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Arqueozoología
Introducción
Aspectos metodológicos
Entre las medidas de abundancia anatómica, para la recomposición del MNE (Binford
1981, 1978) tanto para el esqueleto axial como para el apendicular, el procedimiento fue
el siguiente: primero, se estableció la frecuencia con que estaban representadas las
diferentes zonas diagnósticas. Luego, se computó el número mínimo por lado y se lo
ajustó, según el caso, con el estado de fusión de los huesos (Kaufmann 2009). Así
obtenemos un MNE fusionado (MNE F) y no fusionado (MNE NF). Para realizar los
cómputos del MNE y el MNI se consideraron las uniones de huesos que tienen un
período de fusión muy breve, como por ejemplo el fémur distal y proximal, la tibia
proximal o las falanges (Mengoni Goñalons 1999:47). También se calculó una medida
de abundancia relativa (MAU) y obtuvimos a partir de ella una escala de valores
relativos comparativos con la unidad más representada (%MAU) (Binford 1978, 1981,
1984). Además del estado de fusión de los huesos como indicador de las clases de edad,
se tomó también la secuencia de erupción y reemplazo dentarios de la mandíbula y los
maxilares propuesta por Raedeke (1976).
La muestra totaliza 4.504 restos óseos (Tabla 1.1), que proceden de las cuadrículas
excavadas en el ábside y parte de la sala de LL (Figura ¿?), y de los cuales se identificó
casi el 50%, mientras que 2.197 figuran como NID. Se determinaron a nivel de especie
más del 32% (n=1.462). Las astillas de guanaco representan el 9% (n=407) y las de
fauna menor ascienden a 3,4% (n=151). Además, se recuperaron restos de cáscaras de
huevo que por su morfología fueron atribuidas a ñandú. Conforman más de un 6,4% del
total (n=287).
El subconjunto de la Tabla 1.2 muestra una lista de las especies que presentan indicios
de haber sido depositadas por los seres humanos, como parte de sus prácticas de
subsistencia. Se retiraron del cálculo de porcentaje la totalidad de los huesos dérmicos
de peludo (n=266), debido a que sobredimensionaban su participación. Entre las
especies identificadas tenemos: dos tipos de cánidos, zorro colorado (un individuo) y
zorro gris (dos individuos); zorrino (siete individuos); un félido indeterminado, que por
el tamaño de los restos puede tratarse de Oncifelis sp.; dos tipos de edentados, peludo
(tres individuos) y piche (un individuo); un Rheido, choique (un individuo); los restos
de mamíferos de tamaño mediano-pequeño; los restos de aves y un molusco bivalvo
(Diplodon sp.).
Taxón NISP MNE MNI % NISP % MNI
Lama guanicoe (guanaco) 1.030 253 4 75,3% 14,8%
Lycalopex culpaeus (zorro colorado) 42 29 1 3,1% 3,7%
Lycalopex griseus (zorro gris) 24 21 2 1,8% 7,4%
Conepatus chinga (zorrino) 62 48 7 4,5% 25,9%
Felis sp. 7 7 1 0,5% 3,7%
Chaetophractus villosus (peludo) 342 69 3 5,6% 11,1%
Zaedyus pichiy (piche) 14 14 1 1,0% 3,7%
Pterocnemia pennata (choique) 70 43 1 5,1% 3,7%
Mammalia indeterminado mediano 4 4 1 0,3% 3,7%
Mammalia indeterminado med-peq. 13 13 1 1,0% 3,7%
Mammalia indeterminado pequeño 6 6 1 0,4% 3,7%
Ave indeterminada 10 5 1 0,7% 3,7%
Ave indeterminada mediana 2 2 1 0,1% 3,7%
Ave indeterminada pequeña 7 7 1 0,5% 3,7%
Diplodon sp. 1 1 1 0,1% 3,7%
Totales 1.634 522 27 100% 100%
Tabla 1.2: especies identificadas
El guanaco
Tanto el esqueleto axial (n=312) como el apendicular (n=311) están bien representados
(Figura 1.1). El conjunto axial (Tabla 1.4) está dominado por las vértebras cervicales,
torácicas y lumbares, con una abundancia relativa media. Se identificaron también
varias vértebras caudales y sacras, pero su abundancia relativa es de baja a moderada. La
zona del costillar cuenta con varios fragmentos de la porción media de la costilla y
escasas porciones proximales, con una baja abundancia relativa general. En el conjunto
analizado se destaca la presencia de parte del esternón, que tiene la densidad ósea más
baja (sensu Elkin 1995). La región pélvica está representada moderadamente.
