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Introducción a las enfermedades

mentales
Por. Michael B. First
MD, Columbia Univesity
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Las alteraciones de la salud mental (trastornos psiquiátricos o psicológicos) implican


alteraciones en el pensamiento, en las emociones y/o en la conducta. Las alteraciones
leves de estos aspectos vitales son frecuentes, pero cuando provocan una angustia
intensa a la persona afectada y/o interfieren en su vida diaria, se consideran
enfermedades mentales o trastornos de la salud mental. Los efectos de la enfermedad
mental pueden ser temporales o de larga duración.

Casi el 50% de los adultos padece un trastorno mental en algún momento de su vida.
Más de la mitad de estas personas experimentan síntomas graves o moderados. De
hecho, cuatro de las 10 causas principales de discapacidad entre los sujetos mayores
de 5 años de edad corresponden a trastornos mentales, siendo la depresión la primera
causa de discapacidad por enfermedad. A pesar de esta elevada prevalencia de los
trastornos mentales, solo en torno al 20% de las personas que tienen una enfermedad
mental reciben ayuda profesional.

Aunque se han logrado extraordinarios avances en la comprensión y el tratamiento de


las enfermedades mentales, el estigma que las rodea aún persiste. Por ejemplo, las
personas con una enfermedad mental pueden ser culpabilizadas de su propia
enfermedad o ser consideradas perezosas o irresponsables. La enfermedad mental se
interpreta en ocasiones como una entidad menos real o menos legítima que la
enfermedad física, generando reticencias en los responsables de la salud y de las
compañías de seguros en lo referente a la cobertura del tratamiento. Sin embargo, la
creciente toma de conciencia de lo mucho que la enfermedad mental afecta a los costes
de la atención sanitaria y el número de días de trabajo perdidos está cambiando esta
tendencia.

Identificación de la enfermedad mental.

No siempre se puede diferenciar claramente la enfermedad mental de una


conducta normal. Por ejemplo, en el caso de una pérdida de un allegado
próximo, como el fallecimiento del cónyuge o de un hijo, puede ser difícil
distinguir una depresión del sentimiento normal de duelo porque ambos
comportan tristeza y un estado de ánimo depresivo. De igual modo, la decisión
de diagnosticar un trastorno de ansiedad  a una persona preocupada o estresada
por su trabajo puede suponer un reto, ya que la mayoría de las personas
experimentan estas sensaciones en algún momento de su vida. La línea divisoria
entre poseer determinados rasgos de personalidad (como ser meticuloso u
ordenado) y padecer un trastorno de la personalidad  (como un trastorno
obsesivo-compulsivo) puede ser difusa. Por ello, la salud y la enfermedad
mentales se entienden mejor como un «continuum». Cualquier línea divisoria
generalmente se basa en lo siguiente:

 La gravedad de los síntomas


 La duración de los síntomas
 Hasta qué punto afectan los síntomas a la capacidad de funcionar en la
vida diaria

Causas de los tratamientos de las enfermedades mentales.


Diversos estudios han demostrado que la genética desempeña un papel en
muchos trastornos mentales. A menudo, los trastornos mentales se producen en
personas cuya composición genética les predispone a dicho tipo de trastornos.
Esta vulnerabilidad, combinada con las tensiones de la vida, como las
dificultades familiares o laborales, puede conducir al desarrollo de un trastorno
mental.

Además, muchos expertos creen que la regulación deteriorada de diversos


mediadores químicos cerebrales (neurotransmisores) puede contribuir a los
trastornos mentales. Algunas técnicas de imagen como la resonancia
magnética nuclear (RMN) y la tomografía por emisión de positrones  (PET), a
menudo muestran cambios en el cerebro en personas con un trastorno mental.
Por lo tanto, muchos trastornos mentales parecen tener un componente
biológico, al igual que las enfermedades que se consideran neurológicas (como
la enfermedad de Alzheimer ). Sin embargo, no está claro si los cambios
observados en las pruebas de diagnóstico por la imagen son la causa o el
resultado del trastorno mental.
La desinstitucionalización.

Las alteraciones de la salud mental (trastornos psiquiátricos o


psicológicos) implican alteraciones en el pensamiento, en las emociones
y/o en la conducta. Las alteraciones leves de estos aspectos vitales son
frecuentes, pero cuando provocan una angustia intensa a la persona
afectada y/o interfieren en su vida diaria, se consideran enfermedades
mentales o trastornos de la salud mental. Los efectos de la enfermedad
mental pueden ser temporales o de larga duración.

