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Introducción
Es pertinente comenzar este trabajo con una breve discusión conceptual debido a que,
desde cierta perspectiva, puede argumentarse que la “suburbanización industrial” es un
fenómeno menor, comprendido dentro del surgimiento de una “ciudad industrial”.
Inversamente, cualquier urbe que tenga una zona de importante actividad
manufacturera podría considerarse una “ciudad industrial”, sin necesidad de puntualizar
que dicho sector está concentrado en los márgenes o las afueras de la misma. Así
pues, es necesario justificar cómo y porqué estos conceptos nos permiten visualizar
dos modelos distintos de desarrollo industrial y urbano.
Ahora bien, la segunda parte del término proviene del concepto económico de
“industrialización”, el cual se define como “el proceso de migrar recursos hacia el sector
industrial […] común en las etapas tempranas de desarrollo económico, cuando los
recursos se sacan de la producción primaria”. En consecuencia, también se refiere a la
dimensión económica del fenómeno urbanístico; específicamente, a la consolidación de
un sector manufacturero o de producción “secundaria”.
Por otra parte, la genealogía del concepto de “ciudad industrial” es mucho más
difusa. De hecho, en su mayoría la expresión se ha utilizado como una figura literaria
para referirse muy ampliamente al mismo proceso de industrialización urbana que ya
mencioné anteriormente. No obstante, gracias al abordaje de varios autores, así como
a ciertas reflexiones propias, considero que hay varios elementos que pueden ser útiles
para precisar este concepto e instrumentarlo en apoyo de la historia urbana.
Adicionalmente, de esta manera podremos diferenciarlo más fácilmente de otros
fenómenos urbanísticos, como la “suburbanización industrial”.
Uno de los primeros autores que se ocuparon del tema fue José Luis Romero,
cuyo texto, Las ciudades y las ideas, consultamos al principio del curso. En el capítulo
dedicado a las “ciudades patricias”, las cuales se desarrollaron durante la primera mitad
del siglo XIX, Romero caracterizó la “ciudad industrial” como aquella “con sus fábricas
incipientes, […] en las que comenzaban a verse los viejos artesanos mezclados con un
incipiente proletariado industrial”. José Luis Romero no fue tan específico con respecto
a las características de estos centros urbanos.
A lo largo de este trabajo también abordaré este término desde el ángulo de los
modelos de desarrollo y planificación urbana. En primer lugar, “ciudad industrial” puede
usarse para enumerar una serie de características propias de un tipo específico de
entorno urbano.
Se trata de los poblados que han alcanzado un nivel “de concentración humana
hasta entonces desconocido [en lo cuantitativo y cualitativo], con nuevos problemas de
salubridad e higiene, seguridad pública, sociabilidad e integración, movilidad,
incremento sostenido de los valores del suelo, etc.” También se han definido como
entornos con apremiantes problemas de “polución ambiental e insalubridad”, en los
que, no obstante, empezó a haber una gradual expansión de las redes e
infraestructuras de servicios públicos (alcantarillado, agua, transportación, y
crecientemente a partir del siglo XX, de zonas recreativas y luz eléctrica).
Todos estos elementos son muy útiles para comenzar a delinear un concepto
más preciso de “ciudad industrial”. En general, el término puede emplearse para
identificar a los centros urbanos cuyas zonas “interiores” experimentaron un mayor
grado de desarrollo y concentración industrial. Así pues, a diferencia de la
“suburbanización industrial”, la cual puede comprenderse como un fenómeno de
“repulsión” del sector manufacturero hacia los bordes de un núcleo urbano en
expansión; la “ciudad industrial” sería un modelo urbanístico de “atracción” de la
industria hacia el interior del mismo. Consecuentemente, estos dos procesos dan como
resultado dos fisonomías urbanas distintas.
Estos factores han sido estudiados principalmente por los urbanistas, e incluyen
el menor costo y mayor disponibilidad de la tierra; menores precios de la mano de obra
y de la renta (para los trabajadores); laxa intervención gubernamental; mejor
“integración” con las vías de comunicaciones y transportes; acceso a recursos
naturales y, en los inicios del proceso de suburbanización industrial, una menor
concentración de todos los efectos negativos relacionados con una etapa tardía de
industrialización.
Desde finales del siglo XVIII e inicios del XIX, la región que se compone por los
estados de Puebla y Tlaxcala alojó una de las proto – industrias más importantes de la
Nueva España. En efecto, para 1800 esta zona tenía la segunda concentración más
grande de obrajes (32) y trabajadores (1440) en toda la colonia. En mi consideración,
es muy debatible que antes de la tercera década del siglo XIX ya existiera una industria
manufacturera con características modernas (refiriéndome principalmente a la
mecanización de los procesos de producción). No obstante, está bien documentado
que la región de Puebla y Tlaxcala fue la primera en la que se consolidó una industria
textil duradera.
Esta negociación no solo fue la más grande que se efectuó en todo el territorio
poblano, sino que también fue una de las más importantes de todo el país; habiendo
sido constituida con un capital social de $2,000,000 de pesos, los cuales se
incrementaron hasta $4,000,000 en 1902 y $6,000,000 en 1906.
