Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
FACULTAD DE FARMACIA
MAGÍSTER EN NUTRICIÓN HUMANA
CONTENIDO PÁGINA
INTRODUCCIÓN 3
DESARROLLO Y ANÁLISIS 3
DISCUSIÓN 6
CONCLUSIÓN 7
BIBLIOGRAFÍA 8
INTRODUCCIÓN.
Estudios en animales han demostrado que una dieta alta contenido de FR resultan en un
aumento en el contenido de triglicéridos hepáticos. Es de destacar que, a pesar de que estos
estudios son útiles para dilucidar los mecanismos potenciales para el desarrollo y la progresión
del HGNA, los modelos animales no pueden confirmar la causa y fisiopatología en los seres
humanos(Chung et al., 2014). Se han publicado diversos estudios que revelan que humanos
con HGNA tienen un elevado consumo de FR, pero la evidencia ha sido inconsistente (Kanerva
et al., 2014).El objetivo de este trabajo es analizar la evidencia existente sobre el consumo de
fructosa e índices de HGNA en humanos.
DESARROLLO Y ANÁLISIS
Las ingestas dietéticas de referencia (DRI, por su sigla en inglés) de FR no están definidas, el
comité DRI solo sugirió que un nivel de consumo de azúcares añadidos debía ser como máximo
el 25% del requerimiento energético. Además, está reconocido que la hipertrigliceridemia puede
ocurrir con incrementos de la ingesta de azúcares totales (intrínsecos y añadidos). La
Asociación Americana del Corazón en el año 2009 extendió la idea de realizar una propuesta
de límite superior de ingesta de azúcares añadidos en la dieta diaria para la población
norteamericana. Estableciendo que las mujeres no deberían consumir más de 100 kilocalorías
como azúcares añadidos al día (25 gramos), y los hombres no más de 150 calorías (cerca de
37,5 gramos). La OMS estable que la recomendación de consumo debiera ser menor al 10% de
la energía total, considerándola también como controvertida (Quiles i Izquierdo, 2013).
El HGNA se refiere a un amplio espectro de daño hepático, que abarca desde una forma de
esteatosis simple definida por la presencia de triglicéridos en los hepatocitos, que puede
progresar a una condición más severa como inflamación o esteatohepatitis no alcohólica
(EHNA), la que pueden resultar en cirrosis y falla hepática (Riveros et al., 2014). Para el
diagnóstico, la medición “gold standard” es la biopsia hepática. A pesar de que la enfermedad
hepática significativa puede existir con niveles normales de enzimas hepáticas, los niveles de
las enzimas aspartato aminotransferasa (AST) y alanina aminotransferasa (ALT) suelen ser muy
buenos predictores de la presencia HGNA y EHNA. Niveles de ALT en suero se pueden
encontrar hasta 10 veces superior a la normal en la población general con HGNA (Papandreou
& Andreou, 2015).
Actualmente existe gran controversia acerca de los efectos de elevadas ingestas de FR a nivel
hepático. Principalmente, estos efectos han sido asociados a un balance energético positivo.
Sin embargo, estudios en modelos animales y humanos muestran que ingestas elevadas de
fructosa con dietas ad líbitum e isoenergéticas generarían daño hepático (Riveros et al., 2014).
Existen múltiples investigaciones donde se estudia la relación del consumo de FR con el HGNA
y/o EHNA, consideraron para este análisis solo estudios con humanos, los cuales midieron
marcadores como la concentración de lípido intrahepatocelular, enzimas ALT, AST y gamma
glutamil transpeptidasa (GGT).También existe diferencia entre la forma de consumo de la FR
(como JMAF, SAC o FR sola), los tipos de estudio (observacionales o experimentales) y la
proporción del consumo de fructosa en la dieta de los individuos estudiados (isocalórica,
reemplazando otras fuentes de glúcidos de la dieta o hipercalórica, agregando cierta cantidad
de FR a la dieta) (Chiu et al., 2014; Chung et al., 2014).
