla . Semejante pérdida consternó todo el ejército los unos espiraron de dolor ; los
otros desesperados , y persuadiéndose de que Dios no protegia ya su causa . renunciaron á la fé cristiana
y abrazaron la religion de los gentiles . El luto y un dolor sin limites lienaba todos los corazones : los cruza-
dos podian esclamar con el Profeta : La corona ha caido de nuestra cabeza, desgraciados de nosotros que
hemos pecado!»>
Todos los cronistas contemporáneos deploran la muerte del emperador Federico, y todos espresan el mis-
mo sentimiento , no atreviéndose á sondear este terrible misterio de la Providencia . «Dios , dice el cronista Go-
dofredo, hizo lo que él quiso y lo hizo con justicia , siguiendo su inflexible é inmutable voluntad , pero no
con misericordia , si es permitido el decirlo , atendido el estado de la Iglesia y de la tierra de pro-
mision .»
> Los cronistas musulmanes , por el contrario , dan gracias á la Providencia , y miran la muerte
de Federico , como uno de sus grandes beneficios . » « Federico se ahogó , dice Boha-Eddin , en un pues-
to donde el agua no llegaba á la cintura : lo que prueba que Dios quiso librarnos de aquel cau-
dillo . »

El duque de Suabia fué saludado como jefe del ejército cristiano . Los cruzados prosiguieron tristemente su
marcha, llevándose consigo los restos del emperador que habia sostenido su valor . Federico , segun Ansbert,
fué enterrado en Antioquía en la basílica de San Pedro; segun los autores árabes , sus restos mortales fueron
conducidos hasta Tiro . El Católico ó patriarca de los armenios , en la segunda carta que escribe á Saladino,
decia que el número de los guerreros alemanes ascendia á mas de cuarenta mil ; pero que no les queda ba

otro armamento que el baston de peregrino . El mismo al verles pasar sobre un puente , preguntó por qué
no tenian armas ni caballos , y se le contestó que los teutones habian quemado los palos de las lanzas parą
calentarse, habiendo tambien muerto á sus caballos con el objeto de alimentarse . Dividióse el ejército en
varios cuerpos , los unos pasaron por Antioquía en donde sufrieron las mas terribles enfermedades contagio-
sas ; los otros atravesaron por Bogras , y los restantes por el territorio de Alepo ; estos últimos cayeron casi
todos en las manos de los musulmanes; y dice Emmad-Eddin , que no habia una sola familia , que no tuvie-
se tres ó cuatro alemanes por esclavos . Habian salido de Europa mas de cien mil cruzados teutones , y no lle-
garon cinco mil á la Palestina ; y estos restos del gran ejército de la Germania fueron mal recibidos . « Su fama
nos alentaba , decian los cristianos del pais, pero su presencia ha cortado las alas de nuestra victoria . » Entre
los que fueron víctimas de las mencionadas enfermedades , cita la historia al obispo de Wurtzburgo que ha-
bia sido el oráculo de esta cruzada , como lo fué Adhemar de la primera . Lo mismo que el obispo de Puy,
murió en Antioquía , y sus restos fueron depositados en la basílica de San Pedro , tal vez al lado de la tumba
del emperador Federico, cuyo consejero habia sido . Viendo perecer de esta manera un ejército tan poderoso ,
ante el cual temblaban los infieles , y que tenia por objeto defender la herencia de Jesucristo, quedaron
confundidos muchos de los contemporáneos , no sabiendo qué pensar de la misericordia divina . Pero al consi-
derar la severa disciplina que habia en este ejército, y la prevision de Federico que nada habia olvidado pa-
ra la salvacion de sus soldados , no podria preguntar tambien la historia , ¿ qué es lo que debe pensarse de
la humana sabiduría ?

Por una estraña fatalidad , el ejército aleman triunfó de todos los enemigos que encontró, y desapareció
de repente cuando iban á cesar los obstáculos y los peligros . Es preciso repetir aquí lo que hemos dicho varias
veces que las cruzadas no fueron solamente una guerra sembrada de peligros, sino tambien un viaje mas
peligroso que la misma guerra . La Europa y el Asia tenian puestos los ojos sobre el ejército de Alemania ,
porque se estaba en la creencia que Dios habia reservado á Federico la gloria de libertar á Jerusalen . Es im-
posible calcular los resultados que hubieran podido obtenerse de una espedicion como la de la tercera cruzada ,
ofreciendo la reunion de los pueblos mas belicosos de occidente , y de los tres monarcas mas poderosos de es-
33
258 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ta época . « Si Dios , por efecto de su bondad hácia nosotros , dice Ibu-Alatir , no hubiese hecho perecer al em-
perador aleman cuando pasó el Tauro , se hubiera podido decir mas tarde de la Siria y del Egipto :
Aquí reinaron en otro tiempo los musulmanes . » Cosa singular ; la única cruzada que tuvo buen éxito , fué
la primera , en la que no habia jefe supremo , y de la cual podia decirse que era una república sobre las
armas .
LIBRO OCTAVO . - 1187-1190 . 259

LIBRO VIII .

1187-1190.

Conrado , marqués de Monferrato, penetra en la ciudad de Tiro que sitia Saladino. -Su generosa conducta.- Dirigese el sultan á Trí-
polity vuelve despues sobre el Oronte. - Libre el rey de Jerusalen viola su juramento. -Sitia á Tolemaida. - Descripcion de la
ciudad y de sus alrededores . -Trabajos del sitio.-Afluencia de nuevos cruzados. -Penetra el sultan en la plaza.- Vencidos los
cristianos en una sangrienta batalla se refugian en su campo.- Retirada de los infieles .-Vuelven á la ofensiva. -Malck-Adhek
manda un refuerzo á su hermano. -Al saber los musulmanes lamarcha de Conrado, pierden sus esperanzas. - Recíprocos golpes
que esperimentan los sitiados y los sitiadores . - Llegada del duque de Suabia con sus alemanes. - Su presuncion. - Su muerte.-
Sibila y sus dos hijos bajan al sepulcro.-- Conrado hace anular el matrimonio de Thoron á fin de casarse con Isabel . - Funestas
consecuencias de este acto . - Ricardo y Fillpe Augusto . — Su viaje. —Su naciente encono. - Saladino llama á la guerra santa â to-
dos los hijos del Profeta.- Caen enfermos los dos reyes.-Envian diputados á Saladino. - El ejército cristiano estrecha el sitio
de Tolemaida , que al fin capitula. - Paralelo entre el valor, las armas y las costumbres de los partidos beligerantes. -Felipe y Ri-
cardo se reparten las riquezas que encuentran en Tolemaida. -Disputa entre este y el duque Leopoldo de Austria. - Conrado
vuelve bruscamente sobre Tiro . - Felipe Augusto entra en Fracia. —Falta Saladino á las condiciones de la capitulacion y Ricardo
hace degollar á los cautivos musulmanes.-Toman los cruzados el camino de Jerusalen . -Dificultades que encuentran. -Victo-
ria de Arsus.- Posicion respectiva de los cristianos y de los turcos despues de esta batalla. -Conrado y Ricardo negocian con el
sultan.- Crueldad del rey de Inglaterra. - Marcha sobre Jerusalen , que Saladino defiende en persona. - Retíranse los cruzados
á Ascalon y reparan las murallas. - Desunion entre los jefes. - Conrado, nombrado rey de Jerusalen, es asesinado por dos ismaeli-
tas. -Enrique, conde de Champaña , le sucede en el marquesado de Tiro, y se reune despues con Ricardo que peleaba contra los
infieles.-El monarca inglés piensa en regresar á su patria. Sus dudas. -Un consejo compuesto de caballeros y de barones
decide la retirada hácia el mar. -Apodérase el sultan de Joppe, pero Ricardo despues de esfuerzos prodigiosos vuelve á hacer-
se dueño de ella .- Consiente Saladino en firmar la paz. -Ricardo se embarca y abandona el oriente.-Resúmen de la tercera
cruzada.

Mientras que se estaba predicando la cruzada en Europa , Saladino ganaba cada dia nuevas victorias en Pa~
lestina . La batalla de Tiberíada y la toma de Jerusalen habian sumido á los cristianos en el abatimiento y
en la desesperacion . Sin embargo, en medio de la consternación general , una sola ciudad , ţla de Tiro , resistió
y contuvo á todas las fuerzas reunidas del nuevo vencedor de oriente : Saladino habia reunido dos veces sus

flotas y sus ejércitos para atacar á esta ciudad, cuya conquista deseaba ardientemente ; pero todos los habi-
tantes habian jurado morir antes que rendirse á los musulmanes : esta generosa resolucion habia sido ins-
pirada por Conrado , que acababa de llegar á la plaza , pareciendo que el cielo le habia guiado para salvarla .
Conrado, hijo del marqués de Monferrato, se habia creado ya un nombre en occidente, y la fama de sus
hazañas le habia precedido en Asia . Desde su mas tierna edad, se distinguió en la guerra del santo sitio con-
tra el emperador de Alemania . La pasion de la gloria y la necesidad de ir en busca de aventuras le condujeron
á Constantinopla , en donde reprimió una sedicion que amenazaba al trono imperial y mató sobre el campo de
batalla al jefe de los rebeldes . La hermana de Isaac , los habitantes de Tiro, el Angel y el título de césar , fueron
la recompensa de su valor y de sus servicios , pero su inquieto carácter no le permitió disfrutar por mucho tiem-
po de su fortuna . En medio de estas dulces grandezas , el grito de la guerra santa llegó hasta sus oidos, y
abandonó el cariño de su esposa y el reconocimiento hacia su emperador para volar á la Palestina . Llegó
Conra lo á las costas de la Fenicia algunos dias despues de la batalla de Tiberíada . La ciudad de Tiro habia
nombrado ya diputados para pedir una capitulacion á Saladino : pero su presencia reanimó á todos los cora -
zones y todo cambić , de faz . Este príncipe que los autores árabes llaman el mas voraz de los lobos de la cris-
tiandad , el mas astuto de los perros de la fé del Mesías, se hizo nombrar gobernador de la ciudad , agrandó
los fosos y reparó todas las fortificaciones. Atacados por mar y por tierra, se hicieron invencibles guerreros
aprendiendo bajo las órdenes de su nuevo caudillo á combatir á los ejércitos y las flotas de los turcos.
El viejo marqués de Monferrato, padre de Conrado, el que habia abandonado sus pacíficos estados para ir
260 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

á visitar la Tierra Santa , se halló en la batalla de Tiberíada . Hecho prisionero por los musulmanes, esperaba
en las cárceles de Damasco que sus hijos pudiesen libertarle ó rescatar su libertad .
Llamó Saladino al intrépido Conrado y le prometió devolverle su padre , y darle ricas posesiones en Si
ria , si le abria las puertas de Tiro, Al mismo tiempo le amenazó con colocar al anciano marqués de Monfer
rato delante de las filas de los musulmanes y de esponerle á los tiros de los sitiados ( 1 ) . Respondióle Conrado
con fiereza , diciéndole, que él despreciaba los regalos de los infieles , y que la vida de su padre le era menos
cara que la causa de los cristianos ; añadiendo que nada podria contener sus golpes , y que si los musulmanes
eran bastante bárbaros para dar la muerte á un anciano que se habia rendido bajo su palabra , él se glo
riaria de descender de un mártir. Despues de esta respuesta , los soldados de Saladino renovaron sus ataques
y los tirios se defendieron con furor . Los hospitalarios , los templarios y los mas valientes guerreros, que que
daban en Palestina , acudieron á las murallas de Tiro , para tomar parte en tan honorífica defensa . Entre los
francos que se distinguian por su valor , sobresalia sobre todos un gentilhombre español conocido en la his
toria bajo el nombre de el caballero de las armas verdes (2) . El solo , dicen las viejas crónicas , rechazaba y dis
persaba á los batallones enemigos ; batióse muchas veces en combate singular , aterró á los mas intrépidos mu
sulmanes , y hasta Saladino admiró su valor y sus hechos de armas.
No habia un solo ciudadano en la ciudad que no fuese soldado , y hasta los niños llevaban armas ;
las mujeres animaban á los guerreros con su presencia y su palabra ; sobre las flotas , al pié de las mu
rallas , tenian lugar continuamente nuevos combates . Los musulmanes encontraban por todas partes esos

héroes cristianos que les habian hecho temblar tantas veces.


Cansado ya Saladino de tan largo é inútil ataque , dos veces se habia presentado delante de Tiro sin

poder someterla , resolviendo al fin levantar el sitio para atacar á Trípoli ; pero no fué mas afortunado
en esta nueva espedicion . Sabedor Guillermo, rey de Sicilia , de las desgracias de la Palestina , habia
mandado socorros á los cristianos . El almirante Margarit , á quien sus talentos y sus victorias le habian
dado el nombre de rey del mar y el nuevo Neptuno, llegó á las costas de la Siria con sesenta galeras ,
trescientos caballeros y quinientos infantes ( 3) . Los guerreros sicilianos volaron á la defensa de Trípoli , y
mandados por el caballero de las armas verdes, obligaron á Saladino á abandonar el sitio de dicha
ciudad.

La ciudad y el condado de Tripoli , desde la muerte de Raimundo , pertenecia á Boemundo, príncipe de


Antioquía . Saladino , lleno de cólera y de despecho, asoló las riberas del Oronte , obligando á Boemundo
á comprar una tregua de ocho meses . En esta espedicion los musulmanes se apoderaron de Tortosa y
de algunos castillos construidos sobre las alturas del Líbano . La fortaleza de Carac , de donde habia sali
do esta guerra tan funesta para los cristianos , se defendia un año hacia contra un ejército musulman (4) .
Desprovistos los sitiados de todo socorro ; víctimas de toda clase de males y de privaciones , habian lleva
do hasta el heroismo la resignacion y la bravura . Antes de rendirse, dice el continuador de Guillermo de
Tiro , vendieron sus mujeres y sus hijos á los sarracenos, no quedando bestia ni cosa alguna en el castillo
que pudiera servir de alimento. Viéronse por fin obligados á capitular , haciéndoles devolver las mujeres y
los niños que un bárbaro heroismo habia condenado á la esclavitud.
En medio de estas victorias Saladino conservaba aun cautivo á Guido de Lusiñan . Dueño de Carac, y de
la mayor parte de la Palestina , puso al fin en libertad al rey de Jerusalen , despues de haberle hecho
jurar sobre los Evangelios , renunciar á su reino y regresar á Europa . Esta promesa , arrancada por la
violencia, no podia ser considerada como una ley en una guerra en la que el fanatismo hacia despreciar,
por parte de unos y otros , la santidad del juramento . El mismo Saladino no creia que el rey de Jeru
salen cumpliria su palabra ; y si consintió en darle la libertad , fué sin duda por el temor de que no

(1) Gualtero Venisauf y Sicardi . (Biblioteca de las cruzadas . )


(2) Bernardo el Tesorero habla estensamente de este caballero : refiere que Saladino quiso verle, haciéndole ventajosas proposicio
nes que él rehusó con mucha nobleza . ( Biblioteca de las cruzadas . )
(3 Sicardi, tomo II de la Biblioteca de las cruzadas.
(4) Segun el autor árabe Ibu-Alhatir, Malek-Adhel dirigia el sitio de Carae, mientras que el sultan bacia otras conquistas. Des
puos de la rendicion de Carac, tomó posesion de varias plazas vecinas, tales como Schaubek etc. ( Véase la Biblioteca de las cruza
das t . IV, en donde se hallarán muchos detalles sobre las conquistas de Saladino. de las que apenas hemos podido decir aquí algu
nas palabras .
LIBRO OCTAVO. — 1187-1190 . 261

eligiese á un príncipe mas hábil , y tambien por la esperanza de que su presencia sembraria la discordia
entre los cristian os.

Salido apenas de su cautiverio , Guido de Lusiñan hizo invalidar su juramento por un consejo de
obispos. Gualtero Venisauf al hablar de este acto dice , que el príncipe hizo bien en anular su juramento
desde luego, porque las promesas hechas por miedo merecen ser revocadas prontamente , conviniendo
sobremanera que la multitud de cruzados que llegaba encontrase un jefe y un guia ; y añade : «la as
tucia debe ser engañada por la astucia , la perfidia de un tirano debe ser frustrada por su ejemplo ; por
que el que engaña merece ser engañado . Saladino habia sido el primero que habia faltado á sú pa

Jabra , habiendo arrancado á un rey cautivo la promesa de retirarse á un destierro . Cruel libertad la
que se compra con el destierro : cruel rescate el que hace renunciar el trono . Pero los designios de Belial
fueron destruidos por orden de Dios . » Guido de Lusiñan buscó la ocasion de enaltecer un trono , en el que la
fortuna le habia momentáneamente colocado . Presentóse en balde delante de Tiro , que se habia dado á Conra
do, no queriendo reconocer por rey á un príncipe que no habia sabido defender sus estados (4 ) . Divagó el
rey de Jerusalen mucho tiempo por su propio reino , acompañado de algunos fieles servidores , resolviendo al
fin probar alguna empresa con que pudiese atraer la atencion y reunir bajo sus banderas los guerreros que
acudian de todas partes de Europa para libertar á la Tierra Santa .
Guido de Lusiñan fué á sitiar á Tolemaida que se habia rendido á Saladino , algunos dias despues de
la batalla de Tiberiadla . Esta ciudad , que los historiadores llaman sucesivamente Acca , Accon y Acre , es
taba edificada al occidente de una vasta llanura ; el Mediterráneo bañaba sus murallas ; la comodidad de
su puerto atraia á los navegantes de la Europa y del Asia , mereciendo reinar sobre los mares como la
ciudad de Tiro que se elevaba á poca distancia . Profundos fosos circuian las murallas por parte de tier
ra ; elevábanse de distancia en distancia formidables torres, entre las que se notaba la torre maldita que
dominaba la ciudad y la llanura , y la torre de las moscas construida á la entrada del puerto y que los
viajeros hallan aun hoy dia con su antiguo nombre . Cerraba el puerto un dique de piedra hácia la parte de
mediodía , terminando por una fortaleza construida sobre una roca aislada en medio de las olas . En 1831
hemos recorrido San Juan de Acre con sus murallas nuevamente reedificadas , que presentan un estado
de fortificacion respetable , sobre todo por parte de tierra ; la parte de mar estaba algo menos fuerte ,
pero suficientemente defendida por la dificultad de la ribera . La ciudad actual apenas ocupa las dos ter
ceras partes del espacio que cubria la poblacion en tiempo de las cruzadas. Cuando nosotros la visitamos
contaba una poblacion de seis mil habitantes. La guerra de Ibrahim-bajá en Siria ( 2) ha hecho del re
cinto de Acre un solitario monton de ruinas .
La llanura de San Juan de Acre confina por el norte con el monte Saron que los latínos llamaban Scala
Tyriorum , la escala de los Tirios ; al sud con el monte Carmelo , que llega hasta al mar, y por la parte
del norte á mediodía se estiende por un espacio de cerca cuatro leguas . El Belus , que los autores árabes han
llamado Nahr-Athabou (rio de agua dulce) , y que los naturales del pais llamaron sucesivamente Nahr- el
Ramyn , Nahr- el-Kardané , atraviesa una parte de la llanura , y se precipita en el mar á un cuarto de hora
al este de la ciudad , debajo de la pequeña eminencia en donde se ven algunas ruinas nombradas Ak - Kah
el-Karab (Acre la arruinada) ; la llanura poco poblada de árboles y pantanosa en muchos puntos , es de los
terrenos que exhalan fétidas emanaciones , que rompiendo el aire , esparcen el gérmen de las enfermedades
epidémicas . En diversos puntos de San Juan de Acre , del norte al nordeste , se elevan muchas colinas sobre
la llanura . La primera es la de Thryron , llamada por los cronistas musulmanes la colina de Mosallins ó de
Prians , y tambien Mosallaba . La segunda colina es la que Boka- Eddin llama Aiadia, y Gualtero Vinisauf
Mahanceria, y la tercera al este de Kisou . Las montañas que se citan en las crónicas árabes bajo el nombre

de Karouba , son las montañas de Saron, que parten del cabo Blanco , llamado en árabe , el Meicherfi , y
corren del oeste al este hasta las orillas del Jordan (3) .
La llanura de Tolemaida era fertil y alegre ; bosquecitos y jardines cubrian la vecina campiña de la

(1) Gualtero Vinisauf. ( Biblioteca de las cruzadas t . H.)


(2) En 1832.
(3) Correspondencia de oriente, t . V. carta CXXXII .
262 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ciudad ; algunas pequeñas poblaciones se elevaban sobre el vertiente de las montañas, y varias quintas de
recreo ostentaban sus hermosas fachadas en lo alto de las colinas. Las tradiciones religiosas y profanas
habian dado nombre á muchos sitios de la comarca : un elevado cerro recordaba al viajero la tumba de
Memnon , veíanse en el monte Carmelo las grutas de Elías y de Eliseo ; y el sitio donde Pitágoras adoraba
al Eco . Tales eran los lugares que iban á ser bien pronto el teatro de una sangrienta guerra , y que debian
ver combatirá los ejércitos de Europa y Asia .
Era á fines de agosto de 1189 , el dia de San Agustin , cuando empezó el sitio de Tolemaida , que duró dos
años . Apenas contaba Guido de Lusiñan nueve mil hombres bajo sus banderas, cuando vino á acampar
delante de esta ciudad . Los pisanos , que habian llegado con las flotas , se apoderaron en seguida de la
orilla y cerraron todas las avenidas de la plaza por la parte del mar . El pequeño ejército cristiano fué á
colocar sus tiendas sobre la colina del Thuron . A los tres dias de su llegada , empezaron los cruzados sus
ataques , y sin tomarse el tiempo necesario para preparar sus máquinas , cubiertos tan solo con sus escudos
colocaron las escalas , y subieron al asalto . Una crónica contemporánea ( 1 ) no teme afirmar que la ciudad
hubiera podido caer entonces en poder de los cristianos , si de repente no se hubiera divulgado la noticia de la
llegada de Saladino . Semejante nueva les llenó de un pánico terror , é hizo que abandonasen apresurada
mente el ataque de las murallas , y se retirasen á la colina en la que habian establecido su campo .
Al mismo tiempo viéronse avanzar cincuenta navíos que caminaban viento en popa . Al divisarlos los
cristianos desde las alturas del Thuron , no se atrevian á creer en un socorro que por cierto no esperaban.
De otra parte , montados los cruzados sobre el puente de los buques no sabian qué pensar del campo
que se ofrecia á su vista ; pero á medida que se iban aproximando reconocian los estandartes de la cruz ;
un grito de alegría resonó en la flota y en el campo cristiano ; todos los ojos derramaban lágrimas ; todos
acudian en tropel á la orilla , y se precipitaban al mar para abrazar mas pronto á los recien venidos . Se
felicitaron recíprocamente, desembarcaron en seguida las armas, los víveres y las municiones de guer
ra, y doce mil guerreros de la Frisia y de la Dinamarca vinieron á plantar sus estandartes entre la co
lina del Thuron y la ciudad de Tolemaida (2) .
La flota danesa que habia partido de los mares del norte , habia escitado en todos los puntos donde habia
tocado el entusiasmo é impaciente celo de los pueblos que habitan las costas del Océano . Esta flota fué segui
da de otra que conducia un gran número de guerreros ingleses y flamencos . El arzobispo de Cantorbery, que
habia predicado la guerra de la cruz en Inglaterra , conducia á los cruzados ingleses . Los de Flandes estaban
mandados por Jaime de Avesner , célebre ya por sus hazañas, 'y á quien las palmas del martirio esperaban
en la Tierra Santa .
Mientras que el mar llevaba á los cristianos numerosos refuerzos , Saladino abandonando sus conquistas de

la Fenicia , acudió con su ejército. Colocó sus tiendas y sus pabellones al estremo de la llanura , sobre la co
lina de Kisan, que se elevaba detrás de la colina de Thuron . Por un lado , su campamento se estendia hasta
el rio Belus, y por el otro hasta Mahamería ó la colina de la Mezquita . Los musulmanes atacaron muchas
veces á los cristianos ; pero les encontraron siempre lo mismo que una montaña que no se puede hacer sucum
bir ni retroceder. Saladino á fin de animar á sus soldados , resolvió dar una batalla general , un viernes á la
misma hora en que todos los pueblos del islamismo están entregados á la oracion . La eleccion de este momento
para dar la batalla , redobló el fanatismo y el ardor del ejército musulman . Los cristianos viéronse obligados
á abandonar los puestos que ocupaban sobre la ribera del mar , por la parte del norte, y el victo-
riosɔ sultan penetró dentro los muros de Tolemaida . Despues de haber reconocido desde lo alto de las torres
la posicion de los cruzados , hizo una salida con la guarnicion , les sorprendió y les rechazó hasta su campo .
Saladino habia despertado con su presencia el valor de los habitantes y de los defensores de la plaza . Dió todas
las órdenes necesarias , dejando en la ciudad la flor de sus guerreros , escogiendo para mandar á estos , á sus
mas fieles emires, Hossam-Eddin , antiguo compañero de sus victorias , y á Karacoush (3) , cuyo talento y valor

(1) Gualtero Vinisauf.


(2) Karacoush era el primer ministro de Saladino en Egipto: él fué el que habia hecho profundizar los pozos de José, construir
la ciudadela y el que empezó el cerco del Cairo. Karacoush era pequeño y jorobado , y se da este nombre, en el dia en Egipto
á una especie de polichinela que divierte al pueblo en las calles y al que se le hace decir palabras obscenas. Sin embargo Kara
coush disfrutaba entre los cristianos de cierta consideracion . Un historiador latino le hace vivir todavia un siglo despues en la épo
ca de la ruina San Juan de Acre en 1290 .
LIBRO OCTAVO . -1187-4190. 263

habia esperimentado muchas veces en la conquista de Egipto. Regresó luego el sultan sobre la colina de Ki-
san, pronto á combatir al ejército de los cristianos .
No cesaron los cristianos de hacer fosos al rededor de su campo, y de rodearse de atrincheramientos formi-
dables. Todos estos preparativos de defensa infundian indudablemente alguna alarma á los musulmanes ; pe-
ro lo que debia llenarles de terror , era la presencia de estos innumerables buques francos , que pareciendo un
espeso bosque, cubrian la ribera del mar . A medida que alguno de estos navíos se alejaba , llegaban otros
muchos, conduciendo á Siria á los guerreros del occidente . Vióse tambien desembarcar á los cruzados que
habian acudido de todas las ciudades de Italia mandados por sus obispos y sus tribunos, á quienes siguieron
tambien un gran número de guerreros venidos de Champaña y de muchas provincias de Francia . Entre los
jefes se hacia notar el obispo de Beauvais á quien muchas antiguas crónicas comparan al arzobispo Turpin ,
al que la gloria de las armas mas bien que la devoción conducia por segunda vez al oriente ( 1 ) . Despues
de los cruzados franceses llegaron los guerreros alemanes que obedecian al landgrave de Turingia . Conrado,
marqués de Tiro, no quiso permanecer ocioso durante esta guerra . Armó dos navíos, levantó tropas, y vino
á reunir sus fuerzas con las de los cristianos . En fin , de todas las partes del mundo viéronse acudir defensores
de la cruz , y mas de cien mil guerreros se encontraron reunidos delante de Tolemaida , mientras los po-
derosos monarcas que se habian puesto al frente de la cruzada , se ocupaban aun de los preparativos de su
marcha .

La llegada de estos innumerables ausiliares reanimó el ardor de los cruzados . Los caballeros , siguiendo la
espresion de un historiador árabe, armados con sus largas corazas con escamas de hierro, parecian desde le-
jos serpientes que cubrian la llanura , cuando corrian á las armas, se asemejaban á las aves de rapiña , y en la

refriega parecian fieros leones. Muchos emires habian propuesto á Saladino retirarse delante de un enemigo
tan numeroso, decian ellos , como las arenas del mar , mas violento que las tempestades y mas impetuoso que
las tormentas .

Una vasta llanura que se estendia entre las colinas ocupadas por los dos campos enemigos habia sido el tea-
tro de los mas sangrientos combates . Hacia cuarenta dias que los francos sitiaban á Tolemaida , y sin cesar
tenian que rechazar á la guarnicion ó las tropas de Saladino . El 4 de octubre su ejército bajó á la lla-
nura colocándose en batalla . Cubrian las tropas un espacio inmenso . Los caballeros y los barones de occidente
habian desplegado todo su aparato de guerra , y marchaban á la cabeza de sus soldados , cubiertos de un cas-
co de hierro y armados de lanza y espada . Hasta el mismo clero habia tomado las armas . Los arzobispos de
Ravena, de Pisa , de Cantorbery , de Besanzon , de Nazaret y de Monreal , los obispos de Beauvais , Salisbu-
ry ; de Cambrai , de Tolemaida y de Belen , se habian armado del casco y de la coraza , y conducian á los
guerreros de Jesucristo . El ejército cristiano presentaba un aspecto tan imponente y parecia estar tan lleno
de confianza , que un caballero franco esclamó en su entusiasmo : Que Dios permanezca neutral y la victoria
es nuestra (2) .
El rey de Jerusalen , delante del cual los cuatro caballeros llevaban el libro de los Evangelios , mándaba á
los franceses y á los hospitalarios . Su línea de batalla se estendia hasta la derecha del Belus. Los venecia-
nos y lombardos formaban con los tirios el ala derecha, que apoyándose por la parte del mar iba á reunirse
con las fuerzas que mandaba Conrado . El centro del ejército estaba ocupado por los alemanes , los pisanos y
los ingleses que mandaba el landgrave de Turingia . El gran maestre del Templo con sus caballeros , y el du--
que de Grelda con sus soldados , formaban el cuerpo de reserva , debiendo acudir en todos los puntos donde
amenazaba el peligro: la guardia del campo habia sido confiada á Gerardo de Avernes y á Godofredo de Lu-
sin an .

Tan luego como el ejército cristiano hubo desplegado su órden de batalla , en la llanura los musulmanes sa-
lieron de sus atrincheramientos y se prepararon á sostener el choque de los cruzados . Los historiadores ára-
bes dicen que Saladino imploró el socorro de Dios , y su devocion sin duda fué inspirada en parte por el

miedo . Los arqueros y la gendarmería de los cristianos empezaron el combate. Desde el primer encuentro ,

(1) Gualtero Vinisauf. ( Biblioteca de las Cruzadas t . II).


(2) Frase muy fea, dice Gualtero Vinisauf que hacia depender el éxito del combate del hombre y no de la divinidad ; porque
sin Dios el hombre nada puede.
264 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

el ala derecha de los musulmanes , mandada por Taqui-Eddin , sobrino del sultan , se retiró en desórden .
Los francos, dice el historiador Emmad-Eddin , lo inundaban todo como un diluvio , y marchaban al com
bate con el andar de un caballo que va á pacer . Presto sus estandartes ondean sobre la colina de la Mez
quita, y el valiente conde de Bar penetra hasta la tienda de Saladino . Los victoriosos francos bajan por de
trás de la colina dando caza á cuantos musulmanes se habian perdido . Fué tan grande el terror que se apo
deró de los infieles , que muchos de ellos huyeron hasta Tiberíada . Los esclavos que seguian al ejército mu
sulman tomaron la fuga , llevándose los bagajes y todo cuanto habian encontrado en el campo . Esto aumen
tó la confusion , y Saladino , que mandaba el centro de su ejército, no pudo conservar en su alrededor mas
que algunos de sus mamelucos .

Un historiador árabe, que se hallaba presente , refiere con una franqueza notable, los primeros-sucesos
de los cristianos en esta jornada , y lleno aun del recuerdo de sus propios peligros , suspende de repente su
relacion para espresar sus alarmas. « Luego que vimos ( son las palabras de Emmad-Eddin ) al ejército mu
sulman en derrota , no pensamos mas que en nuestra salvacion , y llegamos á Tiberíada con los que habian

tomado el mismo camino que nosotros : encontramos á los habitantes llenos de terror y teniendo el corazon
partido á causa de la destruccion del islamismo .... Teníamos con una mano apretadas las riendas de nuestros
caballos , y apenas podíamos respirar………
..» Despues de este relato, no tenemos necesidad de decir que la vic
toria de los cristianos hubiese sido completa si no hubiesen desconocido las leyes de la disciplina . ¿ Pero có
mo era posible retener en las filas y bajo sus banderas á una multitud que celebraba un triunfo demasiado
fácil ? ¿ Cuál era el jefe que podia hacerse obedecer de esta confusa tropa de peregrinos procedentes de to➡
das las regiones de la tierra , estraños los unos á los otros , armados y vestidos de diferente manera , hablando
diferentes idiomas, combatiendo la mayor parte por vez primera , y desconociendo completamente al enemi
go que tenian delante ? Dueños del campo de los turcos se precipitaron sobre las tiendas para saquearlas, y
presto el desórden fué mayor entre los vencedores que entre los vencidos . Apercibiéndose los musulmanes que
no son perseguidos , se reaniman de nuevo y se reunen á la voz de Saladino , empieza de nuevo el combate, y
los cruzados dispersos por la llanura y sobre la colina , se admiran de verse de nuevo frente á frente de un
ejército que creian haber destruido . Si debe darse crédito á la relacion de las antiguas crónicas, un singular
incidente vino á aumentar el aturdimiento de los cruzados , y fué causa de todas las desgracias de esta jornada.
Habiéndose escapado un caballo árabe tomado del enemigo , precisamente en lo mas crítico de la batalla ,
algunos soldados corrieron en su persecucion , pero se creyó por lo demás que era que huian de les musulma
nes; esparcióse luego la voz que la guarnicion de Tolemaida ha hecho una salida , y que el campo de los cris
tianos habia sido entregado al saqueo , y que los infieles vencian en todas partes . Desde este momento los fran→
cos no combaten ya por la victoria ni por el botin , sino para defender su vida , y la campiña queda cubierta
de cruzados que buyen y arrojan sus armas . En balde los mas valientes de sus jefes se esfuerzan en contener
y dirigirles al combate , pues los mismos jefes se ven arrastrados por la descarriada multitud . Andrés de
Brienne se ve derribado de su caballo , tratando de reorganizar á sus soldados . Postra lo en el suelo y lleno de
heridas grita á causa del dolor que sufre ; pero ni el peligro que le amenaza ni sus desgarradores gritos
conmueven á sus compañeros de armas ni aun á su propio hermano Erardo de Brienne al que nadie era ca
paz de contener en su rápida huida . El marqués de Tiro , abandonado de los suyos, quedóse solo en la re
friega , debiendo su salvacion al generoso valor de Guido de Lusiñan . Gerardo de Avesnes habia perdido su
caballo de batalla y no podia ni huir ni pelear . Un jóven guerrero , cuyo nombre calla la historia , le ofreció
entonces su propio caballo , y buscó la muerte en las filas enemigas , satisfecho con haber librado la vida de
su ilustre jeſe . La milicia del Templo, que resistió casi sola á los musulmanes , perdió á sus mas esforzados
guerreros : el gran maestre cayó en poder de los musulmanes , y fué cargado de cadenas , recibiendo la pal
ma del martirio el dia siguiente de la batalla ( 1 ) en la tienda de Saladino . Despues de este desastroso combate y
hácia el fin de la jornada , los francos que habian escapado de la persecucion de los infieles , regresaron , en
medio de mil peligros , á su campo , amenazado por todas partes por un ejército victorioso .
En la llanura de Tolemaida , ocupada durante el combate por mas de doscientos mil guerreros , vióse el
dia siguiente, sirviéndonos de una imágen oriental , solamente á las aves de rapiña , y á los lobos atraidos

(1) El gran maestre delTemple, hecho prisionero en la batalla de Tiberíada, debia la libertad á Saladino, que le habia impuesto
sin duda la condicion de no tomar las armas jamás contra los musulmanes.
LIBRO OCTAVO . - 1189-1190. 263 '

por el olor de la carnicería y de la muerte . Los cristianos no se atrevian á salir de sus atrincheramientos ,
y hasta la misma victoria no pudo tranquilizar á Saladino , que durante muchas horas habia visto huir á su
ejército. El mas grande desórden reinaba en el campo de los turcos , que habia sido saqueado por los escla
vos . Los soldados y los emires habian emprendido la persecucion de los esclavos fugitivos : cada uno busea
ba sus bagajes , y por todo el campo resonaban las quejas y los lamentos . En medio de la confusion y del tu

multo no pudo el sultan continuar la victoria que acababa de conseguir sobre los francos .
Se acercaba el invierno, y la mayor parte de los emires comprometieron á Saladino á abandonar las lla
nuras de Tolemaida . En un consejo reunido por el sultan , le hicieron presente que debilitado el ejército por
los combates , y habiendo él mismo caido enfermo , tenia necesidad de reposo . Discutióse largo tiempo , dice
Emmed-Eddin , y al fin se decidió que el ejército iria á acampar sobre la montaña de Karouba .
Atribuyendo los cristianos esta retirada al temor , sintieron reanimarse su valor , y emprendieron con en
tusiasmo los trabajos del sitio . Dueños ya de la llanura , estendieron sus lineas sobre toda la cordillera
de montañas que rodean la llanura de Tolemaida . El marqués de Monferrato con sus tropas , los venecianos
y los cruzados mandados por el arzobispo de Ravena y por el obispo de Pisa , acampaban hacia el norte ,
y se estendian desde el mar hasta el camino de Damasco . Cerca del campo de Conrado , los hospitalarios
habian desplegado sus tiendas en un valle que les pertenecia antes de la toma de Tolemaida por los mu
sulmanes. Los genoveses ocupaban la colina que los historiadores contemporáneos llaman el monte Musard .
Los franceses é ingleses , que veian delante de ellos la torre maldita , estaban colocados en el centro, bajo las
órdenes de los condes de Dreux , de Blois , de Clermont y de los arzobispos de Besanzon y de Cantorbery. Cer
ca del campode los franceses ondeaban los estandartes de los flamencos que mandaban elobispo de Cambrai
y Raimundo II , vizconde de Turena . Guido de Lusiñan acampaba con sus soldados y sus caballeros sobre de la
colina de Thuron : esta parte del campo servia como de ciudadela y de cuartel general á todo el ejército . El
rey de Jerusalen tenia á su lado á la reina Sibila , sus dos hermanos Godofredo y Aimar de Lusiñan , á Tho
ron, esposo de la hija segunda de Amaury , el patriarca Heraclio y el clero de la santa ciudad . Los caballe
ros del Temple y las tropas de Jaime de Avesnes habian fijado sus reales entre la colina de Thuron y el Belus
guardando el camino que conduce de Tolemaida á Jerusalen . Veíanse por la parte del medio dia del Belus
las tiendas de los alemanes , de los daneses y de los frisones : estos guerreros del norte mandados por. el land
grave de Turingia y el duque de Gueldres, costeaban la rada de Tolemaida y protegian el desembarco de los
cristianos que llegaban de Europa por mar.
Tal fué la disposicion del ejército delante de Tolemaida y el órden que conservó durante todo el sitio . Los
cristianos hicieron mas profundos los fosos de las colinas cuyas alturas ocupaban ; levantaron al rededor de
sus cuarteles altas murallas logrando cerrar el campo hasta el punto que , segun la espresion de un historia -
dor árabe, los pájaros apenas podian penetrar en él . Todos los torrentes habian salido de madre y cubrian la
llanura con sus aguas. Los cruzados no tenianque temer ser sorprendidos por el ejército de Saladino , y prose
guian sin descanso el sitio de Tolemaida . Sus máquinas de guerra ofendian de dia y de noche las mura
llas de la ciudad . La guarnicion oponia una obstinada resistencia , pero no podia defenderse mucho
tiempo sin los socorros del ejército musulman . Cada dia los pichones que llevaban los billetes debajo
de las alas y los buzos que se arrojaban al mar , venian á manifestar á Saladino los peligros de Telemaida .
(1190) Así se pasó la estacion de las lluvias . Al aproximarse la primavera , muchos príncipes musulma
nes de la Mesopotamia y de la Siria vinieron á unirse con sus tropas bajo las banderas del sultan . Entonces
Saladino abandonó la montaña de Karouba , y su ejército , bajando hácia la llanura de Tolemaida , se adelan
tó á la vista de los cristianos con banderas desplegadas y al ruido de los tambores y trompetas . Los cruzados
tuvieron bien pronto que combatir , los fosos que ellos habian hecho mas hondos , se llenaron de sangre y se
convirtieron en sus propias sepulturas. La esperanza que habian concebido de apoderarse de la ciudad se
desvaneció al aspecto de un enemigo formidable . Ellos habian construido durante el invierno tres torres pa
recidas á las que montaba Godofredo de Bouillon , cuando tomó á Jerusalen . Estas torres tenian mas elevacion
que las murallas de Tolemaida , y amenazaban destruir la ciudad . Pero á medida que la guerrera industria de
los sitiadores aumentaba sus medios de ataque , un habitante de Damasco encerrado dentro de la plaza les
oponia las invenciones de su porfiado genio . Habia compuesto un nuevo fuego griego al que nada podia resis
tir, y en una batalla general , en el momento en que los dos ejércitos estaban en lo mas recio de la pelea , instan---
(34 y 33) 34
266 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

táneamente las torres de madera de los cristianos se vinieron al suelo quedando reducidas á cenizas como si
hubiesen sido heridas por el rayo del cielo (1 ) .
Al ver este incendio , fué tan grande la consternacion de los cristianos, que el landgrave de Turingia creyó
que Dios no protegia ya la causa de los cruzados y levantó el sitio de Tolemaida para regresar á Europa .
Saladino atacó sin cesar á los francos no permitiéndoles un instante de reposo .
La rada de Tolemaida estaba continuamente cubierta de navíos llegados de Europa y de buques musulma
nes procedentes de los puertos de Egipto y de la Siria . Los unos conducian socorros para el ejército cristia
no, y los otros para la ciudad ; veíase desde lejos flotar por los aires, y casi confundirse , el estandarte de la
cruz y las banderas de Mahoma . Los francos y los turcos fueron testigos muchas veces de los combates que
tenian lugar entre ambas flotas en las riberas : y la victoria ó la derrota llevaban sucesivamente la abundan
cia ó el hambre á la ciudad ó al campo de los cristianos . A la vista de una batalla naval, los guerreros
de la cruz y los de Saladino golpeaban sus escudos anunciando con sus gritos sus esperanzas ó sus alarmas;
algunas veces los dos ejércitos se atacaban y se destruian en la llanura para asegurar la victoria ó vengar la
derrota de los que peleaban sobre las ondas del mar .
En estos combates , los musulmanes hacian ó preparaban continuamente emboscadas á los cristianos , em
plcando todas las estratagemas de la guerra . Los cruzados , por el contrario, solo tenian confianza en su valor
y en sus armas. Un carro llamado Standart por Gualtero Vinisauf y por los cristianos Caroccio, sobre el que
estaba colocada una torre que remataba en una cruz y en una bandera blanca , les servia de punto de reunion
V les conducia en medio de las batallas . Cuando su ejército peleaba , el desco del botin les hacia abandonar bien
pronto sus filas ; sus jefes, cuya autoridad era á menudo despreciada en el tumulto del combate, degenera
ban en simples soldados , no pudiendo oponer al enemigo mas que su lanza ó su espada . Mas respetado de los
suyos Saladino, mandaba á un ejército disciplinado y se aprovechaba á menudo del desórden y de la con
fusion de los cristianos para combatirles con ventaja y arrancarles la victoria . Generalmente todas las accio
nes de guerra empezaban al amanecer ; los cruzados casi siempre llevaban ventaja hasta la mitad de la jor
nada ; algunas veces habian invadido y saqueado la tienda de los musulmanes : y al anochecer, cuando re
gresaban cargados con los despojos del enemigo , encontraban su campo atacado por las fuerzas contrarias
é invadido por el ejército de Saladino ó por la guarnicion de la plaza .
Desde que el sultan habia abandonado la montaña Karauba , una sola flota egipcia habia entrado en el puerto

de Tolemaida . Al mismo tiempo habia llegado al campo de Saladino su hermano Malek-Adhel , que condu
cia tropas levantadas en Egipto . Este doble esfuerzo dió á los infieles la esperanza de triunfar de los cristianos ;
pero su alegría vióse bien pronto neutralizada por los gritos que resonaban á la sazon en oriente . Acabábase
de saber que el emperador de Alemania habia partido de Europa á la cabeza de un numeroso ejército y que
se avanzaba hacia la Siria (2) .
Saladino envió tropas al encuentro de un enemigo tan temible , y muchos príncipes musulmanes abando
naron el ejército del sultan para ir á defender á sus estados , amenazados por los cruzados que llegaban de
occidente . Fueron enviados embajadores al califa de Bagdad, á los príncipes del Africa y del Asia , á las
potencias musulmanas de la España , para interesarles á reunir sus esfuerzos contra los enemigos del is
lamismo . En una de las cartas que Saladino escribia al califa , esponia su inquietud acerca de la continua
invasion de los francos . «No solamente , decia él , el papa de Roma ha restringido, por su propia autoridad ,
á los cristianos el comer y el beber, sino que tambien ha amenazado con la escomunion al que no marcha
se cou espíritu de piedad á la restauracion de Jerusalen . El además prometió partir , en la próxima prima
vera con mucha gente . Si esto se realiza , todos los cristianos , hombres mugeres y niños , querrán seguirle ,
y entonces veremos acudir á todos cuantos creen en el Dios engendrado . »
Mientras que los musulmanes imploraban así los socorros, que tanto necesitaban , los cruzados pedian á
grandes gritos que se les condujese al combate. En su impaciencia temian que los alemanes no viniesen á

(1) Bola-Eddin é Ibu-Alatir, Biblioteca de las cruzadas, t . IV.


(2), Hemos hecho ya observar, segun el autor árabe Boha- Eddin , que habla estensamente de la marcha del emperador Fede
rico á la cabeza de un poderoso ejército, que el emperador griego avisó á Saladino la aproximacion de Federico. Su testimonio
confirma lo que ha dicho la crónica alemana de Recchesperg sobre la inteligencia que reinaba entre el sultan y el príncipe
griego Biblioteca de las Cruzadas, t. IV ;
LIBRO OCTAVO . - 1490-1191 . 267

compartir con ellos la conquista de Tolemaida . La muchedumbre obligó á los jefes á dar la señal de la ba
talla , y de desplegar las vietoriosas insignias de la cruz . Los jefes , que no juzgaban ser todavía el mo
mento oportuno, trataba por medio de sus palabras de calmar este ardor imprudente el clero habló en nom
bre del cielo, para recordar á los soldados la disciplina . Pero todos los esfuerzos de los eclesiásticos y los
príncipes fueron inútiles. El mayor número de peregrinos desprecian á la vez los consejos de la humana
prudencia , y las amenazas de la cólera divina . El dia de la fiesta de San Jaime , la sublevacion y la violencia.
abren todas las puertas del campo , y pronto se cubre la llanura de una inmensa multitud , que los au
tores árabes comparan á la que se reunirá en el valle de Josafat el dia del juicio final : esta impetuosa mu
chedumbre, precipitándose contra los musulmanes, penetra hasta en medio del campo , y en la locura de su
triunfo , cree haber puesto en fuga á todos los enemigos de Jesucristo . Pero mientras los cristianos se dejan
arrastrar por la codicia del botin, los musulmanes se reacen , y sorprenden á los vencedores que saquea
ban la tienda del hermano de Saladino. Como la mayor parte de los cruzados habian arrojado las armas
no pudieron oponer resistencia alguna , apoderándose de ellos igual terror al que poco antes habian infun
dido á sus enemigos . Todos cuantos se habian distinguido en el saqueo perdieron la vida siendo degollados
en las mismas tiendas que acababan de invadir .
« Los enemigos de Dios ( nos servimos de las espresiones de Boha-Eddin ) se atrevieron á entrar en el cam
po de los leones del islamismo , pero esperimentaron los efectos de la divina cólera , porque cayeron debajo
del hierro de los musulmanes, lo mismo que las ojas del arbol caen en otoño impelidas por la tempestad . Cu
brióse la tierra de cadáveres , los que estaban amontonados unos sobre otros . » Un historiador árabe habla asi
de esta sangrienta batalla . « Los cristianos cayeron bajo del hierro de los vencedores , como los malvados cae
rán el último dia en la mansion del fuego . Nueve filas de muertos cubrian el espacio que hay entre la colina
y el mar, componiéndose cada fila de mil guerreros . >>
Mientras que los cristianos habian sido vencidos y dispersados por el ejército de Saladino , la guarnicion de
Tolemaida hizo una salida , penetró en el campo enemigo , y se llevó á un gran número de mujeres y de niños
indefensos . Los cruzados , á quiénes la noche habia salvado de la persecucion del vencedor , regresaron á sus
campamentos deplorando su doble derrota . La vista de sus despojadas tiendas , y la pérdida que acababan
de esperimentar, abatieron completamente su valor . Pronto supieron tambien la muerte de Federico Barba-
roja y los desastres sufridos por los alemanes . Preparábanse los dos ejércitos uno al ataque y el otró á la de
fensa cuando supieron este terrible acontecimiento . Pasóse todo el diasin pelear , entregándose los musulma
nes á la alegria y los cristianos al dolor . En su desesperacion los jefes de los peregrinos solo pensaban en re
gresar á Europa , y para asegurar su marcha , trataban de obtener de Saladino la paz á cualquier precio ,
cuando apareció en la rada de Tolemaida una flota que desembarcó á muchos franceses, ingleses & italia
nos conducidos por Enrique conde de Champaña .
Con esto reanimóse el valor de los cristianos , pues se encontraron otra vez dueños del mar , y pudieron á
su vez hacer temblar á Saladino, que se retiró de nuevo sobre las alturas de Karauba . Los ataques so diri
gieron contra la ciudad ; el conde de Champaña, llamado por los autores árabes el gran conde, habia en
tusiasmado á los soldados de la cruz ; hizo construir arietes de un grandor inmenso , y dos enormes torres com
puestas de madera, de acero , de hierro y de bronce , que le costaron mil quinientas piezas de oro . Mientras
tanto que estas formidables máquinas amenazaban las murallas , los cruzados dieron voces de asalto , y es
tuvieron á punto de enarbolar el estandarte de los cristianos sobre los muros de los infieles .
Los musulmanes encerrados dentro de la ciudad sobrellevaban los horrores de un largo sitio con una cons
tancia heróica . Los emires Karacousk y Hassam-Eddin animaban continuamente á los soldados . Vigilando
continuamente , estando presentes en todos partes , empleando ya la fuerza , ya la astucia , no dejaban escapar
ocasion alguna de sorprender å los cristianos y de hacer fracasar sus planes . Los musulmanes incendiaron
todas las máquinas de guerra de los sitiadores, haciendo varias salidas en las que rechazaban al enemigo
hasta el campo.

La guarnicion recibia cada dia refuerzos y socorros por mar , pues tan pronto los buques costeaban la
orilla y entraban en el puerto á favor de la oscuridad de la noche , como los navíos llegados de Beirut y man
dados por hábiles musulmanes enarbolaban el estandarte blanco con la cruz encarnada , burlando, de esta

manera la vigilancia de los sitiadores . Resolvieron los cruzados , con el objeto de privar toda comunica❤
268 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cion entre la ciudad y el mar, apoderarse de la torre de las Moscas que dominaba el puerto de Tolemaida.
Confióse al duque de Austria esta peligrosa espedicion . Un buque sobre el cual se habia colocado una torre
de madera , se dirigió hácia el fuerte que querian atacar , mientras que un buque cargado de materias infla-
mables , al que se habia pegado fuego , fué lanzado al puerto para quemar los navíos musulmanes . Todo pa-
recia anunciar el buen éxito de esta arriesgada empresa , pero el viento , que cambió de repente , llevó el bu-
que incendiado hacia el punto donde estaba la torre de madera de los cristianos , la que fué reducida en un
instante á cenizas . El duque de Austria , seguido de los mas valientes guerreros , habia ya subido espada en
mano á la torre de los infieles. A la vista del incendio que devoraba el navío en el cual habia llegado , se
arrojó al mar cubierto de su sangre y de la de los musulmanes , y alcanzó él solo la orilla .
Mientras que el duque de Austria atacaba la torre de las Moscas , el ejército cristiano salió de su campo
para dar un asalto á la ciudad . Los sitiadores hicieron sin éxito alguno prodigios de valor , viéndose obligados
á venir á defender sus tiendas , entregadas á las llamas y al pillaje por el ejército de Saladino .
En medio de esta doble derrota , Federico duque de Suabia , presentóse debajo de los muros de Tolemaida .
Así que se supo en la Palestina la marcha de los alemanes bácia el Asia Menor , la fama anunciaba por todas
partes sus victorias . Los cristianos estaban llenos de confianza y de ardor , pero luego que vieron el pequeño
número de los que habian sobrevivido á sus compañeros , cuando se les vió llegar la mayor parte estenua-
dos por el hambre y cubiertos de andrajos , el aspecto de su miseria , sus lastimeras narraciones , debieron
llenar á todos los corazones de los mas tristes presentimientos .
Quiso Federico señalar su llegada por medio de una batalla dada á los musulmanes . Los cristiancs , dicen
los autores árabes , salieron de su campo pareciendo hormigas que corren al botin . Atacaron las avanzadas del
cjército musulman , que guardaban las alturas de Aidhia ; pero sus batallones no pudieron romper las filas
de los infieles . Despues de haber renovado varias veces sus atrevidos ataques , rendidos de la fatiga , y per-
diendo la esperanza de triunfar de sus enemigos , entraron en su campo , en el que el hambre , que empe-
zaba á hacerse sentir, no les permitia recobrar sus estenuadas fuerzas ( 1 ) .
En medio de esta multitud de cruzados, cada jeſe estaba encargado de mantener à la tropa que mandaba,
y jamás tenian víveres para una semana . Una multitud de peregrinos no reconocian á jefe alguno , y solo ha-
bian Hlevado á la Siria el palo y el zurron de peregrinos . Cuando llegaba alguna flota , los guerreros cristia-
nos nadaban en la abundancia ; pero cuando esto no tenia lugar, carecian de las cosas mas necesarias á la
vida . A medida que se aproximaba el invierno y que la navegacion se hacia mas peligrosa, el hambre se ha-
cia sentir doblemente.

Ningun socorro esperaban los cruzados del occidente, y solo confiaban en sus armas . Salian todos los dias
de su campo para atacar á los musulmanes y procurarse víveres . En una de sus escursiones penetraron bas-
ta las vecinas montañas de Karouba , en donde acampaba Saladino ; pero los mas valientes cayeron entre las
manos de los infieles , y su valor siempre desgraciado no pudo salvarles del hambre , que cada dia hacia
mas víctimas . Una carga de harina que pesaba doscientas cincuenta libras , sc vendia por el precio de ochen-
ta escudos, suma exorbitante que los mismos príncipes no podian pagar . El consejo de los jefes se propuso

fijar el precio de las provisiones que se llevaban al campo , pero resultó que los que tenian víveres los escon-
dian debajo tierra, y aumentóse el hambrepor las mismas medidas dictadas para hacerla cesar . Muchos caba-
Heros se vieron obligados á matar sus caballos para saciar su hambre : se vendian los intestinos de un caballo ó
de una bestia de carga por el precio de diez sueldos de oro , y aquellos que se alimentaban del modo que podian,
valiéndose de los manjares mas viles , tenian que esconderse á fin de no escitar la envidia de los demás . Losse-
ñores acostumbrados á las delicias de la vida , devoraban las yerbas silvestres , y buscaban con avidez las plan-

tas y raices , que ellos no hubieran creido jamás que podian servir para el uso del hombre . Los cruzados di-
vagaban por el campo y por sus alrededores como los animales que buscan su pasto , y llegóse basta el es-
tremo de ver á gentiles hombres que no teniendo dinero para comprar pan le robaban públicamente . En fin ,
ara acabar de conocer los horrores del azote que desolaba al ejército cristiano, muchos soldados de la cruz
buyeron para reunirse con los musulmanes ; los unos abrazaban el islamismo para tener algun alivio en sus

(1 ) La relacion de los autores árabes es muy estensa y curiosa . Véase la descripcion de los acontecimientos del sitio de Toie-
mada, enla Biblioteca de las Cruzadas !. IV,
LIBRO OCTAVO. -1490-1191. 269

miserias, y los otros refugiándose en los buques musulmanes, desafiaban los peligros de un mar borrascoso,
para trasladarse á la isla de Chipre ó á las costas de la Siria .
Entrado ya el invierno, las aguas cubrian la llanura , y la multitud de los cruzados permanecia amontona-
da sobre las colinas. Los cadáveres amontonados sobre la ribera , ó arrojados sobre los torrentes , exhalaban un
olor pestifero. Pronto las enfermedades contagiosas hicieron mas terribles los horrores del hambre . El cam-
po de los cristianos se llenó de luto y de consternacion ; enterrábanse todos los dias dos ó trescientos peregri-
nos . Muchos de los mas ilustresjefes del ejército encontraron en el contagio la muerte , que ellos habian
buscado muchas veces en el campo de batalla . Federico duque de Suabia, que se habia salvado de todos los
peligros de la guerra , murió en su tienda de miseria y de la enfermedad reinante . Sus desgraciados compa-
ñeros de arinas , llorandɔ su muerte, divagaron mucho tiempo, segun la espresion de una antigua crónica , co-
mo ovejas sin pastor; se fuéron á Caifás y luego regresaron al campo de Tolemaida ; muchos perecieron de
hambre, y los que sobrevivieron , desesperando de la causa de los cristianos , por la que habian sufrido tantos
males , regresaron á occidente.
Para colmo de desgracia , Sibila , mujer de Guido de Lusiñan , murió con sus dos hijos, y su muerte fué cau-
sa de la discordia entre los cruzados . Isabel , hija segunda de Amaury y hermana de la reina Sibila , era la he-
redera del trono de Jerusalen . A Conrado , dueño de Tiro , á quien el cronista Gualtero Vinisauf ( 1 ) compara á
Simon por la doblez , á Ulises por la elocuencia y á Mitridates por su facilidad en hablar diversas lenguas, se
le despertóde repente la ambicion de reinar en la Palestina , y resolvió casarse con Isabel , casada ya con
Homfray de Thorons. Era preciso pues hacer anular el matrimonio de esta princesa, y para atraerse los áni-
mos, aduló al pueblo , halagó á los grandes , y prodigó dádivas y promesas . En vano el arzobispo de Cantor-
bery le opuso las leyes de la religion y le amenazó con los rayos de la Iglesia ; un consejo de eclesiásticos anuló
el matrimonio de Thoron , y la heredera del trono pasó á ser la esposa de Conrado, censurando el ejército
el que tuviese dos mujeres á la vez , una en Siria y la otra en Constantinopla .

Con todo, este gran escándalo no apaciguó las cuestiones pendientes. Guido de Lusiñan no cesó de reclamar
sus derechos á la corona . Los cruzados muriéndose de hambre, víctimas de las enfermedades contagiosas y
del azote de la guerra , solo se ocupaban de las pretensiones de los dos príncipes rivales . A los unos les habia
conmovido la desgraciada suerte de Lusiñan, y se declaraban por su causa ; los otros admiraban el valor de
Conrado, y creian que el reino de Jerusalen tenia necesidad de un jefe que supiese defenderlo . Se censuraba
á Guido de Lusiñan , el haber preparado ó contribuido al poder que habia llegado á adquirir Saladino; por el

contrario se alababa el marqués de Tiro, por haber salvado las únicas ciudades que quedaban á los francos.
Las disensiones pasaron de los jefes á los soldados , pues iban á perder la vida por saber á quién pertenece-
ria un cetro roto y el vano título de rey . Los obispos calmaron en fin los ánimos , y los dos partidos determi-
naron confiar la decision de este negocio al dictámen de Ricardo y de Felipe , cuya próxima llegada sẻ aguar-
daba.

Estos dos monarcas, salidos de Génova y de Marsella , se habian dirigido hácia Mesina (2) . Al llegar á esta
ciudad, acababa de morir Guillermo II, en medio de los preparativos de la guerra santa , y su sucesion habia
encendido la guerra entre la Sicilia y el imperio germánico . Constanza , heredera de Guillermo , se habia casado
con Enrique VI rey de los romanos, habiéndole confiado el cargo de defender su herencia; pero el hermano
natural de Constanza , Tancredo , amado de la nobleza y del pueblo , habia usurpado el trono de su hermana ,
en que se mantenia por la fuerza de las armas . Las tropas alemanas ; para sostener los derechos de Constanza ,
devastaban la Pulla , triste preludio de las plagas que cayeron mas tarde sobre este desgraciado reino, y cuya
dolorosa relacion servirá pronto para la historia de otra cruzada .

(1) Creemos deber repetir aquí le las cruzadas, sobre que la obra de Gualtero Vinisauf dela
cual la recopilacion de Bougars so' de Historia Hierosolymitana sin nombre de autor, no es co-
nocido por ninguno de sus histo santes de nosotros. Despues de nuestra primera edicion, y
buscando todas las recopilacic allado completa bajo su verdadero titulo y con el nombre
de su autor. Dicha obra nos Jas nuevos y preciosos. Leyéndola con atencion, he
mos reconocido en Gualter tiempo. El fragmento inserto en la recopila-
cion de Bougars, no cor as que hasta el casamiento del marqués Conrado
con la esposa
(2) Ro blioteca de las Cruzadas t . II
270 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

La aproximacion de los príncipes cruzados alarmó á Táncredo , que no estaba muy seguro en su trono .
Creia ver en Felipe á un aliado del emperador dé Alemania , y en Ricardo , al hermano de la reina Juana , viu

da de Guillermo á quien él habia maltratado y retenido en prision . No pudiendo combatirle probó desarmar
le por medio de obsequiosas caricias . Por lo que hace á Felipe, el resultado soprepujó á sus esperanzas ; no su
cedió así con Ricardo , el que desde los primeros dias de su llegada reclamó con altanería el dote de Juana , y
se apoderó de dos fuertes que dominaban á Mesina . Pronto-los ingleses se encontraron con los súbditos de Tan
credo, y el estandarte del rey de Inglaterra fué enarbolado en la misma capital de la Sicilia . Por medio de este
acto de violencia y de autoridad Ricardo ultrajaba á Felipe , de quien era vasallo . El rey de Francia dió las ór
denes oportunas , para que desapareciese la bandera inglesa ; Ricardo obedeció estremecido . Esta sumision , aun

cuando fué acompañada de amenazas, pareció apaciguar á Felipe y puso fin á la guerra: desde entonces Ri
cardo se reconcilió con Tancredo , el que procuró hacer nacer sospechas acerca de la lealtad del rey de
Francia; y para asegurar su propia tranquilidad , sembró la division entre los cruzados.
Acusáronse los dos reyes sucesivamente de traicion y de perfidia ; los franceses é ingleses se asociaron
al encono de sus monarcas . En medio de estas divisiones , Felipe hostigó á Ricardo para que se casa
se con la princesa Aa , que se le habia prometido en matrimonio ; pero las circunstancias habian cambiado,
y el rey de Inglaterra rechazó con desprecio á una hermana del rey de Francia , á quien él mismo habia soli
citado, y por la que había hecho la guerra á su padre.
-
Hacia mucho tiempo que Leonor de Guiena , reina de los franceses era el mas implacable enemigo de es
tos, y buscaba desviar á Ricardo de este matrimonio exigido por Felipe . Queriendo concluir su obra y sem
brar para siempre la discordia entre los dos reyes , llevó á Sicilia á Berenguela , hija de don Sancho de
F Navarra que debia hacer casar con el rey de Inglaterra . La noticia de su llegada aumentó las sospechas de
Felipe yfué motivo de quejas . La guerra estaba á punto de estallar; pero algunos hombres sabios y piadosos
mediaron en el asunto, y los dos reyes formaron una nueva alianza . Sofocóse por un momento la discordia ,
pero debia desconfiarse de una amistad que tenia necesidad de que se jurase tan á menudo , y de una paz por
la cual se hacia cada dia un tratado.
Ricardo, que acababa de hacer la guerra á los cruzados , se entregó de repente al arrepentimiento y á la pc

nitencia ; hizo reunir en una capilla á los obispos que le habian acompañado , presentóse en camisa delante de
ellos , y teniendo en la mano , dice un historiador inglés (1 ) , tres mazos de vergas flexibles , se echó á los piés de
los pastores de la Iglesia , confesó sus pecados , escuchó sus amonestaciones , y sometióse con docílidad á la fla
gelacion que habia sufrido delante de Pilatos el Salvador del mundo . Despues de algun tiempo , como su
espíritu estaba naturalmente inclinado á la supersticion , tuvo deseos de oir al abate Joaquin , que vivia re
tirado en las montañas de la Calabria y que pasaba por profeta ( 2) .

En un viaje que este solitario hizo á Jerusalen , decian que habia recibido de Jesucristo la facultad de espli
car el Apocalipsis , y de leer en él , como en una verídica historia , todo lo que debia pasar en la tierra. In
vitado por el rey de Inglaterra , abandonó su retiro y se dirigió á Mesina precedido por la fama de sus vi
siones y de sus milagros . La austeridad de sus costumbres , la singularidad de sus maneras y el místico lenguaje
de sus discursos , le granjearon luego la confianza y la veneracion de los cruzados . Se le interrogó sobre el
éxito de la guerra que iba á hacerse en la Palestina , y predijo á los cruzados , que Jerusalen seria rescatada
siete años despues de la conquista de Saladino . ¿ Por qué pues , le dice Ricardo , hemos venido tan aprisa ?
Vuestra llegada , añadió Joaquin , es muy necesaria . Dios os dará la victoria sobre los enemigos , y hará vues
tro nombre célebre sobre todos los príncipes de la tierra (3) .
Esta esplicacion que no estaba en armonía con la pasion é impaciencia de los cruzados , no podia satisfacer
el amor propio de Ricardo . Felipe dió poco crédito á una prediccion que se encontraba desmentida por los
acontecimientos ; y solo pensó en combatir á Saladino , este temible vencedor, que el abate Joaquin creia era
una de las siete cabezas del dragon del Apocalipsis . Así que la primavera hubo hecho navegable el mar , em
barcóse para la Palestina , en cuyo punto fué recibido como el ángel del Señor : su presencia reanimó el valor

(1) Brompton es el cronista que habla de este hecho ; otro escritor inglés, Gualtero Kemnigford dice que esto aconteció poco an
tes de morir el rey Ricardo, el que viendo acercarse su fio , se hizo azotar en espiacion de sus pecados. Gualtero Vinisauf, no habla
de este acto de penitencia.
(2) Brompton, Biblioteca de las Cruzadas, t. I.
(3) Rogerio de Hoveden.
LIBRO OCTAVO . - 1190-1494. 271

y la esperanza de los cristianos , que hacia ya dos años que sitiaban á Tolemaida . Colocaron los franceses su
cuartel cerca del enemigo , y desde que hubieron colocado sus tiendas , so ocuparon en dar el asalto . Se dice ,
que ellos hubieran podido hacerse dueños de la ciudad , pero que inspirado Felipe de unas ideas caballerescas ,
mas bien que por una sabia política , quiso que Ricardo estuviese presente á esta primera conquista . Esta
generosa condescendencia fué funesta á los cristianos , dando á los sitiados tiempo suficiente de recibir socorro .
Ilabia pasado Saladino el invierno sobre la montaña de Karouba ; las fatigas, los combates , el hambre y
las enfermedades habian abatido á su ejército ; él mismo estaba postrado á causa de un mal que los médicos
no podian curarle, y el cual le habia impedido muchas veces seguir á sus guerreros en el campo de batalla .
Así que supo la llegada de los dos poderosos monarcas cristianos , solicitó de nuevo , por medio de sus emba
jadores , los socorros de los príncipes musulmanes . Se hicieron rogativas en todas las mezquitas para el triun
fo desus armas y la salvación del islamismo , y en todas las ciudades los imanes exhortaban á los pueblos á
armarse contra los enemigos de Mahoma .
« Innumerables legiones de cristianos , decian ellos , han venido de los paises situados mas allá de Cons
tantinopla, para arrebatarnos las conquistas que habian llenado de gozo á los discípulos del Coran , y para
disputarnos un terreno en el cual los compañeros de Omar habian plantado el estandarte del Profeta . No
economiceis ni vuestra vida ni vuestras riquezas para vencerles . Vuestra marcha contra los infieles , vues
tros peligros, vuestras heridas , todo , hasta el paso del torrente , está escrito en el libro de Dios . La sed , el
hambre, la fatiga , basta la misma muerte , serán otros tantos tesoros en el cielo , que os facilitarán la entra
da en los deliciosos jardines del paraiso . En cualquiera parte que esteis , la muerte os sorprenderá ; ni vues
tras casas ni vuestras elevadas torres os defenderán contra sus golpes . Algunos de vosotros han dicho : Nova
yamos ábuscar los combates durante los calores del verano y los rigores del invierno; pero el infierno será
mas terrible que los rigores del invierno y que los calores del estio. Id pues á combatir à vuestros enemi
gos en una guerra emprendida por la religion : la victoria ó el paraiso os aguardan: temed mas à Dios que á
los infieles. Es Saladino que os llama bajo sus banderas . Saladino es el amigo del Profeta como el Profeta es
el amigo de Dios . Si no obedeceis, vuestras familias serán echadas de la Siria , y Dios pondrá en vuestro pais
otros pueblos mejores que vosotros . Jerusalen , la hermana de Medina y de la Meca , volverá á caer en poder
de los idólatras que dan un hijo , un compañero y un igual al Altísimo, y quieren estinguir las luces de
Dios . Armaos pues con el escudo de la victoria ; dispersad á los hijos del fuego y del infierno, que el mar ha
vomitado sobre vuestras riberas , y acordaos de estas palabras del Coran : El que abandonare sus hogares pa
ra defender la santa religion , encontrará la abundancia y muchos compañeros .
Animados los musulmanes con este discurso volaron á las armas , y de todas partes acudieron al campo de

Saladino , que ellos miraban como el brazo de la victoria y el hijo querido del Profeta .
Durante este tiempo, Ricardo habia retrasado su marcha , por asuntos estraños á la cruzada . Mientras que
su rival le aguardaba para tomar una ciudad de los turcos , y queria compartirlo todo con él , hasta la glo
ria , se hizo dueño de un reino que retenia para sí .
Al salir la flota inglesa del puerto de Mesina , fué dispersada por una violenta tempestad ; tres navíos se
estrellaron sobre las costas de Chipre : los desgraciados que pudieron salvarse del naufragio fueron maltra
tados por los habitantes , y además se les llenó de cadenas : un navío á cuyo bordo iban Berenguela de Na

varra, y Juana, reina de Sicilia , habiéndose presentado delante de Limisso , no pudo entrar en el puerto .
Poco tiempo despues , Ricardo llega con la flota que habia reunido , pero se le rechazó inicuamente. Isaac ,
descendiente de la familia de los Comnenos , que durante las turbulencias de Constantinopla se habia apo
derado de la isla de Chipre , y la gobernaba bajo el pomposo título de emperador , se atrevió á amenazar
al rey de Inglaterra .

Estas amenazas fueron la señal de la guerra , y por una y otra parte corrióse á las armas . Isaac no pu
do resistir el primer choque de los ingleses ; sus tropas fueron batidas y dispersadas ; sus ciudades abrieron
las puertas al vencedor . El mismo emperador de Chipre cayó en poder de Ricardo , quien por insultar á su
vanidad y á su avaricia , le hizo cargar de cadenas de plata . El rey de Inglaterra , despues de haber liber
tado á los habitantes de Chipre de un rey que ellos llamaban un tirano , les hizo pagar este servicio con la
mitad de sus bienes , y tomó posesion de la isla , que fué erigida en reino y que permaneció mas de trescien
tos años bajo la dominacion de los latinos .
272 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Estando en ésta isla , y celebrando la victoria en las inmediaciones de la antigua Amathonte, Ricardo cele
bró su matrimonio con Berenguela de Navarra , y partió Juego para la Palestina , llevando consigo á Isaac y
á la hija de este desgraciado príncipe , en la que, segun se decia, la nueva reina encontró una temible rival .
Antes de llegar á las costas de la Siria , encontró á un navío musulman tripulado por intrépidos guerreros y
cargado de toda clase de provisiones de guerra . Despues de un mortífero combate , el navío desapareció se
pultado bajo las olas, y la noticia de esta victoria precedió á Ricardo en el campo de los cristianos . Celebróse
su llegada con fuegos artificiales disparados desde la campiña de Tolemaida ( 4 ) .
Luego que los ingleses hubieron reunido sus fuerzas con las del ejército cristiano , vió la ciudad sitiada ,
delante de sus muros , á todos los mas ilustres capitanes y valientes guerreros . Las tiendas de los francos cu
brian una vasta llanura , y su ejército presentaba un espectáculo imponente ; viéndose sobre la ri
bera del mar por un lado las torres y las murallas de Tolemaida , y por el otro el campo de los cristianos , en
donde se habian levantado casas, abierto calles y construido fortalezas; en fin se hubiera dicho que dos ciu
dades rivales se habian declarado la guerra.

La presencia de los dos monarcas llenó de inquietud y espanto á los musulmanes . El rey de Francia pasaba
en oriente por uno de los príncipes mas ilustres de la cristiandad : los musulmanes decian entre sí, que el rey
de Inglaterra sobrepujaba á los otros príncipes cristianos , por su valor y por la actividad de su genio . Ricar
do y Felipe , se profesaron luego una buena amistad, y todo el ejército , á su ejemplo , pareció haber olvidado
sus antiguas divisiones .

Si este amistoso estado hubiese podido subsistir algun tiempo , los cristianos hubieran podido triunfar fá
cilmente de sus enemigos : pero ¿ qué clase de union podia resistir al recuerdo de lo pasado y á los motivos de
rivalidad que surgian todos los dias? Se celebraba sin cesar en el campo la conquista de la isla de Chipre, y las
felicitaciones dirigidas á Ricardo importunaban á Felipe Augusto , quien en balde reclamaba la mitad del pai
conquistado, segun las condiciones del tratado de Vezelay . El ejército de Ricardo era mucho mas numeroso
que el de Felipe , y como el primero habia agotado su reino antes de embarcarse, era tambien su tesoro mas
considerable que el del rey de Francia . Felipe , á su llegada, habia prometido tres escudos de oro cada mes á los
caballeros que no tuviesen sueldo, y todos alababan su generosidad : prometioles Ricardo cuatro piezas de
oro , é hizo olvidar los beneficios del monarca francés . No podia mirar Felipe sin envidia que un
príncipe , que era su vasallo tuviese mas crédito que él en el ejército, y Ricardo se desdeñaba de obedecer
á un soberano á quien él aventajaba en poder y tal vez en valor .
Apesar de todo, los trabajos del sitio se proseguian sin descanso , se colocaban máquinas , y cada dia se pro
baba de asaltar la plaza ; pero rara vez los franceses é ingleses combatian juntos , y cada batalla era causa de
mil discordias : porque los cruzados que se habian quedado en el campo censuraban á los que habian comba
tido el no haber triunfado del enemigo , y estos á su vez echaban en cara á aquellos el no haberles socorri
do en el peligro.
Los debates á que dieron márgen las pretensiones al trono de Jerusalen , se renovaron entonces con mas fu
ror . Felipe así que llegó , declaróse por Conrado : y esto bastó para que Ricardo se declarase por Guido de Lu
siñan . El ejército cristiano se dividió en dos partidos, como estaba poco antes. Veíase de una parte los fran
ceses , alemanes , templarios y genoveses ; y de la otra ingleses , pisanos y hospitalarios . En medio de estas di
sensiones , Conrado se retiró á la ciudad de Tiro, y manifestó que no queria hacer sacrificio alguno para la
union de los cristianos.

El rey de Inglatera y el rey de Francia cayeron enfermos al llegar al campo de Tolemaida . Esta desgraciada
circunstancia retardó algo los progresos del sitio , y dió alguna esperanza á los sitiados . Felipe solo permane
ció algunos dias en su tienda , y no tardó en montar á caballo para reanimar á los soldados con su presencia ;
Ricardo cuya enfermedad era mas grave, se mostraba impaciente para pelear , y esta impaciencia , dice su his
toriador, le atormentaba mas que la calentura que quemaba su sangre .
Durante su enfermedad , Felipe y Ricardo habian enviado diputados á Saladino, y la historia se complace
en consignar los generosos procedimientos y las políticas frases con que se redactaron las negociaciones, en
tre soberanos que se hacian la guerra . Saladino , segun refiere Brompton , ofrecia á los reyes cristianos, frutos

(1) Gualtero Vinisauf, Biblioteca de las Gruzadas t. II.


1

LIBRO OCTAVO . - 1190-1191 . - 273

de Damasco , y estos hacian regalos al príncipe musulman de joyas y brillantes . Estas maneras desconocidas
hasta entonces , presentaban un estraño contraste con la bárbara animosidad de los combatientes . Esto hacia,
que la multitud de los cruzados no podia esplicarse estas relaciones que causaban su sorpresa , y en el estado
de desórden y de agitacion en que se hallaban los ánimos , se atribuia mas bien ó con mas facilidad á perfidia y
á traicion que no á generosidad . Los partidarios de Ricardo acusaron á Felipe , y los de este echaban en ca
ra á Ricardo el mantener una culpable inteligencia con los musulmanes . El rey de Francia contestaba á es
tas acusaciones , combatiendo todos los dias con los turcos , y el rey de Inglaterra , siempre enfermo , se hacia
conducir á menudo al pié de las murallas de la ciudad , para escitar con su ejemplo el ardor de los sitiadores .
Sin embargo los peligros de la guerra , la gloria de la religion y el interés de la cruzada , acallaron por un
momento la voz de las facciones, y persuadieron á los cruzados á reunirse contra el enemigo comun . Des
pues de varias discusiones se decidió que Guido de Lusiñan conservaria el título de rey durante su vida y que
Conrado y sus descendientes le sucederian al reino de Jerusalen ( 1 ) .
Seconvino al mismo tiempo , que cuando el uno de los dos monarcas atacaria la ciudad , el otro vigilaria por
la seguridad del campo , conteniendo á la vez al ejército de Saladino . Este convenio restableció la armonía , y
los guerreros cristianos que habian estado á pique de esgrimir las armas unos contra otros, ya no disputa
ron mas que la gloría de vencer á los infieles .
Continuóse el sitio con nuevo ardor; pero los sitiados habian empleado en fortificar la plaza todo el tiempo
que los cruzados acababan de perder en estériles disputas . Estos , al presentarse delante de las murallas, en
contraron una resistencia que realmente no aguardaban . El ejército de Saladino secundaba continuamente los
esfuerzos de los sitiados atacando al ejército cristiano . Desde el amanecer , el ruido de los timbales y de las
trompetas , señal del combate , resonaba en el campo de los turcos y sobre las murallas de Tolemaida ; Saladi
no estimulaba á sus soldados con su presencia , y su hermano Malek -Adhel daba el ejemplo del valor. á todos
los emires. Muchas grandes batallas tuvieron lugar al pié de las colinas , en donde acampaban los cristianos .
Los cruzados probaron por dos veces dar un asalto general , y viéronse obligados á regresar á su campo para
defenderlo de Saladino que le estaba amenazando .
En uno de estos ataques , un caballero defendia una de las puertas del campo contra una multitud de mu
sulmanes . Los autores árabes comparan este caballero á un demonio animado por todos los fuegos del infier
no: Una enorme coraza le cubria enteramente : las flechas, piedras, y los golpes de lanza , no podian ofender
le : todos cuantos le rodeaban recibian la muerte, y solo él , en medio de sus enemigos , parecia que no debia
temer cosa alguna . Este bravo guerrero no pudo ser puesto fuera de combate sino por el fuego griego arrojado
sobre su cabeza , y devorado por las llamas , pereció , asemejándose á las enormes máquinas de los cristianos ,
que los sitiados habian incendiado debajo de las murallas de la ciudad (2) .
Cada dia los cruzados redoblaban sus esfuerzos , y rechazaban sucesivamente el ejército de Saladino ó amc
nazaban á la ciudad de Tolemaida . En uno de los asaltos quedieron , se les vió llenar los fosos de la plaza con
sus caballos muertos y con los cadáveres de sus compañeros , que habian sucumbido bajo el hierro del enemi
go ó diezmados por las enfermedades . Los sitiados quitaban los muertos amontonados debajo de sus murallas
por los cristianos , y los arrojaban al borde del foso , en donde la espada del combate hacia sin cesar nuevas
victimas . Ni el espectáculo de la muerte , ni los obstáculos , ni las fatigas , nada podia contener á los cristianos .
Así que sus torres de madera y sus aríetes habían sido reducidos á cenizas , construian caminos subterráneos ,
desde los cuales se dirigian hasta el pié de las murallas . Cada dia empleaban nuevos medios y nuevas má
quinas para batir la plaza . Refiere un historiador árabe , que levantaron cerca de su campo una colina
de tierra de una prodigiosa altura ; y empujando sin cesar la tierra hácia adelante , hicieron adelantar poco á
poco esta montaña hácia las murallas de la ciudad . Solo estaba separada de la plaza , la mitad de distancia
que corre una flecha ; y los sitiados, saliendo de la plaza , se precipitaron delante de la masa enorme, que se
aproximaba todos los dias y amenazaba sus murallas . Armados de espadas, azadones y palas , combatian á
los que la hacian mover , y no pudieron detenerla sino abriendo muchos fosos sobre su basé.
Los franceses se distinguian entre todos los guerreros cristianos , y dirigian sus ataques contra la torre

(1) La decision tomada con respecto á Guido, no tuvo lugar hasta despues de la rendicion de Acre, pero debiase tratar enton
ces de las bases del arreglo.
(2) Boha-Eddin , Biblioteca de las Cruzadas, t. IV.
35
E
271 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

maldita al este de la ciudad . Ya empezaba esta á bambolear , debiendo ofrecer bien pronto á los sitiadores un
camino para entrar en la plaza . La guerra , las enfermedades y el hambre habian debilitado la guarnicion ; la
ciudad estaba falta de víveres , de municiones de guerra y de fuego griego; los guerreros que habian resisti
do á todas las fatigas , cayeron en el abatimiento , y el pueblo murmuraba contra Saladino y contra los emi
res : en esta crítica situacion , el comandante de la plaza , llamado Meschtoub , se trasladó á la tienda de Felipe
Augusto y le dijo: «Hace ya cuatro años que somos dueños de Tolemaida . Luego que los musulmanes entra
ron en la ciudad, dejaron á todos los habitantes la libertad de trasladarse al punto que quisiesen , con sus
familias; nosotros os ofrecemos hoy devolveros la plaza , y solo os pedimos las condiciones que nosotros conce
dimos á los cristianos . » El rey de Francia , despues de haber reunido á los principales jefes del ejército, respon
dió que los cruzados no consentirian en perdonar á los habitantes y á. la guarnicion de Tolemaida , si los
musulmanes no entregaban á Jerusalen y á todas las ciudades cristianas que habian caido en su poder desde
la batalla de Tiberíada . Irritado el jefe de los emires de esta contestacion , se retiró jurando por Mahoma
sepultarse debajo de las ruinas de la ciudad : « Nuestros últimos esfuerzos serán terribles , esclamó : y cuando
el ángel Reduan conducirá á uno de nosotros al paraiso , el siniestro Malek precipitará á cincuenta de vosotros
en el infierno »
Cuando el comandante regresó á la plaza , inflamó á todos sus soldados . Luego que los cristianos renovaron
el ataque y trataron de dar un nuevo asalto, fueron rechazados con un vigor que les llenó de sorpresa . La mul
titud de los francos, valiéndonos del lenguaje de los autores árabes , se arrojaban sobre los muros de la plaza
con la rapidez de un torrente que va a precipitarse en un lago; subian por las murallas medio arruinadas ,
como las cabras salvajes suben por las escarpadas rocas, mientras que los musulmanes se precipitaban sobre
los sitiadores , como las piedras que se desgajan de la cúspide a las montañas .
La desesperacion daba este valor á los musulmanes; pero el ardor que les inspiraba la desesperacion era
pasajera , y pronto los soldados del islamismo volvieron á caer en el abatimiento . Los socorros que Saladino
les habia prometido no llegaban , y nada podia salvar la ciudad . Muchos emires se embarcaron de noche en
un pequeño buque , para ir á buscar un asilo en el campo de Saladino, prefiriendo esponerse á la censura
del sultan ó perecer en medio de las aguas, que morir bajo la espada de los cristianos . Esta desercion y la vis
ta de las torres acabaron de llenar de terror á los musulmanes . Mientras que los palomos y los buzos anun
ciaban la horrible situación de los sitiados , estos formaron el proyecto de salir de la plaza en medio de la no
che, y de desafiar todos los peligros para reunirse con el ejército del sultan ; pero su intencion fué descubierta
por los cruzados , que guardaron todos los puntos por donde podian escapar . Visto esto por los sitiados , solo
pensaron en salvar su vida por medio de una capitulacion que fué aceptada . Ellos prometieron hacer devol
ver á los francos el leño de la verdadera cruz y seiscientos prisioneros , comprometiéndose á pagar doscientas

mil piezas de oro al jefe del cjército cristiano . Los rehenes y todo el pueblo encerrado dentro de Tolemaida
debian quedar en poder del vencedor hasta la completa ejecucion del tratado (1 ) .
Un soldado musulman pudo escaparse de la ciudad y vino á anunciar á Saladino que la guarnicion habia
sido obligada á capitular . El sultan , que se habia propuesto probar el último esfuerzo , supo esta noticia con
un profundo dolor. Convocó á su consejo para saber si aprobaria la capitulacion , pero apenas los principa
les emires se habian reunido en la tienda , que se vió ondear sobre las murallas y las torres de Tolemaida los
estandartes de los cruzados .

Tal fué el sitio de Tolemaida , que duró mas de dos años , y en el que los cruzados derramaron mas san
gre y demostraron mas valor que el que se necesitaba para conquistar el Asia . «En el espacio de dos años ,
dice Emmad -Eddin , el hierro de los musulmanes inmoló á mas de sesenta mil infieles ; á medida que pere
cian sobre la tierra , se multiplicaban en el mar cuantas veces se atrevieron á atacarnos fueron muertos ó
hechos prisioneros ; con todo, otros les sucedian , y si sucumbian un centenar , aparecian mil . » No deja de
ser un asunto de meditacion para el hombre pensador , una guerra á la cual acudian los pueblos del norte y
del mediodía, que sin estar de acuerdo entre sí , ni ser escitados ó arrastrados por potencia alguna , iban á
combatir, debajo de los muros de una ciudad de Siria , á un enemigo que no conocian y del que nada tenian
que temer personalmente .

(4) Gualtero Vinisauf y Brompton , Biblioteca de las Cruzadas , t. II.


Peint par Blondel
1
LIBRO OCTAVO . - 1490-1194 . 273

Cuando uno aplica esta idea ó concepto á los acontecimientos que acabamos de describir, no puede menos
de admirar el heroismo , la constancia y la resignacion de los cruzados ; y sorprende á la vez la direccion que
dan muchas veces á los negocios , circunstancias ó acontecimientos de poca valía . Un rey fugitivo, qué noen
cuentra un asilo en sus estados , va de repente seguido de sus soldados á sitiar una ciudad importante ; desde
el momento y sobre este punto tiene los ojos puestos toda la cristiandad, dirigiéndose á él todas las fuerzas
del occidente , sin que príncipe ni monarca alguno sueñe en acometer empresa alguna mas importante . Vese
por una parte agitarse los imperios y levantarse armados á la voz de la oprimida religion ; ¿ y qué es lo que
se ve del otro lado? la colina de Thuron y las estériles riberas de Belus , sobre las que vino á concentrarse
y á morir esta violenta tempestad que ha conmovido al mundo . Este largo sitio de Tolemaida , si llenó de glo
ria á algunos , no fué para los francos mas que un lazo que les tendió la fortuna de los musulmanes, y el por
fiar tanto en la conquista de una ciudad , que no era la santa ciudad , ¿ no -contribuyó á salvar el oriente y tal
vez al islamismo de las empresas del mundo cristiano?
En los diferentes combates que tuvieron lugar durante el sitio entre los buques turcos y los francos , ha
podido notarse que los cristianos llevaban á menudo ventaja sobre sus enemigos , y la superioridad de la
marina de occidente fué la que salvó al ejército cristiano . Mas daño hicieron á los cruzados las tempestades
y el mal tiempo , que todos los guerreros de Saladino . Si los musulmanes se hubieran hecho temibles por sus
fuerzas navales, y si Saladino en lugar de reunir los ejércitos , hubiese reunido las flotas para guardar las cos
tas de la Siria , los ejércitos de Europa no hubieran podido reunirse jamás , y el hambre hubiera becho vic
timas á todos los cristianos que hubiesen llegado á Palestina ( 1 ) .
Es en los grandes acontecimientos cuando se ponen de relieve la fuerza , el ingenio y las pasiones del hom
bre; y en esta larga lucha entre cristianos y musulmanes puede conocerse su poder y su pujanza , y al mis
mo tiempo estudiar su carácter y sus costumbres .
No hablaremos aquí de sus diferentes armas , ni de su táctica , ni de sus evoluciones militares . En el sitio
de Tolemaida , los francos y los turcos perfeccionaron sucesivamente los medios de ataque y defensa . Los mu-
sulmanes dieron al fuego griego una fuerza y una actividad que no se habia conocido en las precedentes
guerras. Por otro lado los cristianos construyeron máquinas que fueron la admiracion y el espanto de sus
enemigos . Nada se omitió por una y otra parte de cuanto pudiese contribuir á hacer la guerra mas mortife
ra y mas cruel , y en el furor que animaba á los combatientes , se admira que no se hiciese uso de las fle
chas envenenadas , conocidas entonces en Asia . En un navío musulman que conducia municiones de guerra
á Tolemaida y que apresó Ricardo al llegar á la Siria , se encontraron serpientes y cocodrilos destinados á
causar la muerte en el campo de los sitiadores . Los cruzados no tuvieron defensa alguna contra estos terri
bles ausiliares , pero ellos habian traido de Sicilia piedras negras ( 2 ) , producto de la lava del Etna , que cau
saban un gran destrozo en la ciudad , y que los musulmanes comparaban á los rayos lanzados contra los ánge
les rebeldes .

En medio de los combates y de los asaltos que tenian lugar todos los dias , no vemos sostenido el valor
de los soldados de la cruz por las visiones y milagros , como en las otras guerras santas . Solo una crónica
refiere ( 3 ) que la Vírgen , madre del Salvador , apareció durante la noche à algunos guerreros que vigila
ban debajo de las murallas de la ciudad ; pero el relato de esta aparicion no hizo sensacion alguna en el ejér–
cito cristiano. Con todo , el entusiasmo religioso no tenia límites , y jamás se vió á tan gran número de pre
lados y de eclesiásticos sobre las armas. El clero latino, que en sus predicaciones habia repetido tantas veces ,
que la muerte en una guerra contra los musulmanes abria á los peregrinos las puertas del cielo , no quiso
privarse de este medio de salvacion . Aun cuando los sacerdotes del islamismo no tomaron las armas , hemos
visto con todo , que miraban esta guerra como sagrada , y el mas ilustre de los cadís musulmanes escribia á
Saladino La lengua de nuestras espadas es bastante elocuente para obtenernos el perdon de nuestras fal
tas ( 4 ) .

(1) Gualtero Vinisauf da acerca del estado de la marina en la edad media, detalles bastante curiosos en su libro I, cap. 34 .
Véase tambien la Biblioteca de las Cruzadas, t, I. p. 675.)
(2) Gualtero Vinisauf dice que una de estas piedras negras fué mandada á Saladino , como un objeto de curiosidad.
(3) Brompton. El autor musulman Boka- Eddin cita por su parte , à una legion de ángeles vestidos de color verde que descendie
ron del cielo durante la noche para socorrerá la guarnicion de San Juan de Acre . (Biblioteca de las Cruzadas, t -IV) .
( ) Biblioteca de las Cruzadas, t. IV.
276 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

El fanatismo redobló á menudo los furores de la guerra . En el esceso de su religiosa animosidad , los mu
sulmanes dieron la muerte á los desarmados cautivos , y vióseles quemar á los prisioneros cristianos sobre el
campo de batalla : los cruzados imitaron la barbarie de sus enemigos .
Tal es con todo el ascendiente que tiene la voz de la humanidad sobre los mas feroces corazones , que vié
ronse entonces guerreros que se retiraban horrorizados de la carnicería que ellos mismos habian hecho . En
un asalto que se dió á la ciudad , encontráronse en los subterráneos los mineros cristianos y los musulmanes ;
y como si el espectáculo de las ruinas acumuladas á su alrededor y el aspecto de la tumba que habian becho
les hubiese infundido generosos sentimientos, depusieron las armas é hicieron entre ellos un tratado de paz,
dejando á otros el cuidado de proseguir una guerra que les hacia mas bárbaros de lo que querian ser.
Se ha comparado el sitio de Tolemaida con el de Troya , y esta comparacion no deja de ser verdadera . Los
guerreros musulmanes y los guerreros cristianos se provocaban á menudo á combates singulares y se llena
ban de injurias. Como los héroes de Homero , mujeres cubiertas con el casco y la coraza disputaban á los ca
balleros el premio del valor , y fueron encontradas entre los muertos que cubrian el campo de batalla ( 4 ) .
Hasta la infancia quiso tomar parte en esta lucha , pues vióse á los niños salir de la ciudad sitiada y batirse
contra los niños de los cristianos , en presencia de los dos ejércitos.
Alguna vez los placeres de la paz reemplazaban á los furores de la guerra , y los francos y los turcos ol
vidaban por un momento que estaban en guerra . Durante el sitio se celebraron varios torneos en la llanura
de Tolemaida , á los que los musulmanes fueron invitados . Los campeones de los dos parti dos antes de en
trar en la liza se arengaban los unos á los otros , se llevaba al vencedor en triunfo, y al vencido se le consi→
deraba como prisionero de guerra . En estas fiestas guerreras , que reunian á las dos naciones , los francos bai
laban á menudo al son de los instrumentos árabes , y sus bufones cantaban para hacer bailar á los musul
manes .
La mayor parte de los emires , á ejemplo de Saladino , demostraban una sencilla austeridad en sus vesti
dos y en sus maneras . Un autor árabe compara al sultan, en medio de su corte, rodeado de sus hijos y de sus
1
hermanos , al astro de la noche que arroja una sombría luz en medio de las estrellas : todo su lujo consistia en
la hermosura de sus caballos , en el brillo de sus armas y de sus estandartes , sobre los que hacian pintar
plantas, flores, albaricoques y otros frutos de color de oro . Los principales jefes de la cruzada no guardaban
esta conducta . Las crónicas inglesas se complacen en celebrar el fausto y la magnificencia que desplegó el
rey Ricardo en su peregrinacion : como se habia visto ya en la primera guerra santa , los príncipes y los ba
rones se llevaban al Asia todos sus instrumentos de caza y de pesca , rodeándose del lujo de sus palacios y de
sus castillos . Entre los halcones que tenia el rey de Francia , dice un autor árabe , habia uno de color blan
co y do una especie rara : el rey ( repetimos aquí la sencilla relacion del cronista oriental ) queria mucho á es

te pájaro , y este pájaro queria tambien mucho al rey . Habiéndose escapado este halcon , fué á posarse sobre las
murallas de la ciudad , y todo el ejército cristiano se puso en movimiento para coger al fugitivo pájaro. Como dió
la casualidad que los musulmanes le cogieron y lo presentaron á Saladino , Felipe envió un embajador al sul
tan para rescatarle , é hizo ofrecer una suma de oro que hubiera bastado para el rescate de muchos guerreros
cristianos .

El campo de Tolemaida , á donde todas las artes y oficios habian seguido á los peregrinos , parecia una gran
ciudad de Europa ; pues en él se hallaban mercados en donde poder comprar todas las producciones del orien
te y del occidente : el movimiento del comercio , los trabajos de la industria , se mezclaban en todas partes con

la actividad de la guerra y el ruido de las armas . Debe creerse que la ambicion y la codicia se aprovecharon
á menudo de la miseria de los cruzados : las crónicas hablan de un pisano que en medio del hambre habia
reunido una gran cantidad de trigo, y rehusaba el venderlo, con la esperanza de sacar una escesiva suma .
Las llamas consumieron los almacenes de este avaro comerciante , y los pobres no dejaron de reconocer la
divina justicia de Dios .
Abd - Allatif, que se encontraba en el sitio de San Juan de Acre , nos da varios detalles acerca del campo de

(1) Los cronistas de occidente no hablan una palabra de las mujeres que combatian entre los cruzados ; los autores árabes , que
hablan de este asunto , nos dicen que fueron reconocidas, entre los muertos ó los prisioneros. Solamente Gualtero de Vinisauf
cita un acto de heroico sacrificio de una mujer cristiana , que herida de muerte pidió ser arrojada al foso de la ciudad, á fin que
su cuerpo pudiese contribuir á rellenarlo . (Biblioteca de las cruzadas, t . II .)
LIBRO OCTAVO . - 1490-1191 . 277

los musulmanes . « En medio habia una gran plaza , dice el cronista árabe, conteniendo hasta ciento cuaren→
ta departamentos para los albéitares : veíanse muchas cocinas , y en una sola se contaban veinte y ocho ollas
ó marmitas , pudiendo contener cada una una ovja . Yo mismo conté las tiendas, registradas por el inspector
del mercado, y conté hasta siete mil . Una de las tiendas del campo habria hecho ciento como la de nuestras
ciudades . Todo estaba bien acondicionado . Cuando Saladino levantó el campo para retirarse á Karouba , aun
que la distancia era corta , costó á un mercader de mantecas, sesenta y dos piezas de oro el trasladar su
almacen . En cuanto al mercado de vestidos nuevos y viejos , es cosa que pasma la imaginacion . Se contaban
en el campo mas de mil baños , servidos por africanos . »

La miseria que afligia constantemente al campo cristiano , no impedia á un gran número de cruzados
entregarse á todos los escesos de la licencia y del desórden ; pues se veian reunidos allí todos los vicios
de la Europa y del Asia . Si debe creerse á un historiador árabe, en el mismo momento en que los francos
iban á sufrir todos los rigores del hambre y de las enfermedades contagiosas, llegó á su campamento un cuer
po de trescientas mujeres , cuya presencia en el ejército cristiano era un escándalo para los musulmanes , y
que se prostituian á los soldados de la cruz , no teniendo necesidad para corromperlas de emplear los encantos
de la Armida de Taso.

Sin embargo , el clero exhortaba sin cesar á los peregrinos á seguir los preceptos del Evangelio . En el cam
po de los cristianos , los campanarios de las iglesias congregaba ó llamaba á los fieles al templo. A menudo los
musulmanes aprovechaban el momento en que los cruzados asistian á la celebracion de la misa , para atacar
sus trincheras desprovistas de soldados . En medio de la corrupcion general , el sitio de Tolemaida presentó
rasgos de veneracion . En los campamentos , y sobre el campo de batalla , se ejercia siempre la caridad al
rededor del soldado cristiano para aliviar su miseria y para curar á los enfermos y heridos .
Se habian formado asociaciones de hombres piadosos para asistir á los moribundos y enterrar á los muer
tos . Un pobre sacerdote de Inglaterra hizo construir á sus espensas, en la llanura de Tolemaida , una capilla
dedicada ó consagrada á los difuntos : habia á mas hecho bendecir al rededor de la capilla un vasto cemen
terio , en el cual , cantando él mismo el oficio de difuntos , servia para los funerales de mas de cien mil pere
grinos .
Durante el sitio, los guerreros del norte se encontraron en una posicion muy crítica , sin poder ser socor
ridos por las otras naciones . Algunos gentiles hombres de Lubek y de Bremen vinieron en su socorro, y for
maron tiendas de campaña con las velas de sus buques , para recibir en ellas á los pobres soldados de su na
cion y curarles en sus enfermedades : cuarenta señores alemanes tomaron parte en esta generosa empresa ,

y sú asociacion dió orígen á la órden hospitalaria y militar de los caballeros teutónicos (1 ) . En esta época se es
tableció la institucion de la Trinidad , que tenia por objeto rescatar á los cristianos que estaban cautivos en
poder de los musulmanes .
Cuando yo visité en 1831 á San Juan de Acre y á sus alrededores para seguir las huellas de nuestros anti
guos cruzados , encontré recuerdos mucho mas recientes de la Francia. Es sabido que en 1798 , el general. Bo
naparte, vencedor del Egipto , pasó á la Siria con todo su ejército , y puso sitio á San Juan de Acre ó Tolemai
da : yo
he visto sobre el monte Carmelo y sobre la ribera del Belus las tumbas de les franceses , muertos
durante este último sitio : el monte Thabor y las campiñas de la Galilea conservan aun el recuerdo de las
victorias de Bonaparte y de sus compañeros . Estas dos guerras produjeron igualmente prodigios de valor; pe
ro ¡qué diferencia de los sentimientos que animaban á los jefes y á los soldados en una y otra época ! En la pri
mera espedicion , los hombres se baten por la religion de sus mayores , y en la segunda se pelea en nombre
de una revolucion que amenaza destruir á la misma religion . En la cruzada de Felipe Augusto y de Ricardo.
Corazon de Leon , el nombre de Jerusalen baştó para inflamar á todos los corazones ; en la campaña de Na
poleon, no se pronuncia el nombre de la santa ciudad , y de este ejército venido del antiguo reino de San
Luis , nadie se acuerda de saludar el sepulcro de Cristo. ¿ No hay aquí , pues , algo de misterioso , qué la histo
ria no puede esplicar ? Porque en las dos guerras , es siempre el occidente que el va á buscar el oriente, y que
desea aproximársele .
Mientras que los hombres hacen con estrépito las revoluciones que conmueven á la sociedad, y cuyo tér

1) Véase la esplicacion sobre las órdenes de caballería en la Biblioteca de las Cruzadas.


278 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

mino desconocen , la Providencia prosigue en sus designios silenciosamente, sirviéndose de medios y de ins
trumentos que él juzga convenientes á sus miras . La necesidad de acercarse dos naciones tan alejadas la una
de la otra , este misterio , impenetrable hasta aquí á nuestra débil politica , ¿no empezaria á poderse esplicar
por lo que acontece mas allá de los mares en el momento en que escribimos ( 1 ) ? Nos ocuparemos de este

asunto al examinar cuáles han sido los resultados probables y el verdadero objeto de las cruzadas . Prosiga
mos nuestra tarea .
Luego que los emires que mandaban en Tolemaida hubieron firmado la capitulacion , muchos caballeros

cristianos entraron en la plaza para recibir los rehenes y tomar posesion de las torres y de las fortalezas . Al
salir la guarnicion musulmana de la ciudad , encontró formado en batalla á todo el ejército cristiano , notán
dose en el aire y el continente de los guerreros musulmanes cierta arrogancia y fiereza , que hubiera podido
tomarse por el orgullo de la victoria . Este espectáculo irritó á los soldados cristianos , que estaban ya descon

tentos por no haber tomado la ciudad á la fuerza , en cuyo caso hubieran podido saquearla : el descontento
subió de punto al ver que los dos reyes hicieron colocar centinelas á todas las puertas, con el fin de prohibir
la entrada á la plaza á la multitud de los cruzados que la habian conquistado . Ricardo y Felipe se repartieron
los víveres , las municiones y todas las riquezas que encontraron dentro de Tolemaida , y sacaron á la suerte
á los rehenes y á los prisioneros de guerra . « Que la Iglesia y la posteridad, esclama el obispo de Cremona,
juzguen si convenia que fuese dado todo á dos príncipes que apenas hacia tres meses que habian llegado, te
niendo los otros peregrinos tantos derechos adquiridos sobre los despojos del enemigo, por sus largos traba
jos y por tanta sangre derramada durante todo el sitio .

Luego que Felipe y Ricardo se hubieron repartido el precio de la victoria , todo el ejército entró en la ciu
dad . El clero purificó las iglesias , que habian sido convertidas en mezquitas, y dió gracias al cielo por el últi
mo triunfo concedido á los ejércitos de los cruzados . Los cristianos echados de Tolemaida cuando la conquista
de Saladino , vinieron á reclamar sus antiguas posesiones, y debieron á la activa solicitud del rey de Francia
el que se les permitiese ocupar sus antiguas habitaciones . Usaba Ricardo de la victoria sin miramiento algu

no , no solamente con respecto á los vencidos , sino hasta con los mismos vencedores . Se cuenta que Leopol
do de Austria , que se habia distinguido en el eiército por su valor , habia enarbolado su estandarte sobre una
de las torres de la ciudad , y por órden de Ricardo se quitó dicha bandera y fué arrojada al foso (2) : los guer
reros alemanes tomaban ya las armas para vengar este ultraje , pero Leopoldo disimuló su resentimiento; sin
embargo la fortuna debia ofrecerle bien pronto la ocasion de vengarse cruelmente . Irritado Conrado, se re
tiró precipitadamente con sus tropas á Tiro , y contestó á los prelados y barones que fuéron á invitarle para
que se reuniese otra vez á las banderas de la cruzada , que no se creia seguro en una ciudad y en medio de
un ejército en donde mandaba Ricardo . Entonces Felipe , ya fuese que estuviese descontento de la conducta
del rey de Inglaterra , ya que estuviese faltode dinero para continuar la guerra , y que su enfermedad se agra

vase , anunció su resolucion de regresar á sus estados . Esta determinacion afectó profundamente á todos los
cruzados . Refiere Brompton , que el duque de Borgoña y los barones que mandó á Ricardo para participarle
esta idea, no pudieron articular ni una sola palabra á causa del profundo sentimiento que ahogaba su voz :
los barones del rey de Inglaterra derramaron tambien lágrimas , pero Ricardo á quien no le desagradaba que
darse sin rival en el ejército cristiano , consintió ficilmente en la marcha de Felipe, contentándose con exi
girle la real promesa , de que al regresar á Francia no emprenderia cosa alguna contra los dominios y las pro
vincias de la corona de Inglaterra . Felipe fué á embarcarse á Tiro, y dejó diez mil franceses bajo las órdenes
del duque de Borgoña . Así que salió de Tolemaida , sus fieles caballeros y los cruzados que habian abrazado
su partido contra Ricardo , se despidieron con el mayor cariño de él ; los demás le llenaban de maldiciones
y le echaban en cara su desercion de la causa de Jesucristo .
Bicardo quedó solo y encargado de llevar á efecto la capitulacion de Tolemaida . Hlabia trascurrido ya un mes,
y Saladino no pagaba los doscientos mil bazantes que habia prometido en su nombre ; tampoco habia devuelto
el leño de la verdadera cruz , ni habia puesto en libertad á los prisioneros cristianos . «Entonces el rey de Ingla
terra, dice Gualtero Vinisauf, cuyo mayor desco era el abatir el orgullo de los musulmanes , confundir su

(1) En 1839.
# Gualtero de Kemnigford , Biblioteca de las Cruzadas. t. II.
LIBRO OCTAVO. -1190-1191 . 279

malicia y su arrogancia, y castigar los ultrajes que el islamismo babia hecho á la cristiandad , hizo salir de la
ciudad, el viernes despues de la Asuncion , dos mil setecientos musulmanes encadenados , y dió la órden para
que los matasen . Los que estaban encargados de ejecutar esta órden, se alegraron de hacer sufrir á los cau-
tivos musulmanes la pena del talion , y vengar con su muerte la que sufrieron los prisioneros cristianos muer-
tos á flechazos ( 1 ) . Hemos creido deber copiar aquí la relacion de un testimonio ocular, porque en un hecho
tan grave, el historiador debe temer siempre desnaturalizar un hecho, y cambiar algo de las circunstan-
cias que le caracterizan . Añadiremos, segun la relacion del autor inglés , que este acto de barbarie no
fué obra esclusiva de Ricardo, porque la ejecucion de los cautivos fué resuelta en un consejo de jefes del ejér-
cito cristiano. Las crónicas árabes no dejan de hacer mencion de la matanza de los prisioneros musulmanes ;
y si se juzga por los datos que ellas arrojan , Saladino fué requerido muchas veces para cumplir sus prome-
sas , amenazándole los cristianos con dar muerte á los musulmanes que tenian en su poder , si él no cum-
plia las condiciones de los tratados : entonces fué cuando los cruzados , seguidos de sus prisioneros , se adelar-
taron bácia la llanura hasta el punto donde acampaba Saladino , y sus terribles amenazas fueron cumplidas
en presencia del ejército musulman , que salió de sus trincheras y dió una batalla al ejército , cristiano . No
será por demás consignar aquí que las crónicas orientales , sin caracterizar esta bárbara escena , se limitan á

decir, que los prisioneros mártires del islamismo fuéron á beber las aguas de la misericordia en el rio del
paraiso ( 2 ) . No debe dudarse que los cruzados hubiesen preferido á estos actos de sangrientas represalias, el
pacífico cumplimiento de un tratado que les ofrecia grandes ventajas ; y esto fué sin duda la causa por la que
la política de Saladino sacrificó la vida de los cautivos y de los rehenes , que le era fácil rescatar. Cuando la
guerra iba á proseguirse con nuevo ardor , avergonzado el sultan de sus derrotas, y temiendo otros reveses ,
no podia resolverse á poner á la disposicion del enemigo à mas de dos mil prisioneros dispuestos á armarse
de nuevo contra él , doscientas mil piezas de oro que debian servir para equipar á un ejército que él no habia
podido vencer, y el leño de la verdadera cruz, cuyo aspecto fomentaba el entusiasmo en los combates y el ar-
dor de los cristianos . Finalmente, la mayor parte de los musulmanes que no profesaban los principios de una
politica inflexible, y que por otra parte habian degollado muchas veces á sus cautivos sin tener que echar
en cara á los cristianos la inobservancia de los tratados , no acusaron en esta ocasion la barbarie de sus ene-
migos , y solamente echaron en cara á Saladino la muerte de sus hermanos abandonados á la espada de los
francos . La opinion que se pronunció contra él entre sus emires y sus soldados, perjudicó mucho en lo su-
cesivo al progreso de sus ejércitos, obligándole al fin á concluir la guerra sin haber podido , conforme se habia
propuesto, destruir las colonias cristianas de la Siria.
Los victoriosos cruzados disfrutaron al fin en Tolemaida de una paz , que no habian conocido desde su llegada
á Siria . Los goces de un estado tranquilo , la abundancia de víveres , el vinode Chipre y las mujeres venidas de las
islas vecinas, les hicieron olvidar por un momento el fin de su empresa . Cuando un heraldo de armas anunció
en alta voz que el ejército iba á partir para Joppe, la mayor parte de los peregrinos sintieron el alejarse de
una ciudad llena de placeres . Sin embargo, el clero les recordaba el cautiverio de Jerusalen; despues de haber
acampado algunos dias fuera de la ciudad , Ricardo dió la señal de marcha , y.cien mil cruzados atravesaron el
Belus, pasando entre el mar y el monte Carmelo . Una flota salida del puerto de Tolemaida costeaba , cargada
de bagajes , de víveres y de municiones de guerra . Un carro de cuatro ruedas, cubierto de hierro , llevaba el
estandarte de la guerra santa . Al rededor de este carro se colocaban los heridos , y tambien era el punto don-
de el ejército se retiraba cuando amenazaba el peligro. Los cruzados marchaban lentamente , porque los mu-

(1) Véase á Gualtero Vinisauf lib. V. cap. 4 Segun Brompton, Saladino habia hecho cortar la cabeza á los prisioneros cristia-
nos, que debía cangear eon los prisioneros musulmanes, y el rey Ricardo aguardó, para vengarse, el plazo marcado para la ejecucion
del tratado. (Biblioteca de las Cruzadas. t. 11. ) Los autores árabes no hacen mencion de un hecho tan vergonzoso para Saladino;
ellos dicen que este príncipe habia hecho venir de Damasco una partida de prisioneros cristianos, para cangcarlos , segun el tra-
tado, y que al saber la matanza de sus soldados , contentóse con enviarlos otra vez á Damasco , sin hacerles daño alguno . Bo-
ha-Eddin, testigo ocular, añade que desesperado despues Saladino , hizo morir á todos los cristianos que cayeron en sus manos.
(2) Estas son las palabras de Emmad-Eddin. Este autor representa despues á los musulmanes muertos por Ricardo, como si
hubiesen por un momento recobrado el habla, y pone en su boca la relacion de sus sufrimientos, y la brillante recompensa que reci-
bieron de Dios. Biblioteca de las Cruzadas, t. IV. )
(3) Emmad-Eddin observa que Saladino guardó esta cruz, no porque creyese en ella, ni le diese valor, sino porque sabia que na-
da daria tanta pena á los cristianos como ver que estaba en poder de los sectarios del islamismo. (Biblioteca de las Cruzadas , t. IV . )
280 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

sulmanes les esperaban á su paso, tratando de sorprenderles en todos los lugares difíciles . Estos no estaban
cubiertos como los soldados cristianos de una pesada armadura : el soldado solo llevaba una espada , un pu-
ñal y un venablo ; algunos llevaban además una maza llena de puntas de hierro . Montados sobre árabes ca-
ballos, divagaban al rededor del ejército cristiano huyendo cuando se les perseguia , y volviendo á la carga
cuando no se les hostigaba . El ejército cristiano tenia que luchar tambien con las dificultades que ofrecia el
camino. Gualtero Vinisauf habla de un lugar llamado los Caminos Angostos, situado á tres horas mas allá de
Caifa , en el cual la mano del hombre ha abierto un camino en medio de las rocas que cubren la llanura ; y el que
se prolonga por espacio de media milla ( 1 ) . Varias yerbas y plantas que se elevan á la altura de un hombre,
embarazan á menudo la marcha de los caballos y de los infantes . Los animales salvajes se escapaban de sus
madrigueras y huian de los soldados , que abandonaban sus filas para perseguirles . Durante el dia , el sol
abrasaba la tierra; y durante la noche , los cruzados se veian asaltados por una multitud de insectos que lla-
maban tarentos cuya picada les producia hinchazon y les causaba dolores insoportables. No debe olvidarse
que los peregrinos de la primera cruzada tuvieron que sufrir mucho de los tarentos . Estos insectos no se de-
jaban ver durante el dia , pero al acercarse la noche acudian en tropel, armados con su cruel aguijon .
En esta penosa marcha , el ejército perdió un gran número de caballos muertos por el enemigo; muchos
soldados perecieron de fatiga . Cuando moria un peregrino, sus compañeros de armas le enterraban en el
mismo punto en el cual habia fallecido , y proseguian su camino cantando los himnos de los difuntos . El ejér-
cito andaba apenas tres leguas por dia ; cada noche levantaba sus tiendas , y antes que los soldados se en-
tregasen al sueño , un heraldo de armas gritaba recorriendo el campamento Señor socorred el santo sepulcro:
y pronunciaba tres veces estas palabras , las que repetia el ejército levantando los ojos y manos hacia el cielo .
Al dia siguiente, al amanecer, el carro que llevaba el estandarte de la cruz , se ponia en movimiento á una se-
ñal de los jefes, los cruzados avanzaban en silencio, y los sacerdotes con sus religiosos cantos recordaban á los
viajeros, los sufrimientos y los peligros de Israel marchando á la conquista de la tierra prometida .
En fin , despues de seis dias de fatigas , llegó el ejército á Cesarea , cuyas ruinas sobre la costa del mar ,
veíanse desde muy lejos ; y acamparon las tropas al rededor de un lago , cerca de la ciudad . Los cruzados aun
cuando habian rechazado muchos ataques de los musulmanes , sin embargo les faltaba vencer muchos obstá-
culos . Saladino habia reunido todo su ejército, impaciente por vengar la pérdida de Tolemaida y la matanza
de los cautivos musulmanes . Los cruzados debieron esperimentar alguna zozobra al ver la actitud , los prepa-
rativos y el número de sus enemigos . Segun los historiadores orientales (2) , el rey de Inglaterra propuso la

paz al hermano de Saladino; pero como pedia á Jerusalen , é irritó el orgullo de los turcos ; las amenazas y el
sangriento aparato de una guerra atroz reemplazaron muy pronto á las pacíficas negociaciones . El ejército
de Saladino tan pronto avanzaba hácia los cruzados , como amenazaba atacarles por el flanco ó por retaguar-
dia . Al pasar por un torrente, á cada desfiladero , ó al llegar á una poblacion , se trababa una accion : los ar-
queros musulmanes , colocados sobre las alturas , no cesaban de lanzar flechas; las armaduras de los guerre-
ros cristianos estaban erizadas de dardos , lo que ha hecho decir á un autor árabe que los caballeros se pare-
cian al jabalí . Ricardo , segun él mismo cuenta , fué herido de una flecha , en el costado derecho , estando muy
cerca de Cesarea (3) . El ejército cristiano tenia siempre á su derecha el mar; y á su izquierda las montañas
cubiertas de guerreros musulmanes . Los cruzados atravesaron un bosque de encinas que los cronistas llaman
el bosque de Arsur , y cerrando siempre sus filas , estando dispuestos á combatir , llegaron á las márgenes del
Rocatalia , conocido en nuestros dias bajo el nombre de Leddar . Esperaban en esta llanura doscientos mil
musulmanes al ejército cristiano, para disputarle el paso , ó trabar una batalla decisiva .
Así que se apercibió al enemigo , el rey Ricardo se preparó para el combate. Dividióse el ejército cristiano
en cinco partes : los templarios formaron el primero ; los guerreros de la Bretaña y de Anjou el segundo; el
rey Guido y los del Poitou ocupaban el tercer lugar; el cuarto cuerpo le componian los ingleses y los
normandos , formados al rededor del gran estandarte : marchaban luego los hospitalarios , y detrás venian
lentamente los arqueros , con el arco tirante, y cargados de flechas y de dardos . El conde de Champaña , con

(1) Correspondencia de Oriente, t. IV .


(2) Boha-Eddin , t. IV de la Biblioteca de las Cruzadas.
(3) Quodam pilo vulnerati fuimus in latere sinistro.
- LIBRO OCTAVO . — 4190-1491 . 281

sus caballeros , se habia acercado á las montañas con el fin de observar los movimientos de los turcos ; el rey
de Inglaterra y el duque de Borgoña , con un cuerpo de tropas escogidas, se trasladaban ya hacia el frente,
ya hacia la retaguardia y sobre los flancos del ejército . Estaban los batallones cristianos tan cerrados, dice
Gualtero Vinisauf, que cualquiera cosa arrojada en medio de ellos no hubiera podido caer sin tocar á un hom
breó á un caballo . Todos los guerreros habian recibido la órden de no abandonar sus filas y de permanecer
inmovibles á la aproximacion del enemigo .
Serian las tres de la tarde, cuando el ejército formado en batalla vió llegar á una multitud de musulma
nes , que habian bajado de las montañas , y se dirigian hácia los cruzados . Entre esta muchedumbre de ene

migos se hacian notar los árabes beduinos , llevando arcos , aljabas y escudos redondos , los escitas con su
larga cabellera , montados sobre grandes caballos y armados de flechas, y los negros etíopes , de elevada esta
tura y la cara pintada de blanco y encarnado . Despues de estas tropas , venian muchas otras falanges llevando
en la punta de sus lanzas banderas de toda clase de colores . Todos estos bárbaros se precipitaban contra los
cristianos con la velocidad del rayo , y la tierra temblaba debajo sus piés . El ruido que hacian con sus sistros ,
clarines y timbales era tan grande , que no hubiera permitido oir el estrépito del trueno . Ilabia entre ellos
ciertos hombres destinados únicamente á dar grandes ahullidos , no solo con el objeto de espantar al enemigo ,
sinode incitar á la matanza á los guerreros musulmanes, y de mantener en sus corazones , haciéndoles olvidar
el peligro, el ardor y el entusiasmo de la victoria . Animados de esta manera sus batallones, se precipitaban
hácia los cruzados ; nuevos batallones seguian á los primeros , reuniendo un efectivo de hombres bastante con
siderable . Pronto el ejército musulman , sirviéndonos de la espresion de los autores árabes, envolvió al ejérci
to cristiano, como la pestaña rodea al ojo . Los arqueros y los ballesteros contienen el primer choque del enemigo ;
pero á semejanza de las aguas que salen de madre, los turcos arrastrados por las que llegan despues , vuel
ven á la carga . El ataque de los musulmanes se dirigió á la vez hácia el mar y bácia las montañas, picando
sobre todo la retaguardia , en donde se hallaban los hospitalarios , y habian dejado sus flechas , y combatian
con la lanza , la maza y la espada . Un cronista inglés los compara á los herreros , y á los cruzados al yunque
que resonaba bajo los repetidos golpes . Sin embargo el ejército cristiano no habia suspendido su marcha hä
cia Arsur, y los musulmanes , que no pudieron destruir á los francos , les llamaban una nacion de hierro.
Ricardo habia renovado la órden de estar á la defensiva , y de no atacar al enemigo hasta que diese la
señal el toque de seis trompetas, colocadas dos á la cabeza , dos al centro y dos á la retaguardia del ejército.
Esta señal se aguardaba con la mayor impaciencia : los barones y los caballeros podian sobrellevarlo todo , es
cepto la vergüenza de quedarse sin pelear en presencia de un enemigo que redoblaba á cada instante sus ata
ques . Los que formaban á retaguardia se quejaban de Ricardo porque les abandonaba , llamando á su socorro
á san Jorje, patron de los valientes . Al fin algunos de los mas intrépidos , olvidando la órden que habian re
cibido, se precipitan sobre los musulmanes , arrastrando con su ejemplo á la esforzada milicia de los hospita
larios . Al momento el conde de Champaña , con su cuerpo de tropas escogidas , Jaime de Avesner , con sus
flamencos , Roberto de Dreux y su hermano el obispo de Beauvais , acuden adonde el peligro era mas inmi
nente: Siguen á estos los bretones , los angevinos y los pontevinos , se hace la batalla general , y las escenas
de sangre y de barbarie se estienden desde el mar hasta las montañas . El rey Ricardo estaba en todas partes
en donde los cristianos tenian necesidad de sus socorros : en todas partes la fuga de los turcos anunciaba su
presencia y marcaba su paso . Reinaba tal confusion en el rigor de la pelea , y era tan espeso el polvo que
rodeaba á los ejércitos , que muchos cruzados cayeron bajo los golpes de sus compañeros , que los tomaban
por musulmanes . Los destrozados estandartes , las lanzas rotas y las espadas inutilizadas cubrian la llanura .
Veinte carros , dice un testigo ocular , no hubieran podido llevar los dardos y las saetas que cubrian la tierra .
Los combatientes , que habian perdido sus caballos y sus armas , se ocultaban detrás de las breñas , ó se subian
á los árboles , en donde la mortal saeta venia á herirles ; otros huian hacia el mar , y desde lo alto de las escar
padas rocas se precipitaban al agua .
A cada momento el combate se hacia mas encarnizado , todo el ejército cristiano tomaba parte en la ba
talla , y volviendo atrás el carro que llevaba el gran estandarte, se acercó al punto donde mas peligro habia .
No tardaron mucho los musulmanes en no poder suportar el impetuoso choque de los francos ; Boha- Eddin ,
testigo ocular , nos dice él mismo , que habiendo abandonado el centro del ejército musulman , puesto en der
rota , quiso unirse al ala derecha que huia , y que al fin se refugió en el pabellon de Saladino , en donde en
(36 y 37) 36
282 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

contró al sultan , que solo tenia á su alrededor á diez y siete mamelucos . Mientras que sus enemigos huian de
esta manera , los cristianos apenas creian en su victoria , permaneciendo inmóviles en los mismos puntos don-
de habian vencido . Ellos se ocupaban en curar á los heridos y en recoger las armas de que estaba cubierto el
campo de batalla , cuándo de repente veinte mil musulmanes, que su caudillo habia podido reunir , acudieron
para volver á empezar el combate . Rendidos los cruzados por el calor y la fatiga y no pensando que podian
ser atacados , esperimentaron una sorpresa terrible. Taki-Eddin , sobrino del sultan y el mas valiente de los
emires , mandaba la milicia musulmana , á cuya cabeza formaban los mamelucos de Saladino , con sus bande-
ras amarillas . Los cristianos , que se habian replegado al rededor de su estandarte , tuvieron necesidad , para
resistir al choque del enemigo , de la presencia y del ejemplo de Ricardo delante del cual ningun musulman
podia permanecer en pié , y el que segun las crónicas contemporáneas , parecia , en el rigor de la pelea , á un
segador cortando las mieses . Cuando los victoriosos cristianos se ponian en marcha y avanzaban hácia
Arsur , los musulmanes impelidos por la desesperacion , vinieron aun á atacar la retaguardia . Ricardo , que
habia rechazado dos veces al enemigo , vuela al lugar del combate , seguido tan solo de quince caballeros y re-
pitiendo en alta voz el grito de guerra de los cristianos : Dios , socorred al santo sepulcro . Los mas valientes
siguen al rey; los musulmanes son dispersados al primer encuentro, y su ejército , vencido tres veces, hubiera

sido completamente destruido , si no se hubiesen puesto en salvo al abrigo de un bosque que ocultó en cierta
inanera su precipitada retirada .
Saladino perdió en esta batalla , á mas de ocho mil hombres , y treinta y dos de sus emires . La victoria
solo costó á los cruzados mil guerreros . Sin embargo , el figurar entre estos últimos al valiente y hábil jefe
Jaime de Avesnes , causó mucho dolor á todo el ejército . Se le encontró cubierto de heridas en medio de sus
compañeros y de sus parientes , muertos á su lado . A pesar de verse sin brazo y sin pierna , todavía seguia
combatiendo esclamando en medio de las agonías de la muerte : Oh Ricardo, venga mimuerte . Al dia siguiente
de la batalla fué enterrado Jaime de Avesnes en Arsur y en la iglesia de la Vírgen . Todos los soldados de la
cruz asistieron llorando á sus funerales .

La batalla de Arsur habria podido decidir de la suerte de esta cruzada . Todos cuantos valientes defensores
tenia el cristianismo y el islamismo tomaron parte en la lucha Si saladino hubiese quedado victorioso,
ninguna ciudad de Siria hubiera visto en adelante ondear sobre sus murallas las banderas de la cruz ; y si
los francos hubiesen sabido aprovecharse de la victoria , continuando en la persecucion de sus enemigos , hu-
bieran podido apoderarse de la Siria y del Egipto que estaban en poder de los musulmanes . Desgraciadamen-
te para los cristianos , esta jornada les dió mas gloria , que no verdaderas ventajas . Los musulmanes apoya-
dos por su territorio , y rodeados de sus aliados ; conservaban un ejército numeroso y podian reparar sus
pérdidas : los francos , por el contrario , alejados de su pais , no podian esperar nuevos socorros , ni del oriente
ni del occidente , y aun cuando habian ganado una batalla tenian sin embargo los mismos obstáculos que
combatir, y los mismos enemigos á quienes vencer .
Eran los turcos dueños de la mayor parte de las ciudades y de las plazas fuertes de la Palestina. Sin em-
bargo las fortalezas que acababan de conquistar podian necesitar de algunas obras de reparacion para sostener
el ataque de los enemigos , y tambien los soldados musulmanes , horrorizados con el recuerdo del sitiode Tole-
maida , repugnaban encerrarse dentro de las murallas . Estos motivos hicieron adoptar á Saladino la idea de
destruir las ciudades y los castillos que él no podia defender , y cuando el ejército cristiano llegó á Joppe en-
contró las murallas y las torrres completamente arruinadas .
Reuniéronse en consejo los jefes del ejército para deliberar acerca del partido que debian tomar . Los unos
querian que el ejército marchase sobre Jerusalen , persuadidos de que el terror que se habia apoderado de los
musulmanes facilitaria la conquista de dicha ciudad . Otros creian que á fin de hacer mas segura su marcha
y al mismo tiempo producir un buen resultado , debian los cruzados ante todo fortificar las ciudades y recons-
truir las plazas arruinadas que encontrasen en el camino . Ricardo profesaba esta última opinion , pero el du-
que de Borgoña y algunos otros jefes sostenian lo contrario menos sin duda por conviccion, que por ese espi-
ritu de oposicion y de rivalidad de que estaban entonces animados contra el rey de Inglaterra : gérmen
deplorable de discordia , que se desarrolló despues de una manera tan funesta para la cruzada . Sin embargo,
Ricardo hizo prevaleer su opinion y los cruzados se ocuparon en reedificar las murallas de Joppe.
La reina Berenguela , la viuda de Guillermo, rey de Sicilia y la hijade Isaac, fuéron á reunirse con el rey de
LIBRO OCTAVO . - 1190-1491 . 283

Inglaterra . El ejército cristiano estaba acampado en los jardines y verjeles , en los cuales los árboles se en-
corvan bajo el peso de los higos, de las manzanas y de las granadas . El espectáculo de una corte, la abun-
dancia de víveres, los encantos de la vida tranquila y los hermosos dias de otoño, hicieron olvidar á los
cruzados la conquista de Jerusalen .
Sin embargo durante la permanencia del ejército cristiano en Joppe . el rey de Inglaterra corrió grave
riesgo de caer entre las manos de los musulmanes . Estando un dia cazando en el bosque de Saron, se quedó
dormido debajo de un árbol. Despiértanle repentinamente los gritos de los que le acompañaban y se ve cası
rodeado por un cuerpo de musulmanes que venian á sorprenderle ; monta á caballo y se pone en guardia ,

pero rodeado por todas partes, iba á sucumbir ante el número de sus enemigos , cuando un caballero de su
escolta á quien los cronistas llaman Guillermo de Pratelles, esclama en lengua musulmana : Yo soy el rey,
salvadme la vida. A estas palabras se ve este generoso guerrero escoltado por los enemigos, que le hacen
prisionero y le conducen á la presencia de Saladino . El rey de Inglaterra, salvado así por el sacrificio de un
caballero francés , se dirige á Joppe en donde su ejército sabe con horror que ha estado á punto de pérder á
su jefe. Guillermo de Pretelles fué conducido á las prisiones de Damasco, y Ricardo no creyó pagar demasiado
el rescate de su fiel servidor, devolviendo á Saladino diez de sus emires que habian caido en poder de los cru-
zados.

Los musulmanes, despues de haber demolido la plaza de Joppe, habian destruido tambien la ciudad de Asca-
lon , las fortalezas de Ramla, de Latran , de Gaza y todos los castillos construidos en las montañas de la Judea
y de Naplusa . A últimos de setiembre , el ejército cristiano se puso de nuevo en marcha , y bácia la fiesta de
Todos Santos vino á acampar entre el castillo de Plaus y el de Mahé, que encontró arruinado, pero cuyas
murallas fueron nuevamente reedificadas . Estos dos castillos estaban cerca de Latran ; construidas á la entra-
da de las montañas de la Judea , eran como los guardianes del camino de Jerusalen (4 ) . Era un singular es-
pectáculo el ver á dos ejércitos tan numerosos y aguerridos, sobre el campo de batalla , no ir en busca de nue-
vos combates, y recorriendo un pais asolado por sus victorias, el uno para destruir y el otro para reconstruir
las torres y las murallas.
Con todo, algunas hazañas guerreras se mezclaban aun á los trabajos del ejército cristiano . Un dia que los
templarios buscaban forraje al través de las llanuras y de los valles , fueron sorprendidos por los musulma-
nes. Las crónicas contemporáneas celebran de este modo el valor del conde de Leicester y del conde de San
Pablo; pero los cruzados , á pesar de sus heroicos hechos, estaban á punta de ceder ante el número de sus ene-
migos, y llamaban gritando á sus compañeros de armas que se habian quedado en el campo , que vinieran
á socorrerles. Al momento , Ricardo monta á caballo y vuela al lugar del peligro : su escolta era tan poco
numerosa , que queria contenerle diciéndole , que se esponia inútilmente á una muerte segura . «Cuando to-

dos estos guerreros , respondió el monarca , lleno de cólera , han seguido á un ejército cuyo jefe soy yo , les he
prometido no abandonarlos jamás ; ¿ y si hallasen la muerte sin ser socorridos , seria yo digno de mandarles ,
y podria titularme rey?» Profiriendo estas palabras , Ricardo se lanza contra los enemigos; de todas partes los
musulmanes caen debajo de sus piés , su ejemplo redobla el valor de los guerreros cristianos , los batallones
de los infieles se dispersan y toman la fuga ; los victoriosos templarios vuelven al campo , llevándose consigo
muchos cautivos, y celebrando las hazañas de Ricardo .
De esta manera , el rey de Inglaterra, en todos los encuentros con los musulmanes, quedaba vencedor; pero
tenia enemigos mas poderosos entre los jefes de los cristianos, quienes se irritaban cada dia mas al ver el bri-
Ilante nombre que adquiria y el altivo carácter que desplegaba . El duque de Borgoña y sus franceses suporta-
ban con disgusto el yugo de su autoridad , y parecia que guardaban una posicion neutral entre los cruzados
y los turcos . Conrado se obstinó en permanecer en la ciudad de Tiro, sin tomar parte en la guerra , y como
esta fatal inaccion no satisfacia completamente á su cólera, ofreció á los musulmanes aliarse con ellos , contra
el monarca inglés . Informado de las negociaciónes del marqués de Tiro , Ricardo quiso prevenirle, y envió por
su parte embajadores á Saladino; y renovó la promesa que habia hecho á Malek-Adhel ( 2) de regresar á

(1) Correspondencia de Oriente, carta CXXIX .


(2) Pueden compararse relativamente á estas negociaciones , los historiadores árabes y Gualtero Vinisauf. Este último dice que
Saladino, alhagó á Ricardo , con engañosas promesas . Durante las negociaciones, los dos reyes se hicieron mutuamente regalos . Ri-
281 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

*
Europa , si rendian Jerusalen á los cristianos , y tambien el leño de la verdadera cruz . Jerusalen , respondió el
sultan , no os ha pertenecido jamás ; y nosotros no podemos sin cometer un crímen abandonarla, porque en esa
ciudad los ángeles tienen la costumbre de reunirse: y el Profeta en una memorable noche subió al cielo . En cuanto
al leño de la verdadera cruz , Saladino lo miraba como un objeto de escándalo , como un ultraje á la Divinidad .
Habia rehusado cederle al rey de Georgia y al emperador de Constantinopla , que le ofrecia para obtenerlo
sumas considerables . Todas las ventajas de la paz , decia él , no podian hacerle consentir en devolver á los cris
tianos este vergonzoso monumento de su idolatría . Así las divisiones que existian entre los cruzados aumen
taban el orgullo de Saladino ; y á medida que estas huellas se hacian mas profundas, mas difícil se mostraba
el sultan en el arreglo de la paz .
Hizo Ricardo nuevas proposiciones á las que interesó hábilmente la ambicion de Malek-Adhel , hermano
del sultan . La viuda de Guillermo de Sicilia fué propuesta en matrimonio al príncipe musulman , bajo los
auspicios de Saladino y de Ricardo ; los dos esposos debian reinar juntos sobre los musulmanes y los cristia
nos , y gobernar el reino de Jerusalen . El historiador Boha-Eddin fué el encargado de comunicar esta propo
sicion á Saladino , que pareció adoptarla sin repugnancia . El proyecto de esta singular union causó grande
sorpresa á los imanes y á los doctores de la ley : y cuando los obispos cristianos llegaron á saber tan estraña
nueva, manifestaron desembozadamente su indignacion y amenazaron á Juana y á Ricardo con los rayos de
Ja Iglesia . Parecia imposible la ejecucion de semejante proyecto en medio de una guerra religiosa , y no pudo
Ricardo vencer la oposicion del clero . Los autores árabes refieren que otra causa hizo fracasar la negociacion ,
añadiendo uno de ellos , que esta causa solamente era conocida de Dios ( 1 ) .
Ricardo y Malek-Adhel , á quien las crónicas latinas representan como un amigo de los francos, habian
tenido varias entrevistas en las que parecian darse las mas recíprocas pruebas de amistad ; pero todas estas
demostraciones , que no conducian á resultado alguno , acabaron por escitar la murmuracion en el ejército
musulman y sobre to lo en las tropas cruzadas . Se acusaba á Ricardo de sacrificar la gloria de los cristianos
á su ambicion : pero él se justificó por medio de una bárbara accion , y fué hacer decapitar á todos los cauti
vos que tenia en su poler , haciendo colocar sus cabezas en medio del campo .
A fin de reconquistar la confianza de los cruzados y para espantar á Saladino , marchó hácia las montañas
de Judea , anunciando el proyecto de libertar finalmente á Jerusalen . Érase en el rigor del invierno ; el frio
causaba la muerte à un gran número de bestias de carga ; el huracan destruia las tiendas de campaña ; los
caballos morian de frio; los víveres se echaban á perder ; las armas y las corazas se cubrian de orin ; los ves
tidos delos cruzados caian á pedazos , y los mas robustos peregrinos perdian su vigor y su fuerza estando la
mayor parte enfermos . Con todo , como el ejército se dirigia hácia la santa ciudad , la esperanza de ver pronto
la ciudad de Jesucristo sostenia el valor de los cruzados , corriendo de todas partes á reunirse bajo las bande
ras de la cruz : aquellos á quienes la enfermedad habia retenido en Joppe ó Tolemaida , llegaban colocados
en parihuelas , desafiando á la vez los rigores de la estacion y los ataques de los turcos , que les esperaban
en el camino .

Mientras que los cruzados avanzaban hácia la santa ciudad , Saladino se ocupó en poner á esta en estado
de defensa; hábiles obreros para labrar la piedra y que hubieran podido , dice una crónica , cortar una mon
taña , habian llegado de Mosul y trabajaban sin cesar , ya en profundizar los valles que circuian la plaza, ya
on reparar las torres y en construir nuevas fortificaciones . No contento con estos preparativos, Saladino habia
hecho devastar todo el pais que debia atravesar el ejército cristiano . Todos los caminos que conducian á Je
rusalen estaban guardados por la caballería musulmana , que hostigaba á los cruzados y les impedia recibir
viveres de Tolemaida y de las ciudades marítimas .
Sin embargo la multitud de peregrinos no veia ni los peligros , ni los obstáculos . En vano se oian algunas
voces en el ejército contra el proyecto de emprender el sitio de Jerusalen , en el rigor del invierno y en pre
sencia de un enemigo á quien no se habia podido vencer : los sentimientos que animaban á los cruzados les

cardo dió un suntuoso banquete á Malek - Adhel : pero no fué él mismo el que hizo los honores de la mesa , sino Esteban de Torne
kam. Véase el lib. IV, capitulo XXXI de Gualtero Vinisauf y la Biblioteca de las Cruzadas , t . II . y t. IV.
(1) Los principales historiadores árabes hablan de esta negociacion . Aun cuando los autores cristianos no hayan hablado de
ella, seria muy estraño dudar de su existencia . Esta negociacion es la que ha dado á madama Cottin la idea de su novela de Ma
ti'de, obra llena de buenos rasgos y sentimientos heroicos, sacados de la historia de la caballería .
LIBRO OCTAVO . - 1190-1191 . 285

hacian creer que Dios favorecia su empresa y que nada podia resistirles . La mayor parte de los jefes , reu—
nidos en consejo, decidieron que el ejército se aproximaria á la ribera del mar ; pero no se atrevieron á pu
blicar desde luego esta resolucion , tanto era el entusiasmo y el ardor que los cruzados manifestaban para la

conquista de los santos lugares ; y esperaban que la fatiga y la miseria les ayudaria á modificar la opi
nion de los soldados de la cruz , pero el ejército cristiano solo debia sentir sus males al renunciar á la espe
ranza de visitar á Jerusalen . Juntose un nuevo consejo , el que resolvió reedificar á Ascalon , lo que difundió
la tristeza y el abatimiento en todas las tropas . Los que habian hecho los mayores esfuerzos para marchar há
cia la santa ciudad , no se encontraban con bastantes fuerzas para alejarse; y el rigor del frio , el hambre y
las dificultades del camino , se hacian sentir doblemente . Los unos gemian , golpeándose el rostro; los otros ,
en el esceso de la desesperacion , prorumpian en amargas quejas contra sus jefes , contra Ricardo y contra e
mismo cielo : muchos abandonaron unas banderas , que no les mostraban ya el camino de Jerusalen . El ejérci
to dirigióse tristemente hácia las costas del mar , dejando sobre el camino muchos caballos , bestias de carga
y casi todos sus bagajes .
El duque de Borgoña con los franceses habian abandonado las banderas de Ricardo ; pero habiéndoseles
enviado diputados , que les hablaron en nombre de Jesucristo , lograron hacerles volver á sus banderas . Al lle
gar los cruzados á Ascalon , solo encontraron montones de piedras : Saladino la habia hecho destruir, despues
de haber, consultado los imanes y los cadís , trabajando con sus propias manos en destruir las torres y las mez
quitas . Deplorando un autor árabe la pérdida de Ascalon , nos dice que él mismo se sentó y derramó lágrimas
sobre las ruinas de la esposade la Siria.
El ejército reunido se ocupó en reconstruir la ciudad . Todos los peregrinos estaban llenos de celo y de en
tusiasmo; grandes y pequeños , sacerdotes y seglares , jefes y soldados y hasta los criados del ejército , todos tra
bajaban de consuno , pasando de mano en mano las piedras y los escombros , animándoles Ricardo, ya traba
jando con ellos , ya dirigiéndoles la palabra y distribuyendo dinero á los pobres . Los cruzados , segun nos
pintan los hebreos , construyendo el templo de Jerusalen tenian con una mano los instrumentos de albañi
lería , y con la otra la espada , pues tenian que defenderse de las sorpresas del enemigo , y á menudo muchos
de ellos hacian escursiones en el territorio de los musulmanes ( 1 ) . En una salida que hicieron hácia el cas
tillo de Darum , Ricardo rescató á mil doscientos prisioneros cristianos que llevaban á Egipto, y estos cautivos
tomaron parte en los trabajos de los cruzados . Sin embargo, los murmullos no tardaron á hacerse oir en el
ejército . Leopoldo de Austria , acusado por el rey de Inglaterra de permanecer ocioso con sus alemanes , res
pondió con arrogancia, que él no era ni albañil ni carpintero ( 2 ) . Muchos caballeros que estaban ocupados en
llevar piedras de una parte á otra , se indignaron al fin contra Ricardo , diciendo en alta voz : que ellos no ha
bian venido al Asia para reedificar á Ascalon , sino para conquistar á Jerusalen . El duque de Borgoña á quien
Conrado habia interesado en su causa , dejó bruscamente al ejército , y la mayor parte de los cruzados fran
ceses no tardaron en imitar su ejemplo . Para colmo de desgracia , las cuestiones que habian agitado por
tanto tiempo al ejército cristiano, se renovaron con la mayor fuerza . Los genoveses y los pisanos , que se ha
bian quedado en Tolemaida , se habian armado los unos contra los otros : los genoveses querian entregar la
ciudad al marqués de Tiro , y los pisanos querian conservarla para el rey Ricardo . Llegó á esta sazon Conra
do con una flota , y tuvo sitiados á los pisanos dentro de la plaza durante muchos dias : por otra parte Ricardo
acudió con algunos de sus guerreros . A su aproximacion , Conrado se apresuró á regresar á Tiro. La pre
sencia y el discurso que pronunció el rey de Inglaterra , contribuyeron á restablecer la concordia , pero sub
sistian siempre los gérmenes de division , y mientras que Saladino reunia á sus emires á quienes habia per
mitido alejarse de sus banderas durante el invierno , el ejército cristiano perdia cada dia parte de sus fuerzas .
Todos los esfuerzos de los cruzados se limitaban entonces á hacer algunas escursiones hácia la provincia de
Gaza y las montañas de Naplusa , y cada dia se entibiaba mas el ardor de los que trabajaban en reconstruir
las murallas de Ascalon , cuyas fortificaciones , apenas comenzadas , estaban lejos de poder defender la ciudad

(1 ) Consúltese acerca todos los detalles que siguen á Gualtero Vinisauf lib. V, cap. VI y siguientes , y á Brompton p. 1212 ;
véase tambien la Biblioteca de las Cruzadas, t. I, p . 703, 4 y 5.
(2) Añade Brompton que el rey Ricardo, indignado de esta respuesta , dió un puntapié á Leopoldo , y prohibió que en lo suce
sivo el estandarte del duque fuese enarbolado en su campo Leopoldo se alejó del ejército , jurando vengarse cuando se le presen
tase ocasion . (Biblioteca de las Cruzdas t. II.)
286 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

contra un fuerte ataque del enemigo . Todos cuantos se habian retirado á Tiro , parecian haber jurado no
tomar mas parte en la guerra santa . Gualtero Vinisauf no dejó de censurar en sus satíricas descripciones
á los guerreros franceses , que él nos representa pasando los dias y las noches en medio de los festines ,
manejando la copa y no la espada , reemplazando el bélico casco con las guirnaldas de flores, sujetando
las anchas mangas de sus vestidos con brazaletes , y llevando en su cuello collares guarnecidos de piedras
preciosas .
Los mas prudentes de los cruzados trataron de restablecer la union entre los jefes. El rey de Inglaterra y
el marqués de Tiro tuvieron una entrevista en el castillo de Imbrica , cerca de Cesarea ; pero despues de
tantos ultrajes y amenazas , ¿ qué esperanza quedaba de una sincera reconciliacion ? El encono que recíproca
mente alimentaban , no hizo mas que aumentarse ; apenas Ricardo hubo salido de esta conferencia , prohibió
el pagar á Ricardo el tributo que este debia cobrar de cada una de las ciudades de la Palestina . Por su parte

Conrado redobló sus esfuerzos para fomentar la traicion y la discordia entre los guerreros cristianos . Recibió
nuevos refuerzos de los musulmanes , y nada omitió para hacer entrar á Saladino en los proyectos de su am
bicion y de su venganza . Empezaba la primavera , y el ejército cristiano celebró las fiestas de Pascua en la
llanura de Ascalon . En medio de las ceremonias de esta solemnidad , debieron acordarse muchas veces de Je
rusalen , y se oian quejas contra Ricardo . Entonces fué cuando los mensajeros de Inglaterra vinieron á
anunciarle que las sediciones tramadas por su hermano Juan habian turbado la paz de su reino. Despues del

aviso que recibió , anunció á los jefes que los intereses de su corona le llamarian bien pronto á
à occidente, de
clarando al mismo tiempo , que si él debia abandonar la Palestina , dejaria defendido este pais con trescien
tos caballeros y dos mil infantes, sacados de las mejores tropas que él tenia .
Sintiendo todos los jefes la necesidad de la marcha del rey, propusieron elegir otro que pudiese reconciliar
los ánimos y hacer cesar las discordias . Preguntóles Ricardo , cuál era el príncipe que pudiese merecer su
confianza, y todos contestaron unánimemente, que este era Conrado, á quien sin embargo no amaban, pero
que conocian su habilidad y su valor del que tantas pruebas habia dado . Estrañó Ricardo semejante eleccion ,
no vaciló con todo en dar su adhesion , y su sobrino el conde de Champaña fué el encargado de ir á anunciar
al marqués de Tiro , que acababa de ser nombrado rey de Jerusalen .
Asi que Conrado recibió esta embajada , no pudo contener su sorpresa y su alegría , y alzando los ojos al

cielo , dirigió á Dios esta súplica : Señor, vos que sois el Rey de los reyes , permitid que sea yo coronado si vos
me conceptuais digno de este honor, si no , apartad la corona de la frente de vuestro servidor . Así se espresó
el marqués de Tiro delante de los diputados de Ricardo, ¿pero los remordimientos no debian desgarrar su
conciencia? porque él acababa de contratar nada menos que una alianza ofensiva y defensiva con los mu
sulmanes . Despues de este acto de felonía , se atrevia aun á invocar el testimonio del Dios de los cristianos :
pero dicen las crónicas contemporáneas , que el Dios de los cristianos le habia condenado ; el hierro homicida
estaba levantado sobre su cabeza , debiendo anunciársele bien pronto esta terrible sentencia : Tú no serás
ni marqués ni rey ( 1 ) .
Dos jóvenes esclavos habian abandonado los jardines llenos de delicias , en el que el viejo de la Montaña
les educaba para que fuesen un dia el instrumento de su venganza ; llegaron á Tiro y con el fin de ocultar me
jor su proyecto, recibieron el santo bautismo, y estuvieron durante seis meses al lado del príncipe de Sidon ;
se habian hecho religiosos y devotos , dice un autor árabe, pareciendo ocuparse tan solo en rogar á Dios .
Aprovechando el momento en que la ciudad de Tiro celebraba con públicos festejos la elevacion de Con
rado, y al regresar este príncipe de un festin , dado en su obsequio en casa del obispo de Beauvais ( 2) , los
dos ismaelitas le atacaron hiriéndole mortalmente . Mientras que el pueblo se reunia tumultuariamente,
uno de los asesinos huyó á una iglesia vecina , á la que fué trasportado el marqués de Tiro , todo ensan
grentado; el ismaelita , que estaba allí escondido , atravesó por medio del gentío allí reunido , y cayendo de
nuevo sobre Conrado, le dió muchas puñaladas , de las que murió el marqués . Los asesinos fueron presos ,
y los dos espiaron en el patíbulo su crímen , sin proferir la mas mínima queja , y sin nombrar jamás á la
persona que les habia mandado cómeter este atroz atentado .

(1 ) Estas son las palabras que pronunciaron los asesinos de Conrado, al darle el golpe mortal . (Véase la Biblioteca de las Cruza
das. Resúmen de Sicardi . )
(2) El continuador de Guillermo de Tiro cuenta este hecho con otras circuntancias, tomo I, Biblioteca de las Cruzadas.
LIBRO OCTAVO.— 1190–1191 . 287

El autor árabe Ibu -Alater dice que Saladino habia ofrecido diez mil piezas de oro al Viejo de la Monta
ña , si hacia asesinar al marqués de Tiro y al rey de Inglaterra : pero el príncipe de la Montaña , añade el
mismo historiador , no juzgó á propósito libertar completamente á Saladino de la guerra de los francos ,
no haciendo sino la mitad de lo que se le habia pedido . Esta version es poco verosímil; porque Saladino
no habia pagado un crímen, que para nada le servia, y que por el contrario hacia á sus enemigos mas
temibles, ahogando toda discordia entre sus jefes. Algunas crónicas atribuyen el asesinato de Conrado á
Courtroi de Thoron , que tenia que vengar el rapto de su esposa y la pérdida de sus derechos al trono de Je
rusalen; pero en el ejército cristiano no se acusaba á Thoron ni á Saladino , y si al rey de Inglaterra que
era el único que debia reportar ventajas de semejante asesinato . Aun cuando el heroico valor de Ricardo
debia rechazar toda idea de vergonzosa venganza , sin embargo la acusacion dirigida contra él se acredi
taba por el odio que profesaba á Conrado ( 1 ) .
La noticia de la muerte de este llegó pronto hasta Europa; Felipe Augusto temió ser víctima tambien , y
no se presentó mas en público sino rodeado de una guardia; el cronista Rigord nos dice, que desde esta
época datan los guardias que rodean á la persona del rey . La corte de Francia acusaba á Ricardo de los
mas grandes atentados ; sin embargo es probable que Felipe demostró en esta ocasion mas temor del que real
mente tenia, para hacer á su rival mas odioso y atraerle la ira del papa y la indignacion de todos los prín
cipes de la cristiandad .
En medio del alboroto causado por la muerte de Conrado, el pueblo de Tiro , que estaba sin jefe y sin
rey, puso los ojos en Enrique , conde de Champaña , y los principales de la ciudad le suplicaron que tomase
las riendas del gobierno y que se casase con la viuda del príncipe que ellos habian perdido , y la misma fuẻ
á ofrecerle las llaves de la ciudad .

Enrique se escusó desde luego , diciendo que queria consultar á Ricardo; pero cedió al fin á las ins
tancias que se le hicieron, y fué celebrado el matrimonio de un modo solemne en presencia del clero y del
pueblo. Vinisauf añade que no le costó mucho trabajo el persuadirle ; porque no es dificil de hacer que uno
haga lo que desea hacer . Esta union convenia igualmente á los franceses y á los ingleses, porque el conde
Enrique, era sobrino del rey de Inglaterra y del de Francia .
Los diputados que llevaban la comision de noticiar á Ricardo la muerte de Conrado y la elevacion al
poder de Enrique no le encontraron en el campo de los cruzados . Hallábase entonces el rey de Inglanterra
en las llanuras de Ramla , haciendo la guerra á los musulmanes que habian bajado de las montañas de la
Judea, y cada dia adquiria nuevos laureles : Jamás regresaba á su campamento, dice Vinisauf, sin llevar
consigo á un gran número de prisioneros , y diez, veinte ó treinta cabezas de musulmanes que habian
caido á impulsos de su brazo de hierro. Jamás un hombre solo destruyó tantos musulmanes en las cruza
das, y al leer la relacion de sus hechos de armas cree uno leer las páginas en las cuales la antigua epope
ya , cuenta las hazañas de los héroes , y para asemejarse mas á los guerreros de los tiempos fabulosos , llegó
dia en que el monarca inglés , no habiendo encontrado enemigos en el camino , trabó una lucha con un ja
balí mas terrible que el de Calydon . Esta clase de heroicas pruebas se renovaron varias veces , durante las
guerras santas; pues no debe olvidarse que Godofredo de Bouillon habia combatido y anonadado á un oso
en las montañas de la Cilicia.

Así que Ricardo recibió en Ramla á los diputados de Tiro, aprobó todo cuanto se habia hecho , y cedió
al conde Enrique de Champaña todas las ciudades cristianas que él habia conquistado. Enrique, á quien
llamó á su lado , no tardó en ponerse en marcha con sus caballeros , dirigiéndose desde luego á Tolemaida ,
acompañado del duque de Borgoña y de su nueva esposa , de la que aun no podia prescindir (estas son
las espresiones de la crónica inglesa) . Mas de sesenta mil hombres se fuéron delante del nuevo rey de
Jerusalen , las calles estaban perfectamente adornadas ; quemábase incienso en las plazas públicas , y las mu
jeres y los niños bailaban , y el clero acompañaba á la iglesia al sucesor de David y de Godofredo , y celebró
su advenimiento al trono, con cánticos de alabanza al Supremo Hacedor .
No debe olvidarse que Guido de Lusiñan y Conrado se habian disputado el reino de Jerusalen , y que un

( 1 ) Mas tarde , si debe creerse á Brompton , cuando Ricardo fué hecho prisionero por el duque de Austria, obtuvo del Viejo de
la Montaña dos cartas , en las cuales el jefe de los sectarios aseguraba la inocencia del rey . ( Biblioteca de las Cruzadas , t. II.)
288 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

acuerdo tomado por los príncipes habia dado la corona al rival que sobreviviese á su contrario . Despues
de la muerte de Conrado , nadie se acordó de esta decision , y el rey cuyo valor tantas veces se habia ad-
mirado, fué olvidado del ejército cristiano . Solo se veia en él á un hombre vulgar y sin ningun género de
habilidad . La sencillez de espíritu , esclama con este motivo un cronista inglés , puede ser un obstáculo
á la posesion de un derecho . El mismo cronista añade algunas reflexiones que describen tal vez mejor,
nuestros tiempos modernos que no las tendencias y las costumbres de los tiempos antiguos : Sin duda , dice
la citada crónica , que en nuestros tiempos de corrupcion se juzga mas digno de gloria el que se distingue
por el olvido de todas las leyes de la humanidad y de la justicia : hé aquí porque los hombres ladinos (ci-
tamos siempre nuestra vieja crónica ) se atraen la consideracion y el respeto , mientras que la sencillez solo
obtiene el desprecio ; tales son los juicios del siglo!
Luego que el conde Enrique y el duque de Borgoña se juntaron con Ricardo y las tropas de este, el rey
de Inglaterra acababa de apoderarse de la fortaleza de Darum ; pareciendo que la fortuna presidia á todos
sus proyectos , y triunfando en todas partes de los musulmanes, no se veia bajo sus banderas mas que dóciles

guerreros y fieles aliados . Pero á poco tiempo , nuevos mensajeros llegados del occidente le inspiraron
vivas inquietudes acerca de su reino , turbado cada dia con mayor fuerza por el príncipe Juan , y ame-
nazado por la parte de la Normandia por Felipe . Cuando fueron públicas las nuevas que habian motivado

la llegada de los mensajeros , todo el mundo creia que el rey de Inglaterra iba á abandonar la Siria (1)
Como la incertidumbre reinaba en el ánimo de todos, naturalmente todos empezaban á desmayar ; pero los
fuese que
jefes se reunieron y prestaron el juramento de no abandonar de ninguna manera la cruzada , ya
Ricardo marchase, ya fuese que se retardase su partida . Esta unánime resolucion reanimó el valor de los
cruzados; manifestando la multitud de los peregrinos su alegría , por medio de bailes , festines y canciones,
habiéndose iluminado todo el campamento en señal de regocijo . Solamente Ricardo , abismado en tristes
ideas, no participaba de la general alegría , y hasta tal vez miraba con ceño este contento que rebosaba en
todas partes, cuando circunstancias desgraciadas podian alejarle del teatro de la guerra santa.
Iba á acampar el ejército en las cercanías de Hebron, cerca de un valle en el que se dice que nació

santa Ana , madre de la Vírgen . Era entonces por el mes de junio ; el entusiasmo que animaba á los guer-
rercs cristianos les hizo suportar sin quejarse los calores del verano , como les habia hecho suportar en el
año anterior los rigores del invierno .
Sin embargo el rey Ricardo parecia estar dominado siempre de tristes presagios : y nadie se atrevia á darle
consejo alguno, ni tampoco consolarle, tanto era el pésimo humor que le aquejaba . Un dia que el monarca
inglés estaba solo en su tienda , abismado en los mas tristes pensamientos, presentóse á su presencia un cura
poitevino , llamado Guillermo , cuyo semblante revelaba el gran interés que se tomaba por la causa del prín-
cipe . Como esperaba el competente permiso para poder acercarse al rey , no pudo contener sus lágrimas , vien-
do al monarca : Ricardo conoció que Guillermo queria hablarle, y le llamó á su lado , diciéndole : «Señor cura ,
os mando en nombre de la fidelidad que me debeis , de revelarme sin rodeos la causa de vuestro llanto, y si
vuestra tristeza dimana del cariño que me profesais . » Respondió el eclesiástico , sollozando y con voz trémula :
« Yo no hablaré una sola palabra , si vuestra Majestad no me promete no irritarse contra mí por lo que diga .»
Prometióle el rey lo que pedia , y lo juró á fin de tranquilizar completamente al cura , que habló en los si-
guientes términos . « Señor , la resolucion que habeis tomado de abandonar esta desolada tierra , ha llenado de
consternacion al ejército cristiano , sobre todo á los que se interesan de corazon por vuestra gloria . Yo os de-
bo declarar que el honor de una grande empresa será frustrado si vos partís , y la posteridad os censurará
eternamente el haber desertado de la causa de los cristianos . Tened cuidado en no acabar vergonzosamente
lo que con tanta gloria habeis empezado .» Recordó tambien el cura á Ricardo las hazañas por las cuales este
príncipe se habia hecho célebre; haciéndole al mismo tiempo presente los beneficios de que la Providencia le
habia colmado , terminando su discurso con estas palabras : « Los peregrinos os miran como su apoyo , como
su padre : ¿abandonareis vos á los enemigos de Cristo esta tierra que los cruzados han venido á libertar, su-
miendo á la desesperacion á toda la cristiandad ?»
Mientras que habló el sacerdote Guillermo , Ricardo guardó silencio , y nada tampoco dijo al acabar aquél se

(1) Gualtero Vinisauf. "( Biblioteca de las Cruzadas t. II . )


LIBRO OCTAVO . - 1490-1194 . 289

discurso , sin embargo su semblante parecia estar mas sombrio . Con todo , segun dice Gualtero Vinisauf,
el corazon del monarca se conmovió á consecuencia de la peroracion del eclesiástico; no olvidando tampoco
que los jefes del ejército habian jurado sitiar á Jerusalen , durante su ansencia , y esta idea inquietaba atroz-
mente su espiritu . Al dia siguiente, Ricardo declaró al conde Enrique y al duque de Borgoña , que no regre→
saria al occidente antes de las fiestas de Pascua del año siguiente : poco tiempo despues , un heraldo de armas,
proclamando esta resolucion , anunció que el ejército cristiano iba á marchar hácia la santa ciudad .
Al saberse esta feliz nueva, todos los peregrinos levantaron las manos al cielo , diciendo : Señor Dios , gra-
cias os sean dadas ; el tiempo de nuestras bendiciones ha llegado . Los soldados , llenos de valor y de entusiasmo ,
se ofrecieron á llevar ellos mismos las provisiones y los bagajes ; nadie se quejó en lo sucesivo ; nada parecia
penoso, y no se veian ya ni obstáculos ni peligros . Pusiéronse en marcha los cruzados el domingo de la octa-
va de la Trinidad ; y compadeciéndose los mas ricos de las necesidades de los pobres , les prodigaron toda cla-
se de socorros los que tenian caballos los empleaban en obsequio de los débiles y de los enfermos , marchan-
do ellos á pié , pareciendo que los bienes eran comunes, puesto que todos los peregrinos estaban animados de
un mismo sentimiento . Este ejército cristiano , víctima por tanto tiempo de toda clase de miserias , y teniendo
todo el aspecto de un ejército vencido , ofreció repentinamente un imponente y magnífico espectáculo . Los
guerreros habian adornado sus cascos con los mas brillantes penachos; banderas de mil coleres flotaban por
los aires ; las brillantes espadas y las lanzas recientemente pulidas reflejaban los rayos del sol ; y por todas
partes se oian alabanzas á Ricardo , mezcladas con los cánticos de la victoria . Segun refieren testigos oculares ,
nada hubiera podido resistir á este ejército , lleno del espíritu del Señor , si la discordia y no sé qué fatalidad
no hubiesen hecho inútiles tan generosas disposiciones .
Fuéron á acampar los cruzados al pié de las montañas de la Judea , cuyos pasos estaban guardados por las
tropas deSaladino y por los paisanos de Naplusa y de Hebron . El sultan al saber la aproximacion de los cristianos ,
habia redoblado todos los esfuerzos para poner á Jerusalen en estado de defensa; la mayor parte de las tropas
musulmanas se reunieron bajo de sus banderas ; se prosiguieron con nueva actividad las obras de la repara-
cion de las murallas, y dos mil prisioneros cristianos fueron condenados à reconstruir unas fortificaciones,
que debian defender á sus enemigos .

Ricardo, ya fuese que se amedrentase con los preparativos de los musulmanes, ya que se abandonase de
nuevo á la inconstancia de su carácter , se detuvo de repente en su marcha , bajo el pretesto de aguardar á
Enrique de Champaña , que él habia enviado á Tolemaida , para proporcionarle nuevos refuerzos , y perma-
neció muchas semanas en la ciudad de Bethunópolis, hoy Bethamasi , situada á siete leguas de Jerusalen .
Las mal apagadas discordias de los cristianos no tardaron en estallar de nuevo . El duque de Borgoña y
muchos otros jefes, obedeciendo siempre con disgusto al rey de Inglaterra , vacilaban en secundarle en una
empresa, cuyo éxito debía aumentar su orgullo y su fama . Cada vez que Ricardo tomaba la resolucion de
conquistar la santa ciudad , parecia que el celo del ejército disminuia , y cuando el monarca inglés buscaba
pretestos para diferir esta conquista , ellos inflamaban con sus discursos el entusiasmo de los cruzados, repi-
tiendo con el mayor calor el juramento de libertar el sepulcro de Jesucristo; de modo que la aproximacion
hácia Jerusalen que debía reanimar y reunir á los cristianos , esparció entre ellos el desórden y la desespe-
racion .

Despues de permanecer por espacio de un mes en Bethanópolis, empezaron á quejarse los cristianes ,
esclamando con amargura : No iremosjamás á Jerusalen? Ricardo, que estaba con el corazon agitado por
contrarios pensamientos , aun cuando no daba oidos á las súplicas de los peregrinos , participaba de su dolor,
é indignábase contra su propia fortuna . Un dia que su ardor le arrastró á perseguir á los musulmanes has--
ta las vecinas alturas de Emmaús, divisó las murallas y las torres de Jerusalen . Al contemplar semejante
vista , derramo abundantes lágrimas y cubriéndose el rostro con su escudo, se confesó indigno de contemplar
la santa ciudad, á la que sus armas no habian podido libertar. Cuando regresó al campo , los jefes le instaron
de nuevo á cumplir su promesa , pero tal era la singularidad de su carácter , que cuanto mas se declaraba la
opinion de los cruzados á fin de que diese la órden de marchar hácia Jerusalen , masse obstinaba en contra-
riar todas las voluntades y hasta la suya misma . Respondia á los que se esforzaban en arrastrarle con sus
consejos y sus súplicas, que la empresa que querian acometer sobre Jerusalen solo presentaba peligros , y que
él no podia esponer de esta manera ni el honor de la cristiandad ni el suyo propio . Apoyábase sobre todo en
37
290 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

el testimonio de los señores de la Palestina , los que, dirigidos por su interés personal , y dando mas impor
tancia á la conquista de las ciudades marítimas que á la de la santa ciudad, no participaban de la opinion ge
neral de los cruzados . En medio de estos debates , la agitacion de los ánimos y el descontento del ejército to
maban cada dia mayores proporciones. Tan pronto trataba Ricardo de espantará sus rivales y á sus adver
sarios con amenazas, como de seducirles por medio de promesas . Por lo demás , todas estas quejas y todos estos
debates no le impedian atacar sin descanso á los musulmanes , comosi hubiese querido justificar su conduc
ta á fuerza de valor , ú ocultar su inquietud en el tumulto de los combates .
En fin , segun su dictámen , se formó un consejo ( 1 ) compuesto de cinco caballeros del Temple , cinco de San
Juan, cinco barones franceses y cinco barones ó señores de la Palestina . Deliberó el consejo , durante muchos
dias, acerca del partido que debia tomarse . Los que opinaban á favor del sitio de Jerusalen anunciaban , ba

jo la fé de los fugitivos que acababan de llegar de esta ciudad , que habia estallado una sublevacion en Meso
potamia contra Saladino , y que el califa de Bagdad amenazaba al sultan con las armas espirituales ( 2) , que
los mamelucos échaban en cara á su caudillo la matanza de los habitantes de Tolemaida , reusando encer
rarse en la santa ciudad , si Saladino no participaba de sus peligros . Todos los que sostenian la opinion
contraria decian que todas estas noticias no eran mas que un lazo del sultan para atraer á los cruzados
hácia puntos en donde pudiese destruirles sin combatir , y que en el territorio árido y montuoso de Jerusalen
les faltaria el agua en medio de los calores del verano. Para atravesar las montañas de la Judea , los caminos
estaban llenos de precipicios , y dominados además por escarpadas alturas desde las cuales algunos sol
dados podian aniquilar las falanges cristianas . Si el valor de los cruzados era tanto que pudiesen salvar todos
los obstáculos , podrian conservar sus comunicaciones con las costas del mar , de donde habian de recibir los
víveres . Y si fuesen vencidos , ¿ cómo verificarian su retirada , perseguidos por el ejército de Saladino ?
Tales eran las razones que alegaban Ricardo y sus partidarios para alejarse de Jerusalen ; pero estas razo
nes debian serles conocidas , cuando dieron la órden al ejército cristiano de marchar á la santa ciudad . Como
mas avanzamos en esta parte de nuestra relacion , mas la verdad se cubre á nuestros ojos con un velo im
penetrable . Para juzgar todas estas contradicciones , seria preciso conocer las negociaciones que Ricardo no
cesó de alimentar con los musulmanes , negociaciones á las cuales estaban sin duda subordinados los diversos
movimientos del ejército cristiano , el que , estando siempre en la oscuridad , solo dejaba ver en los aconteci
mientos esteriores de la guerra la ciega influencia de dos genios opuestos el uno al otro.
No seria , sin embargo, justo hacer recaer sobre Ricardo toda la severidad de los juicios de la historia ,
pues los demás jefes , entregados á la ambicion, á la envidia y á todos los furores de la discordia , habian ol
vidado como él el principal objeto de la guerra santa . Habrá podido observarse que en las cruzadas la mul
titud de los peregrinos jamás perdió de vista el rescate de Jerusalen , y que los jefes estaban siempre estra
la
viados del fin de su empresa , á causa de sus ambiciosos proyectos é intereses profanos . Es sensible que
mision del historiador sea bajo este concepto mas difícil . Si es fácil describir las pasiones humanas cuando
se revelan en los campamentos y sobre el campo de batalla , no es lo mismo cuando presiden á los con
sejos de los príncipes , mezclándose además mil intereses desconocidos ; porque en este caso se escapan fácil

mente á las miradas de la historia , ocultando casi siempre sus mas vergonzosos secretos á las investigaciones
de la posteridad .
Mientras que el consejo de los veinte árbitros estaba deliberando , algunos sirios vinieron á advertir á Ri
cardo , que una rica caravana llegada de Egipto se dirigia á Jerusalen . Reunió al momento el rey lo esco
gido de sus guerreros á los que se reunieron los franceses . Este cuerpo de tropas dejó el campamento al caer

(1) Gualtero Vinisauf en el cap. I de su lib. VI refiere el discurso que el rey Ricardo pronunció en esta ocasion , para manifes
tar las dificultades de atacar á Jerusalen , y añade que se eligieron veinte discretas personas que debian decidir la cuestion. Estos ár
bitros decidieron que era preciso marchar al Cairo antes que á Jerusalen. Conformóse el rey con esta opinion , pero los franceses
se opusieron á ella . Raul de Coggeshale dice lo contrario, esto es , que fueron los franceses los que no quisieron ir á Jerusalen y que
Ricardo y los ingleses deseaban ir á la santa ciudad . ( Biblioteca de las Cruzadas, t . II.) Boha- Eddin habla tambien de los árbitros ele
gidos por el ejército cristiano. ( Véase la Biblioteca de las Cruzadas, t. IV. )
(2) El origen de esta cuestion venia de que Taki- Eddin, sobrino del Sultan, dueño de algunas plazas de la Mesopotamia , habia
empezado á molestar á todos los príncipes vecinos, sin esceptuar á los protegidos del califa . Despues de la muerte de Taki - Eddin ,
su hijo habia pretendido sucederle sin aguardar el beneplácito de Saladino su soberano. Estos diversos acontecimientos habian in
troducido la perturbacion en el consejo del sultan .
LIBRO OCTAVO . - 1490-1191 . 291

la tarde , marchando toda la noche á la luz de la luna ; llegando al dia siguiente por la mañana al territorio
de Hebron , á un lugar llamado Hery, en donde la caravana se habia detenido con su escolta . Los arqueros
y los ballesteros iban los primeros ; los guerreros musulmanes , en número de dos mil , estaban formados en
batallones al pié de una montaña , mientras que la caravana , retirada á un lado esperaba el éxito del comba
te, Ricardo poniéndose á la cabeza de los suyos se arrojó sobre los musulmanes, que fueron batidos al primer
choque, y huyeron , dice una crónica , como las liebres perseguidas por los galgos . La caravana fué tomada :
los que la custodiaban se pusieron en salvo implorando la misericordia de los cruzados , y, sirviéndonos

de las espresiones de la crónica citada amenudo , mirando cuanto pudiera acontecerles como poca cosa con tal
que les salvasen la vida ( 1 ) .
Ricardo y sus compañeros volvieron triunfantes al ejército cristiano , llevando consigo cuatro mil sete
cientos camellos , un gran número de caballos , asnos y mulos cargados con las mercaderías mas preciosas
del Asia . Distribuyéronse los asnos á todos los criados del ejército, y se hicieron partes con la carne fresca
de los camellos . Distribuyó el rey de Inglaterra los despojos del enemigo , tanto á los que se habian quedado
en el campamento como á los que le habian acompañado : así el rey David , segun se decia en el ejército
cristiano, recompensaba á los que iban al combate y á los que guardaban los bagajes . Celebróse esta vic
toria con festines, en los que, segun la crónica del Gualtero Vinisauf, la blanca carne de los camellos , to
mados á los musulmanes , parecia un manjar esquisito á la multitud de los cruzados . Era cosa digna de ver
se la riqueza de los despojos del enemigo, y los peregrinos se alegraban doblemente, creyendo que un
acontecimiento tan brillante podia dar á su jefe la idea de aprovecharse del terror de los musulmanes y
conducir los cruzados hasta Jerusalen .

Reinaba en la ciudad santa la mayor confusion al saberse que la rica caravana de Egipto habia caido
en poder de los cristianos . Refiere Boha-Eddin , testigo ocular , que el sultan creyó deber reunir á sus emires
para reanimar su valor , haciéndoles jurar sobre la misteriosa piedra de Jacob combatir hasta la muerte .
En las juntas que se siguieron á esta ceremonia , los murmullos de disgusto ó de desesperacion se hacian
oir por todas partes , y se confundian las censuras con las advertencias dadas á Saladino . Estos señales ,
precursores de terribles discordias, demostraban á la vez el terror que inspiraba el nombre de Ricardo y el
espíritu de insubordinacion que empezaba á desarrollarse en el ejército musulman.
Sin embargo el consejo de los caballeros y de los barones , despues de muchos dias de sesion , decidió al
fin que el ejército se alejaria de las montañas de la Judea y regresaria hácia la ribera del mar . Esta re
solucion consternó á todo el ejército , los peregrinos empezaron á maldecir el tiempo que habian pasado en
la Tierra Santa ; el espíritu de rivalidad despertó los antiguos odios , y los cruzados ; mas divididos que nun
ca , no pudieron reunirse ni para combatir al enemigo ni para sobrellevar su infortunio . Los franceses y
los ingleses no marcharon ya juntos, y acampaban en diferentes lugares . Refiere Vinisauf, que el duque
de Borgoña compuso canciones en las cuales no olvidó ni al rey de Inglaterra ni á las princesas que le ha
bian seguido á la cruzada . Ricardo respondió con poesías satíricas , en las cuales trataba con desprecio á los
franceses y á su caudillo . Decíase en el ejército que el duque de Borgoña recibia de los musulmanes el pre
cio de su ira contra Ricardo . Si deben creerse las crónicas inglesas, el rey sorprendió é hizo matar á fle
chazos á los mensajeros de Saladino encargados de llevar al duque ricos regalos . ¿Qué podian hacer en
adelante contra los infieles, los cruzados trabajados por tantas disensiones ? La causa de Jesucristo ya no
tenia mas ejército para su defensa , y los caminos estaban cubiertos de peregrinos que, no esperando ya
nada de la guerra santa , se volvian los unos á Tiro , los otros á Joppe ó á Tolemaida con el propósito de
embarcarse para el occidente . "
Cada dia la paz se hacia mas necesaria á Ricardo . El rey de Inglaterra cifró todas sus esperanzas en
Saladino . Abandonado de la mayor parte de los suyos , demostró aun la fiereza que da la victoria , tan
pronto mandaba arrasar la fortaleza de Darum , que se le pedia , como enviaba una guarnicion á la ciu
dad de Ascalon , que querian demoler , ó finalmente amenazaba sitiar á la ciudad de Beirut . Saladino , que
ciertamente no deseaba la paz , prolongaba las negociaciones á fin de tener el tiempo necesario para reunir á
sus emires , que acudian bajo sus banderas con alguna repugnancia . Así que estuvieron incorporados á su

(1) Boha-Eddin é Ibn-Alatir, B blioteca de las Cruzadas t . IV.


292 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ejército los emires de Alepo, de la Mesopotamia y del Egipto , atraidos menos por las órdenes de Saladino ,
que por la esperanza del botin y de una fácil victoria, dejó á Jerusalen, y fué á sitiar, con todas sus fuer
zas , la ciudad de Joppe , defendida solamente por tres mil guerreros cristianos .
Despues de muchos asaltos , tomose la ciudad; y los musulmanes pasaron á cuchillo á cuantos encontra
ron , cometiendo mil crueldades con los pobres enfermos . Ya la ciudadela , en donde se habia retirado la guar
nicion, proponia capitular , cuando Ricardo, llegando por mar de Tolemaida , presentóse de repente delante
el puerto con muchos buques tripulados por guerreros cristianos ; pero al momento hizo volver sus navíos
hácia la ciudad , y arrojándose al agua , fué el primero que ganó la orilla defendida por una multitud de
musulmanes . Los mas valientes siguen á Ricardo , á quien nada resiste : estas esforzadas tropas penetran
dentro de la plaza , echan á los turcos de ella , les persiguen hasta la llanura , y van á levantar sus tiendas
en el mismo lugar en que Saladino habia puesto las suyas algunas horas antes. Dice Gualtero Vinisauf,
que los anales de los tiempos antiguos no ofrecen tal prodigio , y el autor árabe Boha-Eddin no puede- me
nos de rendir homenaje á este hecho de armas casi fabuloso del rey de Inglaterra . Pero aun cuando
Ricardo hubiese puesto en fuga á sus enemigos , estaba lejos de haber triunfado de todos los peligros .
Despues de haber rehusado la guarnicion de la ciudadela á sus guerreros , apenas contaba dos mil com
batientes . Al tercer dia despues de haber libertado á Joppe , resolvieron los turcos sorprenderle en su cam
pamento , pero un genovés que habia salido al amanecer , divisó en la llanura á los batallones musulmanes,
y regresó al campo gritando : á las armas , á las armas . Despiértase Ricardo sobresaltadamente , se pone la

coraza : ya los musulmanes acudian en tropel, el rey y la mayor parte de los suyos marchaban al com
bate con las piernas desnudas y hasta algunos en camisa . Solo se encontraron en el ejército cristiano diez
caballos ; uno de ellos sirvió para Ricardo , nombrando los cronistas los nueve guerreros que seguian al
rey á caballo ; y los musulmanes se vieron obligados à emprender la retirada . Aprovecha esta ocasion el
Ley de Inglaterra , para ordenar sus tropas en la llanura y entusiasmarles prometiéndoles nuevos combates .
Pronto los turcos volviendo á la carga , en número de siete mil caballos , se precipitan sobre los cristianos:
estos cerrando sus masas y presentando la punta de sus lanzas , resisten á la impetuosidad del enemigo ,
pareciendo una muralla de hierro ó de bronce . Los caballos musulmanes retroceden , cargan otra vez
dando espantosos gritos pero al fin se alejan sin atreverse á combatir : Ricardo les carga con los suyos , y
desbarata completamente á los turcos , admirados de la audacia de aquél. En esta sazon vinieron á anunciar
al rey de Inglaterra que el enemigo acaba de entrar en la ciudad de Joppe , y que la espada musulmana
pasa á cuchillo á cuantos cristianos encuentra guardando las puertas ( 1 ) . Vuela Ricardo en su socorro , dis
persándose los mamelucos á su aproximacion , y destruye á todo lo que se le presenta delante, no llevando
consigo mas que dos caballeros y algunos ballesteros. Cuando la ciudad estuvo libre de la presencia de los
enemigos , regresa á la llanura en donde su ejército estaba frente á frente de la caballería musulmana . Al lle
gar á este punto , su historiador no sabe qué espresiones emplear para dar una idea de la sorpresa que le
causó un espectáculo tan nuevo. Al solo aspecto de Ricardo , los mas valientes musulmanes tiemblan de hor

ror y se erizan sus cabellos sobre sus frentes . Un emir que se distinguia por su talle y por el brillo de sus
armas , tuvo la osadía de desafiarle en combate particular , y Ricardo con un solo golpe le derribó la cabeza ,
el hombro y el brazo derecho . En lo mas encarnizado de la pelea , el intrépido conde de Leicester y muchos
de sus compañeros iban á sucumbir , arrollados por el número de sus enemigos ; pero Ricardo, siempre in
vencible é invulnerable, les salva del peligro dispersando á los musulmanes , y precipitándose con tanto ar
dor sobre las filas enemigas, que nadie puede seguirle , desapareciendo á la vista de todos sus guerreros . Así
que regresó en medio de los cruzados , que le creian muerto , su caballo estaba cubierto de sangre y de polvo ,
y él mismo , para servirnos de la sencilla frase de un cronista , testigo ocular , todo herizado de flechas , pare
cia una pelota cubierta de agujas (2. )
Refieren algunos historiadores que Malek-Adhel , lleno de admiracion al ver el valor de Ricardo , le envió en

1 ) Raul de Coggeshale, que es mas esplícito en esta parte de su historia, que Gualtero Vinisauf, dice que Hugo de Nevil habia
ilo sumamente espantado á decir al rey que el número de enemigos destruiria á los peregrinos, amenazándole el rey con hacerle
cortar la cabeza si decia la menor cosa sobre este particular á los cristianos .
2) Gualtero Vinisauf, en su entusiasmo por Ricardo, le cree superior á Anteo, á Aquiles , á Alejandro el Grande, á Judas Macabeo
y a Rolando. Su cuerpo, dice él, era como de cobre. Caro tumquam ænea nullorum cedebat armorum generibus , cap . XXIII , lib. VI.
LIBRO OCTAVO. - 1190-1494. 293

el campo de batalla dos caballos árabes ; Saladino , finida la batalla , censuraba á sus emires el haber huido

delante de un solo hombre . « Nadie , respondió uno de ellos , puede contrarestar su espada ; su impetuosidad
es terrible, y luchar con él, es lo mismo que la muerte , pues es superior á la humana naturaleza ( 1 ) . »
Los mismos cristianos no podian esplicar esta estraordinaria victoria , que atribuian al poder divino . Pero
sin tratar de eclipsar la gloria de Ricardo y de sus compañeros de armas , debemos hacer mencion de las dis
cordias que se habian suscitado entre los guerreros de Saladino , y que debieron debilitar su ardor y su entu
siasmo . Los soldados que pertenecian á la nacion de los curdos , veian con disgusto el favor de que gozaban
los mamelucos . Boha - Eddin nos dice que estos guerreros , cuando la toma de Joppe , se colocaron á las puer
tas de la ciudad y se apoderaron de todos los despojos cristianos arrebatándolos á los otros soldados . Este ac
to de injusticia y de violencia indignó al ejército musulman , y en la última batalla dada contra Ricardo , los
soldados curdos se atrevieron á pronunciar las siguientes palabras: Saladino , nos llaman al combate, pero nos
rechazan para el botin . Di á tus mamelucos que avancen y que combatan.
Con todo tantos trabajos y tanta gloria debian ser perdidos para la cruzada . El duque de Borgoña se habia
retirado á Tiro y rehusaba el tomar parte alguna en la guerra . Los alemanes , mandados por el duque de
Austria , habian partido de la Palestina . Habiéndose puesto enfermo Ricardo y habiendo tomado la resolucion
de regresar á Tolemaida , los jefes que le habian seguido hasta entonces encontraron muy á mal que quisiese
abandonarlos , y se alejaron ellos mismos de su rey . Este, á fin de retener á su lado á los mas fieles de sus
guerreros , vióse obligado á abandonar todo cuanto le quedaba de los despojos de la caravana sorprendida en
las campiñas de Hebron . Hasta aquí, la ambicion de Ricardo se cifraba en aumentar por medio de prodigios
de valor su fama en el mundo cristiano , y suportaba todos los trabajos de la guerra , bajo la esperanza que
sus victorias en Palestina le ayudarian á triunfar de sus rivales y de sus enemigos al otro lado de los mares ;
pero como su ejército le abandonó , solo se ocupó en reanudar las negociaciones con Saladino. Los diversos
sentimientos que le dominaban , la vergüenza de no haber podido libertar á Jerusalen , el temor de perder á
su reino , le hacia adoptar y rechazar sucesivamente las mas opuestas resoluciones ( 2) . Tan pronto queria re
gresar á Europa sin concluir la paz , como amenazaba á Saladino , y buscaba espantarle, difundiendo la voz
de que el pontifice de Roma debia llegar á Palestina con doscientos mil cruzados . Se aproximaba el invierno y

pronto el Mediterráneo dejaria de ser navegable . « Mientras que todavía puede pasarse el mar , adoptad la paz
y yo regresaré á Europa . Si desechais las condiciones que os propongo , pasaré el invierno en Siria y conti
nuaré la guerra . » Convocó Saladino á sus emires á fin de deliberar sobre las proposiciones de Ricardo . « Has
ta aquí , les dice , hemos combatido con gloria , y la causa del islamismo ha triunfado por el esfuerzo de nues
tras armas. Temo que la muerte venga á sorprenderme en el reino de la paz , y me impida terminar la obra
que hemos empezado . Puesto que Dios nos da la victoria , quiere que continuemos la guerra , y nosotros de
bemos seguir su voluntad . » La mayor parte de los emires aplaudieron el valor y la firmeza de Saladino pero
le hicieron presente : « que las ciudades estaban sin defensa y las provincias devastadas ; las fatigas de la
guerra habian debilitado á los ejércitos musulmanes , y faltaban víveres al soldado y forraje á los caballos .
Si nosotros desesperamos á los francos , añadieron los emires , pueden aun vencernos, y arrancarnos nuestras
conquistas . Es prudente seguir la máxima del Coran , que nos manda conceder la paz á nuestros enemigos
cuando nos la piden . La paz nos proporcionará tiempo suficiente de fortificar nuestras ciudades , de reparar
nuestras fuerzas, y de volver á emprender la guerra con ventaja , cuando los francos , siempre infieles á los
tratados, nos darán motivo para atacarles . >»
Podia conocer Saladino , con este discurso de los emires , que la mayor parte de los guerreros musul
manes empezaban á perder el entusiasmo que habian demostrado por la causa del islamismo . El sultan es
perimentaba el abandono de muchos de sus ausiliares , y temia no sobreviniesen alborotos en su imperio.
Por otra parte no podia acordarse, sin estremecerse , del hecho de haberse negado sus tropas á pelear
delante de Joppe . Los dos ejércitos acampaban cerca el uno del otro , y el polvo que se levantaba en los
dos campos , dice un autor árabe , se mezclaba en el aire, no formando mas que una sola nube . Ni los

(1) Gualtero Vinisauf.


(2) Gualtero Vinisauf dice que Ricardo escribió á Malek -Adhel, príncipe grande y generoso , quien, segun el historiador, queria
mucho al rey de Inglaterra . (Biblioteca de las Cruzadas { . II . )
294 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cristianos ni los musulmanes demostraban impaciencia alguna de traspasar el cerco de sus murallas y de
sus fosos ; los unos y los otros parecia que estaban igualmente cansados de la guerra , y los jefes tenian el
mismo interés en concluir la paz . La disposicion de los ánimos y la imposibilidad de proseguir la guerra
hicieron al fin que se adoptara una tregua de tres años y ocho meses . « Ricardo, dice Gualtero Vinisauf, no
podia esperar mejor tratado ; el que pensara otra cosa , se convencerá que obra de mala fé . »
Se convino en que Jerusalen quedaria abierta á la devocion de los cristianos, y que estos serian dueños de
toda la costa marítima desde Joppe hasta Tiro. Los turcos y los cruzados tenian pretensiones sobre Ascalon ,
que se reputaba como la llave del Egipto . A fin de poner un término á los debates , se decidió que esta ciu
dad seria nuevamente destruida . No fuera por demás observar que no se habló de la restitucion de la
verdadera cruz, que habia sido el objeto ó causa de las primeras negociaciones , y por la que Ricardo ha
bia enviado muchas embajadas á Saladino . Los principales jefes de los dos ejércitos juraron , los unos so
bre el Coran, los otros sobre el Evangelio , observar las condiciones del tratado . Pareció entonces que la
majestad real tenia algo de mas importante y de mas augusto que la santidad del juramento : el sultan y
el rey de Inglaterra se contentaron en darse su palabra y dar la mano á los embajadores .
Todos los príncipes cristianos y los emires de la Siria fueron invitados á firmar el tratado concluido
entre Ricardo y Saladino. Entre los que fueron llamados, como garantía de la paz , no se olvidó ni al
príncipe de Antioquía , que había tomado muy poca parte en la guerra , ni al jefe de los ismaelitas , el
enemigo de los cristianos y de los musulmanes.
Solamente no se mencionó á Guido de Lusiñan en el tratado . Este príncipe jugó un papel algo importante
algun tiempo á consecuencia de las discordias que él mismo habia hecho nacer ; pero cayó en olvido
luego que los cruzados tuvieron otros motivos de disensiones . Despojado de su reino, obtuvo el de Chipre ,
que era una posesion mas real , pero que fué preciso pagarla á los templarios, á quienes Ricardo lo habia
vendido ó empeñado . La Palestina fué cedida á Enrique , conde de Champaña , el nuevo marido de aquella
Isabel que parecia estar prometida á todos los pretendientes al reino de Jerusalen , y la que , por un singular
destino , habia dado á tres esposos el derecho de reinar , sin poder ella misma subir al trono.
Despues de proclamada la paz , los peregrinos , antes de regresar á Europa , quisieron visitar el sepulcro
de Jesucristo y ver á aquella Jerusalen que no habian podido libertar . La mayor parte de los cruzados
del ejército de Ricardo se dividieron en varias caravanas , y se pusieron en marcha para la Tierra Santa .
Aun cuando ellos fuéron sin armas , su presencia despertó entre los musulmanes los sentimientos que ha

bian sido causa de la guerra . Los turcos , dice Gualtero Vinisauf, lanzaban amenazadoras miradas á los
peregrinos, y estos hubieran preferido ir hácia Tiro , ó San Juan de Acre, que no á Jerusalen . Vióse Saladi
no obligado á hacer uso de todo su deber , para hacer respetar las leyes de la hospitalidad . El obispo de
Salisburgo, cuyo valor conoció el sultan , y que hacia la peregrinacion en nombre de Ricardo, fué aco
gido con distincion . Enseñóle Saladino el leño de la verdadera cruz , y conversaron largo rato acerca de la
guerra santa .

Los franceses que, ya en paz , ya en guerra , permanecian siempre apartados de los ingleses, no hicieron
la peregrinacion á Jerusalen . Desde la batalla de Joppe, ellos no habian abandonado la ciudad de Tiro,
conservando siempre cierta envidiosa prevencion contra Ricardo . Disgustóles el tratado celebrado con Sa
ladino , y ridiculizaron al rey de Inglaterra . Este príncipe , por vengarse , habia cerrado á los franceses las
puertas de Jerusalen . Cuando estos se hubieron alejado , dijo el rey á los suyos : Echad al burlon , y tam
bien se irán las burlas . Murió de repente el duque de Borgoña , que estaba al frente de los franceses , á la
sazon en que se estaba ocupando de su regreso al occidente , y como espiró en medio de las mas terribles
convulsiones de un violento frenesí , no dejaron de ver los peregrinos ingleses , en esta muerte , el castigo
de su felonía y el juicio de la divina cólera .
No teniendo nada que hacer Ricardo en oriente, y no pensando sino en los enemigos que tenia en
Europa , se ocupó de su marcha . Cuando se embarcó en Tolemaida , los cristianos de la Tierra Santa no pu
dieron contener sus lágrimas , Jamás se habian conocido mejor sus virtudes , ni hecho mas justicia á sus
brillantes cualidades ; todos , viéndole partir, se creian en adelante sin apoyo y sin socorro contra las
agresiones de los musulmanes ; él mismo no pudo contener sus lágrimas , y así que estuvo fue
ra del puerto, volviendo los ojos hácia la tierra , que acababa de dejar : Oh Tierra Santa , esclamó
LIBRO OCTAVO . - 1190-1194. 295

yo recomiendo tu pueblo á Dios haga el cielo , que yo venga aun á visitarte y á socorrerte (4 ) .
Así concluyó esta tercera cruzada , en la que todo el occidente armado no pudo obtener otras ventajas,
que la conquista de Tolemaida y la ruina de Ascalon . La Alemania perdió sin gloria á uno de sus mas
grandes emperadores y al mejor de sus ejércitos ; y la Francia y la Inglaterra la flor de su guerrera no
bleza (2) . La Europa tuvo motivo para deplorar las pérdidas que esperimentó en esta guerra , puesto que
el ejército estaba mucho mejor organizado que en las precedentes espediciones los criminales , los aventu
reros y la gente vagamunda habian sido despedidos , y todo lo que el occidente encerraba de mas ilustre
entre sus guerreros se habia alistado bajo las banderas de Cristo .
Los cruzados que hacian la guerra á Saladino , estaban mejor armados que los que les habian pre

cedido en Palestina, pues se servian de la ballesta , abandonada en la segunda cruzada ; las corazas y los
escudos estaban cubiertos de un cuero muy fuerte, que resistia los tiros de los musulmanes : muchas ve
ces vióse en el campo de batalla á los soldados erizados de flechas , sin estar heridos , y permaneciendo inmó
viles en sus filas . La infantería , arma despreciada , se reorganizó y tomó mucha importancia en el largo
sitio de Tolemaida . En esta guerra no se parecia à la que se hacia entonces en Europa , en donde , segun
las leyes fundadas , los príncipes y los señores no podian retener por mucho tiempo á los guerreros bajo
sus banderas. Tres años de peligro y de combates debieron formar los soldados obedientes , y proporcionar la
suficiente instruccion á los jefes para saber mandar .
Los musulmanes habian progresado mucho en la ciencia de la guerra , y empezaban á hacer uso de la
lanza , á la que parece habian preferido el sable y la espada cuando los primeros cruzados habian llegado á
la Siria . Ya sus ejércitos no preséntaban el aspecto de una confusa multitud y se batian con mas órden . Los
turcos y los curdos aventajaban á los francos en el arte de atacar y de defender las plazas, y tambien en la
caballería , que podian fácilmente remontar , mientras que los francos tenian mucha dificultad en adquirir
caballos . Además los musulmanes tenian otras ventajas sobre los francos ; tales eran el pelear ó hacer la
guerra en su propio pais , y no estando sometidos mas que á un solo jefe , que les inspiraba el mismo entu
siasmo , presentándoles siempre á defender la misma causa .

(1 ) Gualtero Vinisauf. (Biblioteca de las Cruzadas t. II . )


(2) El historiador Brompton nos ha dejado una lista de los personajes que sucumbieron en esta cruzada. Nosotros creemos deber
copiarla aquí , tanto por satisfacer la curiosidad de nuestros lectores, como para levantar un honroso monumento á los pueblos
y á las familias que tomaron parte en esta espedicion.
La reina Sibila, esposa del rey Guy y sus dos hijas; Heraclio patriarca de Jerusalen ; Balduino arzobispo de Cantorbery ; el ar
zobispo de Nazaret ; el arzobispo de Besanzon ; el arzobispo de Monte- Real ; el obispo de Sidon ; el nuevo obispo de Acre ; el obispo
de Beirut; el obispo de San Jorge ; el obispo de San Abraham ; el obispo de Tiberíada ; el abate del templo del Señor ; el abate del
Monte Sion; el abate del Monte de los Olivos ; el abate de Jordes ; el prior del Santo Sepulcro ; Raul arcediano de Glocester ; Silves
tre senescal del arzobispo de Cantorbery; Juan de Norvich canónigo de York ; Conrado hijo del emperador Federico duque de
Suabia ; el conde de Perche ; el conde de Ponthieu ; Teobaldo conde de Blois ; Esteban su hermano conde de Saucerre ; Guillermo
conde de Ferriere ; el duque Bertoldo de Alemania ; Rogerio conde de la Pulla ; el conde de Breunes y Andrés su hermano conde de
Turena ; Gilberto de Tilliars ; Florencio de Angers ; Joselin de Chatellerant ; Anselmo de Montereal y toda su familia ; el vizconde
de Chatillon y su madre ; Juan conde de Vandoma; el gobernador de Ipres ; Gaufredo le Briore; Roberto de Beaune ; Adam cham
belan del rey de Francia; Adam de Laon ; Guillermo de Pimkemi gobernador ; Rogerio baron de Pol ; Roberto senescal de Guiller
mo de Meudeville ; Raul de Glauvit justiciero del rey de Inglaterra; Bernardo de Saint-Vallier , Ricardo de Clare; Guido de Chati
Ilon; Raul de Crasiby ; Lexeby y Berengerio su hermano ; Roberto el montero de Pontret; Roberto Scrope de Barton ; Rinaldo de Ton
ges ; Enrique Pigot senescal del conde de Varennes ; Gualtero Scrope ; Gualtero de Kyme hijo de Felipe de Kyme ; Juan de Liburne ,
Gualtero de Ros hermano de Pedro de Ros ; Luis de Ar-seles ; Hugo Oiry ; Guillermo de Aloui ; Guido de Darsev ; Odon de Guimer,
Reinaldo de Maigny copero de Senlis y mariscal del condo Enrique.
Enrique de Bracley y Enrique de Monplane fueron hechos prisioneros por los musulmanes .
El emperador Federico murió en el rio Selef ; su hijo Federico de Suabia pereció frente de San Juan de Acre; Roberto conde de
Leicester en la Romania . El landgrave de Turingia murió tambien á su regreso, Felipe conde de Flandes y Raul, capellan de la ca
sa real, murieron en el segundo año . En la tercera espedicion murieron en Acre, Raul de Aubenay ; Ricardo de Chamville; Drogon
hijo de Nigel de Kent ; el baron Guillermo hijo de Felipe de Kent; Reinaldo de Suffac ; Hugo duque de Borgoña y Roberto Wau
lin su capellan; Nigelle de Moubray, Simon de Wale y Guillermo de Chamville fueron arrojados al mar; el marqués de Monferra
to fué asesinado por los ismaelitas; Jaime de Avesnes fué muerto en un combate ; Beltran de Verdun y Osmand y Sutteville mu
rieron en Joppe; Gilberto Pipart murió en Brandeis, y Reinaldo vizconde de York en la isla de Chipre. El duque de Borgoña mu
rió en Tiro.
Añadiremos á esta larga lista , los nombres de Alberto , señor de Thieffriers ; y de Roberto III, su hermano. El primero murió á
causa de las heridas que recibió en el sitio de Gaza , en 1171 ; el segundo regresó con los belgas á su patria. Guillermo de Tiro nos
ha dejado, sobre el sitio y la toma de Gaza por Saladino, un escrito interesante , que puede leerse en el cap . XXI del lib . XX .
296 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

La tercera cruzada , aunque fué desgraciada , no escitó tantas quejas en Europa , como la de san Bernardo,
porque reportó alguna gloria . Sin embargo halló censores, y las razones que se emplearon para de-
fenderla tienen mucha analogia con las que alegaron los apologistas de la segunda guerra santa . « No han
faltado personas , dice uno de ellos, que raciocinando de cualquier manera , se han atrevido à sostener que
los peregrinos nada habian ganado en la tierra de Jerusalen , toda vez que esta ciudad habia quedado en
poder de los sarracenos ; ¿pero estos hombres no cuentan para nada el triunfo espiritual de cien mil márti-
res? ¿Quién puede dudar de la salvacion de tantos nobles guerreros, que se han condenado á toda clase
de privaciones para merecer el cielo, y á quienes nosotros mismos hemos visto , en medio de todos los peli-
gros , asistir cada mañana á la misa que celebraban sus propios sacerdotes?» Así hablaba Gualtero Vinisauf,
autor contemporáneo . Contar entre las ventajas de una cruzada el inmenso número de mártires que ella
ha hecho, debe parecer una idea singular. Con todo , los que se espresaban de esta suerte eran consecuentes
con las ideas de su siglo , y sobre todo con el espíritu que animaba á los soldados de la cruz . Cuando los pa-
pas y los autores sagrados buscaban ó trataban de escitar el celo de los cristianos del occidente para el
rescate de los santos lugares , no les prometian otra cosa que las palmas del martirio , y esta sola promesa
bastaba para hacer partir á millares de peregrinos . Luego que estos morian en la cruzada encontraban el
bien que se les habia prometido . No es pues estraño, que despues de la guerra se reputase como un bene-
ficio el cumplimiento de las promesas hechas anteriormente. De otra parte , no es menester olvidar que es-
te era el lenguaje de los curas y de los frailes . Si los caballeros y los barones hubiesen escrito esta historia ,
hubieran sin duda hecho otros raciocinios : cuando uno lee los anales de estos remotos tiempos , debe hacerse
cargo de encontrarles mas llenos de devocion , que los mismos tiempos á que se refieren . En el mundo y
en los campamentos , los sucesos se desarrollaban al compás de las humanas pasiones, pero su historia no
se escribia, por punto general , sino en el claustro .
Mostráronse los francos , en esta cruzada , mas civilizados que en las anteriores. Realmente era un nuevo
espectáculo para el mundo , ver amigos á dos monarcas que habian peleado tanto tiempo el uno contra el
otro . Los vasallos siguieron el ejemplo de sus príncipes, y modificaron debajo las tiendas de campaña su
antigua barbarie. Fueron admitidos los cruzados alguna vez á la mesa de Saladino , y recibió tambien á los
emires la de Ricardo, confundiéndose unos con otros , y los musulmanes y los cristianos pudieron llevar
á cabo un feliz cambio de sus costumbres , de sus maneras , de su saber y hasta de sus virtudes.
Mas ilustrados los cristianos que en las dos precedentes cruzadas , tuvieron menos necesidad de ser esci-
tados por prodigios . La pasion de la gloria fué para ellos un móvil casi tan poderoso como el entusiasmo
religioso . Así se esplica como la caballería hizo grandes progresos en esta cruzada ; llegando á tan alto su
fama entre los mismos infieles , que Saladino quiso enterarse de los estatutos por los cuales se regia , y Ma-
lek -Adhel envió a su primogénito á Ricardo , á fin de que el jóven príncipe musulman fuese recibido ca-
ballero en la asamblea de los barones y de los señores cristianos (1 ) .
El sentimiento del honor y de la humanidad enjugaron muchas veces las lágrimas que las desgracias de
la guerra hacian derramar ; las pasiones tiernas y virtuosas se asociaban al alma de los héroes , con las aus-
teras máximas de la religion y las sangrientas imágenes de combates . En medio de la corrupcion de los
campamentos , el amor , inspirando sentimientos nobles y delicados á los caballeros y á los trovadores , que
habian tomado la cruz , les preservó de las seducciones de un pernicioso libertinaje. Mas de un guerrero,
impulsado por una belleza , hizo admirar su valor combatiendo contra los musulmanes . En esta cruzada fué
cuando murió el gobernador de Coucy , herido mortalmente al lado del rey Ricardo . Una cancion que se ha
conservado hasta nuestros dias, contiene su adios á la Francia: fué à la Tierra Santa , segun refiere , para

obtener tres cosas , de un gran valor para un caballero: el paraiso , la gloria, y el amor de su dama . Una
crónica de la edad media refiere que así que recibió el golpe mortal , y estando próximo á espirar, el fiel
gobernador se confesó con el legado del papa , encargando despues á su escudero que llevase su corazon á la
señora de Fayel . La última voluntad de Coucy, y el horroroso festin que un marido cruel hizo servir á la
víctima de sus zelos , demuestran á la vez los sentimientos que la caballería podia inspirar, y todo cuanto
tenian de bárbaro las costumbres del siglo doce (2) . Los trovadores celebraron en sus canciones el amor

(1) Gualtero Vinisauf. (Biblioteca de las Cruzadas t. II.)


