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Thiago Herrera

La iluminación en un artista

La consigna de este trabajo nos demanda relacionar alguna de las múltiples facetas de
Da Vinci con una disciplina que nos interese estudiar en la universidad. Lo cual me resultó
complicado, ya que desconozco lo que quiero estudiar. No obstante, en mi tarea de volverme
a encontrar con esta fascinante figura encontré aspectos que me llamaron la atención y me
lograron inspirar mucho.

Sin intentar profundizar en el análisis de sus obras, este trabajo funcionará como un
intento de comprender una pequeña parte de la filosofía de Da Vinci.

“Es más noble imitar las cosas de la naturaleza que son de hecho imágenes reales,
que las palabras, que son obra del hombre”

Esta es una frase de Da Vinci que nos ayuda a entender un poco su cosmovisión.
Aquel hombre, imágen ideal de la polimatía, maestro en múltiples disciplinas, reconoce que
somos incapaces de crear algo totalmente nuevo, desde 0, nuestras obras dependen de todas
las inspiraciones que hayamos consumido para crear un producto, no nuevo, sino renovado.
Por esta razón, es más noble imitar a la naturaleza, ya que es de las fuentes más reales e
infinitas de inspiración, y no otras copias de la naturaleza procesadas como las palabras de
otros humanos, cuya imitación podría llevarnos a adueñarnos de un proceso personal que no
nos pertenece para así repetir mediocremente un producto que ya está acotado.

“La máquina voladora”

Para poner esto a prueba, uno de los objetivos más grandes de Da Vinci era hacer que
el hombre fuera capaz de volar. Para esto, empleó una cantidad inmensa de horas mirando
aves para comprender su funcionamiento, él creía que: “El pájaro es un instrumento que
funciona de acuerdo a unas leyes matemáticas y el hombre tiene el poder de reproducir un
instrumento como este con todo su movimiento”. Así fue que se concedió el primer pionero
en la aviación, primero con una maqueta de una especie de helicóptero impulsado a poleas,
después con una máquina que buscaba imitar las alas de un pájaro.

“El bautismo de Cristo” de Verrocchio

Da Vinci, también fue discípulo de Verrocchio, hogar donde se formó en las artes
plásticas. Dentro de este mundo de creaciones visuales, encontró su manera de dejar su huella
en la historia, esta vez, imitando la naturaleza humana. En su primera obra profesional,
colaboró pintando unos ángeles, creando por primera vez en la historia una figura que no se
dirige al espectador. Lo cual es sorprendente, debido a que el hecho de que una persona
ignore nuestra presencia es totalmente normal en nuestra cotidianidad, sin embargo, hasta ese
momento no había sucedido un retrato semejante en este arte.
“La última cena”

Además, su escasa creencia católica lo llevó a crear su propia moralidad. Esto le


permitió hacer avances sobre la anatomía diseccionando cadáveres para entender el
comportamiento del cuerpo humano o mismo sea analizando hechos bíblicos aportando su
propia perspectiva. Bajo esta premisa, se creó la “Última cena”, obra que retrata el encuentro
dónde Jesús confiesa que será asesinado por uno de los presentes. La genialidad de la obra
está en que Da Vinci no deja ver a simple vista quién es el culpable, generando un complejo
juego psicológico entre todas las reacciones de los presentes ¿Qué dicen tus gestos sobre vos?
Las imágenes exponen verdades que las palabras no pueden expresar, delatando la sorpresa,
la ira o el miedo, conceptos que van más allá de lo “bueno” y lo “malo”.

No cabe dudas que Da Vinci es un ser excepcional que supo entender la vida de una
manera completamente especial. Tengo la creencia de que su filosofía parte de comprender
una esencia que va más allá de lo preestablecido y material de las acciones humanas,
inspirado en la naturaleza, crea un concepto que puede ser llevado metafóricamente a cada
una de sus disciplinas. En este juego, podemos hallar algo especial en las acciones y gestos
humanos, dónde podemos llegar a encontrar la belleza de las acciones más allá del discurso y
las palabras que lo envuelven.

Desde hace tiempo, la búsqueda por mi vocación es un martirio que me pesa día a día.
Más desde mi posición, donde un reloj se agota mientras me encuentro realizando actividades
que no me llenan por completo y que corresponden a una responsabilidad que debo cumplir.
Por esta razón, Da Vinci es una persona que llama mucho mi interés, debido a que dedicó su
vida a todas las tareas que le interesaban. Algunos podrán decir que él podía hacer lo que
quería porque se crió con un talento innato y con el apoyo de mesías que lo financiaban. Sin
embargo, ¿No es esta la más pura idealización de una vida perfecta?
Para explicarlo, tengo que referenciar a mí mismo. En la búsqueda por encontrar un
punto de conexión entre las cosas que me fascinan me topé con algo que las reúne: “el arte”,
o por lo menos lo que yo llamo arte. La detecto en la pasión de algunos profesores dando
clases, en una charla que escuché en la radio, la veo en el fútbol en cada anécdota de Bilardo,
la observo en la manera de caminar de algunas personas, en un “análisis no verbal” que vi
sobre Alberto Fernández, en un chiste que me reí en twitter, en las diferentes maneras de
saludar de las personas. Retomando todas estas cosas, hoy entendí que más que el arte, me
gusta la idea de crear. Por esta razón pienso que todavía pueden haber Leonardos Da Vincis
especialistas en múltiples disciplinas: hacer un asado, silbar, saber escuchar al resto, dar
buenos abrazos, etc. Esta es mi voluntad, crear, que cada creación mía tenga mi esencia
escondida en un mensaje oculto que nadie y todos puedan desencriptar.

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