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Facultad de Educación
Lima, Perú
2021
INTRODUCCIÓN
Métraux definió a Juan Santos Atahualpa como “mesías” o “profeta”, conceptos que fueron
avalados y triunfantes en los medios académicos “progresistas” puesto que los términos
“utopía”, “mito”, “milenarismo”, o “mesianismo” estaban de moda durante su época. Estas
academias recuperaban un horizonte histórico que la historiografía eclesiástica había
ocultado. La raíz principal de estas concepciones fue el libro de Vittorio Lanternari, quien
definía a muchos movimientos políticos como “movimientos religiosos de libertad”; el
problema de estos planteamientos idealistas que acuñan a los movimientos políticos como
religiosos, fue que solían ser de carácter ahistórico (ajeno a la historia).
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hecho, considerado como rebelión crónica, antecede a la llegada de Juan, por ello, no se niega
que antes de él hayan podido existir múltiples líderes que dirigían la rebelión entre los años
1724 y 1737; sin embargo, la desarrollada en 1742 ha sido la de mayor impacto.
Se menciona que era mestizo y había nacido alrededor de 1712, no se sabe si en Cuzco,
Cajamarca o Huamanga, pero según Amich y otros franciscanos, era cusqueño y sirviente de
un jesuita. Estudió y trabajó en el Colegio San Borja del Cusco, el cual era un colegio jesuita,
en donde estudiaban caciques y sus descendientes, ahí aprendió español y latín. Es posible
que se adjudicara un linaje que no le correspondía, el de ser descendiente de Atahualpa, de
quien tomó el nombre y, posteriormente, se declaró gobernante legítimo. También se
menciona que mató a su amo jesuita y que debido a esto fue desterrado a La Piedra, de donde
huyó para instalarse en la selva, lo curioso de este suceso es que no fue encarcelado, solo fue
desterrado y no tuvo vigilancia. Durante su adolescencia, recorrió desde Cuzco a Cajamarca,
declarando sus deseos por restaurar el antiguo reino, así, desde 1734 ya iba preparando la
rebelión; luego, su prédica alcanzó gran parte de la selva. En esta prédica, también decía que
solo los indios serían clérigos, a excepción de los jesuitas, a quienes consideraba provechosos.
Por otro lado, para terminar con estas rebeliones, el gobierno envió a los jesuitas Carlos
Pastoriza y Miguel Eyzaguirre, ellos se entrevistaron con Juan, pero le dijeron, por acuerdo
con el virrey, que habían sido enviados por el Papa. Juan los recibió satisfactoriamente y les
mencionó que respetaba y veneraba al Papa, pero que se extrañaba de esta visita; los jesuitas
le pidieron que dejara las armas, que no expanda esta rebelión a más territorios y que
mantenga la paz, Juan Santos Atahualpa aceptó esto a cambio de no ser molestado. Al
terminar esta reunión, los jesuitas le mencionan al virrey la admiración que Juan les inspiró.
Posteriormente, este relato generó inseguridades a los seráficos, quienes empezaron a ensayar
argumentos para recuperar el prestigio de Lima y de sus gobernantes, y así disminuir el éxito
de los padres. El primer argumento trataba que, seis meses después de la reunión de los padres
y Juan, el virrey ordenó al general Llamas a capturar a Juan, según como se había estipulado
en el proyecto de los jesuitas; el segundo argumento surgió del gobernador Benito Troncoso,
en el cual se diría que Juan envió mensajeros para pedir a los frailes que fueran a la selva a
adoctrinarlos, debido a que él y los chunchos no estaban en contra de los franciscanos, sino
que la rebelión era porque querían ser coronados. Con esto, se pretendía que el carácter anti
franciscano del levantamiento se borre. Además, los enemigos de los jesuitas pensaban que
existía una alianza entre esta Orden y Juan.
