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Aprender a aprender: el desafío de la escuela hoy

OPINIONES27 Marzo 2020


De repente, los efectos de una pandemia imponen la transformación educativa de la
noche a la mañana. La escuela deja de ser ámbito de encuentro y nos vemos
empujados a migrar de la escuela presencial a la escuela digital.

Por Claudia Pontremoli

Desde ya hace varios años la transformación educativa es el faro que estructura las
propuestas de las instituciones que se sienten interpeladas por un contexto cultural
que desafía al formato escolar tradicional. Las preguntas que iban marcando la agenda
se centraban en los nuevos modos de estar en la escuela, en la necesidad de repensar
modalidades de enseñanza, aprendizaje y evaluación, en la implementación de
dispositivos que rompieran con esquemas anclados en otros momentos históricos, y en
cómo acompañar a nuestros alumnos en el desarrollo de habilidades para
desenvolverse con autonomía en el siglo XXI.
En simultáneo a las propuestas de transformación, surgían voces que advertían sobre
los riesgos de copiar recetas sin considerar las características propias de cada cultura
escolar y alentaban a observar e identificar comportamientos, vínculos, emociones,
expectativas, rituales, recursos, modos de organización e incluso los silencios de cada
escuela para comenzar a imaginar y ensayar prácticas innovadoras que pudieran ser
documentadas y evaluadas para construir, en red, un acervo de conocimiento que
permita establecer modelos de inspiración.

De repente, los efectos de una pandemia imponen la transformación educativa de la


noche a la mañana. La escuela deja de ser ámbito de encuentro y nos vemos
empujados a migrar de la escuela presencial a la escuela digital. Urge el análisis y la
interpretación del nuevo contexto para empezar a ensayar respuestas a preguntas que
no nos habíamos hecho. ¿Cómo enseñar a la distancia? ¿Cómo reorganizar el trabajo
junto a los equipos docentes en tiempos de cuarentena? ¿Cómo vamos a reponer los
contenidos que no se abordan?

La incertidumbre y la complejidad nos obligan a revisar, además del contexto externo,


las características de la propia comunidad educativa para formular nuevas preguntas:
¿Qué necesitan hoy nuestros alumnos? ¿Cómo acompañarnos a la distancia para que
la escuela, aun en días de aislamiento, siga siendo ámbito de encuentro? ¿Qué
aprendizajes queremos potenciar? No hay recetas. Sin embargo, podemos pensar en
las habilidades a desplegar para transitar la coyuntura actual y capitalizarlas para
cuando en cada escuela, docentes y alumnos volvamos a reencontrarnos cada día en el
izado, para dar inicio a la jornada escolar.

Entre ellas, el análisis e interpretación del contexto y de las características propias de


cada escuela. Esto permite caracterizar demandas y priorizar estrategias de
intervención de acuerdo a los recursos disponibles. Es importante escuchar e
identificar las necesidades que surgen en la propia comunidad educativa para poder
orientar los esfuerzos.
La flexibilidad aparece como uno de los requisitos para sobrevivir a los intentos de dar
respuestas instantáneas a preguntas complejas. Las respuestas adaptativas no implican
soluciones definitivas ni homogéneas, y la flexibilidad permite ir estableciendo una
progresión del cambio con ajustes en los dispositivos y en las intervenciones. Esta
progresión del cambio puede manifestarse a través de la puesta en marcha de
experiencias piloto que permitan evaluarlas para luego escalarlas.
El trabajo en red permite potenciar y enriquecer las propuestas. Sabemos que el
aprendizaje nunca se construye en soledad y propiciar los espacios colaborativos no
solo lo promueven sino que pueden resultar muy valiosos para compartir experiencias
y recursos con otras escuelas. El trabajo en red permite distribuir liderazgos, construir
nuevas alianzas y poner el foco en los sistemas y no en los individuos.
Finalmente, la habilidad de reflexionar, documentar y evaluar las propias prácticas
para dimensionar y poner en perspectiva todo esto que está pasando. Estar atentos a
las estrategias que vamos implementando, los resultados del los esfuerzos
compartidos, los acuerdos y desacuerdos, las experiencias que resultan y aquellas que
necesitan ajustes brindará información relevante para darle continuidad a los procesos
escolares.
La situación actual nos invita a aprender a aprender: nuevos modos de vincularnos,
nuevas propuestas, nuevas herramientas digitales, nuevos usos escolares de redes
sociales. ¿Cuánto habremos aprendido para cuando la escuela vuelva a tener su
tiempo y su espacio? “No sabemos cuánto puede un cuerpo”, afirma el pensador
holandés Baruj de Spinoza y su reflexión nos invita a imaginar: ¿Cuánto puede la
escuela? En estos días inéditos, la pregunta se disparará en múltiples direcciones, y es
nuestro compromiso animarnos a múltiples repuestas.
(*) Licenciada - Escuela ORT - Nivel Primario.

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