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PRIMERA PARTE
LOS MUNDOS ANTIGUO Y MEDIEVAL
l. La música en la Antigüedad.............................................................................. 23
La música más antigua, 24.-La música en la antigua Mesopotamia, 25.-Cronología,
28.-La música en la vida y en el pensamiento de la antigua Grecia, 29.-La música en
la Roma antigua, 41.-El legado de Grecia, 42.
SEGUNDA PARTE
EL RENACIMIENTO
7. La música y el Renacimiento ....... ............ .. ...... ... .. ............ .. .... .... ..... ... ....... ...... . 195
Europa de 1400 a 1600, 196.-El Renacimiento en la cultura y en el arte, 197.-Cro-
nología, 198.-La música en el Renacimiento, 204.-Los músicos cosmopolitas y el esti-
lo internacional, 206.-Las palabras y la música, 211.-Nuevas corrientes en el siglo XVI,
213.-Repertorios nuevos, 214.-Reforma y contrarreforma, 215.-El legado del Rena-
cimiento, 215.-.Innovaciones: la música impresa, 217.
11. El madrigal y la canción profana en el siglo XVI ••••••...... ••• . . . . ••• . ••.•. •••. •• . . . . •. . . . . •. 307
El primer mercado de música, 307.-España, 308.-Italia, 310.-El madrigal italiano,
310.-Cronología, 311.-Francia, 325.-Alemania, 327.-Inglaterra, 328.-El madri-
gal y su impacto, 331.
Índice 9
TERCERA PARTE
EL SIGLO XVII
15. La música de cámara y la música sacra en la primera mitad del siglo XVII..... 409
La música de cámara vocal italiana, 409.-La música sacra católica, 415.-Cronología,
420.-La música de la Iglesia luterana, 421.-Heinrich Schütz, 421.-La música judía,
426.-La música instrumental, 427.-Tradición e innovación, 436.
CUARTA PARTE
EL SIGW XVIII
QUINTA PARTE
EL SIGLO XIX
24., Revolución y cambio..... ......... ... ... ............. ................... ... ...... ........ .. .... ....... ....... 681
Revolución, guerra y música, 1789-1815, 681.-Cronología, 683.-Ludwig van Bee-
thoven, 684.-Importancia de Beethoven, 708.
27. La ópera romántica y el teatro musical hasta mediados del siglo........... ........ 787
Las funciones de la ópera, 787.-El nacionalismo, 789.-Italia, 790.-Cronología,
796.-Francia, 800.-La gran ópera, 801.-Alemania, 804.-Rusia, 806.-Estados
Unidos, 808.-La ópera como música culta, 811.
Índice 11
28. La ópera y el teatro musical en la segunda mitad del siglo XIX....................... 813
Tecnología, política y nacionalismo, 813.-Nacionalismo, exotismo, realismo y fanta-
sía, 815.-La ópera, 816.-Richard Wagner, 817.-Las óperas posteriores, 825.-La
música en su contexto: Wagner, nacionalismo y antisemitismo, 828.-Giuseppe Verdi,
829.-Los compositores italianos posteriores, 834.-Francia, $35.-Rusia, 838.-
0tras naciones, 847.-Cronología, 848.-La música escénica y sus públicos, 851.
SEXTA PARTE
EL SIGW XX Y DESPUÉS
32. El Modernismo y la tradición clásica . ........... ...... .... ..... .. ....... .... .. ..... .. .. ....... ..... 949
Arnold Schonberg, 950.-La música en su contexto: el expresionismo, 956.-Cronolo-
gía, 962.-Alban Berg, 963.-Anton Webern, 966.-Igor Stravinsky, 969.-Béla Bar-
tók, 980.-Charles Ives, 989.-El compositor y el público, 996.
33. Entre las dos guerras mundiales: el jazz y la música popular.......................... 999
Entreguerras, 999.-Cronología, 1003.-El teatro musical y la canción popular nortea-
mericanos, 1004.-La era del jazz, 1007.-Duke Ellington, 1015.-La música cinema-
tográfica, 1018.-Los medios de comunicación de masas y la música popular, 1020.
34. Entre las dos guerras mundiales: la tradición clásica..... .... .............................. 1021
La música, la política y los pueblos, 1021.-Cronología, 1022.-Francia, 1024.-Ale-
mania, 1027.-La Unión Soviética, 1032.-América, 1037.-Estados Unidos, 1040.-
¿Qué política?, 1050.
La autora de ciencia-ficción Ursula K. LeGuin escribió una vez: «El relato -desde
Rumplestiltskin hasta Guerra y paz- es una de las herramientas básicas inventadas
por la mente humana con el propósito de conseguir la comprensión. Han existido
grandes sociedades que no utilizaron la rueda, pero no ha habido ninguna que no
contase relatos».
La Historia de la música occidental es un relato del origen de la tradición occiden-
tal y de sus transformaciones durante siglos, desde los tiempos antiguos hasta el mo-
mento presente. El relato se centra por supuesto en las obras, los estilos, los géneros
y las ideas musicales que han resultado ser los más influyentes, duraderos y singnifi-
cativos. Abarca por lo tanto un amplio espectro de músicas, de la religiosa a la profa-
na, de la seria a la humorística, de la música artística a la popular y de Europa
a América. Al narrar este cuento, he intentado llevar a la discusión unos cuantos
asuntos:
radas por la música de la Grecia antigua. O que Bach, Mozart, Beethoven, Brahms y
Schonberg tomasen ideas de música escrita mucho tiempo antes de que nacieran.
Puede ser incluso más sorprendente saber que los arreglistas de jazz utilizaron armo-
nías que habían escuchado en la música de Debussy y de Ravel. O que los múltiples
estratos melódicos y textuales simultáneos que se encuentran en la música de rap re-
ciente se experimentaron por vez primera en el motete del siglo XIII. No queremos
decir que no haya nada nuevo bajo el sol, sino que casi ninguna novedad es una sim-
ple vuelta de tuerca con respecto a aquello que se había convertido en tradición. En
ocasiones, lo que parece ser más novedoso no es sino un préstamo parcial de la músi-
ca del pasado más lejano.
También puede sorprendernos saber que ideas que damos por sentadas acerca de
la música no siempre fueron moneda corriente. La música popular dirigida a los
adolescentes no surgió hasta después de la Segunda Guerra Mundial. La mayor parte
de instrumentos de viento-madera y viento-metal adoptaron su forma actual a me-
diados del siglo XIX, si no más tarde. Los conciertos con música de épocas pasadas,
práctica habitual en la vida musical de hoy en día, tuvieron lugar por vez primera en
el siglo XVIII y fueron muy inusuales antes del siglo ·XIX. La tonalidad, nuestro len-
guaje musical común de tonalidades mayores y menores, ni siquiera es más antigua
que la ciudad de Nueva York. Conocer los orígenes de estos y otros aspectos de la
vida musical aumenta nuestra comprensión de la misma.
Muchas preguntas acerca de la música sólo pueden ser contestadas históricamen-
te. ¿Por qué utilizamos una escala diatónica de siete notas? ¿Por qué disponemos de
un sistema de notación con líneas, pentagramas, claves y notas? ¿Por qué Bach y
Schumann utilizan con frecuencia la misma figura rítmica un compás tras otro,
mientras que Mozart y Schonberg casi nunca lo hacen? ¿Cómo pasó el jazz de ser
una forma popular de música de danza a ser un tipo de música culta? Ninguna de
estas cuestiones tiene una respuesta de sentido común, pero todas pueden respon-
derse trazando su historia. Por regla general, si algo no tiene un sentido evidente, es
porque existe para ello una razón histórica, y únicamente conociendo su historia po-
demos explicarlo.
Con estos temas en mente he escrito esta nueva y octava edición de la Historia de
la música occidental. He cambiado también el diseño del libro para hacerlo más fácil
de leer y de utilizar. En general, el texto nuevo está reestructurado en capítulos más
cortos, pudiéndose leer cada uno de ellos de una sola sentada, y lo he organizado en
seis partes que se corresponden con periodos históricos amplios -Los mundos anti-
guo y medieval, El Renacimiento, El siglo XVII, El siglo XVIII, El siglo XIX y El siglo XX y
después. Estas partes están divididas ulteriormente en subperiodos y cada uno de és-
tos es analizado en uno, dos o tres capítulos. El primer capítulo de cada segmento
cronológico comienza con un resumen de las fechas más importantes, con el fin de
orientar al lector con respecto a algunos de los temas más significativos de la época.
Además, cada capítulo se inicia con una perspectiva general de la música que se tra-
tará después y termina con un croquis de su recepción y de su impacto permanente.
Prefacio a la octava edición 15
La Historia de la música occidental, octava edición, está diseñada para su máxima le-
gibilidad. La narración va acompañada de numerosas características instructivas que
tienen el cometido de ayudarte:
• Breves introducciones en cada parte, que ponen de relieve algunos de los te-
mas más importantes de cada período.
• Perspectivas generales y resúmenes en cada capítulo, que establecen el contex-
to social e histórico al principio y el legado musical al final, facilitando la com-
prensión de cada período y de su repertorio musical.
• Las formas de un vistazo como comentarios al margen y que describen y ofre-
cen un esquema de importantes formas musicales en un formato visual sencillo
y con la máxima claridad.
• Términos clave destacados mediante cursivas en negrita en toda la obra y defi-
nidos, para su fácil referencia, en el glosario que se encuentra al final del libro.
• Biografías de los compositores que subrayan ciertos aspectos de su vida y de su
obra.
• Comentarios al margen sobre la música en su contexto que destacan la im-
portancia de la música en la vida diaria de las personas de todos los niveles so-
ciales, mostrando lo que valoraban en ella y cómo la producían y consumían.
• Comentarios al margen sobre la innovación en la música -uno en cada
parte-, que se concentran en una innovación clave de tipo tecnológico o so-
cial que cambió significativamente la difusión, la interpretación o el consumo
de la música.
• La lectura de fuentes ofrece extractos concisos y expresivos de escritos de per-
sonajes centrales de la historia, los cuales esclarecen sus elecciones y valores con
respecto a la música.
• Cronologías con nuevo diseño en cada capítulo, que ubican la música en su
contexto social e histórico y facilitan una visión más clara de lo que ocurrió y
cuándo ocurrió.
16 Historia de la música occidental
• El siglo XVII amplía su estudio de los afectos y establece una relación entre los
intentos de los músicos de aislar y categorizar las emociones y los esfuerzos si-
milares realizados por escritores, artistas y científicos. Un mayor énfasis puesto
en la música francesa dirige nuestra atención hacia el air de cour, la música
para laúd y el grand motet, además de nuevas puntos de vista en la Francia de
entonces sobre la naturaleza y la expresión.
• Los capítulos centrados en el siglo XVIII ponen de relieve las ideas de la Ilustra-
ción como un fundamento social y filosófico del periodo que tuvo como resul-
tado cambios esenciales en los conceptos, el estilo, la forma y la composición
musicales, cambios aún relevantes en nuestros días. Estos capítulos aclaran
también formas muy importantes, en particular las variedades de la forma bi-
naria y su relación con la sonata y con otras formas.
• La sección dedicada al siglo XIX pone una atención mayor en la ideas subyacen-
tes tras la música, incluido el Romanticismo, el organicismo, las nociones de
autonomía musical y el nacionalismo en la política, el arte y la música. Se ha
ampliado la parte consagrada a la ópera y se ha otorgado una extensión mayor
al estudio de Bellini, Meyerbeer, Weber, Glinka, Verdi y Puccini. El contenido
acerca de Wagner se ha concebido por completo de forma diferente, con un
tratamiento nuevo y más completo del ciclo del Anillo, los Leitmotiv, su enfo-
que de la poesía, la tonalidad en Tristdn e !solda, así como sus ideas y escritos,
desde la relación entre las artes hasta el nacionalimso y el antisemitismo. Hay
también nuevos materiales acerca del estilo tardío de Beethoven, el desarrollo
de las relaciones armónicas basadas en terceras, la música de cámara desde
Schubert hasta Brahms, la música instrumental de Schumann y la música de
Chaikovsky, Dvorak y Grieg.
• La última parte, El siglo XX y después, dedica una mayor atención al neoclasi-
cismo, la tradición experimental norteamericana, John Cage, el serialismo de la
postguerra, los modernistas europeos desde Stockhausen y Boulez hasta Berio y
Ligeti, los compositores minimalistas y postminimalistas desde La Monte Young
hasta John Adams, el poliestilismo y los compositores activos hoy en día. Esta
sección presta asimismo una atención equilibrada a la relación entre la música
culta y los lenguajes populares, incluido el jazz, así como la influencia mutua en-
tre ellos. Éstos son solamente algunos de los cambios en la nueva octava edición.
J. Peter BURKHOLDER
Octubre de 2008
18 Historia de la música occidental
En este libro, la referencia a una nota sin mención del registro de su octava es desig-
nada por su nombre en mayúscula (La). Una nota en una octava concreta se designa
en cursiva, usando el siguiente sistema:
!J'
~
e Do a Si a
Mesopotamia, la tierra entre los ríos Tigris y Éufrates (ahora forma parte de Irak: y
de Siria), fue el hogar de numerosos pueblos en los tiempos antiguos. El mapa 1.1
muestra algunas de las más importantes civilizaciones que se desarrollaron en esta y
en las regiones vecinas durante un lapso de más de dos mil años. Aquí, en el cuarto
milenio a.C., los sumerios desarrollaron las primeras ciudades auténticas, la primera
civilización y una de las primeras formas conocidas de escritura, utilizando impresio-
nes sobre tablillas planas de arcilla. Este sistema cuneiforme fue adoptado por las ci-
vilizaciones posteriores, incluidos los acadios y los babilonios. Muchas tablillas han
sido descifradas y algunas mencionan la música.
Los restos arqueológicos y las imágenes aún son cruciales para comprender la mú-
sica de esta época. Las pinturas muestran cómo se sostenían y tocaban los instru-
mentos y en qué circunstancias se utilizaba la música, mientras que los instrumentos
que han sobrevivido revelan detalles de su construcción. Por ejemplo, los arqueólo-
gos que exploraron las tumbas reales de Ur, una ciudad sumeria junto al Éufrates,
encontraron varias liras y arpas, dos clases de instrumentos de cuerda punteada, así
como pinturas que muestran cómo se tocaban, todas aproximadamente del 2500 a.C.
En una lira, las cuerdas van paralelas a la tabla armónica resonante y están unidas a
un listón de ajuste apoyado en dos brazos; en un arpa, las cuerdas corren perpendi-
culares a la tabla armónica resonante y el mástil que las sostiene está unido directa-
ILUSTRACIÓN 1.1 Estandarte de Ur, ca. 2600 a. C En este detalle aparece una figura tocando una lira
con forma de toro en un banquete de celebración de una victoria.
mente a la caja de resonancia. La ilustración 1.1, parte de un panel con incrustacio-
nes, muestra a un músico tocando una lira toro durante un banquete de la victoria.
El intérprete sostiene la lira, que se apoya aparentemente en una correa, de forma
perpendicular a él y éste toca con ambas manos. Tanto la imagen como el instru-
mento revelan que la lira tenía un número variable de cuerdas tensadas desde un
puente en la caja de resonancia hasta el listón de ajuste, donde estaban atadas a unas
clavijas que podían girarse para modificar la tensión y, con ello, la afinación de cada
cuerda. Otros instrumentos de esta época fueron laúdes, caramillos, tambores, cím-
balos, badajos, cascabeles y campanas.
La combinación de documentos escritos e imágenes que muestran la ejecución
musical nos aporta una comprensión mucho más completa del uso que las culturas
mesopotámicas daban a la música y nos enseña que sus repertorios incluían canciones
de boda, lamentos funerarios, música militar, canciones de trabajo, canciones infanti-
les, música de danza, de taberna, de fiesta y entretenimiento, música para dirigirse a
los dioses o para acompañar ceremonias y procesiones, así como poemas épicos cant~
dos con acompañamiento instrumental, aplicaciones todas que, con excepción de la
última, continúan en uso hoy en día. Lo mismo que respecto a todas las épocas ante-
riores del siglo XIX, encontramos los mejores testimonios para la música de la elite so-
cial, de los principales gobernantes y de los sacerdotes, quienes tenían los recursos
para inducir a los fabricantes de instrumentos y a los músicos a que ejecutasen músi-
ca, a los artistas a que la representaran y a los copistas a que escribiesen sobre ello.
Las fuentes escritas proporcionan también un vocabulario musical e informacio-
nes acerca de los músicos. Glosarios sumerios y acadios a partir del 2500 a.C. apro-
ximadamente incluyen términos relativos a los instrumentos, los procedimientos de
afinación, los intérpretes, las técnicas de interpretación y los géneros o tipos de com-
posición musical. El compositor más antiguo conocido por nosotros por su nombre
es Enheduanna (fl. ca. 2300 a.C.), una suma sacerdotisa acadia de Ur, que compuso
himnos al dios de la luna Nanna y a la diosa de la luna lnanna; sus textos, aunque no
su música, han sobrevivido en las tablillas cuneiformes.
En torno al 1800 a.C., los músicos babilonios empezaron a anotar lo que sabían
en lugar de transmitirlo únicamente de manera oral. Sus escritos describen la afina-
ción, los intervalos, la improvisación, las técnicas de interpretación y los géneros, in-
cluyendo canciones amorosas, lamentos e himnos. Encontramos aquí de nuevo mu-
chos aspectos de la música que se prolongaron en tiempos posteriores.
Entre los escritos aparecen instrucciones para afinar un instrumento de cuerda
que parece indicar que los babilonios (y, probablemente, sus predecesores en Meso-
potamia) utilizaron escalas diatónicas de siete notas. Reconocían siete escalas de esta
clase, que se corresponden más o menos con las siete escalas diatónicas que pueden
tocarse en las tedas blancas del piano. Estas escalas tienen paralelos en el antiguo sis-
tema musical griego, así como en el nuestro, y sugieren que la teoría y la práctica de
los babilonios influyeron en las de Grecia directa o indirectamente, y que, a través de
Grecia, llegaron a la música europea.
J. La música en la Antigüedad 27
Los babilonios usaron nombres propios para los intervalos, creando así la nota-
ción musical más arcaica que se conoce. La pieza casi completa más antigua, de
aproximadamente 1400-1250 a.C., procede de una tablilla que se muestra en la ilus-
tración 1.2 y fue hallada en Ugarit, una ciudad-estado y puerto comercial en la costa
de Siria. El poema está en hurriano, una lengua que !!.2J>..~~4e...Jgc;lucirse.e11teram.e11-
te, pero el texto parece ser un himno a Nikkal, esposa del dios de la luna. Los espe-
-cialistas han propuesto posibles transcripciones de esta música, si bien la notación se
entiende con tanta dificultad que no puede leerse con una mínima certeza. A pesar
de la invención de la notación, la mayor parte de la música bien se ejecutaba de me-
moria bien era improvisada. Es muy probable que los músicos no tocasen o cantasen
a partir de la notación, como hacen los intérpretes modernos, sino que la utilizaran
como un documento escrito a partir del cual podían reconstruir una melodía, del
- ----- -
mismo modo que jos cocineros hacen uso de una receta. { l-1'-lucO.:)
.;¿
1
ILUSTRACIÓN 1.2 Tablilla de arcilla de Ugarit, ca. 1400-1250 a.C., con texto y notación musical de un
himno a Nikkal. El texto estd por encima de la línea doble y la música por debajo.
Otras civilizaciones
/
28 L os mundos antiguo y medieval
La antigua Grecia es la civilización más temprana que nos ofrece suficientes testimo-
nios para elaborar una visión completa de su cultura musical, aunque existen nume-
rosas lagunas de conocimiento. Empezaremos con los instrumentos que utilizaron,
pasaremos después a los escritos sobre las facetas y efectos de la música, continuare-
mos con los escritos teóricos y concluiremos con la música misma. Como se muestra
en el mapa 1.2, la civilización griega abarcaba no sólo la península griega, sino tam-
bién las islas del Egeo, buena parte de Asia Menor, el sur de Italia, además de Sicilia y
de las colonias alrededor del Mediterráneo y del mar Negro. De esta cultura antigua
poseemos numerosas imágenes, se han conservado unos pocos instrumentos, escritos
sobre las funciones y efectos de la música, escritos teóricos sobre los elementos de la
música y más de cuarenta ejemplos musicales en una notación que podemos leer.
Sabemos acerca de los instrumentos griegos gracias a escritos, a los restos arqueológi-
cos y a cientos de imágenes en vasijas. Los instrumentos más importantes fueron el
aulos (pl. auloi), la lira y la citara (kithara). Los griegos usaron también arpas, otros
instrumentos de cuerda punteada, flautas de Pan, cornos, una primitiva forma de ór-
gano y una variedad de instrumentos de percusión tales como tambores, platillos y
sonajeros.
El aulos consistía en una especie de oboe que se solía tocar por pares. Cada tubo te-
nía agujeros para los dedos y una boquilla provista de una lengüeta. No ha sobrevivido
ningún tipo de lengüeta pero las descripciones escritas sugieren que el aulos tenía lar-
gos tubos con una lengüeta vibrante. El tono podía variarse mediante la posición de la
lengüeta en la boca, la presión del aire y la digitación. Las imágenes de intérpretes de
auloi muestran ambas manos con la misma posición de los dedos, lo que llevó a los es-
tudiosos a pensar que ambos tubos se tocaban al unísono, con leves diferencias de tono
entre ellos, creando así un sonido quejumbroso. Pero las modernas reconstrucciones
basadas en los auloi que han pervivido pueden emitir también octavas, quintas y cuar-
tas paralelas, o un bordón o voz separada en una flauta frente a una melodía en la otra,
de manera que este método de ejecución no puede descartarse.
30 Los mundos antigzto y medieval
De la antigua Grecia se han conservado más escritos que de ninguna otra civiliza-
ción. En consecuencia, conocemos muchos detalles acerca del pensamiento griego
en torno a la música. Había dos clases principales de escritos sobre música: 1) doc-
trinas filosóficas sobre la naturaleza de la música, y 2) descripciones sistemáticas de
los materiales de la composición musical, lo que hoy llamamos teoría de la música.
En ambos campos, los griegos emitieron juicios profundos y formularon principios
que han sobrevivido hasta hoy. Los escritos más influyentes acerca de los usos y efec-
tos de la música aparecen en pasajes de obras de Platón (ca. 429-347 a.C.) como La
República y el Timeo, y de Aristóteles (384-322 a.C.) como su Política. La teoría
griega de la música evolucionó continuamente desde la época de su fundador, Pitá-
goras (m. ca. 500 a.C.), hasta Arístides Quintiliano (siglo N d.C.), el último escritor
importante. Como podemos esperar en una tradición que se extiende durante casi
un milenio, los escritores expresaron diferentes puntos de vista diferentes y el signifi-
cado de numerosos términos se fue transformando. A continuación señalaremos los
32 Los mundos antiguo y medieval
rasgos más característicos de la música y los más importantes para la posterior histo-
ria de la música de Occidente.
En la mitología griega, los inventores de la música y sus primeros practicantes
fueron dioses y semidioses tales como Apolo, Hermes, Anfión y Orfeo. La palabra
música (en griego, mousike') deriva de una palabra asociada a las Musas y original-
mente designaba cualquiera de las artes asociadas a ellas, de la historia a la danza.
Para los griegos, la música era tanto un arte destinado al disfrute como una ciencia
estrechamente relacionada con la aritmética y la astronomía. Su presencia era cons-
tante en todos los ámbitos: el trabajo, la vida militar, la escuela y la recreación en las
ceremonias religiosas, la poesía y el teatro.
La música como arte de la interpretación se llamaba melos, término del que pro-
cede la palabra melodía. Al principio era monofónica, consistiendo en una única lí-
nea melódica, aunque esto no significa que se interpretase siempre de esta manera.
Sabemos a partir de pinturas que los cantantes se acompañaban a sí mismos con la
lira o con la cítara, pero no sabemos si tocaban notas de la melodía, tocaban una
variación de la melodía (generando una heterofonía) o tocaban una voz indepen-
diente (dando lugar a polifonía). No existía concepto alguno para aquello que lla-
mamos armonía o contrapunto, si bien los instrumentos adornaban a menudo la
melodía mientras un solista o un coro cantaban una versión sin adornos, dando así
lugar a la heterofonía. Melos podía indicar una melodía instrumental sola o una
canción con un texto, mientras que un «melos perfecto» consistía en melodía, texto
y estilizado movimiento de danza, concebidos como un todo. Para los griegos, mú-
sica y poesía eran casi sinónimos. En La República, Platón definía el melos como
una mezcla de texto, ritmo y armonía (significando aquí las relaciones entre los to-
nos). En su Poética, Aristóteles enumeró los elementos de la poesía como melodía,
ritmo y lenguaje, y observó que no existía ningún nombre para referirse a un dis-
curso elaborado, ya fuese en prosa o en verso, que no incluyese la música. La poesía
«lírica» denotaba la poesía cantada con el acompañamiento de la lira; la «tragedia»
incluye el sustantivo ode, «el arte de cantan>. Muchas otras palabras griegas emplea-
das para diferentes tipos de poesía, como, por ejemplo, himno, eran términos musi-
cales.
Para Pitágoras y sus seguidores, los números eran la clave del universo y la música
era inseparable de los números. Los ritmos estaban ordenados por números, puesto
que cada nota era algún múltiplo de la duración primordial. Se atribuye a Pitágoras
el descubrimiento de que la octava, la quinta y la cuarta, reconocidas hacía tiempo
como consonancias, estaban asimismo relacionadas con los números. Estos interva-
los se generan mediante las proporciones más simples: por ejemplo, cuando se divide
una cuerda, los segmentos cuyas longitudes tienen la proporción 2: 1 hacen sonar
una octava, 3:2 una quinta y 4:3 una cuarta.
Puesto que los sonidos y los ritmos musicales estaban ordenados según los nú-
meros, se pensó que eran ejemplo del concepto general de armonía, la unificación
de las partes en un todo ordenado. A través de este flexible concepto -que podía
J. La mú.sica en la Antigüedad 33
Música y ethos
Los escritores griegos pensaban que la música podía afectar el ethos, el carácter ético
de uno o el modo de ser y de comportarse. La idea se generó sobre la base de la vi-
sión pitagórica de la música como un sistema de tonos y ritmos, gobernado por las
mismas leyes matemáticas que operaban en los mundos visible e invisible. La armo-
nía de la música reflejaba la armonía en otros ámbitos y por lo tanto podía influir en
ellos. El alma humana era vista como un compuesto cuyas partes se mantenían en
armonía en virtud de relaciones numéricas. Porque reflejaba este sistema ordenado,
la música podía penetrar en el alma y restaurar su armonía interior.
En la doctrina de la imitación (mímesis) esbozada en su Política, Aristóteles des-
cribía cómo la música afectaba la conducta: la música que imitaba un cierto ethos
suscitaba ese mismo ethos en el oyente (véase Lectura de Fuentes). La imitación de
un ethos particular se conseguía en parte mediante la elección de la armonía, en el
sentido del tipo de escala o del estilo de melodía. Aun cuando los siglos posteriores
lo interpretaron como una atribución de tales efectos a un modo o a una escala con-
cretos, Aristóteles tuvo probablemente también en mente los giros melódicos y las
características estilísticas generales de una cierta armonía, así como los ritmos y gé-
neros poéticos particulares mayormente asociados a ella.
Tanto Platón como Aristóteles abogaron por que la educación hiciera hincapié
en la gimnasia como disciplina del cuerpo y en la música como disciplina de la
mente. En La República, Platón insistió en que ambos debían estar equilibrados
porque demasiada música lo convertía a uno en débil e irritable, mientras que de-
masiada gimnasia volvía a la persona incivilizada, violenta e ignorante. Además,
34 Los mundos antiguo y medieval
~ LECTURA DE FUENTES-- - -- -- - -- -
Pero en las melodías hay imitaciones de los estados de cardcter. Y esto es evidente. Por de
pronto, la naturaleza de los modos musicales es diferente, de modo que los que los oyen
son influidos de modo distinto, y no tienen el mismo estado de dnimo respecto a cada uno
de ellos. Ante algunos se sienten mds tristes y meditativos, como ante el modo llamado
mixolidio; ante otros sienten languidecer su mente, como ante las melodías ldnguidas, y
en otros casos, con un dnimo intermedio y recogido, como parece inspirarlo el modo dorio,
de manera única, mientras que el .frigio infonde el entusiasmo. Esto lo exponen bien los
que han filosofado sobre este tipo de educación. Extraen los testimonios de sus argumentos
de los mismos hechos. De igual modo pasa con los ritmos: unos tienen un cardcter mds re-
posado; otros, mds movido, y de éstos, los unos tienen movimientos mds groseros y los
otros, mds nobles. De estos datos resulta claro que la música puede procurar cierta cuali-
dad de dnimo, y si puede hacer esto es evidente que se debe aplicar y que se debe educar
en ella a los jóvenes. El estudio de la música se adapta a la naturaleza juvenil, ya que los
jóvenes, por su edad, no soportan de buen grado nada que esté falto de placer, y la música
es, por naturaleza, una de las cosas placenteras.
sólo cierta música era conveniente ya que la escucha habitual de una música que
suscitase estados de ánimo innobles podía deformar el carácter de una persona. Los
instruidos para el gobierno deberían evitar las melodías que expresaran lenidad e
indolencia. Platón aprobaba dos harmoniai -la doria y la frigia porque fomenta-
ban las virtudes de la templanza y del valor- y excluía otras. Deploraba la música
que utilizaba escalas complejas o mezclaba géneros, ritmos e instrumentos incom-
patibles. En La República y en Las leyes, Platón aseguraba que las convenciones mu-
sicales no debían cambiarse puesto que la ausencia de ley en el arte y en la educa-
ción conducía al libertinaje en las costumbres y a la anarquía social. Ideas similares
J. La música en la Antigüedad 35
han sido esgrimidas por los guardianes de la moralidad en los veinticuatro siglos si-
guientes, de manera que el ragtime, el jazz, el rock, el punk o el rap han sido con-
denados por estas razones.
Aristóteles fue en su Política menos restrictivo que Platón. Sostuvo que la música
podía utilizarse para el placer y para la educación, y que las emociones negativas
como la compasión y el terror eran purgadas al ser inducidas por la música y el dra-
ma. En cualquier caso, su opinión era que los hijos de los ciudadanos libres no de-
bían buscar su formación profesional como intérpretes de instrumentos musicales ni
aspirar a convertirse en virtuosos de los mismos, puesto que consideraba vulgar y de
baja categoría la ejecución musical con el único fin de agradar a los demás en vez de
para perfeccionarse uno mismo.
No han sobrevivido escritos de Pitágoras y los de sus seguidores existen sólo en frag-
mentos citados por otros autores. Los escritos teóricos más tempranos de que dispo-
nemos son los Elementos armónicos y los Elementos rítmicos (ca. 330 a.C.) de Aristo-
xeno, un discípulo de Aristóteles. Escritores posteriores de importancia son
Cleónides (ca. siglo 11 o III d.C.) , Ptolomeo y Arístides Quintiliano. Estos teóricos
definieron algunos conceptos aún vigentes hoy en día, así como otros específicos de
la música griega antigua. Sus escritos demuestran cuánto valoraban los griegos el
pensamiento abstracto, la lógica y la definición y clasificación sistemática que han
influido en los escritos posteriores concernientes a la música. También demuestran el
aprecio de los griegos por la variedad, dada la profusión de notas, intervalos y escalas
disponibles en el sistema descrito por ellos.
De los Elementos rítmicos de Aristoxeno sólo ha sobrevivido una parte, pero ésta
basta para mostrarnos que el ritmo musical estaba estrechamente vinculado al ritmo
poético. Aristoxeno define las duraciones como múltiplos de una unidad básica de
tiempo. Este esquema tiene su paralelo en la poesía griega, en la que aparecen pautas
de sílabas largas y cortas y sílabas acentuadas y no acentuadas, como en inglés.
En los Elementos armónicos, Aristoxeno distingue entre el movimiento continuo de
la voz, que sube y baja como en el discurso, y el movimiento diastemático (o intervd-
lico), en el que la voz se mueve entre tonos fijos separados por intervalos discretos.
Una melodía consiste en una serie de notas, cada una de una altura particular; un in-
tervalo está formado por dos notas de diferente altura, y una escala es una serie de
tres o más alturas o tonos diferentes en orden ascendente o descendente. Estas defini-
ciones aparentemente simples establecieron una base firme para la música griega y
para toda teoría de la música posterior. Por contraste, los músicos babilonios parecían
no tener denominación alguna para los intervalos en general, sino que únicamente
daban nombre a los intervalos formados por pares concretos de cuerdas en la lira o en
el arpa. La mayor abstracción del sistema griego supuso un considerable avance.
36 Los mundos antiguo y medieval
Aristoxeno subrayaba que el género diatónico era el más antiguo y el más natural,
el cromático el más reciente, y el enarmónico el más refinado y difícil de escuchar.
En efecto, hemos visto que el sistema babilónico, que precedió al griego en más de
un milenio, era diatónico.
Puesto que la mayor parte de las melodías excedían el ámbito de una cuarta, los
teóricos combinaban los tetracordos para cubrir ámbitos mayores. Dos tetracordos
sucesivos eran conjuntos si compartían una nota, como lo hacen los dos primeros te-
tracordos del ejemplo 1.2, o disjuntos si estaban separados por un tono entero,
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Mese Hypaton Proslambanomenos
J. La música en la Antigüedad 37
b. Especies de quinta
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c. Especies de octava
l. Mixolidio 4· Dórico
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3. Frigio
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Cleónides y Arístides Quintiliano, usaron los mismos nombres para hasta quince dife-
rentes tonoi, definiendo el tonos como una escala o conjunto de tonos dentro de un
ámbito específico o región de la voz. Estos tonoi incluían en su esencia la posibilidad
de transponer el sistema de tonos hacia arriba o hacia abajo mediante un cierto núme-
ro de semitonos. Como los hannoniai, los tonoi estaban asociados al carácter y al hu-
mor, siendo enérgico el tonoi más agudo, y reposado el más grave.
No debemos suponer que toda la música de la región dórica (sur de Grecia) utili-
zaba las especies de octava dóricas, la armonía dórica y los tonos dóricos, ni que es-
J. La música en la Antigii-edad 39
Han sobrevivido unas cuarenta y cinco piezas o fragmentos de música griega anti-
gua, los cuales abarcan desde el siglo V a.C. hasta el siglo IV d.C. La mayor parte
proceden de los períodos tardíos, fueron compuestos sobre textos griegos cuando
Grecia había sido ya dominada por Roma y no fueron recuperados hasta el siglo XX.
Todos emplean una notación musical en la cual letras y otros signos se colocan por
encima del texto para indicar las notas y sus duraciones. Los ejemplos más antiguos
son dos coros pertenecientes a tragedias de Eurípides (ca. 485-406 a.C.) , con música
probablemente del propio Eurípides. Las piezas posteriores están más completas e
incluyen dos himnos délficos aApolo, el segundo de 128-127 a.C.; un verso corto o
epigrama de Seiquilos, inscrito en el epitafio sobre una lápida de aproximadamente
el siglo I d.C.; y cuatro himnos de Mesomedes de Creta del siglo II d.C. La coheren-
cia entre estas piezas que han perdurado y los escritos teóricos delata una estrecha
correspondencia entre la teoría y la práctica.
El Epitafio de Seiquilos, inscrito sobre una lápida en la ilustración 1.4, se
muestra en el ejemplo 1.4 en su notación original y en una transcripción moder-
na. Sobre la notación moderna aparecen signos alfabéticos para las notas y, sobre
éstas, se ven marcas que indican cuándo la unidad rítmica básica tenía que ser
doblada o triplicada. La melodía es diatónica, su ámbito es el de una octava y uti-
liza la especie de octava frigia. La notación indica el tono llamado lastiano por
los teóricos, en el cual el sistema que se muestra en el ejemplo 1.2 se transpone
hacia arriba un tono entero (resultando en Fa sostenido y en Do sostenido). El
texto equilibra los extremos y nos aconseja que permanezcamos alegres aun admi-
tiendo la muerte. Esto es coherente con el tono lastiano, que está más o menos
en el medio de los quince tonos en términos de ámbito, y sugiere, por lo tanto, la
moderación. La melodía parece igualmente moderada en su ethos, ni excitada ni
deprimida, sino equilibrando las quintas y terceras ascendentes que dan comien-
zo a la mayor parte de los renglones del poema mediante gestos descendentes al
final de cada renglón.
40 Los mundos antiguo y medieval
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ILUSTRACIÓN 1.4 Estela foneraria de Tra-
Mientras vivas, permanece alegre. lles, cerca de Aydin en el sur de Turquía, pro-
Que nada te perturbe. La vida es en verdad bablemente del siglo J d. C. Lleva inscrito un
demasiado breve y el tiempo se cobra su tributo. epitafio de Seiquilos con notación del tono y
del ritmo, transcrito en el ejemplo 1.4.
madre, Clitemnestra, por ser infiel a su padre, Agamenón. La poesía y, por consi-
guiente, la música están dominadas por un patrón rítmico (el pie docmio), utilizado
en la tragedia griega para pasajes de gran agitación e intensa aflicción. La música re-
fuerza este ethos mediante pequeños intervalos cromáticos o enarmónicos, fuertes
cambios de registro y líneas truncadas, cuyos huecos son rellenados por notas instru-
mentales.
Estos ejemplos se ajustan a las descripciones que tenemos de la música griega y
demuestran: 1) el papel de los instrumentos como apoyo de la música vocal, 2) la
idea de que la música imita el ethos, 3) la importancia del ritmo y de la estructura
poética a la hora de elaborar la melodía, y 4) el uso de los géneros diatónico, cro-
mático y enarmónico, así como de la notación, los tonoi y la especies de octava.
Si bien quedan muchas cuestiones sin resolver, podemos entender la cultura mu-
sical de la antigua Grecia gracias a los cuatro testimonios examinados en este ca-
pítulo.
De la música en la Roma antigua sabemos menos cosas. Existe una enorme cantidad
de imágenes, algunos instrumentos y miles de descripciones escritas, pero no han so-
brevivido composiciones musicales sobre textos latinos del periodo de Roma.
Los romanos recogieron de Grecia una buena parte de su cultura musical, espe-
cialmente después de que las islas griegas pasaran a ser provincia romana en el
146 a.C. Como en Grecia, la poesía lírica era a menudo cantada. La tibia (versión
romana del aulos) desempeñaba un papel importante en los ritos religiosos, en la
música militar y en las representaciones teatrales, incluidos los preludios e interlu-
dios musicales, las canciones y las danzas. La tuba, una trompeta larga y recta here-
dada de los etruscos (primeros habitantes de la península itálica), era utilizada en ce-
remonias religiosas, militares y de Estado. Los instrumentos más característicos eran
un corno grande y circular en forma de G llamado cornu, así como una versión más
pequeña, la buccina. La ilustración 1.6 muestra tibias y cornus tocados en una pro-
cesión funeraria. La música formaba parte de la mayor parte de las ceremonias pú-
blicas, se ofrecía como entretenimiento público y era parte integrante de la educa-
ción. Cicerón, Quintiliano y otros escritores estipularon que las personas cultivadas
deberían tener educación musical.
Durante la época de apogeo del Imperio Romano, en los siglos I y II d.C., el arte,
la arquitectura, la música, la filosofía y otros aspectos de la cultura griega fueron im-
portados a Roma y a otras ciudades. Los escritores antiguos nos hablan de famosos
virtuosos, de grandes coros y orquestas y de grandiosas fiestas y concursos musicales.
Numerosos emperadores apoyaron y cultivaron la música; Nerón llegó a tener aspi-
raciones de lograr la fama como músico y concursó en varios certámenes. Sin embar-
go, con el declive económico del Imperio en los siglos III y IV cesaron la producción
42 Los mundos antiguo y medieval
ILUSTRACIÓN 1.6 Procesión funeraria romana en el relieve de un sarcófago de Amitemum, final del si-
glo 1 a. C En la parte inferior derecha se ve a cuatro figuras tocando la tibia, que era parecida al aulos griego.
En la parte superior hay dos hombres tocando el cornu y uno tocando el lituus, ambos instrumentos de metal
etrusco-romanos.
musical a gran escala y los suntuosos gastos de los siglos precedentes. Sea cual sea la
influencia directa de la música de Roma en los desarrollos europeos ulteriores, pare-
ce en cualquier caso no haber dejado apenas rastro alguno.
El legado de Grecia
Aunque muchos detalles sigan siendo inciertos, sabemos que, en el mundo anti-
guo: 1) la música estaba íntimamente vinculada al ritmo y a la métrica de las pala-
bras; 2) los músicos confiaban en su memoria y en su conocimiento de las conven-
ciones y las fórmulas, y no en la lectura a partir de la notación; y 3) que los filósofos
concebían la música como un sistema ordenado entrelazado con el sistema de la na-
turaleza y como una fuerza en el pensamiento y la conducta humana. A estos ele-
mentos, los griegos añadieron dos más: 4) una teoría de la acústica fundamentada en
la ciencia y 5) una teoría de la música considerablemente desarrollada.
Muchas de estas características se mantuvieron en la música posterior de Occi-
dente. Buena parte del melodismo vocal está conformado por el ritmo y la métrica
de las palabras. Numerosas tradiciones musicales dependen todavía de la memoria y
de las convenciones, incluso si la notación adquirió cada vez una mayor importancia
en la música occidental del siglo IX en adelante. La concepción de la música como
un sistema ordenado y como algo que influye en la conducta humana sigue vigente
hoy en día. La preocupación de Platón de que los cambios en las convenciones mu-
sicales amenazaban con traer la anarquía a la sociedad ha sido esgrimida repetidas
veces por aquellos que se resisten a los cambios y tiene su eco hoy entre los que se la-
mentan por los gustos actuales de la música popular.
f.:_!:!!:_ música en la Antigüedad 43
Jesús de Nazaret, cuya vida y enseñanzas dieron lugar al cristianismo, era judío y a la
vez súbdito del Imperio Romano. Sus enseñanzas partían de las escrituras judaicas, si
bien sus instrucciones de «hacer discípulos de todas las naciones» (san Mateo 18, 19)
desencadenaron un movimiento que se extendió a lo largo y ancho del mundo ro-
mano. San Pablo (ca. 10-ca. 67 d.C.) y otros apóstoles viajaron por Oriente Próxi-
mo, Grecia e Italia proclamando el cristianismo como una religión abierta a todos.
La promesa de la salvación después de la muerte, así como su fuerte sentido de co-
46 Los mundos antiguo y medieval
~ LECTURA DE FUENTES--- - - - - - - - -
En torno al 400 d.C., una monja española llamada Egeria, de peregrinaje hacia Jeru-
salén, describió las prácticas religiosas que se observaban allí, anotando los salmos e
himnos cantados entre las plegarias y las lecturas de la Biblia. Su testimonio supone
un documento crucial de las prácticas cristianas primitivas. El pasaje citado a conti-
nuación describe la vigilia de la madrugada del domingo, oficio llamado posterior-
mente maitines.
Del Itinerarium Egeriae XXIV, 9-11, en Music in Early Christian Literature, ed. James W McKinnon
(Cambridge: Cambridge University Press, 1987), 115.
munidad y de igualdad entre las clases sociales, atrajo a muchos que se convirtieron
al nuevo credo. Las mujeres se sintieron también motivadas por el cristianismo y
desempeñaron un papel fundamental en su crecimiento.
A los súbditos de Roma se les permitía la práctica de sus propias religiones siem-
pre y cuando venerasen también a los dioses y emperadores romanos. Pero cualquier
grupo que venerase a un solo dios y negase a los otros buscando convertir a gentes
2. La Iglesia cristiana en el_.p_ri_·m_er_1_n_ilen
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de todas las nacionalidades suponía una amenaza para la religión del Estado y, por
ende, para el Estado mismo. Los cristianos fueron perseguidos en distintas ocasio-
nes; tenían que congregarse en secreto y algunos sufrieron martirio. Sin embargo, el
cristianismo siguió captando adeptos, incluso entre las pudientes y poderosas fami-
lias romanas.
En el 313, un año después de su conversión, el emperador Constantino I (r. 310-
337) emitió el Edicto de Milán, por el cual se legalizaba el cristianismo y se permitía
la propiedad privada de la Iglesia. Para entonces, el cristianismo estaba firmemente
establecido en la mayor parte de las ciudades del Imperio. En el 392, el emperador
Teodosio I (r. 374-395) convirtió al cristianismo en la religión oficial y prohibió to-
das las demás, con excepción del judaísmo. La Iglesia se organizó siguiendo el mode-
lo del Imperio, con territorios llamados diócesis y una jerarquía de Iglesias locales,
obispados y arzobispados encabezados por los patriarcas de Roma, Antioquía, Ale-
jandría, Constantinopla y Jerusalén. Hacia el 600, la totalidad del territorio otrora
controlado por Roma era prácticamente cristiano, como puede verse en el mapa 2.1 .
La herencia judaica
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
San Basilio (ca. 330-379) fue teólogo, obispo de Cesárea (en la Turquía actual) y un
potente partidario de las comunidades monásticas. Elogió el canto de los salmos
como un método que empleaba el placer de la música para transmitir un mensaje re-
ligioso y el sentido de la comunidad.
Cuando el Espíritu Santo vio que la humanidad estaba desviada con respecto a la virtud
y que estdbamos haciendo caso omiso de la vida recta por causa de nuestra inclinación al
placer, ¿qué hizo? Fusionó el deleite de la melodía con la doctrina del orden, según la
cual a través del agrado y la suavidad del sonido podemos recibir inconscientemente lo
que resulta útil en las palabras, de acuerdo con la prdctica de médicos sabios, quienes,
cuando entregan los medicamentos mds amargos al enfermo, a menudo untan con miel el
borde de la copa. Para este propósito se han diseñado para nosotros estas melodías armo-
niosas de los salmos, de forma que aquellos en edad juvenil o que sean joviales en su ca-
rdcter, mientras que aparentemente estdn cantando, pueden en realidad estar educando
sus almas. Pues apenas uno solo de los muchos, incluidos los indolentes, ha partido rete-
niendo en su memoria cualquier precepto de los apóstoles o de los profetas, pero sí los ordcu-
los de los salmos que cantan en los hogares y difunden en la plaza del mercado. Y sí en al-
gún lugar alguien que expresa una cólera excesiva como una bestia salvaje cae bajo la
llamada del salmo, se marcha de inmediato habiendo calmado con la melodía la feroci-
dad de su dnimo.
Un salmo es el sosiego de los espíritus, el drbitro de la paz, lo que refrena el desorden y
la turbulencia de los pensamientos porque suaviza la pasión del alma y modera su indis-
ciplina. Un salmo genera amistades, une a los divorciados, media entre los enemigos.
Pues ¿quién puede aún considerar un enemigo a aquel con quien se ha emitido una voz
dirigida a Dios? De forma que el canto de los salmos trae el amor, la mds grande de todas
las cosas, que consigue la armonía como un vínculo de unión y uniendo a las personas en
la sinfonía de un único coro.
. . . ¡Oh, la sabia invención de un maestro que concibió cómo podríamos al mismo
tiempo cantar y aprender cosas de provecho, de manera que las doctrinas se graben con
mayor profundidad en la mente!
San Agustín es uno de los pensadores más significativos de la historia del cristianis-
mo y de la filosofía occidental. Sus Confesiones se consideran la primera autobiogra-
fía moderna. En el pasaje citado a continuación expresa la tensión entre la capacidad
de la música para acrecentar la devoción y la capacidad para seducir por el mero pla-
cer de escucharla.
Cuando recuerdo las ldgrimas que vertí por los cantos de la iglesia en los primeros días de
mi fe recobrada e incluso ahora, cuando me conmueven no tanto los cantos sino las pala-
bras cantadas -cuando son cantadas con voz fluida y una melodía absolutamente apro-
piada-, reconozco el beneficio inmenso de esta prdctica. Así, me siento flaquear entre el
peligro del placer y el beneficio de mi experiencia; pero me siento inclinado, aunque no
mantengo una posición irrevocable, a aprobar la costumbre de cantar en la iglesia, de
modo que los mds débiles de espíritu puedan ascender al trance de la devoción mediante
la satisfacción de sus oídos. Y, sin embargo, cuando sucede que me siento mds conmovido
por el canto que por lo que éste expresa, confieso pecar gravemente y preferiría no escu-
char al cantor en tales ocasiones. ¡Ved en qué condición me hallo ahora!
La actividad musical de Jesús y de sus discípulos más antigua de que se tiene constan-
cia es el canto de himnos (san Mateo 24, 30; san Marcos 14, 26). El apóstol Pablo ex-
hortó a las comunidades cristianas que cantasen «salmos e himnos y canciones espiri-
tuales» (Efesios 5, 19; Colosenses 3, 16). En torno al 112, Plinio el Joven, gobernador
de la provincia romana de Asia Menor, informó de la costumbre cristiana de cantar
50 Los mundos antiguo y medieva{
«una canción a Cristo como si fuese un dios». Los cristianos se congregaban a menu-
do con ocasión de cenas en comunidad en las que cantaban salmos e himnos.
Cuando, en el siglo IV, creció el número de convertidos a la nueva fe y se asentó
también el reconocimiento oficial, los pequeños encuentros informales dieron lugar
a reuniones públicas en grandes edificios rectangulares llamados basílicas. En su in-
terior, el canto de las plegarias y de las escrituras contribuía a la inteligibilidad del
texto en las dimensiones del amplio espacio. Los creyentes más devotos buscaban
una vida de oración permanente. Viviendo en total aislamiento como eremitas o
juntos en los monasterios, cantaban o recitaban los salmos muchas veces al día como
una forma de oración o de meditación. Cantar salmos era una práctica que utilizaba
los placeres de la música para disciplinar el alma, dirigir la mente a las cosas espiri-
tuales y construir la comunidad cristiana (véase Lectura de fuentes, p. 48), y se con-
virtió en el centro de la vida monástica. En las postrimerías del siglo IV, las ceremo-
nias cristianas comenzaron a reflejar una forma estandarizada y el canto se convirtió
en un rasgo característico, tomando los textos tanto del Libro de los Salmos como de
himnos que no proceden de la Biblia (véase Lectura de fuentes, p. 46). Esta práctica
del canto de salmos e himnos fue codificada en los ritos de la Iglesia medieval (des-
critos en el capítulo 3) y ha pervivido hasta el día de hoy, de distintas formas, entre
los cristianos del mundo entero.
Si bien se alentaba la práctica de los cantos de alabanza, algunos dirigentes de la
Iglesia primitiva rechazaron otros aspectos de la antigua práctica. Influyentes escrito-
res cristianos, como san Basilio (ca. 330-379), san Juan Crisóstomo (ca. 345-407),
san Jerónimo (ca. 340-420) y san Agustín (354-430), conocidos hoy como «padres
de la Iglesia», interpretaron la Biblia y sentaron los principios rectores de la Iglesia.
Como los griegos de la Antigüedad, creían que el valor de la música radicaba en su
poder para influir en el ethos de los oyentes, para bien o para mal; san Agustín se
conmovía tan profundamente por el canto de los salmos que terminaba por asustarse
del placer que le producía, aunque aprobaba su capacidad para estimular pensamien-
tos devotos (véase Lectura de fuentes, p. 49). La mayoría de los padres de la Iglesia
rechazaron la idea de cultivar la música por el mero placer y se atuvieron al principio
platónico según el cual las cosas bellas existen para recordarnos la belleza divina. Este
punto de vista subyace a muchas declaraciones posteriores sobre la música por parte
de dirigentes eclesiásticos y de teólogos de la Reforma protestante.
Para los líderes de la Iglesia primitiva, la música era sierva de la religión, y única-
mente la música que hacía accesible al espíritu las enseñanzas cristianas y los pensa-
mientos sagrados era digna de ser escuchada en la iglesia. Al considerar que la músi-
ca sin palabras no era capaz de ello, la mayoría de padres de la Iglesia condenaron la
música instrumental. Las numerosas referencias al arpa, la trompeta y a otros instru-
mentos en el Libro de los Salmos y demás escrituras hebreas se interpretaron como
alegorías. Aunque los cristianos podían utilizar la lira para acompañar los himnos y
los salmos en sus hogares, en el interior de la iglesia no se utilizaban instrumentos.
Por esta razón, toda la tradición de música cristiana durante más de mil años fue la
2. La Iglesia cristiana en el pri,_'m_er_m_ilen_i_·o_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _5_1
del canto sin acompañamiento. Además, los recién convertidos asociaban el canto
más elaborado, los grandes coros, los instrumentos y la danza con espectáculos paga-
nos. La interdicción de tales tipos de música contribuyó a separar a la comunidad
cristiana de la sociedad pagana circundante y a que se proclamara la perentoria nece-
sidad de subordinar los placeres de este mundo al bienestar eterno del alma.
Las disputas entre teólogos y gobernantes condujeron a distintas divisiones entre los
cristianos durante el primer milenio. La división más significativa tuvo lugar en 395,
con la fractura en dos partes del Imperio Romano. El Imperio de Occidente, gober-
nado desde Roma o Milán, sufrió las invasiones de las tribus germanas hasta su de-
rrumbe en el 476. El Imperio de Oriente tuvo su centro en Constantinopla (ante-
riormente Bizancio, actualmente Estambul), reconstruida por Constantino como su
capital. Conocido más tarde como Imperio Bizantino, tuvo una existencia de más de
mil años, hasta la caída de Constantinopla ante los turcos en 1453.
En el Imperio de Oriente, la Iglesia estaba bajo el control del emperador. No obs-
tante, con el declive y la desaparición del Imperio de Occidente, el obispo de Roma
fue asumiendo gradualmente el control de la Iglesia de Occidente. La Iglesia oriental
siguió utilizando el griego, el lenguaje de los primeros apóstoles cristianos, mientras
que, a partir del siglo III, el latín, la lengua del Imperio Romano, fue la utilizada en
Roma y en Occidente. Las crecientes diferencias teológicas intensificaron la división
hasta el 1054, cuando ésta se convirtió en permanente. La Iglesia occidental pasó a
ser la Iglesia Católica Romana y el obispo de Roma empezó a ser conocido como el
papa (de papd, «padre» u «obispo»). La Iglesia bizantina es la antecesora de las Igle-
sias ortodoxas del presente.
Los primeros oficios religiosos no estaban rígidamente determinados, sino que
había ciertas pautas comunes a todas las Iglesias cristianas. Cuando el cristianismo
comenzó a diversificarse, cada rama o región desarrolló su propio rito, consistente en
un calendario eclesiástico, el calendario de los días en que se conmemoraban eventos
especiales, personajes individuales o períodos del año; una liturgia, o corpus de tex-
tos y actos rituales asignados a cada oficio; y un repertorio de canto llano o canto, la
entonación al unísono de melodías para los textos prescritos. Los diferentes reperto-
rios regionales se denominan dialectos del canto en analogía a los dialectos de un
idioma. Nos centraremos en el dialecto más importante para la historia de la música
occidental, el canto gregoriano, pero trataremos brevemente también los cantos bi-
zantino, ambrosiano y viejo romano (o protorromano), mencionando asimismo los
otros dialectos.
Los mundos antiguo y medieval
Canto bizantino
Los oficios religiosos bizantinos incluían la lectura de las escrituras -cantadas utili-
zando fórmulas que reflejaban la prosodia del texto-, así como de salmos e himnos
cantados por medio de melodías enteramente desarrolladas. Las melodías estaban
clasificadas en ocho modos o echoi (singular, echos), que servían de modelo para los
ocho modos de la Iglesia occidental (véase más adelante).
Los cantos bizantinos más característicos eran los himnos, cuya importancia en la
liturgia y cuyo desarrollo fue mayor en las Iglesias orientales que en Occidente, e in-
cluían una amplia tipología. Las melodías himnicas se anotaron en libros a partir del
siglo X y muchas se cantan todavía hoy en los oficios religiosos de la Iglesia ortodoxa
griega. En el siglo IX, los misioneros bizantinos llevaron sus ritos a las tierras eslavas
del norte, dando lugar a la Iglesia ortodoxa rusa y a otras Iglesias eslavas; los textos
griegos fueron traducidos a las lenguas locales y las melodías se adoptaron fielmente,
aunque con el tiempo se dieron divergencias de la tradición.
Dialectos de Occidente
Tras la desintegración del Imperio occidental, el control de Europa del oeste se dise-
minó entre pueblos distintos como, por ejemplo, los celtas, los anglos y los sajones
en las islas británicas, los francos en la Galia (aproximadamente la Francia de hoy
día), los visigodos en España, y los ostrogodos y lombardos en el norte de Italia. To-
dos terminaron por convertirse al cristianismo y adoptar las doctrinas de la Iglesia
occidental. Así surgieron una serie de ritos locales y regionales, cada uno con su pro-
pia liturgia y su repertorio de cantos. Además de la tradición propia de Roma, existía
una multiplicidad de usos en la Galia, conocidos en conjunto como canto galicano,
el canto celta en Irlanda y parte de Bretaña, el mozárabe en España, el beneventano
en el sur de Italia, y el ambrosiano en Milán.
54 Los mundos antiguo y medieval
El centro más importante de la Iglesia occidental aparte de Roma era Milán, ciu-
dad próspera que mantenía estrechos vínculos culturales con Bizancio y el este de
Europa. Fue el lugar de residencia oficial de los emperadores orientales y, más tarde,
la capital del reino lombardo en Italia del norte, cuyo apogeo se produjo entre los
años 568 y 7 44. Los cantos del rito milanés recibieron el nombre de canto ambro-
siano, en honor a san Ambrosio, obispo de Milán del 374 al 397, aunque no sabe-
mos si estos cantos datan de la época de Ambrosio. La liturgia y el canto ambrosiano
se han mantenido en Milán hasta el día de hoy a pesar de los intentos de suprimirlo.
Muchos de estos cantos son similares a los de Roma, lo que indica, o bien cierto in-
tercambio, o bien una fuente común a ambos.
Del siglo VIII en adelante, la liturgia de la Iglesia occidental siguió de manera cre-
ciente las pautas de Roma, después de que los papas y los gobernantes seculares alia-
dos con ellos, en un intento de consolidar su autoridad, unificaron lo que podía ser
dicho y cantado en los oficios de las iglesias. En este proceso, la liturgia y la música
se valoraban no sólo por sus funciones religiosas, sino también como medios para
imponer un control más centralizado. Finalmente, la mayor parte de dialectos loca-
les desaparecieron o fueron absorbidos por una única práctica uniforme, cuya auto-
ridad emanaba directamente de Roma.
ñasen el canto en las tierras del norte. Los vínculos entre Roma y los francos se vie-
ron fortalecidos cuando el papa León III coronó a Carlomagno emperador en Roma
en la Navidad del año 800, dando inicio a lo que se conoce como Sacro Imperio Ro-
mano Germánico. El mapa 2.2 muestra su imperio.
No podemos determinar con certidumbre qué melodías se llevaron desde Roma
hasta los territorios francos pues entonces aún no se escribían. Cantos y melodías
simples de tiempos posteriores que se han conservado con una forma casi idéntica y
en una área amplia pueden ser muy antiguos. Algunos cantos fueron probablemente
alterados por los francos, ya fuese para adecuarlos al gusto del norte o para adaptar-
los dentro del sistema de ocho modos (véase más adelante) importado de la Iglesia
bizantina. Algunas melodías ampliamente utilizadas se extrajeron probablemente del
canto galicano. Por otra parte, muchas melodías nuevas se desarrollaron en el norte
después del siglo VIII.
Los libros de los textos litúrgicos de esta época, que aún carecían de notación
musical, atribuyeron el canto al papa Gregario 1 (san Gregario el Grande, papado
590-604), lo que condujo a la denominación de canto gregoriano. Esto puede dar lu-
gar a una identificación errónea -como hemos visto, el canto se codificó probable-
mente a comienzos del siglo VIII por la Schola Cantorum, quizá durante el papado
de Gregario 11 (715-731). Esta atribución equivocada pudo tener su origen entre los
ingleses, que adoptaron el rito romano poco después de los francos. Los ingleses ve-
neraban a Gregario 1 como el fundador de su Iglesia y, en consecuencia, quisieron
atribuirle su liturgia y su música. La leyenda afirmaba que los cantos fueron dictados
El desarrollo de la notación
La transmisión oral
EJEMPLO 2.1 Las segundas frases de los primeros cuatro versos del tracto Deus, Deus meus
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di - es:
4· in sane - to ha hí tas,
Etapas de la notaci6n
La variación individual no era algo conveniente si los cantos tenían que interpretarse
de la misma manera cada vez en todas las iglesias de un vasto territorio, como era el
deseo del papa y de los reyes francos. Durante el siglo VIII, en Roma, se hicieron dis-
tintos intentos de estandarización de las melodías y de adiestramiento de cantores
francos que fuesen capaces de reproducirlas con total exactitud. No obstante, en tan-
to que este proceso dependía de la memoria y del aprendizaje de oído, las melodías
estaban abocadas al cambio: distintos informes, tanto desde la perspectiva de Roma
como de los francos, nos hablan de melodías adulteradas cuando éstas eran transmi-
tidas a los pueblos del norte. Lo que se necesitaba para estabilizar los cantos era la
notación, un modo de poner la música por escrito. Los más antiguos libros de canto
con notación musical conservados hasta hoy datan de finales del siglo IX, pero sus
coincidencias sustanciales han sugerido a los especialistas que la notación podía ha-
ber estado ya en uso en la época de Carlomagno o poco más tarde. Disponemos de
algún testimonio escrito que apoya este punto de vista, si bien los estudiosos difieren
a la hora de interpretar los documentos disponibles. Con independencia del mo-
mento en que se inventase la notación, no hay duda de que la escritura de las melo-
días supuso un intento de garantizar que, a partir de entonces, cada una de ellas sería
entonada de manera esencialmente igual en todas partes. De ese modo, la notación
fue tanto un resultado del esfuerzo por alcanzar la uniformidad como un medio de
perpetuar esa misma uniformidad.
La notación se desarrolló a través de una serie de innovaciones, estando cada una
de ellas ideada para hacer más preciso el contorno melódico. Los pasos históricos
más significativos se muestran en las ilustraciones 2.2 a 2.4, con sus equivalencias
modernas en los ejemplos 2.2-2.3. Todos muestran el gradual Viderunt omnes de la
Misa para el día de Navidad.
En las notaciones primitivas, los signos llamados neumas (en latín, neuma significa
«gesto») se colocaban encima del texto, como se ve en la ilustración 2.2, para indicar
el número de notas de cada sílaba y si la melodía ascendía, descendía o repetía el mis-
mo tono. Los neumas pudieron derivarse de signos de inflexión y acento, de manera
similar a las tildes del idioma francés moderno. Puesto que los neumas no especifica-
ban alturas de tonos o intervalos, servían como reglas nemotécnicas del perfil correcto
de la melodía, pero no podían leerse a primera vista por alguien que no conociese
previamente la misma. Las melodías, pues, tenían que seguir aprendiéndose de oído.
En los siglos X y XI, los copistas colocaban neumas a alturas variables por encima
del texto con el fin de indicar el tamaño relativo y la dirección de los intervalos,
como se ve en la ilustración 2.3. Estos signos se llamaban neumas de altura precisa o
diastemáticos (del vocablo griego usado para «intervalo»).
El copista de este manuscrito trazó una línea horizontal sobre el pergamino, que
correspondía a una nota particular y orientó los neumas en torno a esa línea. Esto
supuso una idea revolucionaria: un signo musical que no representaba un sonido,
2. La Iglesia cristiana en el primer milenio
ILUSTRACIÓN 2.2 El gradual Viderunt omnes en notación neumdtica, procedente de uno de los gradua-
les (libros de cantos para la misa) con notación mds antigua, copiado en Bretaña en torno al 900. Los neu-
mas indican la dirección melódica, pero no precisan notas ni intervalos.
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ILUSTRACIÓN 2.3 El gradual Viderunt omnes en neumas diastemdticos, procedente del gradual de san
Yrieix, cerca de Limoges en el sur de Francia, copiado en la segunda mitad del siglo XI. La altura relativa de
los neumas por encima del texto indica la altura relativa de los tonos. Una línea trazada sobre el manuscrito
identifica la nota La.
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ILUSTRACIÓN 2.4 El gradual Viderunt omnes, usando la notación de Guido d'Arezzo, procedente de
un gradual de Klosterneuberg, copiado en torno al 1150. Conforme a las recomendaciones de Guido, la nota
Fa (grave o aguda) estd indicada con una línea roja, Do con una línea amarilla, mientras que líneas y espa-
cios se identifican mediante letras en el margen izquierdo (Fa, La, Do y Mi).
60 Los mundos antiguo y medieval
pero que esclarecía el significado de los otros signos. En otros manuscritos, la línea
se marcó con la letra correspondiente a la nota que representaba, casi siempre Fa o
Do debido a su posición justo por encima de los semitonos de la escala diatónica; es-
tas letras evolucionaron más tarde para convertirse en nuestros signos de las claves:
mediante su uso quedaba clara la altura de cada tono de una melodía. El monje del
siglo XI Guido d'Arezzo (ca. 991-después de 1033) propuso una disposición en lí-
neas y espacios, utilizando una línea de tinta roja para el Fa y una de tinta amarilla
para el Do, con letras en el margen izquierdo que identificaban cada línea y una nota
dentro de cada espacio entre líneas. Este esquema fue ampliamente adoptado y se
dio nueva forma a los neumas para adaptarlos a tal disposición, como se muestra en
la ilustración 2.4. A partir de este sistema se desarrolló el tetragrama de cuatro líneas
a distancia de una tercera, antecesor de nuestro moderno pentagrama.
El uso de líneas y letras, que culminó en el tetragrama y en las claves, permitió que
los copistas anotaran de manera precisa la altura de los tonos y los intervalos. En la prác-
tica, la altura del tono era aún relativa, como lo había sido para los griegos; un canto es-
crito en notación podía ser entonado en un registro más grave o más agudo según la
conveniencia de los cantantes, pero las notas en su correlación entre ellas formarían
siempre los mismos intervalos. La nueva notación liberó también a la música de su de-
pendencia de la transmisión oral. Con esta notación, Guido demostró que un cantante
podía «aprender un verso por sí mismo sin haberlo oído anteriormente», simplemente
leyendo las notas. Éste fue un logro crucial para la historia de la música de Occidente,
como lo fue la invención de la escritura para la historia del lenguaje y la literatura.
La música podía ahora hacerse visible en la notación, aun cuando fuera un arte so-
noro. La transmisión oral de la música continuó de forma paralela a la transmisión
escrita, como sucede hoy. Los coros eclesiásticos continuaron cantando de memoria,
durante siglos y en muchos lugares, la mayor parte del canto. La notación demostró
ser una valiosa herramienta para la memorización, porque resulta más fácil recordar
las palabras y la música si las visualizamos con nuestro ojo mental. Además, la nota-
ción hizo posible memorizar la música con exactitud, al fijar cada nota en un docu-
mento que podíamos comprobar si nuestra memoria fallaba. De este modo, la nota-
ción no sustituyó a la memoria, pero capacitó a los cantantes para aprender cientos de
cantos de un modo más rápido y a reproducirlos literalmente cada vez.
La notación mediante tetragramas expresaba la altura de los tonos pero no sus du-
raciones. Algunos manuscritos contienen signos que indican valores rítmicos, pero los
estudiosos no se han puesto de acuerdo sobre su significado. Una práctica moderna
consiste en entonar los cantos como si todas las notas tuviesen el mismo valor de
base; las notas se reúnen en grupos de dos o de tres y estos grupos se combinan de
manera flexible en unidades más grandes. Esta interpretación, ideada a comienzos del
siglo XX por los monjes de la abadía benedictina de Solesmes en Francia, bajo André
Mocquereau, fue aprobada por la Iglesia católica como adecuada al espíritu de la li-
turgia. Sean cuales sean las diferencias de duración que existieran en la práctica anti-
gua, es casi seguro que el canto fue relativamente libre y que no estuvo sujeto a un rit-
2. La Iglesia cristiana en el primer milenio 61
Los monjes de Solesmes prepararon ediciones modernas del canto llano, que fueron
proclamadas en 1903 como ediciones oficiales del Vaticano por el papa Pío x. Al estar
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Todos los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios; cantad alegres a Dios en toda
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Verso: El Señor ha proclamado su salvación; ha revelado su justicia a los ojos de los gentiles.
62 Los mundos antiguo y medieval
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Uf' Iglesia cristiana en el primer milenio 63
Las notas y grupos de notas se llaman neumas. Un neuma sólo puede contener
una única sílaba del texto. Los neumas se leen de izquierda a derecha, excepto cuan-
do una nota está debajo de otra, caso en el que la nota inferior se canta primero;
así, la melodía correspondiente a la palabra «fines» en el ejemplo 2.2 es Do '-Re'-
Do '-La. (Compárense las ilustraciones 2.3 y 2.4, en las cuales las notas escritas ver-
ticalmente se cantan de arriba abajo en lugar de abajo arriba). Un neuma oblicuo
( ~) indica tres notas, de modo que «terrae» empieza Do '-La '-Do'. Las notas en for-
ma de rombo aparecen en figuras descendentes, como en «omnes», como una manera
de economizar espacio, pero su valor es el mismo que en las notas cuadradas. Las notas
pequeñas indican un cierre parcial de la boca, emitiendo una consonante sonora al fi-
nal de una sílaba, como en «Viderunt» en el primer tetragrama. La línea ondulada en
figuras ascendentes (_.., llamado quilisma), como en «omnis» en el tercer tetragrama,
puede haber indicado un ornamento vocal. Las únicas alteraciones utilizadas son los
signos de bemol y natural, posibles únicamente en la nota Si. Salvo en el caso de que
una alteración esté al inicio de una línea, un bemol sólo es válido hasta el comienzo de
la palabra siguiente o hasta la siguiente línea de división vertical; de ese modo, en «om-
nis terra», en el tercer tetragrama, la primera palabra lleva un Si bemol (marcado en
«-mnis») y la segunda un Si natural (porque el bemol ha sido suprimido al empezar
una nueva palabra).
Las ediciones de Solesmes incluyen indicaciones de interpretación que no están
en los manuscritos. Un punto duplica el valor de la nota y un guión horizontal indi-
ca una leve prolongación, como en «fines». Las líneas verticales de distintas longitu-
des muestran la división de una melodía en secciones (barra de compás doble), pe-
riodos (barra de compás completa), frases (media barra de compás) y unidades más
pequeñas (un trazo atravesando la línea más alta del tetragrama). Un asterisco en el
texto muestra el lugar donde el coro ha de relevar al solista.
El repertorio del canto llano bebió de las fuentes del antiguo Israel y de las comuni-
dades cristianas de Siria y de Bizancio en el este, así como de Milán, Roma y la Galia
en el oeste. Pero para su comprensión de la música, los músicos de iglesia se apoyaron
también en la teoría de la música y la filosofía de la Grecia antigua. En los albores de
la era cristiana, este legado fue recopilado, compendiado, modificado y transmitido
al oeste de manera especialmente notable por Martianus Capella y por Boecio.
En su tratado ampliamente leído, Las bodas de Mercurio y Filología (comienzo del
siglo V), Martianus describió las siete artes liberales: gramática, dialéctica, retórica,
geometría, aritmética, astronomía y armonía (música). Las tres primeras, las artes
verbales, fueron llamadas el trivium (tres caminos), mientras que las cuatro siguien-
_6 _ _ o_s_m_undos ª1.!tj~ y medieval
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tes, las disciplinas matemáticas, fueron llamadas el quadrivium (cuatro caminos) por
Boecio. La sección dedicada a la música es una traducción modificada del Sobre la
música de Arístides Quintiliano. Préstamos tan flagrantes de autoridades de tiempos
anteriores eran un rasgo característico del hacer escolástico y lo siguió siendo duran-
te toda la Edad Media.
Boecio (ca. 480-ca. 524) fue la autoridad musical más reverenciada de la Edad
Media. Nacido en el seno de una familia patricia de Roma, llegó a ser cónsul y mi-
nistro de Teodorico, soberano ostrogodo de Italia, y sus escritos abarcaron la filoso-
fía, la lógica, la teología y las artes matemáticas. Su obra De institutione musica (Los
fundamentos de la música) , escrita por Boecio en sus años jóvenes y copiada y cita-
da en numerosas ocasiones en los mil años subsiguientes, examina la música como
parte del quadrivium. La música es para Boecio una ciencia de los números; las ra-
zones y proporciones numéricas determinan los intervalos, las consonancias, las es-
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
En el Scriptorium monástico
mantuvo la forma de las letras durante cientos de afios y a través de largas dis-
tancias.
El simple copiado de texto y música suponía sólo una fase de la producción de
manuscritos. Otra consistía en el riguroso trabajo de iluminación de los libros
más importantes con elaboradas iniciales y mayúsculas en pan de oro o pinturas
de colores y su ilustración con escenas en miniatura, además de embellecer los
márgenes del texto con brillantes dibujos. Por último, se llevaba a cabo la encua-
dernación, que podía ser más o menos elaborada. Los libros más importantes se
cubrían con tapas ornamentales hechas por artesanos especialistas y se embellecían
aún más con gemas y metales preciosos.
Toda esta labor contribuyó a mantener vivo el extendido reconocimiento del
valor de los manuscritos musicales, cuya creación implicaba tanto gasto y tanto
esfuerzo. Y los propios monjes equiparaban la copia de libros a la oración y al ayu-
no, como un modo de dominar sus pasiones incontenibles. Por otra parte, los
monjes veían en este tedioso trabajo una manera de propagar la palabra de Dios.
El abad de un importante monasterio benedictino del siglo XII dijo esto con res-
pecto al monje solitario que dedica su vida al scriptorium:
¿Que no puede coger el arado? Entonces que coja la pluma; es mucho mds útil. En
los surcos que traza en el pergamino verd las semillas de las palabras divinas... Predi-
card sin abrir su boca; ... y sin abandonar su claustro, viajard allende la tierra y los
mares*.
"' Pedro el Venerable, abad de Cluny en Francia, citado por Jean LcClercq, The Love ofLearning
and the Desire far God (Nueva York, Fordham University Press, 1961), 128.
Boecio puso de relieve la influencia de la música en el carácter. En consecuencia,
creía que la música era importante en la educación de los jóvenes, tanto por derecho
propio como en su función de introducción a estudios filosóficos más avanzados. En
primer lugar, concedía un valor importante a la música como objeto de conocimien-
to, antes que como actividad práctica. Para él, la música era el estudio de los sonidos
graves y agudos por medio de la razón y de los sentidos; el filósofo que utilizaba la
razón para emitir juicios acerca de la música era el verdadero músico, no el cantante
o alguien capaz de inventar canciones por instinto.
Teoría de la prdctica
Los tratados redactados a partir del siglo IX y durante la Baja Edad Media estaban
más orientados hacia asuntos de índole práctica que los escritos en siglos anteriores.
Boecio era mencionado de manera reverente y los fundamentos matemáticos de la
música por él transmitidos constituían aún la base del tratamiento de los intervalos,
las consonancias y las escalas. Pero las discusiones en torno a la música como arte li-
beral no ayudaban a los músicos de iglesia a anotar, leer, clasificar y cantar el canto
llano, a improvisar o a componer polifonía. Estos asuntos eran los que predomina-
ban ahora en los tratados.
Entre los tratados más importantes se encuentran el anónimo del siglo IX conoci-
do como Musica enchiriadis (manual de música) y un diálogo que lo acompañaba, el
Scolica enchiriadis (pasajes de manuales). Dirigidos a los estudiantes que aspiraban a
ingresar en las órdenes clericales, ambos subrayaban los asuntos prácticos por encima
de la especulación teórica. Musica enchiriadis introduce un sistema de notación del
canto, describe ocho modos (véase más adelante), aporta ejercicios para localizar los
semitonos en el canto y explica las consonancias y su uso a la hora de cantar polifo-
nía (véase capítulo 5). El tratado con mayor número de lectores después de Boecio
fue el Micrologus de Guido d'Arezzo (ca. 1025-1028), una guía práctica para cantan-
tes que abarca las notas, los intervalos, las escalas, los modos, la composición de me-
lodías y la polifonía improvisada. Fue un encargo del obispo de Arezzo, que aparece
junto a Guido en la ilustración 2.5.
Un elemento esencial del plan de estudios de los músicos eclesiásticos era el sistema
de los modos. El sistema fue desarrollándose gradualmente y los escritores difieren a
la hora de enfocarlo. En su forma completa, a la que se llegó hacia el siglo XI, el siste-
ma reconocía ocho modos identificados por otros tantos números. El ejemplo 2.4
muestra los rasgos característicos de cada modo, especialmente su nota final o
fina/is, su ámbito y su tenor.
Los modos se diferenciaban según la disposición de los tonos enteros y de los se-
mitonos con relación a la final, la nota principal del modo y, por lo general, la últi-
ma nota de la melodía. Cada modo estaba emparejado con otro que compartía la
misma final. Existían cuatro finales, cada una con una única combinación de tonos
y semitonos en torno a ella, como se muestra en el ejemplo 2.4 y se explica seguida-
mente:
Los modos que tienen la misma final difieren en el ámbito. Los modos con nume-
ración impar se llamaban auténticos y, por regla general, su ámbito abarcaba desde un
tono por debajo de la final hasta una octava por encima de ella, como se muestra en
el ejemplo 2.4a. Cada modo auténtico está emparejado con un modo plagal que tie-
ne la misma final pero su ámbito es más grave, pues abarca desde una cuarta (o, en
ocasiones, una quinta) por debajo de la final hasta una quinta o una sexta por encima
de ella. Puesto que los cantos gregorianos constaban de melodías sin acompañamien-
to, cuyo ámbito usual era el de una octava aproximadamente, el efecto de cadencia en
torno a los tonos intermedios de dicha octava, como ocurría en los modos plagales, se
percibía en la Edad Media como algo muy distinto a la cadencia en la final o cerca de
la final del ámbito en los modos auténticos. A los oyentes modernos quizá nos resulte
difícil percibir tal diferencia, puesto que consideramos que ambas canciones, Row,
Row, Row Your Boat y Happy Birthday, están en modo mayor, a pesar de los diferentes
ámbitos de sus melodías con respecto a la tónica. Pero para los músicos de la Iglesia
medieval la combinación de intervalos diferentes alrededor de cada final con diferen-
tes ámbitos relativos a esa final, de acuerdo a los modos auténticos y plagales, conce-
día a cada uno de los ocho modos una sonoridad individual.
Habitualmente sólo estaba permitida una única alteración cromática: Si bemol apa-
rece con frecuencia en lugar de Si natural en los cantos en los que el Fa resulta predo-
minante, como ocurre por regla general en los cantos en los modos 1, 2, 4, 5 y 6.
Algunos teóricos aplicaron a los modos las especies de quinta y cuarta descritas
por Cleónides (véase capítulo 1 y ejemplo 1.3), cuyo diagrama se explicita en el
ejemplo 2.4b. Aquéllos dividían cada modo en dos segmentos, señalados mediante
paréntesis en el ejemplo: una quinta ascendente desde la final, y una cuarta por enci-
ma de la quinta en los modos auténticos y por debajo de la final en los modos plaga-
les. La disposición de los tonos enteros y de los semitonos sobre cada una de las cua-
tro finales es única y se corresponde con las cuatro especies de quinta de Cleónides,
aunque en un orden diferente; cada escala se completa entonces con una de las tres
especies de cuarta. Esta manera de considerar los modos esclarece la relación entre
los modos plagales y los auténticos, facilita el análisis de algunos cantos y es muy útil
para comprender la música del Renacimiento. En la práctica, no obstante, los mo-
dos, tal y como eran utilizados en la Edad Media, no consistían realmente en espe-
cies de octava, como parecen sugerir los diagramas en el ejemplo 2.4b, sino que se
extendían hasta alcanzar una novena o una décima y a menudo permitían el Si be-
mol, como se muestra en el ejemplo 2.4a.
Además de la final, cada modo tiene una segunda nota característica, llamada el
tenor o tono de recitación. Las finales de los modos auténticos y de sus modos plaga-
les correspondientes son las mismas, pero los tenores difieren (véase ejemplo 2.4).
Por regla general, en los modos auténticos el tenor está situado una quinta por enci-
ma de la final y, en los modos plagales, el tenor está situado una tercera por debajo
del tenor del modo auténtico correspondiente, excepto cuando el tenor pudiese re-
caer sobre la nota Si, caso en el que se le hace ascender a la nota Do. Los tres ele-
2. La Iglesia cristiana en el primer milenio 69
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70 Los mundos antiguo 1' medieval
Solmisación
Para facilitar el canto a primera vista, Guido d'Arezzo introdujo un conjunto de síla-
bas correspondientes a la sucesión de tonos y semitonos en la serie Do-Re-Mi-Fa-
Sol-La. Observó que las seis primeras frases del himno Ut queant !axis comenzaban
con esas notas en orden ascendente y utilizó las sílabas iniciales para los nombres de
los tonos: ut, re, mi, fa, sol, la (véase ejemplo 2.5). Estas sílabas de solmisación (lla-
madas así a partir de sol-mt) se siguen utilizando, aun cuando la versión más genera-
lizada del conjunto sustituye el ut por el do y añade el si (en inglés, tt) después del la.
Las sílabas de Guido ayudaron a localizar los semitonos dentro del canto: únicamen-
te el intervalo entre mi y fa era un semitono, siendo todos los demás tonos enteros.
Asimismo, la serie Do-Re-Mi-Fa-Sol-La incluye las cuatro finales de los modos, ade-
más de un tono adicional en cada extremo, lo que permitía que las sílabas se utiliza-
ran para enseñar la sucesión de tonos enteros y medios tonos alrededor de la final de
cada modo.
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1
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a-tum,
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- cte
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Jo-an-nes.
11
Para que tus siervos puedan cantar libremente las maravillas de tus actos, elimina toda mancha
de culpa de sus sucios /,abios, oh san juan.
El sistema de hexacordos
7. ut re mi fa sol la
6 ut re mi fa sol la
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t. .. • --
5. ut re mi fa sol la
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4.ut re mi fa sol la
3. ut re
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- l.~ ~ -
sol la
- .. - - -- -
~- ut
re mi fa sol la
I. ut re mi fa sol la
El uso de sílabas para aprender una melodía que superase un ámbito de seis notas
requería el cambio de un hexacordo a otro. Por ejemplo, en el fragmento de Vide-
runt omnes del ejemplo 2.7, no se halla un solo hexacordo que contenga todas las
notas: el Sol o hexacordo duro da cuenta de las diez primeras notas, incluido el Si
natural, pero se necesita el Fa o hexacordo blando para el Si bemol, el hexacordo en
Do para el Mi grave y el hexacordo en Fa para el Do y el Si bemol de la frase caden-
cia!. El cambio de hexacordo se realizaba mediante un proceso llamado mutación,
por el cual una nota compartida por dos hexacordos comenzaba como si formase
parte de un hexacordo y terminaba como si fuese parte del otro, como se muestra en
el ejemplo.
f ...... .. . . - ~·
re re fa fa re mi ut re fa=sol mi fa re=so17a
. . . ... . ... ..
~ ~ s-01 la s:l ~ s: l la=mi sol mi re : :
~
mi sol sol re fa mi :
La liturgi.a romana
El canto gregoriano es música para las ceremonias religiosas. Las tonadas varían de la
simple recitación a las melodías elaboradas, dependiendo de su papel en la liturgia.
Entendido esto, el canco requiere algún conocimiento de los oficios religiosos en que
será utilizado. La liturgia romana es compleja, siendo el resultado de una larga histo-
ria de adiciones y codificaciones apenas conocida por aquellos que participaban en
los oficios. Este marco histórico puede ayudarnos a comprender tanto la configura-
ción de la liturgia como la diversidad del canto.
76 Los mundos antiguo y medieval
El propósito de la liturgia
El calendario eclesidstico
La misa
El oficio religioso más importante de la Iglesia de Roma es la misa, que empezó sien-
do la conmemoración de la Última Cena de Jesús con sus discípulos (san Lucas 22,
14-20). El acto central es una recreación simbólica de la Última Cena, en la que un
sacerdote consagra el pan y el vino como el cuerpo y la sangre de Cristo y los ofrece
a los fieles en la comunión. Este ritual cumple el mandamiento de Jesús, que profi-
~Laüturgi-aromanay_e_l_ca_n_t_o_lla~no~-~------~-----~----------------77
rió «haced esto en memoria mía» (Primera Epístola a los Corintios 11, 23-26) y re-
cuerda a todos los presentes su sacrificio por la expiación de los pecados. Con el
tiempo, se añadieron otras palabras y actos rituales, incluyendo las oraciones, las lec-
turas de la Biblia y el canto de los salmos, puesto que tales reuniones ofrecían a los
sacerdotes la mejor oportunidad de enseñar la Biblia y la doctrina de la Iglesia a una
congregación formada en su mayor parte por iletrados. La misa tenía lugar todos los
días en los monasterios, los conventos y las iglesias principales, los domingos en to-
das las iglesias y más de una vez en los más importantes días festivos.
En La música en su contexto de las páginas 78-80 se presenta un esquema gene-
ral de la misa vigente hacia el siglo XI. Los elementos musicales más importantes,
cada uno cantado con una melodía independiente por el coro y sus solistas, se mues-
tran en redonda. Los otros elementos eran, o bien entonados (recitados con una
simple fórmula melódica), en cursiva, o bien enunciados por el sacerdote o por un
asistente, en negrita.
Los textos de ciertas partes de la misa varían de un día para otro y a éstos en con-
junto se les llama el Propio de la Misa. Los textos de otras partes restantes, que con-
forman el Ordinario de la Misa, no cambian, aun cuando sus melodías pueden va-
riar. En su origen, las partes cantadas eran interpretadas por la congregación, aunque
posteriormente ésta fue sustituida por el coro, que era únicamente masculino (o, en
los conventos, únicamente femenino).
Los esquemas antiguos de la ceremonia que más tarde pasó a ser la misa se divi-
dían en dos partes. La comunidad escuchaba la oraciones, las lecturas de la Biblia y
de los salmos, a menudo seguidas de un sermón. Entonces los catecúmenos, inicia-
dos en las creencias cristianas pero aún no confirmados en la Iglesia y que no po-
dían, por lo tanto, recibir la comunión, eran invitados a retirarse, poniéndose fin así
a la primera parte. Los fieles ofrecían sus dones a la Iglesia, incluyendo el pan y el
vino para la comunión. El . sacerdote articulaba las oraciones de acción de gracias,
consagraba el pan y el vino y daba la comunión, acompañada por un salmo. Des-
pués de una plegaria final, se despedía de los fieles.
La misa, como se muestra en la ilustración 3.1 y se describe en el recuadro de las
páginas 78-80, surgió gradualmente a partir de este breve esquema. El saludo de
apertura creció hasta convertirse en sección introductoria. La primera parte de la
misa primitiva se convirtió en la liturgia de la palabra, concentrada en las lecturas de
la Biblia y de los salmos; la segunda parte pasó a ser la liturgia de la eucaristía (del
griego eucharístein, «dar las gracias»), con ofrendas y oraciones que conducían a la
comunión. Los elementos musicales principales del Ordinario -el Kyrie, el Gloria,
el Credo, el Sanctus y el Agnus Dei- fueron adiciones relativamente tardías. Iróni-
camente, éstas son las partes más conocidas por todos porque sus textos no cambian
y porque casi todas las composiciones conocidas como «misas» a partir del siglo XIV
son una versión musical de estas partes solamente.
78 Los mundos antiguo y medieval
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
La experiencia de la misa
coro; de esta frase surgi6 el nombre latino de todo el oficio religioso, missa. Cuan-
do se omitía el gloria, el !te, missa est era sustituido por el Benedicamus Domino
(«Bendigamos al Señor»).
Durante toda la misa, la música tenía el cometido de transportar las palabras y
de cautivar a los fieles. Como observó san Basilio (ca. 330-379):
Propio Ordinario
Introducción l. Introito
Sección 2. Kyrie
3. Gloria
4. Colecta
El oficio
l'-v-' 1 i
MaitiMS laudes Prim4 Tercia
Mediodí:t
Sexta
Horas menores
3 pm
Nona
rqi.urulo 9 pnt
Libros litúrgicos
Los textos y la música de los oficios religiosos se recopilaban en libros copiados por los
copistas durante la Edad Media e impresos posteriormente bajo la autoridad de la
Iglesia. Los textos de la misa se encuentran en un libro llamado el Misal y sus cantos
82 Los mundos antir;uo y medieval
están en el Gradual. Los textos de los oficios están recogidos en el Breviario, la músi-
ca en el Antifonario (de «antífona»).
A finales del siglo XIX y principios del XX, los monjes de la abadía benedictina de
Solesmes prepararon ediciones modernas del Gradual y del Antifonario e hicieron
público el Líber usualis (Libro de uso general), el cual contiene los textos y cantos
usados con mayor frecuencia durante la misa y los oficios. Las ediciones de Solesmes
fueron adoptadas como libros oficiales de uso en las prácticas religiosas y son las usa-
das en la mayor parte de grabaciones de canto gregoriano. Aun cuando estas edicio-
nes reflejen una estandarizaci6n moderna de un repertorio que ha variado en el
tiempo y en el espacio, aportan una buena introducci6n al canto gregoriano y pue-
den servir de base para nuestro tratamiento del tema en adelante.
Melodía y declamación
Sencillas u ornamentadas, las melodías del canto son vehículos para la declamación
de las palabras. En los grandes y retumbantes espacios de las iglesias medievales los
fieles podían entender con mayor facilidad las palabras cantadas que las meramente
enunciadas. Los creadores del canto no hicieron intento alguno por expresar las
emociones o describir imágenes, como la ópera y la canción posteriores, sino que sus
melodías reflejaron la forma y el ritmo del texto. Cada melodía del canto se articula-
ba en frases y periodos que se correspondían con los del texto. La mayoría de las fra-
ses semejaban un arco, comenzaban en un registro grave, ascendían a uno más agu-
do, se demoraban en él y descendían después. Ello se producía de manera análoga al
latín hablado. Las sílabas acentuadas solían corresponderse con notas más agudas. A
algunas sílabas se les asignaba un número mayor de notas, poniendo un mayor énfa-
sis en virtud de su longitud. Pero es verdad que algunas veces lo contrario también se
daba; los cantos melismáticos pueden contener largos melismas sobre sílabas débiles,
Dados los variados estilos e historias de los cantos de la misa y de los oficios, puede
resultar conveniente tratarlos en categorías amplias, empezando por los tipos silábi-
cos, continuando con los neumáticos y melismáticos y tomando en consideración al
final y por separado los cantos del Ordinario de la misa. Cada tipo de canto posee
una forma distintiva, tanto en el texto como en la música, así como un modo par-
ticular de interpretación. Mientras examinamos los cantos, no deberíamos perder de
vista a quienes los cantaban ni los lugares correspondientes de la liturgia, ya que es-
tos factores explican las diferencias en el estilo musical.
Fórmulas de recitación
Los cantos más simples consistían en fórmulas para entonar las oraciones y las lectu-
ras de la Biblia como, por ejemplo, la colecta, la epístola y el evangelio. El único
propósito de la música aquí radicaba en proyectar claramente las palabras, sin embe-
llecimiento alguno, de manera que estas fórmulas son austeras y casi enteramente si-
lábicas. El texto se cantaba sobre una nota de recitación, por lo general un La o un
Do, con breves motivos marcando los finales de las locuciones, de las frases y de la
lectura completa; algunas fórmulas también dan inicio a frases mediante una melo-
día que asciende hasta la nota de recitación. Estas fórmulas de recitación son bastan-
te antiguas, anteriores al sistema de los modos y no están asociadas a modo alguno.
Son entonadas por un sacerdote o por un asistente, con respuestas ocasionales del
coro o de la congregación. Normalmente, los sacerdotes no tenían formación como
cantantes y tenían además largos textos que recitar, de manera que es lógico pensar
que sus melodías tenían que ser sencillas y de un ámbito muy restringido.
3. La liturgia romana y el canto llano 85
Los tonos salmódicos eran ligeramente más complejos, pues eran fórmulas para el
canto de los salmos en los oficios. Estaban diseñados para ser adaptados y adecuarse
a cualquier salmo. Había un tono para cada uno de los ocho modos y éstos utiliza-
ban el tenor del modo como nota de recitación; un noveno tono, una fórmula muy
antigua que disponía de dos notas de recitación, se llamaba tonus peregrinus («tono
peregrino»). Los tonos salmódicos todavía se usan hoy en las Iglesias católica y angli-
cana, entre otras, continuando una práctica de más de 1.200 años de antigüedad.
El ejemplo 3.1 muestra el primer salmo de las Vísperas del día de Navidad, Dixit
Dominus (salmo 109), que utiliza el tono del modo primero. Cada tono salmódico
consiste en: una entonación (initium o inchoatio), un motivo ascendente empleado
únicamente para el primer verso; una recitación sobre el tenor; la mediante (o me-
diatio), una cadencia en la mitad de cada verso; una nueva recitación; y la termina-
ción (o terminatio), la cadencia final de cada verso. La estructura de la música refleja
exactamente la del texto. Cada verso salmódico está compuesto de dos sentencias,
siendo la segunda un eco o complemento de la primera. La cadencia de la mediante
señala el final de la primera sentencia y la terminación marca el final del verso. El úl-
timo verso del salmo va seguido de la Doxología Menor, una fórmula de alabanza a
la Trinidad («Padre, Hijo y Espíritu Santo»), camada con el mismo tono salmódico y
expuesta aquí en los versos 9-1 O. La adición de este breve texto situaba con firmeza
el salmo, originario de las escrituras hebreas, en el marco del cristianismo. Para los
cánticos de los oficios y para los versos salmódicos del Introito de la misa se emplea-
ban variantes más elaboradas de los tonos salmódicos.
EJEMPLO 3.1 Salmo de los oficios, Dixit Dominus, salmo 109 (11 O)
Tenor Terminación
¡.. • • ; ; .. 1
1. Di-xit Domínus Do-mi-no me - o: sede a dex-tris me - is.
~- Donec ponam ini mi - cos tu - os. scabellum pe dum tu - o - rum.
3. Virgam virtutis tuae emittet Domi-nus ex Si - on: dominare in medio i]].imico -rum tu - o - rum.
9· Gloria Pa-tri, et Fi - Ji- o, et Spiri tu - i Sane - to.
10. Sicut eral in principio. et nunc et sem - per. et in saecula saecu lo - rum. A - men.
Un salmo o cántico del oficio no está completo en sí mismo, pues lo precede y lo si-
gue una antífona, resultando la forma musical ABB ... BBA. Puesto que el ciclo de
150 salmos se canta todas las semanas, mientras que la antífona varía cada día según
el calendario eclesiástico, cada salmo se ve enmarcado por antífonas muy diferentes a
lo largo del año. El texto de la antífona, ya proceda de la Biblia o haya sido escrito
recientemente, hace referencia con frecuencia al acontecimiento o personaje conme-
morado en ese día, poniendo así las palabras del salmo en el contexto de una cere-
monia específica.
El modo de la antífona determinaba el modo del tono salmódico. El día de Navi-
dad, el p rimer salmo de las Vísperas se emparejaba con la antífona Tecum
princípium, como se muestra en el ejemplo 3.2. La antífona está en el primer modo,
de manera que el tono salmódico del modo primero debe ser utilizado para el salmo,
como en el ejemplo 3.1. Puesto que las antífonas comienzan de diversas maneras, los
cantantes medievales desarrollaron diversas terminaciones para cada tono salmódico,
de modo que condujesen apropiadamente a diferentes notas o gestos iniciales. La
terminación que debía emplearse con una antífona particular se muestra al final de
la antífona, usando las vocales para las seis últimas sílabas de la doxología, E u o u a e
(de saEcUlOrUm AmEn), como en el ejemplo 3.2. Aquí los músicos medievales eli-
gieron Sol como la más adecuada nota final para retornar a las notas de inicio de la
antífona, Mi-Do-Re. Así, el tono salmódico no tenía que terminar necesariamente
en la final del modo, pero la antífona sí.
La manera de interpretar los salmos y los cánticos con las antífonas se ha trans-
formado con el tiempo. Las descripciones más antiguas hablan de una interpretación
• .. •
Te - cum prin - ci
íl • •
pi-um
....
*in di - e
; ....... : ;; ;;
vir - tu - tis
-. • •
tu - ae,
f ....
E u o u
¡Ji. 11
a e.
Los himnos son el tipo más conocido de canto sacro, practicado en casi todas las ra-
mificaciones del cristianismo, desde los tiempos antiguos hasta el momento presen-
te. El coro canta un himno en toda ceremonia de los oficios. Los himnos son estrófi-
cos, comprendiendo varias estrofas que se cantan, todas, con la misma melodía. Las
estrofas pueden tener de cuatro a siete versos de longitud y algunas son rimadas.
Las melodías repiten a menudo una o más frases, dando lugar a una variedad de mo-
delos.
Como la mayoría de los himnos gregorianos, Christe Redemptor omnium, cantado
el día de Navidad y mostrado en el ejemplo 3.3, utiliza una sola nota en la mayor
parte de las sílabas y dos o tres notas en las demás. Está en el primer modo, todas las
88 Los mundos antiguo y medieval
..> .......
• • • •
• Pa-tre
...... ¡; -?; •
Re - demp-tor om - ni - um, Ex Pa - tris u ni - ce,
f íí -=-
• • ?; • .----
• ;:-- .. .. . . .--. •
So - lus an - te orin - ci - oi - um
;=-; • ;::; •
Na- tus in - ef - fa - bi - li - ter.
11
La salmodia, el canto de los salmos, formaba parte de la misa de igual manera que los
oficios. En la misa más antigua, los salmos junto con las antífonas fueron usados para
acompañar los actos: la procesión de entrada y la entrega de la comunión. Posterior-
mente, estos cantos --el Introito y la Comunión- fueron desplazados y efectuados
f ; -=-• ; • ;
Vi -
.........
de
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runt
..
>
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•
* fi
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r- ?; ;:-;
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ií =--....,
•
•
f ..... ¿•
re De i nos - tri.
Los primeros cristianos cantaban a menudo salmos responsoriales, con un solista in-
terpretando cada verso y la congregación o el coro respondiendo con un breve estri-
billo. Los salmos responsoriales del canto gregoriano -los responsorios de los ofi-
cios y el gradual, el aleluya y el ofertorio de la misa- provienen de esta práctica.
Como veremos en los siglos posteriores, si se daba la oportunidad, cantantes y vir-
tuosos instrumentales añadían con frecuencia adornos y desplegaban sus habilidades
en los pasajes más elaborados de las obras. Por lo tanto, no nos sorprenderá que, con
el paso de siglos de transmisión oral, los cantos asignados a los solistas se convirtie-
sen en los más melismáticos. Éstos tenían lugar en los momentos musicalmente cul-
minantes de toda la ceremonia, instantes en los cuales, por una vez, las palabras pa-
recían algo secundario frente a la amplitud de la melodía que llenaba la iglesia.
Los distintos géneros de salmos responsoriales adoptaron diferentes configuracio-
nes. Por regla general, el texto era reducido a un único verso salmódico con una res-
puesta coral precediendo y, en ocasiones, siguiendo al verso.
Los responsorios de los oficios adoptaron distintas formas, pero todos contenían
una respuesta, un verso y una repetición total o parcial de la respuesta. Los maitines,
celebrados entre la medianoche y el amanecer, incluían nueve lecturas de la Biblia,
cada una de ellas seguida por un responsorio grande que oscilaba entre el estilo neumá-
tico y el melismático. Muchas otras prácticas de los oficios incluían una breve lectura
de la Biblia, seguida de un responsorio breve y neumático en lugar de melismático.
90 Los mundos antiguo y medieval
.
EJEMPLO 3.5 Alleluia Dies sanctificatus
.
Al - le - lu - ia.
Di
.. ?.Z:•n;;-.. ......
""' = :; . . . .
* íj.
es
; ;; ? ...::;-= -
-~
sane - ti - fi - ca - tus
........ • :;-s
il - lu - xit no
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i?'":s... íi
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ve ni - te gen - tes,
di e
f. ... ;--:.
de - scen - dit lux ma
íí ií • ·?:'; • ::::< ... ; ; . --=-- :>.. ..
gna *
;¡ • ; •
; • i?;;-- ~ ;---;. .----. 11
ram. - - - - - - -- - --
Aleluya, aleluya.
Un día santificado ha brillado sobre nosotros; venid, gentiles, a adorar al Señor; porque este día
una gran luz ha descendido sobre la tierra.
Los graduales son considerablemente más melismáticos que los responsorios. Vi-
derunt omnes, el gradual del día de Navidad (ejemplo 2.3), contiene un melisma de
52 notas sobre la palabra «Dominus» y otros tres melismas de 10 a 20 notas de lon-
gitud. En algunos graduales, el final del verso repite o modifica el final de la respues-
ta. En la interpretación, el cantor inicia la respuesta y el coro la completa; después,
uno o más solistas cantan el verso y el coro se agrega a ellos en la última frase. Por re-
gla general, la respuesta no se repite.
Los aleluyas incluyen una respuesta sobre la palabra «aleluya», un verso salmó-
dico y una repetición de la respuesta. La sílaba final de «aleluya» se ve extendida
mediante un efusivo melisma llamado jubilus. El ejemplo 3.5 muestra el Alleluia
3, La líturgi-a romana y el canto llano 91
Dies sanctificatus, de la misa del día de Navidad. El solista canta la primera parte de
la respuesta sobre la palabra «alleluia» (hasta el asterisco), después la repite el coro
(indicado con ij) y continúa con el jubilus. El solista canta el verso, y el coro se une
a él en la última frase (donde se encuentra asterisco); después, el solista repite la
primera parte de la respuesta y el coro se une a él en el jubilus. Con frecuencia, el
final del verso repite todo o parte de la melodía de la respuesta; aquí, en su lugar,
se produce una repetición variada del inicio del verso (en «quia hodie descendit lux
magna»).
A pesar de la melodía, más extensa y efusiva, las características vistas en otros can-
tos siguen siendo evidentes, incluidas las frases articuladas, la progresión por grados
conjuntos y terceras, y los contornos suavemente arqueados. Este canto está en el
modo segundo, el modo plagal sobre Re. Su ámbito es el de una octava, del La grave
al La agudo, girando en torno al tenor Fa en varios lugares, cadenciando casi siempre
sobre el Re o el Do por debajo del tenor y concluyendo tanto la respuesta como el
verso sobre el Re. Se observan varios melismas extensos, la mayor parte gravitando
alrededor del Fa y del Re, y algunos pasajes que se asemejan a la recitación. Pero por
debajo de esta complejidad percibimos la misma sensación de curva melódica que en
los cantos silábicos y neumáticos.
Los ofertorios son tan melismáticos como los graduales, pero incluyen solamente
la respuesta. En la Edad Media, se interpretaban durante la ofrenda del pan y el
vino, con una respuesta coral y dos o tres versos muy ornamentados y cantados por
un solista, cada uno seguido por la segunda mitad de la respuesta. Cuando la cere-
monia se redujo, los versos fueron omitidos.
Los tractos (del latín tractus, «larguísimo») son los cantos más largos de la liturgia,
con varios versos salmódicos compuestos en un estilo muy adornado. Aunque hoy
día se interpretan a menudo como graduales, en su origen consistieron en una sal-
modia puramente solista, sin responsos y, por consiguiente, sin respuesta. En su lu-
gar, cada verso combinaba la recitación con floridos melismas. La serie de cadencias,
el contorno melódico y muchos de los melismas están repartidos entre los versos y
los diferentes tractos en el mismo modo, dando a entender que las melodías escritas
eran el resultado de una tradición de composición oral basada en diversas fórmulas
(véase capítulo 2 y ejemplo 2.1).
En todos estos cantos derivados de la salmodia responsorial o directa vemos el se-
llo distintivo de la interpretación solista: largos y virtuosos melismas que permiten el
lucimiento de la voz, así como pasajes que parecen ser un embellecimiento improvi-
sado de un simple contorno melódico. Todos, con excepción del ofertorio, llevan
asociada la lectura de la Biblia, ornamentando y haciendo de ese modo honores mu-
sicales al texto más sagrado, de manera semejante a las coloridas ilustraciones que
decoran los manuscritos bíblicos medievales.
92 Los mundos antiguo y medieval
Al principio, las partes cantadas del Ordinario de la misa eran interpretadas por la
congregación mediante melodías silábicas simples. Cuando la jerarquía de la Iglesia
transformó la misa y restringió la participación de la congregación, el coro asumió la
entonación de estos cantos. Del siglo IX en adelante, los músicos eclesiásticos com-
pusieron muchas melodías nuevas y más ornamentadas, para el Ordinario, adecua-
das a la interpretación por cantantes bien formados. Estos cantos tienden a estar en
un estilo posterior al de la mayor parte de los cantos del Propio, con claros centros
tonales y una mayor repetición melódica. Las formas musicales utilizadas en los can-
tos del Ordinario varían, aunque a menudo reflejan la configuración de sus textos.
Tomaremos en consideración estos tipos de canto siguiendo el orden de los silábicos
a los melismáticos.
El Credo siempre se compuso en estilo silábico por tener el texto más largo y por-
que, en tanto que declaración de fe, fue el último canto asumido por el coro. El Glo-
ria tiene también un texto extenso, pero la mayor parte de composiciones del mismo
son neumáticas. Las melodías del Gloria y del Credo evidencian con frecuencia mo-
tivos recurrentes, si bien no poseen una forma de composición. En ambos casos el
sacerdote entonaba las palabras de inicio y el coro completaba el canto.
La mayoría de la melodía del Sanctus y del Agnus Dei son neumáticas. Sus textos
contienen repeticiones, como así las melodías compuestas para ellos contienen repe-
ticiones musicales. El Sanctus comienza con la palabra «Sanctus» («santo») proferida
en tres ocasiones; usualmente, la tercera vez es un eco de la música de la primera. Las
secciones segunda y tercera del texto terminan ambas con la frase «Hosanna in excel-
sis» («Hosanna en las alturas») y son, por regla general, variantes de la misma música
(obteniéndose la forma ABB'); también pueden utilizar la misma melodía para el
Hosanna (dando lugar a la forma A BC DC). El Agnus Dei enuncia tres veces una
plegaria, alterando las palabras finales de la última vez. Algunas composiciones em-
plean la misma música en las tres declaraciones (AAA); otras tienen la forma ABA o
concluyen las tres secciones con la misma música (AB CB DB).
El Kyrie es incluso más reiterativo, enunciando tres veces cada «Kyrie eleison»,
«Christe eleison» y «Kyrie eleison». El breve texto invita a una composición florida,
por lo que la mayor parte de sus versiones musicales contienen melismas sobre las sí-
labas finales de «Kyrie» y «Christe» y la primera sílaba de «eleison». La repetición del
texto se refleja en una variedad de formas musicales, tales como AAA BBB AAA',
AAA BBB CCC', o ABA CDC EFE'. El Kyrie se interpreta usualmente de manera
antifonal, con ambas mitades del coro alternando las frases. Habitualmente, el
«Kyrie» final era ampliado en una frase, permitiendo a cada mitad del coro cantar
una frase antes de unificarse en el «eleison» final.
A partir del siglo XIII, los copistas agruparon con frecuencia los cantos del Ordi-
nario en ciclos, con una composición para cada texto con excepción del Credo. Ci-
clos similares aparecen en el Líber usualis. Aun cuando en el Medievo existiesen nu-
:2: La liturgia romana y el canto llano 93
merosas melodías para el !te, missa est, en los ciclos del Líber usualis se compone éste
reutilizando la melodía del primer Kyrie.
Cada tipo de canto es único y refleja su función y su historia. Las fórmulas de reci-
tación eran apreciadas por su capacidad de proyectar las palabras claramente en es-
pacios amplios y por ser de fácil memorización y aplicación a numerosos textos. Las
antífonas y los himnos aportaron un interés melódico, mientras que, durante la
misa, los cantos neumáticos del coro adornaban la ceremonia. Los cantos melismá-
ticos eran apreciados por su belleza decorativa y se convirtieron en las joyas de la li-
turgia, cantados por los solistas y por el coro cuando los actos rituales no demanda-
ban una mayor atención. Cuando se producían revisiones de la liturgia que
implicaban cambios en la función de los cantos o en las personas que los interpreta-
ban, los músicos respondían alterando su forma o su estilo, como cuando el introi-
to y la comunión se vieron reducidos, o cuando se escribieron melodías más orna-
mentadas para los cantos del Ordinario después de que éstos fueron asignados al
coro.
Mas todos estos cantos compartían asimismo una historia común de raíces inve-
teradas. Sus creadores partieron de los textos de los salmos, continuando prácticas de
los judíos que fueron adaptadas por los primeros cristianos: utilizaron los modos y
las fórmulas melódicas, como en las tradiciones judías, las de Oriente Próximo y las
bizantinas, y pusieron énfasis en el fraseo correcto y en la declamación del texto, lo
cual tomaron prestado de la retórica clásica latina. Tanto la diversidad del repertorio
del canto llano como los rasgos melódicos y estructurales compartidos por la mayor
parte de los cantos se hacen más evidentes al conocer la historia del canto llano en su
conjunto y los numerosos tipos individuales de canto.
Incluso después de que el repertorio del canto llano fuese estandarizado en los siglos
VIIIy IX, los músicos eclesiásticos siguieron agregándole nuevas composiciones. Ade-
más de componer nuevas melodías para el Ordinario de la misa, también suminis-
traron nuevas músicas cada vez que un nuevo santo u otra festividad se añadía a los
días del calendario, creando cantos inéditos o adaptando los ya existentes en las antí-
fonas del Propio y de los oficios de la misa del día. Al mismo tiempo, desarrollaron
tre cipo nuevo de canto llano, todos ellos adiciones a la liturgia autorizada por
Roma: los tropos, las secuencias y los dramas litúrgicos.
94 Los m undos antiguo v m~
Tropo
Dios Padre envió hoy su Hijo al mundo, por fo que decimos, regocijados con el profeta: Porque
una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado ...
Dos tropos más aparecen en este introito: un breve diálogo, Quem queritis in praesepe
(que se trata más adelante) y un melisma sin texto que embellece el final de la antífona.
Normalmente, los tropos se cantaban por los solistas y se componían en estilo
neumático para acomodarlos al canto al que se adherían, en ocasiones tomando figu-
ras melódicas del canto llano. Los músicos de Francia, Alemania, Italia e Inglaterra
compusieron cientos de tropos, algunos adoptados en muchos lugares, aunque la
mayor parte cantados solamente en ciertas localidades.
La composición de tropos floreció especialmente en los monasterios durante los
siglos X y XI. El uso de tropos inició su declive durante el siglo XII y fue prohibido
por el Concilio de Trento (1545-1563; véase capítulo 10) con la intención de sim-
plificar y estandarizar la liturgia. Los tropos dan testimonio del deseo de los músicos
eclesiásticos medievales de embellecer el canto autorizado, agregándole música y pa-
labras. Esto tuvo una importancia crucial para el desarrollo de la polifonía, la cual
encarna el mismo impulso.
Secuencia
La secuencia fue un género muy frecuentado desde finales del siglo IX hasta finales
del siglo XII. Las secuencias se componían en estilo silábico sobre un texto, usual-
mente en dísticos, y se cantaban después del aleluya de la misa. El origen de la se-
3. La liturgia romana y el canto llano 95
~ LECTURA DE FUENTES - - -- - -- - - - -
El más famoso escritor antiguo de textos de secuencias, Notker Balbulus («el tarta-
mudo», ca. 840-912), un monje franco del monasterio de St. Gallen Suiza, explicó
cómo aprendió a añadir palabras silábicamente a los largos melismas. Parece estar
describiendo la práctica de escribir textos nuevos para melodías de secuencias exis-
tentes. Si bien los historiadores intuyeron que se trataba de una descripción de la in-
vención de la secuencia, está claro que Notker está hablando de perfeccionar una
práctica desarrollada en otro lugar.
Cuando aún era joven y las melodías muy largas -repetidamente confiadas a la memo-
ria- escapaban de mi pobre cabecita, empecé a razonar sobre el modo de evocarlas con
rapidez.
Entretanto, sucedió que cierto sacerdote de ]umieges (ciudad recientemente asolada
por los normandos) vino a morar entre nosotros, trayendo consigo su antifonario, en el
que algunos versos estaban compuestos musicalmente como secuencias; pero se hallaban en
estado de gran deterioro. Tras estudiarlos detenidamente, me sentí tan decepcionado por
ellos como deleitado al verlos por vez primera.
No obstante, tratando de imitarlos, comencé a escribir Laudes Deo concinat orbis
universus, qui gratis est redemptus y, mds adelante, Coluber adae deceptor. Cuando
llevé estos versos a mi maestro !so, tras alabar mi laboriosidad y sintiendo piedad por mi
falta de experiencia, elogió lo que era agradable y lo que no lo era, y se propuso mejorarlo
diciendo: «Los movimientos individuales de la mewdía deberían recibir sílabas separa-
das». Al escuchar tal cosa, corregí sin tardanza aquellos que caían bajo ia; aquellos bajo
le o lu, mas, sin embargo, tuve que abandonar la tarea por ser demasiado dificil. Pero
mds tarde, con la prdctica, conseguí resolverla fdcilmente -por ejemplo, en «Dominus in
Sina» y en «Mater>>-. Instruido de esa manera, pronto compuse mi segunda pieza, Psa-
llat ecclesia mater illibata.
Cuando mostré estos humildes versos a mi maestro Marce/o, éste, lleno de gozo, hizo
que se copiasen formando un grupo en un pergamino; después distribuyó distintas piezas
entre diversos muchachos para que las cantasen. Y cuando me dijo que debería recogerlas
en un libro y ofrecerlas como presente a una persona eminente, retrocedí avergonzado y
pensando que nunca sería capaz de hacer tal cosa.
Notker Balbulus, Prefacio al Liber hymnorum (Libro de himnos), en Richard Cracker, The Early Medie-
val Sequence (Berkeley y Los Ángeles: Universiry ofCalifornia Press, 1977), p. l.
96 Los mundos antiguo y medieval
El drama litúrgico
Algunos tropos tomaron la forma de diálogos. Entre los más antiguos se encuentra
Quem queritis in sepulcro, del siglo X, que precedía el introito de Pascua. En el diálo-
go, las tres Marías acuden a la tumba de Jesús, y el ángel les pregunta: «¿A quién
buscáis en el sepulcro?». Ellas responden: «A Jesús de Nazaret»; a lo cual el ángel
contesta: «No se encuentra aquí. Ha resucitado y ha dicho: id y proclamad que ha
resucitado de entre los muertos» (san Marcos 16, 5-7). Las descripciones de la época
informan que este diálogo se cantaba en estilo responsorial y era acompañado de una
acción dramática apropiada. Quem queritis in praesepe, un tropo de finales del siglo
X del introito de la misa del día de Navidad, opera de manera semejante. Las coma-
:'.!:.. La liturgia romana y el canto llano 97
Las mujeres eran excluidas del sacerdocio; además, cuando el coro sustituyó a los fie-
les en el canto durante las ceremonias religiosas, las mujeres fueron sencillamente si-
lenciadas en las iglesias. Pero en los conventos -comunidades separadas en las que
se oficiaban misas para mujeres religiosas- podían asumir posiciones de liderazgo,
siempre que no oficiasen las misas, y participar plenamente en el canto y en la com-
posición de la música. Como en los monasterios, la vida de los conventos giraba en
torno al canto de los ocho oficios y misas diarios. Aquí, las mujeres aprendían a leer
en latín y a leer música y tenían acceso a una vida intelectual factible para muy pocas
mujeres allende los muros de los conventos.
En este contexto, Hildegard von Bingen (1098-1179) tuvo un enorme éxito
como priora y abadesa de su propio convento, así como escritora y compositora
(véase su biografía). La mayor parte de sus canciones son cantos de alabanza a la Vir-
gen María, a la Trinidad o a los santos locales. Sus obras varían, desde himnos silábi-
cos y secuencias hasta responsorios altamente melismáticos. Las secuencias son algo
inusitadas en tanto los versos emparejados difieren con frecuencia en el cómputo de
sílabas y en los acentos, variando Hildegard la música en consecuencia. Lo más
asombroso es el carácter sumamente individual de las melodías de Hildegard. Mu-
chas superan en una cuarta o una quinta el ámbito de una octava. Utiliza reiterada-
mente un pequeño repertorio de figuras melódicas en constante variación. Algunas
pautas derivan del canto, como por ejemplo, una quinta ascendente y un descenso
por grados conjuntos, o el hecho de girar en torno a una nota cadencia!; otras son
extraordinarias, como los saltos sucesivos y otras pautas de composición que abarcan
98 Los mundos antiguo y medieval
vertiginosamente una octava o más. La música sirve para prolongar las palabras e in-
cita a la contemplación de su significado a través de la oración cantada.
La obra musical más extensa de Hildegard es el Ordo virtutum (Las Virtudes,
ca. 1151), un drama musical sacro en verso con 82 canciones. Es una obra de teatro
moral con personajes alegóricos, como los profetas, las virtudes, el alma feliz, el alma
infeliz y el alma penitente. Todos ellos utilizan el canto llano excepto el diablo, que
sólo es capaz de hablar; la ausencia de música simboliza su separación de Dios. El
coro final de las virtudes es característico del tipo de melodía expansivo e individual de
Hildegard.
Hildegard aseguraba que sus canciones, como sus escritos en prosa, estaban inspi-
radas por la divinidad. En una época en la que las mujeres tenían prohibido instruir o
supervisar a los hombres, la aureola de poseer comunicación directa con Dios era el
único modo de hacerse oír fuera del convento. Adquirió gran renombre como visio-
naria, pero su música, como la de tantos otros compositores, parece que sólo fue co-
nocida a escala local. Sus escritos se editaron y publicaron en el siglo XIX, su música
no antes de finales del siglo XX, cuando fue redescubierta en un intento de rescatar del
olvido la historia de la música creada por mujeres. Con enorme rapidez, se convirtió
en la compositora mejor conocida y con mayor número de grabaciones de la mono-
fonía sacra, así como en uno de los pocos autores conocidos de música y de textos.
--
3, La liturefa romana y el canto llano 99
Diversas corrientes dieron forma a la música medieval en una vasta sociedad: la evo-
lución política, el surgimiento de naciones y regiones lingüísticas, el crecimiento
económico, las clases sociales y el apoyo del aprendizaje y de las artes.
Hacia el siglo IX, aparecieron los tres principales sucesores del Imperio Romano.
El sucesor más directo fue el Imperio Bizantino en Asia Menor y en Europa suro-
102 Los mundos an~ medieval
riental. El más fuerte y vehemente era el mundo árabe, el cual, desde la fundación de
la religión islámica en torno al 610 por Mahoma (ca. 570-632), se había expandido
con rapidez, conquistando un vasto territorio que abarcaba desde el Pakistán de hoy
día, pasando por Oriente Medio y el norte de Africa, hasta España. El más débil, po-
bre y fragmentado de los tres era Europa occidental. En este contexto, la coronación
de Carlomagno como emperador en el año 800 en Roma reafirmaba la continuidad
con respecto al pasado romano, la independencia del Oriente bizantino y la confian-
za en el futuro de la civilización europea occidental.
La cultura europea le debe mucho a estos tres imperios. Los bizantinos preserva-
ron la ciencia, la arquitectura y la cultura de Grecia y de Roma. La mayor parte de
los escritos conservados de la Grecia antigua existen sólo gracias a los copistas bizan-
tinos que los copiaron. Los árabes ampliaron la filosofía y la ciencia de los griegos,
fomentaron el comercio y la industria e hicieron contribuciones a la medicina, la
química, la tecnología y las matemáticas. Los gobernantes árabes patrocinaron la li-
teratura, la arquitectura y las artes. Carlomagno fomentó también el aprendizaje y
las obras artísticas. Mejoró la educación, impulsando las escuelas primarias en mo-
nasterios y ciudades catedralicias de todo su reino. Con el fin de promocionar la eru-
dición y las artes, Carlomagno y su hijo Luis el Piadoso (r. 814-843) convirtieron
sus cortes en centros de vida intelectual y cultural y ofrecieron una pauta para los
gobernantes de Occidente, vigente durante mil años.
Tras la muerte de Luis, su Imperio se dividió. En los siglos siguientes empezaron
a emerger las naciones europeas, aun cuando sus límites se modificasen a menudo.
El mapa 4.1 muestra la situación en torno a 1050. La parte occidental del Imperio
pasó a ser Francia. Hasta 1200 aproximadamente, el rey francés fue relativamente
débil y gobernaba de modo directo únicamente el área que rodeaba París, mientras
que las otras regiones eran gobernadas por nobles que rendían tributo nominal al
rey pero que con frecuencia actuaban independientemente. Sus cortes ofrecían
oportunidades a poetas y músicos, pues cultivaban las artes de trovadores y troveros
(véase más adelante). En la parte oriental del Imperio, los reyes germanos reivindi-
caron el título de emperador como sucesores de Carlomagno. Su reino, conocido
más tarde como Sacro Imperio Romano Germánico, incluía también regiones no
alemanas, desde los Países Bajos hasta el norte de Italia. La nobleza regional y las
ciudades del Imperio tenían una considerable autonomía; hacia 1250, el auténtico
poder estaba en las manos de cientos de príncipes, duques, obispos y administrado-
res locales. Éstos competían por el prestigio y contrataban a los mejores cantantes,
instrumentistas y compositores, los cuales impulsaron el desarrollo de la música has-
ta el siglo XIX. Fuera de los países otrora francos, a finales del siglo IX se formó en
Inglaterra un reino centralizado que continuó existiendo tras la conquista norman-
da de Inglaterra en 1066. Italia siguió fragmentada entre distintos soberanos, inclui-
do el papa, y España estaba dividida entre los reinos cristianos del norte y las tierras
musulmanas del sur. Las cruzadas, una serie de campañas militares organizadas en-
tre 1095 y 1270 con el fin de recuperar Jerusalén del dominio turco, acabaron por
1:.. La canción y la música de danza en la Edad Media 103
La canción verndcula
Un tipo de poema vernáculo que sobrevivió es el poema épico, una larga narra-
ción heroica. Muchos se transmitieron oralmente antes de ser puestos por escrito. El
cantar de gesta (en francés, chanson de geste) consistía en un poema épico en la len-
gua vernácula del norte de Francia, que narraba los hechos de los héroes nacionales
en un canto formado por simples fórmulas melódicas. El más famoso cantar de gesta
es el Cantar de Rolddn (ca. 1100), relativo a una batalla del ejército de Carlomagno
contra los musulmanes en España. Existen aún cien canciones de gesta más, la ma-
yoría del siglo XII, pero la música que se ha conservado es escasa. Poemas épicos de
otros países, como Beowulf(siglo VIII), en inglés antiguo, las Eddas escandinavas (ca.
800-1200) o el alemán Cantar de los Nibelungos (siglo XIII), fueron probablemente
cantados, pero la música nunca se consignó por escrito.
Como en toda época, es seguro que la gente del Medievo cantó e interpretó música
para su propio disfrute y el de sus amigos. Asimismo, existieron músicos profesiona-
les de diverso cuño, cuya historia sigue estando parcialmente en penumbra por causa
de los escasos testimonios conservados. Los cantantes-poetas, llamados bardos en los
países célticos, cantaban poemas épicos durante los banquetes y otras ocasiones,
acompañándose con el arpa, el fidel o algún instrumento similar. Los juglares (en
francés, jongleurs) viajaban solos o en grupos y se ganaban su precaria existencia rea-
lizando trucos, contando relatos y cantando o tocando instrumentos. Hacia el siglo
XIII, el término ministril (del latín minister, «sirviente») era utilizado para músicos
más especializados, muchos de ellos empleados en las cortes o en las ciudades, al me-
nos por el período de un año, aunque también viajaban. A diferencia de los juglares,
los ministriles procedían de distintos medios y tipos de formación, desde antiguos
clérigos que habían colgado los hábitos hasta hijos de mercaderes, artesanos o caba-
lleros.
Poesía
Las canciones de trovadores y troveros fueron el manantial del que bebió toda la
poesía occidental en lengua vernácula. Notable por su refinamiento, su elegancia y
su complejidad, los poemas difieren en el asunto, la forma y el tratamiento. Predo-
minan las canciones amatorias, seguidas por las canciones de asunto político, moral
y literario, las baladas y diálogos dramáticos y las canciones de danza. La mayoría
son estróficas, mientras que las canciones de danza a menudo incluyen un estribillo
-una frase o verso recurrente con su música- usualmente cantado por los bailari-
nes. Existen distintos géneros particulares, tales como el alba (canción del amane-
cer), el canso (canción amatoria) y el tenso (canción de debate) de los trovadores.
Un tema central es elfin'amors (en occitano) o el.fine amour (en francés), que sig-
nifica «amor refinado» (ocasionalmente llamado amor cortés, término acuñado en el
siglo XIX). Se trataba de un amor idealizado, a través del cual el amante mismo se re-
finaba. El objeto era una mujer real, por lo general la esposa de otro hombre, pero
adorada desde la distancia, con discreción, respeto y humildad. La dama es descrita
como algo tan elevado e inalcanzable que quedaría fuera de lugar si condescendiese a
recompensar a su fiel enamorado. Así, Bernart de Ventadorn escribe en Can vei la
lauzeta mover el clásico lamento de amor:
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6
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6. c'a - tres - si.m sui
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..-:;:¡; •
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f .. 7.com de
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fos
...
de - sa •..--.-. •
vi
.--;-._
nens.
•
Tengo que cantar de quien no quisiera,
tal es mi rencor contra aquel de quien soy amiga,
pues lo amo mds que a nadie, quien quiera que sea;
pero a él no le valen mis mercedes ni mi cortesía,
ni mi belleza, ni mis preces, ni mi inteligencia;
de modo que soy engañada y traicionada,
como sucedería si yo fuese desabrida.
-
4. La canción y la música de danza en la Edad Media 109
Melodías
Las canciones de trovadores y troveros son estróficas, teniendo cada estrofa la misma
música. La composición sobre el texto es en su mayor parte silábica, con ocasionales
melismas breves, especialmente en la penúltima sílaba de un verso. El ámbito de la
melodía es reducido, excediendo rara vez la novena. Las melodías progresan a menu-
do por grados conjuntos con saltos ocasionales de una tercera. Las frases tienen por
lo general forma de arco, ascendiendo hasta una cumbre y descendiendo gradual-
mente hasta la conclusión. Los músicos profanos no concebían sus melodías según
los modos eclesiásticos y algunas de ellas no se adecuan a modo alguno; no obstante,
la mayor parte sí lo hacen, siendo los modos 1 y 7 los más utilizados. Muchas can-
ciones dejan claro el modo en toda su extensión, mientras que otras pueden mante-
ner cierta ambigüedad hasta el final. La mayor parte de las melodías de los trovado-
res ofrecen una música nueva en cada frase de la estrofa, aunque Bernart de
Ventadorn repite con frecuencia una o más frases; la forma AAB aparece en varias
melodías de trovadores y en la mayoría de las canciones de troveros. Como podemos
ver, siguió siendo la forma más usual de canción alemana medieval y muchas otras
formas surgieron al añadir un estribillo a uno o más versos en forma AAB (véase Las
formas de un vistazo).
A chantar ilustra estas características. Sus estrofas de siete versos están compuestas
de frases según el esquema ab ab cdb, con forma AAB en la que A y B comparten
una rima musical. La progresión musical se da principalmente por grados conjuntos
dentro del ámbito de una octava, con frecuentes puntos culminantes sobre la nota
La y cadencias sobre el Re, lo cual indica con claridad que se trata del modo 1.
Por regla general, la notación no indicaba el ritmo, excepto en algunos manuscri-
tos tardíos. Algunos estudiosos sostienen que las melodías se cantaban en un estilo
libre y no mensurado; otros dicen que cada nota o cada sílaba debía tener una dura-
ción aproximadamente igual y otros incluso que las canciones se cantaban según la
métrica, con notas largas y cortas correspondientes a las sílabas acentuadas y no
acentuadas, aun cuando no hay acuerdo acerca de cómo aplicar la métrica a las síla-
bas con más de una nota o en los casos frecuentes en los que las estrofas difieren en
su acentuación. Así, el tratamiento del ritmo varía considerablemente entre unas
ediciones e intérpretes y otras, pudiendo elegir entre una amplia gama de aproxima-
ciones. Lo más probable es que las canciones de danza fuesen cantadas según la mé-
trica, mientras que las enaltecidas canciones amatorias fuesen cantadas de manera
más libre.
110 Los mundos antiguo y medieval
La mayor parte de las canciones medievales son estróficas, con varias estrofas cantadas con
la misma melodía. La melodía puede adoptar diversas formas, pero el esquema más co-
mún es AAB, ya sea aislado o con un estribillo.
En la forma AAB, una sección de una o más frases se canta en dos ocasiones, la segun-
da vez con un texto nuevo, seguido de una sección contrastante. Dos de las canciones en
NAWM tienen esta forma, como se muestra en la ilustración 4.1. En ambos casos, las sec-
ciones A y B terminan con la misma frase musical, generando una rima musical que es un
rasgo frecuente de la forma AAB.
Otras dos canciones añaden estribillos a esta estructura básica, líneas recurrentes de tex-
to que siempre se cantan con la misma música. Por convención, cuando una forma de
canción tiene un estribillo, las repeticiones tanto del texto como de la música se muestran
en letras mayúsculas, y la repetición de música con nuevas líneas de texto se muestra con
letras minúsculas. Robins m'aime tiene solamente una estrofa, precedida y seguida de un
estribillo de dos líneas que utiliza las dos mismas frases musicales que la estrofa. Non sofre
y
Sancta María tiene varias estrofas, cada una precedida seguida por un estribillo que utili-
za únicamente la última sección de la música de la estrofa; puesto que el estribillo aparece
primero, se le da la letra A y la estrofa se muestra como bba y no como aab.
ILUSTRACIÓN 4.1 . Cuatro canciones con estrofas en forma AAB, con y sin
estribil/,o.
Difosión
Los orígenes de la tradición de los trovadores no están claros; las posibles fuentes e
influencias incluyen las canciones árabes, los versus (véase anteriormente) y las can-
ciones profanas en latín. Desde el sur de Francia, la tradición se propagó hasta los
troveros del norte de Francia hacia el final del siglo XII, así como a Inglaterra, Alema-
nia, Italia y España. En 1208, el papa lnocencio 111 declaró una cruzada contra los
albigenses, secta herética cristiana ubicada en el sur de Francia, y a tal cruzada se ad-
hirió el norte de Francia como una manera de conseguir sus fines políticos de domi-
nación del sur. Muy pronto, la aristocracia, las cortes y la riqueza que sostenían a los
trovadores se vino abajo y los trovadores se dispersaron, llevando su influjo a los paí-
ses vecinos. Los troveros continuaron aún durante todo el siglo XIII. Éstos admiraban
a los trovadores y preservaron su arte; de hecho, la mayoría de manuscritos existentes
que contienen canciones de trovadores se copiaron en el norte de Francia de media-
dos a finales del siglo XIII.
La canción inglesa
Minnesinger
Laude
Muy pocas canciones italianas anteriores a 1300 han llegado hasta hoy con música,
aunque disponemos de melodías de varias docenas de laude (singular, lauda), can-
ciones sacras y monofónicas italianas. Compuestas en las ciudades en lugar de en las
cortes, las laude se cantaban en las procesiones de los penitentes religiosos y en las
cofradías, asociaciones de ciudadanos que se congregaban para rezar y para darse
mutuo apoyo. La tradición del lauda persistió durante varios siglos. Del siglo XIV en
adelante la mayor parte de los laude eran polifónicos. ·
Cantigas
Uno de los tesoros de la canción medieval nos ha llegado en las Cantigas de Santa
María, una colección de más de cuatrocientas cantigas en lengua galaico-portuguesa
en honor de la Virgen María. La colección fue preparada en torno a los años 1270-
1290 bajo la dirección del rey Alfonso el Sabio de Castilla y León y conservada en
cuatro manuscritos hermosamente ilustrados. No se sabe con seguridad si Alfonso
escribió algunos de los poemas y melodías. La mayor parte de las canciones de la co-
lección relatan historias de milagros realizados por la Virgen, objeto de veneración
creciente del siglo XII en adelante. La cantiga 159, Non sofre Santa María, narra la
f_ La canción y la música de danza en la Edad Media - - - - - - - - ------1-"-13
anécdota de una tajada de carne, robada por los peregrinos, a la que María puso a
dar saltos para revelar dónde estaba escondida. Todas las canciones tienen estribillos,
cantados quizá por un grupo que alternaba con un solista que cantaba los versos. Las
canciones con refranes estaban a menudo asociadas a la danza, una posibilidad rea-
firmada por las ilustraciones de bailarines que aparecen en los manuscritos de las
Cantigas y por el ritmo danzarín de muchas de las canciones. En la mayor parte de
las canciones, los versos están en la forma, ahora conocida, MB, donde la música de
la sección B se emplea también en el estribillo; puesto que el estribillo aparece pri-
mero y es costumbre etiquetar las secciones de una pieza por orden alfabético empe-
zando por la primera sección, la forma musical se escribe A bba A bba ... A.
Las canciones descritas arriba fueron anotadas como líneas melódicas aisladas, pero
pudieron estar acompañadas por instrumentos tocados al unísono o mediante acom-
pañamientos improvisados. Los manuscritos ilustrados muestran la amplia variedad
de instrumentos musicales.
ILUSTRACIÓN 4.2 !lustración de una Biblia francesa de ca. 1250 que muestra a unos músicos tocando
un fidel, una zanfonía, un arpa y un salterio en una fiesta.
114 Los mundos antiguo y medieval
Una miniatura procedente de una Biblia francesa del siglo XIII (ilustración 4.2)
muestra a cuatro músicos tocando en una fiesta. A la izquierda se ve una viela (fran-
cés, vieille) o fidel, el principal instrumento medieval de arco y predecesor de la viola
renacentista y del moderno violín. Aunque las vielas diferían en la forma y el tama-
ño, la viela típica del siglo XIII tenía cinco cuerdas afinadas en cuartas y quintas, de
manera que podía apoyarse la melodía por uno o más bordones sobre las cuerdas
abiertas. Después se ve un organistrum (chifonía o zanfonía), una viela de tres cuer-
das que se hacía sonar por medio de rueda giratoria en el interior del instrumento,
movida por una manivela en el extremo; el ejecutante pulsaba unas tedas para modi-
ficar la altura de los tonos de la cuerda de la melodía mientras las otras cuerdas ha-
cían sonar los bordones. El tercer músico tañe una clase de arpa que, al parecer, tuvo
su origen en las islas británicas. A la derecha se ve un salterio, interpretado mediante
cuerdas punteadas sujetas a un armazón sobre una tabla resonante de madera; es un
remoto ancestro del clavicémbalo y del piano.
Las miniaturas procedentes de las Cantigas de Santa María, que vemos en la ilus-
tración 4.3, muestran a unos músicos tocando instrumentos de la época de viento y
de percusión. La flauta travesera era similar a la flauta moderna, pero estaba hecha
de madera o de marfil y no tenía llaves. El caramillo era un instrumento de doble
lengüeta, similar al oboe. La trompeta medieval era recta y sin válvulas, de modo
que con ella sólo podían tocarse series armónicas. El flautín de pico y el tamborín
consistían en un silbato agudo tocado con la mano izquierda, mientras la mano de-
recha batía un pequeño tamborín con un palillo.
Otros instrumentos que hoy nos resultan familiares ya se utilizaban entonces. El
instrumento folclórico universal era la gaita, cuyo ejecutante inflaba una bolsa (a
menudo hecha con la piel o la vejiga de un animal) que a su vez propulsaba una
ininterrumpida corriente de aire a través del tubo melódico y uno o más bordones;
todos ellos emitían sus sonidos mediante lengüetas. Las campanas se tañían en las
iglesias y se usaban como emisoras de señales. Hacia 1100, las iglesias monásticas
empezaron a utilizar modelos primitivos de órgano y, hacia 1300, éstos eran habi-
tuales también en las catedrales. Además de los órganos de las iglesias, existían dos
tipos más pequeños de órgano. El órgano portátil era lo bastante pequeño como
para ser transportado (portatum) o colgado de un tirante alrededor del cuello. Tenía
un único grupos de tubos y la mano derecha tocaba las llaves mientras la izquierda
manipulaba el fuelle. El órgano positivo tenía que ser colocado (positum) sobre una
mesa para ser tocado y requería un asistente que bombease el fuelle.
La mayoría de estos instrumentos entraron en Europa procedentes de Asia, a tra-
vés del Imperio Bizantino o bien de los árabes en el norte de África y en España. Su
historia remota es oscura y su nomenclatura inconsistente. Pero en ellos podemos re-
conocer la variedad de cuerdas punteadas y frotadas con arco, los instrumentos de
viento de madera y metal, los de percusión y los órganos habituales en épocas poste-
riores, vislumbrando así que los músicos medievales tenían ya en sus manos una rica
gama de timbres instrumentales.
...:..-La canción y la música tk danza en la Edad Media 115
ILUSTRACIÓN 4.3 !lustración de las Cantigas de Santa María (ca. 1250-1280) con músicos tocando
flautas traveseras, caramillos, flautines de pico, tamborines y trompetas.
La música de danza
hecho, la polifonía se desarrolló en las mismas regiones y contextos que los tropos.
Los avances de la teoría y de la notación durante los siglos XI, XII y XIII permitieron
que los músicos pusieran por escrito la polifonía y desarrollasen progresivamente va-
riedades más elaboradas de composición, como lo fueron el organum, el conductus y
el motete.
El surgimiento de la polifonía escrita reviste un interés particular, pues supuso la
primicia de cuatro preceptos que desde entonces han distinguido la música occiden-
tal: 1) el contrapunto, o combinación de múltiples líneas independientes; 2) la ar-
monía, o regulación de sonidos simultáneos; 3) la importancia medular de la nota-
ción, y 4) la idea de composición como algo distinto de la interpretación. Estos
conceptos se transformaron con el tiempo, pero su presencia en esta música la
vincula con toda la música ulterior.
La polifonía comenzó siendo un tipo de interpretación, derivó hacia una práctica
de composición oral y evolucionó hasta convertirse en una tradición escrita. De
igual modo que en otras tradiciones orales, buena parte de su historia permanece
oculta a nuestra vista y sólo puede ser reconstruida parcialmente a partir de vestigios
conservados, principalmente descripciones incluidas en tratados, relatos de primera
mano y ejemplos anotados. Para nosotros es fácil la polifonía esencialmente como
una tradición de composición escrita, como acostumbraban a hacer los historiadores
de la música, porque es lo que vemos en los manuscritos. Pero siempre tenemos que
recordar que lo puesto por escrito fue sólo una pequeña parte de la polifonía que se
cantaba, y es necesaria cierta imaginación histórica para comprender la polifonía oral
que existió únicamente en las gargantas de los cantantes, los oídos de los oyentes y
las mentes y la memoria de intérpretes y compositores.
El organum primitivo
Es probable que los europeos interpretasen música a varias voces desde mucho antes
de que fuese escrita. El tipo más simple, el canto o ejecución de una melodía frente a
un bordón, se encuentra en la mayor parte de las tradiciones folclóricas europeas y
en muchas culturas asiáticas, lo que sugiere que se trata de una práctica muy anti-
gua. Por regla general, los bordones emiten y mantienen la final del modo, añadién-
dose en ocasiones la quinta superior. Para un oyente, los bordones fundamentan la
melodía en su centro tonal e incrementan la sensación de cierre cuando la melodía
cadencia sobre la final.
Otra manera de enriquecer la melodía, doblándola con intervalos paralelos conso-
nantes, era ya aparentemente una vieja práctica cuando se explicó y ejemplificó por
vez primera en dos tratados anónimos del siglo IX, Musica enchiriadis y Scolica enchi-
riadis. Algunos ejemplos del primero de ellos están transcritos en el ejemplo 5.1.
Los tratados utilizan el término organum para dos o más voces que cantan notas
diferentes en combinaciones agradables al oído. Este término se utilizó para distintos
f._La polifft!!Ía a lo largo del siglo XIII · - - - - -- - 121
;9: ~ : • • • • • •
•• ..• : :
Voz organal Tu pa - tris sem - pi - ter - nus es fi li - us.
"
Vffl. organa!
duplicada . -- ...
..
~
tJ ~
Voz principal
duplicada :: .;;
..____........
Sit glo ri - a do - mi - ni in sae - cu - la.
do - mi - nus in
..
o - pe - ri - bus
..
su - is.
Sea la gloria del Señor por los siglos; el Señor se regocijará de sus obras.
quinta por debajo. Las quintas eran consonantes y consideradas a la vez perfectas y
hermosas. Si bien las quintas paralelas serán prohibidas más tarde en el contrapunto
del Renacimiento, a los oídos medievales añadían resonancia y magnificencia a un,
por lo demás, escueto unísono. En el llamado «organum primitivo», la voz organal
se suele cantar por debajo de la voz principal. Una de las dos o ambas voces pueden
ser duplicadas a la octava, como en el ejemplo 5.lb, para crear un sonido aún más
pleno.
Cabría esperar que el organum paralelo a la cuarta inferior fuese tan sencillo
como las quintas paralelas, y puede que haya sido así en la práctica. Pero el sistema
de escalas descrito en Musica enchiriadis contenía cuartas aumentadas (o tritonos),
tales como Si bemol-Mi y Fa-Si, y los ajustes necesarios para evitarlos originaron un
organum que no era estrictamente paralelo. Para evitar que estos tritonos tuviesen
lugar, el tratado prohíbe que la voz organal se mueva por debajo de Do cuando un
fragmento del canto llano contiene Mi o por debajo de Sol cuando contiene Si. Los
cantantes que interpretaban la voz organal tenían que permanecer sobre una nota
hasta que podían proceder en cuartas paralelas sin hacer sonar un tritono. El resulta-
do, ilustrado en el ejemplo 5.2, combina el movimiento oblicuo, como una melodía
que progresa sobre un bordón, con el movimiento paralelo; a este estilo se le deno-
mina organum mixto paralelo y oblicuo. La ilustración 5.1 muestra cómo este ejem-
plo aparece en una copia manuscrita del tratado.
,, ~ - ..
EJEMPLO
Voz principal
1 : : : : : : :
--
- ..
Voz organal Rex cae - li do - mi - ne ma - ris un - di - so - ni .
9: ~
Ty - tan - is
1 :
-
: : : : : : --
..
ni ti di squal - li di - que so - li.
9: ~ --.. .. .. • -•
• .. .. • • : : : : :
--
~ -- • •- --
Te hu - mi - les fa - mu - li roo - du - lis ve - ne - ran - do pi - is.
9: • • 1 : : : : :
Se iu - be - as fla - gi - tant va - ri - is li - be - ra - re roa - lis.
I LUSTRACIÓN 5. l Extracto de un manuscrito de Musica enchiriadis, que muestra las primeras dos frases
Je RelC c;i.eli domine (ejemplo 5.2) en organum mixto paralelo y oblicuo. Los signos a la izquierda indican
las alturas tonales, denotando « T>> y «5» en el margen los tonos que son enteros y los semitonos. La altura de
cada sílaba indica su altura tonal, y los movimientos de cada voz se muestran mediante líneas que vinculan
las sílabas, hasta que las dos voces se unen en las dos últimas sílabas de cada frase. El copista no se ha moles-
tado en alinear las voces verticalmente, dando por supuesto que el lector entenderd que las voces declamardn
el texto conjuntamente.
Evitar los trítonos de este modo tuvo efectos significativos. Cuando la voz orga-
nal permanecía inmóvil, se producían segundas y terceras mayores armónicas, pero
no eran consideradas consonantes; si alguno de estos intervalos podía coincidir en la
última nota de la frase, la voz organal tenía que moverse hasta el unísono con la voz
principal. Al converger en el unísono, se ponían de manifiesto las cadencias y el fra-
seo del canto llano original. Este procedimiento se separa ciertamente de los simples
bordones, puesto que el movimiento paralelo hizo surgir la posibilidad de la polifo-
nía como combinación de voces independientes.
Los estilos de organum descritos en Musica enchiriadis eran procedimientos que
los cantores utilizaban para adornar sus cantos durante la ejecución, basados en re-
glas estrictas a la hora de deducir voces nuevas a partir del canto llano. No eran mé-
todos de composición. Sin embargo, el siguiente teórico que describió el organum,
Guido d'Arezzo en su Micrologus (ca. 1025-1028), permitió una gama de posibilida-
des, lo que dio como resultado una variedad de voces organales que combinaban
movimientos paralelos y oblicuos; con la elección surgió la posibilidad de la compo-
sición. En la mayor parte de los casos podemos asumir que estas voces organales se
compusieron oralmente, ya fuese improvisadas por un solista o elaboradas durante
un ensayo. Tenemos testimonios de dicha composición oral tanto en los teóricos
como en algunas fuentes prácticas en las cuales se han escrito las voces organales. El
testimonio más grande es el Tropario de Winchester, un manuscrito de tropos y
otras músicas litúrgicas del monasterio de Winchester, Inglaterra. Contiene 174 or-
gana, quizá de Wulfstan de Winchester (fl. 992-996), el cantor de dicho monasterio.
Sólo están anotadas las voces organales (los monjes conocían probablemente los can-
tos gregorianos de memoria) y están en neumas no mensurados, que no indican las
alturas exactas de los tonos pero que pueden servir como recordatorio para un can-
tante que ya conoce la música; ello sugiere con fuerza que las voces organales se
componían y transmitían oralmente y se anotaban como un apoyo nemotécnico.
Debido a la notación neumática, no podemos transcribir los organa con certidum-
bre. Pero la preocupación del escriba por fijarlos por escrito demuestra que el orga-
num se estaba convirtiendo en una forma de composición tanto como en una mane-
ra de interpretar el canto llano.
Las nuevas posibilidades no desplazaron por completo a las más antiguas, no obs-
tante. Teóricos posteriores, como Elías Salomo a finales del siglo XIII y Jacobo de Lie-
ja en torno a 1330, describen el canto en cuartas y quintas paralelas como una prác-
tica corriente. Evidentemente, del mismo modo que se introdujo cada nuevo estilo
de polifonía descrito en este capítulo, los estilos más antiguos pervivieron en otros
lugares o fueron utilizados junto a los nuevos, a menudo para ocasiones y propósitos
diferentes.
Organum libre
En las distintas maneras de añadir una voz organal multiplicada, los músicos debie-
ron detectar una oportunidad de ornamentar los cantos de las ceremonias al igual
que los escultores, pintores y fabricantes de tapices decoraban los muros de las igle-
sias. Hacia finales del siglo XI, los cantantes improvisaban mientras los copistas to-
maban nota de un estilo nuevo de organum, conocido hoy como organum libre u
organum nota-contra-nota, en el cual la voz organal tenía una independencia mayor y
era más prominente.
Las reglas para la improvisación o la composición en el nuevo estilo se han con-
servado en Ad organum fociendum (Cómo hacer un organum, ca. 1100), del cual ofre-
cemos como ejemplo las secciones a solo del Alleluia ]ustus ut palma. Como se mues-
tra en el ejemplo 5.3, la voz añadida está ahora generalmente por encima del canto
llano y no por debajo (aunque las voces pueden cruzarse), quizá porque ello permite
un margen más amplio de movimiento. La voz organal realiza un movimiento con-
trario al del canto llano, casi siempre nota por nota, en una mezcla libre de movi-
miento contrario, oblicuo, paralelo y movimientos similares, formando intervalos ar-
mónicos consonantes con ella. Las consonancias siguen siendo el unísono, la cuarta,
la quinta y la octava, con cadencias sobre el unísono y la octava, precedidas en oca-
siones por una tercera o una sexta que permitan la progresión por grados conjuntos.
La voz organal está menos articulada que la del canto llano a causa del limitado nú-
mero de intervalos armónicos que el cantante puede elegir. No obstante, este estilo
de organum ofrece una libertad mucho mayor que sus antecesores y permite a los
cantantes y compositores mostrar su maestría en el arte de embellecer el canto litúr-
gico.
2.:,. La polifonía a lo largo del siglo XIII 125
oblicuo
similar
paralelo
~
::;:::::::::
oblicuo
=:::::::::::
paralelo
:::::::::
contrario
Jus tus
..
ut pal - ma
lncervalos i 4 5 4 5 5 8 4 4 5 8 8 4 4 4 5 8
Durante los siglos siguientes, la polifonía cayó sobre todo bajo la responsabilidad
de los solistas y no del coro. Esta situación tiene sentido por varios motivos. Según
una larga tradición, los cantos más ornamentados, los salmos responsoriales, eran
cantados principalmente por solistas, siendo lo más apropiado que ellos se pusieran a
la cabeza de toda elaboración ulterior de las ceremonias. Los solistas cantaban los tro-
pos y la polifonía era algo análogo a los tropos en tanto que añadido a los cantos au-
torizados. Lo más importante es que sólo un solista podía improvisar una línea de or-
ganum libre sobre un canto dado, de manera que cuando el organum libre por fin se
puso por escrito ya estaba asociado a la interpretación a solo. Por consiguiente, si bien
los estilos más antiguos de organum podían ser cantados por los coros y empleados en
cualquier tipo de canto llano, el organum libre y los estilos posteriores sólo aparecían
cuando cantaban los solistas, de manera primordial en las partes a solo de los gradua-
les, aleluyas y responsorios de los oficios, así como en secciones de tropos del Ordina-
rio de la misa. La polifonía no existía por sí sola; antes bien, los solistas cantaban las
secciones polifónicas alternando con el canto llano monofónico cantado por el coro.
La polifonía aquitana
erso 2
dem-pto ri plas-ma - to ri
Ver o4
4
lLU TR.ACIÓN 5.2 Jubilemus, exultemus, versus a dos voces, en notación aquitana. Las dos voces estdn
esm:as por encima del texto y separadas entre sí por una línea. La coordinación entre las voces no siempre
e1tá clara,
128 L os mundos ant~p;uo y medieval
alineamiento vertical de las voces indica de modo aproximado qué notas han de can-
tarse simultáneamente, aun existiendo lugares ambiguos. La duración de las notas
no está indicada, por lo que se suscitan muchas preguntas: ¿debería progresar el te-
nor a un paso más constante mientras la voz superior se mueve de manera más o
menos rápida para adecuarse a aquél? ¿O a la inversa, en cuyo caso el tenor perdería
su carácter melódico en la mayor parte de pasajes floridos y se convertiría en una se-
rie de bordones? ¿O estaban ambos coordinados mediante una métrica o una con-
vención rítmica sobrentendida en la época, aunque no evidenciada en la notación?
Estas incertidumbres preocupan sin duda a los historiadores, pero abren al mismo
tiempo oportunidades de interpretación en las modernas ediciones e interpretacio-
nes, las cuales difieren considerablemente en las soluciones aportadas.
En los siglos XII y XIII, los músicos de París desarrollaron un estilo más ornamentado de
polifonía. Sus creadores estaban vinculados a la nueva catedral de París, Notre Dame,
una de las catedrales góticas más espléndidas. Fue necesario casi un siglo para edificar
Notre Dame: los cimientos se pusieron en torno a 1160, el ábside y el coro se termina-
ron en 1182, y la primera misa se celebró en 1183; la nave de crucero y la nave central
fueron concluidas alrededor del 1200, la fachada en 1250 aproximadamente. Durante
este tiempo, los músicos que ejercían en Notre Dame o estaban relacionados con la ca-
tedral crearon un nuevo repertorio de una magnificencia y una complejidad sin prece-
dentes. Este repertorio nuevo fue quizá la primera polifonía compuesta y leída a partir
de la notación, en lugar de ser improvisada, además de contener el primer corpus mu-
sical para más de dos voces independientes. Una música tan elaborada fue apreciada
por su altura artística a la hora de ornamentar el canto llano autorizado, tornando más
impresionantes las ceremonias religiosas y ofreciendo un fenómeno sonoro paralelo al
deslumbrante tamaño y a la bella decoración del propio monumento.
El repertorio creado en Notre Dame se cantó durante más de un siglo, desde la se-
gunda mitad del siglo XII hasta el siglo xIII; y se difundió en gran parte de Europa,
desde España hasta Escocia. Los historiadores de la música lo han considerado duran-
te mucho tiempo la primera polifonía que se compuso originariamente por escrito y
que se leyó desde la notación en lugar de improvisarla o componerla oralmente. Pero
las investigaciones más recientes han complicado este punto de vista. Según los testi-
monios acerca de las ceremonias en Notre Dame, ni el canto llano ni la polifonía se
interpretaron a partir de la notación. Los manuscritos más antiguos conservados de la
polifonía de Notre Dame datan de la década de 1240, décadas después de haberse
creado este repertorio. El texto musical de las piezas individuales pude variar conside-
rablemente de un manuscrito al siguiente, de un modo que sugiere una transmisión
oral antes que (o junto a) una trasmisión escrita. Un tratado copiado en París a prin-
cipios de la década de 1220 describe cómo improvisar organum en el estilo de Notre
2:.. La polifonía a lo largo del siglo XIII 129
Por primera vez desde la Grecia antigua, los compositores de Notre Dame desarro-
llaron una notación que indicaba la duración de las notas, un paso de enorme tras-
cendencia para la música posterior. Concibieron esta notación a finales del siglo XII y
fue descrita en un tratado del siglo XIII atribuido a Johannes de Garlandia. En lugar
de utilizar la forma de las notas para indicar su duración relativa, como ocurre en la
notación moderna, emplearon combinaciones de grupos de notas, o ligaduras, para
indicar patrones de longa (notas largas) y breve (notas cortas). Existían seis patrones
básicos, llamados «modos» por Garlandia y conocidos hoy como modos rítmicos. És-
tos se identificaban por un número y se muestran aquí tanto como patrones de lon-
ga (L) y breve (B), como en una transcripción moderna:
La unidad básica de tiempo (tempus, pl. tempora), transcrito aquí como una cor-
chea, se anotaba siempre en grupos de tres. Este agrupamiento era un resultado na-
tural de la alternancia de los modos 1 y 2 de una longa (dos tempora) y una breve
(un tempus). Para mantener los grupos de tres en los modos 3, 4 y 5, la longa se ex-
tendía a tres tempora y se duplicaba la longitud de la segunda breve en los modos 3
y 4. Los modos 1 y 5 eran los más usuales y según parece los más antiguos. El modo
4 se empleaba raras veces y, en principio, quizá se incluyera para completar el sis-
tema, que él según parece modeló en un conjunto de seis metros poéticos enumera-
dos en un tratado anterior sobre gramática latina.
En teoría, una melodía del modo 1 consistiría en las repeticiones del patrón, ter-
minando cada frase con un silencio:
130 Los mundos antiguo JI medieval
Pero una melodía así podía resultar monótona, por lo que en la práctica el ritmo
era más flexible. Las notas podían dividirse en unidades más pequeñas o dos notas
de un mismo patrón podían combinarse en una sola. En algunas piezas, el modo
cambia de una frase a la siguiente, mientras que numerosas composiciones combi-
nan el modo 5 en el tenor con otro modo en la voz superior.
Para indicar cuál de los modos rítmicos estaba en vigor, los copistas empleaban li-
gaduras, signos derivados de los neumas compuestos de ·la notación del canto llano,
los cuales denotaban grupos de notas. Cuando una melodía estaba escrita como se
muestra en el ejemplo 5.5a, con una ligadura simple de tres notas seguida por una
serie de ligaduras de dos notas, ésta advertía al cantante para que utilizase el modo l,
como se muestra en la transcripción del ejemplo 5.5b. Puesto que las ligaduras son
los rasgos clave de la notación rítmica, en las ediciones modernas se representan me-
diante corchetes horizontales sobre las notas, como se ve aquí. En este modo, cada
ligadura termina en una longa, mientras que todas menos la primera tienen el mis-
mo patrón rítmico, permitiendo que la notación sea de asequible lectura una vez nos
hayamos familiarizado con ella. Los otros modos rítmicos se muestran de manera si-
milar, con una combinación diferente de ligaduras para cada modo. Las desviaciones
con respecto al patrón prevaleciente, los cambios de modo o los tonos repetidos (que
podían no incluirse en las ligaduras) hacían necesarias ciertas modificaciones.
e r.; .. etc. -
~·
Leoninus estuvo activo en la catedral de París, donde tuvo numerosas funciones y es-
tuvo activo a partir de 1150, antes de que se construyera la actual Notre Dame. Ob-
tuvo su licenciatura como Maestro de Artes, probablemente en la Universidad de Pa-
rís, y más tarde fue investido sacerdote. Fue canónigo en Notre Dame y estuvo
afiliado al monasterio de San Víctor. Como poeta, escribió una paráfrasis en verso de
los primeros ocho libros de la Biblia, así como varias obras más breves.
Acerca de Perotinus sabemos menos cosas. También obtuvo su Maestría en Artes y
debió de ocupar una importante posición en Notre Dame.
Prácticamente todo lo que sabemos sobre las actividades musicales de Leoninus y
Perotinus está en un tratado de aproximadamente 1275, conocido como «Anony-
mous IV» por ser el cuarto tratado anónimo en la colección de tratados medievales de
C.-E.-H. Coussemaker (París, 1864-1876). El autor hace una deliberada compara-
ción entre los dos compositores:
Jeremy Yudkin, The Music Treatise of Anonymous IV: A New Translation, MSD 41 (Neuhausen-
Stuttgart: AIM/Hanssler-Verlag, 1985), p. 39.
Anonymu IV. Casi toda la figuración en el duplum está compuesta de fórmulas que
reaparecen una y otra vez en este repertorio, como las señaladas como a y b en el
ejemplo 5.6. Los cantantes memorizaban estas fórmulas y podían emplearlas para
improvisar, componer y recordar largos organa, sin recurrir a la notación. Además,
los esquemas repetitivos de los modos rítmicos en frase relativamente breves hacían
los pasajes de discantus particularmente memorizables. La prueba puede encontrarse
comparando los manuscritos que se han conservado, en los cuales las secciones en
discanrus son a menudo exactamente iguales pero las secciones en organum purum
134 Los mundos antigwi y mediev'!:..{
.. ---- -......
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de nint
EJEMPLO 5.7 Leoninus, sección de discanto sobre sílaba «Do-» de Viderunt omnes
--- 1
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136 Los mundos antiguo y mediev'E!.
Clausulae de sustitución
h.
ritmo, adquirieron enorme importancia en el motete de los siglos XIII y XIV (véase a
continuación y el capítulo 6).
El organum de Perotinus
Perotinus y sus contemporáneos escribieron también organa para tres o incluso cua-
tro voces. Un organum a dos voces era llamado organum duplum («doble»); un or-
ganum a tres voces, un organum triplum, o simplemente triplum («triple»), y un or-
ganum a cuatro voces, un quadruplum («cuádruple»). Las voces por encima del
tenor se denominaban de igual manera en orden ascendente: duplum, triplum y
quadruplum. Todas las voces superiores empleaban los modos rítmicos, permitiendo
una coordinación exacta entre ellas y desplazándose en ámbitos parecidos con un en-
trecruzamiento constante.
El Anonymous IV nos cuenta que Perotinus escribió tripla y quadrupla y mencio-
na dos de ellos, incluida la composición a cuatro voces Viderunt omnes. Como otros
tripla y quadrupla, comienza en estilo de organum con frases mesuradas en ritmo
modal en las voces superiores, por encima de notas muy extensas del tenor, como se
muestra en la ilustración 5.3 y en el ejemplo 5.9. Como en la composición de Leo-
ninus, tales pasajes se alternan con secciones de discanto, cuyo pasaje más largo apa-
rece una vez más sobre la palabra «Dominus» (no se muestra aquí).
Para dar coherencia y estilo a las secciones extensas en estilo de organum, Peroti-
nus utilizó varias técnicas reiterativas y armónicas de modos continuamente varia-
dos. Podía repetir una frase en una voz (quadruplum, frases a y c), mientras las otras
voces cambiaban o repetían una frase a una altura tonal distinta (quadruplum, frases
a y a'; duplum, frases d y d'). Particularmente característica resulta la repetición de
138~~~,...-~~~~~~~~~~....-~....-....-....-....-....-~L_o_s_1n_u_n_d._o_s_a_n_h~gu.__o~v_m
....-
ed_i_
ev~
!!:J.
una frase en otra voz (frases by c durante todo el ejemplo), incluido el intercambio
entre las voces, según el cual las voces permutan las frases (como hacen el duplum y
el triplum en las frases by c). Cada una de las frases pone de manifiesto asombrosas
disonancias antes de resolver en la quinta o en la octava por encima del tenor, em-
pleando la tensión armónica para reforzar la consonancia a la par que para mantener
el interés del oyente. En el pasaje que se muestra aquí, las frases son breves y todas
las voces se detienen a la vez. En la sección siguiente (no mostrada), las voces se de-
tienen en momentos diferentes, produciendo períodos más largos. Cada sección
nueva introduce y modifica motivos con adornos que aparentemente nunca se
agotan.
Con tales medios Perotinus y sus colegas crearon obras polifónicas de una longi-
tud sin precedentes, incluso más grandiosas que las de la generación de Leoninus,
aun teniendo las mismas funciones litúrgicas. De igual modo que la catedral de No-
5. La polifonía a lo largo del siglo Xlll 139
EJEMPLO 5.9 Viderunt omnes, de Perotinus, inicio. Los elementos repetidos se indican me-
diante letras
a a
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Quadruplum . -~ ·
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1
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[Vi -
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Tenor '
·~ Vi -
e e
b
140 Los mundos antiguo y medieval
tre Dame se apoyaba en una estructura de pilares, arcos y arbotantes diseñada con
esmero, los organa de Perotinus resultaron ser la música más intrincadamente estruc-
turada jamás compuesta, gracias a técnicas de elaboración musical que sostenían la
estructura durante largos periodos de tiempo. Su música suena gloriosa y evoca el
sobrecogimiento apropiado de aquel escenario religioso, pero su habilidad como ar-
quitecto de tonos resulta de igual forma impresionante.
El conductus polifónico
Los compositores de Notre Dame, así como de Francia, Inglaterra y de otros lugares,
escribieron también conductus polifónicos. Se trataba de composiciones para dos a
cuatro voces sobre los mismos tipos de texto utilizados en el conductus monofónico,
género relativamente próximo a aquél (véase capítulo 4) y el versus aquitano (véase
anteriormente): poemas estróficos, rimados y rítmicos en latín, rara vez tomados de
la liturgia, aunque usualmente sobre un tema sagrado o serio. Característico es Ave
virgo virginum, que se muestra en el ejemplo 5.10. Se dirige a la Virgen María y qui-
zá se utilizó en devociones y procesiones especiales.
El conductus difiere del resto de géneros polifónicos de Notre Dame tanto por
sus rasgos musicales como por el texto. Primero, el tenor era de nueva composición
o se había extraído de un conductus monofónico preexistente y no tomado del canto
llano. Segundo, todas las voces cantaban el texto conjuntamente en esencialmente el
mismo ritmo. Tercero, la composición musical sobre las palabras se realiza de mane-
ra silábica en la mayor parte de la pieza. Algunos conductus son en buena medida si-
lábicos de principio a fin, aunque la mayoría ofrecen pasajes melismáticos, llamados
2;. La polifonía a lo la.__,rg:"-o_d._e_l_s_,.ig,._lo_n_11_ _ __ _ __ __ _ __ _ _ _ _ _ _ _ 141
caudae (sing. cauda, «cola»), al principio, final y delante de las cadencias importan-
tes. Los conductus con caudae eran normalmente transcompuestos, aun cuando las
caudae muestran con frecuencia repeticiones e intercambio de voces. Los conductus
sin caudae, como por ejemplo Ave virgo virginum, tienden a ser más simples en el es-
tilo y estróficos en la forma.
E/motete
Los compositores de Notre Dame crearon un nuevo género a principios del si-
glo XIII, al añadir nuevas palabras escritas en latín a las voces superiores de las cláu-
sulas de discanto, como se añadían textos a los melismas del canto llano. La pieza
resultante se llamó motete (en latín, motetus, del francés mot, «palabra»; el duplum
de un motete era también llamado motetus). En el transcurso del siglo, poetas y
compositores desarrollaron nuevas formas de motete, incluyendo algunos textos en
francés, asuntos profanos, tres o más voces o patrones rítmicos cada vez más inde-
pendientes de los modos rítmicos. Puesto que el conductus y el organum pasaron
de moda paulatinamente a mediados de siglo, el motete se convirtió en el género
polifónico protagonista tanto de la música sacra como de la profana, evolucionando
y pasando de ser el tropo textual de una cláusula a ser una pieza compuesta entera-
mente nueva y valorada por sus esquemas complejos y sus estratos múltiples de sig-
nificado.
Motetes tempranos
Duplu m w
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Triplum
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Duplum ~ ~ r
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1
Tenor ~ . ~·
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-~ ' '
DO(MINUS)
cto mi ne: 3. Er go pi e
(~)
Triplum: Para ti, Jerusalén, de una madre virgen, nació en [Belén] ...
Duplum: Pero su virginidad resplandeció por la flama santa; por lo tanto, piadosos...
144 Los mundos antiguo y medieval
mente, la primera y la segunda mitad del poema en latín acerca del alumbramiento
de Jesús por la Virgen María, apropiado para la festividad de Navidad en la que ori-
ginalmente se cantaba el tenor; tal motete podía haberse cantado en devociones pri-
vadas de esa época del año o como una adición a la ceremonia. Según parece, el poe-
ma se escribió antes que la música, a juzgar por la longitud regular de sus versos.
Como en la mayoría de los motetes con más de dos voces, las voces superiores rara
vez permanecen juntas o con el tenor, de manera que la música progresa en un flujo
ininterrumpido. Este motete existe en dos variantes: el Codex Montpellier (finales
del siglo XIII), importantísima colección manuscrita de motetes en Francia, contiene
una versión a tres voces, que se muestra en el ejemplo, y uno de los manuscritos in-
gleses conocidos como fragmentos de Worcester incluye una cuarta voz sin texto. Ta-
les versiones alternativas demuestran que los motetes, como las cláusulas y los organa
que los generaron, no se consideraban obras inmutables, sino una propiedad colecti-
va y abierta a la reelaboración.
Cuándo, dónde y cómo se interpretaban los motetes son cuestiones interesantes.
Los motetes sacros podrían haberse interpretado en las ceremonias religiosas, pero
no así los profanos. Es casi seguro que se trataba de música para una elite que incluía
a clérigos, maestros, poetas, músicos y a sus mecenas. Puesto que ya no era necesario
cantar el texto del tenor, la voz correspondiente pudo ser interpretada por un instru-
mento, aun cuando no tenemos evidencias que indiquen que esto fuese lo usual.
Esta audiencia de elite tuvo que disfrutar de los motetes el complejo entreverado
de materiales familiares tomados prestados y de elementos nuevos, tanto en la músi-
ca como en la letra de los mismos. Aunque resulte difícil para los oyentes modernos
imaginar cómo podían oírse simultáneamente dos textos distintos en un motete do-
ble, las inteligentes referencias. mutuas entre poemas de temas relacionados forma-
ban parte de su atractivo, apoyándose en la temprana tradición del motete de escri-
bir palabras para el duplum que amplificaban el significado y producían un eco con
respecto al texto del tenor. A menudo, ciertas vocales o sílabas aparecían en todas las
voces, de manera que las semejanzas entre los sonidos reforzaban la interacción de
las ideas. Se trataba de una música para oyentes refinados y con criterio que estima-
ban enormemente los textos ingeniosos, las composiciones habilidosas y las yuxtapo-
siciones intrincadas.
Hacia 1250, los motetes a tres voces eran la regla, con dos textos sobre asuntos rela-
cionados entre sí, en latín o en francés, o en ocasiones uno en cada idioma. Desde
mediados de siglo, los compositores tomaron melodías para el tenor de sus motetes
de fuentes distintas de las cláusulas de Notre Dame, incluidos otros cantos y la mú-
sica profana. El tenor se convirtió en un mero cantus firmus, término introducido
en torno a 1270 por el teórico Jerónimo de Moravia para designar una melodía
2:... La polifonía a lo largo del siglo XIII 145
preexistente, .Pºr. lo general un canto llano, sobre el cual se apoyaba una nueva ela-
boración polifónica.
Los posteriores compositores de motetes se alejaron de la práctica de añadir texto
a las cláusulas, tanto más cuanto necesitaban una nueva notación para el ritmo. Los
modos rítmicos se anotaban mediante esquemas de ligaduras. Con excepción del te-
nor, los motetes eran silábicos de manera predominante; cada sílaba requería una
nota separada, de modo que las ligaduras ya no podían utilizarse para indicar el rit-
mo. Los copistas anotaban los primeros motetes en dos versiones, con palabras y sin
ellas (esto es. como cláusulas) y sólo la segunda versión mostraba el ritmo. Los mote-
tes posteriores seguían los modos rítmicos de manera menos estricta, en parte subdi-
vidiendo muchas de las notas, mientras que su creciente variedad rítmica y su com-
plejidad clamaban por la invención de un nuevo sistema de notación.
El compositor y teórico Franco de Colonia codificó el nuevo sistema, llamado
notación franconiana, en su Ars cantus mensurabilis (Arte de la música mensurable),
escrito en torno a 1280. Por vez primera, las duraciones relativas fueron consignadas
por las formas de las notas, una característica de la notación occidental desde enton-
ces. Se trata de una innovación tan importante y su impacto fue tal en las posibilida-
des de notación de los músicos, que deberíamos tomarnos un tiempo para examinar
cómo funcionaba el sistema de Franco.
Existían cuatro signos para las notas simples:
duplex longa
longa
breve •
semibreve
•
Como los modos rítmicos, la notación franconiana se basaba en grupos ternarios
a partir de la unidad básica, el tempus (hoy transcrito normalmente como un valor
de negra antes que una corchea). Tres tempora constituyen una perfección, similar a
un compás de tres tiempos. Y, como en los modos rítmicos, una longa podía durar
dos o tres tempora, mientras que una breve contenía normalmente un tempus pero
podía durar dos tempora (como en los modos 3 y 4), si era necesario para llenar una
perfección. Una duplex longa tiene el valor de dos longas y un tempus puede conte-
ner dos o tres semibreves. Los signos de silencios y ligaduras indican su duración de
manera similar. Lo que hoy transcribiríamos como ligaduras que cruzan la línea divi-
oria del compás no era susceptible de notación alguna, con excepción de las duplex
longas. La ilustración 5.4 muestra algunas de las posibilidades.
Los cambios en el estilo y en la notación del motete condujeron a una nueva mane-
ra de disponer gráficamente la música. Los copistas escribían los primeros motetes en
partitura, al igual que las cláusulas de las que se habían derivado. Pero las voces supe-
riores, en las que cada sílaba necesitaba una nota separada, precisaban mucho más es-
pacio en la página que el tenor, el cual incluía menos notas y podía ser escrito con liga-
146 Los mundos antiguo y mediev'!!_
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IJ
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1
duras. En una partitura, esto ocasionaría largos tramos vacíos en el tetragrama del te-
nor, un desperdicio de espacio y de pergamino. Y, puesto que las voces superiores can-
taban textos diferentes, parecía más natural separarlas. Por consiguiente, en un motete
a tres voces se empezó a escribir el triplum y el motetus bien en páginas enfrentadas
bien en columnas separadas sobre la misma página, mientras el tenor se extendía a lo
largo de la parte inferior, como se muestra en la ilustración 5.5. Este formato, que per-
mitía a los cantantes leer sus voces desde la misma apertura del libro, continuó siendo
el modo habitual de notación de la polifonía desde 1280 hasta el siglo XVI.
La notación franconiana permitía a los compositores disponer de una mayor libertad
y variedad rítmica, tanto entre las voces como dentro de cada una de ellas. Este nuevo
tipo de motete, en el que cada voz superior tenía una configuración rítmica distintiva,
ha sido llamado en algunas ocasiones «motete franconiano», siguiendo a Franco de Co-
lonia. Mientras que las voces superiores de los primeros motetes tendían a ajustarse es-
trictamente a los modos rítmicos y a repetir una y otra vez el mismo esquema, esto ya
no sucede en un motete como De ma dame vient I Dieus, comment porroie/Omnes de
Adam de la Halle, mostrado en el ejemplo 5.14 y en la ilustración 5.5. Aquí las voces
superiores tienden a diferir en el ritmo, y el mismo esquema rara vez se repite en alguna
voz de un compás al siguiente. El duplum se mueve más rápido que el tenor y el tri-
plum se desplaza a menudo todavía más rápido, creando una jerarquía de las proporcio-
nes. Las diferencias entre las voces refuerzan el contraste entre los textos: el triplum ex-
presa las quejas de un hombre separado de su dama y el duplum los pensamientos de
ésta acerca de él. Los textos están escritos en el estilo de la poesía trovadoresca, demos-
trando que los compositores y los poetas estaban combinando en sus motetes el estilo
cortesano originariamente profano y los asuntos de los troveros con la tradición polifó-
nica de la catedral de Notre Dame. El tenor reitera doce veces la melodía de «omnes»
del gradual Viderunt omnes, empleando tres patrones rítmicos distintos cuatro veces
cada uno de ellos. El primer modo rítmico sirve de base al ritmo de cada una de las vo-
ces y se transcribe aquí mediante notas blancas y negras que se alternan, pero se trata
i:,_ La eoli(ónia a lo largo del siglo XIII 147
-¡;·la. fallttbloa
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lll.iSTRA lÓ 5.5 Página del Codex Montpellier en formato de ejecución musical que muestra el co-
mienzo de De ma dame vient / Dieus, comment porroie / Omnes de Adam de la Halle, así como el final
<kl motete anterior. El triplum se encuentra en la columna de la izquierda, el motetus (duplum) en la de la
derecha y el tenor se escribe en la parte inferior. Compárese la transcripción en el ejemplo 5.14.
148 Los mundos antir;uo 'V medieval
Triplum
!!-- L- __.!J L 3 ...!...!
ma da - me vient ~.li gries maus, que je trai,
Duplum
L3-l
col- ment por - roi ~. e trou-ver
Tenor
r.31
L3....J
voi e 3.d'a ler a ce li, 4· qui
Triplum: De mi dama viene el profondo dolor, que traigo y del que moriré, sí la esperanza no me
retiene...
Duplum: Dios, cómo podría encontrar el modo de ir hacia aquél que... [¿yo amo?]
más de una métrica compartida que de un esquema estricto. El tempo no está indicado
en la notación, pero tuvo que ser más lento que en los motetes más antiguos, con el fin
de dar cabida a las numerosas semibreves de las voces superiores. Las frases pueden du-
rar un número indeterminado de perfecciones y las voces rara vez cadencian juntas. El
motete resultante es una composición altamente individual que ya no forma parte de la
común reserva de «existencias» de cláusulas y motetes disponibles para su reelaboración.
La variedad rítmica del motete franconiano dio un paso más adelante con Petrus
de Cruce (Pierre de la Croix, fl. ca. 1270-1300). El motete del ejemplo 5.15 es una
buena ilustración de esto. Aquí, el tenor progresa en longas (blancas con puntillo en
la transcripción) y el duplum no tiene más de tres semibreves por tempus, como en
el sistema de Franco, pero el triplum puede tener hasta siete semibreves en un tem-
pus. Para dar cabida a las notas más pequeñas, el tempo ha de ser aún más lento que
en un motete franconiano. Las tres voces progresan a velocidades bastante distintas
entre sí, dando lugar a una textura altamente estratificada, con el tenor como funda-
mento armónico y el lento duplum como acompañante de un triplum tan locuaz.
1:.. La polifo11ia a lo largo del siglo XIII 149
3
te nu de ehan ter,
uiplum: Nadie ha tomado el canto por costumbre, mas a mí me aporta una razón el amor, que
me llena de tanto valor, que me hace cantar...
Duplum: Por mucho tiempo me he reftenado de cantar...
El vocabulario armónico del motete cambió menos durante el siglo XIII que la es-
tructura rítmica. En la época de Adam y de Petrus, la quinta, la octava o ambas jun-
ras eran esperadas al inicio de cada perfección, aunque se permitían las terceras y las
di onancias aparecían ocasionalmente. Una cuarta por encima de la nota más grave,
utilizada aún como consonancia a principios del siglo (véase ejemplo 5.11), ahora se
trataba cada vez más como disonancia. La cadencia típica se producía cuando el te-
nor descendía un tono y las voces superiores ascendían igualmente un tono para dar
lugar a una onoridad 1-5-8, como se muestra en el ejemplo 5.16. Este tipo de ca-
dencia siguió siendo la estándar durante los dos siglos siguientes.
La polifonía inglesa
Triplum abc
Duplum ca b
Tenor b ca
5, La f!.OH(onía a lo largo del siglo Xlll 151
------
IL STRAClóN 5.6 Sumer is icumen in (ca. 1250) en su notación original. Las voces superiores tienen
un texto secundario en /,atin. El pes se muestra al final de /,a pdgina.
152 Los mundos antiguo y med~
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Puesto que las tres voces tienen el mismo ámbito, el oyente escucha una triple re-
petición de la frase polifónica, pero con permuta de las partes de cada voz. En el
conductus inglés aparecen con frecuencia secciones de rondellus a partir de la segun-
da mitad del siglo XIII. Existen también rondellus y rondellus-motetes independien-
tes, como por ejemplo Fulget coelestis curia/O Petre fols!Roma gaudet de los fragmen-
tos de Worcester, los cuales poseen dos secciones de rondellus a tres voces
enmarcadas por una introducción y por una coda.
Estrechamente relacionada con el rondellus es la rota, un canon perpetuo o
round al unísono. El más famoso es Sumer is icumen in, de aproximadamente 1250,
que puede verse en la ilustración 5.6 y en el ejemplo 5.17. Dos voces cantan un pes
(«pie» o «terreno» en latín), una melodía reiterada que hace los oficios de tenor;
dado que la segunda mitad de cada pes es también la primera mitad del siguiente,
ambos forman un rondellus a dos voces. Por encima de esto, dos, tres o cuatro voces
van entrando a modo de canon y cantando una loa del verano. Todas las voces tie-
nen ritmos similares en los modos rítmicos primero o quinto, produciendo un efec-
to de sonoridades alternantes Fa-La-Do-Fa y Sol-Si bemol-Re.
Las cualidades específicas de la polifonía inglesa, en particular la preferencia por
las consonancias imperfectas y por las melodías relativamente simples, silábicas y pe-
riódicas, ejerció una importante influencia en los compositores continentales del si-
glo XV y contribuyó al desarrollo del estilo internacional del siglo XV (véase
capítulo 8).
mas siendo sustituidos finalmente por estilos más novedosos. Vimos éstos en la rees-
critura del Magnus liber de Leoninus por las generaciones posteriores y lo veremos
en el próximo capítulo, cuando los compositores y teóricos del siglo XIV abracen un
«arte nuevo». Cuando fue redescubierta y transcrita en los siglos XVIII y XIX, la poli-
fonía de los siglos XI, XII y XIII fue considerada ordinaria y discordante; sus armonías
abiertas, disonancias casuales y quintas y octavas paralelas carecían del sonido pleno,
dulce y controlado de la música del Renacimiento. Aunque los historiadores recono-
cieron su importancia, la música misma tuvo en un principio pocos oyentes entu-
siastas.
A finales del siglo XIX y principios del XX, los compositores empezaron a retomar
aspectos de la música medieval a modo de elementos exóticos por su lejanía en el
tiempo más que por su distancia geográfica. El organum paralelo encontró eco en las
series de acordes paralelos de Debussy, entre otros. Cuando los compositores explo-
raron las sonoridades basadas en cuartas, quintas y segundas, inspirados en parte por
la armonía medieval, los oyentes fueron habituándose a tales sonidos y la .polifonía
anterior a 1300 comenzó a percibirse con menor desagrado y con mayor simpatía.
En las últimas décadas del siglo XX, la polifonía medieval ha experimentado un re-
surgir en conciertos y grabaciones. Lo que antaño se veía como un defecto -sus di-
ferencias respecto a la armonía y el contrapunto de la práctica común, la ausencia de
instrumentos, una notación del ritmo imprecisa, además de su rareza implícita-, se
convirtió en su virtud, pues ofrecía sonidos nuevos, belleza puramente vocal, liber-
tad de interpretación y vivacidad. La música empleada en su día para aportar solem-
nidad a los oficios religiosos o para entretener a clérigos e intelectuales ha encontra-
do hoy un nicho pequeño pero permanente en la vida musical de nuestro tiempo.
6. La música francesa e italiana en el siglo XIV
Tras la estabilidad, comparativamente hablando, del siglo XIII, al siglo XIV le sobrevi-
nieron toda suerte de trastornos y agitaciones. La economía y la población europeas
decrecieron, devastadas por el hambre, la guerra y las epidemias. Conflictos y escán-
dalos mancillaron a la Iglesia y las revueltas desafiaron a las autoridades seculares.
Y sin embargo, el siglo XIV fue también un periodo de extraordinaria creatividad. El
deseo de entender y de controlar la naturaleza provocó avances en la ciencia y en la
tecnología, mientras que un creciente interés por el mundo, por el individuo y por
la naturaleza humana condujo a un tipo de arte y de literatura más veraz con respec-
to a la vida y con un mayor deseo de complacer a la audiencia. La música de elite de
la época se caracteriza por la interacción entre estructura y placer; la estructura se
hace evidente en la pauta rítmica y melódica conocida como isorritmo y en las for-
mas estandarizadas de canción profana, mientras que el placer era suscitado por las
melodías, las inflexiones cromáticas, el uso más frecuente de consonancias imperfec-
tas y las nuevas posibilidades del ritmo y la métrica.
El énfasis en la estructura y en el placer en la música del siglo XIV fue en parte una
respuesta a las fuerzas de desorden y descontento de la sociedad en general. La ten-
dencia de la economía en alza de los tres siglos precedentes se invirtió a partir de
1300. Un tiempo más frío redujo la producción agrícola y condujo a una depresión
económica prolongada. Las inundaciones en el noroeste de Europa provocaron una
hambruna en 1315-1322, en la que pereció una persona de cada diez. En 1347-1350,
la Peste Negra, una terrible combinación de epidemias bubónicas y neumonías, re-
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corrió Europa entera y acabó con un tercio de la población: casi todos los infectados
morían agonizando en pocos días y muchos de los que quedaban vivos huían de ciu-
dades y poblaciones. Los trastornos resultantes en la agricultura, la industria manu-
facturera y el comercio hicieron aún más graves los problemas económicos. Y tam-
bién contribuyeron a ello las guerras frecuentes, en particular la Guerra de los Cien
Años (1337-1453) entre Francia e Inglaterra. La pobreza, la Guerra, los impuestos y
las injusticias políticas coadyuvaron a desencadenar revueltas campesinas y urbanas
en Francia, Inglaterra, Flandes (la Bélgica de hoy), Alemania, Italia y España.
La Iglesia también entró en crisis. En el siglo XIII, los europeos veían a la Iglesia
como la autoridad suprema no sólo en asunto de fe, sino en gran medida también
en materias intelectuales y políticas; ahora su autoridad, en especial la supremacía
del papa, era ampliamente cuestionada. En 1305, el rey Felipe IV (el Hermoso) de
Francia tramó la elección de un papa francés, Clemente V, que nunca estuvo en
Roma a causa de la hostilidad que allí sentían por los foráneos. De 1309 a 1377, los
papas residieron en Avignon, en el sureste de Francia, bajo el control de hecho del
rey francés. A este periodo, conocido como el cautiverio babilónico del papado, le
sucedió el Gran Cisma: de 1378 a 1417 hubo varios pretendientes rivales al papado
en Roma, en Avignon y más tarde en Pisa. Este estado de cosas, agravado por la vida
corrupta de los clérigos, suscitó fuertes críticas, expresadas tanto en los escritos como
en el aumento de los movimientos heréticos populares.
Los europeos del siglo XIII, por regla general, eran capaces de reconciliar la revela-
ción y la razón, los ámbitos divino y humano, la religión y la política. Pero en el si-
glo XIV empezaron a separar la ciencia de la religión y a ver las distintas funciones de
la Iglesia y del Estado, nociones que todavía conservamos hoy. Guillermo de Oc-
kham (ca. 1285-1349) y sus seguidores argumentaron que el conocimiento de la na-
turaleza y de la humanidad debería apoyarse en la experiencia de los sentidos antes
que en la sola razón y debería buscar las explicaciones naturales antes que las sobre-
naturales. Sin negar los derechos de la religión, este punto de vista puso los funda-
mentos del moderno método científico y dio lugar a la creciente cultura secular. Las
158 Los mundos antiguo J' mediev'!!:.
nuevas tecnologías trajeron el cambio social: gracias a las lentes, los ancianos podían
leer, la brújula magnética permitió que los barcos se aventurasen más lejos de la cos-
ta y los relojes mecánicos comenzaron a cambiar la manera en que las personas per-
cibían el tiempo, de un flujo constante, como la arena a través de un reloj de arena o
el movimiento del sol a lo largo del cielo, al ritmo medido en horas y minutos.
La confianza de los científicos en los sentidos era paralela a la de artistas y escrito-
res en su persecución de cierto realismo y su interés por complacer a la audiencia. El
pintor florentino Giotto (ca. 1266-1337) se apartó del formal estilo bizantino y con-
siguió un modo de representación más naturalista. Giotto creó una sensación de la
profundidad colocando figuras y objetos en planos diferentes del espacio pictórico;
la belleza de los rostros y la simetría de la composición demuestran cierto interés por
complacer a la vista. El aumento de la alfabetización entre el público alentó a los au-
tores de Italia e Inglaterra a escribir en las lenguas vernáculas, incluida la Divina Co-
media (1307) de Dante Alighieri, el Decamerón (1348-1453) de Giovanni Boccaccio
y los Cuentos de Canterbury (1387-1400) de Geoffrey Chaucer. Los dos últimos, es-
critos para entretener antes que para edificar al lector, reflejan la vida diaria y retra-
tan a gentes de todas las clases sociales de una manera más realista que en la literatu-
ra anterior.
Los intereses profanos del siglo XIV se ven bien representados en la música. Los
compositores mejor conocidos de la época, Guillaume de Machaut y Francesco Lan-
dini, se concentraron en la música profana, e incluso la corte papal de Avignon es
hoy conocida por su fomento e interés por la canción profana. Pero la composición
de música sacra, incluidos tanto los cantos monofónicos como la polifonía, siguió
siendo intensa.
El ambiente de la época está captado en el Roman de Fauvel, poema alegórico
narrativo y sátira de la corrupción política y de la Iglesia, escrito según parece como
advertencia al rey de Francia y leído en los altos círculos políticos de la corte. Fau-
vel, un caballo que asciende desde los establos hasta una posición de poder, simbo-
liza un mundo puesto del revés, en el que el rey está jerárquicamente por encima
del papa y Francia está corrompida. Fauvel encarna los pecados representados por
las letras de su nombre: adulación (fiatterie) , avaricia, villanía («U» y «V» eran inter-
cambiables), veleidad, envidia y lacheté (cobardía). Al final, Fauvel se casa y genera
pequeños Fauvels que destruyen el mundo. Un manuscrito bellamente iluminado
de aproximadamente 1317, mostrado en la ilustración 6.1 , contiene 169 piezas mu-
sicales interpoladas dentro del poema. Éstas constituyen una verdadera antología de
obras del siglo XIII y principios del XIV. Algunas fueron escritas para esta colección
otras escogidas por su relevancia para el mensaje del poema. La mayor parte de ellas
son monofónicas, de cantos en latín a canciones profanas. Pero treinta y cuatro son
motetes, muchos de ellos con textos que denuncian la laxa moral de los clérigos o
hacen referencia a acontecimientos políticos. Entre estos motetes del Roman de
Fauvel se encuentran los primeros ejemplos de un nuevo estilo, conocido hoy como
Ars Nova.
. La música francesa e italiana en el siglo XIV • 159
permitía una flexibilidad rítmica mucho mayor, incluyendo, por primera vez, la sin-
copación. En torno a 1340, des Murs consideró una innovación más, los signos de
mensuración, símbolos antecesores de nuestros signos de compás. Para comprender el
nuevo panorama rítmico de la música francesa del siglo XIV es preciso conocer la no-
tación misma, descrita en un aparte (véase Innovaciones: la notación del ritmo).
Los efectos del nuevo sistema de notación fueron profundos y duraderos. Por pri-
mera vez, la notación era tan específica y definida, tanto para la altura del tono
como para el ritmo, que la obra musical podía escribirse en una ciudad, llevarse a
otra e interpretarse allí exactamente como quería el compositor, por cantantes que
no tenían otra cosa que el manuscrito para empezar a trabajar. Dicha obra podía ser
fija y permanente como un poema y sin duda por esta razón los compositores empe-
zaron a añadir sus nombres a sus obras y a sentir orgullo en su autoría, como había
ocurrido con los poetas durante siglos.
Tanto sus oponentes como sus partidarios reconocieron el nuevo arte. El teórico
flamenco Jacobo de Lieja defendió con ardor el «arte antiguo» (ars antiqua) de fina-
les del siglo XIII contra las innovaciones recientes (véase Lectura de fuentes). Esto su-
pone la primera disputa bien documentada desde los tiempos antiguos entre los va-
ledores de los estilos musicales más antiguos y los más recientes, un tipo de
discusión que ha tenido lugar con frecuencia y que refleja siempre diferencias acerca
de aquello que ha de valorarse en la música. Cuando Jacobo de Lieja lamentaba que,
en la nueva música, «la perfección se degrada y la imperfección es exaltada», estaba
objetando que la división doble «imperfecta» era ahora tan válida como la división
triple «perfecta», que se asociaba a la Trinidad. Quizá condenaba también el incre-
mento en el uso de las consonancias imperfectas en las composiciones del Ars Nova.
Las terceras, no consideradas disonantes hacía tiempo, se categorizaron como «con-
sonancias imperfectas» por Johannes de Garlandia en el siglo XIII, mientras que las
sextas, disonantes a juicio de los teóricos anteriores, eran consideradas consonantes
por los seguidores de Vitry y de Johannes de Muris.
Isorritmo
Las obras musicales más antiguas que sirven como ejemplos de Ars Nova son los
motetes de Philippe de Vitry, algunos de los cuales aparecen en el Roman de Fauvel o
se citan en los tratados del Ars Nova. La mayor parte de ellas son a tres voces con
textos en latín escritos probablemente por el propio Vitry. Sus motetes utilizan un
mecanismo que los estudiosos modernos han llamado isorritmo («ritmo igual»), se-
gún el cual el tenor está dispuesto en segmentos de idéntico ritmo. Esto amplia la
práctica que observamos en las cláusulas de Notre Dame y en los motetes del si-
glo XIII, donde el tenor a menudo repetía un esquema rítmico y podía asimismo re-
petir un segmento de la melodía (véase capítulo 5 y ejemplos 5.8 y 5.11-5.14). En el
motete isorrítmico del siglo XIV, los esquemas rítmicos son más largos y más com-
~ l4 música francesa e italiana en el siglo XIV 161
~ LECTURA DE FUENTES - - - -- - - - - --
Jacobo de Lieja (ca. 1260-después de 1330) era, según parece, oriundo de tal ciudad,
en la Bélgica actual, y estudió en la Universidad de París. Su Speculum musicae (Es-
pejo de la música, ca. 1325) es el tratado medieval sobre la música más largo que se
ha conservado. En el último de sus siete libros defendió que el estilo antiguo del
iglo x:m era más agradable y más perfecto que el nuevo arte de la generación más
joven.
No niego que los modernos hayan compuesto mucha música buena y hermosa, pero no es
razón para que los antiguos sean difamados y desterrados de la fraternidad de los cantan-
tes. Porque una cosa no se opone a la otra.
En cierta reunión en la que se congregaron cantantes de talento y juiciosos aficiona-
dos, y en la que se cantaron motetes nuevos al estilo moderno y también algunos antiguos,
observé que incluso los legos se sentían más complacidos con los motetes antiguos y con el
antiguo estilo que con los nuevos. E incluso si el nuevo estilo gustó cuando se trataba de
una novedad, hoy ya no ocurre así, sino que más bien empieza a desagradar a muchos.
Por consiguiente, hagamos que la música antigua y el antiguo estilo regresen a su tierra
nativa; permitamos que el arte racional florezca una vez más. Ha permanecido en el exi-
lio, junto a su manera de cantar; ha sido expulsado casi con violencia de la hermandad
tk los cantantes, pero esta violencia no debería ser permanente.
¿En dónde agrada de tal modo esta lascivia del canto, este refinamiento excesivo, por
el cual como piensan algunos, las palabras se pierden, la armonía de las consonancias
disminuye, el valor de las notas cambia, la perfección se degrada, la imperfección es exal-
tada y la medida se confande?
piejos, y el tenor progresa con tal lentitud con respecto a las voces superiores que se
le escucha menos como una melodía que como un fundamento de la estructura po-
lifónica en su conjunto.
Los teóricos de la época reconocieron dos elementos recurrentes en los tenores de
los motetes, el rítmico y el melódico. A la unidad rítmica reiterada la denominaron
talea y al segmento recurrente de la melodía lo llamaron color. Color y talea pueden
tener la misma longitud, siempre comenzando y acabando juntos, pero lo más usual
es que el color tenga la extensión de dos, tres o más taleas. En algunos motetes, los fi-
162 Los mundos antiguo y medie'!!!.!.
nales de color y talea no coinciden, de manera que las repeticiones del color empiezan
en el medio de la talea. Las voces superiores pueden también organizarse isorrítmica-
mente, en parte o por entero, para poner de relieve el esquema rítmico recurrente
del tenor.
El motete In arboris / Tuba sacre fidei / Virgo sum, atribuido a Vitry, es un ejemplo
de isorritmo. El tenor, mostrado en el ejemplo 6.1, contiene dos exposiciones del co-
lor, un segmento del canto sobre las palabras «Virgo sum». Cada color está dividido
en tres partes iguales que se adecuan a las tres exposiciones de la talea. El segundo co-
lor utiliza el mismo esquema rítmico que el primero, pero los valores de las notas se
reducen a la mitad. Otro rasgo de la notación es el uso de la «coloración», tinta roja
en el tenor para indicar el cambio de compás -aquí, el paso de la división doble de
la longa a la triple. Esta mezcla de periodos de división doble o triple, o de división
imperfecta y perfecta de la longa o de la breve, es una de las nuevas técnicas del Ars
Nova.
Durante la mayor parte de la obra, las voces superiores del motete de Vitry pro-
gresan por encima del tenor en ritmos siempre cambiantes. Pero durante los seg-
mentos del tenor que utilizan coloración, el duplum y el triplum son también isorrít-
micos y la repetición rítmica de todas las voces a la vez contribuye a que sea más
fácil escuchar el final de cada talea. El ejemplo 6.2 muestra estos pasajes de la prime-
ra mitad de la obra. Este efecto se usa en muchos motetes de Vitry y de otros com-
positores del siglo XIV. En esta transcripción, el compás de 6/8 de las voces superio-
res refleja la división doble de la breve y la división triple de la semibreve, o tiempo
imperfecto y prolatio mayor (véase ilustración 6.3), mientras que las cambiantes ba-
EJEMPLO 6.1 Philippe de Vitry tenor del motete In arboris /Tuba sacre ftdei /Virgo sum
Color 1
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!.., La música fran cesa e italiana en el siglo XIV 163
rras de compás del tenor reflejan el cambio del modo perfecto al imperfecto {véase
ilustración 6.2).
La idea básica del isorritmo -la disposición de las duraciones en un esquema
que se repite- no era algo nuevo en el siglo XIV, pero fue aplicada de manera aún
más amplia y compleja. Las repeticiones rítmicas y melódicas daban coherencia a las
composiciones largas, fundamentadas en el deleite causado por la estructura que ya
advertimos en las cláusulas de discanto y en los motetes del siglo XIII. El uso de es-
cructuras isorrítmicas supuso un apoyo para los compositores en todas las fases de la
ha - sis pec-ca-to-rum fa
me di - a trix
50 55 ....-- - --
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- o in se - cu ta
75 80
Hoquetus
Los pasajes del ejemplo 6.2 ilustran una técnica llamada hoquetus (en francés hoquet,
«hipo»), según la cual dos voces alternan y se suceden rápidamente, y cada una guar-
da silencio mientras la otra canta. Pasajes de hoquetus aparecen en algunos conduc-
tus y motetes del siglo XIII y son utilizados a menudo en las obras isorrítmicas del si-
glo XN, en coordinación con las reiteraciones de la talea, como es el caso en este
motete de Vitry. Las piezas que hacían un uso amplio del hoquetus se denominaban
asimismo hoquetus. La mayoría de ellas no llevaban texto y podían ser interpretadas
por voces o por instrumentos.
La prdctica armónica
Lo que hizo posible el nuevo estilo musical del Ars Nova fue un conjunto de inno-
vaciones en la notación del ritmo, innovaciones que subyacen a nuestro moderno
5¡ tema de notas redondas, blancas, negras y corcheas y a sus respectivos silencios.
La nueva notación requería volver a reflexionar sobre el tiempo musical. Re-
cordemos que un siglo antes, más o menos, los compositores de la escuela de No-
tre Dame habían concebido el ritmo musical en términos de ciertos esquemas rei-
terados de notas largas y cortas: los modos rítmicos (véase capítulo 5). Los seis
modos se ajustan a un marco en el que la unidad básica de tiempo, o tempus, for-
maba siempre grupos de tres, como un compás de ritmo ternario. La notación
franconiana, introducida a finales del siglo XIII, permitió escapar del molde rígido
d los modos rítmicos, utilizando la forma de las notas para indicar su duración,
j bien basándose todavía en los grupos de tres notas, llamados perfecciones. En la
medida en que los teóricos insistían en ver el tiempo musical como una sucesión
de perfecciones, cada una de las cuales podía dividirse únicamente de cierto
modo, muchos ritmos no podían escribirse en modo alguno, incluido cualquiera
en compás binario.
En la notación del Ars Nova, las unidades de tiempo podían formar grupos de
dos o de tres notas, con diferentes niveles de duración, lo que permitía una varie-
dad mucho más amplia en los ritmos que podían ser escritos. La longa ~),labre-
e (•) y la semibreve (•) podían dividirse en dos o tres notas del siguiente valor
más pequefio, como se muestra en la ilustración 6.2. La división de la longa fue
denominada modo (modus), la de la breve tiempo (tempus) y la de la semibreve
prolación (prolatio). La división era perfecta o mayor (major) si era triple, imper-
f«ta o menor (minor) si era doble. Todos los términos mencionados, «modo»,
t mpu », «perfecto» e «imperfecto», se derivan de Notre Dame y de la notación
franconiana y se aplican aquí a nuevos usos, aunque estrechamente relacionados
con lo precedentes (véase capítulo S). Para indicar la mitad o un tercio de una se-
mibreve se introdujo una nueva forma de nota: la mínima (!), que significa «me-
no en latín.
Tiempo perfecto,
0
• • •
• = = ¡¡¡¡¡l ¡¡¡
prolación mayor
1 J.'-"J. = J. J. J. = !TI !TI In
Tiempo perfecto,
o • • • =
• = ¡¡ ¡¡ ¡¡
prolación menor
1 J. = J J J = n n n
Tiempo <!
• = • • ¡¡ ¡¡¡
=¡
imperfecto,
prolación mayor 1 J. = J. J. =!TI In
Tiempo e • = • • = ¡¡ ¡¡
imperfecto,
prolación menor ¡ J = J J = n n
ILUSTRACIÓN 6.3 Las cuatro combinaciones de tiempo y prolación, con sus equivalentes modernos.
notación del Ars Nova son las mismas que en la notación franconiana, con el aña-
dido de la mínima. En ambos sistemas, las ligaduras siguieron siendo usadas para
ciertas combinaciones de longas y breves, como había sido el caso desde la nota-
ción de Notre Dame. En torno a 1425, los copistas empezaron a anotar todas es-
ta! formas con cabezas huecas (en ocasiones se le denomina «notación blanca»),
en lugar de rellenar cada cabeza con tinta («notación negra»). Dicha transforma-
ción pudo tener lugar porque en esa época los copistas pasaron de escribir sobre
pergamino (raspado sobre piel de cordero o de cabra) a escribir en papel; rellenar
las notas negras sobre la áspera superficie del papel aumentaba el riesgo de salpicar
la tinta o de que ésta se corriese por el papel arruinando toda una página. Los
compositores del Renacimiento añadieron valores de notas aún más breves, cada
una con la mitad de duración que la nota inmediatamente superior, rellenando la
cabeza de una mínima para dar lugar a una semimfnima y añadiendo uno o dos
indicadores a la semimínima para producir la fusa y la semifusa. Hacia el final del
iglo XVI, las notas en forma romboidal de la notación renacentista se transforma-
ron en las cabezas redondas utilizadas hoy, mientras que las ligaduras cayeron en
de uso. Con la adición de la barra de compás en el siglo XVII, la notación del rit-
mo había evolucionado desde sus primeras manifestaciones hasta su forma mo-
derna en apenas cuatrocientos afíos.
,, ,,
Franconiana Ars Nova Renacimiento Forma
(ca. 1280) (1300-1425) (1450-1600) moderna
Doble longa o
máxima 9
Longa ~
Nota
Breve • • ¡:; ~
cuadrada
Semi mínima
l J Nota negra
Nota
Semifusa b ~ semicorchea
Proporci6n normal
de la transcripción • = J • = J l .. J
ILUSTRACIÓN 6.4 Comparación de los sistemas de notación.
168 Los mundos antigrto y medieval
Guillaume de Machaut
El compositor y poeta más insigne del periodo del Ars Nova francés fue Guillaume
de Machaut (ca. 1300-1377; véase biografía). El apoyo recibido por parte de mece-
nas aristocráticos y de la realeza le concedi6 el tiempo suficiente para crear más de
140 obras musicales, la mayor parte composiciones sobre poemas propios, además
de escribir casi trescientos poemas más. De 1350 en adelante reuni6 todas sus obras
en manuscritos confeccionados para sus mecenas. Estas colecciones evidencian la
conciencia de sí mismo que tenía Machaut en tanto que creador individual, en con-
traste con el anonimato de la mayor parte de compositores del siglo XIII, así como el
deseo de preservar sus creaciones para la posteridad. Compuso en casi todos los gé-
neros entonces al uso, de motetes a canciones profanas, de manera que un análisis
del conjunto de su música nos servirá igualmente de introducci6n a los principales
tipos de composici6n durante el Ars Nova.
Motetes
La mayoría de los veintitrés motetes datan de una época temprana dentro de su vida
artística. Veinte de ellos son isorrítmicos, basados en tenores de canto llano, mientras
que tres utilizan canciones profanas como tenor. Como otros motetes de la época,
los de Machaut son más extensos y rítmicamente más complejos que los ejemplos
anteriores e incluyen a menudo pasajes isorrítmicos y de hoquetus en las voces supe-
riores. Los cuatro motetes a cuatro voces muestran un conocimiento de los motetes
de Vitry y son un evidente intento de superar al compositor de más edad en lo que
respecta a la complejidad estructural.
Misa
La Messe de Nostre Dame (Misa de Nuestra Señora) de Machaut fue una de las com-
posiciones polif6nicas más tempranas del Ordinario de la misa, probablemente la
primera misa polif6nica escrita por un único compositor y concebida como una uni-
dad. La intenci6n de Machaut era que fuese interpretada por un solo cantante en
cada voz, como casi toda la polifonía de la época. Según parece, compuso su obra a
comienzos de la década de 1360 para su ejecuci6n durante una misa dedicada a la
Virgen María, celebrada cada domingo en un altar de la catedral de Reims. Tras su
muerte, se añadi6 al oficio una oraci6n por el alma de Machaut y su misa se siguió
interpretando allí hasta bien entrado el siglo XV.
Como ya vimos en el capítulo 5, a lo largo del siglo XIII era mucho más frecuente
la composici6n polif6nica de los cantos del Propio de la misa que la de los cantos del
Ordinario. Pero en el siglo XIV surgieron numerosas composiciones sobre textos dd
.f. La música francesa e italiana en el siglo XTV 169
Machaut fue el compositor y poeta más importante de Francia en el siglo XIV. Ejerció
una profunda influencia en sus contemporáneos y en los artistas posteriores y su mú-
sica se ha convertido en el paradigma del Ars Nova francés.
Buena parte de lo que sabemos de la vida y de la carrera artística de Machaut pro-
cede de sus propios poemas narrativos, muchos de los cuales describen acontecimien-
tos de su vida y la de sus mecenas. Nació en la provincia de Champagne, en el noreste
de Francia, probablemente en el seno de una familia de clase media; se educó como
clérigo, posiblemente en Reims, y se ordenó sacerdote más tarde. En torno a 1323,
entró al servicio de Juan de Luxemburgo, rey de Bohemia, como funcionario; final-
mente, se convirtió en secretario del rey. En ese puesto, acompañó a Juan en sus viajes
y campañas militares por toda Europa, hazañas que describió en su poesía. Desde
1340 hasta su muerte en 1377, Machaut residió en Reims como canónigo de la cate-
dral, oficio cuyas funciones litúrgicas dejaban amplios ratos de ocio dedicados a la po-
esía y a la composición. Machaut tuvo estrechos vínculos con la realeza durante toda
su vida y se movió siempre en círculos escogidos. Otros mecenas suyos fueron la hija
de Juan de Luxemburgo, llamada Bonne, los reyes de Navarra y Francia y los duques de
Berry y de Borgoña.
Machaut fue uno de los primeros compositores que recopiló sus obras completas y
que habló sobre sus métodos de trabajo, signos ambos de la conciencia de creador que
tenía de sí mismo. Dedicó Le livre du voir dit (El libro del verdadero decir, 1363-
1365) a Peronne, una joven admiradora de la que se había enamorado a los sesenta
años. En él explica que tiene por costumbre escribir sus poemas antes de ponerles
música y que su mayor felicidad consiste en que la música sea dulce y agradable.
El fuerte apoyo de sus mecenas le dio los recursos necesarios para supervisar la pre-
paración de distintos manuscritos ilustrados que incluían sus obras, aunque la deci-
sión de llevar a cabo tal empresa parece haber sido suya, inspirado por la conciencia
de la obra propia como artista y por el deseo de conservar su música y su poesía para
las generaciones futuras. Tal actitud, tan común hoy en día, era un tanto inusual en-
tre los compositores antes del siglo XIX.
Obras musicales más importantes: Messe de Nostre Dame (Misa de Nuestra Seño-
ra), Hoquetus David, 23 motetes (19 isorrítmicos), 42 ballades (una monofónica), 22
rondeaux, 33 virelais (25 monofónicos), 19 lais (15 monofónicos) , 1 complainte y
l chanson royale (ambas monofónicas).
Obras poéticas: Remede de Fortune (Remedio de fortuna), Le livre de voir dit, nu-
merqsos poemas narrativos, más de 280 poemas líricos.
Ordinario por parte de los compositores franceses, ingleses e italianos. La mayor par-
te fueron concebidas como movimientos individuales que podían combinarse libre-
mente con otros distintos durante un oficio; algunos fueron reunidos también en ci-
clos anónimos. La misa de Machaut se apoya en esta tradición, pero trata los seis
,,,,,
170 Los mundos antiguo y medíeval
-
movimientos como una sola composición en lugar de ofrecer piezas separadas. Los
movimientos están vinculados entre sí por las similitudes de estilo y por el trat a-
miento, así como por algunos motivos recurrentes y por la focalización tonal sobre la
nota Re en los tres primeros movimientos y sobre la nota Fa en los tres últimos. Los
seis movimientos son para cuatro voces, con el duplum y el triplum por encima d el
EJEMPLO 6.3 Guillaume de Machaut, Messe de Nostre Dame, comienzo del Christe
Motetus
Chri - ste
Tenor
Chri - ste
I
Il
III
III
j t;,.
