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Miguel Ángel Arellano Robledo

Puebla y Atlixco, suburbanización industrial vs. ciudad industrial: dos modelos de


industrialización en los textiles de Puebla, 1836 – 1934.

Introducción

En este trabajo utilizaré los conceptos de “suburbanización industrial” y “ciudad


industrial” para estudiar dos modelos distintos de desarrollo en la industria textil de
Puebla durante la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX. Desarrollaré el
concepto de suburbanización industrial para explicar el modelo de industrialización que
predominó en la ciudad de Puebla; así como el de ciudad industrial para referirme al
caso del poblado de Atlixco.

Antes de pasar al cuerpo del proyecto, primero estableceré algunas definiciones


preliminares de ambos conceptos. En particular, me interesa señalar a los autores que
han desarrollado, y de quienes retomé, el tema de la suburbanización industrial, así
como el de las ciudades industriales. Este será el marco teórico que pondré a prueba
en el segundo apartado del trabajo.

Posteriormente, contextualizaré brevemente el desarrollo industrial del estado de


Puebla, así como de las dos ciudades en las que me concentraré. Con ello me interesa
especialmente destacar los distintos ritmos de industrialización que experimentó cada
uno de estos centros urbanos. En este apartado también presentaré una serie de
mapas e imágenes, confeccionadas con los softwares gratuitos de QGis y Google
Earth, los cuales me permitirán geolocalizar y comparar el crecimiento industrial y
urbano de ambas ciudades a través del tiempo.

Para finalizar, explicaré brevemente la metodología que seguí para confeccionar


los mapas e interpretaré los hallazgos de la comparación de ambos casos de estudio,
destacando las diferencias y semejanzas entre uno y otro modelo de industrialización.
Con ello propondré algunos elementos adicionales con los que puede complementarse
nuestra comprensión de la suburbanización industrial y la ciudad industrial.

Suburbanización industrial vs. Ciudad industrial

Es pertinente comenzar este trabajo con una breve discusión conceptual debido a que,
desde cierta perspectiva, puede argumentarse que la “suburbanización industrial” es un
fenómeno menor, comprendido dentro del surgimiento de una “ciudad industrial”.
Inversamente, cualquier urbe que tenga una zona de importante actividad
manufacturera podría considerarse una “ciudad industrial”, sin necesidad de puntualizar
que dicho sector está concentrado en los márgenes o las afueras de la misma. Así
pues, es necesario justificar cómo y porqué estos conceptos nos permiten visualizar
dos modelos distintos de desarrollo industrial y urbano.

La noción de “suburbanización industrial” no es nueva en el ámbito de los


estudios urbanísticos ni en el de la historia urbana. En principio, el término proviene del
concepto de “suburbanización”, comprendido como “la expansión de desarrollos
[poblacionales] de densidad relativamente baja [es decir, con pocas unidades
habitacionales] en el margen urbano y hacia las áreas rurales”, provocado por el
desplazamiento de los “residentes de algún centro urbano cercano [a los suburbios]”.
En resumen, y primero que nada, “suburbanización industrial” se refiere a un fenómeno
de carácter urbanístico (es decir, “del proceso de cambio en los pueblos y las ciudades;
del funcionamiento de los pueblos y ciudades; de la planeación de los pueblos y
ciudades”).

Ahora bien, la segunda parte del término proviene del concepto económico de
“industrialización”, el cual se define como “el proceso de migrar recursos hacia el sector
industrial […] común en las etapas tempranas de desarrollo económico, cuando los
recursos se sacan de la producción primaria”. En consecuencia, también se refiere a la
dimensión económica del fenómeno urbanístico; específicamente, a la consolidación de
un sector manufacturero o de producción “secundaria”.

Sintetizando todas estas definiciones, podemos concluir que la “suburbanización


industrial” es la proliferación de instalaciones fabriles (o fábricas) en los márgenes de
un centro urbano y hacia un hinterland de carácter mayoritariamente rural. Además de
ser un claro signo de crecimiento urbano, este proceso es característico de las etapas
tempranas de desarrollo económico, particularmente cuando se está efectuando la
transición económica de una ciudad desde la producción primaria (de materias primas,
como la agricultura o la minería) hacia la secundaria (o manufacturera, como sería el
caso de la industria textil).

