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TRASTORNOS MENTALES EN LA ADULTOS TARDÍA

1. SALUD MENTAL EN LA TERCERA EDAD:

La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social.


Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando
enfrentamos la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el
estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones.

Las personas de 60 años de edad o mayores realizan aportaciones valiosas


a la sociedad como miembros activos de la familia, voluntarios y
participantes activos en la fuerza de trabajo. Aunque la mayoría de las
personas mayores tienen una buena salud mental, muchas corren el
riesgo de presentar trastornos mentales, enfermedades neurológicas o
problemas de consumo de sustancias, además de otras afecciones, como
la diabetes, la hipoacusia o la artrosis. Por otra parte, a medida que
envejecemos aumentan las probabilidades de que padezcamos varias
afecciones al mismo tiempo.

2. ¿CUÁL ES EL PRINCIPAL PROBLEMA DE LA SALUD


MENTAL EN PERSONAS MAYORES?

El mayor problema de los trastornos psiquiátricos en ancianos radica en


que suelen estar están mal identificados, no solo por el propio paciente y
sus familiares sino, también, por los profesionales sanitarios, ya que los
síntomas se solapan bajo las enfermedades físicas. Además, las personas
mayores que sufren trastornos psiquiátricos son reacias a confesar los
síntomas de su enfermedad o a acudir a las consultas del psiquiatra
debido al estigma que todavía rodea a las enfermedades mentales.

Para esto voy a nombrar tres grupos de problemas de salud mental que
repercuten notablemente en el devenir vital de los adultos mayores:

a) TRASTORNOS NEUROCOGNITIVOS MAYORES (DEMENCIA)

Trastorno neurocognitivo mayor (TNCM) es la nueva denominación con ha


sustituido al término demencia utilizado previamente. Aquellas en las que
el riesgo de presentar demencia está acentuado: se presume, entonces,
que, con ello, la prevalencia del TNCM se incrementará. El deterioro de la
cognición y las concomitantes alteraciones funcionales y conductuales
hacen que pacientes de este tipo sean cada vez más dependientes de los
cuidadores en un proceso cuyo impacto en la familia y en su entorno
social y laboral es intensamente negativo.

Es necesario que los médicos, la familia o cuidadores y los pacientes


mismos, de ser posible, deban discutir cuáles son las metas cognitivas,
funcionales y conductuales antes de iniciar un tratamiento farmacológico.

Por otro lado, el tratamiento no farmacológico es muy importante: la


educación y capacitación del cuidador en la atención y prevención de
riesgos del paciente con demencia tiene una importancia crítica. Un
manejo básico y preventivo de los trastornos de conducta, una adecuada
dieta y programa de ejercicios y actividades físicas, terapia ocupacional y
cognitiva, así como la planificación de los cuidados en etapas terminales
del cuadro clínico, son componentes fundamentales de este manejo.

Es importante, además, organizar a la familia en una cooperación


adecuada en la atención del paciente a fin de evitar sobrecargas de la
labor del cuidador

b) TRASTORNOS AFECTIVOS EN EL ADULTO MAYOR

El periodo del ciclo vital conocido como "adultez mayor" o senescencia,


posee probablemente características de mayor singularidad que las de
otras fases, al acumular factores y experiencias de etapas previas y
afrontar desenlaces que no por previsibles o conocidos dejan de generar
ansiedad o expectativas de duda, conflicto, pesimismo e incertidumbre.

El componente afectivo o emocional de la vida cuotidiana del adulto


mayor, muchas veces privada del calor y el apoyo del grupo familiar o de
un mínimo de interacciones sociales positivas.

Los trastornos afectivos, en general, cubren en los sistemas nosológicos


más recientes, hasta dos áreas fundamentales: trastornos depresivos
propiamente tales y trastornos bipolares. También se le puede conocer
como:

 Trastorno depresivo mamyor (TDM).


 Trastorno depresivo persistente (distimia)

 Conducta suicida en ancianos.

 Depresión geriátrica y comorbilidades médicas.

 Depresión y déficits cognitivos.

 Trastorno bipolar (TB) y relacionados. 

c) TRASTORNOS DEL SUEÑO EN ADULTO MAYOR

Los trastornos del sueño se consideran un problema de salud pública.