6. La música francesa e italiana en el siglo XIV 171
tenor y una segunda voz de apoyo, llamada contratenor («contra o frente al tenor»),
con el mismo ámbito que el tenor, en ocasiones por debajo de él y en ocasiones por
encima.
El Kyrie, el Sanctus, el Agnus Dei y el lte, missa est son isorrítmicos. En cada
uno de estos movimientos, el tenor aporta un cantus firmus, la melodía proveniente
de un canto del mismo texto del Ordinario, y se divide en dos o más taleas. El con-
rratenor también es isorrítmico, coordinado con el tenor, y juntos forman el funda-
mento armónico. El ejemplo 6.3 muestra el inicio del Christe, incluidas las dos pri-
meras exposiciones de la talea de siete compases, indicada mediante números
romanos. Las dos voces superiores progresan más rápidamente, con la típica sincopa-
ción de Machaut. Éstas son asimismo parcialmente isorrítmicas; durante la segunda
exposición de la talea, los ritmos de las voces superiores discurren en estrecha coinci-
dencia con los de la primera voz y son prácticamente idénticos en todos los compa-
ses de cada talea, con excepción de los compases segundo y sexto. La repetición rít-
mica de las voces superiores hace más evidente la talea recurrente, como lo consigue
la alternancia de notas mantenidas en los compases primero y quinto de cada talea,
con ritmos muy vivos en el resto de compases. Este contraste de silencio y actividad
rítmicos es característico de la construcción en bloques de Machaut, la cual sugiere
una analogía arquitectónica, como la alternancia de vidrieras afiligranadas de colores
y de sólidos pilares a lo largo de los muros de una catedral gótica. Para generar tal
actividad rítmica, Machaut se sirve con frecuencia de la figuración reiterativa; por
ejemplo, la figura descendente del segundo compás del triplum resuena más tarde
tanto en el duplum como en el triplum, y vuelve a aparecer en numerosas ocasiones
durante toda la misa, actuando no tanto como un motivo unificador, sino más bien
como un modo de ocasionar movimiento.
El Gloria y el Credo, con textos mucho más largos, están compuestos en estilo
de discanto o de conductus: esencialmente silábicos y en su mayor parte homorrít-
micos, declaman velozmente las palabras en todas las voces, como se muestra en el
ejemplo 6.4. Las palabras «Jesu Christe» del Gloria y «ex Maria Virgine» del Credo
se ponen de relieve mediante acordes mantenidos, un equivalente musical de la tra-
dición de pinturas medievales que exhiben a María y a Jesús con un tamaño mucho
mayor que el de las figuras que los circundan, con el fin de enfatizar su importan-
cia. Ninguno de estos dos movimientos está basado en el canto llano. Ambos con-
cluyen con pasajes elaborados y parcialmente isorrítmicos sobre la palabra «Amen».
Canciones monofónicas
La mayor parte de las canciones francesas del siglo XIV adoptan una de estas cres
formes fixes: ballade, rondeau y virelai. Las tres formes fixes añaden un estribillo a
una estrofa en forma AAB. Cada una lo hace de un modo diferente, dando como
resultado una forma característica. Por convención, la repetición de texto y músi-
ca en los estribillos se muestra en letras mayúsculas y la repetición de la música
con un texto nuevo se muestra en letras minúsculas. El número de versos poéticos
puede variar en cada sección.
Ballade
Una ballade típica consiste en tres estrofas, cada una cantada con la misma música
y terminando cada una con el mismo verso poético, que sirve de estribillo. La for-
ma de cada estrofa es aabC, con dos dísticos cantados con la misma música, se-
guidos de una música contrastante que culmina en el estribillo. A menudo las dos
secciones a tienen diferentes finales, el primero abierto y el segundo cerrado,
como en una estampie. El estribillo puede repetir el pasaje concluyente de la se-
gunda sección a para crear una rima musical.
§:....La música francesa e italiana en el siglo ~---·-------------1_7._3
El rondeau tiene una sola estrofa, enmarcada por un estribillo que comprende
las dos secciones de música utilizadas en la estrofa. Además, la primera mitad del
estribillo regresa en la mitad de la pieza entre las secciones a, generando una for-
ma muy característica.
En la práctica, el estribillo está tan plenamente integrado en los otros versos poé-
ticos que todo el poema funciona como una única estrofa con versos repetidos cuyo
impacto es más profundo en cada repetición. Por regla general, la sección A caden-
cia sin finalidad, de manera semejante a un final abierto. La sección B puede ser un
eco del pasaje final de la sección A, pero cierra de modo conclusivo sobre el centro
tonal.
Vírelai
El tfpico virelai tiene tres estrofas, con el estribillo al principio y después de cada
estrofa. Como en la cantiga que vimos en el capítulo 4 (véase p. 112), el estribillo
utiliza la misma música que la última sección de la melodía de la estrofa; puesto
que el estribillo aparece primero, se le da la letra A, de manera que la estrofa se
muestra como bba y no como aab. Las secciones b tienen a menudo finales abier-
tos y cerrados, como la sección a de una ballade.
más abajo. Veinticinco de los virelais de Machaut son monofónicos, y ocho son poli-
fónicos. Uno de sus virelais monofónicos más atractivos es Foy porter, cuyo texto está
lleno de intensas imágenes y listas de las muchas maneras en que un poeta desearen-
dir homenaje a su amada. Las breves líneas y frecuentes ritmos del poema se reflejan
en una composición predominantemente silábica cuyas frases breves y sutiles varia-
ciones motívicas hacen que la melodía sea pegadiza.
Canciones polifónicas
Una de las innovaciones mayores del periodo del Ars Nova fue el desarrollo de las
canciones polifónicas, o chansons («canciones» en francés), en estilo de tiple domi-
nante. En este estilo, la voz superior que porta el texto, denominada cantus (en la-
tín canción) o tiple, es la voz principal apoyada por el tenor, mientras éste progresa
más lentamente y no lleva texto alguno. A este marco esencial de dos voces pueden
añadírsele una o dos voces más sin texto: un contratenor con el mismo ámbito que
el tenor o, más inusual, un triplum de movimiento rápido y en tesitura de tiple. Es-
tudios recientes sugieren que la intención de Machaut era que todas las voces fue-
sen cantadas, permitiendo que la ausencia de texto en las voces de apoyo hiciese re-
saltar aún más la voz del cantus. Algunas interpretaciones modernas cantan el texto
en todas las voces o utilizan instrumentos en las voces sin texto. Que Machaut es-
cribiese el cantus antes que el tenor, invirtiendo el orden normal de composición de
la polifonía precedente, resulta evidente por el aspecto de uno de sus virelais, Mors
sui se je ne vous voy, el cual aparece como canción monofónica en un manuscrito
temprano y al que se le añade un tenor en los escritos posteriores. Está corroborado
por una declaración de Machaut en una carta a su querida Peronne (véase biografía,
p. 169) que había compuesto una canción a la que pronto añadiría un tenor y con-
tratenor.
Como sucede en las canciones monofónicas de Machaut, sus canciones polifóni-
cas están compuestas sobre sus propios poemas. La mayoría tienen forma de bal/,ade
o de rondeau (pl. rondeaux), las otras dos formes fixes junto con el virelai (véase ilus-
tración 6.6). Los tres géneros tendían a diferenciarse de algún modo en el asunto, así
como en la forma: las ballades eran más serias y apropiadas para temas filosóficos o
históricos, o para celebrar un acontecimiento u homenajear a una persona; los ron-
deaux se centraban en temas amorosos; y los virelais ofrecían usualmente descripcio-
nes de la naturaleza o sentimientos de amor.
Todas las formes fixes se derivan de géneros asoCiados a la danza, lo que resulta
evidente en el uso del estribillo (véase capítulo 4). Los virelais monofónicos de Ma-
chaut todavía podían bailarse. En una ilustración perteneciente a un manuscrito de
sus composiciones, un cantante (quizá el propio Machaut) interpreta un virelai mo-
nofónico mientras él y otros amigos bailan en círculo. No obstante, las canciones
polifónicas de Machaut eran demasiado estilizadas y no podían servir para el baile.
§:... La música francesa e italiana en el siglo XlV 175
Reputación
El.Ars Subtilior
Los compositores de finales del siglo XIV continuaron y ampliaron los géneros y tra-
diciones del Ars Nova. A modo de paradoja característica del siglo, la corte papal de
Avignon fue uno de los principales mecenas de la música profana. En ella y en otras
cortes del sur de Francia y del norte de Italia, una brillante sociedad caballeresca pro-
pició que los compositores floreciesen. Su música se componía fundamentalmente
de canciones polifónicas en formes fixes, principalmente ballades. Estas chansons, en
su mayor parte canciones de amor, estaban pensadas para una audiencia elitista
-aristócratas y entendidos que apreciaban esta música porque desarrollaba todas las
posibilidades de melodía, ritmo, contrapunto y notación. La fascinación del compo-
sitor por la técnica y su voluntad de llevar a nuevos extremos un procedimiento
176 Los mundos antiguo y medieval
1 1 = notación en rojo
IU
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1) J J ) IJ
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'-' mi - rant YO
12 12
dado condujo a los historiadores de la música a bautizar este repertorio como Ars
Subtilior (la manera más sutil). El estilo refinado y elevado de estas canciones se co~
rresponde con su apariencia suntuosa, incluida la decoración, mezclando las notas
rojas y negras, una notación llena de ingenio y los caprichos ocasionales, como por
ejemplo una canción amorosa escrita en forma de corazón.
Caserta y otros compositores introdujeron nuevos signos y prácticas en la nota-
ción, incluida la combinación vertical de diferentes mensuras. Como consecuencia
algunas canciones de este periodo exhiben una complejidad rítmica muy marcada y
alcanzan un nivel que no se volvería a ver hasta el siglo XX. Las voces avanzan en
compases contrastados y en grupos de notas en conflicto entre sí; los acentos rítmi-
cos se subdividen de muchas maneras diferentes: las frases se interrumpen mediante
silencios o se mantienen en suspenso a través de cadenas de síncopas; y las armonías
se vuelven borrosas a propósito mediante la dislocación rítmica. Si la notación per-
mitía alguna novedad, algún compositor trataría de aplicarla.
La ballade de Caserta En remirant vo douce pourtraiture es un buen ejemplo del
Ars Subtilior. Una transcripción del inicio aparece en el ejemplo 6.5. El compás que
prevalece es 918 -tempus perfectums y prolatio majar, con una división ternaria
. La 1m1sica fta11cesa e italiana en el siglo XIV 177
canto de la brevis (el compás) como de la semibrevis (la unidad rítmica)- y está se-
ñalado por continuas negras (semibreves) en el tenor. Pero en el cantus, dos silencios
de corchea al principio del segundo compás sacan la frase siguiente del acento rítmi-
co, y las notas aisladas interpoladas lo mantienen así, originando una serie de sínco-
pas transcritas aquí como ligaduras que vinculan el acento rítmico. Las notas rojas,
señaladas como corchetes en la transcripción, indican una división binaria en lugar
de ternaria y se usan para crear efectos de hemiolia en el contratenor (compases 1-2)
y en el cantus (compás 6). Un cambio del signo de mensuración (la C hacia atrás)
indica el equivalente del metro de 2/8 en el contratenor en los compases 3-5 y 6. Al
superponer metros diferentes, hemiolias y una amplia sincopación, Caserta crea una
textura en la cual las diferentes voces casi nunca coinciden, lo cual pone de relieve el
sentido de independencia entre las voces. Cuando la música continúa, los signos de
mensuración cambian con frecuencia mientras se introducen continuamente nuevas
disposiciones rítmicas, de forma que cada frase tiene un perfil característico que ayu-
da a articular la forma de la pieza. A pesar de las elaboradas técnicas de composición
y de las exigencias virtuosísticas, esta canción agrada a sus intérpretes; su efecto audi-
tivo es bastante atractivo, con melodías interesantes y muchas consonancias dulces.
La música del Ars Subtilior iba dirigida a intérpretes profesionales y a oyentes
cultivados. Sus formidables complejidades de ritmo y de notación estuvieron de
moda durante una única generación. Al mismo tiempo, los gremios de músicos del
norte de Francia crearon un tipo más simple de polifonía profana. Sus poemas y su
música cenían un carácter popular: en lugar de los refinados sentimientos cortesa-
no , los texto ofrecían escenas realistas de caza o de la plaza del mercado, mientras
que Ja música imitaba los sencillos ritmos de la canción folclórica. Aun cuando se
conserven pocos ejemplos, este arte más sencillo hubo de alcanzar un vasto floreci-
miento y, en última instancia, quizá ejerció una mayor influencia sobre los músicos
posteriores.
A diferencia de Francia, cuyo régimen era una monarquía, Italia se componía a fina-
les del Medievo de una serie de ciudades-estado, cada una con sus propias tradicio-
nes políticas, culturales y lingüísticas. Los italianos se refieren al siglo XIV como el
Trecento (de «mille trecento», en italiano 1300); la música italiana de este periodo
tiene sin duda un carácter específico.
A partir de escritos de la época, sabemos que la música acompañaba casi todos los
aspectos de la vida social italiana. En el Decamerón de Boccaccio, por ejemplo, un
grupo de amigos que se ha retirado al campo, huyendo de una Florencia atormenta-
da por las epidemias, pasa el tiempo contando historias, bailando, cantando y tocan-
do instrumentos (véase Lectura de fuentes). Pero la mayor parte de la música italiana
de la época nunca se puso por escrito. La música profana, en las distintas capas so-
ciales, era puramente auditiva. La única música popular que ha llegado hasta nos-
otros en los manuscritos es el repertorio de lauda (véase capítulo 4). La polifonía sa-
cra era en su mayor parte improvisada bien por un solista que cantaba en estilo de
discanto sobre las notas escritas del canto llano, bien por un organista que añadía
una voz de contrapunto por encima del canto llano, mientras alternaban las frases
del Ordinario de la misa con un coro que cantaba gregoriano. Lo que se conserva en
notación de la polifonía sacra italiana, en su mayor parte de finales de siglo, consiste
primeramente en composiciones de cantos del Ordinario de la misa a dos, tres y
cuatro voces o para instrumento de teclado, además de algunas otras composiciones
litúrgicas y motetes.
El corpus más grande de música italiana de la época de que aún se dispone es el
repertorio de canciones polifónicas profanas, escritas como entretenimiento refinado
de círculos escogidos. Estas canciones surgieron del florecer de la propia poesía ita-
liana en el siglo XIV; hasta que Dante escribió su poema épico La Divina Comedia
(1307) en su nativo dialecto toscano y lo estableció como idioma literario italiano,
las cortes de Italia prefirieron la poesía en occitano, el idioma de los trovadores. Los
centros principales de la polifonía del Trecento fueron ciudades de Italia central y del
norte, en particular Bolonia, Padua, Módena, Milán, Perugia y, sobre todo, Floren-
cia, centro cultural de singular importancia de los siglos XIV al XVI y morada tanto de
Dante como de Boccaccio.
El sistema de notación italiano era diferente del propio del Ars Nova francés. Las
diferencias más significativas consistían en que la breve podía dividirse en dos, tres,
cuatro, seis, ocho, nueve o doce semibreves iguales o en varios esquemas de semibre-
ves desiguales, y en que estos grupos de semibreves se demarcaban mediante puntos,
de manera semejante a la actual barra de compás. Este tipo de notación, particular-
mente apropiado para las líneas melódicas floridas, prestó un buen servicio a la mú-
sica italiana hasta las postrimerías del siglo. Pero entonces fue complementado y fi-
nalmente sustituido por el sistema francés, que había demostrado estar mejor
adaptado al estilo musical de la época.
Han sobrevivido muy pocos ejemplos de polifonía profana italiana anterior a
1330, pero a partir de esa fecha se conservan distintos manuscritos. La fuente más co-
piosa, por desgracia tardía y no del todo fiable, es el ricamente ornamentado Codex
Squarcialupi, llamado así por su entonces propietario, el organista florentino Antonio
Squarcialupi (1416-1480). Esta colección, copiada probablemente en torno a 1410-
1415, consta de 354 piezas, la mayoría a dos o tres voces, de doce compositores del
Trecento y principios del Quattrocento (1400 ss.). Al inicio de la sección que contiene
sus obras hay un retrato en miniatura de cada compositor. En este y otros manuscri-
tos se presentan tres tipos de composición profana italiana: el madrigal, la caccia y la
ballata.
§:._,}a música francesa e italiana en el siglo XTV 179
~ LECTURA DE FUENTES - - - - -- - - -- -
Giovanni Boccaccio (1313-1375) fue uno de los grandes escritores del siglo XIV cuyo
uso del dialecto local de Toscana, en torno a Florencia, hizo de este dialecto el idio-
ma literario nacional de Italia. Su obra maestra es el Decamerón (1348-1353), una
colección de cien relatos ingeniosos, y en ocasiones procaces, narrados durante un
periodo de diez días por diez amigos que han huido al campo para salvarse de la
Muerte Negra que devastaba Florencia. La tarde previa a la narración de las historias
disfrutan de la cena, la danza y la música.
Una vez levantados los manteles, la reina ordenó traer instrumentos, pues todas las da-
mas sabían cómo bailar el caro! [baile en círculoJy los jóvenes también y algunos de ellos
sabían cantar y tocar muy bien. A petición suya, Dioneo tomó un laúd y Fiammetta una
viola, y empezaron dulcemente a tocar una danza. Entonces, la reina, habiendo manda-
do a los sirvientes a comer, formó un círculo con las otras damas y los dos jóvenes e inició
una danza en círculo a paso lento. Cuando esto terminó, empezó a cantar canciones en-
cantadoras y alegres. Continuaron de esta manera por mucho tiempo, hasta que la reina
pensó que era la hora de ir a dormir.
El madrigal del siglo XIV(que no ha de confundirse con el madrigal del siglo XVI,
mejor conocido) es una canción a dos o tres voces sin acompañamiento instrumen-
tal. Todas la voces cantan el mismo texto, generalmente un poema idílico, pastoral,
satírico o amoroso. Los madrigales se componen de dos o más estrofas de tres versos,
cada una con la misma música, seguidas de un par de versos concluyentes, llamados
ritornello («estribillo», en italiano), con una música y un compás diferentes. La for-
ma se muestra en la tabla de la ilustración 6.6. El madrigal de ]acopo da Bologna,
Non al suo amante, es característico del estilo del Trecento temprano y exhibe sus ca-
racterísticas variedad y fluidez rítmicas. Una diferencia con respecto al Ars Nova
francés resulta de que, en el madrigal, las dos voces son relativamente iguales, ha-
ciéndose en ocasiones eco mutuamente o emprendiendo una alternancia a modo de
hoquetus. De forma característica en el estilo italiano, la primera y la última sílabas
acentuadas de cada verso poético son cantadas en largos melismas, algo más florido
en la voz superior, mientras que las sílabas intermedias se componen de forma más
silábica en una declamación relativamente rápida para exponer el texto con claridad.
Tales melismas largos son claramente decorativos y han sido comparados con las
imaginativas ilustraciones que decoran los márgenes de los manuscritos.
La caccia
La ballata
a. Madrigal
cciones de música: a a
Versos poéácos: 1 2 3 4 5 6 8
b. Ballata
Ripresa Estrofa (2 pies) Volta Ripresa
francerco Landini
El más prominente compositor de ballate y el más destacado músico italiano del Tre-
cento fue Francesco Landini (ca. 1325-1397; véase biografía). De sus 140 ballate, 89
son a dos voces, 42 a tres voces y nueve se han conservado en sendas versiones a dos
y tres voces. Las compuestas para dos voces, que evidentemente son obras anteriores,
se asemejan a los madrigales en la textura y constan de dos voces con texto. Muchas
d€ las ballate a tres voces están en estilo de tiple dominante y constan de una voz so-
lista, más dos voces acompañantes sin texto que con probabilidad se cantaban, como
ocurría en las chansons de Machaut. El ejemplo 6.6 muestra el inicio de una ballata
en este estilo tardío, Non avra ma'pieta de Landini.
Uno de los encantos de la música de Landini es la dulzura de sus armonías.
Abundan las sonoridades que contienen terceras y sextas, aunque éstas nunca den
comienzo o pongan fin a una sección o a una pieza. Igualmente encantadoras son
sus elegantes melodías vocales, dispuestas en frases arqueadas, que progresan casi
siempre por grados conjuntos, y ornamentadas con ritmos variados y a menudo sin-
copados, aunque en última instancia más suaves tanto en el contorno de sus secuen-
cias de tonos como en el ritmo que la mayor parte de las melodías de Machaut. Los
melismas sobre la primera y la penúltima sílabas de un verso poético son rasgos ca-
racterísticos del estilo italiano, como lo es la declamación clara y casi silábica entre
los melismas. El final de cada verso, y con frecuencia la primera palabra y el punto
intermedio o cesura de un verso, están señalados por una cadencia. La mayoría son
del tipo conocido como cadencia de Landini, en la cual, cuando el tenor desciende
un tono entero, la voz superior ornamenta su ascenso descendiendo primero a la
nota vecina inferior y efectuando después un salto de tercera (véase ejemplo 6.6,
compases 3-4, 5-6 y 10-11). Se le puso el nombre de Landino porque fue el primero
en usarla sistemáticamente, si bien aparece ya ocasionalmente en la música italiana
182 Los mundos anti~f!!!!!l:_
Contratenor
Tenor
~ 'º
No tendrá jamás piedad, esta señora mía . .. / Quizá por ello se extinguirán en mí [las llamas]. ..
La influencia francesa
Hacia el final del siglo XIV, la música de los compositores italianos comenzó a perder
sus características específicas nacionales y se hizo permeable al estilo contemporáneo
francés. Los italianos escribieron canciones sobre textos en francés y utilizaron los
géneros franceses; las obras registradas en los manuscritos de finales del siglo XIV
aparecen a menudo en notación francesa. La combinación armónica de las distintas
tradiciones nacionales fue un fenómeno preponderante en el siglo XV, cuando los
músicos del norte de Europa ocuparon puestos en Italia y los rasgos de la música
francesa, italiana, flamenca, holandesa e inglesa fueron integrados en un estilo mu i-
cal internacional (véase capítulo 8).
§:..._ La música francesa e italiana en el siglo XlV 183
Entonces el sol subió mds alto y aumentó el calor del día. Todo el grupo se quedó en la
agradable sombra, mientras miles de pdjaros cantaban entre las vérdes ramas. Alguien pi-
dió a Francesco [Landini] que tocase un poco el órgano para ver si el sonido hacia aumen-
tar o disminuir sus cantos. Lo hizo de inmediato y sucedió algo milagroso. Cuando el soni-
do empezó, muchos de los pdjaros guardaron silencio y se reunieron a su alrededor como
asombrados, escuchando durante un buen rato. Entonces reanudaron sus cantos, haciéndo-
los mds intensos y mostrando un inconcebible deleite, en especial un ruiseñor, que se acercó
para posarse en una rama por encima del órgano, justo sobre la cabeza de Francesco.
De Filippo Villani, Le Vite d'uomini i!lustri fiorentini, ed. G. Mazzuchelli (Florencia, 1847), 46:
Giovanni da Prato, Il Paradiso degli Alberti, ed. A. Wesselofsky (Bolonia, 1867), 111-113.
Voces e instrumentos
A partir de las fuentes pictóricas y literarias del siglo XIV y principios del XV, sabemos
que la música polifónica era interpretada generalmente por un pequeño conjunto
vocal o instrumental, o por una combinación de los dos, con un único cantante o
instrumento por voz. Pero no existía un modo uniforme de interpretar una pieza
cualquiera. Los manuscritos no especificaban los instrumentos, dejando a elección
184 Los mundos antiguo y mediev'!!,
!LUSTRACIÓN 6.7 Tapiz de los Paises Bajos (ca. 1420) que muestra a un hombre ataviado como un coru-
sano cantando. Le acompaña una dama que toca un órgano positivo, del tipo que es portdtil pero hay que
apoyarlo sobre una mesa en vez de sobre el regazo. Detrds del órgano estd un niño accionando los fuelles para
que el aire pase por los tubos y produzca sonidos.
Los instrumentos
Los músicos de los siglos XIV al XVI distinguían los instrumentos basándose en su vo-
lumen sonoro relativo, empleando haut (en francés, «alto») y bas («bajo») para el vo-
lumen y no para su registro. Los instrumentos bajos más comunes eran las arpas, fí-
dulas, laúdes, salterios, órganos portátiles, flautas traveseras y flautas dulces. Entre
los instrumentos altos se contaban las chirimías, las cornetas (de madera ahuecada,
con agujeros para los dedos y una boquilla típica de los instrumentos de metal) y las
§:...La música francesa e italiana en el siglo XIV 185
trompetas. Los instrumentos de percusión, incluidos los timbales, las pequeñas cam-
panillas y los címbalos, eran usuales en conjuntos de toda índole. A juzgar por las re-
presentaciones artísticas de la época, se agrupaban conjuntamente los instrumentos
de timbres contrastantes. La música al aire libre, la música de danza y en particular
las ceremonias festivas y solemnes exigían conjuntos más grandes e instrumentos de
mayor volumen sonoro.
Los instrumentos de teclado se convirtieron en instrumentos más prácticos y am-
pliamente utilizados en los siglos XIV y XV. Además del órgano portátil, en la música
profana se empleaban con frecuencia órganos positivos como el de la ilustración 6.7;
asimismo, se instalaron en muchas iglesias grandes órganos inmóviles. Se añadieron
teclados con pedal a los órganos de las iglesias de Alemania a finales de la década de
1300. Un mecanismo de registros que permitía al intérprete seleccionar diferentes fi-
las de tubos y la adición de un segundo teclado fueron logros alcanzados a comien-
zos del siglo XV. Aunque los instrumentos más antiguos de teclado semejantes al cla-
vicémbalo y al clavicordio se inventaron en el siglo XIV, no adquirieron un uso
generalizado hasta el siglo XV.
La música instrumental
Se ha conservado poca música puramente instrumental del siglo XIV. Algunas veces, las
piezas vocales eran ejecutadas enteramente con instrumentos, añadiéndose adornos en
la línea melódica. Los arreglos instrumentales eran en gran medida improvisados, si
bien se pusieron por escrito algunos para teclado. El Codex Robertsbridge, de aproxi-
madamente 1325, contiene arreglos para órgano de tres motetes; el Codex Faenza, del
primer cuarto del siglo XV, incluye versiones para teclado de ballades de Machaut junto
a madrigales y balhte de Landini, entre otros, así como piezas para teclado basadas en
cantos de la misa. Podemos suponer que existió también un gran repertorio de melo-
días instrumentales de danza, aunque el hecho de que fuesen por regla general impro-
visadas o interpretadas de memoria tuvo como consecuencia que pocos ejemplos escri-
tos hayan sobrevivido. Disponemos de cerca de quince danzas instrumentales italianas
del siglo XIV, la mayor parte en la forma italiana de estampie, la istampita.
Musica fleta
Del mismo modo que la elección de los instrumentos era usualmente dejada a los
intérpretes, así lo fue el uso de ciertas alteraciones cromáticas conocido como musica
fleta. Los músicos de los siglos XIV al XVI alteraron a menudo las notas en un semito-
no ascendente o descendente para evitar el tritono Fa-Si en una melodía, para suavi-
zar una línea melódica, para evitar que sonase una cuarta aumentada o una quinta
disminuida sobre la nota más grave o para generar «una armonía de sonido más dul-
186 Los mundos antiguo y medieval
ce» durante las cadencias, como observó el teórico Prosdocimo de' Beldomandi (véa-
se Lectura de fuentes). Esta práctica fue llamada musica fleta («música fingida») por-
que la mayoría de las notas alteradas quedaban fuera de la gama estándar. El sistema
de hexacordos duros, blandos y naturales (véase capítulo 2) permitía los semitonos,
enunciando mi-fa según las sílabas de la solmisación, entre Si y Do, Mi y Fa y La y
Si bemol. Éste era el ámbito de la musica recta (música correcta), la gama de notas
ubicadas en la mano guidoniana. Una nota de fuera de este ámbito era considerada
«fuera de la mano», «falsa» o «fingida» <fleta), porque implicaba situar las sílabas mi y
fa sobre notas en las que normalmente no debían figurar.
La musica fleta se empleaba frecuentemente en las cadencias. Los teóricos, com-
positores y cantantes estaban de acuerdo en que una sexta que se resolvía en una oc-
tava debería ser mayor antes que menor, y que una tercera que daba lugar a un uní-
sono tenía que ser menor y no mayor, porque, en palabras de Prosdocimo, «cuanto
más próxima esté la consonancia imperfecta de la perfecta que pretende alcanzar,
más perfecta se vuelve aquélla y más dulce es la armonía resultante». Así, las caden-
cias estrictamente modales del ejemplo 6.7a solían alterarse como se muestra en el
ejemplo 6.7b; la última de ellas, en la que las dos notas superiores ascienden, se co-
noce como cadencia de doble sensible y es un sonido característico de la música de
los siglos XIV y XV. Las cadencias sobre las notas Sol y Do se alteraban de manera si-
milar. En las cadencias sobre Mi, sin embargo, los penúltimos intervalos eran siem-
pre del tamaño adecuado, como se muestra en el ejemplo 6.7c, por lo que no era
precisa alteración alguna. Cadencias como éstas, en las que la voz inferior desciende
un semitono y la voz superior asciende un tono entero, se denominan cadencias fri-
gi.as, al ocurrir de manera natural en el modo frigio, pudiendo también tener lugar
sobre las notas Si y La.
- i :
a. Formas modales estrictas
f: : 1
b. Formas alteradas
f ft: : 1 ~·
c. Cadencias sobre la nota Mi
- tt¡
11
:
f: : • 1
- i :
-
6. La música francesa e italiana en____e_ls~ig..,_l_o_XIV
~ LECTURA DE FUENTES -
_ __ _ __ _ _ _ __ _ _ _ __ __ J_B....
- -- - - -- - --
7
Los músicos del siglo XIV evitaban los trítonos y suavizaban la armonía y la melodía
aumentando o disminuyendo las notas en un semitono, de acuerdo con un conjunto
de reglas prácticas llamado musica fleta. Una de las mejores explicaciones de estas re-
glas la dio Prosdocimo de' Beldomandi (m. 1428), doctor y profesor de la Universi-
dad de Padua. Puesto que los músicos de la época estaban cualificados para distin-
guir los tonos enteros de los medios tonos mediante las sílabas de la solmisación y
los hexacordos natural, duro y suave (véase capítulo 2), Prosdocimo se sirvió de estos
conceptos para explicar lo que era la musica fleta.
De Contrapunctus [Contrapunto, 1412]. Libro 5, capítulos 1-6 (Lincoln: University ofNebraska Press,
1984), 71-85.
188~~~~~~~~~~~~~~~~~~~--~L_o_s_m_u_n_d_o_s_a_n_n~[gu_o_..,_y_m_e_d_iev~a~l
melódica, en lugar de estar construido alrededor del tenor, del cual son ejemplo las
chansons de Machaut, subyace en multitud de desarrollos posteriores.
La música en sí no salió tan bien parada. Los estilos del siglo XIV cayeron en des-
uso y figuras como Machaut fueron más bien conocidas por su poesía, mientras que
su música fue considerada pasada de moda en comparación con el nuevo estilo del
siglo xv. Cuando se redescubrió por primera vez en el siglo XIX, la polifonía del siglo
XIV parecía violenta en sus armonías y cruda al permitir quintas y octavas paralelas,
prohibidas por el contrapunto desde el Renacimiento. Pero la música del siglo XX ha
utilizado una amplia gama de sonidos y técnicas y ha contribuido a hacer que la mú-
sica del siglo XIV suene fresca en comparación con la armonía de la práctica común.
En la actualidad se ejecutan otra vez de manera regular las piezas de Machaut, de
Landini y de ocros compositores del siglo XIV y son escuchadas por mayor número
de per onas que en vida de sus propios autores.
SEGUNDA PARTE
EL RENACIMIENTO
Los europeo de los siglos XV y XVI combinaron el redescubrimiento del saber anti-
guo con nuevos descubrimientos e innovaciones para dar lugar a un florecimiento de
la cultura y de las artes conocido más tarde como Renacimiento. Los cambios en la
música tuvieron un enorme alcance. En respuesta al interés creciente en agradar a los
s ntidos, los músicos desarrollaron un tipo nuevo de contrapunto, ejercieron un es-
rricto control de las disonancias e hicieron un uso permanente de sonoridades más
agradables. Concibieron métodos nuevos para escribir la música polifónica que po-
nían de manifiesto una mayor igualdad entre las voces y unas texturas más variadas
en el uso de la imitación y la homofonía, así como nuevos modos de reelaborar el
material que tomaban de otros compositores. La lectura de los textos griegos anti-
guos, que encomiaban la música como parte de la educación o esperaban de todo
ciudadano que fuese capaz de cantar o interpretar música, y que describían la capaci-
dad de la música para evocar emociones o infundir cierto carácter, conllevó que es-
critores y músicos del siglo XVI buscasen las mismas funciones y efectos en la música
de su época. Apoyándose en los ideales griegos, los compositores de música vocal se
forzaron por reflejar en sus melodías los acentos, las inflexiones, los ritmos y los
significados de las palabras. La invención de la imprenta musical hizo más accesible
la música escrita y creó un mercado para la música que los amateurs podían cantar o
interpretar para recrearse, en soledad o como una actividad social. La demanda esti-
muló nuevos tipos de canción profana e hizo aumentar considerablemente el cultivo
de la música instrumental. No menos importante es el interés del Renacimiento por
eí artista individual, lo que condujo a una mayor relevancia de los compositores.
Toda esta evolución ha tenido desde entonces efecto sobre la música. Desde el
propio lenguaje musical hasta nuestra creencia de que la música expresa sentimien-
tos, en todo ello somos herederos de estos dos siglos de cambio.
7. La música y el Renacimiento
calizar las palabras con una declamación correcta que reflejase a su vez los significa-
dos y emociones del texto. El desarrollo de la imprenta musical a principios del si-
glo XVI puso la música escrita al alcance de un público más amplio. Los aficionados
compraban la música y la interpretaban como entretenimiento, lo que estimulaba a
los compositores a producir tipos de música nuevos y más populares, en particular
canciones en las lenguas vernáculas y música instrumental. La Reforma trajo consigo
formas nuevas de música religiosa para las iglesias protestantes y, como reacción,
también formas nuevas de música católica. Todos estos cambios han afectado desde
entonces a los fundamentos de la música.
Estos desarrollos serán examinados de forma individual en los cinco capítulos si-
guientes. Por el momento, crearemos el marco de las transformaciones en la música
sobre el más amplio telón de fondo del Renacimiento y mostraremos algunos parale-
lismos con el resto de las artes.
El siglo XV fue testigo del final de dos largos conflictos: el final del gran cisma de la
Iglesia en 1417 y el regreso de un papa único y el final de la Guerra de los Cien
Años entre Francia e Inglaterra en 1453. Ese mismo año, Constantinopla cayó bajo
los turcos otomanos, lo cual puso fin al Imperio Bizantino. Nuevos conflictos apare-
cieron en lugar de los anteriores, cuando los turcos conquistaron los Balcanes y
Hungría en el siglo siguiente y la Iglesia de Roma se escindió debido a la Reforma,
un movimiento iniciado en 1517 como un debate acerca de las prácticas de la iglesia
pero que rápidamente condujo a la formación de nuevas confesiones procescances y
más de un siglo de disputas teológicas y guerras de religión.
Lo más relevante a largo plazo fue el surgimiento de Europa como poder a escala
mundial. Embarcaciones más grandes, mejores artefactos para la navegación y una
artillería más poderosa contribuyeron a que los europeos desplegasen su influencia
más allá del Mediterráneo y el Atlántico norte. Durante el siglo XV, los portugueses
establecieron colonias y rutas comerciales que se extendieron desde África hasta In-
dia y las Indias orientales. El descubrimiento por Colón del Nuevo Mundo en 1492
trajo consigo la creación de las colonias españolas y portuguesas en América, a las
que siguieron a principios del siglo XVII las colonias francesas, inglesas y holandesas.
Estos acontecimientos acabarían por propagar la cultura europea, incluida su músi-
ca, por todo el continente americano y por las colonias de toda África y Asia.
Tras las convulsiones económicas del siglo XIV, en torno a 1400 la economía eu-
ropea se estabilizó y comenzó a crecer. Las regiones se especializaron en distintos
productos agrícolas y manufacturados y entablaron relaciones comerciales las unas
con las otras a través de largas distancias. Poblaciones y ciudades prosperaron gracias
al comercio, y muchos habitantes de las ciudades acumularon riquezas gracias al co-
mercio, la banca y la artesanía. La clase media de mercaderes, artesanos, médicos
. La música y el Renacimiento 197
La noción del Renacimiento ha sido objeto de debate desde que se introdujo el tér-
mino. Cualquier periodización histórica es una abstracción, impuesta por las genera-
ciones posteriores como un modo de organizar una masa de detalles en una imagen
coherente; diferentes historiadores han sugerido enfoques diversos. Algunos piensan
que el Renacimiento comienza en el siglo XIV con Giotto, Dante, Petrarca y la músi-
ca del Trecento; otros, a principios del siglo XV o más tarde; algunos lo ven acabar a
mediados del siglo XVI, mientras que otros lo prolongan hasta bien entrado el siglo
XVII. Incluso otros historiadores rechazan de pleno el Renacimiento y argumentan
que el siglo XV ha de ser considerado como una Edad Media tardía y que la nueva
era, la Edad Moderna temprana, empieza en el siglo XVI. Quienes hacen énfasis en el
redescubrimiento de los escritos y el arte de Grecia y Roma y su efecto en la cultura
europea consideran la idea de renacimiento una metáfora poderosa, pero otros argu-
yen que este redescubrimiento afectó directamente sólo a la élite y no explica mu-
chos de los cambios de esta era, incluso en las artes.
Para nuestros propósitos, tiene sentido considerar los siglos XV y XVI como una
unidad porque el nuevo enfoque que como contrapunto emergió a principios de la
década de 1400 marcó un cambio decisivo con respecto al siglo precedente y siguió
siendo la estructura esencial de la música hasta alrededor de 1600. Pero ¿cómo lla-
maremos a este periodo? La idea de «renacimiento» parece especialmente problemá-
tica referida a la música, pues, a diferencia de los escritores, los escultores y los arqui-
tectos, los músicos no tenían clásicos a los que imitar; no fue hasta finales del siglo
XVI cuando se redescubrieron y transcribieron los primeros ejemplos de música grie-
ga antigua. Si la música pudo acercarse más a un Renacimiento literal fue en virtud
del redescubrimiento de los escritos griegos antiguos sobre música, que ejercieron in-
fluencia sobre los teóricos musicales y después a su vez sobre los compositores. Sin
198 El Renacimiento
embargo, los músicos no fueron depositarios de las antiguas prácticas; más bien uti-
lizaron en ocasiones las ideas de los escritores antiguos como inspiración o justifica-
ción para nuevos enfoques en asuntos tales como la puesta en música de un texto o
los modo.
A pesar de estos problemas, «Renacimiento» es todavía un término útil para este
periodo, en música y en el resto de las artes, si recordamos que es una metáfora y
que capta un único aspecto de una época compleja. En todos los campos, una mira-
da retrospectiva y consciente hacia Grecia y Roma se combinó con elementos que
perduraron desde la Edad Media y con desarrollos enteramente nuevos. Lo más ca-
racterístico del periodo parece ser un espíritu de descubrimiento e invención en to-
dos los aspectos de la vida, desde examinar los escritos antiguos hasta explorar otras
partes del planeta, diseccionar el cuerpo humano para ver cómo funciona, inventar
nuevo procesos de manufactura o diseñar un nuevo modo de pintar de forma más
realista. o componer una obra musical más persuasiva.
El humanismo
El arte del Renacimiento manifiesta un asombroso contraste con el arte medieval y nu-
merosos paralelismos con la nueva evolución en los estudios eruditos y en la música.
El renovado interés por la Antigüedad clásica con un enfoque distinto está encar-
nado en la estatua de bronce del David de Donatello (ca. 1386-1466), el primer des-
nudo de bulto redondo desde los tiempos de los romanos. La desnudez se utilizó en
la Edad Media para mostrar la vergüenza, como las imágenes de la expulsión de
Adán y Eva del jardín del Edén. En el caso del David, su desnudez exhibe la belleza
de la figura humana, al modo de las esculturas griegas y romanas que Donatello
tomó como modelos, y proclama la nobleza del héroe bíblico. Así, los medios clási-
cos se utilizaron para expresar un asunto religioso, de manera semejante al uso por
parte de la Iglesia de los estudios clásicos y humanísticos. Esta combinación es ver-
daderamente nueva y característica del Renacimiento. El naturalismo de la obra
-su intento de reproducir la naturaleza de modo realista- está también en conso-
nancia con el empeño humanista de ver y comprender el mundo como es en reali-
dad. El naturalismo y la belleza idealizada que Donatello exhibe aquí son típicos del
arte del Renacimiento y tienen paralelismos en la música, pues los compositores bus-
caron agradar al oído con bellas sonoridades y melodías y ritmos que pareciesen na-
turales antes que retorcidos.
Los pintores italianos habían perseguido ya un mayor realismo desde Giotto, a
comienzos del siglo XIV (véase capítulo 6). Pero, a principios de la década de 1400,
un tipo de representación mucho más realista fue posible gracias a dos innovaciones
técnicas: la perspectiva, método de representación del espacio tridimensional sobre
una superficie plana que crea un sentido de profundidad, y el claroscuro (italiano,
chiaroscuro), o tratamiento naturalista de la luz y de la sombra. La comparación en-
tre dos pinturas ilustrará ambos conceptos. La ilustración 7 .1 muestra la escena de
una ciudad en un fresco del siglo XIV. Las partes individuales de la pintura parecen
realistas, pero el conjunto no parece real. Esto es particularmente cierto del uso de la
luz, ya que algunos edificios están mejor iluminados en el lado derecho y otros en el
lado izquierdo, lo cual no puede ocurrir con la luz natural del sol. Los edificios pare-
cen apilados unos sobre otros y su distancia con respecto al espectador no queda cla-
ra. La pintura del siglo XV de una ciudad ideal, que se muestra en la ilustración 7.2,
utiliza por el contrario la perspectiva y hace que todas las líneas paralelas converjan
en un único punto de fuga, mientras que los objetos de tamaño similar aparecen
más pequeños en proporción exacta a la mayor distancia en que se ubican con res-
pecto a nosotros. Esto refleja el proceso efectivo de nuestra visión y crea una ilusión
de profundidad. Además, la luz cae en todas las superficies como si procediese de
una sola fuente. El efecto global es mucho más natural y realista.
La segunda pintura está también mejor ordenada, con líneas claras, simetría y sin
aparecer abarrotada de cosas y personas. Los elementos decorativos de los edificios
hacen aún más clara su estructura y dan realce a suelos, pilares y arcos. Esta preferen-
202 El Re1uuim~110
ILUSTRACIÓN 7.1 Un panel de Los efectos del buen y del mal gobierno en la ciudad y en el campo
(1337-1339), un fresco de Ambrogio Lorenzetti pintado en el Palazzo Pubblico de Siena. El tema ilustra la
nueva preocupación humanista por el gobierno y las virtudes cívicas. Sin embargo, la técnica sigue siendo
medieval en muchos aspectos: aunque los objetos mds lejanos estdn representados como si se hallaran detrds dr
los mds próximos y fueran mds pequeños, no hay una perspectiva auténtica.
ILUSTRACIÓN 7.2 Vista idealizada de la ciudad (ca. 1480), de un pintor de la escuela de Piero tk/'4
Francesca, en el palacio ducal de Urbino. La escena parece realista por el uso de la perspectiva en relación co,•
la luz. Todas las lineas que en una realidad tridimensional serían paralelas, como las líneas del pavimente.
convergen hacia un solo punto de fuga, que estd justo debajo de la entrada del edificio central La luz vient
de la izquierda y de detrds del observador, pues las superficies orientadas hacia la izquierda son las mds bri·
!!antes, las que estdn frente al observador algo menos y las orientadas hacia la derecha son las mds oscuras.
~. La música V el Renacimiento 203
duo. Una de las primeras pinturas en usar la perspectiva, su Trinidad crea un im-
presionante sentido de la profundidad, como si una capilla real estuviese ahí en lu-
gar de la pared plana. Los rostros, los cuerpos, los ropajes y las poses son naturales;
el contraste de los colores y sombreados refuerza la impresión de espacio y crea a su
vez una composición clara y agradable; la influencia clásica se ve reflejada en las co-
lumnas griegas con capiteles jónicos y corintios, así como en los arcos y en el techo
elaborado a semejanza del techo del Panteón de Roma. Arrodillados a cada lado se
encuentran los donantes de la pintura, identificados como Lorenzo Leni y su espo-
sa. Su presencia y el verosímil retrato de ambos realizado por Masaccio refleja el
enorme interés del Renacimiento por el individuo: compárese a esta pareja adinera-
da con el anonimato de los donantes, albañiles y artesanos que contribuyeron a la
construcción de Notre Dame de París dos siglos antes. Los numerosos retratos pin-
tados en el Renacimiento ejemplifican el deseo de los mecenas de ser inmortaliza-
dos gracias al arte y a la habilidad de artistas capaces de captar la personalidad del
sujeto individual.
Al igual que los ideales de belleza y naturalismo examinados anteriormente, el
claro curo, la claridad y el interés por el individuo tienen asimismo paralelismos en
La música en el Renacimiento
Venecia y otras ciudades italianas. Esto explica por qué los compositores más desta-
cados del siglo XV y principios del XVI, como Dufay, Ockeghem y Josquin, procedían
de Flandes, de los Países Bajos y del norte de Francia, mientras que los italianos ad-
quirieron una relevancia mayor a partir de la segunda mitad del siglo XVI. Puesto
que en los coros sólo se admitían niños varones, las mujeres no tenían estas oportu-
nidades de formación, ni la posibilidad de hacer carrera en las iglesias públicas o en
las cortes de los príncipes. Monjas y novicias recibían instrucción musical en los
conventos y algunas de ellas se distinguieron como compositoras. Las cortes emplea-
ban también a intérpretes de instrumentos, por lo general juglares o miembros de fa-
milias de músicos, formados en ellas como aprendices. Pocos cantantes, composito-
res 0 intérpretes trabajaron únicamente como músicos; como en la Edad Media, la
mayoría tenían responsabilidades adicionales como criados, administradores, clérigos
0 funcionarios de la Iglesia.
Muchos gobernantes apoyaron la música con entusiasmo y compitieron entre sí
por disponer de los mejores compositores e intérpretes. Como los finos ropajes y
las pompas impresionantes, la excelencia de la música era a la vez placentera por sí
misma y valiosa como medio para hacer gala de riqueza y poder. Los reyes de
Francia e Inglaterra y los duques de Borgoña y Sabaya fueron destacados mecenas
del iglo XV, aunque lo más asombroso es la amplitud y profundidad del mecenaz-
go en lralia, tanto en la música como en el resto de las artes. Los soberanos italia-
nos traj ron regularmente a sus ciudades a los músicos de mayor talento de Fran-
cia, Flandes y los Países Bajos. Uno de los primeros en llegar del norte y hacer
carrera en Italia fue Johannes Ciconia (ca. 1370-1412), nacido y formado en Flan-
des y que estuvo activo en Roma, Pavía y Padua. Los Medicis, la familia soberana
de Florencia durante casi todo este periodo, respaldaron a músicos franco-flamen-
c;os como Heinrich Isaac (ca. 1450-1517) y Jacques Arcadelt (ca . 1507-1568), así
como pintores y escultores de origen italiano como Donatello, Botticelli y Miguel
Ángel. Los Sforza, que gobernaron Milán desde la década de 1450, contrataron a
dieciocho cantantes de cámara y a veintidós cantantes de capilla en 1474; en la dé-
cada de 1480, tanto Josquin des Prez (ca. 1450-1521), el más destacado composi-
tor de su generación, como Leonardo da Vinci, su correlato en el arte, trabajaron
para miembros de la familia Sforza. La corte de Ferrara, bajo la familia Este, aco-
gió aJosquin y a compositores de los Países Bajos como Jacob Obrecht (1457/58-
1505), Adrian Willaert (ca. 1490-1562) y Cipriano de Rore (1515/16-1565).
Mantua, regentada por la familia Gonzaga, fue otro importante centro de mece-
nazgo gracias a la presencia de Isabella d'Este (esposa del marqués Francesco II
Gonzaga), quien había estudiado música con ahínco. Papas y cardenales se dedica-
ron a mantener un alto nivel de actividad cultural y mecenazgo, tanto como hicie-
ron los príncipes seculares.
206 El Renacimiento
El nuevo contrapunto
El núcleo del estilo internacional del siglo XV fue el nuevo contrapunto, basado
en la preferencia por las consonancias, incluidas terceras y sextas junto a quintas y
octavas justas, y en el control estricto de las disonancias. Esta nueva concepción del
contrapunto refleja el alto valor concedido por los músicos a la belleza, al orden y al
agrado de los sentidos, actitudes estrechamente emparentadas con las tendencias del
arte plástico de la época. No obstante, como la perspectiva en la pintura, se trata de
una invención del siglo XV, no de la recuperación de una técnica antigua. Más que
ningún otro factor, es esta técnica contrapuntística la que vincula los siglos XV y XVI
en un periodo único de la historia de la música.
La distinción entre la práctica nueva y la antigua se expresa de manera obvia en el
Líber de arte contrapuncti (Libro del arte del contrapunto, 1477), de Johannes Tincto-
ris (ca. 1435-1511), uno de los tratados de contrapunto más significativos del siglo
XV. Tinctoris reprobaba «las composiciones de los músicos anteriores, en las que había
más disonancias que consonancias» y proclamaba que nada escrito antes de 1430 era
digno de ser escuchado (véase Lectura de fuentes). Su simpatía por el humanismo se
evidencia en sus referencias a numerosos escritores griegos y romanos, si bien, dada la
ausencia de ejemplos de música antigua, reivindica a los compositores de las dos últi-
mas generaciones como únicos modelos dignos de imitarse. Nada podía expresar de
manera más meridiana la diferencia entre la música, por una parte, y la literatura, el
arte y la arquitectura, por otra, que la relación con las artes de la Antigüedad. Apoyán-
dose en la práctica de los compositores por él mencionados, Tinctoris supo concebir
reglas estrictas para la introducción de las disonancias, que redujo a las notas de paso,
las notas auxiliares sobre los tiempos débiles y a los pasajes sincopados (lo que nos-
otros llamamos retardos) en las cadencias. Las quintas y octavas paralelas, usuales aún
7 La música v el Renacimiento 207
:..:-
en los estilos del siglo XIV, se prohibieron ahora. Estas reglas se refinaron todavía más
en tratados posteriores de otros autores y Gioseffo Zarlino (1517-1590) las sintetizó
en Le istitutioni harmoniche (Los fundamentos de la armonía, 1558).
Es asunto de gran sorpresa que no exista ninguna composición escrita mds de cuarenta
años atrds que los entendidos puedan considerar digna de ser interpretada. En la época
actual en la que, no sabría decir si debido al poder de alguna influencia celeste o al afdn
de una diligencia constante, florecen, ademds de muchos cantantes que interpretan del
modo mds hermoso, un infinito número de compositores tales como ]ohannes Okeghem,
johannes Regís, Anthonius Busnois, Firmius Caron y Guillermus Faugues, orgullosos de
haber tenido como maestros en este divino arte a johannes Dunstable, Egidius Binchois y
Guillermus Dufay, recientemente fallecidos. Casi todas las obras de estos hombres inspi-
ran tal dulzura que, en mi opinión, deberían considerarse los mds dignos, no sólo para la
gente y los héroes, sino incluso para los dioses inmortales. Ciertamente, nunca los escucho
o los estudio sin salir fortalecido y mds sabio. De igual manera que Virgilio tomó a Ho-
mero como su modelo en su divina obra, la Eneida, así por Hércules utilizo yo a éstos
como modelos para mis pequeñas creaciones; en particular, he imitado sin rodeos su ad-
mirable estilo de composición en la medida en la que se trata de disponer las armonías.
Johannes Tinctoris, The art of Counterpoint (Líber de arte contrapuncti), edición de Albert Seay (Ameri-
can Institute ofMusicology, 1961), 14-15.
cuarta o de una octava. En la homofonía, todas las voces avanzan juntas a un ritmo
muy semejante y las voces inferiores acompañan al cantus con acordes consonantes.
Ambas texturas permitieron a los compositores una libertad notablemente mayor
que la actitud antigua de voces estratificadas.
La afinación y el temperamento
El nuevo énfasis en los intervalos de terceras y sextas supuso un desafío para la teoría
de la música y los sistemas de afinación, de modo que ambos deben ceder y ajustarse
a una práctica en transformación.
"': La música y el Renacimiento 209
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
Pietro Aaron (ca. 1480-ca. 1550) fue un sacerdote, compositor y teórico que escribi6
algunos de los primeros tratados musicales de Italia. Sus escritos son particularmente
reveladores de las prácticas de su época. En éste describe el cambio desde la antigua
formulación lineal de la composición, en la que la voz superior y el tenor conforma-
ban el marco estructural, hasta una nueva concepción armónica, en la que cada voz
desempeña un papel similar.
Muchos compositores han sostenido que primero debía concebirse el cantus, después el te-
nor y, después del tenor, el contrabajo. Practicaban este método porque carecían del orden
y del conocimiento que se necesita para crear el contralto. Así, creaban muchos pasajes
torpes en sus composiciones y, a causa de éstos, tenían que aceptar unísonos, silencios y sal-
tos ascendentes y descendentes diflciles para el cantante o para el intérprete. Dichas com-
posiciones estaban privadas de toda dulzura y armonía, pues, cuando primero se escribe
un cantus o soprano y después el tenor, una vez el tenor estd hecho, ya no hay lugar para
el contrabajo y, una vez el contrabajo estd acabado, a menudo no queda nota alguna
para el contralto. Si sólo se considera una de las voces cada vez, es decir, si cuando se es-
cribe el tenor, uno sólo se preocupa de que el tenor sea consonante {con el cantus} e igual-
mente el contrabajo, la consonancia de cada una de las voces se resentird.
Por ello, los modernos han considerado mejor este asunto, como resulta .evidente en sus
composiciones para cuatro, cinco, seis y mds voces. Cada una de las voces ocupa un lugar
cómodo, natural y aceptable porque los compositores las consideran todas juntas y no con-
forme a lo antes descrito.
De Pietro Aaron, Toscanello in musica (Venecia, 1524), libro II, capítulo 16.
mitonos están a la misma distancia unos de otros; descrito por primera vez por los
teóricos de finales de la década de 1500, los intérpretes de instrumentos de trastes,
como el laúd o la viola, pudieron haberse aproximado a él anteriormente, pues para
ellos cualquier temperamento no igual puede dar fácilmente como resultado octavas
desafinadas. En el temperamento igual pueden usarse todos los intervalos porque to-
dos se aproximan a sus proporciones matemáticas puras, aunque sólo la octava es
exacta en su afinación, lo cual demuestra que ningún sistema de afinación está exen-
to de defecto. De hecho, el temperamento igual es inadecuado para la mayor parte
de la música vocal del Renacimiento, pues el sonido de quintas y terceras perfectas
forma parte de su esplendor.
211
.7.' La música JI el Renacimiento
Los nuevos sistemas de afinación reflejan la confianza depositada por los músicos
en los sonidos agradables al oído, antes que en la teoría heredada. De manera seme-
jante, los humanistas concentraron su interés en los asuntos humanos y no en mos-
trar deferencia a las autoridades del pasado.
Hemos visto que las ideas antiguas sobre la retórica y el poder de la música para
afectar las emociones fueron adoptadas por los escritores y músicos del Renacimien-
to, quienes las aplicaron de un modo innovador. Lo mismo ocurrió con otros aspec-
tos de la práctica antigua.
Los antiguos escritos, de Platón a Quintiliano, sostenían que la música tenía que
formar parte de la educación de los ciudadanos, lo cual tuvo resonancia en los oídos
de los escritores renacentistas. De damas y caballeros se esperaba que pudiesen leer
música, cantar prima vista a partir de la notación e interpretar con suficiente calidad
como para participar en un grupo musical a modo de entretenimiento, como otros
podían jugar a las cartas o narrar historias. Incluso la preferencia que los escritores de
la Antigüedad demostraron por la lira en detrimento del aulos como instrumento de
los ciudadanos cultos se reflejó en la expectativa de que los cortesanos tocasen ins-
trumentos de cuerda pulsada como el laúd antes que instrumentos de arco o de
viento.
. úl música y el Renacimiento 213
Tanto Platón como Aristóteles insistieron en que cada uno de los harmoniai grie-
gos, 0 tipos de escala, transmitía unos valores diferentes y que los músicos podían in-
fluir en las emociones de un oyente mediante su elección de la harmonía (véase capí-
tulo 1). Se referían una y otra vez los relatos según los cuales Pitágoras calmó a un
joven airado pasando de una harmonía a otra con una gaita, o que referían cómo
Alejandro Magno se levantó repentinamente de la mesa de un banquete y se armó
para la batalla cuando escuchó el tono frigio. Teóricos y compositores asumieron que
las harmoniai y los tonoi griegos eran idénticos a los modos eclesiásticos de nombres
similares (para esta confusión, véase capítulo 2) y que éstos últimos podían tener los
mismos efectos emocionales. En ocasiones, los compositores decidieron poner músi-
ca a un texto en un modo concreto y se basaron en las emociones que los escritores
antiguos asociaban con la harmonía o el tonos del mismo nombre. Mediante esta
práctica, la noción de que ciertas escalas reflejaban ciertos estados de ánimo fue am-
pliamente aceptada, un concepto que tuvo eco posteriormente en la idea de que los
modos mayores y menores sugieren diferentes sentimientos o de que ciertas tonali-
dades tienen asociaciones específicas, como Mi bemol con la nobleza.
Otra idea nueva inspirada por la Grecia antigua fue el cromatismo, el uso de dos
0 más semitonos sucesivos que se mueven en la misma dirección. La música europea
desde el canto gregoriano hasta el siglo XVI fue esencialmente diatónica. Aunque al-
gunas alteraciones se escribían y otras se suponían gracias a la musica fleta (véanse ca-
pítulo 6), las progresiones cromáticas directas, como de Si a Si bemol, nunca se uti-
lizaron. Pero el género cromático de la música griega antigua (véanse capítulos 1 y
11) ofrecía un modelo, y a mediados del siglo XVI los compositores empezaron a usar
progresiones cromáticas directas como recurso expresivo.
Estas cuatro ideas -la música como algo subordinado a las palabras y transmiso-
ra de sentimientos, la música como habilidad que toda persona refinada y elegante
debía poseer, la capacidad expresiva de los modos y el uso del cromatismo- parecen
tener poco en común, pues abarcan desde una costumbre social hasta un procedi-
miento musical. Y cada una es un nuevo rasgo característico de finales del siglo XV o
del siglo XVI, cada una fue potenciada o se originó por imitación de la práctica anti-
gua tal y como se había descrito en los escritos clásicos. Aunque de manera menos
directa que la imitación de la literatura, la arquitectura o la escultura griega y roma-
nas, estos conceptos demuestran la participación de la música en el movimiento re-
nacencisca.
Repertorios nuevos
música instrumental había sido improvisada o aprendida de oído. Ahora, las obras
en estilo de improvisación se ponían por escrito y publicaban, junto con la música
de danza, los arreglos de música vocal y obras para conjunto que desempeñaban nu-
merosas funciones, desde el entretenimiento hasta su uso en los oficios de la liturgia.
Reforma y contrarreforma
Una última tendencia del siglo XVI espoleó la actividad de humanistas, de la pintura
y de la creación de nuevos repertorios de igual manera. La aplicación de los princi-
pios humanistas al estudio de la Biblia condujo a Martín Lutero y otros eruditos a
poner en tela de juicio las doctrinas de la iglesia. La Reforma resultante, iniciada en
] 517, puso fin a un siglo de unidad de la iglesia desde la resolución del Gran Cisma.
Cuando gran parte del norte de Europa se separó de la Iglesia de Roma para conver-
tirse en luterano, calvinista o anglicano, cada una de las ramas de la iglesia desarrolló
su propia música para los oficios (véase capítulo 10). Los líderes de la iglesia busca-
ron ganar partidarios no sólo a través de la palabra escrita, sino mediante el arte y la
música, cuya difusión era ahora más fácil gracias a la reciente invención de la im-
prenta. La respuesta católica, conocida como Contrarreforma, trajo consigo parte de
la música más excelsa del siglo y uno de sus compositores, Palestrina, pasó a ser el
modelo del contrapunto del siglo XVI para las generaciones siguientes.
atención de un amplio auditorio, como ocurre con algunos estilos del siglo XX, han
ofendido a determinados oyentes al quebrantar los supuestos básicos acerca de qué
es la música y qué debería ser.
Durante gran parte de los siglos XVII y XVIII, los estilos del siglo XVI perduraron,
en particular en la música sacra, junto a los estilos recién creados, más dramáticos.
La instrucción en el contrapunto del Renacimiento se aceptó como parte del apren-
dizaje de la composición musical desde el siglo XVII hasta bien entrado el siglo XX.
Los compositores imitaron con frecuencia el estilo polifónico del siglo XVI en su mú-
sica coral y como un recurso empleado para sugerir austeridad, solemnidad o emoti-
vidad religiosa. A finales del siglo XIX y principios del XX, la música del Renacimien-
to fue redescubierta y los estudiosos comenzaron el largo proceso de transcripción en
notación moderna, de edición y publicación de las miles de obras conservadas. Hoy
en día, las obras de Dufay, Josquin, Palestrina y otros compositores del Renacimien-
to son ingredientes básicos de todo repertorio vocal, mientras se interpretan y se rea-
lizan grabaciones de la música de cientos de sus contemporáneos.
7. ·La música l:'. el Re_n_a_c_im_i_'e_nt_o_ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _
2_._17
lwsnv, ·róN 7.4 Canción de Loyset Compere, titulada Royne de ciel, procedente de Harmonice
musiccs odhecaton A, publicado por Ottavio Petrucci en 1501. El incipit del texto aparece bajo la voz
*' rantus. La música utiliza la «notación blanca» del Renacimiento. Las notas parecidas a las notas ente-
rw m forma de rombo son semibreves, las notas abiertas con mdstil (semejantes a las notas blancas) son
'1finmlfl5,, las notas negras con mástil (como notas negras) son semiminímas, y se añaden plicas a la semi-
mlmm11 para indicar duraciones más cortas. El parecido con la notación de la práctica generalizada es
rimo, rt exceptuamos que no se usan barras de compás ni ligaduras.
ción del canto llano. El uso de caracteres móviles significaba que las notas podían
ensamblarse en cualquier orden, para después recolocarse y reutilizarse. Este mé-
todo resultó ser mucho más práctico que otros procedimientos, tales como el ta-
llado de la música en bloques de madera.
En 1501, Ottavio Petrucci (1466-1539) publicó en Venecia la primera colec-
ción de música polifónica impresa enteramente con caracteres móviles, el Harmo-
nice musices odhecaton A (Cien canciones polifónicas, aunque en realidad contiene
noventa y seis). La ilustración 7.4, una página de esta colección, muestra la ele-
gancia de su obra. Petrucci utilizó un proceso de triple impresión, en el que cada
hoja pasaba por la prensa tres veces: una para imprimir las líneas del pentagrama,
otra vez para imprimir las palabras y la tercera para imprimir las notas y las inicia-
les floridas. Su método consumía mucho tiempo y esfuerzo, además de ser onero-
so, pero sus resultados se convirtieron en modelos de claridad y precisión.
Petrucci no era menos astuto como empresario que como artesano. Antes de
establecer su comercio, se había procurado una patente de su procedimiento y w 1
«privilegio» que le garantizaba de hecho el monopolio de la impresión musical en
Venecia durante veinte años. Su primer volumen fue una antología de la canción
profana que incluía, según su criterio, las mejores piezas de su generación y de las
generaciones que le precedieron. Las canciones eran de formato pequefio y a tres o
cuatro voces, fácilmente interpretables en los hogares o en compañía de amistades.
A continuación publicó dos colecciones de canciones más, Canti B en 1502 y
Canti C en 1504, con lo que Petrucci pudo acaparar el mercado de la música pro-
fana más actual y conocida en su época. En 1523 había publicado cincuenta y
nueve volúmenes (incluidas reimpresiones) de música vocal e instrumental.
Utilizando tipos de caracteres que imprimían la partitura, las notas y el texto al
mismo tiempo y en una sola operación, Johan Rastell puso en práctica por primera
vez la edición a partir de una única impresión, según parece en Londres en torno a
1520, y PierreAttaignant (ca. 1494-1551/52) fue el primero que la aplicó a gran es-
ILUSTRACIÓN 7.5 Primer fragmento de /,a voz superior del motete Laudate Dominum de Pierre M
Manchicourt, como fue impreso en el Líber decimus quanus XIX musicus canciones (París, 1539) M
Pierre Attaignant. Attaignant editaba en una única impresión, utilizando un tipo de caracteres en los cw1·
les cada nota, silencio, c/,ave u otro signo incluía las líneas del pentagrama sobre el cual estaban inscrito)
-: La música 11 el Renacimiento 219
(lllSTRACIÓN 7.6 Pdgina de portada del libro de enseñanza de fouta dulce de Sílvestro Ganassi, Opera
intimlara Fonregara (1535). Un consort de foutas duú:es y dos cantantes interpretan a partir de libros impre-
1111 um las voces separadas. En primer phno, observamos dos cornetti y en /,a pared cuelgan tres violas y un laúd.
cala en París. Aunque más eficiente y menos costoso que el método de triple impre-
ión de Petrucci, este procedimiento producía resultados mucho menos elegantes al
n cr continuas las líneas del pentagrama, sino parte integrante de cada tipo de ca-
rácter; inevitablemente, las líneas quedaban unidas de manera imperfecta y aparecían
por ello quebradas u onduladas sobre la página, como puede verse en la ilustración
7.5. No obstante, la viabilidad del método aseguró su éxito comercial. El procedi-
mient de Attaignant se convirtió en el procedimiento habitual de toda la música im-
presa hasta que el grabado con planchas de cobre se generalizó a finales del siglo XVII.
La mayor parte de la música para conjunto publicada en el siglo XVI fue impre-
sa en forma de libros de voces separadas de forma apaisada -un pequeño volu-
men para cada voz solista, de manera que resultaba necesario el juego completo a
la hora de interpretar una pieza. Los libros de voces separadas estaban pensados
para u uso doméstico y en las reuniones sociales, como se muestra en la ilustra-
ción 7.6. La mayor parte de coros de iglesia continuaron utilizando los grandes li-
bro orales manuscritos, que aún siguieron copiándose a mano en el siglo XVI, in-
cluso cuando ya comenzaban a aparecer las versiones impresas.
La ley económica de oferta y demanda de música impresa creció en círculos
cada vez más amplios. La imprenta estimuló el deseo de adquirir libros de música
Y los hizo más asequibles, lo que a su vez alentó el desarrollo de la edición musical
Y la competitividad entre los editores. A finales del siglo XVI, Roma, Nuremberg,
Lyon, Lovaina, Amberes y Londres se habían unido a Venecia y París como cen-
tr s de edición musical, mientras que los editores y la música impresa se habían
convenido en parte indispensable de la vida musical.-BRH y JPB
s. Inglaterra y Borgoña en el siglo XV
En torno a 1440, el poeta francés Martín Le Franc alabó a dos compositores, Gui-
llaume Dufay y Gilles Binchois, cuyas hermosas melodías y «práctica nueva de pro-
ducir alegres consonancias» hadan que su música fuese mejor que la de todos sus
predecesores en Francia (véase Lectura de fuentes, p. 222). Atribuía el «maravilloso
deleite» causado por su música a la adopción de lo que él denominaba la contenance
angloise (el estilo o la cualidad inglesa) y a su manera de emular al compositor inglés
John Dunstable. Una generación más tarde, Johannes Tinctoris veía retrospectiva-
mente a estos mismos tres compositores como los fundadores del arte nuevo (véase
Lectura de fuentes en el capítulo 7, p. 208). La influencia de la música inglesa en los
compositores del continente de principios del siglo XV se ha convertido en un tema
central de la historia de la música de esta época, junto al desarrollo de un nuevo esti-
lo internacional de polifonía y del ciclo de la misa polifónica, ambos en deuda con la
influencia inglesa. En este capítulo exploraremos estos tres temas y nos concentrare-
mos en la música de Dunstable, Dufay y Binchois, quienes desde su época hasta la
nuestra han sido considerados los más grandes compositores de su generación. Por el
camino, analizaremos qué elementos ingleses fueron integrados en la música conti-
nental, qué cambio de valores se refleja en esta adopción y qué hizo que la música de
estos tres compositores fuese tan atractiva en su tiempo.
La cualidad inglesa
Martín Le Franc (ca. 1410-1461) fue poeta, clérigo y secretario del duque de Sabo-
ya, quien también tuvo a su servicio a Guillaume Dufay como maestro de la capilla
palatina. Durante la boda del hijo del duque en 1434, ambos tuvieron ocasión de
conocer a Binchois, que formaba parte de la comitiva del duque de Borgoña. En su
poema Le champion des dames (1440-1442), Le Franc ensalza la música de Dufay y
de Binchois en términos que han configurado nuestra manera de mirar la historia de
la música del siglo XV.
vamente en la vida del continente. Enrique se casó con Catalina de Valois, hija del
rey francés Carlos IV, y persuadió a éste para que lo nombrase heredero al trono
francés. Cuando ambos reyes fallecieron en 1422, el hijo de Enrique, todavía un
niño, le sucedió como Enrique VI, mientras que su hermano Juan, duque de Bed-
ford, desempeñó el papel de regente de Francia. La guerra concluyó definitivamente
en 1453 con la derrota de los ingleses y su consiguiente expulsión de Francia.
Durante su larga estancia en Francia, la nobleza inglesa trajo a sus músicos consi-
go, y el número de intérpretes y compositores ingleses en el continente y el de las
piezas inglesas copiadas en manuscritos continentales aumentó significativamente.
Además, los ingleses buscaron alianzas y relaciones comerciales con Borgoña y con
otros dominios. Ciudades como Brujas y Amberes, pertenecientes hoy a Bélgica, re-
bosaban de diplomáticos y comerciantes ingleses y, de esa manera, tanto los Países
Bajos como Francia se convirtieron en vías de importación de la música inglesa en el
continente.
La mera presencia de músicos y composiciones inglesas podría no haber sido sufi-
ciente para ocasionar un importante cambio de estilo, si los compositores continen-
tales no hubiesen percibido algún rasgo distinto en la música inglesa. Este rasgo fue
la contenance angloise, o «cualidad inglesa», a la que se refería Martin Le Franc. En
particular, consistía en el uso frecuente de terceras y sextas armónicas, a menudo en
movimiento paralelo, lo que repercutía en una cierta omnipresencia de las conso-
nancias y la aparición de unas pocas disonancias. Otros rasgos comunes incluían la
predilección por melodías relativamente simples, por un fraseo regular, por una
composición del texto predominantemente silábica y por las texturas homorrítmicas.
Ya observamos estas tendencias en la polifonía inglesa del siglo XIII (véase capítulo 5),
y éstas se hicieron aún más presentes en la música inglesa de los siglos XIV y XV.
y palabras. Las quintas paralelas, tan habituales en toda la Edad Media, se evitan
ahora y toda sonoridad vertical es consonante.
El estilo de contrapunto que se muestra en este ejemplo evolucionó hasta conver-
tirse en una práctica de polifonía improvisada conocida como foburden, por la cual
al canto llano de la voz intermedia se le añade una voz superior una cuarta por enci-
ma y una voz inferior entonada casi siempre en terceras paralelas por debajo de la
voz intermedia, y donde cada frase comienza y las frases y la mayoría de las palabras
concluyendo en la quinta inferior. La primera referencia nominal al faburden apare-
ció en torno a 1430; aunque ya se empleaba con anterioridad y continuó practicán-
dose hasta la Reforma inglesa más de un siglo más tarde. Si bien algunos ejemplos se
pusieron por escrito, se trataba sobre todo de un sistema reglado para producir una
polifonía correcta y sonora, y que podía utilizarse incluso por monjes y clérigos que
no eran capaces de leer la notación polifónica o de componer un contrapunto com-
plejo. El término «faburden» pudo derivarse de «burden», término inglés para desig-
nar la voz más grave (empleado en otros contextos con el significado de «estribillo»)
y la sílaba de solmisación fa, ya que el sistema requería con frecuencia que los can-
tantes utilizasen Si bemol («Si bemol-fa») para armonizar con el Fa del canto llano.
Según parece, el faburden inspiró la práctica continental un tanto diferente y cono-
cida como fauxbourdon (fabordón), descrita más adelante.
Las características consonancias del faburden se hallan también en géneros más
sofisticados de la polifonía inglesa. Las cantilenas, como el conductus, su evidente
predecesor, se componían libremente; la mayoría de las composiciones eran homo-
rrítmicas, sobre textos latinos y no basadas en el canto llano. En estas piezas, los
acordes paralelos de 6/3 estaban intercalados con otros acordes consonantes en una
textura tan atractiva como la del faburden, aunque más variada. El género más eleva-
do era el motete, donde en torno a 1400 el motete isorrítmico iba reemplazando gra-
dualmente a los otros tipos de motete. En las postrimerías del siglo XIV, las compo-
Cconologfa: Inglaterra y Borgoña en el siglo XV
- ACONTECIMIENTOS MUSICALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS
siciones sobre textos del Ordinario de la misa se convirtieron en el tipo más usual de
polifonía inglesa, con estilos que iban de la simple cantilena a las estructuras isorrít-
micas. La fuente principal de polifonía inglesa de principios del siglo XV es el Old
Hall Manuscript, que contiene principalmente composiciones de secciones del Or-
dinario de la misa, además de motetes, himnos y secuencias. Entre toda esta varie-
dad de géneros y estilos, resulta siempre evidente la preferencia inglesa por las terce-
ras y las sextas.
El caro!
EJEMPLO 8.2 Segundo burden (estribillo) del carol Alleluia: A newe work
,----, r---:i
lu ia, al - le lu ia,_
,----, ,----,
lu ia, al - le lu ia,_
,----;-,
lu ia, al - le lu ia,_
~o
r .----,
al le lu ia.
r---;-i r 1
al le lu ia.
,----.., r 1
&
Al le lu ia.
v nglaten ·a y Borgoña en_e_l___si"°gl...,;.o_xv
______ __ _ __ _ _ __ _ _ __ __ _ 2_2._
7
con su propia frase musical, cantado al principio y repetido después de cada estrofa.
Cuándo, dónde y quién cantaba los carols es incierto, pero posiblemente se utiliza-
ron para la danza en festivales religiosos o para acompañar procesiones.
Numerosos carols evidencian contrastes de textura entre una escritura a dos y tres
voces y otra en unísono. Un ejemplo es Alleluia: A newe work, que contiene dos bur-
dens para dos y tres voces respectivamente. El segundo burden, que se muestra en el
ejemplo 8.2, presenta una tex~ura habitual en Ingl~terr~: la voz superi~r .es la más acti-
va rítmicamente hablando, mientras que las voces mfenores corren casi siempre parale-
las a aquélla en acordes de 6/3, abriéndose hacia la octava y la quinta en las cadencias.
john Dunstable
John Dunstable (ca. 1390-1453; véase biografía) fue una figura preeminente entre
lo compo icores de la primera mitad del siglo XV. Entre las aproximadamente sesen-
ta composiciones de Dunstable se hallan ejemplos de todos los tipos principales de
polifonía existentes en la época en la que vivió: motetes isorrítmicos, secciones del
Ordinario de la misa, composiciones sobre canto llano, composiciones libres sobre
textos litúrgicos y canciones profanas. Su motete más conocido es una obra a cuatro
voces que combina el himno Véni creator spiritus con la secuencia Véni sancte spiritus.
Se trata tanto de un impresionante ejemplo de estructura isorrítmica como de una
pieza musical espléndida, que encarna la predilección inglesa por las terceras junto a
las quintas y las sextas.
Las obras más numerosas e históricamente relevantes de Dunstable son sus piezas
sacras a tres voces, composiciones sobre antífonas, himnos, secciones de la misa y
otros textos bíblicos o litúrgicos. Algunas llevan un cantus firmus en el tenor, que
ejerce de fundamento estructural de las voces superiores. En otras obras se elabora un
canto llano en la voz superior y se utiliza una técnica denominada ahora paráfrasis,
según la cual se proporciona un ritmo a la melodía y se la ornamenta añadiendo nue-
vas notas alrededor de las notas del canto llano. El ejemplo 8.3 muestra un pasaje de
tales características procedente de Regina caeli laetare, de Dunstable. Es característico
del estilo de Dunstable que no existan dos compases consecutivos con el mismo rit-
mo y que las melodías progresen por grados conjuntos mezclados con terceras, que en
ocasiones bosquejan una tríada. En una obra como ésta, Dunstable transforma el can-
to en una melodía variada y atractiva en un estilo puesto al día y la trata como la me-
lodía de una canción en lugar de como el fundamento de un tenor.
Sin embargo, otras obras, como la composición de Dunstable sobre el texto de la
antífona Quam pulchra es, no se basan en una melodía preexistente. Las tres voces de
esta obra son similares en el carácter y casi iguales en su importancia. Casi siempre
progresan con el mismo ritmo y por lo general pronuncian juntas las mismas sílabas.
La forma de la pieza no está predeterminada pero refleja la influencia de las frases y
secciones del texto. Dunstable utiliza una declamación rítmica naturalista del texto
para llamar la atención sobre ciertas palabras y de ese modo sobre su significado, una
actitud que continuó siendo característica de la música durante todo el Renaci-
miento. Las sonoridades verticales son consonantes, si exceptuamos los breves re-
EJEMPLO 8.3 Cantus de Regina caeli laetare de Dunstable, comparado con el canto llano Qri-
ginal
. ;
le - ta
. : . ----- s ií •
f 1J
le - ta
r· v J J1 1 J. vr r rn
1 w 1 J J. 3J >1
. ;= •
s
• ; :; =• .
re
'~ BJ _ _ _ - - - re
229
Año 1200 y ss.: Pieza polifónica derivada de una cláusula de discanto, me-
diante el procedimiento de añadir un texto a la voz superior.
1200 y ss.-1300 Pieza polifónica con una o más voces superiores, cada una
y ss.: de ellas con un texto sagrado o profano en latín o en fran-
cés, por encima de un tenor procedente del canto llano o de
otra fuente.
La influencia inglesa
La música inglesa de principios del siglo XV muestra una amplia gama de estilos,
desde los faburden y carols improvisados y en estilo popular hasta los sofisticados
motetes isorrítmicos, las paráfrasis del canto llano y las composiciones libres. Los ca-
rols y buena parte de la música funcional destinada a las ceremonias religiosas se uti-
lizaron sólo en Inglaterra, pero el tipo de sonido que ocasionaban, originado por tres
voces unidas en una progresión eufónica de sonoridades dominadas por las terceras y
las sextas, penetró también en otros géneros de la música inglesa. Cuando las obras
de Dunstable entre otros compositores, así como la practica del faburden, se cono-
cieron en el continente, este sonido influyó sobremanera en otros tipos de composi-
ción. El sonido inglés indujo a los compositores a adoptar texturas homorrítmicas y
contribuyó a la aceptación en el vocabulario armónico de las vistosas sonoridades de
terceras y sextas. También contribuyó al surgimiento en el continente de un nuevo
modo de escritura a tres voces: la voz superior, que exponía la frase melódica princi-
pal como en las chansons del siglo XIV, se emparejaba ahora a un tenor como si se
tratase de un dúo, y ambas voces -y finalmente el contratenor también- resulta-
ban casi iguales en importancia, en la calidad melódica y en el ritmo. En todos los
aspectos mencionados, la influencia inglesa fue un elemento esencial en el estilo in-
ternacional desde mediados hasta finales del siglo XV.
El ducado de Borgoña
El duque de Borgoña era un vasallo feudal del rey de Francia, aunque por un tiempa
su poder fue prácticamente igual al del rey. Desde finales del siglo XIV y dura11te el
siglo XV, los sucesivos duques se apoderaron de vastos territorios, en parte mediante
matrimonios políticos y en virtud de cierta diplomacia que sacó partido a las penu-
rias del rey durante la Guerra de los Cien Años; de hecho, por un tiempo (14! 9·
~Inglaterra y Borgoña en el siglo XV 231
1435), Borgoña fue aliada de los ingleses frente al rey francés. De ese modo, a sus
feudos originales, consistentes en el ducado y el condado de Borgoña en la Francia
cenrral y del este, los duques agregaron la mayor parte de Holanda, Bélgica, Francia
nororiental, Luxemburgo y la Lorena de hoy, como se muestra en el mapa 8.1. Los
duques de Borgoña gobernaron tal extensión como soberanos prácticamente inde-
pendientes hasta 1477. Aunque su capital simbólica era Dijon, los duques no esco-
gieron una ciudad fija como residencia, sino que más bien residieron en distintos lu-
gares de sus dominios. A mediados del siglo XV, la principal órbita de la corte
borgoñona se ubicaba alrededor de Lille, Brujas, Gante y especialmente Bruselas,
área que comprendía la Bélgica actual y el noreste de Francia. La mayor parte de los
compositores de vanguardia de finales del siglo XV procedían de los territorios bor-
goñones y muchos de ellos tuvieron relaciones con la corte de Borgoña.
El primer duque de Borgoña, Felipe el Osado (reinado, 1363-1404), estableció
una capilla de músicos en 1384, que pronto se convirtió en una de las capillas más
grandes y brillantes de Europa. Con Felipe el Bueno (reinado, 1419-1467), llegó a
tener veintitrés cantantes en 1445, sólo superada por la capilla del rey de Inglaterra.
Al principio, los músicos contratados procedían sobre todo del norte de Francia.
Pero, puesto que Felipe el Bueno y su sucesor, Carlos el Temerario (reinado, 1467-
1477), residieron en el norte y no en Dijon, la mayoría de sus músicos llegaron de
Flandes y de los Países Bajos (las actuales Bélgica y Holanda). Además de su capilla
de músicos, Felipe el Bueno mantuvo una banda de juglares -intérpretes de trom-
petas, tambores, fídula, laúd, arpa, órgano, gaita y chirimía-, de la que formaban
parte músicos de Francia, Italia, Alemania y Portugal. Carlos el Temerario fue un
gran entusiasta de la música, intérprete aficionado de instrumentos y compositor. Su
muerte en 1477 dejó a Borgoña sin heredero varón. El propio ducado fue anexiona-
do a Francia por el rey francés, pero la hija de Carlos, María de Borgoña, y su hijo
F lipe el Justo, continuaron reinando sobre los territorios borgoñones de los Países
Bajos y soscuvieron su propia capilla de músicos.
El estilo cosmopolita
Los compositores de mediados del siglo XV crearon cuatro tipos principales de com-
posición polifónica: chansons profanas con textos en francés, motetes, magnificats y
composiciones del Ordinario de la misa. La mayor parte de las piezas eran a tres vo-
ces, en una combinación que recuerda a la chanson francesa o a la ballata italiana
del siglo XIV, aunque con ámbitos ligeramente más amplios en cada voz, donde el
cantus abarcaba aproximadamente una décima o una duodécima (desde la, más 0
menos, hasta do" o mí") y tanto el tenor como el contratenor se desplazaban en un
ámbito de una sexta por debajo (generalmente de do a mí' o sol'). Como en la mú-
sica del siglo XIV, cada voz desempeña un papel específico, con la melodía principal
en el cantus, el apoyo contrapuntístico en el tenor y el relleno armónico en el con-
tratenor.
Can tus
De plus en plus _ _ se re - nou - vel le, Ma
Tenor
L___J
í -,
Contratenor
realiza saltos continuos y pasos grandes, con el fin de rellenar la armonía. La música es
casi enteramente consonante, con unas pocas disonancias, introducidas con cuidado
como notas de paso, notas auxiliares o retardos. El comienzo en anacrusa, la armonía
plenamente consonante y los saltos de tríada en el cantus y el contratenor reflejan la in-
fluencia de la música inglesa.
La fórmula cadencial preferida a mediados del siglo XV era aún la de una sexta ma-
yor que e abría hacia la octava entre el cantus y el tenor, ornamentada a menudo en el
tnntus con una cadencia de la tercera inferior (véanse los ejemplos 6.6 y 6.7). El final
Gilles de Bins, conocido como Binchois, fue junto con Dunstable y Dufay uno de los
tres compositores más importantes de su generación. En una época en la que la corte
de Borgoña era uno de los focos de la actividad musical, Binchois se situó en el centro
de la vida musical de la corte. Muchos otros compositores de diversos países copiaron
e imitaron sus obras.
Binchois nació y se educó probablemente en Mons, donde fue miembro del coro
y organista. Se mudó a Lille en 1423 y, según parece, pasó algún tiempo al servicio de
William Pole, conde de Suffolk, quien formaba parte de las fuerzas inglesas de ocupa-
ción en Francia. En 1427, se integró a la capilla musical de Felipe el Bueno, duque de
Borgoña, y estuvo al servicio de dicha corte hasta su jubilación en 1453, por la cual
recibió una generosa pensión. Su contacto directo con los músicos ingleses y su carre-
ra artística durante treinta años en la corte borgoñona lo convirtieron en una figura
medular de la creación del estilo borgoñón que recibió importantes influencias de la
música inglesa.
Obras principales: 28 movimientos de la misa (algunos en parejas de Gloria-Cre-
do o Sanctus-Agnus), 6 magnificats, 29 motetes, 51 rondeaux, 7 ballades.
de la frase del ejemplo 8.4 ilustra una versión renovada de esta cadencia, en la que el
contratenor suena una quinta por debajo en la penúltima nota del tenor y realiza des-
pués un salto ascendente de octava hasta una quinta por encima de la nota final del te-
nor. Los oídos de hoy pueden escuchar el efecto de un bajo que realiza un salto de
cuarta ascendente, como en la cadencia dominante-tónica de la práctica más común.
Guillaume Dufay
Guillaume Dufay (ca. 1307-1474) fue el compositor más famoso de su época. Estu-
vo vinculado a la corte de Borgoña, aunque su puesto en la capilla del ducado fue
probablemente honorario. Educado en la catedral de Cambrai, en el norte de Fran-
cia, viajó al sur con frecuencia, como músico al servicio de las capillas de Italia y de
Sabaya (hoy en el sudeste de Francia), aunque regresó frecuentemente a Cambrai,
donde desarrolló su carrera artística posterior (véase biografía). Sus numerosos viajes
lo expusieron a una amplia variedad de estilos musicales, desde sus predecesores
franceses e italianos hasta sus contemporáneos ingleses y borgoñones, así como a
compositores más jóvenes como Johannes Ockeghem (véase capítulo 9); asimiló en
su propia música muchos de los rasgos estilísticos de aquéllos y en ocasiones combi-
nó en una única pieza estilos contrastantes. Su música representa acertadamente 1
estilo internacional de mediados del siglo XV.
Las mdodías son elegantes, casi siempre por grados conjuntos, principalmente silá-
bicas y con breves melismas, y se apoyan tanto en características italianas como in-
glesas, aunque tienden más a las inglesas en virtud de sus frases relativamente breves
Y claramente diferenciadas. No obstante, la energía rítmica del Ars Nova francés se
hace t0davía presente en las síncopas frecuentes y en la constante variación del rit-
236 El Renacimiento
* = nota disonante
Can tus
Contratenor
. ..
Tenor
J ..
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,, . 1 1 - 1
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C'est la prin
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ci - pa
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'
1
le,
*
Si la cara tengo pdlida, la causa es amor, es la principal
§;..!!!Jr.!aterra y Borgoña en el siglo XV---- - -------- 237
mo. La armonía es consonante en toda la pieza, con destacadas terceras, sextas y tria-
das completas (como fueron llamadas más tarde) y muy pocas disonancias, todas
controladas cuidadosamente como retardos o notas de adorno. Por último, la chan-
son ya no está en la forma fija de la ballade (aab), sino que se ha compuesto libre-
mente. La contribución inglesa es esencial, aun cuando la música no sea meramente
inglesa en lo que respecta al sonido: más bien representa una fusión de rasgos carac-
terísticos de las tres tradiciones nacionales para configurar un nuevo lenguaje musi-
cal imemacional.
Oufay escribió música sacra en una gran variedad de estilos. La mayoría de sus obras
eran a tres voces con una textura que se asemeja a la de la chanson, con la melodía
principal en el cantus, apoyado por el tenor y el contratenor. El cantus podía ser una
composición nueva, como en los motetes de cantilena de Dufay, aunque en la mayo-
ría de los casos se trataba de la paráfrasis embellecida de un canto llano, reelaborado
como una melodía en el estilo de la canción contemporánea con los tipos de varie-
dad rítmica y la figuración cadencia! que hemos visto en las canciones de los propios
Binchois y Machaut.
Dufay y otros compositores continentales del segundo cuarto del siglo XV se
sintieron fascinados por las series de terceras y sextas, según parece al escuchar la
música importada de Inglaterra. Veintidós piezas de Dufay y más de cien de otros
cien compositores utilizan una técnica llamadafauxbourdon, inspirada probable-
mente en el faburden inglés. Únicamente se escribían el can tus y el tenor, que se
de plazaban casi siempre en sextas paralelas y concluían cada frase con una octa-
,·a. Una tercera voz, no escrita, cantaba de manera exactamente paralela una cuar-
ta por debajo del cantus, lo que daba lugar a un flujo de acordes de 6/3 y con-
cluía en una quinta abierta y en una octava, como en el faburden. La técnica se
utilizó sobre todo en la composición de los cantos más simples de los oficios:
himnos, antífonas, salmos y cánticos. La composición de Dufay sobre el himno
Conditor alme siderum emplea el fauxbourdon y parafrasea el canto llano en el
cantus. Sólo las estrofas pares se cantaban polifónicamente y alternaban con las
demá en canto llano.
Además de los motetes en el moderno estilo de la chanson y de las piezas que em-
pleaban el fauxbourdon, Dufay y sus contemporáneos escribieron todavía ocasional-
mente motetes isorrítmicos para ceremonias públicas solemnes, siguiendo la conven-
ción por la cual un estilo musical arcaico, como un estilo literario arcaico, era más
adecuado para ocasiones ceremoniales y de estado. Nuper rosarum flores de Dufay es
una obra de esta índole, interpretada en 1436 y dedicada a la magnífica cúpula dise-
ñada por Filippo Brunelleschi para la catedral de Santa María del Fiore de Florencia.
238 El Renacimiento
El uso por parte de Dufay de dos tenores isorrítmicos, ambos basados en el mismo
canto llano, pudo ser una alusión al uso por Brunelleschi de dos bóvedas como
apoyo de la cúpula. Dufay escribió el motete cuando estaba al servicio de la capilla
del papa Eugenio IV, quien ofició la consagración de la catedral. Otro de sus mo-
tetes, Supremum est mortalibus bonum (1433), escrito en conmemoración del en-
cuentro del papa Eugenio con el rey Segismundo de Hungría, emperador electo
del Sacro Imperio Romano, hace alternar secciones isorrítmicas con fauxbourdon
y contrapunto libre, en una combinación magistral de estilos fuertemente contras-
tantes.
La misa polifónica
Al igual que sus colegas ingleses, los compositores del continente escribieron cada
vez más composiciones polifónicas sobre textos del Ordinario de la misa, en particu-
lar desde finales del siglo XIV y principios del siglo XV. Hasta 1420 aproximadamen-
te, los distintos elementos del Ordinario se compusieron por lo general como piezas
separadas (si exceptuamos la misa de Machaut y unas pocas más), aunque en ocasio-
nes se podían compilar y agrupar los movimientos. A lo largo del siglo XV, musicali-
zar el Ordinario de la misa como un todo coherente se convirtió en una práctica ha-
bitual de los compositores. A la cabeza de este desarrollo se encontraban los
compositores ingleses, en especial Dunstable y su compatriota Leonel Power (muer-
to en 1445).
Al principio, los compositores agrupaban tan sólo dos secciones, por lo general
un Gloria y un Credo -los dos movimientos que enmarcaban las lecturas y los can-
tos responsoriales, puntos culminantes de la primera parte de la misa- o un Sanc-
tus y un Agnus Dei, que flanqueaban la preparación de la comunión en la segunda
mitad. Los movimientos se emparejaban atribuyéndoles una misma disposición de
las voces (indicada por las claves), el mismo centro modal, el mismo material musi-
cal u otros elementos comunes.
Poco a poco, esta práctica se amplió hasta incluir las cinco partes integrantes del
Ordinario -Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei- en una obra llamada ciclo
de la misa polifónica o, simplemente, misa. (En el lenguaje usual, la ceremonia ecle-
siástica -la Misa- se escribe en mayúscula, no así el género musical.) Con excep-
ción del Kyrie y el Gloria, que se cantaban uno después del otro, las secciones del
Ordinario estaban dispersas por toda la liturgia de la misa e incluían entre ellas una
buena cantidad de canto llano. El hecho de vincular las secciones del Ordinario me-
diante una impresionante polifonía dio una configuración musical a todo el oficio,
apropiada en las ocasiones de mayor relevancia.
§:._Inglaterra y Borgoña en el siglo XV 239
El uso de un motivo principal se combinó pronto con (y a veces se sustiyó por) otra
manera de vincular los movimientos entre sí: construir cada uno de ellos en torno a
un mismo cantus firmus, ubicado generalmente en el tenor. Este tipo de misa ha lle-
gado a conocerse como misa cantus flrmus o misa de tenor. Los compositores ingle-
ses escribieron las primeras misas de este tipo, pero la práctica fue rápidamente
adoptada en el continente; en la segunda mitad del siglo XV se convirtió en el tipo de
misa más importante.
El cantus firmus del tenor se escribía en notas largas y por regla general sobre un
esquema isorrítmico, como en el motete isorrítmico. Cuando esta melodía era un
240 El Renacimiento
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IJ
ter.
11
El hombre armado es de temer. Se ha proclamado por todas partes que cada uno debe armarse dt
una cota de malla de hierro.
Las primeras misas cantus firmus eran a tres voces. El hecho de colocar la me-
lodía adoptada en el tenor seguía la tradición del motete, pero creaba problemas
a la composición. El ideal sonoro del siglo XV necesitaba que la voz inferior fun-
cionase como fundamento armónico, particularmente en las cadencias. Al hacer
que la voz más grave ejecutase una melodía del canto llano que no podía modifi-
carse, se limitaba la capacid,ad del compositor a la hora de proporcionar dicho
fundam enco.
La solución consistió en añadir una cuarta voz por debajo del tenor. Esta innova-
ción fue introducida según parece por el compositor anónimo inglés de la Missa Ca-
put, una mi a de la década de 1440. El cantus firmus, escogido por razones teológi-
cas (véase La música en su contexto: Misas y dragones), aparecía en una tesitura
aguda, lo que propiciaba el añadido de una nueva voz por debajo. Otros composito-
re adopcaron pronto el mismo procedimiento para sus misas cantus firmus y lo re-
conocieron como una manera de conseguir un mayor control de la armonía. El uso
generalizado de la textura a cuatro voces, que se extendió desde el cantus firmus ha-
cia otros géneros hacia finales del siglo, cambió la música para siempre.
La voz situada por debajo del tenor se llamó al principio contratenor bassus {con-
tratenor bajo) y más tarde simplemente bassus, fuente del término inglés bass (bajo),
que designa una voz masculina grave. Por encima del tenor se escuchaba un segundo
contratenor llamado contratenor a/tus {contratenor alto), más tarde a/tus y de ahí
alto (o contralto). A la voz más aguda, el cantus (melodía), se la denominó discantus
(discanto) o superius {la más alta); de este último (a través del italiano) derivó nues-
tro término soprano. Estas cuatro partes vocales se convirtieron en estándar a media-
dos del siglo XV y han permanecido hasta hoy.
La Missa Se la face ay pale de Dufay es una de las misas cantus firmus más cé-
lebres. En esta obra, Dufay aplicó el método del motete isorrítmico a escala más
amplia. Utilizó el tenor de su propia ballade Se la face ay pale (véase ejemplo 8.6)
para el tenor de la misa. Según parece, escribió la misa en la década de 1450,
mientras se encontraba en Sabaya, y puede que tomase prestada esta ballade, es-
crita dos décadas antes para la misma corte, para hacer honor o complacer a su
mecenas. En el Kyrie, el Sanctus y el Agnus Dei se duplica la duración de cada
nota de la ballade. En el Gloria y en el Credo, el cantus firmus se escucha en tres
ocasiones. En el ejemplo 8.8b vemos la primera frase del tenor de la canción en el
tenor de la misa, en «Adoramus te», cantada con una duración tres veces mayor
que la original; esto es, cada tiempo del compás de la voz del tenor original
(transcrita con notas negras en el ejemplo 8.8a) se corresponde aquí con tres par-
tes del compás (que se transcriben con notas blancas). Cuando la melodía de la
ballade se repite, en «Qui tollis» (8.8c), se duplican los valores originales de las
notas (dos partes del compás por cada parte original). Sólo cuando la melodía
aparece por tercera vez, en «Cum sancto spiritu» (8.8d), puede reconocerse fácil-
meme, porque se escucha en su tempo normal. En el Amén conclusivo, cuando
el tenor canta el melisma final del tenor de la ballade, se toman también frag-
242 El Renacimiento
mentos de otras voces de la ballade, lo que hace aún más reconocible la alusión.
Esta adopción de múltiples voces convierte a esta obra en una misa de imitación¡
cantus firmus.
Desde el principio hasta el final de la obra, cada una de las voces tiene una fun-
ción y un carácter específicos. Las dos voces superiores, el superius y el contratenor
altus, se desplazan casi siempre por grados conjuntos con algunos saltos intercalados,
avanzan a un ritmo modificado constantemente e intercambian motivos ocasional-
mente. El tenor es la principal voz estructural, mientras que el contratenor bassus,
más angular, suministra el fundamento armónico. Los contrastes de sonoridad entre
las texturas a dos, tres y cuatro voces suministran variedad.
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la face
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b. Cantus firmus con una duración tres veces mayor que el original
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f1 ca - mus te .
c. eanrus firmus con una duración dos veces mayor que el original
,37
no bis. Qui
mi se re re no bis. Qui
di, su sci pe
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mun di
Ten piedad de nosotros. Tú que quitas los pecados del mundo, atiende [nuestras súplicas}.
tu
tu
¿Qué hizo que la misa cantus firmus se desarrollase y propagase de tal modo?
Desde el siglo XIX, los historiadores de la música han sugerido que los compositores
buscaron unificar los cinco movimientos de la misa en un todo integrado, de mane-
ra semejante a las obras en varios movimientos de los siglos posteriores, y encontra-
ron que el uso del mismo cantus firmus en cada uno de los movimientos era un
modo ideal de hacerlo. Este punto de vista da preferencia a la iniciativa de los com-
positores y a la unidad musical, ideales ambos más valorados en el siglo XIX que en el
siglo XV. En tiempos recientes, los estudiosos han demostrado que las instituciones y
los mecenas privados del siglo xv encargaron a menudo composiciones del Ordina-
rio de la misa para ocasiones específicas u oficios devocionales, de igual modo que la
composición de Machaut se utilizó para una misa ofrendada a la Virgen María. Un
canto llano o una canción profana particular utilizadas como cantus firmus podían
referirse al santo al cual estaba dedicada la misa, como en la Missa Alma redemptoris
Mater de Power, sobre un canto llano dedicado a la Virgen María, o a la institución,
la familia o el personaje individual para cuyo provecho se había compuesto la misa,
como en el caso de la Missa Se la face ay pale de Dufay, vinculada a sus patrones de
Sabaya. El cantus firmus de la Missa Caput, en tesitura extraordinariamente aguda,
se escogió en virtud de las imágenes asociadas con su texto, pues hacía adecuada la
misa para la festividad de la Ascensión y los rituales que conlleva (véase La música en
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
Misas y dragones
su contexto: Misas y dragones). De igual modo, la tradición de las misas sobre L'-
homme armé puede ponerse en relación con la Orden del Vellocino de Oro, asocia-
ción de caballeros de la corte borgoñona, y con los llamamientos a una nueva cruza-
da. La unidad musical era el resultado del uso del mismo cantus firmus en toda la
obra, pero la preocupación por la diversidad era, cuando menos, igual de profunda;
escritores como Tinctoris elogiaron a los compositores que generaban variedad entre
los movimientos, incluso si cada uno de ellos estaba basado en la misma melodía.
La misa cantus firmus satisfacía necesidades múltiples: como música de los ofi-
cios y como obra que expertos como Tinctoris sabían apreciar. La misa cíclica co-
menzó su andadura como pieza escrita para una ocasión o para un mecenas específi-
co, reemplazó en muchos sentidos la función del motete isorrítmico y adoptó
muchos elementos estructurales de este último en la misa cantus firmus. Cuando la
importancia del motete comenzó a declinar, la misa pasó a ser el género de mayor
prestigio de la época. Las tradiciones desarrolladas, en las que muchos compositores
usaron la misma melodía como cantus firmus, sugieren que la misa se convirtió en
un terreno de prueba de las capacidades de los compositores. Nosotros, al escuchar
normalmente esta música en conciertos o en grabaciones y no en su entorno litúrgi-
co original, tendemos a percibir una misa como cualquier otra música, admiramos
sus sonidos gloriosos y la capacidad de los compositores a la hora de reelaborar un
material prestado de maneras sumamente diversas.
El final del siglo XV y el inicio del siglo XVI fueron testigos de la excelencia continua
de Jo compositores del norte de Francia, de Flandes y de los Países Bajos, activos en
cortes y ciudades de toda Francia, los Países Bajos, Italia, España, Alemania, Bohe-
mia y Austria. La generación de compositores nacidos alrededor de 1420 y activos
hasta la década de 1490 heredó tanto el nuevo lenguaje internacional como algunos
tle los rasgos medievales que pervivían en él, como las formes fixes, la estructura de
cantus firmus y el contrapunto estratificado y basado en el tenor estructural. Su esti-
lo nuevo se caracterizaba por ámbitos sonoros más amplios, una mayor igualdad en-
rre las voces y un creciente uso de la imitación. La generación siguiente, nacida en
torno a 1450 y activa hasta 1520 aproximadamente, puso fin a las formes fixes, au-
mentó su interés por las texturas imitativas y homofónicas y dirigió su atención a la
adecuación de la música a las palabras mediante una declamación, un uso de imáge-
nes y una expresión apropiados.
Los compositores de finales del siglo XV y principios del XVI dependían como antes
el apoyo de los mecenas. Los cambios políticos y económicos influyeron en el mer-
cado de los músicos y en la circulación de la música.
Derrotada en 1453 durante la Guerra de los Cien Años, Inglaterra se retiró de
Francia y entró en un periodo de relativo aislamiento insular, marcado por la guerra
civil (la Guerra de las Dos Rosas). Mientras tanto, otras potencias importantes iban
ganando terreno en el continente, como puede verse en el mapa 9.1. Tras la muerte
de Carlos el Temerario en 1477, el ducado de Borgoña cayó bajo el control del rey
250 El Renacimiento
de Francia, la primera de varias anexiones llevadas a cabo en los cincuenta años si-
guientes y que consolidaron a Francia como un Estado fuerte y centralizado. Las po-
sesiones borgoñonas en los Países Bajos pasaron a la hija de Carlos, María de Borgo-
ña, cuyo matrimonio en 1478 con Maximiliano de Habsburgo unificó las tierras de
ella con las de él en Austria y en Alsacia. El matrimonio de la reina Isabel de Castilla
y León (norte y centro de España) con el rey Fernando de Aragón (este de España,
Cerdeña y Sicilia) unificó ambos reinos para crear el moderno reino de España. En
1492, año pleno de acontecimientos, Isabel y Fernando conquistaron el reino de
Granada, en el sur de España, controlado por los moros musulmanes; expulsaron de
España a los judíos por la fuerza, poniendo fin a siglos de coexistencia e influencia
mutua entre musulmanes, judíos y cristianos en España, y patrocinaron el viaje de
Colón hacia el oeste por el océano Atlántico, que condujo al encuentro de Europa
con el Nuevo Mundo y a su colonización. El matrimonio de la hija de Fernando e
Isabel con el hijo de María y de Maximiliano (quien era entonces emperador del Sa-
cro Imperio Romano) ocasionó en última instancia la unificación de Austria, los Paí-
ses Bajos, el sur de Italia, España y la América española bajo el emperador de la di-
nastía Habsburgo, Carlos V (reinado, 1519-1556), el gobernante europeo más
poderoso desde Carlomagno.
Comprimidos entre estas grandes potencias existían decenas de pequeños estados
y ciudades en Alemania e Italia. Cuando los franceses invadieron Italia en 1494, los
estados italianos fueron incapaces de unirse en su contra. La región continuó dividi-
da y dominada por extranjeros hasta el siglo XIX. Sin embargo, entre los territorios
más políticamente fragmentados se contaban algunos de los más acaudalados. Cen-
tros italianos como Venecia, Florencia, Milán, Génova y Nápoles siguieron prospe-
rando gracias al comercio, como ocurrió con numerosas ciudades de Alemania y de
los Países Bajos. Las cortes y ciudades italianas contaban aún con los mecenas del
arte y la música más generosos y competían entre sí para poseer a los mejores músi-
cos. Así, la pauta establecida a comienzos del siglo XV, según la cual los músicos for-
mados en el norte desarrollaban toda o parte de su carrera artística en Italia, se mrui-
tuvo durante buena parte del siglo XVI.
Ockeghem y Busnois
/ romo a 1470. Sin embargo, parece que nunca estuvo en Italia y su música demuestra
escasa influencia i.taliana.
La producción conocida de Ockeghem es relativamente pequeña para un compo-
1 sitor de su renombre. La mayoría de sus obras no pueden datarse con seguridad algu-
na. En determinados aspectos, su música perpetúa elementos de las generaciones pre-
vias; en otros, es típica de su tiempo, pero en algunos detalles es única, quizá porque
su largo servicio en un solo lugar condicionó el desarrollo de un lenguaje individual.
Obras principales: 13 misas, misa de Réquiem, al menos 5 motetes, 21 chansons.
ron a conocer por muchos lugares, se interpretaron e imitaron, y ejercieron una pro-
funda influencia sobre la generación siguiente de compositores (véase Lectura de
fuenc , p. 257).
Chansons
ejemplo 9 .1, el estribillo se inicia con una larga melodía suavemente arqueada que
asciende una décima y cae después en cascada en una octava. De un modo típico en
Busnoys, la melodía combina su suave contorno con un movimiento casi siempre en
escalas, con ritmos inquietantes y en permanente cambio. La melodía es imitada por
el contratenor y de nuevo algo más tarde por el tenor, que después de las entradas
iniciales ejecutan un contrapunto libre en estilo imitativo. En el contratenor predo-
minan el suave contorno y la cantabilidad, lo cual lo hace más parecido en su estilo a
las otras voces que los contratenores de las chansons de Dufay. No obstante, el cantus
y el tenor realizan un buen contrapunto a dos voces y sonarían bien por sí solos. La
música de Busnoys y de Ockeghem indica una transición entre el contrapunto más
antiguo, en el cual cantus y tenor forman la estructura esencial para las otras voces, y
la actitud incipiente a finales del siglo XV, consistente en que todas las voces desem-
peñen un papel similar.
Muchas de las chansons de Busnoys y de Ockeghem fueron tremendamente po-
pulares; aparecen con frecuencia en manuscritos y ediciones en países muy distintos.
Las chansons de la época se modificaban, reelaboraban y transcribían para instru-
mentos con entera libertad. Numerosos compositores adaptaron algunas melodías a
nuevas composiciones o las utilizaron como fundamento de misas cantus firmus. El
gran número de arreglos de chansons de estos compositores es un testimonio de su
popularidad.
Can tus
vi -vr~in - sy tous - j ours
Yo no puedo vivir así para siempre... A menos que tenga en mí dolor [cierto consueloJ.
'!:...Los compositores (ranco-fiamencos, ~450-1520 253
Misas
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Siete de las misas de Ockeghem y las dos de Busnoys utilizan un cantus firmus,
empleado a menudo de manera sumamente individual. Por ejemplo, la Missa De
plus en plus de Ockeghem adopta como cantus firmus el tenor de la chanson de Bin-
El Renacimiem6
Superius
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. foJ compositores franco-ffamencos, 1450-1520 255
9
firmus de Dufay,. con ecos ocasionales en las otras voces. La mayor parte de las otras
misas de Ockeghem son misas motto, unificadas por un motivo común principal;
uno es una misa en canto llano, como en su Réquiem (Misa de difuntos).
Dos de las misas de Ockeghem muestran un virtuosismo compositivo excepcio-
nal. La Missft. ctdusvis toni (Misa en cualquier tono) puede cantarse en los modos 1,
- 0 7 la música e lee de acuerdo a una de las cuatro diferentes combinaciones de
clave y utilizando la musica fleta para evitar los trítonos. Su Missa prolationum, un
tottr de force técnico, está escrita para dos voces pero se canta a cuatro, usando las
cuatros prolaciones de la notación mensura! (véase capítulo 6). El ejemplo 9.3a
muestra la notación original y el 9.3b la transcripción del inicio del segundo Kyrie.
Cada cantante obedece a la clave pertinente y el signo de mensuración al comienzo
de una de las dos partes escritas. La soprano canta las notas de la voz superius en la
clave de soprano (clave de Do en la línea más baja del pentagrama) de la mensura-
ción C (tiempo imperfecto y prolación menor, como el moderno compás binario),
mientras que el alto lee la misma línea pero empleando la clave de mezzo-soprano
(clave de Do en la segunda línea inferior) de la mensuración O (tiempo perfecto,
prolación menor, como el moderno compás ternario), para generar las dos voces su-
periores del ejemplo 9.3b. El tenor y el bajo leen la contraparte de manera similar
para producir las dos voces inferiores.
La deducción de dos o más voces a partir de una única voz escrita se conoce como
,anon (del latín «regla»). La instrucción o regla por la cual se deducían las voces subsi-
guientes fue también llamada canon. Esta regla podía prescribir que la segunda voz
cantase la misma melodía y que comenzase un cierto número de tiempos o compases
después del original, con la misma o distinta altura tonal, como sucede hoy en el tipo
de canon más habitual; la segunda voz podía ser la inversión de la primera (despla-
zándose con los mismos intervalos pero en sentido contrario); o podía ser la voz origi-
nal retrogradada (hacia atrás). El tipo de canon utilizado en la Missa prolationum, en
d cual las voces se desplazan a velocidades distintas y emplean diferentes signos de
mensuración, se conoce como canon mensurado. Cada movimiento es, por lo tanto,
un doble canon, en el que se cantan o interpretan dos cánones simultáneamente.
Los músicos valoraban las obras canónicas por el ingenio y la pericia que ponían
d manifiesto. Mas las técnicas se ocultaban a menudo astutamente, de manera
que la mayor parte de los oyentes no las percibiesen. Según parece, Ockeghem y
us contemporáneos creían que, en lo que concierne al oyente corriente, el canon
perfecto, como el crimen perfecto, no debía originar sospechas y mucho menos
dere carse.
El pasaje del ejemplo 9.3 ilustra un rasgo característico de la música de Ockeg-
hem: las frase son largas y las cadencias se eliden con frecuencia o el resto de las vo-
c las encubren, para crear un flujo más continuo que el usual en la música de Du-
fay. Por ejemplo, cerca del final del ejemplo el superius y el tenor ejecutan una
cadencia sobre La, pero el altus la elide desplazándose hacia Fa. La Missa Se la face ay
pnlt de Dufay se articula una y otra vez mediante cadencias.
256 El Renacimient-0
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
A la memoria de Ockeghem
La ge11eración siguien te
Rasgos generales
caut
• 1519 Carlos V se convierte en sacro em-
perador romano
l
1
• Ca. 1520 Missa Pange lingu.a y Mil/e re- 1
gretz de Josquin
1
----
9. Los compositores ftanc!'-flamencos, 1450-1520 259
·-'-~~-------"-~;;;....~~~~~~~~~~~--~~~~...;;;..;_
jacob Obrecht
Et in ter ra
Et
Et in ter - ra pax ho mi ni -
Heinrich Isaac
Isaac trabajó para dos de los mecenas más importantes de Europa, al servicio de Lo-
renzo de Medici (el Magnífico) de Florencia como cantante y compositor, desde
aproximadamente 1484 hasta 1492, y como compositor de corte del sacro empera-
dor romano, Maximiliano I, en Viena e Innsbruck, desde 1497, para regresar más
tarde a Florencia. Su familiaridad con la música italiana y alemana, así como con los
lenguajes característicos francés, flamenco y holandés, hizo que su producción fuese
más paneuropea que la de sus contemporáneos. Sus obras sacras constan de unas
treinta y cinco misas, cincuenta motetes y el Choralis Constantinus, ciclo monumen-
tal en tres volúmenes de composiciones sobre textos y melodías del Propio de la
misa, que ocupan la mayor parte del año litúrgico y es comparable en su magniwd
al Magnus líber organi de Léonin. Junto a su música sacra, Isaac escribió un gran nú-
mero de canciones sobre textos franceses, italianos y alemanes, así como numerosas
piezas breves, a modo de chansons, que aparecen sin texto en las fuentes y estaban
presumiblemente pensadas para un conjunto instrumental.
En Florencia, Isaac conoció canciones en estilo predominantemente homofóni-
co, como las cantadas durante las festivas procesiones de carnaval. Posteriormente,
adaptó este estilo italiano simple a algunos de sus Lieder (canciones) alemanes,
composiciones a cuatro voces sobre canciones populares o melodías de nueva crea-
ción en un estilo similar. En su composición Innsbruck, ich mujS dich lassen, que se
muestra en el ejemplo 9.5, la melodía está en el superius. Como en las canciones
9, Los com 261
e
Inns - bruck, ich muss dich las sen, ich fahr da - hin
Inns - bruck, ich muss dich las sen, ich fahr da - hin
...
in frem - de Land da - hin.
lnmbmck, tengo que dejarte, continúo caminando por mi senda, hacia un país extraño.
ica.lianas, las otras voces progresan con un ritmo muy similar, con silencios que sepa-
ran cada frase y cadencias que resuelven en triadas completas y no en sonoridades
abienas. La estructura clara y la dulce armonía del Lied de Isaac le confieren un
acractivo inmediato.
La textura homofónica se convirtió en un elemento importante de la música poli-
fónica del siglo XVI, junto con la textura imitativa vista en la misa de Obrecht y al-
ternando a menudo con ella. No resulta paradójico que la música de esta generación
Yde las generaciones posteriores sea a la vez más imitativa y homofónica que la de la
generación de Ockeghem: la mayor libertad de que disponían los compositores faci-
iitó tanto la imitación como la homofonía, al igual que la composición de todas las
voces con una relación mutua entre todas ellas sustituyó a la tradicional superposi-
ción en capas de las voces alrededor de un dúo cantus-tenor.
262 El Renacimiento
Las piezas de Obrecht e Isaac que hemos discutido aquí son ejemplo de la gran preo-
cupación que los compositores de su generación tenían por adecuar la música a las
palabras. Hadan corresponder cuidadosamente los acentos de la música con los del
texto y querían que las palabras se escuchasen y entendiesen. Esto significa que la ta-
rea de alinear las palabras con la música no podía dejarse ya en manos de los cantan-
tes durante la interpretación, como en la música anterior, y que, por consiguiente,
las voces tenían que tener el texto escrito debajo (colocado debajo de la música) de
manera clara y completa. Las floridas frases melódicas de Ockeghem y sus contem-
poráneos dejaron su lugar a composiciones silábicas más directas, en las cuales una
frase del texto podía captarse como un pensamiento ininterrumpido.
Pocos músicos han disfrutado de tan alto renombre o ejercido una influencia tan
grande como Josquin des Prez (ca. 1450-1521; véase biografía). Ocupó toda una
serie de puestos de prestigio en cortes e iglesias de Francia e Italia. Sus composicio-
nes aparecen en gran número de manuscritos y antologías impresas. Ottaviano Pe-
trucci, el primer editor de música polifónica, publicó tres libros con las misas de
Josquin y reimprimió cada una de ellas para satisfacer la fuerte demanda; de ningún
otro compositor publicó más de un único volumen. Los contemporáneos aclama-
ron a Josquin como «el mejor compositor de nuestro tiempo» y como «el padre de
los músicos». En 1583, Lutero proclamó que «Josquin es el maestro de las notas.
Éstas tienen que obrar como él quiere; y los otros compositores tienen que obrar
como las notas quieren». En la generación posterior a su muerte, los humanistas lo
compararon a Virgilio y a Miguel Ángel en tanto que artista sin igual en su are
(véase Lectura de fuentes). Tal encomio refleja no sólo el arte de Josquin sino tam-
bién su época, al demostrar el interés creciente por el artista individual durante el
Renacimiento.
Los compositores de su tiempo y durante todo el siglo XVI imitaron y elaboraron
la música de Josquin. Algunas obras se copiaron, publicaron e interpretaron casi un
siglo después de su muerte, raro honor en una época en la cual la mayor parte de la
música con pocas décadas de existencia era considerada indigna de ser interpretada.
Su música fue tan apreciada y conocida que editores y copistas le atribuyeron con
frecuencia obras de otros compositores, hasta el punto de que un bromista comenta-
se que «ahora que Josquin está muerto, está publicando más obras que cuando aún
estaba vivo». Los historiadores están todavía distinguiendo qué piezas son verdadera·
mente suyas.
-
9
. Los compositores franco-fi!!..mencos, 1450-1520 263
Josquin (conocido por su nombre de pila porque «des Prez» era un apodo) es conside-
rado el compositor más grande de su época. Sus motetes, misas y canciones se canta-
ron, encomiaron e imitaron por todo el continente, durante su vida y décadas des-
pués de su ~uer~~· . . . , . . . . ,
La invesugac10n reciente ha esclarecido la biografia de Josqum, si bien existen aun
lagunas. Hace poco tiempo, los historiadores descubrieron su apellido, Lebloitte, gra-
cias a un testamento que le legaba una casa y un terreno en Condé-sur-l'Escaut, hoy
en Bélgica. Su vida temprana no está documentada, aunque probablemente nació y se
educó en o cerca de Saint Quentin, en el norte de Francia, a medio camino entre Pa-
1 rís y Bruselas. A finales de la década de 1470, estuvo al servicio de la capilla musical
,\tfoteter
los más de cincuenta motetes de Josquin ejemplifican su estilo. Mientas que las mi-
sas se basan por lo general en música ya existente y ponen siempre música al mismo
cexto, la mayoría de los motetes eran de libre creación, sus textos se citaron de muy
diversos modos y se extrajeron del Propio de la misa o de otras fuentes. Los motetes
de Josquin muestran los rasgos del estilo del siglo XV que ya hemos visto, como la
claridad en el fraseo, en la forma y en la organización tonal, las melodías fluidas y
melodiosas, las texturas transparentes, el uso de la imitación y de la homofonía, y la
cuidadosa declamación del texto.
264 El Renacimiento
~ LECTURA DE FUENTES - - -- - - - -- --
Elogio de Josquin
Josquin gozó de una reputación muy elevada durante todo el siglo XVI. En la genera-
ción posterior a su muerte, el teórico musical Heinrich Glareanus lo comparó con e)
poeta épico latino Virgilio, y el estudioso humanista Cosimo Bartoli lo comparó con
Miguel Ángel y dijo que ambos no tenían parangón.
Nadie ha expresado en música de manera mds efectiva las pasiones del alma que este sin-
fonista, nadie ha comenzado tan acertadamente, ninguno ha sido capaz de competir en
gracia y facilidad con igual equilibro que él igual que no existe poeta latino superior en
la épica a Maro {Virgilio]. Porque igual que Maro, con su facilidad natural, estaba ha-
bituado a adaptar su poema al argumento con el fin de poner asuntos de peso ante los
ojos de sus lectores en espondeos bien ceñidos, algunos fugaces y otros singulares ddctilos, 0
a utilizar palabras adecuadas a cada asunto, en resumen, a no llevar a cabo nada in-
apropiado, como Flaccus dice de Homero, así nuestro ]osquin, donde su asunto lo requie·
re, ora avanza con ímpetu y notas precipitadas, ora entona su argumento en tonos larguJ-
simos y. en suma, no ha producido nada que no fuese delicioso al oído y aprobado como
ingenioso por los instruidos, nada, en resumen, que no fuese aceptable y agradable, inclu-
so cuando ello parecía menos erudito a aquellos que escuchaban con discernimiento... Su
talento estd mds alld de la descripción, es mds fácil admirarlo que explicarlo adecuada-
mente.
---·---
Yo sé bien que Ockeghem fue, por decirlo así, el primero que redescubrió en estos tiempos
la música que había fenecido casi por completo -de manera semejante a Donatello,
quien en su tiempo redescubrió la escultura- y que de ]osquin, el discípulo de Ockeg-
hem, puede decirse que fue, en la música, un prodigio de la naturaleza, como nuestro
Miguel Ángel Buonarotti lo fue en la arquitectura, la pintura y la escultura; porque,
igual que no ha existido todavía nadie que se aproxime en sus composiciones a Josquin.
así Miguel Ángel entre todos los que han estado activos en estas artes, estd todavía solo )
sin par. Ambos han abierto los ojos de todos aquellos que se dejan encantar por estas artes
o serdn encantados por ellas en el futuro.
Cosimo Bartoli, Ragionamenti accademici (Venecia, 1567). Gustave Reese, Music in the Renaissanct.
edición revisada (Nueva York: Norton, 1959), 259-260.
meneos, 1450-1520
9. Los com· ositores
265
Más allá de estos rasgos ampliamente compartidos por otros compositores, Jos-
quin e especialmente afamado por su manera de reflejar las palabras y ello de dos
maneras: a través de la representación del texto, mediante el uso de gestos musicales
que refuerzan las imágenes del texto, y en virtud de la expresión del texto, al transmi-
tir a través de la música las emociones que el texto sugiere.
Podemos ver la actitud de Josquin en Ave Maria... virgo serena de alrededor de
1485 , uno de sus motetes más tempranos y populares. La música está perfectamente
Do mi-nus te cum,
Vir go se - re na __ _
construida para adecuarse a las palabras. Josquin delinea la forma del texto dando a
cada segmento un único tratamiento musical y una cadencia conclusiva sobre el cen-
tro tonal Do. La textura cambia constantemente, como se ilustra en el ejemplo 9.6.
El motete se inicia con varios puntos de imitación superpuestos, y después cambia a
texturas de dos, tres y cuatro voces en frases relativamente homofónicas; los pasajes
posteriores son igualmente variados. Las palabras se declaman con naturalidad, pro-
porcionan a las sílabas acentuadas notas más largas y agudas en la mayoría de los ca-
sos (como en «Do-minus te-curo, Vir-go se-re-na»). Algunas imágenes del texto están
representadas en la música; por ejemplo, en las palabras «solemni plena gaudio» (lle-
na de solemne júbilo), la plenitud y la solemnidad se sugieren por la presencia de las
cuatro voces cantando en un unísono rítmico, una textura nunca usada anterior-
mente en el motete. También se dan momentos en los que la música suscita un sen-
timiento apropiado al texto. Un ejemplo sorprendente lo ofrece «Ave, cuius concep-
tio» (Salve a aquella cuya concepción), donde el uso de sextas paralelas y de acordes
613 recuerda al fouxbourdon, estilo que sonaba anticuado en 1480 y que se asociaba
por ello a la dignidad y sacralidad, evocando un estado de ánimo reverente.
La excelencia de este motete se pone de manifiesto simultáneamente en muchos
aspectos, en su clara proyección del centro tonal, en sus frases y secciones claramente
delineadas, en su contrapunto elegante y hermoso, en la variedad de su textura y en
su sensible declamación, representación y expresión del texto. No es de extrafiar que
esta música consolidase a Josquin como un compositor digno de interpretación y
emulación en su propia época y en las generaciones posteriores.
Josquin ha sido considerado mucho tiempo el primer compositor que usó la re•
presentación y la expresión del texto de manera consistente y reconocible, aun cuan·
do otros miembros de su generación también lo hiciesen. Saber exactamente en qu
medida la representación y expresión del texto eran algo nuevo en la época de Jos-
quin es algo difícil de determinar. En algunas obras tempranas, la música parece ilus·
trar una imagen del texto, pero se han conservado tan pocos ejemplos que podría·
mos estar leyendo algo dentro de la música que no se corresponde con la intención
del compositor, basándonos en nuestro conocimiento de música posterior que sí re-
presenta las palabras. De igual modo, la idea de que la música expresa emociones es
hoy un lugar común, y fue también algo bien sabido por los escritores griegos anti-
guos. Los escritores del siglo XVI elogiaron a Josquin y a los compositores posteriores
por ser capaces de transmitir sentimientos en su música. Pero es difícil probar que
los compositores anteriores a Josquin tuvieran ese propósito. Hemos visto que alg •
nos compositores crearon significados al destacar ciertas palabras de una determina·
da manera, como en la Missa Caput de Ockeghem (véase capítulo 8), y ciertamentt
gran parte de la polifonía sacra se entendió así para suscitar un respeto reverencial
Sin embargo, antes de la segunda mitad del siglo XV no existió ningún método con•
sistente para sugerir la felicidad, el dolor u otras emociones mediante la música. El
vínculo entre música y sentimientos que hoy damos por sentado pudo ser una con·
tribución de Josquin y su generación, codificada en el siglo XVI por músicos y e cri·
2;.. Los compositores franco-flamencos, 1450-1520 267
rores influidos por los ideales humanistas y por las ideas antiguas acerca de los efec-
tos emocionales de la música.
Misas
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dux
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Fer
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D e D e D F E D
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11
e e lj e e
La Missa Pange lingua, una de las últimas compuestas por Josquin, representa
otro tipo nuevo de misa, la misa pardfrasis. Está basada en el himno en canto llano
Pange lingua gloriosi. Pero en lugar de utilizar la melodía del himno como cantus fir_
mus, Josquin hizo una paráfrasis de la misma en todas las voces, enteramente o en
parte, en cada movimiento. Las frases procedentes de la melodía del himno se adap-
taron como motivos tratados en puntos de imitación o, en ocasiones, en declama-
ción homofónica.
De esa manera, el sonido de una misa paráfrasis se asemeja al de una misa de imi-
tación, pues expone una serie de frases independientes en texturas imitativas u ho-
mofónicas con un cantus firmus estructural. Los dos tipos de misa no difieren en el
estilo, sino en el material de las fuentes, puesto que la misa paráfrasis elabora un can-
to monofónico en lugar de un modelo polifónico. Aunque los compositores siguie-
ron escribiendo misas cantus firmus en el siglo XVI, cada vez se orientaron más hacia
las misas de imitación y paráfrasis, porque preferían las texturas imitativas al anda-
miaje estructural de la técnica del cantus firmus, que acabó por considerarse arcaica.
Es probable que el material de las fuentes se eligiese por razones parecidas a las de la
misa cantus firmus: adecuarse a una práctica religiosa, institución o santo particula-
res; honrar a un mecenas; transmitir significados alusivos al texto original de la chan-
son o del motete en el contexto de la misa; o quizá, en el caso de la misa de imita-
ción, rendir homenaje a otro compositor mediante su emulación.
Chansons
e
Jay si grand dueil et pai - ne dou-lou-reu - se,
lo viejo y lo nuevo
Material Canto llano u Tenor más Melodía del Todas las voces
prestado otra melodía partes de otras canto llano a partir de la
voces a partir elaboración
de la polifónica
elaboración
polifónica
¿Dónde se usa? Tenor de la Tenor en el Todas las voces Todas las voces
misa tenor de la de la misa dela misa
misa, otros en
otras voces
-
¿Cómo se usa? En notas largas, Tenor usado Parafraseado y Motivos,
como cantus como cantus con notas puntos de
firmus firmus · añadidas imitación u
estructural estructural, otros elementos
en otras reelaborados
reelaborado
cal, que surgió cuando él ~e enc~nt~aba en la cumbre de su carrera artística. ~ue me-
nos conocido en los dos siglos sigmentes, aunque nunca completamente olvidado, y
apareció con singular realce en las historias de la música escritas a finales del si-
glo XVIII y en el siglo XIX. Sus obras completas se transcribieron y publicaron a partir
de 1921, y ello fue un estímulo para el elevado número de interpretaciones y el flujo
constante de estudios sobre su obra. Su música se interpreta y graba frecuentemente
hoy en día; se le considera el compositor medular de su tiempo y quizá de todo el
Renacimiento. La música de sus contemporáneos, desde Ockeghem y Busnoys hasta
Obrecht e Isaac, ha aparecido también en ediciones, interpretaciones y grabaciones
mod mas.
En determinados aspectos, el lenguaje musical de la época de Josquin está todavía
con nosotros, presente en la atenta musicalización del texto, en las texturas imitati-
vas y homofónicas, y en las reglas de contrapunto y de conducción de las voces usa-
das por los compositores en los siglos posteriores. Para las generaciones que le suce-
dieron, la expresividad emocional y la viva imaginación de su música sentaron un
nivel de tal magnitud que la historia de la música, desde su época hasta principios
del siglo XX, es por encima de todo una historia de la expresividad musical. Es tam-
bién, cuando menos en parte, la historia de los compositores ejemplares y de su mú-
ica. En esto somos también herederos del Renacimiento, cuyo interés por el artista
individual se pone de manifiesto en los elogios que la música de Josquin suscitó por
u carácter único.
1o. La música sacra en la era de la Reforma
Al inicio del siglo XVI, los cristianos desde Polonia hasta España y desde Italia hasta
Escocia compartían su lealtad a una única Iglesia con sede en Roma y apoyada por
los líderes políticos. A mediados de ese siglo, esta unidad de credo y práctica, hereda-
da desde el comienzo de la Edad Media, se hizo pedazos. Y de igual modo la paz. La
sociedad europea se vio perturbada por la Reforma protestante, mientras en Europa
central y occidental daba comienzo un periodo de cien años de guerras de religión.
La música sacra se vio profundamente afectada. Los líderes de la Reforma busca-
ron involucrar a los feligreses de manera más directa, mediante un canto en el que
panicipasen los fieles y una ceremonia celebrada en lengua vernácula y no en latín.
E.seos cambios condujeron a nuevos tipos de música religiosa en todas las ramas del
prot tantismo, incluidos los corales y las composiciones sobre corales en la Iglesia
luterana, el salmo métrico en las iglesias calvinistas y el anthem y el servicio en la
lgl ia anglicana. La Iglesia católica emprendió también ciertas reformas, aunque
continuó utilizando el canto gregoriano y las misas polifónicas, así como los motetes
en tilos que prolongaban la tradición de la generación de Josquin. La música de las
prácticas religiosas judías siguió distinguiéndose de las demás, aun cuando fue per-
meable a ciertas influencias externas. En cada una de las tradiciones, las creencias y
prioridades religiosas de las personas, así como por su gusto musical, determinaron
los géneros y estilos de la música sacra.
La Reforma
La Reforma comenzó siendo una disputa teológica y fue multiplicando sus efectos
hasta convertirse en una rebelión contra la autoridad de la Iglesia católica. Tuvo su
arranque en Alemania, con Martín Lutero, y se extendió después a la mayor parte
274 El Renacimiento
del norte de Europa, como se muestra en el mapa 1O. l. Tres fueron sus ramificacio-
nes principales: el movimiento luterano en el norte de Alemania y Escandinavia, el
movimiento calvinista liderado por Jean Calvino, que se propagó en Suiza y en los
Países Bajos hasta Francia y Gran Bretaña, y la Iglesia de Inglaterra, organizada por
el rey Enrique VIII por razones políticas, aunque influido en última instancia por los
ideales de la Reforma. La teología y las circunstancias de cada ramificación determi-
nó sus valores y toma de decisiones con respecto a la música, de modo que conocer
los elementos religiosos y políticos que subyacían en cada movimiento nos ayudará a
comprender por qué su música adoptó determinadas formas particulares.
Martín Lutero
Al crear su Iglesia, Lutero se propuso dar a las personas una mayor relevancia. Hizo
las ceremonias religiosas más fáciles de entender y aumentó el uso de la lengua ver-
nácula. Y, sin embargo, conservó el latín en cierta medida, por considerarlo valioso
para la educación de los jóvenes. Mantuvo buena parte de la liturgia católica, en par-
te traducida y en parte en latín. De igual modo, las iglesias luteranas siguieron em-
pleando una gran cantidad de música católica, tanto en forma de canto llano como
en polifonía, ya fuese con los textos originales en latín, traducidos al alemán o em-
pleasen nuevos textos alemanes.
La música asumió una posición central en la Iglesia luterana gracias al valor que
el propio Lutero le confirió. Él mismo fue cantante, intérprete de flauta y de laúd, y
compositor, así como un gran admirador de la polifonía franco-flamenca, en especial
de la música de Josquin. Como Platón y Aristóteles, creía firmemente en el poder
educativo y ético de la música. Cantando juntos, los fieles podían unirse a la hora de
proclamar su fe y alabar a Dios. Por estas razones, deseaba que toda la congregación
cantase en las ceremonias, no sólo los celebrantes y el coro, como prescribía la cos-
tumbre católica (véase Lectura de fuentes, p. 276).
Lutero nunca tuvo la intención de instaurar una fórmula que prevaleciese de ma-
nera uniforme en las iglesias luteranas; pueden por ello observarse diversos compro-
misos entre los usos romanos y las nuevas prácticas a lo largo de todo el siglo XVI.
Las iglesias grandes con coros bien formados mantuvieron por regla general gran
parte de la liturgia latina y su música polifónica. Las iglesias más pequeñas adopta-
ron la Deudsche Messe (misa alemana); publicada por Lutero en 1526, siguieron las
líneas generales de la misa romana, pero difirieron de ésta en muchos detalles y susti-
tuyendo la mayor parte de los elementos del Propio y el Ordinario por himnos ale-
mane.
El corrtf luteran1J
La orma musical más importante de la Iglesia luterana era el himno con participa-
ción de los fieles o himno de la congregación, conocido desde finales del siglo XVI
como coral. En cada ceremonia, la congregación de los feligreses cantaba distintos
corales y hacían realidad el propósito de Lutero de incrementar la participación de
los fieles en toda la misa.
Los corales más conocidos hoy son composiciones armonizadas a cuatro voces,
aunque originariamente constaban de un solo poema métrico, rimado y estrófico y
de una melodía con un ritmo simple cantada al unísono, sin armonización ni acom-
pañamiento. Por supuesto que, como los cantos llanos, se podía enriquecer la armo-
nía Y el contrapunto de los corales y éstos se reelaboraban en formas musicales de
mayores dimensiones. Al igual que la mayor parte de la música medieval y renacen-
276 El Renacimiento
~ LECTURA DE FUENTES - - -- - -- - - --
En los oficios cristianos de las iglesias primitivas todos los presentes cantaban him-
nos y salmos (véase capítulo 2), pero en la Edad Media tardía la música de los oficios
católicos se asignó únicamente a los celebrantes y al coro. Cuando Lutero estableció
su nueva Iglesia, buscó restablecer el papel desempeñado por la congregación.
Por lo tanto, también desearía que tuviésemos tantas canciones como sea posible en nues-
tra lengua verndcula, que los fieles pudiesen cantar durante la misa, inmediatamente
después del Gradual y asimismo después del Sanctus y el Agnus Dei. Porque ¿quién duda
que originariamente todos los presentes cantaban los cantos que hoy sólo canta o responde
el coro, mientras el obispo estd consagrando la Hostia? Los obispos pueden hacer que se
canten estos himnos por la congregación, o bien tras los cantos latinos, o bien utilizar el
latín un domingo y la lengua verndcula al domingo siguiente, hasta que·llegue el mo-
mento en el que la misa entera sea cantada en la lengua verndcula.
Lutero, «Orden de la misa y la comunión para la iglesia de Wittenberg» (1523), en Luther's Wórks,
vol. 53 (Filadelfia: The Fortress Pres, 1965), 36.
tista de la Iglesia católica estaba basada en un canto llano, la música eclesiástica luce-
rana de los siglos XVI al XVIII evolucionó a partir del coral.
Lutero y sus colegas se esforzaron en proporcionar con rapidez corales adecuado
para cada domingo del año litúrgico. El propio Lutero escribió muchos de los poe-
mas y melodías. En 1524 se publicaron cuatro colecciones de corales, a las que si·
guieron otras doscientas en los quince años siguientes. La imprenta desempeñó un
papel tan importante en la difusión de los corales como en la propagación del men·
saje de Lutero.
Existían cuatro fuentes principales para los corales: 1) las adaptaciones del can ro
gregoriano, 2) canciones devocionales existentes en Alemania, 3) canciones profanas
a las que se añadían nuevos textos, práctica llamada contrafoctum, y 4) las nuevas
composiciones. El reciclaje de melodías conocidas suponía un ahorro de tiempo V
reducía la cantidad de música nueva que los fieles tenían que aprender. Además, d
uso de melodías gregorianas y de canciones religiosas alemanas reafirmaba cierto
sentido de continuidad con las tradiciones cristianas del pasado. Al mismo tiemPo•
el hecho de convertir canciones católicas en luteranas fue un acto de apropiación
que proclamaba la superioridad y vitalidad de la nueva iglesia y desafiaba el orden
-
¡Q, La música sacra en la era de la Re(orma
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meras y las últimas frases del himno en canto llano difieren unas de otras, en el coral
son siempre las mismas, lo que aumenta la sensación de integridad. Y, lo más impor-
tante, el coral posee un perfil rítmico característico de notas largas y cortas. Los cam-
bios reestructuran la melodía en un estilo atractivo y actualizado que además resulta
más fácil de cantar para los feligreses legos en música.
Las canciones religiosas en alemán circulaban desde el siglo IX y Lutero y sus cole-
gas emplearon muchas de ellas para sus corales. Una de las adaptadas por Lutero es
el himno de Pascua Christ ist erstanden (Cristo ha resucitado), una canción del si-
glo XII basada en la secuencia latina Victimae paschali laudes.
Lutero y sus colegas utilizaron para los corales numerosas tonadas profanas y muy
conocidas, y reemplazaron sus letras por textos religiosos. En su mayoría, los textos
eran totalmente nuevos, aunque en ocasiones incluían reelaboraciones inteligentes
del poema ya existente. El contrafactum más famoso (aunque no de Lutero) es O
Wélt, ich muj dich lassen (Oh mundo, tengo que dejarte), basado en el Lied lnns-
bruck, ich muj dich lassen.
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Ein fe - ste
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ser Gott,
Er hilft uns frei aus al ler Not,
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nicht seins Glei
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ch en.
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Una fuerte fortalez.a es nuestro Dios, una buena defensa y buenas armas.
Él ayuda a liberarnos de toda aflicción que nos haya lastimado.
El viejo y perverso enemigo nos exhorta ahora seriamente;
un gran poder y mucha astucia reviste su cruel armadura;
en la tierra no tiene igual.
279
--
JO. La mús.i.E!!.!!fs_ra en la era de la Reforma
Cancus
fe - ste Burg ist un ser Gott, ein gu - te
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fe - ste Burg _ _ ist un ser Gott,
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Tenor
Burg ist un ser Gott, ein
B us
Ein - fe - ste Burg ist un ser Gott, ein gu - te
h. Lupus Hellinck, de la colección de George Rhaw Newe deudsche geistliche Gesenge (1544)
ser Gott,
La tradición luterana
En 1600, los luteranos disponían de un rico fondo de más de setecientas melodías
corales y de una gran variedad de piezas basadas en ellas, desde simples composicio-
nes a complejos motetes corales. De los corales se hacían arreglos también para ere·
ar obras para órgano de diversos tipos (examinadas en el capítulo 12). La Iglesia lu·
terana había conseguido con celeridad su independencia musical y establecido un
importante legado sobre el que los compositores posteriores construirían sus obras.
Cronología: La música sacra durante la Reforma
~
ILUSTRACIÓN 10.1 El templo calvinista de Lyon en una pintura de 1564 que muestra la austeridtui de
las iglesias calvinistas. El predicador no va vestido pomposamente, no hay coro y la atención se centra en el
púlpito mds que en el altar, y la única decoración son los escudos de armas en las ventanas y sobre el púlpito.
JO. La música sa!!!f...E!. la era de la Refo__n_n_a________________
-
283
rante, Calvino, al igual que Lutero, apreciaba el canto con participación de los fieles
debido a la capacidad de hermanarlos a la hora de expresar su fe y alabar a Dios.
Cal ino insistió en que, en la iglesia, sólo debían cantarse los textos bíblicos, espe-
cialmente los salmos. Pero los salmos contenían versos de distinta longitud, lo cual
hacía difícil su ejecución por la congregación. La solución fue el arreglo de los sal-
mos como salmos métricos -traducciones métricas, rimadas y estróficas de los sal-
mos en lengua vernácula, a las cuales se añadía una melodía de nueva composición o
adaptada del canto llano.
Los salmos métricos se publicaron en colecciones denominadas salterios. Calvino
publicó varios en francés a partir de 1539. En 1562 se publicó un salterio completo
eh francés y de inmediato aparecieron decenas de miles de copias impresas en distin-
t ciudades, signo de la importancia creciente de la imprenta como medio de pro-
pagación de la música. Este salterio constaba de 150 salmos cantados en la iglesia, al
unísono y sin acompañamiento. Las melodías avanzan casi siempre por grados con-
juntos, lo que les da una simplicidad austera. La más conocida es la melodía para el
almo 134, que se muestra en el ejemplo 10.4. Esta melodía fue utilizada en los sal-
t rios ingleses para el salmo 100, conocido como «Old Hundredth».
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Or sus, ser-vi-teurs du sei-gneur,
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Vous qui de nuit en son hon-neur
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Lou - ez le, et son nom es-le - vez.
Desde Suiza y Francia, los salmos métricos tuvieron una amplia difusión. Apare-
cieron traducciones del salterio francés en Alemania, Holanda, Inglaterra y Escocia;
1 Iglesias reformadas de esos países adoptaron muchas de las melodías francesas. En
284 El Re11ad111inuo
flejada en el. salterio editado por Henri. Ains~orth en ~sterdam en 161,2'. para los
separatistas mgleses de Holanda. El pnmer libro publicado en Norteamenca fue el
salterio Bay Psalm Book en 1640. Algunas melodías procedentes de los salterios del
siglo XVI todavía se usan hoy y pueden verse en los himnarios de todo el mundo.
Aunque al principio el canto en las iglesias calvinistas era monofónico y sin acompaña-
miento, algunas melodías de salmos se armonizaron en composiciones polifónicas para
su uso por devotos en los hogares o en reuniones de cantantes aficionados. Las compo-
siciones eran generalmente a cuatro o cinco voces, con la melodía en el tenor o en el
superius, y abarcaban desde el estilo simple en acordes hasta composiciones motetísticas
en estilo de cantus firmus o de imitación. Los compositores franceses que armonizaron
salmos polifónicamente fueron, entre otros, Loys Bourgeois (ca. 1510-ca. 1561), Clau-
de Goudimel (ca. 1520-ca. 1572) y Claude Le Jeune (ca. 1528-1600), mientras que
los compositores flamencos u holandeses fueron Jacobus Clemens (ca. 151 O-ca. 1555)
y Jan Pieterszoon Sweelinck (1562-1621). También existieron composiciones sobre
melodías de salmos para voz y laúd, para órgano y para otras combinaciones. En total,
d repertorio de composiciones polifónicas de salmos de los calvinistas se cuenta por
miles, casi tan extenso como las composiciones de corales luteranos o de madrigales
italianos (véase capítulo 11); compositores y editores respondieron así a la demanda de
una música religiosa que los aficionados pudiesen interpretar para su propio regocijo y
edificación espiritual. Si los salmos métricos monofónicos eran música de iglesia, estas
composiciones polifónicas se asemejaban a la música popular con un mensaje religioso,
como la música popular cristiana de nuestra época.
La tercera ramificación más importante del protestantismo en el siglo XVI fue la igle-
sia de Inglaterra, cuyo origen responde a criterios más bien políticos que doctrina-
rios. El rey Enrique VIII (reinado, 1509-1547) estaba casado con Catalina de Ara-
gón, hija de Fernando e Isabel de España. Enrique necesitaba un heredero varón,
pero el único vástago que sobrevivió fue su hija María. Cuando Catalina ya no esta-
ba en edad de concebir, Enrique solicitó en 1527 la anulación de su matrimonio,
con el fin de casarse con Ana Bolena. El papa no podía autorizarlo sin ofender al so-
brino de Catalina, el entonces emperador Carlos V, de manera que en 1534 Enrique
persuadió al parlamento para que instruyese la separación de Roma y nombrase a
Enrique jefe de la Iglesia de Inglaterra.
Bajo el reinado de Enrique, la doctrina de la Iglesia de Inglaterra siguió siendo
católica. Pero durante el breve reinado de Eduardo VI (reinado, 1547-1553), hijo de
286 El Renacimiento
Enrique y de su tercera esposa, Jane Seymour, la Iglesia adoptó las doctrinas protes-
tantes. El inglés sustituyó al latín en los oficios religiosos y en 1549 se adoptó el
Book of Common Prayer como único libro de oraciones permitido para uso público.
La temprana muerte de Eduardo condujo al trono a su hermanastra María (reinado,
1553-1558). Leal a su madre Catalina y al Papa, María restauró el catolicismo, aun
encontrando una fuerte resistencia. Le sucedió Isabel I (reinado, 1558-1603), hija de
Enrique y de Ana Bolena, quien volvió a romper el vínculo con el papado y reins-
tauró la reforma litúrgica instituida por Eduardo, si bien buscó un equilibro doctri-
nal que permitiese a la Iglesia de Inglaterra acoger en su seno a la mayor parte de ca-
tólicos y protestantes. La Iglesia anglicana de hoy (incluida la Iglesia episcopal de los
Estados Unidos) continúa fusionando elementos católicos y protestantes en su teolo-
gía, sus rituales y su música.
Todos estos acontecimientos tuvieron repercusiones en la música sacra. Se crea-
ron nuevas formas para las ceremonias en inglés, aun cuando durante los reinados de
Enrique, María e incluso Isabel aún se compusieron motetes y misas en latín. Aun-
que la mayor parte de los oficios bajo su reinado tenían lugar en inglés, Isabel man-
tuvo el uso del latín en algunas iglesias, así como los himnos, responsorios y motetes
en latín en su propia capilla real, donde servían a las necesidades políticas de la di-
plomacia internacional en una Europa dominada por poderes católicos hostiles. Al-
gunos protestantes apreciaban la tradición de polifonía sacra en latín por sí misma,
por sus vínculos con el pasado y por su magnificencia musical. Y los católicos conti-
nuaron celebrando sus oficios en domicilios privados, a menudo en secreto y para
los cuales se compusieron nuevas obras en latín.
A principios del siglo XVI, el compositor inglés más destacado de música sacra fue
John Taverner (ca. 1490-1545). Sus misas y motetes son ejemplo de la preferencia
inglesa por los largos melismas, las texturas plenas y las estructuras de cantus firmus.
El compositor inglés más importante de mediados de siglo fue Thomas Tallis (ca.
1505-1585). Sus obras comprenden misas e himnos latinos, música litúrgica en in-
glés y otras obras sacras que reflejan la agitación religiosa y política de Inglaterra en
la época que le tocó vivir. La música de Tallis sorprende al oyente por la interacción,
no de frases musicales abstractas, sino de voces -tan estrechamente unida está la
curva melódica a las inflexiones naturales del discurso y tan natural resulta su escri-
tura para el cantante.
Después de que la Iglesia de Inglaterra adoptase el inglés como idioma prioritario
para la liturgia, se desarrollaron dos formas principales de música anglicana: el serví·
cio y el anthem. Un servicio se compone de la música de algunas secciones de los
maitines (correspondientes a los maitines y laúdes católicos), de la comunión (misa)
y de los oficios de la tarde (vísperas y completas). Una composición de estas seccio·
nes con contrapunto y melismas se denomina un gran servicio. Un servicio corto pone
música a los mismo textos, pero en estilo silábico de acordes. El anthem es el equiva·
lente del motete en latín. Es una obra polifónica en inglés, que el coro canta por lo
general al final de los maitines o de los oficios de vísperas. Muchos anthems ponen
-
10, La música saC1'a en la era de la Reforma
287
música a textos de la Biblia o del Book of Common Prayer. Existieron dos tipos prin-
cipale . Un foil anthem estaba compuesto para coro sin acompañamiento y en estilo
de concrapunco. Un verse anthem empleaba una o más voces solistas con acompaña-
mienro de órgano o de viola, que alternaban con pasajes para coro completo dobla-
do por los instrumentos.
w;Ui.am Byrd
El compositor más relevante de finales del Renacimiento fue William Byrd (ca.
1540-1623; véase biografía). Aunque católico, Byrd estuvo al servicio de la Iglesia de
Inglaterra y fue miembro de la capilla real. Además de música profana vocal e instru-
mental (discutida en los capítulos 11 y 12), escribió tanto música para los oficios an-
O'licanos como misas y motetes en latín.
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Byrd compuso en todos los géneros de la música eclesiástica anglicana, incluido
un gran servicio, tres servicios cortos, salmos, full anthems y verse anthems. Fue el
Byrd, el más importante compositor inglés entre Dunstable y Purcell, fue un maestro
en todos los géneros fundamentales de su época, desde la música religiosa anglicana y
católica hasta la música profana vocal e instrumental.
Fue probablemente alumno de Thomas Tallis y niño cantor en el coro de la Capi-
lla Real de Londres, tanto bajo el protestante Eduardo VI como bajo la católica reina
María Tudor. Aunque era católico, estuvo al servicio de la Iglesia de Inglaterra como
organista y director de coro en la catedral de Lincoln (1563-1572), disfrutó del patro-
cinio de la reina Isabel, regresó a la Capilla Real y permaneció allí durante más de cin-
co decenios (1572-1623). En 1575, a él y a Tallis se les concedió un monopolio de 21
años para la edición de música en Inglaterra; Byrd continuó publicando música tras la
muerte de Tallis en 1585.
Aunque tuvo ocasionalmente problemas debido a sus prácticas católicas, Byrd
fcompuso no obstante misas y motetes en latín para uso de los católicos junto a músi-
ca menos controvertida, ganándose la admiración de los católicos como un autosacri-
ficado abogado de su credo. El hecho de que evitase males mayores es signo del valor
que su otra música adquirió para la Iglesia Anglicana y para el Estado. Evidentemen-
te, Elizabeth lo entendió como el principal ornamento de su Capilla Real y utilizó su
reputación como compositor para enaltecer la suya propia como monarca y la de In-
glaterra como nación culta.
Obras principales: Más de 180 motetes, 3 misas, 4 servicios, docenas de anthems,
canciones profanas a varias voces, canciones para conjunto, fantasías y otras obras
para consort de violas, variaciones, fantasías, danzas y otras obras para teclado.
288 El Renacimiento
primer compositor inglés que asimiló por completo las técnicas imitativas del conti-
nente y que fue capaz de aplicarlas de forma imaginativa y sin restricciones. En su
Singjoyfally unto God, un full anthem a seis voces enérgico yvigoroso, los puntos de
imitación se suceden uno tras otro y se intercala ocasionalmente una declamación
más homofónica. La imitación se trata con libertad, a menudo con cambios de in-
tervalos y de ritmo.
Las composiciones más conocidas de Byrd son sus misas y motetes en latín. Pro-
bablemente, los primeros motetes estaban pensados para su uso en la capilla real 0
para reuniones privadas de devotos. Pero en la década de 1590 empezó a escribir
música para uso litúrgico por parte de los católicos que celebraban sus misas clan-
destinamente. Sus misas, una a tres, otra a cuatro y otra a cinco voces (ca. 1593-
1595), sobresalen por ser las más perfectas escritas por un compositor inglés del Re-
nacimiento. Sus dos libros titulados Gradualia (1605 y 1607) contienen Propios de
la misa completos para los días más importantes del afio litúrgico, ciclo tán ambicio-
so e impresionante como el Magrzus liber organi de Léonin o el Chora/is Constantinus
de Isaac. Entre estos motetes y sus misas, Byrd proporcionó casi toda la música poli-
fónica que sus compatriotas católicos podían necesitar.
Byrd fue católico en un Estado anglicano, un súbdito leal y al servicio de la reina.
Isabel, protegido por ella de ser acusado por sus prácticas religiosas y, sin embargo,
comprometido con amigos y mecenas a los que suministraba música para sus cere-
monias clandestinas. Su prolífica producción de música religiosa tanto anglicana
como católica, así como su filiación escindida, encarnan en un ámbito personal las
divisiones religiosas existentes en toda Europa.
La generación de 1520-1550
Los coropo irores flamencos siguieron siendo los más relevantes en la generación ac-
tiva entre 1520 y 1550, ocupando puestos en toda Europa. Entre los más conocidos
se encuentran Adrian Willaert (ca. 1490-1562), Nicolas Gombert (ca. 1495-ca.
1560) y Jacobus Clemens. Todos nacieron en Flandes, aunque ocuparon puestos en
otros lugares, prolongando una tradición vigente durante un siglo. Clemens estuvo
al servicio de las Iglesias de Holanda, Gombert pasó la mayor parte de su vida profe-
sional en la capilla del emperador Carlos V y trabajó en Madrid, Viena y Bruselas.
Willaert ocupó puestos en Roma, Ferrara, Milán y finalmente Venecia, donde fue
director de música de la iglesia principal, san Marcos, durante treinta y cinco años.
Allí formó a numerosos músicos eminentes, incluido el teórico Gioseffo Zarlino
(véase capítulo 7) y los compositores Cipriano de Rore, Nicola Vicentino y Andrea
Gabrieli (véanse capítulos 11 y 12).
Los compositores católicos de este periodo compartieron diversos rasgos caracte-
rísticos. Mantuvieron el cuidadoso tratamiento de las disonancias y la igualdad entre
las voces de la generación precedente. Extendieron el número usual de las voces de
cuatro a cinco o seis, lo que permitió una mayor variedad de combinaciones contras-
rantes. Definieron claramente el modo de las obras polifónicas por medio de las ca-
dencias y del perfil melódico. La mayor parte de sus obras estaban en compás bina-
rio, en ocasiones con breves pasajes de contraste en compás ternario. La textura
prevaleciente continuó siendo la polifonía imitativa, aunque ahora las voces modifi-
caban a menudo los motivos cuando los imitaban. La misa de imitación se convirtió
en d tipo más habitual de misa, seguido de la misa paráfrasis, si bien siguieron escri-
biéndose misas cantus firmus. Las melodías del canto llano, tratadas por lo general
libremente mediante la paráfrasis en todas las voces, sirvieron como material de mo-
tetes y misas. Los cánones y otras técnicas de estructura intrincada aparecieron con
una frecuencia mucho menor que en las generaciones anteriores.
Podemos observar algunos de estos rasgos en el motete de Gombert Quem di-
cunt homines. Al inicio de la segunda parte, que se muestra en el ejemplo 10.5, las
seis voces entran en un punto de imitación, cada una con una exposición del moti-
vo ligeramente variada. Cuando esta frase hace su cadencia, aparece un motivo nue-
vo en estrecha imitación en las cuatro voces superiores (compás 106) y después en
las seis voces (compases 108-110), donde cada frase se superpone a la frase anterior.
la sucesión de puntos de imitación entrelazados continúa en toda la obra y crea un
flu jo sin interrupciones y sin las pausas claras y los fuertes contrastes típicos de Jos-
qu in, con quien se dice que estudió Gombert. En cada nueva frase, las voces entran
m un orden diferente y después de un intervalo diferente de tiempo, lo que da lu-
gar a una variedad sin fin dentro de una estructura unificada. La música refleja el
valor que Gombert concedía a la combinación de continuidad y de variación cons-
tante Yla menor consideración con respecto a los efectos retóricos conseguidos por
Josquin mediante los contrastes de carácter, textura y figuración, así como la repre-
EJEMPLO 10.5 Gombert, Quem dicunt homines, compases 101-110
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¡o. La música sacra en la era de la Reforma 291
El estilo de Palestrina
EJEMPLO 10.6 Inicio del Agnus Dei 1 de la Misa del Papa Marcelo de Palestrina
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296 El Re11acim~uo
Gé ni-tum,non fa - ctum,
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Gé ni-tum,non fa - ctum,
1
298 El Renacimiento
mantener el impulso y vincular las frases. En el ejemplo 10.8 cada frase comienza
con un acorde sincopado que entra medio tiempo fuerte antes de lo esperado, justo
después de que cadencie la frase precedente, lo que mantiene el movimiento hacia
delante hasta el final de la frase dentro del texto.
En todos estos aspectos, la música de Palestrina combina elegancia, claridad,
agrado, variedad y estrecha atención a las palabras, rasgos todos valorados sobrema-
nera en el Renacimiento. Por consiguiente, sus obras suscitaron los mayores enco-
mios en tanto que pináculo de la música sacra.
Los vínculos de sangre de la familia real con los Países Bajos trajeron a España a mú-
sicos flamencos como Gombert, mientras la tradición franco-flamenca ejercía una
profunda infl~encia en la p~lifonía es~añola. También exist!an es~rechos vínculos
on Italia debido a las posesiones espanolas en el sur de Italia, y directamente con
Ro.ma en particular tras la elección de un español como Papa, Alejandro VI (1492-
1503). El compositor español más eminente de la primera mitad del siglo XVI, Cris-
tóbal de Morales (ca. 1500-1553), estaba vinculado tanto a la tradición flamenca
como a la italiana. Morales adquirió fama en Italia como miembro de la capilla pa-
pal, entre 1535 y 1545, y sus misas tomaron elementos de las obras de Josquin,
Gombert y de otros compositores franco-flamencos, así como de canciones españo-
las. Entre los compositores españoles más interpretados se encontraba el alumno de
Morales, Francisco Guerrero (1528-1599), maestro de capilla en la catedral de Sevi-
lla, cuyas melodías diatónicas y cantables hicieron que su música fuese popular en
toda España y en la América hispana.
Tomás Luis de Victoria (1548-1611) fue el compositor más famoso del siglo XVI.
Toda su música es sacra y estaba pensada para los oficios católicos. Pasó dos décadas
en Roma, donde es casi seguro que conoció a Palestrina y pudo haber estudiado con
él. Victoria fue el primer compositor español en dominar el estilo de Palestrina, aun-
que su música se aleja de la de éste en numerosos aspectos. Las obras de Victoria
tienden a ser más cortas, con melodías menos floridas, cadencias más frecuentes,
más alteraciones cromáticas y más pasajes de contraste en estilo homofónico o en
compás ternario. Todos estos rasgos característicos son evidentes en su obra más co-
nocida, O magrzum mysterium. En este motete, Victoria utiliza una gran variedad de
motivos y texturas para expresar sucesivamente el misterio, el asombro y la alegría de
la época de Navidad.
La mayoría de las misas de Victoria son misas de imitación basadas en sus pro-
pios motetes, incluida la Missa O magrzum mysterium, basada en este motete. La es-
critura de una misa de imitación permite que el compositor demuestre cómo un ma-
terial preexistente puede utilizarse de nuevas maneras. Al inicio del Kyrie, Victoria
mantiene las entradas por parejas del motete, pero las modifica sustituyendo la casi
exacta imitación por un diálogo entre los dos temas, cada uno de ellos una variante
inconfundible del tema original del motete. En comparación con la longitud gene-
rosa del Agnus Dei de Palestrina tratado anteriormente, el Kyrie de Victoria es ma-
hifiestamente breve. En cada uno de los movimientos de la misa, Victoria reelabora
el material del motete de una manera nueva, otro ejemplo del alto valor concedido a
la variedad, rasgo constante en los ciclos de misas polifónicas.
300 El Renacimient@
Poco después de que Colón arribase en el Nuevo Mundo, los conquistadores espa-
ñoles reclamaron como español buena parte de su territorio. Al frente de pequeñas
bandas de aventureros, Hernán Cortés derrocó al Imperio azteca en el México de
hoy (1519-1521) y Francisco Pizarra conquistó el territorio de los incas en Perú
(1527-1533). Los españoles llevaron consigo a misioneros católicos que buscaban
convertir al cristianismo a los pueblos nativos.
Los aztecas y los incas poseían ricas tradiciones musicales, con canciones en esti-
los variados y una amplia selección de instrumentos, de flautas a tambores. Buena
parte de su música estaba asociada a la danza, ya fuese como práctica recreativa 0
como parte de rituales religiosos y festividades. Los relatos de testigos españoles ha-
blan de una música y unas danzas particularmente elaboradas que en ocasiones du-
raban todo el día y hasta la noche para conmemorar ocasiones señaladas (véase Lec-
tura de fuentes).
Los misioneros católicos explotaron el interés por la música de los pueblos nativos
para difundir el mensaje de la nueva religión. Llevaron consigo la música usada en las
iglesias españolas y enseñaron a los músicos nativos a cantar misas y motetes polifóni-
cos y a tocar los instrumentos europeos. Las misas de Morales, Victoria y Palestrina se
cantaron frecuentemente en las catedrales del Nuevo Mundo; las obras de Guerrero
fueron especialmente populares y se interpretaron durante siglos. Algunos músicos es-
pañoles se trasladaron a América para trabajar como músicos en las catedrales, mu-
chos de ellos compusieron música para los oficios y crearon la primera música escriu
en el Nuevo Mundo. Parte de esta música sacra se escribió en las lenguas locales, in-
cluida la primera obra vocal polifónica publicada en América, Hanacpachap cussicui-
nin, canto procesional en la lengua quechua de Perú, impreso en Lima en 1631. El
poder de la música para convertir gentes al nuevo credo, bien conocido por Lutero y
Calvino, se usó aquí para propagar el catolicismo al otro lado del globo terráqueo.
Buena parte de Europa central y del este continuó siendo católica después de la Re-
forma, incluido el sur de Alemania, Austria, Bohemia y Polonia. La música de estaS
áreas reflejó la evolución que tuvo lugar en Flandes, Francia e Italia. Las influencias
llegaron de los músicos franco-flamencos y de otros músicos del oeste europeo que
estaban al servicio de las cortes de la región y de músicos locales formados en Italia o
en Francia. Los compositores del oeste más destacados en el ámbito de la música •
era católica fueron Waclaw de Szamotul (ca. 1520-ca. 1567) en Polonia y Jacob
Handl (1550-1591) en Bohemia.
La música de Josquin y de otros compositores franco-flamencos circulaba en Ale·
mania desde comienzos del siglo XVI y los compositores alemanes adoptaron su escilo
-
JO. ¡ 4 música sacra en la era de la Reforma 301
Lis canciones y las danzas eran muy importantes en todos estos territorios, tanto para
rtltbrar las festividades solemnes de los demonios que tenían por dioses y a quienes
rrelan servir bien con tales ritos, como para su propio entretenimiento y recreo... Y por-
qut en cada ciudad se concedía un gran crédito a estas cosas, cada cacique tenía en su
casa una capilla con cantantes que componían las danzas y las canciones; y estos líderes
tJCQg/an a aquellos que mejor sabían componer canciones en el metro y los versos que
practicaban...
Unos días antes de las festividades, los cantantes decidían lo que iban a cantar. En las
ciudades mds grandes había muchos cantantes )4 si tenían intención de interpretar can-
ciones y danzas nuevas, se reunían con anterioridad para que no ocurriesen impeifeccio-
11tS el día de los festivales. En la mañana de ese día, extendían una gran alfombra en el
medio de la plaza y sobre ella colocaban sus tambores. Entonces se reunían y ataviaban
m la casa del cacique; desde allí, venían cantando y bailando. En ocasiones, comenzaban
sw danzas por la mañana, a veces a la hora de celebrar la santa misa. Por la noche vol-
vían cantando al palacio para finalizar allí sus canciones en las primeras horas de la no-
che, o cuando la noche ya estaba bien entrada, o incluso a medianoche.
fra Toribio de Benavente, llamado Motolinia (ca. 1495-ca. 1565), Memoriales de Fray Toribio de Moto-
linia, edición de Luis García Pimentel (México: Casa del Editor, 1903), 339-340.
Orlando di Lasso
(l Corintios 13, 11-13). Lassus compuso las primeras palabras «Cuando yo era
iño» como un dúo entre las dos voces superiores, representó al niño mediante una
~xrura delgada y la aguda tesitura vocal cantada por los niños del coro, alternando
con frases en las cuatro voces inferiores, que representan a Pablo hablando como un
adulto. Lassus compuso el texto «Ahora miramos como a través de un espejo en cla-
\'e» mediante un contrapunto enigmático y no imitativo, lleno de retardos, y una
breve figura de espejo entre el bajo y las otras voces: pero después miraremos «cara a
ara», un momento de revelación que Lassus retrata con el único pasaje plenamente
homofónico del motete, cuando las seis voces declaman el texto juntas en un uníso-
no rítmico. Durante toda la obra, las palabras provocan cada uno de los gestos de la
música, desde los cambios de textura y la ubicación de las cadencias hasta el ritmo,
los acentos y los contornos de los motivos musicales.
De modo más completo que ningún otro compositor del siglo XVI, Lasso sinteti-
zó los logros de toda una época. Fue tan versátil que no podemos hablar con propie-
dad de un «estilo Lasso». Supo dominar los estilos flamenco, francés, italiano y ale-
rnán, así como todos los géneros, desde la elevada música sacra hasta la canción
profana subida de tono. Sus motetes ejercieron una fuerte influencia, en particular
obre los compositores protestantes alemanes. El uso creativo por parte de Lasso de
técnicas musicales para expresar emociones y representar las imágenes de los textos
condujo a una fuerte tradición de figuras expresivas y pictóricas entre los composito-
r alemanes como veremos en Heinrich Schütz (capítulo 15) y Johann Sebastian
Ba h {capítulo 19).
La música judía
La p queña pero activa comunidad judía de Europa poseía sus propias tradiciones
musicales si bien eran principalmente orales y no escritas. Las ceremonias religiosas
d las sinagogas incluían el canto de salmos mediante fórmulas tradicionales, inter-
pretados usualmente de manera responsorial entre un líder y la congn;gación. La lec-
tura de las escrituras hebreas se entonaba por un solista que utilizaba un sistema de
cantilación. Las melodías no estaban escritas, aunque a principios del siglo IX se de-
~arrolló una notación denominada te'amim para indicar los acentos, las divisiones del
texto y las pautas melódicas apropiadas. Se esperaba que los cantantes improvisaran
una melodía a partir de la notación, se apoyasen en fórmulas melódicas y en prácti-
cas heredadas por tradición oral, y añadiesen ornamentos libremente.
Durante el siglo XVI, las comunidades judías empezaron a designar a una perso-
na específica para la interpretación de los cantos. Esta persona, llamada el cantor de
l~ sinagoga o hazzan, se convirtió en parte integral de la comunidad y de la estruc-
tura de la sinagoga. Aunque el puesto de hazzan era esencialmente el de un músico
profesional estos cantores no recibieron una formación musical formal hasta el si-
glo XlX.
JJ. El madrigal y la canción profana en el siglo XVI
¡ los compositores del siglo XV forjaron un idioma internacional, los músicos del si-
glo XVI propiciaron un nuevo florecimiento de los estilos nacionales, especialmente
en la música vocal profana. Poetas y compositores de diferentes regiones lingüísticas
desarrollaron de manera natural géneros y formas característicos. La imprenta musi-
Gll impulsó la creación y diseminación de la música para aficionados que cantaban
para su propio deleite. Esta música estaba por lo general en lengua vernácula, lo cual
al ntaba aún más el desarrollo.de los estilos nacionales.
Entre los géneros nacionales más significativos del siglo XVI estaban el villancico
español, la frottola italiana y un nuevo tipo de chanson francesa, todos ellos simples,
cróficos, en su mayor parte silábicos y homofónicos, fácilmente cantables y por lo
tanto adecuados idealmente para intérpretes amateurs. El género que resultó ser más
rdevante a largo plazo fue el madrigal italiano, en el que poetas y compositores del
Renacimiento llevaron a su cima el interés por el humanismo, por el individuo y por
llevar a la música los acentos, las imágenes y las emociones del texto. Además de
ejercer su influencia sobre la chanson francesa tardía y el Lied alemán, los madrigales
tuvieron en boga en Inglaterra, y a ellos se unió al final d~l siglo la canción con
11Compañamiento de laúd. A través del madrigal, Italia y los compositores italianos
pasaron a ser las fuerzas de vanguardia de la música europea por primera vez, papel
que mantendrían en los dos siglos siguientes.
sión mucho más extensa de la música, aunque también cambió sus leyes económi-
cas. Con anterioridad a la imprenta, la música era antes que nada un servicio procu-
rado por los músicos. Ahora, por primera vez, la música podía venderse en su forma
impresa como una mercancía.
El nuevo suministro de música impresa se correspondía con la creciente demanda
de una música escrita que los aficionados pudiesen interpretar para su propio solaz.
Los seres humanos siempre han ejecutado música para entretenerse a sí mismos y a
sus amigos, pero durante el periodo más largo de la historia de la humanidad lo hi-
cieron sin usar la notación. Cuando ésta se inventó, se empleó para la música sacra y
la música profana de la aristocracia, como hemos visto, de modo que se han conser-
vado pocos vestigios escritos de la música creada por el pueblo llano en general. En
el siglo XVI, primero entre las clases elevadas y después entre la clase media urbana y
cultivada, la capacidad de leer la notación y de interpretar a partir de la música escri-
ta se convirtió en una cualidad social esperada. En el influyente libro de Baldassare
Castiglione Il Cortegiano (El Cortesano, 1528), varios interlocutores ensalzan a
aquellos capaces de cantar e interpretar música desde su notación (véase Lectura de
fuentes, p. 309). Muchas pinturas de la época muestran a cantantes o intérpretes de
instrumentos leyendo música a partir de una edición musical, generalmente en for-
ma de libros de voces separadas (descritos en el capítulo 7). En tales composiciones,
la música ejercía a modo de pegamento social, una actividad a la que amigos y fami-
liares podían adherirse fácilmente.
La combinación de la imprenta musical con la demanda de una música que los
aficionados pudiesen cantar e interpretar dio lugar al primer mercado de música,
que abarcaba desde un público relativamente elitista hasta los géneros, estilos y for-
mas más populares. Los músicos profesionales compraban por supuesto la música
publicada para uso propio, pero la música adecuada a la interpretación de amateurs
se vendía particularmente bien y los compositores se afanaban por satisfacer esa de-
manda. En la música vocal, los aficionados estaban más interesados en cantar en su
propio idioma, lo cual reafirmaba una tendencia ya evidente hacia la diversidad de
géneros y estilos nacionales.
España
El villancico
En las últimas décadas del siglo XV, durante la campaña de unificación y fortaleci-
miento de España por parte de Isabel y Fernando, estas y otras personalidades de la
corte española fomentaron el desarrollo de una música característicamente hispana.
En particular cultivaron el villancico, que se convirtió en la forma más importante
de canción polifónica profana del Renacimiento español. Aunque el nombre es un
diminutivo de villano y los textos tratan en general de asuntos rústicos o populares,
los villancicos se componían para la aristocracia. Breves, estróficos, silábicos y casi
!..!.: EJ madrigaJ y /a canción f!.ro-(ana en !_f_sig..._fi_o_XVI
_ __ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ 3_0_'9
~ LECTURA DE FUENTES--- - -- -- -- -
El conde comenzó de nuevo: «Caballeros, debéis saber que no estoy satis.fecho con nuestros
cortesanos a menos que sean también músicos y que, ademds de comprender y de ser capa-
ces de leer música, puedan tocar varios instrumentos. Pues, si lo consideramos propiamen-
te, no existe reposo para el trabajo ni medicina para almas enfermas tan decorosa y digna
de alabanza en los momentos de ocio que ésta; y especialmente en las cortes en las que,
junto al alivio de las tribulaciones que la música a todos proporciona, muchas cosas se
hacen para agradar a las mujeres, cuyos espíritus tiernos y delicados estdn ya penetrados
dt armonía y repletos de dulzura. Por lo tanto, no es extraño que tanto en tiempos anti-
guos como modernos éstas hayan sentido tanto cariño por los músicos, encontrando en la
música el mds bienhallado alimento del espíritu».
&Idas are Castiglone, The Book ofthe Courtier (Garden City, NY: Doubleday, 1959), 74.
cantar porque mañana se inicia del primer día de Cuaresma, la estación del ayuno.
La música es simple en su melodía y en su armonía, con ritmos danzarines marcados
por frecuentes hemiolias.
Italia
La frottola
El equivalente italiano del villancico era la ftottoÚl (plural, frottole), canción escrófica
a cuatro voces compuesta en estilo silábico y homofónico, con la melodía en la voz
superior, pautas rítmicas marcadas y armonías diatónicas sencillas. La música de la
frottola consistía esencialmente en una melodía para cantar la poesía, donde se mar-
caba el final de cada verso con una cadencia y las partes inferiores proporcionaban el
fundamento armónico. El género incluía varios subtipos, de los cuales algunos eran
formas fijas mientras que otros eran libres.
Como los villancicos, las frottole constaban de una música simple y de textos te-
rrenales y satíricos, aunque no formaban parte del folclore ni de las canciones popu-
lares. Más bien se trataba de canciones que parodiaban el estilo popular, escritas para
diversión de la elite de la corte. De moda desde finales del siglo XV y durante el si-
glo XVI en las cortes italianas de Mantua, Ferrara y Urbino, se compusieron casi ex-
clusivamente por compositores italianos. Petrucci publicó trece colecciones de frotto-
le entre 1504 y 1514, lo que atestigua hasta qué punto este género estuvo en boga
entre sus clientes adinerados.
Por regla general, se cantaba la voz superior y las otras voces se interpretaban con instru-
mentos. Desde 1509, Francisco Bossinensis publicó colecciones de frottole de varios com-
positores en arreglos para voz y laúd. Al interpretarse en el laúd las voces inferiores, el can-
tante solista podía improvisar florituras melismáticas en las cadencias más importantes.
Entre los compositores de frottole más conocidos se encuentra Marco Cara (ca.
1465-1525), activo en Mantua. Su Jo non compro piu speranza, una queja desenfadada
por un amor no correspondido, apareció en el primer libro de frottole de Petrucci y en
el primer libro de arreglos de Bossinensis. Las seis partes del compás alternan entre
agrupamientos binarios y ternarios, lo que da lugar a un esquema característico de he-
miolia que perduró como ritmo popular durante más de un siglo. La armonización
consiste casi enteramente en lo que llamaríamos triadas en estado fundamental, un es·
tilo que influyó en la música posterior tanto de los italianos como de los extranjeros.
El madrigal italiano
Más duradero que la frottola fue el madrigal, el género profano más importante en
Italia durante el siglo XVI y podría decirse que durante todo el Renacimiento. Lo que
hizo al madrigal tan atractivo en su época y tan influyente sobre las generaciones ¡.
Jl. El madrigal r la canción profana en el siglo xw 311
Los madrigales se escribían principalmente para los propios cantantes y éstos los
cantaban para su propio disfrute, normalmente por parte de grupos mixtos de muje-
res y hombres en reuniones sociales, después de las comidas y en las reuniones de las
academias (sociedades organizadas para el estudio y la discusión de asuntos literarios,
científicos o artísticos). La demanda de madrigales fue enorme: si contamos las
reimpresiones y las ediciones nuevas, entre 1530 y 1600 se publicaron unas dos mil
colecciones y su popularidad siguió siendo elevada hasta bien entrado el siglo XVII.
Además de su interpretación por aficionados, en 1570 algunos mecenas comenzaron
a emplear cantantes profesionales para la interpretación de madrigales durante las
audiencias en la corte. Los madrigales hacían su aparición también en obras teatrales
y en diversas producciones escénicas.
El más importante entre los primeros madrigalistas fue Philippe Verdelot (ca.
1480/1485-¿1530?), compositor franco-flamenco activo en Florencia y en Roma,
donde nació el madrigal en la década de 1520. Los madrigales a cuatro voces de Ver-
delot son en su mayoría homofónicos y los finales de los versos están marcados por
pausadas cadencias, como en la frottola; sus madrigales a cinco y seis voces se pare-
cen más a motetes, con imitación frecuente, diversos agrupamientos de las voces y
voces que coinciden en las cadencias.
Un estilo que mezcla la homofonía con la imitación ocasional puede observarse
en los madrigales de Jacques Arcadelt (ca. 1507-1568), compositor franco-flamenco
que trabajó en Florencia y en Roma durante casi tres décadas, antes de retornar a
Francia en 1551. Il bianco e dolce cigno, de Arcadelt, publicado en 1538 en su primer
libro de madrigales, es el más famoso entre los madrigales tempranos. El texto pre-
senta un ingenioso contraste entre la lastimera muerte del cisne y la «muerte» del
propio locutor «que al morir me llena plenamente de alegría y de deseo», una alu-
sión al clímax sexual, conocido en el siglo XVI como «la pequeña muerte». En refe-
rencia a dicha muerte, el poema se cierra con el verso «con un millar de muertes al
día sería feliz». La composición de Arcadelt, que se muestra en el ejemplo 11.1, es
llnple e ingeniosa: una frase cadenciosa y descendente sugiere el contento, mientras
que se evocan las «mil muertes al día» («mille mort il di») mediante múltiples entra-
das en imitación, especialmente perceptibles después de la composición mayormente
homofónica del resto del poema.
Estos madrigales estaban pensados para su canto con libros de voces separadas.
Cada uno de los cantantes veía únicamente su propia voz, de manera que los cantan-
tes no descubrían qué secciones eran homofónicas o imitativas hasta que las canta-
ban a lo largo de la obra. Podemos imaginar los sonrojos y las risas cuando la agru-
pación mixta de hombres y mujeres conseguía discernir poco a poco el significado
de las palabras y de la ingeniosa composición de Arcadelt.
314 El Renacimiento
1 1 1 1 r
"" se ne! mo- rir' al - tro do - lor non sen to, di mil - le mort' il di di
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se ne! mo-rir' al - tro do - lor non sen - to, di mil le mort' il
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mort' il di, sa rei con-ten to, di mil - le
El movimiento petrarquista
A mediados del siglo XVI, la mayor parte de los madrigales se componían a cinco vo-
ces, con frecuentes cambios de textura. Los compositores hacían alternar libremente
la homofonía con la polifonía imitativa y la polifonía libre.
El compositor más destacado de madrigales de mediados de siglo fue Cipriano de
Rore (1516-1565). Flamenco de nacimiento, Rore trabajó en Italia, principalmente
en Ferrara y en Parma, y sucedió a su maestro Willaert como director musical de San
farcos, en Venecia. Los madrigales de Rore muestran su profundo interés por el hu-
manismo y por las ideas de la Grecia antigua.
Da le bel/e contrade d'oriente se publicó póstumamente, en 1566, en la última co-
lección de madrigales de Rore. Rore imbuyó cada detalle de la música del ritmo, del
sentido y del sentimiento del poema, un soneto modelado al estilo de Petrarca. En
316 El Renacimienro
a. Primer verso
b. Segundo verso
11
glia
hai me, a - di - o.
Dulce deseo, te vas, ¡ay! Sola me dejas, adiós. ¿Qué serd [de mí]?
318 El Renacimiento
Los madrigales se escribieron para grupos mixtos de hombres y mujeres, que lo can-
taban en reuniones sociales. No obstante, poetas y compositores eran en su mayorí.t
hombres y la mayor parte de los textos de los madrigales se escribieron desde una
perspectiva masculina. Las oportunidades profesionales estaban cerradas para la ma-
yoría de las mujeres, de las que se esperaba que fuesen esposas correctas y obedientes.
sirvientes o monjas. A pesar de estas limitaciones, varias mujeres, como Vittoria Co-
lonia, Veronica Franco y Gaspara Stampa, consiguieron cierta fama como poetas en
el siglo XVI.
Las mujeres compositoras eran en comparación muy escasas. La primera mujer
cuya música se publicó, y la primera que se consideró a sí misma una compositora
profesional, fue Maddalena Casulana (ca. 1544-ca. 1590ss). En la dedicatoria a su
Primer Libro de Madrigales (1568), Casulana escribió que los estaba publicando no
sólo en honor de la duquesa de Bracciano, a quien iban dedicados, sino también
«para exponer al mundo, en tanto en cuanto me ha sido dada la capacidad de cr
una profesional de la música, el vano error de los hombres que se creen maescro de
J..!: EJ 111adrigni y la canción prof'a.na en el siglo XJl7 319
EJEMPLO 11.4 Nicola Vicentino, L'aura ch' el verde lauro, mm. 15-19.
so a ve - men - te so -
so - a - ve men spi
so a - ve-men te [so - a - ve
ve
[q l
spi -ran - do mo ve fa
ran do mo ve
so a ve men - te so
mo ve
lo más aleo dones intelectuales y piensan que las mujeres no puedan compartirlos».
us madrigales evidencian un uso original de las técnicas típicas de los madrigales de
mediados de siglo, incluida la representación del texto, el cromatismo, las armonías
sorprendentes y los contrastes dramáticos de texturas.
A las mujeres les resultaba más fácil conseguir renombre como cantantes y así su-
cedió con muchas de ellas. Algunas fueron hijas y esposas de nobles que cantaban en
conciertos privados para audiencias invitadas de sus iguales sociales, mientras que
otras persiguieron carreras profesionales. Por ejemplo, en la década de 1570 en Fe-
320 El Renacimiento
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
rrara, las hermanas Lucrecia e Isabella Bendidio, mujeres nobles por su aacimienm Y
por su matrimonio, fueron aclamadas por sus cantos en las veladas musicales de la
corte. En 1580, el duque Alfonso d'Este estableció el concerto delle donne (conjunto
de mujeres), un grupo de mujeres con formación musical (Laura Peverara, Ana Gua·
rini y Livia d'Arco). Sus interpretaciones en la corte, solas o acompañadas de cantan-
tes masculinos, atrajo tanto la atención y el elogio que los Gonzaga de Mantua y los
!l· El madrigal 1' la canción profana en el siglo XVI 321
~ LECTURA DE FUENTES - -- - - -- - -- -
Estos duques [de Ferrara y de Mantua} gozaban de dicha música con el mayor deleite, en
particular al reunir a muchas y gentiles damas y caballeros para cantar e interpretar mú-
sica de manera excelente. Tan grande era su deleite que en ocasiones se entretenían du-
rante días enteros en algunas pequeñas cdmaras que habían decorado muy floridamente
con pinturas y tapices para este único propósito. Existía una gran rivalidad entre las mu-
jeres de Mantua y las de Ferrara, una competencia no sólo en el timbre y en la disposición
de sus voces, sino también en la ornamentación mediante exquisitas escalas, añadidas
oportunamente y sin exceso... Había competencia incluso al moderar o engrandecer la
voz, foerte o suave, atenuarla o robustecerla según se requería, ya foese prolongdndola o
deteniéndola con el acompañamiento de un suspiro dulcemente interrumpido, o emitien-
do largas escalas, distintas y bien articuladas, o bien giros, saltos, largos trinos o cortos, o
dulces escalas cantadas con parsimonia, a las cuales se oía repentinamente responder un
eco; y ello con el mayor sosiego en la participación del rostro, en las miradas y en los gestos
que acompañaban apropiadamente la música y los conceptos poéticos; y sobre todo, sin el
menor movimiento indecoroso del cuerpo, de la boca o de las manos que podrían haber
disminuido el efecto de sus canciones, enunciando las palabras tan bien que cada una po-
día oírse hasta la última sílaba y no era interrumpida o abrumada por escalas u otros or-
namentos. Y podían observarse muchos otros artificios particulares en estas cantantes,
como foe percibido por gente mds experta que yo. Y en situaciones tan nobles, estas exce-
lentes cantantes se esforzaron con todo su ímpetu por ganar el favor de sus patronos, los
príncipes, así como fama para ellos -radicando en ello su utilidad.
Vincenzo Giustiniani, Discorso sopra la musica de' suoi tempi (1628), ed. en Angelo Solerti, Le origini dA
melodramma) (Turín: Fratelli Bocea, 1903), 107-108.
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-...__,
in do lo - ro si la i. tt
Mor - to fui, vi -
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si la i. t t Mor-to fui,
in do-lo - ro - si la i. tr
Mor - to fui,
vi - vo son, vi - VO
vi vo
son, vi vo son, vi - vo
- vo son, vi vo son,
vi vo son, vi - vo son,
«[Ay, puede que jamds cese de languidecer} en dolorosos lamentos.» «Muerto estaba, vivo estoy,
[pues mis fuerzas marchitas volvieron a la vida al sonido de tales acentos lastimeros}.»
bre de madrigales y que exhibe todos los contrastes mencionados. Una música len-
ta cromática y en su mayor parte en acordes que contienen disonancias retrata los
lamentos de la mujer cuyo amante está a punto de partir. Cuando sus quejumbro-
sos lamentos lo despiertan de nuevo, su retorno a la vida («vivo son») tras su «pe-
quefia muerte» se representa por un uso de figuras más rápidas, diatónicas e imita-
tivas.
324 El Renacimiento
Junto con el madrigal relativamente serio, los compositores italianos cultivaron tam-
bién tipos más ligeros de canción. La villanella, una pieza animada y estrófica en esti-
lo homofónico, generalmente a tres voces, apareció por vez primera en la década de
1540 y floreció especialmente en Nápoles. Los compositores usaron con frecuencia y
deliberadamente quintas paralelas y otras tosquedades armónicas con el fin de sugerir
un carácter rústico y se burlaron en ocasiones de los madrigales correctos y más sofis-
ticados.
Al final del siglo XVI, otros dos géneros ligeros alcanzaron cierto relieve: la canzo-
netta (cancioncilla) y el balletto (pequeño baile). Estaban escritos en un estilo vivaz
y homofónico, con armonías simples y secciones de fraseo uniforme repetidas varias
veces. Los balletti, como sugiere el nombre, estaban pensados para la danza, mientras
se cantaban o interpretaban. Pueden identificarse por sus ritmos danzarines y por sus
estribillos «fa-la-la». El compositor más destacado de canzonette y balletti fue Giaco-
mo Gastoldi (ca. 1544-1609). Los compositores de Alemania e Inglaterra imitaron
ambos géneros.
Estos géneros más ligeros prolongaron la tradición del canto social para deleite de lo
propios cantantes. Aunque el madrigal tenía también esta función, sus propósitos se
ampliaron a lo largo del siglo hasta incluir madrigales que se ejecutaban en concier-
tos privados y en producciones teatrales. Estos recitales provocaron una virtuosidad
y dramatización crecientes.
Sin embargo, uno de los hilos permanentes fue el ideal de transmitir bien el tex-
to: dar forma a la melodía y al ritmo para seguir las inflexiones y los ritmos del dis-
curso natural, reflejar las imágenes poéticas mediante figuras musicales sorprenden-
tes y adecuar todos los elementos musicales a las emociones del texto. Las técnicas
desarrolladas por los compositores de madrigales condujeron directamente a la ópera
y a otras formas de música dramática del siglo XVII. Vimos en los capítulos 9 y 10
que los motetes del siglo XVI expresaban a menudo las emociones e ilustraban las
imágenes de sus textos, pero el madrigal fue el laboratorio fundamental de tales pro-
cedimientos. La mayor parte de nuestros supuestos sobre lo que la música debería
hacer cuando se une a la poesía se establecieron en y para el madrigal del siglo XVI.
Este énfasis en adecuar cada uno de los aspectos del texto diferencia con profun-
didad al madrigal de las antiguas canciones profanas, como la chanson de los siglos
XIV y XV, y refleja el impacto cada vez más fuerte del humanismo sobre la cultura
musical en el curso del Renacimiento. Que todavía hoy encontremos madrigales tan
encantadores es muestra de la continua importancia de esta influencia humanista en
nuestra propia cultura y en nuestra música.
J..!; El madrigal 1' la canción profana en el siglo XVI 325
Francia
Tant que vi - vray en aa- ge flo-ris - sant. Je ser-vi - ray d'a-mours le roy puis-sant
Tant que vi - vray en aa-ge flo-ris - sant. Je ser-vi - ray d'a-mours le roy puis-sant
En tanto que yo viva una edadfloreciente, serviré al poderoso rey del amor.
326
gares en los que canciones más antiguas hubiesen hecho uso de un retardo sincopado
antes de la cadencia, como ocurre sobre la tercera nota negra de la voz superior en el
tercer compás. El ritmo largo-corto-largo del inicio es algo habitual. El final de cada
verso del texto está marcado por una nota relativamente larga o por notas repetidas,
lo cual pone de relieve la forma del poema.
Algunas chansons de Sermisy fueron tan populares que se reimprimieron durante
décadas y se adaptaron de maneras muy diversas, desde melodías de danza hasta to-
nadas de salmos.
Janequin escribió muchos tipos de chansons, incluidas canciones líricas de amor,
canciones narrativas y canciones subidas de tono. Fue particularmente adamado por
sus chansons descriptivas, que contienen imitaciones de cantos de pájaros, sonidos
de caza, gritos de la calle y sonidos de la guerra. Su chanson más famosa fue La gue-
rre (La guerra), retrato según parece de la batalla de Marignan (1515). Le chant des
oiseaux (El canto de los pájaros) está repleto de trinos y gorjeos de las aves locales.
Junto con el nuevo estilo de chanson homofónica, los compositores del norte como
Gombert, Clemens y Sweelinck (mencionados en el capítulo 1O) mantuvieron la
más antigua tradición franco-flamenca de chanson contrapuntística.
Distintas tradiciones se mezclan en las chansons de Orlando di Lasso, lo que re-
fleja su formación cosmopolita. Mientras que algunas están en el nuevo estilo homo-
fónico, otras muestran la influencia del madrigal italiano o surgen a partir de la tra-
dición franco-flamenca y utilizan una estricta textura polifónica con estrecha
imitación y repentinos cambios de ritmo. La gama de asuntos empleados fue asimis-
mo muy amplia; nadie tuvo tanto talento a la hora de escribir canciones humorísti-
cas e incluso subidas de tono, aunque también compuso canciones de una impresio-
nante seriedad. Como en sus motetes, Lasso compuso siempre en rigurosa sintonía
con el texto y se aseguró de que la música se correspondiese con su ritmo, reflejase
sus imágenes y transmitiese los sentimientos apropiados. En su composición La
nuict.froide et sombre, captó el estado anímico global -haciendo contrastar la noche
sombría y el dulce dormir con el día radiante que trae la actividad y los colores varia-
dos- y representó pictóricamente las vívidas imágenes del poema, desde el concras-
te entre la úerra y el cielo hasta el tejido de un tapiz de luz.
Musique mesurée
Otro estilo característico de la chanson surgió a partir del deseo de algunos poetas Y
compositores franceses de imitar el ritmo de la poesía griega, cuyo resultado fue fa
musique mesurée (música mesurada). Los miembros de la Académie de Poésie ec de
¡J. El madrigal y la canción proffena en el siglo XVI 327
La canción profana en la Alemania del siglo XVI muestra toda una fascinante mezcla
de estilos. Los Meistersinger (maestros cantores) preservaron una tradición de can-
ción a solo sin acompañamiento, derivada de los Minnesinger (véase capítulo 4), que
se fueron volviendo algo anacrónicos al cambiar los estilos a su alrededor. Los Meis-
tersinger eran mercaderes y artesanos urbanos que cultivaban la música por vocación
y constituían gremios para la composición de canciones conforme a estrictas reglas y
para su canto en conciertos y concursos públicos. El movimiento comenzó en el si-
glo XIV, alcanzó su apogeo en el XVI y perduró hasta que el último gremio se disolvió
en el siglo XIX. La mayoría de los poemas se escribían para ajustarse a un Ton
(pl. Tone) preexistente, un esquema métrico y rítmico con su propia melodía. Todos
los Tone carecen de barras de compás y muchos de ellos se tomaron de los Minnelie-
der. El Meistersinger más conocido fue Hans Sachs (1494-1576), zapatero de Nu-
remberg que compuso miles de poemas y trece nuevos Tone.
El Lied polifónico alemán siguió existiendo, con una canción popular o melodía
destacada en el tenor o en el cantus y un contrapunto libre en el resto de las voces,
como en Innsbruck, ich muss dich lassen, de Isaac (véase capítulo 9). En la primera mi-
tad del siglo se publicaron numerosas colecciones de Lieder alemanes, principalmente
en Nuremberg, centro principal de la cultura alemana de la época. Después de 1550,
328 El Renacimiento
el gusto alemán viró hacia los madrigales y las villanelle italianas y el Lied declinó en
importancia ó asumió rasgos italianizantes. Una vez más encontramos a Lasso como
figura destacada, pues compuso siete colecciones de Lieder alemanes. La mayor parte
son madrigales en el estilo, si no en el lenguaje, con una intensa atención puesta sobre
la acentuación y la expresión del texto, alternancia de pasajes homofónicos e imitati-
vos e igual importancia de todas las voces en la interacción de los motivos.
Inglaterra
Inglaterra tuvo su propia tradición autóctona de música profana en el siglo XVI. Tanto
Enrique VIII como su segunda esposa, Ana Bolena, fueron músicos y compositores. Los
manuscritos de su reinado (1509-1547) comprenden diversas canciones y piezas instru-
mentales a tres y cuatro voces que reflejan numerosas facetas de la vida de la corte.
En este ambiente, en torno a mediados del siglo, surgió la canción para consort
(consort song), género específicamente inglés para voz acompañada por un consort
de violas (un conjunto de cuerdas; véase capítulo 12). El maestro de la canción para
consort fue William Byrd {véase capítulo 12), quien elevó el nivel técnico del medio
con un hábil contrapunto imitativo en su colección Psalmes, Sonets and Songs
(1588). Esta colección tuvo tanto éxito que se reeditó en cuatro ocasiones; la can-
ción para consort de Byrd «Lulla lullabye» de esta colección siguió siendo su pieza
más famosa durante más de un siglo. Los compositores escribieron canciones para
consort hasta bien entrado el siglo XVII y, si bien hoy el madrigal inglés y la canción
con acompañamiento de laúd son más conocidos, la canción para consort continuó
siendo un género importante hasta que el propio consort de violas fue sustituido por
otros conjuntos en la primera mitad del siglo XVIII.
Madrigales ingleses
A finales del siglo XVI se pusieron de moda en Inglaterra la cultura, el arte y la música
italianos. El resultado más conocido hoy de esta influencia son las obras de Shakespea-
re de ambiente italiano, como La fierecílla domada (The Taming of the Shrew, 1593),
Los dos hidalgos de Vérona (The Two Gentlemen ofVerona, 1594), Romeo y julieta (Ro-
meo andJuliet, 1594), El Mercader de Venecia (The Merchant ofVenice, 1596) y Otelo
(Othello, 1604). Y es que todo se vio afectado por la moda italiana en Inglaterra, desde
las maneras sociales hasta la forma de vestir, con la música a la vanguardia.
Los madrigales italianos comenzaron a circular en Inglaterra a partir de 1560 y se
cantaban de igual modo en los hogares de los aristócratas y de la clase media. En 1588,
Nicholas Yonge publicó Musica transalpina, una colección de madrigales italianos tra-
ducidos al inglés. Según el prefacio de Yonge, la antología abarcaba el repertorio canta·
do por los caballeros y comerciantes que se reunían a diario en su casa. Ésta y otras co-
!J: El madrigal 1' la canción.J!!:2ffena en el siglo XVI 329
llUSTRAOÓN 11.1 La canción de ]ohn Dowland What if I never speede, tal como aparece impresa en
su Third and Last Book of Songs or Aires (Londres, 1603), puede interpretarse como un solo de piano con
acompañamiento de laúd (leyendo fa pdgina izquierda) o como arreglo para cuatro voces, con o sin acompa-
ñamiento de laúd. Las partes están dispuestas de tal manera que los cantantes en torno de una mesa puedan
leer ni tm único libro.
El madrigal y su impacto
El madrigal italiano y sus derivados, incluidas las chansons francesas posteriores, los
Lieder alemanes y los madrigales ingleses, fueron laboratorios en los que se exploraron
la declamación, la expresión y la representación de las palabras. A este respecto, reflejan
332 El Renacimiento
dio, la fantasía, la toccata, el ricercare, la canzona y la sonata. Por primera vez, los
compositores empezaron a concebir una música instrumental tan interesante e in-
quietante como la música vocal. Esta evolución creó el escenario de los periodos pos-
teriores, en los que la música instrumental creció aún más en importancia.
Instrumentos
11~·
ILUSTRACIÓN 12.1 Instrumentos ilustrados en Syntagma musicum, vol. 2, de Michael Praetoríus (Wól-
fenbüttel, 1618-1620): 1) clave, 2) trombón, 3) bombarda, 4) viola da gamba baja.
El $1Jrgimie11to de la 1111isica i11strume11tal 335
ILUSTRACIÓN 12.3 Grupo de violas como aparece en la portada del manual de viola Regola ruhcrcina
(1542), de Silvestro Ganassi.
/2. El surgimiento de la música instrumental 337
• Música de danza.
• Arreglos de música vocal.
• Composición sobre melodías preexistentes.
• Variaciones.
• Obras instrumentales abstractas.
Mtésica de danza.
El baile ocial estuvo muy extendido y fue muy valorado durante el Renacimiento;
d la gente de buena cuna se esperaba que fuesen expertos bailarines. La danza era
una forma de reunión social, de interacción entre la gente en un entorno formal,
una manera de juzgar sus aptitudes y destrezas sociales, y de lucir las propias habili-
dades (véase texto del recuadro). Siendo la danza parte central de la vida social, no
debe sorprendernos que los músicos interpretasen y compusiesen una enorme canti-
dad de música de danza. Al escribir piezas bailables que poco tenían que ver con los
modelos vocales, los compositores del siglo XVI empezaron a desarrollar un estilo ins-
trumental característico.
Los intérpretes improvisaban con frecuencia la música de danza o interpretaban
de memoria melodías de danza, como en las épocas pasadas. Pero en el siglo XVI,
muchas piezas bailables se imprimieron en colecciones editadas por Petrucci, Attai-
340 El Renacimiento
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
La danza social
La danza es esencial en una sociedad bien ordenada porque permite que hombm y
mujeres tengan vida social y se observen mutuamente. ¿De qué otro modo decide """
mujer con quién casarse? Mediante el baile ella puede advertir si alguien estd bim
proporcionado y en forma o carece de atractivo y cojea, si goza de buena salud o tune,
un aliento desagradable, y si es gracioso y atento o torpe y desgarbado.
gant y otros editores, por ejemplo, de música para laúd o teclado. Estas obras escritas
nos revelan muchos datos acerca de la práctica de la improvisación y demuestran que
los intérpretes del siglo XVI improvisaban a menudo mediante la ornamentación de
una frase melódica dada o la adición de una o más voces contrapuntísticas a una me-
lodía preexistente o a una voz en el bajo.
Estas danzas publicadas demuestran asimismo que la música de danza tenía dos
propósitos distintos en el Renacimiento. Las danzas para conjunto eran música fun·
cional, adecuada para acompafiar a los bailarines. En estas piezas, la melodía princl·
pal está generalmente en la voz superior, en ocasiones muy ornamentada, pero a me-
nudo escrita en formato sencillo para que el intérprete pueda añadir sus ornarnenro ·
g. El surgimiento de la música instrumental 341
Las orras voces están casi siempre en textura homofónica, con poca o ninguna inter-
acción contrapuntística. La mayor parte de piezas para laúd solo o teclado, por otra
parte, son más estilizadas y están pensadas más para el disfrute del intérprete o de los
oyentes que para la danza, incluyendo a menudo un contrapunto más elaborado o
una ornamentación escrita en detalle. El uso de un tipo de música muy social para
hacer música en solitario es interesante; quizá el placer de la interpretación solista se
vio potenciado por la incorporación de ritmos familiares de danza que conllevaban
asociaciones con la interacción social o con los movimientos físicos de la danza. Fue-
se cual fuese la razón, desde el Renacimiento hasta el momento presente, numerosas
obras instrumentales no han sido otra cosa que danzas estilizadas.
342 El Renacimiento
Cada danza sigue un compás, un tempo, un esquema rítmico y una forma parti-
culares, y todos se reflejan en las piezas compuestas para ese baile en particular. Esta
particularidad del ritmo y de la forma distinguen cada tipo de danza de las demás y
otorga a coda la música de danza un carácter diferente al de los otros tipos de músi-
ca. Las piezas de danza contienen secciones distintas, generalmente repetidas, con
dos, tres o más secciones dependiendo de la danza. Por regla general, la estructura de
la frase es clara y predecible, con frecuencia en grupos de cuatro compases, de mane-
ra que los bailarines sean capaces de seguirla con facilidad.
La danza favorita de la corte en el siglo XV y principios del XVI fue la basse danse
(baja danza), un baile majestuoso en parejas, marcado por una graciosa elevación y
descenso del cuerpo. Constaba de cinco tipos diferentes de pasos en combinaciones
variadas. La música podía estar en compás ternario o binario y constar por lo general
de frases de seis o cuatro compases con el fin de ajustarse a los esquemas de los pasos
de danza. Algunas colecciones publicadas de danzas para conjunto empiezan con
numerosos pasos de danza, incluido el Danserye de Tielman Susato, publicado en
Amberes en 1551. La morisque, de la colección de Susato, es un bajo de danza en
compás binario con dos secciones repetidas, cada una compuesta de una frase de
cuatro compases expuesta dos veces con un final diferente. La forma regular y repeti-
tiva está equilibrada por un carácter alegremente rítmico creado por notas corcas so-
bre el tiempo fuerte del compás de la primera sección y un silencio sobre el tiempo
fuerte de la segunda sección.
ILUSTRACIÓN 12.5 En una fiesta celebrat/4 en la corte del duque Alberto W, en Múnich, tres parefd.S
bailan una majestuosa pavana, acompañadas por una flauta y un tambor visibles en el balcón izquierdo.
mientras que en el derecho vemos un intérprete de atabales y dos trompetistas, cuyos instrumentos estdn colga-
dos. Alfondo, el duque juega a las cartas con una dama. Grabado de Matthaus Zasinger, ca. 1500.
g. El surgimiento de la música instrumental 343
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Los músicos del Renacimiento agrupaban con frecuencia las danzas en pares o en
tríos. Una combinación predilecta consistía en una danza lenta en compás binario, se-
guida de una danza rápida en compás ternario con la misma melodía y donde la mú-
sica de la segunda danza era una variación de la primera. El par de danzas consistente
en una pavana (o pavane) y en una gallarda (o gailla,rd) fue uno de los favoritos du-
rante el siglo XVII en Francia e Inglaterra. El ejemplo 12.1 presenta la melodía de un
par de pavana y gallarda de Claude Gervaise, publicado en 1555. La pavana era una
danza tranquila con tres melodías repetidas (AABBCC) , mientras que la más animada
gallarda seguía la misma forma con una variante de la misma melodía. La ilustración
12.5 muestra a tres parejas bailando una pavana, la cual evidencia una mayor reserva
y un menor vigor que la gallarda mostrada en la ilustración 12.4. Un emparejamiento
similar de danzas en compás binario lento y compás ternario rápido eran el passamez-
zo y el saltare/lo, populares en Italia; en fuentes alemanas y polacas se menciona tam-
bién dicho emparejamiento de danzas. Estas danzas son un nuevo ejemplo de la afi-
ción durante el Renacimiento por la reelaboración de música ya existente de manera
distinta, como en el caso del cantus firmus o de la misa de imitación.
Si todos los aficionados a la danza del Renacimiento hubieran estado únicamente
interesados en el baile, una única melodía habría sido suficiente para cada danza. No
obstante, existieron cientos de piezas para cada uno de los tipos de danza. Resulta
evidente que tenían en gran estima la invención y la variedad, de igual modo en la
música de danza que en la música sacra o en la canción profana.
Ky ri e
Por regla general, los organistas improvisaban las composiciones sobre los versículos
aunque, desde 1570 en adelante, aparecieron colecciones de composiciones para ór-
gano a partir de corales. Estas piezas eran diversas en su estilo, desde armonizaciones
hasta composiciones más elaboradas o paráfrasis ornamentadas sobre cantus firmus.
La evolución de los géneros musicales en virtud de las imitaciones que los com-
positores se hacían entre ellos está ejemplificado en In Nomine. Los compositores in-
gleses de los siglos XVI y XVII escribieron más de doscientas piezas para consort o te-
clado, tituladas In Nomine, siendo la mayor parte composiciones sobre el mismo
cantus firmus. La fuente de tal tradición fue la sección sobre las palabras «in nomine
Domini», procedente del Sanctus de la misa de John Taverner Gloria tibi trinitas,
que Taverner transcribió para instrumentos y tituló In Nomine. Según parece, estaba
buscando un uso profano de la música en una época en la que Inglaterra ya no era
católica y no se interpretaban misas. Otros compositores escribieron después compo-
siciones sobre la misma melodía (el canto llano Gloria tibi trinitas) y, hasta que, con
el tiempo, In Nomine se convirtió en uno de los géneros más populares de la música
inglesa para consort de violas y se mantuvo vigente hasta la composición de Henry
Purcell a finales del siglo XVII. Para entonces, los orígenes de la melodía y su nombre
se habían olvidado mucho tiempo atrás.
Varfrzdones
El hecho de improvisar sobre una melodía para acompañar una danza posee raí-
ce antiguas, aunque la forma conocida como variaciones o forma de variación es
una invención del siglo XVI, utilizada más para piezas instrumentales indepen-
dientes que como acompañamiento de la danza. Las variaciones combinaban el
cambio con la repetición, adoptaban un tema dado -una tonada existente o de
nueva composición, una frase melódica en el bajo, un plan armónico, una melo-
día con acompañamiento u otro objeto musical- y presentaban una serie ininte-
rrumpida de variantes sobre ese mismo tema. El objetivo consistía en exhibir el
grado de variedad que podía alcanzarse a la hora de embellecer una idea básica.
346
·-
El Renacimiento
EJEMPLO 12.3 Narvdez, fragmen tos de Diferencias sobre «Guárdame las vacas»
b. Primera variación
c. Segunda variación
d. Tercera variación
e. Cuarta variación
u ....
) .• ••
~
n
-- ---=- -..-
-
- 1
'
y. El surgí.miento de la música instrumental 347
Todos los géneros instrumentales que hemos visto hasta ahora están basados en esque-
mas de danzas o se derivan de canciones, las dos fuentes tradicionales de la música. Pero
a finales del siglo XV y principios del XVI, por primera vez en la historia, los intérpretes
de instrumentos comenzaron a cultivar diversos tipos de música con total independen-
cia de los ritmos de danza o de las melodías tomadas de otros géneros. La mayor part
de estos tipos se desarrollaron a partir de hábitos de improvisación en instrumentos po-
lifónicos como el laúd o los instrumentos de teclado, mientras que otros se apoyaron en
texturas imitativas provenientes de la música vocal. Si bien estas piezas se usaban como
interludios en las iglesias o como música de fondo durante una conversación, podían
también interpretarse o escucharse como un fin en sí mismo; tanto quienes improvisa-
ban como los compositores emplearon a menudo efectos inusuales o muy expresivos
para atraer la atención de los oyentes (véase Lectura de fuentes).
