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La biodiversidad sustenta la prosperidad económica. Más de la mitad del PIB mundial, el equivalente a
aproximadamente US$ 44 billones, es moderada o altamente dependiente de la naturaleza. Más de 70% de la
población que vive en pobreza depende, al menos en parte, de los recursos naturales para generar ingresos, ya sea a
través de la agricultura, la pesca, la silvicultura u otras actividades basadas en la naturaleza.
La naturaleza es una fuente esencial de muchas sustancias utilizadas en la medicina moderna. Las plantas, los
animales y los microbios permiten a los investigadores médicos comprender la fisiología humana y tratar
enfermedades. 4.000 millones de personas dependen directamente de medicamentos naturales y alrededor de 70%
de los medicamentos contra el cáncer son productos naturales o sintéticos inspirados en la naturaleza.
Los ecosistemas regulan el clima de la Tierra al capturar y almacenar gases de efecto invernadero. De hecho, los
ecosistemas en buen estado pueden proporcionar 37% de la mitigación que necesitamos para limitar el aumento de
la temperatura global. Cuando dañamos ecosistemas, como turberas, manglares y bosques tropicales, estos liberan
carbono en lugar de almacenarlo.
Los ecosistemas biodiversos pueden ayudar a mitigar el impacto de desastres naturales como inundaciones,
tormentas, tsunamis, avalanchas, deslizamientos de tierra y sequías. También pueden proteger contra la
propagación de enfermedades: en aquellos lugares donde la biodiversidad nativa es alta, la tasa de infección por
enfermedades zoonóticas como la COVID-19 es menor.