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Teoría

de la naturaleza
Colección Johann Wolfgang von Goethe
Clásicos del Pensamiento
fundada por Antonio Truyol y Serra

El falleclmienlo de don Antonio Truyo! pone término de manera inevita-


ble a una colección que en gran medida era obra personaJ suya, al tiem-
po que abre un camino de continuidad en un mundo que después de 1989
Teoría
es ya muy diferente al de !aguerra fria. En este nuevo contexto el espíri-
tu del proyecto de don Antonio aspira a perdurar incorporando nuevos
principios. Pnmero, ampliando temporal y espacialmente el criterio de
de la naturaleza
selección de textos paJa publicar, junto a viejos clásicos, otros clási!:os
contemporáneos, en los que se incluyen, además de autores espaiio!es,
pen$D:dores que escribieron en español fuera de España. Segundo, pres-
tando especial atencíón al autqr de la iotrodi!Cción y de la seleccí6n del Estudio preliminar, traducción y notas de
texto a fin de reforzar la comprensión del discurso y del paJadigma en
que se inserta. Tercero, abriendo camino a campos del saber distintos de DIEGO SÁNCHEZ MECA
la filosofía o de la historia de [as ideas tradicwnales, que están presentes
en el debate de nuestros días. En cualquier caso un principio permanece
inalterable del esfuerzo que ammó el trabajo del profesor Truyol: la
creencia de que tradudr libros equivak a importar, a transfem cultura,
desde Wtll sDciedad nacional a otra, y de que esa transferenda debe
hacerse entendiendo el momento en que nació cada libro_
SEGUNDA EDICIÓN
Directores:
Luis García San Miguel y Eloy García
p

Diseño de cubierta:
IV. Di ~ei'io gráfico. S.L

1.' edición, 1997


2.' edición. 2007
Rcunpn.lSIÓn. 2013

ÍNDICE

EsTuDio PRELIMINAR ............................................ Pág. xr


No-rA SOBRE LA PRESENTE EDICIÓN ............. .. ,............... XXXV
BIBLJOGRAFIA .............. ...... ... ......................................... X.X:XVIIJ

TEORÍA DE LA NATURALEZA

PRJMERA PARTE: FORMACIÓN Y TRANSFORMA-


CIÓN DE LAS NATURALEZAS ORGÁNICAS ... . 3
Justificación de la empresa .......................................... 3
Introducción al objeto ..... - .......................................... . 5
Premisa al conzenido ............................................... .. 12
Historia de mis esi.Udios botánicos ......... :.................. .. 18
Rcscr"ados todos Jos derechos. El comeDido de es1a obra está Procedencia del ensayo sobre la metamorfosiS de las
prolcgido por la Ley, que C:\lablece penas de prisión y/o
mulla.,, adem[c. de las correspondientes indemnizaciones por plantas .................................................................... .. 27
duli<r.. y pctjuicto,, para quienes reprodujeren, plagiaren. La mewmorfosis de las plantas .................................. . 30
dbllibuyel\!n o comunicaren públicamente, "" todo o en Introducción ............................................................ . 30
parte. una obm literaria. ..mfstica o ci.mtilka, o su transfunna-
I. De las hojas seminales ............................... . 33
ción, inte111retaci6n o cjccucióu artística fijada en cualquie~
ttpn .te ,opmte u comunicada atrav.!s de cualquier medio. sin
U. Formación de las hojas del tallo de nudo
In pr~epli"a autorización . anudo ...................................................... 35
HI. Transición a la flotación ............................. . 39
IV Formación del cáliz ............................. ... :... . 40
traducción y nol!L~- Dn:uo SNK'I u:7 MrcA, 2007
<!) l!srudio prclimma.r. V Formación de la corola .......... .................... .. 43
<O E'DlTORTAL TECNOS (GRUPO ANAYA. S.A.). 20 13 VI. Formación de los estambres ....................... . 45
Juanlgnuo.:io Luca de Tena. 15 - 28027 Madrid VII. Néctares ..................................................... . 46
ISBN: 978-84-309-4497-2
VIII. Algo más sobre los estambres ................... .. 49
Depósito legal: M. 9639-2007
IX. Formación del estilo ................................... . 52
Pnnted in Spain X. Sobre los frutos ......................................... .. 54
[YTI I
F

. VIII }ND!CE TEORiA DE LA NATUR.A.LEZA IX

XI.
De los envoltorios inmediatos de la semilla 57
Invitación a la benevoleacia ........................................ 177
XII.
M1rada retrospectiva y transición ................ 58 Influencia de la nueva fi/osofia ................................... 179
Juicio intuiti110 ........................................................... . 186
De las yemas y su desarrollo .......................
XIII. 59 El impulso de formoción ............................................ .. 187
XI'V.
Formación de las flores y de Los frutos com- Reflexiones y resignaciones ....................................... .. 190
puestos ................................................... . 61 Llamamiento amigable ................................................ . 192
XV. La rosa prolifera .......... ............................... . 64 Me/e()fOS en el cielo literario ...............,...................... . 193
XVI. El clavel prolifero ...................................... .. 65 Inventar y descubn'r ................................................... .. 201
XVII. La teorfa de Linneo sobre la anticipación .. . 66 Problema físico-químico-mecánico ............................ . 203
XVlU. Recapitulación .......................................... .. 70 Problemas ................................................................... . 207
Fortuna del manuscrito .... ................ .......................... .. 15 Petición significativa por una palabra inteligente ..... .. 210
Fortuna del texto impreso .............................. .".......,..... 80 Ernsl Stiedenroth: Psicología para la explicación de
Descubrimiento de un precursor excelente ................ .. 91 los fenómenos anímicos ......................................... .. 217
Caspar Friedrich Wofjfsobre la fomwción de las pianlas . 94 Sobre la matemática y su abuso ................................. .. 220
Algunas observaciones ...................... .............. ........... . 97 l. D'Alembett ........... .......... .................................. .. 222
Un afortunado acontecimiento .................................. .. 100 2. «Traité de Physique par Despretz)), Le Globe,
Trabajos previos a una fisiologfa de las plantas ........ .. 107 n. 0 104,p.235 .................................................. .. 225
l. Conceptos para una fisiología ................... .. 107 3. Del Caballero Ciccolini de Roma al Barón Van
Il. Consideraciones sobre la morfología en Zach de Génova ................................................. .. 230
genera.! ........................................... ........ .. 112 Filosofia de la naturaleza ............ :............................... 236
Trabajos preliminares sobre .la morfología ................. . 118 La naluralezq ................................................................ 237
Explicación del en~ayo aforístico «La naturaleza» .... . 241
l. ................................................................... .. IJ8 Análisis y síntesis ........................................................ . 243
II. . .................................................................... 126 Efectos}rs1cos ............................................................. .. 247
111. .. ................................................................. .. 127
Trabajos postenores y recopillzcwner ....................... .. 131

TEORÍA GENERAL DE LA NA-


SEGUNDA PARTE:
TURALEZA ..................................,........................ 139
Estudio sobre Spinoza ................ .................................. 139
Teoría de la naturaleza .......................................... ...... 143
Respuesta ......... . ...................................................... 147
El experimento como mediador entre sujeto y objeto .. 151
Observar y ordenar .. .. ... . .. ... .. .. ...... ............ .... ... .. .. .. ... .. . 165
Sobre los símbolos ....................................................... 167
En qué medida la idea de que la belleza es perfección
en la libertad puede ser aplicada a las naturalezas
orgánicas .......................................... .... ....... ... .......... 168
Ef fenómeno puro .......... ....................... ........................ 172
Polaridad...................................................................... 175
p

ESTUDIO PRELIMINAR
por Diego Sá,nchez Meca

Cuando se presta atención a los escritos cientí-


ficos de Goethe, un rostro poco conocido de éste se
nos muestra. No el del insigne poeta y dramatur-
go, capaz de suscitar tanta admiración y entüsias-
mo como para poder ejercer un indiscutido reina-
do literario que dura ya dos siglos, sino el de un
hombre obsesionado por penetrar en el secreto del
«orden móvil» de la vida, de la síntesis viviente de
necesidad y libertad, que busca sin descanso el mode-
lo teórico capaz de captar las regularidades ideales
en el devenir temporal de las metamorfosis de las
formas.
Aunque sea mucho menos conocido bajo este
aspecto, lo cierto es que Goethe ha dedicado a la
observación y a la experimentación científica de los
procesos naturales tanto tiempo y esfuerzo como a
la literatura. En la gran edición de Weimar, que reúne
todas las obras y escritos de Goethe en ciento tre1n-
ta y tres volúmenes, los escritos de ciencias natura-
les ocupan catorce. Si se calcula además que, en
los cincuenta volúmenes de cartas y en los treinta y
siete de diarios, muchas de sus páginas tratan temas
de ciencia, esta simple cuantificación estadistica
[XI]
XII DIEGOSANCHEZMECA ESTUDIO PRELIMINAR XIII

puede dar una idea de la importancia de tal dedica- Nietzsche, a no muchos años de distancia todavia
ción y esfuerzo. No toda esta producción la consti- de Goethe, constataba cómo, de las mejores ideas
tuyen tratados científicos propiamente dichos. de su pensamiento científico, no permanecia vivo
Abundan, junto a éstos, los aforismos, las recensio- ya prácticamente nada. Con relación a la obra cien-
nes de obras de ciencia, las anotaciones puntuales tífica de Goethe, esta incomprensión domina, a lo
y las observaciones autobiográficas, encontrándo- largo de los años, tanto a detractores como a admi-
se los textos unas veces muy bien elaborados y Otra$ radores, enzarzados en una estéril controversia en
meramente esbozados. Pero el hecho es que Goethe la que, sin embargo, se da un cierto paradójico acuer-
comienza sus investigaciones como naturalista desde do de fondo. Pues, por un lado, la posición de quie-
muy joven, y las continúa hasta su muerte como lo nes han opinado que la obra científica de Goethe no
atestigua la carta de Eckermann a Kiesewetter del merece la pena ser atendida ni estudiada por tra-
3 de abril de 1832, en la que, junto con el anuncio tarse de un conjunto de vagas especulaciones pre-
de la muerte del poeta el 22 de marzo de ese mismo científicas o extracientíficas, propias del capricho
año, Eckermann le comunica: «Después de que, el de un poeta metido en un terreno que no es el suyo,
último verano, Goethe acabara la segunda parte de viene en el fondo a coincidir con la de quienes, lle-
su inmortal Fausto, el invierno pasado se ocupó pre- vados por una beateria y una devoción casi religio-
ferentemente de estudios sobre ciencia natural. Tomó sa, han exaltado entusiastamente esta obra afirmando
parte en la discusión parisina entre Cuvier y Saint- que Goethe ha hecho descubrimientos asombrosos
Hilaire, y escribió un importante ensayo sobre temas poniendo en acción una intuición casi omnisciente
osteológicos y sobre el problema del análisis y la sín- y omnipotente, y que, frente a una ciencia de hechos,
tesis en las ciencias naturales en generaL» la ciencia de Goethe se sitúa en un nivel teórico supe-
De la escasa resonancia producida por la pro- rior al remitir la comprensión de los fenómenos
ducción científica de Goethe y de la relativa indi- observables a su esencia ideal. La metamorfosis
ferencia con que se la ha mirado, han sido respon- de las plantas, por ejemplo, que no es un fenóme-
sables tantos factores que es imposible dar aquí no visible, sería una Idea en el sentido platónico del
debida razón de ellos. Pero llama la atención el hecho se
término, que no revela más que a una superin-
de que uno de ellos, y no el menos significativo tal tuición. Éste es el tipo de ínterpretación que ha con-
vez, haya sido la no muy afortunada historia de sus tríbuido al encasil]amiento de la aportación de
interpretaciones, dominada por la confusión y la Goethe bajo la etiqueta de «morfología idealista>>1
unilateralidad. Ya Goethe hubo de luchar contra la
incomprensión general de sus contemporáneos, como 1
cuenta una y otra vez en sus pequeños escritos, lle- Acuña, en primer lugar, esta expresión E. Rad1, Geschichte
der biologischen Theorien, Leipzig, 1905-1909, 2 vols., quien,
nos de quejas y de lamentos sobre la cerrazón de sin embargo, en una. edición posterior de esta obra corrige, en
sus colegas, la ceguera del público, la envidia de sus parte, sus apreciaciones sobre Goethe. Contribuyen, no obstan-
amigos y la mala voluntad de los editores. Y te, a la consolidación del término, entre otros, A. Naef,
?CIV DIEGO SANCHEZ MECA ESTUDIO PRELIMINAR XV

-una misma calificación que, para unos, es rnoti- Goethe aparece aquí y aporta algo decisivo que, aun-
v_o de rechazo y, para otros, razón de su valor supe- que no lo aceptemos, produce un cambio en la situa-
nor-=, basada en una metafísica platonista muy difi- ción. En este sentido, no hay duda de que Goethe
cil de poder resultar asimilable a la mentalidad del queda fuera»3 . Juicios tan tajantes y negativos no
hombre contemporáneo. han quedado, de todos modos, sin respuestas más
Vale la pena detenerse y analizar con algún deta- respetuosas y matizadas. Así, en lo que se refiere a
lle los términos de esta polémica recepción. Se pue- los resultados de las investigaciones de Goethe, Adolf
den citar, entre los críticos que niegan todo valor Hansen, que examina y discute diversas aprecia-
científico a los trabajos y teorías de Goethe, nom- ciones hechas sobre La metamorfosis de las plan-
bres como e] de Herrnann Helmholtz, Julius von tas, critica las afirmaciones de Julius von Sachs y
Sachs, Erik Nordenskiold, Charles Sherrington y muestra ciertas aportaciones de interés de Goethe a
Joseph Agassi, que atribuyen a la producción de la morfología comparada, aportaciones que deter-
Goethe motivos extracientífícos y la califican de minan p.n positivo desarrollo posterior de esta dis-
metafísica romántica2• Si estudiar el crecimiento de ciplina por significados cultivadores de la botánica:
una planta es seguir su desarrollo celular -dice «Su teoría - dice Hansen- es significativa inclu-
Sherrington-, al no acceder Goethe aún a este modo so históricamente, pues se coloca en el camino que
de explicación científica sus ideas botánicas y bio- sigue la inve~tigación contemporánea>>4• Por su parte
lógicas no son más que «tristes hipótesis sin futu- O. Schonev11le ha subrayado los descubrimientos
ro». Y J. Agassi opina: «Un historiador de la cien- morfológicos de Goethe: la naturaleza foliar de los
cia no tiene necesidad de mencionar a Goethe, pues estambres, las analogías morfológicas de las flores,
no puede describir una situación y añadir luego etc., y ha destacado la validez de la exposición goe-
theana de la homología de las hojas, que hoy es un
principio consolidado de la morfologia comparada
de las plantas superiores5• También la botánica Agnes
ldealistische Morphologie und Phylogenetik. Zur Methodik
der systematischen Morphologie, Jena, 1919; y A. Meyer, Ideen
un1/deale der bio/ogis_chen Erkenntnis, Leipzig, 1934.
~· Helmholtz, Uber Goethes naturwissenschaji/iche 3
Arbellen, en K. R. Mandelkow (ed.), Goethe im Urteil seiner J. Agassi, «Towards a Historiography ofScience», ed. cit.;
Kritiker, Beck, München, 1975, vol. 2, pp. 401-416; J. v. Sachs, cfr. F. Amrine y J. Zucker, «Postcript», en F. Arnrine y J. Zucker
Geschichte der Botanílc. Vom 16 Jahrhundert bis 1860 (eds.), Goethe and the Sciences. A Reappraisal, Reidel,
Münchcn, 1875; E. N?rdenskiold, Die Geschichte der Bio/ogie: Dordrecht, 1987, p. 374.
Jena, 1926; Ch. Shernngton, Goethe on Nature and on Science ~A. Hansen, Goethes Metamorphose der Planzen. Geschichte
Cambridge Univ. Press, Cambridge, 1949; J. Agassi, «Toward~ einer botanische Hypothese, Tolpclmann, Giessen, 1907,
a Historiography of Science», History and Theory Beiheft, 2 p. 97.
5
(1~63), pp. l- 117; ~el mismo autor, «Anthropomorphism in
O. Schoneville, Die Bedeutung vom Goethes Versuch über
Sctence»,.en Ph. Wtener (ed.), Dictionary ofthe History of die Metamorphose der Pjlanzenfür den Fortgang der bota-
Ideas, Scnbner, New York, 1973, vol. I, pp. 87 ss. nischen Morphologie, Leípzig, 1941.
XVI DIEGO SANCHEZ MECA ESTUDIO PRELIMINAR XVII

Arber argumenta abiertamente en favor del valor la que se ha impuesto dominando la práctica cien-
científico de los estudios botánicos de Goethe, en tífica de los dos últimos siglos. Tampoco han fal-
particular con relación a la cuestión de la disposi- tado, no obstante, en este sentido, mentes más aten-
ción de los órganos reproductores de las plantas, tas y voces más equilibradas. Ya Hansen, en 1907,
defendiendo la ordenación presentada por él de los decía: «Mucho más importantes aparecen las hipó·
órganos reproductores femeninos dentro de la teo- tesis teóricas de Goethe si se las compara, no tanto
ría de la germinación parcial6. No se debe olvidar con los actuales resultados experimentales, cuanto
que, cuando Goethe publica La metamorfosis de las con las concepciones teóricas de la ciencia»7 •
plantas, no es mucho lo que se sabe sobre la estruc- Wilhelm Troll, señalando el interés de la investiga·
tura interna de los vegetales, ni sobre sus modos ción científica contemporánea por el concepto de
de reproducción y su sexualidad. El naturalista tenía totalidad orgánica, reivindica como precursora la
que apoyarse sólo en la observación de las formas concepción goetheana del proceder científico como
actuales de sus caracteres más aparentes. No exis- derivación de la variedad a partir de la forma sin..:
tían aún las técnicas que se utilizan hoy en la paleo- gular8. Dorothea Khun yTimothy Lenoir, en contra
botánica. Por otro lado, predominaban las expli- del parecer de Agassi, han demostrado con múlti-
caciones que hacían depender los fenómenos de la ples argumentos que Goethe merece ser considera-
vida de un juego mecánico de fuerzas fisicas, con- do dentro de la corriente principal del devenir de
tra las que otros naturalistas, insatisfechos por la la ciencia con un rango igual al de otros biólogos y
limitación de tal mecanicismo, recurrían a fuerzas naturalistas de su tiempo, como Buffon, Blumen-
misteriosas responsables de la realización de los bach, Von Haller y los hermanos Hurnboldt9; y
tipos morfológicos: la vis essentialis (Wolff), el nisus
formativus (Blumenbach), etc.
Pero tal vez el peso mayor de la discusión ha gira- 1
A. Hansen, op. cit., p. 97.
do, sobre todo, alrededor de la valoración del modo 8
W Troll, Goethes morphologischer Auftrag. Versuch einer
goetheano de comprender y de practicar la ciencia. naturwissenschaftlichen Morphologie, Akademische Verlags-
Es sobre este aspecto sobre el que las críticas nega- Gessellschafi, Leipzig, 1940 (en colaboración con L. Wolf).
9
tivas a Goethe han arreciado, teniendo en cuenta que D. Kuhn, «Goethes Schriften zur Naturwissenschaft»,
GoethesJahbuch, 33 (1971), pp. 123-146; de esta misma auto-
ha sido la concepción de Newton, y no la de Goethe, ra, Empirische und idee/e WirkJichkeit, Bohlau, Koln, 1967; T.
Lenoir, The Stracegy of Life, University of Cbicago Press,
Chicago, 1989. Más decididamente se pronuncia Dennis L.
Sepper: «Goethe no fue un poeta que dijo disparates en el terre-
A. Arber, Goethe s Botany, en J. W Goethe, The
6
no, ajeno para él, de la fisica, sino alguien que miró realmen-
Metamorphosis ofPlants, trad. inglesa de A. Arber, en Cronica te los fenómenos y los comparó con lo que las teorias predo-
Botanica, 10 (1946), pp. 63-124; cfr. también A. Arber, The minantes decían; alguien que conocía los escritos de Newton
Natural Philosophy of Plant Form, Cambridge Univ. Press, sobre óptica mucho mejor que cualquiera, excepto, tal vez, el
Cambridge, 1950. propio Newton; alguien que aportó valiosas ideas sobre los pro-
XVIII DIEGO SÁNCHEZ MECA ESTUDIO PRELIMINAR XIX

Frederick Burwick alude a Purkynje, Hering y Land necesidad de pensar y de actuar desde sistemas abier-
como representantes de un movimiento científico tos))12; para K.laus M. Meyer-Abích. si ciencia y téc-
que muestra claramente influencias de Goethe 10. En nica son inseparables en un determinado sentido en
un interesante estudio, Arthur G. Zajonc presenta la ciencia tradicional, Goethe abre la perspectiva de
a Goethe anticipando algunos de los desarrollos más una relación distinta entre ambas, una relación en
importantes de la contemporánea teoría de la cien- la que «la técnica estaría basada en el respeto por el
cia, por ejemplo las críticas de Duhem y Macha los mundo natura1» 13; y Gernot Bohme, tras afirmar que
conceptos tradicionales de ley, de teoría y de expli- en la polémica entre Goethe y Newton se produjo
cación científica; el ataque de Whitehead a la mis- una genuina competencia entre teorías, sugiere que
placed concreteness, el de Rankine contra las teo- el punto de vista de Goethe habria tenido un mayor
rías hipotéticas y, especialmente, el argumento de éxito si hubiese existido entonces, como hoy, la nece-
Hanson de que toda percepción es necesariamente sidad de conservar el medio ambiente, y «si lo impor-
theory-laden . Zajonc va aún más lejos y afirma tante no fuera sólo la naturaleza, como campo de
resueltamente que el modo goetheano de entender posibles manipulaciones, sino también el papel de
la práctica científica era algo mucho más concien- la naturaleza en la vida del hombre; si lo impor-
zudamente articulado y consistente que el de la tante no fueran sólo los experimentos del hombre
mayoría de sus contemporáneos ortodoxos 11• Por con la naturaleza, sino también la experiencia de sí
último, presentan un interés especial los argumen- mismo que el hombre hace por mediación de la natu-
tos de un grupo de autores que comprenden la con- raleza>> 14 •
cepción goetheana de la ciencia a la luz de una orien- Un reproche constante en buena parte de las críti-
tación ecológico-holística de ésta que, desde su punto cas que minimizan el valor científico de los traba-
de vista, emerge en la actualidad corno un «cam- jos de Goethe ha sido el de cierta parcialidad
bio de paradigma». En esta línea, Günter Altner afir- premeditada en la elección que, del campo de in-
ma: «Goethe expresó con sorprendente claridad la vestigación, lleva a cabo con relación al mundo vege-
tal. No sólo se limita a las fanerógamas -se le impu-
ta- , sino que elige también la especie de las
blemas metodológicos y filosóficos implicados en la ciencia dicotiledóneas, sin ocuparse de la raíz, y estudiando
experimental, en especial los de la facticidad, la verificación
experimental de las teorías y la descripción matemática de
los fenómenos» (D. L. Sepper, Goethe against Newton. Towards
12
Sawing the Phenomenon, en F. Amrine y J Zucker, eds., op. G. Altner, Goethe as a Forerunner ofAlternative Science,
cit., p. 176). en F. Amrine y J. Zucker (eds.), op. cit., p. 305.
10 13
F. BuiWick, The Damnation of Newton. Goethe :S Color K. M. Meyer-Abich,Self-Knowledge, Freedom and Irony.
Theory and Romantic Perception, Gruyter, Berlín, (986. The Language of Nature in Goethe, en F. Amrine y J. Zucker
11
A. G. Zajonc, Facts as Theory. Aspect.s of Goethe:S (eds.), op. cit., p. 351. .
14
Philosophy ofScience, en F. Amrine y J. Zucker (eds.), op. cit., G. Bohme, ls Goethe's Theory ofCo/or Science?, en F.
pp. 219-246. Amrine y J. Zucker(eds.), op. cit, p. 147.
F

XX DJEGOSÁNCHEZMECA ESTUDIO PREUMINAR XX!

