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López Serrano Luis Sebastián

Descubrimiento y conquista de América


Concepción de los misioneros hispanos sobre el indígena guaraní

Para el presente, utilizando como base el texto las misiones del Paraguay del padre José
Cardiel busco reconstruir el ideario del grueso de los jesuitas encargados de la conversión
de los pueblos guaraníes dentro de las reducciones. Cosa importante para saber cómo
estos padres conceptualizaban a un caso tan especifico de comunidades indígenas como
estos, quienes fueron nómadas o seminomadas y no conocían las formas de organización
estatales y al ser dedicados a la recolección y caza, ser muy distantes en las formas de
sustento predominantes en occidente a las que se les quería introducir.

Así también es importante hacer análisis sobre las reducciones guaraníticas del Paragua,
ya que han existido a lo largo de la historiografía formas de verlas un tanto
desequilibradas, por un lado, este desvarío en sus etapas primitivas veía a las reducciones
como la realización de un cristianismo autentico, la ciudad del sol de Campanela o la
utopía de Moro, llegando hasta la posterioridad a ser visto como la realización de un
auténtico estado socialista.1

José Cardiel2

El padre Cardiel vivió desde 1704 hasta 1781, gran parte del siglo XVIII. Estudiante en
el colegio jesuita de Vitoria, ingresó a dicha orden el 8 de abril de 1720.

Llegado a Buenos Aires en 1729, al poco tiempo partió para las misiones guaraníticas
donde había de estar sin interrupciones durante doce años, donde seria testigo presencial
de muchos acontecimientos, entre los cuales se encuentra el acompañamiento de la hueste
guaraní en su marcha a sofocar la rebelión. Con posterioridad participará en múltiples
intentos fallidos de reducción, debido a las características y dinámicas de los diversos
pueblos de la zona. Años después participara en expediciones científicas de las que aún
en nuestros días nos queda una relación múltiples veces publicada, hecha por Pedro
Lozano, un diario formado sobre las observaciones de los padres Cardiel y Quiroga.

1
Alberto Armani. Ciudad de Dios y ciudad del sol. México. Fondo de Cultura Económica. 1996. p. 12
2
Biografía tomada de: Héctor Sainz Ollero prólogo a Cardiel, José. Las misiones del Paraguay. Madrid.
Historias de América. XXIII-XXX p.p
Más importante sobre el autor es su participación en la fundación de la misión de San
Jerónimo, permaneciendo en el lugar durante dos años, San Jerónimo sería el origen de
la actual ciudad de Reconquista.

De la biografía del Padre Cardiel es muy destacables el hecho de que siempre estuvo en
constante movimiento y relación con las letras, en defensa de los guaraníes ante la firma
del tratado de límites y contra el sistema de encomiendas, considerándolo antitético a las
misiones.

Para 1661 Cardiel se encuentra apoyando en las labores de construcción, pero una vez
más su participación se esporádica y se verá interrumpida por los hechos contextuales, al
entrar España en guerra con Inglaterra y su aliada Portugal, debe partir como capellán con
el ejército guaraní a la toma de la Colonia de Sacramento.

Aunque este fuese un camino corto, resulto ser de mucho penar para el padre que ya se
acercaba a los sesenta años, a quien las largas caminatas y el dormir a la intemperie en el
suelo de los caminos causaron males de los que no se libraría hasta la muerte. Estos males
lo llevarían a pedir ser relevado en sus labores, siendo trasladado a la misión de
Concepción donde residió hasta la expulsión de los jesuitas de las propiedades españolas.

A su regreso a España después de las múltiples dificultades que la expulsión tuvo consigo,
José Cardiel dedicó los últimos años de su vida a escribir algunas obras históricas,
literarias y a trabajos cartográficos Sufriendo el peso de la edad, el frio de Europa y la
pobreza del exilio, murió en 1781.

La concepción del indígena

Ahora, por el momento en el que aparecen tanto el padre Cardiel como la compañía de
Jesús aparecen en un momento histórico en el que ya se dieron los primeros contactos
entre los pobladores del continente encontrado y ya han comenzado las
conceptualizaciones humanas, jurídicas y religiosas sobre ellos, simplemente sobre el
indio del territorio Novohispano muchos pensadores vertieron su forma de concebirlos
ontológicamente en su obra:

Naturalmente viciosos, bellacos, embusteros, idolatras, lascivos, sodomitas (...) su


matrimonio no es sacramento si no sacrilegio (…) ¿Qué se puede esperar de seres con la
cabeza tan dura que los españoles deben cuidarse en la batalla de no golpeárselas para o
malgastar el filo de sus espadas?

Fernández de Oviedo, Historia Natural y General de las Indias

A estos humildes, Dios los creo libres de malicia y perfidia.

Bartolomé de las Casas

Estos testimonios expresan ambos lo dicotómica que fue la opinión sobre el indígena
entre estos hombres de tradición occidental.