Junto a las composiciones para conjunto instrumental de melodía de chansons.
los compositores de los siglos XV y XVI escribieron piezas con un estilo similar sin
que se conozca ninguna fuente de la música vocal. Basadas por lo general en una
imitación combinada con un contrapunto libre, como en las chansons de la épo
{véase ejemplo 9.1), estas piezas representan el primer corpus de música instrumen·
tal puesta por escrito que fue verdaderamente independiente de las danzas y las m ·
lodías de las canciones. Una de las obras más ampliamente distribuidas fue La Mar·
tinelúz de Johannes Martini (ca. 1440-1497), contemporáneo de Isaac y de Josquin
que trabajó en Milán y Ferrara. La pieza se despliega en una serie de frases, la mayo·
ría empleando la imitación entre dos voces (por regla general superius y renor).
mientras que la tercera voz guarda silencio o añade un contrapunto libre. La figura
E· El surgimiento tk la música inst:rumental 349
Los escrirores del siglo XVI atribuyeron a la música enormes poderes emocionales y se
hicieron eco de las ideas de los escritores de la Grecia antigua, cuyas obras se estaban
redescubriendo y se leían en muchos lugares (véase el pasaje de Aristóteles en el capí-
tulo 1). Este recuerdo de un viajero francés durante un banquete en Milán es testi-
monio de las capacidades de Francesco da Milano (1497-1543) como improvisador,
así como del impacto emocional de su modo de tañer el instrumento. Que los co-
mensales dejaran de conversar y escuchasen atentamente demuestra la creciente esti-
ma que despertaba la música instrumental pura.
Entre los placeres y cosas extraordinarias reunidas para satisfacción de gente tan selecta se
encontraba Francesco da Milano, hombre de quien se pensaba que había alcanzado el ob-
jetivo (si éste es posible) de la perfección en la interpretación del laúd. Habiéndose alzado
los manteles, cogió un laúd _J4 como si estuviese verificando la afinación, sentado cerca de
un extremo de la mesa, comenzó a improvisar una fantasía. Sólo había movido el aíre
pulsando tres sonidos cuando su música interrumpió las conversaciones que se habían en-
tablado entre los invitados. Y habiéndolos inducido a volver el rostro hacia él entera-
mente o en parte, continuó con tan cautivador fervor, haciendo que las cuerdas se volvie-
sen imperceptibles bajo sus dedos en virtud de su divina manera de tocar, que poco a poco
transportó a todos los que escuchaban a una melancolía tan refinada que -uno apoyan-
do su cabeza sobre la mano que descansaba sobre el codo; otro estirdndose relajado y dis-
poniendo sus miembros descuidadamente; otro, con la boca abierta y los ojos medio cerra-
dos, fijando su mirada (pensé yo) en las cuerdas; y otro, con la barbilla caída sobre el
pecho, ocultando una cara que revelaba el dnimo mds taciturno y triste que uno haya vis-
to jamds- sus oyentes permanecieron privados de otra sensación que no fuese la de escu-
char, como si el alma, habiendo abandonado el asiento de los demds sentidos, se hubiese
retirado a los oídos con el fin de disfrutar mds cómodamente de una sinfonía tan deslum-
brante. Y creo que (dijo Monsieur de Ventemille) hubiésemos permanecido allí callados,
si no hubiese él mismo, no sé cómo, reanimado las cuerdas, y dando poco a poco nuevos
ímpetus a su interpretación con una fuerza suave, devolvió nuestras almas y nuestros sen-
tidos al lugar del que habían sido robados -no sin sembrar tal asombro en cada uno de
nosotros, como si hubiésemos sido raptados por el transporte extdtico de algún divino fre-
nesí.
De un relato de Jacques Descartes de Ventemille, como fue transmitido por Pontus de Tyard, Solítaire
second ou Prose de la musique (Lyons: Jan de Tournes, 1555), 114-115.
350 El Renacimiento
inicial regresa con diversos aspectos durante toda la obra, incluida una forma variada
e invertida en el medio, como mostramos en el ejemplo 12.4.
Los intérpretes de instrumentos de teclado y de laúd tenían motivos frecuentes
para improvisar: para introducir una canción, para ocupar tiempo durante una cere-
a. Inicio
5
i nverted, x X X X
inverted, x
original, x x X X X X X X X
monia en la iglesia, para establecer el modo del canto o himno subsiguiente, para
comprobar la afinación de un laúd o para entretenerse a sí mismos o a un auditorio.
Composiciones que parecen ser improvisaciones aparecieron a comienzos del si-
glo XVI, en especial en España e Italia, y se convirtieron en puntales del repertorio de
los intérpretes solistas. A dichas piezas se les dio una variedad de nombres, como
preludio, fantasía o ricercare. Al no estar basadas en una melodía precisa, se desarro-
llaron libremente, con diversas texturas e ideas musicales. Desempeñaban la mism~
función que la introducción a un discurso, preparaban al oyente y establecían la to-
nalidad de lo que iba a seguir. Por ejemplo, las fantasías del compositor español Luis
Milán (ca. 1500-ca. 1561), en su colección para vihuela titulada El Maestro (Valen-
E: El surgimiento de la música instrumental 351
a. Toicio
c. Final
cia, 1536), están cada una en el mismo modo que la pieza vocal que le sigue y utiliza
pasajes de escalas rápidas u otras figuraciones que añaden tensión y suspense antes
de una fuerte cadencia sobre la final del modo.
La toccata fue la forma principal de música para teclado en estilo de improvisación
durante la segunda mitad del siglo. El nombre, del italiano toccare («tocar»), hace re-
ferencia al toque de las tedas y recuerda más bien el cuerpo y las acciones del intér-
prete que una incorpórea ejecución del sonido. Las toccatas del organista Claudio
Merulo (1533-1604) son ejemplos del género. Su Toccata IV en el sexto modo, de su
segundo libro de toccatas (1604), de la que se ofrece un pasaje en el ejemplo 12.5,
352 El Renacimiento
La música en Venecia
lknecia
Venecia, la segunda ciudad más importante de Italia después de Roma, era un Estado
independiente que poseía su propio imperio. Aunque nominalmente era una repú-
blica, en realidad se trataba de una oligarquía dirigida por varias familias importan-
tes, con un jefe electo llamado el dogo («duque», en veneciano). Puesto que Venecia
era una ciudad de comerciantes y el principal puerto del comercio europeo con el
Este, la república acumuló enormes riquezas, poder y esplendor durante el siglo XV.
Las guerras y otras desgracias redujeron su presencia en el siglo XVI, aun cuando si-
guió controlando extensos territorios en la península Itálica y a lo largo de la costa
del Adriático, desde Croacia hasta Grecia.
El gobierno poseía grandes peculios y gastaba generosamente en espectáculos pú-
blicos, música y arte. Se trataba de propaganda cultural a gran escala: aunque el im-
perio había encogido, las artes ,podían aún proyectar la gloria persistente de Venecia,
de manera que los suntuosos despliegues públicos de riqueza y seguridad en sí mis-
ma podían cohesionar al pueblo junto a su estado e intimidar a los enemigos poten-
ciales en el interior de la república o en el extranjero.
El centro de la cultura musical veneciana era la gran iglesia de San Marcos, del siglo XI,
o basílica de San Marcos, cuyas cúpulas bizantinas, interior espacioso, brillantes mo-
saicos dorados y ostentoso Pala d'Oro, retablo de oro macizo y piedras preciosas,
proclamaban la riqueza de la isla y sus estrechos vínculos con Oriente. Como la mis-
ma Venecia, San Marcos era independiente: se trataba de la capilla privada del doge,
en esencia la iglesia estatal de la república y por ello no estaba controlada por la je-
rarquía de la Iglesia. En la iglesia y en la gran piazza delante de ella tenían lugar cada
mes numerosas ceremonias civiles y religiosas. En cada ocasión, se celebraban misas
y vísperas con pompas fastuosas y una música elaborada.
La música de San Marcos estaba supervisada por funcionarios del Estado que no
ahorraban en gastos. La posición del director del coro, el puesto musical más codi-
354 El Renacimiento
ciado de toda Italia, estuvo ocupada por Willaert, Rore y Zarlino en el siglo XVI y
por Monteverdi a principios del XVII. Artistas renombrados y escogidos tras un exa-
men muy estricto ejercieron como organistas, incluido Claudio Merulo, Andrea
Gabrieli y su sobrino Giovanni Gabrieli. A partir de 1568 se formó un conjunto
permanente de intérpretes de instrumentos de primer rango, con especial énfasis en
las cornetas y los sacabuches, aunque incluyendo violines y fagotes. En las festivida-
des más relevantes se contrataban músicos adicionales, llegando a tocar hasta dos
docenas de instrumentistas, solos o junto con un coro de veinte a treinta voces.
Giovanni Gabrieli
El rico ambiente musical de Venecia dio forma a la música de Giovanni Gabrieli (en.
1555-1612). Estuvo al servicio de San Marcos como organista, compositor y super-
visor de los instrumentistas durante casi tres décadas (véase biografía). Sus composi-
ciones utilizaron todos los recursos disponibles en la iglesia; Gabrieli creó obras para
coros múltiples y las primeras colecciones importantes de piezas para un gran con-
junto instrumental.
La gloria de la música sacra veneciana se manifiesta en sus motetes policorales,
obras para dos o más coros. Desde antes de la época de Willaert, los compositores
de la región veneciana habían escrito a menudo para coros divididos, o cori spezzati.
Willaert publicó una colección de salmos para doble coro en 1550 que desató en
las décadas siguientes una moda por las obras policorales en toda Europa. Palestri-
na, Victoria y Lassus escribieron motetes policorales para ser usados en ocasiones
especiales. La moda alcanzq un punto culminante en la década de 1560, cuando
Alessandro Striggio (ca. 1536-1592) compuso una misa para cuarenta voces dividi-
das en ocho coros para su interpretación en Florencia durante la visita del sacro
emperador romano Maximiliano II en 1567; una interpretación en Inglaterra del
motete Ecce beatam lucem, con los mismos ejecutantes, inspiró a Thomas Tallis la
composición de otro motete para ocho coros a cinco voces, Spem in alium.
En Venecia, no obstante, la música policoral era un menú regular antes que un
plato especial. Andrea Gabrieli escribió numerosas obras policorales para importan-
tes ceremonias del Estado y de la iglesia; este género alcanzó nuevas cotas en la músi-
ca policoral de su sobrino Giovanni Gabrieli. En la música de este último, dos, tres,
cuatro e incluso cinco coros, cada uno con una combinación diferente de voces gra-
ves y agudas, y mezclados con instrumentos de timbres diversos, se respondían unos
a otros de manera antifonal y volvían a reunirse todos en masivos clímax sonoros.
En ocasiones, los coros estaban separados en el espacio, con grupos en las dos galerías
del órgano, uno a cada lado del altar y otro sobre el pavimento. El uso por parte de
Gabrieli de recursos contrastantes se convirtió en una de las influencias fundamenta-
les en la música sacra del Barroco, especialmente en Alemania. Analizaremos uno de
estos motetes policorales posteriores en el capítulo 15.
--
J2. El surgí-miento de la música instrumental 355
Gabrieli fue uno de los compositores más destacados durante el Renacimiento tardío
y el Barroco temprano, conocido hoy sobre todo por sus obras instrumentales aunque
también artista consumado de música sacra.
Poco se sabe acerca de los primeros años y de la formación de Gabrieli. En su ado-
lescencia y cumplidos los veinte años, estuvo al servicio del duque Albrecht V de Mú-
nich, donde estudió con Orlando di Lasso. En 1585 fue nombrado segundo organista
de San Marcos, donde trabajó junto a su tío Andrea Gabrieli hasta la muerte de este
último en agosto. Ese mismo año, el Gabrieli más joven fue elegido organista de la
Scuola Grande di San Rocco, una de las más prominentes scuole (escuelas), o fraterni-
dades de la caridad, de Venecia. Las scuole patrocinaban los ritos y ceremonias religio-
sas, participaban en celebraciones civiles y se esforzaban por superar a las demás en el
fasto y en la música, dando a Gabrieli amplias oportunidades de componer música fas-
tuosa para conjuntos formidables. Fue el compositor principal de música ceremonial
de San Marcos y compuso unos cien motetes, la mayor parte para coros múltiples.
Corno segundo organista, Gabrieli supervisó a los instrumentistas; no hay duda de que
sus canzonas y sonatas para conjunto instrumental estaban escritas para ellos. Estuvo
simultáneamente al servicio de San Marcos y de San Rocco hasta su muerte en 1612.
Obras principales: Cerca de 100 motetes, más de 30 madrigales, 37 canzonas para
conjunto instrumental, 7 sonatas y aproximadamente 35 obras para órgano, incluidos
ricercares, canzonas, toccatas e intonazioni.
El siglo XVI vio surgir la música instrumental cultivada por sí misma, derivada de la
música de danza, relacionada con la música vocal o concebida como música abstrac-
ta e independiente de la danza y de la canción. Los tipos abstractos acabarían por
adquirir la mayor importancia y dar lugar a las sonatas y sinfonías de los siglos pos-
teriores, aunque los vínculos con la música vocal y la danza siguieron existiendo en
la música instrumental posterior. Algunas formas de la música instrumental del
siglo XVI se siguieron cultivando en la época barroca y después, incluidas las danzas
estilizadas, las composiciones para órgano sobre melodías sacras, las variaciones y los
preludios. La música instrumental continuó conquistando su independencia, hasta
que en el siglo XIX alcanzó un nivel de prestigio más elevado que la mayor parte de la
música vocal. Además, la tradición de tocar música instrumental para el propio de-
leite, en soledad o en compañía, estaba bien establecida a finales del Renacimiento y
ha perdurado hasta hoy.
Gran número de obras instrumentales se publicaron en el siglo XVI y algunas se
interpretaron durante una o más generaciones, hasta que los gustos cambiaron y los
libros antiguos se archivaron y sustituyeron por música en los estilos nuevos. Las
obras instrumentales más antiguas que la mayoría de los oyentes conocen hoy son las
canzonas y sonatas de Gabrieli, redescubiertas a principios del siglo XIX y que hoy
forman parte del repertorio habitual de los instrumentos modernos de metal. La re-
cuperación del resto de la música instrumental del Renacimiento tuvo que esperar
hasta el siglo XX, cuando los artesanos empezaron a reconstruir los instrumentos del
Renacimiento y a fabricarlos en cantidad cada vez mayor. Los estudiosos han trans-
crito gran cantidad de música instrumental renacentista, aunque todavía se estudia e
interpreta mucho menos que la música vocal, en parte debido al escaso número de
personas capaces de leer las complejas tablaturas desarrolladas para los instrumentos
de teclado y de cuerda pulsada, que varían de un instrumento a otro y de lugar en
lugar. Sólo en tiempos recientes, las danzas y piezas para laúd del Renacimiento han
empezado a aparecer en grabaciones y emisoras de radio especializadas en música
clásica, lo que ha permitido que oyentes e intérpretes hayan redescubierto los instru-
mentos, los sonidos y el atractivo de esta música otrora sumamente popular.
TERCERA PARTE
EL SIGLO XVII
La culrura occidental de los últimos cuatrocientos años ha vivido a costa del capital
inrelecruaJ generado en el siglo XVII. Desde los descubrimientos sobre el sistema so-
lar hasta la invención del cálculo matemático, de las nociones de igualdad política al
istema económico del capitalismo, los europeos de aquel siglo pusieron los funda-
mentos del desarrollo científico y social de las generaciones siguientes.
Y lo mismo puede decirse de la música. Los géneros musicales más conocidos
hoy, inventados en el siglo XVII, incluyen la ópera, el oratorio, la cantata, la obertura,
d concierto, la sonata a solo, la sonata a trío, la sonata para teclado, la suite, la fuga,
la chacona y el passacaglia. En ese siglo, los compositores italianos crearon los prime-
ros recitativos, los músicos de París y Roma organizaron las primeras orquestas, los
cantantes venecianos se convirtieron en los primeros divos, un empresario de Lon-
dres concibió la idea de los conciertos públicos y una niña francesa se convirtió en el
primer niño prodigio aclamado en la música. Los compositores del siglo XVII respon-
dieron al interés de sus contemporáneos por el espectáculo, el teatro y el drama cre-
ando una música que fuese más dramática y espectacular que toda la música ante-
rior. Ciertos estilos altamente expresivos y desarrollados para los escenarios
encontraron entrada en la liturgia, cambiaron para siempre el carácter de la música
sacra y penetraron en la música instrumental, que empezó por primera vez a rivalizar
en importancia y contenido emocional con la música vocal. La tonalidad, el sistema
de tonalidades mayores y menores orientadas alrededor de un tono central, surgió
como lenguaje musical fundamental de Europa, rango que ocuparía durante más de
dos siglos. Estos y otros aspectos de la música, introducidos por primera vez en el siglo
xvu, son algunos de los aspectos con los que nos topamos más a menudo y que da-
mos por sentado con la mayor certidumbre, de modo que la historia de aquella épo-
ca se torna sumamente interesante.
J3. Los nuevos estilos del siglo XVII
Lo músicos italianos que vivieron en torno a 1600 sabían que estaban inventando
nuevas maneras de hacer música. Concibieron nuevas formas de expresión, como el
/Huso continuo (bajo continuo), la monodia y el recitativo; nuevos estilos, caracte-
rizados por las disonancias no preparadas, por una mayor concentración en la voz o
en el instrumento solista y por la interpretación idiomática; y nuevos géneros, como
la ópera. Esta generación fomentó deliberadamente la novedad musical como no se
había hecho desde el Ars Nova, en las primeras décadas del siglo XIV.
Retrospectivamente, esta abundancia de innovaciones se ha considerado el inicio
de un nuevo periodo llamado a menudo el Barroco. El término se empleó por los
historiadores del arte del siglo XIX, pero no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando
lo historiadores de la música lo aplicaron al periodo que se extiende desde aproxi-
madamente 1600 hasta alrededor de 1750. Ciertamente, existen elementos que los
compositores de principios del siglo XVII, como Peri o Monteverdi, comparten
con compositores de la primera mitad del siglo XVIII, como Vivaldi o Bach, en parti-
cular su concentración en el movimiento de los afectos (o emociones). Pero el si-
gl XVII fue también un periodo, propiamente dicho, marcado por invenciones con-
tinuas de nuevos géneros, estilos y métodos, por la difusión progresiva de las ideas
italianas y, en respuesta a ellas, por el desarrollo de lenguajes nacionales indepen-
dientes. Sea cual sea el punto de vista que adoptemos, las innovaciones en torno a
1600 inauguraron una nueva época de la música, en la cual la ópera y los estilos tea-
trales desempeñaron un papel muy destacado.
Este capítulo pondrá de relieve el contraste entre el periodo barroco y su predece-
sor, d Renacimiento. El capítulo 14 expondrá la invención y temprana difusión de la
ópera en Italia. El capítulo 15 se ocupará de la música sacra, de la música de cámara y
~ I~ música instrumental en la primera mitad del siglo XVII, mientras que los capítulos
Slguienr darán muestra de los desarrollos acaecidos a partir de mediados del siglo.
362
-
El siglo XVI¡
El interés por la innovación entre los músicos es paralelo a las nuevas ideas en la
ciencia, la política y la economía. Los efectos de la guerra, que modificaron las es-
tructuras políticas, y la riqueza relativa hicieron que las circunstancias de los músicos
fuesen diferentes en cada lugar de Europa occidental e influyeron en la música culti-
vada en las distintas regiones.
Europa se hallaba en medio de una revolución científica liderada por una nueva
generación de investigadores que se apoyaban en la matemática, la observación y los
experimentos prácticos, y no en las opiniones recibidas. Johannes Kepler demostró
en 1609 que los planetas, incluida la Tierra, se movían en órbitas elípticas alrededor
del Sol y a velocidades que variaban conforme a la distancia con respecto al Sol. En
la década siguiente, Galileo Galilei demostró las leyes que gobiernan el movimiento
y utilizó el recién inventado telescopio para descubrir las manchas solares y las lunas
que giran alrededor de Júpiter. Sir Francis Bacon defendió la actitud empírica de la
ciencia y confió en la observación directa antes que en las autoridades de la Antigüe-
dad. Como contrapeso al método inductivo de Bacon, René Descartes propuso un
enfoque deductivo que explicaba el mundo mediante las matemáticas, la lógica y el
razonamiento a partir de algunos primeros principios. Estas dos tendencias se auna-
ron en la obra de sir Isaac Newton, cuya ley de la gravitación, desarrollada en la dé-
cada de 1660, combinó la observación exacta con la elegancia matemática y estable-
ció el modelo para los métodos científicos de los siglos posteriores. El mismo interés
por lo útil y efectivo, y no por lo bendecido por la tradición, es evidente en la músi-
ca de toda índole del siglo XVII. La percepción y el efecto percibido constituyen el
núcleo de los nuevos estilos de arte y música en torno a 1600, incluida la segu,nda
prdctica (descrita más adelante) y la ópera.
Este siglo vio surgir también pensamientos políticos nuevos, que se extienden des-
de el inglés Levellers, que abogó por la democracia con iguales derechos políticos para
todos los hombres, hasta Thomas Hobbes, cuyo Leviatdn (1651) propugnaba la idea
de un Estado soberano y todopoderoso. Tales debates se vieron estimulados en parte
por conflictos religiosos que en ocasiones condujeron a las guerras. Algunos conflicro
que venían de antiguo se resolvieron al entrar el siglo XVII. En Francia, Enrique I
promulgó en 1598 el Edicto de Nantes, que garantizaba alguna libertad a los protes-
tantes, aunque confirmaba el catolicismo como la religión del Estado. La Inglaterra
protestante y la España católica pusieron término en 1604 a décadas de guerra, y la
Holanda calvinista consiguió su independencia de España en 1609 y se convirtió en
una república. Pero los conflictos religiosos dentro del Sacro Imperio Romano preci·
pitaron el estallido de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que devastó Ale·
manía y redujo la población de algunas áreas a menos de la mitad. La guerra civil in·
glesa (1642-1649), inicialmente una lucha por el poder entre el rey y el Parlamento
tuvo también aspectos religiosos. La derrota del rey condujo a la sustitución de la
Iglesia de Inglaterra por una Iglesia presbiteriana estatal, cambio que se invirtió de
¡3. Les nuevos estilos del siglo XVII 363
En Francia, el poder y la riqueza se concentraron cada vez más en el rey. Luis XIV
(r. 1643-1715) controló las artes, incluida la música, y las utilizó para afirmar su
gloria. Durante el siglo XVII, Francia sucedió a España como potencia hegemónica
en el continente; en parte como resultado, la música francesa fue muy imitada,
mientras que la música española tuvo escasa influencia allende sus fronteras. La gue-
rra civil y las prerrogativas del Parlamento limitaron la riqueza de la realeza inglesa,
pero su patrocinio influyó sobremanera en el gusto nacional. Los desastres de la
Guerra de los Treinta Años socavaron la hacienda pública de todo el Sacro Imperio
Romano, aunque a partir de mediados de siglo las cortes y ciudades-estado libres de
Alemania reforzaron sus instituciones musicales y se dejaron influir tanto por Italia
como por Francia. La Iglesia siguió apoyando la música, aunque su papel fue menos
importante que en siglos anteriores.
Junto al mecenazgo aristocrático, civil y eclesiástico, numerosas ciudades dispo-
nían de «academias», asociaciones privadas que, entre otras funciones, subvenciona-
ban las actividades musicales. En muchas ciudades se establecieron teatros de ópera,
siendo Venecia la primera en 1637. En Inglaterra tuvieron lugar en 1672, por pri-
mera vez, conciertos públicos a los que uno se suscribía o en los que pagaba la entra-
da, aunque tal práctica no se extendió al resto de Europa hasta después de 1700.
De qué manera el término baroque, que significaba algo anormal, extrambótico, exa-
gerado o de mal gusto, pasó a aplicarse al arte y a la música de varias generaciones es
una historia de gustos y valores cambiantes. El término se acuñó en Francia a partir
del portugués barroco, una perla de forma irregular. Se aplicó a la música y al arte
primero de forma peyorativa a mediados del siglo XVIII, por críticos que preferían un
estilo nuevo y más sencillo. Un crítico juzgó la vieja música «barocque» como una
música disonante y en absoluto melodiosa, con cambios de tonalidad y de compás
caprichosos y extravagantes, y otro dijo que iba dirigida «a sorprender por la audacia
de sus sonidos». El escritor y viajero Charles de Brosses aplicó el término a la arqui-
tectura, al lamentar que el Palacio Pamphili de Roma estuviese decorado con filigra-
nas más apropiadas para vajillas y cristalerías que para edificios.
Cuando los críticos de arte del siglo XIX empezaron a apreciar las tendencias orna-
mentadas, dramáticas y expresivas de la pintura y de la arquitectura del siglo XVII, barro-
co asumió un significado positivo. Los historiadores de la música en los años veinte del
siglo XX observaron un buen número de estas mismas cualidades de extravagancia, de-
coración y concentración en la expresión en gran parte de la música de la época; en los
años cincuenta, Barroco era un término bien establecido para designar el periodo desde
aproximadamente 1600 hasta aproximadamente 1750. Reconociendo que estos 150
366 El sigloXE!"
La dramatización de la poesía
La teatralidad del Barroco influyó sobre la poesía tanto como sobre el arte yla músi-
ca. El siguiente poema emplea la imagen del poeta como una ciudad fortificada y
atacada por el ·enemigo, Amor. Escrito por Giulio Strozzi (1583-1652) y puesto en
música por Claudia Monteverdi en su Octavo Libro de Madrigales (1638), el poema
posee una teatralidad muy ocurrente: cuando la crisis se hace más intensa, el prota-
gonista les grita (al final de cada verso) a sus acompañantes imaginarios.
años abarcan una diversidad de estilos demasiado grande para sintetizarse en una sola
palabra, hablaremos del periodo barroco, mas no del estilo barroco. Las fechas límite
deben tomarse como aproximaciones poco precisas a una época en la que compositores
y oyentes compartieron ciertos ideales acerca de la música y aceptaron convenciones co-
munes sobre el comportamiento de éste. Lo más importante fue que valoraron la músi-
ca por su poder dramático y su capacidad para mover los afectos (véase más adelante).
El barroco dramático
tes. La Iglesia católica vio en tal arte un instrumento persuasivo en su campaña por
mantener la fidelidad de su feligresía y contrarrestar las fuerzas de la Reforma.
La arquitectura barroca podía ser igualmente teatral y empleó elementos de la
Antigüedad y del Renacimiento de manera nueva y desconcertante. El diseño dra-
mático de Bernini para la plaza situada ante la basílica de San Pedro del Vaticano
exhibe dos columnatas semicirculares de cuatro columnas de profundidad que pare-
cen envolver al observador, lo cual simboliza la pretensión de la Iglesia de abrazar al
mundo. Mientras que las columnas, los capiteles, los dinteles, los portales y otros
componentes son tradicionales, la longitud y la curvatura no tienen precedentes, Y
la altura, anchura y el espacio abierto contribuyen aún más a la espectacularidad del
efecto.
-
JJ. Los nuevos estilos del siglo XVll 369
Así como el impulso central del arte barroco es la dramatización, la música del
Barroco por excelencia es dramática, centrada en la ópera, aunque el drama impreg-
na también las canciones, la música sacra y la música instrumental. Todos los tipos
de movimiento y cambio musical -desde los movimientos rítmicos y el ascenso y
descenso de la melodía hasta los contrastes de armonía, textura y estilo- se utilizan
con una nueva intensidad para transmitir las emociones y sugerir la acción dramá-
tica.
Los afectos
Los compositores del periodo barroco buscaron medios musicales de expresar o sus-
citar los afectos, esto es, emociones como la tristeza, la alegría, la cólera, el amor, el
miedo, el entusiasmo o el asombro. Se pensaba que los afectos eran estados relativa-
mente estables del alma, causados cada uno de ellos por una cierta combinación de
espíritus o «humores» en el interior del cuerpo. Según René Descartes, cuando estos
espíritus eran puestos en movimiento por estímulos externos a través de los senti-
dos, transmitían su movimiento al alma, originando emociones específicas. Su tra-
tado Las pasiones del alma (1645-1646), un intento de analizar y catalogar los afec-
tos, planteó una simple teoría mecanicista para explicar su causa: para cada
movimiento que estimula los sentidos existe una emoción específica evocada en el
alma.
El objetivo de todas las artes de este periodo consistía en mover las emociones y
concitar las pasiones o afectos en el alma. En un ensayo sobre la expresión en la pin-
tura, el pintor y dibujante francés Charles Le Brun (1619-1690) retrató y denominó
una galería completa de emociones, así como los gestos faciales correspondientes, de
forma que sirviesen como ejemplos para los artistas. Los escritores que dedicaron su
atención a la música hicieron intentos similares para aislar y catalogar los afectos y
describir cómo surgen. Al hacerlo, reflejaron la práctica de los compositores e intér-
pretes, que desarrollaron métodos nuevos de representación de las emociones en la
música, muchos de los cuales se convirtieron en convenciones duraderas.
Era creencia extendida que el hecho de experimentar una gama de afectos por
medio de la música contribuía a un equilibrio mejor entre los humores y promovía
la salud física y psicológica, de manera que tanto las obras vocales como las instru-
mentales ofrecían por lo general una sucesión de estados de ánimo contrastantes.
Los compositores no intentaban expresar sus sentimientos personales: por el contra-
rio, en la música instrumental buscaban retratar los afectos en sentido genérico, uti-
lizando técnicas convencionales y específicas; en la música vocal, buscaban transmi-
tir las emociones del texto, del carácter o de la situación dramática. De esta manera,
los compositores de ópera desplegaron una galería musical de emociones al escribir
una serie de arias en cada acto, cada una para un carácter y una situación particula-
res sobre el escenario, buscando plasmar un retrato psicológico del carácter suscitado
por una cierta emoción. Al imitar la emoción mediante gestos musicales -como los
motivos melódicos y rítmicos, el movimiento armónico, las líneas del bajo, el com-
pás y la figuración-, el compositor esperaba conseguir que el oyente experimentase
el afecto correspondiente.
Tales teorías se vieron potenciadas por los descubrimientos científicos de la épo-
ca. Las observaciones de Galileo por medio del telescopio y los experimentos con las
leyes del movimiento habían demostrado que los sentidos tanto como la razón eran
instrumentos del aprendizaje. Puestos al servicio del conocimiento humano, los ojos
y los oídos podían convertirse en conductos a través de los cuales influir en las emo-
ciones y la conducta.
Inherente a la expresión barroca fue el considerar las artes una base igualmente
sólida para interpretar la experiencia humana y para fomentar la asociación entre sus
distintas manifestaciones. Su poder combinado incrementó su efecto individual.
cuyo ejemplo es el impacto combinado de la escultura, la arquitectura y la ilumina-
ción aunadas en las capilla de Bernini (ilustración 13.3), o la música, la poesía, el te-
atro, la escenografía y el vestuario llevados a una síntesis en una época (véase capítti·
lo 14). Todas las artes del siglo XVII buscaron mover los afectos, y ese objetivo
permitió a los pintores, escultores, poetas y músicos transgredir los límites estableci-
dos previamente con el fin de imitar y penetrar en el ámbito invisible del alma.
!}• Los nuevos estilos del siglo XVTI 371
La segunda prdctica
Ten ore
X
X
ahi las - so
ahi las so
so
Cruel Amarillis, que con el nombre mismo [enseñas amargamente} de amor, ¡ay!
!J.: Los nuevos estilos del siglo XVII 373
teatro y la danza. En cada caso, los compositores buscaron emparejar el estilo con la
función de la música y con los afectos apropiados.
Más allá del interés por el drama y por el movimiento de los afectos, la música de la
época barroca comparte diversos rasgos que la distinguen de la música de otros pe-
riodos.
La textura prevaleciente en la música del Renacimiento consiste en una polifonía
de voces independientes. En contraste, la nueva música del siglo XVII enfatiza de ma-
nera general la homofonía y hace uso de unas voces prominentes de bajo y de tiple,
y de unas voces intermedias, escritas o improvisadas, que rellena el tejido armónico.
La melodía con acompañamiento no era en sí algo nuevo; un procedimiento seme-
jante aparece en las chansons de los siglos XIV y XV y en las canciones homofónicas a
varias voces del XVI. Lo que resultaba nuevo en torno a 1600 era la polaridad entre el
bajo y el tiple como las dos voces esenciales.
En relación con esta polaridad se encontraba el sistema de notación denominado
bajo continuo (en italiano, basso continuo). En este sistema, el compositor escribía
la melodía o melodías y la línea del bajo, pero dejaba a los intérpretes el relleno de
los acordes y voces interiores apropiadas. El bajo y los acordes se interpretaban con
uno o más instrumentos de continuo, por regla general el clavicémbalo, el órgano,
el laúd o la tiorba (también llamada chitarrone), un laúd largo con cuerdas de bajo
adicionales. A finales del siglo XVII, la línea de bajo se reforzó a menudo con un ins-
trumento melódico como la viola de gamba, el violonchelo o el fagot. Cuando los
acordes que habían de tocarse eran distintos de las tríadas comunes en su estado fun-
damental, o si era preciso añadir tonos no pertenecientes al acorde (como en el caso
de los retardos) o alteraciones, el compositor acostumbraba a añadir cifras -núme-
ros o signos de bemol y sostenido- por encima o por debajo de las notas del bajo
para indicar con precisión las notas requeridas, como se muestra en la ilustración
13.4. Esa línea de bajo se denomina bajo cifrado.
La realización -la interpretación efectiva- de un bajo de tales características
variaba según el tipo de pieza y la habilidad y el gusto del intérprete, quien tenía
un considerable espacio para la improvisación. El intérprete podía limitarse a in-
terpretar los acordes o añadir notas de paso y motivos melódicos que imitaban al
tiple o al bajo. El ejemplo 13.2 muestra dos realizaciones posibles a partir de la
primera frase de la ilustración 13.4 -una en estilo preferentemente de acordes y
la otra con voces que se desplazan y retardos ornamentales-. A la hora de elegir
cómo realizar el bajo, el intérprete de continuo era libre de añadir las interpreta-
ciones y énfasis diferentes de los distintos solistas. Las ediciones modernas de
obras con continuo suelen imprimir la realización de un editor mediante notas pe-
queñas.
~ LECTURA DE FUENTES - - -- - - - - - --
Los cambios de estilo originan a menudo conflictos. Una de las disputas más famo-
sas se originó con las críticas de Giovanni Maria Artusi, en 1600, contra el madrigal
Cruda Amarilli de Claudio Monteverdi, según Artusi por causa de la violación inne-
cesaria de las reglas del contrapunto. Como respuesta, Monteverdi puso este madri-
gal en el primer lugar de su Quinto Libro de Madrigales (1605) e incluyó un breve
prefacio, en el que sugirió que existía una «segunda práctica», más allá de la reglas
tradicionales. Prometió una explicación integral que nunca apareció, aunque su her-
mano Giulio Cesare Monteverdi elaboró una en el prefacio a los Scherzi musicali de
Claudio ( 1607), donde explicó que, en la segunda práctica, la música sirve a las pa-
labras y no sigue sus propias reglas, como en la primera práctica codificada por Zar-
lino.
De Giovanni Maria Artusi, L'Artusi overo Del/e imperfettioní della moderna musíca (Venecia, 1600).
p. 532.
---·---
Estudioso lector:
No te sorprenda que yo dé a la imprenta estos madrigales sin antes responder a Úls ob-
jeciones hechas por Artusi contra algunos fragmentos minúsculos de los mismos. Estando
al servicio de su Serena Alteza de Mantua, no dispongo del tiempo que ello requerirla.
No todas las piezas utilizaban el bajo continuo; puesto que su propósito era ser-
vir de acompañamiento, era innecesario en la música para laúd o teclado a solo.
Asimismo, motetes y madrigales en estilo antiguo y sin acompañamiento podían ell
ocasiones publicarse con una parte de continuo para adaptarlos a la nueva práctica.
Los nuevos estilos del s~r.io XVII 375
No obstante, he escrito una respuesta para hacer saber que no hago las cosas por casuali-
dad y, tan pronto como la tenga rescrita, verd la luz bajo el título Segunda prdctica, o la
perfección de la música moderna. Algunos se asombrardn por ello, pues no creen que exis-
ta otra prdctica que la enseñada por Zarlino. Pero con respecto a las consonancias y diso-
nancias dejaos convencer de que existe un modo distinto de considerarlas al que estd de-
terminado, modo que defiende la manera moderna de composición con el consentimiento
de la razón y los sentidos. Q;tería decir ambas cosas, de manera que otros no se apropien
de la expresión «segunda prdctica» y con el fin de que los hombres de intelecto puedan en-
tretanto considerar pensamientos distintos con respecto a la armonía. Y tened fe en que el
compositor moderno construye sobre los fundamentos de la verdad.
Vivid felizmente.
!audio Monteverdi, prefacio a Il quinto libro de madrigali a cinque voci (Venecia, 1605), 151-152.
---·---
Mi hermano dice no componer sus obras por casualidad porque, en esta clase de música,
ha sido su intención hacer de las palabras las señoras de la armonía y no las siervas...
Pero en este caso, Artusi toma ciertos .fragmentos, que él llama <pasajes», del madrigal
de mi hermano «Cruda Amarilli», sin prestar la menor atención a las palabras [es decir,
al significado y al impacto del texto}, y las ignora como si nada tuviesen que ver con la
música.
... Al someter a juicio estos <pasajes» sin las palabras, su oponente colige que toda exce-
lencia y belleza consiste en la observancia exacta de las reglas mencionadas para la prime-
ra prdctica, que hacía de la armonía la señora de las palabras. Esto se hace patente en la
música de mi hermano, pues tiene por cierto que, en una clase de composición como ésta
suya, ... la armonía, de ser la señora pasa a ser la sierva de las palabras y las palabras las
señoras de la armonía. Esta es la manera de pensar a la que tiende la segunda prdctica o
el uso moderno.
·ulio Cesare Monteverdi, «Dichiaratione», en Claudia Monteverdi, Scherzi musicali (Venecia, 1607),
p. 538.
Los compositores del siglo XVII combinaron a menudo voces con instrumentos
que interpretaban partes distintas. El resultado se denominó procedimiento del
concertato (del italiano concertare, «llegar a un acuerdo»). En un concerto musical se
reúnen fuerzas contrastantes en un conjunto armónico. Hoy en día pensamos en los
5::7/-=X
376
f- ·TIU:&~_if~ID~
Ed~'I aio Sol vcdro'I
...,º
111io Sol vcdm prima cMo
•
... . o .
fitf!Jjlf*JL ~~
¡; ttJB1 • l 1Eltü~~!§lt~tl.l00
raggioa me ri cor 110 O mia luce o'niia gio
tt::m
JO
~~f :*llW
ILUSTRACIÓN 13.4 Madrigal a solo de Giulio Caccini, Vedro 'l mio sol como fue impreso en Le n f4()11e
musiche. En este ejemplo temprano de notación de bajo cifrado, el bajo aparece con los intervalos exactos que
han de sonar en los acordes por encima de él, como la undécima (11) disonante que resuelve en una décima
mayor (# 1O) en el primer compds. En la prdctica posterior, la octava precisa se dejó a discreción del intérprete;
as{, 4 y #se usaban en lugar de 11 y #1O. Un bemol o un sostenido sin número indicaban una tercera mmor
o mayor respectivamente, como en la mitad del tercer sistema.
conciertos como piezas para solistas y orquesta, pero el significado en el siglo XVII era
más amplio y abarcaba géneros como el madrigal concertato para una o más voces
y continuo y el concerto sacro, una obra vocal sacra con instrumentos. El uso de di-
versos timbres combinados se convirtió en un rasgo característico de la época barro-
ca, en contraste con la preferencia por los conjuntos homogéneos del siglo XVI.
La unión de voces e instrumentos de cuerda con instrumentos de teclado y laúdes
originó problemas de afinación. Como se indicó en el capítulo 7, los músicos del si-
glo XVI utilizaban varios sistemas de afinación. Cantantes y violinistas preferían la
entonación justa porque les permitía realizar los ajustes necesarios para mantener los
intervalos armónicos perfectamente afinados. Los intérpretes de teclado no podían
ajustar la altura tonal durante la ejecución de la obra, por lo que generalmente utili-
zaban el temperamento mesotónico, que garantizaba que la mayor parte de las trfa-
13. Los nuevos estilos del sitzlo XVII 377
EJEMPL 13.2 Dos realizaciones posibles del continuo del inicio de Vedro 'l mio sol
a. Estilo de acordes
/\ ~ 1
ve 1
dro'l_
1
mio
1
sol,
J 1
11 #10
b. Con figuración
.~ ~
1 1 1 1
Ve dro'l_ mio sol,
í r r
1 1
11 #10
resultado, se toleró una variedad mayor de disonancias, aun cuando a mediados del
siglo XVII las convenciones regularon el modo de introducir las disonancias y de re-
solverlas.
El cromatismo experimentó un desarrollo similar, desde la experimentación en tor-
no al cambio de siglo hasta la libertad dentro de un esquema ordenado de mediados de
siglo. El cromatismo se usaba en particular en las obras vocales para expresar emocio-
nes intensas, para sugerir la exploración armónica en las piezas instrumentales y para
crear sujetos característicos destinados a su elaboración en contrapunto imitativo.
La naturaleza del contrapunto cambió durante la época barroca. La polaridad ti-
ple-bajo y el uso del continuo modificaron el equilibrio entre las voces y sustituye-
ron la polifonía de voces iguales típica del siglo XVI por la particular relevancia del
bajo. Incluso en el contrapunto imitativo, las líneas melódicas individuales estaban
subordinadas a la sucesión de acordes implicada en el bajo, lo que dio lugar a un
contrapunto conducido desde la armonía.
La música del periodo barroco fue, o bien muy métrica, o bien muy libre. Los
compositores usaron ritmos flexibles para el recitativo vocal (véase capítulo 14) y
las piezas instrumentales improvisadas a solo, como toccatas y preludios (véase ca-
pítulo 15). Para otros tipos de música, los ritmos regulares, como los que se hallan
en la música de danza, se hicieron cada vez más omnipresentes. Las barras de com-
pás, usadas en las tablaturas desde el siglo XV, se volvieron usuales en todos los ti-
pos de música del siglo XVII. Al principio, estas barras de compás delimitaban sim-
plemente frases de longitud igual o desigual. Pero a mediados de siglo se usaban
en su sentido moderno, para delimitar los compases, esquemas recurrentes de par-
tes o tiempos fuertes y débiles, con el valor y el número de partes indicados por el
tipo de compás. Los dos tipos de ritmo, flexible y métrico, se utilizaron a menudo
para crear contrast~, como en el emparejamiento de recitativo y aria, o de toccata
y fuga.
La polifonía, ejecutable por cualquier combinación de voces e instrumentos, ten-
día a equiparar los estilos vocales e instrumentales. El destacado papel del solista en
el periodo barro~o alentó a los compositores a escribir una música idiomática de un
medio concreto, como el violín o la voz solista. El desarrollo de la familia del violín
fue especialmente importante porque el vigoroso movimiento del arco por encima
de la cabeza, en contraste con el movimiento del arco en las violas, sin levantar el
brazo por encima del hombro, producía un sonido característico y penetrante. Los
laúdes e instrumentos de teclado poseían evidentemente sus propios estilos idiomáti-
cos, adecuados a cada instrumento y a su técnica de interpretación. Las mejoras téc-
nicas en los instrumentos de viento los hicieron adecuados para la interpretación
arriesgada del solista. Cantantes y profesores de canto famosos promovieron nuevos
niveles de virtuosismo, color y proyección. Los estilos de la voz y de cada familia de
instrumentos divergían cada vez más, llegando finalmente a ser tan distintos que los
compositores podían tomar prestados conscientemente giros idiomáticos de la mú i-
ca vocal para la música instrumental, y viceversa.
y. Los nuevos estilos del siglo XVII 379
tan ta bel -
Versión
ornamen tada
tan ta el-
Bajo
continuo
il pa - ra di so ha se co.
il pa-ra-di
música de los siglos XVIII y XIX. El Tratado de armonía de Rameau, de 1722, ofreció
la primera formulación teórica completa del nuevo sistema, que había estado vigente
en la práctica durante má.S de medio siglo.
Como la versión renacentista del sistema modal, la tonalidad evolucionó gra-
dualmente. El uso persistente de ciertas técnicas -progresiones cadenciales típicas,
el movimiento del bajo en cuartas o en quintas, los esquemas convencionales del
bajo o el uso de retardos para crear un movimiento hacia delante- acabaron por
engendrar un conjunto consistente de rutinas que podía codificarse en una teoría.
Pero la presencia de tales técnicas no significa que una obra sea tonal; la música de la
primera mitad del siglo muestra con frecuencia la influencia continua de los modos.
Innovaciones perdurables
Muchas de las innovaciones de principios del siglo XVII perduraron durante siglos Y
algunas están en uso todavía hoy. Diversos rasgos característicos descritos anterior-
mente siguieron siendo típicos en la música de los siglos XVIII y XIX, como el interés
13, Los nuevos estilos del siglo XVII 381
El arte por antonomasia del siglo XVII es la ópera, una unión de poesía, drama, músi-
ca y escenografía, todos animados por la representación. Una ópera («obra», en ita-
liano) es un drama con una presencia continua o casi continua de la música, puesta
en escena con decorados, vestuario y acción. El texto de una ópera se denomina li-
breto («libro pequeño», en italiano), por lo general una pieza teatral en verso rimado
o sin rima. El arte de la ópera es una unión de poesía, drama y música, que cobra
vida gracias a la interpretación. Desde sus orígenes en torno a 1600, la ópera se con-
virtió en el género más destacado de los siglos XVII y XVIII, y ha mantenido su impor-
tancia desde entonces.
Hay dos maneras de contar la historia de su creación. En un sentido, la ópera fue
una innovación insólita, un intento de recrear en términos modernos la experiencia
de la antigua tragedia griega: un drama, enteramente cantado, en el que la música
transmite los efectos emocionales. Pero en otro sentido, la ópera fue una fusión de
géneros ya existentes, incluidas las piezas y espectáculos teatrales, la danza, los ma-
drigales y la canción solista. Ambos puntos de vista son correctos, porque los creado-
res de las primeras óperas se basaron en ideas acerca de la tragedia antigua y en el
contenido de los géneros modernos.
Precursores de la ópera
Si bien las óperas más antiguas datan de los años en torno a 1600, la asociación de
música y drama se remonta a los tiempos antiguos. Los coros y principales discursos
líricos en los dramas de Eurípides y de Sófocles se cantaban. Los dramas litúrgicos
medievales se cantaban por completo y los milagros y autos sacramentales de la Edad
Media tardía incluían algo de música. Las obras teatrales del Renacimiento contie-
384 El siglo X!::Q
nen con frecuencia canciones, o música fuera del escenario, como sucede en nume-
rosas obras de Shakespeare.
Antecedentes en el Renacimiento
Una de las fuentes de la ópera fue el drama pastoral, obra teatral en verso con música
y canciones intercaladas. Partiendo de una tradición proveniente de la Grecia y la
Roma antiguas, los poemas pastorales hablaban de un amor idílico en ambientes ru-
rales, habitados por jóvenes rústicos y doncellas, así como por figuras mitológicas.
Asuntos simples, paisajes bucólicos, nostalgia por la Antigüedad clásica y la añoranza
de un paraíso terrenal inalcanzable hicieron atractivos estos temas pastorales a poetas,
compositores y mecenas. En este mundo imaginario, la canción parecía el modo na-
tural del discurso. El primer poema pastoral puesto en escena fue la Favola d'Orfeo, de
Angeló Poliziano, sobre la leyenda de Orfeo, representado en Florencia en 1471. Los
dramas pastorales estuvieron cada vez más solicitados en las cortes y academias italia-
nas durante el siglo XVI. Los primeros compositores de ópera adoptaron su temática,
estilo y tipos de personajes mitológicos, así como el uso de la música y la danza.
Otra influencia sobre la ópera fue el madrigal. Algunos madrigales eran dramas
en miniatura, al utilizar grupos de voces contrastados para sugerir el diálogo entre
los personajes. La experiencia de que disponían los compositores de madrigales a la
hora de expresar emociones y dramatizar el texto mediante la música puso los funda-
mentos de la ópera. En ocasiones, los compositores agruparon los madrigales en una
serie de manera que representasen una sucesión de escenas o un argumento simple,
género conocido como comedia madrigal o ciclo de madrigales. El más conocido
fue L'Amfiparnaso (1594), de Orazio Vecchi (1550-1605).
Quizá la fuente más directa de la que bebió la ópera fuese el intermedio (pl. inter-
medt), interludio musical sobre un asunto pastoral, alegórico o mitológico, interpreta-
do entre los actos de una pieza teatral. El género surgió de una necesidad práctica: los
teatros del Renacimiento carecían de cortinas que pudiesen cerrarse entre los actos, por
lo que en ocasiones era necesario marcar las divisiones y sugerir el paso del tiempo. Los
intermedios cumplían esta función. Por regla general, eran seis, interpretados antes,
entre y después de los cinco actos habituales de una obra, y a menudo compartían un
mismo asunto. Los intermedios para ocasiones importantes eran montajes elaborados
que combinaban diálogos con música coral, para solista e instrumental, danzas, vestua-
rio, escenografía y efectos escénicos: en suma, casi todos los ingredientes de la ópera,
excepto un argumento y el nuevo estilo de canto dramático (descrito más adelante).
Los intermedios más espectaculares fueron los de la obra cómica La pellegrina (La
peregrina), para la boda del gran duque Ferdinand de' Medici de Toscana con Cristi-
na de Lorena, celebrada en Florencia en 1589. Distintos artistas implicados posterior-
mente en la composición de las primeras óperas trabajaron en estos intermedios, in-
cluidos su productor, compositor y coreógrafo Emilio de' Cavalieri (ca. 1550-1602),
J4. La invención de la .óP,era 385
Estos géneros musicales y teatrales aportaron materiales que los compositores incor-
poraron a sus primeras óperas, aunque la ópera nunca hubiese surgido sin el interés
de los estudiosos humanistas, así como de poetas, músicos y mecenas, por recuperar
la tragedia griega. Esperaban generar los efectos éticos de la música antigua de Gre-
cia y crear obras modernas con el mismo impacto emocional. En este sentido, la
ópera satisfizo una prioridad profundamente humanista, un paralelo en la música
dramática a la imitación de la escultura y la arquitectura de la Grecia antigua.
Los estudiosos del Renacimiento disentían sobre el papel de la música en la tragedia
antigua. Un punto de vista según el cual sólo se cantaban los coros se puso en práctica
ILUSTRACIÓN 14.1 Decorados y vestuario diseñados por Bernardo Buontalenti para el primer interme-
dio de La pellegrina, representada en Florencia en 1589. Grabado de Agostini Carracci.
386 Elnglo ~
en una interpretación, en 1585 en Vicenza, del Oedipus Rex de Sófocles, en una tra-
ducción al italiano. Para esta interpretación, Andrea Gabrieli preparó los coros en un
estilo declamatorio y homofónico que ponía de relieve el ritmo de la palabra hablada.
Un punto de vista contrario, según el cual se cantaba todo el texto de la tragedia
griega, lo expresó Girolamo Mei (1519-1594), estudioso florentino y editor de va-
rios dramas griegos. Mientras trabajaba en Roma como secretario de un cardenal,
Mei emprendió una investigación integral de la música griega, en particular de u
EJEMPLO 14.1 Emilio de' Cavalieri, Dalle piu alte sfere, con ornamentos
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Dal - le piU al - te _ _ _ sfe - re _ ~ Dal-le piU al -
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función en el teatro. Después de leer en griego la casi totalidad de las obras antiguas
sobre la música que aún existían, concluyó que la música griega consistía en una
única melodía, cantada por un solista o por un coro, con o sin acompañamiento.
Esta melodía podía evocar poderosos efectos emocionales en el oyente en virtud de
la expresividad natural de los registros vocales, los tonos ascendentes y descendentes,
y los ritmos y tempos cambiantes.
La camerata florentina
Mei comunicó sus ideas a sus colegas de Florencia, en particular al conde Bardi y a
Vincenzo Galilei (ca. 1520-1591), teórico, compositor y padre del astrónomo Gali-
leo. Desde el inicio de la década de 1570, la casa de Bardi fue sede de una academia
en la que los eruditos discutían sobre literatura, ciencia y artes, y un lugar donde los
músicos ejecutaban la nueva música. Galilei y Giulio Caccini (y quizá también ]aco-
po Peri) formaban parte de este grupo, llamado más tarde por Caccini la Camerata
(círculo o asociación). Las cartas de Mei sobre la música griega aparecieron a menu-
do en el orden del día de la Camerata.
En su Dialogo della musica antica et della moderna (1581), Galilei esgrimió las doc-
trinas de Mei para atacar al contrapunto vocal. Argumentó que solamente una única
línea melódica, con tonos y ritmos apropiados al texto, podía expresar un verso poéti-
co. Cuando varias voces cantaban simultáneamente melodías y palabras diferentes, en
ritmos y registros distintos, algunos graves y otros agudos, algunos ascendentes y
otros descendentes, algunos con notas lentas y otros con rápidas, el caos resultante de
impresiones contradictorias no podía en ningún momento transmitir el mensaje
emocional del texto. La representación plástica de las palabras, la imitación de suspi-
ros y procedimientos similares, tan comunes en los madrigales, los desechó como in-
fantiles. Únicamente una melodía cantada por un solista, pensaba, podía intensificar
las inflexiones naturales del discurso de un buen orador o de un buen actor.
Galilei estaba abogando por un tipo de monodia, término usado por los historiado-
res modernos para abarcar todos los estilos de canto solista acompañado, practicado
a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII (como distinto a la monofonía, que
es una melodía sin acompañamiento). El canto solista no era algo nuevo; los solistas
cantaban poemas épicos y otros poemas estróficos mediante fórmulas estándar con
un acompañamiento sencillo, los compositores escribían canciones para voz y laúd, y
era usual cantar una sola voz de un madrigal polifónico mientras los instrumentos
ejecutaban las otras voces. Pero las discusiones de la Camerata en torno a la música
griega condujeron a varios de sus miembros a tomar nuevos caminos.
388
Caccini escribió numerosas canciones para voz solista con continuo en la década
de 1590 y las publicó en 1602 con el título Le nuove musiche (Las nuevas músicas). A
aquellas canciones con textos estróficos las llamó arias («aires», en italiano), lo cual en
su época podía significar cualquier composición sobre un poema estrófico. A las otras
las llamó madrigales, para demostrar que consideraba estas obras de la misma índole
Después de que Bardi se trasladase a Roma en 1592, las discusiones sobre la nueva
música -y la interpretación de las obras correspondientes- continuó bajo el patro-
cinio de otro aristócrata, Jacopo Corsi (1561-1602). Entre los participantes se en-
contraban dos veteranos de los intermedios de 1589, el poeta Ottavio Rinuccini y el
compositor y cantante Jacopo Peri. Convencidos de que las tragedias griegas se can-
taban en su totalidad, se propusieron recrear el antiguo género de forma moderna.
La composición de Peri sobre el poema pastoral de Rinuccini, Dafne, se representó
en octubre de 1598 en el palacio de Corsi. Aunque de la música sólo han sobrevivi-
do algunos fragmentos, fue la primera ópera que tomó como modelo las tragedias
griegas: un drama escenificado, enteramente cantado, con una música concebida
para transmitir las emociones de los personajes.
A su vez, Emilio de' Cavalieri, responsable del teatro, el arte y la música en la corte
ducal florentina, montaba escenas más reducidas con su propia música y en un estilo
similar. En febrero de 1600 representó en Roma su obra de teatro musical de conteni-
do moralizante Rappresentatione di Anima et di Corpo (Representación del alma y del
cuerpo), para entonces la obra escénica y enteramente musical de mayor extensión. Es-
tas obras son representativas de la búsqueda de nuevos medios expresivos que pudieran
equipararse al poder que los escritores de la Antigüedad atribuían a la música griega.
L'.Euridice
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - -- -- --
Poniendo a un lado toda manera de cantar escuchada hasta ahora, me dediqué entera-
mente a la búsqueda de la imitación que debemos a estos poemas. Y consideré que el tipo
de voz que los antiguos asignaban a la canción, que éstos llamaban diastemdtica (por así
decir, prolongada y suspendida), podía en ocasiones acelerarse o tomar un curso modera-
do entre los movimientos lentamente prolongados de la canción y los rdpidos del discurso,
realizar así mi propósito (de igual modo que los antiguos, asimismo, adaptaban la voz a
la lectura de poesía y a los versos heroicos) y acercarme a esa otra [voz} de la conversación,
que ellos llamaban continua y que nuestros modernos (aunque quizd con otro propósito)
han usado también en su música.
De la misma manera reconozco que, en nuestro discurso, ciertos sonidos se entonan tk
tal modo que puede construirse una armonía sobre ellos~ en el momento de hablar, pa-
samos por muchos que no estdn tan entonados, hasta que alcanzamos otro que permite el
movimiento hacia una nueva consonancia.
Teniendo en mente los modos y acentos de que nos servimos en nuestro desconsuelo, ale-
gría y estados similares, hice que el bajo progresase al mismo tiempo que éstos, mds rdpido
o mds lento conforme a los afectos. Mantuve el bajo fijo a través tanto de disonancias como
de consonancias hasta que la voz del hablante, al pasar por varias notas, llegase a una síla-
ba que, siendo entonada en el discurso ordinario, abriese la puerta a una nueva armonía.
No lo hice así sólo porque elflujo del discurso no ofendiese al oído (casi a trompicones sobre
las notas repetidas con los acordes consonantes mds frecuentes), sino también de modo que
la voz pareciese bailar al son del movimiento del bajo, en particular en asuntos tristes o se-
veros, suponiendo que otros asuntos mds alegres requerían movimientos mds frecuentes.
L'Euridice fue interpretada en Florencia ese mes de octubre, para los esponsales de
Maria de' Medici, sobrina del gran duque, con el rey Enrique IV de Francia. Cava-
lieri dirigió mientras Peri cantaba el papel de Orfeo. La representación contenía sec-
ciones de otra composición sobre el mismo libreto, en este caso de Caccini, quien no
¡.¡, La invención de la ópera 391
permitía a sus cantantes interpretar música compuesta por otros compositores. Am-
bas versiones se publicaron pronto y siguen siendo las óperas completas más anti-
guas que se han conservado. De las dos composiciones, la de Caccini es más lírica y
melodiosa, y se asemeja a las arias y madrigales de Le nuove musiche. Pero la de Peri
se adecua mejor al drama al emplear un modo inusitado de imitar el discurso y de
variar la actitud de acuerdo con la situación dramática.
Para los diálogos, Peri inventó un nuevo idioma, pronto conocido como estilo re-
citativo. En su prefacio a L'Euridice {véase Lectura de fuentes, p. 390), Peri recordó
la ditinción realizada en la antigua teoría griega entre los cambios continuos de altura
tonal en el discurso y el movimiento de los intervalos, o movimiento «diastemático»,
en la canción (véase capítulo 1). Buscó una clase de canción-discurso a medio cami-
no entre ambos, similar al estilo que los eruditos pensaban que fue el empleado por
los griegos a la hora de recitar los poemas heroicos. Al mantener constantes las notas
del bajo continuo mientras la voz se desplazaba libremente a través de consonancias
y disonancias, liberó a la voz con respecto de la armonía de modo que parecía ser
una declamación libre de poesía carente de tonos. Cuando aparecía una sílaba que
debía acentuarse al hablar -en sus palabras, «entonarse»- hacía que formase una
consonancia con el bajo.
El ejemplo 14.2 muestra cómo Peri siguió sus propias prescripciones para el nue-
vo estilo. Los recuadros verticales identifican las sílabas prolongadas o acentuadas en
el discurso y las armonías consonantes que las sostienen; los recuadros horizontales
contienen las sílabas pronunciadas con celeridad en el discurso y que pueden admitir
disonancias (marcadas con asterisco) o consonancias con respecto al bajo, así como
sus acordes implicados. La manera de introducir y abandonar las disonancias que-
branta con frecuencia las reglas del contrapunto, pero el esfuerzo por imitar el dis-
curso exime a estas notas de las convenciones musicales al uso. Esta combinación de
libertad semejante al discurso y de sílabas acentuadas, prolongadas y armonizadas
hace realidad la idea de Peri de un procedimiento a medio camino entre el discurso y
la canción.
Dos pasajes de L'Euridice ilustran dos tipos contrastantes de monodia empleados
por Peri. El aria de Tirsi, una canción estrófica, es rítmica, melodiosa y se asemeja a
una canzonetta o canción de danza. Es introducida por una breve sinfonía, término
genérico utilizado durante todo el siglo XVII para designar una pieza abstracta para
conjunto instrumental, especialmente la que sirve como preludio. Un estribillo ins-
trumental llamado ritornello (en italiano «pequeño retorno») sigue a cada estrofa;
aquí el ritornello es un eco de la sinfonía introductoria.
El discurso en el que Dafne narra la muerte de Eurídice (ejemplo 14.2) emplea el
nuevo recitativo. El bajo y los acordes no tienen perfil rítmico alguno ni plan for-
mal; están ahí únicamente para apoyar el recitado de la voz, que es libre de imitar las
inflexiones y ritmos del discurso poético. En momentos más emotivos, Peri intensifi-
ca la expresividad de su recitativo, utilizando métodos procedentes de la tradición
del madrigal para transmitir los sentimientos de los personajes. Cuando Orfeo reac-
392 El siglo~
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Pero la bella Eurídice movía danzando el pie sobre el verde prado, cuando -¡Oh, suerte amarga
y acerba!- una serpiente cruel y despiadada [que yacía oculta en la hierba mordió su pie].
!.1· La invención de la ópera 393
2 t
El impacto de la monodia
Claud-io Monteverdi
L'Orfeo
Prólogo
Música: Variaciones estróficas con ritornello, Dal mío Permesso amato
Acto I
Pastor: Recitativo, In questo lieto e fortunato gíorno
Coro con instrumentos: Madrigal, Vieni !meneo
Ninfa: Recitativo, Muse, honor di Parnaso
Coro con instrumentos: Balletto con ritornello, Lasciate í monti
Pastor: Recitativo, Ma tu gentil cantor
Orfeo: Recitativo, Rosa del ciel
[
[ Eurídice: Recitativo, lo non diro
Coro con instrumentos: Balletto con ritornello, Lasciate i montí
Coro con instrumentos: Madrigal Vieni !meneo
Pastor: Recitativo, Ma se'l nostro gioir
Conjunto: Variaciones estróficas con ritornello, Alcun non sía
Coro: Madrigal, Ecco Orfeo
del Prólogo (cantado por una personificación de la música) y del final del acto,
como se muestra en la ilustración 14.2. Dos coros, un madrigal y un balletto, que
alternan con recitativos, preceden al vehemente recitativo central de Orfeo, seguido
de una respuesta de Eurídice y después del mismo balletto y el mismo madrigal en
orden inverso.
Si el acto I es un arco estático, apropiado a la ceremonia nupcial, el acto II se pre-
cipita dramáticamente hacia delante. Orfeo y sus acompañantes saludan el feliz día
en una serie de arias y conjuntos, cada uno con su propio ritornello y sin solución de
continuidad. La serie culmina con el aria estrófica de Orfeo Vi ricorda, en la que re-
cuerda su infelicidad convertida en dicha al conseguir el amor de Eurídice. La forma
y el estilo desenfadado tienen un paralelo en la canzonetta de Peri para Tirsi, mien-
tras que los ritmos de hemiolia le dan un tono danzarín.
Paradójicamente, en el súmmum de la felicidad, una Mensajera llega con la trági-
ca noticia de que Eurídice ha muerto por la mordedura de una serpiente. Un repen-
tino cambio de los instrumentos del continuo, que pasa a interpretar un órgano con
tubos de madera, y de área tonal, del modo jónico (Do mayor) al eólico (La menor)
acentúan el grito de la Mensajera, Ahí, caso acerbo (Ah, acerbo acontecimiento), en
un recitativo vehemente. En un primer momento, los acompañantes de Orfeo no
EJEMPLO 14.4 Lamento de Orfeo, de Monteverdi, I.:Orfeo, acto JI
Orfeo • • •
Orfeo tuvo tanto éxito, que el duque Vincenzo Gonzaga encargó a Monteverdi una
segunda ópera, L'Arianna, para el año siguiente. Esta ópera alcanzó gran renombre,
pero de ella sólo se ha conservado un fragmento: el lamento de Ariadna. Tanto Orfeo
como Ariadna se representaron en los escenarios de otras ciudades hasta tres décadas
más tarde, una longevidad inusual en las óperas de la época.
Monteverdi se trasladó a Venecia en 1613, como maestro de capilla de San Marcos.
Junto a la música sacra y vocal de cámara (descrita en el capítulo 15), continuó escri-
biendo óperas y otras obras dramáticas. De especial significado es el Combattimento di
Tancred/e Clorinda (El combate de Tancredo y Clorinda, 1624), obra breve que fusio-
na la música y la mímica. El texto, del poema épico de Torquato Tasso Gerusalemme li-
berata Qerusalén liberada, 1575), describe el combate entre el caballero cruzado Tan-
credo y la heroína pagana Clorinda, que porta una armadura. La mayor parte del
poema es narrativa y Monteverdi la asignó a un tenor, en recitativo. Los pocos y breves
discursos de Tancredo y de Clorinda son cantados por un tenor y por una soprano,
que también imitan con mímica las acciones de la narración. Los instrumentos (cuer-
das con continuo) acompañan a las voces e interpretan interludios que sugieren la ac-
ción, como el galope de los caballos o el choque de las espadas. Para transmitir la ira y
las acciones guerreras, Monteverdi concibió el genere concitato o stile concitato (estilo
concitado), que se caracteriza por la rápida reiteración de una única nota, ya sea en sí-
labas dichas rápidamente o en trémolos medidos de las cuerdas. Otros compositores
imitaron este recurso hasta que se convirtió en una convención ampliamente utilizada.
Al final de su vida, Monteverdi compuso tres óperas para los nuevos teatros públicos
de Venecia (véase más adelante). Dos de ellas se han conservado: Il ritorno d'Ulisse (El
regreso de Ulises, 1640), basada en la última parte de la Odisea de Homero, y L'incoro-
nazione di Poppea (La coronación de Poppea, 1643), ópera histórica que versa sobre el
segundo matrimonio del emperador romano Nerón. Poppea, considerada con frecuen-
cia la obra maestra de Monteverdi, carece de la variada instrumentación de Orfeo, pues
se escribió para un teatro comercial y no para una corte opulenta, aunque supera a Or-
fio en la representación del carácter y las pasiones humanas. La escena de amor entre
Nerón y Poppea del acto I, escena 3, muestra la voluntad de Monteverdi de cambiar los
estilos frecuentemente para reflejar a los personajes y sus sentimientos: un recitativo ex-
presivo y modulado mediante disonancias y cromatismos cuando Poppea implora a Ne-
rón que no se vaya; recitación simple para los diálogos; estilos de aria con ritornellos, a
menudo en compás ternario, para las declaraciones de amor; y pasajes que podemos cla-
sificar en un punto medio entre los estilos de recitativo y aria, llamados en ocasiones re-
citativo arioso o arioso. Incluso en las secciones que no se encuentran en verso estrófico,
el compositor empleó algunas veces el estilo de aria. Fue el contenido más que la forma
poética, y la expresión musical intensa antes que el deseo de cautivar o deslumbrar, lo
que determinó la elección de un estilo u otro. Así, la variedad estilística de Poppea, aun
cuando mayor que la de Orfeo, sirve a los mismos objetivos dramáticos.
!1.· La invención de la ópera 399
Las óperas eran caras y siguieron siendo algo relativamente anómalo, aunque su
puesta en escena continuó en Florencia y en Mantua, y lentamente se propagó en
otras ciudades. Cuando la ópera atrajo a nuevos patrocinadores y auditorios, cambió
para reflejar sus gustos, desde el entretenimiento cortesano basado en los ideales hu-
manistas pasó a ser un espectáculo teatral que recordaba los intermedios, pero cen-
trado en los cantantes, como sucede hoy en buena medida.
Roma
Los asuntos se diversificaron, desde los argumentos pastorales y mitológicos hasta los
poemas épicos de Torquato Tasso y Ludovico Ariosto, las vidas de los santos y las prime-
ras óperas cómicas. El libretista más prolífico fue Giulio Rospigliosi (más tarde papa
Clemente IX), quien contribuyó a que la escritura de libretos fuese un oficio indepen-
diente. Su libreto más famoso, Sant' Alessio (1632), basado en la vida de san Alessio,
santo del siglo XV, fue puesto en música por Stefano Landi (1587-1639). Las óperas ha-
cían a menudo hincapié en efectos escénicos espectaculares; por ejemplo, en la reposi-
ción de Sant' Alessio de 1634, los diablos y demonios eran consumidos por las llamas.
En la ópera romana, el canto solista se dividió cada vez más en dos tipos clara-
mente definidos, recitativo y aria. Los recitativos eran más cercanos al discurso que
los de Peri o Monteverdi y las arias eran melodiosas y preferentemente estróficas. Las
óperas romanas incluían a menudo conjuntos vocales, desarrollados a partir de la
tradición del madrigal, y extensos finales en cada acto, con canto coral y danza, si-
guiendo el modelo de las obras de teatro clásico. Numerosas óperas romanas se ini-
ciaban con una sinfonía en dos partes, una sección lenta en acordes seguida de una
canzona animada en estilo imitativo. Las sinfonías iniciales de esta clase pasaron a
ser habituales en las óperas del siglo XVII.
Debido a que las mujeres tenían prohibido en Roma el acceso a los escenarios, los
papeles femeninos se cantaban por castrati (sing. castrato), varones castrados antes
de la pubertad para preservar su aguda gama vocal. En Italia no estaba permitido
que las mujeres cantasen en las iglesias, de manera que, desde mediados del siglo XVI,
los castrati cantaban las voces agudas de la música sacra. Posteriormente, en los si-
glos XVII y XVIII, los castrati cantaron también óperas fuera de Roma, aunque casi
siempre en papeles masculinos (véase capítulo 18).
Venecia
incluidos los usuarios de los palcos, tenían que comprar su entrada. Con una finan-
ciación permanente y un público garantizado para al menos una parte del año, los
artistas y empresarios podían contar con representaciones múltiples de una sola ópe-
ra durante la temporada; se preveía incluso que muchos miembros del auditorio asis-
tiesen a la misma ópera en numerosas ocasiones.
Además de las óperas sobre temas mitológicos, los libretistas extrajeron temas de
los poemas épicos de Homero, Virgilio, Tasso y Ariosto, así como de la historia de
Roma. Los argumentos se elegían con vistas a suscitar una amplia gama de emocio-
nes, conflictos dramáticos y efectos escénicos asombrosos, incluidas las transforma-
ciones mágicas y las nubes que portaban a los cantantes. Tres actos, en lugar de los
cinco actos de épocas anteriores, eran ahora la regla general. Por razones de financia-
ción, los coros y danzas se eliminaron casi por completo. La separación de recitativo
y aria, iniciada en Roma, continuó en Venecia y pasó a ser convencional. El número
de arias por acto aumentó. Sin sentirse ya bajo la exigencia de seguir cada matiz del
texto, los compositores escribían arias melódicas que desplegaban en frases elegantes,
suaves y fluidas, apoyadas sobre armonías simples, a menudo en compás ternario y
con un motivo rítmico persistente. Este estilo lírico de música vocal se imitó en toda
Europa e influyó también en la música instrumental de los siglos sucesivos.
Entre los compositores de ópera venecianos más destacados se encontraban Fran-
cesco Cavalli (1602-1676), discípulo de Monteverdi y organista de San Marcos, y
Antonio Cesti (1623-1669). La más aclamada de las más de treinta óperas de Cavalli
fue Giasone Qasón, 1649), cuyas arias ejemplifican el estilo lírico. Cesti, quien tam-
bién compuso excelentes arias y dúos líricos, fue el más serio competidor de Cavalli,
aunque pasó la mayor parte de su carrera en el extranjero (véase más adelante).
Más importantes que el drama, el espectáculo o el compositor a la hora de atraer
al público cosmopolita eran los cantantes -especialmente las mujeres y los castra-
ti-, solicitados en Venecia para promover sus carreras artísticas. Los empresarios
competían por los cantantes más populares y pagaban honorarios muy elevados. Las
cantantes Signora Girolamo y Giulia Masotti ganaban de dos a seis veces más por la
representación de una ópera que lo que el propio Cavalli, el compositor mejor paga-
do, recibía por escribirla. La notoriedad de la diva operística fue inaugurada por Ana
Renzi (véanse las pp. 404-406); los compositores comenzaron a escribir ciertos pape-
les expresamente para su talento.
Desde Venecia, las compañías itinerantes llevaron la ópera a Bolonia, Nápoles, Lucca,
Génova y a otras ciudades italianas. En la década de 1650, se establecieron teatros de
ópera permanentes en Nápoles y en Florencia, y pronto les siguieron otros lugares.
Entre tanto, la ópera italiana empezó a llegar a otros países. Las óperas italianas
aparecieron en los escenarios de París en la década de 1640 y el proceso culminó en
402 El siglo Xi:!!
La Orontea de Cesti, escrita en lnnsbruck en 1656, fue una de las óperas con mayor
número de representaciones en el siglo XVII, se representó en toda Italia y llegó al
norte de Alemania en 1678. Es un arquetipo de los cambios experimentados por la
ópera durante medio siglo. En lugar de imitar la tragedia griega, el libretista mezcló
escenas románticas y cómicas, y personajes elevados y llanos, buscando entretener
por encima de todo. El argumento, basado en el disfraz y en el amor a primera vista
que atraviesa las capas sociales, es la quintaesencia del estilo veneciano, lejos del len-
guaje melodramático de la ópera temprana.
Como en la ópera al uso a mediados de siglo, la mayor parte de la acción se de-
sarrolla en recitativo simple. El ejemplo 14.5 muestra parte de una escena en la que
Orontea, reina de Egipto, descubre al sirviente Gelone borracho, desvalijando los
Gelone
Se del - le míe di - mo - re Bac - co 'fu la ca-gio - ne,
8 8
[8] [l!] 8
Si de mis demoras Baco es la causa, sea castigada la botella que me sirvió, oh Señora, y no Gelone.
Ji:_ La invención de la ópera 403
bolsillos del dormido Alidoro, un joven pintor. Este tipo de recitativo, con muchas
notas repetidas, en su mayoría tonos del acorde, y con armonías que modulan fre-
cuentemente a las dominantes secundarias, continuó con pocos cambios durante
más de un siglo.
La escena siguiente es un soliloquio de Orontea que consta de extensas secciones
en estilo de aria, recitativo y arioso, para reflejar el conflicto de emociones de Oron-
tea. Su aria inicial, Intorno all' idol mio, en la que Orontea confiesa su amor por Ali-
doro, ilustra hasta dónde podía llegar la elaboración de un aria a mediados de siglo.
La forma es estrófica, con algunos arreglos musicales en la segunda estrofa. El lengua-
je lírico reina por todas partes, con melodías suaves, preferentemente diatónicas y un
grácil ritmo gratificante para el cantante, como se muestra en el ejemplo 14.6. Los
dos violines, no circunscritos ya a los ritornellos de antes y después de las estrofas, no
dejan de sonar en toda el aria. El fuerte contraste entre la seria reflexión en esta aria y
el diálogo humorístico del recitativo que la precede es característico de la ópera italia-
na de mediados de siglo y está a años luz de distancia de los circunspectos ideales de
los poetas y compositores que habían inventado la ópera medio siglo antes.
Los dos violines, no circunscritos ya a los ritornellos de antes y después de las es-
trofas, no dejan de sonar en toda el aria.
EJEMPLO 14.6 Aria, lntorno ali' idol mio, de Cesti, Orontea, acto IL escena 17
11
Violín I
V 1
11
Violín 11
IV
A
1
' " -
Orontea
'tJ
In
1
tor - no ali' '
i - do! mi - O, Spi - ra - -
t e,_ pur
1 1
spi -
11
nía sólo veinte años cuando su maestro la llevó de Roma a Venecia para interpre-
tar el papel protagonista en la obra prevista para inaugurar el teatro de ópera más
reciente de la ciudad, el Teatro Novissimo. El compositor, Francesco Sacrati, creó
sin duda el papel a su medida con el fin de sacar partido de su peculiar talento.
Que en esa ocasión interpretase a una mujer que simulaba sufrir de locura y pos-
teriormente, pocos años más tarde, recrease el papel de la emperatriz Ottavia, des-
deñada por Nerón en la lncoronazione di Poppea de Monteverdi, habla de su capa-
cidad como actriz, competente a la hora de transmitir intensidad dramática a sus
personajes. Aunque sus capacidades como intérprete eran espléndidas en todos los
sentidos, su carrera meteórica fue al menos en parte un producto del «despliegue
publicitario». El libretista de la primera ópera veneciana, Giulio Strozzi, ansioso
por demostrar que la ópera pública empleaba cantantes tan divinos como las cor-
ees más fastuosas, publicó en 1644 un volumen especial de poesía laudatoria en su
honor.
En un ensayo introductorio, Strozzi describe la presencia escénica de Renzi y
sus cualidades vocales, haciendo hincapié en la naturaleza aparentemente espontá-
nea de sus movimientos y de sus gestos: «Nuestra Señora Ana está dotada de una
capacidad de expresión tan verosímil que sus respuestas y discursos no parecen
memorizados, sino creados en ese mismo instante. En suma, se transforma com-
pletamente en el personaje que representa». Strozzi continúa enalteciendo su dic-
ción y su despliegue vocal, encomia su «lengua fluida, su suave pronunciación,
nada afectada ni rápida, una voz plena y sonora, ni brusca ni ronca». También su-
braya su resistencia y capacidad de recuperación, su habilidad para «soportar el
peso entero de una ópera no menos de veintiséis veces, repetida casi cada noche ...
con la voz más perfecta». Por último, Strozzi dirige su atención a los atributos de
Renzi fuera del escenario y la retrata como una persona de «gran intelecto, mucha
imaginación y buena memoria ... ; de temperamento melancólico por naturaleza,
[ella] es una mujer de pocas palabras, aunque las apropiadas, sensible y digna». Si
bien no poseía lo que podríamos llamar una «belleza clásica», las cualidades de
Renzi establecieron el modelo ejemplar de la prima donna (en italiano, la «prime-
ra dama», la soprano que lideraba una ópera).
Las divas se convirtieron en heroínas que desbordaban la realidad, con lucrati-
vas carreras internacionales. Tras sus memorables años venecianos, Renzi interpre-
t ' papeles en otras ciudades italianas y en Innsbruck, donde la reina Cristina de
Suecia, de visita entonces en la corte austriaca, reconoció sus asombrosas cualida-
des y le regaló su cadena y su medalla. Otras prima donnas (y cantantes destaca-
das) disfrutaron asimismo de relaciones estrechas con mecenas, compositores, li-
bretistas y empresarios, en cuyos hogares se alojaban ocasionalmente cuando
estaban de viaje.
No ha de sorprender que con frecuencia aprovechasen estos lazos para interpo-
nerse en el proceso creativo y ejercer su influencia en cuestiones tales como la se-
El siglo XJ::!!
lección del argumento, el número y la longitud de las arias escritas para su voz 0
la selección del resto del reparto. En ocasiones, una cantante llegó incluso a negar-
se a participar en una producción a menos que se encomendase la autoría de la
música a un compositor particular.
El poder y la adoración de las cantantes, en suma, desempefió un papel decisi-
vo en el rumbo tomado por la ópera en el siglo XVII. Pero la historia no termina
aquí. Tras conquistar la imaginación veneciana, el glamoroso mundo de la ópera y
sus estrellas se lanzó a cautivar Europa entera y finalmente América. Incluso hoy,
la poderosa personalidad de las divas y sus equivalentes fuera de la ópera -las es-
trellas del rock y los iconos cinematográficos- son la fuerza motriz de buena par-
te de la industria del ocio.-BHR
* Las citas de Giulio Strozzi se han extraído de Ellen Rosand, Opera in Seventeenth-Century Ve-
nice: The Creation ofa Genre (University of California Press, 1991), 228-235.
A mediados del siglo XVII, la ópera italiana había adquirido los rasgos principales
que mantendría sin cambios esenciales durante los doscientos años subsiguientes:
1) la concentración en el canto solista, en lugar de en el conjunto vocal y en la músi-
ca instrumental; 2) la separación de recitativo y aria; y 3) el uso de estilos diversos.
El punto de vista florentino, que consideraba a la música una sierva de la poesía y el
drama, se había invertido ahora; los venecianos y sus imitadores vieron el drama y la
poesía como andamiaje de la música, pero su interés se concentraba en los elementos
visuales de la escenografía, el vestuario y los efectos especiales y, por encima de todo,
en las arias y en las estrellas que las cantaban.
La ópera empezó como un esfuerzo de recrear los antiguos ideales griegos del drama,
lo cual vincula la nueva época barroca con la primera cultura musical que estudia-
mos en el capítulo 1. No obstante, también encontró sus fuentes en espectáculos
teatrales como los intermedios y en distintos tipos de canto solista. Estas raíces resul-
taron ser fuertes, de manera que la escenografía espectacular y el canto solista pasa-
ron pronto a ser algo fundamental y a hacer hincapié en lo que podría llamarse la
cara teatral de la ópera a expensas del dramatismo. Esta tensión entre drama, espec-
táculo y exhibición vocal ha persistido en toda ópera posterior y en el teatro musical.
Numerosos movimientos reformadores de la ópera, incluidos los movimientos im-
pulsados por Gluck en el siglo XVIII y por Wagner en el sigo XIX, buscaron restaurar
el equilibrio en favor del drama y se remontaron una vez más a las tragedias griegas
en busca de inspiración. Pero el amor por lo teatral ha sido un tema constante, desde
J4. La invención de la ópera 407
Los músicos del siglo XVII eran perfectamente conscientes del estilo y de su relación
con las funciones sociales de la música. Los teóricos de la época distinguían entre
música sacra, música de cámara y música para el teatro, y reconocían los diferentes
estilos apropiados para cada género. Los compositores siguieron cultivando y de-
sarrollando las formas, los géneros y las expresiones idiomáticas característicos de la
música vocal e instrumental del siglo XVII, y dieron a la música de cada categoría un
sabor específico. Y sin embargo, los nuevos estilos y técnicas, desarrollados para la
monodia y la ópera, se difundieron cuando los compositores introdujeron los ele-
mentos dramáticos en otros tipos de música. Así, la música de cámara, la música sa-
cra y la música instrumental de 1600 a 1650 revelan al mismo tiempo la continui-
dad con el pasado y las influencias del moderno estilo teatral.
Desde el inicio del siglo, los compositores italianos sacaron a la luz miles de piezas
para voz solista o pequeño conjunto vocal con bajo continuo, que en ocasiones in-
cluían otros instrumentos. Estas piezas se cantaban en muchos lugares y se publica-
ron en numerosas colecciones. La mayoría de las obras se escribieron para una, dos o
tres voces, aunque algunas precisaban seis o más. Las formas y géneros eran madriga-
les, canzonettas y otras canciones estróficas, así como arias, variaciones estróficas,
diálogos y recitativos. Muchas de estas composiciones se conocieron en un ámbito
más amplio que cualquiera de las óperas, las cuales se representaban sólo pocas veces
y para públicos reducidos; buen número de innovaciones cruciales de la ópera se di-
vulgaron gracias a la canción profana.
La importancia del procedimiento del concerto puede evaluarse por su impacto
sobre el madrigal. Podemos trazar el cambio desde el madrigal polifónico sin acom-
pañamiento hasta el madrigal concertato con acompañamiento instrumental en los
libros de madrigales de Monteverdi, del quinto al octavo. A partir de los seis últimos
madrigales del libro 5 (1605), todos contenían bajo continuo y algunos requerían
también otros instrumentos. Solos, dúos y tríos se separan frente al conjunto vocal,
mientras aparecen introducciones y ritornellos instrumentales. El libro séptimo, titu-
lado Concerto (1619), consta de variaciones estróficas y canzonettas, así como de
madrigales transcompuestos. El libro 8, Madrigali guerrieri et amorosi (Madrigales
guerreros y amorosos, 1638), muestra una notoria variedad, que abarca madrigales a
cinco voces, solos, dúos y tríos con continuo, piezas extensas para coro, solistas y
conjunto instrumental, y pequeñas obras dramáticas. Los estilos comprenden desde
la polifonía imitativa y la declamación homofónica, característica de los madrigales
del siglo XVII, hasta el recitativo operístico y el stile concitato (estilo concitado).
Basso ostinato
EJEMPLO 15.1 Monteverdi, Lamento della ninfa, con bajo de tetracordo descendente
rr
X X
X
[Dicho al amor:] Haced que retorne mi amor como fae una vez, o matadme para que no me
atormente mds.
412 El si -lo E:!f.
Una emoción contraria era la transmitida por los esquemas de bajo adaptados a
partir de la chacona {en italiano, ciaccona), una canción y danza vivaz importada en
España y después en Italia desde América Latina. La chacona fue uno de los prime-
ros géneros musicales que llegaron a Europa desde el Nuevo Mundo; en el viejo con-
tinente ejercieron una gran influencia. El estribillo seguía un simple esquema de
acordes de guitarra. El ejemplo 15.2 muestra el esquema original del bajo y su adap-
tación en el madrigal de Monteverdi Zefiro torna e di soavi accenti, publicado en sus
Scherzi musicali (Bromas musicales) de 1632. Monteverdi repite la figura ascendente
y levemente sincopada cincuenta y seis veces sucesivamente, mientras dos tenores
aportan vivas imágenes y sugieren sentimientos felices inspirados por las brisas, las
flores y las escenas naturales, para presentar después paradójicamente, en un recitati-
vo lento y expresivo, los tormentos del amante abandonado.
EJEMPLO 15.2 Monteverdi, Zefiro torna e di soavi accenti, con bajo de chacona
a. Bajo de chacona
2=1rrr1rr
Armonía: V
Ir r r ir r
VI V
1
Ze-fi-ro ze - fi - ro ze - fi -ro ze - fi - ro
·r r
Cantata
En el siglo XVII surgió en Italia un género nuevo de música de cámara vocal: la can-
tata, es decir, una pieza «para ser cantada». El término se aplicó antes de 1620 a una
colección publicada de arias en forma de variación estrófica. A mediados de siglo,
cantata significaba una composición profana con continuo, generalmente para voz
15. La música áe cámara y la música sacra en la primera mitad del siglo~ 413
solista, sobre un texto lírico o casi dramático, consistente en varias secciones que
contenían tanto recitativos como arias. Entre los más destacados compositores de
cantatas de mediados del siglo XVU se cuentan Luigi Rossi y Antonio Cesti (véase ca-
pítulo 14), Giacomo Carissimi, recordado hoy por sus oratorios (véase más adelan-
te), y Barbara Strozzi (1619-1677; véase biografía, p. 414).
Lagrime míe, de Strozzi, publicado en sus Diporti di Euterpe (Placeres de Euterpe,
1659), es una obra representativa de la cantata a solo, al presentar secciones sucesivas
de recitativo, arioso y aria, y de Strozzi por su concentración en el amor no corres-
pondido. En los compases iniciales del recitativo, que se muestran en el ejemplo
15.3, la larga línea descendente, los titubeos sobre los disonantes Re sostenido, La y
Fa sostenido por encima del acorde inicial de Mi menor, y la segunda aumentada de
Re sostenido a Do becuadro retratan al amante llorando y sollozando. Por toda la
cantata, Strozzi cambia con frecuencia el estilo y la figuración para captar los estados
de ánimo e imágenes del texto. El efecto global, que combina elementos musicales
contrastantes y emociones, es típico del estilo concertato de mediados de siglo.
gri-me mi e,
Fuera de Italia
Los compositores de otras naciones imitaron los estilos italianos. Los alemanes escri-
bieron villanelles, canzonettas y otras canciones homofónicas y estróficas, que poco a
poco desplazaron a la antigua tradición polifónica del Lied alemán. El estilo italiano
de monodia se propagó por Alemania, Inglaterra y otros lugares del norte de Euro-
pa; a finales del siglo XVII tanto los compositores alemanes como los franceses adop-
caron la cantara.
Pero los compositores de fuera de Italia compusieron también canciones de carác-
ter específicamente nacional. En Francia, el género más importante de música vocal
profana fue el air de cour (aire de corte), canción homofónica y estrófica a cuatro o
cinco voces, o para voz solista con acompañamiento de laúd, cantada como música
vocal independiente o como parte de un ballet de corte. Los airs de cour eran casi
414 El siglo~
siempre silábicos, con melodías simples, diatónicas y en elegante forma de arco; ten-
dían a carecer de melismas, progresiones, construcción motívica, cromatismo y la re-
presentación pictórica de las palabras empleada por los compositores italianos. Nu-
merosos airs de cour muestran una alternancia irregular de notas largas y cortas o de
grupos en compás binario y ternario, demostrando la influencia de la musíque mesu-
rée (véase capítulo 11). Un ejemplo desenfadado de un air de cour es Ma bergere non
légere (publicada en 1613) por Gabriel Bataille (ca. 1575-1630), una canción en la
que se corteja a una pastora que muestra su sofisticación cortesana burlándose de las
imágenes poéticas, variando las longitudes de los versos poéticos y una melodía rau-
da y de fraseo irregular que sube y baja por la escala con una agitación sin resuello
mientras mantiene un elegante equilibrio. La melodía se divide en dos secciones re-
petidas, como una simple forma binaria (véase capítulo 16). La voz del laúd está
completamente escrita; los franceses no adoptaron ampliamente la notación del bajo
continuo hasta la década de 1660.
Los compositores ingleses continuaron escribiendo canciones para consort, ma-
drigales y canciones con laúd en la tradición nacional, aunque también compusieron
canciones con acompañamiento de continuo para el entretenimiento de la corte Y
J5. La música de ctjmara y la música sacra en la primera mitad d'!] siglo XVII 415
como solos independientes, que abarcaron desde el estilo recitativo y las arias con os-
tinato adoptadas de los modelos italianos hasta airs de danza basados en los estilos
autóctonos de la canción o en el air de cour francés. Veremos el impacto de la música
italiana en Francia, y de la música italiana y francesa en Inglaterra, en el capítulo 16.
Del mismo modo que Bernini empleó efectos teatrales para su escultura y su arqui-
tectura religiosas (véase capítulo 13), así los compositores católicos adoptaron el len-
guaje teatral en la música sacra, componiendo conciertos sacros sobre textos religio-
sos que incluían bajo continuo, el procedimiento del concertato, la monodia y los
estilos operísticos de recitativo y aria. El estímulo era el mismo en ambos casos: usar
un medio artístico dramático e impactante para transmitir el mensaje de la Iglesia de
la manera más persuasiva y retóricamente efectiva posible.
Mas la Iglesia no abandonó la polifonía. De hecho, el estilo de Palestrina se con-
virtió en el modelo supremo de la música sacra, que asociaban con la Antigüedad, la
tradición, la veneración, la pureza y la santidad. Se acostumbraba a formar a los
compositores para que escribiesen en el antiguo estilo del contrapunto, conocido
desde mediados de siglo como stile antico (estilo antiguo), que coexistía con el stile
moderno. Un compositor podía emplear ambos estilos, en ocasiones en una misma
pieza, como hizo Monteverdi en varias ocasiones. Con el tiempo, el stile antico se
modernizó. Los compositores añadieron un bajo continuo y regularizaron los rit-
mos, mientras que los modos eclesiásticos dieron paso a la tonalidad mayor-menor.
Johann Joseph Fux codificó este contrapunto a la manera de Palestrina en su famoso
tratado Gradus ad Parnassum (Escala al Parnaso, 1725), que estuvo vigente como li-
bro de texto más influyente en los dos siglos siguientes.
Las festividades mayores -al menos en las iglesias grandes y adineradas- se cele-
braban a gran escala. Para tales ceremonias los compositores escribían vísperas, sal-
mos, movimientos de misas y otras obras para numerosas voces e instrumentos,
usando a menudo cori spezzati (coros divididos). Giovanni Gabrieli escribió motetes
policorales para San Marcos de Venecia y para la confraternidad de San Rocco, que
constaban de dos o más coros, solistas vocales y un conjunto instrumental, además
de uno o más órganos ejecutando el continuo. Uno de su concertos sacros a gran es-
cala más espectaculares es In ecclesiis, escrito para una celebración anual en Venecia y
publicado póstumamente en 1615. En él, Gabrieli combinó cuatro solistas vocales,
un coro a cuatro voces, un conjunto instrumental a seis voces y órganos en un calei-
doscopio de estilos, desde arias modernas y canzonas instrumentales hasta la polifo-
416 Elnglo XJ::!!.
nía imitativa del Renacimiento, todo ello creciendo en intensidad hasta alcanzar un
clímax sonoro masivo.
Orazio Benevoli (1605-1672) fue otro maestro del medio y una de las principales
figuras de la música católica del siglo XVII. Sus obras incluyen salmos, motetes y mi-
sas para tres o más coros con órgano, escritas la mayoría para San Pedro de Roma en
la década de 1640. Benevoli combinaba sonoridades con suma maestría y hacía al-
ternar efectos antifonales con clímax masivos.
Pocos lugares disponían de recursos para permitirse obras policorales a gran escala,
pero el pequeño concierto sacro, con uno o más solistas acompañados por un órgano
en el continuo y a menudo por uno o dos violines, estaba dentro de los medios de
cualquier iglesia, incluso modesta.
Lodovico Viadana (ca. 1560-1627) fue pionero a la hora de utilizar el pequeño
concierto vocal dentro de la música sacra, y su colección Cento concerti ecclesiastici, de
1602, fue el primer volumen de música sacra vocal impresa con bajo continuo. Via-
dana adaptó el estilo melódico y las texturas imitativas de la polifonía del siglo XVII a las
reducidas fuerzas de uno a cuatro cantantes con continuo. Exsultate Deo, que se
muestra en el ejemplo 15.4, es característico al sugerir más voces de las que de hecho
se están interpretando. La voz imita el bajo; después, tanto el bajo como la voz repi-
ten la misma figura en otro tono, creando un efecto de cuatro voces independientes
entrando una detrás de la otra. El intérprete de continuo puede añadir voces adicio-
nales, como se ve en el ejemplo. La presencia del continuo aseguraba la armonía glo-
bal y hacía innecesario doblar o reemplazar cualquiera de las partes vocales mediante
instrumentos; por supuesto, las piezas para dos o cuatro cantantes suenan completa-
mente iguales si se omite una de las voces. Esta adaptabilidad hizo que la colección de
Viadana pudiera utilizarse por cualquier iglesia y contribuyó a su popularidad.
Exaltad a Dios.
!J. La mtÍsic11 de cámara y la música sacra en la primera mitad del siglo XVII 417
-------
EJEMPLO 15.5 Estilos en contraste en O quam tu pulchra es, de Grandi
a. Esrilo recitativo
-
Oh, cuán bella eres.
b. Estilo de aria
"'º
Sur - ge, sur - ge, pro - pe-ra, sur - ge, spon - sa me - a,
La música de los conventos era la que menos escuchaba el público. Las administra-
ciones eclesiales de Roma y otras ciudades ponían numerosos obstáculos a todo in-
tento de los conventos de desarrollar una vida musical íntegra de sus monjas y novi-
cias. Estos administradores no permitían la entrada en los conventos de directores
musicales con experiencia, compositores masculinos o músicos ajenos a los mismos,
con el propósito de instruir a las cantantes o unirse a ellas en los ensayos.
A pesar de las muchas regulaciones que convertían la actividad musical seria en
una operación clandestina, cierta cultura intensamente musical se desarrolló en los
conventos de toda Italia, especialmente en Santa Cristina della Fondazza de Bolonia.
Las monjas de esta institución lucharon por un nivel de ejecución musical equipara-
ble a los niveles y estilos de fuera de los muros conventuales. Lucrecia Vizzana
(1590-1662) entró en Santa Cristina de niña y se formó allí con su tía organista y
con la maestra de música del convento. Sus Componimenti musicali, publicados en
Venecia en 1623, constan de veinte motetes, la mayor parte para una o dos voces de
soprano con bajo continuo. Incluyen elementos de monodia teatral, además de una
elaborada ornamentación vocal, frases declamatorias y el uso expresivo de disonan-
cias no preparadas y no resueltas.
Aunque la iglesia limitó oficialmente la música en los conventos, algunos de ellos
prosperaron gracias al apoyo de dirigentes masculinos de la iglesia, que pensaban
que las voces angélicas de las monjas podían desempeñar un papel crucial en la sal-
vación y la edificación espiritual de las comunidades que rodeaban y apoyaban a los
conventos. Uno de tales conventos fue Santa Radegonda de Milán, en el cual el pú-
blico podía asistir a los oficios en la mitad pública de la iglesia y cuya ejecución mu-
sical por parte de las monjas durante los días festivos era conocida en toda Europa.
Margarita Cozzolani (1602-ca. 1677), hija de un rico comerciante, entró en el con-
vento en 1619 y adoptó el nombre de Chiara. Entre 1640 y 1650 publicó cuatro co-
lecciones de conciertos sacros, incluido un extenso diálogo sobre María Magdalena
en la tumba de Jesús y unas Vísperas a gran escala que alternaban las antífonas poli-
corales con solos y dúos en los estilos moderno y declamado. Las composiciones de
Cozzolani se caracterizan por la variedad en el estilo y la escritura, por la reordena-
ción de los textos litúrgicos y por el uso frecuente de estribillos, progresiones, líneas
del bajo repetidas y otros recursos estructurales.
.!J· LJt música de cámara y la música sacra en la p_rimera mitad del siglo XVII 419
Oratorio
lcalia tenía una larga tradición de música religiosa ajena a los oficios eclesiales
como el lauda. En la Roma del siglo XVII surgió un nuevo género de música reli-
giosa dramática mediante la combinación de narración, diálogos y comentarios. A
mediados de siglo, estas obras se conocían como oratorios, término derivado de la
palabra italiana oratorio, o sala de oraciones, en la que ciertas sociedades se reunían
para la contemplación, escuchar sermones o cantar laudas y otras canciones devo-
cionales.
Como las óperas, los oratorios utilizaban recitativos, arias, dúos, así como prelu-
dios y ritornellos instrumentales. Pero los oratorios diferían de las óperas en diversos
aspectos: su temática era religiosa, rara vez o nunca se escenificaban, la acción se des-
cribía o sugería y no se interpretaba, a menudo contenían un narrador y el coro
-por lo general, un conjunto de varias voces con una sola persona cada voz- po-
día asumir distintos papeles, desde la participación en el drama a la narración o medi-
tación sobre los acontecimientos. Los libretos de los oratorios estaban en latín o en
irnliano.
El compositor más destacado de oratorios latinos fue Giacomo Carissimi (1605-
1674). Su]ephte (ca. 1648) ejemplifica el oratorio de mediados de siglo. El libreto se
basa en el libro de los Jueces 11, 29-40, con algunas paráfrasis y material añadido.
Mediante un recitativo, el narrador introduce la historia y Jefté, general israelí, jura
que si el Señor le concede la victoria en la batalla inminente, él sacrificará a la prime-
ra criatura que lo salude a su regreso a casa. Un conjunto de seis cantantes relata la
victoria de Jefté sobre los amonitas, con efectos apropiados que incluyen el stile con-
cítato. El narrador relata en un recitativo cómo Jefté regresa a casa henchido de
triunfo, pero la primera en saludarle es su hija, de manera que debe sacrificarla. Las
canciones que celebran la victoria están compuestas como arias para solista, dúos y
conjuntos, seguidas de un diálogo en recitativo entre el padre y la hija. El coro nos
cuenta cómo la hija se dirige a las montañas con sus compañeras para lamentarse de
su muerte próxima. En la escena final, ella canta un lamento, un largo recitativo lle-
no de afecto. Dos sopranos que, en el papel de damas de compañía, ~miten un eco
de las florituras cadenciales de la hija. La respuesta del coro a seis voces emplea tanto
efectos policorales como madrigalescos, incluido un bajo de tetracordo descendente
asociado a los lamentos.
En los motetes de Grandi y de Vizzana, en los oratorios de Carissirni y en el resto
d~ la música sacra católica, vemos compositores que utilizan una amplia gama de es-
tilos de origen tanto profano corno religioso para transmitir a los oyentes el mensaje
de la Iglesia. La efectividad retórica se tenía en mucha mayor estima que la pureza
escilíscica. En estas obras, la primacía del texto y su declamación dramática era fun-
damental.
420
Cronología: La música de cámara y la música sacra en la primera mitad del siglo xva
En las regiones de lengua alemana, los compositores de las iglesias católicas y lutera-
nas adoptaron pronto las nuevas técnicas monódicas y de concertato. La música sa-
cra de Austria y del sur católico de Alemania continuó bajo una fuerte influencia ita-
liana, con compositores italianos particularmente activos en Munich, Salzburgo,
Praga y Viena. Los compositores de las regiones luteranas del centro y el norte de
Alemania emplearon los nuevos medios y en ocasiones utilizaron melodías o textos
corales. Junto a las composiciones en estilo moderno, los compositores luteranos si-
guieron escribiendo motetes polifónicos corales y motetes sobre textos bíblicos sin
melodías corales.
Muchos motetes bíblicos de Hans Leo Hassler, Michael Praetorius y otros com-
positores del siglo XVII se elaboraron mediante el procedimiento del concierto a gran
escala, lo que demuestra la admiración de los alemanes por la moda veneciana. El
pequeño concierto sacro restaba todavía más al uso. Aquí, las figuras más influyentes
fueron Viadana, cuyas obras circulaban en los países de lengua alemana, y Johann
Hermann Schein (1586-1630), que publicó en Leipzig dos importantes colecciones
en 1618 y 1626, ambas tituladas Opella nova. El primer libro contiene principal-
mente dúos con continuo sobre corales, que parafrasean libremente las melodías co-
rales, insertan ornamentos vocales y dividen las frases entre las voces. En estas obras,
la tradición del coral luterano se fusiona con el estilo moderno italiano. El segundo
libro consta de más dúos corales, aunque la mayoría de las piezas están compuestas
obre textos bíblicos, las composiciones son más variadas, a menudo usan uno o más
instrumentos solistas y hacen contrastar secciones a solo con secciones de conjunto.
Lo conciertos sacro de Schein suponen el precedente de una larga serie de obras si-
milares por parte de los compositores luteranos.
Heinrich Schütz
La Guerra de los Treinta Años (1618-48) devastó Alemania y diezmó las arcas de los
gobernantes. Después de que Sajonia entrase en la guerra en 1631, el elector de Sa-
jonia, patrón de Heinrich Schütz, ya no pudo mantener a tantos músicos. Como
respuesta, Schütz publicó sus Kleine geistliche Konzerte (Pequeños conciertos sacros,
1636 y 1639), que podían interpretarse con los reducidos recursos humanos dispo-
nibles. Su prefacio puso de manifiesto los efectos de la guerra.
El punto hasta el cual entre otras artes liberales, la encomiable Música no sólo ha caído
en gran declive, sino que en muchos lugares ha sido completamente destruida por el curso
continuo de la guerra en nuestra querida patria alemana, es claro a mis ojos, además de
las condiciones ruinosas generales y la profunda inquietud que la infeliz guerra acostum-
bra a traer consigo. Yo mismo experimento esto con respecto a algunas de mis composicio-
nes musicales, que he tenido que guardar hasta ahora por falta de editores e incluso hoy
día, hasta que el Todopoderoso quiera concedernos mejores tiempos en los que prosperar.
Pero, mientras tanto, para que el talento que Dios me dio en su noble arte no permanez-
ca totalmente ocioso, sino que pueda crear alguna pequeña ofrenda, he compuesto una1
pocas piezas concertadas y las he publicado como un anticipo de mi obra musical en ho-
nor de Dios.
Heinrich Schütz, Dedicatoria de la primera parte, en Kleine geistliche Konzerte, ed. Philipp Spirca (Mi-
neola, NY: Dover, 1996), 3.
un saltus duriusculus (salto duro), para sugerir la dura senda que le queda por d lan-
te a Saulo si se resiste. Tales figuras tienen su raíz en la representación plástica de
palabras de los madrigales y motetes del Renacimiento, mientras que el intento de
codificarlas refleja el deseo de los teóricos alemanes de reconciliar la teoría con la
práctica.
Un género destacado en la tradición luterana era la historia, composición musical
basada en narraciones bíblicas. En Las siete últimas palabras de Cristo (¿ 1650?).
Schütz compuso las secciones narrativas como un recitativo para solista o para coro
con continuo, mientras que las palabras de Jesús en una monodia libre y expresiva
están acompañadas de cuerdas y del continuo. Un breve coro y una sinfonía instru-
mental introducen a la totalidad de la obra, que termina con una repetición de la
sinfonía y un coro concluyente. Su Historia de la Navidad (1664) consta de recita.ti-
!J.: La música de cámara y la música sacra en la primera mitad del siglo XVII 425
¡:
1
U• u u ~'------' 4 # u
vos para la narración intercalados con escenas en concertato, incluidas arias y coros
con acompañamiento instrumental.
El tipo más común de historia fue la Pasión, composición musical de la his-
toria de la crucifixión de Jesús. Schütz escribió tres en 1666, conforme a los re-
latos de Mateo, Lucas y Juan. Para éstas no utilizó el estilo del concertato, sino
la antigua tradición alemana de tratar la narración en canto llano, y las palabras
de los discípulos, la muchedumbre y otros grupos en el estilo del motete polifó-
nico.
426
-
El sig4' Xl'u
Durante su vida, la música de Schütz fue conocida sobre todo en las regiones lu-
teranas de Alemania; tras su muerte, desapareció del repertorio hasta ser redescubier-
ta en los siglos XIX y XX. No obstante, contribuyó a que Alemania se posicionase
como parte central de la tradición europea y dejase de ser una región periférica. Su
síntesis de elementos alemanes e italianos ayudó a sentar los fundamentos de los
compositores alemanes posteriores, desde Bach hasta Brahms.
La música judía
Los nuevos desarrollos del siglo XVII se extendieron incluso a la música judía, el
credo europeo más ligado a la tradición. Las prácticas musicales de las sinagogas
habían permanecido relativamente estables durante siglos, pero esto empezó a
cambiar a principios de la década de 1600. Aunque la cantilación era aún la for-
ma primordial de música en la liturgia judía, nuevas técnicas entraron en uso. Sa-
bemos esto por las distintas declaraciones de rabinos que denuncian el uso de
melodías populares no judías como base de pasajes improvisados. Por causa de la
naturaleza oral de la cantilación, no se ha conservado ninguna música que de-
muestre hasta qué punto se utilizaron estas melodías populares, pero las descrip-
ciones escritas sugieren prácticas semejantes a las hoy usadas en las sinagogas ju-
días ortodoxas.
El siglo XVII vio también la introducción de la polifonía en las ceremonias de las
sinagogas. Gracias a los esfuerzos de Leon Modena (1571-1648), estudioso huma-
nista además de rabino y cantor, la polifonía improvisada se interpretó en la sinago-
ga de Ferrara ya en 1604. En 1607, Modena pasó a ser cantor de la sinagoga de Ve-
necia y siguió promocionando el uso de la polifonía.
Entre los escritos de Modena sobre música se encuentra el prefacio al primer li-
bro publicado de música litúrgica y polifónica judía. Las treinta y tres composicio-
nes de salmos hebreos, himnos y cantos de la sinagoga fueron escritas por el compo-
sitor de Mantua Salamone Rossi (ca. 1570-ca. 1630); la colección se tituló Hashirim
asher lish'lomo (Los cantos de Salomón, 1622-1623), juego de palabras del nombre
de pila de Rossi. El estilo es el de la música profana de Rossi e incorpora las influen-
cias de Monteverdi y de otros compositores italianos de la época. También se obser-
van elementos del canto judío italiano, único factor, además de los textos hebreos,
que identifica estas obras como judías. Rossi es igualmente conocido por sus madri-
gales, incluida la primera colección publicada de madrigales con continuo. A pesar
de sus evidentes capacidades como compositor, la fe judía de Rossi limitó sus opor-
tunidades profesionales, por lo que nunca consiguió una posición permanente en la
corte. Su iniciativa quedó como uno de los pocos intentos de escribir polifonía litúr-
gica judía antes del siglo XIX.
!2.· La música de cámara y la música sacra en la p1·imera mitad del siglo XVIJ 427
La música instrumental
La interacción de tradición e innovación típica de la primera mitad del siglo XVII es
evidente en la música instrumental, como lo fue en la vocal. La música instrumental
continuó aumentando su independencia de la música vocal y llegó a equipararse con
ésta en cantidad y en calidad. Los compositores practicaban aún la mayoría de los
géneros de música instrumental del siglo XVII, pero se concentraban en los géneros
abstractos e ignoraban los más dependientes de los modelos vocales, como las trans-
cripciones. Al mismo tiempo, los compositores de música instrumental tomaron
muchos elementos típicos de los nuevos lenguajes vocales, incluido el empleo del
bajo continuo, el interés por el movimiento de los afectos, la concentración en el so-
lista y el uso de la ornamentación virtuosa, la composición idiomática, el contraste
estilístico, e incluso estilos específicos como el recitativo y el aria. El violín, que cre-
ció en importancia en el siglo XVII, emuló la voz humana y asimiló numerosas técni-
cas vocales en su vocabulario propio.
En la segunda mitad del siglo, los compositores especificaron con mayor frecuen-
cia la instrumentación exacta y la mezcla de géneros preferidos se modificó. Los
principales tipos de composición para teclado después de 1650 fueron el preludio, la
toccata, la fuga, los corales o composiciones sobre canto llano, las variaciones y la
suite. Las obras para conjunto se dividen en dos amplias categorías: la sonata y los
géneros relacionados, y la suite y los géneros similares. La música para gran conjunto
comprendía suites, sinfonías y el nuevo género del concierto instrumental.
Los elementos de un estilo o tipo de obra aparecían a menudo en otro. Por ejem-
plo, el procedimiento de variar una idea puede encontrarse en ricercares, canzonas y
suites de danzas, así como en variaciones. Las toccatas pueden contener secciones fu-
gadas y las canzonas pueden tener secciones en estilo improvisado. Para los oyentes
de la época, las diferencias entre los estilos nacionales, las danzas o las texturas de
toccata y fuga eran tan evidentes como las diferencias entre rap y música country
para los oyentes de hoy. Los compositores explotaron estas diferencias utilizando lo
contrastes de estilo y textura como elementos formales y expresivos.
Toccata
Las toccatas y otras piezas de carácter improvisado se tocaban en el clave (como mú-
sica de cámara) o en el órgano (como música de los oficios). Aunque pueden obser-
varse algunas diferencias entre las toccatas pensadas para el órgano y el clave, en par-
ticular una mayor insistencia en los tonos prolongados y en armonías inusuales en
las compuestas para órgano, la mayoría de las toccatas podían interpretarse con am-
bos instrumentos.
El más importante compositor de toccatas fue Girolamo Frescobaldi (1583-
1643; véase biografía), organista de San Pedro de Roma. La Toccata No. 3 de su pri-
mer libro de toccatas para clave (1615) es característica al disponer una sucesión de
secciones breves, cada una concentrada en una figura particular sutilmente variada.
Algunas secciones despliegan pasajes de virtuosismo, mientras que otras hacen pasar
!}:_ La música de cdmara y la música sacra en la primera mitad del.!_igfo_XVL
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las ideas por las distintas voces. Cada una de las secciones termina con una cadencia,
debilitada armónica o rítmicamente, o a través de un continuo movimiento de las
voces, con el fin de mantener el ímpetu hasta el final. Según el prefacio del composi-
tor, las diversas secciones de estas toccatas pueden tocarse separadamente; el intér-
prete puede terminar la pieza con cualquier cadencia apropiada, lo que nos recuerda
que en la época barroca la música escrita era una plataforma para la interpretación,
no un texto inalterable. Frescobaldi indicó que el tempo no estaba sujeto a un ritmo
regular, sino que podía modificarse de acuerdo con el sentido de la música. También
buscó transmitir una diversidad de afectos o estados de ánimo en cada tocata.
El papel de las toccatas como música de la liturgia está ilustrado en las Fiori mu-
sicali (Flores musicales, 1635) de Frescobaldi, un conjunto de tres misas para órga-
no, donde cada una contiene toda la música que un organista podía tocar en una
misa. Las tres incluyen una toccata antes de la misa y otra durante la elevación de la
hostia, antes de la comunión, y dos agregan otra toccata antes del ricercare. Estas
toccatas son más breves que las que compuso para clave, aunque están igualmente
divididas en secciones; incluyen los tonos prolongados y las sorpresas armónicas
que a menudo encontramos en las toccatas para órgano. Publicó esta colección en
partitura abierta y no en dos pentagramas, la notación usual de la música para tecla-
do, argumentando en su prefacio que la interpretación a partir de la partitura «sirve
para distinguir el oro verdadero de los actos de los virtuosos de los actos de los igno-
rantes».
El alumno más famoso de Frescobaldi fue Johann Jacob Froberger (1616-1667),
organista de la corte imperial de Viena. Las toccatas de Froberger tienden a alternar
pasajes improvisados con secciones en contrapunto imitativo. Sus piezas fueron
el modelo de la posterior confluencia de toccata y fuga, como sucede en las obras
de Buxtehude, o de su emparejamiento como en las toccatas o preludios y fugas de
Bach.
Ricercare y fuga
El ricercare del siglo XVII consistía por lo general en una composición seria para ór-
gano o clave en la que un sujeto o tema se desarrollaba continuamente en imitación.
El ricercare según el Credo de la misa de Frescobaldi, para la Madonna de Fiori mu-
sicali, es notable por el hábil tratamiento de las líneas cromáticas y por el uso sutil de
armonías cambiantes y disonancias, lo que revela una tranquila intensidad que ca-
racteriza buena parte de la música para órgano de Frescobaldi. Como se muestra en
el ejemplo 15.7, el sujeto tiene un perfil definido y caracterizado por los saltos y un
lento ascenso cromático, que facilita su escucha en cada entrada, mientras el contra-
sujeto diatónico y más rápido origina contraste.
A principios del siglo XVII, algunos compositores, especialmente en Alemania,
empezaron a aplicar el término fuga (del italiano fuga, «huida»), anteriormente usa-
EJEMPLO 15.7 Frescobaldi, Ricercare según el Credo, de la misa para la Madonna de Fiori
musicali
~ LECTURA DE FUENTES - - - - -- - - - - -
En los prefacios a sus colecciones de obras para teclado, Girolamo Frescobaldi esti-
muló a los intérpretes para que modificasen la velocidad y el modo de la ejecución
con el fin de expresar los estados de ánimo y afectos (affetti) cambiantes. Su consejo
nos sugiere que él consideraba la música instrumental algo muy afín a la música vo-
cal, cuando se trataba de transmitir los afectos, y que buscó reflejar una diversidad
de sentimiento mediante frecuentes cambios de figuración.
---·---
------~
Tras haber visto cudn aceptada estd la manera de tocar con affetti cantables y diversidad
de pasajes, he visto adecuado mostrarme yo también asimismo a favor de ello, así como
aficionado a ello, con estos débiles esfuerzos por mi parte, presentdndolos en imprenta con
las directrices mencionadas mds abajo ...
Primero, que esta manera de tocar no debe estar sujeta al compás -como vemos en
los madrigales modernos, los cuales, a pesar de la dificultad, se hacen mds manejables [al-
terando} el compás, haciéndolo ya ldnguido, ya rdpido, y suspendiéndolo ocasionalmente
en medio del aire, de acuerdo con sus affetti o con el sentido de las palabras.
2. En las tocatas he tenido cuidado ... de que sean maduras con una variedad de
pasajes y de affetti.
---·---
En estos asuntos que no parecen estar regulados por el uso del contrapunto, una debe bus-
car en primer lugar el affetto de ese pasaje y el objetivo del autor, siempre que incumba
al agrado del oído y al modo de agradar/o.
do para la técnica de la imitación como tal, como nombre de un género de piezas se-
rias que trataban un tema en continua imitación. Como veremos en los capítulos 17
y 19, las fugas adquirieron una importancia creciente a finales del siglo XVII y princi-
pios del XVIII.
Fantasía
La fantasía para teclado, una obra imitativa de mayor envergadura que el ricercare,
tenía una organización formal más compleja. Los compositores de fantasías más des-
tacados de este periodo fueron el organista holandés Jan Pieterszoon Sweelinck (1562-
1621) y su discípulo alemán Samuel Scheidt (1587-1654). En las fantasías de Swee-
linck, una exposición fugada conduce generalmente a secciones sucesivas con
diferentes contrasujetos, donde en ocasiones el sujeto se elabora en incremento 0
disminución rítmica. La Tabulatura nova de Scheidt (1624) contiene varias fantasías
monumentales. La llamó nueva porque, en lugar de utilizar la tablatura para órgano
tradicional alemana, Scheidt adoptó la moderna práctica italiana de escribir cada voz
en un pentagrama separado. Las obras de Scheidt y su influencia como maestro fue-
ron el fundamento para un notable desarrollo de la música para órgano en el norte
de Alemania durante la época barroca.
En Inglaterra, la música para consort de violas fue un pilar de la interpretación de
música con función social. El género más relevante era la fantasía imitativa, a menu-
do llamada foncy, que sometía a elaboración uno o más sujetos. Entre los composito-
res conocidos tenemos a Alfonso Ferrabosco el Joven (ca. 1575-1628), hijo de un
músico italiano activo en la corte de la reina Isabel, y John Caprario (ca. 1570-
1626), cuyo nombre italianizado (nació Cooper) es ejemplo de la moda italiana exis-
tente en Inglaterra.
Canzona
Como en el siglo XVI, la canzona era una pieza imitativa para teclado o conjunto, en
varias secciones contrastantes e interpretada como música de cámara o de iglesia. Las
canzonas exponían temas marcadamente rítmicos y tenían un carácter más animado
que los ricercares. En las misas para órgano de Frescobaldi podemos ver el papel que
las canzonas desempeñaban en los oficios: todas incluyen una canzona después de la
epístola y dos tienen otra tras la comunión. En algunas canzonas para teclado y en
la mayoría de ellas para conjunto, cada sección trata un tema diferente en imitación
u ofrece una textura no imitativa como contraste. En otro tipo, llamado canzona va-
riación, las transformaciones de un único tema aparecen en secciones sucesivas.
-
¡5. La mtÍsica de cámara y la música sacra en la erimera mitad del siglo XVIJ 433
Sonata
El rérmino sonata se usó frecuentemente desde principios del siglo XVII para referirse
a grandes rasgos a cualquier pieza instrumental. Gradualmente pasó a designar una
composición semejante a la canzona en la forma pero con rasgos característicos par-
ti culares. Las sonatas se componían con frecuencia para uno o dos instrumentos me-
lódicos, por lo general violines, con bajo continuo, mientras que la canzona para
ca njunto era escrita a cuatro o más voces y podía tocarse sin continuo. Las sonatas
explotaban a menudo las posibilidades idiomáticas ofrecidas por un instrumento
particular e imitaban el estilo vocal expresivo moderno, mientras que la típica canzo-
na ponía de manifiesto la calidad formal y abstracta de la polifonía renacentista.
Podemos percibir la calidad de la sonata del siglo XVII examinando una de las sona-
tas para violín y continuo más antiguas, de Biagio Marini (1594-1663) . Marini estuvo
durante un tiempo activo en San Marcos como violinista bajo la dirección de Monte-
verdi y más tarde ocupó diversos puestos en Italia y Alemania. Su Sonata IVper il violi-
no per sonar con due corde, del Op. 8, publicada en 1629, es un ejemplo temprano de
lo que podría llamarse «monodia instrumental». Como la canzona, tiene secciones
ca ntrastantes, aunque casi todas exponen gestos idiomáticos del violín, incluidos saltos
EJ EMPLO 15.8 Marini, Sonata IV per il violino personar con due carde
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434 EJ siglo n:J!.
Como en el siglo XVI (véase capítulo 12), los organistas improvisaban o elaboraban
composiciones sobre melodías litúrgicas para su uso en las iglesias. Estas obras cons-
taban de versos de órgano sobre canto gregoriano, como las composiciones de Kyrie
y Christe de las misas para órgano de Frescobaldi y los diversos tipos de composicio-
nes sobre corales conocidas colectivamente como corales para órgano o preludios co-
raks. Los compositores de Alemania central y del norte escribieron un gran número
de composiciones sobre corales de gran variedad formal en la segunda mitad del si-
glo, aunque ya aparecen ejemplos en la Tabulatura nova de Scheidt y en las obras de
Sweelinck.
Variaciones
• La melodía se repite con pocos cambios pero está rodeada de diferente material
contrapuntístico en cada variación, pudiendo pasar de una voz a otra. En oca-
siones se llaman variaciones cantus-firmus y fueron puestas en práctica por
Sweelinck y los virginalistas ingleses (véase capítulo 12).
• La melodía, por lo general en la voz superior, recibe una ornamentación dife-
rente en cada variación, mientras las armonías subyacentes permanecen sin
cambios esenciales.
• El bajo o progresión armónica, y no la melodía, se mantiene constante mien-
tra.S la figuración cambia. En ocasiones, como en el caso de la romanesca, un
contorno melódico está asociado al bajo, pero aquél puede ocultarse en las va-
nac1ones.
¡ 5. La música de cdmara x.f!!:. música sacra en la primera mitad del siglo XVII 435
Del último tipo, las formas más conocidas por los oyentes modernos son la cha-
conne y el passacaglia, la primera una derivación de la chacona y la última un vásta-
go del pasacalle español, un ritornello improvisado sobre una progresión cadencia!
simple e interpretado antes y entre las estrofas de una canción. Las variaciones para
teclado más antiguas que se .conocen con esta forma son las Partite sopra ciaccona y
las Partite sopra passacagli de Frescobaldi, ambas publicadas en su segundo libro de
wccatas y partitas de 1627. Cada una de las primeras variaciones de las Partite sopra
ciaccona hace uso de una variante diferente en la línea del bajo, como se muestra en
el ejemplo 15.9, lo que indica que Frescobaldi consideró la progresión armónica
I-V-vi-V como el elemento constante y no el bajo como tal. Durante una genera-
ción, chaconne y passacaglia se usaron en Francia, Alemania y otros lugares como tér-
minos para las variaciones sobre un basso ostinato (o ground bass), ya fuese tradicional
0 de nueva composición, normalmente con una extensión de cuatro compases, en
compás ternario y tempo lento. Chaconnes y passaca.glias aparecieron en la música
para teclado solo, en la música de cámara y en la música teatral de danza. En los si-
glos posteriores, las distinciones entre las dos se debilitaron y ambos términos se vol-
vieron intercambiables.
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Prima parte ~a
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Música de danza
Se componían danzas para los bailes sociales, los espectáculos teatrales y de forma es-
tilizada como música de cámara para laúd, teclado o conjunto. La música de danza
ocupó un lugar tan central en la vida musical que los ritmos de danza impregnaron
otras músicas vocales e instrumentales, ya fuesen sacras o profanas.
436 El siglo X!2!
La idea de poner juntas dos o tres danzas, como la pavana y la gallarda, se amplió
ahora para crear una suite de varias danzas, usadas para bailar o como música de cá-
mara. El Banchetto musicale (Banquete musical, 1617) de Johann Hermann Schein
consta de veinte suites para cinco instrumentos con continuo, y cada una sigue la se-
cuencia: padouana (pavana), gagliarda (gallarda), courante, allemande y tripla, esta
última una variación en compás ternario de la allemande. Algunas de las suites se
construían sobre una idea melódica que reaparecía de forma variada en cada una de
las danzas y otras se vinculaban mediante semejanzas melódicas más sutiles.
A medida que los compositores se concentraron cada vez más en los géneros abstrac-
tos -incluidas la toccata, el preludio, el ricercare, la fantasía, la canzona, la sonata y
las variaciones sobre un basso ostinato-, la música instrumental adquirió mayor re-
lieve como tradición separada de la música vocal y digna de atención por sf mi ma.
Las toccatas, ricercares y variaciones de Frescobaldi se han comparado a oraciones
que mantienen la atención del oyente mientras se exponen y desarrollan las ideas. Se
trata de un nuevo papel de la música sin palabras, que va más allá de la decoración y
la diversión para abarcar niveles de comunicación intelectual y expresiva antes reser-
vados a la música vocal. Sobre estos cimientos, las generaciones posteriores edifica-
ron más tarde las fugas, las sonatas y las sinfonías.
Tradición e innovación
Pero la fascinación por lo nuevo que infundía todo su vigor a la música de este
periodo ocasionó implícitamente su vida efímera. Cuando los gustos y estilos cam-
biaron rápidamente, toda esta música cayó prácticamente en desuso a finales de si-
glo. Alguna, como la música para teclado de Frescobaldi, era conocida por los com-
positores pero se interpretaba raramente.
La música de principios del siglo XVII fue redescubierta a finales del siglo XIX y
durante todo el siglo XX; buena parte se ha publicado en ediciones académicas y se
ha llevado a los estudios de grabación. Si bien hoy en día las interpretaciones y gra-
baciones de obras de Monteverdi, Schütz, Frescobaldi y otros compositores de la pri-
mera mitad del siglo XVII son relativamente frecuentes, hasta décadas recientes su
música no fue tan conocida como la de Palestrina, Vivaldi o Bach. Quizá suceda esto
porque en la música de Monteverdi o de Schütz los estilos son menos concretos, las
rutinas de melodía, ritmo, armonía y contrapunto están menos establecidas que en
la música de los siglos XVI o XVIII, de manera que el oyente puede no saber qué espe-
rar. Pero este componente explorador es también uno de los grandes encantos de
esta música, cuando los compositores, plenamente formados en un lenguaje ya des-
fasado, inventaron a cada instante nuevos estilos y siguieron su camino hacia delante
por la oscura senda hacia un nuevo mundo musical.
J6. Francia, Inglaterra, España y el Nuevo Mundo
en el siglo XVII
Los últimos dos capítulos se han centrado en el tema del género: de qué modo las
id nuevas y antiguas se combinaron en la ópera y cómo los estilos teatrales afecta-
ron la música de cámara, la música sacra y la música instrumental, y fomentaron
nuevos géneros como la cantata, el concierto sacro, el oratorio y la cantata a solo. Sin
ignorar el género como una manera de enfocar nuestra narración histórica, en los
periodos del Barroco medio y tardío resulta más conveniente destacar los estilos na-
cionales característicos que se desarrollaron, incluidas las tendencias dentro de la
música nacional y los préstamos que atravesaban las fronteras.
El estilo de una nación estaba influido por su política y por su cultura. Italia siguió
siendo la región musical a la cabeza de Europa, pero Francia, una monarquía centrali-
zada cuyo rey utilizaba las artes para la propaganda y el control social, surgió como el
principal competidor de Italia. Bajo el patrocinio del rey, los músicos forjaron un
nuevo lenguaje francés marcado por la elegancia y la contención, un contrapeso a la
música virtuosa y expresiva de Italia. Inglaterra y Alemania asimilaron elementos tan-
ro del estilo italiano como del francés y los combinaron con sus tradiciones autócto-
nas. El monarca inglés fue un importante mecenas musical, aunque no dominaba la
escena como en Francia y dejaba espacio al apoyo directo de la música por parte del
público y para la invención del concierto público. Los gobernantes de muchos peque-
ños estados alemanes adoptaron las modas francesas en la música y en la literatura, el
arte, la arquitectura y las maneras sociales, aunque los músicos y géneros italianos
continuaron ejerciendo su influencia. España siguió en gran medida su propio cami-
no, incluida una vida musical floreciente en sus colonias americanas.
En este capítulo exploraremos el impacto de la política sobre la música en Francia
Y en Inglaterra, la adaptación de los géneros italianos en Francia, el surgimiento de
un estilo característico francés, la asimilación en Inglaterra de elementos franceses e
440 El siglo XX!!
El Barroco francés
Luis XIV
El bti/Let de corte
ILUSTRACIÓN 16.2 Parte del jardín sur de Versal/es, con flores de lis. Los setos, cuida@samente recorta-
dos, transmiten una imagen de control sobre la naturaleza y la manera en que cada jardín conduce al si-
guiente sugiere un espacio ilimitado.
tratados en las danzas. Los ballets habían prosperado en la corte desde el Ballet cfJmi-
que de la reine (El ballet cómico de la reina, 1581). Luis XIII (reinado, 1610-1643)
participó regularmente en la música y la danza de la corte. Su hijo, Luis XIV, adqui-
rió reputación como brillante bailarín y participó en los ballets desde los trece años.
Sus papeles fueron Apolo en el Ballet des fltes de Bacchus (Ballet de las fiestas de
Baco, 1651) y el sol naciente en el Ballet de la nuit (Ballet de la noche, 1653), lo que
reafirmó su identidad como Rey Sol.
La danza reforzó el Estado al ofrecer un modelo de disciplina, orden, refinamien-
to, contención y subordinación de lo individual a la empresa colectiva. El hecho de
requerir de los aristócratas que participasen en la danza social y en las representacio-
nes de ballet los mantenía ocupados y ofrecía una demostración ritual de la jerarquía
social, con el rey en la cumbre. No es de extrañar que la música barroca francesa, tan
centrada en la danza, se distinga por la elegancia y la contención emocional, en fuer-
te contraste con la expresividad, el individualismo y el sentido del espectáculo típi-
cos de la música italiana de la época.
La música en la corte
La música del rey estaba organizada tan jerárquicamente como el propio Estado. Ha-
bía de 150 a 200 músicos en tres divisiones. La Música de la Capilla Real constaba
de cantantes, organistas y otros intérpretes de instrumentos que ejecutaban música
!.§: Francia, Inglaterra, España y el Nuevo Mundo en el siglo XVII 443
Durante más de tres décadas, el músico favorito de Luis XIV fue Jean-Baptiste Lully
(1632-1687; véase biografía). Lully escribió música para los ballets y oficios religio-
sos de la corte, aunque cosechó sus mayores éxitos en la música dramática. En la dé-
cada de 1670, con el apoyo de Luis, Lully creó una clase de ópera específicamente
francesa que perduró durante todo un siglo.
El cardenal Mazarino había intentado establecer la ópera italiana en Francia y en-
cargado a Luigi Rossi su Orfeo en 1647 y a Francesco Cavalli su Ercole amante en
1662. Pero las óperas, cantadas en italiano, encontraron oposición por razones polí-
ticas y artísticas. Lully aprendió los estilos operísticos de ambas óperas, en especial
de Ercole amante, para la que compuso la música de ballet. Tras la marcha de Cavalli,
Lully colaboró con el escritor de comedias Jean-Baptiste Moliere para crear una serie
de comédies-ballets de éxito, que fusionaban elementos del ballet y de la ópera. Pero
444 Et1tiglo !E.
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
La música de la Gran Caballeriza
Los músicos de la Gran Caballeriza de Luis XIV tocaban en todo tipo de evemos
que tuviesen lugar al aire libre: procesiones ocasionadas por bodas reales y funera-
les, fuegos de artificio que conmemoraban nacimientos reales, visitas de dignata-
rios extranjeros, revistas militares, cazas y otras clases de juegos y festividad .
Corno los trompetistas uniformados que siempre precedían a la carroza del rey
cuando éste salía de su palacio, los músicos de la caballeriza iban a menudo a ca-
ballo, lo que ayuda a explicar su asociación con lo que hoy concebimos como un
indigno lugar de hospedaje. De hecho, los músicos de la caballeriza eran los mejo-
res intérpretes de maderas y metales de Luis XIV. Interpretaban música ceremo-
nial en instrumentos como pífanos y tambores, oboes y fagotes, cornetas y crom-
petas, que podían escucharse bien al aire libre. Los músicos de la caballeriza
estaban relativamente bien pagados y en ocasiones exentos de impuestos; también
se les permitía legar la posición a un hijo.
Puesto que el empleo como músico de la caballeriza suponía un buen escarus y
un puesto de trabajo seguro, la institución de la Gran Caballeriza pasó a ser un
campo de prueba para importantes familias de intérpretes de instrumento de
viento. Un miembro de una de dichas familias, Jean Hotteterre (ca. 1610-ra.
1692), no sólo tuvo oportunidad de perfeccionar su técnica de interpretación
sino que también experimentó con la construcción de varios tipos de instrumen-
tos de viento. Construyéndolos en madera, algunas veces incluía elegantes dernll
ornamentales en marfil o en ébano, signo de que sus instrumentos tenían un pre-
cio alto y eran valorados en la corte. La inclusión por parte de Lully de inscru-
mentos de madera en la orquesta de sus óperas fue también un factor importanre
para su perfeccionamiento, puesto que su interés en que se escribiese música para
estos instrumentos estimuló a sus constructores e intérpretes a esforzarse por con-
seguir un sonido más dulce y refinado -un sonido que mereciese figurar entre
los Vingt-quatre Violons du Roí (Veinticuatro violines del rey).
Se cree que los intérpretes de instrumentos de viento y sus fabricantes de la ·orte
francesa son los responsables de la invención del oboe. Este instrumento era difen:n·
te de su predecesor, el caramillo, al tener una lengüeta completamente independien-
te (y no una parcialmente integrada) que permitía un mayor control de la enrona·
ción y la calidad del sonido. En lugar de construirse con una única pieza de madera,
el instrumento tenía tres secciones acopladas de un modo que facilitase los más ddi-
cados ajustes de la afinación. También tenía un ámbito más extenso, de dos occav
mientras que el diseño mejorado del instrumento y los orificios más pequeños ¡xr·
mitían al intérprete producir tonos cromáticos más exactos. De ese modo, a pesar d
tener un nombre poco prometedor, la Gran Caballeriza inició de hecho el auge )' la
excelencia de los instrumentos de madera de las orquestas de hoy.-BRH
-
16. Francia, Inglaterra, España y el Nuevo Mundo en el siglo XVII 445
Lully no contemplaba aún la posibilidad de una ópera íntegra. La tradición del ba-
llet parecía demasiado fuerte, como lo era la tragedia hablada, representada por los
dramaturgos Pierre Corneille (1606-1684) y Jean Racine (1639-1699). La cultura li-
teraria francesa exigía que se diese prioridad en los escenarios a la poesía y al drama y
consideraba que un diálogo cantado carecía de credibilidad. El dominio de la música
y del canto propio de la ópera italiana parecía por ello inadecuado en Francia.
Pero los exitosos experimentos de otros compositores convencieron a Lully de
que la ópera era viable en Francia. En 1672, con el apoyo de Luis XIV, adquirió un
privilegio real que le otorgaba el derecho exclusivo de representar drama cantado en
446 El riglo~
En sus recitativos, Lully siguió el contorno general del francés hablado, mientras
hada alternar la notación binaria y ternaria del compás para permitir la declamación
más natural posible de las palabras. De este modo, los recitativos de Lully prolonga-
ron la tradición francesa, remontándose a la musique mesurée y al air de cour (véanse
capítulos 11 y 15), de utilizar grupos de compás irregulares para reflejar los ritmos
del texto. Algunos estudiosos distinguen dos estilos de recitativo, uno métricamente
fluido y uno más mesurado, aunque en realidad el recitativo de Lully abarca un con-
tinuo flexible entre fluidez y regularidad métrica, cambiando cuando resulta apro-
piado según la poesía y las emociones de sus personajes. Los términos récitatifsimple
(recitativo simple) y récitatifmesuré (recitativo mesurado), utilizados a menudo para
distinguirlos, no fueron acuñados hasta finales del siglo XVIII, y los críticos franceses
los utilizaron de manera incoherente, haciendo problemática su aplicación en el caso
de Lully.
Los momentos más líricos se acuñaron en airs, canciones con texto rimado y
compás y fraseo regulares, que a menudo hacían uso del compás y la forma de la
danza. Mucho menos elaborados y efusivos que las arias de las óperas italianas, los
airs eran generalmente silábicos o casi silábicos, con una bella melodía, escasa repe-
tición del texto y ninguna exhibición de virtuosismo.
El monólogo de Armide ilustra el impacto de las óperas de Lully. La mezcla de re-
citativo, air e interludios orquestales permitió a Lully transmitir los sentimientos in-
tensos y rápidamente cambiantes de tensión, venganza, duda y amor a través de me-
dios simples pero efectivos. Al limitar la exhibición vocal a bellas melodías con pocos
ornamentos, rescató el teatro musical del dominio de los cantantes, entonces usual
en la ópera italiana, y concentró la atención sobre la declamación dramática de las
palabras, dejando a su vez un espacio para el puro entretenimiento de los divertisse-
ments, para el vestuario y para los efectos escénicos.
El contraste entre las emociones crudas representadas de forma descarnada en
esta escena y el divertissement estilizado que la precede directamente encarna una di-
cotomía estética característica del arte y la música del Barroco francés, entre la ele-
gancia refinada y el deseo de transmitir pasiones humanas de un modo que fuese fiel
a la naturaleza. Aunque la estructura política y la cultura cortesana de Francia favo-
recieron el refinamiento y la contención emocional (como mencionamos anterior-
mente), los escritores franceses elogiaron la emulación de la naturaleza mediante una
verosímil expresión de los sentimientos (véase Lectura de fuentes). El equilibrio de
Lully entre los valores de la elegancia y el naturalismo llevó el éxito tanto político
como dramático a sus óperas.
El monólogo de Armide, del acto II, escena 5, de Armide, ilustra esta mezcla de
estilos. La escena comienza con un tenso preludio orquestal cargado de ritmos con
puntillo. La hechicera, daga en mano, se yergue sobre su cautivo, el caballero dormi-
do Renaud. Con un recitativo simple, ella habla de su determinación a matarlo en
venganza por liberar a sus cautivos, pero su acción se detiene porque se ha enamora-
do de él. Se entremezclan compases de cuatro, tres y dos tiempos, lo que permite
448
--
El siglo XVII
que las dos sílabas acentuadas de cada verso poético recaigan sobre las partes acen-
tuadas. Los silencios aparecen después de cada verso y también se emplean dramáti-
camente, como cuando Armide vacila entre la duda y la resolución en el fragmento
mostrado en el ejemplo 16.la. Cuando por fin decide utilizar sus hechizos para con-
seguir que él la ame, su nueva determinación se refleja en un recitativo mesurado
más regularmente. Ello conduce a un air, que se muestra en el ejemplo 16.1 b, con el
compás, el ritmo y el carácter de un minueto (véase más adelante), danza asociada a
la rendición al amor. Tiene un único acompañamiento de continuo, como ocurre en
la mayor parte de airs de Lully, aunque lo introduce una exposición orquestal del air
completo.
Algunos elementos típicamente franceses no pueden verse en la notación, aunque
se añadían a la interpretación. Los pasajes anotados en valores cortos y regulares,
36
¿Qué me hace dudar? ¿Qué quiere decirme la piedad en su favor? ¡Cielo! ¿Q}té puede dam e?
Hagdmoslo ... ¡Tiemblo! Venguémonos... ¡Suspiro!
-
16. Francia. Inglaterra, España y el Nuevo M111ulo en el siglo XVII 449
b.Air
r
l.
como las notas negras dela línea del bajo del ejemplo 16.lb se interpretaban a me-
nudo mediante la alternancia de notas largas en la parte acentuada del compás con
notas más cortas en los tiempos débiles, lo que originaba tresillos cantarines o ritmos
con puntillo; las notas se denominan notes inégales (notas desiguales) y su práctica se
consideraba una cuestión de expresión y elegancia, dejada a la discreción del intér-
prete. Una práctica relacionada con ella es la del puntillo alargado (en inglés, over-
dotting), en la que una nota con puntillo se prolongaba por más tiempo del indica-
do en el valor -conforme al gusto del intérprete-, mientras se abreviaba la
siguiente nota breve. Estos cambios ponen de relieve los acentos y dan forma al per-
fil rítmico. Aunque los ornamentos elaborados de los cantantes italianos se conside-
raban de mal gusto, se esperaba de los intérpretes que utilizasen ornamentos breves
(llamados agréments en francés), estuviesen escritos o no en la notación, para ador-
nar las cadencias y otras notas importantes.
La música de Lully es tonal, en el nuevo sistema de tonalidades mayores y menores,
y no modal, el sistema aún usual a comienzos de siglo. Todos los fragmentos del ejem-
plo 16.1 contienen progresiones armónicas típicas de la música tonal y avanzan de ma-
nera predecible para concluir en una cadencia dominante-tónica. Lully evita a menudo
la cadencia utilizando la primera inversión de la tríada de tónica (como en los compa-
ses 39, 67 y 69), para prolongar la tensión armónica y hacer aún más satisfactoria la re-
solución. Esta técnica toma en cuenta las expectativas de música tonal del oyente.
El monólogo de Armide ilustra el impacto de las óperas de Lully. La mezcla de re-
citativo, air e interludios orquestales permitió a Lully transmitir emociones a través
450 El siglo~
de medios simples pero efectivos. Al limitar la exhibición vocal a bellas melodías con
pocos ornamentos, rescató el teatro musical del dominio de los cantantes, entonces
usual en la ópera italiana, y concentró la atención sobre la declamación dramática de
las palabras, dejando a su vez un espacio para el puro entretenimiento de los divertis-
sements, para el vestuario y para los efectos escénicos.
Los seguidores de Lully siguieron escribiendo óperas que imitaban su estilo, aun-
que introdujeron ocasionalmente un aria en el estilo italiano, expandieron los diver-
tíssements, intensificaron la armonía e incrementaron la complejidad de las texturas.
Las óperas de Lully se presentaron hasta bien entrado el siglo XVIII, en Francia y en
otros países, y su estilo influyó en la música operística e instrumental de Inglaterra,
de Alemania y de otros lugares. La obertura francesa, que él no inventó pero que dio
a conocer, se utilizó en toda Europa hasta mediados del siglo XVIII como introduc-
ción a ballets, óperas, oratorios y obras instrumentales como suites y sonatas. Si todo
principito quería su propio Versalles, también querría su propio Lully; reminiscen-
cias del estilo de Lully y de la relación especial con su mecenas son evidentes hasta
finales del siglo XVIII.
La canci6n y la cantata
El air fue el género más relevante de la música de cámara vocal en Francia, como lo
había sido desde finales del siglo XVI. Los compositores escribieron airs en una varie-
dad de estilos y tipos, desde la música vocal cortesana hasta las canciones de cuño
popular. El air de cour (véase capítulo 15) cayó gradualmente en desuso y se sustitu-
yó por otros tipos como el air sérieux (air serio) y el aira boire (canción para beber),
la primera sobre temas amorosos, pastorales o políticos, y la segunda sobre temas li-
geros o frívolos. Ambos tipos eran generalmente silábicos y estróficos y se diseñaban
para dos o tres voces con acompañamiento de laúd o de continuo. En París se publi-
caron cientos de colecciones de dichas canciones.
Uno de los compositores conocidos de airs a solo fue Marc-Antoine Charpentier
(1634-1704), alumno de Carissimi. Utilizó ornamentos en estilo francés y tomó el
estilo del aria lírica italiana para crear piezas muy melódicas. A partir de la década de
1680, Charpentier y otros compositores adaptaron también la cantata de cámara ica-
liana al estilo y el gusto francés.
Música sacra
Hasta 1650 aproximadamente, la música sacra francesa estuvo dominada por el e ri-
lo antiguo del contrapunto renacentista. En la segunda mitad del siglo, tanto en la
música vocal sacra como en la profana, los compositores franceses adoptaron los gé-
neros inventados en Italia, en particular el concierto sacro y el oratorio, aunque es-
~~~lo_xvz
!§.:._Francia, Inglaterra, España y el Nuevo Mundo en _el_s.... __ 1 _ _ _ _ __ _ _ _ _4_5_1
La música para laúd floreció en Francia en la primera mitad del siglo XVII y dejó
una huella indeleble en el estilo francés. El compositor de laúd más relevante fue
Denis Gaultier (1603-1672), cuyas dos colecciones publicadas instruían a los afi-
cionados acerca de cómo tocar el laúd. Durante el siglo XVII, el clavecín («clave»,
en francés) desplazó al laúd como principal instrumento solista, mientras que la
música para clave asimiló muchas características del estilo del laúd. Entre los más
importantes compositores de clave, o clavecinistas, se encuentran Champion de
Chambonnieres (1601/2-1672), Jean Henry D'Anglebert (1629-1691), Elisa-
beth-Claude Jacquet de la Guerre (1665-1729; véase biografía, p. 452) y Frarn;:ois
Elisabeth-Claude Jacquet de la Guerre (1665-1729)
Las mujeres siguieron desempeñando un papel activo en la música del siglo XVII, des-
de cantantes y compositoras hasta mecenas de las artes, así como anfitrionas de salo-
nes en los que la música se cultivaba activamente. Una de estas mujeres extraordina-
rias fue la compositora francesa Elisabeth-Claude Jacquet de la Guerre, nacida en el
seno de una familia de músicos y constructores de instrumentos. Formada por su pa-
dre, fue la niña prodigio original de la música, inaugurando la estirpe de la que Mo-
zart fue el ejemplo más afamado. Desde los cinco años, cantó y tocó el clave en la cor-
te de Luis XIV, apoyada por la querida del rey. En 1677, el periódico de París Mercure
galant se deshizo en elogios para ella:
Hay un prodigi.o aparecido aquí en los últimos cuatro años. Ella canta a primera vista la músi-
ca mds dificil. Se acompaña a sí misma y a otros que deseen cantar, al clave, que toca de mane-
ra inimitable. Compone piezas y las interpreta en cualquier tonalidad que se proponga.
Algunos años después, el mismo escritor la denominó «el milagro de nuestro si-
glo».
En 1684 se casó con el organista Martin de la Guerre y se trasladó a París de ma-
nera permanente. Allí enseñó clave y dio conciertos que le otorgaron un gran renom-
bre. Disfrutó del patrocinio de Luis XIV, a quien dedicó la mayor parte de sus obras,
incluido el primer ballet (1691, hoy perdido) y la primera ópera (Céphale et Procris,
1694) escritos por una mujer francesa.
Jacquet de la Guerre es más conocida por su dos colecciones publicadas de piezas
para clave (1687 y 1707) y por los tres libros de cantatas, dos sobre temas bíblicos
(1708 y 1711) y uno profano (1715). Sus sonatas para violín y sonatas en trío de-
muestran su interés por el estilo instrumental italiano. Su producción fue pequeña,
aunque abarcó una amplia variedad de géneros; fue reconocida por sus contemporá-
neos como uno de los talentos más grandes de la época.
Obras principales: Céphale et Procris (ópera), 3 libros de cantatas, 2 libros de Pie-
ces de clavecín, 8 sonatas para violín, 4 sonatas en trío.
ILUSTRACIÓN 16.3 Tabla de ornamentos de Pieces de clavecin (1689), de ]ean Henry d'Anglebert, con la
notación, el nombre y la forma de interpretar cada ornamento. «Áutre» indica otra notación o forma de in-
terpretar el ornamento precedente.
La música de danza
Las danzas formaban el núcleo del repertorio para laúd y clave, lo que refleja su
importancia en la vida francesa. Los compositores arreglaron música de ballet para
laúd y clave y compusieron música original en los compases y las formas de danza.
La mayoría de la música de danza para laúd y clave era estilizada y probablemente
EJEMPLO 16.2 Movimientos de la Suite No. 3 en La menor, de las Pieces de clavecin, de Jac-
quet de la Guerre
a. Preludio
h. Allemande
c. Courante
. !R:.:.r. :::-an;:.cz:.':"'"a,'-'li"'"n"'g._la_1"_err._
l_<..!:6-'•.!.. __o_M.--'"un;..;..d'--o_en--'-el"-s'-"'~"'~-'-º-XVL-1__________
"1,,_E_s_,_p_a_ña_.,y._e_l_Ni_u_ev 455
d. Sarabande
-e. Gigue
+ -
f. Gavotte
Ritmo característico:
J J 1 J etc.
g. Minueto
r
456 El siglo X]2!
de danzas del siglo XVII estaban en forma binaria: dos secciones aproximadamente
iguales, cada una repetida, la primera partiendo armónicamente de la tónica para
concluir en la dominante (en ocasiones en el relativo mayor), la segunda regresando
a la tónica. Esta forma se utilizó en muchos lugares en la música de danza y en otros
géneros instrumentales en los dos siglos siguientes.
Muchas de las danzas para laúd de Denis Gaultier están incluidas en un suntuoso
manuscrito de su música para laúd titulado La Rhétorique des dieux (ca. 1650). Típi-
co de su estilo es La Coquette virtuose, cuyo título pudieron ponerlo los compilado-
res del manuscrito y no el propio compositor. Esto es una courante, una danza en
forma binaria y en un moderado compás ternario o compuesto (véase la discusión
más adelante). El ejemplo 16.2 muestra la primera sección, que se desplaza desde la
tónica hasta la dominante como era de esperar. Gaultier no escribió los agréments,
sino que los dejó al criterio del intérprete. Característico del style luthé son los mu-
chos acordes arpegiados; ya estuviesen simplemente arpegiados (como en los compa-
ses 3 y 7) u ornamentados por los tonos vecinos (como en la sucesión de acordes de
los compases 5 y 6), cada acorde se presenta de una manera diferente, originando un
atuendo superficialmente irregular, impredecible y siempre cambiante para una sen-
cilla progresión subyacente. También características son las síncopas en la melodía de
los compases 4-6, pues las notas de la melodía se sitúan a menudo justo por detrás
de los cambios de armonía y los cambios en la textura entre dos, tres o más voces del
contrapunto.
Los compositores franceses agruparon a menudo una serie de danzas estilizadas
en una suite, como hacían sus homólogos alemanes (véase capítulo 15). El tempo y
el ritmo contribuían a definir el carácter de cada danza. Una mirada a los fragmen-
tos de la Suite No. 3 en La menor de Jacquet de la Guerre, de sus Pieces de clavecín
(1687), que mostramos en el ejemplo 16.2, ilustra tanto la estructura de una suite
típica como los tipos de danza más comunes. Todos los movimientos, con excep-
ción de dos, el preludio y una chaconne, están en forma binaria. Aunque ninguno
de los movimientos podría haberse empleado en la danza, los pasos y asociaciones
de la misma eran conocidos de los oyentes e influían en el ritmo y el estilo de la
música.
Muchas suites empiezan con un preludio en el estilo de una toccata o de otra
obra abstracta. Aquí se trata de un preludio no medido, género específicamente fran-
cés cuya notación carente de compás permite una gran libertad rítmica, como si se
estuviese improvisando. En el ejemplo 16.2a, las notas redondas indican acordes ar-
pegiados, las notas negras indican pasajes melódicos y las ligaduras señalan grupos o
notas prolongadas.
La allemande («alemana», en francés), que ya no se bailaba en el siglo XVII Y
era por ello muy estilizada, estaba por lo general en un compás de 4/4 moderada-
mente rápido y comenzaba en anacrusa. Como se muestra en el ejemplo 16.2b,
todas las voces participan en un movimiento casi continuo y los agréments apare-
cen con frecuencia. Signos del style luthé se observan en el inicio en arpegios del
16. Pr1111cia, Inglaterra, Epaña y el Nuevo Mundo en el SÍ[ÚJ XVII 457
acorde de tónica en el bajo y en los ritmos escalonados entre las voces. La couran-
te (en francés, «corriente» o «fluyente») comienza también con una anacrusa pero
está en un moderado compás ternario o compuesto (3/2 o 6/4), u oscila entre
ambos. Los pasos están dignificados, con flexión de las rodillas en la anacrusa y
elevación en la parte fuerte, seguido a menudo de un deslizamiento o un paso. La
sarabande (zarabanda) era en su origen una canción y danza rápida y lasciva,
procedente de América Latina. Cuando llegó a Francia a través de España e Italia,
se transformó en una danza lenta y dignificada en compás ternario, con énfasis
sobre la segunda parte del compás, como vemos en el ejemplo l 6.2d. El ritmo
melódico del primer compás es lo más usual. La gigue (nombre francés de «jig»)
se originó en las islas británicas como una danza solista y rápida con un rápido
movimiento de los pies. En Francia se estilizó como movimiento en un rápido com-
pás compuesto de 6/4 o 12/8, con amplios saltos melódicos y continuos y anima-
dos tresillos. Las secciones empiezan a menudo con una imitación fugada o cuasi
fugada, como en el ejemplo 16.2e.
Muchas otras danzas podían aparecer en las suites. La suite de Jacquet de la Gue-
rre continúa con una chaconne en forma de rondeau, donde el estribillo alterna con
una serie de periodos contrastantes llamados couplets y regresa después para cerrar el
movimiento. Sigue unagavotte (gavota), danza en tiempo binario con anacrusa en el
medio del compás, como en el ejemplo l 6.2f. Era una danza activa, con las partes
acentuadas del compás marcadas por un brinco o un salto, precedido por la flexión
de las rodillas y seguido de uno o más pasos. La suite finaliza con un minueto, una
elegante danza en pareja, en moderado compás ternario, que mostramos en el ejem-
plo 16.2g. La danza utilizaba diversos esquemas de cuatro pasos dentro de cada uni-
dad de dos compases.
En Alemania, la suite adoptó un orden estándar como el visto aquí: allemande,
courante (o corrente, danza italiana en compás de 3/4), sarabande y gigue, a menudo
precedidas de un preludio y a las que se agregaban danzas opcionales. Cada una de
las cuatro danzas habituales tenía un compás, un tempo, un ritmo característico y
un origen nacional diferentes, lo que daba lugar a fuertes contrastes entre los movi-
mientos. Pero los compositores franceses permitían una mayor variedad en las dan-
zas escogidas y en su orden. Con frecuencia pusieron también a sus movimientos in-
geniosos títulos que hadan referencia a personas o estados de ánimo.
-
Cronología: Francia, Inglaterra, España y el Nuevo Mundo
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ACONTECIMIENTOS MUSICALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS
las artes decorativas y la música francesas, en particular los estilos para teclado, las
danzas, las suites y las oberturas. De 1660 en adelante, la música francesa fue casi
tan influyente como la italiana, y la integración de ambas se convirtió en uno de los
remas principales del siglo XVIII.
El Barroco inglés
1702). Un Programa de Derechos aprobado ese año garantizaba las libertades civiles
y sujetaba al monarca al imperio de la ley. Desde entonces, el Parlamento controló la
recaudación y asignación de los fondos públicos. En consecuencia, la casa real dispo-
nía de una suma de dinero mucho menor para invertir en música que su homólogo
francés.
El teatro musical
Dido
Whence coulrl so much vir-tue spring? What storms, _ _ _ _ __ What bat-tles did be
srng? An • clu ses' vn lour oux'd w111L Ve nus' charma, How soft,_ how
soft _ _ is peace. a:nd yet how fierce, - - - - - - - - how fierce_ in_ arms!
(~) (-)
¿De dónde pudo surgir tanta virtud? ¿Qué tormentas, qué batallas cantó? El valor de Anquises
mezclado con los encantos de Venus. Qué suave, qué suave es la paz, y sin embargo ¡qué fiera,
qué fiera en armas!
dramdtica o semi-ópera, obra hablada con una obertura y cuatro o más mascaradas
o episodios musicales relevantes, como The Fairy Queen (La reina de las hadas,
1692), basada en la comedia de Shakespeare A Midsummer Night's Dream (Sueño de
una noche de verano).
La fascinación por la ópera del siglo XVII de los historiadores de la música ha tendido
a ensombrecer a Inglaterra, donde la ópera nunca echó raíces. Pero Inglaterra tuvo
una animada vida musical que merece exponerse en sus aspectos generales.
La familia real encargó a menudo obras extensas para coro, solistas y orquesta
para ocasiones ceremoniales y de Estado, como cumpleaños reales, el regreso del
rey a Londres o los días festivos. La magnífica Ode far St. Cecilia's Day (Oda para
el día de Santa Cecilia, 1692), de Purcell, es un antecesor directo de los oratorios
ingleses de Handel (véase capítulo 19). Además de cientos de canciones teatrales,
Purcell escribió un gran número de solos, dúos y tríos vocales, publicados todos
464 El siglo ::!!Z!°
~ LECTURA DE FUENTES - -- - - - - -- - -
Los conciertos a los que cualquiera puede asistir por el precio de una entrada forman
parte de tal modo de la vida musical moderna que es difícil imaginar que apenas tie-
nen tres siglos de existencia. El concierto público es una invención inglesa, inspirada
por la presencia en Londres de excelentes músicos con salarios insuficientes y de un
público de clase media entusiasta por escuchar música, pero sin medios de contratar
a sus propios músicos. La primera serie de conciertos se anunció en la Gazette de
Londres en diciembre de 1672:
Damos noticia de que, en la casa del señor ]ohn Banister (llamada ahora escuela de mú-
sica), enfrente de la Taberna George en White Fryers, este mismo lunes serd interpretada
música por excelentes maestros, comenzando exactamente a las 4 en punto de la tarde y
cada tarde en el futuro, exactamente a la misma hora.
Pero de qué modo y con qué pasos creció la música hasta tener tal demanda, hasta su ma-
siva audiencia superó a la propia comedia, se colocó en su lugar y adquirió un valor y un
precio tan imponente como el que ahora conocemos, merece la pena preguntdrselo. El pri-
mer intento fue pequeño: un proyecto del viejo Banister, buen violinista y compositor tea-
tral Éste abrió una habitación oscura en una casa pública en Whitefriars, la llenó de
mesas y asientos y puso un estrado aparte con cortinas para la música, un chelín por cabe-
za, pidiendo lo que [de comida y bebida] se deseara, pagando la cuenta y Bienvenidos
sefiore .
En otro lugar, North advirtió que Banister era «uno de la banda de violines [del
rey]» cuya «trayectoria vital lo mantuvo asaz pobre» y quien dio inicio a la serie de
conciertos «como proyecto de ganar un poco de dinero». Los intérpretes, «las mejo-
res manos de la ciudad», eran
Profesores mercenarios, principalmente extranjeros que asistían por una sportula [un re-
galo o una parte de las ganancias} cada vez. Algunas veces consort, otras veces solos de
violín, de flageolet [una de las excelencias de Banister}, de bajo de viola, de laúd y de
canción all'Italiana, y tales variedades divertían a la compañía que pagaba por entrar.
Roger North on Music, ed. John Wilson (Londres: Novello, 1959), 302-303 y 353.
466 El siglo ~
España desarrolló sus propios tipos nacionales de ópera y teatro musical. En 1627
se representó en la corte real una ópera en español que tomó-como modelo las pri-
meras óperas florentinas, pero el estilo no caló hondo. En 1659-1660, para las cele-
braciones de la paz con Francia y los esponsales de la princesa española María Tere-
sa con Luis XIV, el dramaturgo Pedro Calderón de la Barca y el compositor Juan
Hidalgo (1614-1685) colaboraron en dos óperas que inauguraron una tradición ca-
racterísticamente española. Sólo se ha conservado la música de la segunda ópera,
Celos aun del aire matan; consiste mayormente en aires silábicos y estróficos en los
estilos y ritmos de danza españoles, con monólogos en recitativo reservados para la
mayor parte de momentos dramáticos. Hidalgo escribió también música para nu-
merosas obras teatrales. Junto con Calderón, concibió la zarzuela característica-
mente española, género predominante en el teatro musical en España durante va-
rios siglos, que consistía en una obra escénica ligera y de asunto mitológico, en un
ambiente pastoral en el que alternaban diálogos cantados y hablados y diversos ti-
pos de canto en conjunto y canto solista. Hidalgo fue para España lo que Lully fue
para Francia, un fundador de tradiciones duraderas para el teatro musical de la na-
ción y un compositor que supo cómo atraer tanto a sus mecenas reales como a un
público más amplio.
Los rasgos característicos de la ópera barroca española pueden verse en La púrpu-
ra de la rosa, primera ópera representada en el Nuevo Mundo. Se representó en
1701, en la corte del virrey de Perú, en Lima, para celebrar la ascensión al trono es-
pañol de Felipe V, nieto de Luis XIV y primer rey Barbón de España. El libreto era
una adaptación de la primera ópera de Calderón e Hidalgo; la música era de Tomás
de Torrejón y Velasco (1644-1728), quien había estudiado con Hidalgo en España,
se trasladó a Perú en 1667 y se convirtió allí en maestro de capilla de la catedral de
Lima y en el más famoso compositor de América. Como era tradicional en el teatro
lírico español de la época, la mayoría de los papeles los interpretaron mujeres. La
historia se centra en el amor entre Venus y Adonis, amenazados por los celos de
Marte. El ejemplo16.4 ilustra la práctica específicamente española de componer el
diálogo, no como recitativo, sino más bien como una canción estrófica. Venus y
Adonis conversan en la primera estrofa, que se muestra aquí; después Venus canta
tres estrofas con la misma música y la quinta estrofa es de nuevo un diálogo. Las sín-
copas son típicas de la canción española. La escena cierra con un coro de ninfas a
cinco voces que dan la bienvenida a Adonis en el jardín de Venus, con danza y can- •
ción, caracterizadas por síncopas aún más fuertes. El sonido del acompañamiento es
también característico, puesto que el continuo en las obras españolas se interpretaba
usualmente con arpas, guitarras y violas en lugar de laúd o clave, como sucedía en
Italia y en Francia.
Muchas canciones de producciones teatrales circulaban igualmente en manuscritos
por toda España y en las posesiones españolas en Italia y en América. Así ocurría con
EJEMPLO 16.4 Fragmento de La púrpura de la rosa, de Torrejón
Adonis
Venus
Música sacra
e - ya va - mo
e - ya b;;---:-' mo
e - ya ha - mo
muestra en el ejemplo 16.5, tanto las partes vocales como las instrumentales están
plagadas de síncopas, que sugieren influencias rítmicas de África occidental, así
como de España. El texto habla de los pobres muchachos negros (lo que significa
tanto nativos sudamericanos como africanos) caminando hacia Belén a ver al Niño
Jesús; la música se ubica justamente en el término medio entre la exhuberancia juve-
nil y el sobrecogimiento reverente.
La música instrumental
Se conservan pocas piezas instrumentales del siglo XVII español, aunque existieron
tradiciones muy activas de música a solo para órgano, arpa y guitarra.
La música española para órgano se caracteriza por los fuertes contrastes de timbre
y textura, en particular en el tiento, pieza en estilo de improvisación con frecuente
técnica imitativa, semejante a la fantasía del siglo XVI: un ejemplo sorprendente es el
Tiento de batalla de Juan Bautista José Cabanilles (1644-1712), que imita las llama-
das de las trompetas que resuenan desde lugares opuestos del campo de batalla. Ca-
banilles fue el compositor de órgano más relevante y nos dejó más de mil obras, in-
cluyendo tientos, composiciones hímnicas y toccatas.
Los principales instrumentos de cámara eran el arpa y la guitarra; su repertorio
giraba alrededor de la danza y de las variaciones sobre melodías de danza conocidas,
canciones, bassi ostinati o esquemas armónicos. Las composiciones comprendían la
chacona, el pasacalle, la zarabanda y otros tipos de danza que pasaron a ser la contri-
470 Elsiglo~
bución de España y de sus colonias más divulgada dentro del conjunto de la música
europea. Pero, aparte de estas danzas instrumentales, la música española siguió sien-
do relativamente poco conocida en el resto de Europa.
Aunque tanto Francia como Inglaterra y España eran monarquías, Francia y su rey
constituían la más poderosa e influyente. La música francesa fue imitada en toda Eu-
ropa, mientras que las óperas de Lully se representaron durante más de un siglo des-
pués de su muerte y fueron un importante legado de la época. La manera elegante y
contenida cultivada por los compositores franceses continuó vigente en el siglo XVIII
y contribuyó al genuino sabor de las obras francesas posteriores. La suite subsistió
como un género importante durante casi un siglo y se recuperó en el siglo XX; algu-
nas de las danzas, especialmente el minueto, desarrollaron dilatadas carreras en el
seno de otras músicas instrumentales.
Purcell dejó una huella indeleble en la música inglesa pero, en el siglo siguiente,
los músicos extranjeros dominaron la música de su país. Por no existir instituciones
dedicadas a la interpretación de mascaradas o de semióperas, la música dramática in-
glesa del siglo XVII languideció en la sombra. En parte por el hecho de permanecer,
los historiadores se concentraron en la ópera a la hora de dar cuenta de la música del
siglo XVII; Dido y Eneas se conoce bien y se ha interpretado en numerosas ocasiones,
mientras que la música inglesa de la época es relativamente desconocida. A su vez, el
concierto público, una innovación inglesa, se convirtió en una de las piedras angula-
res de la vida musical.
En España y el Nuevo Mundo, tradiciones específicamente nacionales como la
ópera española, la zarzuela, las canciones de danza y los villancicos perduraron en el
siglo siguiente. Pero las influencias llegadas de Italia y de Francia crecieron en im-
portancia y la música española acabó por reflejar una fusión de las tendencias autóc-
tonas con las tendencias europeas. La mezcla de rasgos característicos europeos, ame-
ricanos autóctonos y africanos en la música española colonial presagiaba el desarrollo
posterior de los siglos XIX y XX, que ha culminado en el disfrute a escala mundial de
la música popular americana, cubana y brasileña que fusiona elementos de los cuatro
continentes.
Desde finales del siglo XIX y en el siglo XX, los músicos franceses, ingleses y espa-
ñoles miraron retrospectivamente sus tradiciones barrocas respectivas como fuentes
autóctonas e independientes de la tradición alemana, que para entonces se había
convertido en dominante. Las obras de Lully, Purcell y de otros compositores se edi-
taron y publicaron, apreciadas tanto por su valor musical intrínseco como por ser
pruebas de un legado musical y nacional floreciente y anterior a Bach. Sólo en tiem-
pos recientes se han redescubierto obras procedentes del Nuevo Mundo, que han
sido publicadas y apreciadas como muestra del temprano desplazamiento de la cu!-
!§ Francia, Inglaten'll, España J' el Nuevo Mundo en el siglo XVII 471
mra europea hacia América. A finales del siglo XX, las óperas de Lully se han repre-
sentado de nuevo en los escenarios, mientras que un amplio abanico de música fran-
cesa, inglesa, española y del Nuevo Mundo ha sido interpretada y grabada. Si bien la
política ha desempeñado un papel importante a la hora de redescubrir esta música,
como lo desempeñase antaño para su creación, su capacidad de conmovernos y en-
tretenernos es lo que mantiene su continua presencia.
J7. Italia y Alemania en la segunda mitad
del siglo XVII
Italia
En l alia, la ópera siguió siendo el género musical más destacado, mientras que la
cantata era la forma más importante de música de cámara vocal. Sin embargo, las
obras musicales italianas de la época que recordamos mejor hoy y que interpretamos
con mayor frecuencia son instrumentales, en particular las sonatas y conciertos de
Arcangelo Corelli y de sus contemporáneos.
El siglo~
El mapa 17.1 muestra los principales centros musicales de Italia en torno a 1650.
La península estaba dividida políticamente entre los dominios españoles en el sur y
en las regiones alrededor de Milán, los territorios gobernados por el Papa, que se ex-
tendían desde Roma hasta Bolonia y Ferrara, así como numerosos estados pequeños
en el norte. Paradójicamente, la división política del norte de Italia fomentó la pros-
peridad económica y musical. Fuera de Roma, sede del papado, y de Nápoles, capi-
tal de las posesiones hispanas del sur, el mayor desarrollo en la música italiana de los
siglos XVII y XVIII tuvo lugar en el norte.
La ópera
Cuando la ópera se propagó por Italia y otros países, el centro principal siguió siendo
Venecia, cuyos teatros públicos de ópera eran famosos en toda Europa. En la segunda
mitad del siglo XVII, la ópera estaba asimismo bien establecida en Nápoles y en Floren-
cia y su importancia era creciente en Milán y en otras grandes ciudades. Entre los
compositores más destacados se contaban Giovanni Legrenzi (1626-1690) en Ferrara
y Venecia, y Alessandro Scarlatti (1660-1725), que era la influencia dominante en
Roma y en Nápoles.
Lo que atraía al público y aseguraba el éxito de la representación de una ópera no
era el drama, sino los cantantes estelares y las arias. El público adoraba la belleza de
una voz solista que cantase una melodía elegante y estuviese apoyada por armonías
gracificantes.
Los libretistas respondían a la demanda de arias escribiendo la mayor parte de
sus versos en metros poéticos y formas adecuadas a las arias. Los compositores iban
aún más lejos y se permitían expansiones al modo de arias allá donde unas pocas lí-
neas de diálogo o una situación ofreciesen una oportunidad. El número usual de
arias dentro de una ópera creció, de dos docenas a mediados de siglo a sesenta hacia
1670. La forma favorita del momento era la canción estrófica, en la que se canta-
ban dos o más estrofas con la misma música. También eran comunes las arias sobre
basso ostinato, las arias breves en dos partes con forma AB, en tres partes con forma
ABB' y ABA o ABA', y las arias de rondó en ABACA o ABAB' A. Muchas arias te-
nían estribillos, algunas frases del texto que reaparecían con la misma música. A fi-
nales de siglo, la forma dominante era el aria da capo, esencialmente un extenso
ABA (véase más adelante). Toda repetición daba al cantante una oportunidad de
embellecer la melodía con nuevos ornamentos y una impresionante exhibición
vocal.
Las arias reflejaban a menudo el significado del texto mediante motivos musicales
de la melodía o del acompañamiento. Por ejemplo, un compositor podía imitar las
figuras de una trompeta o de una marcha para retratar estados de ánimo marciales o
vehementes, o utilizar una giga, una sarabande u otros ritmos de danza para sugerir
sentimientos o acciones convencionalmente asociados a la danza.
476 El siglo~
El texto de un aria da capo consta de dos estrofas poéticas que expresan pensamientos
complementarios o conflictivos. La forma global es un sencillo ABA, pero ésta es sólo una
parte de la historia.
La sección A expone dos declaraciones vocales, cada una de ellas una composición de
la primera estrofa del poema y precedida y seguida de un breve ritornello instrumental. La
primera declaración vocal modula desde la tónica hasta otra tonalidad y la segunda decla-
ración vocal modula de regreso a la tónica. En cada caso, el ritornello siguiente confirma
la nueva tonalidad.
La sección B pone música a la segunda estrofa una o dos veces, pero suele carecer de
los ritornellos orquestales que puntúan la sección A. Para dar énfasis a las ideas contras-
tantes entre las dos estrofas, la sección B está en una o más tonalidades contrastantes e in-
troduce un material musical nuevo y variado. Después se repite la sección A.
La estructura precisa puede variar, como ilustran las dos arias de Scarlatti, cuyo esque-
ma se ofrece en el cuadro infta. Sz, si ben mio, de la cantata Clori vezzosa, e bella, carece de
ritornello al final de la sección A, mientras que los tres ritornellos sí aparecen en In voler
cio che tu brami, de la ópera La Griselda. Otras arias da capo carecen de ritornello entre las
dos declaraciones o bien omiten el ritornello inicial cuando se repite la primera sección.
Estas dos arias difieren asimismo en otros aspectos. En Si, sz ben mio, la voz recoge las
ideas musicales introducidas por el ritornello, las cuales se modifican en ambas partes del
aria. In voler expone un material diferente en las secciones A y B y la melodía vocal es
completamente distinta del ritornello. La elección de tonalidades contrastantes para las
secciones A y B es también diferente, como se muestra en el cuadro infta. La forma da
capo era convencional, pero no habría sido utilizada de un modo tan generalizado y du-
rante tantas décadas si no hubiese sido flexible y variable.
Sección 2 Repetición
de 1
tarín ritmo de giga del ritornello y de la línea vocal de la sección A contrasta paradó-
jicamente con la petición del amante de «más tormentos para mi corazón». La sec-
ción B ofrece un contraste al modular a una tonalidad en modo mayor y a senti-
mientos más esperanzados cantados con una melodía nueva aunque relacionada.
El aria da capo pasó a ser la forma de aria estándar en el siglo XVIII, tanto en la
ópera como en la cantata, pues permitía una gran flexibilidad en la expresión. In vo-
ler cío che tu brami, de la última ópera de Scarlatti, La Griselda (1720-1721), es un
ejemplo de los ricos contrastes que el compositor consiguió en sus arias tardías tanto
entre las secciones como dentro de ellas. La sección A muestra dos caras del carácter
de Griselda,. como una esposa obediente, que combina la dignidad y la fuerza con la
ternura y el amor por su marido a pesar de que él la haya rechazado públicamente,
mientras que en la sección B ella insiste categóricamente en que nunca dejará de
amarlo. Parte del atractivo que la forma da capo ejerció sobre los compositores, can-
tantes y el público estaba en su combinación del contraste con la coherencia: la mú-
sica de la sección B podía ser tan parecida o contrastante como lo requiriese la poe-
sía, a la par que la forma aseguraba un contraste de tonalidad, un sentido de partida
y de retorno y un cierre armónico y temático. Los cantantes introducían normal-
mente nuevos ornamentos en la repetición de la sección A, lo cual suponía una
oportunidad perfecta para la exhibición de su maestría.
per-che, per-che se pen - so che tu so- la sei cag-ion di tan -ti, é tan-t!3f-fa - ni miei, di -
,., - - ' -- -
._¡ ..
ven-ta mio gio - ir -é, la pe
- 1
- na _ _ ed iJ_ mar-ti - re,
,.,
~
. .,. . - . .,
~
..
) -
'--' 6 1, 1
4 3
Porque si pienso que tú eres la única causante de tantos y tantos afanes, se convierte en mi alegria
la pena y el martirio.
Italia y Alemania en la seKl_!.nda mitad del siglo XVII 479
Si. si,
Sí, sí, bien mío, si, sí, aún querría por ti, por ti más penas en el corazón.
_, ~
Piadosa ante el dolor mío, quizá dirás un día: «¿Quién vio una fe mayor, un amor tan fiel?».
480
-
El siglo X1'1i
Los compositores italianos de música sacra de la segunda mitad del siglo XVII continua-
ron cultivando el antiguo estilo del contrapunto según el modelo de Palestrina, junto a
los estilos de concertato más recientes, con bajo continuo y cantantes solistas, mezclan-
do en ocasiones ambos en una sola obra. Podemos ver esta diversidad estilística en las
casi cincuenta colecciones de música sacra vocal publicadas por Mauricio Cazzati
(1661-1678), director musical de la iglesia de San Petronio de Bolonia de 1657 a
1671. En uno de los extremos de su gama de estilos, la Messa a capella (misa sin acom-
pañamiento) de 1670 está en un stile antico levemente modernizado. Sin embargo, su
Magníficat a 4 del mismo año hace alternar dúos floridos en estilo moderno con coros
en estilo más antiguo. En otras obras hace que los solistas canten frente a un coro ple-
no, como en el posterior concierto instrumental (véase más adelante).
San Petronio fue también un importante centro de música para conjunto instru-
mental, interpretada a menudo durante los oficios de la iglesia. Cazzati publicó nu-
merosas colecciones de sonatas apropiadas para su uso en la iglesia, incluidas las pri-
meras sonatas que comprende una trompeta. Sus obras instrumentales, como las de
otros compositores boloñeses, están marcadas por la contención y la seriedad, apro-
piadas al ambiente y a la acústica de San Petronio, y evitan la exhibición técnica y los
efectos especiales. Los organistas italianos, como sus colegas en España y en las regio-
nes católicas de Alemania, siguieron componiendo en los géneros ya existentes, como
el ricercare, la toccata, la canzona variación y las composiciones sobre canto llano.
Aunque los oratorios se interpretasen aún en los lugares denominados «orato-
rios», se presentaban también en los palacios de príncipes y cardenales, en academias
y en otras instituciones. Eran un sustituto a mano de la ópera durante la Cuaresma o
en las estaciones en que cerraban los teatros. La mayor parte de oratorios se compo-
nían ahora en italiano en lugar de en latín, tenían libretos en verso, dos secciones y
dejaban un lugar para el sermón o, en entretenimientos privados, para un interme_..
dio con refrigerio.
Las sonatas en trío y a solo de Arcangelo Corelli (16 53-1713) representan la con u-
mación suprema de la música de cámara italiana de la segunda mitad del siglo XVII.
Formado en Bolonia, activo en Roma y reputado como violinista, profesor y compo-
sitor (véase biografía), Corelli ejerció una influencia sin equivalente sobre intérpretes
y compositores por igual.
En sus sonatas en trío, Corelli puso un mayor énfasis en el lirismo que en el
virtuosismo. En raras ocasiones utilizó notas extremadamente agudas o graves, es-
calas rápidas o difíciles registros dobles. Los dos violines, tratados con absoluta
igualdad, se entrecruzan e intercambian música con frecuencia, y se entrelazan en
los retardos, lo que da a sus obras un decidido movimiento hacia delante. El ejem-
plo 17.2 muestra un pasaje del primer movimiento de su Sonata en trío en Rema-
yor, op. 3, No. 2, que pone de manifiesto diversos rasgos característicos del estilo
de Corelli: un bajo caminante, con un esquema de movimiento permanente en
notas corcheas por debajo de una imitación libre entre los dos violines, una cadena
de retardos en los violines por encima de una secuencia descendente del bajo y un
diálogo entre los violines que saltan el uno sobre el otro hacia tonos cada vez m
agudos.
La mayor parte de sonatas de iglesia en trío de Corelli constan de cuatro movi-
mientos, a menudo emparejados, en el orden lento-rápido-lento-rápido. Aunque
existen numerosas excepciones a este esquema, éste se convirtió paulatinamente en
una norma para Corelli y para los compositores posteriores. El primer movimiento
lento tiene por lo general una textura contrapuntística y un carácter majestuoso y so-
lemne. El allegro que le sigue contiene generalmente una imitación fugada, siendo la
línea del bajo uno de los partícipes de la fuga. Este movimiento es el centro de gra-
vedad musical de la sonata de iglesia y conserva elementos de la canzona en su uso
de la imitación, de un sujeto con un marcado carácter rítmico y de la variación en
las subsiguientes entradas del sujeto. El movimiento lento siguiente se asemeja usual-
mente a un dúo lírico y operístico en compás ternario. El movimiento rápido final
tiende a hacer uso de ritmos de danza y a estar en forma binaria. Todos estos rasgos
son evidentes en la Op. 3, No. 2. Hemos visto en el ejemplo 17.2 el tejido contra-
puntístico de retardos e imitaciones del primer movimiento. Como se muestra en el
ejemplo 17.3, el inicio del segundo movimiento contiene una imitación exacta entre
el primer violín y el bajo, y su inversión en el segundo violín; el tercer movimiento,
en el relativo menor, se parece a una canción con alguna imitación; y el fina/e consis-
te en una giga imitativa en forma binaria y cuyo sujeto aparece a menudo en inver·
sión, como en el segundo movimiento.
Las sonatas de cámara de Corelli acostumbran a empezar con un preludio, al que
pueden seguir dos o tres danzas como en la suite francesa. A menudo los dos prime-
ros movimientos se parecen a los de la sonata de iglesia, con una lenta introducción
y un allegro fugado. Algunas de las introducciones contienen ritmos con punciUo, lo
17. Italia y Alemania en /.a segunda mitad del siglo XVll 483
~
que .recuerda a la obertura francesa. Los movimientos de danza están casi siempre en
forma binaria, cada sección se repite, la primera sección concluye sobre la dominan-
t 0 el relacivo mayor y la segunda regresa a la tónica. En lugar de compartir un pa-
pel casi igual como en las sonatas de iglesia, la línea del bajo de las sonatas de cámara
es casi un mero acompañamiento.
Las sonatas para violín solo de Corelli están también divididas en sonatas de igle-
sia y de cámara y siguen pautas similares en sus movimientos, aunque permiten un
virtuosismo considerablemente mayor. En los movimientos de allegro, el violín solis-
ta emplea en ocasiones registros dobles y triples para simular la rica sonoridad a tres
voces de la sonata en trío y la interacción de las voces de una fuga. Aparecen rápidas
escalas, arpegios, extensos pasajes en movimiento perpetuo y ornamentos del solista
elaborados como cadenzas dentro de la cadencia, esté anotada ésta o sea improvisada.
Los movimientos lentos muestran una escritura sencilla, aunque estaban pensados
para su ornamentación libre y profusa. En 1710, el editor de Ámsterdam Estienne
Roger reeditó las sonatas a solo de Corelli e incluyó en los movimientos lentos tanto
las partes publicadas originalmente del solista como las versiones ornamentadas que,
egún Roger, representaban el modo de interpretar las sonatas del propio Corelli.
Los ornamentos reflejan seguramente la práctica de la época de Corelli y probable-
mente la del propio compositor.
En las sonatas de Corelli, los movimientos son temáticamente independientes
entre sí (con raras excepciones) y tienden a basarse en un único sujeto expuesto al
principio. La música se despliega en la expansión continua del sujeto inicial, con
variaciones, secuencias, breves modulaciones a tonalidades cercanas y sutilezas
fascinantes en el fraseo. Esta prolongación permanente de un único tema, en el
que la idea original parece generar un flujo espontáneo de pensamientos musica-
les, es algo muy característico del Barroco tardío, desde la década de 1680 en ade-
lante.
La música de Corelli es completamente tonal y está marcada por un sentido de
la dirección o de la progresión que, más que ninguna otra cualidad, distingue la
música tonal de la música modal. El ejemplo 17 .2 contiene diversas series de acor-
des cuyas raíces se mueven dentro del círculo de quintas, descendiendo una quinta
o ascendiendo una cuarta (véanse compases 8-1 O y 10-14). Ésta es la dirección
normal de las progresiones de acordes en la música tonal, mientras que la música
modal puede ascender tanto en el círculo de quintas como puede descender. En las
progresiones tonales, la base del acorde puede ascender un tono entero o descen-
der una tercera antes de ascender de nuevo en una cuarta (véanse compases 14-
15). Las series de acordes cuya base acostumbra a descender una cuarta o una se-
gunda, o a ascender una quinta o una tercera sugieren un pensamiento modal,
como en el ejemplo 14.4, del Orfeo de Monteverdi. El uso creciente, en el curso
del siglo XVII, de progresiones dirigidas como las de Corelli condujo gradualmente
a abandonar la práctica modal a favor de la nueva armonía funcional que llama-
mos tonalidad.
484
-
El siglo XV¡¡
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
Durante el siglo XVII, los italianos crearon nuevos géneros instrumentales -la so-
nata a solo, la sonata en trío y el concierto- que recurrían al violín para que imi-
tase la sutileza, la expresividad y el virtuosismo de la voz cantante. No sorprende
por ello que fuesen también italianos -en concreto, nuevas familias de construc-
tores de instrumentos en la ciudad de Cremona- quienes desarrollasen el arte de
construcción del violín hasta una cima nunca superada. Durante su apogeo el vio-
lín se convirtió en el nuevo agente de un dominio artístico
que anteriormente pertenecía únicamente a la voz.
Antonio Stradivari (ca. 1644-1737) fue el miembro más
prominente de una familia de fabricantes de instrumentos
de renombre universal, radicada en la región del norte de
Italia y célebre por la fabricación de violines. Posiblemem:e
fue alumno de Nicolo Amati, fundador de otra dinastía de
fabricantes de violines. Durante su larga vida, Stradivari
hizo o supervisó la producción de más de 1.100 instrumen-
tos -incluidas arpas, guitarras, violas y violonchelos-, ele
los cuales se conserva la mitad y que todavía utilizan algu-
nos de los intérpretes de cuerdas más importantes del mun-
do. La ilustración 17 .1 muestra uno de los pocos violines
stradivari que ha sido restaurado en su forma original, con
un mástil más corto y el cuello sólo levemente inclinado
ILUSTRACIÓN 17. l h . , C 'b S di .
Violín, 1693, de Antonio ac1a atras. orno un tn uto a tra van se construyeron
Stradivari, restaurado a miles de violines tomando como modelo su superior disefio
su forma barroca original constructivo; sin ninguna intención de engañar, estos ins-
mancenía todos los movimientos de una sonata en la misma atonalidad, o bien, en las
sonatas en modo mayor, componía el segundo movimiento lento en el relativo menor.
Las sonatas de Corelli fueron el modelo seguido por los compositores del medio
siglo siguiente. Las técnicas motívicas y los principios de la arquitectura tonal que él
contribuyó a desarrollar fueron ampliados por Vivaldi, Handel, Bach y por otros
compositores de la generación siguiente. Ha sido llamado el primer gran compositor
cuya reputación descansa exclusivamente en la música instrumental y el primero en
crear obras instrumentales que se convirtieron en clásicos y continuaron siendo in-
terpretadas y reeditadas mucho tiempo después de su muerte.
486 El siglo !!!.
EJEMPLO 17.2 Pasaje del primer movimiento de Úl Sonata en trío de Corelli, Op. 3, No. 2
[Grave]
Violín I
Violín II
7 657 65
Italia 1' Alemania en la segunda mitad del s~glo XVII 487
El concierto
Hacia finales del siglo XVII, los músicos empezaron a distinguir entre música para
conjunto de cámara, con un único instrumento por cada línea melódica, y música
para orquesta, en la cual cada parte de las cuerdas era interpretada por dos o más in-
térpretes. Hemos visto que Luis XIII de Francia (reinado, 1610-1643) estableció un
conjunto de cuerda, en esencia la primera orquesta con cuatro a seis intérpretes por
cada voz. En la década de 1670 se formaron conjuntos similares en Roma y en Bolo-
nia, seguidos de otros más en Venecia, Milán y otros lugares. En algunas ocasiones
especiales que tenían lugar en Roma, Corelli dirigía con frecuencia una orquesta de
cuarenta o más integrantes «recogidos para la ocasión», seleccionados entre los intér-
pretes al servicio de los mecenas de toda la ciudad. Mientras que algunas piezas,
como las oberturas, danzas e interludios de las óperas de Lully, estaban claramente
pensadas para orquesta, y otras, como las sonatas para violín solo de Corelli, podían
interpretarse solamente como música de dmara, una buena parte de la música de
los siglos XVII y XVIII podía interpretarse de ambas maneras. Por ejemplo, en una
ocasión festiva o en una gran sala, cada línea de una sonata en trío podía ser inter-
pretada por varios ejecutantes.
En las décadas de 1680 y 1690, los compositores crearon una nueva clase de
composición orquestal que pronto se convirtió en el tipo más importante de música
instrumental barroca y contribuyó a establecer la orquesta como conjunto instru-
mental más relevante. En una tradición que venía de largo de adaptar términos vie-
jos a usos nuevos, el género nuevo fue denominado concerto (o concierto). Como el
concierto vocal, reunía dos fuerzas contrastantes en un todo armónico, a modo de
versión instrumental del procedimiento del concertato. Combinaba esta textura con
otros rasgos apreciados en la época: una melodía florida sobre un bajo firme, una or-
ganización musical basada en la tonalidad y múltiples movimientos con tempos, es-
tados de ánimo y figuraciones contrastantes. Los conciertos estaban estrechamente
relacionados con las sonatas y desempeñaban funciones parecidas: se interpretaban
en ceremonias públicas, entretenimientos y reuniones musicales privadas, y podían
sustituir también elementos de la misa.
En torno a 1700 los compositores escribían tres tipos de conciertos. El concierto
orquestal era una obra en varios movimientos que ponía de relieve la parte del pri-
mer violín y del bajo, lo que distinguía al concierto de la textura más contrapuntísti-
ca de la sonata. Los otros dos tipos eran más numerosos y, visto retrospectivamente,
más importantes. Ambos operaban sistemáticamente sobre el contraste de sonoridad
entre muchos instrumentos y uno sólo o unos pocos. El concerto grosso utilizaba un
conjunto pequeño (concertino) de instrumentos solistas frente a un conjunto grande
(concerto grosso). El concertino constaba por lo general de dos violines, acompañados
por el violonchelo y el continuo, los mismos integrantes necesarios para interpretar
una anata en trío, aunque podían agregarse o sustituirse otros instrumentos de
cuerda o de viento. En su esencia, un concerto grosso se parece a una sonata para con-
488 El siglo XY!!
junto en la cual algunos pasajes se han potenciado con múltiples intérpretes en cada
voz. El grupo más grande era casi siempre una orquesta de cuerda, usualmente divi-
dida en violines primeros y segundos, violas y violonchelos, con bajo continuo y
bajo de viola, que doblaba a los violonchelos o tocaba por separado. Tanto en el con-
cierto para instrumento solista como en el concerto grosso, la orquesta al completo
se denominaba tutti (todos) o ripieno (lleno).
La práctica de buscar el contraste entre los instrumentos solistas y una orquesta al
completo se remonta a las óperas de Lully, en las que algunas danzas incluían episo-
dios para trío de solistas de viento; a las arias de oratorio y de ópera de Stradella, y a
las sonatas para trompeta solista con orquesta de cuerda, populares en Bolonia y en
Venecia. El lenguaje estilístico y melódico de la trompeta natural, marcado por las
tríadas, las escalas y las notas repetidas, fue imitado por las cuerdas y pasó a ser ca-
racterístico de los conciertos.
Puesto que las orquestas romanas se dividían generalmente en concertino y ripie-
no, los compositores romanos mostraron su simpatía por el concerto grosso. Los
Concerti grossi, op. 6, de Corelli, escritos en la década de 1680 y publicados en ver-
sión revisada en 1714, son en esencia sonatas en trío, divididas en soli y tutti. El
grupo más grande hace eco del más pequeño, refuerza los pasajes cadenciales y pun-
túa por lo demás la estructura mediante el doblamiento de los solistas. El procedi-
miento de Corelli fue ampliamente imitado por los compositores posteriores de Ita-
lia, Inglaterra y Alemania. De hecho, una de las mejores descripciones del concerto
grosso de Corelli la realizó un alemán, el compositor Georg Muffat (1653-1704), en
la introducción a una colección de piezas propias que podían interpretarse como so-
natas en trío o como concerti grossi (véase Lectura de fuentes).
Mientras que la práctica romana trataba a la orquesta como una expansión del
concertino, en la Italia del norte los solistas eran un apéndice de la orquesta. Lo
compositores de esta región se concentraron primero en el concierto orquestal y des-
pués en el concierto para instrumento solista y en el concerto grosso. Giuseppe Tore-
lli (1658-1709), destacada figura de la escuela boloñesa, compuso obras en los tres
tipos, incluidos los primeros conciertos publicados (su Op. 5, 1692). En sus concier-
tos podemos ver una nueva posibilidad de desarrollo del concierto. Escribió conciertos
para trompeta destinados a los oficios de San Petronio y su Op. 6 (1698) contiene
dos conciertos para violín solista, quizás los primeros publicados por un compositor.
Seis conciertos más para violín y seis concerti grossi aparecieron en su Op. 8 (1709).
La mayoría de estas obras sigue un plan en tres movimientos con el orden rápido-
lento-rápido, tomado de la obertura de ópera italiana. Este esquema, introducido en
el concierto por el compositor veneciano Tomaso Albinoni (1671-1750) en su Op. 2
(1700), se convirtió en el esquema habitual de los conciertos posteriores.
En los movimientos rápidos de sus conciertos para violín, Torelli empleó a menu-
do una forma que se asemeja a la estructura de la sección A de un aria da capo (véase
arriba), que pudo haber tomado como modelo. Hay dos extensos pasajes para el so-
lista, enmarcados por un ritornello que aparece al principio y al final del movimien-
J7. Italia y Alemania en la segunda mitad del siglo XVII 489
to y que reaparece, en forma abreviada y en una tonalidad diferente, entre dos pasa-
jes del solista. Los solos presentan un material enteramente nuevo, explotan con fre-
cuencia el virtuosismo del solista y modulan a tonalidades estrechamente relaciona-
das, aportando contraste y variedad. El regreso una y otra vez del ritornello ofrece
estabilidad y resolución. El procedimiento de Torelli fue desarrollado por Antonio
Vivaldi en la forma ritornello, el esquema habitual de los conciertos del siglo XVIII,
como veremos en el capítulo siguiente.
El estilo italiano
En el último tercio del siglo XVII la música italiana compartía rasgos similares en to-
dos los géneros. Los compositores buscaban que su música fuese agradable al oído,
emocionalmente expresiva, agradecida para el intérprete y capaz de hacer que éste se
luciese del modo más favorable. Tanto las voces como los instrumentos se apoyaban
en una variedad de estilos melódicos, desde la canción lírica hasta los arpegios de las
llamadas de trompeta y los elaborados pasajes de virtuosismo. El énfasis en los solis-
tas, característico desde comienzos del siglo, continuó tanto en la música vocal como
en la instrumental. La música sacra coral y las sonatas en trío constaban de voces
iguales que colaboraban entre sí, pero las arias y las sonatas a solo ponían de relieve
el virtuosismo y la expresividad de un individuo, mientras que los conciertos aporta-
ban el contraste entre voces individuales y colectivas. Lo que hoy llamamos tonali-
dad se convirtió en una enérgica fuerza organizativa; muchas piezas seguían un es-
quema similar para establecer la tónica, apartarse de ella, explorar tonalidades
cercanas y regresar a la tónica al final. En las arias, los conciertos y en otras formas,
la tónica final se recalcaba a menudo mediante una repetición (o reexposición) del
material inicial, lo cual pasó a ser un principio básico de la forma en los dos siglos si-
guientes. A partir de todas las influencias mutuas entre los géneros y entre toda la
multiplicidad de centros musicales, surgió un estilo identificable como italiano, vi-
brance y exuberante, que fue imitado en todas partes y que se convirtió en el funda-
memo de la evolución acaecida en el siglo XVIII.
lemanúi y Austria
En 1648, al final de la Guerra de los Treinta Años, una gran parte de Alemania estaba
arruinada y empobrecida. El sacro emperador romano estaba debilitado y el imperio
constaba de casi trescientas unidades independientes, desde ciudades libres autogober-
nadas, como Hamburgo y Nuremberg, a territorios gobernados por príncipes, duques,
condes, landgraves, margraves, electores, obispos y arzobispos. El mapa 17.2 puede
sólo sugerir tal complejidad. Debido a que los estados eran relativamente pequeños y
el poder no estaba centralizado, las ciudades eran más pequeñas que las de Francia o
490 El siglo xvi1
Amable lector:
Es verdad que los hermosos conciertos de nuevo cuño que me deleitaron en Roma foe-
ron para mí un gran estímulo y despertaron en mí algunas ideas que quizd no te desagra-
den. Sin otro dnimo, he procurado al menos serte útil y conveniente, ya que puede ser que
interpretes estas sonatas de diversos modos bajo las siguientes condiciones:
1. Pueden ejecutarse con sólo tres instrumentos, a saber, dos violines y un violonche/Q o
bajo de viola como fondamento ...
2. Pueden ejecutarse con cuatro o cinco instrumentos...
3. Si, ademds, deseas oírlas como conciertos plenos con alguna novedad o variedad en
la sonoridad, puedes formar dos coros de este modo. Forma un conjunto pequeño [con-
certino] de tres o dos violines y un violonchelo o viola da gamba, con tres partes solistas,
no dobladas, que toquen todo el tiempo. De estas partes extraerds los dos violines [solis-
tas], así como los violines que serdn doblados por el conjunto grande [concerto grosso}
cuando encuentres la letra T, que significa «tutti». Hards que éstos guarden silencio en la
letra S [soli], que es cuando el conjunto pequeño tocard solo. Las violas intermedias se
doblardn en proporción a las otras partes del conjunto grande con el que tocardn, excepto
cuando encuentres la letra S, momento en el que serd suficiente que esta parte la toque un
solista sin ser doblado. Me tomé todas estas molestias con el fin de conseguir esta oport1m11
variedad.
Del italiano en Ausserlesene Instrumental-Music (Passau, 1701), Denkmiiler der Tonkunst in Oesmrtirh
Xl/2, vol. 23 (Viena, 1904), 118.
Gran Bretaña. La gran mayoría de la población era campesina. Alemania no poseía in-
dustrias controladas por el Estado, como en Francia, ni el capitalismo temprano de In-
glaterra o de los Países Bajos, y estaba además limitada por un rígido sistema de gre-
mios profesionales heredados de la Edad Media, que ponía freno a la innovación.
!} Italia y Alemania en la segunda mitad del siglo XVII 491
La ópera
Como vimos en el capítulo 14, los compositores italianos eran bien recibidos en las
cortes austriacas y alemanas, donde la ópera en italiano ocupaba un lugar central en
la vida musical. Además de los compositores italianos que hicieron carrera operística
en Alemania -como Cario Pallavicino (1630-1688), activo sobre todo en Dresde, y
Agostino Steffani (1654-1728), activo en Múnich y en Hannover- los composito-
res alemanes adoptaron el género. En el siglo XVIII, algunos de los compositores de
ópera italiana de mayor éxito fueron alemanes, de Handel y Hasse a Gluck y Mozart
(véanse capítulos 19, 21y23).
Después de algunos experimentos dispersos, la ópera en alemán tuvo su primera
sede en Hamburgo, con la apertura en 1678 del primer teatro público de ópera de
Alemania. En este próspero centro comercial, el teatro de ópera era una operación
comercial planteada para obtener beneficio mediante la representación anual de
obras atractivas para la clase media. Por deferencia con las autoridades luteranas, que
se oponían a tales esparcimientos, muchas de las óperas de los primeros años trata-
ban asuntos bíblicos. Los poetas locales tradujeron o adaptaron libretos de óperas ve-
necianas y escribieron algunas nuevas y similares en el asunto y en el plan general.
Los compositores adoptaron el estilo de recitativo de la ópera italiana, aunque eran
eclécticos en sus arias. Además de las arias italianas, generalmente en forma da capo
o da capo modificada, y de ariosos libres, escribieron ocasionalmente airs en estilo
francés y en los ritmos de las danzas francesas. También comunes a la temprana ópe-
ra alemana, especialmente en el caso de personajes cómicos o de baja clase, son las
breves canciones estróficas en el estilo popular del norte de Alemania, en las que
aparecen melodías y ritmos rápidos, enérgicos y directos. El más destacado y prolífi-
co entre los primeros compositores de ópera alemana fue Reinhard Keiser (1674-
1739), quien escribió casi sesenta obras para la escena en Hamburgo.
La canción y la cantata
El área del sur de lengua alemana, que incluía Múnich, Salzburgo y Viena, sede
de la capilla imperial, era mayoritariamente católica. Los cuatro emperadores que
reinaron allí entre 163 7 y 1740 no sólo apoyaron financieramente la música, sino
que también la alentaron con su interés y su participación efectiva como composito-
res. Como sus homólogos italianos, los compositores católicos de música vocal culti-
varon tanto el antiguo estilo del contrapunto como el nuevo estilo concertato. En
sus misas y otras obras litúrgicas, los compositores de las más ricas cortes y catedrales
entremezclaron preludios y ritornellos orquestales con coros magníficos y secciones
festivas a solo y para conjunto, todas apoyadas por un pleno acompañamiento or-
questal. En Salzburgo, cuya catedral nueva tenía cuatro galerías para el coro, se fo-
mentaba en particular la música policoral. Para el 1.100 aniversario del arzobispado
de Salzburgo, en 1682, Heinrich Biber (1644-1704) compuso la monumental Missa
salisburgensis, con sesenta cantantes y treinta y siete instrumentos, en la que cada
uno interpretaba una voz distinta de la partitura musical, dispuesta para siete grupos
dispersos por toda la catedral.
Tras los estragos de la Guerra de los Treinta Años, las iglesias de los territorios lutera-
nos de Alemania restauraron rápidamente sus efectivos musicales. No obstante, den-
tro de la Iglesia habían surgido dos tendencias en conflicto y ambas afectaron inevi-
tablemente a la música. Los luteranos ortodoxos, que deseaban fijar la doctrina y las
formas públicas del culto, favorecieron el uso de todos los recursos disponibles de
música coral e instrumental en sus oficios. En contraste, los pietistas hicieron hinca-
pié en la devoción privada y en las lecturas de la Biblia, desconfiaron de la formali-
dad y de las artes elevadas en el culto y prefirieron la música y la poesía simples, que
expresaban las emociones del creyente individual.
Los luteranos poseían una herencia común en el coral (véase capítulo 10). Se si-
guieron componiendo nuevos poemas y melodías, muchos de ellos pensados no para
el canto de la feligresía, sino para su uso en oraciones en los hogares. El libro lutera-
no de canciones de la época más influyente fue Praxis pietatis melica (Práctica de la
piedad en la canción), de Johann Crüger, editado en 1647 y reimpreso en más de
cuarenta ediciones durante el siguiente medio siglo. Crüger compuso sus melodías
sobre un bajo cifrado y añadió alteraciones a las viejas melodías corales y modales
para adecuarlas a las incipientes convenciones de la tríada armónica.
Los centros luteranos ortodoxos formaban un ambiente favorable para el desarro-
llo del concierto sacro. La columna vertebral era el conjunto vocal concertado sobre
un texto bíblico, como habían establecido Schein, Schütz y otros músicos a princi-
pios y mediados del siglo XVII. De época más reciente era el aria a solo, normalmente
en estilo italiano, sobre un texto estrófico y no bíblico. El coral era el ingrediente
más tradicional y característicamente alemán, compuesto mediante el procedimiento
494 Elsig/!'Xl7¡
La música para órgano disfrutó de una edad dorada en las áreas luteranas de Ale-
mania entre aproximadamente 1650 y 1750. En el norte, Buxtehude en Lübeck y
Georg Bohm (1661-1733) en Lüneburg, continuaron la tradición establecida por
Sweelinck y Scheidt. Un grupo central en Sajonia y Turingia incluía a Johann
Christoph Bach (1642:-1703), de Eisenach y primo del padre de J. S. Bach. Uno
de los compositores alemanes para órgano más notables fue Johann Pachelbel
(1653-1706), de Nuremberg, compositor del canon famoso hoy para tres violines y
continuo.
Los constructores alemanes de órganos de la segunda mitad del siglo XVII y de la
primera mitad del XVIII se apoyaron en elementos de los órganos franceses y holan-
deses, al igual que los compositores alemanes fusionaron los estilos italiano, francés y
del norte de Alemania. Los constructores mejor conocidos fueron Arp Schnitger
(1648-1718) y Gottfried Silbermann (1683-1753). Ellos y sus colegas emularon los
coloridos registros usados en Francia para interpretar solos y voces contrapuntísticas.
También adoptaron la práctica holandesa de dividir los tubos en un grupo principal
y grupos subsidiarios, cada uno con su propio teclado y tubos que tenían un carácter
y una función particulares. El grupo principal, el Hauptwerk o gran órgano, estaba
situado muy por encima del intérprete. Los otros grupos podían incluir un Brust-
werk, delante de él, un Oberwerk, por encima del grande, y el órgano pedal, usual-
mente dispuesto simétricamente a ambos lados del grande. Sólo los órganos alema-
nes más grandes disponían de todos estos componentes y algunos tenían, además,
un Rückpositiv u órgano coral, en la galería del coro. Incluso con un instrumento
modesto, un organista podía crear una enorme variedad de sonidos combinando de
muy diversas formas los tubos con voces de flauta, lengüeta y metal, así como las
g. Italia y Alemania en la segu,nda mitad del siglo XVII 495
mixturas, en las que los tubos que sonaban sobre los armónicos añadían brillo al
tono fundamental.
La mayor parte de la música para órgano escrita para las iglesias protestantes ser-
vía como preludio para otra cosa: un coral, la lectura de las escrituras o una obra más
grande. Estas piezas eran a menudo composiciones sobre corales, o bien toccatas o
preludios que contenían fugas o culminaban en ellas.
Las tocatas de Buxtehude son representativas de las obras de los compositores del
siglo XVII alemán al presentar una serie de secciones breves en estilo libre que alter-
nan con otras más extensas en contrapunto imitativo. Llenas de movimiento y con
diversos clímax, las toccatas ponen de manifiesto una gran variedad de figuraciones y
aprovechan al máximo las cualidades idiomáticas del órgano. Su carácter caprichoso
Yextravagante las convirtió en medios ideales para la exhibición de virtuosismo en el
teclado y en los pedales. Johann Jacob Froberger (véase capítulo 1) fomentó la tocca-
ta como género y la concentración de ésta en el contrapunto imitativo. Forberger es-
tudió con Frescobaldi, y sus obras para teclado tuvieron un profundo impacto en los
compositores alemanes posteriores.
Las secciones libres simulan la improvisación mediante un ritmo irregular y con-
trastante, con un incesante flujo de notas semicorcheas, usan frases deliberadamente
irregulares o con finales inconclusos y utilizan abruptos cambios de textura, armonía
o dirección melódica. El ejemplo 17.3 muestra un pasaje típico del estilo de toccata;
se trata del Praeludium en Mi mayor, BuxWV 141, de Buxtehude. La parte virtuosa
de los pedales (el pentagrama inferior de la partitura) contiene largos trinos; cuando
el pedal sostiene un tono, de las dos manos mana a chorros un rápido pasaje con nu-
merosos cambios impredecibles de velocidad, dirección y figuración. En el extremo
opuesto está una sección posterior, libre y más lenta, marcada por retardos y cambios
pasajeros de tonalidad.
En el Praeludium en Mi hay cinco secciones libres, de las cuales las dos primeras
son las más largas, las dos siguientes son transiciones relativamente breves y la úldma
una coda a modo de clímax. Estas secciones en estilo de toccata son el marco de cua-
tro secciones fugadas, cada una sobre un sujeto diferente y con un compás o tempo
distinto. El tratamiento es diferente en cada caso, desde fugas plenas, a cuatro voces
!J· Italia y Alemania en la segunda mitad del siglo XVII 497
y con pedales en las secciones fugadas primera y última, hasta una imitación fugada
menos rigurosa, a tres voces y sin pedales en las dos intermedias. Las cuatro se fun-
den en la siguiente sección libre.
Los cuatro sujetos se muestran en el ejemplo 17.4. Todos comparten un parecido
familiar, lo que recuerda las canronas variación de Frescobaldi y las fantasías para te-
clado de Sweelinck y Scheidt, que aplicaron la variación a los sujetos de las fugas .
Aquí, las relaciones son muy sutiles; mientras que los contornos melódicos son simi-
lares, como lo demuestra el alineamiento vertical de las notas, y reaparecen figuras
similares (marcadas con a y ben el ejemplo), un tema puede verse invertido (véanse
las notas marcadas con x), se le pueden agregar saltos (como en el tercer sujeto) y
pueden emplearse otras técnicas para proporcionar unidad y variedad.
f J F Ir F FFrr.l:b
Segundo sujeto b' a'
i j # Presto ~-----.
J J na 1J
X
~-#ijllf l
X X
J
Cuano sujeto b
i j # Allegro ~---
~ Bl u u&ª J J
temas de los ricercares. Como en el ricercare, las voces independientes entran por tur-
no con el tema. En una fuga, un grupo de dichas entradas se denomina una
exposición. Si la primera entrada del sujeto comienza en la nota tónica, la segunda en-
trada, denominada respuesta, empieza normalmente en la dominante, y viceversa. Con
frecuencia, los intervalos de la respuesta se modifican para adecuarse a la tonalidad. Las
otras voces alternan entonces entre sujeto y respuesta. Después de una cadencia, exis-
ten otros puntos de imitación, cada uno diferenciado de los otros por el orden de las
entradas, la altura tonal o algún otro aspecto. Las fugas del siglo XVII pueden contener
breves episodios -periodos de contrapunto libre entre las manifestaciones del sujeto.
