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Beauty in Autumn - Ruby Dixon
Beauty in Autumn - Ruby Dixon
BEAUTY IN AUTUMN
RUBY DIXON
RUBY DIXON
CONTENIDO
BEAUTY IN AUTUMN
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Epilogo
BEAUTY IN SPRING
BEAUTY IN SUMMER
BEAUTY IN WINTER
Fire In His Blood
Ice Planet Barbarians
BEAUTY IN AUTUMN
1
WILLOW
AL DÍA SIGUIENTE, toda la ciudad habla de nada más que de la bestia y del
próximo festival de la cosecha. No me sorprende. Es así cada año desde que
tengo memoria. Mi madre dice que tiene historias de su madre advirtiéndole que
no vaya al bosque por la noche, porque ese era el dominio de la bestia. Que
perseguía las sombras y los lugares oscuros, y que robó la luz a todos aquellos
que se aventuraron demasiado cerca. Que alguna vez fue un apuesto príncipe que
ofendió a la reina de las hadas, y todo lo que valoraba le fue robado como
castigo.
Sin embargo, no hay una palabra acerca de su aspecto. Solo que está maldito
y horrible. Reflexiono sobre esto mientras sigo con mi día, ordeño las vacas y
limpio el establo. Aunque hay un trasfondo de ansiedad en este día, estoy
decidida a no permitir que me afecte. En todo caso, estoy más fascinada por mi
extraño y erótico sueño de la bestia.
Él sonaba humano. Tan humano Entonces...
Entonces. .. tentador.
Me siento un poco extraña pensar en la bestia como algo más que horrible.
Sé que si le contara a mi madre sobre mi sueño, ella se horrorizaría. Ella diría
que es una respuesta al hecho de que el festival de la cosecha es pronto, y estoy
preocupada.
Lo estoy, pero no creo que sea por eso que soñé con ponerme de rodillas ante
el monstruo. No hay razón para hacerlo sexy y emocionante. Debería ser
–Porque lo sé. –No parece que algo malo esté por suceder. En todo caso, se
siente... como si algo estuviera por comenzar. Estoy extrañamente emocionada,
aunque todos temen la temporada de cosecha.
La reunión comienza. Las familias nerviosas hablan entre sí hasta que el
alcalde decide que la única forma en que es justo es si los nombres de todas las
mujeres se ponen en un tazón.
–Deja que Leta elija–, dice alguien. –No tiene familia. Es la única forma en
que esto es justo.
La habitación se calla. Todas las miradas se vuelven hacia la mujer sabia,
pero su expresión permanece fría y tranquila. El tazón se lleva a Leta y ella se
acerca sin mirar y saca un nombre. Ella se lo da al alcalde.
Él lo lee y luego escanea la habitación. Su mirada se posa en mí.
Lo sabía. Lo sabía, lo sabía, lo sabía.
Debería estar aterrorizada, pero en realidad estoy... un poco emocionada.
Jadeante. Curiosa. Incluso si esto resulta lo peor, podré ver cómo es la bestia.
Mi madre llora más fuerte. Mi padre gruñe una maldición enojada en voz
baja y se pone de pie para discutir con el alcalde. Sé que no sirve de nada, sin
embargo. Está hecho. Miro a la mujer sabia.
Ella asiente hacia mí.
De acuerdo entonces. Soy la candidata femenina de Windybrook. Excepto...
No creo que se detenga ahí.
Creo que voy a ser la próxima novia de la bestia. Y creo que Leta también lo
sabe.
Leta vive al otro lado del lago, y hay algunos de los pequeños barcos de
pesca en las aguas a primera hora de la mañana, un cazador que camina entre los
uncos con su perro. Los esquivo a todos, manteniéndome en el camino y con la
cabeza gacha, así no tengo que hablar con nadie. Oigo el débil sonido de las
campanas mientras me acerco a la cabaña, y me doy cuenta de que los árboles
cerca de la cabaña de techos de paja de Leta están cubiertos de campanillas de
viento y matracas. Huh.