tan sólo las plantas de un año y no las de ciclos supe- esta situación, es necesario y urgente intentar clarifi-
riores, todo lo cual favorece su tesis central según la car tanto el concepto goetheano de naturaleza como
cual las diversas partes aéreas de la planta no son otra el que él elabora de ciencia de la naturaleza, prescin-
cosa que metamorfosis de la hoja. Motivos de esta diendo en buena medida de parte de las interpreta-
limitación del campo de investigación: una visión de ciones existentes y recurriendo a una lectura atenta de
la naturaleza místico-alquímica de fondo que es la los textos mismos del autor. Sólo una atención rela-
que impulsa a Goethe a tratar de mostrar ejemplar- tiva habrá que prestar, pues, a quienes se han procla-
mente, en el caso de los vegetales, el ritmo armóni- mado incondicionales admiradores y fieles seguido-
co universal de las formas naturales, que, según esa res de Goethe. Por ejemplo, Rudolf Steiner, que cuida
concepción mística, va de la unidad a la dualidad y y anota profusamente los escritos científicos de Goethe
vuelve de nuevo de ésta a la unidad! 5. La tesis goe- en la gran edición de Weimar tratando de imponer una
theana de la purificación progresiva de las savias, así particular interpretación, funda, en buena medida,
como la de la alternancia de expansión y contracción su antroposofia en estos escritos. Y algunos de los
como ley estructural de la fuerza de transformación autores del grupo responsable de la segunda mejor
de las plantas, serian elementos indispensables para edición existente de los textos de Goethe, la edición
la significación simbólica del fenómeno de la meta- Leopoldina, y del Goethe-Jahrbuch, han sido claros
morfosis que él habria querido ofrecer, pero que, desde defensores de la caracterización de la aportación de
el punto de vista de la botánica como ciencia, serían Goethe como «morfología idealista>>. No cabe duda
tesis descabelladas e insostenibles. de que las ideas de Goethe deben mucho al platonis-
En fin, se ha asociado demasiado a la ligera la pro- mo y al neoplatonismo, al hennetismo, a la Cábala y
ducción científica de Goethe, muchas veces desde una a la alquimia. Pero un reconocimiento bien docu-
actitud de menosprecio, con una especie de magma mentado de este tipo de influencias debe cuidar de
en el que se mezclan confusamente la herencia del distinguir muy bien cómo Goethe asimila y aprove-
hermetismo, la mística, la alquimia, el idealismo pla- cha esa inspiración, y cómo lo hacen otros movimientos
tónico, el panteísmo neoplatónico, el evolucionismo como la Naturphilosophie o la Ganzheitsbiologie.
predarwiniano y la románticaNaturphilosophie. Ante Sólo de un modo muy esquemático podemos en
este estudio tratar de poner de manifiesto esta dife-
rencia, remitiendo al lector a la bibliografia espe-
u Ha sido Ronald D. Gray quien, en un libro documenta-
cializada sobre la cuestión 16. El principio funda-
dísimo y ya clásico, ha defendido esta tesis, cuya intención es
poner de manifiesto la conexión de los planteamientos cientí-
ficos de Goethe con las especulaciones de la Cábala y de la 16
Alquimia, pero que en sus conclusiones y juicios críticos ofre- He desarrollado con más extensión mi posición en este
ce perspectivas muy !imitadoras. Cfr. R. D. Gray, Goethe the sentido en mi estudio «El naturalismo pagano de Goethe», en
Alchemlst. A Study ofAlchemical Symbolism in Goethe s~iterary D. Sánchez Meca, El nihilismo: perspectivas sobre La histo-
and Scientific Works, Cambridge Univ. Press, Cambridge, 1952. ria espiritual de Europa, Síntesis, Madrid, 2004, pp. 25-62.
XXII DIEGOSANCHEZMECA ESTUDIO PRELIMINAR XXIII

mental del hermetismo es la unidad del cosmos den la evolución como ascensión de una fuerza fun-
«todo está en todo», así como la gnosis de que un~ damental que se realiza, de forma cada vez más per-
universal analogía religa todas las cosas. Las místi- fecta, partiendo de los seres más inferiores hasta lle-
cas que se desarrollan a partir del hermetismo y del gar al hombre. Sus más conocidos representantes en
neoplatonismo entienden la vida como un eterno esta época son Kielmeyer, Oken, Spix, Caros y K.
movimiento alternativo de despliegue o expansión E. von Baer17, que constituyen un movimiento que
de lo uno hacia lo múltiple, y de repliegue o con- se prolonga más tarde en una línea de pensamiento
tracción de lo múltiple hacia la unidad primordial. contraria al exclusivismo de la teoría celular y al
En estas místicas, lo menos significativo es el núme- mecanicismo de los métodos analíticos. Es el movi-
ro de grados o etapas --que varían de una a otra- miento al que sus oponentes han calificado de
señalados en la escala entre el punto de partida y «romanticismo científico». .:,lf
el punto de llegada. Lo esencial es el progreso-regre- Esta tradición mística de fondo también está pre-
so universal de la unidad a la unidad pasando por sente en la obra de Goethe, que comparte el punto de
una multiplicidad de transformaciones intermedias. vista organicista y vitalista del mundo. También para
Un siglo antes de Goethe es Leibniz, probablemen- él hay en la naturaleza, tomada en su conjunto, una
te, quien más claramente traduce en su filosofia una fuerza organizadora análoga a la que se manifiesta
cosmovisión de este tipo, desarroJlando en su en la evolución de los seres orgánicos individuales.
Teodicea y en su Discurso de Metafisica la idea de Pero ¿ha de hacerse ya por esto, sin ir más lejos, de
que Dios se encuentra en una continua expansión Goethe un representante de la Naturphilosophie o de
y ~ontracción. Más tarde, volvemos a encontrar este la Ganzheitsbiologie? Goethe se distingue claramente
mismo doble movimiento en las distintas formula- de estos movimientos, por ejemplo, por la importan-
ciones fichteanas de la Wrssenschaftslehre, en Herder cia que él concede, en su modo de concebir la cien-
y en Schelling. En lo referente a la ciencia, en tiem- cia, a la observación empírica, así como por su des-
pos de Goethe esta tradición mística penetra en un confianza manifiesta respecto a pe~samientos
tipo de biología que se cultiva en Alemania y que abstractos y demasiado especulativos. El nunca se
hace un generoso uso de hipótesis filosóficas no definió como un filósofo de la naturaleza, sino como
veri.ficables -<:omo la del elemento dinámico (fuer- un Naturschauer, un contemplador de formas capta-
za, Impulso)-, que se imponen en la interpretación das a la vez en su concreción y en la armonfa que
de los fenómenos, empezando a aparecer, como ele- las une.
mentos de una explicación científica, nociones como
las de analogía, totalidad orgánica, polaridad, con-
tinuidad de las formas, unidad de sustancia bajo la 17 Una obra muy representativa de este grupo es la de J. Spix,
multiplicidad de las transformaciones, etc. Los cul- Geschichte und Béurtheilung aller Systeme in der Zoologie
tivadores de este tipo de biologia son evolucionis- nach ihrer Entwildungsfolge von Aristoteles bis auf die gegen-
tas, pero no en el sentido darwiníano, pues entien- wéirtige Zeit, Schrag, Nümberg, 1811.
XXIV DIEGO SANCHEZ MECA ESTUDIO PRF.UMINAR XXV

Y esto aparece ya con toda claridad como resul- ción18, entre realidad concreta e idea abstracta, entre
tado de un elemental análisis de su concepto de lo estable y lo procesual, entre lo particular y lo gene-
metamorfosis. En sus estudios botánicos, Goethe ral, entre lo sensible y lo no empírico, tensión que
llama así al proceso en virtud del cual, en algu- se refleja en el uso mismo de los términos que
nas plantas, las hojas más próximas a la flor toman Goethe emplea. Por ejemplo, la palabra «hoja>> tiene,
progresivamente el aspecto del sépalo. No entien- en el ensayo de Goethe, tanto un sentido empírico
de la metamorfosis en el sentido de que una sola - la hoja concreta de cualquier planta- como un
y misma hoja vaya tomando todas las formas dife- sentido trascendental, en cuanto que designa tam-
rentes de la planta, sino que hojas diferentes pue- bién ese órgano fundamental, no morfológicamen-
den ser comparadas entre sí desde el punto de vista te definido de una· vez, y que es aquel del que se ori-
de sus modificaciones morfológicas. Por ejem- ginan los órganos colaterales del aparato aéreo de
plo, que los pétalos, aproximándose al centro de la planta. Los vocablos «contracción» y «expansión}}
la flor, toman el aspecto de un estambre, pudién- designan, por su parte, un conjunto muy complejo
dose observar formas intermedias entre sépalo y de modificaciones sobre la consistencia, la morfo.
pétalo, y entre estambre y carpelo. La metamor- logia y el colorido de las plantas, es decir, nombran
fosis no es, pues, observable como desarrollo uni- una fuerza -dice Goethe- a la que «lo mejor sería
tario de la planta a partir de un órgano determi- asignarle una x o una y, según el método algebrai-
nado, pero sí es intuible como desarrollo de co»19. Y la dificultad del adjetivo geistig, en los diver-
posibilidades contenidas en un órgano funda- sos contextos en que Goethe lo utiliza20, se debe a
mental hipotético que, a falta de una denomina- que, aplicado a un fenómeno material, pretende
ción mejor, Goethe llamó «hoja». Así que, estric- designar la idea de la no disociación de lo ideal y Jo
tamente hablando, no puede decirse que la real, la unidad de espíritu y materia, y la concepción
metamorfosis de las plantas, tal como Goethe la básica de un proceso general progresivo de espiri··
describe, sea ni un proceso puramente empírico, tuali:zación de ésta.
ni tampoco meramente abstracto, al consistir en Por todo ello, la discusión sobre si la ciencia, tal
las transformaciones producidas por una fuerza como Goetbe la concibe y la practica, es un tipo
no observable directamente ella misma, pero cuyos de ciencia positivo--experimental, o es una ciencia
efectos sí son perceptibles al observador sobre
todo en algunos casos especiales de plantas corno
la rosa prolifera.
11
El problema epistemológico fundamental que Goethe, consciente de ello, titula su obra Versuch, die
plantea La Metamorfosis de las plantas es, en fun- Metamorphose der Pjlanzen zu erkliiren. Ver nota 36 de la pri-
mera parte de este libro.
ción de esto, el de un concepto de teoría que inten- 10
Véase el escrito Trabajos preliminares sobre la morfolo-
ta operar con representaciones en las que tiene lugar gía, al final de la primera parte de este volumen.
2
una conjunción problemática, que necesita aclara- nVer nota 25 de la primera parte de este libro.
p

XXVI DIEGO sANCHEZ MECA ESTUDIO PREliMINAR XXVII

más bien intuitiva y especulativa, es una discusión . por st' y en SI' tmsmo,
expltea . . que muehos, con- --K
smo
que tiene bastante de estéril. Porque Goethe no es siderados juntos, ordenados metódicamente, dan lo
ni un empirista propiamente dicho, ni un idealista que podria llamarse teoría>l4• En conclusión, Goethe ·.
especulativo del estilo, por ejemplo, de Schelling. piensa no sólo en formas estables y espacialmente .
Su concepción de la relación entre lo ideal y lo empí- delimitadas, sino en formas dentro del tiempo. Para ·
rico21, núcleo principal y más problemático de todo él el ser se manifiesta sólo en el devenir. Por eso, ·
su pensamiento, singulariza su posición confirién- entre Jo particular y lo general no puede haber nin- '
dole una verdadera originalidad: «Lo más elevado guna relación de subsunción lógica que haga posi- ·-
sería -dice Goethe- comprender que los hechos ble el empleo, como método, de la deducción o de .
son ya teoria [... ].No se busque nada·más allá de la inducción, sino sólo una relación de representa- •
los fenómenos: ellos mismos son ya 1a teoría>> 22 . ción simbólica que abre la pers~ectiva de una pro- •
Estas palabras bien podrían ser las de un empirista blemática metodológica inédita 5•
que defiende la mera descripción de hechos, sin En los últimos años, el agravamiento imparable
entrar a ocuparse de los fundamentos transfeno- de los problemas medioambientales y la cada vez
~énicos. Sin embargo, Goethe no concede explí- más preocupante crisis ecológica que nos amenaza
citamente valor a observaciones experimentales ais- han favorecido una revalorización significativa, por ·
ladas y unilaterales23 • En consecuencia, se entendería parte de algunos hombres de ciencia, de la pers-
mal su tesis si se creyera que lo que Goethe dice es pectiva de Goethe en sus estudios sobre la natura- '
que los fenómenos sustituyen en la teoría a las fór- leza y han permitido un análisis más positivo de su
mulas y a los conceptos. Lo que trata de decir, en propio ideal cognoscitivo26• Los argumentos de ·
realidad, es que la teoría debe reflejar el orden diná-
mjco de los fenómenos, configurarlo como tal orden,
pero teniendo en cuenta que «ningún fenómeno se 24
MR, n.0 500.
25
Lo particular representa a lo universal, «no como un sueño
o una sombra, sino como la relación momentánea viva de lo
inescrutable» (MR, n. 31 4). Goethe rechaza la deducción como
0

21
En es ta re1ac10n
. · no cabe preguntar cual • de ambos ele- derivación de la teoría de la naturaleza a partir de principios
mentos, lo ideal o lo empírico, ha de acabar imponiéndose al matemáticos abstractos (cfr., en la segunda parte de este volu-
otro hasta someterlo: «Lo particular se halla enteramente sub- men, su ensayo Sobre la matemática y su abuso), y tamb1én
ordinado a lo universal, y lo universal tiene que someterse ente- la inducción, tal como la entiende Bacon, pues, en su plantea-
ramente a lo particulan> (Maximen und Reflexionen, n.o 199, miento, no son necesarios recuentos exhaustivos de casos par-
según la numeración de la Goethes Wet*e, Hamburger Ausgabe, ticulares, sino que un solo caso representativo puede bastar si
ed. K. R. Mandelkow y B. Morawe, vol. Xll; esta obra la cita- es posible captar en él la ley que gobierna el todo. Cfr. J.
remos en lo sucesivo por esta edición con las siglas MR). Henning, «A Note on Goethe and Francis Bacon», Modern
21 Lan¡uage Quarterly, 12 (1951), pp. 201 ss.
23
MR, n. 0 488.
Ver más adelante El experimento como mediador entre
sujeto y objeto.
2
Véase, por eje".1plo, E. Morgenthaler, Von der Okono-
mie der Natur zur Okologie: die Enwicklung okologischen
J
F

XXVIII DIEGO SANCHEZ MECA ESTUDIO PREUMINAR XXIX

Goethe en su polémica con la ciencia newtoniana tibie- en el que a lo que se aspira, sobre todo, es ~
representan así también, en el marco de este con- a algo tan poco moderno y tan poco práctico-téc- l
texto metacientífico, una invitación a reconsiderar nico como es hacer posible que la naturaleza misma \
las equivocadas decisiones y orientaciones que han se exprese libremente a nosotros y en nosotros. No,
conducido a la situación actual de emergencia eco- por tanto, una precomprensión de la naturaleza como l
lógica en la que se encuentra ya la práctica totali- exterioridad a vencer, a someter y reducir a obe-
dad de nuestro planeta. diencia, ni tampoco una estimación de ella como /
La cienc1a moderna, de inspiración e influencia ámbito para la explotación y el expolio desenfrena-
newtoniana, debilitó y acabó por diluir el antiguo dos de sus recursos, sino una idea de naturaleza como 1
concepto clásico de teoría porque con sus plantea- aquello que nosotros mismos también somos y con
mientos y objetivos esta teoría no servia con efica- lo que tendríamos que sentimos en afinidad, en sin- 1
cia al interés del hombre moderno de apoderarse de tonía y en integración.
la naturaleza y dominar técnicamente sus procesos. En la concepción goetheana de la ciencia de la
Frente a ese modelo teórico clásico se impone, pues, naturaleza la relación cognoscitiva no se concibe,
o.tro que reduce drásticamente la multiplicidad y por tanto, como la que se establece entre un omni-
nqueza de los fenómenos, elimina del saber de la potente sujeto cognoscente y una naturaleza sorne-
tida pasivamente al conocimiento. En nuestro cono-
l
naturaleza todo rastro de «experiencia viviente»
de ella y renuncia a un saber de carácter sustantivo cimiento de la naturaleza es fundamental nuestro \
par~ limitarse tan sólo a la observación del compor- ser parte de ella, nuestra autocomprensión tam-
ta~ lento externo de los fenómenos y al estableci- bién como naturaleza. De ahi la importancia que, /
rmento de relaciones cuantificables entre ellos. Éste para Goethe, tiene el conocimiento de sí a la hora
es el tipo de saber sobre el que puede funcionar una de hacer ciencia. Pues somos naturaleza que se ha 1
técnica que, desde entonces, avanza imparable y exi- hecho ser humano. Cualquier ser de la naturale-
tosamente en el control cada vez mayor y en la trans- za es algo análogo al resto de lo que existe, pues
formación ya imprevisible del mundo. Pero ya los distintos seres naturales son todos ellos pro- \
Goethe vio con agudeza los riesgos de este mode- duetos de esa única naturaleza que es común a
lo de ciencia y, reconsiderando el concepto clásico todos.
de teoría, plantea un ideal cognoscitivo diferente La contemporánea filosofia de la ciencia ha pues-
-aunque no necesariamente contrario ni incompa- to de manifiesto cómo bajo los ideales cognosciti-
vos no subyacen sólo intereses teóricos, sino tam-
bién los intereses prácticos que tienen que ver con
Dent:.ens und seiner ~prachlichen Ausdrucksformen, Schmidt, nuestra necesidad de adaptación al medio y de super-
Berltn, 2000; K. M. Meyer-Abich, Praktische Naturphilosophie. vivencia. Pero entonces esto significa que las leyes
Erinnerung an einen vergessenen Traum, Fink Münchcn 1997 · que la ciencia moderna predetermina como leyes de
G. F. Frigo (ed.), Arte, scienza e natura in Goethe Tr~uben' la naturaleza no equivalen a mecanismos en sí de
Torino, 2005. ' '
r

XXX DIEGO SANCHEZ MECA ESTUDIO PRELIMINAR XXXI

funcionamiento del mundo ni son la escritura de en ella y especialmente en sus niveles de creati-
Dios en el libro de la naturaleza. Se presentan como vidad más espirituales. La condición principal
leyes de la naturaleza procesos que hay que cono- de esta contemplación es, pues, adecuarnos a la
cer y controlar si se quieren conseguir determina- naturaleza, no apropiarse ni apoderarse de ella. O
dos fines de tipo práctico-técnico. En el caso de la más exactamente aún: la intuición de la origina-
ciencia moderna de la naturaleza son esos fines prác- ria productividad de la naturaleza es la forma en
ticos los que condicionan su ideal de saber, pudién- la que la ciencia es teoría (theoria significa eti-
dose sintetizar en el objetivo del dominio absoluto mológicamente visión de Dios), o sea, experien-
de la naturaleza y su sometimiento coactivo a nues- cia de lo divino y espiritual tal como se revela
tra utilidad. Por eso, en este tipo de ciencia no es la como naturaleza creadora en sus continuas y pro-
naturaleza ni son las leyes de la naturaleza lo que se líficas creaciones. Y al ser ese producir justamente
expresa, sino un tipo de hombre y de sociedad dema- el objeto de la contemplación teorética asimilaría-
siado obsesionada por el confort, la seguridad, el mos sin dificultad la verdad de la conexión en la
lujo y el deseo compulsivo de dominio técnico del que nos encontramos todos los seres naturales. En
mundo. Para Goethe, en cambio, por encima de este su multiplicidad y diversidad sensible, la totali-
interés por el control total propio de la ciencia moder- dad de los seres naturales se hace presente en ese
na, nuestro fin debería ser actuar como naturaleza producir, pues es esa fuerza creadora inagotable
\ hecha hombre, lo cual no tiene por qué implicar nin- la fuente y el origen de donde todos proceden,
1 gún rechazo de la técnica ni de su intervención en mientras que el haber sido producidos es la natu-
el uso y control de los procesos naturales. Goethe raleza común de la multiplicidad de lo sensible.
\ entiende como un aspecto esencial de la naturale- No.es necesario hacer aquí abstracción de la plu-
za del hombre su capacidad de crear cultura. Por ralidad y diversidad de lo sensible para remontar-
tanto son posibles formas según la naturaleza de se a la unidad de lo ideal y espiritual, como desde
intervenir en su control y en su utilización. Es decir, Platón han predicado todas las formas de dualis-
se puede pensar en una técnica que fuera confor- mo. La originalidad de Goethe consiste en su con-
} me con la naturaleza y en consonancia con ella, no vicción de la posibilidad de una percepción parti-
enemiga, opuesta, depredadora y aniquiladora de cipante de lo ideal y lo espiritual en lo sensible
ella: mismo y en su diversidad.
Es evidente, pues, que en el ideal cognoscitivo Es cierto, pues, que lo que Goethe buscaba en
1 de Goethe el interés propiamente teórico preten- último término, con su ideal cognoscitivo, era la
de anteponerse y guiar en cierto sentido a los usos intuición en la que se hace presente la fuerza crea-
prácticos y técnicos de la naturaleza. Es decir, se dora misma de la naturaleza: «Cuando el alma per-
propone el estudio de la productividad de la natu- cibe una relación casi en su germen cuya armonía,
raleza a fin de que, mediante la contemplación de si estuviese enteramente desarrollada, no la podría
su fuerza inagotablemente creadora, participemos descubrir o sentir enteramente de una vez, llama-
F

\t o\ ~ _ L~~~\. ~ .
XXXII DIEGO sANCHEZ MECA ~ ESTUDIOPREUMINAR XXXID

mos a esa impresión sublime, y es la más noble de na y epistemológica de este saber, lo demues~ sus
aquellas en las que el alma humana puede partici- muchos escritos dedicados a desarrollar la 1dea de
pan>27. Esta participación es el ser de las cosas, la una Moifología como ciencia de las formas orgáni-
realidad (Wirklichkeit) de la naturaleza presente en cas y sus metamorfosis. La naturaleza no as un con-
ellas. La diferencia de Goethe con Platón, con el junto de cosas, sino un todo que se expresa en sus
neoplatonismo, con la C?flala, con el cnstianismo partes y que contiene su estructura más propia en
y con otras místicas enmarcadas en esta tradición su dinámica. Como hemos visto antes, Goethe trata,
consiste en que, para él, esta realidad «divina», la con su concepto de metamorfosis, de explicar las
Idea, no se pierde en el mundo debilitándose y des- formas orgánicas, no sólo como cosas individuali-
dibujándose cada vez más en la materia. No. hay, zadas sino también como fom1ando parte de una
para Goethe, dualismo ni oposición excluyente entre estructura polarizada y en incesante devenir. Lo orgá-
espíritu y materia, sensible e ideal. La naturaleza nico es procesualidad, lo viviente es potencialidad
comprendida como productividad creadora es, en de autoconstrucción de una forma, por lo que toda
Goethe, una naturaleza al mismo tiempo compren- forma es siempre metamorfosis. Goethe no es un ~
dida como espíritu y libertad. En Ja intuición o per- preevoJucionista, sino que su perspectiva es la de la
cepción participante de esta naturaleza e) ser huma- trans-formación de la forma, y esa transformación
no desarrolla su libertad y sus posibilidades de como metamorfosis es tanto el objetivo como el
creatividad espiritual, como se demuestra en la núcleo metodológico de la investigación. La cien-
excepcional ~ privilegiada experiencia de la crea- cia morfológica se propone comprender lo carac·
ción artística 8• En el arte no se imita la naturaleza terístico de la naturaleza como la fuerza inmanen-
en el sentido de tomar sus creaciones como mode- te a la forma, fuerza que se muestra como proceso
lo. El modelo no son los seres de la naturaleza sino orgánico de formación. No se estudian los seres natu-
la naturaleza de Jos seres, la fuerza que los ha crea- rales como cosas aisladas e individuales, sino como
do y los mantiene mientras existen. expresiones de una naturaleza que consiste en su
Que Goethe no sólo llamó la atención sobre la autoformarse; la naturaleza exterioriza una y otra
necesidad de preservar un ideal cognoscitivo teóri- vez su fuerza y su ser dando vida y forma a las cosas
co en el sentido expuesto - corno ideal regulador individuales.
de las aplicaciones prácticas y técnicas de la cien- De ahi el principio básico de la Morfología con
cia natural- sino que avanzó en la articulación ínter- el que se intenta explicar a los seres individuales
en su vinculación con el todo: toda estructura,
comprendida a la vez como una manifestación
27
Véase más adelante Estudio sobre Spinoza.
esencial y fenoménica de la naturaleza, consiste
28
Cfr. S. Azzouni, Kunst als praktisclte Wzssenschaft: Goethes en su procesualidad. Lo individual no es el resul-
Wilhe/m Meisters Wanderjahre und die Hefle Zur Morphologie, tado de un proceso de individuación que se pro-
Bohlau, KOln, 2005. duce a partir de una desvinculación progresiva de
F