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Definir el pensamiento e ideología de Juan Santos Atahualpa es complicado, debido a que fue
un líder quien no dejó nada escrito, es por ello que el autor menciona que cuando solo se
tienen texto de sus enemigos o de conocidos, se debe tener una fe preliminar. Debido a la
falta de textos escritos por Juan, no hay seguridad ni certeza de sus ideas políticas, todo lo
referente a Juan Santos Atahualpa proviene de los testimonios franciscanos, los cuales eran
sus enemigos. Este agujero documental impulsa a muchos a replantear la ideología de Juan.
Es así que Zarzar reflexiona sobre los textos franciscanos llenos de progresivo odio hacia
Juan y concluye que la ideología de Juan Santos Atahualpa evoluciona conforme más se
adentra en la cultura andina.
Tanto el arzobispo Loayza y Caizedo, en sus escritos, definen a Juan Santos Atahualpa como
un hombre con un pensamiento cristiano, tanto así que afirmaba que su éxito era inevitable
pues tenía el apoyo de Jesucristo y de su madre, y no solo estos arzobispos franciscanos, sino
también mencionan testigos indígenas que también afirman el pensamiento cristiano de Juan.
Respecto a los discursos de Juan Santos Atahualpa, Zarzar plantea que aquellos discursos
proponían la difusión del cristianismo y estaba dirigido a todos sus seguidores sin importar la
etnia de la que provenían, la religión que expresaban; si bien la religión no los unía, sí lo
hacían los deseos de libertad y; por ello, asumieron la impronta anti franciscana y
anticolonial. Y en segunda instancia, su discurso revolucionario logró obtener el apoyo de los
“infieles”, pues en su afán de difundir el contenido religioso ocasionó que se apartara de la
ortodoxia en el sentido de vulgarizar y no de “desnaturalizar los textos sagrados”.
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para que los negros se sintieran ajenos a la rebelión. Otro mito de Juan Santos fue que se le
echaron varias fieras, entre ellos leones, tigres y otro tipo de animales que podrían despedazar
a un ser humano con facilidad y Juan Santos los hizo doblegar solo enseñándoles un crucifijo,
el origen de este mito de origen jesuita se da para que los seguidores nativos de Juan que lo
veían como un hombre perfecto y poderoso aprecien la divinidad que este decía poseer, pero
acompañado del cristianismo.
En el año de 1750, con la publicación de fray Francisco de San Antonio y su relación con la
doctrina, errores y las herejías de Juan Santos Atahualpa, que es un compendio de las ideas
franciscanas del rebelde inca, se quiere probar que pese a su discurso anticolonial su idea no
era muy clara y que en plena independencia montañesa era él un traidor al rey. Según Zarzar,
Juan cree que en los indios de la rebelión predomina el lado cristiano, mientras hacia el final
predomina su parte andina, es decir, la asimila según sus costumbres y tradiciones; incluso
existió un carácter mesiánico de parte del mismo Juan Santos, auto proclamándose como el
hijo de Dios, una herejía total para la época, aparte de blasfemia. Zarzar explica que se
encuentran tres grandes ámbitos del pensamiento político y religioso de su época, que son el
milenarismo cristiano, la utopía andina y la mitología amazónica.
En 1782, Juan Santos deja en claro su objetivo anticolonial bajo el discurso de recuperar la
corona que le quitó Pizarro a su padre, refiriéndose al inca Atahualpa no como un padre
biológico, sino como simbolismo. La figura mesiánica del regreso del Inca fue uno de los
móviles para las rebeliones indígenas, otro mito que se le asocia a Juan es el Pachacuti que es
el tercer periodo histórico de los Incas, del cual su representante utópico sería el Inkarri y que
corresponde para Juan con la tercera edad milenaria del Espíritu Santo.
En todos los casos, la dirección del movimiento, generalmente colectiva, levantará consignas
que sintetizan estos fenómenos y llevan a la población a decisiones colectivas coincidentes
con la denuncia. En este sentido, el movimiento de Juan tiene un elemento reivindicativo:
ocupar el lugar de los franciscanos en la evangelización de indios y planear establecer un
clero aborigen. El propósito fue de reformular la jerarquía local debido a que se estableció la
presencia franciscana, la cual simbolizaba el dominio y la negativa colonial. Esto significaba
la liberación política, incluso cuando no había cambios.