La puerta se abre antes de que pueda llegar al camino de tierra hacia su
puerta, y aparece Leta. Ella me da una pequeña sonrisa, una de sus cejas
arqueadas como si no estuviera sorprendida de verme. Me imaginé tanto.
–Adelante–, dice ella. –Te
–Te he estado esperando.
–No tengo mucho que pagar–, ofrezco al ingresar a su pequeña casa. El
interior está oscuro, hay un fuego en el hogar y una rueca en la esquina. Hierbas
de todo tipo cuelgan del techo, secándose en fardos, y hay una cama pequeña en
la esquina. Estoy sorprendida, porque pensé que de alguna manera sería más...
siniestro. Más que sabia mujer-adivina. Esto se parece a cualquier otra cabaña,
excepto quizás por el gran volumen de hierbas.
–No tomaré tu dinero–, dice ella. –Conserva tu peine.
pei ne.
La miro con sorpresa.
Leta levanta un taburete en la pequeña mesa cerca de su hogar.
–Siéntate. Tienes preguntas.
–Las tengo. –Me pregunto cuántas voy a poder preguntar, y decido que solo
debo centrarme en los verdaderamente importantes. –Voy a ser la elegida para
ser su novia, ¿verdad?
Leta se sienta frente a mí. Ella tiene un cuenco de madera en sus manos y,
mientras lo veo, abre una pequeña bolsa y rocía hierbas en el recipiente, luego
agrega agua de una jarra. Ella lo agita con su dedo meñique y luego me lo ofrece
sin decir una palabra.
–¿Es esta mi respuesta? –Lo tomo en mis manos y olfateo las hierbas. No
reconozco cuáles son.
–Usted hace
hac e una pregunta que ya conoce la respuesta–, dice Leta sin rodeos.
rode os.
–¿Es eso realmente lo único
ún ico que has venido a preguntar?
preguntar ?
–No–, digo, pensando mucho. –Quiero saber cómo vencer la maldición.
Cómo liberar a la bestia.
–Tu respuesta yace allí–, me dice, señalando
s eñalando el cuenco.
Le echo un vistazo, pero no estoy segura si se supone que debo leer algo en
las hojas, o hacerle una pregunta, o qué. ¿Tal vez es una poción mágica? ¿Se
supone que debo beberlo? Considero el cuenco y la cara impasible de Leta.
Es hora de arriesgarse, supongo. Levanto el cuenco a mis labios y tomo un
–¿Pero estás
e stás preparada
pr eparada para
par a escuchar? Más importante aún, ¿estás¿es tás preparada
prepa rada
para hacer lo que te dicen? Hay una forma de eliminar la maldición, pero no será
fácil.
–¿Cómo lo sabes?
Sus ojos se cierran sobre mí.
–¿Crees que él es el único
úni co afectado por la maldición?
maldi ción?
Oh. Mis manos se tensan en el cuenco.
–Dime lo que tengo que hacer,hace r, Leta. Quiero saber
saber.. Quiero aprender.
Ella se inclina hacia adelante.
–Debes hacer exactamente lo que te digo. Como ya he dicho, no será fácil.
Te dará miedo. No querrás hacer lo que te he dicho. Pero es como el cuenco en
tus manos, con tu corazón y no con tu cabeza, y sabrás la verdad del asunto.
Eso... no me dice mucho.
–Continua.
–La maldición es específica. Desde el momento en que eres elegida para
entrar al bosque, nunca debes mirar su maldición.
Frunzo el ceño, no del todo segura de lo que está diciendo.
–¿Qué quieres decir?
–Viajarás
–V iajarás a través del bosque maldito. Las hojas se estrecharán bajo tus pies
mientras estás en el camino, y los pájaros cantarán en los árboles. Mientras te
mantengas en el camino, estarás a salvo. La bestia te encontrará. Él exigirá cosas
de ti. Te pedirá que lo mires –. Ella bebe su té. –Y debes tener los ojos vendados
todo el tiempo.
–¿Con los ojos vendados? –Yo –Yo digo.
Leta asiente.
