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6.1. Introducción
El concepto de modelo hace referencia a los paradigmas en torno a los que gira la
investigación: el modelo cuantitativo y el modelo cualitativo (Ugalde y Balbastre,
2013). Un modelo es la construcción, la explicación y/o la representación teórica de
una realidad. Esta construcción teórica da unos puntos de referencia que guían las
intervenciones socioeducativas de los profesionales (Ferrer, 2017).
Una vez se elaboran las construcciones teóricas, éstas deben concretarse en los
“métodos”. El método se refiere a las operaciones y actividades que se realizan
sistemáticamente para conocer y actuar sobre la realidad (Ugalde y Balbastre, 2013);
es decir son los procedimientos, sistemáticos y ordenados, que se utilizan para
entender y explicar una realidad, y poner en práctica los modelos teóricos (Ferrer,
2017).
Figura 14: Resumen de los conceptos teóricos básicos Fuente: elaboración propia.
Tanto un modelo, como un método o como una metodología se puede enfocar desde
dos grandes paradigmas: un enfoque más cualitativo o más cuantitativo (o mixto).
Estos paradigmas son utilizados habitualmente en ciencias sociales. El enfoque
cualitativo da participación al ser humano, en lugar de tratarlo como un sujeto pasivo,
como se hace en las investigaciones cuantitativas (Boeije, 2010) de hecho, una de las
críticas que se le suelen hacer a los abordajes cuantitativos, desde la perspectiva
cualitativa, es su propensión a servirse de, más que comunicarse con, los sujetos de
estudio (Ibañes, 1994). En el fondo, el enfoque cualitativo tiene en cuenta las
opiniones, informaciones, valoraciones… de las personas y el cuantitativo analiza datos
o información numérica que le sirvan para extraer conclusiones. Pese a todo, cada vez
son más los teóricos del ámbito social que defienden el uso de metodologías mixtas
(cualitativas-cuantitativas) porque se consideran complementarias, y adicionalmente
generan y verifican teorías, amplían la confianza y otorgan validez y comprensión a los
resultados (Flick, 2009). Tal y como recoge Weber (1982):
Mientras en la astronomía los cuerpos celestes nos interesaban en sus relaciones
cuantitativas, susceptibles de medición exacta, en las ciencias sociales nos concierne la
tonalidad cualitativa de los procesos... cuya comprensión por vía de la revivencia es...
una tarea... específicamente distinta de aquella que pueden o pretenden resolver las
fórmulas de las ciencias naturales exactas en general. (p.14)
Puesto que la elección del enfoque va a estar condicionada al objetivo de estudio, hay
que tener presente que, el propósito de la metodología que se utilice, va a ser el
propio Desarrollo Comunitario y con él, la elevación de la calidad de vida de la
población. Resaltando la idea de que “el desarrollo comunitario pone el énfasis en la
finalidad del proceso, es decir, en el desarrollo integral y endógeno de las
comunidades” (Morata, 2011, p.139). Tal y como decía (Marchioni, 1987):
El tema fundamental hoy es claramente cómo hacer para que la intervención social salga
a la calle, vuelva a tener un protagonismo social amplio, sea una intervención productiva
y llame a los ciudadanos, no sólo personas usuarias, a una toma de conciencia de sus
necesidades y la primera de ellas, ser protagonistas activos de la solución de sus
problemas (que también son de los demás), claro, contando con el apoyo, la ayuda de la
Administración y de los profesionales y técnicos. (p.55)
Así pues, tanto la elección del método como el posterior uso de una metodología
dialógica en la intervención en cuanto a relaciones de comunicación, van a ser
aspectos claves para que la participación de las personas implicadas sea libre,
voluntaria y comprometida.