XXXIV DIEGO SANCHEZ MECA ESTUDIO PRELIMINAR XXXV

su integración en el todo. Cada ser singular con- NOTA SOBRE ESTA EDICIÓN
tiene en sí la naturaleza y no de manera estática,
sino como metamorfosis y movimiento de auto- En la primera parte de esta edición se recogen los
formación. Como podrá apreciarse en los escritos escritos de Botánica publicados por Goethe en
que siguen, Goethe, en definitiva, se esfuer~a P?r Naturwissenschafi überhaupt, besonders zur Morpho-
organizar epistemológicamente una nueva cte.n~Ia logie. Erfahrung, Betrachtung, Folgerung, durch
de la .naturaleza que salga al paso del reductivis- Leben.sereignisse verbunden, Stuttgart!fübingen, 1817-
mo mecanicista y de su metodología analítico- 1824, volumen I, cuaderno 1 (publicación citada en
disociadora, apuntando hacia una unidad que debe lo sucesivo como Zur Morphologie). Estos escritos
ser comprendida a partir de las partes, pero recon- están contenidos en los volúmenes 6-8 de la edición
duciendo al mismo tiempo las partes, de nuevo, de Weimar citada en la Bibliografía. Se ha seguido,
a la unidad. Para ello, dice, «la naturaleza de Jos por otra parte, el criterio del volumen 17 de la Ge-
cuerpos orgánicos nos proporciona la ocasión más denkaUsgabe der Werke, Briefo und Gespriiche Goe-
favorable, puesto que los más perfectos se nos apa- thes, y del volumen 13 de la Hamburger Ausgabe, aña-
recen como una unidad distinta de todos los demás
diendo, a la original recopilación de Goethe, los escritos
seres; puesto que de tales unidades nosotros mis-
mos somos conscientes; puesto que el perfecto
Vorarbeíten zu einer Physiologie der Pjlanzen (Trá-
estado de salud sólo podemos captarlo en la medi- bajos preliminares a una fisiología de las plantas),
da en que sentimos, no las partes de nuestro todo, Vorarbeiten zur Morphologie (Trabajos preliminares
sino el todo mismo; puesto que todo esto no puede sobre la morfología) y Nacharbeiten und SammlWigen
ser más que en la medida en que las natural~zas (Trabajos posteriores y recopilaciones). En la segun-
están organizadas y sólo pueden estar orgamza- da parte presentamos una selección de los escritos
das y mantenidas en actividad por el estado al que goetheanos más representativos sobre teoría de la natu-
llamamos vida, nada sería más natural que tratar raleza, contenidos en los volumenes 11 y 13 de la 2.1
de establecer una zoonomia y tratar de averiguar sección de Ja edición de Weimar. El volumen 11 lleva
las leyes por las que una naturaleza orgáni~a está por título Zur Naturwissenschafi, allgemeine Natur-
determinada a vivir. En la base de esta vLda se lehre. erster Teil (la segunda parte, que tiene el mjsmo
supone, con plena justificación, una fuerza, por- título, contiene los trabajos de Goethe sobre meteo-
que la vida, en su unidad, se expresa como fuer- rología), y ha sido cuidado por Rudolf Steiner. El volu-
za no contenida en ninguna de las partes corno par- men 13 de la misma sección, que lleva por título
tes particulares»29. Para/ipomena, fue cuidado por Max Morris y con-
tiene escritos diversos, apuntes, fragmentos, y a veces
simples esquemas. A excepción de Polariliit (Polaridad)
29 y Vorschlag zur Güte (lnvitación a la benevolencia),
Véase más adelante Consideraciones sobre la Morfología
en general. que pueden encontrarse también en el volumen 16 de
f

XXXVI DIEGO SANCHEZ MECA ESTUDIO PRELIMINAR XXXVII

la Gendenkausgabe, el resto de los escritos de esta lcung der neueren Philosophie (Influencia de la nueva
segunda parte están contenidos así mismo en el volu- filosofia), Anschauende Urteilskraft (Juicio intuitivo)
men 13 de la Hamburger Ausgabe. Se ha seguido en y Bildungstrieb (El impulso de formación) fueron
su ordenación el orden cronológico de su producción. escritos en 1817, año en el que Goethe se dedica a
He aquí sus títulos originales y las fechas de su pri- fondo al estudio de la obra de Kant. Fueron publica-
mera aparición: Studien nach Spinoza (Estudio sobre dos en 1820 en Zur Morphologie, I, 2, 1820; Bedenken
Spinoza), escrito entre 1784 y 1785, publicado por und Ergebung (Reflexiones y resignaciones), escrito
primera vez por Bernhard Suphan, «Goethe und en mayo de 1818 y publicado en Zur Morphologie,
Spinoza», en Fetschrift zur Sakularfeier Friedrich- I, 2, 1820; Frezp1dliche Zuruf(Llamamiento amiga-
Wederschen Gymnasium, Berlín, 1891; Naturlehre ble), Meteore des literarischen Himmels (Meteoros
(Teoría de la naturaleza), publicado por primera vez ~n el cielo literario) y Erfinden und Entdecken (Inventar
en Deutscher Merkur, febrero-marzo de 1789; Der y descubrir) fueron escritos en 1820 y publicados en
Versuch als Vermittler von Objekt und Subjekt (El expe- Zur Morphologie, I, 3, 1820; Physisch-Chemisch-
rimento como mediador entre sujeto y objeto), fecha- Mechanisches Problem (Problema fisico-químico-
do el 28 de abril de 1792, enviado a SchilJer e118 de mecánico), publicado por Goethe en Zur Natur-
julio de 1789, fue publicado por primera vez en Zur wissenschaft, vol. II, cuaderno 1, 1823; Probleme
Morfologie, II, 1, 1823; Beobachten und Orden (Problemas), fue enviado por Goethe a Ernst Meyer,
(Observar y ordenar), escrito póstumo, probablemen- profesor de Botánica en Konigsberg, el 2 de febrero
te de 1792; Symbolik (Sobre los símbolos), escrito de 1823. Publicado en Zur Morphologie, TI, l, 1823;
póstumo, compuesto en 1794; In wiefern die Idee: Bedeutende Fordernis durch ein Einziges Geistreiches
SchOnheit sei Vollkommenheit mit Freiheit, auforga- Wort (Petición significativa por una palabra inteli-
nische Naturen angewendet werden konne (En qué gente), escrito en 1823 y publicado este mismo año
medida la idea de que la belleza es perfección en la en Zur Morphologie, Il, 1; Ernst Stiedenrolh
libertad puede ser aplicada a las naturalezas orgáni- Phsycologie zur Erkliirung der Seelenerscheinungen
cas), póstumo, enviado por Goethe a Schiller el 30 de (Emst Stiedenroth: Psicología para la explicación de
agosto de 1794 y publicado por primera vez en el los fenómenos anímicos), escrito en 1824 y publica-
Jahrbuch der Goethe-Gesellschaft, 1953-1954, al haber do en Zur Morphologie, II, 2, 1824; Über Mathematik
sido encontrado en 1953 entre los escritos de Schiller und deren Missbrauch so wie das periodische
por Günther Schülz; Das reine Phiinomen (El fenó- Vorwalten Einzelner wissen.schaftlicher Zweige (Sobre
meno puro), fechado por Goethe ell5 de enero de la matemática y su abuso), fechado por Goethe el 12
1798, póstumo; Polaritiit (Polaridad), esbozo para unas de noviembre de 1826, fue publicado por vez prime-
lecciones de :fisica dadas por Goethe en 1805. Se publi- ra en el Nachlass de la Vollstandige Ausgabe letzter
ca por primera vez en la edición Weirnar; Vorschlag Hand, 1827 ss.; Naturphilosophie (Filosofía de la natu-
zur Güte (Invitación a la benevolencia), escrito en 1817 raleza), publicado por Goethe en Kun.st undAltertum,
y publicado en Zur Morphologie, I, 3, 1820; Einwir- VI, 1, 1827; Die Natur (La naturaleza), Erliiuterung
....
F

XXXVIII DIEGOSANCHEZMECA ESTUDIO PRELIMINAR XXXIX

general de las obras de Goethe reproduce, a excepción


zu dem aphoristichenAufsatz «Die Natur» (Explicación de los documentos administrativos, todos Jos textos de
del ensayo aforístico <<La naturaleza>>): el autor de Die Goethe, incluso los menores fragmentos y las más peque-
Natur -escrito publicado por vez primera anónima- ñas variaciones. La sección II se organiza como sigue:
mente en el Tieforther Jouunal en 1783- es, según Morphologie (vols. 6-8), Geologie (vols. 9·1 0), Allgemeine
el testimonio de la señora Von Stein, Georg Cbristoph Naturwissenschaft (vol 11 ), Meteorologie (vol. 12),
Tobler, teólogo suizo (1757-1812). El mismo Goethe Paralipomena (vol. 13}.
- Goethes Werke, Vollstiindige Ausgabe in vierzig TeiJen.
confirma, en una carta a Knebel del 3 de marzo de Auf Grund der Hempelschen Ausgabe neu herausgegeben,
17831 no ser él el autor. Sin embargo, refleja las con- Bong & Co., Betlín/Leipzig/Wien/Stuttgart, 1909 ss Los
cepciones de Goethe del modo que puede compro- volúmenes 36-40, Zur Naturwissenschafi, han estado al cui-
barse en su comentario. Por eso ha sido recogido, junto dado de S. Kalischer.
a éste, en todas las ediciones de las obras científicas - Die Schriften zur Naturwissenschaft, VollstCindige mit
de Goethe. El comentario, Erliiuterung. .., está fecha- · Erliiuterungen verseheneAusgabe herausgegeben im Auflrage
do por Goethe el24 de mayo de 1828; dedicado al der Deutschen Akademie der Natwforscher Leopoldina,
eds. R. Matthaei, WTroll und K Lothar, Bohlau, Weimar,
Canciller Von Müller, fue publicado por primera ve'!) }947 SS.
por Eckermann en el penúltimo volumen de la - Gedenkausgabe der Werke, Briefe u.nd Gesprl.iche, eci Emest
Volstiindige Ausgabe letzter Hand, Analyse und Beutler, Artemis Verlag, Zürich, 1948-1954, 24 vols. Los
Synthese (Análisis y síntesis): según su diario, Goethe volúmenes 16 y 17 llevan por título Zur NaturYoJissenschafl,
leyó las lecciones de Cousín, de las que trata este frag- y han sido cuidados por H. Fischer.
mento, entre mayo y julio de 1829. El escrito fue publi- - Werke, Komrnenlare und Register. Hamburger Ausgabe, ed.
E. Trunz, Christian Wegner Verlag, Hamburg, 1955-1971.
cado, por vez primera, en la Ausgahe letzter Hand; Los tomos 13 y 14, Naturwissenschafliche Schrlften, han
Physische Wirlamgen (Efectos fisicos); es el esquema estado al cuidado de D. Kuhn y R. Wanlonüller.
de una carta de la que no consta ni la fecha ni el des-
tinatario. Fue publicado por primera vez en la edición
Weimar. 2. OBRAS CIENTÍFICAS PUBLICADAS POR GOETHE

- J W Goethe Herzoglich Sachsen- Weimarischen Gehei-


menraths Versuch die Metamorphose der Pjlanzen zu erklii-
BIBLIOGRAFÍA ren, Carl Wilhelm Ettinger, Gotha, 1790.
- Sammlung zur Kenntnis der Gebirge von und um Karlsbad
l. LAS OBRAS CIENTÍFICAS DE GOETHE angezeigt und erliiutert von Goethe, Karlsbad, 1807. ~1
EN LAS EDlCIONES DE SUS OBRAS COMPLETAS - Der Kammerberg bei Eger, beschrieben von Herrn
Geheimerath von Goethe, en Leonhards Taschenbuch für
- Naturwissenschajiliche Schriften, Abt. ll de la Goethes die gesamte Mineralogie, Frankfurt, 1809.
Werke, Herausgegeben im Auftrag der Grossherzogin - Zur Naturwissenschaft überhaupt, besonders zur Morpho-
Sophie von Sachsen, 133 vols. repartidos en cuatro sec- logie. Erjahrung, Betrachtung, Folgerung, durch Leben-
ciones: Werke, Naturwissenschafiliche Sch~·iften, Tagebü- sereignisse verbunden, Stuttgartffubingen, 1817-1824.
cher, Briefe, Bohlau, Weimar, 1887-1919. Esta edición
r
ESTUDIO PRELIMINAR XLI
XL DIEGO SANCHEZMECA
3. ESTUDIOS
- Príncipes de Phüosophie Zoologique. Discutés en Mars 1&30
au sem de 1' Académie royale des sciences par Mr. Geofftoy ABERCROMBJE, M. : «Goethe as Biologist», New Biology, 8
de Saint-Hi1aire, París, 1830. (1950}, pp. 112-128.
- Versuch über die Metarnorphose des Pflanzen. Übersetu ADL ER, J.: Eine fast rnagische Anziehungskraft. Goethe s
von Friedrich Soret, nebst geschichtlichen Nachtriigen, «Wahlverwandschaftem> und dje Chemie seiner Zeit, Becl(,
Stuttgan, 1831. München, 1987.
- Über den Zwischenkiefer des Menschen und der 1iere, Jena, AGASSI, J.: <cTowards a Historiography of Science», History
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TEORÍA DE LA NATURALEZA

1
¡
1

1
r

PRIMERA PARTE

FORMACIÓN Y TRANSFORMACIÓN
DE LAS NATURALEZAS ORGÁNICAS

JUSTIFICACIÓN DE LA EMPRESA

Cuando el hombre, inducido a una viva observa-


ción, comienza a mantener una lucha con la natura-
leza, siente ante todo el impulso irrefrenable de so-
meter a sí mismo los objetos. Sin embargo, muy
pronto éstos se le imponen con tal fuerza que
siente cuán razonable sea reconocer su poder y res-
petar su acción. Apenas se convenza. de este
influjo recíproco, caerá en la cuenta de un doble in-
finito: por parte de los objetos, Ja multiplicidad del
ser, del devenir y de las relaciones que se entrecru-
zan de un modo viviente; por parte de él mismo, la
posibilidad de un perfeccionamiento ilimitado en
la medida en que sea capaz de adaptar, tanto su
sensibilidad como su juicio, a formas siempre nue-
vas de recepción y de reacción. Esto le proporciona
un goce elevado, y decidiría la fortuna de su vida si
obstáculos internos y externos no se opusiesen al
bello transcurso de ésta hasta su culminación. Los
años, que primero daban, luego empiezan a tomar;
uno se contenta, en su medida, con lo adquirido, y
(3}
r
4 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORÍA DE LA NATURALEZA 5

se disfruta tanto más en silencio cuanto que, en lo En este conflicto nos encontramos desde hace
exterior, es rara una participación sincera, pura y mucho tiempo. Por ello, muchas cosas han sido he-
estimulante. ¡Qué pocos se sienten entusiasmados chas y muchas otras destruidas; y yo no cedería a
con lo que aparece sólo al espíritu! Los sentidos, el la tentación de entregar mis puntos de vista sobre
sentimiento, la pasión ejercen sobre nosotros un la naturaleza al océano de las opiniones, en una
poder mucho mayor, y con razón, pues hemos na- frágil barquichuela, si no hubiese sentido, en la
cido, no para observar y meditar, sino para vivir 1• hora del peligro tan recientemente pasada3, cuánto
Desgraciadamente, también en aquellos que se valor tienen para nosotros los papeles en los que,
ocupan del conocimiento y del saber encontramos más tempranamente, decidimos registrar una parte
un interés más escaso del deseable. Para el intelec- de nuestro ser.
tual, para el que afirma lo individual, para quien Pero la que con brío juvenil más veces yo so-
observa y distingue con cuidado, en cierto modo es ñara como una obra, surge sólo como un esbozo,
algo de peso lo que viene de una idea y a ella re- como una recopilación fragmentaria, y actúa y luce
conduce. A su modo, él está en su laberinto como como lo que es.
en casa, sin andar preocupado por un hilo que lo ¡Y cuánto más tendría que decir para recomen-
conduzca de una parte a la otra con mayor rapidez; dar a la buena voluntad de mis contemporáneos es-
y un metal que no está acuñado, o que fuera incon- tos vetustos bosquejos de los que, sin embargo, al-
table, podrfa llegar a ser para él una posesión fasti- gunas partes en concreto están más o menos desa-
diosa. Por el contrario, quien se encuentra en un rrolladas! Pero muchas cosas que aún se podrían
punto de vista superior, desprecia con facilidad lo decir, irán siendo introducidas mejor en el trans-
individual y congrega en una universalidad mortí- curso de la empresa.
fera lo que tiene una vida propia2 •
INTRODUCCIÓN AL OBJETO


1
Ésta es una idea muy repetida por Goethe. Aparece, por Cuando reparamos en los objetos de la natura-
eJemplo, en la recens1ón que hace de las ideas de Alexander leza, y en particular en los vivientes, deseamos te-
von Humboldt sobre los caracteres fisiognómicos de Jos vege-
tales, en el año 1806: «Pasamos por el reino del saber, de la
ciencia, sólo pata volver mejor equipados a la vida.» También
en una carta del 28 de septiembre de 1770 a Hezler, se lee: ración es encontrar el equilibrio entre ambos, y esta preocupa-
«Como la primera mirada física, tampoco la primera mirada ción le acompaña durante toda su vida. Véase, a este respecto,
moral sobre el mundo aporta a nuestro entendimiento o a nues- el planteamiento que de este problema hace, al fmal de su vida,
tro corazón una impresión distinta; se ve antes de saber que se en el escrito Análisis y slntesis, en Ja segunda parte de este vo-
ha hecho, y es sólo mucho después cuando se aprende a reco- lumen.
nocer lo que se ve.» 3 Se refiere Goetbe aquí al saqueo de Weimar por las tropas
2
Goethe señala aquf la tensión entre inducción y deducción francesas, después de la batalla de Jena, el 14 de octubre de
como métodos de pensamiento de dificil conciliación. Su aspi- 1806.
r
1

6 JOHANN WOLFGANG VON GOEfHE TEORlA DE LA NATURALEZA 7

ner una visión de conjunto de su ser y de su actuar, El idioma alemán tiene la palabra Gestalt
y creemos que podemos lograr mejor ese conoci- (forma) para designar la complejidad existente de
miento mecliante la descomposición de sus partes; un ser real. Pero en este ténnino, el lenguaje abs-
en realidad, también este camino es apropiado para trae, de lo que es móvil, un todo análogo y lo fija
llevarnos a eso. Pues que la Química y la Anatomía en su carácter como algo establecido y acabado.
han contribuido a la comprensión de la naturaleza, Sin embargo, si consideramos todas las fonnas, en
no hacen falta muchas palabras a los amigos del particular las orgánicas, no encontramos en nin-
saber para traerlo a su memoria. guna parte fonnas subsistentes, o sea, formas que
Pero estos esfuerzos analíticos, llevados siem- no se muevan porque hayan alcanzado ya super-
pre adelante, comportan también muchas desventa- fección, sino que todas fluctúan en un continuo de-
jas. Lo que primeramente es un ser vivo se des- venir. Por eso nuestro idioma utiliza la palabra Bil-
: compone en elementos, sin que sea posible des- dung (formación) para designar, tanto lo que ya se
pués recomponerlo ni devolverle nuevamente la ha producido, como lo que está en vías de produ-
1 v]da. Esto vale para muchos cuerpos inorgánicos, cirse.
no digamos ya para los orgánicos. Así pues, puesto que queremos introducir una
Por eso, en los hombres de ciencia de todos los Morfología, no debemos hablar de formas, y si
tiempos se ha hecho sentir también ese impulso a usamos esta palabra será pensando sólo en una
! conocer las formaciones vivientes en cuanto tales, idea, en una noción o en algo que se fija en la expe-
a comprender en sus mutuas relaciones las partes riencia sólo durante un momento.
externas y tangibles considerándolas como indica- Lo ya formado pronto se verá de nuevo transfor-
ciones de su interior, y así dominar la totalidad me- mado, y si queremos alcanzar una intuición vi-
diante la intuición. Acerca de cómo esta aspiración viente de la naturaleza, tenemos que mantenemos
científica se relaciona íntimamente con el impulso flexibles y en movimiento, según el ejemplo
artístico e imitativo, es algo sobre lo que no vamos mismo que ella nos da.
a insistir ahora. Sí descomponemos un cuerpo en sus partes se-
Se encuentran, pues, en el devenir del arte, del gún el modo de proceder de la Anatomía, y dividi-
saber y de la ciencia muchos intentos de desarro- mos nuevamente estas partes en aquéllo en lo que
llar y fundamentar una doctrina que nosotros lla- se dejan descomponer, podemos alcanzar esos
maremos Morfologfa. Bajo cuántas formas apare- principios a los que se ha dado en llamar partes si-
cen tales intentos, es algo de lo que hablaremos en milares. Ahora no vamos a hablar de ellos, sino
la parte histórica4 . que vamos a centrar nuestra atención en una má-
xima sobre el organismo que expondremos como
sigue: «Todo ser viviente no es un ser individual,
4 sino una pluralidad». Y aun cuando se nos muestre
Véase más adelante el fragmento Historia de mis estudios
botánicos. como individuo, sigue siendo una reunión de seres
.r
8 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 9

vivientes y autónomos, que son iguales según la mediante semillas. Ésta no es más que el desarrollo
idea o según el lugar, pero que, en la apariencia, de una multitud de individuos iguales a partir del
pueden llegar a ser, tanto jguales o análogos, como seno de la planta-madre.
desiguales o diferentes. Estos seres están, en parte, Se puede ver así que el misterio de la reproduc-
originariamente ya unidos, y, en parte, se reúnen ción por semillas se descubre en aquella márim~; y
ellos; luego se separan, y de nuevo vuelven a bus- obsérvese y piénsese al respecto que la ser':ulla
carse, generando así una producción infinita en to- misma, que parece presentarse como una urudad
das las direcciones y en todas las modalidades. individual, es ya una reunión de seres iguales y
Cuanto más imperfecta es la criatura, tanto más análogos. Comúnmente se toma el haba como
estas panes son iguales entre sí o análogas, y tanto ejemplar más claro de la germinación. Tómese un
más se asemejan al todo. Cuanto más perfecta sea haba antes de que gennine, o sea, cuando aún está
la criatura, tanto más diferentes serán, en cambio, completamente envuelta, y, una ve~ abierta, enco~­
las partes entre sí. En el primer caso, el todo es más traremos primeramente los dos cottledones, que sm
o menos igual a las partes; en el segundo, el todo es razón alguna suelen compararse con la placenta; en
diferente de las partes. Cuanto más semejantes son realidad estos cotiledones son dos verdaderas ho-
las partes entre sí, tanto menos subordinadas están '
jas sólo que aún atrofiadas y como llenas de banna,
.
las unas a las otras. La subordinación de las partes pero que llegan a verdear al aire Y. a la luz. A con~­
1• es señal de una criatura más perfecta. nuación veremos como una plunnlla, que, en reali-
Puesto que en todas las fórmulas generales, por dad, es una pareja de hojas desarrolladas y capaces
muy meditadas que estén, hay siempre algo de ina- de posteriores desarrollos. Si se considera además
ferrable para quien no sabe aplicarlas y proporcio- que dentro de cada pecíolo se esconde una yema
narles los ejemplos necesarios, queremos, desde el -no en acto, sino en potencia-, se reconocerá
principio, dar algunos de tales ejemplos, ya que que aquella semilla, simple en apariencia, consti-
todo nuestro trabajo estará dedicado a la explicita- tuye una reunión de más individualidades, que se
cíón y a la ampliación de estas ideas y de estas má- pueden llamar idealmente iguales y empíricamente
ximas. análogas.
Que una planta, o un árbol, que se nos presentan Pues bien, que lo que es idealmente igual pueda
como seres individuales, se compongan de meras aparecer empíricamente como igual o como aná-
particularidades internamente iguales y análogas logo, tanto como completamente desigual y dife-
entre sí y respecto al todo, es algo de lo que no rente, es en lo que consiste esa vida de la ~atura­
cabe la menor duda; piénsese tan sólo en las plan- leza llena de movimiento, que tratamos de ilustrar
tas que se reproducen por acodadura. La yema de en e'stas páginas. Citaremos, para mayor claridad,
la última variedad de un árbol frutal echa una rama un ejemplo sacado del nivel más inferior del reino
que, a su vez, produce cantidad de yemas iguales. animal. Hay infusorios que se mueven, ante nues-
Y de modo parecido tiene lugar la reproducción tros ojos, en un medio húmedo, con movjmientos
10 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORfA DE LA NATlJRALEZII 11

bastante simples, pero que, apenas se les deja en bol rígido y de larga vida, mientras que el animal
seco, estallan y se esparcen en una multitud de cor- se ennoblece en la más elevada movilidad y liber-
púsculos en los que, probablemente, se habrían di- tad humanas.
vidido también en el medio húmedo siguiendo un La gemación y la proliferación son, una vez
proceso natural. De este modo, los infusorios pro- más, dos principios fundamentales del organismo,
ducen una descendencia sin fin5 . Por el momento, procedentes de aquel teorema de la coexistencia de
esto puede ser suficiente, ya que, en una presenta- numerosos seres iguales y análogos, que simple-
ción más completa, este aspecto habrá de ser tra- mente Jo ponen de manifiesto de un modo doble.
tado de nuevo. Trataremos de seguir estas dos vías a través de todo
Si tomamos plantas y animales en su estado más el mundo orgánico, para alcanzar y ordenar muchos
incompleto apenas pueden distinguirse entre sí. Un seres de la manera más intuitiva posible.
punto de vida fijo, móvil o semímóvil es cuanto Observando el tipo vegetal, enseguida situamos
apenas resulta observable por nuestros sentidos. Si en él un arriba y un abajo. La parte inferior está
estos primeros principios -que pueden determi- constituida por la raíz, cuya acción se desarrolla en
narse en una o en otra dirección-llegan a conver- la tierra y pertenece a la humedad y la oscuridad,
tirse en planta en virtud de la luz, o en animal en mientras, en sentido diametralmente inverso, el ta-
virtud de la oscuridad, es algo que no somos capa- llo, el tronco o lo que ocupe su lugar, se levanta ha-
ces de precisar, aunque observaciones y analogías cia el cielo, el aire y la luz.
al respecto no faltan 6• Podemos decir, pues, que las Cuando observamos esta maravilla y el modo en
criaturas que van emergiendo poco a poco de que se produce, aprendemos a mirar más de cerca,
una afinidad casi indistinguible como plantas o encontrándonos con otro importante principio fun-
como animales se perleccionan en dos direcciones damental del organismo: que ninguna vida puede
opuestas, de modo que la planta lo hace como ár- prosperar sobre la superficie y exteriorizar por sí
misma su fuerza productiva; la energía de la vida
necesita de un envoltorio que la proteja contra los
5 La ocupación de Goelhe en el estudio de los infusorios. rigores de los elementos externos, ya sea el agua, el
por esta época, queda reflejada, por ejemplo, en las cartas a la aire o la luz, defendiendo su delicada existencia de
señora von Stein del 16 de marzo y del 17 de abril de 1786, así modo que ésta pueda llegar a cumplir lo que espe-
como en las escritas a Jacobi el 17 de abril y el 5 de mayo de
este mismo año. cíficamente corresponde a su interioridad. Este en-
6
Voigt había expuesto esta idea en su System der Botamk voltorio puede aparecer como corteza, como piel o
(1806), pero Goethe la cita con toda precaución en la medida como concha, pero todo lo que ha de tomar vida,
en que, en el estado en que entonces se encontraba la investiga- todo lo que ha de actuar de manera viviente, debe
ción, esta cuestión no podía recibir una confirmación por parte · estar a cubierto. Y todo lo que está vuelto al exte-
de la expetienda. Sobre los experimentos de Goethe acerca de
la dependencia que las plantas tienen de la Juz, véase la carta a rior, poco a poco, precozmente, va hacia la des-
Schiller del22 de junjo de 1796. composición y hacia la muerte. Las cortezas de los
r
12 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 13