–Tee sentirás tentada a mirar las maravillas que te revelará. Querrás ver el
–T
castillo. Querrás ver su rostro. Querrás ver la verdadera naturaleza de la bestia–.
Ella deja su taza y dobla sus manos en su regazo, su expresión es grave. –Pero
no puedes. No importa lo que te pida, no debes mirarlo.
Trago duro. Siento una sensación de desilusión. Incluso después de todo
esto, ¿nunca podré ver su cara? ¿No podré ver cómo se ve?
–¿Cómo elimino la maldición?
mal dición?
–Después de tres noches, si s i no lo miras, la maldición se romperá.
–¿Es así de simple? ¿En verdad?
Leta se ríe de mi pregunta.
–Ah, querida, dulce Willow.
Willow. Es así de simple
simpl e y así de difícil.
2
WILLOW
bosque?
–Estoy aquí para casarme contigo–, le digo. –Estoy aquí para romper la
maldición.
Él se ríe, y el sonido es profundo, ronco y casi inhumano. Escucho pasos
cuando se acerca, y luego un gran cuerpo presiona contra mi espalda. Una mano
con garras se enrosca alrededor de mi cuello. Él no me aprieta, simplemente deja
que se quede allí.
–¿Qué deseas?
–Poder romper la maldición–. ¿Por qué me excita su toque
t oque amenazante? ¿Por
qué mi piel se eriza con la conciencia de su cercanía? ¿Por qué mi pulso se
acelera porque puedo sentir el calor de su cuerpo contra el mío?
–¿Es eso lo que realmente quieres? –Algo roza mi oreja. ¿Labios? –¿O es
algo más?
Y jadeo porque tiene razón... sí quiero algo más. Algo más que simplemente
levantar la maldición. Algo más que simplemente liberarlo. Quiero... más de
todo. Quiero su mano, garras y todo, para hacer algo más que solo acariciar mi
cuello. Quiero más toques.
Quiero saber cómo se sentiría su boca contra la mía.
Más que nada, quiero ver su cara.
Me saco la venda de los ojos, desesperada. Me vuelvo, porque quiero ver su
cara. Pero el mundo se pone negro a mi alrededor y todavía no puedo verlo. No
puedo ver nada.
–Mentiste–, susurra, desapareciendo en la oscuridad. –No querías liberarme
después de todo.
Me despierto con un sudor frío.
silencioso. El camino bajo mis pies está adoquinado pero muy cubierto, y las
hojas de otoño se dispersan al pasar la brisa. Miro a mi alrededor, pero no veo
nada ni a nadie.
Debo recordar lo que dijo Leta. Me detengo y abro mi bolsa, tocado para ver
que alguien haya incluido una barra de pan y una pequeña capa de agua para mí.
Saco la primera venda de los ojos y la ato fuertemente alrededor de mi cabeza.
Incluso he hecho pequeños bolsillos para mis oídos, así que puedo descansar la
pesada tela allí sin preocuparme de que se deslice demasiado hacia abajo y
revele cosas. Una vez que está seguro, agarro mi bolsa de nuevo e inclino mi
cabeza, tratando de ver qué ha cambiado.
Me pregunto si algo de esto va a ser como mi sueño.
Sin embargo, sigue siendo terriblemente silencioso. En mi sueño, los pájaros
cantaban y las hojas crujían, y esto solo se siente... calma desconcertante. Nada
como mi sueño
–¿Hay alguien ahí?
–Soy yo–, dice Leta, a un lado.
Me giro, sorprendida de escuchar la voz de la mujer sabia.
–¿Leta? ¿Qué estás haciendo aquí?aquí ?
–Vine
–V ine a darte un último
úl timo consejo, Willow–. Ella toca m mii brazo.
bra zo. –Estás
–Est ás siendo
si endo
muy valiente. Sé que puedes hacer esto. Solo confía en ti misma y en lo que te
he dicho.
–No lo olvidaré–, le digo.
di go. –Y no miraré nada, lo juro.
