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Morita Carrasco
En 2010 un niño mbya-guaraní de cinco años fue hallado sin vida en un monte cercano a
la aldea donde vive su familia. Inmediatamente se inició la investigación policial. Se
realizaron pericias criminalísticas y forenses. Con la información resultante se abrió un
expediente judicial caratulado “L.G. c/ abuso sexual c/acceso carnal y homicidio”. Las
actuaciones van desde el 11 de marzo de 2010 hasta el 6 de enero de 2011, cuando sin
resultado alguno se suspendió la investigación. Entre 2011 y 2014 la familia del niño y
las autoridades indígenas mantuvieron su exigencia para que se continúe investigando.
Con intención de obtener algún indicio, varios jefes de aldeas vecinas se reunieron en
asamblea; algunos jóvenes de la comunidad recogieron testimonios de los pobladores;
dos organizaciones no gubernamentales de abogados, ajenas al caso, se presentaron como
amigos del tribunal para solicitar que las autoridades indígenas pudieran ser querellantes
en la causa. Aún así, no se logró reactivar la investigación judicial.
En 2014 la única persona –niño también - que podía haber brindado información, quizás
como testigo presencial del hecho, fue hallada sin vida sin haber sido escuchada.
El primer paso, fue tomar contacto directo con las víctimas en su lugar y luego con los
funcionarios involucrados (policía, fiscal, juez, forense). El segundo paso fue la lectura
del expediente y seguidamente, a partir de entrevistas con penalistas de la UBA y otros
profesionales de instituciones estatales y privadas, alcanzar una interpretación del
procedimiento procesal de cualquier hecho criminal en general y lo que había de
particular en este caso. Luego de las primeras indagaciones y entrevistas consideré
indispensable ya no solo fortalecer el conocimiento del que disponía sobre los
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Fueron consultados:1) la cátedra de Derecho Penal a cargo del Profesor Adjunto Alejandro Alagia, cuyos
docentes Mariela A. Barresi, Paula Casal y Emiliano Espejo accedieron a elaborar un dictamen sobre el
caso en 2012; y 2) el Titutlar del Programa de Patrocinio y Asistencia a la víctima de la Defensoría
General de la Nación (ex Oficina de Querellas) dependiente del Ministerio Público de la Defensa, por
entonces Santiago Nager.
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Segato (ob.cit) relata que fue convocada por un colectivo de mujeres indígenas para conocer el paradigma
internacional de los derechos humanos y debatir sobre sus derechos en contextos de violencia. El
surgimiento de vínculos entre ella y el colectivo derivó en una tarea de investigación colaborativa cuyos
resultados pudieran ser útiles para proponer cambios socio-políticos en esos contextos.
procedimientos de la justicia penal, sino además profundizarlo para compartirlo con las
“víctimas”3 a fin de que las mismas pudieran tomar decisiones.
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Identifico como tales a la familia del niño asesinado, a la comunidad de la aldea y al pueblo mbya en su
conjunto, porque todos fueron afectados directamente.
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Históricamente los antropólogos han recurrido a las imágenes para dar cuenta de las realidades que
encontraban en sus trabajos de campo. En este caso las personas entrevistadas dieron su autorización para
la filmación y exhibición.
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Me referiré a estas asambleas más adelante.
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Me refiero concretamente a la preocupación de responder a la demanda que se me hiciera sin abandonar
el rigor conceptual, la ética y la vigilancia metodológica propios de la disciplina. Por ello la planificación
contempló la metodología antropológica del trabajo de campo, y sus técnicas: observación participante,
entrevistas, historias de vida, reconstrucción de los contextos donde ocurrieron los hechos,
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La iniciativa de dar a conocer lo sucedido y el trabajo realizado fue conversado con la comunidad, quien
estuvo de acuerdo. Aspiro a que se pueda elaborar una traducción en lengua mbya, si la comunidad lo
considera conveniente.
y recolección de frutos silvestres con otras “nuevas” como resultado de su relación con
sectores de la sociedad no indígena (Remorini 2010).
