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En: Revista de Derecho Penal y Criminología – Buenos Aires, Thomson Reuters La Ley,

Octubre 2016. Pp.: 86-93.


Sin justicia: análisis del procedimiento judicial en un caso de homicidio de un niño
indígena (Misiones-Argentina)

Morita Carrasco

Qué quieres saber ahora? - pregunta el guardián-. Eres insaciable


-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley –dice el hombre-;
cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo
pretendiera entrar? El guardián comprende que el hombre está por morir,
y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice
junto al oído, con vos atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti.
Ahora voy a cerrarla.
Frank Kafka, Ante la Ley.

En 2010 un niño mbya-guaraní de cinco años fue hallado sin vida en un monte cercano a
la aldea donde vive su familia. Inmediatamente se inició la investigación policial. Se
realizaron pericias criminalísticas y forenses. Con la información resultante se abrió un
expediente judicial caratulado “L.G. c/ abuso sexual c/acceso carnal y homicidio”. Las
actuaciones van desde el 11 de marzo de 2010 hasta el 6 de enero de 2011, cuando sin
resultado alguno se suspendió la investigación. Entre 2011 y 2014 la familia del niño y
las autoridades indígenas mantuvieron su exigencia para que se continúe investigando.

Con intención de obtener algún indicio, varios jefes de aldeas vecinas se reunieron en
asamblea; algunos jóvenes de la comunidad recogieron testimonios de los pobladores;
dos organizaciones no gubernamentales de abogados, ajenas al caso, se presentaron como
amigos del tribunal para solicitar que las autoridades indígenas pudieran ser querellantes
en la causa. Aún así, no se logró reactivar la investigación judicial.

En 2014 la única persona –niño también - que podía haber brindado información, quizás
como testigo presencial del hecho, fue hallada sin vida sin haber sido escuchada.

Mi conocimiento sobre este hecho y mi posterior involucramiento como antropóloga


surge a partir del pedido de ayuda que el jefe de la aldea le formula a una colega de la

Antropóloga, Dra. UBA con mención en Filosofía del Derecho. Sección Etnología – Instituto de
Ciencias Antropológicas – Facultad de Filosofía y Letras – UBA-
Universidad Nacional de Misiones (UNAM). Viajé a la zona y di inicio a un proyecto de
trabajo etnográfico con el auxilio de académicos penalistas de la facultad de Derecho de
la UBA y funcionarios de instituciones estatales1. Tomé contacto con el juzgado de
Instrucción de la 4ta. Jurisdicción (Puerto Rico) en la provincia de Misiones; tuve acceso
a una copia del expediente y regresé a Buenos Aires para elaborar un plan de trabajo cuyo
objetivo no era conocer detalles del hecho, sino promover un acercamiento entre las
víctimas y los operadores judiciales que tienen la responsabilidad de llevar adelante la
investigación criminal. Trazo brevemente las etapas y actividades desarrolladas desde
2011 a 2016 para que se pueda comprender el por qué y el cómo de la intervención
antropológica en este caso. Cabe advertir, que la tarea investigativa, no surge de la
motivación del profesional, sino a partir de una demanda que se hace a la antropóloga
valorando el conocimiento que la disciplina puede proveer2. Para cumplimentar la
solicitud de apoyo que se me realizara armé un proyecto de investigación-acción
cuidando de no obviar ninguna etapa y teniendo en claro tanto la relevancia de la
información teórica-conceptual de base cuanto el correspondiente plan de actividades a
llevar a cabo, que sería puesto en conocimiento y discutido con la comunidad (Segato
2004).