árboles, las membranas de los insectos, los pelos y desde los tiempos de Adán, se habían apoderado de
las plumas de los animales, incluso la piel del hom- las mentes en general, incluso de las mejores. Lin-
bre, son envoltorios que permanentemente se pier- neo, con la fuerza de su talento, había impuesto un
den, son eHminados y abandonados a la no-vida. rumbo, tan detenninante como decisivo, a un modo
Pero detrás de ellos siempre se forman nuevos en- de representación de incidencia especial en lo refe-
voltorios, y bajo éstos la vida, más superficial o rente a la formación de las plantas, que parecía
más profunda, va tejiendo su trama creadora. concordar muy bien con la mentalidad de la época.
Mi honesto esfuerzo quedó, en consecuencia,
sin ningún efecto. Pero yo, contento por haber en-
PREMISA AL CONTENIDO contrado un hilo conductor en mi camino solitario
y silencioso, observé todavía más atentamente la
De la presente recopilación sólo ha sido impreso relación, la acción recíproca entre los fenómenos
con anterioridad el ensayo La metamorfosis de las normales y los anormales. Observé lo que la sola
plantas, que apareció él solo en 1790, teniendo una experiencia me proporcionaba generosamente, y
acogida fría y hasta hostil. Este rechazo era, no dediqué un verano entero a una serie de experi-
obstante, algo completamente natural: la doctrina mentos que debían enseñarme cómo, mediante un
del encapsulamiento, así como la noción de prefor- exceso de alimento, se impide la fructificación, y
mación7 y el desanollo sucesivo de lo que existe

p. 64). El correlato necesario de esta teorfa de la preformación


1
Según la teoría de la preformación, todo nuevo ser está es la del encapsulamiento múltiple. Si todo ser vivo está pre-
contenido~ ya en el óvulo (ovulistas), ya en el espermatozoide viamente contenido en la semilla de otro ser vivo en un estado
(espermatJstas), antes de la fecundación. Se niega, pues, la idea microscópicamente reducido, deberá, a su vez, contender otros
de generación propiamente dicha. Para los espermatistas, el pa- seres preformados aún más reducidos, y así hasta el infinito, de
pel de la hembra se limita a proporcionar al embrión las condi- modo que en el ovario de la primera mujer o en las vesículas
ciones para su desarrollo, mientras que para los ovulistas, el seminales del primer hombre debfan estar encapsuladas unas
macho tan sólo pone en marcha el proceso evolutivo. En cual- dentro de otras todas las generaciones que han constituido y
quier caso, no hay produción de un ser nuevo, sino despliegue constituirán la raza humana. Es importante la observación de la
de un individuo ya constituido en todos sus órganos, que se en- relación de estas teorías, en cuanto a su credibilidad y defensa
cuentra replegado sobre sí mismo en el volumen mínimo del por parte de quienes las profesaban. con el impacto producido
embrión: «Las plantas y los animales son ingenerables e ünpe- por la aplicación del microscopio en biología y anatomía: el
re~ederos [... 1. proceden de semillas prefonnadas y, por consi- mundo de lo infinitamente pequeño hace su aparición, po-
gUiente, de la transformación de seres vivientes preexistentes. niendo en circulación la existencia de realidades que, por su
~ay pequeños animales en el semen de los grandes que, me- pequeñez, no podemos captar a simple vista o ni siquiera con el
dtante la concepción, adquieren un entorno nuevo que se apro- microscopio. Cfr., para más detalle, F. Moiso, «Preformazíooe
plan y en el que pueden nutrirse y crecer para salir a un teatro ed epigenesi nell'eta goethiana», en V. Yerra, 11 problema del
más gr~nde» (W. Leibniz, Los principios de la naturaleza y de viYente tra Settecento e Ottocenro. AspettifiloS(~fici, biologici e
lagrac1a, trad. cast. M. Ga.rcíaMorente, Porrúa, México,1977, medici, Istituto della Enciclopedia Italiana, Roma, 1992.
,....

14 JOHANN WOU'GANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 15

cómo, mediante la escasez de alimento, se acelera. Al mismo tiempo que me ocupaba en estos estu-
Aproveché la ocasión de disponer de un inver- dios, mi atención se dirigía también a la anatomía
nadero, que podía iluminar u oscurecer a voluntad, comparada de los animales, sobre todo de los ma-
para aprender a conocer la acción de la luz sobre míferos, disciplina que había suscitado ya un gran
las plantas; los fenómenos de la decoloración me interés. Buffon y Daubenton hicieron mucho.
ocuparon preferentemente, así como experimentos Camper9 aparece como un meteoro del espíritu,
con discos de cristal coloreado. ciencia, talento y actividad; Sommening 10 se mos-
Y como hubiese adquirido suficiente habilidad tró admirable~ y Merck 11 aplicó a eslos problemas
1
para juzgar, en muchos casos, las variaciones y su entusiasmo siempre vivo. Con estos tres científi-
1 transfonnaciones orgánicas del mundo vegetal, así cos mantuve las mejores relaciones, con Camper
corno para reconocer y derivar de ellas la sucesión epistolares y con los otros dos personales o mante-
de las formas, quise conocer también más de cerca niendo el contacto durante las ausencias.
las metamotfosis de los insectos&. En el transcurso de mis estudios fisiognómicos,
Nadie negaba esto: que el ciclo vital de estos se- hubo de ocupar mi atención la significatividad y
res es una transformación continua, que se puede versatilidad de las formas, sobre lo cual muchas
ver con los ojos y tocar con las manos. Mi más tem- veces trabajaría y discutiría con Lavater. Más tarde,
prana experiencia de largos años con la cría del gu- en mis frecuentes y más largas estancias en Jena, y
sano de seda, constituia un conocimiento que toda- gracias a la infatigable preocupación didáctica de
v~a c~nservaba; y lo amplié observando y haciendo
11
dtbuJar muchos géneros y especies de insectos,
desde el huevo hasta la mariposa, dibujos estos de
9 Peter Camper (1722-1789) fue un prestigioso anatomista
los que me han quedado los más apreciables.
bolaodés, contrario a la hipótesis de la existencia en el hombre
. Aquí no hay conflicto alguno con lo que trans- del hueso intermaxilar. Cuando Goethe cree haber descubierto
mite Ja tradición escrita, y yo sólo necesitaba trazar este hueso en el cráneo humano, le envía a Campee su memoria
un esquema tabular para engarzar de manera lóaica Dem Menschen wie den Tieren ist ein Zwi.schenJcnochen der
mis experiencias individuales, y alcanzar así ~na obem Kinnlade zuzuschreiben (1786), que no tiene la acogida
clara visión general del admirable proceso vital de que Goethe esperaba. Para algunos detalles de interés sobre
esta cuestión cfr. G. A. Wens. Goethe and the lmermaxillary
estas criaturas. De estos esfuerzos trataré de dar Bone, en The British Journal jor the History of Science. 3
cuenta _ta~b~én, y lo haré con total tranquilidad, (1967), pp. 348-361; H. Brauning-Oktavio, Vom Zwischenkie-
pues IDl oplDlón no contradice la de ningún otro. ferknochen zur Idee des Typus. Goethe als Narurforshcer in
den Jahren 1780-1786, J. A. Barth, Leipzig, 1956.
•o Sommering (1755-1839) es otro anatomista notable del
que Goethe conocía la obra Vom Bau des menschlichen Kor·
R A~e~ca de este estudio de los insectos por parte de Goelhe
pers.
11 J. H. Merck (1741-1791) fue discfpulo de Camper, al que
dan notJcta las cartas a Schiller del 8 de febrero de 1797 y del 3
de mayo de 1798. profesaba una veneración ilimitada.
r
16 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 17

Loder 12, pude alegrarme de alcanzar una compren- considerar la belleza como algo real, inmanente a
sión más exacta de la formación animal y humana. los objetos, o, por el contrario, como algo relativo al
El método antes empleado en el estudio de las que la observa y la reconoce, y, por tanto, como algo
plantas y de los insectos me guió también en este convencional e individual.
c~no, de modo que, en el aislamiento y la compa- Entre tanto, yo me había dedicado a la histolo-
racJón de las formas, la formación y transformación gía, pues en el esqueleto se nos ha conservado,
tenían que poderse expresar también en el lenguaje. de manera segura y para la eternidad, el carácter
Los tiempos de entonces eran, no obstante, más exacto de toda forma. Reuní fósiles más antiguos y
sombríos de lo que ahora se pueda imaginar. Se más recientes y, durante mis viajes, miré atenta-
afirmaba, por ejemplo, que sólo dependía del hom- mente aquellas criaturas cuya formación pudiera
bre ca~inar a sus anchas a cuatro patas, y que los resultarme instructiva en su totalidad o en aspectos
o~?S, Sl se tuvieran durante algún tiempo en posi- particulares.
cJon erecta, podrían Uegar a ser hombres. El audaz Y enseguida sentí la necesidad de establecer un
Diderot aventuró cierta propuesta acerca de cómo tipo, por referencia al cual poder examinar a todos
se podría.n producir faunos con pies de cabra para los mamíferos según su concordancia o su diver-
q~e~ P?niéndole~ Ja librea, sirvieran de adorno y gencia con él. Y como ya antes había buscado la
dtstinctón espectal en los carruajes de los ricos y planta originaria (Urpflanze), así trataba ahora de
de los poderosos. encontrar el animal originario (Urtier), es decir, el
Durante largo tiempo parecía imposible encon- concepto o la idea de animal.
trar la diferencia entre hombre y animal, hasta que, Pero mi ardua y fatigosa investigación se víó
P?r .fin. se creyó de modo terminante que el mono se aliviada y endulzada entonces con la obra de Her-
distinguía de nosotros por llevar sus cuatro incisivos der, Ideas sobre la historia de la humanidad. Nues-
en un hueso empíricamente aislable; y así, la ciencia tras conversaciones diarias versaban sobre los co-
~ntera oscilaba entre lo serio y lo jocoso, entre los mienzos originarios del agua-tierra, y sobre las
mtentos de confirmar medias verdades y los de pres- criaturas orgánicas que más antiguamente se desa-
tar al e':or una apariencia cualquiera, ocupándose y rrollaron a partir de ella. Discutíamos siempre so-
ma.r_tte~éndose en un tipo de actividad caprichosa y bre el origen primero y la evolución incesante, y
arbJtrana. La confusión más grande fué, sin em- los conocimientos que ya poseíamos se enrique-
bargo, la que originó la disputa sobre si se tenía que cían así y se precisaban diariamente mediante la
mutua comunicación y la confrontación de ideas.
12
Con otros amigos 13 me entretuve también entu-
Justus Christian Loder (1753-1832) fue profesor de ana-
tomía y cirugfa en Jena entre 1778 y 1803, y después Jo fue en
Hall, en Polonia y en Rusia. Fue el iniciador de Goehte en los ' 3 Además de con Herder, Goethe mantiene un lrato muy
es.tudios de anatomía y el primero en reconocer su descul>ri- estrecho por esta época con Batsch, Voigt, Scbelver, Riemer,
ouento del hueso intennaxilar. los hermanos Humboldt, Schiller, Nees von Esenbeck, etc.
18 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 19

siasmado con estos problemas que me apasiona- Sckell 14 ; jóvenes de la nobleza, entre los que re-
ban, y estas conversaciones no quedaron sin un cuerdo con tristeza al prematuramente fallecido
efecto y sin un beneficio recíprocos. Por ello, tal Wedel 15 , seguían sus huellas. Una revisión de todas
vez no fuera presuntuoso imaginarnos que muchas las reservas forestales, basada en mediciones, es-
de es_tas ocurrencias que, a través de la tradición, se taba llevándose a cabo, y se preveía con mucho
han 1do propagando en el mundo científico, den tiempo la distribución de las taJas anuales.
1 También el país empezaba a levantarse desde el
ahora frutos de los que podamos alegrarnos, in-
: cluso cuando no siempre se recuerda el jardín pri-
mero que proporcionó los acodos.
punto de vista económico; se impulsaba el cultivo
de las plantas forrajeras, mientras que al pastoreo
Actualmente, muchas cosas son de uso corriente se le imponían algunas limitaciones. Entre los te-
gracias a una experiencia que se amplía más y más, rratenientes, los administradores y los arrendata-
y en virtud de una filosofía que profundiza también rios se encontraban hombres expertos y reflexivos.
más y más; muchas cosas que, en los tiempos en La voluntad y las aspiraciones eran frescas, ínte-
que f~eron escritos los ensayos aquí recopilados, gras y llenas de esperanza.
eran maccesibles tanto para mí como para otros. La ciudad de Weimar tenía un hombre que, en
Véase, pues, el contenido de estas páginas históri- más de un aspecto, era digno de estima: el doctor
camente - incluso si ahora pudiera ser tenido por Buchholz 16 , propietario de la única farmacia, un
superfluo-, y como testimonio de una actividad hombre acomodado y amante de la vida, que había
silenciosa, tenaz y continuada. orientado su actividad, con admirable afán de sa-
ber, a las ciencias de la naturaleza, buscándose
para ello Jos ayudantes más capacitados. No por
ffiSTORIA DE MIS ESTUDIOS BOTÁNICOS azar, el excelente Gottling 17 salió de su laboratorio
li Desde mi llegada al noble círculo de vida wei- 14 Johann Ludwig G5tt)jeb Skehl era guardia forestal del
mariano, tuve el privilegío inestimable de poder al- gran ducado de Weimar.
temar el aire de casa y de la ciudad con la atmós- 1s Otto Joachim Moriz von Wedel (1752-1794), superinten-

fera de los campos, de los bosques y de los jardi- dente forestal en Weimar, habla sjdo compañero de juegos del
Gran Duque Carlos Augusto. También fue uno de los amigos
nes. Ya el primer invierno pude sentir los azarosos predilectos de Goethe, como se pone de manifiesto en varios
goces de la caza, y, para descansar de ellos, pasá- pasajes de su Diario.
16 Wilhelrn Heinrich Buchholz (1734-1798) aparece citado
bamos las largas tardes, no sólo contando toda
clase de extraordinarias aventuras de la vida en los por primera vez en el Diario de Goethe elll de enero de 1777,
y hace de él un elogio en los Anales de 1796 a propósito de una
bosques, sino también con charlas sobre la necesa- exposición suya, en una tertulia eo casa de Goethe, sobre «las
ria selvicultura. Las cacerías weimarianas estaban 1 1lltimas experiencias ffsico-qufrnicas».
compuestas por excelentes monteros, entre los cua- i
17 Johann Friedrich August Gottling (1755-1809) fue profe-

les se pronunciaba con veneración el nombre de sor de química en Jena desde 1789.
1
20 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE lA NATURALEZA 21

formado como químico. Toda nueva maravilla fí- y todavía hoy aquel cuaderno me recuerda los días
sico-q:Ufrnica descubierta en nuestra tierra o en el frescos y dichosos en Jos que aquellas densas pági-
exterior era reproducida ante los ojos de Buchholz nas me abrieron, por primera vez, a un mundo
y comunicada, con la mayor liberalidad, a los nuevo. La Filosofía botánica de Linneo era mi es-
amantes de las ciencias naturales. tudio diario, y así avanzaba cada vez más en el co-
También en el ámbito de la botánica, partiendo nocimiento y la visión general de la naturaleza tra-
del círculo restringido de las plantas medicinales, tando de empaparme lo más posible de la tradición
11 escrita.
Buchholz se esforzaba en difundir conocimientos
por todo e] mundo científico, y trataba de cultivar, Hasta dónde haya logrado llegar por esta vía, y
en su grandioso jardín, plantas que en aquel tiempo cómo una enseñanza tan inusitada haya actuado
eran poco comunes . sobre mí, es algo que puede, tal vez, mostrarse con
. La actividad de este hombre fue puesta al servi- claridad a lo largo de estas comunicaciones. Por
CJO de una enseñanza más amplia y práctica del jo- ahora, reconozco que, después de Shak.espeare y de
ven príncipe -que desde muy pronto se había in- Sp.inoza, la mayor influencia sobre mí procede de
teresado por las ciencias-, dedicando a un insti- Linneo, pero más que nada en virtud de la posición
tuto botánico grandes y soleadas áreas de su jardín polémica a la que éste me empujaba. En realidad,
en la proximidad de lugares sombreados y húme- mientras trataba de asimilar sus agudas y geniales
~os,. donde enseguida los más antiguos y expertos distinciones, sus leyes exactas y atinadas -aunque
Jardmeros de palacio se pusieron a trabajar con con frecuencia arbitrarias- , la discrepancia se po-
empeño. Los catálogos, todavía existentes de este nía en marcha en mi interior: lo que él trataba de
instituto, muestran el empeño que se puso ~n aque- mantener separado a la fuerza, debía yo, por las
llos comienzos. exigencias más profundas de mi ser, esforzarme en
En tales condiciones, también yo me sentía obli- reunir19•
gado a buscar más y más luz sobre el saber botá-
nico. La Terminología de Linneo, los Fundamenta
sobre los que debía Levantarse el edificio las diser- 19Linneo goza de una fama extraordinaria durante el siglo
. '
tac10nes de Johann Gessner18 para explicar los Ele- XVII1 entre los naturalistas, al haber logrado sustituir las largas
mentos de Linneo, todo reunido en un pequeño y confusas fórmulas empleadas en la denominación de los se-
res vivos por una nomenclatura binaria simple y segura: el gé-
cuaderno me acompañaba por caminos y senderos, nero y Ja especie. De este modo da un impulso notable a los es-
tudios botánicos, al mismo tiempo que plantea el problema ca-
pital del fundamento, en la naturaleza, de las clasificaciones
18 científicas. En este sentido, Linneo decreta: «Species sunt di-
Johannes Gessner (l709-1790) fue profesor de matemáti-
cas y de física en Zúricb, autor de Dissertationes physicae in versae quot diversas formas ab initio creavit infinitum ens». ,,
quibus Linnaei Elem.en.ta botanica dilucide explicantur (1747). Pero con esto, Linneo, según Goethe, convierte la continuidad
Los Fundamenta botanica de Linneo habían sido publicados vital en un mosaico. Es por eso por lo que Goethe se aplica a
en 1747. estudiar la planta en su desarrollo, o sea, no sólo en su crecí-

j
r
22 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 23

Un particular pr9veeho representó para mí la signe hombre, y con este diploma se sentía enalte-
cercanía de la Academia de Jena, donde, desde cido, sin más, al rango de la nobleza botánica. Des-
tiemp? atrás, se seguía con el cultivo de hts plantas pués de su muerte, el hijo continuó su ocupación,
med1cmales con seriedad y aplicación. Los profe- que consistía principalmente en proporcionar a do-
sores Pratorius, Schlegel y Rolfink.20, con la crea- centes y estudiosos de todas partes, las llamadas
ción de institutos botánicos, prestaron grandes Lektionen, es decir, el manojo semanal de plantas
servicios a la ciencia. En 1718 apareció la Flora en flor. La jovial actividad de este hombre se ex-
Jenensis, de Ruppe 21 , y no sólo localmente sino tendía hasta Weimar, y así me familiaricé yo poco
también por toda la región, se difundió el e~tudjo a poco con la rica flora de Jena.
apasionado de la naturaleza. Todavía una influencia mayor sobre mi prepara-
1! En Zíegenhain se habfa distinguido partícular- ción científica la ejerció el rueto, Friedricb Gottlieb
mente la familia Dietrich. Su fundador conocido Dietrich22. Joven apuesto, de semblante agradable-
de Linneo, mostraba una carta autógrafa 'de este in- mente regular, se entregó con fresca energía juvenil
y buen ánimo al dominio de la botánica; su privile-
giada memoria conservaba todas las denominacio-
1 ~ miento geométrico o cuantitativo, sino en sus metamorfosis en
nes extrañas, dispuestas en cualquier momento
sus ~~íos cualitativo_s ~ partir de la semilla, llegando ~ la para su uso. Su presencia me decía que, por su ser
~nclus10n de ~ue los disontos órganos provienen, por expan- y por su obrar, destacaba en él un carácter abierto y
Stón ~ contracctóo, de un órg~o primitivo, el cotiledón u hoja libre, así que pensé llevarlo conmigo en un viaje a
embno~~- Co~ esta concepc1ón, Goethe cree completar la Karlsbad.
aponac10n de Unneo, más que rebatirla, y asilo expresa en una
e~ a Knebel del 18 de agosto de 1787. Por otra parte, la idea
En el camino, él recogía con afán e instinto in-
Dllsma de metamorfosis parece estar en la mente de Linneo vestigador todas las hierbas, flores y arbustos que
cuando afinna: «Principium florum et foliorum idem est»; luego, en el coche o en el lugar mismo, me ense-
pues, d~spués de ~aber defendido el fijismo radical, a partir de ñaba y nombraba, de tal rnodo que así se me mos-
1?44, Lm~et;' ad~mte como posible la creación de nuevas espe- traba una nueva vida en este hermoso mundo. Aquí
CJes por hlbndac1ón y por la influencia del entorno. Sobre la re-
lación Goetbe-Linneo pueden consultarse. Cfr. J. Gauss, Der se imponía con fuerza a la percepción inmediata
Weg von Linné z:u Kant, en su Goethe-Studien, Vandenhoeck, cómo toda planta busca su ambiente. y cómo exige
Gottingen, 1961, pp. 40 ss. un sitio en el que poder manifestarse con libertad y
. 20 Híerooymus Príitorius (1595-1651), profesor de ética, po- plenitud.
línea y, entre 1631 y 1633, profesor de física en la Universidad Altura, profundidad, luz, sombra, sequedad, hu-
de Jena; _Pa~ Marqu_ar~ Schlegel (1605-1653), profesor de ana-
tomía, cuugta y botánica en Jena, fundador del Jardín botánico
de esta ciudad; Wemer Ro11inck (1599-1673), profesor de ana-
to~f~, cirugfa y botánica en Jena, fundador del laboratorio de 22 Friedrich Gottüeb Dietrlch (1765-1850). sobrino del bo-
qumuca y del teatro anatómico de la Universidad .
.
21
Heinricb Bernard Ruppe (1688-1719), botánico y mé- tánico Adam Dietrich (1711-1782), es profesor e inspector de
dico. Jos jardines, primero en Weimar y después en Eisenach.
-""""""--.e~-- - --
~

24 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE lA NATURALEZA 25

11
medad, todo lo que pueden significar las condicio- Mientras ampliaba así rápidamente mi experien-
1• nes externas lo exigen los géneros y las especies cia gracias a este joven, también mis conocimien-
para brotar con toda su fuerza y número; regatean tos sobre la forma vegetal, su diversidad y su sin-
así con la naturaleza para dejarse llevar, por último, gularidad aumentaban sin cesar, y mi viva memoria
a una variedad mayor, aunque sin abdicar comple- retenía con facilidad sus denominaciones. Enton-
~mente del derecho originario a la forma adqui- ces, nuevas e inapreciables enseñanzas iban a lle-
nda. Estas cosas me impresionaban de este mundo garme de un segundo joven.
de libertad, y nueva claridad parecía irradiarse so- Batsch23 , hijo de un hombre muy querido y
bre jardines y libros. apreciado en Weimar, había aprovechado muy bien
Es para mí un placer recordar aún con qué ale- sus estudios en Jena entregándose con fervor a las
gre sorpresa divisamos, desde una altura promi- ciencias naturales; y se aplicó tanto que fué lla-
nente, sobre dulces y soleadas pendientes y sobre mado a Kostriz para ordenar la magnífica colec-
prados húmedos aunque no encharcados, exten- ción de naturaleza de los condes de Reuss y res-
derse y dominar la arnica montana, y con qué ponsabilizarse de ella durante un tiempo. Después
gusto, al mismo tiempo, nos encontrabamos con volvió a Weimar, donde yo le conocí con gran pla-
multitud de gencianas. cer en la pista de patinaje, lugar de reunión de la
En Karlsbad, este joven vigoroso estaba ya en buena sociedad. Pronto aprecié su suave seguridad
los montes a la salida del sol, y me traía a la fuente y tranquilo empeño, y pude discutir con él en un li-
¡r
a?undantes manojos de hierbas antes de que yo hu- bre intercambio de ideas, con toda franqueza y de
biese vaciado mi número de vasos; todos los com- manera prolongada, acerca de los conceptos más
1.: pañeros de estancia tomaban parte, en particular elevados de la botánica y sobre los diversos méto-
1,' los que se ocupaban en esta hermosa ciencia. Estos dos de esta ciencia.
veían estimulados sus conocimientos del modo Su modo de pensar coincidía con mis deseos y
más agradable cuando un muchacho tan apuesto mis mayores aspiraciones: la ordenación de las
llegaba mostrando grandes manojos de hierbas y plantas por familias en una secuencia ascendente y
fl~res, y los llamaba a todos con nombres de origen de desarrollo paulatino era su objetivo. Este mé-
gnego, latino o de herejía bárbara; un fenómeno todo, adecuado a la naturaleza, al que Linneo alude
que despertaba mucho interés no sólo en Jos hom-
bres, sino también en las mujeres.
El curso sucesivo de su vida transcurrió con- 23 August Johann Georg Batsch (1761-1802) fue, entre

fo:mc a estos comíenzos; siguió incansable su ca- 1787 y 1802, profesor de botánica en Jena, y, a partir de 1793,
mmo de tal modo que, reconocido como ilustre es- también director del Jardín Botánico gran-ducal en esta ciudad.
Fue el primer especialista con el que Goelhe comentó su teoría
critor y laureado con el título de Doctor, preside de las metamorfosis. A Goethe no le satisfizo, sin embargo, la
basta hoy con empeño y honor el jardín granducal exposición que de su concepto de metamorfosis hizo Batsch en
de Eisenach. 1794.

