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Repensando la relación entre la industria y la

ciudad (I)
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Cuando uno camina por ciudades de pasado industrial, suele toparse con antiguos vestigios
fabriles, edificios industriales reconvertidos a nuevos usos o simplemente ruinas que esperan
a ser derribadas. Estos vestigios nos hablan de una vida pasada donde lo urbano, lo
residencial y lo industrial se mezclaban en el espacio. Sin embargo estas realidades no son
siempre del pasado y siguen estando presentes a modo de pequeños talleres y fabricas
aisladas que siguen integrados en los entornos urbanos y que resistieron el proceso de
deslocalización hacia las periferias urbanas de la industria.

Barcelona, ciudad fabril. (fuente 22@ Barcelona)

En efecto, la ciudad fabril del siglo XIX dio paso a la metrópoli industrial, donde lo industrial
comenzó a relacionarse con la periferia a medida que la ciudad central se especializaba en
actividades terciarias y de servicios. La ciudad real extendía así sus límites hacia la región.
Comienza a hablarse de ciudades post-industriales, que en muchos casos son realmente
parte de regiones metropolitanas industriales, como por ejemplo el caso de la Región
Metropolitana de Barcelona (1).
Sin embargo, después de décadas de divorcio entre lo industrial y lo urbano, en la actualidad
comienzan a aparecer proyectos urbanos, basados justamente en hacer volver la industria a la
ciudad. Una industria caracterizada por un uso intensivo de la tecnología, la innovación y el
conocimiento y que se ha venido a definir como la “nueva industria” (Paz Benito del Pozo,
2005). Algunos ejemplos de este tipo de proyectos que han sido etiquetados como “espacios
de innovación”, son el 22@ de Barcelona, Hafen City en Hamburgo o One North en Singapur.

Master Plan Hafen City, Hamburgo (fuente: http://en.hafencity.com)

Este reencuentro obedece en parte a las nuevas lógicas de localización a los que responde la
nueva industria, relacionadas en mayor medida con las dinámicas urbanas. Los llamados
espacios de innovación, buscan entornos que faciliten procesos flexibles, interactivos,
dinámicos y que a su vez puedan llegar a ser entornos atractivos para la atracción de talento.
Los entornos urbanos pueden cumplir con estas condiciones. La ciudad se presta de esta
manera, como una gran infraestructura sobre las que estas industrias basan su actividad. En
este sentido, en los últimos años diferentes teorías y perspectivas urbanas se han abierto
camino en la conceptualización de este fenómeno, desde las teorías de las “Ciudades
Creativas” o “Territorios Inteligentes (2) ” o los “Living Labs” entre otros.
Otra lectura de esta vuelta de la industria a la ciudad es la del urbanismo sostenible y mas
concretamente la mix de uso. Uno de los principales criterios de la sostenibilidad urbana es
justamente la mezcla en el espacio de funciones residenciales y económicas. El desarrollo de
actividades económicas industriales integradas en los espacios urbanos, genera un proceso
urbano de carácter mixto, donde los espacios productivos y la vida urbana se mezclan. Los
espacios de innovación y la nueva industria por sus características no contaminantes y una
menor necesidad de espacio entre otros aspectos, se prestan para esta mezcla con los
entornos urbanos. A menudo, estos proyectos son “vendidos” como estrategias de
sostenibilidad urbana.
¿Se puede llegar a pensar en una integración de los urbano y lo industrial si estas tendencias
de incorporar la nueva industria a la ciudad se consolidan? La respuesta parece ser negativa
¿Por qué? Estas tendencias de integración dejan fuera a la mayor parte de la industria y los
espacios industriales que no se basan en un uso intensivo del conocimiento, la innovación y la
tecnología, sino que se fundamentan en la producción, la manufactura, la logística y los
servicios industriales llamémoslos tradicionales. Nos referimos a esas fábricas y empresas
que se localizan en los polígonos industriales de las periferias urbanas, espacios productivos
con un diseño eminentemente funcional donde no existen elementos urbanos. La integración
de la industria y la ciudad será real una vez que estos espacios se integren en las tramas y/o
procesos urbanos.
¿Es realmente necesaria o deseable esta integración? La separación y segregación funcional
puesta en marcha hace décadas con la implantación de zooning en el urbanismo moderno, dio
respuesta de manera satisfactoria a las necesidades de una industria a la que la ciudad le era
incomoda y un obstáculo para su crecimiento. Por lo tanto, ¿existes razones para repensar la
relación entre lo urbano y lo industrial?
La respuesta a esta pregunta depende tanto del contexto como del criterio en el que nos
basemos. Partiendo de unos criterios de sostenibilidad urbana y la mezcla de usos, a priori y
en términos muy generales la respuesta debería de ser afirmativa. Por otra parte, en los
contextos caracterizados por una escasez de suelo, la situación obliga a la integración en
tanto que no existe suelo disponible para el cambio de localización de la industria.
A este respecto, un claro ejemplo lo encontramos en el Pais Vasco, una comunidad donde la
industria es el motor de la economía y el tejido empresarial se sustenta sobre las PYMES.
Estas empresas se localizan en decenas de polígonos industriales distribuidos por todo el
territorio. Una de las principales características de este territorio es su orografía montañosa y
un sistema urbano condicionado y organizado en gran medida por valles, sobre todo en las
provincias de Bizkaia y Gipuzkoa. En muchos de estos valles se asientan las industrias que se
encuentran conexas con los núcleos urbanos, que a su vez se encuentran en constante
crecimiento. La falta de disponibilidad de suelo y el impacto en las economías locales hace
inviable ni deseable el cambio de localización de estos polígonos. En este caso, la integración
de lo urbano y lo industrial responde más a una necesidad que a una estrategia, como quedo
de manifiesto en unas jornadas organizadas sobre este tema en San Sebastián.
Sin embargo, hacer de esta necesidad virtud no parecer ser sencillo y cabe plantearse si es
realmente posible. Siendo provocativo plantearía la siguiente pregunta ¿podríamos pensar en
un polígono industrial integrado en medio del espacio urbano y con una optima calidad de vida
urbana? La respuesta en este caso tampoco es sencilla, pero podríamos decir que si es
posible, aunque sea realmente complejo y complicado.
El objetivo de este articulo y los posteriores es reflexionar sobre esta temática así como
plantear los ámbitos de discusión y análisis que permitan desarrollar estrategias industriales
urbanas de integración. Partimos de la consideración de que actualmente existen
potencialidades reales debido a los desarrollos que se han producido en el urbanismo y la
arquitectura industrial, las tecnologías y los procesos de producción industriales. La
consideración conjunta de estos cambios puede ayudar a generar nuevos paradigmas e
innovación en la intervención urbana donde lo industrial se considere como un parte más de la
ciudad y sea compatible con el proceso urbano. A nuestro entender, tres son los ámbitos de
análisis y reflexión que se han de considerar: el urbanismo industrial, la planificación-usos del
suelo y la gobernanza y por último la percepción social de lo industrial y la calidad de vida
urbana.
A modo de introducción podemos decir que el urbanismo industrial actual se caracteriza por
la construcción de unos polígonos y parques industriales de escala no-urbana, donde el
espacio es construido y diseñado como mera infraestructura para la producción. La
arquitectura por su parte se caracteriza por el diseño de unas naves industriales mono-
funcionales de baja densidad y que son meros contenedores de actividad productiva. Sin
embargo, comienzan a aparecer nuevos tipos de arquitectura industrial con un diseño más
cuidado y con ciertas características urbanas.