El primer paso, fue tomar contacto directo con las víctimas en su lugar y luego con los
funcionarios involucrados (policía, fiscal, juez, forense). El segundo paso fue la lectura
del expediente y seguidamente, a partir de entrevistas con penalistas de la UBA y otros
profesionales de instituciones estatales y privadas, alcanzar una interpretación del
procedimiento procesal de cualquier hecho criminal en general y lo que había de
particular en este caso. Luego de las primeras indagaciones y entrevistas consideré
indispensable ya no solo fortalecer el conocimiento del que disponía sobre los

1
Fueron consultados:1) la cátedra de Derecho Penal a cargo del Profesor Adjunto Alejandro Alagia, cuyos
docentes Mariela A. Barresi, Paula Casal y Emiliano Espejo accedieron a elaborar un dictamen sobre el
caso en 2012; y 2) el Titutlar del Programa de Patrocinio y Asistencia a la víctima de la Defensoría
General de la Nación (ex Oficina de Querellas) dependiente del Ministerio Público de la Defensa, por
entonces Santiago Nager.
2
Segato (ob.cit) relata que fue convocada por un colectivo de mujeres indígenas para conocer el paradigma
internacional de los derechos humanos y debatir sobre sus derechos en contextos de violencia. El
surgimiento de vínculos entre ella y el colectivo derivó en una tarea de investigación colaborativa cuyos
resultados pudieran ser útiles para proponer cambios socio-políticos en esos contextos.
procedimientos de la justicia penal, sino además profundizarlo para compartirlo con las
“víctimas”3 a fin de que las mismas pudieran tomar decisiones.

Como resultado de estas actividades e intercambios me surgió la inquietud acerca de


cómo transmitir esta información de manera sencilla a una comunidad en estado de
aflicción. El reto que enfrentaba ahora era el de dar cuerpo a instituciones, agentes
judiciales, sus responsabilidades y los conceptos legales que se manejan, entre otros,
recursos judiciales, garantías legales, etc. Para ello, en colaboración con un
documentalista, llevamos adelante un programa de relevamiento fílmico de todas las
entrevistas que realizábamos en el lugar donde se hallaban los entrevistados 4. Estas
filmaciones eran luego exhibidas en la aldea y en asambleas de las autoridades del Pueblo
Mbya de la provincia (aty ñeychyró)5.

De modo que lo que aquí se resume es el resultado de una elaboración antropológica


premeditada6, reformulada, debatida con colegas en eventos académicos y difundida en
publicaciones científicas7.

Provincia de Misiones: pueblo mbyá guaraní


El pueblo Mbya pertenece a la gran familia lingüística tupi-guaraní; en tiempos
ancestrales su territorio se extendía por todo el ambiente de selva Paranaense o Mata
Atlántica Brasileña, desde los departamentos orientales de Paraguay, por la provincia de
Misiones en Argentina y el sudeste de Brasil hasta la costa atlántica (Cebolla Badie
2008). Los mbya-guaraní combinan actividades “tradicionales” –horticultura, caza, pesca

3
Identifico como tales a la familia del niño asesinado, a la comunidad de la aldea y al pueblo mbya en su
conjunto, porque todos fueron afectados directamente.
4
Históricamente los antropólogos han recurrido a las imágenes para dar cuenta de las realidades que
encontraban en sus trabajos de campo. En este caso las personas entrevistadas dieron su autorización para
la filmación y exhibición.
5
Me referiré a estas asambleas más adelante.
6
Me refiero concretamente a la preocupación de responder a la demanda que se me hiciera sin abandonar
el rigor conceptual, la ética y la vigilancia metodológica propios de la disciplina. Por ello la planificación
contempló la metodología antropológica del trabajo de campo, y sus técnicas: observación participante,
entrevistas, historias de vida, reconstrucción de los contextos donde ocurrieron los hechos,
7
La iniciativa de dar a conocer lo sucedido y el trabajo realizado fue conversado con la comunidad, quien
estuvo de acuerdo. Aspiro a que se pueda elaborar una traducción en lengua mbya, si la comunidad lo
considera conveniente.
y recolección de frutos silvestres con otras “nuevas” como resultado de su relación con
sectores de la sociedad no indígena (Remorini 2010).
Según datos relevados por la Delegación Misiones del Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas en 2009 en la provincia de Misiones existen noventa y cuatro aldeas indígenas
con una población de 5.520 personas mbya (VV. AA. 2009).