3. Mesianismo: Todo movimiento mesiánico relata y revela una doble idea, esta se hace
presente a través de una noción de retrospectiva sobre un paraíso perdido, en una tierra y en
un tiempo cuyas definiciones son dudosas y, a la vez, contradictorias en el mito; pero todas
las personas, la cuales creen en lo maravilloso y en un paraíso que está asociado directamente
con una noción, que se muestra en una estado de alegría y felicidad absoluta con una
configuración ideal, la cual tiene propuestas políticas y a su vez reformas. Estas dos ideas, al
juntarse en un solo modelo, el cual destaca por ser objetivo y accesible frente a la sociedad
igualitaria, crea una relación directa. La meta principal de cualquier movimiento mesiánico es
suprimir y acabar con el devenir histórico, el cual está asociado a una idea sobre el pasado
paradisíaco, este conjunto de vinculaciones temporales de una y otra idea están hechas para
ver la realidad y suprimir todo cambió histórico.
Si bien antes del alzamiento de 1742 se dieron otras revueltas indígenas en la selva, estas eran
con el fin de liberarse del yugo colonial; se piensa que, estas luchas frecuentes tenían como
meta una integración entre los productores selváticos con la economía mercantilista colonial,
uno de los rubros que haría que se logre la integración deseada era la coca. Una idea
“antropológica” pintada de idealismo nos lleva a entender que las comunidades aborígenes
eran sociedades que estaban aisladas, que dependían de sus mitos, y que no eran capaces de
realizar un levantamiento político; por lo cual, que el movimiento triunfante hubiese sido
liderado por un mestizo andino, educado por los jesuitas, fue algo que confirmó estos
prejuicios.
Cuando Juan toma el liderazgo político empieza a proponer distintas cosas, tales como, la
restauración del paraíso perdido en el Tahuantinsuyo, la confirmación de la fe popular, entre
otras; así podemos ver que usaba un plan parecido al de Túpac Amaru. Para el gobierno de
Juan no encontramos algo que definiera las pautas que seguiría, las fuentes recogidas por
parte de los franciscanos fueron únicamente de carácter religioso; es decir, evangelización,
ordenación de clérigos indígenas. Únicamente las herrerías instaladas eran representación de
su economía. Juan se caracterizaba por ser un jefe político – militar de una región inadaptada
que quería integrarse a todo el Perú mediante su comercio de coca. Además, Juan tenía muy
claro que sus enemigos eran los franciscanos y virreyes; en cambio, consideraba como
aliados y testigos a los pueblos de la Amazonia, El Papa, el Rey, los comuneros de la sierra,
entre otros.
Si bien es cierto, los seráficos habían demostrado recelo al tratar de desmerecer el éxito de los
padres jesuitas Carlos Pastoriza y Miguel Eyzaguirre, de quienes además especularon un
supuesto acuerdo entre ellos y Juan, esto con el objetivo de disminuir el carácter anti
franciscano de los levantamientos; sin embargo, el rechazo contra los seráficos no era
reciente, sino que se remonta desde años atrás, por ejemplo, desde los siglos XVII y XVIII,
durante el denominado “Imperio fluvial” de los franciscanos. Por otro lado, contrario al
rechazo hacia los seráficos, Juan y los chunchos habían manifestado su simpatía con los
frailes jesuitas.
Un claro ejemplo es la Iglesia católica, la cual, al ser una religión, afirma sus creencias sin
cuestionarlas y convirtiéndolas en dogmas y, por ende, adquiere la característica de ortodoxa,
y respecto a esta ortodoxia durante los s. XVI y s. XVII impusieron su religión tanto en
España como en sus colonias a través de las instituciones como la Inquisición. Como bien se
mencionó en el resumen, en la ideología de Juan Santos Atahualpa, no siguió la ortodoxia
marcada de la Iglesia católica, y ese no seguimiento fue utilizado por los franciscanos como
pretexto para reducir su levantamiento.