Por su parte, ambos pensadores pertenecen al siglo de gestación de estas ideas, el siglo
XVI donde se presentaron los primeros atisbos de unas opiniones que serían
constantemente refutadas y otras que trascenderían en el tiempo hasta ser ideas generales
y consolidadas por muchos años.

Cardiel y el indio

En su obra, Cardiel nunca expresa ideas sobre el indio directamente sino muy someras
opiniones, de las que sí se leen todas, se puede reconstruir su concepto en general sobre
el mismo, sobre lo que se ira más tarde.

Es importante entender el porqué es difícil no la lectura sino la interpretación histórica de


los textos jesuitas. En la condición jesuita de Cardiel específicamente se conjugan dos
elementos, la apología a la labor jesuita en la que participo, exaltando todas las obras y
piedad de los jesuitas como grandes cristianos, la necesidad así mismo de justificar la
presencia jesuita durante más de un siglo en el cual múltiples veces se vieron acusados de
establecer un estado jesuita del cual ellos eran los únicos y poderosos soberanos y el ser
expulso, la añoranza a los trabajos y territorios acostumbrados.

En la obra de Cardiel así mismo es muy marcada la distinción existente entre el antes y
después del indígena, vivir en la barbarie y vivir bajo el cuidado de los jesuitas es lo
mismo que la distinción entre vivir en la barbarie y vivir en la civilización y cultura.

Como parte del antes y de los primeros encuentros entre hispanos y guaraníes indica:

“Hallaron los misioneros unos indios los más barbaros, sangrientos e incultos
del mundo. No tenían pueblos en forma sino algunos aduares de cabañas de
paja debajo de algún cacique a quien daban alguna obediencia. No sembraban
sino una cosa corta, que les duraba pocos días. Vivian de la caza y de la pesca.
Andaban casi del todo desnudos: tenían continuas guerras unos caciques
contra otros. A los que mataban luego los asaban y se los comían. A los
prisioneros los engordaban primero como a cebones, y después hacían
banquetes de sus carnes. Sus vicios dominantes eran la lasciva y lujuria de
bestias, la embriaguez, la venganza y la hechicería”.3

Resulta aquí innegable la desfavorable concepción de Cardiel sobre las costumbres,


tradiciones y personas de los indígenas originarios.

En los instantes exactamente posteriores marca la diferencia entre el antes y después de


la labor jesuita:

“Recibieron de paz a los padres y entre continuos trabajos y peligros de la


vida, lograron domesticar esas fieras, reduciéndolos primero a racionalidad
en pueblos grandes, y después a vida cristiana (…)

Pasados veinte años, en que ya había en los trece pueblos de Guayrá no solo
justicia y cultura sino también iglesias magnificas cada una con su capilla de
músicos bien diestros, cuya facultad les enseño un padre que había sido
músico del emperador, cosa que causo grande admiración, ver a los que antes
eran sangrientas fieras mudadas en lo racional y cristiano(..)”4

Este fragmento, aunque muy ligado y símil al anterior, agrega una idea muy importante,
para el occidental vivir en racionalidad es vivir en pueblos grandes, y el indígena para
poder vivir bajo esta racionalidad debe poseer dicha característica, para poseerla debe
pasar por un proceso de domesticación, el interés por este fragmento radica en que el ya
no solo dice como se le ve al indio en sus antiguas costumbres y persona, sino en su forma
de organización colectiva, en la negativa misma te que existiese alguna, aquí su visión
coincide con la José de Acosta (también jesuita) escritor de la muy famosa y citada
historia natural y moral de las indias.

Es de saber que se han encontrado tres géneros de gobierno y vida en los


indios. El primero y principal, y mejor ha sido del reino o monarquía, como
fue el de los Ingas, y el Motezuma, aunque estos eran en mucha harto

3
José Cardiel. Las misiones del Paraguay. Madrid. Historias de América. 1996. p. 51
4
Ibíd. p. 52
tiránicos, el segundo es de behetrías o comunidades que gobiernan por
consejo de muchos, y son como consejos. Estos en tiempo de guerra eligen
un capitán a quien toda una nación o provincia obedece. En tiempo de paz,
cada pueblo o congregación se rige por sí y tiene algunos principalejos a
quienes respeta el vulgo; y cuando mucho juntanse algunos de estos en
negocios que les parecen de importancia a ver lo que les conviene. El tercer
genero de gobierno es totalmente bárbaro, y sin indios sin ley, ni rey, ni
asiento, sino que andan a manadas como fieras y salvajes. Cuanto yo he
podido comprender, los primeros moradores de estas indias, fueron de este
género como lo son hoy día gran parte de los brasiles y los chiriguanas y
chunchos, e yscaycingas y pilocozones y la mayor parte de los floridos, y en
la Nueva España todos los chichimecos. De este género por industria y saber
de algunos principales de ellos, se hizo el otro gobierno de comunidades y
behetrías, donde hay alguna más orden y asiento como son hoy día los Arauco
y Tucapel en Chile y lo eran en el Nuevo Reino de Granada los moscas y en
la Nueva España los otomites y en todos los tales se halla menos fiereza y
más razón. De este género por la valentía y saber de algunos excelentes
hombres resultó el otro gobierno más poderoso y próvido de reino y
monarquía que hallamos en México y en el Perú.