Se ha sostenido que los mbya mantuvieron el control autónomo de sus aldeas, anclado en
dos tipos de líderes: el líder espiritual (opygua) que obtiene su poder por revelación y una
disciplina de ascetismo y aislamiento para evitar el contacto con el afuera, considerado
fuente de impurezas y por lo tanto, potencialmente peligroso para el mantenimiento del
ñande reko o estilo de vida mbya (Gorosito Kramer, 2006) y el líder político o cacique 8
(mburuvichá). Actualmente, en la mayoría de las aldeas estos dos líderes mantienen la
vigilancia de su ñande reko. El cacique (mburuvichá) es el encargado de las actividades
que hacen a la vida material y al bienestar de los miembros de la aldea; representa a la
comunidad en la relación con los no aborígenes 9. Periódicamente se realizan reuniones de
varios caciques para debatir y decidir colectivamente en asambleas intercomunitarias, aty
o aty guachu, cuestiones de su interés: “usualmente un aty guasu se completa con la
presencia de los seguidores de varios jefes políticos, lo cual indica la necesidad de
resolver sobre aspectos que por su gravedad afectan al conjunto de la población guaraní”
(Gorosito Kramer, 2006: 15).

La aldea Santa Marta10, a la cual me referiré en esta oportunidad está ubicada en el


Departamento Libertador General San Martín, a escasos kilómetros de la localidad de
Ruiz de Montoya; rodeada de explotaciones agrícolas en su mayoría propiedad de
inmigrantes europeos y sus descendientes. Actualmente habitan en la aldea unas 150
personas (treinta y cinco familias11). Las tierras en que se encuentran fueron adquiridas
por una institución de la Iglesia Evangélica Suiza para que allí se trasladaran las familias
8
Cacique es el término más usado.
9
La intensificación del contacto con organismos gubernamentales y no gubernamentales ha provocado
transformaciones en los liderazgos que son claves para entender la situación actual de las aldeas mbya. Por
razones de espacio no me ocupo aquí de este punto pero remito a los interesados al artículo de Gorosito
Kramer (2006).
10
Uso un nombre ficticio para referirme a la aldea y su comunidad para evitar el daño que hace a las
víctimas su exhibición en el espacio público. Sigo aquí la perspectiva de Butler (1997, 2006) y Fassin
1999.
11
Familias nucleares en su mayoría.
indígenas desde el lugar donde se hallaban (también propiedad de la institución), pues las
mismas serían destinadas a las actividades agropecuarias que desarrolla un
establecimiento educativo que pertenece a la misma. En el nuevo lugar, de reducidas
dimensiones, rodeado de plantaciones de terceros, con suelos degradados y escasa selva
en los alrededores, no es posible para los indígenas realizar actividades de caza y pesca, y
sólo algunas familias cultivan la tierra. La subsistencia está basada en el trabajo
asalariado como peones rurales en chacras y plantaciones comerciales, en las actividades
de la cosecha de la yerba mate o tarefa (a la que asisten familias enteras en temporada) y
en la venta de artesanías (Carrasco y Cebolla Badie 2011). Adicionalmente a estas
actividades, la economía familiar se complementa con subsidios estatales de asistencia
social.

Homicidio y procedimiento judicial


Ariel y Emerson12 eran tío y sobrino con cinco y trece años respectivamente en marzo del
año 2010. Jugaban en el patio de la aldea, a la vista de todos, pero Ariel no volvió a su
casa esa noche. El hecho no sorprendió a la familia porque es habitual que cuando se
oscurece los niños permanezcan en la casa de parientes o vecinos hasta la salida del sol.
Lo esperaron, preguntaron a todos si lo habían visto y al día siguiente salieron en grupo a
buscarlo. Encontraron su cuerpo en un monte cercano; le faltaba la cabeza, los brazos y
presentaba un corte longitudinal en el tórax. Rápidamente se dio aviso a la comisaría
local. Mientras la policía de investigación iniciaba las actuaciones pertinentes la
comunidad se sumergía en profundo pánico ante el horror de un hecho sobre el cual no
existen antecedentes.
El día 11 de marzo se inicia el sumario policial. Interviene la Comisaría de Ruiz de
Montoya, Unidad Regional IV. Concurre a la aldea el equipo de criminalística; la
médica policial María Gabriela Rolón expide el certificado médico para realizar la
autopsia. La médica forense Helga Sulamita Segovia de Ledesma realiza la autopsia y el
bioquímico extrae algunas muestras. Se establece que es muerte por decapitación y que