Como otra forma de comprobar esta asociación, se desarrollaron estudios de intervención con
dietas hipocalóricas y restricción del consumo de FR en individuos con HGNA, un estudio
realizado en Alemania con 10 individuos obesos de ambos sexos, de entre 35 y 52 años de
edad; en el cual los pacientes redujeron el consumo de fructosa en un 61% en promedio, junto
con una reducción significativa en la ingesta diaria promedio de energía totales, grasa total y
grasa saturada. Después de una intervención de 6 meses, se observó una reducción del
contenido de grasa intrahepatocelular en un 36%, las concentraciones de AST y ALT se
normalizaron, mientras que las concentraciones de GGT fueron inferiores en 7 de 10 pacientes
(Volynets et al., 2013).En otro estudio, randomizado con doble ciego, de 4 semanas de
duración, desarrollado en Estados Unidos con 21 adolescentes de ascendencia hispánica con
HGNA, sobrepeso y consumidores habituales de bebidas azucaradas, se designó un grupo que
consumió solo bebidas endulzadas con FR y otro grupo que bebería bebidas endulzadas solo
con glucosa. Después del período de intervención no se observó ningún cambio significativo en
la grasa hepática o peso corporal en ninguno de los grupos. Aunque el grupo que consumió
bebidas con glucosa mejoró otros aspectos relacionados con la salud cardiovascular (Jin et al.,
2014).
Dos meta análisis desarrollados a partir de, 13 ensayos controlados uno, y de 27 estudios el
otro, concluyeron que el cambio de FR por otros glúcidos en la dieta no tiene relación con
marcadores de HGNA como el contenido de grasa intrahepática o la enzima ALT. La evidencia
que se le relaciona con el aumento en estos dos parámetros, se produce cuando hay una
suplementación con fructosa, la que proporciona un exceso de energía de entre un 21 y 35%,
con una ingesta de entre 104 y 220 gramos al día, lo que es más del 10% del requerimiento
energético de un adulto promedio. Aun así se consideró inconsistente la evidencia existente
para establecer la relación entre el consumo de FR y el HGNA (Chiu et al., 2014; Chung et al.,
2014).
DISCUSIÓN
CONCLUSIÓN
Se hace necesario realizar estudios con mayor extensión de tiempo, con muestras
representativas según estado nutricional, edad y género, o en su defecto ajustados según estas
variables para poder determinar si es concluyente la relación entre el consumo de FR con la
etiopatogenia del HGNA, y de ser así llegar a determinar la cantidad ingerida sobre la cual se
sustenta, para también poder determinar el nivel máximo de ingesta para humanos, el cual no
se ha reportado.
Chile es el tercer país consumidor de bebidas azucaradas después de Estados Unidos y México
(consumo promedio de 328 ml/día), siendo estas parte de los alimentos que contienen una gran
cantidad de FR añadida como SAC o JMAF. La ley de etiquetado nutricional no obliga a las
empresas productoras a declarar su cantidad contenida, para lo cual la investigación que se
realice puede ser un antecedente para establecer límites máximos de ingesta que permitan
regularla, tanto a nivel global como nacional.
Aeberli, I., Gerber, P. A., Hochuli, M., Kohler, S., Haile, S. R., Gouni-Berthold, I., … Berneis, K.
(2011). Low to moderate sugar-sweetened beverage consumption impairs glucose and
lipid metabolism and promotes inflammation in healthy young men: a randomized
controlled trial. The American Journal of Clinical Nutrition, 94(2), 479–485.
http://doi.org/10.3945/ajcn.111.013540
Bravo, S., Lowndes, J., Sinnett, S., Yu, Z., & Rippe, J. (2013). Consumption of sucrose and
high-fructose corn syrup does not increase liver fat or ectopic fat deposition in muscles.
Applied Physiology, Nutrition, and Metabolism = Physiologie Appliquée, Nutrition Et
Métabolisme, 38(6), 681–688. http://doi.org/10.1139/apnm-2012-0322
Chiu, S., Sievenpiper, J. L., de Souza, R. J., Cozma, A. I., Mirrahimi, A., Carleton, A. J., …
Jenkins, D. J. A. (2014). Effect of fructose on markers of non-alcoholic fatty liver disease
(NAFLD): a systematic review and meta-analysis of controlled feeding trials. European
Journal of Clinical Nutrition, 68(4), 416–423. http://doi.org/10.1038/ejcn.2014.8
Chung, M., Ma, J., Patel, K., Berger, S., Lau, J., & Lichtenstein, A. H. (2014). Fructose, high-
fructose corn syrup, sucrose, and nonalcoholic fatty liver disease or indexes of liver
health: a systematic review and meta-analysis. The American Journal of Clinical
Nutrition, 100(3), 833–849. http://doi.org/10.3945/ajcn.114.086314
Cox, C. L., Stanhope, K. L., Schwarz, J. M., Graham, J. L., Hatcher, B., Griffen, S. C., … Havel,
P. J. (2012). Consumption of fructose- but not glucose-sweetened beverages for 10
weeks increases circulating concentrations of uric acid, retinol binding protein-4, and
gamma-glutamyl transferase activity in overweight/obese humans. Nutrition &
Metabolism, 9(1), 68. http://doi.org/10.1186/1743-7075-9-68
Davis, J. N., Lê, K.-A., Walker, R. W., Vikman, S., Spruijt-Metz, D., Weigensberg, M. J., …
Goran, M. I. (2010). Increased hepatic fat in overweight Hispanic youth influenced by
interaction between genetic variation in PNPLA3 and high dietary carbohydrate and
sugar consumption. The American Journal of Clinical Nutrition, 92(6), 1522–1527.