Según datos relevados por la Delegación Misiones del Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas en 2009 en la provincia de Misiones existen noventa y cuatro aldeas indígenas
con una población de 5.520 personas mbya (VV. AA. 2009).
Se ha sostenido que los mbya mantuvieron el control autónomo de sus aldeas, anclado en
dos tipos de líderes: el líder espiritual (opygua) que obtiene su poder por revelación y una
disciplina de ascetismo y aislamiento para evitar el contacto con el afuera, considerado
fuente de impurezas y por lo tanto, potencialmente peligroso para el mantenimiento del
ñande reko o estilo de vida mbya (Gorosito Kramer, 2006) y el líder político o cacique 8
(mburuvichá). Actualmente, en la mayoría de las aldeas estos dos líderes mantienen la
vigilancia de su ñande reko. El cacique (mburuvichá) es el encargado de las actividades
que hacen a la vida material y al bienestar de los miembros de la aldea; representa a la
comunidad en la relación con los no aborígenes 9. Periódicamente se realizan reuniones de
varios caciques para debatir y decidir colectivamente en asambleas intercomunitarias, aty
o aty guachu, cuestiones de su interés: “usualmente un aty guasu se completa con la
presencia de los seguidores de varios jefes políticos, lo cual indica la necesidad de
resolver sobre aspectos que por su gravedad afectan al conjunto de la población guaraní”
(Gorosito Kramer, 2006: 15).
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Los nombres de las personas involucradas se preservan, no así los nombres y cargos de los funcionarios
actuantes. Los funcionarios intervinientes, peritos, oficiales de justicia, y profesionales tratantes aparecen
identificados por sus cargos; ya que, siguiendo a Tiscornia: “importan sus acciones en relación al lugar
estructural que ocupan en una determinada red de relaciones institucionales (…) Además porque la forma
en que actuaron (…) es una forma de actuación regular y burocrática, que no necesariamente los describe
como profesionales o funcionarios particulares…” (2008:12).
no se encuentran elementos bajo las uñas ni pelos que permitan ser examinados. Se
toman varios testimonios a miembros de la aldea y a vecinos no indígenas. Se realiza un
allanamiento en la propiedad de un vecino no indígena y se detiene al peón L.G.. El 17
de marzo se toma declaración indagatoria a LG, de nacionalidad paraguaya, analfabeto,
changarín, y se abre en el Juzgado de Instrucción de la IV Jurisdicción con sede en Puerto
Rico el expediente “LG c/abuso sexual con acceso carnal y homicidio”.13 Mientras
continúan las testimoniales se nombra defensor oficial para LG y se ordena realizar un
nuevo allanamiento en su vivienda y un informe socio-ambiental y conceptual. El 20 de
abril se dicta el sobreseimiento de L.G14.
A lo largo del expediente, se observan ciertas líneas de investigación que han quedado
inconclusas y que falta explorar en profundidad. Entre otros detalles y a modo de ejemplo
señalo dos elementos que no fueron considerados por el juzgado, pese a ser relevantes
para la tarea investigativa: 1) las testimoniales no se realizaron en sede judicial, solo se
cuenta con la información vertida por vecinos ante la policía local; 2) el cacique y la
asamblea de autoridades del pueblo Mbya (aty ñeychyro) en la provincia solicitaron al
comisario local y al juzgado de instrucción que la investigación no se suspenda. En las
cartas presentadas dicen que esperan que la justicia “blanca” pueda encontrar al culpable.
Por otro lado, la lectura del expediente revela que existen numerosas incongruencias y
contradicciones en las testimoniales con las cuales se podrían formular algunas hipótesis
últiles para la investigación.
Existe incongruencia entre el testimonio del vecino dueño de la propiedad lindante, quien
testifica que el día de la desaparición del niño estuvo en el monte buscando a un perro
que se le había extraviado, pero sólo por la mañana, y los testimonios de algunos
pobladores de la comunidad que afirman haberlo visto por la tarde. Por otro lado, habría
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Es extraño que se haya caratulado el expediente como “abuso sexual”. Según la médica forense no había
signos de abuso en el cuerpo del niño. En el informe tampoco consta que se hiciera un hisopado anal, si
bien en la entrevista que le realizáramos ella dijo que se habían tomado muestras pero no sabía si se habían
conservado ni dónde estaban.