12
Los nombres de las personas involucradas se preservan, no así los nombres y cargos de los funcionarios
actuantes. Los funcionarios intervinientes, peritos, oficiales de justicia, y profesionales tratantes aparecen
identificados por sus cargos; ya que, siguiendo a Tiscornia: “importan sus acciones en relación al lugar
estructural que ocupan en una determinada red de relaciones institucionales (…) Además porque la forma
en que actuaron (…) es una forma de actuación regular y burocrática, que no necesariamente los describe
como profesionales o funcionarios particulares…” (2008:12).
no se encuentran elementos bajo las uñas ni pelos que permitan ser examinados. Se
toman varios testimonios a miembros de la aldea y a vecinos no indígenas. Se realiza un
allanamiento en la propiedad de un vecino no indígena y se detiene al peón L.G.. El 17
de marzo se toma declaración indagatoria a LG, de nacionalidad paraguaya, analfabeto,
changarín, y se abre en el Juzgado de Instrucción de la IV Jurisdicción con sede en Puerto
Rico el expediente “LG c/abuso sexual con acceso carnal y homicidio”.13 Mientras
continúan las testimoniales se nombra defensor oficial para LG y se ordena realizar un
nuevo allanamiento en su vivienda y un informe socio-ambiental y conceptual. El 20 de
abril se dicta el sobreseimiento de L.G14.
A lo largo del expediente, se observan ciertas líneas de investigación que han quedado
inconclusas y que falta explorar en profundidad. Entre otros detalles y a modo de ejemplo
señalo dos elementos que no fueron considerados por el juzgado, pese a ser relevantes
para la tarea investigativa: 1) las testimoniales no se realizaron en sede judicial, solo se
cuenta con la información vertida por vecinos ante la policía local; 2) el cacique y la
asamblea de autoridades del pueblo Mbya (aty ñeychyro) en la provincia solicitaron al
comisario local y al juzgado de instrucción que la investigación no se suspenda. En las
cartas presentadas dicen que esperan que la justicia “blanca” pueda encontrar al culpable.
Por otro lado, la lectura del expediente revela que existen numerosas incongruencias y
contradicciones en las testimoniales con las cuales se podrían formular algunas hipótesis
últiles para la investigación.
Existe incongruencia entre el testimonio del vecino dueño de la propiedad lindante, quien
testifica que el día de la desaparición del niño estuvo en el monte buscando a un perro
que se le había extraviado, pero sólo por la mañana, y los testimonios de algunos
pobladores de la comunidad que afirman haberlo visto por la tarde. Por otro lado, habría

13
Es extraño que se haya caratulado el expediente como “abuso sexual”. Según la médica forense no había
signos de abuso en el cuerpo del niño. En el informe tampoco consta que se hiciera un hisopado anal, si
bien en la entrevista que le realizáramos ella dijo que se habían tomado muestras pero no sabía si se habían
conservado ni dónde estaban.
14
“Los distintos elementos probatorios incorporados en la presente causa, no reúnen la entidad suficiente a
fin de acreditar en grado de probabilidad, la existencia de los requisitos subjetivos por la que se pueda
endilgar responsabilidad penal por el delito de homicidio agravado (Artículo 80 Inciso 2do del C.P.A.) por
la cual se pueda dictar auto de procesamiento al nombrado G, de igual forma el sobreseimiento por no darse
los extremos del Artículo 326 del C.P.P; por lo que entiendo, deviene necesario ajustarse a lo dispuesto en
el Artículo 294 del C.P.P., disponiéndose la libertad del imputado L. G. en razón de que el mismo se halla
detenido.”
que volver a tomar declaración testimonial a Emerson. En el expediente solo figura un
examen psicológico que se le hizo en el que no se obtienen resultados concretos. Además,
no consta en actas si se lo interrogó en cámara Gesell, aunque algunos miembros dicen
que sí. Asimismo, en su declaración él afirma haber visto “algo blanco” en el monte
cuando regresaba de lo de Pedro a donde había ido después de estar jugando con Ariel,
pero no hay más detalle ni se investiga qué quiso transmitir con esta afirmación. Por su
parte, Alicia asegura que el día de la desaparición de su hijo Ariel, se encuentró con
Teresa, la madre de Emerson, quien le comentó que estaba buscando algún calmante
porque su hijo al volver de lo de Pedro parecía enfermo, como en estado se shock, y con
fiebre. Por último, numerosos habitantes de la aldea confirman una actitud de rebeldía y
hostilidad de Emerson luego del hecho y sugieren que tanto él como su hermana,
deberían ser citados a declarar. Nada de todo esto es investigado.
Los testimonios de unos y otros nunca son contrastados para determinar la veracidad o no
de sus dichos. Las últimas actuaciones datan del 5 de enero de 2011. Desde ese día en
adelante la causa permaneció estancada.

