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Un ecosistema es una comunidad de animales y plantas que interaccionan entre sí y con el ambiente físico.
Los ecosistemas incluyen a componentes físicos y químicos, como el suelo, agua y los nutrientes que sostienen
los organismos vivos en el mismo. Estos organismos pueden fluctuar desde animales y plantas grandes hasta
bacterias microscópicas. Los ecosistemas incluyen las interacciones entre todos los organismos en un hábitat.
Algunos ejemplos de ecosistemas son los lagos, bosques, estuarios, pantanos, mares y otros. También las
personas forman parte de un ecosistema. La salud y el bienestar de las poblaciones de humanos dependen
de los servicios provistos por el ecosistema y sus componentes – organismos, suelo, agua y nutrientes.
El suelo como un ecosistema Denominamos ecosistema a cualquier unidad básica que incluya todos los
organismos que funcionan juntos como una comunidad de seres vivos en un área determinada, en
interacción con el medio ambiente. En este caso, el medio es el suelo. El suelo les provee alojamiento a
millones de microorganismos, tales como hongos, algas, bacterias, protozoarios y vertebrados del suelo entre
los cuales se incluyen ácaros, lapas, caracoles, centípedos, arañas, nemátodos, gusanos y hormigas. Todos
ellos llevan a cabo procesos físicos y biológicos necesarios para un ecosistema saludable, tales como el
reciclaje de nutrimentos, remoción de desperdicios, estructura del suelo y la retención de la humedad.
Servicios de los ecosistemas A menudo pasan desapercibidos los servicios que nos ofrecen los ecosistemas.
Estos servicios, o procesos por el cual el ambiente produce los recursos son; el agua limpia, la madera y los
hábitats de pesca, la polinización de plantas nativas y de cultivos agronómicos que generalmente no los
apreciamos. No importa donde nos encontremos en una ciudad o en un área rural, los ecosistemas en los
cuales los humanos viven proveen los bienes y servicios que nos son tan familiares para nosotros.
Los cuatro tipos de servicios que proporcionan los ecosistemas del mundo:
Proporcionar espacios vitales para las plantas o los animales y mantener su diversidad son los llamados
"servicios de apoyo": la base de todos los ecosistemas y sus servicios.
Los beneficios inmateriales que las personas obtienen de los ecosistemas se denominan "servicios culturales".
Incluyen la inspiración estética, la identidad cultural, el sentimiento de apego a la tierra y la experiencia
espiritual en relación con el medio natural.
Los arrecifes de coral son especialmente importantes para el turismo y
cuentan con un alto valor añadido. La pesca recreativa es un sector
turístico creciente, y se estima en 118 millones el número de pescadores
en el mundo industrializado.
Servicios ecosistémicos
Los “servicios ecosistémicos” son aquellos beneficios que la gente obtiene de los ecosistemas. Esos beneficios
pueden ser de dos tipos: directos e indirectos. Se consideran beneficios directos la producción de provisiones
–agua y alimentos (servicios de aprovisionamiento), o la regulación de ciclos como las inundaciones,
degradación de los suelos, desecación y salinización, pestes y enfermedades (servicios de regulación).
Los beneficios indirectos se relacionan con el funcionamiento de procesos del ecosistema que genera los
servicios directos (servicios de apoyo), como el proceso de fotosíntesis y la formación y almacenamiento de
materia orgánica; el ciclo de nutrientes; la creación y asimilación del suelo y la neutralización de desechos
tóxicos.
Los ecosistemas también ofrecen beneficios no materiales, como los valores estéticos y espirituales y
culturales, o las oportunidades de recreación (servicios culturales). Existe, entonces, una amplia gama de
servicios ecosistémicos, algunos de los cuales benefician a la gente directamente y otros de manera
indirecta.