Por otra parte, la genealogía del concepto de “ciudad industrial” es mucho más
difusa. De hecho, en su mayoría la expresión se ha utilizado como una figura literaria
para referirse muy ampliamente al mismo proceso de industrialización urbana que ya
mencioné anteriormente. No obstante, gracias al abordaje de varios autores, así como
a ciertas reflexiones propias, considero que hay varios elementos que pueden ser útiles
para precisar este concepto e instrumentarlo en apoyo de la historia urbana.
Adicionalmente, de esta manera podremos diferenciarlo más fácilmente de otros
fenómenos urbanísticos, como la “suburbanización industrial”.

Uno de los primeros autores que se ocuparon del tema fue José Luis Romero,
cuyo texto, Las ciudades y las ideas, consultamos al principio del curso. En el capítulo
dedicado a las “ciudades patricias”, las cuales se desarrollaron durante la primera mitad
del siglo XIX, Romero caracterizó la “ciudad industrial” como aquella “con sus fábricas
incipientes, […] en las que comenzaban a verse los viejos artesanos mezclados con un
incipiente proletariado industrial”. José Luis Romero no fue tan específico con respecto
a las características de estos centros urbanos.

Sin embargo, es interesante destacar que el historiador comprendió al desarrollo


industrial como un factor de cambio fundamental para la fisonomía y la estructura
económica de las ciudades “burguesas” de finales del siglo XIX e inicios del XX.
También correlacionó la industrialización y el crecimiento urbano y demográfico,
cuestiones que han seguido tomándose en cuenta para darle más profundidad analítica
al concepto de “ciudad industrial”.

A lo largo de este trabajo también abordaré este término desde el ángulo de los
modelos de desarrollo y planificación urbana. En primer lugar, “ciudad industrial” puede
usarse para enumerar una serie de características propias de un tipo específico de
entorno urbano.

Se trata de los poblados que han alcanzado un nivel “de concentración humana
hasta entonces desconocido [en lo cuantitativo y cualitativo], con nuevos problemas de
salubridad e higiene, seguridad pública, sociabilidad e integración, movilidad,
incremento sostenido de los valores del suelo, etc.” También se han definido como
entornos con apremiantes problemas de “polución ambiental e insalubridad”, en los
que, no obstante, empezó a haber una gradual expansión de las redes e
infraestructuras de servicios públicos (alcantarillado, agua, transportación, y
crecientemente a partir del siglo XX, de zonas recreativas y luz eléctrica).

Todos estos elementos son muy útiles para comenzar a delinear un concepto
más preciso de “ciudad industrial”. En general, el término puede emplearse para
identificar a los centros urbanos cuyas zonas “interiores” experimentaron un mayor
grado de desarrollo y concentración industrial. Así pues, a diferencia de la
“suburbanización industrial”, la cual puede comprenderse como un fenómeno de
“repulsión” del sector manufacturero hacia los bordes de un núcleo urbano en
expansión; la “ciudad industrial” sería un modelo urbanístico de “atracción” de la
industria hacia el interior del mismo. Consecuentemente, estos dos procesos dan como
resultado dos fisonomías urbanas distintas.

En el primer caso, se trataría de una zona de desarrollo industrial ubicada en los


márgenes o las afueras de una ciudad. Algunos ejemplos históricos de este modelo
serían la bahía de San Francisco durante su industrialización (1850 – 1940), así como
los suburbios de la ciudad de Los Ángeles, dentro del mismo contexto californiano,
durante la llamada “fiebre” de la industria extractiva de metales (desde 1890 – 1930).
Más recientemente hay muchos ejemplos de esta tendencia de desarrollo en todos los
continentes del planeta, como en el área de Konabari – Kashimpur, en Bangladesh,
donde se ha experimentado un boom de la industria de los “ready – made garments” (o
de ropa y accesorios); así como la llamada “High – Tech Zone” de la mega ciudad de
Hangzhou – Binjiang, entre muchos otros casos dentro de la propia China.