Intervención colaborativa de académicos y víctimas


La estrategia de filmación de las entrevistas colaboró con el objetivo de comprender
desde el menor detalle los pasos dados por la policía y la agencia judicial. Así por
ejemplo, se pudo conocer en detalle el informe de la pericia forense, que daba cuenta de
la realización de un hisopado anal sobre la víctima, pero no pudimos saber si se había
conservado la muestra, dónde se encontraba, y si había sido sometida a análisis 15; se pudo
saber que la fiscal no había tomado vista del expediente, que no se había preservado la
zona y que las declaraciones habían sido tomadas por la autoridad policial, pero no se
habían ratificado en sede judicial como se debía haber hecho 16. La entrevista con la
médica forense resultó fundamental para despejar dudas respecto a si se habían sustraído
los órganos del niño pues mientras se realizaba la investigación policial había comenzado

15
Tuvimos acceso a esta información en la entrevista personal con la médica forense porque el informe
incorporado al expediente es una síntesis general con exclusión de otros detalles y este dato, tan importante
para la familia y los miembros de la aldea, no constaba en él.
16
Muchas contradicciones y desprolijidades como detalles respecto de la hora de la muerte del niño; el
arma utilizada, la falta de rastros de sangre en el lugar del hallazgo, surgieron a partir de la confrontación
entre la lectura del expediente, las entrevistas y los testimonios de los miembros de la aldea.
a circular entre aldeas vecinas una versión que sostenía que el cacique había matado al
niño para extraerle los órganos y venderlos para comprar una camioneta.

Las vías intentadas por el jefe de la aldea y la asamblea de autoridades (aty ñeychyro)
para que se prosiga con la investigación judicial no produjeron ningún resultado. La fiscal
Mabel del Rosario Luna y el Juez Ector Acosta se excusaron de cumplir con su deber
alegando que no podían intervenir por carecer de alguna hipótesis que permitiera seguir
con la investigación. La fiscal comentó en una entrevista que no tenía el expediente para
estudiarlo, ella dijo que lo había solicitado al juez hacía mucho tiempo pero que no se le
había hecho llegar17. El juez afirmó que hasta tanto no apareciera algún nuevo indicio el
trámite judicial estaba parado. ¿Quién podía ofrecer indicios? ¿Los responsables del
procedimiento judicial, las víctimas, los colaboradores externos?

Ante nuestra consulta respecto a la posibilidad de querellar el juez respondió que dado
que en el Código Procesal Penal de la provincia de Misiones no existía la figura de
querellante, eran pocas las estrategias posibles para retomar la vía investigativa. Le
preguntamos entonces si no se podía solicitar una pericia antropológica que permitiera
dar cuenta de la historicidad del concepto de persona entre los mbya, la naturaleza de los
derechos colectivos de los pueblos indígenas y el cercenamiento de un derecho
constitucional de la comunidad. Desde un enfoque intercultural, fundado en el derecho
internacional, sostuvimos que esta pericia podría colaborar con la investigación
aportando argumentos sobre la legitimidad del querellante indígena y subsidiariamente
acercando al juez conocimientos sobre la dinámica sociocultural del pueblo Mbya,
indispensable para alcanzar un nivel confiable de interlocución con la comunidad.