–Tengo
–Tengo un consejo más para advertirte–, dice, agarrando mi mano y
apretando con fuerza. –Como he dicho, si él te quiere, la bestia intentará
persuadirte para quitarte la venda de los ojos. No debes hacerlo, pero también
hay una cosa más–. Ella hace una pausa. –No debes dejar que él entre en ti.
–¿Q-qué? –Puedo sentirme sonrojada.
sonroj ada. –¡Soy virgen, Leta!
–No por mucho tiempo, querida–, dice con voz roma. –He visto muchas
cosas en mis sueños y he explorado muchos resultados posibles. He visto varios
futuros diferentes y lo que podría pasar. Y es por eso que debo advertirte sobre
esto: si tienes sexo con la bestia, no dejes que se vacíe dentro de ti. No hasta que
la maldición se levante.
–¿Hará que la maldición continúe?
c ontinúe? –Y
–Yoo susurro.
–Er, no. Nada tan terrible como eso. Sólo confía en mí–. Ella acaricia mi
mano. No estoy tratando de asustarte, Willow. Solo darte un consejo.
Quiero preguntarle cómo sabe que dormiré con la bestia. Él es un monstruo,
después de todo. Pero luego pienso en mis sueños y el trasfondo erótico de ellos.
Tiemblo un poco, porque en mis sueños, quiero hacerle el amor mucho a la
bestia. Pero también quiero ver su cara. No sé qué pensar. No es propio de mí
Ah. Rey rojo, otra vez en el viejo idioma. Quiero preguntar si tiene el pelo
rojo, pero eso podría ser ofensivo. Él podría no tener cabello. Él podría tener...
pelaje.
–Encantada de conocerte, Ruari, –logro asfixiarme. –Lo siento si te
sobresalté.
–Esperaba a alguien–, refunfuña. –Solo... no tú. Ven. Sígueme. Te llevaré a
mi castillo.
El castillo maldito. Me estremezco y extiendo mi mano. A poca distancia,
puedo escuchar los pasos de Ruari haciendo clic en los adoquines. Oh.
–Um, ¿podrías ser tan amable de guiarme? No puedo ve verr.
–Quítate las malditas vendas de los ojos–, me grita. –¡No tengo tiempo para
esto!
Ignoro la hosca actitud y muevo los dedos hacia él.
–Y te dije
di je que no puedo quitártelo. Puedo andar mi camino
cam ino detrás
detrá s de ti, pero
pe ro
tendrás que ser paciente conmigo si me muevo un poco despacio. O puedes ser
un caballero y guiarme hacia adentro.
Gruñe de nuevo, bajo y amenazante, y siento una oleada de alarma. ¿Estoy
presionando demasiado? ¿Es más bestia que hombre en este punto? Él dice que
no tiene tiempo, pero sé que ha sido maldecido por docenas, tal vez cientos, de
años. Él tiene todo el tiempo del mundo. Tal vez ha pasado factura en su mente.
–¿Estás segura de que quieres
quier es tocar la pata de la bestia?
Bueno, cuando lo dice de esa manera, no, no estoy segura. Pero ahora no es
el momento de perderse.
–Si voy a ser tu esposa, probablemente voy a tocar más que tu pata–.
Continúo tendiéndole la mano. –No estoy asustada.
No puedo decir si gruñe o se ríe, pero hace una especie de ruido profundo y
retumbante en su pecho y se acerca más a mí. Me quedo perfectamente quieta,
esperando. Estoy un poco ansiosa por su toque, ¿y si son escamas? ¿Qué pasa si
es pelaje? ¿Qué pasa si es…
La mano que toca la mía es cálida. Fuerte. Completamente humana. Hay
callos en la palma y él me agarra fuerte.
Estoy confundida. ¿Hay alguien más aquí con la bestia? Esta es una... buena
mano.
–Tee ves conmocionada–, dice. –¿Asqueada por mi toque? –Él aprieta mis
–T
dedos ligeramente. –¿Debo liberarte?