(2) Las aventuras del gobernador de Coucy y de la dama de Fayel están descritas en una antigua crónica , que refiere el presi-
LIBRO OCTAVO. - 1190-4191 . 297

caballeresco del noble gobernador , y la desesperacion que se apoderó de la hermosa de Vergy , cuando supo
que habia comido el corazon de su fiel caballero Si creemos las antiguas crónicas el señor de Fayel ator-
mentado por sus remordimientos y por la opinion de sus contemporáneos , se vió obligado á ir á la Tierra

Santa á espiar su crímen y la muerte de una desgraciada esposa .


En esta cruzada , en la que sobresalieron tantos caballeros , dos hombres , Ricardo y Saladino, se adquirie-
ron una gloria inmortal, el uno por un valor inútil y por cualidades mas brillantes que sólidas , y el otro por
mérito verdadero, y por virtudes que hubieran podido servir de modelo á los cristianos . El nombre de Ricar-
do fué durante un siglo el terror del oriente; los sarracenos y los turcos lo celebraban en sus proverbios,
mucho tiempo despues de las cruzadas ( 1 ) . Él cultivó las letras y mereció figurar entre los trobadores (2) ;
pero las artes no dulcificaron de modo alguno su carácter impetuoso é indomable, que hizo que sus contem-
poráneos le apellidasen ó le distinguiesen con el nombre de Ricardo Corazon de Leon (3) , que ha conservado
en la historia . Arrastrado por la inconstancia de sus inclinaciones, cambió á menudo de proyectos , de afec-
ciones y de máximas ; despreció alguna vez la religion , y muy á menudo se sacrificó por ella . Tan pronto
incrédulo como supersticioso , estremo en su ira como en su amistad , fué particular en todas las cosas, y solo
reveló constancia en su amor hácia la guerra . Las pasiones que le animaban permitieron raras veces á su
ambicion dirigirse á objeto determinado; su imprudencia , su presuncion , la incertidumbre de sus proyectos ,
le hicieron perder el fruto de sus hazañas . En una palabra ; el héroe de esta tercera cruzada es mas propio
para inspirar admiracion que cariño , pareciendo pertenecer menos á la historia que á los romances de caba-
llería.

Saladino , menos audaz y bravo que Ricardo , tenia un carácter mas grave y sobre todo mas propio para
conducir una guerra religiosa . Supo coronar con buen éxito sus empresas , y dueño de sí mismo , supo man-
dar mejor á los demás . Su nacimiento no le destinaba al trono, y su crímen fué subir á él , pero tambien de-
be decirse que luego que se sentó bajo el regio dosel , mostróse digno de semejante honor. De otra parte no se
ignora que al apoderarse del imperio de Noredino obedeció menos á sus inclinaciones , que á su fortuna y á su
destino . Una vez llegó á ser el jefe supremo de su nacion , solo tuvo dos pasiones que le dominasen ; la de rei-
nary la de hacer triunfar el Coran . Mientras que no se trataba del reino , ó de la gloria del Profeta , es decir ,
que no se contrariase ni su ambicion ni sus creencias, el hijo de Ayub demostró moderacion . En medio de los
furores de la guerra , dió el ejemplo de pacíficas virtudes; del seno de los campamentos, dice un autor orien-
tal, cubria los pueblos con las alas de sujusticia, y hacia participar á las ciudades de su generosidad . Los mu-
sulmanes admiraban la austeridad de su devocion , su constancia en los trabajos y su habilidad en la guerra .
Su generosidad , su respeto hacia el desgraciado y á la fé jurada , fueron celebradas por los cristianos á quie-
nes habian desolado sus victorias , y cuyo poderío en Asia destruyó. En una conversacion que Saladino tuvo
con el obispo de Salisbury, despues de la guerra , la que nos ha trasmitido una crónica contemporánea , Sa-
ladino nos hace conocer á la vez su carácter y el de Ricardo ; alabó el sultan el valor del rey de Inglaterra :
« Pero este príncipe , añadió , no es bastante prudente, y se demuestra demasiado pródigo de su vida ; yo
preferiria ver en un grande hombre la prudencia y la modestia , mejor que no el desprecio del peligro , y
el amor de una gloria .»
>

Esta guerra , tan gloriosa para el caudillo de los musulmanes, no dejó de acarrear algunas ventajas á la
Europa . Algunos cruzados que se dirigian á la Palestina , se detuvieron en España , y por medio de sus victo-
rias contra los moros principiaron á libertar á los reinos cristianos situados á la otra parte de los Pirineos .
Durante la segunda cruzada , muchos alemanes impulsados por las súplicas del papa hicieron la guerra á los

dente Fauchet existe en la biblioteca del rey una copia manuscrita de esta crónica que parece haber sido escrita á principios del
siglo trece, poco tiempo despues de la tercera cruzada. M. Roqueford , autor de una memoria, sobre el estado de la poesia en Fran-
cia , en el siglo doce y trece, no parece adoptar en el artículo Coucy de la biografia universa', la relacion de la crónica que acabamos
de citar, y participa de la opinion del padre Papon, que atribuye la aventura del gobernador, al trobador de Cabestan. Nosotros po-
dríamos objetar á M. Roqueford que la aventura de Cabestan , no es la misma que la de Coucy, y que la una puede ser verdade-
ra sin que la otra deje tambien de serlo. En las obras de Belloy, se encuentra una disertacion que no ha sido refutada , y que prue-
ba la verdad, sino de algunos detalles, al menos de los hechos, referidos por la crónica que acabamos de citar.
(1) Véase el continuador de Guillermo de Tiro t. I. Biblioteca de las cruzadas.
(2) Existen las poesías de Ricardo de las cuales hace mencion Warburton . History of the English Poetry y en la Arqueologia.
(3) Leed la fabulosa anéctoda en la que el historiador inglés Kington refiere el origen de este apodo dado á Ricardo (Biblioteca de
las Cruzadas, t II. )

(38 y 39) 38
298 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

bárbaros habitantes en las costas del Báltico, y retiraron los límites de la república cristiana en occidente .
Como la mayor parte de los peregrinos regresaron por mará la Palestina , el arte de la navegacion recibió
gran impulso, haciendo notables progresos . Durante el sitio de Tolemaida , llegaron una multitud de navíos
de Europa en los mares de la Siria . Si la mayor parte de estos navíos hubiesen pertenecido á los príncipes que
dirigian esta guerra , y no á comerciantes que sacaban partido de la cruzada sin servirla , es indudable que la
marina de los orientales no hubiera sido aniquilada , y que los musulmanes no hubieran podido disputar á los
cristianos el imperio del mar ; y con todo , las flotas del occidente tuvieron una gran superioridad sobre las
de los turcos . Las crónicas contemporáneas hablan de muchas batallas navales, en las cuales toda la ventaja
estuvo de parte de los francos ; los técnicos conocimientos que desarrollan las antiguas crónicas en sus des
cripciones, nos prueban que las luces sobre esta importante parte de la industria humana comenzaban á apa
recer . Una observacion que no está exenta de interés , es la de que Ricardo se embarcó en naves inglesas y que
Felipe recurrió para su espedicion á los genoveses. No será por demás decir que el brillante combate dado
por Ricardo en el mar de Tiró, á un gran navío musulman , fué uno de los primeros triunfos de la marina
inglesa.
Uno de los resultados mas importantes de la tercera cruzada , y en el cual no se habia soñado , fué la con
quista de Chipre y la ereccion de esta isla en reino . Chipre encerraba muchas florecientes ciudades , sus lla
nuras eran fértiles , sus costas producian un vino que tenia mucha fama , y sus puertos ofrecian un cómodo
asilo á los buques que iban del occidente al Asia , y regresaban de la Siria á Europa . El reino de Chipre pro
porcionó continuamente útiles socorros á las colonias cristianas de oriente, y cuando estas colonias fueron
destruidas por los turcos aquél recogió sus restos. Conquistado por Ricardo y gobernado por varios reyes , con
servó mucho tiempo despues de las cruzadas las leyes que Godofredo de Bouillon y sus sucesores habian he
cho para Jerusalen ; y trasmitió á las edades venideras el mas precioso monumento de la legislacion de aque
llos remotos tiempos.
En algunos estados de Europa , el comercio y el espíritu mismo de las guerras santas habia contribuido á
la modificacion de las costumbres . Muchos siervos hechos libres habian tomado las armas . No fué cierta
mente el espectáculo menos interesante de esta cruzada ver á las banderas de muchas ciudades de Francia
y de Alemania flotar en el ejército cristiano entre los estandartes de los señores y de los barones.
La cruzada arruinó la Inglaterra , y fué la causa de la discordia que tantos males acarreó al pais; la Fran
cia, aun cuando tuvo que deplorar la pérdida de un gran número de guerreros , vió sin embargo en la mis
ma época florecer la paz en to las sus provincias, aprovechándose de las desgracias de sus vecinos . La cruzada
proporcionó á Felipe Augusto los medios de abatir á los grandes vasallos , y de reunir la Normandía á la co
rona. Ella le dió pretesto para establecer impuestos sobre todos los súbditos y sobre el mismo clero , y de tener
á sueldo á ejércitos regulares ; dándole finalmente ocasion para rodearse de una guardia fiel . De este modo iba
creciendo esta potestad real , de la que la nacion esperaba sus libertades , y que debia mas tarde triunfar en
Bouvines de la liga mas temible que se hubiese formado jamás contra la Francia .
Un largo cautiverio aguardaba á Ricardo á su regreso á Europa . Arrojado por la tempestad sobre las costas
del Adriático , entre Venecia y Aquilea , temió atravesar la Francia , en la que estaba Felipe Augusto, y to
mó el camino de la Alemania , acompañado de un solo criado . Ricardo descansó algunos dias cerca de Viena ,
en una poblacion llamada Erdberg . Yendo su criado á la ciudad en busca de provisiones , llevaba una sortija
de valor y un par de guantes de su amo : lo que hizo que se concibiesen sospechas , y al efecto se le dirigie
ron varias preguntas, á las que contestó el criado diciendo que él viajaba con un rico comerciante . Sin embar
go las sospechas continuaron , porque empezaba á circular la voz de que el rey de Inglaterra habia desembar
cado en Zadara , y que se hallaba en el territorio de Austria . Al fin cediendo el criado á las instancias y á las
amenazas , confesó la verdad . Ricardo fué arrestado por los soldados de Leopoldo, en una posada , disfrazado de
mozo de cocina . El duque de Austria no fué bastante generoso para olvidar los ultrajes que habia recibido
del rey de Inglaterra en el sitio de Tolemaida , y retuvo prisionero al monarca .
Ignorábase completamente en Europa la suerte que habia cabido á Ricardo , cuando un gentil hombre de
Arras , llamado Blondel , resolvió recorrer la Alemania , con el objeto de averiguar el punto donde estaba el
príncipe, y no parar hasta haberle hallado . Blondel juró , dice una crónica , que buscaria á su señorpor to
da la tierrahasta que le hubiese encontrado . Dió la casualidad que dicho Blondel se encontró en Austria, en
M
LIBRO OCTAVO . - 1490-1194 . 299

un delicioso valle y en un lugar llamado Duresten , sobre la ribera derecha del Danubio , á algunas millas de
Viena . Llegado delante de un viejo castillo en el que gemia , segun decian , un ilustre cautivo , el bufon oyó
cantar la primera copla de una cancion que él habia compuesto con Ricardo, y se puso á cantar la segunda
estancia . El prisionero reconoció á Blondel , y el fiel trovador regresó á Inglaterra , anunciando que habia des-
cubierto la prision del rey Ricardo (1 ) . El duque de Austria , horrorizado por haberse hecho semejante des-
cubrimiento, no se atrevió á retener por mas tiempo á su temible cautivo y lo entregó al emperador de Ale-
mania . Ricardo permaneció tres meses en el castillo que Leopoldo le habia señalado por cárcel . Enrique VI ,
que tenia tambien motivos de vengarse, se alegró de tener en su poder al rey de Inglaterra , le hizo encer-
rar en el castillo de Trifels , del cual se ven aun las ruinas sobre la ribera derecha del Rhin , no lejos
de Landau y en el cual el emperador de Alemania le retuvo cerca de un año. El héroe de la cruzada , cuyo
nombre llenaba el mundo, se consumia en las tinieblas de un calabozo , siendo durante mucho tiempo el ju-
guete de dos príncipes cristianos.
Se le mandó comparecer tambien ante la dieta germana , reunida en Worms; y se le acusó de todos los crí-
menes , que le habia atribuido la ira y la envidia ; pero el espectáculo de un rey encarcelado es tan interesante ,
que nadie se atrevió á condenar á Ricardo y luego que se hubo justificado, los obispos y los señores, derra-
mando abundantes lágrimas, suplicaron á Enrique que le tralase con menos rigor é injusticia (2) .
La reina Leonor imploró á todas las potencias de la Europa , para obtener el rescate de su hijo (3) . Las
quejas y lamentos de una madre coumovieron el corazon de Celestino que acababa de ocupar la cátedra de
San Pedro . El papa reclamó varias veces la libertad del rey de Inglaterra , y lanzó la escomunion contra el
duque de Austria y el emperador : pero los rayos de Roma caian tan á menudo sobre las coronas de Alema-
nia, que apenas inspiraban temor alguno . Despreció Enrique los anatemas de la silla apostólica; y el
cautiverio duró aun mas de un año, no obteniendo su libertad hasta haberse conprometido à pagar un con-
siderable rescate . Su reino, al que él habia arruinado cuando su marcha , agotó sus recursos para apresurar
su regreso, y la Inglaterra dió hasta sus vasos sagrados para romper las cadenas de su monarca . Los ingleses
le recibieron con el mayor entusiasmo; sus aventuras, que arrancaban lágrimas , hicieron olvidar sus cruel-
dades, y la Europa no se acordó mas que de sus trabajos y desgracias (4) .
Despues de la tregua celebrada con Ricardo, retiróse Saladino á Damasco, y solo disfrutó un año de su glo-
ria. La historia contemporánea celebra la manera edificante con que murió (5) , distribuyendo igualmente sus
limosnas á los cristianos y á los musulmanes . Antes de espirar ordenó á uno de sus emires el que pasease su
paño mortuorio por toda la ciudad de Damasco y que repitiese en alta voz : Hé aquí lo que Saladino , vencedor
del oriente, ha conseguido de sus conquistas . Las crónicas latinas son las únicas que hablan de este hecho,
y nosotros lo reproducimos aquí, menos como hecho histórico , que como una leccion moral , y la espresion

(1) Las aventuras de este príncipe, y todas las circunstancias de su cautiverio, brevemente referidas en los monumentos con-
temporáneos, han dado á un cronista ó mejor á un romancero del siglo trece, el argumento de una obra bastante larga bajo el títu-
lo de Blondeau, y se halla entre los manuscritos de Sorbonne núm . 434 ( Biblioteca real) . Esta crónica cuya autenticidad no pode-
mos garantir, se ocupa principalmente del trobador Blondel y de la libertad del prisionero . Es verosímil que esta crónica ha facili-
tado los primeros elementos de los romances mas modernos sobre el cautiverio del monarca. Los historiadores ingleses han sacado
las noticias sobre Ricardo de las crónicas contemporáneas que hemos consultado, y de las piezas diplomáticas conservadas por Ry-
mer.
Mills, Additional Notes of the History ofCrusades refiere la cancion de Blondel y la respuesta de Ricardo : está en lengua romana
2 muy difícil de entender; hé aquí la traduccion libre:
Blondel. Nadie, hermosa dama, puede veros sin amaros: pero vuestro frio corazon no satisface ninguna pasion: y por ello es que
yo suporto mi mal, porque todos sufren como yo.
Ricardo. Ninguna dama puede dominar en mi corazon, si no se fija en un solo objeto. Yo prefiero ser aborrecido solo á ser
amado con otros.
(2) Guillermo de Hamenigford . Mateo de París . (Biblioteca de las Cruzadas t. II. )
(3) Véase en las cartas de Rymer t. I, las cartas de la reina Leonor y las del venerable Pedro de Blois, dirigidas al papa en fa-
vor de Ricardo. (Biblioteca de las Cruzadas.)
(4) Rymer ha publicado una serie de actas y piezas diplomáticas relativas al cautiverio del rey : tales son por ejemplo
el tratado entre el emperador Enrique VI y Ricardo, las cartas escritas por este príncipe con el objeto de recordar á los barones sus
obligaciones feudales relativas al pago de su rescate, Tocó á la Inglaterra y á la comuna de Londres el pagar las dos terceras par-
tes, y la otra fué satisfecha por los judíos . ( Véase las actas de Rymer, Biblioteca de las Cruzadas t. I, y el resúmen sobre los judíos al
fin de la obra).
(5) Boha-Eddin fué testigo de la muerte de Saladino . Biblioteca de las Cruzadas t. IV )

4
300 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

viva y enérgica de la fragilidad de las grandezas humanas . Los autores árabes se ocupan de una circunstan
cia verdadera y no menos notable que describe muy bien á la vez el dolor que inspiró la muerte de Saladino
y esta especie de gobierno que habia sabido establecer , pareciendo que todo habia muerto con la muerte del
príncipe : Boha-Eddin , despues de baber hablado de la desesperacion que se apoderó de los sirios , añade que
todo el pueblo de Damasco quedó como estupefacto , olvidando en medio del dolor público el apoderarse de la
ciudad.

En los últimos dias de su vida , Saladino se ocupaba aun de nuevas conquistas fijando su vista sobre el
Asia Menor , sobre el imperio griego , y tal vez sobre el occidente , cuyos ejércitos habia vencido tantas veces
en la Siria.
LIBRO NONO . — 1193-1198.
301

LIBRO IX .
1
FIN DE LA CUARTA CRUZADA.

1193-1198 .

Desmembramiento del imperio fundado por Saladino. - Malek - Adhel se aprovecha de las rivalidades de sus sobrinos , para apo
derarse del trono. -Ojeada sobre la situacion política en oriente y en occidente. - El papa Celestino III hace predicar la cruza
da.-El emperador de Alemania Enrique VI. - Dietade Worms . - Partida de los cruzados alemarres. - Su conducta altanera é impo
lítica en Palestina. - Consecuencias que ella trae consigo. -Sitian los musulmanes à Joppe. -Muerte del rey de Jerusalen. - Malek
Adhel es batido y puesto en fuga.-Los cristianos se apoderan nuevamente de Beirut. - Se hacen dueños de la Siria , y forman la re
solucion de volver a entrar en la santa ciudad. - Atacan el castillo de Thoron . - Su vergonzosa huida. - Sus funestas divisiones.
La reina Isabel da su mano á Amaury , rey de Chipre. —Llegada del conde de Montfort. - Los cruzados alemanes regresan á Europa .
Tregua con Malek -Adhel. -Resúmen de la cuarta cruzada.

Mientras que yo repaso en esta historia los grandes acontecimientos de los tiempos pasados , la discordia y la
guerra agitan á los presentes , y á menudo viene á estallar una revolucion en el intervalo del uno al otro tomo.
Apenas habia concluido , en el seno de una pasajera tranquilidad , la relacion de las primeras cruzadas ,
cuando nuevas tempestades vienen á rugir al rededor de nosotros : todos los reyes de la Europa se levantan
armados, no ya para rescatar el sepulcro de Jesucristo , sino para defender las viejas monarquías que estaban
cayéndose . Prosigo pués mi comenzada tarea, en medio de los gritos de una nueva revolucion , de una guerra
formidable , y de los inquietos ocios de un segundo destierro ( 1 ) .
Despues de treinta años , vese la Europa entregada à una perturbacion general; una revolucion nacida en
Francia ha conmovido los tronos, removido violentamente la sociedad, y ha multiplicado las ruinas del mun
do moral como las del mundo político . Las constituciones, las creencias , las costumbres de nuestros mayores ,
han sido atacadas con furor : y se ha demolido la lenta obra de los tiempos , y despreciado hasta el recuerdo
de las pasadas generaciones . Nuevas opiniones se han levantado contra la vieja Francia, la Francia heroica y
religiosa que nos conduce al recuerdo de las espediciones de la cruz . Esta revolucion que llegó á ser un gran
espectáculo para el universo , tuvo por ausiliares á la guerra y la victoria , como esta otra revolucion que pre
cipitó en otro tiempo el occidente sobre el oriente : los campeones de Jesucristo marchaban á la conquista del
mundo oriental , en provecho del Evangelio ; y los campeones de las nuevas ideas marchaban hácia un mundo
que nadie conocia. Deplorando los males de la época actual, buscaré lecciones para comprender mejor los
tiempos cuya historia he emprendido .
Las revoluciones , aun cuando no siempre reconozcan las mismas causas , tienen algunos puntos de seme
janza, bajo el punto de vista de lo violento y apasionado . Los desastres de los cuales he sido yo testigo , la
tempestad que oigo aun rugir , me demuestran que el corazon humano es siempre el mismo , y me ayudarán
sin duda á pintar con mas verdad los disturbios y las pasiones de otro siglo.
Despues de la muerte de Saladino, vióse la suerte que cupo á las dinastías del oriente : un reino agitado y
turbulento sucedia al reino de la fuerza y del poder absoluto . En estas dinastías , que no tienen otro apoyo
que la victoria y la poderosa voluntad de un solo hombre, se obedece temblando , mientras que el soberano
que manda está rodeado de la fuerza ; pero luego que ha cerrado los ojos , el pueblo se precipita á la licencia
con el mismo ardor que se ha precipitado hácia la servitud ; reprimidas largo tiempo las pasiones por la
pre
sencia del déspota , no hacen mas que estallar con mayor fuerza cuando no queda de aquél mas que un va
no recuerdo .
Saladino, antes de morir, no arregló el órden de su sucesion (2) , y esta imprevision fué el principio de la
(1) En 1815 escribí la historia de la cuarta y quinta cruzada .
(2) Saladino dejó diez y siete hijos y una hija. ( Biblioteca de las Cruzadas .)
302 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ruina de su imperio . Unode sus hijos , Aziz , que mandaba en Egipto , se hizo proclamar soberano del Cairo;
otro (1 ) se apoderó del principado de Alepo : el tercero (2) de la soberanía de Damasco Malek- Adhel (3) ,
hermano de Saladino , se hizo reconocer como soberano de una parte de la Mesopotamia y de algunas ciuda
des vecinas del Eufrates . Los principales emires, todos los príncipes de la familia de los Ayubitas , se hicieron
dueños (4) de las ciudades y de las provincias que estaban gobernando .
Afdal ( 5) , hijo primogénito de Saladino , habia sido proclamado sultan de Damasco , dueño ó señor de la
Siria y de la capital de un vasto imperio, soberano de Jerusalen y de la Palestina (6) , pareciendo haber con

servado algo del poder paternal ; pero todo cayó en el mayor desórden y confusion . Los emires , antiguos
compañeros de glorias de Saladino , soportaban con disgusto la autoridad del jóven sultan . Muchos se habian
negado á prestarle el juramento de obediencia (7) redactado por los cadís de Damasco, otros consintieron en
prestarlo, pero con la condicion que se les conservarian sus feudos , ó que se les darian de nuevo . Lejos de
trabajar en reunir á esta turbulenta familia , Afdal , olvidando los deberes del trono , en medio de los esce
sos del libertinaje y entregado completamente á sus placeres , abandonó el gobierno de su imperio á un
visir que le hacia odioso á los musulmanes ( 8) . El ejército pedia la deposicion del visir (9) á quien acusa
ba de haber usurpado la autoridad del príncipe , proponiendo á la vez el visir á su jefe la exoneracion de
los emires sediciosos . El débil sultan , que no hacia mas que lo que queria su ministro , abrumado con la
presencia y las quejas de un ejército descontento , despidió á un gran número de soldados y emires , que fué
ron á quejarse á varios príncipes vecinos de la ingratitud de Afdal , acusándole de olvidar , en el seno de
la ociosidad y de los placeres , las santas leyes del Profeta y la gloria de Saladino .
Muchos de ellos que se habian retirado al Egipto, exortaron á Aziz para que tomase las armas contra
su hermano . El soberano del Cairo escuchó sus discursos , y bajo el pretesto de vengar la gloria de su pa
dre , concibió el proyecto de apoderarse de Damasco . Reunió al efecto todas sus fuerzas , y se dirigió hácia

(1 ) Almalek-Alaziz - Emmad - Eddin -Osman.


(2) Almalek Aldaher Gaiat-Eddin Gazi .
(3) Almalek-Atadel Seif Eddin Abou -bekr-Mahommed.
(4) Aboulfeda y algunos otros historiadores árabes indican bastante sucintamente el reparto que se hicieron los príncipes Ayu
bitas de las vastas provincias que formaban el imperio de Saladino. Este imperio se componia de la Siria, del Egipto, de casi toda
Ja Mesopotamia, y hasta de una gran parte de la Arabia .
Aziz, como hemos dicho, se estableció en Egipto : Afdal y Daher se repartieron la Siria , reinando el uno en Damasco y el otro en
el Alepo . Adhel conservó Carac , así como algunas ciudades á la otra parte del Eufrates y que componian las provincias orientales
que era la Mesopotamia propiamente dicha. A estas tres grandes divisiones pertenecian muchos príncipes feudatarios, que poseian
en feudo varias ciudades del imperio. Hamah , Salamiah, Marrah y Mambeg pertenecian á Malek- Mansour á cuya rama pertenece
el célebre Aboulfeda. La familia de Chirkou estaba establecida en Emeso ; Dafer, hijo de Saladino , disfrutaba de Bosra ; Agmed hijo
de Ayub, era príncipe de Baalbek ; Scheizer, Abou Cabais, Sachyoun, Tell - Baccher, Kaukab, Agloun, Aarin, Kafar-Tab y Apanas
los poseian diversos emires que habian servido en el ejército de Saladino .
En cuanto al Yemen, provincia de la Arabia en la que se estableció Saif Elislam, hermano de Saladino, la familia de los ayubitas
reinó en ella hasta el año de 1239. ( Véase la Biblioteca de las Cruzadas, historiadores árabes t. IV. )
(3) Almalek Alafoal Noredino Alí.
(6) A la muerte de Saladino, Jerusalen estuvo bajo el poder de Afdal su hijo que le dió en feudo al emir Aziz Eddin Gerdik.
Habiéndose apoderado de Damasco Aziz, la ciudad santa fué del emir Ilm-Eddin Baüsser : á este sucedió Aboulhedja, favorito de
Malek-Adhel ; porque en el reparto que este príncipe y su sobrino se hicieron poco tiempo despues del Egipto y de la Siria, la Pa
lestina permaneció en poder de Adhel. Aboulhedja fué á su vez reemplazado por el famoso emir Acsankar el Kehir, y este, por Mei
moun, en 1197. Luego que el imperio estuvo reunido bajo de la dominacion de Malek-Adhel, á su hijo Moadan le tocó Damasco
del que dependieron la Palestina y Jerusalen.
(7) Boha- Eddid. Biblioteca de las Cruzadas t . IV .
(8) Este visir se llamaba Nasr- allah , y llevaba el sobrenombre de Dhia- Eddin, el esplendor de la religion ; era hermano del bis
toriador Ibu-Alatir , á quien a menudo hemos citado, y cultivaba las letras con provecho . El estudio de la mayor parte de las cien
cias habia ocupado su juventud , y su memoria retenia los mas bellos trozos de la antigua y moderna poesía de su nacion. Saladino
le habia dado por visir á su hijo, y Nasr-Allah demostró con su conducta que era digno de esta eleccion . Si cometió faltas como mi
nistro tiene la honra sin embargo de haber permanecido fiel á su señor, compartiendo sus trabajos y acompañándole en su destier
ro. Despues de haber permanecido algun tiempo en Samosata en donde se encontraba desterrado, Afdal pasó á Alepo, y entró al
servicio de Daher que reinaba en aquella sazon, y descontento de su conducta abandonó la corte y se retiró á Mosul , en donde fijó
su residencia. Murió en Bagdad en 1289 estando desempeñando una mision diplomática que le habia confiado el príncipe de Mosul
Nasr-Allah ha dejado muchas obras de literatura, que la biogafía de Ibn-Khilcan ofrece la momenclatura.
(9) Et jóven príncipe, segun Aboulfeda, conservaba aun cierto pudor y miramientos en el seno de los placeres : así es que Malek
Adhel , que le gustaba ver avilir á aquel, para elevarse sobre sus ruinas le recuerda un verso árabe cuyo significado es este : «¿Qué
es el placer si se hace de él un misterio?»
LIBRO NONO. - 1193-1198 . 303

la Siria á la cabeza de un ejército. Cuando Afdal vió próximo el peligro, invocó los socorros de los príncipes
que reinaban en los paises de llamah y de Alepes . Pronto estalló una guerra formidable, en la que tomó
parte forzosamente toda la familia de los Ayubitas (1 ) . Aziz habia puesto ya el sitio delante de Damasco. La
esperanza de una fácil conquista animaba á sus emires, haciéndoles creer que combatian por la justicia : pe-
ro como desde luego esperimentaron varios reveses , alejándose cada dia mas la victoria de sus banderas ,
parecióles que esta guerra empezaba á ser injusta. Estallaron murmullos en el ejército , y por fin se suble-
varon contra Aziz, y se reunieron á las tropas sirias. Abandonado de este modo el soberano del Cairo , tu-
vo que levantar vergonzosamente el sitio, y regresar á Egipto . El sultan de Damasco y su tio Malek-Adhel
le persiguieron al atravesar el desierto, con la idea de atacarle hasta en la misma capital . Afdal , á la cabeza
de un victorioso ejército, habia llevado el terror hasta las riberas del Nilo; Aziz iba á ser destronado, y el
Egipto conquistado por los sirios , si el hermano de Saladino, guiado por una política , cuyos motivos pudie-
ron conocerse mas tarde, no hubiese opuesto á las armas del vencedor la autoridad de sus consejos y el res-
tablecimiento de la paz en la familia de los Ayubitas.
Los príncipes y los emires respetaban la esperiencia de Malek-Adel , y le erigian en árbitro de sus dife
rencias. Acostumbrados los guerreros de la Siria y del Egipto á verle en los campos de batalla , le miraban
como á su jefe, y le seguian alegremente en el combate; los pueblos , á quienes él habia admirado con sus
bazañas , invocaban su nombre en los reveses y en los peligros . Veian con sorpresa los musulmanes, que
hubiese estado como desterrado en la Mesopotamia, y que un imperio fundado con su valor , hubiese sido
abandonado á unos príncipes jóvenes, que no se habian conquistado las simpatías de los guerreros : hasta él
mismo, en secreto, se indignaba de no haber recibido la recompensa de sus trabajos, y conocia todo cuanto
podian hacer los antiguos soldados que él habia conducido á la victoria, para satisfacer su ambicion . Entraba
en sus planes , que el imperio no estuviese reunido en unas mismas manos , y que las provincias continua-
sen por algun tiempo sujetas á dos potencias rivales. La paz que se acababa de celebrar no podia ser
de larga duracion, y la discordia , siempre pronta á estallar entre sus sobrinos , debia ofrecerle á no tardar
la ocasion de recoger la vasta herencia de Saladino.
Los varios peligros , á que habia estado espuesto Afdal , hicieron que mudase de conducta . Hasta entonces
habia escandalizado á los fieles musulmanes, entregándose á los escesos del vino. Al regresar de Egipto,
demostróse mas dócil á las amonestaciones de los hombres piadosos y devotos , pero cayó en el esceso contra-
rio, pues se le veia sin cesar entregado á la oracion y ocupado en las minuciosas prácticas de la religion
musulmana, copió por su propia mano todo el Coran : y Afdal, ya en su estrema devocion, ya entregado á
los placeres de una vida disipada , permaneció siempre estraño á los cuidados del imperio, y entregado com-
pletamente á los consejos del mismo visir, que le habia espuesto ya á perder sus estados. «Entonces , dice
Abulfeda , se manifestó un disgusto en todas partes, y los que hasta allí le habian alabado, guardaron el
mayor silencio. >>

Creyó Aziz que la ocasion era favorable para tomar las armas contra de su hermano. Malek-Adel , persua-
dido de que la guerra podia servir á su ambicion , no habló mas de la paz y se puso á la cabeza del ejército .
Habiendo intimidado con amenazas ó ganado con regalos á los principales emires de Afdal , tomó posesion en
seguida de Damasco en nombre de Aziz , y pronto gobernó como soberano las mas ricas provincias de la Siria .
Cada dia suscitábanse nuevas discordias entre los príncipes y los emires : todos cuantos habian combatido
con Saladino, creyeron que habia llegado el momento de hacer valer sus pretensiones (2), los príncipes que
quedaban aun de la familia de Noredino, pensaban recobrar las provincias en las cuales los hijos de Ayub
habian despojado á los desgraciados Atabeks . Todo el oriente estaba en sublevacion; sangrientas divisiones
desolaban á la Persia , la que se disputaban los débiles vástagos de los Seldjucidas. El imperio de Karisme,
que se estendia de dia en dia por nuevas conquistas, amenazaba á la capital de Korasan y la ciudad de Bag-
dad, en donde temblaba el pontifice de la religion musulmana . Ilacia mucho tiempo que los califas no po-
dian tomar una parte activa en los acontecimientos que cambiaban la faz de la Siria , y no tenían mas au-
toridad que para consagrar las victorias del partido triunfante . Echado Afdal de Damasco, invocó en vano la

(1) Véase sobre estas guerras, y sobre la tranquilidad que ellas proporcionan á las colonias cristianas, la Biblioteca de las Cru-
zadas. t IV.
(2) Biblioteca de las Cruzadas, t. IV.
304 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

que reinaban en los paises de Hamah y de Alepo . Pronto estalló una guerra formidable , en la que tomó
proteccion del califa de Bagdad , quien le exhortó á tomar paciencia , diciéndole : que sus enemigos darian cuen-
ta á Dios de lo que habian hecho.
En medio de las rivalidades que dividian á los príncipes musulmanes, Malek-Adel no encontraba obstá-
culos á sus proyectos; las turbulencias , y las discordias que habían originado su usurpacion , las guerras
emprendidas contra él , todo contribuyó á consolidar y á estender su poder . Él debia reunir bien pronto de-
bajo sus leyes, la mayor parte de las provincias conquistadas por Saladino . De este modo se verificó, por
la segunda vez , en el espacio de pocos años , esta observacion de un historiador árabe , Ybu-Alatir , que se
espresaba así al hablar de la sucesion de Chircou : La mayor parte de los que han fundado imperios, no los
han dejado á su posteridad .
Esta instabilidad del poder no es pues una cosa estraña , en los paises en que el éxito lo legitima todo ,
en donde los caprichos de la fortuna son amenudo leyes , y en los que los mas temibles enemigos de un
imperio fundado por la fuerza de las armas son despues los que le prestan el apoyo de su valor . El histo-
riador que acabamos de citar , deplora estas revoluciones del despotismo militar , sin profundizar las causas
naturales, y solo puede esplicar tantos cambios remontándose á la justicia de Dios , siempre pronta á casti-
gar á lo menos á los hijos de los que han empleado la violencia y derramado la sangre humana , para lle-

gar al imperio.
Tales fueron las revoluciones que durante muchos años turbaron á los estados musulmanes de la Siria y
del Egipto . La cuarta cruzada que vamos á hacer conocer, y de la cual hubieran podido aprovecharse los
cristianos , sobre todo de la revolucion del oriente, no sirvió mas que para reunir los díspersos restos del im-
perio de Saladino . Malek-Adhel debió los progresos de su poder , no solamente á las divisiones de los infieles ,
sino tambien al espíritu de discordia que reinaba entre los cristianos .
Despues de la marcha del rey de Inglaterra , lo mismo que se habia visto despues de cada cruzada , las colo-
nias cristianas cercadas de peligros marchaban mas rápidamente á su decadencia . Enrique de Champaña ,
encargado del gobierno de la Palestina , desdeñaba tomar el título de rey ; impaciente por regresar á Europa ,
miraba á su reino como á un lugar de destierro. Las tres órdenes militares , que permanecian en Asia en
fuerza de sus juramentos , formaban la principal fuerza de un estado , que en otro tiempo tenia por defenso-
res á todos los guerreros de Europa . Guido de Lusiñan , retirado en la isla de Chipre , no se ocupó ya de Jeru-
salen, y ponia todo su cuidado en conservarse en su nuevo reino , conmovido continuamente por la subleva-
cion de los griegos y amenazado por los emperadores de Constantinopla .
Boemundo III ( 1 ) , hijo menor de Raimundo de Poitiers y descendiente del célebre Boemundo , uno de los
héroes de la primera cruzada , gobernaba el principado de Antioquía y el condado de Trípoli . A pesar de los
males que afligian á las colonias cristianas , este príncipe no se ocupaba mas que de engrandecer á sus esta-
dos , y todos los medios le parecian buenos para lograr su intento . Boemundo pretendia tener derechos sobre
el principado de Armenia ; y para apoderarse de él , empleó sucesivamente la fuerza y la astucia . Despues de
muchas inútiles tentativas, atrajo á la capital á Rupino de la Montaña , uno de los príncipes , y le retuvo cau-
tivo , ofreciéndole despues la libertad , con la condicion que este le rindiera homenaje . Rehusó acceder á ello
Rupino, y Boemundo entró en la Armenia : Livon , vencedor del príncipe de Antioquía , le obligó á romper las
cadenas de su prisionero . Despues de muchos años, suscitáronse nuevos debates entre Boemundo y Livon ,
hecho príncipe de Armenia . Bajo pretesto de hablar de la paz , Boemundo invitó á Livon á una entrevista .
Los dos príncipes se comprometieron con juramento , á ir sin escolta ni séquito alguno al lugar de la confe-
rencia ; pero cada uno de ellos tenia el secreto pensamiento de no cumplir su juramento , y seguir tan solo los
impulsos de su cólera . El príncipe armenio fué el mas dichoso ó el mas pérfido : sorprendió á Boemundo , le
cargó de cadenas y lo encerró dentro de una de sus fortalezas . Desde este momento la guerra volvió á encen-
derse con mucho furor . Los pueblos de la Armenia y de Antioquía corrieron á las armas y las campiñas y
las ciudades de los dos principados fueron sucesivamente invadidas y asoladas . Sin embargo, se hablaba de
restablecer la paz . Despues de haberse debatido ampliamente acerca de las condiciones , el príncipe de An-
tioquía fué enviado á sus estados . Por un acuerdo hecho entre los dos príncipes , Alisa , hija de Rupino , se

(1) Véase al continuador de Guillermo de Tiro , y á Bernardo el tesorero en la Biblioteca de las Cruzadas.
LIBRO NONO. - 1193-1198 . 305

casó con la hija de Boemundo. Esta uniòn parecia ser la prenda de una paz duradera : pero el gérmen de tan-
ta discordia subsistia aun : los dos partidos conservaban el resentimiento de los ultrajes que ellos habian re-
cibido; cada tratado de paz era un nuevo motivo de discordia , y la guerra civil estaba pronta á encenderse
de nuevo .

La ambicion y la rivalidad habian dividido tambien las órdenes del Temple y de San Juan . En la época
de la tercera cruzada , los hospitalarios y los templarios eran tan poderosos como los príncipes soberanos ,
pues poseian en Asia y en Europa pueblos , ciudades y hasta provincias . Rivalizando entre sí las dos órdenes ,
se ocupaban menos en defender los santos lugares, que en aumentar su fama y sus riquezas ; cada una de
sus inmensas posesiones, cada una de sus prerogativas , el buen nombre de sus caballos , el crédito de sus je-
fes , todo, hasta los trofeos del valor , era para ellos un motivo de rivalidad . El cronista inglés Mateo París nos
dice, que la principal causa de la rivalidad entre las dos órdenes era la desigualdad de sus riquezas : los
hospitalarios poseian diez y nueve mil heredades ó mansos , y los templarios solo nueve mil . Al fin , este espí-
ritu de discordia y de rivalidad estalló en una guerra abierta . Un gentil hombre francés establecido en Pales-
tina poseia en calidad de vasallo de los hospitalarios un castillo vecino de Margat, sobre las costas de la Siria .
Los templarios pretendieron que este castillo les pertenecia , y le ocuparon á viva fuerza . Roberto Sequin , este
es el nombre del gentil hombre , fué á quejarse á los hospitalarios : estos toman en seguida las armas y arrojan
á los templarios del castillo que acababan de invadir . Desde entonces no se encontraban dos caballeros de es-
tas órdenes, que no se provocasen al combate. La mayor parte de los francos y de los cristianos establecidos en
Siria tomaron partido, los unos por la órden de San Juan, los otros por la del Temple. El rey de Jerusalen
y los mas sabios y prudentes barones hicieron los mayores esfuerzos para restablecer la paz ; muchos princi-
pes cristianos probaron en vano reunir á las dos órdenes rivales ; el mismo papa tuvo que trabajar mucho
á fin de hacer oir su santa mediacion , y solo despues de muchos debates , ya empleando los rayos evangélicos ,
ya usando el paternal lenguaje del jefe de la Iglesia , logró la Santa Sede terminar , por su sabiduría y su su-
premo ascendiente, una cuestion que los caballeros hubieran decidido mejor con la lanza y la espada .
En medio de estas fatales disensiones , nadie se acordaba de defenderse contra los turcos . Una de las mas
funestas consecuencias del espíritu de faccion es que este conduce à una punible indiferencia hácia la causa
pública . Como mas los partidos se encarnizaban , menos veian los peligros que amenazaban á las colonias
cristianas; ni los caballeros del Temple y de San Juan , ni los cristianos de Antioquía , ni los de Tolemaida ,
pensaban en pedir socorros contra los infieles, y la historia no menciona por cierto que ningun enviado
del oriente pasase á Europa , para hacer presente la situacion de Sion (1 ) .
Era por lo tanto tan incierta y tan peligrosa la situacion de los cristianos en la Palestina , que los hombres
mas doctos no se atrevian á prever los acontecimientos ni á tomar determinacion alguna . Si invocaban
los socorros de los guerreros del occidente, rompian la tregua hecha con Saladino, y se esponian á todos los
furores de los infieles , y si respetaban los tratados , la tregua podia ser rota por los musulmanes , siempre
prontos á aprovecharse de las calamidades que afligian á los cristianos . En este estado de cosas , nada pare-
cia anunciar una nueva cruzada . Entonces no era seguramente provocada por los cristianos de la Siria . Por
otra parte ¿ qué motivo religioso podia inclinar á la cristiandad á socorrer á un lejano pueblo entregado á la
corrupcion y á la discordia ? ¿ Qué interés tenia el occidente en prodigar sus tesoros y sus ejércitos , para de-
fender á unas provincias cubiertas de ruinas y despojadas de todo cuanto pudiera hacerlas florecientes ? Es
preciso decir , con todo , que el gran nombre de Jerusalen entusiasmaba todavía el espíritu de los pueblos ; los
recuerdos de la primera cruzada animaban á los cristianos, y la veneracion hacia los santos lugares , que pa-
recía debilitarse en el mismo reino de Jesucristo , se conservaba al otro lado de los mares y en las principales
comarcas del occidente.

Celestino III habia entusiasmado con sus palabras á los guerreros de la tercera cruzada , y á la edad de
ochenta y dos años proseguia con celo todos los proyectos de sus predecesores, deseando ardientemente que los
últimos dias de su vida y de su pontificado hiciesen época , por haber conquistado á Jerusalen . Despues de la

(1 ) Ibu Alatir dice con todo que el emir que mandaba en Beirut, habiendo espedido corsarios contra los navios cristianos y no
habiendo podido estos obtener satisfacion alguna escribieron al occidente: «Si no os apresurais á mandarnos socorros somos perdi-
dos, y nos arrebatarán las ciudades que nos quedan.» El compilador de los Dos Jardines refiere que los francos se dirigieron princi-
palmente al emperador de Alemania. (Véase el resúmen de los historiadores árabes, Biblioteca de las Cruzadas.)
39
306 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

llegada de Ricardo , la muerte de Saladino habia llenado de alegría al occidente , y reanimado las esperanzas
de los cristianos . Celestino escribió á todos los fieles para enterarles de que el mas temible enemigo de la
cristiandad habia dejado de existir ; y sin contenerle la tregua de Ricardo Corazon de Leon , dió órden
á los obispos y arzobispos de predicar una nueva cruzada en sus respectivas diócesis . El soberano
pontifice escribió dos cartas á Huberto , arzobispo de Cantorbery , dirigiéndose al mismo tiempo á to
dos los arzobispos y obispos de Inglaterra : « Nosotros esperamos y vosotros debeis esperar , les dijo Ce
lestino , que el Señor favorecerá vuestras predicaciones y vuestras súplicas y que tenderá la red para
la milagrosa pesca ; que los enemigos de Dios serán dispersados , y los que le odian huirán lejos
de su presencia . » Anunció al mismo tiempo el papa que él reintegraria en el seno de la Iglesia , y rele
varia de toda censura eclesiástica , á todos los que emprendieran la peregrinacion para el servicio de Dios y
bajo el propósito de contribuir al buen éxito de su causa . Prometia además los mismos privilegios y las
mismas ventajas que en las precedentes cruzadas . El soberano pontifice al terminar su primera carta , reco
mendaba á su muy amado hijo en Jesucristo el ilustre rey de Inglaterra , que enviase al socorro de la Tierra
Santa un ejército bien equipado , y que procurase que todos sus pueblos se armasen con el señal de la cruz y
atravesasen los mares . La segunda carta de Celestino III tenia por objeto mandar , bajo pena de escomunion ,
á todos los que habiendo hecho voto de ir á la Tierra Santa , habian descuidado su cumplimiento , el que se
pusiesen sin retardo en marcha , á menos que tuviesen poderosos motivos que se lo impidicsen , debiéndose
imponer á estos una penitencia hasta que estuviesen en disposicion de emprender la marcha . Los que tuvie
ron que quedarse en Europa á causa de sus enfermedades , debian hacerse reemplazar en el servicio de Je
sucristo.

El arzobispo de Cantorbery , en una carta que dirige á los oficiales del arzobispado de York , les manda reu
-
nir á todos los que hubiesen prometido marchar á la cruzada . « Cuando se sabrán sus nombres , dice el ar
zobispo , se les enterará cuanto antes : los sacerdotes les exhortarán á volver á tomar la cruz que han aban
donado , y predicarán á fin de que los cruzados no se ruboricen de obras , de las cuales han de recoger su fruto
espiritual . Si los cruzados no obedecen , se les privará de los santos misterios de comunion durante las próxi
mas fiestas de Pascua . El prelado espera de semejante severidad los mas felices resultados .
Ricardo , despues de su regreso , no habia abandonado la cruz , símbolo de la peregrinacion , y podia creer
-
se que tenia el proyecto de regresar á la Tierra Santa ; pero salido apenas de un injusto cautiverio , y sa
biendo por esperiencia propia las dificultades y peligros de una lejana espedicion , no tenia otro designio
que repararse de sus pérdidas , defender ó engrandecer sus estados , y ponerse en guardia contra los ata
ques de Felipe Augusto . Sus caballeros y sus barones , á quienes él mismo exhortó á tomar la cruz (1) pro
testaron, como él , de su adhesion á la causa de Jesucristo, pero no pudieron resolverse á volver á la Pales
tina , que habia sido para ellos un lugar de sufrimiento y de destierro .
Aun cuando la presencia de los predicadores de la cruzada inspiraba en todas partes respeto, con todo no
sacaron , en el reino de Francia , el fruto que habia obtenido años antes , cuando cien mil guerreros habian
tomado las armas para volar á la defensa de los santos lugares . Si el miedo de las empresas que pudiera

acometer Felipe era suficiente para retener á Ricardo en occidente , el temor que inspiraba el carácter ven
gativo y envidioso de Ricardo debia tambia retener á Felipe en sus estados (2) . La mayor parte de los ca

(1) Mateo Paris cita una curiosa y bastante larga parábola que el rey Ricardo repetia muchas veces para comprometer á los
caballeros á la cruzada . ( Biblioteca de las Cruzadas t. II.)
(2) Creemos no será inútil el dar aquí una sucinta noticia histórica sobre la posicion política que ocupaban Ricardo y Felipe
Augusto, despues de su regreso de la Palestina. Asi que Ricardo hubo llegado á Inglaterra se hizo coronar por segunda vez en
Wincester, á fin de ocultar ó borrar, dicen las crónicas, las señales de las cadenas ; pasó luego á la Normandía con un poderoso ejér
cito, impaciente por hacer la guerra á Felipe. Ya este príncipe sabia que se habia puesto en libertad al rey de Inglaterra, y es
cribió á Juan su confederado : Guardaos del diablo, pues ha roto su cadena .
( Hoveden 730-740. ) Esta guerra fué poco importante para las dos coronas. Ricardo obligó á Felipe á levantar el sitio de Verneuil ,
tomó á Loches, pequeña ciudad de la Turena , á Beaumont y algunas otras plazas menos importantes . Se trató luego de arreglo,
pero tropezóse con esta dificultad. Exigia Felipe que Ricardo estipulase en el tratado, que sus barones no podrian hacer mas ta
guerra privativamente á los barones del rey de Francia ; pero declaró el rey de Inglaterra que semejante estipulacion no dependia
de él, porque esto tocaba á los privilegios é inmunidades de sus barones . Habiéndose roto las negociaciones , los dos ejércitos vi
nieron á las manos . La caballería inglesa tuvo un encuentro con la francesa en Freteval , llevando la ventaja las tropas de Ricardo .
LIBRO NONO . - 4193-1198. 307

balleros y de los señores siguieron el ejemplo del rey de Francia , y se contentaron con derramar lágrimas so-
bre el cautiverio de Jerusalen . El entusiasmo de la cruzada solo arrastró á un muy pequeño número de
guerreros , entre los cuales la historia distingue al conde de Montfort, que despues hizo una guerra tan cruel
á los albigenses (1 ).
Desde el principio de las cruzadas , la Alemania no habia cesado de enviar á sus guerreros á la defensa
de la Tierra Santa . Ella deploraba la reciente pérdida de sus ejércitos dispersados por el Asia Menor y la
muerte del emperador Federico , que solo habia encontrado una tumba en oriente : pero el recuerdo de
tan gran desastre no estinguió en todos los corazones el celo y el entusiasmo por la causa de Jesucristo.
Enrique VI , que ocupaba el trono imperial, no habia participado, como los reyes de Francia y de Inglaterra ,
de los reveses y peligros de la última espedicion : los desagradables recuerdos y el temor de sus enemigos en
Europa no pudieron impedirle el tomar parte en una nueva espedicion y desviarle de su santa peregrina-
cion, de la que tantos ilustres ejemplos parecian hacerle un deber sagrado.
Aun cuando este príncipe habia estado escomulgado por la Santa Sede, el papa le envió una embajada
con el objeto de recordarle el ejemplo de su padre Federico y exhortarle á tomar la cruz . Enrique , que
buscaba la ocasion de volver á la gracia del jefe de la Iglesia , y que por otra parte tenia proyectos , acerca
de los cuales una nueva cruzada podia servirle de mucho, recibió con grandes honores al enviado de Ce-
lestino .

De todos los príncipes de la edad media , ninguno mostró mas ambicion que el emperador Enrique VI ;
tenia, dicen los historiadores , la imaginacion llena de la gloria de los Césares, y deseaba poder decir como
Alejandro: Todo lo que mis deseos pueden apetecer, me pertenece; y creyó que habia llegado la ocasion de
ejecutar sus proyectos y de acabar sus conquistas . Un cronista , Guillermo de Neubridge, ha creido que im-
pulsos religiosos motivaron la espedicion de Enrique VI ; segun él , lo que determinó al emperador á tomar
las armas , fué el espectáculo de dos grandes reyes abandonando los negocios de Cristo para ocuparse tan
solo de los suyos propios , y debilitando , con sus discordias y sus odios recíprocos , las fuerzas de la cristian-
dad . El mismo cronista mira la determinacion del emperador como una espiacion del crímen de haber
tenido prisionero á Ricardo . Pero la historia puede ver el cálculo de una profana política en los designios.
de Enrique VI . La espedicion de la que el padre santo le proponia ser el jefe, podia favorecer sus miras am-
biciosas : prometiendo defender el reino de Jerusalen , solo pensaba en conquistar la Sicilia; y la conquista
de Sicilia no tenia precio para él , puesto que le abria el camino de la Grecia y de Constantinopla . Al mismo
tiempo que protestaba de su sumision á la voluntad del jefe de la Iglesia , estaba buscando la alianza
de las repúblicas de Génova y de Venecia , á las que prometia los despojos de los vencidos ; pero en el fon-
do de su corazon abrigaba el deseo y alimentaba la esperanza de que un dia destruiria la república de Italia ,
abatiria la autoridad de la Santa Sede , y sobre sus ruinas levantaria para él y para su familia el impe-
rio de Augusto y de Constantino .
Tal era el príncipe, á quien Celestino enviaba una embajada y á quien queria arrastrar á una guerra .
santa . Despues de haber anunciado su resolucion de tomar la cruz , convocó Enrique en Worms una dieta
general, en la que exhortó él mismo á los fieles á armarse para defender los santos lugares . Esta asamblea

Los archivos que seguian entonces á las personas del rey cayeron en poder de los ingleses. A su vez estos fueron batidos en Van-
dreuil, y por fin concertóse una tregua de un año.
Durante esta tregua fué cuando Juan solicitó y obtuvo el perdon de su hermano Ricardo ; esta reconciliacion fué acompañada de
la matanza de la guarnicion de Evreux y de un tratado ofensivo y defensivo del rey de Inglaterra y del emperador de Alemania que
no tuvo resultado alguno. Despues de nuevos combates, la paz fué concluida en Louviers, entre Felipe y Ricardo. En 1196 el príncipe
inglés solicitó y obtuvo la alianza de los condes de Flandes , de Tolosa, de Boloña, de Champaña y de otros grandes vasallos de la
corona de Francia. La guerra se encendió con la mayor fuerza , llegando los dos príncipes a hacer sacar los ojos á sus prisioneros. A
solicitud del cardenal de Santa- María concluyóse una tregua de cinco años que la hizo observar á duras penas , entre los dos ri-
vales monarcas .
En 1199 Vidomar, vizconde de Limoges, vasallo de la corona de Inglaterra , habiendo encontrado un tesoro en sus dominios, envió
parte de él á Ricardo , á título de regalo. Este pretendió que en calidad de señor feudal, este tesoro le pertenecia por entero. El rey
hizo la guerra á su vasallo; y fué á sitiarle en su castillo de Chalus, cerca de Limoges , y durante el sitio fué herido de una flecha:
y se sabe que murió á consecuencia de esta herida el dia 6 de abril de 1199. Guillermo de Hemingbord (Biblioteca de las Cruzadas
t. II ) da detalles muy curiosos sobre la muerte de Ricardo.
(1) Véase acerca del conde de Monfort y la cruzada de los albigenses el resúmen que está al fin de esta obra.

1
308 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

duró ocho días . Desde Luis VII , rey de Francia , que dirigió su voz á sus vasallos, para hacerles tomar parte
en la cruzada, Enrique fué el único monarca que unió su voz á la de los predicadores de la guerra santa , é
hizo conocer las quejas de la iglesia de Jerusalen . Su elocuencia , celebrada por los historiadores de su época ,
y sobre todo el espectáculo que presentaba un gran emperador predicando él mismo la guerra contra los
infieles hicieron una viva impresion sobre el numeroso auditorio ( 1 ) . Despues de esta solemne predicacion , los
mas ilustres prelados que se encontraban reunidos en Worms , subieron sucesivamente á la cátedra evangéli-
ca para mantener el entusiasmo siempre creciente de los fieles : durante ocho dias solo se oian en las iglesias
los gemidos de Sion y de la ciudad de Dios . Rodeado Enrique de su corte se revistió con la insignia de los cru-
zados : un gran número de señores alemanes tomaron la cruz , los unos para complacer á Dios , y los otros
para no disgustar al emperador . Entre los que prestaron el juramento de combatir á los musulmanes , nom-
bra la historia á Enrique duque de Sajonia , Othon marqués de Brandeburgo , Enrique conde palatino del
Rhin , Herman landgrave de Turingia , Enrique duque de Brabante , Alberto conde de Hapsburgo , Adolfo
conde de Schawenburgo , Enrique conde de Pappenheim , mariscal del imperio , el duque de Baviera , Federi-
co hijo de Leopoldo duque de Austria ( 2) , Conrado marqués de Morabia , Valeran de Limburgo , y los obispos
de Wurtzburgo , de Versden, de Halberstad , de Passau y de Ratisbona .
Predicóse la cruzada en todas las provincias de Alemania . En todas partes las cartas del papa y las del em-
perador inflamaron el celo de los guerreros . Jamás se emprendió espedicion alguna contra los infieles , ba-
jo mas favorables auspicios . Como casi solamente la Alemania tomaba parte en la cruzada , la gloria de los
pueblos alemanes no pareció menos interesada en esta guerra que la misma religion . Enrique debia mandar
la 'santa espedicion .

Llenos los cruzados de esperanza y de alegría se preparaban para seguir al emperador en oriente , pero
otras eran las ideas de Enrique . Muchos señores de su corte , penetrando unos sus intenciones , y creyendo
otros darle un saludable consejo , le suplicaron se quedase en occidente y que dirigiese la cruzada desde el seno
de sus estados . Enrique , despues de una lijera resistencia , accedió á sus súplicas , y solo se ocupó en acelerar
la marcha de los cruzados (3) .
El emperador de Alemania se puso al frente de cuarenta mil hombres y tomó el camino de Italia , en don-
de todo estaba preparado para la conquista del reino de Sicilia . Los demás cruzados se dividieron en dos ejér-
citos , los que por diferentes caminos debian dirigirse á la Siria ; el primero , mandado por el duque de Sajonia
y el duque de Brabante, se embarcó en los puertos del Océano y del Báltico : el segundo atravesó el Danu-
bio y se dirigió hacia Constantinopla , desde donde la flota del emperador griego Isaac debia ' trasportarlo á

Tolemaida . Reuniéronse á este ejército , mandado por el arzobispo de Maguncia y Valerian de Limburgo, los
húngaros que acompañaban á su reina Margarita , hermana de Felipe Augusto . La reina de Hungría , despues

(1 ) Todos los hechos relativos á la predicacion de esta cruzada se hallan en Rogerio de Hoveden, Mateo Paris, Godofredo Moine,
Guillermo de Neubridge, Othon de Saint-Blaise y Arnaldo de Lubek.
(2) Como tendremos ocasion de hablar algunas veces de los duque de Austria , vamos á dar una breve noticia relativamente á
los que tomaron parte en las cruzadas.
Leopoldo V hijo de Enrique II, y primer duque de Austria . Murió el 21 de diciembre de 1194, segun el arte de comprobar las fechas ,
y en 1195, segun Mateo de Paris.
Federico I sucedió á su padre Leopoldo , y armó una cruzada, poniéndose al frente de muchos principes alemanes, contra los
rracenos de España, y en la Tierra Santa en donde murió al año sigulente. Cornerio Herman le llama Guillermo.
Leopoldo VI llamado el Glorioso, hermano del precedente , asistió al sitio de Damieta en 1218 , y mandó el ejército de los cruzados
despues de la muerte del conde de Berg, tomó la torre del Faro y se embarcó en 1219. Las crónicas celebran su generosidad ; dicen
que dió cinco mil marcos de plata á los caballeros del órden Teutónico para adquirir muchas tierras, y cincuenta marcos de oro á
los templarios. Murió el 26 de julio de 1230 , en San German ( Arte de comprobar las fechas t . III p. 567 ).
(3) Rogerio de Hoveden , al describir la marcha de los peregrinos alemanes, cita un hecho que pinta las costumbres de la época.
Dos vecinos, dice él , habian resuelto ir á Jerusalen juntos y costeándose el viaje. La vigilia de marchar el uno de ellos va a encon-
trar á su compañero y le enseña el dinero que debe llevarse para su viaje. Este instigado por su mujer, le mata y le toma su di-
nero. Hecho esto , toma el cadáver con el objeto de arrojarle al agua : pero no puede conseguirlo por quedarse pegado á sus espal-
das. El asesino regresa á su casa, y permanece en ella oculto por espacio de tres dias. No pudiendo sin embargo permanecer mu-
cho tiempo en este estado , fué á consultar á su obispo que le ordenó , en espiacion de su crímen , hacer un viaje a Jerusalen con el
cadáver encima de sus espaldas. El penitente, añade el cronista, partió pues con los otros peregrinos, cargado con un fardo, para
est imulo de los buenos y terror de los malos .
¿ No puede verse en este hecho una especie de parábola representando á Enrique VI que cubierto de sangre de los sicilianos,
meditaba el rescate del santo sepulcro ?
L
308 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

duró ocho dias . Desde Luis VII, rey de Francia , que dirigió su voz á sus vasallos , para hacerles tomar parte
en la cruzada , Enrique fué el único monarca que unió su voz á la de los predicadores de la guerra santa , é
hizo conocer las quejas de la iglesia de Jerusalen . Su elocuencia , celebrada por los historiadores de su época ,
y sobre todo el espectáculo que presentaba un gran emperador predicando él mismo la guerra contra los
infieles hicieron una viva impresion sobre el numeroso auditorio ( 4 ) . Despues de esta solemne predicacion , los
mas ilustres prelados que se encontraban reunidos en Worms, subieron sucesivamente á la cátedra evangéli-
ca para mantener el entusiasmo siempre creciente de los fieles : durante ocho dias solo se vian en las iglesias
los gemidos de Sion y de la ciudad de Dios . Rodeado Enrique de su corte se revistió con la insignia de los cru-
zados : un gran número de señores alemanes tomaron la cruz , los unos para complacer á Dios , y los otros
para no disgustar al emperador . Entre los que prestaron el juramento de combatir á los musulmanes, nom-
bra la historia á Enrique duque de Sajonia , Othon marqués de Brandeburgo , Enrique conde palatino del
Rhin, Herman landgrave de Turingia , Enrique duque de Brabante, Alberto conde de Hapsburgo , Adolfo
conde de Schawenburgo , Enrique conde de Pappenheim, mariscal del imperio, el duque de Baviera , Federi-
co hijo de Leopoldo duque de Austria ( 2) , Conrado marqués de Morabia , Valeran de Limburgo , y los obispos
de Wurtzburgo , de Versden, de Halberstad , de Passau y de Ratisbona .
Predicóse la cruzada en todas las provincias de Alemania . En todas partes las cartas del papa y las del em-
perador inflamaron el celo de los guerreros . Jamás se emprendió espedicion alguna contra los infieles , ba-
jo mas favorables auspicios . Como casi solamente la Alemania tomaba parte en la cruzada , la gloria de los
pueblos alemanes no pareció menos interesada en esta guerra que la misma religion . Enrique debia mandar
la 'santa espedicion .
Llenos los cruzados de esperanza y de alegría se preparaban para seguir al emperador en oriente , pero
otras eran las ideas de Enrique . Muchos señores de su corte, penetrando unos sus intenciones , y creyendo
otros darle un saludable consejo , le suplicaron se quedase en occidente y que dirigiese la cruzada desde el seno
de sus estados . Enrique , despues de una lijera resistencia , accedió á sus súplicas , y solo se ocupó en acelerar
la marcha de los cruzados (3) .
El emperador de Alemania se puso al frente de cuarenta mil hombres y tomó el camino de Italia , en don-
de todo estaba preparado para la conquista del reino de Sicilia . Los demás cruzados se dividieron en dos ejér-
citos, los que por diferentes caminos debian dirigirse á la Siria ; el primero, mandado por el duque de Sajonia
y el duque de Brabante , se embarcó en los puertos del Océano y del Báltico : el segundo atravesó el Danu-
bio y se dirigió hácia Constantinopla , desde donde la flota del emperador griego Isaac debia trasportarlo á
Tolemaida . Reuniéronse á este ejército, mandado por el arzobispo de Maguncia y Valerian de Limburgo, los
húngaros que acompañaban á su reina Margarita , hermana de Felipe Augusto . La reina de Hungría , despues

(1) Todos los hechos relativos á la predicacion de esta cruzada se hallan en Rogerio de Hoveden, Mateo Paris, Godofredo Moine,
Guillermo de Neubridge, Othon de Saint-Blaise y Arnaldo de Lubek.
(2) Como tendremos ocasion de hablar algunas veces de los duque de Austria , vamos á dar una breve noticia relativamente á
los que tomaron parte en las cruzadas.
Leopoldo V hijo de Enrique II, y primer duque de Austria . Murió el 21 de diciembre de 1194, segun el arte de comprobar las fechas ,
y en 1195, segun Mateo de Paris.
Federico I sucedió á su padre Leopoldo , y armó una cruzada , poniéndose al frente de muchos príncipes alemanes, contra los
rracenos de España, y en la Tierra Santa en donde murió al año sigulente. Cornerio Herman le llama Guillermo.
Leopoldo VI llamado el Glorioso , hermano del precedente, asistió al sitio de Damieta en 1218 , y mandó el ejército de los cruzados
despues de la muerte del conde de Berg, tomó la torre del Faro y se embarcó en 1219. Las crónicas celebran su generosidad ; dicen
que dió cinco mil marcos de plata á los caballeros del órden Teutónico para adquirir muchas tierras, y cincuenta marcos de oro á
los templarios. Murió el 26 de julio de 1230 , en San German ( Arte de comprobar las fechas t. II p. 567 ).
(3) Rogerio de Hoveden, al describir la marcha de los peregrinos alemanes, cita un hecho que pinta las costumbres de la época.
Dos vecinos, dice él, habian resuelto ir á Jerusalen juntos y costeándose el viaje. La vigilia de marchar el uno de ellos va a encon-
trar á su compañero y le enseña el dinero que debe llevarse para su viaje. Este instigado por su mujer, le mata y le toma su di-
nero. Hecho esto , toma el cadáver con el objeto de arrojarle al agua : pero no puede conseguirlo por quedarse pegado á sus espal-
das. El asesino regresa á su casa , y permanece en ella oculto por espacio de tres dias. No pudiendo sin embargo permanecer mu-
cho tiempo en este estado, fué á consultar á su obispo que le ordenó, en espiacion de su crímen, hacer un viaje á Jerusalen con el
cadáver encima de sus espaldas. El penitente, añade el cronista, partió pues con los otros peregrinos, cargado con un fardo, para
est imulo de los buenos y terror de los malos.
¿ No puede verse en este hecho una especie de parábola representando á Enrique VI que cubierto de sangre de los sicilianos,
meditaba el rescate del santo sepulcro ?
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cho tiempo en este estado, fué á consultar á su obispo que le ordenó, en espiacion de su crímen, hacer un viaje a Jerusalen con el
cadáver encima de sus espaldas. El penitente, añade el cronista, partió pues con los otros peregrinos, cargado con un fardo, para
est imulo de los buenos y terror de los malos.
¿ No puede verse en este hecho una especie de parábola representando á Enrique VI que cubierto de sangre de los sicilianos,
meditaba el rescate del santo sepulcro ?
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1
LIBRO NONO . -1197-1198. 309

de haber perdido á su esposo Bela , habia hecho el juramento de no vivir sino por Jesucristo y de acabar sus
dias en la Tierra Santa
1197. Los cruzados que mandaba el arzobispo de Maguncia y Valerian de Limburgo fueron los primeros
que llegaron á la Palestina . Apenas hubieron desembarcado , cuando manifestaron la resolucion de empezar
la guerra contra los infieles . Los cristianos , que estaban entonces en paz con los turcos , vacilaban en rom

per la tregua firmada por Ricardo , y no querian empezar las hostilidades hasta tanto que pudiesen abrir la
campaña con fundadas esperanzas de buen éxito. Enrique de Champaña y los barones de la Palestina hicie
ron presente á los cruzados alemanes los peligros , que un rompimiento imprudente podia acarrear á los es 1
tados cristianos del oriente, y les suplicaron que aguardasen al ejército de los duques de Sajonia y de Bra :
bante . Los alemanes , llenos de confianza en sus fuerzas , se indignaron viendo que se ponian obstáculos á su
valor , con vanos escrúpulos y quiméricas alarmas ; y se admiraban de que los cristianos de la Palestina
rehusasen de esta manera los socorros que la misma Providencia les habia enviado ; añadiendo con un tono
colérico y despreciativo , que los guerreros del occidente no sabian diferir la hora del combate, y que el papa

no les habia hecho tomar la cruz y las armas para permanecer en una vergonzosa. ociosidad . Los barones y
1
los caballeros de la Tierra Santa no podian oir sin indignacion estos injuriosos discursos , contestando á los L
I
cruzados alemanes que ellos ni habian solicitado ni deseado su llegada ; y que sabian mejor que los
guerreros venidos del norte de Europa lo que convenia al reino de Jerusalen : que sin ningun socorro estran
jero habian durante mucho tiempo desafiado los mas grandes peligros , y que cuando llegase la hora del com
bate manifestarian su valor . En medio de estos encontrados debates, los ánimos se agriaron basta el punto
1
de estallar la mas cruel discordia entre los cristianos , antes que se declarase la guerra á los infieles .
I
Los cruzados alemanes salieron repentinamente armados de Tolemaida , y empezaron las hestilidades aso
lando las tierras de los musulmanes . Al primer señal de la guerra , los turcos reunieron sus fuerzas ; el pe
ligro comun que les amenazaba hizo cesar sus discordias . De las riberas del Nilo y del fondo de la Siria
vióse acudir una multitud de guerreros que poco antes estaban armados los unos contra los otros , y que
reunidos entonces bajo las mismas banderas no tenian otros enemigos á quienes combatir que los cris
tianos .

Malek-Adhel , sobre el cual los musulmanes tenian puestos los ojos cada vez que se trataba de defender la
causa del islamismo , salió de Damasco á la cabeza de un ejército , y dirigióse á Jerusalen en donde los emires
de la comarca fuéron á tomar sus órdenes . El ejército musulman , despues de haber dispersado á los cris
tianos que se habian adelantado hácia las montañas de Naplusa , vino á poner el sitio delante de Joppe .
En la tercera cruzada , se habia considerado de suma importancia la conservacion de esta ciudad . Ricardo
Corazon de Leon , la habia fortificado á sus espensas ; y cuando este príncipe regresó á Europa , dejó en
aquella ciudad una numerósa guarnicion . De todas las plazas marítimas , la de Joppe era la mas vecina de la ciu
dad, objeto de los votos de los fieles : si esta plaza quedaba en poder de los cristianos , les abria el camino
de la santa ciudad y les facilitaba el medio de poder sitiarla ; y si quedaba en poder de los musulmanes ,
daba á estos las mas grandes ventajas para la defensa de Jerusalen .
Luego que se supo en Tolemaida que la ciudad de Joppe estaba amenazada , Enrique de Champaña , sus ba
rones y sus caballeros tomaron las armas para defenderla , y reunidos á los cruzados alemanes , se ocuparon
en los preparativos de una guerra que ya no se podia evitar ni diferir . Las tres órdenes militares con las

tropas del reino iban á ponerse en marcha , cuando un trágico accidente vino á sumergir de nuevo á los cris
tianos en el luto, y á retardar el efecto de una dichosa reconciliacion , que acababa de tener lugar , en vista
del peligro. Habiéndose adelantado Enrique de Champaña hácia una galería esterior de su palacio , la venta
na sobre la que se asomó, se desplomó repentinamente y le arrastró en su caida ( 1 ) . Este desgraciado prínci

(1) Todos los bistoriadores contemporáneos han referido la muerte de Enrique de Champaña , pero no todos están de acuerdo
sobre la causa de este trágico fin y sobre las circunstancias que lo acompañaron.
Bernardo el Tesorero dice que Enrique de Champaña estaba en la ventana de su palacio , le dió un vahido y cayó al suelo y se
mató ; añadiendo que el rey de Jerusalen padecia de dicho mal ( Biblioteca de las Cruzadas t. I ) . Segun Francisco Pipin , el rey de
Jerusalen se habia puesto á la ventana para lavarse las manos : y cuando su criado vió caer á su amo se precipitó detrás de él, á
fin de que no se le acusase (Ibid .) Alberto de Stad refiere así la muerte de Enrique: Este príncipe, levantándose de noche para orinar,
cayó de una ventana de cuyas resultas murió; uno de sus criados que queria salvarle, cayó despues de él y tambien murió. Rogerio
310 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

pe espiró á la vista de sus guerreros , que en lugar de seguirle al combate , le acompañaron á su tumba , per
diendo muchos dias para celebrar sus funerales . Los cristianos de Tolemaida lloraban aun la muerte de su
rey, cuando la desgracia que temian vino á aumentar su dolor y su consternacion : habiendo la guarnicion de
Joppe querido hacer una salida cayó en una emboscada , y todos los guerreros fueron muertos ó hecho prisio
neros , habiendo los musulmanes entrado sin resistencia en la ciudad , en la que veinte mil cristianos fueron
pasados á cuchillo .

Estos desastres habian sido previstos por los que temian romper la tregua ; pero los barones y los caballe
ros de Palestina no perdieron el tiempo en quejarse y sufrir inútilmente . Esperábase con impaciencia la lle
gada de los cruzados salidos de los puertos del Océano y del Báltico . Estos se habian detenido en las costas de
Portugal (1 ) en donde habian derrotado á los moros , y tomado la ciudad de Silves . Orgullosos con este primer
triunfo , obtenido sobre los infieles , desembarcaron en Tolemaida en el momento en que todo el pueblo de
ploraba la toma de Joppe , y acudia á las iglesias á implorar la misericordia del cielo .
La llegada de los cruzados devolvió á los cristianos la esperanza y la alegría , y se resolvió marchar contra
los infieles . El ejército cristiano salió de Tolemaida y se adelantó hácia las costas de la Siria , mientras que
una numerosa flota costeaba cargada de víveres y de municiones de guerra . Los cruzados sin ir en busca de!
ejército de Malek - Adhel , fuéron á poner sitio á Beiruth .
La ciudad de Beiruth , colocada entre Jerusalen y Trípoli , era la rival de Tolemaida y de Tiro, por su po
blacion , por su comercio y por la comodidad de su puerto . Las provincias musulmanas de la Siria la reco
nocian por su capital ; y en esta ciudad era adonde los emires y los príncipes que se disputaban las ciudades
del contorno , venian á lucir la pompa de su coronacion . Despues que tomó Saladino á Jerusalen , fué salu
dado en Beiruth como soberano de la ciudad de Dios , y coronado sultan de Damasco y del Cairo . Los piratas
que infestaban el mar , llevaban á esta ciudad los despojos de los cristianos ; los guerreros musulmanes de
positaban en ella las riquezas adquiridas en la victoria ó por el pillaje, y todos los prisioneros francos de las
últimas guerras estaban amontonados en las cárceles de Beiruth . Si los cristianos tenian poderosos motivos
para apoderarse de esta plaza , los musulmanes no tenian menos para defenderla .
Despues que Malek-Adhel hubo destruido las fortificaciones de Joppe , se adelantó con su ejército por el
camino de Damasco , hasta el Anti -Líbano ; pero al saber la marcha y la resolucion de los cruzados , volvió
atrás , y se aproximó á la ribera del mar . Encontráronse los dos ejércitos entre Tiro y Sidon , cerca de un rio
llamado por los árabes Nahn Kasmiek , y que nuestros cronistas de la edad media han creido equivoca

damente que era el Eleutero de los antiguos (2) . Óyense los clarines , y los musulmanes y los cristianos se
disponen para la batalla ; el ejército de los turcos, que cubria un espacio inmenso , buscaba ya el poder en
volver á los francos , ya separarlos de la ribera del mar : la caballería musulmana se precipitó sucesivamente
sobre el flanco; el frente y la retaguardia del ejército cristiano .
Los cruzados cierran sus batallones , y presentan en todos los puntos una línea impenetrable . Mientras
que los musulmanes les agobian con sus dardos y sus flechas , sus lanzas y sus espadas se tiñen de sangre
enemiga . Combatian ambos ejércitos con diferentes armas , pero con el mismo valor y el mismo encarniza
miento. La victoria permaneció por mucho tiempo indecisa , los cristianos estuvieron muchas veces á punto
de perder la batalla , pero su constancia y su valor triunfó en fin de la resistencia de los musulmanes . Las ri
beras del mar , las orillas del rio y la vecina montaña , estaban cubiertas de cadáveres . Los turcos perdieron
un gran número de sus emires . Malek-Adhel , que habia demostrado en esta jornada la habilidad de un gran

de Hoveden refiere de esta manera la muerte de Enrique de Champaña. Arnaldo de Lubech añade que este príncipe se colocó
debajo de un pórtico de su palacio á fin de tomar el aire. ( El latin se sirve de la palabra Exedrá : segun Ducange , es un pequeño
cuarto contiguo al pórtico . ) El cronista no deja de decir que Dios se vengó del conde Enrique, por la manera poco fraternal con
que trató á los alemanes : Enrique, dice él, habia participado de los sentimientos de los barones de la Tierra Santa, que enviaban a
los alemanes la gloria de libertar el reino de Jesucristo . Las acusaciones de Oton y de San Blas son aun mas violentas. (Véase la Bi
blioteca de las Cruzadas t I.) Estando el conde Enrique en Acre , cayó de un lugar elevado y murió , dice el historiador árabe Ibu
Alatir: ( Biblioteca de las Cruzadas , año 592 de la hegira )
(1) Vease relativamente á esta Cruzada de Portugal , el resúmen sobre las cruzadas de España y de Portugal y del norte de
Europa.
(2) El Eleutero desciende de las montañas al mar , en frente de la isla de Aradus , y se llama en árabe Nahr- el-kebir . ( Corres
pondencia de Oriente.)
" LIBRO NONO . - 1197-1198. 311

capitan , fué herido en el campo de batalla , y debió su salvacion à la fuga . Todo su ejército estaba dispersado ;
los unos huian hácia Jerusalen ( 1) y los otros seguian el camino de Damasco , en cuya ciudad al saberse esta
sangrienta derrotà difundióse la mayor consternacion.
Como consecuencia de esta victoria , todas las ciudades de la Siria que pertenecian todavía á los musulma
nes , cayeron en poder de los cristianos : los turcos abandonaron á Sidon, Laodicea y Giblet . Así que la flota
y el ejército cristiano parecieron delante de Beiruth , la guarnicion fué sorprendida y no se atrevió á defen
derse esta ciudad , segun dicen los historiadores, contenia mas víveres que los que se necesitaban para ali
mentar á sus habitantes durante muchos años : dos grandes navíos , añaden las mismas crónicas , no hubieran
bastado para trasportar los dardos , los arcos y las máquinas de guerra que fueron encontrados en la ciudad de
Beiruth (2 ) . En esta conquista los vencedores se hicieron con inmensas riquezas , pero el fruto mas dulce de su
victoria fué sin duda el libertar á nueve mil cautivos que estaban impacientes por tomar las armas y vengar

los ultrajes de su cautiverio . El príncipe de Antioquía que vino á reunirse al ejército cristiano , envió un pa
lomo á su capital , para anunciar á todos los habitantes de su principado los milagrosos triunfos de los solda
dos de la cruz . En todas las ciudades cristianas se tributaron gracias al Dios de los ejércitos . Los historiadores
que nos han trasmitido la relacion de estos gloriosos sucesos , queriendo pintar la satisfaccion del pueblo cris
tiano , se contentan con repetir estas palabras de la Escritura : Entonces Sion se conmovió de alegría, y los hi
jos de Judá se llenaron de gozo .
Mientras que los cruzados proseguian de esta manera la carrera de sus triunfos en la Siria , el emperador
Enrique VI aprovechaba todos los medios y todas las fuerzas que la cruzada habia puesto en sus manos , para
acabar la conquista del reino de Nápoles y de Sicilia . Este pais , al cual los historiadores y los poetas de la an
tigua Roma nos representan como la mansion del reposo y de la paz , como el centro de los placeres , como la
afortunada estancia de las musas latinas , habia sido en la edad media el teatro de todas las calamidades de la
guerra y de todos los escesos de la barbarie . Los siglos diez y once vieron á estas comarcas devastadas suce
sivamente por los griegos , por los árabes y por los francos . No hablaremos aquí de las conquistas y de las es
pediciones novelescas de algunos guerreros normandos atraidos á sus lejanas riberas por la devocion de
las peregrinaciones y por la fecundidad de un suelo favorecido por la naturaleza . Estos feroces guerreros ,
que podríanse comparar á los compañeros de Rómulo , fundaron desde luego una república militar , en la que
no se conocia otra ley que la espada , ni otro derecho que la violencia . Del seno mismo de sus discordias nació
un trono que hizo olvidar al fin á los desolados pueblos de la Sicilia y de la Calabria los males inseparables
de la invasion y de la conquista . Bajo la dinastía de los príncipes normandos , este nuevo imperio hizo temblar
alguna vez á Constantinopla , y triunfó de los sarracenos del Africa . Abriéronse en la ciudad de Nápoles y de
Salerno varias escuelas en las que se enseñaban las ciencias humanas : las artes y la industria de la Grecia
enriquecieron las ciudades de Siracusa y de Palermo : el floreciente comercio se estendia ventajosamente hasta
el Asia , y los cristianos de la Palestina fueron siempre socorridos por las victoriosas flotas salidas de los puer
tos de Bari y de Otranto.
Eclipsóse de repente toda esta prosperidad con la raza de los príncipes normandos . El matrimonio de Cons
tanza , último vástago de esta familia , con el emperador Enrique VI , sirvió á los alemanes de pretesto para
llevar la guerra á las comarcas objeto de su ambicion . Tancredo , hijo natural de Rogerio, á quien la no
bleza siciliana habia elegido por rey , rechazó durante cuatro años á los guerreros de la Germania : pero á su
fallecimiento, habiendo quedado el reino sin jefe , dividido en mil bandos opuestos , fué invadido por todas par
tes por los conquistadores . Tal era el estado del pais en el cual Enrique VI quiso establecer su dominacion .
Para llenar su propósito no tenia necesidad de emplear todas las fuerzas de su imperio y todos los rigores de
la guerra : la clemencia y la moderacion habrian bastado para asegurar su conducta , y someter á sus leyes
un pueblo desolado ; pero atormentado por el sentimiento de una implacable venganza , no le conmovió ni la
desgracia de los vencidos , ni la sumision de los enemigos . Todos los que habian demostrado alguna

(1 ) Solo tenemos un documento que hable de este combate ; y este es la carta del duque de Sajonia al arzobispo de Colonia ,
traducida en la Bibliblioteca de las Cruzadas.
(2) Cornerio Herman , Rogerio de Hoveden y Bernardo el Tesorero han dado curiosos detalles sobre la toma de Beiruth . ( Véase la
Biblioteca de las Cruzadas. )
312 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

consideracion , alguna fidelidad por la familia de Tancredo, fueron arrojados por órden suya en lóbregos cala
bozos , en donde perecieron en los mas horribles suplicios , que él mismo habia inventado. El ejército que
mandaba secundaba perfectamente su sombría y feroz política : la paz que los vencedores se vanagloriaban
de haber devuelto á los pueblos de la Sicilia , les causaba mas males y hacia mas víctimas que la guerra . Fal
caudo , que habia muerto algunos años antes de esta espedicion , habia deplorado en su historia las desgracias
que debian desolar á su patria , viendo ya las mas florecientes ciudades y las ricas campiñas de la Sicilia de
vastadas por la irrupcion de los bárbaros . « Oh desgraciados sicilianos , esclamaba , me parece ver ya á los

turbulentos ejércitos de los bárbaros sembrar el terror en las ciudades, que hasta entonces habian disfrutado
de la paz , asolarlas por la muerte, afligirlas por el saqueo y mancharlas con su lujuria este desgarrador

porvenir me arranca lágrimas . Los ciudadanos que quieran contener este torrente serán degollados por la
espada , ó reducidos á la mas cruel servidumbre : las vírgenes serán ultrajadas en presencia de sus padres ; las
matronas sufrirán la misma violencia , despues de haber sido despojadas de sus mas preciosos vestidos . Esta
antigua nobleza , que abandonando á Corinto su patria , vino en otro tiempo á habitar las orillas de la Sici
lia , caerá al servicio de bárbaros . ¿De qué nos sirve haber sido en otro tiempo la fuente de las doctrinas de
la filosofía , y el manantial en el que bebia la musa de los poetas? ¡ Ay de mí , tus aguas ya no servirán mas
que para templar los escesos de los teutones (1 ) ! »
Sin embargo estos desapiadados guerreros llevaban la cruz de los peregrinos , y su emperador , aun cuando
pesaba todavía sobre él la escomunion , se gloriaba de ser el primero de los soldados de Jesucristo . Enrique VI
era considerado como el jefe de la cruzada y el árbitro supremo de los negocios de oriente . El rey de Chipre
le ofrecia ser su vasallo : Livon , príncipe de Armenia , pretendia el título de rey . No teniendo ya el emperador
de Alemania mas enemigos que temer en occidente, solo se ocupó de hacer la guerra contra los turcos ; ex
hortando por medio de una carta á todos los magistrados , señores y obispos de su imperio, que activasen la
marcha de los cruzados ( 2) . Comprometióse el emperador á sostener un ejército durante un año , prometien ,
do además pagar treinta onzas de oro á todos los que permaneciesen con las armas en la mano hasta el fin de
la guerra santa . Un gran número de guerreros seducidos con esta promesa se obligaron á atravesar los ma
res éir á combatir á los infieles . Como Enrique no necesitaba de sus servicios para sus conquistas , ocupóse en
hacerlos partir para el oriente . Conrado, obispo de Hildesheim y canciller del imperio , cuyos consejos en la
guerra de Sicilia tan perfectamente habian servido á la ambicion y á la bárbara política de su jefe , fué el
encargado para conducir el tercer cuerpo de los cruzados á la Siria.
La llegada á Palestina de tan poderoso refuerzo redobló el celo y el entusiasmo de los cristianos . Entonces
los cruzados hubieran podido llevar á cabo grandes hechos de armas, puesto que la victoria que acababan
de conseguir en las llanuras de Tiro , la toma de Beiruth , de Sidon y de Giblet, habian llenado de terror á
todos los musulmanes . Algunos jefes del ejército cristiano propusieron el marchar contra Jerusalen . « Esta
ciudad , decian ellos, no puede resistir á las victoriosas armas de los cruzados : está de gobernador en ella un
sobrino de Saladino , que no puede sufrir la dominacion del sultan de Damasco , habiéndose demostrado "va
rias veces la mejor disposicion á escuchar las proposiciones de los cristianos ( 3 ) .» La mayor parte de los prín
cipes y de los barones no participaban de esta opinion , no pudiendo dar crédito á las palabras de los musul
manes . Es sabido que los infieles , despues de la marcha de Ricardo Corazon de Leon , habian aumentado las
fortificaciones de Jerusalen (4) y que una triple muralla y fosos de una gran profundidad debian hacer esta
conquista mas peligrosa y sobre todo mucha mas difícil que en tiempos de Godofredo de Bouillon . Se aproxi
maba el invierno , y el ejército cristiano podia ser sorprendido por la estacion de las lluvias y verse obli
gado á levantar el sitio delante del ejército de los turcos . Estos motivos determinaron á los cruzados á dejar
para el año próximo el ataque de la santa ciudad .

(1) Teutonicorum ebrietatem mitiges. (Hist. Siculæ , Muratori. t. VII .)


(2) Insertamos en las piezas justificativas la carta dirigida á los arzobispos , obispos y prelados de su imperio , para exhortar
les á apresurar la marcha de los cruzados.
(3) Rogerio de Hoveden refiere que el gobernador musulman de Jerusalen, llamado por Abulfeda el gran Sautter, habia ofre
cido á los francos entregarles la ciudad y hasta hacerse cristiano. Si el príncipe musulman hubiese hecho semejante proposicion,
realmente no se ve la razon porque los cristianos no la aceptaron. Por lo demás, Rogerio és el único historiador que habla de
esta circunstancia, de todo punto increible : los historiadores orientales no hacen mencion de ella.
(4) Oton de San Blas.
LIBRO NONO. - 1197-14198 . 313

No será por demás observar, que en los ejércitos cristianos se hablaba á menudo de Jerusalen , pero que
los jefes dirigian siempre sus esfuerzos y sus tropas hácia otras conquistas . La santa ciudad , situada lejos del
mar , no encerraba dentro de sus muros otros tesoros que monumentos religiosos . Las ciudades marítimas de
la Siria poseian otras riquezas, y parecian presentar mas ventajas á los conquistadores : por otra parte, ellas
ofrecian mas fáciles comunicaciones con la Europa , y si la conquista de Jerusalen tentaba alguna vez la pie
dad y la devocion de los peregrinos , la de las ciudades vecinas al mar debian escitar incesantemente la am
bicion de los pueblos comerciales del occidente y la de los señores de Palestina .
Toda la ribera del mar , desde Antioquía á Ascalon , pertenecia á los cristianos; los musulmanes no conser
vaban sobre la costa mas que la fortaleza de Thoron . La guarnicion de esta fortaleza renovaba á menudo sus
escursiones en las campañas vecinas, y con sus continuas hostilidades interceptaba las comunicaciones entre
las ciudades cristianas . Los cruzados resolvieron sitiar el castillo de Thoron antes de marchar contra Jerusalen .

Esta fortaleza construida por Hugo de Saint-Omer, en el reinado de Balduino II , estaba situada á una legua de
Tiro, en una colina rodeada de precipicios . Solo se podia llegar á ella por un camino estrecho y escabroso .
El ejército cristiano no tenia máquinas que pudiesen alcanzar á la altura de las murallas . Los dardos y las pic
dras lanzadas desde el pié de la montaña , podian apenas llegar á los sitiados , mientras que las vigas y las
piedras arrojadas desde lo alto de las murallas causaban grandes pérdidas á los sitiadores . En los primeros
ataques, los sitiados se burlaban de los vanos esfuerzos de sus enemigos, y veian casi sin peligro para ellos
estrellarse contra sus murallas todos los prodigios del valor y los medios mas fuertes de la guerra . Sin em
bargo las dificultades casi insuperables que parecia deber contener á los cruzados , no hacian mas que redoblar
su valor ( 1 ) . Cada dia renovaban sus ataques , cada dia hacian nuevos esfuerzos , y su porfiado valor era se
cundado por nuevas máquinas de guerra . Por medio de inauditos trabajos, abrieron caminos cubiertos al
través de los peñascos : los obreros sajones , que habian trabajado en las minas de Rammesberg , fueron em
pleados en abrir la montaña . En fin los cruzados llegaron hasta al pié de las murallas de la fortaleza : las mu
rallas cuyos cimientos demolian se desplomaron en muchos puntos , y su caida , que parecia ser obra del
milagro, introdujo el desaliento entre los sitiadores .
Pronto los musulmanes perdieron toda esperanza , y propusieron la capitulacion ; pero era tal el desórden
del ejército cristiano , que á pesar de haber una multitud de jefes , nadie se resolvia á escuchar las 'proposi
ciones de los infieles . Enrique , palatino del Rhin , los duques de Sajonia y de Brabante , á quienes los alemanes
respetaban mucho , solo lograron hacerse obedecer de sus propios soldados . Conrado, canciller del imperio ,
que representaba al emperador de Alemania , hubiera podido desplegar un gran poder : pero débil á causa de
sus enfermedades , sin esperiencia de la guerra , encerrado siempre en su tienda , esperaba el éxito de los
combates, sin dignarse siquiera asistir al consejo de los príncipes y de los barones . Despues que los sitiados
hubieron tomado la resolucion de capitular, permanecieron muchos dias sin saber á cuál príncipe debian di
rigirse ; y cuando los diputados vinieron al campo de los cristianos sus proposiciones fueron oidas en una
asamblea general , en la que el espíritu de rivalidad , el indiscreto celo y el ciego entusiasmo debian preva
lecer á la razon y á la prudencia .
Los diputados en sus discursos se limitaron á implorar la clemencia de sus vencedores ; prometiendo aban
donar el fuerte con todas sus riquezas y no pidiendo en premio de su sumision mas que la vida y la libertad .
« Nosotros no dejamos de tener religion , decian ellos , nosotros descendemos de Abraham y nos llamamos
sarracenos por su esposa Sara . » La suplicante actitud de los diputados debia conmover el orgulloso corazon
de los guerreros cristianos : la religion y la política se aunaban para hacer aceptar las proposiciones que

acababan de oirse; la mayor parte de los jefes estaban dispuestos á firmar la capitulacion , pero algunos de
los mas ardientes no podian ver sin indignacion , que se quisiese obtener por un tratado lo que pronto se con
seguiria por la fuerza de las armas . «Es necesario , decian ellos , que todos nuestros enemigos sean anonadados ;
si la guarnicion de esta fortaleza perece bajo el filo de la espada , los sarracenos espantados , no se atreve
rán á aguardarnos ni en Jerusalen , ni en las otras ciudades que están aun en su poder.>>
Como no prevaleciese la opinion de estos fogosos guerreros, resolvieron emplear todos los medios para
¦
(1) Arnoldo de Lubek da muchos detalles sobre el sitio de Thoron : y este historiador ha sido casi nuestra única guia en esta
parte de nuestra relacion . Hemos hallado algunos documentos útiles en el autor árabe Ibn- Alatir.
(40 y ( 1 ) 40
311 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

romper las negociaciones , y acompañando los diputados al castillo, les dijeron : Defendeos : porque si os ren
dis álos cristianos, perecereis todos en los suplicios (1 ) .
Tambien se dirigieron á los soldados cristianos , y les decian lienos de cólera y de sentimiento, que iban á
celebrar una paz vergonzosa con los enemigos de Jesucristo . Al mismo tiempo , los jefes que se inclinaban á
la paz , recorrian el campamento y hacian presente al ejército , que era inútil y peligroso tal vez comprar con
nuevos combates lo que la fortuna ó mejor la Providencia acababa de ofrecer á los cruzados . Entre los guer
reros cristianos , los unos seguian los consejos de la moderacion , y los otros querian deberlo todo á la espada .
Los que descaban mejor la victoria que la paz , corrian á las armas; y los que aceptaban la capitulacion per
manecian en sus tiendas . El campo de los cristianos , en el que los unos estaban en la inaccion y en el reposo ,
y los otros escitaban al combate , presentaba á la vez la imágen de la paz y de la guerra , pero en esta diver
sidad de sentimientos , en medio del singular espectáculo que ofrecia el ejército , era fácil prever que bien pron
to ni podrian tratar con los enemigos ni tampoco combatirlos .
Sin embargo la capitulacion fué ratificada por los principales jefes de los cruzados y por el canciller del
imperio . Esperábanse en el campo de los cristianos los rehenes que debian enviar los musulmanes . Los cru
zados creian ya verse abrir delante de ellos las puertas del castillo de Thoron ; pero la desesperacion habia
cambiado de repente la resolucion de los sitiados . Cuando los diputados hubieron regresado del campo de los
cristianos, y hecho una relacion á sus compañeros de armas de lo que habian visto y oido : despues que hu
bieron hablado de las amenazas que se les habian hecho, y de las discordias que acababan de estallar entre
los enemigos , olvidaron los sitiados que sus muros iban desmoronándose , que les faltaban armas y víveres,
que tenian que defenderse contra un ejército victorioso , y juraron morir todos antes que tratar con los cruza
dos . En lugar de enviar los rehenes, aparecieron armados sobre los muros , y provocaron á los sitiadores á
nuevos combates .

Los cristianos emprendieron de nuevo los trabajos del sitio y volvieron á atacar la plaza pero su valor
disminuia de dia en dia , mientras que la desesperacion infundia nuevo entusiasmo á los musulmanes . Estos
trabajaban sin descanso en reparar sus máquinas y en reedificar sus murallas. Tan pronto los cruzados eran
atacados en sus subterráneos y perecian sepultados bajo de sus escombros, tan pronto una granizada de pie
dras y de dardos llovia sobre ellos desde lo alto de las murallas . Los musulmanes sorprendieron algunas veces
á los enemigos , y conduciéndolos á la plaza , los sacrificaban sin piedad ; y colocaban las cabezas de estos desgra
ciados en lo alto de las murallas lanzándolas despues al campode los cristianos . Los cruzados parecia que estaban
abatidos; lcs unos peleaban todavía acordándose de sus juramentos , mientras que los otros permanecian frios
espectadores de los peligros y de la muerte de sus compañeros y de sus hermanos ; añadiendo algunos el es
cándalo de sus depravadas costumbres , á su indiferencia por la causa de Dios . Viose entonces , dice un his
toriador, á los hombres que habian abandonado á sus esposas para servir á Jesucristo , olvidar repentinamen
te sus mas santos deberes y relacionarse con viles prostitutas : en fin los vicios y los desórdenes de los cruza
dos eran tan vergonzosos , que los autores de las antiguas crónicas repugnan el describirlos . Despues de haber
hablado Arnoldo de Lubek de la corrupcion que reinaba en el campo de los cristianos , parece pedir perdon al
lector , para que este no le acuse de hacer una sátira , teniendo cuidado en añadir que él no trata de traer á
la memoria tan odiosos recuerdos para confundir el orgullo de los hombres, sino para advertir á los pecado
res y conmover si es posible el corazon de sus hermanos en Jesucristo .
Pronto se supo en todas partes que los reinos de Alepo y de Damasco se habian levantado; que el Egipto
habia reunido un ejército; que Malek- Adbel , seguido de innumerables guerreros , avanzaba á marchas
forzadas , impaciente por vengar su última derrota . Al saber esta noticia , los jefes de los cruzados resolvieron
levantar el sitio de Thoron , y para ocultar su retirada al enemigo , no vacilaron un momento en engañar á
sus propios soldados . El dia de la Purificacion de la Vírgen , cuando los cristianos se entregaban á los ejerci
cios de devocion , anunciaron los heraldos al sonido de las trompetas á todo el campo que el dia siguiente de
bia darse un asalto general . Todo el ejército cristiano pasó la noche preparándose para el combate : pero al
dia siguiente al amanecer se supo que Conrado y la mayor parte de los jefes habian abandonado el ejército y
tomado el camino de Tiro . Se reunen los soldados al rededor de sus tiendas para indagar la verdad , y los

(1) Arnoldo de Lubek.


LIBRO NONO . - 1197-1498. 313

mas negros presentimientos se apoderan de sus espíritus , y como si hubiesen sido vencidos en una gran
batalla , solo piensan en huir . Nada estaba preparado para la retirada , pues no se había circulado órden al-
guna . Cada cual no veia mas que su propio peligro , y no consultaba sino al miedo que le dominaba ; es unos
huian con lo que tenian de mas precioso , los otros abandonaban sus armas. Los enfermos y heridos apenas
podian seguir á sus compañeros ; y los que absolutamente no podian andar quedaron abandonados en elcam-
po. La confusion era general ; los soldados marchaban con los bagajes pero desordenadamente, sin saber la direc-
cion que debian seguir, y muchos se perdian en las montañas : solo se oian lamentos y gemidos , y como si el
cielo hubiese querido juntar su cólera á este gran desórden , estalló una violenta tempestad de rayos y true-
nos, inundando las aguas toda la campiña.
En su tumultuosa fuga , ninguno de los cruzados se atrevió á dirigir la vista hacia la fortaleza , que pocos
dias antes ofrecia rendirse á sus armas , y su terror solo se disipó cuando vieron las murallas de Tiro .
Habiéndose reunido al fin el ejército en esta ciudad , se preguntaban mutuamente los cruzados las causas
del desórden que acababan de esperimentar. Entonces un nuevo delirio se apoderá de los cristianos; la des-
confianza y los odios sucedieron al terror pánico del que acababan de ser víctimas : las mas graves sospe-
chas recaian en las mas sencillas acciones, y daban una odiosa interpretacion á los mas inocentes discursos .
Los cruzados se echaban en cara unos á otros que los desaciertos y las traiciones que algunos habian cometido
eran la causa de los males que habian sufrido y de los que estaban amenazados . Tanto las medidas que habia
podido aconsejar un imprudente celo , como las que habian sido dictadas por la necesidad, parecian á sus
ojos la obra de una perfidia sin ejemplo . Los santos lugares que en otro tiempo miraban los cruzados con in-
diferencia ocupaban entonces toda su atencion ; los mas fervorosos censuraban el que sus jefes se dejasen lle-
var de miras profanas en una guerra santa , de sacrificar la causa de Dios á su ambicion , y de abandonar al
furor de los musulmanes los soldados de Jesucristo . Los mismos cruzados decian en alta voz que Dios se ha-
bia declarado contra los cristianos, porque los que él habia elegido para conducir á los defensores de la cruz ,
habian abandonado la conquista de Jerusalen . No habrá olvidado el lector que despues del sitio de Damasco ,
en la segunda cruzada , se habia acusado á la avaricia de los templarios y de los francos de la Palestina , de
haber hecho traicion al celo y al valor de los guerreros cristianos . Iguales y tan graves acusaciones se hicie--
ron en esta ocasion . Si damos fé á las antiguas crónicas , Malek-Adhel habia prometido á muchos jefes del ejér-
cito cristiano una gran cantidad de piezas de oro para conseguir que levantasen el sitio de Thoron . Oton de
San Blas, entre otros, parece estar persuadido que los templarios habian recibido sumas de dinero para hacer
que fracasase la empresa de los cruzados : añadiendo las mismas crónicas , que cuando el príncipe musulman
les hizo pagar la suma convenida , solo les dió oro falso, digno precio de su ambicion y de sus traiciones .
En fin el furor de la discordia llegó á tomar tales proporciones , que los alemanes y los cristianos de Siria
no pudieron permanecer bajo las mismas banderas; retirándose los unos á la ciudad de Joppe , cuyas mu→
rallas reedificaron y regresando los otros á Tolemaida . Quiso aprovecharse Malek-Adhel de estas divisiones,
y provocó á los alemanes al combate. Dióse una gran batalla á poca distancia de Joppe , pereciendo en la re-
friega el duque de Sajonia y el de Austria . Los cruzados perdieron á sus mejores caudillos , pero declaróse la
victoria por ellos . Despues de un triunfo debido solo al esfuerzo de sus armas , el orgullo de los alemanes no
conoció límites , y prescindieron de guardar consideracion alguna á los cristianos de la Palestina . « Nosotros
hemos atravesado el mar , decian ellos , para defender su pais, y lejos de asociarse á nuestros trabajos , estos
guerreros , sin virtud y sin valor , nos han abandonado en el momento del peligro. » Los cristianos de la Pa-
lestina echaban en cara á su vez á los alemanes el haber ido á oriente, no para combatir, sino para
mandar ; no para socorrer á sus hermanos , sino para imponerles un yugo mas insoportable que el de los tur-
cos . « Los cruzados , añadian ellos , no han abandonado el occidente, sino para hacer un pasco militar á la Si-
ria; encontraron la paz en medio de nosotros , y dejan al pais sumergido en la guerra , pareciéndose á las aves.
de rapiña , que anuncian la época de las tempestades .» >
En medio de estas fatales divisiones , nadie tenia bastante ascendiente para contener los ánimos y dirigir
las opiniones . El cetro de Jerusalen estaba en las manos de una mujer , y el trono de Godofredo derribado
tantas veces , estaba sin apoyo alguno . La religion y las leyes perdian cada dia su imperio : solo la violencia
tenia el privilegio de hacerse respetar, no obedeciendo mas que á la necesidad ó á la fuerza . La corrupcion y
la licencia que reinaba entre este pueblo, que se le llamaba aun el Pueblo de Dios, hacia tan espantoses
316 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

progresos , que casi uno llegaria á tachar de exageradas las relaciones de los autores contemporáncos y de
los testimonios oculares .

En este estado de decadencia , en medio de estos vergonzosos desórdenes , los mas prudentes barones y sa
bios prelados , pensaron en dar un jefe á las colonias cristianas , y suplicaron á Isabel , viuda de Enrique de
Champaña , que eligiese un nuevo esposo que consintiese en ser soberano . Isabel habia dado por medio de
tres matrimonios , tres reyes á la Palestina . Se le propuso que contrajera matrimonio con Amaury , que aca
ba de suceder á Guido de Lusiñan en el reino de Chipre . Dice un historiador árabe , que Amaury era un
hombre sabio yprudente , que amaba á Dios y respetaba la humanidad . No temió este príncipe reinar en me
dio de la guerra y rodeado de alborotos y sediciones en lo que quedaba del desgraciado reino de Jeru
salen, repartiéndose con Isabel los vanos honores del trono . Fué celebrado su matrimonio con mucha mas
pompa , dicen los historiadores, de la que permitia el estado del reino . Aun cuando este enlace no pudo re
mediar todos los males de los cristianos , dióles al menos la consoladora esperanza que sus discordias serian
apaciguadas, y que las colonias de los francos , mejor gobernadas , podrian recoger algun fruto de las victorias
obtenidas sobre los infieles . Pero una noticia que acababa de llegar del occidente debia difundir el luto por
todo el reino , y poner al mismo tiempo un término á las estériles hazañas de la guerra santa . Al celebrarse
las fiestas que siguieron al matrimonio y á la coronacion de Amaury , se supo la muerte del emperador En
rique VI. La eleccion de un nuevo jefe del imperio iba á ser causa de violentos debates en Alemania : cada cual
de los príncipes y de los señores alemanes que se hallaban entonces en Palestina , tomó la resolucion de re
gresar al occidente.

El conde de Monfort y muchos caballeros franceses acababan de llegar á la Tierra Santa , y solicitaron á
los príncipes alemanes que difiriesen la época de su marcha . Al saber el papa la muerte de Enrique VI escri
bió á los jefes de los cruzados , para suplicarles concluyesen su obra , y no abandonasen la causa de Jesucristo.
Pero ni las súplicas del conde de Monfort ni las exhortaciones del papa , pudieron contener á los cruzados
impacientes por abandonar la Siria . De tantos príncipes como habian salido del occidente para hacer
triunfar la causa de Dios , solamente la reina de IIungría se mostró fiel á sus juramentos y se quedó con sus
caballeros en Palestina ( 1 ) . Al regresar los alemanes á Europa solo dejaron una guarnicion en Joppe . Poco
tiempo despues de la marcha del ejército aleman , la guarnicion que celebraba la fiesta de San Martin en medio
de todos los escesos del vino y de la licencia , fué sorprendida y degollada por los musulmanes (2) . Se aproxi
maba el invierno, y no se podia continuar la campaña ; reinaba á la vez la discordia entre los cristianos y
entre los musulmanes ; deseábase por una y otra parte la paz , puesto que no podia continuarse la guerra , y el
conde de Monfort hizo con los turcos una tregua de tres años . De este modo concluyó esta cruzada , que
solo duró tres meses y que no fué para los guerreros de occidente mas que una verdadera peregrinacion . Las
victorias de los cruzados habian hecho á los cristianos dueños de todas las costas de la Siria , pero su precipi
tada marcha hizo perder el fruto de sus conquistas . Las ciudades que ellos habian conquistado quedaron sin
defensores y casi sin habitantes .
Esta cuarta cruzada en la cual todas las fuerzas del occidente vinieron á estrellarse contra una pequeña
fortaleza de la Siria , y que nos presenta el estraño espectáculo de una guerra santa dirigida por un monar—
ca escomulgado , ofrece al historiador menos acontecimientos estraordinarios y menos grandes males que las

(1 ) El padre Maimbourg hace los mas grandes elogios de la viuda de Bela. Este ejemplo, dice , hace ver lo que se ha observado
tantas veces en otras princesas , es decir que la virtud heroica no depende esclusivamente del sexo , y que puede suplirse la debi
lidad del temperamento y del cuerpo por la grandeza del alma y la fuerza del espíritu .
(2) Fuller, historiador inglés , habla detalladamente de este desastre. Como esta obra es rara , quiero traducir el trozo que
hace referencia al fin de esta cruzada y en el que el imparcial lector ballará las mas groseras injurias de un apasionado ene
migo de los cruzados. « En esta guerra , dice él, se veia á un ejército episcopal, que hubiera podido servir para un sínodo , ó me
jor, para ofrecer la imagen de la Iglesia militante. Muchos capitantes regresaron secretamente á sus casas , y cuando los soldados
querian combatir, los oficiales huian . Los restos de este ejército se fortificaron en Joppe. La fiesta de San Martin, este gran santo
de la Alemania, celebrábase á la sazon . Este santo hombre natural de la Germania y obispo de Tours en Francia, se distinguió emi
nentemente por su caridad . Los alemanes reemplezaron su caridad hacia los pobres con los escesos á que se entregaban el 11 de
noviembre , de manera que no debia ya llamarse dia santo , sino dia de festin. Losmismos escesos les pusieron en tal disposicion,
que cayendo sobre ellos los turcos , degollaron a cerca de veinte mil . Este dia , que los alemanes escriben con letras encarnadas en
sus calendarios , se tiñó con su propia sangre , y como su campo fué su carnicería , los turcos fueron sus matadores .» (Nicol. Fuller
1 b. II, cap. XVI, p. 135.)
LIBRO NONO . - 1497-4498 . 317

precedentes espediciones . La prevision y los cuidados del emperador de Alemania dueño de la Sicilia , acudió
á todas las necesidades de los cruzados , cuyas hazañas debian servir á sus ambiciosos proyectos , y á quienes
miraba como á sus propios soldados .
Los guerreros alemanes, que componian los ejércitos cristianos, no tenian las necesarias cualidades para
asegurar las ventajas de la victoria . Siempre dispuestos á lanzarse ciegamente en medio de los peligros , no
comprendiendo que puede unirse la prudencia con el valor y no reconociendo otra ley que su voluntad , su-
misos á los jefes que eran de su nacion y despreciando á todos los demás, llenos de un indomable
orgullo que les hacia despreciar los socorros de sus aliados y las lecciones de la esperiencia ; semejan-
tes hombres no podian hacer ni la paz ni la guerra (1) .
Cuando se comparan estos nuevos cruzados con los compañeros de Godofredo y de Raimundo , hállase en
ellos el mismo ardor por los combates y la misma indiferencia por los peligros pero no se nota en ellos el en-
tusiasmo que animaba á los primeros soldados de la cruz á la vista de los santos lugares . Jerusalen , abierta 1
siempre entonces á la devocion de los cristianos , no veia ya dentro de sus muros esa multitud de peregrinos
que al principiar las guerras santas se dirigian de todas las partes del occidente. El papa y los jefes del ejér-
cito cristiano prohibian á los cruzados el entrar en la santa ciudad antes de haberla conquistado . Los cruza-
dos, que no siempre se mostraron dóciles, obedecieron puntualmente esta prohibicion . Mas de cien mil guerre-
ros que habian abandonado la Europa , para libertar á Jerusalen , regresaron á sus hogares , sin haber tal
vez abrigado el pensamiento de visitar el sepulcro de Jesucristo, por el que habian tomado las armas . Las
treinta onzas de oro prometidas por el emperador á todos los que pasarian el mar para combatir á los infieles ,
aumentaron mucho el número de los cruzados , lo que no se vió en las precedentes espediciones, en las que
los soldados de la cruz no podian ser arrastrados sino por motivos religiosos . En las otras guerras santas do-
minaba el espíritu religioso al político : en esta cruzada , aun cuando fué directamente provocada por el jefe
de la Iglesia, y que ella fué en gran parte dirigida por los obispos , puede decirse que fué mas política que re-
ligiosa . El orgullo, la ambicion , la envidia y las mas vergonzosas pasiones del corazon humano , no trataron
como en las precedentes espediciones de cubrirse con el velo religioso . El arzobispo de Maguncia , el obispo de
Hildesheim y la mayor parte de los eclesiásticos que habian tomado la cruz , no se hicieron admirar por
su sabiduría ni por su piedad , no distinguiéndose tampoco por ninguna cualidad personal . El canciller del
imperio, Conrado, luego que regresó á Alemania , fué perseguido por las sospechas que habia infundido su
conducta durante la guerra : cayó bajo los golpes de muchos gentileshombres de Wurtzburgo conjurados con-
tra él, y el pueblo miró esta trágica muerte como un castigo del cielo (2) .
Enrique VI que habia predicado la cruzada , solo vió en esta lejana espedicion un medio y una ocasion de
aumentar su poderío y estender su imperio. Mientras que la cristiandad dirigia súplicas al cielo para el buen
éxito de la guerra santa cuya alma era él , sin embargo continuaba haciendo una guerra impía y desolan-
do un pais cristiano para sujetarlo á sus leyes, y amenazaba á los pueblos de la Grecia . Quitáronse los ojos
á los hijos de Tancredo y fueron encerrados : las hijas del rey de Sicilia fueron reducidas al cautiverio . Lle-
vó Enrique tan allá los escesos de la barbarie, que irritó á sus parientes creándose enemigos en el seno de su
propia familia . Cuando murió, difundióse en todo el occidente el rumor que habia sido envenenado : los pue-
blos á quienes habia hecho desgraciados, no pcdian creer que tantas crueldades quedasen impunes; y pu-
blicaron que la Providencia se habia servido de la misma esposa del emperador , para darle la muerte y ven-
gar de esta manera las calamidades que habia causado en el reino de Nápoles y de Sicilia . Al aproximarse su
fin , acordóse Enrique de que habia retenido á un príncipe cruzado en cautiverio, á pesar de las súplicas del
padre de los fieles ; y envió al rey de Inglaterra embajadores encargados de dar á este una completa satisfac-
cion de un ultraje tan grande . Despues de su muerte, fué preciso dirigirse al papa , para pedirle permiso para
enterrarle en tierra sagrada , puesto que el emperador estaba escomulgado ; contentándose el papa con con-
testar , que podian enterrarle entre los cristianos , pero que antes era preciso aplacar la cólera de Dios .
Ocupando Enrique las mas hermosas comarcas de Italia por la perfidia y la violencia , legó á este desgra-

(1) Crónica de Uberg. Biblioteca de las Cruzadas, t. III.


(2) El padre Maimbourg da á Conrado, durante la cruzada , el título de obispo de Wurtzburgo : nosotros hemos rectificado este
error en una otra que insertamos en esta obra . Esta nota da algunos detalles acerca de la vida política y privada de Conrado.
318 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ciado pais un gérmen revolucionario que debia producir amargos frutos ( 1 ) . La odiosa guerra que él había
hecho á la familia de Tancredo , debia ser causa de otras guerras funestas á su propia familia , y alejándose
de la Alemania con sus ejércitos , dejó Enrique que se formasen partidos poderosos , los que despues de
su muerte se disputaron con animosidad el cetro imperial , é hicieron al fin estallar una guerra á la que fue-
ron arrastrados los principales estados de Europa . De modo que esta cuarta cruzada fué bien diferente de las
otras guerras santas, que habian contribuido á mantener ó á restablecer la paz pública en Europa , dividiendo
además los estados de la istiandad sin haber destruido el poderío de los turcos , y sembrando la confusion
y el desórden en la mayor parte de los reinos del occidente .

(1) Veáse mas adelante lo que costó la Sicilia á Federico H.


LIBRO DECIMO. - 1498-1203 . 349

LIBRO X.

QUINTA CRUZADA.

1198-1203 .

Imperio franco de Constantinopla. -El papa Inocencio III se esfuerza en reanimar el santo zelo. - Ricardo Corazon de Leon .- Feli-
pe Augusto. Predicacion de Fulco de Neuilly y de Martin Litz.-Teobaldo IV conde de Champaña y Luis conde de Chartres y de
Blois, toman la cruz .—Envían diputados á Génova para fletar buques. -Muerte de Teobaldo IV. -Bonifacio, marqués de Montfer-
rato, es elegido jefe de la cruzada. — Muerte de Fulco de Neuilly. - Parte de los cruzados llegan á Venecia y concurren al sitio de
Zara, aá pesar de las órdenes del papa . -Los venecianos son escomulgados. - Revolucion en Constantinopla. -Alejo el Angel el jó-
ven, hijode Isaac, solicita el socorro de los venecianos. -La noticia de la conquista de la Pulla y del reino de Nápoles por Gualtero
de Briena, produce una escision.-La flota se hace á la vela para Constantinopla . - Detalles de esta espedicion . - Alejo el An-
gel es colocado de nuevo en el trono y promete al papa reconocerle por jefe de la Iglesia universal .

Despues de cuanto llevamos dicho acerca de las santas espediciones , el lector habrá podido formar su opi-
nion sobre el verdadero valor de los antiguos cristianos : comparando los diversos anales de la guerra de

los tiempos antiguos y de los tiempos modernos , podria creerse que jamás el valor humano rayó tan alto , co-
mo en la edad media, bajo los estandartes de la cruz . ¿Qué ciega preocupacion arrastraba pues al autor del
Contrato social, cuando escribia : « Las tropas cristianas , se dice, son escelentes; yo lo niego : por lo que
á mí toca , yo no conozco tropas cristianas? » Pudiéramos concretarnos á pronunciar aquí los nombres de Go-
dofredo , de Balduino , de Raimundo , de Tancredo y de Ricardo , para refutar tan estraña paradoja ; podría-
mos contentarnos con recordar las heroicas victorias que habian difundido el terror en todo el oriente ; ad-
mirables triunfos que hacian creer á los musulmanes que los francos eran de una raza superior al resto de los
hombres .

Pero Rousseau procurando huir de los recuerdos de las espediciones sagradas, pretende que los cruzados,
bien lejos de ser cristianos, eran soldados del clero, ciudadanos de la Iglesia , que se batian por su pais espiri-
tual que ella habia hecho temporal , sin saber cómo . Hay en este raciocinio una profunda ignorancia de las
cruzadas , de su carácter y de sus tendencias. El autor del Contrato social, participando del error de muchos
otros filósofos de su tiempo , estaba persuadido de que los papas habian hecho las cruzadas . En el primer libro
de esta historia se ha visto lo contrario , esto es , que las espediciones de la cruz nacieron del entusiasmo reli-
gioso y guerrero que animó á los pueblos del occidente : sin este entusiasmo , que no era por cierto obra de
los jefes de la Iglesia , las predicaciones de la Santa Sede no hubieran podido reunir un solo ejército bajo las
santas banderas . Observad que durante las guerras de ultramar , los soberanos pontifices fueron echados de
Roma , despojados de sus estados , y que no llamaron ciertamente á los cruzados á la defensa del pais temporal
de la Iglesia . No solamente los cruzados no fueron los ciegos instrumentos de la Santa Sede , sino que resis-
tieron mas de una vez la voluntad de los papas , dando pruebas en el campo de su esforzado valor unido á la
piedad . Hubo sin duda algunos jefes y algunos príncipes arrastrados á los paises del Asia por la ambicion ó el
amor á la gloria : pero la religion , bien ó mal entendida , arrastraba al mayor número ; las creencias cristia-
nas, cuyos defensores eran los cruzados , les hacian desafiar todos los peligros por el deseo de las celestiales
recompensas y el desprecio de la vida . El islamismo amenazaba la Europa , la religion cristiana , que se mez-
claba en todo, y que era la patria , se hallaba en peligro y ¿qué cosa mas natural que volar á su defensa y
sacrificar por ella sus bienes , su reposo y su vida ? Hé aquí la verdad tal como los niños la comprenden , pe-

ro la verdad se escapa , por su misma sencillez , á los que por juzgar las cosas humanas tienen necesidad de
desplegar todo el aparato de una orgullosa y triste filosofía . Rousseau no ha comprendido jamás lo que hay de
grande y admirable en las inspiraciones del cristianismo : despues de haber pensado que los verdaderos cris-
tianos sirven solo para ser esclavos, ¿ cómo hubiera podido creerles capaces de valor , de entusiasmo y de
320 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

sentimientos generosos ? El gran disparate de los filósofos del siglo último consiste en haber querido volver á
hacer el mundo segun su sistema . y de haber creado al hombre segun su fantasia . La historia tiene menos
pretensiones : ella considera la humanidad tal como es, y no sabe sino oponer hechos á los elocuentes sofis-
mas . No llevaremos mas lejos nuestros raciocinios , y dejaremos á los conquistadores latinos de Bizancio la
tarea de responder al autor del Contrato social.
La marcha de los cruzados alemanes habia sumergido á los cristianos de ultramar en la mayor afliceion ;
entregadas las colonias cristianas á sus propias fuerzas, no contaban con otra proteccion que la que les ofre
cia la tregua que acababa de concluirse entre Malek-Adhel y el conde de Monfort . Los infieles tenian dema-
siada superioridad sobre sus enemigos para respetar largo tiempo un tratado que miraban como un obstácu-
lo á los progresos de su poderío . Amenazados los cristianos de nuevos peligros , dirigian su vista hácia el
occidente . El obispo de Tolemaida , acompañado de muchos caballeros , se embarcó para Europa , con el obje-
to de solicitar el socorro de los fieles . El buque desgraciadamente naufragó al alejarse de las costas de la Siria ,
pereciendo el obispo de Tolemaida y todas las personas de su séquito y á otros buques que se habian hecho á la
vela poco tiempo despues , la tempestad les obligó á guarecerse en el puerto de Trípoli . Por este fatal accidente

las súplicas y las quejas de la Palestina no pudieron llegar hasta el occidente (1 ) .


Sin embargo la fama enteraba á todo el mundo de la triste situacion en que se hallaba el débil reino de
Jerusalen . Algunos cristianos, escapados milagrosamente de la muerte , contaban á su regreso los triunfos
y las amenazas de los turcos; pero en el estado en que se encontraba la Europa , nada era mas difícil que el

arrastrar á los pueblos á una nueva cruzada . La muerte del emperador Enrique VI habia dividido á los pre-
lados y á los príncipes de Alemania . El rey de Francia Felipe Augusto estaba siempre en guerra con Ricardo
rey de Inglaterra . Uno de los hijos de la reina de Hungria acababa de tomar la cruz; pero habia juntado
solamente un ejército con el objeto de conmover al reino y apoderarse despues de la corona . En medio de las
sangrientas discordias que devoraban al occidente , parecia que los pueblos cristianos habian olvidado la
tumba de Jesucristo; solo un hombre se conmovió á la vista de las desgracias de los fieles de oriente y no
perdió seguramente la esperanza de socorrerles .
Inocencio III ( 2 ) acababa de reunirá la edad de treinta años los sufragios del conclave. En la edad de las
pasiones , consagrado á la mas austera soledad , ocupado sin cesar en el estudio de los santos libros, y siempre
dispuesto á confundir con la sola autoridad de su raciocinio las nuevas herejías , el sucesor de san Pedro
derramó lágrimas al saber su elevacion ; pero luego que estuvo sentado en el trono pontificio , desplegó Ino-
cencio un carácter nuevo : el mismo hombre que parecia temer el brillo del poder , solo se ocupó en buscar
medios de engrandecerlo y demostró la ambicion y el inflexible carácter de Gregorio VII . Su juven-
tud , que le prometia un largo reinado , su ardor en defender la causa de la justicia y de la verdad , su elo-
cuencia , sus luces , sus virtudes que le granjeaban el respeto de los fieles , hacian concebir la esperanza que
aseguraria el triunfo de la religion , y cumpliria un dia los proyectos de sus predecesores (3) .
Como el poder de los papas estaba fundado en los progresos de la fé y en el piadoso entusiasmo de los cris-
tianos , Inocencio puso desde luego todo su conato en reprimir las peligrosas innovaciones y las imprudentes

(1) Puede leerse, sobre este particular, la carta del gran maestre de los hospitalarios á sus hermanos de Inglaterra ; la que se
hallará traducida en la Biblioteca de las Cruzadas.
(2) Muratori y Baluze han publicado la vida de Inocencio III. ( Muratori , (Scriptor rer. italicarum . t . III p . 486-568 . ) Hé aquí la
descripcion que de él hace un manuscrito sacado de la biblioteca de Aviñon . Inocencio estaba dotado de un espíritu penetrante,
de mucha memoria , versado en las letras divinas y humanas, era elocuente en sus discursos y en sus escritos, y ejercitado en el
canto y en la salmodia , de una mediana estatura y buena figura. Liberal en socorrer al necesitado y en todos los gastos necesarios
á la vida, era económico en todo lo demas á menos que la necesidad le obligase á ser generoso. Era severo con los rebeldes y perti-
naces, pero dulce con los adictos y humildes, de ánimo esforzado, magnánimo, decidido defensor de la fé, enemigo de la herejía,
rígido por la justicia , pero compasivo , humilde en la prosperidad, paciente en la adversidad , y de un genio pronto, pero facil á
apaciguarse. Hizo sus estudios en Paris y Boloña, y aventajó á sus condiscípulos en filosofía y teología , como lo prueban las diver-
sas obras que hizo y se publicaron en varias épocas.
(3) Un escritor aleman, Hurter, ha publicado una historia de Inocencio III traducida al francés por Mr. de Saint Cheron . Hay en
este libro mucha ciencia y sagacidad , y el gran retrato de Inocencio III se encuentra delineado con mucha mas imparcialidad de
la que era de esperar de un historiador protestante. No podemos menos de citar aquí la Historia del papado , por Leopoldo Ranke y
la Historia de Gregorio VII por Voigt. Este movimiento, salido de la reformada Alemania , para apreciar con una justicia demasia-
do rara hasta este dia, la mision de los soberanos pontífices en la edad media, es uno de los hechos mas notables de nuestro tiempo
LIBRO DECIMO . -4498-1203 . 321

doctrinas que empezaban á corromper á su siglo y amenazaban el santuario , ocupóse sobre todo en reani
mar el ardor de los cruzados , y para dominar el espiritu de los reyes y de los pueblos , para reunir á todos
Jos cristianos y hacerles concurrir al triunfo de la Iglesia , les habló del cautiverio de Jerusalen , de la tum
ba de Jesucristo y de los santos lugares profanados por la presencia y la dominacion de los infieles .
En una carta dirigida á los obispos , al clero , á los señores y á los pueblos de Francia, de Inglaterra , de
Hungría y de Sicilia , el soberano pontífice anunció la voluntad , las amenazas y las promesas del Dios de los
cristianos . « Desde la lamentable pérdida de Jerusalen , decia él , la Santa Sede no ha cesado de rogar al cielo.
y de exhortar á los fieles á vengar la injuria hecha á Jesucristo , desterrado de su herencia . En otro tiempo
Urias no queria entrar en su casa ni ver á su mujer , mientras que el arca del Señor estaba en el campo , y
ahora nuestros príncipes , en esta pública calamidad , se abandonan á amores ilegítimos , se embriagan en los
deleites , abusan de los bienes que el cielo les ha dado , y se persiguen mutuamente por sus implacables odies,
no pensando mas que en vengar sus injurias personales , y no consideran que nuestros enemigos nos insul
tan diciendo : ¿ Dónde está vuestro Dios , que no puede libertarse á sí mismo de nuestras manos ? nosotros he
mos profanado vuestro santuario y los lugares en que pretendeis que ha nacido vuestra supersticion; nosotros
hemos roto las armas de los franceses , de los ingleses, de los alemanes , y sometido por segunda vez á los fie
ros españoles : ¿ qué nos queda pues para hacer, sino que sea echar á los que habeis dejado en la Siria y pene
trar hasta el occidente, para borrar para siempre vuestro nombre y vuestra memoria ?
Tomando luego un tono mas paternal esclamó Inocencio: « Demostrad que no habis perdido vuestro valor ;
prodigad por la causa de Dios todo lo que habeis recibido de él , y si en una ocasion tan crítica , rehusais el
servir á Jesucristo , ¿qué escusa podriais alegar ante su terrible tribunal ? Si Dios ha muerto para el hom
bre, ¿temerá el hombre morir por su Dios ? ¿ Rehusará dar su pasajera vida y los bienes perecederos de este
mundo al que nos abre los tesoros de la vida eterna ? »
Al mismo tiempo fueron enviados prelados á todas las comarcas de Europa para predicar la paz entre los
príncipes y exhortarles á reunirse contra los enemigos de Dios . Revestidos estos prelados con toda la confian
za de la Santa Sede , debian comprometer á todas las ciudades y á los señores á hacer partir , á sus costas , un
cierto número de caballeros y soldados hácia la Tierra Santa . Ellos prometian la remision de los pecados y la
proteccion especial de la Iglesia ( 1 ) á todos los que tomarian la cruz y las armas, ó que contribuyesen á los
gastos de equipo y al mantenimiento de las milicias de Jesucristo . A fin de recibir el piadoso tributo de los fie
les, se colocaron arquillas ( 2 ) en todas las iglesias . En el tribunal de la penitencia , los curas ordenaban á todos los
pecadores que concurriesen á la santa empresa ; ninguna culpa podia hallar indulgencia ante Dios , sin la
sincera voluntad de tomar parte en la cruzada . El celo por la restauracion de los santos lugares parecia ser en
tonces la sola virtud que el papa exigia de los cristianos : hasta la caridad misma perdia algo de su valor, si
ella no se ejercia á favor de los cruzados . Como se echaba en cara á la iglesia de Roma la imposicion de cargas
á las que ella apenas contribuia , exhortó el papa á los jefes del clero y hasta á todos los eclesiásticos , á que H
diesen el ejemplo de su adhesion y de sus sacrificios . Inocencio hizo fundir sú vajilla de oro y de plata
para acudir á los gastos de la Tierra Santa , y solo quiso servirse durante la cruzada de vasos de madera y de

greda.
Estaba el soberano pontifice tan lleno de confianza en el celo y piedad de los cristianos , que escribió al pa
triarca y al rey de Jerusalen anunciándoles los socorros del occidente . Nada omitió de cuanto pudiese con
tribuir á aumentar el número de los soldados de Jesucristo. Dirigióse al emperador de Constantinopla , y le
hizo cargos per la indiferencia que demostraba para el rescate de los santos lugares (3) . Esforzóse el empera

dor Alejo en su respuesta , en demostrar su celo por la causa de la religion , pero decia que la época de la res

(1) En medio de las exhortaciones de la cruzada algunos barones suscitaron la cuestion de saber , si podian tomar la cruz conti a
la voluntad de sus mujeres uxorum assensum. Respondió el papa que podian hacerlo in tanta necessitate christianitatis ( Epist .
Innocent. ) . En cuanto à la peregrinacion de la mujer sin el consentimiento del marido, no se decidió, y el padre Doutreman declara
gravemente que ofreceria muchas dificultades . ( Nol. in Constantinopol . , Bélgica , p. 621.)
(2) Observa Fleury, que hasta entonces no se habian visto arquillas en las iglesias, y cree que en aquella época fué cuando
empezaron á estar en uso.
( 3) El cardenal Alberto y Albertini fueron encargados de la negociacion cerca del emperador Alejo, cuyo objeto era comprome
terle á trabajar para la destruccion del mahometismo.
11
322 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tauracion no habia llegado aun , y que temia oponerse á la voluntad de Dios , irritado por los pecados de los
cristianos . El príncipe griego recordaba con oportunidad las tropelías que habian cometido en el imperio los
soldados de Federico; suplicando al papa que dirigiese sus amonestaciones contra aquellos que fingiendo tra
bajar por la causa de Jesucristo , se rebelaban contra la voluntad del cielo . « Todavía no es tiempo , añadia
Alejo , de arrancar la Tierra Santa de las manos de los sarracenos ; yo creo que el adelantarse á la época már
cada por Dios, será emprender una obra inútil . » Inocencio III en su correspondencia con Alejo se esforzaba
en refutar la opinion del emperador griego . « Todos los que han sido regenerados por las aguas del bautismo,
decia , deben comprometerse espontáneamente á seguir la cruzada , temiendo que al esperar el incierto dia
de la restauracion del santo sepulcro y no haciendo nada por sí, se atraigan el justo castigo de Dios . » No di
simulaba el soberano pontifice al escribir á Alejo sus pretensiones al imperio universal, y hablaba como el
soberano árbitro de los reyes de oriente y de occidente . Se aplicaba estas palabras dirigidas á Jeremías .
« Yo te he establecido sobre las naciones y sobre los reinos para arrancar y disipar , para edificar y plantar ; >>
y comparaba el poder de los papas y el de los príncipes , el uno al sol , que ilumina el universo durante el
dia, y el otro á la luna , que ilumina á la tierra durante la noche (4 ) .
Las pretensiones que alimentaba Inocencio y el empeño que ponia en hacerlas efectivas , neutralizaron sin
duda el efecto de sus exhortaciones, y debieron debilitar el celo de los príncipes cristianos á quienes queria
arrastrar á la cruzada . Los príncipes y los obispos de Alemania estaban divididos entre Oton de Sajonia y
Felipe de Suabia : el soberano pontifice se declaró abiertamente por Oton, y amenazó con los rayos de la
Iglesia á todos cuantos seguian el partido contrario. En medio de los alborotos que estallaron en esta ocasion ,
los unos solo se ocuparon de sacar partido del favor del soberano pontifice , y los otros de ponerse al abrigo
de sus amenazas . Toda la Alemania se encontraba comprometida en esta gran cuestion ; nadie tomó la cruz.
Uno de los legados del papa , Pedro de Capua , llegó á restablecer la paz entre Ricardo Corazon de Leon y
Felipe Augusto; Ricardo, que queria gobernar al apoyo de la Santa Sede , prometia sin cesar equipar una
flota y reunir un ejército para ir á hacer la guerra á los inficles . Celebró en su capital un torneo , en medio
del cual exhortó á los caballeros y á los barones á seguirle al oriente, pero todas estas demostracio
nes, cuya sinceridad podia ponerse en duda , no produjeron resultado alguno. No tardó en estallar de nuevo la
guerra entre los reinos de Francia y de Inglaterra ; y Ricardo, que renovaba todos los dias el juramento de
combatir á los infieles , murió combatiendo á los cristianos .
Felipe Augusto acababa de repudiar á su mujer Ingeburga , hermana del rey de Dinamarca ; para enla
zarse con Inés de Merania . El soberano pontifice en una carta dirigida á los fieles , habia censurado agriamente
á los principes que se entregaban á amores ilegitimos : y ordenó á Felipe Augusto que se reuniese de nuevo
con Ingeburga , y como Felipe Augusto rehusase el obedecer , arrojóse el entredicho sobre el reino de Francia .
Durante muchos meses fueron interrumpidas todas las ceremonias de la religion ; cesó de resonar en la cáte
dra del Evangelio la santa palabra ; ya no se oyó mas ni el tañido de las campanas, ni el acento de la plega
ria ; negábase á los muertos la sepultura cristiana , y las puertas del santuario estaban cerradas á los fieles :
la tristeza y el luto reinaban en todas las ciudades y campiñas, de donde parecia estar desterrada la religion
cristiana y las que parecian estar invadidas por los musulmanes. Aun cuando los cruzados fueron exentos del

entredicho, el espectáculo que ofrecia la Francia desanimaba á la mayor parte de sus habitantes; Felipe
Augusto irritado contra el papa , mostróse muy poco dispuesto á reanimar su celo, y el clero , cuya influencia
podia reanimar el espíritu público y dirigirlo hácia la guerra santa , tenia que deplorar menos el cautiverio de
Jerusalen , que el desgraciado estado del reino ( 2) .
Sin embargo , un cura de Neuilly-sur -Marne, estendia por toda la Francia la fama de su elocuencia y de
sus milagros . Foulques habia llevado una vida desarreglada ; pero al fin , herido de un sincero arrepentimiento ,
no se contentó con espiar sus desórdenes con la penitencia; quiso arrastrará todos los pecadores al cami

(1) Epist. Innocent .


(2) Todos los historiadores han hablado de la profunda impresion que produjeron en Francia la escomunion de Felipe Augusto
y el entredicho que se fulminó contra todo el reino. Véase principalmente la crónica de San Dionisio en los últimos años de Felipe
Augusto ( Hist. de Franc. t . XIV ) . Despues de esta época es cuando los reyes de Francia han tratado de establecer el principio,
que los papas no tienen el derecho de romper los lazos que unen á los súbditos con el monarca , ni sobre todo fulminar un entredi
cho general contra todo un reino , y que las escomuniones solo pueden ser lanzadas contra los individuos, no pudiendo producir
mas que efectos religiosos.
LIBRO DECIMO . - 1198-1203 . 323

no de la virtud, y recorrió las provincias exhortando al pueblo al desprecio de las cosas de la tierra . Dios ,
para probarlo, permitió que en sus primeras predicaciones fuese Foulques espuesto á la risa del auditorio; pero
bien pronto las verdades que anunciaba le granjearon el respeto de los ficles. Los obispos le invitaron á
ir á predicar en sus respectivas diócesis : en todas partes se le tributaban estraordinarios honores; el pueblo
y el clero corrian delante de él, como si hubiese sido un enviado de Dios . Foulques no tenia , dice la crónica de
San Victor, nada de singular en su modo de vestir y en su método de vida : iba á caballo y comia lo que le

daban . Se le veia predicar tan pronto en las iglesias , como en las plazas públicas; asistiendo tambien en
las asambleas de los barones y caballeros . Su elocuencia estaba dotada de sencillez y naturalidad Su misma
ignorancia le preservó del mal gusto de su siglo; no cautivaba su numeroso auditorio, ni por las vanas suti-
lezas de la escuela , ni por la mezcla de citas de la Escritura y de pensamientos profanos de la antigüedad;
By
despojadas sus palabras de la erudicion que entonces se admiraba , eran mas persuasivas, y convenian mas
directamente al corazon . Los mas doctos predicadores se colocaban en medio de sus discípulos , y decian que-
el Espíritu Santo hablaba por su boca . Animado de esta fé que hacia prodigios , encadenaba conforme que-
ria las pasiones de la multitud, y hacia resonar hasta en el palacio de los príncipes ( 1 ) el trueno de las ame-
nazas evangélicas . Despues de haberle oido todos los que se habian enriquecido por medio del fraude y de la
usura , se apresuraban á restituir lo que habían adquirido injustamente. Los libertinos confesaban sus pe-
cados, y se entregaban á la mas austera penitencia ; las mujeres prostitutas deploraban á ejemplo de la
Magdalena el escándalo de su licenciosa vida , se cortaban los cabellos, y trocaban sus adornos por el cilicio y
la túnica prometiendo á Dios vivir en el retiro y morir santamente . En fin la elocuencia de Foulques de Neui-
lly produjo tan grandes milagros , que la mayor parte de los autores contemporáneos hablan de él como de
otro Pablo, enviado para la conversion de su siglo. Uno de ellos llega al estremo de decir que no se atreve á
relatar todo lo que sabe , desconfiando de la incredulidad de los hombres (2) .
Inocencio III puso los ojos en Foulques de Neuilly, y le confió la mision que se habia dado cincuenta años
antes á san Bernardo. Elnuevo predicador de la cruzada tomó tambien la cruz en un capítulo general de la-
órden del Cister. A su voz , el celo por la guerra santa , que parecia estinguido , dió señales de gran vida y en-

tusiasmo en todas partes : en cada ciudad que atravesaba acudia todo el mundo para oirle; y todos cuantos
estaban en estado de tomar las armas , hacian eljuramento de combatir á los infieles.
Muchos santos oradores fueron asociados á los trabajos de Foulques de Neuilly : Martin Litz, del órden del
Cister, predicó la cruzada en la diócesis de Basilea y en los orillas del Rhin; Herloin, monje de San Dionisio ,
recorrió las campiñas aun salvajes de la Bretaña y del Bajo Poitou ; Eustaquio abate de Flay , atravesó dos ve-
ces el mar con el objeto de escitar el entusiasmo y el ardor de los pueblos de Inglaterra.
Estos místicos oradores no estaban dotados todos de la misma elocuencia , pero animaba á todos el
celɔ mas ardiente. La profanacion de los santos lugares, los males de los cristianos de oriente y el recuerdo.
de Jerusalen animaban sus discursos . Tal era el estado de los ánimos aun en Europa , que bastaba á los orado-
res, como en las primeras cruzadas, pronunciar el nombre de Jesucristo y hablar de la ciudad de Dios, de-
minada por los infieles , para que su auditorio se deshiciese en lágrimas y se entregase á los trasportes de un

santo entusiasmo . En todas partes el pueblo demostraba la misma piedad y los mismos sentimientos , pero
la causa de Jesucristo tenia principalmente necesidad del ejemplo y del valor de los príncipes y de los señores .
Como acababa de proclamarse en Champaña un torneo en el que debian reunirse los mas valientes guerre-
ros de Francia, de Alemania y de Flandes, Foulques acudió al castillo de Ecry - sur-Aisne , que era el punto de
reunion de loscaballeros . Así que Foulques habló de Jerusalen, los caballeros y los baroncs olvidaron de repente
las justas, los golpes de lanza , los altos hechos de armas, y la presencia de las damas y señoritas que daban
precio al valor . Todos prestaron el juramento de combatir á los infieles, y todo el mundo debió estrañar ver

(1) Si debe darse crédito á las crónicas contemporáneas, Foulques se dirigió á Ricardo Corazon de Leon, y le dijo: Vos teneis treshi-
jas para casar; la avaricia, el orgullo y la lujuria. — Yo doy, respondió Ricardo, mi orgullo á los templarios, mi avaricia á los monjes
del Cister, y mi lujuria á los obispos. ( Véase la Biblioteca de las Cruzadas t. 1. )
(2) Alberic , Ricord , Oton de San Blas , Jacobo de Vitri , la crónica de Raoul de Coggeshade, la crónica de Brompton , y Marin
Sanuto nos han dejado algunos detalles sobre la vida de Foulques: la historia eclesiástica de Fleuri, t. XVI, ha recopilado todos los
materiales esparcidos en las antiguas crónicas El abate Lebeuf, en su historia de París , cita una obra sobre la vida de Foulques ,
I vol, en 12, Paris , 1620, que en balde hemos procurado adquirir.
324 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tan gran número de defensores de la cruz salir de las belicosas fiestas que la Iglesia habia severamente pro
hibido.

( 1200 ) A la cabeza de los príncipes y de los señores que se alistaron en la cruzada se veia á Teobaldo IV
conde de Champaña , y á Luis conde de Chartres y de Blois , parientes los dos de los reyes de Francia y de In
glaterra . El padre de Teobaldo habia seguido á Luis el Jóven en la segunda cruzada ; su hermano mayor
habia sido rey de Jerusalen; dos mil quinientos caballeros le debian homenaje y servicio militar ; la noble
za de Champaña sobresalia en el ejercicio de las armas . Como Teobaldo se habia casado con la heredera de
Navarra , podia reunir bajo de sus banderas á los habitantes mas belicosos de los Pirineos . Luis, conde
de Chartres y de Blois , contaba entre sus ascendientes á uno de los jefes mas valientes é ilustres de la prime
ra cruzada , y era dueño de una provincia en la que habia muchos guerreros . A ejemplo de estos dos prín
cipes, se cruzaron el conde de San Pablo, los condes Gualtero y Juan de Briena , Manasés de la Isla , Re
nard de Dampierre, Mateo de Montmorency, Hugo y Roberto de Boves condes de Amiens , Rinaldo de Boloña ,
Geofredo de Perche , Rinaldo de Montmirail , Simon de Monfort , que acababa de fi mar una tregua con los
-
turcos y Geofredo de Villehardouin ( 1 ) mariscal de Champaña (2 ) que nos ha dejado una relacion de esta cru
zada escrita con la sencillez propia de su tiempo.
Entre los eclesiásticos que habian tomado la cruz , la historia nombra á Nivelon de Cherisi , obispo de Sois
sons; Garnier , obispo de Langres ; el abate de Looz y el abate de Vaux-de - Cernay . El obispo de Langres , que
habia sido objeto de las censuras del papa , creia hallar en la peregrinacion de la Tierra Santa una ocasion para
reconciliarse con la Santa Sede . Los abates de Looz y de Vaux de Cernay se habian hecho notar por su piedad
y sus luces , el primero lleno de sabiduría y de moderacion ; el segundo animado de un santo entusiasmo ,
y de un ardiente celo que demasiado acreditó despues contra los albigenses y los partidarios del conde de
Tolosa (3).

Luego que los caballeros y los barones regresaron á sus lugares , llevando una cruz encarnada sobre sus
talialís y sobre sus cotas de malla , dispertaron con su presencia el entusiasmo de sus vasallos y de sus her
manos de armas . La nobleza de Flandes, á ejemplo de la de Champaña , quiso demostrar su celo para la res
tauración de los santos lugares (4) . Balduino que habia tomado el partido de Ricardo contra Felipe Augusto,
buscó debajo del estandarte de la cruz un asilo contra la cólera del rey de Francia , y juró en la iglesia de
San Domiciano de Brujas , de ir al Asia á combatir á los musulmanes . María , vizcondesa de Flandes , herma
na de Teobaldo conde de Champaña , no quiso vivir separada de su esposo , y á pesar de hallarse en la flor de
sujuventud y que estaba en cinta , prestó el juramento de seguir á los cruzados á la otra parte de los ma
res y de abandonar un pais que ella no debia volver á ver jamás . El ejemplo de Balduino fué segui
do por sus dos hermanos ( 5) , Eustaquio y Enrique conde de Sarbruck, por Conon de Bethune , célebre por
su piedad y su elocuencia , y por Jaime de Avesnes , hijo del que bajo el mismo nombre se habia hecho céle
bre en la tercera cruzada . La mayor parte de los caballeros y de los barones de Flandes y de Hainaut pres
taron tambien el juramento de tomar parte en la guerra santa .
Reuniéronse los principales jefes de la cruzada en Soissons y despues en Compiegne , y dieron el mando de
la santa espedicion á Teobaldo conde de Champaña . Decidióse tambien que el ejército de los cruzados se di
rigiria por mar á oriente . Despues de ado ptada esta resolucion , fueron enviados seis diputados á Venecia (6)

(1 ) El nombre de Villehardouin trae su orígen de una poblacion ó castillo de la diócesis de Troyes , entre Bar y Arey; la prime
ra rama á la que pertenecia el historiador, solo subsistió hasta 1400 ; la segunda , que adquirió el principado de Acaya , vino á unirse
con la casa de Saboya. Se hallará una noticia histórica muy circunstanciada sobre Villehardouin en nuestra nueva coleccion de
memorias para servir à la Historia de Francia t . I.
(2) Este oficio era con respecto á los grandes feudos lo que la dignidad de mariscal de Francia fué despues por la monarquía.
(3) El abate de Vaux- de - Cernay nos ha dejado una crónica sobre la guerra de los albigenses, la que ha sido traducida en la
coleccion publicada por Mr. Guizot.
(4) Los acontecimientos de la cruzada, por lo que hace relacion á los condes de Flandes y á la nobleza de este condado, han sido
recopilados por el padre d'Outreman en la obra intitulada: Constantinopol. Belgica . Tournai , 1638 in-4.º Ducange se ha aprovecha
do mucho de esta obra para sus notas, que han ignorado la mayor parte de los historiadores. El mismo Gibbon declara que él no
ha podido hacerse con un ejemplar.
(5) Rhamnusim da una lista muy detallada de los caballeros y de los barones que tomaron la cruz ; el padre Outreman da tam
bien una lista de ellos . En las notas que acompañan la historia de Villehardouin, Ducange nos ha dejado muchos curiosos detalles
acerca de los caballeros y los barones de Flandes y de la Champaña que habian tomado parte en la cruzada .
6) Villehardouin nos ha conservado los nombres de los seis diputados que fuéron á Venecia. El conde Teobaldo nombró dos :
LIBRO DECIMO . - 1200-1203 . 325

á fin de obtener de la república los buques necesarios para el trasporte de hombres y caballos .
Los venecianos estaban entonces en el apogeo de su prosperidad . En medio de los sacudimientos que ha-
bian precedido á la caida del poder romano , este industrioso pueblo se habia refugiado en las islas que ro-
dean el golfo Adriático ; situada sobre las ondas , ella habia concentrado sus miras hacia el imperio del mar ,
en el cual no penaban los bárbaros . Estuvo sometido en un principio luego á los emperadores de Constanti-
nopla ; pero á medida que el imperio griego marchaba á su decadencia , la república veneciana tomaba tantas
creces en poderío y en esplendor que debia por último hacerla independiente . Desde el décimo siglo , los pala-
cios de mármol habian reemplazado á las humildes cabañas de los pescadores esparcidas en la isla de Rialto .
Las ciudades del Istria y de la Dalmacia obedecian á los soberanos del mar Adriático . La república , temible
ya á los mas poderosos monarcas , podia armar al menor señal una flota de cien galeras , que empleaba
sucesivamente contra los griegos, los sarracenos y los normandos : el poder de Venecia era respetado en to-
dos los pueblos del occidente ; y en vano las repúblicas de Génova y de Pisa le habian disputado la dominacion
de los mares . Los venecianos recordaban con orgullo las palabras que el papa Alejandro III habia dirigido al
dux al darle una sortija : Toma á la mar por esposa por medio de esta sortija : que sepa toda la posteridad
que los venecianos han adquirido el imperio de las olas , y que el mar les está sometido como lo está el esposo
á la esposa (1 ) .
Las flotas venecianas visitaban continuamente los puertos de la Grecia y del Asia . trasportaban los
peregrinos á la Palestina , y volvian cargados de los ricos géneros del oriente. Los venecianos demostraban en
las cruzadas menos entusiasmo que los otros pueblos cristianos; pero en cambio supieron aprovecharse de
ellas , y mientras que los guerreros de la cristiandad combatian por la gloria , por los reinos y por la tumba
de Jesucristo, los mercaderes de Venecia se batian por sus intereses y para obtener ventajas y privilegios
mercantiles, sucediendo á menudo que la avaricia les hacia emprender lo que otras naciones solo hubieran
podido hacer por el ecseso de un celo religioso . La república que debia toda su prosperidad á sus relaciones
mercantiles, buscaba sin escrúpulo alguno la amistad y la proteccion de las potencias musulmanas de la Si-
ria y del Egipto; y cuando toda la Europa se armaba contra los infieles, los venecianos fueron acusados de
enemigos del pueblo cristiano (2) .
Cuando los diputados de los cruzados llegaron á Venecia , la república tenia por dux á Dandolo, tan célebre
en los anales republicanos . Dandolo habia consagrado casi toda su vida al servicio de la patria , ya desem-
peñando misiones importantes, ya puesto al frente del ejército y armada ; colocado al frente del gobierno ,
velaba sobre la libertad y hacia imperar la ley . Sus recomendables trabajos ya en la guerra ya en la paz ,
sus reglamentos sobre monedas , sobre la administracion de justicia y sobre la seguridad pública , le granjea-
ron la estimacion y el reconocimiento de sus conciudadanos , y habia sabido en medio de las mas recias
convulsiones de una república dominar por medio de su palabra las pasiones de la multitud . Nadie era
mas hábil que él en saber aprovechar la oportunidad favorable, y en sacar partido de las mas pequeñas cir-
cunstancias , para la ejecucion de sus designios . Llegado el dux de Venecia á la edad de noventa años , solo
tenia de la vejez las virtudes y la esperiencia que ella proporciona . Villehardouin le llama hombre prudente
y de gran valor, y en la historia de Nicetas, se llama al viejo dux el prudente de los prudentes . Todo cuanto
podia redundar en bien de su pais , despertaba su actividad é inflamaba su entusiasmo ; al espíritu de cálcu-
lo y de economía que distinguia á sus compatriotas , Dandolo mezclaba las pasiones mas generosas, y daba un
aire de grandeza á todas las empresas de un pueblo comerciante . Su republicano patriotismo, sostenido
siempre por el amor de la gloria , parecia tener algo de ese sentimiento de honor y de esa noble fiereza que
formaban el carácter dominante de la caballería (3) .

Geofredo de Villehardouin y Atiles de Brabante; Balduino conde de Flandes, otros dos; el conde de Bethune y Alard de Maqueriaux .
El conde de Blois, dos ; Juan de Friaise y Gualtero de Goudonville ( lib. 1 ).
(1) Los monumentos históricos relativos à Venecia no se remontan mas allá del siglo diez , á menos que se consideren como mo-
numentos, algunos fragmentos esparcidos en crónicas de las naciones bárbaras. La historia escrita por el dux Dandolo (1342-1354)
que Muratori ha publicado en el duodécimo volúmen , da muchas noticias acerca de la constitucion y primeros tiempos de la re-
pública.
(2 ) Véase las quejas de Jacobo de Vitri , de Marín Sanuto, las ordenanzas del rey de Francia, las cartas de los papas, que so
quejaban de la inteligencia que reinaba entre los venecianos y los infieles. Hemos insertado algunos trozos curiosos relativos á este
asunto, en la Biblioteca de las Cruzadas t. II. coleccion de Struve.
( 3 ) Muchos historiadores dicen que Dandolo era ciego y que el emperador Manuel Comneno le habia privado de la vista durante
326 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Dandolo aplaudió con entusiasmo una empresa que le parecia gloriosa , y en la cual los intereses de su pa
tria no estaban separados de los de la religion . Los diputados de los príncipes y de los barones pedian buques
de trasporte para cuatro mil quinientos caballeros, para veinte mil hombres de infantería , y para conducir
las provisiones para todo el ejército cristiano durante nueve meses . Prometió Dandolo, en nombre de la re
pública, proporcionar víveres y los navíos necesarios , con la condicion de que los cruzados franceses se com
prometian á pagar á los venecianos la suma de ochenta y cinco mil marcos de plata . Com el no queria que
el pueblo de Venecia permaneciese estraño á la espedicion de los cruzados franceses , propuso Dandolo á los
diputados armar á costas de la república cincuenta galeras , y pidió á favor de su patria la mitad de las
conquistas que iban á hacerse en oriente.

Los diputados aceptaron sin repugnancia la proposicion mas interesada que generosa del dux de Venecia .
Las condiciones del tratado habían sido examinadas desde luego en el consejo del dux , compuesto de seis pa
tricios : ellas fueron ratificadas ( 1 ) luego en dos otros consejos , y presentadas finalmente á la sancion del pue
blo , que ejercia entonces el poder supremo.
Convocóse una asamblea general en la iglesia de San Marcos . El dux llamó á cien hombres del pueblo ,
dice Villehardouin, despues doscientos, luego mil , hasta que todos lo aprobaron; finalmente llegó á reunir
hasta diez mil en la capilla de San Marcos , una de las mas bellas y magníficas iglesias que se pueden ver,
en la que les hizo oir la misa del Espíritu Santo , exhortándoles á suplicar á Dios que les inspirase relativa
mente á la súplica de los embajadores . Finida la misa , envióles á llamar el duque, y les amonestó para que
quisiesen requerir humildemente al pueblo, para saber si este estaba contento del convenio que se acababa
de celebrar . Así que se hubo celebrado la misa del Espiritu Santo , el mariscal de Champaña acompañado de
otros diputados se levantó , y dirigiéndose al pueblo de Venecia , pronunció un discurso cuyas sencillas y
francas espresiones pintan mejor de lo que nosotros pudiéramos hacerlo, el espíritu y los sentimientos de los
tiempos heroicos de nuestra historia .
<
«
< Los señores y los barones de Francia (2) , los mas altos y mas poderosos , nos han enviado á vos , para
suplicaros en nombre de Dios, que tengais piedad de Jerusalen , que está esclavizada por los turcos, y os rue
gan que los acompañeis á vengar la vergüenza de Jesucristo . Ellos os han elegido porque saben que nadie ·
mejor que vos y vuestro pueblo dominan los mares. Nos han encomendado que nos arrojásemos á vues
tros piés, y no nos levantáramos hasta que hayais accedido á nuestra súplica y os compadezcais de la Tierra
Santa

Al decir estas palabras, conmovidos los diputados hasta el punto de verter lágrimas y no temiendo humi
llarse por la causa de Jesucristo, se arrodillaron y tendieron sus manos suplicantes ante la asamblea del pue
blo . Los venecianos sintieron tambien la intensa emocion de los barones y caballeros ; mil voces esclamaron
á un mismo tiempo : Concedemos lo quepedis ! el dux subió á la tribuna , ensalzó la franqueza y lealtad de
los barones franceses , y habló con entusiasmo del honor que Dios hacia al pueblo de Venecia , eligiéndolo
entre todos los demás , para unirlo con tan valerosos guerreros . Leyó en seguida el tratado concluido con los
cruzados , y escitó á sus conciudadanos convocados para que dieran su consentimiento en la forma establecida
por las leyes de la república . El pueblo se levantó entonces y esclamó con voz unánime : Consentimos! Todos
los habitantes de Venecia estaban presentes en esta asamblea ; una inmensa muchedumbre ocupaba la plaza
de San Marcos é inundaba las calles inmediatas, y el entusiasmo religioso , el amor á la patria , la sorpresa y

la alegría se manifestaban con aclamaciones tan ruidosas , que se hubiera dicho, segun espresion del mariscal
de Champaña , que la tierra iba á abismarse.

Los diputados de los barones acudieron al siguiente dia al palacio de San Marcos , y juraron sobre sus es
padas y sobre el Evangelio cumplir todas las promesas que acababan de hacer . El preámbulo del tratado re
cordaba los yerros y desgracias de los príncipes que habian acometido hasta entonces la libertad de la Tierra

estancia de aquel en Constantinopla. Uno de sus descendientes . Andrés Dandole dice tan solo en su historia, que su abuelo tenia la
vista débil : visu debilis. Villehardouin y otros escritores dicen que Dandolo perdió la vista en una batalla.
(1 ) Puede verse el tratado original en la crónica de Andrés Dandolo p. 325 á 328 del duodécimo tomo de Muratori . Nosotrosle
daremos en las piezas justificativas .
(2) Véase el discurso de Villehardouin en el lib I de su crónic › .
LIBRO DECIMO. - 1206-1 203 . 327

Santa , y ensalzaba la prudencia de los señores y barones franceses que nada descuidaban para asegurar el
triunfo de una espedicion tan arriesgada y dificultosa ; los diputados se encargaban de hacer adoptar las con
diciones que acababan de jurar á sus hermanos de armas los barones y caballeros , á toda su nacion , y á su
señor el rey de Francia si podian . Escribióse el tratado sobre pergamino y fué enviado en el acto á Roma , pa
ra recibir la aprobacion del papa ( 1.) .
Los caballerosanceses y los patricios de Venecia se hicieron mutuamente las mas vivas protestas de
amistad , llenos de confianza en el porvenir y en la alianza que habian contraido; el dux prestó á los barones
diez mil marcos de plata , y ellos juraron no olvidar jamás los servicios que hacia la república de Venecia á la
causa de Jesucristo . Viéronse entonces , dice Villehardouin , muchas lágrimas de ternura y alegría.
El gobierno de Venecia era para los señores franceses un nuevo espectáculo ; eran para ellos desconocidas
las deliberaciones del pueblo y debieron llenarles de asombro ; por otra parte , la embajada de los caballeros
y barones halagaba el orgullo de los venecianos : estos se felicitaban de ser reputados como la primera na
cion marítima, y sin separar nunca su gloria de sus intereses mercantiles , se alegraban de haber hecho un
negocio ventajoso. Los caballeros solo pensaban , por el contrario , en el honor y en Jesucristo , y aunque el
tratado que acababan de hacer era ruinoso para los cruzados (2) , llevaron con alegría la noticia á sus com
pañeros de armas.
La preferencia que daban los cruzados á los venecianos escitó la envidia de los demás pueblos marítimos
de Italia , de modo que cuando los diputados franceses se presentaron en Génova y Pisa para pedir en nom
bre de Jesucristo el ausilio de estas dos repúblicas , solo encontraron corazones indiferentes para la libertad de
los santos lugares .
Despertaron, no obstante, el entusiasmo de los habitantes de la Lombardía y del Piamonte la relacion de
lo acaecido en Venecia y la presencia de los barones ; muchos tomaron la cruz y las armas, y prometieron
seguir hasta la Tierra Santa á Bonifacio , marqués de Monferrato.

STARAI
GRA
Al cruzar el monte Cenis , el mariscal de Champaña encontró á Gualtero de Briena , que habia tomado la
cruz en el castillo de Ecry y se dirigia á la Pulla ; estaba este casado con una de las hijas de Tancredo , último
rey de Sicilia, y puesto al frente de sesenta caballeros , iba á hacer valer los derechos de su esposa y á còn
quistar el reino fundado por los caballeros normandos . El mariscal Villehardouin y Gualtero de Briena se fe
licitaron mutuamente por el futuro triunfo de sus espediciones y prometieron volverse á reunir en las llanuras
de Egipto y de Siria.
Cuando los diputados regresaron á Champaña , encontraron á Teobaldo peligrosamente enfermo ; al saber
el jóven príncipe la conclusion del tratado con los venecianos , fué tanta su alegría , que olvidando el mal que
le tenia en cama , quiso armarse y montar á caballo , pero, segun añade Villehardouin , fué esto un error la
mentable, pues la enfermedad se aumentó de tal modo, que no volvió à cabalgar mas desde entonces.
El modelo y esperanza de los caballeros cristianos murió en la flor de su edad , llorado de sus vasallos y
compañeros de armas; Teobaldo se quejó delante de los barones del cruel destino que le condenaba á morir
sin gloria , en tanto que ellos iban á recoger las palmas del martirio y de la gloria en las comarcas de orien
te, los exhortó á cumplir el juramento que habian hecho á Dios de libertar á Jerusalen y les dejó todos sus te
soros para emplearlos en la santa empresa.
$ Muerto el conde de Champaña , los barones y caballeros que habian tomado la cruz se reunieron para ele
gir otro jefe, y recayó su eleccion en el conde de Bar y el duque de Borgoña . El primero renunció el mando
del ejército cristiano; Eudo III , duque de Borgoña , lloraba aun la pérdida de su padre, muerto en Palestina
despues de la tercera cruzada , y no pudo resolverse á abandonar su ducado para partir á oriente .

(1) Villehardouin, lib. I.


( 2 ) Hé aquí las cantidades que dieron los cruzados á los venecianos :
Por cuatro mil quinientos caballos, á cuatro marcos por caballo. 18.000
Por los caballeros, á dos marcos. • 9.000
Por dos escuderos para cada caballo, nueve mil escuderos. 48.000
Por veinte mil infantes, à dos marcos. 40 000

Total. 85.000
Lo cual forma cuatro millones doscientos cincuenta mil francos.
328 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

La negativa de estos príncipes escandalizó á los soldados de la cruz , y la historia contemporánea nos dice
que se arrepiútieron á causa de la indiferencia con que sus jefes miraban la causa de Jesucristo .
Los caballeros y barones ofrecieron el mando á Bonifacio , marqués de Monferrato , que pertenecia á una fa-
milia de héroes cristianos ; su hermano Conrado se había hecho célebre por la defensa de Tiro , y él habia
combatido varias veces contra los infieles . No titubeó en acceder á los deseos de los cruzados, partió á Sois-
sons, donde recibió la cruz de manos del cura de Neuilly, y fué proclamado jefe de la cruzada en la iglesia
de Nuestra Señora en presencia del clero y del pueblo .
Dos años habian trascurrido desde que el soberano pontifice habia mandado á los obispos predicar en sus
diócesis la cruzada ; cada dia era mas deplorable la situacion de los cristianos de oriente, y los reyes de Jeru-
salen y de Armenia , los patriarcas de Antioquía y de la ciudad santa , los obispos de Siria y los grandes maes-
tres de las órdenes militares dirigian á la Santa Sede incesantes quejas y gemidos . Coumovido Inocencio por
sus súplicas, hizo nuevas exhortaciones á los fieles, estimuló á los cruzados á acelerar su partida , y censu-
ró con intensidad la indiferencia de los que al parecer habian olvidado su juramento despues de tomar la
cruz ( 1 ) .
Con objeto de reanimar la confianza y el valor de los cruzados , Inocencio les recordaba las nuevas disen-
siones de los príncipes musulmanes y los azotes con que Dios castigaba á Egipto . « Dios , esclamaba el ponti-
fice, ha descargado contra el pais de Babilonia el látigo de su poder ; el Nilo, ese rio del paraiso , que fecunda
la tierra de los egipcios , ha perdido su caudalosa corriente, y este castigo , entregándolos en brazos de la
muerte, prepara el triunfo de sus enemigos . »
Las cartas del papa reanimaron el ardor de los cruzados ; el marqués de Monferrato habia partido á Fran-
cia en el otoño del año 1201 , y se empleó todo el invierno en preparativos para la guerra santa . Los prínci-
pes y barones solo admitieron bajo sus banderas á los guerreros disciplinados y á personas acostumbradas á
manejar la lanza y la espada ; alzáronse algunas voces contra los judíos , á quienes se queria hacer pagar los
gastos de la cruzada , pero el soberano pontifice los puso bajo la proteccion de la Santa Sede, y amenazó con
la escomunion á cuantos atentaran contra su vida y libertad .

Al principiar la primavera los cruzados se prepararon á dejar sus hogares ; el conde de Flandes, los condes
de Blois y de San Pablo , seguidos de un gran número de señores flamencos con sus vasallos , y el mariscal de
Champaña , acompañado de muchos caballeros , se dirigieron cruzando por Borgoña , y pasaron los Alpes pa-
ra irá Venecia . No tardó en reunirse con ellos el marques Bonifacio , al frente de los cruzados de Lombardia ,
del Píamonte , de Saboya y de los paises situados entre los Alpes y el Ródano . Venecia albergó en sus muros
á los cruzados salidos de las orillas del Rhin , unos al mando del obispo de Halberstadt , y otros al de Martin
Litz, que les habia impulsado á tomar las armas y continuaba reanimando su celo con el ejemplo de sus vir-
tudes y de su piedad .
Cuando los cruzados llegaron á Venecia , estaba dispuesta á darse á la vela la escuadra que debia condu-
cirlos á oriente; fueron recibidos con todas las demostraciones de alegría , pero en medio de las fiestas celebra-
das despues de su llegada , los venecianos intimaron á los barones que cumplieran su palabra, pagando la
cantidad con venida por el trasporte del ejército cristiano . Advirtieron entonces los señores y barones con dolor
la ausencia de un gran número de compañeros de armas . Juan de Nerles , castellano de Brujas , y Tierry hi-
jo de Felipe conde de Flandes , habian prometido á Balduino conducir á Venecia á su esposa Margarita y á la
flor de los guerreros flamencos ; pero no cumplieron su palabra , y se dieron á la vela bácia Palestina embar-
cándose en el Océano ; Reinaldo de Dampierre , á quien Teobaldo conde de Champaña habia legado todos sus
tesoros para emplearlos en el viaje á la Tierra Santa , se habia ido á embarcar con un gran número de caba-
lleros al puerto de Bari ; el arzobispo de Autun , el conde de Forez y muchos otros jefes , despues de haber
jurado reunirse con los cruzados , habian partido unos al puerto de Marsella y otros al de Génova ; de modo
que la mitad de los guerreros que habian tomado la cruz dejaron de ir à Venecia , punto designado para
reunirse el ejército cristiano (2) .
Lo que mas afligia á los príncipes y barones reunidos en Venecia era su imposibilidad de cumplir el con-

( 1) Epist. Innoc. III, apud Baron , ad ann . 1202.


(2) Villehardouin, lib. I,
LIBRO DECIMO . - 1200-1203 . 329

trato hecho con la república , enviaron, pues, por todas partes mensajeros para avisar á los cruzados que se
habian puesto en camino, y suplicarles que fuéran á reunirse con el ejército ; pero ya sea que la mayor par-
te de los peregrinos estuviesen descontentos del tratado concluido con los venecianos , ó que les pareciese mas
cómodo y seguro embarcarse en los puertos mas cercanos , lo cierto es que solo se pudo convencer á un esca-
so número á partir á Venecia .
Los que se hallaban entonces en esta ciudad no eran bastante numerosos ni ricos para pagar la cantidad
prometida y cumplir los compromisos hechos en su nombre; aunque los venecianos estaban mas interesados
en la cruzada que los caballeros franceses, pues poscian una parte de las ciudades de Tiro y de Tolemaida
que iban á defender , no querian hacer ningun sacrificio, y por su parte los barones eran demasiado orgullo-
sos para pedir una gracia y la rebaja de lo estipulado con las venecianos . Invitóse á cada cruzado en particu-
lar á pagar el precio del viaje ; los mas ricos pagaron por los pobres, y tanto los soldados como los caballeros
se apresuraron á dar cuanto dinero poseian , bajo la persuasion, segun decian , de que Dios era bastante po-
deroso para recompensarles centuplicadamente cuando le pluguiera ..
El conde de Flandes, los de Blois y San Pablo, el marqués de Monferrato y muchos otros jefes se despren-
dieron de sus albajas de plata , de sus diamantes y de lo mas precioso que tenian , sin guardarse mas que sus
caballos y sus armas ; pero á pesar de tan noble sacrificio, los cruzados debian aun á la república una canti-

dad de cincuenta mil marcos de plata . El dux convocó al pueblo y manifestó que no seria honroso usar de
rigor, proponiéndole que se pidiera á los cruzados el ausilio de sus armas para la república , hasta que pudic-
sen pagar su deuda .
Obtenida la aprobacion del pueblo , Dandolo propuso á los cruzados que ayudasen á la república á someter
la ciudad de Zara , que rebelándose contra la república se habia entregado en poder del rey de Hungría .
La mayor parte de los cruzados acogieron con alegría esta proposicion , pues no podian resignarse á la idea
de faltar á la palabra que habian dado .
Alzáronse no obstante algunos murmullos en el ejército cristiano; algunos guerreros recordaron que ha-
bian jurado combatir á los infieles y no se resolvian á volver sus armas contra cristianos . El papa habia
enviado á Venecia al cardenal Pedro de Capua para desviar á los peregrinos de una empresa que calificaba
de sacrilegio; les hizo ver que el reyde Hungría y protector de Zara habia tomado la cruz , poniéndose ba-
jo la especial proteccion de la Iglesia , y que el atacar una ciudad que le pertenecia era declararse contra la
misma Iglesia .

Enrique Dandolo desafió las amenazas y acusaciones que creia injustas, y para acabar de vencer los escrú
pulos y disipar todos los temores, resolvió asociarse á los peligros y trabajos de la cruzada y comprometer á
sus conciudadanos á declararse compañeros de armas de los cruzados . Reunido solemnemente el pueblo ,
Dandolo subió al púlpito de San Marcos (1 ), y pidió á los venecianos convocados el permiso de tomar la cruz en
un largo discurso con que enterneció al auditorio.
El pueblo aplaudió la resolucion del dux , que bajó de la tribuna y fué conducido en triunfo hasta al pié del
altar, donde se colocó la cruz sobre su gorro ducal . Siguieron su ejemplo un gran número de venecianos , que
juraron morir para libertar los santos lugares, y esta hábil política conquistó al dux el ánimo de los cruza-
dos y le dió suficiente influjo para desconocer la autoridad del cardenal Pedro de Capua , que hablaba en nom-
bre del papa y manifestaba la pretension de dirigir la guerra santa en calidad de legado de la Santa Sede (2) .
Dandolo dijo al enviado de Inocencio que no faltaban al ejército cristiano jefes para mandarlo, y que los le-
gados del soberano pontífice debian ceñirse á edificar á los cruzados con su ejemplo y sus discursos .
Este lenguaje tan libre y resuelto causó gran sorpresa á los barones franceses, acostumbrados á respetar
la voluntad de la Santa Sede; pero viendo al dux tomar la cruz , concibieron una confianza inalterable. La
cruz de los peregrinos era para los venecianos y los franceses un signo de alianza y un lazo sagrado que
confundia todos sus intereses y hacia que ambos pueblos formasen en cierto modo una misma nacion . Des-
oyéronse, pues, las amonestaciones del legado , y se prepararon á atacar á Zăra con tanto entusiasmo como
el pueblo de Venecia .

(1) Epist. Innoc. III. Baron . ad ann. 1207 ..


2) Gesta Innoc . III. id. ad ann 1202.
(42 343 ; 42
330 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Dispuesto estaba á embarcarse el ejército de los cruzados , cuando aconteció , dice Villehardouin , una inespe
rada aventura , una gran maravilla , la mas estraña de que se haya oido hablar.
Alejo habia destronado á su hermano Isaac , emperador de Constantinopla , quien abandonado de todos ,
privado de la vista y cargado de cadenas gemia en un oscuro calabozo ; un hijo de Isaac , llamado Alejo , que
participaba del cautiverio de su padre , habia logrado burlar la vigilancia de sus carceleros y romper sus ca
denas , y se había refugiado en occidente , con la esperanza de que los príncipes y reyes tomarian algun dia
su defensa y declararian la guerra al usurpador del trono imperial .. Felipe de Suabia , esposo de Irene hija
de Isaac, dió asilo al jóven príncipe, pero no podia hacer nada entonces por su causa, pues él mismo se veia
precisado á defenderse de las armas de Oton y de las amenazas de la Santa Sede . En vano el jóven Alejo fué
á arrojarse á los piés del papa implorando su apoyo ; ya sea que el pontífice solo viese en el hijo de Isaac al
cuñado de Felipe de Suabia , considerado entonces como el enemigo de la corte de Roma, ya sea que dirigie
se todos sus pensamientos á la Tierra Santa , no dió oidos á las quejas de Alejo y temió apoyar una guerra
contra Grecia . El fugitivo príncipe habia suplicado en vano á todos los monarcas cristianos, cuando le
aconsejaron que se dirigiese á los cruzados que eran la flor de los guerreros de occidente . La llegada de sus
embajadores produjo una viva sensacion en Venecia ; al oir los caballeros y barones la relacion de las desgra
cias de Isaac, esperimentaron una generosa compasion ; nunca habían defendido una causa mas gloriosa ; in
teresaba al alma de Dandolo la idea de una inocencia que vengar y un gran infortunio que aliviar , y los

altivos republicanos de quienes era jefe sintieron tambien la suerte de un emperador cautivo . No echaron en
olvido que el usurpador preferia á su alianza la de los pisanos y genoveses, y les parecia que la causa de Alejo
era la suya y que sus naves debian volver á entrar con él en los puertos de Grecia y de Bizancio .

Pero como todo estaba preparado para la conquista de Zara , se aplazó la decision de este negocio para otra
acasion mas favorable , y la flota que conducia el ejército de los cruzados se dió ála vela al rumor de las
trompetas y aclamaciones de todo el pueblo de Venecia . Nunca habia surcado el Adriático una escuadra tan
numerosa y llena de tan magníficos guerreros; cubrían el mar cuatrocientas ochenta naves, y el número de
combatientes llegaba á cuarenta mil hombres , entre infantes y caballeros .
Los cruzados llegaron á Zara el dia 10 de noviembre , víspera de San Martin , despues de haber sometido á
Trieste y algunas otras ciudades de Istria que habían sacudido el yugo de Venecia . Zara estaba situada en la
orilla oriental del golfo, á sesenta leguas de Venecia y á cinco del norte de la antigua colonia romana Jadera ,
y era una ciudad rica , populosa , cercada de altas murallas y de un mar sembrado de escollos . El rey de
Hungría acababa de enviar tropas en su defensa , y los habitantes habian jurado sepultarse bajo los escom
bros de la ciudad antes que rendirse á los venecianos . Los cruzados conocieron la dificultad de la empresa al
ver las fuertes murallas; no obstante, los jefes dieron la señal del ataque , y luego que fueron hechas pedazos
las cadenas del puerto y empezaron á conmover las máquinas los muros de Zara , sus habitantes olvidaron su
heroica resolucion , y llenos de espanto enviaron diputados al dux de Venecia , que les prometió el perdon
al ver su arrepentimiento .
Confiando, empero , los sitiados en las disensiones de los sitiadores , colocaron varias cruces sobre las mu
rallas , persuadidos de que este signo reverenciado los protegeria mejor que sus máquinas de guerra ; pero
no tardaron en conocer que solo podian salvarse con la rendicion . Abrieron sus puertas al quinto dia del si
tio , sin haber opuesto á sus enemigos una seria resistencia , y solo alcanzaron del vencedor la vida y la liber
tad ; la ciudad fué entregada al saqueo y el botin repartido entre venecianos y franceses .
A consecuencia de esta conquista se introdujo la discordia en el ejército victorioso é hizo derramar mas
sangre que el mismo sitio . Estaba demasiado adelantada la estacion para que la escuadra pudiera continuar
su viaje, y el dux de Venecia propuso á los cruzados pasar el invierno en Zara . Las dos naciones se repartie
ron por los diferentes barrios de la ciudad , pero habiendo elegido los venecianos las casas mas ricas y cómo
das , los franceses, manifestaron su descontento , y despues de algunas quejas y amenazas , vinieron á las ar
mas , convirtiéndose cada calle en teatro de un combate. Los habitantes de Zara veian con alegría las sangrien
tas disputas de sus vencedores , y los partidarios del abad de Cernay se regocijaban en secreto de las lamen
tables consecuencias de una guerra que habian desaprobado . El dux y los barones corrieron á separar á los
combatientes ; sus ruegos y amenazas no bastaron al principio para apaciguar tan terrible tumulto, que se
prolongó hasta media media noche ; al dia siguiente , todas las pasiones que habian dividido al ejército esta
LIBRO DECIMO. - 1200-1203. 331

ban á punto de estallar; y franceses y venecianos se amenazaban aun al enterrar los muertos . Los jefes es
tuvieron durante una semana desesperados de poder calmar los ánimos ( 1 ) y reconciliar los soldados de am
bas naciones, y apenas se habia restablecido el órden , cuando se recibió una carta del papa desaprobando
la toma de Zara y mandando á los cruzados que renunciasen al botin que habian hecho en una ciudad cris
tiana y se comprometiesen con solemne promesa á reparar todos los daños . Inocencio acusaba amargamente
á los venecianos por haber arrastrado á los soldados de Jesucristo á una guerra tan impia y sacrilega .
Los franceses recibieron con respeto la carta del papa , pero la despreciaron los cruzados de Venecia , los
cuales se negaron abiertamente à á someterse á las decisiones de la Santa Sede, y solo pensaron en asegurar el
fruto de la victoria arrasando las murallas de Zara . Los barones franceses estaban llenos de tristeza al pensar

que habian incurrido en la desgracia del papa ; enviaron á Roma diputados para ablandar al soberano pontifi
ce y alcanzar su perdon , alegando que solo habian obedecido á la ley de la necesidad . Aunque la mayor parte
de ellos estaban decididos á conservar los despojos de los vencidos , prometieron al papa que los restituir:an , y
prometieron por una acta solemne dirigida à todos los cristianos que repararian todos los daños para merecer
con su conducta el perdon de las faltas pasadas . Su sumision , mas bien que sus promesas , desarmó al papa que
les respondió con dulzura y encargó á los jefes saludasen á los caballeros y peregrinos, dándoles la absolucion y
su bendicion paternal . Les exhortaba en su carta á que partieran á Siria sin mirar á derecha ni á izquierda ,
y les permitia atravesar el mar con los venecianos, á quienes acababa de escomulgar, pero solamente por
necesidad y con amargura de corazon .
El soberano pontifice aconsejaba á los barones, que en caso de persistir los venecianos en su desobedien
cia , se separasen al llegar á Palestina de un pueblo reprobado de Dios , para no acarrearse la maldicion del
cielo, cual en otro tiempo habia atraido Achan sobre Israel la cólera divina , y finalmente prometia protegerlos
en su espedicion y atender à sus necesidades en los peligros de la Tierra Santa .
Los barones y caballeros recibieron estos consejos y promesas como un testimonio de la bondad paternał
del pontifice , pero las cosas iban á cambiar de aspecto, y la fortuna , que lo mismo se burlaba de las decisio
nes del papa que de las de los peregrinos , no tardó en dar una nueva direccion á los acontecimientos de la
cruzada .

(1203) Poco tiempo despues se presentaron en Zara los embajadores de Felipe de Suavia , cuñado del jóven
Alejo, y se dirigieron al consejo de los señores y barones reunidos en el palacio del dux de Venecia , propo
niéndoles conducir sus armas triunfantes hácia la capital de Grecia , que gemia bajo el yugo de un usurpador ,
y asegurar para siempre la conquista de Jerusalen con la de Constantinopla . El hijo de Isaac prometia man
tener durante un año el ejército y la escuadra , pagar doscientos mil marcos de plata por los gastos de la guer
ra, y jurar sobre los Evangelios que haría cesar la hercjia de oriente y someter la iglesia de Grecia á la de
Roma.

Tantas ventajas causaron una profunda impresion à la mayor parte de los barones y caballeros , pero no
consiguieron todos los sufragios de la asamblea . El dux y los señores hicieron salir á los embajadores, dicién
1
doles que iban á deliberar sobre las proposiciones de Alejo .
Alzáronse animadas discusiones en el consejo : los que se habian opuesto al sitio de Zara , entre los cuales so
bresalia el abad de Cernay , seoponian tambien con vehemencia á la espedicion de Constantinopla ; se indigna
ban de que se pusieran en la misma balanza los intereses de Dios y los de Alejo ; añadian que Isaac cuya causa
querian defender , era tambien un usurpador lanzado por una revolucion sobre el trono de los Comnenos; que
habia sido en la tercera cruzada el enemigo mas cruel de los cristianos y el aliado mas leal de los turcos; que
por otra parte, los pueblos de Grecia acostumbrados à trocar de soberanos, sufrian sin quejarse la usurpacion
de Alejo , y que los latinos no habian abandonado su pais para vengar las injurias de una nacion que no re
clamaba su ausilio.

Añadian los mismos oradores que Felipe de Suabia exhortaba á los cruzados á defender á Alejo , en tanto
que se ceñia á pronunciar discursos y enviar embajadores ; aconsejaban á los cruzados que desconfiasen de
las promesas de un príncipe jóven que se comprometia á proporcionar ejércitos sin tener un soldado , que ofre
cia tesoros y no poseia nada , y que habiéndose educado entre los griegos , volveria tal vez sus armas algun dia
contra sus propios bienhechores .
(1) Villehardouin , lib. II.
332 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Los venecianos , que tenian motivos de queja contra el emperador de Constantinopla , no se convencian con
estos discursos y parecian mas dispuestos á combatir á los griegos que á los infieles; ardian en deseos de des-
truir los establecimientos de los pisanos en Grecia y de ver sus naves cruzar en triunfo el estrecho del Bósfo-
ro, y su dux guardaba el resentimiento de algunos ultrajes personales, y con objeto de inflamar los ánimos,
exageraba los males que los griegos habian ocasionado á su patria y á los cristianos de occidente .
Si ha de darse crédito á antiguas crónicas (1 ) , impelia á Dandolo otro motivo que no confesaba delante de
los cruzados . Sabiendo el sultan de Damasco que se reunia en Venecia un ejército cristiano y aterrado con
la cruzada que se preparaba , habia enviado un tesoro considerable á la república para obligarla á desviar
á los cruzados de su espedicion á oriente. Ya se dé crédito á este hecho , ya se mire como una fábula inven-
tada por el odio y el espíritu de partido; lo cierto es que estos asertos , repetidos por los contemporáneos, prue-
ban al menos que se suscitaron entonces violentas sospechas contra Venecia entre los cruzados descontentos ,
y especialmente entre los cristianos de Siria , justamente enojados de no ser socorridos por los soldados de la
cruz . Debemos añadir además que la mayor parte de los cruzados franceses no necesitaban ser escitados
por el ejemplo y los discursos del dux de Venecia para hacer la guerra al imperio griego ; los mismos que se
oponian con mayor ahinco á la nueva espedicion , rebosaban como los demás cruzados de odio y desprecio con-
tra los griegos, y sus discursos solo contribuian á inflamar los ánimos contra una nacion considerada co-
mo enemiga de los latinos .

Muchos eclesiásticos , siguiendo las ideas del abad de Looz , persona recomendable por su piedad y la pureza
de sus costumbres , no participaban de la opinion del abad de Cernay , y sostenian contra sus adversarios que
era peligroso conducir un ejército por un pais devastado por el hambre; que Grecia ofrecia mas ventajas
que Egipto á los cruzados , y finalmente que la conquista de Constantinopla era el medio mas eficaz de ase-
gurar á los cristianos la posesion de Jerusalen . Deslumbraba á estos eclesiásticos la esperanza de ver un dia
reunirse la iglesia griega á la de Roma , y anunciaban en sus discursos la próxima época de la paz y con-
cordia entre todos los pueblos cristianos .
La mayor parte de los caballeros miraban con alegría la reunion de ambas iglesias , que debia ser la obra -
de sus armas , pero se doblegaban aun á otros motivos no menos poderosos para sus ánimos , pues que ha-
biendo jurado defender la inocencia y los derechos de la desgracia , creian cumplir su juramento abrazando
la causa de Alejo . Algunos habian oido hablar sin duda de las riquezas de Bizancio y creian que tan bri-
llante espedicion haria su fortuna , pero tal era el espíritu de los señores y barones , que á la mayor parte de
ellos les arrastraba la misma perspectiva de los peligros y especialmente lo maravilloso de la empresa.
El consejo de los cruzados decidió , pues , despues de largas discusiones , aceptar las proposiciones de Alejo
y que el ejército cristiano se embarcaria para Consta ntinopla en los primeros dias de la primavera .
Antes del sitio de Zara habia llegado á la corte de Bizancio el rumor del armamento de los cruzados y de
la espedicion dirigida contra Grecia . El usurpador del trono de Isaac trató desde luego de conjurar la tempes -
tad pronta á descargar sobre sus estados y se apresuró á enviar embajadores cerca del papa , á quien miraba
como el árbitro de la paz y de la guerra en occidente. Estos embajadores estaban encargados de declarar al
soberano pontifice que el príncipe que reinaba en Constantinopla era el único emperador legítimo , que el
hijo de Isaac no tenia ningun derecho al imperio, y que una espedicion contra Grecia seria una empresa in-
justa , peligrosa y contraria á los grandes designios de la cruzada . El papa no trató de calmar en su respues-
ta la alarma del usurpador , y dijo á sus enviados que el jóven Alejo tenia muchos partidarios entre los cru-
zados porque habia prometido socorrer personalmente la Tierra Santa y dar fin à la rebelion de la iglesia
griega . No aprobaba el papa la espedicion de Constantinopla , pero esperaba , al usar este lenguaje, que el
soberano que reinaba entonces en Grecia haria las mismas promesas que el príncipe fugitivo y seria mas

capaz de cumplirlas . El anciano Alejo , ya por indolencia , ya por creer que habia ya interesado al papa en
pro de su causa , no envió mas embajadores y no dió ningun paso para prevenir la invasion de los guer-
eros de occidente .
Impelido el pontifice por las reiteradas quejas y súplicas del rey de Jerusalen y de los cristianos de Pa-
lestina , á quienes habia anunciado la próxima partida del ejército de los cruzados , escribió á los jefes de es-

El continuador de Guillermo de Tiro , Bernardo el Tesorero.


LIBRO DECIMO . - 1200-1203 . 333

tos luego que supo su resolucion de atacar el imperio de Constantinopla , les acusó de mirar atrás como la
mujer de Lot, terminó la carta sin darles su bendicion y les amenazó con las maldiciones del cielo .
Estando los cruzados dispuestos á embarcarse, á pesar de la reprension de Iñocencio , llegó á Zara el jóven
Alejo, escitando su presencia un nuevo entusiasmo por su causa . Recibiéronle al rumor de trompetas y cla-
rines; el marqués de Monferrato, cuyos hermanos mayores estaban unidos por un matrimonio y la dignidad
de césar á la familia imperial de Constantinopla , le presentó al ejército; los barones saludaron como empe-
rador al jóven Alejo , y animado el príncipe por los sentimientos que inspira la desgracia , prodigó los jura-
mentos y las protestas y prometió mas de lo que hicieran sus enviados, sin pensar que se ponia en la preci-
sion de faltar á su palabra y acarrearse algun dia las quejas de sus libertadores .
El emperador en tanto ignoraba el peligro que le amenazaba ; la degradacion en que yacia Constantinopla ,
merced á su indolencia y el abandono en que tenia su ejército y sus riquezas , y el despilfarro é inmoralidad
de sus ministros , todo contribuia á aumentar la confianza de los cruzados. El imperio habia llegadɔ á un es-
tado lamentable ; nunca se habia visto estallar mas conspiraciones ; bajo el reinado de un principe como Ale-
jo , sin virtud ni carácter y á quien jamás se veia , el estado parecia hallarse en un interregno , el trono im-
perial un sitio vacio y todos los ambiciosos pretendian el imperio. No merecian ya el aprecio de la corte ni
de los ciudadanos la fidelidad, la probidad y el valor ; solo se recompensaba con esplendidez al que inventaba

una voluptuosidad ó encontraba un nuevo impuesto ; en medio de esta depravacion general, las provincias
solo oian hablar del emperador cuando se trataba de pagar los tributos ( 1 ) : el ejército sin disciplina ni pa-
ga , carecia de jefes capaces para mandarlo , y todo, en fin , parecia anunciar una próxima revolucion en el
imperio, siendo tanto mayor el peligro , en cuanto nadie se atrevia á pronosticarlo.
Los griegos conservaban aun el recuerdo de los acontecimientos gloriosos, pero las victorias y las virtudes "
de las épocas pasadas solo servian para hacer mas patente su decadencia ; consumíanse en vanas disputas que
enervaban su carácter, aumentaban su ignorancia y ahogaban su patriotismo; cuando la flota de los cru-
zados iba á darse á la vela , se agitaba en Constantinopla la cuestion de si el cuerpo de Jesucristo era ó no
.incorruptible en la Eucaristía ; cada opinion tenia sus partidarios , que proclamaban á su vez sus triunfos
ó sus derrotas, y el imperio permanecia en tanto sin defensores .
Los venecianos y los franceses partieron de Zara; toda la escuadra debia reunirse en la isla de Corfú ; cuan-
do llegó á las costas de Macedonia , los habitantes de Dura presentaron al jóven Alejo las llaves de la ciudad
y le reconocieron por su soberano, y no tardó el pueblo de Corfú en seguir este ejemplo y acoger á los cruza-
dos como á sus libertadores .

Las delicias de esta isla engendraron las quejas y disensiones que habian estallado en el sitio de Zara . Se
supo que Gualtero de Briena habia conquistado la Pulla y el reino de Nápoles . Esta conquista , llevada á ca-
bo en el espacio de algunos meses por sesenta caballeros , inflamó la imaginacion de los cruzados y dió oca-
siou á los descontentos para vituperar la espedicion de Constantinopla , cuyos preparativos eran inmensos ,
los peligros seguros y el éxito incierto . Los jefes de los descontentos se reunieron en un valle para tratar de
los medios de separarse del ejército, pero advertidos de la conspiracion los príncipes de la cruzada , sorpren—
dieron á los que proyectaban la secreta separacion y los obligaron á jurar que permanecerian en el ejército
hasta el otoño .

La flota de los cruzados salió de Corfú la víspera de Pentecostés del año 1203; se detuvo delante de Negro-
ponto y de Andros, donde el jóven Alejo fué proclamado emperador; los vientos de Africa impelieron las
naves venecianas al través del mar Egeo; los cruzados dejaron á su izquierda la isla de Lesbos ; al entrar
en el Ilelesponto pasaron por delante de Lemnos, Samo , Tracia y Ténedos, y anclaron cerca de la ciudad de
Abydos .
Cruzaron despues el mar de Mármara ó la Propóntida , y se pararon ante la punta de San Esteban ó San
Stephano, á tres leguas de Constantinopla ; la reina de las ciudades , bañada al mediodía por las ondas de la
Propóntida , al oriente por el Bósforo y al norte por el golfo que le sirve de puerto, se apareció entonces con
todo su brillo á los cruzados . Un doble recinto de murallas la cercaba en una circunferencia de mas de siete
leguas , y las orillas del Bósforo hasta el Euxino se parecian á un inmenso arrabal ó á una continuacion

() Lebeau, historia de Bajo Imperio. - Gibbon.


334 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

no interrumpida de jardines . Constantinopla podia cerrar ó abrir á su antojo las puertas del comercio en la
época de su esplendor , y su puerto , á donde acudian las naves de todos los pueblos del mundo , mereció ser
llamado por los griegos el cuerno de oro ó de la abundancia . Estendiase sobre siete colinas como la antigua

Roma ; estaba dividida en catorce barrios , tenia quinientas iglesias , entre las cuales sobresalia Santa Sofía ,
una de las maravillas del mundo , y cinco palacios que parecian ciudades en medio de la ciudad ; mas feliz que
Roma , su rival , la corte de Constantino no habia visto en sus muros á los bárbaros , y conservaba con su
lenguaje el depósito de las obras maestras de la antigüedad y las riquezas acumuladas de Grecia y del oriente .
El dux de Venecia y los principales jefes del ejército saltaron en tierra y celebraron consejo en el mo
nasterio de San Esteban . Se deliberó en un principio para determinar el punto del desembarco; los barones
aprobaron unánimemente el parecer del dux que aconsejaba ir á desembarcar á las islas de los Príncipes ,
donde podrian proporcionarse víveres , y todos volvieron á sus bajeles donde pasaron la noche. Al apuntar
el alba del siguiente dia , izáronse las banderas y pendones en la popa de las naves y en la punta de los más
tiles, y colocados los escudos de los caballeros á lo largo de los puentes , formaban como las almenas de una
fortaleza .

La escuadra levantó áncoras , y el viento que soplaba del sud la dirigió hácia Constantinopla ; algunas gale
ras pasaron tan cerca de las murallas que alcanzaron á muchos cruzados las piedras y dardos lanzados des
de la ciudad . Veíase desde el puente todo el ejército de la cruz , las murallas estaban defendidas por los sol
dados é inundaba el pueblo la orilla . El viento y la fortuna hacia cambiar la resolucion tomada en San Es
téban ; en vez de dirigirse hácia las islas de los Príncipes, la escuadra tomó á toda vela el rumbo bácia la costa
de Asia y se paró delante de Calcedonia , casi en frente de Constantinopla .
Los cruzados desembarcaron en este sitio , cerca del cual se alzaba un palacio imperial , donde se alojaron
los principales jefes de la cruzada , en tanto que el ejército clavaba sus tiendas a lo largo de la orilla . La
campiña era rica y fecunda , veíanse en los campos inmensos montones de trigo sin trillar y todos pudieron
hacer provision à su antojo . Tres dias despues de su llegada , el siguiente de San Juan Bautista , la escuadra
subió por
el canal y fué à fondear delante de otro palacio del emperador , que llamaban Scutari. El ejército se
dirigió por tierra á este sitio , encontrándose entonces frente á frente de la ciudad imperial y del puerto de
Constantinopla . Los jefes se colocaron en el palacio y los jardines donde el emperador Alejo, segun dice Nice
tas , se ocupaba entonces en allanar las montañas é igualar los valles , mientras un terrible huracan estaba á
punto de caer sobre su imperio .
Los caballeros de la cruz empezaron á recorrer las campiñas que se estendian mas allá de Scutari , y ha
biéndose adelantado una de sus divisiones á tres leguas del campo , vió á lo lejos varias tiendas en la falda
de un collado; era el gran duque ó jefe de los ejércitos de mar del imperio , que acampaba alli con quinientos
soldados griegos . Los guerreros latinos se prepararon á combatir y los griegos se formaron tambien en bata
lla . No fué muy larga la lucha , pues los soldados del gran duque buyeron al primer embate, abandonando
sus tiendas , sus provisiones y sus animales de carga .
Esta fácil victoria de los latinos acabó de llenar de terror al pais ; nadie se atrevia á esperarlos con las ar
mas en la mano , lo cual obliga á decir à Nicetas que los jefes griegos eran tímidos como ciervos y no osaban
combatir con los hombres que llamaban ángeles ester minadores y guerreros de bronce.

El emperador Alejo empezaba en tanto á despertar de su letargo ; al décimo dia de la llegada de los cruza
dos les envió un embajador para saludarles y saber sus designios . Un italiano , llamado Nicolás Rossi , fué el
encargado de esta mision , y presentándose delante de los cruzados , les dijo que el emperador estaba dispues
to á proporcionarles víveres para su viaje á la Tierra Santa , pero que les esperaba un terrible castigo si no
salian al momento del imperio . Respondióle Conon de Bethune diciéndole que los cruzados eran vengadores
de Isaac y su hijo , y que venian resueltos á arrancar la corona al usurpador para ceñirsela à quien tenia
derecho.
Los barones resolvieron al dia siguiente hacer una tentativa con el pueblo de la capital y mostrar á los
griegos al hijo de Isaac . Se prepararon varias galeras , donde se embarcaron los barones y caballeros , nctán
dose en una de ellas el jóven Alejo , que llevaban de la mano el dux de Venecia y el marqués de Monferra -
to . Aproximáronse de este modo á las murallas de la ciudad y un heraldo de armas dijo en alta voz :
« Ved aquí á vuestro señor legítimo . Sabed que no hemos venido para hacer el menor daño , sino para cus
LIBRO DECIMO . - 1200-1203 . 335

todiaros y defenderos si haceis lo que debeis . Ya sabeis que estais obedeciendo al que malvadamente se apo
deró del poder supremo y no ignorais con cuanta villanía ha tratado á su soberano . Ved aquí al hijo y he
rederó de Isaac; si apoyais su causa , cumplireis con vuestro deber , pero de lo contrario , os haremos todo el
daño que podamos . »
Ni un solo griego de la ciudad ó de la campiña respondió á estas palabras; contenia á todos el temor al
usurpador; los caballeros y barones regresaron entonces al campo, y no pensaron mas que en hacer la guer
ra á los griegos.
El dia 6 de julio, despues de haber oido misa , los jefes de la cruzada se reunieron y tuvieron consejo á ca
ballo en una vasta llanura don le actualmente se halla el cementerio de Scutari . Se decidió en esta asamblea
que todo el ejército volviera á embarcarse para pasar el estrecho de San Jorge ó el Eósforo . Los cruzados de
Francia se dividieron en seis batallones ; Balduino de Flandes recibió el mando de la vanguardia , porque lle
vaba bajo sus banderas gran número de valientes y mas archeros y ballesteros que los demás jefes ; Enrique ,
hermano de Balduino , estaba encargado del segundo batallon con Mateo de Valincourt y otros buenos caballe
ros de las provincias de Flandes y del Hainant, el jefe del tercer cuerpo era Hugo de San Pablo , á quien es
1
taban agregados Pedro de Amiens , Eustaquio de Cantelou , Anscau de Cayeux y muchos otros caballeros de
Picardía ; Luis conde de Blois, rico y poderoso señor , mandaba el cuarto batallon compuesto de una multi 1
tud de caballeros y esforzados guerreros de las comarcas que baña el Loira ; mandaban la quinta batalla Ma
teo de Montmorency y Andrés de Champlitte , llevando bajo sus pendones á los peregrinos de Champaña ,
de la Isla de Francia y de Turena . Distinguíanse en esta quinta batalla Villehardouin , mariscal de Champa
ña , Ogero de Saint-Cheron , Manasés de Lila , Silés de Brabante y Macario de San Menehould . Los cruzados
de Lombardia , de Toscana y de los paises cercanos á los Alpes formaban el sesto cuerpo , bajo las órdenes de N
Bonifacio , marqués de Monferrato .
A la primera señal los barones y caballeros se embarcaron en las naves llamadas palendarias ; iban ar
mados de piés á cabeza con sus palafrenes ensillados y acaparazonados ; los archeros y ballesteros , todos de á
pié, subieron en los barcos mayores; las galeras de dos á tres filas de remos, iban á la cabeza de la flota , y á
cada galera iban amarrados con cables uno ó dos grandes barcos, para remolcarlos contra la corriente y
vientos contrarios .

