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Introducción
He desarrollado esta asignatura a partir de los principios más básicos hasta los más
complejos. A algunos estudiantes les podrá parecer que principios como el del
“contexto” son demasiado básicos, y quizás deseen saltarlos. Pero antes que lo hagan,
les animo a que busquen muestras de ejemplos de contexto; muchos quedarán
sorprendidos de cuántas canciones, sermones y dichos populares han tomado los textos
fuera de su contexto. En otras palabras, una cosa es afirmar que creemos en el contexto,
y otra muy diferente es practicar esa habilidad de manera coherente.
He ofrecido ejemplos concretos que nos ayuden a lidiar con esa realidad y nos motiven
a aplicar nuestra “creencia” de manera más rigurosa en el contexto. El contexto es
esencial porque esa fue la manera en que Dios inspiró la Biblia—no con versículos
aislados y al azar, sino con un continuo fluir de pensamiento al cual esos
versículos contribuyen.
Quizás algunos problemas de interpretación se den por sentado, pero los trataré de
forma breve en la introducción, porque algunos cristianos tienen problemas a la hora de
llevarlos a la práctica. La meta principal de estudiar la Palabra de Dios es conocer mejor
a Dios, y mientras mejor le conozcamos, mejor entenderemos Su Palabra. Puesto que
Dios nos dio la Biblia como un libro escrito que contiene mucha historia, Él espera que
usemos principios literarios e históricos cuando la estudiemos, pero a la vez, ésta recoge
el mensaje del corazón de Dios para Su pueblo, para que no la veamos como una mera
materia de interés intelectual o por simple curiosidad.
También debemos estar dispuestos a obedecer a Dios una vez que le hayamos
escuchado. Santiago (1:5) nos dice que si queremos sabiduría, debemos (al igual que
Salomón) pedirla, pero tenemos que pedirla con fe, insiste él (1:6), y luego explica que
la fe verdadera es aquella que está presta a vivir de acuerdo a lo que Dios nos pide
(2:14-26). Si realmente oramos para que Dios nos enseñe la Biblia (y deberíamos
hacerlo así, ¡vea el Salmo 119!), debemos orar con el tipo de fe que está presta a abrazar
lo que encontramos en la Biblia.
Debemos acoger lo que allí encontremos, aun si es algo que no sea muy popular, aun si
fuera algo que nos metiese en problemas, y hasta incluso si nos desafiara nuestro estilo
de vida. Ese en un precio alto, pero trae un beneficio: la emoción de hacer nuevos y
fresco hallazgos, en vez de simplemente escuchar lo que esperábamos escuchar.
Estudiar la Palabra de Dios con un corazón abierto y sediento es una de las maneras en
que expresamos nuestro amor por Dios. El principal mandamiento de Dios para Israel
era Su declaración de que Él es uno (Deuteronomio 6:4); es por ello que aquí no hay
cabida para la idolatría. Por lo tanto, Él le exhorta a Su pueblo que le ame a Él nada
más, con un corazón fiel y con todo su ser (Deuteronomio 6:5). Aquellos que aman a
Dios de esta forma, hablarán todo el tiempo de Su Palabra, en donde quiera que vayan y
a cualquiera que encuentren (Deuteronomio 6:6-9). Si realmente Dios toma el primer
lugar en nuestras vidas, entonces Su Palabra será primordial para nosotros y nos
absorberá.
Muchas veces la gente se pierde lo que hay en el corazón de la palabra de Dios. Los
fariseos debatían acerca de detalles, pero les faltaba un mayor espectro del corazón de
justicia, misericordia y fidelidad que posee Dios (lo que Jesús llama “los preceptos de
más peso de la ley”, Mt. 23:23, LBLA); como diría la conocida expresión: no veían el
pueblo por las casas. Toda la Escritura es la Palabra de Dios, pero algunas partes nos
enseñan de Su carácter más que otras (por ejemplo, aprendemos más directamente de la
revelación de Dios a Moisés en Éx. 33-34, que de los rituales de Levítico). Quizás hasta
ni escuchemos bien a Dios cuando leemos la Biblia, simplemente porque nuestro
trasfondo nos predispone a pensar que Dios es estricto o indulgente.
¿En dónde buscamos para encontrar la revelación central del carácter de Dios (los
“preceptos más pesados” de los que habla Jesús), que nos ayude a aplicar de manera
correcta el resto de la Palabra de Dios? Dios reveló Su ley a Israel, pero tanto los
profetas del Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento muestran que
algunos aspectos de esa ley se aplicaban directamente tan solo al Israel antiguo en un
tiempo en particular (aunque podemos aprender de sus principios eternos).
En este estudio veremos más allá del contexto: el contexto de todo el libro, el trasfondo
y principios especíicos para entender los tipos de escritos en la Biblia (tales como los
salmos, los proverbios, las leyes y las profecías). Estos son principios esenciales para
aprender lo que Dios les estaba diciendo a los primeros lectores, un paso necesario a la
hora de escuchar cómo aplicar el mensaje de Dios en nuestros días. Pero aún
necesitamos el Espíritu de Dios para que nos guíe en cómo aplicar Su mensaje a
nuestras propias vidas, a la iglesia del presente y a nuestro mundo. Existe más de una
forma de escuchar la voz de Dios (por ejemplo, le escuchamos en oración), pero es por
medio del estudio de las Escrituras que aprendemos a reconocer de manera clara la voz
de Dios cuando Él nos habla de otras maneras.
Pablo nos enseña estas dos cosas, que “conocemos en parte y en parte profetizamos” (1
Co. 13:9); es por eso que es bueno que dependamos tanto de las Escrituras y del Espíritu
para que nos ayuden a escuchar claramente, pero ciertamente el Espíritu no va a decir
nada que contradiga lo que Él ya ha inspirado que digan las Escrituras (la forma en que
nos la dio, en contexto).
Primera clase,apuntes
Codice biblia
San agustin,no dudar por a) la profecia cumplida (que anunciaban al mesias) b) milagros
Juan,logos,trinidad,revisar
Rob haskell.
Niveles de contexto
Contexto inmediato
LOGOS
Puente brechas
Teología pactos
Leyes ceremoniales,si la ley moral,10 mandamientos ,sábado ley ceremonialpara cuidar del
desgaste
Camino emaus
Que biblia