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Algunas consideraciones en torno a la obra de Bartolomé de las Casas y

Bernardino de Sahagún

Cuando dos pueblos de culturas diferentes entran en contacto y, sobre todo, cuando un pueblo

ejerce pleno dominio y control sobre el otro es necesario preservar un registro de lo acontecido.

Esto cobra importancia porque de no hacerlo es irremediable la pérdida de una cosmovisión

que forma parte de la humanidad. Tras la llegada de los españoles a América y la eventual

Conquista se erradicó casi por completo la visión, prácticas y pensamiento prehispánico, los

relatos y relaciones estaban sesgadas por la visión de los vencedores.

Sin embargo, autores como Bartolomé de las Casas y Bernardino de Sahagún, que hoy

en día son considerados fundamentales para el estudio de La Conquista y la Nueva España,

dejaron registro de los acontecimientos que nos permiten entender y analizar este encuentro de

dos mundos. Este trabajo tiene como propósito ofrecer respuesta de tres preguntas puntuales a

partir de fragmentos de textos escritos por Bartolomé de las Casas y Bernardino de Sahagún.

Las preguntas que nos ocupan son ¿cuál es la imagen del indio? ¿qué papel juega la

providencia? y ¿qué objetivos políticos persigue el autor? Intentaré ofrecer respuestas concretas

según mi interpretación de los fragmentos.

La respuesta a la primera pregunta es que los indios, a ojos de Bartolomé las Casas y

Sahagún, son “gente paupérrima sin ningún tipo de ambición, ni codicia”. En otras palabras,

se puede deducir que los indios mesoamericanos llevaban una vida simple, sin presunciones,

que solamente buscaban satisfacer las necesidades humanas más básicas. Físicamente de

apariencia famélica lo cual provocaba que murieran por enfermedades, pero resistentes a

cualquier tipo de trabajo. El entorno de los indios era igual de sencillo ya que únicamente

portaban una “manta de algodón que les cubría sus vergüenzas”, no tenían grandes posesiones,

sus camas eran hamacas y en la mayoría de los casos un pequeño petate tirado en el suelo.

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Sin embargo, el indio también era visto como noble y bondadoso. Es por esta razón que,

según Bernardino de Sahagún y Bartolomé de las Casas, era necesario poder llevar a cabo una

evangelización. Lo anterior me da pie para responder la segunda cuestión, la cual gira en torno

al papel de la providencia. En primer lugar, entenderé a la providencia como aquella idea que

se refiere al cuidado de Dios sobre la creación y sus criaturas. Por lo tanto, la providencia era

necesaria para lograr que los indios llegaran a ser “las gentes más bienaventuradas del mundo”

si solamente pudieran conocer a Dios.

Es sabida la función medular que tuvo la evangelización en todas las dinámicas de la

vida novohispana, ya sea de forma pacífica o violenta. Sin embargo, lograr un adoctrinamiento

religioso no fue tarea fácil puesto que los indios son “indignos e inhábiles para el sacerdocio y

también la continencia y castidad necesarias para los sacerdotes no son hábiles para

guardarlas”. Dicho lo anterior puedo deducir que la providencia tenía dos objetivos muy

puntuales, el educar y el controlar a los indígenas a través de la religión católica.

Para responder la última pregunta en torno al objetivo político que persiguen los autores

puedo ofrecer dos interpretaciones. La primera es que los textos de Bernardino de Sahagún y

Bartolomé de las Casas buscan establecer una superioridad entre los españoles y los indios

para, de alguna u otra forma, justificar el dominio que ejercieron contra los indios. La segunda

interpretación, y ligada completamente con la segunda, muestra la posibilidad y, hasta cierto

punto, la necesidad de convivencia entre españoles e indios manteniendo una estructura de

dominados y dominantes.

En conclusión, los textos de Bernardino de Sahagún y Bartolomé de las Casas dan

cuenta de la vida, ideología, prácticas y estética de la vida de los indios. Más allá de las

diferencias que podamos encontrar entre uno y otro y de los sesgos de cada uno, resulta

indispensable ponerlos en contraposición para dialogar y sacar conclusiones propias a partir de

dos puntos de vista en apariencia distintos, pero que se complementan.

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