El segundo caso más bien se refiere a un modelo urbanístico en el que, usando


la elocuente frase de uno de los investigadores que han tratado el tema, “la industria
construye a la ciudad”. Es decir, las zonas céntricas de una ciudad no solamente se
modifican para acomodar las instalaciones fabriles, sino que el desarrollo industrial
determina el ritmo y la dirección del crecimiento urbano. Este punto es fundamental
para comprender y diferenciar el concepto de “ciudad industrial”. Algunos ejemplos de
este modelo de desarrollo fueron Barcelona durante la “hora de Cataluña” (cuya
frenética experiencia de industrialización en la confección de “indianas” a partir del siglo
XVIII, la “más temprana de España”, se concentró en los barrios interiores de la
ciudad); también pueden señalarse varios ejemplos en el Reino Unido, como las
ciudades de Lancashire y Yorkshire, e incluso Londres antes de ambas. Finalmente, en
el contexto latinoamericano, este modelo también podría usarse para describir ciertos
elementos de la industrialización de los sectores algodonero y alimenticio de Sao
Paulo, durante el régimen de Getulio Vargas, a partir de 1930.

Otra característica distintiva de este modelo de industrialización fue su


circunscripción a un periodo histórico relativamente específico. La ciudad industrial
persistió desde finales del siglo XVIII hasta etapas tardías del siglo XX. Sin embargo, el
modelo que claramente se ha impuesto en la actualidad es el de la suburbanización
industrial. En mi opinión, ello se debe a las problemáticas ambientales que están
implícitas en cualquier desarrollo industrial de gran escala y rapidez. Las fábricas no
solo necesitan flujos constantes de capital y mano de obra, sino que también se
benefician enormemente si están instaladas en condiciones geográficas propicias para
hacer más rentable su operación.

Esto principalmente se refiere al acceso irrestricto a los recursos naturales: ya


sea el uso del suelo, de las fuentes y corrientes hídricas, de materias primas, etc. Así
mismo, es importante contar con un fácil acceso a las vías de comunicaciones y
transportes. En el caso de las ciudades de Puebla y Atlixco, esto no fue una
precondición. Por el contrario,

El resultado de los procesos productivos siempre es la transformación más o


menos radical del medio ambiente, lo cual usualmente trae consigo la precarización de
las condiciones de vida en el interior (o alrededor) de las zonas industriales. En
consecuencia, actualmente se ha visto mucho más frecuentemente la “des –
industrialización” de las trazas urbanas “internas”, así como la “suburbanización” de la
actividad industrial. Así pues, lo que podríamos denominar el “factor histórico” también
nos ayuda a identificar las diferencias entre uno y otro concepto.

Como podrá notarse, mi propuesta se sustenta teóricamente en una


reconsideración de las “causas” del crecimiento urbano, la cual comprende a la
industria como una “fuerza de primer orden” para la expansión de ciertas ciudades
(más importante aún que otros factores como el incremento de la demanda de zonas
residenciales, las mejoras en los sistemas de transportación, etc.).

También vale la pena señalar que, a pesar de que pretendo diferenciar


“suburbanización industrial” de “ciudad industrial”, ello no quiere decir, en absoluto, que
estos conceptos sean mutuamente excluyentes. Efectivamente, con el tiempo las
ciudades industriales han tendido a “empujar” la actividad industrial hacia sus
márgenes, donde hay factores que atraen con más fuerza la inversión dirigida a la
industria.

Estos factores han sido estudiados principalmente por los urbanistas, e incluyen
el menor costo y mayor disponibilidad de la tierra; menores precios de la mano de obra
y de la renta (para los trabajadores); laxa intervención gubernamental; mejor
“integración” con las vías de comunicaciones y transportes; acceso a recursos
naturales y, en los inicios del proceso de suburbanización industrial, una menor
concentración de todos los efectos negativos relacionados con una etapa tardía de
industrialización.