Mientras que las tocatas, los preludios y las fugas siguieron siendo independientes
de la música vocal, las composiciones para órgano basadas en corales utilizaban las
melodías de un modo diferente. En los corales para órgano, las melodías se veían real-
zadas por la armonía y el contrapunto. Una melodía podía servir como cerna de un
conjunto de variaciones corales, también llamadas partita coral, o como el ujeco de
una fantasía coral.
Una cuarta forma basada en una melodía coral era el preludio coral. E te rérmi-
no, aplicado a menudo a cualquier obra para órgano basada en un coral, lo emplea-
remos aquí para designar una pieza breve en la que toda la melodía se presenta una
sola vez de forma fácilmente reconocible. Esta forma de composición coral no apa-
reció hasta mediados del siglo XVII. El nombre sugiere una práctica litúrgica ante-
rior en la cual el organista interpretaba la melodía completa, con acompañamiento
y ornamentos improvisados, como un preludio al canto del coral por parte de la fe-
ligresía o del coro. Más tarde, cuando empezaron a escribirse, estas piezas se deno-
minaron «preludios corales», aun cuando no sirviesen ya a su propósito original.
De hecho, un preludio coral es una única variación de un coral, que puede elabo-
rarse de una de las maneras siguientes:
• Cada frase de la melodía sirve por turno como sujeto de un punto de imita-
.'
ClOn.
• Las frases aparecen por turno, usualmente en la voz superior, en notas largas
con ornamentación relativamente escasa. Cada frase está precedida de un brev
desarrollo imitativo del inicio de la frase en las otras voces, en disminución (en
notas más cortas).
• La melodía aparece en la voz superior, ornamentada de manera imaginativa, Y
las voces del acompañamiento proceden con libertad y con una gran variedad
de una frase a la siguiente. .
• La melodía es acompañada por una o más de las otras voces mediante un moti·
vo o una figura rítmica no relacionada motívicamente con la melodía en sí.
Un ejemplo del tercer tipo es el preludio coral de Buxtehude sobre Nun komm.
der Heiden Heiland (compárese ejemplo 10. lb). La frase inicial, que se muestra en d
ejemplo l 7.5a, está ornamentada con notas de paso y notas auxiliares, así como con
J7. Italia y Alemania en la segunda mitad del siglo XVII 499
E.J ·MPLO 17.5 Preludio coral sobre Nun komm, der Heiden Heiland, de Buxtehude
~~e J J J F
J J j w
Nun komm,
- der Hel. den Hel. land,
b. frase final
X = nota de la melodía del coral
El siglo~
mán con los estilos melódicos y la elaboración típica de Francia y de Italia, esta breve
pieza ilustra a la perfección la tendencia de los compositores alemanes a aglutinar
elementos de las tres regiones.
En la segunda mitad del siglo XVII, los organistas alemanes habían asimilado lo que
podían aprender de los modelos italianos y franceses, habían desarrollado un estilo
característico propio y se habían establecido a sí mismos como vanguardia de la
composición para órgano. En otros ámbitos de la música instrumental, el proceso de
asimilación estaba todavía en camino y los géneros practicados eran aún los de Italia
o Francia.
Froberger llevó a Alemania el estilo francés de clavecín y contribuyó a establecer
la allemande, la courante, la sarabande y la giga como componentes habituales de la
suite de danzas. En sus manuscritos, Froberger termina las suites con una sarabande,
una danza lenta. En una publicación póstuma posterior, de 1693, revisó el orden de
manera que cada suite terminase con una animada giga, lo que para entonces había
pasado a ser el cierre habitual de las suites alemanas. Muchos compositores alema-
nes, incluidos Buxtehude, J. S. Bach y Handel, escribieron suites.
Impresionados por el alto nivel de interpretación de la orquesta de Lully y del
estilo musical francés que éste cultivó, numerosos compositores alemanes busca·
ron introducir estas características en su propio país. Un resultado de este esfuer·
zo fue la moda en Alemania, entre aproximadamente 1690 y 1740, de un nuevo
tipo de suite orquestal. Las danzas de estas suites, que seguían la pauta de las que
aparecían en los ballets y óperas de Lully, no aparecían en un número u orden ha-
bitual. Entre las primeras colecciones de suites orquestales se encuentran dos pu-
blicaciones tituladas Florilegium (1695 y 1698), de Georg Muffat, pionero a la
hora de introducir el estilo de Lully en Alemania, como había hecho con el de
Corelli una década antes. Muffat incluyó un ensayo con ejemplos musicales acer-
ca del sistema francés de usar el arco, la interpretación de los agréments y materia
similares.
Aunque Muffat, Buxtehude y otros compositores alemanes adoptasen la sonara
en trío, la sonata a solo atrajo un mayor interés. La sonata para violín solo había sido
siempre el principal medio de experimentación sobre los usos especiales del arco, lo
registros múltiples y todo tipo de elaboración de pasajes difíciles. Las doce sonaras
de Johann Jacob Walter (ca. 1650-1717), publicadas en 1676 bajo el título Scherzi.
se apoyan en la tradición de Biagio Marini, aunque sobrepasan a todas las demás en
su técnica brillante. Las sonatas alemanas más famosas del siglo XVII son las Rosm-
kranz-Mysterien Sonaten (Sonatas del Rosario o de los Misterios) para violín (ca.
1675), de Heinrich Biber, que representan meditaciones sobre episodios de la v~da
de Cristo. Estas obras hacen un uso considerable de la scordatura, una afinación in-
~~f¡~ta_l_ia_....y_A_lema_~~n_ia_
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__m __d_de~l.s_i_gl_o_X____
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usual de las cuerdas del violín para facilitar la interpretación de notas o acordes par-
ticulares. Biber fue muy apreciado como virtuoso del violín y como compositor de la
corte del arzobispo de Salzburgo; probablemente, compuso e interpretó las sonatas
como música de los oficios religiosos de la catedral de Salzburgo, que cada mes de
octubre se concentraba en los misterios del Rosario. Tanto Walter como Biber in-
tercalaban a menudo movimientos rapsódicos o secciones a modo de toccata en sus
sonatas; ambos escribieron muchos de sus movimientos más largos en la forma de
un passacaglia o un tema con variaciones, como el Passacaglia de Biber para violín
solo y sin acompañamiento.
Las sonatas del siglo XVII eran estricta música de conjunto hasta que Johann Kuh-
nau (1660-1722) transfirió el género a la música de teclado en 1692. Sus Frische
Clavier Früchte (Frescos frutos para teclado, 1696), título según parece calculado
para anunciar un género nuevo, comprenden siete sonatas en múltiples movimien-
tos. La elaborada portada, que se muestra en la ilustración 17.2, se diseñó visible-
mente para captar la atención de un intérprete aficionado al teclado. Sus seis sonatas
«bíblicas» (1700), que llevan títulos como La locura de Saúl sanada por la música y El
combate entre David y Goliat, representan historias del Antiguo Testamento contadas
por la música de manera inteligente y en ocasiones humorística.
ILUSTRACIÓN 17.2 Grabado de fa portada de Frische Clavier Früchte, oder Sieben Sonaren, von gu-
ten Invention and Manier auff dem Claviere zu spielen (Leipzig, 1696). En el centro se ve un clave, el
imtrumento preferido para interpretar en casa. Alrededor hay una profusa guirnalda de espigas, racimos de
uvas, manzanas, pimientos y otros vegetales del campo y del jardín adornando el título.
502 El siglo >.171
La síntesis alemana
Los alemanes habían importado modas musicales de Francia desde las canciones de
los trovadores y de Italia desde los madrigales del siglo XVI, y en cada ocasión habían
reelaborado el estilo extranjero para adecuarlo a los gustos locales. En el siglo XVII,
esta tendencia se prolongó con la adopción de los géneros de la ópera, la música sa-
cra policoral y concertada, la toccata, la suite y la sonata. Puesto que los composito-
res de los países de lengua alemana dominaron los diferentes géneros y estilos de
otras naciones y añadieron elementos de sus propias tradiciones, pusieron los funda-
mentos para el extraordinario desarrollo que tuvo lugar en el siglo XVIII, cuando los
compositores alemanes y austriacos desempeñaron un papel clave en la evolución de
la sonata y del concierto como medios de un pensamiento musical avanzado y en la
forja de un nuevo lenguaje musical internacional.
En la segunda mitad del siglo XVII, la música italiana alcanzó nuevas cotas, mientras
que los compositores alemanes empezaron a vislumbrar las suyas. Las cortes y ciuda-
des de toda Italia y Alemania patrocinaron la ópera italiana, que siguió siendo el gé-
nero musical de mayor prestigio durante todo el siglo XVIII. El aria da capo pasó a
ser una convención en las óperas y otras obras vocales y continuó vigente durante
casi un siglo. La sonata en trío, la sonata para violín solo y el concierto, todos de ori-
gen italiano, se convirtieron en los géneros más importantes de la música para con-
junto en ambas naciones hasta mediados del siglo XVIII. Los compositores alemanes
emularon también los estilos franceses en la música vocal y en las suites para teclado
o para orquesta. En las décadas postreras del siglo, los compositores-organistas ale-
manes habían superado a sus colegas italianos y franceses, quizá la primera vez que
Alemania se puso a la cabeza de otras naciones en un dominio musical. No sería el
último: los músicos alemanes del siglo XVIII harían de su eclecticismo una virtud
hasta eclipsar poco a poco a sus homólogos italianos en los cada vez más importante
géneros de la música instrumental.
Este medio siglo fue testigo de otros desarrollos de gran trascendencia. La tonali-
dad ejemplificada en las sonatas de Corelli resultó ser desde entonces de importancia
enorme para la música. Entre otras cosas, la dirección clara y las expectativas prede-
cibles, características de la música tonal, hicieron posibles estructuras armónicas más
complejas y, por consiguiente, formas más extensas. La sonata y el concierto fueron
los primeros géneros instrumentales en varios movimientos que no se limitaron a
reunir varias piezas pequeñas, como en la suite de danzas. Al captar el interés del
oyente por un tiempo relativamente largo sin el apoyo de un texto, estas formas pre-
pararon el terreno para las obras de concierto de los siglos posteriores, pensadas para
una escucha con absoluta atención.
!J: Italia y Alemania en la segun_da_m_i_ta_d_de_l_si,..gl_o_xvz_1_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ 503
EL SIGLO XVIII
Con pocas excepciones, el repertorio habitual de los conciertos actuales comienza en
la primera mitad del siglo XVIII con Vivaldi, Bach y Handel. Y, sin embargo, en tor-
no a 1700 no se dieron grandes cambios que marcasen un nuevo estilo, como había
sucedido en 1300, 1400 y 1600. Por el contrario, la nueva generación que alcanzó la
madurez entonces estuvo marcada por el afianzamiento, la integración y el desarrollo
de ideas y tendencias introducidas durante el siglo precedente.
En términos estilísticos, a la hora de dividir el siglo XVIII es costumbre tomar
como referencia el año 1750 y considerar la primera mitad como el periodo del Ba-
rroco tardío y la segunda como el periodo Clásico, que culmina en la música de
Haydn y de Mozart. Pero, desde otro punto de vista, el siglo XVIII puede observarse
como un periodo en sí mismo, caracterizado no por la consistencia del estilo sino
por los vientos del cambio. Al leer las revistas de música y los escritos de los compo-
sitores, uno puede ver el año 1700 y los años siguientes como una polémica de un
iglo de duración acerca de qué es lo más importante en la música -una contienda
entre gustos musicales. Elementos de lo que terminaría siendo el estilo clásico están
ya presentes al inicio del siglo y ecos del Barroco perviven aún al final del mismo.
En cualquier caso, este siglo fue una de las más conspicuas épocas de la historia
de la música. Los músicos cultivaron muchos géneros nuevos, incluido el concierto
para teclado, la ópera buffa, la ópera-balada (bailad opera), la sinfonía y el cuarteto
de cuerda, y desarrollaron formas nuevas como la forma sonata y el rondó. Desde los
conciertos de Vivaldi, las fugas de Bach y los oratorios de Handel hasta los cuartetos
de cuerda y las sinfonías de Haydn y las sonatas para piano y óperas de Mozart, los
compositores de esta era crearon obras ejemplares que definieron los géneros y que
permanecen hoy en el corazón del repertorio clásico.
J8. La primera mitad del siglo XVIII en Italia
y Francia
que se impartía una educación más práctica. Federico el Grande de Prusia (r. 1740-
1786) y la emperatriz María Teresa de Austria (r. 1740-1780) procuraron implantar
la educación primaria para todos los niños, si bien sólo obtuvieron un éxito parcial.
Hacia 1800, la mitad de la población masculina de Inglaterra y de Francia sabía leer
y las mujeres, que usualmente aprendían en los hogares, se estaban aproximando a
los hombres. Los periódicos de aparición diaria se crearon en Londres en 1702 y se
propagaron rápidamente a otras ciudades. De los libros baratos en edición rústica a
los tomos encuadernados en piel, se publicaron, compraron, leyeron y prestaron
cada vez más libros. Las novelas pasaron a ser la forma más popular de literatura, in-
cluidos Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe y Tom ]ones (1749) de Henry Fiel-
ding. En los cafés públicos, donde se encontraban las sociedades de ilustrados, y en
los salones, reuniones en hogares privados auspiciadas por mujeres acomodadas, las
personas discutían vehementemente sobre los acontecimientos, las ideas, la literatura
y la música del momento. Dentro de este interés en expansión por el conocimiento,
pensadores como Voltaire ( 1694-1778) intentaron analizar asuntos sociales y políti-
cos por medio de la razón y de la ciencia, generando el movimiento intelectual co-
nocido como Ilustración (que trataremos en el capítulo 20).
En Londres, París y en otras grandes ciudades, el apoyo de la clase media a músi-
cos y compositores creció en importancia. El público demandaba constantemente
música nueva. Pocas obras sin importar el tipo eran interpretadas durante más de
dos o tres temporadas; de los compositores se esperaba que suministrasen nuevas
piezas en cada nueva ocasión. Esta presión incesante explica la ingente producción
de muchos compositores del siglo XVIII y la celeridad desmedida con la que trabaja-
ban.
La demanda de música nueva sirve también para explicar las cambiantes modas
en el estilo musical. El siglo XVIII se ha dividido con frecuencia en el estilo barroco y
el estilo clásico, aunque ambos coincidiesen en el tiempo, como veremos en los capí-
tulos siguientes. De hecho, la historia de la música de este siglo puede verse como
una larga polémica acerca del gusto y el estilo, expuesta a menudo de manera literal
en periódicos, revistas, salones y cafés.
La música en Italia
En Italia, la ópera siguió siendo el género más prestigioso -y más costoso- de mú-
sica, aunque la música instrumental, en especial el concierto, iba ganando terreno.
Los principales centros musicales eran Nápoles, Roma y Venecia, capitales de los es-
tados más poderosos de la península.
!!!: La primera mitad del siglo XVIII en Italia y Francia 513
Ndpoles
El sur de Italia, posesión española desde principios del siglo XVI, cayó bajo control
austriaco en 1707; posteriormente, en 1734, se convirtió en un reino independiente
gobernado por el hijo del rey de España. Su capital, Nápoles, era una de las ciudades
más grandes de Italia y sede de una efervescente vida musical.
Nápoles poseía cuatro conservatorios, hogares para niños pobres y huérfanos,
especializados en la enseñanza musical. Con el paso de los años, la instrucción
musical se volvió poco a poco tan importante como el caritativo propósito origi-
nal, y los conservatorios acogieron también a estudiantes que pagaban por las
clases. Los alumnos desarrollaban carreras musicales por toda Europa y contri-
bulan a divulgar la ópera y la música instrumental italianas por todo el conti-
nente.
La mayoría de los estudiantes de los conservatorios eran cantantes, muchos de
ellos castrati. Hacia la segunda mitad del siglo XVII, los papeles masculinos más
destacados en las óperas se escribían casi siempre para castrati, cuya potente capa-
cidad pulmonar los convertía en solistas ideales, y cuyas voces, ágiles y poderosas,
eran altamente apreciadas. Si bien la mayor parte de los castrati trabajaron como
músicos de iglesia, cientos de ellos cantaron en los escenarios de ópera de toda Eu-
ropa. Unos pocos se convirtieron en superestrellas internacionales y recibieron in-
gentes honorarios, como por ejemplo Farinelli (Carlo Broschi, 1705-1782), quien
pasó su adolescencia y se formó en Nápoles (véanse La música en su contexto e
ilustración 18 .1).
La ópera era la médula de la vida musical napolitana gracias al apoyo de sus go-
bernantes y de otros mecenas. Alessando Scarlatti, que escribía una o más óperas al
año, era el compositor más relevante. Mientras que los tipos nuevos de ópera cómi-
ca, cantada en dialecto napolitano, adquirían popularidad e inspiraban a imitadores
en Europa (véase capítulo 20), una nueva clase de óperá seria italiana apareció asi-
mismo en la década de 1720, codificada por el libretista Pietro Metastasio (1698-
1782). Tanto la ópera cómica como la seria de la época continuaron siendo prácti-
cas habituales de la ópera barroca, mediante la alternancia de recitativos y arias da
capo.
Roma
La ópera era menos central en Roma debido al apoyo a otros géneros y a las críti-
cas ocasionales en su contra. Ricos mecenas patrocinaban regularmente academias
en las que sus músicos interpretaban cantatas, serenatas, sonatas y conciertos. El
apoyo de pudientes mecenas atrajo a intérpretes de instrumentos de toda Italia y
Alemania, haciendo de Roma un buen campo de entrenamiento de los mismos.
Entre otros, se contaban los virtuosos del violín Francesco Geminiani (1687-
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
La voz de Farinelli
La voz de castrato parte del mismo impulso que motiva hoy a los atletas a tomar
hormonas y esteroides: el deseo de controlar y manipular la naturaleza con el fin de
ampliar las capacidades del intérprete. La cada vez mayor demanda por parte d 1
público de ópera de superestrellas virtuosas y el surgimiento a su vez de ciertos o-
listas castrados de fama y fortuna estimuló la producción de castrati por toda Italia,
especialmente entre las familias pobres, que vieron un modo posible de mejorar sus
miserables condiciones de vida. No obstante, aunque miles aspirasen al estrellato,
sólo unos pocos alcanzaron la fama de Farinelli, cuya carrera artística lo llevó de
triunfo en triunfo por todas las capitales operísticas de Europa. Su voz fue legenda-
ria por su ámbito, pues abarcaba más de tres octavas, y por el control de la respira-
ción, que le permitía sostener una nota durante un minuto entero antes de volver a
inspirar. Charles Burney, el agudo observador y escritor del siglo XVIII, nos ayuda a
comprender por qué Farinelli se convirtió en semejante estrella internacional:
Tenia diecisiete años cuando partió [de Nápoles] para establecerse en Roma, don-
de, durante la ejecución de una ópera, se producía cada noche una disputa entre él ~
un afamado intérprete de trompeta; esto, al principio, parecía algo amistoso y mera-
mente deportivo, hasta que el propio auditorio comenzó a interesarse por la contienda
y a tomar partido: después de que cada uno expandiese una nota por separado, mani-
festando el poder de los pulmones de cada uno, e intentase rivalizar con la brillantez y
la fuerza del otro, comenzaron a expandir y a hacer vibrar notas simultáneame11tt,
por terceras, y las prolongaron durante tanto tiempo, mientras los oyentes los cont m-
plaban expectantes, que ambos parecían exhaustos;~ en efecto, el trompetista, compk-
tamente agotado, claudicó pensando que, en cualquier caso, su antagonista estaría km
cansado como él y que la batalla concluiría en empate; cuando Farinelli, con una son-
risa en el semblante y mostrando que únicamente se había lucido a su costa todo ti
tiempo, empezó de repente y acto seguido, con renovado vigor, y no sólo expandzo t
hizo vibrar la nota, sino que recorrió las divisiones mds rdpidas y difíciles [pasajes de
escalas] y sólo fue silenciado por la aclamación del público. De este periodo puede da-
tarse la superioridad que mantuvo siempre sobre todos sus contemporáneos*.
* Charles Burney, The Present State of Music in France and ltaly, en Percy A. Scholes, ed.,
Dr. Burneys Musical Tours in Europe, vol. 1 (Londres: Oxford University Press, 1959), 153-155.
~necia
Al inicio del siglo XVIII, Venecia vio declinar su poder político y económico, aunque
siguió siendo la ciudad de mayor glamour de Europa. Estaba llena de viajeros atraí-
dos por su vida colorida y exuberante. Los músicos cantaban en las calles y canales,
516 EL sigii> XlJ!1
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
Una música trascendental de aquí es la de los hospitales [orfanatos}. Existen cuatro, todos
ellos para niñas ilegítimas o huérfanas o niñas cuyos padres no estdn en condiciones de
mantenerlas. Se costean con el erario público y proveen una formación única para la ex-
celencia musical Así, ellas cantan como dngeles y tocan el violín, la flauta, el órgano, el
violonchelo o el fagot. En pocas palabras, no hay instrumento lo bastante grande para
que le tengan miedo. Viven enclaustradas a la manera de las monjas. Sólo interpretan
música y cada concierto es ofrecido por cerca de cuarenta muchachas. Os juro que no hay
nada tan encantador como ver a estas monjas jóvenes y bellas en sus hdbitos blancos, con
un ramillete de granadas sobre su cabeza, manejando la orquesta y llevando el tiempo
con toda la gracia y precisión imaginables. Sus voces son adorables por su calidad y clari-
dad, porque aquí no saben nada de la rotundidad ni del sonido alargado como un hilo a
la manera francesa.
El hospital al que voy con mayor frecuencia es el de la Pieta, donde el entretenimiento
es fantdstico. Primero por la perfección de las sinfonías. ¡Qué interpretación tan recta! Sólo
aquí se puede oír el primer golpe de arco -el primer acorde de una pieza atacado por to-
das las cuerdas como una sola, de lo cual se vanagloria falsamente la Ópera de París.
Charles de Brosses, L1talie y a cent ans ou Lettres écrites d1talie a quelques amis en 1739 et 1740, ed. M.
R Colomb, vol. 1 (París: Alphonse Levavasseur, 1836), 213-214.
tuabarr en conjunto durante treinta y cuatro semanas al año. Entre 1700 y 1750, el
público veneciano escuchó diez óperas nuevas cada año, y el recuento es incluso ma-
yor en la segunda mitad del siglo.
Antonio Viva/di
El compositor italiano más conocido del siglo XVIII fue Antonio Vivaldi (1678-
1741), quien nació y desarrolló la mayor parte de su carrera artística en Venecia
(véase biografía, p. 516). Virtuoso violinista, profesor de maestros y popular compo-
518 EJ siglo XY111
sitor de ópera, de cantatas y de música sacra, es conocido hoy sobre todo por sus
conciertos, que suman alrededor de quinientos.
El principal cargo ocupado por Vivaldi, entre 1703 y 1740, fue el de profesor,
compositor, director de orquesta y superintendente de instrumentos musicales del
Pio Ospedalle della Pieta. La Pieta era uno de los cuatro «hospitales» de Venecia,
hogares de niños y niñas huérfanos, ilegítimos o pobres, gestionados como interna-
dos restrictivos y que proporcionaban una excelente instrucción musical a niñas
con talento. Estas instituciones eran parecidas a los conservatorios de Nápoles, ex-
cepto en que las carreras de intérprete de instrumento o de músico de iglesia no
eran accesibles a las mujeres; antes de que se permitiese a las muchachas dejar el
hospital, éstas tenían que prometer no tocar nunca en público. La educación musi-
cal de las niñas tenía otros propósitos: ocupar su tiempo, hacerlas más deseables de
cara a las perspectivas matrimoniales o prepararlas para la vida conventual y conse-
guir donaciones para los hospitales mediante presentaciones regulares. Los oficios
divinos con música en la Pieta y en otros lugares de Venecia atraían a un gran audi-
torio; los viajeros escribieron entusiasmados acerca de estas ocasiones (véase Lectura
de fuentes).
La posición de Vivaldi le exigía el mantenimiento de los instrumentos de cuerda,
enseñar a sus alumnas a tocarlos y componer sin cesar música nueva para que ellas la
interpretasen. Escribió oratorios y música para la misa y las vísperas, incluido su co-
nocido Gloria en Re mayor, aunque la mayor parte de sus obras para la Pieta fueron
instrumentales, en particular conciertos para los festivales eclesiales. Los conciertos
eran adecuados como ningún otro género para intérpretes de distintas capacidades,
ya que los mejores podían exhibir su pericia en las partes a solo, mientras que aque-
llos de menor nivel podían tocar en la orquesta.
que ha llegado a ser habitual, en violines I y II, vi~las, violonchelos y bajos de viola
(que por lo general doblaban a los violonchelos). Este era siempre el grupo nuclear,
si bien en muchos conciertos Vivaldi requirió también flautas, oboes, fagotes o
trompas, cualquiera de los cuales podía usarse como instrumento solista o dentro del
conjunto. También empleó especiales efectos de colorido, como el pizzicato o las
cuerdas con sordina.
Alrededor de 350 conciertos de Vivaldi son para orquesta con un instrumento
solista -más de dos tercios de los mismos para violín, pero muchos también para
fagot, violonchelo, oboe, flauta, viola d' amore, flauta de pico o mandolina. Los con-
ciertos para dos violines dan a ambos solistas la misma prominencia y originan la
textura de un dueto para dos voces agudas. Los conciertos que requieren varios ins-
trumentos solistas no son concerti grossi como los de Corelli, en los que la orquesta
tiene la función de doblar y reforzar el concertino de dos violines y violonchelo; por
el contrario, los de Vivaldi exhiben la misma oposición entre los solistas virtuosos y
la orquesta que en sus conciertos a solo. También conocemos unos sesenta concier-
tos para orquesta (sin instrumentos solistas).
Salvo excepciones ocasionales, Vivaldi siguió el plan en tres movimientos intro-
ducido por Albinoni: un movimiento rápido inicial, un movimiento lento en la mis-
ma tonalidad o en una estrechamente relacionada (relativo menor, dominante o sub-
dominante) y un movimiento rápido final en la tónica, a menudo más breve y vivaz
que el primero. Al utilizar este formato de un modo tan consistente, Vivaldi contri-
buyó a establecerlo como estándar de los conciertos de los tres siglos siguientes.
Vimos en el capítulo 17 que Torelli estructuró los movimientos rápidos de sus
conciertos como la sección A de un aria da capo, con un ritornello al principio, en el
medio y al final, enmarcando dos largos episodios del solista. Los conciertos de Vi-
valdi expandieron este esquema, dando lugar a lo que hoy se conoce como forma ri-
tornello. Consiste menos en un molde formal que en un procedimiento o conjunto
de pautas que permiten grandes posibilidades de variación:
Todos estos puntos están ilustrados en los dos movimientos rápidos del Concierto
para Violín y Orquesta en La menor, op. 3, No. 6, de Vivaldi, cuyas formas se presen-
tan en el diagrama de la ilustración 18.2. El ejemplo 18.1 presenta el ritornello inicial
del primer movimiento. Cada uno de los segmentos, señalados con una letra, posee un
carácter individual y fuertemente perfilado que lo hace fácil de recordar. Cada uno es
una unidad armónica separada, lo que permite a Vivaldi separar y recombinar los seg-
mentos más adelante. En ambos movimientos, las posteriores apariciones del ritornello
son sólo parciales, mientras que algunas varían los motivos del ritornello original,
como hacen algunos de los episodios solistas. En los episodios se introducen nuevas fi-
guraciones, como se muestra en el ejemplo 18.2, lo que produce una variedad aún ma-
yor dentro de una estructura claramente entendida; un pasaje explota las cuerdas abier-
PRIMER MOVIMIENTO
Sección Rit Epi Rit Epi Rit Epi Rit Epi Rit Epi IUt
Compás 1 13 21 24 35 45 58 60 68 71 75
TERCER MOVIMIENTO
Sección Rit Epi Rit Epi Rit Epi Rit Epi Rit Epi Ca.d<lltÍa
(con solos)
Motivos ABABCDEF A,B' AA e DEF" F", nuevo AAC' nuevo ABC' nuevo ndt
nuevo FAAC DEF" f
Tonalidad La menor mod Mi menor Mi menor La menor moda Do mayor La menor La menor La menor UmtllO<
Do mayor Mi menor
La menor
EJEMPLO 18.1 Ritornello inicial del Concierto en La menor, op. 3, No. 6, de Viva/di, primer
movimiento
Solo
cas del violín (afinado Sol-Re'-La'-Mi') para realizar saltos impresionantes. Como es tí-
pico en Vivaldi, la alternancia entre tutti y solo no se detiene cuando la música regresa
a la tónica cerca del final del movimiento; en el primer movimiento, los episodios apa-
recen entre las unidades sucesivas del ritornello y, en el movimiento final, la orquesta y
el solista alternan a la hora de presentar los segmentos del ritornello final.
El resultado en cada caso es un movimiento único en la forma, aunque la estrategia
global es claramente la misma. Lejos de seguir un plan de manual, las estructuras de ri-
tornello de Vivaldi muestran una variedad casi infinita en la forma y en el contenido.
EJEMPLO 18.2 Ejemplos de la .figuración de los episodios solistas del Concierto en La menor.
op. 3, No. 6, de Vivaldi, primer movimiento '
Vivaldi compuso muchos de sus conciertos para la Pieta, aunque escribió tam-
bién por encargo y consiguió ciertos ingresos mediante la publicación de sus obras.
Nueve colecciones de sus conciertos (op. 3-4 y op. 6-12) se publicaron en Ámster-
dam, las siete últimas según parece impresas por cuenta del editor en lugar de estar
subvencionadas por el compositor o por un mecenas como era lo usual: esto de-
muestra la estima que el editor tenía por Vivaldi y refleja la inmensa popularidad
de sus conciertos, especialmente en el norte de Europa. A algunas de sus coleccio-
nes les dio títulos curiosos, en parte para atraer a los compradores: op. 3, L'estro ar-
monico (La inspiración armónica, 1711); op. 4, La stravaganza (La extravagancia,
1716); op. 8, Il cimento dell'armonia e dell'inventione (Los cimientos de la armonía
y de la invención, 1725) y op. 9, La cetra (La cítara, 1727), una evocación de la
Grecia antigua. Algunos conciertos individuales llevaban también títulos y progra-
mas. Los más famosos son los cuatro primeros conciertos del op. 8, conocidos
como Las cuatro estaciones. Cada uno está acompañado de un soneto, quizás escrito
por el propio Vivaldi, que describe la estación; estos conciertos representan con cla-
ridad las imágenes de la poesía, aprovechando la variedad posible gracias a las for-
mas ritornello.
La música de Vivaldi refleja los cambios estilísticos de la primera mitad del siglo
XVIII. En el extremo más conservador están sus sonatas en trío y a solo, que emulan
el estilo de Corelli. La mayor parte de sus conciertos formaron parte de la corriente
estilística dominante y respondían con frecuencia a las tendencias contemporáneas,
dando origen a alguna de ellas. Sus óperas reflejaban las convenciones y tendencias
de su época, pero su vitalidad rítmica, su invención temática y su estilo individual
las dotaron de cierto atractivo, obteniendo gracias a ellas encargos desde Roma hasta
Praga. Su música sacra delata la influencia de los estilos operísticos entonces al uso y
de sus propios conciertos: su Beatus vir para coro y orquesta está en la forma de ri-
tornello con solistas vocales en los episodios y su Gloria en Re mayor contiene varios
movimientos cuyos ritornellos instrumentales suenan como los de un concierto y
alternan con arias estándar y fugas corales. En el extremo más progresista están los
movimientos finales de sus conciertos para instrumento solista, los conciertos or-
questales y la mayor parte de sus sesenta sinfonías -obras que establecen a Vivaldi
como fundador de la sinfonía clásica (véase capítulo 21).
La influencia de Vivaldi en la música instrumental es igual a la de Corelli, una
generación más tarde. Su codificación de la forma ritornello proveyó de un modelo a
los compositores de conciertos posteriores. Sus sucesores admiraron y emularon sus
temas concisos, la claridad de la forma, la vitalidad rítmica y el flujo lógico de ideas
musicales. Entre aquellos que aprendieron de Vivaldi se encuentra J. S. Bach, quien
realizó arreglos para clave de al menos nueve conciertos de Vivaldi, incluidos cinco
524 El siglo XVI¡¡
del op. 3. En el curso del siglo XVIII, los compositores de conciertos adoptaron y de--
sarrollaron la concepción dramática vivaldiana del papel del solista.
La música en Francia
Mientras que Italia poseía numerosos centros culturales, Francia tenía sólo uno: Pa-
rís, la capital y, con diferencia, la metrópoli más grande. Los músicos de las provin-
cias soñaban con hacer carrera en París, donde mecenas, editores y un público en-
tusiasta esperaban oír y ver la música más reciente. Sólo allí podía un compositor
cosechar un gran éxito y conseguir una reputación a escala nacional. Aunque otras
ciudades organizaban series de conciertos en las que podían presentarse aficionados,
París era la sede de las más prestigiosas organizaciones de conciertos, como el Con-
cert Spirituel, una serie de conciertos públicos fundada en 1725. La corte del rey
Luis XV (r. 1715-1774) continuó apoyando a los músicos, pero sin dominar ya la
vida musical como lo había hecho la corte de su bisabuelo Luis XIV. En su lugar,
una serie más amplia de mecenas e instituciones apoyaban a músicos y composi-
tores.
Desde el siglo XVII, la música italiana era considerada en Francia una influencia ex-
tranjera, aceptada por unos y rechazada por otros. La música italiana más reciente
podía oírse en París, en particular las sonatas y conciertos de Corelli, Vivaldi y de
otros compositores, mientras se discutía constantemente en salones y publicaciones
sobre los méritos relativos a los estilos francés e italiano. Louis Nicolas Clérambault
(1676-1749), que publicó cinco libros de cantatas entre 1710 y 1726, hacía alternar
los recitativos a la manera de Lully con arias italianas. Jean-Marie Leclair (1697-
1764), el principal compositor francés de sonatas para violín, combinaba lo que
consideraba la pureza clásica de Corelli con la elegancia y la dulzura de la melodía, la
perfecta claridad de la textura y de la forma y la ornamentación refinada de la músi-
ca francesa.
FranfoÍs Couperin
Entre aquellos que más activamente pedían la fusión de los gustos francés e italiano
se contaba Frarn_;:ois Couperin (1668-1733). Su carrera refleja la creciente difusión
del mecenazgo en Francia: fue organista del rey y en la iglesia de San Gervais de Pa-
rís, aunque ganó mucho dinero enseñando el clave a miembros de la aristocracia Y
publicando su propia música. Sus órdenes musicales o suites, publicadas entre 1713
!.§· La primera mitad del sigla XVIII en Italia y Francia 525
~ LECTURA DE FUENTES--- - -- - - - --
Frarn;ois Couperin fue uno de los compositores más destacados de Francia, especial-
mente de música para clave o para conjunto de cámara. En una época en la que los
partidarios de la música francesa e italiana debatían sobre sus méritos respectivos en
conversaciones y publicaciones, Couperin escogió una senda intermedia, argumen-
tando que ambos estilos deberían fusionarse.
Los estilos italiano y francés han dividido por largo tiempo la República de la Música en
Francia. En lo que a mí respecta, he considerado siempre las cosas según sus méritos, sin
pensar en el compositor o en la nación. Las primeras sonatas italianas que aparecieron en
París hace mds de treinta años y que me alentaron a comenzar a componer por mí mismo
no tenían, a mi juicio, nada que envidiar a las obras de Monsieur de Lully ni a aquellos
de mis antecesores, que serdn siempre mds admirables que imitables. Así, por un derecho
que mi neutralidad me confiere, navego bajo la feliz estrella que me ha guiado hasta
ahora.
Puesto que la música italiana tiene derecho de antigüedad por encima de la nuestra,
al final de este volumen se encontrard una gran sonata en trío titulada La apoteosis de
Corelli. Una baja autoestima me persuadió a presentarla en partitura. Si algún día mi
musa se supera a sí misma, osaré emprender algo similar en el estilo del incomparable
Lully, aunque sus obras solas deberían ser suficientes para inmortalizarlo.
fean-Philippe Rameau
Teoría de la armonía
La teoría de la música ocupó a Rameau durante toda su vida. Inspirado por las obra
de Descartes y de Newton, Rameau enfocó la música como una fuente de datos em-
píricos que podían explicarse sobre principios racionales. Describió su metodología
en su Traité de l'harmonie (Tratado de armonía, 1722), una de las obras teóricas más
influyentes jamás escritas.
La deuda de Rameau para con Descartes puede detectarse en su intento de fun-
damentar la práctica de la armonía sobre las leyes de la acústica. Consideró la tríada
y el acorde de séptima los elementos primordiales de la música y derivó ambos de las
consonancias naturales de la quinta justa, la tercera mayor y la tercera menor.
En la formulación de Rameau, cada acorde posee un tono fundamental, equiva-
lente en la mayoría de los casos a lo que hoy se llama su fundamental (la nota más
La primera mitad del siglo XVIII en Italia rFrancia 527
grave cuando el acorde se dispone en una serie de terceras). En una serie de acordes,
la sucesión de estos tonos fundamentales es el bajo fundamental. En términos mo-
dernos, Rameau estaba afirmando que un acorde mantiene su identidad a través de
todas sus inversiones y que la armonía de un pasaje se define por la progresión de las
fundamentales y no por la nota más grave que esté sonando en ese momento. Estos
conceptos, hoy día 'ingredientes básicos de la teoría de la música, fueron revoluciona-
Fedra
Ah! _ _ si vous e-tes é-qui - ta-bles, Ne ton-nez
Violín 1
Violín 2
Violas
Bajos y
continuo
7 &
Bajo fundamental q ......__ __
f r
°'[--~~-- g ¡
11 J j IR 1e
¡Ah!, Si sois ecudnimes, ¡no tronéis mds sobre mí! La gloria de un héroe oprimido por la injusticia
os ruega un justo socorro.
J8. La primera mitad del siglo XVIII en Italia y Francia 529
l as óperas
airs y danzas para algunas comedias musicales, piezas con diálogo hablado interpre-
tadas en los teatros populares. Por último, en 1733, representó en París su ópera
Hippolyte et Aricie, la cual suscitó a la vez admiración y controversia y consolidó su
reputación como compositor. A ella le siguió una serie de éxitos, incluida la ópera-
ballet Les Indes galantes (Las Indias galantes, 1735) y la ópera Castor et Pollux (1737),
considerada generalmente su obra maestra. Tras un periodo relativamente estéril, a
comienzos de la década de 1740 tuvieron lugar sus años más productivos, de la co-
media Platée (1745) a la ópera trágica Zoroastre (1749), la más importante de las
obras tardías de Rameau.
Desde el principio, las óperas de Rameau provocaron una tormenta de crítica y
controversia. La «intelectualidad» de París se dividió en dos bandos ruidosos, uno
que apoyaba a Rameau y otro que lo atacaba como subversor de la buena e invetera-
da tradición de ópera francesa de Lully. Los lullistas encontraban la música de Ra-
meau difícil, forzada, grotesca, densa, mecánica e innatural -en una palabra, barro-
ca. Rameau repuso, en el prólogo a su ópera-ballet Les Indes galantes, que él había
«procurado imitar a Lully, no como un copista servil sino tomando, como él, la na-
turaleza en sí misma -tan bella y tan simple- como modelo». Cuando la discre-
pancia entre lullistas y ramistas se volvió encarnizada, la creciente popularidad de
Rameau provocó numerosas parodias de sus óperas -imitaciones ligeras o adapta-
ciones de los originales. En la década de 1750, durante la lucha entre críticos acerca
de los méritos relativos a la música francesa e italiana, conocida como Querella de
los Bufones (véase capítulo 20), Rameau se había convertido ya en el compositor
vivo francés más eminente, exaltado como el campeón de la música francesa por la
misma facción que veinte años antes lo había hostigado por no escribir como Lully.
Las obras teatrales de Rameau se parecen a las de Lully en diversos aspectos: am-
bos compositores hacen uso de una declamación realista y de una notación rítmica
precisa en los recitativos; ambos mezclan el recitativo con airs, coros e interludios
instrumentales más melodiosos y formalmente organizados; y ambos incluyen largos
divertissements. Pero dentro de este marco general, Rameau introdujo numerosos
cambios.
Las líneas melódicas ofrecen un notable contraste. El Rameau compositor practi-
có constantemente la doctrina del Rameau teórico, según la cual toda melodía está
enraizada en la armonía. Muchas de sus frases melódicas son palmariamente triádi-
cas y dejan claras las progresiones armónicas que las sostienen. Las relaciones orde-
nadas dentro del sistema tonal de dominantes, subdominantes y modulaciones go-
biernan la armonía. Rameau extrajo sus recursos de una rica paleta de acordes y
progresiones, incluidas las cromáticas, diversificó su estilo mucho más que el de
Lully y consiguió fuerza dramática mediante disonancias expresivas y muy intensas
que impulsaban la armonía hacia delante.
Rameau hizo su contribución más original en las secciones instrumentales de sus
óperas -oberturas, danzas y sinfonías descriptivas que acompañaban la acción sobre
el escenario. Los franceses valoraban la música por su poder de representación y Ra-
18. La primera mitad del siglo XVIIT en Italia v Francia 531
meau fue el paladín de los pintores sonoros. Sus imágenes musicales abarcan desde
graciosas miniaturas a amplias representaciones de truenos (Hippolyte et Aricie,
acto I) o de terremotos (Les Indes galantes, acto II). La representación se ve a menu-
do realzada por una orquestación original, particularmente independiente en las vo-
ces de viento-madera.
Como Lully y otros compositores franceses, Rameau minimizó el contraste entre
recitativo y airen comparación con los compositores italianos. Una y otra vez se mo-
vió con soltura entre los estilos para adecuarse a la situación dramática. Los efectos
más poderosos se consiguen frecuentemente por el uso combinado de solista y coro.
Los coros siguieron siendo prominentes en la ópera francesa, mucho después de no
usarse ya en Italia, y son numerosos en todas las obras de Rameau.
Los minutos finales del acto IV de Hippolyte et Aricie ilustran el alto dramatismo
que Rameau era capaz de conseguir mediante la combinación de todos estos elemen-
tos. A un divertissement de cazadores y cazadoras le sigue repentinamente una trage-
dia, tan rápidamente que el auditorio tiene poco tiempo para reubicarse. Las cuerdas
palpitantes representan un mar embravecido, mientras que las escalas raudas en la
flauta y en los violines evocan los vientos procelosos. Un monstruo aparece y el coro
solicita ayuda de la diosa Diana, cantando por encima de la orquesta. Hippolyte
sube para combatir al monstruo, mientras su querida Aricie tiembla de miedo; ellos
cantan también sobre la orquesta, en una textura de recitativo acompañado tomada de
la ópera italiana contemporánea. El monstruo exhala llamas y humo, después
desaparece y la orquesta cesa abruptamente. Cuando el humo se disipa, Aricie
ve desesperada que Hippolyte se ha ido y el coro comenta la tragedia mediante una
homofonía conmovedora y llena de disonancias. La rápida yuxtaposición de estilos
continua cuando Fedra, la madrastra de Hippolyte, entra en escena, escucha la noti-
cia del coro y lamenta una muerte de la que se siente responsable. Si bien no emplea
un air de pleno aliento --de hecho, uno tal sería inapropiado-, segmentos breves
de melodía semejantes al air se entremezclan con un recitativo mesurado y no mesu-
rado, con y sin orquesta, sobre variados estilos de acompañamiento, donde cada ele-
mento está perfectamente situado para contribuir al máximo efecto dramático.
Reputación
Rameau fue una de las personalidades musicales más complejas y productivas del si-
glo XVIII. A sus sesenta años de edad, era el más honrado y admirado músico de
Francia, mientras que sus óperas se representaban con frecuencia años después de su
primera producción. Todas sus obras ejemplifican los rasgos franceses de claridad,
garbo, moderación, elegancia e interés por lo pictórico. Él es un caso único entre los
grandes compositores por ser analista tanto como creador.
532
-
El sigit> XV/]f
Un público voluble
Cuando Vivaldi falleció, los gustos habían empezado a cambiar, el público dirigía u
atención a otros compositores y su música desapareció de los escenarios. En la se-
gunda mitad del siglo XVIII fue prácticamente olvidado. Pero su influencia sobre
Bach fue señalada por los estudiosos del siglo XIX y su importancia en la evolución
del concierto se demostró a comienzos del siglo XX. El interés por la música de Vi-
valdi, especialmente por sus conciertos, se intensificó por el descubrimiento en los
años veinte de lo que hubo de ser la colección de partituras propia del artista. La
prominente editorial italiana Ricordi comenzó a publicar la totalidad de su música
instrumental en 1947, motivada en parte por el deseo de reivindicar la gloriosa tra-
dición del Barroco italiano, oscurecida por los compositores alemanes tardíos. Vival-
di es hoy considerado un compositor consagrado junto a Bach y a Handel, además
de una figura central en nuestra imagen de la música del Barroco. Sus conciertos pa-
recen casi ineludibles, desde conciertos públicos y grabaciones a películas y músicas
comerciales, así como el aprendizaje de jóvenes intérpretes de instrumentos de cuer-
da. Sus óperas y otras composiciones se están redescubriendo ahora, aunque se escu-
chan aún en raras ocasiones.
La música para clave de Couperin fue bien conocida en vida del compositor, en
Inglaterra y Alemania tanto como en Francia, pero más tarde fue pasando de moda.
Rameau murió famoso, con algunas óperas todavía presentes en los repertorios de
los teatros, pero el gusto cambió en la década de 1770 y sus óperas desaparecieron
poco a poco de los escenarios. Su música para clave continuó en circulación y fue
ampliamente interpretada por las generaciones sucesivas. En la segunda mitad del si-
glo XIX, las composiciones de Couperin y de Rameau se editaron y despertaron un
nuevo interés, en particular sus obras para clave, como modelos ejemplares de una
música francesa que podía competir con los alemanes Bach y Handel. Entre 1895 y
1924 se editó una edición completa de la música de Rameau, seguida de las obras
completas de Couperin en 1932-1933. Su música es menos omnipresente que la de
Vivaldi, aunque haya encontrado su grupo de devotos incondicionales y entusiastas,
especialmente en Francia. Mientras tanto, la reputación de Rameau como teórico
nunca disminuyó; su concepción se convirtió en el fundamento de la mayor parte de
escritos acerca de la música, así como de su enseñanza desde su época hasta el mo·
mento presente.
19. Compositores alemanes del Barroco tardío
Durante el siglo XVIII, por primera vez en la historia, los compositores más relevantes
de Europa procedían de países germanohablantes. Telemann, Handel, los miembros
de la familia Bach, Haydn, Mozart alcanzaron prominencia no por la invención de
géneros nuevos, como los italianos habían hecho en los dos siglos precedentes, sino
por la síntesis de elementos de las tradiciones italiana, francesa, alemana, entre otras
tradiciones nacionales, de fértiles y nuevas maneras. El secreto alemán consistía en el
equilibrio del gusto entre las tendencias autóctonas y las influencias foráneas. Italia-
nos y franceses se habían habituado a resistirse a las ideas extranjeras y ningún com-
positor de ambos países pudo igualar la reputación internacional de Vivaldi o de Ra-
meau hasta el siglo XIX. Inglaterra se convirtió en una colonia para los músicos
extranjeros y siguió siéndolo ha5ta el siglo XX. Sólo los compositores alemanes y aus-
triacos buscaron de manera consistente una amplia aceptación mediante la combina-
ción de los mejores rasgos de las diversas naciones.
Este capítulo se centra en J. S. Bach y en Handel, los compositores de habla ale-
mana más conocidos de la primera mitad del siglo XVIII. Empleándolos como base
de un estudio monográfico para explorar las condiciones musicales de Alemania e
Inglaterra, examinaremos cómo cada uno encontró posibilidades de mecenazgo en
una diversidad de fuentes, tuvo que escoger entre gustos, valores y estilos distintos
que competían entre sí en la música y se topó tanto con el éxito como con el fracaso.
Un gusto mixto
Durante siglos, los alemanes se habían interesado por la música de otras naciones: la
polifonía flamenca, la música para teclado holandesa e inglesa, los madrigales, óperas
y conciertos italianos y las óperas, suites orquestales y música para clave y laúd fran-
cesas. Los músicos alemanes se formaban a menudo en más de un estilo. Los compo-
sitores estudiaban música de otros países siempre que podían e importaban géneros,
estilos y técnicas foráneas. Estos antecedentes diversos permitieron a los composito-
res alemanes una gran flexibilidad a la hora de extraer elementos de las distintas tra-
diciones y de adaptarlos o fusionarlos para adecuarlos a un propósito o a un público
concreto. Más que cualquier otro rasgo, esta síntesis de tradiciones dio a la música
de los compositores alemanes del siglo XVIII su amplio atractivo.
Un prototipo de este eclecticismo estilístico fue Georg Philipp Telemann (1681-
1767), considerado por sus contemporáneos como uno de los mejores compositores
de la época. Fue también el más prolífico, con más de tres mil obras en su haber. Es-
cribió en todos los géneros y compuso treinta óperas, cuarenta y seis Pasiones, más
de mil cantatas de iglesia y cientos de oberturas, conciertos y obras de cámara. En
1729, describió su estilo como una mezcla de muchos:
Lo que he conseguido con respecto al estilo musical es bien sabido. Primero vino el estilo polaco, se-
guido del francés, los estilos sacro, de cdmara y operístico y {por último} el estilo italiano, que ac-
tualmente me ocupa mds que los otros.
Bach en el trabajo
Bach fue un músico trabajador que compuso en primera instancia para satisfacer las
necesidades de los puestos que ocupaba (véase biografía). Cuando trabajó como orga-
nista de iglesia en Arnstadt {1703-1707) y en Mühlhausen {1707-1708), así como or-
ganista de la corte de Weimar {1708-1714), compuso sobre todo para órgano. Cuando
pasó a ser concertino en Weimar (1714-1717), escribió también cantatas de iglesia.
Como director musical de la corte de Cothen (1717-1723), donde no tenía obligacio-
nes musicales formales con la iglesia, compuso casi exclusivamente música para instru-
mento solista o para conjunto, como entretenimiento doméstico o de la corte, además
de algunas obras pedagógicas. En Leipzig {1723-1750), donde estaba a cargo de la mú-
sica de cuatro iglesias, compuso cantatas y otras obras sacras. Su nombramiento en
1729 como director del collegium musicum de Leipzig lo llevó a escribir conciertos y
obras de cámara. Numerosas piezas para órgano y clave datan también del periodo de
Leipzig, incluidas piezas docentes para sus muchos estudiantes privados.
Las anécdotas relatadas a menudo sobre la vida de Bach nos recuerdan que los
músicos no eran libres agentes sino que estaban sujetos a los deseos de sus patronos.
Cuando Bach aceptó el puesto en Cothen, el duque de Weimar no le permitió mar-
charse sin más y lo mandó encarcelar durante un mes antes de permitirle partir.
Como cantor de la escuela de santo Tomás y director de música en Leipzig, Bach fue
un empleado del consejo municipal y, según su contrato, tenía que comprometerse a
llevar una vida ejemplar y a no abandonar la ciudad sin el permiso del alcalde. Ocu-
pó el tercer lugar en la elección por parte del consejo, después de Telemann -quien
utilizó la oferta para presionar a sus jefes en Hamburgo y solicitar una mejora de
sueldo- y Christopher Graupner, cuyo patrón en Darmstadt rehusó aceptar su re-
nuncia y le aumentó el salario. En numerosas ocasiones, Bach entró en conflicto con
el consejo sobre las prerrogativas de su oficio y en ocasiones desafió su autoridad en
un intento de preservar su independencia.
Las condiciones laborales de Bach en Leipzig pueden ilustrar las múltiples exigen-
cias soportadas por los músicos en una época en la que ninguno trabajaba única-
538 El siglo ;n'!!!.
Considerado hoy uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, Bach se
veía a sí mismo de manera más modesta, como un artesano a conciencia que realizaba
su trabajo lo mejor que podía. Fue un virtuoso organista e intérprete de teclado, un
hábil violinista y un prolífico compositor en casi todos los géneros de su tiempo, con
excepción de la ópera.
Bach procedía de una gran familia de músicos de la región de Turingia, en la Ale-
mania central. Durante seis generaciones, de finales del siglo XVI al siglo XIX, la fami-
lia Bach engendró un número extraordinario de buenos músicos y algunos excepcio-
nales. Johann Sebastian nació en Eisenach, asistió a la escuela latina de la ciudad y
recibió una sólida formación en teología y estudios humanísticos. Hubo de aprender
el violín con su padre, músico de la corte y del municipio, que murió cuando Bach
iba a cumplir los diez años. Desde entonces vivió y estudió música con su hermano
mayor Johann Christoph Bach, organista en Ohrdruf. Bach pasó los años 1700-1702
en la escuela de Lüneburg, donde conoció al organista Georg Bohm, el repertorio
francés y el estilo de la orquesta local.
Los primeros puestos ocupados por Bach fueron el de organista de iglesia, primero
en Arnstadt en 1703, a los dieciocho años de edad, y después en Mühlhausen en
1707. Ese año se casó con Maria Barbara Bach, su prima segunda, con la que tuvo
siete hijos antes de su fallecimiento en 1720. Su segunda esposa, Ana Magdalena
Wilcke, cantante de la corte y procedente de una familia de músicos, con la que se
casó un año más tarde, le dio trece hijos, siete de los cuales murieron en la infancia.
mente como compositor. Leipzig era una ciudad comercial floreciente de aproxima-
damente 30.000 habitantes, centro de publicaciones y sede de una universidad rele-
vante en Alemania, fundada en 1409. La escuela de santo Tomás aceptaba tanto
alumnos externos como internos. Otorgaba entre cincuenta y sesenta becas para ni-
ños y jóvenes escogidos por sus capacidades musicales y escolares. A su vez, éstos
cantaban o tocaban en los oficios de las cuatro iglesias principales de Leipzig y de-
sempeñaban otras funciones musicales. La posición de Bach como cantor le obligaba
a enseñar latín y música cuatro horas al día y a componer, copiar y ensayar música
para los oficios sacros. Dirigía el coro superior y supervisaba los otros tres, dirigidos
por estudiantes de mayor edad, asistentes suyos. Formó a algunos de los mejores es-
tudiantes de instrumentos y los dirigió en la orquesta de la iglesia, de la que forma-
ban también parte intérpretes de la ciudad y de la universidad. En sus primeros años
compuso por lo menos una obra importante por semana, aunque más tarde redujo
la celeridad de sus composiciones. Otras funciones incluían proporcionar música
para las ceremonias de la ciudad y de la universidad; recibía honorarios adicionales
por componer y dirigir música en bodas, funerales y otras ocasiones singulares. Por
todo esto, obtenía unos cómodos ingresos de clase media, además de serle propor-
J9. Compositores alemanes del Barroco tardío 539
Desde su estancia en Mühlhausen hasta el final de sus días, Bach dio clases particula-
res de interpretación y composición a estudiantes, incluidos algunos de sus propios
hijos, y desempeñó el oficio de especialista en órganos.
En 1708, Bach se convirtió en músico de la corte del duque de Weimar, primero
como organista y más tarde como concertino. Fue contratado como maestro de capi-
lla (director musical) de la corte del príncipe Leopold de Anhalt-Cothen en 1717.
Tras un periodo de seis años, Bach se estableció en Leipzig para ejercer como cantor
de la escuela de santo Tomás y director de la música municipal, uno de los cargos de
mayor prestigio de Alemania.
Tras una vida de duro trabajo, los últimos años de Bach estuvieron marcados por
la enfermedad (probablemente diabetes), los problemas de visión y un severo dolor de
ojos. Después de su muerte por causa de un derrame cerebral, dejó un pequeño patri-
monio que fue dividido entre sus nueve hijos vivos y su esposa, que murió en la po-
breza diez años más tarde.
Las obras de Bach se identifican por su número en el catálogo de sus obras elabo-
rado por Wolfgang Schmieder, Bach-Werke Verzeichnis (Catálogo de obras de Bach),
abreviado BWV.
Obras principales: Pasión según san Mateo, Pasión según san juan, Misa en Si
menor, alrededor de 200 cantatas de iglesia y 30 cantatas profanas, unos 200 cora-
les para órgano y otras 70 obras para órgano, los Conciertos de Brandemburgo, el
Clave bien temperado, los Ejercicios para teclado, la Ofrenda musical, el Arte de la
fuga y numerosas obras más para teclado, conjunto, orquesta y composiciones sa-
cras.
cionado un apartamento para su familia en una de las alas de la escuela, el cual in-
cluía un estudio personal para la composición y el acomodo de su biblioteca profe-
sional.
Bach aprendió a componer, en primer lugar, copiando o arreglando la música de
otros compositores, hábito que mantuvo durante toda su carrera artística. Entre tales
piezas se hallan adaptaciones de música de Torelli, Vivaldi, Telemann y de otros mu-
chos. De este modo conoció los métodos de los compositores más destacados de Ita-
lia, Alemania, Austria y Francia.
Según su hijo Carl Philipp Emanuel, Bach solía componer sin usar el clave, aun-
que comprobaba después el resultado interpretándolo en el clave. El paso más im-
portante era inventar el tema o sujeto principal, que Bach elaboraba después me-
diante convenciones establecidas de género, forma y estructura armónica. Cuando
trabajaba sobre un texto, como un recitativo o un aria, escribía primero la melodía
vocal y la adecuaba a la acentuación y el significado de las palabras. Los manuscritos
de Bach muestran que buscó continuamente mejorar su música, que realizaba pe-
queñas revisiones cuando la copiaba en partitura o en voces separadas y que la volvía
a revisar cuando interpretaba nuevamente una pieza. Con frecuencia reelaboró pie-
540 El siglo XVf!!.
zas suyas ya existentes para intérpretes, usos o textos nuevos; muchos de los movi-
mientos de sus cantatas fueron adaptados de cantatas anteriores, de obras instru-
mentales y de otras músicas.
Como organista de iglesia, Bach se concentró en los géneros empleados en los oficios
luteranos: composiciones sobre corales, interpretadas antes de cada coral y en ocasio-
nes usadas para acompañar a la feligresía mientras cantaba; y toccatas, fantasías, pre-
ludios y fugas, tocados como preludios o interludios en otros momentos de los ofi-
cios y apropiados también para recitales. (Véase Lectura de fuentes, p. 546, para la
función de «preludiar» en el oficio luterano.) Desde temprana edad, Bach conoció
un amplio espectro de música para órgano: compositores de Alemania del norte
como Buxtehude y Bohm, de Alemania central y del sur como Pachelbel y Frober-
ger, e italianos como Frescobaldi, así como los organistas franceses. Cuando trabaja-
ba en Arnstadt, viajó a pie hasta Lübeck para escuchar a Buxtehude, un trayecto de
unos 340 km. Fusionando y a la vez trascendiendo a sus modelos, desarrolló un esti-
lo personal y característico, marcado por una prolífica imaginación, el dominio del
contrapunto y el extenso uso de los pedales. Fue célebre como improvisador y se le
requirió a menudo para examinar o reparar órganos.
Buxtehude había escrito fugas aisladas así como preludios en los que secciones de
fantasía libre alternaban con fugas. Hacia 1700, algunos compositores pusieron pre-
ludios separados (o toccatas o fantasías) como prefacio de las fugas, práctica que
Bach convirtió en habitual. Su conocida Toccata en Re menor, BWV 565 (¿anterior
a 1708?), ocupa un campo intermedio; contiene sólo una fuga pero comienza y ter-
mina con secciones de toccata e interpola figuración a modo de toccata en el interior
de la fuga.
Mientras residía en Weimar, Bach se dejó fascinar por la música de Vivaldi. Arre-
gló varios conciertos para órgano o para clave solo de Vivaldi, escribió los ornamen-
tos y en ocasiones reforzó el contrapunto o añadió voces interiores. Como conse-
cuencia, el propio estilo de Bach empezó a cambiar. De Vivaldi aprendió a escribir
temas concisos, a aclarar el esquema armónico y a desarrollar sujetos en estructuras
formales de grandes proporciones basadas en la idea de ritornello.
La influencia de Vivaldi es evidente en los preludios y fugas de Bach compues-
tos en Weimar, como el Preludio y Fuga en La menor, BWV 543. En el preludio,
una figuración violinística parecida a la de los conciertos para violín solista, como
puede verse en el ejemplo 19.la, alterna con secciones de toccata. Las texturas
contrastantes, las secuencias, las progresiones en el círculo de quintas, la estructu-
ra tonal clara y las reapariciones del material inicial en nuevas tonalidades, todo
ello evoca los procedimientos típicos de Vivaldi. El sujeto de la fuga, que se
muestra en el ejemplo 19 .1 b, es de nuevo violinístico y exhibe una rápida oscila·
19. Compositores alemanes del Barroco tardío 541
EJEMPLO 19 .1 Inicio y sujeto de la fuga del Preludio y Fuga en La menor, BWV 543, de Bach
b. Sujeto de la fuga
La música para clave de Bach comprende obras maestras en cada uno de los géneros
al uso, incluidas las suites, los preludios, fantasías y toccatas, así como las fugas y
grupos de variaciones.
Las suites para clave de Bach muestran la influencia de los modelos franceses, ita-
lianos y alemanes. Escribió tres grupos de seis: las Suites inglesas, las Suites francesas y
las Partitas. La designación de «francesas» e «inglesas» para las suites no es de Bach,
ya que ambas colecciones fusionan cualidades francesas e italianas en un estilo alta-
mente personal. En línea con la tradición alemana, cada suite contiene los cuatro
movimientos de danza habituales -allemande, courante, sarabande y giga- ade-
más de breves movimientos adicionales a continuación de la sarabande. Cada una de
las Suites inglesas se inicia con un preludio en el que Bach transfirió al clave las ex-
presiones idiomáticas de la música italiana para conjunto. El preludio de la tercera
Suite inglesa, por ejemplo, simula el movimiento rápido de un concierto mediante la
alternancia de tutti y solo.
La obra para clave más conocida de Bach son los dos libros titulados El clave bien
temperado (1722 y ca. 1740). Cada libro consta de veinticuatro pares de preludios y
fugas en cada una de las tonalidades mayores y menores, dispuestos en orden cromá-
tico ascendente, de Do a Si bemol. Ambos grupos fueron diseñados para demostrar
las posibilidades de tocar en todas las tonalidades sobre un instrumento afinado en
19. Comeosítores alemanes del Barroco tardío 543
La música de cdmara
Las obras orquestales más conocidas de Bach son los seis Conciertos de Brandembur-
go, dedicados en 1721 al Margrave de Brandemburgo -que le había solicitado algu-
nas piezas- aunque compuestos en los diez años anteriores. Para todos, menos el
primero, Bach adoptó el orden en tres movimientos, rápido-lento-rápido, del con-
cierto italiano, así como los temas triádicos, el pulso constante de sus ritmos, la for-
ma ritornello y el estilo general. El tercero y el sexto son conciertos orquestales sin
solistas, mientras que en los otros los instrumentos solistas en diversas combinacio-
nes se enfrentan al cuerpo de cuerdas y al continuo. De un modo típico de él, Bach
se explaya también en este modelo, pues introduce más material del ritornello en los
.!!!· Comp_ositores alemanes del Barroc_o_t_a_rd_i_'o_ _ __ _ __ _ 545
episodios, da lugar a diálogos entre los solistas y la orquesta dentro de los episodios y
prolonga la forma con técnicas tales como la cadenza asombrosamente larga del clave
(¡por lo general un instrumento del continuo!) en el quinto concierto.
Casi toda la música orquestal de Bach fue escrita en la década de 1730, cuando
estaba al frente del collegium musicum, compuesto sobre todo por estudiantes uni-
versitarios. En la primera mitad del siglo XVIII, tales organizaciones se presentaban a
menudo en conciertos públicos; el collegium de Leipzig lo había hecho desde su
fundación por Telemann en 1704. Según parece, Bach escribió sus dos conciertos
para violín y el Concierto en Re menor para dos violines para tales ocasiones. Fue
uno de los primeros en escribir -o arreglar- conciertos para uno o más claves y
orquesta, que él mismo dirigía sin duda alguna desde el clave durante su ejecución.
El concierto para cuatro claves y orquesta es un arreglo del concierto de Vivaldi para
cuatro violines y la mayor parte de los restantes, si no todos, son arreglos de concier-
tos de Bach o quizá de otros compositores. Bach escribió también cuatro suites para
orquesta, equilibrando una vez más las influencias italianas y francesas.
Cantatas
~ LECTURA DE FUENTES - - - -- - - - -- -
En su primer año como cantor y director musical en Leipzig, Bach consignó el or-
den de los eventos, particularmente de los musicales, para la misa principal enlama-
ñana del primer domingo de Adviento. El elemento musical principal era la cantata,
a la que Bach se refiere aquí como «la composición principal». El asunto de la canta-
ta solía tener relación con la lectura del evangelio que la precedía inmediatamente y
el sermón era a menudo sobre un asunto similar. El coro cantaba también un motete
y el Kyrie, la feligresía cantaba los corales y cada elemento musical iba precedido de
un preludio al órgano, a menudo improvisado.
1) Preludio
2) Motete
3) Preludio del Kyrie, que se interpreta por entero de manera concertada
4) Entonación ante el altar
5) Lectura de la epístola
6) Canto de la letanía
7) Preludio sobre [y canto de} el coral
8) Lectura del evangelio
9) Preludio sobre [e interpretación de} la composición principal [cantata}
JO) Canto del Credo [himno del Credo de Lutero}
11) Sermón
12) Después del sermón, como de costumbre, canto de varios versículos de un himno
13) Palabras de institución del sacramento
14) Preludio sobre [e interpretación de} la composición [probablemente la segunda parte
de la cantata}. Después de la misma, preludio y cantos de corales alternativamente
hasta el final de la comunión, et sic porro [y así sucesivamente}.
De The New Bach Reader: A Life of]ohann Sebastian Bach in Letters and Documents, ed. Hans T. David
y Arthur Mendel, revisión y ampliación de Christoph Wolf (New York: Norton, 1998), 113.
para el cuarto coro, que entonaba únicamente cantos monódicos. Para las cantaras
especificó un solista y dos o tres ripienistas (del italiano ripieno, «lleno») para cada
voz del coro (soprano, alto, tenor y bajo); los solistas cantaban los movimientos para
solista y a ellos se unían los ripienistas en los movimientos corales. Las partituras de
voces separadas que han sobrevivido sugieren que, al menos en algunos casos, Bach
podía apañárselas con solamente cuatro u ocho cantantes en total. La orquesta que
J9. Compositores alemanes del Barroco tm·dio 54Z
acompañaba la cantata incluía cuerdas y bajo continuo, dos o tres oboes y uno o dos
fagotes, en ocasiones acompañados por flautas o, en ocasiones festivas, por trompe-
tas y timbales.
En su conjunto, las iglesias de Leipzig exigían cincuenta y ocho cantatas cada
año, además de la música de la Pasión en Viernes Santo, los magnificats y vísperas
para tres festividades, una cantata anual para la investidura del consejo municipal y
música ocasional, como motetes funerarios y cantatas de bodas. Entre 1723 y 1729,
Bach compuso por lo menos tres y posiblemente cuatro ciclos anuales de aproxima-
damente sesenta cantatas cada uno. Las cantatas escritas durante la década de 1730 y
en los prjmeros años de la década de 1740 pueden ser parte de un quinto ciclo pero,
si es así, muchas de éstas y otras del cuarto ciclo se han perdido. Se han conservado
aproximadamente doscientas cantatas de iglesia, la mayor parte escritas expresamen-
te para Leipzig, y otras de los puestos ocupados anteriormente en Mühlhausen o en
Weimar. Además, disponemos de cerca de veinte cantatas profanas escritas en Co-
then y Leipzig para celebrar los cumpleaños de sus mecenas y otros eventos festivos.
Puesto que éstas solían presentarse generalmente en una única ocasión, Bach reutili-
zó la música con frecuencia para sus cantatas de iglesia.
Aunque ningún ejemplo pueda sugerir la extensión y variedad de las cantatas de
Bach, Nun komm, der Heiden Heiland, BWV 62, compuesta en 1724 para el primer
domingo de Adviento, ilustra algunos de sus procedimientos típicos. Esta obra for-
maba parte del segundo ciclo para Leipzig, que constaba de cantatas cuyas letras y
música se basaban en corales. El poeta desconocido que escribió los textos de estas
cantatas usó la primera y última estrofas de un coral para los coros inicial y final y
parafraseó las estrofas intermedias mediante una poesía adecuada para los recitativos
y las arias. Posteriormente, Bach utilizó la melodía del coral para el coro inicial, con-
cluyó la obra con una simple armonización a cuatro voces del coral para la estrofa fi-
nal y compuso los movimientos intermedios como recitativos y arias en estilo operís-
tico para los solistas, con pocas o ninguna referencia a la melodía del coral. Para esta
cantata, Bach y el libretista utilizaron el coral de Adviento de Lutero Nun komm, der
Heiden Heiland (véase ejemplo 10.lb, p. 257).
Como observamos a menudo en las obras corales de Bach, el coro inicial des-
pliega una ingeniosa mezcla de géneros -en este caso, concierto y motete coral.
La orquesta comienza con un alegre ritornello que podría figurar perfectamente en
un concierto de Vivaldi, si bien expone el coral como un cantus firmus en el bajo.
Las repetidas figuras ascendentes evocan el sentido de bienvenida y anticipación
del texto del coral, que anuncia la llegada del Salvador. Como en un concierto,
este ritornello sirve de marco para todo el movimiento, reapareciendo en tres oca-
siones de forma abreviada o transpuesta, antes de su completa reexposición al final
en la tónica. Pero en lugar de episodios, Bach presenta las cuatro frases del coral en
el coro, compuesto en estilo de cantus firmus; las sopranos, dobladas por las trom-
pas, cantan cada frase en notas largas sobre un contrapunto imitativo de las otras
tres voces, mientras la orquesta continúa desarrollando motivos del ritornello.
548 El sigln XlJ.!!.
Las frases primera y cuarta están precedidas por las voces inferiores en un punto
de imitación basado en el coral. El ejemplo 19.5 muestra la imitación previa y la
entrada subsiguiente de soprano para la primera frase del coral. La mezcla de mo-
delos sacros y profanos, del contrapunto en estilo antiguo y del cantus firmus con
el estilo moderno italiano es un rasgo característico de Bach, quien crea una multi-
plicidad de significados profundos mediante referencias a distintos tipos conocidos
de música.
Los cuatro movimientos para solista ponen música a textos sagrados empleando
las expresiones idiomáticas de la ópera. Un aria da capo para. tenor reflexiona sobre
el misterio de la encarnación; como para mostrar la humanidad de Jesús, Bach escri-
bió el aria en estilo de minueto, con predominantes frases de cuatro compases, para
evocar el cuerpo físico por medio de la danza. Le siguen un recitativo y aria para
bajo, que alaban al Salvador como héroe que vence al mal. El recitativo contiene
imágenes de palabras, como una escala sobre «laufen» (correr). El aria sigue las con-
venciones operísticas de las arias heroicas y marciales, donde la orquesta toca siem-
pre en octavas y la figuración pone de relieve los movimientos rápidos, los saltos
grandes y los arpegios saltarines. La soprano y el alto se unen en un recitativo acom-
pañado que progresa en dulces terceras y sextas paralelas y que expresa el sobrecogi-
miento ante la escena de la natividad. El coral conclusivo versa sobre doxología, con
una loa al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
La música sacra de Bach no se limitó a las cantatas, pues incluía también motetes
Pasiones y música para los oficios latinos. Las obras más importantes son sus pasio-
nes y la Misa en Si menor.
Bach escribió dos Pasiones que se han conservado y en las que se narra la hiStoria
de la crucifixión de Jesús, para su interpretación en las Vísperas de Viernes Santo, en
Leipzig. Tanto la Pasión según san juan (1724, revisada posteriormente), basada en el
relato de Juan 18-19, como la Pasión según san Mateo (1727, revisada en 1736), so-
bre el evangelio de Mateo 26-27, emplean recitativos, arias, conjuntos, coros, corales
cantadas por el coro y acompañamiento orquestal. Este tipo de composición, que se
apoya en elementos procedentes de la ópera, de la cantata y del oratorio, había susti-
tuido al antiguo modelo utilizado por Schütz y otros compositores, quienes combi-
naban la narración en canto llano con la polifonía (véase capítulo 15). En ambas P~
siones, un tenor narra la historia bíblica en recitativo, los solistas interpretan las
voces de Jesús y de los otros personajes y el coro canta las palabras de los discípulos,
las turbas y otros grupos. En otros momentos, el coro comenta los acontecimientos,
como si se tratase del coro de un drama griego. Los recitativos, ariosos y arias inter-
polados sirven a un propósito similar, reflexionan sobre la historia y ponen en rela·
ción su significado con el creyente individual.
19. Compositores alemanes del Barroco tardío 549
Bajo "
1
Nun komm,
1
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Viola
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Violonchelo,
bajo y 1
6 - 5
órgano continuo
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Conualto
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Viola
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órgano continuo 7 6
Aunque hoy se interpreten como obras para coro y orquesta grandes, la investiga-
ción reciente sobre los recursos interpretativos sugiere que las Pasiones de Bach esta-
ban pensadas para cuatro solistas solamente y cuatro cantantes de ripieno que se re-
partían los papeles entre sí y se agrupaban para los movimientos corales.
Bach recopiló la Misa en Si menor, su única composición del Ordinario completo
de la misa católica, entre 1747 y 1749. Casi toda la música la extrajo de obras com-
puestas por él mismo mucho tiempo antes. Ya había presentado el Kyrie y el Gloria
en 1733 al elector católico de Sajonia, con la esperanza de conseguir un cargo asala-
riado en la capilla real, cargo que obtuvo tres años más tarde. El Sanctus fue inter-
pretado por primera vez el día de Navidad de 1724. Adaptó algunas de las otras sec-
ciones a partir de movimientos de cantatas compuestas entre 1714 y 1735,
sustituyendo el texto alemán por el texto latino de la misa y reelaborando la música.
De las secciones de nueva composición, el inicio del Credo y el Confiteor (un pasaje
posterior dentro del Credo) están en stile antico, el Et incarnatus (también en el Cre-
do) y el Benedictus (parte del Sanctus) en estilo moderno.
En toda esta obra, Bach yuxtapuso estilos contrastantes y convirtió la Misa en Si
menor en un compendio de las formulaciones posibles dentro de la música sacra.
Puesto que la misa nunca se interpretó en su totalidad en vida de Bach y además era
demasiado larga para ser empleada como música litúrgica, es posible que la concibie-
se como una antología de movimientos, cada uno un modelo ejemplar, que podían
interpretarse separadamente. Como colección de obras ejemplares, la Misa en Si me-
nor se sitúa al lado del Clave bien temperado, del Arte de la faga y de la Ofrenda musi-
cal como testimonio del deseo de Bach de crear ciclos exhaustivos que explorasen el
máximo potencial de un medio de expresión o de un género.
La síntesis de Bach
Bach asimiló en sus obras todos los géneros, estilos y formas de su tiempo y desarrolló
a partir de ellos potenciales insospechados en los mismos. En su música, las frecuentes
y conflictivas exigencias de la armonía y el contrapunto, de la melodía y la polifonía,
logran un equilibrio tenso pero satisfactorio. Numerosas cualidades prestan a sus obras
un atractivo profundo y duradero: los temas concentrados y característicos, la copiosa
invención musical, el balance entre fuerzas armónicas y contrapuntísticas, el fuerte im-
pulso rítmico, la claridad de la forma, las grandes proporciones, el uso imaginativo de
figuras pictóricas y simbólicas, la intensidad de una expresión siempre controlada por
una idea arquitectónica dominante y la cuidadosa atención a cada detalle.
La receta era demasiado profusa para algunos de sus contemporáneos, que prefe-
rían una música menos compleja y más melodiosa (véase Lectura de fuentes). Entre
los años de 1720 y 1740, décadas en las que Bach compuso algunas de sus obras más
importantes, el nuevo estilo procedente de los teatros de ópera de Italia invadió Ale-
mania y el resto de Europa (véanse capítulos 20 y 21), e hizo que la música de Bach
!J· Compositores alemanes del Barroco tardío 551
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
Este gran hombre suscitaría la admiración de todas las naciones si poseyese una mayor
amenidad, si no eliminase el elemento natural de sus piezas con un estilo ampuloso y con-
fuso y si no oscureciese su belleza mediante un exceso de arte. Puesto que él juzga conforme
a sus propios dedos, sus piezas son extremadamente diflciles de interpretar; pues exige que
los cantantes e intérpretes de instrumentos sean capaces de hacer.con sus gargantas e instru-
mentos cualquier cosa que él sea capaz de tocar al teclado. Pero esto es imposible. Todo or-
namento, toda pequeña gracia y todo en lo que uno piensa como perteneciente al método
de interpretación, lo expresa completamente en las notas; y esto no sólo le resta a sus piezas
la belleza de la armonía, sino que oculta la melodía por completo. Todas las voces operan
unas con otras y son de la misma dificultad,· ninguna de ellas puede ser reconocida como la
voz principal En resumen, él es para la música lo que el señor von Lohenstein es para la
poesía. La ampulosidad los ha llevado de lo natural a lo artificial y de lo noble a lo som-
brío, y en ambos admiramos el afanoso trabajo y el esfuerzo poco común -que, sin em-
bargo, son vanamente empleados porque entran en conflicto con la naturaleza.
De una carta anónima de «Un músico viajero y capaz», publicada en la revista periódica de Scheibe, Der
critische Musikus, 14 de mayo de 1737.
pareciese pasada de moda. Nunca olvidada del todo, fue redescubierta y alcanzó una
enorme popularidad en el siglo XIX, cuando se valoraba en particular la música capaz
de gustar tanto a aficionados como a entendidos y de mantener su atractivo después
de muchas presentaciones. Quizá sólo un compositor que pasó la mayor parte de su
vida enseñando, que escribió música tan excelente para estudiantes de todos los ni-
veles, de principiante a avanzado, que trabajó en puestos que le exigían constante-
mente obras nuevas para su interpretación inmediata, que empleó un amplio espec-
tro de géneros y formulaciones y que se afanó en explorar todas las posibilidades de
cada tipo de música a su alcance, ha podido lograr la posición central que Bach ocu-
pa hoy en la tradición musical de Occidente.
El siglo Xl?!?
Comparado con Vivaldi, Rameau y Bach, quienes rara vez viajaron fuera de sus paí-
ses, Georg Friedrich Handel (1685-1759) se desplazó cómodamente entre ciudades
de lengua alemana, italiana e inglesa (véase biografía). De su profesor alemán de mú-
sica recibió una educación completa en órgano, clave, contrapunto, así como en los
lenguajes alemán e italiano del momento. Siendo joven, tres años en el teatro de
ópera de Hamburgo y cuatro años en Italia le permitieron encontrar los fundamen-
tos de su estilo. Maduró como compositor en Inglaterra, el país entonces más hospi-
talario para los compositores extranjeros. Además, Inglaterra aportó la tradición co-
ral que hizo posibles los oratorios de Handel. La influencia de Vivaldi en el mundo
musical fue inmediata, aunque murió casi del todo olvidado; Rameau tuvo una
aceptación más lenta, principalmente en los campos de la ópera y de la teoría de la
música, y la obra de Bach quedó comparativamente en la sombra hasta el siglo XIX.
Pero Handel consiguió renombre internacional durante su vida, y su música se ha
interpretado desde entonces, lo que le ha convertido en el primer compositor cuya
música no ha cesado de ser interpretada.
La música de Handel fue enormemente popular. Cuando su Música para los reales
fuegos de artificio se interpretó públicamente en 1749, atrajo una audiencia de más
de 12.000 personas y colapsó el tráfico londinense durante tres horas. ¿Cómo pudo
un compositor conseguir una popularidad tal y por qué tuvo que ser Handel? La res-
puesta a la primera pregunta es que, por vez primera, un compositor trabajaba prác-
ticamente para el público -no sólo para la iglesia, para una corte o para el consejo
municipal- y es el público quien confiere la popularidad. ¿Y por qué Handel? Él
era alguien sumamente adaptable, capaz de medir y servir al gusto del público. Podía
hacerlo gracias a su estilo cosmopolita y ecléctico, que se apoyaba en la música ale-
mana, italiana, francesa e inglesa.
Las óperas
Handel se dedicó treinta y seis años a componer y dirigir óperas que contienen bue-
na parte de su mejor música. En una época en la que la ópera era la principal ocupa-
ción de los músicos ambiciosos, Handel superó a sus contemporáneos.
La fusión de estilos nacionales por parte de Handel es evidente desde su primera
ópera, A/mira (1705), escrita en Hamburgo cuando tenía diecinueve años. Mantuvo
la moda local de componer las arias en italiano y los recitativos en alemán, de mane-
ra que el auditorio pudiese seguir el argumento. Imitando a Reinhard Keiser, el
compositor de ópera dominante en Hamburgo, Handel escribió la obertura y la mú-
sica de danza sobre la base de modelos franceses, compuso la mayor parte de las arias
Georg Friedrich Handel (1685-1759)
Handel, reconocido desde su tiempo como uno de los más grandes compositores de
su época, dominó todos los tipos de música vocal e instrumental. Es célebre sobre
todo por sus oratorios ingleses, género inventado por él, y por sus óperas italianas.
Handel nació en Halle, Alemania, hijo de un cirujano-barbero de la corte local.
Su padre quería que estudiase leyes, pero él practicaba la música en secreto. Su inter-
pretación al órgano a la edad de nueve años impresionó al duque, quien persuadió al
padre de Handel para que le permitiese estudiar con Friedrich Wilhelm Zachow,
compositor, organista y director de la música sacra en Halle. Con Zachow, Handel se
convirtió en organista y clavecinista consumado, estudió violín y oboe, adquirió el
dominio del contrapunto y aprendió la música de los compositores alemanes e italia-
nos copiando sus partituras. Entró en la Universidad de Halle en 1702 y fue contrata-
do como organista de la catedral. Al año siguiente, abandonó la carrera de cantor para
la que Zachow lo había preparado y, en su lugar, se trasladó a Hamburgo, centro de la
ópera alemana. Allí tocó el violín en la orquesta del teatro de la ópera y escribió su
primera ópera, Almira, interpretada con gran éxito en 1705, cuando Handel apenas
tenía veinte años.
Al año siguiente, Handel viajó a Italia por invitación del príncipe Fernando de
Médicis. Cada vez más reconocido como compositor joven y prometedor, se vinculó
a los mecenas y músicos más relevantes de Florencia, Roma, Nápoles y Venecia. Du-
rante su estancia en Italia, Handel escribió un gran número de cantatas italianas, dos
oratorios, diversos motetes latinos y las óperas Rodrigo (1707) para Florencia y Agrip-
pina (1709) para Venecia.
Después de un breve periodo en la corte de Hannover, Alemania, Handel pasó el
resto de su vida en Londres, donde estuvo al servicio de numerosos mecenas aristocrá-
ticos y disfrutó del apoyo de por vida de la familia real inglesa. En la década de 1730,
tras tres décadas de escribir óperas italianas para los teatros londinenses, Handel dirigió
su interés a los oratorios en inglés, la mayoría sobre temas religiosos. También publicó
una considerable cantidad de música instrumental, de sonatas a solo y en trío a con-
ciertos y suites orquestales, incluidas la Música acuática y los Reales faegos de artificio.
Handel nunca se casó. En Italia y en Londres vivió con distintos mecenas hasta
1723, cuando alquiló una casa en un barrio de clase alta en el que permaneció hasta
el final de sus días. Hubo rumores acerca de breves aventuras con sopranos, aunque
ninguno se ha demostrado. Recientemente, los estudiosos han advertido que algunos
de sus mecenas se movían en círculos sociales de tendencia homosexual y que los tex-
tos de las cantatas que Handel escribió para estos mecenas aluden con frecuencia en
términos codificados al amor entre hombres. Si el propio Handel tuvo o no relaciones
íntimas con personas de ambos sexos es un asunto aún abierto a interrogantes.
La naturaleza impetuosa e independiente de Handel lo convirtieron en una pre-
sencia imponente, aunque los aspectos rudos de su personalidad estaban equilibrados
por su sentido del humor y paliados por una actitud generosa y honorable ante la
vida. Después de experimentar tanto éxitos como fracasos, críticas y elogios, Handel
padeció dolencias físicas al envejecer, en particular un ataque de parálisis en 1737 (del
que se recuperó) y cataratas en sus últimos años. Hacia el final de su vida, era una de
las figuras más veneradas en Londres; unas tres mil personas asistieron a su funeral en
la abadía de Westminster.
Obras principales: El Mesías, Saul, Samson, Israel en Egipto y otros 20 oratorios;
Giulio Cesare y otras 40 óperas italianas; numerosas odas, anthems y otras composi-
ciones vocales sacras; cerca de 100 cantatas italianas; alrededor de 45 conciertos, 20
sonatas en trío, 20 sonatas a solo y numerosas piezas para clave, así como las célebres
Música acuática y Música para los reales fuegos de artificio.
En 1718-1719, unos sesenta caballeros adinerados establecieron con el apoyo del rey
una sociedad por acciones con el fin de producir óperas italianas. La llamaron la Royal
Academy ofMusic. Las óperas fueron representadas en el King's Theatre, en el Haymar-
ket. Handel fue contratado como director musical. Viajó a Alemania para buscar can-
tantes, en su mayoría italianos activos, en Dresde y en otras cortes. Quizá su adquisición
más excelsa fue la del arrogante aunque ampliamente aclamado castrato Senesino. Gio-
vanni Bononcini (1670-1747) llegó desde Roma para componer óperas y tocar en la or-
questa. Posteriormente, las eminentes sopranos Francesca Cuzwni (1696-1778) y Faus-
tina Bordoni (1679-1781) se unieron al grupo. Para esta compañía, que floreció de
1720 a 1728, compuso Handel algunas de sus mejores óperas, incluidas Radamisto
(1720), Ottone (1723), Giulio Cesare (1724), Rodelinda (1725) y Admeto (1727). Los
asuntos de las óperas de Handel eran los usuales en la época: episodios de vidas de héroes
romanos libremente adaptados para incluir el máximo número de situaciones de inten-
so dramatismo o cuentos de aventuras mágicas y maravillosas en torno a las Cruzadas.
556 " EJ. si lo X 111
Los oratorios
VJa.
~
-
Cleopatra
Violín I y II
Orquesta Vla. d J
Viola, violonchelo,
bajo y continuo
!~~~~~~~ª~~~~~~~~~~~~~~ª~~~~~~~~
~
Viola, Violonchdo,
Bajo y Concinuo
.J .J ..l ; n ;
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le vo - stre fa - vil - le son gra - te ne! sen;
; ..l ; ; ;
La experiencia de Handel con la música coral lo condujo a otorgar al coro una promi-
nencia mucho mayor. Su formación temprana le permitió conocer la música del coral
luterano y la combinación de coro, orquesta y solistas del sur de Alemania. Tuvo es-
pecial influencia la tradición coral inglesa que había asimilado y extendido en sus
Chandos Anthems y en sus obras para la Capilla Real. Así, en sus oratorios, la contri-
bución del coro es decisiva. Desempeña una multiplicidad de papeles, participa en la
acción, relata la historia o comenta los acontecimientos como el coro de un drama
griego. El enorme carácter de este estilo coral, extraído de la tradición inglesa, pone el
énfasis del oratorio en la expresión colectiva y no en la individual.
En sus coros, Handel actuó como un dramaturgo, como un maestro de los efec-
tos. Escribió para coro en un estilo más sencillo y de un contrapunto menos consis-
tente que el de Bach. Hizo alternar los pasajes de abierta textura fugada con sólidos
bloques de armonía y compuso con frecuencia una línea melódica en notas prolon-
gadas frente a otra en ritmo más rápido. Todo resulta cómodo para las voces y la or-
questa refuerza por lo general las partes vocales, lo que convierte su música coral en
un verdadero gozo para los cantantes -un factor de su perenne popularidad.
El primer oratorio de Handel en inglés fue Esther, revisión de una mascarada de
aproximadamente 1718. Como sus óperas, y a diferencia de los oratorios compues-
tos en Italia, los oratorios de Handel se interpretaban usualmente en los teatros. Es-
ther, estrenado en el King's Theater en 1732, fue el primero de una serie de oratorios
que Handel presentó sucesivamente en cada temporada de Cuaresma como un
modo de ampliar los ingresos procedentes de la ópera, que no podía ejecutarse du-
rante la Cuaresma. Pero el paso decisivo de la ópera al oratorio se dio cuando los
abonados para la temporada de ópera de 1738-1739 resultaron insuficientes, por lo
que, en lugar de una nueva ópera, Handel compuso el oratorio Saul para una tem-
porada de obras corales de tres meses de duración, a comienzos de 1739.
La escena final del acto II ilustra la fusión de géneros de los oratorios de Handel.
Saúl, rey de Israel, considera al joven héroe militar David como un rival. En un reci-
tativo sin acompañamiento y en estilo marcial, mostrado en el ejemplo 19.7, Saúl
resuelve matar a David. El diálogo entre Saúl y su hijo Jonathan, el amigo querido
de David, se expone en un recitativo simple. Tras estos dos números en estilos toma-
dos de la ópera, Handel presenta no un aria, sino un coro que reflexiona sobre la
moralidad de la situación: O fatal Consequence ofRage (Oh, fatal consecuencia de la
ira). Comprende una serie de tres fugas , donde cada una concluye con un majestuo-
so pasaje homorrítmico. En estilo típicamente handeliano, el coro está lleno de figu-
ras retóricas que transmiten el significado del texto. En este caso, el tritono descen-
dente del sujeto inicial de la fuga para expresar el dolor, y el uso de notas rápidas y
repetidas para expresar la ira recuerdan las técnicas introducidas por primera vez por
Monteverdi (véase capítulo 14).
Saul fue bien acogido, aunque Handel siguió componiendo y representando ópe-
ras. No se entregó por completo al nuevo género hasta el notable éxito, durante el in-
vierno de 1741-1742, de una serie de oratorios y otros conciertos en Dublín, Irlanda.
560 El siglo xvm
Por fin ha llegado la hora de que lleve a cabo mi venganza contra el hijo de Jesé.
Los oratorios no eran música sacra; estaban pensados para la sala de conciertos y
se encontraban mucho más cerca de la interpretación teatral que de los oficios ecle-
siásticos -de hecho, el Mesías fue anunciado como un «entretenimiento sacro».
Pero las historias de la Biblia hebrea y de los libros apócrifos eran bien conocidas de
los oyentes protestantes de clase media, mucho más que los argumentos históricos o
mitológicos de la ópera italiana, de modo que los oratorios de Handel se basaron en
las sagradas escrituras judías. Además, los asuntos de Saul, Israel in Egypt (Israel en
Egipto, 1739), judas Maccabeus (1747) y Joshua (1748) tenían un atractivo cuya
causa iba más allá de su familiaridad con las narraciones sacras de la Antigüedad; en
una era de prosperidad y de expansión del Imperio, el público inglés sentía cierta afi-
nidad con el que veían como pueblo elegido y cuyos héroes triunfan con la especial
bendición de Dios.
Hemos visto que Bach tomaba y reelaboraba a menudo música propia y de otros
compositores. Esta práctica era usual en la época, pero Handel realizó más présta-
mos que ningún otro. Tres duetos y once de los veintiocho coros de Israel en Egipto,
por ejemplo, fueron tomados por entero o en parte de música de otros composito-
res, mientras que cuatro coros fueron arreglos de obras anteriores del propio Handel.
Cuando en el siglo XIX se descubrieron tales casos de préstamo, Handel fue acusado
de plagio, ya que el público y los críticos del momento valoraban la originalidad y
exigían temas originales. En la época de Handel se condenaba el hecho de presentar
la obra de otro compositor como propia, pero el préstamo, la transcripción, la adap-
tación, el arreglo y la parodia eran prácticas universales y aceptadas. Cuando Handel
tomaba algo prestado, por lo general lo pagaba con intereses, al encontrar nuevos
potenciales en el material prestado.
De hecho, Handel tomaba prestado de otros compositores o reutilizaba su propia
música sólo cuando el material era adecuado para su nueva función. Como ilustra el
ejemplo 19.8, uno de los coros más conocidos del Mesías fue adaptado a partir de un
frívolo dueto italiano que Handel había compuesto recientemente, aunque la música
encaja perfectamente en el nuevo texto. El coro canta, «Ali we like sheep» (Todos
como ovejas) como grupo, y después «have gone astray» (nos hemos descarriado)
mediante melodías individuales y divergentes; «We have turned» (nos hemos vuelto)
se compone mediante una figura que gira y serpentea rápidamente y nunca se aleja
de su punto de partida; y «everyone to his own way» (cada uno hacia su propio ca-
mino) se expone con insistencia pertinaz sobre una única nota repetida. Es difícil
imaginar que estas ideas musicales fuesen concebidas para cualquier otro texto, pero
lo fueron y la agudeza del compositor se revela en la capacidad de hacerlas funcionar
perfectamente en el nuevo contexto. El único material nuevo aparece en los pocos
compases finales, donde el propósito del coro se revela repentinamente y con fuerza
dramática en una composición lenta, solemne y en modo menor sobre las palabras
«And the Lord hath laid on Him the iniquity of us ali» (Y el Señor ha cargado sobre
Él la iniquidad de todos nosotros).
EJEMPLO 19.8 Reelaboración de All we like sheep have gone astray, de El Mesías
~ L-L..I -- -ri 1 r 1 1
6
6 6
~6
6 6 ............
Por experiencia conozco vuestros engaños
Ali all
Tenors
Ir
Siempre sois dos tiranos
J Messiah 11 Sopr:¡;ios
~ ~ ., l JI p P rr'rrrl
we have turn one to bis own way;
Aunque Handel adquirió su reputación con las obras vocales, escribió asimismo una
gran cantidad de música instrumental. Gran parte de ella fue publicada por John
Walsh en Londres, generando para Handel ulteriores ingresos y haciendo público su
nombre en la práctica musical doméstica. También hubo ediciones no autorizadas
por parte de otros editores, de los cuales Handel nada recibió. Sus obras para teclado
incluyen dos colecciones de suites para clave que contienen no sólo los usuales movi-
mientos de danza, sino también ejemplos de la mayoría de géneros para clave al uso
en su tiempo. Handel compuso unas veinte sonatas a solo y casi el mismo número
de sonatas en trío para diversos instrumentos. La influencia de Corelli puede escu-
charse en estas obras, pero las armonías sofisticadas y los vivaces movimientos rápi-
dos reflejan un estilo italiano posterior.
19. Compositores alemanes del Barroco tardío 563
Las obras instrumentales más conocidas de Handel son sus dos suites para orquesta
o para instrumentos de viento, ambas compuestas para el rey y pensadas para su inter-
pretación al aire libre. ~ter Music (Música acuática, 1717) comprende tres suites para
instrumentos de viento y cuerdas, interpretadas sobre una embarcación y para el rey
durante la procesión real sobre el río Támesis. Compuso Music far the Royal Fireworks
(Música para los reales fuegos de artificio, 1749) para instrumentos de viento (si bien
Handel incluyó cuerdas en un principio), como acompañamiento de los fuegos arti-
ficiales lanzados desde un parque de Londres para celebrar la Paz de Aquisgrán.
Los conciertos de Handel mezclan tradición e innovación, pero tienden a adole-
cer de un estilo retrospectivo. Sus seis Concerti Grossi, op. 3 (publicados en 1734),
emplean viento-madera y solistas de cuerda en combinaciones originales. Inventó el
concierto para órgano y orquesta, interpretado durante los intermedios de sus orato-
rios y publicados en tres grupos (1738, 1740 y 1761). Sus conciertos más significati-
vos son los Doce Grandes Conciertos, op. 6, compuestos durante un mes en 1739 y
publicados al año siguiente. En lugar de seguir el modelo de Vivaldi, Handel adoptó
la concepción de Corelli de la sonata de iglesia para orquesta plena, aunque añadió a
menudo un movimiento o dos al esquema convencional lento-rápido-lento. El porte
serio y dignificado y la prevaleciente textura plenamente contrapuntística de estos
conciertos se remontan a los inicios del siglo, cuando Handel estaba aún formando
su estilo en Italia.
La reputación de Handel
Los ingleses llegaron a considerar a Handel como una institución nacional, con bue-
nas razones. Pasó toda su vida madura en Londres, adoptó la nacionalidad británica
en 1727 y escribió todas sus obras mayores para el público británico. Fue la figura
más imponente de la música inglesa durante su vida, mientras que el público inglés
alimentó su aura de genialidad y permaneció fiel a su memoria. Cuando murió en
1759, fue enterrado con honores públicos en la abadía de Westminster, donde tres
años más tarde se inauguró su monumento.
La música de Handel envejeció bien porque adoptó las técnicas que llegaron a ser
importantes en el nuevo estilo de mediados del siglo XVIII. Su énfasis en la melodía,
en la armonía y en las texturas contrastantes, si lo comparamos con los procedimien-
tos contrapuntísticos más estrictos de Bach, lo vincularon a las modas de la época.
Como compositor de coros a gran escala no tuvo parangón. Fue un maestro consu-
mado del contraste, no sólo en la música coral sino también en todos los tipos de
composición. En los oratorios, atrajo deliberadamente a un público de clase media,
reconociendo cambios sociales que tendrían efectos en la música a largo plazo. El
amplio y duradero atractivo de sus oratorios hizo que algunos de ellos fuesen las pri-
meras obras de cualquier compositor que disfrutasen de una tradición de interpreta-
ción ininterrumpida hasta el momento presente.
Un legado imperecedero
Las carreras artísticas de Bach y de Handel son casi tan interesantes una vez muertos
como lo fueron en vida. El entierro y la resurrección describen la historia de la músi-
ca de Bach. Tan sólo unas pocas piezas fueron publicadas durante su vida, casi todas
para teclado; el resto se conservó en copias manuscritas. El gusto musical cambió ra-
dicalmente a mediados del siglo XVIII y la obra de Bach quedó muy pronto relegada
al pasado. Los hijos de Bach, Carl Philipp Emanuel Bach y Johann Christian Bach,
recibieron su influencia pero recorrieron sus propias sendas y, durante un tiempo, su
fama eclipsó a la del padre. No obstante, su música fue siempre conocida de un nú-
cleo de músicos y entendidos. Algunos de los preludios de El clave bien temperado se
editaron y la colección completa circulaba en copias manuscritas. Haydn poseyó una
copia de la Misa en Si menor, Mozart conoció el Arte de la .foga y estudió los motetes
en una visita a Leipzig en 1789. Citas de las obras de Bach aparecen a menudo en la
literatura musical de la época; la importante revista periódica, Allgemeine musikali-
sche Zeitung, editó su primer número (1798) con un retrato de Bach.
En el siglo XIX, se inició un descubrimiento más completo de Bach con la publi-
cación de una biografía por parte de Johann Nikolaus Forkel, en 1802. En parte por
motivos nacionalistas, los músicos alemanes promocionaron la imagen de Bach. El
redescubrimiento de la Pasión según san Mateo por el compositor y director Carl
Friedrich Zelter y su interpretación en Berlín bajo la dirección de Felix Mendelssohn
en 1829 contribuyó enormemente a estimular el interés por la música de Bach. La
Bach-Gesellschaft (Sociedad Bach), fundada por Robert Schumann y otras personas
en 1850 para celebrar el centenario de su muerte; publicó una edición recopilatoria
de las obras de Bach, completada en 1900. En la segunda mitad del siglo XIX, Bach
había alcanzado ya un estatus de semidiós y su reputación desde entonces no ha de-
jado de crecer. Su música se encuentra ahora en todas partes y es estudiada por todo
estudiante de música occidental. Cuando en los Vóyager 1 y 2 se colocaron veintisie-
te obras de música grabada que representase a los pueblos del mundo, los primeros
objetos hechos por el hombre que abandonarían nuestro sistema solar, ocho proce-
dían de la música clásica europea y (a pesar de la objeción de que «eso sería una fan-
farronada») tres de ellas eran de Bach: movimientos de un Concierto de Brandembur-
go, el Clave bien temperado y una Partita para violín. Compositores como Mozart,
Mendelssohn, Schumann y Brahms emularon a Bach, quien ha ejercido una in-
fluencia permanente sobre compositores modernos tan distintos como Schonberg y
Ives, Bartók y Strawinsky, Villa-Lobos y Webern.
Si Bach hubo de resucitar, Handel nunca fue olvidado. Algunos de sus oratorios
han sido interpretados sin interrupción desde que fueron escritos. Su música fue
identificada de tal modo con la realeza inglesa que veinticinco años después de la
muerte del compositor, el rey Jorge III patrocinó en 1784 un gran festival Handel,
haciendo uso de la estima del público por Handel para reconstruir la reputación del
rey tras las desagradables experiencias en las colonias americanas. En la segunda mi-
19. Compositores akmanes del Barroco tardío 565
tad del siglo XVIII y en el siglo XIX, las sociedades corales de aficionados se extendie-
ron por toda la Europa de habla inglesa y alemana, y los oratorios de Handel se con-
virtieron en el núcleo de su repertorio. A través de esta evolución, Handel pasó a ser
el primer compositor clásico, el primero en alcanzar un lugar permanente en el re-
pertorio interpretativo. Sus otras músicas cayeron por un tiempo en el olvido, aun-
que más tarde fueron redescubiertas; sus suites orquestales y conciertos obtuvieron
una amplia popularidad y sus obras en otros géneros han sido objeto de frecuentes
interpretaciones. Por último, las óperas de Handel están suscitando ahora la aten-
ción que merecen. Para muchos oyentes de hoy, Bach y Handel personifican por sí
mismos el Barroco.
20. El gusto y el estilo musicales durante la Ilustración
A mediados del siglo XVIII, los compositores crearon un nuevo lenguaje musical ba-
sado en melodías cantables y periódicas con un acompañamiento ligero. De-
sarrollado primero en la música vocal, en especial en la ópera cómica, este nuevo
idioma reflejó un gusto creciente por una música que fuese «natural», expresiva e in-
mediatamente atractiva a una amplia variedad de oyentes. Surgió en una época en la
que coexistían muchos tipos y estilos de música y los méritos de cada uno eran obje-
to de acalorados debates. El nuevo idioma tuvo un enorme éxito porque llegó a una
amplia audiencia, se correspondía con el gusto del creciente público musical y se
adaptaba al tenor intelectual de los tiempos, marcado por el amplio movimiento co-
nocido como Ilustración.
Este capítulo hará un esbozo del trasfondo social e intelectual de este nuevo len-
guaje y describirá sus rasgos característicos esenciales. Los capítulos siguientes traza-
rán su evolución en la ópera y en la música vocal; examinarán de qué modo los com-
positores aplicaron el nuevo idioma a la música instrumental, incluidos diversos
géneros y formas nuevos, y mostrarán de qué modo compositores tales como Haydn
y Mozart lo enriquecieron con elementos de otros estilos para configurar lo que ha
venido a conocerse como el estilo cúlsico.
Europa estaba dominada en el siglo XVIII por grandes poderes, los estados centraliza-
dos con grandes organizaciones militares. En el oeste, Francia había sucedido a Espa-
ña como fuerza dominante en el siglo XVII, aunque fue superada en la Guerra de los
Siete Años (1756-1763) por la más poderosa armada británica y por su economía
~ LECTURA DE FUENTES - - -- - -- - - - - - -
Durante todo el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, Italia y Francia fueron las na-
ciones musicales más relevantes y sus estilos característicos se admiraron e imitaron
en otros países. Pero a mediados del siglo XVIII, los músicos, el público y los críticos
prefirieron cada vez más una música que mezclase los rasgos característicos naciona-
les. El flautista y compositor Johann Joachim Quantz (1697-1773), en su Ensayo so-
bre el arte de tocar la flauta travesera (1752), argumentó que la música ideal fusiona-
ría los mejores elementos de muchas naciones y atraería a una audiencia más amplia.
Observó que este gusto mixto era típico de los compositores alemanes, y de hecho
muchos de los compositores más conocidos de la época eran alemanes.
En un estilo que consista, como el alemdn actual, en una mezcla de estilos de diferentes
pueblos, cada nación encontrard algo familiar e infaliblemente placentero. Considerando
todo lo que se ha discutido acerca de las diferencias entre los estilos, tenemos que votar por
el puro estilo italiano por encima del puro francés. El primero ya no estd tan sólidamente
fandamentado como solía, habiéndose convertido en chillón y extraño, mientras que el se-
gundo siguió siendo demasiado simple. Todo el mundo estard por ello de acuerdo en que
un estilo que fasione los elementos buenos de ambos serd ciertamente mds universal y mds
agradable. Porque una música aceptada y favorecida por muchas personas y no solamente
por un único país, una única provincia o una nación particular, debe ser la mejor, siem-
pre que esté basada en nuestro discernimiento sobre el sonido y en una actitud saludable.
Johann Joachim Quantz, Versuch einer Anweisung, die Flote traversiere zu ·spielen (Berlín: J. F. Voss.
1752), capitulo 18, § 89.
más efervescente. En Europa central y del este, las monarquías absolutas de Prusia,
Austria-Hungría y Rusia competían por ejercer su influencia y expandir sus territo-
rios. Los pequeños estados de Italia y de Alemania mantenían su independencia lo
mejor que podían. Hacia finales del siglo, las revoluciones de Norteamérica y de
Francia trajeron cambios consigo que acabarían por transformar la vida política y so-
cial de toda Europa y de América.
Las mejoras en la agricultura propulsaron la producción de comida e hicieron po-
sible un rápido incremento de la población de Europa y de Norteamérica. Las capi-
tales y otras grandés ciudades se extendieron de modo singularmente rápido y el cre-
cimiento del sector manufacturero y del comercio estimularon la economía en
20. El gusto y el estilo musicales durante la Ilust'ración 569
De Harry Robert Lyall, <<A French Music Aesthetic of the Eighteen Century: A Translation and Com-
mentary on Michel Paul Gui de Chabanon's Musíque considérée en elle-meme et dans ses rapports avec
la paro/e, les langues, la poésie, et la théatre» (tesis doctoral, North Texas State University, 1975), 155-
156.
nuevas direcciones. La clase media urbana creció en número, riqueza y presencia so-
cial, mientras que la aristocracia rural vio disminuir su importancia. Los pobres se
vieron obligados a frecuentes desplazamientos, abandonaron los campos y superpo-
blaron las ciudades, víctimas de un progreso que favorecía a los afortunados y a las
gentes de alta cuna.
El siglo XVIII fue una época cosmopolita. En parte debido a los matrimonios en-
tre poderosas familias, proliferaron los gobernantes nacidos en países extranjeros: re-
yes alemanes en Inglaterra, Suecia y Polonia, un rey español en Nápoles, un duque
francés en Toscana y una princesa alemana (Catalina la Grande) como emperatriz de
Rusia. Intelectuales y artistas viajaban a lo largo y ancho del continente. El francés
Voltaire residió en la corte francófona de Federico II (el Grande) de Prusia, el poeta
italiano Metastasio trabajó en la corte alemana e imperial de Viena, mientras que el
escritor alemán F. M. von Grimm adquirió cierto relieve en los círculos literarios y
musicales parisinos. La idea de una humanidad compartida tenía más peso que las
diferencias nacionales y lingüísticas.
La vida musical reflejó esta cultura internacional. Los compositores alemanes de
música para orquesta estaban activos en París y en Londres; los compositores y can-
tantes de ópera italianos trabajaban en Austria, Alemania, España, Inglaterra, Rusia
y Francia. Johann Joachim Quantz propuso en 1752 que el estilo musical ideal fu-
sionase los mejores rasgos de la música de todas las naciones, y hacia 1785 este estilo
mixto se adoptó tan universalmente que, en palabras de un crítico francés, existía
únicamente «una música en toda Europa>> (véase Lectura de fuentes, pp. 568-569).
Y sin embargo, el nacionalismo, tema central del siglo XIX, empezaba ya a emerger,
especialmente en la preferencia cada vez mayor por la ópera en las lenguas vernáculas
en lugar de en italiano.
La Ilustración
no José II, querían extender la educación y la atención médica a los pobres. Por otra
parte, los ideales humanitarios y el deseo de una hermandad universal fueron funda-
mentales en un movimiento popular conocido como la francmasonería, las enseñan-
zas de la orden fraterna y secreta de los masones. Fundada en Londres en la primera
mitad del siglo XVIII, se propagó rápidamente por toda Europa y Norteamérica y
contó entre sus adeptos a reyes (Federico el Grande y José II), estadistas (Washing-
ton), poetas (Goethe) y compositores (Haydn y Mozart).
El propósito de aprender y el amor por el arte y la música se extendieron más, en
particular entre una clase media en expansión. Este creciente interés originó nuevas
demandas a los escritores y artistas, que afectaron tanto la materia de los contenidos
como su manera de presentarlos. La filosofía, la ciencia, la literatura y las bellas artes
se dirigieron cada vez en mayor medida a un público general, tanto como a mecenas,
expertos o entendidos. Los tratados populares se escribían con la idea de llevar la
cultura al alcance de todos, mientras que novelistas y dramaturgos representaron
cada vez más a gente corriente en situaciones cotidianas.
Mientras que las cortes, los gobiernos de las ciudades y las iglesias seguían patroci-
nando la práctica musical como lo habían hecho durante siglos, los músicos depen-
dieron de manera creciente del apoyo del público. Ahora se daban conciertos públi-
cos en muchas ciudades (véase Innovaciones: El concierto público, pp. 572-574), se
ofrecían oportunidades a intérpretes y compositores de complementar sus ingresos y
de llegar a un público más amplio. Muchos músicos se ganaban la vida también
como profesores de intérpretes aficionados.
Con una economía en expansión, una creciente clase media y más tiempo libre, el
número de aficionados que ejecutaban música siguió aumentando. Aunque las muje-
res estaban excluidas de casi todas las actividades profesionales ajenas a la de cantan-
tes, eran bien recibidas como intérpretes aficionadas, especialmente de teclado. Evi-
dentemente, los músicos amateurs compraban una música que pudiesen entender e
interpretar y los editores de música procuraban especialmente satisfacer sus necesida-
des. La mayor parte de la música publicada para teclado, conjunto de cámara o voz y
teclado estaba pensada para que los aficionados la interpretasen en sus hogares para
su propio deleite. Por otra parte, de mediados de siglo en adelante, se formaron mu-
chos grupos amateurs para cantar música coral para sí mismos y para la interpreta-
ción pública; estos grupos proporcionaron a los editores un mercado nuevo y abun-
dante. El entusiasmo creciente por la música fomentó también el desarrollo de los
entendidos, oyentes informados que cultivaban el gusto por la mejor música. La vida
concertística y la práctica musical de los amateurs se fortalecieron mutuamente; los
entendidos eran a menudo ellos mismos intérpretes aficionados, mientras que los
amateurs formaban con frecuencia el más ávido público de los conciertos.
572 El siglo XVIII
Durante el siglo XVIII, los conciertos públicos y las series de conciertos surgieron
en muchas ciudades, de modo paralelo a los conciertos privados y academias orga-
nizados por mucho tiempo por ricos mecenas individuales y asociaciones. A los
conciertos privados se entraba sólo con invitación, pues los mecenas aristocráticos
que los patrocinaban asumían por lo general los costes. Los conciertos público ,
por el contrario, solían ser operaciones lucrativas para cuyo disfrute se vendían en-
tradas. Éstas se ofredan mediante el abono a una serie o para un concierto aislado
y cualquiera que pudiese pagar el precio podía asistir. Pero los precios de las entra-
das no eran fácilmente asequibles para la mayoría de las personas, de manera que
el público de los conciertos públicos procedía sobre codo de la clase media alta .
de la ociosa clase pudiente.
Las salas y sociedades de conciertos florecieron en Londres a partir de 1672
y en particular después de 1720. En jardines recreativos como Vauxhall el pú-
blico pagaba una tarifa para entrar y disfrutar de la música o de otro entreteni-
miento al aire libre. Una notable institución del momento fue la Academy of
Ancient Music, dedicada a la interpretación de música sacra y de madrigales de
los siglos XVI y XVII, así como de música de épocas anteriores. Su fundación en
1726 inauguró la organización de conciertos con música del pasado, cada vez
más solicitada en los dos siglos siguientes. En la segunda mitad del siglo XVIII.
la vida musical de Londres se centró en los conciertos públicos, incluida la se-
rie de abonos anuales promovida de 1765 a 1781 por Johann Christian Bach
Carl Friedrich Abel. En otras ciudades británicas y norteamericanas se forma-
ron sociedades parecidas, incluidas la Sociedad Musical de Edimburgo en E -
cocía (1726) y la Sociedad de Santa Cecilia en Charleston, Carolina del ur
(1766).
En París, el compositor y oboísta Anne Danican Philidor fundó en 172 5 la
serie del Concert spirituel, que perduró hasta 1790. El repertorio abarcaba
música nueva de Francia y de otras naciones, con intérpretes de todo el con ti-
nente. La interpretación de sonatas y conciertos de Vivaldi y de otros italiano
fomentó un gusto cada vez mayor por la música italiana en Francia; de media-
dos de siglo en adelante, la interpretación de sinfonías de compositores ale ma-
nes y austriacos estimuló a los compositores franceses a cultivar el género sin-
fónico.
Algo más carde, el movimiento de organización de conciertos públicos se di-
fundió también en los países de habla alemana. En 1763, J. A. Hiller dio inicio a
una serie de conciertos en Leipzig que después de 1781 continuó en la nueva sal.1
de conciertos de la Gewandhaus; la orquesta de la Gewandhaus existe todavía y s
ha convertido en una de las más célebres del mundo. En Viena (1771) y en Berlín
(1790) se fundaron organizaciones concertísticas semejantes.
20. El gusto y el estilo musicales d_u_,.,_'ll_n_te_la_L_lus_tr._'ll_c_ió_n__ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ 5_73
iu.1._...,........ ·-
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AIASDAMAS
Sexo encantador a quien deseo agradar,
venid y embelleced la morada de nuestros talentos;
por vuestra presencia calentad mis acentos:
sólo una de vuestras miradas me devuelve la vida y me ilumina.
¡Ah! Qué me importa este tan cacareado Laurel
con el que se corona el genio,
este sello de inmortalidad, si no es la Belleza quien lo otorga.
BRHyJPB
Numerosos estilos musicales coexistieron en el siglo XVIII, cada uno apoyado por fie-
les partidarios y criticado por sus detractores. Cada país poseía distintas tradiciones y
desarrolló una forma nacional de ópera. Las obras en estilos nuevos, como las óperas
de Pergolesi y de Hasse (véase más adelante), se escribieron al mismo tiempo que las
20. El gusto y el estilo musicaÚ!s durante la Ilustración 575
~ LECTURA DE FUENTES - - -- - -- -- --
Fue el hombre el que creó las artes, y lo hizo para satisfacer sus necesidades. Encontrando
los placeres de la simple naturaleza demasiado monótonos y encontrdndose a sí mismo
mds en una situación en la cual él mismo podía aumentar su placer, creó a partir de su
genio innato un nuevo orden de ideas y sentimientos, uno que podía revitalizar su alma y
avivar su gusto. Pues ¿qué podría hacer el hombre de genio?... Tiene que dirigir necesa-
riamente su esfuerzo hacia una selección, a partir de la naturaleza, de sus elementos mds
finos, con el fin de hacer de ellos una totalidad exquisita, enteramente natural, una que
sea mds perfecta que la naturaleza misma ...
A partir de aquí concluyo, primero, que el genio -el padre de las artes- debe imitar
la naturaleza. En segundo lugar, que el genio puede no imitar la naturaleza tal y como
es. En tercer lugar, que el gusto, para el cual estdn hechas las artes y por el cual se juzgan,
encuentra la satisfacción cuando la elección del artista y la imitación de la naturaleza se
han dirigido bien.
La música me habla en tonos: este lenguaje es natural para mí. Si no lo entiendo, el
arte ha corrompido la naturaleza en lugar de perfeccionarla ...
Así, aunque el músico cultivado puede felicitarse a sí mismo y espera haber reconci-
liado por medio de las matemdticas sonidos que parecían ser irreconciliables a menos
que signifiquen algo, éstos pueden compararse a los gestos de un orador que no hace otra
cosa que mostrar que el hablante estd vivo; pueden compararse de forma semejante a
versos que no son otra cosa que sonidos medidos o a los manierismos de un escritor que
no son otra cosa que un frívolo ornamento. La peor clase de música es la que no tiene
ningún cardcter. No hay sonido musical que no tenga su modelo en la naturaleza y que,
cuando menos, no sea el inicio de una expresión, al igual que una letra o una sílaba en
el discurso.
Charles Batteux, Les beuax-arts réduits aun meme príncipe (París, 1746).
576 El siglo XVIII
óperas de Rameau, los oratorios de Handel y el Arte de la fuga de Bach, todos repre-
sentantes del Barroco tardío.
A pesar de esta diversidad de estilos, los escritores más destacados de mediados y fi-
nales del siglo XVIII formularon el parecer predominante sobre aquello que en la música
era lo más importante. En lugar de la complejidad contrapuntística y de la prolongada
melodía instrumental de la música barroca, el público prefería y los críticos elogiaban
una música que contuviese una melodía concebida vocalmente y en pequeñas frases so-
bre un acompañamiento sobrio. Los escritores sostenían que el lenguaje musical tenía
que ser universal, en lugar de limitado a las fronteras nacionales, y que debería atraer to-
dos los gustos a la vez, del entendido al no instruido. La mejor música debería ser noble
y entretenida; expresiva dentro de los límites del decoro; y «natural» -libre de compli-
caciones técnicas y capaz de deleitar inmediatamente a todo oyente sensible.
Estos valores aplicados a la música, especialmente la predilección por lo «natu-
ral», estaban directamente relacionados con las ideas centrales de la Ilustración. En el
ámbito del conocimiento, los pensadores de la Ilustración rechazaron la apelación a
lo sobrenatural de las religiones tradicionales en favor de una observación directa de
la naturaleza, la evidencia que podían percibir con sus propios sentidos y entender
mediante la razón humana. En el ámbito del arte, rechazaron el artificio y la com-
plejidad, que ellos consideraban antinaturales, y prefirieron la comunicación directa.
En su influyente libro Les beaux-arts (1746), el filósofo Charles Batteux definió la ta-
rea de las artes como la imitación e incluso el perfeccionamiento de la naturaleza
(véase Lectura de fuentes). Aseguró que si la música era fiel a la naturaleza, sería fá-
cilmente comprensible, mientras que el contrapunto aprendido que no transmite
ningún contenido es un espectáculo vado. Todavía más asombrosa es su tesis de que
«es el hombre el que crea las artes; lo ha hecho para satisfacer sus propias necesida-
des». Sólo dos generaciones antes, en el Prefacio a Der Edlen Music-Kunst (El noble
arte de la música, 1619), Andreas Werckmeister había llamado a la música «un don
de Dios, que ha de utilizarse únicamente en su honor». El contraste entre estas dos
declaraciones ilustra el cambio en el modo de pensar entre el periodo barroco y la
Ilustración, lo cual afectó a la música tanto como a los demás aspectos de la vida.
Estos valores llevaron al desarrollo de un nuevo idioma musical conocido hoy como
el estilo clásico. Para describir este estilo y sus parientes cercanos se han usado diver-
sos términos; los escritores de hoy y de entonces han utilizado estas palabras con sig-
nificados algo distintos.
Durante el siglo XVIII, el término más común para el nuevo estilo fue galante, tér-
mino francés usado para designar el carácter cortesano de la literatura y convertido
en eslogan de todo lo moderno, chic, delicado, natural y sofisticado. Los escritores
distinguían entre lo aprendido, es decir, el estilo estricto de escritura contrapuntísti-
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MAPA 1.1 El antigu,o Oriente Próximo: las principales ciudades y civilizaciones de Mesopotamia y Egi.pto.
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MAPA 1.2 Grecia y los asentamientos griegos hacía el 550 a. e Los principales centros de población y cul-
tura griegas eran la península griega, las islas del mar Egeo, la costa occidental de Asia Menor (la Turquía
moderna) y el sur de Italia y Sicilia, que los romanos denominaban Magna Grecia.
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MAPA 9.1 Europa Occidental hacia 1500. Para entonces, los reyes españoles Isabel y Fernando habían
unificado España; los reyes de Francia controlaban varios antiguos feudos cuasi independientes dentro de sus
fronteras, entre las que estaban Borgoña, Anjou, Bretaña y Provenza; y Maximiliano l rey de Alemania y
del Sacro Imperio Romano Germdnico, gobernaba directamente sobre Austria, A/sacia y los Países Bajos.
O Católicos romanos
Luteranos
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Calvinistas y áreas de
influencia calvinista
• Iglesia de Inglaterra
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MAPA 17.1 Italia hacia 1650, con las ciudades que eran los principales centros musicales.
2.00 millas
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AUSTRIA
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Territorios eclesiásticos
Ciudades imperial~
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MAPA 17.2 Mapa del Sacro Imperio Romano Germdnico en 1648, disgregado en 51 ciudades libres y
casi 250 territorios. Austria y Brandenburgo-Prusia eran relativamente grandes debido a su expansión hacia
el este en los siglos precedentes; la repón central se había .fragmentado cada vez mds.
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MAPA 19.1 Las ciudades relevantes en la carrera artística de J S. Bach se indican en negrita en este mapa
de la Alemania actual En la época de Bach, Leipzig y Dresde estaban en el electorado de Sajonia, Lüneburg
formaba parte del electorado de Hannover, Berlín estaba en Brandemburgo, Hamburgo era una ciudad libre,
Lübeck pertenecía al ducado de Holstein y Anhalt-Cothen y Wéimar eran cada uno un pequeño ducado.
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MAPA 22.1 Las ciudades que fueron mds importantes en la carrera de Moza.rt se muestran en negrita.
Pero sus viajes, especialmente en su juventud, le llevaron también a las que aparecen en negro.
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MAPA 35. l Europa durante la Guerra Fría (1945-1991).
EJEMPLO 32.2 Suite para piano, op. 25, de Schonberg
a. Formas de la serie
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c. Minueto
20. El gusto y el estilo musicales durante la Ilustración 577
~ LECTURA DE FUENTES - - -- -- - -- - -
Un estilo [contrapuntístico] estricto es uno en el que el compositor sigue todas las reglas
de la armonía y de la modulación del modo mds estricto, mezcla imitaciones artificiosas y
muchas notas ligadas, elabora el tema cuidadosamente y cosas por el estilo; en resumen,
permite que se escuche mds arte que eufonía. En la manera libre [galante] de composi-
ción, el compositor no se ve atado como un esclavo a las reglas de la armonía y de la mo-
dulación, entre otras. A menudo se permite cambios bruscos que podrían ser incluso con-
trarios a las reglas generalmente aceptadas de modulación y asumen que el compositor, al
hacer esto, procede con inteligencia y juicio propios y que con ello alcanza cierto objetivo.
En general el estilo libre de escritura tiene mds expresión y eufonía en lugar de tener el
arte como su propósito principal.
Daniel Gottlob Türk, School of Claver Playing (Lincoln: University ofNebraska Press, 1982), 399.
ca -que acabaría por llamarse Barroco- y el estilo galante, más libre, más cantable
y homofónico (véase Lectura de fuentes) . Este último hacía énfasis en una melodía
formada por gestos de corto aliento y repetidos a menudo, organizados en frases de
dos, tres o cuatro compases. Estas frases se c;ombinaban en unidades más grandes,
con un acompañamiento ligero de armonía simple y se puntuaban por medio de ca-
dencias frecuentes. A pesar de su nombre francés, el estilo galante se originó en las
óperas y conciertos italianos y pasó a ser el fundamento del idioma musical de me-
diados y finales del siglo XVIII.
Un pariente cercano del estilo galante era el empfindsamer Stil (en alemán, «estilo
sentimental») o estilo empfindsam. Caracterizado por giros sorprendentes en la ar-
monía, el cromatismo, los ritmos nerviosos y una melodía rapsódica, libre y cercana
al discurso, el estilo empfindsam se asocia sobre todo con los movimientos lentos de
Carl Philipp Emanuel Bach (véase capítulo 22). Pero éste, asimismo, se originó en
Italia y es evidente en algunos de los últimos conciertos de Vivaldi.
El término «clásico» se usa en algunas ocasiones para la música culta de todos los
periodos y en otras de manera más específica para el estilo de la segunda mitad del
578 El siglo XVIII
siglo XVIII. Existe una razón histórica para tal ambigüedad. En el siglo XIX, las obras
de J. S. Bach, Handel, Haydn, Mozart y Beethoven se consideraron clásicas de la
música, de modo semejante a los clásicos de la literatura o del arte, y formaron el
núcleo de lo que hoy se conoce como repertorio clásico (véase capítulo 26). Durante
los siglos XIX y XX, el repertorio clásico se extendió más allá de su núcleo original, de
manera que hoy en día la música clásica es una tradición que abarca muchos siglos y
una multiplicidad de estilos. Hacia mediados del siglo XX, la música de Bach y de
Handel fue llamada «barroca» en lugar de «clásica», dejando este último término
para designar el estilo de la segunda mitad del siglo XVIII. Así, a partir de un sentido
original único, el término «clásico» evolucionó por el uso hasta significar dos cosas
muy distintas con relación a la música.
Algunos escritores aplican el término «estilo clásico» -o su variante, «un clási-
co»- únicamente a la música madura de Haydn y de Mozart, mientras que otros lo
usan de manera más amplia para todo el periodo que se extiende desde la década de
1730 hasta alrededor de 1800 o 1815. El término se aplicó a la música en analogía
con el arte griego y romano: en sus mejores momentos, la música clásica poseía las
cualidades de noble simplicidad, equilibrio, perfección formal, diversidad dentro de
la unidad, seriedad o humor según fuese apropiado y carecía de los excesos de la or-
namentación y las florituras. Es casi imposible utilizar este término sin realizar jui-
cios de valor. ¿Debe aplicarse solamente a Haydn, Mozart y Beethoven, en quienes
abundan estas cualidades y cuyas obras han sido juzgadas como clásicas? ¿O también
a sus contemporáneos, sin importar cuán poco conocidos sean? ¿Debería aplicarse
asimismo a sus predecesores de mediados de siglo que utilizaron un lenguaje similar?
A éstos se les denomina en ocasiones preclásicos, término desafortunado que sugiere
que su única valía fue abrir la brecha para Haydn y compañía.
La solución adoptada en este libro es la de considerar la época desde aproximada-
mente 1730 hasta 1815 como periodo clásico, usar «música clásica» (en lugar de «es-
tilo clásico») como término omniabarcador de la música del periodo y emplear tér-
minos como galante, empfindsam o «el idioma de Haydm> para identificar diferentes
estilos o tendencias al uso en la época. Los límites del periodo clásico coinciden en
parte con los de los periodos barroco y romántico, del mismo modo que se desdibu-
jan las fronteras entre la Edad Media y el Renacimiento o entre el Renacimiento y el
Barroco, ya que el lenguaje, los géneros y las costumbres de la música cambian sólo
gradualmente, en diferentes momentos y en distintos lugares.
Frase-!, 5 compases
«sujeto» «predicado»
lilCISO
Allegro ,
Frase-!, 5 compases
sujeto variado predicado elaborado
Frase-V, 4 compases
sujeto fragmentado nuevo predicado
. - - - - -_.,lilCISO lilCISO
" 1 -~ 1
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.. m - J JJ J
Frase-V, 4 compases
frase previa variada
...---~-------~
lilCISO
EJEMPLO 20.2 Inicio de /,a Sonata !JI de VIII sonate per cembalo, op. J, de Alberti
bil orador, Bach se atiene a su asunto, lo refuerza mediante la repetición y nuevos ar-
gumentos y dispone con cuidado sus pensamientos para hacerlos inteligibles, persua-
ivo y conmovedores.
La división de la melodía en frases y periodos se ve apoyada por la armonía. Hay
una jerarquía de las cadencias; con las más débiles delimita frases internas, las fuertes
concluyen periodos y las más fuertes se reservan para los finales de secciones y movi-
mientos. También se da una jerarquía de las progresiones armónicas, con la pequeña
escala 1-V-I de una frase aislada (vista aquí en cada una de las dos primeras frases)
subsumida dentro de una modulación a gran escala de la tónica a la dominante, así
como su regreso a la tónica en el curso del movimiento.
Debido a que la armonía articula las frases en lugar de empujar continuamente la
música hacia delante, aquélla tiende a cambiar con menor frecuencia que en el estilo
barroco más antiguo. Para compensar este ritmo armónico más lento, los composi-
tores animaron a menudo la textura musical mediante acordes arpegiados (como en
los compases 11-17 del ejemplo 20.1) u otros medios rítmicos. Una de las técnicas
más ampliamente utilizadas en la música para teclado fue el bajo de Alberti, que se
muestra en el ejemplo 20.2. Denominado así según el compositor italiano Domeni-
co Alberti (ca. 1710-1746), que lo usó con frecuencia, esta técnica dividía cada uno
de los acordes subyacentes en un esquema simple y repetitivo de breves notas que
daba lugar a un discreto trasfondo de acordes y que hacía que la melodía sobresaliese
en primer plano.
Por último, la coherencia de la música de la segunda mitad del siglo XVIII fue po-
sible gracias a la diferenciación del material musical de acuerdo a su función. Cada
segmento de música era inmediatamente reconocible como un gesto inicial, inter-
medio o final. Los dos primeros compases del ejemplo 20.1 ejercen bien como co-
582 El siglo XV!f!.
La Ilustración duradera
En muchos aspectos somos hijos de la Ilustración, pues a menudo damos por su-
puestos sus temas centrales: que los seres humanos pueden conocer el mundo natu-
ral a través de los sentidos, comprenderlo a través de la razón y hacer progresos en la
ciencia y en la cultura. Estas ideas tienen hoy todavía mucha fuerza. Sin embargo,
los últimos dos siglos han visto también olas de reacción contra la Ilustración que
han desafiado sus ideales, como el interés romántico por la fantasía y lo sobrenatural
en el siglo XIX, la pérdida en el siglo XX de la fe en la razón y el progreso -en res-
puesta a las dos guerras mundiales y las armas nucleares- y los recientes desafíos
postmodernos a los mismos conceptos de razón, naturaleza y progreso.
En la música también, muchas de nuestras suposiciones más antiguas y a menu-
do no cuestionadas pueden remontarse a la Ilustración, incluidas las ideas de que la
música sirve a las necesidades humanas, que su propósito primordial es el placer an-
tes que .los fines religiosos y sociales, que la música es un lenguaje universal, que ide-
almente la música debería atraer a una amplia audiencia, que deberíamos ser capaces
de entender una pieza musical en la primera escucha y que los sentimientos que la
música sugiere pueden cambiar con la misma celeridad con la que lo hacen nuestras
emociones. Muchas de nuestras instituciones musicales proceden del mismo perio-
do, como las organizaciones de conciertos públicos, los coros de aficionados, el pe-
riodismo musical y los libros de historia de la música como el que se halla en sus
manos.
Junto a las ideas e instituciones, muchos aspectos del estilo musical de la época de
la Ilustración han pervivido a través de los últimos 250 años. Gran parte de la músi-
ca compuesta a partir de 1800 comparte características esenciales con la de mediados
y finales del siglo XVIII, desde la textura de una melodía con acompañamiento hasta
la estructura periódica en frases y periodos. La música que satisface tales expectativas
es para la mayoría de nosotros la música que encontramos con mayor frecuencia y
que consideramos la más normal. La música que no hace esto, ya sea una fuga barro-
ca, un madrigal del Renacimiento o una obra electrónica o minimalista de la segun-
da mitad del siglo XX, se distingue mediante la comparación y puede convertirse en
la más intrigante por esta razón. El estilo galante relativamente simple, aclamado por
los escritores del siglo XVIII, se adecuaba a los gustos de la época, aunque las discusio-
nes acerca de qué tipos y estilos de música son los mejores han causado cada vez más
imerés desde entonces.
21. La ópera y la música vocal en el periodo clásico
temprano
El nuevo idioma musical aclamado por los escritores hundía sus raíces en la música
vocal, en la que la expresión directa y natural del sentimiento era especialmente
apropiada. Muchos rasgos que se convirtieron en típicos de la época clásica se origi-
naron en la ópera italiana, en las décadas de 1720 y 1730. Un desarrollo clave fue el
surgimiento en torno a 1700 de tradiciones separadas de ópera seria y ópera cómica.
Debido a que la tradición tenía un peso menor en la ópera cómica, ésta era más per-
meable a las innovaciones que la ópera seria; las emociones expresadas mediante
convenciones en la ópera seria podían retratarse de un modo menos previsible y más
natural en la ópera cómica. Pero los compositores, los cantantes y los públicos de
ambos tipos de ópera cultivaron elementos que se volverían cruciales en el nuevo es-
tilo, en virtud del valor conferido a la belleza de la melodía y a la capacidad de la
música para retratar caracteres complejos y emociones rápidamente cambiantes.
Los estilos nacionales de la ópera cómica surgieron asimismo en Francia, Inglate-
rra y los países de habla alemana, cada uno de ellos apelando a un público amplio a
través de una expresión simple y directa. En la segunda mitad del siglo, composito-
res y libretistas introdujeron reformas en la ópera seria italiana y francesa con el fin
de reflejar los ideales de la Ilustración. Junto a los escenarios públicos de la ópera,
que incluían la interpretación de arias en conciertos públicos, las nuevas tendencias
surgieron igualmente en la música vocal de cámara y la música sacra. Un interés cre-
ciente por la ejecución de música amateur en los hogares fomentó nuevas tradiciones
nacionales de la canción con acompañamiento de teclado. La música para la iglesia
fusionó los estilos antiguos, santificados por el uso, con estilos actuales tomados de
la música profana.
586 El siglo~
La ópera italiana, cultivada en toda Italia y en unas veinte cortes de Alemania e Italia
hacia 1690, se extendió aún más durante el siglo XVIII, provocando que surgiesen se-
des desde Madrid y Londres en el oeste hasta San Petersburgo en el este y Dinamar-
ca o Suecia en el norte. Un renovado interés por la visión del drama expuesta por
Aristóteles y otros escritores clásicos condujo a los libretistas a eliminar los elementos
cómicos de la ópera seria. Como respuesta, en Nápoles y Venecia, durante la primera
década del siglo XVIII, poetas, compositores y empresarios desarrollaron nuevos géne-
ros independientes de ópera cómica que aportaban una crítica social y apelaba a un
público más amplio.
Muchos rasgos estilísticos típicos de la música de la época clásica se originaron en
la ópera italiana de las décadas de 1720 y 1730. Puesto que la tradición tenía menos
peso en la ópera cómica, ésta era más permeable a las innovaciones que la ópera se-
ria. No obstante, compositores, cantantes y público, tanto de ópera cómica como seria,
avivaron elementos que se convertirían en decisivos en el nuevo estilo, por el valor
concedido a la belleza de la melodía y por la capacidad de la música para retratar ca-
racteres complejos y emociones que cambiaban rápidamente.
La ópera buffa
Los términos usados en el siglo XVIII para la ópera cómica comprendían la opera buffa
(ópera cómica), el dramma giocoso (drama jocoso), el dramma comico y la commedia per
musica; hoy en día se emplea a menudo opera bujfa para abarcar todos estos tipos. Una
ópera buffa era una obra de grandes dimensiones con seis o más personajes cantantes
que se cantaba por entero, a diferencia de los óperas cómicas de otros países. Entrete-
nía y servía a un propósito moral al caricaturizar las flaquezas de aristócratas y personas
comunes, damas envanecidas, viejos mezquinos, sirvientes torpes y listos, maridos y
viudas embusteras, abogados pedantes, médicos ineptos y pomposos mandos militares.
Éstos se asemejan con frecuencia a los caracteres prototípicos de la commedia dell'arte,
la comedia popular improvisada en Italia desde el siglo XVI. El reparto cómico se com-
plementaba a menudo con personajes serios en torno a los cuales giraba el argumento
principal y que interactuaban con los personajes cómicos, en particular dentro de intri-
gas amorosas. Los diálogos se componían de recitativos deliberadamente rápidos
acompañados del continuo, con frecuencia un único instrumento de teclado.
Las arias de las óperas cómicas están por lo general en estilo galante, compuestas
de breves frases melodiosas, a menudo repetidas o variadas, organizadas en periodos
y acompañadas con armonías y figuraciones simples. Uno de los pioneros de este es-
tilo fue Leonardo Vinci (ca. 1696-1730). Su Le zite 'ngalera (Las solteronas en la ga-
lería), con un libreto en dialecto napolitano, se estrenó en Nápoles en 1722. Muchas
de las arias tienen un peso considerable, en forma da capo y acompañadas por un
21. La ópera y la música vocal en el periodo clásico temprano 587
conjunto de cuerdas a cuatro voces, mientras que otras son breves y apoyadas sólo
por el continuo. Una del segundo tipo, que se muestra en el ejemplo 20.3, es el aria
T'aggio mmidea, que da inicio a una escena entre Belluccia, una mujer disfrazada de
hombre, y Ciommatella, una joven que se ha enamorado de «él». Comienza con dos
frases de un compás y un emparejamiento de antecedente y consecuente, repetidas
cuando entra la voz, lo cual establece como norma la frase periódica. Pero las frases
posteriores se extienden (compases 6-7 y 10) o se truncan (compás 9), dando lugar a
una melodía dinámica que elude inteligentemente las expectativas. Las sorpresas
continúan: tras la usual modulación a la dominante, una cadencia rota (compás 12)
conduce a un diálogo en recitativo. El resultado es una ingeniosa composición musi-
cal que se adecua perfectamente al texto e impulsa el drama hacia delante.
lntermezzo
EJEMPLO 21.1 T' aggio mmidea, de Le zite 'ngalera, acto l escena 11, de Vinci
A tempo
Belluccia
~~~~~
~- " nfrá '" frun- no, C•n
io
Ciommatella Belluccia
Bellucia: ¡Te envidio, bello pdjaro! Retozas entre las ramas, cantas, quieres esconderte. Y yo visto
con pieles.
Ciommatella: ¿Por qué con pieles?
Bellucia: ¿Cudl es el uso? Te lo había dicho, pero tú arrojas mis palabras al mar: ¿tienes de veras
una cabeza tan dura?
~
Uberto
p
9: ~&I, u 'o p p ~ o~ pi ~ o p p p D~pi~ op p u~ D~
Son 1m-bro-gha-to 1-0 gia, son 1m-bro-gha-to 1- o gia, son 1m-bro-gha-to i-o
* r 1r J r F 1F r l F 1F F r F 1F~
gia.
"'' HQ.Yn cer - to che nel co - re, che dir per me non so,_
¡Estoy tan confoso! Tengo algo cierto en el corazón, que no acierto a expresar [sí es amor o piedad].
b. Pasaje posterior
9: ~I,
& 1 F1
u
31
e
1j -
- her - to,
e
pen -
11
s~a
1
35
~e
te,
- e
pen -
11
s~a
1
f
j
te!
-
[Escucho una voz que me dice.} Uberto, ¡piensa en tí!
res tenían que dar continuidad a una acción de rápidos cambios sobre el escenario
sin perder la coherencia de la forma musical.
El fraseo en periodos, las suaves melodías, las armonías simples, el sencillo acom-
pañamiento, la expresión directa, la fluidez emocional, los fuertes contrastes estilísti-
cos y las divertidas mezclas de elementos que caracterizaron la ópera cómica italiana
pasaron a ser centrales en el lenguaje internacional de la segunda mitad del si-
glo XVIII.
La ópera seria
nes humanas; en ellas el amor se enfrenta con frecuencia al deber, a partir de relatos
basados en antiguas leyendas griegas y romanas. Sus óperas tenían la intención de fo-
mentar la moralidad a través del entretenimiento y de presentar modelos de gratitud
y de gobernantes ilustrados, en consonancia con el pensamiento de la Ilustración.
Sus personajes favoritos son tiranos magnánimos, como el emperador romano Tito
en La clemenza di Tito (La clemencia de Tito). Los libretos de Metastasio emplean el
reparto convencional de dos parejas de amantes, rodeados de otros personajes. La ac-
ción proporciona oportunidades para introducir escenas variadas, episodios pastora-
les o marciales, ceremonias solemnes y otros parecidos. La resolución del drama, que
rara vez tiene un final trágico, gira a menudo alrededor de un acto de heroísmo o de
una renuncia sublime por parte de uno de los protagonistas.
Los tres actos de una ópera seria consisten casi sin excepción en la alternancia de
recitativos y arias. Los recitativos desarrollan la acción mediante diálogos y monólo-
gos, compuestos como recitativo simple o, en los momentos más dramáticos, como
recitativo acompañado. Cada aria es un soliloquio dramático en el que el protagonis-
ta expresa sentimientos o reacciona a la escena precedente. Hay duetos ocasionales,
unos pocos números para conjuntos más grandes y escasos coros simples. Con ex-
cepción de la obertura, la orquesta no tiene otra función que acompañar a los can-
tantes, si bien en el transcurso del siglo el papel de la orquesta se hizo cada vez más
importante.
El aria
El interés musical de la ópera italiana se concentra en las arias, creadas por los com-
positores del siglo XVIII con profusión y variedad asombrosas.
La forma predilecta durante la primera mitad del siglo siguió siendo el aria da
capo (véase capítulo 17), un esquema básico que permitía una enorme variación en
los detalles. Los textos de arias de Metastasio, en dos estrofas, fueron el formato ha-
bitual del aria da capo desde 1720 a la década de 1740.
En algunas arias, los compositores recortaban la repetición de la primera sección
omitiendo el ritornello inicial, alteraban la indicación «da capo» (desde el principio)
por «dal segno» (desde el signo, que indicaba que sólo se repetía parte de la primera
sección), o escribían una repetición condensado. Algunas arias carecían de segunda
sección contrastante y en su lugar seguían un formato parecido al de la primera sec-
ción de un aria da capo, con dos entradas de la voz enmarcadas por ritornellos.
Las arias escritas en las primeras décadas del siglo solían proyectar un único afec-
to o estado de ánimo mediante el desarrollo de un único motivo, o bien presentaban
afectos en contraste en las secciones A y B. Pero a partir de las décadas de 1720 y
1730, los compositores empezaron a expresar una sucesión de estados anímicos, uti-
lizando una variedad de material musical que iba de lo desenfadado a lo trágico. A
menudo dos tonalidades contrastaban entre sí en la primera entrada de la voz (Al);
594 El siglo XVIll
..
r r r
- r r
mi che
...
'--
l'a do - ro, Che non di - spe-rl!ln - cor.
de tal elaboración es una versión de la famosa aria de Cleofide, cantada por el castra-
to Porporino (Antonio Uberti) y escrita por el rey Federico el Grande de Prusia, un
entusiasta amateur musical. Esta versión, que mostrarnos en el pentagrama superior
del ejemplo 20.5 por encima de la melodía de Hasse, fulgura con sus trinos, mor-
dentes, giros rápidos, apoggiaturas, escalas, tresillos y arpegios, en ocasiones aleján-
dose considerablemente del contorno original aunque conservando su fraseo. Nos
recuerda que el centro de atención de una ópera seria no era el compositor, el drama,
el argumento o la escenografía, sino el cantante, cuyos despliegues de acrobacia vocal
deleitaban con seguridad a los oyentes.
Mientras que la ópera seria mantuvo su carácter por encima de las fronteras naciona-
les, desde Italia hasta Inglaterra, la ópera cómica adoptó diferentes formas en los dis-
tintos países. Solía representar a personas de las clases media y baja en situaciones fa-
miliares y requería recursos interpretativos relativamente modestos. Los libretos de
ópera cómica estaban siempre escritos en la lengua nacional y la música tendía a acen-
tuar las expresiones idiomáticas de la música del país. Tras sus humildes comienzos, la
ópera cómica creció sin cesar en importancia después de 1750 y antes del final del si-
glo muchos de sus rasgos característicos habían sido asimilados por la corriente domi-
nante de composición operística. El significado histórico de la ópera cómica era do-
ble: reflejaba la extendida demanda de un canto simple, claro y «natural» en la
segunda mitad del siglo XVIII y alentaba el crecimiento de tradiciones nacionales dife-
renciadas de ópera, lo cual adquirió enorme importancia en el periodo romántico.
Francia
En París, la oposición crítica contra la rancia ópera francesa patrocinada por el Esta-
do, que había fermentado durante mucho tiempo, entró en erupción en 1752-1754
en una guerra panfletaria conocida como la Querelle des boujfons (Querella de los bu-
fones). La disputa se desató por la presencia en París de una compañía de ópera có-
mica italiana que durante dos temporadas disfrutó de un éxito sensacional con sus
presentaciones de ópera buffa e intermezzi, incluida La serva padrona. Numerosos
intelectuales franceses tomaron partido en la querella, los partidarios de la ópera ita-
liana en una facción y los amigos de la ópera francesa en la otra.
Una de las voces más vehementes en defensa de los méritos de la ópera italiana
fue la de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), quien elogió el énfasis puesto por los
compositores italianos en la melodía y su capacidad para expresar cualquier emoción
a través de la misma. Rousseau escribió una pequeña ópera llena de encanto, Le de-
vin du village (El adivino del pueblo, 1752), con airs y recitativos inspirados en
21. La ópera J. la música vocal en el periodo clásico temprano 597
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
En nuestro primer contacto con la melodía italiana, encontramos en ella solamente graci-
lidad, y uno la cree únicamente adecuada para expresar sentimientos agradables, pero
con el mds mínimo estudio de su cardcter trdgi.co y patético, uno se sorprende enseguida
de la fuerza que el arte del compositor le ha conferido en sus grandes piezas musicales. Es
por medio de estas modulaciones científicas, de esta armonía simple y pura, de estos
acompañamientos animados y brillantes, como sus divinas interpretaciones remueven o
cautivan el alma, transportan al espectador y sacan de él, en su transporte, los gritos con
los cuales nunca fueron homenajeadas nuestras pldcídas óperas.
¿Cómo tiene éxito el músico al producir estos grandes efectos? ¿Por el contraste de los
movimientos, la multiplicación de las armonías, las notas, las voces? ¿Es amontonando
diseño sobre diseño, instrumento sobre instrumento? Cualquier mezcolanza de este tipo,
que es sólo un mal sustituto cuando se carece de genio, sofocaría la música en lugar de
avivarla y destruiría el interés al seccionar la atención. Cualquier que sea la armonía
que varias voces, cada una de ellas peifectamente melodiosas, puedan ser capaces de pro-
ducir conjuntamente, el efecto de estas bellas melodías desaparece tan pronto como se es-
cuchan simultdneamente y sólo se oye una sucesión de acordes, que carece siempre de vida
si no es animada por la melodía; de manera que, cuanto mds melodías inapropiadas se
amontonan, menos agradable y melodiosa es la música, porque es imposible para el oído
seguir varias melodías a la vez y cuando uno borra la impresión de una, la suma total es
únicamente ruido y confusión. Para que una pieza musical se vuelva interesante, para
que transmita al alma los sentimientos que uno tiene intención de que suscite, todas las
voces deben coincidir a la hora de reforzar la impresión del sujeto: la armonía debe servir
solamente para hacerlo mds enérgico; el acompañamiento debe embellecerlo sin cubrirlo
ni desfigurarlo; el bajo, mediante una progresión simple y uniforme, debe de algún modo
guiar al cantante y al oyente sin que ninguno de ellos lo perciba; en una palabra, todo el
conjunto debe transmitir de una vez sólo una melodía al oído y sólo una idea a la mente.
EJEMPLO 21.4 J'ai perdu tout mon bonheur, de Le devin du village, de Rousseau
•+11 Colette
tJ 1 1
J'ai per - du tout mon bon - heur, j'ai per - du mon ser - vi - teur. Co -
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Inglaterra
Alemania y Austria
Desde el siglo XVII se habían compuesto y representado óperas serias en alemán; unos
pocos compositores continuaron escribiendo tales obras durante el siglo XVIII, median-
te la adopción por regla general del estilo y el formato de la ópera italiana, mezclada
con elementos franceses y autóctonos. Pero mucho más popular fue un género nuevo
conocido como Singspiel (en alemán, «obra cantada»), una ópera con diálogos habla-
dos, números musicales y usualmente un argumento cómico. Los primeros ejemplos
aparecieron en la década de 171 O en el Kartnertortheater de Viena. El éxito de las ópe-
ras-balada en Inglaterra animó a los poetas del norte de Alemania a traducir o adaptar
algunos textos al alemán; de 1750 en adelante, los compositores suministraron nueva
música para ellos con una vena melódica familiar y atractiva. El principal compositor
de Singspiel en las décadas de 1760 y 1770 fue Johann Adam Hiller (1728-1804), de
Leipzig. Numerosas melodías de Singspiel se publicaron en colecciones de canciones
alemanas y algunas consiguieron una popularidad tan duradera que acabaron por con-
vertirse en canciones folclóricas, transmitidas tanto oralmente como en imprenta.
En el norte de Alemania, el Singspiel terminó por fundirse con la ópera autócto-
na de principios del siglo XIX. En el sur, particularmente en Viena, los asuntos y tra-
tamientos absurdos se pusieron de moda, con música animada en una vena popular
influida por la ópera cómica italiana. El Singspiel fue un precursor importante del
teatro musical en lengua alemana de compositores tales como Mozart y Weber
(véanse capítulos 23 y 27).
La ópera y el publico
Cada una de estas tradiciones nacionales fue más apoyada por el público que por pu-
dientes mecenas. Como resultado, cada tradición desarrolló rasgos únicos basados en
lo que agradaba al público de cada región, alentó el nacimiento de estilos característi-
cos nacionales y esto se convertiría en una de las tendencias más fuertes del siglo XIX.
De hecho, la importancia creciente del público de clase media para la música fue la
fuerza económica principal detrás de los cambios de estilo musical y del surgimiento
de nuevos géneros en la segunda mitad del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX. Este
apoyo del público potenció también la preferencia de muchos intelectuales de la Ilus-
tración por una música que fuese simple, clara, directa y tuviese un amplío atractivo.
La reforma de la ópera
Aun cuando la ópera seria italiana siguiese dependiendo del mecenazgo aristocrático,
también sufrió cambios que reflejaban el pensamiento ilustrado. Desde mediados de
siglo, diversos compositores, libretistas y mecenas trabajaron para armonizar la ópera
~ La ópera y /,a música vocal en el periodo clásico temprano 601
con los nuevos ideales de música y drama. Buscaron hacer todo el clise.fío más «natu-
ral» -es decir, con una estructura más flexible, más expresiva, menos ornamentada
con coloraturas y más variada en los recursos musicales. No abandonaron el aria da
capo, aunque la modificaron e introdujeron también nuevas formas. Con el fin de
impulsar la acción hacia delante con rapidez y mayor realismo, hicieron alternar re-
citativos y arias de manera más flexible. Para incrementar la variedad e intensificar el
impacto dramático, hicieron un mayor uso del recitativo acompañado y de los con-
juntos. Aumentaron la importancia de la orquesta como medio de representación de
escenas, para evocar estados de ánimo o afiadir color y profundidad a los acompafia-
mientos. Reintrodujeron los coros, largo tiempo ausentes en la ópera italiana. En to-
dos estos aspectos, buscaron reafirmar la primacía del drama y de la música y subor-
dinar a los cantantes solistas a este propósito, invirtiendo el sentido de la supremacía
de los cantantes estrella largo tiempo reinante. Los argumentos para tales cambios se
formularon en Un ensayo sobre la ópera (1755), de Francesco Algarotti, influido por
la concepción más integrada de la ópera seria francesa y por la tradición de la trage-
dia griega clásica.
Dos de las figuras más importantes de esta reforma fueron Niccolo Jommelli
(1714-1774) y Tommaso Traetta (1727-1779). El hecho de que estos compositores
italianos trabajasen en cortes en las que predominaba el gusto francés -Jommelli en
Stuttgart (1753-1769) y Traetta en Parma (1758-1765)- les influyó sin duda en su
preferencia por un tipo de ópera cosmopolita. Jommelli compuso unas cien obras es-
cénicas y obtuvo una amplia popularidad. Sus óperas tardías aportaron modelos de
un drama más fluido y continuo dentro de la ópera seria y otorgaron a la orquesta
un papel mucho más importante, incluido un uso más colorido de las maderas y de
las trompas. Traetta se propuso combinar lo mejor de la tragédie en musique francesa
y de la ópera seria italiana en su Ippolito et Aricia (1759), sobre un libreto traducido
y adaptado a partir de Hippolyte et Aricie de Rameau. Además de tomar prestada
parte de la música de danza de Rameau y sus descriptivos interludios orquestales,
Traetta incluyó diversos coros, usuales en la tradición francesa, aunque raros en la
ópera italiana. Para los papeles solistas, utilizó los géneros italianos del recitativo y
del aria, aunque hizo uso de distintas formas ajenas al aria da capo convencional.
Así, Traetta reconcilió a su manera los dos tipos principales de drama musical, el
francés y el italiano.
Christoph Willibald Gluck (1714-1787) llevó a cabo una exitosa síntesis de los es-
tilos operísticos francés, italiano y alemán. Nacido de padres de Bohemia, en la Ba-
viera actual, Gluck estudió con Giovanni Battista Sammartini en Italia (véase capí-
tulo 21), visitó Londres, realizó una gira por Alemania como director de una
compafiía de ópera, se convirtió en compositor de corte del emperador Carlos VI
602 El siglo XVIII
Mientras la ópera ejercía su dominio sobre la amplia arena pública, las canciones a
solo, las cantatas y otros tipos de música de cámara vocal profana entretenían a círcu-
los más íntimos en toda Europa. En esta época, la música sacra imitaba los estilos
profanos en lugar de centrarse en la innovación, aunque era aún parte importante de
la vida musical.
La canción
mían en una sola hoja grande llamada broadside o se recopilaban en colecciones im-
presas. Por lo general, sólo se imprimía el texto, usualmente un poema nuevo sobre
hechos recientes o un tema sentimental, para ser cantado con una tonada conocida.
Tales canciones se produjeron en Gran Bretaña desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, y
géneros paralelos se difundieron en el continente europeo y en Norteamérica. Los
compositores ingleses compusieron también canciones nuevas en estilo popular y en
una manera más elegante cultivada en los conciertos ofrecidos en los jardines públi-
cos londinenses. En la segunda mitad del siglo XVIII, se pusieron de moda las cancio-
nes folclóricas escocesas e irlandesas; los editores publicaron cientos de ellas en nue-
vas composiciones, así como nuevas canciones escritas en un estilo similar.
La canción alemana o Lied adquirió una importancia especial. La canción ocupa-
ba una posición central en la vida musical y en la estética de Alemania. Se editaron
más de 750 colecciones de Lieder con acompañamiento de teclado durante la segun-
da mitad del siglo. Los escritores alemanes de textos musicales pensaban que toda la
música, así como los instrumentos musicales, tenían que emular la voz cantante e in-
sistían en que la canción fuese simple y expresiva. Los poemas líricos eran estróficos;
los compositores que les ponían música se esforzaban por crear una única melodía
que se adecuase bien a cada estrofa, por lo general con una nota por sílaba. Eran
consideradas las mejores canciones aquellas en las que la melodía era fácil de cantar,
incluso por los no formados musicalmente, mientras que el acompañamiento no po-
seía ninguna o muy poca figuración y estaba completamente subordinado a la línea
vocal. Este estilo modesto, a menudo (aunque no siempre correctamente) compara-
do a la canción folclórica, iba dirigido a agradar a aquellos que lo interpretaban y es-
cuchaban, no a impresionar o a asombrar como lo hacía la exhibición vocal operísti-
ca. Los compositores del norte de Alemania fueron particularmente relevantes en la
composición de canciones, incluidos Telemann en Hamburgo y C. P. E. Bach y Carl
Heinrich Graun (ca. 1704-1759) en Berlín. El estilo sencillo de sus Lieder contrasta
fuertemente con su música más elaborada en otros géneros, lo que probablemente
refleja el gusto de la mayoría de los consumidores de música alemanes.
Hacia el final del siglo, Johann Friedrich Reichardt (1752-1814) y otros compo-
sitores ampliaron las posibilidades estilísticas del Lied; en un principio, hicieron más
flexible su estructura y dieron una mayor independencia al acompañamiento. La
más famosa de las 1.500 canciones de Reichardt, Erlkonig (El rey de los elfos, 1794),
utiliza el mismo texto de Goethe empleado por Schubert veinte años más tarde.
Como se muestra en el ejemplo 21.5, la línea vocal (idéntica a las notas superiores
de la parte del piano) se ajusta perfectamente a los ritmos, los acentos y el fraseo de
la poesía, si bien posee la simplicidad y la dignidad que ambos, Reichardt y Goethe,
admiraban en la canción folclórica. La música parece folclórica, pero ha sido creada
artísticamente. El ritmo capta la imagen de un caballo al galope; los frecuentes cam-
bios de dinámica dan realce al drama. Aunque cada estrofa del poema hace uso de la
misma melodía y armonía, la composición varía de algún modo para transmitir la
historia. La segunda estrofa comienza con una mayor intensidad dinámica y rítmica,
21. La Óf!.era y la música vocal en el periodo clásico temprano 605
cuando el padre expresa preocupación por su hijo (compás 16). En la tercera estrofa
(ejemplo 21.5b), el perverso rey de los elfos habla emitiendo un solo tono suave, in-
quietante y fantasmagórico mientras la melodía se escucha en el piano.
Todos estos géneros se distinguen por su ausencia de afectación, el acompaña-
miento sobrio, poca o quizá ninguna pintura de palabras, así como por sus melodías
mf
reí - tet so spat durch Nacht und Wind? Es ist der Va - ter mit sei - nem
hl!lt ihn warm. "Mein Sohn, was birgst du s11 bang dein Ge - sicht?
¿Quién cabalga tan tarde a través de la noche y el viento? Es un padre con su hijo. Tiene al mu-
chacho apretado en los brazos, lo sujeta seguro, lo mantiene caliente. «Hijo mío, ¿por qué ocultas
temeroso el rostro?».
b. Tercera estrofa
P.P
Du lie - bes Kind, komm, geh mit mir; gar schll - ne Spie - le spiel'ich mit dir.
simples, claras y adecuadas a los acentos, el fraseo y el estado anímico del texto. Aun-
que las canciones de la segunda mitad del siglo XVIII son poco conocidas hoy, éstas
encarnan los valores más estimados por la Ilustración. La canción se convirtió en un
género de importancia fundamental en el siglo XIX y el espíritu de la canción inundó
la música desde la segunda mitad del siglo XVIII en adelante.
La música sacra
A mediados del siglo XVIII, la música sacra ya no era el centro de la cultura musical.
Otrora fuerza motriz para el desarrollo de estilos nuevos, en particular antes de 1600,
la música sacra se apreciaba ahora más por su tradicionalismo que por sus innovacio-
nes, o era usual que adoptase sencillamente los estilos entonces prevalecientes de la
música profana. Como resultado, la música sacra de esta época ha atraído una aten-
ción mucho menor de intérpretes y estudiosos que la ópera o la música instrumental.
Los compositores de música sacra de las áreas católicas se ajustaron al estilo profa-
no dominante, especialmente el del teatro. Unos pocos compositores continuaron la
tradición del stile antico de Palestrina o el gran estilo policoral de Benevoli. Pero, en
la mayoría de los casos, la música sacra adoptó las expresiones idiomáticas musicales
y los géneros de la ópera, con acompañamiento orquestal, arias da capo y recitativos
acompañados. Una lista de los compositores italianos de música sacra más destaca-
dos del siglo XVIII sería casi idéntica a la lista de los compositores de ópera más rele-
vantes del periodo. Aún más que las misas y los motetes, los oratorios italianos se
volvieron casi indistinguibles de las óperas. Al mismo tiempo, algunos compositores,
en particular en el norte de Italia, en Austria y en el sur de Alemania, aceptaron un
compromiso entre elementos conservadores y modernos, influidos también por las
formas sinfónicas instrumentales del periodo clásico.
En las áreas luteranas, el énfasis ilustrado en la razón, combinado con el énfasis
pietista en el culto individual y el nuevo gusto por la simplicidad elegante, condujo a
cambios drásticos en la música sacra. La cantata y las composiciones elaboradas y ba-
sadas en los corales se consideraban ahora pasadas de moda y la música de los oficios
acabó por incluir sobre todo himnos congregacionales compuestos o adaptados al
nuevo estilo galante. El género no litúrgico del oratorio se convirtió en el medio de
expresión principal de los compositores del norte de Alemania. El más conocido fue
el oratorio de la Pasión Der Tod ]esu (La muerte de Jesús, 1755) de Carl Heinrich
Graun, popular en Alemania hasta finales del siglo XIX.
En Inglaterra, la enorme influencia de Handel y el interés inglés por la música
más antigua mantuvieron vivo en la música sacra el estilo barroco. Los compositores
se concentraron en los géneros tradicionales de la música anglicana, el servicio y el
anthem, así como en los himnos para oraciones privadas o en la iglesia. William
Boyce (1710-1779), más famoso por su música teatral, estuvo activo como composi-
tor oficial de la Capilla Real. Maurice Greene (1696-1755), John Stanley (1712-
21. La ópera '!' la m úsica vocal en el p_eriodo clásico temprano 607
1786) y Charles Avison (1709-1770), conocidos por su música orquestal y para ór-
gano, compusieron anthems de excelente calidad. Stanley y Avison contribuyeron
también a incrementar el repertorio del oratorio y de la cantata.
Los músicos de iglesia de los asentamientos europeos del Nuevo Mundo se inspi-
raron en sus estilos nacionales respectivos. Los villancicos y otras músicas corales si-
guieron cantándose en todas las colonias hispanas, mientras que las iglesias cana-
dienses francesas emulaban la música católica de Francia. En la América del Norte
británica, diversos grupos de inmigrantes llevaron consigo (o importaron más tarde)
elementos de su música religiosa. Por ejemplo, las iglesias anglicanas de las grandes
ciudades interpretaban una música que difería poco de la de sus parientes ingleses,
empleando órganos y coros de hombres y niños. Dos grupos sobresalieron especial-
mente por su música: los puritanos de Nueva Inglaterra y los moravos de Pensilvania
y Carolina del Norte.
Los puritanos establecidos en Nueva Inglaterra eran calvinistas y su uso de la mú-
sica en el culto se centraba en el canto del salmo métrico. El original Bay Psalm Book
(1640, véase capítulo 10), primer libro publicado en Norteamérica, no contenía mú-
sica, pero la novena edición de 1698 suministró trece melodías para cantar los sal-
mos. Se enseñaba y estimulaba a las congregaciones para que leyesen partituras y no
dependiesen únicamente de la memorización. En el siglo XVIII, las escuelas de canto,
en las que a menudo enseñaban maestros de canto itinerantes, formaron un núcleo
de aficionados al canto de composiciones sobre salmos y anthems a varias voces.
Disponer de tales cantantes supuso una invitación a los compositores para que escri-
biesen música nueva.
William Billings (1746-1800), el más prominente de estos compositores, dejó
un significativo corpus de música y escritos. Su New-England Psalm-Singer (1770)
contenía 108 composiciones de salmos e himnos y quince anthems y cánones para
coro. Su libro marcaba dos hitos -como primera colección de música publicada y
enteramente compuesta en Norteamérica y como primer libro de música publica-
do en Norteamérica y dedicado a un único compositor. Billings editó varias colec-
ciones más, incluida The Continental Harmony en 1794. La mayor parte de las
composiciones de Billings eran «plain tunes», es decir, harmonizaciones homofó-
nicas a cuatro voces de nuevas melodías inventadas por él, como Chester, una can-
ción patriótica del periodo de la Guerra Revolucionaria para la cual también escri-
bió el texto. Pero sus colecciones posteriores mostraron cierta preferencia por las
fuging tunes, como en Creation, de The Continental Harmony. Estas tonadas co-
menzaban normalmente con una sección silábica y homofónica y contenían des-
pués un pasaje en libre imitación, antes de concluir con las voces reunidas de nue-
vo en homofonía.
Billings declaró su independencia de las reglas normales del contrapunto y escri-
bió que había creado un conjunto de reglas más adecuadas a sus métodos y objeti-
vos; de hecho, sus composiciones exhiben numerosas octavas y quintas paralelas, así
como acordes abiertos sin terceras. El tosco carácter de su música se corresponde con
608 El siglo XVIII
ILUSTRACIÓN 21.1 Portada del New England Psalm Singer (1770), de William Billings. Alrededor de
los cantantes hay un canon para seis voces con un bajo obstinado que debían cantar «tres o cuatro voces pro-
fundas». Grabado de Paul Revere.
Los moravos, por otra parte, eran absolutamente versados en las tendencias euro-
peas. Se trataba de protestantes de habla alemana procedentes de Moravia, Bohemia
y el sur de Alemania y asentados en Nazareth y Bethleem, en Pensilvania, Salem en
Carolina del Norte y en las áreas circundantes. Ornamentaban sus servicios eclesiás-
ticos con arias y motetes concertados en los estilos al uso, ya fuesen importados de
Europa o compuestos en Norteamérica, y empleaban órganos, cuerdas y otros ins-
trumentos en las iglesias. Johannes Herbst (1735-1812), que llegó a Pensilvania en
1786 y ejerció como pastor en Lancaster, Lititz y Salem, escribió cientos de cancio-
nes sacras y anthems. Los moravos recopilaron también importantes bibliotecas mu-
sicales, tanto sacras como profanas, e interpretaron regularmente música de cámara e
21. La ópera y la música vocal en el pe1·iodo clásico temprano 609
incluso sinfonías de los más relevantes compositores europeos del momento. Herbst,
Johann Friedrich Peter (1746-1813), John Antes (1740-1811, el primer compositor
de música de cámara nacido en Norteamérica) y otros moravos escribieron obras vo-
cales sacras y piezas instrumentales profanas que demuestran su conocimiento y su
dominio de los estilos europeos desde Handel hasta Haydn.
El nuevo idioma musical de mediados y finales del siglo XVIII tuvo sus fuentes prin-
cipales en la música vocal, especialmente en la ópera cómica y en la canción en len-
gua vernácula. En estos géneros, el anhelo de alcanzar y de entretener a un público
diverso condujo a la simplificación de los medios y a un esfuerzo por una expresión
más efectiva y «naturalista». Desde los teatros italianos, los estilos nuevos se propaga-
ron a otras regiones a través de la red cosmopolita de músicos, compositores y direc-
tores y estimularon la producción de géneros nuevos de ópera y canción. Buscando
responder al gusto creciente por una música clara y universalmente atractiva, los
compositores desarrollaron un flujo sobrio y lógicamente organizado de ideas musi-
cales que podían captarse en una primera escucha.
Los nuevos estilos se inspiraron en la música vocal, aunque tuvieron un tremendo
impacto en la música instrumental, creando un nuevo concepto de la melodía y de
la forma. Pero la misma música vocal que mostró el camino hacia una sintaxis y una
retórica nuevas cayó víctima de la moda cambiante. Si bien La serva padrona mantu-
vo su vigencia durante varias décadas y The Beggar's Opera perduró incluso hasta el
siglo XIX, otras obras no corrieron la misma suerte. Mientras que las óperas de Gluck
nunca fueron del todo olvidadas y Orfeo ed Euridice es hoy parte integrante de los
repertorios, la mayor parte del resto de obras vocales de la época fue pronto suprimi-
da de los escenarios y hoy es poco conocida.
Debido al modo de contar la historia de la música, con especial énfasis en Bach y
en Handel como compositores por antonomasia de la música barroca, y en Haydn y
Mozart como maestros del estilo clásico, la música de mediados del siglo XVIII se ha
visto a menudo como meramente transitoria. Desde el punto de vista de los músicos
de la época, éstos se vieron envueltos en vehementes disputas acerca del gusto y el es-
tilo musicales, en un permanente intento por agradar a públicos cada vez más am-
plios. Si nos topamos con su música hoy en día, sería más sensato medirla con res-
pecto a sus propios objetivos y valores, en lugar de hacerlo con respecto a aquellos de
las generaciones anteriores o posteriores.
22. La música instrumental: la sonata, la sinfonía y
el concierto a mediados del siglo XVIII
l11sb·umentos y co1t.}1lT1tos
como una actividad social, se escribía, adquiría e interpretaba para el disfrute de los
propios intérpretes. Entre las clases media y alta en particular, los aficionados toca-
ban a menudo para la familia y los amigos.
En los hogares de los aristócratas y las familias pudientes se empleaban músicos
para tocar durante las comidas y las fiestas. Las orquestas amateurs, de las que en
ocasiones formaba parte algún profesional, tocaban en conciertos privados o públi-
cos y los grupos profesionales lo hacían también cada vez más. Todas las capas socia-
les disfrutaban de la música para bailar, desde las danzas escritas para orquesta en los
estratos más altos de la sociedad hasta las tonadas folclóricas transmitidas por tradi-
ción oral en el campesinado.
Aunque se tocaron y fabricaron claves y clavicordios hasta principios del siglo XIX,
ambos fueron cediendo poco a
poco su popularidad al pianofor-
te (en italiano, «suave-fuerte»), o
piano. Inventado por Bartolo-
meo Cristofori (1655-1732) en
Florencia en 1700, el piano utili-
za un mecanismo en el que las
cuerdas son golpeadas por maci-
llos que después se retiran, lo que
permite que cada cuerda resuene
por tanto tiempo como la teda
correspondiente se mantenga
pulsada; en esto difiere del clave,
en el que las cuerdas son pellizca-
das, y del clavicordio, donde son
golpeadas por tangentes que per-
manecen en contacto con las
cuerdas hasta que se libera la te-
da. El piano permitía al intérpre-
te cambiar el grado de dinámica
y la expresión mediante un solo
toque y producir crescendos, di-
minuendos, contrastes repenti-
nos y otros efectos. Al principio,
el nuevo instrumento encontró
una aceptación muy reticente
!LUSTRACIÓN 22.1 Piano fabricado en 1788 por ]ohann
Andreas Stein de Augsburg, cuyos instrumentos eran típicos de
pero, desde 1760 en adelante, la
la época. La caja recuerda a la del clave y las cuerdas estdn fi- cantidad de pianos producidos
jadas a un bastidor de madera, lo que produce un sonido mds por los fabricantes de Austria,
ligero que los bastidores de hierro de los pianos del siglo XIX y Alemania, Francia e Inglaterra
contempordneos. El rango es de cinco octavas, de Fa' a fa'". fue en aumento. Existían dos ti-
22. La mzísica instrumental: la sonata, la sinfonía y el concierto a mediados del siglo XVIII 613
pos principales. El gran piano tenía la forma de un clave, como el que se muestra en la
ilustración 22.1; relativamente caros, se utilizaron en interpretaciones en público y
en los hogares de los aristócratas. La mayor parte de instrumentos domésticos eran
pianos cuadrados, con la forma de un clavicordio, como el empleado en la ilustra-
ción 22.2. Los pianos del siglo XVIII se designan con frecuencia como fortepianos
para distinguirlos de los modelos de piano más grandes y sonoros desarrollados en el
siglo XIX.
La música para conjunto se escribía para numerosas combinaciones. Las más
usuales eran las obras para uno o más instrumentos melódicos, como el violín, la
viola, el violonchelo o la flauta, además de los instrumentos de teclado, el arpa o la
guitarra. Cuando alguno de los segundos tocaba el bajo continuo, éste hacía de
acompañamiento del instrumento melódico. Pero en la música de cámara de las dé-
cadas de 1770 y 1780, siempre que el instrumento de teclado tenía que ejecutar una
voz enteramente escrita, este instrumento tendía a tomar la iniciativa y era acompa-
ñado por los demás instrumentos. Las razones de esta preeminencia radican en el pa-
pel desempeñado por esta música en la práctica musical doméstica de las familias de
clase media y alta. Las hijas eran con frecuencia hábiles intérpretes de teclado, puesto
ILUSTRACIÓN 22.2 Las familias Cowper y Gore, pintura de Johann Zojfany (1775) en la que aparece
un piano cuadrado y un violonchelo. Esta clase de piano fue el principal instrumento musical desde 1760
hasta mediados del siglo XIX.
614 El siglo XVIII
que la música era una de las destrezas que se suponía debían cultivar, mientras que
los hijos -por lo general violinistas y violonchelistas- dedicaban menos tiempo a
la práctica. Por ello, un entretenimiento vespertino exigía obras que realzasen lama-
yor pericia de las mujeres, aunque permitiese la participación de todos.
También era usual la música de cámara para dos a cinco instrumentos únicamen-
te de cuerda, especialmente el cuarteto de cuerda para dos violines, viola y violon-
chelo. En estas obras, el primer violín exponía con frecuencia la mayor parte del ma-
terial melódico, mientras que el violonchelo suministra el bajo y las voces
intermedias rellenaban la textura. No obstante, sabiendo que a los intérpretes les
gustaba escucharse a sí mismos en extensos solos de varios compases, los composito-
res escribieron también cuartetos concertantes, en los que todas las voces tenían la
misma importancia, así como cuartetos en los que los intérpretes intercambiaban
breves motivos como en una conversación musical.
Aunque hoy día se tocan en concierto, como ocurría entonces en ocasiones, los
cuartetos de cuerda y otras obras de cámara fueron pensadas primeramente para el dis-
frute de los intérpretes y de sus acompañantes. La ilustración 22.3 muestra una mesa
diseñada para cuarteto de cuerda, con un atril para cada intérprete. La disposición de
unos enfrente de otros alrededor de una
mesa pequeña deja claro que la interpreta-
ción de cuartetos era una actividad tan so-
cial en la segunda mitad del siglo XVIII
como lo fue jugar a las cartas en el XX.
El clarinete, instrumento de viento de
lengüeta única, se inventó en torno a 1710;
en la década de 1780 ocupó un lugar al
lado del oboe, el fagot y la flauta como ins-
trumento habitual de viento-madera. En
ese momento, los cuatro solían ser instru-
mentos de madera y disponían de una o
más llaves para la digitación. Los grupos de
intérpretes de viento habían tenido una
presencia regular en cortes e instituciones
militares desde la época de Luis XIV. Los
conjuntos franceses comprendían a menu-
do solamente oboes, oboes tenor y fagotes,
pero a mediados del siglo XVIII la combina-
ILUSTRACIÓN 22.3 Mesa para interpretar ción de dos oboes y dos clarinetes con dos
cuartetos de cuerda, de hacia 1790. Al retirar el trompas y dos fagotes empezó a ser usual.
tablero y levantar los atriles (como aparece aquí),
los cuatro músicos pueden verse~ por lo tanto, es-
Para entonces no existían aún conjuntos de
tdn en la mejor posición para escucharse mutua- viento formados por aficionados, y los ama-
mente y mantener la «conversación» que se consi- teurs tendían a no tocar instrumentos de
deraba característica de los cuartetos de cuerda. viento distintos de la flauta.
22. La música instrumental: la sonata, la sinfonía y el concierto a mediados del sigf,o XVIII 615
La orquesta de concierto del siglo XVIII era mucho más pequeña que la de hoy. La
orquesta de Haydn de 1760 a 1785 rara vez tenía más de veinticinco ejecutantes y
constaba de una flauta, dos oboes, dos fagotes, dos trompas, de doce a dieciséis cuer-
das (violines I y II, violas y violonchelos doblados por el bajo de viola) y un clave,
con trompetas y timbales agregados ocasionalmente. Las orquestas vienesas de la dé-
cada de 1790 constaban generalmente de menos de veinticinco intérpretes, inclu-
yendo a menudo dos clarinetes. En el último cuarto del siglo XVIII se abandonó gra-
dualmente el bajo continuo en la música para orquesta y para otros conjuntos
porque todas las voces esenciales estaban presentes en los instrumentos melódicos.
La responsabilidad de dirigir el grupo, anteriormente una tarea del ejecutante del
clave, recayó sobre el primero de los violines.
La orquestación típica de mediados del siglo XVIII confería todo el material musi-
cal esencial a las cuerdas y utilizaba los instrumentos de viento y las trompas única-
mente para doblar, reforzar y rellenar los acordes. Algunas veces, durante la ejecu-
ción de una obra, podían añadirse a la orquesta maderas y metales, aun cuando el
compositor no hubiese consignado partes específicas para ellos. Con posterioridad
en el siglo, se encomendó a los instrumentos de viento un material más importante e
independiente.
Géneros y formas
siglo XVII. Sin embargo, lo nuevo y ciertamente distinto de sus homólogos barro-
cos era ahora el contenido de cada género, incluidas las formas utilizadas en cada
movimiento. Todas asimilaron el nuevo estilo galante con énfasis en la melodía ex-
presiva en frases breves y dispuestas en periodos sobre un acompañamiento ligero.
Otra diferencia con respecto a la época barroca consistía en la preferencia abru-
madora por las piezas en el modo mayor. Más de una cuarta parte de los conciertos
de Vivaldi están en modo menor, como lo están la mitad de los de Bach, pero menos
de una décima parte de los de Johann Christian Bach, Haydn, Mozart u otros com-
positores activos en la segunda mitad del siglo están en menor. El modo mayor era
considerado más agradable y natural, siendo asociado a emociones más gratificantes.
La antigua idea de purgar los sentimientos negativos experimentando los mismos a
través de la música perdía fuerza. Por otra parte, la concentración en los modos ma-
yores de las tonalidades primarias permitía a los compositores utilizar las tonalidades
menores cercanas como contraste. El movimiento desde una estabilidad feliz -re-
presentada por un tema en modo mayor y en una tonalidad estable y por un fraseo
predecible- a través de pruebas y peligros -representados por tonalidades meno-
res, una modulación frecuente y un fraseo inestable- hasta el regreso al hogar en la
tonalidad y con el tema iniciales se convirtió en un paradigma de la forma de la épo-
ca clásica.
La forma sonata
Para Koch, la frase típica ha de tener cuatro compases de longitud, aunque las
frases aquí mencionadas se prolongan con frecuencia mediante la repetición o la va-
riación del material, la inserción de nuevo material o la extensión de la frase a través
de cadencias postergadas o rotas. Koch observa que, en las sinfonías, las distintas
unidades melódicas tienen un carácter contundente y enérgico y tienden a extender-
se y a fluir, con pocos silencios y cadencias perceptibles. En las sonatas y obras de cá-
mara, por otra parte, las unidades melódicas están a menudo más separadas por ne-
tos finales de las frases.
Lo que Koch describe es un plan global o una serie de principios de organiza-
ción de un movimiento, no un molde rígido. Su descripción es conforme a la gran
Los tres tipos podían usarse como la forma de un movimiento completo, como un minue-
to; podían emparejarse con otra forma binaria, como en un minueto y un trio, o podían
servir como forma del tema de un rondó o un ciclo de variaciones (véase p. 621).
Además, la forma binaria se desarrolló hasta convertirse en la que entonces se denominaba
forma de primer movimiento, rebautizada como forma sonata en el siglo XIX. Como se mues-
traen la ilustración 22.5, los autores del siglo XVIII reconocieron que la forma sonata era una
expansión de la forma binaria, aunque los músicos del siglo XIX prefirieron considerarla una
forma rriparúta.
COMPARACIÓN
Por otra parte, puede darse una introducción lenta antes de la exposición, o una
coda tras la reexposición, que reutiliza uno o más temas y confirma la tonalidad de
tónica.
Ambos modelos son adecuados para describir las obras maduras de Haydn y Mo-
zart. Pero la concepción de Koch, que pone el énfasis en la estructura de la frase y en
un plan armónico específico, funciona mejor para la música anterior a 1780, mien-
tras que el punto de vista posterior, más concentrado en el contenido temático y en
el contraste de tonalidades, es más apropiado para la música posterior a 1800. El
cambio se produjo en parte porque los movimientos crecieron en extensión y los te-
mas se convirtieron en los postes indicadores más evidentes para el oyente. Además,
hacia 1780 los compositores empezaron a distanciarse de la concepción original en
dos secciones repetidas a favor de una pensada de modo más dramático, en la cual
una repetición literal del desarrollo y de la reexposición hubiera supuesto un antidí-
max; en ese momento, un plan ternario (ABA') parecía describir mejor la presenta-
ción, el desarrollo y la reexposición de los temas.
Por supuesto, lo más interesante de todo movimiento individual es observar
cómo el compositor utiliza los principios articulados por Koch o por los teóricos
posteriores para crear una pieza musical única. Aun siguiendo estos principios, los
compositores de movimientos en forma sonata consiguieron una notable variedad de
formas y contenidos.
22. La música instrumental: la sonata, la sín(onia JI el concierto a mediados del siglo XVIlI 62]_
Otras formas
Algunas de las formas usadas en las sonatas, las obras de cámara y las sinfonías de la
época clásica fueron también elaboraciones diversas a partir de la forma binaria:
• Muchos movimientos lentos usaban una variante de la forma sonata que omite
el primer periodo de la segunda sección y no tiene repeticiones, aunque sigue el
modelo de Koch; ésta ha sido llamada forma sonata de movimiento lento o for-
ma sonata sin desarrollo.
• Forma de variación, usada en algunos movimientos lentos, presenta una forma
binaria de dimensiones reducidas (o a veces un único periodo), con un tema
seguido de diversas variantes ornamentadas.
• Forma de minueto y trio, presentes a menudo en cuartetos y sinfonías, reúne
dos minuetos en forma binaria, repitiendo el primero después de tocar el se-
gundo (el trio) para dar lugar a un esquema ABA.
• Forma de rondó, usual en los movimientos finales, presenta una forma binaria
pequeña o un único periodo como tema y después lo hace alternar con otros
periodos llamados episodios, por lo general en otras tonalidades, con un esque-
ma ABACA o ABACADA.
Estimulados por la creciente demanda por parte de aficionados a la música que po-
dían interpretarla en los hogares y reuniones privadas, los compositores de mediados
y finales del siglo XVIII produjeron un gran número de obras para teclado, incluidas
sonatas, rondós, variaciones y minuetos. Las sonatas se consideraban comúnmente el
mayor desafío para intérpretes y oyentes -y el más gratificante- y en consecuencia
los compositores, en particular italianos y alemanes, experimentaban con la forma, el
estilo y la expresión en este tipo de obras. De los muchos compositores activos en las
décadas de mediados del siglo, dos son especialmente relevantes: Domenico Scarlatti
YC. P. E. Bach. En su música, podemos encontrar muchos elementos del nuevo idio-
ma musical.
622 El siglo XVIII
Domenico Scarlatti
Scarlatti publicó en 1738 una colección de treinta sonatas para clave con el tí-
tulo de Essercizi (Ejercicios), aunque la mayor parte de sus 555 sonatas se han con-
servado en copias manuscritas de la época. Cada sonata se identifica por su núme-
ro según el índice estándar de Ralph Kirkpatrick. En sus sonatas, Scarlatti utilizó
por lo general la forma binaria equilibrada, en la que ponía de relieve y dramatiza-
ba el regreso a la tónica en la segunda sección a través de una reexposición de la se-
gunda parte de la primera sección, transpuesta a la tónica.
El estilo de las sonatas de Scarlatti no puede denominarse galante porque no
pone el énfasis en melodías consistentes en breves frases, sobre un acompañamiento
sobrio, aunque emplea secciones que recuerdan al estilo galante. El esquema armóni-
co tiene una importancia primordial; el material musical está diseñado principal-
mente para agilizar la textura y exhibe a menudo la misma propulsión que prolonga
los motivos de un concierto de Vivaldi. Lo nuevo, en comparación con una pieza
para teclado de Handel o de J. S. Bach, es la fina diversidad en la figuración. El
ejemplo 22.l, tomado de la primera sección de la Sonata en Re mayor, K. 119, de
Scarlatti, compuesta probablemente en la década de 1740, muestra parte de esta va-
riedad. Después de que el inicio en acordes arpegiados establece la tónica (ejemplo
22.la), ésta es confirmada por una idea en escalas (ejemplo 22.lb) y por una caden-
cia (ejemplo 22.lc); cada uno de los motivos se repite inmediatamente. Una frase
nueva (ejemplo 22.ld) imita el ritmo y el efecto de las castañuelas. Tras una modula-
ción, aparece un tema en la dominante menor (ejemplo 22.le); ésta es la primera idea
de la sonata que se aproxima a la textura galante de melodía con acompañamiento y
es además la que recibe el desarrollo más amplio. Scarlatti nos conduce entonces a un
pasaje sorprendente que alcanza su clímax mediante trinos y disonancias cada vez más
fuertes, mediante acordes de cinco e incluso seis notas (ejemplo 22. lf). El efecto re-
cuerda a la música para guitarra española, con su casi constante resonancia de la nota
Úl ', en tanto que cuerda abierta y rasgueada frente a las cuerdas pulsadas. Esta evoca-
ción de la música española aparece en buen número de sonatas de Scarlatti.
Carl Philipp Emanuel Bach fue uno de los compositores más influyente~ de su gene-
ración. Formado musicalmente por su padre, J. S. Bach, estuvo al servicio de la corte
de Federico el Grande en Berlín, de 1740 a 1768, pasando después a ser director de
música de las cinco iglesias principales de Hamburgo. Compuso oratorios, cancio-
nes, sinfonías, conciertos y música de cámara, aunque sus obras más numerosas e
importantes son para teclado. Su Ensayo sobre el verdadero arte de tocar los instrumen-
tos de teclado (1753-1762) es una fuente de información trascendental sobre el pen-
samiento y la práctica musicales del periodo.
El instrumento de teclado favorito de Bach era el clavicordio, que elogió por sus
sombreados delicados y dinámicos, si bien sus obras tardías para teclado parecen ha-
624 El siglo XVIII
b.
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22. La música instrumental: la sonata, la sinfonj'f ,Y el concierto a mediados del siglo XVIII 625
f.
berse escrito con el piano en mente. Publicó ocho grupos de seis sonatas para teclado
(1742-1779) y cinco grupos de sonatas mezcladas con rondós y fantasías (1780-
1787). Sus dos primeros grupos, llamados sonatas prusianas (1742) y sonatas de
Württemberg (1744), aportan un modo nuevo de escritura para teclado y ejercieron
una fuerte influencia en los compositores posteriores. Estos grupos establecieron el
esquema en tres movimientos de la sonata -con los movimientos primero y último
en tempo rápido y el movimiento lento intermedio en una tonalidad cercana- y
demostraron las posibilidades de una música para teclado expresiva pero ajena a la
tradición barroca de la suite. Ya hemos examinado un movimiento de la segunda co-
lección (véanse capítulo 20 y ejemplo 20.1) que exhibía los rasgos típicos del estilo
galante: el énfasis en la melodía, un fraseo claro, cadencias frecuentes y un acompa-
ñamiento ligero. Muchas de sus obras, en particular sus movimientos lentos, ejem-
plifican el estilo empfindsam, agregando elementos que confieren a la música una
mayor individualidad e intensidad emocional.
Los rasgos característicos del estilo empfindsam son evidentes en el segundo movi-
miento de la cuarta de sus Sechs Clavier-Sonaten far Kenner und Liebhaber (Seis so-
natas para entendidos y amantes de la música), compuestas en 1765 y publicadas en
1779. Como en el estilo galante, la textura básica comprende una melodía expresiva
en frases breves, dispuestas en periodos y sobre un acompañamiento ligero. La forma
es la de sonata de movimiento lento, que carece de desarrollo, aunque es conforme
en lo demás a la descripción de Koch. No obstante, como se muestra en el ejemplo
22.1, la multiplicidad de esquemas rítmicos en permanente y nervioso cambio -los
giros, los puntillos invertidos, las breves figuras con puntillo, los tresillos, las figuras
floridas y asimétricas de cinco y trece notas- confieren a la música una cualidad in-
quieta y acalorada. En la frase inicial (compases 1-3), las líneas descendentes sugie-
ren suspiros, mientras que las apoggiaturas y notas auxiliares inferiores y cromáticas
626 El siglo XVIJJ
potencian el ánimo melancólico. Más tarde, Bach explota los elementos de sorpresa,
cuando los giros inusuales de la melodía, los silencios sobre la parte acentuada del
compás, los repentinos cambios de nivel dinámico, los inesperados cambios armóni-
cos y una secuencia ascendente generan suspense y emoción. Bach introdujo tam-
bién en sus obras instrumentales secciones de diálogo musical y pasajes de recitativo,
aplicando los medios expresivos de la ópera para crear una música emocionalmente
vibrante.
La música para orquesta creció en importancia durante el siglo XVIII, cuando los
conciertos públicos y privados se hicieron populares y era más probable que incluye-
sen música instrumental.
22. La música instr111nental: la sonata, la sinfonía y el concierto a mediados del sif(ÚJ XVIII 62!.
Sinfonía
El género orquestal más relevante de mediados a finales del siglo XVIII fue la
sinfonía, una obra en tres o cuatro movimientos, en un principio en estilo homofó-
nico y sin la división entre orquesta y solistas que la distinguía del concierto. Se ori-
ginó en Italia en torno a 1730 y se propagó por Europa. Durante todo el siglo, una
sinfonía aparecía a menudo como primera pieza de un concierto público, seguida de
obras en otros géneros. Hacia el final del siglo XVJII, la sinfonía era considerada el ce-
nit de la música instrumental.
Como muchos géneros musicales, la sinfonía tenía más de un progenitor. El más
evidente ancestro es la sinfonía italiana, u obertura de ópera, de la cual la sinfonía
toma su nombre. Hacia 1700, muchas oberturas de ópera utilizaban una estructura
en tres movimientos con el orden rápido-lento-rápido: un allegro, un andante breve
y lírico y un fina/e con ritmo de danza, como un minueto o una giga. Por regla ge-
neral, estas oberturas no tenían conexión musical alguna con la ópera que introdu-
cían, y podían interpretarse como piezas independientes en conciertos. Pero otras
fuentes son igualmente importantes para la sinfonía. Los conciertos para orquesta de
Torelli y otros compositores (véase capítulo 17) acostumbraban a seguir el formato
rápido-lento-rápido y se interpretaban en las mismas ocasiones que las sinfonías de
concierto. Las sonatas de iglesia del norte de Italia tenían a menudo la misma estruc-
tura rápido-lento-rápido y el mismo estilo homofónico; por supuesto, durante todo
el siglo XVJII se interpretaron sinfonías en los oficios de las iglesias católicas, cada
movimiento en un momento diferente de la misa. Por último, la suite orquestal es
una fuente de las formas binarias usuales en la sinfonía. Estas similitudes entre los
géneros sugieren que en la sinfonía confluyó una multiplicidad de influencias.
Las primeras sinfonías fueron escritas por compositores activos en Milán y en la
región circundante de la Lombardía, en el norte de Italia. El más relevante fue Gio-
vanni Battista Sammartini (ca. 1700-1775), cuya Sinfonía en Fa mayor, No. 32
(ca. 1740) es un ejemplo típico. Está compuesta para cuerdas a cuatro voces: violín I
y U, viola y un bajo interpretado por violonchelos, viola de bajo y probablemente un
clave y un fagot. Tiene tres movimientos en el formato rápido-lento-rápido, cada
uno de ellos relativamente breve; toda la pieza se interpreta en menos de diez minu-
tos. El presto inicial sigue la forma de primer movimiento descrita por Koch y dis-
pone de treinta y ocho concisos compases. Cada frase de la forma contiene una o
dos ideas características y su diversidad permite seguir fácilmente la forma. El ejem-
plo 22.3 muestra los primeros ocho compases, que contienen cinco ideas fuertemen-
te contrastantes: octavas percusivas, una escala ascendente, una idea melódica repeti-
da, raudas figuras de escalas y un arpegio ascendente sobre un bajo pulsante.
Desde Italia la sinfonía se propagó hacia el norte hasta alcanzar Alemania, Aus-
tria, Francia e Inglaterra. Especialmente relevante fue Mannheim, donde la corte del
elector del Palatinado era uno de los centros musicales más activos de Europa. Bajo
el liderazgo del compositor de Bohemia Johann Stamitz (1717-1757), la orquesta de
EJEMPLO 22.3 Sinfonía en Fa mayor, No. 32, de Sammartini, primer movimiento, inicio
A
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Violín 1
11)
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Mannheim adquirió fama internacional gracias a una disciplina y una técnica impe-
cables, que llevaron a Charles Burney a decir que se trataba de «un ejército de gene-
rales». Fue célebre por su gama dinámica sin precedentes, del pianissimo más suave al
fortissimo más sonoro, y por el electrizante sonido de su crescendo, efectos ambos
que Stamitz explotó en su música.
Stamitz fue el primer compositor de sinfonías en usar consistentemente lo que se
convertiría en el plan estándar: cuatro movimientos, con un minueto y un trío como
tercer movimiento y un movimiento final muy rápido, a menudo señalado como
presto (muy rápido). También fue uno de los primeros en introducir un tema de
fuerte contraste en toda su extensión tras la modulación a la dominante de la prime-
ra sección del movimiento allegro, una práctica que igualmente se convirtió en habi-
tual. El primer movimiento de su Sinfonía en Mi bemol mayor, escrita en la mitad
de la década de 1750, sigue el plan de costumbre trazado por Koch, pero a una esca-
la mucho más grande que en la sinfonía de Sammartini. A las cuatro partes de las
cuerdas, Stamitz agrega dos oboes y dos trompas, como empezaba a ser costumbre.
Las frases iniciales utilizan varias ideas enérgicas para enfatizar la tónica. La transi-
ción a la dominante aprovecha el célebre crescendo de Mannheim, lo que crea cierta
tensión por medio de trémolos en las cuerdas que progresan del piano al fortissimo.
Tras alcanzar la nueva tonalidad, una serie de ideas líricas, lúdicas y elegantes ocasio-
nan un cambio de carácter. El regreso de la tonalidad de la tónica después de los des-
arrollos no está señalado con las frases iniciales, sino con la serie de ideas introduci-
~· La música instrumental: la sonata, la sinfonía y el concierto a mediados del siglo XVIII 629
das sobre la dominante, como en la forma binaria equilibrada de Scarlatti. Los moti-
vos iniciales reaparecen al final, en orden inverso, para poner de relieve la tónica una
vez más.
Otros centros de actividad sinfónica fueron Viena y París. En Viena, Georg
Christoph Wagenseil (1715-1777), entre otros, escribió sinfonías que entrañaban un
lirismo agradable y buen humor, así como los grupos de temas contrastantes en el
primer movimiento que más tarde se convertirían en rasgos característicos de la mú-
sica de Mozart. En París, importante centro de composición y publicación a media-
dos del siglo XVIII, las sinfonías salían de las imprentas de la ciudad. A ésta acudían
compositores extranjeros, incluidos Sammartini, Stamitz y Wagenseil. El belga Fran-
s:ois-Joseph Gossec (1734-1829) llegó a París en 1751 y acabó por establecerse como
uno de los compositores de sinfonías, cuartetos de cuerda y ópera cómica más rele-
vantes de Francia. Fue también uno de los compositores más populares durante el
periodo revolucionario y uno de los primeros directores del Conservatorio de París
(véase capítulo 24).
Sinfonía concertante
El concierto
Aun cuando la forma sinfónica atrajese cada vez más la atención durante todo el si-
glo XVIII, el concierto para solista siguió siendo popular como un género para virtuo-
sos, quienes a menudo escribían conciertos para sí mismos. Entre los primeros en
componer conciertos para piano se encuentra Johann Christian Bach (1735-1782).
El más joven de los hijos de J. S. Bach, Johann Christian, se formó con su padre y
con su hermano mayor, estudió y trabajó en Italia y en 1762 se trasladó a Londres,
donde prosperó como intérprete, profesor, empresario y compositor de conciertos,
630 El siglo~
sinfonías, música de cámara, música para teclado y óperas. Sus obras, casi siempre en
estilo galante, se interpretaron en toda Europa. Fue una de las influencias principales
sobre el joven Mozart, quien visitó Londres en 1764, a la edad de ocho años, cono-
ció a Bach e hizo arreglos de tres sonatas de éste que transformó en conciertos.
Como en la primera mitad del siglo XVIII, los conciertos solían tener tres.movimien-
tos, con dos movimientos rápidos enmarcando un intermedio movimient~ lento. El
movimiento lento y el final utilizaban a menudo formas semejantes a las de los otros gé-
neros, pero los movimientos primeros seguían una forma específica de los conciertos.
El primer movimiento de un concierto típico conservó elementos de la forma ritor-
nello de los conciertos barrocos, que hacía alternar los ritornellos orquestales con epi-
sodios expuestos por el solista (véase capítulo 18), y los combinaba con los contrastes
de tonalidad y de material temático característicos de la forma sonata. En la forma des-
crita por Koch se dan tres secciones del solista, estructuradas de manera equivalente a
los tres periodos principales de la forma sonata. Estas secciones están ubicadas entre
cuatro ritornellos orquestales; el primero presenta todas o la mayoría de las ideas prin-
cipales mientras que los otros son relativamente breves. En esencia, el primer movi-
miento de un concierto es una forma sonata enmarcada por una forma ritornello.
Para demostrar estos paralelismos, en la ilustración 22.6 están alineados los ele-
mentos de la forma ritornello y de la forma sonata con el primer movimiento del
Concierto para Clave o Piano y Cuerdas en Mi bemol mayor, op. 7, No. 5, de]. C.
Bach, de aproximadamente 1770. (El diagrama emplea la terminología del siglo XIX
para la forma sonata, más conocida hoy, si bien los términos de Koch serían igual-
mente aptos; compárese la ilustración 22.5.) El plan barroco de alternancia de ritor-
nellos y episodios se refleja claramente en el concierto de Bach, aunque los «episo-
dios» solistas , en los que el pianista lleva la batuta y la orquesta suministra el
acompañamiento y la puntuación, tienen la forma de la exposición, el desarrollo y la
reexposición de una sonata. El único ritornello largo es el primero, que introduce en
la tónica la mayor parte del material del movimiento; según un punto de vista mo-
derno de la forma de primer movimiento de concierto, a esto se le llama la «exposi-
ción orquestal», seguida de la «exposición del solista». Los ritornellos subsiguientes
pueden utilizar cualquier elemento del primer ritornello; aquí, Bach utiliza sobre
todo el tema conclusivo. Como ocurre con frecuencia, tanto la transición como el
desarrollo introducen nuevas ideas. El concierto de Bach se distancia de la descrip-
ción de Koch en un aspecto significativo: el penúltimo ritornello es sustituido por
una breve articulación de la orquesta.
En la época de Bach se había convertido en costumbre que el solista interpretase
una cadencia (cadenza), por lo general improvisada, justo antes del ritornello final
de la orquesta. La cadenza había evolucionado a partir de los trinos y escalas que los
cantantes insertaban, en particular antes del regreso de la sección inicial del aria da
capo. Por convención, las cadencias de los conciertos solían introducirse mediante
un acorde 6/4 y el solista señalaba la reentrada de la orquesta tocando un trino largo
sobre un acorde de dominante.
22. La música instrumental: la sonata, la sin{rmía y el concierto a mediados del siglo XVIII 63 1
Ritornello I Ritornello
(«Exposición orquestal»)
Primer tema I
Transición 1
Segundo tema 1
Tema conclusivo 1
Ritornello V Ritornello
Tema conclusivo V
abreviado
Episodio Desarrollo mod Solo («Desarrollo») mod
Ritornello X (Ritornello)
Breve cadencia orquestal sobre V
Cadenza
Ritornello 1 Ritornello
Tema conclusivo 1
ILUSTRACIÓN 22.6 Forma de primer movimiento de concierto según el op. 7 No. 5 de J C Bach.
La música de entretenimiento
Por último, gran cantidad de música para orquesta y otros conjuntos no era en abso-
luto música de concierto. Algunas piezas fueron escritas como música de fondo para
ser interpretadas durante una comida, una fiesta u otra ocasión social en un hogar
aristocrático o adinerado, o en escenarios informales en los hogares o al aire libre.
632 El siglo XV1II
El instrumento cantante
En los siglos XVI XVII vimos cómo los compositores y los intérpretes de música ins-
trumental imitaron y adaptaron elementos de la música vocal; durante el proceso
crearon música instrumental con mayor expresividad, profundo significado, interés e
independencia que nunca antes (véanse capítulos 12 y 15-17). En el siglo XVIII, los
músicos adoptaron la misma idea, llevando la música instrumental a nuevas cotas de
altura. Los compositores asimilaron los estilos nuevos iniciados en la ópera y la mú-
sica vocal y los fundieron con las tradiciones existentes dentro del repertorio instru-
mental. Géneros nuevos, incluida la sonata para piano, el cuarteto de cuerda y la sin-
fonía, así como formas nuevas como la forma sonata y la forma de primer
movimiento de concierto, se consolidaron y convirtieron en la base de buena parte
de la música instrumental posterior. En todas ellas, la melodía era lo primordial.
La música instrumental de esta época estaba destinada a atraer a una amplia va-
riedad de oyentes, para que se entendiese en una primera escucha y sobre todo para
agradar a intérpretes y público. El tremendo número de nuevas piezas demuestra
que encontró a un público bien dispuesto entre los aficionados de clase media y alta
y los asistentes a los conciertos. Estos números confirman también que los consumi-
dores estaban ansiosos por conocer nueva música. La mayor parte de la enorme can-
tidad de música instrumental compuesta y publicada durante esta época desapareció
de los repertorios con bastante rapidez, al verse desplazada por las obras y estilos
nuevos, como la música popular de los siglos posteriores.
Tras eclipsar a su padre durante una o dos generaciones, C. P. E. y J. C. Bach fue-
ron a su vez eclipsados por Haydn y Mozart, y su música se interpretó poco durante
el siglo XIX. Algunas de las sonatas de Domenico Scarlatti fueron populares durante
el siglo XIX; una edición completa se publicó a principios del siglo XX. Pero única-
mente desde mediados del siglo XX, los hijos de Bach, Scarlatti, Sammartini, Stamitz
y sus contemporáneos han recibido la suficiente atención de estudiosos, intérpretes y
oyentes como para que podamos oírlos y entenderlos en sus propios términos y dejar
que nos deleiten ahora como entonces.
23. La música clásica en la segu,nda mitad del
siglo XVIII
Los músicos de la segunda mitad del siglo XVIII trabajaron principalmente en las cor-
tes, las ciudades y las iglesias, aunque también ganaron dinero con la enseñanza, la
interpretación y la composición por encargo o para la publicación. Cuando la popu-
laridad entre el público se convirtió en algo más importante, los compositores de
mayor éxito escribieron una música que agradase a todos, desde los entendidos a los
oyentes con escasos conocimientos.
Ninguno llegó a un público tan diverso como Haydn y Mozart, cuya música se
ha convertido en ejemplo del periodo clásico. Sus carreras artísticas, aunque excep-
cionales en muchos sentidos, son una buena muestra de las circunstancias en que
trabajaban los músicos profesionales. Mediante una síntesis de estilos y tradiciones,
crearon música con un atractivo inmediato y al mismo tiempo profundo y duradero.
Trabajando para un mecenas y en relativo aislamiento, Haydn forjó un idioma que
le otorgó popularidad. En años posteriores, mientras componía para los conciertos
públicos, afinó el equilibrio entre forma y expresión en su música y compuso una se-
rie de obras maestras. Mozart adquirió fama como niño prodigio, llevó a cabo giras
por Europa y dominó todos los géneros musicales que encontraba a su paso. En su
madurez, mientras trabajaba como pianista y compositor por cuenta propia, fusionó
aspectos de muchos estilos en una música de una riqueza única. Si observamos a es-
tos compositores en su ambiente dieciochesco, podremos ver con mayor claridad los
problemas con que se enfrentaron y las soluciones que encontraron. Haydn se asegu-
ró el trabajo con un mecenas y vivió una vida de relativa estabilidad, mientras que
Mazan tuvo que obtener sus ingresos donde pudo, pero ambos crearon una música
que ha atraído a intérpretes y oyentes durante más de dos siglos.
634 El siglo XVII!
]oseph Haydn
Haydn se convirtió en director musical del conde Morzin hacia 1757 y probable-
mente escribió sus primeras sinfonías para la orquesta del conde. Tres años más tarde
se casó con la hija de un fabricante de pelucas, Maria Anna Keller, aun cuando en rea-
lidad estuviese enamorado de la hermana de ésta, Josepha, quien no obstante se hizo
monja. El largo matrimonio de Haydn fue infeliz, sin hijos, y estuvo marcado por
aventuras extramatrimoniales por ambas partes.
En 1761, Haydn obtuvo un puesto que mantuvo de por vida y que determinó el
curso de su carrera artística. Entró al servicio del príncipe húngaro Paul Anton Ester-
házy y continuó al servicio de su familia durante el resto de su vida. Durante años,
Haydn fue responsable de las composiciones que le encargaban, presentando concier-
tos u óperas semanalmente y suministrando música de cámara casi a diario. Si bien el
cargo le obligaba a componer a un ritmo prodigioso -sólo el catálogo de sus obras,
realizado por Anthony van Hoboken, ocupa tres pesados volúmenes-, ello le permi-
tió escuchar su música en excelentes interpretaciones y experimentar con nuevas ideas.
Durante sus visitas a Viena, Haydn participó en la vida musical e intelectual de la ciu-
dad. En torno a 1784, conoció a Mozart y ambos cultivaron una mutua admiración.
La publicación de su música le deparó a Haydn elogios y celebridad por toda Euro-
pa y ocasionó encargos de muchos otros mecenas. Pasó componiendo la mayor parte
del tiempo entre 1790 y 1795, dio conciertos y enseñó en Londres, donde ya era fa-
moso desde hacía tiempo. Sus triunfos en Londres aumentaron su reputación en Aus-
tria, por lo que fue invitado a regresar a Viena como director musical de la corte del
príncipe Nikolaus II Esterházy, aunque las responsabilidades contraídas eran mínimas.
En torno a 1799 empezó a padecer de la salud y hacia 1802 había abandonado toda
actividad excepto la composición. Falleció, universalmente admirado, en 1809.
Obras principales: 104 sinfonías, 20 conciertos, 68 cuartetos de cuerda, 29 tríos
con teclado, 126 tríos para barítono, 47 sonatas para teclado, 15 óperas, 12 misas, La
Creación, Las Estaciones, numerosas obras vocales, para conjunto y para teclado.
636 El si((io XVIII
~ LECTURA DE FUENTES - - -- - -- - -- -
El contrato de Haydn
Cuando entró al servicio del príncipe Paul Anton Esterházy, Haydn fue nombrado vi-
cemaestro de capilla, lo que permitía que el maestro de capilla mantuviese su puesto
pero otorgaba a Haydn la dirección exclusiva de la música orquestal, dramática y de
cámara. Su contrato, del que se ofrece debajo un pasaje, explica en detalle sus obliga-
ciones y su estatus social como funcionario de la casa, por encima de los sirvientes, a
los que aún se exigía vestir el uniforme de la corte. A la muerte del maestro de capilla
en 1766, Haydn adquirió su título. Los límites de la cláusula 4 acerca de dar a cono-
cer su música a otras personas se suavizaron más tarde, de manera que pudo adquirir
dinero y fama por medio de presentaciones y publicaciones en otros lugares.
A mi príncipe le agradaban todas las obras que se me encargaban y, como director de una or-
questa, yo podía llevar a cabo experimentos, observar lo que fortalecía o debilitaba un efecto
y, por encima de eso, mejorar, sustituir, omitir e intentar nuevas cosas. Yo estaba aislado del
mundo, no había nadie alrededor que pudiese hostigarme o inducirme a error, de manera
que estaba obligado a ser original.
los límites nacionales, Haydn intentó maximizar sus beneficios y evitar ediciones pi-
ratas vendiendo la misma pieza simultáneamente en varios países distintos.
