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Artículo

Actualización del medio ambiente


Fuente: https://www.bancomundial.org/es/topic/environment/overview#1

Los recursos naturales proporcionan medios de sustento para miles de millones de


personas. Cuando se administran bien, los recursos naturales renovables, las cuencas
hidrográficas y los paisajes terrestres y marinos productivos pueden ser la base del
crecimiento sostenido e inclusivo, la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza.
Un medioambiente limpio también es fundamental para garantizar que las personas
lleven una vida saludable y productiva, y que los recursos públicos y privados se destinen a
inversiones para promover el desarrollo en lugar de solucionar la contaminación. Los
ecosistemas del mundo regulan el aire, el agua y el suelo de los que todos dependemos y
constituyen un mecanismo de defensa único y eficaz en función de los costos contra los
fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático. Para lograr el crecimiento
sostenible, se requiere una mejor gestión de los recursos naturales, políticas fiscales
respetuosas con el medioambiente, mercados financieros más verdes y programas
eficaces de gestión de los desechos a nivel mundial.
Los ecosistemas saludables y los servicios que estos proveen son esenciales para el
crecimiento a largo plazo de sectores económicos como la agricultura, la silvicultura, y la
pesca. Más de la mitad del producto interno bruto (PIB) mundial se genera en industrias
que dependen de manera considerable o moderada de servicios ecosistémicos, como la
polinización, la filtración del agua y las materias primas. Más de 3000 millones de
personas dependen de la biodiversidad costera y marina para su ingesta de proteínas y
medios de sustento. Tres cuartas partes de los 115 principales cultivos alimentarios del
mundo se basan en la polinización animal. En los países en desarrollo, los bosques, lagos,
ríos y océanos aportan una proporción significativa de los alimentos, combustibles e
ingresos familiares, y constituyen una red de protección social valiosísima en épocas de
crisis, particularmente para los pobres que viven en zonas rurales.
Sin embargo, la integridad y la funcionalidad de estos activos naturales esenciales se ven
cada vez más comprometidas, ya que entre el 60 % y el 70 % de los ecosistemas del
mundo (i) se están degradando más rápido de lo que pueden recuperarse. La gestión
inadecuada del medioambiente y de los recursos naturales da lugar a pérdidas
económicas considerables; por ejemplo, un monto estimado de USD 80 000 millones al
año se desaprovecha (i) debido a la mala gestión de la pesca en los océanos. La
contaminación atmosférica es el principal riesgo sanitario y los costos para el mundo se
estimaron en USD 8,1 billones en 2019, cifra que equivale al 6,1 % del PIB mundial. La
naturaleza está amenazada y 1 millón de especies animales y vegetales, de un total
estimado de 8 millones, se encuentran en peligro de extinción, muchas de ellas en un
plazo de 10 años, según el último informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-
Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES [i]). Desde
1970, 14 de 18 categorías de servicios del ecosistema se han reducido. La pérdida de la
biodiversidad y de los servicios ecosistémicos es un problema de desarrollo que suele
afectar en mayor medida a los países más pobres. La pandemia de COVID-19 pone de
manifiesto los vínculos que existen entre la salud humana y la naturaleza. Varios estudios
han revelado la conexión entre la destrucción del hábitat natural y el aumento del riesgo
de enfermedades zoonóticas. Los patógenos prosperan donde hay cambios
medioambientales, por ejemplo la deforestación, y cuando los ecosistemas naturales se
encuentran sometidos a estrés a raíz de la actividad humana y el cambio climático.
Además de servir como medio de protección entre los seres humanos y los patógenos, la
naturaleza también puede ayudar en los esfuerzos de recuperación económica y social de
la pandemia de COVID-19. Las inversiones en la naturaleza pueden contribuir a las
actividades de recuperación al crear empleo, atender a las comunidades más pobres y
aumentar la resiliencia a largo plazo. Los ecosistemas saludables contribuyen a mitigar el
cambio climático y aumentan la resiliencia de las comunidades más vulnerables de todo el
mundo. El Banco Mundial se encuentra analizando formas de ampliar las alternativas de
financiamiento público y privado para invertir en la naturaleza con el fin de ayudar a los
países cuyas finanzas se ven reducidas al tener que hacer frente a crisis graves. Para una
reconstrucción más ecológica y sólida y para garantizar el desarrollo sostenible, los países
también deben reconocer, evaluar y gestionar el capital natural y los servicios de los
ecosistemas. En investigaciones recientes del Banco Mundial se plantean argumentos
económicos a favor de invertir en la naturaleza y se evalúan opciones de políticas para la
crisis de la biodiversidad mundial.

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