Estos últimos aspectos específicos del desarrollo comunitario nos vienen a decir que, la
comunidad es no sólo protagonista del proceso que se quiere llevar a cabo, sino que
también su destinataria (Malagón, 2006) y en cuanto a su praxis, Morata (2011)
argumentando su discurso en otros autores, considera que la praxis del desarrollo
comunitario hace referencia a tres aspectos fundamentales:
Para poder llevar a cabo todas estas competencias, no hay un solo modelo,
metodología o estrategia a utilizar, sino que más bien existen diferentes y variadas
metodologías orientadas a la consecución de desarrollo comunitario que toman en
consideración las premisas mencionadas anteriormente. Según Marchioni (2001), cada
modelo de desarrollo comunitario es diferente y debe partir de las necesidades y
demandas específicas del territorio de referencia. Es decir, existen diferentes modelos,
metodologías y estrategias para la implicación, el cambio y la transformación social
mediante la construcción colaborativa del conocimiento. De todos ellas, en la tesis de
Ferrer (2017) se destacan los siguientes:
Modelo:
Modelo sistémico (nace a los años treinta). El enfoque considera que todos los
organismos son sistemas que se componen de otros subsistemas diferentes y
que conjuntamente forman parte de diferentes macrosistemas. Por tanto, los
diferentes elementos de un sistema no pueden variar individualmente sin que
esto condicione a los demás y a su totalidad.
Modelo holístico (se empezó a utilizar a partir del 1980). Considera a la persona
como un sistema abierto, que se relaciona con otros sistemas que están
vinculados entre sí.
Modelo de atención centrada en la persona (ideado en el siglo XX por Carl
Rogers). Esta manera de enfocar la intervención entiende que la persona es
más que la suma de sus partes, que tiene capacidad de elección y que es
intencional. El modelo se orienta en la persona y no en los servicios que se
ofrecen a la ciudadanía, reconoce su papel y le da el protagonismo de la
intervención.
Y por último, el Modelo de intervención socioeducativa Pedagogía Social
Comunitaria. Este modelo buscar el empoderamiento de las personas y su
participación, de forma corresponsable, para conseguir el desarrollo
comunitario.
Método:
Investigación – acción – participativa. Es un método de estudio y de acción que
combina la investigación con la acción participativa para facilitar que los/as
propios/as interesados/as sean activos en el proceso de investigar.
o Esta metodología junto con la animación sociocultural utilizan estrategias de
acción muy similares (Soler, 2005).
Metodologías:
Animación sociocultural. En estos momentos, la animación sociocultural se
puede entender como una metodología de intervención socioeducativa y
cultural muy próxima a los conceptos de desarrollo comunitario y participación
ciudadana. La Animación sociocultural es una estrategia educativa para la
participación, que trabaja para conseguir capacitar a un grupo para que sea
protagonista de su crecimiento, estimulándolo y proporcionándole las
herramientas y recursos necesarios, y garantiza que todo el proceso enriquezca
los estímulos y sea estimulante (Soler, 2005).
Participación ciudadana y movilización de las personas: esta es la metodología
de trabajo básica en un proceso de desarrollo comunitario. La participación y
implicación activa de las personas es el elemento clave para facilitar la
transformación de una comunidad. Según Ander-Egg (1998), esta participación
se puede impulsar de dos formas:
o Participación espontánea: reacción popular que surge y desaparece para dar
respuesta a un problema, necesidad o situación concreta
o Participación organizada: las personas se agrupan y participan con un objetivo
o propósito de transformación social y es más continuado en el tiempo
Metodología comunicativa crítica (explicada en el apartado anterior)
Estrategias:
En cada fase metodológica se utilizaran estrategias diferentes en función del objetivo a
conseguir, a continuación solo se destacan algunas más generalizadas (Trilla, 1998):
Trabajo Interdisciplinar en red y coordinación con todos los agentes de la
comunidad
Trabajo en equipo
Trabajo grupal (dinamizar espacios de encuentro: grupos de discusión, espacios
de debate, asambleas…). Se utilizará para trabajar cualquier elemento con una
comunidad, como:
o Trabajo retrospectivo y encuentro de puntos de unión, expectativas,
necesidades en común…
o Diagnóstico participativo
Actividades o acciones abiertas a la población y colaboración con actividades de
la propia comunidad.
Presencia a los servicios, entidades, locales… de la comunidad para conocer y
acercarse a las personas.
