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LA DISCIPLINA DEL ESTUDIO DE LA PALABRA DE DIOS

«Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier


espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las
coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y
las intenciones del corazón» (Heb. 4:12)

Pasar tiempo en la presencia del Señor en Su Palabra es una de las tareas más
maravillosas que podemos realizar en nuestra vida. Él nos ha dado tanta
riqueza espiritual escondida en ella, que no podemos más que
entusiasmarnos cada día al saber que vamos a pasar tiempo leyéndola y
estudiándola para aplicarla a nuestras vidas y para compartirla con otros
para que experimenten la transformación que solo ella produce en la vida. No
solo eso, sino que también debemos considerarnos privilegiados de poder
estar conectados a lo que Dios ha dicho porque muchos aún no tienen la
Palabra traducida en su propio idioma.

Hombres y mujeres han pagado un precio enorme y han sufrido un dolor


indescriptible para poder tener cerca la Palabra de Dios que tanto amaban.
Algunos han dado todo lo que tienen por una copia. Otros han dedicado
sus vidas a estudiarla y desentrañar sus riquezas; otros han pagado con su vida
por exponerla y enseñarla entre los que no la conocían. Millones lo
consideran como su posesión más valiosa.

LA BIBLIA, UN LIBRO MARAVILLOSO

La Biblia no fue siempre un deleite para mí, porque al conocer al Señor de


adulta, todo era nuevo para mí. Aunque desde niña me gustó la lectura, el
hecho de ser contador público hizo que mi mente sea un poco cuadrada e
inflexible, porque ustedes saben que mi trabajo consistía en encontrar a
toda costa el centavo faltante. Cuando comencé a estudiar la Palabra me di
cuenta de que no estaba lista, así que tuve que disciplinarme y aprender de
hombres y mujeres fieles a mi alrededor que me enseñaron a leerla y sacar
sus enseñanzas. Se trata de un libro sobrenatural al que debemos ir con el
enfoque correcto porque queremos hacer un estudio minucioso de la
Palabra y aprender a amarla, siendo como Esdras que aprendió, aplicó
(obedeció) y enseñó la Palabra de Dios.

«Ya que Esdras había dedicado su corazón a estudiar la ley del SEÑOR, y a
practicarla, y a enseñar sus estatutos y ordenanzas en Israel» (Esd. 7:10).

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