Mientras Haydn componía cada vez más para la publicación o para otros me-
cenas, obtuvo una mayor independencia de su patrón. Su libertad aumentó ines-
peradamente en 1790 cuando Nikolaus murió y su hijo Anton disolvió la orques-
ta. A Haydn se le otorgó una pensión y se marchó a vivir a Viena, pero el
empresario y violinista Johann Peter Salomon lo persuadió para que se fuera a
Londres en dos largas estancias, entre 1791 y 1795. Allí Haydn dirigió orquestas
en diversos conciertos, enseñó a estudiantes pudientes y compuso muchas obras
nuevas. Sus últimas doce sinfonías, escritas en Londres, fueron allí enormemente
aplaudidas.
El estilo de Haydn
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
En este renovado interés, o mds bien exaltación por lo antiguo, no parecería improbable
que el estilo moderno hubiese fracasado también a su vez (pues en esta época ha ido dege-
nerando en un cardcter ligero, trivial y uniforme) si el gran Haydn, mediante su maravi-
llosa técnica, la variedad y excentricidad de su modulación, la juiciosa dispersión de luz y
sombra, y la manera feliz de fundir un aire simple e inteligible con una armonía abstru-
sa y complicada, no hubiese superado grandemente a los últimos especímenes de composi-
tores, tanto que, en lugar de ser capaz, como era antes el caso, de anticipar en buena me-
dida la segunda parte de cualquier movimiento, debido a su relación uniforme con el
precedente, resulta por el contrario imposible concebir en sus obras lo que seguird y se
mantiene un perpetuo interés, en piezas mucho mds largas que cualquiera del mismo tipo
haya sido nunca compuesta...
Para concluir: en la composición de toda pieza de música que contenga dos o mds mo-
vimientos, así como en la selección y disposición de las piezas para un concierto, atiéndase
siempre al contraste como el mejor modo de mantener la atención viva y activa. Porque a
través de la común negligencia de mitigar los pasajes fuertes con los suaves, las piezas den-
sas y los coros con cuartetos, canciones y glees [composición a tres o mds voces sin acompa-
ñamiento], la música instrumental con la vocal y la música antigua con la moderna,
muchas composiciones, en otros aspectos excelentes, producen un efecto deficiente; y la
gente se cansa y se queja de la longitud de los conciertos, los cuales quizd no los agotarían
nunca si no empalagasen con la profusión de la misma cosa o una excesiva uniformidad
en el estilo.
John Marsh, Hints to Young Composers o/Instrumenta! Music (Londres, 1805); reimpresión y edición en
Charles Cudworth, The Galpin Society ]ournal 18 (1965) : 57-72, cita de pp. 60-7 1.
El tema deriva enteramente de una única idea presentada en los dos primeros
compases (en paréntesis en el ejemplo). La idea contiene tres motivos rítmicos (seña-
lados a, b y c), que reaparecen en diversas variantes en los compases siguientes. Si
bien el ritmo se repite exactamente igual (en los compases 3, 9 y 11), Haydn le con-
EJEMPLO 23.1 Tema del movimiento final del Cuarteto de Cuerda en Mi bemol mayor, op. 33,
No. 2, de Haydn
Ve
e_ . e_ . a
--~ .J~
23. La música clásica en la segunda mitad del siglo XVIII 641
fiere un contorno melódico nuevo, de manera que cada frase resulte a la vez novedo-
sa y familiar. La combinación de economía del material y novedad constante es un
rasgo típico de Haydn.
La idea inicial no concluye en la parte acentuada del compás, sino que se prolon-
ga hasta la segunda mitad del mismo y le dota de un carácter lúdico e inconcluso.
Cuando se repite en el compás 5, el impulso rítmico continúa hacia delante hasta la
parte acentuada del compás 7, lo que permite que el último motivo cierre sobre la parte
acentuada del compás 8. Mediante esta expansión, Haydn crea una frase de cuatro
compases que equilibra las dos unidades precedentes de dos compases. Puesto que la
armonía evita las cadencias en estado fundamental en los compases 4 y 6, el oyente
no siente cierta relajación hasta que la cadencia en el compás 8 cierra el primer
periodo. Así, el ritmo y la armonía trabajan juntos para mantener la continuidad a
través de todo el periodo, aunque éste se componga de unidades melódicas breves y
entrecortadas.
Después de repetirse el primer periodo, la segunda sección comienza en la domi-
nante con un periodo complementario de ocho compases que prolonga y modifica
la idea inicial. Después de que este periodo cadencie en el compás 16, una simple re-
exposición del primer periodo llevaría el tema a su conclusión satisfactoria. Pero an-
tes de permitir finalmente la entrada de la reexposición (en el compás 29), Haydn
posterga su llegada insertando una larga elaboración en la dominante. Niveles diná-
micos más fuertes, acordes disminuidos, diminuendos y crescendos y una nota pedal
generan cierto dramatismo. Incluso dentro de esta parte insertada se produce una
expansión; los compases 20-21 o 23-28 podrían ser omitidos, puesto que el primer
fragmento prolonga lo que «debería» haber sido una frase de cuatro compases y el
último confirma y extiende la cadencia. Tal expansión de una frase, un periodo o
una sección es una técnica básica en la música de Haydn, utilizada tanto por su ex-
presividad como con propósitos formales.
Debido a que la dramatización de la dominante parece exagerada en el contexto
de un pequefio tema de rondó, el efecto es ingenioso. El humor se produce median-
te la incongruencia de un modo que únicamente los oyentes e intérpretes experi-
mentados podían advertir, porque para poder captar la broma tenemos que entender
la forma, el género y las convenciones que subyacen en ellos. El ingenio de Haydn
hace que su música resulte especialmente atrayente para intérpretes y entendidos,
pues halaga nuestra capacidad de percepción con cada broma o efecto sutil puesto
en la música.
Este cuarteto se ganó el apodo de La broma por el pasaje que cierra el movimien-
to, que aparece en el ejemplo 23.2. Aquí Haydn inserta largos silencios entre las frases
del tema. Por medio de estos sorprendentes silencios, nos hacemos conscientes de
nuestras expectativas acerca de cómo continuará la música. Cuando los compases 5-8
del tema (véase ejemplo 23.1) se dividen en frases de dos compases (compases 160-
162 y 164-166), comprendemos de repente que tales unidades de dos compases eran
lo que esperábamos al principio y que la versión original de Haydn era una ingeniosa
642 El siglo XV!f!.
Ve
variante. Después de que el silencio más largo de todos nos lleva a pensar que la pieza
se ha terminado, la figura inicial retorna una vez más, sugiriendo una nueva vuelta
del tema. Pero cuando el intérprete se relaja, indicando que la pieza se ha terminado,
nos divierte aún más descubrir el modo de jugar con nuestras expectativas manejado
por Haydn. Podemos advertir también que la figura inicial cadencia en la tónica, ha-
ciendo de ella un final conveniente después de todo. La broma es obvia, pero su com-
pleto significado es sólo comprensible para un oyente experimentado.
La anomalía de convertir una frase inicial en una cadencia final por parte de
Haydn evidencia una verdad básica del estilo galante: hay una fuerte diferenciación
de la función entre los elementos. La familiaridad con las convenciones hace más fá-
cil que los oyentes distingan los gestos musicales que señalan el comienzo, el medio
y el final de una frase, un periodo o una sección más grande. Incluso rodeados por el
silencio, los compases 164-166 constituyen claramente un gesto final, mientras que
los compases 160-162 no podrían empezar o concluir satisfactoriamente un periodo,
sino que deben estar colocados en el medio. De manera similar, los oyentes pueden
distinguir un tema de una transición o de la extensión de una cadencia. El periodo
inicial de ocho compases del ejemplo 23.1 es inmediatamente perceptible como te-
mático, palmario en el fraseo regular, las cadencias frecuentes y una progresión ar-
mónica lógica que permanece en una única tonalidad. Por otra parte, los compases
17-28 no podrían estar aislados como tema; el relativo estancamiento armónico, las
repeticiones y los ritmos continuos sonarían extraños en un tema, pero son adecua-
=23~·-L~a::;:..:..;m~US;~'_ic._a_c_lás_'_ic._a_e_1_1_la_s_eQ'gU_n_da~-m-i_ta_d_d_e_l_st~g~lo-XVlll~~--~~--~--·~~--~--~· 643
dos para confirmar la llegada de la cadencia. Haydn explota estas diferencias para
hacer que su música sea fácil de seguir, aunque pone también ciertos gestos cabeza
abajo cuando desea divertirnos o sorprendernos.
Cuando examinamos de cerca la música de Haydn, reconocemos lo sofisticada
que es. Y sin embargo, sigue siendo simple en el mejor de los sentidos: clara, encan-
tadora, fácil de entender. Atrae inmediatamente al menos experimentado de los
oyentes, aunque hace honor al entendido, incluso después de repetidas escuchas.
Este doble atractivo es una receta de su grandeza tanto como de su éxito popular, un
logro que muchos han intentado emular pero que pocos han igualado.
El proceso de composición
Tan simple y natural como pueda sonar la música de Haydn, ésta no se produjo sin
esfuerzo. Según sus propias palabras, empezaba una composición improvisando al
teclado hasta hallar un tema o idea apropiada. Entonces elaboraba la pieza al clave o
sobre el papel, usualmente poniendo sólo por escrito la melodía y la armonía princi-
pales en uno o dos pentagramas. La ilustración 23.2, una página del esbozo de su
ILUSTRA IÓN 23.2 Un esbozo de Haydn para su oratorio Las Estaciones. El compositor anotaba pasajes
en una especie de taquigrafla musical en uno o dos pentagramas sin claves ni signaturas de clave. Su finali-
dad era apuntar sus pensamientos, no ser leídos por otros, por lo que puede ser dificil leerlos sin comparar con
la partitura final.
644 El siglo XVIII
oratorio Las Estaciones (1799-1801), muestra este tipo de taquigrafía musical. Con
frecuencia, redactaba el borrador de las secciones en un orden diferente al de su apa-
rición en la pieza. Por último, escribía la partitura completa. Este procedimiento
combinaba la improvisación y el cálculo, pues Haydn buscaba primero algo que de-
cir y concebía después el modo más efectivo de decirlo. La interacción de corazón y
mente encarnado en este proceso se refleja en la unión de expresividad y oficio que
hallamos en su música.
La forma sinfónica
cuencias, modulación, raudas figuras dramáticas, frases que coinciden en parte y por
el hecho de evitar las cadencias. Los contrastes entre estabilidad e inestabilidad en el
fraseo y en la tonalidad nos ayudan a seguir la forma. Haydn acentúa a menudo es-
tos contrastes mediante diferencias de estilo, textura, instrumentación o carácter, de
manera que cualesquiera que sean los elementos musicales a los que prestemos aten-
ción, es probable que no nos perdamos.
Cada área temática comprende por lo general una pluralidad de ideas. El ejemplo
23.3 muestra el inicio del primer grupo de temas de la Sinfonía Oxford, con tres
ideas distintas y distinguidas entre sí por el ritmo, la figuración, la instrumentación
y el nivel dinámico. El tema comienza sobre un acorde de séptima dominante, con
una frase que suena más como un momento intermedio que como un principio
(compases 21-24) -un ejemplo más del modo de jugar con las expectativas del
oyente de Haydn. Siguiendo su práctica usual, Haydn repite el material inicial para
dar inicio a la transición e introduce giros desestabilizantes en la armonía y en el rit-
mo que dirigen la música en una nueva dirección y acaban por conducir a la domi-
nante. En este punto, Haydn introduce a menudo un tema de contraste, aunque, en
la Oxfard y en muchas otras sinfonías, da comienzo a la segunda sección temática
con la idea inicial, aquí con una contramelodía en los instrumentos de viento. Un
pasaje de transición conduce al sujeto conclusivo, usualmente más reiterativo y ca-
dencia! que los temas primero y segundo.
En el desarrollo se modifican, extienden, combinan o superponen los motivos de
la exposición; se tratan en secuencia, imitación, fugato o stretto; o se convierten en
figuraciones de raudos pasajes. Enriquecer los desarrollos y transiciones mediante el
contrapunto fue un modo de incluir el contrapunto antiguo y docto dentro de obras
en el moderno estilo galante. Los cambios abruptos de sujeto, las digresiones y los si-
lencios son particularmente característicos de los desarrollos de Haydn.
Por lo general, se nos prepara bien para la reexposición, aunque Haydn disfraza o
minimiza en ocasiones su apariencia real de manera que no podamos reconocer que
ha comenzado hasta después de que lo ha hecho. Con frecuencia el sujeto inicial se
reescribe o extiende de maneras nuevas. En el primer movimiento de la Sinfonía Ox-
ford, tanto la primera como la segunda frase del primer tema son imitadas ahora por
la flauta, que introduce un contrapunto donde no lo había en la exposición; además
de la naturaleza ambigua de la idea inicial del primer tema, esto lo hace sonar en un
principio como si el desarrollo continuase. Los temas segundo y conclusivo aparecen
ahora en la tónica, pero en lugar de reducir la transición porque ya no necesita mo-
dular, a Haydn le gusta intensificarla y animarla con una modulación simulada. Lo
hace en este movimiento, donde los motivos del tema conclusivo se ponen de mani-
fiesto repentinamente en la transición.
El segundo movimiento de una sinfonía de Haydn ofrece por lo general un oasis
de calma y una melodía delicada tras los contrastes, el dramatismo y la complejidad
del primer movimiento. Muchos de los movimientos lentos están en forma sonata
in repeticiones y, en las obras tardías, Haydn usó a menudo un tema con variacio-
El siglo XVIII
EJEMPLO 23.3 Primer tema del primer movimiento de la Sinfonía No. 92, de Haydn
Allegro spiritoso
Fl
Ob 1
Ob2 f
Bsn
f
Tpt
Hn
Timp
Vn 1
Vn2
Vla
Ve
Bajo
nes. En la Sinfonía Oiford, el movimiento lento está en forma ternaria, con un tema
cantable, una dramática sección intermedia en la tónica menor, una reexposición
abreviada y una coda tranquila expuesta por los instrumentos de viento-madera y en
la que aparecen coloridas armonías cromáticas. Estas secciones contrastantes en me-
nor y las codas sosegadas son usuales en sus sinfonías tardías.
El tercer movimiento comprende un par de minuetos estilizados, con la repeti-
ción del primero después del segundo (el trío) para crear una forma ABA dentro del
23. La música cldsica en la segunda mitad del siglo XVIJI 647
EJEMPLO 23.4 Tema inicial del finale de la Sinfonía No. 92, de Haydn
~~.-~;~1:1:;1:1:1,;1;1;:J1:
p
las sinfonías
Haydn mostró un dominio de la sinfonía desde sus primeras obras del género, aun-
que su concepto cambió con el tiempo.
Sus primeras sinfonías, escritas para el conde Morzin entre 1757 y 1761, solían
estar concebidas para dos oboes, dos trompas y cuerdas. La mayoría están en tres
movimientos en la secuencia rápido-lento-rápido, como las primeras sinfonías italia-
648 El siglo XVf!!.
nas y austriacas. Para sus movimientos en forma sonata eligió temas formados por
elementos que se descomponían y combinaban fácilmente.
Durante sus primeros años con los Esterházy, Haydn compuso unas treinta sinfo-
nías (1761-1767), todas bastante diversas, pues Haydn buscaba la novedad y la va-
riedad en sus creaciones para la corte. El conjunto aumenta a menudo en una flauta,
un fagot u otros instrumentos. Las sinfonías mejor conocidas de esta época son las
No. 6 a 8, que Haydn compuso poco después de entrar al servicio del príncipe Es-
terházy, en 1761, y que llevan los títulos Le matin (La mañana), Le midi (El medio-
día) y Le soir (La tarde). Haydn incluyó pasajes solistas para cada instrumento como
un modo de exhibición de las capacidades de sus intérpretes.
A partir de 1768, Haydn presentó sus sinfonías en Esterháza, en una sala cubierta
de espejos. Las doce sinfonías de los cuatro años siguientes muestran a Haydn como
un compositor de técnica madura y fértil imaginación. No viendo ya la sinfonía
como un entretenimiento ligero, Haydn la consideraba ahora un trabajo serio que
exigía una cuidadosa atención. Estas sinfonías son más largas, más complejas rítmi-
camente, más contrapuntísticas y más exigentes para el intérprete. Están marcadas
por los extremos contrastes de dinámica, los contrastes repentinos entre fuerte y sua-
ve y un mayor uso de crescendos y sforzatos, recursos usados como un efecto asom-
broso. La paleta armónica es más rica que en las primeras sinfonías y las modulacio-
nes llegan a tonalidades más lejanas. Diversas sinfonías de este periodo, en particular
las seis en tonalidades menores, tienen un carácter emocional y agitado que algunos
estudiosos han asociado con el movimiento literario conocido como Sturm und
Drang (Tormenta e ímpetu, según una obra teatral de 1776).
Desde 1773 aproximadamente, Haydn se distanció de las tonalidades menores y
de los experimentos con la forma y la expresión para abrazar un estilo más popular.
El público esperaba sinfonías que fuesen inmediatamente inteligibles y atractivas,
pero también serias, conmovedoras e impresionantes, y Haydn compuso obras con
todos estos rasgos. La Sinfonía No. 56 en Do mayor (177 4) es festiva y brillante,
como sus predecesoras en la misma tonalidad, aunque abarca una gama emocional
más amplia y refleja las experiencias recientes de Haydn con una expresión más in-
tensa. El tema inicial hace alternar los arpegios de la orquesta completa, que sugieren
fanfarrias, con las frases cantables de las cuerdas. La agitación, el contrapunto, los
cromatismos y las sorpresas dramáticas del estilo Sturm und Drang actúan ahora
como contraste y realzan la transición en comparación con los temas.
En la década de 1780, Haydn compuso cada vez más para el público y vendió sus
sinfonías a mecenas o editores en el extranjero. Para entonces componía sistemática-
mente para una orquesta de flautas, dos oboes, dos fagotes, dos trompas y cuerdas,
incrementada algunas veces mediante trompetas y timbales. Las Sinfonías de París,
de 178 5-1786 (No. 82-87), encargadas para su interpretación en la capital francesa,
fueron las de mayores dimensiones hasta ese momento. Se dice que a la reina María
Antonieta (más tarde guillotinada durante la Revolución Francesa) le encantaba en
particular la No. 85, llamada La Reine (La reina). Después de que las seis sinfonías e
~· La música clásica en la segunda mitad del siglo XVIII 649
interpretasen de nuevo en 1787, un crítico observó cómo «este gran genio podía ex-
traer desarrollos tan ricos y variados de un único sujeto, tan diferente de los compo-
sitores estériles que pasan continuamente de una idea a otra». Las sinfonías No. 88-
92 se compusieron también por encargo. Como las Sinfonías de París, estas nuevas
sinfonías brindan una combinación de estilos doctos y populares y una expresión
profunda con técnica maestra que les ha conferido un atractivo inmediato y perenne.
La invitación hecha a Haydn en 1790 por Johann Peter Salomon para que com-
pusiese y dirigiese sinfonías ante el público exigente y cosmopolita de Londres esti-
muló a Haydn a esforzarse hasta el límite. Aclamado por los británicos como «el
compositor más grande del mundo», tomó la determinación de estar a la altura de
las expectativas puestas en él. Las doce Sinfonías Londinenses fueron la coronación de
sus esfuerzos, con concepciones armónicas más atrevidas, un impulso rítmico inten-
sificado y, en especial, unas invenciones temáticas más memorables. La orquesta se
amplió con trompetas y timbales permanentes y clarinetes en todas menos una de las
seis sinfonías. Las maderas y los contrabajos se usaron con mayor independencia que
antes, en ocasiones aparecen solos de las cuerdas, y el sonido del conjunto alcanza un
brillo nuevo y una amplitud espacial inusitada.
El sagaz análisis realizado por Haydn de los gustos musicales londinenses es evi-
dente. En el movimiento lento de la Sinfonía No. 94 se produce un estrépito repen-
tino y en fortissimo sobre la parte débil de un compás, lo cual ha dado a esta obra el
sobrenombre de Sorpresa. Lo ubicó ahí porque, como Haydn reconoció más tarde,
quería hacer algo nuevo y sorprendente que disuadiese a aquellos que asistían a los
conciertos de la competencia organizados por su antiguo alumno Ignaz Pleyel
(1757-1831). Esta competencia pudo ser también la causa del mayor componente
melódico, pues el punto fuerte de Pleyel era la melodía. Haydn se interesó por las
EJEMPLO 23.5 Tema inicial del finale de la Sinfonía No. 104, de Haydn
J
1
pu,__ __u u u _ _ _ _ _ _u _ _ _ _ __
Haydn ha sido llamado «el padre del cuarteto de cuerda» con mayor justificación
que en el caso del epíteto «padre de la sinfonía». Aun sin ser el primero en componer
cuartetos, estuvo entre los primeros y fue el primer gran maestro del género. A dife-
rencia de las sinfonías, que solían ser interpretadas por profesionales para un público
determinado, los cuartetos eran antes que nada música para aficionados que la inter-
pretaban para su propio deleite. Los cuartetos de Haydn están dirigidos especial-
mente a los intérpretes. En ocasiones describen una conversación entre los instru-
mentos: el primer violín tiene el papel más destacado, pero el violonchelo y las voces
intermedias llevan a menudo la melodía o participan en el diálogo. La evolución de
sus cuartetos corre paralela a la de sus sinfonías en muchos aspectos, desde el domi-
nio temprano, pasando por el incremento de su longitud y de la profundidad emo-
cional, hasta las muy individuales obras tardías.
Los primeros diez cuartetos de Haydn se asemejan a divertimentos y llevaron ese
título cuando se publicaron como op. 1 (1764) y 2 (1766). De ahí en adelante, la
tendencia de Haydn fue la de escribir cuartetos en grupos de seis, número más usual
de obras en la publicación de colecciones.
Los dieciocho cuartetos siguientes, op. 9 (ca. 1770), 17 (1771) y 20 (1772) esta-
blecieron para el cuarteto el mismo esquema en cuatro movimientos de la sinfonía,
pero con el minueto colocado a menudo antes y no después del movimiento lento.
En los movimientos en forma sonata, Haydn adoptó en sus cuartetos estrategias úni-
cas. Después del primer tema, dominado por el primer violín, acostumbró a escoger
una textura más suelta en la que los motivos principales pasaban de un instrumento
a otro. En el lugar de los tuttis orquestales que ponían de relieve las transiciones en
las sinfonías, Haydn prefirió fuertes unísonos o gestos fuertemente modulantes. Al-
gunos de estos cuartetos están en tonalidades menores, como las sinfonías Sturm und
Drang coetáneas, mientras que los tres del op. 20 terminan con fugas. Los cuartetos
de este periodo llevaron la fama de Haydn más allá de Austria; sus proporciones am-
pliadas y su gama expresiva fijaron el esquema para los cuartetos posteriores.
Haydn compuso los seis cuartetos del op. 33 en 1781 y reveló a dos admiradores
que estaban escritos de «una manera bastante nueva y especial». Son desenfadados,
23. La música clásica en la segunda mitad del siglo XVIII 651
melodiosos y están llenos de ingenio. Los minuetos, aquí denominados scherzo (en
italiano, «broma» o «truco») o scherzando («bromeando» o «jugando»), muestran los
trucos de la danza cortesana y quiebran las pautas métricas normales, como se ejem-
plifica en la hemiolia y en el repentino silencio (véase ejemplo 23.6). Scherzo pasó a
ser el término para una broma o movimiento especialmente rápido en forma de mi-
nueto y trío.
EJEMPW 23.6 Scherzo del Cuarteto de cuerda en Sol mayor, op. 33, No.5, de Haydn
Vnl
VnII
Vla
Ve
Aparte de los scherros, el op. 33 contiene algunos de los golpes de humor más fe-
lices de Haydn, como hemos visto en el rondó finale del No. 2 (véanse anteriormen-
te, ejemplos 23.1-23.2). El carácter lúdico que Haydn confiere a los mismos temas y
a los diálogos entre los intérpretes dotaba de enorme júbilo las veladas de los cuarte-
tos amateurs en ciudades como Londres, París y Viena, así como en los estados rura-
les de la nobleza e incluso en los monasterios. Puesto que los cuartetos se interpreta-
ban normalmente a primera vista y no se publicaban en partitura completa, muchas
de las bromas sólo se hacían evidentes durante la ejecución; se conoce más de un re-
lato de un intérprete que soltó una sonora carcajada en un giro inesperado de los
acontecimientos.
En los años que le quedaban, Haydn compuso treinta y cuatro cuartetos. Espe-
cialmente dignos de mención son los seis cuartetos del op. 7 6 ( 1791), ejemplo de un
nuevo concepto del cuarteto como género para la interpretación en conciertos, junto
a su papel tradicional en la práctica musical privada. En sus últimos cuartetos,
Haydn amplió las fronteras armónicas y prefiguró la armonía del Romanticismo con
652 El siglo XX!f!.
En la época de Haydn, las sonatas y tríos para teclado se escribían para aficionados
que los ejecutaban en privado para su propio entretenimiento. Ambos géneros cons-
taban generalmente de tres movimientos en el formato rápido-lento-rápido y ambos
se concentraban en la expresión de sentimientos íntimos o sentimentales, apropiados
a su carácter privado. De hecho, el trío con teclado era en esencia una sonata para
teclado acompañada por las cuerdas, doblando el violonchelo la línea del bajo y aña-
diendo el violín el acompañamiento de fondo y algunos temas de contraste.
Mozart y Beethoven, como este de La Creación, que va más allá de la mera belleza
para generar un efecto que abrume los sentidos. El concepto de lo sublime se convir-
tió en una de las fuentes del Romanticismo (véase capítulo 25).
~ La música clásica en la Segtf.nda mitad del siglo XV/ll 655
Logros y reputación
Haydn hizo su última aparición pública durante una ejecución de La Creación para
celebrar su setenta y seis cumpleaños, en 1808. Cuando al año siguiente murió, dejó
un enorme corpus musical, fruto de más de medio siglo de duro trabajo. Su repu-
tación se mantuvo gracias a una pequeña parte de su producción, en particular sus
sinfonías y cuartetos de las décadas de 1770 a 1790 y los dos últimos oratorios. Estas
obras, conocidas de intérpretes y público, influyeron fuertemente en otros composi-
tores y pronto formaron parte del repertorio permanente. En virtud de su unión de
contrarios, su capacidad para mantener los fuertes contrastes unidos en un todo co-
herente y su equilibrio de forma y expresión, la mejor música de Haydn provoca to-
davía hoy admiración y asombro. La combinación lograda entre el amplio atractivo
para el público y el imperecedero reconocimiento de los entendidos ha sido raras ve-
ces igualada por otros compositores.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) tenía a Haydn por amigo, y cada uno ad-
miró y sufrió la influencia del otro. Pero sus vidas y carreras artísticas fueron diferen-
tes en lo fundamental. Aunque Mozart era veinticuatro años más joven que Haydn,
consiguió antes un amplio renombre como niño prodigio itinerante en la década de
1760. Durante la mayor parte de su carrera, Haydn trabajó con satisfacción para los
príncipes Esterházy, mientras que Mozart nunca encontró un puesto adecuado y
pasó sus años maduros como trabajador independiente en Viena (véase biografía).
Sin embargo, cuando murió a la edad de treinta y cinco años, Mozart fue visto por
muchos (incluido Haydn) como un igual de Haydn y ambos han terminado por de-
finir la música de su época.
El niño prodigio
Mozart se sintió profundamente afectado por sus experiencias como niño prodigio.
Su formación temprana e integral le dio un dominio aparentemente natural y sin es-
fuerzo de la técnica de la composición; su exposición a temprana edad a un amplio
espectro de formas musicales se refleja en su uso de diversos estilos a la hora de retra-
tar a los personajes, transmitir los estados anímicos o intensificar los contrastes den-
tro de un movimiento.
El padre de Mozart, Leopold Mozart (1719-1787), fue violinista del arzobispo de
Salzburgo y llegó a ser segundo Kapellmeister en 1762. Fue un compositor bien consi-
derado y autor de un célebre tratado sobre la interpretación del violín publicado en
1756, año del nacimiento de su hijo. Desde su más temprana edad, el muchacho mos-
~ LECTURA DE FUENTES - -- - -- - -- --
Lo bello y lo sublime
Algunos escritores del siglo XV1II diferenciaron lo sublime y lo bello. Entre los más
influyentes se cuenta Edmund Burke (1729-1797), quien expresó esta distinción
con términos categóricos.
Edmund Burke, A Philosophical lnquíry into the Origin ofOur Ideas ofthe Sublime and the Beauty (Lon-
dres, 1757).
tró un talento tan prodigioso por la música que su padre sacrificó su propio ascenso
profesional y se dedicó a educar a Wolfgang y a su dotada hermana mayor, Maria Anna,
conocida como Nannerl (1751-1829), en música y en otras materias. Ambos niños se
convirtieron en virtuosos del piano y Wolfgang también en consumado violinista.
De 1762 a 1773, Leopold llevó a sus hijos a una serie de giras por Austria-Hun-
gría, Alemania, Francia, Inglaterra, Holanda e Italia, que empezaron con sendas pre-
sentaciones ante el elector de Baviera en Múnich y la emperatriz Maria Theresa en
~· La música clásica en la sePfntÍa mitad del siglo XVIII 657
Viena. El mapa 22.1 muestra algunas de las ciudades que visitaron. Durante los con-
cierros en las casas de los aristócratas y ante el público en general, Wolfgang tocaba
piezas preparadas, leía conciertos a primera vista e improvisaba variaciones, fugas,
fantasías y arias. Fue repetidas veces examinado por los expertos, que publicaron in-
formes sobre sus interpretaciones e improvisaciones como si de un portento de la
naturaleza se tratase. Mientras tanto, componía: sus primeros minuetos a la edad de
cinco años, su primera sinfonía justo antes de su noveno cumpleaños, su primer ora-
torio a los once y su primera ópera a los doce. Nannerl componía también, pero no
se conserva ninguna de sus obras.
Gracias a las excelentes enseñanzas de su padre y a sus muchos viajes, el joven
Mozart pudo conocer todo tipo de música escrita o escuchada en Europa occidental.
En cada parada adquiría música no disponible en Salzburgo y conocía músicos que
[e iniciaban en las ideas y técnicas nuevas. Todo lo asimiló con una capacidad asom-
brosa. Las ideas que lo influyeron no sólo tuvieron eco en sus composiciones tem-
pranas, sino que continuaron evolucionado en su mente, en ocasiones dando frutos
años después. Su obra se convirtió en una síntesis de estilos nacionales, un espejo
que reflejaba la música de toda una época.
En junio de 1763, toda la familia (incluida la madre de Mozart, Anna Maria) se
embarcó en una gira de tres años y medio que incluyó largas estancias en París y en
Londres. En París, Mozart se interesó por la música de Johann Schobert (ca. 1735-
1767). En su escritura para clave, Schobert simulaba efectos orquestales mediante
una rápida figuración y densas texturas de acordes, una técnica que Mozart imitó
posteriormente. El ejemplo 23.7 compara pasajes de una sonata de Schobert para
clave con acompañamiento de violín con una sonata para piano de Mozart que em-
plea rápidas notas alternas en la mano derecha simulando trémolos orquestales de las
cuerdas.
Johann Christian Bach, a quien Mozart conoció en Londres, ejerció una influen-
cia importante y duradera sobre el muchacho. Bach enriqueció sus obras sinfónicas y
para teclado con rasgos de la ópera italiana: temas cantables, apoggiaturas y tresillos
de enorme gusto y ambigüedades armónicas. Estos rasgos, junto con el uso consis-
tente por parte de Bach de temas contrastantes en los movimientos de concierto y en
forma sonata, atrajeron a Mozart y se convirtieron en señas de identidad de su escri-
tura. En 1772, Mozart arregló tres sonatas de Bach como conciertos para piano
(K. 107). Como veremos, la formulación de Mozart de la forma de concierto tiene
paralelos significativos con el de Bach.
Cuando Nannerl alcanzó la edad de poder casarse en 1769, chocó contra la actitud
prevaleciente según la cual las mujeres debían permanecer en el hogar. En consecuen-
cia, su padre insistió en que dejase de tocar en público y tuvo que quedarse en la casa
de Salzburgo, mientras padre e hijo continuaban sus viajes. Mozart conoció el estilo
italiano a través de su padre y de J. C. Bach, pero los tres viajes a Italia entre 1769 y
1773 lo italianizaron más que nunca. Estudió contrapunto con el Padre Martini en
B lonia y compuso sus dos primeras óperas serias (puestas en escena en Milán) y sus
658 El siglo XVIII
- infancia, pero dos niños varones vivieron hasta la edad adulta y el más joven fue asi-
mismo compositor.
La composición a un ritmo prodigioso, la enseñanza a estudiantes particulares, las
interpretaciones en conciertos públicos y privados y la venta de sus obras a los edito-
res trajo a Mozart buenos ingresos e impresionó a su padre. En una fiesta dedicada a
la ejecución de cuartetos en la casa de Mozart, Haydn dijo a Leopold: «Ante Dios y
como hombre honesto, le digo que su hijo es el más grande compositor conocido por
mí, en persona o por el nombre. Tiene gusto y, lo que es más, el más profundo cono-
cimiento de la composición». A finales de la década de 1780, surgieron los problemas
económicos, según parece, debido más a los cada vez mayores gastos de la familia que
a un descenso de sus ingresos. La muerte de Mozart a la edad de treinta y cinco años
dio lugar a una multiplicidad de falsos rumores, incluido el de ser envenenado, pues
parece que fue resultado de una fiebre repentina.
Las casi seiscientas composiciones de Mozart se han catalogado y numerado cro-
nológicamente en un catálogo temático compilado por Ludwig von Kochel en 1862,
cuya numeración «K>> es utilizada universalmente para identificar las composiciones
de Mozart. Los números originales, que discurren del K. 1 al K. 626, son los más co-
nocidos y los que aquí usamos, pero la revisión de los números asignados a determi-
nadas piezas reflejan información más reciente sobre la cronología de la música de
Mozarr.
Obras principales: Die Entführung aus dem Serail, Las bodas de Fígaro, Don Gio-
vanni, Cosz fon tutte, La Flauta Mdgica, otras 15 óperas y Singspiele, 17 misas, el Ré-
quiem, 5 5 sinfonías, 23 conciertos para piano, otros 15 conciertos, 26 cuartetos de
cuerda, 19 sonatas para piano, numerosas canciones, arias, serenatas, divertimentos,
danzas; muchas otras vocales e instrumentales (la numeración tradicional de algunas
obras de Mozart, como las sinfonías 1-41 y los conciertos para piano 1-27, asignada
por los editores excluye algunas composiciones e incluye algunas piezas espurias).
con un mecenas o una institución, o el trabajo por cuenta propia. Para un músico de
hoy, una elección semejante supondría asegurarse un puesto como asalariado -to-
car en una orquesta o enseñar en un conservatorio, colegio o universidad- o ganar-
se la vida dando conciertos, realizando grabaciones o dando clases particulares a es-
tudiantes, además de componer por encargo o para la publicación. En la época de
Mozart, la mayor parte de los músicos con éxito tenían posiciones pagadas y aumen-
taban sus ingresos mediante otras actividades. Pocos podían sobrevivir únicamente
de su trabajo independiente.
A la edad de dieciséis años, Mozart fue contratado sin sueldo como tercer concer-
tino de la corte del arzobispo Colloredo de Salzburgo, donde sus obligaciones in-
cluían la composición de música sacra. Mucho más interesado en la ópera y en la
música instrumental, Mozart buscó en vano un puesto en otro lugar y viajó con su
padre a Italia y a Viena, y con su madre a través de Alemania hasta París. El último
EJEMPLO 23.7 Simulación de trémolos orquestales en sonatas de Schobert y Mozart
Violín -
Piano
)' ~~~ - -
seg. ~-
b. Mozart, Sonata para piano en La menor, K. 319 (300d), Allegro maestoso
mes para no perder dinero por las clases desaprovechadas. Mozart tocaba en concier-
tos públicos y privados, por lo que adquirió rápidamente reputación como el pianis-
ta más eminente de Viena. En ocasiones actuaba como su propia empresa, organiza-
ba conciertos en lugares como el Teatro Municipal y se embolsaba la recaudación
deducidos los gastos. Componía en abundancia, para sus propios conciertos, por en-
cargo y también para la publicación, pues los editores de Viena publicaron sus obras
para piano, su música de cámara, sus conciertos para piano, así como sus danzas,
sinfonías y canciones. En diciembre de 1787, Mozart fue contratado como músico
de cámara del emperador, lo que le deparó un salario reducido pero estable, unas
obligaciones livianas y un impulso a su reputación; el emperador dijo más tarde que
el objetivo del puesto era mantener a Mozart en Viena, lo que en parte demostró
que se trataba de una compensación por sus otras actividades.
Poco después de la muerte de Mozart se dijo que sus éxitos tempranos en Viena
estuvieron seguidos de fracasos: que el público lo abandonó, los alumnos decayeron,
los encargos eran escasos y sus finanzas se diezmaron al aumentar los gastos de la fa-
milia. Ciertos testimonios apoyan esta visión sombría: la guerra contra los turcos tra-
jo como consecuencia cierto declive del mecenazgo musical en 1788-1789; algunas
de sus empresas no tuvieron éxito; Mozart se trasladó con su familia a un barrio más
barato en 1788; y desde esa fecha hasta 1791 escribió varias cartas, pidiendo dinero
a su amigo y cofrade masón, el comerciante Michael Puchberg, quien también res-
pondió generosamente a la solicitud de Mozart. No obstante, los Mozart tuvieron
siempre suficiente dinero para emplear una sirvienta y para vestirse en conformidad
al estatus social, y, aunque Mozart daba menos conciertos, según parece por propia
decisión, los ingresos por sus publicaciones, por su salario y por las óperas y otros
encargos siguieron siendo altos. Los problemas no parecen consistir en el factor in-
gresos de la ecuación, sino en la incapacidad de Mozart para administrar sus gastos,
como lo atestiguó su hermana Nannerl.
El estilo maduro
Aun cuando buena parte de las composiciones más notables datan de los años de
Salzburgo, las obras que inmortalizaron el nombre de Mozart se compusieron en
Viena, entre los veinticinco y los treinta y cinco años de edad, cuando la promesa de
juventud llegó a su plenitud. En todo tipo de composición, consiguió una síntesis
extraordinaria de forma y contenido, de los estilos docto y galante, de brillo y encan-
to con profundidad emocional.
La música de Mozart se enriqueció con nuevas influencias de tres de los más gran-
des compositores del siglo: Haydn, J. S. Bach y Handel. Haydn pasaba todos los in-
viernos en Viena y el conocimiento previo que Mozart tenía de sus obras se hizo aho-
ra más profundo mediante su intenso estudio y su amistad personal. Fue el barón
Gottfried Van Swieten, más tarde libretista de los dos oratorios de Haydn, el que dio
a conocer a Mozart la música de Bach. Como embajador austriaco en Berlín en
662 E/si lo ~
Mozart fue un virtuoso del piano y su estilo está bien representado en su música
para piano. Escribió sus sonatas, fantasías, variaciones, rondós y duetos para piano
(para dos intérpretes en un piano) para sus alumnos, para la práctica musical domés-
tica y para su publicación. Las diecinueve sonatas para piano se cuentan entre sus
obras más conocidas y han sido estudiadas por casi todo estudiante de piano de los
dos últimos siglos. Demostró su dominio del género con un grupo de seis sonatas
(K. 279-284), escritas en 1775, mientras supervisaba una ópera en Múnich, y escri-
bió otras tres durante su estancia en Mannheim y en París en 1777-1778 (K. 309-
311). Éstas muestran ya una amplia variedad de tonalidades, contenidos y formas,
como si Mozart buscase explorar todas las posibilidades de la sonata y desafiase de
distintos modos al intérprete.
El estilo de Mozart al inicio de su periodo de Viena está ejemplificado en el pri-
mer movimiento en forma sonata de la Sonata en Fa mayor, K. 332, una de las tres
compuestas en 1781-1783 y publicadas como grupo en 1784 (K. 330-332). Espe-
cialmente característico de Mozart son sus temas y su combinación de estilos hetero-
géneos. El ejemplo 23.8 muestra el primer tema y el comienzo de la transición.
Mientras que Haydn construía los temas variando pequeños motivos (véase ejem-
plo 23.1) o formando una serie de gestos contrastantes (ejemplo 23.3), los temas de
Mozart tienden a ser cantables, lo cual refleja quizá la influencia italiana. La idea ini-
cial de K. 332 (compases 1-12) es típica de sus temas, pues parece desplegarse de ma-
nera natural y espontánea, a la par que resulta evidente su cuidado contorno. Las fra-
ses están equilibradas por lo general entre antecedente y consecuente, aunque la
segunda frase se prolonga con frecuencia -en este caso, mediante una imitación en-
tre las manos. Toda la melodía se desarrolla a partir de la serie inicial de terceras, cuyo
sutil paralelo observamos en el bajo de Alberti del acompañamiento. Como ocurre a
menudo en su música, Mozart introduce una idea contrastante incluso dentro del
área del primer tema (compases 12-22), pero la vincula a la melodía inicial utilizando
la misma cadencia (compases 19-20). Todo gesto refleja delicadeza, gusto y elegancia.
23. La música clásica en la segunda mitad del siglo xvn1 663
)~~~~~~~
)~: 1":•1:r::1:::~l~1 u;u1:~1;u!l
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1
• la primera frase está en estilo de allegro cantable, con una melodía cantable en
tempo rápido sobre figuras de acordes arpegiados;
• su consecuente (compases 5-12) introduce imitación y contrapunto, sellos dis-
tintivos del estilo docto;
• la segunda idea sugiere un estilo de caza, con una melodía y una línea del bajo
que pueden interpretarse con la trompa natural, utilizando solamente tonos de
la serie armónica (véase la mano izquierda en los compases 12-20);
664 El siglo .:mg
• la transición (que comienza en el compás 23) está en estilo Sturm und Drang,
un pasaje fuerte y apasionado en modo menor con ritmos más rápidos, textura
plena, cromatismo y fuertes disonancias, como los acordes de séptima dismi-
nuida.
La música de cdmara
Un padre que había decidido enviar al ancho mundo a sus seis hijos pensó en confiarlos a la
guía y protección de un hombre entonces muy conocido, un hombre que, afortunadamente,
era también su amigo.
Mozart los llamó «el fruto de un largo y laborioso esfuerzo», y las numerosas revisio-
nes en el manuscrito dan testimonio de su esfuerzo. Los cuartetos op. 33 de Haydn
(1781) habían establecido por completo la técnica de desarrollo temático omnipre-
sente con sustancial igualdad en los cuatro instrumentos. Los seis Cuartetos Haydn
de Mozart muestran su capacidad natural para asimilar la esencia de lo conseguido
por Haydn, sin convertirse en un mero imitador. Aunque los temas siguen siendo
mozartianos, están sujetos a un desarrollo temático mucho más integral y a una tex-
tura contrapuntística cada vez mayor.
Muchas de las obras de cámara de Mozart son también clásicos del género, aun-
que se compusieron para conjuntos menos habituales. Sus quintetos de cuerda, para
dos violines, dos violas y un violonchelo, han sido elogiados en términos aún más
23. La música clásica en la sey;ztnda mitad del siglo XVIII 665
elevados que sus cuartetos, en especial los Quintetos en Do mayor y Sol menor
(K. 515-516, 1787). Poco después de componer el Quinteto para piano e instru-
mentos de viento, K. 452, Mozart escribió a su padre: «Yo mismo pienso que es la
mejor obra que he escrito en toda mi vida». Sus seis obras para instrumento de vien-
to solista y cuerdas, incluidos los tres cuartetos para flauta, el cuarteto para oboe, el
quinteto para trompa y el quinteto para clarinete, son parte integrante del repertorio
para tales instrumentos.
Serenatas y divertimentos
son un feliz medio entre lo demasiado difícil y lo demasiado fácil. Son brillantes -agrada-
bles al oído- y naturales sin ser vados. Hay pasajes aquí y allá que sólo los entendidos po-
666 El siglo XVf!.!.
drán apreciar completamente, pero el oyente común los encontrará satisfactorios también,
aunque sin saber por qué.
Cada uno de los conciertos de Viena es una obra maestra individual; todos juntos
evidencian al mejor Mozart. La ilustración 23.3 muestra la página manuscrita de
uno de los conciertos de Viena, K. 467. Revela la claridad y la lógica del compositor,
así como una revisión hacia la mitad de la página, donde quiso mejorar la distribu-
ción de las texturas.
Los conciertos de Mozart siguen el esquema tradicional en tres movimientos, en
la secuencia rápido-lento-rápido. El primer movimiento fusiona elementos de la for-
ma ritornello y de la forma sonata, como lo hacen los conciertos de J. C. Bach, que
son los modelos principales de Mozart en estas obras para teclado. Si comparamos el
primer movimiento del Concierto para piano en La mayor, K. 488, de Mozart, com-
puesto en 1786, con el concierto de J. C. Bach examinado en la ilustración 22.6, ve-
mos las mismas líneas generales:
Como Bach, Mozart incluye una cadencia para el solista, aunque su cadencia in-
terrumpe por lo general el ritornello final, como ocurre aquí. Es también típico de la
práctica de Mozart el puntuar las largas secciones del solista con pasajes para orques-
ta completa que funcionan como nuevos ritornellos. Aquí éstos incluyen la transi-
ción dentro de la exposición y de la reexposición del solista y las dos primeras frases
de la reexposición. Las otras diferencias se encuentran en los detalles que hacen úni-
co cada primer movimiento. Mientras que el concierto de Bach utilizaba el tema
conclusivo para los ritornellos posteriores, en el K. 488 Mozart utiliza sobre todo la
transición, un tutti enérgico y percusivo que contrasta marcadamente con los temas
líricos y tranquilos. Mozart introduce una nueva idea al comienzo del desarrollo,
que pasa a ser el foco de atención de la sección y regresa al final de la reexposición y
en el ritornello final. La forma resultante sigue la convención en muchos aspectos,
aunque puede sorprender al oyente con diversos rasgos individuales. El movimiento
está teñido de la característica riqueza mozartiana de invención melódica, diversidad
de figuración y elegancia.
El segundo movimiento de un concierto de Mozart se parece a un aria lírica.
Suele estar en la subdominante o en la tonalidad principal o, con menor frecuencia,
en la dominante o en el relativo menor. Su forma puede variar, la más frecuente es
~~j~·;L~a~n~i~ús
_i_c_a_c_lás_'_k_a_e_n~la__
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!LUSTRACIÓN 23 .3 Una pdgi.na del Concierto para piano en Do mayor, K 467, de Mozart, fechado en
febrero de 1785. Es de sobra conocida la rapidez con la que componía Mozart. En una carta a su madre, la
hermana del compositor, Nannerl, bromea que su hermano estd escribiendo una sonata mientras va compo-
niendo otra mentalmente. Se cree que Mozart tardó en terminar este concierto concreto en un mes -muchos
compositores habrían tardado un mes sólo en copiar un concierto de esta extensión (83 pdginas). El K 467
tiene sorprendentemente pocas correcciones y revisiones, pero hacia la mitad de la pdgina podemos ver dónde
decidió Mozart revisar cierto desequilibrio.
Las sinfonías
Mozart escribió sólo seis sinfonías en los últimos diez años de su vida, después de
componer casi cincuenta, pese al tradicional cómputo de cuarenta y una (introduci-
do por un editor del siglo XIX) . Las sinfonías escritas antes de 1782 funcionaron casi
siempre como teloneros de conciertos u obras de teatro; las que compuso tras su es-
tablecimiento en Viena constituían la obra principal de los programas de concierto o
compartían el reparto con conciertos y arias. Muchas de las sinfonías tempranas se-
guían el antiguo formato en tres movimientos, mientras que la mayor parte de las
tardías siguen el formato en cuatro movimientos.
Como Haydn, Mozart enfocó sus sinfonías maduras con enorme seriedad y dedi-
có mucho tiempo y reflexión a su composición. La Sinfonía Hajfner, K. 385, escrita
en 1782 para conmemorar el ascenso a la nobleza del amigo de infancia de Mozart,
Sigmund Haffner, y la Sinfonía Linz, K. 425, escrita en 1783 para su interpretación
en dicha ciudad, representan el estilo de las sinfonías tardías en sus ambiciosas di-
mensiones, sus mayores exigencias a los intérpretes (en particular a los instrumentos
de viento), la complejidad armónica y contrapuntística y los movimientos finales
como punto culminante en lugar de ser movimientos ligeros. Estas sinfonías son en
todos los aspectos tan magistrales como las sinfonías londinenses de Haydn y algu-
nas pueden de hecho haber servido como modelos para el compositor de más edad.
Las obras de este grupo -usualmente reconocidas como las más .egregias- son la
Sinfonía Praga en Re mayor (K. 504), compuesta en 1786 para un concierto en di-
cha ciudad, y las tres Sinfonías en Mi bemol mayor (K. 543), Sol menor (K. 550) y
Do mayor (K. 551, llamada júpiter por un editor inglés), escritas todas en el espacio
de seis semanas durante el verano de 1788.
Cada una de las seis sinfonías es una obra maestra con su propio carácter específi-
co. Su gesto inicial deja una impresión indeleble. Las sinfonías júpiter y Hajfner em-
piezan con fuertes y sonoras declaraciones en octavas, seguidas de delicadas respues-
tas. Otras tres (K. 425, 504 y 543) contienen introducciones lentas, animadas por el
espíritu de la obertura francesa, con sus majestuosos ritmos con puntillo, su intensa
armonía y sus figuras en anacrusa. En lugar de insinuar sutilmente lo que va a ocu-
rrir, como hacía en ocasiones Haydn, las introducciones lentas de Mozart crean sus-
pense, errando tentadoramente lejos de la tonalidad y convirtiendo su regreso en un
acontecimiento decisivo. El más inusual es el comienzo de la Sinfonía en Sol menor,
que comienza en piano, algo raro en las sinfonías anteriores a ésta, con una melodía
suave y ondulante e impregnada de gestos suspirantes.
Como en las últimas sinfonías de Haydn, los movimiento finales hacen algo más
que mandar a casa a los oyentes en un alegre marco espiritual. Equilibran el serio
movimiento inicial mediante un contrapeso muy elaborado y caracterizado por la
fantasía y el humor. El más sorprendente es el final de la Sinfonía Júpiter, que com-
bina la forma sonata y el estilo sinfónico de la época de Mozart con el contrapunto y
la fuga más eruditos. El tema inicial, que mostramos en el ejemplo 23.9, presenta
EJEMPLO 23.9 Primer tema del movimiento final de la Sinfonía Júpiter de Mozart
dos ideas contrastantes, como suele suceder en la praxis usual de Mozart: un elegan-
te motivo cantable en notas enteras (a) y una respuesta más activa (b) señalada por
notas repetidas en staccato y gestos amplios. Los motivos tienen destinos diferentes.
El motivo a, extraído del ejemplo de una fuga del tratado sobre contrapunto Gradus
ad Parnassum de Fux, recibe un tratamiento plenamente contrapuntístico por parte
de Mozart, incluyendo las cuatro especies de contrapunto estricto descritas por Fux
más el stretto y la fuga, mientras que b se trata únicamente como una melodía en
una textura homofónica. Otros elementos temáticos ocupan un terreno intermedio,
presentados ambos como melodía acompañada en el estilo de la época clásica y en
un estrecho contrapunto imitativo. Posteriormente, la coda entreteje todos estos
motivos con excepción de b en una fuga a cinco voces, revelando que todos ellos es-
tablecen un contrapunto con los demás. El ejemplo 23.10 muestra parte de esta
coda, con motivos del primer tema (a y c), la transición (d) y el segundo tema (e y f).
En este clímax de contrapunto, Mozart consigue una sorprendente integración del es-
tilo galante y la retórica de su propia época con el estilo fugado de la primera mitad
del siglo XVIII, haciendo que escuchemos sus temas en un contexto completamente
nuevo. El efecto es sublime, inspira un respeto reverencial y nos asombra -no en la
Creación, como en el oratorio de Haydn, sino como creatividad e inventiva humanas.
Las óperas
La ópera era aún el género musical de mayor prestigio, por lo que Mozart buscó ansio-
samente oportunidades de componer para la escena. En una visita a Viena en 1768, el
compositor de doce años de edad escribió su primera ópera buffa, La finta semplice (La
falsa simple, representada al año siguiente en Salzburgo) y su primer Singspiel, Bastien
und Bastienne. Durante sus viajes a Italia, a comienzos de la década de 1770, compuso
dos óperas serias, representadas en Milán con la esperanza de que le proporcionasen
una posición permanente. Compuso dos óperas por encargo para Múnich, La finta
giardiniera (1775), una ópera buffa, e Idomeneo (1781), la mejor de sus óperas serias.
En su música dramática y pictórica, sus recitativos acompañados, el uso manifiesto del
coro y la inserción de escenas espectaculares, Idomeneo es muestra de las tendencias re-
formistas de Traetta y de Gluck y de la influencia de la ópera francesa.
La fama de Mozart en Viena y en otros lugares se consolidó con Die Entfiihrung
aus dem Serail (El rapto en el Serrallo, 1782), donde elevó el Singspiel al reino del
gran arte sin alterar sus rasgos establecidos. La ópera cuenta una historia romántica y
EJEMPLO 23.1 O Pasaje de la coda del movimiento final de la Sinfonía Júpiter, de Mozart,
mostrando los temas en contrapunto
a = primer tema, idea inicial
e = primer tema, idea conclusiva (aparece también en el segundo tema y en el tema de cierre)
d = figura de la transición
e = segundo tema, frase inicial
f = contrasujeto al segundo tema
Tpt.
yHn.
Timp.
f
Vn.
II
Vla.
Ve.y
Baj. 1
Cb.y
Baj. 2
los personajes, intensificaban las tensiones sociales entre las clases e introducían
asuntos morales. A petición de Mozart, los tres libretos incluyen no sólo personajes
cómicos sino también serios, así como personajes que ocupan un lugar intermedio
entre lo serio y lo cómico, a los que llamó mezzo carattere. La penetración psicológi-
ca de Mozart y su genio para la caracterización musical aumentó de manera similar
la seriedad del género. La caracterización de los personajes ocurre no sólo en las arias
a solo sino en particular en los dúos, tríos y conjuntos más grandes de solistas voca-
les. Los finales de conjunto permiten que estos caracteres choquen entre sí y combi-
nen el realismo con una acción dramática continua y con una forma musical magní-
ficamente unificada. La orquestación de Mozart, en particular su uso de los
instrumentos de viento, desempeña un papel importante a la hora de definir los per-
sonajes y las situaciones.
Las bodas de Fígaro obtuvo éxito en Viena pero fue recibida con entusiasmo aún
mayor en Praga, donde tuvo como consecuencia el encargo de Don Giovanni, estre-
nada allí al año siguiente. La leyenda medieval de Don Juan, en la que se basa el ar-
gumento, había sido tratada a menudo en la literatura y en la música desde princi-
pios del siglo XVII. Pero Da Ponte y Mozart, por primera vez en la ópera, tomaron en
serio el personaje de Don Juan -no como una mezcla incongruente de figura ri-
dícula, seductor y horrible blasfemo, sino como un rebelde contra la autoridad, que
desdeña la moralidad común, y como un supremo individualista, audaz e impeni-
tente hasta el final.
Don Giovanni introduce personajes, situaciones y estilos de la ópera seria en la
ópera cómica, como se observa en la escena inicial. Leporello, sirviente de Don Gio-
vanni, lamenta sus penas en un aria en estilo de ópera buffa, con un toque de llama-
das de trompeta aristocrática cuando declara su deseo de vivir como un caballero y
no como un sirviente. Lo interrumpe un grito cuando Don Giovanni y Donna
Anna salen de la casa de esta última, después de que Don Giovanni haya intentado
aprovecharse de ella. Durante una furiosa persecución, ella canta en el estilo dramá-
tico de la ópera seria y Don Giovanni replica en consonancia, mientras Leporello co-
menta en estilo buffo desde su lugar oculto. El padre de Donna Anna, el Comenda-
dor, se abalanza para protegerla y reta a duelo a Don Giovanni. Se baten y el
Comendador resulta mortalmente herido -un giro chocante de los acontecimientos
para ser una comedia. En un trío impactante, éste resuella sus últimas palabras
mientras Don Giovanni y Leporello comentan la escena, cada uno en su propio esti-
lo característico. Al instante, señor y sirviente retornan en el recitativo siguiente a las
bromas cómicas de la ópera buffa.
Durante toda la ópera se dan tres niveles de personajes: Donna Anna y otros no-
bles, que exteriorizan sus emociones en el tono elevado y dramático de la ópera seria;
Leporello y otros personajes, en su mayoría de la clase baja, caracterizados por las bufo-
nadas de la ópera buffa (aun cuando muestren inteligencia y juicio); y Don Giovanni,
quien, en su personaje de artero seductor, pasa fácilmente del uno al otro. Estos tres
niveles se ponen de relieve al final del acto 1, donde Mozart coordina magistralmente
672 El siglo XV!!f.
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
En sus óperas, Mozart retrata la personalidad de los personajes y transmite sus senti-
mientos de un modo tan perfecto a través de su música que los oyentes pueden com-
prenderlos de manera inmediata -en ocasiones mejor que los personajes entienden
sus propios aprietos. En una carta a su padre escrita mientras componía El rapto en el
serrallo, Mozart describió cómo hacía que la música de dos arias se adecuase a lo
personajes, a la situación y a los cantantes que estrenarían los papeles.
Carta del 26 de septiembre de 1781, de Mozart's Letters, Mozart's Life, cartas seleccionadas y editadas
por Robert Spaethling (Nueva York: Norton, 2000), 286.
sobre el escenario tres bandas de danza que tocan simultáneamente: un minueto para
los nobles, una contradanza para Don Giovanni y un vals rústico para Leporello.
Otro personaje con un pie en ambos mundos es Donna Elvira, personaje cómico
que actúa como uno serio. Los intentos de presentarse a sí misma como una heroína
¡3, La música clásica en la segunda m i!_ad del siglo XVIII 673
trágica y abandonada por Don Gíovanní son amortiguados del modo más jocoso
por la música de Mozart. Por ejemplo, su aria de la venganza Ah faggi il traditor, que
se muestra en el ejemplo 23.11, está en un estilo obsoleto, el de Scarlattí o Handel
de más de cincuenta años atrás, como sí estuviese leyendo sus versos a partir de un
libro viejo (como Leporello comenta en otro lugar), de modo que parece fingida an-
tes que sincera. Sí bien ella intenta aparecer dignamente, lo cual se evidencia en su
elección del ritmo de sarabande, el tempo que adopta es demasiado rápido, lo cual
provoca que suene como un ataque de histérica. Estas referencias a otros estilos y el
distanciamiento de las convenciones son aspectos cruciales de la representación mo-
zartiana de los personajes y sus sentimientos. Los oyentes modernos no perciben a
menudo estos significados si no reconocen los estilos y convenciones evocados por
Mozart.
En su último año de vida, Mozart escribió sus dos últimas óperas: una ópera se-
ria, La clemenza di Tito (La demencia de Tito), para la coronación en Praga de Leo-
pold II como rey de Bohemia, y La Flauta Mdgica (Die Zauberfiote) para un teatro
EJEMPLO 23.11 Aria de Donna E/vira, Ah fuggi il traditor, de Don Giovanni, de Mozart
Ah fug
Ve& Bass
piU dir;
La música sacra
Dado que el padre de Mozart trabajó como músico para el arzobispo de Salzburgo y
que el propio Mozart estuvo a su servicio como concertino y organista, era natural
que compusiese música sacra desde temprana edad. En cualquier caso, con notables
excepciones -su Misa en Do menor, el Ave verum corpus y el Réquiem-, las com-
posiciones sobre textos sacros no se cuentan entre sus obras más relevantes. La ma-
yoría de sus misas, como las de Haydn, están en el idioma sinfónico-operístico al
uso, mezclado con fugas en los lugares habituales, y fueron escritas para coro y solis-
tas en alternancia libre, con acompañamiento orquestal.
El Réquiem, K. 626, un encargo de un noble acaudalado, el conde Walsegg, en
julio de 1791, pero Mozart estaba entonces ocupado con La clemenza di Tito y La
Flauta Mdgica e hizo escasos progresos hasta el otoño. Al quedar inacabado a la
muerte de Mozart, fue concluido por su alumno y colaborador Franz Xaver Süss-
mayr (1766-1803), quien añadió algunas partes instrumentales al boceto de Mozart
y compuso el Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei, repitiendo en parte la música
que Mozart había compuesto para una sección anterior.
Logros y reputación
los estilos del momento le capacitaron para extender la síntesis estilística de Haydn a
un ámbito todavía más amplio, lo que hizo posible la representación magistral de es-
tados anímicos y caracteres en sus óperas y la rica variedad de su música instrumen-
tal. Igualó a Haydn en su equilibrio de forma y expresión, de atractivo inmediato y
duradero. Ambos compositores destacaron en todos los géneros practicados en el si-
glo XVIII y su música representa lo mejor entre todas las aportaciones del periodo.
Música clásica
Desde la década de 1790, se ha emparejado a Haydn y Mozart como los dos compo-
sitores más extraordinarios de su época. Ambos cosecharon enormes éxitos en vida y
su música siguió siendo conocida e interpretada después de su muerte. Las obras de
Haydn y Mozart proporcionaron modelos a Beethoven y a muchos otros composito-
res de su generación y de las generaciones siguientes. A principios del siglo XIX, cier-
tas obras de Haydn y de Mozart (especialmente las últimas sinfonías y algunos cuar-
tetos de cuerda de ambos, los últimos oratorios de Haydn, los conciertos y sonatas
para piano de Mozart y las cinco óperas principales de éste último) se habían conver-
tido en clásicos y formaban parte del grupo nuclear de obras que se esperaba que la
gente culta conociese. Su música terminó por ser conocida como «clásica», lo que a
su vez se convirtió en el nombre más empleado para las obras de la segunda mitad
del siglo XVIII. No obstante, entre los compositores de su época, únicamente Haydn
y Mozart consiguieron alcanzar una fama generalizada y permanente, y llegaron a
componer una música tan compleja y heterogénea. No es fácil conseguir el equili-
brio entre un atractivo a la vez amplio y profundo que ellos lograron; éstos fueron
los méritos que posibilitaron la continua interpretación de esta música en la primera
mitad del siglo XIX y a su inclusión en el repertorio permanente.
QUINTA PARTE
EL SIGLO XIX
En el siglo XIX, la Revolución Industrial transformó la economía, desplazó a las po-
blaciones de los campos a las ciudades y creó una sociedad basada en la producción y
distribución en serie. El resultado fue una clase media grande e influyente, que vivió
también transformaciones en la vida musical. Los pianos más asequibles y la música
impresa ampliaron el mercado de la práctica musical en los hogares y originaron un
torrente de canciones y piezas para piano. Aumentó el público musical y las compa-
ñías de ópera, las orquestas profesionales y las salas de concierto crecieron en núme-
ro y tamaño.
Los músicos del siglo XIX trabajaban usualmente para el público -tocaban en or-
questas, daban conciertos y componían para la publicación o impartiendo clases a
aficionados. La especialización era un camino hacia el éxito, por el cual un músico se
convertía en virtuoso de un instrumento o en compositor de un medio en particular.
Otro camino consistía en crear una música que fuese novedosa, individual, evocati-
va, espectacular, nacionalista, exótica, que sonase característica pero atractiva. Todos
estos rasgos son característicos del Romanticismo, movimiento destacado en las artes
al inicio de 1800 y término asociado a la música del siglo entero. Los compositores
desarrollaron nuevos estilos para atraer a los oyentes de clase media y crearon nuevos
tipos de música instrumental -desde piezas de exhibición virtuosa hasta poemas
sinfónicos- y nuevas tradiciones operísticas en Italia, Francia, Alemania, Rusia y
otros países.
Dos desarrollos más tuvieron efectos profundos y duraderos: el surgimiento de
un repertorio estable de clásicos musicales y el distanciamiento cada vez mayor entre
la música clásica y la música popular. Estos cambios han configurado nuestra cultura
musical actual, donde la música del siglo XIX tiene aún una arraigada presencia.
24. Revolución y cambio
La Revolución Francesa
claró la República en Francia y ejecutó al rey. En esta segunda fase (1792-1794), co-
nocida como Reinado del Terror, mientras los ejércitos franceses repelían los ataques,
el gobierno mantenía el control ejecutando a decenas de miles de oponentes políti-
cos. En la tercera fase (1794-1799), el gobierno adoptó una Constitución más mo-
derada e intentó restablecer el orden, pero la oposición y las dificultades económicas
continuaron.
En 1799, Napoleón Bonaparte, general del ejército y héroe de guerra, se convir-
tió en el primer cónsul de la República. Ignorando a la Asamblea Legislativa electa,
Bonaparte consolidó su poder y en 1804 se coronó a sí mismo emperador. Gracias a
una serie de victorias militares, invadió los países vecinos, expandió los territorios
franceses, puso fin al Sacro Imperio Romano de 840 años de antigüedad y creó esta-
dos aliados en España, Suiza y la mayor parte de Alemania e Italia, colocando a sus
propios hermanos como gobernantes. En todos estos países, como en Francia, intro-
dujo reformas que hicieron el gobierno más eficiente, el sistema legal más uniforme
y la recaudación de impuestos menos onerosa, haciendo realidad algunos de los ob-
jetivos de la Revolución. Pero la desastrosa campaña iniciada para conquistar Moscú
condujo a Napoleón a la derrota y a su abdicación en 1814. Mientras en Viena tenía
lugar un congreso entre las principales potencias europeas para formalizar el tratado
de paz, Napoleón escapó de su exilio, regresó a París y recuperó el poder, sólo para
sufrir su derrota final ese verano, en la batalla de Waterloo, en Bélgica.
Aunque la Revolución y las guerras napoleónicas de conquista conocieron la de-
rrota, cambiaron por completo la sociedad europea. La divisa revolucionaria liberté,
egalité, fraternité penetró en todos los estratos de la sociedad francesa y los ejércitos
franceses la propagaron por toda Europa. En todas partes los pueblos vislumbraron
la libertad posible, la reforma democrática y la abolición de rangos y privilegios,
ideales que mantuvieron incluso cuando su realización se vio pospuesta. Por otra
parte, la Revolución y las guerras subsiguientes introdujeron un nuevo concepto de
nación, concebida ésta como el conjunto de ciudadanos con una herencia común e
iguales ante la ley, y no como seres subordinados a un monarca. Al igual que los
franceses forjaron su identidad como nación, así lo hicieron de manera creciente sus
enemigos en Alemania, Italia, España y Austria, dando lugar a tendencias culturales
y políticas fortalecidas a lo largo del siglo XIX y principios del XX.
La música y la Revolución
La Revolución Industrial
El músico cuya carrera artística y musical mejor refleja los cambios tumultuosos
de las décadas en torno a 1800 fue Ludwig van Beethoven ( 1770-1827; véase bio-
grafía). Consciente de los ideales de la Ilustración, asimiló la música de Haydn y
Mozart, observó la Revolución Francesa desde la distancia, idealizó a Napoleón y
se desilusionó después, y vivió sus últimos doce años bajo la represión política.
En su juventud fue un prometedor virtuoso del piano y compositor, pero se vio
obligado a interrumpir su carrera como intérprete debido a la sordera y se convir-
tió en el primer músico que se ganó la vida exclusivamente con la composición.
Sus obras plantearon nuevas exigencias a los intérpretes y los oyentes y, en esre
proceso, redefinieron las expectativas y los valores que los oyentes asociaban a la
, .
mus1ca.
Poco después de la muerte de Beethoven, un estudioso dividió su carrera artística
y sus obras en tres periodos e inició una tradición vigente hasta hoy. Durante el pri-
mer periodo, desde su nacimiento en 1770 hasta aproximadamente 1802, Beetho-
ven adquirió el dominio del lenguaje musical y de los géneros de su tiempo, y en-
contró poco a poco una voz personal. En el segundo periodo, hasta el año 1814
aproximadamente, desarrolló un estilo que alcanzó nuevos niveles de dramatismo y
expresión, y le confirió una enorme popularidad. En el tercer periodo, desde aproxi-
madamente 1815 hasta su muerte en 1827, su música se hizo más introspectiva y
más difícil de ejecutar para los intérpretes y de comprender para los oyentes. Este
marco tan nítido es, por supuesto, una propuesta, una manera aceptable de organi-
zar la discusión sobre la ·carrera artística y la música de Beethoven. Pero al mismo
tiempo refleja los cambios de estilo y los puntos de inflexión cruciales en su vida: la
crisis de 1802, debida a su gradual pérdida del oído, y el creciente aislamiento en
torno a 1815, causado por la sordera, los problemas familiares y, como veremos, las
condiciones políticas y económicas.
Durante dos siglos, Beethoven ha dominado el mundo de la música clásica como nin-
gún otro compositor. Sus sinfonías, conciertos, cuartetos de cuerda y sonatas para
piano son puntos centrales en el repertorio de música clásica, y su influencia ha sido
prácticamente ineludible. Su perseverancia frente a la sordera, combinada con un sen-
tido de la lucha y el triunfo reflejados en gran parte de su música, hicieron de él una
figura heroica. Su individualismo y su capacidad de expresarse a sí mismo llamaron la
atención de un creciente público de clase media y lo convirtieron en un modelo para
generaciones de compositores.
Beethoven nació en Bonn, en el norte de Alemania, donde su abuelo y su padre
eran músicos de la corte del elector de Colonia. Desde temprana edad, Beethoven es-
tudió piano y violín con su padre, Johann, que esperaba hacer de él un nifio prodigio
tan famoso como Mozart. Sacó al nifio de la escuela a la edad de once afios, de forma
que Ludwig pudiese concentrarse únicamente en la música, y puso su formación en
manos del organista y compositor de la corte Christian Gottlob Neefe, quien le ense-
fió teoría, contrapunto, composición e improvisación.
Beethoven viajó a Viena en 1787 y probablemente conoció a Mozart; más tarde,
en 1792, se instaló en Viena definitivamente. Su primer profesor en esta ciudad fue
Haydn, con quien estudió contrapunto, mientras cultivaba la amistad con los mece-
nas de la aristocracia. Sus composiciones abarcaron una amplia gama, desde música
para aficionados hasta obras virtuosas para sí mismo, o desde obras privadas para en-
tendidos a sinfonías para el público.
Confiado en sus valores como artista, trató a sus patrocinadores aristocráticos con
independencia e incluso con cierta brusquedad ocasional. Sus presunciones de igual-
dad social lo llevaron repetidas veces a enamorarse de mujeres de noble alcurnia, que
no habrían podido desposarlo como hombre común (y también de algunas ya casa-
dasr Especialmente conmovedora es la carta dirigida en 1812 a su «Amada inmortal».
Beethoven nunca tuvo un hogar permanente y se mudó más de veinte veces durante
sus treinta y cinco afios en Viena.
dad de los mecenas, Beethoven fue capaz de ganarse la vida sin tener que ocupar un
puesto al servicio de un patrón concreto, lo cual le otorgó una independencia que
Haydn y Mozart sólo consiguieron en el último periodo de su trayectoria profesional.
Puesto que era pianista, las obras para piano fueron la válvula de escape natural
de los impulsos compositivos de Beethoven; de hecho, las sonatas, variaciones y
obras breves para piano constituyen el grupo principal de obras escritas durante su
primera década en Viena. Beethoven siguió la tradición de dirigir al mercado de
amateurs la música para teclado solo, si bien sus primeras sonatas presentan ya exi-
gencias progresivas para el intérprete. Aparecen pasajes o movimientos de relativa di-
~· Revolución ;y cambio 687
La gradual pérdida del oído le provocó una crisis en torno a 1802, de la que resur-
gió con la nueva resolución de componer obras de una magnitud y profundidad sin
precedentes. La música de los doce años siguientes lo consolidó como el compositor
vivo más conocido y adamado por la crítica. Gracias a las ventas a editoriales y al
apoyo de los mecenas, en particular a un estipendio permanente obtenido en 1809,
consiguió dedicarse por entero a la composición y escribir a su propio ritmo.
A la muerte de su hermano Caspar en 1815, se convirtió en el tutor de su sobrino
Karl, lo que procuró a Beethoven la familia que siempre había deseado, aunque le tra-
jo también años de desavenencias con la madre de Karl, Johanna. La creciente sorde-
ra, las enfermedades, la represión política y la muerte o alejamiento de numerosos
amigos y mecenas lo condujeron a un distanciamiento progresivo de la sociedad. Su
música se hizo más intensa, concentrada y difíciL
Su problemática relación con Karl alcanzó un clímax demoledor cuando el joven
de diecinueve años intentó suicidarse en 1826. Pero con independencia de todo su
aislamiento social y su difícil personalidad, nunca perdió el apoyo de un devoto círcu-
lo de amigos. Podemos escuchar a escondidas sus conversaciones todavía hoy: puesto
que Beethoven estaba demasiado sordo para escucharlos, éstos escribían sus declara-
ciones en cuadernos para que él las leyese y les respondiese. Estos cuadernos se cono-
cen como los «Libros de conversaciones».
Beethoven murió de mala salud a la edad de cincuenta y seis años. El análisis de
un rizo de sus cabellos cortado tras su muerte mostró una masiva cantidad de plomo,
lo que sugería que su enfermedad pudo verse causada o agravada por una intoxica-
ción, debida quizá al plomo en sus utensilios para la comida.
Su cortejo fúnebre congregó a más de diez mil personas y su popularidad como
compositor, como icono cultural, se prolonga hasta nuestros días.
Obras principales: 9 sinfonías, 11 oberturas, 5 conciertos para piano, 1 concierto
para violín, 16 cuartetos de cuerda, 9 tríos con piano, 1O sonatas para violín, 5 sona-
tas para violonchelo, 32 sonatas para piano, 20 grupos de variaciones para piano, la
ópera Fidelio, la Missa solemnis, la Misa en Do mayor, el ciclo de canciones An die for-
ne Geliebte, más de 80 canciones y muchas obras más.
6culcad junto a otros de más fácil ejecución, como un reto para el intérprete. Como
Mozan, Beethoven utilizó a menudo fuertes contrastes de estilo o tópicos para deli-
near la forma y ampliar la gama expresiva. También adoptó un nuevo enfoque de la
composición para piano, incluido el uso frecuente de octavas, las texturas densas y
los abruptos cambios de dinámica, técnicas tomadas de las sonatas de Muzio Cle-
menti (1752-1832), compositor italiano activo en Londres, y el compositor nacido
en Bohemia Jan Ladislav Dussek (1760-1812).
El título de la Sonate pathétique (Sonata Patética, probablemente de 1799) de
Beethoven, op. 13, augura que la obra reflejará el sufrimiento y tendrá un carácter
688 El siglo~
~ LECTURA DE FUENTES - - - - -- -- - - -
También escuché a uno de los más grandes pianistas -el querido y bueno Bethofen... Lo
escuché improvisar en privado; sí, fai incluso invitado a proponer un tema para que él lo
variase. La grandeza como virtuoso de este hombre amigable y desenfadado puede, en mi
opinión, juzgarse sin temor a equivocarse a partir de su riqueza de ideas casi inagotable,
la muy característica expresividad de su interpretación y la habilidad demostrada en la
interpretación. No sé si carece de algo para convertirse en un gran artista. A menudo he
oído a Vogler tocar durante horas el pianoforte -de su interpretación al órgano no puedo
hablar, no habiéndolo escuchado en ese instrumento-y nunca dejó de maravillarme su
asombrosa capacidad Pero Bethofen, además de la pericia, posee una mayor claridad y
profundidad de ideas y una mayor expresión -en resumen, él habla al corazón. Es
igualmente grande en un adagio o en un a/legro. Incluso los miembros de esta notable or-
questa son, sin excepción, sus admiradores y se hacen todo oídos cuando él toca. Sin em-
bargo, él es excesivamente modesto y exento de toda pretensión. En todo caso, me confesó
que, durante los viajes realizados con el Elector, rara vez encontró en la ejecución de los
virtuosos más distinguidos /,a excelencia que suponía era correcto esperar. Su manera de
tratar el instrumento es tan diferente de /,a usual que da /,a impresión de haber alcanzado
su actual supremacía a través de un camino que él mismo haya descubierto.
l;J~LO 24.l Scherzo del Cuarteto de Cuerda en Si bemol mayor, op. 18, No. 6, de Beethoven
p
690 El siglo 1f!!!.
tónica, unos cuidadosos sombreados dinámicos, una inusual prominencia de las made-
ras, el tercer movimiento a modo de scherzo y las largas codas de los otros movimientos.
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ILUSTRAClÓ 24.1 Una página del cuaderno de apuntes que utilizaba Beethoven cuando componía su
Sinfonía 1w. 3 m Mi bemol mayor (Heroica).
n ore y sólo podía empeorar. Un músico sordo era algo tan inconcebible como un
pintor ciego. Desesperado, Beethoven pensó en el suicidio, pero resolvió continuar
por razón del arte en sí (véase Lectura de fuentes). Tocó cada vez menos en público,
aunque siguió componiendo y, en ocasiones, dirigiendo.
La valiente resolución beethoveniana de continuar componiendo frente a la calami-
dad se tradujo en su música, pues procuró expresar algo nuevo en cada una de sus
obras. Sus composiciones parecen reflejar su lucha por la vida y se transforman en na-
rraciones o en dramas. Su música da la impresión de transmitir la experiencia y senti-
mientos del compositor, en lugar de invocar las emociones estilizadas y objetivas que
observamos en la música anterior. Con frecuencia, el material temático asume el carác-
ter de un protagonista que combate contra grandes adversidades y sale triunfante. Esta
nueva concepción de la música instrumental como drama, que sustituye las nociones
anteriores de la música como entretenimiento o diversión, forma parte de aquello que
músicos y oyentes han valorado desde entonces en la música de Beethoven.
El hecho de seguir esca u otras interpretaciones es sólo un modo de observar la
producción beethoveniana después de 1802. Tratar los elementos musicales como
personajes de un drama tiene sus detractores, pero la capacidad de comunicación, el
~inamismo y los rasgos inusuales de muchas obras de Beethoven las exponen a tales
Interpretaciones con mayor probabilidad que en cualquier música precedente.
692
-
El siglo }(/)(
~ LECTURA DE FUENTES - - - -- - -- -- -
El Testamento de Heiligenstadt
Desde hace seis años padezco una aflicción sin esperanza, empeorada por médicos incons-
cientes que me han engañado año tras año con esperanzas de mejoría, pero obligado fi-
nalmente a enftentar la perspectiva de una enfermedad permanente (cuya cura llevará
años o serd quizd imposible). Aunque nacido con un temperamento orgulloso y activo,
sensible incluso a las diversiones de sociedad, pronto me vi obligado a retraerme para vi-
vir soledad. Si en ocasiones traté de olvidarlo, oh, de qué modo tan cruel me lo impidió
la doblemente triste experiencia de mí mal oído. En verdad, para mí era imposible decir-
le a la gente: «Hablad mds alto, gritad, porque soy sordo». Ay, como podría admitir de
algún modo una dolencia en un órgano sensorial que debería ser mds peifecto en mí que
en los demds, un sentido que poseí una vez con la mds alta peifección, una peifección tal
que en mi profesión pocos disftutan o han disftutado alguna vez.-Oh, no puedo hacer-
lo, por ello perdonadme cuando me vedis retraído, pues me hubiese gustado confundirme
alegremente con vosotros. Mi desgracia es doblemente dolorosa para mí porque estoy con-
denado a que no se me entienda; no puedo relajarme con mis semejantes, ni mantener
conversaciones refinadas, ni un intercambio de ideas. Tengo que vivir en casi total sole-
dad como alguien que ha sido desterrado; sólo puedo relacionarme en sociedad lo que la
necesidad lo exija. Sí me aproximo a las gentes, se apodera de mí un bochornoso terror y
me atemoriza verme expuesto al peligro de que mí condición sea advertida. Así he pasado
en el campo los últimos seis meses. Ordendndome que ahorre tanto como sea posible el
ejercicio del oído, mi inteligente doctor casi coincidió con mi estado de dnimo actual
aunque algunas veces me oponga a ello cediendo a mi deseo de compañía. Pero qué hu-
millación para mí cuando alguien situado junto a mí escucha una flauta en la distancia
y yo no oigo nada, o alguien escucha a un pastor cantando y de nuevo no oigo nada. Tales
incidentes me llevan casi a la desesperación, un poco mds y habría puesto fin a mí vida
-fae únicamente mi arte lo que me retuvo. Ay, me parecía imposible dejar este mundo
antes de haber dado a luz todo aquello que sentía en mi interior.
En Alexander Wheelock Thayer, Thayer's Life of Beethoven, rev. y ed. Elliot Forbes (Princeton: Pánce·
ton University Press, 1967), 304-305.
~· Revolución y cambio 693
La Sinfonía Heroica
a. Forma original
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e. Forma final
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631
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En el desarrollo, la figura saltarina y los acentos sobre los tiempos débiles se in-
tensifican a lo largo de la obra hasta un clímax disonante y terrorífico. Casi vencido.
el motivo principal combate gradualmente para reafirmarse. Primero asume la forma
disfrazada del ejemplo 24.2c, en la remota tonalidad de Mi menor. Después regresa
como en el ejemplo 24.2d, una aparición en tres octavas paralelas y sin acompaña-
miento que alcanza renovadas alturas pero vuelve a caer, desviado por un nuevo
acento sobre el tiempo débil. Por último, como se muestra en el ejemplo 24.4, ad,
quiere una forma nueva con la nota aguda prolongada. Ahora está acompañado por
la figura saltarina, despojada de sus acentos sobre los tiempos débiles de manera que
puede adecuarse al compás ternario. La transformación de ambos motivos resuelve el
principal conflicto del movimiento en favor del motivo principal. Su victoria se v<t
confirmada en la reexposición, donde a su retorno en la forma original (como en el
ejemplo 24.2a) le siguen inmediatamente dos apariciones en su nueva forma, rn.ien-
~ Revolución y cambio 695
a. Primera aparición
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b. Trastorno rítmico cerca del final de la exposición
p
Vla. +Ve.
tras que la figura saltarina se eclipsa por completo. El terna segundo y el terna con-
clusivo se despliegan corno antes, traspuestos en la tónica. La larga coda hace reapa-
recer episodios del desarrollo, vuelve sobre sus pasos hacia la victoria y reafirma la
forma nueva del terna. Corno Beethoven en su crisis personal, el motivo emerge
triunfante de su combate, aunque transformado por la experiencia.
Los otros movimientos son también largos y dramáticos. El movimiento lento es
una Marcha Fúnebre en Do menor, llena de grandeza trágica y de patetismo. A una
sección de contraste en Do mayor, rebosante de fanfarrias y lirismo festivo, le sigue
un desarrollo ulterior de la marcha y una reexposición variada, deshecha en suspiros
al final. El tercer movimiento es un scherzo rápido, con grandiosas llamadas de la
trompa en el trío. El movimiento final es una compleja mezcla de variaciones y epi-
sodios fugados, en desarrollo y a modo de marcha, basados en un terna de la música
de Beethoven para el ballet Las criaturas de Prometeo.
EJEMPLO 24.4 Motivo principal y figura saltarina, transformados y reconciliados
r. r. r.
Ve. + Ch. 8va
Otras grandes obras de la década siguiente siguieron los pasos de la Tercera Sinfonía.
En cada una de ellas, Beethoven ensayó nuevas posibilidades de los géneros y formas
tradicionales; varias obras de este periodo ocuparían un lugar entre las más célebres
jamás escritas en su género.
Beethoven se aproximó a la ópera, para entonces la forma musical de mayor pres-
tigio. Tomó prestado el libreto de una ópera revolucionaria francesa, Léonore, ou
L'amour conjuga! (Leonora, o el amor conyugal), en la que Leonora, disfrazada de
hombre, rescata a su marido de la prisión. Las óperas de rescate gozaron de predica-
mento tanto en Francia como en Viena. La ópera de Beethoven Fidelio convierte a
Leonora en una figura idealizada de coraje y abnegación sublimes, mientras que la
última escena de la ópera exalta el heroísmo de Leonora y los ideales humanistas de
la Revolución. El asunto se adecuaba perfectamente al nuevo estilo heroico beetho-
veniano, pero éste llevó a cabo varios intentos hasta conseguir el equilibrio correcto
entre profundidad musical, atractivo y concisión dramática. La puesta en escena ori-
ginal de 1805, en tres actos, llamada Leonore, así como la breve revisión del año si-
guiente resultaron dos fracasos financieros, en buena medida porque su longitud y la
música sofocaban el drama; en 1814 tuvo éxito la tercera versión. En contraste con
Mozart, para quien escribir óperas resultaba una tarea casi sin esfuerzo, a Beethoven
le supuso un esfuerzo tal que no volvió a escribir ninguna otra ópera. Su música dra-
mática posterior comprende oberturas y música incidental para obras teatrales, sien-
do el Egmont de Goethe lo más notable. También escribió docenas de Lieder y con
frecuencia dedicó a la música el mismo interés que a la poesía, como en los posterio-
res Lieder del Romanticismo (véase capítulo siguiente), en lugar de considerar la
música un elemento subordinado, como ocurría en el Lied del siglo XVIII.
La música de cámara del periodo medio abunda en nuevas exploraciones en
cada género, incluidas las dos Sonatas para violín op. 47 (Kreutzer) y op. 96, el Trío
con piano op. 97 (Archiduque, escrito para el archiduque Rudolph) y cinco cuarte-
tos de cuerda. Como las sonatas para piano, la música de cámara se consideraba por
lo general un entretenimiento doméstico, aunque Beethoven, de igual manera que
en sus propias sonatas, puso a prueba cada vez más los límites de los intérpretes
amateurs, en particular en sus cuartetos de cuerda. Beethoven dedicó los tres cuar-
tetos del op. 59 al conde Kyrillovich Razumovsky, embajador ruso en Viena, a la
sazón segundo violinista en el cuarteto de mayor prestigio en Europa. Como una
cortesía hacia el conde, Beethoven introdujo melodías rusas como temas de los
Nos. 1 y 2. El estilo de estos cuartetos era tan novedoso que los músicos tardaron
en aceptarlos. El primer movimiento del No. 1, por ejemplo, está particularmente
cargado de pequeñas rarezas: notas pedales simples, dobles y triples, frecuentes
cambios de textura, explotación de las tesituras extremas de los instrumentos y pa-
sajes fugados.
Durante su primera década en Viena, Beethoven compuso tres conciertos para
piano para interpretarlos en sus propios conciertos públicos, siguiendo el modelo de
Mozart de la década anterior. Pero los conciertos del periodo medio estaban, como
las sinfonías, compuestos a mayor escala. En el Concierto para piano No. 5 en Mi
bemol mayor, op. 73 (Emperador), y en el Concierto para violín en Re mayor, Bee-
thoven expandió considerablemente la gama expresiva y las dimensiones de la músi-
ca. El solista igualaba a menudo el rango jerárquico de la orquesta, como si tocase la
parte del héroe de un drama. En el primer movimiento del Concierto Emperador, por
ejemplo, el solista entra con una cadencia (escrita) incluso antes de que empiece la
~ Revolución y cambio 699
f'I. 1
Ruisefior
eresc.
Oh.
Hasta ahora, Beethoven había dirigido la mayor parte de sus composiciones a los en-
tendidos. La publicación en partitura de sus últimos cuartetos, además del formaco
tradicional de las cuatro voces por separado destinado a la ejecución, demuestra que
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estaban pensados para su estudio, no sólo para el deleite de los ejecutantes. Aquel
anhelo de comunicarse con el gran público fue sustituido por un carácter más in-
trospectivo y el lenguaje musical se hizo más concentrado. Los extremos se atraen en
estas piezas: lo sublime y lo grotesco en la Missa solemnis y en la Novena Sinfonía, lo
profundo y lo aparentemente ingenuo en los últimos cuartetos. Las formas clásicas
permanecen corno fisonomías de un paisaje después de un levantamiento geológico
-reconocibles aún bajo los nuevos contornos o yaciendo en extraños ángulos bajo
la nueva superficie.
Un elemento esencial del estilo tardío de Beethoven es el elevado grado de con-
traste. Los extremos se tocan en estas obras: lo sublime y lo grotesco en la Missa so-
lemnis y la Novena Sinfonía. Lo profundo y lo aparentemente ingenuo en los últi-
mos cuartetos y sonatas, la profunda seriedad y la alta comedia a menudo una
junto a la otra. Los contrastes entre los temas se exageran e incluyen no sólo el esti-
lo, la figuración y el carácter, sino también el compás y el tempo. Las dos ideas pre-
sentadas al inicio de la Sonata para Piano en Mi mayor, op. 109 (1820), que mos-
tramos en el ejemplo 24.7, suenan corno si formasen parte de movimientos
enteramente diferentes, un bullicioso finale rápido en compás binario y un pensati-
vo movimiento lento en compás ternario. Pero ambos actúan como los ternas pri-
mero y segundo de un primer movimiento en forma sonata con una exposición re-
lativamente breve y una reexposición, así corno un desarrollo y una coda mucho
más extensos.
Beethoven equilibró los contrastes de su estilo tardío haciendo énfasis en la conti-
nuidad. Dentro de los movimientos consigue la continuidad desdibujando intencio-
nadamente las divisiones entre las frases o colocando las cadencias sobre las partes
débiles del compás. Realzó asimismo la continuidad entre los movimientos, indican-
do en ocasiones que los movimientos sucesivos debían ejecutarse sin pausas entre
ellos. Su An die ferne Geliebte (A la amada lejana) inauguró el género del ciclo de
canciones, un grupo de canciones interpretadas una detrás de otra que cuentan o su-
gieren una narración; las colecciones publicadas con anterioridad tenían poca o nin-
guna continuidad entre una canción y la siguiente.
Beethoven utilizó la técnica de la variación como síntesis de su estilo tardío. Los
compositores solían preservar la estructura esencial del tema entero en cada reapari-
ción, mientras introducían ornamentos, figuraciones, ritmos e incluso compases y
tempos nuevos. Pero las últimas variaciones de Beethoven van a menudo más allá
para reexaminar toda la sustancia del tema. En el movimiento lento de su Cuarteto
de cuerda en Do sostenido menor, op. 131 (1825-1826), por ejemplo, sólo unos po-
cos elementos básicos del terna -un plan armónico, una anomalía rítmica para des-
pojar de énfasis la parte acentuada del compás, una progresión en la melodía me-
diante notas auxiliares- se conservan a través de una serie de variaciones muy
diversas.
La búsqueda por parte de Beethoven de nuevos medios expresivos en sus obras
rardías dio origen a nuevas sonoridades, como el uso simultáneo de pizzicatos en
702
~ LECTURA DE FUENTES - -- - -- - - - --
La interpretación correcta y adecuada de una obra de Beethoven no pide otra cosa que ti
hecho de que uno sepa entenderla, que uno penetre profundamente en su ser, que -cons-
ciente de la propia consagración- se atreva audazmente a entrar en el círculo de fenó-
menos mdgicos que evoca su poderoso hechizo. El que no sea consciente de esta consagra-
ción, quien contemple esta Música sagrada como un mero juego, como un mero
entretenimiento para las horas ociosas, como un momentdneo estímulo para oídos torpes,
como un medio de autoexhibición, mejor deje en paz la música de Beethoven. A quien
así actúa se le puede aplicar la objeción de ser «el mds desagradecido». El verdadero artis-
ta sólo vive en la obra que ha comprendido como el compositor lo quiso y que así la inter-
preta. Evita poner de relieve su personalidad de cualquier modo y todos sus esfuerzos van
dirigidos hacia un único fin: que todas las imdgenes y apariciones encantadoras y mara-
villosas que el compositor ha lacrado en su obra con poder mdgico puedan ser traídas a Ú!
vida activa, brillando en miles de colores, y puedan envolver a la humanidad en lumino-
sos círculos refulgentes e, iluminando su imaginación, su alma mds recóndita pueda por-
tarlas en rdpido vuelo al remoto reino espiritual del sonido.
los cuatro instrumentos o de efectos sul ponticello (tocar sobre el puente para pro-
ducir un sonido muy delgado) en el scherzo del Cuarteto en Do sostenido menor.
Las primeras críticas consideraron fallidos algunos pasajes y sostuvieron que Bee-
thoven iba demasiado lejos a la hora de subordinar la eufonía y la interpretación a
las exigencias de su concepto musical, debido quizá a su sordera. Pero no hay nin-
guna razón para creer que Beethoven con un oído perfecto habría alterado una
-
i4. Revolución ,)! ca!"bio
--------~----------·----- _703
EJEMPl.i 24.7 Inicio de la Sonata para Piano en Mi mayor, op. 109 de Beethoven, primer
movimiento
Primer tema
Vivace, ma non troppo. Sempre legato.
Transición
Segundo tema
-
Adagio espressivo
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sola nota, ya fuese para no ofender a los oídos tiernos o para hacer la vida más fácil
a los intérpretes. Una prevalencia tal de la visión del compositor a expensas de la
libertad del intérprete y de la comodidad del público habría de convertirse en una
cuestión importante en la música del siglo XIX y en particular en la del siglo XX,
siendo Beethoven el modelo de los compositores posteriores (véase Lectura de
fuentes).
En sus últimas obras, Beethoven usó con frecuencia estilos y géneros conocidos,
con fines expresivos o para reflexionar sobre la tradición. Por ejemplo, el movi-
miento lento del Cuarteto de Cuerda en La menor, op. 132 (1825), titulado «Sa-
grado canto de agradecimiento de un convaleciente a la deidad, en el modo lidio» y
escrito tras recuperarse Beethoven de una grave enfermedad, se inicia en el estilo de
composición coral del siglo XVI, con cada frase armonizada sencillamente y precedi-
da por un breve punto de imitación. El movimiento siguiente contiene una marcha
bulliciosa seguida de un recitativo operístico acompañado por el primer violín.
Otras obras contienen igualmente referencias sorprendentes a estilos cultos y popu-
lares.
EJEMPLO 24.8 Inicio del Cuarteto de Cuerda en Do sostenido menor, op. 131, de Beethoven,
primer movimiento
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Mvto. Forma Tonalidad Tempo Compás !
Uno de los rasgos característicos más frecuentes de las obras tardías de Beethoven
es el uso del contrapunto imitativo, especialmente de la fuga. En todas sus últimas
obras encontramos numerosas imitaciones canónicas y técnicas contrapuntísticas
doctas, en particular fugatos que desempeñan un papel central en las secciones de
desarrollo. Muchos movimientos o secciones son predominantemente fugados,
como los movimientos finales de las sonatas para piano op. 106 y op. 11 O, las dos
fugas dobles del movimiento final de la Novena Sinfonía y la gigantesca Grosse Fuge
(Gran Fuga) para Cuarteto de Cuerda, op. 133, concebida primero como movi-
miento final del Cuarteto en Si bemol mayor, op. 130. El movimiento final fugado
tiene una larga tradición que se remonta a través de los cuartetos op. 20 de Haydn
hasta las sonatas en trío de Corelli. Más inusual es el uso por parte de Beethoven de
una fuga larga y lenta como primer movimiento del Cuarteto en Do sostenido me-
nor, op. 131, que se muestra en el ejemplo 24.8.
Las reflexiones de Beethoven sobre la tradición implican reconsiderar el número
y la disposición de los movimientos. Cada una de las cinco últimas sonatas para pia-
no tiene una sucesión distinta de tipos de movimientos y tempos, que se suceden a
menudo sin pausa alguna. El primero y el último de los cuartetos tardíos (op. 128 y
op. 135) tienen cuatro movimientos, pero el op. 132 tiene cinco, el op. 130 tiene
eis y el op. 131 siete, interpretados sin solución de continuidad.
EJ EMPLO 24.9 Temas del movimiento final comparados con el sujeto de la faga del primer mo-
vimiento
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Pnmu movimiento
Vn. 1
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706 El siglo }(/}(
Como sus últimas sonatas y cuartetos, las dos grandes obras para el público del pe-
riodo final de Beethoven reexaminan las tradiciones de sus géneros respectivos.
Beethoven empezó su Missa solemnis como una misa que había de interpretarse
con ocasión del ascenso del archiduque Rudolph a arzobispo de Olmütz en 1820,
pero se alargó demasiado y se complicó en exceso para el uso litúrgico. Está llena de
símbolos musicales y litúrgicos y reinterpreta a su modo los elementos tradicionales.
La escritura coral toma parte de Handel, cuya música admiraba Beethoven. Pero un
oratorio de Handel era una sucesión de números independientes, mientras que Bee-
thoven configuró su composición del Kyrie, el Gloria, el Credo, el Sanctus y el Agnus
Dei como una sinfonía unificada en cinco movimientos. Como en las últimas rol
4, Revolución y_ca_m_bi_·o_ _ ____ ,_ _ _ _ _ _ _ _
-
2 707
Importancia de Beethoven
La mayor parte de la música que se ha conservado desde la Edad Media hasta el si-
glo XVIII fue compuesta para la iglesia o para la corte. En los siglos posteriores, los
géneros de la práctica musical doméstica, como los madrigales y los cuartetos de
cuerda, o para la interpretación ante un público, ejemplificados en la ópera vene-
ciana, los oratorios de Handel y las últimas sinfonías de Haydn, se hicieron cada
vez más relevantes. En el siglo XIX, la música para su interpretación en los hogares o
ante el público ocupó el centro de la escena musical. El mercado de música para la
interpretación doméstica y la predilección por la asistencia a conciertos estimularon
nuevos estilos adaptados a gustos musicales más amplios. Al mismo tiempo, escrito-
res y músicos promovieron nuevos ideales artísticos acerca de la música, centrados
en la individualidad, la originalidad, la fantasía, la expresión de una pura emoción
y con el ánimo de trascender los límites convencionales en su persecución de verda-
des más profundas. Los nuevos estilos e ideas se denominaron Romanticismo, un
término evocativo cuya vaguedad forma parte de su fuerza. El término se utiliza
hoy para identificar la música de todo el siglo XIX, pero su amplitud no debería ce-
rrar nuestros ojos a la enorme variedad de estilos e ideas manifiestos en la música
de la época.
Los tres capítulos siguientes estudiarán la música desde el final de las guerras na-
poleónicas hasta mediados de siglo. Tras trazar el escenario económico y social de la
música y las ideas del Romanticismo, este capítulo se centrará en las canciones y en
la música para piano, pilares de la práctica musical doméstica y de los recitales de
virtuosismo pianístico, así como en los estilos románticos que fomentaron. En los
dos capítulos siguientes examinaremos la música para el público, sea en la sala de
conciertos o en el teatro.
712
-
El siglo XIX
Las convulsiones entre 1789 y 1815 cambiaron el paisaje político europeo. La Revo-
lución Francesa convirtió a campesinos y trabajadores en ciudadanos en lugar de
súbditos. Las guerras de Napoleón erradicaron los antiguos límites políticos y propa-
garon por toda Europa las ideas revolucionarias de libertad, igualdad e identidad na-
cional. En 1814-1815, el Congreso de Viena trazó un nuevo mapa, que se muestra
en el mapa 25.1, formado por estados mucho más pequeños. Aunque Italia y los paí-
ses de habla alemana estaban aún fragmentados, sus habitantes se percibían cada vez
más como una nación unida por el lenguaje y la cultura. Igualmente sucedía en los
países que habían perdido recientemente su independencia, como Polonia, o habían
padecido por mucho tiempo la dominación extranjera, como Hungría y Bohemia:
para ellos, el estado-nación independiente representaba un ideal. La represión contu-
vo las demandas de libertad, hasta las agitadas y en gran medida infructuosas revolu-
ciones de 1848-1849. No obstante, el interés por la cultura nacional aumentó y los
compositores incluyeron rasgos nacionales en la canción, la música instrumental y la
ópera. El ideal cosmopolita del siglo XVJII se sustituyó por la expectativa de que los
compositores escribiesen una música fiel a la identidad nacional.
América vivió cambios igualmente radicales. Después de que España y Portugal
se debilitasen por la invasión napoleónica, las revoluciones de 1810-1824 trajeron la
independencia a América Latina; en 1833 habían nacido la mayor parte de las na-
ciones actuales de la región. Entre 1803 y 1848, los Estados Unidos se expandieron
hacia el oeste y hacia el sur mediante compras, tratados y guerras. Las naciones in-
dias de muchas áreas lucharon por mantener el control, pero los colonos se extendie-
ron por el oeste en crecientes oleadas. Los Estados Unidos empezaron a crear su pro-
pia identidad cultural en los cuentos de Washington Irving y de Nathaniel
Hawthorne, las novelas de James Fenimore Cooper y las canciones de Stephen Foster.
En Canadá, las provincias francesas y británicas se unieron oficialmente en 1841, si
bien ambas partes continuaron en conflicto hasta que se estableció la federación ca-
nadiense en 1867.
La práctica musical era una importante válvula de escape para la clase media, que te-
nía el dinero y el tiempo libre para adquirir instrumentos y aprender a tocarlos. En
muchos hogares, las tardes suponían un momento para la ejecución musical con la
familia y los amigos, cantar o tocar el piano, el violín, la flauta, la guitarra, el arpa u
otros instrumentos. La música atenuaba las tensiones sociales. Proporcionaba un
modo de expresar aspiraciones de igualdad y de libertad nacional sin arriesgarse a ser
censurado o encarcelado. Ofrecía también una evasión espiritual frente a las guerras,
las depresiones económicas y la represión política.
La música era también un medio de control social. La ópera patrocinada por el Es-
tado portaba a menudo mensajes políticos. Las iglesias establecieron coros de aficiona-
dos y las fábricas organizaron bandas de instrumentos de viento para sus trabajadores,
en un intento de proporcionar entretenimiento, elevar el gusto y desviar a las clases
trabajadoras de la bebida y el alboroto. Y en una época de funciones fuertemente dife-
renciadas según el sexo, la música mantenía a las mujeres ocupadas en los hogares.
Aunque muchas mujeres y niños de la clase obrera trabajaban largas jornadas en
las fábricas, de las mujeres y niñas de la clase media y alta se esperaba que permane-
714
ciesen en los hogares, y su ociosidad era un signo del estatus. A cada sexo se le asig-
El siglo
-
naban esferas separadas: los niños iban a la escuela y los hombres al trabajo, mientras
que las mujeres y las niñas se ocupaban del hogar, considerado un refugio sagrado en
un mundo violento. Cuando era posible, se empleaban sirvientes para los quehaceres
domésticos, lo que eximía a las mujeres de la familia y permitía que ejerciesen careas
femeninas, desde el bordado a la música.
El piano
ILUSTRACIÓN 25.1 Concierto de familia en Basilea (1849), de Sebastian Gutzwiller. Esta pi11111~
muestra una escena musical tkméstica: una mujer toca un piano cuadratk mientras que otros miembt11s ik
la familia tocan el violín y la flauta. Los demds escuchan atentamente o al tiempo que se dedican a S/JS pro-
pias actividades.
-
25. La generación romántica: la canción 1' la música para piano 715
así, un pianista podía expresar un pensamiento musical completo casi tan bien como
una orquesta entera e incluso de manera más personal. Estas características hicieron
del piano el instrumento del siglo XIX por excelencia, ideal tanto para la música ho-
gareña como para los conciertos públicos.
Las mujeres en particular tocaban el piano, perpetuando una tradición de inter-
pretación al teclado para el placer propio y ajeno que se remontaba al siglo XVI.
Compositores-pianistas tales como Chopin o Liszt se apoyaron en parte dando clases
a mujeres pudientes. Los profesores esperaban una práctica diaria, a menudo duran-
te varias horas, y mantenían ocupadas en los hogares a mujeres llenas de energía,
aunque ayudaba también a muchas de ellas a conseguir una soltura asombrosa. En la
primera mitad del siglo XIX hubo algunas mujeres pianistas profesionales -como
Clara Wieck, formidable virtuosa que se casó con Robert Schumann-y numerosas
aficionadas excelentes que tocaban con nivel de profesionales. Pero para la mayoría
de las mujeres la música era un mérito diseñado para atraer a un esposo y servir a la
familia y a los amigos, y no una carrera artística. Los hombres tocaban también y
acompañaban a menudo a sus esposas, hermanas e hijas cuando cantaban. Un for-
mato favorito consistía en música para dos intérpretes en un solo piano, lo que pro-
porcionaba a los hermanos un esparcimiento conjunto o a las parejas de casados o
comprometidos una estructurada intimidad física y emocional.
Todos estos amateurs necesitaban música que tocar y ello propició un auge de la pu-
blicación musical. En la década de 1770, las editoriales más grandes de Londres, Pa-
rís y Leipzig incluyeron cientos de artículos en sus catálogos, un número entonces
mucho mayor en comparación a las décadas anteriores; en la década de 1820 inclu-
yeron decenas de miles de piezas. El número de almacenes musicales en Europa y en
el Nuevo Mundo creció rápidamente a principios del siglo XIX; en Londres aumentó
de treinta en 1794 a 150 en 1824. La tecnología desempeñó de nuevo un papel cru-
cial: la litografía, inventada en torno a 1796, permitió que las editoriales imprimie-
sen música de manera más económica y con elaboradas ilustraciones que contri-
buían a la venta. Los consumidores demandaban un flujo constante de nueva música
y los compositores la suministraban. Como resultado, la cantidad de música del si-
glo XIX todavía accesible para nosotros es desbordante, mucho mayor que la de cual-
quier época precedente.
El mercado de partituras otorgó al público una influencia sin precedentes sobre
la música que había de producirse, ya que las editoriales tenían que suministrar lo
que los consumidores querían. Los compositores escribían en grandes cantidades
canciones, obras para piano y dúos para piano. Los arreglistas transcribían obras or-
questales y de cámara para piano solo o dúo, haciendo estas obras de concierto ac-
cesibles al gran público; en una época anterior a las grabaciones, tales arreglos supo-
716 El siglo~
nían la única oportunidad que muchas personas tenían de escuchar la mayor parte
de las obras.
Los compositores que escribían para el público buscaban hacer una música acce-
sible y atractiva para los intérpretes aficionados y componían melodías cantables con
acompañamientos atractivos, escaso contrapunto, un ritmo relativamente uniforme
y un nivel de dificultad gradual, una fuerte fantasía musical y extramusical, títulos
evocativos, asociaciones nacionales o exóticas, acordes y progresiones familiares in-
tercaladas con contrastes dramáticos o de coloración armónica, un fraseo predecible
en grupos de cuatro compases, formas cantables simples y una escritura idiomática
que explotaba las texturas, las sonoridades y los contrastes dinámicos disponibles en
el piano moderno. La música más exitosa ofrecía siempre algo novedoso e individual
que la hacía destacarse de lo común. La competitividad en las ventas fomentó inno-
vaciones en la armonía, como un mayor uso de tonos ajenos a la misma, progresio-
nes inesperadas, acordes cromáticos y conducción cromática de las voces, modula-
ciones a tonalidades distantes y ambigüedad tonal.
Estas características definieron un nuevo idioma, conocido hoy como el estilo del
Romanticismo temprano. Los mejores compositores de la época hicieron más pro-
fundo su atractivo musical para intérpretes y oyentes con criterio, pero sus estilos es-
taban enraizados en este idioma. El alto valor concedido a la belleza melódica y a las
armonías chocantes dentro de formas pequeñas como la canción o las piezas breves
para piano se transfirió también a las formas más grandes. La originalidad estaba
marcada ahora, no por el modo de tratar el material convencional, como en la época
clásica, sino por el material en sí mismo.
El Romanticismo
tes de arpas del siglo XV1II intentaron solucionar este problema, pero las arpas en-
cordadas con todas las notas cromáticas eran engorrosas de tocar, y encontrar un
modo rápido de cambiar la afinación resultaba difícil. La solución de Erard con-
sistió en un nuevo mecanismo de horquilla, operado por un conjunto de siete pe-
dales que permitían reducir la longitud de las cuerdas, elevando el tono en un se-
micono. Finalmente, Erard patentó un arpa que podía tocarse en cualquier
conalidad porque cada cuerda podía ser ajustada casi instantáneamente para pro-
ducir cualquiera de los tres semitonos mediante un mecanismo de horquilla de
doble acción. En 1820, la empresa había vendido 3.500 de estos instrumentos,
cuyos principios se utilizan todavía por los fabricantes actuales de arpas de pedal.
Desde 1810, los fabricantes de instrumentos de metal aplicaban la tecnología
de válvulas del motor de vapor --en la que las válvulas controlaban el flujo del va-
por: el agua o el aire- al diseño de trompetas y trompas, lo que posibilitó por fin
que estos instrumentos emitiesen todas las notas de la escala cromática. Utilizando
válvulas de pistón, como la trompeta de la ilustración 25.2, o válvulas rotatorias,
como las de la trompa de la ilustración 25.3, el intérprete podía abrir una o más
longitudes del tubo para extender la longitud sonora de la columna de aire y hacer
descender el tono en uno o más semitonos. Sólo se precisaban tres o cuatro válvu-
las. en lugar de las numerosas llaves de una flauta o de un clarinete, ya que los ins-
trumentos de metal producían notas de la serie armónica y únicamente unos po~
cos semitonos separaban cada nota de la serie de la nota inmediatamente superior
o inferior. Se inventaron asimismo muchos instrumentos nuevos de metal, como
la tuba, que pasó a ser el bajo de la sección de metales de la orquesta.
Los instrumentos de madera se beneficiaron también de una combinación de
nuevas tecnologías, innovaciones empresariales y métodos mejorados de fabricación.
Thcohald Boehm, orfebre y músico con experiencia en la industria siderúrgica, esta-
bleció en 1828 una exitosa fábrica de flautas en Munich. Experimentó con una serie
de diseños para mecanismos que pudiesen conseguir una producción uniforme de los
tonos, un volumen mayor y un mejor control de la afinación. En 1849 había creado
la moderna flauta con «sistema de Boehrn», un instrumento enteramente de metal,
con grandes orificios que no se tapaban con los dedos sino con llaves almohadilladas,
IUiSTRACIÓN 25.2 Trompeta con vdfvulas de pistón (ca. 1865), por Antaine Courtois, de París.
720 El si lo XIX
~ LECTURA DE FUENTES-- - - -- - - -- -
Cuando se habla de la música como un arte autónomo, ¿no debería mencionarse única-
mente la música instrumental la cual, desdeñando toda ayuda y toda intromisión de
cualquier otro arte (de la poesía), expresa lo mds auténtico, la única esencia reconocible
en este arte? Es la mds romdntica de todas las artes, casi podría decirse, la única auténti-
camente romdntica, pues sólo lo in.finito es el único reproche que se le podría hacer. La
/ira de Orfeo abrió las puertas del infierno. La música le abre al ser humano un reino
desconocido, un mundo que no tiene nada en común con el mundo exterior de los senti-
dos que lo rodea y en el que él deja atrds todos los sentimientos determinados, para entre-
garse a un anhelo inexpresable.
rencia a nada más que a sí misma -una idea poderosa que subyace a numero 0 .
desarrollos tanto del siglo XIX como del XX.
El alto aprecio por la música instrumental se reflejó en un nuevo concepto de
forma musical como forma orgánica. Los escritores del siglo XVIII concibieron las
obras musicales como algo retórico, configuradas como un discurso y con la inten-
ción de que ejerciesen un efecto sobre el oyente (véase capítulo 20). Esta metáfora
musical puede remontarse cuando menos hasta el Renacimiento y continuó hacién-
dose sentir durante todo el siglo XIX hasta el siglo XX. Pero Goethe argumentó en un
estudio sobre la metamorfosis de las plantas que, al igual que todas las partes de una
planta son adaptaciones de la misma forma básica, asimismo los artistas deberían dar
forma a sus obras de modo que todas las partes estuviesen unificadas al derivarse de
una fuente común. Al aplicar este punto de vista a la música, la relación orgánica de
los temas, las secciones, los movimientos y otras partes con el todo (y entre sí) se vol-
vió más importante que la estructura retórica o la fuerza persuasiva. En la metáfora
organicista, los vínculos motívicos pueden contribuir mejor a la unidad de la obra
que su plan armónico o el uso de una forma convencional.
A pesar del prestigio de la música instrumental, la literatura jugó una baza central
en el trabajo de la mayoría de los compositores. Muchos tenían amigos escritores y
algunos eran escritores ellos mismos; Berlioz y Schumann, por ejemplo, eran críticos
de música profesionales, Liszt escribió ensayos sobre música y Wagner escribió los ¡¡.
bretos de sus óperas. De las canciones a las obras corales y las óperas, los géneros m
relevantes requerían una integración de música y texto. A la hora de poner música a
los textos, los compositores buscaban extraer los significados y sentimientos inheren-
tes a él o sugeridos por la poesía o el libreto. Incluso numerosas obras instrumental~
portaban vínculos inseparables con palabras mediante títulos descriptivos o progra-
mas. El esfuerzo por encontrar un efecto musical capaz de expresar una idea o un
programa condujo a menudo a innovaciones en la armonía, la melodía y el timbre
de los instrumentos. Tales novedades atraían a los consumidores de clase media,
mientras el programa aumentaba el atractivo y justificaba los efectos inusuales. Por
esta razón, compositores y editores añadían a menudo programas o títulos descripti-
vos a una obra después de que ésta había sido compuesta.
La canción
El Líed
El Lied romántico se apoyó en la importante tradición del siglo XVIII (véase capítu-
lo 20). La popularidad del Lied creció después de 1800. El número de colecciones
de canciones alemanas publicadas aumentó desde una al mes a finales del siglo XVIII
a más de cien al mes en 1826, cuando la revista musical Allgemeíne musikalische Zei-
tung preguntó: «¿Ha existido alguna vez una época más fecunda en canciones que la
nuestra?». Los cambios en la poesía anticiparon los cambios en el Lied. Los poetas
extrajeron elementos de la tradición clásica y de la folclórica. Un tema frecuente
consistía en la confrontación individual con las grandes fuerzas de la naturaleza o de
la sociedad, donde el individuo se mostraba vulnerable pero ennoblecido por el en-
cuentro; otro tomaba la naturaleza como metáfora de la experiencia humana.
·I género poético principal continuó siendo el poema lírico, un poema breve y es-
trófico sobre un asunto que expresaba un sentimiento personal o un punto de vista.
Lo modelos fundamentales eran los poetas líricos de Grecia y Roma antiguas, como
afo y Horacio. Dos colecciones de versos sobre canciones folclóricas, Volkslieder
(Canciones folclóricas, 1778-1779) de Herder y Des Knaben Wunderhorn (El mara-
villoso cuerno del muchacho, 1805) de Clemens Brentano y Achim von Arnim, in-
dujeron a los poetas a adoptar un lenguaje y una fantasía parecidos. Tanto los poe-
mas líricos antiguos como los versos folclóricos estaban pensados para el canto, y por
consiguiente la poesía escrita como imitación de los mismos era ideal para la compo-
sición musical, con frases breves, y compás y ritmo regulares.
En la segunda mitad del siglo XVIII, los poetas alemanes cultivaron una forma
nueva, la balada, como imitación de las baladas folclóricas de Inglaterra y Escocia.
Las baladas hacían alternar narración y diálogos y hablaban generalmente de aven-
turas románticas o incidentes sobrenaturales. Su mayor longitud y más amplia pale-
ta de estados anímicos y eventos incitó a los compositores a emplear temas y textu-
ras más variadas. La balada extendió así el género del Lied en su forma y en su
contenido emocional. El piano se elevó y traspasó su función de ser un acompañan-
te hasra equipararse a la voz a la hora de ilustrar e intensificar el significado de la
poe fa.
Cronología: Canci6n y música para piano
Frrtnz Scbubert
Las caracrerísricas del Lied romántico tienen un buen ejemplo en las canciones de
Franz Schubert (1797-1828, véase biografía). Schubert escribió más de seiscientos
Llcder, muchos de los cuales se interpretaron por primera vez para los amigos, en
conciertos domésticos conocidos como Schubertiaden. En la pintura de una de tales
veladas, en la ilustración 25.5, muchos de los oyentes parecen transportados, miran-
do al infinito con expresión atenta en sus rostros. La pintura transmite la devoción
intensamente emocional por la música característica de la época.
Sc:hubert puso música a poemas de muchos escritores, incluidos cincuenta y cin-
co poemas de Goethe. Algunos de los más finos Lieder de Schubert se encuentran en
dos ciclos de canciones sobre poemas de Wilhelm Müller, Die schone Müllerin (La
bt:lla molinera, 1823) y Winterreise (Viaje de invierno, 1827). Cuando Schubert es-
cnbía una canción, se esforzaba por poner la música al nivel del texto y evitar que
fuese un mero marco. A través de la melodía, el acompañamiento, la armonía y la
Franz Schubert (1797-1828)
Schubert fue el primer gran maestro del Lied romántico y un prolífico compositor en 1
todos los géneros.
Hijo de un maestro de escuela vienés, Schubert creció rodeado de música en su
hogar y en la escuela. De niño, Schubert tomó lecciones de composición del director
musical de la corte, Antonio Salieri. También estudió piano, canto, violín, órgano,
contrapunto y bajo cifrado. El talento musical de Schubert le procuró una educación
gratuita y de primera clase en un prestigioso internado de Viena. Aunque se formó
para seguir la profesión de su padre de maestro de escuela, su corazón le pedía com-
poner. Durante varios años enseñó en la escuela de su padre, años que aprovechó para
componer con sorprendente velocidad y fluidez; sólo en 1815 compuso más de 140
canciones. En enero de 1818 apareció la primera publicación de su música y de ahí
en adelante se dedicó enteramente a la composición.
En 1821, la música de Schubert era ampliamente interpretada en Viena y el com-
positor ganaba considerables sumas gracias a las editoriales. Puesto que nunca mantu-
vo un puesto como asalariado permanente, obtuvo la mayor parte de sus ingresos me-
diante la publicación, en particular de canciones y de música para piano. De este
modo se convirtió en un compositor por cuenta propia, muy independiente del siste-
ma de mecenazgo que había sostenido a los compositores anteriores y del cual había
dependido también Beethoven. En la década de 1820 comenzó a concentrarse cada
vez más en obras más extensas, incluida la música de cámara, las sinfonías y las ópe-
ras, aunque la mayor parte de ellas no se ejecutaron hasta su muerte.
Los últimos años de la vida de Schubert estuvieron empañados por la enfermedad.
Murió a la edad de treinta y un años, posiblemente de una sífilis contraída en 1823 o
debido a su tratamiento con mercurio. Sobre su lápida se escribió: «La Música ha en-
terrado aquí un rico tesoro pero esperanzas aún más hermosas». Dado lo breve de su
carrera artística, su producción de casi mil obras resulta pasmosa.
Obras principales: Más de 600 canciones, incluidos los ciclos de canciones Die scho-
ne Müllerin y Winterreise; 9 sinfonías, en particular la No. 8 en Si menor (Incompleta) y
la No. 9 en Do mayor (La grande); cerca de 35 obras de cámara, incluido el Quinteto
para piano en La Mayor (La trucha), el Cuarteto de Cuerda en Re menor (La muerte y
la doncella) y el Quinteto de Cuerda en Do mayor; 22 sonatas para piano; muchas obras
breves para piano; 17 óperas y Singspiels; 6 misas; otras 200 obras corales.
forma, buscó encarnar a la persona hablante o los caracteres descritos, así como la es-
cena, la situación y las emociones expresadas.
Schubert escogió siempre formas que se adecuaban a la configuración y al signifi-
cado del texto. Cuando un poema mantenía una única imagen o estado anímico,
Schubert solía usar la forma estrófica, con la misma música para cada estrofa, como
en Heidenroslein (Pequeña rosa del arbusto, 1815) y Das Wandern (El deambular), la
25. la generación romántica: la canción y la música para piano
- - ------727
IL.U rnACTÓN 25.5 Dibujo a sepia del amigo de Schubert Moritz von Schwind (1868). Schubert apare-
'e al piano acompañando al cantante ]ohann Michael Vogl sentado a su derecha, durante una schubertiada,
u1111 mmión en una casa privada durante la cual Schubert tocaba el piano y cantaba sus propios Lieder o
aompll!itzba a un cantante.
Liehlich .J = 69
Sah ein Knab ein Ros - lein stehn, Ros-lein auf der Hei - den,
Un muchacho vio una pequeña rosa erguida, una pequeña rosa en el arbusto.
b. Das Wandern
Wan - dern!
c. Standchen
>
durch -
die Nacht zu dir;
d. Der Atlas
729
Nicht zu geschwind J. = 7~
sempre staccato
Mi tranquilidad se ha desvanecido.
730
bemos por la música que Gretchen detiene la rueca al sentirse embargada por la
emoción y que vuelve a tejer gradualmente al recobrar la compostura.
La armonía refuerza también la poesía. El sencillo Das Wandern utiliza sólo cinco
acordes diferentes. La dulce melancolía de Standchen se evoca en la alternancia de los
modos mayor y menor de una tonalidad o tríada, efecto que podríamos considerar
un sello característico del estilo schubertiano. En otros Lieder subraya enérgicamente
las cualidades dramáticas del poema mediante complejas modulaciones. En Der
Atlas utiliza un acorde de séptima disminuida para progresar abruptamente de Sol
menor a la tonalidad lejana de Si mayor y preparar después su regreso gradual a tra-
vés de Mi menor a Sol menor. Este extraordinario esquema tonal ilustra la afición de
Schubert por la modulación mediante terceras en lugar de quintas, un rasgo que en-
contramos también en su música instrumental. Su predilección por las relaciones ar-
mónicas inusuales refleja su uso de la armonía como técnica expresiva, pues lo no
convencional aporta por regla general un mayor potencial expresivo que lo conven-
cional; ambos aspectos de su práctica armónica influyeron profundamente a los
compositores posteriores.
El dominio por parte de Schubert de todos estos elementos es evidente en Der
Lindenbaum, del Winterreise. El ciclo de Müller de veinticuatro poemas expresa la
nostalgia de un amante que vuelve a visitar en invierno los lugares de un fracasado ro-
mance de verano. En este poema, recuerda haber estado recostado bajo un tilo, so-
ñando con su amor. Ahora, cuando pasa junto al tilo, un viento gélido hace susurrar
las ramas, lo cual parece llamarlo para encontrar descanso - o la muerte. Los tresillos
que revolotean en la introducción del piano sugieren el susurrar de las hojas en vera-
no, un recuerdo agradable; más tarde, estos tresillos cambian pira representar el vien-
to invernal, con toques cromáticos que sugieren su efecto fantasmagórico. Una melo-
día de tintes folclóricos con una sencilla armonía de llamadas de la trompa evoca la
escena al aire libre, la pretérita felicidad del amante y su nostalgia actual. La forma ~ -
trófica variada marca la evolución de la historia: la primera estrofa, que recuerda el
amor estival, está en mayor; en la segunda cambia el modo a menor para sugerir la
frialdad del viento; la tercera anuncia el viento frío con una melodía nueva y decla-
matoria; y la cuarta regresa al modo mayor y a la melodía original, sonando ahora
más espeluznante que reconfortante. La sutileza de la música a la hora de interpre-
tar el poema y la evolución del poema que reinterpreta elementos musicales escu·
chados previamente demuestran con qué maestría transmite Schubert los significa·
dos a través de una música que hace más profunda nuestra experiencia del texto.
La capacidad de Schubert de captar el estado anímico y el carácter de un poema )"
de convertir la música en su igual en lo referente al poder emotivo y descriptivo.
junto a la belleza pura de su música y al placer que proporciona a aquellos que la in·
terpretan, ha contribuido a que las canciones de Schubert sean muy queridas tanro
por sus contemporáneos como por las generaciones siguientes de cantantes, pianistas
y oyentes. Sus Lieder alcanzaron un nivel que los compositores posteriores de can·
ciones se esforzaron por igualar.
-
15
. La generación romántica: /,a canción y l.a mwica para piano 731
Langsam,zart
--------===--
732
con largos preludios y postludios, una figuración similar durante toda una canción y
la voz y el piano como semejantes a la hora de transmitir las imágenes y sentimien·
tos del poema. Por ejemplo, en Geheimes Flüstern (Susurro secreto, 1853), de su últi·
mo ciclo de canciones, el poema está dominado por una imagen del bosque que su-
surra al poeta. Unos arpegios constantes de notas semicorcheas establecen un telón
de fondo de hojas y ramas susurrantes, que contribuyen a expresar la confianza del
poeta en el bosque como refugio y confidente de los secretos de la vida.
En Gran Bretaña se desarrolló una tradición separada, donde las canciones para la
interpretación doméstica se llamaban baladas o baladas de salón (drawing-room ba-
llads), así como en los Estados Unidos y Canadá, donde se llamaron parlor songs
, IA generación romántica: la canción y la música para piano
-
15
733
público a la edad de nueve años, realizó giras por Europa y se ganó los elogios de
Goethe, Mendelssohn, Chopin y Paganini. A los veinte años era una de las pianistas
más destacadas de Europa, con numerosas obras publicadas que aumentaron su fama.
Ella y Robert se comprometieron, pero Wieck se opuso a la relación, por lo que tuvie-
ron que ir a juicio hasta conseguir el permiso de boda en 1840.
Los Schumann dieron conciertos en toda Europa, con Robert en la dirección de la
orquesta y Clara al piano. En 1850, Robert fue nombrado director musical municipal
en Düsseldorf, su único puesto de trabajo como músico dotado de un salario, aunque
los signos cada vez más frecuentes de enajenación mental lo obligaron a dimitir en
1853.
La sífilis, contraída por Schumann en los años jóvenes de su vida, y la depresión, que
le venía de familia, contribuyeron sin duda a provocar episodios de conducta extraña y
alucinaciones auditivas que culminaron en un intento de suicidio en febrero de 1854.
Fue confinado en un psiquiátrico cercano a Bonn, donde murió en julio de 1856.
Si bien Clara Schumann limitó sus giras de conciertos tras casarse con Robert y
1 mientras criaba a sus ocho hijos, siguió no obstante tocando y componiendo. Tras la
muerte de Robert, se dedicó a la interpretación y a la enseñanza, pero dejó de compo-
ner y se dedicó a la edición y difusión de la música de su marido. Siguió dando con-
ciertos hasta 1891 y enseñando hasta su muerte en 1896.
Obras principales (Robert Schumann): Más de 300 obras para piano, incluidas
Papillons, Carnaval, Fantasiestücke, Kreisleriana y Álbum para la juventud; cerca de
300 canciones; 75 canciones a varias voces para voces mixtas, masculinas y femeninas;
4 sinfonías; un concierto para piano, 3 tríos con piano; cerca de 15 obras de cámara;
varias obras para orquesta, solista y orquesta o voces y orquesta.
Obras principales (Clara Schumann): Trío con piano, op. 17; un concierto para
piano, muchas piezas para piano y varias colecciones de Lieder.
(canciones de salón). Como los nombres indican, estas canciones ocupaban un lugar
importante en la práctica musical doméstica, pero se cantaban también en las pro-
ducciones de teatro musical y en los conciertos públicos. Las canciones de este tipo
eran por lo general estróficas o en forma de estribillo y estrofa, con preludios y post-
luclio del piano basados en frases de la melodía. Su expresividad estriba casi entera-
menre en la melodía vocal. El piano apoya al cantante con una figuración conven-
cional, en lugar de dramatizar o interpretar el texto como ocurre en muchos Lieder
alemanes. Como buena parte de la música barroca (véase capítulo 13), este tipo de
canción no buscaba ser inalterable; por el contrario, servía como medio para los in-
térpretes, quienes eran libres de adornar la melodía y de modificar el acompaña-
miento.
La balada de salón más famosa, y quizá la canción más conocida del siglo XIX, es
fí_ome! Sweet Home! (¡Hogar, dulce hogar!, 1823), del compositor inglés Henry R.
Bishop (1786-1855). Bishop fue un renombrado compositor de teatro musical, re-
El si }(J
cordado hoy por esta única canción, de la ópera Clari. Tiene un texto sentimental en
forma de estribillo y estrofa, frases regulares de cuatro compases y el estilo melódico
característico del género: sencillo, mayormente diatónico, por grados conjuntos y
triádico, aunque también melodioso, encantador y expresivo, con oportunidades
para la ornamentación.
Cientos de compositores de todo el mundo angloparlante escribieron parlor songs.
El más relevante compositor de canciones de Canadá fue el músico de iglesia nacido
en Escocia James P. Clarke (1807/1808-1877), el primero en obtener una licenciatu-
ra en música en una universidad norteamericana y cuyo ciclo de canciones Lays of
the Maple Leaf (1853) fue la obra más importante publicada entonces por un cana-
diense.
El compositor norteamericano de canciones más destacado del siglo XIX fue Ste~
phen Foster (1826-1864). Formado en Pittsburg, escuchó música alemana, italiana e
irlandesa. Aprendió por sí mismo a tocar varios instrumentos, si bien no tuvo ninguna
ad lib.
____.,,
I dream of Jea-nie with the light brown_ hair,
¡Oh! Yo soñé con jeanie con el cabello castaño claro, flotando como un vapor, en el delicado airr fÚ
verano.
1
- La ~eneracíón romántica: la canción y la música para piano
=Z:---·
i la canción fue el medio más popular del siglo XIX, la música para piano no le iba a
la zaga. Las obras para piano servían a tres propósitos que coincidían en parte: la en-
señanza, el disfrute amateur y la interpretación en público. La primera categoría in-
cluía estudios escalonados según el grado de dificultad, como el Gradus ad Parnas-
sum (Escalón hacia el Parnaso, 1817-1826), de Muzio Clementi, consistente en cien
ejercicios de dificultad creciente y los numerosos études (estudios) y métodos de Carl
Czerny, el alumno de Beethoven, muchos de los cuales se emplean todavía hoy. La
~nda categoría abarcaba danzas, piezas líricas que siguen el modelo de la canción,
P.lezas de carácter y sonatas. La tercera categoría comprendía piezas de bravura para
Virtuosos. Es típico de la época el que muchas piezas tengan más de una función:
736
por ejemplo, las piezas para amateurs se utilizaban en la enseñanza. Chopin y Liszt
fueron pioneros en componer études dignos de ser interpretados en concierto y mu-
chos intérpretes de conciertos incluían sonatas y pequeñas obras líricas en sus pro-
gramas, junto a las más virtuosas.
Schubert
Entre las obras adecuadas para el mercado amateur, Schubert escribió docenas de
marchas, valses y otras danzas. Sus seis Moments musícaux (Momentos musicales,
1823-1828) y ocho Impromptus (1827) son modelos de piezas líricas breves que oca-
sionan un estado anímico específico. De sus numerosas obras para dúo de pianos, al-
gunas desafiaban incluso la capacidad de los aficionados más avanzados, incluida la
sublime, bella y conmovedora Fantasía en Fa menor (1828).
Las obras de Schubert para piano más importantes y de mayor duración son sus
once sonatas completas para piano y la Fantasía Wanderer (1822), cuyo virtuosismo y
forma inusual fascinaron a los compositores posteriores. Los cuatro movimientos de
la Fantasía se tocan sin interrupción entre ellos y combinan la forma general de una
sonata de cuatro movimientos -movimiento rápido en una forma sonata truncada
sin reexposición, tema lento con variaciones, scherzo y trío y brillante finale- con
una variación constante de una figura rítmica tomada de una frase de la canción Der
Wanderer, citada explícitamente al inicio del segundo movimiento. El hecho de cohe-
sionar los movimientos entre sí mediante la continuidad musical y el material común
confirió a la obra una unidad orgánica. El esquema global de la tonalidad refleja el in·
terés de Schubert por las relaciones armónicas de tercera: los movimientos están en
Do, Mi, La bemol y Do mayor respectivamente (si bien el segundo movimiento em-
pieza en el relativo menor de Mi mayor, Do sostenido menor). Schubert fue el prime-
ro en usar dicho círculo completo de terceras mayores alrededor de la octava, una idea
adoptada más tarde por Liszt (véase más adelante) y muchos otros compositores.
En sus sonatas, Schubert se enfrentó a las contradicciones entre su estilo inspira-
do en la canción y las exigencias de la sonata, con sus movimientos múltiples y for-
mas extensas. Por regla general, sus temas son melodías expansivas que no dan lugar
por sí mismas a un desarrollo motívico; en su lugar, reaparecen en atmósferas dife·
rentes que sugieren nuevos significados. Sus movimientos en forma sonata utilizan a
menudo tres tonalidades en la exposición en lugar de dos (por ejemplo, tónica para
el primer tema, mediante para el segundo y dominante para el tema conclusivo). Af.
gunos de los movimientos lentos son particularmente cantables y se asemejan a im-
promptus. Sus tres últimas sonatas, en Do mayor, La mayor y Si bemol mayor.
muestran un gran conocimiento de Beethoven, como en el tempestuoso primer mo-
vimiento de la Sonata en Do mayor. Pero el estilo lírico de Schubert está siempre
presente. La Sonata en Si bemol mayor se inicia con una larga melodía cantable, que
regresa durante todo el movimiento con distinta apariencia, en mayor y en menor,
-
.zs. La generación romántica: la. canción t la. música para piano 737
Ftlix Mendelssohn
Uno de los compositores románticos alemanes más destacados fue Felix Mendels-
hn (1809-1847; véase biografía). Fusionó influencias de Bach, Handel, Mozart,
Be thoven y de sus propios contemporáneos en una música que combinaba la habi-
738
lidad del contrapunto y la claridad formal con la expresión romántica, bellas melo-
días y ritmos interesantes y a menudo impredecibles. Intérprete virtuoso de piano y
órgano, Mendelssohn ponía de manifiesto una técnica fluida junto a una demostra-
ción de bravura. Sus obras para piano de mayor duración comprenden tres sonatas
variaciones y fantasías. Sus Siete piezas de cardcter, publicadas en 1827, contribuye~
ron a introducir este término y a definir el género.
Las obras para piano de Mendelssohn más conocidas son sus Lieder ohne Worte
(Canciones sin palabras), cuarenta y ocho piezas agrupadas en ocho libros. En la
primera «canción» (1830), que se muestra en el ejemplo 25.5, la similitud con el
Lied es inmediatamente evidente. Podría escribirse en tres pentagramas, el de deba-
jo para la mano izquierda del pianista, los arpegios para la derecha y la melodía
para el cantante. El hecho de tener que cubrir con dos manos las tres líneas plantea
interesantes problemas pianísticos: cómo producir la melodía y el bajo con un sua-
ve legato, utilizando principalmente los débiles dedos cuarto y quinto, y cómo re-
partir la figuración de semicorcheas de manera uniforme entre ambas manos. La
pieza explota la capacidad del piano para responder al toque cambiante del pianista,
más fuerte en la melodía y en el bajo, más suave en el acompañamiento, incluso
cuando se tocan con los dedos de la misma mano. Por encima de estas cuestiones
técnicas, la pieza presenta una melodía encantadora y un interesante acompaña-
miento que transmite un estado anímico característico, como una canción bien ela·
borada. Las Canciones sin palabras son buen ejemplo de la creencia de Mendelssohn
de que la música expresa sentimientos que las palabras no pueden expresar (véase
Lectura de fuentes), lo cual refleja la filosofía idealista que sostiene el pen amienro
romántico.
EJEMPLO 25.5 Canción sin palabras No. 1, op. 19, No. 1, de Mendelssohn
~ LECTURA DE FUENTES
__._tJ_ia_n_o_ _ _ __ _______.;7.
. .;;'.3"'-9
Mendelssohn consideraba sus Canciones sin palabras íntegras en sí mismas, sin preci-
sar de un texto ni títulos que transmitiesen su significado. Cuando un admirador le
escribió para preguntarle lo que significaban algunas de sus piezas, Mendelssohn le
respondió con su famosa declaración a favor de la capacidad de la música de expresar
pensamientos que no pueden expresarse con palabras.
La gente suele quejarse de que la música sea tan ambigua y de que sea tan confoso lo que
han de pensar cuando la escuchan, cuando cualquiera entiende las palabras. Pero para
mí es exactamente lo contrario -y no sólo en el caso de discursos enteros, sino también de
palabras individuales; éstas parecen también ser ambiguas, tan indefinidas en compara-
ción con la buena música que llena el alma de uno con mil cosas mejores que las pala-
bras. Lo que para mí expresa la música que amo son pensamientos no demasiado indefi-
nidos con relación a las palabras, sino mds bien demasiado definidos.
Por lo tanto, encuentro correctos todos los intentos de poner estos pensamientos en pa-
labras, pero asimismo siempre algo insuficiente, algo no universal.. Si me preguntan en
qué estaba pensando, yo diré: simplemente en la canción como aparece ahí. Y si me ocu-
rre tener una palabra o palabras específicas en mente para una u otra de estas canciones,
no podré nunca divulgarlas a alguien, porque la misma palabra sigrzifica una cosa para
una persona y algo distinto para otra, ya que sólo la canción puede decir la misma cosa,
puede suscitar los mismos sentimientos en un persona u otra -un sentimiento que no
está, en ningún caso, expresado por las mismas palabras.
l as perspectivas y limitaciones de las mujeres compositoras del siglo XIX están tipifi-
cadas en las carreras opuestas de Clara Schumann y Fanny Mendelssohn Hensel
0 805-1847). Ambas fueron pianistas y compositoras altamente cualificadas, si bien
una ofrecía conciertos públicos y publicaba buena parte de su música, mientras que
la otra estuvo confinada casi por entero a la esfera doméstica.
Clara Schumann adquirió celebridad como pianista desde temprana edad y fue al
principio más célebre que su marido, Robert. En una época en la que la partitura era
con frecuencia sólo un punto de partida para los adornos del intérprete, ella tocaba
lo que estaba escrito, concentrando así su atención sobre el compositor en lugar del
740
-
El sigfu XQ
intérprete. Para entonces, se trataba de una idea pionera. Sus interpretaciones tarn-
bién dejaban espacio a la improvisación, ingrediente básico de los conciertos del si-
glo XIX, y a la presentación de su propia música y la de su marido. Sus composicio-
nes para piano comprenden polonesas, valses, variaciones, preludios y fugas, piezas
de carácter y una Sonata en Sol menor (1841-1842).
Fanny Mendelssohn recibió igualmente una formación integral, aunque casi
siempre interpretó y compuso en entornos privados. Estudió piano desde temprana
edad niña, así como teoría y composición durante su adolescencia. Tuvo un talento
musical casi tan precioso como el de su hermano Felix. Después de casarse con el
pintor Wilhelm Hensel, organizó un salón, con reuniones regulares de amigos e in-
vitados en las que ella tocaba el piano y presentaba sus composiciones. Escribió más
de cuatrocientas obras, incluidas al menos 250 canciones y 125 piezas para piano.
Publicó pocas en vida, porque su padre y su hermano se opusieron a la publicación,
pues una carrera musical les parecía inapropiada para una mujer de su clase. Sus ob-
jeciones minimizaron la influencia de Fanny fuera de su círculo y la confinaron
principalmente a los géneros pequeños apropiados de la práctica musical doméstica.
Su obra maestra es Das jahr (El año, 1841), una serie de piezas de carácter sobre los
doce meses del año, inspirada por un largo viaje a Italia en 1839-1840. Murió ines-
peradamente de un derrame cerebral, menos de un año después de la publicación en
1846 de las seis canciones de su op. l. Únicamente en los últimos treinta años más o
menos ha pasado a ser algo más que la «hermana de Mendelssohn», cuando los esm-
diosos han descubierto el tesoro escondido de sus obras y han comprendido la im-
portancia de sus reuniones de salón.
Robert Schumann
Las publicaciones de Schumann hasta 1840 fueron todas para piano y contienen u
principal música para este instrumento. Aparte de unas pocas obras de larga dura-
ción, la mayor parte de sus composiciones para piano consisten en breves piezas de
carácter, agrupadas con frecuencia en conjuntos con nombres muy vistoso, como
Papillons (Mariposas), Carnaval, Fantasiestücke (Piezas de fantasía), Kinderszenen
(Escenas de niños) y Kreisleriana. Pequeñas piezas atractivas para los niños formaron
el Album for die ]ugend (Álbum para la juventud).
Los títulos asignados por Schumann a sus piezas dan a entender que deseaba esti-
mular la imaginación del intérprete y el oyente y sugerir posible significados para lo
efectos inusuales y los asombrosos contrastes de su música. En Carnaval (1834-
1835), por ejemplo, conjuró un baile de máscaras para la época de carnaval a través
de veinte piezas breves en ritmos de danza, cada una de las cuales lleva el nombre de
una danza, una figura disfrazada o un conocido que participase en el baile (incluida
Clara), o bien una interacción entre juerguistas, como un coqueteo o un reconoci-
miento. Entre los invitados se encuentran personajes que él mismo había utilizado
--
15
. La generación romántica: la canción y la música para piano 741
a. fa1se bi us
Adagio 7
sotto voce 7 7
senza 'foo.
ción, algo que podía decidirse en cualquier estadio, desde el inicio de la composición
hasta el pulido final. La función principal de los títulos de las piezas de carácter no
consistía en especificar los significados, sino en indicar posibles vías de exploración
invitar al intérprete y al oyente a entrar en el mundo musical de la composición ;
convertir en cierto modo a ambos en coautores de ese mundo, al dibujar sus propias
historias que explicasen cómo la música justifica el título y viceversa. ¿Es por ello ex-
traño que dicha música y dichos títulos se hiciesen tan populares?
Otra mirada sobre el significado es el interés de Schumann por las cifras musica-
les que representaban nombres mediante las notas. En Carnaval, muchos de los mo-
vimientos contenían melodías basadas en motivos cuyas letras formaban Asch, la
ciudad natal de la entonces prometida de Schumann Ernestine von Fricken: A-Es-
C-H (en notas alemanas La-Mi bemol-Do-Si) y As-C-H (La bemol-Do-Si). La pri-
mera de éstas es relevante en Florestdn y Coquette y está presente de forma más sutil
en Eusebius, como se muestra en el ejemplo 25.6. Mientras que invitan a su interpre-
tación musical, estos motivos aportan también unidad a la obra entera, una cone-
xión orgánica entre movimientos que subraya la diversidad de la superficie.
Podemos ver la faceta Florestan de Schumann en Aufschwung (Impulso), la se-
gunda pieza de sus Fantasiestücke (1837). La obra expone cuatro ideas fuertemente
contrastantes y dispuestas en una compleja forma ternaria con transición (ABA'
CDC Transición AB'A''), y coordina de forma lógica lo que son bloques de música
esencialmente independientes. El impulsivo tema A, que se muestra en el ejemplo
25.6a, hace retumbar un motivo dramático, remonta después el vuelo a través de
cuatro octavas ascendentes para descender con una melodía sincopada; la tónica, Fa
menor, indicada por una semicadencia repetida, es eludida hasta el final absoluto de
la pieza. El tema B, que se muestra en el ejemplo 25.6b, se yergue de manera distin~
ta; la melodía asciende cromáticamente, apoyada por una rauda figuración y una voz
interior paralela a la melodía.
La tercera pieza del grupo, Warum? (¿por qué?), evoca la faceta Eusebius de Schu·
mann, en virtud de la contemplación de un motivo enigmático a través de cambios dt'
registro, de armonía y de configuración, como si sopesase una cuestión que no puede
ser resuelta; incluso al final, cuando el motivo aparece tres veces en la tónica, suena de
alguna manera sin respuesta. La pieza se queda en una suerte de fragmento, aunqu
abierto a su prolongación, como si atrapara un pensamiento o una experiencia mo-
mentánea mientras se intuye que podría haber más que contar en la historia. Mediante
gestos como éste, Schumann capta la cosmovisión romántica en términos sencillQs,
creando una música infinitamente fascinante y gratificante para intérpretes y oyemcs.
Fryderyk Chopin
Fryderyk Chopin (1810-1849) compuso casi exclusivamente para piano (véase bio·
grafía). Toda su producción comprende unas doscientas piezas para piano solo, seis
~.: La generación romántica: la canción y la música para piano 743
obras para piano y orquesta compuestas para sus apariciones en concierto como jo-
ven virtuoso, unas veinte canciones y cuatro obras de cámara. Es venerado por una
escritura idiomática que abrió nuevas posibilidades al piano y que atrajo aficionados
y conocedores por igual. Los géneros que cultivó abarcan desde el estudio, asociado
a la enseñanza, y los tipos adecuados para amateurs, como danzas y nocturnos, hasta
obras más largas y exigentes, como baladas, scherzos y sonatas, interpretadas por él
mismo o por intérpretes de nivel avanzado.
Chopin escribió veintisiete estudios (études) en total -doce en cada uno de sus
op. 10 (1829-1832) y 25 (1832-1837), además de otros tres sin número de opus.
Puesto que los estudios están pensados para desarrollar la técnica, cada uno suele
orientarse a una capacidad específica y desarrolla una única figura. Entre los proble-
mas tratados en el op. 25 se hallan las terceras diatónicas y cromáticas (No. 6) y las
sextas paralelas (No. 8) en la mano derecha, las octavas cromáticas en ambas manos
(No. 10) y las filigranas de semicorcheas en la mano derecha sobre una vigorosa
marcha en la izquierda (No. 11). Los estudios de Chapín fueron los primeros con
un contenido artístico significativo y como tales se interpretaron a menudo en con-
cierto, pioneros del género concert étude (estudio de concierto).
Los veinticuatro preludios de Chopin del op. 28 (1836-1839), como los prelu-
dios del Clave bien temperado de Bach, agotan todas las tonalidades mayores y meno-
res. Son breves imágenes anímicas, menos exigentes que sus estudios pero que, como
éstos, tratan problemas específicos de interpretación. Ilustran también la asombrosa
inventiva de la figuración de Chopin. Como se muestra en el ejemplo 25.7, el No. 1
envuelve con acordes arpegiados una melodía del ámbito de un tenor, de la cual re-
suena un eco en la octava superior; el No. 2 hace alternar amplios intervalos de dos
notas en la mano izquierda; el No. 3 expone un esquema arrollador de semicorcheas;
y el No. 4 contiene acordes palpitantes que descienden cromáticamente a través de
sonoridades no funcionales en su camino hacia acordes más estables. Estas ricas ar-
monías cromáticas influyeron a muchos compositores posteriores, al igual que las di-
versas texturas de la escritura pianística de Chopin.
Los valses, mazurcas y polonesas de Chopin se compusieron usualmente para sus
alumnos y estaban dedicados a éstos cuando se publicaban. Todos manifiestan un
extremo idiomatismo del piano en su figuración y en su digitación. Los valses y ma-
zurcas, aunque sólo moderadamente difíciles, demostraban la habilidad del aficiona-
do mediante pasajes brillantes y la expresión del carácter. Parte del genio de Chopin
consistió en encontrar maneras de escribir música que incluso los intérpretes de li-
mitada pericia pudiesen interpretar con satisfacción y sensación de logro.
Sus valses evocan los salones de baile de Viena, pero sus mazurcas y polonesas
están imbuidas del espíritu de Polonia. Las polonesas son danzas en compás de
3/4, a menudo marcadas por una figura rítmica de una corchea y dos semicorcheas
en la primera parte del compás. Chopin fue más allá de la polonesa estilizada de
la época de Bach para afirmar una identidad nacional vigorosa y en ocasiones mili-
cari ta.
EJEMPLO 25.7 Preludios, op. 28, de Chopin
a. No. 1 en Do mayor
d. No. 4 en Mi menor
La mazurca era una danza folclórica polaca que en la época de Chopin se había
convertido en una danza urbana de salón, popular entre la alta sociedad de París y
de Polonia. La Mazurca en Si bemol mayor, op. 7, No. 1 (1831), que se muestra en el
ejemplo 25.8, es una buena muestra de este género: compás de 3/4 con acentos fre-
cuentes sobre los tiempos segundo y tercero del compás, y a menudo una figura con
puntillo en la primera parte del mismo, acompañamiento sencillo y frases de cuatro
compases, combinadas en periodos que se alternan, aquí en forma i:A:ll:BA:ll:CA:I.
La melodía, de estilo instrumental y no vocal, expone elementos que sugieren el exo-
tismo de la música folclórica polaca e incluye trinos, adornos, grandes saltos y liga-
duras que comienzan en la última semicorchea de una parte del compás para imitar
una reverencia folclórica. Si se interpreta correctamente, el tempo es desigual, pasa
rápidamente por el ascenso inicial y permite después un tiempo adicional para los
sforzandi, los trinos y las notas gráciles, con el fin de sugerir que los bailarines re-
quieren un tiempo más largo para ejecutar un giro o un impulso que para dar pasos
rápidos. En la tercera sección, que mostramos en el ejemplo 25.8b, Chopin crea un
sonido exótico con bordones de quintas, armonías inusuales y segundas aumentadas,
-
l . J,,1 ge11eración románrica: la canción y /.a música para piano 745
miencras mantiene apretado el pedal de sordina para añadir un extraño carácter bo-
rro o. El rubato marcado indica una leve anticipación o retraso de la melodía en la
mano derecha mientras el acompafiamiento continúa en el tiempo estricto, o un ale-
jamiento del pulso regular en ambas manos a la vez. Como el pedal de sordina, el
rubato puede usarse en lugares donde no está marcado; los intérpretes del siglo XIX
usaban ambas técnicas como recursos expresivos.
Los nocturnos son breves piezas emotivas con melodías bellas y ornamentadas so-
bre sonoros acompafiamientos. La concepción inicial del nocturno de Chopin se
inspiró en los nocturnos del pianista y compositor irlandés John Field (1782-1837).
Ambos compositores buscaron también su inspiración en el nocturno vocal para dos
746
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* fz * :.tw.
b. Tercera sección
o más voces con acompañamiento de piano o arpa, de manera que el nocturno para
piano era esencialmente una canción sin palabras. El Nocturno en Re bemol mayor,
op. 27, No. 2 (1835), tiene un acompañamiento notoriamente expansivo y una me·
lodía angular. Contiene también elementos de virtuosismo, como terceras y sextas
paralelas (una textura característica del nocturno vocal), saltos amplios, así como tre·
sillos, cinquillos, sietecillos y un pasaje cadencia! en la mano derecha contra las cons-
tantes semicorcheas de la izquierda.
Las baladas y scherzos de Chopin son más largos y exigentes que sus otras obras
para piano en un movimiento. Chopin fue uno de los primeros (junto a Clara Schu-
mann) en usar el nombre balada para una pieza instrumental. Sus baladas captan el
encanto y el ímpetu de las baladas narrativas polacas y combinan estas cualidades
con giros siempre nuevos en la armonía y la forma. Sus scherzos no son jocosos o ju-
guetones, como el título de la forma implica, sino serios y apasionados. Sin embar·
go, también son delicados y extravagantes, lo que también subyace al término, en
particular en su ritmo y en su material temático.
li,: La generación romántica: la canción y la música para piano 747
Las tres sonatas para piano de Chopin constan de cuatro movimientos: forma so-
nata, minueto o scherzo, movimiento lento y movimiento final. La Sonata No. 2 en
Si bemol menor, op. 35, contiene la marcha fúnebre que se ha convertido en la pieza
más célebre de Chopin; orquestada, fue interpretada durante su funeral y ha sido es-
cuchada en miles de funerales desde entonces.
Las características específicas de la música de Chopin provienen de su vida y de su
carrera artística: el nacionalismo polaco, la concentración en la música para piano, el
virtuosismo de la interpretación ante el público unido a un elegante lirismo de salón
y a la originalidad de sus melodías y armonías, así como el idioma pianístico igual-
mente estimulado por la ideología del salón y por la competencia del mercado. Sus
obras cobraron forma a partir de la demanda de composiciones para aficionados, aun-
que apelaban también a los entendidos, lo que ha dado a su música un atractivo am-
plio y duradero. Sus piezas son tan gratificantes para quien las interpreta como para
quien las escucha. Su mayor logro fue liberar al piano de la imitación de texturas co-
ral o de conjunto y hacer que sonase del modo que sólo un piano puede sonar, pro-
duciendo un repertorio enteramente nuevo de sonidos y figuraciones idiomáticas.
Franz Li.szt
Franz Liszr (1811-1886) fue el virtuoso más asombroso del piano de su tiempo y uno
de los compositores más importantes (véase biografía). Niño prodigio en Hungría y
en Viena, Liszt llegó con su familia a París en 1823, a la edad de doce años. Allí, el fa-
bricante de pianos Sébastien Erard le proporcionó un gran piano de siete octavas con
la nueva acción de doble escape que permitía la repetición rápida de notas y abría las
posibilidades de un virtuosismo que Liszt iba ser de los primeros en explotar.
En su juventud, Liszt frecuentó los salones que formaban el núcleo de la vida in-
relectual y artística de París. Aquí conoció a muchos de los escritores, pintores y mú-
icos más notables de la época. Él y la condesa Marie d'Agoult se hicieron amantes y
vivieron juntos en Suiza e Italia de 1835 a 1839. Liszt dejó constancia de las impre-
iones de ambos países en las piezas para piano recopiladas en Album d'un voyageur
(Álbum de un viajero, 1837-1838) y en Années de pelerínage (Años de peregrinaje,
Libros 1 y 2 compuestos en 1838-1861, Libro 3, 1877-1882). En muchas de estas
piezas, Liszt reaccionaba ante un poema (tres sobre sonetos de Petrarca, uno sobre
Dame) o una obra de arte (una pintura de Rafael, una escultura de Miguel Ángel).
Entre 1839 y 1847, Liszt dio más de mil conciertos como solista y llevó a cabo
giras por Europa, desde Portugal e Irlanda al oeste hasta Turquía, Rumanía y Rusia
por el este. Fue el primer pianista en dar conciertos él solo en grandes salas de con-
cierto, para los cuales acuñó el término recital, usado todavía hoy. Fue también el
primero en tocar un repertorio musical múltiple, comenzando por Bach y sus con-
temporáneos, y en tocar enteramente de memoria, dos innovaciones que son hoy
tradiciones arraigadas. La expectación que levantaban sus recitales no tenía en oca-
748 El sigkJ ..\7.\'
siones nada que envidiar a la histeria suscitada por las estrellas del rock en e1 si-
glo XX, aunque él exhortaba al silencio mientras tocaba. En 1848, Liszt interrumpió
las giras y se concentró en la composición. Describiremos su música posterior a
1848 en el capítulo 28.
La música de Liszt refleja muchas influencias distintas. Sus raíces húngaras se po--
nen de manifiesto en obras basadas o inspiradas en melodías húngaras o rumanas
(cíngaras), incluidas las diecinueve Rapsodias húngaras para piano. Su estilo pianístico
se apoyó en los virtuosos vieneses y parisinos y a él agregó efectos deslumbrantes pro·
§.· La generación romántica: la canción y la música para piano 749
píos. Después de que C~opi~ se ,tr~ladase a .París e~ 1831, Li~z~ adoptó el li.rismo
melódico, el rubato, las licencias ntmtcas y las mnovac1ones armomcas de Chopm.
Probablemente, el músico que más influyó en Liszt no fue un pianista, sino el
gran violinista italiano Nicolo Paganini (1782-1840), uno de los artistas más hipnó-
ticos de la época, que elevó a alturas desconocidas hasta entonces la técnica y la mís-
tica del virtuoso. Estimulado por las fabulosas proezas técnicas de Paganini, Liszt
quiso lograr un milagro semejante en el piano. Llevó a sus límites la técnica del ins-
trumento, tanto a través de su propia interpretación como de sus composiciones.
Un sospiro (Un suspiro), el tercero de los tres Estudios de concierto (1845-1849),
puede ilustrar la técnica virtuosa de Liszt. Está orientado al problema técnico de cómo
proyectar una melodía que progresa lentamente por fuera o por dentro de rápidas figu-
raciones de acordes arpegiados. Al inicio, que se muestra en el ejemplo 25.9a, el pedal
sostiene las armonías mientras las dos manos afrontan saltos peligrosos la una sobre la
otra para tocar una melodía pentatónica. La notación lo muestra como si el pianista
necesitase tres manos, pero el pentagrama inferior es asumido por la mano izquierda,
el del medio por la derecha y el superior por cualquiera de ambas manos que se en-
cuentre libre en ese momento, indicando la mano izquierda por una plica hacia abajo
y la derecha por una plica hacia arriba. Posteriormente, la melodía aparece en la mano
derecha en la línea intermedia de la textura, mientras que la izquierda realiza arpegios
por debajo y por encima de ella. En el clímax, que vemos en el ejemplo 25.9b, los difí-
iles saltos y escalas muestran el tamaño de las manos de Liszt (quien podía fácilmente
abarcar una décima) y conducen a una cadencia cromática en sextas paralelas.
El último ejemplo ilustra también el uso de la armonía cromática por parte de
Liszt. Aquí, un acorde de séptima disminuida en el cuarto tiempo del compás 36
progresa hasta una tríada aumentada originada por un retardo; después, la siguiente
críada mayor progresa cromáticamente hasta un acorde de sexta aumentada (La-Do#-
Mi-Fa x). La progresión cromática de un acorde al siguiente es una característica que
ya observamos en Chopin (véase ejemplo 25.7d) y que se convirtió en un elemento
usual de la música de Liszt y sus contemporáneos posteriores. La cadencia cromática
subsiguiente ornamenta repetidas veces Do sostenido, Mi y Sol (Fa doble sostenido)
con las notas auxiliares Si sostenido, Re sostenido, Fa sostenido y La; al final de la.
cadencia, estas notas auxiliares suenan juntas en una séptima disminuida que resuel-
~e en una sexta aumentada y demuestra que toda la cadencia funcionaba como una
prolongación de este último acorde. Esta ornamentación armónica y melódica tan
laborada de una sonoridad disonante pasó a ser un rasgo típico de la armonía del
Romanticismo tardío y terminó por llevar a Liszt a experimentos en los que práctica-
menre abandonó la tonalidad tradicional, al prolongar sonoridades disonantes sin
resolverlas en una consonancia.
La armonía de Liszt se caracteriza asimismo por su interés en las relaciones de ter-
ceras, las divisiones iguales de la octava y las escalas no diatónicas. Un sospiro no se
desplaza de la tónica a la dominante y viceversa, como hacen 1a mayor parte de las
obras tonales, sino que en lugar de eso modula alrededor de un círculo de terceras
EJEMPLO 25.9 Un sospiro, de Liszt
a. Melodía al inicio
m.d.
•m.s. m.s.
dolce con grazia
Plicas hacia abajo, mano izquierda (m.s. = * '.\'roarriba, mano derecha (m.d.
mano siniscra); plicas hacia = mano destra) . *
b. Clímax y cadencia
).
El legado romántico
La música compuesta por mujeres fue tratada de modo diferente en un siglo que
atribuía el genio musical únicamente a los hombres y consideraba la música poco
más que un bello ornamento femenino. Cuando estas actitudes se pusieron en tela
de juicio en las últimas décadas del siglo XX, los estudiosos intentaron desenterrar la
música compuesta por mujeres, especialmente la de más alto nivel. Clara Schuman y
Fanny Mendelssohn aparecen como figuras clave: sus composiciones y la descripción
de su manera de interpretar dejaron claro que habrían sido grandes músicos, incluso
si Robert y Felix nunca hubiesen nacido, y sus historias son parábolas sobre el modo
de fomentar o impedir el desarrollo de un talento debido a las pautas sociales. La in-
vestigación actual va sacando a la luz la música de muchas otras mujeres composito-
ras con talento del siglo XIX.
El estilo centrado en la melodía, típico de la canción y de la música para piano,
afectó a otros géneros del siglo XIX. Nunca antes ni después, las sinfonías, las obras
de cámara y la música coral se vieron tan colmadas de melodías cantables. Los com-
positores de ópera las usaron también, de lo cual es testimonio, por ejemplo, la bala-
da de Senta en Der fliegende Hollander (El holandés errante) de Wagner.
El punto de vista romántico sobre la música ha sido todavía más influyente. Ya
no vemos a los compositores como artesanos que escriben música para satisfacer a
sus mecenas, como se vieron a sí mismos la mayor parte de compositores anteriores,
sino como artistas que expresan sus propias ideas y sentimientos. La originalidad, fo-
mentada por la competencia en el mercado y prescrita por la visión romántica del
genio individual, se convirtió en un requisito para todos los compositores posteriores
y estimuló un ritmo aún más rápido de cambio en el estilo musical en los dos siglos
iguientes, tanto en la música popular como en la culta. De hecho, la mayoría de
nuestras concepciones sobre la música, en particular aquellas que apenas nos cuestio-
namos pertenecen a la época del Romanticismo.
26. El Romanticismo en las formas clásicas: la música
para orquesta, de cámara y coral
vidualidad, algunos se inclinaron por la innovación y otros por la emulación del pa-
sado. El resultado fue una rica tensión en buena parte de esta música entre el conce-
nido romántico y los géneros y las formas clásicas.
biar hasta la mitad del siglo XX, después de que las mujeres adquiriesen iguales dere-
chos y se integrasen de manera general en las fuerzas laborales de Europa y América.
Las orquestas del siglo XVIII se dirigían desde el clave o por el violín principal, pero
en el siglo XIX este papel fue asumido por un director de orquesta que empleaba una
batuta para marcar el compás y las entradas. Aunque al principio el director se limi-
taba a mantener unida a la orquesta, en la década de 1840 los directores dirigieron la
atención hacia sí mismos en tanto que intérpretes de la música y explotaron el culto
romántico a la individualidad. Directores como Louis Jullien (1812-1860) formaron
sus propias orquestas y se convirtieron en estrellas de igual índole que los virtuosos
de los instrumentos.
Las orquestas de las cortes del siglo XVIII habían tocado para públicos mixtos de la
nobleza y la gente de las ciudades. Las nuevas orquestas atrajeron una audiencia
principalmente de clase media, a menudo la misma clientela cuyo entusiasmo por la
práctica musical hogareña sostenía el mercado de canciones y de música para piano.
Muchas piezas orquestales estaban disponibles en transcripciones para piano realiza-
das para la interpretación doméstica, el modo usual de conocerlas; la experiencia de
escuchar una orquesta era todavía un acontecimiento relativamente infrecuente. Aun
así, las orquestas gozaban de un prestigio especial, en parte por la impresión impere-
cedera de las sinfonías de Beethoven. La prominencia dada a la música orquestal en
este libro y en la mayor parte de historias de la música es desproporcionada con res-
pecto al lugar que ésta ocupó en la actividad de los músicos y con relación al público
del siglo XIX, pero el énfasis está justificado por su importancia para el público, los
críticos y los propios compositores.
Los programas de concierto del siglo XIX ofrecían una pluralidad de obras. Por
jemplo, antes de 1850 la Filarmónica de Londres solía ofertar una sinfonía, un aria
o composición coral, un concierto u obra de cámara, otra pieza vocal y una sinfonía
u obertura como cierre. Los Conciertos Promenade de Jullien, en Londres, menos
formales y dirigidos a una audiencia más grande, incluían cuadrillas y otras danzas (a
menudo interpretadas por varias bandas militares juntas), música coral y una sinfo-
nía. La variedad de ejecutantes y la alternancia de música instrumental y vocal siguió
siendo una tradición que se remontaba a los primeros conciertos públicos (véanse
<:apítulos 16 y 20). El concierto de música de un solo género, inaugurado en 1839
por los recitales para piano solo de Liszt, no se convirtió en regla general hasta fina-
les de siglo.
758 El si o :rix
profundo cambio que alteró para siempre la naturaleza del trabajo y la formación de
¡0 in térpretes.
El nacimienro de un repertorio clásico permanente estaba sólo en ciernes en la
década de 1820 y los compositores no empezaron a sentir sus plenos efectos hasta la
segunda mitad del siglo XIX, como veremos en los capítulos siguientes. Pero incluso
antes de 1850, los compositores de música para orquesta sintieron en sumo grado la
presencia de las obras maestras anteriores. El más importante era Beethoven, cuyas
obras orquestales estaban construidas como afirmaciones artísticas del compositor y
00 como un ameno entretenimiento, como había sido la música de épocas anterio-
res. Todos los compositores para orquesta posteriores trabajaron bajo su sombra,
pues sabían que sus obras se compararían inevitablemente con las de él, tenían que
alcanzar un nivel similar y ofrecer al mismo tiempo algún rasgo distintivo. De he-
cho, la historia de la música orquestal del siglo XIX puede verse como una serie de
respuestas heterogéneas al ejemplo beethoveniano, en las cuales cada compositor ex-
ploró la manera de decir algo nuevo e individual dentro de las formas cultivadas por
Beethoven.
Una respuesta, de la que Schubert fue pionero, consistía en mantener la forma exte-
rior de la sinfonía mientras se le infundían contenidos derivados del nuevo estilo ro-
mántico, como una mayor concentración en melodías cantables, las excursiones ar-
mónicas audaces, los timbres instrumentales cautivadores, los fuertes contrastes y las
emociones intensas. Para Schubert y sus correligionarios románticos, los temas eran
d elemento más importante de toda forma, más que la frase y la estructura armónica
destacada en las descripciones de la forma del siglo XVIII (véase capítulo 21). Si los
sinfonistas de la época clásica demostraron su originalidad en la manera de tratar el
material convencional, Schubert y sus sucesores buscaron convertir tanto el material
remático como el tratamiento del mismo en algo tan individual y memorable como
fuese posible.
Schubert escribió varias sinfonías durante su adolescencia y juventud, pero el pri-
mer intento de una sinfonía a gran escala llegó en 1822 con los dos movimientos de
la hoy llamada Sinfonía Incompleta, planteada originalmente como una obra en cua-
tro movimientos en Si menor. Tras un breve tema introductorio tocado por las cuer-
das sin acompañamiento, el primer movimiento presenta una melodía cantable, que
se muestra en el ejemplo 26. la, bastante diferente de los primeros movimientos típi-
de sus predecesores y más difícil de fragmentar en motivos para el desarrollo sin-
fónico. Su impetuosa extensión, llena de angustia y anhelo, suponía también un dis-
tanciamiento de lo precedente. El segundo tema, que mostramos en el ejemplo
26.Ib, es una melodía tranquila y delicada, en el estilo de los Landler, una danza ru-
ral austriaca. Estos dos temas comparten tres ideas rítmicas, marcadas en el ejemplo,
760
-
El ngki .{JX
que dominan las prolongaciones que siguen a cada tema. En lugar de fundamentar
la sección de desarrollo y la coda sobre estos dos temas, como Haydn y Beethoven
habrían hecho, Schubert se concentra en el sujeto introductorio. De ese modo
Schubert estaba siguiendo la costumbre de desarrollo sinfónico mientras dedicab~
las principales áreas temáticas a la presentación de melodías líricas y memorables
como lo eran las melodías de sus canciones y obras para piano.
pp
b. Segundo tema
~ ~
..--. a. ¡----¡
H Ve. r-----i
EJEMPLO 26.2 Sinfonía en Do mayor «la Grande», de Schubert, inicio del primer movimiento
Hn.1+~
>
+q
>
~ LECTURA DE FUENTES
Debo decir inmediatamente que cualquiera que no conozca aún esta sinfonía sabe muy
poco acerca de Schubert. Cuando consideramos todo lo que él ha aportado al arte, este
elogio puede chocar a algunos como exagerado, en parte sin duda porque los compositores
han sido advertidos, para su desgracia, de que es mejor para ellos -después de Beetho-
ven- «abstenerse de la forma sinfonica» ...
Al escuchar la sinfonía de Schubert y la vida brillante, florida y romdntica de aqué-
lla, la ciudad [Viena} cristaliza ante mí y comprendo cómo tales obras pudieron nacer en
aquellos alrededores. [ ..} Todos deben reconocer que el mundo exterior -centelleante
hoy, mañana sombrío-- remueve a menudo el sentimiento del poeta o del músico; y todos
deben reconocer, mientras escuchen esta sinfonía, que nos revela algo mds que una mera
canción bella, una mera alegría o tristeza, como la música las ha expresado ya de cien
maneras distintas, llevdndonos a regiones que, según nuestro mejor recuerdo, no hemos
explorado anteriormente. Para comprender esto, uno debe oír esta sinfonía. Aquí encon-
tramos, junto a recursos técnicos del mayor dominio de la composición musical, vida en
cada vena, color hasta en la mds fina gradación, significado en todas partes, expresión
aguda en el detalle ~ en su totalidad, un romanticismo envolvente que otras obras de
Franz Schubert ya nos han dado a conocer.
Y ademds, la divina longitud de la sinfonía, como una gruesa novela en cuatro volú-
menes (quizd de ]ean Paul, quien tampoco fue nunca capaz de alcanzar una conclusión)
y por la mejor razón -que permite a los lectores estudiarla por sí mismos. De qué modo
esto nos alienta, esta sensación de abundancia, tan contraría a nuestra experiencia de
O'tros compositores cuando tenemos pavor a ser desilusionados al final y con frecuencia nos
entristece debido a la decepción.
Hector Berlioz, que compuso más de una docena de obras que han obtenido el esta-
tus de clásicas de la música y escribió la «biblia» de la orquestación del siglo XIX, toca-
ba la flauta y la guitarra, pero nunca aprendió a tocar el piano. Nacido en el sudeste
de Francia, experimentó una enorme fascinación por la música, se enseñó a sí mismo
armonía a partir de libros de texto y empezó a componer en su adolescencia. Su padre
lo envió a la Escuela de Medicina de París, pero Berlioz frecuentó la ópera, estudió
composición en el Conservatorio y finalmente abandonó la medicina por la carrera de
compositor.
Tras varios ensayos, Berlioz ganó el Premio de Roma en 1830, un premio de com-
posición que otorgaba un estipendio para costear el alojamiento y el trabajo en Roma.
Para entonces, ya se había sentido hechizado por las sinfonías de Beethoven, las obras
de Shakespeare y la actriz irlandesa Harriet Smithson, a quien había visto actuar
como Ofelia en Hamlet. Su obsesión por ella le inspiró la Sinfonía fantdstica, y el in-
tento de expresar sus sentimientos en el contexto de una sinfonía beethoveniana. Su
estreno en 1830 estableció a Berlioz como líder del ala radical de los compositores
franceses.
Smithson esquivó a Berlioz por buenas razones: nunca se habían visto y todo lo
que ella conocía de él eran las enloquecidas cartas de amor que él le había enviado.
Berlioz se comprometió entonces con la profesora de piano de diecinueve años Cami
lle Marie Moke, pero apenas comenzada su exigida residencia en Roma, ella le dio la
espalda y se casó con el fabricante de pianos Camille Pleyel. En su autobiografía, Ber-
lioz recuerda su respuesta: «Debo ir a París inmediatamente y asesinarlos [a Camílle y
a su marido]. Después de eso, por supuesto, me suicidaré». Lo más lejos que llegó fue
a Niza, después transigió sabiamente y regresó a Roma. De regreso a París en 1832,
hizo de nuevo la corte a Smithson y se casaron al año siguiente. La Ofelia ideal resul-
tó, no obstante, ser alcohólica, por lo que su matrimonio se disolvió a los pocos años,
dando como fruto un hijo varón.
Aunque Berlioz consiguió tener algunos defensores fervientes de sus composicio-
nes, su música era demasiado radical para ganar el apoyo estable de las instituciones
musicales de París. Se dedicó a la crítica musical como profesión principal, como hizo
Schumann en la misma época. Consiguió que se interpretase su música organizando
él mismo los conciertos, fue su propio empresario y produjo una enorme cantidad de
composiciones importantes.
Berlioz fue uno de los compositores más literarios; muchas de sus composiciones
se inspiraron en la lectura de Virgilio (su ópera Les Troyens, Las troyanas), Shakespeare
(Romeo y julieta, Obertura del Rey Lear y otras obras), Goethe (La condenación de
Fausto), Sir Walter Scott (Obertura de Rob Roy) y otros escritores.
En 1835 empezó a dirigir orquestas y pronto se convirtió en uno de los primeros
en hacer carrera artística con este oficio, con giras por Europa, alternando la obra pro-
pia con la de otros compositores.
Tras la muerte de Smithson en 1854, se casó con la cantante Marie Recio, con la
que mantenía una larga relación sentimental. En sus últimos años, Berlioz enfermó y
sintió amargura por la falta de reconocimiento de su música en Francia. Murió a la
edad de sesenta y cinco años, tras haber sobrevivido a dos esposas, a su hijo y a la ma-
yor parte de su familia y amigos.
l Obras principales: 3 óperas: Benvenuto Cellini, Les Troyens y Béatrice et Bénédia-,
4 sinfonías, incluida la Symphonie fontastique, Harold en Italie (con solo de viola) y
Roméo et juliette (con solistas y coro); 4 oberturas de concierto; más de 30 obras cora-
1
les, incluido su Réquiem, La damnation de Faust, Te Deum y L'enfonce du Christ', el ci-
clo de canciones para orquesta Les nuits d'été y otras canciones con orquesta o piano.
Quinta y Sexta, Hector Berlioz (1803-1869; véase biografía) configuró sus sinfo-
nías en torno a una serie de emociones que contaban una historia.
En la Symphonie fantastique (Sinfonía fantástica), escrita por Berlioz en 1830,
mientras era estudiante del Conservatorio, el compositor pone de manifiesto las pa-
&iones desencadenadas por sus pensamientos y fantasías acerca de una mujer cuyo
amor espera conseguir. Basó esta historia en su propio encaprichamiento de la actriz
inglesa Harriet Smithson. Beethoven había sometido el tema principal de sus Sinfo-
nías Tercera y Quinta a una serie de emocionantes aventuras (véase capítulo 24).
Berlioz siguió este precedente en su técnica de la idée fixe (idea fija), una melodía
usada en cada movimiento para representar la imagen obsesiva del héroe amado,
transformada para adecuarse al estado anímico y a la situación en cada momento de
la narración.
Para asegurarse de que sus oyentes comprendían los sentimientos y experiencias
que inspiraron la sinfonía, Berlioz la subtituló «Episodio en la vida de un artista» y le
EJEMPLO 26.3 Sinfonía fantástica, de Berlioz. Comparación de la primera frase de la idée fixc
en sus distintas transformaciones
p -== poco if
-===
b. Segundo movimiento, «Un baile»
Allegro non troppo
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c. Tercer movimiento, «En el campo»
Adagio
Oh. i + FL i Bva
. poco¡ cresc.
una exposición completa del tema principal en la dominante, y culmina en una triun-
fal exposición en tutti y en fortissimo del tema en la tónica, lo cual es más una apoteo-
sis radiante que una reexposición. Para el segundo movimiento, «Un baile», Berlioz
sustituyó el minueto clásico por un vals, para escenificar la escena de un baile en el
que el héroe alcanza a ver fugazmente a su amada, encarnada en la versión en forma
de vals de su tema, que mostramos en el ejemplo 26.3b. El tercer movimiento, lento
y titulado «En el campo», es un movimiento pastoral en Fa mayor con diálogos entre
pastores flautistas y cantos de pájaros que recuerdan a la Sinfonía Pastoral de Beetho-
ven (véase capítulo 24). Mientras el héroe da un paseo por el campo, piensa de repen-
te en su amada y entrelaza frases del tema de ella, como se ve en el ejemplo 26.3c
-cuyos ritmos no concuerdan sutilmente con el compás pastoral de 6/8-, con omi-
nosos recitativos instrumentales que sugieren la inquietud de él acerca de lo que ella
pueda sentir. En el cuarto movimiento, «Marcha al patíbulo> el héroe sueña con su
propia ejecución en un tour de force orquestal y macabro. Unicamente el inicio del
motivo de ella aparece justo antes de que él sea guillotinado al final. El movimiento
quinto y final representa «El sueño de una noche de aquelarre» y muestra diversas
rransformaciones de la idée fixe, así como de otros dos temas, primero por separado y
después en combinación. La forma nueva de la idée fixe, en el ejemplo 26.3d, es una
caricatura grotesca, lo que implica que se ha revelado la corrupción moral de la ama-
da. Uno de los temas es la secuencia de canto llano Dies irae, parte de la Misa de Di-
funtos; este movimiento inauguró una larga tradición de uso del Dies irae, especial-
mente de su frase inicial, como símbolo de la muerte, lo macabro o lo diabólico.
Las líneas generales de una sinfonía tradicional existen aún, en movimientos que
asemejan (o quizá aluden) a una forma sonata con introducción lenta, una danza
en forma de minueto con trío, una forma parecida a un rondó lento y un finale rápi-
do. Pero el material está en desarrollo constante, rara vez se repite exactamente y la
ucesión de los acontecimientos es tan inusual que sugeriría una narración incluso si
no se diese ninguna. En toda la obra, las transformaciones del tema principal contri-
buyen a contar la historia, pues ésta emplea un amplio espectro de caracteres con-
trastantes.
La Sinfonía fantdstica resulta original no sólo por deformar la sinfonía y hacer que
sirva a los propósitos narrativos y autobiográficos, sino también por la asombrosa ca-
pacidad de Berlioz de expresar el contenido emocional de su drama con una música
de gran poder comunicativo. Berlioz unificó la sinfonía introduciendo un tema
recurrente y desarrollando la idea dramática a través de los cinco movimientos y ex-
tendió los procedimientos que Beethoven había empleado en sus Sinfonías Quinta,
Sexta y Novena. Igualmente importante es la variedad que creó mediante la transfor-
mación de los temas y el uso de un sorprendente despliegue de timbres instrumenta-
les que dotan de un carácter específico a cada pasaje. Entre éstos se cuentan las cuer-
das con sordina para sugerir el ensueño, las arpas para el baile, el corno inglés y un
oboe fuera del escenario que imita las flautas de los pastores, un tambor con bordón
Ylos platillos para la marcha al patíbulo, las campanas tubulares como campanas de
iglesia y los violines tocados con la madera de los arcos para crear un sonido seco y
fantasmagórico para la danza de las brujas. La vívida imaginación auditiva de Berlioz
y sus inventivas sonoridades orquestales brillan en casi cada uno de los compases.
Para su segunda sinfonía, Harold en Italie (Harold en Italia, 1834), Berlioz extrajo
el título del poema de Lord Byron, Childe Harold, y su sustancia de los recuerdos de
la estancia del escritor en Italia. La pieza contiene una viola solista, aunque menos
prominente que en un concierto -por lo cual Paganini, que había encargado la obra
como pieza para su exhibición en la viola, rehusó tocarla. Un tema recurrente en la
viola aparece en cada movimiento y se combina en contrapunto con los otros temas.
El movimiento final reúne los temas de los movimientos precedentes, como en la No-
vena Sinfonía de Beethoven, pero no termina con un triunfal movimiento coral. De
hecho, la viola permanece pasiva largo tiempo, como el antihéroe de Byron, Harold,
de manera que la obra invierte el heroísmo de las sinfonías de Beethoven.
En sus sinfonías posteriores, Berlioz se distanció aún más del modelo tradicional.
En Roméo et ]uliette (1839, revisada ca. 1847), a la que llamó «sinfonía dramática ,
combinó orquesta, solistas y coro en un drama de concierto no escenificado, basado
en su concepción del precedente sentado por la Novena Sinfonía de Beethoven. La
Grande symphonie funebre et triomphale (Gran sinfonía fúnebre y triunfal, 1840) para
banda militar con cuerdas opcionales y coro es una de las primeras obras maestras
para banda de música.
La Sinfonía fantdstica y las otras obras sinfónicas de Berlioz le convirtieron en d
líder del ala radical del movimiento romántico. Todos los compositores posteriores
de música programática estarían endeudados con él. Enriqueció la música orquestal
con nuevos recursos de armonía, color, expresión y forma. La idée fixe y su técnica
de recuperar un tema en movimientos diferentes dio cierto ímpetu a la sinfonía cícli-
ca de la segunda mitad del siglo XIX (véase capítulo 29). Su orquestación inició una
nueva época en la que el timbre instrumental rivalizó con la armonía y la melodía
como medio expresivo a disposición del compositor. Codificó su práctica en el pri-
mer libro sobre este asunto, su Tratado de instrumentación y orquestación (1843).
Las obras de Mendelssohn, comparadas con las de Berlioz escritas durante el mismo
periodo, tienen un sonido mucho más clásico. Por una parte, Mendelssohn se for·
mó en el rigor de las formas clásicas durante su juventud y compuso trece sinfonías
para orquesta de cuerda que le proporcionaron el dominio de la forma, del contra·
punto y de la fuga y que le ayudaron a determinar su estilo personal. Por otra parte
sus sinfonías maduras (enumeradas según la fecha de publicación y no la de com·
posición) siguen los modelos clásicos, aunque con un distanciamiento que demues-
tra el fuerte impacto del Romanticismo. En línea con el interés romántico por el
pasado, escribió su Sinfonía No. 5 (Reforma, 1830) para conmemorar la Reforma
-
)6. El Romanticismo en las formas clásicas: la música para orquesta, de cámara y coral 767
l Introducción
~1 J!!jfJJ
Vn.z+Bsn.
Primer tema
El legado romdntico
Schubert, Berlioz, Mendelssohn y Schumann encontraron cada uno una solución
personal al desafío de escribir una sinfonía después de Beethoven. Pero mienrras
conquistaban un lugar junto a Beethoven dentro del repertorio, no lo desplazaron y
los compositores para orquesta de la segunda mitad del siglo siguieron batallando
contra la influencia abrumadora de Beethoven (véanse los capítulos 28 y 29). Los
nuevos géneros, como el poema sinfónico, del que Liszt fuese pionero, ofrecieron
una senda nueva, mientras que compositores como Brahms y Bruckner se involucra-
ron directamente dentro de la tradición sinfónica. Todos estos compositores poste-
riores se apoyaron en modelos de la generación romántica y encontraron en ellos un
rico tesoro de nuevas posibilidades: las sinfonías de Berlioz y las oberturas de Men-
delssohn para la música programática y descriptiva; Mendelssohn y Schumann para
los vínculos y continuidades entre los movimientos; Berlioz y Schumann para la
transformación de los temas, y todos ellos para el modo de integrar dentro de la tra-
dición sinfónica el énfasis romántico sobre la melodía, las armonías so.rprendeme r
los novedosos efectos orquestales.
-
l 6. El Romantkismo en las formas clásicas: la música para orquesta, de cámara..J'..!!..oral 771
-
Cronología: El Romanticismo en forma clásica
- ACONTECIMIENTOS MUSICALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS
L1 música de cámara
En la música de cámara, como en la de orquesta, las obras maestras del pasado resul-
taban ineludibles para los compositores del siglo XlX. La música de cámara siguió ac-
tuando como una forma de práctica musical doméstica para el entretenimiento de
los intérpretes. Pero los cuartetos de cuerda y otras obras de cámara eran interpreta-
dos cada vez más en conciertos por conjuntos profesionales. Los compositores trata-
ron a menudo la música de cámara con tanta seriedad como las sinfonías, especial-
772
mente en los géneros identificados con Haydn, Mozart Y, Beethoven, como el cuarte-
to de cuerda, la sonata para violín y el trío con piano. Estos llegaron a considerarse
formas clásicas que exigían un compromiso con el pasado, mientras los compositores
aspiraban cada vez más a igualar la individualidad de los cuartetos de Beechoven de
sus periodos medio y último.
Schubert
En su adolescencia, Schubert escribió varios cuartetos de cuerda para que sus amigos
y familia los interpretasen y tomó como modelos las obras de Mozart y Haydn. Al-
canzó un estilo individual y atractivo en el Quinteto para piano, violín, viola, vio-
lonchelo y contrabajo (1819) en cinco movimientos, conocido como Quinteto fa
Trucha porque su cuarto movimiento presenta variaciones sobre la canción Die Fore-
lle (La trucha). Pero sus obras de cámara más importantes no aparecieron hasta los
últimos cinco años de su vida: los Cuartetos de cuerda en La menor (1824), Re me-
nor (1824, apodado «La muerte y la doncella») y Sol mayor (1826), así como d
Quinteto de cuerda en Do mayor (1828). Todos alcanzan la «divina longitud» que
Schumann admiraba en la Sinfonía en Do mayor. Por su carácter, dificultad, estilo y
concepción, las obras de cámara tardías de Schubert están concebidas más como pie-
zas dramáticas de música de concierto que como diversiones para entretener a int r-
pretes aficionados.
El Quinteto de cuerda en Do mayor, que Schubert compuso en los dos últimos
meses de su vida, se ha considerado a menudo su obra maestra de música de cámara.
Al formato usual de cuatro instrumentos del cuarteto agregó un segundo violonche-
lo, cuyo rico sonido atrajo las sensibilidades románticas. Schubert obtuvo de esta
combinación efectos y texturas exquisitos, y en cambio permanente. Trata a los cin-
co instrumentos de igual modo y los agrupa de maneras siempre cambiantes; con
frecuencia enfrenta un instrumento a dos parejas de los otros cuatro. Por ejemplo, la
hermosa melodía en Mi bemol mayor del segundo tema del primer movimiento,
que se muestra en el ejemplo 26.6, aparece primero en los violonchelos en terceras
paralelas, mientras la viola aporta una línea de bajo en pizzicato y los violines un
acompañamiento sobre los tiempos débiles del compás. Posteriormente, las voces in-
tercambian las ideas, la melodía suena en los violines, mientras que en la reexposi-
ción la melodía aparece en la viola.
Dentro de los movimientos y entre los mismos, se dan fuertes contrastes de ca·
rácter y estilo desde el profundo movimiento lento hasta el juguetón movimiento fi-
nal, y del docto contrapunto a los rústicos estilos autóctonos. En el primer movi-
miento, el tema inicial establece oposiciones entre Do mayor y menor y entre una
primera idea lenta y dramática y una continuación cadenciosa cuya resolución ocu-
pará todo el movimiento. El primer énfasis puesto en Do menor se descompone en
las tres tonalidades principales de la exposición, Do, Mi bemol y Sol mayor, las no-
EJEMPLO 26.6 Schubert, Quinteto de cuerda en Do mayor, primer movimiento, inicio del se-
gundo tema
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Mendel.ssolm
nata para violín; su obra maestra de más precoz reconocimiento fue el Occeco para
cuerda, op. 20 (1825), notorio por su concepción sinfónica, el tratamiento indepen-
diente de los ocho instrumentos y la exigente técnica de ejecución en las cuerdas. Su
scherzo, inspirado en un pasaje del Fausto de Goethe, anticipa el estilo de cuento de
hadas de su Obertura para el Sueño de una Noche de Verano, escrita al año siguiente.
Tras la aparición de los últimos cuartetos de Beethoven, Mendelssohn asimiló su in-
fluencia en los Cuartetos de cuerda en La menor, op. 13 (1827) y Mi bemol mayor,
op. 12 (1829). Siguiendo el ejemplo de Beethoven, Mendelssohn integró los movi-
mientos mediante conexiones temáticas y dio a cada movimiento un carácter pecu-
liar y muy contrastante.
Sus obras más características son los Tríos con Piano en Re menor, op. 49 y en
Do menor, op. 66. En ambos abundan los temas melodiosos y atractivos y eviden-
cian una escritura idiomática, y ambos contienen movimientos lentos a la manera de
las Canciones sin palabras y scherzos en su típico estilo de cuento de hadas. En piezas
como éstas, el género y las formas clásicas actúan como receptáculos de material ro-
mántico y pone de relieve el melodismo expresivo por encima de la economía mod-
vica y el tenso desarrollo típico de Beethoven.
Robert Schumann
A las mujeres se las disuadía de la composición de obras para grandes conciertos pú-
blicos, como sinfonías, consideradas de dominio exclusivo de los hombres. Las obras
con piano se aceptaban como prolongaciones de la práctica musical doméstica, aun-
que relativamente eran pocas las mujeres que componían para conjunto de cámara.
Fanny Mendelssohn Hensel escribió diversas obras de cámara, pero sólo su Trío
con piano, op. 11, fue publicado durante el siglo XIX (en 1850, cuatro años después
de haberlo compuesto y tres después de su muerte) . El trío demuestra un seguro do-
minio del género, una plena escritura idiomática en los tres instrumentos, temas ex-
presivos y un convincente desarrollo de las ideas. A un movimiento largo y dramáti-
co en forma sonata y con pasajes virtuosos para el piano le sucede un andante
expresivo y una canción sin palabras. El movimiento final comienza de la manera
más inusual, con un recitativo y un pasaje parecido a un nocturno para piano sin
acompañamiento, antes de que los otros instrumentos se le unan en una apasionada
forma sonata. En todos los movimientos, los instrumentos intercambian papeles con
frecuencia, uno toma la melodía mientras los otros le acompañan y consuman así el
ideal de la música de cámara de una conversación entre iguales.
Clara Schumann compuso la que ella misma consideraba su mejor obra, el Trío
c:: on piano en Sol menor, en 1846, el mismo año en que Hensel escribió su trío; la
obra pudo inspirar los tríos de su marido del año siguiente. Los movimientos prime-
ro y último, en forma sonata, combinan rasgos de los modelos barroco, clásico y ro-
mántico: memorables temas cantables, un rico tratamiento polifónico, un desarrollo
por medio de la fragmentación y la imitación motívica, la fuga (en el desarrollo del
movimiento final) y unas codas muy vehementes. Schumann especificó el tempo de
minueto para el segundo movimiento, pero lo denominó scherzo para destacar los
utiles trucos rítmicos, como los puntillos invertidos y las síncopas. El tercer movi-
miento, lento, parece por su aspecto simple en la forma, un ABA modificado con
una primera sección algo melancólica, semejante a un nocturno, y una sección B
más animada. Pero el efecto se ve enriquecido por las texturas en permanente cam-
bio. La melodía inicial aparece tres veces, cada vez en un instrumento diferente y
con una figuración en el acompañamiento cada vez más compleja: aislada en el pia-
n sobre una alternancia de notas y acordes en el bajo; en el violín, rodeado de flui-
dos arpegios en el piano sobre una línea del bajo compartida por el piano y el pizzi-
m o del violonchelo; y finalmente en el violonchelo, con una nueva figura arpegiada
n el piano y acordes en pizzicato en el violín.
La música coral
Mientras que la orquesta del siglo XIX se convertía en una institución profesional,
el coro iba en la dirección opuesta. Los coros de iglesia estaban cada vez más for-
mados por aficionados y la mayor parte de composiciones corales fuera de las
obras sacras estaban pensadas en primera instancia para el disfrute de los propios
cantantes~ Debido en parte a su estatus amateur, los coros gozaban de menor pres-
tigio que las orquestas y los teatros de ópera; buena parte de la música escrita para
ellos ha sido ignorada. El repertorio coral fue uno de los primeros en verse domi-
nado por la música del pasado y, en consecuencia, la música coral del siglo XlX re~
sulta a menudo retrospectiva en los géneros y los formatos, aunque no necesaria-
mente en el estilo.
En el siglo XIX existieron tres tipos principales de música coral:
• oratorios y obras similares para coro grande y orquesta, a menudo con uno o
más solistas vocales, sobre textos dramáticos, narrativos o sagrados, pero pensa-
da para el concierto público y no para una interpretación escenificada;
• las obras corales cortas sobre textos profanos, generalmente homofónicas, con
la melodía en la voz superior, con o sin acompañamiento de piano u órgano;
• obras litúrgicas, anthems, himnos y otras piezas sacras escritas para coro de
iglesia, feligresías o para la interpretación doméstica.
La música coral era un campo particularmente lucrativo para los editores, ya que
cada miembro del coro necesitaba una copia separada de la música de cada pieza y la
mayor parte de las obras eran adecuadas también para su ejecución doméstica. Las
editoriales reconocieron este mercado potencial y editaron grandes cantidades d
música a bajo precio para coros amateurs y de iglesia.
mie de Berlín, comenzó como una clase de canto para mujeres pudientes. En 1791,
se aceptaron hombres también y el grupo dio su primer concierto. En 1800, bajo la
dirección de Carl Friedrich Zelter (el profesor de Felix y Fanny Mendelssohn), el
coro había quintuplicado su tamaño hasta contar con casi 150 miembros. Zelter
agregó una orquesta que permitiese al grupo cantar oratorios y, a su muerte en 1832,
el coro contaba con más de 350 cantantes.
Organizaciones parecidas surgieron en Leipzig, Dresde, Zúrich, Liverpool, Man-
chester, Bastan y otras ciudades por toda Alemania, Suiza, Inglaterra y Estados Uni-
dos. Los coros masculinos, compuestos a menudo de hombres de la clase obrera, fue-
ron especialmente populares en Francia, Alemania y las ciudades norteamericanas que
contaban con una gran población alemana. El canto coral se consideraba una manera
de ocupar el tiempo libre, desarrollar el sentido de unidad, elevar los gustos musicales
y estimular los valores éticos y espirituales (véase Lectura de fuentes, p. 779). Además,
Ías sociedades corales se autogobernaban con frecuencia mediante juntas directivas
electas, lo que aportaba cierta práctica de un proceso democrático -una razón por la
que fueron prohibidas en la autocrática Austria hasta finales del siglo.
Los grandes coros amateurs desempeñaron también un papel central en los festiva-
les de música, en los que se congregaban para hacer música los cantantes de toda una
región. Los primeros festivales de esta índole se dedicaron a las obras de Handel y se
iniciaron en Inglaterra en 1759, año de su muerte. En Francia se celebraron festivales
durante el periodo revolucionario y, en el siglo XIX, la tradición se difundió en Alema-
nia, Austria y Norteamérica. Los coros de los festivales, formados por cientos de can-
tantes, eran incluso más grandes que las sociedades corales locales. La ilustración 26.1
muestra el Festival Handel en el Crystal Palace de Londres, en 1857, con un coro y
una orquesta inmensos en un espacio colosal. Para no ser menos, el director de banda
Parrick S. Gilmore organizó el World Peace Jubilee (1872) en Bastan, con una or-
questa que contaba con dos mil músicos y un coro de veinte mil cantantes.
Los oratorios de Handel y Haydn formaban el núcleo del repertorio para grandes
coros, pareja inmonalizada en el nombre de la Sociedad Handel y Haydn, fundada
en Boston en 1815 y la organización musical más antigua de Estados Unidos, hoy
todavía activa. Al grupo se añadió en 1829 otro compositor, cuando Mendelssohn,
de veinte años de edad, dirigió la Singakademie de Berlín en la primera ejecución
de la Pasión según san Mateo de J. S. Bach desde la muerte del compositor en 1750.
Le sucedieron la Pasión según san juan y la Misa en Si menor, de Bach, en 1833 y
1834, respectivamente. Estos conciertos iniciaron el renovado interés por la música
vocal de Bach, aunque convirtieron las piezas concebidas por Bach para su interpre-
tación en la iglesia por entre ocho y doce cantantes y una orquesta de aproximada-
snenre quince músicos en obras de concierto para coro y orquesta grandes.
A la vez que interpretaban la música del pasado, las sociedades y festivales corales
estimularon también la composición de nuevas obras sobre el mismo molde. Los
oratorios nuevos de mayor éxito fueron Paulus (1836) y Elías (1846), de Mendels-
sohn, que se convirtieron igualmente en piezas habituales del repertorio coral. Am-
bos se compusieron para festivales corales, trataban asuntos bíblicos y fueron acla-
mados en Europa y Norteamérica. En Elías, Mendelssohn utilizó corales para marcar
las divisiones estructurales y brindar comentarios, como Bach había hecho en sus pa-
siones; empleó una amplia variedad de estilos y texturas para los movimientos cora-
les, como Handel había hecho en sus oratorios, y utilizó motivos unificadores y vín-
culos entre los movimientos para integrar la obra en un todo cohesionado, siguiendo
la práctica de su propia época. De ese modo, Mendelssohn enraizó sus oratorios en
la tradición barroca, pero creó algo nuevo y actualizado.
El coro final de Elías es handeliano en el espíritu, con un poderoso inicio homorrít-
mico, una fuga vigorosa, una exposición culminante del tema de la fuga en armonía de
acordes y un amén contrapuntístico, junto al contraste de menor y mayor y algunos to-
ques de cromatismo apoyados en estilos más recientes. La fuga confiere al cierre del ora-
torio una solemnidad apropiada, gracias al uso de una forma antigua y bien conocida.
La disponibilidad de grandes recursos vocales alentó una búsqueda de lo grandio-
so que llegó a su punto culminante en dos obras corales de Berlioz, el Rlquirm
ILUSTRACIÓN 26.1 El Festival Handel, en el Crystal Palace de Londres en 1857, con una orquesta tÚ
mds de trescientos músicos y un coro de casi dos mil miembros, tal y como apareció ilustrado en The UllJlm·
ted London News.
)6. El Romanticismo en las ormas clásicas: la música 779
El cultivo del gusto por la música facilita a los ricos una actividad refinada e intelectual,
que excluye la indulgencia con respecto a las diversiones frívolas y viciosas, y a los pobres,
una laborem dulce lenimen, una relajación del trdfago, mds atractiva que los antros de
la intemperancia... En los distritos densamente poblados de Yorkshire, Lancashire y
Derbyshire, la música se cultiva entre las clases trabajadoras hasta un punto sin paralelo
en otra parte del reino. Cada ciudad tiene su sociedad coral, apoyada por los aficionados
del lugar y por su vecindario, donde las obras de Handel y de maestros mds modernos se
interpretan con precisión y efecto por una orquesta vocal e instrumental comistente en
mecdnicos y gente obrera. [. ..} Sus patrones promueven y estimulan un pasatiempo tan
fdificante, le dan su aprobación y contribuyen a sufragar los gastos de estas asociaciones
musicales; y algunos proporcionan una instrucción musical regular a algunos de sus tra-
bajadores, como lo demuestra una disposición. [. ..} Dondequiera que las clases trabajado-
ras sean instruidas para preferir los placeres del intelecto e incluso del gusto, en lugar de la
gratificación de los sentidos, tiene lugar un cambio grande y favorable en su cardcter y sus
maneras. [. ..} En ellos se despiertan sentimientos que los llevan a querer a sus familias y
JUJ hogares; no despilfarran sus salarios en la intemperancia y son mds felices a la vez que
mejores.
Grorgc Hogarth, Musical History, Biography and Criticism (Londres, 1835), 430-431.
( rande Messe des Morts, 1837) y el Te Deum (1855). No forman parte de la tradi-
ción eclesiástica, sino de una tradición patriótica inspirada por los festivales masivos
de música de la Revolución Francesa. Ambas obras son de gigantescas dimensiones,
no sólo por su longitud y número de ejecutantes, sino por la grandeur de la concep-
ción. El Réquiem requiere una orquesta de 140 ejecutantes, cuatro coros de metales
distribuidos alrededor del espacio de ejecución, cuatro tamtan, diez pares de platillos
780 El siglo ~
y dieciséis timbales, usados todos para conseguir brillantes efectos musicales, desde
la representación de un clamor atronador en el Día del Juicio, a los golpes en pianis-
simo de un bombo y de los platillos que puntúan el Sanctus.
El ingrediente básico de los coros mixtos, los masculinos y los femeninos, fue la ca11-
ción a varias voces, el coral semejante al Lied o a la canción de salón. Como las can-
ciones a solo, las canciones a varias voces se usaban también en la práctica musical
doméstica. Schubert, Mendelssohn, Schumann, Liszt, Hensel y casi todos los com-
positores europeos compusieron canciones a varias voces y coros sobre versos patrió-
ticos, sentimentales, de camaradería y de otro tipo. La naturaleza era el asumo favo-
rito. Im Wald, de Hensel, describe la experiencia de cantar solo en el bosque y
escuchar el susurro de las hojas, el eco en las rocas y el gorjeo del ruiseñor que se une
a todo ello. La poesía capta a la perfección el disfrute de cantar por el hecho de ha-
cerlo y la música es perfectamente adecuada para aficionados que canten para su
propio deleite. Es relativamente sencilla y fácil de cantar, con un intrigante desafío,
las melodías son atractivas, las voces inferiores tienen también un interés melódico y
la armonía, aunque es en su mayor parte diatónica, está aderezada con disonancias,
cromatismos y encantadoras modulaciones.
Aunque las canciones a varias voces más populares se cantaron y reimprimieron
durante décadas, los coros amateurs y la práctica musical doméstica que apoyaban el
género decayeron después del siglo XIX, por lo que no se desarrolló con respecto a la
canción a varias voces un repertorio permanente de obras clásicas, como ocurrió con
los oratorios y con los Lieder. Esta música sirvió a un propósito coyuntural y ha sido
olvidada hace mucho tiempo.
La música sacra
La música sacra siguió siendo un medio para el culto, pero en algunas áreas se em-
pleó también como música para cantantes aficionados en los hogares y en reuniones
públicas.
En lugar de usar coros de aficionados para los oficios, las iglesias católicas tendían a
emplear a clérigos y niños; las mujeres solían ser excluidas del canto en la iglesia. Los
compositores católicos continuaron produciendo música litúrgica concertada. Las misas
de Schubert en La bemol y Mi bemol son composiciones ejemplares del Ordinario de la
misa. Obras elaboradas como el Stabat Mater de Gioachino Rossini (1832, revisada en
1841) introdujeron los estilos operísticos del momento dentro de la iglesia. Pero, en el
segundo cuarto de siglo, un renovado interés por la música del pasado hiw renacer cl
estilo coral del siglo XVI, presente en las misas y los motetes de Palestrina. La expresión "
CJljJtlla se había u~ado d~sde el siglo ~I para designar el ~t~guo est~lo de cont:ap~nto
conocido como stile antico, pero en el siglo XIX empezó a significar «Sm acompanamien-
ro», por la creencia errónea de que esta expresión hacía referencia a la ausencia de acom-
pañamiento instrumental en la capilla papal en la que trabajó Palestrina. A mediados
del siglo XIX, la Iglesia católica promovió activamente la composición de música coral
sin acompañamiento, en un estilo inspirado en Palestrina. Especialmente en las áreas de
habla alemana, el movimiento ceciliano, llamado así según santa Cecilia, estimuló la in-
terpretación a capella de música antigua y de obras nuevas en estilos similares.
Las iglesias protestantes experimentaron también una evolución apoyada en la
mósica del pasado. La interpretación de las Pasiones de Bach por la Singakademie de
Berlín tuvo lugar en pleno renacimiento de la música luterana. Los compositores lu-
teranos produjeron un torrente de música nueva para los oficios o la devoción do-
méstica, que tomaba a menudo como modelo a Bach, como en numerosas composi-
ciones de salmos de Mendelssohn. Los músicos anglicanos recuperaron los clásicos
de su tradición. Entre las obras nuevas, los anthems de Samuel Sebastian Wesley
(1810-1876) gozaron de un éxito singular. Las mujeres, alentadas por su participa-
ción en las sociedades corales, empezaron a cantar en los coros de las iglesias y algu-
nas, como Elizabeth Stirling, trabajaron como organistas de iglesia profesionales. En
algunos sectores de la Iglesia, el Movimiento Oxford, iniciado en 1841, buscó res-
taurar los coros masculinos de niños y hombres y recuperar la polifonía sin acompa-
ñamiento del siglo XVI.
La música en las sinagogas judías se transformó mediante el movimiento de Re-
forma que surgió en la primera mitad del siglo XIX, cuando los dirigentes judíos in-
fluidos por la Ilustración revisaron las creencias, las costumbres y los oficios religio-
sos tradicionales. Muchas sinagogas de Alemania y otros lugares adoptaron prácticas
del protestantismo, cantaron himnos congregacionales (a menudo tomando las me-
lodías de corales luteranos) e introdujeron órganos y coros. El primer compositor in-
fluyente de este movimiento fue Salomon Sulzer (1804-1890), cantor de la sinagoga
reformada de Viena, que puso al día los cantos tradicionales y escribió música litúr-
gica en estilos modernos para solista y coro. También encargó música de otros com-
positores, incluida la composición coral de Schubert del Salmo 92 (1828), la cual
emplea el texto hebreo.
En Rusia, Dmitri Bortnyansky (1751-1825), maestro de capilla y después direc-
tor del coro de la capilla imperial de San Petersburgo, fue el primero de una larga lí-
nea de compositores que desarrollaron un estilo nuevo de música sacra rusa. Inspira-
dos por los cantos modales de la liturgia ortodoxa, utilizaron un ritmo libre y voces
sin acompañamiento en coros simples y dobles, con dobles octavas y una textura rica
y solemne.
En los Estados Unidos, la música sacra se encontraba dividida no sólo según la
stcta sino también según la raza. Las iglesias afroamericanas desarrollaron sus propios
estilos de música, que posteriormente tendrían una enorme influencia. En la década
de l 790, el reverendo Richard Allen organizó la primera congregación de la Iglesia
782 El siglo
- Xl\
1 2 "Twu iraee that taught roy beart to fear, And grace my fears re lle ved: How precious did tbat grac:e ap • pear, Tbe hour 1 fi.rat believed !
ILUSTRACIÓN 26.2 La melodía New Britain (para Úl voz del tenor} sobre el poema «Amazing Groct ·
de ]ohn Newton, en The Sacred Harp, 3. ª ed. (1859).
z6. El Romanticismo en las formas clásicas: fa músjca para orquesta, de cámara y coral 783
Del canto gregoriano a los oratorios de Handel, la música para coro experimentó
con frecuencia cierta evolución estilística. Pero la música coral del siglo XIX, o bien
miraba hacia atrás, a las épocas precedentes, o bien emulaba otros géneros del mo-
mento, como la canción a solo. En las historias de la música que se concentran en la
evolución del estilo musical, la música coral del siglo XIX apenas se menciona. Pero
una enorme cantidad de ·personas la practicaron o escucharon en conciertos o en
iglesias, y esta música ha ejercido una influencia significativa y duradera sobre los
gustos musicales.
La primera mitad del siglo XIX fue una época paradójica de la música. Este periodo
fue testigo de un asombroso crecimiento de la vida concertística, la publicación de
música, la fabricación de instrumentos, la práctica musical amateur, las giras de los
virtuosos, las orquestas y los conjuntos de cámara profesionales, los cuales se fortale-
cieron mutuamente y estimularon a los compositores a producir un torrente de mú-
ica nueva. Estos mismos factores contribuyeron también a establecer un repertorio
de obras maestras clásicas, de Handel y Bach a Haydn, Mozart y Beethoven. Los
compositores de música para orquesta sinfónica, conjunto de cámara o coro grande
784
e-
l. Near - er, my God, to thee, Near - er to thee, E~n though ít
~. Though like a wan - der - er, The sun gone down, Dark - ness be
3. Then let my way ap - pear Steps un - to heaven; All that thou
4· Or if on joy - ful wing Cleav - ing the sky, Sun, moon, and
e-
be a cross rais-eth me, Still all my song shall be,
o - ver me, rest a stone, Yet in my dreams I'd be
send - est me mer-cy given; An - gels to beck - on me
stars for-got, - ward I fly; Still all my song shall be,
La primera mirad del siglo XIX fue por diversos motivos una época dorada de la ópe-
ra. Se erigieron nuevos teatros de ópera por toda la Europa occidental. La moda
atravesó incluso el Atlántico y echó raíces en el Nuevo Mundo. La mayoría de los
t~tros se administraban como negocio por un empresario, generalmente respaldado
por subsidios del gobierno y el apoyo privado. Los miembros de las clases alta y me-
dia asistían a óperas completamente escenificadas y, para algunas personas, el hecho
de ser visto en la ópera atestiguaba su estatus social incluso más que su amor por la
música. Fuera del teatro de ópera, por todas partes se interpretaban fragmentos de
788
óperas, que ocupaban una parte importante de la cultura tanto popular como de eH.
te. Se publicaban en versión para voz y piano números individuales y partituras
completas, y se interpretaban en salones y por aficionados en los hogares; se transcri~
bían para piano selecciones de óperas; oberturas y arias aparecían en programas de
conciertos en su forma original o en arreglos; las óperas se abreviaban y parodiaban
en obras burlescas, espectáculos de marionetas y otras formas de teatro popular; y
melodías de arias de óperas se convirtieron en ingrediente básico de las orquestas d~
café e incluso de los organillos. Todos los tipos de ópera del periodo encarnan este
atractivo dual para la elite y para el público en general.