Habiendo establecido el marco teórico en el que sustentan los conceptos que


propuse, ahora pasemos a la demostración y aplicación empírica de ambos modelos.
Cabe recordar que los casos de estudio en los que me concentraré serán el de la
ciudad de Puebla “de los Ángeles” o “de Zaragoza”, como ejemplo del modelo de
“suburbanización industrial”; al igual que el de Atlixco, en relación con el modelo de la
“ciudad industrial.

Puebla y Atlixco: aplicación de los SIG para la historia industrial

En este apartado contextualizaré brevemente el desarrollo industrial del estado de


Puebla: las principales características económicas de la región, las primeras fábricas
que se instalaron, entre otras cuestiones. Posteriormente, explicaré brevemente la
metodología que utilicé para analizar y comparar el desarrollo industrial de Puebla y
Atlixco (la confección de un pequeño sistema de información geográfica con la
geolocalización de las primeras fábricas instaladas en cada ciudad, así como la
digitalización de sus trazas urbanas a través del tiempo). Finalmente, aprovecharé los
hallazgos para afinar los conceptos de “suburbanización industrial” y “ciudad industrial”,
agregándole más detalles y características a cada modelo.

Desde finales del siglo XVIII e inicios del XIX, la región que se compone por los
estados de Puebla y Tlaxcala alojó una de las proto – industrias más importantes de la
Nueva España. En efecto, para 1800 esta zona tenía la segunda concentración más
grande de obrajes (32) y trabajadores (1440) en toda la colonia. En mi consideración,
es muy debatible que antes de la tercera década del siglo XIX ya existiera una industria
manufacturera con características modernas (refiriéndome principalmente a la
mecanización de los procesos de producción). No obstante, está bien documentado
que la región de Puebla y Tlaxcala fue la primera en la que se consolidó una industria
textil duradera.

La industrialización de Puebla comenzó en 1835, con la apertura de “La


Constancia Mexicana”, en teoría, la segunda fábrica con maquinaria moderna que se
instaló en México (la primera fue “La Aurora Yucateca”, sin embargo, esta cerró el
mismo año que se instaló la “Constancia”), así como una de las primeras en toda
América Latina. Este fue el proyecto de Esteban de Antuñano (mexicano), Gumersindo
Saviñón (francés), entre otros capitalistas de la ciudad de Puebla, en conjunto con el
criollo y entonces Ministro de Relaciones (interiores y exteriores) Lucas Alamán.

La primera fábrica textilera mecanizada de Puebla también estuvo vinculada con


la primera institución bancaria del país: el Banco de Avío, cuyo establecimiento fue
propuesto por Alamán en 1830 para servir como una fuente de crédito para el fomento
de la industria nacional. Esta institución aportó aproximadamente la mitad (el 45%) de
los capitales que se requirieron para adquirir la propiedad, construir la planta industrial
y transportar la maquinaria necesaria para sus operaciones (desde Inglaterra).

La apertura de la primera fábrica moderna catapultó el desarrollo industrial de la


ciudad de Puebla. Entre 1835 y 1841 se instalaron cuatro fábricas nuevas con
características similares a las de “La Constancia”: “El Patriotismo”, “La Teja”, “La
Benevolencia”, “La Amistad”, “El Mayorazgo” y la “Dos Hermanos”. La ubicación precisa
de todas estas fábricas con relación a la traza urbana de la ciudad de Puebla, así como
la digitalización de la misma, se observa en el primero de los mapas que se muestran a
continuación. Además de las fábricas ya mencionadas, para 1841 había otras trece
fábricas en construcción. Así pues, la industrialización de la ciudad capital de Puebla
comenzó en 1835 y se extendió, aproximadamente, hasta inicios de la segunda mitad
del siglo XIX.

Por otra parte, la industrialización de los municipios circundantes de la ciudad de


Puebla fue mucho más tardía. En el caso del poblado de Atlixco, las primeras fábricas
que pude rastrear en la prensa de la época datan de 1867: la “Carolina” y la
“Concepción”. Sin embargo, la industrialización de Atlixco se desaceleró después de
este impulso inicial. De hecho, no volvieron a instalarse fábricas con características
modernas hasta 1899; ya plenamente consolidada la paz porfiriana. En ese año se
instalaron tres de las factorías más importantes de Atlixco: “El León”, “El Volcán”
(ambas propiedades de empresarios franceses), y la “Cantarranas”.

