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Introducción
a) Contenidos y enfoque de la historia de la psicología
La primera cuestión que se debe establecer al comenzar la historia de la psicología son
los contenidos de esta materia porque existen dos posibilidades significativamente
distintas. La primera considera que propiamente solo hay psicología a partir de los inicios
de la psicología científica en el siglo XIX y, por lo tanto, señala este como su comienzo.
La segunda entiende que, si bien la psicología científica se inicia, efectivamente, en época
tardía, las preguntas a las que el hombre intenta responder mediante esta ciencia, por
ejemplo, cuál es la relación entre la mente y el cuerpo, se han hecho desde época muy
lejana, desde Grecia e incluso antes, por lo que la historia de la psicología debería
comenzar en ese momento. Nuestra postura al respecto es clara. Entendemos que
prescindir de la reflexión de todos esos siglos supondría privar a la reflexión psicológica
de contenidos e ideas fundamentales. Además, significaría ignorar que las reflexiones de
los grandes psicólogos así como las respuestas contemporáneas a los problemas
psicológicos están en buena medida inspiradas en los grandes filósofos y pensadores que
nos han precedido por lo que, si desconociéramos lo que estos han dicho, no podríamos
entenderlas con profundidad. Por lo tanto, parece claro que hay que comenzar la
psicología a partir de los primeros hombres que se plantearon estos temas de un modo
puramente racional, es decir, desde los griegos. Porque si bien, mucho antes, en la práctica
en todas las culturas, los hombres se han hecho preguntas sobre la mente humana, antes
de los griegos no se distinguía con claridad entre el mito, la magia, la religión o la
reflexión. Fueron ellos los que identificaron el valor especial de la razón como criterio
decisivo de verdad distinto de la imaginación o la creencia. De allí desciende la cultura
occidental y, por eso, comenzaremos con ellos. Nuestra apuesta por dar valor a la
reflexión filosófica no nos debe impedir, de todos modos, ser conscientes de que esta
perspectiva es bastante distinta de la psicología actual y, por eso, no se puede dar a ese
período una importancia tan grande como a la época en la que surge la psicología
moderna. Por eso, pasaremos de modo más rápido por este primer y largo período (del
siglo VI a. C. al s. XIX) mostrando solo de modo muy somero las principales corrientes
filosóficas y centrándonos casi exclusivamente en su posición en relación al tema del
hombre, y, más en concreto, de la mente humana. Así obtendremos un conocimiento
básico pero imprescindible para todo psicólogo. En cuanto al enfoque, es clásico en la
historia de la psicología privilegiar dos perspectivas. La del Zeitgeist o espíritu del tiempo
considera que lo primordial en cada época o período viene determinado por un conjunto
de factores colectivos –culturales, sociales, científicos– que determina el modo de pensar
y de enfocar los problemas po parte de los individuos. Así, por ejemplo, considera que la
teoría de la evolución no apareció solo porque Darwin la propusiera, sino porque esa
época ya había asumido colectivamente esa perspectiva, que el mundo evoluciona
progresivamente hacia lo mejor, por lo que, de no haber propuesto Darwin su teoría, lo
habría hecho otro. Por el contario, si alguien hubiera propuesto esa teoría cinco siglos
antes, como la sociedad tenía una mentalidad estática, no habría triunfado en ningún caso.
La perspectiva biográfica, por el contrario, considera que el desarrollo de la psicología
está ligado a la aparición de grandes hombres que, con sus ideas geniales, modifican el
devenir de la historia. Si Darwin no hubiese propuesto su teoría, seguiríamos todavía sin
saber que las especies evolucionan y, si Freud no hubiese propuesto su teoría del
inconsciente, el psicoanálisis no habría aparecido. Probablemente, la verdad está en el
punto medio. El ambiente colectivo tiene un peso notable en la forma de pensar de todos
los que viven en ese período, pero, al mismo tiempo, tampoco se puede dudar de que hay
hombres geniales que modifican, para bien o para mal, el curso de la historia con una
fuerza singular. Personajes como Felipe II, Napoleón o Hitler han influido de manera
decisiva en el curso de los acontecimientos, y lo mismo ha sucedido en la psicología con
nombres como Wundt, Watson o James. Por esta razón, vamos a adoptar una posición
ecléctica que tenga en cuenta de la manera lo más equilibrada posible las dos perspectivas,
la de la época o Zeitgeist que marca a los hombres y la de las grandes personalidades que
marcan a su época.
b)Por qué estudiar historia de la psicología En nuestro marco contemporáneo la historia
tiene, a veces, una entrada difícil pues la aceleración del tiempo y la aparición de
asombrosas novedades pueden llevar a pensar, de manera más o menos implícita, que
estudiar lo pasado sirve de muy poco, de igual modo que un aparato tecnológico de un
par de años de antigüedad puede parecernos una antigualla inservible propia de un museo.
Sin embargo, si bien en los aspectos tecnológicos tales cambios son indiscutibles, no
ocurre lo mismo con los grandes problemas humanos que, en gran medida, son los
mismos de siempre, aunque se presenten de modo diverso. Por eso no es inútil analizar
cómo se vieron esos problemas a lo largo de la historia y cómo se intentaron resolver. Al
contrario, sus preguntas y respuestas nos ayudan hoy de modos muy diversos: –Dan
perspectiva y profundidad.
Muchos problemas de la psicología no han surgido en los últimos años; son solo una
nueva formulación de grandes cuestiones de fondo sobre la mente y la conducta que el
hombre se plantea de manera recurrente una y otra vez. Ser conscientes de este hecho es
importante porque ayuda a enfocarlas de modo correcto y a darles el peso adecuado,
permitiendo saber si un tema es de calado o se trata de una simple moda, que parece
imprescindible en un momento dado, pero a la que, años más tarde, apenas se le da
importancia. –Muestran cuáles son las preguntas recurrentes de la psicología. Como ya
hemos dicho, los problemas básicos de la psicología persisten, pero se plantean con
matices diversos según las épocas. Casi nunca son novedades absolutas, sino que ya han
sido pensados y repensados numerosas veces. Algunos de estos problemas son los
siguientes: ¿Cómo es el hombre: violento o bueno por naturaleza? ¿Cómo están
relacionados la mente y el cuerpo? ¿Qué es más importante, la herencia (nativismo) o la
cultura (empirismo)? ¿Qué predomina en el hombre, la razón o la emoción? ¿Cuál es la
relación y diferencia entre los hombres y los animales? ¿Cuál es el origen del
conocimiento humano? ¿Qué prima en el conocimiento: la realidad objetiva o la
perspectiva subjetiva? ¿Cómo entender la persistencia de la identidad humana en medio
de los cambios? Todas estas preguntas son muy difíciles de resolver de manera completa.
Y así, cuando una época realiza algún avance significativo, algunas de ellas se replantean
de nuevo a la luz de ese avance y, si no se tienen conocimientos históricos, se puede caer
en la ingenuidad de pensar que es una cuestión nueva que surge a la luz por primera vez.
Puede parecer, por ejemplo, que los asombrosos avances contemporáneos de la
neurología plantean de un modo totalmente novedoso y original la relación
mente cuerpo, pero no es así. La cuestión, históricamente, se ha planteado una y otra
vez; ahora solo aparece de un modo nuevo por el progreso científico en un área específica,
como en su tiempo ocurrió cuando se produjeron grandes avances en fisiología humana
y en biología (cfr. cap. 3). –Proporciona una introducción general a la psicología. El
estudio de las teorías de los grandes antropólogos y psicólogos de la historia sirve como
introducción a los grandes temas de la psicología.