La balanza del interés en la ópera italiana se mantuvo centrada en el canto bello,
mientras que en la ópera francesa y alemana la orquesta desempeñó un papel cacb
vez más relevante a la hora de transmitir emociones, retratar la situación dramática y
portar la continuidad dramática. Los cantantes estrella estaban aún mejor pagados
que los compositores, sin duda porque su reputación vendería más entradas. A me.
nudo, la partitura del compositor era sólo el punto de partida de una representación,
sujeta a cortes y sustituciones ante la insistencia de los cantantes, el empresario y los
censores del estado.
Pero en el curso del siglo, el compositor se convirtió paulatinamente en la figura
más prominente en el esfuerzo en colaboración de producir una ópera, en lugar de
figurar por detrás del libretista y de los cantantes, como era usual en el siglo XVIII y
a principios del siglo XIX. Las nuevas óperas de los compositores más destacados se
convirtieron en acontecimientos de primera línea, y las más exitosas se representa·
ron y reestrenaron en numerosas ocasiones y en muchas ciudades. Hacia 1850, em-
pezó a surgir un repertorio permanente de óperas, de forma paralela al repertorio
clásico en las salas de conciertos. En el centro de este repertorio se encontraban
óperas de Rossini, Bellini, Donizetti, Meyerbeer y Weber, junto a las últimas óper.as
de Mozart.
Los asuntos y ambientes de las óperas fueron muy diversos durante el siglo XIX, des-
de grandes narraciones épicas e históricas hasta cuentos folclóricos, y desde argumen-
tos con fuerte trasfondo político hasta historias que trataban emociones privadas y re-
laciones personales. Los libretistas buscaban reflejar las preocupaciones del amplio
público que ahora asistía a las óperas, no tanto al poner en escena a personajes de la
clase media -lo cual, no obstante, empezaría a ser usual en el decurso del siglo-,
como incorporando elementos que hacían referencia a ellos: de qué modo equilibrar d
amor con la lealtad a la familia (como en Les Hugu,enots, de Meyerbeer) o a la nación
(Norma, de Bellini), el creciente deseo de independencia de las mujeres (El Barbero IÍI
Sevilla, de Rossini, y Lucia di Lammermoor, de Donizetti), la lucha por la libertad
(Guillermo Tell, de Rossini, y La muette de Portici, de Auber) y el miedo al mal (Dtr
Freischütz, de Weber).
-
l1. La ópera romántica y el teatro musical hmta mediados de sigÚJ 789
El nacionalismo
Italia
La ópera se había inventado y popularizado en Italia, donde existían aún más teacros
de ópera que en cualquier otro país. Cada año se estrenaban cuarenta o más óperas
nuevas durante el siglo XIX, mientras docenas de compositores escribían óperas. En
este fermento, Rossini, Dmüzetti y Bellini crearon una nueva tradición italiana de
ópera y compusieron obras que se han representado en toda Europa y en d NUC\'O
Mundo casi cada año desde su estreno.
Gioachino Rossini
Si les hubiesen preguntado quién era el compositor vivo más célebre e importancc
muchas personas en la Europa en torno a 1825 habrían respondido que no era B •
thoven, sino Gioachino Rossini (1792-1868; véase biografía) . Hoy se le conoce so-
bre todo por sus óperas cómicas, como L1taliana in Algeri (La italiana en Argel; e-
necia, 1813) e JI Barbiere di Siviglia (El Barbero de Sevilla; Roma, 1816). in
embargo, la reputación de Rossini se derivó durante toda su vida igualmente de sus
óperas serias, como Otello (Nápoles, 1816), Mose in Egitto (Moisés en Egipto; Nápo-
les, 1818) y Guillaume Tell (Guillermo Tell; París, 1829). Fue el compositor de ópera
más popular e influyente de su generación, en parte por fusionar aspectos de la ópera
buffa y de la ópera seria tanto en sus óperas cómicas como en las serias, lo que au-
mentó su variedad y su atractivo, y las aproximó al carácter humano. Las nuevas con·
venciones que estableció en la ópera italiana perduraron durante más de medio siglo.
En la óperas de Rossini, el elemento más importante es la voz, incluso más que la
narración, la orquesta, el vestuario y la escenografía. Reivindicó un estilo elegance de
canto caracterizado por una técnica aparentemente sin esfuerzo, tonos igualment
-
;,r. La ópera romántica y el tea"tro musical hasta mediados de siglo 791
. cto, que reúne a la mayoría o a todos los personajes, está organizado en líneas pare-
~idas, aunque se utilizaban términos distintos para las secciones, como se muestra en
la ilustración 27. l. El formato básico de Rossini podía aplicarse de manera flexible
para adecuarlo a c.asi cualquier situación d~amát~ca y su estructura ocasi~~aba una
rogresión dramáttca desde un estado anímico o idea a otro, lo cual permma la pre-
rentación simultánea de dos o más estados anímicos contrastantes dentro de una for-
lllª coherente. En línea con el continuado papel de la ópera italiana como vehículo
para el cantante virtuoso, esta estr~ctura proporcionó .también a los cantantes una
oportunidad de demostrar un amplio espectro de emoc10nes y efectos vocales, desde
la belleza lírica hasta la pirotecnia más brillante.
Considerada hoy su ópera más popular, El Barbero de Sevilla combina rasgos de
la ópera buffa con la tradición del bel canto. El protagonista, barbero de la ciudad e
intrigante del vecindario, ayuda a un conde (disfrazado de Lindoro, un pobre solda-
do) a ganar la mano de la bella y pudiente Rosina, que ha sido encerrada por su
guardián, el Dr. Bartola -quien tiene la intención de casarse con ella por su heren-
cia. Men ajes secretos, peleas de borrachos e identidades falsas forman parte del caó-
tico argumento.
c. Finale
El aria de Rosina justamente famosa, Una voce poco fo, transmite su carácter a era.
vés de distintos cambios de estilo, como se muestra en el ejemplo 27.1. La introduc-
ci6n orquestal presenta ideas que reaparecerán más tarde. No se da ningún recitativo
inicial, sino que la primera parte del cantabile -cuando ella narra que Lindoro le
está dedicando serenatas y que ella se está enamorando de él- se interrumpe en pe.
EJEMPLO 27.1 Cambios de estilo en Una voce poco fa, de El Barbero de Sevilla, de Rossini
a. Cuasi recitativo
b. Canción dicharachera
11 tu - tor ri
c. Moderato
p >
3
'---' :..:__---
lo so - n o _ do - ci-le, son_ ri - spet - to sa,
Str.
queñas frases puntuadas por acordes de la orquesta, un estilo que recuerda el recitati-
vo orquestal apropiado a la narración (ejemplo 27. la). Cuando jura burlarse de su
guardián, el estilo cambia por un momento y se convierte en una canción cómica y
dicharachera (ejemplo 27.lb), precedida y seguida por ornamentos elaborados y es-
e.alas en las que promete casarse con Lindoro. Rossini pasa directamente a la cabalet-
ta. donde la música revela la verdadera naturaleza de Rossini. Ella asegura ser tanto
dócil y obediente -cantando una melodía lírica y de un encanto irresistible (ejem-
plo 27.lc)- como una víbora embaucadora -exhibiendo sus repentinos saltos vo-
cales Ylos raudos pasajes en estilo buffo (ejemplo 27.ld). El aria es una representa-
796
-
El siglo XI).
ción maliciosa de las diferentes facetas del personaje de Rosina y una combinación
magistral de melodía belcantista, descripción cómica e ingenio.
El permanente atractivo de las óperas cómicas de Rossini ha ensombrecido sus
óperas serias, pero en su día éstas fueron igualmente importantes. Muchas de sus
óperas serias han disfrutado de exitosos reestrenos en décadas recientes y han demos·
g. La ópera romántica y el teatro m11sical hasta mediados de siglo 797
erado que su estilo y concepción desplegaban una gama mucho más amplia a la hora
de perfilar los personajes, la captación de situaciones y la transmisión de emociones
que el representado en las óperas cómicas.
La mejor conocida de sus óperas serias fue la última, Guillaume Tell, escrita para
la Opéra de París en 1829, donde experimentó quinientas representaciones en vida
del compositor. El libreto, basado en el Wilhelm Tell (1804) de Friedrich Schiller,
exalta a un héroe popular que condujo a la rebelión de los cantones suizos contra un
soberano austriaco. El tema era oportuno -la revolución y las luchas por la unidad
nacional estaban en el aire-, pero ello obligó también a someter la obra a la censura
en Milán, Londres, Berlín y San Petersburgo. Si bien seguía las convenciones que él
mismo contribuyó a establecer en la ópera italiana, la composición de Rossini in-
cluía numerosos coros, conjuntos vocales, danzas, procesiones e interludios instru-
mentales y atmosféricos, todo ello a la manera de la gran ópera francesa (véase más
adelante).
Las oberturas de las óperas de Rossini han desarrollado una segunda carrera artís-
áca en las salas de conciertos, como gemas del repertorio orquestal. La mayoría están
en dos partes, una larga introducción lenta, con una melodía lírica para instrumen-
ros de viento, seguida de un movimiento rápido en forma binaria sin repeticiones,
configurado como la exposición y la reexposición de una forma sonata. La sección
rápida se centra casi exclusivamente en los temas, con transiciones mínimas y un cla-
moroso crescendo de Rossini al final de cada mitad. Esta fórmula, que combina me-
lodías atractivas con una sensación creciente de anticipación excitante, ha hecho de
las oberturas de Rossini ideales teloneros y sabrosos aperitivos en los programas de
conciertos.
La más famosa es la obertura de Guillaume Tell que tiene cuatro secciones: una
introducción Lenca a modo de pastoral, la representación musical de una tomenta,
otra sección lenta que contiene una ranz de vaches -la llamada de un vaquero sui-
~. tocada por un corno inglés y repetida por toda la ópera, y un allegro galopante
(usado en el siglo XX como tema de la serie televisiva El llanero solitario). La combi-
natión de simplicidad melódica, armónica y formal con ritmos vivaces, emocionan-
rcs dinámicas y efectos orquestales inusuales ha hecho de las oberturas de Rossini pe-
rennes favoritas del público.
Vincenzo Bellini
rías-, las más importantes son La Sondmbula (1831), Norma (1831) e J Puritani
(1835).
Bellini es célebre por sus melodías largas, dramáticas, muy ornamentadas e inten.
samente emocionales. Entre las más famosas se halla la sección cantabile de la cavati-
na cantada por Norma, o aria de entrada, Casta diva (casta deidad) de Norma, que se
muestra en el ejemplo 27 .2. Cuando Norma, suma sacerdotisa de los druidas, eleva
una plegaria a la luna por la paz de Roma, su línea vocal parece estar en constante
movimiento, creando una melodía profundamente expresiva e impredecible. El se-
creto de tales melodías consiste en una sencilla estructura subyacente, a menudo en
progresión por grados conjuntos (La-Sol-Fa en la primera frase, La-Si bemol en la
segunda), embellecida mediante una figuración siempre cambiante que atrae nuestra
atención y juega con nuestras expectativas. La escena sigue el esquema usual de Ro •
sini y empieza con un recitativo acompañado por la orquesta, al que siguen una sec-
ción cantabile, un declamatorio tempo di mezzo y una brillante cabaletta. En cada
sección, el coro desempeña un papel importante, pues responde a las súplicas de paz
de Norma. La interacción constante entre los protagonistas, los personajes subordi-
nados y el coro crea una sensación de acción continua que Bellini refuerza mediante
frecuentes cambios de estilo, figuración y textura.
sta_ D~
l. va,
Gaetano Donizetti
Uno de lo compo itores más prolíficos del segundo tercio del siglo fue Gaetano Do-
nizetti (1797-1848), quien compuso oratorios, cantatas, música de cámara y sacra,
unas cien canciones y varias sinfonías, además de unas setenta óperas. Sus obras más
perdurables fueron las óperas serias Anna Bolena (Milán, 1830) y Lucia di Lammer-
moor (Nápoles, 1835), la ópera cómica La Fílle du régiment (La hija del regimiento;
París, 1840) y las óperas bufas L'elisir d'amore (El elixir del amor; Milán, 1832) y
Don Pasquale (París, 1843).
Oonizetti, como Rossini, tenía un instinto para el teatro y para la melodía que
captaba de manera efectiva un personaje, una situación o un sentimiento. Sus óperas
cómicas mezclan con frecuencia el sentimentalismo con la comedia. En sus óperas
serias, Donizetti hace progresar el drama sin cesar, evita ocasionalmente las cadencias
que pudiesen tentar al aplauso y sostiene así la tensión dramática hasta que ha con-
cluido una escena importante. Los comienzos y finales de los componentes formales
de una escena, como la introducción orquestal, el cantabile y la cabaletta se disfrazan
algunas veces como episodios corales o recitativos, de manera que la música parezca
poseer una continuidad sin costuras.
Una de las óperas más célebres de Donizetti, Lucía dí Lammermoor, ambientada
en los solitarios acantilados y antiguos feudos de las tierras altas de Escocia, ofrece
un excelente ejemplo de este tipo de continuidad transparente. Lucia es engañada
por su hermano para que piense que el hombre que ella ama, Edgardo, le ha sido in-
fi !. Ella acepta a regañadientes casarse con otra persona, pero en su noche de bodas
ase ·ina a su esposo en el lecho nupcial. Lucia empieza entonces a sufrir alucinacio-
nes, imaginando que escucha la voz de Edgardo llamándola, y se vuelve loca. Su «es-
cena de la locura» del último acto crea un flujo ininterrumpido de acontecimientos a
través de numerosas entradas y cambios de tiempo.
La escena se inicia con un breve coro que comenta la apariencia sepulcral y el ca-
bdlo encrespado de Lucia, cuando ésta entra en escena tras haber asesinado a su ma-
rido. Entonces oímos una música premonitoria que apareció por primera vez en el
preludio de la ópera tocada por un cuarteto de trompas. Contra esto y contra un
motivo sincopado de la flauta, Lucia da inicio a un recitativo apasionado, llamando
a Edgardo. Las flautas y los clarinetes recuerdan el tema del dúo de amor de ambos
del acto I; esta escucha retrospectiva de un tema o motivo anterior fue conocida
como motivo evocativo (reminiscence motive). El recitativo de Lucia continúa a través
de diversos cambios de tempo y coincide en parte con la introducción de su cantabi-
le; este difuminarse de los límites actúa como un signo de su locura. El tutor de Lu-
cia., un capitán de los guardias, y su hermano, sabiendo del asesinato, entran en esce-
na para pedir la clemencia divina. En el tempo di mezzo se unen a ella su hermano y
d tutor, y más tarde el coro. Tras una pausa y una introducción orquestal, Lucia da
comienzo a la cabaletta. Pero antes de que pueda cantar la repetición anticipada, el
coro Ydemás personajes entran y se le unen de nuevo mientras ella concluye la repe-
800
Las óperas de mayor éxito de Rossini, Bellini y Donizetti se representaron en los rea-
tros de ópera de toda Italia y en los teatros de otras naciones especializados en ópera
italiana o que representaban óperas italianas traducidas. Las arias más famosas
convirtieron en melodías populares escuchadas por amplios sectores del público. A
mediados de siglo, estas óperas empezaron a formar parte de un repertorio medular
y se representaron repetidas veces en todos los teatros de ópera. El Barbero de Sevili4
de Rossini, Norma de Bellini y Lucia di Lammermoor de Donizetti se contaron encrc
las primeras óperas en alcanzar un estatus de obras clásicas permanentes, semejanrc
al del Mesías de Handel o las sinfonías de Beethoven. En parte debido al éxito fabu-
loso de estas óperas, la vida musical italiana estuvo dominada por la ópera durante
varias generaciones, en las cuales los compositores más relevantes se especializaron en
la ópera, mientras se vieron eclipsados los géneros instrumentales, la música coral e
incluso la canción a solo.
Francia
Durante todo el siglo XIX, la ópera siguió siendo el género musical de mayor presa-
gio de Francia, cuya cultura musical iba sólo por detrás de Italia en su declicaci6n al
género.
Desde su fundación por Lully en la segunda mitad del siglo XVII, la ópera fran
tenía su sede en París y había estado condicionada por la política. La Revolución
Francesa había puesto fin al mecenazgo aristocrático y promulgado leyes nuevas que
permitían a cualquiera abrir un teatro público. Pero Napoleón volvió a restringir los
teatros y permitió que sólo tres representasen óperas. La Opéra, enfocada sobre la tra-
gedia, era el escenario más prestigioso, montaba obras nuevas, recuperó a Gluck Ya
otros músicos y representó versiones francesas de óperas extranjeras, como por ejem-
plo de Mozart. La Opéra-Comique ofrecía óperas con diálogos hablados en lugar de
recitativos; a pesar de su nombre, muchas de estas opéras comiques tenían argumentos
serios. El Théatre Italien presentaba óperas en italiano, incluidas obras compuest3'
para París, y óperas antiguas de Mozart y otros compositores. Otros teatros de París
ofrecían obras teatrales, comedias, vodeviles (comedias con canciones intercaladas)
pantomimas (escenas en las que se actuaba en silencio) y ballets, la mayor parte de los
cuales incluían música. Aunque París fuese el centro de interpretación de obras nue-
vas, los teatros y teatros de ópera de otras ciudades francesas también estaban acá
____
-
1
•. La ópera romántica y el teatro musical hasta mediados de siglo ,
ró bajo Luis XVIII, hermano de Luis XVI. En 1821 se construyó un nuevo Théatre
del'Opéra. La iluminación de gas se introdujo al año siguiente, lo que dio lugar a
efectos escénicos mucho más espectaculares y sutiles. El Téatre Italien puso en escena
óperas de Rossini, que se convirtió en su director en 1824. Sin embargo, Carlos X
(reinado, 1824-1830) fracasó a la hora de ganarse el apoyo de la creciente y poderosa
clase media, y la incruenta «Revolución de Julio» de 1830 puso a su primo lejano
Luis Felipe en el trono como monarca constitucional. El gobierno siguió financian-
do la ópera y los conciertos y la familia real contribuía de manera informal a la ópe-
ra y a los conciertos benéficos, en lugar de patrocinarlos directamente. El Théatre
del'Opéra fue dado en usufructo a un hombre de negocios, Louis Véron, que encon-
rró ricos patrocinadores. Cualquiera podía comprar entradas, pero los palcos se al-
quilaban a precios elevados.
LA gratt ópera
on el declive del mecenazgo real, nació un nuevo tipo de ópera, diseñado para
arraer aJ nuevo público de una clase media pudiente que acudía en masa a los teatros
de ópera buscando emoción y entretenimiento. La gran ópera, como se denominó
este tipo, era tanto espectáculo como música, coherente con la moda que había pre-
valecido en Francia desde Lully. Los escritores escribían libretos que aprovechaban
cualquier ocasión para introducir ballets, maquinaria, coros y escenas de multitudes,
mientras agasajaban a la clase media retratando a los aristócratas como perversos y a
sus oponentes como virtuosos. Dos ejemplos tempranos de gran ópera fueron Gui-
1'4ume Tell (1829) de Rossini, en la que se mostraba un lago sobre el escenario por el
que Tell remaba para salvarse, y La muette de Portici (La muda de Portici, 1828) de
Daniel-Frarn;:ois-Esprit Auber (1 782-1871), que concluía con la erupción del volcán
Vc ·ubio -y en la que, irónicamente, su protagonista, puesto que es muda, baila
pero no canta. Ambas óperas estaban basadas en temas de rebelión contra la repre-
sión extranjera. De hecho, la interpretación en Bruselas de La muette de Portici en
l 30 -sobre una revuelta campesina que tuvo lugar dos siglos antes- tuvo tal re-
sc>nancia entre el público asistente, que desató unos disturbios que terminaron por
conducir a la independencia de Bélgica.
Junto a Véron, director de la Opéra de París, los líderes de la gran ópera fueron el
libretista Eugene Scribe (1791-1861) y el compositor Giacomo Meyerbeer (1791-
1 G4). Scribe, coautor del libreto de La muette de Portici, creó una mezcla de forma-
lidad, espectáculo y temas históricos, políticos y religiosos que definieron el nuevo
género. Robert le diable (Roberto el diablo, 1831) y Les Huguenots (1836), ambos so-
bre libretos de Scribe, sentaron la pauta del tratamiento musical y utilizaron todas
las técnicas disponibles para dramatizar la acción y agradar al público. Meyerbeer
domjnaba varios estilos musicales, forjados desde sus experiencias tempranas: nacido
802
en una familia judía y alemana de Berlín, fue un nifio prodigio como pianista
pasó después nueve exitosos afios como compositor de ópera en Italia, donde itaÚ:.
nizó su nombre de pila (originalmente Jacob).
Les Huguenots es una típica gran ópera francesa, al constar de cinco largos actos
un enorme reparto, un ballet y una puesta en escena dramática con juegos de luces'.
El argumento se centra en los acontecimientos que condujeron a la masacre del día
de san Bartolomé en 1572, durante la cual los católicos asesinaron a cientos de pro-
testantes (hugonotes) en París. El asunto era de interés general debido a la preocupa.
ción por la libertad religiosa y la influencia de la Iglesia católica en el gobierno. A di-
ferencia de los dramas históricos anteriores que mostraban a los soberanos bajo
control, Les Huguenots representaba un nuevo punto de vista de la historia, influido
por las revoluciones de 1789 y de 1830, que consideraba la rivalidad entre grupos el
principal motor que propulsaba los acontecimientos, más allá del control de los in-
dividuos. Esta perspectiva está ejemplificada de manera conmovedora en la escena
que cierra el acto 11, en la cual Meyerbeer demuestra su capacidad para integrar la
expresión de sentimientos profundamente personales en escenas de multitudes, cere-
monias públicas y enfrentamientos, utilizando una variedad de estilos y gestos para
transmitir la trascendencia emocional y psicológica de los acontecimientos sobre d
escenano.
La reina Marguerite de Valois intenta reconciliar a las dos facciones mediante un
matrimonio que traerá la paz entre una mujer católica, Valentine, y el protestanrc:
Raoul. Antes de presentar a los miembros de la pareja, pide a los caballeros protes-
tantes y católicos de la corte que se juren amistad eterna. Ella canta su petición en
un agradable estilo italiano caracterizado por ornamentos al modo de Rossini, mu-
cho más breve que un aria italiana pero lo suficientemente extensa como para trans.
mitir su encantadora personalidad y su feliz estado de ánimo. Los principales prota-
gonistas de cada facción cantan un juramento de paz, al unísono, dulce, solemne: y
lentamente, sin acompañamiento, confiriendo a ello un aura sacra, próxima al canto
llano. El coro masculino, que representa a los grupos rivales, afirma con fuerza su ju-
ramento. Entonces, los líderes reconocen con entusiasmo los beneficios de la armo-
nía entre todos los pueblos en un suave conjunto vocal a cuatro voces sin acompaña·
miento, cuya textura recuerda el canto a cappella de un coro de iglesia o de una
canción a varias voces para coro masculino, asociados ambos a los buenos sentimi n•
tos y la armonía social. Sólo el militante protestante Marcel desafía a los demás, JU·
randa en secreto hacer la guerra a los católicos.
Pero el plan de Marguerite fracasa rotundamente. Cuando Raoul ve a Valentine,
opone radicalmente a desposarla en un recitativo dramático. Esto es desgarrador a m-
vel personal porque sabemos del acto 1 que se aman y que su reacción es el resulcado
de un malentendido -paradójicamente, un resultado de las propias acciones de Mar·
guerite al ejecutar su plan, pues envió a Valentine en una misión que indujo a Raoul a
pensar erróneamente que Valentine era la querida de otro hombre. El rechazo de
Raoul enciende los ánimos de todos. Los católicos se indignan y claman venganza.
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7: La ópera romántica v el teatro musical hasta mediados de siglo
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Marguerite está furiosa por la desobediencia de Raoul, Valentine se lamenta y pregun-
ta qué ha hecho para merecer tal insulto y Marce!, contento con el curso de los acon-
tecimientos, canta el coral luterano Ein'feste Burg, un emblema de la lucha protestan-
te. Con excepción del coral, Meyerbeer hace que cada uno cante las mismas ideas
musicales que expresan incredulidad, furia, angustia, venganza y desesperación conse-
cutivamente, mostrando así que los personajes sobre el escenario experimentan senti-
mientos similares, cada uno desde su perspectiva única, todos impotentes a la hora de
impedir el conflicto futuro. Meyerbeer mantiene vivo el tumulto introduciendo con-
tinuamente ideas y combinaciones nuevas y monta repetidamente poderosos clímax.
La escena ilustra la concepción de la gran ópera como una combinación de espectácu-
lo de entretenimiento, canto glorioso y una seria declaración artística.
La concepción de la gran ópera de Meyerbeer suscitó la admiración y fue emula-
do por los compositores posteriores. Otras grandes óperas, como La juive (La judía,
1835) de Jacques Halévy (1799-1862), sobre libreto de Scribe, sigue urta fórmula pa-
recida. La Favorite (1849) de Donizetti fue una gran ópera escrita para París, como
lo fueron Les vépres siciliennes (1855) y Don Carlos (1867) de Verdi. El género se
propagó y representó en Alemania, Londres y otros lugares. Particularmente relevan-
ce fue la profunda influencia que ejerció sobre Richard Wagner (véase capítulo 27),
cuyo Rienzi (1842) es una gran ópera pura y simple y cuyas óperas posteriores se vie-
ron fuertemente influidas por Les Huguenots.
La gran ópera en cinco actos Les Troyens (1856-1858, estrenada parcialmente en
1 63), de Hector Berlioz, se apoyaba en la gran ópera, aunque también en la tradi-
ción francesa más antigua de Lully, Rameau y Gluck. El texto, escrito por el propio
Berlioz, se basa en los libros segundo y cuarto de la Eneida de Virgilio. Berlioz con-
densó la narración en una serie de escenas complejas e impactantes, y utilizó ocasio-
n s apropiadas para introducir ballets, procesiones y otros números musicales.
Como Les Huguenots de Meyerbeer, Les Troyens puede ser catalogada como «Ópera
épica» -una obra en la cual la historia de un nación es más importante que las pa-
siones y emociones de los personajes individuales.
La opéra comique
Otra forma de teatro musical popular en Francia era el ballet. Desde el siglo XVU
las óperas francesas habían incluido con frecuencia ballets, pero, en la segunda mi~
tad del siglo XVIII, las compañías de danza empezaron a presentar ballets indepen.
dientes que constaban de una serie de escenas de danza ligadas por una narración.
Marie Taglioni (1804-1884) introdujo un nuevo estilo, conocido ahora como ballet
romántico. En este estilo, todavía usual en interpretaciones actuales, las bailarinas
eran algo preeminente, se movían con una liviandad, una delicadeza y una libertad
nuevas, cuyo ejemplo eran las finas faldas translúcidas y los zapatos que les permitían
empinarse sobre las puntas de los pies. Habiendo triunfado en toda Europa y en
Rusia en la década de 1830, Taglioni realizó una gira de dos años por Norteamérica
en 1840-1842, introdujo el ballet europeo y cosechó éxitos extraordinarios.
Por lo general, los compositores escribían la música de los ballets después de que
se había creado la coreografía de la danza, de manera que tenían que adecuar la mú-
sica a la sincronización, los ritmos, los movimientos y el carácter de la misma. Una
de las obras más excelsas del ballet romántico fue Giselle, estrenada en la Ópera de
París en 1841, con música de Adolphe Adam (1803-1856); en Giselle se utilizaban
motivos recurrentes y se recordaba material anterior para destacar el progreso dd
drama, como en una ópera.
Alemania
La interacción entre música y literatura, tan típica del Romanticismo del siglo XIX.
tuvo su mayor desarrollo entre los compositores de los países de lengua alemana, en
la ópera tanto como en la canción y en la música instrumental. En las raíces de la
ópera alemana estaba el Singspiel; los compositores de este género de la primera mi-
tad del siglo XIX asimilaron elementos de la ópera francesa e intensificaron los rasgos
nacionales específicos del género.
La obra que estableció la ópera romántica alemana fue Der Freischütz (El cazador
fartivo , presentada por primera vez en Berlín en 1821), de Carl Maria von Weber
(1786-1826). Lo que hizo a Der Freischütz tan audaz en su tiempo fueron no sólo la
orquestación y las armonías inusuales de Weber, sino también la idea de situar al
pueblo ordinario en el centro de la escena, hablando y cantando sobre sus preocupa·
ciones, amores y temores.
El libreto de Der Freischütz ejemplifica las características de la ópera romántia
alemana. El argumento está extraído de la historia medieval, de las leyendas o de los
-
r . La ópera romántica r el teatro musical hasta mediados de siglo
bre un telón de fondo inhóspito y misterioso, si bien introduce con frecuencia esce-
nas de pueblos humildes o de la vida en el campo. Los incidentes sobrenaturales y
la ambientación silvestre no son incidentales o decorativos, sino que están entrela-
zados con el destino de los protagonistas humanos. Los personajes mortales no son
meros individuos, sino agentes o representantes de fuerzas sobrehumanas, sean éstas
buenas o malas. El triunfo del bien es una forma de salvación o de redención, un
concepto vagamente religioso de liberación del pecado y del error mediante el sufri-
miento, la conversión o la revelación. Al dar una gran importancia al trasfondo físi-
co y espiritual, la ópera alemana difiere fuertemente de la ópera francesa o italiana
contemporánea. Pero sus estilos y formas musicales provienen directamente de es-
cos países, mientras que el uso de melodías sencillas y folclóricas introduce un ele-
mento nacional específicamente alemán. La ópera alemana hace uso también de
una armonía cada vez más cromática, el uso del timbre orquestal para la expresión
dramática y un énfasis en las voces interiores, en contraste con el énfasis italiano so-
bre el canto bello.
Todas estas facetas están representadas en D er Freischütz. Rústicos coros, mar-
chas, danzas y aires se confunden en la partitura con arias de varias secciones al estilo
italiano. El fondo sombrío del bosque se representa de manera idílica por las trom-
pas al comienzo de la obertura y de manera diabólica en la fantasmagórica escena de
medianoche en la Cañada del Lobo.
En un relato derivado del folclore, Max, joven guarda forestal, ama a Agathe, mas
con el fin de obtener su mano en matrimonio tiene que pasar una prueba de punte-
ría. Ha tenido mala suerte durante algunos días, fracasando en la práctica de tiro.
Caspar, su amigo y también guarda forestal, persuade a Max de que podría obtener
algunas balas mágicas, que garantizarán que Max ganará la prueba. A altas horas de
la noche, los dos hombres se encuentran en la Cañada del Lobo, donde Caspar fun-
d las balas mágicas. Pero sin saberlo Max, Caspar ha vendido su alma al diablo, Sa-
miel, quien controla la fundición de la última bala, destinada a matar a Agathe. Max
util iza tres balas para impresionar al príncipe antes de que empiece el concurso y
sólo le queda una -la guiada por Samiel- para la prueba fatal. Agache aparece
inesperadamente en la línea de fuego cuando Max dispara, pero es protegida por la
corona mágica de un viejo eremita, y la bala mata a Caspar en su lugar.
La escena de la Cañada del Lobo (final del acto II), durante la cual se funden las
siece balas, incorpora elementos del melodrama, género de teatro musical que com-
bi11aba diálogos hablados con música de fondo. Los melodramas habían sido popu-
lares en Francia y en las áreas de habla alemana desde la década de 1770; escenas
melodramáticas habían aparecido en las óperas de Mozart, Beethoven y de otros
~ompositores. Recitando sus textos sobre una continua música orquestal, Caspar
~voca primero a Samiel. Después, cuando funde cada una de las balas, y Max está
J~to a él encogido de miedo, Caspar cuenta una, dos, tres y así sucesivamente,
mientras las montañas repiten cada número como un eco. En cada bala fundida,
Weber pinta un cuadro diferente del bosque oscuro y aterrador. En toda la escena
explota con ingenio los recursos de la orquesta: timbales, trombones, clarinetes y
trompas en primer plano, a menudo contra los trémolos de las cuerdas. Intervalos
disminuidos y aumentados y un osado cromatismo representan al mal, un coro fue-
ra de la escena refuerza los elementos lóbregos y sobrenaturales del argumento.
Toda la escena se centra en las notas de un acorde de séptima disminuida, Mi be-
mol - Fa sostenido - La - Do. Expuesto en los registros oscuros y graves de los oboes,
los clarinetes y las cuerdas agudas sobre un La repetido en el bajo, este acorde es un
motivo evocativo vinculado a Samiel, escuchado primero en la obertura. El mismo
acorde reaparece a menudo en otras formas durante toda la escena y sus notas son las
notas principales de la tonalidad: Fa sostenido menor al principio y al final; Do me-
nor durante la mayor parte del resto de la escena, identificado especialmente con
Caspar; Mi bemol mayor en la entrada de Max, y La menor para las diversas visones
sobrenaturales.
La asociación de motivos y tonalidades de Weber con personajes o acontecimien-
tos concretos ejerció una enorme influencia en posteriores compositores de ópera.
Estas ideas fueron especialmente importantes para Wagner (véase capítulo 28),
quien también encontró en esta escena un modelo para un drama musical continuo,
transcompuesto y basado en una leyenda alemana. De forma más general, el uso de
Weber de armonías relacionadas con el trítono y los acordes de tercera, los acordes
de séptima disminuida y los trémolos de las cuerdas para evocar el misterio, el peli-
gro y lo sobrenatural contribuyó al establecimiento de estas asociaciones como con-
venciones seguidas por incontables compositores románticos y todavía utilizadas por
compositores del cine y la televisión.
No parece que Weber tuviese la intención de enviar un mensaje nacionalista o
fundar una escuela nacional de ópera con Der Freischütz; sus otras obras dramáticas
son muy diversas en el asunto, incluida Euryanthe (1823), sobre un trovador en la
Francia medieval, y Oberon (1826), que combina el mundo sobrenatural de los elfos
y las hadas, los caballeros medievales y las cortes islámicas de Bagdad y Túnez, retra-
tadas con auténticas melodías turcas y egipcias. Éstos son elementos exóticos anees
que nacionalistas, si bien igualmente románticos en su recurso a lugares y épocas dis-
tantes y a lo sobrenatural. No obstante, el sentimiento nacional en Der FreiJchiltz la
convirtió en la obra más popular de Weber.
Rusia
1770, las compañías francesas y alemanas trajeron también a Rusia la opéra comique
y el Singspiel. Lo que inspiró un nuevo género de ópera en Rusia con una mezcla si-
milar de argumentos de la vida cotidiana, diálogos hablados y melodías populares
preexistentes, así como canciones de nueva composición.
Cuando el nacionalismo empezó a afectar a los artistas rusos, la ópera resultó ser
un género valioso en el que proclamar una identidad rusa distintiva en el asunto, el
diseño del escenario, el vestuario y la música. Paradójicamente, mientras que el na-
cionalismo era una fuerza unificadora en Italia y Alemania, y desataba luchas de li-
beración en Austria-Hungría, en Rusia fue primeramente un instrumento de propa-
ganda del gobierno absolutista bajo las órdenes del zar.
El primer compositor ruso reconocido tanto por los rusos como a escala interna-
cional, equiparable a sus contemporáneos occidentales, fue Mijaíl Glinka (1804-
1857). Consolidó su reputación en 1836 con el drama histórico, patriótico y progu-
bernamental Una vida por el zar, la primera ópera rusa enteramente cantada, con un
argumento centrado en un campesino que sacrifica su propia vida para salvar al zar
de los invasores polacos. Glinka se basó en las principales tradiciones operísticas oc-
cidentales, fusionando el melodismo italiano, el drama y el espectáculo francés y el
contrapunto y la idealización de la vida y la cultura campesinas de Alemania. Parte
de la escritura melódica tiene un distintivo carácter ruso, atribuible a sus escalas mo-
dales, la cita o paráfrasis de canciones folclóricas y el idioma de tintes folclóricos. Los
polacos están representados mediante ritmos de danzas polacas, generando un fuerte
contraste de estilo que refuerza las oposiciones nacionalistas del argumento. Glinka
basó su segunda ópera, Ruslan y Lyudmila (1842), en un poema del principal poeta
de Rusia, Alexander Pushkin (1799-1837). Tiene un argumento mágico, lo que jus-
ófica los diversos usos imaginativos por parte de Glinka del cromatismo, las diso-
nancias y la escala de tonos enteros para retratar a sus personajes sobrenaturales, lo
cual estableció una tradición rusa que perduró hasta Rimsky-Korsakov y Stravinski
(véanse los capítulos 28 y 32).
A Glinka se lo valora en Occidente por el sabor ruso de sus óperas, que satisfizo
c:l gusto occidental por los componentes nacionales y exóticos. Pero para sus compa-
triotas fue más importante por ser el primero en reclamar un lugar para Rusia en el
mundo musical internacional. Las óperas rusas que lo precedieron eran adecuadas
para el consumo doméstico y muchas exhibirían estilos folclóricos rusos, aunque no
podían representar a Rusia en los escenarios del mundo porque no aspiraban al mis-
mo nivel, musical y dramáticamente, que las óperas occidentales. Las óperas de
Glinka sí podían y así lo hicieron, porque incorporaron lo mejor de Occidente junto
a un específico sabor ruso y trataban a los campesinos como personajes íntegros y
heroicos, y su música, como igual a cualquier otra. Esta paradoja es una constante
en la recepción de la música rusa: el público y la crítica extranjeros valoran con fre-
cuencia aquello que resulta reconociblemente nacional por encima de las otras carac-
terísticas, lo cual a menudo no coincide con lo que los propios compositores o sus
compatriotas tuvieron en mayor estima.
Estados Unidos
ILU TRACIÓ 27.2 Cubierta de una colección de música cantada en espectdculos de los Christy's Mins-
trels. Elfandador y líder de/grupo, Edwin P. Chrísty (1815-1862), aparece en la parte superior, y por debajo
tk él se ven escenas en las que actores, cantantes y músicos blancos con la cara pintada y vestidos como negros
urha11q1 IJ esclavos de plantación, imitan las canciones, los bailes y los didlogos de los afroamericanos.
La ópera norteamericana
Minstrel Shows
La forma más popular de teatro musical en los Estados Unidos, desde la década de
1830 hasta la década de 1870 fue el minstrelsy, en la que intérpretes blancos enne-
grecían sus caras con corcho quemado y se hacían pasar por afroamericanos con bro-
mas, sátiras, canciones y bailes. La ilustración 27.2 muestra escenas de un típico
minstrel show por una de las compañías de mayor éxito, Christy's Minstrels. El públi-
co de hoy encontraría ofensivos estos espectáculos debido a su explotación de este-
reotipos raciales. Pero en su día, el minstrelsy fue una respuesta a los sentimientos
ambivalentes de los blancos norteamericanos con respecto a los negros, una mezcla
de miedo y fascinación. Como los drag shows de hoy (en los que los hombres se vis-
ten de mujeres) o las óperas cómicas del siglo XVIII en las que los sirvientes tomaban
lo mejor de sus dueíios, los mínstrel shows exploraban elementos de poder social y
político y de conducta correcta o incorrecta a través de una inversión de las funcio-
nes sociales normales. Los intérpretes blancos que interpretaban a personajes negro
tenían licencia para comportarse ajenos a las normas aceptadas y de comentar con
franqueza las condiciones sociales, políticas y económicas.
El mínstrelsy surgió de las interpretaciones cómicas a solo de Daddy Rice como
Jim Crow, un ingenuo esclavo de las plantaciones, y de George Washington Dixon
como Zip Coon, un jactancioso dandy urbano y negro. Los temas de sus canciones
se contaron entre las mejores ventas de su tiempo; ]ump ]ím Crow de Rice fue la pri-
mera pieza musical norteamericana en convertirse en un gran éxito en el extranjero,
y Zip Coon (con la misma melodía que Turkey in the Straw) fue casi igual de popular.
Rice desarrolló un género al que llamó «Ópera etíope», intercalando la comedia lite·
raria con canciones interpretadas antes o después de los actos de la obra teatral. Lo
primeros mínstrel shows enteramente independientes, consistentes en diálogos, can·
ciones, interpretación de banyo y violín, y grupos de danzas sueltas, fueron presenta·
dos por los Virginia Minstrels en Nueva York en 1843; éstos continuaron despYés
sus espectáculos por toda la costa este y las islas británicas. Este grupo dio su nombre
a un género e hizo del mínstrelsy la primera exportación musical de Estados Unidos a
Europa, donde siguió siendo popular durante más de un siglo; «The Black and Whi·
te Minstrel Show», que contaba con cantantes blancos con la cara pintada de negro.
se mantuvo en la televisión británica desde 1958 hasta 1978.
ZJ. La ópera rQmántica y el teatro musical hasta mediados de siglo 811
Aunque los minstrel shows cayeron en desuso hace mucho tiempo, algunas de las
canciones escritas para ellos han perdurado. El violinista de los Virginia Minstrels,
Dan Emmett (1815-1902), fue el compositor de Dixie (1860), cuyo tema de anhelo
por el sur es una usual canción de minstrel. Muchas de las canciones más conocidas
de Stephen Foster fueron escritas para los Christy's Minstrels, incluida Oh! Susanna
(1848), Camptown Races (1850), Old Folks at Home (1851) y My Old Kentucky
Home (1853). Las dos primeras son números rápidos y cómicos, las dos últimas son
baladas de plantación lentas y sentimentales, y la mayoría comparten el dialecto ne-
gro las melodía pentatónicas y las síncopas ocasionales, típicas de las canciones de
minscrel.
Las canciones de minstrel no eran imitaciones directas de la música afroamerica-
na, sino que tomaron elementos característicos de las tradiciones africana y afroame-
ricana, desde el banyo (instrumento folclórico basado en los precedentes africanos)
al modo de pregunta y respuesta, según el cual un cantante destacado alternaba con
un coro o con los instrumentos. De ese modo, el minstrelsy fue la primera de las mu-
chas formas de entretenimiento en las que los músicos blancos tomaron elementos
de la música de los afroamericanos, una de las tendencias más fuertes y característi-
cas de la música estadounidense.
La mayor parte del teatro musical de principios del siglo XIX iba dirigido a un gusto
mixto. Los compositores y productores de todos los tipos de ópera y de todos los paí-
ses podían asumir que su público incluía a elites acaudaladas, a cultos conocedores, a
aficionados a la música y al público a gran escala. Los libretistas y compositores de
El Barbero de Sevilla, Norma, Lucia di Lammermoor, Les Huguenots y Der Freischütz
buscaron incluir elementos que atrajesen a todos los oyentes posibles.
A mediados del siglo XIX, éstas y otras obras formaban parte ya de un repertorio
de óperas interpretadas repetidamente. En la segunda mitad del siglo XIX y la prime-
ra mitad del XX, las óperas nuevas se representaron con menor frecuencia y el reper-
torio habitual se hizo predominante en el mundo entero. Con el tiempo, las obras
que se han conservado y la ópera misma como medio de expresión se han converti-
do en música de elite; quizá únicamente en Italia, donde algunos miembros del pú-
blico todavía cantan cuando escuchan sus arias y coros favoritos, la ópera ha mante-
nido un pie en el mundo de la música popular. Mientras tanto, los vodeviles,
pantomimas, comedias musicales, minstrel shows y otras formas ligeras de teatro
musical del periodo se han casi olvidado completamente, aunque sus herederos -los
rspectáculos de variedades, cabarets, musicales y otros de la misma índole- hayan
ido una parte fundamental de la vida musical de los dos últimos siglos.
Hoy en día, la ópera es una forma de arte muy costosa que depende del apoyo
gubernamental y de donantes privados pudientes. Atrae a devotos fans de todas las
812
clases sociales, si bien asistir a una ópera en vivo continúa siendo símbolo del esta-
tus. La mayor parte de los oyentes conocen las óperas, en primer lugar, gracias a gra-
baciones y a las retransmisiones de radio. Donde se escucha ópera, la mayor parte de
las óperas representadas proceden del siglo XIX, mientras todos los periodos anterio-
res se ven eclipsados; los compositores estudiados en este capítulo se hallan parricu.
larmente bien representados.
28. La ópera y el teatro rnusical en la segiinda mitad
del siglo XIX
La segunda mitad del siglo XIX fue testigo de la continuación de fuertes tradiciones
nacionales en la ópera italiana, alemana y francesa, del nacimiento de una boyante
escuela rusa de ópera y ballet y de tradiciones de teatro musical en desarrollo en
tros países. El nacionalismo tuvo una importancia creciente y vinculó la ópera a co-
rrientes políticas y culturales más amplias. Las fuentes de los argumentos eran diver-
sas, desde antiguas leyendas a modernos lances de amor, y desde la historia europea
hasta cuentos exóticos en países lejanos. Dado que el mercado de teatro .qmsical au-
mentó y se diversificó, el público de elite y el popular se distanciaron, a la par que
surgían nuevas formas de ópera cómica y de teatro musical para satisfacer los gustos
populares. Verdi y Wagner dominaron respectivamente la ópera italiana y la alema-
na, mientras que compositores de Francia, Bohemia, Rusia y otros lugares desarrolla-
ron nuevos estilos nacionales.
riódicos, más baratos gracias a la publicidad. Con nuevas leyes que limitaban el ries-
go de los inversores con respecto a la cantidad que tenían en existencias, surgieron
las corporaciones modernas, que empleaban a legiones de oficinistas y de gerentes
intermedios. El consumo de masas se convirtió en la fuerza motriz de la economía
manifiesta en nuevas formas de mercado, como los productos de marca, los grande~
almacenes y el catálogo de venta por correo.
El movimiento creciente en defensa de reformas políticas, desarrollado en la dé-
cada de 1840, culminó en una serie de levantamientos populares que sacudieron Eu-
ropa en 1848-1849. La primera revolución tuvo lugar en Francia, derrocando al rey
Luis Felipe y estableciendo la Segunda República Francesa. Su triunfo tuvo una cor-
ta duración, puesto que el deseo de orden redujo el empuje de las reformas. El sobri-
no de Napoleón fue elegido presidente y en 1852 se nombró a sí mismo emperador
con el nombre de Napoleón III (1852-1870). Revueltas similares en las ciudades de
Alemania, Italia y Austria-Hungría fracasaron en su intento de introducir cambios
permanentes, debido en parte a la falta de unidad entre los líderes revolucionarios )'
a la falta de apoyo del campesinado.
No obstante, durante el medio siglo siguiente, la mayoría de los gobiernos euro-
peos garantizaron más derechos políticos, como los límit.es constitucionales del mo-
narca, la elección directa de asambleas parlamentarias, mayor libertad de prensa y d
derecho de sufragio de la mayor parte de los hombres. Rusia abolió la servidumbre
en 1861 y, en Estados Unidos, la guerra civil de 1861-1865 trajo consigo la aboli-
ción de la esclavitud. Francia estableció su Tercera República en 1875. En la década
de 1880, Alemania garantizó a sus trabajadores la asistencia sanitaria a escala nacio-
nal, la limitación de la jornada laboral y las pensiones para los ancianos, que sirvió
de modelo a otros países. Desde 1848, en la Convención de Seneca Falls, en el norte
del estado de Nueva York, las mujeres empezaron a presionar en favor de un trata-
miento igual ante la ley, incluido el derecho de firmar contratos, a obtener el divor·
cio y al voto. Aunque las mujeres de la mayor parte de los países no conseguirían el
derecho al voto hasta el siglo XX, adquirieron beneficios sustanciales a finales del si-
glo XIX. Pero la mejora de los derechos de muchos fueron de la mano de la explota-
ción de otros, pues la expropiación de las tierras de los aborígenes americanos se pro·
longaba en América, el Imperio Ruso se expandía hacia el sur y el este y las potencias
europeas se repartían África y dividían en colonias buena parte de Asia.
Los revolucionarios de 1848 en Alemania intentaron unificar el país mediante la
negociación, pero fracasaron. Más tarde, entre 1884 y 1871, Prusia, bajo su primer
ministro Otto van Bismarck, forjó el Imperio Alemán gracias a una combinación de
guerra y diplomacia. En Italia, las revueltas de 1848 contra el gobernador extranjero
y a favor de reformas democráticas tuvieron éxito al principio, pero en el verano de
1849 se habían suprimido decisivamente todos los cambios. La unificación llegó en
1850-1861: después de que los ejércitos de Cerdeña expulsaran a los gobernadores
austriacos del norte de Italia y conquistasen la mayor parte de los estados papales de
Italia central, los revolucionarios a las órdenes de Giuseppe Garibaldi derrocaron a la
--
18. La ópera y el teatro musical en la segunda mitad .ef:!l sigw XIX
815
La ópera
Durante toda la segunda mitad del siglo XIX, la ópera estuvo cada vez más asociada
al nacionalismo como ideología, ya fuese por convencimiento o debido a las c::ircuns-
tancias. De igual manera, muchos compositores refundieron tradiciones diversas.
Especialmente significativa fue la tendencia creciente a poner en escena ópenu
que ya habían tenido éxito, en lugar de apostar por obras nuevas. Poco a poco emer·
gió un repertorio fundamental que variaba ligeramente de un país a otro, mientras d
número de óperas nuevas representadas descendía cada año. Como consecuencia, lo
compositores dedicaron más tiempo a escribir cada ópera: en lugar de componer dos
o más obras cada año y ser pagados únicamente por la primera representación de
cada una, como ocurría con Rossini y Donizetti, ahora podían tardar años en com·
-
;ZB. La ópera l el teah'o musical en la segunda mitad del siglo XIX 817
poner una ópera, esperando percibir los derechos de autor de sus representaciones en
todo el mundo. El apego a las convenciones vino a ser menos importante que el he-
cho de crear algo original que destacase sobre la competencia.
Al aumentar el público de la ópera, crecieron también los espacios para su repre-
sentación. Las orquestas se hicieron más grandes y sonoras y los cantantes necesitaban
ahora voces poderosas e intensas para ser escuchados, en lugar de la flexibilidad apre-
ciada por las generaciones anteriores. Lógicamente, los compositores se adaptaron al
nuevo tipo de cantante y escribieron melodías más silábicas y menos ornamentadas.
Quizá buscando contribuir con algo nuevo al repertorio, utilizaron argumentos y am-
bientes más variados; el mayor realismo de muchas óperas, enfocadas sobre la vida
emocional y privada de gente corriente, se vio equilibrado por historias basadas en el
exotismo, la fantasía, la leyenda, los cuentos de hadas o lo sobrenatural. Surgieron
nuevos géneros de ópera ligera, como la opera bouffe en Francia, la opereta en Aus-
tria, Inglaterra y Estados Unidos, y la zarzuela en España. A finales de siglo, la ilumi-
nación eléctrica sustituyó al gas y ello permitió nuevos efectos lumínicos. Cuando la
electricidad hizo posible atenuar casi por completo las luces de una sala, la tradicional
atmósfera cordial de la ópera, en la que se aceptaba la conversación entre las arias e
incluso durante las mismas, se sustituyó paulatinamente por un silencio reverente. Es-
ros cambios, en particular la creación de un repertorio permanente, hizo que el mun-
do de la ópera de la segunda mitad del siglo X1X se pareciera mucho al de hoy.
Ricbard ~gner
b critos e ideas
Wagner fue uno de los músicos más influyentes de todos los tiempos. Su énfasis en la
música como sierva del drama, su uso de los Leitmotiv como principio organizativo y
sus armonías cromáticas tuvieron un impacto profundo y de largo alcance en nume-
rosos compositores posteriores.
Nació en Leipzig, Alemania, como noveno hijo de un modesto funcionario de
policía. Poco después del nacimiento de Richard, su padre murió y su madre se
casó con Ludwig Geyer, actor y dramaturgo, de quien Wagner sospechaba no sólo
que era su padre real, sino también que era judío. A la edad de quince años, Wag-
ner asistió a una interpretación de la Novena Sinfonía de Beethoven y más tarde ase-
guró que tuvo un profundo efecto sobre él. Estudió música en Dresde y en Leipzig;
sus obras estudiantiles son piezas para piano, oberturas y una sinfonía que demues-
tra una firme comprensión de la técnica compositiva y cierta devoción por Beetho-
ven.
A principios de la década de 1830, Wagner empezó a escribir óperas y ocupó
cargos en compañías de ópera regionales en el sur de Alemania y en Letonia. Para
entonces, había conocido a la soprano Minna Planer, con quien se casó en 1836.
Pasaron los años 1839-1842 en París, donde Wagner trabajó como periodista musi-
cal mientras intentaba conseguir la representación de sus óperas, sin tener éxito
pese al apoyo de Meyerbeer. En 1842, Wagner regresó a Dresde, donde Rienzi tuvo
un gran éxito, al que siguió Der fliegende Hollander, a principios de 1843. Ese año
fue contratado como segundo director de orquesta del rey de Sajonia en Dresde.
donde dirigió la ópera y la orquesta, y compuso para las grandes ocasiones de la
corte.
senda del futuro, al unir la música y las palabras (véase Lectura de fuentes). Wagncr
se vio a sí mismo -y no a los compositores de sinfonías y cuartetos- como el ver-
dadero sucesor de Beethoven.
Wagner creía en la absoluta identidad de música y drama -en la que ambos son
expresiones conectadas orgánicamente de una única idea dramática. La poesía, el di-
seño del escenario, la puesta en escena, la acción y la música trabajan juntos para for·
mar lo que llamó una Gesamtkunstwerk (obra de arte total). Su visión de una nueV2
unión de música y texto dramático se ha denominado drama musical, aunque él rehu·
só este término; en lugar de eso, llamó a sus obras ópera, drama o Bühnenfestspiel (fes-
tival escénico), como sugiere en un ensayo la frase «hechos musicales hechos visibles-.
El último de estos términos es muy revelador, porque para Wagner el núcleo del dra-
ma está realmente en la música, y las otras partes lo hacen aparente. La orquesta
transmite los aspectos internos del drama, mientras que las palabras cantadas formulan
los aspectos externos -los acontecimientos y situaciones que promueven la acción Y
-
}B. La ópera y el teatro musical en la segu,nd.1 mitad del siglo XIX 8 19
Wagner apoyó la insurrección de 1848-1849 y tuvo que huir de Alemania tras dic-
tarse una orden de detención contra él. Se estableció en Suiza, donde escribió sus en-
sayos más importantes y empezó el ciclo colosal de cuatro dramas musicales, Der Ring
des Nibelungen (El anillo del Nibelungo). Fue apoyado por un estipendio de dos acau-
dalados mecenas femeninos. Tras varios años de viajes, en 1864 encontró un nuevo
mecenas en el joven rey Ludwig II de Baviera, quien pagó sus deudas, le otorgó una
pensión anual y patrocinó la representación de sus óperas Tristan und !solde y Die
Meistersinger, así como las primeras dos óperas del ciclo del Anillo.
Aunque Wagner siguió casado con Minna hasta la muerte de ésta en 1866, man-
tuvo relaciones con muchas otras mujeres. Tras una aventura con Matilde Wesen-
donck -puso música a cinco poemas escritos por ella en los Wésendonck-Lieder-,
formó una nueva unión con Cósima von Bülow, hija de Liszt y esposa del director de
orquesta Hans von Bülow. Tuvo tres hijos con ella, pero no se casaron hasta 1870,
cuando el matrimonio con Bülow fue anulado.
Wagner soñaba con un festival permanente para sus óperas y en 1872 ordenó
construir el teatro del festival de Bayreuth. El primer festival se celebró en 1876, con
· el estreno del ciclo completo del Anillo; el segundo, en 1882, con representaciones de
su última ópera, Parsifal. Murió al año siguiente, de un ataque al corazón, y fue ente-
rrado en su amada Bayreuth, donde sus óperas se representan cada verano.
Obras principales: 13 óperas, en particular Der fliegende Hollander (El Holandés
errante), Tannhi:iuser, Lohengrin, el ciclo de cuatro óperas Der Ring des Nibelungen (El
Anillo del Nibelungo), del que forman parte Das Rheingold (El oro del Rin), Die Wál-
küre (La Valquiria), Siegfried (Sigfrido) y Gotterdi:immerung (El crepúsculo de los dio-
es), Tr'istan und !solde, Die Meistersinger von Nürnberg (Los maestros cantores de Nü-
r mberg) y Parsifal.
dan nombre a los sentimientos y experiencias que la música sugiere. El tejido orques-
tal es el factor principal de la música, y las líneas vocales forman parte de la textura
musical. En una ópera tradicional, las voces son las que guían y la orquesta apoya,
puntúa y comenta; en un drama wagneriano, el hilo dramático está en la música mis-
ma, llevado por la orquesta, mientras las voces le aportan definición y precisión me-
diante las palabras. Como escribió en Ópera y Drama, la melodía versificada del can-
tame dramático es como una embarcación sostenida sobre el resonante oleaje de la
orqu ta.
Wagner publicó no sólo escritos sobre música, sino también sobre asuntos litera-
rios, teatrales e incluso morales y políticos. Pensaba que el Gesamtkunstwerk podía
contribuir a reformar la sociedad y que el arte no debía acometerse como un nego-
cio. Fue partidario del vegetarianismo y estaba en contra de la experimentación con
animales. Sus puntos de vista más controvertidos afectan al nacionalismo, incluido el
anri emitismo (véase La música en su contexto, pág. 828) .
820
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
De Das Kunstwerk der Zukunft: Samtliche Schriften und Dichtungen, 6.ª ed. (Leipzig, 1912-1914).
822
najes y motivos musicales comunes. El ciclo versa mayormente sobre el valor del
amor y la voluntad de las personas de obviarlo para perseguir objetivos mundanos
El «anillo» del título hace referencia a un anillo que el gnomo Alberich fabrica co~
oro que ha robado del Rin, donde el anillo es custodiado por las tres doncellas del
río. En un momento dado, a Alberich le roban el anillo y éste conjura una mald¡.
ción de miseria y muerte sobre todo aquel que lo lleve puesto. En el decurso de ¡0
cuatro dramas -diecinueve horas de música, aproximadamente- la maldición se
cumple y las doncellas del Rin reclaman el anillo. A pesar de esta ambientación fan.
tástica, los temas del ciclo del Anillo -el amor, la codicia, el poder, la inocencia, la
pasión y la traición, por mencionar unos pocos- eran tan relevantes entonces como
lo son ahora.
Para los libretos, Wagner concibió una tipo de poesía basada en el estilo de Nibe.
lungenlied medieval, la fuente para su historia del héroe Siegfried. En lugar de un
compás y una rima regulares, su poesía contiene ritmos del discurso vigorosos
cambiantes, marcados por la Stabreim (aliteración), la repetición de sonidos habla-
dos. Por ejemplo, la maldición de Alberich contra el anillo se desplaza rápidamente a
través de una serie de consonancias repetidas, g, m, n, z (pronunciada ts), ty d.
Cada uno de los dramas posteriores de Wagner -y por supuesto el ciclo entero
del Anillo como grupo- está organizado en torno a numerosos temas y motivos,
asociados cada uno con una persona, una cosa, una emoción o una idea concreca.
Los analistas de los dramas musicales de Wagner han llamado a un tema o motivo de
esta índole un Leitmotiv (motivo conductor). La asociación se establece cuando se
escucha el Leitmotiv (generalmente en la orquesta) en la primera aparición o men·
ción del asunto y se repite en subsecuentes apariciones o citas. Con frecuencia, el
significado de un Leitmotiv puede reconocerse en las palabras con las que se entona
por vez primera. Así, el Leitmotiv es una etiqueta musical, pero se convierte en algo
más por su tratamiento sinfónico en el drama musical: acumula significados cuando
reaparece en nuevos contextos, puede recordar un objeto en situaciones en las que d
objeto en sí no esté presente, puede ser variado, desarrollado o transformado a medi-
da que evoluciona el argumento, motivos similares pueden sugerir una conexión en·
tre los objetos a los que hacen referencia, en particular si un Leitmotiv se transforma
en otro, los motivos pueden combinarse mediante contrapunto y, por su repetición,
los motivos unifican una escena o una ópera como los temas recurrentes unifican
una sinfonía. Los Leitmotiv se caracterizan a menudo mediante instrumentos, reg1 •
tros, armonías o tonalidades, que pueden sugerir también significados o asociacio-
nes. En principio, hay una correspondencia completa entre el tejido sinfónico de va·
ríos Leitmotiv y el tejido dramático de la acción.
La creación de Leitmotiv, su papel dramático y la evolución de uno hacia ocro
pueden ilustrarse mediante ejemplos del ciclo del Anillo. Cerca del inicio del Rheín-
gold, la hija del Rin Wellgunde le dice a Alberich que quien convierta el oro del Rin
en un anillo tendrá un poder ilimitado. Así, en la primera mención del anillo en tor·
no al cual gira todo el ciclo de cuatro óperas, ella y los instrumentos de lengüeta que
18. La ópera y el teatro musical en la segunda mitad del sigw XIX 823
Winds
Wellgunde
-==== p
Der Welt Er be ge - wan-ne zu ei - gen, wer aus dem Rhein - gold schü-fe den Ring,
La herencia del mundo obtendrd como propia aquel que pueda acuñar el anillo con el oro del Rin (que /r
otorgard un poder ilimitado).
b. Los Leitmotiv del Anillo en su forma definitiva c. Inicio del Leitmotiv del Walhalla
Wie durch Fluch er mir ge riet, ver flucht sei die-ser Rlng 1
Timpani 'Ir 'Ir 'Ir 'Ir ...
p
f
¡Al igual que por medio de una maldición este anillo llegó a mi, maldito sea este anillo!
El deseo es evocado en Tristan und !solde desde los primeros compases del Prelu-
dio, que mostramos en el ejemplo 28.2, donde Wagner utiliza la armonía cmmática
y las resoluciones pospuestas para transmitir un anhelo casi inexpresable. La música
tonal está basada en nuestro deseo de que la disonancia se resuelva en una consonan-
cia y de que la dominante se resuelva en la tónica. Ese deseo se intensifica cuando se
pospone la resolución, se evitan las cadencias o el momento de la resolución intro-
duce una nueva disonancia, procedimientos todos que Wagner emplea aquí.
El motivo inicial, una sexta ascendente seguida de un descenso cromático, sugiere
el anhelo. El primer acorde, Fa - Si - Re sostenido - Sol sostenido, es una asombrosa
sonoridad cuya resolución resulta en un principio incierta, dada la ausencia de con-
texto armónico; utilizado durante toda la ópera y reconocible al instante siempre
que aparece, el acorde se conoce como «acorde de Tristán». Cuando la nota superior
asciende al La natural, entendemos el acorde restrospectivamente como un acorde de
sexta aumentada en La menor con una apoyatura muy larga y cromática sobre Sol
sostenido. La resolución en la séptima dominante de La menor en el compás 3 se ve
alterada por una nota auxiliar cromática y penetrante (La sostenido), de manera que
escuchamos cuatro sonoridades disonantes sucesivamente, cada una de las cuales «re-
suelve» la disonancia previa sin resolver ella misma en una consonancia. Resulta diíl-
cil imaginar una frase de tres compases más efectiva a la hora de provocar la sensa-
ción de anhelo en el oyente.
Tampoco la séptima dominante resuelve en La menor. Tras un silencio, la frase
inicial se repite una tercera menor por encima y después se repite otra vez, modifica-
da. El deseo no se atenúa, pues no se ofrece la resolución en una tónica: en su lugar,
La, Do y Mi {las tres notas de la tríada de La menor) se sugieren mediante sus res-
pectivos acordes de dominante, aunque cada una se deja en el aire. Esperamos escu·
char más de las tres tonalidades y al final lo conseguimos: La y Mi en el mismo Pre-
.
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J8. La ópera y el teatro musical en la segunda mitad del siglo XIX 827
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ludio y Do menor y mayor como las tonalidades que abren y cierran el acto I. Y sin
embargo, la armonía gira una y otra vez, cambiando las tonalidades, alterando cro-
máticamente los acordes y desdibujando las progresiones por medio de tonos ajenos
a los acordes. El deseo y el anhelo se comunican inequívocamente evocando repeti-
damente y evitando a la vez las expectativas armónicas tradicionales.
Durante todo el acto I los motivos y extensos pasajes del Preludio regresan y ad-
quieren un significado como Leitmotiv mediante la asociación con las palabras. El
acto tiene lugar a bordo de un barco en el cual el caballero Tristán tiene que llevar a
una renuente lsolda desde Irlanda hasta Cornwall, donde ha de convertirse en ·la es-
posa del rey Marke. Nos damos cuenta de que ella ama en secreto a Tristán y está
enojada con él por haber matado a su anterior prometido. En la escena final, ella le
pide que comparta con ella un filtro de expiación, un veneno para ambos, pero su
dama de compañía Brangane ha sustituido la pócima venenosa por un filtro de
amor. Después de beberlo, escuchamos la sección inicial del Preludio otra vez, cuan-
do ambos se miran el uno al otro, temblando, y después se llaman sumidos en el de-
eo. Pero entretanto el barco ha llegado a Cornwall y los marineros anuncian la lle-
gada del rey Marke. Su música exultante pugna por sustraer nuestra atención frente
al embeleso de los amantes hasta que el telón cae al final del acto. Durante toda la
escena, Wagner hila sus Leitmotiv abiertos en la secuencia necesaria para transmitir
las acciones y emociones del drama, mientras las modifica constantemente para tras-
lucir una impresión de situación dramática en desarrollo y los fluidos sentimientos
de los personajes.
Esta escena ejemplifica el entrelazado de acción, escenario y música típico de la
Gesamtkunstwerk wagneriana. La cubierta, las rejas, las velas, las sogas y el telón de
fondo sobre el escenario se aúnan a los gestos ondulantes de la música y las cancio-
ne de los marineros para transmitir el viaje en barco hacia el puerto. Los gritos rea-
listas del coro interrumpen la declamación, en ocasiones discursiva y en ocasiones
lírica y apasionada, de Tristán e !solda. La gran orquesta mantiene la continuidad
y elabora motivos que ilustran el contenido del discurso o las emociones y asocia-
ciones subyacentes. Así, la acción, los diálogos, la imagen musical de las escenas y
la expresión lírica no están divididos en momentos diferentes, como en la ópera
tradicional, sino que se entremezclan y refuerzan mutuamente de manera perma-
nente.
Tristan und !solde es una ópera extraordinaria, centrada casi por entero en los dos
personajes principales y su viaje psicológico. La actividad exterior del argumento sir-
ve por encima de todo como telón de fondo a la manifestación musical de las emo-
ciones interiores de los personajes. En este sentido, esta ópera es la que mejor encar-
na el concepto wagneriano de drama en el cual la música es el elemento conductor:
las palabras y la acción sobre la escena son mucho más una representación de la mú-
sica que a la inversa, lo cual había sido lo típico de la ópera desde sus orígenes. Tris-
tan und !solde se ha convertido en un monumento a la música como religión secular,
noción aceptada por Wagner y que está presente en gran parte de la actividad musi-
828
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
cal de la segunda mitad del siglo XIX, desde el peregrinaje de los wagnerianos para es-
cuchar su música en Bayreuth hasta la atención reverencial prestada a la música de
los maestros en los conciertos.
la influencia de "Uíágner
Giuseppe Verdi
Su concepción de la ópera
Estilo
Las primeras óperas de Verdi están construidas sobre las convenciones de Ros ini.
Bellini y especialmente Donizetti. Su primer gran éxito fue Nabucco (Milán, 1842)
basado en la historia bíblica de Nabucodonosor; el coro al unísono i7tz pensiero st
convirtió más tarde en un emblema de la oposición italiana a la opresión extranjera.
La ópera Luisa Miller (Nápoles, 1849) marcó el giro hacia un retrato psicológico
más fino del personaje. La caracterización musical, la unidad dramática y la inven·
ción melódica se aúnan en Rigoletto (Venecia, 1851), donde los protagonistas se ca·
racterizan por su estilo de canto y su relación con la convención musical. Ésta y las
dos óperas siguientes, Il trovatore (El trovador; Roma, 1853) y La travíata (La dese.a-
rriada; Venecia, 1853), alcanzaron nuevas alturas de comprensión dramática y i-
guen figurando mucho tiempo después entre las óperas más célebres jamás compu
tas. Verdi utiliza a menudo motivos reminiscentes, como Donizetti había hecho en
Lucía di Lammermoor, para recordar en momentos cruciales del drama temas cata •
terísticos de escenas anteriores, con el fin de reforzar las conexiones y hacer más pro-
fundo el impacto dramático. Tanto en el Il trovatore como en La traviata, Verdi sus·
tituyó la obertura por un breve preludio que ambienta la escena e introduce cernas
importantes que se escucharán después.
-
z9, la ópera 'V el tef1-trO musical en /.a segu,nda m itad del siglo XIX 831
Muchos rasgos del Verdi maduro están plasmados en La travíata. Los recursos
de que hacía uso son evidentes en la escena del acto final en la que Violetta, la «des-
carriada» del título, y su amante Alfredo se reconcilian después de que ella lo haya
abandonado para salvar la reputación de la familia de él. La escena sigue la estruc-
tura que Rossini había tipificado para los dúos -scena (recitativo), tempo d'attacco
(sección in,ic~al), can:ab~le lento, tempo dí mezzo (sección dram~tica de contraste) y
cabaletta rap1da-, s1 bien cada elemento está en un nuevo estilo característico de
Verdi. En lugar del recitativo puntuado por la orquesta, la scena presenta una textu-
ra musical completa en la orquesta, una melodía saltarina en cuatro frases, sobre la
cual Violetta y su criada inician un diálogo en recitativo. Cuando Alfredo entra en
escena, la conversación entre ambos no está compuesta como recitativo, sino como
una canción melodiosa (el tempo d'attacco) que hace alternar las frases de ambos. EJ
cantabile siguiente, en el que Alfredo y Violetta desean fervientemente vivir juntos
cuando ella recupere la salud, es casi tan simple y directo como una canción popu-
lar, tanto por la forma (AABB con coda) como por el melodismo de su sección A.
que se muestra en el ejemplo 28.3. El tempo di mezzo ofrece una serie de sorpren-
dentes contrastes de estado anímico y estilo, cuando Violetta se desmaya, insiste en
que está bien, se desmaya de nuevo y termina por desesperar al descubrir que la en-
fermedad acabará con ella justo cuando su felicidad está tan cerca. Estas emociones
se intensifican en la cabaletta, en la que se lamenta de su irónico infortunio y Alfre-
do le pide que se calme. Esta sección final sigue una forma común en Verdi,
AABA' con coda, que le permite introducir contrastes y concluir con un clímax
emocional. Durante toda la escena, Verdi aprovecha toda oportunidad para los con-
trastes descarnados, las emociones fuertes y las melodías pegadizas, mientras man-
tiene la acción en movimiento en un matrimonio casi perfecto entre el drama y la
, .
mus1ca.
Famoso y adinerado, Verdi podía permitirse ahora trabajar con un esmero aún ma-
yor, de modo que sólo escribió seis óperas nuevas en las dos décadas siguientes. En
estas óperas, la acción es más continua; los solos, conjuntos vocales y coros se combi-
nan con mayor libertad; las armonías son más audaces y la orquesta es tratada con
mayor originalidad. Verdi utilizó aún las formas tradicionales pero a menudo les dio
nueva forma para adecuarse a la situación dramática. Una influencia importante fue
la gran ópera francesa, en particular Meyerbeer. Verdi escribió Les vepres siciliennes
(Vísperas sicilianas, 1855) como una grande opéra para París, sobre un libreto delco-
laborador de Meyerbeer, Eugene Scribe, y fusionó en ella elementos franceses e ita-
lianos. Introdujo personajes cómicos en Un hallo in maschera (Un baile de máscaras;
Roma, 1859), que toma elementos de la opéra comique. Y en Aida (1871), encargo
d la ópera de El Cairo, Verdi empleó un asunto egipcio, que le dio la oportunidad
de introducir color y espectáculo exóticos.
Verdi escribió sólo dos óperas más después de Aida, dos obras maestras muy indi-
viduales sobre piezas teatrales de su dramaturgo favorito, Shakespeare. En ambas
empleó libretos del poeta y compositor Arrigo Boito (1842-1918).
En 1879, el editor de Verdi, Giulio Ricordi, ansioso de contar con una ópera
nueva, propuso la adaptación del Othello de Shakespeare. Verdi empezó Otello en
1884 y se representó finalmente en Milán en 1887. Como Donizetti antes que él,
Vcrdi buscó con frecuencia la continuidad de la música y la acción, y aquí alcanzó su
furrna más consumada, mediante la unificación de los motivos en la orquesta y el
8ujo ininterrumpido de la música en cada acto. El esquema tradicional de solos de-
clamatorios y líricos, dúos, conjuntos vocales y coros todavía está presente, pero las
unidades se disponen en escenas complejas y más extensas, mientras la orquesta de-
sarrolla los temas de manera más sinfónica, a menudo con independencia de las vo-
de los cancantes.
Dos años después del estreno de Otello, Boito sugirió una ópera sobre escenas de
Tht Merry Wives ofWindsor (Las alegres comadres de Windsor) y Henry IV; que in-
cluyera al personaje de Falstaff. Si Otello había sido la consumación de la ópera trági-
ca italiana, Falstaff (Milán, 1893) ocupó un lugar paralelo en la ópera cómica. Si
para Otello Verdi había dado nueva forma a la melodía lírica y dramática, para Fals-
i.ff transformó el elemento característico de la ópera buffa, el conjunto vocal. De-
sarrollada sobre el ágil telón de fondo de la orquesta, permanentemente variado, la
COm día se desliza hacia el clímax en los finales de los actos segundo y tercero, y cul-
mina en una fuga en la que participa todo el reparto sobre las palabras «Todo en el
IDUndo e burla. El hombre ha nacido burlón».
La recepción de Verdi
Verdi fue una figura tan fundamental, que los compositores de ópera posteriores cu.
vieron que porfiar para evitar su sombra. Puesto que los teatros de ópera presenta-
ban cada vez más obras que formaban parte del repertorio en lugar de obras nuevas,
pocas óperas de compositores posteriores a Verdi encontraron un lugar permanente
dentro del mismo.
Dos óperas que entraron a formar parte del repertorio fueron Cavalleria rustica,111
(Caballería rústica, 1890) de Pietro Mascagni (1863-1945) e 1 Pagliacci (Los paya-
sos, 1892) de Ruggero Leoncavallo (1858-1945), emparejadas a menudo en los cea-
tros. Son ejemplo del verismo (del italiano vero, «verdadero»), paralelo operístico dd
realismo literario. En lugar de utilizar figuras históricas o lugares remotos, el veri mo
presentaba gente cotidiana, especialmente de las clases bajas, en situaciones famil ia-
res, y representaba a menudo acontecimientos brutales o sórdidos. La música res-
ponde directamente al texto, llevado por la melodía vocal y no por las convenciones
operísticas anteriores. Aunque hoy el término se limita a óperas como éstas, a final
del siglo XIX y principios del siglo XX el verismo se utilizó ampliamente para obras de
arte, incluidas óperas que reaccionaron contra el idealismo romántico y se alejaron
de la dependencia en las convenciones. Las óperas veristas introdujeron elemenr
novedosos, ya fuese en el argumento, el verso, las formas, la armonía o el estilo me-
lódico. En este sentido más amplio, el término abarca un amplio espectro de óperas
a partir de finales del siglo XIX.
Giacomo Puccini
El compositor italiano de ópera de mayor éxito después de Verdi fue Giacomo Puc·
cini (1858-1924). Hijo de un organista de iglesia y compositor, iba destinado a se-
guir los pasos de su progenitor, pero en lugar de eso eligió centrarse en la ópe~
Tras estudiar en el Conservatorio de Milán, Puccini atrajo la atención con su pn·
mera ópera en 1884. Su tercera ópera, Manon Lescaut (1893), lo catapultó a la
fama internacional y lo consolidó como una de las estrellas ascendentes de su gene·
ración.
}.B. La ópera :y el teatro musical en la seg¿t.:..:.n.:.;.da~m.:..:.i.:..:.ta;....;d;..;de=:..l.o.cst;g~.:..;;lo...:;X~TX:;;....._ __ ,_ _ __ _ __;8~'3=5
~
Fr1111cia
En Francia no existió ninguna figura tan dominante como Verdi y Wagner lo fueron
en sus respectivos países, aunque París siguió siendo el centro principal de represen-
W:ión de obras nuevas. El subsidio estatal de los principales teatros de ópera trajo
con igo intentos ocasionales de dictar una cierta política, incluida la insistencia en la
t?presentación de obras de compositores franceses. Aunque estos esfuerzos de apoyo
a la música francesa tenían un origen nacionalista, son pocas las óperas que desarro-
llaron argumentos abiertamente nacionalistas.
Particularmente notoria fue la variedad de ofertas de los teatros musicales de Pa-
r&, donde se representaban géneros viejos y nuevos, y desde obras serias hasta entre-
rrnimienros ligeros.
836
El exotismo
Diversas óperas explotaron el interés por el exotismo, como Los pescadores de prrlas
(1863) de Georges Bizet (1838-1875), ambientada en la antigua Ceilán, la ópera bi
blica Sansón y Dalila (1877) de Camille Saint-Saens (1835-1921) y Lakmé (1 8 3)
de Delibes, sobre la relación predestinada al fracaso entre una sacerdotisa india de
Brahma y un oficial del ejército inglés que ha ocupado la India.
El exotismo y el realismo se combinan en la Carmen de Bizet, estrenada en la
Opéra-Comique en 1875. No está ambientada en Asia sino en España, considerada
exótica por los parisinos a pesar de su proximidad. Clasificada originalmente como
ópera cómica (aunque Bizet nunca la llamó así) por contener diálogos hablados (con
l§: La ópera y el teatro musical en la segunda mitad del siglo XIX 837
vertidos más tarde en recitativos), consistía en un drama intenso y realista que concluía
con un trágico asesinato. Que una ópera así fuese llamada «cómica» demuestra que la
distinción entre ópera y ópera cómica no era más que un aspecto trivial.
El sabor hispano estaba encarnado especialmente en el personaje de Carmen, una
gitana que trabaja en una fábrica de tabaco y vive únicamente para el placer del mo-
mento. Su vestuario sugerente y su conducta, sexualidad y lenguaje provocativo, así
como la música de Bizet, la caracterizan como alguien ajeno a la sociedad conven-
cional y la tornan a la vez peligrosa y tentadora. Bizet tomó tres melodías auténtica-
mente españolas, incluida la famosa habanera de Carmen L'amour est un oiseau rebe-
lle (El amor es un pájaro rebelde). Pero la mayor parte de la música de sonido
español es una invención del propio Bizet, fundiendo elementos asociados a la músi-
ca gitana o española con el moderno estilo francés. Como se muestra en el ejem-
plo 28.4, un motivo vinculado al destino de Carmen hace hincapié en las segundas
aumentadas, consideradas sello distintivo de la música de los gitanos, mientras una
variante del mismo motivo acompaña la primera entrada en escena de Carmen. Ella
seduce a Don José, cabo del ejército de recta conducta, cantando una seguidilla, un
cípo de canción española en rápido compás ternario. El esquema del acompaña-
miento imita el rasgueo de una guitarra, la melodía vocal hace uso de melismas y de
notas ágiles, y la armonía sugiere el modo frigio, todos ellos rasgos convencional-
mente asociados a la música española. El argumento suscitó la indignación entre al-
gunos de los asistentes al estreno -un crítico escribió que Bizet «había descendido a
las cloacas de la sociedad» para crear su heroína-, pero la ópera tuvo éxito y ha pa-
sado a er la más popular de todos los tiempos.
Mientras el gobierno controlaba los teatros serios, la opéra bouffe acostumbraba asa-
tirizar sobre la sociedad francesa con mayor libertad. Este género nuevo surgió en la
década de 1850, durante el Segundo Imperio, y puso de manifiesto los elemento
más agudos, ingeniosos y satíricos de la ópera cómica. Su fundador fue Jacques Of-
fenbach (1819-1880), quien llegó incluso a introducir a los dioses bailando un can-
cán en su Orphée aux enfers (Orfeo en los infiernos, 1858). Su obra influyó en el de-
sarrollo de la ópera cómica en Inglaterra, Viena, Estados Unidos y otros lugar
(véase más adelante). El perenne encamo de la música de Offenbach debe mucho a
sus melodías y ritmos atractivos, a sus texturas y armonías simples y a sus esque~
formales convencionales. Pero esta cualidad engañosamente ingenua envuelve con
frecuencia un ácido ingenio capaz de realizar una sátira tanto de las convenciones
operísticas como de las sociales.
París era también célebre por sus teatros musicales populares. Cabarets como d
Chat Noir (Gato Negro, abierto en 1881) eran clubes nocturnos en los que se incer-
pretaban composiciones breves, bailes, canciones y poesías serias o cómicas, a menu·
do con la intención de fomentar la innovación y de aproximar a artistas y público
entre sí. Un café-concierto combinaba el servicio de comidas y bebidas de una cafe-
tería con el entretenimiento musical, que por lo general constaba de canciones sobre
asuntos sentimentales, cómicos o políticos. El Folies-Bergere, el Moulin Rouge y
otras grandes salas de conciertos ofrecían distintos tipos de entretenimiento, como
las revues (revistas), espectáculos que aunaban bailes, canciones, comedias y otros
eventos, a menudo vinculados por un tema común. De la gran ópera a los music
halls, la gama de ofertas de París era inmensa y los oyentes con gustos amplios po-
dían degustar la Ópera, un cabaret y el Moulin Rouge, todo en la misma semana.
Rusia
Cuando el zar Alejandro II emancipó a los siervos en 1861, lo hizo como parte de un
esfuerzo más amplio por modernizar Rusia y ponerla al nivel de la Europa occidental.
Existieron dos principales concepciones de la modernización: los nacionalistas o «esla·
vófilos» idealizaban la especificidad de Rusia, mientras que los internacionalistas u
«occidemalistas» buscaban adoptar la tecnología y educación occidentales. Esta dico-
tomía ha sido aplicada a menudo a las escuelas de los compositores rusos, aunque
-
JB. La ópera r el teatro musical en la Sef{unda mitad del siglo XIX 839
conduce a confusión, porque todos aquellos que compusieron óperas, ballets, sinfonías
0
sonatas estaban adaptando géneros y enfoques occidentales, con independencia de
su estilo. Por el contrario, puede establecerse una distinción entre los compositores
que persiguieron una formación profesional a la manera occidental y aquellos que se
opusieron al estudio académico como una amenaza a su propia originalidad.
Entre los primeros, una figura clave fue Anton Rubinstein (1829-1894), pianista
virtuoso y prolífico compositor, que fundó el Conservatorio de San Petersburgo en
1862, con un programa de formación basado en el modelo occidental. Su hermano
pianista, Nikolai Rubinstein (1835-1881), fundó el Conservatorio de Moscú en 1866
sobre pautas similares. El trabajo de ambos elevó el nivel de la profesión de músico
n roda Rusia y condujo a una fuerte tradición de pianistas, violinistas, compositores
y otros músicos rusos que continúa hasta el día de hoy.
El compositor ruso más destacado del siglo XIX fue Piotr Ilich Chaikovsky (1840-
1893). Estudió con Anton Rubinstein en el Conservatorio de San Petersburgo, fue
uno de sus primeros alumnos en graduarse y enseñó en el Conservatorio de Moscú
durante doce años. De 1878 en adelante se ganó la vida únicamente como composi-
tor, apoyado hasta 1890 por el generoso estipendio de una viuda pudiente y miste-
riosa, Nadezhda von Meck, a quien nunca vio en persona. Chaikovsky buscó recon-
iliar las tendencias nacionalistas e internacionalistas de la música rusa y extrajo sus
modelos de Beethoven, Schubert, Schumann y de otros compositores occidentales,
así como de la música folclórica y popular rusa. Escribió una gran cantidad de músi-
ca para la escena, incluida música incidental, ballets y óperas. Sus otras obras se tra-
wán en el capítulo 29.
Las dos óperas más importantes de Chaikovsky están basadas en textos de Push-
kin. Eugene Onegin (1879) es notable por penetrar en las pasiones de sus personajes
y por la manera de generar numerosos temas a partir de un motivo germinal anun-
ciado por primera vez en el preludio orquestal. La ópera contiene música folclórica
en Íos coros de campesinos, pero también otro tipo de música nacionalista: sus per-
sonajes principales pertenecen a la aristocracia terrateniente y cantan en un estilo
inspirado en la práctica musical doméstica de este estrato de la sociedad rusa. En La
rti11a de picas (1890), Chaikovsky se adecuó a la atmósfera macabra de la narración
de Pushkin y recreó el espíritu de la Rusia de Catalina la Grande, en el siglo XVIII,
tomando ideas musicales de ese periodo. Estas óperas muestran que los estilos y ma-
teriales utilizados por los compositores con el fin de proporcionar un sabor nacional
no e limitaban a la música folclórica, aunque los occidentales no sean capaces de re-
conocer las alusiones a otros tipos de música rusa.
Chaikovsky tuvo un éxito espectacular con sus ballets El lago de los cisnes (1876),
la bella durmiente (1889) y El cascanueces (1892), que son sus ballets más famosos y
840
Chaikovsky fue el compositor ruso más importante del siglo XIX, tanto en su país
como en Europa occidental. Combinó el legado ruso con influencias de la ópera ita-
liana, el ballet francés y la sinfonía y la canción alemanas.
Chaikovsky nació en una provincia lejana de Rusia, aunque se desplazó con su fa-
milia a San Petersburgo, donde se graduó en la Facultad de Derecho a los diecinueve
años, destinado a hacer carrera en el gobierno. Tras cuatro años como funcionario, se
matriculó en el Conservatorio de San Petersburgo, donde estudió con su fundador
Anton Rubinstein y fue uno de los primeros estudiantes en licenciarse. Encontró rá-
pidamente un puesto como enseñante en el Conservatorio de Moscú, donde perma-
neció durante doce años.
Mientras que Chaikovsky desarrolló una trayectoria profesional exitosa, su vida
personal estuvo dominada por el caos. Además de una serie de depresiones y una
constante preocupación por el dinero, se sintió perturbado cuando descubrió su ho-
mosexualidad. En 1877 intentó escapar de ello mediante un precipitado matrimonio
con Antonina Milyukova, una mujer atractiva y económicamente independiente,
pero la unión demostró ser desastrosa. Al borde de un ataque de nervios y temiendo
la pérdida de creatividad, huyó a San Petersburgo dos meses más tarde, aunque nunca
llegó a divorciarse. En torno a la misma época, Chaikovsky formó otra relación que
cambió su vida. Nadezha von Meck, una viuda pudiente y cautivada por su música.
se convirtió en su sostén financiero y su interlocutor intelectual, si bien ambos se cui-
daron de no verse nunca. Su mecenazgo durante más de trece años le permitió aban-
donar su puesto docente en 1878 y dedicarse enteramente a la composición. La lectu-
ra de su voluminosa correspondencia permite una extraordinaria penetración en su
pensamiento y la personalidad.
Chaikovsky viajó por toda Europa como director de orquesta. En la primavera de
1891 realizó una breve gira por los Estados Unidos, participando en las ceremonias
de inauguración del Carnegie Hall de Nueva York. Estaba en la cima de su fama
cuando dirigió el estreno de su Sexta Sinfonía en octubre de 1893. Sin embargo, nue-
ve días más tarde falleció tras una breve e inexplicable enfermedad, lo cual indujo a
algunos a ver la sinfonía y otras obras de su último año como una premonición de su
muerte.
Obras principales: Ocho óperas, incluida Eugen Oneguin y La reina de picas; tr
ballets, El lago de los cisnes, La bella durmiente y El cascanueces; seis sinfonías; do n-
ciertos para piano; un concierto para violín; poemas sinfónicos y oberturas, incluidas
Romeo y julieta y la Obertura 1812; música de cámara y canciones.
los representados con mayor frecuencia del repertorio permanente. Para sus ball •
Chaikovsky encontró un estilo que combinaba las melodías susurradas con una or·
questación llena de colorido y perfectamente adecuada a la atmósfera de cuenro de
hadas de las historias y los gestos del ballet clásico.
-
.zs. La ópera y el teatro musical en la segunda mitad del siglo XIX 841
Modest Musorgsky
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - -- -
El Puñado Poderoso
En unas memorias de 1909, el crítico y compositor César Cui recordaba las reunio-
nes de casi cincuenta años antes, cuando el círculo en torno a Mily Balakirev se reu-
nía para estudiar minuciosamente las partituras y discutir sobre música. Se oponían
a la corrección académica, apreciaban a los compositores más progresistas de Europa
occidental y se veían a sí mismos como parte de esa corriente internacional.
Formdbamos un círculo muy unido de jóvenes compositores. Y, puesto que no había fÍl>n-
de estudiar (el conservatorio no existía aún), iniciamos nuestra autoeducación. ConsislÍ4
en tocar todo aquello que los mds grandes compositores habían escrito, sometiendo todas
sus obras a nuestra crítica y andlisis en todos sus aspectos técnicos y creativos. Éramos jótit-
nes y nuestros juicios eran severos. No teníamos ningún respeto en nuestra actitud had4
Mozart o Mendelssohn; a éste lo compardbamos con Schumann, ignorado entonces por
todos. Éramos entusiastas absolutos de Liszt y de Berlioz. Adordbamos a Chopin y 1
Glinka. Continudbamos con encendidos debates (en el curso de los cuales nos beblamos
de un trago hasta cuatro o cinco tazas de té con mermelada), discutíamos la forma mun·
cal la música programdtica, la música vocal y especialmente la forma operística.
De César Cui, «Pervye kompozitorskie shagi Ts. A. Kiui», en lsbrannye stat'l (Leningrado: Muzga,
1952), 544.
dicas líricas y de un fraseo simétrico, aunque evita al mismo tiempo las convencio-
nes del recitativo. Buscó un perfil melódico más próximo a las canciones folclóri-
cas rusas, que progresan por lo general en un ámbito relativamente estrecho, as-
cienden al comienzo de las frases y descienden hacia las cadencias, y repiten a
menudo uno o dos motivos melódicos o rítmicos. Todas estas características son
evidentes en este ejemplo.
La armonía de Musorgsky es esencialmente tonal y proyecta una clara sensación
de la tonalidad elegida, pero en muchos aspectos es muy original e incluso revolucio-
naria. Yuxtapone con frecuencia armonías distantes entre sí o llenas de colorido, ge-
neralmente vinculadas por un tono común. Una de tales progresiones es la secuencia
en Do menor, La bemol menor y Sol mayor del ejemplo 28.5a, que consta de dos
emparejamientos que se convirtieron en ingredientes básicos de las bandas sonoras
funtasmagóricas y sombrías del cine del siglo XX: dos tríadas menores cuyas funda-
mentales se hallan a la distancia de una tercera mayor (Do y La bemol menor, que
comparten Mi bemol), y un tríada menor y una mayor con un tercer grado común
(La bemol menor y Sol mayor comparten Do bemol/Si) . Otros ejemplos, mostrados
en el ejemplo 28.5b y c, son los acordes iniciales de la escena de la coronación, dos
acordes de séptima dominante cuyas fundamentales están a un tritono de distancia y
tienen dos notas en común (aquí, Do y Sol bemol/Fa sostenido), y tres tríadas ma-
yores relacionadas por terceras (aquí, Mi, Do y La mayor) que tienen un tono co-
mún y se usan en sucesión para armonizarlo. Estos tipos de progresión de acordes no
n el resultado de una experimentación ingenua, como algunos han imputado a
Musorgsky, sino que demuestran una concepción intelectual de la composición y su
fam iliaridad con Liszt, Glinka y otros compositores, que habían utilizado tales pro-
gre mnes.
Otro rasgo característico de Musorgsky y de gran parte de la música rusa es la
rnposición en grandes bloques de material. Ello puede decirse de toda la ópera: en
lugar de desarrollar continuamente una acción, Boris Godunov consiste en una serie
de episodios que se mantienen unidos mediante una ilación épica y la figura central
del zar. Pero la yuxtaposición de bloques es también evidente en la escena de la coro-
nación. La sección inicial elabora los dos acordes mostrados en el ejemplo 28.5b, al-
canzado por dos veces un clímax de actividad e intensidad. Después, en el ejem-
plo 28.Sc se inicia una sección de rápidas yuxtaposiciones, en las que cada pocos
compases Musorgsky cambia la figuración y la tonalidad aparente, hasta que el coro
canta una canción folclórica en Do mayor, acompañada por la primera armonía tra-
dicional de la escena. Musorgsky utiliza rara vez melodías folclóricas de su tiempo;
CSta tonada añade un elemento de realismo, como lo hacen las campanas que resue-
nan constantemente hasta este punto, al igual que las campanas de las iglesias de
Mo ú.
844
zlo - vye - shchim pryed chuv - stvi-yem sko - val mnye serd - tse.
Mi alma sufte. Alguna clase de temor involuntario ha sofocado mi corazón con premonicw-
nes ominosas.
11 -
.
Da zdrav-stvu-yet Tsar Bo-ris Fe o - do-ro-vich!
f\ Tpts. +Hns.
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Nikolai Rimski-Korsakov
Rimski-Korsakov estudió música con profesores privados y con Balakirev, mientras ha-
cía carrera en la armada rusa. En 1871, pasó a ser profesor del Conservatorio de San
Petersburgo y abandonó la filiación antiacadémica del círculo de Balakirev. Pronto se
dio cuenta de lo mucho que tenía que aprender antes de poder enseñar teoría de la
música; se quemó las cejas para mantenerse por delante de sus alumnos y más tarde se
describió a sí mismo como uno de los mejores alumnos del Conservatorio. También se
convirtió en un activo director de orquesta y en un maestro de la orquestación.
Paradójicamente, la profesionalidad de Rimski-Korsakov garantizó la continui-
dad de una escuela específicamente rusa. Editó, completó y orquestó obras de Glin-
ka, Musorgsky, Borodin, entre otros, lo que contribuyó a asegurar su conservación.
Como director de orquesta en Rusia y en Europa occidental, defendió la música
rusa. También escribió el texto sobre armonía más utilizado en Rusia y un manual
d orquestación, además de enseñar a algunos de los compositores más importantes
de la generación siguiente, como Aleksander Glazunov e Igor Strawinsky.
Rimski-Korsakov demostró su pertinaz interés por la música nacional en el arreglo
y edición de dos colecciones de canciones folclóricas (1875-1882) y la incorporación
de melodías populares y sus características melódicas a sus propias composiciones.
Aunque mejor conocido en Occidente por sus obras orquestales, fue antes que nada
un compositor de ópera. Algunas de sus quince óperas se basan en la historia, los dra-
mas, los poemas épicos y los cuentos folclóricos rusos. En muchas de ellas, incluido el
poema épico Sadko (1895-1897) y las óperas sobre cuentos de hadas Zar Saltan
(1 99-1900) y El gallito dorado (1906-1907), hizo alternar un estilo diatónico y a
menudo modal para el mundo cotidiano con un estilo ligeramente cromático y «fan-
tástico», que sugería un mundo de seres sobrenaturales y apariciones mágicas.
Un elemento clave del estilo fantástico fue el uso de escalas o series de tonos en
las que la misma secuencia de intervalos aparecía varias veces, de manera que existie-
ra más de un centro tonal posible. La más simple de estas escalas es la escala de tonos
mln'os (o serie de tonos enteros), que consta únicamente de grados por tonos enteros;
otra es la escala octatónica (o serie octatónica), que hace alternar grados por tonos en-
n:ro y medios tonos. Ambas se muestran en el ejemplo 28.6. Mientras que cada una
de las doce escalas mayores contiene una única serie de siete notas, existen solamente
do series de tonos enteros y tres series octatónicas, mostradas en el ejemplo; cual-
quier otra transcripción de estas escalas reproducirá simplemente las mismas notas
qu una de las escalas mostradas aquí (asumiendo la equivalencia enarmónica).
~o que carecen de la fuerte gravitación hacia la tónica característica de las escalas
diatónicas, las escalas de tonos enteros y octatónicas generan una sensación de sus-
pcn ión o una atmósfera ultramundana. Su secreto consiste en dividir la octava en
unidades iguales; como se muestra en el ejemplo, la escala de tonos enteros consta de
dos tríadas aumentadas (que dividen la octava en tres terceras mayores) y la escala
octarónica comprende dos acordes de séptima disminuida (que dividen la octava en
846
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b. Escalas octatónicas
La influencia rusa
principios del siglo XX, atraídos especialmente por la construcción en bloques, los
timbres orquestales, el uso de la modalidad y las escalas artificiales, todas ellas carac-
terísticas rusas. En menos de un siglo, la música rusa pasó de ser periférica a formar
parre de una de las principales corrientes de la música occidental.
Otras naciones
Bohemia
u forma adoptada por la ópera en cada nación dependía de las circunstancias par-
ckulares. En Polonia, gobernada entonces por Rusia, la ópera formaba parte de un
resurgir cultural nacional. Stanislaw Moniuszko (1819-1872) inauguró una tradi-
ción de ópera nacional polaca con Halka (1848, revisada en 1858). España, por su
lado se había mantenido durante siglos apartada y periférica con respecto a las co-
rrientes de Francia, Italia y Alemania. Felipe Pedrell (1841-1922) desencadenó un
renacimiento nacionalista con sus ediciones de compositores españoles del siglo XVI
y on sus óperas, siendo Los Pirineos (1891) la principal de ellas. Gran Bretaña esta-
ba dominada por la ópera foránea, a pesar de los repetidos intentos por crear una
tradición operística nacional en lengua vernácula. Entre las óperas británicas más
importantes se cuentan las seis de Ethel Smyth (1858-1944), mejor conocido por
The Wreckers (1904). En Nueva York, la Metropolitan Opera Company abrió sus
pu rtas en 1883, con el fin de representar en toda su amplitud la ópera europea, si
bi 11 los compositores nativos apenas se atrevían con el género. El primer composi-
IOr de ópera del Nuevo Mundo reconocido internacionalmente fue Antonio Carlos
Comes (1836-1896), de Brasil, quien había cosechado éxitos tempranos con dos
óperas en portugués, aunque ninguna pasó a formar pare del repertorio permanen-
IC. us óperas tardías fueron escritas en Italia y en italiano. Su obra maestra es JI
Giutrany (1870), sobre un asunto brasileño centrado en la reconciliación entre los
?'d!os aborígenes y los colonizadores portugueses, pero el estilo es esencialmente
italiano.
850
La opereta
Sin embargo, en las formas más ligeras de teatro musical, éste no era el caso, pues es-
tas formas florecieron en casi todos los países. La opereta -un tipo nuevo de ópe!l
ligera con diálogos hablados derivado de la opéra boujfe de Offenbach- fue un en-
tretenimiento evidente, en el que el nacionalismo no venía al caso. Podía ser a la vez
divertida y romántica, así como parodiar las convenciones de la ópera, aunque las
usaba de manera sincera cuando resultaba apropiado. Los grandes maestros de la
opereta de la generación posterior a Offenbach fueron el vienés Johann Strauss hijo
(1825-1899), conocido por Die Fledermaus (El murciélago, 1874) y, en Inglaterra, d
equipo formado por W S. Gilbert (libretista) y Arthur Sullivan (compositor, 1842-
1900). Sullivan deseaba ser reconocido como compositor serio, pero su ópera sobre
Ivanhoe (1891), de Walter Scott, no alcanzó en ningún lugar el éxito de sus colabo-
raciones con Gilbert, especialmente HMS Pinafore (1878), The Pirates of P(11z.ttna
(Los piratas de Penzance, 1879) y The Mikado (1885).
El coro y conjunto vocal When the foeman bares steel, de The Pirates ofPenza11rt,
es un buen ejemplo del humor de Gilbert y Sullivan. Todo sigue las convenciones
pero sucede de manera errónea y extraña. Cuando los policías se preparan para mar·
char sobre una banda de piratas, cantan un coro vehemente y compuesto en un rit·
mo marcial con puntillo. Los hombres, no obstante, admiten abiertamente que
están aterrorizados ante la perspectiva de la batalla y que sencillamente están ocuI.
tanda su temor. Mabel -una bella joven- y una mujer del coro, cantando una
melodía conmovedora, urgen a los policías a sufrir la muerte por alcanzar la gloria.
La policía no se alegra por este mensaje, pero deciden que sería una falta de educa·
ción protestar. En el clímax, los dos coros cantan sus melodías en contrapunto, una
hilarante yuxtaposición de estilos opuestos y una parodia de las convenciones de los
conjuntos vocales operísticos, en los que todos cantan juntos sobre el escenario.
Cuando la policía sigue cantando sobre su marcha a la refriega, el general en jefe ad·
vierte que no han salido todavía («Yes, but you don't go!», observa con cierta irrita·
ción). Los papeles habituales de hombres y mujeres en la ópera, las llamadas a la glo-
ria, la tendencia a cantar durante un buen rato acerca de acometer una acción antes
de hacerlo y otros rasgos conocidos se ridiculizan sin piedad. En toda la obra, Sulli·
van adapta estilos y gestos al texto, en una sátira que demuestra su dominio de una
amplia gama de estilos.
~ la ópera y el teatro musical en la se'(Unda mitad del siglo XIX 851
Además de la ópera y las formas relacionadas con ella, otros tipos de teatro musical
florecieron por toda Europa y América. Ya hemos mencionado el ballet en Francia y
Rusia, además de los cabarets, los cafés y los clubes nocturnos de París.
Las formas particulares de entretenimiento variaban de lugar en lugar, pero esta
variedad de teatro musical puede ilustrarse con una foto instantánea de Estados Uni-
dos en la segunda mitad del siglo XIX. La ópera europea se escuchaba en diversas ciu-
dades importantes, tanto en su idioma original como en traducciones. Los minstrel
shows seguían existiendo (véase capítulo 26) y ahora incluían compañías exclusiva-
mente de negros, así como de animadores blancos con la cara pintada de negro. Las
operetas se importaban de Europa -de hecho, The Pirates ofPenzance se estrenó en
Nueva York-, mientras que los compositores autóctonos escribían las suyas propias,
incluida El capitdn de John Philip Sousa (1854-1932). Un pastiche llamado The
Black Crook (El negro sinvergüenza, 1866) combinó un melodrama con la visita de
una compañía francesa de ballet, obtuvo un tremendo éxito financiero y llevó a cabo
giras durante años, interpolando una y otra vez nuevo material para mantenerse ac-
rual. Otro gran éxito fue Evangeline (1874), con música de Edward E. Rice, la pri-
mera «comedia musical» y antecesor del musical moderno (véase capítulo 30). Los
cantantes cómicos Ned Harrigan (1844-1911) y Tony Hart (1855-1891) colabora-
ron con el compositor David Braham en breves piezas cómicas y obras musicales, a
menudo centradas en los caracteres étnicos irlandeses, italianos y de otros lugares.
cando los espectáculos de variedades fuera de las tabernas y llevándolos a music
hall6 donde las mujeres respetables podían asistir, el empresario de teatro de Nueva
York Tony Pastor (1837-1908) inventó lo que llegó a conocerse como vodevil, la
principal forma de entretenimiento musical de los Estados Unidos hasta que las pelí-
cul sonoras los sustituyeron a finales de los años veinte.
En todas estas iniciativas, el objetivo era agradar al público y ganar tanto dinero
como fuese posible. En este y otros aspectos, estas formas de teatro musical podrían
rtmontar e a los teatros públicos de ópera de la Venecia del siglo XVII (véase capítu-
lo 14).
crdi y Wagner elevaron la ópera en sus naciones respectivas a una altura nunca su-
perada. incluso durante su vida consiguieron una permanencia y un protagonismo
en el repertorio de ópera semejante al de Handel en el oratorio y al de Beethoven en
~ infonfa. Los fragmentos de óperas de Wagner se convirtieron también en ingre-
dientes básicos de los conciertos para orquesta desde entonces, cuando la ejecución
completa de una ópera era aún algo inusual y muchos fragmentos se conocían mejor
852
en ese formato. Puccini es entre los italianos el único compositor después de Verdi
que ha conservado un puesto de primera línea en el repertorio de ópera internacio-
nal. Los compositores de ópera de otros países encontraron un espacio en sus tradi-
ciones nacionales, y algunas de sus obras pasaron a formar parte del repertorio inter-
nacional permanente, en particular el Fausto de Gounod, Carmen de Bizet, Eugen~
Onegín y La Reina de picas de Chaikovsky, Boris Godunov de Musorgsky y La novia
vendida de Smetana.
El nacionalismo fue la preocupación principal de la ópera del siglo XIX y continúa
afectando a la recepción de buena parte de esta música tanto de un modo positivo
como negativo. El más nacionalista de los compositores del siglo XIX, Wagner, ocultó
su nacionalismo con una afirmación universalista, y la entusiasta respuesta de los crí-
ticos de Alemania, Inglaterra e incluso de Francia ha erovocado que el nacionalismo
sólo pueda oírse cuando los compositores se distancian deliberadamente de la «co-
rriente dominante» alemana. De los compositores de los países periféricos, de de
Rusia hasta América Latina, se espera que escriban música nacional y aquellos que lo
hacen se ven recompensados por una audiencia internacional; sin embargo, en algu-
nos aspectos, esto hace que sus productos no dejen de ser exóticos y significa que
nunca podrán ser tan centrales como los compositores de Alemania, Austria, Francia
o Italia.
Mientras tanto, la brecha entre el teatro musical de elite y el popular se convirtió
en insalvable en este periodo y ha continuado ensanchándose. Verdi todavía era <;a-
paz de atraer a los entendidos a la vez que agradaba al gran público, pero la seriedad
elevada de Wagner y de muchas otras óperas no iba dirigida al entretenimiento po-
pular. Los géneros populares creados como reacción, de la opereta al vodevil, aumen-
taron en importancia y subyacen en gran parte de la música del siglo XX. Y sin em-
bargo, la ópera siguió siendo una referencia constante, puesto que casi todas las
técnicas expresivas del lenguaje musical se crearon para la ópera y estas técnicas por·
tan aún significados que se emplean hoy en la música del cine, la televisión y en
otros medios de comunicación.
29. El Romanticismo tardío en Alemania y en Aush"ia
Durante la segunda mitad del siglo XIX, el mundo musical occidental se diversificó
como resultado de una mayor ampliación y segmentación del público musical. El
aumento del interés por la música del pasado se equilibró con el nacimiento de nue-
vos estilos en la música de concierto y por una creciente seriedad dentro de las salas
de conciertos; a su vez, las formas nuevas de la música de entretenimiento ensancha-
ron el abismo entre la música clásica y la popular. En este ~apítulo nos centraremos
n la tradición clásica en Alemania y examinaremos de qué manera el debate entre
los partidarios de Johannes Brahms y de Richard Wagner cristalizó en una fuerte es-
cisión dentro de la música alemana. En el capítulo siguiente analizaremos las tradi-
ciones nacionales de Francia y Europa del este y del norte, y exploraremos la división
cncre corrientes clásicas y populares, en particular penetrando en la vida musical de
los Estados Unidos.
Dfrotomias y disputas
La tnúsica desde 1850 tiene un aspecto más variopinto que en las épocas anteriores,
sencillamente porque los testimonios históricos son más completos y se ha conserva-
do una gama más amplia de música. Esta mayor diversidad no es sólo una ilusión.
Diversos factores entraron en combinación para convertir al siglo XIX en el periodo
~ás variado hasta entonces, sólo sobrepasado por el todavía más diversificado
siglo XX.
Antes del siglo XIX, la mayor parte de la música interpretada se había compuesto
~ vida de los intérpretes, con excepción de los cantos, los corales y los himnos de la
iglesia. En 1850, los conciertos para orquesta, de cámara, corales y de otros tipos se
concentraron cada vez más en un repertorio de clásicos musicales, y en cada década
nueva la proporción de obras antiguas aumentó (véase capítulo 25). El estable .
miento de un repertorio clásico permanente es quizá el factor de repercusión musi:
más importante de la segunda mitad del siglo XIX, pues tuvo numerosos efectos rnás
allá de los programas de los conciertos.
Paralelamente al nacimiento de un repertorio clásico, se intensificó el interés po
la música del pasado. La nueva disciplina de la musicología se creó con el fin de ~
tudiar y clasificar la música de las generaciones anteriores. Los estudiosos sacaron a
la luz y publicaron la música de los grandes compositores de épocas pasadas, tirando
ediciones de las obras completas de Bach, Handel, Palestrina, Mozart, Schütz y Las..
so, así como de los maestros de la primera mitad del siglo XIX, como Beethovcn.
Mendelssohn, Chopin, Schumann y Schubert. Estas ediciones y muchas otras me-
nos integrales y pensadas para la interpretación contribuyeron a formar un canon de
compositores cuya música configuraba el centro del repertorio y la corriente domi-
nante de la historia de la música. La mayoría de estos compositores eran alemanes y
sus ediciones se publicaron por estudiosos y editores alemanes, que vincularon con
el nacionalismo el resurgir de la música del pasado; las ediciones alemanas de Pal
trina y de Chopin fueron notables por dotar a estos compositores de un estatus ca-
nónico a pesar de su nacionalidad. La música menos conocida del Renacimiemo y
del Barroco fue recopilada en series tales como Denkmaler der Tonkunst (Monumen-
tos del arte de la música, iniciada en 1869), Denkmaler deutscher Tonkunst (Monu.
mentos de la música alemana, iniciada en 1892) y Denkmaler der Tonkunst in Óstt-
rreich (Monumentos de la música en Austria, iniciada en 1894). Más tarde 1
estudiosos y las editoriales de fuera de Alemania comenzaron a producir edicione de
música de sus propios maestros históricos, incluidos Purcell en Inglaterra y Grétry
Rameau en Francia.
De ese modo, en la segunda mitad del siglo XIX, intérpretes y público tenían a
disposición no sólo la música más reciente y las obras del repertorio estándar, ino
una provisión en aumento de música más antigua que, paradójicamente, era nut."VI
para ellos y satisfacía el deseo de algunos de escuchar ri,uevas piezas junto a otras co-
nocidas. Desde el momento en el que el repertorio de un coro podía incluir música
seleccionada de los cuatro siglos anteriores y un pianista podía interpretar obras d
de Bach hasta el presente en un único concierto, podemos afirmar con certeza que
nada aproximado a tal variedad de estilos había estado antes presente imultánca-
mente en la tradición interpretativa.
La continua presencia de música más antigua planteó problemas a los compo ico-
res vivos. ¿Cómo podían gestarse obras nuevas que atrajesen a una audiencia acos·
tumbrada por encima de todo a escuchar una música que ya les resultaba familiar .. la
mayor parte compuesta una o más generaciones antes? Los compositores respond1~
ron de distintos modos. Algunos, como Brahms, compitieron con los maestros clás1·
cos en su propio terreno, escribiendo sinfonías y obras de cámara dignas de situarse
junto a las de Beethoven, y canciones y piezas para piano que podían rivalizar con
) !}. El Romanticismo tardío en Alemania y en Austria 855
las de Schubert, Schumann y Chopin. Otros, como Wagner y Liszt, vieron el legado
de Beethoven como un punto de partida en una dirección diferente, hacia géneros
nuevos como el drama musical y los poemas sinfónicos. En los países de lengua ale-
mana, la disputa se polarizó en torno a Brahms y a Wagner, y a las dicotomías entre
rnúsica absoluta y música programática, entre tradición e innovación, y entre los gé-
neros y formas clásicos y los géneros nuevos. Lo que parece claro, mirando retros-
pectivamente, es que los partidarios de ambos bandos compartían el objetivo común
de establecer un nexo con Beethoven, atraer a públicos que conocían las obras maes-
tras clásicas y asegurar un lugar para su propia música en un repertorio permanente
cada vez más saturado. Toda esta música pasó a conocerse como música clásica por-
que fue escrita para intérpretes similares a los que ejecutaban las obras representadas
en el repertorio clásico y estaba pensada para ser interpretada junto a éstas.
Aunque el repertorio clásico se concentró en los compositores de las áreas de ha-
bla alemana, éste se interpretaba en distinta medida en las salas de conciertos de Eu-
ropa y de América. En consecuencia, los compositores de otros países se encontraron
1ambién compitiendo con los clásicos y afrontando cuestiones de identidad nacio-
nal.
El nacionalismo era una fuerza tan poderosa en la música instrumental, la can-
ción y la música coral como lo era en la ópera. El sabor nacional se valoraba en gran
medida como evidencia de la autenticidad y la distinción de un compositor. La bús-
queda de un pasado musical era en parte un síntoma nacionalista. Los compositores
alemanes y franceses lo encontraron en sus tradiciones escritas, así como en el folclo-
re; por ejemplo, Brahms extrajo su inspiración de Schütz, Bach, Beethoven y otros
precursores alemanes. Los europeos del este y del norte encontraron un pasado utili-
zable, en primer lugar, en la incorporación de aspectos de la tradición no escrita de
música folclórica de sus propios p,aíses (véase capítulo 30). El nacionalismo no fue
un intento de romper totalmente con la tradición occidental, sino un modo de asu-
mirla ofreciendo un sabor distintivo que pudiera aceptarse como parte del repertorio
internacional. Los compositores de todas partes tenían la elección de hacer hincapié
n su nacionalidad y de hacerlo hasta un grado determinado. En las naciones más
alejadas del centro, como Rusia y Estados Unidos, los compositores se ubicaban en
di tintos puntos de un continuum entre orientaciones nacionalistas e internacionalis-
ias, dependiendo del grado del énfasis puesto en los elementos específicamente na-
cionalistas de su música.
En el capítulo 28 vimos cómo, cuando la ópera se volvió más seria, el entrete-
nimiento teatral más ligero reaccionó en respuesta, desde la opereta hasta el caba-
r l y el vodevil. En la música instrumental, la canción y la música coral, se abrió
~imismo un abismo cada vez más amplio entre la música clásica y la música pen-
da para el consumo popular, tanto en los conciertos como en las publicaciones
para la práctica musical doméstica. Esta dicotomía se ha expresado con diversos
términos y con distintos matices de significado: lo clásico frente a lo popular, lo
erio frente a lo ligero, lo culto frente a lo vernáculo, lo elevado frente a lo llano.
856
Aunque, a principios del siglo XIX, Beethoven era capaz de escribir ambos cipo de
música -sinfonías y cuartetos de cuerda por un lado, rondós ligeros y arreglos de
canciones folclóricas por el otro-, este amplio espectro fue cada vez más infrt·
cuente en los compositores de la segunda mitad del siglo, que tendieron a especia-
lizarse en un único tipo de música. Mientras Brahms y Bruckner escribían sus in·
fonías en Viena, Johann Strauss hijo, conocido como «El rey del vals», componfa
cientos de valses, galopes y otras danzas en la misma ciudad, para su interpretación
en grandes bailes y conciertos, como el concierto al aire libre. Los estilos clásicos Y
populares se separaron gradualmente, hasta que en las primeras décadas del siglo
XX había mucho menos en común entre una sinfonía y una canción popular que
en los días de Mozart.
---
29
, El Romanticismo tardío en Alemania y en Austria
Todas estas dicotomías -entre obras y estilos musicales antiguos y nuevos, entre
857
Jobmmes Brahms
Brihms sabía que sus sinfonías tendrían que alcanzar el nivel establecido por Bee-
idtovcn. «¡Nunca escribiré una sinfonía!», exclamó en 1870. «No tenéis idea de cómo
~si~nte alguien como yo cuando escucha a un gigante de tal calibre caminando tras
ob t1 todo el tiempo.» De hecho, a sus cuarenta años sólo había terminado cuatro
ras para orquesta: dos serenatas, el Concierto para piano No. 1 en Re menor
858
(1861) y las Variaciones sobre un tema de Haydn, op. 56a (1873). Cuando por fin
compuso una sinfonía, invocó deliberadamente el modelo de Beethoven, aunque se
labró una senda propia.
Brahms escribió cuatro sinfonías. La primera, la Sinfonía No. 1 en Do menoi
op. 68, la terminó finalmente en 1876, después de trabajar en ella durante más de
, El Romanticismo tardío en Alemania y en Austria 859
29
EJE. IPLO 29.1 Tema inicial del primer movimiento de la Sinfonía No. 3, de Brahms
f passionato
sf sf sf sf
Ch., Tbn., C. Bsn.
860
EJEMPLO 29.2 Segundo tema del movimiento final de la Sinfonía No. 3, de Brahms
frase siguiente deja claro el compás de 6/4. El conflicto entre mayor y menor reapa-
rece en el movimiento final, que empieza en Fa menor y se establece en Fa mavor
sólo en la coda. El segundo tema del movimiento final, que mostramos en el ej;m.
plo 29.2, expone otro efecto métrico que resulta ser en la práctica un sello distintivo
de Brahms: el choque entre compases ternarios y binarios simultáneos.
El movimiento final de la Cuarta Sinfonía de Brahms, que se muestra en la ilus.
tración 29.1, es una chacona, forma que refleja la fascinación de Brahms por la mú.
sica barroca. Se trata a la vez de un conjunto de variaciones sobre un bajo ostinato y
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ILUSTRACIÓN 29 .1 Partitura manuscrita del comienzo de la parte final de la Sinfonía No. 4 en Mi ml-
nor, op. 98, de Brahms.
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J'}. El Romanticismo tardío en Alemania y en Austria 861
obre un esquema armónico. Brahms extrajo la figura ascendente del bajo del coro
final de la cantata de Bach Nach dir, Herr, verlanget mich, BWV 150, pero pudo te-
ner también en mente otros modelos, como la Ciacona en Mi menor de Buxtehude.
El uso de un movimiento de variaciones para poner fin a la sinfonía recuerda a la
Sinfonía Heroica de Beethoven, una de las pocas con un movimiento final parecido;
,orno Beethoven, Brahms presenta primero su línea del bajo como melodía en el re-
gistro agudo y sólo la elabora en el baj~ después. de, algunas variaciones. Otro mode-
lo posible es la chacona final de la Part1ta para V1olm solo en Re menor de Bach, que
Brahms había transcrito en 1877 como un ejercicio al piano para la mano izquierda;
cuando el ostinato llega finalmente al bajo, la figuración melódica posee un ritmo de
sarabande exactamente igual al de Bach, y las variaciones siguientes también se ase-
mejan a menudo a las de Bach, desde los ritmos con puntillo hasta el bariolage {la al-
e rnancia rápida entre dos cuerdas, una al aire y la otra pisada). El diseño de las tres
variaciones del movimiento final consiste en una amplia forma en tres partes con
una sección intermedia contrastante, lo que genera un nuevo vínculo entre ellas.
El rico tejido de alusiones es típico de Brahms. Para entender plenamente aquello
que extrae del pasado tendríamos que conocer la música de los últimos tres siglos con
Ja profundidad que él la conocía. Y, sin embargo, el movimiento final de la Cuarta
infonia resulta perfectamente claro y coherente sin necesidad de reconocer ninguna
de las referencias a otras músicas. Lo más importante es que, al fusionar elementos del
pasado reciente y del más lejano dentro de un idioma contemporáneo, Brahms fue
capaz de crear una música que suena absolutamente original, nueva e individual.
Brahms llevó el mismo sello inconfundible a sus conciertos. El Concierto para
violín en Re mayor, op. 77 (1878), posee la misma categoría que el de Beethoven
por su seriedad, envergadura y popularidad. Quizá su concierto más excelente sea el
Concierto para piano No. 2 en Si bemol mayor, op. 83 (1881), cuyos cuatro movi-
mientos y estrecha integración entre piano y orquesta lo convierten en el más sinfó-
nico de sus conciercos.
LA música de cdmara
EJEMPLO 29.3 Variación en desarrollo en el primer movimiento del Quinteto con Pirtno en Fa
menor, de Brahms
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h.
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espress.
las cttnciones
Brahm utilizó a Schubert como modelo de escritura de sus Lieder, hizo de la voz el
dtrnento fundamental y enriqueció el piano con una figuración de apoyo. Muchos de
sus 260 Lieder, como los de Schubert, siguen una forma estrófica o estrófica variada, y
algunos, como el conocido Wiegenlied (Canción de cuna, 1868), imitan el estilo de las
anciones folclóricas. Brahms escogió a menudo textos que sugerían una cierta conten-
ción emocional o un estado anímico introspectivo y elegíaco. No obstante, siempre ex-
presa una pasión absolutamente efectiva, precisamente por estar bajo control.
FJ acompañamiento del piano ofrece una textura muy variada y modifica la figu-
ración cada dos compases aproximadamente; este rasgo distingue los Lieder de
Brahm de los de Schumann o Schubert, mientras recuerda los frecuentes cambios
dc.~guras y tópicos de Mozart (véase capítulo 23). En sus canciones, como en su
D1US1ca para piano, Brahms fue uno de los escasos compositores de la segunda mitad
864
del siglo XIX que escribió una música accesible para intérpretes amateurs y a la v
interesante para los entendidos, reactivando un siglo más tarde la alquimia :
Haydn y Mozart.
El lugar de Brahms
Los wagnerianos
En 1859, el crítico musical Franz Brendel propuso el término «Nueva Escuela Al~
mana» para los compositores que, según él, lideraban nuevos desarrollos musicales.
-
19
, El .Romanticismo tardío en Alemania y en Austria
~ LECTURA DE FUENTES------- -- - - -
Líszr, po.r otra parte, argumentó en defensa de Harold en Italia, de Berlioz, que un
867
El programa sólo pretende definir de manera precisa el momento psicológico que empuja
al compositor a crear su obra y el pensamiento al que presta una forma exterior. Si por
una parte resulta pueril, ocioso, en ocasiones incluso equivocado, elaborar programas des-
pués del evento y de ese modo hacer que se desvanezca la magia, se profane el sentimiento
J se rompa con palabras el tejido mds delicado del alma, en un intento de explicar el sen-
timiento de un poema instrumental que adoptó esa forma precisamente porque su conte-
nido no podía ser expresado con palabras, imágenes e ideas; asimismo, por otra parte, el
maestro es también maestro de su obra y puede crearla bajo la influencia de impresiones
Jtfinídas que desea compartir por entero con el oyente. El sinfonista específicamente mu-
sical acompaña a sus oyentes a regiones ideales, cuya configuración y ornamento cede a la
¡,,,0 ginación individual de cada uno; en tales casos, es extremadamente peligroso desear
imponer sobre nuestros semejantes las mismas escenas o sucesiones de ideas a las que nues-
"ª propia imaginación se siente transportada. Aun así, el sinfonista-pintor que se plan-
«a reproducir con igual claridad la imagen diáfana de su mente y desarrollar una serie
Ji estados emocionales inequívoca y definitivamente latentes en su conciencia, ¿por qué
no puede, por medio de un programa, aspirar a hacerse completamente inteligible?...
En la canción han existido siempre combinaciones de música con obras literarias o
(Uilji literarias; la época actual busca una unión entre ambas que promete convertirse en
11na imión mds íntima que todas las que se han ofrecido hasta ahora.
Franz Li zr (con Carolyne von Sayn-Wittgenstein), «Berlioz und seine Haroldsymphonie», Neue
Leítschrift far Musik 43 (1855): 49-50 y 77.
tión temática, con un notable éxito artístico. Podemos ver cómo funciona en el
qcm.plo 29.4. Un motivo de tres notas (29.4a), inicialmente provisional, como un
prdudio, se modifica y expande para que asuma caracteres diferentes: fluido aunque
algún modo amorfo (29.4b), resuelto (29.4c), lírico (29.4d), tormentoso (29.4e y
f), excitado (29.4g, una forma invertida del motivo) y marcial (29.4h). Una meta-
morfosis más lejana (29.4i) actúa como tema contrastante y se ve ella misma sujeta a
tran formaciones. Liszt vinculó Les Préludes a un poema del mismo título de Alfon-
. Marie de Lamartine y sigue la misma secuencia de estados anímicos: introducto-
ao, con acordes y arpegios en pizzicato en las cuerdas y el arpa para sugerir a un
poeta evocando a su musa con la lira y la canción; amoroso (compás 47, ejemplo
29.4d); apesadumbrado y pesimista sobre los destinos humanos (compás 131, ejem-
plo 29.4f); tranquilo y pastoral (compás 200); belicoso (compás 344, ejemplo
29.4h); Y un regreso al estado anímico inicial (compás 405). Liszt utilizó también la
868
c. Andante maestoso
35 >,-_ • ~ . • • • • >==:, ...-..... · ~
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d. L'istesso tempo
55 SoloHorn
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f~ ~egrotempestuoso A
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g. Molto agitato
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i. Andante maestoso
~ 72 • r-3-.
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11~~# nWt)MJJ{)JJ Ir·)
f '-.:' . . . .
A11to1i Bruckner
¡ Liszt demostró cómo se podía componer música puramente orquestal con un es-
píritu wagneriano, Anton Bruckner (1824-1896) se propuso una tarea de ingentes
proporciones al asimilar el estilo y el espíritu de Wagner dentro de la sinfonía tradi-
cional y escribir una música sacra que uniese los recursos técnicos de la música del
siglo XIX con un concepto reverente y litúrgico de los textos sagrados. Profunda-
mente religioso, Bruckner recibió una formación integral de contrapunto y trabajó
corno organista en la catedral de Linz y como organista en la corte de Viena, desde
l 67 hasta su muerte. Obtuvo renombre internacional como virtuoso del órgano,
en eñó en el Conservatorio de Viena y más tarde impartió clases en la Universidad
de Viena.
Bruckner escribió nueve sinfonías numeradas y dos sinfonías tempranas no nu-
meradas. Las revisó con frecuencia y, como consecuencia, la mayoría de ellas existen
en do o cres versiones distintas. Todas tienen los convencionales cuatro movimien-
to y ninguna es explícitamente programática, aunque una vez suministró algunas
coletillas descriptivas a su Sinfonía No. 4 (Romdntica) en Mi bemol mayor (1874-
18 0).
Bruckner consideraba la Novena Sinfonía de Beethoven un modelo de procedi-
miento, propósito, proporciones grandiosas y espíritu religioso. El primer movi-
~icnto de la Novena de Beethoven, en el que el tema emerge a partir de intervalos y
ntmos en estado embrionario, sugería una táctica de apertura, mientras que el him-
no del cuarto movimiento actuaba como modelo para los temas corales de la mayor
parre de movimientos finales de Bruckner, aunque éste jamás empleó las voces.
Como en la Novena de Beethoven, los movimientos finales de Bruckner reciclan con
~uencia sujetos de movimientos anteriores. La deuda de Bruckner con Wagner es
evidenre en las estructuras a gran escala, la enorme longitud de sus sinfonías, las ar-
---
870
EJEMPLO 29.5 Motivos del primer movimiento de la Sinfonía No. 4 (Romántica), de Bruchttr
a. h.
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rompa
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Cuerdas 1...--3__i
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Vla.
Cbpizz. ausdrucksvoll
-
1
9, El Romanticismo tardío en Alemania y en Austria 871
Hugo Wolf
se resuelven en otras disonancias, las tríadas puras son escasas y las frases terminan
con mayor frecuencia en acordes disonantes que consonantes. Una medida de te
intenso cromatismo es que las doce notas cromáticas aparecen en la primera frase
(compases 1-4) y de nuevo en los compases 5-6, efecto denominado más tarde satu-
ración cromática (véase capítulo 31). La música es un perfecto reflejo del texto en la
declamación y en la emoción, pues transmite apropiadamente los sentimientos de-
sesperados de un amante rechazado.
==~-p
No sabes lo que significa esta dolorosa palabra; con rostro confiado [y dnimo despreoi:u.
«1Adiós!»
pado la pronunciaste}.
Richard Strauss
Richard Strauss (1864-1949) fue una figura dominante de la vida musical alemana
durante la mayor parte de su carrera artística. Fue célebre como director de orqu ta,
ocupó varios puestos en los teatros de ópera de Múnich, Weimar, Berlín y Vien~.
dirigió a las mejores orquestas del mundo en sus numerosas giras. Como compo 1•
tor, se le recuerda en particular por sus poemas sinfónicos, la mayoría escritos ant
de 1900; por sus óperas que, con excepción de una, compuso más tarde {véase capi-
tulo 30), y por sus Lieder.
l 9· El Romanticismo tardío en Alemania r en Austria 873
ques hábiles de la instrumentación. El rondó es apropiado para Till, que sigue sien-
do el mismo idiota después de cada travesura.
Also sprach Zarathustra es un comentario musical del largo poema en prosa de
Nietzsche, quien proclamó que la ética cristiana debería ser sustituida por el idea]
del superhombre, por encima del bien y del mal. Aunque el decurso general del pro-
grama es filosófico, también se dan momentos directamente representativos. La alo.
cución de Zarathustra al sol naciente en el prólogo inspiró el espléndido inicio, con
un profundo Do en el pedal del órgano y el contrafagot, una fanfarria ascendente en
los metales, la oposición de las tríadas de Do menor y Do mayor, los atronadores
timbales y la triunfal culminación orquestal con la orquesta al completo. Este pasaje
se convirtió en uno de los más famosos de Strauss al ser utilizado en la banda sonora
de la película 2001: Una odisea en el espacio, para acompañar tanto el amanecer
como la escena que sugiere el nacimiento de la razón.
Igual que el rondó se adecua a Till Eulenspiegel, asimismo la forma de variación
se adapta a las aventuras del caballero Don Quijote y de su escudero Sancho Panza,
cuyas personalidades están forjadas por sus frustrantes experiencias. No estamos va
en un mundo de alegres travesuras, sino en uno de dobles personalidades y dobÍes
significados. El humor irónico y la agudeza de Don Quixote no estriba tanto en la
adecuada representación de las cosas reales, sino en el juego de ideas musicale .
Buena parte de esta obra tiene un sonido semejante al de la música de cámara, pu
está concebida en líneas contrapuntísticas y sus temas se asignan a instrumentos so-
listas particulares, en particular el violonchelo para Don Quijote y el clarinete bajo,
la tuba tenor y la viola para Sancho Panza. El término «variaciones» no significa
aquí la técnica de preservar una melodía o una progresión armónica y su forma me-
diante cierto número de exposiciones. Por el contrario, los temas de los dos prota-
gonistas se transforman de tal manera que el comienzo de los temas hacen surgir
nuevos caracteres melódicos, construidos sobre la técnica de transformación remáti·
ca ideada por Liszt.
Gustav Mahler
grazioso PP espress.
t• 1 JJ J IJ n.1t~r-11ur¡'í V•' Jn mJ n 1
Vc .. Cb.
~ arco • Hrn. ~ 3
1
. ' J?'í > . - . oj sf .. . .. ~ •
p~ poco.,;.esc. ¡;=- ;{if -;;; ·~
>:---.. _ ~ + Ob.
>._
p==--
Vn.
p 3 3
Vn. + FI.
fp
b. Segundo tema
Breit gesungen
t. Ve. 38
~·I! t Jd u u u.
c. Tema final
Subito andante moderato
~ ~,, 1 m n
Ob. 1
p ______,
m n ill.. ilr· w.. @ ..
'----"
1
> > ~
;> >
~
Llegar al público
Cada uno de los compositores examinados en este capítulo siguió un camino clifc-
rente, pero todos tuvieron éxito a la hora de llegar a la audiencia y asegurarse un lu·
gar permanente en el repertorio clásico. Brahms escribió música en una amplia gama
de formas y géneros musicales, mientras que todos los compositores de la segun~
mitad del siglo XIX se esforzaron por resultar igualmente atractivos a un amplio
círculo de intérpretes, aficionados, oyentes y entendidos, algo característico de us
-
} 9. El Romanticismo_ tardío en Alemania y en Austria 879
grandes predecesores Bach, Handel, Haydn, Mozart y Beethoven. Brahms fue consi-
derado un conservador opuesto a Wagner y a Liszt, y más tarde como un compositor
cerebral de música exigente; pero tras su muerte en 1897, pasó a ser un clásico -el
tercero de las «tres B tras Bach y Beethoven»- y la figura central de la música clási-
ca de su época, exceptuando el dominio de la ópera.
Los compositores del ala wagneriana de la tradición alemana, como el propio
Wagner, tendieron a concentrarse de manera más limitada en unos pocos géneros.
Los poemas sinfónicos de Liszt y especialmente los de Strauss encontraron una au-
diencia preparada entre los amantes de la música clásica, pues estas obras ofrecían
algo esencialmente nuevo, pero profundamente conectado con la tradición sinfónica
gracias a los procedimientos de presentación temática, desarrollo y reexposición, y a
la vez atractivo para los oyentes neófitos, en virtud de los programas y efectos nove-
dgsos. La música coral de Liszt y de Bruckner, las sinfonías de Bruckner y las cancio-
nes de Wolf vivieron una época difícil, compitieron con los clásicos bien establecidos
n estos géneros, aunque encontraron también un público ferviente de entendidos
-en particular en Alemania y en Austria-, y hoy se han hecho con un lugar per-
manente en el repertorio. La recepción de la música de Mahler se vio afectada por la
prohibición de la música de compositores judíos durante el régimen nazi en Alema-
nia y en Austria. Una oleada de interpretaciones y grabaciones iniciada alrededor de
1960, con motivo del centenario de su nacimiento, llevó su música a una amplia au-
diencia en Gran Bretaña y en Estados Unidos, así como en Alemania y en Austria;
pronto sus sinfonías y sus canciones con orquesta se interpretaron con mayor fre-
cuencia hasta que se establecieron con solidez en el repertorio internacional.
Desde nuestra perspectiva de más de un siglo después, la disputa entre los parti-
darios de Brahms y los de la Nueva Escuela Alemana nos parece más una discusión
entre parientes cercanos, pues todos se remontaban al legado de Beethoven y de los
primeros románticos, y buscaron añadir algo de su propio cuño a una tradición co-
mún asaz enriquecida.
JO. Tradiciones divergentes en la segunda mitad del
siglo XIX
Hemos visto cómo los compositores alemanes y austriacos de la segunda mitad del
siglo XIX respondieron de modos diferentes a su herencia común y cómo, en este
proceso, cada uno creó un estilo personal y distinto. Los compositores de otros paí-
se apoyaron tanto en la tradición alemana como en la música de sus propias na-
ciones. A menudo -aunque no siempre- buscaron afirmar un estilo específica-
mente nacional, así como uno individual. Los compositores franceses debatían
a erca de si era preciso asimilar la música de Bach, Beethoven y Wagner o fomentar
un idioma más nacional. En Rusia, en Bohemia y en los países escandinavos, las es-
uelas nacionalistas emergieron en la música instrumental como en la ópera. No
obstante, en Gran Bretaña y en América muchos compositores evitaron el naciona-
lismo abierto y escogieron en su lugar hablar en lo que ellos consideraban el lenguaje
común y universal de la música.
Todas estas corrientes en competencia entre sí contribuyeron a la creciente diver-
idad de la música clásica en la segunda mitad del siglo XIX. Pero la música clásica
fue sólo una de las diversas tendencias de la vida musical, junto a la música de entre-
lcnimiento, la canción popular, la música utilitaria y la música folclórica. Observan-
do las tendencias en Estados Unidos, podemos adquirir cierta noción de la variedad
de tradiciones musicales de la época.
ft.arwia
asar Franck
883
Chaikovsky
Chaikovsky fue con diferencia el más exitoso de estos compositores, y sus ballets
(tratados en el capítulo 27), sus conciertos para piano, su Concierto para violín
(1878) y sus sinfonías se ganaron un lugar tan próximo al corazón del repertorio ha-
bitual que trascendieron el carácter nacionalista. Sus sinfonías más conocidas son las
crcs últimas: No. 4 en Fa menor (1877-1878), No. 5 en Mi menor (1888) y No. 6
en Si menor, la Patética (1893).
Chaikovsky escribió a su mecenas Nadezhda von Meck que la Cuarta Sinfonía te-
nía un programa privado en el que la llamada de la trompa de la introducción sim-
bolizaba el destino inexorable. El motivo de la trompa reaparece tras la exposición y
anrcs de la coda del movimiento final, unificando la sinfonía mediante un retorno
dclico que a la vez transmite el programa. Los movimientos externos son dramáti-
co , imbuidos de una elevada emoción; el segundo movimiento es nostálgico y el
1crccro un etéreo scherzo de un tipo que pasó a ser una especialidad rusa. Especial-
mente novedoso resulta el esquema tonal del primer movimiento, organizado en un
círculo de terceras menores; el primer grupo temático está en Fa menor y el segundo
en La bemol mayor, como era de esperar, pero la exposición concluye en Si mayor, a
un trítono de distancia de la tónica; después, la reexposición comienza en Re menor,
modula a Fa mayor para el segundo tema y regresa a Fa menor en la coda. Como vi-
mos en el capítulo 27, tales círculos de terceras menores y mayores eran algo usual
ai la música rusa, si bien la exposición en tres tonalidades y la reexposición que co-
mienza. lejos de la tónica sugieren la influencia de Schubert (véase capítulo 25).
La Sexta Sinfonía (Pathétique) tenía también un programa privado que Chai-
ky nunca especificó, pero cuyas líneas generales pueden intuirse a partir de su
extraordinaria secuencia de movimientos. Tras empezar con una sombría introduc-
ción lenca, el oscuro y apasionado primer movimiento contiene un primer tema que
pattce esforzarse una y otra vez por ascender sólo para desplomarse poco antes de
llegar a su meta, así como un segundo tema consolador y en gran medida pentatóni-
cn. Una breve cita del Réquiem ortodoxo ruso en el desarrollo intensifica el oscuro
~o de espíritu. El segundo movimiento, en Re mayor, está en forma de minueto
COn trío, pero en lugar de un minueto utiliza una danza en compás de 5/4, una de
las muchas danzas desde Suiza hasta Rusia que combinan el esquema del vals con gi-
ros y otros pasos en compás binario (aquí en el orden giro-vals, dos tiempo y des-
pués tres tiempos, en cada compás). La danza es grácil y divertida, pero su trío en .
menor posee gestos descendentes que sugieren tristeza. El tercer movimiento en soi
mayor comienza con ligero carácter scherzando y evoluciona gradualmente hacia
una marcha triunfal, cuando fragmentos motívicos introducidos cerca del final se fu.
sionan en un tema principal que alcanza su forma definitiva solamente en su repeti-
ción cerca del final. Hasta ahora, la sinfonía ha recorrido una senda emocional desde
la lucha hasta el triunfo, algo usual en las sinfonías desde Beethoven. Pero la Pathtti-
que de Chaikovsky nos narra otra historia: concluye de forma extraordinaria con un
movimiento desesperadamente lento, lleno de figuras de lamento, que se extingue al
final sobre un lento pulso en las cuerdas. Aunque la inesperada muerte de Chaj.
kovsky nueve días después del estreno de la sinfonía ha inducido a algunos oyentes a
interpretar la obra en términos de su biografía, es más probable que la condbicse
como una suerte de drama, al captar en la música instrumental el arco trágico de nu-
merosas óperas de la segunda mitad del siglo XIX, .en las cuales el triunfo aparente
termina en una tragedia.
Chaikovsky fue el compositor ruso más prominente de su época, aunque otros en-
contraron también un lugar en el repertorio habitual. Los compositores conocidos
como el Grupo de los Cinco -Balakirev y Cui, así como Borodin, Musorgsky y
Rimsky-Korsakov (discutidos más adelante)- se dedicaron a la música instrumen-
tal, al igual que a la ópera, y de hecho su música instrumental resulta hoy mejor co-
nocida en Occidente.
Las principales obras instrumentales de Borodin son sus dos cuartetos de cuerda
(1874-1879 y 1881), su Sinfonía No. '2 en Si menor (1869-1876) y un apunte in-
fónico, En el Asia Central (1880). De manera única entre los miembros del Grupo
de los Cinco, fue un devoto de la música de cámara y un admirador de Mendds-
sohn. Aunque rara vez citó melodías folclóricas -como hicieran Balakirev y Cui-
sus melodías reflejan el espíritu de aquéllas. Sus obras de cámara y para orquesta
caracterizan por sus temas cantables, por una textura orquestal transparente, por ar·
manías de matices modales y por su original método de prolongar un movimienro
entero a partir de una sencilla idea temática cargada de significado, como en el pfi.
mer movimiento de la Segunda Sinfonía.
Las principales obras no operísticas de Musorgsky comprenden la fantasía sinfó.
nica Noche sobre el Monte Pelado (1867), el conjunto de piezas para piano Ciuuiros
para una Exposición (1874; más tarde orquestada por Ravel) y los ciclos de cancion
La Guardería (1872), Sin sol (1874) y Canciones y Danzas de la Muerte (1875). C~
dros para una Exposición es una suite de diez piezas inspiradas por una exposición vi-
~divergentes en la segunda mitad del siglo XIX 887
EJEMPLO 30.2
Allegro alla breve
Maestoso. Con grandezza J ,= 84 ,.....
tán y de su esposa Sheherazade, quien narra las historias y es retratada por un violtn
solista. Estos temas recurrentes confieren a la obra una unidad dramática em janie
a las sinfonías cíclicas de Franck y de Chaikovsky.
Como los rusos, Smetana y Dvorák son mejor conocidos fuera de sus países nativos
por su música instrumental que por sus óperas, sin duda porque la música instru.
mental es capaz de superar la barrera del idioma. Ambos fueron influidos por las in-
novaciones de la Nueva Escuela Alemana (véase capítulo 29); Smetana en particular
por Liszt, y Dvorák más por Wagner.
Smetana procuró crear una música nacional en su Cuarteto de cuerda No. 1, n-
tulado De mi vida (1876), así como en el ciclo de seis poemas sinfónicos que llevan
el título común de Md vlast (Mi Patria, ca. 1872-1879). El más conocido es El Mol-
dava, pintura del río que atraviesa el paisaje checo en su camino hacia Praga. Pero el
más sorprendente es Tdbor, llamado así según la ciudad en que los seguidores del re-
formador religioso radical Jan Hus (ca. 1369-1415) construyeron una fortaleza, que
se convirtió en símbolo de la resistencia checa a la opresión extranjera. Tdbor se div1·
de en dos secciones, como la introducción lenta y el allegro·de un primer movimien-
to sinfónico. En cada mitad se presentan y desarrollan los fragmentos de un coral
husita hasta que el tema coral al completo aparece por primera vez en su plenitud al
final. Smetana utiliza este procedimiento para encarnar la leyenda según la cual los
guerreros husitas recuperarán sus fuerzas y emergerán de su bastión en las épocas de
necesidad del pueblo checo.
Dvorák escribió nueve sinfonías, cuatro conciertos, incluido el Concierto para
violonchelo en Si menor (1894-1895), numerosas danzas y otras obras para orques-
ta, así como muchas obras de cámara, piezas para piano, canciones y obras corales.
Muchas de sus piezas están en un estilo internacional; por ejemplo, su Sinfonía O.
6 en Re mayor (1880), estrenada en Viena, está llena de alusiones a las sinfonías de
Beethoven y de Brahms, pues Dvoták reivindicó un lugar en la tradición sinfónica
vienesa. Pero en piezas como las Danzas Eslavas para orquesta (1878 y 1886-1887)
---
JO. Tradiciones divergentes en la segunda mitad del siglo XIX 889
icntras el Grupo de los Cinco forjaba un idioma distintivo ruso, Edvard Grieg
1843-1907) escribía una serie de canciones, piezas breves para piano y suites or-
questales que incorporaban melodías y armonías modales, así como ritmos de danza
dt su Noruega nativa. El carácter étnico surge de manera más clara en sus canciones
IDbre textos noruegos, en su suite Peer Gynt (1875) y, especialmente, el Slatter, dan-
Us campesinas noruegas que Grieg arregló para el piano, a partir de transcripciones
de la interpretación de fidel en las zonas rurales. Su estilo pianístico, con sus delica-
das Y ágiles notas y mordentes, debe algo al de Chopin, pero la influencia omnipre-
890
~ LECTURA DE FUENTES - -- -- - - - --
Hace un tiempo [en una entrevista en 1893] expliqué que la inspiración de la verdak-
ra. música nacional podría derivarse de las melodías de los negros o de los cantos indios.
Fui impelido a adoptar este punto de vista, en parte por el hecho de que las llamadas
canciones de plantación contienen las melodías mds asombrosas y atractivas que he en-
contrado a este lado del océano, pero, en mayor medida, por la observación de que esto
parece reconocido, si bien de manera inconsciente, por la mayoría de los norteamericanos.
Todas las razas tienen sus canciones características nacionales, que inmediatamente reco-
nocen como propias, incluso si nunca las han escuchado antes...
No cabe duda de que los orígenes de la mejor música yacen ocultos entre todas las ra-
zas que se entremezclan en este gran país. La música del pueblo es como una flor extraM
y preciosa que crece entre las malas hierbas que la cercenan. Miles de personas la ignoran,
mientras que otras la pisotean y, así, su destino serd que perecerd antes de ser descubim.
por un espíritu sagaz, capaz de apreciarla por encima de cualquier otra. El hecho de qut
nadie hasta ahora se haya levantado para apreciarla no significa que nada de ella exiflll.
No hace muchos años, la música eslava era desconocida a los hombres de todas las ltl·
zas. Unos pocos, como Chopin, Glinka, Moniuszko, Smetana, Rubinstein y Chaikovsk].
junto con algunos mds, fueron capaces de crear una escuela eslava de música. Chopin
consiguió, él solo, que la música polaca se conociese y estimase por todos los amantes dt ~
música. Smetana hizo lo mismo por Bohemia. Esta música nacional repito, no se crea •
partir de la nada: se descubre y reviste con una belleza nueva, igual que los mitos y !.as k-
yendas de un pueblo salen a la luz y cristalizan en el verso imperecedero de los pottAS
maestros. Todo lo que se precisa es un oído delicado, una memoria retentiva y el poder IÍl
amalgamar los ftagmentos de las edades pretéritas en un todo armonioso... La música JJ
pueblo, mds tarde o mds temprano, llamard la atención y se adentrard sigj.losameme h111-
ta penetrar en los libros de los compositores.
sene
891
EJward Elgar (1857-1934) fue el primer compositor inglés que, después de más de
doscientos años, disfrutó de un amplio reconocimiento internacional. Los ingleses
d la segunda mitad del siglo XIX no se esforzaron por conseguir un estilo caracterís-
tico nacional y prefirieron adoptar lo que parecía el lenguaje universal de la tradición
clásica. En consecuencia, la música de Elgar no fue permeable a las canciones folcló-
ricas o a cualquier otra tradición nacional perceptible. Derivó su estilo armónico de
Brahms y de Wagner y extrajo de este último el sistema de Leitmotiv que empleó en
sus oratorios. El oratorio The Dream of Gerontius (El sueño de Gerontius, 1900), so-
bre un poema católico de John Henry Newman e influido por el Parsifal de Wagner,
otorga a la orquesta un papel expresivo tan importante como al coro. Su producción
sinfónica comprende las Variaciones Enigma (1899) y dos sinfonías.
Encontrar un nicho
Esta mue tra de unos pocos compositores puede ofrecer sólo una ligera idea de la va-
riedad de estilos nacionales e individuales de Europa en la segunda mitad del si-
glo XIX. Con frecuencia, los compositores encontraron, antes que nada, un nicho
para su música dentro de la tradición interpretativa local, regional o nacional. Sólo
unos pocos afortunados consiguieron llegar a un público más amplio, sacando con
&ccuencia partido a su identidad nacional, en particular cuando su nación no estaba
aún representada en el repertorio internacional. Esto siguió siendo así para los com-
positare de principios del siglo XX, como veremos en los dos capítulos siguientes.
892
Estados Unidos
En Estados Unidos, la identidad nacional se vio complicada por la diversidad étnica del
país. Inmigrantes de muchos territorios distintos de Europa, África, América latina y
Asia aportaron sus propias tradiciones musicales, del folclore a los clásicos. La vida mu-
sical norteamericana no derivó exactamente en un crisol, pero quizá sí en un estofado,
en el que cada grupo mantuvo su propia música mientras prestaba sabor al conjunto.
Superpuestas a estas divisiones étnicas estaban las distinciones rápidamente emer-
gentes entre la música clásica, la popular y la folclórica. En teoría, estas tres catego-
rías representaban diferentes actitudes hacia la notación, la composición y la inter-
pretación. La tradición clásica se concentraba en el compositor y en la obra y
requería una escrupulosa fidelidad a la partitura escrita. La música popular se escri-
bía y vendía como una mercancía, pero se concentraba en el intérprete y en la inter-
pretación, lo que permitía una libertad enorme a la hora de modificar la música es-
crita. La música folclórica era independiente de la notación y se transmitía por
cradición oral. Pero en la práctica, las categorías coincidían en parte. Las melodías
folclóricas se escribían y vendían como música popular, las obras clásicas se transcri-
bían y alteraban para su interpretación en recitales populares, y algunas canciones
populares (como Turkey in the Straw) se hicieron tan célebres que llegaron a transmi-
tir e oralmente, como canciones folclóricas.
De todas estas tendencias, tomaremos cuatro en consideración: la música en la
tradición clásica, la música de banda muy afectada por la creciente grieta entre la
música clásica y la popular, las canciones populares y la música de los afroamerica-
nos, apoyada en tradiciones orales pero que se convirtió en una tendencia tanto de la
música popular como de la clásica.
Úl tradición clásica
gio, estudió piano, armonía y contrapunto en clases privadas; más tarde, aprendió por
sí misma composición mediante el estudio y la ejecución de obras de los compositores
que admiraba. Casada con un médico acaudalado, se vio libre de preocupaciones fi-
nancieras y se dedicó a la composición. En aquella época se consideraba que las muje-
res eran incapaces de componer en formas grandes. Como si desease probar lo erróneo
de tal suposición, escribió obras a gran escala, como su Misa en Mi bemol (1890) , la
Sinfonía Gaélica (1894-1896), un Concierto para piano (1899) y un Quinteto con
piano (1907), todas ellas bien acogidas. También escribió cerca de 120 canciones y do-
cenas de piezas corales y para piano; muchas de ellas muy populares. Beach fue reco-
noóda internacionalmente como una de las compositoras norteamericanas más desta-
cadas e inspiró a muchas mujeres de las generaciones siguientes.
Parte de la música de Beach tenía un sabor étnico, como la Sinfonía Gaélica, so-
bre melodías irlandesas, y el Cuarteto de cuerda (1929) sobre melodías de los indios
norteamericanos. Pero la mayor parte de sus obras asumían las tradiciones de los clá-
icos alemanes. Basó los temas de los movimientos primero y tercero de su Quinteto
con piano en un tema del Quinteto con piano de Brahms, op. 34, que ella había in-
cerpretado en 1900. Su voz individual aparece con fuerza en el tercer y último movi-
miento, donde va más allá de la música brahmsiana del primer movimiento hasta
abrazar la armonía cromática de finales del siglo XIX, con inversiones inusuales, tría-
da.s aumentadas y tonos ajenos al acorde de gran colorido.
La música de banda
ientras que las orquestas se orientaban hacia una mayor concentración en los clási-
o , las bandas de maderas y metales mantenían una mezcla de música seria y popu-
lar. antaño usual en todos los conciertos.
Las primeras bandas norteamericanas estaban vinculadas a unidades militares
pero, en el siglo XIX, las bandas locales proliferaron por todas partes. Un factor im-
portante fue la invención de los instrumentos de metal con válvulas, pistones y lla-
v , lo que permitía que estos instrumentos tocasen las melodías en todo su ámbito
(en lugar de notas de la serie armónica únicamente) y los hacía más fáciles de tocar
para los aficionados. Los metales fueron pronto la columna vertebral de las bandas,
uniéndose o reemplazando a las maderas. Bandas amateurs se formaron en las comu-
nidades de todo el país; algunas de las primeras están todavía activas, como la Allen-
town Band (fundada en 1828) y la Repasz Band (1831) en Pensilvania. Las bandas
tocaban en interiores y al aire libre, sentadas o en formación, en conciertos o en bai-
les, celebraciones festivas, ferias, picnics, fiestas, partidos de béisbol, mítines políti-
cos, inauguraciones de grandes almacenes, ventas, bodas, funerales y otras reuniones
públicas y privadas. La guerra civil se ha considerado la guerra más musical de la his-
toria porque casi todos los regimientos de ambos lados contaban con su propia ban-
da, que entretenía a las tropas, conducía las marchas, tocaba en los desfiles y ejecuta-
896 El s-i lo
ba música durante las batallas para alentar a los soldados. Después de la guerra, las
bandas de las comunidades continuaron proliferando y se convirtieron en parte inte-
grante de la vida norteamericana, tanto que, en 1880, existían unas diez mil bandas
tocando música en cualquier ocasión.
El periodo entre la guerra civil y la Primera Guerra Mundial supuso el mayor
auge de las bandas profesionales. El director de orquesta nacido en Irlanda Patrick s.
Gilmore (1829-1892) fundó su propia banda en 1858, se alistó con ella en el ejérci-
to de la Unión y la llevó a dar conciertos después de la guerra. Inspirado por el pa-
triotismo, las finanzas y la fama, organizó dos festivales de música colosales: un Ani-
versario de la Paz Nacional de cinco días en Boston en 1869, en el que dirigió una
banda de mil personas y un coro de diez mil, y un Aniversario de la Paz Mundial n
1872, para celebrar el final de la guerra entre Francia y Prusia, con más de veinte mil
intérpretes, incluido Johann Strauss. La banda de Gilmore realizó giras por la nación
en 1876, viajó de Nueva York a San Francisco y dos años más tarde acometió una
gira internacional. Su éxito tuvo como consecuencia una avalancha de bandas profe-
sionales itinerantes. El director de banda de mayor éxito fue John Philip Sou a
(1854-1932), cuyos años a la batuta de la United States Marine Band (1880-1892)
elevó a ésta a cierta eminencia internacional gracias a las giras y a una inteligent~
promoción. En 1892, organizó su propia banda, que llevó a cabo giras anuales por
los Estados Unidos, diversas giras europeas y una gira alrededor del mundo.
El repertorio de las bandas del siglo XIX comprendía marchas, quiksteps (marchas
rápidas), danzas como two steps, valses, polcas, galopes y escocesas; arreglos de arw
de óperas y canciones, incluidos los popurrís; transcripciones de piezas de compo ¡.
tores clásicos, de Rossini a Wagner; y piezas de exhibición de virtuosismo, a menudo
empleando a solistas famosos. Con excepción de la instrumentación, éste era esen·
cialmente el mismo repertorio interpretado por las orquestas de mediados del si·
glo XIX, como las dirigidas por Louis Jullien (véase capítulo 25) y Theodore Thomas.
Las bandas, cuyo primer propósito era el entretenimiento, retuvieron esta fórmula
durante mucho más tiempo. La programación de Sousa era muy astuta. Tras cada
sección indicaqa en el programa, la banda tocaba una propina, por lo general una
pieza ligera y rápida de éxito seguro. No obstante, también interpretaban a los cJjsj.
cos europeos, de Bach a Richard Strauss, y presentaron la música de Wagner a m~
norteamericanos que ningún otro director. La misma variedad es evidente en la mú-
sica que Sousa compuso para banda, que abarca desde fantasías programáticas hasta
las más de cien marchas, incluida la marcha más famosa, The Stars and Stripes f<Jrt•
ver (1897). Sin limitarse a un solo género o medio, Sousa escribió también más de
una docena de operetas y unas setenta canciones.
El ingrediente básico del repertorio para banda era y es todavía la marcha. La
ilustración 30.2a muestra la forma de marcha estándar a mediados de siglo: una bre-
ve introducción, generalmente de cuatro compases; dos sones o periodos, cada uno
repetido; un trío en una tonalidad de contraste, casi siempre la subdominante, n
una introducción opcional y dos sones repetidos; y después una repetición da capo
-
30. Tradiciones div,_'f!_xentes en la segunda m itad del siglo XIX 897
d de la marcha hasta el trío. Los sones tienen por regla general una extensión de
dieciséis compases y a menudo la segunda mitad de un son varía su primera mitad.
La primera mitad del trío tiende a ser suave y lírica, en contraste con el dinamismo
de los otros sones.
Esta forma era muy adecuada para los desfiles; cuando la banda podía encontrar-
se a varias manzanas de distancia, reaparecía el primer son, aunque Sousa se dio
cuenta de que la interpretación en concierto requería un efecto más dramático, lle-
gando a un clímax en lugar de regresar al principio. Así, en la mayoría de sus mar-
chas, incluida The Stars and Stripes Forever, eliminó la repetición da capo y en su lu-
gar hizo alternar el trío lírico con un son intermedio más agresivo, dando lugar a la
forma de la ilustración 30.2b. Durante la interpretación, si no estaba ya en la parti-
tura, Sousa añadía contramelodías o incrementaba la instrumentación o el nivel di-
námico en cada repetición del trío. Al igual que Beethoven y Brahms habían hecho
en sus sinfonías, Sousa desplazó el peso hacia el final para crear una sensación de
progreso hacia delante. Este carácter dramático, combinado con melodías pegadizas,
ritmos animados y fuertes contrastes de instrumentos y texturas, contribuyó a con-
vertir las marchas de Sousa en las más célebres de todos los tiempos y a otorgarle el
ap do de «El rey de la marcha» (a partir de Johann Strauss, «El rey de vals»).
lntro 11: A =11: B =11 (Intro opcional) 11: C :ll: D :11 Intro 11: A :11: B :11
La canción popular
Mientras las bandas adoptaban un repertorio amplio, desde las marchas a los clási-
~. el mundo de la canción estaba escindido. Los Lieder de Schubert y las canciones
d, salón de Foster habían tenido propósitos similares, pensadas antes que nada para
la práctica musical doméstica e interpretadas ocasionalmente en conciertos. Pero en
la segunda mitad del siglo XIX se amplió la brecha entre las canciones de concierto y
las cartci0nes populares. Las canciones de concierto, como las de Fauré y las de Wolf,
898 El riglo .tJ.t
tenían la parte del piano anotada con precisión, tendían a ser transcompuestas en Iu.
gar de estróficas, estaban pensadas para conducir a los oyentes a un plano artístico
elevado y requerían un nivel muy profesional tanto del pianista como del cantante.
Los compositores de canciones populares buscaron en lugar de ello entretener a su
público, adecuarse a los intérpretes amateurs y conseguir tantas copias de las partitu-
ras como fuese posible, de manera que el atractivo inmediato y el carácter pegadizo y
de fácil recuerdo eran los atributos más importantes.
Los asuntos de las canciones populares comprendían el amor, el desengaño, el na-
cimiento, la muerte, la sátira racial y étnica, nuevos inventos como la bicicleta y el
teléfono, pensamientos sentimentales en torno a la madre y al viejo hogar, así como
el pasatiempo favorito de los norteamericanos, el béisbol. Las canciones se prestaban
a todo servicio y por toda causa: la abolición de la esclavitud, la guerra civil, la absti-
nencia (la campaña contra el alcoholismo) , la organización del trabajo, las campanas
políticas y la evangelización, en canciones gospel como In the Sweet Bye and Bye.
El arte popular depende de la interacción entre la convención y la novedad, y
ambos son evidentes en las mejores canciones populares. La forma estándar siguió
siendo la copla y el estribillo, con una introducción de cuatro a ocho compases en el
piano, una copla de ocho, dieciséis o treinta y dos compases; y un estribillo de tama-
ño similar. A menudo el estribillo estaba escrito para las voces del coro (o para cw-
tro cantantes solistas), de manera que chorus (coro) pasó a usarse para designar el es-
tribillo. Tanto la copla como el estribillo tenían por lo general repeticiones internas,
adoptando formas como AABA; en algunas canciones, la copla y el estribillo com-
partían material, mientras que en otras el coro era enteramente nuevo, en ocasiones
incluso en un compás diferente. La clave del éxito consistía en crear una frase pega-
diza, llamada a veces gancho (hook), capaz de captar la atención del oyente y de ser
después repetida y variada en el curso de la canción. El coro de After the Ball (Des-
pués del baile, 1892), de Charles K. Harris, mostrado en el ejemplo 30.3, empieza
con un motivo simple pero con suficientes rasgos inusuales como para hacerlo enig·
mático; comienza y concluye lejos de la nota tónica, evita el movimiento por grados
conjuntos, se columpia en dos ocasiones hacia detrás y hacia delante sobre una tría·
da menor y tiene su punto culminante al principio de la frase sobre una sílaba no
acentuada. Vinculados al ritmo del vals, todos estos rasgos transmiten la falta de
equilibrio, lo que sugiere la embriaguez de la danza durante un baile. El motivo es
variado en diversas ocasiones sucesivas, más tarde se sustituye por uno más estable,
una frase por grados conjuntos al final (dando lugar a una forma AA'A''B). El ca·
dencioso vals se adecua al asunto del texto y el movimiento, desde el mareo a la esta·
bilidad, y pone de manifiesto el mensaje que transmiten las palabras.
La canción de Harris fue enormemente popular, vendió millones de copia Y
-puesto que la había publicado él mismo- lo convirtió en millonario. Es un buen
ejemplo de los productos de Tin Pan Alley, nombre jocoso de un distrito de la cal~c
West 28th de Nueva York, donde, desde 1880, se habían establecido numerosa edi·
toriales especializadas en la canción popular. La estrategia de Harris de promover la
30. Tradiciones divergentes en la segunda mitad del siglo XIX 899
IJ 1) l l
Af - ter the hall is o - ver, af - ter the break of morn, _ _
t~ ~ F ~ · V1F r 1~r·
Af-ter the dan- cers' leav - ing; af - ter the stars are gone;- -
La música afroamericana
El único grupo inmigrante que llegó a los Estados Unidos contra su voluntad fue el
dec los africanos. Importados como esclavos en condiciones inhumanas, procedían de
diversos grupos étnicos con idiomas y costumbres diferentes. Mezclados en las plan-
taciones o empleados como siervos domésticos, les habría resultado muy difícil man-
tener sus idiomas y culturas originales, incluso si sus dueños no hubiesen tratado ac-
tivamente de impedirlo. Pero los elementos musicales eran más fáciles de preservar,
pues eran ampliamente compartidos en las sociedades africanas, y además los dueños
de esclavos no consideraban que el canto fuese una amenaza. De hecho, las cancio-
nes de trabajo se fomentaban deliberadamente como un modo de mantener alto el
ricmo y la moral de trabajo. Entre los muchos rasgos de la música afroamericana que
pueden remontarse a África, observamos:
Veremos éstos y otros rasgos en el ragtime, el blues, el jazz, el rythm and blues y
en otros estilos del siglo XX basados en las tradiciones afroamericanas.
La forma afroamericana de música con mayor impacto en el siglo XIX fue el espi-
ritual, canción religiosa de los esclavos sureños, transmitida por tradición oral. L.os
textos estaban basados generalmente en imágenes o historias de la Biblia, aunque a
menudo portaban significados ocultos sobre el anhelo de libertad de los esclavos. El
primero en aparecer impreso fue Go Down, Moses, que adopta la historia de la libera-
ción de Israel en Egipto como símbolo de la liberación de los esclavos. La canción se
publicó en 1861, durante el primer año de la guerra civil, después de que un misio-
nero escuchase cantarla a esclavos refugiados.
Las primeras publicaciones de espirituales intentaron recopilar las canciones
como los antiguos esclavos las cantaban, aunque los editores admitían que no po-
dían anotar las notas dobladas y otros aspectos de la interpretación. Pero pronto se
arreglaron docenas de espirituales como canciones con acompañamiento de piano
que cualquiera podía tocar, así como otros se armonizaron para coro a cuatro v
Los Fisk Jubilee Singers popularizaron los espirituales en la década de 1870 gracias a
una interpretación muy cuidada durante sus giras de conciertos a ambos lados dd
Atlántico. A finales del siglo XIX, los espirituales representaban simultáneamente mu.
sica folclórica para aquellos que la habían aprendido por tradición oral, canciones
populares para quienes las compraban en colecciones o partituras, o las escuchaban
en recitales populares, y una fuente de material melódico para los compo itores cli-
slCos.
Recepción y reconocimiento
Hacia el final del siglo XIX, lo que parecía en retrospectiva la corriente princip~ de
evolución musical de finales del siglo XVIII se había diversificado en muchas corrien-
tes más pequeñas, como un gran río que formase un delta al aproximarse al mai:· La
brecha entre la música clásica y la popular se había ampliado y se había vuelto me-
JO. Tradiciones divergentes en la segunda mitad del sjgf._o_XIX
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _--"9_0_1
versible, pero incluso dentro de estas dos amplias tradiciones existían muchas ten-
dencias que competían entre sí.
La mayor parte de los compositores clásicos que hemos estudiado encontraron un
lugar en el repertorio permanente. El sabor nacional contribuyó a que muchos se hi-
cieran un hueco, desde Fauré en Europa central hasta Chaikovsky, Grieg y otros
compositores en la periferia. Algunos fueron admitidos en el canon de los maestros
clásicos gracias al impacto de unas pocas obras, como ocurrió con Franck, Smetana y
Elgar. En cada caso, intérpretes, público y crítica tendieron a favorecer aquellas obras
que introducían una personalidad nueva y distinta dentro de la tradición, una ten-
dencia que se haría aún más fuerte en el siglo XX.
La división entre la corriente clásica y la popular se produjo en todas partes en
Europa y América, no solamente en los Estados Unidos. No obstante, el caso nortea-
mericano es especialmente interesante porque la jerarquía de permanencia es contra-
ria a la de Europa. En Estados Unidos, los compositores de la tradición clásica de la
segunda mitad del siglo XIX obtuvieron respeto y reconocimiento en vida, pero des-
pués se desvanecieron de la visión global y, a pesar de un reciente y renovado interés,
su música es aún hoy relativamente desconocida. Por el contrario, algunas tradicio-
nes populares crearon obras que nunca han dejado de interpretarse y recrearse. Estas
piezas -incluidas las marchas más conocidas de Sousa, canciones populares tales
como The Battle Cry of Freedom y The Band Played On, y decenas de espirituales
afroamericanos- tienen todos los méritos para ser llamados «clásicos». El siglo XX
percibió a su vez cómo otros tipos de música popular desarrollaron su propio reper-
torio de clásicos y su propia legión de entendidos. Más que en cualquier otra nación,
el repertorio permanente de clásicos estadounidenses creció a partir de las tradicio-
nes indígenas populares, en lugar de surgir como una ramificación de la corriente
dominante clásica e internacional.
SEXTA PARTE
EL SIGLO XX Y DESPUÉS
"abemos más de la cultura musical del siglo XX que de cualquier otro periodo de la
historia. Si recordamos los cuatro tipos de testimonios tratados en el capítulo 1 para
reconstruir la música del pasado -vestigios físicos, imágenes visuales, escritos sobre
la música y los músicos, y la música misma-, disponemos con respecto a la música
a partir de 1900 de una cantidad mucho más grande de todos ellos que de todas las
épocas anteriores juntas. Las nuevas tecnologías de grabación de sonido, la fotogra-
fía, el cine, la televisión y la informática han conservado y hecho posible todo tipo
de reproducción de música, procedente de ~asi todas las naciones y grupos sociales,
que nos ofrece un panorama más completo que el de épocas anteriores, cuando la
música podía conservarse únicamente en la notación. Por otra parte, sólo la cantidad
de música del siglo pasado puede resultar desbordante, y nuestra proximidad históri-
ca a la misma puede dificultar la percepción de qué es lo más importante o cuál es la
rendencia más duradera.
La música del siglo XX ha estado también más diversificada que en las generacio-
nes precedentes. En cada década, los músicos reexaminaron sus supuestos básicos
acerca de la música y crearon obras nuevas con resultados sorprendentes. Nacieron
tradiciones nuevas como el ragtime, el jazz, los musicales, la música de cine, el rock,
el rap y otros tipos de música popular. En el ámbito clásico, algunos compositores
continuaron escribiendo música tonal, mientras otros concibieron nuevos sistemas
de organización de los tonos, como la atonalidad, la politonalidad, la neotonalidad y
los métodos dodecafónicos. Fue una época de estilos que competían entre sí, del im-
presionismo y el expresionismo al neoclasicismo, el minimalismo y el neorromanti-
ismo, así como de exploración de nuevos sonidos y formulaciones, incluida la mú-
sica experimental, la música espacial, la música electrónica, la indeterminación, la
aleatoriedad y el collage. Estas tendencias perviven aún entre nosotros, mientras
cada año aparecen otras nuevas, que convierten la vida musical de hoy en la más va-
riopinta que el mundo haya conocido jamás.
3 J. Los inicios del siglo XX
El inicio del siglo XX fue una época de rápidos cambios en la tecnología, la sociedad
y las artes, incluida la música. La música popular norteamericana vivió el desarrollo
de las nuevas corrientes del ragtime y del jazz, que atrajeron la atención del mundo.
Los compositores de la tradición clásica, forzados a competir por un espacio en los
programas de concierto con los clásicos del pasado, intentaron captar un público en
el presente y asegurarse un lugar en el repertorio permanente del futuro; para ello
aportaron un estilo y una perspectiva únicos que equilibrasen la tradición con elemen-
ms nuevos. Enfrentados a problemas comunes, crearon soluciones harto individuales,
pues diferían en lo que más apreciaban de la tradición, lo que rechazaban de ella y
en las innovaciones que introducían. La mayoría de ellos siguió utilizando la tonali-
dad, aunque muchos escribieron música postonal y unos pocos enarbolaron el estan-
darte de la vangu.ardia. Como resultado, la música se volvió cada vez más diversa en
u esrilo y en su formulación, un proceso que se aceleraría durante todo el siglo XX.
Pocas épocas han sido tan conscientes de su propia «modernidad» como la primera
roitad del siglo XX. El ritmo de los cambios tecnológicos y sociales fue más rápido
que en cualquier época anterior y suscitó tanto una sensación de optimismo como
de nostalgia por un pasado más sencillo.
Un símbolo del progreso fue la electrificación de la industria, de los negocios y de
los hogares. El alumbrado eléctrico fue sustituyendo a la iluminación por gas, mien-
tras se fabricaban electrodomésticos para el mercado doméstico. Los motores de
combustión interna propulsados por petróleo reemplazaron gradualmente a los mo-
908
-
El siglo XX y de!J!,ul,
presencia en las ciudades dio lugar a tensiones con los grupos de inmigrantes ya
asentados. En busca de nuevas oportunidades, los afroamericanos del sur se despla-
zaron a las grandes ciudades del norte, aunque debido a la actitud racista terminaron
por establecerse en barrios segregados. Aquí empezó a desarrollarse una cultura negra
urbana, en la cual la música era la fuerza cultural de mayor calibre.
Los psicólogos plantearon nuevas cuestiones acerca de lo que significaba ser hu-
mano. Sigmund Freud desarrolló el psicoanálisis y expresó la hipótesis de que la con-
ducta humana es el resultado de deseos inconscientes y reprimidos por las restriccio-
nes culturales y de que los sueños son ventanas que ofrecen una visión de los
conflictos internos de una persona. lvan Pavlov mostró que los perros acostumbra-
dos a recibir comida tras el sonido de una campana podían salivar ante el sonido de
la misma, incluso si la comida no se hacía presente, y que los humanos podían ser
igualmente condicionados para responder a estímulos de manera predecible. Estas
teorías desafiaron el punto de vista romántico de los individuos como protagonistas
de sus propios dramas, poniendo de manifiesto en su lugar a seres humanos sujetos a
fuerzas internas y sociales de las que sólo eran vagamente conscientes. Estas visiones
versátiles de la naturaleza humana desempeñaron un papel importante en la literatu-
ra y en el resto de las otras artes.
Apoyados en las nociones románticas del arte como una ventana hacia lo divino y
del artista como un visionario iluminado, los artistas contemplaron su obra cada vez
más como un fin en sí que debía ser apreciado como tal. El éxito no se medía por el
amplio atractivo popular sino por la estima de intelectuales y artistas allegados. Mu-
chos artistas buscaron contenidos y técnicas nuevos e inusuales. Los poetas simbolis-
tas, como por ejemplo, Paul Verlaine, Stéphane Mallarmé, Paul Valéry y Stefan
George, utilizaron una imaginación intensa, ciertos símbolos y una sintaxis trastoca-
da para evocar un estado indefinido y cercano a los sueños y para sugerir sentimien-
tos y experiencias en lugar de describirlas directamente. Se concentraron en los senti-
dos y en el momento presente y abrieron nuevas posibilidades de sensibilidad con
fuertes paralelismos en el arte y la música.
En la segunda mitad del siglo XIX, los pintores franceses conocidos como impre-
ionistas -llamados así a partir del cuadro de Claude Monet Impresión: amanecer
0 872)- inauguraban el primero de una serie de movimientos artísticos que cam-
biaron radicalmente los estilos y la actitud con respecto al arte. Los impresionistas
no buscaban representar las cosas de manera realista, sino capturar la impresión que
~tas producían en el artista, y para ello adoptaban la posición de un observador im-
parcial, en lugar de una entrega directa y emocional. En los cuadros de Monet, los
objetos y las personas se sugieren mediante unos pocos trazos del pincel, a menudo
con colores de fuertes contrastes, dejando a los ojos y a la mente del observador la
fusión de los colores y el relleno de los detalles que faltan. El efecto de la luz sobre
un objeto es con frecuencia el asunto de la pintura, tanto o más que el propio obje-
to. Si bien las pinturas impresionistas son hoy ampliamente conocidas, al principio
fueron recibidas con reticencias y ridiculizadas como carentes de técnica artística y
910 El siglo XX y át!f!'.!_
interpretativo más allá de su muerte. La nueva tecnología permitía que los intér-
pretes consiguiesen por primera vez el grado de inmortalidad anteriormente reser-
vado únicamente a los compositores.
La grabación mecánica era adecuada para las voces, pero el limitado espectro
de frecuencias que podían reproducirse hacía que la música de orquesta sonase ex-
ce ivamente metálica. Durante afios, la única sinfonía disponible fue la Quinta de
Beethoven, grabada en 1913 por la Filarmónica de Berlín para La Voz de su Amo
(His Master's Voice). Por tratarse de una obra tan larga, la compafiía tuvo que edi-
carla en ocho discos reunidos en un «álbum», lo cual pasó a ser el formato están-
dar de las obras más largas.
En los afios veinte, los nuevos métodos de grabación y reproducción que em-
pleaban la electricidad -incluido el micrófono eléctrico-- permitieron un enor-
me incremento del ámbito de frecuencias, así como la fidelidad y la variación de
la dinámica, haciendo este medio aún más atractivo para músicos y amantes de la
música. La caída de los precios y la continua mejora del proceso de grabación esti-
muló un mercado de grabaciones en aumento, de las canciones populares y los
números de danza al repertorio clásico. Las casas discográficas competían por gra-
bar a los intérpretes más famosos y, en los afios cuarenta, la mayoría de las obras
orquestales más conocidas se había grabado más de diez veces cada una.
Estimulados por la competencia, las compafiías siguieron desarrollando nuevas
mejoras. En 1946, Columbia Records introdujo la grabación del long-play {larga
duración), o LP, que giraba a 33-113 revoluciones por minuto en lugar de 78 y
urilizaba surcos más pequefios, lo que permitía veintitrés minutos de música por
cada lado en lugar de cuatro. Los amantes de la música compraron millones de
LP , mientras se deshacían de sus 78s. En los afios cincuenta, se introdujeron las
grabaciones de alta fidelidad (high-fidelity) y estereofónicas, las cuales vieron tam-
bién nacer una tecnología de grabación enteramente nueva: la cinta magnética.
Philips introdujo las cintas de cassette en 1963, mientras en los afios setenta las
ventas de cintas competían ya con las de discos. Algo más tarde, en 1983, Philips
y Sony dieron a conocer el disco compacto (compact clise), o CD, que almacena-
ba sonido grabado mediante un código digital grabado sobre un disco de plástico
de cuatro pulgadas, leído mediante láser. Mientras los oyentes se encontraban aún
ustituyendo sus LPs por los nuevos CDs, se desarrollaron nuevas tecnologías que
hicieron posible descargar música desde Internet en un ordenador personal o en
un aparato portátil.
El desarrollo de las grabaciones alteró de manera irreversible el modo de escu-
char la música de las personas. Ya no tenían que asistir a las salas de conciertos o
reunirse en torno a un quiosco de música. Ahora podían permanecer sentados en
us hogares y requerir a su cantante favorito o a una orquesta entera según su con-
v Üencia, escuchando una única interpretación repetidas veces si ésta les gustaba.
El elemento visual de la práctica musical desapareció súbitamente; los oyentes es-
912
-
cuchaban a los intérpretes sin verlos y los músicos tocaban en estudios de graba.
ción para una audiencia invisible. La escucha de grabaciones sustituyó a menudo
a la práctica musical amateur en los hogares, con el efecto paradójico de que la
gente dedicó menos tiempo y esfuerzo a participar activamente en la práctica mu-
sical. Para mucha gente, escuchar música dejó de ser una actividad colectiva y se
convirtió en un pasatiempo fundamentalmente solitario. La gente utilizó también
la música grabada como fondo para otras actividades, dejando de escucharla m
diante una concentración focalizada.
Junto a intérpretes y oyentes, los compositores se vieron asimismo influidos por
las nuevas tecnologías, pudiendo aprovechar estilos e ideas musicales lejanos a
experiencia ordinaria. Las músicas exóticas de África, India, Asia y otros lugares
encontraban ahora a disposición de cualquiera gracias a las grabaciones, sin las difi
cultades y trastornos de los viajes; la historia completa de la música occidenraJ, d
de el canto gregoriano entonado por los monjes de un monasterio remoto a la mú
reciente melodía popular, podía escucharse en un disco. Además, a partir de 1
años cuarenta, los compositores emplearon sonidos grabados para hacer música, lo
que les permitía incorporar una variedad de sonidos sin precedentes.-BRH y JB
corno caldo de cultivo de los nuevos estilos musicales, las nuevas ideas acerca de la na-
ruraleza humana y los movimientos artísticos nuevos, con fenómenos paralelos y parti-
cularmente cercanos al simbolismo, el impresionismo, el expresionismo y el cubismo.
el aumento del comercio y de los viajes permitió que algunas canciones alcanzasen
un mercado internacional. Las canciones británicas habían encontrado un público
en los Estados Unidos desde el siglo XVIII; en el siglo XX, las canciones norteamerica-
nas se hicieron cada vez más populares en Gran Bretaña. Tin Pan Alley estaba en
pleno apogeo y algunos éxitos de la época se convirtieron en clásicos todavía hoy co-
nocidos, como Take me out to the ball game (1908) de Jack Norworth y Albert Von
Tilzer y Over there (1917) de George M . Cohan (1878-1942).
Muchas de las canciones populares más conocidas procedían de los espectáculos
escénicos. Las revistas se propagaron desde París a Londres, Nueva York y otros luga-
res, articuladas cada vez más en torno a la canción y a los números de baile, a menu-
do con un vestuario y una escenografía muy llamativos. Franz Léhar (1870-1948)
dio nueva vida a la opereta vienesa con La viuda alegre (1905) y otras obras, mien-
tras que, en los Estados Unidos, Víctor Herbert (1859-1924) obtuvo éxito con sus
operetas Babes in Toyland (1903) y Naughry Marietta (1910).
Un nuevo género significativo fue la comedia musical o musical, que contenía
canciones y números de baile en estilos extraídos de la música popular, y los inserta-
ba en el contexto de una obra hablada con un argumento cómico o romántico. El
empresario inglés de teatro George Edwards estableció el género mediante la combi-
nación de elementos de espectáculos de variedades, óperas cómicas y obras de teatro,
en una serie de producciones para el Gaiety Theater de Londres en la década de
1890. Los musicales británicos fueron pronto llevados a los escenarios de Estados
Unidos, mientras que Broadway, el barrio teatral de Nueva York, se convertía en el
cenero principal de musicales, junto al West End de Londres. George M. Cohan in-
auguró un estilo específico de musical norteamericano con su Little ]ohnny ]ones
0 904), que fusionó los temas norteamericanos y los sonidos autóctonos del vodevil
Y de Tin Pan Alley con argumentos románticos de los estilos europeos de la ópera
cómíca y la opereta. Este espectáculo incluía dos de las canciones populares más fa-
916
mosas y duraderas de la época, Give my regards to Broadway y The yankee doodle boy
(cuyo coro empieza «l'm a Yankee doodle dandy»). A partir de estas raíces surgirían
los musicales de Jerome Kern, Irving Berlin, George Gershwin, Rodgers y Ham-
merstein y Andrew Lloyd Webber, entre otros muchos.
canciones populares y de otras fuentes con su propia música. Los compositores pos-
teriores escribieron cada vez más bandas sonoras originales que evocaban los estilos y
convenciones del Romanticismo o de los compositores populares.
La música de banda
sincopado y lleno de swing que las distinguía de las bandas blancas. La banda de Eu-
rope causó sensación en París durante y después de la Primera Guerra Mundial, y la
Garde Républicaine de Francia intentó en vano imitar su sonido.
El ragtime
Entre las danzas tocadas por las bandas de metales y de concierto se encontraban las
piezas en ragtime, un estilo popular existente entre las décadas de 1890 y 1910, con
ritmos sincopados (o «ragged», irregulares) frente a un bajo regular y con ritmo de
marcha. Esta sincopación derivó según parece de las palmas de juba de los negros
norteamericanos, un vestigio del toque de tambor y las palmadas procedentes de
África. El acento sobre los tiempos débiles del compás en un estrato rítmico frente a
los acentos regulares de otro estrato refleja los complejos ritmos cruzados habituales
en la música africana.
Hoy en día se conoce el ragtime sobre todo como un estilo de música para pia-
no, pero a finales del siglo XIX y principios del XX el término abarcaba también la
música para conjunto y las canciones. El ragtime fue originariamente una manera
de improvisar o de interpretar, «irregularizando» («ragging;>) las piezas anotadas
con ritmos homogéneos mediante la introducción de síncopas. Un medio de ha-
cerlo fue el cakewalk, un baile en pareja derivado de las danzas eslavas y marcado
por un pavonearse y por los movimientos acrobáticos. La música de los cakewaJks
se imprimió sin síncopas hasta 1897, cuando las figuras sincopadas características
del ragtime empezaron a aparecer. A partir de ese año, se publicaron obras instru-
mentales llamadas rags, especialmente para piano, mientras que los cakewalks y los
rags se contaron pronto entre las mejores ventas de música instrumental. El com-
positor afroamericano de formación clásica Will Marion Cook (1869-1944) intro·
dujo los ritmos nuevos en la tradición de Broadway con Clorindy, or The origin of
the Cakewalk (1898) y In Dahomey, representados en Nueva York en 1902 y en
Londres en 1903, y llevó a Europa el estilo del cakewalk y del ragtime. Muchas
canciones populares fueron escritas también en ritmo de ragtime. Los composito-
res, los escritores de las letras y los intérpretes tanto negros como blancos adopta·
ron este estilo; de hecho, la banda de Sousa llevó a cabo algunas de las primeras
grabaciones de ragtime.
El compositor de ragtime más destacado fue Scott Joplin (1867-1917). Hijo de
un antiguo esclavo, estudió música en su ciudad natal de Texarkana, Texas, y trabajó
en Sedalia y en St. Louis, Missouri, antes de trasladarse a Nueva York en 1907. u
obra más ambiciosa fue la ópera Treemonisha, acabada en 1910, aunque no se llevó a
la escena hasta 1972. Sin embargo, fue conocido sobre todo por sus rags para piano,
especialmente el Maple LeafRag (1899). Como la mayoría de los rags, está en com·
pás de 2/4 y sigue la forma de una marcha, con una serie de secciones de dieciséis
compases, cada una repetida. La segunda sección, de la cual ofrecemos un pasaje en
¡J. Los inicios del siglo XX 919
:..--
El primer jazz
u década de 191 O fue también testigo del primer desarrollo de otro tipo de música
de raíces afroamericanas: el jazz. El jazz evolucionó dentro de una tradición diversa
que abarcaba muchos estilos, géneros y funciones sociales, aunque parece que empe-
zó como una mezcla de ragtime y de música de baile con elementos del blues (des-
crito en el capítulo 33).
Nueva Orleans ha sido considerada por mucho tiempo la «cuna del jazz», si bien
la investigación reciente ha descubierto un jazz temprano también en otras regiones.
El siglo XX y de~ué$
920
-
Del ambiente cultural y social de Nueva Orleans se nutrió el desarrollo del primer
jazz. El pasado francés y español de la ciudad le había proporcionado una atmósfera
diferente a la de otras ciudades de los Estados Unidos. Antes de su emancipación,
Nueva Orleans era el único lugar del sur en el que se permitía a los esclavos que se
reuniesen en público. Como consecuencia, la música de Nueva Orleans conservó al-
gunas tradiciones africanas perdidas en otros lugares. Por otra parte, la ciudad man-
tenía estrechas conexiones con el Caribe y los ritmos de la música de Haití, de Cuba
y de la música criolla ejercieron asimismo su influencia sobre el primer jazz. Las ban-
das de baile de Nueva Orleans mezclaron estas tendencias con los estilos europeos y
dieron origen gradualmente a un nuevo tipo de música. Por regla general, estas ban-
das eran pequeños conjuntos con dos o tres instrumentos melódicos, como la trom-
peta, el clarinete y el trombón; un instrumento que ejecutase el bajo, como la tuba;
tambor y bombo.
El nuevo estilo no tenía al principio nombre alguno o se conocía sencillamente
como el estilo de ragtime de Nueva Orleans. Pero cuando las bandas de Nueva Or-
leans empezaron a tocar en Chicago, Nueva York y otros lugares, utilizaron el térmi-
no «jazz». Entre las bandas que popularizaron el término se contaba un grupo de
músicos negros que llevó a cabo diversas giras en 1913-1918 bajo el nombre de Or-
leans Jazz Band y una banda de músicos blancos que en 1917 dio conciertos en
Nueva York y realizó grabaciones como la Original Dixieland Jazz Band.
El jazz era diferente del ragtime sobre todo en el modo de ser interpretado. En
lugar de tocar la música «directamente», respetando los ritmos y las texturas de
una pieza enteramente escrita en notación, los intérpretes improvisaban arreglo
que distinguían a un intérprete o a una interpretación de otra. Al escuchar a uno
de los primeros pianistas y compositores de jazz nacido en Nueva Orleans, Jelly
Roll Morton (1890-1941), tocando el Maple LeafRagde Joplin en una grabación
de 1938, reconocemos que se trata de jazz inconfundible y no de ragtime, en vir-
tud de las anticipaciones de los acentos, la interpretación oscilante e irregular de
las sucesiones de notas de igual valor, las ágiles notas, la armonía enriquecida y el
desarrollo de breves unidades motívicas de ragtime en una línea sonora más con-
tinua.
A pesar (y en ocasiones por causa) del gran atractivo del ragtime y del jazz, se lo
miró como algo sospechoso y con cierta condescendencia por gran parte de los que
cultivaban la música clásica. Sin embargo, había también compositores clásicos que
los admiraron e incorporaron elementos del ragtime y del jazz a su propia música,
incluidos Debussy, Ravel, Stravinsky, lves y Milhaud (véanse más adelante y los cap1-
tulos 32 y 34). Para muchos europeos, el ragtime y el jazz representaban la ener ía
cruda y la novedad de los Estados Unidos. Como veremos en los capítulos posterio-
res, tras la Primera Guerra Mundial el jazz se convirtió en un emblema de la moder-
nidad a ambos lados del Atlántico; a mediados de siglo, empezó a ser aceptado como
una tradición de música culta por derecho propio.
J. Los inicios del siglo XX 921
Muchas de las piezas tratadas hasta ahora se convirtieron en clásicos de sus propias
tradiciones, de las exitosas canciones de George M. Cohan a las suites de Holst para
banda y los rags para piano de Joplin. La proliferación de tradiciones, estilos y géne-
ros dificulta la exposición de un relato único y coherente de los desarrollos musicales
del siglo XX. Y sin embargo, uno de los temas recurrentes es esta enorme multiplica-
ción de estilos, evidente asimismo en la tradición clásica.
Alemania y Austria
Das Lied von der Erde (La canción de la tierra, 1908). Fue una inspiración y el men-
tor de muchos miembros de la generación más joven, incluido Arnold Schonberg y
su círculo (véase capítulo 32), lo que convierte a Mahler en alguien cuando menos
tan importante para la música del siglo XX como lo fue para la de siglo XIX.
Richard Strauss ejerció asimismo una enorme influencia en ambos siglos, pero su
trayectoria fue mucho más larga y su música siguió un camino diferente después de
1900. Tras haberse establecido en las décadas de 1880 y 1890 como compositor más
destacado de poemas sinfónicos después de Liszt (véase capítulo 28), Strauss se inte-
resó por la ópera, con la intención de recoger el testigo de Wagner. Tras un fracaso
temprano con Guntram en 1893 y un éxito moderado con Feuersnot (Carencia de
fuego) en 1901, cosechó un triunfo en 1905 con Salome y, desde entonces, la capaci-
dad de representación y caracterización perfeccionada en sus poemas sinfónicos fue
aplicada de modo casi exclusivo a la ópera. Sus principales modelos fueron Wagner y
Mozart, compositores de la tradición austro-alemana cuyas óperas dirigió con sumo
interés, y quienes -a pesar de las grandes diferencias entre ambos- fueron común-
mente expertos en el uso de estilos contrastantes para captar la personalidad de sus
personajes, articular sus emociones y transmitir la situación dramática. Como Wag-
ner, Strauss realzó tanto la coherencia musical como el impacto dramático mediante
d uso de Leitmotiv y la asociación de ciertas tonalidades con personajes particulares.
Salome es una composición sobre la obra en un solo acto de Osear Wilde, en tra-
ducción alemana. Strauss adaptó el libreto él mismo. En esta decadente versión de la
narración bíblica, Salomé ejecuta su famosa danza de los siete velos y engatusa a He-
rodes para que le entregue la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja de plata, de
manera que ella pueda besar sus labios yertos. El asunto, las acciones y las emociones
fueron lo más extraño visto en una ópera hasta entonces y estimularon a Strauss a
crear una música armónicamente compleja y disonante que influyó sobremanera en
los compositores posteriores.
El ejemplo 31.2 muestra un pasaje justo después de que Herodes haya aceptado
con grandes reticencias la petición de Salomé. Strauss consigue un virulento grado
de disonancias mediante la superposición de ideas y el uso de las doce notas cromá-
cicas en rápida sucesión, así como acordes de hasta siete notas. No obstante, un
concepto simple mantiene la cohesión del pasaje: una disonancia fundamental, el
trítono Re-La bemol se prolonga e intensifica gracias a otras notas hasta que resuel-
ve en la tonalidad de Mi bemol. El trítono adopta diferentes aspectos, lo que per-
mite a Strauss crear una sensación de ambigüedad y premonición, mientras insinúa
la resolución final. El pentagrama inferior del ejemplo presenta un esquema simpli-
ficado de la armonía. Durante todo el pasaje se sostiene la nota Re como un bor-
dón junto a un trino Sol-La bemol. En el tercer compás del ejemplo, el añadido de
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924 El siglo
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EJEMPLO 31.2 Prolongación de las disonancias en un pasaje de Salomé, de Strauss
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3J. Los inicios del siglo XX 925
b. Resolución final
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una díada Si bemol-Do aporta las notas para una novena dominante en Mi bemol
(Si bemol-Re-La bemol-Do) por debajo de una escala en esa tonalidad en segundas
paralelas, que prevé la resolución final. En el compás siguiente, superpuesto a esta
sonoridad, se halla un acorde ornamentado de séptima disminuida (Mi-Sol-Si be-
mol-Re bemol), que resuelve un compás más tarde y de manera ascendente hacia
una brillante tríada de Mi mayor, proyectada mediante numerosos motivos; junto
con el bordón en Re, esta tríada forma un tipo de acorde de sexta aumentada (equi-
valcnre a Fa bemol-La bemol-Do bemol-Re). Tanto el acorde anterior como el
acorde Si bemol-Re-La bemol-Do, a pesar de las fuertes disonancias entre ellos,
concienen el trítono Re-La bemol y anuncian una resolución en Mi bemol. Pero
esca resolución es postergada durante más de un minuto, pues otros acordes se su-
perponen en una superficie cromáticamente deslizante sobre la disonancia mante-
nida. Al final del pasaje, que se muestra en el ejemplo 31.3b, el trítono Re-La be-
mol resuelve finalmente en Mi bemol, mediante una progresión cromática que
resume el cromatismo precedente a la par que oscurece la progresión dominante-tó-
nica ubyacenre.
Una música tan ferozmente disonante inspiró a algunos compositores posteriores
hasta llegar a abandonar por completo la tonalidad. Pero otros pasajes de esta ópera
~enan tan dulcemente diatónicos, consonantes y claramente centrados en una tona-
lidad tomo este pasaje resulta cromático, disonante y ambiguo. El intenso efecto que
926 El si /,o .\'.X
Strauss consigue aquí se basa en nuestras expectativas de que las disonancias resolve-
rán. Para este propósito, la dramatización musical de Strauss precisaba de las polari-
dades inherentes a la música tonal, entre disonancia y consonancia, cromatismo y
diatonismo, inestabilidad y estabilidad, tensión y resolución. En este sentido apare-
cía como el heredero directo de Wagner, quien utilizó las mismas polaridades para
transmitir un intenso anhelo en Tristan und !solde.
Con Elektra ( 1906-1908), Strauss inició una larga y fructífera colaboración con el
dramaturgo vienés Hugo von Hofmannsthal (1874-1929), que tendría como resul-
tado siete óperas. Adaptada a partir de un drama de Sófocles, Elektra hace hincapié
en las emociones del odio insano y de la venganza. En conformidad a ello, Strauss
intensificó el cromatismo, las disonancias y la inestabilidad tonal, yendo en ocasio-
nes más allá de Salome, aunque lo compensase en algunos momentos con pasajes e-
~renos, diatónicos y tonalmente estables.
Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa, 1909-1910) nos transporta a un mun-
do más radiante de erotismo elegante y estilizado y de sentimientos tiernos, en d
ambiente aristocrático de polvos de tocador y pelucas de la Viena del siglo XVIII. De
manera engañosamente simple domina la música diatónica, mientras el cromatismo,
los novedosos cambios armónicos repentinos, las melodías amplias e impredecibles y
los mágicos colores orquestales sugieren sensualidad y encantamiento. Toda la parti·
tura, con su mezcla de sentimiento y de comedia, rebosa de los ritmos y melodías
desenfadadas de los valses vieneses -un ingenioso anacronismo, puesto que la moda
del vals empezó a comienzos del siglo XIX, bastante después de los sucesos acaecid
en la ópera.
Las últimas óperas de Strauss exhiben también un uso sagaz de los estilos musica·
les, así como la intensificación de las polaridades inherentes a la tonalidad a la hora
de representar los personajes y transmitir el drama. En última instancia, el arte de
Strauss es retórico y busca incitar las emociones del público de manera directa, como
lo haría un compositor de música de cine, y para ello necesitó una gama igualmente
amplia de estilos y efectos.
Claude Debussy
l.
P. . - -
Muchas de las otras piezas para piano llevan también títulos evocativos que su-
gieren con frecuencia una imagen visual, como Estampes (Estampas, 1903) y los dos
grupos de Images (1901-1905 y 1907). Algunas de sus obras evocan estilos caracte-
ri ticos de música. Pagodes, la primera pieza de Estampes, transmite su atmósfera
asiática imitando las melodías pentatónicas, los gongs graves y las texturas en varias
capas del gamelán javanés, una orquesta que contiene únicamente gongs y percu-
ión que Debussy había escuchado en la Exposición Universal de París de 1889.
Children's Corner (1906-1908) representa el mundo de los niños, incluido un guiño
travieso a los ejercicios de piano de Clementi y de Czerny en Dr. Gradus ad Parnas-
111m. La última pieza del grupo, Golliwogg's Cake- Walk, imita el estilo de ragtime de
Ott Joplin y yuxtapone a ello una sección intermedia que recuerda de forma satí-
rica el inicio de Tristan und !solde de Wagner en el estilo de la música de salón, se-
ñalado «avec une grande émotion»; en esta pieza desenfadada, Debussy demuestra
SUS gustos modernos, muestra su conocimiento de la música norteamericana del
momento y se mofa de la grandiosidad y emocionalidad excesiva de su predecesor
alemán.
Los veinticuatro Preludios (dos libros, 1909-1910 y 1911-1913) son piezas de ca-
rácter cuyos títulos pintorescos están colocados más bien al final que al principio de
cada pieza, de manera que oyentes o intérpretes puedan formar sus propias imáge~
nes. Otras obras son relativamente abstractas, aunque con el inconfundible sello de
Debussy: Suite bergamasque (ca. 1890) y Pour le piano (1894-1901) ponen al día la
tradición francesa de la suite para teclado, mientras que los tardíos Estudios (19 15)
exploran el timbre pianístico así como la técnica en la tradición de Chopin.
La música orquestal de Debussy muestra las mismas características que sus obras
para piano, con el elemento afiadido del timbre instrumental. A menudo, un instru-
mento particular se asocia a cierto motivo y los diferentes estratos musicales se sepa-
ran mediante el color de los tonos. Sus obras requieren una gran orquesta, rara vtt
empleada para generar sonidos fuertes, sino que, por el contrario, ofrece una gran
variedad de colores tímbricos y texturas. Todavía más que Mahler, Debussy trató la
música como un arte de los sonidos y se deleitó en el amplío espectro de los sonido
disponibles en la orquesta.
Debussy basó su célebre Prélude a «L'apres-midi d'un faune» (Preludio a «La siest1
de un Fauno», 1891-1894) en un poema simbolista de Mallarmé y trató el asunto
del mismo modo que lo hicieron los poetas simbolistas: evocando un estado anímico
mediante la sugestión, la connotación y la indirecta en lugar de por medio de una
intensa expresión emocional. La técnica orquestal de Debussy está bien represemada
en los tres Nocturnes (1897-1899), con una instrumentación tenue, apagada e imagi-
naria en Nuages (Nubes), el brillo de la orquesta al completo en Fétes (Fiestas) y la
fusión de la orquesta con el coro femenino sin texto en Sirenes (las Sirenas de la mi·
tología griega). La Mer (El mar, 1903-1905), subtitulado «tres apuntes sinfónico ,
capta los movimientos del mar a través de imágenes musicales que alternan con rapi·
dez.
Nuages, de los tres Nocturnes, ejemplifica la interacción del timbre con el motivo,
con el tipo de escala y con otros elementos para crear una imagen musical. Hay cm
secciones en una forma alterada ABA'. La pieza empieza con un esquema oscilante
de quintas y terceras, adaptado de una canción de Musorgsky, que transmite una im·
presión de movimiento sin dirección armónica, una analogía apta para las nubes que
se desplazan lentamente. Cada vez que el esquema aparece en la sección A, combina
colores tímbricos o tonos diferentes, o ambos, en ocasiones modificándose en series
de tríadas paralelas o en acordes de novena. En la abreviada sección A', el esquema
prácticamente desaparece, lo cual da la impresión de nubes que se dispersan. Yuxu·
puesta a esta inconstancia de las figuras se halla una que cambia un poco: un motivo
del corno inglés que asciende rápidamente y desciende lentamente a través de un
segmento de la escala octatónica. El corno inglés omite o repite en ocasiones algunas
31. Los inicios del siglo XX _ _ _ _ 931
-----
de sus notas finales, pero el motivo nunca se desarrolla, se transpone o se otorga a
otro instrumento; el corno inglés en ningún momento toca otra cosa: hay una iden-
tificación completa entre el timbre y el motivo. El motivo suele recibir respuesta de
las trompas que tocan un trítono u otras figuras de la misma escala octatónica (en la
sección A) o de la escala de tonos enteros (en la sección A'); No está claro lo que es-
cas imágenes musicales representan, si es que representan algo; son ellas mismas,
aportando coherencia a la música y contribuyendo a transmitir una sensación de
quietud y contemplación.
Debussy trabajó con textos durante toda su vida -también fue crítico musical- y
ello hizo que se interesase en particular por la palabra escrita. Sus canciones más no-
tables son aquellas compuestas sobre poemas de los más grandes poetas franceses, in-
cluidos Charles Baudelaire, Paul Verlaine y las baladas del poeta del siglo XV Frarn;:ois
Villon. Una y otra vez buscó proyectos dramáticos, desde la música incidental para
d misterio teatral de Gabriele d'Annunzio El martirio de san Sebastídn (1910-1911)
,. el ballet]eux (1912-1913), hasta diversas obras inacabadas. Su única ópera comple-
~a, Pelléas et Mélisande (1893-1902), fue la respuesta a Tristan und !solde de Wagner
y consolidó su reputación cuando fue estrenada en la Opéra-Comique de París. Las
veladas alusiones e imágenes del texto, una obra de teatro simbolista de Maurice
Maeterlinck, encuentran un paralelo en las armonías extrañas y a menudo modales,
lo colores apagados y la expresividad contenida de la música. Las voces, compuestas
como un recitativo fluido y que se ajusta a la prosodia de la lengua francesa, se ven
apoyadas pero nunca dominadas por un continuo fondo orquestal, mientras que los
interludios instrumentales que conectan las escenas transportan el misterioso drama
interior.
La inflttencia de Debussy
Francia: Ravel
Maurice Ravel (1875-1937) ha sido con frecuencia colocado junto a Debussy como
impresionista, y algunas de sus obras parecen adecuarse a esta etiqueta. Pero quizá de-
bería ser llamado un fantástico asimilador, cuya música abarca una multiplicidad dt
influencias, a la par que lleva su sello distintivo caracterizado por un consumado co-
nocimiento del oficio, por las formas tradicionales, por las melodías diatónicas y por
las armonías complejas dentro de un lenguaje esencialmente tonal.
La pieza para piano ]eux d'eau (Juegos de agua, 1901) puede ilustrar el lado im-
presionista de Ravel y algunas de sus diferencias con Debussy. En ella, Ravel se apo-
yó en las técnicas pianísticas de Liszt y dio a su vez ideas a Debussy para su propia
música acuática. El pasaje del ejemplo 31.4 contiene muchas texturas innovadoras,
como acordes paralelos y disonantes por debajo de raudas escalas, acordes y figuras
arpegiadas que ponen de relieve las quintas abiertas y las cuartas. Este pasaje yuua·
pone los tonos enteros con la música diatónica, como en L1sle joyeuse (ejemplo
31.4). Pero, a diferencia de Debussy, Ravel trata sus sonoridades de tonos enteros
como armonías disonantes que deben ser resueltas, culminando en una reelabora-
ción compleja de la cadencia tonal tradicional ii-V-I: una progresión a partir d un
acorde de novena sobre Fa sostenido (extraído de una escala de tonos entero), pa·
V' de V sustituto de V
-
31. Los inicios del sígÚJ XX 933
sando por un acorde de sexta aumentada Fa-La-Si-Re sostenido (extraído de otra es-
cala de tonos enteros), hasta una resolución sobre la tónica de Mi mayor. También
características de Ravel son las prominentes séptimas mayores que añade a los acor-
des de tónica y de subdominante en el compás 7, para crear una punzante disonan-
cia que Debussy hubiese normalmente evitado.
Las descriptivas piezas para piano de las colecciones Míroirs (Espejos, 1904-1905)
y Gaspard de la nuit (1908), la suite orquestal R.apsodie espagnole (Rapsodia española,
1907-1908) y el ballet Daphnís et Chloé (1909-1912) invocan de igual modo el im-
presionismo en su impetuosa imaginación musical, la brillante técnica instrumental
y las armonías llenas de colorido. Pero Ravel absorbe también ideas de la música
francesa más antigua y de la tradición clásica. Toma elementos de la tradición barro-
ca francesa de las danzas estilizadas y de las suites en sus piezas para piano Menuet
antique (1895), Pavane pour une infante défunte (Pavana para una infanta difunta,
1899) y Le tombeau de Couperin (Lamento por Couperin, 1914-1917), todas las
cuales orquestó posteriormente. Sus canciones se apoyan en el arte francés y en las
tradiciones populares y abarcan en los temas desde caracterizaciones hilarantes y rea-
listas de la vida animal en sus Histoires naturelles (1906) a los tres poemas simbolistas
de Stéphane Mallarmé para voz y conjunto de cámara (1913). Las composiciones de
Ravel reflejan estrechamente los acentos naturales del francés y eliminan a menudo
)a$ sílabas finales, no pronunciadas en el discurso normal y en las canciones de los
music hall, pero a las que tradicionalmente se ponía música en las canciones de con-
cierto. Su interés por las formas clásicas es evidente en obras tales como la Sonatine
para piano (1903-1905), el Cuarteto de cuerda en Fa (1902-1903), el Trío con pia-
no (1914) y la Sonata para violín (1923-1927). Ravel observó también las tradicio-
n~ populares fuera de Francia y utilizó los ritmos de valses vieneses en el poema or-
questal La valse (1919-1920), el estilo de los gitanos zíngaros en Tzigane para violín
y piano u orquesta (1924), el blues en la Sonata para violín y elementos del jazz en
1Concierto para Piano para la Mano Izquierda (1929-1930), compuesto para el pia-
nista Paul Wittgenstein, que había perdido su brazo derecho en la Primera Guerra
Mundial. Muchas obras evidencian giros idiomáticos hispanos, incluido el famoso
Bolero (1928) de Ravel, meditación orquestal sobre una única idea, variada mediante
cambios de instrumentación y un crescendo gradual. Al trabajar dentro de una tra-
dición clásica que apreciaba la originalidad, Ravel evitó repetirse a sí mismo gracias a
Wl amplio espectro de fuentes y poniendo de manifiesto en cada obra su sello indi-
vidual.
obra no nacionalista, la suite orquestal The Planets (1914-1916), que pasó a ser la
fuente de muchas convenciones de partituras de cine y de series televisivas ambienta-
das en el espacio.
Vaughan Williams fue más nacionalista en su estilo que Holst. Sus obras com-
prenden nueve sinfonías y otras piezas para orquesta, bandas sonoras, obras para
banda, canciones, óperas y numerosas obras corales. Extrajo su inspiración no sólo
de la canción folclórica, sino también de la himnodia inglesa y de compositores in-
gleses antiguos, como Thomas Tallis y Henry Purcell. También estudió con Ravel y
recibió fuertes influencias de Debussy, Bach y Handel.
Vaughan Williams es ejemplo de un rasgo común a varios compositores ingleses
modernos: escribió tanto música culta como música práctica o utilitaria y empleó
elementos de cada una de las tradiciones en la otra. Adquirió un profundo conoci-
mienro de la himnodia como editor musical del nuevo English Hymnal en 1904-
1906 y más tarde escribió que «Dos años de gran proximidad a algunas de las mejo-
res (asf como de las peores) tonadas del mundo resultó ser una mejor educación
musical que cualquier cantidad de sonatas y fugas». También compuso media doce-
na de tonadas hímnicas, arregló más de cuarenta canciones folclóricas como himnos
y resucitó para el himnario melodías olvidadas del siglo XVI. Durante toda su carrera
artística dirigió a cantantes e intérpretes amateurs locales, para los cuales escribió
cierto número de piezas. Estos vínculos con la práctica musical amateur mantuvie-
ron a Vaughan Williams y a otros compositores ingleses lejos de cultivar un estilo
esotérico dirigido únicamente a oyentes de elite.