Mapa 1. Primeras fábricas textiles mecanizadas de Puebla, crecimiento de la traza urbana de la


ciudad y corrientes de agua de la región, 1835 - 1915
Mapa 2. Primeras fábricas textiles mecanizadas del poblado de Atlixco, crecimiento de la traza
urbana y corriente del Río Cantarranas, 1879 – 1937

No obstante, el punto que representó un parteaguas para el proceso de


industrialización atlixquense definitivamente fue la apertura de la fábrica “Metepec” en
1902, propiedad de la Compañía Industrial de Atlixco, Sociedad Anónima. Esta razón
social se constituyó en 1899 gracias al asociacionismo de muchos de los principales
empresarios nacionales y extranjeros de Puebla. Entre ellos, se encontraban el
mexicano Leopoldo Gavito Urdapilleta (iniciador del proyecto y ex – presidente
municipal de Puebla) y los españoles Íñigo Noriega Lasso, Luis Barroso Arias y Felix
Martino (quien se encargó de importar 1000 telares desde Inglaterra para la instalación
de la fábrica).

Entre sus accionistas también se encontraban franceses, ingleses y alemanes.

Esta negociación no solo fue la más grande que se efectuó en todo el territorio
poblano, sino que también fue una de las más importantes de todo el país; habiendo
sido constituida con un capital social de $2,000,000 de pesos, los cuales se
incrementaron hasta $4,000,000 en 1902 y $6,000,000 en 1906.

Más aún, el costo total de la instalación de la fábrica “Metepec” fue de cerca de


$4,150,000 pesos en números redondos. Lo que es todavía más sorprendente es que
todos estos gastos fueron causados antes incluso de que pudiera iniciar la explotación
de la fábrica, ya que la obra demoró poco más de cuatro años en completarse. Todo
esto posiblemente hizo de la “Metepec” una de las empresas mexicanas más intensivas
en capital de la época.

También puede argumentarse que la fábrica trastocó el modo de vida de sus


empleados desde el principio de su existencia (es decir, no solo a partir de su apertura),
ya que se reportaron accidentes de trabajo graves desde que comenzó su
construcción, a finales de 1899. De hecho, según la prensa los “casos que cada día en
esta [fábrica “Metepec”] se registran en materia de muertos y heridos” eran tan altos,
que las calles de Atlixco se veían desiertas (probablemente un comentario hiperbólico,
sin embargo, indicativo de la recurrencia y el impacto psicológico de estos accidentes).

Por otra parte, esta fábrica llegó a contar con más de 1,800 trabajadores para
1906, todos los cuales habitaban dentro de la misma con sus familias. Así pues, la
gigante factoría “Metepec” fue un ejemplo muy claro de cómo la industrialización de
esta zona de Atlixco también implicó su rápida urbanización. Es decir, debe recordarse
que las instalaciones fabriles también fueron importantes centros poblacionales, con
sus propias dinámicas e, incluso, economías internas (especialmente si pensamos en
la función de las tiendas de raya).

Conclusiones e interpretación de los hallazgos

Habiendo contextualizado brevemente el desarrollo industrial de Atlixco, ahora


explicaré muy brevemente la metodología que usé para confeccionar los dos mapas
que presenté hace algunas páginas. Así mismo, describiré y compararé los hallazgos
que pueden extraerse de ambos para complementar los conceptos de “suburbanización
industrial” y “ciudad industrial”.

El primer paso en la construcción de cualquier SIG de carácter histórico siempre


es la búsqueda de las fuentes de información que permitirán sustentar empíricamente
los análisis geo – espaciales. Para la digitalización de la industria de Puebla y Atlixco
(así como del componente “temporal” de mis mapas), me basé en la prensa de la
época, la cual cité a lo largo de la contextualización que realicé anteriormente.