Quiero reírme con sorpresa. Quiero pasar los dedos por su brazo y ver si todo
él se siente ‘normal’ o si es bestial en otras áreas. Pero suena tan miserable que
hago lo primero que se me ocurre para hacerlo sentir menos; me llevo la mano a
la cara y le beso la parte de atrás.
Está en silencio, pero puedo sentir una oleada de sorpresa moverse a través
de él.
–Ven–,
–V en–, dice después
de spués de un momento,
m omento, brusco. –Déjanos ir antes
ant es de que caiga
c aiga
la noche.
Y él me lleva a través del bosque. La bestia - no, Ruari - está callada
mientras caminamos, y no hay más sonido que el pesado golpeteo de sus pies
sobre los adoquines, el chasquido de sus garras, el ocasional resoplido de su
aliento que se parece mucho al caballo de mi padre. Los pájaros continúan
cantando y las hojas danzan en el aire a nuestro alrededor, pasando rápidamente
por mi falda.
Mi ropa se engancha en algo y hago una pausa.
–Espera, estoy atascada–. Solté su mano y pasé mis dedos por mis faldas,
luego retrocedí con un silbido cuando me encontré con una rama espinosa. Un
leve aroma me conmueve: rosas.
–Oh. Creo que debo haber entrado en este rosal.
–Mmm–, es todo lo que dice Ruari.
El aroma es profundo con notas florales, dulces y frágiles a la vez. Libero mi
falda y luego deslizo mi mano en la de él una vez más. Continuamos unos pocos
pies más, hasta que mis faldas se enganchan en otro arbusto. Esta rosa tiene un
aroma más pesado y oscuro, espeso pero encantador.
–Tus rosas huelen maravilloso–, le digo.
di go. –¿Cómo se llama esto?
esto ?
–Moira–, dice rotundamente. –Y el anterior fue Caitlin. Más arriba, el
camino será Dorcha.
Me quedo en silencio. Moira... esa fue la chica elegida en La Piedra de la
Cosecha el año pasado. Me parece recordar a una Dorcha de hace años, pero el
nombre de Caitlin es nuevo para mí.
–¿Hay...
–¿Hay ... hay más rosas?
rosas ?
–Docenas y docenas–, dice con voz baja y triste.
–¿Que les pasó a ellas? –Y–Yoo susurro.
–El destino.
–¿Cómo... cómo lo detenemos?
det enemos?
Él ríe, un sonido roto y hueco.
–Si lo supiera, ya lo habría hecho y librado a estas chicas de su destino–. Él
hace una pausa. –Y a ti.
Oh. Me siento un poco enfermo de mi estómago.
–¿Qué podemos hacer?
–Podemos esperar que la maldición se levante después de los tres días–. Su
tono es abrupto. –Ahora. Ven. Nos acercamos al castillo.
NO HA
HAYY UN CÁLIDO recibimiento para mí en el castillo. El interior es frío y
mohoso, y Ruari menciona casualmente que no produce fuegos, porque nunca
tiene visitas. Su mano es cálida y suave mientras me guía por los pasillos vacíos
y llenos de ecos, y sube las escaleras hasta la cámara que será la mía.
Por tres días al menos.
–Estarás a salvo aquí–,
a quí–, me dice
di ce abruptamente.
abrupt amente. –Comida será traída para ti si
lo deseas.
–Tengo
–Tengo comida–, le digo, sosteniendo mi bolsa cerca. La habitación se siente
grande, según la forma en que suena mi voz, y me gustaría poder explorarla,
pero tengo mucho miedo de quitarme la venda de los ojos. Incluso después de
que Ruari se marcha, su forma pesada golpea y baja las escaleras, no me quito la
venda.
No puedo dejar de pensar en esas rosas.
O el hecho de que solo tengo tres días.
3
WILLOW
Y debería estar asustada, pero estoy excitada por la idea de que él vea mi
cuerpo así. No puedo ver su rostro, no puedo ver lo que está pensando, pero sé
que quiere tocarme desesperadamente. Puedo sentirlo en él, tanto como siento lo
apretados que están mis pezones, cómo se esfuerzan para ser acariciados. ¿Por
qué estoy tan atraída por este extraño? ¿Es por lo que él representa? ¿Estoy
fascinada por la bestia?