La cualidad nacional de la música de Vaughan Williams procede de la incorpora-
ción o de la imitación de tonadas folclóricas británicas y de su asimilación de la ar-
monía modal de los compositores ingleses del siglo XVI. Una de sus obras más popu-
lares, la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis (1910) para doble orquesta de
cuerdas y cuarteto de cuerda, está basada en un himno de Tallis en el modo frigio
que Vaughan Williams había recuperado para su English Hymnal. La pieza introduce
fragmentos de la tonada, la expone sencillamente una vez y desarrolla motivos a par-
tir de ella en una fantasía libre, utilizando sonoridades antifonales y tríadas en movi-
miento paralelo dentro de un marco modal. Como su profesor, Ravel, Vaughan Wi-
lliams encontró maneras de escribir una música variada, pero siempre nacional y de
una individualidad fácilmente reconocible.
fupaña y Gran Bretaña eran naciones independientes para las cuales el nacionalismo
suponía antes que nada una cuestión cultural. Pero para los pueblos del este de Eu-
ropa, sometidos a los Imperios Austro-húngaro y Ruso, se trataba asimismo de una
apremiante preocupación política. Una música que reflejase la lengua y las tradicio-
nes de un pueblo era apreciada en casa como aseveración de la identidad nacional
936 El siglo XX
-
y det/Jué,
Finlandia: Sibelius
Finlandia fue parte del Imperio Ruso desde 1809 hasta que consiguió su independen·
cia en 1917, pero estaba dominada culturalmente por Suecia, que la había goberrta·
do durante siglos. Jean Sibelius (1865-1957) creció y se formó en la lengua sueca;
más tarde, en su adolescencia, se convirtió en un comprometido patriota finland •
aprendió el idioma y cambió su nombre del sueco Johan al francés Jean. Fascinado
por el poema épico nacional finlandés, el Kalevala, extrajo de él textos para sus obras
vocales y para los asuntos a tratar en sus poemas sinfónicos. Creó muchos temas
bre fórmulas de recitación de la épica, melodías reiterativas sobre las cuatro primeras
notas de la escala menor.
Sibelius estableció su reputación, como compositor finlandés más destacado en la
década de 1890, con una serie de poemas sinfónicos, como Kullervo (en cinco movi·
¿!_. Los inicios del siglo XX 937
b. Estadio intermedio
,...-----, ,..----.
9=N~
Ve. cantabile
JJ f 1t f E 1f
EJEMPLO 31.6 Temas del Preludio en Sol menor, op. 23, No. 5, de Rachmaninov
a. Inicio
AILunarcia J = io8
)
.:. .:. .:.
b. Sección intermedia
Cuarta disminuida
Los cambios de su lenguaje musical pueden seguirse en sus diez sonatas para pia-
no, de las cuales las cinco últimas, compuestas en 1912-1913, prescinden de arma-
dura y de tonalidad. Sustituyó la armonía tonal convencional por la elección en cada
obra de un acorde complejo que actuase a modo de tónica y como fuente del mate-
rial melódico y armónico de la obra. El acorde de referencia suele contener uno o
dos trítonos y es por lo general parte de una escala octatónica, en ocasiones con una
nota añadida. Estos acordes se asemejan al acorde de Tristán, de Wagner (véase capí-
tulo 28), aunque son tratados como objetos estáticos y no proyectan un anhelo de
resolución; en lugar del deseo que Wagner procuraba invocar, sugieren una trascen-
dencia del deseo, que puede interpretarse como algo erótico o místico en dependen-
cia del contexto. Scriabin crea una sensación de progresión armónica mediante la
transposición y alteración del acorde de referencia y anima la textura con figuracio-
nes vigorosas, hasta que el acorde regresa al final, a veces con alteraciones. Tales pie-
zas no pueden describirse como tonales, aunque su armonía novedosa aplique la ma-
EJEMPLO 31. 7 Fragmentos de Vers la flamme, de Scriabin
'.
11
, Escala octatónica sobre Mi-Fa
. • I• 11· • 11· •
b. Inicio
*'----"'
'
consord.
c. Compases 41-42
d.
yor parte de las funciones de la tonalidad y establezca una región tonal que sirve de
«hogar» de partida y de llegada.
El ejemplo 31.7 ilustra este proceso en Vers la flamme (Hacia la llama), op. 72
(1914), un «poema» en un movimiento para piano. El inicio (ejemplo 31.7b) esta-
blece una sonoridad de referencia de dos trítonos, Mi-La sostenido-Sol sostenido-
Re, ornamentados rnelódicarnente por Do sostenido y Fa sostenido. Con la excep-
ción del Fa sostenido, éstas son todas las notas de la escala octatónica mostrada en el
ejemplo 31.7a. Cuando la sonoridad se transpone una tercera menor más arriba en
el compás 5, el resto de notas de la escala aparecen y todo el pasaje se repite en la
nueva posición. Tales sonoridades octatónicas y sucesiones de acordes aparecen por
todas partes, intercaladas con otros tipos de armonías. Como se muestra en el ejem-
plo 31. 7 c-e, el acorde inicial retorna periódicamente con aspectos nuevos, admitien-
do por el camino la nota Si al igual que Do sostenido y Fa sostenido; todas estas va-
rían tes aparecen también en la transposición, generalmente mediante terceras
mayores o menores y trítonos. En el clímax conclusivo (ejemplo 31.7f), el Re se
convierte en Re sostenido, lo que origina un acorde resonante y basado mayormente
en cuartas que actúan corno un equivalente de la tónica final. La figuración predo-
minante cambia de sección en sección y produce un efecto de bloques estáticos de
sonido yuxtapuestos, corno en la música de Musorgsky o de Debussy.
De todos los compositores de la tradición clásica que hemos analizado aquí, criabin
fue el que más se alejó de la armonía tonal habitual, Rachmaninov el que menos.
Los otros pueden ser ubicados en distintos puntos a lo largo de un espectro entre
ambos. Para todos los compositores de la época, la tonalidad fue una cuestión inevi-
table: la demanda de originalidad hizo que la progresión convencional de acordes
pareciese trasnochada, aunque el hecho de ir demasiado lejos habría podido hacerles
perder a su público.
Que todavía era posible componer música tonal en el siglo XX queda claro a par-
tir de las carreras artísticas de Strauss, Ravel, Vaughan Williams, Rachmaninov y
muchos jóvenes compositores activos en los años treinta y posteriormente, los cuales
hallaron nuevos matices y posibilidades dentro de la tonalidad, pero que jamás la
abandonaron. Incluso hoy, todo estudiante de música aprende las reglas de la música
tonal, que sigue siendo el lenguaje común frente al cual se juzgan los demás. No
obstante, otros compositores, incluido Debussy, Falla, Janácek y Scriabin fueron más
allá de la práctica tonal a partir del inicio del siglo XX, y cada uno desarrolló un len-
guaje musical personal que seguía sus propias reglas. Incluso si puede identificarse
un centro tonal, sea éste un único tono como en L1sle joyeuse de Debussy o una
compleja serie de acordes como en Vers la flamme de Scriabin, no tiene encido Yª
describir esta música como tonal, porque su lenguaje armónico diverge demasiado
de la práctica común. El término más general para tal música es postonal, que abarca
todos los modos nuevos que los compositores encontraron para organizar los tonos,
de la atonalidad a la neotonalidad (véanse los capítulos 32 y 33). Las nuevas posibili-
dades de los idiomas postonales formaron parte de la maravillosa diversidad de la
música de tradición clásica del siglo XX, pero igual de diversas fueron las formulacio-
nes individuales de la tonalidad.
Mientras que todos estos compositores modernos ingeniaban maneras de decir algo
nuevo dentro de la tradición clásica, los años previos a la Primera Guerra Mundial
trajeron también consigo los primeros indicios de un movimiento que desafiaba de
modo directo esa tradición y que crecería en importancia en el transcurso del siglo:
la vanguardia (l'avant-garde). Los militares franceses utilizaban el término para des-
cribir un grupo de avanzadilla que preparaba el camino al ejército principal. El tér-
mino fue adoptado después, a mediados del siglo XIX, por y para los artitas franceses
que se veían a sí mismos como vanguardia explorando nuevos territorios. Aunque a
veces se aplicó a alguien que se alejaba de la convención o a modernistas tales como
Schonberg (véase capítulo 32), el término resulta más útil cuando se emplea de ma-
nera más estricta para un arte iconoclasta, irreverente, antagonista y nihilista -para
un arte que busca subvertir la estética aceptada y comenzar de cero. En lugar de in-
tentar escribir música adecuada para el repertorio clásico, los compositores vanguar-
distas desafiaron el concepto de clásicos inmortales, exigiendo a sus oyentes que se
oncentrasen en lo que estaba sucediendo en el presente. Su movimiento está marca-
do no por los elementos compartidos del estilo, sino por las actitudes compartidas,
c:n particular una implacable oposición al statu quo.
Erik Satie
Entre 1900 y 1915, Satie escribió varios grupos de piezas para piano con títulos
surrealistas como Tres piezas en forma de pera (1903, que en realidad comprende
siete piezas) y Descripciones automdticas (1913). La mayoría llevan comentarios si-
multáneos e indicaciones no muy serias para el intérprete, del tipo «retira tu mano y
métela en el bolsillo», «esto es maravilloso» o «pesado como una cerda». Con ello
efectuaba una sátira de los títulos e indicaciones de Debussy y de otros composi-
tores de música descriptiva y programática. Además, al imprimir el comentario junto
con la música y no en un programa, de manera que únicamente el intérprete fuese
consciente de ello, Satie criticaba la idea de la música de concierto y reivindicaba la
tradición en extinción de una música para el propio recreo del intérprete. Pero el
espíritu cómico y satírico reside igualmente en la propia música -ahorrativa, seca,
caprichosa, breve, reiterativa, paródica e ingeniosa al más alto grado. Las obras
maestras clásicas son un blanco particular de la misma: los tres Embriones disecados
(1913) contienen una burlesca «cita de la célebre mazurca de Schubert» (en reali-
dad, la marcha fúnebre de Chopin), se indica que «todos ellos empiezan a llorar» y
una larga «cadenza obligatoria (por el compositor)» que aporrea la tónica repetidas
veces, una burla de pasajes similares que ponen fin a diversas sinfonías de Beetho-
ven. Claramente, Satie no sobresalió por crear obras maestras que obtuviesen un lu-
gar en la gran tradición; por el contrario, él estaba desafiando las bases mismas de
esa tradición.
En sus obras de mayores dimensiones, Satie procuró crear una música que fijase
nuestra atención sobre el presente. Su «ballet realista» Parade (1916-1917), con guión
del escritor Jean Cocteau, coreografía de Léonide Massine y decorados y vestuario de
Picasso, introdujo el cubismo en los escenarios. Con el espíritu cubista de incluir
fragmentos de la vida diaria, la partitura de Satie incorporó elementos del jazz, un sii-
bato, una sirena y una máquina de escribir. Ello provocó un escándalo, como ocurrió
con su posterior ballet con filme, Reláche (Día de descanso en el teatro, 1924). Su
drama sinfónico Socrate (1920), para solistas y orquesta de cámara sobre textos de
Platón, alcanza en su última escena, sobre la muerte de Sócrates, un patetismo inten-
sificado por la monotonía estilística y por la estudiada omisión de un impacto directo
y emocional. Satie ideó su Musique d'ameublement (Música de mobiliario, 1920), -
crita para su interpretación durante los intermedios de una obra teatral, como música
de fondo que no debería ser escuchada. Cada obra de Satie cuestiona las expectativas
del oyente, sin crear dos piezas iguales y si en algún momento tuvo sus adeptos, )05
abandonó haciendo algo radicalmente diferente. Su espíritu mordaz y antisentimen-
tal, sus económicas texturas y su armonía y melodía severas influyeron en la música
de sus compatriotas más jóvenes, Milhaud y Poulenc entre otros, y fue una inspira-
ción significativa para la vanguardia norteamericana, en particular Virgil Thom on Y
John Cage.
31. Los inicios del siglo xx
,_ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ __ __9_4_5
El faturismo
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - --
atención creciente por parte de los historiadores, como se refleja en este libro, cuyas
cuatro primeras ediciones las ignoraron por completo.
Las opiniones acerca de los compositores del periodo clásico se han transfo rmado
también. Su posición entre los leones del Romanticismo tardío, que se trata en los
capítulos 27-29, y los compositores modernistas tratados en el capítulo 32 puede di-
ficultar la clasificación de su música. La primera edición de este libro, en 1960, rracó
a Debussy como una figura tardorromántica, pero en la segunda edición de 1973
lo consideró una influencia fundamental dentro de la música moderna. Todo 1
compositores de esta generación poseen aspectos de ambas épocas, combinan ele-
mentos del siglo XIX con sensibilidades del siglo XX. Quizá por eso buena parre de
esta música -especialmente la de Mahler, Strauss, Debussy, Ravel, Sibelius }' Rac:J1.
maninov- ha resultado ser extremadamente popular entre los oyentes.
JI: Los inicios del siglo XX 947
pesar de todos los esfaerzos de los músicos innovadores. Todos nosotros, los faturistas, he-
mos amado profandamente la música de los grandes compositores. Beethoven y Wágner
partieron nuestros corazones durante muchos años. Pero ahora estamos saciados de ellos y
sacamos un placer mucho mayor de la combinación ideal de los ruidos de los tranvías, de
los motores de combustión interna, de los automóviles y de las masas ajetreadas, que de
volver a escuchar, por ejemplo, la «Heroica» o la «Pastoral»...
Toda manifestación de vida estd acompañada por el ruido. El ruido es por ello fami-
liar a nuestros oídos y tiene el poder de recordarnos inmediatamente la vida misma. El
sonido musical, algo extraño a la vida e independiente de ella, un añadido ocasional e
innecesario, se ha convertido para nuestros oídos en lo que un rostro demasiado familiar
es para nuestros ojos. El ruido, por otra parte, que llega hasta nosotros confuso e irregular
como la vida misma, nunca se revela por completo sino que reserva para nosotros innú-
meras sorpresas. Estamos convencidos, por consiguiente, que seleccionando, coordinando y
controlando los ruidos enriqueceremos a la humanidad con una nueva e insospechada
fuente de placer. A pesar del hecho de que sea característico del sonido evocarnos cruda:..
mente la vida, el Arte de los Ruidos no debe limitarse a la reproducción imitativa. Alcan-
uird su mayor poder emocional mediante el puro disfrute acústico que la inspiración del
artista contribuird a evocar a partir de la combinación de ruidos.
En Ni olas Slonimsky, Music Since 1900, 4.a ed. (Nueva York: Charles Scribner's Sons, 1971), 1299-
1301.
discusiones entre los críricos acerca de lo más valioso de la música han sido
especialmente virulentas en el siglo XX y, en consecuencia, la apreciación crírica de
estos compositores se ha modificado con el tiempo, a menudo de manera radical.
Esfuerzos similares tras la Segunda Guerra Mundial elevaron a Janás;ek desde la fama
local hasta la celebridad internacional. Entretanto, cuando críticos y estudiosos em-
pezaron a considerar cada vez más la tonalidad como algo pasado de moda, la noto-
rieclad de Strauss y Sibelius declinó, sólo para ser rescatados en un momento poste-
nor del siglo, cuando sus innovaciones se comprendieron mejor y un número cada
tn mayor de compositores vivos regresó a los sonidos y métodos de la música tonal.
1 bien parte de la música de los compositores de esta generación puede sonar tardo-
rtomántica en el espíritu o en la técnica, lo que la convierte a toda ella en moderna
~ 'ta sensación irresistible de haberse confrontado una y otra vez con el pasado.
32. El Modernismo y la tradición clásica
de reivindicar a los maestros del pasado como modelos. De hecho, vieron sus pro-
pias obras como una continuación de la senda abierta por los compositores clásicos y
no como una subversión de la tradición. La paradoja de toda música clásica moder-
na, que debe ser partícipe de la tradición y ofrecer no obstante algo nuevo, es espe-
cialmente profunda en la obra de los compositores modernistas, que a menudo son
extremadamente radicales en su manera de interpretar y de reconstruir el pasado.
En este capítulo, en lugar de tratar los temas uno por uno, los introduciremos en
su contexto examinando a seis compositores modernistas que se cuentan entre los
más conocidos e influyentes de todo el siglo. Arnold Schonberg e Igor Stravinsky fue-
ron los líderes de dos corrientes del modernismo que con frecuencia parecieron estar
en polos opuestos pero que se enfrentaron a preocupaciones comunes. Los alumnos
de Schonberg, Alban Berg y Anton Webern, abrazaron las ideas de su profesor y las
desarrollaron en direcciones individuales. Béla Barcók y Charles !ves desarrollaron
combinaciones únicas de nacionalismo y modernismo dentro de la tradición clásica.
Nacidos entre 1874 y 1885, los seis empezaron componiendo música tonal en estilo
cardorromántico y concibieron más tarde idiomas postonales nuevos y característicos
que les otorgaron una posición central en el mundo de la música moderna.
Arnold Schonberg
llo (véase capítulo 29) y lo aplicó a sus propias obras, como el Cuarteto de cuerda
No. 1 en Re menor, op. 7. En este cuarteto todos los temas y la mayor parte de las
voces secundarias evolucionan a partir de unos pocos motivos germinales mediante
la variación y la combinación. La forma de la obra en un movimiento, que combina
una forma sonata extendida con los cuatro movimientos habituales de un ouanete
debe mucho a la Sonata para piano en Si menor de Liszt, lo que demuestra la volun~
tad de Schonberg de fusionar influencias con el fin de crear algo nuevo.
El cuarteto es un buen ejemplo de los objetivos entreverados por Schonberg en
su música: continuar la tradición y decir algo que nunca se había dicho anteriomen-
te (véase Lectura de fuentes). Creía que todos los grandes compositores del pasado
habían aportado algo nuevo y, por consiguiente, de trascendencia permanente,
mientras conservaban y prolongaban todo lo más valioso de la música de sus ante-
cesores. Él procuró hacer lo mismo, con la esperanza de conseguir una inmortalidad
semejante. En esencia, toda su carrera artística fue un proceso de variación en de-
sarrollo en torno a las ideas y procedimientos que encontró en la tradición austro-
alemana de la música clásica, desde Bach hasta Mahler y Strauss. Buscó que cada
obra que no se limitase a repetir el pasado, sino que construyese sobre él. Sorpren-
dentemente, exigió lo mismo en el interior de cada pieza: con excepción de las repeti-
ciones indicadas en las formas binarias, nada debía repetirse de manera exacta.
Como él mismo escribió, «conmigo, la variación ocupa casi por completo el lugar d
la repetición». Este principio de no-repetición entre y dentro de las obras explica la
evolución de la música de Schonberg.
La música atonal
En 1908, Schonberg empezó a componer piezas que evitaban establecer una noca
como centro tonal. Otros llamaron a esta música atonal, aunque a Schonberg no 1
gustaba el término. Se sintió movido a abandonar la tonalidad, en parte porque el
cromatismo potenciado, las modulaciones remotas y las prologadas disonancias de la
música a partir de Tristán habían debilitado la atracción de la tónica y convertido en
algo cada vez más arbitrario su declaración al final de una obra. Schonberg emuló a
Strauss y a otros compositores a la hora de concebir progresiones novedosas y de evi-
tar las cadencias convencionales, como exigía el principio de no-repetición, pero se
hizo cada vez más difícil encontrar nuevas maneras de llegar a la tónica de un modo
convincente. Además, en una música con acordes cromáticos complejos, no pod
mos determinar fácilmente qué notas representan las disonancias que han de erre·
sueltas. Estas ambigüedades condujeron a Schonberg a lo que él mismo llamó la
emancipación de la disonancia» -la liberación de la disonancia de su necesidad de
resolver en la consonancia, de manera que cualquier combinación de tonos pudiese
servir como acorde estable que no requería resolución. Una vez aceptada esta idea,
pensó que la atonalidad era ya inevitable.
Jl: El Modernismo _y la 'tradición clásica 953
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
Arnold Schonberg no vio contradicción alguna entre tradición e innovación. Para él,
la tradición de la música clásica era un legado de innovaciones y su tarea como com-
positor fue tejer los hilos del pasado y del presente para dar lugar a algo verdadera-
mente nuevo. En sus escritos volvió a este asunto una y otra vez.
En el arte mds elevado sólo es digno de presentarse aquello que nunca se ha presentado
anteriormente. No hay obra de arte grande que no transmita un nuevo mensaje a la hu-
manidad; no existe ningún gran artista que fracase a este respecto. Éste es el código del
honor de todo lo grande en el arte y, en consecuencia, en todas las grandes obras de los
grandes encontraremos que la novedad nunca perece, ya sean las de ]osquin des Prés, las
de Bach o Haydn o las de cualquier otro de los grandes maestros.
Pues: Arte significa Arte Nuevo.
Mis profesores faeron en primer lugar Bach y Mozart, después Beethoven, Brahms y lfüg-
ntr...
También aprendí mucho de Schubert y de Mahler, de Strauss y de Reger. No me aislé
de ninguno de ellos y por ello podría decir de mí mismo.
Mi originalidad viene de aquí: Imité inmediatamente todo aquello que percibí como
bueno, incluso si no lo había visto antes en la obra de otro.
Y puedo decir: a menudo lo vi por primera vez en mí mismo. Porque si vislumbré
algo, no lo dejé ahí; lo adquirí con el fin de poseerlo; trabajé en ello y lo amplié, y me
rondujo a algo nuevo.
Estoy convencido de que finalmente la gente reconocerd de qué modo tan inmediato
tste «algo nuevo» estd vinculado a los modelos mds nobles que nos faeron concedidos. Me
atrevo a reconocer que he escrito música verdaderamente nueva, la cual al estar basada
en /,a, tradición, estd destinada a convertirse en tradición.
De «New Music, Outmoded Music, Style and Idea», y «National Music (2)», en: Style and Idea: Selected
Writi"gr ofArnold Schonberg, ed. Leonard Stein (London: Faber & Faber, 1975), 114-115 y 173-174.
ca más fácil de seguir. Una de las primeras obras enteramente atonales, que data de
marzo de 1908, nos servirá para ilustrarlo: Saget mir, auf welchem Pfade (Dime, por
qué senda), la quinta canción del ciclo de quince sobre poemas procedentes de Das
Buch der hii.ngenden Garten (El libro de los jardines colgantes), del poeta simbolista
Stefan George (op. 15, 1908-1909). La sensación de flotar en un espacio tonal crea-
da por una música que no gravita en torno a una tónica se adecua a la perfección al
erotismo vaporoso de la poesía, la cual expresa, mediante símbolos externos, los sen-
timientos internos de un asunto amoroso.
El ejemplo 32.1 muestra las dos primeras frases. Buena parte de la música resulta
conocida gracias al Lied alemán, incluida la textura de la voz con piano, el ascenso y
descenso de la melodía vocal, la división en frases, el uso de dinámicas que dan for-
ma a cada frase y los gestos descendentes que marcan los finales de las frases. La va-
riación en desarrollo es evidente tanto en la voz como en el acompañamiento. EJ
motivo vocal inicial de un semitono descendente cambia en el compás 2 y se con-
vierte en un tono entero descendente, se invierte en el compás 3 como una séptima
mayor ascendente y reaparece en el compás 4 como un semitono descendente, aun-
que con un ritmo nuevo. Desarrollos similares del motivo de un semitono pueden
trazarse en el piano. Mientras tanto, los acordes del compás 1 varían en el compás 2
y elementos de ambos -como la combinación de un trítono con una cuarta justa o
una tercera mayor- tienen eco en los compases 3 y 4. Todo lo que sigue deriva de
alguna manera de estos compases iniciales. Una variante de los compases 3-4 pone
fin a la pieza, proporcionando una sensación tradicional de regreso y conclusión a
pesar de la ausencia de una tonalidad concreta.
Schonberg integró la melodía y la armonía mediante un proceso al que llamó
«composición con los tonos de un motivo», el cual emana directamente de la varia-
EJEMPLO 32. l Schonberg, Saget mir, auf welchem Pfade, No. 5, de El libro de los jardines
colgantes, op. 15
"' - - - -
,,.. 1 ..... ....-=;-: ~
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
El expresionismo
A principios del siglo XX, diversos grupos de pintores alemanes y austriacos abraza.
ron un movimiento internacional llamado expresionismo, que también se extendió a
la literatura, la música, la danza, el teatro y la arquitectura. El expresionismo se de-
sarrolló a partir de la subjetividad del Romanticismo, aunque difería de éste en la
experiencia introspectiva que aspiraba a retratar y el modo elegido para retrararla.
Pintores expresionistas como Ernst Ludwig Kirchner y Richard Gerstl rechaza..
ron los valores estéticos tradicionales de Occidente, para representar objeto o pcr:
sonas reales de maneras muy distorsionadas, caracterizadas por un uso incen
mente expresivo de los colores puros y de pinceladas dinámicas, co mo en
retrato de la familia de Schonberg realizado por Gerstl. Estos y otros artistas e ~
saron en asuntos contemporáneos, incluida la cara oscura de la vida de la ciudad.
donde las personas vivían bajo una extrema presión psicológica, así como n bn
llames escenas de circo y de los music halls que enmascaraban una realidad ~
sombría. Aspiraban a representar la experiencia interna, a explorar el mundo o
to de la psique y a volver visible la vida emocional y estresada del individuo m
derno -aislado, indefenso frente a las garras de fuerzas escasamente cono id
presa de conflictos interiores, de tensiones, de ansiedad y de temor y atormentad
por pulsiones elementales e irracionales, incluido un erotismo dotado con fi
cuenda de tintes morbosos. Así fue también cómo el doctor vienés Sigmun
Tres piezas para piano op, 11, las Cinco piezas para orquesta op. 16 y Enuartung
(Expectativa) op. 17, una ópera cuyo único personaje es una soprano. En 1
obras con orquesta, siguió a Mahler en el tratamiento solista de los instrumentos
y en la rápida alternancia de los timbres para producir una gran variedad de colo·
res. Erwartung, ·culminación del expresionismo musical, utiliza gestos exagerado ,
melodías angulares y disonancias implacables para transmitir las atormentadas
emociones del protagonista (véase recuadro). En esta ópera, Schonberg llevó al
extremo la no-repetición: la obra no sólo es atonal, sino que tampoco dispone de
temas o motivos que reaparezcan y carece de toda referencia a las formas tradicio-
nales. La música fluida y en transformación constante se adecua al texto de pesa-
dilla.
No obstante, los compositores no podían ir más lejos a la hora de evitar la repcri·
ción: Schonberg no podía escribir otra obra como Erwartung sin repetirse a sí ~is·
mo. En lugar de ello, regresó a la tradición, empleando motivos, temas y repen to-
nes a gran escala y evocando formas tradicionales, así como las funciones de la
tonalidad de nuevas maneras.
32. El Modernismo y la tradición__clási_'
_'_ca_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _9""''5_7
El método dodecafónico
Schonberg encaró un problema más: con sus métodos atonales no podía igualar la
coherencia formal de la música tonal, por lo que tenía que apoyarse en un texro para
mantener la cohesión de las obras de cualquier longitud. Encontró la olución en d
método dodecafónico.
Formuló lo que denominó su «método de composición con doce tonos que se r -
lacionan únicamente entre sí» (en lugar de con una tónica) a principios de los añ
veinte, tras varios años en los que no publicó música alguna. La base de la composi·
ción en doce tonos es una hilera o serie que consta de doce clases de tonos, dispu ·
tos en un orden escogido por el compositor y dando lugar a una secuencia particular
de intervalos. Los tonos de la serie pueden utilizarse tanto sucesivamente, a modo de
melodía, como simultáneamente, a modo de armonía o contrapunto, en cualqui r
octava y con cualquier ritmo deseado. La serie puede usarse no solamente en su for·
ma original, o primaria, sino también en inversión, en orden retrógrado (hacia
atrás) y en inversión retrógrada y puede aparecer en las doce transposiciones posibl
de cualquiera de las cuatro formas. Las series de doce notas se fragmenta con fre·
cuencia en segmentos de tres a seis notas, empleados posteriormente como conjun·
tos para crear motivos melódicos y acordes. Por regla general, el compositor expone
los doce tonos de la serie antes de proceder a utilizarla de nuevo en cualquiera de sus
formas (a menos que dos o más exposiciones de la misma tengan lugar simultánea·
mente).
Expuesto de esta manera, el método puede parecer arbitrario. Pero para Schon·
berg, se trataba de un modo sistemático de llevar a cabo lo que ya estaba haciendo
en su música tonal: integrar la armonía y la melodía mediante la composición con
32. El Modernismo y la tradición clásica 959
un número limitado de conjuntos (aquí, los definidos por los segmentos de la serie),
delimitar las frases y subfrases por medio de la saturación cromática (regulada por la
aparición de las doce notas en cada exposición de la serie) y apoyarse en la variación
en desarrollo. Además, Schonberg recreó mediante analogía las funciones estructura-
les de la tonalidad, al utilizar la transposición de sus series de manera análoga a la
modulación en la música tonal. Después de concentrarse en las obras vocales de su
periodo atonal, se interesó por las formas instrumentales tradicionales, como si qui-
siera demostrar el poder de su método a la hora de reconstruir las formas tonales
dentro de un nuevo lenguaje musical. Entre estas obras, compuestas entre 1921 y
1949, se encuentran la Suite para piano op. 25, que toma como modelo las suites
para teclado de Bach, las Variaciones para orquesta op. 31, los Cuartetos de cuerda
e rcero y cuarto op. 30 y 37, el Concierto para violín op. 36 y el Concierto para pia-
no op. 42. En estas obras se presentan y desarrollan motivos y temas utilizando las
formas y géneros tonales de la música clásica y romántica, aunque las series dodeca-
fónicas actúan en el lugar de las tonalidades concretas.
La Suite para piano ilustra algunos de los métodos de Schonberg. En toda la
obra, la serie aparece únicamente en ocho formas, que mostramos en el ejemplo
32.2a (véase el pliego de color): la forma primaria no transpuesta (P-0), la forma pri-
maria traspuesta seis semitonos más arriba (P-6); la inversión de las dos mismas
transposiciones (I-0 y I-6); y sus retrógradas (R-0, R-6, RI-0 y RI-6). Schonberg di-
señó la serie de manera que cada una de ellas empezase con la nota Mi o Si bemol y
rerminase con la otra, mientras que todas las formas primarias e inversiones tienen
ol o Re bemol como segundo par de notas (véase recuadro naranja en el ejemplo
32.2a). La reparación de Mi, Si bemol, Sol y Re bemol en los mismos lugares origina
una cierta consistencia que Schonberg vio como algo análogo al hecho de permane-
cer en una única tonalidad durante toda una obra, práctica habitual en una suite
para teclado barroca, aunque su pieza resulte mucho más difícil de escuchar para el
oyente. Las primeras cuatro notas de R-0 son un signo del modelo de Schonberg,
J. S. Bach, al deletrear su nombre: B-A-C-H (en la notación alemana).
El ejemplo 32.2b muestra la serie utilizada al inicio del preludio. P-0 aparece en
la mano derecha como melodía, dividida en motivos de cuatro notas cada uno (en
los círculos marrón, azul y verde, respectivamente). Los teóricos dodecafónicos lla-
man tetracordos a tales grupos de cuatro notas consecutivas de la serie, empleando el
antiguo término griego con un nuevo sentido (véase capítulo 1). En la mano iz-
quierda, como acompañamiento, encontramos P-6, que utiliza la misma división en
tetracordos y presenta los dos últimos simultáneamente. Cada tetracordo es un tipo
diferente de conjunto y contiene intervalos diferentes; al usarlos, Schonberg prolon-
~ó su práctica anterior de composición mediante conjuntos. Se produce un canon
tnterválico entre las dos manos que recuerda la práctica contrapuntística de Bach. Al
final del compás 3 se inicia I-6, que presenta los tres tetracordos simultáneamente,
cada uno con su propio ritmo. Las dos últimas notas del primer tetracordo coinci-
den en la exposición de R-6 en el compás 5, que también presenta los tetracordos si-
960 El siglo XX y drsp'!!!.
EJEMPLO 32.3 Formas de la serie utilizadas en el Cuarto cuarteto de cuerda, op. 37, de dión-
berg
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32. El Modernismo y la tradición clásica 961
actúa como «tónica» -la región en la que la pieza comienza y termina, la que ocupa
el mayor número de compases y que se usa como primer tema en la exposición y en
la coda. La región ubicada una quinta superior se utiliza como segundo tema en la
exposición y actúa como una especie de región «dominante»; las otras diez transposi-
ciones se emplean como «tonalidades» contrastantes. De ese modo, por medio de su
método dodecafónico, Schonberg intentó recrear las formas de la música tonal pero
con un lenguaje absolutamente nuevo.
La música dodecafónica no fue la única estrategia empleada por Schonberg para mi-
rar hacia atrás, hacia la tradición. Algunas de sus obras de los años treinta y cuarenta
son tonales y en dos obras «recompuso» obras del siglo XVIII de Matthias Georg
Monn y de Handel. Al ponerlos unos junto a otros, estos «arreglos» ponen de relieve
el abismo estilístico que media entre el modernismo de Schonberg y la tradición to-
nal. A su manera, estas obras son tan radicales como la música dodecafónica.
Hemos analizado a Schonberg en una extensión mucho mayor que la que parece
merecer según el lugar que ocupa en el repertorio. No obstante, merece este espacio,
no sólo porque su música sea compleja, lleve tiempo comprenderla y haya influido
enormemente en otros compositores, sino porque los problemas que quiso tratar
como compositor moderno y la manera de enfrentarse a ellos contribuyó de un
modo considerable a dar forma al decurso de la práctica musical del siglo XX. Su de-
de igualar los logros de sus antecesores lo empujó tanto hacia atrás -para reivin-
dicar los géneros, formas, procedimientos y gestos del pasado- como hacia delante,
en dirección a un nuevo lenguaje musical. Irónicamente, su música le propició tanto
un lugar central en la tradición modernista como una duradera impopularidad en la
mayor parte de los oyentes y en buena parte de los intérpretes, que apreciaban toda-
vfa. el lenguaje musical y las convenciones al uso que él se sintió empujado a abando-
nar. La desconexión entre el público y los entendidos a la hora de evaluar la música,
evidente ya en la recepción de los últimos cuartetos de Beethoven, alcanzó una nue-
va intensidad con Schonberg y muchos otros modernistas y se convirtió en el tema
principal de la música del siglo XX.
Schonberg atrajo a muchos estudiantes leales. Los dos más notables, Alban Berg y
Anton Webern, nacieron en Viena y han sido agrupados a menudo junto a Schon-
bcrg como miembros de la Segunda Escuela de Viena, para establecer una conexión
tácita con la primera terna vienesa de Haydn, Mozart y Beethoven.
Cronología: El modernismo y la tradici6n clásica -
ACONTECIMIENTOS MUSICALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS -
• 1903 Wilbur y Orville Wright vuela;
con éxito el primer aeroplano
• 1904 Béla Bart6k comienza a recopilar
canciones campesinas
• 1908 Arnold Schonberg escribe sus pri-
meras obras atonales
• 1908 The Unanswered Question, de
Charles lves
• 191 O El Pájaro de Fuego, de Igor Stra-
vinsky
• 1912 Pierrot Lunaire, de Schonberg
• 1913 Estreno de La consagración de la
Primavera, de Stravinsky
• 1914 General William Booth enters into • 1914-1918 Primera Guerra Mundial
Heaven, de Charles lves
• 1917-1921 Wózzeck, de Alban Berg • 1917 La Revolución Rusa lleva a los bol-
• 1919-1920 Stravinsky inicia su periodo cheviques al poder
neoclásico con Pulcínella
• 1921-1923 Schonberg escribe su prime-
ra obra dodecaf6nica, la Suite para pia-
no, op. 25.
• 1927-1928 Sinfonía, op. 21, de Anton
Webern
• 1929 El crack de la bolsa de Nueva York
ocasiona la Gran Depresión
• 1930 Sinfonía de los Salmos, de Stra-
vinsky
• 1933 Schonberg huye de Alemania y • 1933 Hitler asume el poder en Akmania
emigra a los Estados Unidos
• 1936 Música para cuerdas, percusión y
celesta, de Bart6k
• 1938 Alemania se anexiona Austria
• 1939-1945 Segunda Guerra Mundial
• 1940 Stravinsky y Bart6k emigran a Es-
tados Unidos
• 1950 y ss. Stravinsky adopta el serialis-
mo
¿}; El Mockrnismo y la tradición clásica 963
Alban Berg
Alban Berg (1885-1935) empezó sus estudios con Schonberg en 1904, a la edad de die-
cinueve años. Aunque adoptó los métodos atonal y dodecafónico del maestro, los oyen-
tes suelen encontrar su música más accesible. Alcanzó una popularidad mucho mayor
que la de su maestro, en particular con su ópera Wózzeck, estrenada en 1925. Su secreto
radica en infundir a su idioma postonal no sólo las formas y procedimientos de la músi-
ca tonal, como Schonberg había hecho, sino también sus gestos expresivos, sus estilos
característicos y otros elementos que transmitían rápidamente a sus oyentes significados
y sentimientos. A este respecto, fue un heredero directo de Mahler y de Strauss.
Wozzeck es el ejemplo más sobresaliente de ópera expresionista. El libreto, arre-
glado por Berg a partir de una obra teatral fragmentaria de Georg Büchner (1813-
1837), presenta al soldado Wozzeck como víctima desventurada de su entorno,
despreciado por sus compañeros, obligado por su pobreza a someterse a los experi-
mentos de un doctor, traicionado en el amor y conducido finalmente al asesinato
y al suicidio. La música es atonal, pero no dodecafónica, e incluye Sprechstimme
en algunas escenas. Cada uno de los tres actos posee una música continua, mien-
tras que interludios orquestales vinculan entre sí los cambios de escena (cinco en
cada acto).
Berg acentúa el dramatismo y organiza la música mediante el uso de Leitmotiv,
conjuntos de clases de tonos identificados con los protagonistas y formas tradiciona-
les, que expresan comentarios irónicos sobre los personajes y la situación. El arrebato
de Wozzeck en la primera escena, «Wir arme Leut!» (¡Nosotros, pobres gentes!), que
mostramos en el ejemplo 32.4, es uno de sus Leitmotiv y contiene su conjunto carac-
terístico. El primer acto comprende una suite barroca, que sugiere la formalidad del
capitán de Wozzeck; una rapsodia, apropiada a las fantásticas visiones de Wozzeck;
una marcha y una canción de cuna para la escena de su amante Marie y el hijo de
ambos; una passacaglia para la constante cháchara del doctor acerca de su teoría; y un
rondó para la seducción de Marie por parte de un pretendiente rival, que la asedia re-
petidas veces hasta que ella cede. El acto segundo, el corazón del drama, es una sinfo-
nía en cinco movimientos, que incluye una forma sonata, una fantasía y una fuga, un
movimiento lento ternario, un scherzo y un rondó. El tercer acto presenta seis inven-
ciones, que reflejan la creciente obsesión de Wozzeck: sobre un tema (siete variaciones
Yun fuga), sobre una nota (Si), sobre un ritmo, sobre un acorde, sobre una tonalidad
sobre una duración (la nota corchea). Especialmente notable es la invención sobre
una tonalidad, el último y más largo interludio entre escenas, cuando, según Berg lo
a>mpuso, el compositor sale por delante del telón y realiza comentarios acerca de la
~edia de la que hemos sido testigos. En algunos momentos suena como un movi-
llllcnto lento de Mahler en Re menor, en particular al principio y al final. Pero está
enteramente organizado mediante principios atonales, en una demostración magistral
de la capacidad de Berg para llegar a los corazones de sus oyentes con gestos y sonidos
irniliares, a la vez que hablando en un lenguaje atonal.
EJEMPLO 32.4 Motivos de Wozzeck, de Berg
a. Leitmotiv y conjunto característico de Wozzeck, del acto I, escena 1
Wozzeck
f~ q- l -,...--..,
Conjunto de Wozzeck
'í ]t
Wir
eEt 9F
ar - me Leut!
t 11 A• q• !¡• q•
o 4 8
11
h. Piano de taberna en el acto III, escena 3, con esquema rítmico y conjunto de Wozzeck
Conjunto de Wozzeck
Fastpolka J = 160 (forma invertida)
La invención sobre un ritmo del acto III, escena 3, ilustra la concepción de Berg.
Justo después de asesinar a Marie, Wozzeck se sienta en una taberna a beber y a can-
tar, y baila después con la amiga de Marie, Margret; ésta se sienta en sus rodillas y
canta una canción, pero cuando descubre sangre en la mano de Wozzeck, éste se in·
quieta y sale corriendo. La escena comienza con un desafinado piano de taberna so-
bre el escenario, en el que se toca una polca salvaje, que mostramos en el ejemplo
32.4b. La música es atonal -las notas de los dos primeros compases contienen d
conjunto asociado a Wozzeck-, aunque en ese instante transmite la impresión de
una melodía de danza popular, a pesar de las tríadas del acompañamiento por debajo
de la melodía que progresan por grados y por saltos. Al igual que los cantantes obre
el escenario interpretan su papel, la música atonal está interpretando el papel de la
música tonal y su significado se hace inmediatamente claro. La melodía expone d
tema rítmico de la escena, reiterado después obsesivamente a diversos niveles de au-
mentación y disminución, de manera que esté casi siempre presente. Al repetir el ric-
mo de manera constante, Berg unifica la escena mediante la variación en desarrollo Y
revela también la preocupación de Wozzeck y su sentimiento de culpa, del crutl no
puede escapar. Cuando Wozzeck canta una canción folclórica y Margret una candón
popular acompañada al piano, Berg imita estilos tonales reconocibles en un idioma
atonal. Las referencias casi constantes a la tonalidad y a estilos y géneros conodd
contribuye a mantener atentos a los oyentes, mientras que la atonalidad enfatiza d
impacto dramático.
Poco después del estreno de Wozzeck, Berg adoptó los métodos dodecafónico Y
lOs manipuló para sus propios fines. A menudo escogió series que contenían aco~cs
y progresiones de acordes de sonido tonal, lo cual ponía en conexión el nuevo nlo
E· El Modernismo y la tradición clásica 965
EJE.l.;{PLO 32.5 Serie del Concierto para violín de Berg y Es ist genug de Bach
a. Serie de Berg b. Composición sobre el coral de Bach
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Jgor Stravinsky
El periotÚJ ruso
Stravinsky escribió sus obras más conocidas en la primera época de su carrera artísti-
ca: los ballets El pdjaro de fuego (1910), Petrushka (1910-1911) y La consagración de
kt, Primavera (Le sacre du printemps, 1911-1913), todos por encargo de Sergei Diaghi-
lev para los Ballets Rusos de París.
El pdjaro de fuego , basado en cuentos del folclore ruso, bebe en la tradición nacio-
nalista rusa y especialmente en el exotismo de Rimsky-Korsakov. Durante toda la
bra, los humanos se caracterizan por la música diatónica, mientras que las criaturas
y lugares sobrenaturales se expresan en ámbitos octatónicos o cromáticos, lo cual si-
gue la práctica habitual de Rimsky.
En Petrushka, Stravinsky introdujo algunos de los rasgos estilísticos que posterior-
mente se identificaron con él. La escena inicial del ballet representa una feria en San
Petersburgo, durante la última semana de la temporada de carnaval. Aquí encontra-
mos los característicos bloques de armonía estática de Stravinsky junto a esquemas re-
petitivos melódicos y rítmicos, así como cambios abruptos de un bloque a otro. A
cada grupo de bailarines se le asigna una música específica: una banda de alegres juer-
guistas, un organillero con un bailarín, el intérprete de una caja de música con otro
bailarín y el teatro de marionetas que protagoniza Petrushka. Acontecimientos musi-
cales sin conexión aparente se interrumpen unos a otros sin transición y regresan des-
pués repentinamente, creando una brusca yuxtaposición de texturas diversas que ha
sido comparada con el cubismo de Pablo Picasso (véase capítulo 31). La interrupción
Y yuxtaposición de bloques, que Stravinsky tomó de la práctica rusa de Musorgsky y
de Rimsky-Korsakov, se vincula aquí a las yuxtaposiciones visuales del ballet.
970 El siglo XX y dnp~
EJEMPLO 32.7 Pasaje de Petrushka, de Stravinsky, basado en una canción folclórica ntsa
Jd· El Modernismo y la tradición clásica 971
acompafia a los juerguistas borrachos, está basado en una canción folclórica de la co-
lección de canciones tradicionales de Rimsky-Korsakov de 1877. Pero Stravinsky
evita la armonía dominante-tónica de la versión de Rimsky; en su lugar, coloca la
melodía en el bajo y simula la armonía folclórica, en la cual las voces cantan en
quintas y octavas paralelas, a menudo contra tonos de bordón. En contraste con las
anciones diatónicas folclóricas, Stravinsky utiliza música octatónica para lo sobre-
natural, aunque la armonía es ahora más punzante que en El pdjaro de foego. La ma-
rioneta Petrushka, llevada a la vida por un mago, está caracterizada por el famoso
•acorde de Petrushka», que combina las tríadas mayores de Fa sostenido y de Do
mayor, que forman parte de la misma escala octatónica, como se muestra en el ejem-
plo 32.8.
El estilo característico de Stravinsky cristalizó en La consagración de la
Primavera. El asunto era aún ruso, pero ahora se trataba de un ritual de fertilidad
imaginario, ubicado en la Rusia prehistórica, durante el cual una muchacha adoles-
cente es elegida para el sacrificio y debe bailar hasta la muerte. Si bien Stravinsky
lOmó de nuevo melodías del folclore, la escenografía, la coreografía y la música se
El siglo XX y desp'!.!!
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
De lgor Stravinsky y Robert Craft, Expositiom and Developments (Nueva York: Doubleday, 1962), 159-164.
Vc.&Cb.
Ve. &cb.
arco
motívico, tales cambios de timbre actúan como medio para producir variedad, una
técnica que Stravinsky aprendió de Glinka y de Rimsky-Korsakov.
La preferencia de Stravinsky por los timbres secos en lugar de sonidos exuberan-
tes 0 resonantes se refleja en su uso de los instrumentos. Este sonido es evidente en
el staccato de los acordes de las cuerdas, tocadas .todas con el arco al revés para crear
acentos regulares y separaciones naturales, en el pizzicato de los violonchelos y en el
staccato del corno inglés y de los fagotes.
Una vez desarrolladas estas técnicas, Stravinsky continuó utilizándolas a lo largo
de toda su carrera artística. Durante la Primera Guerra Mundial, la economía de
guerra le obligó a dejar a un lado las grandes orquestas de sus primeros ballets en fa-
vor de combinaciones de instrumentos más reducidas, que acompañasen las obras
escénicas. Para L'hístoire du soldat (Historia del soldado, 1918) requirió seis instru-
mentos solistas por parejas (violín y contrabajo, clarinete y fagot, corneta y trom-
bón) y un percusionista que interpretase los interludios entre la narración y los diá-
logos hablados. En las marchas y en los movimientos de tango, vals y ragtime de
L'histoire, y en Ragtíme (1917-1918), Stravinsky descubrió la manera de imitar esti-
los conocidos mientras utilizaba las técnicas que se habían convertido en su sello ca-
racterístico. Abandonado a su suerte en Occidente por causa de la guerra y, más tar-
de, de la Revolución bolchevique en su propio país, Stravinsky empezó a distanciarse
de Lo rópicos rusos a la vez que conservaba los rasgos característicos procedentes la
mayoría de u formación rusa.
El ptrindo neoclásico
la música clásica o barroca. En lugar de eso, Stravinsky utiliza los estilos que evoca
como piedras de toque que transforman su propio estilo peculiar de manera renova-
da, de forma que cada pieza tiene una personalidad única. Y evita las prácticas de la
tonalidad de la rutina común; por ejemplo, en el primer movimiento del Octeto en
forma sonata, el movimiento tonal en la exposición no se desplaza de la tónica a la
dominante, sino que desciende un semitono (Mi bemol a Re) y se equilibra por un
movimiento complementario en la reexposición (Mi a Mi bemol, con el segundo
tema reexpuesto antes que el primero).
El neoclasicismo de Stravinsky y la continuidad con su estilo anterior se hacen
evidentes en su Sinfonía de los Salmos (1930) para coro mixto y orquesta, sobre sal-
mos de la versión latina de la Biblia conocida como Vulgata. Srravinsky dijo que uti-
lizó el latín porque el lenguaje ritual le otorgaba la plena libertad de concentrarse en
us cualidades fonéticas, pero su uso hace también referencia a la larga tradición de
textos latinos de la música sacra occidental. Los rasgos barrocos incluyen un movi-
miento casi perpetuo, los frecuentes ostinati (un nuevo sello stravinskyano) y la fuga
plenamente desarrollada del segundo movimiento. Stravinsky evitó un sonido or-
questal romántico y puso de relieve lo que llamó una paleta sonora «objetiva» en lu-
gar de emocional, omitiendo los violines, las violas y los clarinetes.
En el primer movimiento, del que ofrecemos un pasaje en el ejemplo 32.10, los
elementos tradicionales se reinterpretan de maneras nuevas, lo que hace muy evi-
dente el idioma personal de Stravinsky. Al inicio (ejemplo 32.1 Oa), la sensación de
compás resulta inestable por los cambios de compás y los inesperados silencios. Un
bloque sonoro, una tríada en Mi menor de la orquesta al completo, alterna con
otro bloque que consta de arpegios de semicorcheas en el oboe y el fagot. La dis-
continuidad entre los dos bloques es realzada por las diferencias de altura tonal,
aunque ambas extraen sus notas de la misma escala octatónica (ejemplo 32. lOb), lo
cual genera continuidad. En la primera entrada de las voces (ejemplo 32.lOc), la
melodía se limita a dos tonos, Mi y Fa, lo que sugiere un sencillo canto gregoriano.
futá acompañada por tres capas de ostinati que ejecutan la escala octatónica al com-
pleto. La instrumentación, para instrumentos de doble lengüeta únicamente, da lu-
gar a un sonido inusual, evocador de un consort renacentista. Posteriormente, la
tríada inicial de Mi menor regresa en un contexto diatónico en lugar de octatónico.
Tal alternancia entre estas dos escalas era característica de Stravinsky desde sus
obras tempranas.
Aunque la nota Mi es puesta de relieve como centro tonal en los tres pasajes, éste
se establece únicamente mediante una aseveración que emplea tres métodos diferen-
tes, Al principio (ejemplo 32.lOa), la tríada de Mi menor es el única acorde; en la
cmr;tda de las voces (ejemplo 32.lOc), Mi es el centro de la melodía y una tríada de
~¡ menor aparece en cada parte acentuada del compás; en el pasaje diatónico poste-
nor, Mi es sostenido por el bajo. Esta aserción de un centro tonal mediante la reite-
ra ión es muy distinta de la atonalidad de Schonberg. No obstante, esta música no
puede s r descrita como tonal, pues no sigue las reglas de la armonía tradicional.
978 El siglo XX y deW!i!_
b. Escala octatónica
4J ¡* p &F ~r qr 11·
f
c. Entrada de las voces
Altos
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E.___.., di _ _ _ __ ....__-'
xau o ra - ti o - nem me am 1
Una música como ésta es neotonal-el compositor encuentra en ella nuevas mane-
ras de establecer un único tono como centro tonal.
En parte porque su música estaba basada en centros tonales y en géneros y -
tilos reconocibles, los intérpretes y el público encontraron las obras neoclásicas de
Stravinsky más fáciles de tocar y de seguir que las composiciones dodecafónicras
de Schonberg. Ambos compositores atrajeron partidarios, que discutieron acerca
de la necesidad de la música de adherirse a una tradición frente a la necesidad dr
encontrar nuevos métodos, en una especie de eco de las disputas entre los adeptos
de Brahms y de Wagner del siglo XIX. En décadas recientes, músicos y estudiosos
han llegado a percibir cuánto tenían en común los dos compositores, especial-
mente en su música de los años veinte a cuarenta, cuando ambos intentaron revi-
talizar las formas tradicionales mediante un lenguaje musical enteramente nuevo
y personal.
El periodo serial
Tras la muerte de Schonberg en 1951, los métodos dodecafónicos de los que había
ido pionero formaban parte ya de la historia pasada, tanto como la forma sonata.
Eran asimismo conocidos por los compositores jóvenes, quienes extendieron sus
principios a series de parámetros distintos de los tonos, como el ritmo (véase capítu-
lo 34). Esta música basada en series no era ya simplemente dodecafónica y fue cono-
cida como música serial, término que fue también aplicado retrospectivamente a
ch.Onberg y a us alumnos.
En parte para abarcar una corriente más de la tradición clásica y en parte para
mantenerse al día, Stravinsky -que ya había sobrepasado los setenta años- adaptó
técnicas seriales en su música desde 1953 en adelante. Sus obras seriales mejor cono-
cidas comprenden el ciclo de canciones In memoriam Dylan Thomas (1954), Threni
(1957-1958), para voces y orquesta y sobre textos de las Lamentaciones de Jeremías,
y Movimientos (1958-1959), para piano y orquesta. Todas ellas muestran su lenguaje
::aracterístico de bloques yuxtapuestos, de compases trastocados y otros rasgos de su
cuño, aunque el contenido tonal es cada vez más cromático.
La particular genialidad de Stravinsky radicó en su hallazgo de marcas estilísticas
derivadas de las fuentes rusas, aunque característicamente suyas, que resultaron ser
can reconocibles y adaptables que podían asimilar o aludir a cualquier estilo, mien-
tras imprimían sobre la música su sello personal. Apoyándose en todo tipo de músi-
ca, desde la más antigua hasta la música serial de su tiempo, reivindicó como suya la
tradición al completo.
lnfluenr:ia
11. STRACIÓN 32.1 Bartók en 1907, grabando canciones populares eslovacas con una grabadora de
dlindtoJ acústicos en la aldea húngara de Zobordardzs.
rlcmicas, melódicas y formales de la música campesina y las fusionó con las caracte-
rísticas de la música clásica y moderna.
Consiguió un primer estilo personal y característico en torno a 1908, con com-
posiciones como el Primer cuarteto de cuerda y la ópera en un acto El Castillo de
&rbazul, compuesta en 1911 y estrenada en 1918, que combina elementos del fol-
clore húngaro con influencias de Pelléas et Mélisande de Debussy. Su Allegro bdrbaro
0 911) y otras obras para piano introdujeron una nueva concepción del piano, tra-
tándolo más como un instrumento de percusión que como un productor de melo-
días cantables y acompañamientos resonantes. Sus composiciones de la década pos-
r rior a la Primera Guerra Mundial lo muestran avanzando hacia los límites de la
disonancia y de la ambigüedad tonal; alcanzó el punto culminante con sus dos So-
naras para violín de 1921 y 1922. Otras obras de esta década comprenden la panto-
mima expresionista El Mandarín Maravilloso, así como los Cuartetos de cuerda ter-
cero y cuarto. Sus obras posteriores, que en comparación parecen más accesibles a
un público más amplio, han pasado a ser las más célebres e incluyen los Cuartetos
de cuerda quinto y sexto, la Música para Cuerdas, Percusión y Celesta (1936) y el
~oncierto para orquesta (1943). Su Mikrokosmos (1929-1939) -153 piezas para
piano en seis libros ordenados según el grado de dificultad- es una obra de gran
Yalor pedagógico que compendia también el propio estilo de Bartók y presenta, de
lllanera microcósmica, el desarrollo de la música europea en el primer tercio del
Stgloxx.
982
-
El siglo XX y ~~
La síntesis de Bartók
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - -- -- -
do a partir del centro tonal y regresan a él, como en el tema del primer movimiento
(ejemplo 32.1 la); giran alrededor de un tono, como en el tema del segundo movi-
miento (ejemplo 32.11 c); o descienden al centro tonal desde su octava superior,
como en el movimiento final (ejemplo 32.1 lf). Aquí, la síntesis de las dos tradiciones
para crear un idioma modernista es rica en alusiones a la música de ambas tradicion
Los temas se generan mediante la variación de pequeños motivos, un procedi-
miento típico tanto de la música clásica, de Bach y Haydn a Schonberg y Stra-
vinsky, como de la música campesina del centro y el sudeste de Europa. Muchas to-
nadas húngaras utilizan frases breves y repiten motivos con ligeras variaciones,
como el esquema AA'BB' del tema del primer movimiento (ejemplo 32.l la),
mientras que las tonadas de danza búlgaras suelen prolongar un motivo rítmico-
melódico, como en el tema del movimiento final (ejemplo 32.1 lf). Este último es
diatónico, como muchos temas clásicos, aunque claramente en el modo lidio, em-
-
32. El Modernismo y Úl tradición clásica 985
La cuestión es: ¿cudles son los modos de adoptar la música campesina y transformarla
~n música moderna?
Podemos, por ejemplo, adoptar una melodía campesina inalterada o levemente varia-
da, escribir un acompañamiento a la misma y una posible frase inicial y otra conclusi-
va. . . Resulta de la mayor importancia que las cualidades musicales de la composición se
deriven de las cualidades musicales de la melodía, de tales características como se contie-
nen en ella abierta u ocultamente, de manera que la melodía y todas las adiciones gene-
ren la impresión de una completa unidad...
El uso frecuente de intervalos de cuarta en nuestras antiguas melodías nos sugirió el
uso de acordes de cuarta. Aquí, una vez mds, lo que escuchamos sucesivamente lo inten-
tamos construir en un acorde simultdneo.
Otro método por el cual la música campesina se transforma en música moderna es el
·siguiente: el compositor no hace uso de una melodía campesina real sino que inventa su
propia imitación de dichas melodías...
Hay aún un tercer modo mediante el cual la influencia de la música campesina puede
trazarse en la obra de un compositor. Ni las melodías campesinas ni las imitaciones de
melodías pueden hallarse en esta música, pero ésta estd invadida por la atmósfera de la
música campesina. En este caso podemos decir que ella ha absorbido por completo el idio-
ma de la música campesina, que se ha convertido en su lengua madre musical.
inicial del xilófono, mostrado en el ejemplo 32.12, que desde el punto intermedio al
principio del compás 3 avanza de manera idéntica y en ambas direcciones. Bartók
sentía una gran predilección por tales simetrías, como podemos ver en el contrapun-
to en espejo al final del primer movimiento (ejemplo 32.1 lb).
Los elementos de estilos campesinos tradicionales son también evidentes. Los
compases de la danza búlgara constan de acentos largos y cortos en lugar de fuertes y
débiles, y los largos superan en una mitad de duración a los cortos. En la notación
occidental, esto se traduce en agrupamientos irregulares de dos y tres, como por
ejemplo en el esquema 2+3 de una paidushka, 3+2+2 de un chetvorno o 2+2+3 de un
svornato. Bartók adopta este efecto en el esquema 2+3+3 del tema del cuarto movi-
miento (ejemplo 32.1 lf) y, de manera más abstracta, en los grupos de dos y tres del
tema de la fuga del primer movimiento (ejemplo 32.1 la). El tipo fuertemente orna-
mentado y parcialmente cromático de la canción serbo-croata del ejemplo 32.13a.
tri cono
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VIa.PP
Timp.~ pp
tri cono
g. Cadencia final
J = 100 tritono
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Como sus compañeros modernistas, Bartók aspiró a crear obras maestras semejantes
a las de los maestros clásicos que tomó como modelos y cuya música emuló, y buscó
nuevos métodos y materiales con el fin de distinguir su música de la de otros com-
positores. Los elementos nuevos que encontró fueron aquellos de otra tradición, la
música campesina de su nación y de otras naciones. A través de la síntesis de ambas
tradiciones, gestó nuevas obras con una fuerte identidad personal y una rica cone-
xión con la música del pasado.
Charles /ves
Charles !ves (1874-1954; véase biografía), como Bartók, creó un idioma personal y
modernista, sintetizando tradiciones musicales internacionales y regionales. !ves fue
un compositor con experiencia en cuatro dominios distintos: la música autóctona
norteamericana, la música sacra protestante, la música clásica europea y la música
experimental (véase debajo), de la cual fue el primer exponente destacado. En su
música madura, combinó elementos de las cuatro y utilizó tal multiplicidad de esti-
los como un recurso retórico para transmitir ricos significados musicales.
Ives creció rodeado de la música autóctona norteamericana, desde las canciones
de salón y las tonadas de minstrel show hasta las marchas y solos de corneta que su
padre tocaba como líder de una banda municipal. En su adolescencia y años uni-
versitarios en Yale, Ives escribió numerosas marchas y canciones de salón en los es-
rilos del momento, incluida una canción para la campaña presidencial de William
McKinley y una marcha tocada durante la toma de posesión de McKinley como
presidente en 1897. En Yale compuso también canciones a varias voces para la coral
universitaria y música escénica para los espectáculos de la asociación estudiantil.
lves cantó y escuchó himnos en la iglesia y en encuentros de renacer espiritual, en
los que tocó como organista de iglesia profesional durante toda su adolescencia y ya
pasados los veinte años (1888-1902). Durante esos años improvisó preludios y post-
ludios al órgano y compuso canciones a solo y obras sacras corales, las cuales ponían
de. manifiesto todos los estilos entonces relevantes en el protestantismo norteameri-
ClDO, de la simple himnodia a la manera cultivada de su profesor de composición en
Yale, Horario Parker.
En su adolescencia, !ves interpretó las obras corales más importantes de Bach,
Mendelssohn y los compositores franceses y norteamericanos contemporáneos, jun-
ro a transcripciones de sonatas y sinfonías de Beethoven, Schubert, Brahms y de
otros compositores de la tradición clásica. Con Parker, intensificó su estudio de la
música culta, escribió ejercicios de contrapunto, fuga y orquestación y compuso en
géneros que iban de la canción de concierto a la sinfonía. Su Primera Sinfonía, co-
menzada en su último año universitario, tomó como modelo directo la Sinfonía del
uevo Mundo de Dvorák, junto a elementos de Schubert, Beethoven y Chaikovsky.
En su música experimental, Ives quiso preservar por regla general la mayor parte
de reglas tradicionales, aunque cambiando otras para ver qué sucedía. De joven,
practicó los golpes de tambor sobre el piano y concibió acordes disonantes que po-
dían sugerir el sonido de los tambores. En su adolescencia, escribió varias piezas po-
lironaies, con la melodía en una tonalidad y el acompañamiento en otra, o con cua-
tro voces imitativas, cada una en su propia tonalidad y preguntó: «Si puedes tocar
Charles lves (1874-1954)
Como el artista arquetípico de incontables películas, Ives trabajó en la oscuridad du-
rante la mayor parte de su carrera artística, aunque vivió hasta ser reconocido como
uno de los compositores de música clásica más relevantes de su generación.
Ives nació en Danbury, una ciudad pequeña en Connecticut, donde su padre, Ge-
orge, era director de banda, músico de iglesia y profesor de música. Ives estudió piano
y órgano, y mostró un talento prodigioso -a la edad de catorce años se convirtió en
el organista de iglesia profesional más joven de su estado. Su padre le enseñó teoría y
composición y lo estimuló a mantener un enfoque experimental del sonido.
En la Universidad de Yale, cu'rsó estudios de humanidades, así como de teoría de la
música y composición con el compositor, profesor y organista Horario Parker. Mientras
estaba en la universidad, escribió marchas y canciones para sus hermanos de la iglesia y
música sacra para su puesto como organista de la Iglesia Central de New Haven.
Tras graduarse en 1898, se estableció en Nueva York, donde trabajó como organis-
ta de iglesia, consiguió un trabajo en una agencia de seguros y vivió, con compañeros
licenciados en Yale, en un apartamento al que llamaban «Poverty Flat» (el piso de los
pobres). Cuando su cantata The Celestial Country fue mal acogida por la crítica, Ives
dejó su puesto de organista y se concentró en los seguros. Su empresa, Ives & Myrick,
se convirtió en una de las agencias más exitosas de la nación, pues lves fue pionero en
la formación de los agentes (sus clases dieron origen a la moderna escuela de nego-
cios) y en la idea de planificación inmobiliaria.
Su noviazgo y posterior boda, en 1908, con HarmonyTwichell, le inspiró una ma-
yor confianza y, en la década siguiente, estimuló su creatividad musical y dio lugar a
la mayoría de las obras que más tarde hicieron célebre a lves. Componiendo durante
las noches y los fines de semana, preparó copias acabadas de sus obras menos radica-
les, como las tres primeras sinfonías y las sonatas para violín, aunque no publicó nada
y dejó muchas obras en apuntes o en partituras incompletas.
Tras tratar en vano durante más de una década de suscitar el interés por su música
de intérpretes y editores, una crisis de salud le impulsó en 1918 a editar y a publicar
por sí mismo 114 Canciones y su Segunda sonata para piano (Concord, Mass., 1840·
60), acompañada de un libro, Essays befare a Sonata (Ensayos previos a una Sonata).
Dedicó los años veinte a terminar varias obras largas. Las tres décadas restantes de su
vida fueron testigos de los estrenos y de la publicación de la mayor parte de sus obras.
Aunque acusado -a pesar de su educación musical integral- de amateurismo por
tratarse de un hombre de negocios, lves consiguió un buen numero de partidarios en-
tre jóvenes compositores, intérpretes y directores de orquesta, que promocionaron su
música. En el momento de su muerte, a la edad de setenta y nueve años, era amplia-
mente considerado como el primero en crear un corpus de música culta específica·
mente norteamericano y, desde entonces, su reputación no ha dejado de crecer.
Obras principales: 4 sinfonías, Holidays Symphony, Three Places in New Engkmd,
The Unsanswered Question, 2 cuartetos de cuerda, 4 sonatas para violín, 2 sonatas
para piano, alrededor de 200 canciones.
991
-
32. El Modernismo 1' la tradición clá.sica
una tonada en una tonalidad, ¿por qué no puede alguien, si le apetece, tocar una en
dos tonalidades?». La politonalidad fue desarrollada más tarde por otros composito-
res de manera independiente, pero lves fue el primero en usarla sistemáticamente.
Después de que los estudios con Parker potenciasen sus capacidades, Ives escribió
numerosas piezas breves cuyo propósito principal era probar nuevas técnicas. De dos
de ellas ofrecemos fragmentos en el ejemplo 32.14. Processional, para coro y órgano,
cuyos apuntes se remontan a 1902, es un intento de concebir posibles estructuras de
acordes. !ves presenta una serie de acordes sobre una nota pedal en Do; cada uno con-
siste en un cúmulo de uno o dos intervalos, que se expanden gradualmente desde las
segundas a terceras, cuartas, quintas, sextas y séptimas y resuelven finalmente en octa-
vas al final de cada frase. Scherzo: AJ,f the way around and back (ca. 1908), para conjun-
~::~ 1! 1! I ~! 1:_____1; 1; 1! I~ 1
Cuartas
e:.....____,:e:.___....e:____....-
e..____.....___,
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Trítonos Quintas
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Sextas Sextas Sextas
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Séptimas Séptimas Séptimas O ctavas
perfectas y cuartas perfectas menores mayores mayo res menores mayores mayores
y m enores y menores
b. lfma.'< de Ali the way around and back, con seis capas rítmicas
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992 El siglo XX
-
y d~Sf'Ul!I
Síntesis
De 1902 en adelante, Ives escribió únicamente en los géneros clásicos, aunque intro·
dujo en su música estilos y sonidos de otras tradiciones conocidas por él. Por lo ge·
neral, las empleó para sugerir significados extramusicales, ya fuese en una pieza de
carácter o en una obra programática. En su Segunda Sinfonía, Ives utilizó temas pa·
rafraseados de canciones populares e himnos norteamericanos, tomó pasajes de tran·
sición de Bach, Brahms y Wagner y combinó todo ello en una forma sinfónica y con
un lenguaje que tomó como modelos a Brahms, a Dvorák y a Chaikovsky. A través
de esta síntesis, Ives proclamó la unidad de su propia experiencia como norteameri·
cano conocedor de las tradiciones autóctona, sacra y clásica y reivindicó un lugar
para la música característicamente norteamericana en el repertorio sinfónico. Hacer
eso fue un acto radical, pues, aun cuando el público clásico aceptase las melodías fol·
clóricas como fuente de las obras de concierto, tendía a considerar las ronadas him·
nicas o las canciones populares que Ives utilizó carentes de interés y rotalmente fuera
de lugar en las salas de conciertos.
La Tercera Sinfonía de Ives, las cuatro sonatas para violín y la Primera sonata P~
piano constan de movimientos basados en tonadas hímnicas norteamericanas. Aqul,
-
32. El Modernismo y la tradición clásica 993
~ LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - - -
El americanismo en la música
Dvorák había aconsejado a los compositores norteamericanos que utilizasen la músi-
ca afroamericana o amerindia como fuente de una música característicamente nacio-
nal, lo cual muchos lo hicieron. Charles Ives lo sintió a su manera, como alguien
blanco y oriundo de Nueva Inglaterra, y pensó que la fuente más apropiada era la
música escuchada y cantada regularmente por la gente de su propia región, desde los
himnos hasta la canción popular. Sin importar las fuentes empleadas, argumentó
que el compositor debe entender la música desde el interior y saber lo que significa
para la gente que la escucha y que la interpreta.
Si un hombre piensa que las cadencias de una danza de gu,erra apache penetran en su co-
razón -siempre que haya puesto esmero en conocer lo suficiente otras cadencias, porque
el eclecticismo es parte de su deber; clasificar las patatas supone una mejor cosecha al año
siguiente-, dejémosle asimilar lo que considera lo mds elevado del ideal indio, de mane-
ra que pueda usarlo en las cadencias, fervientemente, trascendentalmente, inevitablemen-
te, fariosamente, en sus sinfonías, en sus óperas, en sus silbidos de camino al trabajo, dt
manera que pueda pintar su casa con ellas, haciéndolas parte de su libro de oraciontJ
-todo esto es posible y necesario, si tiene la confianza de que forman parte de su con-
ciencia espiritual. Con esta segu,ridad, su música tendrd todo lo que debiera de sinceri-
dad, nobleza, faerza y belleza, sin importar como suene; y si, con esto, es únicamente fiel
a los mds altos ideales norteamericanos (es decir, los ideales que coinciden con su concien-
cia espiritual), su música serd fiel a sí misma e incidentalmente norteamericana, y lo será
aun cuando después se demuestre que todos nuestros indios procedían de Asia.
El hombre «aplastado en la Babbit's Corner» encontrard un profando atractivo en los
sencillos pero inteligentes himnos Gospel de la «reunión universitaria» de Nueva lnglattrra
de hace una generación, mds o menos... Si el lánkee puede reflejar el fervor con el que sr
cantaban «los gospels» --el fervor de «Tía Sarah», que entregó su vida por sus diez herma·
nos huérfanos, el fervor con que esta mujer, tras una jornada diaria de catorce horas en la
granja, era capaz de levantarse y conducir cinco millas por el fango y la lluvia para llegar a
«la reunión de oración», la vdlvula de escape para la plenitud de su alma altruista-, s1
puede reflejar el fervor de un espíritu tal puede encontrar allí un color local que hard bue-
no al mundo entero. Si su música puede captar sobre todo ese espíritu siendo parte del mis·
mo, llegard en algún lugar cercano a su ideal-y aquélla serd también norteamericana-.
quizd mds cerca que el devoto de la melodía india o negra. En otras palabras, si el col.or lo-
cal el color nacional cualquier color, es un verdadero pigmento del color universal enton·
ces se trata de una cualidad divina, es parte de la sustancia del arte -no sólo su manera.
De Charles Ives, Essays Befare a Sonata, The Majority, and Other Writings, ed. Howard BoaC\11right
(Nueva York: Norton, 1970), 79-81.
E: El Modernismo y la tradición clásica 995
rilo, junto con el timbre, el ritmo, la figuración, el registro y otos medios tradiciona-
les, para diferenciar los estratos escuchados simultáneamente, como vimos en The
Unanswered Question.
!ves sintetizó las cuatro tradiciones que su música abarcó en su canción General Wí-
lliam Booth enters into heaven (1914), sobre un poema de Vachel Lindsay, que represen-
ta al fundador del Ejército de Salvación conduciendo al cielo a pobres y oprimidos. Se
trata de una canción de concierto, pero el contenido musical se extrae primordialmente
de la música autóctona norteamericana, de la música sacra y de la música experimental.
Al inicio, que mostramos en el ejemplo 32.15, Ives evoca el tambor bajo de Booth me-
diante la técnica experimental del tambor-piano, usando un esquema rítmico habitual
en los tambores americanos. La línea vocal procede del himno There is a fountain filled
with blood, al igual que Lindsay tomó la métrica y el ritmo de Are you washed in the blood?,
un himno con una imaginación similar. Cada grupo de seguidores de Booth descrito en
el poema recibe una caracterización musical diferente, pues utiliza la politonalidad, nue-
vas estructuras de acordes, ostinati disonantes y otras técnicas que lves exploró por pri-
mera vez en sus obras experimentales. En el verso «Big-voiced lassies made their banyos
bang>>, lves parafrasea en el piano una tonada de minstrel show, Oh, dem golden slippers
(del compositor negro y pionero James A. Bland), una canción sobre ir al cielo cuyo se-
gundo verso comienza «Üh my ole banyo». En el clímax del poema, Jesús bendice a los
caminantes y todos son inmediatamente transfigurados. Habiéndolo insinuado repeti-
das veces, Ives presenta ahora el verso entero de There is a fountain filled with b/,ood so-
bre un esquema de tambores en el piano para el momento de la transfiguración, lo que
completa la forma cumulativa. De este modo, lves combina el marco de la canción de
concierto con la tradición autóctona norteamericana (esquema de tambor y minstrel
song), con la música sacra (tonada hímnica) y con las técnicas experimentales (tambor-
piano) para transmitir la experiencia del poema.
El lugar de !ves
Como compositor, lves fue un caso aislado. Entre sus contemporáneos, estuvo in-
fluido por la música de Strauss, de Debussy y de Scriabin, pero no conoció la de
Stravinsky hasta una época posterior de su carrera artística, tras haber llegado inde-
pendientemente a métodos similares, y la de Schonberg y otros modernistas sólo
después de haber dejado de componer. Tampoco éstos conocieron su música; con la
excepción de algunas obras tempranas de música autóctona y sacra, la mayor parte
de sus piezas se interpretaron y publicaron mucho tiempo después de ser escritas.
Así, su influencia directa no se dejó sentir hasta después de la Segunda Guerra Mun-
dial, cuando su distanciamiento de lo convencional se tomó como ejemplo por los
compositores de posguerra, los animó a experimentar y proporcionó modelos para
algunos procedimientos innovadores. Se le podría llamar justificadamente el funda-
dor de la tradición de música experimental en los Estados Unidos, que incluye asi-
mismo, entre otros, a Henry Cowell, Edgar Varese y John Cage. En la mayoría de
sus obras, lves fue un modernista que, como Bartók, Stravinsky y Berg, se apoyó en
la música de su propia nación para desarrollar un idioma característico dentro de la
tradición clásica. En todos estos aspectos, su obra ha tenido una importancia incal·
culable para las generaciones más jóvenes de músicos norteamericanos.
El compositor y el público
El Modernismo acrecentó una grieta entre la música popular y la clásica que se había
extendido ya en el siglo XIX. Un secreto de Haydn, Mozart y Beethoven fue su capa-
cidad de atraer tanto a oyentes no experimentados, que disfrutaban de los rasgo su-
perficiales de la música en una primera escucha, como a conocedores experimenta·
31. El Modernismo y la tradición clá.sica 997
El periodo entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial fue testigo de una notable
~rie de cambio en la vida musical y prosiguió la diversificación de los estilos musi-
eáles. La proliferación de los fonógrafos, de técnicas mejoradas de grabación y de las
nuevas tecnologías de la radio y del cine sonoro fomentaron un mercado de masas
para la música, tanto en su aspecto sonoro como de la música escrita. La música clá-
sica de concierto y la ópera siguieron siendo las tradiciones musicales de mayor pres-
tigio, aunque las variedades de música popular eran mejor conocidas y por lo general
más lucrativas. Especialmente destacadas fueron las tendencias provenientes de Esta-
dos Unidos, en particular el jazz. La música, hasta entonces un mero acompaña-
miento de las películas «mudas», se convirtió en parte integral del cine sonoro, y to-
dos los compositores de ópera, de música clásica de concierto, de musicales y de
canciones populares encontraron un lugar en la industria del cine. Los estilos de la
música clásica se volvieron aún más variados cuando los compositores respondieron
de: modo individual a las tendencias musicales, del modernismo a la vanguardia, y a
las condiciones políticas y económicas de sus naciones respectivas. Tras examinar el
uasíondo histórico del periodo, nos concentraremos en este capítulo en los desarro-
Uos de la música popular en el periodo de entreguerras, especialmente en los Estados
Unido . En el capítulo siguiente, dirigiremos nuestra atención a la tradición clásica.
Entreguerras
Durante los años veinte, las mujeres ocuparon un espacio cada vez mayor en la
esfera pública. La necesidad, durante la Primera Guerra Mundial, de sustituir a los
hombres en el personal de oficina y en las fábricas procuró a las mujeres una mayor
libertad de movimientos e independencia económica. Tras la guerra, las mujeres ad-
quirieron el derecho al voto en Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania. El con-
trol de la natalidad y las mayores cotas de educación dieron a las mujeres acceso a las
carreras profesionales. En los años treinta, no obstante, en algunos países se produjo
una reacción contraria a las libertades de las mujeres, basada en razones económicas
e ideológicas, ·en particular en el régimen nazi y en otros regímenes totalitarios.
Las artes
Los años veinte fueron una época de experimentación irrestricta en las artes. Ya vi-
mos los esfuerzos vanguardistas de Sacie, la música dodecafónica de Schonberg y el
neoclasicismo de Stravinsky; describiremos otras tendencias de la música en el capí-
ru.lo siguiente. En literatura, la década vio aparecer el poema modernista y desencan-
tado de Eliot, The ~ste Land, con sus numerosas referencias a la literatura del pasa-
do; la novela en monólogo interior de James Joyce, Ulises; la novela en varios
volúmenes acerca del tiempo y la memoria de Marcel Proust, En busca del tiempo
perdido; los dramas de compromiso político de Bertold Breche y las novelas y ensa-
yos feministas de Virginia Wolf. El movimiento dadaísta del arre promovía el absur-
do; la Fuente de Marcel Duchamp (un urinario posado sobre la parte trasera) contra-
decía algunos de los supuestos más básicos del arre. Pintores surrealistas como
Salvador Dalí y René Magritte exploraban el mundo de los sueños del inconsciente
que había sido desvelado por Freud. Los arquitectos, de Werner Gropius en Alema-
nia a Frank Lloyd Wright en los Estados Unidos, promovieron formas nuevas y me-
nos decoradas, con cierta insistencia en que la función de un edificio fuese reflejada
en su diseño.
Inducidos por la depresión mundial de los años treinta, muchos artistas reexami-
naron su papel e intentaron hacer que su obra guardase relación con los problemas
ewnómicos y sociales de la época. John Steinbeck, en su novela Las uvas de la ira, es-
cribió sobre los granjeros empobrecidos en los terrenos semidesérticos y expuestos a
la erosión causada por el viento de las llanuras norteamericanas y sobre la explota-
ción de los granjeros en California. Artistas como George Grosz y Kathe Kollwitz en
Alemania, Diego Rivera en México y Thomas Hart Benton en Estados Unidos re-
presentaron las condiciones sociales en un estilo simple y directo, pero moderno,
que cualquiera podía comprender. Numerosos compositores clásicos buscaron de
igual modo escribir una música accesible a todos, con la esperanza de captar la fanta-
!a de la gente obrera corriente.
1002 El siglo XX y tf~/lués
todo el mundo, sin importar su nivel de formación musical. Estas tecnologías traje-
ron consigo una amplia difusión del repertorio clásico, desde Bach hasta Bartók, y
empezaron a poner a disposición músicas menos conocidas, desde el pasado más re-
moto hasta el presente. También fomentaron el desarrollo de un enorme corpus de
música popular, de blues y de jazz. La mayor parte de obras de jazz se originó en Es-
tados Unidos y aquí se concentrará nuestra narración en la casi totalidad de este ca-
pítulo.
El periodo comprendido entre las dos guerras mundiales y en particular los año
veinte fueron una época de gran enriquecimiento de la música popular norteameri-
cana. La música escénica muestra todos los estilos que gozaron de gran populari-
dad: las compañías de vodevil realizaban giras por el continente, mientras que las
operetas, las revistas y los musicales atraían a grandes masas de público. Las cancio-
nes populares de Tin Pan Alley se difundían también. El periodo aproximado entre
1920 y 1955 -antes de la llegada del rock and roll y de la desaparición de la in-
dustria de la música escrita- se conoce como la «Edad Dorada» de Tin Pan Alley.
En los años veinte, como en las décadas precedentes, la canción popular y la mú-
sica para el teatro estaban inextricablemente unidas. En gran medida, era la capaci·
dad de atracción de las canciones la que ocasionaba la popularidad de un musical y
de su compositor. Muchas de las canciones más conocidas, popularizadas en los es-
pectáculos de mayor éxito, se vendían después como música escrita, a menudo con
una imagen del intérprete que presentaba la canción en la portada del disco. No obs-
tante, en la industria de la canción popular se produjeron cambios. La música im-
presa de las canciones de Tin Pan Alley circulaba aún en los salones norteamerica·
nos, pero las editoriales y los autores de canciones confiaban cada vez más en las
grabaciones para popularizar sus canciones. Y con la llegada al cine de la tecnología
del sonido a finales de los años veinte nació el musical de Hollywood, que generó
otra importante fuente de ingresos para los autores de canciones. Los autores de can-
ciones de mayor éxito de este periodo -como Irving Berlín (1888-1989), Jeromc:
Kern (1885-1945) y George Gershwin (1898-1937)- se encontraban igualmente a
gusto escribiendo música para Tin Pan Alley, para el teatro musical o para los mu i-
cales de Hollywood.
El teatro musical
En Girl Crazy, Ethel Merman cantaba la canción 1 Got Rhythm, que se convirtió
en un éxito inmediato. Como la mayor parte de las canciones de Tin Pan Alley y de
Broadway de las décadas de 1920 y 1930, contiene sólo un verso y desplaza el prin-
cipal interés al chorus. El chorus está en la forma típica AABA'; el ejemplo 33.1
muestra la melodía vocal de la sección inicial A. Si comparamos este chorus con el de
After the Ball (véase ejemplo 30.3, p. 899) de Charles K Harris, podemos ilustrar
ranto la continuidad como el cambio en los estilos de la canción popular desde la
década de 1890. Ambos choruses se inician con una frase pegadiza, caracterizada por
un ritmo llamativo y un contorno melódico seductor que varía todo el tiempo, equi-
librado con suficientes contrastes para que la melodía siga siendo atrayente. Como
Harris, Gershwin tiende a atraer nuestra atención al principio con los rasgos más
inusuales, para después regresar gradualmente a ritmos más convencionales y con-
tornos de grados conjuntos en los finales de las frases, dando lugar a un arco emo-
cional satisfactorio. Pero 1 Got Rhythm es mucho más sincopada y se apoya en rit-
mos de ragtime; como muestra el ejemplo, las síncopas en la melodía crean el
mismo esquema de acentos que en la sección inicial de Maple LeafRag de Joplin, lo
que produce un interesante cruce de acentos contra el compás binario subyacente.
La armonía de Gershwin cambia con mayor rapidez, es más cromática y abarca un
ámbito mayor; contiene numerosos acordes de séptima y de novena, haciendo que
aumente el nivel global de sonidos disonantes. Mientras que ambas canciones hablan
en parte del poder de la música para llevarnos lejos, la de Gershwin refleja la energía
del jazz y el optimismo de los musicales de Broadway, mientras que After the Ball
utiliza el compás y el estilo del vals para transmitir una mensaje sentimental típico
de su época.
Tanto el estilo como la actitud despreocupada de 1 Got Rhythm se han extraído en
parte del jazz. Muy pronto, los músicos de jazz devolvieron el cumplido y utilizaron
la canción como un medio de improvisación jazzística. La progresión armónica del
chorus de la canción (en terminología del jazz, sus «cambios») fue adoptada por tan-
tas melodías nuevas de jazz que la progresión en sí llegó a conocerse sencillamente
como «cambios de ritmo» (véase más adelante).
l as revistas, los musicales y las canciones de Tin Pan Alley prolongaron tradiciones
importadas de Europa o surgidas entre norteamericanos descendientes de europeos.
Pero la música y los músicos afroamericanos desempeñaron un papel cada vez más
influyente en la vida musical norteamericana; en los años veinte dos tradiciones rela-
cionadas entre sí de origen afroamericano ganaron adeptos: el blues y el jazz. De he-
cho, los años veinte llegaron a conocerse como «la era del JazZ» y el jazz se convirtió
en una música emblemática de ese periodo, cuando una nueva generación fomentó
un espíritu de liberación social.
1008
-
El siglo XX y después
El blues
Uno de los géneros más influyentes de la música surgida a principios del siglo XX fue:
el blues. El origen del blues es oscuro, procedente de una combinación de canciones
rurales de trabajo y otras tradiciones orales afroamericanas. Las letras suelen hablar de
decepciones, maltratos y otros problemas que provocan el estado de ánimo que desde
la primera mitad del siglo XIX se conoce como «el blues». No obstante, las letras trans-
miten también un acto de rebeldía y una voluntad de sobrevivir al abandono de un
amante infiel, a un puesto de trabajo perdido, a la opresión o a una catástrofe. A me-
nudo, ciertos toques de humor sugieren una separación bien marcada entre la pena y
la risa, la tragedia y la comedia. La música expresa los sentimientos sugeridos por la
letra mediante contornos melódicos, ritmos libremente sincopados y efectos vocales e
instrumentales específicos (como la apoyatura doble, el sonido áspero o el gruñido)
que evocan el sonido de una persona que expresa dolor, tristeza o frustración. El blues
contiene con frecuencia notas cuyos tonos se alteran en un semitono descendente 0 se
doblan (levemente alterados o apoyados), llamadas en ocasiones blue notes (notas
azules o de blues), sobre los grados tercero, quinto y séptimo de la escala, las cuales
añaden intensidad emocional. Sin embargo, el marco convencional del blues permite
a los intérpretes exhibir su talento artístico, en un paralelo musical al acto de rebeldía
implicado en las letras. En definitiva, los blues no consisten en poseer los blues, sino
en conquistarlos mediante una suerte de catarsis encarnada en la música.
En los años diez y veinte emergieron dos tradiciones distintas del blues, conoci-
das hoy como blues cldsico y delta blues. El blues clásico fue el primero en grabarse, si
bien el delta blues era considerado un estilo más antiguo que permaneció más cerca-
no a la tradición oral a partir de la cual ambos estilos se desarrollaron.
Los blues clásicos se interpretaban sobre todo por cantantes femeninas afroameri-
canas, como Ma Rainey (1886-1939), Bessie Smith (1894-1937) y Alberta Hunter
(1895-1984). Generalmente acompañadas al piano o por un pequeño conjunto, es-
tas mujeres popularizaron el blues en los circuitos negros de variedades, en los circui-
tos de minstrel, en los clubes y en numerosas grabaciones. La grabación por parte de
Mamie Smith (1883-1946) de Crazy Blues (1920), la primera grabación por parte
de una cantante afroamericana de una canción de blues, vendió 75.000 ejemplares
en unos pocos meses y le aportó una pequeña fortuna. Su éxito estimuló a las com-
pañías discográficas a lanzar al mercado productos dirigidos a los oyentes negros, del
mismo modo que se dirigían ya a otros grupos étnicos; se vendían grabaciones irlan-
desas a oyentes irlandeses y grabaciones de yidish a oyentes judíos. Las grabaciones
dirigidas a oyentes negros se convirtieron en «grabaciones de raza».
Los cantantes de blues clásico unieron aspectos de la tradición oral con elementos
de la canción popular, gracias en parte a W C. Handy (1873-1958), conocido como
el «padre del blues». Handy no inventó el blues pero, como editor, introdujo las can-
ciones del blues en el formato de la música impresa en fecha tan temprana como
1912, aprovechando así tanto la nueva popularidad del género como el auge de la
Ji· Entre las dos guerras mundiaks: el jazz v Úl música popuÚlr 1009
industria de música impresa. Con sus publicaciones, Handy consolidó lo que ahora
consideramos la forma estándar del blues de doce compases. Según esta forma, que
ilustramos con la canción Back wtlter Blues (1927) de Bessie Smith, en el ejemplo
33.2, cada estrofa poética contiene tres versos; el segundo verso suele repetir el pri-
mero y el tercero completa la idea. Cada verso del texto se canta en cuatro compases
de música sobre un esquema armónico de conjunto, en el que la primera frase de
cuatro compases permanece en el acorde de tónica, la segunda frase comienza en la
subdominante y termina en la tónica y la tercera frase comienza en la dominante y
retrocede a la tónica, como se muestra en la siguiente tabla:
Compás: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Estruccura
poética: A A B
Tras una breve introducción del piano, cada una de las siete estrofas de Back wtl-
f r Blues sigue la misma forma y diseño melódico general. La forma puede resultar
simple, pero en la interpretación grabada por Smith las posibilidades musicales pare-
cen infinitas. Ella da vida a cada estrofa con unos timbres, un fraseo y una sensibili-
dad melódica únicos. La melodía muestra los rasgos típicos del blues, con promi-
nentes blue notes sobre los grados tercero y séptimo de la escala (Mi/Mi bemol y
Si/Si bemol) y una tendencia a colocar las sílabas acentuadas justo antes de las partes
fuertes del compás y no sobre ellas. La melodía vocal realiza una cadencia en el ter-
cer compás de cada frase, lo que permite un intercambio de pregunta y respuesta en-
rre la voz y el acompañamiento del piano, tocado por el compositor y pianista afroa-
mericano James P. Johnson (1891-1955). En su uso de la improvisación sobre una
fórmula sencilla, de las síncopas, de la repetición de breves esquemas, de las notas
dobladas y del procedimiento de pregunta y respuesta, esta canción encarna muchas
de las características de la música afroamericana cuyo origen se remontaba según pa-
rece a África (véase capítulo 30).
Los delta blues procedían en primera instancia de la región del Delta del Missis-
sippi y se asociaban sobre todo a cantantes y guitarristas masculinos afroamericanos.
En comparación con el blues clásico, que tendía a ser conforme a las convenciones
de los géneros de la canción popular, los delta blues estaban más enraizados en las
tradiciones orales, lo que tenía como consecuencia una mayor flexibilidad de la for-
ma textual y musical y de las elecciones armónicas. Los cantantes de blues consiguie-
1010 El siglo xx r dewu;,
41 wA, r ~r
i. When ít rains _
11= 11 raJ
five days and the skies _
J 4J' a
turn dark_ as night, _
'----'
when ll ratns...
Progresión básica: IV I
Fa7 Do
five
'----'
days -
.
and the skies_ turn dark_ at nig~ lb• n
IV IV I
trou -ble's tak- in' place in the low - lands_ at nigJrt:--" ~ l woke up_
V N I
ron difusión a escala nacional gracias a recopiladores como Alan Lomax, que viaja-
ron a partes remotas y rurales del sur y grabaron a artistas de blues mientras canta-
ban o se acompañaban a sí mismos con la guitarra. Las grabaciones de delta blues de
los años veinte y treinta revelan una gran riqueza de recursos expresivos. El estilo de
canto es rudo, rico en timbres y en matices y rítmicamente flexible; cada sección de
una canción de blues contiene la alternancia entre la voz y la guitarra acompañante
en estilo de pregunta y respuesta.
Durante la primera mitad del siglo XX, cuando un número sin precedentes de
afroamericanos se desplazó del sur rural a los centros urbanos del norte, muchos
cantantes de blues siguieron el mismo camino. Muchos de los cantantes de blues del
delta del Mississippi aterrizaron en Chicago, para entonces un centro floreciente de
la nueva tecnología de la grabación, que ejercería una gran influencia sobre los intér-
pretes futuros. El legendario bluesman Robert Johnson (1911-1938), por ejemplo,
grabó sólo veintinueve canciones en su breve carrera artística, pero su legado musical
se prolongó hasta los años sesenta, cuando los músicos de rock británicos redescu-
brieron sus grabaciones.
denomina un chorus (que no ha confundirse con el estribillo de una canción con co-
pla y estribillo). Por regla general, cada chorus implica instrumentos diferentes e ideas
musicales nuevas, lo que da lugar a una especie de forma de tema con variaciones.
Como el título sugiere, Wést End Blues se construye en forma de blues de doce
compases. La música impresa publicada adapta el blues a la forma copla-estribillo de
Tin Pan Alley y presenta la progresión del blues una vez en la copla, que mostramos
en el ejemplo 33.2a, y dos veces en el estribillo. Pero la grabación sigue las conven-
ciones del jazz y ofrece una brillante introducción de la trompeta por parte de Arms-
trong y cinco choruses según el esquema del blues de doce compases. En el primero,
Armstrong varía la copla publicada como se muestra en el ejemplo 33.2b y va desde
una interpretación bastante fiel de la tonada hasta acrobacias cada vez más singula-
res. En el segundo chorus, el trombonista interpreta la primera mitad del estribillo
EJEMPLO 33.2 Copla de West End Blues, de King Oliver, con variación de Louis ArmJtrong
a. Oliver
! I, Tempo Blues
~¡;;¡, ! l 1° 1F ¡¡Ji JI F J' Jl 1CJ j
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And there's where troub - les will be - gin; V--
publicado y, en el resto, improvisa con libertad. El tercer chorus se ejecuta por el cla-
rinete, que alterna en pregunta y respuesta con Armstrong, quien, para conseguir un
efecto tiernamente expresivo, canta sílabas en lugar de tocar las notas en su instru-
mento, técnica conocida como scat singing. Después de que el piano acometa el
cuarto chorus, todos los demás entran en el chorus final, apoyando a Armstrong
cuando éste regresa al Si bemol agudo que pone fin a su primer solo, lo mantiene
durante cuatro compases y después desencadena un extraordinario torrente de notas,
repitiendo obsesivamente y variando después una figura descendente como si quisie-
ra equilibrar los arpegios ascendentes que cierran el primer chorus. A través de solos
inspirados como los de esta grabación, Armstrong contribuyó a crear un nuevo foco
de atención en el jazz centrado en la improvisación del solista, sustituyendo la im-
provisación del conjunto característica del más antiguo jazz de Nueva Orleans.
sonoridades de cuatro notas (como los acordes de séptima y los acordes de exra aña-
dida -sixte ajoutée) y las armonías cromáticas de Debussy y de Ravel.
Además de tocar piezas instrumentales, la típica big band hacía uso también de
un vocalista, que podía cantar durante toda la pieza o aparecer en uno de los últimos
choruses. Buena parte del repertorio de big band constaba de canciones populares
durante las cuales la banda acompañaba al cantante y elaboraba variaciones de la
canción, mediante arreglos inteligentes y armónicamente audaces que ponían de re-
lieve a una u otra de las secciones de la banda.
La combinación de arreglos con un estilo muy singular y bien ejecutados con los
ritmos del jazz de difícil ejecución dio lugar a una música que pasó a conocerse
como swing. El swing gozó de un éxito inmediato entre el público norteamericano y
provocó que este baile se pusiera de moda por todo el país. Los bailes de swing como
el Lindy Hop eran más animados y vigorosos que los bailes de salón anteriores, de
forma semejante al estilo de la música. El swing fue la música más popular desde la
década de 1930 hasta finales de la década de 1940 y por medio del swing el jazz al-
canzó una popularidad de la que nunca había gozado ni de la que gozaría en los
años siguientes. El número de bandas de swing se disparó en los años treinta y esti-
muló la aparición de nuevas bandas de blancos que se adentraban en el mundo del
jazz, especialmente las lideradas por Tommy Dorsey (1905-1956) y Glenn Miller
(1904-1944). En una época todavía marcada por los prejuicios y la segregación ra-
ciales, las bandas de blancos gozaron de ciertos privilegios a la hora de establecerse:
no tenían que preocuparse por tocar ante públicos segregados y tenían un acceso
más fácil a recitales y programas de radio. Blancos o negros, directores de bandas
como Ellington, Basie, Goodman, Dorsey y Miller -así como muchos de sus intér-
pretes estelares- fueron celebridades, conocidas en todo el continente y en el ex-
tranjero; su música se escuchó en millones de radios y fonógrafos.
El jazz en Europa
El jazz se difundió con rapidez en los años veinte por toda Norteamérica, por Amé-
rica Latina y por Europa. Los músicos europeos y los amantes de la música conocie·
ron el jazz norteamericano gracias a grabaciones importadas, a la música impresa y a
los conjuntos itinerantes de jazz. Los soldados-músicos afroamericanos que lucharort
en Europa durante la Primera Guerra Mundial, como la banda dirigida por James
Reese Europe (véase capítulo 30), habían contribuido a introducir el nuevo estilo.
En los años veinte empezaron a formarse en Europa grupos de jazz y puede decirse
que una tradición europea de jaZz se había establecido ya en los años treinta. El jazz
se convirtió también en tema frecuente de la literatura y de las artes.
En 1934, el guitarrista gitano Django Reinhardt (1910-1953) formó una de las
bandas de jazz más exitosas y musicalmente innovadoras de Europa, el Quintette du
Hot Club de France. El grupo realizó giras por toda Europa hasta el estallido de la
-
33. Entre las dos guerras mundiales: el ja= .l'. la música popular 1015
Duke Ellington
Uno de los compositores estelares de la era del jazz y de épocas posteriores, y uno de
los compositores norteamericanos más influyentes de todos los tiempos, fue Duke
Ellington {véase biografía).
Ellington desarrolló su estilo individual y comenzó a suscitar la atención de todo
el país durante los años 1927-1931, cuando su grupo era la banda titular del Cotton
Club de Harlem, el célebre y vibrante barrio afroamericano de Nueva York. El Cot-
ton Club era el club nocturno más famoso de Harlem y ofrecía alcohol (ilegal debi-
do a la Ley Seca, aunque fácilmente asequible) y entretenimiento. Empleaba a intér-
pretes negros, incluida la banda de Ellington, y a un grupo de bellas bailarinas
ligeras de ropa:, aunque su clientela era blanca. El periodo del Cotton Club fue cru-
cial para el desarrollo del sonido de Ellington. Dado que su banda era la titular; el
personal era relativamente estable, tenían tiempo para ensayar y Ellington podía uti-
lizar la banda como taller para ensayar nuevas piezas y efectos, y comprobar timbres
y voces inusuales que se convirtieron en su sello distintivo. Retomando el hilo de
Gershwin, empezó a experimentar con obras de jazz más largas, como la Creo/e
Rhapsody y Reminiscent in Tempo.
En lugar de basarse por encima de todo en la improvisación, el grupo tendió cada
vez más a emplear arreglos elaborados de antemano y en los que los pasajes del con-
junto contrastaban con los solos, ya estuviesen éstos escritos en la partitura o fuesen
improvisados. Al contratar a los intérpretes, Ellington buscaba músicos excelentes
con sonidos muy individuales, y después sacaba rendimiento a los talentos excepcio-
nales de los miembros de su banda, escribía específicamente para ellos o colaboraba
con los mismos, como en Black and Tan Fantasy (1927), con el trompetista Bubber
Miley, y en Mood Indigo (1930), con el intérprete de clarinete y saxofón Barney Bi-
gard. Su banda pasó de contar con diez a contar con doce intérpretes, llevó a cabo
unas doscientas grabaciones y apareció regularmente en retrasmisiones radiofónicas.
De 1931 en adelante, Ellington y su banda pasaron la mayor parte de su tiempo
de viaje. La banda siguió creciendo, llegando a catorce intérpretes a finales de los
años treinta y a dieciocho en 1946. El repertorio del grupo consistía mayormente en
las melodías del propio Ellington, aunque también tocaban canciones populares y
danzas favoritas del público. A muchas de las melodías de Ellington se les puso letras
Y se vendieron como canciones populares, incluida Sophisticated Lady y Don't Get
Around Much Anymore. Ellington escribió y grabó a menudo piezas para conjunto
pequeño, con el fin de realzar las capacidades de los intérpretes individuales y hacer
1016 El siglo XX y despué,r
felices a sus estrellas, al proveer a cada una de ellas de una pequeña pieza que acapa-
rase la atención del público.
Los inicios de los años cuarenta se han considerado comúnmente el punto culmi-
nante de las capacidades creativas de Ellington y el mejor momento de comunica-
ción entre los miembros de la banda en términos de interpretación. En 1939-1940,
agregó tres importantes miembros nuevos: Jimmie Blanton en el bajo, Ben Webster
como saxofón tenor y Billy Strayhorn como segundo pianista, compositor y arreglis~
ta. Ellington aprovechó el talento de cada uno y escribió una serie de piezas nuevas
que pusiesen de manifiesto su talento. Escribió Cotton Tail(l940) para Webster; su
solo se convirtió en un clásico. Strayhorn compartió las tareas de composición con
--
33, Entre las dos guerras mundiaks: el jazz y la música popular 1017
- -·- -
Ellington y compuso piezas de calidad como Take the A Traín (1941), una de las sin-
tonías de la banda.
Cotton Taíl ilustra la música de Ellington de esta etapa. Sigue la forma usual de las
interpretaciones de jazz, con una melodía al principio seguida de una serie de choruses
sobre la misma progresión. Cotton Taíl es un contrafoctum, una tonada nueva com-
puesta sobre una progresión armónica tomada de una canción concreta -en este
caso, el chorus de I Got Rhythm de Gershwin. La melodía de Ellington -rápida, an-
gular, muy sincopada y llena de giros inesperados- no se parece nada a la de
Gershwin, aun cuando la progresión armónica sea la misma. Los dos primeros cho-
ruses contienen la actuación solista de Ben Webster en el saxofón tenor, acompaña-
do por la sección rítmica y con la ocasional puntuación del resto de la banda. El
ejemplo 33.3 compara los compases iniciales de la tonada de Ellington con los de
los choruses de Webster. El solo interpreta la misma progresión de acordes que la to-
nada pero no varía o desarrolla la tonada; en lugar de eso, la música de cada chorus
presenta ideas nuevas y puede utilizar o no ideas melódicas o rítmicas de momentos
anteriores de la pieza. Los tres choruses restantes contienen diversas combinaciones
de instrumentos que tocan juntos o en el modo de pregunta y respuesta, hasta que
regresan los primeros ocho compases de la tonada de Ellington para llevar la pieza a
Sll fin.
Durante toda su carrera artística, Ellington luchó contra la etiqueta de ser un
«compositor de jazz», pues prefería considerar su música (y toda buena música)
«allende toda categoría». Creía que el jazz podía servir no sólo como música de dan-
za o de entretenimiento sino también como música de concierto, escuchada por sí
misma. Con frecuencia fue más allá de los límites de la tecnología y la convención.
Hasta la llegada de los discos de larga duración (LP) a finales de los años cuarenta,
una obra no podía durar más de tres minutos para caber en una cara de un disco de
V7 vi7 ii7 V7
1018 El siglo XX y desp1!f!,
78 rpm; las obras más largas tenían que dividirse en varias caras y ello las hacía me-
nos atractivas para el mercado. No obstante, Ellington compuso piezas más largas y
convenció a las casas discográficas para que grabasen las piezas en varias caras. Más
tarde, compuso suites, como Black, Brown and Beige (1943), Harlem (1950) y Suite
Thursday (1960) y colaboró con Billy Strayhorn en el arreglo para banda de jazz de
favoritos de la música clásica, como la Suite del Cascanueces de Chaikovsky y la Suite
Peer Gynt de Grieg. Al afirmar el valor del jazz como música de concierto, la declaró
digna de una escucha atenta y de un lugar permanente en la cultura norteamericana.
En ambos sentidos, se impuso su punto de vista.
La m úsica cinematográfica
De igual modo que las grabaciones y la radio fomentaron el crecimiento asomb roso
del jazz, las nuevas tecnologías transformaron la música del cine. A finales de los
años veinte se inventaron métodos para sincronizar el sonido grabado con la película,
dando lugar a nuevas posibilidades de uso de la música como parte de una película y
no meramente como acompañamiento en vivo de la misma. La primera «película
hablada» (llamada así porque contenía diálogos grabados) fue The jazz Singer (El
cantante de jazz, 1927), protagonizada por Al Jolson y que incluía escenas de éste
cantando y otras escenas en las que la música se usaba para acompañar la acción,
como en las antiguas películas mudas. Estos dos tipos de escena ejemplifican las do
categorías de música cinematográfica que han existido hasta el presente:
La llegada del cine sonoro dejó a muchos músicos de teatro sin trabajo, un em·
peoramiento económico que se convirtió en desastroso durante la Gran Depresión.
Y sin embargo, abrió una nueva vía de oportunidades. A mediados de los años trein·
ta, los principales estudios de Hollywood emplearon a compositores, orquestadores.
arreglistas y editores para que creasen música para sus películas y a orquestas que las
interpretasen; los productores de cine del extranjero reunieron a equipos similares.
Tanto los dramas como las comedias incluían con frecuencia números musical
como interludios o por razones dramáticas. Una de las primeras películas en usar
música dramáticamente fue la película austriaca Der blaue Engel (El dngel azul, estre·
nada simultáneamente en inglés como The Blue Angel, 1930). En ella, Marlene Die·
trich, una cantante de cabaret, interpretaba canciones de Friedrich Hollaender (ali~
Frederick Hollander) , y entre ellas su canción por antonomasia, Falling in Lovt
il:.. Entre las dos guerras mundiales: el jazz y la música popular lJ!J.P
Again, que en la versión alemana lleva una letra completamente diferente y mucho
más subida de tono.
A partir de 1929, los estudios de Hollywood produjeron numerosos musicales
compuestos para el cine. Romberg (Viennese Nights) , Gershwin (Delicious y Shall We
Dance?), Berlin (Top Hat) , Kern (Swing Time) y Porter (Born to Dance) escribieron la
música de musicales cinematográficos durante los años treinta, considerada la «edad
de oro» del musical hollywoodiense~ La espectacular coreografía de Busby Berkeley
para la animada Gold Diggers of 1933, y para muchas otras películas, así como el
canto y el baile de Bing Crosby, Fred Astaire y Ginger Rogers en numerosos musica-
les cinematográficos hicieron de ellos estrellas internacionales. Los musicales cine-
matográficos fueron enormemente populares; ofrecían una vía de escape de la Gran
Depresión, su nivel de talento era alto y eran muy económicos si los comparamos
con los espectáculos de Broadway. The Wizard of Oz (El mago de Oz, 1939), con
canciones de Harold Arlen, introdujo la fotografía en color en los musicales cinema-
tográficos y lanzó al estrellato a Judy Garland. Un desarrollo paralelo en Alemania
fue la opereta cinematográfica, que incluía partituras de Franz Léhar (¿Dónde estd
esta dama?) y de otros compositores prominentes, pero la llegada de los nazis al po-
der en 1933 llevó al exilio a muchas de las figuras más relevantes.
Los estudios de Hollywood fomentaron también el nacimiento de bandas sono-
ras completamente integradas en la acción dramática, como la música de una ópera
- «ópera sin canto», en la memorable frase del compositor Erich Wolfgang Korn-
gold. Muchos de los compositores que trabajaron en Hollywood fueron emigrantes
europeos, que aplicaban el lenguaje de Wagner, de Strauss y de Debussy a la música
cinematográfica. Max Steiner (1888-1971) , inmigrante procedente de Viena que ha-
bía trabajado como arreglista, orquestador y compositor en Broadway durante quin-
ce años, estableció el modelo de banda sonora de Hollywood con su música para
King Kong (1933). La película trata de un gorila gigante descubierto en África y
transportado a Nueva York, donde amenaza a la ciudad. La partitura de Steiner está
organizada alrededor de diversos Leitmotiv para los personajes e ideas, como en una
ópera de Wagner, y coordina la música con las acciones de la pantalla, a menudo
marcando movimientos concretos con efectos musicales. La música transmite el es-
tado anímico, _el carácter y el lugar a través de estilos fuertemente asociativos, desde
el primitivismo del ambiente africano hasta el romanticismo orquestal de los mo-
mentos dramáticos, y emplea técnicas modernistas cuando resultan apropiadas,
como intensas disonancias para el miedo y otras emociones extremas. Todos estos
rasgos se volvieron característicos de las bandas sonoras.
Steiner siguió componiendo bandas sonoras en los años sesenta; sus logros com-
prenden Gone with the Wind (Lo que el viento se llevó, 1939) y Casablanca (1943).
Otros compositores cinematográficos destacados de Hollywood fueron Erich Wolf-
gang Korngold (1897-1957), que trajo consigo su experiencia como compositor vie-
hés de ópera y de obras clásicas de concierto, para crear las bandas sonoras del aven-
turero Errol Flyn en Captain Blood (Capitán Sangre, 1935) y The Adventures of
1020 El siglo XX y después
-
Robín Hood (1938), y Alfred Newman (1900-1970), el primer compositor impor-
tante de bandas sonoras nacido en América, conocido por sus partituras para Wuthé-
ring Heights (Cumbres borrascosas), The Song of Bernadette, How the 'Wést Was Won
(La conquista del oeste), Aírport (Aeropuerto) y doscientas películas más. La música
desempeñó igualmente un papel destacado en las películas de dibujos animados
desde las más breves, como los pioneros dibujos animados de Walt Disney, Steam~
boat Willíe (1928), y los dibujos de Bugs Bunny con música de Carl Stalling, hasta
los largometrajes, empezando por Snow Whíte and the Seven Dwarfi (Blancanieves
y los siete enanitos) de Disney, con música de Frank Churchill. La música se con-
virtió en parte integral de todos estos géneros cinematográficos, pues orientaba las
respuestas emocionales del espectador y daba profundidad a los sucesos vistos en la
pantalla.
Pero en el siglo XIX, algunos escritores reivindicaron que la música clásica era un
arte autónomo que trascendía la política y que debía componerse, interpretarse, ex-
perimentarse y admirarse en sí mismo, separado de las preocupaciones políticas o so-
ciales. La nueva «ciencia» de la musicología que surgió durante el siglo XIX reforzó
este punto de vista y se concentró más en los estilos y procedimientos de la música
del pasado que en sus funciones sociales. Hasta cierto punto, el hecho de tratar a la
música en sus propios términos era un ideal admirable que permitió a muchos oyen-
tes disfrutar de la música por sí misma y como un alivio a los desvelos cotidianos.
Pero en otros aspectos, desde su cultivo por parte de la elite económica y social hasta
su asociación con el nacionalismo, la música clásica nunca escapó del todo de las re-
des de la política.
El periodo de entreguerras dio lugar a nuevos vínculos entre la música y la políti-
ca. En las democracias de Gran Bretaña, Francia, Alemania durante la República de
Weimar y los Estados Unidos, los problemas económicos y los conflictos políticos
llevaron a muchos compositores a creer que el arte que se apartaba de las necesidades
sociales estaba en peligro de convertirse en irrelevante para la sociedad en su conjun-
to. Cuando se hizo más amplia la brecha entre los sonidos extraños de la música mo-
dernista y la capacidad de los oyentes de entenderla, los compositores intentaron lle-
var la música contemporánea más cerca del público en general, elaboraron obras de
concierto más accesibles o escribieron música para el cine, el teatro y la danza. Con-
vencidos de que la música interpretada por los amateurs y por los grupos escolares
era tan importante como la música de concierto, los compositores escribieron obras
adecuadas a las capacidades de los aficionados y gratas de interpretar, aun cuando
continuasen siendo modernas en el estilo. Muchos compositores utilizaron la músi-
ca, ea particular el teatro musical, para tratar los asuntos sociales, políticos y econó-
micos del momento. El nacionalismo siguió siendo una gran fuerza en la mayoría de
1024 El siglo XX y despYi!.
Francia
Les Six
la tradición de la música para coro amateur con las alusiones a diversos estilos, del
canto gregoriano a la polifonía barroca y el jazz. La evocación de los estilos prerro-
mánticos, el uso de formas y procedimientos tradicionales y un lenguaje diatónico
preponderante revelan el impacto del neoclasicismo.
Milhaud compuso una enorme cantidad de música, entre otras obras, piezas para
piano, música de cámara (sus dieciocho cuartetos de cuerda son especialmente nota-
bles), suites, sonatas, sinfonías, música de cine, ballets, canciones, cantatas, óperas y
música para niños. Sus obras son diversas en el estilo y en el concepto, desde la fri-
volidad cómica del ballet Le breufsur le toit (El buey sobre el tejado, 1919) a la serie-
dad de la ópera-oratorio Christophe Colomb (1928) y la devoción religiosa de Servicio
Sacro (1947), que refleja la herencia judía de Milhaud. Fue alguien especialmente
abierto a los sonidos y estilos de América. Creció con cierta accesibilidad a la música
popular de Brasil durante una estancia de dos años en ese país, en 1917-1918, y a su
regreso a París incorporó las melodías y los ritmos brasileños en Le breufsur le toit y
en las danzas para orquesta Saudades do Brasil (Recuerdos de Brasil, 1920-1921),
ilustrados en el ejemplo 34.1. Además de los ritmos sincopados y de las melodías
diatónicas de la danza brasileña, esta última emplea la politonalidad, en la cual dos
líneas melódicas y dos planos armónicos, cada uno en una tonalidad característica y
diferente, suenan simultáneamente. Este procedimiento acabaría por ser asociado a
Milhaud, aunque muchos otros lo usaron antes y después de él.
Inspirado por el jazz que escuchó en Harlem durante una gira de concierto por
los Estados Unidos, Milhaud imitó los sonidos y estilos del jazz en su ballet La crla-
tion du monde (La creación del mundo, 1923). El saxofón, el piano y el tratamienlo
solista de los instrumentos evocan el sonido de las bandas de jazz. En la primera es-
cena, elementos del jazz como las blue notes, las melodías tipo blues, las síncopas,
los riffs y las texturas de conjunto se ven sintetizados y estilizados con rasgos neocla-
sicistas y modernistas, incluidos una fuga, la politonalidad y los polirritmos. En coda
su música, Milhaud combinó la ingenuidad, la frescura y la variedad con la claridad
y la forma lógica que había asimilado del neoclasicismo. No obstante, su apertura i
las influencias foráneas, del jazz a Schonberg, dan como resultado un sonido mu•
distante del programa de pureza clásica nacionalista del que d'Indy era partidario.
Alemania
La nueva objetividad
Kurt Weill
Paul Hindemith
Paul Hindemith (1895-1963) fue uno de los compositores más prolíficos del siglo.
En la Escuela de Música de Berlín (1927-1937), en la Universidad de Yale (1940-
1953) y en la Universidad de Zurich (1951-1957), impartió clases a dos generacio.,-
nes de músicos. Se consideraba a sí mismo por encima de todo un músico práctico,
que ejecutaba música profesionalmente como violinista, violista y director de or-
questa, siendo además capaz de tocar muchos otros instrumentos. La experiencia de
la interpretación se convirtió en algo central en su música, estuviese ésta pensada
para aficionados o profesionales.
En el mundo fragmentado de la nueva música de entreguerras, Hindemith cam-
bió su concepción varias veces. Empezó a componer en el estilo tardorromántico y
desarrolló después un lenguaje expresionista individual en obras como la ópera en
un solo acto Morder, Hojfnung der Frauen (Asesino, esperanza de las mujeres)
(1 919). Pronto asumió la posición estética más tarde denominada Nueva Objetivi-
dad, que en su música se manifestaba evitando la expresividad romántica y en una
concentración en los procedimientos puramente musicales, especialmente el desarro-
llo motívico y una polifonía de líneas independientes. Las siete obras a las que llamó
sencillamente Kammermusik (Música de cámara, 1922-1927) incluían una pieza
para orquesta pequeña y seis conciertos para instrumento solista y orquesta de cáma-
ra, que abarcaban una gran variedad de tipos de movimiento, desde formas neoba-
rrocas de ritornello hasta marchas militares y danzas. Toda su música era neotonal y
establecía centros tonales mediante técnicas que iban de la simple reiteración de una
nota a complejos procedimientos contrapuntísticos de conducción de las voces.
A finales de los años veinte, Hindemith se sintió irritado por la brecha cada vez
más amplia entre los compositores modernos y un público cada vez más indiferente.
En respuesta a ello, empezó a componer lo que se conoció como Gebrauchsmusik
-«música de uso», como algo distinto de la música propiamente dicha. Su objetivo
era crear obras para intérpretes jóvenes o aficionados que fuese de alta calidad, mo-
derna en el estilo y desafiante a la vez que grata de interpretar.
1030 El siglo XX y tiesp'!_
EJEMPLO 34.2 Symphony «Mathis der Maler», de Hindemith, inicio del segundo movimiento
Tutti
;
y un postludio (Fa sostenido a Do) . Otras obras notables de su época tardía com-
prenden Metamorfosis sinftnicas a partir de temas de Car! Maria von Wéber (1943) y
la Sinfonía en Si bemol para banda (19 51).
La Unión Soviética
En la Unión Soviética, el gobierno controlaba las artes, así como todos los demás as-
pectos de la existencia. Las artes se consideraban una vía de adoctrinamiento del
pueblo en la ideología marxista-leninista, un modo de promover el patriotismo y de
venerar a los líderes. Poco después de la Revolución, se nacionalizaron los teatros, los
conservatorios, las salas de conciertos, los conjuntos musicales, las editoriales y ocras
instituciones musicales, mientras la programación de conciertos, así como el reperto-
rio de ópera y ballet se regularon estrictamente.
La guerra civil de 1918-1920 y la crisis económica de los años veinte preocupó al
gobierno y ocasionó cierta relajación en el control del Estado sobre las artes. Duran-
te este periodo de relativa libertad emergieron entre los compositores tendencias di-
vergentes que cristalizaron en dos organizaciones fundadas en 1923. La Asociación
para la Música Contemporánea buscaba continuar las tendencias modernistas e ta-
blecidas por Scriabin y otros compositores de antes de la guerra, promovía los con-
tactos con Occidente y patrocinaba interpretaciones de la música de Stravi n ley
Schonberg f Hindemith, entre otros compositores. La Asociación Rusa de Músi
Proletarios, ~r otra parte, consideraba tal música elitista y, en su lugar, estimulaba
la música tonal simple y de amplio atractivo, en particular las «canciones de masas•
Entre las dos guerras mundiales: la tradición clásica 1033
Sergey Prokofiev
Dmitri Shostakovich
~ LECTURA DE FUENTES - - - -- -- - - - -
Censura de Shostakovich
Desde el primer minuto, al oyente le aturden las disonancias deliberadas, una confesa co-
rriente de sonido. Retazos de melodía, los comienzos de una frase musical quedan ahoga-
dos, emergen de nuevo y desaparecen en un rugido chirriante y quejumbroso. Seguir esta
«música» es extremadamente dificil; recordarla, imposible.
Esto sucede así en prdcticamente toda la ópera. El canto sobre el escenario es sustituido
por chillidos. Si el compositor llega por casualidad a la senda de una melodía clara y sim-
ple, entonces, acto seguido, como si se asustase de tamaña desgracia, se arroja de regreso a
la locura del caos musical -en ocasiones volviéndose cacofónico. La expresión que el
oyente exige es suplantada por un ritmo incontrolado. Se supone que la pasión se expresa
en ruidos musicales. Todo ello no se debe a la falta de talento o a la falta de capacidad
para representar emociones sencillas y faertes mediante la música. Aquí la música se vuel-
ve del revés deliberadamente con el fin de que nada recuerde a la ópera cldsica o posea
algo en común con la música sinfónica o con el lenguaje musical simple, popular y accesi-
ble a todos.~. El poder de la buena música para contagiar a las masas se ha sacrificado en
aras de un intento <<formalista» y pequeñoburgués de crear con originalidad mediante pa-
yasadas de mal gusto. Es un ingenioso juego que podría acabar muy mal.
De «Chaos Instead of Music», en Dmitri Shostakovich: The Life and Background of a Soviet Ólmpos(r
(Nueva York: Alfred A. Knopf, 1943), 204-205.
contra la Alemania nazi, en la cual Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Sovié-
tica fueron aliados.
En las enérgicas medidas de 1948, Shostakovich fue denunciado junto con Pro-
kofiev y otros compositores, por lo que tuvo que escribir bandas sonoras patrióticas
y panegíricos corales del régimen hasta ser rehabilitado. Escribió parte de su música
«para el cajón» -sin esperanza alguna de que se interpretase antes de que se produ-
jese un cambio en la atmósfera política. En una aseveración de su individualidad,
firmó musicalmente el tercer movimiento de la Décima Sinfonía (1953, el año de la
muerte de Stalin) con un motivo extraído de la ortografía alemana de su nombre,
Re-Mi bemol-Do-Si, en la nomenclatura alemana D-Es-C-H o D-S-C-H, es decir,
Dmitri SCHostahovich. Utilizó el mismo motivo en los Cuartetos de cuerda quinto
y octavo (1952 y 1960) y en los conciertos para violín y violonchelo.
La ambivalencia de la música de Shostakovich refleja de qué modo hubo de arre-
glárselas para sobrevivir en un estado en el que uno jamás podía expresar con preci-
sión lo que sentía y, por consiguiente, en el que las artes -especialmente la músi-
ca- ofrecían una vía de escape para lo que era inexpresable de otro modo. La
relativa accesibilidad de su música, en combinación con la impresión de dar voz a
sentimientos internos, ha procurado a Shostakovich numerosos oyentes entusiastas
no sólo en Rusia, sino también en el mundo entero.
Amirica
Canadd
Canadá poseía una vida musical floreciente, desarrollada con esquemas similares a
los de Estados Unidos. En ambas naciones, la interpretación del repertorio clásico
europeo tenía una presencia mucho mayor que la interpretación de música de com-
positores autóctonos de la tradición clásica. En Canadá, los espacios de interpreta-
ción musical, las sociedades de conciertos, las bandas, los conjuntos profesionales de
cámara, las sociedades corales y los conservatorios surgieron durante el siglo XIX; en
1038 Eln
el siglo XX se fundaron orquestas en las ciudades más grandes, empezando por las
sinfónicas de Quebec (1903) yToronto (1906).
Una figura clave en la música canadiense fue Ernest MacMillan (1893-1973), di-
rector durante muchos años del Conservatorio y de la Facultad de Música de la Uni-
versidad de Toronto, así como director de la Orquesta Sinfónica de Toronto. Recopi-
ló y arregló música de pueblos nativos, editó una antología de canciones canadienses
utilizadas en las escuelas, dirigió numerosos estrenos de obras de compositores cana-
dienses y editó el primer libro de música en Canadá. Compuso numerosas obras ba-
sadas en materiales nacionales, especialmente canciones folclóricas francesas y cana-
dienses, incluida Two Sketches far Strings (1927).
El primer compositor canadiense en adquirir fama internacional fue Claude
Champagne (1891-1965). Aprendió en su juventud la música franco-canadiense
para violín y las tonadas de danza; posteriormente, como músico joven, recibió la
profunda influencia de los compositores rusos, de Musorgsky a Scriabin. Durante
sus estudios en París, en 1921-1928, conoció la polifonía del Renacimiento, así
como la música de Fauré y de Debussy, y descubrió en la práctica modal vínculos
con las tonadas folclóricas de Canadá. Desarrolló un estilo específicamente naciona-
lista en su Suite canadienne (Suite canadiense, 1927) para coro y orquesta, fusionan-
do elementos de la música folclórica franco-canadiense y de las canciones polifónicas
francesas con la tradición sinfónica. Su obra más conocida, Danse villageoise (Danza
pueblerina, 1929), evoca tanto los estilos franco-canadienses como el folclore irlan-
dés y reconoce una nueva corriente étnica en Canadá y en su propia herencia.
Brasil
La música de concierto estaba bien establecida en Brasil desde la segunda mitad del
siglo XIX, gracias a las exitosas óperas de Gomes (véase capítulo 27), entre otras
obras, y a varios compositores de música de concierto que desarrollaron su propio
estilo nacionalista.
El compositor brasileño más importante fue Heitor Villa-Lobos (1887-1959) .
quien reunió elementos tradicionales brasileños con técnicas modernistas. En los
años 1923-1930 pasó la mayor parte del tiempo en París, donde la interpretación de
su música ocasionó amplios elogios y lo consolidó como el músico latinoamericano
más prominente. Regresó a Brasil en 1930 y, con el apoyo del gobierno, instituyó un
esfuerzo nacional para promover la música en las escuelas y el canto coral. Fue criti-
cado por su colaboración con la dictadura nacionalista de Brasil, semejante a los re-
gímenes totalitarios de Europa de la época, pero no está claro que compartiese su
ideología.
La serie de catorce piezas titulada Charos (1920-1928), según un tipo de música
popular para conjunto instrumental que Villa-Lobos tocó en las calles de Río de Ja-
neiro durante su juventud, se cuenta entre sus obras más características. Escrita para
-
34. Entre las dos guen-as mundiales: la tradición clásica 1039
distintas formaciones, de guitarra o piano solistas a orquesta con coro, cada uno de
los Chóros fusiona uno o más estilos autóctonos, tipificados en los ritmos sincopados
y en los timbres inusuales, con técnicas modernistas como ostinati, politonalidad,
polirritmos y una vigorosa orquestación para dar lugar a un sonido muy característi-
co. Otra serie, las nueve Bachianas brasileiras (1930-1945), pagan su tributo a Bach
y, por consiguiente, a la tendencia neoclásica de la época. Cada una de ellas consiste
en una suite de dos a cuatro movimientos que combina elementos de la armonía, el
contrapunto, los géneros y los estilos barrocos con elementos folclóricos brasileños y
líneas melódicas largas y líricas. De esta fusión única es buen ejemplo la obra más fa-
mosa de Villa-Lobos, Bachianas brasileiras No. 5 (1938-1945), para soprano solista
(en un canto mayormente sin palabras) y ocho o más violonchelos.
México
Desde 1921, el gobierno mexicano empezó a apoyar los esfuerzos de llevar las artes a
un público más amplio y de promover un nuevo nacionalismo que se apoyase en las
culturas indígenas, en particular las anteriores a la conquista española. Como parte
de este esfuerzo, se hizo a Diego Rivera y a otros artistas el encargo de pintar los mu-
rales de edificios públicos que ilustrasen la vida mexicana.
El primer compositor asociado al nuevo nacionalismo fue Carlos Chávez (1899-
1978), también activo como director de la primera orquesta profesional de México y
como director del Conservatorio. Escribió dos ballets de ambientación azteca, y su Sin-
fonía india (1935-1936) utiliza melodías indias en un idioma modernista y primitivis-
ta también evidente en su Concierto para piano (1938-1940). Otras obras no son tan
abiertamente nacionalistas, incluida su Sinfonía romdntica (Sinfonía No. 4, 1953).
Silvestre Revueltas (1899-1940) estudió en México y después en Norteamérica,
antes de regresar y asumir el puesto de director asistente de Chávez. Sus composicio-
nes no emplean canciones folclóricas, sino que combinan melodías modeladas de
acuerdo al folclore y a la música popular mexicanos con un lenguaje modernista. Re-
sulta característico Sensemayd (1938), un poema sinfónico -en realidad una can-
ción sin palabras- basado en un poema del poeta cubano Nicolás Guillén. El texto
poético, si bien nunca se canta, se enuncia silábicamente por las cuerdas y los trom-
bones en tres secciones de la obra, enmarcada por interludios. Tanto el poema como
la música hablan de un rito mágico afrocubano, en el que una gran figura que repre-
senta a una serpiente es transportada por un bailarín y sacrificada de manera ritual.
Tomando métodos y texturas de La consagración de la Primavera de Stravinsky, Re-
vueltas construye un tejido en capas de ostinati de metros irregulares (sobre todo
7/8) sobre los que yuxtapone melodías de caracteres y timbres contrastantes, para al-
canzar lentamente el clímax.
1040 El siglo xx.l'. desp1!i!
Estados Unidos
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Cascabeles > • > > . >
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- A
Sirena - 4 pp- - - - - - - -
Dado que esta música depende del sonido en sí, especialmente de sonidos in-
usuales, Varese buscó de 1920 en adelante nuevos instrumentos. Sólo después de la
Segunda Guerra Mundial, los nuevos recursos de generación de sonidos electrónicos
y el magnetófono (que se tratan en el capítulo 34) hicieron posible la producción de
sonidos que él escuchaba en su mente: en su Déserts (1950-1954) para instrumentos
de viento, percusión y cinta magnetofónica y en la pieza para cinta magnerofónica
Poeme electronique (1957-1958).
Henry Cowell
y están diseñadas para probar una técnica nueva. The Tides of Manaunaun (ca.
1917) utiliza clusters de tonos, acordes de segundas diatónicas y cromáticas pro-
ducidas presionando las teclas con el puño o el antebrazo, para representar las ma-
reas movidas por Manaunaun, el legendario Dios del mar irlandés. Utilizo la téc-
nica tan a menudo, incluido su Concierto para piano (1928), que llegó a
reconocerse como su invención; Bartók escribió una vez a Cowell pidiéndole per-
miso para utilizar los clusters. En The Aeolían Harp (1923), el intérprete rasguea
las cuerdas del piano mientras mantiene presionados acordes de tres y cuatro notas
sobre el teclado, como si tocase una gran autoarpa. En The Banshee (1925), una
asistente mantiene abajo el pedal de sordina de manera que las cuerdas puedan re-
sonar libremente mientras el pianista rasguea las cuerdas, pulsa algunas de ellas y
frota con las yemas de los dedos a lo largo de las cuerdas graves, metálicas y tensas,
para crear un aullido fantasmagórico y semejante a una voz, parecido al de una
banshee*. Además de las nuevas técnicas interpretativas, Cowell exploró también
nuevas texturas y procedimientos, como dar a cada voz una subdivisión diferente
del compás. Resumió sus ideas nuevas en el libro New Musical Resources (Nuevos
recursos musicales, 1930).
Durante toda su carrera, Cowell se interesó por las músicas no occidentales. Asu-
mió una idea ecléctica de la composición y probó todo lo que le interesaba, en lugar
de desarrollar un estilo único e identificable. Durante y después de los años treinta,
Cowell se alejó del experimentalismo, se acercó a un lenguaje más accesible e incor-
poró con frecuencia elementos norteamericanos, irlandeses o asiáticos. Escribió una
serie de obras llamada Hymn and Fuguíng Tune para banda o para orquesta, siguien-
do el modelo de William Billings y de sus contemporáneos, además de sinfonías y
otros géneros tradicionales. En los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, va-
rias obras mostraron su interés por la música asiática e incorporaron instrumentos
como la tabla india y el koto japonés.
Cowell promovió la música de sus contemporáneos, así como la suya propia,
por medio de conciertos y de la publicación periódica New Musíc, en la que publi-
có partituras de Ives y de otros compositores modernistas y ultramodernistas. Su
búsqueda arriesgada de nuevos recursos y su interés por la música no occidental tu-
vieron un enorme impacto sobre los compositores jóvenes, especialmente en Esta-
do Unidos.
Entre los compositores cuyas obras publicó Cowell se encontraba Ruth Crawford
0901 -1 953) , la primera mujer que obtuvo una beca Guggenheim de investiga-
' banshee: en la mitología irlandesa, espíritu de mujer cuyo llanto presagia una muerte.
ción musical. Fue una compositora muy activa en Chicago, entre 1924 y 1929, y
en Nueva York, de 1929 a 1933. En Nueva York estudió composición con el com-
positor y musicólogo Charles Seeger, con quien se casó en 1932. Seeger había des-
arrollado teorías sobre el contrapunto disonante, la libertad rítmica entre las voces
co~tr~pu~tísticas y otras té~nica~ _modernas que. Crawford contribuyó a refinar y
aplico mas tarde a su propia mus1ca. En su penado de Nueva York experimentó
con técnicas seriales, incluida su aplicación a parámetros diferentes de los tonos.
Influida por el New Deal, se convenció de que preservar las canciones folclóricas
sería una contribución mayor a la vida musical de la nación que escribir obras mo-
dernistas que pocos podían escuchar o apreciar. Colaboró con el escritor Cari
Sandburg y con los folcloristas John y Alan Lomas y editó canciones folclóricas
norteamericanas a partir de grabaciones de campo. Asimismo, publicó muchas
transcripciones y arreglos en los que buscó ser fiel a los contextos originarios de las
canciones. Crawford sobresale por haber defendido la conservación de la música
tradicional norteamericana y por ser una de las pocas mujeres norteamericanas del
grupo ultramodernista.
La obra más conocida de Crawford es su Cuarteto de cuerda (1931), compuesto
mientras estaba en Europa gracias a la beca Guggenheim de investigación. Cada mo-
vimiento es diferente y encarna la búsqueda constante de procedimientos nuevos
por parte de Crawford. En el primer movimiento, cuatro ideas temáticas se desplie-
gan en un contrapunto disonante; rara vez atacan dos instrumentos una nota simul-
táneamente, lo que da lugar a una sensación de gran independencia de las voces en-
tre sí. El segundo movimiento desarrolla un motivo breve mediante contrapunto y
convergencia, que crea rápidos cambios de acento y del compás utilizado. El terc r
movimiento contiene «heterofonía de dinámicas»: mientras los cuatro instrumentos
sostienen notas largas, un instrumento pasa en cada ocasión al primer plano me-
diante un crescendo y las notas dinámicamente prominentes se escuchan como una
melodía compuesta que crece hasta un intenso clímax. El movimiento final, que
mostramos en el ejemplo 34.4, está diseñado como un contrapunto a dos voces, que
enfrenta al primer violín con los otros tres instrumentos, los cuales tocan en octavas
paralelas y con sordina. El primer violín toca una única nota, después dos, tres, cua-
tro y así sucesivamente, agregando una nota en cada frase hasta alcanzar las veintiu-
na, y suena cada vez más tenue. Entre las frases, los otros instrumentos, que utilizan
una serie de diez notas, ejecutan grupos de rápidas semicorcheas que se reducen dt
veinte notas a una, con un volumen cada vez más fuerte, de modo que las dos voces
avanzan en direcciones opuestas de densidad y dinámica. Al final del proceso, cada
parte sostiene su última nota y, después, todo el tejido musical se repite de manera
retrógrada, transpuesto un semitono hacia arriba, lo que da lugar a un palíndromo
perfecto. Por medio de cuatro movimientos muy contrastantes, Crawford asume a la
vez la tradición del cuarteto de cuerda y satisface su deseo ultramodernista de crear
algo realmente nuevo.
~4. Entre las dos guerras mundiales: la tradición clásica 1045
EJEMPLO 34.4 Inicio del movimiento final del Cuarteto de cuerda de Crawford
George Gershwin
de la canción popular, las blue notes y otros elementos del jazz y del blues, la Rhap-
sody obtuvo un reconocimiento inmediato. Junto con La création du monde de Mil-
haud del año anterior, indicó el camino a otros compositores norteamericanos para
que éstos introdujesen el jazz, el blues y la música popular en la música culta, al su-
gerir que dicha fusión podía generar una música que fuese al mismo tiempo verda-
deramente moderna, verdaderamente norteamericana y ampliamente atractiva.
El propio Gershwin continuó fusionando tradiciones aparentemente dispares y
compuso obras como el Concierto para piano en Fa (1925), cuyo segundo movi-
miento está construido sobre un esquema armónico de blues de doce compases, ex-
tendido para adecuarse a un tema de dieciséis compases, y los tres Preludios para
piano (1926), que combinan elementos del blues, el jazz y ritmos de las danzas latinas
con preludios influidos por Chopin y Debussy. Porgy and Bess (1935) de Gershwin,
que él llamó una ópera folclórica, extrae elementos tanto de la tradición operística
como de la tradición de Broadway. La música es continua y contiene motivos recu-
rrentes como los de las óperas de Verdi o de Wagner. Sin embargo, en parte porque
los personajes son todos afroamericanos, el estilo musical está muy influido por los
lenguajes afroamericanos, como los espirituales, el blues y el jazz. Esta fusión de tra-
diciones es parte del atractivo de Gershwin y hace que su música sea especialmente
rica en referencias y contenidos. Por causa de su temprana muerte debido a un tu-
mor cerebral, su producción de obras clásicas fue relativamente pequeña, aunque si-
gue siendo el compositor norteamericano más conocido del siglo.
Aaron Copland
Aaron Copland (1900-1990) pasó de las rigurosas disonancias de los años veinte a
un estilo más simple en los años treinta y cuarenta, en el que combinó el modernis-
mo con los lenguajes nacionales norteamericanos. El credo judío de Copland, su ho-
mosexualidad y su ideología política de izquierda lo convirtieron en un extraño, si
bien se convirtió en el compositor norteamericano más importante y central de su
generación, gracias a sus propias composiciones y a su obra por la causa de la música
norteamericana. Organizó series de conciertos y grupos de compositores, y promo-
cionó obras de sus predecesores y de sus contemporáneos, como Ives, Chávez y Vir-
gil Thomson. Mediante el estímulo, el consejo y el ejemplo, influyó sobre mucho
compositores jóvenes norteamericanos, entre los cuales se hallaron Leonard Berns-
tein, Elliott Carter y David Del Tredici.
Formado en el seno de una familia de inmigrantes judíos de Brooklyn, Copland
conoció el ragtime y la música popular desde temprana edad, mientras estudiaba
piano, teoría y composición en la tradición europea. Fue el primero de muchos
compositores norteamericanos en estudiar en París con Nadia Boulanger, de la cual
aprendió a escribir una música que fuese clara, lógica y elegante. Elementos del jazz
y fuertes disonancias aparecen con frecuencia en sus obras tempranas, como Musir
far the Theater (1925) y el Concierto para piano (1927).
¿__~4~·~E~1~ttr.
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__s_:_la__tr._a_d_k_io_'n_c_lás_'_ú_a____________~~-~-----J-047
EJEMPLO 34.5 Pasajes de Appalachian Spring, de Cop!and, que muestran dos variaciones de la
tercera fiase del himno shaker
e:! = 66
A trifle slower
CL 1 ~f .---------:=----
nías de jazz, diálogos entre los grupos de instrumentos como en un arreglo de jazz y
timbres instrumentales comunes al jazz, como las trompetas y trombones tocados
con sordinas Harmon.
Virgil Thomson
Virgil Thomson (1896-1989) fue un crítico mordaz e ingenioso del New York He-
rald Tribune (1940-1954), además de compositor. Durante sus estudios en Harvard
y en París con Nadia Boulanger recibió la influencia de Satie, a quien conoció en
1922. Thomson describió más tarde a Satie como el único compositor influyente de
la época, «cuyas obras pueden disfrutarse y apreciarse sin el menor conocimiento de
la historia de la música», y advirtió que «la única cosa realmente hermética y difícil
de entender en la música de Satie es el hecho de que en ella no hay nada hermético
en absoluto». Rechazando la complejidad, lo desconocido y la obsesión por la tradi-
ción clásica pasada, todas ellas características del modernismo, Thomson adoptó la
vertiente vanguardista de Satie e intentó escribir una música que fuese simple, direc-
ta, juguetona y centrada en el presente.
Entre 1925 y 1940, Thomson vivió en París. Allí conoció a un alma gemela en
otra expatriada norteamericana, Gertrude Stein, con quien colaboró en la ópera Four
Saínts in Three Acts (1927-1928). El libreto de Stein sobre la vida de Santa Teresa de
Ávila parece absurdo -por ejemplo, hay cuatro actos y no tres, y muchos más que
cuatro santos. Sin embargo, las palabras tienen sentido: «Pigeons on the grass, alas»
(palomas sobre el césped, ¡ay!) trata de una aparición del Espíritu Santo, mostrado a
menudo como una paloma. El uso en el libreto de una letra simple con arreglos com-
plejos se refleja de manera precisa en la música de Thomson, quien mezcla ritmos de
danza, del vals al tango, melodías hímnicas, acordes y progn;siones diatónicas simples,
evocaciones de marchas y tonadas patrióticas, y otros eleméhtos y estilos conocidos,
con frecuencia en yuxtaposiciones incontroladas y sorprendentes. En toda la obra, la
composición de los textos muestra una asombrosa facilidad para acuñar el discurso
norteamericano en líneas musicales fluidas.
Buena parte del resto de la música de Thomson es más explícitamente america-
nista. Evocó la simplicidad de la himnodia del siglo XIX en su Varíatíons on Sunday
School Tunes (1926-1927) para órgano y en la Symphony on a Hymn Tune (1928).
Escribió una serie de «retratos» de amigos y conocidos, la mayor parte para piano,
algunos para grupos de cámara. Su segunda ópera, The Mother of Us Al! (1947),
también en colaboración con Stein, está basada en la vida de la líder sufragista Susan
B. Anthony. Su mezcla de himnodia, marchas y valses es directa y familiar, aunque
contiene momentos de profundo sentimiento. Como Copland, Thomson escribió
también bandas sonoras y utilizó elementos del folclore norteamericano, desde las
canciones de cowboys hasta los espirituales; de hecho, reivindicó que Copland había
tomado de él el estilo norteamericano.
1050 El siglo XX y despu .1
Diversidad de estilos
¿Qué política?
La música culta de entreguerras comprende algunas de las obras clásicas más inter-
pretadas del siglo XX. Hoy en día, oyentes y músicos han olvidado hace tiempo las
circunstancias políticas en las que fue concebida la mayor parte de esta música. Al
público le gustan las sonatas de Poulenc, el Carmina Burana de Orff, la Quinta Sin-
fonía de Shostakovich o los ballets americanistas de Copland, con independencia d
la coyuntura política en que se gestaron. De hecho, la insistencia en el atractivo in-
mediato por parte de las autoridades de los sistemas totalitarios parece haber contri-
buido a la popularidad de obras tales como Romeo y ]ulieta y Pedro y el Lobo de Pro-
kofiev, que carecen de las disonancias o el carácter satírico de las piezas compuescas
por él en Europa occidental. Hoy se admira a Milhaud, Poulenc, Weill y Thoms n
por su ingenio y por su claridad, a Hindemith por su recapitulación de la tradición
alemana, desde Bach hasta Brahms, en un novedoso lenguaje musical, a Shostako·
vich y a Prokofiev por sus estilos sinfónicos emotivos y apasionados, y a los composi-
tores de América por dar a sus tradiciones nacionales un lugar en la tradición clásica
-todo ello con poca consideración de las ideologías que actuaban en torno a esto
compositores y de las restricciones bajo las cuales debían trabajar. No obstante. la
política tiñe aún la recepción de parte de esta música, como se demuestra en la con·
tinua controversia acerca de si Shostakovich quiso o no que su música transmitiese
un mensaje disidente.
La despolitización posterior a la guerra de la música culta compuesta en el perio·
do de entreguerras fue en parte resultado de la idea de que la música clásica es algo
aparte, un arte autónomo e idealizado, una noción que pervive hoy, aunque haya
sido puesta cada vez más en tela de juicio por parte de músicos e historiadores. En
34. Entre las dos r;uerras mundiales: la tradición clásica 1051
El tema central de la historia de la música occidental desde mediados del siglo XlX ha
sido el pluralismo creciente. Con cada generación han surgido nuevas tradiciones
populares en respuesta a los cambios sociales, mientras que los herederos de la tradi-
ción clásica han creado estilos más heterogéneos de música culta a un ritmo aún más
acelerado. Este proceso se aceleró en los veinticinco años posteriores al final de la Se-
gunda Guerra Mundial, propulsado por el boom económico de los Estados Unidos
y de la mayor parte de Europa occidental, por unas comunicaciones cada vez más rá-
pidas y por un deseo de explorar nuevas posibilidades entre las generaciones jóvenes.
Los músicos desarrollaron nuevos estilos, tendencias y tradiciones, incluidas las for-
mas de música popular dirigidas principalmente a los jóvenes, como el rock and roll
y sus derivados; los estilos de jazz, desde el bebop hasta el free jazz, que exigieron
una escucha más concentrada; las formulaciones cada vez más complejas de la com-
posición serial; la música construida con el sonido propiamente dicho y que ha em-
pleado instrumentos nuevos, la música electrónica o nuevos sonidos con los instru-
mentos de la orquesta; las aplicaciones de la indeterminación y del azar en la
composición; y las piezas basadas en la cita y el collage de la música del pasado. En
Europa, la nueva música fue apoyada a menudo por los gobiernos, las emisoras de
radio y los institutos culturales, mientras que en Norteamérica las escuelas superiores
y las universidades se convirtieron en los principales mecenas de la música, formaron
a jóvenes intérpretes y a educadores musicales y apoyaron a los compositores, los
nuevos conjuntos musicales, los conjuntos de viento y los programas de jazz.
1054
La música popular
En los años de entreguerras, la música popular de los Estados Unidos esruvo esrrc-
chamente vinculada a los musicales de Broadway y al jazz. Tras la guerra, por el con-
trario, los músicos desarrollaron estas tradiciones en direcciones separadas.
El crecimiento económico de los años de posguerra proporcionó a los jóvenes un
mayor tiempo libre y unos mayores ingresos. Por primera vez, los adolescent se
convirtieron en algo importante para la industria de la mercadotecnia, de manera
que la ropa, los cosméticos, las revistas, las películas y el entretenimiento se diseñ •
ron y fueron lanzados al mercado para ellos. Cada vez más jóvenes poseían sus pro-
pias radios y tocadiscos, mientras escuchaban y compraban grabaciones de músia
que reflejaban sus propios gustos. Las compañías discográficas respondieron lanzan-
do al mercado tipos de música específicos para un mercado adolescente y joven que
pasó a conocerse como música pop. Algunos tipos de música, como el rock and roU,
unió a la mayoría de los adolescentes a finales de los años cincuenta y principio de
los sesenta, lo que originó una «brecha generacional» entre ellos y las generacion
precedentes. Sin embargo, puesto que la música popular continuó diversificán~~sc
en distintos nichos del mercado, gentes de todas las edades sintieron que la mwaa
que escuchaban definía su identidad de igual manera que el atuendo que vestían Y el
modo cómo se comportaban. Cada tipo de música tenía sus propias estrellas, fan Y
Jl:_ Conh'acorrientes después de /,a f(!terra 1057
La música country
Una tradición, asociada primeramente con los blancos sureños, fue la música
country (también llamada country-and-western), un tipo de música popular con raí-
ces en la música folclórica, que se inició en el periodo de entreguerras, se propagó
gracias a los espectáculos radiofónicos y a las grabaciones, y creció en popularidad
tras la Segunda Guerra Mundial. La música country era una mezcla de muchas fuen-
tes: la música hill-coumry del sudeste, basada en baladas y tonadas de violín tradi-
cionales angloamericanas, las canciones de cowboys del oeste y los estilos populariza-
dos por Gene Autry y otras películas de cowboys, las canciones populares del
siglo XIX y principios del XX, el blues, la música de banyo y otras tradiciones afroa-
mericanas, el swing de las big bands y las canciones de gospel. Esta combinación de
tradiciones que atraviesa diversos límites sociales y étnicos es típicamente norteame-
ricana. La música country era valorada por su energía, sus sentimientos sinceros, sus
ingeniosos juegos de palabras (parte del legado de Tin Pan Alley) y su capacidad para
articular la experiencia de los norteamericanos rurales y obreros en un mundo fugaz-
mente cambiante.
La típica música country gira alrededor de un cantante que rasguea una guitarra
con la que se acompaña, a menudo junto a otros cantantes en estrecha armonía o
respaldado por una banda dominada por violines y guitarras (posteriormente, guita-
rras eléctricas y guitarras con pedales y cuerdas de acero). Se desarrollaron diversos
estilos característicos, como el western swing, el honky-tonk y el bluegrass. Dos estre-
llas de la música country de posguerra, Hank Williams (1923-1953) y Johnny Cash
(1932-2003), llegaron tanto al público de country como al público en general. Nash-
ville se convirtió en el centro de la música country, en parte gracias a importantes
eventos como el Grand Ol' Opry, famoso por sus retransmisiones de radio y televi-
sión. En los años setenta, existían emisoras de música country en todo el territorio
estadounidense y el country pasó a ser un estilo de ámbito nacional con con.tinuos
v!n~o regionales, raciales y de clase, de igual manera que el jazz de Nueva Orleans
lo habla sido cincuenta años antes.
Los sesenta
A principios de los años sesenta, muchas de las primeras estrellas del rock habían de-
caído en las listas de éxitos. Y en ese hueco penetraron los Beatles, un cuarteto de Li-
verpool, Inglaterra, compuesto por dos creativos cantautores, John Lennon (1940-
1980) y Paul McCartney (nacido en 1942), el guitarrista y cantautor George
Harrison (1943-2001) y el batería Ringo Star. La «beademanía», que ya había inva-
dido el Reino Unido en 1963, conquistó los Estados Unidos en febrero de 1964,
cuando los Beades iniciaron una gira norteamericana. Tras algunos años de giras, los
Beatles empezaron a dedicar su energía a las grabaciones de estudio y experimenta-
ron con técnicas imposibles de reproducir en una interpretación en vivo. Los álbu-
mes resultantes, especialmente Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band (I 967), abarca-
ban una amplia variedad de estilos musicales, desde las canciones británicas de music
hall hasta la música de sitar indio, en canciones que suscitaron el interés de los en-
tendidos a un nivel que empezó a rivalizar con la música clásica. Su ejemplo estimu-
ló a otras bandas de rock a experimentar con la tecnología de la grabación y a crear
una música más profunda basada en el rock.
La gira norteamericana llevada a cabo por los Beades en 1964 dio inicio a la «in-
vasión británica», la afluencia en Norteamérica de grupos británicos como los Ro-
lling Stones, los Kinks, los Animals, los Who y Cream. Muchos de estos grupos se
basaban en el blues, influidos por bluesmen afroamericanos como Robert Johnson.
El énfasis en el blues y la concentración creciente en los solos de guitarra eléctrica
dieron al rock un corte más duro. Virtuosos de la guitarra como Jimi Hendrix
0 942-1970) y Eric Clapton (nacido en 1945), de Cream, fueron para la guitarra
eléctrica lo que Paganini y Liszt para el violín y el piano del siglo XIX; el asombroso
~lo de Hendrix en The Star-Spangled Banner, durante el festival de rock al aire libre
1060
dades de incluir una variedad de estilos musicales, como los estilos de danza afrocari-
beños, el jazz y vertiginosas melodías en las fórmulas AABA de Tin Pan Alley.
En los años sesenta, los musicales de Broadway diversificaron sus asuntos y adap-
taron estilos de otras tradiciones. Jerry Bock evocó la música folk judía en su Fiddler
on the Roof (El violinista en el tejado, 1964), ambientado en un pueblo judío ruso,
mientras Hair (1967) de Galt MacDermot, un retrato de la vida urbana de los hip-
pies, utiliza un grupo de rock e imita Motown, el acid rock y la música folk, además
de los estilos tradicionales de Broadway.
La música cinematogrdfica
Las tres décadas de 1940 a 1970 fueron testigo del surgimiento de varios estilos nue-
vo de jazz, de la prolongación de los estilos más antiguos y de una conciencia cre-
ciente de la historia del jazz y del deseo de conservarla. El jazz perdió su papel como
forma de música popular cuando fue sustituido por el rhythm-and-blues y otros es-
tilos. En su lugar, el jazz se consideró cada vez más una música que exigía una escu-
cha concentrada. Aunque la mayor parte de los principales artistas de jazz eran afro-
americanos, muchos de los intérpretes y la gran mayoría del público de jazz estaba
formado por blancos.
En los años inmediatamente posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial,
el apoyo financiero a las big bands disminuyó severamente. Los músicos formaban
ahora grupos más pequeños, llamados combos. Los estilos que empleaban diferían de
región en región y de grupo en grupo.
1066 El sigW XX l dcsp!!!_
Bebop
A principios de los años cuarenta, cuando declinaba la moda del swing, nació un
nuevo estilo de jazz creado en torno a solistas virtuosos que dirigían pequeños com-
bos, conocido como bebop o bop. En la ciudad de Nueva York, los solistas que toca-
ban en bandas de swing empezaron a encontrarse en clubes a horas intempestivas,
cuando sus jornadas nocturnas regulares ya habían concluido. Clubes como el Min-
ton Playhouse y el Monroe's Uptown House ofrecían a estos músicos la oportunidad
de demostrar sus habilidades, unos frente a otros, en «reñidos concursos» tocando
temas habituales a velocidades vertiginosas o en tonalidades difíciles con el fin de ex-
cluir a los músicos de menor talento. A partir de estos reñidos concursos, surgió un
nuevo lenguaje musical que llegó a ser conocido como bebop.
El bebop hundía sus raíces en los principios de la era del swing, en las progresio-
nes del blues y en otras fuentes populares de contrafacta, pero esraba imbuido de un
nuevo y extremo virtuosismo, de inventiva armónica, de disonancias inusuales, de
cromatismo, de ritmos complicados y de cierta concentración en las voces solistas y
en la improvisación. Un combo típico de bebop contenía una sección rítmica de pia-
no, batería y bajo, y uno o más instrumentos melódicos, como la trompeta, el saxo-
f6n alto o tenor, o el trombón. A diferencia de las big bands, el bebop no estaba
pensado para bailar, sino que exigía una escucha atenta. Se prestaba atención a los
intérpretes estelares y a sus capacidades como improvisadores. Interpretaciones en las
que uno de los ejecutantes era en lo esencial el compositor se han conservado en gra-
baciones que se han convertido en clásicos, se escuchan una y otra vez, y se analizan
y comentan en ensayos críticos.
Un ejemplo característico de bebop es Anthropology, del saxofonista alto Char-
lie Parker (1920-1955, apodado «Bird») y el trompetista Dizzy Gillespie (1917-
1993). Como muchos otros temas estándar del bebop, Anthropology es un contra-
factum sobre los «cambios de ritmo»; es decir, contiene una nueva melodía sobre la
progresión de acordes de I Got Rhythm de Gershwin (véase capítulo 33). Una in-
terpretación de bebop empieza por lo general con una introducción y después vie-
ne el head, la tonada primordial, tocada al unísono o en octavas por los instru-
mentos melódicos. Los intérpretes tocan a partir de una partitura abreviada
llamada hoja inicial, que incluye únicamente el inicio (head), con símbolos de los
acordes que indican la armonía. La tonada de Anthropology es típica por consistir
en ráfagas breves y rápidas de notas separadas por sorprendentes silencios, lo que
da lugar a una melodía irregular e impredecible. Al inicio (head) le siguen varios
choruses e improvisaciones solistas sobre la armonía; la pieza concluye con una ex-
posición final del inicio. En la grabación clásica de Anthropology, Parker tocaba un
fabuloso solo de longitud inusual, que abarcaba tres choruses mientras ornamenta·
ba los cambios de acordes con una oleada de alteraciones cromáticas. Incontables
saxofonistas jóvenes que han intentado emular el sonido y el estilo de Parker han
aprendido este solo.
35. Contracorrientes después de la guerra 1067
Muchos de estos músicos fueron pioneros de nuevos estilos de jazz en los años cin-
cuenta y buscaron sendas de expresión individual gracias a la ampliación de los mé-
todos e ideas del bebop. Miles Davis estuvo detrás de una serie de innovaciones, ini-
ciada en su álbum Birth of the Cool (1949-1950). Sus timbres más cálidos, su ritmo
más relajado y sus sutilidades rítmicas inauguraron la tendencia conocida como cool
jazz, asumida pronto por el Modern Jazz Quartet, por Dave Brubeck (nacido en
1920) y por muchos otros músicos. Mientras que el bebop había empezado como
una música de improvisación solista, Birth of the Cool ocasionó que el compositor-
arreglista tomase el control de la situación.
Un estilo de contraste fue el hard bop, dominado por baterías como Kenny Clar-
ke, Max Roach y Art Blakey (1919-1990), que se concentraban en los aspectos per-
cusivos y dinámicos del jazz. Miles Davis (Kind of Blue, 1959) exploró todavía otro
estilo nuevo conocido como modal jazz, que constaba de melodías lentamente des-
plegadas sobre armonías modales estables y relativamente estáticas. El cool jazz, el
hard bop y el jazz modal fueron intentos de atenuar los extremos del bop mediante
un carácter más melodioso, el uso de elementos del rhythm and blues y una mayor
libertad en la improvisación melódica y armónica. Algunos historiadores han com-
parado los nuevos estilos de jazz, del bebop en adelante, con la multiplicidad de esti-
los modernos de la música clásica del siglo XX, pues todos derivan de una fuente si-
milar: el deseo de decir algo nuevo con un estilo diferente que permaneciese
enraizado en la tradición.
En los años sesenta, Ornette Coleman (nacido en 1930) y su cuarteto introduje-
ron un nuevo lenguaje jazzístico más radical denominado free jazz, llamado así por
su álbum histórico Free jazz (1960). Este estilo experimental se distanció de los
procedimientos típicos del jazz y de las tonadas conocidas, y se concentró en un
lenguaje construido sobre gestos melódicos y armónicos, sonidos innovadores, ato-
nalidad y formas libres que inducían a una improvisación ejecutada sin las limita-
ciones y estructuras de las formas estándar de jazz. Este estilo fue comparado con
las pinturas del expresionismo abstracto de forma libre de Jackson Pollock (1912-
1956), realizadas con el goteo de pintura sobre el lienzo; de hecho, Ja cubierta de
Free Jazz contenía una reproducción de White Light de Pollock, visible en parte a
través de un orificio recortado en la carátula.
1068
nes, sino de acuerdo a las grandes tendencias, y para ello utilizaremos a los composi-
tores individuales a modo de monografías.
Hubo numerosas tendencias que competían entre sí en las décadas de la postgue-
rra y una visión breve y general no puede dar cuenta de todas ellas. La descripción
siguiente sólo puede empezar a sugerir el espectro desde los medios tradicionales
hasta la vanguardia, incluida la tonalidad, el azar, la indeterminación, las extensiones
del serialismo, el nuevo virtuosismo, los nuevos recursos musicales, la incorporación
de elementos no occidentales, la música electrónica, la música de texturas y proce-
sos, la cita y el collage.
El nuevo mecenazgo
¿Por qué no debe el profano en la materia aburrirse y sentirse desconcertado por aquello
que es incapaz de comprender, sea la música o cualquier otra cosa? Es únicamente la tra-
ducción de este aburrimiento y desconcierto en resentimiento y denuncia lo que me parece
indefendible. Después de todo, el público tiene su propia música, su música omnipresente:
música para comer, para leer, para bailar y para impresionarse. ¿Por qué negarse a reco-
nocer la posibilidad de que la música contemporánea haya alcanzado una Jase desde hace
tiempo alcanzada por otras formas de actividad? Ha pasado ya la época en que el hombre
de educación normal y sin preparación especial podía entender la obra más avanzada de.
por ejemplo, matemáticas, filosofía o física. De la música avanzada, en la medida en que
refleja el conocimiento y la originalidad del compositor informado, apenas puede esperar-
se que parezca más inteligible que estas artes y ciencias a la persona cuya educación mwi-
cal ha sido, por lo general todavía menos amplia que su formación en otros campos. Pero
algunos invocan un tópico doble con las palabras «la música es la música», lo que impli-
ca también que «la música es solamente música». ¿Por qué no, entonces, equiparar las ac-
tividades del que repara la radio con aquellas del físico teórico, sobre la base del dictamen
«la física es la física»?...
... Me atrevo a sugerir que el compositor se haría a sí mismo y a la música un servicio
inmediato si se retirase total decidida y voluntariamente de este mundo público, volvién-
dose hacia uno de interpretación privada y de medios electrónicos, con la real posibilidad
de una completa eliminación de los aspectos públicos y sociales de la composición musical.
Haciendo esto, la separación entre los dominios estaría mds definida, allende toda posibi-
lidad de confusión de las categorías; el compositor sería libre de seguir una vida privada
de realización profesional opuesta a la vida pública del compromiso no profesional y del
exhibicionismo.
¿Pero cómo, puede preguntarse, servird·esto para asegurar los medios de supervivencia
del compositor y de su música? Una respuesta es que, después de todo, una vida privada
semejante la proporciona la universidad al estudioso y al científico. Lo mds correcto es
que la universidad, que -de modo apreciable- ha proporcionado a tantos compositores
contempordneos·su formación profesional y su educación general proporcione asimismo
un hogar a los «complejos», «difíciles» y <<problemdticos» en la música.
D Milton Babbitt, «Who Cares IfYou Listen?», High Fidelity 8, no. 2 (febrero, 1958): 39-40.
Olivier Messiaen
Violoncelo
.PP (vibrato)
~ Bien modéré, en poudroiement harmonieux ( J = 54 environ)
Piano
r r r UJ 1w r- r- r11 u· r r
e, Esquema de las duraciones del violonchelo, con ritmos no retrogradables
r r· r r u r· CLU r· ur
lín, clarinete, violonchelo y piano, escrito en 1941 en un campo alemán de prisio-
neros de guerra y que fue interpretado por el propio compositor junto a tres cama-
radas prisioneros; Vingt regards sur l'Enfant-]ésus (Veinte miradas al niño Jesús,
1944) para piano; su ópera San Francisco de Asís (1975-1983) y numerosas obras
para su propio instrumento, el órgano. Otras composiciones relevantes son la Sinfo-
nía Turangalíla (1946-1948) y el Catalogue d'oiseaux (Catálogo de pájaros, 1956-
1958) para piano.
Messiaen quiso encarnar en la música una posición de contemplación extática.
Sus obras suelen presentar una experiencia de meditación concentrada sobre unos
pocos materiales, como un mantra musical. En lugar de desarrollar los temas, yuxta-
pone ideas estáticas que demuestran la herencia de Debussy y de Stravinsky. Mes-
siaen utilizó diversas técnicas características, descritas en su libro La técnica de mi
lenguaje musical (1944), que le ayudó a alcanzar su objetivo de escribir una música
meditativa. El movimiento inicial del Quatuor pour la fin du temps, titulado Liturgie
de cristal (Liturgia de cristal), ilustra algunas de ellas, como vemos en el ejem-
plo 35.1.
Messiaen transcribió con frecuencia cantos de pájaros en notación musical y los
utilizó en diversas composiciones, en las que transmiten una sensación de contem-
plación de los dones de la naturaleza y de lo divino. En el ejemplo 35.1, tanto el vio-
lín como el clarinete ejecutan figuras que sugieren cantos de pájaros y las reiteran a
intervalos irregulares.
Lo que Messiaen llamó modos de transposición limitada son colecciones de no-
tas, como las escalas de tonos enteros y las octatónicas, que no se transforman
cuando se transponen en ciertos intervalos; por ejemplo, una escala octatónica
transpuesta una tercera menor, un trítono o una sexta mayor arrojará como resul-
tado el mismo conjunto de notas. Tales escalas carecen de la diferenciación de las
escalas diatónicas y por ello no generan un fuerte deseo de resolución, lo que las
hace adecuadas para una música diseñada con la intención de sugerir la contem-
plación y la negación del deseo. En Liturgie de cristal, las notas del violonchelo
proceden todas de una única escala de tonos enteros, en una secuencia repetida de
cinco notas (Do-Mi-Re-Fa sostenido-Si bemol).
La armonía de Messiaen evita asimismo el movimiento hacia una resolución. En
lugar de eso, las series de acordes se repiten simplemente para crear una sensación de
detención o de meditación. En este movimiento, el piano ejecuta seis veces una su-
cesión de veintinueve acordes (la última incompleta); la segunda exposición comien-
za en el compás 8.
Messiaen trata el ritmo como un asunto de duración, no de compás. El compás
como una serie de acentos organizada en compases, es una cosa humana o mundana'
asociada a la danza y a los latidos del corazón. Cuando respondemos métricamente ~
la música, estamos en nuestros cuerpos, pero cuando en su lugar atendemos a las du-
raciones estamos en el ámbito del tiempo, controlado por la divinidad. En el ejem-
plo 35.1, las duraciones cambiantes de las notas del violonchelo y el piano no dan
lugar a una sensación de sincopación frente a un esquema métrico; por el contrario
el estilo interpretativo suave y en legato nos invita a escuchar esquemas de duracio-
nes más breves y más largas. En todo el movimiento, tanto el piano como el violon-
chelo ejecutan esquemas de duraciones repetidos que se asemejan a la talea, o esque-
ma rítmico repetido del isorritmo medieval (véase capítulo 6). El piano contiene una
serie de diecisiete duraciones ejecutadas diez veces, de las cuales las dos primeras ttx-
posiciones aparecen en el ejemplo. Contra esta talea, la serie de veintinueve acord
actúa como el color del isorritmo medieval. De manera similar, el violonchelo tiene
una talea de quince duraciones, enmarcando su color de cinco notas. Estas series ríc-
micas y de tonos repetidos generan una repetición cíclica, que invita nuevamente a
la contemplación.
Los ejemplos 35.lb y c muestran las taleae del piano y del violonchelo escritas en
sus valores íntegros (sin ligaduras). La talea del piano contiene un recurso que M •
siaen utilizó para poner el énfasis en la duración por encima del compás: lo que 1
llamó valores añadidos, como la nota corchea con puntillo entre corcheas exactas o la
solitaria nota semicorchea, que añade un pequeño valor de duración con el fin de
producir unidades de longitud irregular. La parte del violonchelo comprende otro
sello distintivo de Messiaen, que él denominó ritmos no retrogradables, los cuales son
iguales hacia delante y hacia atrás; como se muestra entre corchetes, las tres primeras
notas forman un ritmo tal, y las doce siguientes, otro. Estos esquemas conservan u
identidad fuera del tiempo -ya se escuchen en tiempo normal o en tiempo inverci·
do, permanecen iguales- y simbolizan así lo eterno, aquello que existe fuera del
tiempo.
Por último, Messiaen prefería los timbres bellos y las armonías llenas de colorido.
Aquí, el violonchelo se toca en armonías elevadas (dos octavas por encima de los to-
nos escritos), lo cual ocasiona un sonido etéreo, al que contribuyen los suaves cantos
de pájaros de los agudos del violín y del clarinete, sobre las delicadas disonancias del
piano. Messiaen nos invita a meditar acerca de estos objetos sonoros mientras ésco
se combinan constantemente de nuevas maneras, aunque permanezcan iguale •
como las formas de vivos colores de un caleidoscopio.
Contracorrientes después de la guerra 1075
Benjamín Britten
El tradicionalismo tonal
EJEMPLO 35.2 The Monk and His Cat, de Hermit Songs, de Barber
,--, " quintas abiertas
x = x = unísonos armónicos aumentados
Moderato ' flowing J. - 711 mp
•
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Pan-gur, white lan ~ gur,
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• Lu nota5 marcadas con (-) en estos dos compases deberían ser ligeramente más largas, pochissimo rubato
- ~
1078 El siglo XX y después
Mezclas estilísticas
Cage y la vanguardia
Mientras que compositores como Britten y Barber buscaron contribuir con algo
nuevo a los medios tradicionales, algo que los oyentes pudiesen comprender de in-
mediato, otros trataron de reinventar la música desde el fundamento, creando piezas
que chocaron a sus primeros oyentes como algo radicalmente nuevo y con frecuen-
cia difícil de entender. En algunas discusiones acerca de la música del siglo XX, todos
estos enfoques se agrupan bajo el mismo epígrafe como manifestaciones de la van-
guardia. Pero esto oscurece una distinción importante. Muchos de los compositores
examinados aquí tenían la intención de que su música (o al menos parte de ella) en-
contrase un lugar en el repertorio clásico permanente, junto a las obras maestras del
pasado, y diseñaron sus obras para que operasen del mismo modo que los clásicos
establecidos, se apoyaron en la tradición de la música culta, reivindicaron una perso-
nalidad musical original y esperaron que sus obras mereciesen repetidas escuchas. In-
cluso cuando introdujeron métodos nuevos y radicales, como hicieron Carter y
Crumb en sus cuartetos de cuerda analizados anteriormente, estos compositores per-
siguieron los objetivos del modernismo. Otras obras eran experimentales, pensadas
para probar los nuevos métodos como tales.
Como observamos cuando hablamos de Satie y del futurismo en el capítulo 31,
los compositores de vanguardia poseen motivaciones bastante diferentes: éstos desa-
fían la estética aceptada, incluso el mismo concepto de clásicos permanentes, e invi-
tan a los oyentes a concentrarse en lo que está ocurriendo en el momento presente.
La distinción no radica en las técnicas utilizadas, sino en el propósito de la música.
A veces resulta difícil imaginarse las motivaciones de un compositor: ¿pensó Pende-
recki su Threnody como un experimento con nuevos sonidos y recursos musicales,
como un desafío a los conceptos básicos de la música de concierto o como una pieza
que había de escucharse repetidas veces y ser admirada e interpretada junto con los
clásicos? El hecho de que haya sido interpretada y grabada en numerosas ocasiones
sugiere lo último, pero esta cuestión demuestra hasta qué punto se han confundido
entre sí estas tres tendencias en la música de postguerra.
John Cage
En el curso de una trayectoria larga e influyente, John Cage (1912-1992) creó sonidos,
enfoques e ideas anteriormente excluidos de la música. Después de estudiar con Co-
well y Schonberg, compuso música serial a mediados de los años treinta, trabajó en la
tradición experimental en los años cuarenta y después, en los años cuarenta y cincuen-
ta, dio un giro hacia reconcepciones todavía más radicales de la música que lo convir-
tieron en el compositor y filósofo más destacado de la vanguardia de postguerra.
A finales de los años treinta y principios de los cuarenta Cage escribió numerosas
obras para conjunto de percusión, siguiendo el camino abierto por la obra de Varese
1080 El siglo xx y dese~
para percusión lonisation. La búsqueda por parte de Cage de nuevos sonidos, part
de su herencia de Cowell, es evidente en su uso de instrumentos no tradicionalese
como latas de diversos tamaños y tonos en Third Construction in Metal (1941) y u~
portero automático y sonidos electrónicamente amplificados en Imagi-nary Landscape
No. 3 (1942). Las composiciones para percusión suscitaron la cuestión de la forma
pues las formas tradicionales basadas en la altura del tono, los temas y el desarroll~
no eran adecuadas. Mientras que Schonberg había tratado de inculcar a Cage la ne-
cesidad de una estructura musical que pusiera en relación el todo con las partes, Co-
well le había enseñado el concepto de tala, o de organización mediante la duración,
de la música india. Combinando estas ideas, Cage diseñó estructuras basadas en la
duración, en las cuales las proporciones del todo se reflejaban en cada parte: un mo-
vimiento se dividía en tantas unidades como compases tenía cada unidad, y el agru-
pamiento de unidades en secciones es el mismo que el agrupamiento de compases
dentro de cada unidad. Por ejemplo, First Construction in Metal (1939) tiene dieci-
séis unidades de dieciséis compases cada una; las unidades se agrupan en secciones
contrastantes según el esquema 4+3+2+3+4, y dentro de cada unidad los compases
se agrupan siguiendo el mismo esquema, con material contrastante en cada grupo dl'
compases para hacer audible el esquema de la duración. Cage llamó en ocasiones a
dicha estructura square root form (forma de raíz cuadrada), puesto que el número de:
compases en cada unidad es la raíz cuadrada del total del movimiento. La organiza-
ción de la música en términos de unidades de tiempo y no de alturas del tono o de
relaciones rítmicas fue una de las innovaciones más importantes de Cage y continuó
subyaciendo tras buena parte de su obra posterior.
La experimentación con los timbres por parte de Cage culminó en su invención
del piano preparado, en el que varios objetos -como bolígrafos, tornillos, tuercas o
trozos de madera, goma, plástico, burletes o pedazos de bambú- se insertan entre
las cuerdas, dando lugar a sonidos percusivos delicados y complejos, cuando se toca
el teclado. En esencia, el piano preparado es un conjunto de percusión formado por
una sola persona, con sonidos que se asemejan a tambores, planchas de madera.
gongs y otros instrumentos habituales o inusuales. Las Sonatas e Interludios (1946-
1948) de Cage es su obra más conocida para piano preparado, consistente en veinti-
séis «sonatas» -movimiento en dos partes que se repiten, como en una sonata de
Scarlatti, pero sin reexposiciones temáticas- y cuatro interludios. El pianista prepa-
ra el piano por anticipado, siguiendo las instrucciones detalladas y relativas a los ob·
jetos que han de ubicarse entre las cuerdas y dónde colocarlos. Cada movimiento e>:-
plora un conjunto diferente de timbres y figuraciones. La Sonata V ilustra lo
contrastes creados por Cage entre los sonidos de la madera, la batería, el gong y lo
sonidos no alterados del piano, y las interacciones que ocasiona entre el contenido
-la sucesión de sonidos- y la estructura de la duración -las unidades de riempo
determinadas por las formas binaria y de raíz cuadrada.
En 1950, Cage conoció al compositor Morton Feldman (1926-1987) y ambos
formaron el núcleo de un pequeño grupo de músicos de mentalidad similar en Nue·
JJ:.._Contracorrientes depués de la guerra 1081
va York. Sus conversaciones, junto con el creciente interés de Cage por el budismo
zen y el arte de Robert Rauschenberg (1925-2008), impulsaron a Cage en nuevas di-
recciones que ya no eran experimentales sino inequívocamente de vanguardia. En
sus conferencias y escritos se opuso insistentemente a la preservación museística de
la música del pasado y apeló a una música que obligase al oyente a concentrar su
atención sobre el momento presente. No buscó escribir obras que expresasen emo-
ciones, transmitiesen imágenes, desarrollasen material, revelasen una estructura co-
herente o desplegasen una serie lógica de acontecimientos, como había hecho la mú-
sica durante siglos. En lugar de ello, influido por el budismo zen, creó
oportunidades para experimentar los sonidos en sí mismos, no sólo como un medio
de expresión de las intenciones del compositor (véase Lectura de fuentes). Sus tres
estrategias principales para llevar esto a cabo fueron el azar, la indeterminación y la
técnica de desdibujar los límites entre la música, el arte y la vida.
Dejando al azar algunas de las decisiones normalmente tomadas por el composi-
tor, Cage creó piezas en las que los sonidos no transmitían sus intenciones, sino que
simplemente estaban ahí. Esta concepción se modificaba de una pieza a otra, pero
solía implicar la elección de una gama de elementos que habían de incluirse, se pla-
nificaba cómo debían seleccionarse y posteriormente se usaban operaciones aleato-
rias para realizar dicha selección. Music of Changes para piano (19 51) tomó este
nombre del antiguo libro chino de profecías conocido como I-Ching (Libro de los
cambios), que ofrece un método de adivinación mediante el lanzamiento de mone-
das seis veces para determinar la respuesta a partir de una lista de sesenta y cuatro
posibilidades. Para Music of Changes, Cage concibió tablas de sonidos (la mitad eran
silencios), dinámicas, duraciones y tempos posibles y utilizó el método del I-Ching
para seleccionar cuáles debían ser usados, configurando una estructura formal basa-
da en unidades de tiempo. El resultado es una pieza en la que los sonidos aparecen
(y pueden reaparecer) al azar y con volúmenes, duraciones y velocidades aleatorias.
Aunque quizá parezca sorprendente, dado que los seres humanos encuentran por na-
turaleza esquemas incluso en los acontecimientos aleatorios -pensemos en las cons-
telaciones, estrellas diseminadas al azar en las cuales las culturas antiguas encontra-
ron imágenes de animales y seres mitológicos-, los oyentes pueden escuchar
incluso la música determinada por el azar como algo hermoso e interesante, lleno de
cambios intrigantes de densidad, registro y sonido. De este modo, podemos encon-
trar una composición aleatoria atractiva, aun cuando reconozcamos que no transmi-
te una emoción o una narración o tenga otra intención. Cage esperaba que los oyen-
tes encontrasen sus obras aleatorias atractivas precisamente porque ofrecían la
oportunidad de escuchar sonidos simplemente en tanto que tales y no como vehícu-
los de comunicación o misterios que había que desentrañar.
El azar es una manera de determinar ciertos aspectos de la música sin imponer las
intenciones del compositor. Otra idea de la que Cage fue pionero consiste en lo que
él llamó indeterminación, según la cual el compositor deja ciertos aspectos de la mú-
sica sin especificar. Parte de esta idea la extrajo de la obra de su amigo Morton Feld-
~LECTURA DE FUENTES - - - - - - - - - --
John Cage formuló sus puntos de vista sobre la música en una serie de conferencias
ofrecidas en Darmstadt, Alemania, en 1958, y publicadas en su primer libro de es-
critos, Silence (Silencio, 1961). La conferencia «Changes» (Cambios), de la que pro-
cede el siguiente fragmento, alternó en su presentación con pasajes de Music of
Changes, de Cage.
[En mis obras recientes,} el punto de vista adoptado no consiste en una actividad cuyo
propósito sea integrar los contrarios, sino mds bien en una actividad caracterizada por un
proceso y que carece esencialmente de propósito. La mente, aunque despojada de su dere-
cho a controlar, estd todavía presente. ¿Qué es lo que hace, no teniendo nada que hacer?
Y ¿qué le sucede a una pieza musical cuando estd hecha sin propósito?
¿Qué le ocurre, por ejemplo, al silencio? Es decir, ¿cómo cambia la percepción que la
mente tiene de él? Antiguamente, el silencio era el lapso de tiempo entre sonidos, útil con
respecto a una variedad de fines, entre los cuales estaba la disposición con gusto, m la
cual la separación de dos sonidos o de dos grupos de sonidos podía poner de relieve ttts di-
ferencias o relaciones; o la expresividad, en la que los silencios de un discurso musical
pueden proporcionar las pausas o la puntuación; o, de nuevo, en la arquitectura, en la
que la introducción o interrupción del silencio puede aportar la definición o bien de una
estructura predeterminada o bien de una desarrolldndose orgdnicamente. Donde no se
halla ninguno de estos ni otros objetivos, el silencio se convierte en otra cosa -ningún si-
lencio en absoluto, sino sonidos, los sonidos del ambiente. La naturaleza de éstos es impre-
decible y cambiante. De estos sonidos (llamados silencios sólo porque no forman parte de
man (1926-1987), quien en piezas tales como Projection 1 para violonchelo (l 950)
utilizó una notación gráfica para indicar el registro, el timbre y la duración en térmi-
nos generales, en lugar de especificar de manera precisa las notas y las duraciones. El
Concierto para piano y orquesta (1957-1958) de Cage consta de sesenta y tres pági-
nas con diversos tipos de notación gráfica, pensada para ser ejecutada por los intér-
pretes de acuerdo con las instrucciones de la partitura; los sonidos exactos generados
varían considerablemente de una interpretación a otra. La obra de más extrema in-
determinación de Cage -y su pieza más famosa- fue 4' 33" (Cuatro minutos
treinta y tres segundos, 1952), en la cual el intérprete o los intérpretes permanecen
sentados y en silencio con sus instrumentos durante el lapso de tiempo especificado
en el título (subdividido en tres «movimientos»), mientras que todos los ruidos per-
35, Contracorrientes después de la guen'll 1083
la intención musical) podemos depender para existir. El mundo rebosa de ellos y no estd,
de hecho, jamds exento de los mismos. Quien ha penetrado en una cdmara sin eco, una
habitación tan silenciosa como sea tecnológicamente posible, ha escuchado en ella dos so-
nidos, uno agudo y uno grave -el agudo es el sistema nervioso del oyente en acción, el
grave es la circulación de su propia sangre. Puede demostrarse que existen sonidos para ser
escuchados y, de manera permanente, oídos dados para escuchar. Donde estos oídos estdn
en conexión con una mente que no tiene nada que hacer, esa mente es libre de entrar en
el acto de escuchar, oyendo cada sonido como es, no como un fenómeno mds o menos
aproximado a una preconcepción ...
Las obras anteriores tienen comienzo, medio y final. Las obras posteriores no. Comien-
zan en cualquier lugar, duran un lapso indeterminado de tiempo y requieren mds o me-
nos instrumentos e intérpretes. Por consiguiente, no son objetos preconcebidos, y concebir-
los como objetos supone no haber entendido nada. Se trata de ocasiones para la
experiencia...
La mente puede usarse para ignorar los sonidos del ambiente, los tonos distintos de las
ochenta y ocho [teclas del piano}, las duraciones inmedibles, los timbres no musicales o
carentes de gusto y, en general para controlar y comprender una experiencia disponible.
O la mente puede abandonar su deseo de mejorar la creación y foncionar como un fiel
receptor de experiencias.
De John Cage, «Changes», en Silence: Lectures and Writings (Middletown, CT: Wesleyan University
Press, 1961), 22-23 y 31-32.
atención más allá de la música, hacia el mundo mismo. Los juicios de valor se vu l-
ven irrelevantes; como observa Cage, no puede haber «errores» en una música com
,
esta, «pues una vez que al go suced e, esto existe
. d e manera autentica».
,. o
A partir de los años cincuenta, Cage evolucionó hacia una completa apertura e
todos y cada uno de los aspectos de la composición y de la interpretación. Vtiriatio~
IV(1963), por ejemplo, utiliza tanto la indeterminación como el azar (hojas de plás-
tico transparente con líneas, puntos y otros símbolos se superponen al azar y se leen
después como notación gráfica) para dar lugar a una pieza «para cualquier número
de int~rpretes,. sonidos ~ualesquier~ ? combinaciones de s.o?idos producidos por
cualquier med10, con o sm otras actividades». Las «otras actividades» podían incluir
discursos, teatro, danza y actividades de la vida diaria. La inclusión de éstas en las
obras «musicales» desdibujaba los límites entre la música, las otras artes y el resto de
la vida. Musicircus (1967) consiste en un «happening» de duración indefinida, que
consta de cualquier número de músicos y conjuntos; cada uno interpreta una música
diferente y todos tocan a la vez en un gran espacio, mientras el público deambula
por el recinto con entera libertad. Con tales eventos, Cage intentó que concentráse-
mos nuestra atención en todo lo que sucedía en el presente, experimentándolo in
preJUlcios.
En sus años posteriores, Cage continuó innovando, si bien el azar y la indetermi-
nación siguieron siendo herramientas constantes. Algunas de estas obras posterior
someten la música compuesta por otros a procedimientos aleatorios que transforman
las fuentes de maneras inesperadas. Por ejemplo, Cheap Imítation (1969) toma en u
totalidad la obra Socrate de Satie y transpone segmentos melódicos de longitud aiea-
toria según intervalos aleatorios. Otro grupo de obras, cuyo título depende del nú-
mero de intérpretes (con un superíndice en cada pieza nueva para ese número, como
en Twrr para dos pianos, 1989), presenta una sucesión de notas, elegidas al azar, que
han de interpretarse dentro de lapsos de tiempo específicos; estas piezas combinan el
azar, la indeterminación y la estructura basada en la duración con una impücidad
del material.
El serialismo
cultivó un lenguaje y un estilo personales y utilizó los métodos seriales de una mane-
ra única.
EJEMPLO 35.3 Serie básica de tonos y serie numérica del Cuarteto de Cuerda No. 3 (1970)
de Babbit
~
• • b. ~- •
• #• • • ij·
•
o 11 6 7 5 10 2 9
••3 4 8
instrumentales pasan rápida y repetidamente por las doce notas cromáticas y por
rodo el conjunto de duraciones, niveles dinámicos y timbres que Boulez está usando,
mientras que la sección central, con la composición de la canción, tiene una textura
más fina, líneas melódicas más largas y unísonos frecuentes o tonos repetidos entre
la voz y los instrumentos, lo que le confiere un carácter completamente diferente.
Estos compositores y sus obras no deberían considerarse representativos de la
música serial de la postguerra. Son muy diferentes entre sí, y sólo en este sentido
pueden verse como típicos: prácticamente cada compositor que utilizó procedimien-
tos seriales, de Schonberg en adelante, lo hizo de manera única, concibiendo enfo-
ques individuales y, en muchos casos, utilizando técnicas diferentes de una obra a
otra. La diversidad de la música serial es una reflexión de la condición básica de la
música clásica del siglo XX, que ya hemos observado desde el capítulo 31, por la cual
cada compositor busca crear una música que sea individual, peculiar e innovadora,
aunque vinculada de manera esencial a la música del pasado.
El nuevo virtuosismo
a--1
~
1092 El siglo xx y <Úsp'!.!!
El pasaje de su Cuarteto de Cuerda No. 2 (1959) del ejemplo 35.S ilustra los mé- 1gu
todos de Carter. En esta obra, cada parte instrumental asume una personalidad ca- la'
racterística que interactúa con las otras como en una obra dramática. Los instrumen- die
tos se diferencian por sus intervalos más acentuados: el primer violín hace hincap~é anc
en las terceras menores y en las quintas justas, el segundo violín en las sextas y sépc1- no1
mas mayores, la viola en los trítonos y las novenas, y el violonchelo en las cuartas en
¿¿_. Contracorrientes después de la guerra 1093
7-===
--------
I --==ff
-
>
>
justas y en las sextas menores. También se distinguen por el ritmo: rápidas notas
iguales en el primer violín, puntuaciones regulares en el segundo violín, tresillos en
la viola y un acelerando escrito para el violonchelo, con una flecha punteada que in-
dica la libertad de acelerar suavemente en lugar de hacer exactamente lo que está
anotado. El primer violín efectúa la modulación métrica: lo que fue un cinquillo de
notas semicorcheas en los compases 57-58 se reescribe como una nota semicorchea
en el compás 59; después, en el compás 60 la corchea con puntillo (igual a tres semi-
corcheas) se convierte en la unidad rítmica y origina una proporción de 3/5 en el
tempo, de 112 acentos por minuto a 186,7. También se produce una proporción de
8/5 entre el primer violín y el segundo violín, cuyos acordes articulan un tempo
de 70 ataques por minuto. El resultado es un contrapunto de líneas finamente dife-
renciadas, inspirado en parce por las texturas en múltiples capas de la música de Ives,
que Carcer conoció en su juventud.
Las dificultades de interpretación de obras como ésta ha provocado que se interpre-
ten rara vf:Z y que se conozcan sobre todo en grabaciones. Sin embargo, como en las
espectaculares pif:Zas para virtuosos del siglo XIX, lo mejor de estas obras atrae aún a al-
gunos de los mejores intérpretes y es probable que por ello perduren en los repertorios.
En su esfuerzo por ofrecer algo nuevo y característico dentro de la música culta, mu-
chos compositores buscaron sonidos nuevos, construyeron nuevos instrumento· o
reconfiguraron los tradicionales, mientras algunos exploraron escalas que contenían
intervalos más pequeños que los de un semitono. Ya hemos visto diversos ejemplos
de compositores que exploraron nuevos sonidos, en la música para percusión de
Cage y sus piezas para piano preparado, las combinaciones novedosas de instrumen-
tos en las obras de cámara de Stockhausen y Boulez, así como las exploraciones de
Berio de sonidos vocales.
En el curso de una trayectoria larga e influyente, John Cage (1912-1992) intentó
introducir en la música sonidos, conceptos e ideas excluidos anteriormente. Desafió
repetidas veces los conceptos medulares de la música misma y desempeñó por dio
un papel destacado en la vanguardia de posguerra (véase más adelante). Su músia
de finales de los años treinta y de los años cuarenta se concentró en los sonidos nue-
vos, basándose en la obra de su maestro Henry Cowell. Escribió numerosas obras
para conjunto de percusión y empleó instrumentos úadicionales y no tradicionales.
como latas de diversos tamaños y tonos en Third Construction in Metal (1941) Y un
portero automático y sonidos electrónicamente amplificados en Imaginary Landrcapt
No. 3 (1942).
35, Contracorrientes deseués de la K!!:!!.!Y_'ll__________________I_0_~_'5
La creciente sensibilidad hacia las perspectivas de otras culturas condujo a una ex-
ploración de su música que respetase su singularidad, en lugar de invocar lo «forá-
neo» por ser algo meramente distinto como en el exotismo de siglo XIX.
Diversos compositores occidentales se sintieron fascinados por los instrumentos,
sonidos y texturas asiáticos. Hemos visto que Tippett, Cage y Partch se apoyaron en
ideas de la música asiática. El compositor canadiense Colin McPhee (1900-1964) es-
tudió la música de Bali en los años treinta, transcribió música de gamelán para ins-
trumentos occidentales y compuso Tabuh-tabuhan (1936) para orquesta y muchas
otras piezas basadas en materiales balineses. El interés de Henry Cowell durante toda
su vida por la música asiática aumentó después de la Segunda Guerra Mundial,
mientras que sus viajes por Irán, India y Japón le llevaron a la composición de varias
obras que fusionaron elementos asiáticos y occidentales, como Persian Set (1957)
para orquesta de cámara, la Sinfonía No. 13 «Madras» (1965-1958), Ongaku (1957)
para orquesta y dos conciertos para koto japonés (instrumento de cuerda pulsada) y
orquesta (1961-1962 y 1965). El alumno y amigo de Cowell, Lou Harrison (1971 -
2003), combinó el interés por la justa entonación con la invención de nuevos instru-
mentos, inspirado por Partch y entusiasmado por la música de Asia. Tras visitar Co-
rea y Taiwán en 1961-1962, Harrison escribió varias obras en las que combinó
instrumentos occidentales y asiáticos, incluidas Pacifika Rondo (1963) y La Koro Su-
fro (1972); a partir de los años setenta, compuso docenas de piezas para el gamelán
tradicional de Java.
El interés por unir las tradiciones de Asia y de Occidente se extendió también a
los compositores asiáticos familiarizados con los estilos europeos. La música occiden-
tal, tanto clásica como popular, fue cada vez más conocida en Asia en el curso del si-
glo XX y, a mediados de siglo, numerosos asiáticos escribían ya música en la tradición
clásica europea. Entre los más inventivos y mejor conocidos se contó Toru Takemit-
su (1930-1996), quien escribió música para conjuntos occidentales e inspirada por
influencias europeas, como el Réquiem para cuerdas (1957), antes de interesarse en
los años sesenta por la música de su Japón nativo y de fundir ambas tradiciones. Su
November Steps (1967) es una suerte de doble concierto, en el que contrastan las so-
noridades del shakuhachi (flauta de bambú) y del biwa (un laúd con forma de peral
Contracorrientes después de la guerra 1097
japoneses con las de una orquesta occidental. Takemitsu combinó con frecuencia
instrumentos y técnicas japoneses y occidentales en sus numerosas bandas sonoras,
como la partitura para la película Ran (1985), de Akira Kurosawa.
La música electrónica
Con el desarrollo de las nuevas tecnologías, los músicos exploraron también su po-
tencial. Ninguna otra tecnología prometía más cambios de largo alcance en la músi-
ca que la grabación, la producción y la transformación electrónica de los sonidos.
Estas tecnologías se explotaron por vez primera en la música culta, pero finalmente
se hicieron más relevantes en la música pop, especialmente después de 1970 (véase
capítulo 35).
Una concepción consistió en trabajar con sonidos grabados, tomar el mundo del
sonido en su integridad como un material potencial para la música, manipular los
sonidos elegidos mediante medios mecánicos y electrónicos y ensamblarlos en colla-
ges. Pierre Schaeffer (1910-1995), pionero en los años cuarenta de la música de este
tipo en la Radiodifusión Francesa de París, la denominó musique concrete porque el
compositor trabajaba de manera concreta con el sonido mismo en lugar de usar la
notación musical. Él y su colaborador Pierre Henry crearon la primera obra impor-
tante de musique concrete, Symphonie pour un homme seul (Sinfonía para un hom-
bre solo), estrenada en una retransmisión radiofónica en 1950.
Las grabaciones magnetofónicas, cada vez más usuales a partir de aquel año, hi-
cieron posible la grabación, la amplificación y la transformación de sonidos, además
de su superposición, yuxtaposición, fragmentación y disposición del modo deseado
para producir piezas musicales. La cinta magnetofónica en la que se grabaron los so-
nidos era de plástico satinado por una cara y tenía una fina capa de óxido de hierro
en la otra. Corría a velocidad regular por los cabezales electromagnéticos, que usa-
ban el magnetismo para grabar los sonidos en el óxido de hierro o, cuando se hacían
sonar hacia atrás los sonidos previamente grabados, para reproducir la marca magné-
tica ya existente en la cinta. Al hacer correr la cinta por los cabezales a diferentes ve-
locidades, cambiaban los tonos y a menudo el color de los tonos (el esquema de ar-
mónicos asociados al tono). Muchos otros efectos de reejecución eran posibles, y la
cinta misma podía cortarse y unirse con el fin de yuxtaponer fragmentos de sonido.
Los compositores utilizaron todas estas herramientas para manipular los sonidos que
habían grabado, creando música mediante un proceso que a menudo se parecía al
collage tanto física como artísticamente.
Otra fuente de sonidos nuevos consistía en producirlos electrónicamente. La ma-
yor parte de los sonidos electrónicos se creaba mediante osciladores, inventados en
1915. El primer instrumento electrónico de éxito fue el theremín, inventado alrede-
dor de 1920 por Lev Termen, que transformaba el tono de acuerdo a la distancia en-
tre la antena del instrumento y la mano del intérprete. Las Ondas Martenot, inven-
1098 El siglo XX y desp~
A mediados de los años sesenta, Robert Moog y Donald Buchla desarrollaron por
separado sintetizadores mucho más sencillos y compactos, basados en osciladores de
voltaje controlado. Cuando éstos se comercializaron en el mercado en 1966, los estu-
dios de música electrónica y los compositores individuales de todo el mundo los adop-
taron. Una de las primeras obras creadas con el sintetizador Buchla fue Sílver Apples of
the Moon (1967), de Morton Subotnick (nacido en 1933), la primera pieza electrónica
encargada por una compañía discográfica, diseñada para llenar dos caras de un LP y
ser escuchada en los hogares en lugar de en un concierto. Los nuevos sintetizadores
fueron adoptados asimismo por artistas populares como los Beatles, mientras que los
sintetizados electrónicos se convirtieron en un sonido familiar en la música pop.
Los medios electrónicos suministraron a los compositores un control completo e
inmediato de sus composiciones. Buena parte de la nueva música exigía ya ritmos
complejos y matices extremadamente detallados de tono, intensidad y timbre, que
apenas podían ser realizados por intérpretes humanos, mientras que, en el estudio
electrónico, cada detalle podía calcularse y grabarse con exactitud. No obstante, la
ausencia de intérpretes obstaculizó la aceptación de la música puramente electróni-
ca, puesto que el público esperaba poder observar a los intérpretes y responder a
ellos, ya que los intérpretes eran los principales promotores y defensores de la nueva
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mus1ca.
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Al reconocer esto, los compositores empezaron pronto a crear obras que combi-
nasen la cinta pregrabada con los intérpretes en vivo. Uno de los ejemplos primeros
y más conmovedores fue Philomel (1964), de Milton Babbitt, para soprano solista y
una cinta que contenía fragmentos grabados y alterados de la cantante, así como so-
nidos electrónicos. La voz en vivo y la voz de la cinta entablaban un diálogo, acom-
pañado por los sonidos sintetizados, todos elaborados conforme a los procedimien-
tos seriales usuales en Babbitt.
La música electrónica, ya se interpretase en un concierto o se distribuyese en la
forma de una grabación para la escucha en privado, atrajo a un público pequeño
pero devoto sin conseguir nunca una amplia popularidad. Y no obstante, la mayor
parte de la música producida hoy, especialmente la música popular, utiliza la tecno-
logía desarrollada por los pioneros de la música electrónica.
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ILUSTRACIÓN 35.1 Grdfico de Xenakis para un pasaje de Metastaseis, con los tonos en el eje vertical y el
tiempo en el eje horizontal. La mitad inferior del grdfico representa a las cuerdas graves atacando juntas un
cluster cromdtico y curvdndose después hacia arriba, cuando los tonos mds graves del cluster ascienden en rá-
pidos glissandos y los mds agudos se desplazan progresivamente de manera mds lenta. Un compds después, las
cuerdas superiores entran en otro cluster, y ascienden y descienden después con su propio esquema. Hacia el fi-
nal de pasaje, grupos de cuerdas entran en /,a misma nota uno después del otro y cada uno asciende sucesiva-
mente en un glissando mds rdpido hasta que todas terminan juntas en un cluster cromdtico.
35. Contracorrientes después de la guerra 1101
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35. Contmcorrientes después de la guerra 1103
melódico. Atmospheres empieza con cincuenta y seis cuerdas con sordina, junto con
una selección de maderas y trompas que tocan simultáneamente todas las notas cro-
máticas a través de un ámbito de cinco octavas. Los instrumentos van guardando si-
lencio imperceptiblemente hasta que quedan únicamente las violas y los violonche-
los. Sigue un tutti orquestal con un despliegue pancromático similar, pero a partir de
él emergen dos clusters: uno, en las cuerdas, formado por las siete notas de una esca-
la diatónica, contrasta con el otro, un cluster pentatónico de las cinco notas restantes
de la escala cromática, en las maderas y en las trompas. Mientras un grupo realiza un
crescendo, el otro lleva a cabo un diminuendo y después se invierte en ambos, dan-
do lugar a sonoridades cambiantes que sugieren un juego de luces y sombras sobre
las nubes. En ocasiones, Ligeti utiliza lo que él llamó «micropolifonía», cánones con
muchas líneas que progresan a diferentes velocidades para crear el efecto de una
masa de sonido desplazándose lentamente por el espacio. En un pasaje espectacular,
estas líneas ascienden gradualmente hasta alcanzar la cima de la orquesta, con cuatro
flautas piccolo ejecutando notas en fortíssimo a medio tono de distancia entre sí y en
la tesitura aguda; en. un registro tan agudo, las diferencias entre los tonos generan to-
nos resultantes en las octavas inferiores. Este efecto fantasmagórico y de sonido cuasi
electrónico es interrumpido bruscamente por un cluster grave en los bajos.
Un nuevo pensamiento
La cita y el collage
dos por cuatro altavoces simultáneamente a música en vivo; la música del composi-
tor antiguo se distorsiona y desborda en un acto que se asemeja más a una violenta
conquista que a un homenaje.
Una de las obras más ricas basadas en material prestado es el tercer movimiento
de la Sinfonía (1968-1969) de Luciano Berio. Berio incorporó la mayor parte del
movimiento scherzo de la Segunda Sinfonía de Mahler y le superpuso un comenta-
rio verbal amplificado por parte de un conjunto de ocho voces y un comentario mu-
sical por una gran orquesta. La continuidad, compás a compás, de la obra de Mahler
se mantiene en su mayor parte, aunque en ocasiones desaparece por un tiempo o
aparece con partes de la textura omitida. La música de Mahler está cubierta de citas
de más de cien obras distintas, incluido Der Rosenkavalier de Richard Strauss, La
Valse de Ravel, Wozzeck de Berg y La Mer de Debussy. Cada cita conecta de algún
modo con la obra de Mahler o con los textos hablados, extraídos en su mayor parte
de El innombrable, de Samuel Beckett, monólogo interior de un hombre que acaba
de morir. Tanto la letra como la música sugieren el monólogo interior, de igual
modo que los recuerdos de toda una vida emergen y se desvanecen.
La música basada en citas puede portar muchos significados, pero a menudo
ofrece al auditorio algo conocido y comprensible -ya sea la propia pieza citada o el
estilo o tipo de pieza que representa- y proporciona una experiencia nueva apoyada
en lo que el oyente ya conoce. En consecuencia, muchos oyentes la encuentran mu-
cho más cercana que los sonidos extraños del serialismo, de la música electrónica, de
la vanguardia y de otras tendencias de posguerra. Para algunos compositores, la utili-
zación de material prestado ha sido un modo de redescubrir los estilos y métodos del
pasado, incluida la tonalidad. Aquí se halla una de las fuentes de las recientes ten-
dencias neorrománticas y postmodernas, que discutiremos en el próximo capítulo.
En los años posteriores a 1970 la música popular ocupó un lugar todavía más central
en la vida musical. Los adolescentes que escuchaban a Elvis Presley, a los Beatles, a
Bob Dylan o a Aretha Franklin crecieron, pero mantuvieron firme su preferencia
por la música que adoraban. Hoy existen clásicos de la música pop tan sólidos como
los de la música clásica -que las emisoras radiofónicas de los «años dorados» que
surgieron en los años setenta popularizaron entre las nuevas generaciones- y es la
música de los años cincuenta y sesenta la que se halla en el núcleo de este repertorio.
En Broadway y en el jazz también surgieron repertorios de clásicos. Los musicales
de Rodgers y Hammerstein y de otros compositores de las décadas de posguerra se
escenifican cada año por compañías itinerantes y en las escuelas, mientras que los
números de jazz de Charlie Parker, Miles Davis y John Coltrane se han convertido
ll08 El siglo XX y desp~
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36. La música desde 1970
En las tres últimas décadas del siglo XX y en los primeros años del siglo XXI, la tradi-
ción musical occidental ha seguido diversificándose. Se han creado nuevas institu-
ciones para conservar la historia del jazz y de la música popular, mientras han apare-
cido nuevos tipos como el punk y el rap, con nuevas funciones. Los sintetizadores
digitales y ordenadores facilitaron nuevos recursos a la música electrónica, tanto de
la tradición clásica como de la popular. Las nuevas formas de las técnicas mixtas de-
safiaron la antigua distinción entre arte y música popular y entre música, teatro,
danza y otras artes. Entre los compositores de la tradición clásica, un creciente interés
por llegar a un público más amplio ha originado un número de tendencias nuevas,
como el minimalismo y el neorromanticismo. Al mismo tiempo, continuaron exis-
tiendo casi todas las tendencias examinadas en el capítulo precedente, mientras que
muchos compositores persiguieron sendas individuales.
Dado que este capítulo no puede hacer justicia a toda la variedad musical de esta
época, dirigiremos nuestra atención únicamente a unas pocas cuestiones destacadas. Em-
pezaremos con una investigación del cambiante mundo de la música y pondremos de
manifiesto en particular la concepción cada vez más amplia de la música como arte, la
influencia de las nuevas tecnologías digitales y la creciente importancia de los medios de
comunicación de masas. Después, examinaremos cuatro tendencias que parecen especial-
mente relevantes en estas décadas: la fragmentación de la música popular, el minimalis-
mo y sus efectos colaterales, la preocupación cada vez mayor entre los compositores cldsi-
cos por escribir una música inmediatamente accesible y el impacto de las músicas no
occidentales sobre los músicos de la tradición occidental.
1110 El sig/.o XX y desp,,¡,
A finales de los años sesenta y setenta se produjeron una serie de conmociones polí-
ticas y económicas en las naciones occidentales. Las protestas estudiantiles simboli-
zaron una brecha creciente entre la generación joven y la de sus mayores. En Estados
Unidos, los disturbios urbanos, el desacuerdo cada vez mayor acerca de la Guerra de
Vietnam y los asesinatos de Martín Luther King Jr. y de Robert F. Kennedy marca-
ron un aumento de los conflictos sociales. La Organización de Países Exportadores
de Petróleo recortó la producción de crudo en 1973 para forzar el alza de los precios,
lo que condujo en la década siguiente a ciertos trastornos económicos y a la infla-
ción. El escándalo Watergate, relativo a un robo de documentos políticos y a la sub-
siguiente maniobra para encubrirlo, condujo a la acusación por delitos cometidos en
el desempeño de sus funciones y a la dimisión del presidente Richard Nixon en
1974, haciendo disminuir severamente la confianza de los norteamericanos en su
gobierno.
Mientras tanto, las tensiones de la Guerra Fría empezaron a disminuir durante
los años setenta. Bajo la política de distensión, los Estados Unidos y la Unión Soviética
buscaron contactos culturales más intensos y firmaron tratados para reducir las ar-
mas nucleares. Los líderes europeos traspasaron la división Este-Oeste. El presidente
Nixon inició relaciones diplomáticas con el gobierno comunista de China tras afio
carentes de contacto formal. Los regímenes autoritarios de España y Portugal, 1 úl-
timas dictaduras de Europa occidental, fueron sustituidos de manera pacifica por go-
biernos democráticos.
El incremento de los contactos con Occidente y la elección de un Papa polaco, el
primero de un país comunista, contribuyó a inspirar movimientos por el cambio en
Europa oriental. Partiendo de la huelga del movimiento Solidaridad, en 1980 en Po-
lonia, y culminando con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la unión de la Ale-
mania oriental y occidental al año siguiente, los pueblos de Europa central y del este
se liberaron de la dominación soviética con un derramamiento de sangre considera-
blemente pequeño. En la propia Unión Soviética, la política de la glasnost y la peres-
troika de Mijail Gorbachov estimularon una expresión más libre y una economía
más empresarial. Aunque él buscó reformar la Unión Soviética, el resultado final fue
su disolución en 1991. Sus quince repúblicas constituyentes, de la colosal Rusia a la
diminuta Armenia, se hicieron naciones independientes, con algunos gobiernos de-
mocráticos y otros autoritarios.
El desmoronamiento de la Unión Soviética puso fin a una Guerra Fría que había
caracterizado el mundo de la posguerra. Sin embargo, no puso fin a los temores a un
ataque nuclear, puesto que el conocimiento y la tecnología de fabricación de armas
nucleares se propagó. En la época postsoviética, los conflictos regionales, de Oriente
Medio a la península de Corea, se agravaron y las guerras civiles se extendieron, de
los Balcanes y África a las Filipinas. Los grupos extremistas eligieron cada vez más el
terrorismo como táctica, ya fuese directamente contra su propio gobierno, como en
36. La música desde 1970 1111
La idea de música culta -una música escuchada con atención embelesada, valorada
por sí misma y conservada en un repertorio de clásicos- empezó en la tradición de
la música de concierto, pero en la segunda mitad del siglo XX se ha extendido a otras
tradiciones.
Cada estilo de jazz ha seguido atrayendo a intérpretes y oyentes, incluso después
de la aparición del estilo «siguiente», de manera que el jazz de todas las épocas es ac-
cesible en interpretaciones y grabaciones, de igual modo que la música clásica. La re-
edición de las grabaciones antiguas de LPs y los discos compactos (véase La música
en su contexto, pág. 1114) han hecho fácilmente accesible toda la historia del jazz,
mientras que los libros y los cursos de historia del jazz han aumentado desde 1970.
Cada vez más, los músicos de jazz se han formado en los conservatorios, las escuelas
de música y las universidades, del mismo modo que los músicos clásicos; en la escue-
la tocan en conjuntos de jazz que interpretan música de toda la tradición jazzística.
En los años ochenta se crearon nuevas instituciones para conservar y presentar las
obras clásicas de tiempos pasados. La Smithsonian Jazz Orchestra, dirigida por Da-
vid Baker, ofrece interpretaciones en vivo del jazz de las generaciones pasadas, escru-
pulosamente transcrito a partir de grabaciones o reconstruido desde las partituras
originales. El Jazz en el Lincoln Center, fundado por Wynton Marsalis en 1987
1114 El siglo XX.:......:;;d:::.:eu:.::,~
seum, que se remonta a los años sesenta, se reabrió en un edificio nuevo y espectacu-
lar en Nashville en 2001; el interés por conservar estilos aún más antiguos está au-
mentando.
El musical ha sido también reconocido como una tradición de clásicos, examina-
do en libros académicos y en cursos, aunque todavía no en museos e instituciones de
interpretación. Nuevas producciones de los espectáculos de Rodgers y Hammerstein,
Lerner y Loewe, Kern, Porter, Berlin y otros se han puesto en escena en Broadway y
en todo el mundo. Musicales que no se habían visto desde las décadas iniciales del
género se han repuesto con el mismo interés mostrado por aquellos que redescubrie-
ron, editaron e interpretaron obras de siglos anteriores.