(Acosta, 1962: 304-305: VI:19)

Esta forma de pensar sobre las poblaciones sin estado no nace como un impulso común a
los hombres occidentales y sus formas políticas “perfectas”, sino que es parte de una
interpretación aristotélica de los pueblos, al que, si en algún momento se recurrió para
justificar la esclavitud y encomienda, no pudiendo esclavizar a los indios al que llegaba
la evangelización por distintas disposiciones reales remontadas históricamente hasta los
momentos en que el papa Gregorio magno estableció que a los cristianos no les era licita
esclavizar a otro cristiano.

Las concepciones occidentales aristotélicas, tan arraigadas que no hay necesidad de leer
los ocho libros de la política para tenerlas presentas, se consolidan a través del tiempo
como una lente implícita (una de muchas, como cada época las tiene) a través de la cual
se observan estas recién descubiertas formas de organización social.
“El ser vivo está constituido, en primer lugar, por alma y cuerpo, de los cuales
uno manda por naturaleza y el otro es mandado. Hay que estudiar lo natural
en los seres que se comportan de acuerdo con la naturaleza, y no en los
pervertidos. Por eso hay que observar al hombre que está mejor dispuesto en
cuerpo y alma, y en el esto resulta evidente. Ya que, en los malvados, o de
comportamiento vicioso, puede parecer muchas veces que el cuerpo domina
al alma, por su disposición vil o contra naturaleza.

Es posible entonces, como decimos, observar primero en el ser vivo el


dominio señorial y a su vez la inteligencia ejerce sobre el apetito un dominio
político regio. En esto resulta evidente que es conforme a la naturaleza y
provecho para el cuerpo someterse al alma, y para la parte afectiva, ser
gobernada por la inteligencia y la parte dotada de razón, mientras que
disponerlas en pie de igualdad o al contrario es perjudicial para todos.

Al referirnos nuevamente al hombre y los demás animales, sucede lo mismo:


Los animales domesticables son mejores que los salvajes y para todos ellos
es mejor estar sometidos al hombre ya que así obtienen su seguridad (..)

Del mismo modo es necesario que suceda entre todos los humanos. Todos
aquellos que se diferencian entre si tanto como el alma del cuerpo y como el
hombre del animal se encuentran en la misma relación”.

(Aristóteles: Política: I:5)

Cardiel al hablar del entrar en razón al formar parte de una comunidad sedentaria, con
agricultura y técnica observa al indio desde la premisa aristotélica de la predominancia
de la mente sobre el cuerpo en las formas humanas más perfectas así mismo se recuerda
en esta dominancia de la mente sobre el cuerpo en las acusaciones sobre la lujuria y
carnalidad del indio.

Así también estos matices que existen dentro de la mentalidad hispana (pese a que los
eclesiásticos forman parte del grupo ilustrado) no permiten visualizar o hacer un análisis
en el que se evadan estas concepciones y se pueda dar paso a una concepción
antropológica.
Cardiel llega incluso a comparar al indio con los chinos, marcando la gran razón y política
del chino hablando de que pone cuestionamientos a la propia fe cristiana, como muestra
del gran desarrollo político y filosófico de los pueblos asiáticos.

También es muy destacable el concepto de cultura que tienen en la época, evidenciado


por el propio Cardiel:

Hay todo género de oficios mecánicos necesarios en una población de cultura:


Herreros, carpinteros, tejedores, estatuarios, pintores, doradores, rosarieros,
torneros, plateros, materos, o que hacen mates, que es la vasija en que se toma
la yerba del Paraguay llamada mate y hasta campaneros y organeros hay en
algunos pueblos.5

La concepción de cultura, está íntimamente ligada al desarrollo técnico occidental, donde


la costumbre no estatal, las prácticas en las que como tal no existe la concepción del
trabajo como un intercambio desigual, para Cardiel hablan de la inferioridad e infantilidad
de estas culturas.

Bibliografía.

ARMANI, Alberto. Ciudad de Dios y Ciudad del Sol. México. Fondo de Cultura
Económica. 1996. 231 p.p

ACOSTA, José de. Historia Natural y Moral de las indias. Madrid. Historias de América.
1987. 515 p.p

CARDIEL, JOSÉ. Las misiones del Paraguay. México. Historias de América. 1989. 204
p.p

ARISTOTELES. Política. Madrid. Alianza. 2015. 423 p.p

5
Ibíd. p. 63

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