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Capítulo: El problema del poder en la era revolucionaria

Ante la presencia de una sociedad opositora a los privilegios dado en las aristocracias, la sociedad en

conjunto comenzó a criticar las exigencias de las clases empresariales; oposición que tenía dos finales:

O normalizar la clase burgués, de tal manera que, las desigualdades sociales se profundicen; o

enfrentarse revolucionariamente para un cambio violento.

Antes de este enfrentamiento revolucionario, los ideales de una soberanía salieron a flote con

personajes como Hobbes y Locke; ambos con argumentos antropocéntricos, es decir, con una visión

en donde el hombre (cabe resaltar en comunidad) es la raíz y razón del poder. Dichos argumentos

dieron paso, o nutrieron en sí, a las colonias británicas de América, y luego con la rebelión de 1789 se

da paso a la rendición de la monarquía absoluta y la toma de poder por el pueblo. Para ello, ocurren

acontecimientos que maximizan al hombre: La Declaración de Independencia de 1776, la constitución

estadounidense de 1787 (ambos hechos históricos marcan el hito, de tal modo que el hombre común

se vuelve sujeto de la potestad pública dándole la facultad de crear y gozar de una sociedad justa y

libre. A ello se le suma la transformación social, económica e intelectual dada por la Revolución

Norteamericana. Luego de ello, viene la Asamblea Nacional de 1789, la cual declaró derechos y

deberes para el ciudadano, así como la separación del Poder que conlleva el nacimiento de un Estado

institucionalizado. Lo anterior sería llamado por Sieyes como “El tercer Estado” el cual se hallaba

formado por el bloque homogéneo de la población.

La posición del pueblo como actor de la soberanía provocó la contrarrevolución de aristócratas

negados del privilegio nobiliario. Los cuales usaron como fundamento que la soberanía era la máxima

expresión de anarquía, pues se ponía en contra de instituciones como la iglesia o la corona. Personajes

como Maistre y Edmund Burke, exigen tanto la reinstalación de la Espada Eclesiástica, así como la

eliminación del anarquismo dado por el rechazo a la desigualdad natural (que fundamentan ellos),

pues solo los aptos deben ejercer el gobierno. Pues para estos una verdadera libertad no iba en contra

de la fuerza pública, moralidad, religión, patrimonio fiscal o del gobierno. Esta oposición no se limitó

a lo ideológico, puesto tras los Tratados de Viena de 1815, naciones como Inglaterra, Rusia, Austria y

Prusia se declararon en contra de los recientes proclamados derechos soberanos del pueblo. Esta

defensa del statuo quo del sistema fue dada por Metternich, el cual asume la defensa de las poderosas
oligarquías empresariales. Sin embargo, esta contrarrevolución hallaría su quiebre en la monarquía

burguesa de Luis Felipe de tal manera que, se produjo la decadencia de las élites económicas

objetantes de los países coalicionados.

Lo anterior da lugar a la revolución francesa, hecho histórico que marca un hito en la filosofía pues

superpone la razón y la libertad, pues la reorganización del Estado dado en Francia supone una base

racional donde las instituciones sociales y políticas vayan acorde al interés de la sociedad. Personajes

como Kant, Konigsberg y Hegel manifiestan la relación de la razón, voluntad y libertad; y como ello

influye en la teoría kantiana del derecho, Estado y paz perpetua. “La buena voluntad es aquella que

quiere de modo tal que todos los hombres puedan querer la misma manera”, esta cita anuncia un poder

ligado a la razón sobre la realidad, donde el pensamiento político debe gobernar la realidad, de tal

manera que, lo que el hombre considere justo debe ser realizado por aquellos que lo representan.

A esta era revolucionaria se le suma la presencia de la revolución industrial, factor que para

Hobsbawm marca la transformación de la vida humana en la historia del mundo, y de manera extra,

para Polanyi este hecho iniciará la contemporaneidad. Kuczunski comprende que esta revolución

cambia las relaciones de producción agrícolas y manufacturera a relaciones de producción en

unidades fabriles. Este cambia hacia la modernidad, inicia el auge de las clases empresariales, reforma

la estructura feudal por una industrialización en masas, y ratifica la necesidad de una soberanía

popular, de tal manera que, se luche contra el naciente capitalismo y círculo de élites económicas.

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