La Asociación Civil Pensamiento Penal (APP) y el Instituto de Estudios en Ciencias


Penales y Sociales (INECIP) junto a quienes colaboré, presentaron al juez un amicus
curiae. Este se fundamentó en el derecho internacional de los derechos humanos, en la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos y en el caso Bulacio
c/estado Argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Por otro lado
se retomaron las pautas dadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación que orientan

17
Podría pensarse que las oficinas de ambos estaban a una gran distancia una de la otra, sin embargo, con
solo abrir la puerta se accedía al despacho de uno u otro.
la concepción de que el derecho a querellar tiene carácter federal y no podría ser
cercenado en jurisdicción local.

Los argumentos de fondo en materia indígena fueron: 1) la víctima por el asesinato del
niño no eran sus padres como sujeto individual sino el pueblo Mbya, como sujeto
colectivo; 2) el estado de angustia, abandono y desolación que afectaba a todos sus
miembros requería que la autoridad del pueblo (a nivel de la provincia de Misiones)
pudiera representar los intereses de todos actuando como acusador privado ante la justicia
estatal.

La presentación escrita del amicus curiae se formalizó a fines del 2012; en junio de 2013
el juez me informó personalmente que la resolución estaba pronta, pero no le dio curso
definitivo sino en 2014.

El proceso de incorporación de la figura de querellante a la constitución provincial se


inició con la propuesta de reforma del artículo 21 (CP) mediante la realización de una
consulta vinculante a la ciudadanía en las elecciones legislativas del 30 de junio de 2013,
para que se incorpore a la constitución provincial la figura del querellante particular. Con
la mitad de votos afirmativos se aprobó la modificación del artículo 21 que quedó
redactado de la siguiente forma:

“La acción penal en los delitos de acción pública corresponde al Estado sin perjuicio de
la participación que se le concede a la víctima y al particular damnificado. Toda persona
particularmente ofendida por un delito de los que dan lugar a la acción pública puede
intervenir en el proceso como querellante particular en la forma que la Ley establezca.
Los damnificados por el delito pueden hacer valer en sede penal sus pretensiones
resarcitorias o indemnizatorias”.

Finalmente, la ley que incorpora esta reforma entró en vigor el 1 de marzo de 2014.

Las víctimas, por su parte, buscaron sumar información que pudiera ser usada por el
juzgado para elaborar alguna hipótesis. Se organizó un equipo de jóvenes escolarizados
para levantar entrevistas en la aldea. Por iniciativa propia, las entrevistas en idioma
guaraní fueron filmadas, traducidas y escritas en español. Pretendían colaborar con el
juzgado aportando datos para que los funcionarios responsables retomaran la
investigación.
En agosto de 2013, el abogado que colaboraba con la comunidad presentó un escrito
solicitando que se llamara a cuatro personas a brindar testimonio en sede judicial. Estas
personas eran el padre del niño asesinado, el abuelo que encontró el cuerpo, el jefe de la
aldea y un traductor de confianza.

El 8 de julio del año 2014, por primera vez luego de cuatro años, y esfuerzos de
colaboración de especialistas y víctimas exigiendo justicia, la secretaria Liliana
Velázquez les tomó declaración testimonial en sede judicial a las personas ofrecidas por
el abogado peticionario. Los presentes en la audiencia señalaron que se debía llamar a
indagatoria a Emerson, el niño que estaba con Ariel el día en que fue asesinado porque,
sostenían que él debía conocer lo qué había pasado.

Resultados inesperados e inexplicables

Después del hallazgo del cadáver la comunidad de Santa Marta se sumergió en una
profunda angustia; las personas vivían con miedo; algunas familias, no emparentadas con
la víctima abandonaron la aldea y los parientes trasladaron sus viviendas desde la parte
baja a la parte alta, exactamente en un lugar opuesto a donde se encontró el cuerpo de
Ariel. Emerson y su familia se mudaron a una aldea próxima a la localidad de
Montecarlo.