Por otra parte, esta fábrica llegó a contar con más de 1,800 trabajadores para
1906, todos los cuales habitaban dentro de la misma con sus familias. Así pues, la
gigante factoría “Metepec” fue un ejemplo muy claro de cómo la industrialización de
esta zona de Atlixco también implicó su rápida urbanización. Es decir, debe recordarse
que las instalaciones fabriles también fueron importantes centros poblacionales, con
sus propias dinámicas e, incluso, economías internas (especialmente si pensamos en
la función de las tiendas de raya).
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https://mapoteca.siap.gob.mx/cgf-pue-
m16-v8-0615/ (consultado el 05/12/2022)
Pues bien, al ser una de las primeras ciudades coloniales que se establecieron
en el territorio mexicano (fundada en 1531), la Puebla de los Ángeles literalmente
llevaba siglos existiendo como un asentamiento importante para cuando inició su
“modernización industrial”, a principios del siglo XIX. De hecho, como señalé en el
primer apartado del trabajo, esta zona ya se especializaba en la manufactura artesanal
de textiles en una escala relativamente grande al menos desde el siglo XVIII (cuando
únicamente puede hablarse de una proto – industria textilera).
En mi opinión, esta fue la razón principal por la que la actividad industrial tendió
a “repelerse” o “expulsarse” hacia los márgenes de la ciudad (debido a que ya existía
una traza urbana interior construida, la cual difícilmente podía adaptarse para
acomodar nuevas instalaciones fabriles de gran tamaño). Como puede corroborarse en
el Mapa 1, la mayoría de las fábricas importantes y los corredores industriales de la
ciudad de Puebla se encontraban entre 5.5 y 2.6 kilómetros de distancia de los
márgenes de la misma para 1915 (un área que yo caracterizaría como el hinterland
rural de dicho centro urbano). Este es, pues, el fenómeno de la “suburbanización
industrial”.
Por su parte, Atlixco no figuró como un poblado importante sino hasta la segunda
mitad del siglo XIX y, especialmente, a partir del siglo XX. En consecuencia, en este
caso de estudio el desarrollo industrial y el crecimiento urbano coincidieron
temporalmente; básicamente, la ciudad se expandió a la par que se consolidó una
industria textil en la región. Al haber contado con una traza urbana inicial mucho más
pequeña que la de la ciudad de Puebla, no es de extrañar que en el Mapa 2 notemos
un menor distanciamiento entre los márgenes del poblado y los corredores industriales.
De hecho, una de las concentraciones más importantes de fábricas (probablemente la
segunda zona más activa de la ciudad, debido a que la gigante fábrica “Metepec” era la
más importante de todo el estado) se encontraba a tan solo quinientos metros del
borde antiguo de Atlixco. Todas estas fábricas acabaron siendo engullidas rápidamente
por las subsecuentes expansiones de la traza urbana atlixquense; una de las primeras
fábricas, la “Concepción” (actualmente el Centro Deportivo “La Concha”, en la esquina
de la avenida Manuel Ávila Camacho y calle 11 Sur), incluso me sirvió como punto de
referencia para delinear los primeros bordes del poblado. De todo lo anterior podemos
extraer tres interpretaciones interesantes.
En primer lugar, todo esto parece confirmar que hay una correlación entre el
desarrollo industrial y el crecimiento urbano de una población. Más específicamente,
los hallazgos apuntan a que las ciudades tienden a crecer a un ritmo más acelerado si
su expansión urbana coincide con su industrialización, como en el caso de Atlixco. Por
otra parte, el ejercicio indica que las ciudades con trazas urbanas ya constituidas desde
hace tiempo experimentan un desarrollo industrial más acelerado en sus suburbios
(aunque las trazas internas crecen lentamente).
En segundo lugar, y derivado del punto anterior, hay una confluencia innegable
de los elementos de uno y otro modelo de industrialización en ambos casos de estudio.
Así pues, hubo algunas zonas de la traza interna de Puebla que sí experimentaron un
fuerte nivel de industrialización; especialmente el corredor que se instaló siguiendo el
caudal del río San Francisco (fábricas “Dos Hermanos” y “Amistad” del Mapa 1). Así
mismo, con respecto a Atlixco, fábricas como la “Metepec” y “El León” (quizás incluso
las más cercanas) pueden verse como una suburbanización industrial de menor escala
que en el caso de Puebla.
Sea como fuere, esto me lleva a destacar una última conclusión: uno de los
factores centrales en ambos modelos es la ubicación de los recursos naturales,
especialmente las corrientes de agua. En efecto, prácticamente todas las instalaciones
fabriles que estudié se construyeron siguiendo estos caudales para su uso en los
procesos de manufactura, para generar energía y, por supuesto, como desagüe. Esta
también es una de las principales maneras en las que el proceso industrializador
trastocó dramáticamente el entorno natural y la calidad de vida en las zonas donde
echó raíces. Así pues, esta sería otra semejanza sugerente entre la suburbanización y
la ciudad industrial.
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