Casi el 50% de los adultos padece un trastorno mental en algún


momento de su vida. Más de la mitad de estas personas experimentan
síntomas graves o moderados. De hecho, cuatro de las 10 causas
principales de discapacidad entre los sujetos mayores de 5 años de
edad corresponden a trastornos mentales, siendo la depresión la
primera causa de discapacidad por enfermedad. A pesar de esta
elevada prevalencia de los trastornos mentales, solo en torno al 20% de
las personas que tienen una enfermedad mental reciben ayuda
profesional.
Aunque se han logrado extraordinarios avances en la comprensión y el
tratamiento de las enfermedades mentales, el estigma que las rodea
aún persiste. Por ejemplo, las personas con una enfermedad mental
pueden ser culpabilizadas de su propia enfermedad o ser consideradas
perezosas o irresponsables. La enfermedad mental se interpreta en
ocasiones como una entidad menos real o menos legítima que la
enfermedad física, generando reticencias en los responsables de la
salud y de las compañías de seguros en lo referente a la cobertura del
tratamiento. Sin embargo, la creciente toma de conciencia de lo mucho
que la enfermedad mental afecta a los costes de la atención sanitaria y
el número de días de trabajo perdidos está cambiando esta tendencia.

Identificación de la enfermedad mental


No siempre se puede diferenciar claramente la enfermedad mental de una
conducta normal. Por ejemplo, en el caso de una pérdida de un allegado
próximo, como el fallecimiento del cónyuge o de un hijo, puede ser difícil
distinguir una depresión del sentimiento normal de duelo porque ambos
comportan tristeza y un estado de ánimo depresivo. De igual modo, la decisión
de diagnosticar un trastorno de ansiedad  a una persona preocupada o estresada
por su trabajo puede suponer un reto, ya que la mayoría de las personas
experimentan estas sensaciones en algún momento de su vida. La línea divisoria
entre poseer determinados rasgos de personalidad (como ser meticuloso u
ordenado) y padecer un trastorno de la personalidad  (como un trastorno
obsesivo-compulsivo) puede ser difusa. Por ello, la salud y la enfermedad
mentales se entienden mejor como un «continuum». Cualquier línea divisoria
generalmente se basa en lo siguiente:
 La gravedad de los síntomas
 La duración de los síntomas
 Hasta qué punto afectan los síntomas a la capacidad de funcionar en la
vida diaria

Causas de los tratamientos de las enfermedades mentales


En la actualidad, se considera que el origen de la enfermedad mental está
determinado por una compleja interacción entre factores, incluyendo los
siguientes:

 Genética
 Biológicos (factores físicos)
 Psicológicos
 Ambientales (incluyendo factores sociales y culturales)

Diversos estudios han demostrado que la genética desempeña un papel en


muchos trastornos mentales. A menudo, los trastornos mentales se producen en
personas cuya composición genética les predispone a dicho tipo de trastornos.
Esta vulnerabilidad, combinada con las tensiones de la vida, como las
dificultades familiares o laborales, puede conducir al desarrollo de un trastorno
mental.

Además, muchos expertos creen que la regulación deteriorada de diversos


mediadores químicos cerebrales (neurotransmisores) puede contribuir a los
trastornos mentales. Algunas técnicas de imagen como la resonancia
magnética nuclear (RMN) y la tomografía por emisión de positrones  (PET), a
menudo muestran cambios en el cerebro en personas con un trastorno mental.
Por lo tanto, muchos trastornos mentales parecen tener un componente
biológico, al igual que las enfermedades que se consideran neurológicas (como
la enfermedad de Alzheimer ). Sin embargo, no está claro si los cambios
observados en las pruebas de diagnóstico por la imagen son la causa o el
resultado del trastorno mental.

La desinstitucionalización
En las últimas décadas, ha habido un movimiento para sacar a las personas con
enfermedades mentales de las instituciones (desinstitucionalización) y apoyarlas
para que puedan vivir en comunidad. Esto ha sido posible gracias al desarrollo
de fármacos efectivos y a ciertos cambios en la actitud hacia los enfermos
mentales. Este movimiento ha puesto gran énfasis en considerar al enfermo
mental como un miembro más de las familias y de las comunidades. Una
decisión tomada por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos en
1999 ayudó de manera significativa a este cambio. Esta decisión, denominada
Olmstead decision, exige a los Estados que proporcionen tratamiento a los
enfermos mentales en el entorno de la comunidad siempre que esto sea
adecuado por razones médicas.