El emperador Alejo que habia presenciado todos los preparativos de los cruzados , se acampó con un nume
roso ejército en la costa occidental del Bósforo, y ocupaba la falda de la colina de las Higueras ó de Pera
desde el sitio que los turcos llaman punta de Tofana hasta Betaschi , donde se alza en el dia uno de los pala
cios de los sultanes . El ejército griego no apagó el entusiasmo y la impaciencia de los cruzados (4 ) ; todos que
rian ser los primeros , y á medida que se acercaban á la orilla , los caballeros se arrojaban al mar con agua
hasta la cintura , armados del casco y empuñando las espadas. Cada cual desembarcó donde pudo , saçáronse
los caballos á tierra, y los arqueros se situaron delante de los batallones .
Habian partido al asomar el dia , y aun no habia llegado el sol á la mitad de su curso cuando todo el ejér
cito se hallaba formado en batalla en la orilla . Este desembarco precipitado se hizo con mucha confusion , de
la cual hubiera podido aprovecharse el enemigo ; pero Alejo no tuvo valor de presentar la batalla á los latinos ,
y lleno de terror se apresuró á abandonar el campo y retirarse á la ciudad .
Los cruzados , dueños de toda la costa , se apoderaron del campo de los griegos y se presentaron delante de
Galata . El ejército pasó la noche en el barrio de Stanor , y á la mañana siguiente se preparó para asaltar la
fortaleza . Una multitud de griegos que acudieron de la ciudad en barcas se reunieron con los defensores del
fuerte para atacar al ejército de los peregrinos ; Jacobo de Avesnes recibió en medio de sus flamencos una

lanzada en el rostro , cuya herida reanimó el • valor de los cruzados que rechazaron al enemigo. Una gran
parte de los griegos se arrojaron en el mar y se ahogaron , y los restantes buyeron hácia la fortaleza de Ga
lata , pero no tuvieron tiempo para cerrar las puertas de la torre , y los latinos penetraron en ella con los que
huian .
1
Tratóse entonces de romper la cadena de hierro que obstruia el puerto. Los historiadores de Venecia cuen
tan que impelida por viento favorable una gruesa nave llamada Aguila , fué á chocar violentamente con la

(1 ) El trayecto del Fosforo desde Sentari hasta la punta de Tafana es de dos millas y media,
H
1
336 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cadena estendida sobre las ondas, y la rompió con enormes cortes de acero que llevaba clavados en la proa.
Cayeron al momento en poder de los cruzados las galeras de los griegos y toda la escuadra latina penetró en
triunfo en el golfo.
Dueños del puerto y del barrio de Galata, los cruzados deliberaron sobre si atacarian la ciudad imperial
por tierra ó por mar . Los venecianos opinaban que debian colocarse escalas en las naves y atacarla por el la
do del puerto; los cruzados franceses decian que no sabian combatir en el mar y que no podian vencer sin
sus caballos , y sedecidió que los venecianos atacarian por mar en tanto que los caballeros y barones darian
sus asaltos por la parte de tierra . La flota se fué á situar delante de las murallas de la capital , mientras los
seis batallones franceses , cruzando el Cydaris entre la punta del golfo y el valle llamado en el dia de las aguas
dulces , fuéron á establecerse en una colina donde actualmente se encuentra el arrabal de Ayoub.
El ejército se acampó entre el palacio de Blaquernas y una abadía cercada de murallas , que llamaban en
tonces la torre de Boemundo ; alzáronse las máquinas , y todos se prepararon al asalto , sin pensar en el nú
mero de sus enemigos ni en las dificultades de la empresa . Dia y noche estaban en pié los cruzados guardan
do sus máquinas y rechazando las salidas del enemigo , y todos los cruzados corrian á las armas. cinco ó seis
veces cada dia . Nadie podia alejarse del campo á mas de tres tiros de ballesta para esplorar el pais y buscar
víveres , de que escaseaban; los griegos se presentaban todos los dias delante de las trincheras de los latinos,
pero aunque rechazados casi siempre con pérdida, volvian en mayor número.
Diez días trascurrieron de este modo en combates y escaramuzas continuas; el décimo dia del sitio , que
era el 17 de julio , se resolvió dar un asalto general por mar y tierra y se hizo al mismo tiempo la señal á
la escuadra y al ejército .
Se calcula que el número de cruzados ascendia á veinte mil , y que defendian á Constantinopla cuatrocien
tos mil griegos . Esta simple indicacion basta para dar una idea de lo gigantesco y maravilloso de la empresa .
Quedaron custodiando el campamento tres cuerpos ó batallones del ejército en tanto que los restantes se ade
lantaban hácia las murallas; los que guardaban el campo eran los de Borgoña , Champaña , Lombardía , Pia
monte y Saboya al mando del marqués de Monferrato , y se destinaron para el asalto Balduino de Flandes,
el conde de Blois y Hugo de San Pablo con los flamencos , los picardos y los peregrinos del Loira . Alzaron
las escalas en un antemuro defendido por los ingleses y daneses ( Villehardouin designa con este nombre á los
varanges , cuerpo intrépido al cual confiaban los emperadores griegos la custodia de sus personas y de sus
palacios) ; los guerreros franceses se disputaban el honor de subir á la muralla ; quince de los mas valientes
llegaron al estremo de las escalas y combatieron con hacha y espada , pero la fortuna no coronó su audacia ,
se vieron obligados á dejar el ataque y cayeron dos de ellos en poder de los griegos .
Condujeron los dos prisioneros al palacio de Blaquernas y fueron presentados al emperador Alejo , que de
mostró grande alegría . Los venecianos continuaban en tanto su ataque por el mar; Dandolo habia formiado
en dos líneas su escuadra , ocupando las galeras la primera con archeros y máquinas de guerra , y colocados
detrás los barcos mayores , sobre los cuales se habian construido torres que dominaban las mas altas mura
Has de Constantinopla .
Trabóse el combate entre la escuadra y la ciudad al asomar el dia ; el rumor de las ondas agitadas por
los remos, la grita de marineros y combatientes , el fuego griego surcando el mar, adhiriéndose á las naves
é hirviendo sobre las aguas, los trozos de roca lanzados por una parte sobre las casas y palacios y por otra
sobre las naves, presentaban un espectáculo mil veces mas espantoso que el de la tempestad . En medio de
esta terrible batalla , el anciano Enrique Dandolo mandó á los suyos que lo llevasen á tierra amenazándoles
con la muerte si no obedecian . Ejecutáronse al momento las órdenes del intrépido dux , los marineros lo le
vantaron en sus brazos hasta dejarlo en la orilla , donde empuñó el pendon de San Marcos. Aproxímanse en
tonces todas las galeras á la orilla ; los soldados mas valientes siguen veloces las huellas de Dandolo ; los barcos
mayores, que hasta entonces habian estado inmóviles , se adelantan y van á colocarse entre las galeras; toda
la escuadra se despliega en una sola linea delante de los muros de Constantinopla y presenta á los aterrados
griegos una formidable muralla alzada sobre las aguas . Las torres flotantes de las naves bajan sus puentes
levadizos hasta apoyarlos en las torres de la ciudad , y en tanto que al pié de los muros diez mil brazos plan
tan las escalas y bacen mover las máquinas , se pelea en lo alto de las murallas con lanza y espada . Apare
ce repentinamente el estandarte de San Marcos sobre una de las torres de la ciudad , cole cado como por una
LIBRO DECIMO . - 1200-1203. 337

mano invisible, y á este aspecto, los venecianos lanzan gritos de júbilo, persuadidos de que el patron de
Venecia los guia á la victoria . Persiguen á los griegos dentro de la ciudad , mas temiendo caer en alguna
emboscada ó ser abrumados por el pueblo , cuya multitud inunda las calles y płazas , prenden fuego á las
casas que hallan al paso . El incendio se estiende con rapidez y ahuyenta las turbas trémulas y pavo
ridas.
Mientras las llamas estendian su estrago y reinaba en Constantinopla el mas espantoso desórden , apre
miado Alejo por los clamores del pueblo, enviaba tropas contra los venecianos , y salia en persona con un
ejército por las puertas de Selibrea y Andrinópolis para atacar á los que sitiaban la ciudad por tierra . Era
tan numeroso el ejército imperial , que hubiera podido creerse, segun espresion de Villehardouin , que habia
salido pelear toda la ciudad.
Los cruzados corren á las armas , sus seis batallones se forman á caballo en torno de las trincheras; los

ballesteros y archeros se colocan delante , y cada jefe de bandera lleva á su lado escuderos y sargentos de
-
armas . Acércanse los griegos en buen órden hasta el alcance del arco . « Parecia muy peligroso , dice el ma
riscal de Champaña , que seis batallones, y en corto número , se empeñasen en esperar á sesenta . » Sabiendo el
dux de Venecia el imminente peligro de sus compañeros de armas, dió órden á los suyos para que cesase el
combate y abandonasen las torres que habian tomado ; se colocó despues al frente de su cuerpo y lo condujo
al campo de los cruzados franceses, diciendo que queria vivir y morir con los peregrinos .
La llegada de Dandolo con la flor de sus venecianos acrecentó el valor de los barones y caballeros; no obs
tante, los dos ejércitos permanecieron frente á frente largo rato, no atreviéndose los griegos á acometer , y
colocados los latinos delante de sus barreras y empalizadas sin moverse . Despues de una hora de incertidum
bre Alejo mandó tocar á retirada ; los latinos salieron entonces de sus trincheras y siguieron el ejército grie
go hasta un palacio llamado Filotas . « Es preciso confesar, dice Villehardouin aterrado con el recuerdo de este
lance, que nunca Dios salvó á nadie de tan inmenso peligro, como á nosotros aquel dia . »
Pero no tardó en suceder mayor milagro ; cuando el pueblo vió entrar al emperador en la ciudad sin haber
trabado el combate , quedó mas aterrado que si hubiese sufrido una derrota ; acusaba al ejército , este acu
saba al emperador , y desconfiando Alejo de los griegos y temiendo á los latinos, solo pensó en salvar su vi
da , y abandonó sus privados , sus amigos y su capital , embarcándose secretamente en medio de las sombras
de la noche para ir á buscar un albergue en cualquier rincon de su imperio (1 ) .
Cuando asomó el dia para manifestar á los griegos que no tenian emperador , el desórden y la agitacion se
apoderaron de Constantinopla ; todos se agrupaban en las calles , contaban las faltas de sus jefes , la mengua
de los favoritos y las desgracias del imperio . Desde el instante en que Alejo abandonaba su poder, se recor
daba el crímen de su usurpacion , se alzaban mil voces para invocar contra él la cólera del cielo , y en medio
de la confusion y el tumulto , los mas prudentes no sabian qué partido tomar . Vuelan entoces los cortesanos
á la cárcel donde gemia Isaac, rompen sus cadenas y le arrastran en triunfo hasta el palacio de Blaquernas.
Colócanle en el trono, aunque ciego , y cuando él creia hallarse rodeado de sus verdugos , se asombra de oir en
torno suyo á los aduladores , que al verle revestido con la púrpura imperial, se enternecen por vez primera

de las desgracias que cesa de sufrir. Todos los labios se escusan de haber sido partidarios de Alejo y hacen pro
testas en pro de su causa ; y van á buscar á la mujer de Isaac , que habian olvidado , y que vivia en un ocul
to albergue que todos ignoraban en el reinado anterior.

Acusábase á Eufrosina , mujer del emperador fugitivo , de haber tratado de aprovecharse de las turbulen
cias de Constantinopla para revestir con la púrpura á uno de sus favoritos ; la hunden en un calabozo
echádale en cara todos los males de la patria y sobre todo los prolongados infortunios de Isaac, distinguién -
dose entre sus acusadores aquellos á quienes la princesa habia colmado de beneficios , y esforzándose á ha‍
cer un mérito de su ingratitud.
Cuando los cruzados supieron esta trasformacion , celebraron consejo en la tienda del marqués de Monfer
rato, y vieron llegar de la ciudad una multitud de cortesanos pidiéndole que se apresurase á presentarse en
su corte; pero acostumbrados los latinos á desconfiar de los griegos , no dieron crédito á 6 sus palabras y en-
viaron á Constantinopla á Mateo de Montmorency, á Godofredo de Villehardouin y á dos nobles venecianos ,

(4) Nicetas, lib. III. -Villehardouin, lib IV.

43
338 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

para ver personalmente lo que pasaba y con objeto de felicitar á Isaac y exigirle la ratificacion de las pro-
mesas de su hijo .
Conseguido este objeto , los barones y señores montaron á caballo para acompañar al hijo de Isaac hasta
Constantinopla, donde el pueblo le recibió con aclamaciones de alegría . El emperador dió las gracias a los
cruzados por los servicios que habian prestado á su hijo, y temiendo que la permanencia de sus libertadores
en la corte originase alguna contienda les suplicó que se establecieran en el arrabal de Galata . Los latinos
accedieron á esta peticion .
Algunos dias despues de su entrada en Constantinopla , Alejo fué, coronado en la iglesia de Santa Sofía ,
participando de la soberanía de su padre . El nuevo emperador escribió al papa , á instancia de los cruzados ,
para justificar su conducta y la de sus libertadores . « Confesamos , decia , que la causa principal que ha in-
ducido á los peregrinos á ausiliarnos, es la promesa que les hicimos por medio de juramento de reconocer
al pontífice soberano por jefe eclesiástico y sucesor de san Pedro .
Inocencio III ensalzó sus intenciones y su celo y le suplicó que no retardase el cumplimiento de sus prome-
sas , pero las escusas de los cruzados no bastaron para calmar su resentimiento, y les saludó con su bendicion
al contestarles.

Los jefes de la cruzada anunciaron al mismo tiempo el triunfo maravilloso de su empresa á todos los
príncipes y pueblos de la cristiandad ; la relacion de sus hazañas escitó el entusiasmo de los fieles, reanimó
las esperanzas del rey de Jerusalen y de los defensores de la Tierra Santa y llenó de terror á los turcos de
Siria .
Fieles los eruzados á sus juramentos , y no teniendo ya mas enemigos que los turcos , observaron la cos-
tumbre caballeresca de declararles la guerra antes de emprenderla . Los señores y barones enviaron heraldos
al sultan del Cairo y de Damasco para anunciarle en nombre de Jesucristo , del emperador de Constantino-
pla y de los príncipes y señores del occidente que probaria pronto el temple de las armas cristianas , si se
obstinaba en conservar bajo sus leyes la Tierra Santa y los lugares consagrados por la presencia del Salva-
dor (1 ).

(1) Villehardouin, lib . IV.


LIBRO UNDECIMO . -4203-1206 . .339

LIBRO XI .
!

DESDE LA RESTAURACION DE ISAAĆ HASTA LA MUERTE DE BALDÚINO .

1203-1206.

Proposicion del emperador griego á los cruzados . —Proclámase la supremacia religiosa de la santa sede. - Espedición á Tracia.—
Joanice, rey de los bulgarios. -Un incendio destruye la mitad de Constantinopla. - Odio de Isaac el Angel contra su hijo. - Alejo
Ducas (de sobrenombre Murzufle).-Sucesos de Palestina. -El pueblo de Constantinopla intenta incendiar la escuadra . - Sedi
cion escitada por Murzuffle. -Alejo muere envenenado : le sigue Isaac al sepulcro . - Murzuffle usurpa el poder. - Los cruzados
toman la ciudad por asalto. -Fuga de Murzuffle .-Le reemplaza Teodoro Lascaris.-Su partida clandestina. - Reparto de las
provincias del imperio. Se ciñe la corona Balduino , conde de Flandes. -El rey , Bonifacio y Dandolo escriben al papa.-Se alza
la escomunion . -Acnden á Grecia los cristianos de Tierra Santa . -Muerte de la emperatriz.-Reaccion contra los vencedores.—
Contiendas entre Balduino y Bonifacio. - El emperador sitia á Andrinópolis . -Batalla imprudente. -Balduino cae prisionero.—
Piden ausilios a las potencias de Occidente. - Enrique de Hainaut sucede à su hermano. - Muerte de Dandolo y de Bonifacio. —
Respuesta de Joanice respecto á la suerte de Balduino.

En tanto que el príncipe Alejo tuvo promesas y esperanzas que dar , solo se oyeron en torno suyo las ben
diciones de griegos y cruzados , pero cuando llegó la época de cumplir lo que prometiera , no encontró mas
que enemigos y obstáculos . Temeroso á cada instante de ver encenderse la rebelion ó la guerra y obligado á
lanzarse en brazos de su pueblo ó de sus libertadores , no se atrevió á confiar del valor equívoco de los grie
gos, é imploró por segunda vez al dux y á los barones el ausilio de sus armas . Presentóse en la tienda del
conde de Flandes , y manifestó á los jefes de la cruzada que le era imposible cumplir sus promesas , y que
al recordar que se acercaba el dia que debian partir , conocia que luego que lo abandonasen se veria en pe
ligro de perder la vida y el imperio . Les pidió que no partieran hasta el mes de marzo , asegurándoles que
entonces se encontraria en situacion de cumplir sus promesas (1 ) .
Celebróse un consejo para deliberar sobre la proposicion del emperador : los que habian tratado de sepa
rarse del ejército en Zara y en Corfú , manifestaron á la asamblea que si hasta entonces habian combatido
por la gloria ó intereses de los príncipes , era hora ya de pelear por la religion y por Jesucristo, é indigná
* banse al ver que se trataba de oponer nuevos obstáculos à la santa empresa . Combatieron vivamente esta
opinion el dux de Venecia y los barones , que fundando su gloria en la espedicion de Constantinopla , no po
dian resolverse á perder el fruto de sus esfuerzos; manifestaron gravísimos motivos , y despues de haber triun
fado de una tenaz oposicion , el consejo decidió que se aplazase la partida del ejército hasta las fiestas de Pas
cuas del siguiente año .
Alejo é Isaac dieron las gracias á los cruzados por su resolucion , y resueltos á pagar las cantidades prome
tidas Alejo agotó sus tesoros , aumentó los impuestos y mandó fundir las imágenes de los santos y los vasos
sagrados . Al ver el pueblo de Constantinopla desaparecer las riquezas de sus iglesias , fué tanto su asombro y
terror, que ni aun tuvo valor para dirigir sus quejas . Los griegos mas entusiastas lamentaron la violacion
de sus templos , pero pronto debian presentarse á sus ojos escenas mas dolorosas.
Guiados los jefes del ejército por los consejos del clero latino y el temor al pontífice de Roma , pidieron que
el patriarca , los sacerdotes y monjes de Constantinopla abjurasen los errores que los separaban de la Iglesia
romana; pero ni el clero , ni el pueblo ni el emperador se atrevieron á resistirse á esta exigencia que alarma
ba todas las conciencias y rebelaba todos los ánimos . El patriarca subió á la cátedra de Santa Sofía , y declaró
en su nombre , en el de los emperadores y de todo el pueblo cristiano de oriente , que reconocia á Inocencio ,
tercero de este nombre, como sucesor de san Pedro , primer vicario de Jesucristo en la tierra y pastor del fiel re
baño.

(1) Erase entonces el mes de abril de 1204 .


340 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Los griegos que asistieron á la ceremonia , creyeron que era la abominacion y desolacion de su templo , y
perdonaron en seguida al patriarca tamaño escándalo , porque se persuadieron de que el jefe de su Iglesia ha
bia engañado á los latinos , y que la impostura de sus palabras compensaba en cierto modo el crimen de su
blasfemia y la mengua del perjurio .
Los griegos se obstinaban en creer que el Espíritu Santo no procede del Hijo , y citaban en apoyo en su
creencia el símbolo de Nicea ; la disciplina de su Iglesia diferia tambien en algunos puntos de la de la Igle
sia romana .

El usurpador Alejo se habia retirado á la provincia de Tracia , despues de su fuga de Constantinopla ;


abriéronle sus puertas muchas ciudades , y se reunieron bajo sus banderas algunos de sus partidarios. El hijo
de Isaac resolvió combatir á los rebeldes . Acompañáron le en esta espedicion Enrique de Hainaut , el conde de
San Pablo y muchos otros caballeros ; el usurpador , que se habia refugiado en Andrinópolis , se apresuró á
abandonar la ciudad al acercarse sus enemigos , y huyó hácia el monte Hemo , siendo vencidos y dispersos
todos los rebeldes que se atrevieron á esperarlos . El jóven Alejo y los cruzados que le acompañaban tenian
un enemigo mas temible que combatir; eran los bulgarios . Esta nacion salvaje y feroz , sometida á las le
yes de Constantinopla en la época de la primera cruzada , se habia aprovechado de las turbulencias para sa
cudir el yugo de los emperadores griegos : el jefe de los bulgarios , llamado Joanice , era el enemigo implacable
de los griegos , había abrazado la fé de la Iglesia romana , declarándose vasallo del soberano pontifice para
alcanzar el título de rey , y bajo el velo de una nueva religion ocultaba el furor del odio y de la ambicion ,
sirviéndose del apoyo de la corte de Roma para hacer la guerra á los soberanos de Bizancio.
Joanice hacia incesantes escursiones en las comarcas limítrofes á su territorio y amenazaba invadir las
mas ricas provincias del imperio. Si el jóven Alejo se hubiera dejado guiar por prudentes consejos , podria ha
ber aprovechado la presencia de los cruzados para intimidar á los bulgarios y contenerlos allende el Hemo ;
esta espedicion le hubiera granjeado la estimacion y la confianza de los griegos y asegurado la paz de muchas
provincias; pero ya que los cruzados se negasen á secundar el proyecto , ya que no conoció las ventajas de es
ta empresa, se contentó con amenazar á Joanice ( 1 ) , y solo pensó en volver á Constantinopla , sin haber he
la paz ni la guerra y despues de recibir el juramento de las ciudades de Tracia .
La capital del imperio , que tantas desgracias habia sufrido , esperimentó una nueva calamidad ; la mitad
de la ciudad quedó reducida á cenizas . Dice Nicetas que á consecuencia de una contienda entre los cruza
dos flamencos y los habitantes del barrio inmediato al mar y situado entre los dos puertos , se prendió fuego
á una sinagoga y se comunicó de casa en casa con tanta violencia que fué imposible contenerlo . El incendio
devoró en un principio toda la parte de la ciudad llena entonces de una poblacion industriosa , y ocupada ac
tualmente por los jardines silenciosos del serrallo; en pocos momentos estendió sus estragos desde Santa Ire
ne hasta cerca de la grande iglesia , siendo presa de las llamas la doble fila de casas que principiaba en medio
de la ciudad y terminaba en el Filadelfin , el mercado de Constantino y el barrio del Hipódromo . El incendio
duró mas de una semana.

Acudieron muchos caballeros á contener el progreso del fuego y enviaron una diputacion al emperador
Isaac para manifestarle que participaban de su afliccion ; al deplorar tal desastre , daban su maldicion á sus
culpables autores y juraban castigarlos , si se encontraban entre los soldados de la cruz . Todas estas protes
tas y los ausilios que se apresuraron á prodigar á las víctimas no bastaron para consolar y apaciguar á los
griegos , los cuales al ver las ruinas y las desgracias de su capital , acusaban á los dos emperadores y dirigian
amargas quejas contra los latinos .

Un gran número de francos estaban establecidos en la ciudad , pero siendo desde entonces el blanco de las
amenazas y violencias de un pueblo desesperado , abandonaron sus casas y se retiraron al barrio de Galata
con sus familias y lo que lograron salvar . Villehardouin dice que el número de estos desgraciados fugitivos
ascendia á mas de quince mil ; todos se quejaban amargamente de los griegos é imploraban en su miseria el
apoyo de las armas de los cruzados . 1
Cuando Alejo regresó á Constantinopla fué recibido con sombrio silencio , y solo los cruzados le felicitaron
por la guerra que acababa de hacer en Tracia . Su triunfo, que contrastaba con las públicas desgracias aca

:) Villehardouin, lib. IV.


LIBRO UNDECIMO . - 1203-4 206. 341

bó de hacerle odioso á los griegos ; el jóven emperador se vió obligado con mas motivo que nunca á arro-
jarse en brazos de los latinos , en cuyo campamento pasaba los dias y las noches, participando de sus juegos ,
de sus fiestas y de sus torpes orgías . Los guerreros francos le trataban en la embriaguez de sus festines con
la mas insolente familiaridad ; mas de una vez le arrancaron su diadema adornada de pedrería para poner
sobre su cabeza el gorro de lana de los marineros de Venecia , y los griegos que cifraban su orgullo en la
magnificencia del trono, miraban con desprecio al príncipe que despues de haber abjurado su religion , envi-
lecia la dignidad imperial y no se avergonzaba de adoptar las costumbres de los bárbaros . El mismo Isaac
acusaba á su hijo de abrigar perniciosas inclinaciones y de corromperse con la sociedad de los malvados; se
indignaba de que se pronuciase en alta voz el nombre de Alejo en la corte y en las ceremonias públicas , en
tanto que apenas se nombraba el suyo , y en su ciega cólera abrumaba de imprecaciones á su hijo; pero im-
pelido por vanos celos , mas bien que por el sentimiento de su dignidad , cuando se alegraba del odio que el
pueblo tenia á Alejo, se escusaba del peso del imperio , ni hacia nada para merecer el apre-
cio de los hombres virtuosos ; vivia retirado en su palacio , rodeado de monjes y astrólogos que besando sus
manos amortecidas aun con las cadenas de su cautiverio, celebraban su poder , le hacian creer que libertaria
á Jerusalen , sentaria su trono sobre el monte Líbano y reinaria sobre todo el universo. Lleno de confianza
por una imagen de la Virgen que llevaba siempre consigo y alabándose de saber por medio de la astrología
todos los secretos de la política , no imaginó mas medio para precaver las sediciones que el hacer trasportar á
su palacio desde el Hipódromo el jabalí de Calidon , que se consideraba como símbolo de la rebelion y la ima-
gen del pueblo enfurecido .

El pueblo de Constantinopla , no menos supersticioso que Isaac , mientras se lamentaba de las desgracias
de la patria , descargaba su furor contra el mármol y el bronce . Adornaba la plaza de Constantino una esta-
tua de Minerva que tenia los ojos y los brazos vueltos hácia occidente; se creyó que ella habia llamado á
los bárbaros, y la muchedumbre enojada la derrocó é hizo pedazos. « Cruel ceguedad de los griegos , esclama
un historiador (1) , que se armaban contra sí mismos y no podian soportar en medio de su ciudad la imágen
»
de una diosa que representa la prudencia y el valor . >>
(1204) Mientras agitaban la capital del imperio estas escenas populares , los ministros de Alejo y de Isaac se
ocupaban en recaudar impuestos para pagar las sumas prometidas á los latinos . Agregábanse al públicoin-
fortunio las dilapidaciones , los abusos del poder y las injusticias : oíanse quejas en todas las clases de ciuda-
danos; se trató en un principio de recargar todos los impuestos sobre el pueblo, pero este , dice Nicetas , se
alzó como un mar agitado por los vientos , y hubo necesidad de imponer exacciones estraordinarias á los ciu-
dadanos mas ricos y continuar despojando las iglesias de sus ornamentos de oro y plata . Los tesoros que pu-
dieron amontonarse no satisfacieron , empero, los deseos insaciables de los latinos , que empezaron á saquear

las campiñas cercanas á la ciudad , las casas y los monasterios de la Propóntida .


Las hostilidades y violencias de los cruzados escitaron la indignacion del pueblo , que pasando de las quejas
á la rebelion, se precipitó en tropel en el palacio de los emperadores , les acusó de que abandonaban la causa
de Dios y de la patria y pidió con horribles clamoreos armas y vengadores.
Entre los que animaban á la multitud se notaba un jóven príncipe de la familia de Ducas ; se llamaba Alejo ,
nombre que debia estar constantemente unido á la historia de las desgracias del imperio , y tenia el sobrenom-
bre de Murzuffle , palabra griega que significa cejijunto . Murzuffle albergaba un alma disimulada bajo ese es-
terior severo y duro que el vulgo toma siempre como indicio y carácter de franqueza ; estaban siempre en sus
labios las palabras de patria y libertad , que seducen tanto al pueblo , y las de gloria y religion que revelan
nobles sentimientos , pero que solo servian para ocultar su ambicion ; viviendo en una corte tímida y pusilá-
nime y rodeado de príncipes que , segun dice Nicetas , temian mas guerrear con los cruzados , que los ciervos

atacar un leon, Murzuffle no carecia de valor, y su reputacion de arrojado bastaba para atraerle todas las mi-
radas de la capital . Se le creia apto para mandar porque tenia la voz robusta , altiva la mirada y el tono im-
perioso; cuanta mas vehemencia empleaba en declamar contra la tiranía , crecia mas el afan del pueblo que
deseaba verle revestido con un gran poder , y el odio que afectaba manifestar contra los estranjeros , inspi-
raba la esperanza de que defenderia algun dia el imperio y seria el libertador de Constantinopla.
Gozaba la privanza del jóven Alejo y logró persuadirle de que era preciso romper con los francos y ser in-

1) Nicelas.
342 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

grato con sus libertadores para conseguir la confianza de los griegos . Inflamó al mismo tiempo al pueblo con
tra los cruzados, y para decidir el rompimiento, tomó las armas, seguido de sus amigos y de algunos hombres

del pueblo . Arrojose fuera de la ciudad una tropa numerosa , creyendo sorprender á los latinos ; pero la mul
titud, dispuesta siempre á declamar contra los guerreros de occidente, se dejó caer las armas de terror al ver
los , y abandonado Murzuffle en el campo de batalla , se espuso á caer en poder de los cruzados .
Esta accion imprudente, que debiera haberle perdido, contribuyó á acrecentar su poder y su fama ; po
dia acusársele de haber espuesto la salvacion del imperio provocando la guerra sin medios para sostenerla;
pero el pueblo ensalzó el heroismo de un príncipe que se atrevía á desafiar las falanges belicosas de los fran
cos, y hasta los mismos que le habian abandonado en medio del combate , celebraron su valor y juraron es
terminar como él los enemigos de la patria .

El furor de los griegos habia llegado á su colmo , y los latinos por su parte manifestaban su descontento ;
no se oian mas que gritos de guerra en el arrabal de Galata que habitaban los franceses y venecianos y en los
muros de Constantinopla , y nadie se atrevia á hablar de paz y reconciliacion .
En aquel entonces llegó al campo de los cruzados una diputacion de los cristianos de Palestina ; los diputa
dos, dirigidos por el abad Martin Litz , iban vestidos de luto; la tristeza impresa en sus rostros anunciaba
que eran mensajeros de grandes desgracias y su relato arrancó lágrimas á todos los peregrinos.
Un año antes de la espedicion á Constantinopla , desembarcaron en Tolemaida los cruzados flamencos par
tidos de los puertos de Brujas y de Marsella , muchos guerreros ingleses , mandados por los condes de Nor
thumberland , de Norwik y de Salisbury , y un gran número de peregrinos de la baja Bretaña , que habian
tomado por je e al monje Heloin , uno de los predicadores de la cruzada . Reunidos con los que habian aban
donado el ejército cristiano despues del sitio de Zara , estaban impacientes de atacar á los turcos, y como el
rey de Jerusalen no se decidia á romper la tregua hecha con los infieles, la mayor parte de ellos abandona
ron la Palestina para ir á combatir bajo las banderas del príncipe de Antioquía que estaba en guerra con el
rey de Armenia . Habiéndose negado á tomar las guias , fueron sorprendidos y dispersos por los musulmanes
que envió contra ellos el príncipe de Alepo ; los pocos que se salvaron de la matanza , entre los cuales nombra
la historia dos señores de Neuilly, á Bernardo de Montmirail y á Bernardo de Dampierre , que quedaron
cautivos de los infieles ( 1 ) , y el monje Heloin tuvo el dolor de ver perecer en el campo de batalla á los mas
valientes cruzados bretones , volviendo casi solo á Tolemaida á anunciar la sangrienta derrota de los soldados
de la cruz (2) .

Una hambre horrible habia asolado el Egipto durante dos años , haciéndose sentir sus estragos hasta en Si
ria; sucedieron al hambre enfermedades contagiosas , la peste se habia cebado en los habitantes de la Tierra
Santa , y mas de diez mil cristianos habian recibido sepultura en un solo dia en la ciudad de Tolemaida .
Los diputados de Palestina invocaron con lágrimas y sollozos el pronto ausilio de los cruzados, pero como
los caballeros y barones no podian abandonar su empresa , prometieron á los enviados de Tierra Santa que
pasarian á la Siria despues de haber vencido á los griegos , y les dijeron enseñándoles las murallas de Cons
tantinopla . « Allí está la senda de salvacion , allí está el camino de Jerusalen . »
Alejo debia pagar á los latinos la cantidad que habia prometido : si era fiel á sus tratados , temia la rebe
lion de los griegos , y si no cumplia sus compromisos , le aterraban las armas de los cruzados . Este doble te
mor tenia á los dos emperadores inmóviles en su palacio , y no se atrevian á buscar la paz ni á preparar la

guerra.
Descontentos los cruzados de la conducta de Alejo le enviaron algunos barones y caballeros para pregun
tarle si queria ser su amigo ó su enemigo . Los enviados , al entrar en Constantinopla , oyeron por todas partes
las injurias y amenazas de un pueblo irritado; recibidos en el palacio de Blaquernas en medio de la pompa del

trono y de la corte , se dirigieron al emperador Alejo y le espusieron las quejas de sus compañeros de armas
con un lenguaje altivo y duro , siendo Conon de Bethune el encargado de llevar la palabra .
El emperador Alejo , que veia en un tono tan amenazador su impotencia y el estado desastroso del imperio,

(1) El monje Gunter.


(2) Jacobo de Vitry, Alberto y el continuador de Guillermo de Tiro , hablan de esta batalla trabada entre Antioquía y Trípoli;
tambien la menciona Villehardouin, y cita los nombres de muchos caballeros que fueron muertos y prisioneros.
LIBRO UNDECIMO . - 1203-4206 . 343

no pudo contener su indignacion; los cortesanos participaron de la cólera de su soberano y querian castigar en
el acto al insolente orador de los latinos, cuando los enviados salieron del palacio de Blaquernas y se apre
suraron á volver al campamento .

El consejo de Alejo y de Isaac solo respiraba venganza y resolvió dar principio á la guerra . Los latinos solo
pensaron ya en atacar á Constantinopla .
Era inesplicable el odio , el furor de los griegos , pero ni el furor ni el odio escitaban su valor; no atre
viéndose á acometer á sus enemigos en el campo , resolvieron incendiar la escuadra de los venecianos ; re
currieron entonces al fuego griego que en mas de una ocasion habia suplido á su valor y salvado su capital ;
este fuego terrible, lanzado con tino , devoraba los bajeles, los soldados y sus armas; parecido al rayo del
cielo , nada bastaba á contener su esplosion y sus estragos , y las aguas del mar en vez de estinguirlo , no ha
cian mas que aumentar su actividad.
Lanzaron al mar diez y siete barcos cargados de fuego griego y de materias combustibles , que fueron
llevados por un viento favorable hacia la parte del puerto donde estaban ancladas las naves de Venecia . Los
griegos se habian valido de las sombras de la noche para asegurar el éxito de su tentativa : un resplandər
amenazador y siniestro iluminó repentinamente el puerto, el golfo y el arrabal de Galata ; al ver el peligro,
las trompetas tocaron al arma en el campo de los latinos, los franceses se prepararon para el combate , en tan
to que los venecianos se arrojaban en barquichuelos para detener las naves que llevaban en sus costados la
destruccion y el incendio . "

La multitud de griegos reunidos en la orilla aplaudia con regocijo y se recreaba con el espanto de los cru
zados ; muchos de ellos se embarcaron en lanchas y lanzaban una lluvia de flechas para aumentar el desór
den de los venecianos; los cruzados se animaban mutuamente , se arrojaban en tropel delante del peligro , al
gunos elevaban al cielo gritos de queja desgarradores y otros invocaban contra los griegos todas las furias del
infierno . Oíanse en las murallas de Constantinopla palmoteos , esclamaciones de júbilo y carcajadas que se
aumentaban cuando se acercaban los barcos cubiertos de llamas . No obstante , á fuerza de remos y de bra
zos, los venecianos lograron alejar los diez y siete brulotes , que arrebataron al momento las corrientes al
otro lado del canal ; los cruzados , formados en batalla , en pié sobre la escuadra ó esparcidos en las barcas ,
dieron gracias a Dios por haberles salvado de tan inmenso desastre , y los griegos vieron con terror consu
mirse en las aguas de la Propóntida sus naves inflamadas sin haber causado daño alguno .
Podian acaso los latinos irritados perdonar al emperador Alejo su perfidia y su ingratitud ?
Aterrado Alejo con las amenazas de los cruzados, solo pensó en implorar su clemencia ; les prestó
nuevos juramentos , les hizo nuevas promesas y rechazó la culpabilidad de su traicion , imputándosela al pue
blo que no podia contener ; suplicó á sus amigos, aliados y libertadores que corrieran á defender un trono
próximo á desmoronarse y les propuso entregarles su propio palacio (1 ) .
Murzuffle fué el encargado de manifestar á los latinos las súplicas y palabras del emperador , y valiéndose
de esta ocasion para aumentar la alarma y enconar el descontento de la multitud, tuvo cuidado de hacer
esparcir el rumor de que Alejo iba á entregar á Constantinopla á los bárbaros de occidente . El pueblo se
reune en tropel tumultuoso en las calles y plazas públicas ; repítese por todas partes que el enemigo está ya
en la ciudad , que no hay que perder un instante para precaver grandes desgracias y que el imperio necesi
taba un soberano que supiese defenderlo y protejerlo .
En tanto que Alejo se ocultaba lleno de espanto en su palacio , la turba de los sediciosos corrió á la iglesia
de Santa Sofía á elegir otro emperador .

En vano los mas sabios del clero y de los patricios se esfuerzan en probar que un cambio de soberano iba
á ser causa de la perdicion del trono y del imperio ; el pueblo mismo que veinte años antes habia asesinado á
Andrónico y coronado á Isaac, rechazaba su propia obra , y despues de tres dias de tempestuosas discusiones ,
un jóven imprudente llamado Canabe se deja arrastrar por los ruegos y amenazas del pueblo. Coronase en
la iglesia de Santa Sofía y se proclama en Constantinopla un fantasma de emperador, no siendo estraño Mur
zuffle á esta revolucion popular con ulteriores fines.
Cuando Alejo sabe el desenlace del tumulto , tiembla en el fondo de su desierto palacio; no tiene mas espe

(1) Nicetas, cap. IV.


344 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ranza que los latinos ; pide por medio de repetidos mensajeros el apoyo de los condes y barones, é implora la
compasion del marqués de Monferrato , que movido por sus súplicas, entra en Constantinopla en medio de la
noche, al frente de una escogida tropa , para defender el trono y la vida de les emperadores . Murzuffle, que te
mia la presencia de los latinos , corre á la presencia de Alejo, le pinta á los cruzados como á sus mas peligro
sos enemigos, y le dice que todo está perdido si los francos penetran armados en su palacio.
Al llegar Bonifacio al palacio de Blaquernas, encuentra las puertas cerradas, y Alejo envia á decirle que no
tiene libertad para recibirle , suplicándole que salga de Constantinopla con sus soldados. El aspecto de los
guerreros de occidente habia llenado de terror al pueblo; su retirada reanima el valor y la furia de la mu
chedumbre; corren mil rumores diversos á la vez ; resuenan en las plazas públicas las quejas y las impreca
ciones; crece por momentos la turba ; se aumenta el tumulto ; se cierran las puertas de la ciudad ; corren á las
armas los soldados y los habitantes ; unos quieren atacar á los latinos , otros sitiar al emperador en su pa
lacio .

En medio de la confusion y el desórden , Murzuffle no pierde de vista la ejecucion de sus designios; atrae
á su partido las guardias imperiales , sus amigos recorren la capital escitando con sus discursos el furor y la
rabia de la muchedumbre . Pronto llega á reunirse una inmensa turba delante del palacio de Blaquernas lan
zando gritos sediciosos ; Murzuffle se presenta á Alejo , aumenta la alarma del príncipe, y fingiendo compa
decerle y protegerle , le conduce à un aposento retirado , le carga de cadenas y le hunde en un calabozo. Sa
le él mismo á decir al pueblo lo que ha hecho por el bien del imperio, y pareciendo el trono del que ba lan
zado á su soberano , bienhechor y amigo una justa recompensa de su lealtad y sus servicios , es conducido en
triunfo hasta la iglesia de Santa Sofía y coronado emperador entre las aclamaciones del pueblo .
Apenas se ve Murzuffle revestido con la púrpura imperial , trata de asegurar el fruto de su crímen ; te
miendo los caprichos del pueblo y de la fortuna , se dirige á la carcel de Alejo , le hace tragar un brebaje
envenenado , y viendo que el jóven príncipe tarda en morir, lo ahoga con sus propias manos.

Así murió el desgraciado Alejo , despues de un reinado de seis meses y algunos dias ; dirigido por pérfidos
consejos, flotando sin cesar entre el patriotismo y la gratitud , temiendo perder el afecto de sus vasallos y eno
jar á sus temibles aliados , pereció victima de su debilidad y de su irresolucion . Isaac murió de terror y de
sesperacion al saber el trágico fin de su hijo .
La historia no menciona mas á Canabe; era tal el desórden , que desde la llegada de los latinos habian
descendido violentamente del trono cuatro emperadores, y la fortuna reservaba el mismo fin á Murzuffle.
El asesino de Alejo concibió el proyecto de hacer perecer á tracion á los principales jefes de los cruzados;
envió al campamento de los latinos un oficial encargado de decir que iba de parte del emperador Alejo, cuya
muerte se ignoraba aun , suplicando al dux de Venecia y á los señores franceses que se presentaran en el pa
lacio de Blaquernas, donde se les entregarian todas las cantidades prometidas . Los señores y barones pro
metieron acceder á la invitacion del emperador , y ya se preparaban á partir con alegría , cuando Dandolo des
pertó su desconfianza y los hizo temer una nueva perfidia de los griegos . No tardaron en saber la muerte de
Isaac, de Alejo y todos los crímenes de Murzuffle; llenáronse de indignacion ; resistiéndose á creer tan horri
ble atentado , y dando al olvido las faltas de Alejo y lamentando su desgraciada suerte , juraron vengar á su
antiguo amigo . Los jefes decidieron en el consejo que debia hacerse una guerra á muerte á Murzuffle y cas
tigar una nacion que acaba de coronar la traicion y el parricidio; los prelados y eclesiásticos, mas anima
dos que los demás , invocaban los rayos de la religion y de la guerra contra el usurpador del trono imperial

y contra los griegos infieles á su soberano y al mismo Dios , prometiendo todas las indulgencias del soberano
pontifice y todas las riquezas de la Grecia á los guerreros destinados para vengar la causa de Dios y de los
hombres.

Informado Murzuffle de que la falta de víveres habia obligado á los cruzados á ir á apoderarse de la ciudad
de Frisea , salió durante la noche de Constantinopla con un numeroso ejército , y fué á situarse de emboscada
en el camino por donde debian volver de su escursion los caballeros que habian salido de su campamento

para llevar á cabo su empresa . Los griegos acometieron á los latinos de improviso, creidos de que los derro
tarian fácilmente, pero los guerreros francos se pusieron en órden de batalla sin aterrarse é hicieron tan vi
va resistencia, que los griegos se vieron obligados á emprender la fuga . Murzuffle estuvo á punto de caer en
poder de sus enemigos y debió su salvacion à la velocidad de su caballo , pero dejó en el campo de batalla su
LIBRO UNDECIMO . - 1203-1206 . 345

escudo , sus armas y el pendon de la Vírgen , que acostumbraban á llevar los emperadores delante en los ma
yores peligros .
La pérdida de este pendon antiguo y venerado llenó de luto y espanto á los griegos, y al ver los cruzados
en sus filas victoriosas el estandarte y la imágen de la patrona de Bizancio , creyeron que la Madre de Dios
abandonaba á los griegos y se declaraba en favor de la causa de los latinos .
Tras esta derrota , los griegos se persuadieron de que no les quedaba otro medio de salvacion que las for
tificaciones de su capital , y siéndoles mas fácil encontrar trabajadores que soldados , empleaban noche y dia
cien mil hombres en reparar las murallas .
Murzuffle habia aprendido á temer el valor de sus enemigos ; desconfiaba del de los griegos , y antes de
esponerse á todos los azares de la guerra , pidió una entrevista á los jefes de los cruzados . Los señores y ba
rones se negaban horrorizados á ver el usurpador del trono imperial , el asesino y verdugo de Alejo, pero
el deseo de la paz hizo que el dux de Venecia consintiera en dar oidos á las proposiciones de Murzuffle . En
rique Dandolo se dirigió en su galera hasta el estremo del golfo, y el usurpador se acercó á la orilla del mar
montado en un caballo. La conferencia fué larga y animada ; el dux exigia á Murzuffle que le ragase en el
acto cinco mil libras de oro , que ayudara á los cruzados en su espedicion á Siria y jurara nuevamente obe
diencia á la Iglesia romana . Despues de prolijas discusiones , Murzuffle prometió dar á los latinos ( 1 ) el dinero
y los ausilios que le pedian , pero no se resolvia á sufrir el yugo de la Iglesia de Roma . El dux esta ba asom
brado de ver que despues de haber ultrajado todas las leyes divinas y naturales, diera tanta importancia á las
opiniones religiosas , y lanzando una mirada de desprecio á Murzufile, le preguntó si la religion griega per
donaba la traicion y el parricidio . Irritado el emperador , disimulaba su cólera y se esforzaba á justificar su
conducta , cuando interrumpió la conferencia la presencia de varios caballeros latinos .
Murzuffle solo se ocupó desde entonces en preparar la guerra , resuelto á morir con las armas en la ma
no; mandó levantar de muchos piés las murallas y las torres que defendian la ciudad por el lado del puerto ,
y construyó galerías de varios pisos desde donde los soldados podian lanzar sus flechas y dar movimiento á
las máquinas de guerra .

Los jefes de los cruzados reunidos en su campamento se repartian en tanto los despojos del imperio y de la
capital , cuya conquista esperaban , aunque temerosos al ver los formidables preparativos de los griegos . Se
decidió en el consejo de los príncipes y barones que se nombrase un emperador en lugar de Murzuffle, y que
se eligiera en el ejército victorioso de los latinos ; el jefe del nuevo imperio debia poseer en dominio la cuarta
parte de la conquista con los dos palacios de Bucoleon y Blaquernas, y se repartirian entre franceses y vene
cianos las ciudades y tierras del imperio, lo mismo que el botin que se iba á hacerse en la capital , con condi
cion de prestar fé y homenaje al emperador . En el mismo consejo se redactaron reglamentos para fijar la
suerte del clero latino y la de los barones y señores , y se determinaron segun las leyes feudales, los derechos
y deberes de los emperadores y de los súbditos .
Los franceses habian preferido en el primer sitio de Bizancio atacar la ciudad por tierra , pero la espe

riencia les hizo apreciar los consejos de los venecianos . Los jefes resolvieron por unanimidad dirigir todos sus
ataques por el lado del mar ; se trasportaron á las naves los víveres , las armas y los bagajes; todo el ejér
cito se embarcó el jueves 8 de abril , y al dia siguiente á los primeros albores , la escuadra con los caballe
ros y sus caballos , los peregrinos con todas sus riquezas , las tiendas , las máquinas y el destino de un grande
imperio, levantó áncoras y se acercó á las murallas . Los navios y las galeras , formados en una sola línea ,
ocupaban una estension de mas de media legua : los cruzados dieron principio á un rudo y cruel ataque, de
sembarcando en muchos puntos y adelantando las máquinas hasta el pié de los muros ; en algunos parajes se
acercaron tanto las escalas de los navíos, que los que se hallaban á bordo y los que defendian las mu
rallas , combatian con las lanzas; pero poco acostumbrados los caballeros y barones á pelear sobre un cam
po de batalla flotante , acometian con furor pero con desórden . El ataque continuó hasta la hora de nona ; en
tonces la mala fortuna , dice el mariscal de Champaña , ó mas bien nuestros pecados quiso que fuéramos re—
chazados. Los que habian saltado en tierra volvieron á las naves y la escuadra se alejó de las murallas . El

(1) Nicetas, lib I , cap. 2 : Reinado del emperador Alejo Ducas.

(42 y 13, 11
346 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

pueblo de Bizancio corrió á las iglesias á dar gracias al cielo por tan señalada victoria , y el mismo esceso de
su alegría demostró el temor que le inspiraban los latinos (1 ) .
Aquella noche celebraron consejo en una iglesia cercana al campamento los jefes de los cruzados , que pro
pusieron diversos pareceres, pero que resolvieron repetir el ataque tres dias despues por el mismo punto don
de habian sido rechazados .

Era un viernes y se emplearon el sábado y el domingo en dar disposiciones para el nuevo asalto . Los griegos
se ocuparon tambien en los preparativos de su defensa ; Murzuffle habia alzado sus tiendas con una parte de
su ejército en la colina llamada en el dia el barrio de Fanar . El lunes al amanecer se dió la señal del ataque ;
todos los peregrinos tomaron las armas, y su escuadra se dirigió hácia las murallas , lo cual al ver los de la
ciudad, estas son las espresiones de Villehardouin , empezaron á temer mas que el primer dia . Tampoco los
guerreros de la cruz podian reprimir su temor al ver tanta gente en las torres y murallas de la ciudad , y pa
ra inflamar el ardor y emulacion de los guerreros , los jefes de los latinos hicieron publicar por un heraldo
de armas que el primero que enarbolase el pendon de los cruzados sobre una torre de la ciudad recibiria cin
cuenta marcos de plata .
Dióse principio al ataque que muy pronto se hizo general ; era tan horrible el estruendo de la batalla que
parecia que la tierra iba á abismarse ; las naves iban unidas de dos en dos , para que en cualquier punto el
número de los sitiadores pudiera responder al de los sitiados . Esté asalto duró muchas horas ; pero Dios envió
por fin un viento de norte que empujó las naves cerca de la orilla , de tal modo que dos palandrias ligadas en
tre sí , llamada la una Peregrina y la otra Paraiso , quedaron encalladas al lado de una torre. Se hallaban en
cllas el obispo de Troyes y el de Soissons; y apenas se arrimaron las escalas á las murallas, se vieron dos
guerreros francos en lo alto de una torre de la ciudad . Era el uno francés y se llamaba Urboise , y el otro ve
neciano, llamado Pedro Alberti , los cuales arrastraron en pos una multitud inmensa de soldados .
Los griegos sucumben bajo el acero de los latinos ó emprenden la fuga : en medio de la pelea el valiente
Alberti es muerto por un francés que le cree griego , y que al conocer su error, quiere matarse en su deses
peracion en la animacion del combate apenas advierten los cruzados esta dolorosa y trágica escena ; las ban
, deras de los obispos de Troyes y de Soissons colocadas en lo alto de la torre atraen las miradas de todo el ejér
cito , inflamando á los que estaban aun en las naves y de todas partes se apresuran y abalanzan al asalto. Los
cruzados se apoderan de cuatro torres ; caen´tres puertas á los golpes del ariete; los caballeros salen de las
naves con sus caballos y todo el ejército de los peregrinos se precipita á un tiempo en la ciudad . Un caballero
llamado Pedro Bracheus , que habia entrado por la puerta Petrion , penetró casi solo hasta la colina donde esta
bo acampado Murzuffle; los griegos lo creyeron en su terror un gigante , y el mismo historiador Nicetas dice ,
que su casco parecia una torre ( 2) . Los soldados del emperador huyeron al ver tan solo un caballero francés .
El ejército de los latinos avanzaba á banderas desplegadas ; «Entonces , dice el mariscal de Champaña , hu
bierais visto caer griegos por todas partes , ganar los nuestros caballos , palafrenes , mulos y demás botin , y
tantos muertos y heridos , que no podian contarse .» Los cruzados prendieron fuego al barrio que habian in
vadido , y las llamas impelidas por el viento anunciaron hasta los estremos de la ciudad la presencia de un
vencedor irritado . El pueblo estaba sumido en el mayor terror ; mientras todos huian ante ellos , los cruzados
se asombraban de su victoria , y temiendo al acercarse la noche alguna sorpresa , fuéron á situarse cerca de
la escuadra y debajo de las murallas y torres que habian tomado. El marqués de Monferrato se acampó con
los suyos en un barrio desde donde se podia vigilar la ciudad ; Enrique de Hainaut alzó sus tiendas delante
del palacio de Blaquernas , y el conde de Flandes ocupó por un feliz augurio las tiendas imperiales abando
nadas por Murzuffle .
Constantinopla fué tomada de este modo por asalto el 10 de abril del año de la Encarnacion 1204 .
Durante la noche Murzuffle hizo todos los esfuerzos posibles para reunir sus soldados dispersos , pero viễn
dose abandonado de sus parciales , buyó arrastrando tras su huella una inmensa y aterrada muchedumbre .
Y como si el imperio necesitase la presencia de un emperador en su última hora , una turba insensata corrió
á la iglesia de Santa Sofía donde se presentaron á merecer los sufragios de la asamblea Teodoro Ducas y

(1) Villehardouin : Nueva coleccion de Memorias para la historia de Francia , t. I.


2 Nicetas, lib. IV.
Peint par Eug. Delacroix
1
LIBRO UNDECIMO . - 1203-1206 . 347

Teodoro Lascaris . Recayó la eleccion en este último que no se atrevió á ceñir su frente con la corona imperial.
No tardan en oirse las trompetas de los latinos ; apodérase el terror de los mas valientes y nadie piensa en
disputar la victoria á los cruzados . Queda solo Lascaris y se ve precisado á abandonar una ciudad que nadie
quiere defender . De modo que Constantinopla , que habia visto dos emperadores en una noche y se encontra
ba otra vez sin soberano , solo presentaba la imágen de una nave sin timon , combatida por los vientos y pró
xima á perecer bajo los embates de la tempestad . El incendio abarcó muchos barrios y devoró , segun espre
sion de los barones , mayor número de casas que las que contenian las tres ciudades mas populosas de Francia
y Alemania ( 1 ) . El incendio duró toda la noche ; cuando empezó á asomar el dia , los cruzados se prepararon
á continuar su victoria al resplandor de las llamas , y avanzaban con desconfianza y precaucion , cuando oye
ron voces suplicantes , y una multitud de mujeres , niños y ancianos , precedidos del clero llevando cruces é
imágenes de santos , se arrojaron á los piés de los vencedores .
Los jefes se enternecieron al oir los ayes de aquella muchedumbre desolada ; un heraldo de armas recor
rió las filas proclamando las leyes de la clemencia ; se dió órden á los soldados de perdonar la vida de los ha
bitantes y respetar el honor de casadas y doncellas , y el clero latino unió sus exhortaciones á las de los jefes ,
amenazando con los rayos de la escomunion á los que abusasen de la victoria para ultrajar la humanidad .
Los cruzados avanzaban en tanto al rumor de clarines y trompetas; pronto enarbolaron sus pendones en
los principales barrios de la ciudad , y cuando Bonifacio entró en el palacio de Bucoleon , que se creia ocupado
por las guardias imperiales , quedó sorprendido al encontrar un gran número de mujeres de las primeras ca
sas del imperio , sin mas defensa que sus gemidos y sus lágrimas. Margarita , hija del rey de Hungría y esposa
de Isaac , é Inés , hija de Luis VII , rey de Francia , esposa de dos emperadores , se arrojaron á las plantas de los
caballeros y barones implorando su misericordia . El marqués de Monferrato respetó su infortunio y les dió
guardias para su defensa .
En tanto que Bonifacio se apoderaba del palacio de Bucoleon , Enrique de Hainaut tomaba posesion del de
Blaquernas . Estos dos palacios , llenos de inmensas riquezas , se preservaron del saqueo, y no presentaron las
deplorables escenas que durante muchos dias llenaron de desolacion á Constantinopla .
Impacientes los cruzados de recoger los tesoros que de antemano se habian repartido, se esparcieron por
todos los barrios de la capital y arrebataron sin compasion cuanto se presentaba á su codicia ; lo mismo inva
dian las casas pobres como las de los ricos ; la licencia-de los soldados crecia con la vista del botin ; los mas
indisciplinados y perversos arrastraban á los demás con su ejemplo , y la embriaguez de la victoria no tuvo fre
no , temor ni compasion .
Los cruzados que no derramaban sangre , se valian del ultraje y la violencia para despojar á los vencidos ;
no habia sitio alguno en Constantinopla libre de su bárbara persecucion , y á pesar de las prohibiciones re
novadas varias veces por sus jefes y sacerdotes , no respetaron el pudor de las mujeres ni la santidad de los
templos . Los soldados y criados del ejército despojaban los sepulcros de los emperadores ; el cuerpo de Justi
niano, que los siglos habian conservado y que se presentó entero á sus ojos , no bastó para contener sus manos
sacrilegas y hacerles respetar la paz de la tumba . Veíaseles en los templos dirigirse con brutal avidez á don -
de brillaba la seda y el oro ; hicieron pedazos el altar de la Virgen que adornaba la iglesia de Santa Sofía y
que se admiraba como una obra maestra del arte ; desgarraron el velo del santuario ; jugaban á los dados so
bre las mesas de mármol que representaban los apóstoles y se embriagaban con los vasos sagrados . Los ca
ballos y mulos conducidos hasta dentro de los templos sucumbian bajo el peso de los despojos , y heridos á
sablazos , manchaban con su sangre el pavimento de Santa Sofía . Una prostituta , que Nicetas llama servidora
de los demonios y sacerdotisa de las furias , subió á la cátedra patriarcal , entonó una cancion impúdica y
bailo en la iglesia en medio de la turba de los soldados , como insultando las ceremonias de la religion .
El historiador Nicetas acusa á los cruzados de haber escedido en barbarie á los turcos y les recuerda el

ejemplo de los soldados de Saladino , que dueños de Jerusalen , no violaron el pudor de las matronas y vírgenes,
no amontonaron los cadáveres sangrientos en torno del sepulcro del Salvador ni atormentaron á los cristianos
con el fuego , el hierro, el hambre y la desnudez .

Las campiñas cercanas al Bósforo ofrecian un espectáculo tan lastimoso como la capital ; tambien habian

(1) Villehardouin , lib. V.


348 HISTORIA DE LAS CRUZADAS . ·

sido asoladas y entregadas al saqueo las aldeas , las iglesias y las quintas ; una muchedumbre desesperada
inundaba los caminos y marchaha sin direccion perseguida por el temor , sucumbiendo al cansancio y lan-
zando gritos dolorosos ; veíanse senadores y patricios descendientes de familias imperiales buscando un mise-
rable asilo y vagando cubiertos de andrajos en torno de su capital .
En tanto que los cruzados saqueaban la iglesia de Santa Sofía , el patriarca huia implorando la caridad de
los pasajeros , todos los ricos habian caido en la indigencia y solo inspiraban desprecio , y no escitaban ya el
respeto la nobleza mas ilustre , las mas altas dignidades ni el brillo del talento ó de la virtud . La miseria , se-
mejante á una muerte inevitable , habia borrado todas las distinciones y clases ; los hombres de la bez del
pueblo acababan de despojar á los fugitivos insultando su desgracia , y se oia á una multitud insensata que
se regocijaba con el infortunio público , aplaudir la humillacion de los grandes y patricios y llamar dias de
justicia é igualdad tan desastrosos dias .
Los griegos habian acusado varias veces de ignorancia á los latinos ( 1 ) ; los caballeros cruzados , sin tra-
tar de rechazar los ultrajes de sus enemigos , no apreciaban mas trofeos que los del valor y los trabajos de la
guerra , y despreciaban las artes y las gratas ocupaciones de la paz . Este bélico espíritu les arrastró á des-
truir los monumentos que adornaban las plazas y los edificios públicos de Bizancio . Constantinopla habia per-
manecido hasta entonces en pié en medio de las ruinas de muchos imperios , habia recogido el naufragio de las

artes y mostraba aun las obras maestras salvadas del tiempo y de la barbarie . El bronce , donde respiraba
el genio de la antigüedad , fué arrojado al horno y convertido en moneda para satisfacer la avidez de los sol-
dados , y cayeron bajo los bárbaros golpes del vencedor los héroes y dioses del Nilo, los de la antigua Grecia
y de la antigua Roma y las obras maestras de Fidias y Praxiteles.
Mientras la mayor parte de los guerreros arrebataban el oro, las piedras preciosas, las colgaduras y las
ricas telas de oriente , los peregrinos mas devotos , especialmente los eclesiásticos, recogian un botin mas ino-
cente y mas propio de los soldados de Jesucristo. Muchos desobedecieron las órdenes de sus jefes y superio-

res y no se desdeñaron de valerse de súplicas y amenazas , de astucia ó de violencia para proporcionarse


algunas reliquias , objeto de su respeto y veneracion . La historia contemporánea trae muchos ejemplos que
servirán para manifestarnos el espíritu de los peregrinos vencedores de Bizancio .
Martin Litz, abad de París en la diócesis de Basilea , entró en una iglesia que acababa de sufrir el saqueo ,
y penetrósin ser visto hasta un sitio retirado donde habia numerosas reliquias depositadas bajo la custodia de
un monje . Se hallaba entonces este monje en oracion y alzaba al cielo sus manos suplicantes ; su ancianidad
y sus canas, su ferviente piedad y el dolor impreso en su frente debian inspirar respeto y compasion ; pero
Martin se acercó con ademan colérico al venerable custodio del sagrado tesoro y le dijo con acento amenaza-
dor : « ¡ Desventurado anciano, prepárate á morir si no me guias al lugar donde ocultas tus reliquias ! »
Aterrado el monje con esta amenaza se levantó temblando y enseñó un enorme cofre de hierro en donde el
piadoso abad hundió piadosamente sus manos apoderándose de cuanto mas precioso pudo hallar . Regocijado
con esta conquista corrió á ocultar su tesoro en una nave y supo con piadoso ardid ocultarlo durante muchos
dias á los ojos de todos losjefes y prelados del ejército , que habian mandado severamente á los peregrinos
que todas las reliquias se depositasen en un sitio designado con este objeto . Entre las preciosas reliquias que
llevó Litz á Basilea se notaba un pedazo de la verdadera cruz , les huesos de san Juan Bautista y un brazo

de Santiago.
No tuvo tanta destreza otro sacerdote llamado Galon de Dampierre de la diócesis de Langres , quien no ha→
biendo tenido parte en el reparto de las reliquias, fué á arrojarse á los piés del legado del papa pidiéndole ,
bañado en lágrimas , el permiso de llevar á su pais la llave de san Mamas; otro eclesiástico , que era de Picar-
día , y que encontró la llave de san Jorje y la de san Juan Bautista , ocultas entre escombros , se apresuró á
partir de Constantinopla, y cargado con tan precioso botin, fué á ofrecer á la catedral de Amiens , su patria ,
las reliquias cuya posesion le habia dado la Providencia (2) .
Los príncipes y barones no desdeñaron estos santos despojos ; habiéndole tocado á Dandolo en el reparto un

1) Nicetas prodiga los epitetos de bárbaros, ignorantes y groseros á los príncipes latinos, les echa en cara su ignorancia de la len
gua griega y de las obras de Homero, y hasta les vitupera sus manjares favoritos que , segun él, consistian en buey cocido, tocino
salado , en guisantes y sopa con ajo y yerbas fuertes.
2) Histor . Ecles, de Fleury , t. XVI , t . 143.
LIBRO UNDECIMO . - 1203-1206 . 349

pedazo de la verdadera cruz que el emperador Constantino hacia llevar delante de sí en la guerra , lo rega ló
á la república de Venecia ; Balduino se reservó la corona de espinas de Jesucristo y otras muchas reliquias
halladas en el palacio de Bucoleon , y envió á Felipe Augusto rey de Francia un trozo de la verdadera cruz
de un pié de longitud , los cabellos de Jesucristo siendo niño y el pañal en que fué envuelto el Hombre Dios
en el establo donde nació .

Despojados de este modo por los vencedores los sacerdotes y monjes griegos, abandonaron llorando los
restos de los santos que se habian confiado á su custodia y que todos los dias curaban enfermos , hacian an
dar á los cojos , volvian la luz á los ciegos y daban fuerzas á los paralíticos . Estos santos despojos , que la de
vocion de los fieles habia reunido de todas las comarcas de oriente, vinieron á adornar las iglesias de Francia
é Italia , y fueron recibidas por los cristianos de occidente como el mas glorioso trofeo de las victorias que
Dios habia concedido á los cruzados .
Constantinopla habia caido en poder de los latinos el dia 10 de abril ; acercábase el fin de la cuaresma . El

mariscal de Champaña , despues de haber contado algunas de las escenas que acabamos de describir , dice con
sencillez Así se pasaron las fiestas de Pascuas floridas . El clero invitaba á los cruzados á la penitencia ; la
voz de la religion penetró por fin los corazones endurecidos por la victoria ; los soldados acudieron á ´las igle
sias que
habian devastado , y celebraron los padecimientos y la muerte de Jesucristo sobre los vestigios de sus
altares.

Esta época solemne inspiró sin duda algunos sentimientos generosos ; todos los latinos dieron oidos al len
guaje de la caridad cristiana , y debemos decir en honor de los caballeros y eclesiásticos , que la mayor parte
de ellos protegieron la libertad y la vida de los ciudadanos y la honra de las matronas y las vírgenes ; pero era
tal el espíritu que animaba entonces á los guerreros , que todos los cruzados se dejaron arrastrar por la sed
del botin , y lo mismo los jefes que los soldados ejercieron sin miramiento ni escrúpulo el derecho de despojar
los vencidos que les daba la victoria .
Se designaron tres iglesias para depositar todos los despojos de Constantinopla ; los jefes mandaron á los
cruzados que presentasen el producto del botin , y amenazaron con pena de muerte y de escomunión á los
que ocultasen el precio y la recompensa reservada á los esfuerzos de todo el ejército . Muchos soldados y aun
algunos caballeros se dejaron llevar por la avaricia y no manifestaron objetos preciosos venidos á sus manos ,
a lo cual produjo, dice el mariscal de Champaña, que el Señor empezase á amarles menos, porque sucede
con frecuencia que los buenos padecen por los malos (1 ) . » La justicia de los condes y barones fué inflexi

ble con los culpables ; el conde de San Pablo hizo ahorcar á uno de sus caballeros que habia estraviado par
te del botin ; de modo que los griegos , despojados por la violencia , pudieron presenciar el suplicio de algunos
de los raptores de sus bienes, y vieron con sorpresa los reglamentos de una severa equidad unidos á los de
sórdenes de la victoria Ꭹ del saqueo .
Terminadas las fiestas de Pascuas, los cruzados se repartieron las riquezas conquistadás ; là cuarta parte
del botin quedó reservado para el jefe que debia nombrarse emperador y el resto dividido entre franceses y
venecianos . Los cruzados franceses , á pesar de haber conquistado á Zara en beneficio de Venecia , pagaron no
obstante los cincuenta mil marcos de plata que debian á la república , y se añadió esta cantidad á la parte
de botin que les pertenecia . En la particion que se hizo entre los guerreros de Lombardía , de Alemania y
de Francia , cada caballero obtuvo una cantidad igual á la de dos ginetes, y cada ginete una parte igual á la de
dos infantes . Todos los despojos de los griegos solo produjeron un millon y cien mil marcos de plata . Aunque
esta cantidad era mucho mayor que las rentas de todos los reinos de occidente , estaba muy distante de repre
sentar el valor de las riquezas acumuladas en Bizancio . Si al apoderarse de la ciudad los barones y señores
se hubieran contentado con imponer un tributo á los habitantes , hubiesen podido recoger una cantidad mas
considerable, pero este medio pacífico de apoderarse de los tesoros no era propio de su carácter ni de sus ideas .
La historia cuenta que los venecianos , como mas ilustrados , dieron en aquella circunstancia prudentes conse
jos y presentaron proposiciones que fueron desechadas desdeñosamente . Los guerreros franceses no se avenian
á someter á cálculos las ventajas de la victoria ; el producto del saqueo era á sus ojos el fruto mas digno de la
conquista y la mas noble recompensa del valor .

1)
Lib. V.
350 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Los cruzados no conocian el yerro que acababan de cometer arruinando el pais que iba á ser su patria : al
repartirse de este modo los ricos despojos del imperio de oriente y entregarse á la alegría , no reflexionaban
que la ruina de los vencidos podria acarrear algun dia la de los vencedores y que se harian tan pobres como
los griegos que habian despojado . Sin remordimiento ni prevision , y esperándolo todo de su espada , se ocu
paron en nombrar un jefe que reinara en un pueblo y una ciudad llenos de luto y desolacion . La púrpura
imperial deslumbraba tambien sus ojos y era objeto de su ambicion el trono derribado por sus armas . Ville
hardouin no se asombra de que hubiera «tantos aspirantes á una dignidad y á un honor como el de un impe
rio .» Escogiéronse seis electores entre los nobles venecianos y otros seis entre los eclesiásticos franceses para
dar un soberano á Constantinopla , y los doce electores se reunieron en la capilla del palacio de Bucoleon ,
donde juraron sobre el Evangelio no coronar mas que el mérito y la virtud .
Tres jefes principales de la cruzada merecian igualmente los sufragios de los electores ; si la púrpura habia
de ser el premio de la esperiencia , de la rectitud en los consejos y de los servicios prestados á la causa de los
latinos, debian dársela á Enrique Dandolo , que habia sido el móvil y el alma de la empresa . El marqués de
Monferrato reunia tambien los títulos mas recomendables ; los cruzados le habian elegido por su jefe, y los

griegos le reconocian ya por su soberano ; su valor probado en mi combates prometia un firme y generoso
sɔsten al trono , que se volvia á alzar del seno de los escombros ; su prudencia y su moderacion debian hacer
esperar á los latinos y los pueblos de Grecia , que una vez sentado en el trono imperial , repararia los males
de la guerra . Balduino tenia tambien derechos tan incontestables como sus dos rivales; el conde de Flandes
era pariente de los monarcas mas poderosos de occidente y descendia por línea femenina de Carlomagno ; se
hacia amar de sus soldados de cuyos peligros participaba , y habia merecido la estimacion de los griegos , que
hasta en medio de los desórdenes de la conquista , lo celebraban como el campeon de la castidad y del honor .
Balduino era el protector de los débiles y el amigo de los pobres ; amaba la justicia y no temia la verdad ; su
juventud, que habian honrado brillantes hazañas y sólidas virtudes; la categoría que ocupaba entre los prín
cipes y guerreros ; su piedad , sus luces y su amor al estudio y á los sabios , le hacian digno de sentarse en el
trono de Augusto y de Constantino .
Los electores fijaron en un principio sus miradas en el venerable Dandolo , pero los republicanos de Vene
cia se aterraron con la idea de convertir en emperador á uno de sus ciudadanos , y escitaron á la asamblea á
que nombrasen uno de los jefes del ejército . Quedaron entonces dos pretendientes dignos de la eleccion ; el
conde de Flandes y el marqués de Monferrato. Los venecianos temieron ver sentado en el trono de Constan
tinopla á un príncipe que tenia algunas posesiones cerca de su territorio como el marqués é inclinaron la ba
lanza en favor del noble Balduino .

Los cruzados reunidos delante del palacio de Bucoleon , esperaban con impaciencia la decision de los elec
tores ; á las doce de la noche el obispo de Soissons se adelantó hácia la puerta y pronunció en alta voz estas
palabras : « La hora de la noche que vió nacer el Salvador del mundo , da orígen á un nuevo imperio bajo
la proteccion del Todopoderoso : vuestro emperador es Balduino , conde de Flandes y de Hainaut! »
Lanzaron gritos de alegría venecianos y franceses; el pueblo de Constantinopla , que con tanta frecuencia
habia cambiado de soberanos , aceptó sin repugnancia al que acababan de darle y unió sus aclamaciones á
las de los latinos . Alzaron á Balduino sobre un escudo y lo llevaron en triunfo hasta la iglesia de Santa Sofía .
El marqués de Monferrato seguia el cortejo de su rival ; sus compañeros de armas ensalzaron el ejemplo de
generosa sumision que les daba , y su presencia atrajo las miradas tanto como la pompa guerrera que rodea
ba al nuevo emperador .
Se aplazó la ceremonia de la coronacion hasta el cuarto domingo despues de Pascuas; en este intervalo se
celebró con mucho brillo el casamiento del marqués de Monferrato con Margarita de Hungría , viuda de Isaac.
Constantinopla vió en su recinto las fiestas y espectáculos de occidente , y los griegos oyeron por vez primera
en sus iglesias las oraciones é himnos de los latinos .
El emperador Balduino se dirigió á la iglesia de Santa Sofía acompañado de los barones y el clero , el dia
prefijado para su coronacion ; mientras se celebraba el oficio divino , fué alzado sobre un trono , y el
legado del papa , que hacia las funciones de patriarca ; le revistió con la púrpura . Dos caballeros lleva
ban delante de él el laticlave de los cónsules romanos , y la espada , imperial que empuñaba por fin la
mano de los guerreros y de los héroes ; el jefe del clero, en pié delante del altar , pronunció en grie
LIBRO UNDECIMO . -1203-1206 . 351

go estas palabras : Es digno de reinar , y todos los asistentes repitieron á coro : ¡ Es digno, es digno
El nuevo emperador distribuyó despues de la ceremonia las principales dignidades del imperio entre sus
compañeros de armas ; dió al mariscal de Champaña el título de mariscal de Romania ; al conde de San Pa
blo la dignidad de condestable, y á Conon de Bethune, á Macario de Santa Menehould y á Miles de Brabante
los cargos de protovestiario , de copero y de repostero. El dux de Venecia , creado déspota ó principe de Roma
nía , obtuvo el derecho de llevar borceguies de púrpura , privilegio reservado entre los griegos á los príncipes
de la familia real . Enrique Dandolo representaba en Constantinopla á la república veneciana ; la mitad de la
ciudad estaba bajo su dominio y reconocia sus leyes; elevábase por su dignidad tanto como por sus hazañas
sobre todos los príncipes y grandes de la corte de Balduino , y era el único exento de prestar fé y homenaje
al emperador por los territorios que debia poseer .
Los señores y barones estaban impacientes y deseaban que se repartiesen las ciudades y provincias delim
perio ; un consejo compuesto de doce patricios de Venecia y doce caballeros franceses se encargó de esta par
ticion . Tocaron á los franceses la Bitinia , la Romanía ó la Tracia , Tesalónica , toda la Grecia desde las Termó
pilas hasta el cabo Sunio y las islas mayores del Archipiélago , los venecianos se quedaron con la posesion de
las Cícladas y Esporadas en el Archipiélago , las islas y la costa oriental del golfo Adriático , las costas de la
Propóntida y del ponto Euxino , las riberas del Hebro y del Vardas , las ciudades de Cipseles , Did: mótica y
An Irinópolis , las comarcas marítimas de la Tesalia , etc.
Las tierras situadas mas allá del Bósforo fueron erigidas en reino y las obtuvo el marqués de Monferrato
juntas con la isla de Candía . Bonifacio las cambió por la provincia de Tesalónica y vendió la isla de Candía á
la república de Venecia por treinta libras de oro (4 ) . Las provincias de Asia fueron cedidas al conde de Elois
que tomó el título de duque de Nicea y de Bitinia . Cada señor y baron habia recibido en la distribucion de
las ciudades y tierras del imperio dominios cuya estension y riqueza eran proporcionadas al rango ó servi
cios del nuevo posesor , de modo que cuando oian hablar de tantos paises, cuyos nombres apenas conocian ,
los guerreros de occidente se asombraban de sus conquistas y creian que habia logrado su ambicion la mayor
parte del universo .

En la embriaguez de su alegría se declaraban dueños de todas las provincias que habian formado el impe
rio de Constantinopla ; se sacaban por suerte los paises de los medas y los partos y los reinos que estaban ba
jo la dominacion de los turcos y sarracenos ; muchos barones querian reinar en Alejandría ; otros se disputa
ban el palacio de los sultanes de Iconium ; algunos caballeros trocaban por posesiones nuevas lo que les habia
caido en suerte, y otros se quejaban de su parte y pedian aumento de territorio. Los vencedores compraban
las ciudades del imperio con los tesoros procedentes del saqueo , y vendian y jugaban á los dados las pro
vincias y sus habitantes . Constantinopla se convirtió durante algunos dias en un mercado donde se traficaba
con el mar y sus islas , con los pueblos y sus riquezas .
El clero latino no permanecia en tanto con los brazos cruzados : se repartieron entre franceses y venecianos
todos los santuarios de Constantinopla , y decidieron que el patriarca se nombrara entre los venecianos . Se
gun este convenio , ocupó la silla de Santa Sofía Tomás Morosini.
Nadie resistia ya las armas de los cruzados y la fama publicaba sus hazañas y su poderío , pero la capital
y las provincias estaban desiertas. Balduino escribió al papa anunciándole sus estraordinarias victorias , y
tomando el título de caballero de la Santa Sede , invocaba su proteccion , con la esperanza de que el cccident ›
se declarara en favor de su causa .

El marqués de Monferrato y el dux de Venecia , que hasta entonces habian despreciado las amenazas de la
Iglesia , unieron sus protestas y ruegos á los de Balduino, y para desarmar la cólera de I nocencio, le mani
festaban que la conquista de Constantinopla preparaba la libertad de Jerusalen y ensalzaban las riquezas del
pais que acababan de someter á las leyes de la Santa Sede .
Aunque el pontífice acriminaba al ejército victorioso de los latinos el haber preferido las riquezas de la
tierra á las del cielo , se enterneció con las súplicas y humilde sumision de los héroes que hacian temblar el
oriente , y aprobó la absolucion que concedió el cardenal Pedro de Capua á los venecian os escomulgados des
de el sitio de Zara . Aprobó tambien la eleccion de Balduino , que manifestaba tanta adhesion á la Santa Sede ,

(1 ) Esta venta se hizo en agosto de 1204. Sanuto la cita , p. 533.


352 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

y consintió en reconocer un imperio al que debia dar leyes ; escribió á los obispos de Francia, diciéndoles que
Dios se habia dignado consolar á la Iglesia con la conversion de los herejes ; invitó, en nombre del empera
dor Balduino, á los franceses de todo sexo y condicion á que se trasladasen á Grecia para alcanzar tierras y
riquezas segun su mérito y calidad , y prometió las indulgencias de la cruzada á los fieles que partieran á de
fender Ꭹ hacer florecer el nuevo imperio de oriente .

No obstante el papa no perdia de vista la espedicion de Siria y creia que los ausilios enviados á Constanti
nopla contribuirian á rescatar los santos lugares . El rey de Jerusalen imploraba m as que nunca por medio
de cartas y embajadores la proteccion eficaz de la Santa Sede y de los príncipes de occidente .
El nuevo emperador de Bizancio no renunciaba á la esperanza de ausiliar las colonias cristianas de Siria ,
y con objeto de reanimar el valor de sus hermanos de Tierra Santa , envió á Tolemaida la cadena del puerto y
las puertas de Constantinopla . Cuando llegaron á Palestina estos trofeos de la victoria , asolaban las ciudades
y campiñas la miseria , el hambre y todos los azotes de una infausta guerra ; el pueblo de Tolemaida pasó del
esceso del dolor á los trasportes de alegría al recibir la noticia de un próximo ausilio ; la fam a , publicando les
milagrosas conquistas de los compañeros de Balduino y de Bonifacio , llevó la esperanza y la seguridad á to
das las ciudades cristianas de Siria y esparció el terror entre los musulmanes ; Malek - Adhel acababa de ha
cer una tregua con los cristianos , y temiendo verla rota , se preparaba á defenderse de sus enemigos .
La mayor parte de los defensores de la Tierra Santa , que solo habian esperimentado los desastres de la
guerra , desearon participar de la gloria y de la fortuna de los franceses y venecia nos , y hasta los mismos
que habian abandonado el ejército victorioso en Zara y habian vituperado la espedicion de Constantinopla,
creyeron que la voluntad del cielo los llamaba á las orillas del Bósforo y partieron de Tierra S anta . Arrastra
do el legado del papa , Pedro de Capua , por el ejemplo de los demás cruzados , fué á animar con su presencia
el celo del clero latino que se ocupaba en la conversion de los infieles, y los caballeros de San Juan y del
Temple se trasladaron tambien á Grecia , donde habian prometido á su valor gloria y riquezas, de modo que
el rey de Jerusalen quedó casi solo en Tolemaida y sin medios para hacer respetar la tregua que acababa de
hacer con los infieles .

Balduino se apresuró á dar acogida á los defensores de la Tierra Santa , pero enturbió su alegría la noticia
de la muerte de su esposa Margarita de Flandes . Esta princesa se habia embarcado en la escuadra de Juan de
Nesle creyendo encontrar á su esposo en Palestina , y sucumbiendo al cansancio y quizás al pesar de una lar

ga ausencia , cayó enferma en Tolemaida , muriendo al saber que Balduino habia sido nombrado emperador
de Constantinopla . La nave destinada á conducir á las orillas del Bósforo la nueva emperatriz, solo llevó sus
restos mortales .

El emperador y sus barones , á pesar de los refuerzos que acababan de recibir , apenas tenian veinte mil
hombres para defender sus conquistas y contener el pueblo de la capital y sus provincias ; el sultan de lco
nium y el rey de los bulgarios amenazaban mucho tiempo hacia còn una invasion las tierras cercanas á sus
estados; la caida del imperio gricgo ofrecia á sus designios ambiciosos una ocasion favorable , y los pueblos de
Grecia estaban vencidos , pero no dominados . Como el desórden que acompañó la conquista de Bizancio au
torizaba el derecho de la espada y de la fuerza , todos los griegos que estaban aun sobre las armas , trataron
de formarse un principado ó un reino . Un nieto de Andrónico fundó en una provincia griega del Asia Menor
el principado de Trebisonda ; Leon Sgurra , dueño de la ciudad de Nápoli, habia estendido sus dominios con la
injusticia y la violencia , y valiéndonos de una comparacion de Nicetas, se habia aumentado como el torrente
que hincha la tempestad y crece con sus aguas; era un conquistador bárbaro y un tirano feroz que reinaba
ó mas bien llenaba de terror la Argólida y el istmo de Corinto.
Miguel el Angel Comneno restauró el reino de Epiro empleando las armas de la traicion , y dominaba bajo
sus leyes un pueblo salvaje y belicoso . Teodoro Lascaris, que habia huido cual otro Eneas , dejando su patria
entregada á las llamas , reunió tropas en Bitinia y se hizo proclamar emperador en Nicea , de donde debia
volver algun dia su familia en triunfo á Constantinopla . Murzuffle , que habia terminado todos los crímenes
inaugurados por Alejo , no temió entregarse á su rival , de cuya bija era el esposo . Los malvados se castigan
entre si con frecuencia ; Alejo abrumó á Murzuffle de agasajos , y atrayéndole á su casa , mandó arrancarle
los ojos . Abandonado Murzuffle por los suyos en tan lastimoso estado , fué á ocultar su vida y su miseria en
Asia , don le cayó en poder de los latinos . Conducido á Constantinopla y condenado á expiar sus crímenes con
LIBRO UNDECIMO . - 1203-1206 . 353

una muerte ignominiosa , fué arrojado desde lo alto de una columna erigida por el emperador Teodosio en la
plaza del Tauro .
No quedaron impunes la perfidia y la crueldad de Alejo ; el usurpador se vió precisado á vagar de ciudad
en ciudad , ocultando algunas veces la púrpura imperial bajo los harapos de un mendigo , y debió por algun
tiempo su salvacion al desprecio que inspiraba á los vencedores . Despues de andar errante , cayó en poder
del marqués de Monferrato , que lo envió á Italia ; huyó de su prision , volvió al Asia y encontró un asilo en
la corte del sultan de Iconium : no pudiendo resolverse á vivir en paz en su retiro, se unió á los turcos que
iban á atacar á su yerno Lascaris, y á quien no perdonaba que reinase en Bitinia ; habiendo sido derrotados
los turcos , el príncipe fugitivo cayó por fin en manos del emperador de Nicea que lo mandó encerrar en un
monasterio , donde murió olvidado de griegos y latinos . Habia reinado ocho años , tres meses y diez
dias.

Mientras los príncipes vencidos se hacian la guerra entre sí y se disputaban las ruinas del imperio , los con
des y barones franceses abandonaban la capital para tomar posesion de las ciudades y provincias que habian reci
bido en el reparto . Muchos se vieron precisados á conquistar con las armas en la mano los territorios que se
les habia señalado . El marqués de Monferrato partió á visitar el reino de Tesalónica y recibir el homenaje
de los nuevos vasallos; el emperador Balduino, seguido de su hermano Enrique de lainaut y de un gran
número de caballeros , recorrió la Tracia y la Romanía , y en todas partes oyó al pasar las ruidosas aclama
ciones de un pueblo mas idóneo para adular á sus vencedores que para combatir á sus enemigos . Cuando
llegó á Andrinópolis , donde fué recibido en triunfo , el nuevo emperador anunció el proyecto de continuar
su marcha hasta Tesalónica . Esta resolucion inesperada sorprendió al marqués de Monferrato, que mostró
deseos de ir solo á su reino ( 1 ) ; Bonifacio prometia someterse al emperador y emplear todas sus fuerzas con
tra los enemigos del imperio , pero temia la presencia del ejército de Balduíno en sus ciudades asoladas por la

guerra . Originóse una grave contienda entre ambos príncipes : el marqués de Monferrato acusaba al empe
rador de intentar apoderarse de sus estados , y Balduino creia ver en la resistencia de Bonifacio el secreto
designio de desconocer la soberanía del jefe del imperio . Los dos eran justicieros y moderados , pero desde
que el uno era rey de Tesalónica y el otro emperador de Constantinopla , tenian cortesanos que se esforzaban
en atizar su discordia y su animosidad . Los unos decian á Bonifacio que Balduino no tenia razon y que abu
saba de un poder que debiera haber sido el premio de las virtudes de que carecia ; los otros manifestaban al
emperador que era demasiado generoso con sus enemigos , y en el esceso de su adulacion solo le reconocian
la falta de no haber castigado antes al desleal vasallo .
A pesar de las demostraciones del marqués , Balduino condujo su ejército al reino de Tesalónica ; Bonifacio
miró esta obstinacion del emperador como un sangriento ultraje y juró vengarse con la espada ; impelido por
la cólera se alejó bruscamente con algunos caballeros que se habian declarado por su causa , y corrió á apo
derarse de Didimótica , ciudad del emperador .
El marqués de Monferrato llevaba consigo á su esposa Margarita de Hungría , viuda de Isaac; la presencia
de esta princesa y la esperanza de sumir en la discordia á los latinos atraian á los griegos bajo las banderas
de Bonifacio, quien les declaró que combatia por su causa , é hizo revestir con la púrpura imperial á un jó
ven príncipe, hijo de Isaac y de Margarita de Hungría . Volvió á seguir el camino de Andrinópolis llevando
en su comitiva esta sombra de emperador , á quien venian á reunirse de todas partes los principales habitan
tes de la Romanía , y dispuso todos los preparativos necesarios para sitiar la ciudad . Bonifacio no daba oidos
en su enojo á los consejos ni á las súplicas de sus compañeros de armas, y la discordia iba á hacer verter la
sangre de los latinos á no haber empleado su autoridad y su fama el dux de Venecia , el conde de Blois y los
barones que se habian quedado en Constantinopla para precaver las desgracias que amenazaban al nuevo
imperio . Vivamente afligidos al saber la contienda del emperador y el marqués , enviaron al mariscal de
Champaña al campo de Bonifacio , á quien acusó con franqueza de haber dado al olvido la gloria y el honor
de los cruzados de quienes habia sido jefe; de comprometer por un vano orgullo la causa de Jesucristo y el
bien del imperio, y de preparar dias de triunfo y de júbilo para los griegos, los bulgarios y los turcos . El
marqués de Monferrato se doblegó ante las reprensiones de Villehardouin , que era amigo suyo y hablaba

(2) Villebardouin , lib . IV.


13
354 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

en nombre de todos los cruzados y prometió terminar la guerra y someter su contienda con Balduino al fallo
de los condes y barones .
Balduino en tanto habia tomado posesion de Tesalónica . Luego que llegaron á su noticia las hostilidades
del marqués de Monferrato, se apresuró á regresar con su ejército hácia Andrinópolis . Inflamaban su alma
mil proyectos vengativos y amenazaba rechazar la fuerza con la fuerza y oponer la guerra á la guerra , cuan
do encontró á los diputados que iban en nombre de los jefes de la cruzada á hablar de la paz y despertar en
su corazon sentimientos de justicia y de humanidad . Un caballero del conde de Blois dirigió á Balduino un
discurso , que Villehardouin nos ha conservado, y en el cual podrán nuestros lectores admirar la noble fran
queza de los vencedores de Bizancio .
་་ Señor , le dijo el dux de Venecia , el conde de Blois , mi nobilísimo señor , y todos los barones que se ha

llan en Constantinopla , os saludan como á su soberano , y se quejan ante Dios y ante vos de los que por sus
malos consejos han escitado fuertes discordias . Es cierto que hicisteis muy mal en prestar oidos á tan pérfidos
consejeros porque son enemigos nuestros y vuestros . Ya sabreis que el marqués de Monferrato ha sometido su
contienda al fallo de los barones ; los señores y los príncipes esperan que hareis como él y que no os resistireis
á la justicia . Han jurado , y estamos encargados de declarároslo en su nombre, no tolerar por mas tiempo el
escándalo de una guerra entre cruzados . »
Balduino no respondió al momento á este discurso y pareció sorprenderle semejante lenguaje ; pero se le
hablaba en nombre del dux de Venecia cuya ancianidad respetaba y á quien amaba con ternura , y en nom

bre de los condes y barones , sin cuyo ausilio no podia conservar el imperio , y escuchando por fin la voz de la
razon y de la amistad , prometió dejar las armas y regresar á Constantinopla para terminar su contienda
con Bonifacio.

Los condes y los barones le dirigieron fervientes súplicas cuando llegó á la corte y le encontraron mas dócil
á sus consejos . El marqués de Monferrato , que no tardó en seguirle , volvió temeroso á la capital y acom
pañado de cien caballeros con sus hombres de armas , pero el recibimiento que le hicieron Balduino y los de
más jefes acabó de apaciguar todos los resentimientos y disipar toda su desconfianza . Ya no se hablómas que
de restablecer la paz y la armonía entre los cruzados ; el dux de Venecia , los condes y • los barones , los mas
prudentes de los caballeros , que recordaban á los soberanos del nuevo imperio la temible institucion de los
pares , fallaron la contienda que se les habia sometido y decidieron sin apelacion entre el rey de Tesalónica y
el emperador de Constantinopla ( 1 ) . Los dos príncipes juraron no dar mas oidos á los pérfidos consejos y se
abrazaron en presencia del ejército , que se regocijó de la concordia como de una gran victoria ganada á los
enemigos del imperio .
Restablecida la paz , los caballeros y barones salieron otra vez de la capital á recorrer y someter las pro
vincias . Luis , conde de Blois , á quien pertenecia la Bitinia y que habia tomado el título de duque de Nicea ,
permanecia en la capital gravemente enfermo, y mandó partir por Todos Santos á Pedro de Bracheux y áPa
yen de Orleans con cien caballeros . Este reducido pero esforzado ejército se dirigió primero á Galípoli , y pa
sando el Helesponto llegó á Piga , ciudad habitada por latinos, y recorrió sin encontrar enemigos la costa orien
tal de la Propóntida . Se internó en el pais , venció un ejército de Lascaris , se apoderó de Penamene en los
confines de la Bitinia y de la Misia , y marchando de triunfo en triunfo, llegó hasta el monte Olimpo y solo
encontró resistencia en las murallas de Brusa . Otros caballeros de la cruz atravesaron al mismo tiempo el
Bósforo por Calcedonia y siguieron las orillas del mar hasta la ciudad de Nicomedia que les abrió sus puertas
y en la cual dejaron una fuerte guarnicion .
Enrique de Hainaut , hermano de Balduino , que habia alcanzado la Anatolia , se dirigió por el mes de di
ciembre á Abidos ; las llanuras de la Tróada y todos los paises situados entre el Helesponto y el Ida , se so
metieron voluntariamente , pues estaban poblados en su mayor parte de armenios , enemigos de los griegos .
Enrique penetró hasta el canal de Lesbos ó de Metelin , dispersó á Constantino , hermano de Lascaris, y clavó
sus banderas sobre los torreones de Aramita , ciudad situada en el estremo del golfo de este nombre .
Los guerreros vencedores de Bizancio sometieron tambien las ciudades y señoríos que les habian destinado
en la Romanía ó la Tracia hasta Filipolis . El marqués de Monferrato , pacífico posesor de Tesalónica , intentó

(2) Balduino y sus caballeros habian adoptado los usos judiciarios del reino de Jerusalen.
LIBRO UNDECIMO . — 1203-1206 . 335

llevar a cabo la conquista de Grecia ; penetró en la Tesalia , traspasó las cordilleras del Olimpo y del Ossa y se
apoderó de Larisa . Bonifacio y sus caballeros cruzaron el estrecho de las Termópilas sin pensar en los an-
tiguos espartanos , penetraron en la Beocia y en la Atica , dispersaron á Leon Sgurra , azote de una vasta provincia ,
y sus hazañas recordaron á los griegos los héroes de los primeros tiempos que recorrian el mundo comba-
tiendo los monstruos y los tiranos .
Mientras Bonifacio tomaba posesion de diversas comarcas de Grecia , Guillermo de Champlitte , vizconde de
Dijon, y Godofredo de Villehardouin , sobrino del mariscal de Champaña , que habia llegado de Francia con
un gran número de caballeros , fundaron en el Peloponeso un principado que debia durar mas tiempo que
el imperio latino de Bizancio ; se hicieron dueños de la Arcadia , de la Mesenia , del territorio de Lacedemonia y
de las costas marítimas desde Patras y Mordon hasta Calamata , y sometida toda la Grecia á las leyes de los
francos, no tardó en tener señores de Argos , de Corinto y de Tebas , duques de Atenas y príncipes de Acaya .
Poco tiempo vivieron tranquilos los cruzados en las provincias conquistadas ; poseedores de un imperio mas
difícil de conservar que de someter con las armas , no supieron dominar la fortuna , lo cual les arrebató muy
pronto lo que les diera la victoria . El rey de los bulgarios habia enviado á Balduino una embajada ofreción-
dole su amistad , á la cual respondiera Balduino con altivez amenazando al rey Joanice con lanzarle de su tro-
no usurpado. Al despojar á los griegos de sus bienes , los cruzados agotaron todos los manantiales de prosperi-
dad y redujeron á la desesperacion á unos hombres á quienes solo se les habia dejado la vida . Para colmo de
imprudencia se negaron á admitirlos en sus ejércitos , y abrumándoles con su desprecio, hicieron de ellos
unos enemigos implacables. No satisfechos con hacer reconocer su autoridad en las ciudades , trataron de es-
clavizar los corazones y despertaron el fanatismo, y las persecuciones injustas exaltaron la ira de los sacerdo-
tes griegos , que declamaron con furor contra la tiranía , y que reducidos á la miseria , fueron oidos como orá-
culos y venerados como mártires .
Los vencidos resolvieron en su desesperacion correr á las armas é implorar la alianza y proteccion de los
bulgarios; se formó una vasta conjuracion en la que entraron todos los que no podian sufrir la esclavitud ;
estalló repentinamente la tempestad con la matanza de los latinos ; oyóse un grito de guerra desde el . monte
Hemo hasta el Helesponto, y un enemigo furioso y desa piadado sorprendió á los cruzados dispersos por las
ciudades y campiñas . Los venecianos y franceses que custodiaban á Andrinópolis y Didimótica no pudieron

resistir á la multitud de griegos que les acometia ; unos fueron pasados á cuchillo en las calles , otros se reti-
raron desordenadamente y vieron con dolor al huir cual arrancaban sus banderas de las torres para reem-

plazarlas con los pendones bulgarios . Los caminos estaban inundados de guerreros fugitivos que no encontra-
ban asilo en un pais que antes temblaba al rumor de sus armas .
Cuando llegó á Constantinopla la noticia de estos desastres , Balduino convocó á los condes y barones , y se
trató en la asamblea de aplicar un eficaz y pronto remedio á tantos males . Balduino envió á llamar á los cru-
zados que hacian la guerra en la otra parte del Bósforo ; pero impaciente por la tardanza y queriendo asombrar
al enemigo con la velocidad de su marcha , partió al frente de los caballeros que se encontraban en la capital ,
y cinco dias despues de su partida apareció ante los muros de Andrinópolis .
Acostumbrados los jefes de los cruzados á desafiar todos los obstáculos , no se contuvieron al ver el número
reducido de sus soldados y la inmensa muchedumbre de sus enemigos . La capital de Tracia , rodeada de inespug-
nables murallas , estaba defendida por cien mil griegos, cuyo entusiasmo suplia su valor , y Balduino contaba ocho
mil hombres bajo sus banderas. No tardó en llegar el dux de Venecia con siete ú ocho mil venecianos . Los
latinos fugitivos acudieron de todas partes á incorporarse con este reducido ejército .
Los preparativos del sitio iban con mucha lentitud y empezaban á escasear los víveres , cuando la fama
anunció la marcha del rey de los bulgarios . Joanice , jefe de un pueblo bárbaro, y mas bárbaro él mismo que
sus vasallos , se adelantaba con un ejército formidable, y ocultando los proyectos de su ambicion y de su
venganza bajo la apariencia de celo religioso , llevaba delante de su persona una bandera de San Pedro que
le habia regalado el papa . El nuevo aliado de los griegos se vanagloriaba de ser el jefe de una santa empresa
y amenazaba con el esterminio á los francos , á quienes acusaba de que habian tomado la cruz para asolar
las provincias y saquear las ciudades de los cristianos .
" Precedia al rey de los bulgarios una cohorte numerosa de tártaros ó comanes á quienes la esperanza del

saqueo habia impelido á salir de las montañas y las selvas cercanas al Danubio y Boristenes . Les comanes
356 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

eran mas feroces que los pueblos del monte Ilemo ; se decia que bebian la sangre de sus cautivos y sacrifica
ban á los cristianos en los altares de sus ídolos ; acostumbrados como los guerreros de la Escitia á combatir
huyendo , los ginetes tártaros habian recibido de Joanice la órden de provocar al enemigo hasta en su campo
y atraer á una emboscada á la pesada caballería de los francos .
Los condes y barones habian previsto el peligro y prohibieron á los cruzados que salieran de sus tiendas y
trincheras, pero era tal el carácter de los guerreros francos , que creian que la prudencia quitaba todo el
brillo al valor , y les parecia vergonzoso sufrir sin pelear las amenazas del enemigo . Apenas aparecieron los
tártaros en las cercanías del campamento, su aspecto hizo olvidar á los mismos jefes de los cruzados la órden
que habian dado el dia anterior . El conde de Blois y el de Flandes corren al encuentro del enemigo , lo hacen
huir y lo persiguen en un espacio de dos leguas ; pero los tártaros se reunen repentinamente y caen á su vez
sobre los cruzados; estos , que creian haber conseguido una victoria , se ven obligados á defenderse en medio
de un pais desconocido ; el ejército de Joanice sorprende y cerca sus escuadrones abrumados por el cansancio ,
y acometidos por todas partes, hacen vanos esfuerzos para volverse á colocar en órden de batalla , no pudien
do huir ni resistir á los bárbaros .

El conde de Blois se esfuerza en reparar su funesta imprudencia con prodigios de valor ; cae de su caballo
cubierto de heridas en medio de las filas enemigas , y uno de sus caballeros le levanta y quiere separarle de
la pelea . « No ! esclama el valiente príncipe (1 ) , dejadme combatir y morir . No quiera Dios que se diga
nunca que he huido del combate ! » Al terminar estas palabras el conde de Blois cayó bajo repetidos golpes
enemigos , y su fiel caballo espiró á su lado .
El emperador Balduino disputaba aun la victoria : seguíanle en la pelea los caballeros y barones mas es
forzados ; una horrible carnicería señalaba su paso al través de las filas de los bárbaros . Pedro , obispo de
Belen , Estéban conde de Perche , Reinaldo de Montmirail , Mateo de Valincourt , Roberto de Bonzay y una
multitud de señores y valientes guerreros perdieron la vida defendiendo á su príncipe . Balduino se quedó
casi solo en el campo de batalla y continuó peleando hasta que abrumado por el número cayó en poder de
los bulgarios que le cargaron de cadenas.
Los restos del ejército se retiraron en el mayor desórden y debieron su salvacion al prudente valor del
dux de Venecia y del mariscal de Champaña y de Romanía que habian quedado custodiando el campamento.
Los cruzados levantaron el sitio de Andrinópolis la noche que siguió al combate, y volvieron á tomar el
camino de la capital á través de mil peligros . Orgullosos con su victoria los bulgarios y comanes persiguieron
sin descanso el ejército que habian vencido , y que despues de haber perdido la mitad de sus soldados ca
recia de víveres y arrastraba penosamente sus bagajes y heridos . Los cruzados iban abismados en sombrío
silencio , mostrándose su desesperacion en su ademan y en sus rostros ; encontraron en Rodosto á Enrique de
Hainaut y á muchos caballeros que volvian de las provincias de Asia á reunirse con el ejército de Andrinó
polis , les contaron gimiendo su derrota y el cautiverio de Balduino , y todos aquellos guerreros que nunca
habian sido vencidos , demostraron su sorpresa y su dolor , mezclaron sus sollozos y alzaron los ojos y las
manos al cielo para implorar la misericordia divina . Los cruzados que volvian de las orillas del Bósforo se di
rigieron al mariscal de Romanía y le dijeron llorando : « Enviadnos al mas inminente peligro , porque ya no
necesitamos la vida : ¿i no somos bastante desgraciados habiendo llegado demasiado tarde á ausiliar á nuestro
emperador ? » De modo que los caballeros de la cruz , perseguidos por un enemigo victorioso , no conocian el
temor , y el pesar que les causaba el recuerdo de su derrota les permitia apenas ver los peligros que les
amenazaban .
No obstante , todos los cruzados no manifestaron tan noble valor ; muchos caballeros que Villehardouin no
quiere nombrar para no deshonrar su memoria , abandonaron las banderas del ejército y huyeron hasta
Constantinopla , donde contaron los desastres de los cruzados , y que para escusar su desercion hicieron un
cuadro lastimoso de los males que amenazaban al imperio . Todos los francos quedaron sumidos en espanto y
dolor al saber que el emperador habia sido una de las víctimas , los griegos que vivian en la ciudad se rego
cijaron en secreto del triunfo de los bulgarios , y su mal disimulada alegría aumentaba la alarma de los la
tinos . Un considerable número de caballeros , desconsolados con tantos desastres , no vieron mas medio de
salvacion que la fuga y se embarcaron apresuradamente en naves venecianas . En vano el legado del papa

(2) Lebeau: Historia del bajo imperio.


LIBRO UNDECIMO . -1203-1206. 357

y muchos jefes del ejército cristiano trataron de detenerles amenazándoles con la cólera de Dios y el desprecio
de los hombres ; renunciaron á su propia gloria y fuéron á anunciar el cautiverio de Balduino á las ciudades
de occidente , donde se hacian aun regocijos públicos por las primeras victorias de los cruzados .
Joanice en tanto perseguia el ejército vencido . Los griegos unidos á los bulgarios se apoderaban de todas las
provincias y no dejaban un momento de descanso á los latinos . Entre los desastres cuyo lastimoso relato nos ha
conservado la historia contemporánea no debemos olvidar la matanza de veinte mil asesinos , que habian sa
lido de las orillas del Eufrates y se habian establecido en las comarcas de Anatolia . Estos armenios se habian
declarado en favor de los cruzados despues de la conquista de Constantinopla , y viéndose amenazados y perse
guidos por los griegos , cuando los latinos fueron derrotados , siguieron á Enrique de Hainaut que marchaba hácia
Andrinópolis . Conducian consigo sus ganados y familias , llevaban en carros todo lo mas precioso que tenian ,
y en su marcha á través de las montañas de Tracia , seguian muy penosamente al ejército de los cruzados . Este
desventurado pueblo fué sorprendido al fin por los tártaros y pereció enteramente bajo el acero del desapia
dado vencedor .

Los francos lloraron la derrota y destruccion de los armenios , pero sin poder vengarlos ; solo tenian ene
migos en las vastas provincias del imperio ; no conservaban al otro lado del Bósforo mas que el castillo de
Peges , y en la parte de Europa Rodosto y Schiora , y aunque sus conquistas en la antigua Grecia no se veian
aun amenazadas por los bulgarios , su larga distancia solo contribuia á dividir sus fuerzas. Enrique de Hai
naut , que tomó el título de regente , hizo prodigios de valor para recobrar algunas de las ciudades de Tracia ,
y perdió en combates sin gloria un gran número de los guerreros que quedaban bajo sus banderas .
( 1206 ) El obispo de Soissons y muchos cruzados , tristes mensajeros de un imperio huérfano , partieron
á Italia , á Francia y al condado de Flandes para pedir el ausilio de los caballeros y barones , pero este ausilio
que se esperaba debia llegar con mucha lentitud y el enemigo hacia rápidos progresos .
El ejército de los bulgarios avanzaba por todos lados como una violenta tempestad ; asolaba las campiñas
de la Romanía , estendia sus estragos al reino de Tesalónica , trasponia el monte Hemo y volvia mas numeroso
y formidable hasta las márgenes del Hebro , amenazando las orillas del Helesponto . El imperio latino no tenia
mas defensores que un reducido número de guerreros esparcidos por las ciudades y fortalezas , y la guerra
y la desercion disminuian las fuerzas de los infortunados vencedores de Bizancio. Una innumerable multitud
de comanes y bulgarios atacó y derrotó delante de los muros de Rusium á quinientos caballeros , la flor del
ejército de los cruzados . Esta derrota fué tan funesta como la batalla de Andrinópolis ; las hordas del monte
Hemo y de las orillas del Boristenes no encontraron mas enemigos que combatir ; las campiñas quedaban tras

sus huellas devoradas por las llamas ; las ciudades no tenian ningun medio de defensa ni ofrecian refugio al
guno ; la tierra estaba inundada de soldados que pasaban á cuchillo cuanto encontraban , y el mar cubierto
de piratas que amenazaban todas las costas con el estrago y la muerte.
Constantinopla esperaba todos los dias ver bajo sus murallas las banderas victoriosas de Joanice , y solo de
bió su salvacion á los males que asolaban las provincias del imperio . El rey de los bulgarios trataba con igual
rigor á sus aliados que á sus enemigos ; las ciudades que caian en su poder solo presentaban un monton de
escombros , saqueaba á los habitantes , los arrastraba en pos de sí como cautivos , y les hacia sufrir todas las
calamidades de la guerra y todos los escesos de una tiranía celosa y bárbara .
Los griegos que habian pedido su ausilio se vieron reducidos por fin á implorar el apoyo de los latinos
contra sus feroces aliados ; los cruzados aceptaron con alegría la alianza de los griegos , que nunca debian
haber rechazado , volvieron á entrar en Andrinópolis , y Didimótica y la mayor parte de las ciudades de Ro
manía , que sacudieron el yugo insoportable de los bulgarios , se sometieron á los latinos . Impelidos los grie
gos por Joanice á la desesperacion mostraron algun valor y fueron para los cruzados útiles ausiliares ; ¿ pero
de qué servia el valor en ciudades desiertas , en provincias devastadas , en un imperio destruido ? las hordas
de los bulgarios continuaron sus estragos vencedores ó vencidos ; su jefe renovaba todos los dias sus escur
.
siones , no dejaba un momento de descanso á los francos , y abandonado por los griegos de Romanía , llamó á
las armas á los de Nicea é hizo alianza con Lascaris , el implacable enemigo de los latinos .
El papa habia exhortado en vano á los pueblos de Francia é Italia á que se armasen para socorrer á los

vencedores de Bizancio ; no pudo despertar su entusiasmo en favor de una causa que solo ofrecia á sus defen
sores desgracias ciertas y peligros sin gloria .
358 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

En medio de estos peligros que de dia en dia se multiplicaban , los cruzados ignoraban aun la suerte de
Balduino ; unas veces se contaba que habia roto sus cadenas y que se le habia visto errante por los bosques
de la Servia ; otras veces se aseguraba que habia muerto de dolor en su prision ; finalmente que habia sido
degollado en un festin por el rey de los bulgarios , quien habian arrojado sus miembros mutilados en unas
rocas desiertas , y que su cráneo adornado con oro servia de copa á su bárbaro vencedor . Enrique de Hainaut
envió numerosos mensajeros á Bulgaria que recorrieron las ciudades para averiguar cuál habia sido la suer
te de Balduino y que regresaron sin saber nada á Constantinopla ( 1 ) .
Un año despues de la batalla de Andrinópolis , instado el papa por los cruzados , ordenó á Joanice que en
tregara á los latinos de Bizancio el jefe de su nuevo imperio ; el rey de los bulgarios contestó que Balduino
habia pagado á la naturaleza su tributo y que su rescate no estaba ya en manos de los mortales ; esta res
puesta desvaneció la postrera esperanza de volver á ver el monarca cautivo , y los latinos no dudaron ya de
la muerte de su emperador .
Enrique de Hainaut recibió la triste herencia de su hermano y le sucedió en el imperio en medio del dolor
público . Para colmo de desgracias los latinos tuvieron que llorar la pérdida de Dandolo , que acababa de ter
minar en Constantinopla su gloriosa carrera y cuyas últimas miradas se entristecieron con la decadencia del
imperio que habia fundado . Dandolo fué sepultado con magnificencia en Santa Sofía , y su mausoleo duró
hasta la época de Mahomet II . El vencedor de Bizancio mandó destruir la tumba del dux cuando convirtió en
mezquita la iglesia de Santa Sofía ; un pintor veneciano que durante muchos años habia trabajado en la
corte de Mahomet , alcanzó del sultan , al regresar á su patria , la coraza , el casco ,, las espuelas y la toga de
el casco
Dandolo y los regaló á la familia de este grande hombre .
La mayor parte de los jefes de la cruzada habian perecido en los combates ó se habian retirado á oc
cidente . Bonifacio recibió una berida mortal en una escursion contra los bulgarios de Rodope , y su cabeza
fué llevada en triunfo al feroz Joanice que habia ya inmolado un monarca á su ambicion y su venganza . La
sucesion de Bonifacio originó vivas disensiones entre los cruzados , y el reino de Tesalónica , que habia bri
llado durante su corta duracion , desapareció entre el rumor y las tempestades de una guerra civil y de una
guerra estranjera . El hermano y sucesor de Balduino unia las virtudes civiles á las militares , pero no podia
volver á levantar una potencia minada por sus cimientos .

( 1 ~Jorge Acropolita cap. VII.


LIBRO DUODECIMO. -1207-1221 . 359

LIBRO XII .

DESDE LA MUERTE DE AMAURI HASTA LA RENDICION DE DAMIETA POR LOS CRUZADOS.

1207-1221 .

Sesta cruzada . -Hambre, peste, terremoto en Siria y en Egipto. -Muerte de Amaury y de Isabel. -Embajada enviada á Felipe
Augusto.-Juan de Briena desembarca en Tolemaida . ---Es vencido. -Guerras religiosas en Europa.- Los albigenses .- Los sar
racenos en España . - Cruzada de 50.000 niños. -Carta del papa Malek -Adel -El cardenal de Courzon predica la cruzada .—Jacobo
de Vitri , obispo de Tulemaida . -Subsidio concedido por el rey de Francia.—Juan sin Tierra finge tomar la cruz .-Oton de Sa
jonia.-Concilio de Latran . -Muerte del soberano pontífice. -Su sucesor Honorio III. -Origen de los antiguos pueblos de Prusia.
El emperador Federico III aplaza su partida. —Andrés Bela rey de Hungría recibe el mando y se lo trasmite á su hijo. - Partida
de los cruzados . - Malek- Kamel, hijo y sucesor de Malek-Adel . -Son derrotados y dispersos los cruzados en el monte Tabor.
Muerte del rey de Chipre. -Andrés regresa á Europa con sus húngaros . -Espedicion á Egipto. -Sitio de Damieta. - Muerte de Ma
lek-Adel . - Retrato de este príncipe . -Los cardenales de Courzon y Pelagio . - Los musulmanes ausilian á Damieta. - Son ven
cidos los sitiadores. -Malek- Kamel ofrece la paz. - Toma de Damieta y ocupacion del bajo Egipto. - Pelagio decide el ataque
del Cairo.- Desastres . -Entrevista del rey de Jerusalen con el sultan.- Damieta vuelve á ser de los musulmanes.

En tanto que la Grecia era víctima de todos los estragos de la guerra , azotes mas crueles llenaban de deso
lacion el Egipto y la Siria . El Nilo suspendió su curso acostumbrado , cesando de inundar sus orillas y de fer
tilizar sus sembrados . El último año de este siglo , dice un autor árabe , fué como un monstruo cuya furia iba á
devorarlo todo; cuando empezó á dejarse sentir el hambre , el pueblo se vió condenado á alimentarse con yer
bas del campo y con el estiércol de los animales ; cuando el azote fué mas general , la poblacion de las ciudades
y campiñas huian en desórden como si les persiguiera un enemigo sin compasion , y se esparcian por ciuda

des y aldeas errantes y encontrando en todas partes la calamidad que intentaba evitar , y no se podia dar un
paso en los sitios habitados sin ver algun cadáver ó moribundo .
Lo mas espantoso de esta calamidad universal era que la necesidad de vivir hacia cometer los mas horri
bles crímenes y convertia á los hombres en enemigos de sus semejantes . El historiador Abdallatifcuenta una
multitud de hechos bárbaros y monstruosos cuyo relato haria estremecer de horror y que no reprodu
ciremos por temor de ser acusados de calumniadores de la naturaleza humana .
No tardó la peste en añadir sus estragos á los del hambre . Dios solo , dice la historia contemporánea ,, sabe
el número de los que murieron de hambre y de enfermedad. La capital de Egipto vió once mil entierros en
el espacio de algunos meses, y no pudiéndose últimamente dar sepultura á los muertos , se contentaban con
arrojarlos fuera de las murallas . La misma mortandad se hizo sentir en las ciudades de Damieta , Fous y
Alejandría . La peste renovó sus estragos en la época de la siembra , las aldeas quedaron desiertas, los cadá
veres bajaban por el Nilo en número tan espantoso, que un pescador vió pasar mas de cuatrocientos en un
solo dia; por todas partes se encontraban montones de esqueletos , y segun espresion de los árabes contem
poráneos , los caminos parecian campos sembrados de muertos y las provincias mas pobladas salas de festin
para las aves carniceras .

El Egipto perdió mas de un millon de habitantes ; el hambre y la peste llegaron hasta Siria , y lo mismo se
cebaron en las ciudades cristianas que en las de los musulmanes. Desde las orillas del Oronte y del Eufrates
hasta las costas del mar Rojo todas las comarcas presentaban tan solo escenas de luto y desolacion , y como si
la cólera del cielo no estuviera aun satisfecha , no tardó á manifestarse por un tercer azote tan terrible como
los demás.

Un violento terremoto destruyó las ciudades y provincias respetadas por el hambre ; las sacudidas se pare
cian al movimiento de un harnero ó el que hace un ave cuando sube y baja sus alas; la agitacion y el bor
rascoso estremecimiento del mar presentaba un horrible espectáculo , y las olas escupieron en la orilla mons
360 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

truos de pescados ; entreabriéronse las cimas del Líbano y se inclinaron en muchos puntos . Los pueblos de
Mesopotamia , de Siria y de Egipto creyeron que habia llegado el terremoto que debe preceder al juicio final,
desaparecieron enteramente muchos sitios habitados , pereció una multitud inmensa de hombres y animales ,
cayeron en escombros las fortalezas de Hamah y Balbec : en la ciudad de Naplusa solo quedó en pié la calle
de los Samaritanos; Damasco vió convertidos en ruinas sus mas suntuosos edificios; la ciudad de Tiro solo
conservó algunas casas, y las murallas de Tolemaida y de Trípoli no eran mas que un monton de escombros .
Los sacudimientos fueron de menor violencia en el territorio de Jerusalen , y en una calamidad tan general ,
musulmanes y cristianos se reunieron para dar gracias al cielo por haber perdonado en su cólera la ciudad
de los profetas y los milagros .
Tan grandes desastres debieran haber hecho respetar los tratados concluidos entre los barones de Palestina
y los infieles; pero en la quinta cruzada , el soberano pontifice inducia á los guerreros cristianos á que se
aprovechasen de tiempos tan calamitosos para invadir las provincias musulmanas de Siria y Egipto . Si se
hubiera seguido el parecer del papa , y el ejército cristiano al salir de Venecia se hubiera dirigido hacia las
comarcas asoladas por la peste y el hambre, es muy probable que hubiesen perecido todos , vencedores y ven
cidos .

Las colonias cristianas empezaron no obstante , no á reparar sus pérdidas , pero sí á olvidar los malessque
habian sufrido. El rey de Jerusalen , Amaury , dió á sus barones ejemplos de prudencia y de resignacion
evangélica ; las tres órdenes militares , que habian agotado sus tesoros para alimentar sus soldados y caballe
ros en la época del hambre, invocaron por medio de cartas y enviados la caridad de los fieles de occidente ;
se trató de reedificar las ciudades destruidas por terremotos , y las sumas reunidas por Foulques de Neuilly ,
predicador de la última cruzada , se emplearon en volver á levantar las murallas de Tolemaida .
Subsistia aun la tregua concluida con los infieles, pero todos los dias se alzaban pretensiones y contiendas
seguidas las mas de las veces de serias hostilidades . Los cristianos permanecian siempre sobre las armas ,
ofreciendo con frecuencia la paz mas turbulencias y peligros que una guerra abierta y declarada , y reinaba
además en aquella época gran confusion entre las colonias cristianas y aun entre las potencias musulmanas .
El príncipe de Alepo estaba en paz con el rey de Jerusalen , en tanto que el conde de Trípoli , el príncipe
de Antioquía , los templarios y los hospitalarios hacian la guerra á los príncipes de Hamah , de Emeso ó á
algunos emires de Siria ( 1 ) , y cada cual tomaba ó dejaba las armas á su antojo , sin que poder alguno pu
diera hacerles respetar los tratados .
No se trababan grandes batallas , pero se tentaban escursiones en territorio enemigo , se sorprendian las
ciudades, se saqueaban las campiñas y se recogia abundante botin . En medio de estos desórdenes llamados
dias de tregua, los cristianos lloraron la muerte de su rey Amaury , el cual , segun costumbre de los fieles ,
habia ido á Caifa durante la semana santa á coger palmas . Este príncipe cayó enfermo en su peregrinacion y
volvió á morir á Tolemaida , de modo que el cetro del reino de Jerusalen quedó de nuevo en manos de Isabel ,
que no tenia poder ni habilidad suficiente para gobernar los estados cristianos ( 2 ) .
En la misma época espiró en un esceso de violento frenesí un hijo de Boemundo, príncipe de Antioquía .
Boemundo Ill vió antes de morir y en una edad muy avanzada , encendida la guerra entre su segundo hijo
Raimundo , conde de Tripoli , y Livon , príncipe de Armenia . La órden de los templarios y la de los hospita
larios habian tomado parte en esta guerra , armándose una contra otra , y los turcos del Asia Menor y el prín
cipe de Alepo se mezclaban en las contiendas de los cristianos y se aprvechaban de sus divisiones para talar
el territorio de Antioquía .
Los estados cristianos de Siria no recibian ausilio alguno de occidente ; el recuerdo de los azotes que habian
asolado los paises de ultramar debian entibiar el celo y el entusiasmo de los peregrinos ; los guerreros de Eu
ropa, acostumbrados á ver con sangre fria todos los peligros de la guerra , no se sentian con bastante valor
para arrostrar la peste y el hambre , y hasta un gran número de barones y caballeros de Palestina habian
abandonado una tierra tan asolada para volver , unos á Constantinopla y otros á las provincias de occidente .
Inocencio , que hasta entonces habia hecho vanos esfuerzos para libertar los santos lugares, y que no se

(1) Bibliot, de las Cruzadas , t . IV.


(2) Sanuto, lib. X, cap. III. ann. 1205 .
LIBRO DUODECIMO . 1207-1221 . 361

consolaba de haber visto dis iparse infructuosamente grandes ejércitos cristianos en la conquista de Grecia ,
no renunciaba aun á la ejecucion de sus designios . Segun la opinion que el soberano pontifice trataba de in-
fundir á los fieles, y de la cual parecia él mismo penetrado , no existian en este mundo corrompido crímenes que
no alcanzasen los tesoros de la misericordia de Dios , esponiéndose á arrostrar los peligros del viaje á ultramar ;
pero los pueblos estaban en la persuasion de que los pecados y errores de un siglo pervertido habían irritado al Dios
de los cristianos, y que la gloria de conquistar la Tierra Santa estaba reservada á un siglo mejor y á una
generacion mas digna de atraer las miradas y bendiciones del cielo.
Esta opinion de los pueblos de occidente era poco favorable para los estados cristianos de Siria que de dia
en dia marchaban á su decadencia . Isabel , que solo reinaba en ciudades despobladas, murió poco tiempo
despues que su esposo ; un hijo que habia tenido de Amaury, le habia precedido al sepulcro ; el reino de Je-
rusalen pertenecia por herencia á una jóven princesa hija de Isabel y de Conrado , marqués de Tiro , y los
barones y señores que habian quedado en Siria , sintiendo mas que nunca la necesidad de tener á su cabeza
un príncipe capaz de gobernarlos , se ocuparon en elegir un esposo para la reina de Jerusalen .
Pudiera haber recaido su eleccion en uno de ellos , pero temieron que los celos engendrasen nuevas dis-
cordias y que el espíritu de rivalidad y de partido debilitase la autoridad del que fuera llamado á gobernar el
reino . La asamblea de los barones resolvió pedir un rey á occidente y dirigirse á la patria de los Godofre-
dos y Balduinos, á la nacion que habia dado tantos héroes á las cruzadas y tantos ilustres defensores á la
Tierra Santa (1) .
Esta resolucion de los señores y barones de Palestina no solamente tenia la ventaja de conservar la paz en
el reino de Jesucristo, sino tambien la de despertar en Europa el espíritu de la caballería é interesarla por la

causa de los cristianos de oriente . El señor de Cesarea , Aymar, y el obispo de Tolemaida cruzaron el mar y
fuéron á solicitar á Felipe Augusto , en nombre de los barones de Tierra Santa , que les diera un caballero ó
baron capaz de salvar lo que quedaba del desgraciado reino de Jerusalen ; y la mano de una reina jóven , una
corona y las bendiciones del cielo debian recompensar el valor y la lealtad del que partiera á combatir en
pro de la herencia del Hijo de Dios.
Felipe distinguió entre los señores de su corte á Juan de Briena , hermano de Gualtero , que habia muerto
en la Pulla con la reputacion de un héroe y el título de rey . Juan de Briena habia vivido en el claustro , pe-
ro impelido por su pasion á la guerra , siguió en la segunda cruzada á su hermano á la conquista del reino de
Nápoles , y estaba deseoso de adquirir gloria en los combates . Aceptó , pues , con alborozo la mano de la reina
de Jerusalen, encargó á los embajadores de Palestina que partieran á anunciar su próxima llegada , y lleno de
confianza en la causa que iba á defender , prometió seguirles al frente de un ejército .
Cuando Aymar de Cesarea y el obispo de Tolemaida regresaron á la Tierra Santa , las promesas de Juan de
Briena reanimaron el abatido valor de los cristianos , y como sucede siempre en épocas desgraciadas , se pasó
de la desesperacion á las mas locas esperanzas . Se esparció el rumor de que se preparaba una cruzada for-
midable , en la que tomarian parte los monarcas mas poderosos de occidente; Malek-Adhei , que desde la
muerte de Malek-Aziz reinaba en Siria y en Egipto, temió las empresas de los cristianos, y estando á punto
de espirar la tregua becha con los francos , propuso renovarla ofreciendo entregar diez castillos ó fortalezas
en prenda de su amor y de su deseo de paz . Los caballeros de Palestina debian haber aceptado esta proposicion ,
pero con la esperanza de los ausilios de occidente habia desaparecido el espíritu de moderacion y de previ-
sion del consejo de los barones y caballeros . Los guerreros cristianos mas prudentes, entre los cuales se notaba
el gran maestre de la órden de San Juan , eran de parecer de que se prolongase la tregua ; recordaban cuan-
tas veces habia prometido socorros el occidente á la Tierra Santa sin haberse realizado sus promesas, y aña-
dian que lo mas prudente era no tentar la fortuna de los combates bajo la fé de una vana oferta , y que se
debian esperar los acontecimientos antes de tomar una determinacion de la cual podia depender la salvacion
ó la ruina de los cristianos en oriente. Estos discursos rebosaban de prudencia y de razon , pero como los
hospitalarios hablaban en favor de la tregua , los templarios se declararon con calor por la guerra; era tal
por otra parte el espíritu de los guerreros cristianos , que les inspiraban una especie de desden la prudencia ,
la moderacion y todas las virtudes de la paz ; de modo que la asamblea de los caballeros y los barones se
negó á prolongar la tregua hecha con los turcos .
(1) El continuador de Guillermo de Tiro, lib. VI.
46
362 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Esta determinacion debia ser muy funesta al considerar que la situacion de Francia y de Europa no per
mitia à Juan de Briena cumplir sus promesas y levantar un ejército para la Tierra Santa .
La Alemania continuaba agitada con las pretensiones de Oton y de Felipe de Suabia , el rey Juan bajo el
peso de una escomunion y el reino de Inglaterra en entredicho , y Felipe Augusto trataba de aprovecharse de
las revueltas de sus vecinos , ya para estender su influencia en Alemania , ya para debilitar el poderío de los
ingleses , dueños de muchas provincias de Francia .
Juan de Briena llegó á Tolemaida con el acompañamiento de un monarca , pero solo llevaba trescientos
caballeros para defender su reino , y no tenia mas recursos pecuniarios que 80.000 libras , cuya mitad le
habia prestado el rey de Francia y la otra mitad los romanos á instancias del papa ( 1 ) . Sus nuevos vasallos
le recibieron como á un libertador , sin perder sus esperanzas , y se celebró su enlace con gran pompa en pre
sencia de los barones , los príncipes y los obispos de Palestina ; pero como la tregua iba á espirar , los turcos
tomaron las armas y turbaron las fiestas de la coronacion . Malek - Adhel entró en Palestina al frente de un
ejército ; y los infieles sitiaron á Trípoli y amenazaron á Tolemaida .
El nuevo rey hizo prodigios de valor en el campo de batalla á la cabeza de un reducido número de fieles,
mas no consiguió libertar las provincias cristianas de la presencia de un enemigo formidable. Los guerreros
de Palestina cayeron de pronto en el mayor desaliento comparando su escaso número con la muchedumbre
de sus enemigos ; que los que antes no habian querido paz con los infieles , se hallaban sin fuerza ni valor para
arrostrar sus ataques , y la mayor parte de los caballeros franceses que habian acompañado al nuevo rey ,
abandonaron el reino que habian ido á socorrer y regresaron á Europa.
Juan de Briena no tenia mas que la ciudad de Tolemaida pero sin ejército para defenderla . Conociendo
entonces que habia emprendido una tarea difícil y arriesgada y que no podia resistir por mucho tiempo á
las fuerzas reunidas de los turcos , envió á Roma embajadores para demostrar al papa el peligro de los esta
dos cristiancs de Asia , y para implorar nuevamente el apoyo de los príncipes de Europa , en especial de los
caballeros franceses.

Apenas oyeron estos gritos de alarma los pueblos de occidente ; las turbulencias que agitaban á Europa
cuando partió Juan de Briena á Palestina estaban muy lejos de haberse calmado y no permitian en Francia
sobre todo que se socorrieran las colonias cristianas de oriente. El Languedoc y la mayor parte de los paises
meridionales estaban á la sazon asolados por la guerra contra los albigenses que ocupaba el valor de los ba
rones y caballeros .
La historia de la secta nacida en Albi no entra en el plan de esta obra , y su estudio serviria tan solo para
conocer la situacion de Francia en aquella época y los obstáculos que se oponian á las empresas de ultramar .

Un hecho glorioso , en el cual tomaron parte los guerreros franceses , tuvo lugar entonces en España ; el
ejército cristiano derrotó en las llanuras de las Navas de Tolosa á los moros que dejaron en el campo mas de
doscientos mil entre muertos y prisioneros .
Cuando el soberano pontífice supo la noticia de esta victoria , dió gracias á Dios en medio de todo el pueblo ro.
mano por haber dispersado á los enemigos de su pueblo ; é hizo oracion para que el cielo en su misericordia
libertase por fin á los cristianos de Siria como acababa de hacer con los de España . Renovó sus exhortaciones

á los fieles para la defensa del reino de Jesucristo , pero en medio de las turbulencias y guerras civiles , no
pudo bacer oir las quejas de Jerusalen , y vertió lágrimas de desesperacion al ver la indiferencia de los pue
blos de occidente .

(1210) Presencióse entonces lo que no se viera aun en aquella época tan fecunda en prodigios y aconteci
mientos estraordinarios. Cincuenta mil niños se reunieron en Francia y en Alemania , burlando la vigilancia
de sus padres , y recorrieron las ciudades y las campiñas cantando estas palabras : Señor Jesucristo , dadnos
vuestra santa cruz . Cuando se les preguntaba á dónde iban y qué intentaban , respondian : Vamos á Jerusa
len á libertar el sepulcro del Salvador. Algunos eclesiásticos cegados por un falso celo habian predicado tan es
traña cruzada ; la mayor parte de los fieles veian en esto una inspiracion del cielo , y creian que Jesucristo
habia puesto su causa en manos de la sencilla y tímida infancia para hacer brillar su divino poder y para
confundir el orgullo de los mas grandes capitanes y de los poderosos y sabios de la tierra ( 2 ) .

(1 ) Sanuto , lib. III.—(2) Alberto de Trois-Fontaines y Mateo Paris dan estensos pormenores sobre esta cruzada (Biblioteca de las
cruzadas t. II). -Jacobo de Vorag, Chronic. Genne, apud Muratori , t . IX, p. 46.
LIBRO DUODECIMO . -1207-1221 . 363

Mujeres de mala vida y algunos hombres perversos se mézclaron con la multitud de los nuevos soldados
de la cruz para reducirlos . Una gran parte de esta jóven milicia atravesó los Alpes para embarcarse en los
puertos de Italia, y los de las provincias de Francia se dirigieron á Marsella . Se les habia hecho creer, bajo la
fé de una revelacion milagrosa , que seria en aquel año tan grande la sequía , que el sol disiparia las aguas
del mar , y que los peregrinos encontrarian en el álveo del Mediterráneo un camino espedito hasta las costas
de Siria ( 1 ) . La mayor parte de estos incautos cruzados se estraviaron en los bosques y perecieron de calor ,
hambre, de sed y de cansancio , y algunos otros volvieron á sus hogares , avergonzados de su imprudencia y
diciendo que no sabian por qué se habian ido . Los que se embarcaron , unos naufragaron ó fueron entregados
á los musulmanes que iban á combatir , y dicen las antiguas crónicas que muchos de ellos alcanzaron la
palma del martirio dando á los infieles el espectáculo edificante de la firmeza y del valor que la religion cris
tiana puede inspirar lo mismo á la edad mas tierna que á la edad madura .
Los niños que llegaron á Tolemaida llenaron de espanto á la ciudad y dieron motivo á los cristianos de
oriente para que creyeran que la Europa no tenia ya gobierno , leyes ni hombres sabios en los
consejos de
los príncipes y en los de la Iglesia . Nada caracteriza mejor el espíritu de aquella época como la indiferència
con que se presenciaron semejantes desórdenes; no hubo una autoridad que tratase de preverlos ó contener
los , y cuando anunciaron al papa que la muerte habia segado la flor de la juventud de Francia y Alemania ,
se contentó con decir : « Esos niños nos acusan por nuestro letargo al volar en ausilio de la Tierra Santa (2) .
Inocencio determinó herir vivamente la imaginacion de los pueblos y reanimar el entusiasmo de los fie
les dando un grandioso espectáculo al mundo cristiano ; mandó reunir en Roma un concilio general , para
deliberar sobre el estado de la Iglesia y sobre la suerte de los cristianos de Oriente.
El soberano pontífice predicó una nueva cruzada y abrió los tesoros de la misericordia divina á todos los
fieles en proporcion á su celo y á su liberalidad . Invitó á todos los prelados y eclesiásticos y á los habitantes
de las ciudades y de las campiñas á proporcionar cierto número de guerreros y mantenerlos durante tres años
segun sus facultades ; exhortó á los príncipes y señores que no tomaron la cruz á secundar el celo de los cru -
zados por todos los medios que pudieran ; pidió á todos los fieles sus oraciones, á los ricos limosnas y tributos,

á los caballeros el ejemplo del valor y naves á las ciudades marítimas , y él mismo se comprometió á hacer
los mayores sacrificios .
Un historiador moderno advierte con razon que el soberano pontifice empleó todos los medios , aun aquellos
que debian no tener éxito, pues escribió á Malek Adhel , sultan de Damasco y del Cairo, para inducirle á que
apoyara sus designios, y pedirle que renunciase á la posesion de Jerusalen . Esta pueril tentativa demostró
que el papa no conocia el espíritu y el carácter de los musulmanes .

No obstante es digna de admiracion la actividad que desplegó Inocencio ; apenas puede seguirle la historia
buscando por todas partes enemigos á los musulmanes y dirigiéndose sucesivamente al patriarca de Alejan

dría , al de Antioquía y á todos los príncipes de Armenia y de Siria ; sus miradas abarcaban á un mismo
tiempo el oriente y el occidente , y sus cartas y embajadores iban incesantemente á remover la Europa y el
Asia . Inocencio envió la convocacion del concilio y la bula de la cruzada á todas las provincias de la cristian
dad, y sus exhortaciones apostólicas resonaron desde las orillas del Danubio y del Vistula hasta las márgenes
del Tajo y del Támesis .
( 1214 ) Eligiéronse comisarios para manifestar á todos los cristianos las decisiones de la santa sede , y con
la mision de que predicase la guerra santa y la reforma de las costumbres y de invocar las luces de los doctores
y el valor de los guerreros . En muchas provincias se encargó á los obispos la predicacion de la cruza
da : el cardenal Pedro Roberto de Courzon , que se hallaba entonces en Francia , como legado del papa ,
recibió , amplios poderes de la santa sede , y recorrió el reino exhortando á los cristianos á tomar la cruz y
las armas .
Fiel al espíritu de la religion de Jesucristo , el cardenal Courzon dió la cruz á cuantos cristianos se la pe
dian sin pensar que las mujeres , los niños , los ancianos , los sordos , los ciegos y los cojos no podian hacer
la guerra á los musulmanes y que nose forma un ejército como compone el Evangelio el festin del padre de
*

(1) Jocobo de Vorag, Chronic. Genne; apud Muratori , t. IX, p. 46.


2) Tomás de Champré, lib . II cap. III, de Apibus .
364 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

familia . De modo que esta libertad de entrar en la santa milicia , concedida sin distincion ni eleccion , no hi
zo mas que escandalizar á los caballeros y barones y entibiar el celo de los guerreros .
Las predicaciones de la guerra santa despertaron la caridad de los fieles. Felipe Augusto dejo la cuadragé
sima parte de sus rentas territoriales para los gastos de la cruzada , y un gran número de señores y prelados
siguieron el ejemplo del rey de Francia . Habiéndose colocado cepillos en todas las iglesias para recibir las li
mosnas de los fieles , se reunieron inmensas cantidades que fueron depositadas en manos del cardenal de
Courzon , á quien acusaron de haber dado otro uso á los dones ofreci los á Jesucristo . Es verdad que el car
den al usurpaba en Francia todas las prerogativas de la corona , imponiendo tributos en nombre de la sanla
sede, alistando guerreros, aboliendo deudas y prodigando castigos y recompensas ; esto hace mas verosímiles
las acusaciones que se le dirigian .
El arzobispo de Cantorbery exhortó tambien á los pueblos de Inglaterra á tomar las armas contra los in
fieles, y cansado el monarca inglés de las turbulencias que causaran en su reino las escomuniones del papa
á su pesar y cediendo á la fuerza y á la necesidad de poner su corona bajo la proteccion de la Iglesia , tomó
la cruz é hizo juramento de ir á combatir á los turcos . Inocencio creyó en la promesa del rey Juan y le apo
yó con todo el poder de su autoridad , escómulgando á los barones ingleses que querian defender sus libertades
contra la tiranía de su falaz soberano .

Tambien la Alemania estaba agitada por las guerras de Oton de Sajonia contra Federico II , á quien pro
tegian Felipe Augusto y la corte de Roma . La famosa batalla de Bouvines salvó la independencia y el honor
de la monarquía francesa , amenazada por la liga formada por Oton con el rey de Inglaterra , y los condes de
Flandes , de Holanda y de Boloña , devolviendo al mismo tiempo la paz á la Iglesia .
Llegó por fin el momento de convocarse el concilio , y acudieron á la capital del mundo cristiano los ecle
siásticos , los señores , los príncipes y embajadores de toda Europa . Esta asamblea , que representaba la Igle
sia universal y en la cual se contaban cerca de quinientos arzobispos y obispos y mas de cien abades y prela

dos venidos de todas las provincias de oriente y occidente , se reunió en la iglesia de Latran y . fué presidida
por el soberano pontifice . Inocencio inauguró el concilio con un sermon en el cual se lamentó de los errores
de su siglo y de las desgracias de la Iglesia , y despues de haber exhortado al clero y á los fieles á santificar
con sus costumbres las medidas que iban á tomarse contra los herejes y los turcos , representó á Jerusalen
cubierta de luto , enseñando las cadenas de su cautiverio y haciendo hablar á todos sus profetas para enter
necer el corazon de los cristianos .

El concilio espuso en una declaracion de fé la doctrina de los cristianos y les recordó el símbolo de la creen
cia evangélica . Por una decision apostólica , publicada en medio del concilio , Inocencio depuso al conde de
Tolosa , á quien se consideraba como el protector de la herejía , y dió sus estados á Simon de Monfort que ha
bia combatido á los albigenses (1 ) .
Ocupáronse despues los representantes del concilio de los medios de socorrer la Tierra Santa sin demora ;
se confirmaron todas las disposiciones de la bula de convocacion ; se determinó que los eclesiásticos pagarian
para los gastos de la cruzada la vigésima parte de sus rentas , el papa y los cardenales la décima , y que hu
biera una tregua de cuatro años entre todos los principes cristianos . El concilio lanzó los rayos de la esco
munion contra los piratas que turbaran la marcha de los peregrinos y contra todos los que proporcionasen
víveres y armas á los infieles . El soberano poutifice prometió dirigir los preparativos de la guerra , dar tres
mil marcos de plata y armar á sus espensas muchas naves para el trasporte de los cruzados . Las decisiones
del concilio y los discursos del papa hicieron una profunda impresion en el ánimo de los cristianos . Se invi
tó formalmente á todos los predicadores de la guerra santa para que escitasen los fieles á la penitencia , pro
hibiendo los bailes, los torneos y los juegos públicos , reformasen las costumbres é hiciesen revivir en todos los
corazones el amor de la religion y de la virtud ; y debian , á ejemplo del soberano pontífice , hacer resonar las
quejas de Jerusalen en los palacios de los príncipes é instar á los monarcas y grandes de la tierra á que toma

en la cruz para arrastrar al pueblo con su ejemplo.


Publicáronse en todas las iglesias de occidente los decretos de la guerra santa ; en muchas provincias , es
pecialmente en el norte de Europa , se volvieron á ver los mismos prodigios y las apariciones milagrosas que

(1) Duret. conc. lateran . Gran coleccion de los concilios


LIBRO DUODECIMO . -1207-1221 . 365

habian escitado el entusiasmo de los cristianos en tiempo de las primeras cruzadas; aparecieron en el cielo
cruces luminosas , é hicieron creer á los habitantes de Colonia y de las ciudades cercanas al Rhin que Dios
apoyaba la santa empresa , y que el poder divino prometia á las armas de los cruzados la derrota y ruina de
los infieles .
Los santos oradores hicieron esfuerzos de ardor y celo para inducir á los fieles á tomar parte en la guerra

santa ; la cátedra evangélica resonaba por todas partes con las imprecaciones contra los musulmanes , y por
donde quiera se repetian aquellas palabras de Jesucristo : « Vengo á establecer la guerra . »>
Se creia que el padre de los cristianos conduciria á los cristianos, santificando con su presencia la espedicion
de ultramar ; así lo habia prometido Inocencio en el concilio de Latran , pero el estado en que se hallaba Eu
ropa , los progresos de la herejia é indudablemente los consejos de los obispos y cardenales, no le permitieron
realizar su designio . La muerte le sorprendió además en medio de su empresa , y salió de este mundo en Perusa
en el mes de julio de 1216 .
.
El cónclave eligió por sucesor de Inocencio á Censio Savelli cardenal de Santa Luce , que gobernỏ la Iglesia
bajo el nombre de Honorio 11. Al dia siguiente de su coronacion el nuevo papa escribió al rey de Jerusalen
anunciándole su elevacion y reanimando la esperanza de los cristianos de Siria , y en una carta dirigida á
todos los obispos , los exhortó á continuar la predicacion de la cruzada .
La mayor parte de los obispos y prelados de Francia , á quienes el soberano pontífice habia recomendado
dar el ejemplo de adhesion , mostraron mas empeño y mas celo que los barones y caballeros , y un gran nú
mero de ellos tomaron la cruz y se prepararon á partir á oriente . Federico , que debia la corona imperial á la
proteccion de la Iglesia , renovó en dos asambleas el juramento de hacer la guerra á los musulmanes . El ejem
plo y las promesas del emperador , aunque podia dudarse de su sinceridad , arrastraron á los príncipes y
pueblos de Alemania : los habitantes de las orillas del Rhin , los de la Frigia , de Baviera , de Sajonia y de No
ruega ; los duques de Austria , de Moravia , de Brabante y de Limburgo; los condes de Juliers , de Holanda , de
Wit y de Looz ; el arzobispo de Maguncia y los obispos de Bamberg , de Passau , de Estrasburgo , de Munster

y de Utrech acudieron á porfía bajo el pendon de la cruz y se prepararon á abandonar la Europa para partir
al Asia .

Entre los príncipes que juraron cruzar el mar para combatir los musulmanes se distinguia Andrés II , rey
de Hungría . Bela , padre del monarca húngaro, habia hecho voto de ir á la Tierra Santa , y no habiendo po
dido llevar á cabo su santa peregrinacion , habia exigido en el lecho de la muerte á su hijo que cumpliera su
juramento . Despues de haber tomado la cruz , Andrés se vió detenido mucho tiempo en sus estados por las
turbulencias que habia hecho engendrar su ambicion y que no sabia apaciguar ; Gertrudis, con quien se ha
bia casado antes de la quinta cruzada , se atrajo la animosidad y el odio de la corte y la nobleza por su orgullo
y sus intrigas , y conspiraciones continuas , que terminaron con el asesinato de la princesa , llenaron de agita
cion y desórden la Hungría .
Armábanse navíos y escuadras para trasportar á los cruzados en todos los puertos del Báltico, del Océano
y del Mediterráneo , y al mismo tiempo se predicaba otra cruzada contra los habitantes de Prusia que perma
necian en las tinieblas de la idolatría . Polonia , Sajonia , Noruega y Livonia armaban sus guerreros para der
rocar en las orillas del Oder y del Vistula los ídolos del paganismo , en tanto que las demás naciones de occi
dente se preparaban á hacer la guerra á los musulmanes en Judea y en Siria.
(1217 ) La Alemania miraba á Federico II como el jefe de la guerra santa , pero el nuevo emperador , que
estaba sentado en un trono minado por las guerras civiles, y temiendo las empresas de las repúblicas de Italia
y tal vez las de los papas sus protectores, aplazó la partida á Palestina .
No se habia entibiado , empero, et celo de los cruzados que en su impaciencia eligieron al rey de Hungría
para conducirles al Asia . Andrés partió á oriente acompañado del duque de Baviera , del de Austria , y de los
señores alemanes que habian tomado la cruz, y al frente de un numeroso ejército se dirigió primero à Es
palatro, donde esperaban á los cruzados para trasladarlos á Palestina las naves de Venecia , de Zara , de An
cona y de otras ciudades del Adriático .

Las bendiciones del pueblo acompañaron al rey de Hungría por todos los paises que atravesó, y cuando se
acercó á la ciudad de Espalatro , los habitantes y el clero salieron á recibirle en procesion , y le condujeron
hasta su iglesia mayor , donde todos los fieles reunidos invocaron la misericordia del cielo para los guerre
366 HISTORIA DE LAS CRUZADAS :
1
ros cristianos . Pocos dias despues salió del puerto la escuadra de los cruzados haciendo rumbo para la isla de
Chipre, á donde habian ido los diputados del rey y del patriarca de Jerusalen , de las órdenes del Temple, de
San Juan y de los caballeros teutónicos ( 1 ) .
Una multitud de cruzados embarcados en Brindis , Génova y Marsella precedieron al rey de Hungría y su

ejército; el rey de Chipre y la mayor parte de sus barones , arrastrados por el ejemplo de tan ilustres prínci-
pes , tomaron la cruz y prometieron acompañarlos á la Tierra Santa . No tardaron en partir juntos del puer-
to de Simisio todos los cruzados , y desembarcaron triunfalmente en Tolemaida . Un historiador árabe cuenta
que desde la época de Saladino no habian tenido los cristianos un ejército tan numeroso en Siria ; en todas las
! Iglesias se dieron gracias al cielo por el poderoso ausilio que enviaba á la Tierra Santa, pero no tardó mucho
en turbar la alegría de los cristianos la dificultad de encontrar víveres para tan inmensa multitud de pere-
grinos.
Aquel año habia sido estéril en las ricas comarcas de Siria : los bajeles que llegaban de occidente solo lleva-
ban máquinas de guerra , armas y bagajes , y como se sintió pronto la miseria entre los cruzados , tampoco
tardaron los soldados en entregarse á la licencia y al saqueo . Los bávaros cometieron los mayores desórdenes ,

robaron las casas y los monasterios y asolaron las campiñas . Los jefes solo pudieron restablecer el órden y la
paz en el ejército dando la órden de combatir á los turcos , y para salvar las tierras y casas de los cristianos ,
propusieron á los soldados e! saqueo de las campiñas y ciudades de los infieles .
Todo el ejército, al mando de los reyes de Jerusalen , de Chipre y de Hungría , fué á sentar sus tiendas å
orillas del torrente de Cison . Deseando el patriarca de Jerusalen herir la imaginacion de los cruzados y recor-
darles el objeto de su empresa , se presentó en el campo de los cristianos llevando una parte de la verdadera
cruz , que pretendia haber salvado en la batalla de Tiberiada . Los príncipes fuéron á recibirle con los piés
descalzos y recibieron con respeto el signo de la redencion ; esta ceremonia inflamó el celo y entusiasmo de
los cruzados , que ya no pensaron mas que en combatir por Jesucristo .
El ejército cruzó el torrente, avanzó hácia el valle de Jesrael , y entró en el monte Hermon y el Gelboé sin
H
encontrar un enemigo. Los jefes y los soldados se bañaron en el Jordan y recorrieron las orillas del lago de
Genesaret; el ejército cristiano marchaba entonando cánticos ; la religion y sus recuerdos habian inspirado
ideas de paz y de disciplina á los soldados ; todo lo queveian en torno suyo los llenaba de piadosa veneracion
hácia la Tierra Santa , y en esta campaña que fué una verdadera peregrinacion , hicieron un gran número
de prisioneros sin trabar combates , y volvieron á Tolemaida cargados de botin .
En la época de esta cruzada Malek-Adhel no reinaba en Siria ni en Egipto , pues habia dejado el trono es-
pontáneamente , nombrando á su primogénito sultan del Cairo y á su segundo hijo Cherf-Eddin -Malek-Moa-
dham -Issa , soberano de Damasco . Ambos estaban aterrados con el ausilio que habian recibido los cristianos
de Siria , pero creyendo que la division seria muy pronto la causa de la destruccion de los cruzados , no en-
viaron á Judea sus ejércitos .

Los jefes de la cruzada , admirados de no ver enemigos que combatir , resolvieron llevar sus armas á las
orillas del Nilo , pero como se aproximaba el invierno, que imposibilitaba toda espedicion lejana, formaron el
proyecto de atacar el monte Tabor , donde estaban fortificados los musulmanes , para ocupar á los soldados á
quienes el ocio inclinaba á la licencia .

Era imposible llegar al Tabor sin arrostrar mil peligros , pero nada intimidó á los guerreros cristianos ; el
patriarca de Jerusalen que iba al frente de los cruzados , les enseñaba el signo de la redencion y los animaba
con su ejemplo y sus discursos . Desprendíanse de las alturas enormes piedras lanzadas por los infieles ; el
enemigo enviaba una granizada de dardos á todos los caminos que conducian á la montaña ; pero el valorde
los soldados de la cruz desafió todos los esfuerzos de los turcos y el rey de Jerusalen se distinguió con prodigios
de valor y mató con su espada dos emires . Cuando llegaron los cruzados á la cima del Tabor dispersaron á
los musulmanes, persiguiéndolos hasta las puertas de la fortaleza ; pero algunos de los jefes empezaron á te-
mer las empresas del príncipe de Damasco , y el temor de una sorpresa hizo en los ánimos una impresion
mas fuerte de lo que debia preverse . En tanto que los musulmanes se retiraban aterrados detrás de sus
murallas , un súbito espanto se apoderó de los vencedores ; los cruzados renunciaron á atacar la fortaleza , y

(1) Véase la crónica de Tomás, diácono de Espalatro , sobre el viaje de Andrés II á la Tierra Santa y su vuelta á Hungría (Biblio-
teca de las Cruzadas, t. II.
LIBRO DUODECIMO. -1207-1221 . 367

a laiskir
el ejército cristiano se retiró sin llevar nada á cabo, como si hubiera subido al monte Tabor tan solo para
Tempera contemplar el sitio consagrado por la trasfiguracion del Salvador .
Esta retirada tuvo consecuencias muy funestas; mientras los jefes se echaban en cara mutuamente la
ogra mengua del ejército y la falta que habian cometido , un profundo desaliento se apoderó de los caballeros y los
res pri soldados . El patriarca de Jerusalen se negó á llevar en lo sucesivo delante de los cruzados la cruz de Jesucris-
s depe to, cuyo aspecto no reanimaba su piedad ni su valor , y deseando reparar los príncipes que dirigian la cruzada
be tan vergonzosa derrota , condujeron el ejército hácia la Fenicia antes de volver á Tolemaida . Ninguna hazaña
todas distinguió sus armas en esta nueva campaña ; como era el invierno, un gran número de soldados vencidos
por el frio quedaron abandonados en les caminos y otros cayeron en poder de los árabes beduinos ; una vio-
deper- lenta borrasca sorprendió la víspera de Navidad á los cruzados acampados entreTiro y Sarepta ; los vientos , la
lluvia , el granizo , los torbellinos y los truenos mataron sus caballos y arrebataron sus tiendas , y este de-
sastre acabó de desanimarlos , haciéndoles creer que el cielo les negaba su apoyo.
Faitábanles víveres y todo el ejército no podia subsistir en un mismo sitio , de modo que decidieron divi-
dirse en cuatro cuerpos diferentes hasta fines del invierno . Esta separacion , verificada en medio de mutuas
quejas, mas bien parecia obra de la discordia que de la necesidad ; el rey de Jerusalen , el duque de Austria y
el gran maestre de San Juan fuéron á acamparse en las llanuras de Cesarea ; el rey de Hungría , el de Chipre y
Raimundo, hijo del príncipe de Antioquía , se retiraron á Trípoli ; el gran maestre del Temple, el de los caba-
lleros teutónicos y Andrés de Avesnes con los cruzados flamencos fuéron á fortificar un castillo construido al
pié del monte Carmelo , y los demás cruzados se retiraron á Tolemaida con el designio de regresar á Europa .
Cayó enfermo el rey de Chipre y murió cuando estaba á punto de volver á su reino. El rey de Hungría es-
taba desanimado , y empezaba á desesperar del éxito de una guerra inaugurada con tan poca fortuna , de mo-
do que creyendo haber cumplido su voto con una permanencia de tres meses en Palestina , resolvió repentina-

mente regresar á sus estados .


El occidente habia visto con sorpresa que Andrés abandonase su reino despedazado por las facciones para
S
partir á Siria , pero no fué menor el asombro que causó en oriente el verle retirarse de Palestina sin haber
yde
rad hecho nada para libertar los santos lugares . El patriarca de Jerusalen le culpó su inconstancia y se esforzó
á retenerle bajo las banderas de la cruzada , y no haciendo mella á Andrés las súplicas del patriarca , recur-
rió este á las amenazas y desplegó el formidable aparato de los rayos de la Iglesia . Nada pudo , empero , vencer
S

la resolucion del rey de Hungría , que para hacer ver que no desertaba de la causa de Jesucristo, se conten-
tó con dejar la mitad de sus soldados al rey de Jerusalen (1 ) .
Andrés se detuvo mucho tiempo en Armenia , despues de partir de Palestina , y pareció olvidar á sus pro-
pios enemigos tanto como á los de Jesucristo . Volvió á occidente por el Asia Menor , y vió al pasar por Cons-
tantinopla los tristes restos del imperio latino, que hubieran debido conmover su indolente ligereza y recor-
darle la ruina que amenazaba su propio reino.
Despues de la partida de Andrés llegó á Tolemaida un gran número de cruzados procedentes de los puertos
de Holanda , de Francia y de Italia ; los cruzados de Frisia , de Colonia y de las orillas del Rhin se habian dete-
nido en las costas de Portugal , donde despues de vencer á los moros en muchas grandes batallas y de haber
muerto dos príncipes sarracenos , enarbolaron las banderas de la cruz sobre los muros de Alcazar . Contaban
los milagros con que el cielo habia secundado su valor , y la aparicion de ángeles armados de espadas de fuego
que habian combatido en las orillas del Tajo con los soldados de Jesucristo . La llegada de estos guerreros y
el relato de sus victorias reanimaron el valor de los cruzados que se habían quedado en Palestina á las ór-
denes de Leopoldo duque de Austria , y con tán poderoso refuerzo no se habló mas que de volver á comenzar
la guerra contra los musulmanes .

El proyecto de conquistar las orillas del Nilo habia ocupado muchas veces á los cristianos ; y se considera-
ba como una inspiracion del cielo desde que el mismo pontifice manifestara en medio del concilio de Latran la
idea de una guerra en Egipto . « En el mes de mayo, despues de la Ascension , dice Olivier Escolástico , hallán-
dose preparada una escuadra , embarcáronse el ejército, el rey de Jerusalen , el patriarca , los obispos de Ni-
cosia , de Belen y de Tolemaida , el duque de Austria , las tres órdenes de caballería y una gran multitud de

(1) Raynaldi: Annal . eccelesiast . ad ann. 1218.


368 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cruzados , y llegaron al castillo de los Peregrinos, construido entre Caifas y Cesarea . Una parte de la escua
dra que navegaba viento en popa y no pudo detenerse en la costa , se presentó delante de Damieta al tercer
dia. Los jefes que se habian detenido en el castillo de los Peregrinos emplearon tres dias mas en la travesía , y
otros impelidos por vientos contrarios tardaron cuatro semanas en llegar á Egipto . El arzobispo de Reims y
el obispo de Limoges , cuya avanzada edad no les permitia seguir á sus compañeros , murieron el uno en To
lemaida y el segundo en el mar . Los primeros que llegaron á Damieta tomaron por jefe al conde de Saarbruk
y desembarcaron al ocaso de la desembocadura del Nilo ; el rey de Jerusalen desembarcó poco tiempo despues ,
sin encontrar ninguna resistencia , y el ejército de la cruz alzó sus tiendas en una campiña arenosa que for
maba parte de la isla de Meballé ó del Delta . »
Damieta , la antigua Damiatis , edificada en la márgen derecha del Nilo á una milla de la embocadura del
rio , era una de las ciudades mas considerables de Egipto ; recibia por el Nilo las riquezas de Siria , del Asia
Menor y del Archipiélago ; como era una de las puertas de Egipto y los cristianos la habian atacado muchas
veces , los soberanos del Cairo se habian esmerado en fortificarla ; estaba rodeada de profundos fosos y de tres
murallas ; alzábase en medio del Nilo una torre en la cual terminaba una cadena que obstruia el paso del rio

y protegia la entrada de la ciudad , y defendian á esta una guarnicion compuesta de veinte mil soldados esco
gidos y una poblacion que podia armar cuarenta mil hombres.
Antes de atacar la ciudad era preciso apoderarse de la torre construida en medio del Nilo. El duque de
Austria , el conde Adolfo de Mons, los hospitalarios y los templarios se acercaron á la fortaleza musulmana
sobre barcos con un gran número de teutones y frisones y dieron repetidos asaltos sin poder tomarla . Duran
te estos ataques llovian sobre los sitiadores los dardos y piedras arrojadas desde las murallas de la ciudad ; el
fuego griego envolvia como un rio á los que trataban de subir á las almenas ; muchos guerreros cayeron en el
rio cubiertos con sus armas , y sus almas , dicen las crónicas, fuéron á reunirse en el cielo con los santos y los
mártires . Todos los dias , despues de un combate de muchas horas , las naves cristianas se alejaban dela tür
re con los mástiles y cordajes rotos, la proa desquiciada , acribillados de dardos y venablos por dentro y fue
ra y medio abrasados por el fuego griego . No obstante , los peregrinos en vez de desanimarse redoblaban sus
esfuerzos y renovaban incesantemente sus ataques ; las naves mas lijeras subieron por el Nilo y anclaron de
bajo de la torre, rompióse la cadena que impedia el paso de las embarcaciones , y se cortó el puente de madera
que ponia en comunicacion la torre con la ciudad . Inventáronse medios de ataque y máquinas que no se ha
bian usado en la guerra , y construyeron sobre dos naves atadas entre sí un enorme castillo de madera , flo
tante Y forrado de cobre , con galerías para los combatientes y un puente levadizo que debia bajarse sobre la

torre de los egipcios . Se habia encargado de dirigir la construccion del edificio terrible un pobre sacerdo
te de la iglesia de Colonia , que habia predicado la cruzada en las orillas del Rhin y seguido al ejército cris
tiano hasta Egipto. Como los papas recomendaban siempre á los cruzados que llevasen personas ejercitadas
en las artes mecánicas , no faltaban al ejército cristiano trabajadores para llevar á cabo las obras difíciles, y
las limosnas de los jefes y los soldados sufragaron los gastos necesarios .
Todos los cruzados esperaban con impaciencia el momento en que la enorme fortaleza podria acercarse á
la torre del Nilo ; con objeto de alcanzar la proteccion del cielo se hicieron rogativas en el campamento cris
tiano; el patriarca y el rey de Jerusalen , el clero y los soldados se entregaron durante algunos dias á las aus
teridades de la penitencia , y todo el ejército con los piés descalzos fué procesionalmente hasta la orilla del
mar . Rebosaban los cruzados de esperanza y ardimiento y envidiaban la gloria de combatir; escogiéronse los
mejores soldados de cada nacion , y Leopoldo , duque de Austria , el modelo de los caballeros cristianos , obtuvo
el honor de mandar una espedicion de la que dependia todo el éxito de la cruzada .
Las dos naves cargadas con el castillo de madera recibieron por fin la órden de partir , llevando en ellas
trescientos guerreros armados con todas sus armas ; una innumerable multitud de musulmanes reunidos so

bre las murallas de la ciudad contemplaban este espectáculo con sorpresa y pavor ; las dos naves ligadas en
tre si avanzaron en silencio por en medio del rio , y todos los cruzados , formados en batalla en la márgen
izquierda del Nilo , ó esparcidos sobre las cercanas colinas , saludaron con numerosas aclamaciones la fortaleza
flotante que encerraba la fortuna y la esperanza del ejército cristiano . Cuando los dos barcos llegaron cerca de
las murallas echaron las anclas y sus soldados se prepararon al asalto . En tanto que los cristianos arrojan sus
venablos y van á usar la lanza y la espada , los sitiados hacen llover torrentes de fuego griego , y aunan
LIBRO DUODECIMO . -1203-1206 . 369

todos sus esfuerzos para incendiar el castillo de madera donde combaten sus enemigos; animan á los unos los
aplausos y gritos del ejército cristiano, y enardecen á los otros las aclamaciones mil veces repetidas de los ha
bitantes de Damieta . En medio del combate , se ve envuelta en llamas la máquina de los cruzados ; bambolea
el puente levadizo lanzado sobre las murallas de la torre ; cae en el Nilo el porta-estandarte del duque de
Austria , y la bandera de los cristianos queda en poder de los enemigos , Al verlo lanzan los musulmanes gritos
de júbilo y se oyen prolongados ayes en la orilla donde están acampados los cruzados ; y el patriarca de Jeru
salen , el clero y el ejército entero se postran de rodillas y alzan al cielo sus manos suplicantes.
Pero como si Dios hubiera oido sus ruegos , estínguese al punto la llama , se repara la máquina y vuelve á
asegurarse el puente levadizo ; los compañeros de Leopoldo renuevan su ataque con mayor ardimiento ; domi
nan desde su fortaleza las murallas de la torre y combaten á grandes mandobles de espada , de lanza , de ha
chas de armas y de mazas de hierro . Dos soldados se lanzan á la plataforma donde se defienden los egipcios ,
llenan de terror á los sitiados que bajan tumultuosamente al segundo piso de la torre . Estos prenden fuego al
techo y tratan de oponer una muralla de llamas á sus enemigos que se precipitan en su persecucion; pero
este último esfuerzo del valor y de la desesperacion es para los soldados cristianos unà vana resistencia ; los
musulmanes son atacados por todas partes ; conmovidas sus murallas por las máquinas de guerra , se desmo .
ronan en torno suyo amenazándoles sepultarlos en sus escombros , y no tardan en rendir las armas y pedir
la vida á sus vencedores.

De este modo se apoderaron los cruzados de la torre del Nilo y empezaron á amenazar la ciudad . El ejér
cito cristiano , que habia presenciado el combate , vió con alborozo á los prisioneros egipcios paseados triunfal
mente por el campamento, y estos confesaron que solo seres sobrehumanos podian haber conseguido tan se
ñalada victoria .

Murió en aquellos mismos dias Malek -Adhel que tan temible habia sido para los cristianos , y à quien estos
pintaban como un príncipe ambicioso , cruel y feroz ; pero todos los historiadores están conformes en ensalzar
su valor y el acierto con que ejecutó todos sus designios .
Los cristianos debian haberse aprovechado de la confusion causada por la muerte del príncipe musulman
para combatir sin descanso á los abatidos infieles , pero en vez de continuar sus triunfos, ya estuviesen esca
sos de naves para atravesar el Nilo, ya defendiesen respetables fortificaciones la orilla en que estaba construida
Damieta , no salieron del campamento y se entregaron á un funesto reposo , olvidando repentinamente los pe
ligros y el objeto de la guerra . Persuadidos muchos de ellos de que habian hecho bastante en defensa de la
causa de Jesucristo , no pensaban mas que en volver á Europa , y á pesar de las reprensiones del clero , de
sertaron de su bandera vergonzosamente.

La Santa Sede envió á Egipto al cardenal Pelagio , obispo de Albano , con el sagrado carácter de legado , y
en el momento que se presentó en el campo quiso tomar parte en la guerra : en un combate que se trabó el
dia de San Dionisio , marchó al frente del ejército con una cruz en la mano y dirigiendo al cielo ardientes sú—
plicas para conseguir el triunfo de las armas cristianas ( 1 ) . Se declaró la victoria en favor de los cruzados .
Pelagio quiso ser desde entonces el jefe de la cruzada y disputó el mando del ejército al rey de Jerusalen ; de
cia en apoyo de sus pretensiones que los cruzados habian tomado las armas al llamamiento del soberano pontí
fice y que eran soldados de la Iglesia . La multitud de los peregrinos se sometió á sus órdenes , persuadida de
que así lo disponia Dios , pero esta pretension de dirigir la guerra exasperó á los príncipes y barones. Fácil fué
prever desde entonces que la discordia seria causada por el que tenia mision de restablecer la paz , y que el
enviado del papa , encargado de predicar la humidad á los cristianos , iba á desbaratarlo todo con su loca pre
suncion . El continuador de Guillermo de Tiro , al lamentarse por la muerte del cardenal de Courzon , que se
había hecho notable por su moderacion , caracteriza con una sola espresion, la conducta de Pelagio y las conse
cuencias que debía tener, diciendo : Murió entonces el cardenal Pedro , y Pelagio vivió, lo cual ocasionó grande
daño.
" La inminencia del peligro habia reunido á los príncipes musulmanes : el califa de Bagdad, á quien Jacobo

de Vitri llama el papa de los infieles , exhortó á los pueblos á tomar las armas contra los cristianos ; Malek
Kamel envió embajadores á todos los principes musulmanes de Siria y Mesopotamia , para avisarles el peligro

(1) Memorial de Reggio. Véase e! estracto de esta crónica, Bibl.. de las Cruz . t. I.)
47
370 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

que corria el Egipto; el sultan del Cairo estaba acampado continuamente con su ejército cerca de Damieta ,
donde esperaba los príncipes de su familia , y la guarnicion de la ciudad recibia todos los dias viveres y re-

fuerzos y podia resistir mucho tiempo al ejército cristiano .


Los cruzados salieron por fin de su inaçcion al ver los preparativos de los musulmanes; y animados por sus
jefes, y especialmente por la certeza del peligro y la presencia de un ejército formidable , continuaron los
trabajos del sitio y dieron repetidos asaltos á la ciudad por el lado del Nilo .
El rio fué el teatro de muchos combates en que los cruzados no pudieron vencer á sus enemigos . El vien-
to en uno de ellos arrastró bajo las murallas de la ciudad un barco de templarios ; los enemigos acudieron en
una infinidad de barcas y se apoderaron de él , pero prefiriendo los templarios la muerte á la esclavitud, agu-
jerearon la nave, y los habitantes de Damieta que aclamaban el triunfo de los turcos , no vieron en un ins-
tante sobre las ondas mas que la punta de un mástil y el pendon donde brillaba la cruz de Jesucristo .
Los cruzados empezaron á quejarse del legado del papa , y Pelagio mezcló sus lágrimas con las de los pe-
regrinos, exhortándoles é imponiéndoles procesiones , oraciones y ayunos . Es incomparable la heroica cons-
tancia con que arrostraron durante todo el invierno el frio , la lluvia , el hambre, las enfermedades y todas
las fatigas de la guerra .

(1219) Acampados siempre en la márgen oriental del Nilo no podian cercar la ciudad por la parte de tier-
ra sin cruzar el rio ; el paso era difícil y peligroso : el sultan del Cairo habia situado su campamento en la
opuesta orilla, é inundaban los soldados musulmanes la llanura donde querian clavar sus tiendas los cris-
tianos .
Un acontencimiento inesperado allanó todos los obstáculos .
Entre los emires sediciosos que desde la muerte de Malek- Adhel habian demostrado abiertamente su am-
bicion , se distinguia el jefe de una tropa de curdos , llamado Emad - Eddin , hijo de Maschtoub, que tan célebre
se hiciera en el reinado de Saladino por la defensa de Tolemaida . Este emir , que habia seguido la fortuna de
los hijos de Ayub, habia visto caer y elevarse muchas dinastías musulmanas, y despreciaba á los principes
cuyo oscuro origen conocia . Como soldado intrépido , súbdito poco fiel y dispuesto siempre à servir á sus so-
beranos en un combate y á venderlos en una conspiracion , Emad- Eddin no podia sufrir un príncipe que rei-
naba por las leyes de la paz , ni reconocer un poder que no era fruto de sus intrigas ó de una revolucion ;

resolvió pues trocar el gobierno de Egipto y concibió el proyecto de destronar al sultan del Cairo para poner
en su lugar á otro hijo de Malek -Adhel .
Advirtieron al sultan de la conjuracion tramada contra su persona , y la víspera del dia en que debia esta-
llar , salió del campamento en medio de la noche . Esta fuga desconcertó á los mas atrevidos conjurados y les
arrebató la esperanza de consumar el crímen comenzado y que solo ofrecía ya peligros. Rumores siniestros
circularon al dia siguiente al asomar la aurora y todos preguntaban con inquietud; mientras los jefes de la
conspiracion permanecian inmóviles, una muchedumbre agitada se reunió delante de las tiendas de los prin-
cipales emires; ninguno de ellos se atrevió á tomar el mando y dar órdenes , pues los jefes desconfiaban de los
soldados y estos de los jefes; reinó el mayor tumulto en el campamento, creyendo ser atacados y sorprendi-
dos por los cristianos, un terror general se apoderó por fin del ejército que abandonó sus tiendas y bagajes y
se precipitó desordenadamente tras las huellas del sultan fugitivo .
Así lo cuentan los árabes; segun los autores latinos , la retirada de los musulmanes fué efecto de un mila-
gro. El ejército cristiano se apresuró entonces á cruzar el Nilo , se apoderó del campo de los infieles, recogió
un inmensɔ botin y se acercó á las murallas de Dam ieta .
? Restablecióse luego la calma entre los musulmanes, y los conjurados fueron condenados al destierro . El
último domingo de cuaresma , cuando el ejército cristiano se preparaba á celebrar la entrada de Jesucristo en
Jerusalen, los musulmanes se formaron en batalla en la llanura y su escuadra avanzó por el Nilo . Los
batallones y navíos enemigos inundaron de pronto el rio y la orilla y atacaron á un mismo tiempo los puen-
tes , las galeras y el campamento de los cruzados . El combate duró desde la aurora hasta la noche, y los tur
cos perdieron cinco mil guerreros y treinta naves. Las crónicas contemporáneas dicen para ensalzar el triunfo
de los cristianos, que celebraron así el domingo de Ramos, y que las únicas palmas que llevaron aquel dia
fueron sus espadas desnudas y sus lanzas ensangrentadas .
No obstante , el sitio no adelantaba y los cruzados continuaban sufriendo toda clase de privaciones y mise-
LIBRO DUODECIMO . - 1207-4221 . 371
Daries,
rias . Habian pasado el invierno con resignacion evangélica , pero el aspecto de la primavera y la continua lle-
eres vre
gada de naves de Europa entibiaron en vez de enardecer su valor : El duque de Austria , que tantas veces
los habia conducido á la victoria , resolvió por la octava de Pascuas volverse á occidente . Esta resolucion llenó
ospers
de desaliento y de dolor á los peregrinos , y el legado del papa se vió obligado á renovar y multiplicar las in-
aron is
dulgencias de la Iglesia, que alcanzaban al padre, á la madre, á los hermanos é hijos de todos los cruzados,
que se quedasen en el campo . La promesa de estos tesoros espirituales, la llegadade nuevos peregrinos y algu-
nas ventajas conseguidas sobre el enemigo sostuvieron el ánimo del ejército y la paciencia de los soldados de
Imen
Jesucristo.

Mientras se combatia en el Nilo y contra las murallas , los caballeros y todos los que acostumbraban á pe-
lear montados permanecian ociosos en sus tiendas , y los cruzados que combatian á pié todos los dias con un
enemigo tan formidable , se quejaron en alta voz de que los abandonasen los mismos que los habian conducido
á la cruzada . Luego que empezaron á oirse estas quejas , los barones jefes y soldados se alzaron para volar al
combate. Los ginetes y los infantes salen de sus trincheras al asomar el dia para ir en busca del enemigo ;
no tarda el ejército cristiano en llegar á donde estaban los musulmanes, que se apresuran á recoger las tien-
das y emprender la fuga ; y como tan súbita retirada parece un ardid de guerra , los jefes de los cruzados se
ber reunen para resolver el partido que habían de abrazar ; unos quieren que se persiga al enemigo y otros que
20 a se permanezca en la defensiva . Mientras los jefes deliberan el ejército se impacienta , la confusion se introdu-
ce en las filas , y vuelve el enemigo dispuesto á combatir cuando reina el mayor desórden entre los cruzados .
Los primeros batallones que se presentan á rechazarlo quedan llenos de sorpresa y de terror ; se retiran con
precipitacion los soldados de Chipre y los de Italia ; en vano el legado del papa y el patriarca se esforzaron
en reanimar su valor : se apodera el pánico de todo el ejército , y el rey Juan con sus soldados , los condes de
Holanda de Witt y de Chester, secundados por les caballeros del Hospital y del Temple hacen prodigios de valor
de para sostener la impetuosidad de los musulmanes y salvar la multitud dispersa de los cristianos.
33

Un gran número de cruzados perdió la vida en aquella jornada ; al dia siguiente el clero lamentó en sus
cantos lúgubres este dia de ira y de calamidad, y dió gracias al cielo por no haber agotado todas las saetas
de su enojo contra un ejército que habia cedido al demonio de los celos y del orgullo .
Habian trascurrido la primavera y el verano en combates continuos, y los cruzados conservaban aun una
actitud formidable á pesar de haber sufrido alguna derrota, y los musulmanes habian perdido la esperan-
za de vencer un enemigo que resistia todos los azotes del clima y de la guerra . Un gran número de peregri-
nos se aprovecharon de los dias bonancibles de setiembre para regresar á Europa , pero cada dia desembarca-
ban nuevos cruzados . Anunciaban la próxima llegada del Emperador de Alemania que habia tomado la cruz
y esta noticia animaba á los sitiadores.
Los musulmanes estaban aterrados viendo que iban á luchar con el monarca mas poderoso de occidente ; el
sultan del Cairo, en nombre de todos los príncipes de su familia , envió embajadores al campo de les cruza-
dos pidiendo la paz , y propuso dejar á los francos el reino y la ciudad de Jerusalen, sin reservarse mas
que las plazas de Carac y Montreal , por las cuales ofrecia pagar un tributo . Los musulmanes se comprometian
á pagar doscientos mil dineros para reedificar las murallas y torres de la ciudad santa que acababan de ser
destruidas, prometian además entregar todos los prisioneros cristianos que habían caido en su poder desde la
muerte de Saladino ( 1 ) .
Reuniéronse los jefes del ejército cristiano para deliberar sobre las proposicionesde los musulmanes , y
el rey de Jerusalen y los barones franceses , ingleses , holandeses y alemanes fueron de parecer de adoptar la
paz , pues los guerreros de occidente veian así terminada una guerra que les tenia tanto tiempo lejos de su
patria .
El cardenal Pelagio y el clero ofreciendo un raro espectáculo , pedian con ardor la continuacion de la guer-
ra , dando razones que no carecian de criterio y acierto . Se deliberó durante muchos dias, sin que pu-
diesen conformarse ambos partidos, y las hostilidades volvieron á comenzar en tanto que la discusion
se enardecia en el consejo . Todos los cruzados se reunieron entonces para continuar el sitio de Da-
mieta.

(1 ) Autores árabes. Biblioteca de las Cruzadas, t. V, las Memorias de los podestas de Reggio.
372 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Abandonado el sultan del Cairo por muchos de sus aliados hizo todos los esfuerzos posibles para reanimar
el valor de su ejército . Algunos soldados musulmanes trataron de valerse de las sombras de la noche para
entrar en la plaza ; pocos lograron llegar á las puertas y entrar , y la mayor parte fueron sorprendidos ó
muertos por los cruzados que velaban sin cesar en torno de las murallas .
Las noticias que el sultan Malek-Kamel recibia de Damieta eran de dia en dia mas alarmantes . Los mu
sulmanes tuvieron que valerse de toda clase de ardides para entrar víveres á la guarnicion : unas veces llena
ban de provisiones algunos sacos de cuero , que abandonaban á la corriente del Nilo y llegaban flotantes has
ta el pié de las murallas otras , ocultaban panes en las sábanas con que envolvian los cadáveres . No tardaron los
cristianos en descubrir estos ardides; el hambre hizo entonces espantosos estragos ; los soldados abrumados por
el cansancio y perseguidos por la miseria no tenian fuerza para combatir y custodiar las torres y las mura
llas, y llenos de desesperacion los habitantes abandonaban sus casas y huian de una ciudad cubierta de ca
dáveres.

El comandante de Damieta envió al sultan un mensaje pintando su angustiosa situacion , pero no tuvo res
puesta alguna . En vano los buzos musulmanes se esforzaron á penetrar en la ciudad por debajo del Nilo ,
donde eran cogidos por medio de redes ; quedó interrumpida absolutamente la comunicacion , y ni el sultan
del Cairo ni los cruzados pudieron saber lo que pasaba dentro de la plaza , donde reinaba el silencio de la
muerte, y que segun la espresion de un autor árabe , no era mas que un sepulcro cerrado.
En los primeros dias de noviembre , hallándose todo dispuesto para el último asalto , los heraldos de armas
recorrieron el campamento repitiendo estas palabras : « En nombre del Señor y de la Virgen vamos á atacar á
Damieta y la tomaremos con el ausilio de Dios . » Todos los cruzados respondieron . « Cúmplase la voluntad de
Dios . >> El legado recorrió las filas prometiendo la victoria á los peregrinos ; se prepararon escalas y cada sol
dado tomó sus armas . Pelagio habia resuelto aprovecharse de las sombras de la noche para una empresa de
cisiva, y cuando llegó la noche se dió la señal , pero bramaba una violenta tempestad y no se oia ningun ru
mor en las murallas ni en la ciudad . Los cruzados subieron silenciosamente á los altos muros y mataron
algunos musulmanes que los custodiaban ; dueños de una torre , llamaron en su ayuda á los guerreros que
los seguian, y no hallando mas enemigos que combatir , cantaron en alta voz el Kirie eleison . El ejército for
inado en batalla al pié de las murallas respondió con estas palabras : Gloria in excelsis , y el legado que man
daba el ataque empezó en seguida á entonar el cántico de la victoria , Te Deum laudamus.
Dos puertas de la ciudad , rotas con las hachas y consumidas por el fuego , dejaron libre paro á la multitud
de los sitiadores. De este modo , dice un antiguo historiador cuyo relato reproducimos , fué tomada Damieta
par la gracia de Dios ( 1 ) . Al asomar el dia los soldados de los cruzados se prepararon á perseguir á los infieles
en sus últimos atrincheramientos , pero cuando penetraron en las calles , les hizo retroceder un olor infecto
que emponzoñaba el aire que respiraban y el mas espantoso espectáculo ; las plazas públicas , las casas , las
mezquitas, toda la ciudad estaba llena de cadáveres , pues habian perecido en las calamidades del sitio la
vejez , la infancia y la edad madura . Cuando llegaron los cruzados Damieta contaba setenta mil habitantes,
no quedaban mas que tres mil de los mas robustos , que estaban próximos á espirar y se arrastraban como
pálidas sombras en medio de los sepulcros y las ruinas .
Tan terrible cuadro enterneció el corazon de los cruzados y mezcló un sentimiento de tristeza á la alegría
de la victoria . Los vencedores encontraron en la ciudad conquistada inmensas riquezas en frutos , diamantes
y telas preciosas, y dice un historiador que podia haberse creido que habian conquistado la Persia , la Arabia
y la India . Los eclesiásticos lanzaron los rayos de la escomunion contra los que ocultasen alguna parte del bo
tin , pero estas. amenazas no contuvieron la codicia de los soldados , y todas las riquezas halladas en la ciudad
no produjeron mas que doscientos mil escudos, que fueron repartidos entre el ejército vencedor .
Damieta tenia una célebre mezquita adornada con seis galerías y ciento cincuenta columnas de mármol y
cubierta con una magnífica bóveda que la elevaba sobre todos los edificios de la ciudad ; fué consagrada á la
Virgen un dia despues de haber resonado en su recinto las súplicas de los infieles, y acudió al nuevo templo
todo el ejército cristiano á dar gracias al cielo por el triunfo concedido á las armas de los cruzados .

(1) Memorias de Reggio ( Bibl . de las Cruz . t. I.)


LIBRO DUODECIMO . - 1207-1221 . 373

El consejo de los barones y prelados dió la ciudad de Damieta al rey de Jerusalen , y se ocupó de la
suerte de los babitantes que se habian salvado del hambre , del rigor del sitio y de la peste.
-
La toma de Damieta llenó de terror la Siria y el Egipto , y el sultan del Cairo y el príncipe de Damasco en
viaron embajadores al califa de Bagdad , pidiéndole que exhortara á todos los verdaderos creyentes á tomar
las armas en defensa de la religion de Mahoma . Pero mayores calamidades amenazaban á la familia de Sala
dino ; las hordas de los tártaros habian bajado de sus montañas , y despues de invadir muchas provincias de
Persia , se adelantaban hácia las orillas del Eufrates . El califa , lejos de poder socorrer con sus exhortaciones
ó súplicas á los musulmanes de Siria y Egipto , invocaba su ausilio para defender su capital y contener la tem
pestad que iba á caer sobre el oriente , y cuando los embajadores musulmanes regresaron á Damasco y al
Cairo , sus relatos añadieron nuevas alarmas á las que inspiraban ya las conquistas de los cristianos .
Lleno de orgullo el prelado por el triunfo que habian conseguido los cruzados , quiso llevar adelante su em
presa creyendo apoderarse fácilmente de todo el Egipto, sin reflexionar que los principes musulmanes reu
nian todos sus esfuerzos para rechazar la invasion de los cristianos , á quienes temian mas que á los tártaros .
Resolvió, pues , marchar contra la capital del Egipto . El clero adoptó el parecer de Pelagio, pero los caballe
ros y barones, que no podian tolerar su despótica autoridad , se negaban á acompañarle en su nueva espedi
cion . En vano invocó el poder y la voluntad de la Santa Sede; la mayor parte de los cruzados , hasta los
italianos , se obstinaron en no obedecer ; y como se escusaban con la ausencia del rey de Jerusalen , se vió
obligado á enviar diputados á Juan de Eriena pidiéndole que volviera al campo á tomar otra vez el mando
del ejército cristiano.
Reunióse el consejo para deliberar sobre el proyecto de Pelagio luego que el rey de Jerusalen volvió á
Dimieta. La mayor parte de los barones y caballeros se pronunciaron en contra del parecer del legado , quien
respondió en su impaciencia que la debilidad y la timidez se encubrian á veces bajo la prudencia y la mode
racion; que Jesucristo no llamaba en su defensa guerreros tan cautos y previsores , sino soldados que buscasen
combates mas bien que razones , y vieran en una empresa el honor y no los peligros; y terminó su discurso
amenazando con los rayos de Roma á los que intentasen oponerse á los designios de Dios . El rey de Jerusa
len y la mayor parte de los jefes , temerosos de ser escomulgados y mas aun de dar sospechas de cobardía ,
cedieron á la tenaz voluntad de Pelagio ; y el consejo de los barones y obispos decidió que el ejército cristiano
partiria de Damieta para atacar el Cairo .
El 16 de las calendas de agosto ( compendiamos la relacion de Olivier) ( 1 ) se pusieron en marcha los cruzados ,
y avanzaron en órden de batalla por la orilla derecha del Nilo . Contábanse en las filas mas de mil doscientos
caballeros con sus escuderos y sargentos de armas ; la infantería era tan numerosa que los turcos compara
ban su multitud á una nube de langostas; cuatro mil ballesteros iban repartidos delante y á la derecha del
ejército; surcaba al mismo tiempo el rio una escuadra de seiscientas treinta naves de todas dimensiones , y
marchaban en medio de los batallones los bagajes , los que iban sin armas, el clero y las mujeres.
Presentáronse cuatro mil ginetes musulmanes á atacar diferentes veces á los cristianos , pero siempre fuc
ron rechazados . El ejército cristiano pasó por Farescour , Saremsac y Baramoun, cuyos habitantes huyeron
con sus mujeres é hijos , y finalmente, la víspera de Santiago , el presuntuoso cardenal se lisonjeaba ya de
que iba á derrocar el culto de Mahoma y hacer triunfar en todo el oriente la religion de la cruz .
El ejército cristiano llegó á la punta del Delta de Damieta sin dar una sola batalla ; alzó las tiendas en el si
tio donde el canal de Achsmoun se separa del Nilo , y á la parte opuesta del canal estaba Mansourah , donde se
veia el ejército musulman .
El soberano de Damasco y los príncipes de Alepo , de Emeso y de Bosrha habían corrido á defender á Egip
to al frente de numerosas tropas . Los heraldos de armas publicaban en todas las ciudades egipcias una ley
del sultan que mandaba al pueblo que se alzase en masa armado, imponiendo enormes tributos á todas las
provincias y castigando con la muerte ó la prision la resistencia de los pobres lo mismo que la de los ricos .
Presentáronse al ejército cristiano embajadores proponiendo la paz y ofreciendo devolver todo el reino de
Jerusalen . Juan de Briena y la mayor parte de los barones que veian las dificultades y los peligres de la es-
pedicion , escucharon con tanta sorpresa como júbilo las proposiciones de los infieles y no titubearon en acep

(1) Olivier (Biblioteca de las Cruzadas t . III) .


374 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tarlas; pero como su influjo era casi nulo en el ejército , el legado, que ejercia una autoridad absoluta y soña
ba con milagrosas conquistas , solo pensó en atacar á un enemigo que pedia favor .
Los embajadores musulmanes anunciaron que los cristianos rehusaban la paz ; la indignacion exaltó sus
ánimos , y el sultan del Cairo solo pensó en defenderse y reunir un ejército formidable . Pronto un terrible

ausiliar en que no pensaba Pelagio, vino á proteger á los infieles contra sus enemigos y hacerles triunfar sin
batallas ni peligros .

La inaccion en que estaba el ejército cristiano cansó á muchos cruzados que solo deseaban pelear ; algunos
creyeron que no se necesitaba su ausilio , otros mas previsores temian próximos desastres, y mas de diez mil
cruzados abandonaron el campo y volvieron á Damieta .
El desbordamiento del Nilo turbó repentinamente la imprudente seguridad de los soldados de la cruz , pro
porcionando á sus enemigos los medios de combatirles con éxito . La escuadra musulmana , trasportada unas
veces por tierra y avanzando otras por los canales del Delta , entró en el rio en frente de Sarensah . Quedaron I
desde entonces interrumpidas todas las comunicaciones entre Damieta y el campamento de los cruzados , los
infieles apresaron muchos barcos cristianos y el ejército quedó sin víveres y sin medios de procurárselos, y
no podia marchar hacia el Cairo . Reunidos los jefes en consejo deliberaron sobre el partido que debía tomarse,
y despues de una prolongada discusion , se dió la señal de retirada , pero en tanto que el ejército se prepara
ba á partir al comenzar la noche, la multitud impaciente puso fuego á las tiendas , y las llamas anunciaron á

los musulmanes su retirada . Un gran número de peregrinos que se habian bebido el vino que no podian le
var se arrastraban penosamente vencidos por la embriaguez ó se quedaban dormidos en los caminos, y otros
muchos que en medio de las tinieblas se separaban de sus banderas , se estra viaron por llanuras descono
cidas .

Al asɔmar el dia el ejército cristiano vió llegar la caballería musulmana que lo atacaba por el ala derecha
y trataba de empujarlo hacia el Nilo . Una multitud de etíopes de negro color y de espantosa desnudez se pre
cipitaba sobre la retaguardia . El valor del rey Juan y de los caballeros del Temple y del Hospital contuvo la
impetuosidad de los musulmanes, y los soldados de Etiopia acosados por sus espadas se arrojaron en el rio ,
como una bandada de aves , segun dice Olivier , que saltan á los pantanos . Pero la siguiente noche, mientras
el ejército cristiano tomaba un momento de descanso , el sultan del Cairo mandó levantar todas las esclusas ,
y el agua del Nilo corrió sobre la cabeza de los que dormian . Pronto volvieron à aparecer los etiopes sedientos
de sangre cristiana ; el desórden se apoderó del ejército que no pudo formarse en batalla , y como la multitud
de los musulmanes ocupaba los sitios elevados , los soldados cristianos vagaban al azar por la llanura perse
guidos por las aguas desbordadas y por un enemigo cuya paz acababan de rehusar .
En tan estremo apuro , el rey de Jerusalen y los principales jefes de los cruzados en viaron varios de sus
caballeros á los musulmanes para proponerles el combate , pero estos no fueron tan imprudentes y generosos
que aceptasen una proposicion inspirada por la desesperacion . Los cristianos estaban abrumados de hambre
y de cansancio; la caballería bundida en el lodo no podia avanzar ni retroceder ; los infantes habian arrojado
sus armas , flotaban sobre las aguas los bagajes del ejército y no se oian mas que gemidos y quejas.
En medio de los gritos y lamentos de los cruzados , el imprudente y presuntuoso Pelagio se vió precisado á
negociar la paz , y su orgullo se humilló hasta el estremo de implorar la clemencia de los musulmanes.
Embajadores cristianos , entre los cuales se notaba el obispo de Tolemaida , fuéron á proponer á los vencedo
res una capitulacion; ofrecieron entregar la ciudad de Damieta y pidieron para el ejército la libertad de vol
ver á Palestina .

Los príncipes musulmanes se reunieron en consejo para discutir la proposicion de los cruzados . Algunos
opinaban en pro de la capitulacion, otros querian que todos los cristianos fuesen prisioneros de guerra , y
entre los que proponian medidas mas rigurosas se distinguia el príncipe de Damasco , enemigo implacable de
los francos . El sultan del Cairo , mas moderado y sin duda mas previsor tambien que los demás jefes , te
miendo la llegado de Federico , la invasion de los tártaros y tal vez el abandono de sus aliados y de sus propios
soldados , combatió la opinion del príncipe de Damasco y propuso que se aceptara la capitulacion de los cru
zados .

Aceptóse en efecto , y el sultan del Cairo envió á su propio hijo al campo de los cristianos en prenda de su
palabra . El rey de Jerusalen , el duque de Baviera, el legado del papa y los principales jefes del ejército cris
LIBRO DUODECIMO . -1207-1221 . 375

tiano se presentaron al campamento de los turcos y quedaron en rehenes hasta el cumplimiento del trata
do (1) .

Cuando llegaron á Damieta los diputados del ejército prisionero y anunciaron el desastre y cautiverio de
los cristianos , sus palabras arrancaron las lágrimas á la multitud de cruzados que llegaban entonces de oc
cidente . Cuando estos mismos diputados dijeron que debian entregar la ciudad á los infieles , la mayor parte
de los francos no pudieron reprimir su indignacion y se negaron á reconocer un tratado tan vergonzoso para
los soldados de la cruz . Unos querian regresar á Europa y se disponian á desertar de las banderas de la cru
zada y otros corrian á las murallas , se apoderaban de las torres y juraban defenderlas.
Pocos dias despues nuevos diputados se presentaron á anunciar que el rey de Jerusalen y los demás jefes
del ejército iban á entregar á Tolemaida á los musulmanes si se negaban á rendir á Damieta , y para acabar
de vencer la tenaz resistencia de los que querian defender la ciudad y que echaban en cara al ejército pri
sionero la deshonra de los cristianos , añadieron que este ejército habia alcanzado en su derrota una gloria
digna de sus primeras hazañas , y que los turcos se habian comprometido à restituir la verdadera cruz del
Salvador caida en poder de Saladino en la batalla de Tiberiada . Los mas entusiastas peregrinos cedieron por
fin á los ruegos de los diputados . El pueblo y los soldados se esparcieron entonces por la ciudad para llevarse
todas las riquezas que contenia , en tanto que el clero en su desesperacion destrozaba en las iglesias los al
tares y las imágenes de los santos que iban á verse espuestos á los ultrajes de los infieles .
Los turcos volvieron á entrar en Damieta en medio del dolor general y del mas violento desórden .
El ejército cristiano perdió en tanto sus tiendas y bagajes , y pasó muchos dias y noches en una llanura cu
bierta por las aguas del Nilo . El hambre, las enfermedades y la inundacion iban á hacer le perecer enteramen

te. Informado el rey de Jerusalen , que estaba en el campo de los turcos , de la horrible miseria de los cristia
nos , pidió á Malek-Kamel que tuviera compasion de sus enemigos desarmados . El continuador de Guillermo
de Tiro, que nos sirve aquí de guia , cuenta la interesante entrevista de Juan de Briena y el sultan de Egipto :
« El rey se sentó delante del sultan y empezó á llorar ; este miró al rey que lloraba y le dijo : ¿ Por qué llo
rais, señor ? --- Tengo razon para hacerlo , respondió el rey , porque veo morir de hambre en medio de las
aguas al pueblo que Dios me ha encargado . El sultan se compadeció de ver llorar al rey y lloró tambien ; en
tonces envió treinta mil panes á los pobres y á los ricos é hizo lo mismo durante cuatro dias . »>
Malek- Kamel mandó cerrar las eselusas y cesó la inundacion de la llanura . Luego que los turcos entraron
en Damieta , empezó á retirarse el ejército cristiano . Los cruzados , deudores á los musulmanes de la libertad
.
y la vida , pasaron por la ciudad que les habia costado tantos combates y trabajos , y partieron de las orillas
del Nilo donde pocos dias antes juraron hacer triunfar la causa de Jesucristo . Llevábanse tristemente la ver
dadera cruz , de cuya autenticidad y descubrimiento sospecharian, pues no hacia ningun milagro ni era para
ellos la señal de la victoria . El sultan de Egipto los hizo acompañar por uno de sus hermanos , encargado de
atender durante el camino á todo lo que necesitasen ; los jefes de los musulmanes estaban impacientes por
ver partir un ejército que habia amenazado su imperio; apenas podran creer en su triunfo , y mas de una alar
ma se unia á la compasion que les inspiraban los enemigos vencidos .
Se habian hecho en Tolemaida regocijos públicos por las victorias de los cruzados en las orillas del Nilo , Y
se creia ver ya libertados los santos lugares y destruido el imperio musulman ; pero la vuelta del ejército con
virtió la confianza y la alegría en luto y consternacion . Celebráronse en todas las ciudades musulmanas fiestas
públicas por la libertad de Egipto ; los cantos de los poetas comparaban al sultan del Cairo con el profeta Ma
homa , cuya religion triunfante dominaba sobre las inmensas comarcas que obedecian en otro tiempo las
leyes de Moisés y de Jesucristo; y comparaban al príncipe de Kelat , su hermano, llamado Moussa ó Moisés,
con el legislador de los hebreos , cuya maravillosa vara ejecutaba las venganzas del cielo contra los enemigos
de Israel y suscitaba contra ellos la cólera de las aguas . A pesar de estos himnos de triunfo, el Egipto yacia
sumido en la desolacion ; los árabes beduinos habian talado por mandato del sultan las provincias limítrofes
al teatro de la guerra , persiguiendo y robando á los que se dedicaban á la industria ó se suponian poseedo
res de oro, y hundiendo en los calabozos á los cristianos.
Tales fueron los primeros resultados de una cruzada decidida en un concilio, predicada en nombre de la
Santa Sede en el mundo cristiano y cuyos preparativos habian ocupado muchos años á la Europa .
(1) Crónica ( Coleccion de historiadores de Francia t . XVIII , p. 300 ' .
376 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

LIBRO XIII .

CRUZADA DE FEDERICO II. — CRUZADA DEL REY DE NAVARRA.

1222-1211 .

Séptima cruzada. - El emperador Federico II acepta el reino de Jerusalen . -Descontento de Juan de Briena. -Estado general de
Europa . Muerte de Honorio III . - Gregorio IX. Sus contiendas con el emperador de Alemania . -Federico en Tolemaida.
Sus negociaciones con el emperador de Alemania.-Entra en Jerusalen .-Vuelve á Tolemaida .- Se embarca para Italia y trata
con el papa . - Teobaldo de Champaña , rey de Navarra. - Toma la cruz. -Tiene muchos imitadores. Decadencia del imperio
franco de Constantinopla. - Gregorio IX se opone á la partida de los cruzados. -Persisten estos en su resolucion .--Muerte de Ma
lek-Kamel. - Espedicion contra Damasco -Espedicion contra Gaza donde son vencidos los cristianos. -Vuelven á embarcarse
los franceses . - Ricardo de Cornouailles Inocencio IV.

Hemos dejado á los cristianos alejándose tristemente de un pais que habían conquistado .
Antes de la toma de Damieta el emperador de Alemania Federico II habia enviado á Egipto como tenientes
suyos al duque de Baviera y al conde de la Pulla , mandándoles que se entendieran con el legado del papa y
no hiciesen la paz con los turcos sin el consentimiento de la Iglesia romana . A pesar de esta deferencia para
con la Santa Sede , cuando los cristianos vencidos en Mansourah se vieron precisados á abandonar su conquis
tá , alzáronse quejas contra el emperador de Alemania , y el mismo papa le acusó de haber contribuido con su
tardanza á los desastres del ejército cristiano . Federico recordó con ardor los servicios que habia prestado á
la cruzada , y persistiendo la corte de Roma en acusarle , estalló en ira en vez de defender su inocencia . Ho_
noriodesde entonces , ora le hubiesen intimidado las palabras de Federico , ora obedeciese á la moderacion de
su carácter , no trató mas que de apaciguar un príncipe irritado por sus amenazas , y para interesar á Fede
rico en el proyecto de la cruzada , concibió la idea de ofrecerle un reino en Asia y le propuso que se casara
con Yolanda , hija y heredera del rey de Jerusalen ( 1 ) . Los grandes maestres de los templarios , de los hospi
talarios y del órden teutónico , el patriarca y el rey de Jerusalen llamados á Italia para deliberar sobre los ne
gocios de la cruzada , aplaudieron esta union que les aseguraba el ausilio de un poderoso . monarca . Federico
aceptó un reino que prometió defender , y consintió en ser escomulgado si faltaba á sus promesas .
(4223) Juan de Briena partió despues de la conferencia á pedir ausilios para la Tierra Santa á los princi
pales estados de Europa . Cuando el rey de Jerusalen llegó á Francia , el reino lloraba la muerte de Felipe Au
gusto, y Juan de Briena asistió á los funerales de su bienhechor que habia legado al morir tres mil marcos de
plata á los defensores de Palestina . Despues de prestar su postrer homenaje á Felipe , el rey de Jerusalen pasó
á Inglaterra y á Alemania donde su presencia y sus discursos recordaron á los cristianos las desgracias de la
Tierra Santa .

El emperador Federico hacia por su parte todos los preparativos necesarios para una espedicion que iba á
dirigir en persona . Se construian por órden suya en todos los puertos de Sicilia naves para el trasporte de
las tropas : « El cielo y la tierra , escribia al papa , me son testigos de que deseo con toda mi alma el triunfo de
las armas cristianas y que no descuido nada para asegurar el éxito de la santa espedicion (2) . » Federico ex
hortaba al pontifice en todas sus cartas que se valiese de todos los medios para aumentar el número de los
soldados de Jesucristo ; mas celoso que el papa mismo por la cruzada , echaba en cara á la corte de Roma que
economizase las indulgencias y confiase la predicacion de la guerra santa á oradores vulgares , y aconsejak
que hiciese los mayores esfuerzos para apaciguar las contiendas entre los príncipes cristianos , é hiciera firmar
la paz á los reyes de Francia y de Inglaterra para que la nobleza y el pueblo de estos dos reinos pudiesen to
mar parte en la cruzada . No pudiendo ir Federico á Alemania , envió al gran maestre del órden teutónico ,

(1 ) Lib. VII de las Cartas de Honorio , cart . CXLI y CLXXXI.


(2) Anales eclesiásticos, año 1224 , núm . 4.
LIBRO DECIMOTERCERO . -1222-1241 . 377

encargándole que exhortase al landgrave de Turinge, al duque de Austria , al rey de Hungria y á los demás
príncipes del imperio á prestar juramento de combatir á los infieles ; y se comprometia á proporcionar
á los cruzados naves , víveres , armas y todo lo que necesitasen para la espedicion de ultramar . Finalmente
el emperador desplegó tanta actividad , tanto ardor y celo , que toda la atencion de los cristianos se fijó en él
y era mirado como el alma , el móvil y el jefe de la santa empresa .
El papa no descuidaba en tanto los intereses de la cruzada ; apremiaba al duque de Brabante para que
partiese y prometia quince mil marcos de plata al marqués de Monferrato que estaba decidido á pasar los ma
res al frente de un ejército escogido. Habiendo exhortado el pontífice á Felipe Augusto que se reuniese con
Federico , recomendó tambien los intereses de Jerusalen á su sucesor Luis VIII , y le invitó á que se reconci
liara con el rey de Inglaterra , para cooperar al éxito feliz de la espedicion à la Tierra Santa .
(1224) El rumor de los preparativos de Federico habia llegado hasta los pueblos de la Georgia : la reina
de aquella comarca escribió al jefe de lo iglesia de Roma , que el condestable de su reino y un gran número
de vasallos solo aguardaban la llegada del emperador de Alemania para volar en socorro de Palestina . Los
georgianos tenian fama de belicosos , eran temidos de los musulmanes , y sus peregrinos gozaban el privilegio
de entrar en Jerusalen sin pagar el tributo impuesto á los demás cristianos. Cuando el príncipe de Damasco
mandó destruir las murallas de la ciudad santa , los guerreros de Georgia juraron vengar este ultraje hecho á
la ciudad de Dios , pero la invasion de los tártaros les impidió salir de su territorio . Las hordas de la Tar
taria habian llevado sus estragos desde entonces á otras comarcas , y los cruzados del Cáucaso y del mar Cas
pio prometieron incorporarse en el pais de Egipto y de Siria á los cruzados de las orillas del Rhin y del Da
nubio .

Pero Federico no podia cumplir aun sus promesas tantas veces repetidas; el reino de Sicilia y de Nápoles
encerraba gérmenes de discordia y rebelion ; las repúblicas de Lombardía se pronunciaban abiertamente
contra el emperador de Alemania , y la Santa Sede que veia con dolor los proyectos ambiciosos de Federico
sobre Italia , alentaba á todos los enemigos de un poder cuya cercanía le intimidaba . De modo que la política
de la corte de Roma , las rebeliones de Sicilia y las empresas de las repúblicas italianas no permitian al
emperador conducir al Asia sus ejércitos .
Federico pidió al papa un plazo de dos años para cumplir su juramento , apoyando su peticion en la nece
sidad de reunir sus ejércitos , y declaró que antes de comenzar la guerra santa queria esperar la terminacion
de la tregua hecha con los musulmanes , manifestando con esto para con los tratados firmados con los infieles
mas respeto que con los cristianos y aun consigo mismo . El papa en su descontento no se atrevió á negar el
plazo que le pedia el emperador , disimuló su enojo y se contentó con exigir nuevas promesas , que fueron he
chas como todas las demás con la mayor solemnidad .
Su enlace con la heredera del rey de Jerusalen era una nueva garantía de los nuevos juramentos de Federi
co . Este casamiento se celebró en Brindis en 1225 en medio de las bendiciones del clero y las aclamaciones
del pueblo . Yolanda fué coronada al año siguiente en Roma emperatriz y reina de Jerusalen por el papa en
la iglesia de San Pedro . Todos los cristianos de occidente recibieron con júbilo la noticia, pues les parecia que
esta union era la prenda mas segura de las victorias que los cruzados iban á alcanzar á los infieles ; y Juan
de Briena , que habia asistido á la ceremonia del casamiento , se regocijó de tener un emperador por yerno y
apoyo . Pero su alegría fué muy pasajera ; muy pronto la ambicion , los celos y cuanto hay de mas profano
en las humanas pasiones vino á turbar una union contraida en nombre de Jesucristo . Federico despreció á
su nueva esposa al poco tiempo de haberse casado, y solo vió en Juan de Briena , que abrazó vivamente la
defensa de su hija abandonada , al hermano de aquel Gualtero que habia llevado el título de rey de Nápoles
y de Sicilia , considerándole como un enemigo de su poder y disputándole la posesion del reino de Jerusalen .
El papa se alegró al ver á Federico interesándose por el dominio de los cristianos de oriente , y se opuso muy
débilmente á una pretension de que esperaba sacar partido en pro del éxito de la cruzada . El emperador se
hizo reconocer con poco trabajo rey de Jerusalen , envió á Hugo de Montbelliard á administrar en su nombre
.
los negocios de la Tierra Santa , y Juan de Briena , que hasta entonces se habia mostrado el mas ardiente

apóstol de la guerra de ultramar , ultrajado como padre y como rey , despojado de su corona y estraño en ade
lante á los asuntos de la Tierra Santa , se vió precisado á esperar en el silencio y el retiro una ocasion favo
rable para vengarse de su yerno y reconquistar un reino .