http://doi.org/10.3945/ajcn.2010.30185
Goletzke, J., Buyken, A. E., Gopinath, B., Rochtchina, E., Barclay, A. W., Cheng, G., … Mitchell,
P. (2013). Carbohydrate quality is not associated with liver enzyme activity and plasma
TAG and HDL concentrations over 5 years in an older population. The British Journal of
Nutrition, 110(5), 918–925. http://doi.org/10.1017/S0007114512005867
Jin, R., Welsh, J. A., Le, N.-A., Holzberg, J., Sharma, P., Martin, D. R., & Vos, M. B. (2014).
Dietary fructose reduction improves markers of cardiovascular disease risk in Hispanic-
American adolescents with NAFLD. Nutrients, 6(8), 3187–3201.
http://doi.org/10.3390/nu6083187
Johnston, R. D., Stephenson, M. C., Crossland, H., Cordon, S. M., Palcidi, E., Cox, E. F., …
Macdonald, I. A. (2013). No Difference Between High-Fructose and High-Glucose Diets
on Liver Triacylglycerol or Biochemistry in Healthy Overweight Men. Gastroenterology,
145(5), 1016–1025.e2. http://doi.org/10.1053/j.gastro.2013.07.012
Kanerva, N., Sandboge, S., Kaartinen, N. E., Männistö, S., & Eriksson, J. G. (2014). Higher
fructose intake is inversely associated with risk of nonalcoholic fatty liver disease in older
Finnish adults. The American Journal of Clinical Nutrition, 100(4), 1133–1138.
http://doi.org/10.3945/ajcn.114.086074
Leiper, J. B. (2015). Fate of ingested fluids: factors affecting gastric emptying and intestinal
absorption of beverages in humans. Nutrition Reviews, 73(suppl 2), 57–72.
http://doi.org/10.1093/nutrit/nuv032
Papandreou, D., & Andreou, E. (2015). Role of diet on non-alcoholic fatty liver disease: An
updated narrative review. World Journal of Hepatology, 7(3), 575–582.
http://doi.org/10.4254/wjh.v7.i3.575
Riveros, M. J., Parada, A., & Pettinelli, P. (2014). Consumo de fructosa y sus implicaciones para
la salud: malabsorción de fructosa e hígado graso no alcohólico. Nutrición Hospitalaria,
29(3), 491–499. http://doi.org/10.3305/NH.2014.29.3.7178
Tappy, L., & Lê, K.-A. (2012). Does fructose consumption contribute to non-alcoholic fatty liver
disease? Clinics and Research in Hepatology and Gastroenterology, 36(6), 554–560.
http://doi.org/10.1016/j.clinre.2012.06.005
Theytaz, F., Noguchi, Y., Egli, L., Campos, V., Buehler, T., Hodson, L., … Tappy, L. (2012).
Effects of supplementation with essential amino acids on intrahepatic lipid concentrations
during fructose overfeeding in humans. The American Journal of Clinical Nutrition, 96(5),
1008–1016. http://doi.org/10.3945/ajcn.112.035139
Volynets, V., Küper, M. A., Strahl, S., Maier, I. B., Spruss, A., Wagnerberger, S., … Bergheim, I.
(2012). Nutrition, Intestinal Permeability, and Blood Ethanol Levels Are Altered in
Patients with Nonalcoholic Fatty Liver Disease (NAFLD). Digestive Diseases and
Sciences, 57(7), 1932–1941. http://doi.org/10.1007/s10620-012-2112-9
Volynets, V., Machann, J., Küper, M. A., Maier, I. B., Spruss, A., Königsrainer, A., … Bergheim,
I. (2013). A moderate weight reduction through dietary intervention decreases hepatic fat
content in patients with non-alcoholic fatty liver disease (NAFLD): a pilot study. European
Journal of Nutrition, 52(2), 527–535. http://doi.org/10.1007/s00394-012-0355-z
Yang, M., Gong, S., Ye, S. Q., Lyman, B., Geng, L., Chen, P., & Li, D.-Y. (2014). Non-alcoholic
fatty liver disease in children: focus on nutritional interventions. Nutrients, 6(11), 4691–
4705. http://doi.org/10.3390/nu6114691