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“Los distintos elementos probatorios incorporados en la presente causa, no reúnen la entidad suficiente a
fin de acreditar en grado de probabilidad, la existencia de los requisitos subjetivos por la que se pueda
endilgar responsabilidad penal por el delito de homicidio agravado (Artículo 80 Inciso 2do del C.P.A.) por
la cual se pueda dictar auto de procesamiento al nombrado G, de igual forma el sobreseimiento por no darse
los extremos del Artículo 326 del C.P.P; por lo que entiendo, deviene necesario ajustarse a lo dispuesto en
el Artículo 294 del C.P.P., disponiéndose la libertad del imputado L. G. en razón de que el mismo se halla
detenido.”
que volver a tomar declaración testimonial a Emerson. En el expediente solo figura un
examen psicológico que se le hizo en el que no se obtienen resultados concretos. Además,
no consta en actas si se lo interrogó en cámara Gesell, aunque algunos miembros dicen
que sí. Asimismo, en su declaración él afirma haber visto “algo blanco” en el monte
cuando regresaba de lo de Pedro a donde había ido después de estar jugando con Ariel,
pero no hay más detalle ni se investiga qué quiso transmitir con esta afirmación. Por su
parte, Alicia asegura que el día de la desaparición de su hijo Ariel, se encuentró con
Teresa, la madre de Emerson, quien le comentó que estaba buscando algún calmante
porque su hijo al volver de lo de Pedro parecía enfermo, como en estado se shock, y con
fiebre. Por último, numerosos habitantes de la aldea confirman una actitud de rebeldía y
hostilidad de Emerson luego del hecho y sugieren que tanto él como su hermana,
deberían ser citados a declarar. Nada de todo esto es investigado.
Los testimonios de unos y otros nunca son contrastados para determinar la veracidad o no
de sus dichos. Las últimas actuaciones datan del 5 de enero de 2011. Desde ese día en
adelante la causa permaneció estancada.
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Tuvimos acceso a esta información en la entrevista personal con la médica forense porque el informe
incorporado al expediente es una síntesis general con exclusión de otros detalles y este dato, tan importante
para la familia y los miembros de la aldea, no constaba en él.
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Muchas contradicciones y desprolijidades como detalles respecto de la hora de la muerte del niño; el
arma utilizada, la falta de rastros de sangre en el lugar del hallazgo, surgieron a partir de la confrontación
entre la lectura del expediente, las entrevistas y los testimonios de los miembros de la aldea.
a circular entre aldeas vecinas una versión que sostenía que el cacique había matado al
niño para extraerle los órganos y venderlos para comprar una camioneta.
Las vías intentadas por el jefe de la aldea y la asamblea de autoridades (aty ñeychyro)
para que se prosiga con la investigación judicial no produjeron ningún resultado. La fiscal
Mabel del Rosario Luna y el Juez Ector Acosta se excusaron de cumplir con su deber
alegando que no podían intervenir por carecer de alguna hipótesis que permitiera seguir
con la investigación. La fiscal comentó en una entrevista que no tenía el expediente para
estudiarlo, ella dijo que lo había solicitado al juez hacía mucho tiempo pero que no se le
había hecho llegar17. El juez afirmó que hasta tanto no apareciera algún nuevo indicio el
trámite judicial estaba parado. ¿Quién podía ofrecer indicios? ¿Los responsables del
procedimiento judicial, las víctimas, los colaboradores externos?
Ante nuestra consulta respecto a la posibilidad de querellar el juez respondió que dado
que en el Código Procesal Penal de la provincia de Misiones no existía la figura de
querellante, eran pocas las estrategias posibles para retomar la vía investigativa. Le
preguntamos entonces si no se podía solicitar una pericia antropológica que permitiera
dar cuenta de la historicidad del concepto de persona entre los mbya, la naturaleza de los
derechos colectivos de los pueblos indígenas y el cercenamiento de un derecho
constitucional de la comunidad. Desde un enfoque intercultural, fundado en el derecho
internacional, sostuvimos que esta pericia podría colaborar con la investigación
aportando argumentos sobre la legitimidad del querellante indígena y subsidiariamente
acercando al juez conocimientos sobre la dinámica sociocultural del pueblo Mbya,
indispensable para alcanzar un nivel confiable de interlocución con la comunidad.