(44 y 45) 48
378 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

(1226) Federico continuaba los preparativos de la guerra santa y parecia mas que nunca dispuesto á
partir á oriente . En todos los reinos de Europa se predicaba la cruzada en nombre del gefe de la iglesia , y el
soberano pontifice escribió á todos los príncipes exhortándoles á que suspendieran sus divisiones y se ocupa
ran tan solo de la guerra de ultramar .
Habiéndose renovado las hostilidades entre Inglaterra y Francia , Honorio mandó á Luis VIII que dejase las
armas y le amenazó con la escomunion si no hacia al momento la paz . El rey de Francia quiso conquistar el
Poitou antes de obedecer las órdenes del papa , y mientras los rayos de Roma bramaban sobre su cabeza , el
pueblo y el clero daban gracias al cielo por sus victorias en todas las iglesias del reino .
No era la guerra contra los ingleses el único obstáculo para la partida de los cruzados franceses ; se conti
nuaba aun la guerra contra los albigenses . Luego que Luis VIII firmó una tregua con Inglaterra , se decidió
por fin á tomar la cruz , y prestó juramento , no de ir á combatir á los infieles en Asia , sino á los herejes en
el Languedoc . El rey de Francia tenia en esta cruzada la doble ventaja de no salir de sus estados y de hacer
conquistas que un dia debian engrandecer su reino ; los señores y barones siguieron á Luis VIII á las provin
cias meridionales y no se acordaron de libertar á Jerusalen .
Los enviados del papa y los de Federico exhortaban al mismo tiempo á los pueblos de Alemania á que
socorriesen á los cristianos de Palestina ; pero sus predicaciones , que habian alcanzado un grande éxito al
principio, acabaron por inspirar poca confianza y entusiasmo . Habiendo el papa recomendado á los predica
dores de la cruzada que prodigasen las indulgencias de la Iglesia , se vió con asombro tomar la cruz á los
mayores criminales y prestar juramento de expiar sus pecados con la santa peregrinacion . Es cierto que
san Bernardo habia llamado á la defensa de Jesucristo á los ladrones y asesinos , pero empezaban á cam
biarse las ideas y las costumbres , y lo que en el siglo anterior habia salido bien , no era ya mas que
un manantial de escándalo . El monje de Ursperg , autor contemporáneo , nos dice que la facilidad con
que se concedió á los hombres mas perversos el rescate de sus crímenes tomando la cruz y las armas ,
no hizo mas que multiplicar los delincuentes y entibiar el celo de los verdaderos defensores de Jesu
cristo .

El entusiasmo por la libertad mas bien que el de los cruzados agitaba entonces las mas hermosas comarcas
de Italia; la mayor parte de las ciudades, arrastradas por la envidia y por todas las pasiones de las repúblicas,
se declaraban mutuamente la guerra , combatiendo, ya por su territorio, ya por su independencia ; en cada
uno de estos pequeños estados los partidos se atacaban , se perseguian con furor y se disputaban con las ar
mas en la mano el ejercicio del poder , y las ciudades , los principados y los señoríos , invocando, unos la au
toridad de los papas , otros la de los emperadores de Alemania . Las facciones de los güelfos y los gibelinos tur
baban todas las ciudades y dividian todas las familias , y estas discordias y estas guerras civiles hacian olvidar
á los pueblos las guerras de ultramar .
Las ciudades de Lombardía habian formado una poderosa confederacion que causaba continua inquietud
á Federico y le detenia en occidente. Honorio empleó todos los medios que estaban en su poder para restable
cer la paz y dirigir todos los ánimos hácia la cruzada , y logró por fin que las repúblicas lombardas prome
tiesen reunirse con el emperador de Alemania para libertar la Tierra Santa .
(1227) Aunque los pueblos habian perdido gran parte de su entusiasmo por la guerra sagrada , se podia
formar aun un ejército respetable reuniendo todos los guerreros que habian tomado la cruz en muchas co
marcas de Europa . Los nuevos cruzados debian acudir al puerto de Brindis , donde se preparaban naves para
trasladarlos á oriente , y al llegar al reino de Nápoles , el emperador les habia de dar víveres y armas . Todo
estaba dispuesto para la espedicion , y el papa iba por fin á ver cumplidos sus deseos y á recoger el fruto de
sus trabajos y predicaciones , cuando la muerte lo arrebató á la cristiandad .
Gregorio IX que le sucedió , tenia la misma ilustracion , las virtudes y la ambicion de Inocencio III ; en la
ejecucion de sus designios , no le arredraban dificultades ni peligros ; no acobardaban su audacia los obstáculos
que solo podian romperse con la violencia , y su voluntad era tenaz é inflexible . Apenas subió Gregorio
al trono pontificio , llamaron toda su atencion los preparativos de la cruzada y fueron el principal obje
to de su activa solicitud . Los cruzados reunidos en la Pulla padecian mucho por la influencia del clima y
de la estacion , pero el soberano pontifice no omitió nada para suavizar sus males y apresurar su partida ,
y exhortó al emperador á que se embarcase diciéndole : « El Señor os ha puesto en este mundo como
LIBRO DECIMOTERCERO . — 1222-1244 . 379

un querubin armado con una espada para mostrar á los que se estravian la senda del árbol de la
vida (1) .

La muerte se cebaba en tanto haciendo víctimas numerosas , y los cruzados habian presenciado ya los fu
nerales del landgrave de Turinge y de muchos señores alemanes , cuando no atreviéndose Federico á resistir
por mas tiempo á la voluntad de la Santa Sede , dió por fin la órden de hacerse á la vela . En todas las pro
vincias del imperio se dirigian al cielo rogativas por el triunfo de la cruzada , pero Federico se veia al frente
de un ejército desanimado por toda clase de padecimientos, y él mismo parecia poco firme en su resolucion .
Apenas habia salido la escuadra del puerto de Brindis , una tempestad horrible dispersó todas las naves ; el
emperador cayó enfermo , y temiendo las consecuencias de su mal , los escollos del mar , quizás tambien los
proyectos de sus enemigos , y enternecido por las quejas de los que le acompañaban , renunció repentinamen
te á su lejana empresa y desembarcó en Otranto .
Gregorio habia celebrado la partida de Federico como un triunfo de la Iglesia , pero consideró su vuelta co
mo una verdadera rebelion contra la Santa Sede . Testigo fué de su terrible cólera la ciudad de Agnani donde
se habia retirado el papa , y allí nació la espantosa tempestad que turbó tantos años el mundo cristiano . Gre
gorio se dirigió á la iglesia mayor , subió al púlpito y pronunció ante todo el pueblo reunido un sermon que
tenia por testo: « Es necesario que sucedan escándalos , » y despues de haber citado los profetas y hablado del
triunfo de san Miguel contra el dragon , lanzó contra el emperador los anatemas de la Iglesia ( 2) .
El emperador envió al principio al papa embajadores para esplicar y justificar su conducta , pero el inexo
rable Gregorio se negó á oirlos , y dirigiéndose á todos los soberanos de Europa les pintó á Federico como un
príncipe infiel y perjuro , acusándole de haber espuesto á los cruzados à perecer de hambre , de sed y de ca
lor en las campiñas de la Pulla , de haber faltado á su juramento bajo el vano pretesto de una enfermedad y
de haber desertado de las banderas de Jesucristo para volver á gozar las delicias ordinarias de su reino . Fe
derico respondió irritado y con amargura á las acusaciones de Gregorio; en su apología , que envió á todos los
principes de la cristiandad , se quejaba de las usurpaciones de la Santa Sede y pintaba con los colores mas
odiosos la política y los designios ambiciosos de la corte de Roma . « La Iglesia romana , decia , envia á todas
partes legados con poder de castigar , suspender y escomulgar , no con la idea de esparcir la palabra de Dios ,
sino para hacer acopio de dinero y recoger lo que no han sembrado . » El emperador recordaba en sus cartas
las violencias ejercidas por los papas contra el conde de Tolosa y el rey de Inglaterra ; añadia que los domi
nios inmensos del clero no satisfacian la sedienta ambicion de la Santa Sede y que los soberanos pontifices
querian estender sus manos sobre todos los reinos .

Quedó desde entonces declarada la guerra entre el papa y el emperador ; guerra terrible , que entibió la
fé en vez de afirmarla y acarreó á la Santa Sede mas males que bienes , aunque la victoria fué suya en el prin
cipio de esa lucha espantosa entre la Iglesia y el imperio , que arrebató por fin del catolicismo la mayor par
to de Europa .

(1228) Cuando Gregorio volvió á Roma renovó su escomunion en la iglesia de San Pedro , y Federico atra
jo á su partido para vengarse la nobleza romana que tomó las armas , insultó al soberano pontífice hasta en
el pié de los altares y le obligó á abandonar la capital del mundo cristiano. El papa persiguió entonces con
mas furor á su enemigo , y desplegando la formidable autoridad de la Iglesia universal , desató á los súbditos
de Federico del juramento de fidelidad , recordándoles que no debe prestarse obediencia á los que se oponen
á Dios y á sus santos .

Los cristianos de Palestina continuaban en tanto pidiendo sin cesar el ausilio de occidente , y en circunstan
cias tan azarosas, las colonias cristianas abandonadas á sí propias y entregadas á los mayores desórdenes ,
hubieran polido ser invadidas y completamente destruidas , si la Providencia no hubiese suscitado nuevas
discordias entre sus enemigos.

El peligro habia reunido á los hijos de Malek- Adhel durante el sitio de Damieta ; despues de la victoria , la
ambicion sucedió al temor , y los príncipes ayubitas se disputaron las ciudades y las provincias que su union
habia salvado de la invasion de los cristianos . Coradino, príncipe de Damasco, temiendo las empresas de su
hermano Malek-Kamel , sultan de Egipto, acababa de llamar en su defensa á Gelal- Eddin , soberano del

(1) Raynaldi, ann . 1227.—(2) Id . , ann.1227 núm . 29.


380 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
vasto imperio del Karismo . El sultan del Cairo temió las consecuencias de esta alianza y volvió sus miradas
hácia los principes de occidente . Hacia muchos años que solo el rumor de los preparativos de Federico lle-
naba de espanto á las potencias musulmanas ; el emperador de Alemania era mirado en oriente como el jefe
de todas las naciones de Europa ; el sultan de Egipto fundaba su salvacion en desarmar un enemigo tan for-
midable, y como habian llegado ya hasta su corte las quejas del papa y el rumor de las discordias
bian estallado entre los cristianos , concibió la esperanza de convertir á Federico en un aliado since e yhaun
quro -
ausiliar poderoso .

Malek-Kamel envió regalos y embajadores al emperador de Alemania , invitando á Federico á que par-
I tiera á oriente , y prometiendo entregarle á Jerusalen . Esta proposicion causó tanta sorpresa como júbilo al
emperador , que envió tambien á Egipto un embajador encargado de sondear las intenciones del sultan del
Cairo y ofrecerle su amistad . El enviado de Federico fué recibido en la corte del sultan con grandes hono-

res , y volvió á anunciar á su soberano que Malek- Kamel estaba pronto á secundarle en su espedicion á ul-
tramar .

Esta negociacion que fué ignorada del papa y de todos los cristianos de occidente ( 1 ), determinó á Federico
á continuar el proyecto de la cruzada . Tenia además otros motivos para no renunciar á su espedicion á orien-
te : sabia que Juan de Briena estaba á punto de regresar á Palestina y ponerse otra vez en posesion del reino
de Jerusalen , y el
papa continuaba representándole como el enemigo de Jesucristo y el azote de los cristianos .
Para frustrar el proyecto de Juan de Briena y responder al soberano pontífice de un modo victorioso , Federico
resolvió embarcarse para la Tierra Santa . Queriendo publicar su designio con el mayor aparato , mandó co-
locar en la llanura de Barleta un trono magnífico al cual subió en presencia de una innumerable multitud de
espectadores ; se revistió con la cruz de los peregrinos en medio del brillo de la magnificencia imperial ; él
mismo anunció al pueblo reunido que iba á partir à Siria , y para dar mas solemnidad á tan pomposa cere-
monia y atraerse los ánimos de la muchedumbre , el emperador mandó leer en voz alta su testamento . Los
barones y los señores juraron al pié de su trono hacer ejecutar su última voluntad si llegaba á perder la vida
en medio de los peligros del mar y de la guerra de oriente.
Cuando supo el papa la resolucion de Federico le envió eclesiásticos para prohibirle que se embarcase . El
soberano pontifice acusaba al emperador de dar al mundo el escándalo de una cruzada dirigida por un prín-
cipe reprobado de Dios , y como la escuadra de Federico se componia de veinte galeras y solo llevaba consigo
seiscientos caballeros , le acusó tambien de no haber cumplido su promesa y comparaba su tentativa impru-
dente á la espedicion de un jefe de piratas . El emperador no respondió á los enviados del papa ; cuanto mas
se oponia el jefe de la Iglesia á su partida , mas impaciente estaba Federico de partir y de llevar á cabo su
designio , y se lisonjeaba en su mente de haber de arrostrar á un tiempo los rayos de Roma y las armas de
los musulmanes . Dejó en Sicilia la mayor marte de su ejército , y su teniente , el duque de Espoleto, quedó
encargado de negociar la paz con el papa y continuar la guerra comenzada con el estado pontificio .
Cuando Gregorio supo la partida del emperador , se hallaba en la ciudad de Asis , ocupado en la canoniza-
cion de san Francisco . Durante muchos dias habia cantado himnos de esperanza y alegría : « Francisco , de-
cia, apareció como la estrella de la mañana , como la luna en su brillo . » Pero interrumpieron repentinamente
este lenguaje de paz y el aparato de la fiesta las madiciones que el papa pronunció contra Federico . El sobe-
rano pontifice se postró al pié de los altares y pidió al cielo que confundiera el orgullo de los monarcas impíos
y esterminara sus empresas sacrilegas .
El emperador llegó , no obstante , á las costas de Siria y fué recibido en Tolemaida por el patriarca , el clero
y los grandes maestres de las órdenes militares (2) . Durante muchos dias los cristianos de oriente vieron en
él al libertador y rey de Jerusalen , pero pronto se esperimentó un cambio en los ánimos . Dos discípulos de
san Francisco , enviados por el papa , anunciaron al patriarca , á los tres grandes maestres de las órdenes
militares y á todos los fieles que habian recibido un príncipe rebelde á la voluntad de la Iglesia . El desprecio ,
el odio y la desconfianza sucedieron desde entonces al respeto y la sumision ; empezaron á advertir que se-
guia á Federico un escaso número de guerreros y que no disponia de tropas suficientes para hacerse temer
de los infieles ó de los cristianos ; no se hablaba en Tolemaida mas que de la escomunion del papa v de los

(1 ) El padre Ma'mbourg , lib . X. p . 28 % .


(2) Mateo Paris , Sigonio , la carta de Gerold y Raynaldi , ad ann. 1229 .
LIBRO DECIMOTERCERO . - 1222-1241 . 381

medios de sustraerse á la obediencia de un príncipe hereje, y nunca se habia pensado menos en libertar
á Jerusalen .
Al mismo tiempo que Federico llegó á Siria acababa de morir Coradino el soberano de Damasco , dejando
sus estados en manos de un príncipe jóven incapaz de defenderlos . El espíritu licencioso que se notaba ya en
las últimas guerras entre las tropas de Siria y de Egipto , hacia de dia en dia nuevos progresos y amenazaba
todos los tronos musulmanes . El sultan del Cairo partió á Palestina al frente de un ejército : la fama anun-
ciaba que su espedicion tenia por objeto la defensa de Jerusalen y el esterminio de los cristianos ; pero su
verdadero designio era aprovecharse de los acontecimientos de la guerra y de las discordias que en todas par-
tes estallaban para apoderarse de Damasco y triunfar de los enemigos que los celos y la ambicion le habian
suscitado entre los musulmanes y los príncipes de su propia familia .
El emperador de Alemania salió de Tolemaida con su ejército y fué á acamparse entre Cesarea y Joppe .
Habia enviado à Malek-Kame! al señor de Sidon y al conde Tomás de Celano para recordarle sus promesas
y decirle que siendo soberano de las mas vastas provincias de occidente , no venia al Asia para hacer con-
quistas y que no tenia mas objeto que visitar los santos lugares y tomar posesion del reino de Jerusalen que
le pertenecia .
Cuando los embajadores cristianos llegaron al campamento musulman situado cerca de la ciudad santa , se
babian trocado las circunstancias que habian impulsado á Malek-Kamel á solicitar el ausilio de Federico , y
el sultan se hallaba en una situacion embarazosa . Habia prometido entregar á Jerusalen al emperador de los
francos, pero tambien acababa de prometer á los principes musulmanes, para alcanzar la posesion de Da-
masco , que conservaria la Judea bajo las leyes del islamismo .
El sultan recibió con distincion á los diputados de Federico , pero no respondió á sus proposiciones , no obs-
tante envió al emperador una embajada con el encargo de espresar su deseo de la paz y la estimacion parti-
cular que profesaba al príncipe mas poderoso de la creencia de Issa . Érase entonces el rigor del invierno y los
dos ejércitos no esperaban la señal de los combates . Entabláronse negociaciones pacíficas en las cuales el em-
perador de Alemania y el sultan del Cairo se manifestarou un afecto reciproco . Federico , cuyo solo nombre
habia llenado de terror á los infieles, escitaba vivamente su atencion y su curiosidad ; se hablaba de los po-
derosos reinos que formaban su imperio allende los mares , y si se ha de dar crédito á las crónicas musulma-
nas, este príncipe era calvo y rubio , de pequeña estatura y de vista muy corta , lo cual hacia decir á los
orientales, que si hubiera silo esclavo no hubiesen dado por él doscientas dracmas ( 1 ) . Admirábanse, no obs-
tante, sus virtudes guerreras y su magnificencia imperial , se ensalzaban en la corte del sultan sus conoci-
mientos en la medicina , en la dialéctica y en la geometría , y los musulmanes de Siria y Egipto se compla-
cian en realzar el mérito de su instruccion , pues la atribuían á las lecciones de los árabes de Sicilia .
No era Malek-Kamel menos digno de llamar la atencion y granjearse el aprecio de sus enemigos . Este
principe habia mostrado una moderacion que podia considerarse como un fenómeno en oriente , y los cristia-
nos no habrian olvidado sin duda que en la última guerra habia salvado de la muerte al ejército prisionero
del rey de Jerusalen . El sultan del Cairo tenia tambien fama de amar á los sabios y cultivar las letras, y era
tan apasionado por la poesía , que escribia algunas veces en verso á sus tenientes , á sus aliados y á los que le
respondian en el mismo lenguaje por alcanzar su amistad ó su gracia .
El emir Kaks-Eddin , que Malek-Kamel habia enviado á la corte de Federico en Sicilia , y que en la época
de que hablamos estaba encargado de las negociaciones de la paz , conocia á fondo las leyes y costumbres de

occidente ; bijo de uno de los scheiks mas sabios de Egipto, gozaba tambien grande reputacion de saber y
habilidad ; de modo que en las frecuentes conferencias que tuvieron lugar entre los musulmanes y los cristia-
nos, se habló con mas frecuencia de la geometría de Euclides , de los aforismos de Aberroes y de la filosofía de
Aristóteles que de la religion de Jesucristo y de la de Mahoma . A imitacion de aquellos reyes de oriente que

en tiempo de Salomon enviaban á sus vecinos enigmas que descifrar , Federico dirigió muchas veces al sultan
del Cairo problemas de filosofía y de geometria , y el sultan , despues de consultar á los scheiks mas sabios ,
encargaba á los embajadores que llevasen su respuesta al emperador , y le enviaba á su vez nuevos proble-
mas para resolver.

(1) La crónica de Yafei.


382 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Aunque Jerusalen era el principal y casi único objeto de las negociaciones , ni uno ni otro príncipe pare
cian dar grande valor á la posesion de la ciudad santa , en donde Malek-Kamel solo veia iglesias y casas en es
combros . Federico escribió al sultan reclamando el cumplimiento de su promesa , y la principal razon que
daba • hacerlo , era que perderia el aprecio y consideracion de los reyes y el papa , si regresaba á Europa sin

haber tomado posesion de Jerusalen .


Estraño espectáculo ofrecieron en esta cruzada los dos grandes monarcas, opuestos por la religion , enlaza
dos por una tolerancia recíproca , tal vez por la indiferencia , y unidos por los mismos gustos y sus mismos
deseos de paz , en tanto que en torno suyo todo respiraba odio , barbarie y guerra . En el ejército cristiano se
acriminaba á Federico por haber enviado al sultan del Cairo su coraza y su espada como una prenda de sus
intenciones pacíficas , y los musulmanes echaban en cara á Malek-Kamel el que deseara la alianza de los ene
migos del islamismo , enviando al jefe de los francos un elefante, camellos y las mas raras producciones de
la Arabia , de la India y del Egipto . Creció el descontento en ambos campos cuando el emperador recibió en
regalo del sultan del Cairo una compañía de jóvenes educadas , segun costumbre de los orientales, para bai
lar en la sala de los festines .

Los muecins afectaban anunciar la oracion delante de la tienda del sultan para echarle en cara el olvido
de la fé musulmana , y los predicadores del islamismo acusaban en voz alta á Malek- Kadel de que hacia
traicion á la religion y á la gloria de Saladino . No trataban mas favorablemente los cristianos al emperador
de los francos ; los caballeros de San Juan y del Temple se habian separado de él y le seguian desde lejos; en
el campo , nadie se atrevia á pronunciar el nombre del jefe de la cruzada ; Federico se habia visto precisado á
ocultar el estandarte del imperio, y sus órdenes se publicaban tan solo en nombre de Jesucristo y de la repú
blica cristiana .

Las prevenciones y el odio estallaron al fin con la traicion y las mas traidoras maquinaciones . Habiendo
visitado casi solo el emperador el castillo de los Peregrinos , y manifestado el deseo de ocuparlo durante la
guerra , los templarios , á quienes pertenecia este castillo , le amenazaron con arrojarle en un sitio de donde
no saldriajamás (1 ) . Como este príncipe habia formado el proyecto de ir á bañarse en las aguas del Jordan ,
los mismos templarios dirigieron una carta á Malek-Kadel indicándole los medios de sorprender al jefe del
ejército cristiano en su peregrinacion . El sultan despreció esta traicion , y envió á Federico la carta que ha
bia recibido.

(1229) Concluyóse por fin una tregua por diez años , seis meses y diez dias, el 20 de febrero de 1229. Ma
lek-Kamel entregó á Federico Jerusalen , Belen y todos las aldeas situadas en el camino de Joppe y de Tole
maida ; además , la ciudad de Nazaret, el territorio de Thoron y Sidon con sus dependencias . Se permitia á
los cristianos reedificar los castillos de Joppe, de Cesarea , de Sidon , y el que habian construido los caballeros
de la órden teutónica en las colinas inmediatas á San Juan de Acre . Segun las condiciones del tratado , los
musulmanes podian conservar en la ciudad santa la mezquita de Omar y el libre ejercicio de su culto. No
estaban comprendidos en esta tregua el principado de Antioquía ni el condado de Trípoli , y el emperador de
Alemania se comprometia á contener las hostilidades de los francos contra los súbditos y tierras del sultan .
Cuando se publicaron las disposiciones del tratado ambos campamentos consideraron la paz impía y sacrí
lega los musulmanes que vivian en Jerusalen abandonaron llorando sus moradas , y maldijeron el nombre
de Malek - Kadel , y los poetas lamentaron las conquistas de los cristianos en versos lúgubres ó satíricos que nos
ha conservado la historia oriental .

Mayor fué aun el dolor y mas viva la indignacion entre los cristianos : los prelados y los obispos declama
ron con vehemencia contra un tratado que dejaba las mezquitas al lado del Santo Sepulcro , y confundia en
cierto modo el culto de Mahoma con la religion de Jesucristo ; el arzobispo de Cesarea puso en entredicho los
santos lugares libertados , y el patriarca de Judea negó á los peregrinos el permiso de visitar el Sepulcro
del Salvador .
Cuando Federico hizo su entrada en Jerusalen , sombrio silencio reinó en todo el tránsito. Se dirigió en
compañía de los barones alemanes y de los caballeros teutónicos , vestido con la túnica imperial , á la iglesia
de la Resurreccion que estaba cubierta de negro y parecia custodiada por el ángel de la muerte ; despues de

(1) El continuador de Guillermo de Tiro.

I
LIBRO DECIMOTERCERO . - 1222-1241 . 383

una breve oracion , mandó colocar una corona sobre el altar mayor ; todos los sacerdotes que guardaban el
Santo Sepulcro habian buido del santuario , donde creian ver la abominacion de la desolacion anunciada por
las amenazas de la Escritura ; Federico tomó por su mano la corona , y colocándosela en la cabeza , fr pro
clamado rey de Jerusalen sin ninguna ceremonia religiosa . Las imágenes de les santos y de los apóstoles es
taban cubiertas con un velo ; al pié de los altares solo se veian espadas y lanzas, y los ecos de las sagradas
bóvedas solo repitieron las ruidosas aclamaciones de los guerreros .
Despues de su coronacion , Federico escribió al papa y á todos los principes de occidente comunicándoles
que habia reconquistado á Jerusalen sin efusion de sangre y como por milagro , é invitaba á los reyes y prin
cipes cristianos á que dieran solemnes acciones de gracias a Dios, que manifiesta algunas veces su poder , no
con el aparato y número de los caballos y los carros , sino por medios débiles en apariencia , y que siempre
es admirable en sus miras sobre los hijos de los hombres . El patriarca dirigió al mismo tiempo una carta á
Gregorio y á todos los fieles de la cristiandad , demostrándoles la impiedad y la deshonra del tratado que aca
baba de hacer el emperador de Alemania . Cuando el soberano pontifice supo el triunfo de Federico , se la
mentó de la conquista de Jerusalen como de su pérdida , y comparó el nuevo rey de Judea con aquellos mo
narcas impios que la cólera de Dios hacia sentar en el trono de David .
Federico no pudo permanecer mucho tiempo en la ciudad santa donde solo se oian imprecaciones contra
él , y regresó á Tolemaida donde tampoco halló mas que súbditos rebeldes y cristianos escandalizados de sus
triunfos . El patriarca y el clero habian puesto en entredicho la ciudad durante el tiempo que permaneciese
en ella el emperador , el cual se vió obligado á negociar la paz con los cristianos como lo habia hecho con los
infieles, y no logrando atraerse los ánimos , se valió de violencia . Mandó cerrar las puertas de la ciudad , pro–
hibió que se entrasen víveres á los habitantes , colocó en todas partes ballesteros y ginetes para insultar á
los templarios y á los peregrinos , y finalmente mandó arrancar á los frailes predicadores del pié de los altares
y apalearlos en la plaza pública .
De una y otra parte el odio y la venganza llegaron á los mayores escesos , y el emperador resolvió partir
á Italia , pues el ejército pontificio habia entrado en el territorio de Nápoles al mando de Juan de Briena y de
dos capitanes sicilianos , enemigos mortales todos de Federico.
Juan de Briena aspiraba á hacerse reconocer emperador , y apoyaban sus pretensiones la autoridad de la
Iglesia y el derecho de la victoria , que era lo mas sagrado en aquella época , pero la presencia de Federico hi
zo recobrar el ánimo á sus súbditos , cuya fidelidad no se habia entibiado , dió á sus enemigos muchos comba
tes en que salió vencedor , dispersó el ejército de Juan de Briena , y las tropas pontificias abandonaron en
desórden las ciudades y provincias que acababan de conquistar.
Al saber el papa que la victoria favorecia á su rival llamó nuevamente en su ausilio los rayos de la réli
gion , y llevó a cabo contra Federico la mas terrible de las amenazas ; declaró escomulgados á todos los que
tuvieran alguna relacion con el emperador , que se sentaran á su mesa , asistieran á sus consejos , celebra
ran ante él el divino oficio ó le manifestasen el menor indicio de adhesion y respeto .
(1230) Despues de una negociacion que duró muchos meses , se hizo un tratado en que el papa vencido
impuso leyes al emperador victorioso y en que parecia conceder un perdon al recibir la paz ( 1 ) . Oíanse en
tanto los lamentos y quejas de los cristianos de Palestina que imploraban en vano el ausilio de los guerreros
de occidente.

(1232) El papa insistia aun en llevar á cabo el proyecto de la cruzada y conservaba la esperanza de rea
nimar con sus exhortaciones el ardor y el celo de los soldados cristianos . Convocó en Espoleto una asamblea
á la cual asistió Federico con los patriarcas de Constantinopla , de Antioquía y de Jerusalen ; se resolvió en
ella que se continuara la guerra de Palestina , á pesar de la tregua hecha con el sultan del Cairo , y Gregorio
estaba tan impaciente de lograr sus designios y publicar las leyes de la Iglesia en las ricas comarcas de
oriente, que mientras esperaba enviar guerreros , mandó á numerosos misioneros que cruzasen los mares y
fuésen á convertir los infieles de Siria y Egipto armados con la espada de la palabra . El soberano pontífice
estaba tan persuadido del éxito de esta cruzada , que escribió al califa de Bagdad , al principe de Damasco y

(1) Véase sobre este tratado el autor anónimo de la Vida de Gregorio, lib . III , citada por Raynaldi , ann. 1230 , y la crónica de
Ricardo de San German.
384 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

á los principales jefes de los musulmanes exhortándoles á que abrazasen el cristianismo ; pero esta inútil
tentativa no produjo ningun efecto . Envió entonces á las provincias de occidente oradores sagrados á predi-
car la paz y la concordia y la grande empresa de la guerra santa .

(1235) Confió Gregorio la predicacion de la cruzada á los religiosos de Santo Domingo y de San Francisco ,
que tenian misioneros en Asia para la conversion de los infieles y en todo occidente predicadores para res-
tablecer la paz entre los cristianos . Pero el entusiasmo de los pueblos , que no podia reanimar la elocuencia
de los sacerdotes , solo podia escitarse con el ejemplo de los príncipes y guerreros mas ilustres . Habíase forma-
do en Francia en aquella época una liga contra el trono , en la que se distinguian el duque de Borgoña , Hu-
go IV , Teobaldo V, el conde de Champaña y Pedro de Dreux , rey de Navarra y conde de Bretaña . Vencidos
por la firmeza de la regenta y el carácter versátil de Teobaldo , su ambicion burlada y su orgullo amorti-
guado por las derrotas , se trocaron de pronto en un sentimiento religioso que les inspiró la resolucion de
expiar en una guerra santa los crimenes de la guerra civil .
Teobaldo gozaba mas reputacion entre los trovadores que entre los guerreros , y la posteridad le conoce
mas por su aficion á la poesía y sus costumbres caballerescas y galantes , que por sus hazañas y hechos mi-
litares . Las canciones escritas en las paredes de los palacios de Provins y de Troyes, dieron á conocer á sus
contemporáneos quién era la senora de sus pensamientos , y las tradiciones históricas nos autorizan á creer
que los recuerdos de amor y el virtuoso ascendiente de una reina , objeto de sus poéticos homenajes , decidie-
ron al conde de Champaña á partir á oriente , mas bien que el arrepentimiento y la piedad .
(1236 ) El ejemplo del duque de Borgoña y del conde de Bretaña y las poéticas exhortaciones de Teobaldo,
unidas á las predicaciones de la Santa Sede , despertaron momentáneamente el entusiasmo de las cruzadas en
las provincias de Francia . Los condes de Bari , de Forez , de Macon , de Joiguy y de Nevers ; Amaury, hijo de
Simon de Monfort , Andrés de Vitry , Godofredo de Ancenis y una multitud de barones y señores tomaron la
cruz y prestaron juramento de ir al Asia á combatir á los infieles .

(1238) Ocupábanse los cruzados en los preparativos de su partida cuando resonó de pronto un nuevo gri-
to de alarma en occidente . El imperio de los latinos en Constantinopla estaba reducido al último estremo;
tras el reinado de Balduino de Flandes y de su hermano Enrique, la familia de Courtenay llamada al trono
imperial , no habia encontrado mas que los pesares y desastres que arrastran en pos á un imperio que se
desmorona . Pedro de Courtenay conde de Auxerre fué sorprendido en Macedonia al ir á tomar posesion del
trono de Balduino é inmolado por orden de Teodoro Comneno, príncipe de Epiro ; poco tiempo despues murió
de dolor la emperatriz , que habia ido por mar á Constantinopla , al saber el trágico fin de su esposo ; Roberto
de Courtenay , hijo segundo de Pedro , solo subió al trono para presenciar la rápida decadencia del imperio
latino , pues vencido en una gran batalla por Vatace, sucesor de Lascaris , perdió todas las provincias situadas
allende el Bósforo y el Helesponto, mientras el príncipe de Epiro se apoderaba de la Tesalia y de una gran
parte de la Tracia . Amenazada Constantinopla por enemigos formidables , veia desde sus torreones ondear
los pendones de los griegos de Nicea y de los bárbaros del monte Hemo, y en medio de los desastres que aso-
laban el imperio , murió Roberto , no dejando mas sucesor que su hermano Balduino que era aun de tierna
edad .
Juan de Briena , á quien la fortuna hiciera momentáneamente rey de Jerusalen , fué llamado á ocupar el
vacilante trono de Constantinopla . Los griegos y los bulgarios , sedientos de saqueo, se hallaban á las puertas
de la ciudad; sus escuadras penetraron hasta el puerto , y sus innumerables batallones se preparaban á asal-
tar las murallas de la ciudad; mas el nuevo emperador les dió repetidas batallas , se apoderó de sus naves y
dispersó sus ejércitos . Las milagrosas victorias de Juan de Briena aumentaron su fama ; pero agotaron sus
fuerzas; despues de haber vencido á sus enemigos se encontró sin ejército , y en tanto que los poetas le com-
paraban á Hector, á Roldan y á Judas Macabeo , se veia precisado á esperar en su capital los ausilios que le

habian prometido y que no llegaban . Contaba ya mas de ochenta años cuando terminó su carrera disputan-
do á los bárbaros los restos de una potencia fundada por las armas y cuyos miserables restos no podian sal-
varse con prodigios de valor .
El jóven Balduino , que se habia casado con la hija de Juan de Briena y debia sucederle , no pudo recoger
su triste herencia ; salió como un fugitivo de su capital y recorrió la Europa en actitud suplicante , implorando
la caridad de los fieles y no alcanzando por lo regular mas que el desprecio . Se presentó en Francia á recla-
LIBRO DECIMOTERCERO . - 1222-1241 . 385

mar los dominios de su familia que habia dejado por el imperio de oriente , y recobró con las armas en la ma-
no el pequeño principado de Namur , que empeñó al momento por una módica suma . Balduino consiguió
penosamente que le entregara setecientos marcos de plata el rey de Inglaterra , quien le habia negado en uu
principio la entrada en su reino , y Luis IX le dió el dinero confiscado á los judíos , que se consideraba como
el vergonzoso producto de la usura .
En tanto que el emperador de oriente recorria la Italia , la Francia y la Inglaterra , Constantinopla estaba
sin ejército, y sacrificaba para la defensa del estado hasta las reliquias , objeto de la veneracion del pueblo y
postrer tesoro del imperio . El soberano pontifice se compadeció de la miseria y decaimiento de Balduino , y
publicó una nueva cruzada para libertar la Iglesia latina de Bizancio .
Se invitó á los que debian partir á Tierra Santa á que socorriesen á sus hermanos de Constantinopla , pero
los ruegos y las exhortaciones de la santa sede produjeron muy débiles recursos . Los ánimos estaban dividi-
dos ; unos querian defender el imperio de los latinos , otros el reino de Jerusalen ; Pedro de Dreux , duque de
Bretaña y otros muchos señores , ya sea por complacer al papa , ya porque las empresas en favor de Constan-
tinopla les parecieran menos difíciles y peligrosas, se adhirieron en un principio á Balduino ;; pero el rey de
Navarra , el duque de Borgoña y los condes de Bar , de Vendome y de Monfort , se estrañaban de que se arrui-
nase, ó al menos se debilitase , una cruzada por otra . Se quejaron al papa y le echaron en cara su mudanza ,
y Gregorio respondió que no se podrian arrojar los fieles de Tierra Santa si no se consolidaba la conquista de
Constantinopla .

(1239) En medio de la fermentacion general de los ánimos y de las hostilidades prontas continuamente á
estallar, el soberano pontifice á cuyas instancias habian tomado las armas los cruzados, no secundaba ya su
entusiasmo, y como se babia creado formidables enemigos en occidente , parecia haber olvidado una guerra
que él mismo habia predicado y sole pensaba en sus propios peligros .
Hallábanse reunidos en Lion la mayor parte de los jefes de la cruzada de ultramar para deliberar sobre su
empresa , cuando se presentó un nuncio del soberano pontifice que les mandó que se volvieran á sus hogares .
Este inesperado mandato de Gregorio IX escandalizó á los príncipes y barones , los cuales respondieron al en-
viado de la corte de Roma que el papa podria cambiar de política y desaprobar lo que habia mandado , pero
que los defensores de la cruz , los que se habian comprometido á servir á Jesucristo , no podian volver atrás
sin faltar del modo mas vergonzoso á las leyes del honor y de la religion (1) .
Insistiendo el nuncio en hacer respetar la autoridad de la Iglesia y acusando á los barones de traidores á la
causa que iban á defender , los guerreros cristianos no pudieron contener su indignacion ; los soldados y los

jefes se dejaron arrebatar hasta el punto de maltratar al embajador del soberano pontifice , y le hubieran
sacrificado á su cólera á no ser por los consejos y ruegos de los prelados y obispos .
Apenas acababan de despedir los cruzados con desprecio al nuncio del papa , vieron llegar diputados del
emperador de Alemania , que les suplicaban igualmente que suspendieran su marcha , y aguardaran que él

mismo hubiese reunido sus tropas para ponerse á su cabeza . Los caballeros y los barones , á quienes anima-
ba un celo sincero para libertar los santos lugares , no podian concebir la razon de los retardos que exigian á
su empresa , y lamentaban la ceguedad de las potencias que trataban de desviarlos de la senda de la sal-
vacion . El rey de Navarra , los duques de Bretaña y de Borgoña y la mayor parte de los nobles que habian
tomado la cruz, persistieron en el designio de cumplir su juramento y se embarcaron en Marsella para
ir á Siria.

Acababa de estallar una nueva contienda entre el papa y Federico , los cuales se disputaban la soberanía
de Cerdeña . Todas las pasiones se mezclaron en esta lucha y se armaron á la vez las venganzas del cielo y
los horrores de la guerra . Gregorio , despues de haber escomulgado á Federico , trató de herirle en su fama y
perseguirle en la opinion de sus contemporáneos ; leyéronse en todas las iglesias de Europa breves del papa ,
en los cuales representaba al emperador como un impío , un cómplice de herejes y de musulmanes y un opre-
sor de la religion y de la humanidad ; Federico respondió con violentos escritos contra las acusaciones del
soberano pontifice ; se dirigió á los romanos para escitarlos á la rebelion contra la santa sede , y llamó á la de-
fensa de su causa á todos los príncipes de Europa . « Reyes y príncipes de la tierra , les decia , mirad como vues-

(1) Maleo París , Raynaldi , Alberic , Ricardo de San German y la Historia eclesiástica de Fleury.
49
386 ZADAS .
HISTORIA DE LAS CRUZADAS

tra la injuria que se nos ha hecho ; traed agua para apagar el fuego encendido cerca de vosotros ; un peligro
igual os amenaza . El papa irritado lanzó todos los rayos de la Iglesia contra su adversario , y llegó hasta pre-
dicar una cruzada contra su adversario , diciendo que era mas meritorio combatir á un príncipe rebelde á los
sucesores de san Pedro que libertar á Jerusalen .
Finalmente, Gregorio IX prometió la corona imperial á cualquier principe que tomara las armas contra
Federico y le arrojara del trono . Leyóse una carta apostólica delante de Luis IX y de sus barones , en la cual
el soberano pontífice daba á Roberto , hermano del rey , la corona imperial y la de Sicilia , si Francia se de-
claraba contra el emperador de Alemania . Llenos de sorpresa los nobles del reino, hicieron protestas de su
celo por la defensa de la fé y de su respeto á la Iglesia , pero todos declararon que no podian secundar la cólera

de Gregorio , que creian injusta , ni aprovecharse de la desgracia en que habia incurrido Federico.
En medio del desórden y de la agitacion general no se oian los gritos y las súplicas de los cristianos de Pa-
lestina . Cuando espiró la tregua hecha con Federico , el príncipe de Carac entró en Jerusalen , destruyó la torre
de David y las frágiles murallas alzadas por los cristianos . Esta conquista que reanimaba el valor de los mu-
sulmanes , llenó de desesperacion á los desgraciados habitantes de la Tierra Santa . En vez de recibir Tolemai-
la en sus muros los innumerables ejércitos que anunciaba la fama , solo veia llegar peregrinos sin armas
que contaban las lamentables contiendas de los príncipes y monarcas cristianos . Hallábanse cerrradas la ma-
yor parte de las comunicaciones con oriente , todas las escuadras de Italia se disputaban el imperio del mar,
ora en la liga del soberano pontifice, ora en la del emperador ; muchos de los cruzados que habian jurado ir
á Constantinopla ó á Tolemaida , tomaron partido en la cruzada predicada contra Federico ; otros resolvieron
ir por tierra á Siria , y perecieron casi todos en las montañas y los desiertos del Asia Menor ; y los príncipes y

señores franceses , que á pesar del mandato del papa habian partido al Asia , y se habian embarcado en los
puertos de Provenza , no pudieron conducir bajo sus banderas á Palestina mas que un reducido número de
guerreros .
Cuando llegaron los cruzados , el oriente se hallaba tan agitado como el occidente . Acababa de morir el
sultan del Cairo , Malek- Kamel , y su muerte fué el grito de muchas y sangrientas guerras entre los prínci-
pes de su familia que se disputaban el reino de Egipto y los principados de Damasco , de Alepo y de llamah.
Los príncipes divididos entre sí habian llamado en su ausilio á las naciones bárbaras del Karismo que incen-
diaban las ciudades , saqueaban las provincias , acababan de destruir á los príncipes que defendian y llevaban
á su colmo los males originados por la discordia .
Los cruzados podian haberse aprovechado de las turbulencias de oriente , pero nunca reunieron sus es-
fuerzos contra los enemigos que habian jurado combatir ; el reino de Jerusalen no tenia gobierno que dirigiera
las fuerzas de la cruzada ; la multitud de peregrinos carecia de lazo y de interés comun que pudiera tenerlos
algun tiempo reunidos bajo las mismas banderas ; por todas partes se veian soldados, pero no un ejército ; y
cada jefe y cada príncipe seguia un plan de campaña , declaraba la guerra , publicaba la paz en su nombre y
parecia combatir tan solo por su ambicion y su nombradía .
El duque de Bretaña llevó la guerra al territorio de Damasco al frente de sus caballeros , y volvió al cam-
pamento de los cruzados con una multitud de camellos , bueyes , caballos , asnos y búfalos arrebatados á los
inusulmanes . El conde de Bar , el dnque de Borgoña y otros grandes barones , resolvier on emprender tam-
bien alguna espedicion en la que pudieran enriquecerse con los despojos del enemigo , y se prepararon para
marchar al territorio de Gaza cuyos ricos pastos y abundantes cosechas ensalzaba la fama . Cuando se hizo
público su designio , los barones y caballeros mas prudentes les aconsejaron y suplicaron que no se separasen
del ejército cristiano ; el conde de Champaña , que habia sido nombrado jefe de la cruzada , les mandó en nom-
bre de Jesucristo que permaneciesen en el campamento ; pero fueron vanas todas las demostraciones y sú-
plicas , y los condes de Bar , de Monfort y otros muchos señores se contentaron con responder que habian ido
á Siria á pelear con los infieles y partieron con sus hombres de armas . Los que quedaban en el campamento,
recelando alguna desgracia , tomaron el partido de seguir desde lejos á sus imprudentes compañeros y sediri-
gieron hácia Ascalon .

Los guerreros que habian abandonado las banderas del ejército llegaron al fin de la jornada al arroyo que
la Escritura llama Ejipto y que era el límite del reino de Jerusalen por la parte de Egipto . A pesar de los
consejos de Gualtero conde de Joppe , marcharon toda la noche con la esperanza de llegar á una vasta pradera
LIBRO DECIMOTERCERO . - 1222-1241 . 387

donde pacian los ganados de los musulmanes . Al acercarse el dia los cruzados se encontraron cansados en un
desfiladero situado entre dos colinas de arena , y suspendieron su marcha , esperando que los infieles saliesen
á su trabajo y enviasen sus animales al campo . La crónica del continuador de Guillermo de Tiro describe de
este modo la detencion del ejército aventurero : « Los ricos hombres mandaron estender los manteles y se pu-
sieron á comer el pan , las gallinas y capones y la carne asada que habian traido consigo , sin olvidar el vino
en botellas y barriles. Los unos comian , añade el cronista , otros dormian y otros cuidaban de los caballos ,
y era tal su ciega confianza que ni siquiera pensaban en los enemigos que buscaban , pero no tardaron en
conocer que nuestro Señor Jesucristo no quiere que se le sirva de este modo .
Advertido el comandante de Gaza de la llegada de los cristianos , habia mandado encender durante la no he
grandes hogueras que fueron señal de alarma para los habitantes, que acudieron armados de todas partes .
El conde de Bar se puso al frente de sus caballeros al ver el enemigo , y avanzó por la llanura para recono-
cer el número y la fuerza de los musulmanes . Resonaron en toda la comarca gritos amenazadores y el es-
truendo de clarines y tambores ; defendian la campiña hombres armados, y los honderos y ballesteros ocu-
paban las alturas. Los jefes de los cruzados se reunieron en consejo ; el conde de Joppe y el duque de Borgoña
eran de opinion de que los cristianos se volviesen y no esperasen la batalla , puesto que estaban hundidos en la
arena hasta las rodillas , y los musulmanes eran trece contra uno . Los condes de Bar y de Monfort querian
que se pelease , y se fundaban en la única razon de que hallándose presente el enemigo era mas peligroso re-
tirarse que combatir . El conde de Joppe y el duque de Borgoña respondian que no querian perderse ni perder
sus gentes , y dieron la señal de la retirada .
Los peregrinos que insistian en permanecer en presencia de un temible enemigo , conocían todo el peligro
del partido que habian abrazado , y viendo que sus compañeros se alejaban y tomaban el camino de Ascalon ,
les pidieron que comprometieran al rey de Navarra y á los demás jefes á que acudieran cuanto antes á socor-
rerlos . En vano el duque de Borgoña y el conde de Joppe les suplicaron por vez postrera que evitaran una
derrota cierta ; no pudieron vencer su obstinacion .
Los musulmanes dieron la señal del combate y lanzaron contra los cruzados una lluvia de saetas; los ar-
queros cristianos hicieron en su principio retroceder al enemigo, pero les faltaron los dardos y flechas, lo cual
aumentó el valor de los musulmanes . Los ginetes se arrojaron repetidas veces sobre los infieles al frente de
los condes de Bar y de Monfort , y despues de haber dispersado la inmensa muchedumbre que se oponia á su
paso , volvieron á ocupar el desfiladero donde habian alzado sus tiendas y que les servia de campo atrinche-
rado . El comandante de Gaza logró atraerlos á la llanura fingiendo huir, y al mismo tiempo mandó á sus sol-
dados colocados en las colinas que se apoderasen del sitio que ocupaban los cristianos ( 1 ) . Habiéndole salido
bien esta maniobra , los cruzados se vieron rodeados y acometidos por todas partes sin mas esperanza que la
de vender caras sus vidas . Los condes de Bar y de Monfort y algunos barones y caballeros se resistieron aun
mucho rato é hicieron prodigios de armas, pero sucumbieron por fin abrumados de cansancio y cubiertos de
heridas.

Los cruzados que habian ido á Ascalon con el rey de Navarra supieron al momento que sus temerarios
compañeros de armas estaban en peligro de perecer; los mas valientes se lanzaron camino de Gaza , pero
cuando se acercaron al sitio del combate , no se resistian ya los cristianos , y los musulmanes se ocupaban en
atar los prisioneros y despojar los muertos. El enemigo no esperó á los cruzados y se retiró llevándose el bo-
tin y los cautivos . El campo de batalla estaba cubierto de cadáveres , y algunos heridos que vivian aun fue-
ron colocados sobre los escudos de los caballeros para trasladarlos á Ascalon . Como muchos caballeros pedian
que se persiguiera al enemigo en su retirada, el rey de Navarra y los demás jefes pidieron consejo de los ca-
balleros del Temple y de San Juan que conocian el pais , y estos respondieron que seria peligroso atacar á los
musulmanes protegidos por sus fortalezas , y que una persecucion imprudente podia comprometer la vida de
los prisioneros cristianos . Los amigos y parientes de los que habian caido en manos de los infieles solo daban
oidos á su ciega desesperacion , pero habian sucedido ya tantas desgracias aquel dia , que no se decidieron á
probar nuevos peligros , y se decidió regresar á Ascalon , donde se lamentaron de tan dolorosa aventura .
Amaury de Monfort y muchos otros señores fueron paseados en vergonzoso triunfo por la capital del Cairo;

(1) Biblioteca de las cruzadas t. IV,


388 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

no se pudo saber el paradero del conde de Bar , y la incertidumbre de su suerte dió origen á una multitud de
relatos maravillosos . El ejército cristiano regresó tristemente á Tolemaida , y fué despues á Sidon , á Tiro, á
Trípoli y á otras buenas ciudades cristianas .
Los jefes de la cruzada habian pensado , al llegar á Siria , emprender el sitio de Damasco , pero los que se
habian arruinado en la guerra contando con ella para reparar sus pérdidas , no se atrevian á probar fortuna
en los combates , con el temor de perderlo todo ó formar ellos mismos parte del botin del enemigo . El rey de
Navarra , cuyos versos habian escitado a los guerreros á tomar las armas , guardaba un profundo silencio ,
y su musa no trató siquiera de exhortar á sus compañeros la paciencia y la resignacion . Encontró, no obs
tante , entre los caballeros y bajo las tiendas de los soldados de la cruz muchos trovadores que cantaron los
dolores del destierro ; á ejemplo de los profetas , cuyos cantos habian resonado en los mismos sitios , anuncia
ban las desgracias del pueblo escogido y lamentaban la inaccion y las miserias de un ejército al que negaba
su apoyo el cielo irritado.

Nacieron en medio del ocio grandes cuestiones en las cuales los jefes se acusaban recíprocamente de las
desgracias y de la mengua de los cruzados , y en la imposibilidad de lograr el triunfo de sus armas , trataron

separadamente con los infieles, é hicieron la paz como habian hecho la guerra . Los templarios y algunos je
fes del ejército firmaron una tregua con el príncipe de Damasco y alcanzaron la restitucion de los santos lu
gares y por otro lado los hospitalarios , el conde de Champaña y los duques de Bretaña y de Borgoña se
comprometieron en un tratado hecho con el sultan del Cairo á defenderle contra los musulmanes de Siria que
aseguraban á los cristianos la posesion de Jerusalen .
Despues de haber turbado la Palestina con sus desórdenes , los cruzados franceses la abandonaron para re
gresar á Europa , y los reemplazaron en Tolemaida los ingleses que habian llegado al mando de Ricardo de
Cornoualles , hermano de Enrique III . Ricardo poseia las minas de estaño y de plomo del condado Cornouai
lles y era uno de los príncipes mas ricos de Europa ; si ha de darse crédito á antiguas crónicas, Gregorio IX

trató de alejarle de su peregrinacion á la Tierra Santa , con la esparanza de valerse de sus tesoros y solda
dos , ya para sostener la causa de Roma en la guerra declarada á Federico , ya para defender el imperio latino
de Constantinopla . Ricardo se resistió á todas las súplicas del papa , y cuando llegó á los muros de Tolemai
da , el pueblo y el clero salieron á recibirle en procesion recitando estas palabras del Evangelio : « Bendito
sea el que viene en nombre de Dios . » Este príncipe era sobrino de Ricardo Corazon de Leon , que tan célebre
habian hecho en todo oriente su valor y sus hazañas , y el nombre solo de Ricardo llenó de terror á los mu
sulmanes. El príncipe de Cornouailles recordaba á su tio por su valor , estaba lleno de celo y entusiasmo , y
su ejército participaba de su ardor por la religion y por la gloria .
Parecia que todo presagiaba el triunfo á Ricardo , pero despues de algunos dias de marcha y de algunas

ventajas conseguidas contra los enemigos , se vió abandonado de los hospitalarios , que querian que se respe
tase la tregua hecha con el sultan de Egipto y por los templarios que se negaban á romper la que habian fir
mado con el soberano de Damasco . Viéndose poco secundado por los cristianos del pais tuvo precision
de renunciar la guerra y renovar los tratados de paz ; todo el fruto de su espedicion se redujo á conse
guir el cambio de los prisioneros y el permiso de dar las honras de la sepultura á los cristianos muertos en
la batalla de Gaza , y despues de haber visitado á Jerusalen , libertada por segunda vez despues de la cruzada
de Federico II , se embarcó para Italia , donde vió al emperador que le recibió con pompa y magnificencia .
El emperador de Alemania encargó á Ricardo que hiciera negociaciones pacificas al soberanó pontífice ,
pero el conde de Cornouailles no logró doblegar á Gregorio que se ocupaba con ardor en llevar á cabo sus
amenazadores proyectos .

En medio del desórden general Gregorio IX murió maldiciendo á su terrible adversario , y le sucedió Ce
lestino IV, que solo llevó la tiara diez y seis dias .
La guerra contiuuaba con nuevo furor , la Iglesia permanecia sin jefe y Jesucristo sin vicario en la tierra;
los cardenales vagaban dispersos , muchos de ellos yacian en las cárceles de Federico , y segun confiesa Fleu
ri , la Iglesia habia sucumbido en la desolacion y en el mayor desprecio . Esta lamentable anarquía duró cer
ca de dos años , y toda la cristiandad exhalaba quejas y gemidos y pedia al cielo un papa que pudiera reme
diar las desgracias de Europa y de la Iglesia .
Reunióse por fin el cónclave; pero la eleccion de Inocencio IV, hecha en medio de la turbulencia y las
LIBRO DECIMOTERCERO . -1222-1241 . 389

àTr. discordias, no contuvo el escándalo ni el furor de la guerra que asolaba á los cristianos . El nuevo pontífice si-
guió el ejemplo de Inocencio III y de Gregorio IX , y el desórden iba siempre en aumento. La Europa olvidó
á los cristianos de Grecia y Palestina ; los misioneros recorrian en vano los reinos de occidente exhortando á
los fieles á hacer la paz entre sí y á volver sus armas contra los infieles , y muchos de estos ángeles de paz
fueron proscritos por Federico , que estaba á un mismo tiempo en guerra con el soberano pontífice , con el
emperador de oriente y con todos los que habian tomado la cruz para defender á Roma ó libertar á Jerusalen
y Constantinopla .
No contaremos las violencias de que fué teatro la Europa , y especialmente Italia ; la atencion se cansa de
fijarse mucho tiempo en unos mismos cuadros , y las guerras y las revoluciones , que dan tanta vida á la his-
アングル toria , acaban por no presentar mas que un relato fastidioso .
Este fué el fin de esta cruzada , que abarca un espacio de treinta años ; cruzada mas fecunda en debates
escandalosos y discordias civiles que en gloriosos acontecimientos, y en la que se llevó al esceso el menos-
precio de la fé jurada y el olvido del derecho de gentes ,

175

Ad
390 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

LIBRO XIV .

LOS TARTAROS- EL CONCILIO DE LION. - PRIMERA CRUZADA DE SAN LUIS .

1242-1219.

Octava cruzada. - Orígen de los tártaros.-Sus conquistas bajo el reinado de Gengiskan . - Fin del imperio del Karismo . - Destruc
cion del principado de Antioquía por los comanes ó tártaros. —Concilio general de Lion . -Sentencia lanzada contra Federico. - Luis
IX toma la cruz á pesar de la oposicion de su madre. - Federico elige al rey como árbitro entre el imperio y la tierra. -Conducta
impolític de Inocencio IV. - Cruzados frisones, holandeses y noruegos. -Entrevista de Luis IX y del papa. - El rey se embarca
en Aguas Muertas. - Permanencia en Chipre. - Intemperancia de los cruzados. - El rey calma las contiendas entre el clero griego
y el latino.-Diversas negociaciones. -La espedicion se da á la vela. -La mitad es dispersada por la tempestad. - El rey desem
barca cerca de Damieta . -Toma de esta ciudad. -El ejercito penetra en Egipto -Sus triunfos y sus disensiones.

Una nueva nacion se presenta al pincel de la historia y empieza á mezclarse en los acontecimientos cuyo
cuadro bosquejamos ; no son los francos con su rudeza guerrera , su amor á la gloria y sus pasiones genero
sas; no los turcos y sarracenos con su religion belicosa y valor bárbaro , ni los griegos con sus corrompidas
costumbres, su carácter supersticioso y frívolo y su vanidad que formaba en ellos el patriotismo; vamos á des
cribir en lijeros rasgos las costumbres de los tártaros de la edad media .
Las hordas de esta nacion habian invadido en la época de la sesta cruzada varias comarcas del Asia , y los
progresos de sus armas ejercieron una poderosa influencia en la política de las potencias musulmanas de Si
ria y Egipto, que estaban entonces en guerra con los cristianos. En la época de que hablamos , el rumor de
sus victorias estremecia todo el oriente y esparcia el terror hasta las mas remotas comarcas de Europa .
Los tártaros habitaban las mismas regiones que se estienden entre el antiguo Imaus , la Siberia , la China
y el mar de Kamtchatka ; estaban divididos en varias naciones , que se vanagloriaban de tener el mismo ori
gen, y cada una de ellas era gobernada por un kan ó jefe supremo y se componia de un gran número de tri
bus mandadas por un jefe particular llamado myrza . Los productos de la caza , la leche de sus jumentas y
la carne de sus caballos bastaban para sus necesidades ; vivian bajo la tienda con sus familias ; habitaciones
moviblés, arrastradas por bueyes , trasladaban de un sitio á otro sus mujeres , sus niños y todo lo que poseian ;
en el verano, toda la tribu se iba á las comarcas septentrionales y se acampaba á orillas de un lago ó de un
rio, y en el invierno dirigian sus correrías hacia el mediodía y buscaban el abrigo de las montañas que los
defendian de los vientos helados del norte .

Los jefes de las hordas tártaras se reunian todos los años por el otoño ó por la primavera , y en estas reu
niones tumultuosas que llamaban couraltai, deliberaban á caballo sobre la marcha de las tribus , la distribu
cion de los pastos , la paz y la guerra , y formaban la legislacion de los pueblos de la Tartaria , legislacion
sencilla y lacónica como todas las de los bárbaros , y que no tenia mas objeto que el de conservar el poder de
los jefes y la emulacion y disciplina entre los guerreros .
Los pueblos de la Tartaria reconocian un Dios soberano del cielo, al cual no dirigian incienso ni oraciones ;
reservaban su culto para una multitud de genios que creian esparcidos por los aires, por la tierra y en
medio de las aguas ; llenaban sus moradas un gran número de ídolos , toscas obras de sus manos , que les se

guian en sus correrías , y velaban por sus ganados , por los esclavos y por la familia , y sus sacerdotes , educa
dos en las prácticas de la magia , estudiaban el curso de los astros , pronosticaban el porvenir y se ejercitaban
en seducir los ánimos por medio de sortilegios . Su culto religioso , que no les enseñaba la moral , tampoco ha
bia purificado sus toscas costumbres ni suavizado su carácter áspero y salvaje como su clima ; ningun mo
numento elevado bajo los auspicios de la religion ni ningun libro inspirado por ella les recordaban los fastos
de la gloria ni los ejemplos y preceptos de la virtud ; en su vida errante, les parecian una carga incómoda
los muertos que llevaban algunas veces en sus carros, los enterraban apresuradamente en lugares apartados
LIBRO DECIMOCUARTO. - 1212-1219 . 391

y cubriéndolos con el polvo del desierto, se limitaban á ocultarlos de las miradas y ultrajes de los vivientes.
Todo lo que podia fijarlos en un sitio mas bien que en otro ó separarlos de su modo de existir escitaba el
enojo ó el desprecio de estos pueblos . Una sola de las tribus que habitaban la Tartaria mogólica conocia la
escritura y cultivaba las letras, las restantes despreciaban el comercio , las artes y las luces que forman el
brillo de las sociedades civilizadas. Los tártaros se desdeñaban de edificar ciudades; en el siglo XII solo ha-
bia una ciudad en sus vastas comarcas , y su estension , segun cuenta el monje Rubruquis ( 1 ) , no igualaba la
de la pequeña ciudad de San Dionisio . Se limitaban al cuidado de sus ganados y consideraban los trabajos de
la agricultura como una ocupacion vil y propia solamente para ocupar á los esclavos ó los pueblos vencidos ;
sus inmensas llanuras no habian visto jamás madurar los campos ni los frutos sembrados por la mano del
hombre, y el espectáculo mas agradable para un tártaro era la vista de un desierto en el cual la yerba cre-
ciera sin cultivo ó el de un campo de batalla cubierto de ruinas y cadáveres .
Como carecian de reglas para los límites de sus pastos , alzábanse entre los tártaros frecuentes contiendas ;
el espíritu de la envidia agitaba incesantemente las hordas errantes ; los jefes ambiciosos no toleraban veci-
nos ni rivales, y esto originaba las guerras civiles , de cuyo seno surgia un despotismo enteramente armado ,
ante el cual los pueblos corrian con júbilo , porque les prometia conquistas . Toda la poblacion era guerrera
y los combates les parecian la única gloria y la mas noble ocupacion del hombre . Los campamentos de les
tártaros, sus marchas y sus cazas se asemejaban á espediciones militares ; el hábito les daba tanta firmeza
sobre sus caballos , que tomaban su alimento y se entregaban al sueño sin desmontar ; su arco , de un peso
enorme , anunciaba su fuerza y su robustez ; sus aceradas flechas partian á gran distancia á herir al ave en
s rápido vuelo ó á traspasar de parte á parte los osos y los tigres del desierto ; escedian á sus enemigos en la
rapidez de sus evoluciones , eran muy diestros en el arte pérfido de combatir huyendo , y con frecuencia la
retirada era para ellos la señal de la victoria . Éranles al parecer muy habituales todos los ardides de la guerra ,
y como si un funesto instinto les hiciera conocer todo lo que sirve para la destruccion de la especie humana ,
siendo así que no edificaban ciudades , sabian construir no obstante las máquinas de guerra mas formidables ,
y no ignoraban ninguno de los medios de esparcir el terror y la desolacion entre sus enemigos .
No eran poderosos para detener ó suspender su marcha en sus espediciones la inclemencia de las estaciones ,
las montañas y los precipicios, ni la profundidad de los rios que pasaban en barcos de cuero ; un poco de leche
endurecida y disuelta en agua, bastaba para alimentar á un ginete durante muchos dias, y la piel de un car-
nero ó de un oso, ó algunos trozos de tosco fieltro , formaban su vestido . Los guerreros manifestaban una cie-
ga obediencia á sus jefes , y al menor señal se les veia arrostrar todos los peligos y correr á la muerte ; estaban
divididos en diez, ciento , mil y diez mil , sus soldados se componian de todos los que eran aptos para manejar
el arco y la lanza , y lo que debia causar á sus enemigos tanta sorpresa como espanto , era el órden y la dis-
ciplina que reinaba en una multitud que parecia reunida por la casualidad . Segun su legislacion militar , los
tártaros no podian hacer la paz mas que con el enemigo vencido ; el que huia en medio de un combate ó
abandonaba á sus compañeros en el peligro, era castigado con la muerte ; derramaban la sangre de los hom-
bres con la misma indiferencia que la de los animales silvestres, y su ferocidad se añadia además al terror
que inspiraban á los pueblos que atacaban .
Los tártaros despreciaban en su orgullo á todas las naciones y creian que el mundo debia obedecer sus le-
yes ; segun varias opiniones trasmitidas de siglo en siglo , las hordas mogólicas dejaban el septentrion á los
muertos que habian abandonado en los desiertos , y volvian sin cesar sus miradas hacia el mediodía prometido
á su valor . El territorio y las riquezas de los demás pueblos escitaba su ambicion , y como no poseian riquezas
ni territorio , no podian temer á los conquistadores. No tan solo sa educacion guerrera les favorecia para em-
prender espediciones lejanas y guerras de invasion , sino tambien sus preocupaciones, sus usos y la incons-
tancia de su carácter ; los paises que abandonaban no les dejaban recuerdos ni pesares, y si es cierto que la
patria no es tan solo el recinto de una ciudad , los límites de una provincia , sino las afecciones y lazos de la
familia , las leyes, las costumbres y los usos de un pueblo , los tártaros al cambiar de clima encontraban en
todas partes la patria . La presencia de sus mujeres y sus hijos , y la vista de sus rebaños y sus ídolos debian
inflamar en cualquier pais su patriotismo y sostener su valor ; acostumbrados á consultar sus inclinaciones
y á mirarlas como única regla de su conducta, no los contenian jamás las leyes de la moral ni los sentimien-
(1) Coleccion de las memorias de la Academia de las Inscripciones . t. VII.
ļ
392 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tos de la humanidad ; profesando una profunda indiferencia hácia todas las religiones de la tierra , su misma
indiferencia , que no despertaba el odio de los demás pueblos , facilitaba sus conquistas dejándoles la libertad
de acoger ó abrazar las opiniones y creencias de las naciones que vencian y que de este modo acababan de
someter á sus leyes.
Las hordas de la Tartaria habian invadido muchas veces y en las épocas mas remotas las vastas regiones
de la India , la China y la Persia , llevando sus estragos hasta el occidente . La ambicion ó el capricho de un jefe
hábil , el esceso de poblacion , la falta de pastos y los pronósticos de un adivino , eran bastantes para inflamar
á está nacion tumultuosa y lanzarla en masa á las mas lejanas regiones . ¡ Desgraciados los pueblos que los
tártaros encontraban en su camino ! Los imperios se desmoronaban con horrible estruendo á su llegada , las
naciones se empujaban unas contra otras como las ondas del mar , el mundo se estremecia y solo dejaban
ruinas por huellas .
La historia ha conservado el recuerdo de muchas de sus invasiones ; la posteridad mas remota pronunciara
con una especie de espanto los nombres de los escitas , avaros , hunos , hérulos y de todas aquellas nacione ;
errantes que salidas las mas del centro de la Tartaria y arrastradas las otras tras los vencedores ó lanzadas

aute ellos , se arrojaron sobre el imperio vacilante de los romanos y se repartieron los despojos del mundo ci
vilizado . En la edad media se comparaban las guerras de los tártaros á las tempestades , á las inundaciones y
á las erupciones de los volcanes , y los pueblos resignados creian que la justicia de Dios tenia reservados en
el septentrion aquellos innumerables enjambres de bárbaros para verter su cólera sobre el resto del mundo y
castigar por sus manos las naciones corrompidas .
( 1163 ) Nunca habian sido los tártaros mas temibles que bajo el reinado de Gengiskan . Temugin , que es
el primer nombre del héroe bárbaro , era hijo de un príncipe que reinaba en algunas hordas del antiguo Mo
golistan (1 ) ; cuentan las tradiciones que el séptimo de sus antepasados habia sido engendrado en el seno de su
madre por la influencia milagrosa de los rayos del sol ; cuando nació Temugin , su familia vió con júbilo
sangre congelada en la mano del recien nacido , presagio siniestro para la humanidad y en el cual la lisonja
ó la supersticion veia la futura gloria de un conquistador.
La historia escasea en noticias exactas sobre la educacion de Temugin , pero está acorde en afirmar que
habia nacido para la guerra y para mandar á un pueblo belicoso . Dotado de una gran penetracion de espí
ritu y de una especie de elocuencia , diestro en ocultar sus proyectos , uniendo la audacia á la astucia , sacri
ficándolo todo á una ambicion sin freno y sin escrúpulo , implacable en su odio y terrible en sus venganzas ,
tenia todas las cualidades , pasiones y vicios que conducen al imperio entre los bárbaros y aun algunas veces
entre los pueblos civilizados . Sus disposiciones naturales se desarrollaron en la adversidad que endureció su
carácter y le enseñó á arrostrarlo todo para conseguir sus designios . Contaba apenas catorce años , y ya el
interés que inspiraba su infancia abandonada y el entusiasmo que escitó en el alma de sus compañeros con

sus hazañas , atrajeron al principio á su lado una multitud de guerreros determinados á participar de su for
tuna . Reconociéronle por jefe las tribus de los karaitas y las del Mogolistan , y pronto la victoria sometió á
sus leyes las hordas que acampaban entre la frontera de China y el Volga . Proclamado soberano de los mo
goles en una dieta general , tomó el nombre de Gengis , rey ó señor del mundo, y la fama publicó que
le habia dado este título pomposo un profeta descendido del cielo en un caballo blanco .
|
Los guerreros tártaros le reconocieron con alborozo por monarca universal y señor de la tierra porque
esperaban enriquecerse con los despojos de todos los pueblos vencidos por sus armas . Sus empresas se di
rigieron en un principio contra la China ; ni la barrera de la gran muralla , ni el ascendiente de las luces y
las artes pudieron defender un imperio floreciente contra los ataques de una multitud impelida á los peligros
por la sed del botin y el instinto belicoso que la hacia invencible. La China sufrió dos veces los horrores de
una invasion , y privada de la mitad de la poblacion y cubierta de ruinas , se convirtió en una de las provin
cias del nuevo imperio fundado por los pastores del Mogolistan . La conquista ó mas bien la destruccion del
Karismo siguió al poco tiempo á la de la China . El Karismo lindaba con las fronteras del imperio del Mogol,
y se estendia por un lado hasta el golfo Pérsico y por el otro hasta los límites de la India y del Turkestant ;
Gengis encontró el ejército del Karismo en las orillas del Jaxerte; la llanura donde se dió la batalla estaba

( 1 ) Vida de Gengiskan por Petits de Lacrois - Dequignes , Historia de los Hunos.-Biblioteca oriental de Herbelot. - Historia chi
na de Gengiskan traducida por Gaubil.
LIBRO DECIMOCUARTO . —1242-1249 . 393

bera inundada por un millon y doscientos mil combatientes , el choque fué terrible y espantosa la carnicería , pero
la victoria se decidió contra Mahomet , sultan del Karismo , que cayó desde entonces con su familia y todo su
Bande
pueblo en un abismo de calamidades .

El formidable emperador de los mogoles, que comparaba la cólera de los reyes á un incendio , se ocupaba
en una tercera espedicion contra la China rebelada , cuando la muerte le detuvo en su carrera en 1227.
nje
Cuentan algunos historiadores que le mató un rayo, como si el cielo hubiera querido romper por su mano
1 el instrumento de sus venganzas : y otros , mas dignos de crédito, nos dicen que el héroe tártaro murió en su
1 lecho, rodeado de sus hijos á los cuales recomendó permanecer unidos para terminar la conquista del mundo .
Sucedióle en el imperio Octai su primogénito, y segun la costumbre de los mogoles, los grandes se reunieron
y le dijeron : « Queremos , os suplicamos y mandamos que ejerzais sobre nosotros todo el poder ;» y el nuevo
emperador respondió : « Pues quereis que yo sea vuestro kan , ¿ estais resueltos á obedecerme en todo , á venir
7
cuando os llame, á ir á donde quiera enviaros y á matar al que os mande que muera ?» Despues que ellos
1008
respondieron sí, proclamó él mismo su poder soberano diciendo : « En adelante mi palabra sola me servirá
de espada . » Tal era el gobierno de los tártaros . Octai debia reinar en un imperio compuesto de muchos
grandes imperios ; sus hermanos y sobrinos mandaban los ejércitos innumerables que habian conquistado la
China y
el Karismo, gobernaban en su nombre al mediodía , al norte y al oriente reinos cuya estensi on apenas
1 conocian , y cada uno de sus tenientes era mas poderoso que los mas grandes reyes de la tierra y todos le obe-
decian como esclavos . Vióse por primera vez quizás reinar la concordia entre los conquistadores , y esta union
monstrucsa causó la pérdida de todos los pueblos del Asia ; y sucumbieron y perecieron bajo los golpes de la
temible posteridad de Gengiskan , el Turkestan , la Persia , la India, las provincias meridionales de la China ,
que se habian salvado de los estragos de la primera invasion , y los restos del imperio de los Abasidas y del de
los Seldjoucidas . Muchos de los soberanos á quienes la suerte habia arrojado del trono en aquellos dias de
desórden y calamidad , pidieron el ausilio de los mogoles y prestaron apoyo á las empresas de esta nacion be-
licosa contra las potencias vecinas ó rivales; pero la fortuna los hundió en la misma ruina , y la historia
oriental los ha comparado á aquellos tres derviches cuyos votos y súplicas indiscretas reanimaron en el de-
que sierto los huesos de un leon , que alzándose del seno del polvo contra ellos , los devoró al momento.
La conquista de las mas ricas comarcas del Asia habia inflamado de tal modo el entusiasmo de los tártaros ,
"

que difícilmente hubieran podido sus jefes contenerlos en los límites de su territorio y volverlos á acostum-
brar á los pacificos trabajos de la vida pastoril . Octai , sea que tratase de obedecer las instrucciones paterna-
les , sea que sintiese la necesidad de ocupar la actividad inquieta y turbulenta de los mogoles, resolvió llevar
sus armas hasta los límites del occidente . Un millon y quinientos mil pastores ó guerreros apuntaron sus
el nombres en el registro militar en 1235 ; eligiéronse para la grande espedicion los quinientos mil mas valien-
tes y robustos , y los demás debian quedarse en Asia para conservar la sumision de los pueblos vencidos y
terminar las conquistas principiadas por Gengiskan . Los cuarenta dias de regocijos públicos que precedieron
la partida de los conquistadores mogoles fueron como una señal de la desolacion que iban á esparcir en los
pueblos de Europa .
Los tártaros atravesaron en su rápido curso el Volga , y en 1236 penetraron casi sin obstáculo en la Mos-
covia , entregada entonces al furor de las guerras civiles . La destruccion de las campiñas , el incendio de Kiow
y de Moscou y el yugo vergonzoso que pesó durante muchos años sobre las comarcas del norte, castigaron

la débil resistencia de los moscovitas . Despues de la conquista de Rusia , la multitud de los mogoles, al man-
do de Batou , hijo de Tuli , dirigió su curso victorioso hacia la Polonia y las fronteras de Alemania , renovando
en todas partes los estragos de los hunos y de Atila . Desaparecieron bajo sus plantas las ciudades de Dublin
y de Varsovia ; asolaron las orillas del Báltico ; en vano el duque de Silesia , los palatinos polacos y el gran
maestre del órden teutónico reunieron sus fuerzas para contener el nuevo azote de Dios ; los generosos defen-
sores de Europa sucumbieron en las llanuras de Liegnitz, y nueve sacos llenos de orejas sirvieron de trofeo
á la victoria de los bárbaros (4) .
Los montes Crapacs fueron una débil barrera para estas hordas invencibles, y pronto se les vió descender
como un espantoso huracan al territorio de los húngaros , los cuales dos siglos antes habian abandonado como

(1 ) Thuroscius, Rerum Huvigaricarum t. I —Carm'n misɛrabile, de Rogerio de Hungría .—" aynaldi ad ann. 1241.
50
394 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ellos los desiertos de la Escitia y conquistado las fértiles riberas del Danubio . Como los pastores de Tartaria no sa-
bian leer, dejaron á los pueblos vencidos el cuidado de describir sus conquistas, y apenas damos crédito á las an-
tiguas crónicas húngaras , cuando nos relatan las crueldades inauditas con que se deshonraron los vencedores .
Su llegada habia esparcido el terror hasta los límites de occidente ; la imaginacion pavorida de los pueblos
se representaba en todas partes á aquellos formidables conquistadores como monstruos vomitados por el in-
fierno, de formas asquerosas y dotados de una fuerza estraordinaria . La falta de comunicaciones, que no
permitia adquirir informes exactos sobre su marcha , acreditaba los rumores mas espantosos ; la fama los in-
dicaba, ya invadiendo la Italia , ya llevando sus estragos á las orillas del Rhin, y cada pueblo temia su próxi-
ma llegada , cada ciudad creia verlos ya á sus puertas .
Ni aun las islas del Océano se juzgaban defendidas por las olas ; los comerciantes de la Gotia y de la Frisia
no se atrevieron á atravesar los mares del Norte á comprar pescado , y los cronistas ingleses mencionan con
sorpresa que el temor de los tártaros hizo bajar en Inglaterra el precio del arenque .
Habian llegado de oriente embajadores musulmanes , que recorrian las ciudades implorando el ausilio de
los pueblos cristianos contra una nacion enemiga de la religion de Jesucristo y de la de Mahoma ; el aspectode
estos enviados venidos desde tan lejos parecia anunciar que todas las partes de la tierra estaban amenazadas
á un tiempo, y la multitud en su terror comparaba los mogoles al dragon de las siete cabezas del Apoca-
lipsis .
El soberano pontífice escribió á Bela IV , rey de Hungría , para alentar su valor y mandó á los obispos del
pais predicar una cruzada . Cuando llegaron á este desventurado reino las cartas pontificias , la mayor parte
de los prelados acababan de recibir la palma del martirio ; el monarca húngaro se habia refugiado en las islas
del Adriático despues de repetidas derrotas, y una gran parte de la poblacion habia perecido por el hierro, el
bambre y la desesperacion.
El padre de los fieles trató de oponer á los furores de un pueblo pagano el ascendiente de la religion cristia-
na que habia suavizado en otra época la ferocidad de los francos; pero ¿ cómo era posible hacer adaptar á
los bárbaros las virtudes pacíficas del Evangelio en el mismo instante de sus triunfos y en la embriaguez de la
victoria ? Los mogoles recibieron con desprecio á los discípulos de San Francisco y de Santo Domingo envia-
dos para convertirlos, y el papa mismo se vió amenazado de la suerte reservada á todos los cristianos, si no
iba en persona á implorar su perdon y presentar su tributo .
Un palatino sajon y el emperador de Alemania pidieron ausilios prontos y eficaces , dirigiéndose el uno al
duque de Brabante y el otro á los reyes de Francia é Inglaterra . El conde palatino anunciaba que en Sajonia
y en Baviera se preparaba la guerra contra los tártaros , que llamaban la guerra de Jesucristo , y por una
coincidencia digna de ser notada , su carta tenia la fecha del dia que la Iglesia canta : Regocijate Jerusalen.
Federico, despues de describir la táctica , las armas , los trajes y los hábitos de los mogoles , instaba á la repú-
blica cristiana á que reuniese todos sus esfuerzos contra aquella nacion nueva y desconocida , contra aquella
raza monstruosa y disforme que queria derrocar la fé cristiana y escoger sus esclavos entre los reyes de la
tierra .

Estas cartas llenas de nuevas alarmas aumentaron la consternacion pública , pero el recuerdo de Jerusa-
len y Constantinopla y la discordia alzada entre la santa sede y el imperio ocupaban la atencion de la cris-
tiandad , y era tal la situacion de los ánimos , que el sentimiento de un gran peligro no inspiró la resolucion
de tomar las armas y volar al encuentro del enemigo comun . Mateo París nos ha conservado una conversa-
cion curiosa entre la reina Blanca y su hijo acerca estas formidables invasiones.
-¿ Donde estás, Luis , hijo mio ? dijo la reina .
- ¿ Qué quereis, madre mia ? respondió el rey acercándose .
La
Querido hijo, añadió Blanca lanzando profundos suspiros y anegada en llanto , ¿ qué debemos hacer des-
pues del terrible suceso cuya noticia ha llegado hasta nosotros ? La invasion de los bárbaros nos amenaza de
una ruina general á nosotros y á la Iglesia .
El rey respondió con voz quejumbrosa pero con inspiracion divina
-Madre mia , sosténganos el consuelo celestial ; si vienen hasta nosotros , los volveremos á arrojar á la
Tartaria de donde han salido , ó nos enviarán ellos al cielo ( 1 ) .
(4 ) Mateo Paris, ad ann . 1241.
LIBRO DECIMOCUARTO . —1242-1249 . 395
ara g
San Luis demostraba estar mas dispuesto á sufrir las desgracias que á precaverlas , y la resignacion del
piadoso monarca espresaba los verdaderos sentimientos de sus contemporáneos . Los estragos de los mogoles
➡ncedora
se consideraban entonces como calamidades en las que el hombre solo puede encontrar apoyo y refugio en la
pe misericordia divina; la Iglesia ordenó en esta ocasion procesiones, rogativas y ayunos; y lo único que se hi-
or el 8- zo en la mayor parte de los reinos de Europa para preservarlos de la invasion , fué añadir en la letanía
E. Gen estas palabras : Libradnos, Señor, del furor de los tártaros .
Causa admiracion que los mogoles no hubiesen llevado sus armas contra el imperio latino de Constantinopla
s0% # en medio de la consternacion general , pero los pastores del desierto no se ocupaban en estudiar las revolucio-
nes interiores de los estados y los signos de su decadencia , conservaban como todos los pueblos del Asia una
Fris vaga idea de la antigua Bizancio , y se cuidaban muy poco de averiguar si habia llegado ó no el momento
de atacarla ó someterla á sus armas . Las grandes ventajas que gozaba la ciudad imperial por su posicion
entre Europa y Asia no intereṣaba tampoco á los tártaros , que ignoraban la navegacion y el comercio y
preferian además los ricos pastos á los edificios suntuosos de una gran capital , de modo que lo mismo puede
creerse que la ciudad de Constantino se salvó en esta ocasion por los recuerdos de su pasada grandeza , que por
el desprecio é indiferencia de los bárbaros .
Los francos establecidos en Siria alcanzaron la misma dicha que los griegos de Bizancio ; los ejércitos de los
mogoles no habian atravesado aun el Eufrates .
(1243) En tanto que el estruendo de la guerra y la caida de los imperios resonaban desde el rio Amarillo
basta el Danubio , acababan de entrar en Jerusalen los cristianos de Palestina , protegidos por las discordias de
los musulmanes , y se ocupaban en reedificar las murallas de la ciudad santa , en restaurar sus iglesias y
en dar gracias al cielo en paz por haberlos libertado de los azotes que asolaban el resto del mundo . Los tár-
taros apenas conocian la existencia y el nombre de la comarca por la cual se habia vertido tanta sangre , y
no desearian dirigirse á las orillas venerandas pero estériles del Jordan , ni por la esperanza de un rico botin ,
ni por los recuerdos que escitaban el entusiasmo guerrero de los pueblos de occidente . ¡ Felices las colonias
Jela cristianas si un pueblo vencido por los mogoles , arrojado de su territorio y buscando por todas partes un asilo,
no hubiera ido á turbar la seguridad pasajera y á hundir en nuevas calamidades la ciudad de Jesucristo!
Gelal - Eddin , hijo de Mahomet , habia realzado con su valor el imperiò del Karismo; la prosperidad rena-
ciente de este imperio atrajo de nuevo las armas de los conquistadores, y lo mismo que en la primera espedi
cion , todo cayó bajo los golpes del vencedor ; las ciudades , la poblacion y el trono imperial . Gelal - Eddin per-
dió la corona y la vida . Perseguidos sin descanso por los tártaros , los guerreros del Karismo abandonaron
entonces un pais que no podian defender , y se esparcieron por el Asia Mayor y la Siria , bajo el mando de uno
de sus jefes llamado Barbakan .
Estas hor das desterradas de su pais marchaban con la espada y la tea en la mano, y parecia que en su
desesperacion querian vengarse contra todas las naciones de los males que les habian causado los tártaros .
La historia nos representa á estas hordas furiosas vagando por las orillas del Oronte y del Eufrates, arrastran-
do en pos una multitud de hombres y mujeres caidos en sus manos , y llevando en sus carros los despojos de
las provincias saqueadas . Los mas valientes llevaban en sus lanzas la cabellera de los que habian muerto en
los combates , y su ejército , vestido con los productos del saqueo, ofrecía un espectáculo espantoso á la par que
estraño . Los guerreros del Karismo no tenian mas recurso que la victoria , y todas las arengas de los jefes se
reducian á estas palabras : Vencer ó morir; no daban cuartel á sus enemigos en el campo de batalla , y re-
cibian la muerte sin quejarse cuando eran vencidos . Su furia no respetaba cristianos ni musulmanes; eran
sus enemigos todos los que se oponian á su paso; su aproximacion esparcia á lo lejos el terror, ahuyentaba
á los pueblos pavoridos y convertia en desiertos las villas y ciudades.
Los príncipes musulmanes de la Siria se habian ligado contra los invasores , y los habian arrojado muchas
veces hasta la orilla izquierda del Eufrates , pero el espíritu de rivalidad que dividia sin cesar á los príncipes
de la familia de Saladino volvió á llamar un enemigo tan temible aun á pesar de sus derrotas. En la época
de que tratamos , los príncipes de Damasco , de Carac y de Emeso acababan de contraer una alianza con los
cristianos de Palestina , y no solamente les devolvieron á Jerusalen , Tiberíada y el principado de Galilea , sino
que les prometieron tenerlos por aliados en la conquista de Egipto, cuyos preparativos estaba haciendo toda
la Siria. El sultan del Cairo resolvió llamar en su ausilio á las hordas del Karismo, para vengarse de los eris-
396 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

tianos que habian roto los tratados hechos con él, para castigar á los nuevos aliados y ponerse al abrigo de
su invasion , y envió embajadores á los jefes de los bárbaros prometiéndoles la Palestina si la sometian á
sus armas.

Esta proposicion fué aceptada con alegría , y veinte mil ginetes animados de la sed del botin y de la carni
cería , acudieron del centro de la Mesopotamia , dispuestos á ejecutar la venganza y la cólera del monarca egip
cio. Asolaron al pasar el territorio de Trípoli y el principado de Galilea , y pronto las llamas que se alzaban
por doquiera tras sus pasos , anunciaron su llegada á los habitantes de Jerusalen .
Las fortificaciones apenas comenzadas y el reducido número de guerreros encerrados en la ciudad santal
no dejaban esperanza alguna de rechazar los ataques imprevistos de un enemigo formidable , y toda la pobla
cion de Jerusalen resolvió huir á las órdenes de los caballeros del Hospital y del Temple . Solo quedaron en la
ciudad los enfermos y algunos habitantes que no pudieron resolverse á abandonar sus casas y sus padres mo
ribundos . No tardan en llegar los bárbaros , rompen las débiles trincheras que detienen su paso, entran en
Jerusalen con la espada en la mano , pasan á cuchillo á cuantos encuentran , y como en medio de una ciudad
abandonada y desierta faltan las víctimas y el botin á la rabia y avidez de los vencedores , se valen del mal
odioso ardid para llamar á los habitantes que acababan de salvarse con la fuga . La mayor parte de los bár
baros se alejan de la ciudad , los que se quedan enarbolan en lo alto de las torres los pendones de la cruz y
tocan las campanas de las iglesias . La turba de los cristianos que se retiraban entonces hácia Joppe, mar
chaba en silencio y lentamente esperando aun que el cielo se compadeciese de su miseria y un milagro les
devolviese las moradas que acababan de abandonar . Muchos de ellos no podian separar sus ojos de la ciudad
santa ; de pronto atraen sus miradas las banderas de la cruz , oyen resonar el bronce sagrado que todos los
dias los llamaba á la oracion ; se esparce al momento la noticia de que los bárbaros han tomado otro rum
bo , ó que han sido rechazados por los cristianos que quedaban en la ciudad , y creen que Dios se ha com
padecido de su pueblo y no ha permitido que una horda sacrilega manchase por mas tiempo la ciudad de
Jesucristo .

Siete mil fugitivos , alucinados por esta esperanza , regresan á Jerusalen , pero las hordas de los bárbaros
vuelven al punto, y se esfuerzan á asaltar las murallas y á destrozar las puertas de la ciudad . La multitud
de los cristianos resuelve consternada emprender otra vez la fuga , viéndose sin armas , sin víveres y sin
medios de defensa ; sale de nuevo todo el pueblo de los muros de Jerusalen , se aleja á favor de las tinieblas y
arrostra la muerte que le espera en los caminos y en los lugares desiertos de las cercanías ; pero el enemigo
habia situado sus batallones en la garganta de las montañas , los desgraciados fugitivos andan al azar y en
desórden , llegan á un desfiladero , son acometidos y rodeados por todas partes , no pueden huir ni combatir , y
todos perecen por la espada ó quedan cautivos .
Los bárbaros corren á la ciudad santa arrastrando á sus prisioneros y sus sangrientos despojos , pasan á

cuchillo á todos los cristianos que se habian quedado porque no podian suportar el cansancio del camino y de
la fuga , y matan al pié de los altares una multitud de religiosos , de niños y de ancianos que habian buscado
un asilo en la iglesia del Santo Sepulcro . No respetan el sepulcro de Jesucristo , el de Godofredo de Bouillon ni
las santas reliquias de los mártires y de los héroes de la fé , y Jerusalen contempla en su recinto las cruelda
des y profanaciones que no habia visto en medio de las guerras mas bárbaras y en los dias señalados por la
cólera celeste .
El gran maestre de los templarios y el de los hospitalarios se reunieron en la ciudad de Tolemaida con el pa

triarca de Jerusalen y los grandes del reino , y trataron de buscar los medios de rechazar las hordas del Ka
rismo y salvar la Palestina . Todos los habitantes de Tiro , de Sidon , de Tolemaida y de las demás ciudades
cristianas que podian llevar las armas acudieron bajo las banderas de la cruz ; y los príncipes de Damasco , de
Emeso y de Carac, cuyo ausilio habian pelido los cristianos , reunieron sus fuerzas y formaron un ejército
para contener los progresos de la devastacion general . Este ejército musulman llega sin tardanza á Palestina
y se presenta delante de Tolemaida , reanimando el valor de los francos , que en tan apremiante peligro no
manifiestan repugnancia en combatir con los infieles . El príncipe de Emeso , Malek-Mansor , que mandaba
los guerreros musulmanes, habia dado ya pruebas de su valor contra las hordas del Karismo ; los cristianos se
-
complacian en contar sus victorias recientes en las llanuras de Alepo y en las márgenes del Eufrates ; fué re
cibido en Tolemaida como un libertador ; colocaron en las calles por donde habia de pasar alfombras bordadas
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1242-1249 . 397

de oro y seda , y el pueblo, dice Joinville , le miraba como uno de los mejores barones del paganismo.
Los preparativos de los cristianos , el celo y ardor que mostraban las órdenes militares , los barones y les

prelados y la union que existia entre los francos y sus nuevos ausiliares , presagiaban al parecer los triunfos
de una guerra inaugurada en nombre de la religion , de la humanidad y de la patria . El ejército cristiano y
el musulman reunidos bajo unas mismas banderas, partieron de Tolemaida y fuéron á acamparse en las lla
nuras de Ascalon . El ejército de los karismanes habia llegado hasta Gaza , donde debia recibir víveres y re
fuerzos enviados por el sultan de Egipto .
Los francos estaban impacientes por alcanzar á sus enemigos y vengar la muerte de sus compañeros y
hermanos inmolados en Jerusalen ; se deliberó en un consejo sobre el partido que habia de tomarse ; el prin
cipe de Emeso y los barones mas prudentes creian que no se debia esponer la suerte de los cristianos y de sus
aliados á los azares de una batalla , pareciéndoles mas prudente ocupar una posicion ventajosa , y esperar ,
sin trabar combate , que la inconstancia natural de los bárbaros , el hambre y la discordia disipasen aquella
multitud vagamunda ó la arrastrasen á otras comarcas .
La mayor parte de los jefes , entre los cuales se distinguia el patriarca de Jerusalen , no opinaban del mismo
modo, y solo veian en los enemigos una horda indisciplinada fácil de vencer ó de ahuyentar ; todo lo que se
tarde en atacarles , decian , solo servirá para aumentar su orgullo y su audacia ; de dia en dia crecen los ma
les de la guerra ; la humanidad y la salvacion de las colonias cristianas exigen que se ponga pronto término á
tantos desastres y que se apresure el castigo de los bandidos cuya presencia es á la vez un oprobio y una cala
midad para los cristianos y para todos sus aliados .
Esta opinion , tan conforme al impaciente valor de los francos, salió vencedora en el consejo , y se resolvió
ir á buscar al enemigo y presentarle la batalla . Los dos ejércitos se encontraron en el pais de los antiguos filis
tinos , en las llanuras arenosas donde algunos años antes fueron sorprendidos el duque de Borgoña y el rey
de Navarra y perdieron la flor de sus caballeros y de sus soldados . El aspecto de los sitios donde habian sido
derrotados los cruzados y al recuerdo de un reciente desastre no desanimaron el imprudente ardor de los
guerreros cristianos ; luego que vieron el enemigo , solo pensaron en comenzar el ataque . Se dividió el ejér
cito en tres cuerpos : mandaba el ala izquierda , donde estaban los caballeros de San Juan , Gualtero de Brie
na , conde de Joppe , sobrino del rey Juan é hijo del Gualtero muerto en la conquista de Nápoles ; las tropas
musulmanas , bajo las órdenes del príncipe de Emeso , formába el ala derecha ; el patriarca de Jerusalen , ro
deado de su clero y haciendo llevar delante el leño de la verdadera cruz , el gran maestre del Temple con sus
caballeros y los barones de Palestina con sus vasallos , ocupaban el centro del ejército .
Los karismanes se formaron lentamente en batalla advirtiéndose bastante desórden en sus filas ; Gualtero de
Briena queria aprovechar esta circunstancia para atacarlos con ventaja , pero el patriarca encadenó su valor
con una severidad tan contraria al interés de los cristianos como al espíritu del Evangelio .
El conde de Joppe , que estaba escomulgado por haber conservado en su poder un castillo cuya posesion
pretendia el prelado pertenecerle , pide antes de ir á morir que se alce su anatema . Por dos veces rechaza es
patriarca su súplica y se niega á absolverle el ejército , que ha recibido de rodillas la bendicion de los sacer
dotes y obispos, espera en silencio que se dé la señal del combate. El enemigo despues de haber formado sus
filas , avanza en orden de batalla , dando espantosos alaridos y lanzando una nube de flechas. Entonces, el
obispo de Ramla cubierto con sus armas é impaciente de distinguirse por su valor contra los enemigos de los
cristianos , se acerca al conde de Joppe y le dice : «Marchemos , el patriarca no tiene razon ; yo os absuelvo
en nombre del Padre , del Hijo y del Espíritu Santo .» Y despues de pronunciar estas palabras , el intrépido
obispo de Ramla y Gualtero de Briena , seguido de sus compañeros de armas, se lanzan sobre las filas ene
migas anhelando alcanzar la victoria ó la corona del martirio .
No tardan á encontrarse ambos ejércitos ; igual es de una y otra parte el ardimiento : cristianos y bárba–
ros sabian muy bien que una sola derrota iba á causar su ruina y que su único refugio era la victoria ; de

modo que los anales de la guerra no presentan un ejemplo de combate mas tenaz y mas mortifero . La bata
lla comenzó al asomar el dia y se prolongó hasta el anochecer ; al dia siguiente se combatió tambien con el
mismo encono , pero habiendo perdido dos mil ginetes el príncipe de Emeso, abandonó el campo de batalla y
huyó á Damasco .
Esta retirada decidió la victoria en favor de los guerreros del Karismo ; los cristianos sostuvieron aun mu
398 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

chas horas el choque del enemigo , mas rendidos al fin de cansancio y abrumados por la muchedumbre , casi
todos murieron ó quedaron prisioneros . Esta batalla sangrienta costó la vida ó la libertad á mas de treinta
mil guerreros , tanto cristianos como musulmanes. El príncipe de Tiro, el patriarca de Jerusalen y algunos
prelados se salvaron penosamente de la matanza y se retiraron á Tolemaida , y solo volvieron á las ciudades
cristianas treinta y tres caballeros del Temple , veinte y seis hospitalarios y tres caballeros teutónicos ( 1 ) .
Cuando llegó á Egipto la noticia de esta victoria , causó una alegría universal ; fué anunciada al pueblo
sor de trompetas y tambores ; el sultan mandó que se hicieran públicos regocijos en todas las provincias , y
se iluminaron durante tres noches todos los edificios de la ciudad . Los prisioneros llegaron al Cairo montados
en camellos y perseguidos por el insolente clamoreo de la multitud ; antes de su llegada , se habian espuesto
sobre las puertas de la ciudad las cabezas de sus compañeros y hermanos muertos en la batalla de Gaza, y
este horrible monumento de su derrota les pronosticó lo que debian esperar de la barbarie del vencedor .
( 1245) En tanto que todo el Egipto celebraba la victoria de Gaza , los habitantes de Palestina lloraban la
muerte y el cautiverio de sus mas valientes guerreros . Mientras abrigaron la esperanza de vencer á los ko
manes con el ausilio de los musulmanes de Siria , su alianza no inspiró desconfianza ni escrúpulos , pero los
desastres despertaron las preocupaciones ; se atribuyeron las últimas desgracias á la justicia divina , irritada
al ver las banderas de Jesucristo confundidas con las de Mahoma ; y por otra parte los musulmanes creian ha
ber hecho traicion á la causa del islamismo uniéndose con los cristianos . El aspecto de la cruz en el campo

de batalla despertó su fanatismo y entibió su celo por una causa que parecia ser la de sus enemigos , y se
oyó en el momento del combate al príncipe de Emeso pronunciar estas palabras « Estoy armado para com
batir , y no obstante Dios me dice en el fondo de mi corazon que seremos vencidos porque hemos buscado la
amistad de los francos . >>

(1246) La victoria de los bárbaros dejaba en poder de los mas terribles enemigos de las colonias cristianas
la mayor parte de Palestina ; lcs egipcios tomaron posesion de Jerusalen , de Tiberíada y de las ciudades cedi
das á los francos por el príncipe de Damasco : y las bordas del Karismo talaron todas las orillas del Jordan ,
los territorios de Ascalon y Tolemaida y pusieron cerco á doppe. Arrastraban consigo al infortunado Gualtero
de Briena con la esperanza de que les abriria las puertas de una ciudad que le pertenecia . Este modelo de
héroes fué atado á una cruz delante de las murallas ; mientras estaba así espuesto á las miradas de sus fieles
vasallos , los bárbaros le llenaban de ultrajes y le amenazaban con la muerte si la ciudad de José oponia la
menor resistencia ; pero Gualtero , arrostrando la muerte, exhortó en alta voz á los habitantes y á la guarni
cion á defenderse hasta el último trance . «Vuestro deber , les dijo , os manda defender una ciudad cristiana ;
el mio consiste en morir por vosotros y por Jesucristo . » La ciudad de Joppe no cayó en poder de sus enemi
gos y Gualtero recibió pronto el galardon de su generoso sacrificio ; fué enviado al sultan del Cairo, y pereció
á manos de una furiosa multitud , recibiendo de este modo la palma del martirio que habia deseado .
No obstante, la fortuna ó mas bien la inconstancia de los bárbaros favoreció á los francos y libertó á Pa

lestina de la presencia de un enemigo tan poderoso é invencible . El sultan del Cairo habia enviado magníficos
regalos á los jefes de la horda victoriosa proponiéndoles dirigir sus armas contra la ciudad de Damasco para
caronar sus hazañas . Los karismanes corrieron á poner sitio á la capital de Siria : Damasco , fortificada apre
suradamente, no podia resistir á su ataque impetuoso , y no abrigando esperanza alguna de socorro , la ciudad
abrió sus puertas y reconoció la dominacion del sultan de Egipto . Llenos de orgullo entonces los bárbaros con
sus victorias, pidieron con tono amenazador las tierras que les habian prometido en Palestina ; el sultan del
Cairo, que temia tenerlos tan cerca , aplazó el cumplimiento de su promesa , y en medio del furor que les causó
esta negativa , los bárbaros ofrecieron sus servicios al principe á quien acababan de despojar de sus estados ,
y sitiaron á Damasco para arrebatarla á los egipcios .
La guarnicion y los habitantes se defendieron con tenacidad ; el temor de caer en manos de un enemigo
desapiadado reanimó su valor , y todos los males que acarrea tras sí la guerra , y aun el hambre misma les
pareció un azote menos terrible que las hordas que cercaban sus murallas .

(1247) El sultan de Egipto envió un ejército para socorrer la ciudad , reuniéronse á los egipcios las tropas
de Alepo y de muchos principados de la Siria , y los karismanes fueron vencidos en dos batallas . Despues de

(1) Cuentan esta batalla Joinville y Mateo Paris .


LIBRO DECIMOCUARTO . — 1242-1249 . 399

esta doble derrota , la historia oriental apenas pronuncia su nombre y no nos permite seguir sus huellas ; la
mayor parte de los que se salvaron del acero del vencedor perecieron de hambre y de miseria en las campi
has que ellos mismos habian talado , y los mas animosos y disciplinados fuéron á buscar un asilo en los esta

dos del sultan de Iconio , y si se ha de dar crédito á las conjeturas de algunos historiadores ( 1 ) , fueron el cscuro
origen de la poderosa dinastía de los otomanos .
* Los cristianos dieron gracias al cielo por la destruccion de los bárbaros , pero enturbió su alegría el recuerdo

de la pérdida de Jerusalen y de la derrota de Gaza . Acababan de perder sus aliados y solo tenian enemigos
entre los musulmanes ; el sultan de Egipto , cuya alianza habian rechazado, estendia su dominacion en Siria ,
y su poder era de dia en dia mas formidable. Las ciudades que quedaban á los cristianos en las costas casi no
tenian defensores ; las órdenes de San Juan y del Temple habian ofrecido al sultan del Cairo una cantidad con
siderable por el rescate de sus prisioneros , pero el sultan se negaba á o'r á sus embajadores y les amenazaba

con toda su cólera . Estas dos milicias , tan temidas un dia de los musulmanes , no podian defender ventajosa -
mente la causa de los cristianos , y se veian obligados à esperar en la inaccion que la nobleza belicosa de Eu
ropa fuéra á reemplazar los caballeros que habian caido en poder de los infieles ó habian muerto en el campo
de batalla . El emperador de Alemania , que se daba aun el título de rey de Jerusalen , no hacia ningun es
fuerzo para salvar los restos de este débil reino , y aunque habia enviado á muchos de sus guerreros á Tole
maida á defender sus derechos , como no estaban estos reconocidos , la presencia de las tropas imperiales solo
sirvió para agregar á las desgracias que asolaban la Tierra Santa el azote de la discordia y de la guerra civil .
Amenazada la Palestina de una nueva invasion , tampoco te nia esperanzas de ser ausiliada por los demás
estados cristianos de oriente . Los comanes, pueblo bárbaro salido de los confines de la Tartaria y que escedia
en ferocidad á las hordas del Karismo, talaban las orillas del Oronte y el principado de Antioquía ; el rey de
Armenia temia á la vez la aproximacion de los tártaros y la invasion de los turcos del Asia Menor ; el reino de
Chipre, víctima de las facciones, acababa de ser teatro de una guerra civil , y debia recelar las escursiones de
los pueblos musulmanes de Siria y Egipto ; y era fácil creer que en tan deplorable situacion , iba á perecer el
reino de Jerusalen y á desaparecer en oriente el último resto de la dominacion cristiana . Los francos de Pa
lestina se consolaban tan solo dirigiendo sus miradas hácia occidente, porque mas de una vez los estados cris
tianos de Siria habian debido su salvacion y aun algunos días de gloria y prosperidad á su decaimiento y mi
seria ; nunca resonaban en vano sus quejas y lamentos entre los pueblos guerreros de Europa , y su estrema
desgracia era casi siempre indicio de una nueva cruzada , cuya sola idea llenaba de terror á los infieles.
au
Valerano, obispo de Beiruth , fué enviado á occidente en 1244 para pedir la proteccion del papa y el
silio de los príncipes y guerreros . El soberano pontifice le prometió socorrer la Tierra Santa , pero la Europa
yacia entonces abismada en las turbulencias; continuaba la contienda entre la santa sede y el emperador d
Alemania con un encarnizamiento que reprobaban la religion y la humanidad : Federico ejercia todo género
de violencias contra la corte de Roma y los partidarios del soberano pontifice , y este , cada vez mas irritado ,
invocaba las armas de los cristianos contra su enemigo , y prometia las indulgencias de la cruzada á los que
secundasen su ira.

Los latinos establecidos en Constantinopla estaban por otra parte cercados de los mayores peligros , y el au
silio de los fieles , el valor de algunos guerreros de occidente y una alianza con los comanes errantes por el
Asia Menor no eran bastantes á defender el imperio de Balduino espuesto á los ataques reunidos de los griegos
y los bulgarios . Los tártaros continuaban al mismo tiempo talando las orillas del Danubio; las ciudades des
truidas , las iglesias en escombros y las campiñas asoladas eran las huellas que dejaban los bárbaros ; todo
el mundo , como dijimos antes , temia la terrible guerra de los mogoles , y la paz ó mas bien la inaccion en
que yacian los reyes y los príncipes de Europa á la vista del peligro , debia parecer mas espantosa que la
misma guerra .
En medio de este desórden y consternacion fué cuando Inocencio IV , refugiado en Lion , resolvió convocar
en esta ciudad un concilio general para remediar los males que perseguian la cristiandad en oriente y en oc
cidente . El soberano pontifice describió en sus cartas dirigidas á los fieles la angustiosa situacion de la Iglesia
romana , y pidió á los obispos y príncipes que fueran á su lado para ilustrarle con sus consejos (2) .
(1) En la opinion de M. Deguignes en su Historia de los hunos.
(2) Mateo Paris es casi el único historiador que da pormenores mis ostenso 3 sobre el concilio de Lyon.
400 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

La mayor parte de los monarcas de occidente enviaron embajadores á esta asamblea , que se celebró en
1245 , en la cual debia tratarse de los intereses mas importantes del mundo cristiano. Federico, que tantos
años hacia era el objeto principal de la ira del soberano pontífice , no omitió medio alguno para alejar los rayos
que amenazaban su cabeza , y encargó su defensa en el concilio á ministros que merecian toda su confianza .
Entre los diputados del emperador de Alemania , nombra la historia á Pedro de Vignes , que habia escrito en
nombre de Federico elocuentes cartas á todos los soberanos de Europa , quejándose de la tiranía de la santa
sede , y á Tadeo de Suesse á quien la carrera de las armas no le impedia dedicarse al arte de la elocuencia y
al estudio profundo de las leyes . Este último habia servido con frecuencia á su soberano con gloria en medio
de lcs azares de la guerra , pero no se le habia presentado nunca una ocasion de mostrar tanta firmeza , va-
lor y adhesion como en la asamblea de Lion , en que la corte de Roma iba á desplegar todo su poderío y á rea-
lizar todas sus amenazas .

Obedecieron á la invitacion del jefe de la Iglesia los patriarcas de Constantinopla , de Antioquía , de Aqui-
lea y de Venecia ; ciento cuarenta arzobispos y obispos de Francia , Italia, España , Inglaterra , Escocia é lli-
bernia ; los abades de Cluni , de Citeaux y de Clairvaux , el general de la órden de Santo Domingo , el vicario
de la órden de San Francisco y un número inmenso de abades , de doctores y principes seglares . Entre todos
los prelados , uno solo parecia atraer las miradas ; era el obispo de Beiruth , cuya presencia y el dolor impreso
en su rostro recordaban todas las desgracias de la Tierra Santa . Tambien llamaba la atencion Balduino II,
emperador de Bizancio , que por segunda vez venia á occidente á implorar la compasion de los fieles ; y su
actitud suplicante , en una asamblea donde debia juzgarse sobre el poder temporal de los monarcas , demos-
traba á los débiles y á los poderosos en qué se convierten las grandezas de la tierra cuando el mismo Dios los
ha juzgado .
Antes de abrirse el concilio , el papa celebró una congregacion en el monasterio de San Justo donde habia
fijado su morada . El patriarca de Constantinopla manifestó el lastimoso estado de su Ig'esia , pues la herejía
habia recobrado su imperio en una gran parte de Grecia y los enemigos de los latinos llegaban hasta las
puertas de Bizancio . El obispo de Beiruth leyó una carta en la que el patriarca de Jerusalen , los barones y
los prelados de Palestina relataban los estragos de las hordas del Karismo y pintaban la herencia de Jesu-
cristo como presa de los bárbaros si el occidente no tomaba las armas en su defensa . Las desgracias y peli-
gros de los cristianos en oriente interesaban vivamente á los padres del concilio , y aprovechándose Tadeo de
Suesse de su emocion , anunció que el emperador su soberano participaba de su profundo dolor y que estaba
pronto á emplear todas sus fuerzas para defender la cristiandad . Federico prometia contener la invasion de
los tártaros , restablecer en Grecia la dominacion de los latinos , ir en persona á la Tierra Santa y libertar el

reino de Jerusalen , y para que cesasen todas las divisiones restituir á la santa sede todo lo que le habia ar-
rebatado y reparar sus faltas para con la Iglesia . Tan grandes promesas causaron tanta sorpresa como ale-
gría á la mayor parte de los obispos , y toda la asamblea estaba impaciente por saber cuál seria la respuesta
de Inocencio .
«Federico ha faltado hasta ahora á todos sus juramentes, esclamó el papa ; ¿ quién nos asegura que cum-

plirá las promesas que hoy nos hace ?» Tadeo respondió que el rey de Francia y el de Inglaterra consentian en
salir fiadores del emperador de Alemania . Inocencio rechazó esta garantía , y añadió que así lo hacia por
cuanto si Federico faltaba á sus promesas , como lo pasado le autorizaba á creerlo , la santa sede tendria por
enemigos á los tres principes mas poderosos de la cristiandad . El papa solo veia en las protestas del emperador
un nuevo artificio para engañar la Iglesia y desviar el hacha levantada ya y pronta á cortar las raices del ár-
bol . Tadeo , que habia creido que serian aceptadas las promesas de su soberano , al menos como las de los pe-
cadores en el tribunal de la misericordia , empezó á desesperar del triunfo de su causa y guardó tristemente el
silencio.
Efectivamente , esta conferencia preparatoria anunciaba ya cuáles debian ser la continuacion y el resul-
tado de las deliberaciones del concilio . El papa habia deseado medir sus fuerzas y asegurarse de las disposicio-
nes de los obispos .
Pocos dias trascurrieron hasta la apertura solemne del concilio en la metrópoli de San Juan . El soberano
pontifice , revestido con la tiara y los hábitos pontificales , se colocó en un asiento elevado , teniendo á su dere-
cha al emperador de Constantinopla y á su izquierda al conde de Provenza y al de Tolosa : despues de haber
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1242-1249. 401

entonado el Veni Creator é invocado las luces del Espiritu Santo, pronunció un discurso en el que tomó por
tema los cinco dolores que le afligian , comparados con las cinco llagas del Salvador del mundo sobre la cruz .
La primera era la invasion de los tártaros , la segunda el cisma de los griegos , la tercera los estragos hechos
por el Karismo en la Tierra Santa , la cuarta la relajacion de la disciplina eclesiástica y los progresos de la
herejía , y la quinta la persecucion de Federico .
Al hablar de los azotes que asolaban la cristiandad arrancó copiosas lágrimas á su auditorio , pero dejando
al momento el lenguaje de la compasion y de la desesperacion para tomar el tono amenazador de la cólera ,
acusó al emperador de Alemania de todas sus faltas para con la Iglesia romana , y de todos los crímenes que
podian atraer sobre su cabeza las maldiciones de su siglo y el odio de sus contemporáneos . Un profundo silen-
cio reinaba en la asamblea despues de haber pronunciado el papa su discurso ; la mayor parte de los obispos
estaban persuadidos en medio de su pavor que acababa de oirse la voz del cielo para condenar á Federico, y
todas las miradas se dirigieron hacia los diputados del emperador, creyendo que ninguno de ellos se atreveria
á responder al intérprete de la cólera celeste .
Levántase de pronto Tadeo de Suesse y toma la palabra ; invoca por testigo á Dics que llega hasta el fondo
de las conciencias ; declara que el emperador no ha faltado á ninguna de sus promesas ni ha cesado de de-
fender y servir la causa de la religion ; combate todas las acusaciones del soberano pontifice, y no teme en
alegar en su respuesta muchos motivos de queja contra la corte de Roma ; pero viendo el defensor de Federico
que no puede mover los corazones con su elocuencia , pide un plazo de algunos dias para que su monar-
ca pueda presentarse en persona á justificar su creencia y su conducta , esperando que la presencia del em-
perador despertará en los ánimos el respeto debido á la majestad de los reyes , y le asegura el triunfo de
su causa .

El papa rechazó su peticion , añadiendo que aun no estaba dispuesto á sufrir la prision ni á perecer con la
muerte de los mártires . Estas últimas palabras eran como una nueva acusacion contra Federico , de modo que
la primera sesion del concilio , dedicada esclusivamente á tan violentas discusiones , ofreció el espectáculo poco
edificante de una lucha entre el jefe de los fieles , que acusaba á un príncipe cristiano de perjurio, felonía , he-
rejía y sacrilegio, y el ministro de un emperador que echaba en cara á la corte de Roma el haber ejercido un
despotismo odioso y haber cometido muchas iniquidades ( 1 ) .
Esta lucha , cuyas consecuencias debían ser tan funestas para el jefe de la Iglesia como para el del imperio,
se prolongó durante algunos dias, escandalizando indudablemente á todos los que el papa no habia unido á sus
resentimientos, y la mayor parte de los obispos debieron afligirse de verse desviados de este modo del objeto
principal de su convocacion .
No obstante , las calamidades de los cristianos en oriente, el cautiverio de Jerusalen y los peligros de Bi-
zancio ocuparon por fin la atencion de los padres del concilio . El papa y la asamblea de los prelados decidieron
que se predicase una nueva cruzada para libertar la Tierra Santa y el imperio latino de Constantinopla ; se
renovaron todos los privilegios concedidos á los cruzados por los papas y concilios anteriores y todas las penas
lanzadas contra los que favorecieran á los piratas y á los musulmanes ; quedaban exentos de toda especie de
impuestos y cargas públicas durante tres años los que habian tomado la cruz, incurriendo en la escomunion
si no cumplian su voto . El concilio invitó á los caballeros y á los barones á que reformasen el lujo de su mesa
y de sus adornos ; recomendó á todos los fieles , y especialmente á los eclesiásticos, la práctica de las obras de
caridad y que se armasen con todas las austeridades de la penitencia contra los enemigos de Dios ; y con ob-
jeto de conseguir la proteccion del cielo por intercesion de la Vírgen , el papa y los padres del concilio man-
daron que se celebrase en la iglesia la octava de su Natividad .
Se habia prohibido en muchos concilios á los caballeros cristianos las solemnidades profanas de los torneos ;
el concilio de Lion renovó esta prohibicion , persuadido de que aquellas fiestas militares podrian desviar el áni-
mo de los guerreros del piadoso pensamiento de las cruzadas , y que los gastos que ocasionaban privarian á los
mas esforzados caballeros y barones de hacer los preparativos necesarios para la peregrinacion de ultramar .
El concilio mandó que el clero pagase la vigésima parte de sus rentas, y el soberano pontifice y los cardenales
la décima , para atender á los gastos de la guerra santa ; la mitad de las rentas de todos los beneficios sin re-

Coleccion del padre Lable. t Xl, p 6 : 0 .


51
402 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

sidencia se reservó especialmente para socorrer al imperio de Constantinopla , Los decretos del concilio orde →
naron que todos los que tenian mision de predicar la palabra de Dios , invitasen á los príncipes , á los condes,
á los barones y á las comunidades de las ciudades á contribuir con todo cuanto pudieran al éxito de la guerra
santa ; los mismos estatutos recomendaban al clero que pintasen á los fieles los sacrificios hechos á la cruzada
como el medio mas seguro de rescatar sus pecados , y que los escitasen en el tribunal de la penitencia á mul
tiplicar sus ofrendas , ó cuando menos á legar en sus testamentos algunas sumas para socorrer á los cristia
nos del oriente .

De este modo declaraba la guerra el concilio á los pueblos enemigos de los cristianos , y preparaba los me
dios de asegurar el triunfo de los soldados de Jesucristo . Causa no obstante bastante asombro que el papa no
propusiera predicar una cruzada contra los tártaros , cuya invasion habia comparado á una de las cinco lla
gas del Salvador en la cruz . Era tal el estado de desolacion en que yacia el reino de Hungría , que ninguno de
sus obispos habia podido acudir al concilio , y nadie dejó oir su voz en favor de la desventu rada nacion hún
gara . Es verdad que los tártaros , arrojados por el hambre y retrocediendo ante las calamidades que habian
sembrado en sus huellas, se alejaban de las orillas del Danubio , pero en su retirada amenazaban á los cristia
nos con su vuelta . Para precaver nuevas invasiones, no se hizo mas que invitar á los pueblos de Alemania á
abrir fosos y levantar murallas en los caminos que debian seguir las hordas de los tártaros , y estas medidas
quedebian parecer insignificantes, mos manifiestan en el dia el espíritu de imprevision y de ceguedad que do
minaba entonces en los consejos de la política . ¿Quién no se asombraria en efecto al ver que en una asamblea
tan grave como un concilio , se invitase á la Europa á prodigar sus tesoros y sus ejércitos para libertar á
Constantinopla y á Jerusalen , en tanto que los bárbaros mas temibles estaban á sus puertas , amenazando con
la invasion su propio territorio ?
Forzoso es además advertir que el mismo Federico habia pedido el ausilio de Europa contra los tártaros ,
pero el papa se ocupaba menos de socorrer al imperio germánico que de arrancárselo á Federico . La historia
lamenta el celo y el ardimiento que empleó en llevar á cabo sus proyectos contra el emperador de Alemania,
esponiéndose á despertar las mas funestas pasiones , á perpetuar las discordias y á entregar el occidente á la
invasion de los bárbaros . En la segunda sesion del concilio se preparaba á aplastar la cabeza del dragon
bajo el golpe de los rayos evangélicos , cuando Tadeo de Suesse pidió segunda vez un plazo de algunos dias
para que el emperador pudiera presentarse en Lion y hablar personalmente á sus jueces , y habiéndose unido.
los enviados del rey de Francia y del de Inglaterra al defensor de Federico para apoyar su peticion , el papa
consintió aunque á su pesar en diferir la realizacion de sus amenazas , y concedió un plazo de dos semanas .

Sabiendo , empero, el emperador lo que habia pasado , no se resolvió á presentarse como un suplicante ante
una asamblea convocada por el mas implacable de sus enemigos ; no fué , pues , al concilio , y cuando hubo
espirado el plazo concedido , el soberano pontifice se dió prisa á aprovecharse de una ocasion tan favorable
para acusarle por su resistencia á las leyes de la Iglesia .
En el momento que la asamblea de los obispos esperaba con temor la terrible sentencia , unos embajadores
ingleses se levantaron para quejarse de los agentes de la corte de Roma , cuya ambicion y avaricia arruinaba
el reino de Inglaterra, y para decir que el clero, la nobleza y el pueblo se habian reunido para implorar la
justicia de la santa sede . Estas reclamaciones no bastaron para contener la cólera del soberano pontifice
pronta siempre á estallar : en vano Tadeo de Suesse se levantó otra vez para decir que se hallaban ausentes
un gran número de obispos , y que muchos príncipes no habian enviado sus embajadores al concilio , y en
vano declaró que apelaba à un concilio mas numeroso y mas solemne. Nada pudo desviar la tormenta ni re
tardar la hora de la justicia inexorable ( 1 ) .
Inocencio respondió con moderacion á los diputados de Inglaterra y á los de Federico, pero tomando en
seguida el tono de un juez y de un soberano , dijo : « Soy el vicario de Jesucristo ; todo lo que yo ate en la
tierra será atado en el cielo, segun la promesa del Hijo de Dios al principe de los apóstoles ; por esta razon,
despues de haber deliberado con nuestros hermanos los cardenales y con el concilio, declaro á Federico reo y
convicto de sacrilegio y herejía , de felonía y de perjurio , escomulgado y escluido del imperio ; desato para
siempre de su juramento á los que le han jurado fidelidad ; prohibo que se le obedezca en adelante , y desde

1 Moteo de Paris , p . 662 y 679.


LIBRO DECIMOCUARTO .- 1242-1249. 403

ahora declaro escomulgado al que así lo hiciere ; mando, por fin , á los electores que elijan otro emperador,
y me reservo el derecho de disponer del reino de Sicilia . >>
Un historiador contemporáneo describe fielmente la profunda sensacion que produjo en el concilio la sen
tencia pontificia . Los enviados del emperador , dándose los unos golpes en los muslos y los otros en el pecho›
lanzaban profundos gemidos, y Tadeo de Suesse esclamó cual si hubiera llegado el juicio final : « ¡Oh dia terri
ble ! ¡ ob dia de cólera y calamidad ! » Cuando el papa y los obispos , que llevaban cirios en la mano , los in
clinaron hacia el suelo en señal de maldicion y de anatema , todos los corazones se estremecieron de temor
como si Dios hubiera juzgado á los vivos y á los muertos . En medio del silencio que reinó en seguida en la
asamblea , el ministro de Federico pronunció en alta voz estas palabras inspiradas por la desesperacion : «Can
tad ahora la victoria , herejes , turcos y tártaros, por fin vais á reinar en el mundo. » Despues de haber en
tonado el Te Deum y publicado la disolucion del concilio , el papa se retiró diciendo . « lle hecho mi deber;
cúmplase la voluntad de Dios ( 1 ) . »
Hé aquí un resúmen del concilio de Lion , tan célebre en los anales de la edad media y que ha servido con
frecuencia de pretesto á los enemigos de la religion para combatir los juicios de la Iglesia . Se ha acusado al
papa y á los obispos por haber cedido á un sentimiento de animosidad contra Federico , y no podemos menos
de -conocer que la pasion dominó escesivamente en las deliberaciones del concilio, y que una justicia que no
interesaba la fé y para la cual se invocaba el nombre de Dios , se parecia mucho á las justicias de la tierra ,
pero considerar la animosidad del papa y de los prelados reunidos como motivo y causa principal de la depo
sicion del emperador , seria juzgar imperfectamente uno de los acontecimientos mas notables de los tiempos
modernos.

Se ha repetido con frecuencia en las escuelas de teología que la sentencia contra Federico fué obra del papa
y no del concilio , se han hecho sobre este asunto distinciones sutiles , fijándose en ciertas espresiones y en
ciertas fórmulas , sin reflexionar que para encontrar la verdad bastaba trasladarse á la época ó interrogar la
historia imparcial . Los concilios no estaban en guerra con los emperadores de Alemania , y la deposicion de
Federico solo debia ser la consecuencia y el último resultado de esas largas contiendas que se alzaron entre la
corte de Roma y el imperio de occidente . Un concilio, cuya existencia era pasajera , no podia abrigar la idea
de crearse una dominacion y una jurisdiccion suprema sobre los gobiernos de los reyes ; los papas, por el
contrario, no habian cesado de pretender la dominacion universal desde el pontificado de Gregorio VII ; Ino
cencio trataba de completar la obra inaugurada por sus antecesores , y creia ejercer un derecho que le perte
necia y que no hubiera querido ceder á un concilio .
Es forzoso confesar que las opiniones contemporáneas apoyaron bajo este aspecto las pretensiones de los pa
pas . Se quejaban algunos de ser juzgados injustamente en el terrible tribunal de los jefes de la Iglesia , pero
no se combatia este derecho de juzgar los poderes de la cristiandad y los pueblos recibian casi siempre sin
quejarse sus decisiones . No obstante , este poder enteramente de opinion no era en el fondo mas que una in
fluencia moral cuya accion no tenia regla alguna y dependia de mil circunstancias inciertas; se trataba de
darle un carácter reconocido , formas solemnes y una marcha invariable , é Inocencio IV creia que habia lle
gado el momento de terminar la obra cuyos cimientos habia echado Gregorio VII , que era hora de convertir
en leyes positivas unas pretensiones que nadie contradecia . Inocencio quiso , pues, proclamar su soberanía uni
versal en medio de la solemnidad de un concilio general, en medio del aparato amenazador de las delibera
ciones y los juicios de la Iglesia , como el mismo Dios proclamara un dia su poder en medio de los relámpagos
y rayos del Sinai. ¡Vanos proyectos del hombre en la tierra ! El concilio de Lion fué el principio de la deca
dencia de la dominacion espiritual y temporal de les pontifices.
En aquella época de discordias y guerras fué cuando los cardenales se pusieron por primera vez y por
mandato del papa su traje encarnado, símbolo de la persecucion y triste presagio de la sangre que iba á ver

terse ( 2) . Federico se hallaba en Turin cuando supo su con lenacion . Al oir esta noticia pidió su corona im
perial y esclamó con voz terrible poniéndosela en la cabeza : « Aquí está ; antes que me la arranquen mis
enemigos probarán el terror de mis armas . Que tiemble ese pontifice que acaba de romper todos los lazos

(1) El padre Touruely, Tratado de la Iglesia, t . II.


(2) Vase Nicolás de Curb,o en la Vida de Inocencio IV, cap. XXI.
404 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

que á él me unian y que me da permiso al fin para que en adelante solo dé oidos á mi justa cólera .»
Estas palabras amenazadoras anunciaban una lucha formidable , y todos los amigos de la paz debieron
aterrarse al oirlas . La cólera que animaba al emperador y al papa se estendió al espíritu de los pueblos, y
se corrió á las armas en todas las provincias de la Alemania y de Italia . Es probable que en medio de la agi-
tacion en que se hallaba entonces el occidente se hubieran quedado en el olvido Jerusalen y la Tierra Santa,
si un monarca poderoso y venerado no se hubiese puesto al frente de la cruzada que acababa de publicarse
en el concilio de Lion.

Luis IX, rey de Francia , habia caido peligrosamente enfermo el año anterior , en el momento mismo en
que el occidente acababa de saber las últimas desgracias de Palestina . Todos los pueblos del reino dirigian al
cielo sus oraciones pidiéndole la conservacion de su monarca ; la enfermedad , cuyos accesos se aumentaban
de dia en dia , escitó al fin la mas viva alarma , « y llegó á tal estremo , dice Joinville , que una de las damas
que le cuidaban en su enfermedad , creyendo que habia espirado, quiso cubrirle el rostro con la sábana y
dijo que estaba muerto.» La corte, la capital y las provincias estaban abismadas en el mayor dolor ; y no obs-
tante, como si el cielo no fuera insensible á las oraciones y lágrimas de todo un pueblo , volvió el rey á la vi-
da desde las puertas del sepulcro , y el primer uso que hizo Luis de la palabra , despues de haber visto otra
vez la luz , fué pedir la cruz y anunciar su resolucion de libertar la Tierra Santa .
Los que le rodeaban miraron su vuelta á la vida como un milagro obrado por la corona de espinas de Je-
sucristo y por la proteccion de los apóstoles de Francia ; se postraron de rodillas para dar gracias al cielo , y
en medio de su alegría , apenas prestaron atencion al voto que habia hecho Luis de partir de su reino para ir
á combatir á los infieles en oriente . Cuando el príncipe empezó á recobrar sus fuerzas , reiteró su juramento
y pidió de nuevo la cruz de ultramar . La reina Blanca su madre , los principes de su familia y el obispo de
París, Pedro de Auvernia , trataron entonces de apartarlo de su designio , y le pidieron con lágrimas que es-
perase su completa curacion para fijar sus ideas sobre una empresa tan peligrosa . Pero Luis creia obedecer
la voluntad del cielo; habian herido su imaginacion las calamidades de la Tierra Santa ; estaban siempre
presentes en su alma Jerusalen entregada al saqueo y el sepulcro de Jesucristo profanado , y en medio de los
trasportes de una fiebre ardiente habia creido oir una voz que venia de oriente y le dirigia estas palabras :
« Rey de Francia , estás viendo los ultrajes hechos á la ciudad de Jesucristo; el cielo te ha elegido para ven-
garlos ( ! ) . » Esta voz celeste resonaba aun en su oido y no le permitia oir los ruegos de la amistad ni los con-
sejos de la prudencia humana ; y constante en su resolucion , recibió la cruz de manos de Pedro de Auvernia
y mandó anunciar á los cristianos de Palestina , á quienes enviaba ausilios de hombres y dinero, que cruzaria
el mar cuando hubiera reunido un ejército y restablecido la paz en su reino .
Esta noticia , que debia llevar la alegría á las colonias cristianas de oriente, esparció la consternacion en
todas las provincias de Francia . El señor de Joinville espresa vivamente el dolor de la familia real y sobre
todo la desesperacion de la reina madre , diciendo que cuando esta princesa vió á su hijo cruzado se quedó
fria é inerte cual sifuese difunta. Las últimas desgracias de Jerusalen habian arrancado lágrimas á todos los
cristianos de occidente sin inspirarles como en el siglo anterior el vivo deseo de combatir los infieles ; solo se
veia en aquellas espediciones lejanas grandes peligros é inevitables desgracias , y el proyecto de recobrar la
ciudad de Dios causaba mas alarma que entusiasmo.
No obstante el soberano pontifice habia enviado á todos los estados cristianos eclesiásticos encargados de
predicar la guerra santa . El cardenal Eudo ú Odon de Chateauroux llegó á Francia con la mision especial de

publicar y hacer ejecutar los decretos del concilio de Lion sobre la cruzada , y se predicó la santa espedicion
en todas las iglesias del reino; pero como la historia contemporánea apenas habla del efecto de estas predica-
ciones, todo nos induce á creer que los que prestaron entonces el juramento de combatir los musulmanes
se dejaron arrastrar mas por el ejemplo del rey que por la elocuencia de los oradores sagrados .
Luis IX
Con objeto de dar mas solemnidad á la predicacion de la cruzada y escitar el ardor de los guerreros ,
convocó en su capital un parlamento donde se reunieron los prelados y los grandes del reino . El cardenal le-
gado renovó en él las exhortaciones dirigidas por el jefe de la Iglesia á todos los fieles : Luis IX habló despues
de Eudo de Chateauroux y delincó el cuadro de los desastres de Palestina : « Una nacion impia , dijo , ha en-

(1) Cuéntase esta vision en la crónica del monge Richer, cap X


LIBRO DECIMOCUARTO . -1212-1219. 403

trado en el templo del Señor , la sangre corre como el agua en torno de Jerusalen , los servidores de Dios han
sido muertos inhumanamente en el santuario , y sus despojos quedan privados de sepultura y abandonados.
á las aves del cielo. » Despues de haberse lamentado de las desgracias de Sion , Luis IX recordó á sus barones
y caballeros el ejemplo de Luis el Jóven , de Felipe Augusto ; exhortó á todos los guerreros que le escuchaban
á que tomasen las armas para defender la gloria de Dios y la del nombre francés en oriente , é invocó, ya la
caridad , ya las virtudes belicosas de su auditorio , tratando de despertar en todos los corazones las inspira-
ciones de la piedad y los sentimientos de la caballería .
Es inútil decir cuál seria el efecto de las exhortaciones y de las súplicas de un rey de Francia que se dirigia
al honor y pedia el valor de sus súbditos ; apenas habia acabado de hablar, cuando sus tres hermanos , Rober
to conde de Artois , Alfonso duque de Poitiers y Carlos duque de Anjou se apresuraron á tomar la cruz ; la
reina Margarita , la condesa de Artois y duquesa de Poitiers juraron acompañar á sus esposos á ultramar , y
la mayor parte de los obispos y prelados que se hallaban reunidos en la asamblea , arrastrados por el discur-

so del rey y el ejemplo del cardenal legado , se alistaron sin titubear en una guerra , por lacual se despertaba
menos entusiasmo indudablemente que en el siglo anterior , pero que se llamaba aun la guerra de Dios . En-
tre los grandes vasallos de la corona que juraron entonces dejar la Francia para ir á combatir en Asia los mu-
sulmanes , los amigos de la monarquía francesa notaron con alegría á Pedro de Dreux duque de Bretaña , á
Hugo de Lusiñan , conde de la Marche y á otros muchos señores cuya celosa ambicion habia agitado por tan-

tos años al reino ; y seguian sus huellas el duque de Borgoña , Hugo de Chatillon conde de San Pablo; los
condes de Dreux, de Bar, de Soisons, de Blois , de Rethel , de Monfort y de Vendome; el señor de Beaujeu , con-
destable de Francia y Juan de Beaumont, gran almirante y gran chambelan; Felipe de Courtenay ,
Guyon de Flandes , Archibaldo de Borbon, el jóven Raul de Coucy, Juan de Barres, Giles de Mailly , Ro-
berto de Bethume y Olivero de Thermes . No habia una familia ilustre en el reino que no diese un defensor
á la religion de la cruz , y en la multitud de los nobles cruzados, la historia se complace en distinguir al cé–
lebre Boileve, ó Boileaue, que fué despues preboste de los comerciantes de París, y el señor de Joinville, cuyo
nombre va siempre en la historia de Francia al lado del de Luís IX .
Resolviéronse en la asamblea de los preiados y barones varias medidas con objeto de conservar la paz pú–
blica y coadyuvar á los preparativos de la guerra santa . Turbaban la tranquilidad de las familias una
multitud de procesos, la mayor parte de los cuales se decidian por el hierro y eran con frecuencia verdaderas
guerras; se mandó á los tribunales que terminasen todos los negocios que tenian entre manos, y en el caso
de no poder obligar á las partes á acomodarse á un fallo definitivo, se prescribió á los jueces que les hicieran
jurar una tregua de cinco años . Segun la autorizacion del papa y los derechos del concilio de Lion , se deci-
dió que los eclesiásticos pagasen al rey la décima parte de sus rentas , lo cual produjo al clero un descontento
que difícilmente logró calmar Luis IX . Un decreto publicado por la autoridad real de acuerdo con el
papa ordenaba que los cruzados estarian durante tres años libres de las instancias de los acreedores
contando desde el dia de su partida á la Tierra Santa , y esta ordenanza , que causó tambien mu-
chas reclamaciones , determinó á un gran número de barones y de caballeros á partir á la Tierra
San!a .

Luis IX se ocupaba incesantemente en llevar a cabo la ejecucion de su designio , y no omitia medio alguno
para arrastrar en pos de sí á toda la nobleza de su reino; su piedad no se desdeñó tampoco en emplear por
una causa sagrada todo el imperio que los reyes ejercian por lo regular sobre los cortesanos , y se humilló
algunas veces hasta valerse de la seduccion y de la astucia , persuadido de que todo debia escusarlo la santi-
dad de la cruzada . Segun una antiquísima costumbre, los reyes de Francia en las grandes solemnidades daban
á los súbditos que se hallaban en la corte las capas ó mantos que se ponian al momento y antes de salir dej
palacio . En las antiguas cuentas , estas capas se llamaban libreas porque el soberano las daba por su mano .
Luis mandó que para la noche de Navidad se preparasen un gran número sobre las cuales hizo colocar cru-
ces en bordados de oro y seda ; cuando llegó el momento, cada cual se puso la capa que le habia dado el prín-
cipe, y sin apercibirse del piadoso engaño , siguió al monarca á la capilla . ¡ Cuál fué su asombro cuando vie-
ron á la luz de los cirios , primeramente en los que iban á su lado y despues sobre sí mismos , el signo de un
compromiso que no habian contraido ! Era tal el carácter de los caballeros franceses, que todos se creyeron
obligados à no desairar al monarca que estimaba su bravura , y todos los cortesanos, acabado el oficio divino ,
406 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

se pusieron á reir á carcajadas con el diestro pescador de hombres y prestaron el juramento de acompañarle
al Asia (1 ).

(1246) La publicacion de la guerra santa causaba en la nacion mas tristeza que ardor belicoso , y toda la
Francia se afligia de la próxima partida de su soberano . La reina Blanca y los mas sabios de los ministros
que habian tratado en un principio de apartar á Luis IX de la cruzada , renovaron diferentes veces sus tenta-
tivas, y se presentaron juntos al rey con la resolucion de hacer el último esfuerzo . Presidialos el obispo de
París que fué el que tomó la palabra ; el virtuoso prelado manifestó á Luis que un voto hecho en los accesos
de la enfermedad no podia ligar de un modo irrevocable , especialmente si el interés de su reino le imponia la
obligacion de libertarse del compromiso; le demostró que era indispensable para todos los negocios la per-
manencia del monarca en sus estados ; que los de Poitou amenazaban con un nuevo alzamiento ; que estaba
pronta á encenderse otra vez la guerra de los albigenses; que debia temerse incesantemente la animosidadde
Inglaterra , habituada á hacer burla de los tratados, y que la guerra ocasionada por las pretensiones del
papa y del emperador abarcaba todos los estados limítrofes de Francia y que el incendio podia comunicarse a l
reino .

Muchos de los grandes , á quienes Luis habia confiado las funciones mas importantes del estado , hablaron
despues del obispo de Paris , haciendo ver al monarca que todas las instituciones fundadas por su sabiduria
iban á perecer en su ausencia ; que Francia perderia con su partida el fruto de sus victorias de Saintes y de
Taillebourg y todas las esperanzas que le daban las virtudes de un gran príncipe .
La última que habló fué la reina Blanca . « Ilijo mio , le dijo, si la Previdencia se ha servido de mi para
velarte en tu infancia y conservarte la corona , tengo tal vez el derecho de recordarte los deberes de un mo-
narca y las obligaciones que te impone el bien del reino al frente del cual te ha puesto Dios . Pero prefiero
usar contigo de la ternura de una madre para convencerte . Ya sabes , hijo mio , que me restan pocos años
de vida y tu partida solo me deja la idea de una separacion eterna . ¡ Dicha será si muero antes que la fama
haya traido á occidente la noticia de algun gran desastre ! Has desdeñado hasta hoy mis consejos y mis rue-
gos , pero si no te inspiran compasion mis pesares, piensa al menos en los hijos que dejas en la cuna y que
necesitan tus lecciones y tu ausilio . ¿ Qué será de ellos en tu ausencia ? ¿no los amas tanto como á los cris-
tianos de oriente ? Si estuvieras ahora en Asia y vinieran á decirte que tu familia abandonada es el juguete
y la víctima de las facciones , ¿dejarias acaso de acudir á defenderlos ? Pues bien , tu partida puede dar orígen
á todos esos males que teme mi ternura . Quédate , pues , en Europa donde tendrás tantas ocasiones de mos-
trar las virtudes de un buen rey , que es el padre de sus súbditos y el modelo y apoyo de los príncipes de su
casa . Si Jesucristo exige que se liberte su herencia , envia á oriente tus tesoros y tus ejércitos ; Dios bendecirá
una guerra llevada á cabo por la gloria de su nombre. Pero créeme , ese Dios que me oye no manda que se
cumpla un voto contrario á los grandes designios de su providencia . No ; ese Dios de misericordia no permitió
que Abraham terminase su sacrificio , ni permite que acabes el tuyo y espongas una vida á la cual van en-
lazados la suerte de tu familia y el bien de tu reino. >>

Al decir estas palabras , la reina Blanca no pudo contener las lágrimas , y Luis vivamente conmovido se
arrojó en los brazos de su madre; pero recobrando al punto la calma de su rostro , dijo : « Amigos mios,
sabeis que toda la cristiandad está enterada ya de mi resolucion y hace muchos meses que se hacen por órden

mia los preparativos de la cruzada . He escrito á todos los reyes de Europa anunciándoles mi partida al Asia ,
he dicho á los cristianos de Palestina que iba á socorrerles personalmente ; yo mismo he predicado la cruza-
da, y una multitud de caballeros han jurado á instancias mias seguir mi ejemplo y acompañarme á oriente.
¿Qué me proponeis ahora ? ¿ Que cambie mis proyectos en voz alta publicados , que no haga nada de lo que
he prometido y espera de mí la Europa y que engañe á un mismo tiempo las esperanzas de la Iglesia , de los
cristianos de Palestina y de mi fiel nobleza?
OS de-
« No obstante , ya que creeis que no estaba en mi juicio cuando tomé la cruz de ultramar , tomadla,
vuelvo esa cruz que os causa tanta alarma , y que segun decís , he tomado en un momento de delirio . Pero
yo que poseo completa mi razon , os la pido otra vez y os declaro que no tomaré el menor alimento hasta

(1 ) Mateo Paris, p. 686-690 - Tillemont en su historia manuscrita de San Luis llama á esta supercheria del rey una invencion
agradable.
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1246-1249 . 407

que me la devolvais . Me llenan de dolor inmenso vuestras quejas y vuestros reproches , pero conoced mejor
mis deberes y los vuestros , ayudadme á buscar la verdadera gloria , ayudadme en la penosa carrera que he
emprendido y no os alarmeis por mi suerte, ni por la de mi familia y de mi pueblo . El Dios que me dióla
victoria en Taillebourg confundirá los designios y conspiraciones de mis enemigos ; sí , el Dios que me envia
al Asia en defensa de su herencia , defenderá la de mis hijos y derramará sobre Francia sus bendiciones . ¿No
vive aun la que fué el apoyo de mi infancia y la guia de mi juventud , aquella cuya prudencia salvó al esta -
do de tantos peligros y que durante mi ausencia tendrá valor y sabiduría para combatir las facciones ? De-
jadme, pues , que cumpla todas las promesas que hice ante Dios y ante los hombres , y no olvideis que hay
obligaciones que son sagradas para mí y deben serlo para vosotros; el juramento de un cristiano y la pala-
bra del rey .»

Así habló Luis IX . La reina Blanca , el obispo de París y los demás consejeros del rey guardaron un reli-
gioso silencio , y solo pensaron en secundar al monarca en su deseo de apresurar la ejecucion de una empre-
sa que parecia inspiracion divina .
Se predicaba entonces la cruzada en todas las comarcas de Europa , pero como la mayor parte de los esta-
dos de occidente estaban llenos de turbulencias , la voz de los oradores se perdió en el choque de los partidos
y en el tumulto de las armas . Cuando el obispo de Beiruth se presentó en Inglaterra pidiendo al monarca
inglés que socorriera á los cristianos de oriente , Enrique III estaba ocupado en rechazar las agresiones del
rey de Escocia y en apaciguar las turbulencias del pais de Gales . Los barones am enazaban su autoridad y no
le permitian comprometerse en una guerra lejana , y no tan solo se negó este príncipe á tomar la cruz, sino
que hasta prohibió que se predicara en su reino la cruzada .
Toda la Alemania ardia en la guerra entre el sacerdocio y el imperio. Inocencio , despues de haber de-
puesto al emperador en el concilio de Lion , ofreció la corona imperial á cuantos tomasen las armas contra un
príncipe escomulgado é hicieran triunfar la causa de la santa sede . Enrique, landgrave de Turinge , se dejó
arrastrar por las promesas del soberano pontifice , y fué elegido emperador por los arzobispos de Maguncia y

de Colonia y por los duques de Austria, de Sajonia y de Brabante . Estalló entonces la guerra civil en todas
partes; inundarɔn la Alemania numerosos misioneros del papa , armados de la palabra evangélica contra Fe-
derico , á quien apellidaban el mas terrible de los infieles ; y los tesoros reunidos para los preparativos de la
guerra santa se emplearon en corromper la fidelidad , en provocar conspiraciones, en alimentar las turbu-
lencias y las discordias , olvidándose en tanto la causa de Jesucristo y la libertad de Jerusalen .
No estaba menos agitada Italia que Alemania : los rayos de Roma lanzados con tanta frecuencia contra
Federico habian redoblado el furor de los güelfos y los gibelinos ; todas las repúblicas de Lombardía habian
formado una liga para combatir á los partidarios del emperador, y las amenazas y los manifiestos del papa
no permitian que una sola ciudad permaneciese neutral ni que la paz pudiera encontrar un asilo en las co-
marcas situadas entre los Alpes y Sicilia . Los misioneros de Inocencio se valian de las armas de la religion y
de las de la política ; despues de pintar al emperador como un hereje y un enemigo de la Iglesia , le repre-
sentaban como un mal príncipe, como un tirano, y hacian brillar á los ojos de la muchedumbre los encan-
tos de la libertad , móvil tan poderoso siempre sobre el ánimo de los pueblos .
El soberano pontifice envió dos legados al reino de Sicilia con cartas para el clero , la nobleza y el pueblo
de las ciudades y del campo . « Es imposible ver sin sorpresa , escribia Inocencio, que abrumados como estais
bajo el oprobio de la esclavitud y oprimidos en vuestros bienes y personas , hayais descuidado hasta el pre-
sente los medics de asegurares las dulzuras de la libertad . Muchas otras naciones os han dado ejemplo, pero
la santa sede lejos de acusaros , se limita á compadeceros , y halla acreditada vuestra escusa con el temor que
ha debido apoderarse de vuestros corazones bajo el yugo del nuevo Neron ( 1 ) . » Al terminar su carta á los si-
cilianos , el papa se esfuerza en convencerles de que Dios no los ha colocado en una region fértil y bajo un
cielo risueño para llevar cadenas deshonrosas , y que al sacudir el yugo del emperador de Alemania se con-
formarian con las miras de la Providencia .

Federico habia arrostrado en un principio los rayos de Roma , pero quedó aterrado con la nueva guerra
que le declaraba el papa . Formáronse maquinaciones contra su vida , y tuvo el dolor de encontrar entre los

(1) Raynaldi, ad ann. 1246 , n.º 1½ .


408 HISTORIA DE LAS CRUZADÁS :

culpables á muchos de sus servidores á quienes habia colmado de beneficios . Este orgulloso monarca no pensó
desde entonces mas que en reconciliarse con la Iglesia , y se dirigió á Luis IX, á quien su prudencia y su rec-
titud hacian el árbitro de los pueblos y de los soberanos . Federico prometia en sus cartas atenerse á la deci-
sion del rey de Francia y de sus barones , y para interesar al piadoso monarca en pro de su causa , le ofrecia
proporcionarle para la espedicion de oriente víveres , bajeles y cuantos socorros necesitase .
Luis se aprovechó con gusto de una ocasion tan propicia para restablecer la paz en Europa y asegurar el
triunfo de la cruzada ; envió repetidas embajadas à Lion para pedir al padre de los fieles que diese oidos á su
misericordia mas bien que á su cólera ; y el mismo rey tuvo en el monasterio de Cluni largas conferencias con
Inocencio, á quien suplicó nuevamente que apaciguase con su clemencia las turbulencias del mundo cristiano.
La enemistad , empero , habia ido demasiado lejos para que pudiera esperarse el restablecimiento de la paz,
vanamente redobló el emperador sus instancias suplicantes, en vano prometió descender del trono y pasar
el resto de su vida en Palestina con la única condicion de que recibiria la bendicion del papa y le sucederia su
hijo Conrado en el imperio . Esta completa abnegacion del poder , esta estraña humillacion de la majestad real
no lograron enternecer á Inocencio que no creia ó fingia no créer en las promesas de Federico.
Luis IX , cuya alma era incapaz de sospechar la impostura , manifestó al papa las ventajas que la Europa ,
la cristiandad y la misma corte de Roma podrian sacar del arrepentimiento y de las ofertas del emperador, y
le habló de los votos y del bien de los peregrinos , de la gloria y de la paz de la Iglesia ; pero los discursos del
santo rey apenas fueron oidos , y su alma piadosa no pudo ver sin escandalizarse tan inflexible rigor en el
corazon del padre de los cristianos.
En tanto que el rumor de estas discordias llegaba á oriente llenando de júbilo á los infieles , los desventu-
rados habitantes de Palestina se entregaban á la desesperacion , al saber las turbulencias de occidente y tantos
lamentables acontecimientos que retardaban los preparativos de la cruzada . Varios mensajeros enviados por
los cristianos de ultramar intercedieron con el soberano pontífice en favor de un príncipe de quien se espera-
ban poderosos ausilios , y el patriarca de Armenia escribió á la corte de Roma pidiendo el perdon de Federi-
co, en nombre de las colonias cristianas amenazadas , en nombre de la ciudad de Dios convertida en ruinas y
en nombre del sepulcro de Jesucristo profanado por la presencia y el hierro de los bárbaros . El papa no res-
pondió al patriarca de los armenios , y parecia que habia olvidado á Jerusalen , el santo sepulcro y los cristia-
nos de Siria , pues solo tenia una idea , la de hacer la guerra á Federico . Inocencio persiguió á su enemigo hasta
´oriente, invitando al rey de Chipre á que se apoderase del reino de Jerusalen que pertenecia á Federico y es-
cribiendo al sultan del Cairo para exhortarle á que rompiese su alianza con el emperador de Alemania (1 ) .
Es indudable que el sultan del Cairo recibiria con tanto alborozo como sorpresa un mensaje que le anun-

ciaba las divisiones de los príncipes cristianos , pero respondió al papa con amargura llena de desprecio, y
cuanto mas se le apremiaba á que faltase á sus tratados hechos con Federico ; tanta mayor fidelidad afectaba ,
esperando sacar mayor ventaja contra la Iglesia cristiana .
(1247) Lleno de desesperacion el emperador de Alemania justificó entonces en cierto modo con su conducta
los procedimientos mas rigurosos de la corte de Roma . No podia perdonar á Luis IX el haber permanecido
neutral en la contienda que agitaba toda la cristiandad , y si ha de darse crédito al historiador árabe Yafey (2) ,
envió secretamente un embajador al Asia para avisar á los príncipes musulmanes de la espedicion del rey de

Francia . Y dejando repentinamente el tono de sumision para con el papa , resolvió no emplear mas que la
fuerza y la violencia , formó el proyecto de marchar contra Lion con un ejército, y la Francia y la Italia oye.
ron durante algunos dias los rumores de estos preparativos y amenazas.
En tan deplorable lucha Inocencio estaba creido de que defendia la gloria de la Iglesia , y esta persuasion
daba á su carácter personal una energía de que presenta pocos ejemplos la historia de los principes . Vencido,
no se dejaba abatir por los desastres ; vencedor , no se dejaba doblegar por las súplicas . El emperador tenia
que luchar con las opiniones dominantes de que él mismo no podia libertarse , y vagaba sin cesar entre el
abatimiento y la presuncion ; bramaban continuamente sobre su cabeza los rayos de la santa sede ; las mal-
diciones de Roma caian sobre todas las ciudades y provincias que le eran fieles , y los pueblos se cansaban de

(1 ) Alberto de Stade. Matco Paris- Raynaldi, ann . 1246 , n.º 51


(2) Makrisi cuer'a tambien el mismo hecho.
LIBRO DECIMOCUARTO . — 1247-1249 . 409

defender una causa que los separaba en cierto modo de la comunion de los cristianos . Federico veia acrecen-
tarse de dia en dia el número y la fuerza de sus enemigos ; los desastres sufridos en Alemania y en Italia le
hacian temer que la fortuna abandonase sus armas , y despues de haber amenazado al soberano pontifice , el
desgraciado príncipe volvió á caer repentinamente eà su primer terror , y sus mas humildes súplicas no costa-
ron ningun sacrificio á su alma consternada . Pero eran tales el carácter de Inocencio y su confianza en el
triunfo de su causa , que temia menos las hostilidades y arrebatos de Federico que sus protestas de sumision y
arrepentimiento ; los ruegos del emperador y las súplicas de los principes y de los reyes por un poder que
queria humillar, importunaban á Inocencio ; acusaban á los ojos de la cristiandad la obstinacion de su ne-
gativa , y no hacian mas que embarazarle en la ejecucion de sus designios . Cuanto mas se humillaba Fede-
rico implorando su compasion , mas pronto creia llegar al fin de su empresa , y la esperanza de completar la
ruina de su enemigo le hacia mas implacable .
El medio mas terrible que tenia el soberano pontifice para combatir su temible adversario , era la fuerza y
poder de sus palabras y el antiguo ascendiente de la Iglesia sobre el ánimo de los pueblos ; pero el modo con
que empleaba estas armas debilitó la influencia moral de la corte de Roma , y dió origen al espíritu de opo-
sicion entre las naciones cristianas . Colonia , Ratisbona y otras muchas ciudades de Alemania se alzaron con-
tra las decisiones de la santa sede, muchos habitantes de Suavia negaron la autoridad del jefe de la Iglesia y
el fanatismo de la herejía se añadió á los furores de la guerra civil.
Inglatera , cuyos ruegos habia rechazado el papa en el concilio de Lion , empezó á hablar y á quejarse como
la burra de Balaam abrumada por los golpes ; en varias asambleas celebradas en Londres ( 1 ) en presencia
de Enrique III , los barones y los prelados se alzaron con vehemencia contra los italianos , cuyos privilegios
eran enormes y que sacaban del reino cantidades mas considerables que las que se recaudaban en nombre de
la corona . Los comisarios de la santa sede arruinaban en la misma época las provincias de Francia , recor-
riendo las ciudades y las campiñas , haciendo vender los muebles de los curas y de los capellanes de los seño-
res, pidiendo á las fábricas y á las comunidades religiosas , ora la vigésima parte de sus rentas para la cruza-

da de Constantinopla , ora la décima para la de Palestina , ora en fin una contribucion para sostener la guerra
contra el emperador . Oíanse en todas partes vivas reclamaciones , y Luis IX se vió en la precision de prohi-
jr
bir á los comisarios del papa que recaudasen tributos en su reino y continuasen sus predicaciones .
Federico no habia omitido por su parte el hacer oir en los consejos de los príncipes sus quejas contra el cle-
ro , que no toleraban , segun decia , que el Jordan manase mas que para ellos . Y no solamente se habia dirigido
el emperador á los príncipes , sino tambien á los señores y á los barones de todos los reinos ; ni perdonaba en
sus cartas á los cardenales y á los obispos, que se habian hecho tan poderosos con laslimosnas , los diezmos y
el respeto de la nobleza y el pueblo ; recordaba la época de la primitiva Iglesia en que los ministros de Jesu- .
YER cristo asombraban al mundo con los milagros y no con sus riquezas, y sometian los pueblos y los reyes , no
con las armas sino con la santidad de su vida . Estos discursos hicieron tan profunda impresion en el ánimo de
Ja nobleza francesa , que muchos señores como los condes de Angulema , de Blois y de San Pablo , se pusieron
á la cabeza de una liga contra la preponderancia eclesiástica . Esta tentativa de la nobleza despertó la solicitud
del soberano pontifice que amenazó con la escomunion á los señores franceses y con privar á sus familias de los
beneficios de la Iglesia . Secundó indudablemente á Inocencio en esta empresa la prudencia conciliadora de
Luis IX ; muchos de los señores que habian jurado armarse contra el papa y el clero , se comprometieron á
seguir al rey de Francia á oriente, y el rumor de esta liga amenazadora se apagó entre el movimiento general
de la cruzada.
Luis IX se ocupaba sin cesar en los preparativos de su partida . No sabiéndose otro camino que el del mar

para ir á oriente y careciendo el reino de Francia de puertos en el Mediterráneo, San Luis hizo la adquisicion
del territorio de Aguas Muertas en Provenza , y mandó limpiar el puerto que estaba obstruido por la arena y
edificar en la orilla una ciudad capaz de albergar á los peregrinos.
Ocupóse al mismo tiempo el monarca en recoger provisiones para el ejército, y hacer preparar almacenes
en la isla de Chipre donde debria desembarcar . Teobaldo conde de Bar y el señor de Beaujeu , que habian ido
á Italia por orden de Luis , encontraron todo lo necesario para proveer á un ejército , ya en la república de

(1) Mateo de Paris y Mateo de Westumter-Rimor, coleccion diplomática , t . I.


(46 y 47) 52

I
410 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Venecia , ya en las ricas provincias de la Pulla y de Sicilia , donde les habian precedido las órdenes y reco-
mendaciones del emperador Federico .
Habia llegado ya hasta Siria el rumor de estos preparativos , y los autores contemporáneos cuentan que las
potencias musulmanas quedaron aterradas y no se ocuparon mas que en fortificar sus ciudades. y fronteras
contra la próxima invasion de los francos . Los rumores populares que circulaban entonces y que la historia
se ha dignado recoger , acusaron á los musulmanes de haberse valido de medios pérfidos y odiosos ardides para
vengarse de los pueblos cristianos y hacer frustrar sus empresas . Se aseguró públicamente que amenazaban
la vida de Luis IX los emisarios del Viejo de la Montaña ( 1 ) ; se repetia en las ciudades , y la multitud le daba
entero crédito , que estaba envenenada la pimienta procedente de ultramar, y el grave historiador Mateo Paris
no titubea en afirmar que murieron muchísimas personas antes que se descubriera tan horrible traicion . Es
posible creer que la polítcia de la época inventaria tan groseras mentiras para hacer mas odiosos los enemigos
que iban á combatir y para que la indignacion enardeciera el valor de los guerreros . Tambien es natural pen-
sar que semejantes rumores tenian su origen en la ignorancia de les pueblos y que los acreditaba la opinion
que se formaba entonces de las costumbres y del carácter de las naciones infieles .
Tres años habian trascurrido desde que el rey de Francia tomara la cruz . Convocó en París un nuevo par-

lamento en el cual fijó por fin la partida de la santa espedicion para el mes de junio del año siguiente . Los
barones y los prelados renovaron las promesas de combatir á los infieles y se comprometieron á partir en la
época designada bajo pena de incurrir en las censuras eclesiásticas . Luis se aprovechó del momento en que
los grandes del reino estaban reunidos en nombre de la religion , para exigirles que prestasen juramento de
fé y homenaje á sus hijos , y para hacerles jurar ( estas son las palabras de Joinville) que serian leales á su
familia en el caso de sucederle alguna cosa en el viaje de ultramar .
(1248) El papa dirigió entonces à la nobleza y al pueblo de Francia una carta fechada en Lion en la cual
celebraba en téminos solemnes la bravura guerrera de la nacion francesa y las virtudes de su piadoso mo-
narca . El soberano pontífice daba su bendicion á los cruzados franceses y amenazaba con los rayos de la
Iglesia á los que diferieran su partida despues de haber hecho el voto de peregrinacion . Luis IX , que habia
influido para que el papa hiciera esta amonestacion , vió acudir á toda la nobleza francesa bajo sus banderas;
muchos señores cuya ambicion habia reprimido , eran los primeros en dar el ejemplo , temerosos de desper-
tar antiguas desconfianzas y de incurrir en nuevos disfavores, y arrebatados otros por el espíritu comun á
los cruzados , se declaraban con ardor los campeones de la cruz con la esperanza de alcanzar , no las recom-
pensas del cielo , sino las de la tierra .

El carácter de Luis IX inspiraba la mayor confianza á todos los guerreros cristianos . « Si Dios ha permitido
hasta ahora , decian , que las santas espediciones fueran solo una larga serie de desastres y calamidades , es
porque la imprudencia de los jefes ha comprometido la salvacion de los ejércitos cristianos y porque la licencia
de las costumbres y la discordia han reinado siempre entre los defensores de la cruz ; pero ¿ qué desgracias
deben temerse bajo la direccion de un príncipe á quien parece haber inspirado el cielo su propia prudencia ,
que acaba de ahogar con su firmeza toda especie de division en su reino y que pronto demostrará en oriente
el ejemplo de todas las virtudes ?
Muchos señores de Inglaterra , entre los cuales se distinguian los condes de Salisbury y de Leicester , resolvie-
ron acompañar al rey de Francia y participar de los peligros y trabajos de la cruzada . El conde de Salisbury ,
nieto de la hermosa Rosamanda , y cuyas hazañas le habian conquistado el renombre de larga espada, aca-
baba de perder sus bienes por decreto de Enrique III , y para ponerse en estado de hacer los preparativos
necesarics á su viaje , se dirigió al papa y le dijo : « Por miserable que sea , vengo á hacer voto de ir en pe-
regrinacion á la Tierra Santa ; si el príncipe Ricardo, hermano del rey de Inglaterra , ha conseguido sin to-
mar la cruz el privilegio de disfrutar un derecho sobre los que la quieren dejar , he creido que podia alcanzar
tambien igual gracia no teniendo mas recursos que la caridad de los fieles . » Este discurso que nos revela un
hecho bastante curioso , hizo sonreir al soberano pontifice; el conde de Salisbury obtuvo la gracia que pedia,
y se puso en el caso de partir á oriente . El conde de Leicester renunció á la peregrinacion .
Las predicaciones de la guerra no tuvieron efecto alguno en Italia y en Alemania , pero alcanzaron buenos

(1) Las crónicas que cuentan este hecho lo fijan en los años anteriores á la cruzada.
LIBRO DECIMOCUARTO . -1248-1249 . 411

resultados en las provincias de Frisia y Holanda y en algunos reinos del norte . Iacon , cuyas pretensiones
al trono de Noruega acababa de apoyar el papa , tomó entonces la cruz de ultramar y prometió partir á
oriente . Los noruegos se habian distinguido en muchas ocasiones en las cruzadas ; Hacon escribió á Luís IX
anunciándole su próxima partida , despues de haber hecho los preparativos de su espedicion , y le pidió permi-
so para desembarcar en las costas de Francia y proveerse allí de los víveres necesarios para su espedicion .
Luis , en una contestacion afectuosa , ofreció al príncipe noruego partir con él el mando de la cruzada , y Mateo
Paris, que fué el encargado de llevar el mensaje de Luis IX, nos dice en su historia que el rey de Noruega
rechazó la oferta generosa del rey de Francia , persuadido de que no podria subsistir mucho tiempo la armo-
nía entre noruegos y franceses , siendo los primeros de carácter impetuoso, inquieto y celoso , y los segundos
llenos de orgullo y altanería .
Despues de esta respuesta , Hacon no pensó mas en embarcarse y permaneció en su reino sin que la his-
toria haya polido averiguar el motivo de su conducta . Debe creerse que este príncipe, á ejemplo de otros
monarcas cristianos , se habia valido de la cruzada para ocultar los designios de su política ; recaudando la
tercera parte de las rentas del clero habia amontonado tesoros que emplearia en robustecer su poderío, y
el ejército que acababa de levantar en nombre de Jesucristo serviria su ambicion en Europa con mas utili-
dad que en las llanuras del Asia . El papa , de quien habia recibido el titulo de rey , le exhortó en un prin-

cipio á tomar el signo de los cruzados , y todo nos induce á creer que le aconsejó ó al menos le permitió des-
pues ayudarle en occidente, esperando formar con él un rival ó un enemigo mas del emperador de Alemania .
Es cierto, no obstante, que el soberano pontífice no debió tomar entonces mucho interés por la libertad de
Jerusalen, hallándose en lucha con los inmensos peligros en que se habia lanzado , obligado á sostener un em-
perador de su eleccion , que no tenia soldados ni dinero, y careciendo él mismo de tesoros y ejércitos para de-
fender su causa amenazada . Puede inferirse este aserto de la facilidad con que desataba de su voto á todos los
que habian jurado combatir á los infieles, y aun llegó al estremo de prohibir á los cruzados de Holanda y del
pais de Lieja que se embarcaran para oriente . En vano Luis IX le hizo bajo este concepto las mas vivas re-
presentaciones, que no escuchó Inocencio; pues era tal la pasion que le animaba , que juzgaba mas ventajoso
conceder dispensas para el viaje de Siria , porque por una parte estas dispensas, compradas á peso de oro ,
contribuian á aumentar su tesoro, y por otra parte dejaban en Europa soldados que podia armar contra los
enemigos de la corte de Roma.
De modo que Francia era el único pais donde se preparaba formalmente la cruzada . La piedad y el celo de

Luis IX reanimaron á todos los que habia entibiado la indiferencia del papa , y el cariño que los franceses
profesaban á su rey reemplazó el entusiasmo religioso y fué bastante para allanar todos los obstáculos . Las
ciudades cuyas franquicias habia protegido el monarca , se apresuraron á enviarle cantidades considerables ;
los arrendadores de los dominios reales , que eran entonces inmensos , le adelantaron las rentas de un año ,
los mismos ricos vertian el fruto de sus ahorros en las arcas reales ; la pobreza llevaba sus donativos á los
cepillos de las iglesias ; no se estendia entonces en todo el reino ningun testamento que no incluyera algun le-
gado para los gastos de la santa espedicion ( 1 ) , y el clero no se contentó con dirigir al cielo sus oraciones por
la cruzada , pues pagó la décima parte de sus rentas para el mantenimiento de los soldados de la cruz .
Los barones, los señores y los príncipes que hacian la guerra á sus espensas impusieron tributos á sus va-
sallos, y encontraron como el rey de Francia el dinero necesario para atender á los gastos de su viaje en las
rentas de sus dominios y en la piadosa generosidad de las aldeas y ciudades . Muchos empeñaron sus tierras
como en las cruzadas anteriores , vendieron sus muebles y se arruinaron para sostener sus soldados y caba-
lleros, olvidando á sus familias , olvidándose de sí propios en los tristes preparativos de la partida y pare-
ciendo no pensar en su vuelta . Muchos se preparaban para el viaje á ultramar como para un destierro ó la
muerte; los cruzados mas devotos , y que solo iban á oriente á buscar un sepulcro , se ocupaban especialmente
en aparecer delante de Dios en estado de gracia , expiaban sus pecados con la penitencia , perdonaban las
ofensas , reparaban el mal que habian hecho , disponian de sus bienes , los daban á los pobres ó los repartian
entre los herederos naturales (2) .

(1) Se encuentra en la Biblioteca del rey, vol. 9421 , p. 96 , cartas en que se esplican estos donativos.
(2) Mateo Paris.
412 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Esta disposicion de los ánimos era provechosa á la humanidad y á la justicia , daba á los hombres de bien
sentimientos generosos y á los malos remordimientos que se parecian á la virtud . En medio de las guerras
civiles y de la anarquía feudal , una turba de malvados se habian enriquecido con la concusion , la rapiña y
el latrocinio ; la religion les inspiró entonces un arrepentimiento saludable , y aquella época de penitencia se
señaló por un gran número de restituciones que hicieron olvidar momentáneamente los triunfos de la iniqui
dad . El famoso conde de la Marche dió el ejemplo; sus conspiraciones , sus rebeliones y sus empresas injustas
habian agitado con frecuencia el reino y arruinado muchas familias ; pero trató de expiar sus faltas , y para
apaciguar la justa cólera de Dios , ordenó en su testamento que se restituyeran cuantos bienes habia ad
quirido por la injusticia ó la violencia . El señor de Joinville nos dice ingenuamente en su historia que su
conciencia no le acusaba de ninguna falta grave , pero que no obstante reunió sus vasallos y vecinos para
ofrecerles la reparacion de los daños que podia haberles hecho sin saberlo . « Hice esto, añade , porque no que
ria llevarme un solo dinero injustamente , de modo que empeñé á mis amigos una gran parte de mis tierras ,
y no me quedaron mas que 1200 libras de renta , porque vivia aun mi señora madre que poseia muchas co
sas en dote .>>

En aquellos dias consagrados al arrepentimiento se fundaron monasterios y se prodigaron tesoros á las


iglesias . « El medio mas seguro de no perecer como los impíos , decia Luis IX, es amar y enriquecer el lugar
-
donde reside la gloria del Señor . » La devocion de los cruzados no olvidaba tampoco á los pobres y á los en
fermos ; sus numerosas ofrendas dotaban los claustros , asilo de la miseria , los hospicios destinados á albergar
los peregrinos , y sobre todo los establecimientos de leprosos que habia en todas las provincias , moradas lú—
gubres donde gemian las víctimas de los viajes de oriente .
Luis IX se distinguió por sus liberalidades para con los monasterios y las iglesias , pero lo que especialmen
te debió atraerle las bendiciones de los pueblos fué el esmero que tuvo en reparar todas las injusticias come
tidas en la administracion del reino . El santo monarca sabia que los reyes son imágenes de D.os en la tierra ,
porque la justicia está sentada con ellos en el trono . Creó oficinas de restitucion en los dominios reales ,
encargadas de reparar todos los daños que podian haber cometido los agentes ó arrendatarios del rey , y en la
mayor parte de las ciudades se nombraron dos comisionados , uno eclesiástico y otro lego , para oir y juzgar
las quejas contra sus ministros y sus empleados . ¡ Noble ejercicio de la autoridad suprema , que no busca
ino desgracias que reparar, que escucha las quejas del pobre, alienta al débil y se sujeta al tribunal de las le
yes ! No estaba satisfecho Luis por haber establecido reglamentos para la justicia , pues todo su afan estriba
ba en su ejecucion . Numerosos predicadores anunciaban en los templos las intenciones del rey , y como si hubiera
debido ser responsable ante Dios de todos los fallos que iban á darse en su nombre, el monarca envió secre
tamente santos eclesiásticos y buenos religiosos para tomar nuevos informes y saber por fieles conductos si
los jueces que creia hombres de bien no estaban tambien corrompidos . La historia de aquella época remota
no presenta un espectáculo tan interesante como el de una justicia tan completamente regia ; tan bello ejem
plo dado á los príncipes de la tierra debia atraer las bendiciones del cielo sobre las armas de San Luis , y
cuando se recuerdan las deplorables consecuencias de aquella cruzada , se participa del asombro de las cró
picas de las antiguas épocas al ver que tantas calamidades fueran el premio de una virtud tan elevada .
Los cruzados competian en tanto en celo y actividad para los preparativos de la guerra santa : todas las pro
vincias de Francia parecian armarse en masa , y la poblacion de las ciudades y de las campiñas no tenia mas
que un pensamiento , el de la cruzada . Los grandes vasallos reunian sus caballeros y soldados , los señores y
los barones se visitaban mutuamente ó se enviaban diputados para fijar el dia de su partida , y los parientes
y los amigos se comprometian á reunir sus banderas y á hacer comunes el dinero , la gloria y los peligros. Las
prácticas de religion se mezclaban con los aprestos militares ; veíanse guerreros , quitándose la coraza y la es
pada , marchar con los piés descalzos y en camisa á visitar monasterios y las iglesias cuyas reliquias atraian el
concurso de los fieles ; hacíanse procesiones en todas las parroquias ; todos los cruzados iban al pié de los al
tares á recibir de manos del clero los símbolos de la peregrinacion ; en todas las iglesias se hacian rogativas
para impetrar el buen éxito de la espedicion ; en el seno de las familias se vertian lágrimas de despedida , y
la mayor parte de los peregrinos , al recibir el adios de sus amigos y parientes , parecian sentir mas que nunca
el valor de los bienes que iban á dejar .

El historiador de San Luis nos dice que despues de haber visitado á Blanchicourt y San Urbano , donde ha
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1248-1249 . 413
bia depositadas muchas santas reliquias , « no quiso volver los ojos hácia Joinville, para que el corazon no se
enterneciera contemplando el hermoso castillo donde dejaba sus dos hijos . » Los jefes de la cruzada arrastra
ban en pos toda la juventud belicosa , y en muchas comarcas no dejaban mas que una poblacion débil y desar
mada ; muchos castillos y fortalezas abandonadas iban á caer en escombros , muchas familias á quedar sin
apoyo y muchas tierras á trocarse en desiertos . El pueblo debió echar de menos los señores cuya autoridad
se apoyaba en beneficios y que á imitacion de san Luis buscaban la verdad y la justicia , protegian la debi
lidad y la inocencia, pero no faltaba quien los veia partir con alborozo, y mas de una aldea se alegró de ver
despoblado el castillo de donde proce lian to las las miserias de la servidumbre.

Era un espectáculo muy tierno ver las familias de los artesanos y los pobres aldeanos cual conducian es
pontáneamente sus hijos á los barones y caballeros , diciéndoles : « Sed sus padres y velad por ellos en medio
de los peligros de la guerra y del mar . » Los barones y los caballeros prometian volver con sus soldados á oc
ci lente ó perecer con ellos en los combates ; la opinion del pueblo , de la nobleza y del clero legaba de ante
mano á la cólera de Dios y al desprecio de los hombres á cuantos faltasen á su promesa .
La calma mas profunda reinaba en Francia en medio de estos preparativos : los judíos habian sufrido en
las cruzadas anteriores la violencia de la multitud; pero la proteccion del papa y la prudente firmeza de
san Luis hicieron respetar á los judíos que eran depositarios de inmensas riquezas y que no desperdiciaban
ninguna ocasion de enriquecerse . No se ad mitian bajo las banderas de la cruz los vagos y los aventureros ;
á peticion de Luis IX, el papa prohibió que tomasen las armas por la causa de Jesucristo á todos los que hu
biesen cometido grandes crímenes . Estas precauciones , que se habian omitido en las primeras guerras san
-
tas, debian asegurar el sosten del órden y de la disciplina tan descuidadas por las tropas cristianas ; entre los
que se presentaban para ir al Asia á combatir á los infieles, se admitia con preferencia á los artesanos y la
bradores , circunstancia notable ( 1 ) que prueba claramente que las miras de una sabia política se mezclaban
á los sentimientos de la devocion , y que al ocuparse de la libertad de Jerusalen , se concebia la esperanza
fundar colonias útiles en ultramar . de

Luis IX se dirigió á la abadía de San Dionisio el dia que habia indicado en compañía de sus hermanos el
duque de Anjou y el conde de Artois , y despues de haber implorado el apoyo de los apóstoles de Francia , re
cibió de manos del legado los símbolos de la peregrinacion y la noble oriflama que habian enarbolado
veces en oriente sus antecesores . ya dos

Luis regresó en seguida á París y oyó misa en la iglesia de Nuestra Señora ; el mismo dia salió de su capital
para no volver á entrar hasta su vuelta de Tierra Santa . El clero y el pueblo, bañados en lágrimas y ento
nando salmos , le acompañaron hasta la abadía de San Antonio , y montó á caballo para ir á Corbeil donde
debian reunirse con la reina Blanca y la reina Margarita .
El rey dedicó aun dos dias á los negocios del reino y confió la regencia á su madre , cuya firmeza y pruden
cia habian defendido y salvado la corona durante las turbulencias de su minoría . El ver que Luis IX dejab
sus estados en una paz profunda , justificaba y escusaba en parte su piadosa obstinacion ; habia renovado la
tregua hecha con el rey de Inglaterra , y la Alemania y la Italia, ocupadas en sus intestinas discordias , no po
dian inspirar á Francia ningun motivo de alarma . Luis , despues de haber tomado todas las medidas para
ahogar el espíritu de rebelion , arrastraba consigo á la Tierra Santa á la mayor parte de los grandes que ha
bian agitado el reino . Acababa de incorporarse á la corona el condado de Macon , vendido por diez mil libras
tornesas ; la Normandía se salvaba del yugo de los ingleses , y formaban parte de la herencia de la familia
real los condados de Tolosa y de Provenza , con el casamiento de los condes de Anjou y de Poitiers . Desde
que
el rey tomó la cruz, no habia cesado de hacer los mayores esfuerzos para conservar las nuevas conquistas de
Francia , para apaciguar las quejas de los pueblos y quitar todos los pretestos de guerras estranjeras y civiles .
El espíritu de justicia que se advierte en todas sus instituciones , el recuerdo de sus virtudes , que se admiraba
aun mas en medio del desconsuelo general causado por su partida , y la religion que hacia florecer con su
ejemplo, eran bastantes para conservar el órden y la paz durante su ausencia .
Luego que Luis depositó en otras manos la administracion de su reino, se entregó enteramente á los ejer
cicios de devocion , y ya no se vió en él mas que el mas modesto de los cristianos. El traje y los atributos de

(1) El historiador Mezerai nota esta circunstancia.


414 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

los peregrinos formaron desde entonces todo el adorno de un poderoso monarca ; no se vieron en su cuerpo las
deslumbradoras telas ni las preciosas pieles , y hasta sus armas y los arneses de sus caballos tan solo despedian
el brillo del hierro y del acero . « Fué tan poderoso su ejemplo , dice Joinville , que en el camino de ultramar
no se veia ninguna cota bordada , ni la del rey , ni la de ningun otro . » Al mismo tiempo que Luis IX reformaba
la suntuosidad de su vestido y armas , hacia distribuir á los pobres el dinero que acostumbraba dedicar á los
objetos de lujo , de modo que la magnificencia real tan solo se manifestaba en las obras de caridad .
La reina Blanca le acompañó hasta Cluni, y como estaba en la persuasion de que no volveria á ver á su
hijo mas que en el cielo , no pudo separarse de sus brazos sin derramar un torrente de lágrimas . Cuando
Luis IX pasó por Lion , vió al papa y le suplicó por la tercera vez que escuchase favorablemente á Federico,
á quien habian humillado los desastres y que pedia su perdon . El alma piadosa del rey se asombró de hallar
aun inexorable al pontifice ( 1 ) á pesar de haberle hecho ver los inmensos intereses de la cruzada y de haberle
hablado en nombre de los numerosos peregrinos que lo abandonaban todo por la causa de Jesucristo . Solo
pensó ya desde entonces en continuar sin demora su viaje .
Inocencio le prometió proteger el reino contra el hereje Federico y contra el rey de Inglaterra , á quien lla
maba aun su vasallo . El soberano pontifice vió partir sin pesar á un monarca venerado cuyas súplicas im
portunas y consejos flenos de moderacion temia , y no titubeó en hacer la promesa de defender la indepen
dencia y la paz del reino , pues presagiaba que las mismas turbulencias que escitaba en los demás estados su

politica , serian causa de que Francia permaneciese tranquila durante la cruzada .


La escuadra que esperaba á Luis IX en Aguas Muertas se componia de ciento veinte y ocho naves , sin con
tar las que debian trasportar los caballos y los víveres . El rey se embarcó acompañado de sus hermanos Car
los, duque de Anjou , y Roberto, conde de Artois , y de la reina Magarita que temia mas quedarse con la reina
madre que vivir lejos de su esposo . Alfonso, conde de Poitiers, aplazó su partida para el año siguiente, y
volvió á París para ausiliar á la regenta con sus consejos y autoridad . Cuando se hubo embarcado todo el ejér
cito de los cruzados y se dió la señal de partir , los espedicionarios , segun costumbre establecida en los viajes
maritimos , cantaron á coro el Veni Creator y la escuadra se dió á la vela ( 2) .
La Francia carecia de marina ; los marineros y pilotos eran casi todos catalanes ó italianos y dos genoveses

desempeñaban las funciones de almirantes . La mayor parte de los barones y caballeros no habian visto e
mar , invocaban todos los santos del paraiso y encomendaban su alina á Dios . El buen Joinville no disimula

su terror y no puede menos de confesar que es bien loco quien se espone á tal peligro teniendo algun pecado
sobre su alma, porque uno se duerme por la noche sin saber si á la mañana siguiente se encontrará en elfondo
del mar.
Luis IX se embarcó en Aguas Muertas el dia 25 de agosto y llegó á Chipre el 21 de setiembre . Enrique,
nieto de Guido de Lusignan , que habia alcanzado el reino de Chipre en la tercera cruzada , recibió al rey de
Francia en Limillo y le acompañó hasta su capital Nicosia en medio de las aclamaciones del pueblo, de la no
bleza y del clero .
Poco tiempo despues de la llegada de los cruzados se decidió en un consejo que las primeras hostilidades se
dirigieran contra Egipto . No intimidaron al rey de Francia ni á sus barones los desastres sufridos en las guer
ras anteriores sobre las orillas del Nilo , y hasta es probable que Luis IX habia formado el designio , antes de
salir de su reino , de llevar la guerra á la comarca de donde procedian todas las riquezas y la fuerza de los
musulmanes . El rey de Chipre , que acababa de recibir del papa el título de rey de Jerusalen , aplaudia esta
determinacion que le daba la esperanza de verse libre de su mas formidable vecino y del mas cruel enemigo
de las colonias cristianas de Siria . Este príncipe hacia predicar entonces una cruzada en su reino para po
al
nerse en estado de acompañar á los cruzados franceses y participar útilmente de sus conquistas , y propuso
rey de Francia y á los barones que esperasen , antes de continuar su espedicion , á que hubiera terminado
sus preparativos . « Los señores y los prelados de Chipre , dice Guillermo de Nangis , tomaron la cruz y se pre
sentaron al rey Luis para decirle que le acompañarian á todas partes cuando pasara el invierno . »> Pero mos
trándose poco dispuestos á retardar su marcha Luis IX y los principales señores franceses, se valieron de pro

(1) Hist. eclesiást . de Fleury, lib. LXXXIII , siguiendo á Mateo Paris.


2) El abad de Choisy, Vida de san Luis , lib. II, p. 136
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1248-1249 . 445

testas de amistad , de halagos y de súplicas ; todos los dias se celebraban fiestas en las que la nobleza y los
grandes del reino desplegaban la magnificencia de las cortes orientales , el aspecto encantador de la isla , un
pais fértil en toda especie de producciones, y especialmente el vino de Chipre , que Salomon no se habia des-
deñado de celebrar , secundaron poderosamente las instancias y las seducciones de la corte de Niccsia . Se de-
cilió, pues, que el ejército cristiano no partiria hasta la primavera siguiente .
Pronto advirtieron el error que habian cometido : en medio de la abundancia escesiva que reinaba en su
campo , los cruzados se entregaron á la intemperancia ; la virt ud de los peregrinos se esponia todos los dias á
nuevas pruebas en un pais donde las fábulas paganas habian colocado los altares de la voluptuosidad ; el
prolongado ocio relajó la disciplina , y para colmo de desgracia , una enfermedad pestilencial hizo horribles
estragos entre los defensores de la cruz . Durante esta calamidad los peregrinos tuvieron que lamentar la
muerte de mas de doscientos cincuenta caballeros ; las crónicas contemporáneas citan , entre los señores y los
prelados que sucumbieron , á los condes de Dreux y de Vendome , al obispo de Beauvais Roberto y al valiente
Guillermo de Barres, y pereció tambien el último vástago de la raza de los Archambaldos de Borbon , cuyo
condado fué despues herencia de los hijos de San Luis y dió á la familia real de Francia un apellido ilustre
en los anales de la historia .

Un gran número de barones y caballeros carecian de dinero para mantener á sus soldados ; Luis IX les
abrió su tesoro, y el señor de Joinville , á quien no quedaban mas que doscientas cuarenta libras tornesas
de oro, recibió del monarca ochocientas , cantidad entonces muy considerable . Muchos señores se quejaban
de haber vendido sus tierras y haberse arruinado por la cruzada , pero la liberalidad de Luis no era bastan-
te para acallar estas quejas , y la mayor parte de los que tenian banderas no podian sufrir por mas tiempo el
reposo y ardian en deseos de partir á las costas de Siria ó de Egipto , esperando hacer pagar á los musulma-
nes los gastos de la guerra . Luis los contenia penosamente; los historiadores están acordes en afirmar que
solo le obedecian á medias , de modo que mas alarde tuvo que hacer de paciencia y mansedu mbre evangélicas
que de autoridad , y si logró al cabo apaciguar todas las discordias y ahogar todas las quejas , se debió mas
al ascendiente de la virtud que à la del poder .
Habíanse originado algunas contiendas entre el clero griego y el latino de la isla de Chipre , y Luis con-
siguió terminarlas : los templarios y los hospitalarios le nombraron juez de sus eternas discusiones , y les
hizo jurar su union y no tener otros enemigos que los de Jesucristo ; finalmente , los genoveses y los pisanos
establecidos en Tolemaida formaban mucho tiempo hacia dos partidos encarnizados, dispuestos siempre á
tomar las armas, y ensangrentando continuamente una ciudad cristiana con escandalosas guerras civiles , y
la santa mediacion de Luis restableció la paz . Aiton , rey de Armenia , y Boemundo , príncipe de Antioquía y
de Trípoli , que eran enemigos implacables , enviaron embajadores al rey de Francia , que los decidió á hacer
una tregua ; de modo que Luis IX apareció en medio de los pueblos de oriente como el ángel de la paz y de
la concordia.

Las hordas errantes de los turcomanes devastaban en aquella época el territorio de Antioquía , y Luis
envió á Boemundo seiscientos ballesteros . Aiton acababa de bacer una alianza con los tártaros y se disponia
á invadir los estados del sultan de Iconio en el Asia Menor , y como el príncipe armenio tenia en oriente
grande reputacion de valor y destreza , muchos caballeros franceses , impacientes por ostentar su bravura ,
partieron de Chipre para ir á combatir bajo sus banderas y participar del fruto de sus victorias . Joinville
habla de su partida , pero no dice nada de sus hazañas , dando á entender su desgraciada suerte con estas pa-
labras : ninguno de ellos volvió.
La fama habia anunciado á todo el oriente la llegada de Luis IX , y e ta noticia causó vivísima sensacion
entre los cristianos y musulmanes . Una prediccion muy acreditada en las mas remotas regiones y que los
misioneros oyeron contar entonces hasta en Persia , anunciaba que muy pronto un rey de los francos dis-
persaria á todos los infieles y libertaria al Asia del culto y de las leyes sacrilegas de Mahoma . Creyóse enton-
ces que habia llegado el momento de cumplirse la profecía , y una multitud de cristianos acudieron de Siria ,
de Egipto y de todos los paises orientales á saludar al que Dios habia encargado para llevar á cabo sus divi-
nas promesas.
Luis recibió en la misma época una embajada que escitó sobre manera la curiosidad y la atencion
de los cruzados , y cuyo maravilloso relato ocupa un puesto privilegiado en las crónicas de la edad me-
416 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

dia (1 ) ; esta embajada venia de un príncipe tártaro llamado Ecalthai , que decia haberse convertido á la fécris
tiana y manifestaba el celo mas ardiente por el triunfo del Evangelio . El jefe de la embajada , llamado David,
entregó al rey una carta llena de sentimientos espresados con una exageracion que debia hacerlos sospecho
sos, y le anunció que el kan de Tartaria habia recibido el bautismo hacia tres años y que estaba pronto á apo
yar con todo su poder la espedicion de los cruzados franceses . La noticia de esta embajada se esparció al mo
mento por todo el ejército; ya no se habló mas desde entonces que de los socor ros prometidos por el gran kan
ó emperador de los tártaros , y jefes y soldados acudieron á ver los embajadores del príncipe Ecalthai , á quien
consideraban como uno de los principales barones de Tartaria .
El rey de Francia interrogó diferentes veces á los diputados sobre su viaje , su pais y el carácter é inten
ciones de su soberano , y como todo cuanto oia lisonjeaba sus mas caros proyectos, no concibió desconfianza
alguna ni sospechó ninguna impostura en sus respuestas . Los embajadores tártaros fueron admitidos en su
corte y en su mesa , y los acompañó á la celebracion de los divinos oficios en la metrópoli de Nicosia , donde
todo el pueblo admiraba su devocion .
Antes de su partida , el rey de Francia y el legado del papa les entregaron varias cartas para el príncipe
Ecalthai y el gran kan de los tártaros , obsequiándolos con magníficos regalos , entre los que se distinguia
una tienda de escarlata en la que Luis habia hecho « pintar y colocar por imágen la anunciacion de la Vir
gen María , Madre de Dios , con otros puntos de fé (2) . » El rey escribió á la reina Blanca y el legado al sobe→
rano pontifice anunciándoles la estraordinaria embajada llegada de las mas remotas regiones de oriente . La
fausta noticia de una alianza con la Tartaria, que se consideraba entonces como la mas formidable de las
naciones , llenó de júbilo á los pueblos occidentales y dió halagüeñas esperanzas sobre el éxito de la cruzada .
Luis IX envió entonces á Tartaria varios misioneros que aseguraron en su viaje que la conversion del
gran kan era solo una impostura , y como los embajadores mogoles habian incurrido ya en sus relatos en
graves contradicciones , muchos sabios modernos han creido que aquella gran embajada fué una superchería
de que acusan á los monjes armenios . A pesar de todo, es indudable que los mogoles , que hacian la guerra á
los musulmanes , tendrian interés en unirse á los cristianos y verian en ellos unos útiles ausiliares .
Ofrecióse al mismo tiempo á las miradas de los cruzados otro espectáculo menos curioso por cierto, pero
mas interesante ; fué la llegada de María , mujer de Balduino , que iba á pedir el ausilio de Luis IX . Joinville,
que fué á recibir á María á Pafos y la acompañó á Nicosia , nos dice que solo le quedaba á la emperatriz de
oriente la capa que la cubria . El aspecto de tan inmensa miseria debiera haber servido de leccion á todos los
príncipes y barones que iban á conquistar imperios al Asia . Joinville dió un vestido á la soberana de Bizan
cio , doscientos caballeros le prometieron ir al regreso de la cruzada á defender las ruinas de un imperio fun
dado por soldados de la cruz , y en su generosa compasion por los ilustres infortunios , no pensaron en la
suerte que á ellos mismos les esperaba en aquella guerra santa .
Aproximábase en tanto la primavera , que era la época fijada para la partida de los cruzados franceses . El
rey de Francia hacia construir un gran número de barcos planos propios para facilitar el desembarco del
ejército cristiano en las costas de Egipto, y como la escuadra genovesa en que habian ido á Chipre los france
ses había salido del puerto de Limisso , no se trató mas que reunir de todas partes naves para trasportar el
ejército y las provisiones acumuladas en la isla . Luis IX se dirigió á los genoveses y á los venecianos estable
cidos en las costas de Siria , los cuales con grande escándalo de los caballeros y barones , demostraban en esta
circunstancia mas codicia que devocion , y señalaron un precio escesivo al servicio que se les pedia en nom
bre de Jesucristo .

Luis recibió entonces noticias del emperador de Alemania , perseguido aun por los anatemas de Roma ; este
príncipe enviaba víveres á los cruzados , y manifestaba en sus cartas el sentimiento de no poder participar de
los peligros de la cruzada , y el rey de Francia dió las gracias á Federico y lamentó la obstinacion del papa
que privaba á los defensores de la cruz de un ausiliar tan poderoso (3).
Los preparativos de la partida continuaban con la mayor actividad ; todos los dias llegaban nuevos cru

(1) Mateo Paris, Guillermo de Nanxis y Zeufliet , hablan sobre esta cruzada.
(2) Joinville .
( 3 ) Mateo de Paris que trae este hecho, añade, que Luis IX y la reina Blanca escribieron en favor del emperador, pero el pon
tífice no escuchó sus súplicas.
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zados de los puertos de occidente , ó que habian pasado el invierno en las islas del Archipiélago ó en las cos-
tas de Grecia, y toda la nobleza de Chipre habia tomado la cruz , dispuesta à combatir á los infieles . Reinaba
entre ambas naciones la mayor armonía , se dirigian al cielo oraciones por el triunfo de las armas cristianas,
lo mismo en las iglesias griegas que en las latinas , y no se hablaba entre los cruzados mas que de las maravillas
de oriente y de las riquezas del Egipto que iban á conquistar .
En tanto que reinaba èl entusiasmo y la alegría entre los guerreros cristianos , los grandes maestres de
San Juan y del Temple escribieron á Luis IX anunciándole la posibilidad de una negociacion con el sultan
del Cairo . Los jefes de estas dos órdenes deseaban con ardor romper las cadenas de sus caballeros , cau-
tivos desde la derrota de Gaza , no participaban por otra parte de la ciega confianza de los cruzados en la vic-
toria, y les habia enseñado la esperiencia en las demás espediciones que los guerreros de occidente, muy te-
mibles en el principio , empezaban siempre la guerra con brillo, pero que debilitados despues por la discor-
dia y abrumados por los trabajos de un largo viaje , arrastrados algunas veces por su natural inconstancia , y
creyendo haber hecho bastante para alcanzar las indulgencias de la Iglesia , solo pensaban en volver á Euro-
pa, abandonando las colonias cristianas á todos los furores de un enemigo irritado con sus primeras derrotas .
Segun estas consideraciones , los dos grandes maestres hubieran deseado que los poderosos socorros de occidente
sirvieran para conseguir una paz útil y duradera , pues la senda de las negociaciones les ofrecia para el porve-
nir mas ventajas que una guerra de éxito dudoso y cuyos peligros podian recaer sobre ellos .
Su pacífico mensaje llegó en ocasion en que solo se hablaba en el ejército cristiano de las futuras conquistas
y en que todos los ánimos estaban enardecidos por el entusiasmo de la gloria y la esperanza de un rico botin .
La proposicion de una paz con los infieles fué un verdadero objeto de escándalo para unos guerreros que se
creian destinados á destruir en Asia la dominacion y el poder de todos los enemigos de Jesucristo , y la sor-
presa y la indignacion general acreditaron en el ejército cristiano las mas negras calumnias contra el gran
maestre del Temple, á quien se acusaba en alta voz de estar en secreta inteligencia con el sultan de Egipto y
de haber invocado las ceremonias de los bárbaros para estrechar tan impía union . Luis IX que no habia ido
á oriente con un ejército tan solo para firmar un tratado de paz y libertar algunos prisioneros , participó de la
indignacion de sus compañeros de armas, y prohibió á los grandes maestres del Temple y de San Juan que
repitiesen unas proposiciones tan ofensivas para los guerreros cristianos .
Embriagados los cruzados con sus futuros triunfos no pensaban en los obstáculos que iban á encontar , se
ocupaban mas de las riquezas que de las fuerzas de sus enemigos , y como no sabian cuál era el clima ni el
pais á donde se dirigian sus afanes , su misma ignorancia aumentaba su seguridad y alimentaba en ellos es-
peranzas que pronto debian desvanecerse.

Los jefes de la cruzada cifraban principalmente su esperanza en las divisiones de los príncipes musulma-
nes, que se disputaban las provincias de Siria y de Egipto . Efectivamente , la discordia no habia cesado de

agitar la familia de los ayubitas desde la muerte de Saladino , pero como sus disensiones estallaban en guer-
ras civiles y estas hacian la poblacion mas aguerrida , su imperio que interiormente se debilitaba de dia en dia ,
era cada vez mas temible en lo esterior , y cuando el peligro comun reunia las potencias musulmanas , ó una
de estas esclavizaba á las demás , debia temerse un imperio vacilante en la paz y que parecia adquirir nuevas
faerzas con la animosidad y los peligros de una guerra contra los cristianos.
Malek-Saleh -Negmedino , que reinaba entonces en Egipto , era hijo del sultan Malek -Kamel , célebre por la
victoria ganada en Mansourah al ejército de Juan de Briena y del legado Pelagio . Alejado del trono por su
nacimiento , trató de conquistarlo por medio de las armas ; siendo vencido , cayó en poder de su hermano ma-
yor y se aprovechó de las lecciones de la adversidad ; y pronto le llamaron al imperio el aprecio que se hacia
de su talento , el odio que inspiraba el príncipe que reinaba , el deseo de mudanzas y quizás cierto atractivo
por la rebelion y la traicion . El nuevo soberano fué mas hábil y mas afortunado que sus antecesores , supo
conservar la obediencia en las provincias , la disciplina en el ejército y en el temor á todos sus enemigos , y se
valió de las hordas del Karismo para apoderarse de Damasco y derrocar á los cristianos y á sus aliados . Desde
entonces Negmedino estendió sus conquistas hasta las orillas del Eufrates y reunió bajo su ley la mayor parte
del imperio de Saladino (1) .

1) Estractos de los autores árabes, Biblioteca de las cruzadas, t . IV.


53
418 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Cuando Luis desembarcó en la isla de Chipre , el sultan del Cairo se hallaba en Siria haciendo la guerra al
príncipe de Alepo y sitiando la ciudad de Emeso . Presagió entonces todos los proyectos de los cristianos y dió
órdenes para defender las fronteras de Egipto, y luego que supo que el ejército cristiano iba á embarcarse,
abandonó repentinamente el sitio de Emeso, y firmó una tregua con enemigos poco temibles para regresar á
sus estados amenazados de una invasion .

Los orientales juzgaban á los franceses los mas valientes de la raza europea , y al rey de Francia el mas
temible de los monarcas cristianos , de modo que los preparativos de Negmedino fueron proporcionados al temor
que le inspiraban sus nuevos enemigos . No se descuidó de fortificar las costas y aprovisionar á Daniela que
debia ser el objeto de las primeras hostilidades . Una numerosa escuadra bajó por el Nilo hasta su desembo-
cadura , y un ejército mandado por Fakredino , el mas hábil de sus emires, se acampó en la orilla del mar al
ocaso de la boca del rio en el mismo tiempo donde treinta y tres años antes habia desembarcado el ejército de
Juan de Briena.

Todos estos preparativos hubieran bastado para contener los primeros ataques de los cruzados si el mismo
sultan hubiese podido dirigirlos y ponerse al frente de sus tropas ; pero acometido por una enfermedad que
habian declarado mortal los médicos , y en un estado en que todo giraba sobre la persona y la vida del prín-
cipe , la certeza de su próximo fin debía debilitar la confianza y el celo , desanimar á los mas valientes y da-
ñar la ejecución de cuantas medidas se tomaban en defensa del pais .
Tal era la situacion militar y política del Egipto en el momento que San Luis se embarcaba en los puertos
de la isla de Chipre . Dicen muchos historiadores que antes de su partida envió , segun costumbre de la caba-
llería , un heraldo de armas al sultan Negmedino para declararle la guerra . Dióse la señal de partir el viernes
anterior á Pentecostés , y salió del puerto de Simuesso una escuadra numerosa en la cual se habian embarcado
los guerreros franceses y los cruzados de Chipre . Era un espectáculo muy digno de verse, dice Joinville,
porque parecia que todo el mar , en cuanto la vista abarcaba , estaba cubierto de bajeles, los cuales llegaban
á mil ochocientos entre grandes y pequeños .

De pronto , un viento que soplaba desde las costas de Egipto formó una violenta borrasca que dispersó la
escuadra , y obligado Luis á volver a entrar en el puerto , supo con dolor que el huracan habia arrastrado la
mitad de sus naves á las costas de Siria . Vióse llegar entonces al duque de Borgoña , que habia pasado el in-
vierno en Morea ; á Guillermo de Salisbury , al frente de doscientos caballeros ingleses , y á Guillermo de Ville-
hardouin , príncipe de Acaya , que olvidaba los peligros del imperio latino para ir á combatir á los infieles en
las orillas del Nilo y del Jordan . Estos refuerzos inesperados reanimaron la esperanza de Luis IX y de los

jefes del ejército cristiano , y sin aguardar los navíos dispersos por la tempestad , la escuadra se dió á la vela,
é impelida por un viento favorable se dirigió hácia Egipto .
Al cuarto dia se oyó gritar al piloto del primer bajel : « ¡ Dios nos ampare ! ¡ Dios nos amparel | Ya estamos ·
en Damieta ! » Estas palabras fueron repetidas al momento de nave en nave , y toda la escuadra se acercó á la
de Luis IX que se llamaba la Moneda . Los principales jefes se apresuraron á subir á ella , donde el rey los es-

peraba en actitud guerrera , y les exhortó á dar gracias a Dios por haberlos llevado á la presencia de los ene-
migos de Jesucristo . Temiendo al parecer muchos señores que espusiese su vida en una guerra que debia ser
tan terrible, el santo monarca les dijo : « Seguid mi ejemplo , dejadme arrostrar los peligros , y en el ardor
de los combates , no creais que la salvacion de la Iglesia y del estado reside en mi persona ; vosotros mismos
sois el estado y la Iglesia , y solo debeis ver en mí un hombre como los demás y cuya vida puede disiparse
como la sombra , cuando le plazca al Dios por quien combatimos. >>
Es decir que Luis se olvidaba de sí, y el rey de Francia solo era delante de los infieles un soldado de Je-
sucristo .
Estediscurso inflamó el valor de los barones y caballeros , y diéronse órdenes á toda la escuadra para pre-
pararse al combate. Los guerreros se abrazaban de alegria viendo acercarse el peligro, y los que se hallaban
separados entre sí por contiendas, juraban dar al olvido sus injurias y vencer o morir juntos . Cuenta Join-
ville que obligó á dos caballeros , enemigos irreconciliables , á hacer la paz ; diciéndoles que sus discordias
podrian atraer las maldiciones del cielo , y que el único medio de allanar el camino de Egipto era la union de
los soldados cristianos .

Mientras los cruzados se preparaban de este modo , los musulmanes tampoco omitian nada para su defensa;
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1248-1249. 419

sus centinelas habian visto desde las murallas de Damieta la escuadra de los cristianos , pronto circuló la no-

ticia por la ciudad , y una campana que habia quedado en la mezquita mayor desde la conquista de Juan de
Briena dió la señal de alarma , esparciendo sus ecos por ambas márgenes del rio .
Se adelantaron cuatro galeras musulmanas para esplorar las fuerzas de los cruzados , pero tres se abisma-
ron en el mar , y la restante pudo solo volver á entrar en el Nilo para anunciar á los infieles que llegaba de
occidente una innumerable multitud de cristianos .