Los nuevos musicales aspiran a menudo a alcanzar el nivel de la música culta más
que el entretenimiento. La figura dominante en el musical norteamericano ha sido
Stephen Sondheim, cuyos musicales incluyen el comentario social sin argumento
Company (1970); el melodramático Sweeney Todd (1979), sobre un peluquero asesi-
no de Londres; Sunday in the Park with George (1984), basada en la famosa pintura
puntillista de Georges Seurat, y Assassins (1991), protagonizada por asesinos de pre-
sidentes norteamericanos que tuvieron éxito o aspiran a tenerlo -todos ellos sobre
asuntos que los musicales anteriores probablemente no hubiesen tratado. Las letras
de Sondheim son ingeniosas y poéticas, y sus canciones se apoyan en estilos popula-
res y de Broadway, aunque rompen a menudo con la convención y suenan más
como canciones de concierto en un idioma semipopular. Andrew Lloyd Weber (na-
cido en 1948) es el compositor más destacado de musicales, como Jesucristo Superstar
(1970-1971), una versión en música de rock de la vida de Jesús; Evita (1976-1978),
sobre Eva Perón, esposa del dictador argentino Juan Domingo Perón; Cats (1981),
sobre la poesía de T. S. Eliot; y El fantasma de la Ópera (1986), uno de los primeros
musicales basados en una película clásica, lo que ha invertido el sentido usual de la
adaptación. Como los compositores cinematográficos, Webber se apoyó en una am-
plia gama de estilos para adecuarse a la situación dramática, aunque mantuvo la con-
centración tradicional del musical en un melodismo lírico y conmovedor. También
gozaron de notable éxito de público los musicales del compositor francés Claude-
Michel Schéinberg (nacido en 1944), en particular Los Miserables (1980; versión in-
glesa, 1985), composición basada en la novela de Víctor Hugo sobre la pobreza de
París, y Miss Saigon (1989), versión de Madame Butterfly de Puccini, en el contexto
de la Guerra de Vietnam. A éstos les sucedieron otros musicales basados en óperas,
como Rent (1996) de Jonathan Larson (1960-1996), adaptación del argumento de
La Boheme de Puccini a los estilos de música pop de Nueva York en la época del
sida. Muchos de estos musicales se asemejan a óperas por su carácter serio, su uso del
espectáculo y su música casi continua. Algunos musicales recientes han absorbido
asimismo el sonido y el sentimiento de la ópera, en particular The Light in the Piaz-
za (2005), de Adam Guettel (nacido en 1965), nieto de Richard Rogers, con una
exuberante partitura caracterizada por el neorromanticismo, las extensas melodías
operísticas y la orquesta clásica.
1116 .EJ siglo XX y tksp'f.!!
LA MÚSICA EN SU CONTEXTO
Las tecnologías digitales
Los oyentes occidentales se han vuelto cada vez más conscientes de las rradicioncs
clásicas asiáticas, incluidas las de Japón, China, Indonesia, India e Irán. Al mismo
tiempo, una tendencia continua hacia la escucha pasiva y alejada de la activa ejecu-
ción musical ha provocado en la mayor parte de los jóvenes de Europa y América
una conexión más laxa con la tradición clásica occidental que en las generaciones pa-
sadas. Hoy en día, la música clásica occidental no es ya la única, ni siquiera la más
prestigiosa tradición musical, sino una de tantas.
Desde los años setenta, las nuevas tecnologías han transformado la manera de traba-
jar con la música de los propios músicos y de los oyentes que la consumen. Entre las
36. La m úsica desde 1970 1117
base del canal por cable MTV (Music Television) y se han convertido rápidamente
en una forma primordial de contacto con los consumidores de música popular. La
mayoría resultaron ser producciones elaboradas, con decorados, vestuario, danza e
imágenes a velocidad de vértigo, todo ello calculado parta captar la visión, llevar la
atención a la canción y promocionar las ventas.
Mientras la música pop se hacía cada vez más visual, el performance art se volvía
más musical. Uno de los artistas de performance más destacados, Laurie Anderson
(nacida en 1947) incorpora una amplia gama de medios, incluido el canto, la inter-
pretación de violín, la poesía, el discurso hablado, la electrónica, el cine, las proyec-
ciones y la iluminación. Su single O Superman (1981), que contenía su voz procesa-
da en una única canción repetitiva con un ligero acompañamiento electrónico, fue
un éxito pop inesperado, consiguió un público mayor de lo habitual y reforzó el ele-
mento musical de su trabajo. Ha sacado diversos álbumes de canciones, pero el fun-
damento de su arte han seguido siendo los espectáculos escénicos. El más ambicioso
fue United States !-IV (1983), un enorme espectáculo de siete horas en el que em-
pleaba todas las herramientas de los modernos medios de comunicación para criticar
irónicamente la alineación y las enfermedades sociales de la cultura que los inventó.
En los años noventa surgió un género nuevo de teatro musical, en el que el pro-
ceso en sí de hacer música se convirtió en un espectáculo visual. STOMP (1991),
creado por Luke Cresswell y Steve McNicholas en Inglaterra y en Broadway, y de
gira desde 1994, no posee diálogo o argumento alguno, pues consiste enteramente
en una compañía de intérpretes que emplean objetos cotidianos, desde cajas de ceri-
llas a escobas y tapas de cubos de basura para producir una elaborada música de per-
cusión, ejecutada mediante una coreografía asombrosa. Blast! (2001), de Jim Mason,
adoptó los números de un espectáculo de banda militar y de interpretación de per-
cusión con el cuerpo, los mezcló en una nueva coreografía y los puso sobre un esce-
nario de Broadway.
El cine es un formato multimedia que viene de antiguo y en el que la música ha
desempeñado desde sus inicios un papel importante -las llamadas películas mudas
disponían siempre del acompañamiento de un piano, de un órgano o de una orques-
ta-; y sin embargo, su importancia en décadas recientes se ha visto realzada todavía
más. En un número cada vez mayor de películas, la música no actúa sólo como
acompañamiento de fondo. Es parte integrante de la obra de arte total, como lo es la
música de una ópera o de un musical. Muchas películas utilizan música preexistente;
American Grajfiti (1973), de George Lucas, creó una pauta empleando música pop
de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta para acompañar un drama
entre adolescentes ambientado en esa época. Pero lo más sorprendente fue el regreso
de las partituras sinfónicas a gran escala, organizadas alrededor de diversos Leitmo-
tiv. La música de John Williams (nacido en 1932) para la serie de seis películas Star
Wárs (La guerra de las galaxias, 1977-2005) ha sido posiblemente tan importante
como los propios actores a la hora de transmitir la acción dramática. Las bandas so-
noras sinfónicas se han convertido en grabaciones con éxitos de ventas, han dejado
atrás a toda otra música orquestal y han elevado la talla de los compositores cinema-
tográficos. Algunos compositores han arreglado sus bandas sonoras como obras de
concierto. Entre los más ambiciosos se encuentra El señor de los anillos: Sinfonía en
seis movimientos (2004), de Howard Shore (nacido en 1946), extraída de su partirura
para la trilogía cinematográfica El señor de los anillos (2001-2003).
Tendencias
La cada vez más generalizada concepción de la música como un arte plástico, la pro-
liferación de las nuevas tecnologías y la creciente interacción entre la música y los
otros medios de comunicación son sólo tres de las muchas tendencias de la música
reciente, pero son características, pues atraviesan las fronteras entre las tradiciones.
Otras tendencias han sido el resultado de tensiones dentro de las tradiciones. La
fuerte identificación de los adolescentes de los años cincuenta y sesenta con el rock Jv
la música pop provocó una búsqueda por parte de grupos sociales más pequeños de
una música que pudiesen llamar propia. Los instigó una industria de música popular
que estaba ansiosa, como siempre, por explorar nuevos mercados. En consecuencia.
la tradición popular se fragmentó. Mientras tanto, el deseo de los compositores clási-
cos de conectar con los oyentes reluctantes al modernismo o a la música de vanguar-
dia ha provocado una búsqueda de lenguajes más accesibles, incluido el minimali. -
mo. La fusión de las tradiciones occidentales y no occidentales combina as
tendencias y reconoce al mismo tiempo la cultura globalizada emergente.
nal. Los asiduos de los clubes apreciaban el compás permanente de 4/4 y el unifor-
me tempo de baile de las canciones disco, que permitía a su vez a los pinchadiscos
desplazarse suavemente de una canción a otra y a los bailarines mantenerse en movi-
miento sin interrupción. Orquestaciones exuberantes y un modo de producción in-
genioso pero insustancial agradaba al oído, mientras un pulso sin descanso movía los
cuerpos, reuniendo glamour, diversión y sexualidad en un brebaje embriagador. La
música disco alcanzó su punto culminante con la película Saturday Night Fever (Fie-
bre del sábado noche, 1977) y la banda sonora de los Bee Gees.
Otra tendencia de los años setenta fue el punk, un estilo duro que ponía voz a la ali-
neación de los jóvenes. El grupo de punk más notorio, los Sex Pistols, popularizó cier-
tas modas excéntricas, como los imperdibles insertados en la piel, y predicó el nihilis-
mo en sus letras. La mayor parte de músicos de punk no recibieron instrucción alguna
y prefirieron los sonidos crudos y carentes de refinamiento al virtuosismo y a la sonori-
dad agradable de la música rock y disco. Los músicos de la New 1%ve (Nueva Ola),
como Blondie y Talking Heads, siguieron de cerca los pasos del punk, compartieron
parte de su nihilismo, aunque sin desdeñar cierto refinamiento musical, y obtuvieron
un mayor éxito comercial. El rock alternativo, un cajón de sastre para toda música de
rock ajena a la corriente principal, se fomentó desde las emisoras de radio indepen-
dientes y de las universidades, así como por empresas de conciertos; posteriormente, a
principios de los años noventa, llegaron a dominar este sector gracias a los rockeros
grunge de Seattle, como Nirvana, Soundgarden y Pearl Jam. El grunge combinaba el ni-
hilismo del punk y el sonido cargado de la guitarra eléctrica del heavy metal con letras
íntimas y ropas de mal vestir (especialmente franela). La canción de Nirvana de 1991,
Smells Like Teen Spirit atrajo la atención sobre el grunge a escala nacional. Cada uno de
estos estilos se convirtió en un emblema de los jóvenes de cierta edad y tuvo el gran
mérito de ofender o de resultar incomprensible para la mayoría de los adultos.
El rap, con letras rimadas y salmodiadas sobre repetidos pulsos de baile, empezó
en los años setenta como parte de la joven cultura urbana afroamericana. Desde sus
orígenes como música de fiesta de Nueva York, el rap se ha diversificado en múlti-
ples tipos, como el gangsta rap, que celebra la anarquía, y el conscious rap, que pone
voz a los males de la desigualdad y el racismo. Con canciones como Fight the Power,
el grupo de rap Public Enemy lideró las filas de conscious rap a finales de los años
ochenta y principios de los noventa. De manera semejante al descubrimiento del
rhythm-and-blues por los jóvenes blancos en los años cincuenta, el rap se ha conver-
tido en la música popular de una generación de jóvenes blancos suburbanos, en par-
ticular de varones atraídos por su fuerte ritmo y por los temas de dominación mas-
culina. A finales de los años noventa, ciertos estilos adaptados a partir del rap se
practicaban en Europa, en África y en todo el mundo.
Otros tipos de música han servido para fomentar el sentimiento grupal entre seg-
mentos concretos de la sociedad, aunque rara vez han atraído la atención de los ex-
traños. Por ejemplo, el movimiento llamado women's music (música de mujeres)
abarca canciones en diversos estilos, a menudo influidas por el folk, con textos que
El siglo XX y de~ués
1122
--
reflejan una perspectiva feminista. Más conocido es el rock cristiano, que emplea esti-
los populares al uso para transmitir temas cristianos de las iglesias evangélicas.
Los tipos de música popular enumerados aquí son una mínima muestra de las va-
riedades al uso desde 1970. Dondequiera que exista un grupo con gustos o necesida-
des específicas, existe un nicho del mercado y un número de músicos que lo ocupan, de
bandas de polca en Milwaukee a cantantes de Bollywood en India.
El minimalismo y el postminimalismo
Los compositores de música culta han cultivado igualmente una variada gama de es-
tilos y concepciones. Una de las tendencias nuevas más relevantes ha sido el mini-
malismo, según el cual los materiales se reducen al mínimo y los procedimientos se
simplifican de modo que lo que sucede en la música sea inmediatamente evidente.
El minimalismo empezó como una estética de vanguardia concentrada en los proce-
sos musicales mismos, pero con el tiempo se convirtió en una técnica popular y de
uso generalizado, capaz de una amplia gama de contenidos expresivos. Los composi-
tores de obras minimalistas recibieron influencias del rock, de la música africana, de
la música asiática, de la tonalidad y, por último, del Romanticismo, para crear lo que
ha sido considerado el estilo musical más destacado de las últimas décadas del si-
glo XX.
El crítico de arte Richard Wollheim acufió la expresión «minimal art» (arte mini-
malista) en 1965 para designar un arte que reducía los materiales y la forma a sus
fundamentos y que no estaba pensado para expresar sentimientos o transmitir el es-
tado de ánimo del artista. Las obras de arte minimalistas contienen a menudo un es-
quema reiterativo de elementos simples. Por ejemplo, 64 Copper Squares (1969), de
Carl Andre, consta de sesenta y cuatro platos cuadrados de cobre puestos sobre el
suelo formando un cuadrado, mientras que la pintura Hyena Stomp (1962), de
Frank Stella forma un esquema espiral a partir de líneas rectas y bandas de colores
brillantes. Este arte se ha concentrado en sus materiales y ha formado parte del con-
cepto de vanguardia de los afios sesenta.
Entre los músicos de la ciudad de Nueva York y de la contracultura de California se
promovió un movimiento paralelo. Los vínculos entre los primeros compositores mi-
nimalistas y los artistas fueron muy fuertes; los conciertos tuvieron a menudo lugar en
galerías de arte y áticos antes que en las tradicionales salas de concierto. De forma pa-
ralela al arte minimalista, los compositores minimalistas reaccionaron contra la com-
plejidad, la densidad y la absoluta dificultad de la música modernista reciente, desde la
música aleatoria de Cage hasta la música serial de Babbitt, Stockhausen y Boulez, así
como las obras virtuosistas de Carter y de Berio. En lugar de abrumar al oyente con un
contenido desconocido y una superficie musical en rápido cambio, los compositores
minimalistas redujeron la cantidad de material y el ritmo de los cambios a un mínimo
e invitaron a los oyentes a concentrarse en los pequefios cambios que ocurrían.
~36._.__
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Uno de los pioneros del minimalismo musical fue La Monte Young (nacido en
1935), cuya música se centra en un pequeño número de tonos, sostenidos durante
un gran lapso de tiempo. Composition 1960 No. 7 consta simplemente de las notas
Si y Fa sostenido, «que han de mantenerse durante mucho tiempo». Mientrras desafia-
ba los conceptos tradicionales de música con un espíritu de vanguardia, la obra diri-
gía asimismo la atención del oyente a los mínimos cambios en los tonos y en el tim-
bre que inevitablemente ocurren cuando un músico sostiene un tono. The Tortoise:
His Dreams and ]ourneys (La tortuga: sus sueños y viajes, 1964) consistía en una im-
provisación en la que los intérpretes de instrumentos y los cantantes entraban y salían
con distintas armonías y sobre una nota fundamental tocada como un bordón por
un sintetizador. Entre sus proyectos posteriores se halla The Dream House (1996), un
entorno de luz y sonido abierto al público en su casa de Nueva York, con instalacio-
nes de luz de su mujer y colaboradora, la escultora Marian Zazeela. Unos altavoces
gigantes proyectan bordones de treinta y dos diferentes frecuencias afinadas en ento-
nación justa que interactúan en modos diferentes en distintos puntos de la habita-
ción, de manera que el sonido permanece estático si uno se queda quieto pero cam-
bia cuando el oyente se desplaza por el espacio, dando lugar a una experiencia
onírica.
Mientras que Young redujo la música a tonos mantenidos, Terry Riley (nacido en
1935), quien tocó en su día en el conjunto de Young, exploró esquemas generados
por la repetición. Empezó a experimentar con bucles de cintas magnetofónicas, bre-
ves segmentos de cinta magnética empalmados en bucles que, una vez introducidos
en un reproductor de cinta, ejecutan una y otra vez los mismos sonidos grabados. Su
obra para cinta Mescalin Mix (1962-1963) reunía muchos de estos bucles y cada uno
representaba una frase breve sobre un pulso regular. Su obra más famosa, In C
(1964), utiliza un procedimiento similar con instrumentos en vivo. Puede ejecutarse
por cualquier número de instrumentos: cada uno de ellos toca la misma serie de bre-
ves figuras repetidas sobre una octava de Do rápidamente pulsante, mientras quedan
indeterminados el número de repeticiones de cada voz y la coordinación entre las
partes. El sonido resultante combina una pulsación constante con un proceso de
cambio lento, desde la consonancia hasta la disonancia diatónica y a la inversa. El
concepto y los materiales son simples y el proceso es inmediatamente audible, pero
la textura en múltiples capas es compleja y no se parece a nada escuchado antes.
los demás. Como Riley, Reich empezó en el estudio electrónico. Compuso Come
Out (1966), superponiendo bucles de cinta de la misma frase hablada («come our
to show them») de tal manera que un bucle era levemente más corto y se desplaza-
ba por ello gradualmente por delante del otro, un efecto llamado sincronización
(phasíng). Cuando la textura crece de dos a cuatro y a ocho bucles simultáneos
cada uno fuera de la fase de los otros, ya no podemos oír las palabras, sino única~
mente sus sonidos vocales constituyentes (en ~~~ticular l~s consonantes «k», •(m,1 y
«sh» y las vocales «uh» y «oh»), cada una repmendose sm fin en su propio plano
sonoro.
En Piano Phase (1967), cuyos compases iniciales mostramos en el ejemplo 36. J,
Reich aplicó una idea similar a una obra para dos pianos. Ambos pianistas repetían
la misma figura al unísono varias veces y después uno adelantaba gradualmente al
otro hasta estar exactamente una nota corchea por delante del otro (en el compás 3
del ejemplo); ambos repetían entonces la figura varias veces en sincronización rítmi-
ca, pero desfasados melódicamente. Este proceso se repetía doce veces, dando lugar a
diferentes series de combinaciones armónicas cada vez que las partes entraban en
sincronía, hasta que las dos partes volvían a coincidir de nuevo en un unísono meló-
dico; entonces, el mismo proceso se usaba para una figura de ocho notas y después
una figura de cuatro notas. Cuando la melodía inicial se repite y sale de la fase consi·
go misma, parece dividirse en dos planetas, las notas de su ámbito superior (Si', Do
sostenido" y Re") moviéndose en una dirección melódica, y sus notas inferiores (Mi'
y Fa sostenido') en otra, cada una susurrando en variación constante. La fascinació n
en una música como ésta estriba en la observación de los cambios graduales y de l~
muchas posibles permutaciones de ideas muy simples. Los procesos que subyacen a
la composición se revelan para cada oyente que la escuche y la experimente. Esta
música no tiene la intención de ser expresiva, pero los momentos en que las melodías
congenian en la fase pueden resultar enormemente satisfactorios, como la resolución
en una consonancia tras una larga disonancia.
Reich formó su propio conjunto y fue capaz de ganarse la vida con la interpreta-
ción, las giras y la grabación de sus obras. Buena parte de su música de los años se-
3 (x l6-24) (x4-l6)
36. La música desde 1970 1125
EJEMPLO 36.2 «Un cambio de puerta», de Phrygian Gates [Puertas Frigias] de Adams
1126 El sig/() XX y tjup 11
- 'I
the Game» (El corazón está de nuevo en forma). El primer movimiento comienza
co.n .ªcor.des fuertes y repetidos e~ ;v1i. menor ~ se desplaza después por un paisaje
mm1mahsta hasta llegar a una secc1on mtermedia, en la que ostinati que no dejan de
canturrear en el registro agudo acompañan una melodía trágica, casi expresionista y
de amplio aliento que recuerda al último Mahler o a Berg. La ópera de Adams Nixon
in China (1987), sobre el viaje de Nixon a China en 1972 para entablar relaciones
con el régimen comunista, trata un asunto actual con la formalidad de una ópera
histórica barroca, mientras aplica las técnicas minimalistas. Las ideas breves, dinámi-
cas y palpitantes, insistentemente repetidas, evolucionan constantemente y emplean
una orquesta dominada por los metales, los instrumentos de viento y la percusión.
Típico de su idioma de los años ochenta es la fanfarria orquestal Short Ride in a Fast
Machine (1986), una de las piezas más interpretadas de Adams. Un sentido de la
progresión armónica, activado por ostínati y acordes repetidos, hace que la música
avance, mientras melodías de ámbito amplio emergen para dominar la textura, cul-
minando en un contrapunto expansivo a tres voces por encima de armonías que
cambian lentamente aunque con un pulso rápido.
El elemento melódico que surgió en las obras de Adams de los ochenta ha aumen-
tado en las dos últimas décadas. En The Wound Dresser (1988), para barítono y or-
questa, el poema de Walt Whitman relata sus experiencias como enfermero cuidando
a soldados heridos en la Guerra Civil. Los instrumentos proporcionan un fondo de
armonías modales, figuras lentamente repetidas y puertas entre colecciones de tonos,
que se apoyan en las técnicas minimalistas de la música anterior de Adams. Pero se
centra en la melodía del cantante, alternando con interludios melódicos orquestales y
el ritmo lento; las armonías románticas y la paleta orquestal transmiten un estado de
ánimo muy diferente del de sus obras anteriores. El Concierto para violín (1993)
tiene una textura similar, con una melodía rapsódica en el violín solista que se des-
pliega sobre una figuración más regular y que se mueve sin pausa en la orquesta. Los
elementos tradicionales, incluida la ejecución virtuosista, las cadencias y la chacona y
la tocata de los dos últimos movimientos, destacan más que las técnicas minimalistas.
Al integrar los procedimientos armónicos y del contrapunto tradicionales con los
minimalistas, Adams ha desarrollado un estilo personal de gran flexibilidad y poder
emocional, caracterizado por una variedad y un ámbito más amplios que los de sus con-
temporáneos. También ha adoptado una amplia gama de temas, desde celebrar el naci-
miento de Jesús, en el oratorio El Niño (1999-2000), hasta lamentar los muertos en los
ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, en On the Transmígration of Souls
(De la trasmigración de las almas, 2002), o su ópera Doctor Atomíc (2005), sobre las
presiones de Robert Oppenheimer y otros científicos a la hora de prepararse para la pri-
mera prueba de la bomba atómica en el verano de 1945. La diversidad y profundidad
tanto del estilo como del asunto han otorgado a Adams un público amplio y entusiasta.
El minimalismo ha ejercido una profunda influencia. Desde que la música de
Reich, Glass y Adams se hizo popular en los años setenta y ochenta, las técnicas mi-
nimalistas se han hecho cada vez más comunes en la música popular y cinematográ-
1128 El siglo XX y despuÍ!.
La nueva accesibilidad
A finales del siglo XX, los compositores de la tradición clásica encararon una nueva
realidad. Si bien podían ganarse la vida enseñando en universidades o en conservato-
rios, conseguir que su música fuese interpretada resultaba cada vez más difícil. Con
frecuencia era más fácil obtener el encargo de una nueva obra que asegurar una se-
gunda o tercera interpretación de una obra ya existente. Pocas composiciones entra-
ron en el repertorio y escasos oyentes escuchaban una obra más de una vez. En cierto
modo, la situación era semejante a la del siglo XVIII, cuando los mismos oyentes es-
cuchaban rara vez dos veces el mismo concierto o la misma sinfonía. Por otra parte,
en una época en la que la música era cada vez más abundante y accesible, el público
de música clásica parecía reducirse sensiblemente.
Algunos compositores consideraron esta situación como el precio de la libertad
artística y siguieron componiendo como lo habían hecho hasta entonces. Milton
Babbitt desarrolló nuevas extensiones del serialismo, siendo más prolífico que nunca
tras desarrollar «superselecciones» de series interrelacionadas a principios de los años
ochenta. Elliot Carter tuvo una demanda constante de encargos por parte de inter-
pretes, lo que se tradujo en numerosas obras orquestales, de cámara y para solista,
sin mostrar el menor signo de flaqueza al llegar a su cien cumpleaños. Karlheinz
Stockhausen pasó sus últimos años componiendo Licht (Luz, 1977-2003), un ciclo
masivo de siete óperas llamadas según los días de la semana y compuestas utilizando
fórmulas melódicas seriales asociadas a los tres personajes principales, Eva, Lucifer Y
el arcángel Miguel. Partidarios más jóvenes del modernismo han explorado nuevas
posibilidades, como los microtonos y duraciones asombrosamente complejas en la
música de Brian Ferneyhough (nacido en 1943).
Otros buscaron atraer un interés más amplio escribiendo una música que pudiese
ser comprendida en una primera escucha. Compositores como Reich, Glass Y
Adams encontraron una solución en el minimalismo. Otros compositores utilizaron
una pluralidad de formulaciones, a menudo como trampolín: modificaron su len-
36. La música desde 1970 1129
guaje modernista para hacerlo más accesible, simplificaron radicalmente sus materia-
les y procedimientos, invocaron significados e imágenes extramusicales, citaron y
aludieron a los estilos pasados, resucitaron el romanticismo tonal del siglo XIX e in-
corporaron elementos de la música popular.
El modernismo accesible
La simplificación radical
Otros compositores combinaron una radical simplificación del material y de los pro-
cedimientos con un regreso a la música diatónica. Una corriente puede encontrarse
en el minimalismo, examinado anteriormente, pero no toda la música de este tipo
encaja en la categoría de minimalista.
El compositor estonio Arvo Pan (nacido en 1935) ha forjado un estilo muy in-
dividual e inmediatamente reconocible, empleando los materiales más sencillos.
Después de sus primeras obras neoclásicas y seriales, y de otras que hacían contras-
tar el modernismo con los estilos barrocos, se interesó por el estudio del canto gre-
goriano y de la polifonía antigua. En los años setenta concibió un método al que
llamó tintinnabuli, debido a las sonoridades a modo de campanas que este método
producía. Su esencia radica en el contrapunto entre una melodía con centro tonal,
mayormente diatónica y por grados conjuntos y una o más voces que emiten notas
únicamente en la tríada de la tónica; la ubicación de cada nota se determina por un
sistema programado con anterioridad. Esta técnica puede apreciarse en las Siete An-
tífonas del Magníficat (1988, revisada en 1991) de Pan, de la que vemos una mues-
tra en el ejemplo 36.3, el cual muestra el inicio del No. 6, O Konig aller Volker. El
segundo tenor (la voz inferior del pentagrama de tenor) presenta una tonada modal
de canto llano, centrada sobre La y que no se desplaza más allá de una cuarta en
cualquier dirección. Su ritmo se limita a notas negras y blancas y en cada compás
cambia la duración para adecuarse a la acentuación del texto. La melodía del tenor
EJEMPLO 36.3 O Konig aller Volker, No. 6, de las Siete Antífonas del Magnificar, de Part
El uso de un material y de procesos más simples de captar fue una estrategia utiliza-
da por los compositores para hacer su música más accesible. Otra estrategia consistía
en invocar significados e imágenes extramusicales, con la esperanza de que los oyen-
tes aceptasen sonidos inusuales si sus significados estaban claros. La espiritualidad ha
sido un tema recurrente, que ha dado continuidad al longevo vínculo entre música,
religión y trascendencia.
A pesar del ateísmo oficial de la Unión Soviética en la que nació, casi todas las
obras de Sofia Gubaidulina (nacida en 1931) poseen una dimensión espiritual, a
menudo sugerida en el título. Los cinco movimientos de su sonata para violín y vio-
lonchelo, ¡Regocijaos! (1981), se inspiraron en textos devocionales del siglo XVIII. Se-
gún la compositora, esta sonata expresa la trascendencia desde la realidad ordinaria
hacia un estado de alegría y se apoya especialmente en el movimiento desde una
nota fundamental hasta sus armónicos para encarnar el viaje de la conciencia. El
quinto movimiento, que lleva la inscripción «Escucha la pequeña voz interior», es un
estudio de cromatismos, trémolos y armónicos, en particular glissandos que se ex-
tienden desde las graves notas fundamentales del violonchelo hasta los armónicos
más agudos.
La música del compositor inglés John Taverner (nacido en 1944) gira también al-
rededor de ciertas inquietudes espirituales. Después de escribir obras influidas por el
serialismo y la construcción en bloques de Stravinsky, entró a formar parte de la
Iglesia ortodoxa en 1977 y empezó a incorporar elementos de su música litúrgica,
como en la Liturgia de san juan Crisóstomo (1977) para coro sin acompañamiento.
Consiguió hacerse famoso gracias a obras sacras corales, con un lenguaje armónica-
mente sencillo y derivado del canto llano; posteriormente, aplicó un estilo similar a
una serie de obras instrumentales sobre asuntos religiosos que adquirieron celebridad
internacional y de las cuales The Protecting Veil (El Velo Protector, 1987) para vio-
lonchelo y orquesta de cuerdas es la más conocida.
R. Murray Schafer (nacido en 1933), el compositor canadiense más destacado de
la época, ha atravesado una amplia variedad de estilos, del neoclasicismo a la van-
guardia, aunque la mayoría de sus obras están basadas en inspiraciones extramusica-
les. Sus obras orquestales Dream Rainbow Dream Thunder (1986) y Manitou (1995),
por ejemplo, reflejan ideas de la cultura de los inuits, aborígenes de Canadá. Su in-
novación más sorprendente es lo que él llama música ambiental, piezas que se esca-
pan de la sala de concierto y requieren algo más que la escucha pasiva de los oyentes.
Music far Wilderness Lake (Música para un lago en un paraje natural, 1979) debe in-
terpretarse durante el amanecer y el ocaso junto a un pequeño lago alejado de todo
asentamiento humano, con doce trombonistas colocados alrededor de la orilla y to-
cando melodías meditativas, unos frente a otros, para que su música atraviese las
aguas, mientras el director da la entrada desde una balsa o una plataforma sobre el
agua y hace partícipes también a los sonidos de animales. De manera ideal, los oyen-
tes participarían en el evento al experimentar el lago, su silencio, sus sonidos y el pa-
raje natural circundante mientras se ejecuta la música: en realidad, la mayor parte de
la gente únicamente puede ver dicho acontecimiento en una película.
Muchas obras de la compositora estadounidense Joan Tower (nacida en 1938) se
basan en imágenes. Silver Ladders (Escaleras de plata, 1986) para orquesta consta de
líneas ascendentes (las «escaleras» del título), sea por grados conjuntos o en saltos de cuar-
ta, que se desplazan a diferentes velocidades a través de una multiplicidad de textu-
ras. El «plateado» del título ha de evocar el metal tanto en su estado sólido, encarna-
do en las densas secciones orquestales, como en su estado fundido, representado en
los solos libres y fluidos del clarinete, el oboe, la marimba y la trompeta. La pieza
ofrece un juego abstracto de ideas musicales, pero las imágenes aportan al oyente un
gancho accesible que hace la obra más fácil de seguir. Made in America (2005) de
Tower está basada no en una imagen visual, sino en una sónica. Encargada por or-
questas de bajo presupuesto e interpretada en los cincuenta estados de América du-
rante los dos años de su composición, la obra es una fantasía sobre America the Beau-
tijiti; gradualmente revela más de la melodía con el tiempo sin nunca exponerla por
completo.
La cita y el poliestílismo
Otra idea ha consistido en ampliar la cita y el collage (véase capítulo 35) hasta in-
cluir la combinación de los estilos pasados y presentes. Esta fusión de estilos en la
música se ha comparado con la arquitectura de Philip Johnson, Robert Venturi, Ce-
sar Pelli y otros artistas, que dejaron a un lado las fachadas de puro vidrio del mo-
dernismo de mediados del siglo XX e incorporaron elementos de estilos anteriores a
diseños esencialmente modernistas, una mezcla que acabó por llamarse postmodernis-
mo. Un aspecto central del postmodernismo es su alejamiento de la creencia, crucial
al pensamiento modernista, de que la historia progresa irreversiblemente en una sola
36. La música desde 1970
cula El violín rojo (1998), sigue la vida de un violín desde su fabricante, a través de
una serie de propietarios, hasta su subasta en el presente. Coriogliano creó un Leit-
motiv para el violín y lo desarrolló en una serie de piezas que representan la época y el
estilo de cada propietario, desde un concierto del siglo XVIII hasta la música gitana y
una improvisación virtuosista del siglo XIX. Coriogliano adaptó la música para su uso
en conciertos en la Red Violín Chaconne (1997) y el Red Violín Concerto (2007).
El compositor más ingenioso y popular a la hora de utilizar la cita y las alusiones
estilísticas es Peter Schickele (nacido en 1935). Sus obras, como sus cinco cuartetos
de cuerda (1983-1998), son casi siempre tonales. Se apoyan en una amplia variedad
de estilos, de Stravinsky al jazz y el rock, y crea forma y expresión a través de los
contrastes de estilo, carácter, textura, figuración, timbre, dinámica y de otros facto-
res, empleando en ocasiones citas con efectos humorísticos. Se le conoce sobre todo
por su música bajo el disfraz de P. D. Q. Bach, el supuesto hijo más pequeño de J. S.
Bach, que no heredó ninguno de los talentos de su padre. Este personaje le permite
a Schickele parodiar la música antigua, su práctica interpretativa y a los musicólogos.
Las convenciones interpretativas salen mal, como el prolijo e interminable acompa-
ñamiento del bajo continuo de la cantata lphígenía in Brooklyn (1964); se emplean
instrumentos extraños, como el atril de varas y doble lengüeta que parodia los ins-
trumentos inusuales reivindicados por la música antigua, y toda expectativa estilísti-
ca resulta frustrada con resultados hilarantes. Por ejemplo, en la Sinfonía «Howdy»
(1982) -contrapartida de la Sinfonía de los Adioses de Haydn-, el primer movi-
miento allegro usa los contrastes de estilo para delinear la forma, como en la música
de la época clásica (véase capítulo 22), pero aquí los estilos van de lo clásico al vode- a\
vil, el jazz de las big bands y las disonancias modernistas; las ingeniosas incongruen-
cias y sorpresas típicas de Haydn se tornan aquí burlescas. SG
m
es;
El neorromanticismo «h
dii
En su búsqueda de herramientas expresivas que conectasen directamente con los dí;
oyentes, algunos compositores adoptaron el lenguaje tonal conocido del Romanticis- tOJ
mo del siglo XIX o incorporaron sus sonidos y gestos, tendencia conocida como neo-
rromanticismo.
Por ejemplo, tras conseguir cierta reputación con piezas basadas en cexcuras y EJE
procesos (véase capítulo 34), Krzysztof Penderecki se concentró cada vez más en la
melodía y se apoyó en los estilos, los géneros y la práctica armónica del pasado para
sus obras neorrománticas desde mediados de los años setenta en adelante, como el
Concierto para violín No. 1 (1976-1977) y la ópera Paraíso perdido (1975-1978)º
Las luchas del sindicato Solidaridad para conseguir la democracia en Polonia inspira-
ron el Réquiem polaco (1980-1984), en el cual Penderecki combinó el neorromanti-
cismo y algunos elementos de los estilos del Renacimiento y del Barroco con sus tex-
turas características de los años sesenta, en una nueva síntesis de estilos.
36. La música desde 1970 1135
Interesado por la cita en los años sesenta, aunque procedente del serialismo (véase ca-
pítulo 34), George Rochberg siguió evolucionando en los años setenta hasta emplear es-
tilos románticos y de un modernismo temprano en virtud de su potencial expresivo. Su
Cuarteto de cuerda No. 5 (1978) es neorromántico en tres de sus cinco movimientos.
Cada movimiento está escrito en un estilo consistente, pero los estilos difieren considera-
blemente de un movimiento a otro. El primer movimiento es una forma sonata llena de
brío en La mayor que recuerda al último Beethoven o a Schubert; la segunda, un triste
movimiento lento en Mi bemol menor, cuyos cánones y armonías ligeramente disonan-
tes recuerdan al Bartók temprano; el tercero, un scherzo beethoveniano en La menor
con un trío mahleriano; el cuarto, una serenata atonal que se asemeja a las obras de
Schéinberg y de Berg; y el movimiento final, un rondó enérgico en permanente desarro-
llo y de rápidas aunque tonales modulaciones, en estilo romántico tardío, parecido al
Primer cuarteto de Schonberg. La mezcla de lenguajes desafió la expectativa tradicional
de que la música fuese estilísticamente uniforme, pero aún más radical fue la decisión
por parte de Rochberg de reivindicar estilos del pasado y de usarlos en un esfuerzo entu-
siasta e incondicional, con el fin de apropiarse de tales fuentes sin los efectos de distan-
ciamiento evidentes en el neoclasicismo de Stravinsky o en el poliestilismo de Schnittke.
David Del Tredici (nacido en 1937) abrazó el neorromanticismo por una razón
diferente. Tras utilizar en los años sesenta los métodos atonales y seriales, modificó su
estilo radicalmente cuando comenzó a poner música a fragmentos de las narraciones
para niños de Lewis Carroll y a sentir que sus fantasías requerían una presentación di-
recta y comprensible. FinalAlice (1974), sobre un texto de los capítulos finales de Las
aventuras de Alicia en el país de las maravillas, está compuesta para soprano amplifica-
da y orquesta, con un grupo «folk» de banyo, mandolina, acordeón y dos saxofones
soprano. La soprano relata e interpreta todas las voces, y canta una serie de arias. El
motivo central de la pieza, una sexta mayor ascendente introducida por los saxofones,
es recogida por los otros instrumentos y se convierte en el intervalo fundamental de
«la Acusación», cantada por el conejo blanco y que mostramos en el ejemplo 36.4; es
difícil imaginar una insistencia mayor en las sextas ascendentes dentro de una melo-
día. En esta y en otras arias, la orquesta y el grupo folk acompañan en una especie de
tonalidad disparatada, con ritmos de danza levemente desbaratados y múltiples capas
J'' f l IB 'S77t" p 16
"The Queen of Hearts, she made sorne tarts, Ali on a sum - mer day, _ _ The
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Knave of Hearts, he stole those tarts And took them quite a - way!"
El siglo XX}' tkpr'!!..
Otra vía que los compositores han buscado para conectar directamente con los oyen-
tes mientras creaban una personalidad musical peculiar consiste en incorporar ele-
mentos de la música popular. Este enfoque es semejante al del neorromanticismo, el
cual incorpora el idioma más popular a la tradición clásica y a la música de Tercera
Corriente, que combina el jazz con los estilos clásicos (véase capítulo 35).
El compositor argentino Ástor Piazzola (1921-1992) combinó la tradición argen-
tina del tango con elementos del jazz y la música clásica para crear un estilo nuevo,
el nuevo tango. Conoció el jazz durante su infancia en Nueva York, se convirtió en
un músico profesional de tango en Argentina y estudió composición con Alberto
Ginastera y Nadie Boulanger; estaba bien formado en las tres tradiciones. Su nuevo
tango incorporaba la improvisación del jazz y extraía diversos elementos de la tradi-
ción clásica, incluidos los procedimientos barrocos del contrapunto, la fuga y la pas-
sacaglia, el cromatismo moderno, la disonancia y las melodías angulares y las ideas
de formas extensas y de una música digna de escucharse por sí misma. Tras desarro-
llar el nuevo estilo mientras tocaba con su grupo en su club de Buenos Aires, Piazzo-
la se trasladó en 1974 a Roma, donde escribió obras más ambiciosas, como Libertan-
go (1991), La Camorra en tres movimientos (1989) y las Cinco Sensaciones de Tango
(1991) por encargo del Cuarteto Kronos. Como Gershwin en su Rhapsody in Blue y
en Porgy and Bess, Piazzola se apoyó en una tradición popular viva para crear una
música que ahora interpretan los conjuntos clásicos.
Osvaldo Golijov (nacido en 1960) creció en una familia judía argentina escu-
chando música clásica, el nuevo tango de Piazzola, la música de la sinagoga y klez-
mer (un estilo popular judío europeo) y se ha apoyado en todos ellos en su música.
Después de estudiar con George Crumb, ha hecho carrera en Estados Unidos. Su
mayor celebridad llegó con la concesión del Premio Grammy a su ópera Ainadamar:
Fuente de Id.grimas (2005), sobre el poeta español Federico García Lorca, asesinado
por los fascistas en 1936. La cautivadora partitura combina música de computadora,
musique concrete y disonancias modernistas con elementos de la música del flamenco
español, ritmos cubanos y música popular latinoamericana.
36. La música desde 1970 1137
Llegar al público
Final Atice, de David Del Tredici, suscitó el elogio inmediato por parte de los oyen-
tes, como se observa en las reseñas acerca de su estreno en octubre de 1976.
---·---
Pero algunos de sus colegas compositores consideraron esta obra una traición a los
principios modernistas y Del Tredici se vio obligado a defender su éxito.
A medio camino de la composición de la pieza, pensé, «Oh, Dios mío, si lo dejo así, mis
colegas pensardn que estoy loco». Pero entonces pensé, «¿Qué otra cosa puedo hacer? Si no
se me ocurre nada mds, no puedo ir en contra de mis instintos». Pero me sentí aterroriza-
do de que mis colegas me considerasen un idiota... La gente cree ahora que yo quería ser
tonal y tener un gran público. Pero esto no era verdad. Yo no quería ser tonal. Mi mundo
eran mis colegas -mis amigos compositores... El éxito de Final Ali ce foe una manera de
distinguir con quién estaban mis verdaderos amigos. Pienso que muchos compositores
consideran el éxito como una especie de amenaza.. Es mucho mejor, creen ellos, que nadie
tenga éxito, para estar todos en el mismo barco. Los compositores empiezan ahora a com-
prender que, si una obra emociona al auditorio, no significa que ésta sea terrible. En mi
generación se considera vulgar tener un público real como una pieza. en la primera escu-
cha. Pero ¿por qué escribimos música si no es para conmover a la gente y para ser expresi-
vos? ¿Para conseguir que aquello que nos ha conmovido, conmueva a otras personas?
justo ahora, el público se limita a rechazar la música contempordnea. Pero si empieza
a gustarles una cosa, entonces comenzardn a tener cierta perspectiva. Esto supondrá ya
una diferencia, que siempre existió en el pasado. El gigante dormido es el público.
De una entrevista con John Rockwell, en The New York Times, domingo, 26 de octubre de 1980, Sec-
ción D, pp. 23, 28.
1138 El siglo }(}( y desp'!Í!.
La comunicación directa
Las piezas tratadas aquí representan solamente unas pocas de las muchas estrategias
utilizadas por los compositores para comunicarse de manera directa con los oyentes.
En los años noventa, la mayoría de ellos intentó escribir una música que el público
no especializado pudiese captar, emplearon lenguajes, gestos y otros elementos fami-
liares extraídos de toda la gama de la historia de la música, de los estilos populares y
de las músicas del mundo. Estos elementos familiares se yuxtapusieron o fusionaron
con frecuencia de un modo inaudito hasta entonces, con el fin de facilitar una nueva
experiencia y de conseguir un perfil característico. Así, los compositores procuraron
conservar el gran valor concedido a la individualidad desde el siglo XIX, mientras in-
tentaban reivindicar el atractivo inmediato que, como muchos sentían, se había per-
dido en la época moderna.
El minimalismo fue sólo una de las muchas corrientes de la música occidental inspi-
radas por las músicas de Asia y de África.
Algunos compositores se apoyaron directamente en las músicas asiáticas. Bright
Sheng (nacido en 1955), nacido y formado en China, se trasladó a Nueva York
en 1982 para continuar sus estudios y hacer carrera en los Estados Unidos. Busca inte-
36. La música desde 1970 1139
¿Y ahora qué?
Es demasiado pronto para saber qué música de finales del siglo XX o de principios
del siglo XXI se recordará, interpretará y escuchará en el futuro o ejercerá su influen-
cia sobre la música posterior. Las tendencias cambian con demasiada rapidez para
1140 El siglo XX y desp"f!.
poder dar una visión global, equilibrada y completa de la música reciente. Pero pare-
ce claro que una tensión continuada está presente en todos los tipos de música, encte
el deseo de encontrar un nicho de oyentes comprometidos cuyo apoyo sea perma-
nente y la aspiración a encontrar un público amplio. Existen pocas piezas que todo
el mundo conozca; quizá los himnos nacionales y la música cinematográfica sean las
más próximas a una experiencia musical compartida, de manera semejante a como
ocurría en el pasado. El éxito inmediato y la presencia permanente de que goza Bee-
thoven en la música para orquesta, Verdi en la ópera, Duke Ellington en el jazz 0 los
Beatles en la música popular no parece ya posible entre los músicos que trabajan hoy
porque el público está tan dividido que resulta improbable que se alcance hoy tal
unanimidad de opiniones.
Y sin embargo, puede que la relativa ausencia de figuras dominantes sea algo po-
sitivo. La música del pasado y la del mundo entero está ahora más disponible que
nunca. Gracias a la radio, a las grabaciones y a la mercadotecnia, la mayor parte de la
música que hemos estudiado se escucha hoy cada año por un mayor número de gen-
te que en vida del compositor. No hay necesidad de concentrar nuestro interés en
unos pocos compositores geniales cuando una variedad tan grande existe para que la
disfrutemos. Las posibilidades que tenemos a la hora de escoger una música para es-
cucharla o interpretarla son casi ilimitadas. Y lo son también las posibilidades de la
nueva música. Con los nuevos software de ordenador y con la técnica de collage que
hallamos tanto en la música clásica como en el rap, hoy es posible para todos los que
tenemos acceso a la tecnología componer nuestra propia música, aun sin tener for-
mación en la práctica interpretativa. En cierto sentido, estamos rodeados de más
música de la que podemos consumir. Pero quizá estemos también regresando a algo
similar a las condiciones de la música de hace mucho tiempo, cuando cada cancanre
cantaba su propia canción.
Glosario
Dentro de una definición, los términos definidos en este glosario están en mayúsculas. No se
incluyen aquí los términos definidos en diccionarios generales.
a capella (en italiano, «estilo de capilla»): Modo de canto coral sin acompañamiento instru-
mental.
Abgesang: Véase BAR FORM.
acorde: Tres o más NOTAS simultáneas escuchadas como una única entidad. En la música TO-
NAL, tres o más notas que pueden disponerse como una sucesión de terceras, como en
una T!ÚADA.
acto: Principal división de la ÓPERA. La mayor parte de las óperas tienen de dos a cincos ac-
tos, aunque algunas tienen sólo uno.
afectos: Emociones o estados de ánimo objetivados o arquetípicos, como la tristeza, la ale-
gría, el miedo o el asombro; un objetivo de buena parte de la música BARROCA consistía
en suscitar los afectos.
Agnus Dei (en latín, «Cordero de Dios»): La quinta de las cinco principales partes integran-
tes de la música del ORDINARIO de la MISA, basadas en la letanía.
agrément (en francés, «agrado»): ORNAMENTO de la música francesa, generalmente indicado
por un signo.
air de cour (en francés, «air de corte»): Tipo de canción para voz y acompañamiento, desta-
cado en Francia desde aproximadamente 1580 hasta el siglo XVII.
air: Canción inglesa o francesa para voz solista con acompañamiento instrumental, compues-
ta sobre una poesía rimada, a menudo ESTRÓFICA y generalmente en el COMPÁS de una
danza.
Alberti, bajo de: Acompañamiento de ACORDES arpegiados usual en la segunda mitad del si-
glo XVIII y llamado así según Domenico Alberti, quien empleó frecuentemente tal FIGU-
RACIÓN.
1142 Glo nrio
aleatoriedad: Enfoque de la composición musical del que fue pionero John Cage, según el
cual algunas de las decisiones normalmente tomadas por el compositor se determinan, en
su lugar, mediante procedimientos aleatorios, como echarlo a cara o cruz. La aleatoriedad
se diferencia de la INDETERMINACIÓN, aunque comparte con ella el resultado por el cual
los sonidos musicales no transmiten una intención y han de experimentarse por ello úni-
camente como sonido puro.
Aleluya: Parte integrante del PROPIO de la MISA, cantado justo antes de la lectura del Evange-
lio y que consta de una RESPUESTA al texto «Alleluia», de un versículo y de una repetición
de la respuesta. Los aleluyas del CANTO LLANO son por lo general melismáticos en estilo y
se cantan de manera RESPONSORIAL, alternando uno o más solistas con el CORO.
allemande (en francés, «alemán»): DANZA altamente estilizada en FORMA BINARIA, en compás
cuaternario moderadamente rápido, con un movimiento casi continuo y que comienza
con una anacrusa. Popular durante el RENACIMIENTO y el BARROCO, aparece con frecuen-
cia como la primera danza de la SUITE.
alteraci6n: Signo que exige la alteración del tono de una NOTA: un sostenido (#) eleva el tono
en un semitono, un bemol (l.) lo hace descender en un semitono y un becuadro ~) cance-
la una alteración previa.
alto (de ALTUS): 1) Voz femenina relativamente grave o voz masculina aguda. 2) Parte de di-
cha voz en una obra para CONJUNTO.
ámbito: Un conjunto de notas, como el ámbito de una MELODfA o de un MODO.
ambrosiano, canto: Un repertorio de CANTO LLANO eclesiástico utilizado en Milán.
amor cortés: Véase FINE AMOUR.
anthem: Una obra sacra y polifónica en inglés para los oficios religiosos de la Iglesia angli-
cana.
antífona: 1) Un CANTO LITÚRGICO que precede y sigue al SALMO o al CÁNTICO en los
OFICIOS. 2) En la misa, un canto asociado originariamente a la SALMODIA ANTIFONAL; es-
pecíficamente, la COMUNIÓN y las partes primera y final del INTROITO.
antifonal: Adjetivo que describe un modo de interpretación en el que dos o más grupos se al-
ternan.
apunte (sketch): Término general para una idea compositiva anotada en un cuaderno o el pri-
mitivo esbozo de una obra.
aquitana, polifonía: Estilo de POLIFONfA del siglo XII, el cual abarcaba tanto el DISCANTO
como el ORGANUM FLORIDO.
aria da capo: FORMA de ARIA en dos secciones. La primera sección se repite después del final
de la segunda sección, que lleva la indicación da capo (en italiano, «desde la cabeza»),
dando lugar a una FORMA ABA.
aria (en italiano, «aire»): 1) A finales del siglo XVI y principios del XVII, cualquier sección de
un poema ESTRÓFICO en italiano para un cantante solista. 2) Monólogo lírico en una
ÓPERA u otra obra vocal, como una CANTATA o un ORATORIO.
arioso: 1) RECITATIVO ARIOSO. 2) Pasaje breve y parecido a un ARIA. 3) Estilo de escritura vo-
cal próximo al lirismo de un ARIA pero más libre en su forma.
armonía: Aspecto de la música concerniente a las combinaciones simultáneas de NOTAS, a los
INTERVALOS y ACORDES que resultan, y a la correcta sucesión de los acordes.
Glosario 1143
arpa: Instrumento de cuerda pulsada con caja de resonancia, consola y cuerdas de forma
triangular irregular. Las cuerdas ascienden de manera perpendicular, desde la caja de reso-
nancia hasta la consola.
arpegio (del italiano «arpa»): FIGURA de ACORDES arpegiados.
Ars Nova (en latín, «arte nuevo»): Estilo de POLIFONfA del siglo XIV en Francia, que se distingue
de los estilos anteriores por un nuevo sistema de NOTACIÓN rítmica que permite la divi-
sión doble o triple del valor de la NOTA, por las SÍNCOPAS y por una gran flexibilidad rítmica.
Ars Subtilior (en latín, «arte más sutil»): Estilo de POLIFONfA de finales del siglo XIV o de los
primeros años del siglo XV en el sur de Francia y en el norte de Italia, que se distingue por
su extrema complejidad en el ritmo y en la NOTACIÓN.
atonal, atonalidad: Términos empleados para designar una música que evita el estableci-
miento de un tono central o de un centro tonal (como la TÓNICA en la música TONAL).
aulos: Antiguo instrumento griego de lengüeta, generalmente tocado en parejas.
bajo (de BASSUS): 1) La voz más grave en una obra de CONJUNTO. 2) Voz grave masculina. 3)
Instrumento grave, especialmente el bajo de cuerdas o bajo de VIOLA.
bajo caminante: Línea del BAJO en la música BARROCA -y posteriormente en el JAZZ- que
se desplaza de manera estable y continua.
bajo cifrado: Una forma del BAJO CONTINUO, en la cual la línea del BAJO está escrita con nú-
meros o signos de sostenidos y bemoles para indicar los ACORDES apropiados que deben
ejecutarse.
bajo continuo: 1) Sistema de NOTACIÓN y práctica interpretativa, utilizada en el PERIODO BA-
RROCO, en el cual una línea de BAJO instrumental está escrita y uno o más intérpretes de
teclado, LAÚD o instrumentos similares rellenan la ARMONfA con los apropiados ACORDES
o con líneas MELÓDICAS IMPROVISADAS. 2) La propia línea del bajo.
bajo fundamental: Término acuñado por Jean-Philippe Rameau para indicar la sucesión de
los tonos fundamentales en una serie de ACORDES.
bajo ostinato (en italiano, «bajo persistente») o ground bass: Un esquema en el BAJO que se
repite mientras cambia la MELODfA por encima de él.
balada: 1) Largo poema narrativo o composición musical sobre dicho poema. 2) Forma poé-
tica alemana de finales del siglo XVIII que imitaba la balada folclórica de Inglaterra y de
Escocia y puesta en música por los compositores alemanes. La balada era más extensa que
el LIED tanto en forma como en contenido emocional.
hallad opera: GÉNERO del teatro cómico inglés del siglo XVIII que constaba de canciones en
las que textos nuevos se acoplaban a tonadas prestadas.
ballade: FORME FIXE francesa, generalmente en tres estrofas, en la cual cada estrofa tiene la
FORMA musical aab y concluye con un ESTRIBILLO. 2) Pieza instrumental inspirada por el
GÉNERO de la poesía narrativa.
ballata (del italiano bailare, «bailar»; pl. ballate): GÉNERO de canción italiana del siglo XIV,
con la FORMA AbbaA, en la cual A es la ripresa o ESTRIBIUO y la única estrofa consta de
dos piedi (bb) y una volta (a), cantada con la música de la ripresa.
ballet de court: GÉNERO francés del siglo XVII, una extensa obra musical y dramática con ves-
tuario, escenografía, poesía y danza en la que participaban tanto miembros de la corte
como bailarines profesionales.
1144 Glosario
ballet: En la Francia de los siglos XVI y XVII, entretenimiento en el que tanto profesionales
como invitados bailaban; posteriormente, una obra escénica bailada por profesionales.
balletto, ballett (en italiano, «pequeña danza»): GÉNERO de canción italiana (y más tarde in-
glesa) del siglo XVI, en un estilo simple, danzarín y HOMOFÓNICO, con secciones repetidas
y estribillos «fa-la-la».
banda de concierto: Gran CONJUNTO de vientos, metales e instrumentos de percusión cuyos
miembros ejecutan la música sentados en las salas de concierto, como una ORQUESTA.
banda: Gran CONJUNTO de instrumentos de viento, metales y percusión o de metales e ins-
trumentos de percusión sin viento-madera.
bardo: Cantante-poeta medieval, especialmente de poemas épicos.
Bar form: FORMA de canción en la que la primera sección de la MELODfA se canta dos veces
con textos diferentes (las dos STOLLEN) y el resto (el ABGESANG) se canta una vez.
Barroco (del portugués barroco, «una perla deforme»): PERIODO de la historia de la música
desde aproximadamente 1600 hasta alrededor de 1750, coincidente con los periodos del
RENACIMIENTO tardío y del CLASICISMO temprano.
bas (en francés, «bajo»): De los siglos XIV a XVI, término que designaba instrumentos suaves
como VIELAS o FIDELES y ARPAS. Véase HAUT.
basse danse (en francés, «baja danza»): Tipo de danza majestuosa y en pareja del siglo XV y
principios del siglo XVI.
bassus (en latín, «bajo»): En la POLTFONfA DE los siglos XV y XVI, la voz más grave; original-
mente CONTRATENOR BASSUS.
bebop (o bop): Un estilo de JAZZ desarrollado en Nueva York en la década de 1940 con una
textura rítmica diversificada, un vocabulario armónico enriquecido y énfasis en una lM-
PROVISACIÓN consistente en MELODfAs rápidas y FRASES asimétricas.
bel canto (en italiano, «bello canto»): Elegante estilo vocal italiano de principios del si-
glo XIX, caracterizado por las melodías líricas, ornamentadas y floridas que exhiben la be-
lleza, la agilidad y la fluidez de la voz del cantante.
big band: Tipo de gran CONJUNTO DE JAZZ, popular en el periodo de entreguerras y com-
puesto de metales, instrumentos de lengüeta y SECCIONES R1TMICAS, que interpretaba
arreglos preparados, los cuales incluían unísonos rítmicos y diálogos coordinados entre las
secciones y los solistas.
bizantino, canto: El repertorio de canto llano eclesiástico utilizado en el RITO bizantino y en
la moderna Iglesia ortodoxa griega.
blue note: Leve descenso o apoyatura doble de un tono de los grados tercero, quinto o sépti-
mo de una ESCALA MAYOR, común al blues y al jazz.
blues de doce compases: Fórmula estándar de BLUES, con una PROGRESIÓN ARMÓNICA en la
cual la primera FRASE de cuatro compases está en la TÓNICA, la segunda frase comienza en
la SUBDOMINANTE y concluye en la tónica, y la tercera frase comienza en la DOMINANTE Y
regresa a la tónica.
blues: 1) GÉNERO vocal afro-americano basado en una fórmula simple y reiterativa y caracte-
rizado por un estilo específico de interpretación. 2) BLUES DE DOCE COMPASES.
bop: Véase BEBOP.
bordón: NOTA o notas mantenidas durante toda una pieza o sección.
Gwsario 1145
branle gay: DANZA del RENACIMIENTO en un animado COMPÁS ternario y basada en un paso
de balanceo hacia los lados.
breve (del latín brevis, «breve»): En los sistemas medieval y RENACENTISTA de NOTACIÓN RfT-
MICA, una NOTA normalmente igual a una mitad o un tercio de una LONGA.
burden: 1) En la POLIFONfA medieval inglesa, la voz más grave. 2) En el CAROL inglés, el ES-
TRIBILLO.
contrasta con un CONJUNTO ORQUESTAL. Véase también CONCIERTO PARA SOLISTA, CON-
CERTO GROSSO y CONCIERTO PARA ORQUESTA.
concierto para orquesta: GÉNERO orquestal en varios MOVIMIENTOS, originado a finales del
siglo XVII, que pone el énfasis en la voz del primer VIOLÍN y en el BAJO, evitando la TEX-
TURA más CONTRAPUNTfSTICA de la SONATA.
concierto para solista: CONCIERTO en el cual un único instrumento, como el VIOLfN, con-
trasta con una ORQUESTA.
concierto sacro: En el siglo XVII, una COMPOSICIÓN sobre un texto sagrado para uno 0 más
cantantes y acompañamiento instrumental.
concitato: Véase STILE CONCITATO.
conductus: Una canción medieval seria, MONOFÓNICA o POLIFÓNICA, que pone música a un
poema rítmico, rimado y en latín.
conjunto: 1) En la antigua música griega, adjetivo utilizado para describir la relación entre
dos TETRACORDOS, cuando la nota más grave de uno coincide con la nota más aguda del
otro. 2) De una MELODÍA, la que comprende sobre todo GRADOS CONJUNTOS. 3) Un gru-
po de cantantes o de intérpretes de instrumentos que ejecutan música juntos. 4) En una
ÓPERA, un pasaje o pieza para más de un cantante.
conjunto de clases de tonos (o conjunto) : Una colección de CLASES DE TONOS que conserva
su identidad cuando se transpone, invierte o reordena, la cual se utiliza MELÓDICA y AR-
MÓNICAMENTE.
conjunto de viento: Gran CONJUNTO de vientos-madera, metales e instrumentos de percu-
sión, casi siempre con un intérprete por voz, dedicado exclusivamente a la música seria,
en lugar de a la mezcla de MARCHAS y otras piezas usualmente tocadas por las BANDAS.
conservatorio: Escuela especializada en la enseñanza de la música.
consonancia: INTERVALO O ACORDE que origina un sonido estable y armonioso. Compárese
DISONANCIA.
consort: Nombre inglés (usual aproximadamente en los años 1575-1700) para designar un
grupo de instrumentos, ya fuesen todos del mismo tipo (llamado foil consort), como un
consort de VIOLAS, o de tipos diferentes (llamado broken consort).
contenance angloise (en francés, «estilo o cualidad inglesa»): Cualidad característica de la
música inglesa de principios del siglo XV, marcada por omnipresentes CONSONANCIAS y
por un uso frecuente de las terceras y sextas ARMÓNICAS, a menudo en movimiento para-
lelo.
continuo: BAJO CONTINUO.
continuo, instrumentos del: Instrumentos utilizados para ejecutar un BAJO CONTI NUO
como el CLAVE, el órgano, el LAÚD o la TIORBA.
contrafacto: En el JAZZ, una MELODfA nueva compuesta sobre una .PROGRESIÓN ARMóNI
tomada de otra canción.
contrafactum (en latín, «contrahecho»; pl. contra/acta): La práctica de sustituir el texto de
una obra vocal por un texto nuevo, mientras la música sigue siendo la misma; o la pieza
resultante.
contrapuntístico: Que emplea el CONTRAPUNTO, es decir, dos o más líneas MELÓDICAS si-
multáneas.
Glosario 1151
' ---~-
cual MODULA a través de una pluralidad de TONALIDADES y en la cual se presentan los TE-
MAS de la EXPOSICIÓN de nuevas maneras.
descriptiva, música: Véase MÚSICA CARACTERfSTICA.
dialecto del canto: Uno de los repertorios del CANTO LLANO eclesiástico, incluidos los CAN-
TOS GREGORIANO, BIZANTINO, AMBROSIANO y VIEJO ROMANO (o PROTO-ROMANO).
diastemático: Tiene que ver con los INTERVALOS. En el movimiento diastemático, la voz se
desplaza entre tonos que se mantienen y están separados por intervalos discretos; en la
NOTACIÓN diastemática, los intervalos aproximados se indican por una altura relativa
(véase NEUMAS DE ALTURA PRECISA).
diatónico: 1) En la antigua música griega, adjetivo que designa µna TETRACORDO de dos TO-
NOS ENTEROS y un SEMITONO. 2) Nombre de una ESCALA que consta de cinco tonos ente-
ros y de dos semitonos, y en la que los semitonos están separados por dos o tres tonos en-
teros. 3) Adjetivo que designa una MELODfA, un ACORDE o un pasaje basado
exclusivamente en una única escala diatónica.
diegética, música o música de primer plano: En el cine, una música escuchada o interpreta-
da por los propios personajes.
digital: Relativo a los métodos de producción o grabación de sonidos musicales mediante su
traducción en series codificadas de pulsos on-off, o 1 y O, del mismo modo que los orde-
nadores almacenan y transmiten datos.
dinámica: Nivel de sonoridad o grado de intensidad, suave o fuerte, de los sonidos.
directo: Perteneciente a una manera de interpretar el CANTO LLAi"l"O, sin la alternancia entre
grupos (véase ANTIFONAL) o entre solista y grupo (véase RESPONSORIAL).
director de orquesta o de coro: Persona que dirige una interpretación, especialmente la eje-
cutada por una ORQUESTA, de una BANDA, de un CORO o de otro CONJUNTO grande, por
medio de sus gestos.
discanto (en latín, «canto aparte»): 1) Estilo de POLIFONfA del siglo XII, en la cual la voz supe-
rior o las voces superiores ejecutan de una a tres NOTAS por cada nota de la voz inferior. 2)
Voz de TIPLE.
disjunto: 1) En la antigua música griega, adjetivo usado para designar la relación entre dos
TETRACORDOS cuando la NOTA más grave de uno está un tono entero por encima de la
nota más aguda del otro. 2) De una MELODfA, la que consta mayormente de saltos (terce-
ras) y brincos (INTERVALOS más grandes) en lugar de GRADOS CONJUNTOS.
disminución: 1) Reducción uniforme de los valores de las NOTAS en una MELODfA o una FRA-
SE. 2) Tipo de ORNAMENTACIÓN IMPROVISADA de los siglos XVI y XVII, en la cual notas re-
lativamente largas son sustituidas por ESCALAS u otras FIGURAS compuestas de notas bre-
ves.
disonancia: 1) Dos o más NOTAS que suenan juntas para producir una discordancia, o un so-
nido que precisa ser resuelto en una CONSONANCIA. 2) Una NOTA que no pertenece al
ACORDE que suena simultáneamente a ella; un TONO que no pertenece al acorde.
diva: Una cantante de ÓPERA femenina muy destacada y que goza del éxito. Véase también
PRIMA DONNA.
divertissement: En la TRAGÉDIE EN MUSIQUE, un largo interludio de BALLET, AIRS para solista,
canto coral y espectáculo, concebido como entretenimiento.
división: Véase DISMINUCIÓN.
Glosario 1153
escala mayor: Sucesión DIATÓNICA de NOTAS con una tercera mayor y una séptima mayor
por encima de la TÓNICA.
escala menor: ESCALA DIATÓNICA que comienza con un TONO ENTERO y un MEDIO TONO
formando una tercera menor por encima de la TÓNICA. La sexta y la séptima por encim~
de la tónica son también menores en la escala menor natural, pero una de ellas o las dos
pueden aumentarse y ser mayores.
escala octatónica (o colección octatónica): Una ESCALA en la que se alternan TONOS ENTEROS y
MEDIOS TONOS.
espacial: Perteneciente a una concepción de la música como sonidos en movimiento a través
del espacio musical, en lugar de entenderse como la presentación o la VARIACIÓN de TE-
MAS o MOTIVOS.
espiritual: Tipo de canción religiosa afro-americana, surgida entre los esclavos sureños y
transmitida mediante tradición oral, con textos a menudo basados en relatos o imágenes
de la Biblia.
estampie: DANZA instrumental medieval que consta de una serie de secciones, cada una toca-
da dos veces con dos finales distintos, OUVERT y CLOS.
estilo de tiple dominante: Estilo usual en los siglos XIV y XV, en el cual la MELODÍA principal
está en el CANTUS, la voz superior que porta el texto, apoyada por un TENOR y por un
CONTRATENOR que se desplazan más lentamente.
estribillo: En una canción, una línea (o líneas) recurrente de texto, generalmente compuesto
mediante una MELODÍA recurrente.
estrófico: De un poema, que consta de dos o más estrofas equivalentes en la forma y que
pueden ser cantadas con la misma MELODÍA; de una obra vocal, que consta de un poema
estrófico compuesto con la misma música en cada estrofa.
estudio (en francés, étude): Una pieza instrumental diseñada para desarrollar una habilidad
particular o una técnica interpretativa. Ciertos estudios del siglo XIX que albergaban un
contenido artístico significativo y eran interpretados en concierto fueron llamados ESTU-
DIOS DE CONCIERTO.
estudio de concierto. Véase ESTUDIO.
ethos: (en griego, «COSTUMBRE»): 1) Carácter moral y ético, o modo de ser o de comporta-
miento. 2) Carácter, estado de ánimo o efecto emocional de un cierto TONO, MODO, ME-
TRO o MELODÍA.
exotismo: Tendencia del siglo XIX según la cual los compositores escribían una música que
evocase sentimientos y ambientes de países remotos o de culturas extrañas.
experimental, música: Una tendencia de la música del siglo XX, concentrada en la explora-
ción de nuevos sonidos, técnicas y recursos musicales.
exposición: 1) En una FUGA, un conjunto de entradas del SUJETO. 2) En la FORMA SONATA, la
primera parte del MOVIMIENTO, en la cual los TEMAS principales se exponen, comenzando
en la TÓNICA y generalmente concluyendo en la DOMINANTE (o en el relativo menor).
expresión del texto: Que transmite o sugiere mediante medios musicales las emociones ex-
presadas en un texto.
expresionismo: Término de principios del siglo XX extraído del arte plástico, según el cual la mú-
sica evita todas las formas tradicionales de «belleza» con el fin de expresar sentimientos perso-
nales profundos, mediante gestos exagerados, MELODÍAS angulares y DISONANCIAS extremas.
Glosario 1155
faburden: Estilo inglés de POLIFONfA IMPROVISADA, vigente durante la Edad Media tardía y el
Renacimiento, en el cual a un CANTO LLANO en la voz intermedia se une una voz superior
que se desplaza paralelamente una cuarta justa por encima de ella y una voz inferior que
se desplaza por debajo del canto llano mayormente en terceras paralelas, progresando has-
ta una quinta inferior para señalar el comienzo y el final de las frases y los finales de la
mayor parte de las palabras.
familia de instrumentos: Conjunto de instrumentos, todos del mismo tipo pero de diferen-
tes tamaños y ámbitos sonoros, como el CONSORT DE VIOLAS.
fantasía (italiano, fantasy): 1) COMPOSICIÓN instrumental que se asemeja a una IMPROVISA-
CIÓN o carece de FORMA estricta. 2) Pieza instrumental IMITATIVA sobre un único tema.
fauxbourdon (faburdón): Estilo continental de POLIFONfA del Renacimiento temprano, en el
cual dos voces están escritas y se desplazan casi siempre en sextas paralelas, concluyendo
cada FRASE sobre una octava, mientras que una tercera voz no-escrita se canta en cuartas
justas paralelas por debajo de la voz superior.
figura musical: En la música BARROCA, un esquema MELÓDICO o un efecto CONTRAPUNTfS-
TICO empleado por convención para transmitir el significado de un texto.
figuración, figura: Esquema MELÓDICO construido con materiales comunes y corrientes,
como ESCALAS o ARPEGIOS, sin ser por lo general lo 'bastante específicos como para ser
considerados un MOTIVO o un TEMA.
final: La NOTA principal de un MODO; la nota usual en la que concluye un CANTO LLANO en
ese modo.
finale, movimiento final: Último MOVIMIENTO de una obra en tres o más movimientos, o
parte conclusiva de un ACTO en una ÓPERA.
finales abierto y cerrado (en francés, ouvert y clos): En una ESTAMPIE, una BALLADE u otra
forma medieval, dos finales diferentes de una sección repetida. El primero («abierto»)
concluye sobre un tono distinto de la FINAL y el segundo («cerrado») termina con una CA-
DENCIA completa sobre la final.
fine amour: (en francés, «amor refinado»; fin' amors en occitano; también llamado amor cor-
tés): Un amor idealizado por una mujer inalcanzable, admirada desde la distancia. Asun-
to principal de TROVADORES y TROVEROS.
flauta dulce: Instrumento de viento en el que se sopla por un extremo con un silbato por bo-
quilla, generalmente hecho de madera.
flauta traversa: Flauta en la que se sopla a través de un agujero en un lado del tubo y que el
intérprete sostiene por el otro lado; utilizada para las formas de la flauta medieval, RENA-
CENTISTA y BARROCA con el fin de distinguirla de la FLAUTA DULCE, en la cual se sopla por
uno de los extremos y se sostiene por delante.
flautín de pico y tamborín: Dos instrumentos tocados por un intérprete, respectivamente un
silbato agudo tocado con la mano izquierda, mientras la mano derecha batía un pequeño
tamborín con un palillo.
folclórica, música: 1) Música de autoría desconocida de una región o pueblo particular,
transmitida mediante tradición oral. 2) En las décadas posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, un tipo de MÚSICA POPULAR que se apoyaba en las tradiciones folclóricas y que
comprendía tanto CANCIONES FOLCLÓRICAS como CANCIONES POPULARES.
forma: La configuración o estructura de una COMPOSICIÓN o de un MOVIMIENTO.
1156
forma binaria redonda: FORMA BINARIA, según la cual la última parte de la primera sección
regresa al final de la segunda sección, pero en la TÓNICA.
forma binaria: Una FORMA compuesta de dos secciones complementarias, cada una de las
cuales se repite. La primera sección suele concluir sobre la DOMINANTE o sobre el relativo
mayor, aunque muchas acaban sobre la TÓNICA o sobre otra TONALIDAD; la segunda sec-
ción regresa a la tónica.
forma de estribillo-verso: una FORMA de música vocal en la cual dos o más estrofas de poesía
se cantan cada una con la misma música (el VERSO) y cada una va seguida del mismo ES-
TRIBILLO.
forma de minueto y trío: FORMA que reúne dos MINUETOS en FORMA BINARIA para producir
un esquema ABA, en el cual A es el minueto y B el TRfO.
forma estrófica modificada: Variante de la FORMA ESTRÓFICA, según la cual la música de la
primera estrofa es variada en las estrofas siguientes, o en la que se produce un cambio de
TONALIDAD, RITMO, carácter o material.
forma ritornello: FORMA estándar de los MOVIMIENTOS rápidos de los CONClF.RTOS de la pri-
mera mitad del siglo XVIII, compuesta de un RITORNELLO ( 4) para ORQUESTA completa
que se alterna con EPISODIOS caracterizados por material virtuoso interpretado por uno 0
más solistas.
forma sonata de movimiento lento: Variante de FORMA SONATA de la época clásica que omite
el DESARROLLO.
formes fixes (en francés, «formas fijas»): Esquemas de repetición poética y musical, cada uno
comprendiendo un ESTRIBILLO, utilizados en las CHANSONS francesas de la Edad Media
tardía y del siglo XV; en particular, la BALLADE, el RONDEAU y el VIRELAI.
fórmula de recitación: En el CANTO LLANO, un simple contorno MELÓDICO utilizado para
una multiplicidad de textos.
franconiana, notación: Sistema de NOTACIÓN descrito por Franco de Colonia alrededor de
1280, en el que se emplean las formas de las notas para indicar sus duraciones.
frase: Una unidad MELÓDICA o de una TEXTURA musical completa que tiene un principio y
un final diferenciados y que va seguida de un silencio o de otra articulación, pero que no
expresa un pensamiento musical completo. Véase PERIODO.
free jazz: Un estilo experimental de jazz introducido en la década de 1960 por Ornette Cole-
man, utilizando una IMPROVISACIÓN, que hace caso omiso de las formas estándar y de las
convenciones del jazz.
frottola (pl. frottole): GÉNERO de canción POLIFÓNICA italiana del siglo XVI en estilo burlesco
y popular, generalmente SILÁBICA, HOMOFÓNICA y DIATÓNICA, con la MELODfA en la voz
superior y caracterizada por ciertos esquemas rítmicos.
fuga (del italiano fuga, «huida»): COMPOSICIÓN o sección de una composición en TEXTURA
IMITATIVA y basada en un único SUJETO, que comienza con las sucesivas exposiciones del
sujeto en cada una de las voces.
fugado: Semejante a una FUGA; que contiene IMITACIÓN semejante a una fuga.
fuging tunes: Tipo de tonada de SALMO o HIMNO americano del siglo XVIII, que consta de un
pasaje en IMITACIÓN libre, generalmente precedido y seguido de secciones HOMOFÓNICAS.
full anthem: ANTHEM para CORO sin acompafiamiento y en estilo CONTRAPUNTfSTICO.
Glosario 1157
fundamental, nota: La NOTA más grave de un ACORDE cuando éste se dispone como una su-
cesión de terceras.
futurismo, futuristas: Movimiento del siglo XX que creaba una música basada en los ruidos.
galante (en francés ga/,ant, «elegante»): Estilo musical de siglo XVIII que consta de MELODfAS
cantables, FRASES breves, CADENCIAS frecuentes y un acompañamiento ligero.
gallarda (galliard): Danza del siglo XVI en rápido COMPÁS ternario, a menudo emparejada
con la PAVANA y con la misma FORMA (AABBCC).
gamut: Todo el ámbito de tonos normalmente escritos en la Edad Media (véase p. 66).
gavotte (gavota): Danza BARROCA en compás binario y FORMA BINARIA, con una anacrusa de
medio compás y un ritmo característico de breve-breve-/,arga.
Gebrauchsmusik (en alemán, «música utilitaria» o «música para su uso»): Término utilizado a
partir de la década de 1920 para designar una música socialmente relevante y útil, especial-
mente una música para ser interpretada o cantada por aficionados, niños o trabajadores.
género: Tipo o categoría de COMPOSICIÓN musical, como la SONATA o la SINFONfA.
género, genus (en latín, «clase»; pl. genera): En la antigua música griega, una de las tres for-
mas de TETRACORDO: DIATÓNICO, CROMÁTICO y ENARMÓNICO.
Gesamtkunstwerk (en alemán, «obra de arte total» u «obra de arte colectiva»): Término acu-
ñado por Richard Wagner para una obra dramática en la cual la poesía, el diseño esceno-
gráfico, la puesta en escena, la acción y la música operan conjuntamente con la misma
orientación artística y expresiva.
gigue: Movimiento de DANZA estilizada de la SUITE BARROCA estándar, en FORMA BINARIA, ca-
racterizada por un rápido COMPÁS compuesto como 6/4 o 12/8, con amplios saltos MELÓ-
DICOS y continuos tresillos. Las dos secciones suelen comenzar con IMITACIÓN.
Gloria (latín): Segunda de las cinco principales partes integrantes de la música del ORDINA-
RIO de la MISA, una fórmula de alabanza también conocida como DOXOLOGfA Mayor.
goliardos, canciones de los: Canciones medievales en latín, asociadas a los goliardos, estu-
diantes y clérigos itinerantes.
grado conjunto: INTERVALO entre dos tonos adyacentes en una ESCALA DIATÓNICA, CROMÁTI-
CA, OCTATÓNICA o de TONOS ENTEROS; puede ser de un TONO ENTERO o de MEDIO TONO.
Gradual (del latín gradus, «escalón»): Parte integrante del PROPIO de la MISA, cantado después
de la lectura de la Epístola y que comprende un RESPONSORIO y un VERSÍCULO. Los gra-
duales del CANTO LLANO suelen estar en estilo MELISMÁTICO y se cantan de modo RES-
PONSORIAL, alternando uno o más solistas con el CORO.
gran ópera: Una forma seria de ÓPERA, popular durante la época ROMÁNTICA, cantada en su
totalidad y que contenía BALLETS, COROS y una escenografía espectacular.
grand motet: Versión francesa del CONCIERTO SACRO a gran escala, para solistas, CORO doble
y ORQUESTA.
Gregoriano, canto: El repertorio de CANTO LLANO eclesiástico utilizado en la Iglesia católica
romana.
ground bass: BAJO OSTINATO.
harmonia (pl. harmonía/): Término griego de múltiples significados: 1) la unión de las partes
en un todo ordenado; 2) INTERVALO; 3) tipo de ESCALA; 4) estilo de MELODfA.
1158 Glosario
haut (en francés, «alto»): De los siglos XIV al XVI, término que designa instrumentos agudos
tales como CORNETAS y SACABUCHES. Véase BAS.
hemiolia (del griego hemiolos, «uno y medio»): Un efecto métrico según el cual tres unidades
dobles sustituyen a dos unidades triples, como tres NOTAS negras sucesivas dentro de un
COMPÁS de 6/8, o tres agrupaciones de dos acentos en dos compases en COMPÁS ternario.
La hemiolia puede aparecer entre las voces o los compases sucesivos.
heterofonía: Música o TEXTURA musical en la cual una MELODÍA se interpreta por dos o más
voces simultáneamente y de más de una manera; por ejemplo, una voz lo interpreta de
manera simple y la otra con ornamentos.
hexacordo (del griego, «seis cuerdas»): 1) Un conjunto de seis tonos. 2) En la SOLMISACIÓN me-
dieval y del RENACIMIENTO, las seis NOTAS representadas por las sílabas ut, re, mi, fa, sol, la y
que podían transponerse en tres posiciones: el hexacordo «natural», Do-Re-Mi-Fa-Sol-La; el
hexacordo «duro», Sol-La-Si-Do-Re-Mi; y el hexacordo «blando», Fa-Sol-La-Si bemol-Do-
Re. 3) En la teoría DODECAFÓNICA, las seis primeras o las seis últimas notas de una SERIE.
himno: Canción para o en honor de un dios. En la tradición cristiana, canción de alabanza
cantada a Dios.
historia: En la música luterana de los siglos XVI al XVIII, una composición musical basada en
una narración bíblica. Véase PASIÓN.
homofonía: TEXTURA musical en la cual todas las voces se desplazan juntas a un RITMO esen-
cialmente el mismo, diferente de la POLIFONÍA y de la HETEROFONfA. Véase también ME-
LODfA Y ACOMPAÑAMIENTO.
homorrítmico: Que tiene el mismo RITMO, como cuando diversas voces o instrumentos
avanzan juntos.
hoquetus (del francés, hoquet, «hipo»): En la POLIFONÍA de los siglos XIII y XIV, la técnica de
alternancia rápida entre dos voces, en la que cada una guarda silencio mientras las otras
cantan, como si una única MELODÍA fuese dividida y repartida entre ellas; o una COMPOSI-
CIÓN basada en esta técnica.
humanismo: Movimiento del RENACIMIENTO que se propuso resucitar la cultura de las anti-
guas Grecia y Roma y estudiar asuntos concernientes al conocimiento y a la experiencia
del ser humano.
idée fixe (en francés, «idea fija»): Término acuñado por Hector Berlioz para una MELODÍA
utilizada durante toda una pieza y que representa a una persona, una cosa, o una idea, y
que se transforma para adecuarse al estado anímico o a la situación.
imitación: 1) En la música POLIFÓNICA, la técnica de repetir (imitar) una MELODÍA o un
MOTIVO enunciado por una voz en una o más de las otras voces, a menudo a una altu-
ra tonal diferente y en ocasiones con pequeñas alteraciones MELÓDICAS o rítmicas. Por
lo general, las voces entran con el elemento imitado, si bien algunas veces la imitación
ocurre en la parte intermedia de un segmento de la melodía. 2) El hecho de configurar
una obra nueva tomando como modelo una obra o un estilo ya existente; en particu-
lar, tomar buena parte del material de una obra ya existente.
imitar: 1) Repetir o variar ligeramente en una voz un segmento de MELODfA que acaba de ser
escuchado en otra, con la misma altura tonal o transpuesta. 2) Seguir el ejemplo de una
pieza o estilo existente a la hora de componer una pieza nueva.
Glosario 1159
jazz: Un tipo de música desarrollado sobre todo por músicos afro-americanos en la primera
mitad del siglo XX, combinando elementos de música africana, popular y europea, y que
ha evolucionado hasta convertirse en una amplia tradición que abarca numerosos estilos.
jubilus (latín): En el CANTO LLANO, un efusivo MELISMA, en particular el melisma sobre «-ya»
en un ALELUYA.
1160 Glosario
larga: En los sistemas de NOTACIÓN RfTMICA medieval y del RENACIMIENTO, una NOTA igual
a dos o más BREVES.
laúd: Instrumento de cuerda pulsada, popular desde la Edad Media tardía hasta el PERIODO
BARROCO, usualmente con forma de pera o de almendra, con caja de resonancia convexa,
mástil plano, clavijero y una cuerda simple y cinco dobles.
lauda (del latín laudare, «elogiar, alabar»): Canción devocional italiana.
Leitmotiv (en alemán, «motivo conductor»): En una ÓPERA o DRAMA MUSICAL, un MOTIVO,
un TEMA o una idea musical asociada con una persona, una cosa, un estado de ánimo o
una idea, que reaparece una y otra vez en su forma original o de forma modificada.
libreto (en italiano, «libro pequeño»): Texto literario de una ÓPERA o de otra obra escénica y
musical.
libro de voces separadas (inglés partbook): Un manuscrito o libro impreso que contiene la
música de una voz vocal o instrumental de una COMPOSICIÓN POLIFÓNICA (casi siempre,
una antología de piezas); para interpretar cualquier pieza, se necesita el conjunto comple-
to de libros de voces separadas, de manera que todas las voces estén representadas.
Lied (en alemán, «canción»; pl. Lieder): Canción con texto alemán, ya sea MONOFÓNICA, PO-
LIFÓNICA o para voz con acompañamiento; empleado en particular para canciones polifó-
nicas durante el RENACIMIENTO y para canciones para voz y PIANO en los siglos XVIII
y XIX.
ligadura: Forma de una nota parecida a una NEUMA y utilizada para indicar un esquema RfT-
MICO breve en la NOTACIÓN de los siglos XII al XVI.
lira: Instrumento de cuerda pulsada con caja de resonancia, dos brazos, listón de ajuste y
cuerdas que van paralelas a la tabla armónica resonante y están unidas al listón de ajuste.
lira toro: LIRA sumeria con la cabeza de un toro en uno de los extremos de la caja de resonancia.
listas de éxitos (charts): En la MÚSICA POPULAR de posguerra, listas semanales de canciones
según las ventas u otras medidas de la popularidad.
liturgia: El prescrito corpus de textos que han de ser enunciados o cantados y de acciones ri-
tuales que han de llevarse a cabo en un oficio religioso.
madrigal (en italiano, madrigale, «canción en la lengua materna»): 1) Forma poética italiana
del siglo XIV y su puesta en música; se compone de dos o tres ESTROFAS seguidas de un RI-
TORNELLO. 2) Poema italiano del siglo XVI que consta de cualquier número de versos,
cada uno de siete u once sílabas. 3) Composición POLIFÓNICA o en estilo CONCERTATO de
Glosario 1161
mínima: En los sistemas de NOTACIÓN rítmica del ARS NOVA y del RENACIMIENTO, una NOTA
igual a la mitad o a una tercera parte de una SEMIBREVE.
minimalismo: Uno de los estilos musicales más relevantes de finales del siglo XX, en el cual
los materiales se reducen a un mínimo y se simplifican los procedimientos de manera que
lo que sucede en la música sea inmediatamente evidente. Se caracteriza con frecuencia
por un pulso constante y por las numerosas repeticiones de esquemas RfTMICOS, MELÓDI-
COS o ARMÓNICOS.
Minnelieder (en alemán, «canciones de amor»; también pl.): Un compositor-poeta de la Ale-
mania medieval que escribía canciones MONOFÓNICAS, en particular sobre el amor, en ale-
mán alto-medieval.
minstrel (del latín minister, «sirviente»): Músico itinerante del siglo XIII, alguno de los cuales
eran también contratados en una corte o en una ciudad.
minstrelsy: Forma popular de teatro musical de los Estados Unidos a mediados del siglo XIX,
en la cual intérpretes blancos ennegrecían sus caras y personificaban a afro-americanos
mediante bromas, parodias, canciones y bailes.
minueto: DANZA en moderado COMPÁS ternario, unidades de dos compases y FORMA BINA-
RIA.
Misa (del latín missa, «despedidos»): 1) El más importante oficio religioso de la iglesia roma-
na. 2) Una obra musical compuesta sobre los textos del ORDINARIO de la MISA, usualmen-
te KYRIE, GLORIA, CREDO, SANCTUS y AGNUS DEI. En este libro, como en el uso común, el
oficio religioso se escribe en mayúscula (la Misa), mientras que la composición musical
del Ordinario de la Misa se escribe en minúscula (una misa).
misa cantus-firmus : MISA POLIFÓNICA en la cual el mismo CANTUS FIRMUS se emplea en cada
MOVIMIENTO, normalmente en el TENOR.
misa de imitación (o misa parodia): MISA POLIFÓNICA en la cual cada MOVIMIENTO está basa-
do en el mismo modelo polifónico, usualmente una CHANSON o un MOTETE, y en el que
todas las voces· del modelo se utilizan en la misa, aunque ninguna es empleada como
CANTUS FIRMUS.
misa de imitación I cantus firmus: MISA POLIFÓNICA en la cual cada MOVIMIENTO está basa-
do en la misma obra polifónica, utilizando el TENOR de dicha obra (en ocasiones el SUPE- r
ruus) como CANTUS FIRMUS, normalmente en el TENOR y tomando algunos elementos de
las otras voces del modelo para usarlos en las otras voces de la misa.
misa de tenor: Véase MISA CANTUS FIRMUS.
misa en canto llano: Una MISA en la cual cada MOVIMIENTO está basado en una CANTO LLA-
NO con el mismo texto (el Kyrie está basado en un Kyrie del canto llano, el Gloria en un
Gloria del canto llano y así sucesivamente).
misa motto: MISA POLIFÓNICA en la cual los MOVIMIENTOS se vinculan fundamentalmente
compartiendo el mismo MOTIVO o FRASE iniciales.
misa para órgano: Composición para órgano de todas las secciones de la MISA en las cuales se m
tocaría el órgano, incluidos los VERSOS DE ÓRGANOS y otras piezas. m
misa paráfrasis: MISA POLIFÓNICA en la cual cada MOVIMIENTO está basado en la misa MELO-
DfA HOMOFÓNICA, generalmente un CANTO LLANO, que resulta PARAFRASEADO en la ma-
yoría o en todas las voces, en lugar de utilizarse como CANTUS FIRMUS en una sola voz.
misa parodia: MISA DE IMITACIÓN.
Glosario 1163
motivo: Breve idea MELÓDICA o RfTMICA que reaparece con la misma forma o con forma al-
terada.
motivo evocativo (reminiscence motive): En una ÓPERA, un MOTIVO, un TEMA o una MELODfA
que reaparecen en la última escena, con el fin de recordar los acontecimientos y senti-
mientos con los cuales el motivo fue asociado por primera vez. Compárese LEITMOTIV.
motivo inicial: Pasaje o MOTIVO inicial de una pieza o MOVIMIENTO; empleado especialmen-
te para un motivo o FRASE que aparece al principio de cada movimiento de una MISA
MOTTO o de una MISA CANTUS FIRMUS.
movimiento: Unidad musical autosuficiente, completa en sí misma, que puede existir sola 0
estar unida a otras en una obra más grande. Algunos tipos de COMPOSICIÓN suelen cons-
tar de varios movimientos (como los cuatro movimientos usuales en la SINFONÍA).
música absoluta: Música independiente de las palabras, del drama, de las imágenes visuales 0
de cualquier clase de aspectos representativos.
música culta (art music): Una música para ser escuchada (o pensada para ser escuchada) con
atención embelesada y por sí misma. Compárese con MÚSICA POPULAR.
música de fondo: Véase MÚSICA NO-DIEGÉTICA.
música de primer plano: Véase MÚSICA DIEGÉTICA.
musica fleta (en latín, «música fingida»): 1) En la música antigua, las NOTAS ajenas al GAMUT
estándar, en el que se excluían todas las notas con sostenidos y bemoles, con la excepción
del Si beÍhol. 2) En la POLIFONÍA de los siglos XIV al XVI, la práctica de aumentar o dismi-
nuir en un semitono la altura de una nota escrita, en particular en una CADENCIA, con la ra-
zón de obtener una ARMONÍA más delicada o un movimiento de las voces más agradable.
musica mundana, musica humana, musica instrumentalis (en latín, «música del universo»,
«música humana» y «música instrumental»): Tres clases de música identificadas por Boe-
cio (ca. 480-ca. 524), respectivamente la «música» o las relaciones numéricas que gobier-
nan el movimiento de las estrellas, de los planetas y de las estaciones; la «música» que ar-
moniza el cuerpo y el alma humanos y sus partes; y la música audible producida por las
voces y por los instrumentos.
música no-diegética o música de fondo: En el cine, música de fondo que transmite al espec-
tador un estado anímico u otros aspectos de una escena o de un carácter, pero que no es
escuchada por los propios personajes. Compárese MÚSICA DIEGÉTICA.
música pop: Término acuñado en la década de 1950 para una música que refleja los gustos y
estilos populares entre los adolescentes y el mercado de los jóvenes.
música popular: Una música fundamentalmente pensada como entretenimiento, vendida de
forma impresa o grabada. Se distingue de la MÚSICA FOLCLÓRICA por estar escrita y lanza-
da al mercado como una mercancía y de la: MÚSICA CLÁSICA por concentrarse en el intér-
prete y en la interpretación, permitiendo una enorme libertad a la hora de hacer nuevos
arreglos de la música escrita.
música serial: Una música que utiliza el MÉTODO DODECAFÓNICO; empleado en particular
para una música que extiende el mismo enfoque general de las SERIES a parámetros distin-
tos del tono.
musical: GÉNERO de teatro musical compuesto de canciones y de números de baile en estilos
extraídos de la MÚSICA POPULAR y en el contexto de una obra de teatro hablada y con un
argumento cómico o romántico.
Glosario 1165
musique concrete (en francés, «música concreta»): Término acuñado por compositores acti-
vos en París en la década de 1940 para una música compuesta mediante la recopilación y
manipulación de sonidos grabados, trabajando de manera «concreta» con el sonido mis-
mo en lugar de hacerlo con la NOTACIÓN musical.
musique mesurée (en francés, «música mesurada»): Estilo francés de finales del siglo XVI, en
particular en CHANSONS, según el cual a las sílabas acentuadas se les otorgan NOTAS más lar-
gas que a las sílabas no-acentuadas (siendo aquéllas por lo general el doble de largas).
mutaci6n: En la SOLMISACIÓN, el proceso de cambiar de un HEXACORDO a otro.
obertura: 1) Una pieza ORQUESTAL que introduce una ÓPERA u otra obra larga. 2) OBRA OR-
QUESTAL independiente en un movimiento, generalmente descriptiva.
obertura francesa: Tipo de OBERTURA utilizada en la TRAGÉDIE EN MUSIQUE y en otros GÉNE-
ROS, que se inicia con una sección lenta, HOMOFÓNICA y mayestática, seguida de una se-
gunda sección más rápida que comienza en IMITACIÓN.
Ofertorio: Parte integrante del PROPIO de la MISA, cantada mientras se prepara la COMUNIÓN
y que consta de un RESPONSORIO sin VERSÍCULOS.
Oficio (del latín officium, «obligación» o «ceremonia»): Una serie de ocho oficios religiosos
de oración de la Iglesia romana, celebrados diariamente a horas especificadas, especial-
mente en monasterios yconventos; también, uno cualquiera de estos oficios religiosos.
6pera (en italiano, «obra»): Drama con música continua o casi continua, puesto en escena
con escenografía, vestuario y acción.
opéra bouffe: GÉNERO operístico ROMÁNTICO de Francia que pone de relieve los elementos
agudos, ingeniosos y satíricos de la OPÉRA COMIQUE.
6pera buffa (en italiano, «Ópera cómica»): GÉNERO de ÓPERA cómica italiana del siglo XVIII,
enteramente cantada.
opéra comique (en francés, «Ópera cómica»): 1) En el siglo XVIII, ÓPERA francesa ligera y có-
mica, que utiliza diálogos hablados en lugar de RECITATIVOS. 2) En la Francia del si-
glo XIX, ópera con diálogos hablados, que puede ser cómica o trágica.
6pera dramática: GÉNERO mixto del teatro musical inglés del siglo XVII, una obra hablada
con una OBERTURA y cuatro o más MASCARADAS o interludios musicales largos. Hoy es lla-
mada a menudo SEMI-ÓPERA.
6pera lírica: ÓPERA ROMÁNTICA en un lugar intermedio entre la ligera OPÉRA COMIQUE y la
GRAN ÓPERA.
ópera seria: GÉNERO de ÓPERA italiana del siglo XVIII, sobre un asunto serio, aunque general-
mente con un final feliz, usualmente sin personajes ni escenas cómicos.
opereta: Clase de ÓPERA ligera del siglo XIX, con diálogos hablados y cuyo origen está en la
OPÉRA BOUFFE.
opus (en latín, «obra»): Obra o colección de obras del mismo GÉNERO, editadas en una pu-
blicación.
oratorio: GÉNERO de música dramática originado en el siglo XVII, que combina narración,
diálogos y comentarios mediante AlUAS, RECITATIVOS, CONJUNTOS, COROS o música ins-
trumental. Como una ópera NO-ESCÉNICA. Por regla general, gira en torno a un asunto
religioso o bíblico.
Glosario 1167
Ordinario (del latín ordinarium, «usual, ordinario»): Textos de la MISA que permanecen igua-
les en la mayoría o en todos los días del CALENDARIO ECLESIÁSTICO, si bien las melodías
pueden cambiar.
organistrum (chifonía o zanfonía): Instrumento con cuerdas de MELODfA y de BORDÓN, que
se hacía sonar por medio de rueda giratoria, movida por una manivela, y con palancas ac-
cionadas mediante un teclado para modificar la altura de los tonos de la(s) cuerda(s) de la
melodía.
órgano portátil: Órgano medieval o del RENACIMIENTO lo bastante pequeño como para ser
transportado, tocado con una mano mientras la otra manipulaba el fuelle.
órgano positivo: Órgano de los periodos medieval a BARROCO, lo bastante pequeño para ser
transportado, colocado por lo general sobre una mesa.
organum (latín): 1) Uno de los distintos estilos de POLIFONfA primitiva, vigente desde el si-
glo IX hasta el siglo XIII, que implica la adición de una o más voces a un CANTO LLANO
existente. 2) Una pieza, ya sea IMPROVISADA o escrita, en uno de estos estilos, en la cual
una de las voces procede de un CANTO LLANO. El plural es organa.
organum duplum: En la POLIFONfA de NOTRE DAME, un ORGANUM dos voces.
organum florido: Estilo de POLIFONfA a dos voces del siglo XII, según el cual la voz inferior
mantiene NOTAS relativamente largas, mientras que la voz superior canta grupos de notas
de diversa longitud por encima de cada nota de la voz inferior.
organum libre: Estilo de ORGANUM en el cual la voz ORGANAL se desplaza en una mezcla li-
bre de movimiento contrario, oblicuo, paralelo y semejante con respecto al CANTO LLANO
(y generalmente por encima de él).
organum mixto paralelo y oblicuo: Forma temprana de ORGANUM que combina el movi-
miento paralelo con el movimiento oblicuo (en el cual la voz ORGANAL permanece sobre
la misma NOTA mientras la voz PRINCIPAL se desplaza) con el fin de evitar los trítonos.
organum paralelo: Tipo de POLIFONfA en la cual una voz añadida se desplaza de manera
exactamente paralela a un CANTO LLANO, normalmente una quinta perfecta por encima
de éste. Ambas voces pueden ser dobladas a la octava.
ornamentación: El añadido de ornamentos a una MELODfA dada, ya sea durante la interpre-
tación o como parte del acto de la COMPOSICIÓN.
ornamento: Una fórmula breve y convencional, como un TRINO o un giro, escrita o IMPRO-
VISADA, que agrega expresividad o encanto a una línea MELÓDICA.
orquesta: CONJUNTO cuyo núcleo consta de cuerdas con más de un intérprete por voz, al que
generalmente se unen vientos-madera, vientos-metal e instrumentos de percusión.
ostinato (en italiano, «obstinado»): Breve esquema musical que se repite de manera insistente
durante toda una pieza o sección. Véase BAJO OSTINATO.
ouvert: Véanse FINALES ABIERTOS Y CERRADOS.
ouverture (en francés, «apertura, inicio»): 1) OBERTURA, especialmente la OBERTURA FRANCE-
SA. 2) SUITE para ORQUESTA, que se inicia con una OBERTURA.
paráfrasis: Técnica mediante la cual se reelabora un CANTO LLANO u otra MELODfA, a menu-
do alterando los ritmos y agregando NOTAS, y compuesta de manera POLIFÓNICA.
parlor song: Canción para la práctica musical doméstica, en ocasiones interpretada también
en conciertos públicos.
1168 Glosario
partita: Término BARROCO para una serie de VARIACIONES sobre una MELODÍA o línea del
BAJO.
Pasión: Una composición musical a partir de una de las narraciones bíblicas de la crucifixión
de Jesús, el tipo más usual de HISTORIA.
passacaglia, pasacalle: GÉNERO BARROCO de VARIACIONES sobre una línea repetida del BAJO 0
una PROGRESIÓN ARMÓNICA en COMPÁS ternario.
pavane, pavana: Danza del siglo XVI en lento COMPÁS binario, con tres secciones repetidas
(AABBCC). Seguida a menudo de una GALLARDA.
pequeño concierto sacro: GÉNERO de música sacra vocal del siglo XVII que consta de uno 0
más solistas acompañados por un órgano en el CONTINUO (o por un modesto CONJUNTO
instrumental).
perfección: 1) Lo que todos nos esforzamos por conseguir. 2) En los sistemas medievales de
NOTACIÓN, una unidad de duración igual a tres TEMPORA, semejante a un COMPÁS de tres
tiempos.
performance art: Un tipo de arte que alcanzó por primera vez cierto relieve en la década de
1960, basado en la idea de que la interpretación de una acción prescrita en un lugar pú-
blico constituye una obra de arte.
periodicidad: La cualidad de ser PERIÓDICO, especialmente cuando ello se pone de relieve
mediante frecuentes momentos de pausa y articulaciones entre FRASES y PERIODOS.
periódico: Organizado en FRASES o PERIODOS discretos.
periodo: 1) En la historia de la música, una época cuya música se entiende que posee atribu-
tos comunes de estilo, convenciones, enfoque y función, en contraste con las épocas que
la preceden y la siguen. 2) En la FORMA musical, especialmente desde el siglo XVIII, un
pensamiento musical completo concluido por una CADENCIA y que normalmente contie-
ne por lo menos dos FRASES.
petit motet (en francés, «pequeño motete»): Versión francesa del PEQUEÑO CONCIERTO SA-
CRO, para una, dos o tres voces y CONTINUO.
piano o pianoforte: Un instrumento de teclado inventado en 1700 que emplea un mecanis-
mo mediante el cual las cuerdas son golpeadas, en lugar de ser pellizcadas como ocurría
en el CLAVE, y que permitía los crescendos, los diminuendos y otros efectos.
piano preparado: Una invención de John Cage en la cual varios objetos -como bolígrafos,
tornillos, tuercas o piezas de madera, de goma, de plástico o trozos de bambú- se inser-
tan entre las cuerdas de un PIANO, dando como resultado sonidos percusivos y complejos
cuando se toca el piano desde el teclado.
pintura de palabras: REPRESENTACIÓN o PLASMACIÓN DEL TEXTO.
poema en tonos: POEMA SINFÓNICO, o una obra similar para un conjunto de ejecutantes dis-
tinto de la ORQUESTA.
poema sinfónico (poema en tonos): Término acuñado por Franz Liszt para una obra para
orquesta, de MÚSICA PROGRAMÁTICA en un movimiento, que transmite una idea poética,
una historia, una escena o una sucesión de estados de ánimo, presentando TEMAS que se
repiten, se varían o se transforman.
policoral: Para más de un CORO.
poliestilismo: Término acuñado por Alfred Schnitke para una combinación de estilos musi-
cales recientes y antiguos, creada mediante la CITA o la alusión estilística.
Glosario 1169
polifonía: Música o TEXTURA musical que consta de dos o más líneas simultáneas de MELO-
DfAS independientes. Véase también CONTRAPUNTO.
politonalidad: El uso simultáneo de dos o más TONALIDADES, cada una en una capa diferente
de la música (como MELODfA y acompañamiento):
polonesa: Una danza polaca majestuosa y procesional en COMPÁS ternario, o una pieza estili-
zada en el estilo de dicha danza.
postmodernismo: Tendencia de finales del siglo XX que desdibuja las fronteras entre arte ele-
vado y arte popular y en la cual los estilos de todas las épocas y culturas están igualmente
disponibles a la hora de crear música.
post-tonal: Término general para una música posterior a 1900 que no adopta la TONALIDAD,
sino que en su lugar emplea cualquiera de las nuevas maneras que los compositores en-
contraron para organizar los tonos, de la ATONALIDAD a la NEOTONALIDAD.
pregunta y respuesta: Alternancia de FRASES breves entre un líder y un grupo; utilizado espe-
cialmente en la música de tradición afro-americana.
preludio: Pieza introductoria para instrumento solista, a menudo en el estilo de una IMPRO-
VISACIÓN, o MOVIMIENTO introductorio en una obra en varios movimientos, como una
ÓPERA o una SUITE.
preludio coral: Composición relativamente breve para órgano de una MELODfA CORAL, utili-
zada como introducción al canto de la feligresía o como interludio en un oficio eclesiásti-
co luterano.
preludio no-medido: Un GÉNERO para teclado del BARROCO francés, generalmente el primer
MOVIMIENTO de una SUITE, cuya NOTACIÓN carente de compás proporciona una sensa-
ción de IMPROVISACIÓN.
prima donna (en italiano, «primera dama»): Una soprano que canta el papel femenino prin-
cipal en una ÓPERA. Véase también DIVA.
prima pratica (en italiano, «primera práctica»): Término de Claudio Monteverdi para el
estilo y la práctica de la POLIFONfA del siglo XVI, en contradicción con la SECONDA PRA-
TICA.
primaria: En la música DODECAFÓNICA basada en una SERIE particular, la forma original de
la serie, transpuesta o no-transpuesta, opuesta a la INVERSIÓN, a la RETROGRADACIÓN y
a la INVERSIÓN RETRÓGRADA.
primera práctica: Véase PRIMA PRATICA.
programa: Texto que acompaña una obra instrumental de MÚSICA PROGRAMÁTICA y que des-
cribe la secuencia del acontecimiento plasmado en la música.
programática, música (o música de programa): Música instrumental que narra una historia
o sigue una narración u otra secuencia de eventos, a menudo descritos en un texto acom-
pañante llamado PROGRAMA.
progresión armónica: Una sucesión lógica de ACORDES con sentido y dirección; especialmen-
te, la sucesión de acordes utilizada para acompañar una MELODfA o usada como base de
unas VARIACIONES.
prolación: Véase MODO, TIEMPO Y PROLACIÓN.
Propio (del latín proprium, «particular» o «apropiado»): Textos de la Misa asignados a un día
particular del CALENDARIO ECLESIÁSTICO.
1170 Glasorio
puntillo alargado (inglés overdotting): Práctica interpretativa de la música del BARROCO fran-
cés, según la cual una NOTA con puntillo se mantiene durante más tiempo que el que
consta por escrito, mientras que la nota siguiente breve se acorta.
punto de imitaci6n: Pasaje de una obra POLIFÓNICA en el cual dos o más voces entran en
IMITACIÓN.
quadruplum (en latín, «cuádruple»): 1) En la POLIFONfA desde finales del siglo XII hasta el si-
glo XIV, cuarta voz desde abajo en una TEXTURA a cuatro voces, agregada a una TENOR, un
DUPLUM y un TRIPLUM. 2) En la POLIFONfA de NOTRE DAME, un ORGANUM a cuatro voces.
quodlibet (en latín, «lo que queráis»): COMPOSICIÓN o pasaje en el cual dos o más MELODÍAS
existentes, o partes de melodías, se combinan en un CONTRAPUNTO.
recitativo, estilo (del italiano stile recitativo, «estilo recitativo»): Un tipo de canto vocal que se
aproxima al discurso y que sigue los ritmos naturales del texto.
reexposición: En la FORMA SONATA, la tercera sección principal, que reexpone el material de
la EXPOSICIÓN, normalmente siempre en la TÓNICA.
registro: 1) Mecanismo de un órgano que permite activar o desactivar el sonido de ciertas fi-
las de tubos. 2) El conjunto particular de tubos controlado por dicho mecanismo.
Renacimiento: PERIODO de la historia del arte, la cultura y la música, entre la Edad Media y
el PERIODO BARROCO, marcado por el HUMANISMO, un resurgir de la cultura y de las ideas
de la Antigüedad clásica y una nueva concentración sobre el individuo, el mundo y los
sentidos.
representación o plasmación del texto: Que utiliza gestos musicales para reforzar o sugerir
las imágenes de un texto, como un gesto ascendente sobre la palabra «ascender».
responsorial: Que forma parte de una manera de interpretar el CANTO LIANO, en la cual un
solista alterna con un grupo.
responsorio: CANTO RESPONSORIAL utilizado en los OFICIOS. Los maitines se componen de
nueve Responsorios Mayores y de varios oficios religiosos más, incluido el Responsorio
Menor.
respuesta: 1) En la EXPOSICIÓN de una FUGA, la segunda entrada del SUJETO, normalmente
en la DOMINANTE si el sujeto entró en la TÓNICA, y viceversa. También hace referencia a
las subsiguientes respuestas al sujeto. 2) La primera parte de un CANTO RESPONSORIAL,
que aparece antes y en ocasiones repetido después del versículo del SALMO.
retardo: DISONANCIA creada cuando una NOTA se mantiene mientras otra voz se desplaza para
formar una disonancia con ella; la voz que se mantiene desciende un GRADO CONJUNTO
para resolver la disonancia.
retrógrado: Aparición de atrás hacia delante de una MELODÍA, PASAJE o SERIE DODECAFÓNI-
CA previamente escuchados.
revista: Tipo de teatro musical que consta de una multiplicidad de danzas, canciones, come-
dia y otras acciones, a menudo vinculadas por un tema común a todas.
rhythm-and-blues: Estilo afro-americano de MÚSICA POPULAR, originado en la década de
1940, compuesto de un vocalista o de un cuarteto vocal, PIANO u órgano, guitarra eléctri-
ca, bajo y batería, así como de canciones construidas sobre el BLUES DE DOCE COMPASES o
sobre fórmulas de la CANCIÓN POPULAR.
ricercare (ricercar) (en italiano, «buscar» o «intentar»): 1) De principios a mediados del si-
glo XVI, un PRELUDIO en estilo de IMPROVISACIÓN. 2) Desde finales del siglo XVI en ade-
lante, una pieza instrumental que trata uno o más SUJETOS en IMITACIÓN.
ripieno (en italiano, «lleno»): En un CONCIERTO para SOLISTA o en un CONCERTO GROSSO,
designa la ORQUESTA al completo. También llamado TUTTI.
ritmo: 1) El esquema temporal del movimiento de la música. 2) Un esquema particular de
duraciones breves y largas.
rito: El conjunto de prácticas que define a una tradición cristiana particular, incluyendo el
CALENDARIO ECLESIÁSTICO, una LITURGIA y un repertorio de CANTO LLANO.
ritornello (en italiano, «estribillo»): 1) En un MADRIGAL del siglo XIV, la sección conclusiva,
en un COMPÁS diferente del de los versos precedentes. 2) En la música vocal de los si-
glos XVI y XVII, introducción o interludio instrumental entre las estrofas cantadas. 3) En
1172 Gl.amrio
un ARIA o pieza similar, un pasaje instrumental que reaparece varias veces, como un estri-
billo. Por regla general, se toca al principio, en diversos interludios (a menudo de forma
modificada) y de nuevo al final, exponiendo el TEMA PRINCIPAL. 4) En un MOVIMIENTO
rápido de un CONCIERTO, el material temático recurrente interpretado al principio por
toda la orquesta y repetido, generalmente de forma modificada, durante todo el movi-
miento y al final.
rock and roll (o rock): Un estilo musical surgido en los Estados Unidos a mediados de la dé-
cada de 1950 como una fusión de tradiciones negras y blancas de la MÚSICA POPULAR,
fundamentalmente el RHYTHM-AND-BLUES, la MÚSICA COUNTRY, la MÚSICA POP y TIN PAN
ALLEY.
Romántico: Término aplicado a la música del siglo XIX. La música romántica poseía FORMAs
más flexibles y extensas, una mayor experimentación con la ARMONfA y la TEXTURA, ME-
LODfAS altamente expresivas y memorables, instrumentos musicales mejorados, cierto in-
terés por el NACIONALISMO musical y un punto de vista de la música como una fuerza
moral, en la cual existía un vínculo entre las vidas íntimas de los artistas y el mundo que
los rodeaba.
rondeau (pi. rondeaux): 1) FORME FIXE francesa con una única estrofa y la FORMA musical
ABaAabAB, donde las letras mayúsculas indican las líneas del ESTRIBILLO y las letras mi-
núsculas indican un texto nuevo compuesto con música del estribillo. 2) FORMA de la
música instrumental de los siglos XVII y XVIII, en la cual una MELODfA repetida alterna con
otras melodías, según el esquema AABACA.
rondellus: Técnica de POLIFONfA inglesa medieval, según la cual dos o más FRASES musicale,
escuchadas primero simultáneamente en voces distintas, se cantan cada una por rumo
por cada una de las voces.
rondó: Pieza o MOVIMIENTO en FORMA de RONDÓ.
rondó, forma de: FORMA musical según la cual la sección primera o principal reaparece, ge-
neralmente en la TÓNICA, entre las secciones secundarias o EPISODIOS.
rota: FORMA de la POLIFONfA inglesa medieval, según la cual dos o más voces cantan la misma
MELODfA, entrando a tiempos diferentes y repitiendo la melodía hasta que todas se detie-
nen al mismo tiempo. Véase CANON.
rubato (del italiano tempo rubato, «tiempo robado»): Técnica común en la música ROMÁNTI-
CA, según la cual el intérprete retiene o acelera los valores de las NOTAS escritas.
sacabuche: Instrumento de metal del RENACIMIENTO, una forma antigua del trombón.
salmo: Un poema de alabanza a Dios, uno de los 150 del Libro de los Salmos de las Escritu-
ras Hebreas (el Antiguo Testamento cristiano). El canto de los salmos fue una parte cen- SI
tral de los cultos judío, cristiano, católico y protestante.
salmo métrico: Traducción métrica, rimada ESTRÓFICA y en lengua vernácula de un SALM •
cantada con una MELODfA relativamente simple que se repite en cada estrofa.
salmodia: El canto de los SALMOS.
salsa: Un tipo de música de baile surgida en la década de 1960 mediante la combinación de ele-
mentos de los estilos cubanos de baile con el JAZZ, el ROCK y la música puertorriqueña.
salterio: 1) Una colección publicada de SALMOS MÉTRICOS. 2) Instrumento de cuerdas pun- sh
teadas y sujetas a un armazón sobre una tabla resonante de madera.
Glosario 1173
tetracordo (del griego, «cuatro cuerdas»): 1) En las teorías griega y medieval, una ESCALA de
cuatro NOTAS que abarca una cuarta justa. 2) En la teoría moderna, un CONJUNTO de cua-
tro tonos o CLASES DE TONOS. 3) En la teoría DODECAFÓNICA, las primeras cuatro, las
cuatro intermedias o las últimas cuatro NOTAS de una SERIE. trc
textura: La combinación de elementos en una pieza o pasaje, como el número y la relación
de voces o partes independientes (como, por ejemplo, MONOFONfA, HETEROFONfA, POLJ-
FONfA u HOMOFONfA), de GRUPOS (como en la MÚSICA POLICORAL) o de ACONTECIMIEl"· tra
TOS MUSICALES (como en sonoridades relativamente densas o transparentes).
Glosario 1177
tiento: Pieza instrumental española en estilo de IMPROVISACIÓN que contiene IMITACIÓN, se-
mejante a la FANTASfA del siglo XVI.
timbre o color sonoro: Color o sonido característico de un instrumento o de una voz.
Tin Pan Alley: 1) Nombre jocoso de un distrito de Nueva York en el que, desde la década de
1880 hasta la de 1950, residieron numerosos editores, especializados en CANCIONES PO-
PULARES. 2) Estilos de canción popular americana de esa época.
tiorba: LAÚD grande con cuerdas de bajo adicionales, utilizado especialmente en el siglo XVII para
interpretar el BAJO CONTINUO como acompañamiento de cantantes o instrumentos.
tiple (en inglés y francés, treble, «triple»): 1) Una voz aguda o una parte vocal escrita para una
voz aguda, en particular la voz más aguda de la POLIFONfA a tres voces de los siglos XIV
y XV. 2) Perteneciente a la voz más aguda.
toccata (en italiano, «tocada»): Pieza para instrumento de teclado o LAÚD parecida a una IM-
PROVISACIÓN y que puede comprender secciones IMITATNAS, o puede servir como PRELU-
DIO a una FUGA independiente.
tonal: Que opera dentro del sistema de la TONALIDAD.
tonalidad: 1) El sistema, usual desde finales del siglo XVII, por el cual una pieza de música se
organiza alrededor de una NOTA TÓNICA, un ACORDE y una TONALIDAD, respecto del cual
todas las demás notas y tonalidades de la pieza están subordinadas. 2) En la música TO-
NAL, la jerarquía de NOTAS, ACORDES y otros elementos tonales alrededor de una nota
central, la TÓNICA. Hay dos tipos de tonalidades, mayores y menores.
tónica: 1) La NOTA primera y central de una ESCALA MAYOR o MENOR. 2) La TONALIDAD
principal de una pieza o MOVIMIENTO, en la cual la pieza o movimiento comienza y ter-
mina y a la cual están subordinadas todas las demás tonalidades.
tono: 1) Un sonido de altura definida. 2) Véase TONO ENTERO.
tono entero: Un intervalo equivalente a dos SEMITONOS.
tono salmódico: Una fórmula MELÓDICA para cantar SALMOS en el OFICIO. Existe un tono
salmódico para cada MODO.
tonos (pl. tonot): Término de la Grecia antigua, utilizado con diferentes significados y por di-
versos escritores; uno de los significados designa un conjunto de tonos dentro de un cier-
to ÁMBITO o región de la voz.
tópicos: Término que designa los estilos diferentes y contrastantes en la música de la época
clásica, que actúan como asuntos del discurso musical.
Tracto (del latín tractus, «larguísimo»): Parte integrante del PROPIO de la MISA que sustitu-
ye al Aleluya en ciertos días de la Cuaresma y que comprende una serie de VERSOS DE
SALMOS.
tragédie en musique (en francés, «tragedia en música»; llamada más tarde tragédie lyrique,
«tragedia lírica»): Forma de ÓPERA francesa de los siglos XVII y XVIII, de la que fue pionero
Jean-Baptiste Lully y que combinaba el drama clásico francés y las tradiciones de BALLET
con música, DANZAS y espectáculos.
transcompuesto: Enteramente compuesto, como cuando en cada estrofa u otra unidad de un
poema se compone música nueva en lugar de emplear una manera ESTRÓFICA con una
única MELODfA.
transformación temática: Un método concebido por Franz Liszt para proporcionar unidad,
variedad y una lógica narrativa a una composición mediante la transformación del mate-
1178 Gfosnrio
ria! temático, dando lugar a TEMAS nuevos o a otros elementos, con el fin de reflejar los
diversos estados anímicos necesarios para retratar un asunto PROGRAMÁTICO.
transición: 1) En la EXPOSICIÓN de un MOVIMIENTO en FORMA SONATA, el pasaje entre los
TEMAS primero y segundo que efectúa la MODULACIÓN a una nueva TONALIDAD. 2) En
términos más generales, un pasaje entre dos MOVIMIENTOS o SECCIONES de una obra.
transcripción: Arreglo de una pieza para un medio de ejecución instrumental diferente del
original, como la reducción para PIANO de una partitura ORQUESTAL.
Trecento (en italiano, abreviatura de mille trecento, «mil trescientos»): El siglo a partir de
1300 (siglo XIV), en particular con referencia al arte, la literatura y la música italiana¡¡ de
la época.
tríada: ACORDE que consiste en dos terceras sucesivas (por ejemplo, Do-MI-Sol), o en cual-
quier INVERSIÓN de dicho acorde.
trino: Rápida alternancia entre una NOTA y un MEDIO TONO o un TONO ENTERO por encima
de aquélla.
trío: 1) Pieza para tres intérpretes o cantantes. 2) La segunda de dos DANZAS alternas; en la
época clásica, FORMA DE MINUETO Y TRÍO. 3) La segunda sección principal de una MAR-
CHA.
triplum (del latín triplus, «triple»): 1) En la POLIFONfA desde finales del siglo XII hasta el si-
glo XIV, la tercera voz a partir de la más grave en una TEXTURA a tres o cuatro voces, agre-
gada a un TENOR y a un DUPLUM. 2) En la POLIFONfA de NOTRE DAME, un ÓRGANUM tres
voces.
trítono: INTERVALO que abarca tres TONOS ENTEROS o seis SEMITONOS, como de Fa a Si.
trobairitz (del occitano trobar, «componer una canción»): Un TROVADOR femenino.
tropo: Adición de un CANTO LLANO existente y que comprende: 1) palabras y MELODfA; 2) un
MELISMA; o 3) palabras únicamente, agregadas a un melisma ya existente o a otra melodía.
trovador (del occitano trobar, «componer una canción»): un compositor-poeta del sur de
Francia que escribía canciones MONÓDICAS en occitano (tangue d'oc) en los siglos XIJ
y XIII.
trovero (del francés antiguo trover, «componer una canción»): Un compositor-poeta del nor-
te de Francia que escribía canciones MONOFÓNICAS en francés antiguo (tangue d'oí~ en los
siglos XII y XIII.
tutti (en italiano, «todos»): 1) Tanto en el CONCIERTO PARA SOLISTA como en el CONCERTO
GROSSO, designa a la ORQUESTA al completo. También llamado RIPIENO (en italiano, .. lle-
no»). 2) Instrucciones para un CONJUNTO que todos deberían ejecutar.
vals: Tipo de baile en pareja en compás ternario, popular a finales del siglo XVIII y durante el
siglo XIX, o una obra breve y estilizada para PIANO en el estilo de dicha danza.
vanguardia (avant-garde): Término que designa una música (y arte) iconoclasta, irreverenrc,
antagonista y nihilista, que pretende eliminar las estéticas establecidas.
variación: El proceso de reelaboración de una MELODfA, de una canción, de un TEMA o de
otra idea musical dados, o la FORMA variada resultante del mismo.
variación en desarrollo: Término acuñado por Arnold Schonberg para el proceso de derivar
nuevos TEMAS, acompañamientos y otras ideas durante toda una pieza mediante las varia-
ciones de una idea germinal.
Glosario 1179
variación estrófica: GÉNERO vocal de principios del siglo XVII, una composición sobre un poe-
ma ESTRÓFICO, en el cual la MELODlA de la primera estrofa se modifica, pero el plan AR-
MÓNICO permanece esencialmente el mismo, aunque la duración de los acordes puede
cambiar para reflejar la acentuación y el significado del texto.
variaciones (forma de variaciones): FORMA que presenta una serie ininterrumpida de varian-
tes (cada una llamada una VARIACIÓN) sobre un TEMA; el tema puede consistir en una ME-
LODlA, en una línea del BAJO, en un plan ARMÓNICO o en otro material musical.
variaciones corales: Un conjunto de VARIACIONES sobre una MELODlA CORAL.
variaciones sobre cantus firmus: GÉNERO instrumental de finales de la década de 1500 y
principios de la década de 1600, que consta de una serie de VARIACIONES en las cuales la
MELODlA se repite con escasos cambios, aunque está rodeada de distinto material CON-
TRAPUNTfSTICO en cada variación.
verismo (en italiano, «realismo»): MOVIMIENTO operístico del siglo XIX que presenta a gente co-
rriente en situaciones familiares, a menudo plasmando acontecimientos sórdidos o brutales.
verse anthem: ANTHEM en el cual los pasajes para voz solista (o voces solistas) con acompaña-
miento alternan con pasajes para CORO completo doblado por los instrumentos.
verso: 1) Línea de poesía. 2) Estrofa de un HIMNO o de una canción ESTRÓFICA. 3) Frase de
un SALMO. 4) En el CANTO GREGORIANO, una composición de un verso de un salmo o
de un texto similar, como los versos que forman parte del INTROITO, del GRADUAL y del
ALELUYA.
verso de órgano: Composición para órgano de una MELODlA existente y procedente de la LI-
TURGIA católica y romana.
versus (en latín, «verso»): Un tipo de canción sacra en latín, MONOFÓNICA o POLIFÓNICA,
compuesta sobre un poema rimado y rítmico.
vídeo musical: Tipo de película breve, popularizado a comienzos de la década de 1980 y que
proporciona un acompañamiento visual a una CANCIÓN POP.
viejo romano, canto (o canto proto-romano): Un repertorio de CANTO LLANO eclesiástico,
conservado en manuscritos de los siglos XI y XII en Roma y que representa una tradición
local; un pariente cercano del CANTO GREGORIANO.
viela (del francés vieille): instrumento medieval de cuerda y arco, forma antigua del fidel y
predecesor del VIOLÍN y de la VIOLA.
vihuela: Pariente español del LAÚD con caja de resonancia plana y forma de pequeña guitarra.
villancico (del español villano, «campesino»): Tipo de canción POLIFÓNICA en español, con
varias estrofas enmarcadas por un ESTRIBILLO; en su origen era profano, aunque la FORMA
fue utilizada posteriormente para obras sacras, especialmente asociadas a las canciones na-
videñas y a otras festividades religiosas importantes.
villanella: Tipo de canción italiana del siglo XVI, generalmente a tres voces, en un rústico esti-
lo HOMOFÓNICO.
viola (viola da gamba) : Instrumento de cuerda y arco, con trastes, popular de mediados del
siglo X:V a principios del siglo X:VIII, sostenido entre las piernas.
violín: Instrumento de cuerda y arco, sin trastes, afinado por quintas (sol-re'-la '-mi').
virelai: FORME FIXE francesa con el esquema A bba A bba A bba A, según el cual un ESTRIBI-
LLO (A) alterna con estrofas con la FORMA musical bba, utilizando a la misma música que
el estribillo.
1180 Gkl nrio
virginal: 1) Nombre inglés del CLAVE, utilizado para todos los tipos hasta el siglo XVII.
2) Tipo de CLAVE lo bastante pequeño para ser colocado sobre una mesa, con un único te-
clado y las cuerdas formando un ángulo recto con respecto a las teclas, en lugar de ir pa-
ralelas a éstas como en los claves de mayor tamaño.
virtuoso: Intérprete especializado en un instrumento y que encandila a la audiencia gracias a
sus proezas técnicas.
vodevil: En América, en los siglos XIX y principios del XX, un tipo de espectáculo de varieda-
des que comprendía números musicales, pero sin el tema común de una REVISTA.
voz organal (en latín, vox organalis): En un ORGANUM, la voz añadida por encima o por de-
bajo de la MELODÍA del CANTO LLANO original.
voz principal (en latín, vox principalis): En un ÓRGANUM, la MELODÍA del CANTO LLANO ori-
ginal.
zarzuela: GÉNERO español de teatro musical, una obra ligera y mitológica en un ambiente
pastoral que hace alternar los diálogos cantados y hablados y diversos tipos de CO JUNTO
vocal y de canción para solista.
J
1
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SR Source Readings in Music History, ed., rev., ed. Oliver Strunk, ed. gen. Leo Treitler (New-
York: Norton, 1998). Las citamos por su número en la colección y en otro caso por su
número en los volúmenes publicados individualmente: vol. 1, Greek Vz'ew ofMusic, ed.
Thomas J. Mathiesen; vol. 2, The Early Christian Period and the Latin Middle Ages, ed.
James McKinnon; vol. 3, The Renaissance, ed. Gary Tomlinson; vol. 4, The Baroque Era,
ed. Margaret Murata; vol. 5, The Late Eighteenth Century, ed. Wye Jamison Allanbrook;
vol. 6, The Nineteenth Century, ed. Ruth Solie; vol. 7, The Twentieth Century, ed. Ro-
bert P. Morgan. Así, «SR 14 (2:6)» significa número 14 en el volumen en tapa dura y
número 6 en el segundo de los volúmenes en rústica.
La siguiente bibliografía no es una lista exhaustiva de las fuentes disponibles sobre cada tema, sino más
bien una colección de las publicaciones más recientes que pueden servir de punto de partida para pro-
fundizar más.
The New Grove Dictionary of Music and Musi- El papel de las mujeres en la música está infrava-
cians, 2nd ed. [NG2, ed. Stanley Sadie (London: lorado en los textos estándar de historia de la mú-
Macmillan, 2001) es la primera fuente para con- sica. Son útiles correctivos: Women and Music: A
sultar sobre casi cualquier cuestión relacionada History, ed. Karin Pendle (Bloomington: Indiana
con la música. Los artículos NG que se enumeran University Press, 1991; 2nd ed., 2001), y Women
a continuación ofrecen un resumen excepcional Making Music: The Western Art Tradition, 1150-
sobre un tema significativo; los artículos sobre 1950, ed. Jane Bowers y Judith Tick (Urbana:
compositores, teóricos, intérpretes y otros músi- University of Illinois Press, 1986). Se recogen do-
cos, instrumentos, géneros, términos, ciudades y cumentos relacionados con las mujeres en la mú-
tradiciones nacionales, no se citan individual- sica enr-Women in Music: An Anthology of Source
mente, pero son fidedignos. Los mismos conteni- Readings Jrom the Middle Ages to the Present, rev.
dos, en ocasiones actualizados, están disponibles ed., ed. Carol Neuls-Bates (Boston: Northeastern
en Grove Music Online at www.grovemusic.com. University Press, 1996). Contienen obras de mu-
Richard Taruskin, The Oxford History of Wes- jeres Historical Anthology of Music by Women, ed.
tern Music (New York: Oxford University Press, James R. Briscoe (Bloomington; Indiana Univer-
2005) es una historia en seis volúmenes. The New sity Press, 1987) y New Historical Anthology of
Oxford History ofMusic [NOHM] (London: Ox- Music by Women, ed. Briscoe (Bloomington: In-
ford University Press, 1954-) es una historia en diana University Press, 2004), y la serie Women
varios volúmenes escrita por numerosos expertos. Composers: Music through the Ages, ed. Martha
Reader's Guide to Music: History. Theory. Criticism, Furman Schleifer y Sylvia Glickman (New York:
ed. Murray Steib (Chicago: Fitzroy Dearborn, C. K. Hall, 1996-).
1999), relaciona y resume las obras más útiles y
autoritativas sobre numerosos compositores, gé-
neros, países y temas.
Historia social e intelectual de la música Fuentes
ver, NJ: Prentice Hall, 1989), que incluye una an- que incluye un CD. Daniel Leech-Wilkinson tra-
tología íntegra; y Richard H. Hoppin, Medieval ta sobre la idea moderna de la música medieval
Music, junto con su Anthology of Medieval Music especialmente en lo que se refiere a la interpreta~
(New York: Norton, 1978). Otra antología es Me- ción en The Modem Invention ofMedieval Music:
dieval Music: The Oxford Anthology of Music, ed. Scholarship, Ideology, Performance (Cambridge:
W Thomas Marrocco y Nicholas Sandon (Lon- Cambridge University Press, 2002).
don: Oxford University Press, 1977).
Los contextos sociales y culturales de la música
de este periodo se tratan en Antiquity and the CAPfTULO 1
Míddle Ages: From Ancient Greece to the Eigth
Century, ed. James MeKinnon (London: Macmi- La categorización en el capítulo 1 de las pruebas
llan, 1990; Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, sobre la música de tiempos pasados en cuatro ti-
1991), una colección de capítulos de varios ex- pos principales (instrumentos y otros vestigios fí-
pertos. Las perspectivas filosóficas y estéticas so- sicos, imágenes, escritos y la propia música) se
bre la música se examinan en Herbert M. Sehue- basa en el primer capírulo de la obra de Thomas
ller, The Idea ofMusic: An lntroduction to Musical J. Mathiesen Apollo's Lyre (citada más adelante).
Aesthetics in Antiquity and the Middle Ages (Kala-
mazoo: Medieval Institute Publications, Western
Michigan University, 1988). A Companion to Me- La música antes de los archivos históricos
dieval and Renaissance Music, ed. Tess Knighton y
David Fallows (Berkeley: University of California En The Origins of Music, ed. Nils L. Wallin,
Press, 1992), ofrece una abigarrada recopilación Bjorn Merker, y Steven Brown (Cambridge, MA:
de artículos de intérpretes y eruditos sobre prácti- MIT, 2000) se recogen artículos que especulan
ca interpretativa, estética, género, estilo y otros con los orígenes de la música.
asuntos. La prehistoria de la música europea se resume
Una bibliografía erudita comentada sobre mú- en Ellen Hickmann, «Europe, pre- and proto-his-
sica medieval es la de Andrew Hughes, Medieval torio>, en NG 2 • Pueden encontrarse ilustraciones
Music: The Sixth Liberal Art (Toronto: University de instrumentos hallados de tiempos prehistóri-
ofToronto Press, 1980). cos e históricos en Annemies Tamboer, Ausgegra-
bene Llange: Archiiologisehe Musikinstrumente aus
allen Epoehen (Oldenburg: Isensee, 1999).
Prdctica interpretativa
don: D. Dobson; New York: Columbia Univer- La creación del canto gregoriano
sicy Press, 1959-84).
Una descripción de la liturgia romana del siglo
VIIIse encuentra en SR 19 (2:11).
Música critiana primitiva Sobre la transmisión oral y la codificación es-
crita del canto gregoriano, véase Leo Treitier,
McKinnon, «Christian Church, music of the With Voice and Pen: Coming to Know Medieval
early», en NG2. Una importante colección de Songand How !t Was Made (Oxford: Oxford Uni-
lecturas originales paganas y patrísticas de la so- versity Press, 2003), incluye CD; McKinnon, The
ciedad y los ritos critianos primitivos aparecen en Advent Project: The Later-Seventh-Century Crea-
Music in Early Christian Literature, ed. McKin- tion of the Roman Mass Proper (Berkeley: Univer-
non (Cambridge: Cambridge Universicy Press, sity of California Press, 2000) : Kenneth Levy,
1987) . James C. King y Werner Vogler, The Cul- Gregorian Chant and the Carolingians (Princeton:
ture of the Abbey of St. Gal! (Stuttgart: Belser, Prince ton University Press, 1998): Jeffery, Re-En-
1991) ofrecen una visión general de la vida mo- visioning Past Musical Cultures: James Grier,
nástica. Pasajes de escritos de san Basilio, san «Adémar de Chabannes, Carolingian Musical
Juan Crisóstomo, san Jerónimo y san Agustín se Practices, and Nota Romana», JAMS 56 (2003):
encuentran en SR 9-13 (2:1-5). 43-98: y McKinnon, «The Emergence of Grego-
rian Chant in the Carolingian Era», en Antiquity
and the Middle Ages, 88-119.
Canto bizantino
her & Faber, 1979), y Harrison, Music in Medie- sica según la métrica latina, ed. Roberto Pla (Ma-
val Britain (Buren, Netherlands: Knuf, 1980). drid: Música Didáctica, 2001), los textos en Afamo
X, O Sdbio, Cantigas de Santa Maria, ed. Walter
Mettmann (Edicions Xerais de Galicia, 1981), y
Alemania traducciones de las canciones en Songs of Holy
Mary ofAlfomo X, The W'ise, trad. Kathleen Kulp-
Sobre Minnesinger, James V. McMahon, The Hill (Tempe: Arizona Center for Medieval and Re-
Music of Early Minnesang (Columbia, SC: Cam- naissance Studies, 2000). Una edición más antigua
den House, 1990). con facsímil completo es la de Higinio Angles, La
música de las cantigas de Santa María del Rey Alfon-
so el Sabio, 3 vols. en 4 (Barcelona: Biblioteca Cen-
Italia tral, Sección de Musica, 1943-64). Sobre la can-
ción musulmana y judía, especialmente en España,
Sobre la canción italiana y su relación con la tradi- véase Amnon Shiloah, «Muslim and Jewish Musi-
ción de los trovadores, véase E Alberto Gallo, Mu- cal Traditions of the Middle Ages», en Music as
sic in the Castle: Troubadours, Books, and Orators in Concept and Practice in the Late Middle Ages, ed.
Italian Courts ofthe Thirteenth, Fourteenth, and Fif Reinhard Strohm y Bonnie J. Blackburn, 1-30.
teenth Centuries, trad. Anna Herk.lotz (Chicago:
University of Chicago Press, 1996). Sobre el laude
en general, Blake Wilson, «Lauda», en NG. El lau- Instrumentos y danza
dado puede encontrarse en The Earliest Laude: The
Cortona Hymnal ed. Hans Tisebler (Ottawa: Insti- Los instrumentos pueden encontrarse en A Per-
tute of Mediaeval Music, 2002), y The Florence former's Guide to Medieval Music, ed. Ross W
Laudario: An Edition of Florence, Biblioteca nazio- Duffin (Bloomington: Indiana University Press,
nale centrale, Banco ran 18, ed. music. Wilson, ed. 2000) . La música, en Howard Mayer Brown y
textos y trad. Nello Barbieri (Madison, WI: A-R Keith Polk, «Instrumental Music, c. 1300-c.
Editions, 1995). Sobre la tradición medieval de las 1520», y Walter Salmen, «Dances and Dance
laudes florentinas, véase Wilson, Music and Mer- Music, c. 1300-c. 1530», en Music as Concept and e
chants; The Laudesi Companies of &publican Flo- Practice in the Late Middle Ages, ed. Strohm and g
rence (Oxford: Oxford University Press, 1992). So- Blackburn, 97-161 y 162-90. Las transcripciones (
bre la tradición veneciana en la Edad Media y de todas las danzas que han llegado hasta nues- te
después, Jonathan Glixon, Honoring Cod and the tros días, junto · con comentarios útiles aparecen
City; Music at the Venetian Confraternities, 1260- en Timothy McGee, Medieval Imtrumental Dan-
1087 (Oxford; Oxford University Press, 2003). ces (Bloomington: Indiana University Press, R
Cyrilla Barr examina otras tradiciones regionales 1989).
en The Monophonic Lauda and the Lay Religious F1
Confraternities ofTuscany, and Umbría in the Late c.
Middle Ages (Kalamazoo: Medieval Institute Publi- CAPfTULO 5 G
cacions, Western Michigan University, 1988). pe
General n
Sa;
España The Early Middle Ages to 1300, ed. Richard L. do.
Crocker y David Hiley, contiene excelentes estu- est•
Sobre las cantigas, Joseph E O'Callaghan, Alfonxo dios sobre polifonía antigua de Sarah Fuller, la pri:
X and the Cantigas de Santa Maria: A Poetic Bio- polifonía de Notre Dame de Janet Knapp, y po- Edi
graphy (Leiden and Boston: Brill, 1998). La músi- lifonía inglesa y francesa del siglo XIII de Croc- We
ca está editada en Alfomo X El Sabio, Cantigas de ker. E Alberto Gallo, Music of the Middle Ages ofl
Santa María; Nueva transcripción integral de su mú- IL trad. Steven Botterill (Cambridge: Cambrid- tho.
Bib/iograffa 1191
ge University Press, 1985), se centra en la poli- Polyphony (Henryville, PA: Institute of Mediaeval
fonía del occidente latino. Puede consultarse Music, 1984).
también Sarah Fuller, «Organum-discantus-con-
trapunctus in the Middle Ages», en CHWMT,
477-502; y «Ürganum», «Discant», «Conduc- Polifonía de Notre Dame
tus», y «Motet, §I: Middle Ages» en NC2.
Una visión de la función social de la música Craig Wright examina la historia de la música en
polifónica se ofrece en Marion S. Gushee, «The Notre Dame durante la Edad Media y Renaci-
Polyphonic Music of the Medieval Monastery, miento primitivo con detalles fascinantes en Mu-
Cathedral and University», en Antiquity and the sic and Ceremony at Notre Dame of París: 500-
Middle Ages, ed. James W McKinnon, 143-69. 1500 (Cambridge: Cambridge University Press,
En Discarding lmages: Rejlections on Music and 1989). Sobre la interpretación de la polifonía de
Culture in Medieval France (Oxford: Clarendon, Notre Dame, Edward H. Roesner, «The Perfor-
1993). Christopher Page cuestiona las opiniones mance of Parisian Organum», Early Music 7
convencionales del siglo xiii como racionalistas, (April 1979): 174-89; Rebecca A. Baltzer, «The
constructivas y ascéticas y defiende una interpre- Geography of the Liturgy at Notre-Dame of Pa-
tación más intuitiva de sus cualidades humanas. rís», en Plainsong in the Age ofPolyphony, ed. Tho-
mas Forrest Kelly (Cambridge: Cambridge Uni-
versity Press, 1992), 45-64; y Baltzer, «How Long
Órganum primitivo was Notre-Dame Organum Performed?» en Be-
yond the Moon: Festscrift Luther Dittmer, ed. Gi-
Para una traducción de Musica enchiriadis y Scolica llingham y Paul Merkley (Ottawa: Institure of
enchiriadis, véase en capítulo 2; para Microwgus de Mediaeval Music, 1990), 118-43.
Guido of Arezzo, ver capítulo 3. El principal estu- El índice estándar del repertorio de Notre
dio en inglés del Winchester Troper que incluye al- Dame es el de Friedrich Ludwig, Repertoriurn or-
gunas transcripciones es el de Alejandro Planchart, ganorurn recentioris et motetorurn vetustissirni stili
The Repertory of Tropes at Winchester, 2 vols. (Prin- (Brooklyn: Institute of Mediaeval Music, 1964-
ceton: Princeton University Press, 1977). Sobre ór- 78). Un catálogo más actualizado en inglés es el
ganum libre, Ad Organ urn Faciendurn & ltem de de van der Werf, lntegrated Directory of Organa.
Organo, ed. y trad. Jay A, Huff (Brooklyn: Institu- Clausulae, and Motets of the Thirteenth Century
te ofMediaeval Music, 1969). (Rochester, NY: Author, 1989). También Gilling-
ham, Indices to the Notre -Dame Fascimiles (Otta-
wa: lnstitute ofMediaeval Music, 1994).
Polifonía aquitana Las tres fuentes principales que se consideran
procedentes del Magnus liber organi son los manus-
Fuller, «St. Martial, §III: Polyphony», en NC2. critos Wolfenbüttel, Helmstedt 628 (antes 677),
Codex Calixtinus de la Catedral de Santiago de denominado Wl; Wolfenhuttel, Helmstedt 1099
Compostela (n.p.: Kaydeda Ediciunes, 1993) pro- (1206), denominado W2: y Florencia, Biblioteca
porciona un facsímil en color de todo el codex. Medicea-Laurenziana, pluteo 29.1, denominado E
Theodore Karp, The Polyphony of St. Martial and Las tres están publicadas en facsímil: Wl en An Old
Santiago de Compostela, 2 vols. (Oxford: Ciaren- St. Andrews Music Book, ed. J. H. Barter (London:
don, 1992), defiende la transcripción rítmica de St. Andrews University Publications, 1931), o Die
este repertorio y proporciona una edición, pero sus mitteralterliche Musik-Handschrift WJ, ed. Martín
principios no han sido aceptados por lo general. Stahelin, (Wiesbaden, 1995), con introducción en
Ediciones sin ritmos son las de Hendrik van der inglés y alemán; W2 en Wolfenbüttel 1099, ed. Lu-
Werf, The Oldest Extant Part Music and the Origin ther A. Dittmer, PMMM 2 (1960); y F en Firenze,
of Western Polyphony, 2 vols. (Rochester, NY: Au- Biblioteca Mediceo-Laurenziana, pluteo 29 .1, 2
thor, 1993), y Bryan Gillingham, Saint Martial vols., ed. Dittmer, PMMM 1-11 (1966-67).
1192 Bibliogra&!:_
Los órganum y clausulse se transcriben en Le versity Press, 1997), es una fascinante colección
Magnus líber organi de Notre-Dame de París, 6 de artículos sobre motetes de distintas épocas. Al-
vols., ed. gen. Edward H. Roesner (Monaco: Oi- gunos estudios recientes interesantes sobre el mo-
seau-Lyre, 1993-), con una nota introductoria so- tete son van der Werf, Hidden Beauty in Motets of
bre la interpretación en el vol. I. Hans Tischler, the Early Thirteenth Century (Tucson: Author,
The Parisian Two-Part Organa: The Complete 1998); Sylvia Huot, Allegorical Play in the Old
Comparatíve Edition, 2 vols. (New York, 1988), French Motet: The Sacred and the Profane in Thir-
transcribe todo el repertorio en los modos rítmi- teenth-Century Polyphony (Stanford: Stanford
cos igual que la edición parcial que se incluye en University Press, 1997); y Mark Everist, French
William G. Waite, The Rhythm of Twe/fth-Cen- Motets in the Thirteenth Century: Music, Poetry,
tury Polyphony: lts Theory and Practice (New Ha- and Genre (Cambridge: Cambridge University
ven: Yale University Press, 1954). Press, 1994). Tischler, The Style and Evolutíon of
Un resumen general de la notación de Notre the Earliest Motets (to circa 1270), 3 vols. (Henry-
Dame y su interpretación rítmica aparece en Gi- ville, PA: Institute of Mediaeval Music, 1985), es
llingham, Modal Rhythm (Otawa: The Institute una comparación con su edición e incluye un ca-
of Mediaeval Music, 1986). También Roesner, tálogo completo.
«Rhythmic modes»; Hiley y Thomas B. Payne, La edición más completa sobre motetes primi-
«Notation, Il»; y Margaret Bent, «Notation, III»; tivos que presenta cada motete en varias versiones
enNC2. de distintos manuscritos es The Earliest Motets (to
Otros teóricos importantes son Anonymous circa 127): A Complete Comparative Edition, 3
IV, De memuris et discantu, trad. Jeremy Yudkin, vols., ed. Tischler (New Haven: Yale University
MSD 41 (Neuhausen-Stuttgart: AIM/Hanssler, Press, 1982). Entre las ediciones de manuscritos
1985), y Joannes de Garlandia, Concerning Mea- concretos están The Latín Compositíons ofFascicu-
sured Music (De memura bili musica), trad. Stan- lus VII and VIII of the Notre Dame Manuscript
ley H. Birnbaum (Colorado Springs: Colorado Woifenbüttel Helmstedt 1099 (1206), 2 vols., ed.
College Music Press, 1978). Hay un extracto de Gordon Anderson (Brooklyn: Institute of Me-
este último en SR 30 (2:22). diaeval Music, 1968); The Montpellier Codex, Re-
cent Researches in the Music ofthe Middle Ages and
Early Renaissance 2-8, ed. Tischler (Madison, WI:
Conductus A- R Editions, 1978-85); Compositions of the
Bamberg Manuscript, CMM 75, ed. Anderson
Robert Falek, The Notre Dame Conductus; A (Neuhausen-Stuttgart: Hanssler, 1977); e Higini
Study ofthe Repertory (Henryvifle. PA: Institute of Angles. El codex musical de Las Huelgas, 3 vols.
Mediaeval Music, 1980, y Page, Latín Poetry and (Barcelona: lnstitut d' estudis catalans, Biblioteca
Conductus Rhythm in Medieval France (London: de Catalunya, 1931).
Royal Musical Association, 1997). Entre las edi-
ciones de conductus están The Conductus Collec-
tion of MS Wolfenhüttel 1099, 3 vols., ed. Ethel Notación
Thurston (Madison, WI: A-R Editions, 1980), y
Notre-Dame and Related Conductus; Opera omnia, Los detalles sobre la notación de la música polifó-
10 vols., ed. Gordon Anderson (Henryville, PA: nica en los siglos XII y XIII pueden consultarse en
Institute ofMediaeval Music, 1979-). Car! Parrish, The Notation of Medieval Music
(New York: Norton, 1978); Wtlli Apel, The No-
tation of Polyphonic Music, 5ª ed. (Cambridge,
Motete MA: Medieval Academy of America, 1961); Y
Waite, The Rhythm of Twe/fth-Century Polyphony.
Hearing the Motet of the Middle Ages and Renais- Hay un extracto de Ars cantus mensurabilis de
sance, ed. Dolores Pesce (New York: Oxford Uni- Franco de Colonia en SR 31 (2:23).
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en Antiquity and the Middle Ages, ed. McKinnon, Regaldo, y Edward H. Roesner, Le Roman de
170-96, ofrece un resumen general y contextos de Fauvel and Other Works: Facsímile with Introduc-
la música polifónica y monofónica inglesa. Tam- tory Essay (New York: Broude, 1986), y la edición
bién Lefferts, The Motet in England in the Fourte- en Le premier et le secont livre de Fauvel ed. Paul
enth Century (Ann Arbor: UMI Research Press, Helmer (Ottawa: lnstitute o_f Mediaeval Music,
1996). Shai Burstyn, «Gerald of Wales and the 1997). Una variada recopilación de trabajos dedi-
Sumer Canon», JM 2 (1983): 135-50, defiende la cados a Fauvel es Fauvel Studies: Allegory, Chroni-
polifonía popular como influencia en la música cle, Music, and lmage in París, Bibliotheque natio-
inglesa y está en contra de establecer una división nale de France. MS Jrancais 146, ed. Margaret
clara entre improvisación y composición. Bent y Andrew Wathey (Oxford: Clarendon,
Las obras que han sobrevivido están recogidas 1998). También Emma Dillon, Medieval Music-
en English Music ofthe Thirteenth and Early Four- Making and the Roman de Fauvel (Cambridge:
teenth Centuries, ed. Ernest H. Sanders, PMFC Cambridge University Press, 2002).
14 (Monaco: Oiaeau-Lyre, 1979). Los fragmen-
tos de Worcester están editados en PMMM 5 y
en The Worcester Fragments: A Catalogue Raisonné Ars nova y Vitry
and Transcription, ed. Dittmer, MSD 2.
Puede verse el tratado atribuido a Philippe de
Vitry llamado Ars nova, ed. Gilbert Reaney, An-
CAPÍTULO 6 dré Gilles, y Jean Maillard, Corpus scriptorum de
musica 8 (American lnstitute of Musicology,
General 1964), trad. Leon Plantinga en journal of Music
Theory 5 (1961): 204-23. Extractos de la obra de
Polyphonic Music of the Fourteenth Century Jehan de Murs Notitia artis musicae se encuentran
[PMFC] (Monaco: Oiseau-Lyre, 1956-91) es una en SR 34 (2:26), y la crítica de Jacques de Liege
completa edición de música del siglo XIV proce- del Speculum musicae en SR 35 (2:27).
dente de Francia, Italia e Inglaterra: vol. 1: Ro- Sobre Vitry como compositor, Daniel Leech-
man de Fauvel, Vitry, and French Mass Ordinary Wtlkinson, Compositional Techniques in the Four-
cydes; 2-3: Machaut; 4: Landini; 5: motees of Pan Isorhythmic Motets of Philippe de Vitry and
French provenance; 6-11: ltalian secular music; His Contemporaries, 2 vols. (New York: Garland,
12-13: ltalian sacred and ceremonial music; 14: 1989). Algunos motetes atribuidos a Vitry apare-
English music of che thirteenth and fourceenth cen en PMFC 1 y 5 (véase más arriba) y en Phi-
centuries; 15: English motees; 16-17: English lippe de Vitry. Complete Works, ed. Leo Schrade,
Mass, Office, and ceremonial music; 18-22; con una nueva introducción y notas de Roesner
French secular music; 23; French sacred music; (Monaco: Oiseau-Lyre. 1984).
24: Ciconia.
Sobre la notación rítmica de los siglos XIII al
XV, véase Anna Maria Busse Berger, «The Evolu- Machaut
tion of Rhythmic Notation», en CHWMT, 628-
56. Sobre teoría en general, Jan Herlinger, «Mu- Lawrence Earp, Guillaume de Machaut: A Guide
sic Theory of the Fourteenth and Early Fifteenth to Research (New York: Garland, 1995) propor-
Centuries», en Music as Concept and Practice in ciona una biografía, bibliografía y discografía
the Late Middle Ages, ed. Reinhard Strohm y completas y es la mejor fuente para estudiar a
·Bonnie J. Blackburn (Oxford: Oxford University Machaut. Sobre la misa, Daniel Leech-Wilkin-
Press, 2001), 244-300. son, Machaut's Mass: An Introduction (Oxford:
1194 Bibliograf!!!
Clarendon, 1990). Anne Walters Robertson, neral puede consultarse Viola L, Hagopian. fta-
Guillaume de Machaut in Reims: Context and lian Ars Nova Music: A Bibliographic Guide to Mo-
Meaning in His Musical Works (New York: dern Editions and Related Literature, rev, ed. (Ber-
Cambridge University Press, 2002) aclara su keley: University of California Press, 1973).
música situándola en contexto y establece la fe- Entre las ediciones están The Music of]acopo da
cha y el propósito de la misa de Machaut. Bologna, ed. W Thomas Marrocco (Berkeley:
La edición estándar sobre Machaut es la de University of California Press, 1954), y Fourte-
Leo Schrade en PMFC 2-3. Una edición parcial enth-Century ltalian Cacee, y rev. ed., ídem.
más reciente es Guillaume de Machaut 1300- (Cambridge. MA: Medieval Academy of America,
1377: Oeuvres completes, ed. Sylvette Leguy (Pa- 1960. La edición estándar sobre Landini es la de
rís: Le Droict Chemin de Musique, 1977-). Hay Leo Schrade en PMFC 4. Sobre el Codex Squar-
una edición de la misa en CMM 2, y otra música cialupi, véase la edición de Johannes Wolf, Der
de misa del siglo XIV francés aparecen en CMM Squarcialupi Codex (Lippstadt: Kistner & Siegel,
13 (Misa de Tournai) y CMM 29. Le ]ugement du 1955), y el facsímil en // codice Squarcialupi: Ms.
roy de Behaingne and Remede de Fortune de Ma- Mediceu Palatino 87, Biblioteca laurenziana di Fi-
chaut, ed. y trad. James I. Wimsatt y William W renze (Florence: Giunti Barbera, 1992). Otras edi-
Kibler, ed. music. Rebecca A. Baltzer (Athens and ciones de música del Trecento aparecen en PMFC
London: University of Georgia Press, 1988), ilus- 6-13 y en CMM 8, Music of Fourteenth-Century
tra de qué forma la canción profana francesa fun- Ita/y, ed. Nino Pirrotta.
cionaba en la cultura cortesana. Véase también Le Sobre los teóricos italianos, Prusdocimo de'
livre don voir dit de Machaut, ed. Daniel Leech Beldomandi, Cuntrapunctus (Counterpoint), trad.
Wilkinson, trad. R. Barton Palmer (New York: Jan Herlinger (Lincoln: University of Nebraska
Garland, 1998). Press, 1984), y Herlinger, The Lucidarium of
Marchetto of Padua (Chicago: University of Chi-
cago Press, 1985). El sistema de notación italiano
Otros compositores franceses y Ars Subtilior lo describe Marchetto de Padua en SR 33 (2:25).
Un resumen general desde los orígenes de la im- Un estudio conciso de la música de Dunstable es
presión de música hasta nuestros días es el de el de Margaret Bent, Dunstaple (London: Oxford
Stanley Boorman, Eleanor Selfridge-Field, y Do- University Press, 1980). Sobre la función social
nald W Krummel, «Printing and publishing of de la música, Peter M. Lefferts, «Medieval En-
music», en NG2. También Music Printing and gland, 950-1450», y Frank L. Harrison, Music in
Publishing, eds. Donald W. Krummel y Stanley Medieval Britain, reseñados en el capítulo 4.
Sadie (New York: Norton, 1990). Entre las ediciones de música inglesa de los
Un estudio detallado de los impresores italia- siglos XIV y XV están las de john Dunstable,
nos es el que ofrece Fenlon, Music, Print and Cul- Complete Works, ed. Manfred F. Bukofzer, rev.
ture in Early Sixteenth-Century Ita/y (London: ed. por Bent, Ian Bent, y Brian Trowell, en MB
British Library, 1995). Otros estudios regionales 8 (1970); Leonel Power, Complete Works, ed.
más detallados sobre las ediciones italianas son los Charles Hamm, en CMM 50; Walter Frye, Co-
de Jane A. Bernstein, Print Culture and Music in llected Works, ed. Sylvia W Kenney, en CMM
Sixteenth-Century Venice (Oxford: Oxford Uni- 19; The Old Hall Manuscript, 4 vols., ed. An-
versity Press, 2001); Richard J. Agee, The Garda- drew Hughes y Bent, en CMM 46; Mediaeval
no Music Printing Firms, 1569-1611 (Rochester: Carols, ed. John E. Srevens, en MB 4; The Eton
University of Rochester, 1998): y Tim Carter, Choir Rook, ed. Harrison, en MB 10-12; y Fif-
Music. Patronage and Prínting in Late Renaissance teenth-Century Liturgical Music, ed. Andrew
Florence (Aldershot: Ashgate, 2000). Hughes, Bent, y Careth Curtís, en Early English
Hay versión facsímil de las tres primeras colec- Church Music, vols. 8, 22, 34, y 42 (London:
ciones de canciones de Petrucci: Harmonice Musi- Stainer & Bell, 1968-2001).
ces Odhecaton A, 3ª ed. (1504; reimpr. New York:
Broude, 1973); Cantí B numero cinquanta (1502:
repr. NewYork: Broude, 1975); y Canti C numero Borgoña
cin quanta (1504; repr. New York: Broude,
1978). De las dos primeras existe además una Craig Wright, Music at the Court of Burgundy,
transcripción: Harmonice Musíces Odhecaton A, 1364-1419 (Henryville, PA: Institute of Mediae-
ed. Helen Hewitt con textos literarios ed. por Isa- val Music, 1979). Sobre interpretación coral en la
bel Pope (Cambridge, MA: Medieval Academy of Borgoña del siglo XV, véase David Fallows, «Spe-
America, 1946); y Canti B numero cinquanta, ed. cific Informarion on the Ensembles for Compo-
Hewitt, Monuments of Renaissance Music 2 sed Polyphony, 1400-1474», en Studies in the Per-
(Chicago: University ofChicago Press, 1967). formance of Late Mediaeval Music, ed. Stanley
Algunos relatos sobre los primeros impresores Boorman (Cambridge: Cambridge University
musicales de Francia se encuentran en Daniel Press, 1983), 109-60. También Reinhard Srrohm,
Heartz, Pierre Attaingnant, Royal Printer ofMusic Music in Late Medieval Bruges.
(Berkeley: University of California Press, 1968). Sobre la chanson borgoñona durante este pe-
Algunos ensayos sobre la impresión de música en riodo, Walter H. Kemp, Burgundian Court Song
1198 Bibliografl:_a
in the Time of Binchois: The Anonymous Chansons Buonconsiglio en Tremo y contienen más de
ofEl Escorial MS V.Ill24 (Oxford: Oxford Uni- 1.600 composiciones escritas entre 1400 y 1475:
versity Press, 1990). un facsímil aparece en Codex Tridentinus 87-93
Ensayos críticos sobre Binchois aparecen en (Rome: Bibliopola, 1969-70), y algunos fragmen-
Binchois Studies, ed. Andrew Kirkman y Dennis tos se transcriben en DTO, vols. 14/15, 22, 38,
Slavin (Oxford: Oxford University Press, 2000). 53, 61, y 76. Cánones de los Códices de Tremo
Las chansons de Binchois se transcriben en Die en ed. de Richard Loyan aparecen en CMM 38.
Chansons von Cilles Binchois (1400-1460), ed. El Cancionero de El Escorial, que contiene piezas
Wolfgang Rehm (Mainz: B. Schott, 1957). Sobre atribuidas a Dunstable, Du Fay, Binchois y otros
su obra litúrgica, véase The Sacred Music of Gilles aparece en una edición de Martha K. Hanen, The
Binchois, ed. Philip Kaye (Oxford: Oxford Uni- Chansonnier El Escorial 3 vols. (Henryville, PA:
versity Press, 1992). lnstitute ofMediaeval Music, 1983).
Una gran cantidad de información nueva sobre Al contrario que eruditos anteriores, Kirkman
Du Fay, incluida su fecha de nacimiento, aparece sostiene que el reconocimiento del ciclo de la
en la obra de Alejandro Enrique Planchan, «Gui- misa como género no surgió hasta 1450; véase
llaume Du Fay's Benefices and His Relationship «The Invention of the Cyclic Mass», JAMS 54
to the Court ofBurgundy», EMH 8 (1988): 117- (Spring 2001): 1-47. El principal trabajo sobre el
71. Véase también su artículo sobre Du Fay en uso de cantut-firmus en la misa y otras obras li-
NG2; Fallows, Dufay (New York: Vintage, 1987); túrgicas es el de Edgar H. Sparks, Cantus Firmus
y Julie E. Comming, The Motet in the Age of Du in Mass and Motet, 1420-1520 (Berkeley: Univer-
Fay (Cambridge: Cambridge University Press, sity of California Press, 1963) . Sobre L'homme
1999). Sobre las técnicas compositivas de Du Fay, armé, véase Alejandro Planchan, «The Origins
Kevin N. Moll, Counterpoint and Compositional and Early History of L'homme armé>i, JM 20
Process in the Time ofDufay: Perspectives from Ger- (Summer 2003): 305-57.
man Musicology (New York: Garland, 1997). So- En los Códices de Trento (véase más arriba)
bre su atención a la composición del texto, véase aparecen muchas misas primitivas. Además, Mo-
Don Michael Randel, «Dufay the Reader», en numenta polyphoniae liturgicae, ed. Laurence Fei-
Music and Language (New York: Broude, 1983), ninger (Rome: 1947-74). Serie I, Ordinaty of the
38-78. Mass (el vol. 1 contiene diez misas primitivas so-
Las obras de Du Fay aparecen en su Opera om- bre L'homme armé), y la Serie II, Proper of the
nia, ed. Hemrich Besseler, en CMM 1, vol. 6 Mass (ediciones académicas que conservan todas
(Chansons): ed. rev. por Fallowt, 1995. las características de los manuscritos originales).
Las obras de Du Fay y sus contemporáneos se
conservan en un gran número de manuscritos,
por lo general de origen italiano. Algunos de los CAP1TULO 9
más importantes se encuentran en ediciones facsí-
miles y modernas. Un manuscrito copiado en el Ockeghem
norte de Italia alrededor de 1460 que contiene
325 obras de entre 1400 y 1440 es Oxford, Bod- Las misas de Ockeghem están en ]ohannes Ockeg-
leian Library, MS. Canon. Mise. 213, ed. con in- hem: Masses and Mass Sections, ed. Jaap van Ben-
tro e inventario de Fallows (Chicago: University them (Utrecht, 1994-) y en ]ohannes Ockeghem:
of Chicago Press, 1995). Los Códices de Trento Collected Works, vols. 1 y 2, 2ª ed., ed. Dragan
son siete volúmenes que se encuentran en la bi- Plamenac (New York: American Muticological
blioteca del Museo Nacional del Castello del Society, 1959-66). Las demás obras pueden en-
Bibliografía 1199
contrarse en Collected Works, vol. 3: Motets and ker, Henricus Isaac: A Guide to Research (New
Chansom, eds. Richard Wexler y Plarnenac (Phi- York: Garland, 1991).
ladelphia: American Muticological Society,
1992). Sobre la música para misa de Ockeghem y
préstamos musicales, véase Fabrice Fitch, johan- josquin
nes Ockeghem: Masses and Models (París: H.
Champion, 1997). Una bibliografía, Martín Pic- Descubrimientos recientes en los archivos han mo-
ker, johannes Ockeghem andJacob Obrecht: A Gui- dificado considerablemente la crónica de la vida de
de to Research (New York: Garland, 1988). Josquin. Paul Merkley, «Josquin at Ferrara», JM 18
(2001): 544-83, resume muchos de los descubri-
mientos recientes antes de narrar los nuevos hallaz-
Busnoys gos y embarcarse en un relato de los años de Jos-
quin en Ferrara. Puede consultarse especialmente
Antoine Busnoys: Method, Meaning, and Context Lora Matthews y Merkley. Music and Patronage in
in Late Medieval Music, ed. Paula Higgint (Ox- the Sforza Court (Turnhout: Brepols, 1999), y Pa-
ford: Clarendon, 1999), es una excelente colec- mela Starr, «Josquin, Rome, and a Case of Mista-
ción de ensayos. El incompleto Collected Works ken Identity», JM 15 (1997): 43-65. Una recopila-
sólo tiene las obras con textos en latín, ed. Ri- ción sobresaliente de artículos sobre Josquin
chard Tarutkín (New York: Broude, 1990). aparece en The josquin Companion, ed. Richard
Sherr (Oxford: Oxford University Press, 2000) y
en Josquin des Prez, Proceedings ofthe lnternational
Obrecht josquin Festival-Conference, New York, 1971, ed.
Edward E. Lowinsky y Bonnie J. Blackburn (Lon-
El principal estudio es el de Rub C. Wegman, don: Oxford University Press, 1976). Andrew
Born far the Muses: T he Life and Masses ofjacob Kirkman, «From Humanism to Enlightenment:
Obrecht (Oxford: Clarendon, 1994). Las obras de ReinventingJoaquin», JM 17 (1999): 441-58, exa-
Obrecht están publicadas en New Obrecht Edi- mina las diferentes perspectivas sobre la reputación
tion, ed. Chris Maat et al. (Utrecht, 1983-99); de Josquin desde sus primeros afíos hasta el siglo
Wérken, 8 vols., ed. Johannes Wolf (Amsterdam: XlX. La bibliografía puede encontrarse en Sydney
C. Alsbach; Leipzíg: Breitkopf & Harte!, 1912- Robinson Charles, josquin des Prez: A Guide to Re-
21; reimpr. 1968): y Opera Omnia, 5 vols., ed. search (NewYork: Garland, 1983).
Marcus van Crevel (Amsterdam: G. Altbach, Las obras de Josquin están publicadas en New
1953-). Para una bibliografía, véase la nota sobre josquin Edition, ed. Willem Elders et al. (Utrecht:
Ockeghem. Vereeniging voor Nederlandse Muzíekgeschiede-
nis, 1987-), en preparación, y Wérken, 13 vols.,
ed. Albert Smijers et al. (Amsterdam: Vereeniging
Isaac voor Nederlandse Muziekgeschiedenis, 1921-69).
Byrd
Salmos métricos
Entre los libros más importantes sobre Byrd están
Sobre los salmos métricos, Waldo Selden Pratt, el de Joseph Kerman, The Masses and Motets of
The Music of the French Psalter of 1562 (New William Byrd (Berkeley: Universiry of California
York: Columbia Universiry Press, 1939), y Robin Press, 1980), y Oliver W Neighbor, The Consort
A. Leaver, Goostly Psalmes and Spiritual Songes: and Keyboard Music of William Byrd (Berkeley:
English and Dutch Metrical Psalms from CoverDa- Universiry of California Press, 1978). También
le to Utenhove, 1535-1566 (Oxford: Oxford Uni- John Harley, William Byrd: Gentleman of the
versiry Press, 1991). Una reimpresión facsímil del Chapel Royal (Aldershot: Scolar, 1997), y Byrd
Bay Psalm Book ha sido publicada por Chicago Studies, ed. Alan Brown y Turbet (Cambridge:
Universiry Press, 1956. Además, Richard G. Ap- Cambridge Universiry Press, 1992).
pel, Music of the Bay Psalm Book, 9ª ed. (Bro- Las obras de Byrd están publicadas en The Co-
oklyn: Institute for Studies in American Music, llected WOrks of William Byrd, ed. Edmund H. Fe-
1975). llowes (London: Stainer & Bell, 1937-50); rev. ed.,
Los arreglos para salmos polifónicos de Claude gen ed. Thurston Dart (1964-70). Se está prepa-
Goudimel y Claude Le Jeune están en sus obras rando una nueva edición: The Byrd Edition, gen.
completas: para Goudimel, Oeuvres compl.etes, ed. ed. Philip Brett (London: Stainer & Bell, 1976-).
Pierre Pidoux et al., Gesamtausgaben 3 (Brooklyn: Las dedicatorias de sus Cradualia están en SR 63
Institute of Medieval Music, 1967-83), y Mattres (3:28).
musiciens de la Renaissance franraise, ed. Henry Ex-
pert, 2, 4, y 6; para Le Jeune, Maltres musiciens de
la Renaissance franraise, ed. Expert, 11, 21, 22, y La generación de 1520-1550
23. Sobre los arreglos de salmos de Jacobus Cle-
mens, véase a continuación; para Jan Pieterszoon Las obras de Willaert están en CMM 3, ed. Her-
Sweelinck, véase el capítulo 15. mann Zenek, Walrer Gerstenberg, y Bernhard
Meier; las de Gombert en CMM 6, ed. Joseph
Schmidt-Géirg; y las de Clemens en CMM 4, ed.
Música litúrgica en Inglaterra K. Ph. Bernet Kempers.
La obra clásica en inglés sobre Palestrina es la de Una variada colección de ensayos sobre la músi-
Knud Jeppesen The Style ofPalestrina and the Dis- ca de los siglos XV y XVI en Alemania es Music in
sonance, 2ª ed., trad. Edward J. Dent (London; the German Renaissance: Sources, Styles and Con-
Oxford University Press, 1946), que ofrece un texts, ed. John Kmetz (Cambridge: Cambridge
análisis detallado de la música de Palestrina. Una University Press, 1994). Las obras de Hassler es-
bibliografía puede encontrarse en Clara Marvin, tán en Samdiche Werke, ed. C. Russell Crosby
Giovanni Pierluigi da Palestrina: A Cuide to Rese- (Wiesbaden: Breitkopf & Harte!, 1961-). Las de
arch (New York: Roudedge, 2002). Sobre las mi- Handl están en Collected Edition, ed. Dragotin
sas de parodia, véase Quentin W Quereau, «.As- Cvetko (Ljubljana, 1966-), y en DTO, vols. 12,
pects of Palestrina's Parody Procedure», JM 1 14, 30, 40, 48, 51, 52, 78, 94, 95, 118, y 119.
(1982): 198-216. La edición de Lockwood de la
Pope Mareellus Mass, Norton Critica! Seores (New
York: Norton, 1975), incluye estudios sobre la Lasso
obra y la leyenda que le rodean. La dedicación de
Palestrina a su Second Book ofMasses está en SR 60 Una visión general aparece en Jerome Roche, Las-
(3:25). Las obras de Palestrina están en Giovanni sus, Oxford Studies of Composers (London: Ox-
Pierluigi da Palestrina: Le opere complete, ed. Raf- ford University Press, 1982). Un estudio detalla-
faele Casimiri et al. (Rome: Fratelli Scalers, Scale- do de sus Magnificats es el de David Crook,
ra, 1939-87). Orlando di Lasso's Imitation Magnificats far Coun-
ter-Reformation Munich (Princeton: Princeton
University Press, 1994). Otra colección de ensa-
España y el Nuevo Mundo yos útiles es Orlando di Lasso Studies, ed. Peter
Bergquist (Cambridge: Cambridge University
Robert Stevenson, Spanish Cathedral Music in the Press, 1999). En cuanto a bibliografía, véase Ja-
Golden Age (Berkeley: University of California mes Erb, Orlando di Lasso: A Guide to Research
Press, 1960. Pueden leerse relatos sobre la música (New York: Garland, 1990). Sus obras completas
azteca e inca en SR 77-78 (3:42-43). Una inter- pueden conseguirse en dos ediciones: Samt!iche
pretación reciente de la posible función de las Werke, ed. Franz X. Haber! y Adolf Sandberger
canciones en la sociedad azteca puede verse en (Leipzig: Breitkopf & Marte!, 1894-1927;
Gary Tomlinson, «Montaigne's Cannibal Songs», reimpr. 1974), y Samtliche Werke, nueva serie, ed.
repercussions 7-8 (Spring-Fall 1999-2000): 209- Siegfried Hermelink et al. (Kassel: Barenreiter,
35: un artículo más amplio pero que también tie- 1956-). Los motetes están editados por Bergquist
1202 Bibliografl_a
en The Complete Motets (Madison, Wl: A-R Edi- de frottole de Petrucci en PAM 8, y Frottole ne-
tions, 1995-). ll'edizione príncipe di O. Petrucci, ed. Raffaello
Monterosso (Cremona; Athenaeum Cremonense,
1954) .
Música judía
Los madrigales de la mayoría de los composi- Entre las ediciones modernas están las obras de
tores que se mencionan aquí están en obras com- Sermisy en CMM 52, ed. Gaston Allaire e Isabe-
pletas: Verdelot en CMM 28, ed. Anne-Marie lle Cazeaux; Janequin, Chansons polyphoniques;
Bragard; Arcadelt en CMM 31, ed. Albert Seay; oeuvres completes, ed. A. Tillman Merritt y Fran-
Willaert en CMM 3, ed. Hermsnn Zenck, Walter \:ois Lesure (Monaco: Oiseau-Lyre, 1965-71); y
Gerstenberg, y Bernhard Meier; Rore en CMM Le Jeune, Airs, ed. D. P. Walker (AIM, Miscella-
14, ed. Bernhard Meier; Vicentino en CMM 26, nes 1). Algunos ejemplos de la chanson francesa
ed. Henry W Kaufmann; Casulana en I madriga- desde la primera mitad del siglo XVl se encuen-
li di Maddalena Casulana, ed. Beatrice Pescerelli tran en Anthologie de la chanson parisienne au
(Florence; L, S, Olsehki, 1979); Wert en CMM XVI' síecle, ed. Lesure (Monaco; Oiseau-Lyre,
24. ed. Caro! MacClintock y Melvin Bernstein; y 19 53), y Chamon Albums ofMarguerite ofAustria,
Gesualdo en Samtliche Werke, ed. Glenn E. Wat- ed. Martin Picker (Berkeley; University of Cali-
kins y Wilhelm Weismann (Hamburg: Ugrino, fornia Press, 1965).
1957-67). Los madrigales de Marenzio se en-
cuentran en tres ediciones; CMM 72, ed. Meier y
Roland Jackson; PAM 4, 6, ed. Einstein; y The Alemania
Secular Works, ed. Steven Ledbetter y Patricia
Myers (New York: Broude, 1977-). Algunas anto- Los lieder alemanes de la primera mitad del siglo
logías modernas de los madrigales italianos son XVl están en EP, años 1-4, 7-8, 33; los de finales
The Oxford Book of!talian Madrigals, ed. R. Alee del XVl en EP, años 23 (Regnart) y 45 (Eccard).
Harman (London; Oxford University Press,
1983).
El tratado de Nicola Vicentino L'antica musica Inglaterra
ridotta alla moderna prattica se puede encontrar
en una traducción comentada como Ancient Mu- La música profana inglesa antes del madrigal se
sic Adapted to Modern Practice, trad. con notas de recoge en los capítulos correspondientes de la
Maria Rika Maniates, ed. Claude V Palisca (New obra de David Wulstan, Tudor Music (London; J.
Haven; Yale University Press, 1996). Dos sonetos M. Dent, 1985). John Stevens ha editado un
de Gaspara Stampa están traducidos en SR 49 manuscrito inglés con música profana de la épo-
(3;14), y el prefacio de Maddalena Casulana a su ca de Enrique VIII en MB 18; también del mis-
primer libro de madrigales está en SR 50 (3:15). mo periodo es Early Tudor Songs and Carols, MB
36, ed. Stevens.
Sobre el madrigal inglés, véase Joseph Ker-
Francia man, The Elizabethan Madrigal (New York:
American Musicological Society, 1962). Sobre
Sobre la chanson francesa del siglo XVJ, véase La- Weelkes, David Brown, Thomas Weelkes (Lon-
wrence Bernstein, «The "Parisian Chanson"; Pro- don: Faber & Faber, 1969). Sobre las canciones
blems of Sryle and Terminology», JAMS 31 para solista, Ian Spink, English Song: Dowland to
(1978); 193-240, e idem., «Notes on the Origin Porcel! (London: Batsford, 1974; rev. ed., 1986).
of the Parisian Chanson», JM 1 (1982): 275-326. A Plaine and Easie Introduction to Practica!} Mo-
Sobre Attaingnant, véase Daniel Heartz, Pierre At- sicke (1597) de Morley se ha publicado en una
taingnant, Royal Printer of Music (Berkeley; Uni- edición moderna de R. Alee Harman (London:
versity of California Press, 1970). Sobre las chan- Dent, 1952; 2ª ed., New York: Norton, 1973),
som de Lasso y su lugar en la Francia protestante con extractos en SR 5 (3:40).
puede consultarse Richard Freedman, The Chan- Una buena muestra moderna de los madrigales
sons of Orlando di Lasso and their Protestant Liste- ingleses es The Oxford Book of English Madrigals,
ners; Music, Piety, and Print in Sixteenth-Century ed. Philip Ledger (London: Oxford University
France (Rochester: University ofRochester, 2001). Press, 1979). Otras colecciones más completas
son las de madrigales de The English Madrigal Howard M . Brown, Instrumental Music Printed
School, 36 vols., ed. Edmund H. Fellowes (Lon- befare 1600 (Cambridge, MA: Harvard Univer-
don: Stainer & Bel!, 1953-24), y de canciones sity Press, 1965).
para laúd en The English School of Lotenist Song
Writers, 16 vols., ed. Fellowes (London: Winth-
rop Rogers, 1920-32): segunda serie, 16 vols. Música de laúd y vihuela
(1925-27). Además, Allison Hall, E H Fellowes,
An Index to the English Madrigalists and the En- La música de laúd publicada por Attaingnant
glish School ofLutenist Song Writers (Boston: Mu- aparece en Preludes, Chansons and Dances far Lute
sic Library Association, 1984). Published in París 1529-30, ed. Daniel Heans
(Neuilly-sur-Seine: Société de Musique d'Autre-
fois, 1964). Ejemplos de música italiana para
CAPÍTULO 12 laúd se encuentran en The Lute Music of Frances-
co Ganova da Milano, ed. Arthur J. Ness (Cam-
Instrumentos bridge, MA.: Harvard University Press, 1970).
Los seys libros del Delphin de Luys de Narváez
Muchos instrumentos renacentisas, sus técnicas y están transcritos en Monumentos de la Musica Es-
repertorios se tratan en capítulos distintos de A pattola 3 (Barcelona: Consejo Superior de Investi-
Performer's Guide to Renaissance Music, ed. Jeffrey gaciones Cientificas, 1945). La obra de Luis Mi-
T. Kite-Powell. lán Libro de muúsica de vihuela de mano
Musica getutscht de Sebastian Virdung se ha intitulado El Maestro, ed. Leo Schrade, está en
publicado en facsímil (Kassel: Barenreiter, 1970) PAM, año 2. parte 1 (reimpr. Hildesheim: Olms,
y en traducción de Beth Bullard (Cambridge and 1967).
New York: Cambridge University Press, 1993). Sobre práctica interpretativa, véase Performance
La obra de Michael Praetorius Syntagma musicum on Lute, Guitar, and Vihuela: Historical Practice
ha aparecido en facsímil (Kassel: Barenreiter, and Modern lnterpretation. ed. Victor Anand Co-
1958-59), y el volumen 2. De organographia (On elho (Cambridge: Cambridge University Press,
lnstruments), está disponible en dos traducciones 1997).
de David Z. Crookes (Oxford: Clarendon, 1986)
y de Harold Blumenfeld (New York: Barenreiter,
1962: reimpr. New York: Da Capo, 1980). Música de teclado
aparecen en su Orgelwerke, ed. Osear Mischiati (London: Stainer & Bel!, 1922-25); y Giles Far-
(Mainz: B. Schott's Sohne, 1961). Las de Claudio naby, MB 24.
Merulo aparecen en sus obras completas en pre-
paración, CMM 51: sus toccatas, ed. Sandro Da-
lla Libera (Milan: Ricordi, 1959); sus ricercares, Venecia
ed. John Morehen (Madison, WI: A-R Editions,
2000), y ed. Andrea Marcon y Armin Gaus Sobre la música en Venecia, véase H. C. Robbins
(Zimmern oh Rottweil: Edition Gaus, 1995); sus Landon y John Julius Norwich, . Five Centuries of
canzonas, ed. Walter Cunníngham y Charles Music in Venice (New York: Schirmer, 1991). So-
McDermott (Madison, WI: A-R Editions, 1992), bre curi spezzati, James H. Moore, «The Vespro
y ed. Pierre Pidoux (Kassel: Barenreiter, 1954); y delle Ginque Laudate and the Role of Salmi spez-
sus misas para órgano, ed. Robert Judd in CEKM zati at St. Mark's.» JAMS 34 (1981): 249-78; y
47 (1991), y ed. Rudolf Walter, 4 vols. (Vienna: sobre la relación entre arquitectura y estilo músi-
Doblinger, 1992-95). ca!, David Bryant, «The "Con Spezzati" of St.
Mark's: Myth and Reality)), EMH 1 (1981): 165-
86. Sobre la cultura musical en Venecia, Iain Fen-
Música instrumental inglesa lon, «Magnificence as Civic Image: Music and
Ceremonial Space in Early Modern Venice», in
Sobre la música para teclado del Renacimiento Music and Culture in Late Renaissance Ita/y (Ox-
inglés, véase John Caldwell, English Keyboard ford: Oxford University Press, 2002), 1-23.
Music befare the Nineteenth Gentury (New York: Sobre Gabrieli, véase Denis Arnold, Giovanni
Praeger, 1979), y Virginia Broukes, British Keybo- Gabrieli and the Music ofthe Venetian High Renais-
ard Music to c. 1660: Sources and Thematic Index sance (London: Oxford University Press, 1979):
(London: Oxford University Press, 1996). ídem., Giovanni Gabrieli (London: Oxford Uni-
Parthenia, la primera colección impresa de versity Press, 1974): y Richard Charteris, Giovanni
música para virginal, ha aparecido en edición fac- Cabrieli: A Thematic Catahgue ofHis Music (Stuy-
símil de Otto Erich Deutsch (London: Chiswick, vesant, NY: Pendragon, 1996). Sobre la música
1942). La primera colección manuscrita inglesa instrumental de Gabrieli, véase Eleanor Selfridge-
de música para teclado del siglo XVI fue The Mu- Field, Venetian Instrumental Music .from Gabrieli to
lliner Book (ca. 154-85), ed. Denis Stevens, MB Viva/di, 3ª ed. (New York: Dover, 1994). Las obras
l. La más completa es The Fitzwilliam Virginal completas de Gabrieli están en CMM 12. ed. Ar-
Book (1609-19), copiado por Francis Tregian, que nold y Charteris. Las composiciones de Andrea y
contiene aproximadamente trescientas obras e in- Giovanni Gabrieli están publicadas en los dos pri-
cluye transcripciones de madrigales, fantasías meros volúmenes de Istituzioni e monumenti de-
contrapuntísticas, danzas, preludios, piezas des- ll'arte musicale italiane (Milan: Ricordi, 1931-41).
criptivas y numerosas variaciones: 2 vols., ed. J.
A. Fuller Maitland y W. Barclay Squire (New-
York: Dover, 1963). Otras colecciones de manus- PARTE III:
critos en ediciones modernas son The Dublin Vir- EL SIGLO XVII
ginal Manuscript (ca. 1570). ed. John M. Ward
(Wellesley, 1954), y My Ladyc Neve/Is Booke de Algunos estudios excelentes sobre la música ba-
Byrd, ed. Hilda Andrews (New York: Dover, rroca son los de John Walter Hill, Baroque Music:
1969). Entre las ediciones de obras agrupadas por Music in Wéstern Europe, 1580-1750 (New York:
compositor están Byrd. MB 27 y 28, y Forty-five Norton, 2005); George J. Bueluw, A History of
Pieces far Keyboard Instruments, ed. Stephen D. Baroque Music (Bloomington: Indiana University
Tuttle (París: Oiseau-Lyre, 1939); Bull, MB 14 y Press, 2004); David Sehulenberg. Music ofthe Ba-
19; Tomkins, MB 5; Gibbons, MB 20, y Comple- roque (New York: Oxford University Press,
te Keyboard Works, 5 vols., ed. Margaret Glynn, 2001), y Claude V. Palisca, Baroque Music, 3ª ed.
1206 Bibliografia
(Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1991). En- Press, 2003). Un fragmento del ataque de Artusi
tre las antologías están Hill, Anthology of Baroque a Monteverdi aparece en SR 82 (3:2), y la res-
Music (New York: Norton, 2005), y Schulenherg, puesta de Giulio Cesare Monteverdi está en SR
Music ofthe Baroque: An Anthology ofSeores (New 83 (4:3).
York: Oxford University Press, 2001). Otros estu-
dios más específicos son los de Tim Carter, Music
in Late Renaissance and Early Baroque ltaly (Lon- Basso Continuo
don: Batsford, 1992), y Lorenzo Bianconi, Music
in the Seventeenth Century, trad. David Bryant F. T. Arnold, The Art of Accompaniment from a
(Cambridge: Cambridge University Press, 1982). Thorough-Bass as Practiced in the XVl!th and
El contexto social y cultural de la música en el XV!llth Centuries, 2 vols. (New York: Dover,
periodo barroco se trata en The Early Baroque 1965), es la obra básica sobre el basso continuo,
Era: From the Late 16th Century to the 1660s, ed. con numerosas citas y ejemplos de las fuentes.
Curtis Price (Basingstoke: Macmillan, 199 3), y Una introducción muy útil, tanto desde el punto
The Late Baroque Era: From the 1680s to 1740, de vista académico como práctico es Peter F. Wi-
ed. Buelow (Basingstoke: Macmillan, 1993). lliams, Figured Bass Accompaniment, 2 vols.
Una bibliografía sobre este periodo es la de (Edinburgh: Edinburgh University Press, 1970).
John Baron, Baroque Music: A Research and !nfor- Consejos contemporáneos pueden encontrarse en
mation Guide (New York: Garland, 1993), y Julie el breve tratado de Agostino Agazzari Of Playing
Anne Sadie, Companion to Baroque Music (Lon- upon a Bass with All lnstruments and ofTheir Use
don: Dent, 1990). in a Consort, en SR 102 (4:22).
Sobre la práctica interpretativa, A Performer's
Guide to Seventeenth-Century Music, ed. Stewart
Carter (New York: Schirmer, 1997). Temperamentos
Véase el capítulo 7.
CAPfTULO 13
Sobre el término barroco, véase Claude V Palisca, Una importante fuente de práctica interpretativa
«Baroque», en NG2. Los primeros usos de la pa- para cantantes que data del año 1600 aproxima-
labra barroco para la música pueden encontrarse damente es el prólogo de Giulio Caccini a Le nuo-
en «Lettre de M*** a a Mlle *** sur !'origine de la ve musiche (1602), resumido en SR 100 (4:20).
musique», Mercure de France, mayo 1734, 868- Un extracto del tratado anónimo, The Choragus,
70, y Noel Antaine Pluche, Spectacle de la nature, or, Sorne Observations far Staging Dramatic 1.V!Jrks
vol. 7 (Paris: Veuve Estienne, 1746), y para arqui- Well (1630), está en SR 103 (4:23). Pietro della
tectura en Charles de Brosses, L1talie il y a cent Valle ofrece testimonios contemporáneos sobre las
ans ou Lettres écrites d1talie a quelques amis en prácticas interpretativas, incluido el embelleci-
1739 et 1740, ed. M. R. Colomb, vol. 2 (Paris: miento improvisado, en su Of the Music of Our
Alphonse Levavasseur, 1836), 117-18. Time, resumido en SR 84 (4:4).
Sobre ornamentación, la obra de Frederick
Neumann, Ornamentation in Baroque and Post-
La segunda prdctica Baroque Music, with Special Emphasis on J S.
Bach, 3ª ed. (Princeton: Princeton University
Sobre Monteverdi y la segunda práctica, véase Press, 1983).
Massimo Ossi, Divining the Oracle: Monteverdi's
seconda prattica (Chicago: University of Chicago
Bibliogrefía 1207
De la música modal a la tonal son, WI: A-R Editions, 1970), el prólogo está re-
sumido en SR 100 (4:20), y en Nuove musiche e
Harold S. Powers y Frans Wiering, «Mode, §III, nuova maniera di scriverle, ed. Hitchcock (Madi-
5: Transition to Major and Minor Keys», en son, WI: A-R Editions, 1978). Las de Jacopo Peri
NG2, y Gregory Barnett, «Tonal Organization in se encuentran en Le varíe musiche and Other
Seventeenth-Cencury Music Theory», en Songs, ed. Tim Carter (Madison, WI: AR Edi-
CHWMT (Cambridge: Cambridge University tions, 1986). Otras monodias están publicadas en
Press, 2002), 407-55. facsímil como las de Italian Secular Song, 1606-
CAPfTULO 14 1636, 7 vols., ed. Gary Tomlinson (NewYork:
Garland, 1986).
Precursores de la 6pera
WI: A-R Editions, 1981) y en dos ediciones facsí- Malipiero (Asolo: G. F. Malipiero, 1926-42: rev,
miles (New York: Broude, 1973; Florence: Edi- y reimpr. Vienna: Universal Edition, 1967-68).
zioni Musicali OTOS, 1970). Las ediciones mo- Ediciones más recientes de las óperas son las de
dernas de Euridice de Caccini incluyen una Stevens, L'Orfeo (London: Novello, 1967; ed. rev.
edición crítica de Angelo Coan (Florence: Edizio- Gregg Inrernational, 1972, con intro, de Stevens)
ni Musicali OTOS, 1980) y una facsímil, (Bolog- y Edward H. Tarr (Paris: Éditions Costallat,
na: Forní, 1976). El prólogo de Peri está traduci- 1974); de Alan Curtis, JI ritorno d'Ulisse in patria
do en SR 107 (4:27), El de Caccini en SR 99 (London: Novello, 2002): y de Curtis, L'incorona-
(4:19). Reppresentatione di Anima et di Carpo de zione di Poppea (London: Novello, 1989). Se está
Emilio de' Cavalieri se encuentra en una edición preparando una nueva edición crítica bajo la di-
de Eike Funck (Wolfenbüttel: Mi:iseler, 1979) y rección de Raffaello Monterosso (Cremona: Fon-
en facsímil (Bologna: Forní, 1967 y 2000). dazione Claudia Monteverdi, 1970-).
Sobre Monteverdi, véase Paolo l=<abbri, Monteverdi, La liberazione di Ruggiero de Francesca Caccini
trad. Carter (Cambridge: Cambridge University está en edición de Doris Silben (Northampton,
Press, 1994); Silke Leopold, Monteverdi: Music in MA: Smith College, 1945) y en facsímil (Floren-
Transition (Oxford: Clarendon, 1991): Denis Ar- ce: Studio per Edizioni Scelte, 1998).
nold, Monteverdi, 3ª ed., rev. Carter (London: J. Sobre las primeras óperas en Roma, Margaret
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CAPfTULO 15 Oratorio
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man Baroque Music (Lincoln: University of Ne- edición crítica, ed. Siegbert Rampe (Kassel: Ba-
braska Press, 1997). Los escritos de Christoph renreiter, 1993-).
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Zerboni, 2004).
Sobre la historia de la chacona y passacaglia,
Música instrumental tanto para música instrumental como vocal, véase
Richard Hudson, The Folia, the Saraband, the
Entre los estudios de repertorios concretos están Passacaglia, and the Chaconne, 4 vols., MSD 35
Andrew Dell'Antonio, Syntax, Form and Genre in (Neuhsusen-Stuttgart: Hanssler, 1982), y Silbi-
Sonatas and Canzonas 1621-1635 (Lucca: Libreria ger, «Passacaglia and Ciaccona: Genre Pairing and
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está en sus Opere complete (Milan: Edizioni Suvi- dershot: Ashgste, 2000). Dos tratamientos clási-
ni Zerboni, 1975-). cos de la música francesa del periodo en su con-
Las obras para clavicordio de Johann Jacob texto político y social son los de Robert M.
Froberger aparecen en Oeuvres completes pour cla- Isherwood, Music in the Service ofthe King: Fran-
vecín, ed. Howard Schott, Le pupitre 57-58 (Pa- ce in the Seventeenth Century (Ithaca, NY: Cornell
University Press, 1973), y James R. Anthony, Heugel, 1986). Piezas selectas de clavecín y la
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das en Oeuvres completes, 10 vols., ed. Henry Pru-
nieres (Paris: Éditions de La Revue musicale, Eric W. White, A History of English Opera (Lon-
1930-39; repr. New York: Broude, 1966-74). Un don: Faber & Faber, 1983).
catálogo temático es el de Herbert Schneider, Fragmentos de música incidental para obras
Chronologisches-thematisches Katalog samtlicher teatrales y mascaradas inglesas (1616-1641) se
Werke von ]ean -Baptiste Lully (Tutzing: Hans encuentran en La musique de scene de la troupe de
Schneider, 1981). Hay partituras vocales de las Shakespeare, The .King's Men, sous le regne de ]ac-
óperas de Lully y otros compositores, casi todos ques l 2ª ed. rev., ed. John P. Cutts (Paris: Édi-
franceses, de los siglos XVII y XVIII en la serie Les tions du Centre national de la recherche scientifi-
Chefs d'oeuvres classiques de l'opéra franrais, 40 que, 1971). Tres mascaradas con música de
vols. (Paris: T. Michaelis, ca. 1880: reimpr. New William Lawes están en Trois masques a la cour de
York: Broude, 1972). Charles 1"' d'Angleterre, ed. Murray Lefkowitz (Pa-
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Sobre la música de la iglesa anglicana, Peter Le Entre las ediciones están Tomás de Torrejón y
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1549-1660, y Christopher Dearnley, English Musica Hispans, ed. Stein (Madrid: Instituto
Church Music, 1650-1750 (London: Barrie & Complutense de Ciencias Musicales, 1999), y
Jenkins, 1970). Los Himnos de Coronación de Juan de Araujo, Antología, Colección de Música
John Blow están en MB 7. Las antologías de mú- Colonial Americana 7, ed. Carmen García Mu-
sica de la Iglesia inglesa son The Treasury of En- ñoz (Buenos Aires: Instituto de Investigación
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Christopher Dearnley, y The Treasury of English
Church Music Ill 1650-1760 (London: Bland-
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Sobre música de cámara inglesa, Ernst H. Me-
yer, Early English Chamber Music from the Middle Ópera italiana
Ages to Purcell 2nd ed., con Diana Poulton (Lon-
don: Lawrence & Wishart, 1982). La consort mu- La ópera italiana en la segunda mitad del siglo
sic de John Jenkins está en MB 26 y 39, y otros XVII puede consultarse en The History of ltalian
volúmenes contienen música consort y para cuer- Opera, ed. Bianconi y Pestelli; A History of Opera,
da (viol en inglés) de otros compositores ingleses ed. Stanley Sadie; Donald ]. Grout, A Short His-
de la época. En el fragmento de The Division-Viol tory of Opera; Robert Donington, The Rise of
de Christopher Simpson en SR 104 (4:24) se dan Opera; y Ellen Rosand, Opera in Seventeenth-Cen-
instrucciones a los intérpretes de cuerda sobre la tury Vt>nice, reseñadas en el capítulo 14. Hay tam-
improvisación sobre un bajo obstinado. bién un relato contemporáneo sobre la ópera ve-
Las melodías de The English Dancing Master de neciana en SR 91 (4:11).
John Playford están editadas por Jeremy Barlow Sobre Alessandro Scarlatti y su música, Grout,
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ford's Dancing Master, 1651-ca. 1728 (London: (Berkeley: University of California Press, 1979), y
Faber, 1985), y Margaret Dean-Smith (London: Carole Franklin Vidali, Alessandro and Domenico
Schott, 1957) ha editado facsímiles de la primera Scarlatti: A Guide to Research (NewYork: Garland,
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La escena musical en Inglaterra se analiza en Nueve de las óperas de Alessandro Scarlatti se
las obras del escritor y músico amateur Roger han editado en The Operas ofAlessandro Scarlatti,
North, recopiladas en Roger North on Music, ed. ed. gen. Donald J. Grour (Cambridge, MA: Har-
John Wilson (London: Novello, 1959), con frag- vard University Press, 1974-85). Los facsímiles de
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1994), y Carolyn Gianturco y Eleanor McCric- A. Volk, 1960).
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Hay varias óperas de Reinhard Keiser en edicio- Las suites para clavicordio de Johann Pachelbel
nes modernas y otras pueden encontrarse en fac- están en DTB, Vol. 2/i. Florilegium de Georg
símil en Handel Sources: Material far the Study of Muffat aparece en DTO, vols. 2 y 4. Pueden en-
Handel's Borrowing, ed. John H. Roberts (New contrarse fragmentos de los prefacios con muchas
York: Garland, 1986-). Neue Arien de Adam indicaciones para la práctica interpretativa en SR
Krieger están en DdT, vol. 19. 106 (4:26). Los concertos y otras piezas para con-
juntos instrumentales de Muffat están en DTO,
vols. 1, 23, y 89.
Dieterich Buxtehude Scherzi de Johann Jakob Walther están publica-
dos en Das Erbe deutscher Musik, serie 1, vol. 17.
Un estudio ejemplar sobre Buxtehude y su entor- Mystery Sonatas de Heinrich Biber pueden encon-
no es el de Kerala ] . Snyder, Dieterich Buxtehude: trarse en las ediciones de Ernst Kubitschek con
Organist in Lübeck (NewYork: Schirmer, 1987; Marianne Ronez (Vienna: Doblinger, 2000), y
reimpr. 1993). William P. Tortolano (Chicago: GIA, 1993). Un
La edición completa de ocho volúmenes Die- facsímil del manuscrito aparece en Biber, Myste-
trich Buxtehudes Werke (Hamburg: Ugrino, 1925- rien-Sonaten («Rosenkranz-Sonaten»): Bayerische
37; reimpr. New York: Broude, 1977-) sólo con- Staatsbibliothek München Mus. Ms. 4123, ed. Ernst
tiene las obras vocales. Se está preparando una Kubitschek (Bad Reichenhall: Comes, 1990).
nueva edición, Dietrich Buxtehude, The Collected Johann Kuhnau, The Collected W0rks far Key-
Works (New York: Broude, 1987-). Hay varias board, ed. C. David Harris (NewYork: Broude,
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Orgelwerke, ed. Klaus Beckmann (Wiesbaden:
Breitkopf & Harte!, 1971-72; rev. ed., 1995-97),
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hagen: Hansen, 1952). EL SIGLO XVIII
Un catálogo temático es el de Georg Karstadt,
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lischen Werke von Dietrich Buxtehude: Buxtebude- den verse en la Parte 111 anterior. Los estudios so-
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te!, 1974; ed. rev., 1985). lante.
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pert, Music and lmage: Domesticity, Ideology, and
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Entre las ediciones están la de Georg Bohm, University of Chicago Press, 1994). Sobre los as-
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chelbel, Orgelwerke, ed. Traugott Fedtke (Frank- The Economics ofMusic Composition in the Eighte-
furt: Litolff; NewYork: C. F. Peters, 1972-73). enth and Nineteenth Centuries (Princeton: Prince-
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tratados teóricos del siglo XVJJJ. La asociación de McVeigh y Jehoash Hirshberg examinan los orí-
determinadas claves a significados concretos se es- genes, evolución e influencia posterior de los pro-
tudia en Rita Steblin, A History of Key Characte- cedimientos concertísticos de Vivaldi en The Ita-
ristics in the Eighteenth and Early Nineteenth Cen- lian Solo Concerto, 2700-1760: Rhetorical
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(New York: Heinrichshofen/C. F. Peters, 198Z).
Una visión del siglo XVJII sobre el concerto de Vi-
CAPfTULO 18 valdi se ofrece en el fragmento de Essay on a Me-
thod far Playing the Transverse Flute de Johann
La música en Italia Joachim Quanta en SR 125 (5:4).
Las obras instrumentales de Vivaldi aparecen
Sobre la historia de los castrati, «Castrato», en en Le opere di Antonio Viva/di, ed. Gian Francesco
NG2. Sobre los cantantes, véanse los comentarios Malipiero et al. (Milan: Ricordi, 1947-72) y están
de Pierfrancesco Tosi en SR 85 (4:5) . Sobre la catalogadas en Antonio Fanna, Opere strumentak
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en SR 87 (4:7). definitivo es el de Peter Ryom, Verzeichnis der
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Deutscher Verlag für MusikVEB, 1979).
Antonio Viva/di
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varias fuentes importantes para conocer la vida y Oxford University Press, 2005), examina las Pa-
la reputación de Bach, así como ensayos sobre la siones desde varias perspectivas y sostiene que La
música de Bach y la recepción pública. Un libro Pasión según san Mateo era una obra para ocho so-
completo y útil de referencia que contiene más de listas en lugar de un coro doble. Para la Misa en
900 artículos de cuarenta colaboradores es J. S. si menor, véase George B. Stuaffer, Bach: The
Bach, ed. Boyd (Oxford: Oxford University Press, Mass in B Minar (New Haven: Yale University
1999). Sobre Bach y su familia, véase Wolff et al., Press, 2004).
«Bach», en NG2. Daniel R Melamed y Michael La primera edición crítica de las obras comple-
Marissen, An !ntroduction to Bach Studies (New tas de Bach fue sus Werke, 61 vols., in 47 Jahr-
York: Oxford University Press, 1998), es una gange (Leipzig: Bach-Gesellschaft, 1851-99; sup.
completa guía de las herramientas para el estudio 1926; reimpr. Ano Arbor, MI:]. W Edwards,
de Bach. 1947; en formato de miniatura, 1969). Una edi-
Otros libros sobre Bach y su música: Williams, ción más reciente de sus obras completas, que
The Organ Music ofJ S. Bach, 2ª ed. (New York: está en preparación, es Neue Ausgabe siimtlicher
Cambridge University Press, 2003), ofrece un co- Werke (Kassel: Barenreiter, 1954-). Facsímiles de
mentario pieza a pieza; Bach's Well-Tempered Cla- sus manuscritos se encuentran en Faksimile-Reihe
vier: The 48 Preludes and Fugues (New Haven: Bachser Werke und Schriftstücke (Leipzig: Deuts-
Yale University Press, 2002) de David Ledbetter; cher Verlag fur Musik, 1955-).
Meredith Little y Natalie Jenne, Dance and the El catálogo temático estándar es Thematisch-
Music ofJ S. Bach, ed. ampliada (Bloomington: systematisches Verzeichnis der musikalischen Werke
Indiana University Press, 2001); Laurence Drey- von ]ohann Sebastian Bach (BWV), 2ª rev, y ed.
fus, Bach and the Patterns of!nvention (Cambrid- ampliada, ed. Wolfgang Schmieder (Wiesbaden:
ge, MA: Harvard University Press, 1996); Wolff, Breitkopf & Hartel, 1990), con referencias a la
Bach, Essays on His Life and Music (Cambridge, edición Bach Gesellschaft y a otras ediciones mo-
MA: Harvard University Press, 1991); y Robert L. dernas estándar. Una versión abreviada es Bach-
Marshall, The Music of]ohann Sebastian Bach: The Werke- Verzeichnis: Nach der von Wóljgang Schmie-
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Sobre las especificaciones de Bach para la fuer- (Wiesbaden: Breitkopf & Hartel, 1998). Tam-
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Most Necessary Draft for a Well-Appointed pendium: Analytisch-bibliographisches Repertorium
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tatas están disponibles con notas y comentario: den: Peters, 1985-), para fuentes, información bi-
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hard Herz (New York: Norton, 1967), y Cantata Bach, como suplemento a BWV.
No. 140, Wachet auf, ed. Hen (New York: Nor- Las grabaciones que llevan las Voyager pueden
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Chafe, Analyzing Bach Cantatas (New York: Ox-
ford University Press, 2000), y en Alfred Dürr, George Friedrich Hiindel
Bach's Cantatas, trad. Richard Jones (Oxford: Ox-
ford University Press, 2003). Un estudio de los Entre los libros recomendados están Donald Bu-
métodos compositivos de Bach es el de Marshall, rrows, Handel (NewYork: Oxford University
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1984; reimpr. London: Flamingo, 1992); y The 1994), 155-203.
Cambridge Companion to Handel, ed. Burrows Una útil guía bibliográfica es la de Mary Ann
(Cambridge: Cambridge Universiry Press, 1997). Parker-Hale, G. F Handel: A Cuide to Research
Sobre las óperas de Handel, Winton Dean y J. (New York: Garland, 1988).
Merrill Knapp, Handel's Operas, 1704-1726, ed. La primera edición crítica fue Georg Friedrich
rev. (Oxford: Clarendon, 1995); Reinhard Handel, Wérke, ed. Friedrich Chrysander (Leip-
Strohm, Essays on Handel and !talian Opera zig: Breitkopf & Harte!, 1858-1903; reimpr. Rid-
(Cambridge: Cambridge Universiry Press, 1985), gewood, NJ: Gregg International, 1965-66). Se
que incluye estudios sobre A. Scarlatti y Vivaldi; está preparando una nueva edición: Hallische
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tion (London: Oxford Universiry Press, 1980). glich (Kassel: Barenreiter, 1955-). Una lista com-
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Burney incluye un relato detallado de las óperas
de Handel en Londres y muchas observaciones CAPfTULO 20
sobre su música. Una reacción contemporánea a
la primera ópera de Handel en Londres puede La música del periodo cldsico
encontrarse en los comentarios de Joseph Addi-
son en SR 113 (3:33) . Un excelente estudio es el de Philip G. Downs,
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Joseph N. Straus, Remaking the Past: Music Mo- ley (Westport, CT: Greenwood, 1998); y Cons-
dernism and the Influence of the Tonal Tradition tructive Dissonance: Arnold Schoenberg and the
(Cambridge, MA: Harvard University Press, Transformations ofTwentieth-Century Culture, ed.
1990), trata de la música de cinco compositores Juliane Brand y Christopher Hailey (Berkeley:
de este capítulo en cuanto a su competición con University of California Press, 1997). Sobre Pie-
el pasado. Véase también Leon Botstein, «Moder- rrot lunaire, véase Jonathan Dunshy, Schoenberg,
nism», en NG2. Pierrot lunaire (Cambridge: Cambridge Univer-
La mejor introducción a la teoría de conjun- sity Press, 1992). Theodor W Adorno, Philosophy
tos, utilizada para analizar las obras atonales de of Modern Music, trad. Anne G. Mitchell y Wes-
los compositores estudiados en este capítulo y ley V. Blomster (New York: Seabury, 1973;
muchos otros es Straus, Introduction to Post-Tonal reimpr. Continuum, 2003), sostiene que la músi-
Theory, 2nd ed. (Englewood Cliffs, NJ: Prencice ca de Schoenberg es un verdadero reflejo (y la de
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vinsky, ed. Jonathan Cross (Cambridge: Cam- and Music ofBéla Bartók, 3ª ed. rev., ed. Malcolm
bridge University Press, 2003); Charles M. Jo- Gillies (New York: Oxford University Press,
seph, Stravinsky and Balanchine: A ]ourney of 1993). Otras son Benjamin Suchoff, Béla Bartók:
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ed. Ethan Haimo y Paul Johnson (Lincoln: Uni- bridge: Cambridge University Press, 2001); Bar-
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verse estudios generales en el capítulo 29, y en el
apartado «Canción popular» en el capítulo 34, El jazz en los años veinte
siguiente.
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Gyorgy Ligeti
Tbru Takemitsu
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Bibliograf7,a 1267
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Los propios escritos de Cage son fundamenta- Smith, Playing on Wordr: A Guide to Luciano Be-
les para comprender sus objetivos. Especialmente rio's Sinfonía (London: Royal Musical Associa-
Silence: Lectures and Writings (Middletown, CT: tion, 1985). Sobre George Rochberg, véase el
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más clara de su obra y sus teorías; A Year from
Monday (London: Calder & Boyars, 1968); M:
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(Middletown, CT: Wesleyan University Press,
1973 and 1979); Composition in Retrospect (Cam- Frank L. Battisti, The Windr of Change: The Evo-
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Sobre la suerte y la indeterminación, véase The History and Literature of the Wind Band and
Thomas DeLio, Circumscribing the Open Universe Wind Ensemble, 11 vols. (Northridge, CA:
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1984). Sobre la tradición que proviene de Cage, and Biographical Guide, ed. Marshall Stoneham,
véase Michael Nyman, Experimental Music: Cage Jon A. Gillaspie, y David Lindsey (Westport, CT:
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gan Press, 1993); John Snelson, Andrew Lloyd (Portland, OR: Feral, 1995) ofrece una buena in-
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Nuevas tecnologías el punto de partida para cualquier investigación
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(Oxford: Focal, 2003); y Mark Katz, Capturing meros tiempos de la cultura hip-hop desde su pri-
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keley: University of California Press, 2004). Sobre Rap Music and the Poetics of ldentity (New York:
música creada con ordenador, véase el capítulo 34. Cambridge University Press, 2000) ofrece impor-
Véase también el fascinante relato sobre cómo tantes modelos teóricos y metodológicos.
usar un programa informático para componer con Sobre el rock cristiano, consúltese Jay R. Ho-
el estilo de Bach, Mozart, Beethoven, y otros ward y John M. Streck, Apostles of Rock: The
compositores en David Cope, Virtual Music: Splintered World of Contemporary Christian Music
Computer Synthesis of Musical Style (Cambridge, (Lexington: University Press of Kentucky, 1999),
MA: MIT Press, 2001). y John J. Thompson, Raised by Wolves: The Story
of Christian Rock and Rol! (Toronto: ECW,
2000).
Las técnicas mixtas