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1982
Capítulo 2.Conquistar
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suyo? Veremos que, también en este caso, la idea es sugerida en parte por los
españoles y es imposible afirmar con certeza que Moctezuma haya creído en ella.
Faltan, por desgracia, los documentos que nos hubieran permitido penetra en el
universo mental personal de este extraño emperador: frente a los enemigos, se
niega a emplear su inmenso poder, como si no estuviera seguro de querer vencer,
como lo dice Gómara, capellán y biógrafo de Cortes: “No pudieron saber la
verdad nuestros españoles, porque ni entonces entendían el lenguaje, ni hallaron
vivo a ninguno con quien Moctezuma hubiese comunicado este secreto.” Los
historiadores españoles de la época buscaron en vano la respuesta a estas
preguntas, viendo en Moctezuma ora un loco, ora un sabio.
Cortes quiere fabricarse una especie de legitimidad, ya no a los ojos del rey de
España, la cual había sido una de sus principales preocupaciones durante la
campaña, sino frente a la población local, asumiendo la continuidad con el reino
de Moctezuma.
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Lo mismo ocurre en el campo religioso: en los hechos, la conquista religiosa
consiste a menudo en quitar ciertas imágenes de un sitio sagrado y poner otras en
su lugar –al tiempo que se preservan, y esto es esencial, los lugares de culto.
¿Será que los españoles vencieron a los indios con ayuda de los signos?
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Sabemos gracias a los textos de la época que los indios dedican gran parte de su
tiempo y de sus fuerzas a la interpretación de los mensajes, y que esta
interpretación tiene formas notablemente elaboradas, relacionadas con las
diferentes especies de adivinación.
Los aztecas están convencidos de que todas esas especies de previsión del
porvenir se cumplen, y sólo excepcionalmente tratan de resistirse a la suerte que
se les anuncia. “Estas cosas se cumplirán. Nadie puede detenerlas (Chilam
Balam).
Esta reglamentación impregna los más íntimos detalles de la vida, de los que se
pensaría que eran dejados a la libre decisión del individuo: el ritual propiamente
dicho no es sino la punta más sobresaliente de una sociedad ritualizada de parte a
parte; ahora bien, los ritos religiosos son en sí mismos tan numerosos y tan
complejos que movilizan un verdadero ejercito de oficiantes.
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Así que, debido a esta fuerte integración, la vida de la persona de ningún modo es
un campo abierto e indeterminado, que puede ser moldeado por una voluntad
individual libre, sino la realización de un orden siempre anteriormente presente.
Todo lleva a creer que los presagios fueron inventados después de los
hechos, pero por qué?
Este tipo de comunicación dará una imagen deformada de los españoles, en los
primeros contactos y posibilitara la idea de que estos son dioses, lo que tiene un
efecto paralizador.
La extrañeza ante los españoles es mucho más radical que frente a otros pueblos.
Al no poder integrarlos en el mismo casillero que los totonacas, los aztecas
renuncian frente a los españoles a su sistema de otredad humana y se ven
llevados a recurrir a la única fórmula accesible: el intercambio con los dioses.
Este error no durara mucho pero si lo suficiente para que la batalla este
definitivamente perdida. Aquellos que no puedan comprender, morirán, aquellos
que comprendan vivirán. (Chilam Balam).
En la civilización azteca-al igual que en muchas otras- los altos dignatarios reales
son escogidos en buena medida en función de sus cualidades de elocuencia.
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La asociación del poder con el dominio del lenguaje está claramente marcado
entre los aztecas. El jefe de estado es llamado tlatoani, que significa aquel que
posee la palabra.
Entre los mayas y aztecas, por el contrario es el ciclo el que domina en relación
con la linealidad; hay una sucesión en el interior del mes, del año o de los años,
pero estos últimos más que estar situados en una cronología lineal, se repiten
exactamente cada vez.
Al comienzo, al menos, los aztecas llevan una guerra que está sometida a la
ritualización y al ceremonial: el tiempo, el lugar, la manera se deciden de
antemano, lo cual es más armonioso pero menos eficaz.
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CORTES Y LOS SIGNOS
Cortes se presenta como enemigo y como aliado al propio tiempo, lo cual vuelve
imposible o en todo caso injustificable toda acción de Moctezuma en su contra.
Ahora bien, los relatos indígenas de la conquista, especialmente los recogidos por
Sahagun y Duran, nos dicen que Moctezuma cree que Cortés es Quetzalcoatl que
ha vuelto a recobrar su reino, esta identificación sería una de las razones
principales de su falta de resistencia frente al avance de los españoles. No se
puede dudar de la autenticidad de los relatos que cuentan lo que creían los
informantes de los religiosos. La idea de una identidad entre Quetzalcoatl y Cortes
existió efectivamente en los años posteriores a la conquista, como lo muestra
también el súbito renacer de la producción de objetos de culto relacionados con
Quetzalcoatl. Pero hay un hiato evidente entre esos dos estados del mito: el
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antiguo en el que Quetzalcoatl tiene un papel secundario, y donde su retorno es
incierto, y el nuevo, en el que Quetzalcoatl domina y se asegura con absoluta
certeza que va a regresar. Seguramente hay una fuerza que debe haber
intervenido para apresurar esa transformación del mito.