La escuadra cristiana avanzaba en tanto en órden de batalla y fué á anclar á un cuarto de legua de distancia
de la costa en el momento que el sol se hallaba en la mitad de su carrera . La orilla y el mar presentaban enton-
ces el mas imponente espectáculo : la costa de Egipto estaba cubierta por los guerreros del sultan , y todo el
mar inundado por las naves sobre las cuales se veia ondear el estandarte de la cruz . La flota musulmana ,
compuesta de un número infinito de barcos cargados de soldados y máquinas de guerra , defendia la entrada
del Nilo; Fakredino , jefe del ejército de los infieles, se aparecia en medio de sus guerreros con tan brillante
aparato , que Joinville en su sorpresa le compara al sol , y el cielo y la tierra repetian los ecos de los clarines
y atambores , « cosa espantosa de oir y muy estraña á los franceses (1) .D
Todos los jefes se reunieron en consejo en el navío del rey. Muchos propusieron aplazar el desembarque
hasta que se hubiesen reunido con la escuadra los bajeles estraviados por la tormenta , « porque atacar á los

infieles , decian , sin disponer de todas las fuerzas, era darles una ventaja que podia enardecer su orgullo , y
aun con la misma certeza del triunfo , parecia justo esperar que todos los cruzados pudiesen tomar parte en la
gloria que iban á buscar desde tan lejos » Algunos hablaron tambien de los entorpecimientos y peligros de
un desembarco en pais desconocido ; del desórden que debia acompañar un primer ataque y de la dificultad
de reunir el ejército y la escuadra en el caso de encontrarse obstáculos invencibles . Luis IX no fué de este
parecer : « No hemos venido aquí , dijo , para oir con sangre fria las amenazas de nuestros enemigos y para
ser durante muchos dias inmóbiles espectadores de sus preparativos. Contemporizar es realzar su valor y
arriesgarnos á entibiar el ardimiento de los guerreros franceses. No tenemos bahía ni puerto para ponernos
al abrigo de los vientos y de los ataques imprevistos de los sarracenos , y una tempestad puede disipar aun
lo que resta de la escuadra y quitarnos los medios de comenzar con buen éxito la guerra . Dios nos envia hoy
la victoria , y mas adelante nos castigaria por haber desperdiciado la ocasion de vencer.>>
La mayor parte de los señores y los barones fueron del parecer de Luis IX y resolvieron desembarcar al
dia siguiente . Estuvieron alerta toda la noche , encendiéronse sobre los bajeles muchas antorchas , y algu-
nas galeras se adelantaron hasta la desembocadura del Nilo para esplorar los intentos de los musulmanes.
Al asomar el dia , toda la escuadra levantó áncoras , los musulmanes se pusieron sobre las armas, y su in-
fantería y su caballería ocuparon la orilla por donde creian que iban á desembarcar los cruzados .
Cuando se aproximaron los bajeles á la costa , los guerreros cristianos bajaron á las barcas que remolcaba
la escuadra y se formaron en dos líneas . Luis IX se colocó en el estremo derecho , acompañado de los dos prín-
cipes sus hermanos y de la flor de sus caballeros ; tenia á su lado al cardenal legado , que llevaba en sus ma-
nos la cruz del Salvador , y delante de él avanzaba una barca donde ondeaba el pendon de Francia .
El conde de Joppe, de la ilustre familia de Briena , estaba en el estremo izquierdo hacia la boca del Nilo, y
al frente de los caballeros de la isla de Chipre y de los barones de Palestina . La nave llevaba pintadas las ar-
mas de los condes de Joppe en la popa y en la proa ; en torno de su pabellon ondeaban banderolas de mil
colores , y trescientos remeros la hacian volar sobre las aguas . Erardo de Briena , rodeado de una tropa esco-
gida, ocupaba el centro de la línea con Balduino de Reims que mandaba mil guerreros. Los caballeros y los
barones estaban en pié dentro de las barcas mirando la orilla , empuñando la lanza y los caballos á su lado ,
y se habia colocado en las barcas del frente y de las alas del ejército una multitud de hallesteros para alejar
á los enemigos .
Luego que llegaron á tiro de arco , salió á un mismo tiempo de la orilla y de la línea de los cruzados una
nube de piedras , de dardos y de venablos . Las filas de los cruzados parecieron titubear momentáneamente ,
pero el rey mandó hacer un esfuerzo para llegar á tierra , y él mismo dió el ejemplo . A pesar del legado
que queria contenerlo , se arrojó en medio de las ondas cubierto con sus armas, el escudo sobre el pecho y la

(1) Joinvil'e .
420 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

espada en la mano , y le llegó el agua hasta los hombros . Todo el ejército cristiano se lanzó al mar å ejem
plo del rey, gritando : ; Mont-joie Saint Denis! ( 1 ) Y la multitud de hombres y caballos , esforzándose á
salir á la orilla , agitaban las ondas que iban á estrellarse á los piés de los musulmanes . Los guerreros se
empujaban y agrupaban en su marcha , y no se oia mas que el rumor de las aguas y los remos , los gritos de
los soldados y marineros y el tumultuoso choque de las barcas y galeras que avanzaban en desórden .
Los batallones musulmanes reunidos en la orilla no pudieron contener á los guerreros franceses . Los pri
meros que llegaron á tierra fueron Joinville y Balduino de Reims , tras ellos el conde de Joppe , y estaban for
mándose en batalla cuando se arrojó sobre ellos la caballería musulmana , pero los cruzados cubiertos con
sus escudos estrecharon sus filas y presentando la punta de sus lanzas , contuvieron la impetuosidad del
enemigo . Detrás de un batallon se formaron todos los compañeros que habian llegado á la orilla .
El oriflama ondeaba en la costa y Luis estaba ya fuera del mar . Sin pensar en el peligro , el piadoso mo
narca se arrodilló para dar gracias al cielo , y levantándose con nuevo ardor , llamó en torno suyo á los mas
valientes de sus caballeros . Cuenta un historiador árabe que el rey de los francos mandó desplegar su tienda ,
la cual era roja , y atrajo todas las miradas .
Llega por fin todo el ejército ; trábase en todos los puntos de la costa un sangriento combate y las dos es
cuadras se encuentran en la desembocadura del Nilo . En tanto que la orilla y el mar resuenan con el es
truendo de las armas, la reina Margarita y la duquesa de Anjou , que estaban apartadas en un bajel , esperan
con temor el desenlace de esta batalla general , dirigen al cielo fervientes súplicas , y piadosos eclesiásticos
en torno de ellas cantan salmos para alcanzar la proteccion del Dios de los ejércitos .
La escuadra cristiana dispersó las naves enemigas, muchas de las cuales se fuéron á pique y otras siguieron
la corriente del rio , y al mismo tiempo , derrotadas en muchos puntos las tropas de Fakredino , se retiraban en
desórden. Los franceses las persiguieron hasta sus trincheras , donde se trabó el último combate , y vencidos
por segunda vez los musulmanes , abandonaron su campamento y la orilla occidental del Nilo , dejando en el
campo de batalla á muchos de sus emires . La presencia y el ejemplo de su rey hacia invencibles á los fran
ceses .

Durante el combate Fakredino habia enviado muchas palomas correos al sultan del Cairo , á quien la en
fermedad detenia en una aldea situada entre Damieta y Mansourah , pero como no se recibió respuesta , el
rumor de su muerte acabó de llenar de desaliento á las tropas egipcias . La mayor parte de los emires estaban
impacientes por saber la suerte que les esperaba bajo un nuevo reinado , y muchos desertaron de sus ban
deras . Su fuga aumentó mas y mas el desórden ; al caer la tarde se dispersó todo el ejército , y los soldados
solo pensaron en huir cuando se vieron abandonados por sus jefes .
Los cruzados se quedaron dueños de las orillas del mar y de las dos márgenes del Nilo . Tan brillante
victoria causó poca sangre cristiana ; solamente dos ó tres caballeros perecieron en esta gloriosa jornada; en
tre los señores franceses solo tuvo que lamentarse la pérdida del conde de la Marche, que buscó la muerte , y
expió, sucumbiendo al lado del rey, sus numerosas traiciones y felonías.
Al terminar el dia se alzaron las tiendas en el campo de batalla , el clero cantó el Te Deum y cruzó la no
che en medio de regocijos . En tanto que el ejército cristiano se entregaba á la alegría , reinaba en Damieta la
mayor consternacion ; los fugitivos habian pasado por la ciudad , esparciendo el terror que los perseguia, y
el mismo Fakredino se descuidó de dar órdenes para la seguridad de la plaza . Los habitantes creian ver lle
gar á cada instante á los franceses ; unos temian alguna sorpresa , otros un sitio; nadie pensaba en tranquili
zarlos y las tinieblas de la noche acrecentaban su espanto.
El temor los hizo bárbaros , degollaron sin piedad á cuantos cristianos encontraron en la ciudad ; las tropas
saquearon en su retirada las casas é incendiaron los edificios , y familias enteras huian llevándose sus mue
bles y riquezas. La guarnicion se componia de los mas valientes de la tribu árabe de los Menou-Kenank,

pero el miedo se apoderó de ellos como de los demás, y abandonando las torres y murallas confiadas á su
custodia , huyeron con el ejército de Fakredino . La ciudad estaba á media noche sin defensores ni habi
lantes .

Viéronse al momento desde el campamento de los cruzados torbellinos de llamas que se alzaban sobre

(1) Este era el grito de guerra que usaban antiguamente les franceses en las batallas .
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1248-1249. 421

Damieta . Todo el horizonte estaba inflamado . Al dia siguiente , al asomar el alba , algunos soldados cristia-
nos que avanzaron hasta la ciudad , vieron las puertas abiertas, y solo encontraron en las calles los cadáveres
de las víctimas inmoladas por la desesperacion y el fanatismo de los infieles , y algunos cristianos vivos que
habiéndose ocultado de sus verdugos , habian pasado á cuchillo á su vez á cuantos musulmanes retardaban
la fuga la edad ó las dolencias . Los soldados volvieron al campamento á anunciar lo que habian visto . Al
principio nadie les daba crédito y el ejército avanzó en órden de batalla , pero seguros de que la ciudad estaba
desierta , los cruzados tomaron de ella posesion , ocupándose al momento en contener los progresos del incen-
dio, y esparciéndose despues por la ciudad para saquearla y aprovecharse de cuanto habian respetado las
llamas.
El rey de Francia , el legado del papa y el patriarca de Jerusalen seguidos al mismo tiempo de una multitud

de prelados y eclesiásticos , entraron en procesion en Damieta y se dirigieron á la mezquita principal , que


nuevamente se convirtió en iglesia y fué consagrada á la Vírgen , madre de Jesucristo . El monarca francés ,
el clero y todos los jefes del ejército , iban con la cabeza descubierta , los piés descalzos y cantando salmos pa-
ra dar gracias a Dios y atribuirle toda la gloria de una victoria tan milagrosa .
Los caballeros y los barones recorrieron la ciudad conquistada contemplando con alegría las elevadas
murallas , las numerosas torres y las fortificaciones de toda especie que debian defenderla . Conmovidos
algunos musulmanes por el prodigio que acababa de obrarse á sus ojos en favor de los soldados de la cruz ,
abrazaron la religion de Jesucristo y prometieron á los cristianos servirles de guias en sus espediciones .
Muchos sirios, que habitaban en Damieta como esclavos de los musulmanes , salieron á esperar al ejército
cristiano llevando en sus manos el signo de salvacion , y los cruzados los reconocieron como hermanos y los
asociaron á sus victorias . Pero el espectáculo que debia conmover intensamente á los cruzados fué ver libres
á cincuenta y tres cautivos que se habian negado á abjurar su fé y que gemian encadenadas veinte y dos años
hacia . Fueron conducidos á la presencia del rey de Francia , á quien contaron la turbacion y la alarma de
los musulmanes que habian huido en medio de las tinieblas llenos de terror por la llegada de los cristianos .
Los cruzados pudieron conocer en esta ocasion la mala fé de los musulmanes , que á pesar de los tratados re-
tenian presos á los cristianos, y que no habia entonces ninguna ciudad en Egipto cuyos calabozos no estu-
viesen llenos de estas desgraciadas víctimas de las guerras santas .
La fama publicó al momento la toma de Damieta por todas las provincias egipcias . Un autor árabe que se
encontraba en el Cairo nos dice en su historia que este acontecimiento fué considerado como una gran cala-

midad , que todos los musulmanes estaban sumidos en el temor y la afliccion , y que los mas valientes deses-
peraban de la salvacion de Egipto ( 1 ) .
Negmedin continuaba enfermo y no podia montar á caballo ; cuando los soldados y habitantes fugitivos le
anunciaron la derrota de su ejército y las victorias de los cristianos , se encolerizó de tal modo contra la guar-
nicion de Damieta , que sentenció á muerte en el acto á cincuenta y cuatro de los mas culpables. En vanc
alegaron en su defensa la retirada del emir Fakredino ; el sultan respondió que merecian la muerte por haber
temido mas las armas del enemigo que el enojo de su soberano . Uno de ellos , condenado al mismo tiempo que
su hijo, que era un jóven de rara belleza , pidió ser el primero en morir , pero el sultan le negó esta gracia
y el desventurado padre tuvo el dolor de ver espirar á su hijo antes de subir él tambien al cadalso . A la vis-
ta de tan bárbara ejecucion , asombra que un príncipe que no tenia ejército encontrase aun verdugos para
castigar á los desertores y á los cobardes, pero el aparato de los suplicios acreditaba el poderío del soberano ,
heria vivamente los ánimos de la multitud y era bastante para conservar la disciplina entre la turba igno-
rante de los soldados musulmanes . No sucedia lo mismo con los principales emires, poco inclinados á temblar
delante de un soberano que miraban como su hechura y que tenia necesidad de su apoyo . El sultan hubie-
ra querido castigar á Fakredino, pero las circunstancias , dice un historiador árabe, exigian la paciencia , y
se contentó con dirigirle algunas reprensiones . « Terrible cosa debe ser , le dijo , la presencia de los francos
cuando hombres como vos no la han podido sufrir un dia entero . » Estas palabras despertaron mas indig-
nacion que temor entre los emires que estaban presentes , algunos de ellos miraron á Fakredino como di-

(1) Ganal-Eddin y Makrisi.


422 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ciéndole que estaban prontos á matar al sultan , pero este tenia impresa en su frente la palidez de la muerte,
y el aspecto de un moribundo les alejó el pensamiento de cometer un crímen inútil .
Los cruzados se establecieron en tanto sin obstáculo en Damieta . El rey de Francia y el legado del pa
pa ( 1 ) nombraron un arzobispo , y todas las mezquitas de la ciudad fueron trocadas en iglesias , á las cuales
dió Luis IX ricos ornamentos y todos los objetos necesarios para la celebracion de los divinos oficios . Dis
tribuyó tambien la mayor parte de las tierras y casas á las órdenes del Temple, de San Juan , á los caballeros
teutónicos , á los barones y á los señores de ultramar , y señaló tambien ricas dotaciones en la ciudad con
quistada á los frailes menores que habian predicado la cruzada y á los frailes de la Trinidad , cuya mision
era rescatar cautivos .
Confióse la custodia de las torres y murallas á quinientos caballeros , el rey no permitió que el ejército
cristiano permaneciese en la ciudad , y alzáronse tiendas y pabellones en las dos orillas del Nilo y en la isla
de Maalé ( Delta ) . Los guerreros cristianos soportaban penosamente el calor del clima , y dice un testigo ocu
lar que sufrian mucho con la gran cantidad de moscas y pulgas enormes que les rodeaban . A pesar de estas

incomodidades y las desgracias mayores que podian amenazarles, los cruzados solo pensaban en gozar pa
cíficamente de su victoria . El conde de Artois escribió á la reina Blanca entonces desde el campo llamado Ja
mas una carta que ha conservado la historia . Despues de contar en pocas palabras la conquista de Damieta ,
el hermano de Luis IX se limita á decir « que el rey y la reina están buenos , que el conde de Anjou sigue
con su cuartana , aunque es ya menos fuerte , y que la condesa de Anjou ha dado á luz en la isla de Chipre
un niño robusto que ha dejado con la nodriza . » Eran tales la seguridad de los cruzados franceses y la

clase de noticias de oriente , que llevaban la esperanza y la alegría hasta el reino de Francia , sin hacer pre
sentir ningun acontecimiento desgraciado ni presagiar las tristezas venideras .
El sultan del Cairo se habia hecho trasladar á Mansourah donde se esforzaba en reunir su ejército y resta
blecer la disciplina de sus tropas , y sea que se hubiera recobrado de su espanto ó que tratase de ocultar su
alarma y los progresos de su enfermedad , dirigió varios mensajes á Luis IX . El príncipe musulman , mez
clando la amenaza á la ironía , felicitaba en una de sus cartas al rey de Francia por su llegada á Egipto y le

preguntaba cuándo determinaba partir , añadiendo entre otras cosas que le parecia una precaucion inútil la
cantidad de víveres y de instrumentos de agricultura (2) de que habian cargado los cruzados sus naves y se
comprometia á proporcionarle todo el grano que necesitase durante su permanencia en sus estados, para
cumplir con los franceses los deberes de la hospitalidad de un modo digno de ellos y de él . Negmedin propu
so en otro mensaje al rey de Francia una batalla general para el dia veinte y cinco de junio en el paraje que
se determinase . Luis IX respondió á la primera carta del sultan que habia desembarcado en Egipto el dia
que habia fijado, y que tiempo tenia para fijar el de su partida ; en cuanto á la batalla propuesta , el rey se con
tentó con responderle que no queria aceptar dia ni sitio , porque todos los dias y sitios eran igualmente bue
nos para combatir á los infieles ; que le atacaria donde le encontrase, le persiguiria en todo tiempo y sin des
canso , y que le trataria como un enemigo hasta que Dios tocase su corazon y los cristianos pudieran mirarle
como á su hermano .

La fortuna ofrecia á Luis IX la ocasion y los medios de cumplir sus amenazas : llegaban todos los dias los
cruzados que habia separado la tempestad ; los caballeros del Temple y de San Juan , á quienes se habia

acusado de desear la paz , acababan de incorporarse al ejército y estaban afanosos de guerrear , y como co
nocian el pais y el modo de combatir de los infieles , eran muy útiles ausiliares y se podia intentar con ellos
una espedicion contra Alejandría ó de apoderarse de Mansourah y hacerse dueños del camino del Cairo . Des
pues de la toma de Damieta, muchos jefes habian propuesto perseguir á los musulmanes y sacar partido del
terror que les inspiraba la primera victoria de los cristianos , pero estaba próxima la época en que las aguas
del Nilo empezaban á elevarse , y el recuerdo de la derrota de Pelagio y de Juan de Briena alejó la idea de
marchar contra la capital de Egipto. Luis IX quiso esperar antes de continuar sus conquistas la llegada de
su hermano el conde de Poitiers que debia embarcarse con el resto del ejército de Francia .
La mayor parte de los historiadores han atribuido á esta resolucion la causa de los desastres que ocurrieron

(1) Relacion manuscrita.


(2) Mateo Paris habla de ligones, tridentes, trahas, aratra , vomeras etc.
LIBRO DECIMOCUARTO . - 1248-1249 . 423

despues, y aunque no tenemos bastantes documentos positivos para apreciar la certeza de su opinion , puede
afirmarse sin temor de equivocarse que la inaccion del ejército cristiano fué desde entonces el origen de los
mas funestos desórdenes .
Estos desórdenes empezaron á estallar cuando se repartió el botin recogido en la toma de Damieta . Diferen-
tes veces se habian ponderado á los cruzados los tesoros de esta ciudad , depósito de las mercancías de oriente ,
para animar su valor ; pero como los barrios mas ricos habian desaparecido entre las llamas , y los habitantes
se habian llevado en su fuga los objetos de mas valor , los despojos conquistados al enemigo no correspondian
á las esperanzas del ejército vencedor . Apesar de las amenazas del legado , muchos cruzados no depositaron
lo que habia caido en su poder, y todo el botin hecho en la ciudad no produjo mas que una cantidad de seis
mil libras tornesas para repartir entre los cruzados cuya sorpresa é indignacion manifestaron con violentas
quejas .
Ilabiéndose decidido en un consejo que no se repartieran los víveres y se conservasen en los almacenes del
rey para el mantenimiento del ejército , esta resolucion contraria á los antiguos usos engendró vivas reclama-
ciones . Joinville nos dice que el prohombre Juan de Valery , en quien el ejército admiraba la austera probi-
dad unida al valor , dirigió con este objeto al rey de Francia una representacion , alegando las costumbres de
la Tierra Santa é invocando las leyes del feudalismo , segun las cuales cada señor hacia la guerra á sus espen-
sas y debia obtener su parte en todos los despojos del enemigo . Podia haberse respondido á esta reclamacion
que Luis IX proporcionaba dinero á la mayor parte de los jefes del ejército , y que desde entonces los condes
y barones habian renunciado á las condiciones del pacto feudal . La ley del reparto de las provisiones, obser-
vada en las cruzadas anteriores , habia sido muy funesta á los ejércitos cristianos , que siempre estuvieron
faltos de víveres y sufrieron horribles privaciones. El piadoso monarca queria evitar unas desgracias que
eran fruto de la impresion y rehusó acceder á las quejas de la mayor parte de los señores franceses .
Añadiéronse pronto á este espíritu de descontento otros desórdenes cuyas consecuencias debian ser aun mas
funestas . Los caballeros olvidaron en su ociosidad las virtudes guerreras y el objeto de la guerra santa , y con

la esperanza de las riquezas de Egipto y de oriente , los señores y los barones se apresuraban á consumir en
festines el dinero que debian á la liberalidad del rey ó que habian reunido vendiendo sus tierras y sus casti-
llos . Se habia apoderado de jefes y soldados la pasion al juego , y despues de perder su fortuna , se jugaban
hasta sus caballos y sus armas . Los cruzados se entregaban á todos los escesos á la misma sombra de los
estandartes de Jesucristo , el contagio de los vicios mas vergonzosos se estendia por todas partes , y se veian
sitios de prostitucion hasta cerca del pabellon del piadoso monarca .
Para satisfacer el afan desenfrenado de lujo y de placeres recurrieron á toda clase de medios violentos : los
jefes del ejército robaban á los comerciantes que llevaban provisiones á la ciudad y al campamento y les im-
ponian enormes tributos , lo cual acarreó la miseria ; los mas atrevidos hacian escursiones , sorprendian las
carabanas , devastaban las aldeas y las campiñas , arrebataban las mujeres de los musulmanes , que conducian
en triunfo á Damieta , y el reparto del botin originaba con frecuencia vivas contiendas y se oian en el campa--
mento quejas, denuestos y amenazas .
Uno de los rasgos mas aflictivos de este cuadro era la falta de respeto que de dia en dia se tenia á la autori-
dad del rey ; á medida que la corrupcion hacia progresos , se perdia el hábito de la obediencia , las leyes care-
cian de fuerza y la virtud de imperio . Luis encontraba oposicion á su voluntad hasta en los príncipes de su
familia ; el conde de Artois , jóven ardiente y presuntuoso , no podia sufrir rivales, y orgulloso por su fama
militar y celoso de las glorias ajenas , provocaba con frecuencia á los demás jefes y les hacia sin motivo los
mayores ultrajes. El conde de Salisbury , á quien habia maltratado, elevó sus quejas á Luis IX , y no habiendo
podido alcanzar la satisfaccion que pedia , pronunció en su cólera estas memorables palabras : « No sois rey ,
ya que no podeis hacer justicia ( 1 ) . » La indocilidad de los príncipes y la licencia de los grandes llenaron el
colmo del desórden : de dia en dia crecia la relajacion de la disciplina , apenas se vigilaba por la custodia del
campamento , quese estendia por la llanura y la orilla oriental del Nilo, y las avanzadas del ejército cristiano
estaban continuamente espuestas al ataque de los enemigos , sin que se opusiera mas medios de resistencia que
un valor imprudente y temerario que no hacia mas que acrecentar los peligros .
(1 ) Salisbury se retiró del ejército con muchos barones ingleses y se fué á San Juan de Acre, de donde volvió despues de reite-
radas instancias de Luis IX .
424 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Entre los soldados musulmanes encargados de inquietar al ejército cristiano se distinguian los árabes be
duinos , guerreros intrépidos , ginetes infatigables , que no tenian mas patria que el desierto ni otras hacien
das que sus caballos y sus armas, y á quienes la esperanza del botin hacia suportar todas las fatigas y arros
trar todos los peligros . Habíanse reunido con los árabes del desierto algunos ginetes, restos de las antiguas
hordas del Karismo , acostumbrados al robo , y que velaban de dia y de noche para espiar á los soldados cris
tianos , y parecian tener el instinto y la actividad de los animales salvajes que ruedan sin cesar en torno de las
moradas del hombre para sorprender su presa . El sultan del Cairo habia prometido un bezante de oro por cada
cabeza de cristiano que llevasen á su tienda . Algunas veces los árabes sorprendian á los cruzados que se des
viaban del ejército, con frecuencia se valian de las sombras de la noche para penetrar en el campamento, una
mano invisible heria á los centinelas dormidos ó á los caballeros acostados en sus tiendas, y cuando el dia
asomaba á alumbrar la carnicería de la noche , los bárbaros huian á lo largo del Nilo y corrian á pedir su pre
mio al sultan de Egipto .
Estas sorpresas y ataques nocturnos reanimaban el valor de los musulmanes, y para aumentar la confianza
de la multitud y del ejército , se hacia alarde de enseñar las cabezas de los cristianos y pasar en triunfo los
cautivos , siendo celebrada por todo Egipto la ventaja mas insignificante conseguida contra los francos . Los
historiadores contemporáneos , arrastrados por la exageracion comun , mentan las mas pequeñas escaramuzas
como famosas victorias , y causa asombro en el dia leer en la historia tan fecunda en grandes hechos milita
res , que en el mes de Ramadan llegaron al Cairo treinta y siete cristianos cargados de cadenas, á lcs que si
guieron algunos dias despues treinta y ocho cautivos, entre los cuales se veian cinco caballeros (1 ) .
Negmedino aumentaba su actividad á medida que su fin se aproximaba ; se ocupaba en reunir sus tropas ,
atento siempre á vigilar los movimientos de los cruzados y á sacar partido de sus yerros , hacia trabajar dia y
noche en recomponer las torres y fortificaciones de Mansourah, y la escuadra musulmana ancló delante de
esta ciudad .
En medio de estos preparativos se recibió la noticia de que los guerreros de Damasco se habian apoderado
de la ciudad de Sidon , que pertenecia á los francos, y que la plaza importante de Carac acababa de declararse
por Negmedino . Esta inesperada noticia , el aspecto de los prisioneros , y sobre todo la inaccion del ejército
cristiano , que muchos atribuian al temor , acabaron de disipar el espanto de los musulmanes . Todos los dias
llegaban nuevos refuerzos al ejército del sultan , y el pueblo acudia en tropel á las mezquitas del Cairo y de
las demás ciudades de Egipto para invocar la proteccion del cielo y dar gracias al dios de Mahoma por no ha

ber permitido que los cristianos se aprovecharan de sus victorias (2) .

(1 ) Gemal - Eddin y Makrisi.


(2) Bonaparte creia (Memorias de Montholon) que si Luis IX hubiera maniobrado como los franceses en 1798, hubiera podido
saliendo de Damieta el 8 de junio, llegar el 12 á Mansourah y el 26 al Cairo , conquistando el bajo Egipto al mes de su llegada.
LIBRO DECIMOQUINTO . -1249-1250 . 425

LIBRO XV.

CONTINUACION DE LA PRIMERA CRUZADA DE SAN LUIS.

1249-1250.

Muerte de Raimundo II, conde de Tolosa. -El conde de Poitiers llega á Egipto. -Los cruzados marchan hácia el Cairo. - La sultana
Chegger-Eddour proclama á Almoadam sultan de Egipto. — El ejército pasa el Aschmoun. - Imprudencia de Roberto conde de Ar
tois entra en Mansourah y muere. - Batalla sangrienta . -Llegada del sultan. -Enfermedades contagiosas; hambre. - Caridad de
Luís IX.-Retirada à Damieta . -El rey cae prisionero con sus dos hermanos y sus principales barones. - Es conducido á Mansou
rah.-Heroismo de la reina Margarita.-Cobarde conducta de los pisanos y los genoveses. -Magnanimidad de Luis IX. -Tratado
con Almoadam.-Este príncipe muere asesinado despues de una entrevista con el rey.-Errónea opinion refutada.-Chegger
y Erz-Ed-Eddourdin -Vybek. -Noble firmeza del monarca francés . -Los emires se contentan con su palabra.- Evacuacion de
Damieta.-Luis IX vuelve á Tolemaida con el resto de su ejército .

En tanto que el ejército cristiano olvidaba en Damieta las leyes de la disci plina y el objeto de la guerra
santa , Alfonso conde de Poitiers se preparaba à partir para oriente . Todas las iglesias de Francia resonaban
aun con las patéticas exhortaciones dirigidas á los guerreros cristianos , los obispos mandaban á los fieles en
nombre del soberano pontifice que secundasen con los ausilios de la caridad la empresa contra los musulma
nes,y un breveapostólico concedido al hermano de San Luis ( 1 ) , no tan solo el tributoimpuesto á los cruzados que
rescataban su voto , sino tambien las cantidades destinadas por testamento á obras de piedad cuyo objeto no
estuviese determinado de un modo preciso . Aunque estas sumas eran muy considerables , apenas podian bastar
á los gastos de una espedicion que se anunciaba como otra cruzada . Los caballeros y los barones que habian
resistido el ejemplo de Luis IX , manifestaban poco entusiasmo ó no tenian dinero para tan largo viaje ; la
devocion y el deseo de gloria no bastaban para arrastrarlos bajo las banderas de la Tierra Santa , y la his

toria nos ha conservado un tratado por el cual Hugo , conde de Angulema , solo consiente en partir á la cru
zada con doce caballeros bajo la condicion espresa de que el conde de Poitiers los ha de mantener en su mesa
durante la espedicion , ha de adelantar al señor Hugo cuatro mil libras y le ha de pagar durante su vida una
pension de seiscientas libras tornesas . Este contrato y otros muchos parecidos eran una innovacion en las
costumbres militares del feudalismo y aun en los usos consagrados por las guerras santas.
La nobleza de Inglaterra estaba impaciente de imitar á la de Francia que habia acompañado à su rey , y
se lee en Mateo Paris que los señores y caballeros ingleses habian ya vendido ó empeñado sus tierras y pues
to á discrecion de los judíos , lo cual parecia ser el preliminar de una partida á la cruzada . Es inútil añadir
que esta impaciencia por partir á oriente no era efecto del entusiasmo religioso , sino del espíritu de oposicion
que animaba á los barones contra su monarca . Enrique III , á quien acusaban de querer aprovecharse de la
ausencia de Luis IX, hizo todos sus esfuerzos para detener á los señores y barones de su reino , y como estos
se resistieron despreciando sus súplicas , resolvió valerse de la influencia de la Iglesia . « Lo mismo que un niño
á quien han maltratado , dice Mateo Paris , va á quejarse á su madre , el rey de Inglaterra elevó sus quejas al
soberano pontifice , añadiendo que él mismo se proponia partir y llevar mas adelante sus barones á la Tierra
Santa . El papa en sus respuestas prohibió á Enrique III que hiciera ninguna tentativa hostil contra el reino
de Francia , pero al mismo tiempo amenazó con los anatemas de la Iglesia á los caballeros y señores ingle
ses que salieran del reino contra la voluntad del rey. Apoyado Enrique en la autoridad pontificia , mandó á
los comandantes de Doucres y de otros puntos que tomasen precauciones para que no pudiera embarcarse
ningun cruzado . De modo que la corte de Roma predicaba por un lado la cruzada y retardaba por otro la
partida de los soldados de la cruz , lo cual debia acabar de disipar todas las ilusiones y ahogar el espíritu de
la guerra santa .

(1 ) Este breve del papa se encuentra en la gran coleccion de los concilios del padre Labbe t. IV, y en el Invent. del tesoro de Car
tas, t. IX, cuarta cruzada, p. 3.
(48 y 49) 84
426 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Tambien habia hecho juramento de combatir á los infieles Raimundo conde de Tolosa ; pero la inconstan
cia de su carácter y la política del papa le arrastraron pronto á otras empresas . Su siglo le habia visto su
cesivamente rebosando de celo por la Iglesia , ardiente en la persecucion , el apóstol de la herejía y el mas
cruel enemigo de los herejes (4 ) ; tan pronto enarbolando la bandera de la rek elion como sumiso hasta la
esclavitud ; desafiando los anatemas de la santa sede y buscando en seguida el favor de los pontifices ; perse
guido por guerras injustas y declarando la guerra sin motivo . En la época de que hablamos , el conde de To
losa solo pensaba en combatir los infieles , mas se preparaba á servir la política celosa de la corte de Roma ,
dirigiendo sus armas contra Tomás de Suavia que acababa de casarse con una hija de Federico á pesar de ' a
voluntad del papa . Habia recibido ya del soberano pontifice el dinero necesario para sus preparativos, y
se habia despedido de su hija la condesa de Poitiers , que iba á embarcarse para oriente, cuando cayó enfer
mo en Milhau . Desvaneciéronse entonces todos los proyectos de su ambicion , y sirviéndonos de las palabras
de un historiador moderno , se fué al otro mundo á saber el desenlace de las incomprensibles variedades de su
vida.
Terminó con él la casa de los condes de Tolosa que dió tantos héroes á la Tierra Santa y algunas víctimas
en sacrificio al espíritu de las cruzadas . El condado de Tolosa entró en la familia de los reyes de Francia , y
en tanto que Luis IX iba á disipar sus ejércitos y sus tesoros para hacer conquistas en oriente, otras conquis
tas menos brillantes, pero menos caras, mas útiles y mas duraderas acrecentaban el poder de la monarquía
y ensanchaban los límites del reino .
La Alemania , la Italia y la Holanda agitadas por sangrientas guerras ocupaban entonces toda la atencion
de Federico y no le permitian dirigir sus miradas hácia el oriente . Envió al conde de Poitiers cincuenta ca
ballos y víveres , deseando que tuviera buen éxito la cruzada y sintiendo no poder tomar parte en ella . Fe
derico habia vivido como el conde de Tolosa , y pronto debía ver tambien en otra vida el término de su am
bicion , de la inconstancia de sus designics y de las vicisitudes de la fortuna .
Aunque las circunstancias no favorecian mucho al conde de Poitiers , terminó sus preparativos y reunió un
ejército . Los nuevos cruzados se embarcaron en Aguas Muertas en el momento que llegaba á occidente la
noticia de la toma de Damieta . El ejército cristiano los esperaba en Egipto con inquietud , pues el mar estuvo
agitado sin cesar durante un mes por furiosas borrascas . Tres semanas antes de su llegada , todos los pere
grinos dirigian al cielo sus oraciones ; el sábado de cada semana iban en procesion hasta la orilla del mar
para implorar la proteccion divina en favor de los guerreros que debian reunirse con el ejército cristiano.
Finalmente despues de una navegacion de tres meses , el conde de Poitiers desembarcó delante de Damieta ,
y su llegada esparció la alegría , reanimó la esperanza de los cruzados y les hizo salir de su pernicioso des
canso.

Luis IX reunió el consejo de los príncipes y los barones para consultarles sobre la marcha que debia se
guirse y las medidas que habian'de adoptarse para la conquista de Egipto . Muchos jefes propusieron que se
pusiese sitio á Alejandría , manifestando que esta ciudad tenia un puerto cómodo , donde estaria abrigada la
escuadra cristiana y se procurarian fácilmente víveres y municiones ; y este era el parecer de los espertos en
la guerra . La juventud brillante , persuadida de que se habia tenido ya sobrada prudencia permaneciendo
muchos meses en la inaccion , sostenia que era preciso marchar contra el Cairo , sin pensar en los peligros que
podia correr el ejército en un pais desconocido donde solo debian encontrar enemigos irritados por el fanatis

mó y la desesperacion . El conde de Artois es el que se hacia notar mas entre los que deseaban que se atacase
-
la capital de Egipto . « Cuando se quiere matar la serpiente , esclamaba , es preciso aplastarle primero la ca
beza .>> Esta opinion espresada con calor obtuvo la mayoría del consejo , y San Luis que participa ba tambien
del ardimiento y las esperanzas de la imprevisora juventud , dió la órden de marchar hacia el Cairo .
Componíase el ejército de los cruzados de sesenta mil combatientes entre los cuales se contaban mas de
veinte mil caballeros . Una numerosa flota subió por el Nilo llevando las provisiones , los bagajes y las má
quinas de guerra , y la reina Margarita y las condesas de Artois , de Anjou y de Poitiers se quedaron en Da
mieta , donde el rey habia dejado una guarnicion á las órdenes de Olivero de Thermes .
Los cruzados fuéron á acamparse el 7 de diciembre á Fareseour , situado á cinco ó seis leguas de Damieta .

(1) Meteo Paris ad ann , 249; Guillermo de Puylaurent, el mismo año .


LIBRO DECIMOQUINTO . - 1249-1250. 427

(Aun se ve en el dia esta aldea edificada en un terreno escarpado . ) El terror precedia la marcha triunfante
de los caballeros , y todo al parecer favorecia su empresa . Una circunstancia , que se ignoraba entonces, hu-
biera podido aumentar la confianza y la alegria de los cristianos ; acababa de sucumbir Negmedino despues
de haber luchado largo tiempo contra una enfermedad cruel , y su muerte hubiera llenado de terror y agita-
cion al pueblo y al ejército egipcio , á no haberse tenido cuidado de ocultarla durante algunos dias . Cuando el
sultan hubo exhalado el último suspiro, los mamelucos siguieron custodiando la puerta de su palacio como si
estuviera vivo ; se hacia la oracion y se daban órdenes en su nombre, y nada interrumpió los preparativos de
defensa y los cuidados de la guerra contra los cristianos . Todas estas precauciones procedian de una mujer,
comprada en un principio como esclava y esposa favorita despues de Negmedino : los historiadores árabes ce-
lebran el valor y la destreza de Cheggeu-Eddour y están acordes en afirmar que ninguna mujer la escedia
en belleza ni ningun hombre en genio ( 1 ).
La sultana reunió á los principales emires despues de la muerte de Negmedino , y en esta asamblea se dió
el mando de Egipto al emir Fakredino , y se reconoció como á sultan á Almoadan Tourauschah que su padre
habia enviado á Mesopotamia . Algunos autores aseguran que se resolvió en este consejo enviar embajadores
al rey de Francia proponiéndole la paz en nombre de un príncipe, cuya muerte era aun ignorada , y ofre-
ciéndole en cambio de una tregua , á Damieta con su territorio, á Jerusalen y otras muchas ciudades de Pa-
lestina . Pero esta negociacion no podia tener buen éxito , porque los cruzados estaban muy adelantados y te-
nian sobrada confianza en sus armas para dar oidos á ninguna proposicion .
El ejército cristiano continuó su marcha por las orillas del Nilo , y entró en el pueblo de Sareusah , llama-
do hoy Serinka , sin haber encontrado mas enemigos que quinientos ginetes musulmanes . Estos ginetes ma-
nifestaron en un principio intenciones pacíficas, y su reducido número no inspiró ningun temor , y Luis IX ,
cuya proteccion parecian implorar , prohibió á los cruzados que los hostilizasen ; pero los mamelucos , abu-
sando de la confianza que se les mostraba y aprovechando una ocasion favorable , se arrojaron repentina-
mente sobre los templarios y mataron un caballero de la órden . Se da entonces el grito de guerra en el ejér-
cito francés, que rodea por todas partes al escuadron de los musulmanes , y los que no sucumben bajo el
acero de los cruzados se ahogan en el Nilo . A medida que los cristianos se acercan á Mansourah , crece la in-
quietud y el espanto de los musulmanes , y el emir Fakredino pinta los peligros del islamismo en una carta
que se lee á la hora de la oracion en la mezquita principal del Cairo . Despues de la fórmula : En nombre de
Dios y de Mahoma su profeta , la carta de Fakredino comienza con estas palabras del Coran : Corred, grandes
y pequeños , la causa de Dios necesita vuestras armas y vuestras riquezas . Los francos, añade el emir , los
francos (¡ el cielo los maldiga ! ) han llegado á nuestro pais con sus espadas y pendones , y quieren apoderarse
de nuestras ciudades y devastar nuestras provincias ; pero ¿ qué musulman se negará á marchar contra ellos
y á vengar la gloria del islamismo ? >»
El pueblo prorumpió en llanto al oir esta carta, y reinaba una grande agitacion en toda la ciudad del
Cairo, cuando la muerte del sultan , cuya noticia empezaba á esparcirse, aumentó la consternacion general .
Enviáronse órdenes para levantar tropas en todas las provincias egipcias , se predicó la guerra en todas las
mezquitas y los imanes trataron de despertar el fanatismo para oponerlo al abatimiento de la desesperacion .
El ejército cristiano llegó ante el canal de Aschmoun el 19 de diciembre, teniendo al otro lado del canal el

ejército musulman y la ciudad de Mausourah . Todo parecia anunciar que en aquel sitio se decidiria la suerte
de la guerra ; los cruzados alzaron sus tiendas en el mismo sitio donde se habia acampado treinta años antes
Juan de Briena . El recuerdo de tan gran desastre debiera haberles servido de leccion .
El canal de Aschmoun tenia la misma anchura que el Marne, su álveo era profundo y su orilla elevada ;
érase entonces la estacion en que están bajas las aguas , pero su paso ofrecia grandes dificultades . Hemos vi-
sitado el canal en la estacion misma en que se detuvieron los cruzados en sus orillas y nadie podia cruzarlo .
Fué preciso , pues, construir un dique, y empezaron á trabajar , pero los ingenieros no supieron dirigirlo, y
cada dia habia necesidad de volver á hacer lo hecho el anterior , llevándose la corriente todos los obstáculos.
Importunaban además á los cruzados en su trabajo noche y dia los enemigos, y estaban espuestos sin cesar
á los dardos de los musulmanes y á su terrible fuego griego.

(t) Comparese á Joinville p. 40 con el estracto de Makrisi en la Biblioteca de las Cruzadas.


428 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Aunque el jefe del ejército musulman habia huido sin combatir ante los cruzados desembarcados en Da
mieta , las crónicas árabes ensalzan su valor y sus talentos militares, y añaden que habia sido armado caba
llero por Federico II y que llevaba en sus escudos las armas de los emperadores de Alemania con las del sul
tan del Cairo y de Damasco . Fakredino habia reanimado con sus discursos y su ejemplo el valor y la con
fianza de un ejército vencido .
Apenas se habian establecido los cruzados en su campamento y empezado las obras necesarias para pasar
el canal de Aschmoun , Fakredino envió una parte de sus tropas á la otra parte del canal para atacar la re
taguardia del ejército cristiano . Los musulmanes esparcieron el espanto y el desórden en el campo de sus
enemigos con este ataque imprevisto.; esta última ventaja acrecentó su audacia y pronto dieron un nuevo
asalto al campamento de los cristianos sobre toda la línea que se estendia desde el canal hasta el Nilo ( 1 ) . Los
musulmanes penetraron varias veces en las trincheras de los cruzados , y el duque de Anjou , Guido , señor
de Forez , el señor de Joinville y otros muchos jefes se vieron precisados á desplegar todo su valor para re
chazar del campo á un enemigo que á cada nuevo combate veia que los francos no eran invencibles y que se
podia al menos contener su marcha .
Todos los dias se combatia en la llanura ó en el rio : muchas naves cristianas habian caido en poder de los
musulmanes, y los árabes cercaban incesantemente el campo y arrebataban á cuantos se separaban de sus
*
banderas . No pudiendo saber el emir Fakredino el estado del ejército cristiano mas que por las relaciones de
os prisioneros , prometió una recompensa por cada cautivo que le presentaran en su tienda , de modo que se
empleaban todos los medios que puede sugerir la audacia y la astucia para sorprender á los cruzados . Se
cuenta que habiéndose cubierto la cabeza un soldado musulman dentro de un casco de melon , se lanzó á nado
al Nilo ; el melon que parecia flotar sobre la superficie del agua , llamó la atencion de un guerrero cristiano
este se arrojó al rio, y al ir á tender la mano para apoderarse del fruto flotante, fué cogido y arrastrade a
campo de los musulmanes. Esta particularidad , mas rara que instructiva , se halla en muchos historiadores
árabes (2) que apenas hablan de los combates anteriores . Tal era el espíritu y el carácter de la mayor parte
de las historias orientales en que los detalles mas frívolos ocupan con frecuencia el lugar de las verdades mas
útiles y de los sucesos mas importantes .
(4250) En tanto que los ejércitos se hallaban frente á frente, los cruzados continuaban la obra que habian
comenzado en el canal de Aschmoun , y construian torres de madera y máquinas de guerra para proteger á
los trabajadores empleados en formar el dique sobre el cual debia pasar el canal el ejército cristiano . Por otra
parte, los musulmanes hacian los mayores esfuerzos para impedir que los cristianos terminasen su obra , la
cual adelantaba con mucha lentitud , y las torres de madera que se habian construido delante de la calzada no
podian defender los obreros ni los soldados de las flechas , piedras y vigas inflamadas que lanzaban desde el
campo los enemigos . Imposible es esplicar la sorpresa y el terror que causaba al ejército cristiano el fuego
griego ; segun las relaciones de testigos oculares, este fuego terrible, lanzado unas veces por un tubo de bron
ce, y otras por un instrumento llamado pedrera , era de un grosor de un tonel de vino , segun dice Joinville;
la cola ardiente que arrastraba detrás tenia muchos piés de longitud , los cruzados creian ver en los aires un
dragon de fuego volando , y el ruido de su esplosion era igual al del rayo que cae estallando . Cuando apare
cia en medio de la noche esparcia un siniestro resplandor que iluminaba el campo ; al ver el terrible fuego,
los caballeros encargados de custodiar las torres, corrian de un lado á otro como atontados , unos llamaban en
su ausilio á sus compañeros , otros se arrojaban al suelo y se arrodillaban invocando el poder divino . El se
nescal de Champaña no podia disimular su terror , y daba gracias a Dios de todo corazon cuando el fuego
griego caia lejos de su lado . No estaba menos desconsolado Luis IX, y cuando oia la esplosion, esclamaba llo
rando : ¡ Señor Dios Jesucristo, guardadme á mí y á mi gente !
Las buenas oraciones del rey , dice su historiador , nos fueron bien necesarias , pero no pudieron salvar las
torres y las obras de madera construidas por los cruzados, pues todo fué consumido por las llamas á los ojos
del ejército cristiano que no lo pudo impedir. Los cristianos debian haberse convencido al fin de que habian
intentado una empresa imposible, y que les era preciso buscar otro medio mas fácil y seguro de pasar el ca
pal . Desgraciadamente los jefes se obstinaron en emprender otras construcciones que alcanzaron igual suerte

(1) Relacion manuscrita.


(2) Gemal- Eddia.
429
LIBRO DECIMOQUINTO . - 1249-1250 .

que las primeras, perdiendo así mucho tiempo, y acabando de llenar de orgullo á los musulmanes con la inu-
tilidad de sus tentativas .

Los mamelucos supieron entonces que el nuevo sultan acababa de llegar á Damasco y que se le esperaba
en su capital . Su venida les daba nuevas esperanzas , y rebosaban de confianza en la victoria . El emir Fa-
kredino repetia con frecuencia con tono de seguridad que pronto iria á acostarse en la tienda del rey de
los francos.

Hacia ya un mes que estaban los cristianos de Aschmoun haciendo inútiles esfuerzos ; sus jefes no trataban
de averiguar si era posible atravesar el canal á pié ó á nado como habia hecho la caballería egipcia , y ya em-
pezaban á desesperar , cuando la casualidad descubrió un medio de salir del apuro y que hubieran sabido
antes á no haber tenido tanta imprevision y tenacidad . Un árabe beduino propuso á Huberto de Beaujeu ,
condestable de Francia , que le indicaria á cuatro millas del campamento un vado por el cual podrian pasar
los cruzados sin riesgo y sin obstáculos á la otra orilla del Aschmoun . Despues de asegurarse de que decia ver-
dad el árabe , se le entregaron quinientos bezantes de oro que habia pedido , y el ejército cristiano hizo todo
lo necesario para aprovechar esta tardía tentativa .
El rey y los príncipes sus hermanos con toda la caballería se pusieron en marcha á media noche ; el duque

de Borgoña se quedó en el campo con la infantería para observar al enemigo y custodiar las máquinas y los
bagajes, y al asomar el dia , todos los escuadrones que debian pasar el Aschmoun esperaban la señal en la
orilla . -En nuestro viaje á Egipto reconocimos el sitio ( 1 ) por donde los ginetes entraron en el rio y encontra-
ron buen vado y tierra firme . Este sitio del canal le llama Makrisi , Sedam . Las gentes del pais pasan aun por
él cuando están bajas las aguas del Nilo . Hay muchos vados en esta parte del canal , cuya orilla es muy es-
carpadla , y debió ser dificultoso el paso del ejército .
El conde de Artois fué el primero que se presentó para pasar el Aschmoun . Sabiendo el rey cuán impetuo-
so era el ardor de su hermano , quiso al principio detenerle, pero Roberto insistió vivamente , y juró por los
Evangelios que al llegar á la otra orilla esperaria que hubiese pasado el ejército cristiano. Luis confió im-
prudentemente en la promesa de un príncipe altivo y exaltado , creyendo que dominaria sus belicosos traspor-
tes y se resistiria en el campo de batalla de todas las tentaciones de la gloria . El conde de Artois se puso al
frente de la vanguardia en la qual se veian los hospitalarios , los templarios y los cruzados ingleses , atravesó
el Aschmoun , dispersó á trescientos ginetes enemigos ; y al ver los musulmanes que huian , el jóven Roberto
ardia en deseos de perseguirlos . En vano los dos grandes maestres le dicen que la fuga del enemigo no es tal
vez mas que un ardid de guerra y que es preciso esperar al ejército y seguir las órdenes del rey ; Roberto te -
me perder la ocasion de triunfar de los infieles y solo da oidos á su afan de vencer ; se lanza por la llanura
espada en mano , arrastrando en pos de sí á todos , y persigue á los musulmanes hasta su campamento donde
penetra con ellos.
Fakredino se hallaba entonces en el baño y se hacia teñir la barba segun acostumbran los orientales , monta
á caballo medio desnudo , reune sus tropas y se resiste algun tiempo , pero pronto se queda solo en el campo
de batalla , se ve cercado, cae y muere cubierto de mil heridas .
Todo el ejército musulman huia en desórden bácia Mansourah . ¿Cómo resistir al anhelo de volar en su
persecucion? ¿ qué debia temerse de un enemigo que abandonaba su campo? ¿no podia creerse que los mus ul
manes huian como en Damieta , y que el terror les impediria reunirse? Todas estas ideas acudieron á la mente
del conde de Artois y le inducian á no esperar el resto del ejército para completar su victoria . En vano el gran
maestre del Temple renueva sus reflexiones ; el jóven príncipe responde con arrebato á los consejos Je la es-
periencia , y en un rapto de cólera acusa á los templarios y hospitalarios de estar en connivencia con los in-
fieles y de desear que se perpetue una guerra de que se aprovechaba su ambicion . « ¿Pues qué , respondieron
los dos grandes maestres , nosotros y nuestros caballeros habremos abandonado nuestras familias y nuestra
patria, y pasamos la vida en estranjera tierra y en medio de los peligros y fatigas de la guerra , solo para ba-

cer traicion à la causa de la Iglesia cristiana ? »


Al acabar estas palabras el gran maestre del Temple mandó á sus caballeros que preparasen sus armas y
enarbolasen la bandera del combate . El conde de Salisbury, que mandaba á los ingleses , trató de hacer ver
el peligro á que podia esponerse el ejército cristiano separado de su vanguardia , pero el conde de Artois le
(1) Correspondencia de Oriente, carta CLVII
430 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

interrumpió bruscamente diciéndole : « Los tímidos consejos no son para nosotros . » Renováronse entonces
las contiendas que tantas veces habian estallado y el acaloramiento de la discusion ahogó la voz de la pru
dencia.

Mientras se disputaba de este modo , el antiguo ayo del conde de Artois , Forcault de Nesle , que era sordo
y que creia que se preparaban al combate , no cesaba de gritar : ¡ Ores á ellos ! ¡ ores á ellos ( 1 ) ! Estos gritos
son una señal funesta para los guerreros impulsados por la cólera y la impaciencia de la victoria : los templarios
los ingleses y los francos parten juntos y vuelan hácia Mansourah ; penetran en la ciudad abandonada por el
enemigo , y unos se detienen saqueando y otros persiguen á los fugitivos por el camino del Cairo .
La derrota de los enemigos hubiera sido completa si todas las tropas cristianas se hubiesen hallado al
otro lado del canal en el momento que el conde de Artois entraba en Mansourah; pero se efectuaba el paso
con mucha dificultad y confusion , y cuando el ejército francés cruzaba el Aschmoun , un espacio de dos le
guas lo separaba de su vanguardia .
Los musulmanes arrojados de su campamento creyeron en un principio que tenian que combatir con to
das las fuerzas de los cruzados mandadas por el rey de Francia , pero pronto reconocieron el reducido nú
mero de sus enemigos y se asombraron de su propia fuga . Salió del seno mismo del peligro y del desórden
un jefe hábil cuya presencia de ánimo ahuyentó el temor de los musulmanes . Bibars-Bendocdar , á quien
los mamelucos acababan de poner á su cabeza , conoció la imprudencia de los cristianos , reunió á los soldados,
dirigió una parte de su ejército entre el canal de Aschmoun y Mansourah , se apoderó de las puertas de la
ciudad y se lanzó con la flor de sus soldados contra los cruzados que saqueaban el palacio del sultan . <« Los
mamelucos , leones de los combates ( así se espresa un historiador árabe) , se arrojaron sobre los francos co
mo una furiosa tempestad , y sus terribles mazas esparcieron por todas partes la muerte y el estragu . » Los
cristianos dispersos por la ciudad apenas tuvieron tiempo de reunirse ; cercados en las angostas calles no po
dian combatir á caballo ni servirse de sus espadas ; desde los tejados y ventanas caian sobre ellos piedras, y
torrentes de fuego griego ; estaban cerradas las puertas de la ciudad ; la muchedumbre de los musulmanes
ocupaba todos los caminos , y ninguna esperanza quedaba ya de salvacion á la valerosa vanguardia que po
co antes habia puesto en fuga todo un ejército .
Pronto el ejército cristiano , que acababa de pasar el canal , se halló en el mayor peligro, pues á medida
que llegaban los cruzados al otro lado del Aschmoun , sabian los unos que el conde de Artois perseguia al
enemigo y los otros que estaba encerrado en Mansourah ; la mayor parte de los caballeros estaban afanosos
de participar de su gloria ó sus peligros , y sin esperar á los que les seguian corrieron hasta el campo de los
musulmanes y despues hácia la ciudad .
Uno de los primeros que se pusieron en movimiento fué el conde de Bretaña , y le siguieron Guido de
Malvoisin , el señor de Joinville y los mas valientes caballeros del ejército . Avanzaban apresuradamente y
sin precaucion por en medio de una campiña llena de enemigos y no tardaron en separarse unos de otros ;
algunos volvieron atrás y la mayor parte se vieron rodeados por los musulmanes . Mil combates se trabaron
á un tiempo en la llanura ; aquí vencian los cristianos , allí eran vencidos , y en todas partes se veian á la
vez atacando, defendiéndose , ahuyentando al enemigo ó huyendo .
Álzase de pronto una nube de polvo por el lado del Aschmoun y se oye el rumor de trompetas y clarines :
era el ejército cristiano que avanzaba . San Luis , que iba al frente de la caballería , se paró en una colina
atrayendo todas las miradas ; los caballeros dispersos por la llanura y que no podian resistir á los musulma
nes, creyeron ver al ángel de los combates que acudia en su ausilio , y especialmente Joinville , á quien los
enemigos estrechaban vivamente , no pudo menos de admirar el majestuoso ademan del monarca . Luis lle
vaba un casco dorado , empuñaba una espada de Alemania , sus armas eran deslumbrantes , su altivo conti
nente animaba á todos los guerreros ; finalmente , dice el sencillo senescal , en quien el sentimiento del peligro
aumentaba el de la admiracion , os aseguro que jamás he visto armado un hombre de tan magnífica presencia.
Viendo muchos de los caballeros que acompañaban á Luis que los guerreros franceses luchan por todas par
tes con los musulmanes , salen de las filas y corren á la pelea . Crece entonces la confusion , cada cual corre

(1 ) Joinville . Esta palabra ores , que se usaba para animar á los combatientes que aun usan muchos pueblos de Franci , ¿pro
cederá del hourra de los rusos?
LIBRO DECIMOQUINTO . - 1249-1250 . 431

sin saber dónde está el enemigo , al poco rato no se ven ya ondear las banderas del ejército cristiano , se ig
nora en qué lado está el rey , nadie da órdenes , y la maza y la hacha de armas hacen volar á pedazos ios
cascos y los escudos . Unos caen cubiertos de heridas ; otros son pisoteados por los caballos ; resuenan juntos
el grito de los francos . ¡Mont-joie San Dionisio! y el de los musulmanes . ¡ Islam , islam ! no se oyen por todas

partes mas que los gritos de los moribundos , el choque de las espadas y el rumor de tambores y trompetas .
Desde el canal hasta Mansourah y desde el Nilo hasta la orilla donde los cruzados acababan de llegar , la cam
piña solo presenta un vasto campo de carnicería en que cada cual pelea por su vida , y corren por todas
partes torrentes de sangre sin que la victoria se decida por los musulmanes ni por los cristianos ( ! ) .
Los cruzados habian conseguido algunas ventajas en todos estos combates parciales , pero su ejército estaba
disperso , y entonces fué cuando Bibars, despues de haber dejado en Mansourah tropas suficientes para triun
far de la resistencia del conde de Artois y de sus caballeros , se puso en marcha con todas sus fuerzas , diri
giéndose por el lado del canal , ya para sostener á los musulmanes que empezaban á huir , ya para dar una
batalla decisiva . Luis y los jefes que le acompañaban advirtieron el movimiento y los proyectos del enemigo ,
se decidió al momento que el ejército cristiano se aproximase al canal para no verse rodeado y para conser
var algunas comunicaciones con el duque de Borgoña que se habia quedado en la otra orilla . El estandarte
real puesto al frente de los batallones , les indicaba ya el camino que debian seguir , cuando los condes de Poi
tiers y de Flandes , que se habian adelantado por la llanura , enviaron á decir al rey que iban á sucumbir si

no se apresuraba á socorrerlos , y por otro lado Imberto de Beaujeu venia á anunciar que Roberto iba á
perecer en Mansourah . Luis se paró un momento , pero una multitud de caballeros corrieron sin esperar sus
órdenes , unos en ausilio de los de Poitiers y Flandes, otros á salvar al conde de Artois, y los guerreros fran
ceses que se hallaban separados del rey , no pudieron resistir á la multitud de los enemigos y se retiraron
hasta donde estaba el ejército esparciendo el desórden . En medio de la confusion general se esparció el ru
mor de que los musulmanes eran en todas partes vencedores y que el rey daba la órden de retirada ; y mu
chos escuadrones se dispersaron y se precipitaron hacia el canal y casi al mismo tiempo aparecieron las aguas
cubiertas de caballos y de ginetes que se ahogaban . En vano el rey se esforzaba en reunir sus tropas , apenas
se escuchaba su voz y daba órdenes que no se ejecutaban .
Precipitase entonces en medio del peligro , y su ardimiento lo arrastra tan lejos que apenas pueden se
guirle sus escuderos , quedando por fin solo en la pelea , y cercado por seis ginetes musulmanes que tratan de
llevárselo prisionero . Luis se resiste , llega á librarse de ellos y los obliga á huir . Tan brillante rasgo de va
lor reanima á los cristianos que huyen , los guerreros franceses acuden de todas partes al lado del rey, vuelve
á empezar el combate y dispersan á su vez á los batallones musulmanes . En tanto que todo el ejército cris

tiano combatia para reparar el yerro y salvar la vida del conde de Artois , este desgraciado príncipe se de
fen lia con bravura heroica en Mansourah y solo pensaba en morir con los caballeros que le habian seguido .
El combate duró desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde ; los mas valientes , acribillados de he
ridas, abrumados de cansancio y rodeados de los cadáveres de sus compañeros , amenazaban aun á sus ene
migos, pero cayeron al fin todos cubiertos de sangre y de heridas . Salisbury murió al frente de los guerreros
que mandaba ; Roberto de Bair se envolvió antes de caer con la bandera inglesa que llevaba ; Raul de Coucy
espiró en medio de los suyos tendidos sobre la tierra , y el conde de Artois , atrincherado en una casa , se de
fendió largo tiempo , pero cayó por fin en medio de la carnicería y de los escombros . Quinientos eran los guer
reros cristianos cuando entraron en Mansourah donde casi todos hallaron la muerte . El gran maestre de los
hospitalarios , que quedó solo en el campo de batalla , cayó prisionero , y el del Temple escapó como por mila
gro y volvió por la tarde al ejército cristiano con el rostro ensangrentado, rotos los vestidos y abollada la co
raza . ¡ Habia visto caer á su lado doscientos ochenta de sus caballeros (2) !
La mayor parte de los que se dirigian hácia Mansourah para socorrer al conde de Artois perecieron vic
timas de su intrépido celo ; el valiente Guido de Malvoisin llegó hasta las murallas y no pudo penetrar en la
plaza , y el duque de Borgoña hizo invencibles esfuerzos para llegar hasta el sitio del combate , oyó las ame
nazas, los gritos y el tumulto que resonaba en la ciudad sin poder forzar las puertas ni escalar las murallas .

(1) Joinville .
2) Murieron en Mansourah trescientos caballos del conde de Pouitiers y cerca de trescientos ingleses ( Joinville , Guil'ermo de
Nangis y Mateo Paris)
432 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Se le vio volver al cerrar la noche ; vomitaba sangre á borbotones ; su caballo , erizado de flechas, habia
perdido la brida y los arneses , y todos los guerreros que le seguian estaban heridos . Aun en este estado era
terrible para sus enemigos , matando ó separando á lanzadas á los que osaban perseguirle y dirigirles pala
bras de burla (1 ) .
Cuando la noche separó á los combatientes , el prior del hospital de Rosnay fué á besar la mano al rey y le
preguntó si tenia noticias del conde de Artois. « Lo único que sé , respondió el santo monarca , es que ahora
está en el paraiso . » El buen caballero , con objeto de ahuyentar tan triste idea , iba á estenderse sobre las
ventajas que acababan de conseguir . Luis alzó entonces al cielo sus ojos preñados de lágrimas y dijo : « Ala
bado sea Dios por lo que nos da ,» mas se veia , añade Joinville, muchas lágrimas en su rostro mientras de
cia estas palabras .» El prior de Rosnay guardó silencio , y los barones y señores reunidos cerca del rey ca

llaron con sombría tristeza , llenos de angustia y compasion al verle así llorar.
Aunque el ejército debia acusar al conde de Artois de las desgracias de esta jornada , participó del pesar
de Luis , pues era tal el ascendiente del valor entre los guerreros franceses , que las mayores faltas les pare
cian expiadas con una muerte gloriosa . No se ignora a demás que en todas las cruzadas los que morian con
las armas en la mano eran colocados en el número de los mártires . Los guerreros cristianos solo veian ya en
el conde de Artois un soldado de Jesucristo que Dios habia llamado á su seno ; de este modo la devocion se
aunaba con la gloria y se honraba como santos á los que se admiraba como héroes .
Mateo Paris cuenta en su historia que la madre de Salisbury vió á su hijo subir al cielo el dia mismo de
la batalla de Mansourah . Igual creencia tenian los musulmanes , los cuales respetaban como mártires á los
que morian en el campo de batalla en las guerras contra cristianos . « Los francos, dice el historiador Gemal
Eddin , enviaron á Fakredino á las orillas del celeste rio y su muerte fué un fin glorioso . »
La historia no ha conservado los nombres de todos los guerreros que se distinguieron por su valor en la
batalla de Mansourah ; el senescal de Champaña no fué el que corrió menos peligro y demostró menos he
roismo ; defendió un puente contra una multitud de enemigos, cayó dos veces del caballo, y en tan inmi
nente apuro , el hazañoso caballero se acordó del señor Santiago y le dijo : Buen señor Santiago, ayúdame,
socórreme en este peligro , yo te lo suplico . Joinville combatió todo el dia , su caballo tenia quince heridas, y él
mismo estaba herido por cinco flechas . El senescal nos cuenta que en medio de los combates de esta jornada
vió algunos guerreros de alta cuna que huian de la confusion general , pero no nombra á nadie porque en
el momento que escribia habian muerto las personas de que habla y no le parecia conveniente hablar mal de
los difuntos. La reserva con que se esplica en esta ocasion el historiador manifiesta el espíritu del ejército
francés, en el que se consideraba como una deshonra indeleble y la mayor desgracia el haber dado á cono
nocer un momento tan solo el temor.

La mayor parte de los guerreros franceses no perdian jamás , ni aun en los mayores peligros , el senti
miento de honor que forma el carácter de la caballería . Erardo de Severey recibió una cuchillada en el ros
tro combatiendo valerosamente con un reducido número de caballeros , y perdia toda su sangre y parecia
que no iba á subsistir á su herida , cuando dijo , dirigiéndose á los caballeros que peleaban á su lado : « Si me
asegurais que yo y mis hijos quedaremos á cubierto de toda deshonra , iré á pedir para vosotros ausilios al
duque de Anjou que veo allá en la llanura . » Todos ensalzaron su resolucion ; monta al punto á caballo, atra
viesa los escuadrones enemigos , llega hasta el duque de Anjou y vuelve con él á libertar á sus compañeros
que iban á perecer. Erardo de Severey espiró poco tiempo despuer de esta heroica accion , y se llevó consigo
al morir, no el sentimiento de una gloria vana , sino la certeza consoladora de que ningun baldon mancharia
su nombre y el de sus hijos como habia deseado.
Lo que nos admira y encanta al mismo tiempo en las antiguas crónicas que han hablado de la batalla de
Mansourah , es encontrar en medio de las escenas de carnicería las huellas del buen humor francés , de esa
jovialidad que desdeña la muerte y se mofa del peligro .
Habiéndose retirado los musulmanes , el ejército cristiano fué á ocupar su campamento de que se habia
apo lerado por la mañana la vanguardia , y que los árabes beduinos habian saqueado durante el combate. El
único fruto de las hazañas de la jornada fueron el campo de los enemigos y las máquinas de guerra que en

(1 Joinville.
LIBRO DECIMOQUINTO . - 1249-1250 . 433

él habian dejado . Los cruzados mostraron en aquel dia todo lo que puede el valor, y su triunfo hubiera sido
mas completo si hubiesen podido reunirse y combatir juntos , pero sus jefes no tuvieron bastante habilidad ó
ascendiente para reparar la falta del conde de Artois , y los jefes de los musulmanes manifestaron mas des-
treza y fueron tambien mejor secundados por la disciplina y la obediencia de los mamelucos.

Los cristianos no pensaron en celebrar su victoria al reconocer las pérdidas que habian sufrido . Para apre-
ciar el resultado de tantos combates sangrientos , bastaba ver el contraste de los sentimientos que animaban
entonces á los dos ejércitos : una sombría tristeza reinaba entre los vencedores ; los musulmanes , aunque re-
chazados de su campo hácia Mansourah, miraban por el contrario como un triunfo el haber contenido la mar-
cha de sus enemigos , y seguros del éxito de la guerra , se entregaban á la alegría recordando el terror que
habian tenido antes de la batalla .

Efectivamente, es imposible describir la consternacion que habia causado á los infieles el primer ataque del
conde de Artois . Al principio de la jornada , una paloma enviada al Cairo llevó un mensaje concebido en estos
términos : « En el momento que ha salido el ave , el enemigo ataca á Mansourah ; los cristianos han trabado.
una terrible batalla con los musulmanes . >>

El pueblo del Cairo se llenó de espanto al recibir esta noticia ; las puertas de la ciudad quedaron abiertas
para albergar á los que habian emprendido la fuga ; todos exageraban el peligro para escusar su desercion ;
creíase que el islamismo habia llegado á su fin, y muchos abandonaban ya la capital para ir á buscar un asilo
en el alto Egipto . Todo cambió de aspecto al día siguiente cuando llegó otra paloma portadora de noticias pro-
pias para tranquilizar á los musulmanes . El nuevo mensaje anunciaba que el Dios de Mahoma se habia de-
cidido contra los cristianos . Desvanecióse entonces el temor , y el resultado del combate de Mansourah , dice
un autor árabe, fué la llave de la alegría para todos los verdaderos creyentes ( 1 ) .
El ejército musulman hizo varias tentativas , la misma noche que siguió á la batalla , para recuperar su
campamento y las máquinas de guerra que habian quedado en poder de los franceses. Los guerreros cristia-
nos, rendidos de cansancio , oian sin cesar el grito de alarma , los continuos ataques del enemigo no les per-
mitian reparar sus fuerzas con el sueño , muchos de ellos estaban debilitados por sus heridas y apenas podian
ponerse las corazas , pero se defendian no obstante con su valor acostumbrado .

Al día siguiente , era miércoles de ceniza , los sacerdotes celebraban las ceremonias ordenadas por la religion
para dar principio á la cuaresma . El ejército cristiano pasó una parte del dia en oraciones y el resto en pre-
parativos de defensa ; mientras los soldados de la cruz se prosternaban al pié de los altares y se preparaban
á rechazar los infieles , las imágenes del dolor se mezclaban en sus corazones con los sentimientos de valor
y de devocion ; al recordar sus pasadas victorias , no dejaban de temer por el porvenir , y el símbolo de las fra-
gilidades humanas que la Iglesia presenta á cada uno de sus hijos en este dia solemne , debia alimentar sus
tristes presentimientos .
Ocupáronse el mismo dia en colocar un puente en el Aschmoun para comunicarse con el campo del duque
de Borgoña : jefes y soldados se pusieron á trabajar con ardor y se terminó al cabo de algunas horas , y la in-
fantería que habian dejado á la otra parte del canal pasó á reforzar el ejército que pronto iba á trabar nue-
vos combates .
Bibars, que habia tomado el mando de los mamelucos , solo trataba de sacar partido de sus primeras ven-
tajas. Cuando se encontró el cuerpo del conde de Artois , los mamelucos enseñaron su coraza sembrada de
flores de lis diciendo que era el despojo del rey de Francia (2) . Este espectáculo acabó de inflamar el ardor
de los musulmanes ; jefes y soldados pedian á gritos que los condujeran al combate, y el ejército musulman
recibió órden de estar dispuesto para el primer viernes de cuaresma .
Supo Luis IX el proyecto de los enemigos , y mandó á los principales jefes que fortificaran el campo y pre-
parasen sus tropas para el combate . El viernes al asomar el dia los cristianos estaban sobre las armas , y al

mismo tiempo apareció en la llanura el jefe de los musulmanes formando sus tropas en batalla . Colocó la ca-
ballería en las primeras filas , la infantería detrás y mas lejos un cuerpo de reserva . Estendia ó reforzaba sus
líneas segun las disposiciones que veia tomar á sus enemigos ; su ejército cubria la lanura desde el canal hasta
el rio, y al medio dia mandó desplegar las banderas y empezar la batalla .
(1 ) Gemal -Eddin .
2) Makrisi .
83
434 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

El duque de Anjou ocupaba la cabeza del campo por el lado del Nilo y fué el primero que recibió el ataque.
En un principio se presentó la infantería de los musulmanes lanzando el fuego griego , que se adheria á los
vestidos de los soldados y á los arneses de los caballos . Los soldados à quienes alcanzaban las llamas y no po
dian apagarlas , corrian de un lado á ctro , lanzando espantosos gritos , y los caballos se asustaban llenando de
confusion las filas . La caballería musulmana se abria paso á favor de este desórden ; dispersaba á los que com
batian aun y penetraba en las trincheras. El duque de Anjou no pudo resistir los ataques multiplicados de
los enemigos ; habiéndole muerto su caballo , combatió á pié , y mandó á pedir ausilio á Luis IX cuando es
taba ya próximo á sucumbir .
El rey , que lucha tambien con los musulmanes , hace un esfuerzo de valor , rechaza al enemigo hasta la
llanura y vuela á donde le llaman otros peligros . Los caballeros que le siguen se precipitan sobre los batallo

nes que cercan al duque de Anjou , y no detienen á Luis los dardos lanzados contra él de todas partes, ni el
fuego griego que cubria sus armas y los arneses de su caballo . Joinville se admira , al relatar este combate,
de que el rey de Francia se salvase de la muerte , y solo puede esplicarse esta especie de milagro atribuyen
dolo al poder de Dios .
A la izquierda del duque de Anjou estaban acampados los cruzados de la isla de Chipre y de Palestina
mandados por Guido de Ibelin y su hermano Balduino . Estos cruzados no se habian hallado en la última ba
talla y no habian perdido sus caballos ni sus armas . Cerca de ellos combatia el valiente Gaucher de Cha
tillon al frente de una tropa escogida ; estos intrépidos soldados rechazaron todos los asaltos , y contribuyeron
mucho á salvar el campo y el ejército , permaneciendo inmóviles en el puesto confiado á su valor .
Habiendo perdido los templarios la mayor parte de sus caballos en Mansourah , habian alzado ante ellos
una trinchera de maderas compuesta con las máquinas arrebatadas á los musulmanes . Este débil obstáculo
no puede resistir á la accion del fuego griego , el enemigo se lanzó en el campo á través de las llamas , los
templarios formaron con sus cuerpos una muralla impenetrable, sosteniendo durante muchas horas el choque
de los musulmanes , y fué tan reñido en este punto el combate, que apenas se veia el suelo , cubierto de dar
dos y flechas detrás del sitio que ocupaba la milicia del Temple. El gran maestre perdió la vida en la pelea ,
muriendo un gran número de caballeros por defenderlo y por vengarlo , pero los prodigios de su valor recha
zaron al enemigo , y los últimos que perecieron en este tenaz combate tuvieron al morir el consuelo de ver
huir á los musulmanes .

Guido de Malvoisin se hallaba cerca del punto que defendian los caballeros del Temple, y el batallon que
mandaba se componia casi todo de parientes y presentaba en los combates una familia de guerreros siempre
unidos é invencibles . Guido corrió los mayores peligros y fué herido muchas veces sin que tratase de ale
jarse del combate . «Los turcos, dice Joinville , cubrieron al señor Guido de Malvoisin con fuego griego en tanta
abundancia que apenas lo podia apagar su gente. » Su ejemplo y el aspecto de sus heridas aumentaron el va
lor de sus compañeros que rechazaron por fin á los musulmanes .
No lejos de Guido de Malvoisin , bajando hacia el canal , se distinguian los cruzados flamencos mandados
por el conde Guillermo, que sostuvo sin cejar el furioso choque de los musulmanes . A su derecha combatia
Joinville con algunos caballeros ; el senescal debió en esta ocasion su salvacion á los guerreros de Flandes , y
por esto hace de ellos los mayores elogios . Los flamencos reunidos con los de Champaña pusieron en fuga la
infantería y la caballería de los musulmanes, los persiguieron fuera del campo , y volvieron cargados con los
escudos y corazas que habian quitado á sus enemigos.
infanteria
El conde de Poitiers ocupaba el ala izquierda del ejército . Como este príncipe no tenia mas que
no podia resistir á la caballería musulmana . Eran tales los guerreros de aquellos remotos tiempos , que creian
estar desarmados cuando no iban á caballo , y no sabian combatir , ni aun para defender trincheras . El sitio
confiado á la guarda de los de Poitou fué invadido al momento por las tropas musulmanas ; los mamelucos sa
quearon las tiendas de los cristianos , y se llevaron prisionero fuera del campo al hermano del rey . En tan
estremo peligro el conde de Poitiers no podia esperar ningun socorro del rey de Francia que habia volado en
defensa del duque de Anjou ni de los demás jefes del ejército , estrechados tambien por el enemigo . El pueblo
biendo
amaba mucho á este príncipe por su bondad , y recibió en esta ocasion el premio de sus virtudes , de

su salvacion al cariño que inspiraba á todos los cruzados . Cuando vieron que habia caido prisionero , los tra
bajadores y las mujeres que seguian el ejército se reunieron tumultuosamente , y armándose con hachas , pa
LIBRO DECIMOQUINTO . -1249-1250 . 435

los y cuanto la casualidad puso en sus manos , volaron en persecucion de los musulmanes , salvaron al conde
de Poitiers y volviéronse en triunfo .
Al estremo del campo y cerca de los poitevinos combatia Joserand de Branzon con su hijo y sus caballe-
ros . Los compañeros de armas de Joserand habian salido de Europa montados todos y magníficamente equi-
pados , pero entonces combatian á pié y solo habian conservado la espada y la lanza . Solo su jefe iba á
caballo y recorria las filas , escitando á los soldados y corriendo á donde le llamaba el peligro . Esta débil
tropa hubiera perecido enteramente si Enrique de Briena , que se habia quedado en el campo del duque de
Borgoña , no hubiese mandado tirar á sus ballesteros á través del brazo del rio siempre que el enemigo re-
novaba sus ataques . De veinte caballeros que acompañaban á Joserand , quedaron doce en el campo de ba-
talla .

Tal fué la batalla de la que Luis IX habló con esta admirable sencillez en la relacion que envió á Francia :
<<El primer viernes de cuaresma todas las fuerzas de los sarracenos atacaron el campamento , pero Dios se
declaró por los franceses , y los infieles fueron rechazados con mucha pérdida ( 1 ) . »
Los cristianos alcanzaron en esta jornada como en la anterior toda la gloria , pero quedó toda la ventaja
para los musulmanes . El ejército cristiano acababa de perder un gran número de guerreros y casi todos sus
caballos, y los enemigos recibian todos los dias nuevos refuerzos ; era imposible ya pensar en ir al Cairo , y
Ja prudencia exigia al parecer regresar á Damieta . La retirada era fácil aun y ofrecia un medio de salvar el
ejército para otra ocasion mas favorable, pero este consejo era desesperado y la desesperacion se apodera di-
fícilmente del corazon de los valientes . Parecíales á los franceses un baldon el huir ó aparentar huir ante un
enemigo vencido .

Resolvieron , pues, quedarse. Almoadan , á quien Chegger-Epdous y los principales jefes de los mamelucos
habian llamado al trono de su padre , llegó á Egipto á fines de febrero, y fué recibido en medio de las acla-
maciones del pueblo, ansioso siempre de mudanzas y apeteciendo nuevos reinados . Los emires y los gran-
des manifestaron su alegría , pero sus demostraciones eran menos sinceras, pues esperaban al sucesor de
Negmedino con mas inquietud que impaciencia , y dando gran importancia á lo que por él habian hecho ,
temian de antemano su ingratitud . Por otra parte , el jóven príncipe estaba celoso de su autoridad , y el poder
de los emires y la naturaleza misma de sus servicios le causaban una alarma que no tuvo prudencia de
disimular. Almoadan y los jefes del ejército empezaron pronto á inspirarse una desconfianza y un desvío re-
cíproco ; estos, arrepintiéndose de habér elevado al imperio un príncipe que queria reinar solo , y aquél , de-
terminado á defender su poder contra los mismos que se lo habian dado . Este estado de los ánimos parecia
anunciar á Egipto nuevas revoluciones , pero desgraciadamente estallaron demasiado tarde para los cris-
tianos.
Los cruzados se hallaban además en pugna con azotes mas temibles para ellos que el poderío y las armas
de los musulmanes ; se declaró en el ejército cristiano una enfermedad contagiosa . Despues de los dos últi-
mos combates se habian descuidado de enterrar los muertos , y los cadáveres , arrojados juntos en el Asch-
moun y flotando sobre las aguas , se habian detenido delante del puente de barcas construido por los cruzados ,
y cubrian la superficie del canal de una á otra orilla . Estos montones de cadáveres exhalaban emanaciones
pestilenciales; y Luis mandó que se enterrasen los cuerpos de los cristianos en fosos abiertos en la orilla , pe-
ro al mover y trasportar sin precauciones estos despojos de la muerte , solo se consiguió aumentar los pro-
gresos de la epidemia . El espectáculo que se presentaba entonces á los ojos de los cruzados esparcia en el
campamento una profunda tristeza y renovaba el doloroso sentimiento de sus pérdidas . Veiase á los solda-
dos cristianos buscando los deplorables restos de sus amigos ó parientes entre aquellos cuerpos desfigurados
por las heridas, la palidez de la muerte y la accion del sol y del agua , y muchos de los que se impusieron
tan piadoso deber á impulsos de la amistad cayeron enfermos y murieron casi repentinamente . Se distinguió
especialmente por su lealtad y su dolor uno de los caballeros de Roberto , conde de Artois ; este inconsola-
ble caballero pasaba los dias y las noches á orillas del canal clavados los ojos sin cesar en los cadáveres que
se sacaban del agua , y arrostrando el contagio y la muerte , con la esperanza de encontrar y amortajar el
cuerpo del jóven y valeroso príncipe cuya pérdida lloraba el ejército francés .

(1) Cartas de San Luis.


436 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Las fatigas de la guerra no impedian á los guerreros mas devotos observar la abstinencia de la cuaresma ,
de modo que las privaciones y la austeridad de la penitencia acabaron de agotar sus fuerzas . El contagio ata
có á los robustos lo mismo que á los débiles, su carne se desccaba , su piel lívida se cubria de manchas ne
gras, sus encías se hinchaban y cerraban el paso á los alimentos, y el derrame de sangre por las narices era
signo de muerte próxima ( 1 ) . La mayor parte de los enfermos esperaban la muerte sin temor y la miraban
como el término anhelado de sus padecimientos .
Uniéronse á esta enfermedad la disenteria y las fiebres perniciosas . Solo se oia en el campamento de los

cristianos los rezos por los moribundos ó por los muertos, no se veian mas que rostros pálidos y abatidos , y
desgraciados que acompañaban al sepulcro á sus compañeros y que debian sucumbir muy pronto . Los solda
dos que quedaban en pié no eran bastantes para defender las avenidas del campo y cosa inaudita en los ejér
citos franceses ! se vieron muchos criados de los caballeros cubrirse con las armas de los señores y reempla
zarlos en el puesto del peligro . El clero , que asistia á los enfermos y enterraba los cadáveres , sufrió mucho
en la epidemia , y no tardó en faltar eclesiásticos para servir los altares y celebrar las ceremonias cristianas .
Un dia , hallándose enfermo el señor de Joinville y oyendo misa desde su cama , se vió obligado á levantarse
y sostener al sacerdote que iba á desmayarse en la grada del altar . « Y sostenido de este modo , añade el sen
cillo historiador , acabó su sacramento y entonó toda la misa , pero no volvió á cantar mas .
Hemos visto en las primeras guerras santas la multitud de los cruzados víctimas de los mas crueles azotes;
los guerreros mas valientes desesperaban entonces de la causa de los peregrinos y desertaban de las bande
ras de la cruzada , llegando á veces en el esceso de su miseria á lanzar imprecaciones y blasfemias . Debe
notarse , empero, que los soldados y compañeros de Luis IX soportaron sus males con mas paciencia y resig
nacion ; ningun caballero pensó en abandonar las banderas de la cruzada , no se oia en el ejército ninguna
queja sediciosa ó sacrilega , y el ejemplo del santo rey fortificó sin duda el valor de los cruzados y los preser
vó del esceso de la desesperacion . Vivamente afligido Luis IX con los males que asolaban su ejército,
hacia todos los esfuerzos posibles para suavizarlos y ponerles término , y si algo podia consolar á los cruzados
en el lamentable estado en que se hallaban , era el ver á un rey de Francia cuidando los enfermos , curán
dolos con sus propias manos , prodigándoles los ausilios y preparándolos á morir . En vano le suplicaban que
no se espusiera á peligros mayores que los del campo de batalla , pues nada amainaba su valor ni contenia.
el ardor de su caridad , y consideraba como un deber ( así lo decia él mismo) el esponer sus dias por los que
continuamente esponian su vida por él . Uno de sus servidores llamado Gaugelme , que era un hombre de
bien , le dijo al exhortarle un sacerdote á morir bien : « No me moriré sin haber visto al rey .» Luis accedió
á su deseo y el enfermo murió contento despues de haber visto al santo monarca . Finalmente el que á todos
consolaba cayó tambien enfermo . El rey no salia de su tienda ; el desconsuelo fué mas vivo y general , y lo
que padecian perdieron toda su esperanza , pareciéndoles que la Providencia los habia abandonado y que el

cielo no protegia ya á los soldados de la cruz .


Los musulmanes permanecian inmóviles en su campamento y dejaban obrar á las enfermedades , sus te
mibles ausiliares . No obstante , Almoadan resolvió , con el objeto de añadir el hambre à todos los males que
sufrian sus enemigos , interrumpir toda clase de comunicaciones de los cristianos con Damieta , de donde re
cibian los víveres por conducto del Nilo . Reuniéronse numerosos bajeles de todas partes que fueron llevados
sobre camellos ó por los canales del Delta hasta el Nilo , y toda esta escuadra entró en el rio entre Baramoun
y Sarensah á cuatro ó cinco leguas mas arriba del campamento de los cruzados . Subia una escuadrilla fran
cesa por el rio sin desconfianza , llevando víveres al ejército cristiano, cuando repentinamente se vió atacada
por los barcos musulmanes que la esperaban emboscados , y cayeron mil soldados bajo el acero del enemigo,
que se apoderó de cincuenta galeras cargadas de provisiones . Pocos días despues tuvieron igual suerte otras
naves que se dirigian á Mansourah , de modo que no llegó nadie mas al campamento , ni se recibieron noti
cias de Damieta . El ejército de la cruz estaba sumido en los mas tristes presentimientos cuando una galera
del conde de Flandes, salvada milagrosamente de la persecucion del enemigo , anunció que habian sido to
madas todas las naves de los cruzades y que el pabellon musulman dominaba en todo el curso del rio .
Pronto empezó la miseria á hacer estragos en el ejército, donde perecian de hambre los que habian salido

(1) Esta enfermedad era el escorbuto segun la descripcion de Joinville.


LIBRO DECIMOQUINTO . - 1249-1250 . 437

triunfantes de la enfermedad . Apoderóse el desaliento de jefes y soldados , y el rey trató de hacer una tregua
con los musulmanes . Envió á Felipe de Monfort al sultan del Cairo, y se nombraron de una y otra parte
comisionados para concluir un tratado . Los del rey de Francia propusieron en un principio que entregarian
al sultan la ciudad de Damieta con condicion de que se devolviese á los cristianos Jerusalen y todas las pla-
zas de Palestina que habian caido en poder de los musulmanes en las últimas guerras. El sultan , que temia
el valor y la desesperacion de los cruzados , y que debia además recelar la llegada de nuevos refuerzos para

los latinos y una larga resistencia de parte de los cristianos de Damieta , aceptó las condiciones propuestas .
Cuando se trató de entregar los rehenes, el rey ofreció sus dos hermanos , pero el sultan , sea que no creye-
ra en la buena fé de sus enemigos , sea que él mismo obrara traidoramente , exigió que el rey de Francia
se pusiera en sus manos como garantía del tratado . Sargines , que era uno de los comisionados , no pudo oir
sin encolerizarse semejante proposicion , y esclamó : « Debeis conocer bastante á los franceses para saber que
no permitirán jamás que su rey sea prisionero de los musulmanes . » Se celebró consejo en el ejército cris-
tiano ; el rey consentia en todo, pero los señores y barones se opusieron con violencia á la resignacion de
su soberano . Veíase por una parte que el rey queria rescatar la vida de sus soldados arriesgando la suya , y
por otra , una multitud de guerreros que repetian á una voz que no sufririan tal baldon y que moririan
antes que entregar en rehenes á su rey . El escesivo afecto que profesaban á Luis sus guerreros le privaba de
su autoridad en aquella circunstancia , y como todos creian que era gloria y casi un deber desobedecerle , se
se renunció á toda negociacion .
Para describir la espantosa miseria que reinaba en el campamento cristiano , las crónicas contemporáneas
cuentan como cosa estraordinaria que cada carnero se vendia á diez escudos , cada vaca á ochenta libras y
cada huevo á doce dineros (1 ) . Tan escesivo precio era superior á las facultades de la mayor parte de los pe-
regrinos, que no tenian mas alimento que yerbas y raices del campo y pescados que comian con repugnancia
pues decian que se nutrian con los cadáveres arrojados en el Nilo .
Luis IX conservaba su serenidad y calma de espíritu en medio del dolor y abatimiento general, y tratando
de salvar los deplorables restos de su ejército resolvió volver á pasar á la otra orilla del Aschmoun . Mientras
el ejército cristiano cruzaba el puente de madera colocado en el canal, fué atacado impetuosamente por los
musulmanes ; Gaucher de Chatillon que mandaba la retaguardia , rechazó al principio sus ataques, pero como
los enemigos volvieron diferentes veces á la carga y tenian la ventaja del número , la victoria estuvo á punto
de declararse contra los cristianos. El brillante esfuerzo del conde de Anjou contuvo la impetuosidad musulma-
na ; Erardo y Juan de Valery hicieron prodigios de valor , y Godofredo de Hussemburgo se distinguió por ac-
ciones heroicas y mereció la palma en aquella jornada . De modo que siempre se mezclaba algo de gloria á
los infortunios de los cruzados franceses, pero la victoria no les daba ninguna ventaja y los dejaba siempre en
pugna de nuevos peligros ó víctimas de nuevas calamidades . No fueron mas afortunados á la otra parte del
Aschmoun, y despues de permanecer algunos dias en su antiguo campamento, les fué preciso al fin tomar la
triste resolucion de regresar á Damieta.
Cuando Almoada n supo la intencion de los cristianos, arengó sus tropas, mandó repartir víveres y dinero
y las reforzó con un gran número de árabes atraidos por la esperanza del botin. Por órden suya bajaron por
el Nilo algunos barcos cargados de soldados y que se reunieron á la escuadra musulmana que habia inter-
ceptado los convoyes de los cruzados , y envió además cuerpos de caballería lijera á todos los caminos por
donde debia pasar el ejército francés en su retirada .
El dia 5 de abril, el martes despues de la octava de Pascuas, Luis mandó hacer todos los preparativos para
la marcha de su ejército , y se embarcaron en el Nilo las mujeres , los niños y los enfermos , esperando la en-
trada de la noche para ocultar al enemigo tan tristes preparativos . La orilla del rio presentaba un espectáculo
desgarrador ; no se veian mas que cruzados debilitados por sus padecimientos, separándose bañados en lágri-
mas de sus amigos á quienes no debian volver á ver .
En medio de estas escenas dolorosas , los árabes aprovechándose de las tinieblas de la noche, penetran en

el campamento , saquean los bagajes y pasan á cuchillo á cuantos encuentran. La turba pavorosa huye por

(1) Segun Leblanc , Tratado de monedas , pag 190 , considerado el valor actual de la moneda , estas cantidades equivalen á 1520
libras las 80 y á 19 sueldos los 12 dineros.
438 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

to los lados , y los gritos de alarma resuenan en las orillas del canal y del rio ; los marineros ven tan espan
toso desórden al resplandor de los fuegos que habian encendido , y viendo el degüello de los cristianos , y te
miendo esperimentar igual suerte, se preparan á partir ; pero el rey , que á pesar de su estrema debilidad
estaba presente vigilándolo todo , hace rechazar los infieles fuera del campamento, tranquiliza á la multitud.
de los cruzados y manda á las naves que se alejaban de la orilla que vuelvan á tomar á bordo el resto de
los enfermos .

El legado del papa y muchos señores franceses subieron á la nave principal , y suplicaron al rey que si
guiera su ejemplo , pero no pudo resolverse á abandonar su ejército . En vano le manifestaron que su estado
de debilidad y dolencia no le permitia combatir y se esponia á caer en poder del enemigo y en vano añadian
que esponiendo su vida comprometia la salvacion del ejército ; estas y otras muchas razones dictadas por una
sincera adhesion á su persona , no lograron hacerle cambiar de resolucion . Respondia que ningun peligro
podia separarle de sus fieles guerreros , que los habia conducido con él , que deseaba seguirlos y si era preciso
morir con ellos . Esta heroica resolucion , cuyas inevitables consecuencias se preveian , abismaba á todos los
caballeros en la consternacion y el dolor , y los soldados , participando de los sentimientos de los caballeros,
corrian á las orillas del Nilo y dirigiéndose á los que surcaban el rio gritaban con todas sus fuerzas : « ¡ Esperad
al rey ! ¡ esperad al rey ! » Llovian ya las flechas sobre las naves que continuaban su curso , y muchas se pa
raron, pero Luis les mandó que siguiesen su camino ( 1 ) .
La mayor parte de los guerreros franceses estaban abatidos por la enfermedad y estenuados por el hambre.
Las fatigas y los nuevos peligros que iban á arrostrar no desanimaban su valor , pero se resistian á pensar
que abandonaban los sitios llenos aun con el recuerdo de sus victorias . El duque de Borgoña emprendió la mar
cha aquella misma tarde , y poco tiempo despues salió del campamento el resto de las tropas llevándose las
tiendas y los bagajes. Luis , que queria partir con la retaguardia , solo dejó á su lado sus gendarmes, al va
liente Sargines y algunos caballeros y barones que conservaban aun sus caballos . El rey, sosteniéndose ape
nas, aparecia en medio de ellos montado en un caballo árabe , no llevaba casco ni coraza y no tenia mas ar
mas que la espada . Los guerreros que habian quedado cerca de su persona , le seguian en silencio , y en el
miserable estado á que se hallaban reducidos , mostraban aun su alegría por haber sido elegidos para defen
der á su rey y morir á su lado .

Los musulmanes no ignoraban la retirada del ejército cristiano . El rey habia mandado que se rompiera el
puente del Aschmoun , pero no se ejecutó su mandato y este descuido facilitó á los musulmanes el paso del

canal . La llanura que se estiende por la parte de Damieta se vió al momento inundada por los enemigos ; la
retaguardia de los cristianos se veia obligada á detenerse á cada paso , ya para pasar un arroyo , ya para re
chazar una carga de la caballería musulmana ; en medio de las tinieblas de la noche , los cruzados no sabian
á donde dirigir sus armas , y cuando llegaban á rechazar sus enemigos no se atrevian á perseguirlos ; teme
rosos de estraviarse, cuando unos estaban lejos de los otros se llamaban por sus nombres , y los que no salian
de sus filas no tenian bandera ni reconocian á ningun jefe . No se oia en la llanura mas que los relinchos de
los caballos , el estruendo de las armas y los gritos de rabia y de desesperacion , pero lo mas doloroso de esta
retirada era ver á los heridos tendidos en los caminos, alargando los brazos á sus compañeros y suplicándoles

con sollozos que no los dejasen espuestos al furor de sus enemigos . Esperábase el dia con impaciencia , pero
la luz aumentó la confianza de los musulmanes manifestándoles el reducido número de los cristianos , y llenó
á estos de nuevo espanto haciéndoles ver la multitud de sus enemigos.
Perseguidos y amenazados por todas partes,
partes , los caballeros que habian tomado el camino por tierra envidia
ban á los que surcaban las aguas del Nilo , pero estos corrian tantos peligros como sus infortunados compañe
ros . Poco tiempo despues de su partida se levantó un recio viento que los rechazaba bácia Mansourah ; algu
nas naves encallaron en la orilla , y chocando entre sí , estaban á punto de sumergirse . Al asomar el alba la
escuadrilla llegó cerca de Mehalleh , lugar funesto para los cristianos , donde los esperaba la escuadra musul
mana . Habian huido los ballesteros que seguian la orilla escoltando las naves , y en su lugar apareció una
-
multitud de ginetes musulmanes , lanzando tantas flechas armadas de fuego griego , que pudiera decirse , se
gun espresion de Joinville , que caian todas las estrellas del cielo .

(1) Joinville. - Godofredo de Beau'ieu . - Aboul -Mahassen.


Gravepar Paul Girardet

Meinich

na calle
.
LIBRO DECIMOQUINTO . — 1249-1250 . 439

El viento contrariaba todas las maniobras de los marineros . Los cruzados , amontonados sin órden sobre
las naves , apenas podian sostenerse en pié , la mayor parte estaban sin armas, y dirigian sus miradas , ya
hácia la orilla donde se veian á lo lejos torbellinos de polvo , ya hácia el cielo cuyo apoyo imploraban, y
creian aun que un suceso inesperado podria liberearles , ó que el ejército que avanzaba hácia Damieta vol
veria á socorrerlos, fundando su última esperanza en los milagros de la naturaleza y en los de su arrojo . ¡En
gañosa ilusion ! una parte de las tropas cristianas huia en dispersion ; la retaguardia , animada por la pre
sencia del rey, hacia increibles é inútiles esfuerzos para rechazar la muchedumbre de los musulmanes que á
cada momento era mayor , pero aunque la desesperacion de los guerreros franceses originó mil acciones glorio
sas, tanto heroismo solo podia alcanzar la palma del martirio . Guido de Chatel , obispo de Soissons , desespe
rando llegar á Damieta y volver á ver la Francia , resolvió buscar la muerte , y se arrojó seguido de algunos
caballeros sobre las filas de los musulmanes que, segun espresion de Joinville , le mataron y le enviaron al
seno de Dios . Gaucher de Chatillon y Sargines combatian aun para salvar la vida del rey de Francia ; Sargi
nes, siempre al lado del rey , alejaba á los enemigos con sus terribles mandobles ; parecia que el peligro habia
duplicado sus fuerzas, y la historia contemporánea , que lo representa ahuyentando en torno de Luis la innu
merable multitud de los musulmanes , lo compara al vigilante servidor que aparta cuidadosamente las moscas
de la capa de su señor (1 ) .
No obstante, la esperanza de la victoria inflamaba el entusiasmo y el fanatismo de los musulmanes , y sus
derviches é imanes los seguian en el campo de batalla , recorrian las filas del ejército y los estimulaban á la
matanza . Un historiador árabe , que mezcla en su relato lo maravilloso , cuenta que viendo el cheik Ezzedino
que los torbellinos de polvo arrojados por la tempestad cubrian el ejército musulman y no le dejaban comba
tir, dirigió la palabra al viento diciéndole : « Viento , dirige tu soplo contra nuestros enemigos ! » La tempes
tad , añade el mismo historiador , obedeció el mandato del santo cheik, y la victoria se decidió en favor de los
soldados del islamismo .

Habian llegado á tal estremo los cristianos , que los musulmanes no tenian necesidad de un milagro para
vencerlos . La retaguardia cristiana , perseguida siempre y sin cesar atacada , llegó con mucha pena hasta la
aldea de Minieh , donde entró el rey escoltado por algunos caballeros . El cansancio , la enfermedad y el dolor
que le causaba tan gran desastre le habian abatido de tal modo , que todos creyeron (son palabras del buen
senescal ) que iba á pasar el trance de la muerte .
El intrépido Gaucher combatia aun para salvarle ; él solo defendió la entrada de una calle estrecha que
conducia á la casa donde los fieles servidores trataban de volver á la vida al monarca . Tan pronto se le veia
caer como un rayo sobre los infieles , dispersarlos y rendirlos , como retirarse para arrancar de su coraza y
aun de su cuerpo las flechas y los dardos de que estaba erizado . Volvia en seguida al combate , y apoyándose
de cuando en cuando en sus estribos , esclamaba con voz terrible : «¡A Chantillon , caballeros , á Chantillon ! >»
El resto de la retaguardia estaba aun á alguna distancia ; nadie aparecia ; los musulmanes , por el contrario ,
acudian en tropel, y abrumado al fin por el número, cubierto de flechas y de heridas , cayó sin que ningun
cruzado pudiera socorrerle ni ser testigo de su fin heroico . Su caballo ensangrentado quedó en poder de los
infieles, y contó sus últimas hazañas un guerrero musulman que enseñaba su espada y se vanagloriaba de ha
ber muerto al cristiano mas valiente.

La retaguardia se habia retirado á una colina y se defendia aun ventajosamente ; Felipe de Monfort que la
mandaba fué á decir al rey que acababa de ver al emir con quien se habia tratado de una suspension de
armas en el campo de Mansourah, y que si lo tenia á bien iria él mismo á hablarle . El monarca consintió
prometiendo acceder á las condiciones que el sultan habia dictado en un principio . En el mísero estado en
que se hallaban los cruzados, inspiraban aun temor á sus enemigos : quinientos caballeros permanecian aun
sobre las armas , y muchos de los que habian pasado mas allá de Minieh volvian atrás para disputar la victo
ria á los musulmanes .

El emir aceptó la proposicion de una tregua , y Monfort en prenda de su palabra le dió un anillo que lle
vaba en el dedo . Ya se tocaban las manos cuando un traidor , llamado Marcel , empezó á gritar : Señores ca
balleros franceses, rendios todos ; el rey os lo manda por mi conducto, no le dejeis matar . Al oir estas últimas

(1) Joinville .
440 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

palabras la consternacion fué general , se creyó que el monarca corria los mayores peligros haciendo resis
tencia á los musulmanes , y jefes , oficiales y soldados , todos rindieron las armas .
Pero viendo este cambio el emir que habia empezado á tratar la paz , rompió en seguida la negociacion
diciendo : « No se hacen treguas con los vencidos . » No tardó en entrar en Minieh Gemal-Eddin , que era
uno de los principales emires ; encontrando al rey rodeado de sus desconsolados servidores, se apoderó de su .
persona , y sin tener miramiento alguno por la majestad real y sin respetar el mas elevado de los infortunios ,
mandó ponerle cadenas en los piés y en las manos . Los dos hermanos del rey cayeron en poder de los infieles ;
los que habian llegado hasta Ferescour fueron alcanzados perdiendo todos la libertad ó la vida , y aunque

muchos hubieran podido llegar hasta Damieta , al saber el cautiverio del rey no se sintieron con fuerzas pa
ra continuar su camino ni para defenderse . Estos caballeros tan intrépidos un dia permanecian inmóviles en
los caminos y se dejaban matar ó encadenar sin proferir la menor queja ni oponer resistencia . Todo cayó
en poder de los enemigos , la oriflama , las banderas y los bagajes , y en medio de las sangrientas escenas , los
guerreros musulmanes lanzaban horribles imprecaciones contra Jesucristo y sus defensores , pisoteaban y
profanaban con sus ultrajes las cruces y las imágenes sagradas . ¡ Horrible espectáculo y último objeto de
escándalo y desesperacion para los cruzados , que acababan de ver á su rey cargado de cadenas y veian á su
mismo Dios entregado á los insultos del vencedor !
No alcanzaron mejor suerte los cruzados que se embarcaron en el Nilo : todas las naves de los cristianos,
escepto la del legado , fueron sumergidas por la tempestad , consumidas por el fuego griego ó cayeron en po
der de los musulmanes . Los enemigos reunidos en tropel en la orilla ó embarcados en sus botes inmolaban
cuantos cruzados caian en sus manos , sin respetar las mujeres ni los enfermos , y la avaricia , á falta de hu
manidad, salvó á los que podian pagar su rescate.
El señor de Joinville, que padecia aun de sus heridas y de la enfermedad que habia reinado en Mansourah ,
se habia embarcado con los dos caballeros que le quedaban y algunos de sus servidores ; aproximáronse á
su nave cuatro galeras musulmanas cuando acababa de anclar en medio del rio , le amenazaron con la muer
te si no se rendia al punto , y el senescal deliberó sobre lo que debian hacer en tan estremo apuro con las
personas que le acompañaban , todas las cuales convinieron en que era forzoso rendirse , á escepcion de un
clérigo que queria que se hiciesen matar para ir derecho al paraiso, y á quien no dieron crédito . Joinville sacó
entonces un cofrecillo , arrojó al agua las reliquias que guardaba y se rindió á discrecion , pero á pesar de las
leyes de la guerra , iba á perecer el senescal á no ser por un renegado que le conocia y que le defendió con
su cuerpo diciendo : ¡ es el primo del rey ! Joinville, que apenas podia sostenerse , fué arrastrado á una ga
lera musulmana y trasladado desde allí á una casa cercana á la orilla . Como habia quedado casi desnudo los
musulmanes que lo tenian preso le dieron un gorro con que se cubrió la cabeza, y le pusieron sobre los hom
bros un manto suyo de escarlata que le habia dado su señora madre, y estaba temblando de enfermedad y del
gran miedo que tenia . No pudiendo tragar un poco de agua que le dieron , se creyó muerto y mandó venir

á su lado á sus servidores que empezaron á llorar . Distinguíase entre ellos un niño , hijo natural del señor
de Montfaucon , que habia visto morir las personas encargadas de su cuidado y que se habia entregado en los
brazos y bajo la proteccion de Joinville . El espectáculo de la infancia abandonada y la desesperacion del
buen senescal escitaron la compasion de los emires que estaban presentes , y uno de ellos á quien Joinville
llama , ya el buen sarraceno, ya el pobre sarraceno, tuvo cuidado del niño ; cuando se separó del senescal ,
le dijo este : « Llevad siempre á este niño de la mano , pues de lo contrario temo que lo maten los sarrace
nos (1 ) . »
La carnicería se prolongó mucho tiempo despues del combate y aun duró muchos dias . Mandaron desem
barcar á los cautivos que se habian salvado del primer ímpetu de furia de los soldados musulmanes , pero
¡desgraciados de los que habia debilitado la enfermedad ó tenian apariencia de pobreza ! Cuanto mas dignos
de compasion eran las víctimas, mas escitaban la barbarie del vencedor ; una multitud de soldados armados

de espadas y de mazas y encargados de ejecutar las terribles sentencias de la victoria , esperaban á los pri
sioneros en la orilla ; el sacerdote Juan de Vaissy y algunos servidores de Joinville salieron moribundos de
su nave, y los acabaron de matar en presencia de su señor , diciendo que estos desgraciados no eran buenos
para nada y no podian pagar su libertad ni su vida .

(1 ) Un musulman curó á Joinville , quien cuenta prolijamente en su obra los sucesos de su propio cautiverio .
LIBRO DECIMOQUINTO . — 1249-1 250 . 444

Mas de treinta mil cristianos perdieron la existencia , ya en el campo de batalla , ya ahogados en el Nilo ó
muertos despues del combate . No tardó en esparcirse por Egipto esta noticia ; el sultan del Cairo escribió al
gobernador de Damasco anunciándole los recientes triunfos del islamismo : « Gracias al Todopoderoso , le decia
en su carta , que ha trocado nuestra tristeza en alegría ; á él solo le debemos la gloria de nuestras armas ; son
innumerables los favores de que nos ha colmado y el último es el mas precioso de todos . Anunciareis al pueblo
de Damasco ó mas bien á todos los musulmanes , que Dios nos ha concedido una victoria completa contra los
cristianos en el momento que habian fraguado nuestra desgracia ( 1 ) . »
Al siguiente dia del rendimiento del ejército cristiano , el rey de Francia fué conducido á Mansourah en un
barco de guerra , escoltado por un gran número de naves egipcias . Oíanse á lo lejos los tambores y clarines ;
el ejército egipcio estaba formado en batalla en la orilla oriental del Nilo y marchaba á medida que avanza
ba la cruzada ; todos los prisioneros que habia respetado el hierro enemigo seguian á las tropas musulmanas
con las manos atadas por la espalda ; los árabes estaban armados en la orilla opuesta , y de todas partes acu
dia la multitud á presenciar tan estraño espectáculo . Cuando Luis IX llegó á Mansourah , fué encarcelado en
la casa de Fakredino -Ben - Iokman , secretario del sultan , y se confió su custodia al mismo Salyh . Un vasto
recinto rodeado de tapias y vigilado por los mas feroces guerreros musulmanes , sirvió de prision á los demás
prisioneros de guerra.
La noticia de estos desastres habia llenado de consternacion y desesperacion la ciudad de Damieta , donde
ondeaba aun el estandarte de los franceses . En un principio circularon rumores eonfusos , pero muy pronto

algunos cruzados que habian escapado del desastre general , ánunciaron que habia perecido todo el ejér
cito cristiano . La reina Margarita se hallaba en los últimos meses de su embarazo ; su aterrada imaginacion
le representaba unas veces á su esposo inmolado por los vencedores, y otras al enemigo á las puertas de la ciu
dad, y su agitacion se hizo tan violenta que creyeron que iba á espirar. Un caballero octogenario le servia de
escudero y no se apartaba de su lado ni de dia ni de noche ; cuando la desgraciada princesa volvía en sí del
adormecimiento en que la sumia el dolor , se despertaba sobresaltada creyendo que el aposento estaba lleno
de sarracenos que iban á matarla . El anciano caballero , que sostenia su mano mientras dormia , se la estre
chaba entonces y le decia : «Señora , no temais , estoy á vuestro lado. » Finalmente , para librarse de tan cruel
alarma , la reina mandó salir á todo el mundo de su cuarto , á escepcion de su caballero , y arrojándose des
pues á sus piés , le dijo : « Caballero , prometedme que me concelereis el favor que voy a pediros. » El grave
escudero se lo prometió por juramento. Margarita continuó de este modo . «Os pido por la palabra que me ha
beis dado , que si los sarracenos se apoderan de esta ciudad , me cortareis la cabeza antes que me prendan .
-Lo haré como mandais , respondió el anciano . >»
La reina dió á luz al dia siguiente un niño á quien dieron el nombre de Tristan , á causa de las dolorosas
circunstancias en que habia nacido, y el mismo dia se dijo que los genoveses, los pisanos y otros muchos cru
zados de las ciudades marítimas de Europa querian abandonar á Damieta y emprender la fuga . Margarita
hizo venir hasta su lecho á los mas principales y les dijo : « Señores , por amor de Dios no os vayais de esta
ciudad ; su pérdida acarrearia la del rey y la de todo el ejército cristiano . Compadeceos de mis lágrimas y del
pobre niño que veis á mi lado .»
>
Los comerciantes de Génova y de Pisa se enternecieron al principio muy poco con estas palabras , y Joinville
les acusa amargamente por su indiferencia hacia el infortunio del rey y la causa de Jesucristo ; mas habiendo
respondido á la reina que carecian de víveres , esta princesa dió órden de que se les comprasen al momento
cuantas provisiones encontraran en la ciudad , y les dijo que se les mantendria á espensas del rey. Por este
medio la ciudad de Damieta conservó su guarnicion y sus defensores cuya presencia , mas que su valor, im

puso á los enemigos . Hasta se afirma que los musulmanes habian intentado sorprender la ciudad despues de
la victoria de Minieh , presentándose delante de las murallas con las banderas y las armas de los vencidos ,
pero fueron reconocidos por su estraño lenguaje, sus largas barbas y sus rostros cobrizos, y habiendo apa
recido los cristianos en gran número sobre las murallas, los enemigos se alejaron de una ciudad que creian

preparada para defenderse, pero en la cual reinaba el desaliento y el temor .


Luis IX estaba en tanto mas tranquilo en Mansourah de lo que pudiera estar en Damieta ; todo cuanto

(4) Makrisi nos ha conservado la carta del sultan ( Biblioteca de las Cruz . t . IV).
(50 y 51 ) 56
412 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

hay de amargo y doloroso para los grandes de la tierra en la miseria y el infortunio, solo servia para hacer
brillar en él la virtud de un héroe cristiano y el carácter de un gran monarca ; por la noche no tenia mas
abrigo que un rústico sayo que debia á la caridad de un prisionero , y solo un criado le servia y cuidaba en
su enfermedad ( 1 ) . En tan angustiosa situacion , nunca dirigió una súplica á sus enemigos , ni su altivez se
humilló hasta valerse del lenguaje de la sumision y del temor . Uno de sus sacerdotes atestiguó posterior-
mente por medio de juramento que Luis no soltó jamás una palabra de desesperacion ni hizo un solo movi-
miento de impaciencia . Los musulmanes estaban asombrados viendo tanta resignacion , y decian entre sí que
abandonarian su culto y su fé si algun dia los dejaba su profeta espuestos á tan grandes calamidades . Luis
no conservó de todas sus riquezas mas que el libro de salmos , inútil despojo para los musulmanes, y cuando
todo el mundo le abandonó , únicamente este libro consoló su infortunio . Todos los dias recitaba aquellos
himnos, en que el mismo Dios habla de su justicia y de su misericordia , tranquiliza la virtud que sufre en

su nombre , y amenaza con su ira á los que embriaga la prosperidad y abusan de su triunfo .
Los sentimientos y recuerdos religiosos sostenian , pues , en sus cadenas el valor de Luis , y el piadoso mo-
narca , cercado todos los dias de nuevos peligros y en medio de su ejército irritado por sus victorias , podia
aun esclamar como el Profeta rey : Apoyado en el Dios vivo , que es mi escudo y mi gloria , no temeré la multi-
tud de enemigos que me rodean .
No obstante, el sultan del Cairo cuya rigurosa política se suavizaba al parecer , envió á Luis IX cincuenta
trajes magníficos para él y para los señores de su acompañamiento . Luis se negó á ponérselos , diciendo que
era soberano de un reino mayor que Egipto , y que jamás llevaria el traje de un príncipe estranjero. Almoa-
dan mandó disponer un gran festin al cual convidó al rey , pero tampoco cedió Luis á esta invitacion, per-
suadido de que querian convertirle en objeto de espectáculo para el ejército musulman . Finalmente, el sultan
le envió sus médicos mas entendidos , é hizo cuanto pudo para conservar un príncipe que destinaba á ador-
nar su triunfo y del cual esperaba alcanzar las ventajas de su última victoria . No tardó en proponer al rey
que se libraria de sus cadenas si devolvia á Damieta y las ciudades de Palestina que continuaban aun en po-
der de los francos ; Luis respondió que no le pertenecian las ciudades cristianas de Palestina , que Dios habia
puesto recientemente en manos de los cristianos la plaza de Damieta y que no podia disponer de ella ningun
poder humano . Enojado el sultan con esta negativa resolvió valerse de la violencia ; tan pronto le amenazaba
con enviarle al califa de Bagdad que lo haria morir en una mazmorra , como le anunciaba el proyecto de lle-
var á su ilustre cautivo á oriente para mostrar á toda el Asia un rey de cristianos reducido á la esclavitud, y
llegó en fin hasta amenazarle con que lo pondria en los bernicles ( 2 ) , suplicio espantoso y reservado á los ma-
yores criminales. Luis se mostró inalterable y no respondia á todas estas amenazas mas que las siguientes
palabras : «Soy prisionero del sultan y puede hacer de mí lo que quiera . »
El rey de Francia padecia sin quejarse y nada temia por sí , pero cuando pensaba en su fiel ejército y en
la suerte de los demás cautivos , se apoderaba de su alma un profundo dolor . Los prisioneros cristianos esta-
ban amontonados en un patio, unos enfermos , otros heridos , la mayor parte casi desnudos y espuestos todos
al hambre , á la intemperie y á los ultrajes de sus desapiadados centinelas . Se encargó á un musulman que
escribiera los nombres de estos desgraciados cautivos cuyo número ascendia á mas de diez mil ; condujeron á
un vasto pabellon los que podian rescatar su libertad , y los demás permanecieron en el sitio donde los habian
arrojado como un vil rebaño destinado á morir miserablemente . Un emir encargado de ejecutar las órdenes
del sultan entraba todos los dias en este asilo de la desesperacion y mandaba arrastrar fuera de su recinto
el
dos ó trescientos prisioneros . Se les preguntaba si querian abjurar la religion de Jesucristo ; los que por
temor de la muerte renegaban de su fé , recibian la libertad , y los demás caian bajo el acero y sus cuerpos
eran lanzados al Nilo . Tambien los mataban durante la noche , y el silencio y la oscuridad aumentaban el
horror de la ejecucion . El hierro de los verdugos diezmó de este modo durante muchos dias á los desgraciados
prisioneros ; nunca se veian volver los que salian del recinto ; sus tristes compañeros , no recibiendo su des-
pedida , lloraban de antemano su fin trágico y vivian esperando una suerte igual . Finalmente , el cansancio
de matar salvó á los que quedaban ; la multitud de los cautivos fué trasladada al Cairo , y la capital de Egipto ,

(1) De Vit. et Mirac . S. Ludov . Duchesne , t. V, p. 468 .


(2) Segun Joinville es una especie de caballete donde se ponian los criminales.
a para LIBRO DECIM . -1249-1 443
OQUIN
TO 250 .
en la cual se habian lisonjeado entrar en triunfo, los vió llegar cubiertos de andrajos y cargados de cadenas.
Hundiéronlos en calabozos donde muchos murieron de hambre y de dolor , y condenados los demás á ser es-
SCANE clavos en tierra estranjera , privados de todos los recursos y de toda comunicacion con sus jefes y sin saber la
suerte de su rey, no esperaban ya recobrar su libertad ni volver á ver el occidente.
Los historiadores orientales cuentan con indiferencia las escenas que acabamos de describir , y hasta parece
entr que muchos no ven mas que una segunda victoria en la matanza de los prisioneros de guerra , exagerando
en sus relatos las miserias de los vencidos y especialmente el número de víctimas inmoladas al islamismo ,
como si la muerte y el infortunio de un enemigo desarmado pudieran realzar la gloria del vencedor .

taa Los barones y caballeros encerrados en el pabellon no ignoraban la suerte de sus compañeros de armas, y
pasaban los dias y las noches en continuo terror. El sultan quiso obtener de ellos lo que habia rechaza Jo
Luis IX, y les envió un emir para anunciarles que los pondria en libertad si entregaban á los musulmanes á
Damieta y las ciudades cristianas de Palestina , pero el conde de Bretaña respondió en nombre de los demas
prisioneros que no estaba en su poder lo que se les pedia y que los guerreros franceses no tenian mas liker-
tad que la de su rey. « Demasiado conozco, dijo el enviado de Almoadan , que no quereis la libertad ni la vi-
da ; vais á ver pronto hombres acostumbrados á mancjar el hierro. »
El emir se retiró dejando á los prisioneros con la esperanza de una próxima muerte. Desplegaron ante sus
ojos el aparato de los suplicios, y el acero estuvo suspendido sobre sus cabezas durante muchos dias, pero Al-

moadan no logró vencer su firmeza . De modo que el cautiverio de todo un ejército , los suplicios y la muerte
de un gran número de guerreros no pudieron arrebatar á los cristianos una sola de sus conquistas , y estaba
aun en su poder uno de los baluartes de Egipto.
Algunos señores franceses ofrecieron , no obstante, pagar su rescate. Luis lo supo , y temiendo que muchos
no teniendo con qué pagar su libertad permaneciesen prisioneros, prohibió los tratados particulares . Los
barones, antes tan indóciles , no se atrevian á oponerse á la voluntad de un rey tan desgraciado y renuncia-
ron al momento á toda negociacion separada . El rey dijo que queria pagar por todos y que no se ocuparia
de su propia libertad hasta haber asegurado la de los demás.
En tanto que el sultan bacia vanas tentativas para dominar la altivez ó debilitar el ánimo de Luis IX
y de sus caballeros , los favoritos que habia traido de Mesopotamia apremiaban á su soberano para que con-
cluyera cuanto antes la paz. « Teneis , le decian , enemigos mas peligrosos que los cristianos , y son los emires
que desean reinar en vez de vos , y que no cesan de ensalzar sus victorias, como si el Dios de Mahoma no
hubiera enviado la peste y el hambre para ayudaros á triunfar de los defensores de Cristo . Daos prisa , pues ,
á terminar la guerra para fortalecer en lo interior vuestro poder y comenzar vuestro reinado ( 1 ) . » Estas
palabras que lisonjéaban el orgullo de Almoadan le decidieron á hacer á sus enemigos proposiciones mas
N razonables. El sultan se contentó con pedir al rey de Francia un millon de bezantes de oro y la rendicion de
Damieta . Sabiendo San Luis que la ciudad de Damieta no se hallaba en estado de resistirse, accedió á las
proposiciones que se le hacian , si la reina las aprobaba . Habiendo manifestado los musulmanes su sorpresa ,
el rey añadió : « La reina es mi dama y no puedo hacer nada sin su consentimiento. » Los ministros del sul-

tan volvieron otra vez y dijeron al monarca francés que quedaba en libertad si la reina queria pagar la canti-
dad exigida . « Un rey de Francia , les respondió, no se rescata con dinero ; se dará la ciudad de Damieta por mi
libertad y un millon de bezantes de oro por la de mi ejército . » El sultan aceptó, y ya sea por la satisfac-
cion de ver terminadas las negociaciones, ya porque le interesara el carácter heroico del monarca cautivo,
rebajó la quinta parte de la cantidad que se habia convenido por el rescate de los soldados cristianos.
Los caballeros y barones ignoraban aun la conclusion del tratado y surcaban su mente los mas sombríos
pensamientos, cuando vieron entrar un anciano musulman en su pabellon . Su rostro venerable y la grave-
dad de su ademan inspiraban respeto y su acompañamiento compuesto de hombres armados infundia temor .
El anciano hizo que un intérprete preguntase á los prisioneros si era cierto que creian en un solo Dios , na-
cido de una mujer , crucificado por la salvacion del género humano y resucitado al tercer dia. Habiendo
respondido todos que así lo creian , añadió : « En ese caso , alegraos de padecer por vuestro Dios, pues estais
aun muy lejos de haber sufrido tanto por él como sufrió él por vosotros . Poned en él vuestra esperanza , y si

(1) Este discurso está tomado al pié de la letra de la crónica árabe de Aboulfarage ( Biblioteca de las Cruzadas t . IV) .
444 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

logro volver a la vida , no faltará poder para poner un término á los males que ahora os afligen ( 1) . »
El anciano musulman se retiró al acabar estas palabras dejando á los cruzados perplejos entre la sorpre
sa , el temor y la esperanza . Al dia siguiente entraron á anunciarles que el rey habia determinado una tre
gua y que deseaba tomar consejo de sus barones. Fueron nombrados para presentarse al rey Juan de Valery ,
Felipe de Monfort y Guido y Balduino de Ibelin , y los cruzados no tardaron en saber que iba á terminar su
cautiverio y que el rey habia pagado el rescate tanto de los pobres como de los ricos . Cuando estos hazaño
sos caballeros pensaban en sus victorias no concebian cómo habian podido caer en poder de los infieles , y al
recordar sus últimos infortunios, la libertad les parecia un milagro. Todos alzaron la voz para alabar á Dios
y bendecir al rey de Francia.
Comprendiéronse en el tratado todas las ciudades de Palestina que pertenecian á los cristianos cuando lle
garon los cruzados á oriente ; de una y otra parte debian devolverse los prisioneros de guerra hechos desde
la tregua firmada entre Federico y el sultan Malek-Kamel , y se acordó tambien que quedarian provisional
mente en Damieta bajo la salvaguardia del sultan de Egipto las municiones y máquinas de guerra del ejér
cito cristiano .

Solo se pensó entonces en cumplir las condiciones del tratado de paz ; preparáronse cuatro grandes ga
leras para conducir á los principales prisioneros hasta la desembocadura del Nilo, y el sultan saló de Man
sourah dirigiéndose por tierra á Ferescour .
Despues de la batalla de Minieh se habia construido en esta ciudad un inmenso palacio de madera , del
cual hacen una pomposa descripcion las crónicas de la época , y en este palacio recibió Almoadan las felici
taciones de los musulmanes por el feliz resultado de la guerra contra los enemigos del islamismo. Todas las
ciudades y principados de Siria enviaron sus embajadores á saludar al vencedor de los cristianos , y el gober

nador de Damasco á quien habia enviado el manto del rey de Francia encontrado en el campo de batalla , le
respondió : « Dios os destina sin duda para conquistar el universo y vais á ir de victoria en victoria . ¿ Quién
puede dudarlo cuando vuestros esclavos se cubren ya con los despojos que conquistais á los reyes (2) ?» Es
tas lisonjas embriagaban al sultan , que pasaba el tiempo en las fiestas y delicias de la paz , olvidando el cui
dado de su imperio y sin prever los peligros que en medio de sus triunfos le amenazaban .
Almoadan habia despojado de su privanza y sus empleos á la mayor parte de los ministros Y servidores

de su padre, y muchos emires se recelaban de alcanzar igual suerte, induciéndoles este mismo temor á
arrastrarlo todo para conservar su fortuna y su vida . Distinguíanse especialmente entre los descontentos los
mamelucos y su jefe , milicia cuyo orígen se remontaba hasta la época de Saladino y que habian obtenido los
mayores privilegios en el reinado anterior . Acusaban estos al sultan de haber concluido la paz sin haber
consultado á los que habian llevado todo el peso de la guerra , y de haber distribuido los despojos de los ven
cidos á cortesanos que no habian tenido mas trabajo que ir desde las orillas del Eufrates hasta las del Nilo ,
y para justificar de antemano todo cuanto se podia intentar contra el príncipe , se le suponia meditando los
mas siniestros proyectos . La naciente rebelion se enardeció con la idea de las persecuciones futuras ; se cita
ban los emires que debian morir, y se decia que todo estaba preparado, hasta los instrumentos del suplicio
y el dia de la ejecucion , y que habian visto al sultan cortar con su espada las luces de su aposento en medio
de una orgía nocturna mientras esclamaba que así haria volar la cabeza á todos los mamelucos . La sultana
Chegger-Eddour, que habia dispuesto momentáneamente del imperio y no podia sufrir el desden del nuevo
sultan , animaba el espíritu de los guerreros con sus palabras . De las quejas se pasó pronto á la rebelion
abierta, porque era menos peligroso atacar al príncipe con la espada desenvainada que declamar contra él
por mas tiempo , y se formó una conspiracion en la cual entraron los mamelucos y todos los emires que te
nian ultrajes que vengar ó temer . Los conjurados estaban impacientes por llevar á cabo su proyecto, y te
miendo que si el sultan llegaba á Damieta se libraria de sus asechanzas , resolvieron dar el golpe en Feres-
cour.
Llegaron delante de esta ciudad las galeras que conducian á los prisioneros cristianos ; el rey desembarcó
con los príncipes sus hermanos y fué recibido en un pabellon donde tuvo una entrevista con el sultan . La
historia no dice nada acerca la conferencia entre dos príncipes que llamaban igualmente la atencion y cuya

(1) Joinville,
(2) Makrisi.
LIBRO DECIMOQUINTO . - 1249-1250 . 445

posicion era tan diferente ; embriagado el uno por sus victorias y cegado por su prosperidad , y vencedor el
relage
otro de la fortuna adversa y saliendo mas grande de la prueba de la adversidad .
Los dos soberanos habian designado el sábado que precede á la Ascension para la rendicion de Damieta .
cia
Segun este convenio , los cruzados que bacia mas de un mes que arrastraban sus cadenas, solo tenian tres
dias mas de angustia y de cautiverio , pero les esperaban nuevas desgracias que debian poner aun á prueba
su valor y su resignacion . Al dia siguiente de su llegada á Farescour , el sultan del Cairo quiso dar un festin
á los principales oficiales del ejército musulman para solemnizar la paz : los conjurados se aprovecharon
de esta ocasion ; al terminar la comida se arrojaron sobre él espada en mano y Bondocdar le descargó el pri-
mer golpe. Almoadan , que solo habia sido herido en la mano , se levantó pavorido , huyó al través de su guar-
dia que permanecia inmóvil , se refugió en una torre , cerró la puerta y se asomó en seguida á una ventana ,
ya implorando socorro, ya preguntando á los conjurados lo que exigian . Hallábase entonces en Farescour el
enviado del califa de Bagdad , y se preparó á montar á caballo, pero los mamelucos le amenazaron con la
muerte si no volvia á entrar en su tienda . Oyéronse al mismo tiempo algunos tambores dando la señal para
reunir las tropas , pero los jefes de la conjuracion dijeron á los soldados que Damieta estaba tomada , y todo
el ejército se precipitó hácia esta ciudad , quedando el sultan solo con los que deseaban su muerte .
Los mamelucos le acusan y amenazan ; él quiere justificarse ; sus palabras se pierden en el tumulto ; mil
voces le gritan que baje ; él titubea , gime y llora ; vuelan las flechas contra la torre y prende el incendio
con el fuego griego lanzado por todas partes . Viendo Almoadan que va á perecer entre las llamas , se arro-
ja por la ventana y cae en tierra ; levántanse contra él las espadas desnudas ; el infeliz soberano se postra
de rodillas ante Octai, uno de los principales oficiales de su guardia que lo rechaza con ira , y vuelve á le-
vantarse, tendiendo la mano á todo el mundo y diciendo que renuncia al trono de Egipto y que está pronto
á volver á Mesopotamia . Estas súplicas, indignas de un príncipe , inspiran mas desprecio que compasion ; no
obstante la turba de las conjurados vacila , pero como los jefes saben que no hay para ellos salvacion si no
completan el empezado crímen , Bondocdar , que habia descargado el primer golpe al sultan , le hiere por se-
gunda vez con su espada . Almoadan huye ensangrentado , se arroja en el Nilo y trata de llegar á alguno de
los buques que al parecer se acercan á la orilla para recibirle, pero nueve mamelucos le persiguen en el agua
y le atraviesan el cuerpo con mil heridas á la vista de la galera donde se hallaba Joinville ( 4 ) .
Tal fué el fin de Almoadan que no supo reinar ni morir, Los autores árabes advierten como una parti-
cularidad que murió á un mismo tiempo por el hierro, por el fuego y por el agua ; los mismos autores es-
tán de acuerdo en decir que él mismo se acarreó su per dicion con su imprudencia y su injusticia ; pero es
preciso advertir tambien que acostumbrada la historia oriental á ensalzar el triunfo y á vituperar todos los
que sucumben , trae las quejas de los mamelucos sin examinarlas , y pasando lijeramente sobre la revolucion ,
se contenta con decir que cuando Dios quiere un acontecimiento prepara las causas de antemano.
El Nilo y su orilla presentaban entonces dos espectáculos bien diversos ; en una parte se veia un príncipe
muerto por sus propias guardias en medio de todas las pompas de la grandeza y en todo el aparato de la
victoria ; y en otra un príncipe desgraciado rodeado de sus caballeros , como él desgraciados , é inspirándo-
les mas respeto que cuando le veian en medio del brillo de la prosperidad y del poder . Aunque los caba-
lleros y barones franceses habian sido víctimas de la barbarie del sultan , sintieron al ver su muerte trágical
mas asombro que alegría , no podian esplicarse el atentado de los mamelucos y les llenaban de terror aque-
llas revoluciones del despotismo militar en pugna consigo mismo.
Despues de esta sangrienta escena , entraron en la galera donde se hallaban los condes de Bretaña , de Mon-
fort, Balduino y Guido de Ibelin y el señor de Joinville, treinta oficiales musulmanes con espadas desenvai-
nadas y llevando colgadas del cuello hachas de armas . Estos bárbaros , que vomitaban imprecaciones y ame-
nazaban con la voz y el ademan , hicieron creer á los prisioneros que habia llegado su última hora . Ya se
disponian para morir los guerreros cristianos , y arrodillándose delante de un religioso de la Trinidad , le pi-
dieron la absolucion de sus pecados . No pudiendo oirlos el sacerdote á todos á la vez , se confesaron unos con
otros , y Guido de Ibelin , condestable de Chipre, se confesó con Joinville que le absolvió con todo elpoder que
Dios le habia dado (2) . Así nos representa tambien la historia mas adelante al caballero Bayardo , herido de

(1 ) Gemal-Eddin y Joinville.
(2) Joinville P. 76 .
446 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

de muerte y próximo á espirar , confesándose con uno de sus compañeros de armas al pié de una encina.
¿ Pero estas amenazas y violencias de los emires no podian tener un objeto politico ? Despues de un complo
que debia dividir los ánimos y despertar pasiones nuevas, interesaba á los jefes escitar el fanatismo de la mu
chedumbre y dirigir sus iras contra los cristianos , y les importaba hacer creer ó podian creer ellos mismos
que Almoadan , muerto delante de las galeras cristianas , habia ido á buscar un asilo entre los enemigos del
islamismo .

Los señores y barones no alcanzaron la muerte que temian ; no obstante, como si aun pudiesen infundir
recelo , los encerraron en el fondo de los buques donde pasaron la noche, esperando de un momento á otro
la muerte .

Luis habia oido el tumulto desde la tienda donde estaba aprisionado , y no sabiendo á qué atribuirlo , creyé
que pasaban á cuchillo á los prisioneres franceses ó que los musulmanes habian tomado á Damieta . Víctimas
era de mil recelos y temores cuando vió entrar en la tienda á Octai , jefe de los mamelucos . Este emir mandó
á
los guardas del rey que se retirasen , y dijo mostrándole una espada ensangrentada : « Ya no existe Almoa
dan ; qué me darás por haberte librado de un enemigo que fraguaba tu perdicion y la nuestra ?
El rey no respondió .
Presentando entonces la punta de su espada añadió el furioso emir : ¿ No sabes que soy dueño de tu perso
na ? Hazme caballero , ó mueres.
-Hazte cristiano, respondió el monarca , y te haré caballero .
Octai se retiró sin insistir mas, y poco rato despues inundó la tienda del rey una multitud de guerreros
musulmanes armados de espadas . Sus ademanes, sus gritos y el furor retratado en sus rostros anunciaban
que acababan de cometer un gran crímen y que estaban prontos á cometer otros ; pero cambiando repentina
mente, como por una especie de milagro , de ademanes y de lenguaje al ver al monarca , se acercaron à él con
respeto, y como si hubiesen sentido en presencia de Luis la necesidad de justificarse , le dijeron que se habian
visto obligados á matar un tirano que queria perderles y perder á los cristianos , añadiendo que era preciso
olvidar lo pasado , y que no exigian mas que la fiel ejecucion del tratado concluido con Almoadan . Poniéndose
despues la mano sobre sus turbantes é inclinando su frente hasta el suelo , se retiraron silenciosamente , y de
jaron al monarca en el asombro que le causara verlos pasar tan repentinamente desde los arrebatos de la li
cencia á sentimientos respetuosos .

Esta escena estraña ha impulsado á decir á algunos historiadores que los mamelucos propusieron á San Luis
el trono de Egipto . Esta opinion se ha acreditado en nuestros dias , pero el señor de Joinville , á quien se cita
en apoyo de esta asercion , se contenta con traer la conversacion que tuvo con San Luis . Preguntábale el rey
qué es lo que debiera haber hecho en caso de que los emires le hubiesen ofrecido la autoridad suprema ; no
llegando á concebir el buen senescal que pudiera aceptarse una corona de la mano de los emires sediciosos
que habian asesinado á su soberano , Luis no fué de la misma opinion , y dijo que verdaderamente, si le hubic
ran propuesto suceder ab sultan , no hubiese rehusado . Estas únicas palabras prueban bastante que no se lo
habian propuesto al monarca cautivo . Es verdad que Joinville añade á su relato que segun los rumores que
circularon en el ejército cristiano , los emires habian hecho redoblar los tambores y tocar las trompetas de
lante de la tienda del rey de Francia (1 ) , y que al mismo tiempo deliberaron entre sí para decidir si quitarian
las cadenas á su prisionero para nombrarle su soberano . El señor de Joinville cuenta este hecho sin •afirmar
lo, y como la historia oriental guarda el silencio mas profundo, un historiador no puede adoptar este hecho
en el dia sin comprometer su veracidad . No es imposible sin duda que los emires manifestasen el deseo de
hallar entre ellos un príncipe de la firmeza , el valor y las virtudes de Luis IX ; pero ¿ es creible que los mu
sulmanes , animados por el doble fanatismo de la religion y de la guerra , hubieran podido concebir un mo
mento la idea de elegir un soberano absoluto entre los cristianos que acababan de tratar con una barbarie
sin ejemplo, y entregar de este modo sus bienes , su libertad y su vida en poder de los enemigos mas impla—
cables de su pais, de sus leyes y de sus creencias ?
Además, el poder supremo de que tan celosos se habian mostrado los emires y que con tanta violencia
habian arrancado de las manos de Almoadan , aterró al parecer su ambicion cuando fueron dueños de dispo

(1) Relacion manuscrita.


LIBRO DECIMOQUINTO . — 1249-1 250 . 447

ner de él . En un consejo reunido para nombrar un sultan , los mas prudentes rehusaron el religroso honer
de reinar en un pais lleno de turbulencias y de mandar un ejército minado por el espíritu de sedicion . Al
ver esta negativa , se dió la corona á Chegger- Eddour , que tanto habia contribuido á la elevacion y despues
á la caida de Almoadan . Eligieron para gobernar con la sultana en calidad de atabek á Ezz-Eddin-Aybek,
que habia sido conducido á Egipto como esclavo, y que por su orígen bárbaro tenia el sobrenombre de
Turcoman.

La nueva sultana no tardó en llegar á Farescour , donde fué proclamada bajo el nombre de Mostassemich ,
Salchich, reina de los musulmanes y madre de Malek Almanzor-Kalil . El hijo de Negmedino , Almanzor Ka-
Til, habia precedido á su padre al sepulcro , y los hijos que dejaba Almoadan se habian quedado en Meso-
potamia y no debian esperar suceder á su padre .
De este modo se estinguió la poderosa dinastía de los Ayubitas ( 1 ) , dinastía fundada por la victoria y derro-
cada por un ejército impelido á la rebelion por el orgullo de la misma victoria . En tanto que se formaba un

nuevo gobierno, el cadáver del sultan quedó abandonado en las orillas del Danubio y no se le dió sepultura
en dos dias ; finalmente el enviado del califa de Bagdad obtuvo el permiso de enterrarlo , y depositó en un lu-
gar retirado los tristes restos del postrer sucesor de Saladino.
La elevacion de Chegger-Eddour llenó de asombro á los musulmanes, pues no habia aun ejemplo de que
un nombre de mujer se hubiese esculpido en las monedas y pronunciado en las oraciones públicas . El califa
de Bagdad se alzó contra el escándalo de esta innovacion , y al escribir en seguida á los emires, les preguntó
si no habian encontrado en todo el Egipto un solo hombre para gobernarles (2) . La autoridad suprema , puesta
en manos de una mujer, no era capaz de contener las pasiones que agitaban el imperio ni hacer respetar los
tratados, lo cual fué muy funesto á los cristianos, condenados á sufrir á la vez los efectos de la rebelion y de
la sumision , de la union y de la discordia de sus enemigos .
Habia entre los emires algunos que querian que se llevase á cabo la tregua concluida con el sultan , otros
que se hiciera una nueva y muchos que se indignaban de que se negociara con los infieles. Despues de lar-
gos debates, se renovó lo que se habia decidido , añadiendo la condicion de que el rey de Francia entregaria
á Damieta antes de recobrar la libertad , y que antes de abandonar las orillas del Nilo pagaria la mitad de la
cantidad fijada por su rescate y por el de su ejército . Esta última condicion anunciaba la desconfianza de los
emires, pudiendo inducir á temer que no habia llegado aun el dia de la libertad para los prisioneros franceses .
Al ir á jurar la observancia del tratado se propusieron de una y otra parte fórmulas de juramento ; los
emires juraron que si faltaban á su palabra , consentian en ser abofeteados como el peregrino que hace un
viaje á la Meca con la cabeza descubierta , ó bien en ser tan desgraciados como el que vuelve á tomar sus mu-
jeres despues de haberlas dejado . » Los musulmanes, segun sus costumbres y usos , no tenian espresiones
mas solemnes para garantizar la fé jurada . Propusieron á Luis IX la fórmula siguiente : « Si falto á mi jura-
mento, seré igual al que reniega de Dios , escupe sobre la cruz y la pisotea . » Esta fórmula le parecia al rey
una injuria á Dios y á sí propio , y se negó á pronunciarla. Vanamente los emires estallaron en ira , pues
arrostró sus amenazas . Esta resistencia de San Luis , celebrada por los contemporáneos , no alcanzará tal vez
los mismos elogios en el siglo en que vivimos ; no obstante, es preciso considerar que no solamente contenian
al rey en esta ocasion los escrúpulos de la devocion , sino tambien el sentimiento de su dignidad real . Recuér-
dese que en la tercera cruzada Ricardo y Saladino habian juzgado indigno de la majestad de los reyes escla-
vizar su palabra á la fórmula de un juramento , y que se contentaron para cimentar la paz con dar la mano
á los embajadores . Unos emires sediciosos y manchados aun con la sangre de su soberano debian desconocer
la dignidad del supremo rango , pero Luis no olvidó nunca en las ocasiones importantes que era un gran mo-
narca ; y la suposicion de un perjuro , la única idea de un blasfemo no podia aunarse en su mente con el ca-
rácter de un príncipe cristiano y de un rey de Francia.
Irritados los musulmanes viendo un rey encadenado que se resistia de todas sus exigencias y les imponia
en cierto modo condiciones, trataban ya de dar muerte á Luis IX en medio de los suplicios . « Sois dueños de
mi cuerpo, les dijo, pero no mandareis en mi voluntad . » Los príncipes sus hermanos le suplicaron que pro-
nunciase la fórmula exigida , pero se resistió de los ruegos de la amistad , lo mismo que de las amenazas de
(1) No se habia estinguido la familia de Saladino, pero cesaba de reinar en Egipto.
(2) Soyonti.
448 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

sus enemigos . Tampoco tuvieron éxito las exhortaciones de los prelados . Finalmente, atribuyendo los mame
lucos una resistencia tan obstinada al patriarca de Jerusalen , se apoderaron de este prelado mas que octoge
nario, lo ataron á un madero y le ligaron las manos con tanta fuerza que le hicieron brotar sangre . El patriar
ca , precisado por el dolor , esclamaba : « Señor , señor , jurad ! tomo sobre mí vuestro pecado . » Pero persua
dido Luis de que se hacia un ultraje á su buena fé y que se le pedia una cosa injusta y deshonrosa , permaneció
inflexible . Vencidos por fin los emires por tanta firmeza , se contentaron tan solo con la palabra del rey, y
se retiraron diciendo que el príncipe franco era el cristiano mas altivo que habian visto en oriente.
Ya no se pensó entonces mas que en la ejecucion del tratado . Las galeras que conducian á los prisioneros ,
levaron anclas y bajaron hacia la desembocadura del Nilo , en tanto que el ejército avanzaba por tierra . Los
cristianos debian entregar á Damieta al dia siguiente al amanecer . Es imposible pintar la turbacion, el es
panto y la desesperacion que reinaron en la ciudad durante toda la noche ; los desgraciados habitantes re
corrian las calles preguntando con inquietud , esparciéronse las mas siniestras noticias , y se decia que los mu
sulmanes habian pasado á cuchillo á todo el ejército cristiano y que el rey de Francia estaba envenenado.
Cuando recibieron la órden de evacuar la plaza , la mayor parte de los guerreros declararon en alta voz que I
no obedecian y que preferian morir sobre las murallas antes que ser degollados como prisioneros de guerra.
Enardeciéronse al mismo tiempo los ánimos en el ejército musulman ; se decia que el rey de Francia se ne
gaba á cumplir el tratado y que habia mandado á la guarnicion de Damieta que se defen diese . Los soldados
y sus jefes se arrepentian de haber hecho una tregua con los francos y parecian resueltos á aprovecharse del
menor pretesto para romperla (1 ) .
No obstante , los comisionados de Luis IX persuadieron á los cristianos encerrados en Damieta á que eva
cuasen la ciudad . La reina Margarita , restablecida apenas de su parto , se hizo trasladar á un buque geno
vés en compañía de la duquesa de Anjou , de la condesa de Poitiers y de la infortunada viuda del conde de
Artois , la cual en medio de las cala midades presentes, lloraba aun la primera desgracia de aquella guerra .
Al terminar la noche se embarcaron en el Nilo Olivero de Thermes , que mandaba la guarnicion , el duque
do Borgoña , el legado del papa y todos los francos , á escepcion de los enfermos que se quedaban en la ciu
dad.

Godofredo de Sarguies, que habia entrado en la plaza , entregó las llaves á los emires , y al asomar el alba
se vieron ondear las banderas musulmanas sobre las torres y las murallas . Todo el ejército egipcio se arrojó
entonces tumultuosamente en la ciudad . Las noticias esparcidas durante la noche habian escitado el furor de
os soldados , los cuales entraron en Damieta como siles hubiera abierto las puertas un combate sangriento,
pasaron á cuchillo á los enfermos que encontraron , saquearon las casas y entregaron á las llamas las má
quinas de guerra , las armas y todas las municiones que pertenecian á los cristianos.
Esta primera violacion de los tratados , la embriaguez de la carnicería y la impunidad de la licencia no
hicieron mas que acalorar el ánimo de los musulmanes y arrastrarles á los mayores escesos . Los emires, fu
riosos como sus soldados, concibieron la idea de matar á todos los prisioneros cristianos, y ya las galeras don
de estaban amontonados los barones y los caballeros franceses habian recibido la órden de volver á Feres
cour , lo cual fué para nosotros motivo de grande duelo , dice Joinville, y nuestros ojos derramaron copiosas
lágrimas, pues todos creiamos que era cierta nuestra muerte.
Mientras las galeras regresaban Nilo arriba , los jefes del ejército musulman deliberaron en consejo sobre
la suerte del rey de Francia y de todos los guerreros franceses. « Somos dueños de Damieta , decia uno de los
emires , y el poderoso monarca de los francos y sus mas valientes guerreros pueden recibir de nosotros la li
bertad ó la muerte ; la fortuna nos brinda con una ocasion de asegurar para siempre la paz de Egipto y el

triunfo del islamismo , y pues hemos derramado sin escrúpulo la sangre de los príncipes musulmanes , respe
taremos la de los principes cristianos que vinieron á oriente á incendiar nuestras ciudades y reducir á la
servidumbre nuestras provincias? >>
Esta era la opinion del pueblo y del ejército , y la mayor parte de los emires, arrastrades por el espíritu
general, usaban el mismo lenguaje . Un emir de Mauritania , cuyo nombre nos ha conservado Joinville , se le
vantó casi solo contra semejante violacion de las leyes de la guerra y de la paz . « Habeis muerto à vuestro

1) Aboul- Mahassen.

I
LIBRO DECIMOQUINTO . — 1249–1250 . 449

47 principe, dijo, que el Coran os mandaba que guardarais como la pupila de vuestros ojos; esta muerte era sin
duda necesaria para vuestra propia seguridad , pero ¿ qué podeis esperar de la accion que se os propone mas
que la cólera de Dios y la maldicion de los hombres ? » Los murmullos interrumpieron este discurso , pues el
lenguaje de la razon n o hacia mas que exasperar el odio y el fanatismo, y como las pasiones violentas en-
cuentran siempre motivos para justificarse sus propios escesos , acusaron á los cruzados de perfidia , de traicion
y de todos los crímenes que contra ellos se meditaban . No habia acusacion que no les pareciese verosímil, n¡
violencia que no creyesen justa : si el Coran , decian , manda á los musulmanes que velen por la vida de sus
príncipes, tambien les ordenaba que velasen por la conservacion de la fé musulmana ; la muerte debia ser ,
pues, el pago de los que la habian traido , y sus huesos debian blanquear en las mismas llanuras que habian

devastado. Así lo exigian el bien de Egipto y las leyes del Profeta.


Despues de una discusion muy borrascosa iba á pronunciarse la terrible sentencia contra los cautivos ,
pero la codicia salió en defensa de la humanidad y de la justicia ; el emir que hablaba en favor de los prisio-
neros habia dicho muchas veces que los muertos no pagaban rescate . Conocieron entonces que al sacrificar
á los cristianos, el hierro despojaria la victoria y privaria á los vencedores del premio de sus afanes . Esta ob-

Fre servacion calmó los ánimos y cambió los pareceres . El temor de perder ochocientos mil bezantes de cro hizo
respetar los tratados y salvó la vida al rey de Francia y á sus compañeros de infortunio (1 ) .
Los emires dieron órden á las galeras de volver otra vez hácia Damieta ; los mamelucos manifestaron de
∙12.2
pronto sentimientos mas pacíficos , y como es tan natural á la multitud el pasar de un estremo á otro, trata-
ron con todos los miramientos de la hospitalidad á los que pocas horas antes querian entregar á la muerte .
Al llegar á la vista de la ciudad , repartieron á los prisioneros buñuelos cocidos al sol y huevos duros que en
honor de nuestras personas, dice Joinville, habian pintado de diversos colores.
Los caballeros y los barones obtuvieron por fin el permiso de salir de los buques que les servian de pri-
sion para ir á reunirse con el rey , á quien muchos no habian visto desde el desastre de Minieh . Mientras sa-
lian de sus naves, Luis marchaba hácia la boca del Nilo escoltado por guerreros musulmanes, y una innu-
merable multitud le seguia , contemplando en silencio las armas , las facciones y el ademan del monarca
cristiano . Esperábale una galera genovesa ; cuando subió sobre el puente, aparecieron repentinamente
ochenta ballesteros con las ballestas preparadas , la multitud egipcia desapareció y la galera se alejó de la
orilla.

Acompañaban á Luis el conde de Anjou , el de Soisons, Godofredo de Sargines , Felipe de Nemours y el senes-
cal de Joinville . El conde de Poitiers se habia quedado en rehenes en Damieta hasta completar el pago de cua-
trocientos mil bezantes de oro que debia entregar el rey antes de entrar en el mar . Faltábanle á Luis X
treinta mil libras , que pidió á los templarios, los cuales se negaron á darlas en un principio con grande es-
cándalo de los caballeros y barones, pero que obedecieron al amenazarles con recurrir á la fuerza .
Satisfecha por fin la cantidad exigida por el tratado , el conde de Poitiers salió de Damieta, y todo estaba
dispuesto para la partida , cuando Felipe de Monfort, que habia sido el encargado de hacer el pago, se pre-
sentó á dar cuenta de su mision y dijo al rey que habia engañado á los emires dándoles de menos diez mil li-
bras. Luis manifestó su descontento , y envió otra vez á Felipe á Damieta para restituir esta cantidad , pues
quiso dar una leccion de justicia á sus enemigos al mismo tiempo que á sus servidores. Cuenta esta última
mision un autor árabe que supone un motivo particular y estraño ; dice que el rey envió á Felipe de
Monfort para decir á los emires que no tenian religion ni talento ; lo primero, porque habian asesinado á su
soberano, y lo segundo , porque habian roto por una módica suma las cadenas de un monarca poderoso que
hubiera dado la mitad de su reino por rescatar su libertad (2) . Esta esplicacion poco verosímil sirve al me-
nos para darnos á conocer la opinion esparcida entonces por oriente que acusaba á los emires egipcios de
haber muerto á su sultan y de haber dejado escapar á su enemigo .
Luis IX abandonó al momento la desembocadura del Nilo con los tristes restos de su ejército , y pocos dias
despues de su partida llegó á Tolemaida , donde el pueblo y clero hacian aun rogativas por su libertad . Todos
los habitantes de la ciudad salieron en procesion hasta la orilla del mar á recibirle .

(1) Autores árabes ,


(2) Véase el relato de Aboul -Mahassen Biblioteca de las Cruzadas).
57
430 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

LIBRO XVI .

CONTINUACION DE LA PRIMERA CRUZADA DE SAN LUIS .

1250-1254 .

Reina en Tolemaida una enfermedad epidémica-Luis envia á Egipto el pago del rescate de los prisioneros . - Turbulencias que agi
tan esta provincia. -El rey trata de volver á Francia. -Se opone el señor de Joinville.- Partida de los duques de Anjour y de
Poitiers. -El sultan de Damasco incita al rey á unirse con él para castigar los mamelucos . -Condiciones dictadas por Luis IX.
-Baja al sepulcro el emperador Federico .- El papa profesa al hijo el odio que tenia al padre y publica una cruzada contra Conra
do IV. Origen de los Pastorcillos . -Su disposicion. - Toma la cruz Enrique III de Inglaterra .-La reina Blanca envia ausilios à su
hijo. -Embajadores del Viejo de la Montaña recibidos en Tolemaida .—Tratado con los emires de Egipto.-El califa de Bagdad
procura la union entre los musulmanes. -Vuelve encenderse la guerra. - Los turcomanes sorprenden á Sidon .- El ejército fran
co entra en Paneas y la abandona al momento. - El rey recibe la noticia de la muerte de su madre. Se embarca para Francia.

En tanto que Luis IX desembarcaba en las costas de Palestina , la consternacion era general en Europa. Co
mo sucede siempre en las guerras lejanas, la fama habia publicado en un principio las noticias mas estraor
narias sobre la espedicion de los cruzados , y se veian ya ondcar las banderas cristianas sobre los muros del
Cairo y de Alejandría . A estas noticias sucedieron otros rumores anunciando grandes desastres ; las rela
ciones mas maravillosas habian encontrado en Francia espiritus crédulos , y no se quiso creer los desastres,
siendo entregados á la justicia los primeros que los contaron , como enemigos de la religion y del reino .
«Finalmente, dice el cronista Mateo Paris , cuando el número de los que traian las tristes noticias fué tan
grande , cuando las cartas fueron tan auténticas que no era posible dudar de los desastres , la Francia entera
se abismó en el mas profundo dolor y en la mayor confusion . Los eclesiásticos y las gentes de guerra de
mostraban igual tristeza sin querer dar oidos á ningun consuelo ; los padres y las madres lloraban por todas
partes la pérdida de sus hijos ; las pupilas y huérfanos la de sus padres ; los hermanos la de sus hermanos,
los amigos la de sus amigos . Las mujeres descuidaron sus adornos y arrojaron lejos de sí las guirnaldas de
flores, se renunció al canto y se dejaron todos los instrumentos de música . Toda clase de diversion se con
virtió en duelo y lamentos , y lo peor de todo es que se acusó al Señor de injusticia , y que el esceso del dolor se
manifestó con blasfemias . Vaciló la fé de algunos , y Venecia y varias ciudades de Italia donde habitan gentes
semicristianas , estuvieron á punto de caer en la apostasía á no haber sido fortalecidos con los consuelos de los
obispos y de los hombres religiosos . Afirmaban estos que los cruzados muertos en oriente reinaban en el cielo
como mártires, y que ni por todo el oro del mundo querrían volver otra vez á este valle de lágrimas . Estas
razones convencieron á algunos , pero no á todos .»
El cautiverio del rey era para los franceses el mas cruel de los infortunios y del cual no podian consolarse .
« No se ve en los anales de la historia , dice Mateo Paris , que un rey de Francia haya sido vencido ó prisione
ro , especialmente de infieles , á escepcion de este ( Luis IX ) , quien , si hubiera podido salvarse solo de la der
rota general , hubiese dado á los cristianos un motivo de consuelo y les hubiera evitado una deshonra . Por
esto David en sus salmos ruega á Dios que salve la persona del rey ( Domine, salvum fac regem) , porque el
bien del pueblo depende de la de su príncipe . » El cronista inglés , que menciona el cautiverio de Luis como
un oprobio para el nombre francés y un baldon para toda la Iglesia cristiana , no comprendió que ningun rey
sobre su trono , ningun soberano en medio de los trofeos de la victoria , apareció tan grande como el santo rey
con sus cadenas , y los anales de Francia no presentan una página mas bella que la de Luis IX prisionero en
Mansourah .

Pero lo que es para la posteridad un magnífico objeto de admiracion ; solo lo fué de profunda afliccion para
los contemporáneos . El padre de los fieles dirigió cartas llenas de dolor á todos los principes y prelados de oc
cidente , mandó al clero que hiciera rogativas públicas y exhortó á los fieles á tomar las armas . Inocencio es
LIBRO DECIMOSESTO . - 1250-125 . 451

cribió á Blanca para consolarla y á Luis IX para alentarle de sus adversidades ; al dirigirse al rey de Francia ,
se asombraba de ver en un solo hombre tanta desgracia y tanta virtud, preguntaba á Dios qué es lo que ha-

bia encontrado en el mas cristiano de los reyes que mereciese ser expiado por tantos desastres . « Padre mi-
sericordioso, esclamaba el soberano pontífice , mostradnos este misterio para no dejar á los fieles en el peligro
del escándalo donde los lanzaria el rigor de vuestros juicios !! ... ¡ Oh region engañosa de oriente ! decia el
papa en otra carta ; ¡ oh Egipto, tierra de tinieblas ¿ prometiste desde el principio una luz tan esplendente
tan solo para hundirnos en la oscuridad y para hundirte tú misma en la noche profunda donde quedas se-
pultada (1 )?
Como la mayor parte de las ciudades de Italia se hallaban en oposicion entre sí por los intereses y hasta
por los sentimientos , algunas manifestaron su indiferencia y hasta se alegraron , en tanto que las ciudades ri-
vales estaban hundidas en el mayor desconsuelo. Si hemos de dar crédito á Villani , la ciudad de Florencia
donde dominaban los gibelinos, celebró con fiestas los desastres de los cruzados franceses . Apenas puede es-
1. plicar la historia la alegría de una ciudad cristiana en medio del dolor universal de la Iglesia , y los fieles de-
bieron escandalizarse mas con la manifestacion de esta alegría cruel , que con las blasfemias arrancadas por
la desesperacion .
Inglaterra no fué insensible á los desastres de los cruzados ; derramó lágrimas por la muerte heroica de
Salisbury y de sus compañeros en Mansourah , y los caballeros y barones ingleses no perdonaron á Enri-
que III el haberles detenido en sus hogares en tanto que sus hermanos y amigos , los defensores de la cruz , pa-
decian en oriente todo género de calamidades .
Cuando la fama anunció allende los Pirineos los desastres de la cruzada , todo el pueblo español se entregó

al dolor, y el rey de Castilla que estaba en guerra con los sarracenos , no viendo mas que las desgracias de
los cristianos en oriente , juró ir á vengar la causa de Jesucristo en las orillas del Jordan ó del Nilo . Los cris-
tianos del norte, armados contra los pueblos paganos de las comarcas vecinas, y la Alemania , agitada por
la guerra civil que llamaban guerra santa , apenas habian dirigido sus miradas á la espedicion de Luis IX.

No obstante, el emperador Federico lloró amargamente los desastres de los franceses , y en las cartas que di-
rigió á varios príncipes de Europa habló del cautiverio del rey de Francia del modo mas tierno , á pesar de que
se aprovechaba de esta ocasion para acusar á Inocencio , á quien echaba en cara la ruina de los cristianos .
Federico partió á Sicilia para armar una escuadra capaz de llevar prontos socorros á los cruzados , y mien-
tras esperaba que sus buques estuviesen dispuestos á darse á la vela , envió á oriente una embajada encar-
gada de pedir al sultan de Egipto la libertad del monarca francés y de su ejército .
Esta generosa resolucion del emperador era indudablemente muy plausible, pero Dios no permitió que
este príncipe viviera bastante tiempo para que el rey de Francia y los cruzados, á quienes prometia sus au-
silios , pudieran creer la sinceridad de su celo y de sus promesas .
Cuando Luis IX llegó á Tolemaida , solo le acompañaba un reducido número de caballeros , pues la mayor

parte de los señores franceses compañeros de su cautiverio habian regresado á occidente en vez de seguirle
á Palestina . Debe citarse entre los que abandonaron las banderas de la cruzada al duque de Borgoña y al
valiente conde de Bretaña ; este último , debilitado por las enfermedades y cubierto de heridas , murió en el
camino, y sus despojos mortales, recogidos por sus caballeros, fueron trasladados á la abadía de Villanueva ,
cerca de Nantes, donde muchos siglos despues se veia aun su sepulcro .
Los tristes restos del ejército cristiano escitaron la caridad de los habitantes de Tolemaida ; los caballeros y
los soldados estaban casi desnudos , y el senescal de Champaña se vió reducido á hacerse un vestido con los
trozos de una manta para presentarse en la mesa del rey ( 2) . Una enfermedad epidémica , fruto de la
prolongada miseria y de todo género de privaciones, se desarrolló entre los cruzados y estendió sus estragos
por toda la ciudad . Joinville, que estaba hospedado en la casa de uno de los curas de Tolemaida , nos cuenta
que veia pasar todos los dias veinte entierros por debajo de sus ventanas , y que cada vez que oia las fúne-

bres palabras de Libera me, Domine , rompia en llanto y se dirigia á Dios esclamando : ¡Piedad !
El rey de Francia se ocupaba en tanto en libertar los cautivos que habian quedado en Egipto, los cuales

(1) Gran coleccion de concilios, del padre Labbe, t. XI; Baronio; ad. ann. 1250,
(2) Joinville.
452 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

ascendian á doce mil, y la mayor parte podian volver á tomar las armas y servir bajo las banderas de la
cruzada . Luis envió embajadores para pagar les cuatrocientos mil bezantes de oro que debia á los musul-
manes , y para apresurar la ejecucion de los últimos tratados . Estos embajadores encontraron el Egipto lleno
de turbulencias ; los emires, divididos en varios partidos , se disputaban el poder, el fanatismo aumentala
sus divisiones y se acusaban recíprocamente de haber favorecido á los cristianos . En medio de estos debates
perecieron muchos cautivos con el hierro ó con el fuego y algunos renegaron de su fé en el tormento. Apenas
fueron oidos los emisarios de Luis IX , y les respondieron que el rey de Francia debia darse por satisfecho ha-
biendo recobrado su libertad y que pronto irian los mamelucos á sitiarle en Tolemaida . Finalmente , los
embajadores cristianos se vieron precisados á salir de Egipto sin haber conseguido nada , y solo condujeron á
Palestina cuatrocientos prisioneros , la mayor parte ancianos y enfermos , de los cuales muchos babian paga-
do ya su rescate .
A su vuelta Luis IX cayó en la mas profunda tristeza ; acababa además de recibir una carta de la reina
Blanca , en que le exhortaba á que partiera de oriente . Concibió entonces la idea de volver á Francia ; ¿ pero
cómo era posible resolverse á dejar doce mil cristianos en la esclavitud y abandonar la Tierra Santa ame-
nazada de una invasion ? Las tres órdenes militares , los barones y los señores de Palestina suplicaron á Luis
que no les abandonase , repitiendo con acento de desesperacion , que al verse privados de su apoyo , los cris-
tianos de Siria no tendrian mas recurso que seguirle á occidente .
Sus súplicas enternecieron á Luis, pero antes de tomar una resolucion , quiso consultar aun sus dos her-
manos y con los principales señores que habian quedado en su compañía . Les manifestó las razones que exi-
tian su regreso á Francia y las que podian detenerle en Palestina ; que por una parte, su reino amenazado
por el rey de Inglaterra y la imposibilidad en que estaba entonces de llevar á cabo ninguna empresa contra
} los infieles , debian determinarle á partir de oriente; y que por otra parte , la infidelidad de los emires, que fal-
taban á las primeras condiciones de los tratados , los peligros á que se veia espuesta la Tierra Santa con su
partida y la esperanza , en fin , de recibir algunos socorros y de valerse de ellos para romper las cadenas de
los prisioneros cristianos y libertar á Jerusalen , le imponian en cierto modo la obligacion de diferir su par-
tida .

Despues de haber espuesto así el estado de las cosas, sin añadir ninguna reflexion que diera á conocer su
parecer , suplicó á los caballeros y barones que meditasen sobre el partido que se debia tomar . Al domingo
siguiente los convocó de nuevo y les pidió su parecer . El primero que babló fué Guido de Malvoisin cuyo va-
lor en los combates y prudencia en los consejos admiraban á los cruzados (1 ) .
«Señor , dijo dirigiéndose á Luis IX , cuando considero el honor de vuestra persona y la gloria de vuestro
reinado , no creo que podais permanecer en este pais . Recordad el brillante ejército que salió de los puertos de
Chipre y ved los guerreros que os han quedado ! Contábanse entonces en el ejército cristiano dos mil ocho-
cientos caballeros con banderas ; en el dia cien caballeros componen todas vuestras fuerzas , y la mayor parte
están enfermos , no tienen armas ni caballos , ni medios para adquirirlos , y no pueden servir mas con honra
y con ventaja . No poseeis una ciudad de guerra en oriente , la que habitais pertenece á varias naciones dife-
rentes ; permaneciendo aquí , no inspirais ningun temor á los infieles , dejareis que crezca la audacia de vues-
tros enemigos en Europa , y os esponeis á perder á un mismo tiempo el reino de Francia , donde vuestra au-
sencia puede envalentonar á vecinos ambiciosos , y el reino de Jesucristo , donde vuestra presencia atraerá las
armas de los musulmanes . Todos estamos persuadidos de que es preciso castigar el orgullo de los sarracenos,
pero los preparativos de una guerra decisiva y gloriosa no pueden hacerse en un pais lejano . Por consiguien-
te, os aconsejamos que volvais à occidente, donde velareis por la seguridad de vuestros estados y conseguireis
en medio de la paz , que será vuestra obra , "los ausilios necesarios para vengar un dia nuestras derrotas y
reparar los reveses que acabamos de sufrir (2) . »
El duque de Anjou , el de Poitiers y la mayor parte de los señores franceses que hablaron despues de Guido
de Malvoisin , manifestaron la misma opinion .

Cuando llegó el turno al conde de Joppe, se negó á hablar , diciendo que poscia varios castillos en Palestina

(1) Relacion manuscrita (Biblioteca de las Cruzadas .


(2) Joinville .
LIBRO DECIMOSESTO. - 1250-1254 . 453
$ 21
y que se le podria acusar de que defendía sus propios intereses . Habiéndole suplicado el rey que diese su pa-
DIS
recer como los demás , se contentó con decir que la gloria de las armas cristianas y el bien de la tierra de Je-
sucristo exigian que los cruzados no volvieran á Europa .
Pidióse el parecer á Joinville, y el buen senescal recordó el consejo que le habia dado el señor de Bollain -
court, su primo, al partir á la cruzada : « Vais á ultramar ( estas fueron las palabras del señor de Bollaincourt) ,
pero tened cuidado con la vuelta ; ningun caballero , pobre ni rico, puede volver con honor si deja en manos
de sarracenos á los servidores en cuya compañia fué . » Impresionado Joinville con el recuerdo de estas pala-
bras, manifestó que no podia abandonarse sin baldon la multitud de cautivos cristianos . « Estos desgracia-
dos , añadia , están al servicio del rey como al servicio de Dios , y jamás se irán si el rey se va . » No habia nin-
e-
gun caballero ó baron que no tuviera parientes ó amigos entre los cautivos , de modo que algunos no pudieron
contener sus lágrimas al oir á Joinville , pero esta viva impresion no bastaba para ahogar en sus corazones el
35
estremado anhelo de volver á su patria . En vano añadió cl senescal que el rey tenia aun una parte de su te-
soro , que podia levantar tropas en Morea y en otros paises , que con los socorros que vendrian de Europa se
podria volver a empezar la guerra pronto ; estas razones y otras muchas no llegaban á convencer á la mayor
parte de los señores que solo miraban la cruzada como un largo destierro. El señor de Chatenai y Guillermo
de Beaumont , mariscal de Francia , fueron los únicos que participaron de la opinion de Joinville .
«¿Qué responderemos , decian , á los que nos pregunten á nuestra vuelta qué hemos hecho de la herencia
y de los soldados de Jesucristo ? Escuchad á los desgraciados habitantes de Palestina y oid como os acusan de
haberles traido la guerra y de prepararles su ruina con nuestra partida . Si no recibimos socorros, siempre
estaremos dispuestos á partir , pero para qué apresurar los dias de la desesperacion ? Es cierto que los cruza-
dos son poco numerosos , ¿pero han olvidado que su jefe se hizo respetar de los sarracenos cargado de cadenas?
La fama además nos dice que reina la discordia entre nuestros enemigos y que el sultan de Damasco ha decla-
rado la guerra á los mamelucos de Egipto...."
Los dos caballeros hablaron en medio de murmullos ; cuanto mas razonables parecian los motivos que ale-
gaban , con mas impaciencia eran oidos . El señor de Beaumont iba á continuar , pero le interrumpió viva-
mente su tio Guillermo de Beaumont que le dirigió los mas amargos reproches . En vano deseaba el rey que
cada cual manifestase libremente su parecer ; la autoridad de familia triunfó de la del príncipe, y el severo
anciano continuó alzando la voz y obligando á callar á su sobrino .
Cuando el rey oyó los pareceres de la asamblea , despidió á los barones y los convocó otra vez para el do-
mingo siguiente . Al salir del consejo , Joinville fué el blanco de las burlas y ultrajes de los caballeros por ha-

ber seguido un parecer contrario á la opinion general . Para colmo de su pesar, temió haber incurrido en des-
gracia con el rey , y en su desesperacion , formó el proyecto de retirarse á la corte de su pariente el príncipe
de Antioquía. Mientras vagaban por su mente los mas sombríos pensamientos, el monarca le llamó aparte, y
descubriéndole su corazon , le delaró que su designio era quedarse algun tiempo mas en Palestina . Joinville
olvidó entonces las injurias de los barones y de los caballeros , y estaba tan gozoso de lo que le habia dicho el
rey como si no le hubiera sucedido desgracia alguna .
Llegó el domingo y los barones se reunieron por tercera vez. El rey de Francia invocó las luces del Espí-
ritu Santo haciendo la señal de la cruz y pronunció este discurso :
«Señores , doy gracias á los que me han aconsejado que permanezca en Asia , lo mismo que á los que me
han aconsejado que vuelva á occidente . No dudo que unos y otros solo desean el interés de mi reino y la glo-
ria de Jesucristo . Despues de haber reflexionado mucho , he pensado que puedo , sin daño ni riesgo de mis es-
tados, prolongar aun mi permanencia en este pais. La reina madre defendió el honor de mi corona en tiem-
pos calamitosos , y mostrará hoy igual firmeza y menos obstáculos . No , mi reino no padecerá en mi ausencia ,
pero si abandono este pais por el cual ha hecho tantos sacrificios la Europa , ¿ quién le defenderá contra sus
enemigos ? ¿ Se desea acaso que despues de haber venido aquí á defender el reino de Jerusalen , oiga un dia
acusárseme de su ruina ? Me quedo, pues, para salvar lo que nos resta , para libertar nuestros cautivos , y s
es posible, sacar partido de la discordia de los sarracenos . Pero no quiero obligar á nadie ; libres son de irse los
que deseen volver á Europa , y declaro que nada faltará á los que se queden bajo las banderas de la cruzada
y que partiré con ellos mi buena ó mala fortuna (1 ) .»
(1) Joinville .
454 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Despues de estas palabras, dice Joinville , hubo muchos que prorumpieron en llanto, y desde aquel momento
hicieron los preparativos del viaje los duques de Anjou y de Poitiers , con un gran número de señores . El rey
les encargó que llevasen una carta dirigida al clero , á la nobleza y al pueblo de su reino , en la cual contaba
con noble sencillez las victorias de los caballeros cristianos , sus derrotas , su cautiverio , y suplicaba á todas
las clases que tomasen las armas para socorrer la Tierra Santa .
Despues que los dos hermanos del rey partieron á Europa , solo se trató de reunir soldados y poner á Pa
lestina en estado de defensa . La division que reinaba entonces entre los musulmanes , favorecia la empresa de
los cruzados y daba seguridad á las colonias cristianas . Los musulmanes de Siria se negaron á reconocer la au
toridad de los mamelucos despues de la muerte de Almoadan ; el principado y la ciudad de Damasco acaba
ban de entregarse á Nasser , sultan de Alepo, que se preparaba á marchar contra el Cairo al frente de un
ejército . Reinaba la mas viva agitacion entre los mamelucos de Egipto , que empezaba á temer en medio de
sus remordimientos , y la sultana Chegger-Eddour se habia visto obligada á bajar del trono y ceder la autori
dad suprema al turcoman Ezz-Eddin , con quien se habia casado . Este cambio apaciguó momentáneamente
los ánimos, pero la situacion era tan violenta que una revolucion llamaba á otra sin cesar . La milicia turbu
lenta é inquieta que habia derrocado el imperio de los ayubitas no podia sufrir lo antiguo ni lo nuevo ; para
contener las sediciones , los jefes enseñaron en un principio á la multitud un hijo de la familia que habian pros
crito, y le adornaron con el vano título de sultan , pero declararon en seguida que el Egipto pertenecia al ca
ifa de Bagdad , y que ellos la gobernaban en su nombre (1 ) .
Entonces fué cuando el sultan de Alepo y de Damasco envió á Luis IX embajadores, invitando al monarca
francés á unirse con ellos para castigar el orgullo y la rebelion de la milicia del Cairo, y prometió á los cris
tianos partir con ellos los despojos de los vencidos y devolverles el reino de Jerusalen . Estas brillantes pro
mesas debian seducir al rey de Francia , y merecian al menos llamar su atencion . Los emires de Egipto pedian
tambien la alianza de los cristianos , y proponian condiciones ventajosas .
Luis IX podia escoger , y poderosos motivos le inclinarian sin duda hacia el sultan de Damasco, pues se tra
taba de negociar por una parte con emires cuya voluntad era incierta , su fortuna pasajera y su autoridad
siempre amenazada y vacilante, y por otra parte, con un príncipe poderoso y cuya autoridad ofrecia una ga
rantía mas segura á sus aliados . Otro motivo, que no podia ser indiferente á los ojos de un monarca virtuoso,
existia además y consistia en que toda la política de los mamelucos no tenia mas objeto que asegurarles la
impunidad de un gran crímen , y que el soberano de Damasco se armaba para vengar la causa de los prín
cipes.
Todas estas consideraciones se discutirian sin duda en el consejo de Luis IX y debieron dejar al monarca
perplejo sobre el partido que debia abrazar . No olvidaba , empero, que habia firmado un tratado con los emi
res y que no podia faltar á sus juramentos , ni olvidaba tampoco que los mamelucos tenian aun en sus manos
la suerte de doce mil prisioneros cristianos , y que rompiendo con aquellos , renunciaba á la esperanza de li
bertar á los desgraciados compañeros de su cautiverio. Luis respondió , pues , á los embajadores sirios que
uniria con gusto sus armas con las del sultan de Damasco si los mamelucos faltaban á sus tratados , y envió al
mismo tiempo al Cairo á Juan de Valenciennes con el encargo de ofrecer á los emires la paz ó la guerra. Estos
prometieron , por fin , cumplir con todas las condiciones del tratado si Luis consentia en ser su aliado y ausi
liar, y pusieron al momento en libertad á mas de doscientos caballeros .
Estas desgraciadas víctimas de la cruzada llegaron á Tolemaida por el mes de octubre ( 1251 ) . El pueblo
acudió en tropel á verlesdesembarcar ; todos llevaban aun impresas las señales de su cautiverio , y el recuer
do de sus pasadas desgracias y su miseria presente arrancaban á todos los espectadores lágrimas de compa
sion . Estos prisioneros , cuyas cadenas acababa de romper Luis, llevaban en triunfo en un ataud los huesos do
Juan de Briena , prisionero de los infieles en la batalla de Gazza y asesinado en el Cairo por una furiosa
multitud . El clero acompañó á la iglesia de los hospitalarios los restos del héroe cristiano, y los compañeros
de armas de Gualtero recordaban sus hazañas y la gloriosa muerte que habia sufrido por la causa de Jesu
cristo. La religion desplegó todas sus pompas y celebró en sus cánticos la gloria de un mártir y la lealtad que
ella solo parecia haber inspirado. La caridad de los fieles acogió y consoló la miseria de los cautivos , y Luis

(1) Autores árabes (Biblioteca de las cruzadas, t. IV).


LIBRO DECIMOSESTO . - 1250-1254 . 453

tomó á su servicio á todos los que la edad ó sus enfermedades no imposibilitaban para tomar las armas .
rsi El rey supo con dolor que quedaban aun en Egipto muchos prisioneros cristianos . Habiendo llegado por
1 entonces á Tolemaida unos embajadores egipcios , Luis IX les declaró que no contasen con la alianza que
pedian, si los emires no devolvian al momento todos los cautivos , todos los hijos educados en la fé musulma-
na , los huesos del conde de Briena y hasta las cabezas de los cruzados que habian espuesto sobre las mura-
llas del Cairo .

La posicion de los cristianos iba mejorándose de dia en dia en medio de las divisiones de sus enemigos. El
rey de Francia dictaba condiciones á los emires, y si hubiera dispuesto de algunas tropas hubiera podido
reparar los desastres que acababa de sufrir en Egipto ; pero el oriente solo le proporcionaba un reducido nú–
reca mero de soldados y el occidente no se preparaba á enviarle ausilios .
El rey de Castilla que habia tomado la cruz , murió en el momento que se disponia á partir y su sucesor
dirigió todas sus fuerzas contra los sarracenos de Africa . Federico II , á quien vimos antes ocupándose en au-
siliar á Luis IX , falleció entonces en el reino de Nápoles ; este príncipe dejó ordenado en su testamento que se
restituyera á la Iglesia todo lo que le perteneciera y legó cien mil onzas de oro para socorrer la Tierra Santa .
La muerte y la última voluntad del emperador hacian concebir la esperanza de que los reinos cristianos no
se separarian de la cruzada de ultramar por la formidable guerra suscitada entre el sacerdocio y el imperio;
pero el soberano pontífice se persuadió de que el cielo amparaba sus empresas y que los juicios de Dios no
debian perdonar á la raza de Federico, y celebró la muerte del emperador como un triunfo de la religion.
y de la humanidad. « Alégrense los cielos, escribia á los pueblos de la Pulla y de Sicilia , regocijese la tierra ,
porque el Señor en su inefable misericordia ha sacado de entre nosotros al que durante tanto tiempo nos ha
abismado en la afliccion . Su muerte es como un viento que nos trae un suave rocío ; así, pues , queridos hi-
jos mios en Jesucristo, entonad alegres cánticos y preparaos á las prosperidades de toda especie que vais á
gozar ( 1 ) . » El pontifice exhortaba á estos pueblos á rechazar de su seno y de su territorio á una familia re-
probada de Dios, y pintaba la dominacion de la santa sede como el único refugio contra la tiranía de los ma-
los príncipes .
Todos los rayos, tanto tiempo suspendidos sobre la frente de Federico , estallaron contra sus hijos Enrique,
heredero del reino de Nápoles , y Manfredo, príncipe de Tarento. Los pueblos de Sicilia se vieron perseguidos

127 á la vez por las maldiciones del papa que se estendian á las ciudades rebeldes á la Iglesia , ó a soladas por los
ejércitos de los príncipes de Suabia que saqueaban los paises sometidos al papa . Predicábase al mismo tiempo
en Alemania , en el Brabante y en varias provincias de Francia una cruzada contra Conrado á quien Fede-
rico habia designado para que le sucediera en el imperio, y como si la corte de Roma hubiera tratado de inte-
resar á todas las familias á esta funesta guerra , prometia las indulgencias de la cruz al padre y á la madre
de cada cruzado. El papa escribió á los pueblos de Suabia para apartarlos de la obediencia á una familia
SE
maldita , y encargó al mismo tiempo á Jacobo Pantaleon , arcediano de Lieja , y á Tierry , maestre de los ca-
balleros de Prusia , que fuéran á ver á los príncipes , duques y condes para atraerlos á la autoridad de la
Iglesia . Además de la indulgencia concedida al padre y á la madre de cada cruzado , se concedia otra de cua-
renta dias á cuantos asistiesen á los sermones de los predicadores de la cruzada (2) .
Los barones , los príncipes, los magistrados y el pueblo se armaban en todas las provincias del imperio ger-
mánico, unos por Conrado y otros por el conde de Holanda á quien habia hecho elegir rey de romanos . Los
ministros de Jesucristo no tenian la mision de predicar la concordia , y era tan estremo el furor de los partidos
que se vió á Cristian , arzobispo de Maguncia , depuesto de su siila por haber dado á su rebaño el ejemplo de
la dulzura y de la paz evangélica . Acusaron ante el papa á este cruzado de ser enteramente inútil á la Iglesia
y de ir con pesar á las espediciones militares cuando le llamaba el príncipe . El arzobispo alegaba que le re-
pugnaban los incendios y los saqueos que acompañaban estas espediciones , pareciéndole semejantes violen-
cias poco conformes con el carácter de un pastor de la Iglesia ; y habiéndole exhortado á seguir el ejemplo de
sus antecesores , Cristian respondió : « Está escrito en el Evangelio ; Vuelve la espada á la vaina . » Pero nadie
comprendia estas máximas pacíficas (3) .

(1) Inocent. IV. Epistol . , lib. VIII, p. 1 , apud Raynaldi ; Ann . eccl. , 1251 , 53 , p. 667.
(2) Histor. eccles. de Fleury, ann. 1251 .
(3) Histor. eccles. de Fleury, ann. 1251 .
456 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

La Francia estaba tambien agitada , aunque por otros motivos. Cuando regresaron los duques de Anjou y
de Poitiers , se leyó en las iglesias la carta que Luis habia dirigido á sus súbditos . Esta carta renovó todo el
dolor que habia causado la noticia del cautiverio del rey y de su éjército ; conmovieron vivamente los cora
zones las exhortaciones que Luis dirigia á los franceses para alcanzar socorros y las noticias que llegaban to
dos los dias de oriente , y como el pueblo no sabe moderarse en su dolor ni en su alegría , un espíritu de sedi
cion unido al entusiasmo de la cruzada agitó las ciudades , recorrió las provincias y puso al reino momentá–
neamente en grave peligro .
Viendo el pueblo que habia fracasado la empresa de los príncipes y señores , llegó á creer que Jesucristo
rechazaba de su servicio á los grandes de la tierra , y que no queria mas defensores que los hombres de esta
do llano , los pastores y los labradores . El Señor se ha ofendido , decian , por el lujo de los prelados y el orgullo
de los caballeros , y Dios ha escogido á lo que hay mas débil en la tierra para confundir lo mas fuerte (1 ) . En
contróse un hombre que á iavor de esta creencia popular trató de enardecer los ánimos y arrastrarlos en un
movimiento general ; este hombre, llamado Jacob , natural de Hungría y de edad muy avanzada , era el que
segun fama pública habia predicado la cruzada de niños de que hemos hablado en el libro duodécimo de esta
historia . Dábanle un aspecto de profeta su luenga barba que le bajaba hasta la cintura , su pálido rostro y su
lenguaje misterioso ; iba de aldea en aldea y se daba el nombre de enviado del cielo para libertar la ciudad de
Dios y vengar al rey de Francia ; los pastores abandonaban sus ganados y los labradores sus arados para se

guir sus pasos ; Jacob, que llamaban soberano de Hungria , se hacia preceder de una bandera en que se veia
pintado un cordero , símbolo del Salvador del mundo ; de todas partes le llevaban viveres, y sus discípulos
decian que tenia como Jesucristo el don de multiplicar los panes (2) .
Dióse el nombre de pastorcillos á estos cruzados campesinos . Sus primeras reuniones , que en un principio
llamaron poco la atencion , se formaron en las provincias de Flandes y Picardía ; se dirigieron bácia Amiens
y despues hacia la capital , engrosándose por el camino con una turba de vagos , aventureros y prostitutas.
A pesar de los desórdenes que cometian , la reina Blanca los toleró , confiando que le servirian para ausiliar
á su hijo . La proteccion de la reina inflamó su orgullo , y la impunidad aumentó la licenɔia y redobló su au
dacia . El impostor Jacob y los demás jefes que la casualidad ó la corrupcion le habian asociado , declamaban
con violencia contra la riqueza y supremacía del clero , lo cual lisonjeaba á la turba que seguia sus pasos.
Dice Mateo Paris que acusaban en sus discursos á los dos órdenes de frailes menores y de predicadores , de
vagos y de hipócritas ; á los monjes de Citeaux , de no pensar mas que en apropiarse haciendas ; á los frailes
negros , de glotones y soberbios ; á los canónigos , de ser medio seglares y de usar manjares esquisitos ; á los
obispos y á sus familiares , de correr en pos del dinero y de vivir entre deleites , y finalmente , á la corte ro
mana de reunir toda clase de oprobios . Los pastorcillos ejercian por sí mismos las funciones del sacerdocio
con grande escándalo de los hombres piadosos , y reemplazaban en los púlpitos de las iglesias á los oradores
sagrados , empleando la violencia contra los ministros de los altares y tratando de despertar todas las pasio
nes entre el pueblo . Estos temibles peregrinos salieron por fin de París reunidos en número de mas de cien
mil , y se dividieron en varias partidas para dirigirse á las orillas del mar, donde debian embarcarse para
oriente . La ciudad de Orleans , donde entraron despues de partir de la capital , fué teatro de los mas violentos
desórdenes . Los progresos de la licencia alarmaron por fin al gobierno y á los magistrados , y se dió órden en
todas las provincias para perseguir y disipar estas turbas turbulentas y sediciosas .
El grupo principal de pastorcillos se dirigió a Bourges, donde el señor de Hungría debia obrar milagros y
hacer oir la voluntad del cielo . La muerte , el incendio y el saqueo anunciaron su llegada á esta ciudad ; el
pueblo irritado corrió á las armas , marchó contra los perturbadores , y los alcanzó entre Montemar y Villa
nueva del Cher , donde, á pesar de su número, fueron derrotados y recibieron el castigo de sus latrocinios . Ja
cob murió de un hachazo en la cabeza , varios de sus discípulos y compañeros encontraron la muerte en el
campo de batalla donde subieron al cadalso , y el resto emprendió la fuga .

De este modo se desvaneció por sí misma esta tempestad formada repentinamente . Otra cuadrilla que se
habia dirigido hacia Burdeos quedó tambien dispersa , y algunos pastorcillos que habían llegado hasta Ingla

(1) Guillermo de Nangis.


(2) Mateo Paris
LIBRO DECIMOSESTO. -1250-1254 . 457

terra , alcanzaron igual suerte. Corrió el rumor de que se habian encontrado en los jefes correspondencias con
los musulmanes , los acusaron de haber concebido el proyecto de entregar el pueblo cristiano al hierro de los
infieles , y esta acusacion , aunque inverosímil , acabó de hacerlos odiosos. El gobierno , que al principio care-
cia de fuerzas para combatirlos , se armó contra ellos con las pasiones de la multitud , y se restableció la tran-
quilidad en el reino .
Predicábase sin embargo la cruzada de ultramar en la mayor parte de las comarcas de Europa ; añadié-
ronse nuevas indulgencias á las que se habian concedido hasta entonces á los soldados de la cruz ; el obispo
de Aviñon recibió el poder de absolver á los que habian ultrajado de obra á los clérigos é incendiado las igle-
sias ; el mismo obispo obtuvo la facultad de convertir en voto para la cruzada todos los demás votos , escepto
el de religion, y se concedieron iguales poderes al prior de los dominicos de París . La impunidad y los privi-
legios de la cruzada concedidos á los grandes culpables no eran propios para reanimar el celo y la animacion
de los barones yᎩ los caballeros .
El papa escribió al mismo tiempo al rey de Inglaterra exhortándole á que partiera á oriente . Enrique III
convocó á los habitantes de Londres en la abadía de Westminster, donde varios prelados predicaron la cru-
zada . Cuentan las crónicas que muy pocas personas se dejaron persuadir por las predicaciones de los obispos ,
á causa de las estorsiones y mentiras de la corte romana (1 ) . Descontento Enrique III de la indiferencia de los
ciudadanos de Londres , los llamó mercenarios , tomó la cruz , y cuando prestó su juramento , se puso la mano
sobre el pecho como los sacerdotes , lo cual no persuadió á los que se acordaban de lo pasado . Como el papa
le habia concedido un diezmo sobre el clero y el pueblo durante tres años , se creyó que el monarca inglés so-
lo habia tomado la cruz para recaudar este impuesto que debia ascender á cinco ó seis mil libras tornesas .
Segun el testimonio de la historia contemporánea , podia aplicarse á su determinacion un motivo mas hon-
roso ; la esperanza de recobrar la Normandía y algunas otras provincias que la Inglaterra habia perdido en
el continente .

Mateo Paris nos cuenta que cuando Luis IX salió del cautiverio se dirigió al rey de Inglaterra pidiéndole
socorros, y que en premio de los servicios que iba á prestar á la causa de Jesucristo, le prometió entregarle
los paises incorporados á la corona de Francia . La misma reina Blanca habia consentido al parecer en esta
proposicion, pero habiendo sido convocados los grandes del reino , se asombraron de que un rey de Francia
hubiera concebido semejante proyecto sin consultar antes á sus barones, y todos declararon en presencia de
la reina que ni los grandes ni el pueblo consentirian jamás en hacer concesiones tan deshonrosas para la

corona , y que el rey de Inglaterra no volveria á entrar mas en Normandía sino pasando á través de mil espa-
das y lanzas ensangrentadas (2) . Despues de esta declaracion amenazadora , Enrique creyó que no debia llevar
las cosas tan adelante, y no dió ningun paso para recobrar las provincias que reclamaba , ni para libertar la he-
rencia de Jesucristo . Mateo Paris, que habla estensamente de la violenta oposicion de los barones , les presta
un lenguaje cuya rudeza es verdaderamente exagerada . Debemos creer que la permanencia de Luis IX en
oriente despues de su derrota , habia disgustado á los grandes del reino , que olvidaron por algun tiempo el
respeto debido á la desgracia , pero es cierto que el orgullo patriótico y el espíritu de independencia de la no-
bleza francesa no se mezclaron en esta ocasion con sentimientos de odio y de desprecio .
Los barones y señores franceses tuvieron ocasion en la misma asamblea de manifestar su patriotismo celoso
y entusiasta . Esta noble reunion se indignó de que se predicase en el reino una cruzada contra los hijos de
Federico y que se recaudasen impuestos y se organizasen tropas que no debian emplearse para socorrer al
rey de Francia . La reina Blanca participó de la indignacion de los grandes y señores, se tomaron medidas
prontas y eficaces , se impuso silencio á los predicadores y se desterró y despojaron los bienes á todos los que
se habian alistado bajo las banderas de una guerra predicada contra cristianos.
La historia debe ensalzar los sentimientos generosos que manifestaba la nobleza francesa , pero causa asom-
bro al mismo tiempo verla en esta circunstancia lamentar con amargura las desgracias del reino y ocuparse
apenas de socorrer al monarca que imploraba su apoyo. Tambien habia entonces hombres descontentadizos

y presuntuosos , como se encuentran siempre en épocas de adversidad , que creen haber hecho bastante por

(1) Mateo Paris .


(2) Mateo Paris ( Biblioteca de las Cruzadas, t. IV) .
(52 y 53) 58
438 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

una causa desgraciada recordando los consejos que dieran y no se obser varon , y menos prontos á manifestar
su celo que su prevision . Añadiremos que la mayor parte de los señores vituperaban abiertamente la resolu
cion tomada por el rey de permanecer en Palestina , y los mismos que hacian mas alarde de adhesion hácia
1
su soberano , temian prolongar su ausencia enviándole socorros . A pesar de todo , no se tomó entonces nin
guna medida eficaz para enviar á Luis IX, alejado de sus estados , el dinero y los soldados que pedia . No obs
tante las súplicas reiteradas del rey, la Francia que habia vertido tantas lágrimas por su cautiverio en Egipto,
no se determinó á tomar las armas para secundar sus nuevos esfuerzos en la Tierra Santa , y se contentó con
desear ardientemente su regreso.

Pero la reina Blanca no podia ser insensible á las súplicas de su hijo ; y para hacer llegar socorros hasta
Luis IX , prometió recompensar á todos los que partieran á oriente , vendió hasta los ornamentos de las iglesias ,
y una crónica de la época cuenta que se mandó fundir una caja de plata donde es tab a depositado el corazon
del rey Ricardo Corazon de Leon ; y que guardaba la catedral de Ruen . Pero toda la solicitud del amor mater

nal no pudo servir eficazmente al rey de Francia en sus apuros ; un buque cargado de dinero que envió á
Palestina pereció al llegar á las costas de Siria ; un reducido número de los que habian tomado la cruz en
occidente se decidieron á cruzar el mar , y casi los únicos franceses que llegaron á oriente fueron el jóven conde
de Eu y Raimundo vizconde de Turena , que la reina habia condenado á partir à Palestina . La mayor parte
de los caballeros y los barones que se habian quedado con el rey, estaban tan pobres y arruinados , que po
nian sus servicios á tan elevado precio , y segun los comisarios de Luis IX se hacian tan caros ( 1 ) , que todo el
tesoro del monarca no hubiera bastado para alistarlos . Se hicieron alistamientos en Grecia , en Chipre y en las

ciudades cristianas de Siria , pero solo se recogieron bajo las banderas de la cruzada aventureros impropios para
sufrir los trabajos y peligros de una grande empresa .
La historia distingue á Alemar de Selingan entre los guerreros que el deseo de glorias y aventuras lejanas
conducian entonces á la Tierra Santa . Este caballero partió de un pais de occid ente donde, segun él decia
no se conocía casi la noche . Selingan y sus compañeros buscaban siempre ocasiones de distinguirse por su ha
bilidad y audacia romancescas ; mientras esperaban el feliz momento de combatir á los musulmanes , hacian
la guerra á los leones que perseguian á caballo en los desiertos , y m ataban á flechazos , lo cual causaba gran
sorpresa y admiracion á los guerreros franceses (2) .
Tambie se vió llegar, dice Joinville , otro caballero muy noble, que perte necia á los de Toucy . El caballero
de Toucy habia sido regente del imperio de Constantinopla en ausencia de Balduino y se gloriaba de pertene
caia en
cer á la familia de los reyes de Francia , pero abandonaba con nueve caballeros mas un imperio que
escombros para defender los tristes restos del reino de Jerusalen . Toucy contó las desgracias de Balduino y las
lamentables circunstancias que habian obligado á un emperador cristiano á hacer alianza con el jefe de los

comanes . Segun la costumbre de los bárbaros , el príncipe de los comanes y el emperador de Constantinopla
se habian estraido sangre , y mezclándola en una copa habian bebido ambos de ella en signo de alianza y de
fraternidad . Los caballeros que acompañaban al señor de Toucy habian tomado este uso de los bárbaros ,
que repugnó al principio á los guerreros franceses , pero muy pronto arrastrados por el atractivo de la nove
dad, mezclaron ellos mismos su sangre con la de sus nuevos compañeros , y rociándola con torrentes de vino,
unos y otros se embriagaron juntos llamándose hermanos (3) .
cuando
Los usos y costumbres de los pueblos de oriente llamaban vivamente la atencion de los cruzados ;
volvieron á Tolemaida los misioneros que Luis IX habia enviado á Tartaria , los guerreros franceses no cesa
ban de preguntarles y oirles . Andrés de Longjumeau al frente de la mision habia salido de Antioquía y an
dando diez leguas diarias, estuvo un año viajando antes de llegar al sitio donde vivia el gran kan de los tár
taros . Los misioneros atravesaron desiertos donde hallaron enormes montones de huesos humanos , tristes
monumentos de las victorias de un pueblo bárbaro, y contaban cosas maravillosas sobre la corte del monarca
de los mogoles , sobre los usos y costumbres de los paises que habian recorrido, sobre las conquistas y la le
gislacion de Gengiskan y sobre los prodigios que habian precedido al poder y grandeza del conquistador del
Asia . Los cristianos notaron con regocijo entre sus relatos estraordinarios y llenos de circunstancias fabulosas

(1) Véase los Manuscritos de Fontanien , Cartulario histórico de San Luis : Cruzadas , t. XL.
(2) Joinville añade que otro de los medios para prestar juramento era hacer pasar un perro entre los que le pretaban.
(3) Joinville. Rubruquis: Relacion de su Viaje , pág. 64 .
试图

0732
飲料


29

C
Gravé par Ruhierre
Peintpar Rouget.
LIBRO DECIMOSESTO . -1252-1254.

que la religion de Jesucristo estendia su imperio hasta los pueblos mas remotos, pues los misioneros atesti
guaban haber visto en una sola horda de tártaros mas de ochocientas capillas donde se entonaban cánticos al
verdadero Dios. Luis IX esperaba que los mogoles serian algun dia los ausiliares de los cristianos contra los
infieles, y esta esperanza le determinó á enviar nuevos embajadores á la Tartaria .
Si admiraban tanto á los cruzados cuantas noticias adquirian de las regiones mas apartadas del Asia , en
mas alto grado hubiera escitado su sorpresa un pueblo bárbaro que habitaba cerca de ellos ; pocos meses des
pues de su llegada , Luis IX recibió una embajada del Viejo de la Montaña , quien , como ya hemos dicho , rei
naba sobre unas treinta aldeas ó villorrios situados en la pendiente occidental del Líbano ; los enviados del
príncipe de los Asesinos , admitidos á la presencia del rey de Francia , preguntáronle si conocia á su señor .
« He oido hablar de él , contestó el monarca . — ¿ Por qué , pues , añadió uno de los embajadores , no habeis
buscado su amistad , enviándole presentes, como lo han practicado el emperador de Alemania , el rey de Hun
gría , el sultan del Cairo y tantos otros poderosos príncipes ? » Escuchó el rey sin cólera tan estraño lenguaje,
y citó á los embajadores para otra audiencia , á la cual asistirian los grandes maestres del Temple y del Hos
pital ; el solo nombre de las órdenes militares que el puñal de los Asesinos no podia herir , inspiraba cierto ter
ror al Viejo de la Montaña , quien se habia visto obligado á pagarles un tributo . En la segunda audiencia am
bos grandes maestres reconvinieron vivamente á los embajadores , diciéndoles que si el señor de la Montaña
no se apresuraba á enviar presentes al rey de Francia , no tardaria su insolencia en llamar sobre sí unjusto
castigo . Los enviados refirieron estas amenazadoras palabras á su señor, y sintiendo este el terror que pre
tendia inspirar , envioles otra vez cerca de Luis para manifestarle sentimientos y disposiciones mas pacíficas ;
entre los presentes que debian ofrecer al rey de Francia veíanse muchos vasos , un juego de ajedrez , un ele
fante de cristal de roca , y además una camisa y un anillo , símbolo de alianza , que os recordarán , dijeron los
embajadores al monarca francés , « que vos y nuestro señor , debeis permanecer unidos como los dedos en la
mano y como la camisa lo está al cuerpo .»

Luis IX recibió con gran deferencia esta nueva embajada y encargó á los enviados del príncipe de los Ase
sinos que llevasen á su amo vasos de oro y de plata y ricas telas de escarlata y seda ; dióles por compañero á
fray Guo, muy versado en la lengua árabe, el cual despues de residir algun tiempo en la corte del Viejo de
la Montaña , refirió á su regreso muchas y curiosas particularidades que no han sido despreciadas por la his

toria . El príncipe de los Asesinos pertenecia á la secta de Alí y profesaba cierta admiracion para con el Evan
gelio ; veneraba sobre todo á monseñor san Pedro , quien , segun él , vivia aun , y cuya alma , decia , habia
sido sucesivamente la de Abel , de Noé y de Abraham ; fray Guo hablaba particularmente del terror que el
Viejo de la Montaña inspiraba á sus súbditos ; al rededor de su palacio reinaba un horrible silencio y cuan
do se mostraba en público , precediale un heraldo gritando : « Cualquiera que seais , temed presenta ros ante
aquel que tiene en su mano la vida y la muerte de los reyes (1 ) . »
Mientras estas maravillosas relaciones ocupaban la ociosidad de los cruzados , declaróse la guerra entre el
sultan de Damasco y el
as del
单曲 Cairo ; los guerreros cristianos, impacientes por combatir , quejábanse al verse
condenados á tan triste inaccion ; mas como apenas se contaban setecientos caballeros bajo las banderas de
la cruz, su corto número no permitia á Luis IX intentar una espedicion importante.
(1252) En la espectativa de los peligros y azares de la guerra el santo monarca se ocupaba sin cesar en
hacer mas llevadera la suerte y en romper los hierros de los cautivos que se hallaban todavía en poder de
los musulmanes ; sin embargo el cautiverio de los guerreros cristianos no era la única desgracia que afligia
su corazon ; lo que aumentaba su pesar era el saber que muchos de sus compañeros de armas habian abra
zado el islamismo . Acerca de esto debemos hacer una observacion que parecerá singular y es que las cruza
das cuyo objeto era el triunfo de la causa del cristianismo nos ofrecen frecuentes ejemplos de apostasía , no
vacilando la historia en afirmar que durante las guerras santas hubo mas cristianos que se hicieron musul
manes , que musulmanes sometidos à la fé cristiana ; Joinville nos refiere en sus memorias que la mayor
parte de los marineros que tripulaban la escuadra cristiana en la retirada de Mansourah (2) renunciaron á
su fé para salvar su vida , y en aquellos calamitosos dias muchos guerreros no pudieron resistir á las ame

(1) Joinville .
(2) Joinville .
460 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

nazas de los musulmanes haciéndoles olvidar el temor de la muerte una religion por la cual bian empuah-
ñado las armas . Hemos visto ya el cúmulo de males que los cruzados debian sufrir en las espediciones á orien-
te, y entre la muchedumbre de peregrinos , siempre habia algunos que carecian del valor necesario para
resistir á tan grandes infortunios ; á la llegada de Luis IX á Egipto habitaban este pais muchos cristianos
perjuros é infieles , quienes en los peligros y calamidades de las guerras anteriores , habian renegado del Dios
de sus abuelos , todos ellos eran despreciados por los musulmanes , y acerca de esto los autores orientales citan
un dicho de Saladino que espresa una opinion generalmente establecida y conservada hasta los últimos tiem-
pos de las cruzadas : decia que jamás se hizo un buen cristiano con un mat musulman , ni un buen musulman
con un mal cristiano . La historia da muy pocos detalles sobre el modo de vivir de aquellos francos degenera-
dos que habian renunciado á su religion y á su patria ; muchos se dedicaban á la agricultura y á las artes

mecánicas ; otros se alistaban en los ejércitos musulmanes, y algunos obtenian empleos llegando á reunir
grandes riquezas ; sin embargo es de creer que los remordimientos emponzoñaban todos los momentos de su
vida no permitiéndoles disfrutar de los bienes que habian adquirido entre los infieles ; la religion que aban-
donaran les inspiraba aun respeto ; la presencia y lenguaje de los francos que en otro tiempo fueran sus her-
manos , traian á su mente dolorosos recuerdos , mas detenidos por una falsa vergüenza y como si Dios les hu-
biese herido con una eterna condenacion , permanecian encadenados al error por un invencible lazo, y aun-
que sintiesen la desgracia de vivir en tierra estraña , no osaban fijarse en la idea de volver á ver su pa-
tria .