1. Análisis de necesidades.
2. Elaboración de hipótesis.
3. Establecimiento de objetivos.
4. Elaboración del plan de trabajo.
5. Diseño de la estructura organizativa/operativa.
6. Búsqueda de recursos: humanos, técnicos, materiales.
7. Despliegue del plan de trabajo.
8. Evaluación continua.
9. Reajuste de objetivos, acciones y recursos.
10. Evaluación final.
6.3.1. El diagnóstico
En cada contexto, tal y como señalan Deriche y Córdova (2012), hay que partir de un
diagnóstico de necesidades propio que permita la realización de acciones pertinentes
con los cambios a lograr y la posibilidad de sostenibilidad de estos cambios en ese
contexto. Con ello, las propuestas metodológicas sustentadas en referentes teóricos,
van a partir de un diagnóstico de necesidades (análisis y reflexión) de una comunidad
determinada que va a posibilitar la realización de acciones pertinentes con los cambios
a lograr. Las propuesta metodológica que se realicen, van a ser el resultado de un
proceso de práctica-reflexión-práctica para favorecer la contextualización y la
coherencia con la realidad que se aborda, facilitando y consiguiendo con ello que la
población objeto, se involucre, se comprometa y participe en el proceso para
transformar su realidad mejorando su propia calidad de vida. Por todo lo expuesto
anteriormente, cabe resaltar cuatro aspectos que marcarán la manera de actuar, de
intervenir o investigar del educador y la educadora social en el proceso de Desarrollo
Comunitario:
Con ello, en un primer momento, e incluso antes del propio contacto con la
comunidad, conviene realizar una documentación bibliográfica de la misma.
Documentación relacionada con las características de la población sobre la cual se va a
intervenir: variables sociodemográficas, datos epidemiológicos, acontecimientos
relevantes que den una cierta perspectiva histórica de esa comunidad, una revisión del
tratamiento que los medios de comunicación han dado al problema en cuestión y, en
general, todo tipo de información que ayude a situar dicho problema en un contexto
cultural y geográfico dado. En ocasiones, tras la documentación bibliográfica, se puede
utilizar la técnica de observación participante que fundamentalmente consiste en, la
inmersión del investigador en el medio objetivo de su investigación, sacando
información de las personas con las que está en contacto directo (observación
sistemática en el contexto).
Una vez recogidas todas las informaciones y datos disponibles se pasarían al propio
análisis de la comunidad entrando en contacto con las personas de la comunidad. La
comunidad inicia así un proceso de sensibilización y toma de conciencia sobre su propia
realidad, intereses, necesidades y problemática social, así como sobre la necesidad de
participar activamente en su propio desarrollo y optimización. Es necesario abrir un
interés común, una expectativa positiva, una esperanza activa que sea capaz de
movilizar a la población hacia la participación y la acción optimizadora u
transformadora de su propia realidad.
Pasos:
1. Determinar qué comunidad
2. Documentación bibliográfica
3. Contacto con la comunidad
4. Selección de participantes1
5. Sensibilización (interés, motivación y participación)
6. Dar voz (Técnicas)
7. Diagnóstico necesidades (triangulación)
8. Análisis de recursos
Quiero finalizar esta fase de diagnóstico con una frase que se recoge en el libro de
Gairín (1995, p.26) haciendo referencia a las necesidades detectadas en el contexto
escolar. Según este autor, la fase de análisis de necesidades, “Se considera como un
análisis de discrepancias entre: “dónde estamos actualmente” y “dónde deberíamos
estar”.
1En ocasiones se trata de potenciar intervenciones que contribuyan a los procesos de concientización y
participación, de liberación y de emancipación, que promuevan un empoderamiento real de las
personas y las comunidades para generar un efecto multiplicador. Qué estos participantes se conviertan
en motor de posteriores actuaciones
Esta fase de diagnóstico, aporta elementos valiosos para emprender de forma
planificada y consciente la tarea de programación y planificación de la intervención
participativa. Al fin y al cabo, para obtener resultados que sean sostenibles en el
tiempo y permitan una apropiación real de las intervenciones, se trata de conseguir
una coordinación eficaz entre la comunidad, las instituciones y el profesional
(Marchioni, 1999). Ello nos lleva a una planificación previa tomando en consideración a
todas las partes implicadas y a la elaboración de una serie de compromisos para esas
mismas partes.