¿O es porque siento un espíritu afín bajo ese manto? Que tal vez él está tan
solo e inquieto como yo...
–¿Tee toco? –él pregunta, y su voz está en mi oído. –¿O te tocarás a ti misma?
–¿T
Mis manos se deslizan hacia arriba y cubren mis pechos...
Me despierto con un jadeo y una oleada de decepción. ¿Por qué me desperté
en ese momento? Parece cruel. Quería ver hacia dónde se dirigía el sueño.
Quería ver cómo sería tener a la bestia, Ruari, tocarme. Para sentir sus manos
sobre mi piel. Para ver lo que quería hacer después.
Un gemido frustrado se escapa de mi garganta y pongo una mano sobre la
venda que llevo puesta, incluso antes de acostarme. Quiero estafarlo por
frustración, pero no me atrevo. En cambio, pateo las pesadas mantas de mi
cuerpo y me acuesto en la cama, incapaz de volver a dormir. No con mi cuerpo
palpitando con una necesidad insatisfecha.
Después de un momento de vacilación, engancho la falda de mi camisón y
extiendo mis piernas sobre las colchas. Todavía estoy pensando en Ruari
mientras deslizo una mano entre mis muslos y me toco. Estoy resbaladiza con la
excitación, mi coño caliente y húmedo por el sueño. Me quedo sin aliento
cuando empiezo a acariciarme, moviendo mis dedos arriba y abajo de mis
pliegues antes de deslizarme más profundo para acariciar la piel sensible
alrededor de mi clítoris. Gimo ante la sensación; parece que todo mi cuerpo está
vibrando con tensión erótica. Nunca antes me había excitado así cuando me
toqué. Nunca. Mis dedos se mueven más rápido, girando alrededor de la base de
mi clítoris, arrastrando mis jugos sobre él de ida y vuelta en una deliciosa
tortura.
Mientras acaricio mi carne, escucho un gruñido bajo y animal.
Me quedo quieta, resistiendo el impulso de juntar mis muslos. De alguna
manera, no estoy sorprendida de escuchar a la bestia, no después del sueño que
tuve.
–¿Estás viendo cómo me toco?
t oco? –Susurro a la oscuridad.
–¿Por qué?
Él le pregunta una palabra simple, el sonido desigual y bestial.
Trago saliva, sintiéndome traviesa y deseable a la vez. Si estaba disgustado,
se habría alejado sin hacer ruido. Pero él no parece disgustado. De hecho, suena
como cualquier cosa menos. Comienzo a acariciarme otra vez, mis dedos se
deslizan a través de mis pliegues mojados.
–Porque soñé contigo–, le dije en voz baja. –Soñé contigo y me hizo
mojarme.
Ruari gruñe bajo de nuevo.
–¿Sueñas con la bestia?
–Contigo, en realidad–. Froto mi clítoris
clítor is de nuevo, arqueando mi espalda con
lo bien que se siente. –Nunca eres una bestia o un hombre en mis sueños. Eres
ambos, y ninguno–. Deslizo un dedo hacia mi centro y lo sumerjo en mi calor.
Un aliento pequeño y desigual se me escapa.
El jadeo llena la habitación. Me doy cuenta después de un momento que no
es mío, sino suyo. Él no se va. Él está... excitado al mirarme. Eso me pone aún
más mojada, y me acaricio un poco más rápido, imaginando el espectáculo que
le pongo.
–¿Tee estás tocando? –Yo
–¿T –Yo le pregunto.
Él hace un sonido como un gruñido.
–Eso no es un no–, bromeo, y luego se me corta la respiración mientras
continúo frotando mi clítoris y el placer estalla a través de mí. Mis dedos se
curvan en las mantas y arqueo mis caderas. Estoy tan cerca de llegar, pero parece
injusto, especialmente si se está tocando mientras me mira. Acabamos de
empezar. No quiero que esto termine ya.