Prevalencias rampantes de insomnio, somnolencia diurna y trastornos
específicos como apnea obstructiva del sueño (SAOS) así lo demuestran.

Las necesidades de sueño del adulto mayor parecen ser semejantes a las
del adulto en edad media; la dificultad para poder mantener un sueño
consistente en la noche incrementa el tiempo de estancia en cama, el
tiempo que transcurre hasta iniciar el sueño, los despertares, el tiempo de
vigilia nocturna y las siestas durante el día.

Existen, asimismo, procesos reguladores del sueño: el proceso


homeostático, merced al cual la extensión de la vigilia aumenta la presión
por dormir, disminuye, sin embargo, su eficiencia con el envejecimiento.

El segundo, el proceso circadiano, que condiciona actividad diurna y sueño


nocturno, tiende a preservarse un tanto mejor. También se le puede
conocer como :

 Insomnio.

 Trastornos del ritmo circadiano.

 Somnolencia diurna excesiva

 Síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS).

 Síndrome de piernas inquietas (SPI)

 Trastorno de comportamiento asociado a la fase de sueño REM


(RBD).
Actualmente y alrededor del 10 por ciento padecen un trastorno de
ansiedad u otro problema mental. En el desarrollo de la enfermedad
mental en la tercera edad también juega un papel importante la
enfermedad física o la pérdida personal que el anciano esté sufriendo.

La mayoría de personas mayores de 60 años suelen ignorar los síntomas


de las enfermedades mentales y solo buscan ayuda profesional cuando se
llegan a un punto crítico. Conviene saber que los trastornos de depresión y
ansiedad en los ancianos son afecciones médicas comunes que tienen
tratamiento. De hecho, la mayoría de las personas con el tratamiento
adecuado recupera su salud, consigue superar o tratar el
problema y lleva una mejor calidad de vida. Contar con una red social
sólida y buenas relaciones con familiares y amigos contribuye a fomentar
la buena salud mental en los ancianos.

FACTORES DE RIESGO DE LAS ENFERMEDADES MENTALES


Los ancianos suelen sufrir factores estresantes que los abocan a
situaciones de aislamiento, soledad y angustia psicológica (pérdida de la
pareja, problemas económicos, enfermedades, pérdida de movilidad,
entre otras). En muchos casos dichos factores son el germen y
desencadenante de los trastornos mentales en los ancianos.

La salud mental tiene una gran repercusión sobre la salud física y


viceversa. Por ejemplo, los ancianos con enfermedades cardíacas tienen
un porcentaje más alto de sufrir depresión que aquellos que están sanos.
Además, la depresión no tratada en el caso de un anciano con problemas
del corazón puede agravar los síntomas de la enfermedad cardíaca.

Las personas mayores también son vulnerables al maltrato físico, verbal,


psicológico y económico. En muchas ocasiones, son abandonados o
ignorados de forma negligente por quienes les rodean. Las estadísticas
actuales demuestran que uno de cada diez ancianos sufre algún tipo de
maltrato, lo que puede provocar graves problemas psicológicos que
terminan desencadenando un cuadro de depresión o ansiedad.

PRINCIPALES TRANSTORNOS MENTALES EN EL ADULTO


TADIO

Demencia

Es un síndrome que se caracteriza por la mengua de la memoria y la capacidad


de pensar, trastornos del comportamiento e incapacidad para realizar las
actividades de la vida cotidiana. Afecta principalmente a los ancianos, pero no
es una parte normal de la vejez.

Se calcula que en el mundo hay unos 47,5 millones de personas aquejadas de


demencia. Se prevé que el número de estas personas aumentará a 75,6
millones en 2030 y a 135,5 millones en 2050; además, la mayoría de esos
pacientes vivirán en países de ingresos bajos y medianos.

La demencia lleva aparejados problemas sociales y económicos de


envergadura por lo que toca a los costos de la asistencia médica, social e
informal que impone. Por otra parte, las presiones físicas, emocionales y
económicas pueden agobiar a las familias. Tanto las personas aquejadas de
demencia como quienes las asisten necesitan apoyo sanitario, social,
económico y legal.