Uno de estos renegados natural de Provins , que habia combatido bajo las banderas de Juan de Briena ,
fué á saludar á Luis IX y á ofrecerle presentes en el momento en que el monarca se embarcaba en el Nilo
para dirigirse á Palestina , y habiéndole dicho Joinville que si persistia en la religion de Mahoma , se iria de-
recho al infierno despues de su muerte , contestó que creia la religion de Jesucristo mejor que la del Profeta
de la Meca, si bien añadió que si abrazaba de nuevo la fé cristiana se veria sumido en la miseria y que du-
rante toda su vida le echarian en cara su apostasía, diciéndole renegado , renegado ; esto manifiesta que el to-
mor de la pobreza y de los juicios mundanos contenian á los desertores de la verdadera creencia , impidién-
doles abrazar otra vez la fé que habian abjurado . Luis IX nada omitió para allanarles el camino ; colmaba de
liberalidades á cuantos volvian al seno de la Iglesia , y para evitarles el desprecio de los hombres, dió un de-
creto prohibiendo recordarles la vergüenza de su apostasía .
El rey de Francia empleó considerables sumas en poner en estado de defensa muchas ciudades cristianas ;

Cesarea y Tolemaida vieron elevarse y ensancharse sus murallas , y por órden de Luis fueron reedificadas las
arruinadas fortificaciones de Joppe y de Caifas (4 ) ; mas en medio de estos trabajos que la paz favorecia , los guer

reros permanecian ociosos, olvidando muchos la severidad de la disciplina militar y los preceptos de la moral
evangélica ; la precaucion tomada por el señor de Joinville de colocar su lecho de modo que no dejara duda
alguna de que se acostaba solo , prueba que las costumbres de los caballeros de la cruz no estaban al abrigo
de toda sospecha ; en esta ocasion Luis se mostró mucho mas severo contra la licencia de lo que lo fué du-
rante su permanencia en Damieta ; la historia cita muchos ejemplos de su severidad , y era tal la estrava-
gancia de las leyes penales encargadas de proteger la decencia y la moral públicas , que en el dia pareceria
menos escandaloso el mismo esceso del libertinaje que el castigo impuesto entonces á los culpables.
Sin embargo el clero no cesaba de recordar á los cruzados los preceptos de la religion cristiana y sus pre-
dicaciones no dejaban de dar sus frutos ; no hubo una villa ni un lugar en la Palestina que no recordase á
Ios guerreros cristianos las santas tradiciones de la Escritura , la misericordia y la justicia de Dios ; muchos
señores y barones franceses que habian sido modelos de valor , daban el ejemplo de la devocion y de la pie-
dad ; caballeros habia que deponiendo sus armas , vestian el hábito y empuñaban el bordon de peregrino, y
visitaban los lugares consagrados por los milagros y la presencia de Jesucristo ; Luis IX visitó muchas veces
la montaña del Tabor , la aldea de Caná, y marchó peregrinando hasta Nazaret ; el sultan de Damasco que
queria granjearse su amistad , le invitó á ir á Jerusalen , y si bien este viaje habria colmado los deseos del

piadoso monarca , los barones y sobre todo los obispos le representaron que no le convenia entrar en Jerusa-
len como simple peregrino, y que su objeto al marchar á oriente habia sido no solo visitar sino libertar el

( 1 ) Véase Guillermo de Nangis , pág . 350 , la crónica de San Luis, pág. 447. Joinville y la Historia de Francia por Vely, t. II .
pág. 40.
LIBRO DECIMOSESTO . - 1252-1254 . 461

santo sepulcro ; añadian que los príncipes de occidente que en adelante tomasen la cruz , creerian , á ejemplo
suyo, haber cumplido su juramento visitando la ciudad santa , y que de este modo la devocion de las cruzadas
dejaria de tener por fin la libertad del sepulcro del Salvador (1 ) . Rindióse Luis IX á las instancias de los pre-
lados, y con la esperanza de entrar algun dia en Jerusalen con las armas en la mano , consintió en no ver

por entonces el santo sepulcro ; sin embargo esta esperanza iba á desvanecerse en breve , y Dios no debia per-
mitir que la ciudad santa fuese otra vez arrancada del yugo de los infieles .
Los sultanes del Cairo y de Damasco continuaban manteniendo relaciones con el monarca de los francos ;
cada uno de estos dos príncipes musulmanes esperaba tener á los cristianos por aliados , y sobre todo temia
enerlos por enemigos ; cada vez que concebian el temor de ser vencidos , los emires de Egipto renovaban sus
proposiciones , y por fin aceptaron cuantas condiciones se les impusieron ; celebróse un tratado , en virtud del
cual los mamelucos se obligaron á entregar todos los cautivos que quedaban aun en Egipto, los hijos de los
cristianos educados en la fé musulmana y lo que varias veces habia exigido Luis IX, las cabezas de los márti-
res de la cruz espuestas en las murallas del Cairo ; Jerusalen y todas las ciudades de la Palestina , escepto
Gaza , Daroum y otras dos fortalezas , debian ser puestas en poder de los francos ; el tratado establecia además
que durante quince años el reino de Jerusalen no tendria guerra con el Egipto , que ambos estados reunirian
sus fuerzas y que todas las conquistas se dividirian entre los cristianos y los mamelucos ; algunos eclesiásticos
manifestaron dudas y temores acerca de una alianza con los enemigos de Jesucristo, mas el piadoso monarca
despreció las representaciones . Jamás tratado alguno habia ofrecido tantas ventajas á la causa de los cristianos ,
si la buena fé hubiese presidido á la ejecucion , pero la generosa lealtad de Luis IX no le permitia sospechar
el fraude y la perfidia en sus aliados ni aun en sus enemigos .
Los jefes de los mamelucos debian dirigirse á Gaza y de allí á Joppe para confirmar la alianza que aca-
baban de contraer , y para ponerse de acuerdo con Luis IX sobre los medios de continuar la guerra ; al tener
noticia el sultan de Damasco del tratado celebrado, envió un ejército de veinte mil hombres entre Gaza y
Daroum para impedir la reunion de los egipcios con los francos , y ya fuese que los mamelucos se viesen de-
tenidos por sus divisiones intestinas , ya que no se atreviesen á atacar las tropas de Damasco , es lo cierto que
no se hallaron en Joppe en la época convenida , si bien habian cumplido todas las demás condiciones del
tratado , y además de los cautivos y de los fúnebres restos de los guerreros cristianos enviaron un elefante, del

que Luis IX hizo presente al rey de Inglaterra ; sin embargo , sin cesar renovaban su promesa de dirigirse á
Joppe, así es que Luis les esperó por espacio de un año ; engañado en sus esperanzas podia el monarca fran-
cés sin injusticia renunciar á un tratado que no se llevaba á ejecucion , podia además unirse con el sultan de
Damasco , el cual ofrecia iguales ventajas y cuyas promesas debian inspirar mayor confianza (2) . Los emires
de Egipto habian solicitado la alianza de los cruzados en circunstancias en que su situacion parecia desespe-
rada y cuando les era dable creer que el rey de Francia recibiria socorros de occidente , mas viendo al fin que
Luis carecia de ejército y que todas las fuerzas de que podia disponer se reducian á setecientos caballeros, te-
mieron adelantarse demasiado en unas relaciones que les esponian al odio de los musulmanes sin prestarles
un verdadero apoyo contra los enemigos ; por otra parte los emires solo combatian para asegurar la impuni-
dad de su crímen y conservar los frutos de la rebelion , hallándose siempre prontos á deponer las armas si se
les perdonaba lo pasado y se les cedia el Egipto . En aquel entonces el califa de Bagdad trataba de restablecer
la paz entre las potencias musulmanas, así es que escitó al sultan de Damasco y de Alepo á olvidar sus resen-

timientos , y á los emires á manifestar su arrepentimiento y sus deseos de paz ; los diferentes combates que se
habian trabado no habian dado ningun resultado decisivo , en uno de ellos las tropas sirias habian sido des-
hechas por los mamelucos y habian tomado en su fuga el camino de Damasco , mientras que otros cuerpos
de mamelucos habian sido derrotados y perseguidos por los sirios hasta las puertas del Cairo (3) ; una guerra
en que la victoria permanecia siempre incierta , debia cansar la paciencia y el valor de ambos partidos, y
una y otra parte convinieron en admitir por árbitro al padre espiritual de los musulmanes , resultando que
los sultanes de Siria y de Egipto llegaron por fin á celebrar la paz , y resolviendo además unir sus armas con-

(1 ) Mateo Paris ; Mat. Vent. pág. 352.


(2) Joinville .
(3) Aboulfeda ( Biblioteca de las Cruzadas , t. IV).
462 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tra los cristianos . Desde entonces se desvanecieron cuantas esperanzas alimentaban los cruzados ; el rey de
Francia , por haber contemporizado demasiado tiempo y baber despreciado la ocasion propicia , se halló de
repente con temibles enemigos ; para saber hasta qué punto puede la historia condenar la indecision y len
titud de Luis IX seria preciso conocer á fondo la situacion y la politica de las potencias musulmanas , mas el
padre Maimbourg no vacila en censurarle con bastante acritud , declarando con admirable candidez que el

ser santo no da la infalibilidad, particularmente en los asuntos politicos, y sobre todo en los de la guerra.
El tratado celebrado entre los mamelucos y los sirios fué la señal de la guerra ; el sultan de Damasco al
frente de un ejército de veinte mil hombres , llegó hasta el pié de los muros de Tolemaida y amenazó con
arrasar los campos y huertos de donde sacaba la ciudad sus provisiones, si no le pagaba una contribucion de
cincuenta mil bezantes de oro ; los cristianos se hallaban muy lejos de poder resistir á sus enemigos si hubie
sen tenido que rechazar ataques vigorosos y bien dirigidos , mas los sirios , estenuados de fatiga y faltos de
víveres , volvieron á Damasco , mientras los mamelucos volvian á tomar el camino del Cairo , si bien unos y
otros se alejaban con el designio de volver y de aprovechar una ocasion favorable para invadir ó desolar la
Palestina .

Las amenazas de los musulmanes debian mover á Luis IX á redoblar su celo y esfuerzos para poner las
ciuda les cristia nas en estado de defensa , así es que resolvió reedificar las fortificaciones de Sidon demolidas
por los musulmanes de Damasco cuando los cruzados desembarcaron en Egipto ; para ello envió á aquella
ciudad á un gran número de trabajadores , y las obras se hallaban ya bastante adelantadas cuando fueron
interrumpidas por un deplorable accidente ; la escasa guarnicion que tenia la plaza fué sorprendida , y todos
los cristianos asesinados por los turcomanes, pueblo errante y feroz , acostumbrado á vivir del pillaje y del
saqueo . Luis supo este desastre en la ciudad de Tiro, cuando se dirigia á Sidon ; algunos de los que pudieron
escapar de la matanza , le refirieron las inauditas crueldades de aquellos bárbaros ; el furor de los turcoma
nes no habia perdonado sexo ni edad , y en su retirada habia dado la muerte á dos mil prisioneros ; Luis,
vivamente afligido de cuanto oia , formó inmediatamente el proyecto de atacar á los turcomanes en Paneas,
donde se habian retirado ; á la primera señal , todos los guerreros que le acompañaban se revisten de sus ar
mas, y aunque el rey queria ponerse á su cabeza , se opusieron sus barones, diciendo que no debia en espe
dicion semejante esponer su vida tan necesaria á la salvacion de la Tierra Santa . Los guerreros cristianos se
pusieron en marcha . Paneas ó Cesarea de Filipo , cuyo nombre se halla citado varias veces en la historia de
las primeras cruzadas, se hallaba situada en la falda del Líbano , cerca del origen del Jordan ; los senderos
que á ella conducian eran estrechos y escarpados , mas nada detiene á los cruzados franceses , impacientes de
vengar la muerte de sus hermanos inmolados por los turcomanes ; llegan delante de Paneas ; el enemigo huye
en todas direcciones y la ciudad se rinde ; esta victoria hubiera sido completa si los guerreros cristianos hu
biesen observado las leyes de la disciplina y seguido las órdenes de sus jefes ; mientras los cruzados franceses
tomaban posesion de Paneas, los caballeros teutónicos fuéron á atacar un castillo musulman edificado en las
alturas vecinas, y cuyas torres se elevaban entre los picos del Libano ; los turcomanes que se habian reunido
de nuevo en aquel punto , y que empezaban á recobrar su valor , rechazaron á los caballeros persiguiéndoles
á través de las rocas y precipicios ; la precipitada retirada de los caballeros teutónicos introdujo la confusion
entre los demás guerreros cristianos reunidos en un terreno montuoso donde no podian combatir á caballo
ni formarse en batalla ; el señor de Joinville , que mandaba los hombres de armas del rey, estuvo mas de
á punto de perder la vida ó de caer en poder de los turcomanes ; igualmente los guerreros franceses ,
una vez à
á fuerza de valor , repararon la falta de los alemanes , y Oliveros de Thermes y los guerreros que mandaba ,
lograron rechazar á los musulmanes . Los cruzados abandonaron Paneas despues de haberla entregado al pi
llaje, volviendo á tomar el camino de Sidon .
1
Luis IX llegó á esta última ciudad antes que ellos , y al hallarse en sus inmediaciones ¡ cuál fué el dolor
del príncipe viendo en su camino la tierra cubierta de cadáveres desnudos y sangrientos ! eran los tristes
restos de los cristianos muertos por los turcomanes , hallábanse ya en estado de putrefaccion y nadie pensaba
en darles sepultura ; á la vista de semejante espectáculo Luis se detiene , dijo al legado que bendijese un ce
menterio , y luego ordenó enterrar los muertos que cubrian el camino ; en vez de obedecer , todos apartan los
ojos y retroceden aterrorizados ; entonces Luis se apea, y tomando en sus brazos uno de los cadáveres, del cual
se exhalaba un olor infecto , esclamó : Amigos mios , demos un poco de tierra á los mártires de Jesucristo. El
LIBRO DECIMOSESTO . - 1252-1254. 463

ejemplo del rey reanimó el valor y la caridad de las personas de su séquito todos se apresuraron á imitarle ,
y de este modo los cristianos que los bárbaros habian inmolado , recibieron los honores de la sepultura . Este
piadoso homenaje de Luis IX á la memoria de sus compañeros de armas ha sido celebrado por todos los his-
toriadores (1 ) ; es la caridad en su grado mas elevado, mas heroico y mas tierno ; desde que hay reyes , jamás
las potencias de la tierra habian descendido á tan piadosos cuidados .
El rey permaneció algunos meses en Sidon , ocupado en hacer fortificar la ciudad (2) . La reina Blanca le
escribia muy a menudo y le exhortaba á volver á Francia , temiendo no volver á ver á su hijo .
Sus presentimientos se realizaron por desgracia ; hallábase Luis todavia en Sidon cuando llegó un mensa-
jero á Palestina anunciando que la regenta ya no existia ; el legado del papa fué el primero que recibió tan
triste noticia y se dirigió inmediatamente á ver al rey acompañado del arzobispo de Tiro y de Godofredo de
Beaubieu, confesor de Luis , y habiendo anunciado el prelado que tenia que decirle algo importante,
y como su rostro revelase una profunda tristeza , el monarca le hizo pasar á su capilla , que, segun un autor
antiguo, era arsenal contra todos los reveses de este mundo ; el legado empezó por recordar al rey que cuanto
el hombre ama en este suelo es perecedero : « dad gracias a Dios , añadió , por haberos concedido una madre
que con tanto cuidado como habilidad ha velado sobre vuestra familia y sobre vuestro reino ....» El legado
se detuvo un momento y luego continuó exhalando un profundo suspiro : « Esta tierna madre , esta virtuosa
princesa se halla ahora en el cielo . » Al oir estas palabras Luis dió un doloroso grito y derramó un torrente
de lágrimas , mas recobrando luego la calma , se prosternó delante del altar y esclamó elevando las manos al
cielo : « Os doy gracias, Dios mio , por haberme dado una tan buena madre ; era un presente de vuestra mi-
sericordia, que recobrais hoy como un bien que os pertenece ; vos sabeis que la amaba mas que á todas las
criaturas, mas ya que ante todo es preciso que se cumplan vuestros decretos , Señor , bendito sea vuestro
nombre en los siglos de los siglos . » Luis despidió al legado y al arzobispo de Tiro, y quedando solo con
su confesor recitó el oficio de difuntos ; pasáronse dos dias sin que quisiera ver á nadie, al cabo de los cuales
llamó á Joinville y le dijo : « Ah ! senescal , he perdido á mi madre ! - Señor , contestóle Joinville ; ya sabiais
que debia morir un dia ; y me admiro que lleveis por ella tan grande y ofensivo luto , vos que sois repu-
tado por un principe tan santo . » Al separarse Joinville del rey, la señora María de Bonnes Vertus le rogó

que fuése á ver á la reina para consolarla ; el buen senescal halló á Margarita anegada en llanto y no pudo
menos de manifestar su sorpresa , diciéndole « que no debia darse fé á las lágrimas de la mujer, pues el des-
consuelo que mostraba era por la mujer á quien mas aborrecia en este mundo .» Margarita contestó que no
Horaba en efecto por la muerte de Blanca , « sino por el gran desconsuelo en que se hallaba el rey y tambien
por su hija que habia quedado bajo el cuidado de hombres . » Luis IX asistia diariamente á un oficio fúnebre

celebrado á intencion de su madre, al mismo tiempo que envió á occidente una grande cantidad de joyas
y piedras preciosas para ser distribuidas entre las principales iglesias de Francia , y que exhortaba al clero á
hacer rogativas para él y para el eterno reposo de la reina Blanca (3) . A medida que Luis rogaba y hacia
rogar á Dios por su madre, cedia su dolor á la esperanza de volverla á ver en el cielo, y su alma resignada
hallaba los mas dulces consuelos en el misterioso lazo que nos une con aquellos cuya pérdida lloramos, en
aquel sentimiento religioso que se mezcla en nuestras afecciones para purificarlas, en nuestros pesares para
suavizarlos.
La muerte de la reina Blanca parecia imponer á Luis IX la obligacion de volver á sus estados, pues las
noticias que recibia de occidente anunciaban que su presencia era cada dia mas necesaria ; en efecto la guer-
ra para la sucesion de Flandes se habia encendido de nuevo ; la tregua con la Inglaterra acababa de espirar
y los pueblos murmuraban ( 4 ) ; además Luis IX nada podia ya emprender en la Palestina , así es que desde
aquel momento la vuelta á su reino ocupó todos sus pensamientos ; sin embargo desconfiando en esta ocasion
de sus propias luces, quiso, antes de tomar una resolucion definitiva consultar la voluntad de Dios ; y para ello
hiciéronse procesiones y rogativas en las ciudades cristianas de la Palestina , para que el cielo se dignase

(1) Refiérenlo particularmente los escritores que se han ocupado de las acciones privadas y de los milagros de San Luis , y el
confesor de la reina Margarita.
(2) Martin Sanuta , Secreta , lib. III. pág 64 , XII pág. 220.
(3) Joinville.
(4) Pruebas de la historia del Languedoc , t . III, pág 307 y 506.
464 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

iluminar á los que habia confiado la direccion de una guerra emprendida en su nombre. El clero y los baro
nes del reino de Jerusalen , persuadidos de que la presencia de Luis no les era ya necesaria y que su regreso
á occidente podia despertar el entusiasmo de los guerreros franceses para una nueva cruzada , le aconseja
ron que se embarcase para Europa , manifestándole su vivo reconocimiento por todos los servicios que habia

prestado durante cinco años á la causa de Jesucristo ; entonces Luis lo preparó todo para la marcha y dejó
en la Tierra Santa cien caballeros al mando de Godofredo de Largines , el cual combatió durante treinta años
á los musulmanes y fué despues virey del reino de Jesusalen ; Luis salió de Sidon en la primavera del año
1254 á Tolemaida , acompañado de la reina y de tres hijos que habia tenido en oriente ; una escuadra de ca
torce buques estaba dispuesta para recibirle junto con los guerreros de la cruzada que restaban , y llegado es
dia de la partida , el 25 de abril , el rey , seguido del legado, del patriarca de Jerusalen y de todos los señores
y caballeros de la Palestina , tomó á pié el camino del puerto , en medio de una inmensa multitud que por to
das partes se agolpaba á su paso ; recordábanse entonces las virtudes de que habia dado ejemplo y sobre todo
su bondad para con los habitantes de la Palestina , á quienes habia tratado como á sus propios súbditos ;
unos espresaban su gratitud con vivas aclamaciones , otros con su triste silencio , todo el pueblo, afligido por
su partida , le proclamaba el padre de los cristianos y pedia al cielo que derramara sus bendiciones sobre la
familia del virtuoso monarca y sobre el reino de Francia ; tambien Luis manifestaba en su semblante que di
vidia los pesares de los cristianos de la Tierra Santa ; dirigíales palabras consoladoras , les daba útiles conse
jos, se echaba en cara el no haber hecho bastante por su causa y decíales abrigar el ardiente deseo de que
Dios le juzgase digno de acabar la obra de su libertad .

Finalmente la escuadra se hizo á la vela ; Luis IX habia obtenido del legado el permiso de llevar en su
bnque el Santísimo Sacramento para asistir á los enfermos y moribundos ; así es que al ver elevarse alta
res en la escuadra ; al ver á sacerdotes , revestidos con sus hábitos , celebrar el oficio divino é invocar á cada
hora del dia la proteccion del cielo , era fácil reconocer los piadosos restos de una cruzada y los últimos tro
feos de la guerra de Jesucristo . Al acercarse la escuadra á la isla de Chipre, el buque que montaba el rey
chocó violentamente contra un banco de arena ; toda la tripulacion quedó sobrecogida de espanto ; la reina
y sus hijos prorumpian en gritos lastimosos , pero Luis se prosternó al pié del altar é invocó al Señor de los
mares ; al reconocerse el buque vióse que habia sufrido bastantes averías , por lo que los pilotos instaron al
rey para que lo abandonase , mas viendo que ellos no juzgaban prudente salir de él , resolvió quedarse . « To
dos los que se hallan aquí dentro , les dijo , aman su cuerpo como yo el mio , si yo salgo , saldrán tambien y
tardarán mucho tiempo en volver á su pais ; así es que prefiero ponerme yo, la reina y mis hijos en la mano
de Dios , que causar tal perjuicio á la gente que viere conmigo . » Estas palabras , inspiradas por una caridad
heroica , reanimaron el valor de los marineros y de los peregrinos y emprendióse de nuevo la marcha ; al ale
jarse de Sicilia la escuadra evitó el acercarse á las costas de Túnez como si un secreto presentimiento hubiese
advertido á los cruzados franceses de las desgraciasque les esperaban en aquella plaza en otra espedicion mas
desastrosa . Pocos dias despues una desecha tempestad puso á la escuadra en grave peligro, en cuya ocasion la
reina Margarita hizo voto de ofrecer una nave de plata á san Nicolás de Lorena y rogó á Joinville que fuese su
caucion cerca del patron de los náufragos ; mientras todos se desconsolaban Luis hallaba su tranquilidad en
una filosofía enteramente religiosa , y pasado el peligro decia á sus compañeros : «Ved como nos muestra Dios
su poder, cuando uno solo de los cuatro vientos del mar basta por poco para hacer perecer al rey de Francia ,

á la reina , á sus hijos y á tantos otros personajes . » La navegacion duró mas de dos meses , durante los cuales
sucedieron á los peregrinos diferentes aventuras y maravillosos incidentes, cuya relacion nos ha conservado
la historia , y que no serian indignos de figurar en una Odisea cristiana .
La escuadra llegó por fin á las islas de Hieres ; Luis IX atravesó la Provenza , y pasando por la Auvernia,
llegó á Vincennes el dia 5 de setiembre de 1254 ; multitud de gentes cubrian el camino que debia seguir, pero
cuanto mas se olvidaban sus reveses , mas recordaba Luis la suerte de sus compañeros, formando un doloroso
á
contraste con la pública alegría la tristeza que se veia pintada en su rostro ; su primer cuidado fué dirigirse
San Dionisio para postrarse á los piés de los apóstoles de la Francia , y el dia siguiente verificó su entrada en
la capital , precedido del clero , de la nobleza y del pueblo ; la vista de la cruz que continuaba llevando en la
espalda , recordaba la causa de su larga ausencia , y hacia temer que no hubiese abandonado todavía su em
presa de la cruzada ; la mayor parte de los barones y caballeros que habian marchado con Luis IX habian
LIBRO DECIMOSESTO . -1252-1254 .
465
hallado su sepulcro en Siria o en Egipto, y los que habian sobrevivido á tantos desastres , volvieron á sus cas-
tillos , que ballaron desiertos y medio arruinados ; el buen senescal , despues de visitar sus hogares , se dirigió
con los piés descalzos á la iglesia de San Nicolás de Lorena para cumplir el voto de la reina Margarita ; de-
dicándose esclusivamente á reparar los males que su ausencia habia causado á sus vasallos , jurando no volver
á dejar su castillo de Joinville para marchar al Asia.
Así terminó esta guerra santa, cuyo principio habia llenado de alegría á todos los pueblos cristianos, y que
sumió despues al occidente en tan grande consternacion . En lus acontecimientos que acabo de describir me
ha servido de guia el senescal de Champagne, y no debo terminar mi relacion sin pagarle un justo tributo
de reconocimiento ; la sencillez de su narracion , la claridad de su estilo , la franqueza de su carácter, han sido
para mí una gran distraccion en medio de un trabajo siempre árido y algunas veces repugnante ; me com-
plazco en admirarlo intrépido en el campo de batalla , conservando su buen humor en medio de las calami-
dades de la guerra ; lleno de resignacion en su cautiverio y recordando en todas sus acciones el verdadero es-
píritu de la caballería ; como su compatriota Villehardouin , con frecuencia hace llorar á sus héroes , y mu-
chas veces llora él mismo , arrostra los peligros cuando se presentan, mas da gracias a Dios con todo su corazon
cuando ya nada tiene que temer.
Cuando leo sus memorias me traslado al siglo décimotercero ; paréceme oir á un caballero que vuelve de
la cruzada refiriéndome cuanto ha hecho y cuanto ha visto ; es cierto que no tiene método ni regla , que deja
y vuelve á tomar, que alarga ó acorta su narracion , segun que su imaginacion ha sido herida mas o menos
vivamente por lo que refiere ; mas al leer los escritos de Joinville cesa la admiracion que podria causar el que
San Luis hallase tan agradable su conversacion , todos sus lectores sienten por él la amistad y confianza
le acordaba el virtuoso monarca , y la historia adopta sin pena cuanto afirma por su honor, persuadidaque
de
que quien decia la verdad en la corte de los reyes no puede engañar á la posteridad .
La cruzada de San Luis fué como la que la habia inmediatamente precedido ; el entusiasmo por estas le-
janas espediciones perdia diariamente en vivacidad y energía ; la cruzada , al despojarse de su antiguo carác-
ter, parecia una guerra ordinaria , en la cual el espíritu de la caballería era un móvil mas poderoso la
religion ; solo para Luis IX fué un asunto religioso . que

El modo como se predicó esta cruzada en Europa , las turbulencias en medio de las cuales se dejaba oir la
voz de los predicadores y sobre todo los medios empleados para imponer tributos en todo el occidente eran he-
chos muy propios para desviar los ánimos del objeto que debia proponerse una espedicion santa .
Sin embargo , Luis IX tomó precauciones que habían sido despreciadas en las guerras anteriores ; empleá-
ronse tres años en preparativos para esta grande empresa ; llegados los caballeros á la isla de Chipre, admi-
ráronse al ver toneles de vino colocados unos sobre otros , á tanta altura que parecian casas, y montones de

trigo y de cebada tan considerables que se los podia tomar por montañas ; con todo , Luis IX carecia de un
poderoso elemento para asegurar el éxito de una guerra hecha á la otra parte de los mares , y era una escua-
dra de su propiedad, y de la cual pudiese disponer como mejor le pareciese ; sabidos son los prodigios hechos
en la espedicion de Constantinopla por la reunion activa y constante del valor de los barones franceses y de
las fuerzas marítimas de Venecia . En esta ocasion no tuvieron los cruzados iguales ventajas ; una escuadra

genovesa condujo hasta Chipre al ejército de San Luis ; otra escuadra , que con gran trabajo pudo el rey pro-
curarse , lo embarcó en el punto de Limisso dejándolo en la costa de Damieta ; mientras la fortuna se mostró
favorable á las armas de los guerreros cristianos , viéronse acudir gran número de buques salidos de los puer-

tos de Italia impulsados por especulaciones mercantiles ó por otros intereses que los de la cruzada ; pero al
aparecer el primer momento de peligro desaparecieron casi todos , y el ejército quedó sin socorros, las comu-
nicaciones con Damieta se hallaron de repente interrumpidas y la navegacion del Nilo abandonada á la es-
cuadra musulmana , que solo obedecia al sultan de Egipto . Esta observacion , que pudiera desenvolverse
mucho mas, puede servir para esplicar no solo los reveses de esta cruzada , sino tambien el fatal resultado de
otras guerras de Ultramar.
Los caballeros franceses manifestaron en todas partes su acostumbrado valor ; pero en toda la cruzada no se
vió desplegar el genio de los grandes capitanes, y el mismo Luis IX no fué para sus guerreros sino el modelo
del arrojo . Dícese que la desobediencia á las órdenes del rey fué causa de todas las calamidades de esta guer-
ra ; hemos visto tambien hasta qué punto llegaba la presuntuosa licencia de los señores franceses , cuando

59
466 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

despues de la toma de Damieta Guillermo Larga Espada fué á quejarse de las violencias del conde de Artois
y el monarca, deplorando su impotencia , conjuró humildemente al caballero inglés que ofreciese à Dios los
ultrajes que habia recibido; es decreer igualmente que estallaron muchos desórdenes entre los restos del ejér
cito cristiano durante su permanencia en la Tierra Santa ; así lo prueba á lo menos el estraño suceso que se lee
á continuacion , y que refiere Mateo Paris . Un caballero , cuyo nombre ha permanecido desconocido , hizo una
escursion en territorio musulman , despues de la cual fué citado delante del rey y condenado á entregar parte
de las riquezas quitadas al enemigo ; negóse el guerrero á someterse á esta decision , diciendo que lo que ha
bia adquirido con peligro de su vida le pertenecia ; esto suscitó vivos debates entre el caballero que persistia
en retener su botin y los consejeros de Luis IX , á quienes acusaba de carecer de valor y de fé ; estos le echa
ron en cara el haber mentido y el ser un mal caballero , el mayor insulto que podia hacerse á un hombre de
armas , el hijo del caballero que se hallaba presente no pudo contener su indignacion y hundió su espada en
el seno del que habia ultrajado á su padre ; al ver esto el anciano guerrero se hincó de hinojos ante San Luis
implorando la clemencia real para su hijo y para sí mismo , y cuando, prometiendo someterse á todo , habia
obtenido ser conducido ante un tribunal , su hijo es arrastrado fuera de la presencia del rey y suspendido en
una horca sin ser juzgado ; á la vista del cadáver de su hijo, el desgraciado anciano se entregó á la desespe
racion , esclamando que no podia permanecer por mas tiempo entre unos hombres que no reconocian la jus
ticia de Francia ; y tomando sus armas y montando á caballo fué á pedir un asilo á los musulmanes .

Este espíritu de insubordinacion y de licencia provenia de las costumbres feudales ; en contraposicion á


ella debemos hacer mencion del buen humor francés que jamás abandonó á los cruzados en los peligros, que
se mezclaba en las mas tristes imágenes y que á veces nada respetaba ; añadiremos otro ejemplo á los muchos
ya citados ; la víspera del combate de Mansourah murió uno de los caballeros del senescal de Champaña , lla
mado Landricourt ; mientras se le tributaban las honras fúnebres , seis de sus compañeros de armas hablaban
tan alto que su conversacion interrumpió al sacerdote que cantaba la misa ; reprendióles severamente Join
ville , pero echándose ellos á reir contestaron que estaban tratando de proporcionar otro marido á la viuda
del señor de Landricourt que estaba presente ; el buen Joinville quedó escandalizado al oir semejantes
palabras y les mandó guardar silencio ; mas al hablar de la indiscreta lijereza de sus caballeros , el sencillo
senescal incurrió en el mismo defecto : Dios , nos dice, les castigó el dia de la batalla, pues de los seis no escapó
ni uno ; todos fueron muertos pero no enterrados, y por fin , parece que sus seis mujeres han creido conveniente
sustituirles con otro marido.
Las costumbres de los caballeros hacian gran contraste con las de los musulmanes , siempre graves y for

males , aun en medio de las fiestas en que celebraban la libertad de su pais y las derrotas de los cristianos .
A la primera aparicion de los cruzados nos dice la historia que todo el pueblo egipcio quedó herido de es
tupor , mas los musulmanes , tranquilizados por sus jefes , tuvieron en breve tanta confianza como habia sido
su terror ; y como el peligro es lo que olvidan los hombres mas fácilmente , no podian concebir un año des
pues de la toma de Damieta qué especie de delirio habia conducido á un rey de los francos á orillas del Nilo.
Del historiador Gemal-Eddin copiamos el siguiente hecho que pinta á la vez la opinion y carácter de los mu
sulmanes ; el emir Hossam-Eddin en una conferencia que tuvo con el monarca cautivo le dijo : « ¿Comoha

pensado el rey, cuya prudencia y buenas calidades reconozco , en confiarse á una frágil nave , en arrostrar
los peligros del mar , en penetrar en un pais lleno de guerreros impacientes por combatir por la fé musulma
na ? ¿Como ha podido creer que se apoderaria del Egipto y que podria desafiar impunemente él y los suyos
los peligros que le esperaban en este suelo ? » El rey de Francia se echó á reir y nada contestó ; el emir con
tinuó : « Algunos doctores de nuestra ley han decidido que el que se embarque en este mar dos veces con
secutivas , esponiendo su fortuna y su vida no puede deponer en justicia , puesto que tan grande imprudencia
prueba suficientemente la debilidad de su razon y la alteracion de su juicio . » Luis IX rióse de nuevo y dijo al
emir: « Quien tal ha dicho no se ha engañado ; es decision esta hija de la sabiduría . »
Hemos reproducido las palabras del historiador árabe sin darles mas confianza de la que merecen ; algu
nos autores cristianos se han mostrado igualmente severos para con San Luis á quien no perdonan su espe
dicion á la otra parte de los mares ; nosotros sin tratar de justificar esta cruzada , nos contentaremos con decir
que Luis IX no se proponia solamente por objeto defender los estados cristianos de Siria y combatir á los
enemigos de la fé , sino además fundar una colonia que hubiese reupido el oriente al occidente por medio del
LIBRO DECIMOSESTO . -1252-1254 . 467

mutuo cambio de luces y de producciones ; en el libro décimocuarto de esta historia hemos puesto de
manifiesto una carta del sultan del Cairo de la cual se desprende que el rey de Francia tenia otros designios
que los de un conquistador ; el historiador Mezerai dice categóricamente que el proyecto del rey de Francia
era establecer una colonia en Egipto , proyecto cuya ejecucion se ha intentado en los tiempos modernos .
«Para ello , añade Mezerai , llevaba consigo un gran número de labradores y de artesanos , capaces sin embar-
go de empuñar las armas y combatir en caso necesario (1 ) . » En apoyo de esta opinion , podríamos añadir á
la autoridad de Mezerai la de Leibnitz , el cual en una memoria dirigida á Luis XIV no vaciló en afirmar que
los motivos que habian determinado á San Luis á emprender la conquista de Egipto, fueron inspirados por

una profunda prudencia y merecian llamar la atencion de los mas hábiles hombres de estado y de los
mas ilustrados publicistas.
Sin embargo es lícito creer que Luis IX no veia en toda su estension las ventajas que podia recoger de su
espedicion, ventajas apreciadas en nuestro siglo ; toda la política de aquellos antiguos tiempos consistia en las
ideas religiosas que se mezclaban en los asuntos humanos y que frecuentemente los dirigian hacia un fin
que el hombre no acertaba distinguir ; lo que en el dia se hace en interés del comercio y de la civilizacion , se
hacía entonces en interés del cristianismo y los resultados eran casi siempre los mismos ; en aquella época
de ignorancia y de barbarie , la religion era como una razon misteriosa , como un sublime instinto dado á los
hombres para ausiliarles en la investigacion de cuanto debia serles bueno y útil . No se olvide que la religion
cristiana dirigió constantemente la conducta de Luis IX, y que á las inspiraciones religiosas de su monarca
debió la Francia aquellos tratados en que presidian la franqueza y la buena fé , aquellas instituciones que
consagraban los principios de justicia y todos aquellos monumentos de una sabia politica á las cuales la mo-
derna filosofía no ha podido negar su tributo de admiracion .
La espedicion de Luis IX tuvo para el Egipto dos resultados inesperados . Des años despues del rescate de
San Luis , cuando este príncipe se hallaba aun en Palestina , los mamelucos temieron una segunda invasion
de los francos , y para que estos no pudiesen apoderarse de Damieta ni fortificarse en ella , destruyeron
completamente la plaza ; algunos años despues no habiéndose disipado todavía sus temores y sembrando la
segunda cruzada de San Luis nueva alarma en oriente, arrojaron grandes masas de piedra en la embocadu-
ra del Nilo , á fin de impedir á las escuadras cristianas que remontasen el rio ; desde aquella época se ha
edificado una nueva Damieta à tres millas del sitio que ocupó la antigua (2) ; la entrada del Nilo ha quedado
cerrada para los buques de gran porte, y la embocadura del rio, como está en el dia , presenta siempre gran-
des peligros á los navegantes .
El segundo resultado que para el Egipto produjo esta cruzada fué una revolucion en el gobierno ; desde
entonces vióse aquella rica comarca abandonada à esclavos salidos de las regiones mas bárbaras del Asia .
Como ha podido verse en esta historia , la dinastía de Saladino se habia establecido en medio de las victorias
conseguidas contra los francos ; una guerra la habia elevado y otra guerra precipitó su caida ; la dinastía de
los mamelucos Baharitas que sucedió inmediatamente á la de los Ayubitas no debia tener mas duracion, y
algunos esclavos comprados en Circasia se apoderaron á su vez del poder que les habia armado para su de-
fensa. Dos siglos depues , en tiempo de Selim , el imperio otomano triunfó de la segunda dinastía de los ma-
melucos ; su república militar , vencida , pero no sometida , desafió por largo tiempo en medio de los crímenes
de la tiranía y de los escesos de la licencia , el poder de los turcos , y subsistió hasta á fines del siglo diez y ocho,
época en que la presencia de un ejército francés acabó de aniquilarlos ; de modo que de las dos espediciones
francesas á Egipto , la una coincidió con la rebelion y elevacion al poder de los mamelucos y la otra con su
destruccion .

A pesar de todo las ciencias y las letras reportaron de la espedicion de San Luis algunas ventajas que la
historia no puede menos de reconocer ; el monarca francés habia oido decir en Siria que un poderoso emir
hacia reunir un gran número de libros con los cuales formaba una biblioteca abierta á todos los sabios , y
queriendo seguir tan noble ejemplo dió á su vez la órden de copiar todos los manuscritos que se hallaban
en los monasterios ; este tesoro literario confiado á Vicente de Beauvais fué trasladado á una sala in mediata

(1) Aboul-Mahatten confirma lo dicho por Mezerai.


(2) Correspondencia de Oriente, t. IV.
ང་

468 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

á la santa capilla , siendo el primer modelo de estos establecimientos bibliográficos , de estos preciosos de
pósitos de las letras y de las ciencias que son en el dia el orgullo de la capital (1 ) .
Se ha acreditado la voz de que el hospicio de los Trescientos fué establecido por San Luis para dar asilo á
otros tantos nobles que habian regresado ciegos de la guerra santa , mas la ordenanza por la cual fundó
Luis IX aquel establecimiento nada dice que pueda corroborar la opinion emitida primeramente por algunos
escritores y convertida actualmente en una tradicion popular ; Joinville habla de la institucion de los Tres
cientos , pero guarda silencio sobre las causas que movieron al santo monarca á su fundacion , y por otra par
te debemos añadir que la creacion de los Trescientos es posterior de muchos años á la vuelta de la cruzada ;
Mezerai refiere en su historia que á mediados del siglo duodécimo se habia establecido en Ruan un hospicio
para los ciegos , y que quizás este antiguo monumento de la caridad inspiró á Luis IX la idea de fundar en su
"
capital una institucion semejante .
Antes de esta cruzada la Tartaria era conocida únicamente por las formidables emigraciones de los mogo
les ; aquella vasta region fué en cierto modo revelada al occidente por algunos misioneros enviados allí por el
rey de Francia ; Guillermo de Longjumeau , salido de la isla de Chipre recogió en su viaje muchas tradiciones
fabulosas si bien adquirió en él noticias muy curiosas y observaciones exactas ; elmonje Rubruquis , que par
tió durante la permanencia del rey en Palestina y volvió despues de la marcha de los cruzados , fracasó en su
mision cerca del poderoso emperador de los mogoles , pero como viajero observó con habilidad el pais , las
costumbres y las leyes de los tártaros , y su relacion es todavía un precioso monumento que no han podido
hacer caer en el olvido los recientes viajes.
Los cronistas de aquel tiempo , incluso Joinville , atentos únicamente á los acontecimientos de la guerra y
que cuidaban muy poco de los progresos de la civilizacion, casi nada han hablado sobre las luces que pudo
adquirir San Luis sobre la legislacion del oriente ; ¡ cuán grande seria el interés que para nosotros encerra
rian las antiguas crónicas si refiriesen las conversaciones del monarca legislador con los cristianos orientales
versados en el estudio de las leyes y costumbres que regian en las colonias de los francos ! Durante la per
manencia del rey en Siria el canciller del reino de Chipre recopiló todas las leyes que formaban los Assises de
Jerusalen , ¿ y no podrá decirse que tan precioso trabajo fué debido á los consejos y sobre todo á las escitaciones
de Luis IX ? Lo que sí es cierto , es que el piadoso monarca nada omitió para conocer los usos y costumbres
de las comarcas que visitaba , y que el tribunal de Jerusalen le sirvió de modelo para los Establecimientos;
aquel monumento de legislacion que fué despues la mayor gloria de su reinado .
Otra de las ventajas de esta cruzada , y sin duda la mayor de todas fué que Luis IX regresó mas bueno aun
de lo que habia partido , y que la adversidad desenvolvió y perfeccionó en él todas las cualidades de que sus
súbditos podian esperar su futura prosperidad ; un historiador protestante dice sobre esto las siguientes nota
bles palabras : « El fruto de su viaje y de su afliccion fué volver mas hombre de bien , habiendo aumen
tado en celo , modestia , sabiduría y diligencia , ser mas amado y honrado de los suyos de lo que lo era antes
de su marcha , y admirado de toda la tierra como un milagro entre los reyes por su buena vida y constancia
en medio de los mas grandes reveses (2) . »
Lejos de querer que se olvidasen sus desgracias, Luis las recordaba sin cesar , como un gran ejemplo que
Dios habia querido dar al mundo ; atribuialas á sus faltas , y las austeridades á que se condenó durante el
resto de su vida , eran , dice el padre Daniel, como una especie de luto que llevó siempre por tantos valien
tes como habian muerto en la cruzada ; á su regreso , mandó reformar la moneda , y leemos en una crónica
que por órden suya se acuñaron parisienses de plata y sueldos torneses en los cuales se representaron cade
nas y esposas, á fin de conservar la memoria de su cautiverio (3) ; estos recuerdos le hacian mas querido á
sus súbditos y al mismo tiempo mas grande á los ojos de la cristiandad ; ¡ dichosos los príncipes para quienes
no son perdidas las lecciones de la adversidad ! ¡ felices tambien los siglos en que las desgracias de los gran
des de la tierra tienen algo de respetable y sagrado !
Los infortunios de la época habian arruinado , como ya se ha dicho , á gran número de familias ilustres

(1) Véase una memoria del abate Lebeufen en la gran Coleccion de la Academia de las Inscripciones.
2) Verdadera Inv . de la Hist . de Francia, por Juan de Serres, pág. 152,
3 ) Véase á Leblanc, Tratado de monedas, pag 193.
LIBRO DECIMOSESTO . - 1252-1254 . 469

del reino ; sabido es que muchos señores habian vendido sus tierras para prepararse para la cruzada , y la
historia nos ha conservado escrituras hechas en el campo de Mansourah por las cuales algunos nobles ven-
dian sus dominios á la corona ; Luis no quiso que sus compañeros de armas quedasen condenados á la pobre-
za por haberle seguido á oriente y dividido con él los peligros y trabajos de la guerra santa , así es que mán-
dó formar un padron de la nobleza indigente y socorrióla con sus propios fondos ; acogia con afectuosa bondad
á las viudas é hijos de aquellos bravos caballeros que habia visto morir á su lado ; su solicitud se estendia á
los pobres labradores que podian haber sufrido por la guerra , por su ausencia ó por el silencio de las leyes .
« Los siervos , decia , pertenecen á Jesucristo lo mismo que nosotros, y en un reino cristiano no debemos echar
en olvido que son hermanos nuestros . >>
Desde la guerra hecha á los musulmanes , San Luis no podia sufrir que se derramase en los combates san-
gre cristiana ; los decretos prohibieron las guerras entre particulares en todos los dominios de la corona , y la
autoridad de su ejemplo contribuyó á mantener el órden y la paz en todas las provincias .
Antes de su marcha , Luis habia enviado comisarios para reparar las iniquidades cometidas en la admi-
nistracion de su reino (1 ) ; á su regreso quiso verlo todo por sí mismo y recorrió las provincias, persuadido
de que el primer deber de los reyes es buscar la verdad . Era un tierno espectáculo la vista de un príncipe
inquietándose por las injusticias hechas en su nombre , lo mismo que los demás hombres se alteran por las in-
justicias de que son víctimas ! El cielo , que impone especialmente á los monarcas la obligacion de ser justos ,
bendijo el recuerdo de un príncipe á quien animaba sin cesar un religioso amor á la justicia y los quince años
que siguieron á la cruzada de Luis IX, la mas desastrosa de las guerras santas, fueron una época de gloria y de

prosperidad para la Francia .


En las cruzadas anteriores, una gran parte de los tesoros de Europa iba á perderse en Asia , sin que nos
quedase un documento que permitiese al historiador hablar de este hecho con alguna precision ; mas felices
en la espedicion de San Luis , tenemos á la vista una cuenta manuscrita que puede suplir el silencio de las cró
nicas contemporáneas y que creemos muy propia para satisfacer la curiosidad de los lectores modernos ; esta
cuenta ó memoria, formada sin duda por órden de Luis IX, está dividida en tres partes ; la primera contiene
los gastos del hospedaje del rey y de la reina hallándose en ultramar , de la guerra y de la navegacion desde
las octavas de la Ascension del año 1250 hasta las octavas de la Ascension de 1251 , en todo 584 dias ó sea un
año y diez y nueve dias ( 280.361 libras 15 sueldos 9 dineros ) . La segunda parte es el cuadro circunstanciado
de los gastos hechos desde las octavas de la Ascension de 1251 hasta las octavas de la Ascension de 1252 ,
por 551 dias en la Tierra Santa ( 265 , 785 libras 16 sueldos 14 dineros ) . En la última parte el autor de la
memoria inserta con los mismos detalles cuanto se gastó por el rey desde el año 1252 hasta el de 1253
( 331.226 libras 6 sueldos 3 dineros ) . El total de los gastos mencionados en la memoria manuscrita se eleva
en tres años y veinte y cinco dias , á un millon veinte y cuatro mil libras diez y siete sueldos tres dineros .
Aunque esta memoria no sea muy voluminosa nada se ha olvidado en ella de cuanto es esencial para la his-
toria ; el autor de tan instructivo documento nos dice cuál era el sueldo de los caballeros , el coste del rescate
de los cautivos, á qué suma ascendian las limosnas de San Luis , y ni siquiera pasa por alto las sábanas Y de-

más ropa que se daban al rey ni los vestidos comprados por la reina Margarita ; es de observar que dicha
cuenta solo enumera los gastos de los tres últimos años de la cruzada y que no están comprendidos en ella
los del primer año , que á causa de los preparativos y del viaje por mar , debian igualar á los de toda la guer-
ra ; es preciso añadir tambien que los hermanos del rey y la mayor parte de los señores y barones hacian la
guerra á sus espensas , y si suponemos que todos los jefes reunidos gastaron la mitad de lo que hizo Luis IX,
podremos afirmar que esta desgraciada espedicion costó á la Francia cerca de cinco millones de libras torne-
sas , que equivalen á sesenta ú ochenta millones de nuestra moneda actual . Esta suma , si bien considerable
en aquella época , parecerá módica á la presente generacion , mas desde que la guerra se ha perfeccionado se
ha hecho mas costosa y tenemos motivos para creer que la espedicion de los franceses á Egipto á fines del siglo
pasado ha costado mucho mas al tesoro público que la espedicion de San Luis (2) .
No acabaremos la relacion de esta cruzada sin hablar del emperador Federico II y de Inocencio IV cuyas

(4 Invent. del Tesoro de Decretos, pág. 56.


2. Véase el manuscrito de los documentos justificativos (Bibl. de las Cruzadas) .
470 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

querellas tuvieron tan grande influencia en los acontecimientos que hemos referido ; hemos visto á Federico
ser sucesivamente el pupilo , el protector y el enemigo de los papas ; le hemos visto escomulgado primeramen-
te por no haber marchado á la cruzada , escomulgado despues por haber tomado parte en ella ; ya desafiando
los rayos de Roma , ya implorando la piedad de los pontífices , manifestó en su carácter y en su vida las va-

riaciones y vicisitudes que acompañan de ordinario á las grandezas humanas, ó mejor al poder temporal cu-
yos derechos defendia ; jamás príncipe alguno fué juzgado en vida con tanta severidad , y cuando murió , la
opinion pública , intérprete de los sentimientos populares , se recreó en propalar que la justicia divina se
habia servido de la mano de uno de sus hijos para arrancarle el cetro y la vida ; sin embargo la severidad de
Ja historia no ha podido negarle ni el mérito del saber, ni la habilidad en la guerra , ni tampoco el arte de
gobernar á los pueblos ; hizo brillar en el trono grandes calidades , mas estas fueron estériles para su poder
y gloria , por no haberse apoyado bastante en las opiniones dominantes y no haberse hallado en armonía
con el espíritu de sus contemporáneos ; en una palabra , Federico no tuvo los defectos ni las virtudes de su si-
glo , y su siglo á quien queria dominar , se levantó casi en masa contra él .
Los acontecimientos á los cuales va unido el nombre de Inocencio IV, no nos dejan nada que decir sobre
su carácter y su genio ; hemos visto que en los consejos de Roma se habia resuelto hacia ya mucho tiempo
derribar la casa de Suabia , á la cual , no sin motivo , se suponia el proyecto de invadir la Italia y de estable-
cer la sede de su imperio en la ciudad de San Pedro ; esta política abrazada con ardor por Inocencio , adqui-
rió en su alma toda la violencia de un odio personal , y la pasion que le animaba no le permitia siempre se-
guir las vias de la prudencia . Al perseguir con su cólera á un poderoso monarca , arrojóse en medio de todos
los compromisos y embarazos de los poderes mundanos , y entre los furores y azares de la guerra . Compro-
metió la dignidad de los jefes de la Iglesia ; despues de haber depuesto á Federico en el concilio de Lyon , la
santa sede no pudo terminar su obra y hacer reconocer á un emperador de su eleccion ; el landgrave deThu-
ringia , Guillermo de Holanda , Ricardo de Cornouailles y el rey de Castilla fueron sucesivamente revestidos
de la púrpura imperial , sin tener la menor autoridad en Alemania ; ofrecióse la corona de Federico al duque
de Brabante, al rey de Noruega y á otros príncipes que la rehusaron , de modo que la lucha que sostuvo Ino-
cencio para estinguir una raza de reyes y sobre todo para crear otra nueva no hizo mas que poner de mani-
fiesto la debilidad é impotencia de Roma en los asuntos de la tierra ; esta lucha terrible fué solo origen de des-
gracias para cuantos tomaron parte en ella , y cuando se examinan con imparcialidad los últimos resultados
de una guerra fatal al imperio , y mas fatal quizás al sacerdocio , acude á la mente la idea de comparar al te-
naz pontifice á aquel robusto campeon de Israel , que para vengarse de sus enemigos derribó las columnes
del templo sepultándose con ellos bajo sus ruinas .
Lo que debia advertir á los papas de la instabilidad de las grandezas temporales era el humor inconstante,
el espíritu sedicioso del pueblo que gobernaban . ¡ Estraño contraste en el destino de Inocencio IV ! acabamos
de verle pisoteando los tronos y coronas de los reyes , y en breve le veremos humillar su orgullo ante losca-
prichos de la multitud , ó para hablar el lenguaje de nuestro siglo, ante la soberanía popular ; salido de Lyon,
atravesó la Italia en triunfo y entróde nuevo y con temor en su capital , cuyo pueblo indócil le echaba en cara
su ausencia ; despues de permanecer algunos meses dentro de los muros de Roma y calmado los murmullos
de su rebaño , prosiguió otra vez sus proyectos contra los restos de la familia imperial , sorprendiéndole la
muerte en el reino de Nápoles , del cual tomaba posesion en nombre de la Iglesia , y lo disputaba con las ar-
mas en la mano á los herederos de Federico . Aunque el pontifice que le sucedió no tuviese su genio, ni st
ambicion , ni su odio , no dejó de seguir el camino que se le habia trazado ; quiso realizar todas las amena-
zas de la santa sede y los rayos de Roma no reposaron mas en manos de Alejandro JV que en las de sus prede-
cesores .
A esta política apasionada de los papas se debió al menos que quedase libre la Italia del yugo de los empe..
radores de Alemania y que aquella hermosa comarca estuviese sesenta años sin ver los ejércitos del imperi
germánico ; mas ¡ cuántas violencias y calamidades turbaron esta independencia de la cual la Italia no se apro-
vechó y que debía perder en otro siglo ! Demasiado débiles los papas para sostener la obra de su política, s
vieron obligados con frecuencia á llamar en su ausilio á príncipes estranjeros , que llevaron consigo nuevo
gérmenes de discordia ; cada invasion provocada por los jefes de la Iglesia despertó la ambicion de los con-
LIBRO DECIMOSESTO . -1252-1254 .
471

quistadores y cada guerra era causa de otra guerra ; estas revoluciones duraron muchos siglos y fueron fu-
nestas no solo á la Italia , sino tambien á la Alemania , á la Francia , á la España y á todos aquellos que qui-
sieron dividirse los despojos de la casa de Suabia .
No entra en nuestro propósito la descripcion de tan aflictivas escenas , y para ofrecer á nuestros lectores un
cuadro mas consolador , nos detendremos antes de terminar estas consideraciones generales , en la cruzada
que se predicó entonces en todas las ciudades italianas contra Eccelino de Romano ; este señor italiano se ha-
bia aprovechado del desórden de las guerras civiles para usurpar una dominacion tiránica sobre muchas ciu-
dades de la Lombardía y de la Marca Trevisana , y cuanto se nos refiere de los tiranos de la antigüedad fabulosa
no es comparable á las crueldades y escesos de Eccelino, declarado por la voz del pueblo y por la voz de la
Iglesia el enemigo de Dios y de los hombres ; la historia contemporánea compara su bárbara dominacion y la
peste, á las inundaciones , á los incendios y á los mas temibles azotes de la naturaleza .
Empezó el papa escomulgando á Eccelino en el cual veia una fiera bajo figura humana (1) , y poco tiempo
despues publicó una cruzada contra aquel azote de Dios y de la humanidad ; Juan de Vicenzo que habia pre-
dicado la paz pública veinte años antes, fué uno de los predicadores de esta guerra santa ; prometíanse á los
fieles, que tomasen las armas contra Eccelino , las mismas indulgencias que á los que partian á Palestina , y

esta cruzada, emprendida por la causa de la humanidad y de la libertad , fué proclamada en todas las repú-
blicas de Italia ; la elocuencia de los oradores sagrados arrastró fácilmente á la multitud , pero lo que mas in-
flamaba el celo y el ardor del pueblo era la vista de los desgraciados que Eccelino habia hecho mutilar entre
mil tormentos , eran los lamentos y las quejas de las familias en las cuales el tirano habia elegido á sus vícti-
mas en muchas provincias de Italia . Los habitantes de las ciudades y aldeas tomaron las armas en defensa de
la causa de la religion y de la patria , impacientes por obtener la corona cívica si triunfaban de la tiranía , y la
corona del martirio si sucumbian en la demanda .

Al frente del ejército se desplegó el estandarte de la cruz , y la muchedumbre de los cruzados marchó contra
Eccelino cantando el himno de la Iglesia :

Vexilla Regis prodeunt,


Fulget crucis mysterium .

El ejército de los fieles obtuvo en un principio rápidas victorias, pero como su general , el arzobispo de Ra-
vena , carecia de habilidad , como los cruzados de las distintas ciudades solo tenian por jefes á monjes y re-
ligiosos, no supieron aprovecharse de sus primeras ventajas ; las intrigas de la política y el espíritu de rivali–
dad calmaron el ardor de los combatientes ; las victorias fueron seguidas muchas veces de derrotas, y cuatro

años de trabajos y peligros bastaron apenas para derrocar una dominacion impía y vengar á la humanidad
con la muerte de Eccelino.

Siento que el plan de esta obra no me permita hablar detalladamente de esta guerra en que la religion sir-
vió tan admirablemente á la causa de la libertad , y que forma tan gran contraste con la mayor parte de los
acontecimientos contemporáneos . En aquella época se predicaron tantas cruzadas que apenas la historia puede
enumerarlas, y admira que la poblacion del occidente haya podido bastar á tantas guerras desgraciadas;
mientras que Luis IX se hallaba junto con su ejército prisionero en Egipto, y que se formaba en Italia una
santa liga contra el tirano Eccelino , el rey de Noruega , á quien el papa habia dispensado de la peregrinacion
á oriente, hacia la guerra á los idólatras del norte ; sesenta mil cruzados mandados por un rey de Bohemia ,
marchaban contra los pueblos de la Lithuania , entregados aun al culto de los ídolos ; otro ejército de cruzados
salió de las orillas del Oder y del Vistula para combatir á los paganos de Prusia , muchas veces atacados y
vencidos por los caballeros teutónicos ; la historia se complace en indicar que durante esta última espedicion
se fundaron las ciudades de Brunsbad y de Kænigsberg , mas la fundacion de dos ciudades florecientes no pue-
de hacer olvidar la desolacion de muchas provincias . Sin embargo los progresos del cristianismo , favorecidos
por las armas de los cruzados , tendian á reunir pueblos separados hasta entonces por la diferencia de usos y

(1) Anales ecles. ad ann. 1254 núm . 35.


472 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

creencias ; tantas calamidades no fueron perdidas para la Europa hecha toda cristiana , y las revoluciones
que habia atravesado debian finalmente imprimir al espíritu humano una direccion mas conforme con las
leyes de la justicia y de la razon , y mas favorable á los intereses de la humanidad ; de este modo la Providen-
cia mezclando siempre el bien y el mal , renueva las sociedades humanas , y arroja las fecundas semillas de la
civilizacion aun en el mismo seno de los desórdenes de la barbarie.
LIBRO DECIMOSEPTIMO . - 1255-1271 . 473

LIBRO XVII .

SEGUNDA CRUZADA DE SAN LUIS.

1255-1271 .

Discordias entre los venecianos y los genoveses de Tolemaida y entre los templarios y hospitalarios. -Muerte de Chegger-Eddour.
-Los mogoles.- Fin de la dinastía de los Abasidas. - El papa Alejandro VI -Temores causados en Europa y en Asia por las
invasiones de los tártaros.-Ketboga, su jefe, pierde la vida en Tiberiades . - El sultan Koutouz es asesinado por Bibars á quien
se proclama para sucederle. -Triste situacion de los cristianos de oriente. -Los papas Urbano IV y Clemente IV. - Caida del
imperio franco de Constantinopla .-Triunfo de Bibars en Palestina y en Siria . -Toma de Antioquía. —Siguen las cuestiones entre
la corte de Roma y el emperador Federico. - Manfredo, Coradino, Carlos de Anjou . - Luis IX toma de nuevo la Cruz .- El clero
se opone a la percepcion de la décima.-Concilio de Northampton . - Cruzados catalanes , castellanos y aragoneses . - Aconteci
mientos en el reino de Nápoles. -Eduardo de Inglaterra . -Tratados políticos y de familia hechos por Luis IX. -Partida del rey.—
Sitio de Tunez . - Muerte de Luis IX. -Carlos de Anjou toma el mando , firma una tregua y conduce el ejército á Europa.
Llega la escuadra á Trapani en Sicilia. —Muerte del rey de Navarra y de muchos personajes notables.- Felipe vuelve á Francia.
-Elogio de San Luis.

Durante su permanencia en Palestina Luis IX no se habia ocupado solamente en fortificar las ciudades cris
tianas , sino que empleó cuantos medios estaban á su alcance para restablecer entre los cristianos la union
y armonía , medio mas seguro aun de rechazar los ataques de los musulmanes ; mas por desgracia aquel pue
blo que el santo monarca habia querido salvar con peligro de su vida , no tardó en olvidar sus consejos , y el
espíritu de discordia reemplazó en breve los generosos sentimientos que habian inspirado sus palabras y el
ejemplo de sus virtudes .
Eu el curso de esta historia hemos dicho que muchos pueblos marítimos tenian factorías y considerables
establecimientos en Tolemaida , convertida en capital de la Palestina , y entre ellas ocupaban el primer lugar
los genoveses y los venecianos ; cada uno de estos pueblos habitaba un cuartel separado , tenia diferentes le
yes é intereses que los dividian sin cesar ; lo único que poseian en comun era la iglesia de San Sabas , en la
cual asistian reunidos á las ceremonias de la religion .
Esta posesion comun habia sido con frecuencia origen de querellas entre ambas naciones ( 1 ) ; poco tiem
po despues de la partida de San Luis estalló de nuevo la discordia , inflamándose todos los resentimientos que
el espíritu de celos y rivalidad podia inspirar á dos pueblos que desde mucho tiempo venian disputándose el
imperio del mar y las ventajas del comercio de oriente ; en medio de esta lucha , en la que el mismo objeto
de la cuestion habria debido recordar sentimientos de paz y de caridad , los genoveses y venecianos llegaron
muchas veces á las manos en la ciudad de Tolemaida , y en mas de una ocasion el santuario que ambos par
tidos habian fortificado como una plaza de guerra , resonó con el estrépito de sus combates sacrilegos ; no
tardó la discordia en atravesar los mares , sembrando nuevas turbulencias en occidente ; Génova se alió con
los pisanos y hasta buscó ausiliares entre los griegos , deseosos de volver á Constantinopla , quienes por su
parte solicitaran la intervencion de los genoveses , prometiéndoles en premio el cuartel de Pera , que servia
entonces de depósito comun á las mercancías de los pueblos marítimos de Italia ; para vengar sus injurias
Venecia buscó la alianza de Manfredo (2) escomulgado por el jefe de la Iglesia ; levantáronse tropas , armáron
se escuadras y atacáronse por tierra y por mar ; y esta guerra que el sumo pontifice no pudo apagar duró
mas de veinte años , ya favorable á los venecianos, ya á los genoveses , pero siempre funesta á las colonias.
cristianas de oriente.

El espíritu de discordia se introdujo tambien entre las órdenes rivales de San Juan y del Temple ; la san

(1) Véase Sanuto, lib. III,parte XII, cap . V; Andrés Dandolo . Chronic . ad ann. 1256 .
(2) Hist. Constantin. por Jorge Logothete.
(54 y 55) CO
474 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

gre de aquellos valerosos defensores de la Tierra Santa corrió á torrentes en las ciudades que habian prome-
tido defender ; los hospitalarios y los templarios se perseguian y atacaban con un furor que nada podia cal-
mar, y ambas órdenes invocaban el socorro de los caballeros que se hallaban en occidente ; esto hacia que las
mas nobles familias de la cristiandad se veian arrastradas á sangrientas querellas , y ya no se preguntaba
en Europa si los francos habian vencido á los musulmanes , sino si la victoria se habia decidido por los ca-
balleros del Temple ó por los del Hospital .
El valiente Largines que Luis IX habia dejado en Tolemaida cuando su partida , y los mas prudentes en-
tre los jefes de la Tierra Santa , no tenian bastante autoridad para restablecer la calma , ni bastantes tropas
para resistir á los ataques de los musulmanes ; la única esperanza de salvacion que parecia quedar á los cris-
tianos de la Palestina era que la discordia turbaba tambien el imperio de los musulmanes ; cada dia estallaban
nuevas revoluciones entre los mamelucos ; pero mientras la division debilitaba el poder de los francos, servia
muchas veces para robustecer el de sus enemigos . Si del débil reino de Jerusalen nos trasladamos al Egipt ,
vemos el estraño espectáculo de un gobierno fundado por la rebelion , y fortificándose en medio de las tor-
mentas políticas , desde la toma de Jerusalen por Saladino las colonias cristianas no tenian centro ni lazo co-
mun entre ellas ; al perder su capital los reyes de Jerusalen perdieron su autoridad que servia al menos pa-
ra reunir los ánimos ; de la monarquia solo se habia conservado el nombre y de la república no se tomó mas
que la licencia . Los mamelucos, mas que una nacion , eran un ejército ; dividianse sí para la eleccion de un
jefe, pero despues le obedecian ciegamente ; de cada una de sus revoluciones salia el despotismo militar, ar-
mado con todas las pasiones que lo habian creado , y este despotismo , con gran temor por parte de los cristia-
nos, solo respiraba guerra y conquistas .
(1257) Hemos dicho en el libro anterior que el turcoman Aibek , despues de contraer matrimonio con la
sultana Chegger-Eddour , habia ccupado el trono de Saladino ; su reinado no tardó en verse turbado por las
rivalidades de los emires , y si bien la muerte de Fares-Eddin Octai , uno de los jefes mas opuestos al nuevo
sultan , desvaneció los proyectos de los facciosos , los celos de una mujer hicieron lo que no habian podido la
licencia y la discordia : Chegger-Eddour no pudo perdonar á Aibek el haber solicitado por esposa á una bi-
ja del príncipe de Mosul , y el esposo infiel fué asesinado en el baño por sus esclavos . La sultana despues de
haber satisfecho así su venganza de mujer llamó en su ausilio la ambicion de los emires y los crímenes de la
política ( 1) ; mandó llamar al emir Saif-Eddin para escuchar sus consejos y proponerle dividir con ella el tro-
no de los sultanes ; é introduciendo el emir en palacio , halló á la sultana sentada teniendo á sus piés el san-
griento cadáver de su esposo ; á esta vista quedó Saif-Eddin sobrecogido de horror , horror que se aumentó
con la tranquilidad que manifestaba la sultana y con la idea del ensangrentado trono que esta le proponia di-
vidir con él . Chegger- Eddour llamó á otros dos emires , quienes tampoco pudieron soportar su presencia!
huyeron espantados de cuanto acababan de ver y oir ; estas escenas habian pasado durante la noche, y ast
que despuntó el dia súpolas ya todo el Cairo ; la indignacion fué general entre el pueblo y el ejército, !
Chegger-Eddour pereció á su vez inmolada por algunos esclavos , siendo su cuerpo arrojado enteramenke
desnudo á los fosos del palacio , como para advertir á todos cuantos se disputaban el imperio que las revolu-
ciones tienen tambien su justicia ( 2) .
En medio del tumulto es elevado al trono un hijo de Aibek, de quince años de edad ; pero la proximidad

de una guerra debia hacer estallar en breve una nueva sedicion y precipitar á aquel niño del trono. Grandes
acontecimientos se preparaban en Asia , y por la parte de la Persia se formaba una tempestad que amenazała
la Siria y el Egipto .
Los mogoles , mandados por Oulagou , habian puesto sitio á Bagdad , cuya ciudad se hallaba dividida en dife-
rentes sectas mas dispuestas á combatirse entre sí que á rechazar un enemigo formidable ; el califa , lo mismo
que su pueblo , estado sumido en la molicie y el orgullo que le inspiraban los vanos respetos de los musulma-
á
nes , le hizo despreciar los verdaderos medios de defensa ; tomada la ciudad por los tártaros fué entregada
todos los rigores de la guerra y el trigésimoséptimo y último sucesor de Abbas , arrastrado como un vil cau-
tivo, perdió la vida en medio del tumulto y del desórden , sin que la historia sepa si murió de desesperacion
ó si cayó bajo la espada de sus enemigos .

(1 ) Véase la historia de los Hunos, t . IV, p. 126 y 127 .


(2) Véase el tomo V. de la Col. de Duchesne.
LIBRO DECIMOSEPTIMO . - 1257-1271 . 475

Tal violencia cometida con el jefe de la religion musulmana y la marcha de los mogoles hacia la Siria
sembraron el espanto entre los mamelucos ; entonces fué cuando reemplazaron al hijo de Aibek por un jefe
apto para defenderles en tan gran peligro, y su eleccion recayó en Koutouz , el mas valiente y entendido entre
los emires .

Mientras todo se preparaba en Egipto para resistir á los mogoles , los cristianos parecian esperar su eman -
cipacion de esta guerra declarada á los musulmanes ; el kan de los tártaros habia prometido al rey de Arme-
nia llevar sus conquistas hasta las orillas del Nilo , y las crónicas orientales refieren que las tropas armenias
se habian reunido al ejército de los mogoles ; estos, despues de atravesar el Eufrates , se apoderaron de Ale-
po, de Damasco y de las principales ciudades de Siria ; por todas partes huian los musulmanes á la vista de
los tártaros , y los discípulos de Cristo eran protegidos por sus hordas victoriosas ; desde entonces los cristia-
dos miraron á aquellos temibles conquistadores como otros tantos libertadores ; en las iglesias y sobre el mis-
mo sepulcro de Jesucristo se hicieron rogativas para el triunfo de los mogoles, y en el esceso de su alegría los
cristianos de la Palestina ni siquiera pensaban en implorar el socorro de la Europa .
Por otra parte la Europa no pensaba tampoco en una cruzada á la otra parte de los mares ; el terrible es-
pectáculo que ofrecian las invasiones de los bárbaros atraia continuamente las miradas de la cristiandad , y
sembraba el estupor y el espanto entre todos los pueblos de occidente . Al saber el jefe de la Iglesia la toma
de Bagdad y la muerte del padre espiritual de los musulmanes , envió al Asia á algunos misioneros con el
encargo de felicitar á Oulagcu y de saludarle como á un príncipe aliado de los cristianos ; sin embargo apenas
los embajadores del papa habian atravesado el mar, cuando se supo de repente que las hordas mogoles aso-
laban las orillas del Niester y del Danubio . Alejandro IV se dirigió á los príncipes, á los prelados y á los fie-
les en general, exhortándoles á reunir sus esfuerzos para salvar la Europa amenazada , reuniéronse concilios
en Francia , en Inglaterra y en Alemania ; ordenáronse ayunos, procesiones y rogativas en todas las diócesis ,
y á la letanía de los santos se añadieron estas palabras , como el señal de un peligro universal : ¡ Señor , librad-
nos de la invasion de los tártaros (1 ) !
Sin embargo, las hordas que devastaban la Polonia y la Hungría se retiraron por sí mismas , llamadas sin
duda por las discordias de su propio pais ; en aquella época Oulagou , obligado á volver å orillas del Tigris

para combatir una poderosa rebelion , dejó en Siria á su teniente Ketboga , encargado de continuar sus con-
quistas ; los cristianos celebraban todavía las victorias de los mogoles, cuando una querella suscitada por al-
gunos cruzados alemanes cambió de repente el aspecto de las cosas, mostrando enemigos en los que se ha-
bian creido ausiliares . Habiendo sido entregadas al saqueo algunas aldeas musulmanas , que pagaban tributo
á los tártaros , Ketboga envió á pedir una reparacion á los cristianos , quienes se negaron á ella, y en medio
de las cuestiones promovidas con este motivo, fué muerto el sobrino del comandante mogol ; desde aquel mo-
mento el jefe de los tártaros declaró la guerra á los cristianos, asoló las tierras de Sidon , y amenazé las de
Tolemaida ; á la vista de sus devastadas campiñas , desvaneciéronse las ilusiones de los cristianos , y asi como
habian sido desmedidas sus esperanzas y alegría , lo fueron tambien su dolor y sus temores ; el terror que les
inspiraba un pueblo bárbaro les hizo olvidar que todos sus males provenian del Egipto, y como no esperaban
socorros de occidente , muchos cifraron su esperanza en las armas de los mamelucos.
Gran parte de la Palestina habia sido invadida ya por los mogoles, cuando el sultan del Cairo les salió at
encuentro con su ejército , y despues de permanecer tres dias en las cercanías de Tolemaida , donde renovó
una tregua con los cristianos , trabóse la batalla en la llanura de Tiberiades , Ketboga perdió la vida en medio
del combate, y el ejército tártaro , derrotado y disperso , abandonó la Siria .
A cualquier parte que se inclinase la victoria , los cristianos nada debian esperar del vencedor , pues los
musulmanes no podian perdonarles el haber solicitado el apoyo de los mogoles victoriosos , y aprovechadose-
de la desolacion de la Siria para insultar á los discípulos de Mahoma ; en Damasco fueron demolidas las igle-
sias ; los cristianos fueron perseguidos en todas las ciudades musulmanas, y estas persecuciones eran precur-
soras de una guerra en que el fanatismo debia ejercer todos sus furores ; por todas partes se proferian quejas
y amenazas contra los francos de la Palestina ; el grito de ¡ Guerra á los cristianos ! resonaba en todas las
provincias sometidas á los mamelucos , y era tal la animosidad , que el sultan del Cairo, que acababa de iriun-

(3) Annal. celesiast . ad ann . 1262, núm.30 y siguientes.


476 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

far de los tártaros fué victima de su fidelidad en observar la última tregua celebrada con los francos ; Bibars,
que mató al último sultan de la familia de Saladino , se aprovechó de esta efervescencia de los ánimos,
esforzose en hacerse un partido contra Koutuz , ofectando un grande odio á los cristianos y hechando en cara
al sultan una criminal moderacion para con los enemigos del islamismo.
Llegada la moderacion á su punto , Bibars reunió á sus cómplices , y sorprendiendo al sultan en la cabeza, le
hirió con muchos y mortales golpes , y cubierto aun con la sangre de su señor , se dirigió al ejército de los ma-
melucos , acampado entonces en Salehie, presentóse al atabek ó teniente del principe anunciando la muerte de
Koutouz , y al preguntarle quién habia dado muerte al sultan , contestó : « Yo . » En este caso, repuso el ata-
bek (1 ) , reina en su lugar : estrañas palabras que caracterizan con un solo rasgo el espíritu de los mameluces
y el del gobierno que habian fundado ; el ejército proclamó á Bibars sultan de Egipto, y los festejos prepa-
rados en el Cairo para recibir al vencedor de los tártaros sirvieron para celebrar la coronacion de un asesino.
Esta revolucion dió á los musulmanes el soberano mas temible para los cristianos ; Bibars fué apellidado la
coluna de la religion musulmana y el padre de las victorias , cuyos titulos debia merecer consumando la des-
truccion de los franeos ; apenas se sentó en el trono cuando dió la señal de guerra .
Los cristianos de la Palestina sin medios para resistir á las fuerzas de los mamelucos , enviaron diputados á
occidente solicitando prontos socorros ; las desgracias de la Tierra Santa parecieron conmover al sumo pon-
tifice, y exhortó á los fieles á tomar la cruz , pero el tono de sus exhortaciones y los motivos que alegaba en
sus circulares, manifestaban muy claramente su deseo de ver á la Europa armarse contra otros enemigos que
Jos musulmanes . « Los sarracenos , decia , saben que será imposible á un príncipe cristiano hacer una lar-
ga permanencia en oriente (2) y que la Tierra Santa no puede recibir sino socorros pasajeros y venidos de
lejos .>>
(1261 ) Alejandro IV habia sido mucho mas sincero y elocuente en sus manifiestos contra la casa de Sua-
bia , y la guerra que seguia en el reino de Nápoles no podia alzarse en su mente con la idea de una guerra
santa ; Urbano IV y Clemente IV que le sucedieron , hicieron alguas demostraciones de celo para escitar á los
pueblos á tomar las armas contra los musulmanes (3) , pero la política seguida desde largo tiempo por la corte
de Roma , habia dejado en Italia muchos gérmenes de discordia y de desórden para que aquellos pontifices
pudiesen fijar su atencion en el oriente ; por otra parte la Alemania , que continuaba sin emperador y siendo
presa de toda clase de disensiones, tenia entonces dos pretendientes al imperio , Alfonso , rey de Castilla y Ri-
cardo de Cornouailles , ninguno de los cuales podia hacer reconocer sus derechos ni restablecer la paz entre
os cristianos . En aquel mismo tiempo los barones de Inglaterra , mandados por Simon de Montfort, conde de
Leicester, habian tomado las armas contra su rey , á quien acusaban de haber faltado á sus juramentos, y
que combatian
como en aquella época no habia guerra que no se quisiese hacer pasar por una cruzada , los
contra Enrique III llevaban una cruz blanca en el pecho y en la espalda , y se titulaban los vengadores de los
derechos del pueblo y de la causa de Dios ; esta estraña cruzada (4) no permitia que se ocupasen de la de ul-
tramar , y entre todas las naciones la Francia fué la única que no desoyó enteramente los ruegos de los cris-
tianos de la Palestina ; algunos caballeros franceses tomaron la cruz y eligieron por su jefe à Eudes, conde
de Nevers , hijo del duque de Borgoña ; estos fueron los únicos socorros que la Europa pudo enviar á oriente.
(1262) Al mismo tiempo que se recibian tan aflictivas noticias de la Tierra Santa , supone un aconteci-
miento que hubiera sumido en el dolor á todo el occidente , si se hubiesen mirado las conquistas de los cru-
zados con el vivo interés de los siglos anteriores ; varias veces hemos deplorado la rápida decadencia del im-
perio latino de Constantinopla ; y hacia mucho tiempo que Balduino solo contaba para sostener la dignidad
imperial y para pagar el escaso número de sus soldados , con las limosnas de la cristiandad y con algunos em-
préstitos hechos en Venecia , para cuya realizacion tuvo que dar en prenda á su propio hijo ; en los casos
urgentes , se vendian á precios módicos las reliquias de los santos ; arrancábase el plomo del techo de las igle-
sias para convertirlo en una moneda grosera ; destruíanse los artesonados de los palacios imperiales para pro-

(1) Aboulfeda .
(3) Histor. eccles. t . XVII in 4.º p. 543. - Fleury .
(3) Annal . eccl. ad ann . 1263 , núm . 14.
Véanse Wukes y Mateo de Westminster ad ann. 1264 , y la historia de Inglaterra por el doctor Lingard, XIII . pág . 206 .
LIBRO DECIMOSEPTIMO . — 1265-1271 . 477

veer de leña las cocinas del emperador ; torres medio demolidas , murallas sin defensores , palacios desiertos ,
casas y calles enteras abandonadas, tal era el espectáculo que ofrecia la reina de las ciudades de oriente .
Balduino habia concluido una tregua con Miguel Paleólogo ; la facilidad con que fué acordada habria de-
bido inspirar á los latinos alguna desconfianza , mas el estado deplorable de los francos no les impedia despre
ciar á sus enemigos y pensar en nuevas conquistas ; con la esperanza del saqueo y olvidando la perfidia de los
griegos , una escuadra veneciana condujo á los que quedaban de los defensores de Bizancio á una espedicion
contra Dafnusia, situada en la embocadura del mar Negro ; advertidos por algunos habitantes del Bósforo, los
griegos de Nicea no vacilaron en aprovechar esta ocasion con que les brindaba la fortuna , y habiendo aquellos
enseñado al general de Miguel Paleólogo , el cual se dirigia á hacer la guerra en Epiro , una abertura practi-
cida en los muros de Constantinopla , cerca de la puerta Dorada, introdujo por ella mas tropas de las que se
necesitaban para apoderarse de la ciudad ; Balduino solo tenia entonces á su alrededor niños , ancianos , mu-

jeres y comerciantes , entre los cuales se contaban los genoveses , recientemente aliados á los griegos ; y cuan-
do los soldados de Miguel hubieron penetrado en la ciudad , admiráronse de no hallar enemigo alguno que
combatir ; mientras se formaban en batalla y adelantaban con precaucion , una compañía de comanes que te-
nia á sueldo el emperador griego, recorria la ciudad llevándolo todo á sangre y fuego : la aterrorizada multi-
tud de los latinos huia bácia el puerto ; los habitantes griegos salian al encuentro del vencedor , haciendo oir
los gritos de ¡ Viva Miguel Paleólogo , emperador de los romanos ! Despertado Balduino por el tumulto que iba
acercándose á su palacio , se apresuró á salir de una ciudad que ya no le pertenecia , y la escuadra venecia-
na , de regreso de la espedicion de Dafnusia , llegó á tiempo para dar asilo al emperador fugitivo y á los restos
del imperio de los francos en el Bósforo.
De este modo perdieron los latinos una ciudad cuya conquista habia costado prodigios de valor , y en la cual
entraron los griegos sin combate , secundados por la traicion de unos pocos y por las tinieblas y el silencio de la
noche (1 ). Balduino II despues de haber reinado treinta y siete años en Bizancio , empezó á recorrer la Eu-
ropa como lo habia practicado en su juventud mendigando el socorro de los cristianos ; el papa Urbano IV le
acogió con una compasion mezclada de desprecio . En una carta dirigida á Luis IX el pontífice deploraba la
pérdida de Constantinopla , y prorumpia en amargas quejas sobre la oscurecida gloria de la Iglesia latina ; y
si bien Urbano espresó el deseo de que se emprendiese una cruzada para reconquistar á Bizancio , balló los
ánimos muy poco dispuestos á secundarle , y el clero de Inglaterra y el de Francia se negaron á contribuir
con sus subsidios á una espedicion que creian inútil ; así es que el papa debió contentarse con las sumisiones
y presentes de Miguel Paleólogo , quien , sobrecogido de estupor en medio de su nueva conquista , prometia ,
para calmar á la santa sede , reconocer la Iglesia romana y socorrer á los santos lugares .
La situacion de los cristianos de oriente se hacia cada dia mas alarmante y mas digna de compasion por
parte de los pueblos y príncipes de occidente ; el nuevo sultan del Cairo , despues de asolar el principado de
Antioquía, habia entrado en el territorio de la Palestina con fuerzas tan considerables, que él mismo compa-
raba el número de sus soldados á la multitud de los animales que pueblan la tierra , y de los peces que ha-
bitan en el Océano ; aterrorizados los francos, enviáronle á pedir la paz , y por toda contestacion el sultan
mandó entregar á las llamas la iglesia de Nazaret ; en seguida los musulmanes devastaron todo el pais situa-
do entre Nain y el monte Tabor, y acamparon á la vista de Tolemaida . Si hemos de dar crédito á algunas.
crónicas orientales , el proyecto de Bibars era atacar el mas fuerte baluarte de los cristianos en Siria y para tan
grande empresa no habia despreciado el ausilio de la traicion ; el príncipe de Siro llamado Ibu -Ferat , reunido
con los genoveses ; debia con una numerosa escuadra atacar Tolemaida por mar , mientras los mamelucos
la asaltaban por tierra (2); Bibars se presentó en efecto delante de la ciudad , mas sus nuevos ausiliares arre-

pentidos sin duda de las promesas que le habian hecho , no comparecieron á secundar sus designios ; el sul-
tan se retiró lleno de furor , y amenazando con vengarse en cuantos cristianos pusiese la guerra en su poder
(1265 ) Los campos se hallaban asolados ; los habitantes de las ciudades se mantenian encerrados dentro
de sus murallas , creyendo ver llegar á cada momento el enemigo ; despues de haber amenazado de nuevo á
Tolemaida , Bibars se arrojó sobre la ciudad de Cesarea , para castigar á los cristianos de haber llamado á lo

(1) Jorge Lagothete.


(2) Véase á Reynaldi á principios del año 1263.
478 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

tártaros en su ausilio ; despues de una viva resistencia los habitantes abandonaron la plaza para retirarse al
castillo , rodeado de las aguas del mar , mas aquella fortaleza que parecia inaccesible solo pudo resistir al
gunos dias á los ataques de los musulmanes. No tardó la ciudad de Arsouf en ver á los mamelucos delante
de sus muros ; los cristianos se defendieron con un valor admirable ; las máquinas de guerra de los musul
manes , los árboles arrojados en los fosos para cegarlos , fueron entregados á los llamas ; despues de batirse al
pié de las murallas sitiados y sitiadores abrieron la tierra debajo de aquellas , y se buscaron y batieron en las
minas y subterráneos ; nada podia refrenar el ardor de los cristianos ni la impaciente actividad de Bibars : se
gun refiere Makrisi , gran número de Enos , de devotos y de hombres de ley habian acudido para tomar parte
en la conquista de Arsouf. « En el ejército musulman , añade el mismo historiador, no heria la vista motivo
alguno de escándalo ; no se bebia vino y nada se hacia contrario á las buenas costumbres ; matronas de reco
nocida virtud llevaban agua á los soldados y acompañaban á los combatientes aun en lo mas reñido de la ac
cion ; era tal su ardor que ayudaban á los guerreros á trasportar las máquinas . » El sitio duró cuarenta dias ,
hasta que finalmente el sultan clavó el estandarte del Profeta en la torre de la ciudad y los musulmanes fue
ron llamados á la oracion en las iglesias convertidas en mezquitas ; los mamelucos pasaron á cuchillo á gran
parte de los habitantes y el resto fué condenado á la esclavitud . Bibars distribuyó los cautivos entre los jefes
de su ejército y ordenó la destruccion de Arsouf ; los prisioneros cristianos fueron obligados á demoler sus pro
pias casas, y el territorio conquistado fué dividido entre los principales emires , en virtud de una órden del
sultan que las crónicas árabes nos han conservado como un monumento histórico ; semejante liberalidad pa
ra con los vencedores de los cristianos parecia á los musulmanes digna de los mayores elogios , y uno de los
historiadores de Bibars esclama en su entusiasmo: « que tan bella accion estaba escrita en el libro de Dios,
antes de estarlo en el libro de la vida del sultan . >>
Tantos favores acordados á los emires anunciaban que Bibars tenia necesidad de su valor para realizar

otros designios ; el sultan regresó á Egipto para dar impulso á nuevos preparativos y renovar su ejército ;
durante su permanencia en el Cairo recibió á los embajadores de muchos reyes de los francos, de Alfonso, rey
de Aragon , del rey de Armenia y de algunos príncipes de la Palestina ; todos le pedian la paz para los cris
tianos , mas sus repetidas instancias solo contribuian á fortificar al sultan en su proyecto de continuar la
guerra ; cuanto mas se recurria á los ruegos, mas debia creer que no podian oponerle otra cosa ; su contes
tacion á los enviados del príncipe de Joppe, fué la siguiente : « Ha llegado el tiempo en que no sufriremos
mas injurias ; cuando se nos arrebatará una cabaña , tomaremos un castillo ; cuando hagais prisionero á un
labrador , reduciremos á cautiverio á mil de vuestros guerreros . >>
No tardó Bibars en realizar sus amenazas ; despues de atravesar el desierto y de haber ido en peregrina
cion á Jerusalen donde imploró para sus armas la proteccion de Mahoma , se puso al frente de su ejército y
asoló los territorios de Tiro, de Trípoli y de Tolemaida ; segun cuentan los autores árabes el botin de los mu
sulmanes fué tan considerable, que los bueyes , carneros y búfalos no hallaban ya compradores ; en seguida
el sultan condujo á sus tropas á orillas del Jordan , y resolvió poner sitio á la fortaleza de Sefed ó Safad .
Este castillo, propiedad de los templarios , se hallaba construido en la alta Galilea , en la cima de una mon
taña que parecia tocar á las nubes ; gruesos muros de grandes piedras labradas y de una elevacion de mas
de cien piés, un foso ancho y profundo abierto en la roca viva y la dificultad de trepar hasta aquellas escar
padas cumbres , hacian inespugnable la fortaleza de Safad . En el dia se mantiene aun en pié y por su forma
oval se asemeja de lejos á una grande torre ( 1 ) ; la ciudad de Sefed ó Safad que nos representa la antigua
Betulia , se estiende sobre tres montañas ; los musulmanes que la habitan son intolerantes y soberbios , y
oprimen bárbaramente á la poblacion judía que ha elegido Safad con preferencia á otra residencia para
esperar en ella al Mesías, creyendo que el Salvador reinará allí cuarenta años antes de establecer en Jeru
salen la sede de su poder. Safad es la ciudad mas elevada de la Siria ; la montaña de Betulia es tan alta co
mo el Tabor. La plaza tuvo que defenderse contra todas las fuerzas que el sultan habia reunido para una
empresa mas colosal , y empezado el sitio Bibars nada omitió para obligar á la guarnicion á deponer las ar
mas ; veíasele continuamente al frente de sus soldados , y en un encuentro todo el ejército prorumpió en un
gran grito como para advertirle del peligro en que se hallaba ; para inflamar el ardor de los mamelucos

(1) Correspondencia de Oriente, carta CLXXXII.


LIBRO DECIMOSEPTIMO . - 1265-1271 . 479

mandaba distribuir túnicas de honor y bolsas de plata en el campo de batalla y el gran cadí de Damasco ha-
bia acudido al sitio de Safad para animar á los combatientes con su presencia .
Sin embargo los cristianos se defendian admirablemente ; su resistencia , que en un principio admiró á sus
enemigos , no tardó en sembrar en sus filas el mayor desaliento ; en vano trataba el sultan de reanimar á sus
soldados ; en vano ordenó que algunos hombres empuñasen mazas para castigar á los fugitivos é hizo cargar
de cadenas á algunos emires que abandonaban su puesto ; ni el temor del castigo ni la esperanza del premio
podian reanimar el valor de los musulmanes , y Bibars se habria visto obligado á levantar el sitio , si no hubie-
se venido en su ausilio la discordia de los cristianos ; él mismo procuró fomentarla , en frecuentes mensajes
enviados á la guarnicion; sus pérfidas promesas y terribles amenazas introdujeron la sospecha y la descon-
fianza , hasta que por fin estalló la disension ; unos querian rendirse , otros defenderse hasta la muerte ; desde
entonces los musulmanes hallaron en los sitiados una resistencia menos obstinada y dieron mas vigor á sus
ataques ; mientras que los cristianos se acusaban entre sí y se echaban en cara su traicion , las máquinas de
guerra destruian los muros , y los mamelucos despues de repetidos asaltos se hallaban muy próximos á abrir-
se un camino en la plaza ; finalmente un viernes ( citamos una crónica árabe) el cadí de Damasco oraba por
los combatientes, cuando de repente oyóse á los francos gritar desde sus arruinadas torres : ¡ Oh musulmanes ,
la vida , la vida! Los sitiados habian depuesto sus armas y cesó el combate ; abriéronse las puertas y el estan-
darte mahometano flotó en los muros de Safad.

En la capitulacion que se firmó se otorgaba permiso á los cristianos para retirarse donde quisiesen con tal
que llevasen consigo únicamente sus vestidos ( 1 ) : al verlos des filar Bibars buscó un pretesto para retenerles
en su poder, y despues de prenderse á muchos por órden suya , acusándoles de llevarse armas y te-
soros , manda que queden todos prisioneros ; échales en cara haber violado el tratado , les amenaza de muer-
te si no abrazan el islamismo , y despues de cargarles de cadenas, fueron amontonados enla mayor confusion
.
en una colina , donde solo esperaban la muerte ; un comendador del Temple y dos frailes menores exhortan á
sus compañeros de infortunio á morir como héroes cristianos , y todos aquellos guerreros divididos poco antes
por la discordia y reunidos entonces por la desgracia , no tienen mas que un sentimiento y una sola idea ;
abrázanse llorando ; inspíranse valor para arrostrar la muerte y pasan la noche confesando sus ofensas pa-
ra con Dios y en deplorar sus errores y discordias ; el dia siguiente solo dos fueron puestos en libertad ; el
uno era un fraile hospitalario enviado por Bibars á Tolemaida para anunciar á los cristianos la toma de Sa-
fad, y el otro un templario que abandonó la fé de Jesucristo alistándose al servicio del sultan ; los demás , en
número de dos mil , cayeron bajo la espada de los mamelucos ; esta barbarie cometida en nombre de la reli-
ligion musulmana causa tanta mas indignacion en cuanto jamás los francos habian dado ejemplo de ella , y
aun en medio de los furores de la guerra nunca se les vió exigir con la espada en la mano la conversion de
los infieles.

Inposible es describir la consternacion de los cristianos de la Palestina cuando supieron el trágico fin de
los defensores de Safad ; un dolor supersticioso inventó ó acogió cuentos maravillosos que no han sido des-
preciados por las crónicas de occidente ; decíase que una luz celeste brillaba todas las noches sobre los ca-
dáveres de los guerreros cristianos (2) que permanecian sin sepultura ; añadíase que el sultan por este pro-
digio , que se renovaba cada dia á su vista , habia dado órden de que fuesen enterrados los mártires de la fó
cristiana , y de que se rodease con altas paredes el lugar en que se depositasen sus restos . Era tal el implaca-
ble fanatismo de Bibars, que su ódio perseguia así á los vivos como á los muertos, y que todas sus victorias.
iban acompañadas de actos de barbarie ejercidos con los vencidos ; los habitantes de Tolemaida le mandaron
á pedir los restos de sus hermanos asesinados , mas el sultan sin dignarse contestarles , se puso en marcha bácia
el territorio de los francos seguido de algunos guerreros , mató á cuantos encontró en su camino , y volvió á
decir á los diputados que habia hecho bastantes mártires para llenar todos los sepulcros de los cristianos ; si
solo lo viésemos consignado en las crónicas de occidente, quizá nos negaríamos á dar crédito á este rasgo de
barbarie, pero el mismo hecho es referido con todos sus detalles por el continuador de Elmacin , historiador
musulman que lo presenta como un suceso honroso para el sultan del Cairo . Bibars habia obtenido gran

(1) Autores árabes (Biblioteca de las Cruzadas, t. IV).


(2) Sanuto, lib. III.
480 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

crédito entre los musulmanes por el mal que causaba á los cristianos , y era tal el fanatismo del tiempo , que
su barbarie para con sus enemigos era para él un título de gloria .
Despues de la toma de Safad , Bibars tomó el camino de Egipto ; los francos creyeron tener algunos dias de
descanso y seguridad, pero el infatigable sultan jamás daba á sus enemigos el tiempo de alegrarse por su au-
sencia, y reuniendo nuevas tropas no tardó en sembrar de nuevo la desolacion en las tierras de los cristianos;
en esta campaña la Armenia fué la que atrajo su cólera y sus armas victoriosas (1 ) , pues se quejaba del prín-
cipe armenio por haber llamado á los tártaros cuando ocuparon la Siria , por haber prohibido á los merca-
deres egipcios entrar en sus estados , y no le perdonaba la prohibicion hecha á sus súbditos de comprar mer-
cancias egipcias ; estas quejas no tardaron en ser juzgadas en el campo de batalla ; uno de los hijos del rey
de Armenia perdió la libertad , y el otro la vida , y el ejército de Bibars volvió cargado de botin y seguido de
una innumerable muchedumbre de cautivos .

(1266) Sin embargo , los despojos de los vencedores no bastaban para sostener la terrible guerra declarada
á los cristianos , y el sultan del Cairo resolvió establecer en sus estados , al igual de lo que se practicaba en
occidente con las cruzadas , un impuesto destinado á los gastos de esta guerra que los musulmanes miraban
como santa ; el Egipto, las islas del mar Rojo y la ciudad de Medina , pagaron el diezmo que se imponia en
nombre del islamismo , llamado por un historiador árabe impuesto ó derecho de Dios (2) ; cada dia se hacia
pues mas imposible á los francos resistir á enemigos tan temibles así por su multitud como por su entusias-
mo religioso ; la flor de los guerreros cristianos en número de mil y ciento habian intentado una espedicion
hácia Tiberíades , mas estas tropas, última esperanza de los francos , habian sido derrotadas y deshechas por
los infieles ; el duque de Nevers , llegado á Palestina al frente de cincuenta caballeros , murió en aquel entonces
en Tolemaida vivamente llorado por el pueblo y por los pobres , los cristianos , entregados á la desesperacion ,
imploraron la clemencia de Bibars, quien , ocupado en fortificar el castillo de Safad , contestó á sus ruegos,
marchando á devastar su territorio ; en medio de la desolacion que reinaba entre los cristianos , viósele de-
lante de la puerta de Tolemaida , montado en su caballo de batalla , y blandiendo la espada , semejante al án-
gel esterminador dando la señal de la matanza ; mas despues de permanecer cuatro dias frente las murallas
de la ciudad , se alejó de repente para sorprender á Joppe ; esta plaza cuyas fortificaciones habian costado

considerables sumas á Luis IX , cayó despues de una mediana resistencia en poder del sultan , el cual hizo
derribar sus murallas ; en esta escursion Bibars se apoderó del castilo de Crac y de muchos otros fuertes,
despues de lo cual se dirigió hácia Trípoli ; Bohemundo le envió á decir qué pretendia , y contestó : «Vengo á
segar vuestros campos ; en la próxima campaña sitiaré vuestra capital ( 3) .»
(1268) De este modo procuraba Bibars esparcir el terror de sus armas en muchos lugares á la vez, para
impedir á los cristianos reunir sus fuerzas , y á fin de ocultar sus verdaderos designios , desde largo tiempo
abrigaba la idea de invadir el principado de Antioquía ; de repente dió á su ejército la órden de marchar bácia
las orillas del Oronte, y transcurridos pocos dias , las tropas musulmanas acampaban delante de la ciudad de
Antioquía, mal defendida por su patriarca y abandonada de gran parte de sus habitantes (4) ; los historiado-
res hablan muy parcamente de este sitio , en el cual los cristianos opusieron una resistencia muy débil, mos-
trándose mas suplicantes que guerreros ; sin embargo sus sumisiones , ni sus lágrimas ni ruegos pudieron
ablandar á un conquistador cuya política era la destruccion de las ciudades cristianas .
Como los musulmanes entraron en Antioquía sin capitulacion , se entregaron en ella á todos los escesos de
la licencia y de la victoria (5 ) ; y en una carta que dirigió Bibars al conde de Trípoli , el bárbaro vencedor se
complace en describir la desolacion de la ciudad y todos los males que su furor habia hecho sufrir á los cristia-
nos. « La muerte, dice , ha venido de todas partes y por todos los caminos ; hemos muerto á cuantos habias
elegido para guardar la ciudad y defender sus inmediaciones . Si hubieras visto á tus caballeros pisoteados por
los caballos , tus provincias entregadas al saqueo , tus riquezas repartidas , y las mujeres de tus súbditos ven-
didas en el mercado ; si hubieras visto los púlpitos y cruces derribadas , las hojas del Evangelio dispersas y

(1) Biblioteca de las Cruzadas, t. IV.


(2) Makrisi .
(3) Llamada Ibn-Firat.
(1) El príncipe de Antioquía se hallaba entonces en Trípoli.
(5) Makrisi,
LIBRO DECIMOSEPTIMO . - 1268-1271 . 481

arrojadas al viento , los sepulcros de los patriarcas profanados ; si hubieras visto á los musulmanes tus ene-
migos, pisando el tabernáculo , inmolando en el santuario al monje , al presbítero y al diácono , si hubieses
visto en fin tus palacios devorados por las llamas , los muertos consumidos por el fuego de este mundo , la igle-
sia de San Pablo y la de San Pedro destruidas hasta en sus cimientos , habrias esclamado sin duda : ¡ Ojalá
que me hallase reducido á la nada ! >>
Bibars distribuyó el botin entre sus esclavos ; los mamelucos se dividieron las mujeres , las doncellas y los
niños, y no hubo entonces, dice una crónica árabe , un esclavo que no tuviese un esclavo (1 ) ; un niño costaba
doce dirhems, una niña cinco ; en un solo dia la ciudad de Antioquía habia perdido á todos sus habitantes ; y
las llamas acabaron por órden de Bibars la obra de la barbarie ; la mayor parte de los historiadores están
contestes en afirmar que diez y siete mil cristianos fueron pasados á cuchillo y cien mil reducidos á la escla-
vitud.
Cuando se recuerda el primer sitio de aquella ciudad por los cruzados, los trabajos y hazañas de Bohe-
mundo , de Godofredo y de Tancredo , que fundaron el principado de Antioquia , aflige ver el término ordinario
de cuanto nace de la gloria de los conquistadores ; mas cuando por otra se ve á una numerosa poblacion , en-
cerrada en fuertes murallas , no oponer resistencia alguna al enemigo y dejarse asesinar sin defensa , se pre-
gunta qué se habia hecho la posteridad de los valientes guerreros que por espacio de dos siglos defendieron á
Antioquía contra todas las fuerzas de los musulmanes.
Despues de haber escrito al conde de Trípoli una carta llena de amenazas , el sultan del Cairo le envió una
embajada , y él mismo tomó parte en ella en calidad de heraldo , pues queria examinar las fortificaciones y
medios de defensa con que contaba la plaza ; en las conferencias que se verificaron, los embajadores musul-
manes dieron en un principio á Bohemundo el título de conde ; este reclamó el de príncipe , y la discusion se
animó hasta que Bibars hizo señal á los suyos para que cediesen . Al hallarse el sultan en medio de su ejér-

cito reia con sus emires de semejante aventura y les decia : Este es el momento en que Dios maldecirá al prin-
cipe y al conde ; sin embargo de esto concluyó una tregua con Trípoli , preveyendo que un tratado de paz ser-
viria para disimular el proyecto de otra guerra , y que no tardaria en hallar ocasion para violar la tregua con
ventaja .
Como hemos dicho, Bibars amenazaba á todos sus enemigos á la vez y solo enviaba embajadores á los cris-
tianos para espresarles la cólera que le animaba . El rey de Chipre habia entregado á los tártaros algunos di-
putados musulmanes que habian caido en su poder, y el sultan le envió á pedir una reparacion del ultraje
hecho al islamismo ; el historiador Mohi-Eddin que formaba parte de la embajada , dirigió al príncipe cris-
tianɔ palabras de altivez y de desprecio, siguiendo las instrucciones del sultan ; dicho historiador añade : « De
repente el príncipe me miró con cólera, y me mandó decir por el intérprete que mirase detrás de mí ; volví en
efecto la cabeza y ví en la plaza á todas las tropas del rey formadas en batalla ; el intérprete no olvidó el
hacerme reparar su número y su marcial continente ; entonces bajé los ojos , y despues de haberme prometido
respetar mi carácter de embajador , dije al rey que en efecto habia muchos soldados cristianos en la plaza ,
pero que habia mas aun en las cárceles del Cairo ; al oir estas palabras el rey mudó de color , y haciendo la
señal de la cruz , aplazó la audiencia para otro dia . »
Mientras todos los cristianos de oriente temblaban al solo nombre de Bibars, este se ocupaba sin cesar en
preparar los medios de atacar y reducir las ciudades que quedaban aun en pié en las costas de la Siria y de
la Palestina ; siendo principalmente el objeto de su ambicion la conquista y destruccion de Tolemaida ; sin
embargo dudaba antes de descargar los últimos golpes contra el poder que por tanto tiempo fué el espanto de
las naciones musulmanas ; no podia olvidar que los peligros de los cristianos habian varias veces armado al
occidente en masa , y esta sola idea le retenia en la inaccion ; de modo que los tristes restos de las colonias
cristianas de Asia se hallaban aun defendidos p eion guerre de los pueblos de Europa y por el
recuerdo de las primeras cruzadas.
La fama habia llevado á la otr tres ; el arzobispo de Tiro, los
grandes maestres del Temple y erse ecos de las súplicas de
las ciudades cristianas de la ' dispuesta á escucharlas ; el

(1) Makrisi .
61
482 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

papa Clemente habia exhortado á los reyes de Castilla, de Aragon y de Portugal á armarse para la defensa
de los santos lugares y habia concedido indulgencias y décimas (1 ); en vano se predicó una cruzada en Ale
mania , en Polonia y en las comarcas mas apartadas del norte ; los habitantes de aquella parte de la Europa
solo mostraron indiferencia por unos acontecimientos que sucedian tan lejos de su pais ; el rey de Bohemia ,
el marqués de Brandeburgo y algunos señores que habian tomado la cruz , no se apresuraron á cumplir sus
juramentos ; ningun ejército se ponia en marcha y todo se reducía á predicaciones y á vanos preparativos.
En el reino de Francia los oradores sagrados habian deplorado las desgracias de la Tierra Santa , sin lograr
despertar en los corazones el celo y el entusiasmo de los cruzados ; la poesía se habia unido á la elocuencia
sagráda , mas ni los cantos de los poetas ni las exhortaciones de los pastores de la Iglesia podian arrastrar el
espíritu de los fieles ; en un serventecio que ha llegado hasta nosotros , un trovador contemporáneo parecia
echar en cara á la Providencia las derrotas de los cristianos de la Palestina , y en su delirio poético se aban
donaba á una desesperacion que tendria en el dia todos los visos de impiedad : « La tristeza y el dolor , escla
ma , se han apoderado de mi alma , de tal modo que me siento desfallecer ; la cruz está abatida ; la cruz ni
la fé ya no nos escudan , ni nos guian contra los turcos , á quienes Dios maldiga , ¿mas no se podria creer , al
menos en cuanto á lo que el hombre puede juzgar , que Dios protege para nuestra pérdida á aquel pueblo
infiel?
>>Y no penseis que el enemigo se detenga despues de tantos triunfos ; al contrario , ha anunciado pública
mente que no dejará en Siria ni á un solo hombre que crea en Jesucristo ; que hasta el templo de Santa
María será convertido en mezquita ; mas puesto que el Hijo de María , á quien tal afrenta deberia afligir, lo quie
re ; puesto que esto le complace, ¿ por qué no debe complacernos tambien á nosotros ?»
«Loco es pues quien se opone á los sarracenos , cuando Jesucristo nada les niega , cuando han conseguido

vencer, y continúan venciendo , lo que me mata , á los francos y á los tártaros , á los armenios y á los persas;
todos los dias llevan para nosotros una nueva derrota , pues aquel Dios que tenia por costumbre velar, ahora
duerme; Mahoma obra con todo su poder é impulsa al feroz Bibars. >>
Tan estrañas declamaciones no espresaban sin duda los verdaderos sentimientos de los fieles , pero puede
creerse que en un tiempo en que los poetas hablaban de este modo , los ánimos se hallaban poco dispuestos át
las santas espediciones de ultramar : el trobador que acabamos de citar aconseja no hacer la guerra á los
musulmanes y declama con amargura contra el papa que vendia á Dios y las indulgencias para armar á los
francos contra la casa de Suabia ; en efecto las cuestiones suscitadas con motivo de la sucesion del reino de

Nápoles ocupaban en aquel entonces toda la atencion de la santa sede, y la Francia no permaneció estraña á
las mismas .
Hemos hablado ya de las escómuniones y penas eclesiásticas lanzadas con tanta frecuencia contra Federico
y toda su familia ; los sumos pontifices quisieron unir la fuerza de las armas á la autoridad que les daba la
Iglesia y el derecho de los conquistadores sobre un reino tan vecino de la capital , pero como carecian de la
esperiencia guerrera y á sus capitanes les faltaba tambien la pericia y el valor , sus ejércitos fueron vencidos ;
la corte de Roma , humillada en el campo de batalla , se vió obligada á reconocer el ascendiente de la victoria ,
y en esta lucha profana perdió algo de aquel poder espiritual que la hacia tan formidable .
De la familia de Suabia solo quedaban Manfredo, hijo natural de Federico , y su nieto Coradino, muy niño

todavía ; Manfredo , que reunia la habilidad y el valor de su padre, habia puesto en muy buen lugar la domi
nacion germánica en Italia , y desafiaba el poder y las armas de los pontifices ; habíase apoderado de la Mar
ca de Ancona y de muchas tierras del estado eclesiástico ; y citado ante el tribunal de Urbano VI para justifi
carse de los actos de crueldad de que era acusado , habia despreciado la intimacion del sumo pontifice;
entonces el jefe de la Iglesia dirigió á todos los fieles una manifestacion en la cual hacia cargos al tirano de Si
cilia de la destruccion de la ciudad de Arca , del asesinato de varios grandes de Sicilia , de la violacion de los
interdictos eclesiásticos , de su alianza con los musulmanes , cuyas costumbres habia adoptado ; mas por toda
contestacion Manfredo trataba de hacerse dueño de Viterbo , donde residian el papa y los cardenales .
Desesperando la corte de Roma de conservar para si el reino de Sicilia prometido á los que emprendiesen
la conquista ; la corona de Manfredo fué ofrecida primeramente al rey de Inglaterra para su hijo Edmundo;

(1) El continuador de Mateo Paris y Mateo de Westminster, año 1268 y 1269.


LIBRO DECIMOSEPTIMO . - 1268-1271 . 483

mas Enrique III, en cuestiones con sus propios súbditos y prisionero de sus barones, no podia secundar las
pretensiones de su hermano Ricardo al imperio , ni las de su hijo al trono de Sicilia , así es que el sumo pon-
tífice puso sus miras en Carlos de Anjou , á quien su esposa Beatriz habia llevado en dote el condado de Pro-
venza y cuyo poder se estendia mas allá de los Alpes . Carlos de Anjou , educado como Luis IX por la rei-
na Blanca , no tenia el carácter ni los sentimientos del santo monarca ; el uno introducia en la política todas las
virtudes de la religion, mientras el otro mezclaba en la religion todas las pasiones de la política ; Luis apenas
podia convencerse de la legitimidad de las conquistas hechas por sus abuelos , y la posesion de la Normandia
y del Poitou turbaba muchas veces su conciencia ; la filosofía religiosa del santo monarca no se avenia con las
grandezas humanas, y si hemos de creer las tradiciones históricas , habia abrigado el proyecto de bajar del
trono de Carlomagno y de Felipe Augusto para sepultarse en un monasterio de Santo Domingo : Carlos por el
contrario solo temia perder las provincias que la fortuna le habia dado ; solo pensaba en aprovechar todas las
circunstancias y emplear todos los medios para engrandecer sus estados, mientras su hermano , uno de los mas
grandes monarcas de la cristiandad envidiaba la paz , la pobreza y el hábito de los cenobitas , él solo aspira-
ba á ceñir su frente con una corona y á ser contado entre los soberanos de la tierra . La ambicion del duque
de Anjou era además escitada por su esposa Beatriz, á quien se habia visto llorar por no ser reina como sus
tres hermanas, y que consintió fácilmente en vender sus joyas para una guerra de la cual esperaba la rea-
lizacion de sus deseos ; los escrúpulos de Luis IX suspendieron durante algun tiempo los planes de la santa
sede, `mas Clemente IV, sucesor de Urbano, hizo nuevas tentativas , y el piadoso monarca se dejó arrastrar
por las súplicas de Carlos y sobre todo por la esperanza de que la conquista de la Sicilia seria útil con el
tiempo á la defensa de la Tierra Santa .
El conde de Bethune y muchos señores y caballeros franceses acompañaron á Italia al duque de Anjou , el
cual despues de ser coronado en Roma por dos cardenales entró en el reino de Nápoles seguido de un ejército
formidable y precedido de los anatemas de la santa sede ; los soldados de Carlos llevaban una cruz y com-
batian en nombre de la Iglesia ; los sacerdotes exhortaban á los combatientes y les prometian la espiacion
de sus pecados ; Manfredo sucumbió en esta guerra , á la que se daba el nombre de guerra santa , y perdió
la corona y la vida en la batalla de Cosenza (1 ) .
Libre el papa de los cuidados de esta cruzada , se ocupó de la de ultramar, y sus legados instaron á unos
príncipes para que tomasen la cruz y á otros para que cumpliesen su juramento ; Clemente no olvidó escri
bir á Miguel Paleólogo para que manifestase por fin la sinceridad de sus promesas ; Carlos , que se habia de-
clarado vasallo del papa á quien debia su reino , recibió tambien varios mensajes representándole los peligres
de la Tierra Santa y lo que debía á Jesucristo ultrajado por las victorias de los musulmanes, mas el nuevo
rey de Sicilia se contentó con enviar un embajador al sultan del Cairo y con interceder cerca de Bibars para
los desgraciados habitantes de la Palestina ; el sultan contestó á Carlos que no rechazaba su intercesion , pe-
ro que los cristianos se destruian con sus propias manos ; que ninguno de ellos tenia poder bastante para ha-
cer respetar los tratados y que el mas pequeno des hacia continuamente lo que habia hecho el mas grande ; Bi-
bars envió á su vez embajadores á Carlos, mas que para seguir negociaciones , para conocer el estado y dispo-
siciones de la cristiandad .

El jóven Coradino se aprestaba para disputar á Carlos de Anjou la corona de Sicilia, y como á rey de Je-
rusalen y deseando hallar ausiliares envió una embajada al sultan de Egipto para conjurarle á que protegiese
sus derechos contra su rival ; en la contestacion trató Bibars de consolar á Coradino y sin duda vió con placer
reinar la division entre los príncipes de occidente.
En el estado en que se hallaba entonces la Europa , solo un monarca se ocupaba formalmente de la suerte
de las colonias cristianas de Asia ; el recuerdo de una tierra en que habia habitado, y la esperanza de vengar
el honor de las armas francesas en Egipto, dirigian todos los pensamientos de Luis IX hácia una nueva cru—
zada (2) ; sin embargo, no dejaba traslucir sus designios , y este gran proyecto, dice uno de sus historiado-
res (3) se formaba , por decirlo así , entre Dios y él ; Luis consultó al papa , quien vaciló en contestarle, te-

(1) 16 de febrero de 1266.


(2) Guillermo de Nangis.
(3) Historia de San Luis por Filleau de la Chaise.
484 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

miendo los peligros de su ausencia para la Francia y para la Europa ; la primera carta de Clemente (1) tenia
por objeto desviar al monarca francés de tan peligrosa empresa , mas consultado de nuevo el sumo pontifice,
no tuvo los mismos escrúpulos , y creyó deber animar á Luis IX en su idea , persuadido, decia , de que esta idea
se la habia inspirado Dios .
Sin embargo , el objeto de esta negociacion permanecia envuelto en el mas profundo misterio ; Luis IX te
mia sin duda que anunciando su proyecto de antemano , perjudicase la reflexion al entusiasmo que le era
necesario para lograr sus fines , y que se formase en su corte y en el reino una poderosa oposicion contra la
cruzada ; creia que anunciando de repente su proyecto en el mismo momento de la ejecucion , haria mayor
impresion en los ánimos , arrastrándolos mas fácilmente á seguir su ejemplo . A mediados de la cuaresma fué
convocada en París con gran solemnidad una asamblea de los barones , señores y prelados del reino ; en esta
convocacion no habia sido olvidado el fiel Joinville , el cual , segun dice en sus memorias , presentia que Luis

no tardaria en cruzarse , y lo que le habia inspirado este presentimiento, era haber visto en sueños al rey de
Francia revestido con una casulla encarnada de sarga de Reims, lo que significaba la cruz ; su capellan es
plicándole este sueño , manifestó que el ser la casulla de sarga de Reims anunciaba que la cruzada seria una
muy pequeña hazaña .
Reunido el gran parlamento del reino en una sala del Louvre el dia 23 de marzo, entró el rey llevando en
la mano la corona de espinas de Jesucristo , así es que á su entrada toda la asamblea pudo ya conocer las in
tenciones del monarca ; en un discurso dicho con gran uncion , Luis representó las desgracias de la Tierra
Santa , declaró que estaba resuelto á marchar á su ausilio , y acabó exhortando á cuantos le escuchaban á to
mar la cruz ; cuando hubo cesado de hablar , un silencio profundo y sombrio espresó á la vez la sorpresa y
el dolor de los barones y prelados y su respeto por la voluntad del santo monarca (2) .
El legado del papa , cardenal de Santa Cecilia , habló despues de Luis IX , y en patética exhortacion invitó
á los guerreros franceses á tomar las armas contra los infieles ; Luis recibió la cruz de manos del cardenal, y
su ejemplo fué seguido por tres de sus hijos ; veíase con enternecimiento á Juan , conde de Nevers , el mas jó
ven de estos príncipes , nacido en Egipto en medio de las calamidades de la cruzada anterior ; en seguida el
Jegado recibió el juramento de muchos prelados , condes y barones ; entre los que tomaron la cruz en presencia
de Luis y en los dias siguientes á esta predicacion , la historia cita á Juan , conde de Bretaña , á Alfonso de
Brienne, á Tebaldo rey de Navarra , al conde de Artois , hijo de Roberto muerto en Mansourah , al duque de
Borgoña , á los condes de Flandes , de Saint -Paul , de la Marche y de Soissons , á los señores de Montmoren
cy , de Pienne , de Nemours etc .; las mujeres manifestaron igual celo ; la condesa de Bretaña , Yolanda de
Borgoña , la señora de Poitiers , Juana de Tolosa , Isabel de Francia , Amiria de Courteney y muchas otras, re
solvieron seguir á sus esposos en la espedicion de ultramar , mas la reina Margarita que no habia echado en
olvido cuanto habia sufrido en Damieta durante el cautiverio de Luis IX , no tuvo valor bastante para tomar la
cruz é ir á oriente en busca de nuevos peligros ; tambien se instó vivamente al señor de Joinville para que se
alistase bajo las banderas de la cruzada , pero el buen senescal resistió á cuantas instancias se le hicieron,
alegando las grandes pérdidas que sus vasallos habian sufrido durante la primera espedicion ; el senescal re
cordaba igualmente las predicciones de su capellan, y si bien hubiese deseado acompañar al rey á quien
amaba sinceramente , no se habia repuesto aun de los terrores que esperimentó en Egipto , y por nada del
mundo habria vuelto al pais de los musulmanes .
por todo el
La resolucion de San Luis, que se presentia desde mucho tiempo, derramó la consternacion
reino, pues no sin grande afliccion podia verse la partida de un príncipe cuya sola presencia mantenia la paz,
el órden y la justicia ; además la salud del rey se hallaba muy debilitada y se temia que no pudiese soportar
los peligros y fatigas de una cruzada ; el dolor público se aumentaba viendo que partia con sus hijos ; les
desastres de la primera espedicion á Egipto estaban grabados en la memoria de los pueblos ; recordábase el
cautiverio de toda la familia real , y temiéndose mayores desgracias para el porvenir , Joinville no vacila eu
asegurar que los que habian aconsejado al rey el viaje de ultramar habian pecado mortalmente (3 ) ,

(1) Cartas de Clemente, en Duchesne, epist. CCLXIX .


(2) Anales de San Luis, pág. 269, edicion del Louvre, y Godofredo de Beaulicu , cap. XXXVIII.
(3) Véase Raynaldi ad. ann. 1267, núm . 51 y sig.
LIBRO DECIMOSEPTIMO . - 1268-1271 . 485

Sin embargo no se oian quejas ni murmullos contra Luis IX ; el espíritu de resignacion que era una de
las virtudes del monarca , parecia haber pasado al alma de todos sus súbditos , y para servirnos de las mismas
espresiones de la bula del papa , los franceses veian en la conducta del rey un noble y doloroso sacrificio he-
cho á la causa de los cristianos , á la causa por la cual Dios habia sacrificado su único Hijo .
La resolucion del rey produjo gran sensacion en Europa y reanimó en los ánimos los restos del antiguo
entusiasmo por las cruzadas ; como él era el jefe de la espedicion , muchos guerreros quisieron dividir la honra

de combatir bajo sus banderas ; la confianza que inspiraban su prudencia y sus virtudes tranquilizaba en
cierto modo los ánimos contra los peligros de las espediciones lejanas , y daba á los pueblos cristianos esperan-
zas que parecian haber perdido .
Clemente IV escribió al rey de Armenia consolándole de los males que habia sufrido durante la invasion
de los musulmanes, y para anunciarle que los cristianos de oriente no tardarian en recibir grandes socorros.
Abaga, kan de los tártaros , empeñado entonces en una guerra contra los turcos del Asia Menor , envió em-
bajadores á la corte de Roma y á muchos príncipes de occidente ( 1 ) ; proponiéndose atacar á los mamelucos
de acuerdo con los francos y arrojarles de la Siria y del Egipto ; el papa recibió con gran solemnidad á los
embajadores mogoles ( 2) y les dijo que iba á embarcarse para oriente un ejército mandado por un gran mo-
narca , que habia sonado la hora fatal para los musulmanes y que Dios bendiciria á su pueblo y á todos los
aliados de su pueblo .
Ocupado sin cesar Luis en su espedicion habia fijado la marcha para el año 1270 , así es que debian trans-
currir cerca de tres años antes que pudiesen llegar á oriente los socorros anunciados por el sumo pontifice ,
para el transporte de los cruzados se pidieron buques á las repúblicas de Génova y de Venecia ; en un prin-
cipio negáronse los venecianos á proporcionárselos , pero viendo que los genoveses trataban de aprovecharse
de su negativa , enviaron embajadores para ofrecer una escuadra ; y celebróse un tratado en virtud del cual
se comprometieron á proporcionar quince buques para el transporte y á armar otros quince á sus espensas
por espacio de un año (3) ; sin embargo , este tratado quedó sin efecto y despues de muchas negociaciones én
que Venecia manifestó mayor espíritu de rivalidad contra Génova , que zelo por la cruzada , se negó á contri-
buir al embarque del ejército cristiano , temiendo menos la cólera de Luis IX que la del sultan del Cairo que
podia arruinar sus establecimientos de oriente ; finalmente los genoveses se obligaron á prestar los buques
necesarios para la espedicion .
La dificultad mayor era hallar el dinero necesario para los preparativos de la guerra ; hasta entonces las
décimas impuestas al clero habian cubierto los gastos de la cruzada , pues era opinion general que una guerra
santa debia ser pagada por los hombres de la Iglesia y consagrados á los altares de Jesucristo ; Urbano IV ,
antecesor de Clemente, había ordenado en todo el occidente la imposicion de una centésima sobre todas las ren-
tas del clero , y además la corte de Roma permitia distribuir indulgencias á proporcion de lo que se daba á mas
del tributo exigido , lo que parece un comercio de las cosas santas ; el clero de Francia habia dirigido al papa
muchas reclamaciones que babian quedado sin efecto, y el papa Clemente en sus cartas echaba en cara á las
iglesias de Francia su oposicion á la percepcion de las décimas .
Al saberse la resolucion de Luis IX la santa sede recurrió á los medios acostumbrados, y sin consideracion
á quejas , que no carecian de fundamento , dió órden de pagar una décima durante tres años ; entonces redo-
bló la oposicion del clero , y pensando mas en la defensa de sus rentas que en la libertad de la Tierra Santa ,
hizo llegar sus reclamaciones al rey al mismo tiempo que envió embajadores á Roma , encargados de esponer
la profunda miseria en que se hallaba sumida la Iglesia de Francia por las cargas que sobre ella pesaban (4) :
los diputados representaron al sumo pontifice que las exacciones de los últimos tiempos se hacian cada dia
mas intolerables y que los bienes del clero ya no bastaban para los gastos del culto y manutencion de los po-
bres de Jesucristo ; añadieron que la injusticia y la violencia habian separado antiguamente la Iglesia griega
de la romana , y que si se empleaban nuevos rigores producirian necesariamente nuevos cismas ; dijeron

(1 ) Ibn-Ferat cuenta que se alió con el rey de Aragon y que ambos monarcas se dieron cita en Armenia .
(2) Anales ecles. ad ann . 1267, núm . 70 y sig.
(3) Historia de San Luis por Filleau de la Chaise. Hist . de Venecia por Mr. Daru.
(4) Raynaldi , Spicilego, tom. XIII, pag.211 ; Suplemento de Raynaldi, lib. LXIX, núm . 42; Historia eclesiástica , por Fleury y Ac-
tas de Rymer .
486 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tambien que si la mayor parte de las cruzadas y sobre todo la espedicion de San Luis habian tenido tan des-
graciado éxito , debia atribuirse á que se habia despojado el santuario y arruinado las iglesias , y por último
anunciaron para el porvenir calamidades aun mayores que las que se habian visto.
Semejante discurso debia escitar la cólera del sumo pontifice; así es que Clemente en su contestacion echó
en cara á los diputados y á los que los enviaban su indiferencia por la causa de los cristianos y una avaricia
que les hacia negar su superfluo por una guerra en que tantos príncipes y guerreros ilustres sacrificaban su
vida ; mostróles la escomunion pronta á castigar una resistencia culpable y amenazóles con privarles de los
bienes que rehusaban dividir con Jesucristo .
El clero vióse obligado á obedecer y condenado á pagar la décima durante cuatro años ; además el para
permitió disponer de todas las sumas legadas por testamento para el socorro de la Tierra Santa , y puso á su
disposicion el dinero que diesen cuantos se habian cruzado y deseaban ser dispensados de su voto , lo que de-

bió producir una cantidad considerable , pues al paso que se daba la cruz á todo el mundo , á nadie se negaba
la dispensa .
Luis IX no despreció los recursos que tenia como á rey de Francia ; en aquella época , en que no eran co-
nocidos los impuestos regulares , los reyes solo contaban para sostener el brillo de la diadema , con las ren-
tas de sus dominios ( 1 ) ; mas à fin de subvenir á los gastos que debia hacer en aquella ocasion , recurrió el
monarca al impuesto conocido con el nombre de capitacion , y que segun las costumbres feudales , exigian los
señores soberanos de cada uno de sus vasallos en circunstancias estraordinarias ; impúsose una contribucion
á los ciudadanos y á los campesinos , y siguiendo la opinion de los párrocos se eligieron doce hombres entre
los mas honrados de cada parroquia , quienes despues de jurar observar la mas estricta neutralidad, impu-
sieron la cuota á cada uno segun sus facultades, no librándose ellos tampoco de la ley comun (2) . El uso no
solo autoriza al rey para cobrar esta contribucion á causa de la cruzada , sino que además tenia el derecho de
hacerlo con motivo de una ceremonia, en aquel entonces muy importante , en la cual , Felipe su hijo
primogénito debia ser armado caballero ; el impuesto , pues , fué exigido en nombre de la caballería y de la
religion , y fué pagado sin murmurar por haber Luis confiado su percepcion á hombres conocidos por su rec-
titud .

Al recibir Felipe la espada de caballero, los franceses y sobre todo los parisienses manifestaron su amor á
Luis IX y á su familia con festejos y diversiones públicas ; todos los trabajos cesaron en París durante mu-
chos dias ; todos los habitantes habian adornado las fachadas de sus casas con ricas tapiceraís ; infinitos fa-
roles de colores colocados en las ventanas reemplazaban la luz del dia ; el aire resonaba con gritos de alegría ;
toda la nobleza de las provincias acudió á la capital para asistir á los espectáculos y fiestas que se celebraron,
y mas de sesenta señores recibieron con el jóven príncipe la espada de caballero de manos del rey ; el gasto
de estas fiestas fué satisfecho por el monarca . En medio de los torneos , de los combates de barreras y de los
juegos en que mostraban su destreza los arrogantes paladines , no quedó olvidada la cruzada ; y el legado
del papa pronunció en la isla de San Luis un discurso sobre las desgracias de la Tierra Santa , quedando el pue-

blo vivamente conmovido por las exhortaciones del prelado ; muchos caballeros tomaron la cruz , y en esta
circunstancia Luis IX adquirió á la vez dinero para el mantenimiento de su ejército y soldados para la guer-
ra santa .

Mientras que la Francia entera se ocupaba de la espedicion de ultramar , predicábase la cruzada en los de-
más paises de Europa ; en Northampton , en el condado del mismo nombre , se reunió un concilio al cual asis-
tieron la mayor parte de los barones de Inglaterra para oir las exhortaciones del enviado de la corte de Roma.

El conde de Leicester habia perdido la vida en una batalla decisiva , y la liga de que era jefe , nada podia ya
valor
emprender contra la autoridad real (3 ) ; el hijo primogénito de Enrique III , el príncipe Eduardo , cuyo
habia triunfado de los rebeldes , ya fuese que la piedad de San Luis hubiese escitado su celo , ya que quisiese
cumplir el voto que su padre habia renovado tantas veces , tomó la cruz de manos del legado , y los compa-
ñeros de sus victorias y los señores que había vencido, se apresuraron á seguir su ejemplo ; el belicoso ardor

(1) Prefacio de los t. XV, XVI y XVII de las Ordenanzas del Louvre por M. de Pastoret.
(2) Espicilego , t . II pág. 108.
(3) Mat. de Westminster, Flor. histor. ad ann. 1226 y el t. II de las Cartas de Clemente IV, ep. CCV.
LIBRO DECIMOSEPTIMO. - 1268-1271 . 487

que por tanto tiempo habia destrozado el seno de de la patria volvióse de repente contra los infieles, y con
gran beneficio para un reino estenuado por tantas calamidades, todas las pasiones de una guerra civil se di-
rigieron entonces hácia la nueva cruzada ; el mismo entusiasmo se manifestó en el reino de Escocia , donde

Juan de Bailleul y muchos señores se alistaron bajo las banderas de la guerra de oriente .
Cataluña y Castilla contribuyeron tambien con un gran número de cruzados ; el rey de Portugal y Jaime,
CIR
rey de Aragon, tomaron la cruz ; doña Sancha , hija del monarca aragonés , habia partido hacia aquel tiempo
á Jerusalen , muriendo en el hospital de San Juan despues de haberse consagrado al servicio de los enfermos

y peregrinos . Don Jaime habia vencido repetidas veces á los moros, pero ni sus hazañas contra los infieles,
ni el recuerdo de una hija mártir de la caridad cristiana , no sostenian su piedad contra las pasiones munda-
nas, y sus vergonzosas relaciones con Berenguela escandalizaban á la cristiandad .
El papa , á quien comunicó su designio de partir à la Tierra Santa , contestóle que Jesucristo no podia
aceptar los servicios de un príncipe que todos los dias le crucifica con sus pecados ( 1 ) , mas el rey de Aragon ,
TH
por una estraña reunion de sentimientos opuestos, no quiso ni renunciar á Berenguela ni abandonar su pro-
yecto de combatir á los infieles en oriente , y renovó su juramento en Toledo en una gran asamblea á la que
asistian los embajadores del kan de los tártaros y del rey de Armenia ; en una disertacion española (2) sobre
las cruzadas , leemos que Alfonso el Sabio , no pudiendo marchar á oriente, dió al rey de Aragon cien hombres
L

y cien mil maravedises de oro ; la órden de Santiago y otras que habian acompañado varias veces en sus ba-
tallas al vencedor de los moros, contribuyeron tambien con hombres y dinero ; la ciudad de Barcelona les
ofreció ochenta mil sueldos barceloneses , Mallorca cinco mil sueldos de plata y dos buques equipados ; la es-
cuadra compuesta de treinta galeras y de otras embarcaciones menores, en la cual iban embarcados ocho-
cientos hombres de armas y veinte mil infantes, partió de Barcelona el dia 4 de setiembre de 1258 , mas al
Es llegar á la altura de Mallorca fué dispersada por la tempestad , y parte de los buques llegaron al Asia y otros
se refugiaron en los puertos de Cerdeña ; la galera que montaba el rey de Aragon , fué arrojada á las costas
del Languedoc .
La llegada á Tolemaida de los cruzados aragones (3), esmandados por un hijo natural de Jaime, infundió al-
guna esperanza á los francos de la Palestina ; segun refieren las crónicas orientales un enviado del rey de
Aragon fué al encuentro del kan de los tártaros para anunciarle que el monarca español llegaria cuanto antes
con un ejército ; mas Jaime no llegó á Palestina , ya fuese porque los encantos de Berenguela le detuviesen en
occidente, ya que la tempestad que dispersó la escuadra le hiciese creer que el cielo se oponia á su peregri-
nacion ; así como se le condenó por su partida , que era mirada como un desprecio á los consejos de la santa
sede, se le condenó por su regreso, atribuyéndolo á sus vergonzosas inclinaciones (4) . Tambien se suscitaron
murmullos contra el rey de Portugal , el cual habia cobrado las décimas y no abandonaba su reino .
Todos cuantos en Europa se interesaban por el éxito de la cruzada , tenian fijos los ojos en el reino de Nápo-
leş , donde Carlos de Anjou hacia grandes preparativos para acompañar á su hermano al oriente ; mas aquel
reino recientemente conquistado debia ser otra vez teatro de una guerra encendida por la venganza y la am-
bicion ; en el estado de Nápoles y de Sicilia , que tantas veces habia cambiado de dueño , sucedió lo que acos-
tumbra acontecer despues de una revolucion ; las esperanzas defraudadas se convirtieron en odios ; los esce-
sos inseparables de una conquista , la presencia de un ejército orgulloso con sus victorias , y el gobierno vio-
lento de Carlos , animaron á los pueblos contra el nuevo rey . Clemente IV creyó deberle dar un saludable
consejo : « Vuestro reino , le escribia , estenuado primeramente por los agentes de vuestra autoridad , es destro.
zado ahora por vuestros enemigos ; la oruga destruye lo que se libró de la langosta ; el reino de Nápoles y de
Sicilia ha tenido siempre hombres que lo asolasen, pero ¿ donde se encuentran los que le defenderán (5) ? »
Esta carta del papa anunciaba la tempestad que se formaba ; muchos de los antiguos partidarios de Carlos
echaban de menos la casa de Suabia y fijaron sus esperanzas en Coradino , sucesor de Federico y de Conra-

(1) Raynaldi ad. ann. 1266, núm. 27.


(2) Su autor D. Fernando de Crevarette.
(3) Ibn-Ferat menciona la llegada de los cruzados aragoneses.
(4) Crónica de Simon de Monfort.
(5) Raynaldi , ad ann. 1268, núm . 36.
488 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

do ; este príncipe salió de Alemania con un ejército y entró en Italia , fortificándose en su marcha con el par-
tido de los gibelinos y de cuantos habia exasperado la dominacion de Carlos ; la Italia entera ardia en el fuego
de la discordia , y el papa protector de Carlos , retirado en Viterbo , no contaba para su defensa mas que con
los rayos de la Iglesia .
Carlos de Anjou reunió sus tropas y salió al encuentro de su competidor ; ambos ejércitos se encontraron
en la llanura de San Valentin , cerca de Aguila ; el de Coradino fué totalmente destruido y el jóven príncipe
cayó en poder del vencedor . La posteridad no ha perdonado á Carlos el haber abusado de su victoria hasta el
punto de hacer condenar y decapitar á su enemigo vencido y desarmado ( 1 ) ; despues de esta ejecucion la Si-
cilia y el pais de Nápoles quedaron entregados á todos los furores de una tiranía celosa y suspicaz , pues la

violencia llama la violencia y los grandes crímenes no van nunca solos en política . De este modo se preparaba
Carlos para la cruzada , mientras que por otra parte la Providencia le deparaba terribles catástrofes : « En
tanto es verdad, dice un historiador, que Dios da muchas veces los reinos para castigar así á los que eleva
como á los que somete . >>

(1269) Mientras sucedian en Italia estas sangrientas escenas , Luis IX continuaba su obra de la paz pú-
blica y sus preparativos para la cruzada ; el santo monarca no ignoraba que el modo mas seguro de endulzar
los males de la guerra y los que podia traer su ausencia , era formar buenas leyes, así es que dió varias or-
denanzas , cada una de las cuales era un monumento de su justicia ; la mas célebre entre todas es la prag-
mática sancion , la cual teniendo por objeto reglamentar las elecciones eclesiásticas, mantener las antiguas in-
munidades de las iglesias , y defender los derechos y bienes del clero contra las pretensiones del gobierno ro-
mano, fué andando el tiempo la base de las libertades galicanas ; Luis IX se ocupaba tambien en elevar aquel
monumento de legislacion al cual la posteridad ha dado su nombre , y cuyo espíritu de sabiduría y de equidad
sirvió de modelo y de guia á los hombres que en las sucesivas edades trataron de reformar y mejorar las le-
yes del reino.

El conde de Poitiers que debia acompañar á su hermano , trabajaba al mismo tiempo para pacificar sus
provincias, é hizo varios reglamentos para el mantenimiento del órden público , ocupóse sobre todo en abolir
la servidumbre , teniendo por máxima , decia , que los hombres nacen libres , y que es prudencia hacer siem-
pre volver las cosas á su origen . Este escelente príncipe atrajo sobre sí las bendiciones de su pueblo y el amor
de sus vasallos , y aseguró la duracion de las leyes que habia formado .
Hemos dicho que el príncipe Eduardo , hijo primogénito de Enrique III , habia jurado combatir á los infie-
les, pero la Inglaterra , estenuada por las guerras civiles , no podia soportar los gastos de tan lejana espedicion;
así es que Luis IX , que apreciaba como merecia el valor del jóven príncipe cruzado, y deseaba tenerse por
compañero de armas en la guerra santa se ofreció á prestarle setenta mil libras tornesas , de las cuales debian
pagarse veinte y cinco mil á Gaston , vizconde de Bearn , quien habia prometido seguir á Eduardo á la cruzada;
en garantía de la suma prestada , el hijo de Enrique III obligaba las rentas de la Guyena , sus dominios par
ticulares , y además daba en prenda á uno de sus propios hijos , jurando al mismo tiempo que mientras du-
raria la santa peregrinacion obedeceria al rey de Francia de buena fé, lo mismo que uno de los barones de su
reino (2) .
Acercábase la época señalada para la marcha de la espedicion ; por órden del legado , los párrocos en sus
respectivas parroquias habian tomado el nombre de los cruzados (3) para obligarles á llevar públicamente la
de 1270; se
cruz ; y todos habian sido advertidos que se hallasen prontos á embarcarse á mediados de mayo
gun el uso seguido en las cruzadas , Luis hizo su testamento , legando á Inés , la menor de sus hijas , diez mil
francos para contraer matrimonio , y cuatro mil á la reina Margarita ; el monarca confió la administracion de
su reino durante su ausencia á Mathieu , abad de San Dionisio , y á Simon , señor de Nesle ; habia escrito á to-
dos los señores que debian seguirle á oriente , recomendándoles reunir á sus caballeros y hombres de armas,
mas como el entusiasmo religioso no era bastante fuerte para hacer olvidar los intereses terrenales, muchos
señores que habian tomado la cruz , temieron verse arruinados en la guerra santa , y la mayor parte vacila-

(1) Manuscrito de Jordan.


(2) Biblioteca de las Cruzadas .
(3) Historia de San Luis por Filleau de la Chaise, t . II pág. 62.
LIBRO DECIMOSEPTIMO . -1270-1271 . 489

and ban en partir ; así es que Luis se obligó á satisfacer los gastos de su viaje y á mantenerlos á su costa durante
la guerra , lo que no se habia visto en las cruzadas de Luis VII y de Felipe Augusto ; réstanos un precioso mo-
numento de aquella época , como es la ordenanza en la que el rey de Francia establecia lo que debia pagar

á un gran número de barones y caballeros todo el tiempo que durase la guerra de ultramar .
Cada uno de los caballeros á quienes el rey concedia sueldo debia recibir una suma en proporcion a
número de caballeros que le acompañaban ; el sueldo se acordaba por un año , cuyo año debia empezar cuando
los cruzados hubiesen llegado á tierra firme; el rey debia pagar la mitad de la suma convenida allí donde
el año comenzase, y la otra mitad cuando hubiese pasado la primera mitad del medio año , si los cruzados des-
embarcasen en alguna isla , quedando mar á sus espaldas , el año empezaria el dia en que resolviesen que-
darse en ella . El arzobispo de Reims y el obispo de Langres tenian cada uno once mil libras , y mandaban
sesenta caballeros , para el viaje de los cuales el rey debia tener pronto un buque ; en el estado que tenemos
á la vista observamos que los pactos no eran iguales en todos ; se ve por ejemplo á Guillermo de Courtenay
y á Gil de Mailly recibir el uno para sí y diez caballeros dos mil doscientas libras , y el otro que conducia solo
seis caballeros, tres mil libras y el pasaje de ida y vuelta de los caballeros ; ambos debian comer á espensas del
rds
rey ; muchos no llevaban caballero alguno , y recibian ciento sesenta libras ; finalmente, segun las cuentas
manuscritas del Tesoro de decretos el total de estos sueldos , llamados dones , ascendia á ciento setenta mil libras
tornesas, suma considerable si se añade á los gastos de manutencion por ciento treinta caballeros que debian
sentarse en las mesas del rey , y los de transporte y pasaje por el séquito y equipajes de los señores mes-
naderos .

En el mes de marzo Luis visitó la iglesia de San Dionisio , donde recibió las insignias de su peregrina-
cion , y puso su reino bajo la proteccion de los apóstoles de Francia ( 1 ) ; el dia siguiente á esta solemne cere-
13 monia se celebró una misa para la cruzada en la iglesia de Nuestra Señora de París , á la cual asistió el monar-
ca acompañado de sus hijos y principales señores de su corte , con los piés desnudos y llevando el hábito y el
bordon . Aquel mismo dia marchó á dormir á Vincennes y miró por última vez aquellos antiguos robles á
cuya sombra se complacia en hacer justicia á sus pueblos ; allí fué donde Luis se separó de la reina Margarita ,
de la cual no se habia apartado jamás ; separacion tanto mas dolorosa en cuanto recordaba muy tristes me-
morias á las cuales se unian muy tristes presentimientos .
El pueblo y la corte se hallaban sumidos en la tisteza , y lo que aumentaba el público dolor era la ignoran-
cia en que se estaba sobre el punto á donde dirigiria Luis su espedicion , si bien se hablaba vagamente de las
costas de Africa ; el rey de Sicilia habia tomado la cruz sin tener el menor deseo de partir al Asia , así es que
en los consejos en que se deliberó sobre la empresa , hizo insinuar que debia atacarse Túnez , cuyo reino in-
festaba el mar de piratas y cerraba el paso de la Palestina , siendo además el ausiliar del Egipto , y camino
para penetrar en esta region ; tales eran las razones que se hacian valer, si bien la verdadera consistia en que
importaba al rey de Sicilia conquistar las costas de Africa y no alejarse demasiado de Italia . Para San Luis
la única razon que le impulsó á esta empresa , si hemos de creer á su confesor Godofredo de Beaulieu , fué el
pensar poder convertir al rey de Túnez y conquistar un vasto pais para la fé cristiana ; el mismo príncipe mu-
sulman , cuyos embajadores habian estado varias veces en Francia , habia hecho nacer esta idea , diciendo
que no deseaba otra cosa que abrazar la religion de Jesucristo , de modo que lo que quizás habia dicho para .
evitar una invasion , fué precisamente lo que le atrajo la guerra ; Luis IX repetia con frecuencia que consen-
tiria en pasar toda su vida en un calabozo sin ver el sol , si á este precio se convirtiese el rey de Túnez y todo

su pueblo.
Mientras que Luis atravesaba su reino dirigiéndose á Aguas-Muertas donde debia embarcarse el ejército de
los cruzados , implorábase por todas partes para sus armas las bendiciones del cielo ; el clero y los fieles , reu-
nidos en las iglesias oraban por el rey y por sus hijos , y por cuantos le seguian ; rogábase tambien por los
principes y señores estranjeros que habian tomado la cruz y prometian marchar á Oriente, como si con esto
se quisiese escitarles á apresurar su marcha .
Sin embargo la mayor parte no contestó á este religioso llamamiento ; el rey de Castilla que se habia cru-
zado, tenia pretensiones á la corona imperial y por otra parte no podia olvidar el suplicio de su hermano Fe-

(1) Guillermo de Nangis, de Gestis Sancti Ludovici.


(56 y 57) 62
490 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

derico, inmolado por Carlos de Anjou ; los asuntos del imperio no solo retenian á los príncipes y señores ale

manes, sino que además la muerte del jóven Coradino habia de tal modo exasperado los ánimos en Alemania ,
que nadie habia querido combatir bajo las mismas banderas que el rey de Sicilia . Tan negro atentado come
tido en medio de los preparativos de una guerra santa parecia presagiar grandes calamidades ; en esta dispo
sicion creian los ánimos que el cielo se hallaba irritado contra los cristianos y que su maldicion iba á caer
sobre las armas de los cruzados .

Al llegar Luis á Aguas-Muertas no halló ni la escuadra genovesa ni tampoco los principales señores que
debian embarcarse con él ( 1) ; los embajadores de Paleólogo fueron los únicos que no se hicieron esperar, pues
en Constantinopla habia inspirado la cruzada un escesivo temor , temor mas activo que el entusiasmo de los
cruzados ; Luis habia podido preguntar al emperador griego por qué despues de haber prometido enviar sol
dados , se limitaba con mandar embajadores , pero el santo monarca que daba gran importancia á la conver
sion de los griegos y que creia en su buena fé, se contentó con tranquilizar á los enviados y como el papa Cle
mente acababa de morir , les envió al combate de los cardenales para terminar la reunion de ambas iglesias .
Los cruzados , arrastrados por las reiteradas exhortaciones y por el ejemplo de San Luis , se ponian en mar
cha en todas las provincias , dirigiéndose hácia los puertos de Marsella y de Aguas-Muertas ; no tardó Luis en
ver llegar al conde de Poitiers con muchos de sus vasallos ; los principales señores llevaban consigo la flor de
sus caballeros y de sus soldados , y muchas ciudades habian tambien enviado sus guerreros ; cada tropa tenia
su bandera y formaba un cuerpo separado con el nombre de una ciudad ó de una provincia : veíanse en el
ejército cristiano los batallones de Beaucaire, de Carcasona , de Chalons , de Perigord etc. cuyos nombres si
bien escitaron vivamente la emulacion , dieron lugar á querellas que con dificultad logró calmar la pruden
cia y firmeza de Luis . Llegaron igualmente cruzados de Cataluña , de Castilla y de otras varias provincias de
España ; y quinientos guerreros de la Grecia llenos de confianza en un jefe tal como Luis IX , fueron á reu
nirse con él, diciendo que su nacion habia estado siempre orgullosa de obedecer á los reyes de Francia . (2)
Antes de embarcarse el rey escribió de nuevo á los regentes del reino recomendándoles velar sobre las cos
tumbres públicas, librar á la Francia de los malos jueces y administrar á todos y en particular á los pobres
una justicia pronta y exacta á fin de que el que juzga de los fallos humanos nada pudiese echarle en cara ; tal

fué la última despedida de Luis á la Francia .


Pocos dias antes de partir el piadoso monarca hizo una peregrinacion á Nuestra Señora de Vauvert y á otros
lugares celebrados por su santidad ; el mismo dia de la marcha y al prepararse para entrar en el buque
mandó llamar á sus hijos Felipe , Juan y Pedro , y les dijo : « Ya veis como , siendo ya muy viejo , emprendo
por segunda vez el viaje de ultramar dejando á nuestra madre anciana y mi reyno lleno de prosperidades:
veis que por la causa de Cristo no vacilo en esponer mi vejez , así como he resistido á la desolacion de todas

las personas que me eran queridas : sacrifico á Dios , riquezas hombres y placeres ; os llevo á vosotros consigo
lo mismo que á vuestra hermana mayor, y mi cuarto hijo hubiera venido tambien á tener alguna mas edad. »>
Dirigiéndose en seguida á Felipe , añadió : « lle querido deciros estas cosas, á fin de que cuando despuesde mi
muerte subais al trono hagais todo lo posible por Cristo y para ladefensa de su Iglesia ; haga el cielo que vues
tra esposa , ni vuestros hijos ni vuestro rey no os detengan en el camino de la salvacion ! He querido daros es
te último ejemplo à vos y á vuestros hermanos , y espero que lo siguireis si las circunstancias lo exigen (2 ).»
Despues de las rogativas y ceremonias uso , dióse á la vela la escuadra el dia 4 de julio de 1270 y el 8
del mismo mes arribó delante del puerto de Cagliari ; los habitantes de la isla de Cerdeña , aliados ó súbditos
á re
de Pisa , espantados de ver flotar el pabellon genovés con los cuales se hallaban en guerra , se negaron
cibir buque alguno en su puerto , y los pacíficos mensajes de San Luis solo pudieron obtener el permiso de
desembarcar los enfermos y de comprar algunas provisiones .
La escuadra esperó por espacio de ocho dias que se le reuniesen los buques dispersados por los vientos ; en
la rada de Cagliari el rey de Francia y sus barones celebraron el último consejo para determinar en qué lu
gar y cómo abordarian en las tierras de los infieles . Es indudable que antes de esta época se habria delibe
rado sobre el objeto de la espedicion , pero tambien lo es que las resoluciones tomadas eran apenas conocidas
de los principales jefes.

(1) Hist . de San Luis por Filleau de la Chaise, t . II , lib. XV, p. 623.
(2) Véase á Surio , Vita sancti Ludovici.

1
LIBRO DECIMOSEPTIMO. - 1270-1271 . 491

Las crónicas de aquel tiempo apenas hablan de esta última deliberacion, tan grande era la indiferencia
sobre este punto ; es probable que muchos caballeros se opondrian al proyecto de llevar la guerra á las tier-
ras de un principe que ningun mal habia hecho á los cristianos , mientras se dejaba en paz al soberano de
Egipto y de la Siria , el mas cruel azote de las colonias cristianas ; algunos barones y sobre todo los obispos re-
cordarian á la asamblea que al tomar la cruz los peregrinos habian hecho voto de ir á la tierra santa y no á
las desiertas orillas del Africa . Nuestros lectores no habrán olvidado lo que sucedió en la quinta cruzada y re-
cordarán el ardor con que muchos señores y eclesiásticos se opusieron al proyecto de marchar contra Bizan-
cio y la inflexible severidad del jefe de la Iglesia para con los cruzados que , mirando á derecha é izquierda ,
habian olvidado el camino de Jerusalen ; sin embargo hacia algun tiempo no sucedia lo mismo en la direc-
cion de las guerras santas , y la idea de conquistar los muros de Sion no era mas que una circunstancia acce-
soria de las espediciones de ultramar : en las cruzadas anteriores los peregrinos habian combatido en Egipto
y el mismo Luis IX antes de visitar los santos lugares habia querido clavar los estandartes de la cruz en las
orillas del Nilo , y ahora , arrastrado por las diestras insinuaciones del rey de Sicilia y con la esperanza de con-
vertir á un príncipe musulman adoptaba en union de sus barones el proyecto de sitiar Tunez , y creia hacer
una cosa agradable à Dios desembarcando en las ruinas de Cartago.
En la costa occidental del Africa , frente de la Sicilia , se halla una península descrita por Estrabon , cuya
circunferencia es de trescientos cuarenta estadios ó sean cuarenta y dos millas ; esta península se adelanta
en el mar entre dos golfos ; de los cuales el de occidente ofrece un cómodo puerto, mientras que el otro , en-
tre el oriente y el mediodía , comunica por medio de un canal con un lago que se estiende en un espacio de
P tres leguas tierra adentro, y que los geógrafos modernos llaman la Goleta ; allí se levantó la rival de Roma ,
cuyo recinto tocaba en ambas orillas del mar ; las conquistas de los romanos ni los estragos de los vándalos no
habian podido arruinar enteramente aquella ciudad floreciente, mas en el siglo séptimo invadida y desolada
por los sarracenos solo ofrecia un monton de ruinas ; unas cuantas casuchas en el puerto, llamadas Marza ,
una torre en la punta del cabo , un castillo bastante fuerte en la colina de Byrsa , era cuanto quedaba de una
ciudad que reinó durante tanto tiempo en todas las costas africanas , que amenazó repetidas veces á la Italia
y cuyas escuadras cubrian el Mediterráneo ( 1 ) .
A cinco leguas de aquel sitio , hácia el oriente y el mediodía , un poco mas alli del golfo de la Goleta , se
elevaba una ciudad llamada en la antigüedad Tynsis ó Tynissa , y actualmente Túnez , de la cual se apoderó
Escipion antes de la conquista de Cartago . Túnez se habia engrandecido con la ruina de otras ciudades , y en
el siglo décimotercero competia por su riqueza y poblacion con las mas florecientes del Africa ; contábanse
en ella diez mil casas y tres grandes arrabales ; los despojos de las naciones, los productos de un comercio
inmenso la habian enriquecido , y cuanto puede inventar el arte de las fortificaciones se habia empleado para
su defensa .

La costa en que se elevaba Túnez fué teatro de grandes revoluciones, cuya relacion nos ban trasmitido les
antiguos historiadores , ejemplo que no ha seguido la historia moderna con las revoluciones de los sarracenos ;
tanto que apenas es dable seguir en su marcha á los bárbaros que clavaron sobre tantas ruinas el estandarte
del islamismo ; lo único que se sabe de positivo es que Túnez , reunida por largo tiempo al reino de Marruecos ,
se habia hecho independiente bajo un príncipe belicoso, cuyo tercer sucesor reinaba en tiempo de San Luis.
La escuadra genovesa salió del puerto de Cagliari el dia 15 de julio y llegó el 17 á la vista de Túnez ; á la
vista de tan formidable y bélico aparato los habitantes de la costa de Africa quedaron sobrecogidos de sor-
presa y de espanto , y segun dice Makrisi el príncipe de Túnez envió al rey de Francia un embajador encarga-
do de recordarle la amistad que recíprocamente se habian mostrado ; el mismo historiador añade que el em-
bajador musulman ofreció á Luis IX ochenta mil piezas de oro, y que el monarca aceptó este presente sin re-
nunciar á sus proyectos ; al acercarse la escuadra á la costa , los habitantes de la costa de Cartago empren-
dieron la fuga hácia las montañas ó hácia Túnez , quedando abandonados los pocos buques que habia en el
puerto ; entonces el rey mandó á Florent de Varennes , que llenaba las funciones de almirante , embarcarse en
una chalupa y reconocer la orilla ; Varennes no halló á nadie en el puerto ni en la costa, y envió á decir al
rey que no habia tiempo que perder si queria aprovecharse de la consternacion de los enemigos ; el lector re-

(1) Itinerario de París à Jerusalen por M. de Chateaubriand.


492 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cordará que en la espedicion anterior se habia precipitado el desembarco en las costas de Egipto , mas en la
presente nada se quiso arriesgar ; entonces era la juventud que presidia á la guerra , ahora era la vejez y
la edad madura : resolvióse esperar el siguiente dia (1) .
El dia siguiente al despuntar la aurora apareció la costa cubierta de sarracenos , entre los cuales se dis
tinguian muchos hombres á caballo , mas su vista no impidió á los cristianos hacer los preparativos para el
desembarque ; al acercarse los cristianos desapareció aquella multitud de infieles, y fué un gran favor del
cielo ; pues segun asegura un testigo ocular , el desórden era tal que cien hombres habrian bastado para im

pedir el paso á todo el ejército .


Desembarcado el ejército cristiano , formóse en batalla en la costa , y segun las leyes de la guerra, Pedro de
Condet , capellan del rey , leyó en alta voz una proclama , tomando los vencedores posesion del territorio ; esta
proclama , redactada por el mismo Luis IX , empezaba con estas palabras ; «Os digo la voluntad de Nuestro Se
ñor Jesucristo y de Luis , rey de Francia , su teniente (2). »
Despues de puestos en tierra los bagajes , provisiones y municiones de guerra , trazóse un vasto campo,
donde levantaron sus tiendas los soldados cristianos , y mientras se abrian fosos y trincheras para poner al
ejército á cubierto de una sorpresa , apoderáronse los cruzados de la torre construida en el cabo ; el dia si—
guiente quinientos marineros clavaron la bandera de las lises en el castillo de Cartago ; la aldea de Marza ,
inmediata al castillo , cayó tambien en poder de los cruzados , y fué destinada para hospital ; el ejército quedó
acampado debajo de sus tiendas .
En una carta escrita á Mathieu , abad de San Dionisio , Luis IX refiere los primeros acontecimientos de una
guerra , en la cual tantos reveses esperaban á los cruzados . « Hemos llegado á la vista de Túnez , dice el pia
doso monarca , el jueves anterior á la fiesta de santa María Magdalena ; el viernes saltamos á tierra sin obstá
culo alguno , y despues de desembarcar nuestros caballos , nos adelantamos hasta la antigua ciudad llamada
Cartago , donde hemos establecido nuestro campamento ; están con nos Alfonso, conde de Poitiers y de Tolo
sa , nuestros hijos Felipe , Juan y Pedro, nuestro sobrino Roberto , conde de Artois, y nuestros demás barones ,
Nuestra hija , la reina de Navarra , las mujeres de los demás príncipes , los hijos de Felipe y del conde de Ar
tois se hallan en los buques no lejos de nosotros . Gracias a Dios gozamos todos de perfecta salud , y os anuncia
mos que despues de dar las disposiciones necesarias , hemos , con el ausilio de Dios , tomado por asalto la ciudad
de Cartago , donde muchos sarracenos han sido pasados á cuchillo (3) . »
Luis IX esperaba aun la conversion del rey de Túnez , pero no tardó en desvanecerse tan piadosa ilusion ;
el príncipe musulman envió embajadores al rey para anunciarle que vendria á buscarle al frente de cien mil
hombres , y que le pediria el bautismo en el campo de batalla ; el rey moro añadió que habia hecho prender
á cuantos cristianos se hallasen en sus estados y que todos serian inmolados en caso de que el ejército cristiano
se atreviese á amenazar su capital .
Las amenazas y vanas bravatas del rey de Túnez no podian cambiar el proyecto de la cruzada ; por otra
parte los moros inspiraban poco temor y no ocultaban el espanto que les causaha la sola vista de los cruzados ;
no atreviéndose á desafiar abiertamente al enemigo , sus bandas , ya dispersas, iban errantes al rededor de
ejército cristiano , tratando de sorprender á los que se apartaban del campo ; ya reunidas se lanzaban contra
los puestos avanzados , disparaban algunas flechas , blandian sus sables desnudos y la velocidad de sus caba I

llos les libraba de la persecucion de los cristianos ; con frecuencia recurrian á la traicion ; tres de ellos se pre
sentaron en el campo de los cruzados diciendo que deseaban abrazar la fé cristiana , y á estos siguieron otros
ciento anunciando igual intención ; pero al recibirlos con los brazos abiertos , cayeron sobre los franceses con
la espada en la mano , pero estrechados por todas partes , los mas perecieron y los otros tomaron la fuga ; los
tres primeros postrados de hinojos , imploraron la compasion de los jefes ; el desprecio que inspiraban seme
jantes enemigos, les hizo obtener su gracia y fueron arrojados del campamento,
Finalmente el ejército musulman , animado por la inaccion de los cristianos , se presentó varias veces en la
llanura ; y si bien nada era mas fácil que atacarle y vencerle , Luis habia resuelto permanecer en la defensiva

(1) Biblioteca de las Cruzadas , t. I.


(2) Spicilego, t. II, p. 552 .
3) Spicilego, t . III , p. 664.
LIBRO DECIMOSEPTIMO . -1270-1271 . 493

y esperar para comenzar la guerra la llegada del rey de Sicilia ; resolucion funesta que lo perdió todo , pues
el monarca siciliano, que habia aconsejado tan desgraciada espedicion , debia acabar con su tardanza el mal
que habia hecho con sus consejos .
Mientras tanto hacíanse preparativos en Egipto para prevenir la invasion de los francos, y en los primeros
dias de agosto Bibars anunció en una proclama que no tardaria en dirigirse al socorro de Túnez ( 1 ) ; las tropas
que el sultan del Cairo mantenia en la provincia de Barca ( la Cirenaica ) recibieron la órden de ponerse en
marcha . El rey de Túnez , que tomaba el título de califa ó príncipe de los creyentes , habia llamado á todos
los musulmanes del reino de Marruecos y de las provincias de la Mauritania á la defensa del islamismo ; de
modo que mientras el ejército musulman podia recibir numerosos refuerzos , los cruzados no tenian la menor
esperanza de hallar ausiliares en las costas de Africa ; ya se recordará que en las primeras cruzadas una
multitud de cristianos salia al paso de los francos , proporcionándoles toda clase de socorros , mas esta vez los
cruzados solo veian á su alrededor una poblacion miserable que huia á su presencia , y ni aun los pocos cris
tianos dispersos en la costa , que vivian en la servidumbre , se atrevian á visitar á sus hermanos de occidente ,
ni á saludar los pendones de la guerra santa .
Cuanto distinguian los cruzados en aquella apartada region , despertaba apenas su curiosidad , y en vez de
despertar su entusiasmo no hacia mas que llenarles de tristeza ; ninguno de los caballeros , ni aun los cléri
gos que acompañaban la cruzada , tenian bastante erudicion para interrogar las ruinas dispersas á sus piés ,
y todas sus noticias se reducian á saber que habian llegado, como escribia Luis IX , á una ciudad que se lla
maba Cartago.

Acampados entre los restos de la mas lejana antigüedad , en sitios que recuerdan todavía al viajero la
memoria de Dido y de Aníbal , los señores y barones del pais de Francia no podian apartar de su mente los
góticos castillos que habian dejado en occidente ; apenas se sabia en el ejército cristiano que en los primeros
siglos de la Iglesia la palabra de Jesucristo habia resonado en Cartago , en Utica y en Hipona , y que todas las
ciudades de la costa de Africa habian visto á ilustres apóstoles del Señor , á santos doctores y á numerosos már
tires de la fé.
Aquel pais, antes tan fértil , no era entonces mas que un desierto árido y abrasador , donde nacian algunos
olivos ; los acueductos que se elevaron para llenar las cisternas , cubrian la tierra con sus dispersas ruinas ;
los soldados de Luis IX no hallaron ni las verdes florestas , ni los frescos sotos , ni las límpidas cascadas que
segun la poética relacion de Virgilio , consolaron á los compañeros del piadoso Eneas ; desde los primeros dias
de su llegada los cruzados carecieron de agua , no teniendo otro alimento que carne salada ; los soldados no
podian soportar el clima de Africa ; los vientos venidos de la zona tórrida se asemejaban á un fuego devorador ;
en las vecinas montañas los sarracenos levantaban la arena con ciertos instrumentos (2) dirigiéndola en infla
madas nubes hacia la llanura donde acampaban los cristianos ; en fin , la disentería , enfermedad peligrosa
en los paises cálidos , causaba grandes estragos entre las tropas , y la peste, que parece nacer de sí misma en
aquellas áridas arenas, hacia sentir su contagio en el ejército cristiano .
Dia y noche debian estar los guerreros con las armas en la mano , no para combatir al enemigo que huia

siempre , sino para defenderse de una sorpresa ; muchos cruzados sucumbian á la fatiga , al hambre y á las
enfermedades ; los franceses tuvieron que llorar primeramente á Bouchard , conde de Vendome, al conde de
la Marche , á Gualtero de Nemours , à los señores de Montmorency , de Pienne y de Brissac , á Guido de Aspre
mont y á Raul , hermano del conde de Soissons ; apenas bastaban los brazos para sepultar á los muertos ; los
fosos del campamento estaban atestados de cadáveres arrojados confusamente; lo que aumentaba la corrup
cion del aire y el espectáculo de la desolacion general .
Oliveros de Termes , noble del Languedoc que llegó en aquel entonces de Sicilia, anunció que el rey Carlos
se hallaba pronto á embarcarse con un ejército, y si bien esta noticia fué recibida con alegría , no endulzó
ninguno de los males que sufrian los cristianos ; el calor se hacia mas y mas escesivo y la falta de agua , los
malos alimentos, la enfermedad que continuaba sus estragos , el pesar de verse encerrados en un campamen
to sin poder combatir , acababan de introducir el desaliento en el alma de los soldados y de los jefes. Luis tra

(1) Vida de Bibars, Biblioteca de las Cruzadas , t. IV.


(2) Juan Villani, lib. VIII, c. XXXVII .
494 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

taba de animarles con sus palabras y ejemplo , mas no tardó en caer tambien enfermo de disentería ; el prín
cipe Felipe , el duque de Nevers , el rey de Navarra y el legado esperimentaron tambien los efectos del conta
gio ; el duque de Nevers , apellidado Tristan , habia nacido en Damieta durante el cautiverio del rey , el cual
le amaba tiernamente ; el jóven príncipe se hallaba en la tienda de su padre, pero al verse que iba á sucum
bir á su enfermedad fué transportado á uno de los buques ; el monarca preguntaba sin cesar por su hijo y
cuantos le rodeaban guardaban silencio , hasta que por fin le anunciaron la muerte del duque ; al oir tan cruel
noticia Luis prorumpió en llanto : poco tiempo despues murió el legado del papa , siendo su pérdida viva—
mente sentida tanto por el clero como por los soldados que le consideraban como á su padre espiritual .
-
A pesar de sus dolencias y dolores Luis IX no cesaba de ocuparse del cuidado de su ejército ; mientras con
ser vó alguna fuerza dió las disposiciones necesarias, dividiendo su tiempo entre los deberes de un cristiano.
y los de un monarca ; por último la fiebre aumentó y no pudiendo entonces entregarse ni á los cuidados de
su ejército ni á los ejercicios de piedad , hizo colocar una cruz delante de sí y estendiendo las manos invocaba
en silencio á aquel que tanto sufrió por los hombres.
El ejército entero estaba desconsolado ; los soldados prorumpian en lágrimas y pedian al cielo la conserva
cion de tan buen príncipe : en medio de la general consternacion Luis pensaba en el cumplimiento de las leyes
divinas y de los destinos de la Francia ; Felipe que debia sucederle en el trono, se ballaba en su tienda , y ha
ciéndole acercar á su cama , le dirigió con apagada voz algunos consejos sobre el modo de gobernar el reino
de sus padres ; las instrucciones que le dió encerraban las mas nobles máximas de la religion y de la monar
quía , y lo que las hace dignas del respeto de la posteridad es que llevaban la autoridad de su ejemplo y re
cordaban todas las virtudes de su vida . Despues de recomendar á Felipe respetar y hacer respetar á la religion
y á sus ministros , y temer en cualquier tiempo y sobre todo ofender á Dios , le dijo : « Mi querido hijo , sé ca–
ritativo para con los pobres y para con los que sufren , si subes al trono muéstrate digno por sus acciones de
recibir la santa uncion que consagra á los reyes de Francia .... Cuando seas rey , muéstrate justo en todo , y
procura que nada pueda apartarte del sendero de la verdad y de la justicia.... Si la viuda y el huérfano lu
cha ante tí con el hombre poderoso , declárate por el débil contra el fuerte, hasta que te sea conocida la ver
dad .... En los asuntos en que te halles tú mismo interesado, defiende primero la causa del contrario , pues
si tú obrabas de otro modo , tus consejeros vacilarian en hablar contra tí , y esto no debes quererlo....Hijo mio ,
te recomiendo sobre todo evitar la guerra con todo el pueblo cristiano , y si te ves reducido á la necesidad de
emprenderla , haz al menos que el pobre pueblo que no tiene culpa alguna , se crea libre de toda vejacion ....
Dirige todos tus esfuerzos á apaciguar las divisiones que se susciten en el reino, pues nada es tan agrabable
á Dios como el espectáculo de la concordia y de la paz .... Atiende particularmente á que haya buenos bailes
y prebostes en las provincias.... Confia de buen grado el poder á hombres que sepan hacer buen uso de él
y castiga á los que abusen del mismo , pues si debes aborrecer el mal en todos , con mayor razon en aque
llos que han recibido de tí su autoridad ………
. Sé equitativo en la percepcion de los impuestos y prudente y mode

rado en su empleo ; guárdate de locas dilapidaciones que conducen á injustas cargas ; corrige con tino los
defectos de las leyes del reino ; manten con lealtad y franqueza los derechos y franquicias que tus predeceso
res han dejado ; cuanto mas felices sean tus súbditos , tanto mas grande serás ; cuanto mas irreprochable
sea tu gobierno , tanto mas temerán tus enemigos atacarte. »
Luis dió otros muchos consejos á Felipe sobre el amor que debia á Dios, á sus pueblos y á su familia y de
jando hablar luego á sú corazon hizo oir el lenguaje de un padre que se separa de un hijo tiernamente ama
do . «Te doy , le dijo , cuantas bendiciones puede un padre dar á su querido hijo ; ruégote que vengas en mi ausi
lio con misas y oraciones y que me des parte en todas tus buenas obras , y pido á nuestro Señor Jesucristo que
por su infinita misericordia te libre de todo mal y te guarde de obrar contra su voluntad , y que despues de
esta vida mortal podamos verle , amarle y alabarle juntos por los siglos de los siglos .»
Al pensar que estas palabras eran pronunciadas en las costas de Africa por un rey de Francia moribundo ,
se esperimenta una mezcla de sorpresa y de emocion de la cual no pueden librarse ni aun los ánimos mas
frios é indiferentes ; juzguese pues del efecto que debian producir en el alma de un hijo desolado ; Felipe las
oyó con un dolor respetuoso y quiso que fuesen escritas fielmente para tenerlas á la vista todos los dias
de su vida .

Luis se dirigió en seguida á su hija reina de Navarra que a negada en lágrimas permaneia á los piés de su
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MUERTE DE SLUIS .

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25 lut 127
de su vida .

Luis se dirigió en seguida á su hija reina de Navarra que a negada en lágrimas permancia á los pié
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MUERTE DE SN LUIS

Hortde Flaint Louis.-

15.bout 12
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LIBRO DECIMOSEPTIMO.- 1270-1271 . 495

lecho, y en una instruccion que tenia preparada para ella le recordó los deberes de reina y de esposa ; en
cargóle sobre todo cuidar mucho á su marido que se hallaba enfermo, y no olvidando las mas pequeñas cir
cunstancias, aconsejó al rey de Navarra pagar todas sus deudas á un regreso á Champaña , antes de recons
truir el convento de los franciscanos de Provins.

Estas instrucciones paternales fueron las últimas palabras que dirigió Luis á sus hijos ; desde entonces no
les volvió á ver . Los embajadores de Miguel Paleólogo acababan de llegar al ejército cristiano ( 1 ) y Luis con
sintió en verles ; mas en el estado en que se hallaba no podia juzgar ni de las falsas promesas de los griegos
ni de los temores y falaz política de su emperador ; las cosas de la tierra no le ocupaban ya , así es que se limitó á
espresar sus deseos de que pudiese al fin llevarse á cabo la reunion de ambas iglesias , prometiendo á los em
bajadores que su hijo Felipe lo procuraria con todo su poder ; los embajadores eran Meliteniote , arcediano
de la capilla imperial , y el célebre Nechus , canciller de la iglesia de Constantinopla , los cuales tanto se con
movieron por las palabras y virtudes de San Luis que trabajaron luego con gran celo para la reunion , acaban
do por ser víctimas de la política de los griegos .
Despues de esta entrevista Luis no quiso pensar mas que en Dios y quedó solo con su confesor ; sus cape
llanes recitaron en su presencia las oraciones de la Iglesia á las cuales contestaba el rey ; luego recibió el san
to viático y la estremauncion . « Desde el domingo á la hora nona , dice un testigo ocular, hasta el lunes á la
hora tercia su boca no cesó ni de dia ni de noche, de alabar á nuestro Señor y de rogar por el pueblo que le
habia conducido á aquellas tierras . » Oíasele repetir aquellas palabras del Profeta rey : « Haced , Señor, que po
damos despreciar las prosperidades del mundo y desafiar sus adversidades . » Tambien decia en alta voz estos
artículos de otro salmo : « Dios ! dignate santificar á tu pueblo y velar sobre él . » Algunas veces imploraba
á san Dionisio , á quien tantas veces habia invocado en sus batallas , y le pedia su celeste apoyo para aquel
ejército que dejaba sin jefe ; en la noche del domingo al lunes pronunció dos veces la palabra Jerusalen y
luego añadia : Veremos á Jerusalen ; su espíritu continuaba ocupado en la idea de la guerra santa ; quizás so
lo veia en aquellos momentos la Jerusalen celeste, última patria del justo .
A las nueve de la mañana del lunes 25 de agosto perdió la palabra , pero aun miraba á los que le rodea
ban con indecible aire de bondad; su rostro se mantenia tranquilo y manifestaba que su alma se dividia entre
las mas puras afecciones de la tierra y los pensamientos de la eternidad ; sintiendo que se acercaba su última
hora, quiso ser colocado en un un lecho de ceniza , cubierto de un cilicio y desde la hora tercia al mediodía
estuvo como durmiendo , permaneciendo con los ojos cerrados por espacio de media hora ó mas .» En segui
da pareció reanimarse , abrió los ojos y miró al cielo diciendo : « Señor , entraré en vuesta casa y os adora
ré en vuestro santo tabernáculo, » y espiró á las tres de la tarde.
Hemos dicho el profundo dolor que reiñaba entre los cruzados al caer Luis enfermo ; no habia un jefe
ni un soldado que no olvidase sus propios males para pensar en la enfermedad del rey ; á cada hora del dia
y de la noche aquellos fieles guerreros acudian al rededor de la tienda del monarca , y al ver el aire triste y
consternado de los que salian , volvíanse con los ojos bajos y el alma llena de pensamientos sombríos ; nadie
en el campamento se atrevia á interrogar á otro temiendo recibir siniestras noticias ; finalmente cuando la
desgracia que todos temian fué anunciada al ejército , los guerreros franceses se entregaron á la desesperacion ;
en la muerte de Luis veian la señal de todas las calamidades y preguntábanse entre sí qué jefe les conduci
ria á su patria : en medio del llanto universal , dejábanse oir vivas quejas contra los que habian aconsejado
esta espedicion y sobre todo contra el rey de Sicilia á quien se acusaba de todos los desastres de la guerra .
El mismo dia de la muerte del rey , Carlos de Anjou desembarcó con su ejército cerca de Cartago ; las trom
petas é instrumentos bélicos se dejaron oir en la costa , mientras que en los campos de los cruzados reinaba
un sombrío silencio , sin que nadie saliese al encuentro de los sicilianos , esperados con tanta impaciencia ; al
observartan estraño suceso se apoderaron de Carlos tristes presentimientos , y adelantándose á su ejército, corre
á la tienda del rey á quien halla cadáver ; la fisonomía de Luis se habia alterado apenas , tan tranquila habia
sido su muerte ; Carlos se prosternó á sus piés (2) , los regó con sus lágrimas , llamándole á veces su bermano
y á veces su señor ; en esta actitud permaneció mucho tiempo sin ver á ninguna de las personas que le ro

(1) El historiador griego Pachymero, p. 240.


(2 ) Hazañas de Felipe III, Duchesne, t. V , p. 510 .
496 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

deaban, dirigiéndose siempre á Luis como si hubiese estado aun en vida , y echándose en cara , con el acento
de la desesperacion , el no haber recogido las últimas palabras del mas tierno de los hermanos , del mejor de
los reyes .

Los restos mortales de Luis fueron depositados en dos urnas funerarias : las entrañas del santo rey se die
ron á Carlos de Anjou , quien las envió á Montreal ; el fúnebre monumento adornado con mosaicos con las
armas de Francia que encerraba estas preciosas reliquias , fué colocado primeramente en el coro de la catedral ,
y de él solo quedan en el dia cuatro columnas de piedra que sostenian el sepulcro . La tumba que contiene
las entrañas de San Luis fué variada de sitio muchas veces , mas desde principios del siglo décimos sesto un
altar de mármol blanco , elevado por el arzobispo Don Luis de Torres, en el estremo de la nave izquierda
de la catedral , cubre los sagrados restos del rey de Francia ; debajo de la mesa del altar se ve una de las caras
del sepulcro sobre la cual está grabada la siguiente inscripcion , medio borrada por los siglos :
Hic sunt tumulata viscera et corpus Ludovici regis Franciæ, qui obiit apud Tonisium anno Dominicœ incar→
nationis 1270 , mense augusto .

Aquí se hallan sepultadas las entrañas y cuerpo de Luis rey de Francia , muerto en Tunez en 25 del
mes de agosto del año 1270 de la encarnacion del Señor .
Esta inscripcion anuncia equivocadamente que el sepulcro de la catedral de Montreal encierra el cuerpo
de San Luis , pues solo se depositaron en él las entrañas ; Felipe guardó los huesos y el corazon del santo mo
narca , y habiendo el príncipe querido enviar estos restos á Francia , los jefes y los soldados no consintieron
en separarse de lo único que les quedaba de tan buen monarca ; la presencia de aquel sagrado depósito en
tre los cruzados les parecia una salvaguardia contra nuevas desgracias y el medio mas seguro de atraer la
proteccion del cielo sobre el ejército cristiano .
Felipe continuaba enfermo y sus dolencias inspiraban aun alguna inquietud ; el ejército le consideraba co
mo el digno sucesor de Luis , y el amor que habia tenido al padre recaia ahora sobre el hijo ; en medio del
público dolor recibió el homenaje y juramento de los jefes , barones y señores , y su primer cuidado fué con
firmar la regencia y cuanto su padre habia establecido en Francia antes de su partida . Godofredo de Beau
lieu , Guillermo de Chartres y Juan de Mons , confesor el uno y capellanes del rey los otros dos , recibieron el
encargo de llevar á occidente las órdenes de Felipe ; entre las cartas que aquellos religiosos trajeron á Fran
cia , la historia ha conservado la que aquel dirigia ( 1 ) al clero y á todos los hombres honrados del reino; en
ella despues de referir los trabajos, los peligros y la muerte de Luis IX el jóven príncipe pedia á Dios la gra
cia de seguir las huellas de tan buen padre , de cumplir sus órdenes sagradas y de poner en práctica sus
consejos ; Felipe concluia esta carta que fué leida en todas las iglesias suplicando á los eclesiásticos « y á los
fieles que dirigiesen sus oraciones y ofrendas al Rey de los reyes por aquel príncipe que tantas pruebas habia
dado de su celo por la religion y de su tierna solicitud por el reino de Francia , al cual amó como á las ni
ñas de sus ojos . »
Mientras la desesperacion reinaba entre los cristianos , los musulmanes se entregaban á la esperanza y á

la alegría ; daban gracias á su Profeta de haberles librado del mas poderoso de sus enemigos , y repetian con
un entusiasmo supersticioso algunos versos árabes en los cuales se profetizaba la muerte de Luis IX el pri
mer dia de su llegada á las costas de Africa . « Oh rey de los francos este era el sentido de los versos profé

ticos ) , Túnez es la hermana del Cairo ; las calamidades que te abismaron en las orillas del Nilo te esperan en
las costas de Mauritania , donde encontrarás la casa de Lotiman que te servirá de tumba , y los dos ángeles de
la muerte Moutir y Nastir, reemplazarán para tí al eunuco Sabih . » Los infieles veian un milagro del cielo
en el cumplimiento de esta prediccion , y la historia oriental no se ha desdeñado de trasmitirnos el testo de
la profecía .
No obstante, el rey de Sicilia tomó el mando del ejército cristiano , y resolvió continuar la guerra . Las tro
pas que habia conducido en pos de sí estaban impacientes por combatir (2) , los franceses buscaban gustosos
una distraccion á su dolor en el campo de batalla ; la enfermedad que diezmaba el ejército parecia haber sus
pendido sus estragos y los soldados , tanto tiempo aprisionados en su campamento, se sentian con mas fuerza en

(1) Biblioteca de las Cruzadas , t. I.


(2) Folieta , Histor . Genuen. lib. V, 96.
LIBRO DECIMOSEPTIMO . - 1270-1271 . 497

presencia de los peligros de la guerra . Se dieron varios combates en torno del lago de la Goleta , del cual se
querian apoderar para acercarse á los turcos . Los moros, que pocos dias antes amenazaban á los guerreros
cristianos con el esterminio ó la esclavitud , no pudieron sostener por mas tiempo el choque de sus enemigos ;
por lo regular bastaban los ballesteros para dispersar su innumerable multitud ; anunciaban su llegada horri
bles alaridos y el ruido de los timbales y otros instrumentos , y nubes de arena salidas de las alturas cercanas
indicaban su retirada y ocultaban su fuga . Fueron alcanzados en dos encuentros y dejaron un gran número
de cadáveres en la llanura , y en otra ocasion fué tomado su campamento y entregado al saqueo .
El soberano de Tunez no podia contar su ejército para la defensa de sus estados ; él mismo no daba á sus
soldados el ejemplo del valor , y permanecia incesantemente encerrado en grutas subterráneas para librarse

á un tiempo de los rayos ardientes del sol y de los peligros de los combates . Impelido por sus temores , no vió
otro medio de salvacion para él que la paz , la cual resolvió comprar á costa de todos sus tesoros , y envió di
ferentes embajadas al ejército cristiano con el objeto de hacer proposiciones y especialmente para seducir al
rey de Sicilia con las mas brillantes promesas .
Cuando se esparció por el campo de los cruzados el rumor de estas negociaciones , dió orígen á opiniones
diferentes . Los soldados á quienes se habia prometido el saqueo de Túnez querian continuar la guerra ; algu
nos de los jefes á quienes se habian dado otras esperanzas, manifestaron el mismo entusiasmo que los solda
dos . Pero la muerte de Luis IX y del legado apostólico habia quitado á la cruzada su móvil principal y esa
fuerza moral que lo anima todo ; el espíritu de los cruzados , que nadie dirigia , flotaba en la incertidumbre

á merced de mil pasiones diversas , y este estado debia al fin detener al ejército en la inaccion y hacerle aban
donar la guerra . Felipe deseaba volver á Francia , donde le llamaban los negocios del reino, la mayor parte
de los señores y barones franceses empezaban á echar de menos su patria , y se accedió por fin á deliberar
sobre las proposiciones pacíficas del rey de Túnez ( 4 ) .
Los que no habian recibido ninguna promesa , pero que no mostraban tanta impaciencia como los demás
de abandonar las costas de Africa , fueron de parecer en el consejo de que debia continuarse la guerra , y los
que optaban por la paz oponian á los razonamientos de los primeros los peligros y dificultades de la empresa .
Muchos de los jefes que hablaban así eran los mismos que habian aconsejado la espedicion de Túnez , siendo
el principal de ellos el rey de Sicilia , y parecia que habian olvidado todas las razones que habian dado para
que se llevase la guerra á las costas de Africa (2) .
Prevaleció, no obstante , su opinion , y como sucede con frecuencia en las mas importantes deliberaciones ,
la mayor parte se decidieron , mas bien por motivos que no confesaban , que por los que se esforzaban en ha
cer valer . El dia 31 de octubre se concluyó, pues, una tregua de quince años solares entre el califa , el iman
comendador de los creyentes , Abu - Abdallah - Mohamed de una parte , y de la otra el príncipe ilustre Felipe,
rey de Francia por la gracia de Dios, el príncipe ilustre Carlos , rey de Sicilia, y el príncipe ilustre Teobaldo,
rey de Navarra . Segun el artículo primero se debian poner en libertad los prisioneros de ambas partes ; los
príncipes cristianos se comprometian á proteger los súbditos de Mahomed que viviesen en sus estados ; este
prometia justicia y proteccion á los súbditos de los príncipes cristianos que fuéran á la costa de Túnez ó resi
diesen en ella . El tercer artículo del tratado autorizaba á los frailes y sacerdotes cristianos á establecerse en
los estados del jefe de los creyentes , debiéndoles conceder un sitio donde edificar sus casas , construir capillas
y enterrar los muertos , y dándoles libertad para predicar en el recinto de sus iglesias , recitar en voz alta sus
oficios , y en una palabra , de servir á Dios conforme á su culto y hacer todo lo que hacian en su pais.
No eran , empero, estas disposiciones las que fijaron mas la atencion de las potencias firmantes , el dinero
que debian recibir los jefes de la cruzada , fué el objeto que mas seriamente ocupó á las partes interesadas. El
príncipe de Túnez se comprometió á pagar á los príncipes cristianos doscientas mil onzas de oro , la mitad al
contado , y el resto en un plazo de dos años , sometiéndose además al tributo que pagaba á los reyes de Sicilia
con promesa de satisfacerlo doblado en lo sucesivo . Indúcenos á creer que esta última condicion decidió la paz
y nos da á conocer al mismo tiempo los motivos y las verdaderas causas de una espedicion tan funesta para
la Francia .

(1) Hechos de Felipe III, lib. V.


(2) Estracto de la Crónica de Puy- Laurens, cap . V.
C3
498 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Algunas crónicas inglesas ó italianas vituperan amargamente la tregua que dió fin á tan desastrosa guer
ra , pero en Francia solo se pensó en la muerte de Luis IX y las crónicas nacionales se ciñeron á lamentar
un suceso que llenaba de luto al reino . Cristianos y musulmanes condenaron la paz concluida por el rey de
Sicilia , y la crónica de Ibn-Ferat copia una carta de Bibars al rey de Túnez , en la cual el sultan del Cairo
acusa á este último de traidor á la causa del islamismo .

Pocos dias despues de firmarse la tregua , el príncipe Eduardo llegó á la costa de Cartago con los cruzados
de Escocia y de Inglaterra , á quienes manifestaron su amistad los franceses y sicilianos ; pero cuando el
príncipe supo que se habia hecho la paz , se retiró á su tienda y no quiso asistir á ninguno de los consejos
del ejército cristiano . Segun las Memorias de los Potestás de Regio, el ejército de los cruzados hubiera podido
hacer frente á doscientos mil combatientes despues de la llegada del príncipe Eduardo (1 ) .
No obstante , los cruzados estaban impacientes por salir de un pais árido y mortífero que les recordaba in
fortunios sin mezcla alguna de gloria , y era tan viva esta impaciencia, que al darse la señal de partida , reinó
la mayor confusion en el ejército. La escuadra se dió á la vela el 18 de octubre para dirigirse á Sicilia , y
parecia que la Providencia habia decretado que esta espedicion no fuera mas que una serie de desgracias,
pues una espantosa tempestad sumergió en las olas diez y ocho grandes buques, y la mayor parte de los jefes
y soldados perdieron sus armas, sus caballos y sus riquezas .
El rey de Sicilia , deseoso de reparar tan gran desastre, propuso á los cruzados la conquista de Grecia para
consolar sus infortunios . El plan era el siguiente : el ejército debia pasar el invierno en Sicilia , el conde de
Poitiers partiria por la primavera á Palestina con una parte del ejército , y el resto debia seguir á Carlos al
Epiro y de allí á Bizancio . Felipe declaró , empero , que no podia detenerse en Sicilia y que iba á regresar á sus
estados, sumidos en el dolor y á merced de los regentes . Esta determinacion destruyó todas las esperanzas
de Carlos ; los franceses no quisieron abandonar á su jóven monarca , y todos los príncipes y jefes dejaron
la cruz (2) .

Se aplazó la cruzada para cuatro años mas adelante , pero los guerreros franceses no pensaban ya en una
empresa , que los perseguia hasta en su retirada con el abismo de miserias , abierto á sus piés desde que sa
lieron de su patria . El rey de Navarra murió poco despues de haber desembarcado en Trapani ; su esposa
Isabel no pudo sobrevivirle y falleció de dolor , y Felipe regresó á Francia por el mes de enero , perdiendo en
el camino á su esposa la reina , víctima de una caida del caballo al pasar á vado un rio cerca de Cosenza . Fe
lipe continuó su camino llevando consigo el cadáver de su padre , de su hermano y de su esposa .

Luego que Felipe llegó á su capital, se condujeron los huesos y el corazon de Luis á la iglesia de Nuestra
Señora , donde los sacerdotes cantaron toda la noche los himnos de los muertos , y al dia siguiente se celebra
ron en San Dionisio los funerales del rey mártir (3) . Veíase en medio del inmenso cortejo formado de todas
las clases del pueblo al jóven monarca , llevando sobre sus hombros los despojos mortales de su padre y
parándose varias veces en el camino ante las cruces colocadas en cada estacion .
Luis IX fué depositado cerca de su abuelo Felipe Augusto y de su padre Luis VIII . Aunque prohibió en su
testamento que adornasen su sepulcro , lo forraron con planchas de plata que arrebataron posteriormente los
ingleses . Una revolucion terrible desterró hace mas de medio siglo su tumba y lanzó al viento sus cenizas,
pero esta revolucion no logró lanzar tambien al olvido su memoria .

(1) Crónica de Knigthon (Biblioteca de las Cruzadas).


(2) Folieta.
(3) Hechos de Felipe III.
LIBRO DECIMOCTAVO . - 1271-1290 . 499

LIBRO XVIII .

CAIDA DE LAS COLONIAS CRISTIANAS DE ORIENTE.

1271-1290.

Eduardo de Inglaterra desembarca en Tolamaida.—Toma de Nazaret.—Un emisario del Viejo de la Montaña intenta asesinar al
príncipe inglés.—Eduardo regresa á su patria.—Eleccion de Gregorio X. - Concilio de Lion . - Rodolfo de Hapsbourg emperador
de Alemania. - Humberto de Romanis publica una memoria en favor de la guerra santa. - Nuevas conquistas de Bibars. - Su
muerte. Le sucede Kelaun y derrotó á los tártaros en Emeso. - Muerte de Gregorio X. -Visperas sicilianas. - Política de Kelaun .
-El castellano de Marakia. — Keloun toma á Laodicea y Trípoli, amenaza á Tolemaida y trata con los cristianos .—Su muerte.—
Su hijo y sucesor Chatil toma á Tolemaida por asalto y arroja á los cristianos de Siria,

La muerte de Luis IX suspendió repentinamente las empresas de ultramar ; únicamente Eduardo partió á
Siria con el conde de Bretaña , su hermano Edmundo, trescientos caballeros y quinientos cruzados de Frisia .
¡ Débil ausilio para libertar la Tierra Santa !
La mayor parte de los príncipes y estados cristianos de Siria habian firmado tratados con el sultan del
Cairo, y estaban indecisos en comprometerse á una guerra , en la que no presagiaban grandes ventajas vien
do los débiles refuerzos que les enviaba la Europa . No obstante , los hospitalarios y templarios se incorporaron
con el príncipe Eduardo , y el ejército cristiano, compuesto de seis á siete mil hombres , salió á campaña , di
rigiéndose primero á Fenicia y marchando despues á la ciudad de Nazaret, sobre cuyas mur allas clavaron
el estandarte de Jesucristo (1) .
Despues de esta victoria, los musulmanes no cesaron de hacer continuas escursiones en el territorio de los
francos, y el príncipe Eluardo se refugió en los muros de Tolemaida , no pensando ya en arrostrar nuevos
peligros en el campo de batalla . El emir de Joppe le enviaba repetidos mensajes de amistad , y con objeto de
sorprender sus secretos designios, habia elegido por emisario á uno de los discípulos del Viejo de la Montaña .
Hallábase un dia Euardo solo en su aposento y descansaba en el lècho , cuando el pérfido enviado entró con
rapidez y se arrojó sobre su víctima con el puñal en la mano . El príncipe recibió una herida en el brazo ,
pero como estaba dotado de una fuerza estraordinaria , arrojó en tierra al asesino , le arrancó en seguida el
puñal y se le hundió en el pecho . Acudieron al momento al ruido ; el fanático musulman estaba tendido en
el suelo bañado en su sangre , y Eduardo , herido en el brazo , se habia hecho otra herida en la frente al de
fenderse. Se temió que el puñal estuviese envenenado ; algunos historiadores cuentan que la princesa Leonor ,
esposa de Eduardo, tuvo valor para chupar las heridas de su esposo y estraer el veneno, y otros dicen
que el gran maestre del Temple envió al momento á Eduardo un remedio cuya eficacia 嘴 se reconocia en todo
oriente . No obstante, se desesperaba ya de la vida del principe , cuando se presentó un médico árabe , que
prometió una pronta curacion si Eduardo alejaba de su lado á todos los cortesanos, hasta la princesa Leonor ,
y seguia exactamente el régimen que le prescribiera. Observáronse los consejos del médico, y el príncipe in
glés tardó pocos dias en mostrarse á caballo en medio de sus compañeros de armas .
(1271 ) Tras un peligro tan inminente, Eduardo no titubeó en aceptar la tregua que le propuso entonces
el sultan de Egipto, y sin haber llevado á cabo ningun hecho importante , regresó á Europa , donde supo la
muerte de Enrique III su padre , que no pudo verle en su última hora y darle su bendicion .
( 1272 ) Dos años hacia que la silla apostólica se hallaba vacante cuando el cónclave eligió por sucesor de
san Pedro á Teobaldo , arcediano de Lieja, que habia seguido á los frisones al Asia y que se hallaba aun en
Palestina en el momento de su elevacion . El nuevo pontífice tomó el nombre de Gregorio X, y antes de partir
de Tolemaida, dirigió al pueblo reunido un discurso prometiendo valerse de todo su poder para ausiliar la
Tierra Santa.

(1) Sanulo, lib . III , part . XII, cap. II y Juan de lpres (Biblioteca de las Cruzadas).
500 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

El patriarca de Jerusalen , los grandes maestres del Temple y del Hospital , acompañaron á Gregorio X á
occidente. A su regreso, el pontifice se esforzó en un principio en restablecer la paz en Italia y en Alemania ,
y suplicó á los príncipes , y especialmente al rey de Francia , que reunieran sus esfuerzos para socorrer las
colonias cristianas de oriente . Solo consiguió , empero , dinero y un reducido número de guerreros , que es
taban lejos de corresponder á la esperanza y á la necesidad de los cristianos de la Tierra Santa . Gregorio re
solvió hacer que toda la cristiandad se interesase por su proyecto y convocó con este objeto un concilio en
Lion , el cual fué mas numeroso y solemne que el que treinta años antes habia reunido Inocencio IV en la
misma ciudad . Asistieron los patriarcas de Jerusalen y de Constantinopla , mas de mil obispos y arzobispos ,
os enviados de los emperadores de oriente y occidente , y los del rey de Francia , del de Chipre y de todos los
príncipes de Europa y de ultramar . Atrajeron sobre todo en esta numerosa asamblea las miradas de los fieles
los embajadores y príncipes tártaros , enviados por el poderoso jefe de los mogoles para contraer una alianza
con los cristianos contra los musulmanes .

El concilio de Lion decidió en 1 una de sus sesiones que se emprendiera una nueva cruzada y se impusiera
durante diez años un diezmo sobre todas las rentas de los bienes eclesiásticos , y el papa reconoció como em
perador de occidente á Rodolfo de Apsburgo bajo la condicion de que iria á Palestina al frente de un ejér
cito (1).

( 1275 ) Pero ni el espectáculo de un concilio ni las exhortaciones del papa y de los prelados lograron des
pertar el entusiasmo de los fieles , que , sirviéndonos de una espresion de la Escritura , no era mas que el

resto humeante de una estrella abrasada . Las letras apostólicas escitaban el celo de Felipe el Atrevido , que
habia jurado combatir á los infieles , y el de Eduardo que prometió volver al Asia ; los legados recorrian todos
los estados de Europa para animar con su presencia la predicacion de la guerra santa , y en todos los paises
se recaudaba el diezmo ; pero los guerreros permanecian en la inaccion y en la indiferencia , no veian mas
que las miserias de los cruzados , y ya no estimulaba su ardimiento la esperanza de enriquecerse ó de alcan¬
zar gloria en una espedicion lejana . Despues de haber visto emperadores de Bizancio y reyes de Jerusalen re
corriendo la Europa y pidiendo limosna , la nobleza belicosa no se bacia ya ilusiones sobre las conquistas de
oriente , y las cruzadas habian perdido uno de sus mas poderosos móviles , la ambicion de los príncipes y da
os señores ; los principados del Africa y del Asia que los papas ofrecian ó distribuian á cuantos se presen
taban para conquistarlos , no determinaban á nadie á empuñar las armas , y la devocion de la caballería há→
cia los santos lugares no era bastante viva para arrastrarla á una empresa que solo le prometia la palma del
martirio y las recompensas celestes .
Réstanos de aquella época un escrito que sin duda habia obtenido la aprobacion del papa y que nos pare →
ce muy propio para dar á conocer al mismo tiempo que el mal gusto del siglo la opinion general sobre las
espediciones de criente .
En este escrito ó memoria que se juzgará singular y estraño , al menos por su forma , el autor Humberto
de Romanis , general de los frailes predicadores , se esfuerza en reanimar el zelo de los cristianos por la guer
ra santa , y deplorando la indiferencia de sus contemporáneos , halla ocho obstáculos para el buen efecto de
su predicaciones : 1.º El habito del pecado ; 2. ° el temor de la fatiga y de los trabajos ; 3.º la repugnancia á
abandonar su pais natal ; 4.º un escesivo amor á la familia y á los penates ; 5.º las malas insinuaciones de
algunos hombres ; 6.º los malos ejemplos ; 7.° una debilidad de espiritu que lo hace creer todo imposible; 8.ª
una fé dèbil y sin calor . Entre todas estas causas de indiferencia el autor habria podido añadir otras razo¬
nes sacadas de la marcha de los gobiernos y de la direccion de los asuntos públicos ; pero los monjes que
predicaban las cruzadas no estaban muy enterados de la política de los reyes ni de los cambios verificados
en la sociedad , y por esto es que solo veian una parte de las dificultades que tenian que vencer . Sin embar
go Humberto de Romanis no se deja abatir por los obstáculos que creia ver á su alrededor , y se persuade
de que en aquella generacion acusada de indiferencia se pueden hallar aun nobles causas de entusiasmo y

poderosos móviles para una guerra santa ; su número dice ser siete y los enumera de este modo : 1.° el ce¬
lo por la gloria de Dios ; 2.º el celo por la fé cristiana ; 3.º la caridad fraternal ; 4.° la devocion á la Tierra

Santa; 5.º la guerra empezada por los musulmanes ; 6.º el ejemplo de los primeros cruzados ; 7.º las gra

(1 ) Sanuto.
LIBRO DECIMOCTAVO. - 1275-1290 . 501

cias de la Iglesia (1 ) . Vemos pues que Humberto de Romanis no hacia mas que oponer á la tibieza de los
ánimos que se introducia en el siglo , virtudes ó pasiones que no existian ya ó que iban debilitándose dia
por dia ; no repetiremos con él todas las razones que se oponian en su tiempo contra las cruzadas y que tra-
ta de refutar en su memoria ; en la cual divide á los adversarios en siete distintas clases : la primera apoyan-
dose en los preceptos de Jesucristo y en el ejemplo de los apóstoles , decia que era preciso saber sufrir sin
quejarse , que debia volverse la espada á la vaina y no devolver mal por mal ; la segunda pretendia que no
era prudente continuar la guerra contra los musulmanes á causa de la sangre que se habia derramado en
ella y que debia derramarse todavía , y por ser de temer que el diente sano fuese arrancado con el cariado y
que se vertiese mas sangre inocente que criminal ; en opinion de la tercera clase de los adversarios de la cru-
zada esta guerra podia parecer indiscreta ; emprenderla era tentar á Dios , puesto que muchos tenian en sus
paises todos los bienes que la Providencia puede acordar , y marchaban á unos sitios donde solo hallarian mi-
seria y desesperacion ; la cuarta clase de opositores pensaba que si era permitido á los cristianos defenderse
no lo era el atacar á los sarracenos ni invadir su territorio ; la quinta decia que no habia mas derecho para
perseguir á los sarracenos que á los judíos ; la sesta que no se podia tener esperanza alguna de convertir á los
musulmanes , y que todos los infieles que morian en la guerra eran tragados por el infierno, y finalmente la
séptima aseguraba que la cruzada no parecia agradable á Dios puesto que habia permitido que cayesen sobre
los cruzados las mayores calamidades , y que los paises conquistados á precio de tantos trabajos y de tanta san-
gre fuesen arrebatados á la cristiandad en tan poco tiempo y casi sin esfuerzos .
Humberto de Romanis contesta á todas y á cada una de estas objeciones : «La viña del Señor , dice , debia
defenderse con la espada , ya que los milagros no la defendian , la humildad convenia á los cristianos cuando
se ballaban sin fuerza y sin poder , ahora deberian apoyarse en sus armas y confiarse á la victoria ; tales fue-
ron los sentimientos de Carlos Martel , de Carlomagno y de Godofredo de Bouillon , que consideraron siempre
como una gloria combatir á los sarracenos ; estos habian invadido las tierras de los cristianoss , miradas y
con razon como la herencia de Jesucristo . Si se sufria á los judíos era porque se hallaban sometido , pero era
necesario humillar á los soberbios . Los musulmanes podian no estar convertidos , mas esto no impedia que la
guerra que se les hacia fuese para los fieles una causa de salvacion , y si los cruzados que morian en los com-

bates dejaban un vacío en el mundo , llenaban en cambio las regiones del cielo . En la guerra contra los fi-
listeos Dios permitió que fuese tomada el arca de la alianza , que el rey Saúl pereciese junto con sus hijos y
que su pueblo fuese puesto en fuga ; de modo que las desgracias ocurridas en las cruzadas no probaban que
la guerra fuese desagradable á Dios , sino que la misericordia divina habia permitido que aconteciesen estas

desgracias para borrar los pecados de las cruzadas ó para probar su fé .»