J
26 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 21

con devoto deseo y en el que han insistido sin cesar PROCEDENCIA DEL ENSAYO SOBRE
los bo~cos franceses, debía ocupar ahora la vida LA METAMORFOSIS DE LAS PLANTAS
de este JOven empren~edor; y qué alegre estaba yo
de poderme beneficiar al respecto de primera Así pues, a pesar de lo antedicho, yo no había
mano. dejado de avanzar por el camino señalado por Lin-
Pero no sólo debía sentirme extremadamente neo, que me había librado de perderme en muchas
motivado por estos dos jóvenes, sino también por cosas y en el que me mantenía. Aplicar a los obje-
un excelente anciano. El consejero áulico Büttner24 tos la terminología botánica era mi esfuerzo más
h~bía llevado su biblioteca aJena, y yo, que gra- concienzudo, en ~1 que muy frecuentemente me
Cias a la confianza de mi príncipe -quien había encontraba, sin embargo, con muchos impedimen-
puesto este tesoro bajo su protección y la mía- fui tos. Por ejemplo, cuando en un mismo tallo veía
el en~ar~ado de su ordenación y disposición según primero una hoja bien definida que poco a poco se
los cntenos del coleccionista que tenía el usufructo convertía en una estípuJa, cuando en la misma
de los libros, me mantenía en un contacto perrna- planta descubría primero hojas redondas, luego
n~n.te con él. Este hombre, que era una biblioteca festonadas y, por último, con plumas, perdía la es-
VlVlente, complacido de dar a toda pregunta una peranza de fijar una base o de trazar una frontera.
r~spuest~ det~lada y amplia, se detenía con espe- El objetivo más difícil me parecía el de señalar con
Cial predllecc1ón cuando se trataba de botánica. seguridad los géneros y subordinar a ellos las espe-
Aquí no negaba, sino que afirmaba con cierta cies. Yo sabía bien cómo esto estaba prescrito
pasión, que él, contemporáneo de Linneo había ri- pero ¿cómo podía esperar una aplicación segura
valizado silenciosamente con este hombr~ brillante cuando, desde los tiempos de Linneo, muchos gé-
que lleJ?aba el mu~~o entero con su nombre. y que neros habían sido subdivididos y fragmentados de
no habtendo adiDitJdo nunca su sistema, se había tal modo que parecía que ni el hombre más experto
esforzad?_en elaborar: la clasificación de las plantas y de mirada más penetrante podría llegar al fondo
p_or faiDihas, procedtendo de los comienzos más de la naturaleza? El conflicto en el que las varieda-
stmples_ y casi invisibles hasta los ejemplares más des y las modalidades secundarias se encuentran
compleJos y enormes. Y me mostraba un esquema, con las formas principales me hacía reflexionar
elega~temente t~azado por él mismo, en el que las una y otra vez. Nadie negaba que una alimentación
cspectes aparec1an ordenadas en este sentido con rica y continua pudiese suprimir completamente el
gran edificación y reconfortamiento por mi parte. carácter que, bajo ciertas condiciones, una detemú-
nada planta llegaba a tener ¿Y cómo debían enten-
derse tantas malformaciones irregulares?
Creí reconocer, pues, que Linneo y sus seguido-
24 res se habían comportado a la manera de legislado-
Christian Wilhelm Büttner (1716-1801), naluralista, filó-
sofo, filólogo, fue profesor en Gotinga y luego en Jena. res que, preocupándose menos de lo que es que de
,....

28 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORiA DE LA NATURAUZA 29

lo que debería ser, no habían tenido en cuenta ni de la metamorfosis de las plantas, y cómo con ale-
la naturaleza ni las necesidades de los dudada- gría y hasta con exaltación, la fuí madurando amo-
nos, esforzándose más bien en resolver el difícil rosamente en Nápoles y en Sicilia, aplicándola en
problema de cómo tantos seres indisciplinados y todos los casos, e informando a Herder de lo suce-
propen~o.s ~ lo desmedido pueden, de alguna ma- dido con el entusiasmo de quien ha encontrado la
nera, VJVl~ JUntos. Observando, en este sentido, la moneda evangélica. Todo esto se podrá leer deta-
obra de Lmneo, como antes en mi querido y ala- lladamente.
bado cuaderno, sentía ahora, cada vez más, un Y no menos detalladamente llevaré a cabo el re-
profundo .res~eto por este hombre único, y una lato de cómo, en mi segunda estancia en Roma, ob-
gran admtractón por sus seguidores que no ha- servé una vegetación exuberante, capaz de repro-
bían dejado que se les fuesen de Ja's manos las ducirse con facilidad y de superarse a sí misma; de
r~endas que ~quél había mantenido bien sujetas, cómo dediqué muchas horas al estudio y al diseño
smo que sup1eron mantenerse en e] camino de sus de las formas más complejas y mejor desarrolla-
prescripciones. das, que no se dan fácilmente en nuestro clima; y
Una meditación más serena y modesta me suge- de cómo concebí, por último, la doctrina tal y
ría entonces que. es necesaria una vida entera para como después la he expuesto. De todo esto puedo
abarcar y orgamzar, en una sola visión el dina- dar cuenta suficientemente a partir de mis diarios,
mismo vital infinitamente libre de un sól¿ reino de despreocupado de si alguien quiere extraer argu-
la naturaleza, aun contando con un talento innato mentos contra mí -como por desgracia ya ha su-
quepredi~ponga a ello. P~ro a la vez sentí que to- cedido en otros casos- de estas puras confesiones,
davta podt.a haber pru:a mt otro camino, análogo al tomándolas como muestra de mi error y defor-
resto de m1 proceso vttal. Los fenómenos del creci- mando así, con una jerga convencional y tradicio-
miento y la ,tr~sform~ción de las criaturas orgáni- nal, el sereno y libre camino que conduce a la ver-
c~s ~e habtan Imprestonado poderosamente; ima- dad de la naturaleza.
gm~ctón y naturaleza parecían aquí emular a quien De regreso a Alemania y como expulsado, pues,
supiese proceder con más audacia y más conse- de modo irrevocable, del espléndido elemento ar-
cuentemente. tístico italiano, entregado a la desesperación sentí
De qué manera me concentré cada vez con ma- más vivamente el valor y la dignidad del elemento-
yo~ atención sobre esta movilidad y cómo la perse- naturaleza. En él busqué salud y consuelo, aga-
gm afanosamente -sobre todo en mis viajes- por rrando con pasión los aún precoces hilos que de-
las ~ás variadas latitudes geográficas, alturas baro- bían anudarme a los investigadores de la naturaleza
métr•~as y otras ?i~ersas condiciones, dan una pri- y a sus amigos. Uno de mis primeros trabajos fue,
mera 1d~a 1~~ nottc1~ que be comenzado a publicar así, este ensayo que, ahora reimpreso, puede, como
sobre ~u Vta.Je a I~ha. El próximo volumen expli- es sabido, después de casi treinta años ser acogido
cará como concebt, de una manera inicial, la idea por fin en el ámbito de la ciencia, y recomendado
30 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORJA DE LA NATURALEZA 31

al favor y a la benevolencia de los amigos y de los diado en particular. Y a la acción en virtud de la


observadores del dinamismo viviente de la natu- cual uno y el mismo órgano se transfonna y se nos
ral~za. deja ver como algo diverso, se le ha llamado la me-
tamorfosis de las plantas.
5. Esta metamorfosis se nos muestra de un
LA METAMORFOSIS DE LAS PLANTAS modo triple: regular, irregular y accidental.
6. La metamorfosis regular la podemos llamar
INTRODUCCIÓN también progresiva: es aquella que se puede obser-
var siempre y gradualmente operante, de las prime-
. l. Cualquiera que simplemente repare, en ras hojas del embrión hasta la fonnación última del
cterta medida, en el crecimiento de las plantas, ob- fruto, y, por transformación de una forma en la
servará con facilidad que ciertas partes externas de otra, asciende como por una «escala espirituah> 25
ellas a veces se transforman y adoptan la forma de
las partes más próximas, ya enteramente, ya más o 25 Goethe emplea aquí la expresión «gleicbsam auf einer
menos. geistige~ Leiter», que recuerda la también empleada por él
2. Así, por ejemplo, la flor simple se trans- «die geistigeren Krafte», expresiones que pueden chocamos en
forma la mayoría de las veces en una doble la medida en que la ciencia actual no da ya a la noción de per-
feccionamiento de las formas las prolongaciones morales y re-
cuando, en lugar de estambres y anteras, se desa- ligiosas que tenían en el siglo XVUI. En términos generales,
rrollan pétalos que, o son perfectamente iguales a Goelhe no es distinto, a este respecto, de Leibniz, Herder o
los otros pétalos de la corola en forma y color, o Bonnet, que piensan también en una progresión dentro del
llevan consigo aún signos visibles de su origen. mundo natural que no se detiene en el hombre, sino que, como
3. Si observamos así que, de tal modo, es posi- progreso general indefinido, supone la elevación contim¡.a hacía
formas de existencia siempre más altas (Steigerung). P.ero, en
ble a la planta dar un paso atrás e invertir el orden Goethe, el adjetivo geistig, aplicado a un fenómeno material,
del crecimiento, tanto más advertiremos el camino apunta a uno de los núcleos más característicos de su pensa-
regular de la naturaleza y aprenderemos a conocer miento; la tesis de la unión de materia y espíritu y de una espi-
las leyes de la transformación, por las cuales ella ritualización progresiva de la primera. Desde esta perspectiva,
la Steigerung constituiría el resorte más profundo del plantea-
produce una parte mediante la otra, y presenta las miento goetheaoo. No es extraño, por eso, que en la diversa tra-
más diversas formas por modificación de un ducción ofrecida a geistige Leiter se pongan ya de manifiesto
mismo órgano. importantes diferencias interpretativas sobre el conjunto del
4. El secreto parentesco de diversas partes ex- pensamiento de Goethe. Así, M. Hocquette traduce esa expre-
sión por échelle ideale (M. Hocquette, Les fan.taisies botani-
temas de las plantas, como las hojas, el cáliz, la co- ques de Goethe, Yves Demailly, Lille, 1946); R. D . Gray por
rola, los estambres, que se desarrollan la una des- more spiritual or rarefied forces (R. D. Gray, op. cit.,); y H.
pués de la otra y, por así decir, la una de la otra, es Lichtcnberger traduce geistigere Krti.fte por énergies plus subti-
conocido por los investigadores en general desde les. Cfr. R. Michéa, <(La "Métamorphose des plantes" devant la
hace mucho tiempo, llegando a ser también estu- critique», en Études Germaniques, 1969 (24), p. 206.
32 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 33
~
hasta esa cima de la naturaleza que es la reproduc- sivo, lo que puede hacérseme tanto más cómodQ en
r ción mediante los dos sexos. Ésta es la que yo he cuanto que el material todavía restante es sufi-
observado atentamente durante mucho tiempo, y la ciente para ilustrar y desarrollar un tratado por
que intento ahora explicar. Por eso, en la siguiente ahora sólo introductorio. No será entonces necesa-
demostración, examinaremos la planta sólo en la rio llevar un paso tan mesurado como hasta ahora.
medida en que sea anual y vaya progresivamente Podré detenninar muchas semejanzas y a muchos
de la semilla al fruto de um modo continuo. pasajes de escritores de ideas afines dar su .justa
7. La metamorfosis irregular la podemos lla- posición. Especialmente no dejaré de hacer uso de
mar también regresiva. Pues, así como en el pri- todos los repertorios de los maestros contemporá-
mer caso la naturaleza avanza hacia su gran obje- neos que realzan esta noble ciencia. A ellos
tivo, retrocede en este uno o más pasos. Si allí, ofrezco y dedico estas páginas.
con impulso irresistible y empleo de todas sus
fuerzas, forma las flores y las dispone a la obra
del amor, aquí se debilita y, vacilante, deja a su l. DE LAS HOJAS SEMINALES
criatura en un estado indeterminado, delicado,
con frecuencia agradable a nuestros ojos, pero in- 10. Puesto que nos hemos propuesto seguir el
ternamente débil e inoperante. Por las experien- orden sucesivo del crecimiento de las plantas, diri-
cias que sobre esta metamorfosis hemos tenido jamos ya nuestra atención al momento en que la
ocasión de hacer, podremos descubrir lo que la planta se desarrolla a partir de la semilla. En esta
metamorfosis regular nos .esconde, ver claramente etapa podemos reconocer con precisión y facilidad
lo que en ella sólo podíamos suponer_ De este las partes que directamente la componen. Ella deja
modo esperamos alcanzar nuestro propósito con su envoltura -la cual ahora no estudiaremos-
toda seguridad. más o menos en la tierra, y en muchos casos,
8. Por el contrar1o, la tercera metamorfosis, cuando la raíz se ha fijado al suelo, muestra a la luz
que se produce accidentalmente desde el exterior, los primeros órganos de su crecimiento superior,
particularmente por los insectos, desviaría ya nues- los cuales ya están presentes secretamente bajo el
tra atención de la simple vía que debemos seguir, y tegumento de la semilla.
podría desplazarnos de nuestro objetivo. Quizás 11. Estos primeros órganos se conocen por el
encontraremos otra ocasión para hablar de esta ex- nombre de cotiledones; pero también se les ha lla-
crecencia monstruosa, aun dentro de ciertos estre- mado hojas seminales, hojas embrionales, núcleos,
chos límites. pues así se trataba de señalar las diversas fonnas en
9. Me he atrevido a elaborar el presente en- las que podemos observarlos.
sayo sin referencia a tablas ilustrativas que, tal vez, 12. Aparecen frecuentemente informes, como
en muchos aspectos, podrían parecer necesarias. saturados de una materia basta, y muy difusos
Me reservo, no obstante, el presentarlas en lo suce- tanto en longitud como en espesor; sus vasos son

j
34 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 35

rudimentarios y no se distinguen de la masa del centro poco a poco, ponga en tomo a sí, aisladas,
conjunto; no tienen casi ninguna semejanza con las hojas sucesivas, como se puede observar muy
una hoja, y podemos fácilmente tomarlos por órga- bien en el crecimiento del género pinus. Aquí una
nos especiales. corona de agujas forma como un cáliz. En lo suce-
13. Sin embargo, se aproximan, en muchas sivo, a propósito de fenómenos parecidos, tendre-
plantas, a la forma foliar; expuestos a la luz y al mos que acordarnos de este caso.
aire, se ablandan y toman, en un grado más alto, el 17. Pero dejemos a un lado, por ahora, los nú-
color verde; los vasos en ellos contenidos se hacen cleos enteramente informes, aislados, de aquéllas
más precisos, semejantes a los nervios foliares. plantas que genninan sólo con una única hoja.
14. Finalmente se nos aparecen como auténti- 18. Observemos, en cambio, que también
cas hojas; sus vasos están formados con la mayor los cotiledones más semejantes a las hojas,
fmura; su semejanza con las hojas siguientes no frente a las sucesivas hojas del tallo, están siem-
nos permite tomarlas por órganos especiales, sino pre sin formar. Particularmente su periferia es
que, más bien, Jas reconocemos como las primeras extremadamente simple, y tiene tan pocos vesti-
hojas del tallo. gios de incisiones como pocos pelos u otros va-
15. Pero si no se puede pensar en una hoja sin sos de la hoja ya formada pueden observarse en
nudo, ni en un nudo sin yema, deberemos concluir su superficie.
que el punto en el que los cotiledones están fijados
será el primer punto nodal de la planta. Esto se
confirma por las plantas que llevan jóvenes yemas Il. FORMACIÓN DE LAS HOJAS DEL TALLO
inmediatamente debajo del ala de los cotiledones, DE NUDO A NUDO
y, de estos primeros nudos, se desarrollan ramas
completas, como, por ejemplo, tiene lugar en la vi- 19. Podemos considerar ahora la sucesiva for-
cia faba. mación de las hojas, donde la acción gradual de la
16. Los cotiledones son casi siempre dobles, y naturaleza entera se despljega ante nuestros ojos. Al-
en este sentido tenemos una observación que hacer, gunas o muchas de las hojas sucesivas están con fre-
la cual, en lo que sigue, nos parecerá aún más im- cuencia ya presentes en la semilla, encerradas entre
portante. Con frecuencia las hojas de este primer los cotiledones; en esta siruación de repliegue reci-
nudo van emparejadas, mientras las hojas sucesi- ben el nombre de plumas. Frente a la forma de los
vas del tallo son alternas, mostrándose aquí una cotiledones y de las hojas sucesivas, su forma adopta
apro~imación y vinculación de partes que, en lo variedades en las diversas plantas, y se distinguen ya
sucestvo, la naturaleza separa y aleja unas de otras. de los cotiledones porque son blandas, delicadas y,
Todavía más relevante es que los cotiledones apa- en general, como hojas casi formadas, se colorean
rezcan a veces con muchas hojitas en tomo a un completamente de verde, se apoyan en un nudo bien
único eje, y que el taJJo,. desarrollándose desde su visible, y no pueden ocultar más su afinidad con las
36 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORIA DE LA NATURALEZA 31

sucesivas hojas del tallo; respecto a las cuales siguen cesivo algunas consideraciones que, por ahora,
siendo, no obstante, inferiores, pues su periferia no omitimos.
ha llegado a formarse completamente. 23. Tampoco podemos, por lo pronto, parar-
20. Sin embargo, la formación ulterior avanza nos en la observación detenida de las estípulas; di-
irresistible de nudo a nudo, la nervatura central de remos sólo de paso que, en especial cuando fonnan
las hojas se alarga, y las laterales o secundarias se una parte del pecíolo, en la ulterior transfonnación
extienden más o menos hacia los márgenes. Estas de este último, llegan a tener también ellas extra-
variadas relaciones recíprocas entre las nervaturas ñas transformaciones.
son la principal causa de la gran diversidad de for- 24. Como las hojas deben su primera y princi-
mas de las hojas. Las hojas aparecen ahora marca- pal nutrición a las más o menos modificadas partes
das, profundamente señaladas, compuestas de más acuosas que van pegadas al tronco, son así ellas
11 hojitas; en este último caso se nos presentan como deudoras a la luz y al aire de la mayor parte de su
11 pequeñas ramas formadas. De una tan extrema di- desarrolJo y formación. Si encontramos poco o
versificación sucesiva de la forma foliar tenemos nada, o solo elementalmente organizados y forma-
11 un sugerente ejemplo en la palmera datilera. En dos aquellos cotiledones que se producen en el am-
una sucesión de muchas hojas la nervatura central bito cerrado de los envoltorios seminales, y como
lj emp~j~ ~acia delante, la hoja simple se cortará y túrgidos por una basta savia, también las hojas de
subdtvidrrá, y se desarroBará una hoja compuesta las plantas que crecen bajo el agua nos muestran
emulando a una rama. una organización más elemental que las otras, las
21. En la medida en que la hoja misma avanza expuestas al aire libre; por otra parte, esta misma
e? su f?rma~ión, también se forma el pecíolo, o especie de plantas desarrolla hojas más lisas y me-
bien urudo duectamente a su hoja, o bien formando nos refinadas cuando crece en lugares más bajos y
un pedúnculo particular, en lo sucesivo fácil de húmedos, mientras que, en alturas mayores, mues-
desprenderse. tra hojas rudas, provistas de pelos y más desarro-
22. .Que este pecíolo independiente tenga una lladas.
tendencia a transformarse en la forma foliar lo ve- 25. También la anastomosis de los vasos que
.
mos en drversos vegetales, por ejemplo 'en los nacen de las nervaturas y que se buscan mutua-
26
agrios , y su organización nos provocará en lo su- mente con su extremidad, y que forma la epidermis
de la hoja, es, si no propiamente causada, al menos
muy propiciada por una atmósfera muy suave.
26
Cuando las hojas 4e muchas de las plantas que cre-
Goethe utiliza aquí la palabra Agrumes. En una carta a cen bajo el agua son filiformes o en forma de cor-
Soret del 14 de julio de 1828, se lee: «Agrumes es una palabra namenta, se suele atribuir esto a la falta de una
que he tomado del italiano. Se designa con ella toda la familia
de los cítricos, presentando la ventaja de tomar para la ciencia anastomosis completa. Evidentemente esto es Jo
una palabra característica de la vida cotidiana.» que nos enseña el crecimiento del ranunculus
38 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORfA DE LA NATURAlEZA 39

aquaticus, en el que las hojas nacidas bajo el agua de él directamente la savia, recibiéndola necesaria-
se componen de nervaturas ftlamentosas, mientras mente más fina y filtrada. La planta aprovechará
las desarrolladas por encima del agua están en es- también el desarrollo de las hojas anteriores, se
tado de anastomosis completa y formadas por una formará ella misma de modo más refinado y llevará
superficie uniforme. La transición se puede obser- a sus hojas y yemas una savia más pura.
var en hojas semianastomósicas y semifiliformes 28. Siendo expulsados siempre de este modo
de estas mismas plantas. los líquidos más bastos y afluyendo los más puros,
26. Por experiencia se sabe que las hojas ab- la planta se hace gradualmente más perfecta, y al-
sorben diversos gases y los combinan en su interior canza el punto que la naturaleza le h~ fijado. Ve-
con la humedad; tampoco hay duda alguna de que mos finalmente a las hojas en su mayor amplitud y
reconducen al tallo esta fma savia y propician en complejidad, y rápidamente asistimos a un nuevo
gran medida la formación de las yemas que están fenómeno, el cual nos advierte que la etapa hasta
en su proxírnidad. Nos hemos podido convencer de ahora observada se cierra y deja paso a una se-
esto investigando los gases recogidos en las hojas gunda, la etapa de las flores.
de muchas plantas y los desarrollados en las cavi-
dades de las cañas.
27. Observamos en muchas plantas que un lll. TRANSICIÓN A LA FLORACIÓN
nudo nace del otro. En tallos que se cierran de
nudo a nudo, en los cereales, en las gramíneas, en 29. La transición a la floración la vemos suce-
las cañas, esto es obvio; no lo es tanto, sin em- der, bien rápidamente. bien más despacio. En este
bargo, en otras plantas cuyo interior aparece hueco último caso observamos en general que las hojas
y con médula o, mejor dicho, lleno de tejido medu- del tallo empiezan a contraerse de la periferia hacia
lar. ;nesto que se disputa a la llamada médula -y, el centro, y en particular a perder sus numerosas
segun nos parece, con fundamento irrefutable- su subdivisiones internas, expandiéndose, por el con-
• posición hasta ahora detentada frente a otras partes trario, más o menos en sus partes bajas, donde se
mtemas de la planta27, puesto que se le niega el in- adhieren al tallo; al mismo tiempo, allí donde los
flujo en el crecimiento que se le atribuía antes, y no espacios del tallo entre nudo y nudo no se alargan
se duda en asignar todo impulso vital y toda fuerza sensiblemente, vemos a éste fonñarse mucbo más
productiva a la parte interna de la corteza secunda- fino y delicado al menos que en su estadio prece-
ria, a la llama~a carne, así aseguraremos ahora que dente.
un nudo supenor nace del que le preceqe y recibe 30. Se ha observado que una abundante ali-
mentación retrasa la floración de .la planta, mien-
tras que una alimentación mediana, e incluso po-
bre, la acelera. Ello muestra todavía más clara-
27
Hedwig, Leipziger Magazin. n.oill. (N. del A.) mente la acción de las hojas del tallo, de la que se
40 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 41