Identificamos acetábulos del isquion, del pubis-ilion y del pubis-isquion. También hay
restos del cuerpo del ilion, de la espina isquiática y de la tuberosidad del isquion. El
cráneo está representado mayormente por fragmentos de la región occipital y del
maxilar. Se recuperó una mandíbula con fuertes marcas longitudinales de corte (Figura
1.5). También se registraron dos apófisis coronoides, una de ellas perteneciente a un
individuo muy joven.
1
Estos restos se suman a los datos publicados por Pardiñas (1999).
mayor (dos derechas y una izquierda) y dos tuberosidades deltoides derechas. Solamente
encontramos un fragmento de cabeza del húmero no fusionada, lo que por un lado da
cuenta de un individuo juvenil y por el otro nos informa que pudieron haber sido
destruidas en el desmembramiento. Volveremos más adelante con este tema. Se
identificaron escasos fragmentos distales y de la diáfisis.
MNI
Esqueleto axial NISP MNE MAU % MAU
Juvenil Adulto
Dientes 30
Cráneo: occipital 18 2 1 1 2,00 59,3%
Cráneo: maxilar 7 3 2 1 3,00 88,9%
Bula 7 4 1 1 2,00 59,3%
Mandíbula 6 2 2 1 1,00 29,6%
Hioides 3 2 1,00 29,6%
Atlas 1 1 1 1,00 29,6%
Axis 3 2 1 1 2,00 59,3%
Vertebras indet. 11 8 1 1
Cervicales 3-7 58 9 1 1 1,80 53,3%
Torácicas 1-12 46 14 2 1 1,17 34,6%
Lumbares 1-7 55 10 1 1 1,43 42,3%
Sacro 9 2 1 2,00 59,3%
Caudales 5 5 1 1 0,36 10,6%
Innominado 12 4 1 1 2,00 59,3%
Costillas: proximal 16 16 0,67 19,8%
Costillas: fragmentos 52 10 0,42 12,3%
Esternebras 3 3 1 0,50 14,8%
NISP total 312 97
Tabla 1.4: representación de partes del esqueleto axial de guanaco
También se diferenciaron partes de la tróclea y de la fosa radial. El MNE resulta de los
cómputos de la tuberosidad del redondo mayor y la tuberosidad deltoidea. El MNE del
radio-cúbito se calculó sobre la base de las apófisis ancóneas. También encontramos
fragmentos del borde lateral, epífisis sin fusionar, espacios interóseos proximales y
distales, apófisis coronoides y superficie articular del carpo. El extremo distal del fémur
está mejor representado que el proximal y que la diáfisis. Hay varios fragmentos de
tróclea, línea áspera, epífisis sueltas y diáfisis distales y proximales. El MNE resultó de
la combinación de varias zonas diagnósticas diferenciadas por lado y estado de fusión.
Se recuperaron dos rótulas derechas, una completa y la otra en un 80%.
El número mínimo de guanacos es de cuatro individuos. Este número está basado en los
huesos carpianos, como el cuneiforme y el escafoides. Las falanges también dan cuenta
de por lo menos dos individuos jóvenes y dos adultos.
El resto de una mandíbula que conserva casi todos sus molares (Figura 1.5) nos informa
acerca de la edad al momento de su muerte. Según la secuencia de erupción dentaria de
Raedeke (1976), este individuo pertenecería a la clase 5 y según el estado del tercer
molar, su edad rondaría entre los 22 y 24 meses.