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Podría pensarse que las oficinas de ambos estaban a una gran distancia una de la otra, sin embargo, con
solo abrir la puerta se accedía al despacho de uno u otro.
la concepción de que el derecho a querellar tiene carácter federal y no podría ser
cercenado en jurisdicción local.
Los argumentos de fondo en materia indígena fueron: 1) la víctima por el asesinato del
niño no eran sus padres como sujeto individual sino el pueblo Mbya, como sujeto
colectivo; 2) el estado de angustia, abandono y desolación que afectaba a todos sus
miembros requería que la autoridad del pueblo (a nivel de la provincia de Misiones)
pudiera representar los intereses de todos actuando como acusador privado ante la justicia
estatal.
La presentación escrita del amicus curiae se formalizó a fines del 2012; en junio de 2013
el juez me informó personalmente que la resolución estaba pronta, pero no le dio curso
definitivo sino en 2014.
“La acción penal en los delitos de acción pública corresponde al Estado sin perjuicio de
la participación que se le concede a la víctima y al particular damnificado. Toda persona
particularmente ofendida por un delito de los que dan lugar a la acción pública puede
intervenir en el proceso como querellante particular en la forma que la Ley establezca.
Los damnificados por el delito pueden hacer valer en sede penal sus pretensiones
resarcitorias o indemnizatorias”.
Finalmente, la ley que incorpora esta reforma entró en vigor el 1 de marzo de 2014.
Las víctimas, por su parte, buscaron sumar información que pudiera ser usada por el
juzgado para elaborar alguna hipótesis. Se organizó un equipo de jóvenes escolarizados
para levantar entrevistas en la aldea. Por iniciativa propia, las entrevistas en idioma
guaraní fueron filmadas, traducidas y escritas en español. Pretendían colaborar con el
juzgado aportando datos para que los funcionarios responsables retomaran la
investigación.
En agosto de 2013, el abogado que colaboraba con la comunidad presentó un escrito
solicitando que se llamara a cuatro personas a brindar testimonio en sede judicial. Estas
personas eran el padre del niño asesinado, el abuelo que encontró el cuerpo, el jefe de la
aldea y un traductor de confianza.
El 8 de julio del año 2014, por primera vez luego de cuatro años, y esfuerzos de
colaboración de especialistas y víctimas exigiendo justicia, la secretaria Liliana
Velázquez les tomó declaración testimonial en sede judicial a las personas ofrecidas por
el abogado peticionario. Los presentes en la audiencia señalaron que se debía llamar a
indagatoria a Emerson, el niño que estaba con Ariel el día en que fue asesinado porque,
sostenían que él debía conocer lo qué había pasado.
Después del hallazgo del cadáver la comunidad de Santa Marta se sumergió en una
profunda angustia; las personas vivían con miedo; algunas familias, no emparentadas con
la víctima abandonaron la aldea y los parientes trasladaron sus viviendas desde la parte
baja a la parte alta, exactamente en un lugar opuesto a donde se encontró el cuerpo de
Ariel. Emerson y su familia se mudaron a una aldea próxima a la localidad de
Montecarlo.
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En 2012 fui invitada a participar de un aty neychyro para ser conocida por los jefes que integran esta
institución y exponer ante ellos el trabajo que haría. Entonces pude comprender que en medio de un
contexto indigenista estatal que busca centralizar la toma de decisiones en un cuerpo político más afín a los
intereses y necesidades de los funcionarios (ver Gorosito Cramer 2006), los mburuvichá crean una
autoridad legítima, recreando antiguos mecanismos de ejercicio del poder mbyå. No es posible en este
artículo informar a fondo sobre esta autoridad. Sólo me limito a decir que en el tiempo de trabajo
transcurrido pude comprobar la fortaleza que la misma adquiere cada vez que se reúnen los mburuvichá y
el modo en que ello refuerza el liderazgo de cada uno de ellos al interior de sus aldeas y en su relación con
los demás mburuvichá.