Depresión

La depresión puede causar grandes sufrimientos y trastorna la vida cotidiana.


La depresión unipolar afecta a un 7% de la población de ancianos en general y
representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad entre las
personas de 60 años de edad y mayores. En los establecimientos de atención
primaria de salud la depresión no se diagnostica ni se trata como debiera. Es
frecuente que los síntomas de este trastorno en los adultos mayores se pasen
por alto y no se traten porque coinciden con otros problemas que experimentan
los adultos mayores.

Los adultos mayores con depresión tienen un desempeño más deficiente en


comparación con los que padecen enfermedades crónicas como las
enfermedades pulmonares, la hipertensión arterial o la diabetes sacarina. Este
trastorno también aumenta la percepción de tener mala salud, la utilización de
los servicios médicos y los costos de la asistencia sanitaria.

ANSIEDAD
La ansiedad se caracteriza por un estado temeroso en el que, la
persona que lo sufre, anticipa que se va a producir un mal,
aunque no sepa determinar en concreto qué es lo que teme. El
objeto que causa la ansiedad no es concreto, sino de carácter
indefinido. La ansiedad va acompaña de sensaciones físicas,
como tensión muscular, palpitaciones o sudoración
excesiva. Las reacciones de ansiedad a menudo provienen de un
sentimiento de impotencia frente a la vida.

RIESGO DE SUICIDIO

Aunque no es muy conocido a nivel popular, las personas


mayores tienen un riesgo mayor de intentar un suicidio.
Las causas que llevan a un persona mayor al suicidio son de
diversa índole: pérdida de la pareja, familiares o amigos,
inseguridad económica, sentimiento de soledad y rechazo,
reacción a enfermedades físicas o mentales.

Tratamiento y prevención para abordar las necesidades de


salud mental y estrategias para satisfacer las necesidades de
salud mental

A medida que los países han ido aplicando medidas para restringir los
movimientos con el fin de reducir el número de infecciones por el virus de la
COVID-19, cada vez más personas estamos cambiando radicalmente nuestra
rutina cotidiana.

Las nuevas realidades del teletrabajo, el desempleo temporal, la enseñanza en


casa y la falta de contacto físico con familiares, amigos y colegas requieren
tiempo para acostumbrarse. y a la preocupación por las personas próximas
más vulnerables es difícil, y puede resultar especialmente duro para las
personas con trastornos de salud mental.

Afortunadamente, son muchas las cosas que podemos hacer para cuidar
nuestra salud mental y ayudar a otras personas que pueden necesitar más
apoyo y atención.

Confiamos en que los siguientes consejos y recomendaciones le resulten útiles.

 Manténgase informado. Escuche los consejos y recomendaciones de


las autoridades nacionales y locales. Recurra a fuentes informativas
fiables, como la televisión y la radio locales y nacionales, y manténgase
al día de las últimas noticias de la Organización Mundial de la Salud en
las redes sociales.
 Siga una rutina. Conserve sus rutinas diarias en la medida de lo posible
o establezca nuevas rutinas. 
o Levántese y acuéstese todos los días a una hora similar.
o No descuide su higiene personal.
o Tome comidas saludables en horarios fijos.
o Haga ejercicio de forma habitual.
o Establezca horarios para trabajar y para descansar.
o Reserve tiempo para hacer cosas que le gusten.