“Transparent Factory”, ejemplo de nueva arquitectura industrial (fuente: www.volkswagen.co.uk)

Por otra parte, el suelo industrial es considerado en el planeamiento como un activo más de


la política económica. Una vez clasificado como industrial este suelo tiende a ser gestionado
por los departamentos de industria de las administraciones y se desvinculan de las políticas
urbanas. Sin embargo, los proyectos urbanos de espacios de innovación han generado
nuevas clases de suelo que permiten usos mixtos y la gobernanza y la gestión de lo mismos
también tiende a ser mixta. Uno de los ejemplos más claros lo encontramos en 22@
Barcelona, donde el nuevo ordenamiento permite una nueva calificación del suelo 22@, en
sustitución de la calificación de suelo industrial tradicional 22a.
Por último, otra de las cuestiones clave es la percepción social negativa existente sobre
residir en zonas limítrofes con espacios industriales. Es considerado como un aspecto
negativo para la calidad de vida urbana y resta atractivo a las zonas residenciales. Sin
embargo, las nuevas tecnologías pueden mitigar los ruidos y olores molestos que emiten
ciertas fábricas, el diseño urbanístico puede buscar soluciones para las cuestiones de trabajo
y la arquitectura puede generar diseños atractivos.
1 – MARMOLEJO, C. y ROCA, J. La localización intrametropolitana de las actividades de la
información: un análisis para la Región Metropolitana de Barcelona 1991-2001. Scripta Nova.
Revista Electrónica de Geografía y Ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1
de julio de 2008, vol. XII, núm. 268. [ISSN: 1138-9788].
2- “Territorios inteligentes: nuevos horizontes del urbanismo”, Escrito por Alfonso Vegara,
Alfonso Vegara Gómez, Juan Luis de las Rivas, 2004.  “Territorios inteligentes: dimensiones y
experiencias internacionales” Escrito por María Soledad Esteban Galarza, Miren Igone Ugalde
Sánchez, Arantxa Rodríguez Álvarez y Amaia Altuzarra Artola, 2008
Autor: Arkaitz Fullaondo es Sociólogo Urbano, Doctor por la Universidad Politécnica de
Cataluña e investigador en Tecnalia-Sistemas de Innovación. Este articulo es una reflexión en
torno a una investigación realizada junto con el profesor y urbanista Lawrence Barth en la
School of Architecture, Architectural Association of London (AA). E-mail:
afullaondo@labein.es.

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