Como ya se dijo, el reclamo de intervención de la justicia “blanca” se incrementó a


medida que no había avances. Dos escritos figuran en el expediente: 1) 17 de marzo de
2010 el cacique solicita al juez de instrucción que se continúe la investigación y 2) entre
los días 9 a 11 de agosto el aty ñeychyró18 presenta al Comisario Gallardo un acta donde
se refuerza el pedido del cacique y se solicita que se llame a dar testimonio a Emerson y
su hermana. Ninguno de estos pedidos tuvo respuesta; lo cual explica, en parte, la
intervención antropológica en el caso.

18
En 2012 fui invitada a participar de un aty neychyro para ser conocida por los jefes que integran esta
institución y exponer ante ellos el trabajo que haría. Entonces pude comprender que en medio de un
contexto indigenista estatal que busca centralizar la toma de decisiones en un cuerpo político más afín a los
intereses y necesidades de los funcionarios (ver Gorosito Cramer 2006), los mburuvichá crean una
autoridad legítima, recreando antiguos mecanismos de ejercicio del poder mbyå. No es posible en este
artículo informar a fondo sobre esta autoridad. Sólo me limito a decir que en el tiempo de trabajo
transcurrido pude comprobar la fortaleza que la misma adquiere cada vez que se reúnen los mburuvichá y
el modo en que ello refuerza el liderazgo de cada uno de ellos al interior de sus aldeas y en su relación con
los demás mburuvichá.
No se supo prácticamente nada de Emerson hasta junio de 2013 cuando encontrándome
en la aldea Santa Marta un agente sanitario me contó que lo había visto junto a su papá en
el consultorio de guardia del hospital de Eldorado. Al parecer Emerson había querido
suicidarse; estaba herido en varias partes del cuerpo a la espera de la medicación que
debía administrarle el médico. Debo destacar ahora que no fue posible obtener
información sobre su estado de salud, porque no se dejó registró alguno de su paso por el
servicio.

En 2014 durante una de mis visitas a la aldea supe que Emerson había muerto. El relato
me lo brindó una señora mientras lavaba ropa en el arroyo. Ella dijo que la mamá de
Emerson le contó que en abril el ahora jovencito de dieciséis años se había ausentado de
la aldea donde vivía con su familia con la intención de viajar a otra aldea; en mayo se
registró en la comisaría de Montecarlo el sumario que detallaba el hallazgo de un cadáver
en avanzado estado de descomposición; se realizó prueba de ADN a los padres y se
comprobó su identidad.

¿Qué fue de la solicitud de las víctimas para que se lo citara a fin de ampliar su
testimonio por el asesinato de Ariel?

En abril de 2016 me entrevisté con el secretario del juzgado de Instrucción, Arturo


Alejandro Duri quien me informó que se había librado oficio a la Comisaría de Ruiz de
Montoya para que se citara al niño Emerson el día 19 de abril de 2016 19; esto es: seis años
posteriores al hecho, tres años después que el abogado ofreciera tres testigos, dos años
después de entrada en vigencia de la figura de querellante en la provincia, dos años
después que tres personas ofrecieran información ante la Secretaria del Juzgado, abogada
Velásquez, para sustentar el pedido de que se lo cite a prestar testimonio, y lo que
constituye la mayor de las desidias: dos años después de su aparición sin vida.

Algunas reflexiones finales

Es indudable que el derecho de acceso a la justicia en el caso de los pueblos indígenas


requiere del ejercicio de una serie de derechos específicos como el derecho a tener una
defensa adecuada, la inclusión de intérpretes, traductores, peritos, abogados
especializados capaces de comprender la cultura indígena, entre otros. Para ello, al igual
19
Qué ironía justo ese día se celebra en América el día de los pueblos indígenas.
que para hacerse entender es clave contar con intérprete de confianza en todas las
diligencias judiciales; de igual modo los peritajes culturales realizados por antropólogos o
autoridades tradicionales son mecanismos eficaces para entender el alcance y grado de
afectación sufrido, y sus testimonios son indispensables para ello. El abogado kuna
Aresio Valiente López (2012) sostiene que los tribunales están también obligados a
permitir la intervención de autoridades tradicionales, sin mayores formalidades, no sólo
como testigos o peritos sino como querellantes en todo el proceso.