La Tabla 1.7 nos informa sobre las marcas de procesamiento identificadas por elemento
esqueletal. Registramos un total de 130 marcas de corte individuales (Figura 1.2). La 1ra
falange tiene más del 18% de las marcas, que mayoritariamente son oblicuas, profundas
y cortas. En varios casos coinciden con lo que Binford (1981, Tabla 4.04) describe como
FA-1, 2 y 3. El propósito principal habría sido el cuereo del animal y, posteriormente, la
desarticulación de los dedos. La 2da falange registra las mismas marcas de corte que la
primera y el mismo grado de fragmentación. El esqueleto axial tiene porcentajes altos de
marcas de corte. Entre ellos se destacan las costillas, las vértebras lumbares, las
cervicales y, en menor medida, las torácicas y caudales. Entre las vértebras predominan
los cortes longitudinales oblicuos sobre el cuerpo y las apófisis transversales y
espinosas, así como el corte transversal y el machacado de las apófisis caudales o
craneales. Esto prueba que en el sitio se realizó la desarticulación y el descarne de la
columna vertebral.
Entre los fragmentos de las costillas predominan los cortes orientados al descarne y en
segunda instancia, los de separación del costillar de las vértebras y del esternón. Sobre la
mandíbula se destacan los cortes tipo M-4 y M-5 de Binford (1981: Fig. 4.07),
orientados a la desarticulación (Figura 1.5). En el cráneo se registraron marcas sobre en
el cóndilo articular y sobre el premaxilar.
Estrato 7: %MAU
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Como podemos ver en la Tabla 1.7, no existe una correlación significativa entre el
%MAU y el índice de utilidad de carne. Existe una baja correlación negativa entre
%MAU y la densidad ósea. Por un lado, esto explicaría la escasa cantidad de elementos
meteorizados y los 75 restos con evidencias de exfoliación y otras alteraciones de la
superficie.
El zorrino se destaca cuantitativamente entre las demás especies (Tabla 1.2). Pudimos
identificar al menos siete individuos a partir de las ramas mandibulares (Figura 1.5).
Los restos de húmero también son abundantes (Tabla 1.8). Se registraron 11 marcas de
corte y una de raspado en diferentes elementos esqueletales de este animal,
principalmente sobre la mandíbula (Figura 1.5). Las demás marcas indican no sólo la
desarticulación sino también el descarne. En la mayoría de los huesos largos, en especial
el fémur, observamos marcas oblicuas y cortas a lo largo de la diáfisis. Registramos 11
especímenes quemados. La actividad de roedores se pudo verificar en dos fragmentos y
otros dos registran pits. No hay restos meteorizados.
El zorro gris cuenta con por lo menos los restos de dos individuos. Identificamos dos
crestas tibiales izquierdas, dos fémures distales izquierdos y uno derecho, dos apófisis
ancóneas izquierdas y dos radios izquierdos. El esqueleto axial también está presente
(Tabla 1.10). Las marcas de corte (n=9) las encontramos en su mayoría sobre los huesos
largos, donde predominan las de descarne. Los fragmentos quemados son sólo siete. No
hay registros de especímenes meteorizados y la actividad de carnívoros se resume en
una pelvis con un pit y un radio que presenta ahuecado (furrows).
Los edentados (Tabla 1.11) están mejor representados por el peludo, tanto en el
esqueleto axial como en el apendicular. Se registraron 266 placas dérmicas
pertenecientes a esta especie, ampliamente distribuida en Pampa y Patagonia (Vizcaíno
et al. 1995). Las marcas de corte se encuentran en un cóndilo articular, en una tibia, en
una cavidad glenoidea y en dos placas dérmicas. La alteración térmica afectó solamente
122 registros. No hay meteorización ni otro tipo de alteraciones. El piche sólo cuenta
con un radio de un individuo adulto, un fragmento de mandíbula y el resto son huesos
dérmicos. Ocho huesos están quemados.
Si bien los restos de Rheiformes son escasos en los sitios de Pampa y Patagonia (Belardi
1999; ver Fernández 2000 para un resumen de los restos encontrados en sitios
arqueológicos), en estas ocupaciones antiguas hemos podido identificar varios
elementos. Predominan los fragmentos del tibiotarso y las costillas también están bien
representadas, aunque su densidad mineral ósea general sea la más baja (Fernández et
al. 2001).