Pero además, en función de los objetivos y contenidos que se especifican y los plazos
temporales que se establecen, se distinguen distintos niveles de planificación (Froufe y
Sánchez, 1991):
Descripción y justificación
Marco conceptual
Antecedentes
Objeto y contenido
Objetivos y líneas estratégicas (más indicadores de evaluación)
Planificación y programación de las acciones y actividades
Metodología de intervención
Factores de gestión del proyecto o programa o servicio
o Factores jurídicos
o Estructura organizativa, recursos humanos y agentes sociales que intervienen
o Recursos materiales y de infraestructura
o Recursos económicos y financieros
o Factores éticos y deontológicos
o Imagen y comunicación
Evaluación
Cronograma y temporalidad
6.3.3. La intervención
Como se viene diciendo, esta fase de intervención se caracteriza por el papel activo y
protagónico que toman los miembros de la comunidad. Lapalma (2001) la define
como:
6.3.4. La evaluación
En la fase final, la evaluación mide los resultados del proyecto en relación a los
objetivos propuestos, Cohen y Franco (1992) en relación a la evaluación de proyectos
sociales señalan que “evaluar es fijar el valor de una cosa; para hacerlo se requiere un
procedimiento mediante el cual se compara aquello a evaluar respecto de un criterio o
patrón determinado”. Con ello, la evaluación de proyectos sociales se centra en
evaluar la eficiencia operacional de un proyecto como en determinar los cambios
experimentados por la población objetivo en la implementación del proyecto. En este
sentido, la evaluación ayuda a identificar los aspectos positivos y negativos de la
intervención, los diferentes elementos que contribuyen al logro de los objetivos y
orienta hacia la mejora de la práctica. Desde este punto de vista, la evaluación se
orienta a la toma de decisiones para la mejora de la calidad de la intervención
constituyendo un instrumento que ayuda a conocer a fondo el funcionamiento de los
programas de intervención, de las organizaciones y de los profesionales que los
realizan.
A modo de síntesis, Malagón (2006, p. 189) recoge de una manera muy visual y
esquemática las diversas fases metodológicas de desarrollo comunitario:
Figura 14: fases metodológicas del desarrollo comunitario Fuente: Malagón (2006, p. 189).
Fases Características
Detección de necesidades
Establecimiento de prioridades
Fundamentación del proyecto
DIAGNÓSTICO Delimitación del problema
Detección de Ubicación del proyecto
necesidades Revisión de la bibliografía
Input Previsión de la población
Fases Características
Previsión de los recursos
Objetivos - Generales
- Específicos
- Actividades
Metodología
- Técnicas e instrumentos
PLANIFICACIÓN - Definición de la población
Qué hacer - Identificación de la muestra
- Recogida de datos
- Análisi de datos
- Humanos
- Materiales
Temporalización
- Financieros
Recursos
APLICACIÓN
Desarrollo del proyecto
Qué hacer
Seguimiento del proyecto
Control del proyecto
EVALUACIÓN
Evaluación del diagnóstico
Qué he logrado
Evaluación del proceso
Output
Evaluación final
Informe final
Tabla 16. Fases de un proceso de intervención. Fuente: Adaptación propia de Parcerisa, 2000, p. 59
En ese sentido, y al igual que ocurre en las investigaciones en la que participan seres
humanos, con la finalidad de resguardar la seguridad de las personas que participan en
la investigación, toda investigación e intervención que se desarrolle en general, en el
ámbito de la educación social y en particular en el ámbito del Desarrollo Comunitario,
debe de incluir las aplicaciones éticas consideradas importantes como son:
La participación voluntaria
El resguardo de la identidad de los participantes
La información a los participantes sobre el objeto de estudio, sus objetivos y
posibles riesgos o implicaciones
La confidencialidad de toda la información personal que aparezca
La existencia de un contacto para posibles dudas o consultas
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