La situación de indefensión por desatención de la justicia generó angustia en la


comunidad; el jefe de la aldea pidió protección a la comisaría local y contención
terapéutica al sistema de salud de la provincia 20; se intentó desarrollar una investigación
interna; se hicieron consultas con líderes religiosos del pueblo mbya; se consultó a un
espiritista de nacionalidad paraguaya; se reclamó atención a la “justicia blanca”; todo se
intentó. Por ultimo, se demandó la intervención de la antropóloga ¿Cuál ha sido el
resultado?

Dos niños son víctimas de la injusticia: Ariel fue asesinado, sin que la justicia estatal
asumiera la responsabilidad que le compete en la búsqueda del autor; Emerson murió sin
que nadie lo escuchara. Cuatro años esperó ser tenido en cuenta; finalmente habló
martirizando su propio cuerpo. Su muerte es resultado del fracaso de la función que la
Convención del Niño le atribuye al Estado y en este sentido constituye una segunda
víctima en la causa, debido al no acceso a la justicia.

Los esfuerzos realizados por todos quienes estuvimos de un modo u otro involucrados en
este caso con el único interés de colaborar con la fiscal y el juez a fin de que no se dejara
de investigar, no fueron considerados. Al cabo de años de insistencia, visitas al juzgado,
entrevistas con los operadores judiciales, catorce viajes y estadías en el campo,
arribamos al peor desenlace. La ceguera de la justicia es, sin duda, la respuesta patética
de esta causa, una justicia que no se hace cargo, que da vuelta su cara para esquivar la
mirada de dos niños.

20
Un equipo del hogar de día de la Subsecretaría de Prevención de Adicciones y Control de Drogas brindó
asistencia terapéutica de un día a la familia del niño asesinado y a algunos jóvenes.
http://www.salud.misiones.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=3218&Itemid=1
El único epílogo posible de esta (in) justicia sinrazón es que la agencia judicial se
pregunte si es factible y en qué medida el acceso a la justicia de los indígenas en
Argentina cuando se procede del modo como se hizo en esta causa.

Emerson no tuvo la debida protección a los derechos garantizados en la Convención


sobre los Derechos del Niño (ley argentina 23849). En especial a ser escuchado (Art.
12.2); recibir cuidados especiales en ocasión de su internación en un hospital público
(Art. 23.2 y Art. 25), y a los mismos derechos que poseen todos los niños sin distinción
por su condición étnica (Art. 30). Recordemos que varios testimonios en el expediente
consignan que el estaba con Ariel la tarde en que desapareció; y que esa noche apareció
afiebrado y con su cara enrojecida. El era un testigo clave, si así lo hubiese reconocido el
juzgado, y si le hubiera brindado todas las garantías de cuidado y protección que indica la
normativa, posiblemente hoy no estaría muerto.

Ariel aún espera que su familia conozca la verdad sobre su muerte; sin poder soportar el
tormento interior Emerson se vio impulsado a poner fin a su angustia.

Aunque la comunidad pareciera convencida de que no hay justicia para los indígenas y
solo ñandeyara dios, puede brindarla, como analista del procedimiento me pregunto si
existe y en ese sentido cuál sería, el argumento judicial a defender como justificación de
denegación de justicia por parte de quienes tienen la obligación de actuar; ¿cuál es el
pretexto para excusarse de su responsabilidad? Ninguno.

Agradecimientos
A los colegas, abogados, antropólogos, colaboradores que acompañaron el trabajo de
investigación y las reflexiones sobre el caso. A Pablo Rey con quién compartí el trabajo
de registro audiovisual y largas charlas en el campo. A Javier Teodoro Álvarez, Mariela
Barresi, Andrea Lombraña, Claudio Martyniuk, Silvina Ramírez por la lectura y
comentarios de una versión preliminar de este artículo.

Referencias bibliográficas
Butler, J. 1997 “Soberanía y actos de habla performativos” En: www.accpar.org/numero
4/butler.htm
Butler, J. 2006 Vida precaria: el poder del duelo y la violencia. Buenos Aires, Editorial
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