Varios huesos se asignaron a aves de diferente tamaño, excluyendo los reidos. Entre
ellos encontramos: dos tibiatarsos, un carpometacarpo, un radio, un húmero, varias
costillas y vértebras. Ninguno presenta alteración térmica o modificación de la
superficie ósea.
Los restos faunísticos están compuestos por 174 especímenes, de los cuales se pudieron
identificar 88 a nivel de especie. Lo demás lo componen 26 fragmentos de cáscaras de
huevo de ñandú y 60 especímenes no identificados. El guanaco es la especie mejor
representada, seguida por el ñandú y el peludo (Tabla 1.13).
El esqueleto axial del guanaco cuenta con varios elementos (Figura 1.6). El cráneo, los
dientes, la columna y la caja torácica suman 16 registros (Tabla 1.14). De la mandíbula
tenemos sólo un fragmento de cuerpo mandibular. Las vértebras cervicales se
identificaron a partir de dos apófisis articulares y un fragmento de arco. Las vértebras
torácicas dan cuenta de un individuo juvenil, ya que se registraron dos facetas articulares
sueltas completas y una apófisis espinosa con parte del cuerpo vertebral sin fusionar.
Pertenecen a una vértebra lumbar, una apófisis transversal con perforaciones o
depresiones (punctures) y un fragmento de cuerpo sin fusionar. Entre los fragmentos de
costillas (n=6) predominan las partes medias. En tres de ellas encontramos restos de
periostio, una marca de raspado y dos marcas de corte. Sólo contamos con un espécimen
proximal con la cabeza fusionada y calcinado. El daño producido por animales se
evidencia en una marca de ahuecado (furrows) sobre una costilla. De la dentadura sólo
encontramos un fragmento de un molar. No se registraron huesos con meteorización;
por el contrario, la conservación fue tan buena que permitió la preservación del periostio
en 3 fragmentos.
El esqueleto apendicular (Tabla 1.15) está formado por elementos del cuarto trasero
únicamente. Hay un fragmento de rótula izquierda y una epífisis proximal de tibia
izquierda. El metapodio es el hueso más abundante: contamos con dos fragmentos de
facetas articulares, dos fragmentos de la diáfisis (con marcas de raspado) y una epífisis
distal completa, no fusionada (Figura 1.6). Esta última evidencia marcas de cortes
localizadas a lo largo de la cara posterior del cóndilo. Según Binford (1981, figura 4.27),
éste es el resultado del intento de desarticulación de los huesos. Solamente se recuperó
un fragmento proximal de 1ra falange sin la epífisis, lo que, junto a las vértebras y la
epífisis de metapodio, corroboraría que los restos corresponden a un individuo juvenil.
No se registró alteración térmica, daño de animales ni meteorización.
El ñandú está representado por tres vértebras lumbares (Figura 1.5), dos de ellas
completas y articuladas y una tercera fragmentada. También se identificaron una
vértebra cervical, dos fragmentos de costillas y una 2da falange (Tabla 1.16). La
conservación es excelente, habiendo permitido la preservación del cartílago en las
vértebras articuladas. Solamente se registró quemado incipiente en una costilla. No hay
alteraciones naturales o meteorización. También se recuperaron 26 fragmentos de
cáscara de huevo, de los cuales ocho estaban quemados. Entre las astillas óseas
pertenecientes a esta especie tenemos cuatro con alteración térmica y dos con
abundantes marcas de corte.
Entre los fragmentos no identificados (n=60), tres presentan quemado avanzado; cinco,
carbonizado y dos están calcinados. El resto no está quemado. No hay evidencia de
alteraciones naturales, ni tampoco signos de meteorización.
Conclusiones
El análisis de los restos óseos de estos dos estratos confirman y refuerzan las
conclusiones previamente publicadas por Crivelli et al. (1996). A comienzos de la
secuencia, la cueva fue visitada, de manera fugaz pero recurrente, por grupos altamente
móviles que se desplazaban grandes distancias. Más tarde, habría sido frecuentada
ocasionalmente y se habrían consumido escasas partes de guanaco.
Agradecimientos
Bibliografía