No obstante, para el componente “espacial” de los mismos (la geolocalización de


los cascos y las corrientes de agua, así como la digitalización de las trazas urbanas)
tuve que valerme de mapas y planos históricos de ambos poblados. Decidí escoger
tres para cada uno de los casos de estudio; a su vez, cada uno de los mapas o planos
que seleccioné debía ser más tardío que el anterior para notar los cambios en la traza
urbana de las ciudades. Los mapas y planos que seleccioné fueron los siguientes:

Puebla de Zaragoza Atlixco


José J. Álvarez, Cuerpo Especial del Casimiro Casto, Departamento de
Estado Mayor del Ejército, Carta de la Cartografía, Plano de Atlixco (sitio web),
ciudad y sitio de Puebla, Imprenta Mapoteca Digital Orozco y Berra, Enero
litográfica de Decaen, marzo de 1856 de 1879,
https://mapoteca.siap.gob.mx/cgf-pue-
m16-v9-0657/ (consultado el 05/12/2022)

Antonio García y Cubas, Plano de Puebla Plano de Atlixco, estado de Puebla (sitio
y sus alrededores, formado con web), Mapoteca Digital Orozco y Berra,
presencia de los mejores datos oficiales, 1900, https://mapoteca.siap.gob.mx/cgf-
Litografía de Iriarte y Compañía, 1863 pue-m15-v1-0099/ (consultado el
05/12/2022)
Empresa de Anuncios Prácticos, Plano Ernesto Díaz, Plano de la ciudad de
Topográfico de la Ciudad de Puebla, Atlixco (sitio web), Mapoteca Digital
Empresa de Anuncios Prácticos, 1915 Orozco y Berra, 1937,
https://mapoteca.siap.gob.mx/cgf-pue-
m16-v8-0615/ (consultado el 05/12/2022)

Una vez seleccionados los seis mapas de referencia, los georreferencié y


digitalicé utilizando el software de QGis. De esta manera, los mapas que presenté en la
página diez y once tienen una escala y un nivel de precisión geográfica que solamente
puede alcanzarse con las tecnologías satelitales. Una vez digitalizados, comencé a
trabajar sobre los mapas base para destacar los elementos que ya he comentado
previamente. El resultado de esta operación se muestra junto a esta columna, usando
como ejemplos el Plano de la ciudad de Atlixco realizado por Ernesto Díaz en 1937, así
como la vista satelital de la ciudad de Atlixco que ofrecen los servicios de Google Maps.

Con todos estos recursos consolidados en el pequeño sistema de información


geográfica que confeccioné, podemos comenzar a establecer comparaciones, así como
realizar esquemas y análisis visuales más precisos, como el que se muestra a
continuación:

Comparación del crecimiento de las trazas urbanas de Puebla (1856 – 1915) y


Atlixco (1879 – 1937)

Como puede observarse, en términos absolutos la traza urbana de la ciudad de


Puebla a principios del siglo XX era ligeramente más grande que la de Atlixco. No
obstante, vistas lado a lado, es muy evidente que esto se debió a que la traza urbana
original de Puebla (es decir, la que digitalicé tomando el mapa más antiguo como
referencia) era mucho más grande que la de Atlixco cuando comenzó su proceso de
industrialización (hacia 1879).

En el mismo sentido, puede notarse que el crecimiento que registraron los


mapas y planos de la ciudad de Puebla durante las casi seis décadas que abarcó mi
selección fue relativamente trivial (un incremento como del 15% al 20%, siendo
bastante optimistas en la estimación). Por el contrario, la traza urbana de Atlixco
prácticamente se duplicó en el mismo lapso (la diferencia entre una y otra selección en
términos temporales fue de apenas un año). Así pues, ¿qué podría explicar este patrón
de desarrollo y cómo está vinculado con los conceptos que propuse en este trabajo?

Pues bien, al ser una de las primeras ciudades coloniales que se establecieron
en el territorio mexicano (fundada en 1531), la Puebla de los Ángeles literalmente
llevaba siglos existiendo como un asentamiento importante para cuando inició su
“modernización industrial”, a principios del siglo XIX. De hecho, como señalé en el
primer apartado del trabajo, esta zona ya se especializaba en la manufactura artesanal
de textiles en una escala relativamente grande al menos desde el siglo XVIII (cuando
únicamente puede hablarse de una proto – industria textilera).