No se supo prácticamente nada de Emerson hasta junio de 2013 cuando encontrándome
en la aldea Santa Marta un agente sanitario me contó que lo había visto junto a su papá en
el consultorio de guardia del hospital de Eldorado. Al parecer Emerson había querido
suicidarse; estaba herido en varias partes del cuerpo a la espera de la medicación que
debía administrarle el médico. Debo destacar ahora que no fue posible obtener
información sobre su estado de salud, porque no se dejó registró alguno de su paso por el
servicio.
En 2014 durante una de mis visitas a la aldea supe que Emerson había muerto. El relato
me lo brindó una señora mientras lavaba ropa en el arroyo. Ella dijo que la mamá de
Emerson le contó que en abril el ahora jovencito de dieciséis años se había ausentado de
la aldea donde vivía con su familia con la intención de viajar a otra aldea; en mayo se
registró en la comisaría de Montecarlo el sumario que detallaba el hallazgo de un cadáver
en avanzado estado de descomposición; se realizó prueba de ADN a los padres y se
comprobó su identidad.
¿Qué fue de la solicitud de las víctimas para que se lo citara a fin de ampliar su
testimonio por el asesinato de Ariel?
Dos niños son víctimas de la injusticia: Ariel fue asesinado, sin que la justicia estatal
asumiera la responsabilidad que le compete en la búsqueda del autor; Emerson murió sin
que nadie lo escuchara. Cuatro años esperó ser tenido en cuenta; finalmente habló
martirizando su propio cuerpo. Su muerte es resultado del fracaso de la función que la
Convención del Niño le atribuye al Estado y en este sentido constituye una segunda
víctima en la causa, debido al no acceso a la justicia.
Los esfuerzos realizados por todos quienes estuvimos de un modo u otro involucrados en
este caso con el único interés de colaborar con la fiscal y el juez a fin de que no se dejara
de investigar, no fueron considerados. Al cabo de años de insistencia, visitas al juzgado,
entrevistas con los operadores judiciales, catorce viajes y estadías en el campo,
arribamos al peor desenlace. La ceguera de la justicia es, sin duda, la respuesta patética
de esta causa, una justicia que no se hace cargo, que da vuelta su cara para esquivar la
mirada de dos niños.
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Un equipo del hogar de día de la Subsecretaría de Prevención de Adicciones y Control de Drogas brindó
asistencia terapéutica de un día a la familia del niño asesinado y a algunos jóvenes.
http://www.salud.misiones.gov.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=3218&Itemid=1
El único epílogo posible de esta (in) justicia sinrazón es que la agencia judicial se
pregunte si es factible y en qué medida el acceso a la justicia de los indígenas en
Argentina cuando se procede del modo como se hizo en esta causa.
Ariel aún espera que su familia conozca la verdad sobre su muerte; sin poder soportar el
tormento interior Emerson se vio impulsado a poner fin a su angustia.
Aunque la comunidad pareciera convencida de que no hay justicia para los indígenas y
solo ñandeyara dios, puede brindarla, como analista del procedimiento me pregunto si
existe y en ese sentido cuál sería, el argumento judicial a defender como justificación de
denegación de justicia por parte de quienes tienen la obligación de actuar; ¿cuál es el
pretexto para excusarse de su responsabilidad? Ninguno.
Agradecimientos
A los colegas, abogados, antropólogos, colaboradores que acompañaron el trabajo de
investigación y las reflexiones sobre el caso. A Pablo Rey con quién compartí el trabajo
de registro audiovisual y largas charlas en el campo. A Javier Teodoro Álvarez, Mariela
Barresi, Andrea Lombraña, Claudio Martyniuk, Silvina Ramírez por la lectura y
comentarios de una versión preliminar de este artículo.
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