ha hablado antes. Cuanto más tiempo tarda en bitual en otros cotiledones, ya están muy forma-
expulsar la savia más basta, tanto más se deben das; vemos, pues, ya en la primera infancia de es-
constituir los posibles órganos de la planta en ins- tas plantas, anunciarse la misma fuerza de la na-
trumentos de esta función. Mientras la afluencia de turaleza que, en sus etapas más evolucionadas,
alimento sea excesiva, la operación debe repetirse hace que se genere la floración y la fructifica-
sin cesar, y la floración se hace imposible. Dismi- ción.
nuyéndose a la planta el alimento, la acción de la 34. Vemos además en numerosas flores hojas
naturaleza se facilita y se acorta; los órganos de los caulíferas inalteradas, debajo mismo de la corola,
nudos se hacen más perfectos, la acción de la savia crecer juntas hasta formar una especie de cáliz.
refinada se hace más pura y enérgica, y la transfor- Puesto que ellas conservan aún su forma completa,
mación de las partes será posible en un proceso sin podemos confiar aquí tan sólo en lo que vemos y
interrupción. en la tenninología botánica, que las ha llamado fo-
lia floralia, hojas florales.
35. Con mayor atención hemos observado el
IV. FORMACIÓN DEL CÁLIZ caso, ya antes mencionado, en el que la transición
a la floración tiene lugar lentamente. Las hojas del
31. Con frecuencia vemos cómo esta transfor- ta1lo se contraen poco a poco, se modifican y se
mación se cumple rápidamente; en este caso el ta- deslizan, por decirlo así, hacia el cáliz, como se
llo, desde el nudo de la última hoja formada, se puede observar fácilmente en el cáliz de las dalias,
alarga y se afma una vez más hacia lo alto, y reune y, más en particular, en el de los girasoles y Las ca-
en su vértice muchas hojas aJrededor de un eje. léndulas.
32. Que los sépalos sean exactamente Jos mis- 36. Esta fuerza de la naturaleza que reune nu-
mos órganos que hasta ahora se presentaban for- merosas hojas alrededor de un eje, vemos que pro-
mados como hojas del tallo, y ahora, pero con fre- voca una torsió!l todavía más íntima: hace aún más
cuencia de forma muy distinta, se muestran reuni- irreconocibles estas hoj~s modificadas y reunidas
dos alrededor de un centro común, es algo que se entre sí, las hace transformarse mutuamente por
demuestra, según nos parece, con absoluta clari- completo muchas veces, aunque con frecuencia
dad. sólo en parte, y las hace irrumpir juntas por igual
33. Habíamos observado ya en los cotiledo- hacia l!US márgenes. Las hojas a~í juntas, apiñadas
nes una acción semejante de la naturaleza, y ha- unas cbn otras, se tocan estrechísimamente en su
bíamos visto no sólo muchas hojas, sino también tierno estado, se anastomosizan por el desarrollo
manifiestamente muchos nudos, reunirse y pren- de savia extremadamente pura, acumulada ahora
derse en torno a un punto. Los pinos muestran, en la planta, y se nos aparece el cáliz en forma
en el desarrollo de su semilla, una corona radiada de campana o, como también se le llama, el gamo-
de agujas bien caracterizadas que, frente a lo ha- sépalo, que más o menos recortado hacia dentro
42 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOIÚA DE LA NATURALEZA 43

por arriba, o subdividido, nos muestra claramente trasado la floración, se habrían soltado unos de
su origen compuesto. Se puede constatar esto a otros para aparecer en su forma primera. La natura-
simple vista si comparamos un cierto número de leza no forma, pues, en el cáliz ningún órgano
cálices profundamente marcados con otros cáli- nuevo, sino que transforma y modifica tan sólo los
ll ces dialisépalos y, en particular, si consideramos órganos ya conocidos, y así se aproxima, dando un
ll suficientemente los cálices de numerosas dalias. paso más, a su meta
ll Llegamos así a ver, por ejemplo, que un cáliz de
11
caléndula, que se nos indica en las descripciones
1
sistemáticas como simple o compuesto de mu- V. FORMACIÓN DE LA COROLA
chas partes, consta de numerosas hojas juntas e
1 iguales unas a otras, hacia las que los cotiledones 39. Hemos visto que el cáJiz se produce por
reunidos parecen, como se ha dkho antes, desli- las savias elaboradas que poco a poco se originan
zarse. en la planta, y así se determina a su vez como ór-
37. En muchas plantas, el número y la forma gano de un desarrollo posterior. Esto nos parecería
de los sépalos que se desarrollan sólos o conjunta- creíble también si explicásemos su actividad como
mente en tomo al eje del pedúnculo es constante, algo puramente mecánico. Por tanto, ¡cómo deben
como también lo son las partes sucesivas. En esta ser de delicados y capaces de una filtración ex-
constancia basamos en gran medida el progreso, la trema los vasos que, como antes hemos visto, en el
1

1
solidez ~ la gloria de la ciencia botánica, a la que grado más alto están apiñados y se desarrollan jun-
¡
hemos VISto progresar cada vez más en estos últi- tos mutuamente!
mos tiempos. En otras plantas, el número y forma- 40. La transición del cáliz a la corola podemos
ción de estos órganos no es igualmente constante, observarla en más de un caso, pues, si bien el color
pero tampoco esta irregularidad ha podido confun- del cáliz es todavía generalmente verde y el color
dir Ja aguda observación de los maestros de esta de las hojas del tallo sigue siendo parecido, se
ciencia; mediante múltiples precisiones se han es- cambia él mismo con frecuencia en una o en otra
forzado en indagar también, aunque dentro de lími- de sus partes, como los vértices, los márgenes, el
tes más estrechos, estas desviaciones de la natura- dorso o incluso su superficie interna, mientras que
leza. la externa sigue siendo todavía verde; y vemos
· 38. Así pues, de este modo la naturaleza ha siempre que a esta coloración va unido un perfec-
formado el cáliz: reuniendo juntas alrededor de un cionamiento. Aparecen así cálices ambiguos que,
centro, en número y orden igualmente precisos, con igual derecho, podrían llegar a ser tomados por
numerosas hojas y, en consecuencia, numerosos corolas.
nudos que, de otro modo, habría producido uno 41. Hemos observado cómo tiene lugar, a par-
tras otro y uno a cierta distancia del otro. Si por tir de las hojas embrionales, un gran ensancha-
una afluencia excesiva de alimento se hubiese re- miento y fonnacíón de las hojas, especialmente de
44 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 45

su periferia, y cómo, desde aquí basta el cáliz, se tulipán un pétalo casi completamente formado y
cumple un proceso inverso de contracción hacia coloreado. Pero todavía más notable es el caso de
los márgenes. También observamos ahora que la que tal hoja medio verde se adhiera al tallo con una
corola llega a producirse en virtud de otro ensan- mitad suya que sigue perteneciéndole, mientras su
chamiento. Los pétalos son generalmente más otra parte más coloreada se eleva hacia lo alto con
grandes que los sépalos, y se puede observar que, la corola, de modo que la hoja se acaba rasgando
así como los órganos llegan a contraerse en el cá- en dos partes.
liz, también se ensanchan ellos de nuevo como 45. Es una opinión muy verosímil que el color
pétalos, refmados en un grado más alto por el in- y el perfume de los pétalos haya de ser atribuido a
flujo de savias más puras y continuamente mejor la presencia en ellos de los elementos masculinos.
filtradas por el cáliz, hasta aparecérsenos forma- Tal vez éstos no se encuentran todavía completa-
dos como órganos enteramente nuevos. Su fina mente definidos, sino mezclados y diluidos con
organización, su color, su perfume, no nos permi- otras savias; y la bel1a apariencia del colorido nos
tirían en absoluto reconocer su origen si, en más induce a pensar que la materia de la cual los péta-
casos excepcionales, no supiesemos espiar a la los están llenos tenga, en efecto, un grado más alto
naturaleza. de pureza, aunque no el grado extremo en el que se
42. Así, por ejemplo, dentro del cáliz de un nos aparece blanca e incolora.
clavel se descubre a veces un segundo cáliz que, en
parte completamente verde, muestra el diseño de
un cáliz monosépalo; sus márgenes, lacerados en VI. FORMACIÓN DE LOS ESTAMBRES
parte, y sus vértices, se formarán como principios
efectivos de una corola delicada, coloreada-; en lo 46. Esto nos resultará aún más verosímil si
cual claramente reconocemos la afinidad entre la pensamos en la gran afinidad de los pétalos con los
corola y el cáliz. estambres. Si la afinidad de todas las demás partes
43. La afinidad de la corola con !as hojas del entre sí fuese tan obvia, observable por todos y a
tallo se nos muestra también en más de una forma: salvo de cualquier duda, el presente ensayo podría
así, en numerosas plantas, las hojas del tallo apare- considerarse superfluo.
cen ya más o menos coloreadas mucho antes de 47. La naturaleza nos muestra en todo caso
acercarse la floración; otras, en cambio, se colo- esta transición regularmente, por ejemplo en la
rean completamente en la proximidad de ésta. caña y en otras muchas plantas de esta familia. Un
44. También la naturaleza va a veces directa- verdadero pétalo, poco modificado, se repliega ha-
mente a la corola saltándose el órgano del cáliz, y cia el margen superior y se muestra como una an-
hemos tenido ocasión de observar en este caso tera, con la cual la hoja restante toma el lugar de
cómo las hojas del tallo pasan al estado de pétalos. los estambres.
Asf se muestra, por ejemplo, a veces en el taUo del 48. En flores que con más frecuencia aparecen
46 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 47

dobles, podemos observar esta transición en toda este camino de un solo paso. Ella produce muchos
su gradación. En muchas especies de rosas se órganos intermedios que, en forma y función, se
muestran, dentro de los pétalos completamente for- acercan, a uno u otro estadio y, aunque su forma-
mados y coloreados, otros que se han contraído en ción es muy diversa, pueden quedar reunidos todos
parte en el centro y en parte en las orillas. Esta con'" ellos bajo un único concepto: el de una lenta tran-
tracción está provocada por una pequeña callosi- sición de los pétalos a los estambres.
dad que se puede ver más o menos como una an- 52. La mayoría de tales órganos, diversamente
tera completa, y, en esta misma medida, el pétalo configurados, que Linneo denomina con el nombre
se aproxima a la forma más simple de un estambre. de néctares, se incluyen bajo este concepto. Y en-
En algunas adormideras dobles, anteras entera- contramos también aquí la ocasión de admirar el
men~e formadas se apoyan sobre pétalos muy poco gran ingenio de este extraordinario hombre, el
modificados de la doble corola; en otras, callosida- cual, sin llegar a darse cuenta con total claridad de
des parecidas a anteras restringen más o menos los la función de estos órganos, confió en su intuición
pétalos. y se atrevió a llamar con un único nombre a órga-
49. Pero, si se trasforman todos los estambres nos aparentemente muy diversos. .
en pétalos, entonces las flores se vuelven estériles; 53. Diversos pétalos nos muestran ya su afmi-
en cambio, si en una flor que se duplica se desarro- dad con los estambres en que, sin cambiar señala-
llan luego los estambres, la fructificación tiene damente su forma, llevan alveolos o glándulas que
lugar. segregan una linfa parecida a la miel. Que ésta sea
50. Y, así, un estambre nace cuando los órga- un humor fecundativo todavía no elaborado ni
nos que hasta ahora hemos visto dilatarse como completamente determinado, lo podríamos conje-
p~talos aparecen en una más alta contracción y, al turar sobre la base de las consideraciones prece-
nusmo tiempo, en un estado de mayor perfecdón. dentes, y esta conjetura alcanzará aún un mayor ni-
La observación hecha antes se confirma pues, de vel de verosimilitud por las razones que vamos a
modo que siempre deberemos seguir atentamente plantear más adelante.
esta acción de contracción y expansión, en virtud 54. Los llamados néctares se muestran también
de la cual la naturaleza finalmente alcanza su con caracteres especiales y forma semejante bien a
meta. los pétalos, bien a los estambres. Por ejemplo, los
trece filamentos, con sus correspondientes globuli-
llos rojos, que se observan en los néctares de la par-
VII. NÉCTARES nassia, se parecen muchísimo a los estambres. Otros
se muestran como estambres sin anteras, por ejemplo
51. . ~?.r muy rápida que sea en muchas plantas en la vallisneria y la fevillea, mientras en el pentape-
la transtcton de la corola a los estambres, observa- tes encontramos que se alternan en un círculo regular
mos que la naturaleza no siempre puede recorrer con los estambres y que tienen ya forma de pétalo.
48 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 49
Por eso se Jes presenta como filament.a castrata peta- 58. Hemos dicho antes que los néctares cons-
lifomia en las descripciones sistemáticas. Parecidas tituyen una aproximación de los pétalos .a los es-
formaciones ambiguas vemos también en la kigela- tambres, así que podemos hacer ahora ya algunas
ria y en la pasionaria. consideraciones sobre las flores irregulares. Por
55. Del mismo modo, las corolas accesorias ejemplo, los cinco pétalos externos del melianthus
parecen merecer el nombre de néctares en el sentido podrían ser descritos como verdaderos pétalos, y
antes apuntado. Pues si la formación de los pétalos los cinco internos, en cambio, como una corola ac-
se produce en virtud de una expansión, la formación cesoria compuesta de seis néctares, de tos cuales la
de estas corolas, por el contrario, se produce en vir- parte superior se aproxima en mayor. me~ida a la
tud de una contracción, o sea, de la misma manera forma foliar, mientras que la más mfenor, que
que los estambres. Se pueden ver, por tanto, en el in· ahora se llama ya nectario, se aleja notablemente
terior de corolas perfectas y expandidas, otras coro- de ella. En este mismo sentido, la parte inferior de
las secundarias más pequeñas y contraídas, por la corola accesoria de las flores mariposa se podría
ej~mplo en el narciso, el nerium y la agrostemma. ; llamar también un nectario, pues la parte baja de
56. Todavía en diversas especies vegetales los pétalos de estas flores es lo que JolláS se apro-
pueden verse otras transformaciones de las hojas xima a la forma de los estambres, aleJándose muy
que resultan más vistosas y notables. Así observa- claramente de la'forma follar. Podemos, pues, ex..
mos en diversas flores que sus pétalos tienen, por plicar ios cuerpos que están adheridos al extrer:no
dentro y por debajo, una pequeña cavidad que está de la parte inferior de la corola de algunas espectes
llena de una savia parecida a la miel. Este alveolo, de polygala, y hacemos una idea clara y precisa de
haciéndose más profundo en otras especies y géne- su función.
ros de flores, forma en el envés de la hoja un alarga- 59. Sería absurdo tratar de defendernos aquí
miento en forma de espolón o de cuerno, y modifica seriamente de que la intención de estas observacio-
más o menos el resto del pétalo. Podemos obser- nes fuese la de confundir lo que la obra de observa-
varlo en diversas especies y variedades de agleis. dores y clasificadores, hasta ahora, ha distinguido
57. Este órgano alcanza su grado más alto de y ordenado por clases, ya que con estas ~ons~d~ra­
transformación por ejemplo en el aconitum y en la ciones deseamos solamente hacer más mtehg1ble
nigella, donde, sin embargo, se puede observar con las formaciones anómalas de las plantas.
un poco de atención su semejanza con una hoja. En
particular en la nigella, los néctares se transforman
fácilmente de nuevo en hojas, y las flores, por esta Vlli. ALGO MÁS SOBRE LOS ESTAMBRES
transformación de los néctares, se duplican. En el
aconitum, un examen algo más atento permite re- 60. Que los órganos reproductores de las pl~­
conocer la semejanza entre los néctares y la hoja tas se originen, como los demás órganos, a partrr
abombada bajo la cual se esconden. de los vasos en espiral, se demuestra por observa-
50 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE lA NAI'URAI.EZA 51

11 ciones microscópicas sin ninguna duda. Extraemos tambres; si se adhiere a ellos con fuerza y les co-
de ello un argumento en favor de la identidad in- munica su influjo, entonces no nos resistirnos a lla-
tema entre órganos diversos ·que, hasta ahora, se mar anastomosis ideal a la fusión entre ambos se-
nos habían mostrado en formas muy variadas. xos, como tampoco nos resistimos a creer, al me-
61. Así pues, si los vasos en espiral se encuen- nos de momento, en la proximidad, entre sí, de las
tran en medio del haz de los conductos de la savia nociones de vegetación y reproducción.
Y envueltos por él, podemos hacernos una idea más 64. La fina materia que se desarrolla en las an-
clara de aquella fuerte contracción -de la que an- teras se nos aparece como una especie de polvo;
tes hemos hablado- pensando los vasos en espiral esta sustancia polínica no es otra cosa que un con-
(que realmente se nos aparecen como otros tantos junto de vasos en los que se conserva una savia de
muelles elásticos) en su fuerza más alta, de modo excepcional pureza. Hacemos nuestra, en conse-
que la contracción predomine mientras el ensan- cuencia, la ·opinión según la cual esa savia es ab-
chamiento de los conductos de la savia se subor- sorbida por Jos pistilos, a los que los granos de po-
dina a ella. len se adhieren, Jlevándose a cabo de este modo la
62. Los haces de vasos así presionados no fructificación. Esto es tanto más verosímil cuanto
pueden entonces expandirse más, ni buscarse más que algunas plantas segregan, no un polvo seminal,
unos a otros, ni formar, por anastomosis, una retí- sino una simple humedad.
cula. Los vasos que comúnmente llenan los inters- 65. Recordemos aquí el líquido meliforme de
ticios de la retícula no pueden desarrollarse más; los néctares y su verosímil afinidad con el líquido,
t?<fas las caus~s que habían determinado la expan- menos elaborado, de las vesículas seminales. Tal
Sión de las hoJas del tallo, o del cáliz, o de las flo- vez los néctares sean órganos preparatorios; tal vez
res, dejan de actuar, y nace un filamento débil y su liquido melifonne sea absorbido, purificado y
muchísimo más simple. completamente elaborado por lós estambres. Esta
63. Apenas si pueden formarse todavía las de- opinión resulta tanto más verosímil en cuanto que,
licadas n:tembranas de la antera, entre las que aca- tras la fructificación, esta savia no se observa.
ban finístmos vasos. Si admitimos, pues, que aque- 66. Tampoco dejaremos de observar aquí,
llos vasos que antes se alargaban, se ensanchaban y aunque seá sólo de pasada, que, aunque de manera
se buscaban entre sí una y otra vez, están presentes diversa, tanto los estambres como las anteras cre-
aquí en un estado de contracción extrema; si vemos cen juntos, mostrándonos los más magníficos
brotar de ellos el polen completamente elaborado, ejemplos de la anastomosis - tantas veces ilus-
que compensa con su actividad lo que en extensión trada por nosotros- , así como de la relación mu-
ha~ perdido los vasos que lo producen; si, mucho tua entre órganos de la planta verdaderamente dis-
mas _suelto, el polen busca entonces los órganos fe- tintos en sus primeros comienzos.
menmQs que han crecido por la misma fuerza de la
naturaleza que los empuja al encuentro de los es-

l
52 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 53

IX. FORMACIÓN DEL ESTU..O misma razón más plausible y evidente la idea de la
unión sexual como anastomosis.
67. Si, en lo que precede, me he esforzado en 70. Con mucha frecuencia vemos el estilo sa-
hacer inteligible la interna identidad entre las par- lir de muchos estilos individuales que crecen jun-
tes de la planta que se desarrollan sucesivamente tos, y las partes que lo componen apenas se dejan
unas de otras a pesar de sus grandes divergencias distinguir de la extremidad de la que nunca se se-
en ~a. fonna externa, ahora es posible imagjnar con paran. Este crecimiento por conjunción, cuya efec-
facilidad que mi intención va a ser la de expLicar tividad hemos observado ya otras muchas veces, se
también, del núsmo modo, la estructura de los ór- podrá obser\rar también aquí de muchas maneras.
ganos femeninos. Tiene que ocurrir, ya que las partes delicadas, antes
68. Consideremos, ante todo, e1 estilo sepa- de su desarrollo total en medio de la floración, se
rado del fruto, tal y como nos lo encontramos con contraen y pueden, en consecuencia, unirse entre sí
frecuencia en la naturaleza, pudiendo hacerlo tanto íntimamente.
más cuanto que, en esta forma, se muestra distinto 71. La gran afinidad entre estos órganos y sus
del fruto. precedentes nos la muestra la naturaleza, más o
69. Observemos primeramente que el estilo menos claramente, en muchos casos casi regulares.
está en el mismo nivel de crecimiento en el que he- Así, por ejemplo, el pistilo del iris con su estigma
mos encontrado los estambres. Hemos podido aparece a nuestros ojos en la forma de un pétalo. El
comprobar que los estambres llegan a producirse estigma en forma de sombrilla de la sarracena, en
en vlrtUd de una contracción. Éste es con frecuen- cambio, si no se muestra claramente compuesto de
cia, .el mismo caso de los estilos, de'modo que, si varias hojas, al menos mantiene el color verde.
no tienen la misma medida que los estambres, po- Con la ayuda del microscopio encontramos que
demos verlos formados tan sólo un poco más lar- muchos estigmas, como los del crocus o la zani-
gos o más cortos. En muchos casos, el estilo se pa- chela, están formados exactamente como cálices
rece algo a un estambre sin antera, y la afinidad de gamosépalos o dialisépalos.
su formación respectiva es externamente mayor 72. Invirtiendo el proceso, la naturaleza nos
que en el resto de las partes de la planta. Y puesto muestra con mucha frecuencia el caso de estilos
que ambos órganos llegan a producirse a partir de y estigmas transformados nuevamente en pétalos;
los yasos en espiral, se puede ver aún con mayor por ejemplo, el ranunculus asiaticus se duplica
clandad cómo los órganos femeninos no son, en transformándose sus estigmas y pistilos en una
modo alguno, órganos particulares, como tampoco verdadera corola de pétalos, mientTaS los estam-
lo son los masculinos. De manera que si, en virtud bres, que se encuentran detrás mismo de la co-
de esta consideración, se nos hace más directa- rola, permanecen con frecuencia jnalterados.
mente comprensible la profunda afinidad con los Más adelante veremos algún otro caso digno de
órganos masculinos, encontramos también por la consideración.
54 JOHANN IVOLFGANG VON GOETHE TEOIÚA DE LA NATURALEZA 55