En mi opinión, esta fue la razón principal por la que la actividad industrial tendió
a “repelerse” o “expulsarse” hacia los márgenes de la ciudad (debido a que ya existía
una traza urbana interior construida, la cual difícilmente podía adaptarse para
acomodar nuevas instalaciones fabriles de gran tamaño). Como puede corroborarse en
el Mapa 1, la mayoría de las fábricas importantes y los corredores industriales de la
ciudad de Puebla se encontraban entre 5.5 y 2.6 kilómetros de distancia de los
márgenes de la misma para 1915 (un área que yo caracterizaría como el hinterland
rural de dicho centro urbano). Este es, pues, el fenómeno de la “suburbanización
industrial”.

Por su parte, Atlixco no figuró como un poblado importante sino hasta la segunda
mitad del siglo XIX y, especialmente, a partir del siglo XX. En consecuencia, en este
caso de estudio el desarrollo industrial y el crecimiento urbano coincidieron
temporalmente; básicamente, la ciudad se expandió a la par que se consolidó una
industria textil en la región. Al haber contado con una traza urbana inicial mucho más
pequeña que la de la ciudad de Puebla, no es de extrañar que en el Mapa 2 notemos
un menor distanciamiento entre los márgenes del poblado y los corredores industriales.
De hecho, una de las concentraciones más importantes de fábricas (probablemente la
segunda zona más activa de la ciudad, debido a que la gigante fábrica “Metepec” era la
más importante de todo el estado) se encontraba a tan solo quinientos metros del
borde antiguo de Atlixco. Todas estas fábricas acabaron siendo engullidas rápidamente
por las subsecuentes expansiones de la traza urbana atlixquense; una de las primeras
fábricas, la “Concepción” (actualmente el Centro Deportivo “La Concha”, en la esquina
de la avenida Manuel Ávila Camacho y calle 11 Sur), incluso me sirvió como punto de
referencia para delinear los primeros bordes del poblado. De todo lo anterior podemos
extraer tres interpretaciones interesantes.

En primer lugar, todo esto parece confirmar que hay una correlación entre el
desarrollo industrial y el crecimiento urbano de una población. Más específicamente,
los hallazgos apuntan a que las ciudades tienden a crecer a un ritmo más acelerado si
su expansión urbana coincide con su industrialización, como en el caso de Atlixco. Por
otra parte, el ejercicio indica que las ciudades con trazas urbanas ya constituidas desde
hace tiempo experimentan un desarrollo industrial más acelerado en sus suburbios
(aunque las trazas internas crecen lentamente).

En segundo lugar, y derivado del punto anterior, hay una confluencia innegable
de los elementos de uno y otro modelo de industrialización en ambos casos de estudio.
Así pues, hubo algunas zonas de la traza interna de Puebla que sí experimentaron un
fuerte nivel de industrialización; especialmente el corredor que se instaló siguiendo el
caudal del río San Francisco (fábricas “Dos Hermanos” y “Amistad” del Mapa 1). Así
mismo, con respecto a Atlixco, fábricas como la “Metepec” y “El León” (quizás incluso
las más cercanas) pueden verse como una suburbanización industrial de menor escala
que en el caso de Puebla.

Sea como fuere, esto me lleva a destacar una última conclusión: uno de los
factores centrales en ambos modelos es la ubicación de los recursos naturales,
especialmente las corrientes de agua. En efecto, prácticamente todas las instalaciones
fabriles que estudié se construyeron siguiendo estos caudales para su uso en los
procesos de manufactura, para generar energía y, por supuesto, como desagüe. Esta
también es una de las principales maneras en las que el proceso industrializador
trastocó dramáticamente el entorno natural y la calidad de vida en las zonas donde
echó raíces. Así pues, esta sería otra semejanza sugerente entre la suburbanización y
la ciudad industrial.
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Semanario de la industria Megicana, que se publica bajo la protección de la Junta de


Industria de esta capital, México, Imprenta de V. G. Torres, 15 de junio de 1841, T.
1, No. 2, p. 340.

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