Diversas investigaciones han mostrado que determinadas interacciones entre los


enfermos mentales graves y sus familiares pueden mejorar o por el contrario
empeorar la enfermedad mental. En este sentido, se han desarrollado técnicas
de terapia familiar que previenen la necesidad de reingreso en las personas que
padecen enfermedades mentales crónicas. Hoy en día, la familia de un enfermo
mental se implica más que nunca como aliado en el tratamiento. El médico de
atención primaria desempeña también un papel importante en la rehabilitación
del enfermo mental en el seno de la comunidad.

Además, los avances obtenidos en la farmacoterapia hacen menos probable que las
personas con enfermedades mentales que terminan necesitando hospitalización sean
recluidas o controladas como en el pasado. También hay que tener en cuenta que con
frecuencia se les da de alta en un plazo máximo de unos días para pasar a centros de
tratamiento diurno (centros de día). Los centros de día son menos costosos que las
instituciones de cuidados hospitalarios porque requieren menos personal, se prima la
terapia de grupo por encima de la individual y los usuarios pernoctan en su domicilio o
en centros de internación parcial en lugar de hacerlo en un hospital.

Sin embargo, la desinstitucionalización ha supuesto también algunos problemas. El


tratamiento y la protección necesarios contra el daño que se proporcionó en las
instituciones no se han reemplazado adecuadamente por los servicios comunitarios de
salud mental debido a la falta de fondos. Por lo tanto, muchas personas no han podido
obtener la atención de salud mental que necesitan. Además, las leyes actuales no
permiten institucionalizar contra su voluntad a las personas con enfermedades mentales
que no representan un peligro para sí mismas o para la sociedad. Por lo tanto, muchas
personas que enferman nuevamente fuera del hospital se quedan sin hogar o terminan
en la cárcel. Muchos mueren jóvenes a causa de la exposición, la infección o el
tratamiento inadecuado de problemas médicos. Aunque estas leyes protegen los
derechos civiles, hacen que sea más difícil proporcionar tratamiento a muchos enfermos
mentales que lo requieren, algunos de los cuales pueden actuar de forma
extremadamente irracional si no reciben tratamiento.

Debido a los problemas relacionados con la desinstitucionalización, se han desarrollado


nuevos enfoques para el tratamiento, como el Tratamiento Asertivo en la Comunidad
(ACT, por sus siglas en inglés). El ACT ayuda a proporcionar una red de seguridad para
las personas con una enfermedad mental grave crónica. Este tratamiento utiliza un
equipo multidisciplinario formado por trabajadores sociales, personal de enfermería,
especialistas en rehabilitación, consejeros y psiquiatras. El equipo proporciona servicios
individualizados a las personas que tienen una enfermedad mental grave y que no
pueden o no quieren acudir a la consulta o al hospital en busca de ayuda. Los servicios
se prestan en el propio domicilio del afectado o en el vecindario (por ejemplo, en
restaurantes, parques o tiendas de la zona).
Apoyo social

Cualquier persona necesita un entramado social para satisfacer la necesidad humana


de ser cuidado, aceptado y apoyado emocionalmente, sobre todo en periodos de estrés.
Diversas investigaciones han mostrado que un fuerte apoyo social acelera de forma
significativa la recuperación de las enfermedades físicas y mentales. Los cambios
sociales han disminuido el apoyo que tradicionalmente proporcionaban los familiares y
vecinos. Como alternativa, han surgido en muchos países grupos de autoayuda y de
ayuda mutua.

Algunos grupos de autoayuda, como Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos, se


centran en las personas que tienen conductas adictivas. Otros actúan en defensa de
ciertos segmentos de la población, como los discapacitados y las personas mayores.
Incluso existen organizaciones, como la Alianza Nacional para los Enfermos Mentales
(NAMI, por sus siglas en inglés), que proporcionan apoyo a los familiares de personas
con enfermedades mentales graves.

https://www.msdmanuals.com/es/hogar/trastornos-de-la-salud-mental/introducci
%C3%B3n-al-cuidado-de-la-salud-mental/introducci%C3%B3n-a-las-enfermedades-
mentales.

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