–Quítate la venda y averígualo por ti misma–, me ordena. Su respiración es
rápida, feroz.
Aunque no voy a hacer eso. No importa lo mucho que quiera ver su rostro, y
para ver lo que está acariciando. Me muerdo el labio e ignoro a él, centrándome
en mí misma. Quiero correrme, y esa necesidad está superando a todos lo demás
en este momento. Decido dar un poco de espectáculo, a pesar de que mis
mejillas están ardiendo de vergüenza. Sin embargo, lo ignoro, ¿quién está aquí
para ver sino Ruari? ¿Quién lo sabrá sino Ruari?
Si voy a morir por la maldición, voy a vivir libremente estos últimos días. No
tengo nada que perder y mucho que ganar.
Así que aparto las piernas con valentía. Las extiendo ampliamente y con una
mano, sostengo los labios de mi coño y los acaricio con mi otra mano. Quiero
que vea todo. Dejarle ver cuán mojada estoy, cuán rosado y suave.
–Aparta. La. Venda–. Ruari gruñe cada palabra en una feroz demanda. Él
mismo está perdiendo el control, como si al verme lo hiciera aún más salvaje.
Eso me excita más de lo que podía imaginar, y arqueo las caderas mientras me
acaricio, imaginándolo y todas las cosas malas que podría estar haciéndose.
¿Está acariciando su polla? ¿Es grande y bestial como su forma? ¿O tan perfecto,
A PESAR DEL HECHO de que solo tengo tres días para romper esta maldición, Ruari
me deja sola todo el día al día siguiente. Estoy enojada y frustrada, porque ¿de
qué sirve esto si me ignora? ¿No quiere él romper la maldición?
Es casi como si estuviera enojado conmigo.
No estoy segura de entender por qué. ¿Él quiere que esto falle? ¿Está
encontrando la vida como la bestia preferible a la libertad de su maldición? ¿O
acaso él se rebela por mi exhibición bastante absurda de anoche? Parecía que lo
disfrutaba, pero ¿cómo puedo saberlo con certeza?
Es frustrante y me siento obstaculizada por la venda de los ojos. Con eso, no
puedo explorar exactamente el castillo buscándolo. Es un castillo maldito, por lo
que podría pasar cualquier cantidad de cosas: podría caerme por una ventana
hacia el foso. Podría entrar accidentalmente al calabozo. Podría caerme por las
escaleras y romper mi cuello.
Así que me siento en mi habitación tranquila y silenciosa y espero a que
regrese. Quiero hablar con él, para ver qué está pensando. Quiero saber si él está
teniendo los mismos sueños que yo. Más que nada, quiero saber si incluso me
quiere. A veces creo que me odia, como ahora, cuando me abandonó, pero luego
recuerdo que me estaba espiando mientras dormía. Y se tocó a sí mismo cuando
lo hice. Esas no son las acciones de alguien que me desprecia.
No sé qué pensar.
El día pasa y exploro mi habitación. Hay un estante lleno de libros, pero no
pude leerlos aunque no me taparan los ojos. Hay una canasta de materiales de
costura, pero no puedo ver. Allí está mi cama grande, la puerta que conduce al
resto del castillo, y luego mis dedos exploradores descubren una gran ventana y
postigos de madera. Los empujo para abrirlos, y entra una brisa que hace que mi
fría habitación se enfríe. Fuera, sin embargo, puedo escuchar los sonidos del
bosque de pájaros y hojas y el viento. Encontré un taburete y lo acerqué,
volviendo la cara hacia el exterior. No puedo ver las cosas, pero escuchar los
sonidos de la temporada afuera me ayuda a pensar. El viento en mis mejillas me
hace sentir menos aislada.
Y como no tengo nada que hacer todo el día, sueño.
Ruari quiere ignorarme. Quizás ha sido lastimado tantas veces por la
maldición que me alejará y tratará de no pensar en mí hasta que me haya ido. No
puede lastimar si no se apega, creo.
Bueno, entonces, debo hacerme imposible de ignorar.