X. SOBRE LOS FRUTos· que las cápsulas seminales se transforman de


nuevo en hojas semejantes a cálices, y que, en la
73. No repetiremos aquí la observación, ya misma medida, disminuye la longitud de los esti-
hecha, de que estilos y estambres se encuentran en los. Se encuentran incluso claveles en los cuales la
el mismo nivel del crecimiento, e ilustran el princi- silicua se ha transformado en un cáliz realmente
pio de la alternancia de expansión y contracción. perfecto, mientras sus incisiones en el vértice lle-
Desde la semilla hasta el máximo nivel de desarro- van todavía huellas muy fmas de estilos y estig-
llo de las hojas del tallo, hemos observado prime- mas, y por la parte interna de este segundo cáliz de
ramente una expansión; después hemos visto nacer nuevo se desarrolla una corola más o menos per-
el cáliz en virtud de una contracción, los pétalos en fecta en vez de semillas.
virtud de una expansión, los órganos reproducto- 76. Además, la naturaleza misma nos revela,
res, en cambio, en virtud de una contracción; muy con una gran variedad de modos y a través de for-
pronto la máxima expansión se revelará en el fruto, mas regulares y constantes, la fertilidad oculta en
y la máxima concentración en la semilla. A través una hoja. Así, una hoja modificada, pero todavía
de estas seis fases, la naturaleza completa, en un recognoscible, de tilo lleva en su nervatura central
proceso continuo, la eterna obra de la reproducción un pedúnculo y, sobre él, una flor y un fruto per-
sexual de los vegetales. fectos. En el ruscus tenemos un modo, todavía más
74. Podemos dirigir nuestra atención ahora a destacable, en el que flores y frutos se apoyan en
los frutos, y pronto nos convenceremos de que tie- las hojas.
nen el mismo origen y que están sujetos a las mis- 77. Todavía con mayor fuerza y de un modo
mas leyes. Hablamos aquí propiamente de los re- formidable aparece ante nuestros ojos la inmediata
ceptáculos que la naturaleza forma para albergar fertilidad de las hojas del tallo en los helechos, los
las llamadas simientes cubiertas o, mejor dicho, cuales, por un impulso interior y tal vez sin una ac-
para desarrollar, desde el interior de estos recep- ción positiva de los órganos sexuales, desarrollan y
táculos y a través de la unión sexual, una mayor o esparcen innumerables semillas, o mejor, gérme-
menor cantidad de semillas. Que estos receptácu- nes, capaces de crecimiento, de modo que la hoja
los se tengan que explicar igualmente con el carác- rivaliza en fertilidad con plantas más desarrolladas
ter y la organización de los demás órganos hasta e incluso con árboles grandes y frondosos.
ahora considerados, es algo que se puede demos- 78. Si tenemos presentes estas observaciones,
trar con facilidad. no dejaremos de reconocer en los receptáculos se-
75. Hemos de examinar ahora, una vez más, minales la forma foliar, a pesar de su diversa for-
esa ley de la naturaleza que es la metamorfosis re- mación, de su suerte particular y. de sus relaciones
gresiva. Por ejemplo, en los claveles -esas flores mutuas. Así, por ejemplo, la cáscara sería simple-
~an con~cidas y estimadas precisamente por su mente una hoja replegada sobre sí misma y atro-
rrregulandad- , se puede observar con frecuencia fiada en sus márgenes; la silicua constaría de más
1

TEORÍA DE LA NATURALEZA 57
56 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
maria una vez más, pues se puede observar en las
lt hojas crecidas al mismo tiempo; las cápsulas com- adormideras que se duplican, en las cuales los es-
puestas derivatfan de numerosas hojas reunidas en tigmas de las cápsulas seminales se transforman en
tomo a un centro y que, después de haber desta- pequeños pétalos delicados, completamente seme-
pado la una frente a la otra sus partes internas, se jantes a hojitas.
han unido por los márgenes. Nos podemos rendir 81. La última y máxima expansión que la
aquí a la evidencia, puesto que las cápsulas com- planta alcanza en su crecimiento se muestra en el
puestas se rompen hacia la madurez, y cada una de fruto. Esta expansión es, con frecuencia, tanto en
sus partes se nos muestra como una cáscara abierta su fuerza interna como en su estructura externa,
o como una silicua. Del mismo modo vemos en di- muy grande, incluso portentosa. Y, puesto que ha-
versas especies del mismo género que un proceso bitualmente se dirige hacia la fructificación, la se-
análogo tiene lugar regularmente. Por ejemplo, las milla parece conferir a la savia, que absorbe de la
cápsulas de la nigella orientalis28 tienen la forma planta entera para su crecimiento, su dirección fun-
de vainas adheridas entre sí por la mitad, y reuni- damental hacia la cápsula seminal, de modo que los
das en tomo a un eje, mientras en la nigella damas- vasos se alimentan, se dilatan y frecuentemente se
cena su reunión aparece completa. llenan expandiéndose al máximo. Que aquí tene-
79. La mayoría de las veces, la naturaleza mos, en gran porción, gas purificado, se deduce de
nos oculta esta afinidad con la hoja, sobre todo lo anterior, y se confirma por la experiencia de que
cuando forma envoltorios seminales jugosos y las vainas abiertas de la colutea contienen aire puro.
tiernos o leñosos y duros; pero ella no puede sus-
traerse a nuestra atención si sabemos seguirla en
todos sus pasos. Sea suficiente por ahora haber XI. DE LOS ENVOLTORIOS INMEDIATOS
indicado el concepto general y, al mismo tiempo, DE LA SEMULA
haber ilustrado la armonía de la naturaleza con al-
gunos ejemplos. La gran variedad de cápsulas se- 82. En cambio, encontramos que la semilla
minales nos sugerirá más adelante numerosas ob- presenta el más alto grado de contracción y com-
servaciones. plejidad de sus partes internas. Se puede ob~ervar
80. La afinidad de Jos receptáculos seminales en diversas semillas cómo transforman hoJaS en
con los órganos que les preceden se muestra tam- sus primeros envoltorios, cómo se las adaptan más
bién mediante el estigma, el cual se apoya directa- o menos e incluso, con su poder (Gewalt), se las
mente sobre la cápsula y está inseparablemente apropian por completo, alterando t?talmente su
unido a ella. Hemos mostrado ya la afinidad del es- forma. Hemos visto ya muchas serrullas desarro-
tigma con la forma foliar, y podemos aquí reafir- llarse de y en una hoja, por lo que no nos sorpren-
deremos ·de que una semilla individual se cubra
con un envoltorio foliar.
28
La nigella orientalis es una variedad de comino.
,........
1~

58 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA. DE U NATURALEZA 59

83. Las huellas de formas foliar~s, no comple- forma externa de las plantas, desde su desarrollo a
tamente adaptadas a las semillas, las vemos en nu- partir de la semilla hasta la formación de un ser
merosas semiJla~ aladas, por ejemplo en las del nuevo. Y sin la presunción de querer descubrir el re-
arce, el olmo, el fresno y el abedul. Un ejemplo sorte originario de la acción de la naturale~ hemos
':
muy destacado de cómo la semilla contrae y se centrado nuestra atención en la exterioridad de las
'
adapta poco a poco envoltorios más amplios nos lo fuerzas, en virtud de las cuales la planta transforma 1
ofrecen los tres círculos sucesivos de semillas, de poco a poco uno y el mismo órgano. Para no perder 1'
diferente estructura, de la caléndula. El círculo más el hilo, una vez cogido, hemos considerado la planta 1
exterior conserva aún una forma afín a la de las ho- sólo como planta anual, hemos observado tan sólo
1
jas del cáljz, sólo que aquj la nervatura, ensan- las metamorfosis de las hojas que acompañan a los
chando el óvulo, curva la hoja, y esta curvatura nudos, derivando de ahí todas las formas sucesivas. ¡
está dividida por dentro en dos partes, a lo largo, Ahora, para ~ar a este ensayo el acabamiento nece-
por una fina membrana. El círculo siguiente se ha sario, será preciso hablar todavía de las yemas, que
transformado algo más, el espesor de las ~ojitas y se encuentran oculta~ debajo de cada hoja, y que se
Ja membrana han desaparecido totalmente, mien- desarrollan bajo ciertas circunstancias mientras pa-
tras que la forma es algo menos alargada, el óvulo recen desaparecer totalmente en otras.
situado en la parte posterior se muestra más clara-
mente, y sus pequeños relieves son más firmes; las
dos hileras de semillas no aparecen fecundadas, o XITI. DE LAS YEMAS Y SU DESARROLLO
aparecen sólo de manera incompleta. Sigue el ter-
cer círculo, en su forma pura fuertemente incur- 85. Todo nudo tiene por naturaleza la fuerza
vado y con un envoltorio completamente formado de producir una o más yemas exactamente en la
y apropiado a la semilla,.tanto en sus ranuras como proximidad de las hojas que lo recubren, las cuales
en sus relieves. Vemos aquí otra vez una enérgica parecen preparar y favorecer su formación y creci-
contracción de partes originariamente más largas y miento.
foliares, operada por la fuerza interior de la semi- 86. En el desarrollo sucesivo de un nudo a
lla, del mismo modo que hemos visto la fuerza de otro, en la formación de una hoja en cada nudo y
la antera contraer el pétalo. de una yema en la proximidad de éste, descansa la
primera propagación de los vegetales, simple y len-
tamente progresiva.
Xll. MlRADA RETROSPECTIVA Y TRANSICIÓN 87. Es sabido que la yema tiene un gran pare-
cido, en su acción, con la semilla madura, y que,
84. Hemos seguido así los pasos de la natura- con frecuencia, se puede reconocer en ella, mejor 1

leza tan atentamente como nos ha sido posible; he- aún que en la semilla, la fonna completa de la fu-
mos acompañado, en todas sus metamorfosis, a la tura planta.
60 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 61

88. Si bien en la yema no es posible observar mas que tampoco. Pero el punto en el que las semi-
una raíz con la misma facilidad que en la semiUa, llas, efectivamente fructificadas y, por la acción de
está, no obstante, presente en ella, desarrollándose los dos sexos, aisladas de la planta-madre, coinci-
fácil y rápidamente, en particular bajo el influjo de den con las yemas que nacen de la planta y se des-
la humedad. tacan de ella sin causa observable, puede cono-
. 89. La yema no necesita cotiledón, pues crece cerse sólo por el entendimiento, pero no por los
J~nto con su. planta-madre ya completamente orga- sentidos.
ruzada, y, nnentras está unida a ella, recibe de ella 93. De acuerdo con esto, podemos argumentar
suficiente alimento. Después de la separación lo que las semillas, que se distinguen de las yemas
~ecibe, o ?ien de la nueva planta a la cual se la'in- por su estado de enclaustramiento y por la causa
Jerta, o bten por la raíz, que se forma inmediata- visible de su formación y de su separación, son, no
mente cuando una rama se mete en la tierra. obstante, parientes cercanas de éstas.
90. La yema consta de nudos y hojas más o
menos.d~sarrollados,.los cuales deberán prolongar
el crec1m1ento postenormente. Las ramas laterales XN_ FORMACIÓN DE LAS FLORES Y DB LOS FRUTOS
q~e nacen de los nudos de la planta, se pueden con~ COMPUESTOS
s1derar como plantitas particulares que están fija-
das al cuerpo de Ja planta-madre como ésta lo está 94. Hasta aquí hemos intentado explicar, a tta-
al suelo. vés de la transformación de las hojas nodales, tanto
91. ~u afinidad y distinción han sido ya seña- la floración simple como la producción de semillas
ladas van~s ~eces, y con tal precisión y sagacidad recogidas en cápsulas. Con una investigación más
que nos hm1tamos aquí a remitir a los estudios detenida se encontrará que, en este caso, no se de-
existentes al respecto, los cuales tienen nuestra sarrolla ninguna yema; es más, la posibilidad de ta1
aprobación incondicional29• desarrollo queda totalmente descartada. Así pues,
. 92. Diremos tan sólo que, en las plantas evolu- para explicar las flores compuestas y los frutos reu-
Cionadas, la naturaleza distingue con claridad entre nidos alrededor de un único cono o de un único
yemas y semiJ_las. Sin embargo, a medida que des- fuste, tendremos que hacer referencia al desarrollo
cendemos hacLa p~an.tas_ menos evolucionadas, pa- de las yemas.
rece perderse la dtsbnc1ón entre ambas cosas in- 95. Observamos muy frecuentemente que un
clus? a la mirada del más agudo observador. Hay tallo, en lugar de prepararse previamente y dispo-
semlllas que no ofrecen confusión posible, y ye- ner sus fuerzas para una única floración, echa ya
sus flores en los nudos, y con frecuencia sigue ha-
ciéndolo sin interrupción hasta llegar a su cima.
29 Los fenómenos que entonces se presentan pueden
Gaertner, De fructibus et seminibus plantarum cap 1 (N explicarse con la teoría expuesta más arriba: todas
del A.) ' · · ·
TEORIA DE lA NATURALEZA 63
62 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
deroso de crecimiento desarrolla, de una vez, un
las flores que se desarrollan a partir de yemas de- tallo casi ilimitado con todas sus yemas en la
ben ser consideradas como plantas completas, fija- forma de flor, y comprimidas entre sí.lo más po~i­
das a la planta-madre como ésta lo está a la tierra. ble, y cada florecilla fecunda ~1 ov~o ya predts-
Y puesto que reciben savia purificada de los nudos, puesto debajo de ella. En: esta tmprest~:mante con-
las primeras hojas de las ramas se muestran mucho tracción no siempre se pterden las hoJaS nodales.
más complejas que las primeras hojas de la planta- En los cardos, la hojita acompaña fielmente. a la
madre que siguen a los cotiledones, de modo que la florecilla, que se desarrolla junto a ella a partlr de
formación del cáliz y de las flores será, con fre- la yema. Compárese lo dicho en este parágrafo con
cuencia, úunediatamente posible. la forma del dipsacus lacinatus30 . En muchas gra-
96. Estas flores., que se forman a partir de las míneas, cada flor va acompañada de. una de tales
yemas, se convertirían ellas mismas en ramas si re- hojitas, que en este caso se llaman vaznas.
cibieran una alimentación más abundante, y com- 1OO. Nos resultará evidente, de este modo, que
partirían así esa suerte de la planta-madre a la que las semillas desarrolladas en tomo a una floración
se encuentra sujeta bajo ciertas circunstancias. común son, en realidad, yemas formadas Y ?esa-
97. Y a medida que estas flores se desarrollan rrolladas por la acción de ambos sexos. Teme~do
de nudo a nudo, detectamos en ellas aquelJa trans- presente esta noción y observ~do, en .este senttdo,
formación de las hojas del tallo que ya hemos ob- el crecimiento y la fructificac10n de divers~s plan-
servado en la lenta transición hacia el cáliz. Es de- tas este examen nos convencerá de la meJOr ma-
cir, se comprimen siempre más y más entre sf hasta ne;a en virtud de la comparación. .
desaparecer casi por completo. Se llaman entonces 1O1. No nos resultará difícil tampoco exp~car
brácteas, pues se alejan más o meno:; de la forma la fructificación de las semillas, desnudas o cubtpr-
foliar. En esta misma proporción, el tallo se afina, tas, recogidas en el centro de u~a únic~ flor y, con
los nudos se acercan entre sí, y todos los fenóme- frecuencia alrededor de una úmca varilla. Pues es
nos ya observados se muestran sucesivamente, sólo completa~ente lo mismo que una únic~ ~or enci~­
que, del extremo del tallo, no se sigue ninguna flor rre un conjunto de semillas y que los ptstilos creci-
defmida al haber hecho la naturaleza ya uso de sus dos juntos chupen los líquid0s fecundantes de las
derechos de yema a yema. anteras de la flor y los infiltren a las semillas, o que
98. Tenemos, pues, a la vista uno de esos ta- cada semilla individual tenga en tomo a sí su pro-
llos adornados de una flor en cada nudo, de modo pio pistilo, su propia antera y sus propios pétalos.
que podremos explicar sin tardanza una floración 102. Estamos convencidos de que, con 1m
común, con sólo recurrir a lo ya dicho acerca de la
formación del cáliz.
99 La naturaleza forma un cáliz común de 30 El dípsacus lacinatus es una variedad .de car~o. Cada flor
muchas hojas, que se comprimen entre sí y se reú- de esta planta está encerrada en un envoltono particular.
nen en torno a un eje. Con ese mismo impulso po-
64 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOlÚA DE LA NATURALEZA 65

poco de práctica, no será difícil explicar por esta mismos, conservando algunos de ellos huellas de
vía la multiplicidad de formas de las flores y de los las anteras. Así pues, el tallo crece y ya pueden
frutos. Sólo requerirá, claro está, dominar el ma- verse nuevamente las espinas. Las siguientes hojas,
nejo de los conceptos, establecidos más arriba, de separadas entre sí y coloreadas, se hacen más pe-
expansión y de contracción, de compresión y de queñas y puecten llegar a pasar, ante nuestros ojos,
anastomosis, y saber aplicarlos en el momento por hojas del tallo, de color entre rojo y verde. Se
justo como si se tratase de fórmulas algebraicas. Y forma, por último, una serie de nudos regulares, de
puesto que mucho depende de la observación cui- cuyas yemas despuntan, aunque incompletos, ca-
dadosa y de la comparación entre sí de los diversos pullos de rosa.
estados que la naturaleza recorre, tanto en la for- 104. Este ejemplo nos proporciona todavía
D?ación de los géneros, de las especies y de las va- una prueba más de lo ya dicho más arriba, o sea,
r~edades, como en el crecimiento de cada planta que todos los cálices no son más que folia floralia
smgular, sería agradable y no sin utilidad, una re- contraídas en su periferia. El cáliz regular, reco-
copHación de ilustraciones contrapuestas, así como gido en torno al eje, consta de cinco hojas comple-
una aplicación, desde este punto de vista de la ter- tamente desarrolladas, de triple o quintuple com-
minología de la Botánica a las diversas p~rtes de la posición, semejantes a las que las ramas producen
planta. ~1 examen de d,os casos de flores prolíferas, de sus nudos.
que venfican muy bien la teoría antes expuesta, re-
sultará, pues, muy aconsejable.
XVI. EL CLAVEL PROLÍFERO

XV. LA ROSA PROLiFERA 105. Una vez observado este fenómeno aten-
tamente, todavía más soÍprendente nos va a resul-
103. Todo lo que hasta aquí hemos tratado de tar lo que nos muestra el clavel prolífero. Vemos en
comprender con el sólo uso de la imaginación y del él una flor completa, provista, no sólo de cáliz,
entendimiento nos lo muestra, del modo más claro sino también de una doble corola completada en el
el ejemplo de la rosa prolífera. El cáliz y la coro!~ centro por una cápsula seminal bien determinada,
se encuentran en ella ordenados y desarrollados al- aunque no enteramente desarrollada. De Los lados
re?edor de un eje, mientras que el receptáculo se- de la corola se desarrollan cuatro nuevas flores
mmal deberá contraerse hacia el centro y los órga- completas, separadas de la flor-madre por tallos de
nos reproductores, masculinos y femeninos, debe- tres o más nudos; también éstas tienen cálices y
rán orde~arse por encima y en torno a él; el tallo son, a su vez, dobles, no tanto a causa de·-bojas ais-
sube hacJa lo alto entre rojizo y verdoso y, en tomo ladas, sino por sus corolas foliares, cuyas uñas se
a él, se desarrollan sucesivamente pétalos más pe· unen, y, las más de las veces, a causa de pétalos
queños de color rojo oscuro y replegados sobre sí que han crecido juntos en tomo a un tallo y se han
66 JOHANN WOLFGANG VON GOElHE
TEORÍA DE LA NATURALEZA 67
desarrollado como una ramita. No obstante este nes venideras, espero, no obstante, que mi esfuerzo
sorprendente desarrollo, en algunos casos hay pre- no haya sido totalmente infructuoso.
sentes estambres y anteras; son visibles los ovarios 108. Ahora es el momento de examinar la teo-
con los estilos, y los receptáculos seminales se des- ría que Linneo presenta como explicación de tales
doblan de nuevo en hojas. En una de. estas flores, fenómenos. A su aguda mirada no podían escapar
los ani11os se habían unido para formar un cáliz las observaciones que han dado origen al presente
completo, y contenían los rudimentos precisos para ensayo. Y si nosotros podemos avanzar más allá de
producir una completa flor doble. donde él se quedó, se lo debemos al esfuerzo co-
106. Hemos visto desarrollarse en La rosa una mún de muchos observadores y pensadores que
flor apenas determinada, de cuyo centro brotaba un han despejado el camino de muchos obstáculo~ y
tallo y, en torno a él, nuevas hojas. En este clavel, han disipado muchos prejuicios. Una comparactón
en su cáliz bien formado y en su corola perfecta, en precisa de su teoría y la expuesta por nosotros nos
un receptáculo situado efectivamente en el centro llevaría aquí demasiado lejos. El experto podrá ha-
del círculo de los pétalos, vernos desarroUarse ye- cerlo con facilidad por sí mismo, pues sería dema-
mas que presentan ramas y flores verdaderas y pro- siado prolijo lograr que resultara claro a .quien aún
pias. Ambos casos nos muestran que la naturaleza no ha meditado sobre este tema. Cons1deremos,
concluye comúnmente su proceso de crecimiento pues, ahora tan sólo las causas que han impedido a
en la flor, y extrae la suma, por decirlo así, que Linneo avanzar más, hasta alcanzar la meta.
pone fin a la posibilidad de proseguir, paso tras 109. Él hizo sus primeras observaciones sobre
paso, hasta el infinito, alcanzando rápidamente su árboles, es decir, sobre las plantas complejas de
meta con la formación de las semillas. más larga vida. Y observó que un árbol, alimen-
tado abundantemente dentro de una vasija ancha,
XVll. LA TEORÍA DE LINNEO SOBRE producía ramas sobre ramas durante muchos añ.~s
LA ANTICIPACIÓN sucesivos, mientras este mismo árbol, en una vaSIJa
más estrecha, daba rápidamente flores y frutos.
107. Aunque en este camino, que uno de mis Vio, además, que aquel desarrollo sucesivo se lle-
predecesores, tras haber intentado seguirlo de la gaba a producir aquí de una vez, de manera con-
mano de su gran maestro, describe como temible y centrada. Entonces llamó a esta acción de la natu-
peligroso31 , yo haya tropezado aquí y allá; aunque raleza prolepsis o anticipación, pues la planta, sal-
no haya logrado despejarlo suficientemente para el tándose los seis pasos que hemos observado más
bien de cuantos me sigan y de todas las generacio- arriba, parecía anticiparse seis años 32. Aplicó, en

31
Ferber, en la premisa a la II disertación de su Prolepsis 32 Este texto contradice, en cierto modo, el paralelismo es-
Plantarum. (N. del A.) tablecido por Gray entre los seis esladios del desarrollo de la
68 JOHANN WOLFGANG VON GOElHE TEORÍA DE LA NATURALEZ4 69

suma, su teoría a las yemas de los árboles, sin repa- mismo grado, y atribuyó el origen de las flores y de
rar de un modo particular en las plantas anuales, los frutos a estos diversos círculos del tronco, pues
aunque bien pudo observar que su teoría no se aquéllos, como éstos, parecían desarrollarse en-
ajustaba tan bien a éstas como a aquéllos. De modo vueltos el uno en el otro y el uno a partir del otro.
que, según su doctrina, se debería admitir que toda Pero esto era sólo una observación superficial que
planta anual ha sido determinada por la naturaleza, una consideración más atenta de ninguna manera
de un modo singular, a crecer durante seis años, confrrma. Así, la corteza externa no es apta para
pero que este largo plazo se anticipa de un golpe en una producción posterior, y en árboles longevos no
la floración y la fructificación, para, acto seguido, es más que una masa endurecida y aislada hacia el
marchitarse. exterior, del mismo modo que la madera se endu-
110. Nosotros, por el contrario, hemos empe- rece hacia el interior. En muchos árboles, la cor-
zado con el estudio del crecimiento de la planta teza se cae; en otros se la puede desprender sin el
anual, de modo que nos es posible llevar a cabo menor daño para el árbol. Así que ella no podrá
con facilidad su aplicación a los vegetales de larga producir ni un cáliz ni ninguna otra parte viviente
vida. Pues la yema que despunta del árbol más de la planta. La corteza interna o secundaria es la
viejo es como una planta anual, sólo que se desa- que contiene toda la fuerza de la vida y del creci- ·
rrolla a partir de un tronco formado desde hace miento. El crecimiento se verá afectado en La
mucho tiempo, y puede ella misma, a su vez, tener misma medida en que se incida en ella. Como se
una duración mayor. desprende, pues, de una consideración detenida,
111. La segunda causa que impidió a Linneo esta corteza es la que produce todas las partes ex-
avanzar más fue que él consideró los diversos ternas de la planta, poco a poco en el Lallo e de
círculos concéntricos del cuerpo de la planta -la golpe en la flor y en el fruto. Linneo, en cambio,
corteza externa, la interna, la madera, la médula-, sólo asignaba a la corteza interna la misión de pro-
como partes activas, vivientes y necesarias en el ducir los pétal{)s. Y, sin embargo, a la madera le
atribuía la crucial producción de los órganos mas-
culinos, cuando se puede observar muy bien que es
tan sólo una parte en estado de reposo debido a su
planta, descritos por Goetbe, y las seis cualidades del devenir solidificación y, aunque longeva, está privada de
cósmico, divino y humano de la especulación mística de Jacob
Boehme. Parece más creíble que Goethe deba esta cifra seis a
acción vital. Finalmente, la médula desempeñaría,
Lirmeo, que había tenido ya la idea del parentesco originario según Linneo, la función más importante, a saber,
entre hojas y flores y había observado lo que Goethe relata la de producir los órganos femeninos y una nume-
aquf. Esto no significa que haya que minusvalorar la influencia rosa descendencia. Las dudas que suscita esta gran
ejercida por los estudios juveniles sobre alquimia (de los que importancia atribuída a la médula, y las razones
Ooelhe habla en el übro VIII de Wahrheit und Dichtung) en la
producción cientffica posterior de Goetbe. Cfr. R. D. GraY,. que se han aducido contra ella, me parecen, tam-
Goethe The Alchemist, ed. cit., pp. 82 ss. · bién a mí, decisivas. Era tan sólo aparente que el
70 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 71

estilo y el fruto se desarrollaran a partir de la mé- de reproducción distinta a la reproducción me-