Siguiendo Humberto de Romanis sus razonamientos y procediendo siempre por enumeraciones y catego-
rías , no perdonaba ni la avaricia del clero que arrebatando el diezmo á los pobres , se negaba á dar el diezmo
de sus bienes para recobrar la Tierra Santa , ni la felonía de los barones y de los príncipes cristianos que eran
vasoltos de Dios, y que habiéndolo recibido todo de él sufrian que se le quilase su tierra ; en su discusion
acudia á la historia profana , á la sagrada , á la autoridad de la Escritura y á la de la filosofia ; mas toda su
erudicion y argumentos escolásticos , todos aquellos lugares comunes de otra época no lograban hacer pene-
trar la conviccion en los ánimos : y no se crea que hubiese mas ilustracion que algunos años antes , sino que
habia otros intereses y distintas ideas ; semejante escrito hubiera tenido gran éxito en el siglo anterior , diri-
gido á las pasiones dominantes , mas no preducia efecto alguno dirigido á la indiferencia .
Esta indiferencia de la Europa era funesta á las colonias cristianas de oriente , pues las entregaba sin de-
fensa á merced de un enemigo mas poderoso cada dia y cuyo fanatismo estaba exaltado por la victoria ; por
otra parte en la confederacion de los francos de la Siria observábase diariamente nuevos síntomas de deca-
dencia y nuevas señales de una próxima ruina ; todos aquellos pequeños principados , todas aquellas ciudades
esparcidas por las costas de la Siria , se hallaban divididas entre sí y todas las pasiones nacidas del espíritu
de rivalidad eran otros tantos ausiliares de los musulmanes ; cada uno de aquellos pequeños estados , sin ce-
sar llenos de temor , trataba de comprar , algunos dias despues , algunos meses de existencia por medio de tra-
tados con Bibars , en los cuales eran casi siempre sacrificados el honor y el interés comun de los cristianos ,
Los sultanes del Cairo no se desdeñaban de concluir un tratado de alianza con una ciudad , con una villa , y na-

(1) Biblioteca de las Cruzadas t. I.


502 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

da era tan curioso como hacer figurar en estos actos de la política , de una parte, el soberano del Egipto, de la 4
Siria y de la Mesopotamia y de muchas otras provincias, y de otra , una pequeña ciudad como Sidon ó Tortosa

con sus campos, sus jardines y sus molinos ; deplorable contraste que debia hacer sentir á los cristianos su 4
humillacion y manifestarles cuanto tenian que temer. Con frecuencia los francos le obligaban á no construir

fortalezas , á no fortificar sus ciudades ; hasta renunciaban al derecho de reparar las iglesias de los santos
lugares y cuando caia una piedra de la pared ( tal es la espresion de los tratados ) era arrojada al esterior sin
poder ser empleada en la reparacion del edificio ( 1 ) ; en todos estos tratados la política musulmana trataba
sobre todo de dividir á los francos , de tenerles bajo su dependencia , no considerándoles jamás como aliados,
sino como vasallos y tributarios ( 2) .
Tal era la paz que disfrutaban los estados cristianos de Siria , y cosa mas deplorable aun , habia entonces tres
pretendientes al reino de Jerusalen ; el rey de Chipre, el rey de Sicilia y María de Antioquía descendiente
de la cuarta hija de Isabel , esposa de Amaury ; los partidos se agitaban ; batíanse por un reino medio des
truido , ó mejor, disputábanse la vergüenza de perderle enteramente y de entregarle , despedazado por la dis
cordia , á la dominacion de los musulmanes .

Mientras tanto Bibars continuaba sus conquistas , cada dia la fama referia algun nuevo triunfo ; ya volvia
al Cairo arrastrando en su séquito á un rey de Nubia que habia vencido; ya volvia de Armenia con trein
ta mil caballos y diez mil niños de ambos sexos ; y estas relaciones sembraban el espanto en las ciudades cris
tianas, no muy tranquilos á pesar de sus tratados con el sultan de Egipto . En medio de sus victorias Bibars
no perdia de vista el proyecto de sitiar Tolemaida , pero para realizar tan gran designio , era preciso reducir
al rey de Chipre á la impotencia de socorrer la plaza ; para ello se construia en Egipto una escuadra en la
cual fundaba el sultan las mayores esperanzas ; esta escuadra se hizo á la vela , pero al llegar delante de Simis
so once naves se estrellaron en las rocas que defienden la costa ; los buques habian recibido la forma de gale
ras cristianas , y para sorprender á los habitantes de la isla de Chipre habíanse colocado cruces en los palos,
lo cual mueve al historiador de Bibars á decir que Dios se irritó contra los musulmanes y dejó caer sobre ellos
el peso de su cólera ( 3) . El rey de Chipre escribió al sultan del Cairo anunciándole la destruccion de la escuadra

egipcia , lo cual escitó en tal grado la indignacion de Bibars , que juró destruir todos los estados cristianos , mas
la muerte no le permitió realizar sus amenazas .
El fin de Bibars se cuenta de diferentes modos , mas nosotros seguiremos al historiador árabe Ibn -Ferat ,
cuyas palabras copiaremos algunas veces . Eibars se disponia á salir de Damasco para combatir á los tártaros
en los paises que riega el Eufrates y antes de su partida exigió un impuesto estraordinario ; el iman Mohyed
din-Almoury le dirigió algunas representaciones á las cuales contestó el sultan : « Señor , aboliré este impues
to cuando haya vencido á mis enemigos . » Despues de triunfar de los tártaros escribió en estos términes al
jefe del divan en Damasco : «No bajaré de caballo hasta que hayas exigido un impuesto de doscientos mil
dirhems en Damasco , de trescientos mil en su territorio , de trescientos mil en sus arrabales y de mil en la
provincia meridional .» Esta misiva hizo cambiar en tristeza la alegría causada por la victoria de Bibars y el
pueblo deseó la muerte del sultan ; hiciéronse representaciones al cheik Mobyeddin , hombre piadoso y res
petado , mas apenas se habia empezado á percibir el tributo cuando Bibars fué borrado del número de los
vivientes.

Los historiadores árabes colocan á Bibars entre los príncipes mas grandes de la dinastía de los mamelucos
baharitas: primeramente fué vendido como á esclavo, y aunque solo vivió entre soldados , su grande sagacidad
suplia en él la educacion ; despues cuando hubo hecho la guerra y fué arrojado entre las facciones del ejérci
to, supo cuanto debia saber para reinar sobre los mamelucos ; lo que mas le sirvió en la carrera de su ambi
cion, fué su increible actividad ; durante los diez y siete años de su reinado no conoció ni un dia de reposo ;
veíasele al mismo tiempo en Siria , en Egipto y en las orillas del Eufrates ; las crónicas refieren que frecuen
temente recorria las calles de Alepo ó de Damasco , mientras que los cortesanos esperaban que se despertase
on la puerta del palacio, del Cairo . Como habian perecido á sus golpes dos sultanes de Egipto y habia subido

( Autores árabes . (Biblioteca de las Cruzadas, t . IV.)


(2) Idem.
(3) Idem ,
LIBRO DECIMOCTAVO . -1278-1290. 503

al imperio impulsado por violentas revoluciones, la influencia de su ejemplo era lo que mas tenia ; aquellos
de cuya ambicion ó infidelidad sospechaba no conservaban por mucho tiempo la vida ; y segun se decia , Bi
bars habia hecho morir bajo diversos pretestos á doscientos ochenta emires .
Las mas sencillas comunicaciones de los hombres entre sí alarmaban su humor desconfiado y feroz , y sí
hemos de creer á los historiadores , durante el reinado de Bibars los amigos se evitaban en las calles , y nadie
se atrevia á entrar en la casa de otro , cuando le importaba ocultar sus designios , disimular sus acciones ó ha
cer pasar su presencia desapercibida . Desgraciado del que adivinaba sus pensamiontos , desgraciado del que
pronunciaba su nombre ó le saludaba á su paso ! Severo para con sus soldados , adulador para con sus emi
res , no despreciando la astacia pero prefiriendo la violencia , burlándose de los tratados y de los juramentos ,
dotado de un disimulo que nadie era capaz de penetrar, de una avaricia que le hacia inflexible en la percep
cion de los tributos ; no retrocediendo jamás delante del enemigo ni delante de un crímen, su genio y su ca
rácter parecian hechos para aquel gobierno que en cierto modo habia fundado , gobierno monstruoso que se
sostenia por sus vicios y escesos y que no habria podido subsistir por la moderacion y la virtud .
Sus enemigos y sus súbditos temblaban aun al rededor de la litera que lo transportó de Damasco al Cairo
despues de su muerte ; sus escesos , sus violencias y sus triunfos solo sirvieron á su ambicion personal , y no
pudieron fijar la corona en su familia ; sus dos hijos no hicieron mas que subir al trono y bajar de él . Ke-
laoun , el mas valiente de los emires , no tardó en usurpar el soberano poder ,pues una marcha uniforme en la
sucesion al trono no podia convenir á un ejército inclinado siempre á la rebelion ; todos los mamelucos se
creian nacidos para el imperio, y en aquella república de esclavos parecia lícito á todo el mundo el soñar con
la tiranía , y lo que parecerá increible , es que lo que debia perder á aquella milicia turbulenta fué precisa
mente lo que la salvó ; la debilidad ó la ineptitud no podian jamás sostenerse por largo tiempo en el trono, y
en el tumulto de las facciones sucedia casi siempre que el mas valiente y el mas diestro era elegido para diri

gir el gobierno y la guerra .


( 1278 ) Bibars habia sido el azote mas terrible de las colonias cristianas , y Kelaoun no habría tardado en
consumar su ruina , si no hubiese tenido que combatir á un enemigo formidable . Ahora es cuando debemos
fijar por un momento nuestra atencion sobre la multitud de bárbaros , que prontos siempre á lanzarse sobre
las provincias ocupadas por los mamelucos, eran por esto mismo los naturales ausiliares de los francos .
Se recordará que desde el principio del siglo duodécimo y sobre todo despues de la primera cruzada , unas
hordas innumerables conocidas bajo el nombre de turcos, inundaban sin cesar las mas ricas comarcas de la
Siria , viniendo del pais de Mosul , de las orillas del mar Caspio, del Kurdustan y de la Persia ; aquellos te
mibles pueblos habian abrazado el islamismo , y el fanatismo musulman les impulsa ba á hacer á los cristianos
una guerra implacable ; las orillas del Eufrates, del Oronte y aun del Jordan fueron frecuentemente el teatro
de sus desolaciones.

A principios del siglo décimotercero , la escena cambió ; todas las naciones turcas que dominaban desde el
Eufrates hasta el Oxo fueron vencidas y dispersadas por Gengiskan y sus sucesores ; el califa de Bagdad ,
lazo de todas aquellas potencias , fué tambien destruido , y desde entonces no hallando los tártaros ó mogcles
barreras á sus invasiones , penetraron á su vez en la Mesopotamia , en el Asia Menor y en la Siria ; como estas
nuevas naciones no habian abrazado la fé de Mahoma y hasta aquel momento solo habian combatido á los
musulmanes, se manifestaron dispuestas á unirse con las colonias cristianas. Durante todo el siglo décimo
tercero no cesaron de llevar el terror de sus armas ya mas allá del Tauro , ya en los países vecinos del Líbano ,
apoyados siempre por la alianza de los jefes de la Georgia , de los príncipes de la pequeña Armenia y de otros
muchos estados cristianos ; así es que las potencias musulmanas que dominaban en Siria y en Egipto, tuvie
ron que combatir dos enemigos á la vez , lo que contribuyó á mantener por algun tiempo los débiles restos
del poder cristiano en Asia ; mas desgraciadamente para los cristianos su alianza con los tártaros , subordina
da siempre á un estado de cosas pasajero y á circunstancias imprevistas , no produjo los frutos que de ella
era lícito esperar ; los mogoles, ausiliados por sus aliados , no pudieron jamás en sus guerras irregulares
triunfar de la milicia disciplinada de los mamelucos , ni de la política de los sultanes del Cairo . En el territorio
de Emeso perdieron mas de diez batallas , y el camino de Egipto quedóles cerrado para siempre ; si la fortuna
hubiese favorecido sus armas, es de creer que hubieran mas tarde abrazado la fé de Jesucristo , y desde enton
ces el oriente habria cambiado enteramente de aspecto .
504 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Apenas Kelaoun se hubo sentado en el trono de Egipto, cuando recibió la noticia de que los tártaros ha
bian de nuevo atravesado el Eufrates y que avanzaban precedidos de los guerreros de la Georgia y de la Ar
menia ; el nuevo sultan emprende al momento el camino de Siria al frente de su ejército , y el territorio de
Emeso fué teatro de una sangrienta batalla en la cual los mamelucos consiguieron una victoria completa y
decisiva . Despues del triunfo de los musulmanes, todos los estados cristianos esperaban la decision de su
suerte sumidos en el terror , mas Kelaoun se rindió á los ruegos del conde de Trípoli y de los caballeros del
Temple y del Hospital que le pedian la paz , si bien marchó á desahogar su cólera con los estados del rey de

Armenia , á quien acusaba de haber llamado á los mogoles ; toda la Armenia fué asolada por los mamelucos
y los tributos impuestos con motivo de la tregua que siguió á la guerra acabaron la ruina de aquella nacion .
Lo mas notable que vemos en el tratado concluido en aquel entonces , es que el sultan del Cairo dicté él mis
mo al rey de Armenia la fórmula del juramento ; el príncipe ( 1 ) cristiano , al obligarse á sufrir el yugo de una
potencia musulmana , juró por la verdad de la cruz , por la verdad del Evangelio , por la verdad del Padre, del
Hijo y del Espiritu Santo , y se sometió en caso de no cumplir sus promesas , á hacer treinta veces la peregri
nacion á Jerusalen con los pies desnudos y la cabeza descubierta . Kelaoun deseaba castigar tambien al rey
de Georgia , mas le contenian los obstáculos y peligros de tan lejana espedicion ; sin embargo , la casualidad ó
la traicion no tardó en ofrecerle una ocasion fácil de ejercer la venganza ; el príncipe georgiano , acompaña
do únicamente de uno de sus servidores , se dirigia en peregrinacion á Jerusalen cuando cayó en poder de los
musulmanes , los cuales le condujeron al Cairo , donde el sultan lo guardó en cautiverio .
Mientras que los cristianos de oriente reconocian , como hemos visto , el poder siempre en aumento de los
infieles , Gregorio X continuaba en vano en el occidente los preparativos ó mejor las predicaciones de la
cruzada ; diferentes veces habia renovado sus instancias cerca de Rodolfo de Hapsburgo , mas Rodolfo tenia
un imperio que conservar ; en vano el papa le amenazó con despojarle de su corona ; el nuevo emperador
veia menos peligro en la cólera del sumo pontifice que en una espedicion que le alejase de sus estados ; final

mente, Gregorio murió ( 2 ) sin haber podido cumplir las promesas que habia hecho á los cristianos de oriente ,
y si bien la Palestina recibia de tiempo en tiempo algunos socorros de Europa , además de no llegar nunca á
propósito , parecian dirigidos , mas que á defenderla , á comprometer su seguridad . El rey de Sicilia , que se
habia proclamado rey de Jerusalen , habia enviado un cierto número de soldados y un gobernador á Tole
maida , mientras se disponia á hacer una espedicion formidable á la Siria , y quizás en esta circunstancia su
ambicion habria servido en mucho á la causa de los cristianos , si una revolucion no hubiese hecho abortar
todos sus proyectos .

( 1279 ) El descontento de los pueblos en sus nuevos estados , y sobre todo en Sicilia, iba siempre en au
mento ; agobiados los pueblos de tributos con motivo de la última cruzada , irritáronse los ánimos al publi
carse otra nueva ; los enemigos de Carlos solo veian en la cruz de los peregrinos la señal de la violencià y
del pillaje ; á la sombra de tan sagrada bandera , decian , acostumbra á derramarse la sangre inocente, recor
dando aun que la conquista de Nápoles se habia hecho bajo los pendones de la cruz ; por fin dióse el grito de
rebelion ; ocho mil franceses fueron inmolados á los manes de Coradino , y las Vísperas Sicilianas , cuyo re
sultado fué hacer pasar la Sicilia bajo la dominacion de los reyes de Aragon , acabaron de destruir todos los
proyectos de Carlos sobre el oriente.

Kelaoun no abandonaba ninguno de sus designios , pero carecia de una escuadra para sitiar por mar las ciu
dades cristianas ; acostumbrado á considerar los establecimientos de los francos como una presa que no podia
escapársele , esperaba con paciencia el momento favorable y no temia renovar los tratados de paz con las ciu
dades y principados que anhelaba destruir, así es que aunque nada tuviese ya que temer ni de parte de los
mogoles ni de la cristiandad , consintió en celebrar una nueva tregua con los francos de Tolemaida ; en este
tratado ,que nos ha sido conservado por los autores árabes , se ve cuáles eran los planes del sultan del Cairo y
el ascendiente que ejercian sobre sus débiles enemigos ; en él se obligaban los cristianos , en caso de que un
príncipe franco hiciese una espedicion al Asia , á prevenir á los infieles de la llegada de los ejércitos cristia
nos de occidente , con lo cual además de firmar una condicion deshonrosa , renunciaban á la esperanza de

(1) Biblioteca de las Cruzadas , t. IV.


(2) Annal. eccles . ann. 1276 , núm . 46 y 47.
LIBRO DECIMOCTAVO . -1284-1290 . 505

una cruzada . La prevision de los sultanes del Cairo no se contentaba con el aviso que prometian darles los
cristianos de Siria, así es que Kelaoun enviaba con frecuencia embajadores á Europa, y los numerosos agen
tes que tenia en todas las ciudades le instruian con exactitud de cuanto se preparaba contra los musulma

nes , así en la corte de Roma como en los consejos de los príncipes cristianos . Una embajada del Cairo per
maneció tres años en la corte de Sevilla , donde era tratada con grande distincion ; los príncipes y los estados
que tenian en oriente algunos intereses que guardar , no solo se aliaban sin escrúpulo con el sultan de Egip
to, sino que prometian en tratados y juraban por el Evangelio declararse enemigos de todas las potencias
cristianas que atacasen los estados de su aliado musulman ; en un tratado que ha llegado hasta nosotros , ve
mos al rey de Aragon y á sus hermanos obligarse á negar su cooperacion á toda especie de cruzada empren

dida por el papa de Roma y por los reyes de los francos, de los griegos ó de los tártaros ; no habia ciudad ma
rítima en Italia ó en las costas del Mediterráneo que no se manifestase dispuesta á preferir en sus relaciones
con el oriente , las ventajas de su comercio á la libertad de los sántos lugares .
( 1282 ) Estos tratados , dictados unas veces por el temor y otras por la ambicion ó la avaricia , elevaban
cada dia una nueva barrera entre los cristianos de oriente y los de occidente, sin que fuesen tampoco un
obstáculo para detener al sultan del Cairo , quien hallaba siempre algun pretesto para romperlos , cuando la
guerra le ofrecia mas ventajas que la paz ; así sucedió con la fortaleza de Markab , situada entre Tortosa y
y Trípoli ; acusóse á los hospitalarios , á los cuales pertenecia el castillo , de hacer escursiones en las tierras de
los musulmanes, y esta acusacion , que quizás no carecia de fundamento , fué seguida del sitio de la plaza .
Markab (copiamos las palabras de la historia oriental ) era como una ciudad colocada en observacion sobre
una montaña ; las cimas de las torres que sobrepujaban en altura á las de Palmira , solo eran accesibles para
las águilas del Libano, y cuando se las contemplaba desde las orillas del mar , creíase ver el astro del dia á
través del azur y de las nubes del cielo .» A pesar de la aspereza del lugar , logróse colocar las máquinas de
guerra , y en los primeros dias de abril se dió principio al ataque ; los mineros abrieron la tierra debajo de
las murallas de las torres , y luego de practicada una brecha en las murallas , intentaron los musulmanes el
asalto ; el valor de los sitiados contuvo el ímpetu de los sitiadores , los cuales despues de muchos y prolongados
ataques sintieron desfallecer su valor ; sin embargo , el dios de Mahoma , dicen los autores árabes , envió á sus
ángeles y celestes milicias en socorro del islamismo ; la mina practicada debajo de las murallas fué prolonga
da hasta el interior de la plaza ; entonces la guarnicion cristiana conociendo que no habia salvacion para ella ,
propuso rendirse, y el estandarte del profeta flotó en las torres de la fortaleza . Mientras los soldados cristianos
tomaban el camino de Trípoli , los verdaderos creyentes alababan à Dios por haber esterminado á los adora
dores del Mesías y libertado el país de su presencia ; al sitio de Markab habian acudido un gran número de
imanes y de fakires , cuya santa milicia se retiró cantando alabanzas á Kelaoun , proclamándose el nombre
del sultan victorioso en todas las mezquitas de la Siria y del Egipto , en medio de acciones de gracias ( 1 ) .
(1284) Entre Markab y Tortosa se elevaba el castillo de Marakia cuyos restos existen aun en el dia , sus
ceptible únicamente de ser atacado con una escuadra ; en él se habia retirado un señor franco que las cróni
cas árabes llaman unas veces señor de Gelima y otras el señor de Barthelemi , quien no cesa ba de asolar las tier
ras vecinas , volviendo cada dia á su fortaleza cargado de los despojos de los musulmanes ; Kelaoun quiso apode
rarse del castillo del señor de Barthelemi , pero como carecia de buques y juzgaba el fuerte inespugnable, es
cribió lo siguiente al conde de Trípoli . «Tú fuiste quien construyó ó permitió construir el castillo ; desgraciado
de tí, desgraciada de tu capital , desgraciado de tu pueblo , si no es demolido inmediatamente ! » Estas amena
zas aterrorizaron tanto mas al conde de Trípoli , en cuanto cuando recibió la carta del sultan las tropas mu
sulmanas habian entrado ya en su territorio; en cambio de su fortaleza ofreció al señor de Barthelemi tierras
considerables : mas brillantes promesas , ruegos , todo fué inutil ; por fin interpúsose en la negociacion el hijo
de Barthelemi y partió para implorar la compasion del sultan del Cairo , mas el irritado anciano corrió tras las
huellas de su hijo, y habiéndole alcanzado en la ciudad de Tolemaida le dió de puñaladas delante del pueblo
reunido . Este asesinato exasperó á todos los cristianos, y no tardó Barthelemi en verse abandonado de sus pro
pios soldados , horrorizados de su crímen . El castillo que habia quedado desierto fué demolido , y desde entonces
el señor de Barthelemi se convirtió en el mas cruel enemigo de los francos retirándose entre los infieles, sin
cesar ocupado en asociarles á sus venganzas y procurar la destruccion de las ciudades cristianas .

(1) Biblioteca de las Cruzadas , año 1285 .


(58 y 59) 61
506 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

(4287) Su implacable odio tuvo por desgracia muchas ocasiones en que saciarse ; el sultan del Cairo con
tinuaba la guerra contra los cristianos y todo parecia favorecer sus empresas ; desde mucho tiempo tenia el
proyecto de apoderarse de Laodicea , cuyo puerto rivalizaba con el de Alejandría , mas la ciudadela de la ciu
dad, construida en medio de las olas , era inaccesible ; en aquel entonces un terremoto derribó la torre lla
mada de los palomos y el faro que guiaba á los buques durante la noche ; al saberlo , dice el autor arabe de
la vida de Kelaoun , el sultan dirigió contra Laodicea aquellas terribles máquinas cuyas lenguas celebran
triunfos y cuyos dedos señalan la victoria . Algunos castillos levantados por los cristianos en la costa de Fenicia
cayeron tambien en poder de los musulmanes, y despues de haberle abierto todas las avenidas de Trípoli , el
sultan del Cairo solo se ocupó en el sitio de aquella ciudad ; ni la fé de los tratados , ni las recientes comisio
nes de Bohemundo pudieron retardar un momento la destruccion de una ciudad floreciente . Ninguna
otra ciudad cristiana , ningun príncipe de la Palestina marchó á socorrer á Trípoli , y era tal el espíritu de di
vision que reinaba continuamente entre los francos , que los templarios , de acuerdo con el señor de Gibelet ,

habian poco tiempo antes formado el proyecto de apoderarse de la ciudad, todo estaba pronto para la reali
zacion del complot, y solo á una circunstancia imprevista se debió el que se frustrase la empresa ; tenemos á
la vista una declaracion manuscrita , redactada por un notario de Trípoli y firmada por muchos testigos en
la cual el señor de Gibelet refiere su traicion con todas sus circunstancias ; despues de descubierta esta cons
piracion el mismo señor de Gibelet se dedicó por orden del gran maestre del Temple á atacar y á saquear á los
pisanos . «No tenia con ellos la menor cuestion , nos dice él mismo confesando su felonía , pero obraba así por
que dicho gran mestre le habia pedido trigo y cebada para su gente y sus caballos .» Tantas violencias y de
sórdenes ponian sin cesar en peligro las ciudades cristianas , sin que nadie tuviese bastante ascendiente ó pa
triotismo para tratar de conjurar sus funestos efectos ; impulsado por el temor ó los remordimientos , el señor
de Gibelet quiso solicitar su gracia cerca del conde de Trípoli , ofreciendo abandonar su tierra y marchar á
vivir en otra parte del mejor modo que pudiese, mas los templarios se negaron á interceder por él y á mez
clarse en un asunto en que se habian ellos comprometido . Ibn-Ferat refiere que el señor de Gibelet fué muer
to por órden de Bohemundo ; despojado su hijo de la herencia paterna , solo pensó en vengar la muerte de

su padre, y al ejemplo de otros muchos cristianos , victimas de la violencia y de la injusticia , imploró el ausi
lio de los musulmanes . La muerte de Bohemundo , que siguió de cerca á la del señor de Gibelet , acabó de in
troducir el desorden y la discordia entre los habitantes de Tripoli ; la hermana y la madre del príncipe se
disputaron su autoridad ; cuantos hasta entonces habian meditado proyectos de traicion , volvieron á renovar
sus tramas ; el espíritu de licencia y de rivalidad animaba á todos los ciudadanos unos contra otros , cuando
Kelaoun se presentó delante de las murallas al frente de un ejército formidable .
Diez y siete grandes máquinas fueron arrimadas á las murallas , mientras mil quinientos obreros ó solda
dos se ocupaban en minar la tierra ó en lanzar el fuego griego ; despues de treinta y cinco dias de sitio los
musulmanes penetraron en la ciudad á sangre y fuego ; siete mil cristianos cayeron bajo la espada del ven
cedor ; las mujeres y los niños fueron reducidos á la esclavitud : en vano una multitud aterrorizada buscó en
la isla de San Nicolás un asilo contra los mamelucos , sedientos de sangre ; Abulfeda refiere que habiendo
desembarcado él en aquel islote pocos dias despues de la toma de Trípoli , lo halló cubierto de cadáveres ; mu
chos habitantes se habian retirado en los buques y huian de su patria desolada , mas el mar los arrojó de
nuevo á la costa donde fueron inmolados por los musulmanes . No contento aun el sultan con haber estermi
nado la poblacion de Trípoli , ordenó incendiar y demoler la ciudad ; el puerto de Trípoli atraia á una gran
parte del comercio del Mediterráneo ; la ciudad encerraba mas de cuatro mil telares de seda ; admirábanse sus
palacios , sus torres , sus fortificaciones , y tantos manantiales de prosperidad , cuanto podia hacer florecer la paz
y servir de defensa en la guerra , todɔ pereció bajo el hacha y el martillo . El principal objeto de la política
musulmana en esta guerra era destruir cuanto habian hecho los cristianos , no dejando en la costa de Siria ni
una buella de su poderío , nada que pudiese llamar en adelante á los príncipes y guerreros de occidente, nada
que pudiese proporcionarles los medios de mantenerse allí si alguna vez volvian á clavar sus estandartes en
aquellas costas .
Tolemaida, que habia permanecido neutral en tan terrible guerra , supo la toma y destruccion de otra ciu
dad cristiana, por algunos fugitivos que habian logrado escapar á la espada de los musulmanes y venian á
pedirle un asilo ; al recibir tan trista noticia , debió ya presentir las desgracias que la amenazaban .
LIBRO DECIMOCTAVO . - 1287-1290 . 507

Tolemaida era entonces la capital de las colonias cristianas y la ciudad mas considerable de la Siria ; la
mayor parte de los francos, arrojados de las demás ciudades de la Palestina , se habian refujiado en ella con sus
riquezas; en su puerto entraban cuantas escuadras venian de occidente ; veíanse en ella los mas ricos merca-
deres de todos los paises del mundo ; así como habia aumentado en poblacion , habia tambien aumentado en
estension ; estaba construida toda de piedra labrada ; todas las casas tenian la misma altura ( 1 ) ; la mayor
parte de los edificios remataban en una plataforma ó terrado ; escelentes pinturas adornaban el interior de
las principales habitaciones , donde se introducia la luz por ventanas con vidrios, lo que era entonces de un
lujo e straordinario . En las plazas públicas , colgaduras de seda é de una tela transparente libraban á los ha-
bitantes de los ardores del sol ; entre las dos murallas que defendian la ciudad por la parte de oriente se ele-
vaban suntuosos palacios habitados por los príncipes y grandes ; los artesanos y mercaderes residian en el in-
terior de la ciudad . Entre los príncipes y nobles que tenian habitaciones en Tolemaida , se contaban el rey
de Jerusalen , sus hermanos y su familia , los príncipes de Galilea y de Antioquía , el lugarteniente del rey
de Francia , el del rey de Chipre , el duque de Cesarea , los condes de Trípoli y de Joppe , los señores de Beirouth ,
de Tiro , de Tiberiades, de Sidon , de Ghelin , de Arsur etc ; en una antigua crónica se lee que todos estos
príncipes y señores se paseaban por las plazas públicas llevando coronas de oro como reyes , y ostentando su
numeroso séquito con vestidos deslumbradores de oro y pedrería ; los dias se pasaban entre fiestas , espectáculos
y torneos, mientras que el puerto veia trocarse los tesoros del Asia y del occidente, mostrando á toda hora el
animado cuadro del comercio y de la industria.
La historia contemporánea deplora con amargura la corrupcion de costumbres que reinaba en Tolemaida ;
los estranjeros llevaban á ella los vicio des todas las naciones ; la molicie y el lujo se habian estendido á to-
das las clases , y el mismo clero no habia podido evitar el contagio ; entre los pueblos que habitaban en Siria,
los mas afeminados , los mas disolutos eran los habitantes de Tolemaida.
No solo era Tolemaida la ciudad mas rica de la Siria , sino que segun pública fama era la plaza mejor forti-
ficada ; durante su permanencia en Palestina San Luis nada habia omitido para reparar y aumentar sus for-
tificaciones ; por la parte de tierra rodeaba la ciudad una doble muralla defendida de distancia en distancia
con altas torres almenadas ; un foso ancho y profundo impedia acercarse á los muros , y por la parte del mar
defendian la ciudad una fortaleza construida en la entrada del puerto, el castillo del Temple que se hallaba al
mediodía y la torre llamada del Rey situada al oriente .
Tolemaida tenia entonces muchos mayores medios de defensa que cuando sostuvo durante tres años el ata-
que de todas las fuerzas de la Europa : poder alguno era capaz de reducirla si hubiese tenido por habitantes
á verdaderos ciudadanos y no á estranjeros , peregrinos y mercaderes, prontos siempre á trasladarse de una
parte á otra con sus riquezas ; los representantes del rey de Nápoles , los lugartenientes del rey de Chipre,
los franceses, los ingleses , el legado del papa , el patriarca de Jerusalen , el príncipe de Antioquía , las tres
órdenes militares, los tártaros , tenian todos su cuartel , su jurisdiccion , sus tribunales y sus magistrados en-
teramente independientes unos de otros y todos con el derecho de soberanía ; estos cuarteles eran como otras
ciudades distintas diferenciándose en costumbres , en lenguaje y en intereses , de modo que era imposibie es-
tablecer el órden en una ciudad en que tantos soberanos hacian leyes , que carecia de una administracion
uniforme, y en que con frecuencia el crimen era perseguido por una parte y protegido por la otra ; esto ha-
cia que todas las pasiones estuviesen desenfrenadas, dando lugar á sangrientas escenas . Además de las que-
rellas cuya causa nacia en el mismo pais, no habia division en Europa y sobre todo en Italia , que no se hi-
ciese sentir en Tolemaida ; las discordias de los guelfos y de los gibelinos agitaban los ánimos en esta ciudad ,
y las rivalidades de Génova y de Venecia habian hecho derramar en ella torrentes de sangre ; cada nacion
tenia sus fortificaciones en el cuartel que habitaba ; fortificábanse hasta las iglesias ; á la entrada de cada
plaza se levantaba una fortaleza , y las calles se cerraban con puertas y cadenas de hierro, siendo fácil de
conocer que todos estos medios de defensa se habian empleado mas que para contener á los enemigos para ele-
var una barrera contra los vecinos y rivales .

Los jefes de los cuarteles y los principales de la ciudad se reunian algunas veces, mas raramente se ponian
de acuerdo, y desconfiaban siempre unos de otros : esta especie de asambleas jamás tenian un plan de con-

(1) Biblioteca de las Cruzadas, t . III.


508 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ducta , una regla fija , y sobre todo carecian de toda prevision ; la ciudad pedia á la vez socorros â occidente
y solicitaba una tregua á los musulmanes ; cuando se celebraba un tratado, nadie tenia bastante poder para
hacerlo respetar ; por el contrario, todos eran dueños de violarlo , atrayendo así sobre la ciudad todos los ma
les que la infraccion podia llevar consigo .
Despues de la destruccion de Trípoli , el sultan del Cairo amenazó la ciudad de Tolemaida , mas ya temiese
la desesperacion de los cristianos , ya creyese que no habia llegado aun la ocasion favorable , cedió á las sú
plicas que se le dirigieron y renovó con los habitantes una tregua de dos años , dos meses , dos semanas, dos
dias y dos horas ; segun la version de una crónica , el legado del papa desaprobó el tratado é hizo insultar á
unos mercaderes musulmanes que habian entrado en la ciudad ; los templarios y las demás órdenes militares
quisieron dar una satisfaccion al sultan de Egipto , pero el legado se opuso y amenazó con escomulgar á cuan
tos tuviesen la menor relacion con los infieles (1 ) .
Un autor árabe (2) dice haber sido otra la causa del rompimiento de los tratados ; cuenta que la esposa de
un rico habitante de Tolemaida , prendada de un jóven musulman , paseaba con este por los jardines que ro
deaban la ciudad , y advertido el marido del ultraje hecho á la fé conyugal , reune á algunos amigos , sale con
ellos de Tolemaida , sorprende á su esposa con su seductor , é inmola á los dos á su venganza ; algunos musul
manes de las cercanías acuden al estrépito , el número de los cristianos aumenta y la querella se hace gene
ral , quedando sin vida cuantos musulmanes hallaron los irritados cristianos .
( 1290) Estas violencias, que la fama no dejaba de exagerar , podian dar al sultan de Egipto un pretesto
para empezar de nuevo la guerra (3), y presintiendo los cristianos el peligro, se apresuraron á implorar el
tocorro del sumo pontifice, el cual hizo armar veinte galeras por los venecianos (4) ; esta eruzada transportó
á Tolemaida á mil seiscientos hombres reclutados con gran precipitacion en algunas ciudades de Italia, mas
el refuerzo que para su defensa se envió á los habitantes de la Palestina aceleró su pérdida ; los soldados de
la santa sede, reclutados entre los aventureros y vagos , se entregaban á toda clase de escesos ; como no te
njan sueldo , robaban lo mismo á los musulmanes que á los cristianos , y cierto dia aquella tropa indisciplina¬
da salió de la ciudad para hacer una escursion á las tierras musulmanas ; los pueblos y las aldeas fueron sa
quados , los habitantes maltratados y muchos asesinados . El sultan del Cairo envió embajadores á los cristia
nos quejándose de las violencias cometidas en tiempo de paz , y su llegada dió lugar á muchos y numerosos
consejos ; en un principio , las opiniones se manifestaron encontradas ; los unos querian que se tomase el par
tido de los que habian roto la tregua , los otros que se diese satisfaccion al sultan , solicitando la continuacion
de los tratados ; finalmente , decidióse enviar al Cairo una embajada encargada de escusar los hechos Ꭹ de

ofrecer presentes ; admitidos los embajadores en presencia de Kelaoun, alegaron que el mal habia sído co
metido por soldados venidos de occidente y no por los habitantes de Tolemaida , en vano los diputados ofre
cieron en nombre de la ciudad castigar á los autores del desórden ; ni sus sumisiones , ni sus ruegos pudieron
desenojar al sultan , quien les echó en cara con amargura el burlarse de la fé de los tratados , el dar asilo ú
perturbadores enemigos de la paz y del derecho de gentes , mostrándose tanto mas inflexible en cuanto juz
gaba propicia la ocasion para realizar sus proyectos.; sabia que no se preparaba en Europa cruzada alguna ,
que el papa Nicolás solicitaba en vano el ausilio de los reyes de Francia y de Inglaterra , y que todos los so
corros de occidente se reducian á los aventureros que acababan de romper la tregua . Kelaoun despidió á los
embajadores , amanazando con toda su cólera á la ciudad de Tolemaida , y ya habia dado órdenes para que
en todas sus provincias se hiciesen los preparativos de guerra .
Al regresar los embajadores , reunióse en Tolemaida un gran consejo, al cual asistieron el patriarca de Je
rusalen , Juan de Fresii , comandante por el rey de Francia , mosen Oste de Granson, por el rey de Inglater
ra , los grandes maestres del Temple y del Hospital, los principales de la ciudad y un gran número de ciuda
danos y peregrinos ; despues que los diputados hubieron dado cuenta de su mision y referido las amenazas
del sultan de Egipto , el patriarca tomó la palabra ; sus virtudes, sus cabellos canos, su celo por la causa de

(1) Biblioteca de las Cruzadas, t. III.


(2) Biblioteca de las Cruzadas , t. IV.
(3) Biblioteca de las Cruzadas.
(1) Annal. eccles. ad ann. 1290 núm. 8.
LIBRO DECIMOCTAVO . -1290 . 509

los cristianos , inspiraban confianza y respeto ; el venerable prelado exhortó á cuantos le escuchaban á ar
marse para la defensa de la ciudad , á recordar que eran cristianos y que debian dar su vida por la causa de
Jesucristo ; conjurólés á olvidar sus discordias , á no tener otros enemigos que los musulmanes y á mostrarse
dignos de la santa causa por la que combatian . Su elocuencia despertó en el auditorio generosos sentimientos
y todos juraron obedecer las exhortaciones del patriarca . ¡ Feliz la ciudad de Tolemaida si sus habitantes y
defensores hubiesen conservado siempre las mismas disposiciones y el mismo entusiasmo en medio de los pe
ligros y de las calamidades de la guerra !
Pidiéronse socorros á todas partes ; llegaron algunos peregrinos de occidente y cierto número de guerreros
de las islas del Mediterráneo ; el rey de Chipre desembarcó con quinientos hombres de armas, y reunidos es
tos nuevos ausiliares con los que empuñaban las armas en la ciudad , se elevaban á nuevecientos hombres
de caballería y á diez y ocho mil combatientes de infanteria ; estas fuerzas divididas en cuatro divisiones fueron
encargadas de defender las torres y las murallas : la primera estaba á las órdenes de Juan de Gresli y de Oste
de Granson, el uno con los franceses y el otro con los ingleses y picardos ; la segunda era mandada por el rey
de Chipre junto con el gran maestre de la órden teutónica ; la tercera por el gran maestre de San Juan y por
el de los caballeros de Cantorbery , y la cuarta por el gran maestre del Temple y por el de San Lázaro . Un
consejo compuesto de ocho jefes debia gobernar la ciudad durante el sitio .
Los musulmanes se preparaban para la guerra con una actividad no vista hasta entonces ; todo se hallaba
en movimiento desde las orillas del Nilo hasta las del Eufrates ; habiendo caido enfermo el sultan Kelaoun á
su salida del Cairo , envió delante de él á siete de sus principales emires , cada uno de ellos con cuatro mil gi
netes y veinte mil infantes ; á su llegada al territorio de Tolemaida , los jardines, las casas de recreo , las vi
ñas que cubrian las colinas , todo fué asolado ; la vista del incendio que se elevaba por todos los puntos , la
aterrorizada muchedumbre de los habitantes de las inmediaciones que huian con sus muebles , sus ganados
y sus familias, anunciaron á Tolemaida que empezaban á realizarse las amenazas y siniestros proyectos de
los musulmanes. Trabáronse algunos combates en el llano, pero ninguno notable ni decisivo , pues los musul
manes esperaban la llegada del sultan para emprender los trabajos de sitio .
Su enfermedad continuaba reteniendo à Kelaoun en Egipto , y sintiendo acercarse su fin, envió á buscar á
su hijo y á sus emires ; á los unos recomendó reconocer y servir á su hijo como le habian servido á sí mis
mo, y á este, continuar sin descanso la guerra á los cristianos , prescribiéndole que no le diese los honores
de la sepultura hasta haber conquistado la ciudad de Tolemaida . Chalil juró cumplir la postrera voluntad de
su padre , y cuando Kelaoun hubo dado el último suspiro , los ulemas é imanes se reunieron en la capilla
donde se depositaron sus restos , leyeron durante toda la noche los versículos del Coran , y no cesaron de in
vocar á su Profeta contra los discípulos de Cristo (1 ) . No tardó Chalil en ponerse en marcha con su ejército , y
si bien los francos esperaban que la muerte de Kelaoun haria nacer la discordia entre los musulmanes , el
odio que profesaban estos á los cristianos bastaba para reunir á los soldados musulmanes ; el sitio de Tole
maida , la esperanza de destruir una ciudad cristiana , ahogaron todos los gérmenes de division y consolida
ron el poder de Chalil , á quien se proclamaba de antemano vencedor de los francos y pacificador de la reli
gion musulmana .
El sultan llegó por fin delante de Tolemaida ; su ejército cubria un espacio de muchas leguas , desde el mar
hasta las montañas ; los musulmanes todos habian acudido de las orillas del Eufrates, de las costas del mar
Rojo , de todas las provincias de la Siria y de la Arabia ; construyéronse arietes, catapultas y galerías cubiertas ;
los cedros del Líbano y los robles que cubrian las montañas de Naplusa , caidos bajo la segur de los infieles,
habian sido transportados debajo de los muros de Tolemaida ; mas de trescientas máquinas de guerra estaban
prontas para batir las murallas de la ciudad , y el historiador Abulfeda , que asistia al sitio , habla de una de
ellas que cien carros podian apenas arrastrar .
Tan formidable aparato sembró la consternacion entre los habitantes de Tolemaida ; el gran maestre del
Temple desesperando de la defensa y salvacion de la ciudad , reunió á los demás jefes para saber si habia al
gun medio de renovar la tregua , librándose así de una inevitable ruina ; en seguida marchó á la tienda del
sultan , y pidióle la paz y tratando de conmover su ánimo , exageró las fuerzas de Tolemaida , con lo cual Cha

(1) Ibn -Ferat.


!

510 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

lil , asustado por las dificultades del sitio y pensando sin duda hallar otra ocasion para hacerse dueño de la
ciudad, consintió en firmar una tregua , con la condicion que los habitantes pagasen cada uno un dinero de
Venecia ; el gran maestre volvió á la plaza , convocó una asamblea del pueblo en la iglesia de la Santa Cruz
y manifestó las condiciones bajo las cuales el sultan consentia en concluir una nueva tregua ; su opinion era
suscribir á aquellas condiciones , puesto que no habia otro medio de salvar Tolemaida ; mas apenas hubo
proferido estas palabras cuando la multitud se enfurece , grita traicion y por poco el gran maestre del Tem
ple espia al momento su prudente privacion y su zelo por la salvacion de la ciudad ; desde entonces aquel
generoso guerrero solo pensó en morir con las armas en la mano por un pueblo capaz de rechazar la guerra
con la guerra y que no sufria deber su existencia á la paz .
(1291 ) La presencia del sultan habia redoblado el ardor de las tropas musulmanas , y desde los primeros
dias de su llegada los trabajos del sitio se ejecutaron con increible vigor . El ejército de los sitiadores conta
ba sesenta mil ginetes y ciento cuarenta mil infantes , quienes relevándose sin cesar no dejaban á los sitia
dos ni un instante de reposo ; las máquinas lanzaban piedras y colosales maderos que en su caida derriba
ban los palacios y las casas de la ciudad ; una nube de flechas , de dardos , de frascos de fuegos y de balas de
plomo , caian dia y noche sobre las murallas y las torres . En los primeros ataques los cristianos mataron á fle
chazos y á pedradas á muchos infieles que se acercaban á las murallas ; hicieron tambien algunas salidas , en
una de las cuales penetraron hasta las tiendas de los sitiadores ; mas al fin fueron rechazados ; algunos de
ellos cayeron en poder de los musulmanes , y la caballería siria , que habia colgado del cuello de sus caballos
las cabezas de los vencidos , fué á mostrar al sultan del Cairo los bárbaros trofeos de una victoria comprada
á gran costa .

En un principio el peligro habia reunido á todos los habitantes de Tolemaida y les animaba de iguales sen
timientos ; en los primeros combates nada era comparable á su ardor , pues les sostenia la esperanza de re
cibir socorros de Occidente y además la de que algunos triunfos conseguidos sobre los sitiadores obligarian á
estos á la retirada ; sin embargo , á medida que estas esperanzas se desvanecian , su entusiasmo parecia apa
garse , la mayor parte no podian soportar largas fatigas y la vista de un peligro sin cesar renaciente cansaba
su valor ; los que defendian las murallas veíanse diariamente disminuir su número ; el puerto se veia cubierto
de cristianos que huian llevando consigo sus riquezas, y el ejemplo de los que tomaban la fuga acababa de
desalentar á los que se quedaban ; en una ciudad que contaba cien mil habitantes y que en los primeros dias
de sitio habia puesto sobre las armas á veinte mil guerreros , no se hallaron despues mas que doce mil
combatientes .

A la desercion no tardó en unirse otra desgracia ; la division entre los jefes ; muchos desaprobaban las me
didas tomadas para la defensa de la plaza , y porque su opinion no habia prevalecido en el consejo , perma

necian en la inaccion , olvidando los peligros y calamidades que amenazaban á la ciudad , y que les amenaza
ban tambien á ellos mismos.

El dia cuatro de mayo ( el sitio duraba un mes hacia ) el sultan del Cairo dió la señal del asalto ;
mandó reunir en la llanura trescientos camellos y sobre cada uno de ellos se colocó un tambor , produciendo
un ruído espantoso ( 1 ) ; entonces los soldados musulmanes salieron de su campamento formados en batalla ;
la multitud de guerreros y de armas ofrecia un terrible espectáculo . «A medida que avanzaba el ejército mu
sulman ( son espresiones de una crónica contemporánea ), el sol brillaba en los dorados broqueles y la tierra
parecia reflejar su brillo ; las aceradas espadas parecian otras tantas estrellas en una noche de estío ; cuando
las tropas se desplegaban con sus lanzas levantadas , creíase ver un bosque movible ; mas de cuatrocientos
mil combatientes cubrian los llanos y las colinas.» Desde el despuntar el alba no cesaban de batir la mura
lla las mas formidables máquinas de guerra ; los esfuerzos de los sitiadores se dirigieron principalmente ha
cia la puerta y la torre de San Antonio , al oriente de la ciudad , cuyo puesto estaba confiado á los soldados
del rey de Chipre ; los musulmanes arrimaron sus escalas á las murallas ; la defensa no fué menos viva que
el ataque , y solo la noche pudo obligar á los sitiadores á emprender la retirada ; entonces el rey de Chipre

ocupándose mas de su seguridad que de su gloria solo pensó en abandonar una ciudad que no esperaba sal
var, y por la noche bajo el pretesto de tomar algun descanso se retiró con sus soldados , confiando el puesto

(1 ) Mukrisi .
LIBRO DECIMOCTAVO . - 1291 . 541

del peligro á los caballeros teutónicos , con promesa de volver al apuntar el dia ; mas al aparecer el sol , e
rey de Chipre se habia embarcado con todos sus caballeros y tres mil combatientes . Imposible es describir la
sorpresa é indignacion de los guerreros cristianos al tener noticia de tan cobarde abandono . « Ojalá , esclama
un testigo ocular , que un viento impetuoso hubiese sumergido á los fugitivos , cayendo todos al fondo del mar
como masas de plemo ! >»
El dia siguiente los musulmanes repitieron el asalto : avanzaron en buen orden cubiertos con sus anchos
escudos, provistos de muchas escalas , y acercaron sus máquinas de guerra ; los cristianos pudieron por al-

gun tiempo impedirles el acceso á las murallas , pero cuando los sitiadores vieron que las torres ocupadas la
víspera por los cipriotas se hallaban abandonadas , creció su audacia , y con increible actividad se ocuparon
en rellenar el fuso arrojando á él piedras tierra y caballos muertos. Las relaciones contemporáneas refieren
un hecho difícil de creer ; al ejército musulman seguia una banda de sectarios llamados chages (1 ) cuya de-
vocion consistia en sufrir toda clase de privaciones y en inmolarse por la causa del islamismo ; el sultan les
ordenó llenar el foso, y lo verificaron con sus cuerpos, pudiendo por este camino llegar la caballería musul-
mana hasta el pié de las murallas.
Los sitiadores combatian con furor ; mientras los unos clavaban las escalas , lanzábanse otros en tropel so-
bre los muros ; otros batian la muralla con los aríetes esforzándose en demolerlas con toda clase de instru-
mentos ; finalmente una espaciosa brecha abrió paso para penetrar en la ciudad , convirtiéndose en teatro de
un sangriento combate ; no se lanzaban piedras ni flechas , las únicas armas con que se combatia eran la
janza , la espada y la maza ; la multitud de los musulmanes aumentaba sin cesar, mientras que los cristia-
nos no recibian el menor socorro ; por fin los que defendian la muralla , estenuados de fatiga y vencidos por
el número de sus enemigos , se ven obligados á retirarse á la ciudad , los sarracenos se precipitan en su per-
secucion, y aun , que cueste trabajo el creerlo la mayor parte de los habitantes permanecian espectadores in-
móviles de esta escena ; no era que la vista del peligro les quitase el valor, sino que el sentimiento de la
resgracia pública no era bastante para ahogar el espíritu de rivalidad y de celos . « Cuando la noticia de la en-
tada de los sarracenos (copiamos las palabras de una relacion contemporanea ) (2) se esparció por la ciudad ,
muchos ciudadanos, por despecho unos para con otros , no se interesaron como debian en la causa comun ni
tuvieron en cuenta lo que podia sobrevenirles , pensando en su interior que el sultan no les haria ningun
daño, puesto que no habian consentido en la violacion de la tregua ( 3) . «Animados por tan locas esperanzas
preferian de ber su salvacion á la clemencia del vencedor que al valor de los guerreros cristianos , y lejos de
socorrer á sus vecinos , todos se alegraban secretamente de sus pérdidas ; los principales jefes de cada cuar-
tel ó de cada nacion temian esponer sus soldados , no para conservar sus fuerzas contra los musulmanes , sino
para tener mas imperio en la ciudad y procurarse los medios de ser un dia los mas poderosos de la ciudad y
los mas temidos en las discordias públicas.
Sin embargo , el verdadero valor no se dejaba guiar por tan mezquinas pasiones ; las milicias del Temple
y del Hospital se mostraban en todos los puntos donde habia peligro ; Guillermo de Clermont, gran maestre
de los hospitalarios , acudió con sus caballeros al lugar del desórden y de la carnicería ; y habiendo encontra-
do á muchos cristianos huyendo , aquel valiente guerrero reanimó su valor abatido, precipitóse él mismo en
las filas enemigas y hiere y mata cuanto se opone à su paso; los musulmanes, dice la relacion ya citada ,
huian á su vista como corderos delante del lobo; entonces muchos de los fugitivos volvieron al combate , el cho-
que fué terrible, la mortandad espantosa ; al oscurecer las trompetas de los sitiadores dieron la señal de reti-
rada, y los musulmanes que pudieron escapar del hierro de los cristianos se retiraron en desórden por la bre-
cha que habian abierto.
Este inesperado triunfo cambió enteramente la disposicion de los ánimos ; los que hasta entonces no habian
tomado parte en los combates y habian permanecido quietos en sus casas, acabaron por temer el ser acusa-
dos de hacer traicion á la causa de los cristianos ; así es que se pusieron en marcha con las banderas des-
plegadas y se adelantaron hacia la puerta de San Antonio ; la vista del campo de batalla que conservaba

(1 ) Biblioteca de las Cruzadas, t. II.


(2) Crónica de Herman Cornarius.
(3) Biblioteca de las Cruzadas, t . I.
512 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

aun evidentes señales de la matanza , debió despertar en ellos algunos sentimientos generosos, y si no habian
manifestado su valor , el aspecto de los guerreros tendidos en el suelo y que les suplicaban que curasen sus
heridas , les ofreció al menos ocasion de ejercer su humanidad ; los heridos fueron recogidos y los muertos
enterrados ; reparáronse las murallas, colocáronse máquinas y toda la noche se empleó en preparar los me-
dios de defensa para el dia siguiente .
Aun el sol no habia traspasado la línea del horizonte cuando se convocó una asamblea general en el
edificio de los hospitalarios ; la tristeza se veia pintada en todos los semblantes ; en los combates de la vispe-
ra habian perecido dos mil guerreros , no quedando en la ciudad mas que siete mil combatientes, número
que no bastaba para defender las torres y las murallas ; la esperanza de vencer á sus enemigos no les ani-
maba ya y el porvenir únicamente les ofrecia peligros y calamidades .
Reunida toda la asamblea , tomó la palabra el patriarca de Jerusalen ; el venerable prelado no hizo cargo
á los que no habian asistido al combate de la víspera , dando al olvido todo lo pasado, ni alabó tampoco á los
que mas se habian distinguido por temor de despertar sus celos . En su discurso no habló de la patria, pues
para la mayor parte de los que le escuchaban la patria no era Tolemaida ; el cuadro de las desgracias que
amenazaba á la ciudad y á todos sus habitantes fué presentado con los colores mas sombríos ; para los venci
dos no habia esperanza ni asilo ; nada era dable esperar de la clemencia de los musulmanes, quienes cum-
plian sus amenazas, jamás sus promesas ; era indudable que la Europa no enviaria socorros y el número de
buques que habia en el puerto era insuficiente para huir por mar ; el patriarca lejos de desvanecer los temores
de su auditorio trataba de infundirle el valor de la desesperacion , y terminó su discurso exhortando á todos à
colocar su confianza en Dios y en su espada, á prepararse para el combate por medio de la penitencia , á so-
la
correrse mutuamente , y á hacer su vida y su muerte gloriosas para ellos al mismo tiempo que útiles á l
cristiandad.

El discurso del patriarca hizo grande impresion en toda la asamblea , la cual prorumpió unánimemente
en llanto y en sollozos ; las lágrimas corrian de todos los ojos , los sentimientos religiosos que á la vista de un
gran peligro se reaniman casi siempre , llenaban las almas de un ardor y entusiasmo desconocidos ; muchos se
abrazaban , exhortábanse recíprocamente á desafiar los peligros ; se confesaban unos á otros y deseaban la co-
rona del martirio ; los mismos que la víspera meditaban su desercion , juraban no abandonar la ciudad y mo-
rir en la muralla al lado de sus hermanos y compañeros .
En seguida jefes y soldados se dirigieron á ocupar los puestos confiados á su valor ; los que no están ocu-
pados en la defensa de los muros y de las torres , se disponen para combatir al enemigo si acaso logra pene-
trar en la ciudad ; elévanse barreras en todas las calles , hácense provisiones de piedras en los terrados y for
manse grandes fosos en las calles para detenerlos en su marcha y dejarlas caer sobre los musulmanes.
Apenas habian terminado estos preparativos cuando resonó el aire en el estrépito de los atambores y cla-
rines ; el horrible rumor que se dejó oir en la llanura anuncia la aproximacion de los musulmanes, los cuales
despues de disparar una nube de flechas se pricipitan hacia el muro que habian destruido el dia anterior ; los
cristianos les opusieron una resistencia que no esperaban , muchos hallaron la muerte al pié de la muralla,
pero como su número iba siempre en aumento , sus ataques renovados sin cesar debian al fin agotar las fuer-
zas de los cristianos , poco numerosos y nunca socorridos ; al caer la tarde apenas conservaban fuerzas para
disparar sus dardos y manejar sus lanzas ; el muro se desplomó de nuevo á los golpes de los arietes, y enton-
ces se oyó al patriarca , presente siempre en el lugar del peligro , esclamar con voz lamentable : « Oh Dios, ro-
déanos de una muralla que los hombres no puedan destruir y cúbrenos con la égida de tu poder .» A esta voz
los soldados parecieron cobrar nuevo vigor é hicieron un supremo esfuerzo ; precipitábanse delante del ene-
migo invocando á gritos al bendito Jesucristo ; los sarracenos añade la relacion manuscrita , invocaban el nom-
bre de su Mahoma y proferian las mas terribles amenazas contra los defensores de la fé cristiana .
el
Mientras la pelea se encendia mas y mas en las murallas , la ciudad esperaba entre indecibles angustias
resultado del combate ; la agitacion de los ánimos daba orígen á muchos rumores que se adoptaban primero
os espues s
para ser rechazad d ; en los cuarteles mas apartado se decia que los cristianos habian conseguido la
nes omaban
victoria , y que los musulma t la fuga ; añadíase que llegaba de occidente una escuadra trayendo
o
un ejército ; mas á estas noticias , que daban un moment de alegría , sucedian otras espantosas , y en todos
o an
estos rumores solo era verdader cuanto siniestro y triste anunciab .
LIBRO DECIMOCTAVO. -1290 . 513

De repente cunde la voz de que los musulmanes han penetrado en la ciudad ; los guerreros cristianos que
defendian la puerta de San Antonio no habian podido resistir al choque del enemigo y huian por las calles
implorando el socorro de los habitantes ; estos recuerdan entonces las exhortaciones del patriarca ; acuden
refuerzos de todos los cuarteles y aparecen los caballeros del Hospital llevando á su frente al valiente Guiller-
de todas las casas caia una lluvia de piedras ; gruesas cadenas de hierro impedian el paso á la caballería
musulmana ; los que habian ya combatido recobran sus fuerzas y se precipitan de nuevo en la matanza ;

siguenles los que venian en su ausilio , penetran por entre los batallones musulmanes, los dispersan y los
persiguen hasta mas allá de las murallas . Estos combates nos muestran cuánto puede el valor junto con la
desesperacion ; al ver por una parte la inevitable ruina de una gran ciudad , y de otra los esfuerzos de un
corto número de defensores que aplazan de dia en dia las escenas de destruccion y de muerte , la compasion y
la sorpresa se apoderan de nuestra alma . Los asaltos se renovaban sin cesar y siempre con igual furor ; al
fin de cada dia, los infortunados habitantes de Tolemaida se felicitaban por haber triunfado de sus enemigos ;
pero el dia siguiente al despuntar la aurora, cuáles debian ser sus pensamientos , cuando desde sus murallas
veian el ejército musulman , siempre tan numeroso , cubriendo la llanura desde el mar hasta el pié de las
murallas de Karouba !

Lo mismo que en tiempo de Saladino , los musulmanes no tenian escuadras que les trajesen refuerzos y ví-
veres, ó que cerrasen el puerto de Tolemaida , mientras que los cristianos recorrian la costa en muchos bu-
ques , sembrando el espanto entre los enemigos acampados á orillas del mar . Despues de tantos combates , en
los que la innumerable multitud de los sitiadores no habia podido obtener un triunfo decisivo, empezaba el
desaliento á introducirse entre sus filas ; el ejército musulman no podia esplicarse el invencible valor de los
soldados cristianos y lo atribuian á causas milagrosas ; mil estraordinarias relaciones volaban de boca en bo-
ca , y herian la imaginacion grosera de la multitud ; creian ver á dos hombres en cada combatiente (1 ) , y en
su admiracion se persuadian de que los guerreros que caian á sus golpes renacian otra vez , reapareciendo
en el campo de batalla mas fuertes y terribles que antes . El sultan del Cairo parecia haber perdido la espe-
ranza de tomar la ciudad por asalto, y se asegura que los renegados á quienes su apostasía hacia desear la
destruccion del nombre cristiano , trataron de reanimar su valor ; aquellos implacables prófugos nada omi-
tieron para animar á los jefes , y despertar en sus corazones las furiosas pasiones que á ellos les atormen-
taban ; además, los imanes y los cheiks , que habian acudido al campamento de los mamelucos , recorrian las
filas del ejército para inflamar el fanatismo de los soldados ; el sultan amenazó con la muerte á cuantos
volviesen la espalda al enemigo , y señaló estraordinarias recompensas para los que cla vasen el estandarte
del Profeta, ya no en las murallas de Tolemaida , sino en medio de la ciudad .

El 18 de mayo , dia funesto para los cristianos , dióse la señal de un nuevo asalto , desde que despuntó el
dia se hallaba el ejército musulman sobre las armas ; el sultan animaba á los soldados con su presencia ; así
el ataque como la defensa fueron mucho mas encarnizados que en los dias anteriores ; entre los que caian en
el campo de batalla contábanse siete musulmanes por un cristiano , mas aquellos podian reparar sus pérdidas ,

al paso que las de los francos eran irreparables . Los sitiadores dirigieron como siempre todos sus esfuerzos
contra la torre y la puerta de San Antonio .
Hallábanse ya en la brecha , cuando los caballeros del Temple tomaron la atrevida resolucion de salir de la
ciudad y de atacar el campo de los musulmanes ; hallaron el ejército enemigo formado en batalla , y despues
de un sangriento combate los musulmanes rechazaron á los cristianos persiguiéndoles hasta el pié de las mu-
rallas ; el gran maestre del Temple fué herido de un flechazo y cayó en medio de sus caballeros, al mismo
tiempo que el gran maestre del Hospital recibia una herida que le sacó por algunos momentos de combate ;
entonces la derrota se hizo general y se perdió toda esperanza de salvar la ciudad ; apenas quedaban mil
guerreros para defender la puerta de San Antonio contra todo el ejército musulman .
Obligados los cristianos á ceder á la multitud de sus enemigos , se dirigieron al edificio del Temple , situado
en la parte del mar ; desde aquel momento un crespon de muerte se estendió sobre toda la ciudad de Tole-

maida ; los musulmanes avanzaban llenos de furor (2) ; no hubo calle que no fuese teatro de la mas espan-

(1) Tomás Ebendorffer.


(2) Crónica de Tomás Ebendorffer.
65 .
511 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tosa matanza ; trabábase la lucha con un encarnizamiento indecible en cada fuerte , en cada palacio , en la
entrada de las plazas , y en estos combates perecieron tantos y tantos hombres que segun refiere un caballero
de San Juan , se caminaba sobre los muertos como sobre un puente .
Entonces, como si irritado el cielo hubiese querido dar la señal del fin de todas las cosas , estalló sobre la
ciudad un violento huracan acompañado de lluvia y de granizo ; el horizonte se cubrió en un instante de tan
densa oscuridad que apenas se podian distinguir los pendones de los combatientes y ver qué bandera flotaba
en las torres ; todas las plagas concurrieron á la desolacion de Tolemaida , pues el incendio empezaba á devo
rar algunos cuarteles sin que, nadie se ocupase en apagarlo ; los vencedores solo pensaban en destruir la ciu
dad, y los vencidos solo trataban de huir.
Una multitud de pueblo huja al azar sin saber dónde buscar un asilo , familias enteras se refugiaban en
las iglesias , donde morjan aliogadas por las llamas ó asesinadas al pié de los altares ; algunas religiosas y tími
das vírgenes se mezclaban entre, la muchedumbre que divagaba por la ciudad , ó se mutilaban el rostro y el
seno para librarse de la brutalidad del vencedor ( 4 ) ; pero lo mas deplorable en el espectáculo que ofrecia
entonces Tolemaida , era la desercion de los jefes que abandonaban á un pueblo entregado al esceso de su
desesperacion ; desde el principio del combate habian huido Juan de Gresli y Oste de Granson , los cuales
apenas se habian mostrado en la muralla durante el sitio ; otros muchos que habian jurado morir , olvidaban
su juramento á la vista de esta destruccion general, y no pensando más que en salvar su vida, arrojaban
sus armas para precipitar su fuga . Sin embargo á tau cobardes deserciones opone la historia muchos rasgos
de verdadero heroismo (2) ; en sus páginas ha consignado las hazañas de Guillermo de Clermont , el cual en
medio de las ruinas de Tolemaida, en medio de la universal desolacion , desafiaba aun al enemigo ; despues de
J
haber reunido algunos dispersos guerreros , corre á la puerta de San Antonio que los templarios acababan
de abandonar y casi solo se arroja entre las filas enemigas , en las cuales hizo singular destrozo ; por fin re
trocede, siempre combatiendo, mas al llegar al centro de la ciudad , 8 « su corcel, son palabras de la relacion
manuscrita , estaba en estremo fatigado, lo mismo que su dueño ; el caballo no obedecia ya á la espuela, y se
detuvo en la calle como quien no puede mas ; entonces los sarracenos derribaron á Guillermo á flechazos , y de
este modo entregó el alma al Criador aquel leal campeon de Jesucristo » # 2
Tambien es merecedora de grandes elogios la abnegacion del patriarca de Jerusalen , el cual durante todo
el sitio dividió los peligros con los combatientes ; al ser arrastrado hacia el puerto para librarse del furor de
los musulmanes , el generoso anciano se quejaba con amargura de que le separasen de sus ovejas en lo mas
fuerte del peligro ; obligado por fin á embarcarse , recibió en su buque á cuantos se presentaban, así es que
no tardó en sumergirse , muriendo el fiel pastor victima de su caridad . .
Como el mar estaba muy borrascoso, las embarcaciones no podian acercarse á tierra ; en aquellos momen

<3. tos ofrecia el puerto un espectáculo desgarrador ; ya era una madre que llamaba á su hijo , ya un hijo que
buscaba á su padre ; muchos se precipitaban desesperados en las furiosas olas, y la multitud se esforzaba en
llegar á nado hasta los buques , mas unos se ahogaban antes de llegar á ellos, y los que lo lograban eran re
cibidos á golpes de remos . Viéronse llegar al puerto muchas señoras de las mas nobles familias , llevando con
ellas sus diamantes y efectos mas preciosos , las cuales prometian á los marineros ser sus esposas y entregar
se á ellos con todas sus riquezas, si las conducian lejos del peligro (3) ; trasladaronlas á la isla de Chipre, mas
no se manifestaba igual piedad hácia los que no tenian tesoros que dar , así es que al paso que las lágrimas
no conmovian los corazones , la avaricia reemplazaba á la humanidad ; por último la caballería musulmana
legó al puerto, persiguiendo á los cristianos hasta dentro de las olas ,desde entonces nadie pudo escapar á la
carnicería ...

Sin embargo , en medio de la ciudad , entregada á las llamas , al pillaje y á la barbarie del vencedor , per
manecian aun en pié muchas fortalezas , defendidas por algunos soldados cristianos ; estos desgraciados guer
reros murieron con las armas en la mano , sin tener otros testigos de su glorioso fin que sus implacables ene
migos .
El castillo del Temple, donde se habian refugiado todos los caballeros que habian escapado á la espada de

(1 ) Waddin, Annales minorum, t. II p. 585.


(2) Abulfeda .
(3) Ibn-Ferat.
426
S

peint parD Papety. Grape par Samuelet Aristide Cholet


GUILLERMO DE CLERMONT.

Cutluame de Clerment difiad Polimar


,
brear
)
LIBRO DECIMOCTAVO. - 1290. 515

los musulmanes , fué en breve el único lugar en que se combatia aun ; el sultan consintió en concederles una
capitulacion, y envió á trescientos hombres para la ejecucion del tratado ; mas apenas hubieron penetrado
en una de las principales torres , la del Gran Maestre , ultrajaron á las mujeres que se habian refugiado allí ,
y fué tal el furor que se opoderó de los cristianos al ver tal violacion del derecho de gentes que todos los mu-
sulmanes que habian entrado en la torre fueron inmolados á su justa venganza . Irritado el sultan mandó
que se sitiase á los cristanos en su último asilo y fuesen todos pasados à cuchillo ; los caballeros del Temple
y sus compañeros se defendieron por espacio de muchos dias , mas al fin fué minada la torre del Gran Maes-
tre y se desplomó en el momento en que los musulmanes subian al asalto , quedando sepultados en sus rui-
nas así los que la atacaban como los que la defendian ; las mujeres, los niños , los guerreros y cuantos ha-
bian buscado un asilo en el castillo del Temple perecieron entre sus escombros ; todas las iglesias de Tole-
maida fueron profanadas , saqueadas y entregadas á las llamas , y por órden del sultan se demolieron las torres ,
las murallas y los principales edificios (1) .
Los soldados musulmanes espresaban su alegría con feroces clamores, y este gozoso frenesí de los vencedo-
res formaba un horrible contraste con la desolacion de los vencidos ; en medio de las tumultuosas escenas de
la victoria, oíanse por una parte los gritos de las mujeres á quienes los bárbaros violentaban en su campo , y
por otra el llanto de los niños que eran separados de sus padres , una desatentada multitud de fugitivos , ar-
rojados de ruina en ruina y no hallando un asilo donde refugiarse, se dirigian hácia la tienda del sultan para
implorar su misericordia , mas Chalil los distribuyó entre sus emires , quienes dieron órden de que fuesen

inmolados. Makrisi dice que ascendia á diez mil el número de aquellas infortunadas víctimas .
Despues de la conquista y destruccion de Tolemaida el sultan envió á uno de sus emires con un cuerpo de
tropas para apoderarse de la ciudad de Tiro (2) , la cual , sobrecogida de espanto , abrió sus puertas sin resis-
tencia . Los vencedores se apoderaron tambien de Beirouth , de Sidon y de todas las ciudades cristianas de la
costa, cuyos habitantes , que no habian socorrido á Tolemaida y que se creian protegidos por una tregua ,
fueron asesinados y reducidos á la esclavitud ; el furor de los musulmanes se estendió hasta sobre las pie-
dras ; removióse la tierra que habian pisado los cristianos ; sus casas , sus templos , los monumentos de su
industria , de su piedad y de su valor , todo fué condenado á estinguirse con ellos por el hierro y por las llamas .
La mayor parte de las crónicas contemporáneas atribuyen tan grandes desastres á los pecados de los ha-

bitantes de Palestina , y no ven en las escenas de destruccion mas que el efecto de la cólera divina que cayó
sobre Nínive y Babilonia . La historia no rechaza estas esplicaciones sencillas , pero le es permitido sin em-
bargo penetrar mas á fondo en los sucesos humanos, y mientras reconoce la intervencion del cielo en los
destinos políticos de los pueblos , debe al menos tratar de investigar los medios de que se ha valido la Pro-
videncia para ensalzar y conservar por algun tiempo, y destruir despues los imperios .
Una crónica musulmana , despues de describir la desolacion de las costas de Siria y la espulsion de los cris-
tianos , termina su relato con esta singular reflexion : «Las cosas , si Dios quiere, permanecerán así hasta el
juicio final.» No se han desmentido aun los presagios del historiador ; cinco siglos hace que los musulma-
nes dominan en todos los paises ocupados un dia por los cristianos , y reina con ellos el genio de la destruccion
que dominó en la guerra que acabamos de describir .

(1) Autores árabes, Biblioteca de las Cruzadas, t. IV.


(3) Antiq. lectiones, apud Canisium, t . IV p . 278 y Ptolomeo de Luna , lib. XXIV, cap . XXIII y XXIV.
516 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

LIBRO XIX .

TENTATIVAS DE NUEVAS CRUZADAS.— CRUZADA CONTRA LOS TURCOS .

1291-1590.

Nueva cruzada predicada por el papa. -Asamblea de Poitiers. -Toma de Rodas por los caballeros de San Juan de Jerusalen. -Los
caballeros del Temple se establecen en Francia. -Destruccion de la órden. - Pedro de Lusiñan , rey de Chipre, va a Roma. - Sus
proposiciones. - Recorre la Europa . - El rey Juan toma la cruz, pero va á morir á Londres . -Una escuadra genovesa conduce a
los cruzados á Almaria. -El imperio otomano. - El papa Eugenio reune tropas. —Tregua de diez años concluida con Amurat II. —
Scanderberg. -Derrota de los cristianos en Varna. -Mahomet II se apodera de Constantinopla. - El voto del faisan .-Los turcos son
arrojados de Belgrado. -Pio II negocia con Mahomet II. -Su muerte . -Juramento de Mahomet II. -Los Lusiñan pierden el reino
de Chipre. Sitio de Rodas. -Toma de Otranto.- Los caballeros de Rodas se establecen en Malta.- Victoria de Lepanto. -Juan de
Sobieski. Decadencia de los turcos.

Cuando llegó á Europa la noticia de la toma de Tolemaida , el papa Nicolás á quien se habia acusado de
culpable indiferencia , no se ocupó mas que de predicar una cruzada , y dirigió una bula á todos los fieles en
la que se lamentaba en términos patéticos de los últimos desastres de los cristianos. Cuanto mayores eran es
tas desgracias, tanto mas se apresuró el papa á abrir á los nuevos cruzados el tesoro de la divina misericor
dia y de las indulgencias pontificias . Se concedió una de cien dias á los que asistieran á los sermones de los
predicadores de la cruzada y acudieran á la iglesia á oir los gemidos de la ciudad de Dios ; dióse permiso á
los oradores sagrados para predicar la guerra de oriente hasta en los paises escomulgados , y para que los gran
des pecadores pudiesen ser admitidos en el número de los soldados de la cruz , los predicadores recibieron la
facultad de conceder ciert soluciones reservadas á la autoridad suprema de la santa sede .
El clero se reunió en varias provincias , á invitacion del papa , para deliberar sobre los medios de recobrar
la Palestina ; muchos monarcas habian tomado ya la cruz , y Nicolás les envió sus legados para apresurarles
á que cumplieran un voto que parecia habian olvidado . Efectivamente el rey de Inglaterra , á pesar de ha

ber impuesto el diezmo al clero para los gastos de la cruzada , mostró poco ahinco de salir de sus estados para
volver al Asia ; el emperador Rodolfo que habia prometido al papa en la conferencia de Lausana hacer el via
je á ultramar , murió en aquella época , mas ocupado en los negocios de Alemania que en los cristianos de
oriente, y únicamente quedaba Felipe el Hermoso á quien el soberano pontifice exhortó llamándole el futuro
libertador de la Tierra Santa .

Imposible fué, empero, reanimar en los pueblos el entusiasmo por las cruzadas ; Nicolás IV falleció el 4
de abril de 1292 sin haber podido reunir un ejército cristiano. Despues de su muerte, el cónclave estuvo
reunido veinte y siete meses sin decidir la eleccion del nuevo pontífice, y en este largo intervalo permanecie
ron mudos los púlpitos donde resonaban las quejas de los fieles de ultramar , y el occidente se olvidó de las úl
timas calamidades de las colonias cristianas .

(1300) El papa Clemente V , que habia fijado su residencia en Francia , trató de despertar con sus exbor
taciones apostólicas el entusiasmo de la nobleza y del pueblo, y convocó un Poitiers una asamblea á la que
asistieron los reyes de Francia , de Navarra y de Nápoles, el conde de Irlanda y Carlos de Valois . Tratóse en
esta asamblea de arrebatar á los musulmanes el reino de Jerusalen y á los griegos el imperio de Bizancio ,
pero como las fuerzas de occidente no eran bastantes para dos empresas tan grandiosas, las predicaciones
fueron vanas , los guerreros no tomaron la cruz y el clero se mostró poco dispuesto á pagar los diezmos
exigidos por el papa . (1)

(1 ) Rainaldi , ad ann . 1312 .


30. 517

de una espedicion que acababan


os hospitalarios en su empresa un
ballería y por la pasion de la gloria
vendiendo sus joyas para atender
en el puerto de Brindis , y no tar-
ado de la isla de Rodas y de cinco
arios y de sus compañeros de ar-
lo dirigir nuevamente el ánimo de
contra los templarios no hubieran
ancia.
hipre, se retiraron á Sicilia , donde
eunida á los catalanes y á algunos
anzó hacia el Helesponto y asoló
iaron la posesion de las ciudades
nquistadas, se reservaron las ri-
jos de Grecia , vinieron á estable-
y su ociosidad escandalizaron sin
íncipes y provocaron el odio del

1 emos declarar que no hemos en-


hacer concebir la idea ni la sos-

vieron con temor y con envidia á


guió y el cuidado que se puso en
eso , y aunque quedasen proba--
víctimas y sus jueces verdugos.
en París en la santa capilla una
les de Borgoña , de Bretaña , de Lo-
rones del reino. Pedro de Palue ,
Palestina, arengó al auditorio so-
minacion en oriente. Felipe, que
los barones juraron obediencia á
Jesucristo. Juan de Bohemia, el
ieron la cruz de manos del arzo-

al arzobispo que ocupó mas ade-


nció en pleno consistorio un dis-
o padre, á la Iglesia de Roma y
to del año 1334. El papa felicitó
años.
sella capaz de recibir cuarenta
e recaudar impuestos, prometió
públicas de Italia , los reyes de
y buques para la espedicion . En
Ialma de la empresa ; todo que-
as fué la causa de frustrarse du-
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a de Eduardo dió la señal de una
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516
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TENTATIVAS D

Nueva cruzada predicada por el papa .-As


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proposiciones. - Recorre la Europa .- El
los cruzados á Almaria. -El imperio otor
Scanderberg. - Derrota de los cristianos e
arrojados de Belgrado. -Pio II negocia c
de Chipre. Sitio de Rodas. -Toma de Ol
Sobieski. - Decadencia de los turcos.

Cuando llegó á Europa la noticia


culpable indiferencia , no se ocupó 1
la que se lamentaba en términos
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las desgracias, tanto mas se apresu
dia y de las indulgencias pontificia
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los oradores sagrados para predicar
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El clero se reunió en varias prov
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volver al Asia ; el emperador Roda!
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libertador de la Tierra Santa ,

Imposible fué, empero, reanima


de abril de 1292 sin haber podid
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(1300) El papa Clemente V, qu
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pero como las fuerzas de occiden
fueron vanas, los guerreros no t
exigidos por el papa . (1)

(1) Rainaldi , ad ann. 1312.


LIBRO DECIMONONO. -1300-1330. 517

No obstante, la Europa esperaba entonces con impaciencia el resultado de una espedicion que acababan
de emprender los caballeros de San Juan de Jerusalen . Habian seguido á los hospitalarios en su empresa un
gran número de guerreros escitados por el relato de las aventuras de la caballería y por la pasion de la gloria
militar, y hasta las mismas mujeres habian tomado parte en la espedicion vendiendo sus joyas para atender
á los gastos de la guerra ( 1 ) . El ejército de los nuevos cruzados se embarcó en el puerto de Brindis , y no tar
dó en saberse en occidente que los caballeros del Hospital se habian apoderado de la isla de Rodas y de cinco
islas cercanas . La fama publicó por todas partes las hazañas de los hospitalarios y de sus compañeros de ar
mas, y el concilio de Viena que se convocó en aquella época , hubiera podido dirigir nuevamente el ánimo de
los guerreros cristianos hácia las conquistas de oriente, si las persecuciones contra los templarios no hubieran
ocupado entonces toda la atencion del papa , de los prelados y del rey de Francia.
Los caballeros del Temple, despues de haber sido acogidos en la isla de Chipre, se retiraron á Sicilia , donde
el rey los empleó en una espedicion contra Grecia . Esta belicosa milicia , reunida á los catalanes y á algunos
guerreros de Italia , se apoderó de Tesalónica , se hizo dueña de Atenas , avanzó hácia el Helesponto y asoló
una parte de la Tracia . Despues de esta espedicion , los templarios desdeñaron la posesion de las ciudades
caidas en su poder , y dejando á sus compañeros de armas las provincias conquistadas, se reservaron las ri
quezas de los pueblos vencidos . Entonces fué cuando cargados con los despojos de Grecia , vinieron á estable
cerse en occidente , especialmente en Francia donde su opulencia , su lujo y su ociosidad escandalizaron sin
duda la piedad de los fieles , escitaron los celos y la desconfianza de los príncipes y provocaron el odio del
pueblo y del clero .
No nos detendremos en examinar el proceso de los templarios , pero debemos declarar que no hemos en
-
contrado en las crónicas de oriente y de occidente ningun indicio que pueda hacer concebir la idea ni la sos
pecha de los crímenes que se les imputaba . Los monarcas y los caballeros vieron con temor y con envidia á
los soldados del Temple, pues asi lo prueba la violencia con que se les persiguió y el cuidado que se puso en
hacerlos odiosos ; todas las fórmulas de la justicia fueron violadas en su proceso , y aunque quedasen proba
das todas las acusaciones , no titubeamos en decir que los templarios fueron víctimas y sus jueces verdugos .
(1330) El rey de Francia Felipe de Valois convocó muchos años despues en París en la santa capilla una
asamblea á la cual asistieron Juan rey Bohemia , el rey de Navarra , los duques de Borgoña , de Bretaña , de Lo
rena , de Brabante, de Borbon y la mayor parte de los prelados y los barones del reino . Pedro de Palue ,
nombrado patriarca de Jerusalen y que acababa de recorrer el Egipto y la Palestina , arengó al auditorio so
bre la necesidad de atacar á los infieles y contener los progresos de su dominacion en oriente . Felipe , que
se habia ya cruzado, renovó su juramento , disponiéndose á salir del reino, los barones juraron obediencia á
? su hijo el príncipe Juan , alzando sus manos hácia la corona de espinas de Jesucristo. Juan de Bohemia , el
rey de Navarra y un gran número de príncipes y señores de la corte recibieron la cruz de manos del arzo
bispo de Ruen ; se predicó la cruzada en todo el reino ; el rey envió al papa al arzobispo que ocupó mas ade
lante la cátedra de san Pedro bajo el nombre de Clemente IV, el cual pronunció en pleno consistorio un dis
curso sobre la cruzada y declaró en presencia de la Majestad Divina al santo padre , á la Iglesia de Roma y
á toda la cristiandad que Felipe de Valois partiria á oriente en el mes de agosto del año 4334. El papa felicitó
al monarca francés por su resolucion y le concedió los diezmos durante seis años .
Felipe dió órden para que se reuniera una escuadra en el puerto de Marsella capaz de recibir cuarenta
mil cruzados . Eduardo, á quien la cruzada proporcionaba un medio fácil de recaudar impuestos , prometió
acompañar al rey de Francia con un ejército, y la mayor parte de las repúblicas de Italia , los reyes de
Aragon, de Mallorca y de Hungría , se comprometieron á dar dinero, tropas y buques para la espedicion . En
medio de estos preparativos los cruzados perdieron quien los dirigia y era el alma de la empresa ; todo que
dó interrumpido por el fallecimiento de Juan XXII ( 2) . La muerte de los papas fué la causa de frustrarse du
rante los siglos XIII y XIV las numerosas tentativas de guerra contra el oriente .
Nuevas tempestades políticas acababan de estallar ; la rivalidad ambiciosa de Eduardo dió la señal de una
guerra que debia durar mas de un siglo y ocasionar á Francia las mayores calamidades ; atacado Felipe por

1) Quinta vita Clementis. V. Bal.


(2) Juan Villani, lib . II.
1

518 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

un enemigo formidable , se vió obligado á renunciar á su espedicion y emplear en defensa de su propio reino
las tropas y las escuadras que habia reunido para libertar la herencia de Jesucristo . Felipe de Valois mu-
rió en medio de la terrible lucha que sostenia con Inglaterra , y la pérdida de la batalla de Poitiers y el cau-
tiverio del rey Juan fueron la señal de los desórdenes mas horribles que hayan turbado á Francia en la
edad media.

En circunstancias tan azarosas vino Pedro de Lusiñan , rey de Chipre, á implorar las armas de los prínci-
pes cristianos contra los infieles é hizo adoptar á Urbano IV el proyecto de una cruzada . El rey de Chipre pro-
ponia que se atacase al poderío de los sultanes del Cairo cuya dominacion se estendia á Jerusalen . La cris-
tiandad tenia entonces entre las naciones musulmanas enemigos mas temibles que los mamelucos de Egipto ,
los turcos , dueños del Asia menor , acababan de pasar el Helesponto, de llevar sus conquistas hasta el monte
Hemo y de trasladar la corte de su imperio á Andrinópolis ; este era indudablemente el enemigo que debia
atacarse , pero los turcos no inspiraban aun serios temores ni alarma mas que en los paises que habian in-

vadido ó amenazado , y nadie presagiaba que de ellos saldria la casa otomana que debia reinar en el Asia y
llenar de espanto el mundo cristiano . En la corte de Aviñon , donde se encontraron con el rey de Chipre el de
Francia y el de Dinamarca , no se trató de la invasion de Romanía ni de los peligros de Constantinopla , sino

tan solo de la pérdida de las colonias cristianas de Siria y del cautiverio en que gemia de la ciudad de Je-
sucristo.

Pedro de Lusiñan habló con entusiasmo de la guerra contra los infieles y de la libertad de los santos lu-
gares ; el rey Juan le escuchó con emocion y acabó por olvidar sus propias desgracias para ocuparse de las
de los cristianos de ultramar ; Baldemaro III , rey de Dinamarca , se enterneció tambien con las palabras
del rey de Chipre, y el papa predicó la cruzada delante de los tres monarcas . Erase entonces la semana santa;
el recuerdo de los padecimientos de Jesucristo parecia dar mas autoridad á los discursos del pontifice, y cuan-
do se lamentó este de las desgracias de Jerusalen , los principes que le escuchaban no pudieron contener las
lágrimas y juraron ir á combatir á los musulmanes .

(1363) Varios grandes señores , Juan de Artois , el conde de Eci , el de Dinamartin y el de Tancarville y
el mariscal Boicicaut siguieron el ejemplo del rey Juan . Talleyrand de Perigord , cardenal de Albano, fué
nombrado legado del papa en la cruzada ; el rey de Dinamarca prometió reunir sus fuerzas á los de los fran-
ceses , y para enardecer su celo el soberano pontifice le dió un fragmento de la verdadera cruz y varias otras
reliquias (1) cuyo aspecto debia recordarle sin cesar la causa que habia jurado defender . Valdemaro III ha-
bia ido á Aviñon para poner su reino bajo la proteccion de la santa sede ; prestó cuantos juramentos le exi-
gieron , pero las bulas que alcanzó de Urbano en premio de su sumision no lograron restablecer la paz en
sus estados y las turbulencias que estallaron á su regreso le hicieron olvidar sus promesas.
El rey de Chipre llegó á alistar bajo sus banderas un gran número de aventureros de todas las condiciones ,
habituados á vivir en medio de los peligros , y á quienes arrastraba en pos de su jefe la esperanza de saquear
las comarcas mas ricas de oriente. La república de Venecia no se desdeñó en tomar parte en una espedicion
que podia ser ventajosa para su comercio ; Lusiñan recibió tambien ausilios de los esforzados caballeros de
Rodas, y á su regreso á la isla de Chipre, se embarcó al frente de un ejército de diez mil hombres.
Los cruzados , á quienes el papa habia enviado un legado , fuéron á atacar á Alejandría que encontraron
easi sin defensa . Cuando cayó la plaza en su poder , el rey de Chipre manifestó el deseo de fortificarse y es-
perar en ella los ejércitos del Cairo ; sus soldados y sus aliados no pudieron resistir su afan de saquear una
poblacion floreciente , y temiendo ser sorprendidos por los mamelucos , pusieron fuego á la ciudad y la aban-
donaron al cuarto dia de su conquista . Esta accion irritó á los musulmanes sin haberlos vencido, y despues
mal-
de la partida precipitada de los cruzados , arrebatado el pueblo egipcio por el anhelo de la venganza ,
trató con toda clase de violencias á los cristianos que vivian en Egipto. Los cruzados desembarcaron poco
tiempo despues en las costas de Siria , se apoderaron de la nueva ciudad de Trípoli y la entregaron á las lla-
mas. Igual suerte tuvieron Laodicea y varias ciudades de Fenicia .
Este modo de hacer la guerra en un pais que se deseaba libertar escitaba el furor de los musulmanes sin
aumentar la esperanza de los cristianos , pero como el sultan del Cairo tenia otros enemigos que combatir y

(1) Hechos de Urbano; Historia de Dinamarca por Cranzt, lib. VII, cap . XXXIX.
I

5
5

519

1
T
Peint
par
Eug.
Lepoitevin Outhwaite
par
brané
DE.
EMBRO
COMBATE
Fans
sur
Breedes
de
Cecatur
par
gagnée
d'Embr
navale
Batai lleles
e
DEVAATUS DE NO

Campo leo & Sampa que de

as ascends, and masse postri e


sale as miligences punilicas. S
micos a amayalleran
is mers sagrisar praiar lag
A MONTS paese ser aduillidus

te der det salasone

is mai a varias pertine


a Baesina : machs mataas habiar

a que samplerahan as que parecia


per ipaso e desmo al clerapara
saber af Asia; el emperale Badullis
ea utramar, mari en aquela époc
oney unicumente quedaba Felip
wae de laTerra Staia.

Imposhie fini, engers, animat


abel de 1992 sin haber poiler
my siele meses sin dee

mais les pipius donde res


unes lumildes de las col

1300) papa Cear


cos aprestillicas

pare course las luc


Java vanus, ks

egalsper

N Sain
519

No obstante, la Europa esperate hones que se devolverian todos


e emprender los caballeros de Sam & res hos impuestos á las mer-
ran número de guerreros soltantos meni do arregló el tributo que
nilitar, y hasta las mismas mere nata i su devocion ; el sultan de
los gastos de la guerra 1. perme en Jerusalen , y se permitió
ló en saberse en occidente pe
tc. Estas fueron las ventajas
slas cercanas. La fama pubic me otable . No las disfrutaren e-
nas, y el concilio de Viam me ron las fuerzas de esta cria-
os guerreros cristianos hace as ampu
único objeto de alejaros de sa
ocupado entonces toda in ammun
Los caballeros delTenme, asse
por los genoveses contra las 218-
el rey los empleó en mun spredterület su empresa, y entre os 4-
guerreros de Italia, se apne abatir á los sarracenos de Amica se
una parte de la Tracia. Jess
ouille y Juan de Vieca . M. tu
caidas en su poder , y demo «
del rey , se dirigieron a Genova I st
quezas de los pueblos vencras Zanges . delante de las islas de Eca. Cre
cerse en occidente , esjes
le Lion , llegó á la vista de la te
duda la piedad de las fetes.
pueblo y del clera.
Berbería y se hallaba certa de a mile de
No nos detendramIS EL
tirio bajo el estandarte de la
contrado en las critices
Siguiente se vio llegar una mi -
pecha de los crimenes
ito, que contaba bajo sus batters CHL & Il
los soldados del Terre..
s cristianos. La historia eontemporanea semie
hacerlos odioses ; s
puesta de catorce meters, casi varm
das todas las acusa
una tela muy degala procedente de Genora Pem
(1330) El rey de E
m s medio de esta inetico misteriosa , los habiata je
asamblea á la co mám
via en ella que se presentara á los sitiadores a preLI
rena , de Braba qué habian deseabartais en Afrita á lesa a m
nombrado patriarca de J
Los señores y barones se reunieron era seca de Oude d
bre la necesidad d
genovés que habia iis à pelear cou i stanu nira .
se habia ya
Dios Tornado Jesucrits & verdager proien Luau e
su hijo el príncipe Jun sarra 8 be rieron y dijeron que it asusuan. M - L- เน
rey de Navarra habían crus ficado á JesucrisIL .
judigs
bispo de Ru sitio , s podemos same esi no , y aut in slabe Ca LIT
lante la cátedra des rte ni otra se a besho ningun prisioners . Decidin por in car ui
curso sobre la primera noura a e la ciudad. Tus sarracenics siL opone DE OUS.UB 1
á toda la cristatal del segundo mar I sul lanzaba rayos devoradores & ferrite are ex
al monarca frat permanecieron it entert fremt i freme de enemigt , sucumbent ijs
Felipe do erro y espiranja Lubos de elios de calor de sec . of moar quee Pelu
mil cruzad la tarde en su cartamento , levant consignos que un dial is rent Let It
acom liendo pasar adelante recelando una surpresa de ius sarracenos .
eron desde entonces atringberados en su campament . Do reviendose á recorter

los ardores del sol , sin agua y sufriends todas as pena dades de cima y de is es-
esaliento de los caballeros , que no recibian unqua uusia de Francia, ni aun de Gé-
ia salido la espedicion , y para colmo de desgrios , a jele de la empresa , el duque de

nia al ejército ni con sus palabras ni con su ejer , as que por el contrario, benchido de
carácter indolente , se le veia sin cesar sentado e a puerta de su tienda con las piernas cru-

oissard, Paulo Emilio, Bizaro , Folieta . —Memorias de Cristina de Pan

1
!
LIBRO DECIMONONO . — 1363-1389. 519

su escuadra era inferior á la de los cruzados , pidió una tregua , en la que se acordó que se devolverian todos
los cautivos de ambas partes , y que el rey de Chipre percibiria la mitad de los derechos impuestos á las mer
cancias que entraban en Tiro, Beirut , Jerusalen, Alejandría y Damasco . El tratado arregló el tributo que
debian pagar los peregrinos en los lugares de la Tierra Santa á donde los llamaba su devocion ; el sultan de
Egipto entregó á los caballeros de San Juan la casa que poseian en otro tiempo en Jerusalen , y se permitió
á los cristianos reparar las iglesias del Santo Sepulcro, de Belen , de Nazaret, etc. Estas fueron las ventajas
que consiguieron los cruzados sin haber ganado á los infieles una sola batalla notable . No las disfrutaron em
pero por mucho tiempo el rey de Chipre ni los cristianos , y cuando se disiparon las fuerzas de esta cruza
da , el sultan cesó de respetar los privilegios concedidos á sus enemigos con el único objeto de alejarlos de su
imperio.
(1389) La crónica de Froisard nos habla de una espedicion proyectada por los genoveses contra las cos
tas de Berbería . Estos pidieron al rey de Francia Carlos VI un jefe para su empresa , y entre muchos caba
lleros de Inglaterra y de varias provincias del reino que acudieron á combatir á los sarracenos de Africa , se
distinguian el delfin de Auvernia , el señor de Coucy , Guido de la Tremouille y Juan de Viena . Mil cuatro
cientos caballeros y señores , bajo las órdenes del duque de Borbon , tio del rey, se dirigieron á Génova y se
embarcaron en la escuadra de la república . La espedicion pasó por delante de las islas de Elba , de Córce
ga y de Cerdeña , y despues de sufrir una tempestad en el golfo de Lion , llegó á la vista de la ciudad de
Africa (1) .
Esta ciudad era entonces la llave de las provincias y estados de Berbería y se hallaba cerca de la orilla de
Cartago donde cien años antes Luis IX habia encontrado el martirio bajo el estandarte de la cruz . Los cru
zados desembarcaron en la orilla y alzaron sus tiendas . Al dia siguiente se vió llegar una multitud de guer
reros que venian de Túnez y de los paises cercanos ; este ejército , que contaba bajo sus banderas treinta mil
arqueros y diez mil ginetes, se acampó frente à frente de los cristianos . La historia contemporánea describe
las fuerzas y la distribucion del ejército de los francos , compuesta de catorce mil guerreros, casi todos nobles ,
acampados en un arenal árido y albergados en tiendas de una tela muy delgada procedente de Génova . Pero
ni cristianos ni musulmanes trataron de combatir, y en medio de esta inaccion misteriosa , los habitantes de
la ciudad de Africa encargaron á un genóves que vivia en ella que se presentara á los sitiadores y pregun
tase, especialmente á los franceses é ingleses , por qué habian desembarcado en Africa á llevar la guerra á

un pais que ninguna ofensa les habia hecho . Los señores y barones se reunieron en la tienda del duque de
Borbon , y este príncipe respondió al enviado genovés que habia ido á pelear contra los sarracenos de Africa ,
porque habian muerto y crucificado al Hijo de Dios llamado Jesucristo y verdaderoprofeta . Cuando el enviado
volvió á la ciudad con esta respuesta , los sarracenos se rieron y dijeron que la acusacion no era razonable
ni probada, porque no eran ellos sino los judíos los que habian crucificado á Jesucristo .
Hacia mas de un mes que duraba el sitio , si es que podemos darle este nombre , y aun no se habia dado un
combate ni un asalto , ni de una parte ni otra se habia hecho ningun prisionero . Se decidió por fin dar un
asalto ; los cristianos vencieron la primera muralla de la ciudad, y los sarracenos, sin oponer una obstinada
resistencia , se retiraron detrás del segundo muro . El sol lanzaba rayos devoradores y la tierra y el aire es
taban abrasados ; los caballeros permanecieron un dia entero frente à frente del enemigo , sucumbiendo bajo
el peso de sus armaduras de hierro y espirando muchos de ellos de calor y de sed , de modo que el ejército
cristiano volvió á entrar por la tarde en su campamento, llevando consigo los que habían fallecido bajo las
murallas de la ciudad , y temiendo pasar adelante recelando una sorpresa de los sarracenos .
Los cristianos permanecieron desde entonces atrincherados en su campamento, no atreviéndose á recorrer
el pais, sin abrigo contra los ardores del sol , sin agua y sufriendo todas las penalidades del clima y de la es
tacion . Apoderóse el desaliento de los caballeros , que no recibian ninguna noticia de Francia , ni aun de Gé
nova de donde habia salido la espedicion , y para colmo de desgracias , el jefe de la empresa , el duque de
Borbon , no sostenia al ejército ni con sus palabras ni con su ejemplo, sino que por el contrario , henchido de
orgullo y de un carácter indolente, se le veia sin cesar sentado en la puerta de su tienda con las piernas cru

(1) Froissard, Paulo Emilio , Bizaro , Folieta. -Memorias de Cristina de Pisan.


A

520 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

zadas, sin permitir que los caballeros ni los soldados le dirigieran la menor queja ni le pidiesen sus órdenes .
y consejos (1 ) .
Añadíase á este cúmulo de conflictos la sospecha y desconfianza que inspiraba la conducta de los genoveses ,
y se temia que una noche volviesen á su escuadra y abandonasen á los franceses é ingleses en una comarca
maldita por el cielo . Resolvieron , pues , los jefes en un consejo regresar á su pais , y lo ejecutaron con tal pre

cipitacion, que en un solo dia se trasladaron á los buques los bagajes , las armas y las tiendas .
¡
Esta espedicion , que los genoveses habian motivado, con objeto de defender el comercio europeo contra los
estragos de la piratería, no hizo mas que acrecentar el mal que deseó remediar ; la venganza , la indignacion
y el temor armaron en todas partes á los infieles contra los cristianos ; salieron de todas las costas de Africa
innumerables buques que inundaron el Mediterráneo é interceptaron las comunicaciones con Europa ; no se
recibieron mas las mercancías que se acostumbraba traer de Damasco , del Cairo y de Alejandría , y los histo
riadores contemporáneos lamentan como una calamidad la imposibilidad que hubo en Francia y Alemania
de proporcionarse especias y otros artículos importantes . Añade la historia que en aquellos tiempos de turbu
lencios y peligros quedaron cerrados todos los caminos de oriente y que los peregrinos de occidente no pudie
ron visitar la Tierra Santa .

(1420) Las repetidas victorias de los turcos , las invasiones de Bayaceto en Hungría y la estrema decaden
cia de los griegos impulsaron mas adelante al papa Eugenio á predicar la cruzada para contener la marcha
triunfante de los musulmanes por el corazon de Europa , pero las exhortaciones del soberano pontifice solo
encontraron indiferencia y desvío en Inglaterra , en Francia y en España , y los alemanes , que habian puesto
sobre las armas cuarenta mil hombres para combatir los herejes de Bohemia , permanecieron inmóviles cuan
do se les manifestó que los turcos estaban dispuestos á llevar el estandarte del islamismo hasta los confines
de occidente .

No obstante, el papa no se contentó con exhortar á los fieles á tomar las armas , pues queriendo dar el
ejemplo , alistó soldados y equipó bajeles para hacer la guerra á los turcos . Las ciudades marítimas de Flan
des, las repúblicas de Génova y de Venecia , que tenian grandes intereses en oriente , hicieron algunos pre
parativos , y sus escuadras se reunieron bajo las banderas de San Pedro , y se dirigieron hacia el Helesponto.
El temor de una segunda invasion despertó el celo de los pueblos que habitan en las llanuras del Dniester y
del Danubio , se publicó la cruzada en las dietas de Polonia y de Hungría, y el pueblo, el clero y la nobleza
obedecieron á la voz de la religion y de la patria en las fronteras amenazadas por los bárbaros .
El soberano pontifice nombró por legado en la cruzada al cardenal Juliano Cesarini , prelado de un carác
ter intrépido y de genio ardiente , que armándose á la voz del acero del combate y de la palabra , era tan te
mible en el campo de batalla como en las sabias contiendas de la escuela . El ejército reunido bajo las bande
ras de la cruz , era mandado por Huníades y Ladislao, vaivoda el primero de Transilvania y terror de les
turcos ( 2) , y rey de Polonia y de Hungria el segundo, que merecia por su juventud y su valor el afecto de
sus pueblos . Los cruzados avanzaron hasta Sofia , capital de los bulgarios ; dos batallas les habian facilitado el
paso del Huno y el camino de Bizancio , y solo los rigores del invierno contuvieron la marcha victoriosa de

los guerreros cristianos , que volvieron á Hungría y entraron en triunfo en Buda en medio de las aclamacio
nes de un pueblo inmenso .
Las victorias de los francos en el Danubio impulsaron al sultan Amurat á enviar embajadores pidiendo la
paz. La historia no menciona los medios de seduccion de que se valieron los enviados otomanos para conven
cor á los cruzados victoriosos , pero se sabe que lograron imponerles condiciones . Se resolvió la paz en el con
sejo de los jefes del ejército cristiano , y se juró de una parte por el Coran y de otra por el Evangelio una
tregua de diez años .

El legado presenció con silencioso despecho esta determinacion y trató de hacer todos los esfuerzos posibles
para romperla, y sus ardientes discursos , amenazas , exhortaciones y ruegos lograron arrancar el juramento
e s
á empezar la guerra á los mismos que habian jurado la paz . Persuadidos los cruzados de qu Dio
de volver a ļ

(1 ) Frovisard.
(2) Coggia-Effendi (Biblioteca de las Cruzadas) .
LIBRO DECIMONONO . -1453-1590. 521

protegéria á los defensores de la cruz , se pusieron en marcha , cruzaron los desiertos de Bulgaria y fuéron á
acamparse en Varna en la orilla del mar Negro (1 ) .
Irritado Amurat Il por la traicion de los cristianos , corrió á su encuentro con un ejército de sesenta mil
combatientes . Huníades y el legado , que creian al sultan en Magnesia , en donde se habia retirado dejando el
trono á su hijo, propusieron la retirada , pero era ya imposible y Ladislao resolvió morir ó vencer . Trabóse
la batalla , y desde el principio fueron vencidas el ala izquierda y la derecha del ejército turco , pareciendo
que la fortuna favorecia las armas de los cruzados . Una gran parte del ejército otomano huyó ante ochenta
mil soldados cristianos y nada resistia al valor impetuoso del rey de Hungría ; una multitud de prelados y
obispos , armados de corazas y espadas , que acompañaban á Ladislao , le indujeron á que dirigiese sus ataques
bácia el punto donde combatia aun Amurat, defendido por la flor de sus genízaros . Dió oidos á sus impru-
dentes consejos, y arrojándose en medio de los batallones enemigos , fué herido á la vez por mil lanzas y cayó
con todos los que habian podido seguirle . Su cabeza , enarbolada sobre una lanza , esparce la consternacion
en las filas de los húngaros ; en vano Huníades y los obispos se esfuerzan en reanimar el valor de los cruza-
dos , diciéndoles que no combaten por un rey de la tierra sino por Jesucristo ; todo el ejército se dispersa y
huye en desórden ; Huníades es arrastrado por la muchedumbre, pierden la vida diez mil cristianos, y el le-
gado perece en el combate ó en la fuga .
La batalla de Varna aseguró á los turcos la posesion de las provincias que habian invadido en Europa y les
permitió llevar á cabo nuevas conquistas . Seis años despues sucedió á su padre Amurat el terrible Maho-
met II que desde su mas tierna edad soñaba en la conquista de Bizancio . Apenas ocupó el trono , trató de
realizar su esperanza é hizo todos los preparativos par dar principio al sitio de Constantinopla en la prima-
vera del año 1453 .

En vano el emperador Constantino imploró el ausilio de las naciones de Europa ; el ejército otomano partió
de Andrinópolis en los primeros dias de marzo , y el dia 6 de abril Mahomet plantó su tienda delante de la
puerta de San Roman , llamada en el dia Top-Caponosi . No tardó en darse la señal del combate de una y otra
parte ; desde los primeros dias del sitio , los griegos y los turcos arreglaron todo cuanto el arte de la guerra
habia inventado y perfeccionado entre los antiguos y los modernos ; entre estos formidables preparativos
Mahomet no habia olvidado la artillería , cuyo uso se estendia por occidente , y uno de los cañones fundidos en
su presencia en Andrinólis por un artista de Dinamarca ó de Hungría , tenia proporciones tan gigantescas ,
que trescientos bueyes lo arrastraban penosamente, y lanzaba balas de seis á siete quintales á mas de cien
toesas de distancia . Los turcos emplearon con mejor éxito otras armas y medios de ataque, como las minas
abiertas bajo los muros , las torres con ruedas que aproximaban á las murallas , los aríetes que atacaban á
os torreones , las ballestas que lanzaban piedras enormes , los venablos y hasta el fuego griego que rivalizaba
aun con la pólvora y que esta debia dejar pronto en olvido (2) .
Empleábanse á un mismo tiempo todos estos medios de destruccion , y los ataques se renovaban incesante-
mente ; los sitiados escaseaban de brazos para servirse de sus máquinas de guerra , y cuando se recuerda el
reducido número de los defensores de Constantinopla , causa asombro el que pudieran resistir durante mas de
cincuenta dias á la innumerable multitud de los otomanos . La generosa milicia de Bizancio ocupaba una línea
de mas de una legua , rechazando de dia y de noche los asaltos del enemigo , apareciendo en todas partes á
un tiempo, reparando las brechas, haciendo salidas y animándose con el ejemplo de sus jefes y de Constanti-
no. Mas de una vez sonrió la fortuna los esfuerzos de este ejército heróico y mezcló algunas ráfagas de espe-
ranza con el sentimiento de tristeza y de espanto que reinaba en Constantinopla .
Los sitiados conservaban una ventaja , la ciudad era inaccesible por la Propóntida y por el lado del puer-
to . Mahomet habia reunido en el canal del mar Negro una numerosa escuadra , pero solo servia para tras-
portar víveres y municiones de guerra ; la marina otomana era inferior á la de los griegos y especialmente
á la de los francos, y los mismos turcos aseguraban que no podian arrebatar á los pueblos cristianos el impe-
rio del mar .

A la mitad del sitio se vieron entrar en el canal cinco buques procedentes de las costas de Italia y de Gre-

(4) Eneas Silvius.


(2) Ducas.

(60 y 61 ) 66
522 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

cia ; toda la escuadra otomana avanzó á su encuentro, y cercándolos y atacándolos varias veces trató de
rendirlos ó de detener su marcha . Mahomet animaba desde la orilla á los combatientes con el ademan y con

la voz , y cuando vió á los musulmanes próximos á sucumbir, no pudiendo dominar su cólera , lanzó su ca
ballo dentro de las olas , como si amenazara á los elementos cual un rey bárbaro de la antigüedad. Los grie
gos reunidos en las murallas esperaban con inquietud el resultado del combate ; finalmente, despues de un
choque tenaz y sangriento , todos los buques de los turcos fueron rechazados en dispersion hasta la orilla ,
y la escuadra cristiana , cargada de víveres y soldados , entró en triunfo en el puerto de Constantinopla .
Esta victoria de los francos nos demuestra cuán fácil hubiera sido á los pueblos marítimos de Europa so
correr y salvar á Bizancio. Aterrados los musulmanes con su derrota , perdieron momentáneamente la espe
ranza de vencer á los cristianos , y para reanimar su valor , los ulemas tuvieron que recordarles las prome

sas del Coran . El sultan intentó hacer el último esfuerzo para apoderarse del puerto de Constantinopla ;
hallándose la entrada custodiada por varios grandes buques y cerrada con una cadena de hierro que no
podia romperse, el monarca otomano se valió de un medio estraordinario , que los sitiados no habian previs
to , y cuyo éxito iba á demostrar la fuerza de su voluntad y la estension de su poderío . En una sola noche
fueron trasportados por tierra hasta las aguas de la ensenada setenta ú ochenta buques que estaban ancla
dos en el Bósforo , cubriendo de antemano el camino de un tablado untado con grasa y sobre el cual arras
traron fácilmente las naves una multitud de trabajadores . La escuadra turca , tripulada por sus marineros ,
adornada con sus velas desplegadas y equipada como para una espedicion marítima , avanzó por un terreno
montuoso, y recorrió el espacio de dos millas al resplandor de antorchas , y al son de trompetas y clarines , sin
que los genoveses que vivian en Galata se atreviesen á oponerse á su paso . Los griegos , enteramente ocupa

dos en custodiar sus murallas , no sospecharon los designios del enemigo , y no averiguaron la causa y objeto
del tumulto que se oia durante la noche en la orilla del mar , hasta que al asomar el dia vieron ondear en
su puerto el pabellon otomano.
Ignoramos si los buques que guardaban la cadena del puerto y los que habian dispersado la escuadra oto
mana opondrian una resistencia obstinada , pero como todos los guerreros de las naves cristianas combatian
en las murallas , los otomanos pudieron ocuparse al momento en construir baterías flotantes en el mismo sitio
donde los venecianos habian dado el último asalto en la quinta cruzada . Esta osada empresa llevada á cabo
con éxito , llenó de consternacion á los sitiados , los cuales hicieron varias tentativas para incendiar la escuadra
y destruir los trabajos empezados por los enemigos , pero en vano recurrieron al fuego griego que tantas ve
ces habia salvado á Constantinopla del ataque de los bárbaros ; cuarenta guerreros intrépidos , vendidos por
su imprudente valor , y tal vez por los genoveses , cayeron en poder de los turcos , y la muerte de los mártires
fué el galardon de su generoso sacrificio .
Constantino se valió de represalias y colocó sobre las murallas de la ciudad las cabezas de setenta cautivos .
Este modo de hacer la guerra anunciaba que los combatientes solo daban oidos á la voz de la desesperacion ó
al furor de la venganza . Los musulmanes recibian todos los dias refuerzos y llevaban adelante el sitio sin
descanso ; la seguridad de la victoria redoblaba su ardimiento ; Constantino se veia atacado al mismo tiempo
por varios puntos , y la guarnicion, debilitada ya por los combates y los trabajos de un largo sitio, se veia
en la precision de dividir sus fuerzas para defender todos los puntos amenazados .
Las fortificaciones de la ciudad del lado del puerto estaban tan abandonadas , que varias torres de la parte
occidental , especialmente la de San Roman , amenazaban ruina . No obstante, en esta situacion tan desespe
rada, lo mas lamentable era ver á los defensores de Bizancio víctimas del espíritu de la discordia . Alzáronse
violentos debates entre el gran duque Notaras (1 ) y Justiniani , que mandaba los guerreros de Génova , y los
venecianos y los genoveses estuvieron varias veces á punto de llegar á las manos. La historia apenas nos
1
indica el objeto de tan malhadadas contiendas, mas era tal la ceguedad producida por el espíritu de los celos
ó mas bien por la desesperacion , que aquellos guerreros valerosos que sacrificaban todos los dias su existen
cia por la noble causa que habian abrazado , se acusaban recíprocamente de cobardía y de traicion.
Constantino se esforzaba en apaciguarlos , y tranquilo siempre en medio de los partidos exasperados, pa

(1 ) Coggia-effendi .
LIBRO DECIMONONO . -1453-1590. 523

recia no abrigar otra pasion que el amor de la patria y de la gloria . El carácter que desplegó en medio de los
peligros era digno de granjearle la confianza y el afecto del pueblo , mas el espíritu turbulento y sedicioso

de los griegos y la vanidad de sus disputas no les permitian apreciar la verdadera grandeza de alma ; acusa-
ban á Paleólogo por las desgracias que no eran obra suya , que su virtud sola no podia reparar ; le acusaban
de completar la ruina de un imperio que todo el mundo abandonaba y que él solo queria defender , y no res-
petaban su autoridad ni sus intenciones . A medida que se acercaba el dia de las grandes calamidades , el pue
blo y el clero se precipitaban en las iglesias, y se esponia solemnemente la imágen de la Vírgen , patrona de
Constantinopla , ó la llevaban en procesion por las calles . Estas piadosas ceremonias eran sin duda edifican-
tes, pero no inspiraban el valor necesario para defender la patria y la religion amenazadas , y el cielo , en
los grandes peligros de la guerra , no escuchaba las oraciones de un pueblo degenerado .
Durante el sitio se habló diferentes veces de capitulacion ( 1) ; Mahomet exigia que se le entregase la capi-
tal de un imperio del que poseia ya todas las provincias , y permitia á los griegos que se retirasen con sus ri-
quezas ; Paleólogo consentia en pagar un tributo, mas se obstinaba en no rendir á Constantinopla ; finalmen-
te, en un postrer mensaje el sultan amenazó al emperador griego con su muerte y la de su familia y con es--
parcir su pueblo cautivo por toda la tierra , si insistia en defender la ciudad . Mahomet ofreció á su enemigo
un principado en el Peloponeso, mas Constantino rechazó esta proposicion y prefirió una muerte gloriosa .
El sultan anunció á su ejército un ataque próximo y general , diciéndole que las riquezas de Constantino-
pla , los cautivos y las mujeres griegas serian la recompensa del valor , reservándose él la ciudad y los edifi-
cios. Los derviches recorrieron las filas del ejército otomano , para añadir el entusiasmo religioso al de la
guerra, exhortando á los soldados á purificar sus cuerpos por las abluciones y su alma por la oracion , y pro-
metiendo las delicias del paraiso á los defensores de la fé musulmana . Cuando la noche empezó á cubrir de
sombras la tierra , se dió órden á todos los guerreros de atar al estremo de las lanzas antorchas encendidas.
Esta multitud de luces iluminaba á lo lejos el horizonte , y las orillas del mar, dice el historiador turco , pa-
recian un campo sembrado de rosas y tulipanes . El emperador otomano apareció entonces en medio de su
ejército , prometió nuevamente á sus soldados el saqueo de Bizancio, y para dar mas solemnidad á sus pala-
bras, lo juró « por el alma de Amurat , por cuatro mil profetas, por sus hijos y por su cimitarra . » Todo el
ejército estalló en gritos de júbilo y repitió esta esclamacion : ¡Dios es Dios , y Mahoma el enviado de Dios!
Terminada esta ceremonia guerrera , el sultan ordenó bajo pena de muerte que se guardase el mas profundo
silencio en el campo , y desde entonces no se oyó ya en torno de Constantinopla mas que el confuso rumor de
un ejército puesto en movimiento para prepararse á un combate decisivo y terrible.
La guarnicion de la ciudad vigilaba en las murallas y observaba con inquietud los movimientos del ejército
otomano ; habia oido con espanto las ruidosas aclamaciones de los turcos , pero aumentaba su terror el silencio
que de pronto reinaba en el campo . El resplandor de los fuegos enemigos se reflejaba en las almenas de las

torres y en las cúpulas de los templos , y hacian mas espantosa la oscuridad en que yacia la ciudad ; Constanti-
nopla , donde estaban interrumpidos todos los trabajos de la industria y todos los cuidados ordinarios de la vida ,
se hallaba abismada en una profunda calma , sin que nadie disfrutase en ella sueño ni descanso ; presentaba el
aspecto lúgubre de una ciudad que ha dejado desierta un grande azote, y solamente se oian en torno de los
templos algunos sonidos quejumbrosos y la voz de la oracion que imploraba la misericordia del cielo.
Constantino reunió los principales jefes de la guarnicion para deliberar sobre los peligros que amenazaban
al'imperio ; trató de reanimar el valor y la esperanza de sus compañeros de armas en un patético discurso ,
hablando á los griegos de la patria , á los ausiliares latinos de la religion y de la humanidad , y les exhortó á
tener paciencia y sobre todo concordia . Los guerreros que asistian á este último consejo , escucharon al em-
perador con sombrío silencio, y no atreviéndose á interrogarse mutuamente sobre los medios de defensa que
juzgaban inútiles , se abrazaron llorando y volvieron á sus puestos hundidos en los mas tristes pensamientos .
El emperador entró en la iglesia de Santa Sofía donde recibió el sacramento de la comunion , y la tristeza
que se notaba en su rostro , la piadosa humildad con que pidió el olvido de sus yerros y el perdon de sus fal-
tas, y las tiernas palabras que dirigió al pueblo y que parecian un eterno adios , aumentó la consternacion
general .

(1) Chalcondile- Ducas.


524 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Asomó por fin el último dia del imperio romano ; el 29 de mayo .


Resonaron las trompetas y tambores en el campamento de los turcos , la multitud de los soldados musul-
manes se lanzó á las murallas de la ciudad y se dió el asalto á un tiempo por el lado del puerto y por la
puerta de San Roman . En el primer combate, los sitiadores encontraron en todas partes una tenaz resis-
tencia ; los catalanes y los genoveses demostraron todo lo que podia el valor de los francos : Paleólogo comba-
tia al frente de los griegos y el aspecto solo de la bandera imperial llenaba de temor á los guerreros oloma-
nos . Trescientos arqueros venidos de la isla de Creta sostuvieron gloriosamente la antigua fama de los creten-
ses por su valor y su destreza en lanzar las flechas . Entre aquella esforzada milicia es justo distinguir al
cardenal Isidoro, que habia hecho reparar á sus espensas las fortificaciones de cuya defensa se habia en-
cargado, y que combatió hasta el fin del sitio al frente de los soldados que habia tomado de Italia . La his-
toria debe elogiar tambien los monjes de san Basilio , que habian adoptado el partido de la union y cuyo
valor y gloriosa muerte fué una expiacion de la ciega y fatal obstinacion del clero de Bizancio .
El historiador Phranza compara las filas apiñadas de los musulmanes á una cuerda de carne que rodeaba

la ciudad . Los golpes del arícte y las descargas de la artillería habian desmoronado las torres que defendian
la puerta de San Roman , habian sucumbido los muros esteriores y los fosos estaban cubiertos con los muer-
tos y heridos confundidos con las minas, pero los defensores de Bizancio continuaban cambatiendo en tan
horrible campo de batalla con indomable constancia , con heroico valor.
Despues de dos horas de espantoso choque, Mahomet avanzó con la flor de sus tropas y diez mil genizaros.
Marchaba en medio de ellos empuñando una maza , pareciéndose al ángel de la destruccion , animando con
sus miradas amenazadoras el ardor de los soldados y mostrándoles en silencio los sitios que era preciso
atacar , y detrás de los batallones que conducia , una turba de esos hombres á quienes el despotismo encar-
ga la ejecucion de sus venganzas, castigaba ó contenia á los que trataban de huir y les obligaba á correr
á la matanza . Envolvian el ejército y la ciudad el polvo que alzaban los piés de los combatientes y el humo
de los cañones ; el ruido de tambores y clarines , el estruendo de los escombros , la esplosion del cañon y el
choque de las armas no permitian oir la voz de los jefes ; los genizaros combatian con desórden, y Cons-
tantino que lo habia advertido , exhortaba á sus soldados á hacer el último esfuerzo , cuando cambió repen-
inamente la suerte del combate . Herido Justiniani por una flecha , el dolor que sentia le obligó á abando-
nar el campo de batalla ; siguieron su ejemplo los genoveses y la mayor parte de los ausiliares latinos, y
quedaron solos los griegos que abrumados por el número son derrotados por los turcos que vencen las mura-
las y se apoderan de las torres . Aun combatia Canstantino , pero cae pronto entre los montones de cadáve-
res traspasado de las heridas , y Constantinopla queda sin jefe y sin defensores .
Algunos de los que habian defendido las murallas entraron en la ciudad anunciando la llegada de los
medio
turcos , mas nadie les daba crédito , y cuando el pueblo vió los batallones musulmanes, estaba ya
muerto de terror y sin aliento (1 ) . La muchedumbre huia por las calles sin saber á dónde y lanzando gritos
desgarradores , y las mujeres , los niños y los ancianos corrian á los templos como si los altares de Cristo hu-
bieran sido un asilo contra los feroces sectarios de Mahoma .

No describiremos los desastres que siguieron á la toma de Constantinopla . La matanza de los habitantes
desarmados , la ciudad entregada al saqueo, los lugares santos profanados , las vírgenes y matronas ultraja-
das , una poblacion entera cargada de cadenas ; bé aquí en suma lo que leemos en las crónicas de turcos ,
griegos y latinos . Así cayó esta ciudad que habian cubierto de ruinas las revoluciones y que fué por fin ju-
guete y presa del pueblo que tanto tiempo habia despreciado ! Si alguna cosa puede dar consuelo en medio
de escenas tan dolorosas , es la virtud de Constantino , que no quiso sobrevivir á su patria y cuya muerte fué
la postrera gloria del imperio de oriente .
Cuasi inmenso fué el dolor que causó á todos los pueblos cristianos el triunfo de Mahomet ! Pero á pesar
de la elocuencia de los oradores sagrados , ninguna nacion se alzó á contener el progreso de las armas maho-
metanas . Un mes despues de la toma de Constantinopla , Felipe el Bueno , duque de Borgoña , reunió en Lila ,
en Flandes , toda la nobleza de sus estados , y en una fiesta , cuyo relato fiel nos conserva la historia , trató de
despertar el celo y el valor de los guerreros con el espectáculo de cuanto podia herir entonces su imaginacion

(4) Ducas ,
LIBRO DECIMONONO . -1453-1590. 525

caballeresca . Se presentó primero á la asamblea un gran número de cuadros y escenas curiosas entre las
cuales se notaban los trabajos de Hércules , las aventuras de Jason y de Medea y los hechizos de Melusin ( 1) .
Los espectadores vieron en seguida en la sala del festin el simulacro de un elefante conducido por un gigan
te sarraceno y llevando en el lomo una torre de donde salió una matrona vestida de luto que representaba la
Iglesia cristiana ; habiendo llegado el elefante delante de la mesa del duque de Borgoña , la dama cautiva re
citó una larga relacion en verso sobre los males que la oprimian , y dirigiéndose á los príncipes, á los du
ques y á los caballeros , se quejó de su lentitud é indiferencia en socorrerla . Apareció entonces un heraldo
de armas llevando en la mano un faisan , ave que la caballería habia adoptado como símbolo y galardon del
valor . Dos nobles señoritas y varios caballeros del Toison de Oro se acercaron al duque y le presentaron el
ave de los valientes , suplicándole que se acordase de ellos ; Felipe el Bueno lanzó una mirada de compasion
á la dama que representaba la Iglesia, y sacó del pecho un escrito que el heraldo de armas leyó en voz alta .
En este escrito , el duque prometia primeramente á Dios , su Criador , á la Vírgen Santísima y despues á las
damas y al faisan , que si era gusto del rey de Francia esponer su cuerpo por la defensa de la fé cristiana y
resistir á la infernal empresa del gran turco , le serviria con su persona y su poder en dicho santo viaje como
mejor le inspirase la divina gracia ; se comprometia á obedecerles , si el rey encargaba esta santa espedicion
á algun príncipe de su sangre ó á algun otro señor , y si por sus muchos negocios no estuviera en disposicion
de ir ó de enviar á otros , y otros príncipes tomasen á su cargo la cruzada , se ofrecia á acompañarles cuanto
antes le fuera posible . Si durante el santo viaje llegare á saber por cualquier medio que fuese que el gran
turco tuviese voluntad de pelear con él cuerpo á cuerpo , él , Felipe , por la dicha fé cristiana , le combatiria
gustoso con el ausilio del Dios omnipotente y de su dulcísima Virgen Madre, á quienes llamaba siempre
en su ayuda . >>
La dama que representaba la Santa Iglesia dió gracias al duque por el celo que mostraba en su defensa ,
y todos los señores y caballeros que se hallaron presentes invocaron tambien el nombre de Dios y el de la
Vírgen , y juraron con el mayor entusiasmo consagrar su existencia y sus bienes en servicio de Jesucristo
y de su muy temido señor el duque de Borgoña .
Estas promesas, que no fueron cumplidas, sirven al menos para darnos á conocer el espíritu y las cos
tumbres de la caballería . La escesiva confianza que tenian los caballeros en sus armas , nos demuestra cuán
poco conocian á los enemigos á quienes declaraban la guerra . Cuando todos hubieron prestado su juramen
to , una dama vestida de blanco , que llevaba en la espalda esta inscripcion con letras de oro , gracias de
Dios , salió á saludar á la asamblea y presentó doce damas á los doce caballeros . Estas damas repre
sentaban doce virtudes ó cualidades cuyo nombre llevaban en la espalda ; fé, caridad , justicia , razon , pru

dencia, templanza , fuerza , verdad , longanimidad , diligencia , esperanza y valor ; tales eran las virtudes que
debian presidir á la cruzada .
No obstante, algunos hombres piadosos hicieron increibles esfuerzos para hacer revivir los primeros tiem
pos de las guerras santas . Juan Capistran , fraile de san Francisco , y Eneas Silvio , obispo de Sena , no omi
tieron medio alguno para inflamar los ánimos y reanimar la devocion belicosa de los cruzados. El primero,
que gozaba opinion de santo , recorria las ciudades de Alemania y de Hungría hablando al pueblo reunido do
los peligros de la fé y de las amenazas de los sarracenos ; el segundo, uno de los obispos mas ilustrados de
su siglo , versado en las letras griegas y latinas, orador y poeta , exhortaba á los príncipes á tomar las ar
mas para precaver la invasion de sus propios estados y salvar á la república cristiana de una próxima
invasion .

Eneas Silvio escribió al soberano pontifice y se esforzó á despertar su celo , diciéndole que la pérdida de
Constantinopla deshonraria eternamente su nombre si no hacia todo lo posible para derrocar el poderío de los
turcos . El piadoso orador marchó á Roma y predicó la cruzada en un consistorio (2 ) ; para demostrar la
necesidad de una guerra santa citó ante el papa y los cardenales la autoridad de los filósofos griegos y
la de los padres de la Iglesia ; se lamentó de la esclavitud de Jerusalen , cuna del cristianismo, y de Grecia ,
madre de las ciencias y las artes, y ensalzó el valor heróico de los alemanes , la noble adhesion de los fran

(1) Olivier de la Marche.


(2) Biblioteca de las Cruzadas, t. II; Coleccion de historiadores alemanes de Struve.
526 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ceses , el generoso orgullo de los españoles y el amor de la gloria que inflamaba á los pueblos de Italia ,
Asistia á esta asamblea el rey de Hungría cuyos estados amenazaba Mahomet II , y el orador de la cruza
da , mostrando este príncipe al soberano pontífice y á los prelados, les pidió que se compadecieran de
sus lágrimas .
Federico III , emperador de Alemania , escribió al mismo tiempo á Nicolás V suplicándole que salvase la
cristiandad, invitándole á que reuniera contra los turcos todas las potencias cristianas y anunciando que iba
á convocar los príncipes y los estados de Alemania . El papa aplaudió los deseos del emperador y envió sus
legados á las dietas de Ratisbona y de Francfort . Eneas Silvio predicó de nuevo la cruzada contra los turcos
en estas dos asambleas , y el duque de Borgoña renovó en ellas el juramento que habia prestado á Dios , á la
Vírgen, á las damas y al faisan .
Unos diputados húngaros se presentaron á anunciar que los turcos iban á invadir las orillas del Danubio
y las fronteras de Alemania si toda la Europa no se apresuraba á tomar las armas , y la dieta determinó en
viar contra el comun enemigo diez mil ginetes y treinta y dos mil infantes ; pero como no decidió cómo debia
alistarse este ejército y los medios de sostenerlo , no tardó en entibiarse el entusiasmo de la cruzada y no se
presentó nadie á oponerse á los progresos de los otomanos .
Eneas Silvio esplica en una de sus cartas las causas de esta indiferencia y de la inaccion de la cristiandad ,
demostrando la imposibilidad de la cruzada , pero arrastrado por su celo , pasó su vida predicándola . En tanto
que arengaba inútilmente á los príncipes de Alemania , el papa trataba de restablecer la concordia entre
los estados de Italia ; el ascendiente de la autoridad pontificia no logró calmar los ánimos , y la paz fué obra
de un pobre ermitaño cuyas palabras ejercian un poderoso influjo en el corazon de los fieles . El hermano
Simonet, saliendo repentinamente de su retiro, recorrió las ciudades, y dirigiéndose á los pueblos y á los
príncipes, los exhortaba á reunirse contra los enemigos de Jesucristo . A la voz del santo orador dejaron las
armas Venecia , Florencia y el duque de Milan , y se formó una liga en la que entraron la mayor parte de
las repúblicas y principados de Italia , pero esta liga no dió ningun resultado ; porque no dirigieron el celo
de los confederados el papa , que debia dar la señal y el ejemplo , ni el emperador de Alemania , que prome
tia sin cesar ponerse delante de una cruzada y no salia de sus estados . Retenian á Federico III su avaricia
y sobre todo un escesivo amor al reposo de que le acusan las crónicas contemporáneas . Nicolás V, apasio
nado por la sabia antigüedad y rodeado continuamente de eruditos , se ocupaba mas de recoger los tesoros

literarios de Roma y de Atenas que de libertar la ciudad de Constantino , y en tanto que los turcos se apode
raban de Bizancio , hacia traducir á todo coste los autores griegos mas célebres, y los diezmos recaudados
para la cruzada se emplearon mas de una vez en la adquisicion de las obras maestras de Platon , de Herodoto
ó de Tucidides .

Nicolás se limitó á dirigir algunas exhortaciones á los fieles y murió sin haber vencido ninguna de las di
ficultades que se oponian á la empresa de una guerra santa . Calisto III , su sucesor , demostró mas celo , y
desde el principio de su pontificado envió legados y predicadores por toda la Europa para publicar la cruzada
y recaudar los diezmos . Una embajada del pontifice fué á pedir á los reyes de Persia y de Armenia y al kan
de los tártaros que se reunieran con los cristianos de occidente para hacer la guerra á los turcos : diez y
seis galeras , construidas con el producto de los diezmos , salieron al mar al mando del patriarca de Aquilea
y mostraron el pabellon de San Pedro en el Archipiélago y en las costas de Jonia y del Asia Menor ; San
Antonino ( 1 ) arengó al papa en nombre de la cindad de Florencia , prometiéndole el concurso de todas las
potencias de la cristiandad si Su Santidad abria los tesoros de la Iglesia y llamaba con sus exhortaciones
evangélicas á todos los obreros para la cosecha , y Calisto III se dirigió al jefe del imperio , que le prodigaba los
consejos para los negocios de la guerra santa , invitándole å dar ejemplo , pero el indolente Federico se con
tentó con renovar sus promesas . Mientras el emperador exhortaba al pontífice á publicar la cruzada , y el
pontifice por su parte exhortaba al emperador á tomar las armas, los otomanos penetraron en Hungría y lle

garon hasta Belgrado .


Esta ciudad, uno de los baluartes de occidente, no recibiendo ningun ausilio de la cristiandad , solo cifra
ba su esperanza en el valor de Huníades y el celo apostólico de Juan Capistran ; el uno mandaba las tropas

(1) Leandro Alberti, De viris illustr. ib. III.


LIBRO DECIMONONO . - 1458-1590 . 527

de los húngaros arrastrándoles en pos de sí con su ejemplo , y el otro , habia reunido con sus predicaciones
un gran número de cruzados alemanes , alentaba al combate á los soldados cristianos y les inspiraba un
valor invencible .

Solo tomaron las armas los paises amenazados por los turcos . Entonces fué cuando el soberano pontifice
mandó que todos los dias al medio dia se tocasen las campanas en todas las parroquias para advertir á los
fieles que orasen por los húngaros y por todos los que combatian contra los turcos . Calisto concedió indul-
gencias á todos los cristianos que á esta señal repitieran tres veces la oracion dominical y la salutacion an-
gélica . Este es el origen de la oracion del medio dia que han conservado los usos de la Iglesia hasta nues-
tro siglo.
El cielo oiria sin duda compasivo estas fervientes súblicas que se alzaban al mismo tiempo y á la mis-
ma hora de todos los puntos de Europa . Mahomet condujo su ejército hasta Belgrado , y despues de haber
sentado sus reales (1 ) , los turcos se arrojaron sobre la ciudad como las abejas hácia su colmena , pero encon-

traron una resistencia invencible . Hacia ya cuarenta dias que duraba el sitio , cuando acudieron en ausilio
de los sitiados Huníades y Capistran , conduciendo el uno numerosos batallones , y valiéndose el otro de su
piadosa elocuencia para vencer á sus enemigos . En un solo combate , los cristianos ahuyentaron el ejército
de Mahomet y destruyeron la escuadra otomana que inundaba el Danubio y el Save . Huníades hizo prodigios
de valor ; en los momentos del mayor peligro, vióse á Capistran recorrer las filas del ejército cristiano lle-
vando una cruz en la mano y repitiendo estas palabras ; Victoria ! Jesus ! Victoria ! Mas de veinte mil mu-
sulmanes perdieron la vida en la batalla ó en la fuga , y el sultan cayó herido en medio de sus genizaros y
se alejó precipitadamente de Belgrado con su ejército vencido .
La Europa entera dió gracias al cielo por esta victoria á la cual solo habia contribuido con sus oraciones
y que debia mirar como un milagro ; los vencedores enviaron al papa la tienda y las armas de Mahomet
como un trofeo de la guerra santa y un homenage al padre de los fieles ; la religion celebró una jornada en
que habian sido vencidos sus mas crueles enemigos , y se determinó que la antigua festividad de la Transfi-
guracion , elevada á la clase de las fiestas dobles solemnes , sirviese para recordar todos los años á la Iglesia
universal la derrota de los turcos delante de Belgrado .
(1458) Huniades y Capistran no sobrevivieron mucho tiempo á sus triunfos y fallecieron ambos cuando
la cristiandad mezclaba aun sus nombres con los himnos de su gratitud . El sentimiento de los celos enve-
nenó sus últimos momentos, y el ardor poco evangélico con que reclamaron los dos el honor de haber sal-
vado á Belgrado , imprimió una mancha en su fama . La Europa consideró la muerte del Caballero blanco
de Valaquia como una calamidad pública , y el mismo Mahomet esclamó al saber el fin de su temible adversario :
«No existia nadie bajo el sol que pudiera compararse con este grande hombre!» Los húngaros pronuncian aun
con orgullo el nombre de Huníades ó Hunyad , siendo para ellos un noble recuerdo , una hermosa gloria , y se
vé en la catedral de Carlsburgo en Transilvania el sepulcro del ilustre defensor de Europa .
En tanto que los húngaros vencian á los turcos delante de Belgrado , la escuadra del papa consiguia algu-
nas ventajas en el Archipiélago . Calisto no se descuidó de recordar á todos los fieles las hazañas y los triun-
fos del patriarca de Aquilea , persuadido de que la noticia de las victorias ganadas á los musulmanes barian
recobrar la esperanza y el valor á todos los que habian abatido y consternado los desastres de los cristianos ;
se predicó una nueva guerra santa en Francia , en Inglaterra , en Alemania y hasta en los reinos de Casti-
lla , de Aragon y de Portugal . El pueblo escuchó en todas partes con piadoso recogimiento las predicaciones
de la cruzada , pero el impuesto de los diezmos fué causa de quejas y rumores.
El clero de Ruan, la universidad y el parlamento de París y varios obispos se opusieron abiertamente á
este impuesto ; las quejas fueron mas violentas en Alemania que en ningun otro pais , pues áà medida que se
iba entibiando el espíritu de las cruzadas, se juzgaban con mas severidad los medios empleados por los papas
para renovar estas lejanas espediciones . Es preciso confesar además que se hacia entonces mucho abuso de
la recaudacion o inversion de los diezmos ; se traficaba con las indulgencias de Roma para la cruzada , y el
tribunal de la penitencia solo parecia en ciertas ocasiones un medio para arrancar impuestos á los fieles .
Se alcanzaban á precio de oro las gracias de la Iglesia y la misericordia del cielo ; los pecados de los cristianos

(1 ) Coggia-effendi .
528 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

tenian en cierto modo una tarifa, y leemos en la historia de Aragon que hasta la desobediencia á los decretos
del papa se habia convertido en manantial de un nuevo tributo .
Y completa el exámen del espíritu de aquella época y especialmente del de la corte de Roma el que en
las predicaciones de las cruzadas se exhortaba mas á los fieles á pagar un tributo en dinero que á tomar
las armas . Llamábanse los impuestos recaudados en nombre de la santa sede socorros para los húngaros, y
como estos necesitaban continuamente ser socorridos , la recaudacion de los diezmos se convertia en una

contribucion permanente que el pueblo y el clero sufrian de dia en dia con menos resignacion y paciencia .
Debemos añadir que la santa sede no percibia siempre los productos del tributo impuesto á los cristianos,

pues los príncipes se apoderaban de ellos con frecuencia bajo el pretesto de hacer la guerra á los turcos , y
mas de una vez se emplearon los diezmos para la guerra santa en sostener las contiendas de la ambicion.
No obstante, las reclamaciones de los alemanes contra los comisarics y agentes de la corte de Roma fueron
tan vivas y numerosas que el papa se creyó en la obligacion de responder , y en su apología , redactada por
Eneas Silvio , declaró que Scanderberg y el rey de Hungría habian recibido numerosos socorros , que se ha
bian armado escuadras contra los musulmanes , que se habian enviado naves y municiones de guerra á Ro
das, Chipre y Mitilene , y en una palabra que el dinero exigido á los fieles se habia empleado tan solo en
defensa de la fé y de la cristiandad .

Esta apología , en la cual Calisto se felicitaba de haber salvado la Europa , se parece en cierto modo á la
de aquel antiguo romano, acusado de haber empleado mal el tesoro público , que propuso como única res
puesta subir al Capitolio á dar gracias á los dioses por las victorias que habia alcanzado . Es preciso confe
sar no obstante, que no dejaba de ser verdad lo que decia el apologista de la corte pontificia , y la historia
debe ensalzar el celo que desplegó el padre de los cristianos para contener los progresos de Mahomet y salvar
una multitud de víctimas de la tiranía de los otomanos .

Calisto suplicaba incesantemente á los principes cristianos que se unieran á él y se esforzaba en especial en
escitar contra los turcos el entusiasmo belicoso de los franceses . «Si los franceses secundaran mis proyectos ,
decia con frecuencia , destruiríamos la raza de los infieles .» No escaseó súplicas ni promesas para inducir
á Carlos VII á socorrer la Hungría y defender los baluartes de Europa , y le envió la rosa de oro que los
papas bendecian el cuarto domingo de cuaresma y que regalaban á los príncipes cristianos en testimonio de
su afecto . Estos halagos del pontifice manifiestan cuán lejana estaba ya la época en que los jefes de la Igle
sia solo hablaban á los monarcas en nombre de un cielo irritado y les exhortaban á tomar la cruz echándo
les en cara sus faltas y mandando que las expiasen con la guerra santa . Los papas , al predicar la cruzada ,
no eran ya los intérpretes de las opiniones dominantes ; sus invitaciones ya no eran leyes , y los príncipes
usaban ampliamente de la facultad que tenian de desobedecer . Carlos VII se resistió de las instancias reite
radas de Calisto , temiendo la invasion de los ingleses ; en vano el delfin , que reinó despues con el nombre
de Luis XI, retirado entonces en la corte de Borgoña , se declaró en favor de la cruzada y trató de formarse
un partido en el reino tomando la cruz ; la Francia permaneció estraña á los guerra predicada contra los
infieles , y Calisto se contentó con permitir la recaudacion de los diezmos en sus estados bajo la condicion es
presa de no hacer de ellos un uso ilegítimo (1 ) .
Mientras el papa imploraba el ausilio de la cristiandad en favor de los húngaros , la Hungría estaba agi
tada por turbulencias ocasionadas por la sucesion de Ladislao , muerto en la batalla de Varna . Calisto se

valió de la autoridad paternal de la santa sede para apaciguar el furor de la discordia y proteger á Matias
Corvin largo tiempo preso en cadenas , y proclamado en fin rey de un pais que habia salvado el valor de
su padre. La conducta del pontífice pareció menos digna de elogio y sobre todo menos desinteresada cuando
la sucesion de Alfonso , rey de Nápoles , acarreó nuevas guerras en Italia ; la historia cuenta que el sobera
no pontifice olvidó en esta circunstancia los peligros de la cristiandad , y empleó los tesoros acumulados para
la Tierra Santa en defensa de una causa que no era la de la religion .
El incansable orador de la cruzada , Eneas Silvio, sucedió á Calisto III en la cátedra de San Pedro ( 2 ) .
La tiara pacecia ser la recompensa de su celo por la guerra contra los turcos , y todos esperaban que no
omitiria media alguno para ejecutar por sí los proyectos que habia concebido para despertar en los pue

(1) Monstrelet.
(2) Platina. - San Antonino.
LIBRO DECIMONONO.1458-1590. 529

blos de la cristiandad el entusiasmo guerrero y el patriotismo religioso que respiraban todos sus dis-
cursos .

Mahomet II continuaba alcanzando repetidas victorias y su poderío era cada dia mas temible ; ocupábase
entonces en despojar á todos los príncipes griegos que se habian salvado de sus primeras invasiones y cuya
debilidad se ocultaba bajo los titulos fastuosos de emperador de Trebisonda , de rey de Iberia y de déspota
de Morea . Todos estos príncipes, á quienes los actos de sumision costaban poco á trueque de reinar algu-
nos dias mas ó solamente conservar la vida , se habian apresurado á enviar embajadores al sultan victorio-
so , despues de la toma de Constantinopla , para felicitarle por sus triunfos . Satisfecho Mahomet con su hu-
milde sumision , solo vió en ellos una presa fácil de devorar y enemigos que podia vencer cuando quisiera ;
la mayor parte de estos príncipes deshonraron los últimos momentos de una dominacion vacilante con
euanta perfidia , crueldad y traicion pueden inspirar la ambicion , la envidia y el espíritu de discordia ; cuando
los musulmanes penetraron en las provincias griegas , manchados con todos los crímenes de guerra civil , y
las redujeron á la esclavitud , hubiera podido creerse que el mismo Dios los enviaba para vengar sus leyes
ultrajadas y ejecutar las amenazas de su justicia . Ni aun se dignó Mahomet desplegar todas sus fuerzas con-
tra los tiranos pusilánimes que se disputaban algunos restos del imperio griego ; solo tuvo que pronunciar
una palabra para hacer caer del trono á Demetrio , déspota de la Morea y á David emperador de Trebison-
da , y si mandó pasar á cuchillo cuantos quedaban de la familia de los Comuenos , el bárbaro conquistador
se dejó llevar mas por su ferocidad natural que por los temores de una política recelosa . Siete años despues
de la toma de Constantinopla , condujo sus genizaros al Peloponeso ; al acercarse, los príncipes de Acaya em-
prendieron la fuga ó fueron esclavos suyos , y no encontrando casi resistencia , recogió con desden los fru-
tos de una fácil conquista . Meditaba proyectos mas vastos , y cuando enarboló el estandarte de la media luna
en medio de las ruinas de Esparta y de Atenas , tenia las miradas fijas sobre el mar de Sicilia y buscaba un
camino que le condujera á las orillas de Italia .
El primer paso que dió Pio 11 fué publicar los nuevos peligros de Europa , escribió á todas las potencias de
la cristiandad, y convocó una asamblea general en Mantua para deliberar sobre los medios de contener los
progresos de los otomanos . La bula del pontífice recordaba á los fieles que la tempestad habia estallado sobre
la Iglesia de Jesucristo, pero que velaba por su salvacion el que manda los vientos . Todos los estados de la
cristiandad prometieron enviar á Mantua sus embajadores . Pio Il asistió tambien , y en su discurso de aper-
tura , se alzó con fuerza contra la indiferencia de los príncipes y soberanos ; representó á los turcos talando la
Bosnia y la Grecia , y prontos á caer como un rápido incendio sobre Italia y Alemania y sobre todos los pai-
ses de Europa ; declaró que no saldria de Mantua hasta que los principes y los estados cristianos le diesen
prendas de su adhesion à la causa de la cristiandad , y protestó , en fin , de que si le abandonaban las poten-
cias cristianas , se presentaria solo en tan gloriosa lucha , y moriria defendiendo la independencia de Europa
y de la Iglesia .
El cardenal Busarion , que habia nacido en Grecia y adoptado la Iglesia de Roma , habló despues de Pio II ,
y declaró que todo el colegio de cardenales estaba animado del único celo que el padre de los fieles , los dipu-
tados de Rodas, de Chipre , del Epiro , de Iliria , del Peloponeso y de varias comarcas invadidas por los turcos
hicieron ante el concilio una lastimosa relacion de los males que padecian los cristianos bajo la dominacion
de los musulmanes ; pero los embajadores de las grandes potencias de Europa no habian llegado aun , y este
retardo anunciaba la escesiva indiferencia de los monarcas cristianos respecto á la cruzada . Los debates que
se suscitaron despues sobre las pretensiones de las familias de Anjou y de Aragon al reino de Nápoles , y las
disputas de etiqueta y preferencia que ocuparon al concilio durante muchos dias , acabaron de demostrar
que los peligros de la Europa cristiana hacian muy poca impresion y que no se tomaria ninguna resolución
generosa para precaverlos .
El papa propuso imponer para la cruzada un diezmo sobre las rentas del clero , un vigésimo sobre los ju-
díos y un treinta por ciento sobre los príncipes y seglares , y propuso al mismo tiempo alistar un ejército de
cien mil hombres en los diferentes estados de Europa y confiar el mando al emperador de Alemania . Estas
proposiciones necesitaban la aprobacion de los soberanos para llevarse á cabo, y la mayor parte de los em-
bajadores solo hicieron vanas promesas ; se celebraron muchas conferencias , el concilio duró algunos meses ,
y el papa se fué de Mantua sin haber conseguido nada decisivo en favor de la empresa que meditaba . Volvió
67
HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
530
á Roma , desde donde escribió otra vez á los príncipes cristianos , escitándoles á que le enviasen embajadores

para seguir deliberando sobre la guerra contra los turcos .


Continuamente perseguido por la idea de libertar el mundo cristiano y perdiendo de dia en dia la espe
ranza de conmover el occidente , concibió el proyecto estraño de dirigirse al mismo Mahomet y emplear todas
las fuerzas de la dialéctica para convertir al cristianismo al príncipe musulman . Su carta , que ha llegado
hasta nuestros dias , ofrece un tratado completo de filosofía y teología de la época , y en ella el pontifice opone
á los apóstoles del islamismo la autoridad de los profetas y padres de la Iglesia , y la autoridad profana de Li

curgo y de Solon (1) .


En tan estraña negociacion con Mahomet 11 , el papa tan feliz como con los príncipes cristianos , los cuales
le respondian con vanas protestas , y Mahomet , á quien ofrecia la conquista del mundo en nombre del cris
tianismo , se contentó con responder que estaba inocente de la muerte de Jesucristo y que pensaba con horror de

los que le habian crucificado .


El emperador otomano acababa de apoderarse de la Bosnia , haciendo perecer en el suplicio al rey de este
desgraciado pais que se habia sometido á sus armas ; por otra parte los turcos talaban las fronteras de Iliria
y amenazaban á Ragusa ; el estandarte de la media-luna ondeaba en todas las islas del Archipiélago y del
mar de Jonia ; y los peligros de Italia y de Europa eran cada vez mas inminentes. El papa reunió su consis
torio (2) y le manifestó que habia llegado la época de contener los adelantos de los turcos y dar principio á la
guerra santa que habia predicado . Los cardenales dieron su unánime consentimiento á la resolucion de Pio II,
el cual se ocupó desde aquel momento en los preparativos de su partida , y dirigió una exhortacion á todos los
fieles para que secundaran sus designios . Indicó la ciudad y puerto de Ancona como el lugar á donde debian
acudir los cruzados , prometiendo la remision de sus pecados á todos los que sirvieran á sus espensas durante
seis meses , ó que mantuvieran uno ó dos soldados de la cruz durante el mismo tiempo . Nada tenia para dar
en este mundo á los fieles que tomaran parte en la cruzada , pero prometia por el cielo dirigir todos sus pa
sos , multiplicar sus dias y conservar y acrecentar sus reinos , sus principados y sus posesiones.
La bula del papa fué enviada á todo occidente y leida públicamente en las iglesias ; los fieles reunidos ver
tieron lágrimas al oir la relacion de las desgracias de la cristiandad ; tomaron las armas en los paises mas
alejados de las invasiones de los turcos y hasta en las comarcas del norte ; unos se dirigieron bácia Ancona , y
los demás á Hungría á incorporarse con el ejército de Matías Corvin , que estaba dispuesto á ponerse en mar
cha contra los turcos .

El papa escribió al dux de Venecia suplicándole que asistiera personalmente á la guerra que iba á hacerse
á los infieles , y diciéndole que la presencia de los príncipes en los ejércitos inspiraba confianza á los soldados
y terror á los enemigos . Siendo el dux de una edad muy avanzada , Pio Ile recordaba que tambien él tenia
el cabello encanecido por el tiempo , y que el duque de Borgoña , quien prometia seguir á los cruzados á orien
te, habia llegado ya á los dias de la vejez . « Seremos , decia el pontifice , tres ancianos al frente del ejército
cristiano. Dios se complace del número tres , y la Trinidad que está en los cielos no dejará de proteger á esta
Trinidad en la tierra.>>

El dux de Venecia vacilaba en embarcarse , pero como el estado Veneciano estaba en guerra con Maho
met II y le convenia confundir sus intereses con los de la cruzada , el jefe de la república se vió precisado á
seguir al pontifice de Roma . El duque de Borgoña no se preparaba á reunirse con los cruzados ; en vano le
recordó el papa sus solemnes promesas , en vano le acusaba de haber engañado á los hombres y al mismo
Dios , y añadir que su falta de fé iba á causar el dolor de toda la cristiandad y podia hacer fracasar la santa
empresa ; Felipe , á quien Pío II habia ofrecido el reino de Jerusalen , no se resolvió á partir por temor de per
der sus estados y se contentó con enviar dos mil hombres de armas al ejército cristiano. Le intimidaba en
tonces la política de Luis XI , quien siendo delfin , queria combatir á los turcos , y subido al trono , no tenia
mas enemigos que sus vecinos .
Pio Il partió de Roma en el mes de junio de 1464 despues de haber implorado la proteccion de Dios en la
basílica de los Santos Apóstoles; acometido de una fiebre lenta y temiendo que el aspecto de sus dolencias des

(1) Raynaldi ann . 1461 , núm . 44.


(2) Gobelino Persona, lib. XII.

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LIBRO DECIMONONO.1458-1590 . 531

animase á los soldados de la cruz , disimuló sus sufrimientos, y encargó á su médico que guardase silencio so
bresu enfermedad . En todo el camino, el pueblo dirigia al cielo sus súplicas por el triunfo de la empresa , y
la ciudad de Ancona le recibió en triunfo saludándole como el libertador del mundo cristiano .

Habian llegado á esta ciudad un gran número de cruzados ( 4 ) , pero la mayor parte sin armas , sin muni
ciones y casi desnudos . Las vivas exhortaciones del papa no habian conmovido á los caballeros y barones
de la cristiandad , solamente los pobres y las personas de ínfima clase parecian haberse interesado por los pe

ligros de Europa , y la multitud de cruzados reunidos en Ancona no parecia un ejército sino una turba de
mendigos y vagos . Compadecióse Pio II de su miseria , pero como le era imposible atender á su manuten
cion, alistó á los que se hallaban en estado de hacer la guerra á sus espensas , y despidió á los demás con las
indulgencias de la cruzada .
El ejército cristiano debia dirigirse hácia las costas de Grecia y reunirse con Scanderberg que acababa de
vencer á los otomanos en las llanuras de Ochride . Se habian enviado diputados á los húngaros , al rey de
Chipre y á todos los enemigos de los turcos en Asia , sin olvidar al rey de Persia , para advertirles que se pre
parasen á principiar la guerra contra Mahomet .
La ciudad de Ancona atraia las miradas de toda Europa . ¿ Qué espectáculo, en efecto, mas interesante para
la cristiandad que el del padre comun de los fieles arrostrando los peligros de la guerra y del mar,
para ir á las comarcas lejanas á vengar la humanidad ultrajada , romper las cadenas de los cristianos y
visitar sus hijos en su afliccion ? Desgraciadamente las fuerzas de Pio II no correspondian á su celo ni le per
mitian completar su sacrificio . La escuadra estaba dispuesta á darse á la vela cuando la fiebre que tenia al
salir de Roma , agravada por las fatigas del viaje, se convirtió en una enfermedad mortal . Conociendo que se
acercaba su fin , convocó á los cardenales y les exhortó á que continuasen su obra , les pidió perdon por los

pecados que habia cometido para con Dios , y por las ofensas que podia haberles hecho ; alzando despues la
mano , los abrazó á todos llorando , y los cardenales le pidieron perdon de sus faltas con lágrimas en los ojos
y postrándose al pié de su lecho . Pio Il murió recomendándoles los cristianos de oriente , y las últimas miradas
que atrajo sobre la tierra se dirigieron hacia la Grecia oprimida por los enemigos de Jesucristo .
Pablo II , que fué elegido papa , se comprometió en medio del consistoria á seguir el ejemplo de su antece
sor, pero los cruzados reunidos habian regresado ya á sus hogares . Los venecianos , que eran los únicos que
se habian quedado , llevaron la guerra al Peloponeso sin llegar á conseguir grandes ventajas contra los turcos ;
talaron paises que iban á libertar , y el mas notable de sus trofeos fué el saqueo de Atenas (2) . Los griegos de
Lacedemonia y de algunas otras ciudades que habian enarbolado el pendon de la libertad con esperanza de ser
socorridos , no pudieron resistir á los genízaros y sucumbieron víctimas de su lealtad á la causa de la religion
y de la patria . Scanderberg, cuya capital sitiaban los turcos , vino en persona á pedir el ausilio del papa ; re
cibido por Pablo II en presencia de los cardenales, declaró ante el sacro colegio que en oriente solo el Epiro, y
en el Epiro solamente su reducido ejército combatia aun por la causa de los cristianos, y añadió que si lle
gaba á sucumbir, no quedaria nadie para defender los caminos de Italia . El papa ensalzó con ardor el esfor
zado valor de Scanderberg , y le regaló una espada que habia bendecido . Escribió al mismo tiempo á los prín
cipes de la cristiandad suplicándoles que socorrieran la Albania , y en una carta dirigida al duque de Borgo
ña se lamentó de la suerte de los pueblos de Grecia , arrojados de su patria por los bárbaros , y de la miseria
de las familias griegas , que pasando á Italia en busca de un asilo, perecian de hambre y de desnudez , amon
tonados sobre las orillas del mar , levantando sus manos al cielo y suplicando á sus hermanos los cristianos
que los socorriesen ó vengasen ( 3) . El jefe de la Iglesia recordaba todo lo que habian hecho sus antecesores
y cuanto habia hecho él mismo para evitar tan grandes desgracias ; acusaba de indiferencia á los príncipes, y
amenazaba á toda la Europa con las mismas calamidades si no se apresuraba á tomar las armas contra los
turcos . No hicieron ningun efecto las exhortaciones del papa : Scanderberg volvió á su pais devastado por los

musulmanes, no llevando consigo mas que algunas sumas de dinero que habia obtenido de la santa sede , y
poco tiempo despues de su regreso, murió en Lissa lleno de gloria , pero desesperando de la noble causa por
la que habia combatido toda su vida .

(1 ) Monstrelet, cap . CXI.


(2) Carta XLI de Jacobo, cardenal de Pavía.
(3) Carta CLXIII de Jacobo , cardenal de Pavía .
532 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

Fué tal el ascendiente de este grande hombre, que los griegos degenerados recordaron bajo sus banderas
los mas hermosos dias de la gloria militar de Grecia , y la reducida provincia de Albania se defendió durante

veinte años de todas las fuerzas del imperio otomano. La muerte de Scanderberg llenó de desesperacion á sus
compañeros de armas . « ¡ Corred , valientes albaneses ! esclamaron en las plazas públicas , ¡ venid , redoblad
vuestro valor porque han caido convertidas en polvo las murallas del Epiro y de Macedonia ! » Estas palabras
eran á la vez el elogio fúnebre de un héroe y el de todo su pueblo . Dos años habian trascurrido apenas cuan

do cayeron en poder de los turcos la mayor parte de las ciudades del Epiro, y cual habia anunciado Scan
derberg al pontífice de Roma , no quedó ningun atleta de Jesucristo al oriente del mar Adriático (1 ) .
Todas las empresas contra los infieles se limitaron desde entonces á algunas espediciones marítimas de los
venecianos y de los caballeros de Rodas , pero estas espediciones no eran bastantes para contener los progre -
sos de los otomanos . Mahomet II seguia ocupándose de la invasion de Alemania y de Italia ; resuelto á des
cargar el último golpe á sus enemigos , resolvió , á ejemplo de los pontifices romanos, emplear el ascendiente.
de la religion para escitar el entusiasmo y el valor de los musulmanes , y en medio de una solemne ceremonia
y en presencia del divan y del muftí juró « renunciar á todos los placeres y no apartar jamás su rostro de oc
cidente á oriente, hasta derrocar y echar á los piés de sus caballos los dioses de las naciones , esos dioses de
madera , bronce, plata , oro y pintura , que los discípulos de Cristo fabrican con sus manos, » y juró tambien
<« esterminar de la faz de la tierra la iniquidad de los cristianos y proclamar de oriente á poniente la gloria
del Dios de Sabaoth y de Mahoma. » Despues de esta declaracion amenazadora , el emperador turco invitaba
á todos los pueblos circuncisos á reunirse con él para obedecer el precepto de Dios y de su Profeta .
Se leyó el juramento de Mahomet II á una misma hora en todas las mezquitas del imperio , y los guerreros
otomanos acudieron de todas partes á Constantinopla . Un ejército del sultan estaba talando la Croacia y la
Carniola, y no tardó en salir del canal una escuadra formidable que fué á atacar la isla de Eubea ó de Ne
groponto, separada por el Euripo de la ciudad de Atenas , que los historiadores turcos llaman la ciudad ó la

patria de los filósofos . Cuando llegó á Roma la nueva de tan inminente peligro , el papa mandó que se hicieran
rogativas públicas en la ciudad ; él mismo salió con piés descalzos en procesion delante de la imágen de la Vír
gen ; pero el cielo , dice el analista de la Iglesia , no se dignó atender las súplicas de los cristianos : Negroponto
cayó en poder de los turcos , toda la poblacion de la isla fué esterminada ó reducida á la esclavitud , un gran
número de los que habian defendido su patria con valor espiraron en los suplicios , la fama publicó por Eu
ropa los escesos de la barbarie otomana , y todas las naciones cristianas se estremecieron de espanto .
Tras las últimas victorias de los turcos , la Alemania debia temer una próxima invasion , y estaban ame
nazadas las costas de Italia . El cardenal Bessarion dirigió una exhortacion elocuente á los italianos , animán
doles á reunirse contra el enemigo comun ; el papa hizo todos los esfuerzos posibles para apaciguar las dis
cordias, y llegó al fin á formar una liga entre Fernando , rey de Sicilia, Galeas , duque de Milan , y la república
de Florencia ; sus legados fuéron á pedir ausilios á los reyes de Francia y de Inglaterra , y el emperador Fe
derico , tras reiteradas instancias , convocó una dieta en Ratisbona y otra en Nuremberg, en la que se presen
taron los diputados de Venecia , de Sena , de Nápoles , de Hungría y de la Carniola , que relataron los estragos
de los otomanos , y describieron con los mas vivos colores las desgracias que amenazaban á Europa . En estas
dos asambleas se tomaron varias resoluciones para la guerra contra los turcos, pero no se ejecutó ninguna ;

era tal la ceguedad general , que no pudieron despertar el celo de los príncipes y de los pueblos ni las exhor
taciones del papa ni los espantosos progresos de los turcos . Las crónicas de la época hablan de varios mila
gros por los cuales Dios manifestó su poderío en aquellos dias malhadados (2) , pero el mayor milagro de la
Providencia fué sin duda el que Italia ni Alemania no cayeran en poder de los otomanos cuando nadie se pre
sentaba para defenderlas .
Despues de la muerte de Pablo II , que no consiguió ver el éxito de ninguna de sus predicaciones y em
presas, su sucesor Sixto IV no se olvidó de la defensa de la cristiandad . Apenas se sentó en el trono pontifi
cio , envió algunos cardenales á diferentes estados de Europa á predicar la paz entre los cristianos y la guerra

contra los turcos . Los legados habian recibido la instruccion especial de activar la recaudacion de los diez

(1) María Barleti.


(2) Marsilio Ficino, De Religion christiana , lib.III.
LIBRO DECIMONONO . -1458-1590 . 533

mos para la cruzada , y estaban autorizados para lanzar la escomunion contra los que se opusieran á este im
puesto ó gastaran sus productos. Esta severidad , que ocasionó turbulencias en Inglaterra y sobre todo en
Alemania , tuvo buen éxito en otros paises , y proporcionó al soberano pontifice medios de preparar la guerra ;
pero ningun príncipe de occidente tomó la cruz , y la cristiandad continuaba espuesta á los mayores peligros ,
cuando la fortuna le envió del centro del Asia un socorro que no esperaba .
El rey de Persia , á quien Calisto III habia enviado un embajador y que se habia aiado á los cristianos ,

fué el único príncipe que cumplió su promesa de combatir á los otomanos, y en su respuesta , hizo los ma
á dar prin
yores elogios del papa , le animó en su resolucion de atacar á Mahomet II y le anunció que iba a
cipio á las hostilidades ( 1 ) . Cuando se recibió su carta en Roma , sus tropas avanzaban á través de la Ar
menia y varias ciudades otomanas habian caido ya en poder de los persas . Mahomet se vió obligado á aban
donar ó suspender sus proyectos de conquista del lado de Europa para marchar contra sus nuevos enemigos
con la mayor parte de las fuerzas de su imperio .

Hubiera podido aprovecharse esta poderosa diversion de los persas , pero los venecianos, el rey de Nápo
les y el papa fueron los únicos que se presentaron para hacer la guerra á los otomanos. El soberano pon
tifice habia mandado construir veinte y cuatro galeras con el producto de los diezmos recaudados para la
, cruzada ; esta escuadra , mandada por el cardenal Caraffa y reunida en el Tiber , despues de haber recibi
do la bendicion de Sixto IV ( 2) , fué á reunirse con las de Venecia y Nápoles , y recorrió las costas de Jonia
y de Pamfilia llenando de terror todas las ciudades maritimas de los otomanos . Los venecianos dirigieron
especialmente la escuadra cristiana hácia las ciudades cuya riqueza y comercio les hacian sombra ; pasaron
á sangre y fuego las ricas ciudades de Satalia y Esmirna cometiendo todos los escesos de que habian acusa
do á los turcos, y despues de esta espedicion de piratas la escuadra volvió á los puertos de Italia y el car

denal Caraffa entró en Roma en triunfo , seguido de veinte y cinco cautivos montados en arrogantes cor
celes y de doce camellos cargados con los despojos del enemigo ( 3) . Suspendiéronse en la puerta y en las
bóvedas del Vaticano las banderas ganadas á los musulmanes y la cadena del puerto de Satalia .
Mientras se celebraban en Roma estas débiles ventajas conseguidas contra los infieles , Mahomet descarga
ba golpes mucho mas terribles á sus enemigos , y cuando regresó á Constantinopla , habia destruido los ejér
citos del rey de Persia . El emperador turco tenia sobre las potencias que se armaban contra él la inmensa
ventaja de que estas jamás estaban entre sí de acuerdo ni para la defensa , ni para el ataque . No tardó en
renacer la discordia entre los principes cristianos y especialmente entre los estados de Italia ; el papa mis

mo olvidó el espíritu de paz y union que habia predicado olvidando tambien la guerra santa , y Venecia ,
que se habia quedado aislada en la lucha contra los otomanos , se vió obligada á pedir la paz á Mahomet .
Los otomanos se aprovecharon de la paz lo mismo que de la guerra para acrecentar su poder ; no queda
ba ya ningun resto del imperio griego ; Venecia habia perdido la mayor parte de sus posesiones en el Ar—
chipiélago y la Grecia ; Génova perdió por fin la rica colonia de Caffa en Crimea , y de todas las conquistas
de las cruzadas , los cristianos no conservaban mas que el reino de Chipre y la isla de Rodas .
Los reyes de Chipre habian implorado durante mas de un siglo el ausilio del occidente y combatido con
bastante éxito á los musulmanes, especialmente á los mamelucos de Egipto . Los guerreros que todos dias
llegaban de Europa le prestaban el apoyo de sus armas ; pocos años despues de la toma de Constantinopla
vemos á Jacobo Caur, que habia obtenido la restitucion de sus bienes , establecerse en la isla de Chipre y
consagrar su fortuna y su existencia en defensa de los cristianos de oriente .
Despues de haberse resistido el reino de Chipre con constancia de los musulmanes, se convirtió al fin en
teatro de sangrientas revoluciones . Abandonado en cierto modo de las potencias cristianas , precisadas á de
fenderse á sí propias contra los turcos , se habia puesto bajo la proteccion de los mamelucos de Egipto, y en
la época de turbulencia los descontentos se retiraban al Cairo y pedian la proteccion de una potencia que
tenia sumo interés en atizar la discordia . Hallándose próxima á estinguirse la familia de Lusiñan , una jóven
único vástago de tantos reyes , se habia casado primero con un príncipe portugués y despues con Luis con

(1) Manuscrito de Vauxelles, letra B. núm. 19 p. 179.


(2) Jacobo Volaterran, manuscrito de los archivos del Vaticano, núm. 40.
(3) Coriolano Cepio, lib . I; Bosio, Histor . hier. , parte 2, lib. IX, p . 9.
534 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

de de Sadoya ; pero el sultan del Cairo y Mahomet II no permitieron que ciñese la corona de Chipre un prío
cipe latino, é hicieron elegir á un hijo bastardo del último rey . Jacobo , cuyo nacimiento ilegítimo le alejaha
del trono y que habia agitado el reino con sus ambiciosas pretensiones , fué coronado rey de Chipre en la
ciudad del Cairo bajo los auspicios y en presencia de los mamelucos, y lo que debió aumentar el escándalo
de esta coronacion , fué que el nuevo rey prometiera ser fiel al sultan de Egipto y pagar cinco mil escudos
de oro para el sosten de todas las mezquitas de la Meca y de Jerusalen . Juró cumplir esta promesa ponien
do sus manos sobre el Evangelio, y para no omitir nada de lo que exigian los mamelucos , añadió : «Si lle
go á faltar á mi palabra seré un apóstata y falsario , negaré la existencia de Jesucristo y la virginidad de su
Madre, mataré un camello sobre las fuentes bautismales y inaldeciré el sacerdocio ( 1 ) . » Tales eran las pa
labras que el afan de reinar ponia en la boca de un principe que iba á gobernar un reino fundado por los

soldados de Jesucristo . Falleció poco tiempo despues de haber tomado pasesion de la autoridad suprema , y
su pueblo creyó que la justicia divina habia abreviado los dias de su reinado y de su existencia .
Catalina Cornavo, viuda de Jacobo é hija de una familia veneciana , era la heredera del reino de Chipre .
Como la república de Venecia no descuidaba ninguna ocasion de aumentar sus posesiones en oriente, hizo

venir á Italia á la nueva reina , y las instancias del senado y del dux consiguieron que hiciese donacion de
todos sus derechos á la isla de Chipre. De este modo Venecia vió bajo su ley un reino fundado por la fami
lia de Lusiñan , y lo defendió cerca de un siglo contra las armas de los otomanos y de los mamelucos .
La isla de Rodas llamaba aun mas la atencion del mundo cristiano . Esta isla , defendida por los caballeros
de San Juan , recordaba á los fieles la memoria de la Tierra Santa y les conservaba la esperanza de volver
á ver ondear algun dia sobre las murallas de Jerusalen la bandera de Jesucristo ; una juventud guerrera
acudia sin cesar de todas las comarcas de occidente y hacia revivir en cierto modo el ardimiento , el celo y
las hazañas de las primeras cruzadas ; y el órden de los hospitalarios , fiel á su antigua institucion , protegia
á los peregrinos que iban á Palestina y defendia los buques cristianos de los ataques de los turcos , de los ma
melucos y de los piratas . Mahomet II habia intimado , desde el principio de su reinado , al gran maestre Juan
de Lastic que le pagase un tributo como á soberano suyo , y este se contentó con responder : «No debemos
la soberanía de Rodas mas que á Dios y á nuestras espadas ; nuestro deber es ser enemigos y no tributarios
de los otomanos (2 ) .»
Mahomet despues de haber vencido á los persas , volvió á Constantinopla con nuevos proyectos de con
quista en Europa , con una nueva animosidad contra los cristianos, y todo su imperio se dispuso á cooperar
le en su ambicion y sus iras . Si los turcos no habian precipitado hasta entonces sus invasiones en occiden
te, era porque la diferencia de religion y de costumbres les privaba de toda comunicacion con las naciones
cristianas é ignoraban completamente el estado de la cristiandad , las fuerzas que podian oponer y hasta el
camino que debian seguir ; pero poco á poco empezaban á conocer las fronteras de Europa , estudiaban las
costas del mar, espiaban los momentos propicios, y parecidos al leon de la Escritura , daban vueltas incesan
temente en torno de su presa . Se aseguraban de los puestos avanzados y marchaban con precaucion hácia
los paises que querian conquistar como se acerca el ejército enemigo á la plaza que intenta sitiar ; en sus
repetidas escursiones , esparcian el terror entre los pueblos que iban á atacar, y por medio del saqueo y el
esterminio debilitaban los medios de resistencia de sus enemigos . Mahomet habia empezado su plan apo
derándose de Negreponto y de Scutari : para dominar en los mares del Archipiélago y en el de Sicilia y Ná
poles ; por otra parte, una gran parte de su ejército se habia dirigido hacia el Danubio para facilitarse los
caminos de Alemania , y otras tropas otomanas habian penetrado con el acero y la tea en la mano hasta el
Frioul para intimidar á la república de Venecia y reconocer las avenidas de Italia .
Cuando estuvo todo dispuesto para la ejecución de sus terribles designios , el jefe del imperio otomano re
solvió atacar la cristiandad por varios puntos á la vez ; un numeroso ejército se puso en marcha para in
vadir la Hungría y todas las comarcas cercanas al Danubio ; dos escuadras , conduciendo un gran número
de tropas, debian dirigirse , una contra los caballeros de Rodas , cuyo valor temia Mahomet, y otra contra las
costas de Nápoles , cuya conquista le abria el paso de Roma y de la Italia meridional . En tan eminente pe

(1) Gobelin, lib. VII ; Eneas Sylvius , Histor . Asie, cap . XCVII.
(2) Historia de Malta, por el abate Vertot, lib. VI.

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LIBRO DECIMONONO . -1458-4590. 535

ligro, los alemán y hasta una parte de los estados italianos cifraban su esperanza en los húngaros . El rey
de Hungria era csiderado entonces como el custodio de las fronteras de Europa , y para que siempre se
hallase en disposion de combatir á los turcos , recibia todos los años socorros pecuniarios de la república
de Venecia y delmperador de Alemania . El papa añadia á estos donativos una parte de los diezmos recau
dados para la criada , y los legados de la santa sede estaban encargados de distribuir indulgencias entre
los guerreros deungria y de exhortar incesantemente á aquella comarca à armarse contra los enemigos
de los cristianos "

Matías Corvin jo de Huníades, gobernaba entonces la Hungría ; recordaba á su padre por su valor y le
escedia en talent instruccion , y á pesar de vivir en medio de pueblos casi bárbaros, hablaba diferentes
idiomas. Aun no ha borrado de la memoria de los húngaros el nombre de este rey diplomático y legis
lador , ensalzan especialmente su equidad que se ha hecho proverbial , y se les oye repetir: «Al perder a nues
tro rey Matias Corin, perdimos la justicia . »
Toda la Hung corrió á las armas. al aproximarse el ejército musulman ; los cristianos encontraron á los
turcos en Transilania y les presentaron la batalla ; decidiéndose la victoria en favor del ejército húngaro que
en un solo comble destruyó al enemigo (4 ) . Las crónicas contemporáneas se complacen mas en pintar la
alegría de los veredores despues de su triunfo , que en describir tan terrible combate . El ejército victorioso
asistió en masa áun banquete preparado en el campo de batalla cubierto de cadáveres y humeantes aun de

la matanza ; los es y los soldados confundieron sus cantos de júbilo con los gritos de los heridos y los mo
ribundos, y en lambriaguez del festin y de la victoria formaron bárbaras danzas sobre los cadáveres mu
tilados de sus enemigos .
La guerra des turcos y los cristianos era cada dia mas cruel y solo ofrecia escenas de barbarie y de des 1

truccion ; las amenazas de Mahomet , la violacion del derecho de gentes y la fé de los juramentos por los
turcos tanto en empo de paz como de guerra ; millares de cristianos condenados á morir en los suplicios
por haber defenalo su religion y su patria , y veinte años de combates , peligros é infortunios , habian exás
perado el odio de los soldados de la cruz : la sed de la venganza los hizo ser feroces algunas veces con sus
enemigos , y olviaron con frecuencia que combatian por la causa del Evangelio .
En tanto que s turcos esperimentaban una sangrienta derrota en el Danubio , la escuadra de Mahomet
que avanzaba hcia la isla de Rodas , iba á encontrar á los caballeros de San Juan , enemigos tan intrépidos
y terribles comolos húngaros. El bajá que mandaba esta espedicion (2) , pertenecia á la familia imperial
¦
de los Paleógolos cuyas humildes súplicas habian
solicitado tantas veces los ausilios de la Europa cristiana ;
despues de la tona de Bizancio abrazó la religion musulmana y notrató mas que en secundar á Mahomet II
en su proyecto è esterminar la raza de los cristianos en oriente . 8
1
Varios historidores han relatado estensamente los sucesos del sitio de Rodas ; al aproximarse los turcos ,
el gran maestrede la órden de San Juan , el intrépido de Aubusson , imploró el ausilio de los príncipes cris
tianos , pero norecibió mas medios de defensa que cuatro buques napolitanos y genoveses , que no llegaron
hasta despues d levantado el sitio , y algunas sumas de dinero , producto por un jubileo mandado por el ра

pa á invitacion le Luis XI . Segun antiguas tradiciones , la defensa de Rodas se distinguió por prodigios que
recordaban la época de las primeras cruzadas ; los turcos vieron en los aires una Vírgen vestida de blanco Ꭹ
dos falanges de a milicia celeste acudiendo en ausilio de la ciudad sitiada ; los prisioneros otomanos atribu
yeron su derrot: á esta aparicion , y en una relacion dirigida al emperador Federico , Pedro de Aubusson no
omitió los milagros atestiguados por los infieles .
La tercera espedicion de Mahomet , y la mas importante para sus proyectos de conquista , debia dirigirse
contra el reino ce Nápoles . La escuadra otomana se paró delante de Otranto ; despues de algunos dias de si
tio, esta ciudad fué tomada por asalto , entregada al saqueo y sus habitantes perecieron ó quedaron cautivos.
El arzobispo de Otranto , segun cuenta un historiador , fué aserrado en dos pedazos con una sierra de madera ,
Y ochocientos ciudadanos padecieron el martirio antes que renunciar á la religion cristiana . Esta inesperada
invasion de los turcos llenó de terror toda la Italia , y Bonfim nos dice que el papa llegó a concebir la

(1) Bonfim, Dec. 4, lib. 5.


(2) Este bajá se llamaba Misetes.
536 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

idea de abandonar la ciudad de los apóstoles é ir allende los Alpes á buscar un asil en el reino de
Francia .

Es probable que si Mahomet II hubiera reunido todas sus fuerzas contra el reino de Naples, hubiese po-
dido llevar sus conquistas hasta Roma ; pero la pérdida de su ejército en Hungría y el maéxito de su em-
presa de Rodas, contuvieron ó suspendieron la ejecucion de sus proyectos . Recobrado Sixto de su terror, im-
ploró el ausilio de la cristiandad ; se dirigió á todos los príncipes eclesiásticos y seglares, y á lo cristianos de to-
das las condiciones , pidiéndoles por la misericordia y los padecimientos de Jesucristo , por eljucio final, en que
cada cual seria premiado ó castigado segun sus obras por las promesas del bautismo y por la oediencia debida
á la Iglesia , que conservasen entre sí, al menos durante tres años , la caridad , la paz y la conodia. Para apaci
guar los disturbios y las guerras que dividian el mundo cristiano, envió por todas partes legalo con instruccion
de obrar con moderacion y prudencia , de encaminar por las sendas de la persuacion los pubos y los reyes al
verdadero espíritu del Evangelio , y de parecerse en sus correrías piadosas á la paloma que volvió al arca con
el olivo pacífico ; y á fin de alentar á los príncipes con su ejemplo , el pontifice mandó patir hácia las costas
de Nápoles las galeras que habia destinado para socorrer á la isla de Rodas. Mandó al mimotiempo que se
hiciesen rogativas públicas, y para atraer las bendiciones del cielo sobre las armas de los cristianos y esci-
tar la piedad de los fieles, ordenó que se celebrase la octava de Todos los Santos en la Iglesiauniversal , empe-
zando en el año 1480 , que llamaba en su bula la octava del siglo.
Antes de la toma de Otranto la Italia se hallaba mas dividida que en ninguna otra époa ; el ardor de las
facciones y la animosidad que engendra la envidia habian estraviado de tal modo los ánimos , que muchos
estados y ciudadanos solo veian en la invasion de los turcos la ruina de un estado vecinó de un partido
rival. Se acusó entonces á Venecia de haber atraido las tropas otomanas al reino de Nápos , pero debemos
decir por otra parte que la presencia del peligro, y especialmente la relacion de las crueldaes ejercidas por
los vencedores de Otranto, despertaron en todos los corazones sentimientos generosos .
Sixto IV trató de aprovecharse de esta disposicion de los ánimos y convocar en Roma ua asamblea so-
lemne à la que asistieron los embajadores de los reyes y de los principales estados de la cristiandad. Se hi-
zo un tratado por el cual el rey de Francia se comprometia á enviar tropas contra los turcs , el papa á ar-
mar tres naves, el rey de Nápoles cuarenta, el rey de Hungría prometia cincuenta mil exudos de oro , el
duque de Milan treinta mil ducados , el duque de Ferrara cuatro buques , Sena otros tants, Luca uno, el
marqués de Mantua otro y Bolonia dos . En la misma asamblea se hicieron otros tratados ás que accedie-
ron la mayor parte de los estados de Europa , y se impuso una multa de mil marcos de pláa á los que fal-
tasen á su promesa ( 1 ) .
Esta disposicion penal, invocada como garantía de los tratados , demostraba que la maor parte de los
estados cristianos carecian de celo y sobre todo de constancia en sus empresas contra los nusulmanes, y

que no tardaria en olvidar cuanto habian prometido . Otros intereses, otros cuidados ocupabn á Inglaterra ,
á Francia y á Alemania ; los legados fueron recibidos con respeto , pero no lograron pone fin á la guer-
ra entre los ingleses y los escoceses ni ahogar los gérmenes de una division pronta continuamente á estallar
entre Luis XI y el emperador Maximiliano .
Es verdad que los otomanos encerrados en Otranto no tenian bastantes fuerzas para petetrar en Italia ,

pero podian recibir refuerzos todos los dias . Despues de haber organizado tres ejércitos , el emperador turco
reunia el cuarto en la Bitinia para dirigirlo, segun las circunstancias , contra los mameluos de Egipto ó
contra los cristianos de occidente . Aunque se esparció por Europa la noticia de estos prepantivos , los pue-
blos y los principes que no se creian amenazados volvieron á sus divisiones y contiendas , • habian dejado
ya la salvacion del mundo en manos de la Providencia cuando se supo la muerte de Mahonet II . Esta no-
ticia se esparció á un tiempo por todas partes y se celebró como una gran victoria , espedalmente en los
paises que temian los primeros ataques de los musulmanes. El papa mandó en Roma quese solemnizara
con fiestas y procesiones que duraron tres dias, durante los cuales la pacífica artillería del castillo de San-
tángelo no dejó de hacerse oir y anunciar la salvacion de Italia .
Los turcos abandonaron á Otranto , y la division que estalló entre los hijos de Mahome suspendió por

(1) Annal. eccles. , ad ann. 1481 .


LIBRO DECIMONONO . - 1480-1590 . 537

algun tiempo los proyectos ó amenazas de la política otomana . Habiendo sido proclamado sultan el primogé
nito de Mahomet con el nombre de Bayaceto II , su hermano Gem , llamado por nuestros historiadores Zezim
ó Zizim, que reinaba en el pais de Iconio ó la Camerania , trató de ser asociado al imperio y reunió un ejér
cito para apoyar sus pretensiones , pero vencido por Bayaceto y vendido por los suyos , se vió obligado á
huir y se refugió en la isla de Rodas. El gran maestre , Pedro de Aubusson , viendo el partido que podia sa

carse de semejante huesped , olvidó los deberes de la hospitalidad y no tuvo ningun escrúpulo en retener en
su poder un príncipe que se habia entregado á su fidelidad . Y temiendo que la cercanía de los turcos no
le permitiese custodiar mucho tiempo su prisionero , resolvió alejarle y le hizo partir á occidente bajo
diversos pretestos (1 ) .
Los caballeros de Rodas condujeron al príncipe musulman, acompañado de sus oficiales y servidores , pri
meramente á Niza , despues al Piamonte y últimamente al castillo de Rumilly, pero como la presencia de
Gem escitaba la curiosidad y compasion de los señores del pais , los caballeros de Rodas tomaron tantas
precauciones para ocultar su prisionero, que apenas puede la historia en el dia seguir sus huellas á través
de las montañas del Delfinado, de Auvernia y del Limosin y nombrar las fortalezas é indicar los castillos
donde estuvo encerrado ; únicamente se sabe que fué embarcado en el Isera y en el Ródano , que atravesó
una infinidad de ciudades , que habitó algunos meses un castillo construido sobre un peñasco y que per
maneció dos años en un fuerte situado en medio de un lago. En vano el rey de Hungría y el de Nápoles se
dirigieron al gran maestre de Rodas pidiéndole que enviase el príncipe Gem á Italia ó á las llanuras del Da
nubio ; cuanto mas insistian en que el hermano de Bayaceto saliese del poder de los caballeros , mas aumen
taban estos su vigilancia . El gran maestre habia mando construir en Bourganeuf, condado de la Marche ,
una torre que debia habitar el príncipe musulman ; condujerónle á esta nueva cárcel , donde perdió la espe
ranza de recobrar la libertad , y se resignó sin quejarse á su suerte , amenizando las penas de su destierro y
su prision con la poesía que cultivaba con éxito .
Los caballeros de Rodas habian llegado á ocultar el príncipe Gem de todas las miradas, pero su cautive
rio continuaba produciendo vivisima sensacion . Algunas tradiciones populares y antiguas baladas , que
ban llegado hasta nuestros dias , muestran especialmente el interés que inspiraba á las damas de Francia el
ilustre cautivo . Dos oficiales de Gem huyeron á la corte del duquede Borbon que residia entonces en Moulins ,
y si hemos de dar crédito á la crónica turca de donde hemos sacado estas noticias, el duque aprobó el pro
yecto que habian formado estos fieles servidores de libertar á su señor , y les dió veinte y cuatro mil piezas
de oro para la ejecucion de la empresa ( 2) .
Hablábase con frecuencia del príncipe musulman en la corte de Francia , donde se recordaba la inmensa
herencia que habia disputado al sultan Bayaceto y que encerraba dos imperios y once reinos ; el rey mani
festaba vivos deseos de ver al príncipe Gem , pero los ministros, dice la crónica turca , ganados por el gran
maestre de Rodas, le decian que el príncipe infiel se resistiria á presentarse ante un monarca cristiano, y
que por nada en el mundo se decidiria á abandonar los caballeros que lo habian conducido á occidente . Cuando
Gem por su parte pedia que le dejasen ver al monarca poderoso de los francos , le respondian que el rey de
Francia no queria ver ningun musulman ni en su corte ni en su capital .
No obstante , el nombre de Gem no habia caido en el olvido para los soldados musulmanes y la inquietud
de Bayaceto indicaba con claridad que su hermano no habia salido aun de este mundo . Temeroso de que
le opusieran un rival temible , escribió al gran maestre de Rodas declarándole que habia hecho suspender
los preparativos de guerra contra los cristianos, y en agradecimiento al servicio que le habian prestado los
caballeros , les envió regalos , entre los cuales se distinguia un brazo de San Juan Bautista , hallado en la basí
lica de Constantinopla. Sus embajadores se presentaron al rey de Nápoles y al de Francia ofreciéndoles
todas las reliquias que se encontrasen en las ciudades conquistadas á los cristianos , anunciando además que
su soberano tenia el designio de conquistar el Egipto y que les cederia con gusto el reino de Jerusalen si
retenian á Gem en occidente . El sultan del Cairo envió al mismo tiempo al papa uno de los padres latinos
del Santo Sepulcro, pidiendo que le entregasen el hermano del emperador otomano á quien queria poner al

(1) Memorias del príncipe Gem (Biblioteca de las Cruzadas).


(2) Biblioteca de las Cruzadas t. VI.
(62 y 63) 68
538 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

frente de su ejército en una guerra contra los turcos , y ofrecia al soberano pontifice cien mil ducados de
oro, la posesion de la ciudad santa y hasta la de Constantinopla si de ella llegaba a apoderarse . Conociendo
Inocencio VIII por tan elevadas promesas la importancia que se daba á la persona de Gem, pidió al rey de
Francia que el príncipe musulman fuese enviado á Roma y confiado á su custodia .
Aconsejaban á Carlos VIII que aceptase las brillantes ofertas de Bayaceto, pero prefirió , dice su historia
dor, mostrarse verdadero hijo de la Iglesia y no quiso trocar por la avaricia la liberalidad y la lealtad. Salió
Gem de su cárcel y fué conducido á Roma ; el papa le recibió con los mayores honores y le dió una audien
cia solemne en presencia de los enviados de la cristiandad . Cuenta la crónica turca que el soberano pontí
fice prodigó al desgraciado Gem los testimonios de una síncera amistad , y que en una entrevista particular
el príncipe musulman y el padre de los cristianos lloraron juntos sobre las vicisitudes de la fortuna . Inocen
cio VIII tenia intencion de inducir á Gem á partir á Hungría , y los legados predicaron la guerra santa en
todos los pueblos del Rhin, del Danubio y del Vistula . El emperador Federico III habia propuesto, en una
dieta convocada en Nuremberg, una espedicion contra los turcos, anunciando á los soldados de la cruz que
el hermano de Bayaceto precedería al ejército cristiano en el territorio otomano . El papa instó repetidas ve
ves á Gem , pero este príncipe habia aprendido á despreciar las vanidades del mundo en las miserias de su
destierro, ningun valor tenian á sus ojos los cetros , las coronas y aun la victoria , y solo manifestaba senti
mientos de paz de los que no podia sacarse ningun partido . El pontifice perdia ya la esperanza de intere-
sarle por las empresas de los cristianos , cuando llegó á Roma el emir Mustafá-aga , enviado por Bayaceto . El
emperador otomano solicitaba la amistad del poderoso apóstol de la creencia de Issa y le suplicaba que tu
viese mucho cuidado en impedir á su hermano se aproximase á las fronteras musulmanas . Ignóranse las
condiciones del tratado que se concluyó entonces entre el papa y el sultan , pero se cree que Inocencio VIII
logró ventajas proporcionadas á la importancia del servicio exigido y que el altivo Bayaceto consintió en ser
tributario del jefe de la Iglesia cristiana .
La larga permanencia de Gem en el reino de Francia , la embajada y las promesas de Bayaceto habian
inclinado hácia oriente las ideas de la corte y del pueblo . Cuanto mayores eran las alarmas que manifes
taba el jefe del imperio otomano, mas crecia la persuacion de que habia llegado el momento de derrrocar
su poderio ; no se hablaba en la corte de Carlos VIII mas que de la conquista de Grecia y de la libertad
de la Tierra Santa , siendo el hermano del emperador turco el que debia abrir á los cristianos las puertas
de Bizancio y de Jerusalen . El duque de Milan y varios estados secundarios de Italia , ocupados sin cesar
en agitar la Italia y llamar á su pais las armas estranjeras para aumentar ó conservar su dominacion , per
suadieron en la misma época al rey Carlos á que hiciese valer los derechos de la casa de Anjou al reino de Ná
poles ; y sus instancias y promesas despertaron la ambicion del jóven monarca que resolvió conquistar la
Pulla y la Sicilia y publicó el designio de estender sus conquistas hasta los reinos de oriente.
La pasión á las armas , el espíritu á la caballería y los restos del antiguo ardor de las cruzadas que que
dadan aun en los corazones , secundaron en un principio la empresa del monarca francés , y se celebraron
en todo el reino rogativas públicas y procesiones por el triunfo de una espedicion contra los infieles ( 1) .
Cuando Carlos VIII pasó los Alpes con su ejército , todos los pueblos de Italia le recibieron con demostra
ciones de alegría , y al mismo tiempo que acogian los caballeros franceses como campeones del honor de las da
mas , daban á Carlos el título de enviado de Dios , libertador de la Iglesia romana y de defensor de la fé. Todos
los actos del rey tendian á hacer creer que su espedicion no tenia otro objeto que el bien y la gloria de la cris
tiandad , y escribió á los obispos de Francia pidiéndoles los diezmos de la cruzada .
En tanto que á un lado y á otro de los Alpes los pueblos se entregaban á la alegría , reinaba el terror en
Nápoles . Alfonso se dirigia á todos sus aliados , imploraba especialmente el ausilio de la santa sede, y por
un singular contraste , en tanto que cifraba su principal esperanza en la corte de Roma , enviaba embaja
dores á Constantinopla para enterar á Bayaceto de los proyectos de Carlos VIII sobre Grecia y para instar
al emperador musulman á que le ayudase á defender su reino contra la invasion de los franceses. El suce
sor de Inocencio, Alejandro VI , cuya política le unia á la causa de los príncipes de Aragon , veia con la ma

(1) Memorias de Felipe de Comines y Memorias de Villeneuve, en la nueva coleccion de Memorias para servir á la Historia de
Francia.
LIBRO DECIMONONO . - 1480-1590. 539

yor inquietud la marcha triunfante del rey de Francia que avanzaba hácia Roma sin encontrar obstáculos ;
en vano llamó en su ausilio á los estados de Italia y á los musulmanes soberanos de Grecia , y en vano se
valió de su poder espiritual ; pronto se vió obligado á someterse y abrir las puertas de su capital á un
príncipe que miraba como enemigo y á quien habia amenazado con la cólera del cielo y con la de Ba
yaceto (1 ).
De modo que la guerra que el rey de Francia habia jurado hacer á los infieles empezaba por una vic
toria ganada al papa . Luego que Carlos VIII entró en Roma , pidió que le entregasen el príncipe Gem, y
Alejandro VI , á quien el cautiverio del príncipe musulman valia un tributo anual de la Puerta Otomana,
se encerró con él en el castillo de Santángelo, y solo despues de veinte dias de sitio consintió en acceder
á la peticion del rey de Francia . El infortunado Gem , que ignoraba la política de que era juguete y de
que pronto iba á ser víctima , se alegró de verse protegido por el rey mas poderoso de occidente . Carlos com
padeció sus desgracias, y los guerreros franceses se preparaban á seguirle á las ricas comarcas de oriente.
Aunque la presencia de Gem parecia la señal de las conquistas que iban á emprenderse , Carlos no omitió
otros medios , el mas estraño de los cuales fué indudablemente el comprar á precio de oro el imperio de Cons
tantinopla . Se encontró en el siglo pasado en la cancillería de Roma una acta por la cual Andrés Paleólogo ,
déspota de Acaya y sobrino del último emperador griego , cedia al rey de Francia todos sus derechos al im
perio de oriente por la cantidad de cuatro mil trescientos ducados de oro. Una acta por la cual se compraba
ante notario público un imperio que habia de conquistarse, nos demuestra por una parte cuál era la política
que dirigia esta cruzada , y cuál era por otra parte el valor que los mismos griegos daban entonces á la heren
cia de Constantino.
En tanto que Carlos VIII prolongaba su permanencia en Roma y se preparaba á reinar en Grecia , el rey.

de Nápoles, Alfonso II , abandonado á sus propias fuerzas , víctima del terror y de los remordimientos, y per
seguido por las quejas de los napolitanos , bajó del trono y corrió á ocultarse en un monasterio de Sicilia . Su su
cesor é hijo Fernando, á pesar de haber arrojado á los turcos de la ciudad de Otranto y de haber sido procla
mado el libertador de Italia , no pudo reanimar el valor del ejército ni la fidelidad de los pueblos . Luego que
empezó á anunciarse la invasion de los franceses, el yugo de la casa de Aragon parecia cada dia mas insopor
table, y cuando Carlos salió del estado romano , en vez de encontrar ejércitos enemigos , solo vió en el camino
comisionados de los pueblos que iban á ofrecerle la corona de Nápoles . La capital le recibió poco tiempo des
pues en triunfo y se le sometió todo el reino.
La fama llevó hasta Grecia la noticia de las milagrosas conquistas de Carlos Vill1 ; los turcos del Epiro
creian en su terror ver llegar á cada instante los franceses , y Nicolás Viguier añade que Bayaceto tuvo « tak
espanto , que mandó venir todas sus escuadras al estrecho de San Jorge para salvarse en Asia . >»
La presencia de Gem en el ejército cristiano era lo que mas alarmaba á los otomanos ; pero la fortuna ha
bia agotado todos sus prodigios en favor de la causa de los franceses . El príncipe musulman , que el rey de

Francia miraba como instrumento de sus futuras victorias , solo iba á servirle para demostrarle la instabili–
dad y fin de las cosas terrenas ; este príncipe cayó enfermo en Terracina y murió al llegar á la capital de la
Pulla ; despues de haber vaciado la copa del martirio , dice la crónica oriental , fué à saciarse en el rio de la
vida eterna (2) . Se imputó esta muerte al papa Alejandro VI , á quien el emperador otomano habia prometi
do trescientos mil ducados de oro , si ayudaba á su hermano á salir de las miserias de esta vida . Creemos , em
pero, que el papa se contentó con permitir que se ejecutase la sentencia de Bayaceto, pues es fácil recordar
que el sultan habia enviado embajadores á Roma , y que no permanecerian ociosos en esta ocasion .
Las conquistas de Carlos VIII , que tanta alarma causaban á los turcos , empezaban á escitar vivas inquietu
des á algunos estados cristianos , y se formó contra los franceses una liga en que entraron el papa , el empe

rador Maximiliano , el rey de España y los principales estados de Italia . A ejemplo de Carlos VIII , se anunció
esta liga con objeto de hacer la guerra á los turcos , pero no permaneció mucho tiempo oculto su verdadero
designio, pues las potencias ligadas solicitaron la adhesion y el ausilio de Bayaceto, no temiendo la política en
esta ocasion sacrificar víctimas cristianas para cimentar una alianza con los discípulos del Coran . Los griegos

(1) Raynaldi , ad . ann. 1494.


2) Relacion turca de las aventuras de Gem .
540 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

del Epiro y del Peloponeso trataron de aprovecharse de la empresa de Carlos VIII para sacudir el yugo de los
musulmanes ; los venecianos apresaron un buque mandado por el arzobispo de Durazzo , enviado á Epiro por
el rey de Francia , y en el cual se encontraron espadas, escudos y venablos ( 4 ) . El senado encarceló á los dipu
tados del Peloponeso y entregó toda su correspondencia á los enviados del sultan , pereciendo cincuenta mil
habitantes de Grecia víctimas de esta política ávida que de tal modo vendia la libertad y la sangre de los cris
tianos .

Por otra parte , la inconstancia de los pueblos , favorable en un principio á las armas del rey de Francia , y
el descontento que inspira siempre la presencia de un ejército victorioso , trocaron repentinamente el estado
de las cosas en el reino de Nápoles . Los franceses, que habian sido recibidos con tanto entusiasmo , se hicie
ron odiosos, y todas las esperanzas se fijaron otra vez en la familia de Aragon . Carlos , en vez de dirigir sus
miradas hácia Grecia , las volvió hácia Francia . y mientras se coronaba emperador de Bizancio y rey de Si
cilia, no pensaba mas que en abandonar sus conquistas . Estraño contraste era el del espectáculo que se pre
sentaba á la voz de los preparativos de una retirada y de una ceremonia triunfal ; en tanto que el clero, la
nobleza y todas las corporaciones del estado iban á felicitar al príncipe vencedor , el pueblo invocaba contra

él la proteccion del cielo , y el ejército francés esperaba en silencio la órden y señal de la partida . Carlos VIII
partió acompañado de la flor de sus caballeros al dia siguiente de su coronacion , çomo si solamente hubiera
ido á Nápoles por esta vana ceremonia , y volvió á emprender tristemente el camino de su reino . A su llegada
á Italia, no habia oido en su marcha mas que bendiciones é himnos de triunfo, y á su vuelta solo oyó las
maldiciones de los pueblos y las amenazas de sus enemigos ; habia atravesado primero la Italia sin combatir ,
pero se vió obligado despues á aceptar una batalla , y consideró como una victoria la libertad de dejarle con
ducir los restos de su ejército al otro lado de los Alpes.
Así terminó esta empresa de Carlos VIII que se trató de presentar en un principio como una guerra santa,

y cuyas consecuencias fueron tan funestas para Francia é Italia . Es evidente que las opiniones religiosas y los
sentimientos de la caballería solo fueron en estaocasion ausiliares de una ambicion imprudente y desgracia
da , y además, la espedicion no se decidió por consejo de los pontifices ni aun por el de los reyes . En medio de
las fiestas que Carlos VIII dió en Lion, los jóvenes cortesanos concibieron de pronto el proyecto , deseosos de

ver cosas nuevas y de llevar á cabo empresas que les diesen fama, y el rey que carecia tambien de esperien
cia , se dejó arrastrar fácilmente, siendo el espíritu aventurero que engendrara la guerra , el mismo que di
rigió toda la empresa y acarreó los desastres .

La politica , ó mas bien la traicion de Venecia , no la p: eservó de la cólera de Bayaceto que le declaró la
guerra . Los venecianos perdieron entonces á Metona , Coron y otras ciudades en la costa de Grecia , y el ausilio
de una escuadra enviada por Francia y por la isla de Rodas no logró hacerlos triunfar de los turcos que te
nian en el mar doscientos setenta buques . En vano trató Alejandro VI de restablecer la concordia ; la descon
fianza que inspiraba su ambicion personal debilitaba la autoridad de sus consejos ; los alemanes se negaron
á recibir sus legados , y el clero francés y el húngaro se hicieron sordos á sus exhortaciones y se negaron á pa
gar los diezmos de la cruzada . Existe un hecho que demuestra la decadencia del poder pontificio , al menos
para las cruzadas , y es que una simple decision de la facultad de París fué entonces bastante para derrocar
todo el aparato de las amenazas y rayos de Roma . Preciso es añadir en elogio del pontifice que la resistencia.
de los principes y obispos no escitó nunca su cólera ni desanimó su celo.
Logró por fin formar una liga entre Francia , España , Venecia y Rodas , la cual se comprometia á dar al
mar una numerosa escuadra , á la cual debia reunir el papa sus buques ; Alejandro VI exhortaba al mismo
tiempo á los húngaros á tomar las armas, prometiendo ponerse él mismo al frente de los cruzados , y en una
dieta que se celebró en Metz , el emperador Maximiliano tomó la cruz á instancias del papa , y prestó jura
mento de conducir un ejército contra los infieles .
Los soldados de Bayaceto continuaban en tanto devastando la Polonia y la Hungría , penetraban en la Ili
ria , y avanzaban hácia las fronteras de Italia y Alemania . Todos los esfuerzos del papa fueron inútiles, y
Alejandro VI murió sin haber podido dirigir una escuadra ni un ejército contra el imperio otomano.
Hemos demostrado cómo y por qué causas se habia debilitado el espíritu de las cruzadas ; á fines del siglo

(1) Felipe de Comines.