Obviamente, el cambio de uso del suelo también hace una diferencia en cuanto al tipo de servicios que el
ecosistema puede producir. Algunos servicios se consideran “bienes públicos”, de cuyo disfrute no se puede
excluir a nadie; el uso de ese servicio por una persona no disminuye significativamente la disponibilidad del
mismo para otros usuarios. Sin embargo, la gente puede degradar la capacidad del ecosistema de seguir
ofreciendo el servicio, ya sea porque se cambia la composición y estructura del sistema o su funcionamiento,
o porque se extraen materiales del ecosistema a un ritmo superior a su capacidad de recuperación. El pago
por los servicios del ecosistema busca ofrecer un incentivo a los usuarios de la tierra para que no degraden
los ecosistemas y sus servicios y para que más bien los protejan.
Problemas
Todas las personas del mundo dependen por completo de los ecosistemas de la Tierra y de los servicios que
éstos nos proporcionan, pero en el último siglo las actividades humanas, como los cambios de usos del suelo,
la alteración de los ciclos biogeoquímicos, la destrucción y fragmentación de hábitats o la introducción de
especies exóticas, han tenido impactos muy significativos en la estructura, composición y función de los
ecosistemas naturales en tal forma que todos los ecosistemas del planeta han resultado alterados en mayor
o menor medida, y de una forma más rápida y extensa que en ningún otro período de tiempo con el que se
pueda comparar.
Según el informe de la “Evaluación de los Ecosistemas del Milenio” (2005), de los servicios valorados,
aproximadamente el 60% se están degradando o se usan de manera no sostenible. Los costes totales de la
pérdida y la degradación de estos servicios son difíciles de medir, pero los datos disponibles demuestran que
son considerables y que van en aumento. Los cambios que se han hecho en los ecosistemas están
aumentando la probabilidad de cambios (incluidos cambios acelerados, abruptos y potencialmente
irreversibles), que tienen consecuencias importantes para el bienestar humano.
Algunos ejemplos de estos cambios son la aparición de enfermedades, las alteraciones bruscas de la calidad
del agua, la creación de "zonas muertas" en las aguas costeras (áreas del fondo marino con muy poco
oxígeno para la mayor parte de la vida marina), el colapso de las pesquerías y los cambios en los climas
regionales. Por todo esto, la degradación de los servicios de los ecosistemas está contribuyendo al aumento
de las desigualdades entre grupos de personas, es causa de pobreza y de conflictos sociales. El aumento en
la producción de alimentos, por ejemplo, ha contribuido a que muchas personas salgan de la pobreza o del
hambre, pero también ha perjudicado a muchos otros individuos o comunidades. En ausencia de los servicios
de los ecosistemas la sociedad humana dejaría de existir.
Soluciones
Devolver los ecosistemas a su estado previo a la degradación, y a la vez satisfacer las cada vez mayores
demandas de sus servicios, no es un propósito sencillo, pero podría conseguirse siempre y cuando se hagan
cambios significativos en las políticas y prácticas. Deben diseñarse programas de restauración y protección
que impliquen un buen funcionamiento de los ecosistemas, la conservación de la biodiversidad, de los
servicios ecosistémicos, la sostenibilidad y los beneficios sociales, y deben llevarse a cabo integrando
ecología y economía.
Una forma de reconocer la importancia de los servicios de los ecosistemas podría ser establecer un pago por
ellos, como una herramienta a través de la que se tenga en consideración a la naturaleza y a los costes
asociados a su degradación por parte, tanto de los ciudadanos de a pie, como de los políticos, logrando así,
quizá, un uso más sostenible. Afortunadamente, se cree que todavía queda suficiente capital natural en el
planeta para darle a ésta y próximas generaciones un futuro prometedor, pero para detener y revertir el
proceso de destrucción y degradación de ecosistemas es necesario introducir cambios drásticos y profundos
en el estilo de vida actual. Las Naciones Unidas ya definieron en su informe de 1987 el “Desarrollo Sostenible”
como aquel que permite satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer las suyas.