 Reduzca la exposición a noticias. Intente limitar la frecuencia con la


que ve, lee o escucha noticias que le causen preocupación o tensión.
Infórmese de las últimas noticias.
 El contacto social es importante. Si sus movimientos se encuentran
restringidos, mantenga un contacto regular con las personas próximas
por teléfono o internet.
 Evite el alcohol y las drogas. Limite el consumo de bebidas alcohólicas
o evítelas por completo. No empiece a consumir alcohol si nunca lo
había hecho. Evite utilizar el alcohol y las drogas para enfrentarse al
miedo, la ansiedad, el aburrimiento o el aislamiento social.  Además,
debe ser consciente de que el consumo de alcohol y drogas puede
impedirle tomar las precauciones adecuadas para protegerse contra la
infección, como una correcta higiene de manos.
 Controle el tiempo de pantalla. Sea consciente del tiempo que pasa
cada día delante de una pantalla. Asegúrese de descansar cada cierto
tiempo de las actividades de pantalla.
 No abuse de los videojuegos. Aunque los videojuegos pueden ser una
forma de relajarse, cuando se está en casa mucho tiempo se puede caer
en la tentación dedicarles mucho más tiempo del habitual. Asegúrese de
mantener un equilibrio adecuado con las actividades sin dispositivos
electrónicos.
 Utilice adecuadamente las redes sociales. Emplee sus cuentas en
redes sociales para promover mensajes positivos y esperanzadores.
Corrija cualquier información errónea que vea.
 Ayude a los demás. Si puede, ofrézcase a ayudar a otros miembros de
la comunidad que lo necesiten, por ejemplo para hacerles la compra.
 Apoye a los profesionales sanitarios. Exprese en las redes sociales o
en su comunidad su agradecimiento a los profesionales sanitarios de su
país y a todas las personas que trabajan para responder a la COVID-19. 

No discrimine

El miedo es una reacción normal en situaciones de incertidumbre. Pero, a


veces, este miedo se expresa de un modo que resulta hiriente para otras
personas. 

 Sea amable. No discrimine a las personas por miedo a la propagación


de la COVID-19.
 No discrimine a las personas que crea que puedan estar infectadas por
el coronavirus.
 No discrimine a los profesionales sanitarios. Los trabajadores de la salud
merecen nuestro respeto y gratitud.
 La COVID-19 ha afectado a personas de muchos países, por lo que no
se la debe asociar a un grupo humano concreto.

Si es usted madre o padre


En momentos de estrés es normal que los niños requieran más atención.

¿Qué puede usted hacer?

 Mantenga las rutinas familiares siempre que sea posible o cree nuevas
rutinas, especialmente si deben ustedes permanecer en casa.

 Comente el nuevo coronavirus con sus hijos e hijas de forma sincera y


utilizando un lenguaje adecuado para su edad.

 Ayúdeles con el aprendizaje en casa y asegúrese de que tengan tiempo


para jugar.

 Ayúdeles a encontrar formas positivas de expresar sentimientos como el


miedo y la tristeza. A veces puede ser útil hacerlo mediante una
actividad creativa como jugar o pintar.

 Ayude a los niños a mantenerse en contacto con sus amigos y familiares


por teléfono y por internet.
 Asegúrese de que sus hijos e hijas no pasen todo el día delante de la
pantalla y realice con ellos otro tipo de actividades como preparar un
pastel, cantar y bailar, o jugar en el patio o jardín si dispone de ellos.

Si es usted una persona mayor

 Mantenga un contacto regular con sus seres queridos, por ejemplo por
teléfono, correo electrónico, redes sociales o videoconferencia.
 En la medida de lo posible, siga rutinas y horarios fijos para comer,
dormir y practicar actividades que le gusten.
 Aprenda ejercicios físicos sencillos para realizar en casa durante la
cuarentena a fin de mantener la movilidad.

Si padece usted un trastorno de salud mental

Si recibe tratamiento por un trastorno de salud mental, es imprescindible que


continúe tomando su medicación según las instrucciones y que se asegure de
poder reabastecerse de medicamentos. Si acude periódicamente a un
especialista en salud mental, averigüe cómo seguir recibiendo su ayuda
durante la pandemia.

Manténgase en contacto con sus seres queridos y sepa a quién puede pedir
ayuda si su salud mental empeora.

Si recibe tratamiento por un trastorno relacionado con el consumo de alcohol o


drogas, tenga en cuenta que el brote de COVID-19 puede fomentar los
sentimientos de miedo, ansiedad y aislamiento, lo que a su vez puede
aumentar el riesgo de recaída, abuso de sustancias, abandono del tratamiento
o incumplimiento de las pautas de tratamiento. No deje de tomar la medicación
prescrita, especialmente en el caso de los opiáceos como la metadona o la
buprenorfina, y asegúrese de poder obtener regularmente su medicación. Si
recibe asistencia de un psicólogo o un grupo de apoyo, averigüe cómo
mantener esa asistencia durante la pandemia.

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