LIBRO DECIMONONO. -4480-1590. 541

décimoquinto y en los primeros años del décimosesto , dos grandes acontecimientos acabaron de desviar la
atencion de occidente ; los españoles descubrieron la América , y los portugueses doblaron el cabo de Buena
Esperanza . No hay duda que los progresos de la navegacion durante las guerras santas contribuyeron á los
descubrimientos de Vasco de Gama y de Cristóbal Colon, pero luego que las naciones de Europa vieron un
mundo nuevo ante sus ojos , ocuparon en descubrirlo y conquistarlo el espíritu emprendedor y aventurero
que por tanto tiempo habia conservado el ardor de las espediciones contra los infieles . La direccion de los áni
mos, las miras de la política y las especulaciones del comercio se cambiaron completamente , y vióse enton
les en su decadencia la grandiosa revolucion de las cruzadas, enlazándose en cierto modo con la nueva revo
cucion que nacia del descubrimiento y de la conquista del nuevo mundo . La primera de estas revoluciones
habia enriquecido algunos pueblos marítimos , y la segunda iba á arruinarlos y á engrandecer á otros .
Dueños los venecianos de las antiguas vias del comercio de la India , fueron los primeros en apercibirse de
los cambios que se efectuaban y que debian serles funestos , y enviaron secretamente embajadores al sultan
de Egipto, interesado como ellos en combatir la influencia de los portugueses , para inducirle á hacer alianza
con el rey de Calicut y algunas otras potencias indias para atacar las escuadras y tropas de Portugal . La
república se encargó de enviar á Egipto y á las costas de Arabia obreros para fundir cañones y carpinteros
para construir buques de guerra . El monarca egipcio , que tenia los mismos intereses que Venecia , adoptó
sin vacilar el plan que se le proponia ; para contener los progresos de los portugueses en la India , trató pri
mero de inspirarles temores sobre los santos lugares , que habian sido tanto tiempo, y eran aun, un objeto
venerado para todos los fieles de occidente, y amenazó con arruinar desde sus cimientos la iglesia del Santo
Sepulcro , lanzar al viento las cenizas y los huesos de los mártires, y obligar á todos los cristianos de sus esta-
dos á renegar de la fé de Jesucristo .
Un habitante de Jerusalen pasó á Roma á manifestar la alarma de los cristianos de Palestina y de los custo
dios del santo sepulcro . El papa se apresuró en medio de su terror á enviarlo al rey de Portugal para que le
suplicase que hiciese á Dios y á la cristiandad el sacrificio de sus nuevas conquistas , y el monarca portugués
acogió al enviado del papa y de los cristianos de oriente , le entregó sumas considerables para el sosten de
los santos lugares, y respondió al soberano pontífice que no temia que se realizasen las amenazas del sultan ,
y que confiaba por el contrario en incendiar á Meca y á Medina , y someter á la fé del Evangelio las vastas
regiones del Asia , si se decidian á unírsele los príncipes de la cristiandad .
El sultan de Egipto , que recibia los tributos de todos los peregrinos , no destruyó las iglesias de Jerusalen ,
pero intentó una espedicion contra los portugueses, de acuerdo con el rey de Cambaya y de Calicut . Armó en
Suez una escuadra compuesta de seis galeras , un galeon y cuatro buques de carga , en la cual se embarcaron
ochocientos mamelucos ; la escuadra egipcia bajó por el mar Rojo , costeó la Arabia , dobló el cabo de Persia y
fué á anclar en el puerto de Diu , uno de los puntos mas importantes para el comercio de la India ; pero á pe
sar de sus primeros triunfos , no obtuvo esta espedicion el resultado que de ella esperaban el sultan del Cairo
y la república de Venecia ( 1 ) . Esparcióse entonces por Europa el rumor de que los portugueses habian indu
cido al rey de Etiopia á desviar el curso del Nilo . No nos detendremos en demostrar la inverosimilitud de este
rumor popular, renovado varias veces en la edad media , pero no era mucho mas razonable el proyecto de
cerrar por medio de la fuerza y la violencia las vias abiertas al comercio por el cabo de Buena Esperanza . En
vez de valerse de las armas, los sultanes de los mamelucos hubieran cocperado mejor á los intentos de Ve
necia y á los intereses de su poder , multiplicando los canales en sus provincias , y abriendo un paso cómodo ,
pronto y seguro á las mercancías de la India . ¿ Quién sabe si nuevas revoluciones cambiarán lo que hicieron
las pasadas, si la Siria por el Eufrates y el Egipto por Suez abrirán vias al comercio de la India y la navega
cion del Mediterráneo recobrará las ventajas que ha perdido ?
En tanto que la república de Venecia veia con terror las causas de su decadencia futura , inspiraba aun
envidia por el brillo de sus riquezas y de su magnificencia . Alzábanse repetidas quejas contra los venecia
nos , á quienes acusaban generalmente de sacrificarlo todo al interés de su comercio y de hacer traicion ó
apoyar la causa de los cristianos , si la fidelidad ó la traicion les convenia . En una dieta que convocó Maximi

(1) Memorias geográficas históricas sobre Egipto, por Mr. Quatremere, t. II, p. 27 .
542 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

liano en Augsburgo , el embajador de Luis XII , Helian ( 1 ) , pronunció un discurso vehemente contra la na
cion veneciana, culpándola de haber entorpecido con sus hostilidades é intrigas una liga formada contra los
turcos entre el papa , el emperador de Alemania , el rey de Francia y el de Aragon , y de haber rehusado su
ausilio á Constantinopla , sitiada por Mahomet II . « Su escuadra se hallaba en el Helesponto durante el sitio , y
podian oir los gemidos de un pueblo cristiano que sucumbia bajo el acero de los bárbaros , sin que se moviese
á compasion. Permanecieron inmóviles , y cuando fué tomada la ciudad , compraron los despojos de los ven
cidos, y vendieron á los musulmanes los desdichados habitantes de Grecia refugiados bajo sus banderas . Mas
adelante, cuando los musulmanes sitiaron á Otranto, no solamente las ciudades y los príncipes , sino hasta
las órdenes mendicantes enviaron socorros á los sitiados , pero los venecianos , cuya escuadra se hallaba en
tonces anclada delante de Corfú , vieron con indiferencia , y tal vez con júbilo, los peligros y las desgracias de
una ciudad cristiana . Nó , Dios no podia perdonar á una nacion que habia vendido la causa de la cristiandad
con su avaricia , su envidia y su ambicion , y que parecia estar de acuerdo con los turcos para reinar con
ellos en oriente y en occidente.» Al terminar Helian su discurso , invitó á los estados y á los príncipes á aunar
sus esfuerzos para ejecutar los decretos de la justicia divina, y consumar la ruina de la república de Venecia .
Este discurso , en que se invocaba el nombre del cristianismo y solo respiraba venganza y odio , produjo vi
va impresion en la asamblea . Las pasiones que se encendieron en la dieta de Augsburgo y que no permitian
pensar en la guerra contra los turcos , solo demostraron el estado de agitacion y de discordia en que se ha
llaba entonces la cristiandad . No mencionaremos la liga formada en un principio contra Venecia , ni la for
mada despues contra Luis XII , ni los acontecimientos que llenaron de disturbios la Italia y llegaron hasta el
seno de la Iglesia , amenazada de un cisma .
En el concilio de Letran , convocado por el sucesor de Alejandro VI y de Pio III , se lamentaron los desór
denes de la cristiandad sin ponerles remedio ( 2) , y se volvió á hablar de la guerra contra los turcos , sin tra
tar de los medios de llevarla á cabo . El papa Julio II , á quien Voltaire nos pinta como un mal sacerdote y un
gran príncipe , habia empezado á intervenir de un modo activo en las contiendas entre los príncipes cristia
nos , mas desde el momento que hacia la guerra en su nombre , no podia ya representar el honroso papel de
conciliador, ni merecia la consideracion anexa al título de padre de los fieles . Por esta razon no logró resta
blecer la paz que él mismo habia turbado, y se veia en la imposibilidad de dirigir una empresa contra los
enemigos de la fé .

Por otra parte, las predicaciones de la cruzada , con tanta frecuencia repetidas, no causaban la menor im
presion , y se habian anunciado tantas veces á los pueblos desgracias que no se habian realizado, que ya no
escitaban inquietud ni alarma . Desde la muerte de Mahomet II , parecia que los turcos habian renunciado á
conquistar la Europa , Bayaceto habia empezado á atacar sin éxito á los mamelucos de Egipto, adormeciéndose
en seguida en la molicie y los deleites del serrallo, lo cual habia dado á los cristianos algunos años de reposo
y de seguridad ; pero como este príncipe indolente y afeminado no cumplia la primera condicion del despotismo.
otomano, que era la guerra , se granjeó el encono del ejército, y sus pacíficos afanes le hicieron caer del trono.
Sucedióle Selim , quien mas ambicioso y cruel que Mahomet , acusado de haber envenenado á su padre y
manchado con la sangre de su familia , apenas consiguió el imperio prometió á los genizaros la conquista del
mundo , y amenazó á un tiempo á Italia y á Alemania , á Persia y á Egipto .
Leon X se ocupó en predicar una cruzada contra el temible emperador de los otomanos en la duodécima y
última sesion del quinto concilio de Letran, y leyó delante de los padres del concilio una carta del emperador
Maximiliano ( 3) , quien manifestaba su dolor de ver á la cristiandad continuamente en pugna con las invasio
nes de una nacion bárbara .

Al mismo tiempo, el emperador de Alemania escribió á su consejero en la dieta de Nuremberg, manifes


tándole su constante deseo de restablecer el imperio de Constantino y de libertar á Grecia de la dominacion
de los tártaros . « Hubiéramos empleado gustoso , le decia , en esta empresa nuestro poder y nuestra persona ,
si nos hubiesen ayudado los demás jefes de la cristiandad .» Al leer las cartas de Maximiliano , llegamos á

(1) Biblioteca de las Cruzadas , coleccion de Strave, t . IE


(2) Raynaldi , ad ann . 1513, núm. 21 .
(3, Raynaldi , ad ann. 1517. núm. 19 .
LIBRO DECIMONONO. -1480-1590. 543

creer que este príncipe se compadecia mas que los otros de las desgracias de los griegos y de los peligros de
la cristiandad , pero la lijereza é inconstancia de su carácter no le permitieron llevar adelante con ardor una
empresa á la cual daba tanta importancia , y pasó toda su vida en formar proyectos contra los turcos, en
hacer la guerra á las potencias cristianas, y en su vejez se consoló con la idea de que perteneceria tal vez
algun dia á un príncipe de su familia la gloria de salvar la Europa .
En tanto que los príncipes cristianos se exhortaban recíprocamente á tomar las armas, sin que ninguno re
nunciara á los intereses de su ambicion ni diese el ejemplo de un generoso sacrificio , Selim , despues de ha
ber vencido al rey de Persia , atacaba el ejército de los musulmanes , destronaba al sultan del Cairo y reunia á
sus vastos estados todos los paises que habian habitado y poseido los franceses en Asia . Jerusalen vió ondear
entonces sobre sus murallas el pendon de la media -luna , y el hijo de Bayaceto , á ejemplo de Omar , profanó
con su presencia la iglesia del Santo Sepulcro. La Palestina cambiaba de dominacion , pero no la suerte de
los cristianos , y como la Europa temia á los turcos , que la amenazaban sin cesar, mas que á los mamelucos ,
á quienes habia dejado de hacer la guerra , cuando se recibió en occidente la noticia de la conquista de Se
lim, se esparció por todas partes la consternacion y el dolor . Parecíale á la cristiandad que la ciudad santa
chia por vez primera bajo el yugo de los infieles , y los sentimientos de luto y espanto que esperimentaron en

tonces los cristianos , despertaron en los ánimos la idea de libertar el sepulcro de Jesucristo ( 1) .
Debe añadirse que las últimas victorias de Selim acababan de derrocar en oriente todas las potencias riva
les de los turcos, y que al acrecentarse de un modo tan espantoso las fuerzas otomanas, no le dejaban otros
enemigos que combatir, mas que los pueblos de occidente .
Leon X se ocupó seriamente de los peligros que amenazaban la cristiandad , y resolvió armar las principa
les potencias de Europa contra los turcos ; el soberano pontífice anunció su proyecto al colegio de los carde
nales, y fueron enviados á Inglaterra , España y Alemania los prelados mas distinguidos por su saber y ha
bilidad , con la mision de apaciguar todas las contiendas que dividian los pueblos , y formar una liga contra
los enemigos de la república cristiana . Leon X se declaró primer jefe de esta liga santa , publicó una tre
gua de cinco años entre todos los estados de Europa y amenazó con la escomunion á todos los que turbaran
la paz .

En tanto que el papa fijaba de este modo su atencion en los preparativos de una cruzada , los poetas y los
oradores , cuyos trabajos alentaba , le representaban ya como el libertador del mundo cristiano . El célebre
Vida cantó en una oda sáfica , dirigida á Leon X, las futuras conquistas del pontifice ; el poeta creia ya ver la
Italia y la Europa alzarse armadas , inundando los profundos mares de naves cristianas ; oia ya el choque del
belicoso acero y el rumor de los clarines anunciando el combate, y arrebatado por el ejemplo de los guerre
ros y buscando otra gloria superior á la de las Musas , juraba arrostrar los abrasadores desiertos del Africa ,
sacar con su casco el agua del Xanto ó del Indo y hacer caer bajo su acero los reyes bárbaros de oriente.
Vida no habla en su oda sobre la cruzada , que tiene diez y seis estrofas , de Jesucristo ni de Jerusalen , sino
de los juegos sangrientos de Belona y de los laureles de Apolo y de Marte ; sus versos parecen mas una imi
tacion de Horacio que una inspiracion del Evangelio, y las alabanzas que dirige al jefe de la Iglesia cristiana
se asemejan enteramente por la entonacion y la forma , á las que dirigia á Augusto el cantor de Tibur .
Mientras Vida felicitaba en versos profanos á Leon X la gloria que iba á rodear su nombre , otro literato no
menos célebre dirigia al pontífice los mismos elogios en una epistola en prosa impresa al frente de las Oracio
nes de Ciceron . Novageri se complacia en celebrar de antemano los dias de gloria que la cruzada prometia al
mundo cristiano y al padre de los fieles : «Veremos , decia á Leon X, veremos lucir el hermoso dia , en que
vencedor de las naciones infieles , volverás cubierto con los laureles del triunfo ; el dia memorable en que to
da Italia y la tierra toda te saludará como un dios libertador , en que innumerables ciudadanos de todas cla
ses saldrán de las aldeas y las ciudades, y se arrojarán á tus plantas, dándote gracias por haber salvado sus
hogares , su libertad y su existencia . »
Italia estaba entonces llena de griegos refugiados , entre los cuales se encontraban sabios ilustres , que ejer
cian grande influencia y no cesaban de representar á los turcos como un pueblo bárbaro y feroz ; la lengua
griega se enseñaba con éxito en las escuelas mas célebres , y la nueva direccion de los estudios y la admiracion

(1) Sabellio, contin. Bizarɔ, lib. X y Bossio , p . 2, lib. XVIII.


HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
514
que inspiraban entonces las obras maestras de Grecia , aumentaban el odio de los pueblos contra los feroces
dominadores de Bizancio, de Atenas y de Jerusalen . De modo que todos los discípulos de Homero y de Platon
se asociaban con sus deseos y discursos en pro de la empresa del soberano pontifice. Habrá podido notarse que
el inodo de predicar las cruzadas y los motivos alegados para escitar el ardor de los cristianos , se diferencia
ban segun las circunstancias , y revelaban casi siempre las ideas dominantes de cada época . En el siglo de que
hablamos, todo debia llevar impreso el sello y el carácter de la hermosa época de Leon X, y si las cruzadas
habian contribuido al renacimiento de las letras, era justo que estas hiciesen algo á su vez en una guerra
contra los enemigos de la civilizacion y las luces.
Los enviados de la corte de Roma recibieron una distinguida acogida en todos los estados de Europa , y no
omitieron las exhortaciones evangélicas , las seducciones , las promesas, ni ninguno de los resortes de la po
litica profana para inducir á los príncipes cristianos á secundar la cruzada publicada por el papa . El sacro
colegio se congratuló del éxito de su mision ; el papa , para dar gracias al cielo , ordenó que durante tres dias
se hiciesen procesiones en la capital del mundo cristiano , y celebró el mismo Leon X el oficio divino , re
partiendo limosnas y dirigiéndose con piés descalzos y la cabeza descubierta á la iglesia de los Santos Após
toles (1) .
Sadolet, secretario de la santa sede, uno de los favoritos mas distinguidos de las Musas, y que segun Eras
mo tenia en sus escritos la copia y el tono de Ciceron , pronunció en presencia del clero y del pueblo romano
un discurso celebrando el celo y la actividad del soberano pontifice , el ahinco de los príncipes en hacer la
paz entre sí , y el deseo que manifestaban de reunir sus fuerzas contra los turcos. El orador recordaba á su
auditorio al emperador de Alemania y al rey de Francia , gloriosos apoyos de la cristiandad ; al archiduque
Carlos , rey de Castilla , cuya juventud ostentaba todas las virtudes de la edad madura ; á Manuel , rey de
Portugal, pronto siempre à sacrificar sus intereses por los de la Iglesia ; á Luis IJ , rey de Hungría , y á Segis
mundo , rey de Polonia , esperanza el primero de los cristianos , y digno de ser su jefe el segundo ; al
rey de
Dinamarca , cuya adhesion á la religion reconocia toda Europa , y á Jacobo, rey de Escocia , á quien los ejem
plos de su familia debian guiarle por la senda de la virtud y de la gloria .
Sadolet no olvidaba, entre los estados cristianos , en quienes debian cifrar sus esperanzas la humanidad y
la religion, la nacion helvética , nacion potente y belicosa , que ardia en tan vivos deseos de combatir á los
turcos, que sus numerosos soldados estaban ya prontos á partir , y no esperaban mas que la señal del jefe de
la Iglesia . El orador sagrado terminaba con una vehemente apóstrofe á la raza de los otomanos , á quienes
amenazaba con las fuerzas reunidas de Europa , y con una invocacion á Dios , á quien pedia que bendijera
las armas de tantos príncipes y tantos pueblos cristianos para arrancar á Mahoma el mundo cristiano , y para
que las alabanzas de Jescristo pudiesen resonar por fin de norte à mediodía y de oriente á occidente.
Ocupábase sin cesar Leon X en la cruzada que habia predicado , consultaba á los hábiles capitanes, toma
ba informes sobre el poderío de los turcos y sobre los medios de atacarlos ventajosamente , y en demos
tracion de cuán lejana estaba entonces de los ánimos la devocion de los primeros cruzados , el soberano pon
tífice decia en sus cartas á los príncipes y á los fieles que no bastaban las oraciones para vencer á los bár
baros , y que solo podia conseguirse el triunfo de la cruzada empuñando las armas formidables y marchando
contra el enemigo con todas las fuerzas reunidas del mundo cristiano (2) . De acuerdo con los principales
estados de la cristiandad , decidió por fin el plan de la guerra santa . El emperador de Alemania se compro
metia á dar un ejército , al cual se unirian la caballería húngara y la polaca , y que atravesando la Mesia
y la Tracia , iria á atacar á los turcos en las dos vertientes del Hemo ; el rey de Francia con todos sus fuer
zas, con las de los venecianos y de varios estados italianos y con diez y seis mil suizos , debia embarcarse
en Brindis y desembarcar en las costas de Grecia , en tanto que las escuadras de España , de Portugal y de
Inglaterra partirian de Cartajena y de los puertos cercanos para trasportar tropas españolas á las orillas del
Helesponto . El papa se proponia embarcarse en el puerto de Ancona para dirigirse á Constantinopla bajo
cuyas murallas se hallaba designado el punto de reunion de todas las fuerzas cristianas .
El plan era gigantesco, y si hubieran podido llevarse á cabo tan vastos designios , era inminentísimo el

(1) Belcaire. - Cartas de Leon X, IX de las calendas de abril.


(2) Fabioni , Vita Leonis X, p . 73.
LIBRO DECIMONONO. -1518-1590. 545

peligro del imperio otomano, pero los monarcas cristianos apenas pudieron observar durante algunos meses
la tregua publicada por el papa y que habían aceptado , y cada cual se habia comprometido á dar á la
cruzada tropas que cada dia les eran mas necesarias en sus propios estados para engrandecerlos ó defenderlos .
La vejez de Maximiliano y la próxima vacante del trono imperial hacian concebir á todas las ambiciones
la esperanza de grandes cambios ; pronto encendió la guerra en Europa la rivalidad de Carlos V y de Fran
cisco I , y la cristiandad , agitada por las contiendas de los príncipes, no pensó ya en que podia ser inva
dida por los turcos.

No fueron, empero , estas discusiones políticas el único obstáculo á los proyectos de Leon X ; la recauda
cion de los diezmos originaba otra dificultad . El clero manifestaba la misma indiferencia que los príncipes
para con la guerra que los arruinaba , y los pueblos temian que sus limosnas se empleasen en empresas
que no tuvieran por objeto el triunfo de la religion . El legado del papa en España se dirigió primeramente
á los aragoneses que respondieron con una negativa formal espresada en un sínodo nacional , y el car
denal Jimenez declaró en nombre del rey de Castilla que los españoles no creian en las amenazas de los
turcos y que no darian dinero hasta que el papa anunciase positivamente el uso que pensaba hacer de él .
Y si las disposiciones y deseos de la corte de Roma encontraron menos resistencia y no originaron distur
bios en Francia é Inglaterra , se debió á que el cardenal Wolsey , ministro de Enrique VIII , fué asociado
á la mision del legado apostólico , y á que Leon X dejó á Francisco 1 la recaudacion de los diezmos en
su reino .

Tenemos á la vista varias piezas históricas que no se han dado á la prensa y que arrojan mucha luz
sobre las circunstancias de que hablamos ; la primera es una carta de Francisco I , fechada en Amboise
el 16 de diciembre de 1516 , en la que el «maestre José de Lagarde, doctor en teología y vicario general
de la iglesia catedral de Tolosa , es nombrado comisario de la cruzada en su diócesis ; » el rey de Francia
espone en otra carta el objeto del jubileo que iba á abrirse, y dice que es para « pedir para hacer la guer
ra á los infieles y conquistar la Tierra Santa y el imporio de Grecia , detenidos y usurpados por dichos in
fieles .» Hállanse adjuntas á estas cartas patentes las instrucciones dadas por el rey de acuerdo con el lega
do del papa para la ejecucion de la bula que ordena la predicacion de la cruzada en el reino de Francia
durante los dos años de 1517 y 1518. Estas instrucciones recomiendan en primer lugar que se elijan buenos.
predicadores, «encargados de hacer brillantes y piadosos sermones al pueblo, y de esplicar las facultades
y dispensas que se hallan en la bula , y las justas y santas causas y razones por las cuales se manda que
dea suspendidas ó revocadas durante dos años todas las demás indulgencias y los perdones generales y
particulares.
Las cartas patentes del rey dan algunas instrucciones sobre la eleccion de los confesores, despues de ha
ber hablado de la eleccion de los predicadores y del modo con que deben predicar ; el comisario general de la
cruzada podia escoger cuantos creyera convenientes para cada iglesia en que se hallasen los cepillos y cuestas
del jubileo, y se le habia recomendado nombrara seis para la catedral de la diócesis , personas de concien
cia y nata sospechosos . Los eclesiásticos elegidos por el comisario tenian la mision de confesar á los que qui
sieran ganar las indulgencias , y para evitar toda clase de desórdenes dimanados del espíritu de rivalidad,
disfrutaban con esclusion de todos los demás , el poder de hacer composiciones y restituciones , de absolucion
de pecados reservados , etc.
Finalmente el decreto real no deja en olvido ningunas de las circunstancias que acompañan la predica
cion de una cruzada , ni las formas por las cuales debia procederse á la distribucion de las indulgencias, y
desciende hasta arreglar la construccion de los cepillos colocados en los templos para recibir las ofrendas de
los fieles, y las ceremonias religiosas que debian practicarse durante el jubileo . Este decreto real encierra
entre otras disposiciones la de que se hagan una gran cantidad de confesionales ó cédulas de absolucion y
de indulgencias ; que estas cédulas , firmadas por un notario, se envien al comisario general para que las
selle con el sello enviado por el rey, y que se deje un espacio en blanco para escribir el nombre del que ó
de la que deseara alcanzarlas . La instruccion real añadia que el comisario hiciera adornar bien y con de
cencia su cepillo , en medio del cual mandase colocar una grande y hermosa cruz en la cual escribiria con
gruesos y bellos caractéres : In hoc signo vinces... Y para que no faltase nada de cuanto pudiera mover el
pueblo á la devocion , se mandaba además hacer procesiones solemnes y llevar en ellas una lujosa bandera
6)
546 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

en la que se vieran por un lado los retratos del papa y del rey de Francia , y por el otro pinturas llenas
de turcos y otros infieles .
La incursion de algunos musulmanes de Africa á las islas de Hieres y á las costas cercanas de Tolon y
Marsella, fué una circunstancia que debió animar el celo de los fieles y que no olvidan las cartas misivas
del rey á los comisarios de las cruzadas : « Os advertimos, decian , para hacerlo saber y predicar, que no

ha mucho los moros y los bárbaros, infieles y enemigos de nuestra divina fé, han invadido en gran número
las islas de nuestro condado de Provenza , donde han muerto y hecho cautivos muchísimos cristianos para
atormentarlos y entregarlos al martirio .»
No solo se predicó la guerra santa en la diócesis de Tolosa , mas como no tenemos ningun documento ni
tradicion escrita sobre la predicacion que debió hacerse al mismo tiempo en las demás provincias del reino ,
todo nos induce á creer que el temor de una invasion , la elocuencia de los predicadores , el ejemplo y las
advertencias del rey y la pompa de las ceremonias religiosas escitaron muy débilmente la piadosa libera
lidad de los pueblos . Si hemos de dar crédito á los procesos verbales y estados que nos restan , los gastos
que ocasionaron la predicacion de la guerra santa y la destribucion de las indulgencias pontificias estaban
muy lejos de igualar á la suma á que ascendian las ofrendas de los fieles . Esta circunstancia es una prue
ba irrecusable de que de dia en dia se debilitaba la devocion de las cruzadas, y tambien nos lo demuestra
la exageracion de las quejas que se lanzaban entonces sobre el uso de los capitales reunidos en nombre de
los jefes de la Iglesia para los gastos de la guerra santa . Como se hacian con mucho boato y ruido estas
predicaciones y los cepillos de las Iglesias quedaban por lo regular vacíos , se acusaba á los predicadores ,
imputándoles el haber usurpado el dinero que no habian recibido. Por otra parte , cuanta mayor tendencia
tenian los pueblos á la desconfianza , mas debian ensalzarse las precauciones que se habian tomado ; los gas
tos de la predicacion ó del jubileo podian esperimentar algun aumento por estas mismas precauciones , pero
así se tranquilizaban los ánimos , lo cual era bastante . La autoridad del rey tenia necesidad de ejercer una
vigilancia tanto mas severa , en todo lo concerniente á la recaudacion é inversion de los capitales de la cru
zada , por cuanto los que recibian las ofrendas de los cristianos no eran siempre personas de buena conduc
ta ni nada sospechosos , y porque entre los predicadores de la cruzada habia muchos que demostraban mas
celo que prudencia y cuyas predicaciones eran un verdadero objeto de escándalo . Como la mayor parte de
ellos percibian un salario proporcionado á la cantidad de dinero depositado en los cepillos de las Iglesias ,
habia muchos que exageraban las promesas del soberano pontifice y los privilegios concedidos á los dones
de la caridad , de modo que diremos en resúmen que esta predicacion ordenada por el papa y el rey , no ccn
tribuyó sino muy débilmente al proyecto de la cruzada , pero que al menos la destreza previsora del go
bierno y la prudencia de los jefes de la Iglesia galicana precavieron grandes desórdenes en el reino . No
sucedió lo mismo en Alemania , donde los ánimos habian llegado al colmo de la irritacion y del descon
tento, y donde empezaban á germinar hasta en el seno del clero las semillas de los disturbios y de
la herejía .
Habrá podido advertirse que la corte de Roma de dia en dia abria mas fácilmente el tesoro de las indul
gencias pontificias : en las primeras guerras de oriente , estas indulgencias solo se concedian á los peregri
nos de la Tierra Santa , concediéronse en seguida á los que contribuyesen para el sosten de las cruzadas, y
mas adelante se concedieron á los fieles que oian los sermones de los predicadores de la cruzada y algunas
veces hasta los que asistian á la misa de los legados del papa . Leon X imaginó no tan solo concederlas á
los que por sus limosnas atendiesen á los gastos de la guerra contra los turcos ( 1), sino tambien á todos
los fieles cuya piadosa liberalidad contribuyera á los gastos necesarios para terminar la construccion de la
iglesia de San Pedro , empezada por su antecesor Julio II . Aunque el emplear en esto las limosnas de los fie
les fuera una cosa útil , noble, grande , verdaderamente católica y digna en cierto modo de un siglo en que
las artes brillaron con tanta magnificencia , muchos cristianos, especialmente en Alemania , no vieron en
esto mas que un abuso de la autoridad pontificia , y algunos decian que la corte de Roma demolia la Iglesia
de Jesucristo para edificar la de San Pedro .
Alberto, arzobispo de Maguncia , encargado de nombrar los predicadores del jubileo y los repartidores de

(1) Hitoria eclesiástica de Fleury.


LIBRO DECIMONONO . — 1518-1590 . 547

las indulgencias pontificias , nombró para la Sajonia á los frailes predicadores ó dominicos , escluyendo á los
frailes menores ó agustinos , que habian desempeñado algunas veces esta especie de misiones . Estos últi
mos se mostraron celosos de la preferencia , y como no se habia tomado ninguna precaucion para precaver
los efectos de esta rivalidad ni para contener los abusos que pudieran cometerse, sucedió que los agustinos
censuraron con amargura la couducta , las costumbres y las opiniones de los dominicos y que estos justificaron
con esceso las quejas y acusaciones de sus adversarios.
Lutero , religioso agustino , se dió á conocer en estas violentas contiendas por el calor de la elocuencia ( 1 ) ,
persiguió con su cólera á los predicadores elegidos para recoger los tributos de los fieles, y entre las propo
siciones que discutió en el púlpito, la historia nos ha conservado la siguiente , que fué censurada por Leon X:
Es un pecado resistir á los turcos, en atencion á que la Providencia se vale de esta nacion infiel para cas
tigar las iniquidades de su pueblo . » Tan estraña máxima se acreditó entre los partidarios de Lutero, y
cuando el legado del papa pidió en la dieta de Ratisbona la recaudacion de los diezmos destinados á la cru→
zada , encontró una viva oposicion . En toda Alemania se alzaron quejas y rumores ; se comparó á la corte
de Roma con el pastor desleal que esquila todas las ovejas confiadas á su cuidado , y se le acusó de despo
jar á los pueblos crédulos , de arruinar las naciones y los reyes , y de acumular sobre los cristianos mayores
miserias que pudiera causarles la dominacion de los turcos .
Hacia mas de un siglo que se oian estas quejas en Alemania siempre que se recaudaban los diezmos para
la cruzada ó que imponia cualquier tributo á los cristianos el soberano pontifice . En una nacion incliñada por
su genio y su carácter á las ideas especulativas, las innovaciones filosóficas debian encontrar mas ardientes
partidarios y entusiastas apóstoles que en otras partes, y es preciso añadir que Alemania era uno de los paises
de la cristiandad que la corte de Roma habia oprimido mas con su omnipotencia , y que el espíritu de opo
sicion había nacido allí en medio de las largas contiendas alzadas entre el sacerdocio y el imperio . Una vez
.
roto el lazo que unia los ánimos y sacudido el yugo de una autoridad consagrada por el tiempo, la oposi
cion no tuvo límites, las opiniones se manifestaron sin mesura , y la Iglesia fué atacada por todos lados á
un tiempo y por mil´ sectas diferentes, opuestas todas á la corte de Roma , aunque opuestas entre si la ma
yor parte de ellas . Entonces estalló la revolucion que debia separar para siempre de la comunion romana una
gran parte de los pueblos cristianos.
No hablaremos de los acontecimientos que acompañaron el cisma de Lutero, pero es curioso ver que el
origen de la reforma se halla enlazado, no á las cruzadas directamente, pero si al abuso de las indulgencias
por ellas promulgadas.
Como todos los que dan principio á las revoluciones, Lutero no sabia hasta dónde podia llegar su guerra
contra la corte de Roma, pues atacó primero algunos abusos de la autoridad pontificia y acabó por atacar
la misma autoridad . Las opiniones que habia ahogado con su elocuencia y las pasiones que habia hecho
nacer entre sus discípulos , le arrastraron mas allá de lo que habia previsto, y los que tenian mayor interés
en combatir las doctrinas del reformador, no vieron lo que con ellas podia ocasionarse . La Alemania , en
teramente dividida , víctima de las discusiones y de toda clase de desórdenes , no tenia ninguna autoridad
bastante fuerte y previsora para precaver los esfuerzos de un cisma . Nadie creia en la corte de Roma que
un simple fraile hiciese bambolear jamás las columnas de la Iglesia , y Leon X´olvidó tal vez demasiado los
progresos de Lutero , en medio de la pompa y el brillo de las artes que protegia y distraido por los cuidados

de una política ambiciosa . Cometió especialmente un error en abandonar completamente la espedicion.

contra los turcos, que habia anunciadó en todo el mundo cristiano, y que podia al menos en los primeros
momentos ofrecer una útil distraccion á los ánimos dóminados por las ideas de la reforma. La empresa de la
guerra santa , que habia abrazado con tanto ardor al principio de su pontificado y por la cual le prometian
lòs poetas una glòria eterna , no ocupaba al tiempo de su muerte su atencion ni la de sus contemporáneos.
No obstante , el sucesor de Selim , Soliman , acababa de apoderarse de Belgrado (2) y amenazaba la isla
de Rodas , que era la última colonia de los cristianos en Asia . En tanto que los caballeros de San Juan
fueron de ella dueños , el sultan de los turcos polia temer que se formase en occidente alguna espedicion

(1) Moshein, lib:


(1) Soliman se apoderó de Belgrado en 1321 , elaño en que murió Leo:. X
518 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

para recobrar la Palestina y la Siria , y aun para la conquista de Egipto que acababa de reunirse al im
perio otomano.
El gran maestre de los hospitalarios envió á pedir los ausilios de la Europa cristiana . Carlos V acababa
de reunir sobre sus bienes la corona imperial y la de las Españas ; enteramente ocupado en humillar el
poderío de Francia y tratando de arrastrar al papa en una guerra contra el rey cristianísimo , el empera
dor hizo muy poco caso del peligro que amenazaba á los caballeros de Rodas ; el soberano pontifice no se
atrevió á socorrerles y pedir para ellos el apoyo de la cristiandad , y Francisco I demostró sentimientos mas
generosos, pero en la situacion en que se hallaba el reino , no pudo enviar los socorros que habia prometido .
Los caballeros de Rodas quedaron reducidos á sus propias fuerzas. La historia na contado repetidas veces
los trabajos y los prodigios de heroismo con que ilustró su defensa el órden de los hospitalarios ; despues de
algunos meses de combates Rodas cayó en poder de Soliman . ¡ Qué espectáculo tan interesante presentaba el
gran maestre Isle-Adam , el padre de sus caballeros y de sus súbditos , llevando en pos los tristes restos del
órden y todo el pueblo de Rodas que habia resuelto seguirle ! Desembarcó en las costas del reino de Nápoles,
no lejos de los sitios donde Virgilio hace desembarcar al piadoso Eneas con los gloriosos restos de Troya . Si el
espíritu de las cruzadas hubiera podido reanimarse , ¿ qué corazones hubieran permanecido frios al ver aquel
venerable anciano , seguido de sus fieles compañeros de infortunio , buscando un asilo, implorando la com
pasion , y pidiendo en premio de sus antiguos servicios un rincon de tierra donde sus guerreros pudiesen
enarbolar aun el pendon de Jesucristo y combatir á los infieles (1 ) ?
Cuando el gran maestre emprendia el camino de Roma . Adriano VI declaraba la guerra al rey de Francia ,
y se habia formado una liga entre el soberano pontifice , el rey de Inglaterra y el duque de Milan . Los cris
tianos de oriente no podian esperar ningun socorro en semejantes circunstancias ; despues de la muerte de
Adriano, el papa Clemente VII se mostró mas favorable á la órden de los hospitalarios , acogió al gran maes
tre con todas las demostraciones de una ternura paternal , y cuando el canciller de la órden contó en el con
sistorio las hazañas y desgracias de los caballeros , el soberano pontifice y los prelados de Roma vertieron lá
grimas y prometieron interesar por tan nobles infortunios á todos los re'nos del mundo cristiano . Pero des-
graciadamente para la órden de San Juan , las potencias de Europa se hallaban mas divididas que nunca

entre sí; Francisco I cayó prisionero en la batalla de Pavía ; el papa , que babia tratado de recobrar el papel
de conciliador , no hizo mas que escitar contra sí el odio y la cólera de Carlos V, y en medio de estas divi
siones quedaron, olvidados los caballeros de Rodas , los cuales no consiguieron del emperador hasta diez años
despues de la conquista de Soliman el peñasco de Malta , donde fueron aun el terror de los musulmanes (2) .
Mientras la Europa era víctima de estos disturbios , el conquistador de Rodas y de Belgrado reaparecia
amenazador en las orillas del Danubio. Luis II trató de reanimar el patriotismo de los húngaros , y renovó
el antiguo uso de esponer al público una espada ensangrentada , como signo de la guerra y de los peligros de
Ja patria . Las exhortaciones del monarca , las del clero y la proximidad del enemigo no llegaron á apaciguar
las discordias nacidas de la anarquía feudal y de las prolongadas desgracias de Hungría , y el monarca hún
garo solo pudo reunir veinte y dos mil hombres bajo el estandarte de la cruz ..
Estos veinte y dos mil hombres mandados por un prelado, tenian que combatir con un ejército de cien mił
otomanos, y no obstante, los húngaros fueron los que, segun parecer de los obispos , presentaron la batalla
á los infieles . Existe un hecho muy notable en las guerras santas , y es el ascendiente del clero en la temeridad
de las empresas. La persuasion en que estaban los eclesiásticos de que combatian por la causa de Dios , y su
ignorancia en la guerra, les impedian ver los peligros , les inducian á creer sin incertidumbre en la victoria y
con frecuencia les hacian descuidar los medios de la prudencia humana . El arzobispo de Coloeza , confiado en
un triunfo milagroso , no vaciló en dar 1 el combate decisivo de Mohacs ; el clero que le acompañaba animó á
los combatientes con sus discursos , y les dió el ejemplo de su valor ; pero el entusiasmo religioso y guerrero.
no pudo triunfar del número, la mayor parte de los prelados recibieron en la pelea la palma del martirio , y
quedaron en el campo de batalla diez y ocho mil cristianos. No terminaron aquí las desgracias, pues Luis II
desapareció y murió en la derrota general , dejando su reino entregado á los partidos y devastado por los
turcos .

(1) Segun Bellaire el sitio de Rodas costó á los infieles mas de sesenta mil hombres.
(2) P. Mansi, Anual, eccles. , t . XXX , p. 585 .
C

31

71
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Grane par Daners
Print par Berthon

TOMA DE MALTA .

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Charder, aine
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LIBRO DECIMONONO . - 1518-1590 . 649

La derrota do los húngaros llenó de desesperacion el alma de Clemente VII ; el cual escribió á todos los
soberanos de Europa , y formó el proyecto de visitarlos en persona é inducirlos con sus súplicas y sus lágri—:
mas á defender la cristiandad . Las tiernas exhortaciones del papa y su actitud suplicante no lograron con
mover á los príncipes ; hé aquí una prueba evidente dela rápida decadencia del poder pontificio, tan fermi-`
dable un dia con los rayos de la Iglesia y cuyas decisiones eran consideradas como decretos del cielo . Tur
bando el emperador la Italia con su ambicion y negándose á asociarse á los designios del pontifice , la cor
tede Roma trató de predicar contra él una especie de cruzada , y el papa se puso al frente de una liga que se
llamó santa , pero esta coalicion medio religiosa , medio política , se dirigió por sí misma , y Clemente fué muy
pronto víctima de una vana hostilidad .
Las tropas imperiales entraron en Roma como en una ciudad enemiga ; el emperador , que se daba el título
de jefe temporal de la Iglesia , no temió dar á la Europa el escándalo del cautiverio de un pontifice . Aunque
la autoridad de los papas no ejercia ya la misma influencia , aunque estuviese muy lejano el siglo de Inocen
cio IV y de Gregorio IX , que habian derrocado al emperador Federico II , no obstante las violencias de Car
los V escitaron una indignacion general . Inglaterra y Francia corrieron á las armas ; agitóse toda la Europa ;
unos querian vengar los ultrajes hechos al vicario de Jesucristo y otros aprovecha rse del desórden . Nadie se
ocupaba en tanto de defender la cristiandad de la invasion de los otomanos (1 ) .
No obstante, Clemente VII , desde la prision donde le retenia el emperador , velaba aun por la defensa de
Ja Europa cristiana , y sus legados exhortaban á los húngaros á continuar combatiendo por su Dios y por su
patria . La activa solicitud del papa buscaba enemigos á los turcos hasta en oriente y entre los infieles. Aco
mal , que habia sacudido el yugo de la Puerta en Egipto, recibió consejos y promesas de la corte de Roma , y
un legado del papa se presentó en su corte ofreciéndole el apoyo de los cristianos de occidente . El soberano
pontífice tenia continuas relaciones en todas las fronteras y en todas las provincias del imperio turco para sa
ber los designios y preparativos de los sultanes de Constantinopla . No es inútil advertir , ya que es oportuno ,
que la mayor parte de los antecesores de Clemente habian puesto como él su mayor cuidado en vigilar los
proyectos de los infieles , de modo que los jefes de la Iglesia no se ceñian á escitar á los cristianos á defender
su propio territorio , sino que como centinelas vigilantes, tenian sus ojos fijos sin cesar sobre los enemigos de
la cristiandad para advertir á Europa de los peligros que la amenazaban . :
Cuando el emperador rompió las cadenas de Clemente VII , el santo pontifice olvidó los ultrajes que habia
recibido, para no pensar mas que en el peligro del imperio germánico que iba á ser atacado por los turcos .
El legado del papa se esforzó á despertar el ardor de los pueblos de Alemania en nombre de la religion y por
su propia defensa , en las dietas de Ausburgo y de Spira ; un enviado del emperador unió sus exhortaciones
á las del legado apostólico , hizo un llamamiento á la antigua virtud , de los germanos y recordó á sus oyentes
el ejemplo de sus antepasados, que nunca habian sufrido una dominacion estranjera , é invitó á los príncipes,
á los magistrados y á los pueblos á combatir por su independencia y su propia salvacion ; y Fernando , rey
de Hungría , propuso á los príncipes y estados del imperio que se tomasen medidas prontas y eficaces contra
los turcos . Estas exhortaciones y estos consejos tuvieron muy poco éxito y encontraron una viva oposicion en
el espíritu siempre mas activo de las nuevas doctrinas . Todas las ciudades y provincias se hallaban ocupadas
entonces con las cuestiones agitadas por la reforma ; podia compararse entonces á los pueblos de Alemania
amenazados por los turcos con los griegos del bajo imperio, que la historia nos ha demostrado entregados á
disputas vanas cuando los bárbaros estaban á sus puertas. Lo mismo que entre los griegos , se encontraba
entre los alemanes una turba de hombres que menos temian ver en sus ciudades el turbante de Mahoma que
la tiara del pontífice de Roma ; unos impelidos por un espíritu de un fatalismo que apenas se halla en el Co
ran , sostenian que Dios habia juzgado á la Hungría y que no estaba en el poder humano la salvacion de
este reino, y otros ( los milenarios ) anunciaban con alegría fanática la proximidad del juicio final , y en tanto
que los predicadores de la cruzada exhortaban á los alemanes á defender la patria , el orgullo celoso de una
secta impía invocaba los dias de la desolacion universal.
Soliman acababa de entrar en Hungría al frente de un poderoso ejército , y no encontrando enemigos que
combatir avanzó hácia Alemania . La capital del Austria , sitiada por los turcos , solo debió su salvacion á una

(1 ) Biblioteca de las Cruzadas , t. III.


550 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

avenida del Danubio , al valor de su guarnicion , y si hemos de creer á algunos historiadores , á la traicion del
gran visir , sobornado por el oro de los cristianos . En el momento del peligro el emperador hizo avanzar sus
tropas, pero preocupado siempre con la idea de estender su imperio en Italia , se detuvo de pronto en las lla
nuras de Sintz , y no pensó en perseguir á los turcos que se retiraban llevándose treinta mil cautivos . Al mis
mo tiempo , una escuadra española mandada por Doria recorrió el mar del Archipiélago sin conseguir nin
guna ventaja contra la marina turca ; y esta espedicion se limitó á la toma de Coron y de Patras , que fueron
devueltos al momento á los otomanos .

Los esfuerzos y consejos paternales del papa no pudieron reanimar el entusiasmo de una guerra santa , no
solamente en Alemania , sino hasta en los húngaros . Fernando , hermano de Carlos V , declarado rey de Hun
gría por el poder imperial, y el conde Juan Zápoli , palatino de Transilvania , que reinaba sobre las ruinas
de su pais con la proteccion de los turcos , se disputaban este desgraciado reino , maltratado á la vez por sus
enemigos y sus aliados . Soliman , dueño de Buda ; devastaba todas las provincias y hacia grandes preparativos.
Se convocaron diversas dietas para deliberar sobre los medios de contener la invasion de los ejércitos otoma➡
nos , pero en demostracion de la poca disposicion de los ánimos en aquella época , en una asamblea celebra
da en Viena por la cruzada contra los turcos, no se trató mas que de reprimir la licencia de los escritos y
de contener el rápido desarrollo de la imprenta, cuyo uso se esparcia por todas partes y á la que se acusaba
de ausiliar de la reforma ( 1 ) . Soliman derrotó y dispersó las tropas enviadas á Hungría , y Fernando no tuvo
mas recurso que pedir la paz á los turcos . Por una circunstancia digna de notarse , el papa está comprendido
en el trado , en el cual Soliman da el titulo de padre al soberano pontífice y el de hermano al rey de Hun
gría ( 2) . Clemente VII , despues de tantas tentativas inútiles para con los príncipes de la cristiandad , parecia »
no tener mas esperanza que en la Providencia , y esclamaba con amargura al aprobar el desenlace de las
negociaciones pacíficas : « Solo nos resta ya suplicar al cielo que vele por el bien del mundo cristiano . >>
Podia creerse que las guerras santas Hegaban á su término al ver al jefe de la Iglesia deponer las armas y
hacer la paz con los infieles ; pero este tratado de paz , lo mismo que los precedentes , solo podia ser conside
rado como una tregua, y no debia tardar á comenzar otra vez la guerra , cuando por parte dé los cristianos
ó de los musulmanes se tuviera esperanza de llevarla á cabo con ventaja . Tal era la política de la época , y
especialmente la que dirigia en sus relaciones recíprocas las potencias cristianas y las musulmanas . Soliman
habia abandonado sus proyectos sobre Alemania y Hungría , menos por respeto á los tratados que porque
empleaba sus fuerzas en una guerra contra los persas . Por otra parte, la cristiandad dejaba en paz á los
Tag
otomanos, porque estaba luchando con la discordia , y porque la mayor parte de los príncipes cristianos,
ocupados de sus propios intereses , solo daban oidus á los consejos de su ambicion .
La Europa tenia entonces tres grandes monarcas cuyas fuerzas reunidas hubieran podido derrocar el po
derío de los turcos , pero estos tres príncipes estaban opuestos entre sí por la política tanto como por su ca
rácter y sur genio . El rey de Inglaterra , Enrique VIII , que habia refutado á Lutero y que se habia ligado con
el rey de Francia para libertar al papa cautivo , acababa de separarse de la Ig esia romana ; tan pronto alia
do de Francia como del emperador , y ocupado en hacer triunfar el cisma de que era apóstol y jefe , no pen
saba en la guerra de oriente. Francisco I habia pretendido en un principio la corona imperial , y despues el
ducado de Milan y el reino de Nápoles ; estas pretensiones, que fueron un manantial de desgracias para él y
para Francia , agitaron todo su reinado , no permitiéndole ocuparse seriamente de la cruzada que debia pre
dicar en sus estados ; el odio y los celos que le animaban contra un rival afortunado y poderoso le inspiró dos
veces la idea de alcanzar la alianza de los infieles, y con grande escándalo de la cristiandad , se vió una es
cuadra otomana admitida en el puerto de Marsella y el pendon de las lises mezclado con el de la media -luna
bajo los muros de Niza . Carlos V , soberano de todas las Españas , jefe del imperio germánico , soberano de los
Paises Bajos y posesor de diversos imperios en el Nuevo Mundo , mas bien se ocupaba en humillar la monar
quia francesa y afirmar su dominacion en Europa , que en defender la cristiandad ; durante la mayor parte
de su reinado , este monarca contemporizó con los partidarios de la reforma en Alemania á causa de los oto
manos , y no persiguió á estos á causa de sus enemigos en la república cristiana ; se contentó con proteger dos
veces la capital del Austria con la presencia de sus ejércitos , y cuando el papa le suplicó que defendiera la

( 1 ) Raynaldi , ad ann 1530 :


(2) Estuanfius.
LIBRO DECIMONONO. -1518-1590. 551

Hungría , prefirió llevar la guerra á las costas del Africa . Las potencias berberiscas acababan de formarse
bajo la proteccion de la Puerta otomana y empezaban á hacerse temibles en el Mediterráneo . Carlos en su
primera espedicion se apoderó de Túnez , clavó su bandera sobre las ruinas de Cartago y libertó mas de
veinte mil cautivos que fueron á publicar sus victorias á todas las partes del mundo cristiano ( 1 ) . En su se-
1 gunda espedicion , tenia el proyecto de destruir á Argel , donde se reunian los piratas, azote de las costas de
Italia y de España ; á pesar de las amonestaciones de las personas esperimentadas , no temió embarcarse en
la estacion de las lluvias y de las tempestades ; apenas desembarcó en la costa de la antigua Numidia , cuando
su ejército y su escuadra desapareció en una borrasca que conmovió el mar y la tierra , y despues de haber
corrido los mayores peligros por su vida , regresó casi solo á Europa , donde sus enemigos , y especialmente
el papa , le acusaron de haber dejado sin defensa la Alemania y la Italia , amenazadas mas que nunca por
2001 Soliman .

Resonaron entonces en Europa nuevos gritos de alarma , y entre los que exhortaban á los pueblos á com-
batir, se oyó la voz de Lutero. El reformador condenaba en un libro titulado Oraciones contra el turco, la in-
diferencia de los pueblos y de los reyes, y aconsejaba á los cristianos que combatiesen á los musulmanes si no
querian ser conducidos en cautiverio como lo fueron en otro tiempo los hijos de Israel . En una fórmula de
oracion que habia compuesto, decia : « Levántate , Señor gran Dios , y santifica tu nombre que ultrajan tus
Fermal enemigos ; dá firmeza á tu reinado que quieren destruir , y no sufras que seamos pisoteados por los que se
SI empeñan en que no seas nuestro Dios . >»
Varias veces se habian alzado quejas contra Lutero, á quien acusaban de haber debilitado con sus doc-
trinas el valor de los alemanes . Pocos años antes de la época de que hablamos , habia publicado ya una apo-
logía , en la cual , sin desistir de la famosa proposicion censurada por el papa , daba á sus palabras diferente
sentido que la corte de Roma ; todas estas esplicaciones , que no es fácil analizar, se reducen á la distincion
que hace entre la autoridad civil y la eclesiástica ; dice que á la primera pertenece el combatir á los turcos , y
el deber de la segunda es esperar , someterse, orar y gemir ; añadia que la guerra no era asunto propio de
los obispos sino de los magistrados ; y que el emperador en este caso debia ser considerado como el jefe de
la confederacion germánica , y no como protector de la Iglesia , ni como el sosten de la fé cristiana , título que
solo podia darse á Jesucristo . Todas estas distinciones eran sin duda algun tanto razonables , y la opinion de
Lutero sobre la autoridad civil , aunque solo hubiera sido adoptada para oponerla al poder pontificio , hubiese
obtenido la aprobacion de los espíritus ilustrados , si no se hubieran mezclado en ella errores graves y á no
haberse querido defender con todo el arrebato del orgullo .
No contento con esta apología , que tenia por título Disertacion sobre la guerra de los turcos , Lutero publi-
có dos años despues del sitio de Viena otra obra titulada Discurso militar (1 ) , en el cual invitaba tambien á
los alemanes á tomar las armas. Este segundo discurso empieza como el primero con distinciones y suli-

lezas teológicas , con declamaciones contra el papa y los obispos y con predicciones sobre el próximo fin del
mundo y sobre el poder de los turcos, que el autor encuentra claramente anunciados en Daniel . Aunque
se esfuerza en probar como en su primer escrito que la guerra contra los musulmanes no es una guerra
religiosa , sino una empresa enteramente política , no por eso deja de prometer la palma del martirio á los
que mueran con las armas en la mano , y representa esta guerra como agradable á la Divinidad y como
el deber de un verdadero discípulo del Evangelio . «Tu brazo y tu lanza , dice al soldado cristiano , serán
el brazo y la lanza de Dios ; al inmolar los turcos, no verterás sangre inocente , y el mundo te mirará como
el ejecutor de los decretos de la justicia divina , porque no harás mas que matar á los que el mismo Dios
ha condenado . » Puede advertirse cuán diferente es este género de predicacion del de los oradores que predi-
caban la cruzada en los siglos anteriores .
Casi al mismo tiempo , publicó el célebre Erasmo un escrito sobre si debia ó no hacerse la guerra á los
turcos (2) . Se encuentra en este escrito un reflejo de esa filosofía soñadora y recelosa que formaba el espí—
ritu de la reforma, pero Erasmo se abandona á él con menos violencia y amargura que Lutero , atribuye

(1 ) Publicó tres obras sobre este asunto. La primera en 1528 , la segunda en 1529 y la tercera se titula : «Exhortacion á la guerra
contra los turcos.» Se ignora la fecha.
(2) Utilissima consultatio de bello Turcis inferendo. Friburgo,1830.
HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
552
las desgracias que afligian al mundo á la corrupcion de las costumbres y de los ánimos , y mira los pro
gresos siempre crecientes de los turcos como el único castigo que el cielo reservaba á los cristianos degene
rados . Despues de haber pintado á grandes rasgos la tiranía de los bárbaros , Erasmo combate sucesivamen
te á los que querian se hiciese continuamente la guerra á los turcos y á los que pretendian que nunca se bicie
se . Erasmo quiere, como Lutero , que todos se preparen á la guerra contra los turcos por la penitencia , quiere
que los príncipes cristianos se reunan francamente contra el enemigo comun , y no escluye al papa de una
liga cristiana , pero no puede tolerar á los pastores de la Iglesia entre los combatientes . Un cardenal gene
ral de ejército , un obispo capitan y un sacerle centurion , le representan la imágen de una estatua compues
ta de oro y barro , de un centauro medio hombre , medio caballo . El escritor ingenioso recuerda á los prela
dos guerreros el ejemplo de Jesucristo que jamás hizo la guerra , pero que dió al género humano la filoso
fia celeste , instruyó á los que seguian la senda del error , advirtió á los incrédulos , sostuvo á los débiles Y

se atrajo con sus beneficios los hombres dignos , lo mismo que los que no lo eran.
El espíritu de controversia y de secta alteraba cada dia mas el carácter y los sentimientos de los pueblos ,
crecia la indiferencia por los peligros de la cristiandad y aun por los de la patria , especialmente en Ale
mania , donde parecia mas fácil sostener con brillo las tesis filosóficas y hasta convocar dietas numerosas ,
que hacer la guerra y reunir ejércitos . Las disensiones políticas que turbaban el estado y la sociedad habian
engendrado las contiendas religiosas que agitaban el santuario ; en medio de los violentos debates que con
movian el imperio germánico , la Iglesia y aun la autoridad civil proclamada por Lutero, perdieron la au
toridad de accion sin la cual no podia combatirse ventajosamente un enemigo formidable, y era tal el estado
de los ánimos , que los alemanes se odiaban mas entre sí que á los turcos , y coda partido temia menos el
triunfo de los infieles que el de sus adversarios . Los luteranos vacilaban en tomar las armas , recelando
sin cesar tener que rechazar los ataques de los católicos, y estos se hallaban entorpecidos por temor de los
luteranos , de modo que la reforma , que habia escitado la continuacion de las cruzadas , acabó de estin
guir el entusiasmo que armó tantas veces el occidente, primero contra los sarrarenos y despues contra

los turcos.
El nombre de las turcos se pronunció aun en las dietas de Alemania y en el concilio de Trento, pero no
se tomó ninguna medida para hacerles la guerra .. Desde entonces ya no llamó la atencion del mundo cris
tiano lo que pasaba en Hungría y oriente , y el único acontecimiento en que fijó los ojos la Europa fué la de
fensa de Malta contra todas las fuerzas de Soliman .
Esta defensa aumentó la reputacion de la órden militar de San Juan ; el puerto de Malta fué el único
albergue de los buques cristianos en el camino que conducia á las costas de Egipto, de Siria y de Grecia ,
y los corsarios de Túnez y de Argel y cuantos piratas infestaban el Mediterráneo, temblaron al aspecto del
peñasco de Malta y de las galeras donde ondeaba el pendon de la cruz . Esta colonia militar , armada siem
pre contra los fieles , y renovada sin cesar por la nobleza belicosa de Europa , nos presenta hasta fines del
siglo XVIII una viva imágen de la antigua caballería y de la época heroica de las cruzadas . Hemos conta
do el origen de esta órden ilustre, la hemes seguido en sus dias de triunfos y en sus desastres mas gloriosos
aun que las victorias, pero no mencionaremos la revolucion que la hizo caer, ni por qué acontecimientos
ha perdido esta isla que se le habia dado en premio de su valor y que defendió por espacio de mas de dos si

glos contra las fuerzas otomanas y los bárbaros de Africa ( 1 ) .


Mientras que los turcos se estrellaban ante la isla de Malta , Soliman continuaba la guerra en Hungría, y
murió en las orillas del Danubio en medio de sus victorias contra los cristianos (2) . La Europa debia haber
se alegrado de su muerte como lo hiciera en otro tiempo de la de Mahomet II ; bajo el reinado de Soliman I ,
que fué el principe mas grande de la dinastía otomana , no solamente invadieron los turcos una parte del im
perio germánico , sino que su marina secundada por el genio de Barbaroja y de Dragut adquiria un incre
mento que debia alarmar á todas las potencias marítimas de Europa . Selim II , que le sucedió, no tenia las
cualidades ni el genio de la mayor parte de sus antecesores, pero siguió sus mismos proyectos de conquis
tas ; los otomanos , dueños de las costas de Grecia , de Siria y de Africa , quisieron agregar á su imperio el rei

no de Chipre que poseian entonces los venecianos .

(1) Bonaparte tomó la isla de Malta en 1798.


(2 Soliman murió en el sitio de Sigeth, en 1566.
dan

Peina par Larivière Grave par Frilley


1
LIBRO DECIMONONO.1518-1590 . 553

El ejército otomano se apoderó , despues de un sitio de algunos meses , de las ciudades de Famaquita y de

Nicosia . Lor turcos mancharon sus victorias con crueldades sin ejemplo ; los mas esforzados defensores de
la isla de Chipre espiaron en los suplicios la gloria de una resistencia tenaz , y puede decirse que los verdu
gos fueron los que acabaron la guerra . Esta barbarie de los turcos escitó la indignacion de los pueblos cris
tianos, y las naciones marítimas vieron con espanto una invasion que tendia á cerrar al comercio europeo
el camino de oriente .

En tan inminente peligro, Pio V exhortó á las potencias cristianas á tomar las armas contra los otoma
nos. Se formó una confederacion en la cual entraron la república de Venecia , el rey de España Felipe II
y el mismo papa, pronto siempre á dar á sus predicaciones la autoridad del ejemplo ( 1 ) . Una escuadra nu
merosa , armada para defender la isla de Chipre , llegó demasiado tarde á los mares de oriente , y solo sir
vió para vindicar el honor de las armas cristianas . Esta escuadra , mandada por don Juan de Austria , en
contró la de los otomanos en el golfo de Lepanto en el mismo paraje donde Augusto y Antonio se disputaron
el imperio romano . La batalla que se trabó entre los cristianos y los turecs recordaba en cierto modo el es
píritu y el entusiasmo de las cruzadas ; antes de comenzar el combate , don Juan mandó enarbolar en su
nave el pendon de San Pedro que habia recibido del papa , y el ejército saludó con gritos de júbilo este sig
no religioso de la victoria ; los jefes de los cristianos recorrieron las filas en botes, exhortando á los solda
dos á combatir por la causa de Jesucristo , y postrándose de rodillas todos los guerreros imploraron la pro
teccion divina y se levantaron llenos de confianza en su valor y en los milagros del cielo .
No hay en la antigüedad ninguna batalla naval comparable á la de Lepanto, en la que los turcos comba -
tian por el imperio del mundo y los cristianos por la defensa de Europa . El esfuerzo y la habilidad de don
Juan y de los demás jefes, la intrepidez y el ardimiento de los soldados y la superioridad de los francos en
las maniobras de los buques y en la artillería hicieron alcanzar á la escuadra una victoria decisiva . Doscien
tos buques enemigos cayeron en poder de los cristianos , ó perecieron en las llamas y en las ondas ; los res
los de la escuadra turca anunciaron la victoria de los cristianos y llenaron de consternacion todas las costas
de Grecia y la capital del imperio otomano.
Entonces fué cuando aterrado Selim hizo edificar el castillo de los Dardanelos que defiende aun en el dia
la entrada del canal de Constantinopla . El mismo dia que se dió la batalla , se cayó la techumbre del tem
plo de la Meca , y los turcos creyeron ver en este accidente un presagio de la cólera celeste ; el techo era de
madera , y el hijo de Soliman lo mandó reedificar de ladrillo para que pudiera ser , dice Cautemir, emblema
mas sólido del imperio.
En tanto que los turcos lamentaban de este modo el primer desastre de sus armas , toda la cristiandad
supo con alborozo la victoria de Lepanto. Los venecianos que esperaban con terror el desenlace de la bata
lla , celebraron el triunfo de la escuadra cristiana con estraordinarios festejos, y para que no se mezclase nin
gun sentimiento de tristeza á la alegría universal , el senado dió libertad á todos los prisioneros , y prohi
bió á todos los súbditos de la república llevar luto por sus parientes ó amigos muertos combatiendo á los
turcos . Se inscribió en las monedas la batalla de Lepanto , y como los infieles habian sufrido la derrota
el dia de Santa Justina , la señoría mandó que este dia memorable seria festivo todos los años para todo I

el pueblo de Venecia (2) .


En Toledo y en todas las iglesias de España el pueblo y el clero dirigieron al cielo himnos de gratitud
por la victoria que acababa de conceder al valor de los soldados cristianos . Ningun pueblo, ningun prínci
pe se mostró indiferente á la derrota de los turcos, y si se cree á cierto historiador , el rey de Inglaterra Ja
cobo I celebró en un poema la gloriosa jornada de Lepanto .
Como el papa habia contribuido eficazmente al triunfo de las armas cristianas , vióse en Roma estallar
la mas viva alegría . Marco Antonio Colonna , que habia mandado las naves del soberano pontifice , fué reci
bido en triunfo y conducido al Capitolio precedido de un gran número de prisioneros de guerra ; se colga
ron en la Iglesia de Ara Coeli las insignias ganadas á los infieles , y despues de una misa solemne , Marco
Antonio Muret pronunció ante el pueblo reunido el panegírico del triunfador . De modo que se mezclaban

(1) De Thou, lib. XLIX.


(2) Continuacion de la Historia eclesiástica del abate Fleury, en el año 1571 .
(64 y 65) 70
551 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

las ceremonias de la antigua Roma y de la nueva para celebrar el valor y las hazañas de los defensores
de la cristiandad .

La misma Iglesia trató de consagrar en sus fastos la victoria ganada á sus enemigos : Pio V instituyó
una fiesta en honor de la Vírgen por cuya intercesion se creia haber vencido á los musulmanes ; esta fies
ta debia celebrarse el 7 de octubre , dia de la batalla , bajo la denominacion de Nuestra Señora de las Victo
rias (1) . El papa decidió al mismo tiempo que se añadieran en la letanía de la Virgen estas palabras : Au
silio de los cristianos , rogad por nosotros , y que el 8 de octubre se celebrase el oficio de difuntos por el
descanso de las almas de todos los que habian muerto en la batalla . Seis meses despues , Gregorio XIII ins
tituyó además la fiesta pública del Rosario, que se fijó en el primer domingo de octubre en memoria de
la victoria de Lepanto . Debe notarse aquí que los héroes de las primeras cruzadas no consiguieron nunca
tan grandes honores ; la Iglesia no habia celebrado con tanta solemnidad la conquista de Jerusalen y de
Antioquía ; cuanto mas temor infundian los turcos , mas se admiraban sus vencedores ; las victorias de los
primeros cruzados habian libertado algunas ciudades de oriente, pero la de Lepanto salvaba la Europa .
Todos los fieles se habian reunido para dar gracias al Dios de los ejércitos , pero muy pronto esta armonía
enteramente cristiana y este sentimiento comun del peligro se convirtió en semillero de pasiones rivales.
La ambicion, las recíprocas desconfianzas , la diversidad de intereses y todo cuanto habia favorecido hasta
entonces el progreso de los turcos impidió que los cristianos se aprovechasen de su victoria . Los venecia
nos querian continuar la guerra para recobrar la isla de Chipre , pero temiendo Felipe II el acrecenta
miento del poder de Venecia , renunció á la confederacion , y abandonada la república veneciana de sus
aliados , se apresuró á pedir la paz , la cual obtuvo renunciando á todas las posesiones que habia perdido
durante la guerra . Estraño resultado de la victoria por el cual los vencidos dictaban la ley al vencedor , y
que nos demuestra hasta dónde hubieran llegado las pretensiones de los turcos si la suerte hubiese favo
recido sus armas .

La guerra que se términó con la batalla de Lepanto fué la última en que se vió el pendon de la cruz ani
mando á los combatientes .

Despues de esta batalla naval , á pesar de que los turcos conservaban la isla de Chipre y habian dic
ado sus leyes á la república de Venecia, perdieron la idea de que eran invencibles y de que el mundo de
bia someterse á sus armas . Se advierte que desde aquella época la mayor parte de los jefes de los ejércitos
y de las escuadras turcas fueron mas tímidos y tuvieron menos coufianza en la victoria en presencia del
enemigo , y los astrólogos que habian visto hasta entonces en todos los fenómenos del cielo el acrecenta
miento y la gloria del imperio otomano , no vieron ya bajo el reinado de Selim y de sus sucesores mas
que augurios funestos en el aspecto de los cuerpos celestes. Hablamos así de los astrólogos , porque sus
predicciones entran por mucho en la política de los turcos . Es probable que estos pretendidos adivinos no
se contentaban con observar los cuerpos celestes , sina que observaban tambien las costumbres y opiniones
del pueblo y la marcha de los acontecimientos y de los negocios , y por esta razon son tan acertadas sus pro
fecías y pertenecen en cierto modo á la historia .
No obstante, el espíritu de conquista que habia animado tanto tiempo la nacion , subsistia aun , y algunas
veces la fortuna halagó con la victoria á las banderas de los otomanos . A fines del siglo XVI los turcos
llevaron la guerra hasta las orillas del Danubio y hasta las fronteras de Persia . Entre los guerreros cris
tianos que volaron en socorro de Alemania debe distinguirse al duque de Mercoeur, hermano del duque de
Mayena , á quien seguia una multitud de soldados que habian peleado contra Enrique IV y que iban á es
piar los crímenes de la guerra civil combatiendo con los infieles . El duque de Mercoeur , á quien el empe
rador Rodolfo habia dado el mando del ejército imperial , ganó repetidas victorias á los otomanos .
Mientras se peleaba en Hungría , el rey de Persia había enviado una embajada al emperador de Alema
!
nia y á los príncipes de occidente para escitarlos á formar con él una alianza contra los turcos. Los emba
jadores persas se presentaron al papa y á varios príncipes cristianos pidiéndoles que declarasen la guerra á
los otomanos , y esta embajada unida á las hazañas de los franceses en el Danubio causaron tan viva in
quietud al divan , que envió un embajador al rey de Francia , á quien temia mas que á todos los demás

(1) Véase el continuador de Fleury y Mr. de Thou, lib. L, p. 752.


LIBRO DECIMONONO . -1518-1590 . 555

príncipes cristianos . El sultan de los turcos pedia en su carta al monarca francés que arreglase una tregua
entre la Puerta y el emperador de Alemania , y llamase de Hungría al duque de Mercoeur , cuyo valor y
pericia daban la victoria á las banderas de los alemanes . En la carta del enviado turco se leian las si-
guientes palabras de introduccion : «Al mas glorioso , magnánimo y grande señor de la creencia de Jesus ,"
pacificador de las diferencias que sobrevienen entre los príncipes cristianos , señor de grandeza , majestad
y riqueza y glorioso guia de los mas grandes , Enrique IV, emperador de Francia . »>
Enrique IV interrogó al embajador otomano y le preguntó por qué temian tanto los turcos al duque de
Mercoeur . El embajador respondió que una profecía acreditada entre los turcos anunciaba que la espada de
los franceses los arrojaria de Europa y derrocaria su imperio . Enrique IV no llamó al duque de Mercoeur ;
este hábil capitan continuó peleando contra los otomanos, y despues de haberse cubierto de gloria en la
guerra , le sorprendió al regresar á Fracia una fiebre, que segun Mezerai , le envió á triunfar al cielo .
Despues de la muerte de Rodolfo II , que habia contenido los ejércitos de los turcos , estalló la guerra que
asoló á Alemania por espacio de cuarenta años . Fué una dicha para la cristiandad que en este largo periodo
la Puerta otomana se hallase ya ocupada en sus guerras contra Persia , ya agitada por las revoluciones del
serrallo, por las sediciones populares y las revueltas de los bajás . El imperio germánico , la Dinamarca , la
Suecia , los luteranos y los católicos , levantaron mas ejércitos y vertieron mas sangre en los combates , que
la que se hubiera necesitado para arrancar á Bizancio de la dominacion de los musulmanes ; pero en medio

de las pasiones religiosas y políticas que dividian y agitaban el occidente, á nadie le ocurria la idea de ata-
car á los turcos . El papa , á instancias del emperador Fernando II , publicó un jubileo por el triunfo de las
armas imperiales , y poco se faltó para que predicase una cruzada contra Gustavo Adolfo y sus aliados .
Cuando iba á terminar esta guerra de treinta años por medio de un tratado que fué como una ley general
de Europa , el cielo permitió que los otomanos renovasen sus hostilidades contra los pueblos cristianos. Ata-
caron primeramente la Dalmacia , provincia veneciana , y la isla de Candía ó antigua Creta , importante co-
lonia de Venecia , y no tardó en entrar en Hungría un ejército formidable que avanzó hasta las fronteras de
Moravia y Austria .
El papa Alejandro VII se ocupó en formar una liga entre los príncipes y estados de la cristiandad , y
se dirigió al rey de Polonia , al de España y especialmente al de Francia implorando su ausilio contra
los turcos .

Aunque Luis XIV era aliado de la Puerta , accedió á las súplicas del soberano pontifice y envió á Roma›
un embajador encargado de anunciar á Su Santidad que estaba dispuesto a entrar en la confederacion cris-
tiana . Por otro lado, los estados del imperio germánico, que eran aliados de Francia , se reunian en Franc-
fort y se comprometian á reunir tropas y dinero, prometiendo cooperar con sus esfuerzos á la empresa del
monarca francés en defensa de la cristiandad.

Tan generosas ofertas merecian á no dudarlo la gratitud de Leopoldo , pero el emperador vió con envidia
que los estados germánicos se ponian de acuerdo con un monarca estranjero mas bien que con el jefe del.
imperio , y no habia olvidado la conducta de Francia en la guerra de los treinta años y en las negociaciones
que habian precedido al tratado de Westfalia . E! celo que demostraban Luis XIV y susaliados por la cansa co-
mun y queiba mas allá de lo que esperaba , solo sirvió para aumentar su desconfianza . Es creible que Leopoldo
manifestaria sus temores à la corte de Roma , que habia visto con disgusto las recientes alianzas del reino
cristianísimo con los príncipes luteranos de Alemania ; Alejandro VII recibió con frialdad las proposiciones
del rey de Francia y dijo á su embajador que no podia cooperar á su empresa , que el rey de España tenia
reñidas contiendas con Portugal , que el rey de Polonia no se hallaba en estado de entrar en la liga, que el
emperador no manifestaba mucha prisa, y finalmente , que era preciso suspenderlo todo . Cuando se supo en
Roma la decision unánime de la dicta de Francfort, que ofrecia alistar veinte ó veinte y cuatro mil hom-
bres para la causa de la cristiandad , la corte pontificia recibió con indiferencia y hasta se negó á publicar
esta fausta noticia, que en otras épocas hubiera sido celebrada con acciones de gracias solemnes en la igle-
sia de San Pedro ó de San Juan de Latran. El rey de Francia no pudo disimular su sorpresa , y se encuen-
tra el siguiente párrafo en una carta escrita al embajador francés : «Por lo demás, este asunto atañe mas
al papa que á nosotros , y S. M. tendrá la satisfaccion de haber hecho todo lo que podia en peligro tan inmi-

nente al primogénito de la Iglesia y principal defensor de la religion . »


556 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Pronto se supo que los turcos avanzaban por el territorio de Moravia . Se propuso reanudar las negociacio
nes, pero la envidia impidió que se tratase de ellas seriamente, y todo dependia de las noticias que se reci
bian de los adelantos del ejército otomano. El tímido Leopoldo negociaba alternativamente con el divan y el
papa, temiento la in vasion de los turcos , pero no temiendo menos deber su salvacion á los aliados deseosos.
de defenderle .

Los turcos continuaban avanzando ; el emperador de Alemania salió aterrado de su capital , y la inmi
nencia del peligro hizo callar las vanas pretensiones. No pudiendo conseguirse la paz de los otomanos , Leo
poldo consintió en ser socorrido por los príncipes cristianos ; Luis XIV, para no berir la susceptibilidad &
inquietud del emperador , se contentó con enviar á Hugría seis mil hombres escogidos bajo las órdenes del
conde Coligni y del marqués de la Feuillade . El papa no quiso permanecer neutral en una guerra contra
dos musulmanes, y concedió al emperador un subsidio de setenta mil florines y la facultad de imponer diez
mos sobre todos los bienes eclesiásticos en los estados austriacos ; proporcionó algunas tropas alistadas en
el estado romano, y empleó en el sostenimiento de esta milicia los doscientos mil escudos que el cardenal
Mazarino habia legado en su testamento para la guerra contra los turcos . Reunidos todos los socorros del pa
da , del rey de Francia y de los demás estados confederados , formaron un ejército de treinta mil hombres ,
os cuales unidos al ejército del emperador , marcharon á las órdenes de Montecúculi , y alcanzaron una vic
toria decisiva en las llanuras de Saint- Gothard . Los otomanos pidieron una suspension de armas , y las pasio
nes celosas que habian impedido en un principio que se llevase la guerra adelante con empeño , permitieron
al divan concluir una paz ventajosa .
Los otomanos , libres de este modo de una guerra formidable, pudieron dirigir todas sus fuerzas contra
Ja isla y ciudad de Candía que no podia defender Venecia con el ausilio de algunas naves del papa y el va

or de algunos caballeros de Malta ; pero á pesar de haber enviado la Francia una escuadra y seis mil hom
bres al mando del duque de Beaufort y del duque de Noailles , la ciudad de Candia cayó en poder de los
turcos despues de un sitio de veinte y ocho meses . Esta conquista enardeció el orgullo fanático de la nacion
otomana, y se repitieron desde entonces en las mezquitas los preceptos del Coran que mandan la conquista
de los infieles . Una gran parte de la nobleza húngara , que no podia sufrir la dominacion del emperador
Leopoldo, se acogió bajo las armas de Mahomet IV y le incitó á enviar un ejército contra los alemanes ; fi
nalmente, los genizaros pidieron en alta voz que se llevase la guerra á las orillas del Danubio, y el ulema
declaró que habia llegado la época de someter á las leyes del islamismo las comarcas mas remotas de
occidente.

El soberano pontifice pidió entonces el ausilio de todos los estados católicos , y se dirigió especialmente á
Juan Sobieski , cuya gloria militar y sus victorias contra los turcos le habian elevado al trono de Polonia .
No tardó en acudir en defensa de la Alemania amenazada un ejército organizado apresuradamente en el Vis
tula y el Dnieper . Trescientos mil musulmanes estaban sitiando la capital del imperio ; el emperador y su
familia se habian salvado milagrosamente de la persecucion de algunos ginetes tártaros al buscar un asilo
en la ciudad de Sintz , y Alemania no tenia mas que un ejército desanimado , el valor del duque de Lorena
y el celo patriótico de los electores de Sajonia y de Baviera . La presencia de Sobieski cambió repentinamen
te el aspecto de la guerra ; los alemanes sintieron reanimarse su valor y se apoderó el desaliento del ejér–
cito de los turcos . Toda la provincia de Austria estaba inundada de batallones otomanos , cien mil tien
das se alzaban en las orillas del Danubio , y la del gran visir , segun el relato de Sobieski , ocupaba mas
espacio que la ciudad de Varsovia ó de Leopoldo . El presuntuoso ministro de la Puerta otomana confiabą
en este aparato de guerra y fundaba su esperanza en la innumerable multitud de sus soldados , pero este
aparato incómodo y esta multitud tan difícil de conducir fué lo que dió la victoria á los cristianos . El ejér
cito de Sobieski y el del duque de Lorena , á los que se habian reunido las tropas de varios príncipes del
imperio, ascendian apenas á setenta y cinco mil combatientes.
Los dos ejércitos trabaron la batalla el 13 de setiembre de 1683. La victoria permaneció poco tiempo
indecisa . « Bendito sea Dios ! escribia el rey de Polonia despues de la batalla . Dios ha dado la victoria á nues
tra nacion ; le ha dado un triunfo tan completo cual no vieron jamás los pasado siglos . Han caido en nues
tro poder toda la artillería , todo el campamento de los musulmanes é infinitas riquezas ; las cercanías de
Viena están cubiertas de cadáveres del ejército infiel cuyos restos huyen consternados. >>
LIBRO DECIMONONO . — 1683 . 557

Los turcos fueron perseguidos hasta Hungría , cuyas ciudades y provincias abandonaron . La fama publi-
có las victorias de los cristianos , y de todos los paises de Europa acudió una multitud de nobles guerreros
ardiendo en deseos de combatir á los infieles (1 ) . En tanto que la flor de los soldados de Alemania y de
otros paises de la cristiandad atacaban á los turcos en Hungría , los polacos y los moscovitas llenaban de ter-
ror las márgenes del Pruth y la Crimea . Venecia , á instancias del papa , declaró la guerra á los otomanos ;
las naves del jefe de la Iglesia y la escuadra de la república recorrieron en triunfo los mares de Grecia y
del Archipiélago . Vióse ondear el pendon de San Pedro y el de San Marcos sobre las murallas de Coron ,
de Navarino , de Patras , de Nicoli , de Romanía , de Corinto , de Atenas , etc .; los turcos perdieron casi toda
la Morea y varias islas ; sus ejércitos fueron vencidos y dispersos por todas partes , y dos visires y un gran
número de bajáes pagaron con su cabeza las derrotas del islamismo . Mahomet IV , acusado por el pueblo ,
por el ejército y por el ulema , cayó del trono al rumor de tan inmensos desastres , atribuidos á la cólera
celeste y que llenaron de desórden y disturbios todo el imperio. Despues de diez y seis años de combates
funestos y revoluciones en el serrallo , los otomanos se vieron reducidos á pedir la paz sin haber vencido á
sus enemigos , la cual heria á la vez el orgullo nacional y las máximas del Coran . El famoso tratado.
de Carlowito atestigua las pérdidas que habia sufrido la nacion turca y la innegable superiodidad de los
estados cristianos .

En la batalla de Lepanto habia empezado la decadencia de Turquía como potencia marítima , y la derrota
de Viena señaló su decadencia como potencia militar y conquistadora . Los griegos hubieran podido lanzar en-
yugo otomano, pero habian conservado sus prevenciones ó su antipatía contra los Jatinos , y Vene-
cia fué causa de que su dominacion les pareciese mas insoportable que la de los turcos . La Hungría , que du-
rante dos siglos se habia defendido de todos los furores del imperio otomano y cuyo territorio habia sido las
Termopilas de la cristiandad , perdió su independencia y fué incorporada á las posesiones de la casa de Aus-
tria. Finalmente, entre los estados que firmaron el tratado aparece el imperio moscovita que tan terribles gol-
pes debia descargar un dia contra la potencia otomana .
No obstante , Jerusalen en cuyo nombre se habian llevado á cabo tantas espediciones lejanas , no yacia en
el olvido para la Europa cristiana , y en tanto que se combatia para contener las invasiones de los turcos, va-
rios peregrinos visitaron la Tierra Santa . Distinguense entre estos piadosos viajeros el célebre fundador de la
Compañía de Jesus , Federico III , un príncipe de Radziwill , un duque de Baviera , un duque de Austria , y
tres electores de Sajonia , entre los cuales se cuenta el protector de Lutero .
Los peregrinos no eran recibidos en Jerusalen por los caballeros de San Juan , pero encontraban la hospi-
talidad de los custodios del Santo Sepulcro , que pertenecian á la regla de San Francisco de Asis. Siguiendo las
costumbres hospitalarias de los pasados siglos , el mismo superior lavaba los piés á los viajeros y les proper-
cionaba todos los ausilios necesarios para su peregrinacion , y por una especie de milagro continuo , los mo-
numentos sagrados de la religion cristiana tantos siglos defendidos por los ejércitos de Europa , no tenian mas
escudo que los recuerdos religiosos , pero se conservaban en medio de los bárbaros sectarios del islamismo . Al
espíritu de las cruzadas del siglo XI sucedió una resignacion pacífica que libertó á la Tierra Santa de los ul-
trajes de sus dominadores : la ciudad de David y de Godofredo se confundió en el ánimo de los cristianos con
la Jerusalen celestial , y como los oradores sagrados decian ( 2) que era preciso pasar por el cielo para llegar
al territorio de Sion , no se trató ya de estimular el valor de los guerreros sino la caridad y la devocion de
los fieles .

(1) Memorias del mariscal de Berwick ,


(2) Sermon de fray Vicente (véase Catalogus codicum M. SS. Biblioteca Bernensis, etc. , t. p. 79.)
338 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

LIBRO XX .

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LAS CRUZADAS.

I.-Espiritu de las Cruzadas .

Hemos hablado con frecuencia del entusiasmo guerrero , de la devocion belicosa que agitó el occidente, y
examinaremos en esta parte de nuestra obra los sentimientos que animaban á la cristiandad en las guerras
santas. No se trataba entonces de combatir por los reinos de la tierra sino por el del cielo, y las cruzadas no
eran obra de los hombres sino del mismo Dios ; por esta razon no debian juzgarse como los demás aconte
cimientos humanos . En el siglo en que vivimos nos causa admiracion la idea que se tenia entonces de aque
Ilas guerras lejanas, y la persuasion en que se estaba de que en ellsa se interesaba la gloria divina , de modo
que nuestros buenos antepasados no se atrevian á consultar su débil razon cuando las espediciones de oriente
engañaban su piadosa esperanza , y no podian comprender los triunfos de los musulmanes. Recuérdese la

desesperacion de aquella multitud de peregrinos que iban á reunirse en Siria con los compañeros de Godofre
do, cuando supieron repentinamente en el camino que todo el ejército cristiano iba á sucumbir bajo las mu
rallas de Antioquía . La destruccion del mundo hubiera causado menos turbacion y desórden en su alma . Nos
resistimos á dar crédito á los cronistas de la época cuando nos representan una multitud de caballeros , de
clérigos y de obispos suspendiendo durante muchos dias las ceremonias religiosas y no atreviéndose á orar ni
á interrogar al Dios de los cristianos, á quien acusaban de haber abandonado su propia causa ( 1 ) .
Cuando se supieron en Europa los desastres de la segunda cruzada , la Francia se quejó en su dolor de
san Bernardo , que habia predicado la guerra santa , y el cual manifestó con ardorosa elocuencia , en una
apología dirigida á la santa sede , la sorpresa y la tristeza que le causaban las desgracias de los cristianos.
Parecíale que Dios habia juzgado á los hombres antes de tiempo , y que se habia arrepentido de su propia
obra como en la primera edad del mundo . ¿ Por qué , decia , no ha perdonado á su pueblo el Señor irritado?
¿ Por qué no ha defendido la gloria de su nombre ? Las naciones infieles que vieron á los hijos de la Iglesia
dispersos por tierras desconocidas y diezmados por el acero ó el hambre , se preguntaban entre sí : ¿ Dónde
está, pues, su Dios ? La pasion con que el apóstol de la cruzada creia en la santidad del ministerio que habia
cjercido, le inducia á preguntar á la justicia divina si habia desdeñado sus ayunos y lanzado en el olvido su
humillacion y sus ruegos . El elocuente cenobita se asombraba de que Dios no hiciera milagres para confun
dir los impios, y sin dignarse contestar á los que se negaban á creer en la verdad de su mision , decia al so
berano pontifice : « Responded por mí , responded por vos y por el mismo Dios . >>
Iguales sentimientos encontramos en varios escritores de la edad media que han hablado de las cruzadas
y que deben considerarse como los fieles intérpretes de sus contemporáneos ; aunque no se espresen con la
misma energía y audacia de conviccion que san Bernardo , no por eso merece menos crédito su testimonio .
El autor de los Hechos de Luis VII , despues de contar la derrota de los ejércitos cristianos en el Asia Menor ,
declara que los juicios de Dios no deben censurarse nunca , « pero que parece, no obstante, estraordinario á
la débil razon de los hombres que los que odian la ley de Jesucristo hayan vencido á los franceses , nacion
piadosa y sumisa á la ley divina . » La Alemania quedó sumida en la consternacion con la muerte de Federico
Barbaroja y la completa ruina de un brillante ejército , salido de las orillas del Rhin y del Danubio . Las cró
nicas contemporáneas que cuentan los desastres del ejército imperial , dicen que las almas cristianas no se

(1) Tudebode, Raimundo de Agiles . Roberto el Monje Biblioteca de las Cruzadas.)


LIBRO VIGÉSIMO . 559

atrevian á interrogar la voluntad del cielo , « porque era un abismo donde el espíritu del hombre quedaba
confundido y anonadado ; » y un historiador aleman que acompañaba al emperador , temiendo que su deses
peracion no parezca que acusa las obras de Dios , se apresura á espresar su resignacion con esta reflexion
piadosa : « Dobleguémonos ante aquel á quien nadie se atreve á decir : ¿ Por qué hicisteis esto (1 ) ? »
Pero entre todas las calamidades de las cruzadas, la que causó indudablemente mas sorpresa y dolor en
Europa , fué el cautiverio de Luis IX en Egipto . Segun cuentan los historiadores de la época , un gran número
de cruzados abandonaron la religion de Jesucristo para abrazar la triunfante de Mahoma ; la fé de muchos
vaciló en Francia , en Alemania y mas particularmente en Italia ; el papa mismo no se atrevia á alzar el velo
impenetrable que parecia ocultar la bondad divina de las miradas de los fieles , y en sus cartas al clero de
Francia y al monarca cautivo , no puede concebir cómo haya enviado Dios tantos males á los que combatian
por su causa. El jefe de la Iglesia temia que la fé de los hijos de Dios pereciera por el escándalo y que el mun
do acusara de severidad los fallos del juez supremo.
Estas quejas misteriosas , estos sentimientos difíciles de esplicar , y que nos recuerdan algunas veces la fa
talidad de los antiguos con sus males inevitables, se reproducian en todas las espediciones desgraciadas . Al
gunas crónicas de los últimos años del siglo XIII , al anunciar que Europa no tenia ya ciudades ni colonias
en oriente, lamentan con amargura tan inaudita calamidad, y se asombran de no encontrar la misericordia de
Dios de acuerdo con su justicia .

No obstante , como era tan difícil persuadirse de que Dios hubiera abandonado enteramente la causa de las
guerras santas , se atribuyeron las desgracias de estas espediciones á los crímenes y la corrupcion de los cru
zados. Decian que si Dios permitia que los ejércitos cristianos pereciesen en una guerra emprendida en su
nombre, era para castigar á los hijos perversos , y que los desastres de los soldados de la cruz no debian atri
buirse á la injusticia del soberano que castiga , sino á las iniquidades del pueblo que habia pecado . Cuando se
recordaban á los predicadores de las cruzadas las promesas que habian hecho en nombre del cielo y que no
se habian cumplido , se contentaban estos con invocar el ejemplo de los hijos de Israel que habian perecido
en el desierto . « Al salir de Egipto , decian , Moisés prometió á los hebreos una tierra mejor , pero blasfema
ron contra Dios y contra Moises su servidor , se entregaron á toda clase de desórdenes , y el desierto fué el se
pulcro de este pueblo indócil , sin que Dios faltara por eso á su promesa ( 2) . »
Debemos hacer notar que el afan de justificar las cruzadas inspiró con frecuencia á los cronistas pinturas
satíricas, cuya exageracion no ha de adoptar la historia imparcial ; pues para confundir á los incrédulos y de
mostrar toda la verdad de los juicios de Dios , se creian obligados á recargar sus cuadros y presentar á los
soldados de la cruz bajo los colores mas odiosos . Lo que mas nos asombra es que los mismos cruzados se
acusaban de haber merecido los desastres que esperimentaban por su reprobada conducta ; el hambre, las
enfermedades y las calamidades de la guerra despertaban en sus almas los remordimientos de los culpables ,
y las austeridades de la penitencia se mezclaban siempre con el sentimiento de sus miserias ; cuando la victoria
volvia , en fin , á vindicar la gloria de sus banderas , y la fortuna se mostraba mas propicia , los guerreros
cristianos se persuadian de que eran mejores , y daban gracias al cielo por haberlos hecho dignos de su mise
ricordia y de sus beneficios.

En las cruzadas infaustas , no solo se acusaba á los peregrinos , sino tambien á los cristianos que se habian
quedado en occidente. Segun la opinion de la época , Dios habia confiado su herencia á la virtud y á la devo
cion de todos los fieles , y el universo entero era responsable de este sagrado depósito . Cuando se supo en Eu
ropa que Jerusalen habia caido en poder de Saladino , los fieles acudieron en todas partes á los templos para
acusarse de sus faltas , y la cristiandad no pensó mas que en espiar con el ayuno y la oracion la licencia y
la corrupcion de las costumbres que habian acarreado la ruina de Sion y el último triunfo de los impios .
Despues de esplicar las desgracias de las cruzadas por la justicia y hasta por la cólera de Dios , las esplica
ban tambien por la misericordia divina . Puede leerse en la historia , que los predicadores de la guerra santa
la representaban siempre como un medio de convertir los pecadores y poner á prueba la virtud de los justos ;
Dios no tenia necesidad , segun ellos , del ausilio de los hombres para conquistar la herencia de Jesucristo,

(1) Gualtero Vinisauf (Biblioteca de las Cruzadas).


(2) San Bernardo, lib. II , De consideratione.
560 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

pero les abria la senda de la salvacion y les ofrecia una ocasion de rescatar sus pecados . Son muy curiosos
para nuestro siglo las razones con que se esforzaban entonces en hacer ver las ventajas de una guerra que ha
bia despoblado muchas comarcas de Europa , pero cuyo verdadero resultado á los ojos de la fé popular era el
de poblar la morada de los ángeles y multiplicar hasta lo infinito el número de los mártires y de los elegidos
de Dios . Para conocer á fondo la opinion de los pueblos de occidente sobre este punto, es suficiente oir á los
predicadores mas entusiastas de las cruzadas . Debia saberse ; decian , que Dios no aborrece á los que castiga ,
que tiene siempre alzada su mano sobre el hijo que ama , y que cuando enviaba los dias de su cólera , no es
taban muy distantes los de su misericordia , si el cielo perseguia con penas temporales la ingratitud de sus

hijos ¿ no era por salvarlos de los suplicios eternos ? La voz de los pontifices se unia á la de los predicadores
para anunciar á los cristianos que el luto y los llantos eran armas invencibles contra las potencias del infier
no; y que todos los guerreros muertos en la cruzada , eran semejantes al oro ensayado tres veces y purificado
siete por el fuego , y alcanzaban el perdon ante el soberano juez . ¿ Cómo podrian , dice uno de estos pontifices,
evitar sus manchas los hombres que viven en este mundo en moradas de cieno; y si no pasasen por el fuego

de sus tribulaciones , cómo podrian presentarse con bastante pureza ante aquel que descubre las sombras y
las manchas en la frente de las estrellas (1) ?
En las épocas ordinarias los hombres se ilustran con la adversidad , y raras veces perseveran en lo que se
frustra , pero segun la opinion que se tenia de las cruzadas , eran inútiles las lecciones de la desgracia , y nada
podia debilitar ó desalentar la piadosa ceguedad y la tenaz credulidad de los guerreros de la cruz . La guerra
santa se consideraba entonces bajo un aspecto enteramente espiritual , y sirviéndonos de la espresion de un
antiguo cronista , como un trabajo equivalente al fuego del purgatorio antes de la muerte . Comparábase la
suerte de una cruzada á la de la virtud desgraciada que solo es juzgada y recompensada en la otra vida , y
este espíritu fué el que prolongó durante tantos años el entusiasmo del pueblo de occidente por las guerras
santas .

II.-Humildad cristiana y fraternidad de los guerreros de la cruz.

Lo que mas asombra en la historia de la edad media es el ver la humildad cristiana unida al heroismo de
la caballería y á cuanto tiene de mas brillante y glorioso el valor guerrero . El historiador de Tancredo nos
dice que su héroe permaneció mucho tiempo en la inaccion por la oposicion que encontraba entre las máxi
mas del mundo y las del Evangelio; pero que nada pudo contener su ardor belicoso, cuando habló la religion
y se publicó la guerra santa . Debemos creer , no obstante , que el ilustre caballero conservó algunos de sus
primeros escrúpulos y que el cristianismo le inspiró el espíritu de humildad que manifestó en los combates.
Esta sencillez de corazon que supo unir con los hábitos de los campamentos y el juramento que obligó á
prestar á su escudero de guardar el silencio sobre una de sus victorias , pueden ser considerados como un pro
digio en la misma historia de los guerreros cristianos .
Aunque las cruzadas no nos presentan con frecuencia el fenómeno de una abnegacion tan estraña , debe
mos decir, no obstante, que la modestia evangélica fué uno de los caractéres distintivos de estas guerras reli
giosas . No hay mas que leer los relatos llenos de sencillez que los príncipes y los caballeros de la cruz diri
gian al papa Urbano despues de las victorias de la primera cruzada . « Deseamos , escribian , que sepais cuán
grande ha sido para con nosotros la misericordia divina , y que con el ausilio del Omnipotente nos hemos
salvado de los mayores peligros despues de vencer á los turcos . » Anselmo de Ribemont, uno de los mas ilus
tres compañeros de Godofredo , escribia á Manasés , arzobispo de Reims , y contándole los triunfos de los ejér
citos cristianos , le decía : « Los debemos mas á nuestras oraciones que á nuestros propios méritos.» En una
bula dirigida á los fieles para exhortarles á tomar la cruz , el papa Celestino IV decia que la humildad era el
único medio de triunfar de los musulmanes (2 ) . En la cruzada en que los latinos se apoderaron de Constanti
nopla , es muy curioso ver á los guerreros de occidente humillarse bajo la mano del papa , y escusarse hu
mildemente de la victoria mas grandiosa conseguida por los cruzados . Oliveros Escolástico , que ha descrito
el sitio de Damieta , nos habla de los guerreros de Pisa que trataron de atacar una muralla de la ciudad , y

(1) Carta de Inocencio IV (Biblioteca de las Cruzadas) .


(2) Coleccion de Muratori.
LIBRO VIGESIMO. 561

hace con este objeto una reflexion en que se pinta el espíritu de las guerras santas . « Los pisanos , dice , aun
que llenos de valor , no estaban destinados á conseguir la salvacion de Israel , porque su objeto se reducia á
conquistar ruidosa fama . »
Nuestras antiguas crónicas creen que el mejor modo de honrar la memoria de Godofredo es compararle
á un leon en el campo de batalla y á un cenobita en las acciones ordinarias de la vida . Su negativa de ceñir
una corona en la ciudad de Jesucristo bastaria para darnos una idea justa de la especie de heroismo que ani
maba al jefe de los cruzados . Esta humildad asombraba á los orientales y les hacia formar una idea elevada
de los guerreros de la cruz . Guillermo de Tiro nos cuenta de un modo interesante la entrevista de los diputa
dos de Samaria con el duque de Lorena que sitiaba la ciudad de Arsur ; el nuevo soberano de Jerusalen re
cibió á los emires sin desplegar ningun aparato y sentado modestamente en un saco de paja ; los jejes de los
árabes preguntaron porqué tan grande príncipe , que venido de occidente , habia aterrado al Asia, y cuyo brazo
habia conquistado un reino poderoso, se mostraba de aquel modo sin escolla y sin pompa , sentado en tierra y sin
tener colgaduras y vestidos de seda . Godofredo respondió que bien podia servirle de asiento la tierra , puesto
que debia ser su morada despues de la muerte . Los samaritanos vieron con la mayor admiracion tanta humil

dad unida á tanta gloria , y se retiraron diciendo : « En verdad que este hombre es el que debe conquistar el
oriente y gobernar las naciones. » Este contraste de la grandeza y de la modestia ha sido siempre objeto de
sorpresa en el mundo , y la historia no puede presentar un espectáculo mas imponente que el del supremo
poder publicando la nada de las humanas grandezas .
Los historiadores de las cruzadas no nos presentan un solo rasgo de orgullo y de envidia ; solo se encuen
tran al espirar la guerra contra los infieles , cuando Huníades y Capistran se disputaron ante el papa el honor
de la victoria de Belgrado. El olvido de su propia fama era indudablemente el mayor sacrificio que podia hacer
á Dios un caballero, y fué una suerte que en las guerras santas no se apagase en los guerreros de la cruz

este espíritu de humildad . Frecuentemente se dividieron por la particion del botin y por la posesion de las ciu
dades y provincias, pero es imposible calcular hasta donde hubiera llegado el furor de la discordia si se hubie
sen dividido tambien por la gloria . El violento é impetuoso carácter de Ricardo no está tampoco exento del
heroismo modesto y piadoso que se advierte en las guerras santas . Conservamos dos cartas que el rey de In
glaterra escribió al arzobispo de Ruen y al abad de Claraval , en las cuales cuenta la célebre victoria que ganó
á Saladino en la llanura de Arsur ; el héroe victorioso se recomienda humildemente á las oraciones de los fie
Jes , y solǝ habla de sí para decir que está herido de una flecha , quodam pilo (1 ) .
Para apreciar este ejemplo de humildad cristiana es necesario remontarnos á la época de las cruzadas ; en
un siglo en que todo poder procedia de la espada , y en que la cólera y el orgullo hubieran podido arrastrar á
los guerreros á todos los escesos , qué prenda de seguridad mayor podia existir para la humanidad que el ver
la fuerza humillada de este modo ? Uno de los historiadores modernos de la Gran Bretaña compara á Ricardo
con el turbulento Aquiles , pero esta comparacion no es exacta ; se sabe que la humildad , tal como nos la en
seña el Evangelio , no era una virtud de los héroes de la antigüedad ; las epopeyas en que son celebrados nos
las muestran llenos siempre de ostentacion , insultando sin cesar á sus enemigos , ensalzando sus propias ha
zañas , y el mismo piadoso Eneas esclama mas de una vez en el campo de batalla que su fama ha su
bido hasta los astros . Este sentimiento brutal de la fuerza y este orgullo del acero, solo indican las pa
siones de un siglo bárbaro , y bastaria tal vez comparar los héroes de la Ilíada y de la Eneida con los héroes
celebrados por el Tasso y por nuestros sencillos cronistas para saber cual debia ser la superioridad de la ci
vilizacion moderna sobre la de la antigüedad pagana .
Otra de las virtudes de los cruzados es el sentimiento de la fraternidad , sentimiento que les mostraba
como hermanos á los cristianos de oriente, y que debia estrechar los lazos que los unian y aumentarse en
presencia de los infieles y en medio de las miserias y los peligros de una guerra lejana . Los oradores de
las guerras santas predicaban sin cesar la fraternidad evangélica y los mismos reyes y príncipes daban el
ejemplo . Ricardo espuso su vida varias veces para salvar la de los soldados cristianos , y estos rasgos de

generosidad hacen olvidar los actos de barbarie que empañaron su gloria . Un principe de mas piedad y ca
ridad cristiana que Ricardo , se dedicó con no menos brillo pero con mas virtud á salvar los cruzados que

(1) Benito de Peterborough (Biblioteca de las Cruzadas) .


71
562 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

le habian seguido á oriente . Hemos contado la respuesta admirable de Luis IX á los que le exhortaban á
embarcarse en el Nilo en tanto que los guerreros abrumados de cansancio y desesperados regresaban á Da
mieta ; cuando este príncipe esperaba en Túnez , ocupaba aun su mente la suerte de sus compañeros de
armas. ¿ Quién volverá á conducir á Francia el pueblo que he traido aquí ? tales fueron las últimas palabras
del santo monarca .
Siempre que los cruzados partian de Europa , sus jefes les prometian traerlos á su país y velar por ellos

durante la peregrinacion . Desgraciados de los que no cumplían su promesa , pues eran acusados ante Dios
y ante los hombres de falta de fé y de caridad . Uno de nuestros antiguos cronistas , al contar la historia de
Jas cruzadas , admira la magnanimidad de los grandes de la tierra , que se sacrificaban por sus soldados y
sus servidores, pero no se sorprende cuando recuerda que nos ha dado el ejemplo Jesucristo , el Señor y el
Salvador del mundo ( 1 ) .
No existia ninguna ley que castigase la desercion de los cruzados , pero la opinion general de los cristia
nos la condenaba como una accion infame . Para conocer sobre este punto los sentimientos de los contem
poráneos , es preciso leer lo que dice el abad Guiberto á Pedro el Ermitaño al acusarle de haber abando
nado á los cruzados en medio de los horrores del hambre : « Redúcete á alimentarte con la yerba de los ga
nados , esclama el nuevo historiador ; cuandoarengabas á los pueblos no los convidabas á un festin ; confórmate ,
pues, á lo que han dicho y dá ejemplo á tus hermanos en Jesucristo. » La historia contemparánea vacila
en nombrar los caballeros que desertaban de la bandera de los peregrinos , porque estos felones caballeros
estaban borrados del libro de la vida.

Si los jefes de las cruzadas mostraron tanta adhesion á sus soldados , no menos mostraron estos á sus je
fes . Cada division de cruzados presentaba la imágen de una verdadera familia . En las guerras ordinarias ,
el soldado no toma mas que una parte muy débil en los intereses de la causa que defiende , pero en una guer
ra cuyo único objeto era el triunfo de una creencia , todos los que combatian tenian los mismos temores,
las mismas esperanzas y hasta la misma ambicion . Esta comunidad de intereses y de sentimientos daba
mucha fuerza á los ejércitos de la cruz , y unia en el campo de batalla , no tan solo á los jefes y los solda
dos , sino hasta las naciones opuestas entre sí por las costumbres , el carácter y el lenguaje . « Si un breton ,
un aleman ó cualquier otro , dice un historiador que se encontraba en la primera cruzada , queria hablar
me, no sabia responderle , pero aunque divididos por la diferencia de lenguas , parecia que no. formábamos
mas que un pueblo, á causa de nuestro amor á Dios y de nuestra caridad para con el prójimo ( 2 ) . » En el
sitio de Nicea y en el de Antioquía, todo era comun entre los innumerables soldados de la cruz . Los cro
nistas de Alemania se complacen en describir el espíritu de paz y de caridad que reinaba en el ejército de
Federico Barbaroja al cruzar las provincias del imperio griego . Es indudable que los ejércitos cristianos no
ofrecian siempre este espectáculo edificante , que estallaron horribles discordias bajo las banderas de los cru
zados , pero no por eso dejó de subsistir el sentimiento de la fraternidad en el fondo de los corazones . Para
apreciar el carácter de los cruzados , basta recordar los discursos de los prelados y de los sacerdotes encar
gados de inspirarles las virtudes evangélicas y la facilidad con que se hacian oir lor santos oradores , cuando
les hablaban del olvido de sus injurias .
¿Qué hubiera sido del desventurado pueblo de los peregrinos sin el ausilio de los sentimientos genero
sos ? En esto debemos admirar la Providencia que pone siempre el remedio al lado del mal , y que envia
al hombre en sus miserias las virtudes necesarias para sobrellevarlas . Estos sentimientos fraternales resul
tan con toda su sensillez en una carta dirigida á los fieles de occidente por los peregrinos de Jerusalen , en
la que les recomendaban los cruzados que regresaban á su patria : «Os suplicamos , les decian , por nuestro
Señor Jesucristo , que nunca nos desamparó y que nos ha salvado de todas nuestras tribulaciones , que
mostreis vuestro reconocimiento á los hermanos que vuelven á vuestro lado , que les hagais bien y que les
pagueis lo que les debeis á fin de haceros mas agradables á Dios .»
Sentimos que la historia no haya hablado con mas detencion de los últimos momentos que los guerreros
de la primera cruzada pasaron juntos en Jerusalen , y del pesar desgarrador que debió acompañar su sepa

(1) Odon de Deuil (Biblioteca de las Cruzadas) .


(2) Foulcher de Chartres (Biblioteca de las Cruzadas) . .
LIBRO VIGESIMO. 563

racion . Los que partian pedian el recuerdo y las oraciones de sus compañeros de armas , custodios del San
to Sepulcro , y estos les contestaban con los ojos bañados en lágrimas : « No olvideis jamás á vuestros her
manos que quedan en el destierro . » Estos sentimientos recíprocos de los cruzados ¿ no anunciaban de ante
mano los lazos de fraternidad y las relaciones de familia que debian unir durante dos siglos á los pueblos de
Europa con las colonias cristianas de oriente ?

III. De la supersticion y de la magia en las cruzadas; de la credulidad de los cruzados .

Hemos hallado con frecuencia en nuestra historia de las visiones y de los milagros que inflamaban la
devocion y el valor de los cruzados . Su credulidad era tal vez escesiva , pero es preciso confesar que no
tenia nada de vulgar ; un terremoto, una aurora borcal , un cometa , un eclipse de sol ó de luna eran á sus
ojos advertencias ó señales por los cuales Dios les manifestaba su voluntad . En los peligros de la guerra.
creian ver con frecuencia los santos y los ángeles bajando del cielo y mezclándose en sus filas para comba
tir á los enemigos de Jesucristo ; pues como los peregrinos estaban persuadidos , como hemos dicho ya, de
que el poder divino deberia intervenir sin cesar en favor de la causa que defendian ó creian defender , esta
persuasion basta para demostrarnos cuan noble y elevada era su supersticion .
Si se lee con atencion la historia de las cruzadas asombra que la magia haga un papel tan principal en
la Jerusalen libertada . Vamos á recordar todos los hechos que pudieran inspirar al Tasso la idea de usar
de este género maravilloso . La mayor parte de los cronistas y hasta los novelistas del siglo X11 ( 1 ) están
acordes en hablarnos de la madre de Kerbogath, sultan de Mosul ; esta princesa , nos dicen , que vivió
mas de un siglo , se vanagloriaba de penetrar en lo venidero, y anunció á su hijo las desgracias que le ame
nazaban si combatia á los cruzados . El príncipe le preguntó cómo sabia que iba á ser vencido y que debia
morir aquel año : « He contemplado , le respondió, el curso de los astros , he consultado las entrañas de
los animales y be practicado sortilegios ; » é insistiendo ella en su presagio , el feroz Kerbogath replicó :

«Madre , no me hableis de ese modo porque los francos no son dioses y quiero pelear con ellos . » Dióse
la señal de la batalla , y la princesa musulmana fué á ocultar su desesperacion profética en los muros
de Alepo .
Algunos historiadores cuentan otro hecho de la misma época . Durante el sitio de Jerusalen , se asoma
ron dos mujeres á las murallas de la ciudad y trataron de destruir el efecto terrible de una máquina de
los cristianos por medio de signos misteriosos : «Cuando dieron principio á su profano conjuro, dice la cró
nica de Raimundo de Agiles , una enorme piedra lanzada por la máquina las derribó en tierra y sus almas
fueron enviadas al infierno de donde habian salido . » El último ejemplo que nos presenta la historia es re
lativo á los dias que precedieron á la batalla de Tiberíades . Una esclava siria fué sorprendida montada en
una jumenta , invocando contra el ejército cristiano el poder de los sortilegios y maleficios ; cuando fué in
terrogada , no ocultó su criminal proyecto ; la arrojaron en una hoguera , de donde salió sin que le causa
ran daño las llamas , y fué preciso matarla con el hacha ( 2 ) . Hé aquí los únicos ejemplos de magia que
nos han trasmitido los historiadores de las cruzadas . Dejamos á nuestros lectores la tarea de juzgar si el
cantor de Godofredo traspasó los límites de la verosimilitud en la pintura, por otra parte taa poética , que nos
hace de los encantos de Ismena y de los hechizos de Armida .

Leemos en Odon de Deuil que habiendo visto los cruzados alemanes en Nicópolis un hombre que juga
ba con serpientes, lo tomaron por mágico y lo hicieron pedazos , lo cual prueba al menos que los soldados
de la cruz no respetaban mucho la magia ni á los que la ejercian. Gilon , autor de un poema histórico
sobre la primera cruzada , nos cuenta que en el sitio de Nicea los cruzados hicieron una procesion en tor
no de la ciudad arrojando agua bendita en las murallas ; los musulmanes creyeron que los sitiadores que
rian apoderarse de la plaza por medio de la magia , y efectuaron una salida para contener los efectos del
sortilegio , y el poema añade que los cristianos se irritaron de tal modo contra los infieles , que vengaron
con la sangre de sus enemigos el ultraje que creian haber recibido su religion y sus divinos misterios .

(1) Tudeboda, Raimundo de Agiles, Roberto el Monje, el autor de la novela de Godofredo , etc. (Biblioteca de las Cruzadas).
(2) Bernardo el Tesorero Biblioteca de las Cruzadas).
564 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Por lo que acabamos de decir no debe deducirse que se desconociera entonces la mágia en Europa , pero ,
basta para probarnos que no siguió á los cristianos á las guerras santas y bajo las banderas de la cruz .
Todo el mundo sabe que en la época de las cruzadas el occidente se entregaba á las mas torpes supersticio

nes ; en tanto que el cielo prodigaba sus milagros á los ojos de la crédula multitud , el infierno hacia tam
bien sus prodigios , y segun las creencias populares , el demonio dirigia el arte tenebroso de los hechizos y
de los sortilegios . No habia dia ni sitio alguno en que el siniestro mensajero del infierno no apareciese , acom
pañado de sus engañosos prestigios , ya para seducir la debilidad humana ó para disputar al ángel custodio el
alma de un moribundo , ya para descubrir á los hombres algunos secretos vergonzosos ó para favorecer las
empresas de los malvados . Los anales de la edad media no tienen un solo capítulo en que las tentativas del
espíritu de las tinieblas no se halle mezclado con los acontecimientos políticos y religiosos ; no obstante , la
historia contemporánea no habla jamás de la aparicion del demonio entre los peregrinos de Jerusalen . Solo
un cronista cuenta que en la época de la primera cruzada un caballero de Picardia habia hecho un pacto
con el diablo para vengar la sangre de su hermano muerto en un combate, y que despues de haber logrado
lo que deseaba , este caballero solo pudo librarse de la presencia del espíritu infernal tomando la cruz de la

santa peregrinacion . La misma crónica añade que el noble picardo se puso en camino con los demás cru
zados , y que no se presentó el diablo durante todo su viaje , pero que cuando el peregrino regresó á sus
Jugares despues de la conquista de Jerusalen , vió reaparecer al momento al que no da nunca mas que con
sejos criminales . Citamos este hecho tan estraño porque pinta por sí solo el género de supersticion de los
peregrinos de la Tierra Santa .
Debe causarnos en el dia admiracion la ausencia de los demonios en una multitud como la de los cruza

dos, pero vemos en la historia que los soldados de la cruz tenian otras ideas y preocupaciones ; su imagina
cion estaba escitada por otros muchos y mas grandiosos espectáculos , y si nos es permitido este lenguaje, di
remos que el diablo era demasiado pequeño para figurar en el inmenso teatro y entre las escenas gigantes
cas de las guerras de ultramar .
Al principio de este capítulo hemos hablado de los grandes fenómenos de la naturaleza y de las apari
ciones celestes que en el curso de su peregrinacion llamaron la atencion y escitaron el entusiasmo de los cru
zados. Al llegar á Siria ¿ qué espectáculo mas propio para herir sus ánimos que el de los lugares que debian
conquistar ? ¿ qué prestigio de la magia podia producir el mismo efecto en corazones religiosos que el aspec

to del valle de Josafat , del monte Sion y de los peñascos del Calvario? Los himnos que entonaban sus sa
cerdotes recordaban sin cesar á los cruzados el objeto de su santa espedicion ; cuando les repetian las pala
bras de los profetas dirigidas á los elegidos de Dios , en los mismos sitios donde habian sido inspiradas, no
el
habia un peregrino que no se aplicase el sentido de las divinas profecías y que no se persuadiese de que
Eterno marchaba delante para cumplir las promesas de la Esc ritura . En esta creencia y no en las ideas de
una supersticion mezquina y vulgar debe buscarse el carácter y el móvil de las cruzadas .
Las crónicas árabes cuentan menos apariciones sobrenaturales que las de occidente ; no obstante , los mu
sulmanes tenian tambien sus potencias celestes que acudian en su ausilio en los peligros de la guerra . El his
toriador Kemal- eddin , al contar la derrota de Roger príncipe de Antioquía , habla de un ángel vestido de ver
de que ahuyentó el ejército de los francos é hizo prísionero á uno de los jefes . Boha -eddin cuenta que una le
gion descendida del cielo entró durante la noche en la ciudad de Tolemaida sitiada por Felipe Augusto y Ri

cardo Corazon de Leon ; se lee en el mismo historiador que despues de la matanza de los prisioneros musul
manes mandada por Ricardo en la llanura de San Juan de Acre , los mártires del islamismo enseñaron á sus
compañeros, á quienes fuéron á visitar, las gloriosas heridas que habian recibido, y que les contaron las
delicias que les esperaban en los jardines del paraiso . En el sitio de Margat, el ejército del sultan vió apare
cer los cuatro arcángeles y que los musulmanes acostumbran á implorar en los peligros , y cuya celestial
falange animaba el valor de los sitiadores (1 ) .
Nuestras crónicas latinas invocan algunas veces el testimonio de los prisioneros musulmanes cuando cuen
tan la aparicion de los santos y de los moradores del cielo, pero es cierto que los cautivos entregados à la mi
sericordia de los cristianos tratarian de lisongear la credulidad de sus vencedores . De esta suerte , despues de

(1) Estracto de los autores árabes (Biblioteca de las Cruzadas).


LIBRO VIGESIMO. 565

la batalla de Dorilea , los turcos que estaban en poder de los francos decian que habian visto la milicia celes-
tial combatiendo con los soldados de la cruz ; y en el sitio de Damieta , los infieles que cayeron prisioneros en
la torre del Nilo pidieron que les enseñasen los hombres vestidos de blanco que habian peleado contra ellos
Scler con valor sobrenatural y con armas desconocidas . Los sitiadores creyeron entonces que la milicia del cielo
se habia mezclado con los soldados cristianos , y este pensamiento los llenó de alegría .
El traidor Firoo que entregó á Antioquía á los cruzados , tratando de granjearse la confianza de Boemun-
do , le preguntó un dia dónde estaban acampados los soldados milagrosos que se veian con frecuencia comba-
tiendo con los francos , y si hemos de creer al monje Roberto , el príncipe de Tarento no supo qué contestar
y envió á Firoo á su capellan , que le esplicó que los ángeles y los santos bajaban del cielo en ausilio de los
soldados de Jesucristo . No obstante , algunos cronistas acusan á los infieles de incredulidad . Pocos dias antes
de la batalla de Antioquía cayó una llama celeste en el campamento de los turcos , en lo cual vieron los cris-
tianos un signo milagroso del poder divino que se declaraba en su favor , pero los musulmanes se obstinaron
en no reconocer el milagro , segun dice Roberto el Monje .
La credulidad de los cruzados contribuyó á que fueran gobernados y conducidos mas fácilmente, y ayu-

:g dó á los jefes á conservar la disciplina y á reanimar el valor de los soldados . Cuando los cruzados perdieron
al obispo de Puy, que los guiaba cual otro Moisés , su devocion supersticiosa creyó con frecuencia volverle á
ver en medio de los peligros , y las crónicas cuentan que se apareció en el sitio de Marah y en el de Arehas
animando á los soldados de la cruz . Para formarse una idea de los prodigios originados por la apasionada

credulidad de los peregrinos , basta recordar la desastrosa situacion de los cruzados encerrados en Antioquía ;
creyeron que acudian en su ausilio las potencias celestes ; una lanza descubierta milagrosamente les pare-
ció un arma invencible que el mismo Dios les enviaba para dispersar á sus enemigos , y fuertes con esta
creencia, triunfaron al fin del hambre , de la desesperacion y de la innumerable multitud de los musulma-
nes . Si la suerte de las armas colocara en igual posicion un ejército compuesto de soldados mas ilustrados
y menos crédulos , solo pensarian en la imposibilidad de salvarse y en la necesidad de morir , y perecerian
todos miserablemente . ¿ Esta consideracion no debe inducirnos á perdonar á los soldados de la cruz su
escesiva credulidad ?

IV. —Barbarie de los francos en las cruzadas . —Costumbres y moral de las cruzadas.

Prescindiendo del objeto y espíritu de una cruzada , es muy raro que los hombres se perfeccionen en
medio de los campamentos y en una multitud sobre las armas , y que la moral vea triunfar sus máximas
eternas . Los cruzados estaban tan persuadidos de que la guerra santa equivalia á todas las virtudes , que
con frecuencia se entregaron á los mayores escesos , bajo la idea de que Dios debia perdonarlos ó permi-
tírselo todo . Hemos visto varias veces á las turbas de peregrinos talando el pais que cruzaban , y conti-
nuando su camino cargados de despojos y repitiendo el proverbio de Salomon: Los bienes del pecador están
reservados para el hombre justo . Dedicados esclusivamente á las prácticas mas minuciosas de la religion , les
daban mucha mas importancia que á la moral evangélica ; de modo que al hablar Alberto de Aix de algu-
nos cruzados que se entregaban al robo en Hungría , les acusa sin amargura de haberse apoderado de los
bueyes y carneros de los habitantes , pero lo que no les perdona es el haber comido la carne de estos anima-
les en los dias que la Iglesia dedica á la abstinencia ( 1 ) .
En aquella guerra de esterminio , la historia se lamenta del olvido del derecho de gentes y del desprecio de
la justicia y de la fé jurada . Las crónicas contemporáneas solo nos hablan de Firoo , que entregó á Antio-
quía á los cristianos , llamando su traicion una brava traicion y á él un traidor erforzado . El odio que ani-
maba á los cruzados contra los musulmanes , unido á la idea de los males que habian sufrido , ensangrentó
con frecuencia sus triunfos , y olvidaban de tal modo la moral del Salvador de los hombres , que la sangre de

sus enemigos les parecia una ofrenda agradable al cielo .


Los griegos que habian visto tantas veces á los cruzados en su territorio y que tanto sufrieron con sus
violencias, los acriminan en todas sus crónicas . « ¡ Cuántos males , dicen , nos han causado esos latinos con

(1) Alberto de Aix.


566 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

sus cascos de bronce , sus cejas elevadas , su barba rasa , su ánimo altivo, su inhumano carácter, sus na-
rices en que respiraba la cólera y su lenguaje brevo y animado ! » Los griegos juzgaban de este modo á los
latinos no por sus escesos sino porque se creian superiores por sus luces , y los turcos que no tenian esta
idea de superioridad, no juzgaban la conducta ni el carácter de los peregrinos de occidente, despreciaban
como todos los bárbaros la debilidad que podian oprimir y solo apreciaban la fuerza que podia vencerlos, sin
esperimentar mas que odio contra los cristianos y temor ú orgullo de la victoria .
Cuando los musulmanes en la primera cruzada , vencidos y dispersos por los francos, no tenian mas asilo,
segun la espresion oriental , que el vientre de los gavilanes y el lomo de los camellos , se lamentaban de este
modo de sus derrotas : « ¿ Qué pueblo podrá resistir á una nacion tan tenaz y tan cruel que no cede en su
empresa por el hambre, por la sed , por el acero ni por la muerte y que se alimenta de carne humana (1)?
La barbarie de los cruzados se compensa con escenas que presagian una época mejor ; si eran crueles con
sus enemigos , fueron con frecuencia admirables entre sí, y la historia contemporánea se complace en recor-
darnos el espíritu de justicia , la caridad evangélica y los nobles sentimientos que animaban á los peregri-
nos bajo las banderas de la cruz . El respeto á la propiedad y la probidad escrupulosa que dirigia la mul-
titud confusa y miserable de los peregrinos , deben causar admiracion á nuestra sociedad moderna ; hemos
hecho notar que en medio de la mas espantosa miseria y subsistiendo de raices y de yerbas del campo, los
cruzados no envidiaban á los que tenian víveres, y permanecieron siempre sumisos á las leyes y tranquilos
ante los víveres amontonados por la avaricia (2) .
Los cruzados no supieron preservarse igualmente del libertinaje y de los vicios originados por el clima
de oriente . Se sabe que todos los que tomaban la cruz no iban á Jerusalen para hacer penitencia y san-
tificar su vida ; un gran número de cenobitas abandonaron sus claustros á pesar de las prohibiciones
del papa , y las virtudes de la soledad no los acompañaron siempre en su peregrinacion . Recuérdese el
ejemplo de aquel monge que durante el sitio de Antioquía fué sorprendido con una religiosa y que recibió
un castigo digno de su crímen ; Alberto de Aix nos habla de una religiosa de Tréveris acusada de haber

tenido trato infame y abominable con un turca , y que despues de haberse presentado en el campo de los cris-
tianos , volvió al de los infieles arrastrada por su vergonzosa pasion (3) .
Si los monjes habian partido á Jerusalen para eximirse de la disciplina , muchísimos seglares se alista-
ban bajo las banderas de la cruz con el único designio de verse libres de los deberes y de la uniformidad
de la vida doméstica , de modo que desde los primeros años de las guerras santas los doctores de la Igle-
sia condenaban al marido que partiese á oriente sin el consentimiento de su mujer , ó á la esposa sin el
consentimiento del esposo ; pero no tardó en relajarse esta severa moral , y temerosa la misma santa se-
de de que se disminuyera el número de los peregrinos , dejó entera libertad á los casados que tomasen
la cruz .
A pesar de la corrupcion que reinaba entre los cruzados , son frecuentes en las guerras santas los mode-
los de costumbres cristianas, y nada caracteriza mejor el espíritu móvil del pueblo cruzado que sus súbitas
transiciones de la piedad al olvido de la moral , y del esceso del vicio á la virtud mas austera . Hemos vis-
to en nuestra historia á los peregrinos hundidos en el desórden en el sitio de Antioquía , pero las calami-
dades , un terremoto, un fenómeno en el cielo , las predicaciones del clero y las amenazas de la religion y
del clero conmovian repentinamente sus corazones, y la multitud mas disoluta se convertia en un pueblo

sumiso y religioso .
La presencia de las mujeres en las cruzadas fué una de las causas de la corrupcion de los soldados cris-
tianos . Gualtero de Vinisauf considera á las mujeres , en aquellas lejanas espediciones , como el manantial de
to los los crímenes . Leemos en una carta escrita por el fraile Luis Marcilli á una señorita llamada Domicilla .
de una cruzada , « porque en la peregrinacion de la cruz
que el diablo oia con sumo placer la predicacion
una multitud de nobles damas se convertia en cortesanas y millares de doncellas perdian su inocencia.»
Los crónicas atribuyen casi siempre las desgracias de los cruzados á la justicia de Dios, irritado con la li-

(1 ) Raimundo de Agiles.
2) Estracto de Gualtero Vinisauf.
(3) Alberto de Aix Biblioteca de las Cruzadas .
LIBRO VIGESIMO . 567

cencia de las costumbres . Varias veces los obispos prohibieron la peregrinacion à la mujeres de sus dióce-
sis á causa de los pecados que se cometian en el camino de oriente . Una novela en verso del siglo XIII nos
cuenta que el caballero de Coucy se decidió á tomar la cruz porque la hermosa Grabirla de Vergy debia ir
á Palestina . «Cuando esteis en oriente , decia á su señor el escudado Gobert , vereis mas fácilmente à vues-
tra dama que en el condado de Fayel ( 1 ) . »
Y no solo producia la corrupcion de las mujeres que seguian á los cruzados , sino de las que formaban
parte del botin ganado al enemigo , siendo notable el hecho de Guillermo Larga Espada que sorprendio en
un castillo cerca de Alejandría un gran número de damas musulmanas que llevó en triunfo al ejército cris-
tiano . Esta especie de botin serviria sin duda para surtir los lugares de prostitucion establecidos , segun Joinvi-
Hle, á un tiro de piedra de la tienda del rey.

V.—De la multitud que seguían á los cruzados . — Legislacion de las cruzadas.

Las cruzadas, especialmente la primera , nos presentan el espectáculo de todo un pueblo que se traslada
de un pais á otro. No todos los peregrinos llevaban armas y combatian ; en pos de los soldados de la cruz
seguia una multitud inmensa de trabajadores, comerciantes , mendigos , clérigos , frailes , mujeres y hasta ni-
ños de pecho. Un historiador del siglo XII nos describe la multitud de que hablamos , poniendo estas pala-
bras en boca de las mujeres , los enfermos y los ancianos que partian á oriente : «Vosotros combatireis á los
infieles, decian á los guerreros , y nosotros padeceremes por la causa de Jesucristo . » Efectivamente , mien-
tras los guerreros de la cruz peleaban ó se preparaban al combate, la multitud de los peregrinos se ponia
en oracion , hacia procesiones ó asistia á las predicaciones del clero . Durante la terrible batalla dada al sul-
tan de Mosul, los vemos en las murallas de Antioquía alzando sus manos al cielo, entonando cánticos de
victoria é implorando el ausilio del Dios de los ejércitos . Durante el sitio de Damieta , mientras se daban los
asaltos á la ciudad , una turba innumerable de cristianos se reunian en la orilla del Nilo , llevando la cruz
de Jesucristo y repitiendo las oraciones belicosas de los obispos ; y ya con los ojos bañados en lágrimas y la
voz ahogada por el temor, se prosternaban en silencio en el polvo , ya se entregaban á la alegría y cele
braban con sus aclamaciones el triunfo de los combatientes . En el intervalo de las batallas se veia la mul-

titud de los cruzados dispersos por llanuras y montañas buscando víveres y arrastrando las emboscadas de
los musulmanes. Todo cuanto veian , todo cuanto oian en los paises desconocidos escitaba el entusiasmo de
los peregrinos ; la miseria , las enfermedades y el cansancio los hundian con frecuencia en la desesperacion ,
cuyo estado exaltaba hasta el estremo los ánimos . De aquí el origen de los prodigios sin número que se
contaban todos los dias en los campamentos y que adquirian fácilmente crédito entre la multitud ociosa ,
ignorante y apasionada ( 2) .
La mayor parte de los crónistas que cuentan los hechos de las primeras cruzadas , pueden considerarse
como fieles intérpretes de esta multitud , porque por su carácter de monjes y eclesiásticos , no combatian y
se hallaban confundidos con los peregrinos desarmados . Raul de Caen , escritor seglar y caballero , espresa
mejor el carácter particular de los guerreros de la cruz , pero es menos pródigo de visiones y de hechos mi-
lagrosos que Raimundo de Agiles, el monje Roberto y el capellan de Balduino .
La multitud que seguia á los cruzados era mas desgraciada que los demás peregrinos , pues no podia de-
fenderse en los peligros y raras veces se aprovechaba de la victoria . En el esceso de las calamidades que
persiguieron á los cruzados , vióse á muchos olvidar su fé para encontrar un asilo entre los musulmanes ,
pero la mayor parte ofrecian sus tribulaciones á Jesucristo y permanecian fieles á la causa desgraciada de
la cruz . Dice un testigo ocular, que acompañaba á los alemanes conducidos por Federico I , que muchos
de ellos recitaban el Credo en alta voz abrumados por el hambre, el cansancio y las enfermedades , no pu-
diendo seguir al ejército, y se arrojaban en tierra casi moribundos , con los brazos en cruz , esperando la
muerte en nombre del Señor . «Auque no estábamos lejos de ellos , añade el historiador , los enemigos que
nos seguian les cortaron la cabeza y les hicieron alcanzar la palma del martirio (3) .» Tal era la multi-

(1) Estracto de la novela del castellano de Coucy (Bibl ioteca de las Cruzadas) .
(2) Raimundo de Agiles, Roberto, Tudeboda, etc.
(3) Ansberg (Biblioteca de las Cruzadas) .
HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
tud de los cruzados que parecia no haber partido de occidente mas que á morir por Jesucristo , èn tanto
669
que -los príncipes y los barones que los conducian solo abrigaban la ambicion de conquistar el Asia .
Odon de Deuil dice que los peregrinos sin armas impedian á los guerreros cristianos el combate y ofrecian
una presa fácil á los bárbaros , de modo que cuanto mas se disminuia su número , eran mas temibles los

s de Jer len , ese precioso monumento de la legislacion de la edad media , inspiró á Luis IX
Lostos
ejérci isela
Assde cruz . usa
Ja idea de dar leyes á su reino , y la historia se complace en notar que la civilizacion principió tambien
para Europa en los mismos lugares de donde nos habia venido la fé cristiana . No hablaremos aquí de las
eyes que regian la Tierra Santa , sino de los reglamentos establecidos para los cruzados durante las espe

diciones de oriente , lo cual es dificil de averiguar con certeza por la escasez de documentos .
Odon de Deuil nos dice que se redactaron reglamentos para la segunda cruzada , pero que no se cum
plieron , y declara por consiguiente que no hablará de ellos . Alberto de Aix cuenta que en el sitio de Antio
quía , persuadidos los jefes del ejército de que los males que se sufrian eran causados por los pecados de
los peregrinos , establecieron leyes para reprimir los desórdenes y castigar los culpables . En ·la tercera cru
zada , el rey de Francia y el de Inglaterra señalaron penas rigurosas contra los desórdenes y los crímenes
de los peregrinos alistados bajo sus banderas . El reo convicto de robo era colocado en la orilla , cortado el
cabello , cubierta de pez la cabeza y adornada de plumas ; el asesino era arrojado á las aguas ó
o enterra
do vivo despues de haberlo atado con el cadáver de su víctima ; el que daba un bofeton era sumergido tres
veces en el mar , y el que ultrajaba á su compañero pagaba tantas onzas de plata como ultrajes habia

ndo Federico I partió al Asia , publicó en nombre del Padre , del Hijo y del Espíritu Santo leyes pe
proCua
ferido (1)..
nal es para conservar el órden en su ejército . Se cortaba la mano derecha al cruzado que golpeaba ó beria
á otro, y como era tan importante para el aprovisionamiento de los peregrinos inspirar confianza á los que
proporcionaban ó vendian víveres , se condenaba á la última pena al que faltaba á su palabra en una ven
ta ó compia violentamente un contrato . Las leyes escritas por la milicia de la cruz se publicaban sola

mente , y todos los cruzados juraban sobre el Evangelio observarlas y velar por su ejecucion .
Hemos hecho repetidas investigaciones para sal er si se podrian encontrar en los ejércitos cristianos las hue
llas de una autoridad judicial permanente , de una especie de tribunal establecido para juzgar los procesos ,

y para reprimir y castigar los crímenes y los delitos de los peregrinos .


En ciertas ocasiones se formaban un consejo encargado de perseguir todos los delitos contra el órden pú
blico . Federico escogió sesenta comisarios entre los barones mas sabios y prudentes del ejército , y los his
toriadores hablan de la severidad con que estos comisarios pronunciaban sus sentencias . En el sitio de An
tioquía se eligieron los jueces entre el clero y los barones ; este temible tribunal , que los cruzados miraban
como el órgano del cielo irritado , condenaba los culpables á arrastrar cadenas , á recibir cierto número de
palos y á ser marcados con un hierro candente . En tanto que el ejército de Juan de Briena sitiaba á Damieta ,
el mariscal del legado y doce consejeros se obligaron por juramento á castigar á todos los malhechores , y
á dirigir de cuando en cuando á los cruzados saludables exhortaciones . Segun cuenta el obispo de Acre,
este tribunal persiguió á los ladrones , á los homicidas , á las mujeres de mala vida y á los que frecuenta

Lalas
ban ley mas
tab ernimp ort. ante de cuantas se establecieron en la primera cruzada fué sin duda el convenio por
as (2)
el cual se daba un territorio , una casa ó hasta una ciudad al que clavaba el primero en ella su bandera .
Esta ley , fundada en la célebre máxima del primero occupanti , no podia ejecutarse fácilmente en medio de
una multitud de conquistadores , de modo que se originaron muchas contiendas sobre la posesion de las ciu
dades conquistadas por los cruzados en Siria y en el Asia Menor . Redactáronse , pues , nuevos reglamentos
para la particion del botin , que era el punto esencial en una guerra en que cada cual vivia con los pro

ductos de la victoria , y porque la injusticia que mas vivamente sentian los cruzados era la que les privaba
de la parte que les pertenecia de los despojos del enemigo . Antes de entrar Juan de Briena y el legado Pe

(1) Benito de Peterborough , coleccion de crónicas inglesas.


(2) Carta de Jacobo de Vitri á Honorio III sobre la toma de Damieta .
LIBRO VIGESIMO. 369

lagio con su ejército en Damieta se publicó una ley prohibiendo ocultar parte alguna del botin , imponien-
do á los infractores la pena de cortarles el brazo y privarles de los derechos á la reparticion general . En
el sitio de Constantinopla , se impuso la pena de muerte á los que retuvieran lo que encontrasen en la ciu-
dad , y debemos añadir que la pena de escomunion era entonces el complemento y la sancion indispensable
de todos los reglamentos militares y de todas las leyes civiles.

VI.-Formacion de los ejércitos cruzados.-Medios de proporcionarse dinero .-Aprovisionamiento y manutencion de los soldados en las
guerras santas.

En la primera cruzada no se ve en un principio órden , direccion ni jefe, pero la opinion era tan fuerte
y poderosa que bastaba para todo y sustituia las mismas leyes ; creíase en cierto modo en una providen-
cia que velaba por la conservacion del órden público, dirigia los preparativos de la guerra y preparaba
los acontecimientos .

En la segunda cruzada , la predicacion de San Bernardo y las quejas de los cristianos de oriente escita-
ron aun un vivo entusiasmo entre los fieles , pero con mas regularidad que en la primera espedicion . Los
consejos del santo abad y su negativa de conducir al Asia á los guerreros de la cruz fueron un verdadero
homenaje á la autoridad de la esperiencia y á la autoridad de los príncipes , y los cruzados de Alemania y
de Francia se alistaron sin turbulencias ni desórdenes bajo las banderas de Luis VII y del emperador Con-
rado . Hablando Odon de Deuil de los diputados que Luis el Jóven envió al emperador de Constantinopla ,
dice que ignora el nombre de estos embajadores porque no se hallaban escritos en el libro de camino . Esto

nos prueba que existia en la segunda cruzada un registro donde se inscribian los nombres de todos los cru-
zados , ó al menos de los que llevaban armas.

En la tercera cruzada , los grandes dieron el ejemplo de su adhesion á la causa de Jesucristo , y de todas
partes acudió la multitud de los peregrinos dispuesta á secundar sus esfuerzos . La prohibicion que se hizo
en Alemania de recibir en el ejército cristiano á los peregrinos que no llevasen consigo el valor de tres
marcos de plata , prueba por una parte que se tomaban precauciones , y por otra , que se reconocia una au-
toridad á la que debian obedecer los peregrinos ( 1) . En Francia y en Inglaterra , los siervos , los labradores
y los plebeyos de las ciudades no podian tomar la cruz sin permiso de sus señores (2) ; y todos los cruza-
dos que carecian de este permiso eran condenados á pagar el diezmo saladino como los que se quedaban

en occidente , prueba evidente de que los caminos de la peregrinacion no estaban abiertos para todo el
mundo como en la primera guerra santa , y que las leyes y uso establecidos empezaban á coordinar el
gran movimiento de las cruzadas . El cardenal de Conzerzon , que predicó mas adelante en Francia la guer-
ra sagrada , trató de hacer reglamentos en nombre de la cruz , y la conducta del legado fué mirada como
una verdadera usurpacion de los derechos del príncipe . La historia contemporánea dice que los predica-
dores del legado romano produjeron escasos frutos á la guerra santa , y que dando la cruz á todos los que
se presentaban, descontentó á los caballeros y los barones ; lo que acaba de demostrar que las cruzadas de-
pendian cada vez mas de la autoridad de los grandes y de los monarcas.
El emperador Enrique VI se hizo reconocer como jefe de la cuarta cruzada comprometiéndose á dar á
cada cruzado tres onzas de oro y víveres para un año , y cuando este príncipe falleció en la Pulla , todos
los peregrinos que habia enviado á oriente se apresuraron á regresar á Europa , á pesar de los esfuerzos
de la santa sede .
Leemos en una crónica de Italia un estado de los soldados que los prelados del país de Nápoles estaban
obligados á dar á Federico II para la cruzada , y en una crónica de Brema se dice que el papa , de acuer-
do con el emperador de Alemania , resolvió que los duques , los arzobispos y obispos , los condes y los baro-
nes proporcionasen cierto número de guerreros para socorrer la Tierra Santa .
A pesar de establecerse el régimen feudal en las guerras santas , hemos visto en nuestra historia que
Luis IX señaló un sueldo á los caballeros y barones que le siguieran á la Tierra Santa .

(1) Otton de Saint-Blaise.


(2) Gervais, coleccion de crónicas inglesas.
123

(66 y 67) 72
570 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

Respecto á los medios de proporcionarse dinero para los gastos de la guerra , en la primera cruzada los
jefes vendieron ó empeñaron sus tierras , cada cual sacó dinero de donde podia sin reparar en los medios ;
saquearon á los judíos , despojaron á los cristianos y especialmente á los griegos , y cuado faltó el botin , su
frieron con paciencia la miseria y todos los males que acarrea una guerra lejana .
El esceso de las calamidades dió al fin orígen á la prevision , y desde la segunda cruzada se estableció la
costumbre de imponer tributos destinados al sosten de los ejércitos cristianos. Los estatutos de los barones
de Francia y de Inglaterra para la recaudacion del diezmo saladino , determinaban que el clero y todos los
seglares, militares ó no , debiesen pagar la décima parte de sus rentas y de sus posesiones muebles ( 1 ), y
los decretos de Enrique II y de Ricardo condenaban á prision á los que se negasen á pagar la cantidad que
se les pidiera en nombre de Jesucristo . El clero que era el mas recargado se quejó con amargura , y acusó

á los principes cristianos de haber resuelto una guerra , no en favor de la iglesia , sino contra la misma igle
sia y de haber entregado de antemano al furor de los turcos la viña del Señor ( 2) .
Inocencio III publicó mas adelante una circular dirigida á todos los fieles , á los obispos , abades , priores ,
á todos los capítulos y á todas las ciudades y aldeas , pidiéndoles que cada cual segun sus facultades, pro
porcionase cierto número de soldados y lo necesario para su manutencion durante tres años . Cada vez que
so predicaba una nueva cruzada , los papas, los concilios y los reyes se ocupaban de inventar un impuesto
y arreglar los subsidios de la guerra ; ora se imponia al clero la vigésima parte de sus rentas , ora la cua
dragésima y aun la centésima ; algunas veces era el clero el único que pagaba , otras se exigia dinero á
to los los fieles, y estas clases de impuestos se recaudaban con mas rigor que los otros . El clero de Francia
dirigió, dos veces en el reinado de San Luis, sus reclamaciones al papa , quien rechazó sus súplicas y hasta
amenazó con la escomunion á los obispos .
Los frailes predicadores y los menores que envió Gregorio IX á Inglaterra para recaudar el impuesto de
la cruzada , agotaron de tal modo el reino , dice Mateo París , que muchos habitantes se vieron obligados á de
jar su pais y pedir limosna . No fué tratada con menos rigor Alemania , de modo que la resistencia del clero
aleman llegó algunas veces hasta la violencia , como se vió en el concilio de Visburgo, en que fué muerto
el sobrino del legado romano, cuya vida estuvo tambien en inminente peligro ( 3) .
Los guerreros francos , acostumbrados á permanecer veinte ó cuarenta dias á lo mas bajo las banderas
de los ejércitos feudales , ignoraban los medios de proveerse para guerras lejanas que duraban con frecuen
cia muchos años ; todos los jefes creian que les seria fácil hallar víveres en el camino, pero como ig
noraban las distancias que debian recorrer , sufrian antes de llegar á Constantinopla todos los horrores
del hambre .
Despues del sitio de Nicea , en que los griegos habian atendido á todas sus necesidades , los cruzados cru

zaron la Frigia abrasada sin mas recurso que las espigas de los sembrados que encontraban en la campiña
y que desmenuzaban con las manos ; siendo aun mas triste la suerte de los que llegaron despues de la to
ma de Jerusalen , la mayor parte de los cuales perecieron de hambre y bajo el acero de los turcos.
Cuando los cruzados se hallaban cerca de las orillas del mar, los buques les traian provisiones , pero
nunca llegaban á tiempo, ó á veces cuando los peregrinos habian gastado todo su dinero . Los habitantes de
los paises que atravesaban huian llevándose cuanto tenian , de modo que los cristianos solo encontraban
comarcas desiertas y estériles . Además, no solo se trataba de procurarse víveres , sino de trasportarlos . En
los caminos intransitables , los cruzados vendian á precio ínfimo ó arrojaban en los precipicios los vestidos
y bagajes que embarazaban su marcha, pues confiaban que la victoria se encarga ria de alimentarlos , vestir
los y armarlos ; veíaseles avanzar al través del Asia Menor y de Siria cubiertos de andrajos , viviendo
un dia para otro , no teniendo á las veces tiendas ni albergue contra la lluvia , el frio ó el calor ; en los dias
de la victoria , se sentaban en los banquetes preparados para sus enemigos , se apoderaban de los dardos y
de las armas de los musulmanes, se adornaban con las telas flotantes, con el turbante ó el gorro de seda

(1) Rigord (Biblioteca de las Cruzadas .


(2) Crónica de André , coleccion de Achery.
(3) Fleury, Hist . ecclesiast, ann. 1275 ,
LIBRO VIGESIMO. 571

de los orientales y se abrigaban con todos los trajes que encontraban en el campo de batalla ó en las ciuda-
des conquistadas (1 ) .
La miseria de los cruzados era causada siempre por su imprevision . Al llegar á las orillas del Oronte , en-
contraron depósitos de trigo y víveres de toda especie , pero en medio de esta abundancia arrojaban las
partes menos delicadas de los bueyes y de los corderos ; y Foulcher de Chartres nos dice que un mes des-
pues de su llegada , se reducian ya á comer los tallos de las habas que empezaban á brotar , los cardos
amargos y sin condimento, los perros, los ratones y hasta las pieles de los animales mas inmundos. En
las largas marchas y aun en los sitios , no se cuidaban de la falta de agua y de combustible, y con frecuen-
cia tuvieron que saciar su abrasadora sed con su propia orina y la sangre de sus caballos , y que cocer la
comida quemando las sillas , las tiendas , los arcos , los venablos y hasta los vestidos .
Cuando el hambre apuraba á los cruzados no tenian otro recurso que talar una provincia , y los peregri-
nos de á pié estaban encargados de recorrer las campiñas para recoger provisiones . Guillermo de Tiro, al
hablar de una espedicion contra el príncipe de Damasco, cuenta que fracasó esta empresa , porque los infieles
sorprendieron y dispersaron la infantería cristiana que debia aprisionar el ejército .
La codicia y el deseo de enriquecerse ayudó á los peregrinos en su miseria , y las previsiones de la in-
dustria suplieron la de los reyes y de los príncipes . Las crónicas contemporáneas nunca dejan de lamentar
la escesiva carestía de los víveres cuando describen las épocas de miseria , lo cual prueba que seguian á los
ejércitos tratantes que vendian provisiones , y encontramos en una crónica inglesa un reglamento publica-
do por Ricardo sobre la venta del vino , del pan y demás comestibles en el ejército cristiano (2) .

Cuando se abandonó la via de tierra por la del mar, fué menos difícil aprovisionar los ejércitos , pero
tambien diezmaba el hambre á los cruzados cuando se detenia en el sitio de una ciudad ó por la resistencia

inesperada del enemigo . Una crónica cuenta que Luis IX habia hecho trasportar á la isla de Chipre víve-
res suficientes para mantener veinte mil hombres durante seis años , pero cuando el ejército francés salió
de Damieta , no existian ya ni aun vestigios de tantas provisiones, y el hambre fué uno de los azotes que
mas atormentaron á los cruzados en las orillas de Thanis . De modo , pues , que esceptuando la cruzada de
Constantinopla , murieron mas peregrinos de hambre que combatiendo , y por esta razon nuestros piadosos
cronistas tratan de persuadir que los que morian de hambre eran tambien mártires y debian ser admitidos,
en el cielo á alimentarse con el pan de los ángeles (3).

VII.-Armas de los cruzados. —Sus combates.

Las armas de los cruzados eran las mismas que se usaban en la edad media , pero no debia encontrarse
uniformidad en unas guerras en que combatian juntas veinte diferentes naciones . Las armas ofensivas eran
la lanza terminada con un hierro agudo y adornada de una banderola ; la espada larga , cortante y de un
solo filo, muchas especies de flechas y venablos , el hacha y la maza . Entre las armas defensivas se distin-
guian los escudos de forma ovalada ó cuadrada , la coraza de malla , el casco con su cimera y la cota de ar-
mas . La lanza de los cruzados debió causar terribles estragos en la primera espedicion , en que los musul-
manes no usaban aun esta arma , y la espada de los guerreros francos debió tambien causar espanto á los
infieles si se juzga por las vigorosas hazañas de Godofredo de Bouillon , de Roberto de Normandía , del em-
perador Conrado y de otros varios caballeros de la cruz . Sus escudos y corazas eran bastantes para conte-
ner ó amortiguar las flechas de los enemigos, de modo que una espresion de las mas familiares de nuestros
cronistas , al representarnos á los cruzados en el campo de batalla con el cuerpo erizado de dardos , era de-
cir que parecian pelotas cubiertas de agujas ó erizos . Las máquinas de guerra empleadas por los cruzados
eran las mismas que las de los romanos ; veíase el ariete , enorme viga armada de una maza de hierro, que

se lanzaba contra las murallas por medio de cables y cadenas ; el músculo, que ponia á cubierto á los tra-
bajadores y que estaba defendido contra el hierro y las piedras por recias pieles ; el pluteo y el vinea cu-

(1) Raimundo de Agiles, coleccion de Bongars.


(2) Brompton, coleccion de crónicas inglesas.
(3) El abate Guibert, coleccion de Bongars.
572 HISTORIA DE LAS CRUZADAS.

biertos con una piel de buey ó de camello, bajo los cuales se colocaban los soldados encargados de proteger
á los que subian al asalto ; las catapultas y las ballestas , de donde salian enormes venablos y que arrojaban
enormes peñascos y algunas veces hasta cadáveres de hombres y de animales ; finalmente las torres con
ruedas Ꭹ de varios pisos , cuyo estremo dominaba los muros y contra las cuales no tenian los sitiados otro
medio de defensa que el incendio.
Los ejércitos cristianos llevaban consigo músicas guerreras que daban la señal de los combates . Los ins-
trumentos mas usados eran la trompeta de bronce , las cornetas de madera , de oro , de plata y de hierro,
las harpas, los timbales y los tambores imitados de los sarracenos . Un historiador de la primera cruzada
cuenta que entre los peregrinos que partieron á la Tierra Santa habia escelentes músicos que tocaban aires

guerreros ; el monje Roberto dice que mientras los cruzados avanzaban ĥácia Ascalon , el sonido de los cla-
rines y trompetas animaba á los soldados de la cruz, y repetidos por los ecos de las montañas, llenaba de
terror á lo lejos al enemigo ; y leemos en Alberto de Aix que despues de una espedicion á las orillas del mar
volviendo los guerreros cristianos á Jerusalen, y atravesando las montañas de Judea, hicieron resonar re-
pentinamente en señal de victoria las cornetas, los clarines y los tambores , y que aterrados por el estruen-
to los animales salvajes , huian en todas direcciones y las aves del cielo , conteniendo su vuelo , caian de espan-
to en medio de los batallones cristianos .

Todas las naciones de Europa habian adoptado gritos de guerra en los combates ; el de los primeros
cruzados , el que resonó en el concilio de Clermont, era Dios lo quiere, Dios lo quiere ( Dieix lo volt ) ; añadió-
se en seguida el de Dios ayuda , que se encuentra mencionado en casi todas las crónicas de la época , y
además de este grito general , cada nacion tenia el suyo . Raul de Caen cuenta que en la batalla de Dorilea
el duque Roberto se arrojó sobre los musulmanes gritando : A mi, Normandia ! Lus provenzales , segun Rai-
mundo de Agiles , repetian el nombre de Tolosa en su marcha al través de Macedonia .
El grito de guerra cambió en todas las espediciones de oriente . Ricardo Corazon de Leon gritaba en la ba-
talla de Ansur : Dios ampara su sepulcro !; los cruzados vencedores de Constantinopla avanzaban contra
los griegos á los gritos de Flandes y Monferrato ; los compañeros de Luis IX esclamaron al desembarcar
en Egipto: Montjoie Saint-Denis , y en el último asalto de Damieta , sitiada por Juan de Briena , los cristia-
nos que subieron primero á las murallas empezaron á gritar , Kirie eleison , y el ejército respondió: Gloria
in excelsis ! (1).
Cuando los cruzados marchaban por comarcas desconocidas, acostumbraban á colocar en medio del ejér-
cito los bagajes y los peregrinos sin armas , pero este órden no podia seguirse mucho tiempo en ejércitos
perseguidos por el hambre, y en una multitud que las antiguas crónicas comparan á una haz sin atadu-
ra y á arena sin cal . Los peregrinos alzaban todas las noches sus tiendas sin saber donde se hallaban, y
al dia siguiente levantaban el campo sin mas guia que el aspecto del firmamento . Los jefes no tenian co-
municaciones entre sí , y no se conocian las avanzadas ni las descubiertas, de modo que innumerables le-
giones eran vencidas al primer combate, y la mas lijera derrota fué algunas veces señal de una destruc-
cion general .
Carecemos de datos suficientes para describir exactamente un campamento en la edad media y en las

guerras santas ; regularmente era cuadrilongo, triangular ó semicircular, estaba cercado de un foso de
nueve piés de ancho y ocho de profundidad , y se construian en su recinto paredes de tierra de tres piés
de altura , delante de las cuales habia estacadas más o menos fuertes. En las grandes batallas , los guer-
reros de la cruz no distinguian el ala derecha é izquierda ni el centro del ejército ; por lo regular estaban
divididos en varios cuerpos , y cada cual mandado por un jefe que seguia las instrucciones resueltas en uu
consejo. Roberto el Monje nos dice que en la batalla que se dió en Kerbogath , el ejército cristiano avan-
zó contra el enemigo en forma piramidal, y Raul de Caen ensalza á Tancredo por la victoria de Dorilea que
se debió á la ocupacion de los sitios elevados por órden del héroe normando .
Los soldados de la cruz demostraron en medio de los peligros de la guerra la disciplina ý la subordinacion
que da fuerza á los ejércitos . Hé aquí como se colocó la tropa de Ricardo delante de las murallas de Jop-
pe, no teniendo mas que diez caballos ; los combatientes doblaban la rodilla derecha para estar mas fir-

(1) Memorias de las potestás de Reggio, Coleccion de crónicas italianas.


LIBRO VIGESIMO . 573

mes , y apoyándose sobre el pié izquierdo , sostenian con la mano izquierda sus escudos, y con la derecha
empuñaban las lanzas que inclinaban y cuyas puntas presentaban á sus enemigos ; habia un ballestero
entre cada dos guerreros , protegido por sus escudos ,. y otro soldado preparaba la ballesta , de modo que el
uno estaba encargado de tener el arma apuntada y el otro de lanzar los venablos . Dos mil infantes , co-
locados en este modo , dóciles à la voz de su jefe y sin abandonar sus filas , rechazaron varias veces al
ejército de Saladino .
Los cruzados no se atrevian á trabar ningun combate sin haber recibido antes la bendicion de los obis-
pos , y las indulgencias de la Iglesia eran con frecuencia el premio y recompensa de una accion gloriosa .
Aunque la letra de la historia de las cruzadas escite mas de una vez sonrisas incrédulas , es precizo con-
fesar que la fé en la eternidad y pensamiento de la vida futura que animaban á los guerreros en medio
de las escenas de destruccion y espanto, imprimen á las guerras santas una fisonomía y un carácter
moral que no se encuentran en las guerras mas gloriosas de los tiempos antiguos.

VIII.-Diplomacia de las cruzadas.

Para reconocer á fondo el espíritu de las cruzadas no será inútil averiguar cuáles fueron las relaciones
de los musulmanes y cristianos tanto en paz como en guerra , las cuales no debieron ser frecuentes si se
recuerda la animosidad recíproca y la divergencia de ambas religiones .
El primer ejemplo que nos ofrece la historia se refiere al sitio de Antioquía . Se presentó en el campa-
mento de los cruzados una embajada del Cairo; pero poco acostumbrados los guerreros cristianos al lengua-
je de las negociaciones , condujeron á los embajadores al campo de batalla , y encargando en cierto modo
á la victoria que hablase en su nombre, presentaron á la diputacion egipcia las cabezas de los vencidos como
un testimonio de sus sentimientos y de su poder .
Las relaciones entre los cristianos y las potencias vecinas de Jerusalen debieron tener su origen en la for-
macion de este reino ; los nuevos conquistadores de Palestina se limitaban á declarar que todas las ciuda-
des de la Judea pertenecian á Jesucristo y á San Pedro de quienes eran los servidores. La mayor parte
de las ciudades de Siria pagaron tributo á los francos victoriosos , que imponian y ejecutaban sus tratados
por medio del terror que inspiraban á sus enemigos .
Viéronse algunas veces alianzas ofensivas y defensivas entre los cristianos y algunos príncipes musul–
manes , pero una mutua desconfianza hizo siempre que no tuviesen resultado ni duracion ; los unos creian
enojar á Jesucristo uniéndose á los infieles y estos temian las iras de Mahoma alzando sus banderas al lado
de las de la cruz . Las negociaciones mas notables de los francos y de las potencias musulmanas fueron las
de Amaury rey de Jerusalen y del califa del Cairo .
Antes de la tercera cruzada , la historia hace mension de las relaciones que se establecieron entre los prîn-
cipes de occidente y los monarcas mas poderosos de Asia . Las crónicas contemporáneas cuentan que el em-
perador de Alemania envió al Cairo en calidad de embajador á Gerardo , quien fue muy bien recibido en
la corte de Egipto donde permaneció algun tiempo , segun lo atestigua una relacion fideligna ( 1 ) . Saladino
por su parte envió embajadores á occidente antes de la toma de Jerusalen , y estos enviados permanecieron
algunos meses en la corte de Federico Barbarroja . Cuando los príncipes cristianos decidieron la cruzada ,
respetando Federico las leyes de la caballería , no quiso marchar contra el nuevo conquistador de Palestina
sin declararle antes la guerra con una embajada solemne , y al mismo tiempo escribió al sultan de Iconio ,
su antiguo aliado , pidiéndole el paso por sus estados . Ya sabemos cual fué el término de estas negociacio-
nes con las provincias musulmanas y el resultado desastroso de la espedicion de los alemanes .
En la tercera cruzada , que duró tanto tiempo, hubo necesidad mas de una vez de hablar de la paz , y
las negociaciones se mezclaron frecuentemente con las escenas mas sangrientas de la guerra ; entonces fué
cuando Ricardo demostró su carácter voluble é impetuoso, y Saladino su firmeza tranquila y su fanatismo
prudente. La historia se complace en hacer notar , en las relaciones que la necesidad de la paz originó
entre los jefes cristianos y los jefes musulmanes , una especie de urbanidad y de espíritu caballeresco que

(1) Arnoldo de Lubeck , Coleccion de crónicas alemanas.


574 HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

parecía propio de otra época ; pero si se recuerda que despues del sitio de Tolemaida el jefe del ejército mu
sulman se negó á ejecutar los tratados , y que el rey de Inglaterra mandó pasar á cuchillo á algunos miles
de cautivos y prisioneros en rehenes , es preciso reconocer aun las costumbres de un siglo bárbaro .
La cruzada de Federico II no fué mas que una prolongada negociacion . El emperador envió embajado
res al sultan de Egipto , y cuando los guerreros de la cruz y los defensores del islamismo se hallaron frente
á frente , no se trató de continuar la guerra ni de dar combates ; la historia presenta á ambos principes en
una situacion igualmente embarazosa ; Federico , despreciado de los cristianos , el sultan del Cairo odiado de
los musulmanes, y uno y otro deseando la paz , en medio del temor de sus aliados y de sus guerreros.
Aunque Federico escribió entonces al rey de Inglaterra que Dios acababa de hacer brillar su poder abrién
dole las puertas de Sion ( 1 ), la diferencia que manifestaba hácia los musulmanes y las palabras que le
atribuyen las crónicas árabes , prueban al menos que en las negociaciones con el sultan del Cairo , el sul
tan no invocó la autoridad de la iglesia cristiana , ni recomendó á Jerusalen como la herencia del Hijo
de Dios.

Aunque el patriarca de Jerusalen no cesó de denunciar al papa y á la cristiandad esta conquista pacifica
de la ciudad santa como obra de la perversidad y como una profanacion de las cruzadas , Federico cumplió
fielmente sus tratados y conservó sus relaciones en Asia á pesar de la corte de Roma , que no podia tolerar
que tuviese aliados ni aun entre los musulmanes . Cuatro años despues de su espedicion á Palestina , recibió
en Sicilia los embajadores del sultan de Egipto y del Viejo de la Montaña . Los diputados egipcios le rega
laron una tienda magnífica , en la cual las imágenes del sol y de la luna representaban el curso de las esta
ciones y señalaban exactamente las horas del dia y de la noche (2) . Algunos años mas adelante, leemos en
Mateo París que despues de la sangrienta batalla de Gaza , el monarca aleman envió una embajada á los
sultanes del Cairo y de Damasco pidiéndoles la libertad de los cautivos y amenazando á los principes infieles,
no con las fuerzas de la cristiandad , sino con los pendones de Roma y de Germania .
Las cruzadas de San Luis y las relaciones de este príncipe con los musulmanes , despiertan recuerdos
tristes aunque gloriosos. Durante su permanencia en Palestina , Luis IX tuvo algunas relaciones con los emi
res del Cairo y el soberano de Damasco , y si estas negociaciones no lograron reparar los desastres de la
cruzada , la caridad de Luis ocasionó al menos la libertad de un gran número de prisioneros cristianos. A
su regreso á Europa , el monarca no cesó de tener los ojos fijos en oriente , ardiendo en deseos de convertir
este pais à la fé cristiana . Se sabe que recibió varios embajadores ; confiaba que el príncipe infiel se conver
tiria al cristianismo, y esta esperanza le arrastró al fin á su última cruzada donde le esperaba la palma
del martirio. Hemos visto que esta desgraciada espedicion se terminó con un tratado concluido entre el rey
de Túnez Y el sucesor de San Luis , tratado cuyo testo árabe se conserva aun en nuestros dias en los ar

chivos del reino, que es el primer acto importante de la diplomacia de las cruzadas que haya llegado hasta
nuestra época .
Al terminar las cruzadas , la diplomacia se resintió de la discordia que reinaba á la vez entre cristianos
y musulmanes ; en la espedicion del rey de Navarra , vemos á los príncipes hacer tratados diferentes , unos
con el sultan del Cairo y otros con el príncipe de Damasco ( 3) . Los peregrinos de occidente negociaban al

1 gunas veces con los sarracenos ó los turcos , sin la adhesion de los cristianos del pais, y sucedia con fre
cuencia que los cristianos de oriente terminaban una guerra sin advertir á los cruzados . Se sabe tambien
que habia en Tierra Santa autoridades diferentes y diversos gobiernos ; los templarios , los hospitalarios y
las naciones de Europa establecidas en las ciudades cristianas conservaban relaciones mas o menos directas
con las potencias musulmanas, y todos tenian derecho, si no de hacer una tregua , al menos de romperla ,
de modo que los príncipes soberanos de Siria y de Egipto decian que era imposible confiar en los cristianos,
y que entre ellos los mas humildes deshacian sin cesar lo que habian hecho los mas poderosos . Era un fenó
meno en las cruzadas , especialmente en la última época , el que se respetase una tregua hasta el dia en
que espiraba . Jamás se pensó en occidente cuando se predicaba una cruzada , si los cristianos de las colo

(1) Mateo Paris .


(2) Godofredo el Monje .
(3) Continuador de Guil.cimo de Tiro, coleccion de Marlenne
LIBRO VIGESIMO . 575

nias cristianas de Siria estaban en paz con los musulmanes ; la esperanza de la victoria ó el temor de una
derrota era la única y verdadera causa del respeto hacia los tratados con los infieles .
Como ninguna potencia humana podia garantizar ni asegurar la ejecucion de los tratados , las partes con-
tratantes invocaban la autoridad de las creencias religiosas y se condenabán á los anatemas que cada religion
pronuncia contra el perjurio. Los cristianos tomaban por testimonio el nombre de Jesucristo y consentian en
renegar del bautismo si faltaban á sus juramentos , y los musulmanes invocaban á su Profeta y se decla-
raban de antemano infieles á las leyes del Coran si violaban la fé jurada . En ciertas ocasiones recurrian
á medios estraordinarios para asegurarse de la exactitud recíproca en cumplir los tratados , y se ven al-
gunas veces en la historia á los cristianos y los bárbaros mezclando su sangre en una copa y bebiéndosela
en señal de alianza y de fraternidad . La observacion de las leyes de la paz ó de la guerra no se aseguró
siempre con estas precauciones, y era tal el desprecio con que se miraba la santidad de los juramentos , que
apenas de una y otra parte se alzaban quejas contra la violacion del derecho de gentes , ni causaba sorpresa
el rompimiento de una tregua .
Cuando murió el sultan de Damasco , dice una antigua crónica , espiraron todas las treguas . Estas espre-
siones ingénuas pintan con fidelidad el desórden y la confusion de aquella época desgraciada . Cuando los
cristianos se hallaban en situaciones angustiosas no negociaban por el poder sino por la vida , y causa tris-
teza ver los tristes restos del engrandecimiento de los francos, para quienes los tratados no eran mas que
actos de sumision , que se les exigia que destruyesen sus fortificaciones y las destruian , ó que renuncia-
sen á las alianzas con los pueblos de Europa y obedecian, de modo que los débiles hijos del reino de Godo-
fredo se apartaban en cierto modo de sus hermanos de occidente en sus últimas relaciones con los musulma-
nes y no se atrevian á recordar la gloria de las cruzadas .
Cuando el oriente dejó de ser invadido por los ejércitos de la cruz , las negociaciones con los musulmanes
se redujeron á los tratados de comercio . Es curioso ver con cuanta sagacidad están previstas todas las
dificultades en estos documentos diplomáticos, y el espíritu de astucia y de prudencia que dirigia su redac-
cion ; los historiadores orientales nos han conservado algunos , y si se leen con atencion , se advierte que las

potencias musulmanas temieron largo tiempo la renovacion de las guerras santas y que nunca dejaron
de tener con los cristianos de occidente la desconfianza y la prevencion que les habian inspirados los
cruzados .

Los tártaros enviaron con frecuencia embajadores á los reyes de Europa y estos á los jefes de esta na-
cion ( 1 ) , cuando pasaron el Eufrates , pero como los tártaros carecian de religion nacional , abrazaron por
fin la musulmana que dominaba en Asia y se entibiaron sus relaciones con Europa . Es probable que si
las naciones cristianas les hubiesen ofrecido la esperanza de una alianza poderosa , hubieran abrazado el
cristianismo , y esta conversion de los pueblos mogoles al Evangelio hubiera podido cambiar la faz del
mundo.

De ningun modo demostraremos mejor el espíritu de la diplomacia de las cruzadas que presentando un
cuadro sucinto de las relaciones de los jefes de la iglesia con los infieles . El primer mensaje de los papas á
las potencias musulmanas es la carta que Lucio III escribió á Saladido invitándole á un cange de prisione-
ros ; el sultan acogió favorablemente la peticion del pontifice , y respondió á Lucio diciéndole que habia re-
cibido su carta con el corazon contento y el alma gozosa . El hermano de Saladino , á quien escribia igual-
mente el papa , le decia en su respuesta que miraba como á su mejor amigo y que rogaba á Dios inspirase
á ambos lo que convenia hacer , con el ausilio de la gracia divina , para el bien de los cristianos y musulma-
nes (2) . Las espresiones afectuosas de esta correspondencia causarán tal vez sorpresa , pero es preciso no ol-
vidar que el nuevo soberano de Egipto y de Siria amenazaba entonces con una invasion á Palestina y que
temia que una cruzada se opusiera á sus designios .
Gobernando Malek-Adhel el imperio de los Ayubitas , despues de la muerte de Saladino , vemos estable-
cerse nuevas relaciones entre aquel príncipe y el papa Inocencio III . El pontífice esplicaba en su carta al
sultan la pérdida de Jerusalen , diciendo que existe en el cielo un Dios que trasporta las épocas á su antojo

(1) Thesaurus Epistolicus, de Lacrosse, t. I. p . 53..


(2) Annal eclesiast . , ann . 1185.
HISTORIA DE LAS CRUZADAS .
576 en
da á qui qui ere los rei nos de est e mundo (1 ) , y solicitaba la clemencia del príncipe musulman en favor
de los cautivos y de los desgracia dos habitantes de la Tierra Santa . El papa aconsejaba por fin al sobera
y
no de Damasco que restituyese á los cristianos la ciudad de Jesucristo , cuya conservacion no le reportaba
ninguna ventaja y debia acarrearle muchos peligros y sacrificios . La historia no dice lo que contestó el her

mano gor Saladino áo la


de io carta de Inocencio .
Gre IX tuv tambien relaciones con los príncipes infieles , pero se advierte en sus mensajes un es
píritu y un carácter diferentes . Al dirigirse el papa á un mismo tiempo al califa de Bagdad y á los sobe
ranos del Cairo y de Damasco , se presentaba ante ellos como el intérprete de las santas Escrituras y le

instaba á que reconociesen la evidencia de la fé cristiana ; invocaba á la vez los santos patriarcas , los pro
fetas y los apóstoles , verdaderas lumbreras colocadas en la senda de las verdades evangélicas , y les decia :
«No os pedimos vuestro reino sino á vosotros mismos ; no tratamos de atentar contra vuestro honor ni
vuestro poderío , pues nuestro mas ferviente deseo se reduce à elevaros sobre el siglo y asegurar vuestro
bien en la tierra y en el cielo » Seria muy curioso ver lo que respondieron al jefe de la iglesia cristiana
los príncipes musulmanes y especialmente el vicario de Mahoma , pero no hemos hallado ningun dato sobre

este punto en los autores árabes ni en los historiadores occidentales (2).


En las guerras contra los turcos los papas tuvieron numerosas relaciones, ya con los conquistadores de
Grecia , ya con las potencias musulmanas de Egipto , de Siria y de Persia . Uno de los predicadores mas
entusiastas de la guerra santa , Pio II, despues de haber buscado enemigos á los turcos en todo el univer
so, concibió la estraña idea de oponer á las armas de Mahomet II los argumentos de la teología y triunfar
de él por medio de la dialéctica ; nos queda una memoria muy estensa en la cual se esfuerza el soberano
pontifice en convencer el ánimo del emperador turco por medio de argumentos y de halagar su ambicion
mostrándole la conquista fácil de todo oriente y aun de la Hungría y la Bohemia . Los musulmanes conti
nuaban sus victorias desdeñando estos mensajes y todas las negociaciones , y les cristianos se veian por lo
regular reducidos á pedir la paz , siendo tal en aquella época el espíritu de la diplomacia de las cruzadas,
que un soberano pontífice dió las gracias al emperador de Alemania por haberle comprendido en un trata

de as
do Est con
pazneg clu
oci ido
aci s son
onecon Solun n (3)
imacla ro . indicio de la decadencia de las guerras santas . En las primeras cru
zadas , la idea principal y esclusiva se reducia á conquistar los reinos de los infieles ; despues todo el afan
de los pontifices se dirigió á convertir los príncipes musulmanes , porque empezaba á estinguirse el entu
siasmo belicoso y era mas fácil encontrar argumentos que soldados . No obstante , estas últimas tentativas
lograron el mismo éxito que las anteriores , y Dios permitió que permaneciesen en poder de los enemigos
del Evangelio todos los paises cuya posesion se disputó , ya por medio de piadosas discusiones , ya por medio

de la espada de los cruzados .

Hemos llegado al término de nuestro trabajo , y lanzamos en torno nuestro la mirada , pues la marcha

política del mundo nos inspira muy estrañas y curiosas similitudes .


Recordemos por un momento el estado en que dejaron los cruzados el oriente y veamos cual es en nues
tros dias el de este mismo pais . Al terminar las espediciones de la cruz todas las potencias musulmanas en
traban en su período de decadencia , inspirando con razon la idea de que las naciones mahometanas habian
agotado toda su savia y todo su vigor luchando contra las invasiones latinas , y ninguna de estas potencias

ha podido rec obrar su brillo desde aquella época .


El islamismo ha perdido su fuerza y las instituciones que habia fundado van pereciendo paulatinamente
las tentativas de reforma y de renovacion social en Asia solo han servido para acelerar y completar la caida

erio del Coran .


impen
delEs vano que la ley del Profeta árabe se esfuerce á sujetar el oriente que huye de sus manos ; la ley

(1) Ricardo de San German , coleccion de Muratori .


(2) Raynaldi , Annal . ecclesiast. , ann . 1263.
(3) Clemente VII, Annal. eclesiast. , ann. 1533.

P
LIBRO VIGESIMO . 577

cristiana victoriosa va á inaugurar nuevos destinos para esos lejanos paises de donde asomó como el sol
esplendente .
Hállanse en la historia de las sociedades revoluciones que marchan lentamente al través de las edades y
entre pueblos diversos ; la Providencia las dirige, el tiempo solo las hace madurar y las termina , y el bom-
bre apenas puede verlas y juzgarlas , porque ocupa solamente un punto en el espacio y en la duracion del
tiempo . Muchas de esas revoluciones son cual cometas errantes que surcan la inmensidad y se ven á lar-
gcs intervalos , apareciéndose á una generacion y mostrándose despues á generaciones remotas .
vas-
No tratamos de sentar que hemos vuelto à la época de las cruzadas , pero nos parece al menos que el
to y misterioso trabajo de las guerras santas , cuyo objeto era la conquista y la civilizacion del Asia , se repro-
duce en los grandes acontecimientos que hemos presenciado y en los que se preparan .
Actualmente , como en los tiempos de las guerras sagradas , todos los lugares donde los cruzados clavaron
sus perdones fijan la atencion de la Europa cristiana , y los antiguos francos dirigen sus miradas hácia
Grecia , Constantinopla , Africa , Egipto , Siria , el Mediterráneo y sus islas . ¿ Esta nueva tendencia de las ideas
y de los instintos de los pueblos, no se dirige á la gran revolucion que en la antigüedad y en la edad media
aspiraba el aproximar á oriente y el occidente ( 1 ) ?

(1) El autor escribió esta conclusion á fines de 1839.

FIN DE LAS CRUZADAS

73
INDICE

DE LA HISTORIA DE LAS CRUZADAS .

ADVERTENCIA PRELIMINAR.

LIBRO PRIMERO .

Origen y progresos del espíritu de las cruzadas. 300-1095 . - Ruinas de Jerusalen . Constantino reedi
fica el templo . Primeras peregrinaciones . Cosroes II se apodera de Jerusalen . Triunfo de Hera
clio . Exaltacion de la santa cruz . San Antonio . Mahoma . Conquistas de sus sucesores . El califa
Omar. Aaroun-al- Raschid . Expiacion de Frotmond . Nicéforo Focas se apodera de Antioquía . Con
quistas de Limisces. Jerusalen vuelve á caer bajo el dominio de los fatimitas . El califa Hakem .
Nueva destruccion del templo . Muerte de Hakem . Peregrinaciones del conde de Anjou , de Ro
berto de Normandía y del obispo de Cambray . Desgracias de los cristianos . Pedro el Ermitaño en
Jerusalen. Sus predicaciones . Urbano convoca los concilios de Plasencia y de Clermont . Se re
suelve la guerra santa . Parten los primeros cruzados. • 3.

LIBRO SEGUNDO.

Partida y marcha de los cruzados por el imperio griego y el Asia Menor . 1096-1097 . - Parten los
primeros cruzados . Su marcha á través de Alemania , Hungría y Bulgaria . Su indisciplina , sus
escesos y sus infortunios . Pedro el Ermitaño y Gotschalk . Voltemaro y el conde Emicon . Sitio de
Moseburgo . Llega la vanguardia á Constantinopla . Alejo Comneno la hace trasportar al otro lado
del Bósforo. Primeras hostilidades con los turcos . Queda completamente deshecha la vanguardia .
Godofredo de Bouillon . Su ejército . Carácter de los principales jefes . Aterra al emperador el nú
mero de los cruzados . El conde de Vermandois. Política cautelosa de Aleja. Los príncipes cristia
nos le prestan homenaje por sus futuras conquistas. Sus prodigalidades . El ejército cristiano en el
Asia Menor . Sitio de Nicea . Batalla sangrienta . Toman la plaza por asalto . Se dirigen los cru
zados á la Siria . La vanguardia es derrotada por los turcos . Marcha pénosa . Tancredo somete la
Cilicia . Los cruzados en Heraclea . Entran en Siria . Balduino conquista la Armenia y funda un
estado independiente . 36%

LIBRO TERCERO.

Marcha de los cruzados á Antioquía . Sitio de esta ciudad . 1097-1098 . - Entran los cruzados en Siria .
Roberto de Flandes ocupa á Artesia . Marcha á Antioquía . Combate en el Puente de Hierro . El
ejército se presenta ante Antioquía . Su entusiasmo : dudas de los jefes . Se resuelve el sitio . Ciega
seguridad de los cruzados . Desarreglos y desastres sucesivos : desaliento : deserciones. Hazañas
de Tancredo. Miseria en el campamento . El frio , el hambre y las calamidades diezman los sitia
dores. Desesperacion . Penas declaradas contra los impíos, los adúlteros , etc. Crueldad de Boemun
do . Se restablece el órden y se reanima la esperanza . Embajada del califa de Egipto. Ventajas
conseguidas contra los turcos . Se apodera el terror de los sitiados. Los cristianos se apoderan de
la parte esterior de la plaza . Tregua concedida al gobernador . Discordia entre los cruzados . Firo
el Armenio . Boemundo decide á los jefes á quebrantar la tregua . Firo le entrega una de las
torres . Vacilan los soldados al dar el asalto. Los cruzados en Antioquía . Saqueo , asesinatos y crue
580 . INDICE .

dades. Kerbogá , príncipe de Mossoul , sitia á los cruzados en Antioquía . Miseria : desercion .
Alejo Comneno llega á Filomelia y suspende su marcha . Son presas de las llamas los arrabales.
Desaliento de los cruzados . Un piadoso engaño reanima su valor . Pedro el Ermitaño se presenta
ante Kerbogá. Salida general. Victoria milagrosa . Embajada enviada al emperador griego . El
ejército permanece en Antioquía . Terrible epidemia . El emir Hazart propone una alianza . Toma
de Marrah. Pretensiones de Raimundo . Los egipcios arrojan á los turcos de Jerusalen . Parten los
cruzados de Antioquía y llegan á Laodicea . Fraudes de Bohemundo . Sitio de Archas . Politica del

1333
73
califa de Egipto. Preparativos para marchar á la Tierra Santa .

LIBRO CUARTO .

Marcha a Jerusalen . Sitio de la santa ciudad . Batalla de Ascalon . Nueva cruzada . Consideraciones .

1099-1101 .-Los cruzados siguen su marcha á Jerusalen . Perfecta regularidad de sus movimien
tos . Itinerario. Entusiasmo del ejército al ver la ciudad santa . Noticia histórica de la ciudad de
David . Medios de defensa de los sarracenos . Encuentro con el enemigo . Acordonamiento de las
X
tropas y sitio . Narraciones dolorosas de los fugitivos . El primer asalto desgraciado. La falta de
agua y de víveres paraliza las operaciones . Los genoveses acuden con un socorro inesperado . Se
corta madera para construir máquinas. Reconciliacion de Tancredo y de Raimundo . Discurso de
Pedro el Ermitaño acerca de las profanaciones cometidas por los sitiados. Se prepara todo para
un asalto general . Godofredo de Bouillon conduce los cruzados á un segundo asalto . Igual furor
anima á los dos partidos . Episodios . Apariciones celestes. Toma de la plaza . Escenas de barbarie
y de desolacion . Su rabia saciada . Los cruzados van á adorar el sepulcro del Salvador . Los mu
sulmanes que se habian quedado en la santa ciudad son condenados á muerte . Reparto del botin .
La verdadera cruz encontrada . Diversas intrigas para la eleccion de un rey. Eleccion de Godo
fredo . Arnaldo de Rohes es nombrado obispo de Jerusalen . Su conducta desarreglada . Sus pre
tensiones. El visir Afdal se adelanta á la cabeza de un ejército formidable . Los cruzados marchan
á su encuentro. Batalla de Ascalon . Nuevas disensiones. Un gran número de jefes regresa á su
patria . Tancredo recibe de Manuel Comneno el principado de Laodicea . El santo celo lleva al
Asia á una multitud de nuevos peregrinos . Fatigas y trabajos de estos últimos . Reflexiones del
107
historiador.

LIBRO QUINTO.

Historia del reino de Jerusalen . 1C99-1146 . - Godofredo envia á Tancredo à Galilea . Sitia él mismo
en vano á Arsur . Llegada de Balduino y de Boemundo . El arzobispo Daimberto. Los tribuna
les de Jerusalen . Situacion del reino. Muerte de Godofredo . Sucédele Balduino . Empresas guer
reras de este príncipe . Su afan de restablecer el imperio de las leyes . Los genoveses le ayudan
á tomar Cesarea . Ventajas y reveses . Toma de Tolemaida . Crítica posicion del principado de An
tioquía y del condado de Edeso . Toma de Trípoli. Balduino lleva la guerra á Egipto . Su muerte.
Balduino de Bourg sube al trono . Arroja los musulmanes del territorio de Antioquía . Hecho pri
sionero, recobra la libertad con astucia . Los sarracenos de Egipto batidos por Eustaquio de Agrain.
Papel que hicieron los venecianos en la primera cruzada . Situacion general . Los ismaelitas
ó asesinos . Caballeros de San Juan y caballeros del Temple. Balduino ve frustrada la toma de Da
masco. Su muerte . Fulques de Anjou es proclamado rey . Felonía del conde de Joppe . Su castigo .
Juan Comneno trata de apoderarse de Antioquía , despues se reune con los latinos. Muere el rey
Balduino III. Su hijo y sucesor es desgraciado en el ataque contra Bosrha . Los musulmanes des
441
truyen á Eleso . .

LIBRO SESTO.

Historia de la cruzada de Luis VII y de Conrado . 1445-1149 . - Segunda cruzada. San Bernardo .
Luis VII y el abate Sugerio . Asamblea de Vezelay . El rey toma la cruz . El religioso aleman Ro
difo . El abad de Claraval se dirige al lado del emperador . Dicta de Ratisbona . Conrado y sus ba
INDICE. 581

rones participan del entusiasmo general . Asamblea de Etampes . Regreso de san Bernardo . Pro
posicion de Rogerio rey de Sicilia . El abate Sugerio y el conde de Nevers . Medios empleados para
hacer frente á los gastos de la espedicion . Salida de Luis VII . Los alemanes en Constantinopla .
Llegada de los franceses . Entrevista del rey con Manuel Comneno . Se propone el apoderarse de
la ciudad . El obispo de Langres . El emperador griego acelera la marcha de los cruzados . Los
guias dados á los alemanes les engañan , y víctima el ejército de mil contrariedades , perece casi
todo . Itinerario de Luis VII . Fatigas y privaciones inauditas . Llegada á Satalia . Embarque de una
D parte de las tropas . La otra parte del ejército sucumbe bajo el yerro musulman . Brillante acogi
da hecha á Luis VII por el conde de Antioquía . La reina Leonor . Luis VII y Conrado son reci
bidos por Balduino III , rey de Jerusalen . Los cruzados van á sitiar á Damasco . Importancia de
esta ciudad . Victoria contra los turcos . Negociaciones . Desavenencias entre los cruzados . El jóven
Saladino . Se abandona el sitio . Conrado y despues Luis VII regresan á Europa . Ojeada general
sobre la segunda cruzada y sobre los acontecimientos que aquí se refieren . Paralelo entre el abad
de San Dionisio y el abad de Claraval . 182

LIBRO SÉPTIMO .

1151-1186 . - Situacion política del Asia . Toma de Ascalon . Enlace de Balduino III . Alborotos en An
tioquía . Muerte del rey . Su hermano le sucede en el trono . Espedicion al Egipto . Revolucion de
esta provincia . Casamiento de Amaury. Toma de Bilbeis , Sitio de Damieta . Amaury sitia á Paneas
y muere en Jerusalen . Minoria de Balduino IV. Sibila , su hermana , se casa con el marqués de
Monferrato, el que muere al cabo de cinco meses . Saladino entra en Palestina . Segunda batalla
de Ascalon . Falsa tregua . Balduino confiere la regencia á Lusiñan y despues al conde de Trípoli .
Su muerte. Coronacion de Sibila y de Lusiñan , su nuevo esposo . Afdal , hijo de Saladino penetra
en la Galilea . Saladino , dueño de Tiberiades , hace prisionero á Lusiñan y se apodera de Jerusa
len. Preparativos para una nueva cruzada . Guillermo de Tiro predica la tercera cruzada . En la
conferencia de Gisors , el arzobispo decide á Felipe Augusto y á Enrique II á libertar la Tierra San
ta . Diezmo Saladino . Ricardo , duque de Guiena , incurre en escomunion . Sube al trono y toma
la cruz . Degüello de los judíos en Londres y en York. Entrevista de Ricardo y de Felipe Augusto
en Nonancourt . Poco celo en Alemania . El emperador Federico Barbaroja envia embajadores à
todos los príncipes que reinan en oriente. Detalles sobre los cruzados alemanes . Salen de Ratis—
bona. Isaac el Angel es castigado por su modo de proceder con ellos . Se embarcan en Galípoli .
Su itinerario en Asia . Paso del Tauro . Federico se ahoga por casualidad y el duque de Suabia re
cibe el mando supremo . Cinco mil hombres , únicos restos de este ejército, llegan hasta Palestina .
Encuentran mala acogida. · 213

LIBRO OCTAVO .

4487-1190 . -Conrado, marqués de Monferrato, penetra en la ciudad de Tiro que sitia Saladino . Su
generosa conducta . Dirigese el sultan á Trípoli y vuelve despues sobre el Oronte . Libre el rey
de Jerusalen viola su juramento. Sitia á Tolemaida . Descripcion de la ciudad y de sus alrededo
res . Trabajos del sitio . Afluencia de nuevos cruzados . Penetra el sultan en la plaza . Vencidos los
cristianos en una sangrienta batalla , se refugian en su campo . Retirada de los infieles. Vuelven á
la ofensiva . Malek -Adhel manda un refuerzo á su hermano . Al saber los musulmanes la marcha

de Conrado, pierden sus esperanzas . Reciprocos golpes que esperimentan los sitiados y los
sitiadores . Llegada del duque de Suabia con sus alemanes . Su presuncion . Su muerte . Sibila
y sus dos hijos bajan al sepulcro . Conrado hace anular el matrimonio de Thoron á fin de
casarse con Isabel . Funestas consecuencias de este acto. Ricardo y Felipe Augusto. Su viaje. Su
naciente encono . Saladino llama á la guerra santa á todos los hijos del Profeta . Caen enfermos
los dos reyes . Envian diputados á Saladino . El ejército cristiano estrecha el sitio de To'emaida ,
que al fin capitula . Paralelo entre el valor, las armas y las costumbres de los partidos beligeran
tes . Felipe y Ricardo se reparten las riquezas que encuentran en Tolemaida . Disputa entre este
582 INDICE.

y el duque Leopoldo de Austria . Conrado vuelve bruscamente sobre Tiro. Felipe Augusto entra
en Francia. Falta Saladino á las condiciones de la capitulacion y Ricardo hace degollar á los cau
tivos musulmanes . Toman los cruzados el camino de Jerusalen . Dificultades que encuentran .

Victoria de Arsus . Posicion respectiva de los cristianos y de los turcos despues de esta batalla .
Conrado y Ricardo negocian con el sultan . Crueldad del rey de Inglaterra . Marcha sobre Je
rusalen que Saladino defiende en persona . Retiranse los cruzados á Ascalon y reparan las mu

rallas. Desunion entre los jefes . Conrado, nombrado rey de Jerusalen , es asesinado por dos ismae

litas . Enrique, conde de Champaña , le sucede en el marquesado de Tiro , y se reune despues con
Ricardo que peleaba contra los infieles . El monarca inglés piensa en regresar á su patria . Sus
dudas. Un consejo compuesto de caballeros y de barones decide la retirada hácia el mar . Apodé
rase el sultan de Joppe , pero Ricardo despues de esfuerzos prodigiosos , vuelve á hacerse dueño de
ella . Consiente Saladino en firmar la paz . Ricardo se embarca y abandona el oriente. Resúmen
de la tercera cruzada . 259

LIBRO NONO .

Fin de la cuarta cruzada . 1193-1198 . - Desmembramiento del imperio fundado por Saladino . Ma~
lek-Adbel se aprovecha de las rivalidades de sus sobrinos para apoderarse del trono . Ojeada so
bre la situacion política en oriente y en occidente. El papa Celestino III hace predicar la cruzada .
+
El emperador de Alemania Enrique VI . Dieta de Worms. Partida de los cruzados alemanes. Su
conducta altanera é impolítica en Palestina. Consecuencias que aquella trae consigo . Sitian los mu
sulmanes á Joppe . Muerte del rey de Jerusalen . Malek-Adhel es batido y puesto en fuga . Los cris
tianos se apoderan nuevamente de Beirut . Se hacen dueños de la Siria y forman la resolucion
de volver á entrar en la santa ciudad . Atacan el castillo de Thoron . Su vergonzosa huida . Sus
funestas divisiones . La reina Isabel da su mano á Amaury , rey de Chipre. Llegada del conde
de Monfort. Los cruzados alemanes regresan á Europa . Tregua con Malek-Adhel. Resúmen de
la cuarta cruzada . · 301

LIBRO DÉCIMO .

Quinta cruzada . 1198-1203 . - Imperio franco de Constantinopla. El papa Inocencio III se esfuerza
en reanimar el santo celo . Ricardo Corazon de Leon . Felipe Augusto . Predicacion de Fulco de Neui
lly y Martin Litz . Teobaldo IV conde de Champaña y Luis conde de Chartres y de Blois toman
la cruz . Envian diputados á Génova para fletar buques . Muerte de Teobaldo IV . Bonifacio, mar
qués de Montferrato , es elegido jefe de la cruzada . Muerte de Fuldo de Neuilly. Parte de los
cruzados llegan á Venecia y concurren al sitio de Zara , á pesar de las órdenes del papa. Los
venecianos son escomulgados. Revolucion en Constantinopla . Alejo el Angel el jóven, hijo de
Isaac, solicita el socorro de los venecianos . La noticia de la conquista de la Pulla y del reino de
Nápoles por Gualtero de Briena produce una escision . La flota se hace á la vela para Constan
tinopla . Detalles de esta espedicion . Alejo el Angel es colocado de nuevo en el trono y promete
al papa reconocerle por jefe de la Iglesia universal . 319

LIBRO UNDECIMO .

Desde la restauracion de Isaac hasta la muerte de Balduino . 1203-1206 . Proposicion del empera
dor griego á los cruzados . Proclámase la supremacia religiosa de la santa sede. Espedicion á Fran
cia . Joanice, rey de los bulgarios. Un incendio destruye la mitad de Constantinopla . Odio de Isaac
el Angel contra su hijo . Alejo Ducas ( de sobrenombre Murzuffle . ) Sucesos de Palestina . El pue
blo de Constantinopla intenta incendiar la escuadra . Sedicion escitada por Murzuffle. Alejo muere
envenenado : le sigue Isaac al sepulcro. Murzuffle usurpa el poder . Los cruzados toman la ciudad
por asalto . Fuga de Murzuffle . Le reemplaza Teodoro Lascaris . Su partida clandestina . Reparto de
las ciudades del imperio . Se ciñe la corona . Balduino conde de Flandes. El rey, Bonifacio y Dan
dolo escriben al papa . Se alza la escomunion . Acuden á Grecia los cristianos de la Tierra San
INDICE . 583

ta. Muerte de la emperatriz . Reaccion contra los vencedores. Contiendas entre Balduino y Boni-
facio. El emperador sitia á Andrinópolis . Batalla imprudente. Balduino cae prisionero . Piden ausi-
lio á las potencias de occidente. Enrique de Hainaut sucede á su hermano . Muerte de Dandolo y
de Bonifacio. Respuesta de Joanice respecto á la suerte de Balduino . 339

LIBRO DUODECIMO .

Desde la muerte de Amaury hasta la rendicion de Damieta por los cruzados . 1207-1221 . - Sesta
cruzada . Hambre, peste y terremoto en Siria y en Egipto . Muerte de Amaury y de Isabel . Em-
bajada enviada á Felipe Augusto . Juan de Briena desembarca en Tolemaida . Es vencido . Guer-
ras religiosas en Europa . Los albigenses . Los sarracenos en España . Cruzada de 50.000 niños .
Carta de Malek-Adhel . El cardenal de Courzon predica la cruzada . Jacobo de Vitri , obispo de To-
lemaida . Subsidio concedido por el rey de Francia . Juan Sin Tierra finge tomar la cruz . Oton de
Sajónia . Concilio de Latran . Muerte del soberano potífice. Su sucesor Honorio III . Origen de los
antiguos pueblos de Prusia. El emperador Federico III aplaza su partida . Andrés Bela rey de Hun-
gría recibe el mando y se lo trasmite á su hijo . Partida de los cruzados . Malek-Kamel , hijo y
sucesor de Malek -Adhel . Son derrotados y dispersos los cruzados en el monte Tabor . Muerte del
rey de Chipre. Andrés regresa á Europa con sus húngaros . Espedicion á Egipto . Sitio de Damie-
ta . Muerte de Malek-Adhel . Retrato de este príncipe. Los cardenales de Courzon y Pelagio . Los
musulmanes ausilian á Damieta . Son vencidos los sitiadores . Malek-Kamel ofrece la paz . Toma de
Damieta y ocupacion del bajo Egipto. Pelagio decide el ataque del Cairo. Desastres. Entrevista del
rey de Jerusalen con el sultan . Damieta vuelve á ser de los musulmanes . 359

LIBRO DÉCIMOTERCERO .

Cruzada de Federico II. Cruzada del rey de Navarra . 1222-1241 . - Séptima cruzada . El emperador
Federico II acepta el reino de Jerusalen . Descontento de Juan de Briena . Estado general de Eu-
ropa . Muerte de Honorio III . Gregorio IX . Sus contiendas con el emperador de Alemania . Fede-
rico en Tolemaida . Entra en Jerusalen . Vuelve á Tolemaida . Se embarca para Italia y trata con
el papa . Teobaldo de Champaña , rey de Navarra . Toma la cruz . Tiene muchos imitadores . De-
cadencia del imperio franco de Constantinopla. Gregorio IX se opone á la partida de los cruza-
dos . Persisten estos en su resolucion . Muerte de Malek -Kamel . Espedicion contra Damasco . Espe-
dicion contra Gaza, donde son vencidos los cristianos . Vuelven á embarcarse los franceses . Ricar-
do de Cornouailles. Inocencio IV . · 376

LIBRO DÉCIMOCUARTO .

Los tártaros. El concilio de Leon . Primera cruzada de San Luis . 1242-1249 .-Octava cruzada .
Orígen de los tártaros . Sus conquistas bajo el reinado de Gengiskan . Fin del imperio del Karismo ,
Destruccion del principado de Antioquía por los comanes ó tártaros . Concilio general de Leon .
Sentencia lanzada contra Federico . Luis IX toma la cruz á pesar de la oposicion de su madre .
Federico elige al rey como árbitro entre el imperio y la tierra . Conducta impolitica de Inocencio
IV . Cruzados frisones, holandeses y noruegos . Entrevista de Luis IX y el papa . El rey se embar-
ca en Aguas Muertas . Permanencia en Chipre. Intemperancia de los cruzados. El rey calma las
contiendas entre el clero griego y el latino . Diversas negociaciones . La espedicion se da á la vela .
La mitad es dispersada por la tempestad . El rey desembarca cerca de Damieta . Toma de esta ciu-
390
dad . El ejército penetra en Egipto. Sus triunfos y sus disensiones .

LIBRO DÉCIMOQUINTO.

Continuacion de la primera cruzada de San Luis . 1249-1250 .-Muerte de Raimundo II , conde de


Tolosa . El conde de Poitiers llega á Egipto . Los cruzados marchan hácia el Cairo . La sultana
Chegger- Eddour proclama á Almoadam sultan de Egipto . El ejército pasa el Aschmoun . Impru-
dencia de Roberto , conde de Artois . Entra en Mansourah y muere . Batalla sangrienta . Llegada
584 INDICE .

del sultan. Enfermedades contagiosas : hambre . Caridad de Luis IX . Retirada á Damieta . El rey
cae prisionero con sus dos hermanos y sus principales barones . Es conducido á Mansourah . He
roismo de la reina Margarita . Cobarde conducta de los pisanos y los genoveses . Magnanimidad de
Luis IX. Tratado con Almoadam. Este príncipe muere asesinado despues de una entrevista con
el rey. Errónea opinion refutada . Chegger-Eddour. Noble firmeza del monarca francés. Los emi
res se contentan con su palabra . Evacuacion de Damieta . Luis IX vuelve á Tolemaida con el res
to de su ejército . 425

LIBRO DECIMOSESTO .

Continuacion de la primera cruzada de San Luis . 1250-1254 .- Reina en Tolemaida una enferme
dad epidémica . Luis envia á Egipto el pago del rescate de los prisioneros . Turbulencias que agi
tan esta provincia . El rey trata de volver á Francia . Se opone el señor de Joinville . Partida de los
duques de Anjou y de Poitiers . El sultan de Damasco incita al rey á unirse con él para castigar
los mamelucos . Condiciones dictadas por Luis IX. Baja al sepulcro el emperador Federico . El pa
pa profesa al bijo el odio que tenia al padre y publica una cruzada contra Conrado IV . Origen
de los Pastorcillos . Su disposicion . Toma la cruz Enrique III de Inglaterra . La Reina Blanca en
via ausilios á su hijo . Embajadores del Viejo de la Montaña recibidos en Tolemaida . Tratado con
los emires de Egipto. El califa de Bagdad procura la union entre los musulmanes . Vuelve á encen
derse la guerra . Los turcomanes sorprenden á Sidon . El ejército franco entra en Paneas y la aban
dona al momento. El rey recibe la noticia de la muerte de su madre . Se embarca para Francia . 450

LIBRO DÉCIMOSEPTIMO.

Segunda cruzada de San Luis . 1255-1271 .- Discordias entre los venecianos Y los genoveses de

Tolemaida y entre los templarios y los hospitalarios . Muerte de Chegger-Eddour . Los mogoles . Fin
de la dinastía de los Abasidas . El papa Alejandro VI . Temores causados en Europa y'en Asia por las

invasiones de los tártaros . Kelkobá , su jefe , pierde la vida en Tiberiades. El sultan Koutouz es ase
sinado por Bibars á quien se proclama para sucederle. Triste situacion de los cristianos de orien
te. Los papas Urbano IV y Clemente IV . Caida del imperio franco de Constantinopla . Triunfo de
Bibars en Palestina y en Siria . Toma de Antioquía . Siguen las cuestiones entre la corte de Roma
y el emperador Federico. Manfredo , Coradino , Carlos de Aujou . Luis IX toma de nuevo la cruz.
El clero se opone á la percepcion del diezmo . Concilio de Northampton . Cruzados catalanes , cas
tellanos y aragoneses. Acontecimientos en el reino de Nápoles . Eduardo de Inglaterra . Tratados

politicos y de familia hechos por Luis IX. Partida del rey . Sitio de Túnez . Muerte de Luis IX.
Carlos de Anjou toma el mando, firma una tregua y conduce el ejército á Europa . Llega la es
cuadra á Trápani en Sicilia . Muerte del rey de Navarra y de muchos personajes notables . Feli
473
pe vuelve á Francia . Elogio de San Luis.

LIBRO DÉCIMOCTAVO .

Caida de las colonias cristianas de oriente . 1271-1290 .-Eduardo de Inglaterra desembarca en To


lemaida . Toma de Nazaret . Un emisario del Viejo de la Montaña intenta asesinar al príncipe inglés .
Eduardo regresa á su patria . Eleccion de Gregorio X. Concilio de Lion . Rodolfo de Hapsburgo
emperador de Alemania . Humberto de Romanis publica una memoria en favor de la guerra san
ta . Nuevas conquistas de Bibars. Su muerte . Le sucede Kelaun y derrota á los tártaros de Emeso .
Muerte de Gregorio X. Vísperas sicilianas. Política de Kelaun . El castellano de Marakia . Kelaun
toma á Laodicea y Trípoli , amenaza á Tolemaida y trata con los cristianos. Su muerte. Su hijo
499
y sucesor . Chatil toma á Tolemaida por asalto y arroja á los cristianos de Siria .

LIBRO DÉCIMONONO.

Tentativas de nuevas cruzadas . Cruzada contra los turcos . 1291-1590 . - Nueva cruzada predicada
por el papa . Asamblea de Poitiers. Toma de Rodas por los caballeros de San Juan de Jerusalen .
INDICE . 583

Los caballeros del Temple se establecen en Francia . Destruccion de la órden . Pedro de Lusiñan ,
rey de Chipre, va á Roma . Sus proposiciones . Recorre la Europa . El rey Juan toma la cruz , pero
vá á morir á Londres . Una escuadra genovesa conduce los cruzados á Almaria . El imperio oto-
mano. El papa Eugenio reune tropas. Tregua de diez años concluida con Amurat II . Scanderberg .
Derrota de los cristianos en Varna . Mahomet II se apodera de Constantinopla . El voto del faisan.
Los turcos son arrojados de Belgrado . Pio II negocia con Mahomet II . Su muerte . Juramento de
Mahomet II . os Lusiñan pierden el reino de Chipre . Sitio de Rodas . Toma de Otranto . Los ca-
balleros de Rodas se establecen en Malta . Victoria de Lepanto . Juan de Sobieski . Decadencia de
los turcos . 516

LIBRO VIGÉSIMO .

Consideraciones generales sobre las crazadas . —I. — Espíritu de las cruzadas . 558
II. -Humildad cristiana y fraternidad de los guerreros de la cruz . · 560
III. De la supersticion y de la magia en las cruzadas ; credulidad de los cruzados . 563
IV. Barbarie de los francos en las cruzadas . Costumbres y moral de las cruzadas . 563
V. De la multitud que seguía á los cruzados . Legislacion de las cruzadas . 567
VI . -Formacion de los ejércitos cruzados . Medios de proporcionarse dinero . Aprovisionamiento y
manutencion de los soldados en las guerras. 569
VII.-Armas de los cruzados . Sus combates. 571
VIII.-Diplomacia de las cruzadas . 573

FIN DEL ÍNDICE.

(68
COLOCACION DE LAS LAMINAS .

Pág.
Batalla de Nicea . 59

Toma de Edesa. 71

Batalla de Harenc . 101

Toma de Jerusalen . 117

Godofredo elegido rey de Jerusalen . 124

Batalla de Ascalon. 128

Funerales de Godofredo. . • 145

Toma de Trípoli. 155

Institucion de los templarios . 169


Luis VII en San Dionisio. - 192
Paso del Meandro . 498
Batalla de Putaha . 217

Felipe Augusto y Enrique II . . 246

Entrega de Tolemaida . 274

Margarita reina de Hungría . 308

Toma de Constantinopla. . 346


Gaucher de Chatillon defendiendo la entrada de una calle . 439

San Luis y el Viejo de la Montaña . 459

Muerte de San Luis. • 495

Guillermo de Clermont . 514


Toma de Rodas. 517
Combate de Embro. • 548
Levantamiento del sitio de Rodas. 535
Toma de Malta . • 548
Levantamiento del sitio de Malta . 552
BIBLIOTECA CENTRAL

96.4°
19.4 May
98
°
4

R.
17
99
BIBLIOTECA DE CATALUNYA 61
ÍDO TAMO
EXCLU DEL PRÉS

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