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CREADAS PARA SER DADORAS DE VIDA

En el momento que quede embarazada de mi primera hija, Sara, comenzó un


tiempo de mareos y náuseas que me hacían vomitar todo lo que comía. Esto
duró exactamente los 9 meses del embarazo. Con mi hijo Charles ocurrió
todo lo contrario. No hubo mareos, ni náuseas, pero la preocupación fue
otra porque subí mucho de peso. El parto fue normal, pero luego de 19 horas
de intensos dolores. Con mi tercera hija, Bianca, volvió la misma situación de
mi primer embarazo: mareos, náuseas y pérdida de apetito. El parto fue
normal, pero hubo algunas complicaciones que casi me hicieron perder la
vida. Sin embargo, a pesar de que fueron embarazos tan distintos, con
diferentes situaciones de riesgo, ha sido una bendición grande el poder ser
dadora de vida. Varios médicos me dijeron que no podía tener hijos, pero al
Señor le plació en Su voluntad otorgarme el privilegio de vivir esa etapa de
mi vida y llegar a ser madre.

El Señor también me ha dado la oportunidad de ser madre espiritual. Un


privilegio hermoso es poder enseñar la Palabra de Dios a otras mujeres.
Debemos tener claro que esto no excluye a las solteras, pues como lo
recuerda Elisabeth Elliot, una mujer soltera podría criar muchos hijos. Podría
ser madre espiritual, como lo fue Amy Carmichael, quien ofreció su soltería
al Señor y Él le concedió tener muchos más hijos de lo que una madre
natural hubiera podido engendrar. Amy sirvió como misionera en la India.

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