Está en la página 1de 3

EL RITMO DEL RELATO Y FLUIDEZ DE LA PROSA (Editado)

Prosa y belleza

La prosa
El verso somete al lenguaje a una repetición de acentos o ritmos; pero habitualmente, al
hablar o escribir, nosotros colocamos las palabras sin un orden rítmico preconcebido. Es
decir, nos expresamos en prosa.

El ritmo en la prosa
Esto no quiere decir que con la prosa no puedan crearse bellísimas obras de arte sujetas
también a un cierto ritmo, aunque menos riguroso que en las redacciones en verso. He aquí
un ejemplo de prosa rítmica, debida al gran escritor español contemporáneo José Martínez
Ruiz, que firma sus obras con el seudónimo de Azorín:

Es/TÁIS en la po/SAda y obser/VÁlS. que en un rin/CÓN, casi su/MIda en la pe/NUMbra


se  en/CUENtra sen/TAda una mu/CHAcha. . .

La armonía
El lenguaje literario debe ser percibido como una bella música, por la combinación
armónica de sus sonidos (eufonía).

Vicios opuestos a la armonía


Se consideran vicios opuestos a la armonía:
 La cacofonía o sucesión insistente de sonidos iguales de carácter áspero.
o Ejemplo:    Dijo JorGe.  ¿Con Quién CanTan Tus Tres Tíos?
 La repetición reiterada en una frase de los mismos sonidos vocálicos.
o Ejemplo; "Es una historia enojosa y monótoNA que nos colma de zozobra".
 El enlace de dos sonidos iguales en fin y principio de palabra que producen una dicción
confusa.
o Ejemplo:    Iba a África. Llama a Águeda.

La palabra ritmo hace referencia a distintos conceptos: ritmo de la historia, musical,


ritmo cardíaco, ritmo de juego, ritmo de  la historia contada… o expresiones como a buen
ritmo, con buen ritmo, rítmicamente, etc. Según la RAE: grata y armoniosa combinación de
voces, cláusulas, pausas y cortes en el lenguaje poético y prosaico. En un sentido figurado:
como orden acompasado en la sucesión de las cosas. En música: proporción guardada entre
el tiempo y otro diferente.

Todas  las definiciones  valen para expresar lo que queremos decir: grata combinación,
orden acompasado, armonía, proporción. Nos centraremos en el ritmo del lenguaje, más en
concreto en el de la narrativa. De hecho, el concepto del ritmo está más asociado a la
poesía. Esta aprovecha mejor la sonoridad de las palabras y sus combinaciones. No
obstante, también puede hallarse un ritmo en la prosa de ficción, tal vez de muy distinta
naturaleza, eso sí.

1
La palabra ritmo la asociamos con el movimiento, a veces con la velocidad, por emplear
términos de la física. En literatura, el ritmo narrativo hace referencia al avance de la
narración. Diremos que existe ausencia de ritmo si no avanza la acción, es decir, si no
sucede nada o casi nada.

¿Qué nos ocurre a veces con una novela? ¿Tal vez que nos dormimos, o que nos aburrimos,
o…? En general, cualquiera de las cuestiones que tienen que ver con una bajada de la
tensión narrativa están asociadas al ritmo narrativo. En esos casos, el ritmo se vuelve
oscilante y poco estable.

Es decir, un texto narrativo puede ser más moroso o más ágil. Pero es que, además,
podemos distinguir dos clases de ritmo: el de las palabras, el de un párrafo o una escena,
por ejemplo, o bien el de la estructura de la propia novela, con su ritmo interno de
capítulos, pausas, analepsis o prolepsis, elipsis, etc.

