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El cerebro humano es el órgano que genera, interpreta e integra las emociones. El cerebro
tiene módulos específicos para iniciar, entender, categorizar, memorizar y atender a una
emoción. Las emociones tienen un papel fundamental en la vida: con ellas identificamos
detonantes para actuar rápidamente ante un estímulo, amplifican la memoria, modifican el
estado de alerta y generan conductas para motivar la atención y la comprensión social de
nuestro estado de ánimo.
Es importante indicar que la amígdala y el hipocampo son las dos regiones cerebrales más
relevantes para el aprendizaje. Ayudan a decidir el carácter de las reacciones (positivas o
negativas) ante la información que ingresa al cerebro a través de cualquier estímulo.
De acuerdo con Bisquerra, “aprendemos aquello que realmente queremos aprender. Las
personas quieren aprender aquello que es importante para ellos, para su vida y para su
supervivencia. Y como todo no cabe en el cerebro, aquello que consideramos no importante,
no nos interesa y lo olvidamos”. De todo ello se deriva la siguiente conclusión: “emoción y
motivación son anverso y reverso de la misma moneda”. La motivación puede surgir
principalmente del valor que le atribuyas a aprender algo, ya sea por el placer de aprenderlo
(intrínseco) o por la utilidad que tiene para alcanzar otros objetivos (extrínseco).
La inteligencia emocional.
Se define como la capacidad para razonar aspectos relacionados con las emociones y
entender el potencial que tienen para guiar y mejorar nuestros pensamientos.
Las emociones son vitales en el aprendizaje. Por lo tanto, el conocer cómo se manejan y qué
beneficios tienen en los procesos de educación es fundamental para la Neuroeducación.
De esta manera, se promueve una mejora en las estrategias aplicadas y un aumento en las
habilidades sociales. En definitiva, se podrán manejar de manera más asertivas diferentes tipos
de problemas que ocurran dentro del aula.
Por tanto, su aplicación se produce tanto en las actitudes de los alumnos frente a los
profesores, como en la mediación de conflictos que se puedan presentar entre los estudiantes.
Es decir, se promueven herramientas tanto en aspectos sociales como del mismo aprendizaje
de la temática que se enseña.