Podemos ver que en el texto se menciona la palabra “comercio”, según la RAE “comercio”
tiene como definición el intercambio de bienes y servicios diferentes con alguien más; estos
intercambios pueden variar en valor. Además, el comercio está en distintos lugares; pero
mayormente en regiones que tienen un producto que ninguna otra región puede tener.
Asimismo, podemos ver que el antecedente de “comercio” fue el llamado “trueque” que se
dio en las antiguas civilizaciones.
En el texto podemos ver que se menciona cómo se empezó a dar un comercio interétnico
entre parte de los nativos de la sierra y las poblaciones andinas ubicadas en la selva, quienes
viajaban en caravanas para poder llegar a su destino de intercambio, en este “comercio” se
daba el intercambio de coca por otros productos que no eran producidos en la región;
asimismo, para facilitar este comercio empezaron a crear distintos caminos para facilitar este.
Se puede ver que este comercio logró salir adelante al ver cómo se armaron redes de
intercambio que hicieron crecer su nivel económico.
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Arotinco Quispe, Renzo: Aborigen
Debido a esto, en la época colonial hubieron diferentes castas, y estas eran tratadas según al
grupo al cual pertenecían; así, gran parte de los aborígenes del Perú fueron torturados y
puestos en trabajos de esclavos, como la minería o la explotación en las haciendas, debido a
que su casta era considerada como una de las más inferiores; mientras que otras castas podían
trabajar y recibir una paga, de la cual solo una parte era destinada como tributo;
posteriormente, debido a estas diferencias, nacerían rebeliones.
Los jesuitas y misioneros en la Amazonia ayudaron en cierta manera a difundir ciertos mitos
que atribuían este carácter mesiánico a Juan Santos Atahualpa, como que se le lanzaron fieras
y este los doblegó solo enseñándoles el crucifijo, esto con la intención de que sigan teniendo
el temor a la religión; también difundieron la idea de que el Dios católico se encuentra por
encima de todas las cosas. Como es de esperarse, en este tipo de casos a Juan Santos se le
creía casi un semidios, y al caer este y luego ser ejecutado, nuevamente la fe de los indígenas
en creer en un Inkarri, se ve golpeada y quedan sin un líder con características fantásticas para
poder liberarlos del abuso y marginación por parte de los españoles. 9
Otro punto a resaltar es que la ideología de Juan Santos Atahualpa no distaba mucho de lo que
ya estaba establecido, en relación a la creencia religiosa, ya que la mayoría de personas
piensan o creen que por ser líder de una revolución, estaría en contra de todo los criterios y
pensamientos coloniales; pero Zarzar nos aclara que a pesar de ser un líder revolucionario en
contra de la opresión, su ideología fue la del cristianismo, la cual fue moldeando en un sentido
más “vulgar”; pero sin cambiar las principales normas que dictaba la fe cristiana.
El siguiente punto a tomar en cuenta fueron los diferentes movimientos que tuvieron en las
rebeliones, ya que fueron estos movimientos los cuales marcarían cierta diferencia entre la
misma población que quería iniciar una rebelión en contra de sus opresores; pero debido a
que gran parte de estas poblaciones tenían perspectivas e ideas diferentes, muchas de estas
fracasaban en el intento, esto debido a que había una parte de la población que creía en la
política y otra parte que creían en lo espiritual; cabe recalcar que estas no eran las únicas y
que gran parte de estas rebeliones eran contenidas, o en otros casos, dejados de lado y
demostrando una rendición, esto se debe a que estos movimientos compartían una ideología
diferente.
También podemos resaltar cómo Juan Santos Atahualpa buscaba que la población marginada
se integrara con las regiones de todo el Perú, él pensó en lograr su objetivo mediante el
comercio de la coca entre las poblaciones andinas y los nativos de la sierra. Asimismo, es
importante resaltar que Juan Santos Atahualpa consideraba como sus aliados a los
portugueses, los jesuitas, los ingleses, etc.; mientras que a los que consideraba sus enemigos 10
era a los virreyes y franciscanos.