Ritmo narrativo

Ritmo narrativo: análisis y ejemplos


Si hablamos simplemente del ritmo de la narración, rápidamente salta a la vista de alguien
habituado a leer que hay dos grandes categorías para analizar: narración y diálogos. Dicho
de otro modo: lo que cuenta el narrador y las interacciones directas de los personajes. Si el
narrador demora la acción mediante la descriptiva, sea del tipo que sea, se va a perder
ritmo. La explicación es sencilla: la acción, es decir, la historia, no avanza, se estanca. Pero
si solo hacemos hablar a los personajes, nos comemos toda la ambientación y el contexto
narrativo, lo que suele llamarse brevemente “el escenario”. Si eliminamos el escenario se
nos va la posible “atmósfera” que pueda crear el narrador.

De modo que el ritmo narrativo el escritor lo impondrá combinando sabiamente narración


y diálogos, buscando un equilibrio entre ambos. Es lo que suelen hacer los escritores más
experimentados. Existe un método infalible para demorar la acción, describir por ejemplo
escenas pasadas (analepsis literaria) con profusas descripciones de lo que sucedió en un
lejano pasado. Con esta técnica se provocan evocaciones a través de tiempos verbales
compuestos, del modo subjuntivo, etc. Este método nos llevará a la paralización
(momentánea) de la acción. Lógicamente, ello se hace con el objetivo de comprender mejor
las acciones posteriores de los personajes.

A grandes rasgos, pues, el ritmo narrativo está íntimamente ligado a los tiempos y
modos verbales. Solo con su concurso se acelera o ralentiza la acción tanto como destacan
e impulsan la reflexión y la evocación de acontecimientos.

Ritmo interno de la novela


Por otro lado, la novela especialmente, como creación literaria, debe tener su propio ritmo
narrativo. Y no solo por la escritura y utilización de los signos lingüísticos en sí mismos,
sino por su propia composición y estructura. Es decir, en el mismo montaje de la novela, en
la configuración de capítulos y secuencias es necesario también un ritmo. Las distintas
unidades forman en sí una unidad de lectura. También una unidad de intenciones, sobre

2
todo, una unidad rítmica en la forma de sucederse. Todo lo cual influye de forma
determinante en el ritmo narrativo, o sea, en el ritmo emotivo de la narración.

El uso adecuado de la elipsis


Uno de los grandes trucos de los maestros de la narrativa consiste en utilizar esa figura
literaria, la elipsis. Es evidente que en una narración no puede contarse todo. El escritor
selecciona su material conforme al esquema que previamente ha elaborado en su mente. Por
ejemplo, le interesa destacar los momentos de soledad e incomunicación de los personajes
principales. Se centrará en eso y no en cómo se hacen una taza de café o en cómo caminan,
etc… Otro autor, en cambio, seleccionará los momentos cotidianos, precisamente porque
querrá destacar esos momentos. En este caso no querrá saber nada de los sentimientos de
los personajes. Son, pues, diferentes enfoques.

Sea cual sea el enfoque, el autor necesitará la elipsis para ahorrarse la narración de todo
aquello que no entre en su esquema narrativo. Si es necesario concentrar el tiempo de un
par de años en un pequeño párrafo, lo hará. Esta manipulación del tiempo creará un
determinado ritmo narrativo. El lector deberá apreciarlo en toda su dimensión en el
momento de la lectura.

Fijémonos en una película. Un coche sale de un lugar y se dirige a otro. La secuencia no


tiene por qué abarcar todo el trayecto (salvo casos especiales, claro está). Se ve al coche
partir y se le ve llegar a un determinado destino, sin que veamos el trayecto intermedio. En
eso consiste la elipsis, sea literaria o cinematográfica. En cambio, pensemos si en ese
trayecto dos personajes hablan. Esa conversación puede ser decisiva para entender la
historia narrada. Por tanto tendrá que tener su espacio y su tiempo, que se dilatará más o
menos según las necesidades narrativas.

Resumen

El ritmo narrativo, en resumen, tiene que ver con el tiempo de la acción. Se puede acelerar
o retardar con una utilización particular de la prosa. Entre los instrumentos a utilizar se
encuentran los diálogos, la elipsis, los tiempos y modos verbales, las analepsis o prolepsis
incluidas, etc., etc.

También podría gustarte