dula. En realidad, estos órganos, cuando los descu- diante flores y frutos -la cual sucede de golpe-
brimos por primera vez, los encontramos en un es- en cuanto que es sucesiva, o sea, en cuanto que se
tado i?defi?ido, indeterminadamente medular, pa- muestra en una sucesión de desarrollos indivi-
renqutmáttco, concentrados en medio del tallo, duales. Esta fuerza generativa, que se va exterio-
donde estamos acostumbrados a ver sólo médula. rizando poco a poco, resulta bastante afín a aque-
lla que desarrolla de una vez una gran reproduc-
ción. En diversas circunstancias, se puede forzar
XVID. RECAPITULACIÓN a la planta para que crezca siempre, como se
puede también acelerar su floración. Esto último
~ 12. Desearía que el presente ensayo de expli- sucede cuando prevalecen en gran cantidad las
cactón de la metamorfosis de las plantas contribu- savias más puras de la planta, mientras que lo
yera,_ en algo, a_la disolución de esas dudas, y diera primero tiene lugar cuando abundan en ella las
ocastón a ultenores observaciones y razonamien- menos refinadas.
t?s. Las observaciones sobre las que se funda han 114 Es por esto por lo que hemos definido el
stdo hechas de una manera específica reunidas y crecimi(mto como una reproducción sucesiva, y la
e1ast"ficadas33, pudiéndose establecer con rapidez si
o '
floración y Ia.jructificación como una.reproduc-
el paso que nosotros actualmente damos se acerca ción simultánea, y hemos señalado también el
o no a la verdad. Recapitulemos, pues, tan breve- modo en que ambas se manifiestan. Un~ planta que
mente como nos sea posible, los resultados princi- crece se alarga más o menos, desarrolla un tronco o
pales de lo hasta aquí tratado. un tallo, los espacios de nudo a nudo son observa-
1 ~3. Observemos una planta desde el punto bles la mayoría de las veces, y sus hojas se extien-
de vtsta de la exteriorización de su fuerza vital, y den a partir del tallo en todas direcciones. En cam-
la. veremos comportarse de una doble manera: bio, una planta que florece se contrae en todas sus
pnmeramente, en el crecimiento que produce el partes, la longitud y la extensión parecen desvane-
tallo y las hojas, y después en la reproducción cerse, y todos sus órganos están en el estado de la
q~e se completará en la floración y la fructifica- más alta concentración, desarrollados el uno muy
CJón. Observando más de cerca el crecimiento, cerca del otro.
vem?s que s~ continúa de nudo a nudo y de hoja 115. La planta puede crecer, florecer o dar fru-
a hoJa y, proliferando así, tiene lugar una especie tos, pero son siempre los mismos órganos los que,
en destinos y formas con frecuencia diversas, si-
guen las prescripciones de la naturaleza. El mismo
órgano que se expande en el talJo como hoja y
33
toma las fonnas más diversas, se contrae luego en
Balsch, Anleitung zur Kenntnis und Geschichte der el cáliz, vuelve a expandirse en los pétalos, se con-
Pjlanzen, primera parte, capítulo 19. (N. del A.)
72 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 73

trae en los órganos reproductores, y se vuelve a ex- que tengamos necesidad de una palabra común con
pandir, por último, como fruto34. la que designar este órgano que se metamorfosea
116. Esta acción de la naturaleza va unida co- en formas tan diversas, y poder comparar las dis-
múnmente a otra, a saber, a la reunión de diversos tintas fases de su configuraci6n35• Actualmente de-
órganos alrededor de un centro según cifras y pro- bemos contentarnos con confrontar entre sí, pro-
porciones que, no obstante, en muchas flores y gresiva y regresivamente, los distintos fenómenos.
bajo ciertas circunstancias, se muestran con fre- Así que podemos muy bien decir que un estambre
cuencia sobrepasadas y modificadas en gran me- es un pétalo contraído, y que el pétalo es un estam-
dida. bre en expansión; podemos decir de un sépalo que
117. En este sentido opera, en la formación de es una hoja del tallo contraída acercándose a un
las flores y de los frutos, una anastomosis por la cierto grado de refinamiento, y de una hoja del ta-
que las partes compactas entre sí y más delic~das llo que es un sépalo dilatado por el aflujo de savias
de la fructificación se funden del modo más íntimo poco purificadas.
durante todo el tiempo de su vida o sólo durante
una parte de ella.
118. Estos fenómenos de la aproximación, la 35
Goethe insinóa aquí la necesidad de un objelo de compa-
concentración y la anastomosis no son propios ex- ración independiente del canon empírico. Sobre el grado de sa-
clusivamente de las flores y los frutos. Podemos tisfacción que le produce este modo de explicación, dice:
percibir algo semejante ya en los cotiledones, y, _en «Desde el momento en que, como suele decirse, hay muchas
lo sucesivo, otras panes de la planta nos proporCio- vías a seguir en el bosque, he encontrado muy aprovechable la
vfa de la metamorfosis. Se lrata de una v(a suficientemente
narán un rico material para observaciones análogas. geistig y, puesto que se presta a ser llenada de contenido empf-
119. Así como hemos tratado de explicar los rico y sometida a verificación, debo de reconocer que se trata
órganos aparentemente diversos de la planta en de un género de representación que me ba producido siempre
crecimiento y en estado de floración a partir de un mucha satisfacción» (carta a J. G. Schlosser del 30 de ago~to
de 1799). Pero que esta representación sea calificada sólo
solo órgano, la hoja, que se desarrolla común- como «Suficientemente» geistig parece sugerir que podría aún
mente en cada nudo, también nos hemos atrevido a ser más geislig. Sin embargo, el hecho de que la idea de meta-
derivar de la forma foliar aquellos frutos que sue- morfosis necesite de ejemplos se evidencia en una carta a
len encerrar en su interior sus semillas. ' Batsch del 26 de febrero de 1794, en Ja que,Goethe le dice que
en su libro hubiera deseado «Ver representado e ilustrado el
120. Se entiende, pues, con suficiente claridad curso entero de las metamorfosis a través de algunas plantas»,
pues es mediante un despliegue tal del proceso a través de
ejemplos, como llegamos a la inteligencia de la ley que go-
bierna el proceso: «Una vez captado el concepto se está en dis-
:~<~ Esta idea de que todos los órganos de la planta son, en el posición de notar lo que de racional hay en el hábito y se puede
fondo, boja, aparece formulada por vez primera en el Viaje a aliviar el esfuerzo de memorizar tantas fonnas curiosas, ejerci-
Italia, 17 de mayo de 1787: t<Prog•·esando o regresando, la tando el juicio y teniendo la comprensión de como una forma
planta no es olra cosa que hoja.» se desarrolla a partir de otra» (ibídem).
74 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOJÚA DE LA NATURALEZA 75

121. Del mismo modo, se puede decir del tallo FORTUNA DEL MANUSCRITO
que es una flor y un fruto expandidos, y de éstos
que son un tallo ·contraído. De Italia, el reino de la forma, me encontré de-
122. Al final de mi ensavo he sometido a ob- vuelto de nuevo a la informe Alemarua, cambiando
servación también el desarrollo de las yemas, y he un cielo sereno por uno sombrío; los amigos, en
tratado de explicar con él las flores compuestas y vez de consolarme y llevarme de nuevo hacia ellos,
los frutos sin cáscara. me empujaban a la desesperación. Mi fascinación
123. ~e.este modo me he esforzado en expo- por los objetos más lejanos y menos conocidos, mi
ner una opmtón, que para mí es muy convincente, dolor y mis lamentos por lo que había perdido pa-
tan cl~a y completamente como me ha sido posi- recían molestarles; echaba de menos la simpatía, y
ble. S1, a pesar de esto, no se ha alcanzado la evi- nadie entendía mi lenguaje. No conseguía adap-
dencia totalme~te; si esta opinión es susceptible de tarme a este penoso estado, la privación era dema-
nu~rosas críttcas, y la antedicha explicación no siado grande para que el sentido externo se confor-
pudiera resultar aplicable en todos los casos será mase. Pero el espíritu se despertó, por fm, tratando
mi deber r~coger todas las observaciones y retomar de mantenerse indemne.
esta matena en lo sucesivo con más cuidado y de- A lo largo de los dos años transcurridos, había
talle, .P~ hacerla más convincente y asegurarle un observado. recogido y reflexionado sin interrup-
as~ntliD.lento general, con el que actualmente ella, ción, tratando de perfeccionar mi capacidad: Hasta
quizás, no pueda contaz-36. cierto grado, había aprendido cómo la privilegiada
nación griega procedió a fin de desarrollar, en el
ámbito propio de la polis el arte más elevado, así
que podía yo esperar alcazar poco a poco una vi-
sión de conjunto y procurarme un goce artístico
puro y libre de prejuicios37 • Por otra parte, creía ha-
36 ber aprendido también de la naturaleza cómo, si-
En unos términos parecidos a estos se expresa Goethe en guiendo una ley, pone manos a la obra para produ-
una carta a ~ebel de 1790: «Si pudiera dejarlo reposar un año
(se está refiriendo al ensayo La metamoifosis de las plantas) y cir configuraciones vivientes, modelos de todo
retomarlo luego, llegaría a tener una forma más pura. Pero he arte. Lo tercero que me ocupaba eran las costum-
hecho todo lo qu: he podido, y lo que me falta espero compen- bres de los pueblos. Quería aprender de ellas cómo
s!lllo en lo sucesJv? por un comentario.» De hecho, el primer
título que Goethe d10 a este ensayo fue Versuch, die Metamorp-
h?se der Pjlanz.en z.u erklaren, mostrando, pues, una concien-
Cia clara de que se trataba sólo de un ensayo que necesitaría de 37 El 28 de enero de 1787. Goethe escribe desde Roma:
posteriores complementos. Goethe vuelve en diversas ocasio-
«Supongo que ellos [los griegos] procedían seg11n las mismas
nes a trabajar sobre él, corrigiendo y profundizando sus inicia-
leyes que aplica la naturaleza, tras el rastro de las cuales yo me
les observadones, y así lo relata en Zwischen.rede, en el cua-
derno 11 de Zur Morpholo8ie. encuentro.»
76 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 77

del encuentro de necesidad y libre albedrío, de im- campo científico, aunque aquí debía sucederme lo
pulso y querer, de movimiento y resistencia nace que ya experimenté con mis primeros trabajos poé-
una tercera cosa que no es ni arte ni naturaleza, ticos, a saber, que desde el principio me veía remi-
sino ambas al mismo tiempo, algo necesario y for- tido a mí mismo; sólo que aquí, los primeros obstá-
tuito, intencional y ciego: quiero decir, la sociedad culos señalaban ya fatalmente los posteriores, de
humana. modo que basta el día de hoy vivo en un mundo
Moviéndome en estas regiones de acá para allá desde el que puedo comunicarme con muy pocos.
tratando de perfeccionar mis conocimientos, me El manuscrito se publicó como sigue.
propuse poner por escrito lo que me parecía haber Tenia todas las razones para estar satisfecho con
visto más claramente, y así me puse a sistematizar el señor Gt:ischen, el editor de la recopilación de
el recuerdo, a ordenar la experiencia y a fijar el ins- mis escritos. Por desgracia, su edición tuvo lugar
tante38. Al mismo tiempo escribí un ensayo sobre en un tiempo en el que Alemania no sabía, ni tam-
arte, manera y estilo, otro para explicar la meta- poco quería saber, nada de mí, y yo creí observar
morfosis de las plantas, y El carnaval romano39. que mi editor no llegaba a tener una cifra de ventas
Todos e11os muestran lo que por entonces se agi- del todo conforme a sus deseos. No obstante, yo le
taba en mi interior, y qué posición había tomado había prometido ofrecerle, antes que a otros, mis
frente a estos tres grandes reinos. El intento de ex- trabajos futuros, una condición que siempre había
plicar la metamorfosis de las plantas, es decir, de considerado compensatoria. Le hice saber, pues,
reconducir a un principio general simple la multi- que tenía listo un pequeño escrito de contenJdo
pJicidad de los fenómenos particulares del esplén- científico, del que deseaba su publicación. Si él no
dido jardín del mundo, fue el primero en quedar se prometió nada excepcional de mis trabajos, o si,
terminado. en este caso -como puedo suponer- , hubiese re-
Hay una antigua verdad literaria según la cual lo cabado información a los entendidos sobre qué ca-
que escribimos nos gusta, pues, de lo contrario, no bía esperar de un salto tan brusco en un campo di-
lo habríamos escrito. Bastante satisfecho con mi verso, es algo que no quiero averiguar. Baste decir
nuevo cuaderno, me halagaba la idea de abrirme que no pude comprender fácilmente por qué re-
una afortunada carrera de escritor también en el chazó imprimir mi ensayo, pues, en el peor de los
casos, con el mínimo sacrificio de seis pliegos de
papel barato, podría haberse mantenido como un
38
En un.a carta a Frascati del 28 de septiembre de l787, editor fértil, apareciendo fresco de nuevo, fiable y
Goethe escnbe: «He pasado muy buenos ratos con Moriz y he sin ambición.
comenzado a explicarle mi sistema de las plantas, y a anotar Otra vez volvía a encontrarme en la misma si-
cada vez que nos vemos, en su presencia, lo que se nos ocurre. tuación que cuando ofrecí Los cómplices al editor
Sólo de este modo logro poner por escrito mis ideas.»
39
La primera obra a la que Goethe alude aquí es Einfache Flescher, aunque esta vez no me dejé amedrentar.
Nachahmung der Natu1; Manier. Stil. Ettinger, de Gotha, que tenia el propósito de esta-
78 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
TEORÍA DE LA NATURALEZA 79
blecer una relación conmigo, se ofreció a hacerse cosas no deben las ciencias, en general, a simples
cargo de la edición, de modo que estas pocas pági- aficionados simpatizantes o a invitados desenvuel-
nas, elegantemente impresas en caracteres latinos, tos! Conocemos hombres de negocios que son lec-
salieron con buena fortuna a la luz. tores apasionados de novelas y jugadores de cartas;
El público se sorprendió porque, en su deseo de o serios padres de familia que prefieren el teatro
verse bien servido de un modo uniforme, pretende cómico a cualquier otro entretenimiento. Desde
que cada uno permanezca en su especialidad, y hace muchos años se nos repite hasta la saciedad la
esta pretensión tiene, sin duda, sus buenas razones. eterna verdad de que la vida humana está com-
Pues, quien quiera hacer algo excelente, algo que puesta de seriedad y juego juntos, y que sólo llega
sea infinito en todas las direcciones, no debe inten- a merecer el nombre de el más sabio y el más feliz
tar muchos caminos diversos, cosa que sólo a Dios aquel que sabe moverse en equilibrio entre ambas
y a la naturaleza le está permitido. Por eso se cosas; pues, aun sin proponérselo, cada uno desea
quiere que un talento destaque en un cierto campo lo opuesto de sí mismo para tener el todo.
cuyo modo y carácter sea conocido y estimado de Al hombre activo, esta exigencia se le impone
forma universal; que no se aleje de su ámbito, y de mil modos. ¿Quién se permitiría criticar a nues-
que no dé saltos bruscos hacia lo que le queda de- tro Chladru41 , ese ornato de la nación? El mundo
masiado lejos. Si uno se atreve a esto, no se le debe estarle agradecido por haber sabido arrancar
agradece, y si llega a hacerlo bien, no se le otorga de tal modo un sonido a cada cuerpo y, finalmente,
ningún aplauso especial. hacerlo visible. ¿Y qué hay de más lejano a ese es-
Pero el hombre de espíritu inquieto se siente fuerzo que la observación de l?s meteoritos? .c~no­
existir, no para el público, sino para él mismo. No cer y estudiar las circunstancias de acontecuruen-
puede agotarse y consumirse en una uniformidad tos que a menudo se renuevan en nuestros días;
cualquiera, sino que busca desahogo en otras par- desarro1lar las partes de estos productos celestes-
tes. Todo talento enérgico es un talento universal, terrenales; investigar la historia de un fenómeno
que tiende su mirada por todas partes y ejerce su
actividad a placer en esto o en aquéllo. Tenemos
médicos que construyen con pasión y abren jardi-
41 Emst Florens Friedrich Chladni (1756-1827) pasa por ser
nes y fábricas, y cirujanos que son numismáticos y
propietarios de colecciones preciosas. Astruc 40, el el fundador de la ciencia acüstica, al descubrir las <<figuras so-
noras» que hacen visibles las vibraciones sonoras, construir .el
cirujano personal de Luis XN, fue el primero en eufono e inventar el clavicilindro. Vivió en Weimar a principios
aplicar bisturí y sonda al Pentateuco. ¡Y cuántas de 1803, y Goethe le tenía en gran estima, con;o muestra la
carta a SchiJler del26 de enero de 1803: <<Chladni fonna parte,
como Eckel, (je Jos bienaventurados que no tienen la menor
40
idea de filosofía de la naturaleza, y que buscan simplemente
Jean Astruc (1684-1766) está considerado el iniciador de percibir con atención los fenómenos para a contin~ación orde-
la investigación bíblica moderna. narlos y utilizarlos en la medida en que ello es posible.»
80 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 81

prodigioso que se repite a través de Jos tiempos: una extraña novedad, y todos quedaron insatisfe-
esto es una bella y digna empresa. Pero iqué la une chos con él asegurando que no se llegaba a ver qué
a lo otro? iEs, tal vez, el fragor de los truenos con quería decir. A un amigo del arte romano, que me
el que los fenómenos atmosféricos se desencade- quería bien y tenía confianza en mí42, le supo mal
nan? Por supuesto que no, sino que es el hecho de escuchar que mi trabajo era tan reprobado, pues, en
que un h?mbre atento y genial vea imponerse a su una larga conversación que habíamos mantenido,
observactón dos de los fenómenos naturales más me había oído dar multitud de argumentos de
alejados entre sí y los siga tenaz e incansablemente modo razonable y consecuente. Lo leyó, pues, con
tanto al uno como al otro. Agradezcamos el prove- atención y, aunque no lo comprendió en realidad,
cho que con esto obtenemos nosotros. captó el contenido con simpatía y un sentido de ar-
tista, dando a lo expuesto una interpretación extra-
1 FORTUNA DEL TEXTO IMPRESO vagante, aunque ingeniosa.
El autor -dijo este amigo- tiene una mira se-
. Aquel que, en silencio, se ocupa de un objeto creta que, no obstante, yo consigo ver con gran cla-
d1gno, y con toda seriedad intenta abarcarlo no se ridad: él quiere enseñar al artista cómo idear ador-
hace una idea de hasta qué punto sus conte~porá­ nos florales brotando y ramificándose en un dina-
! neos están acostumbrados a pensar de un modo mismo creciente, a la manera de los antiguos. La
planta debe nacer de las hojas más simples, que se
completamente distinto al suyo. Sin embargo, esto
es.• para .él, una suerte, pues perdería la fe en sí articulan de forma gradual, se configuran, se multi-
mtsmo Sl no se permitiera creer en la simpatía de plican y, a medida que crecen, se hacen cada vez
los demás. A~ora ?ie~, ha~ que exprese su opi- más complejas, esbeltas y ligeras, hasta que se reco-
món Y se vera que divers1dad de puntos de vista gen en la mayor riqueza de las flores, y expanden
combaten entre sí en el mundo para confusión de sus semillas o comienzan otra vez un nuevo ciclo de
d?c.tos e ignorantes. La actualidad está siempre di- vida. Pilares de mármol adornados de este modo se
vt?tda en partidos, que se conocen tan poco a sf muestran en Villa Médicis, y ahora comprendo por
~smos como a sus antípodas. Cada uno actúa apa- primera vez lo que significan. La infinita exuberan-
SIOnadament~ en función de lo que puede, y al- cia de las hojas se verá aun superada después por las
canza en func1ón de lo que consigue. flores, hasta que, finalmente, en lugar de semillas,
Y; así, t~mbién yo, aun sin contar con un juicio llegan a surgir, con frecuencia, figuras de animales y
públ.tco, fil:l extrañamente inculpado por una infor- genios, sin que esto pueda parecer inverosímil lo
mación pnvada. En una noble ciudad alemana se más mínimo después de tan espléndido desarrollo. 1

había formad? una a~o~iación de científicos que,


po~ vía teoréttca y practica, promovían en colabo-
¡
42
ración muchas cosas buenas. En este círculo tam- Este tal amigo era, con toda probabilidad, Joh:mn Hein-
bién mi cuaderno fue leido diligentemente ~omo rich Wilhelm Tischbei.J1 (1751-1829).
t

:
82 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 83

Yo me alegro, pues, de idear multitud de adornos si- presentación científica, podrá hacerse más com-
gujendo estas indicaciones, ya que hasta ahora me prensible que incluida en una secuencia de poesías
limitaba a imitar inconscientemente a los antiguos. delicadas y apasionadas.
Pero en estos términos no se predicaba bien a
los doctos, que dejarqn pasar la explicación, pero Te disturba, oh amada, la mezcla de miles
observaron que si no se tiene ante los ojos nada de flores aquí y allá en el jardín;
muchos nombres escuchaste, y siempre suplanta,
más que el arte y sólo preocupan las florituras, no con bárbaro sonido, el uno al otro en el o.ído.
se debe hacer como si se trabajase para la ciencia, Todas las formas son análogas, y ninguna se asemeja a
donde semejantes fantasías no pueden permitirse. [la otra;
El artista me aseguró más tarde que, siguiendo las así indica el coro una ley oculta,
un sagrado enigma44 • ¡Oh, si yo pudiese, querida amiga,
leyes naturales tal como yo las había expuesto, le transmitirte al instante la feliz palabra que lo desvela!
habfa salido bien combinar lo natural y lo imposi- Observa en su devenir cómo la planta poco a poco,
ble, y obtener así algo agradablemente verosímil. gradualmente guiada, se forma en flor y fruto.
Pero no se le había permitido ofrecer sus explica- Se desarrolla a partir de la semilla, apenas de la tierra
ciones de nuevo a aquellos señores. el seno que fecunda en silencio la da a la vida,
al estímulo de la luz sagrada, eternamente moviente,
De otras partes me venía la misma canción; na- la delicadísima estructura de las hojas que nacen enco-
die quería admitir que ciencia y poesía fuesen [mienda.
compatibles. Se olvidaba que la ciencia se había Yace en la semilla la fuerza simple: un modelo inci-
desarrollado a partir de la poesía, ni se consideraba [piente,
cerrado en sí mismo, replegado bajo el envoltorio,
que, con el cambio de los tiempos, ambas podían hoja, raíz y brote. sólo medio configurado y sin color;
encontrarse otra vez sobre un plano superior para así el grano seco conserva a cubierto la vida serena,
beneficio mutuo. que~ hacia lo alto, se confía a la humedad benigna,
Amigos que, ya antes, me habían rescatado de la y de la noche circunstante surge.
soledad de las montañas y de la observación de ro- Pero simple permanece la forma de la primera apaóencia;
y así se se da a luz también entre las plantaS.
cas inmóviles, tampoco estaban contentos con mi
jardinería abstracta. Plantas y flores debían distin-
guirse por la forma, el color y el perfume, en vez
de desaparecer en un esquema fantasmagórico. Por 44 En una carta a Herder, fechada en Nápoles el 17 de
eso trataba yo de atraerme un ánimo benevolente a mayo de 1787, Goethe habla de su concepción de la meta-
la participación mediante una elegía, a la que se morfosis como de un secreto: «Debo confiarte que me he
dará un lugar aquí43, donde, en conexión con una aproximado mucho al secreto de la reproducción y de la orga-
nización de los vegetales.>> Ya casi a1 final de su vida, el 1~ de
julio de 1831, Goethe dice también a Eckermann: «Los nuste-
rios de la naturaleza son de una profundidad insondable, pero
43
Esta poesfa fue escrita en 1798 e inserta en este capítulo está permitido al hombre lanzar allí sus miradas y penetrarla
en 1817 con eltflulo La metamorfosis de las plantas. cada vez más.»
84 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOIÚA DE LA NATURALEZA 85
Como por un impulso sucesivo, elevándose, se renueva, dulce olor, afluye, reavivándolo todo alrededor.
nudo sobre nudo, siempre la primera forma. Ahora aislados se llenan gérmenes infimtos
Pero no siempre la misma; pues de muchas formas se envueltos en el seno materno del fruto que se hincha.
. (produce, Y aquí el anillo de las fuerzas eternas de la naturaleza se
mua, Siempre la siguiente hoja formada, (cierra;
más amplia y más marcada, más dividida en puntas y aunque enseguida otro más nuevo se coge al precedente,
. [panes, pues la cadena se proyecta hacia adelante a través de to-
antes contemdas envueltas en el órgano inferior. [dos los tiempos.
Y así alcanza la más alta perfección predeterminada, Y así viven tanto el individuo como el todo.
que en muchas especies te mueve a asombro. Vuelve ahora, oh amada, la mirada al abigarrado hormi-
Muy lobulada y dentada, sobre Ja superficie más tersa, [gueo
la nqueza de IIDpulsos parece ser libre e infmita. que mueve al espíritu que no se conturba más.
Pero aquí la naturaleza, con poderosas manos, detiene la Toda planta te proclama ahora leyes eternas.
[formación Toda flor te habla más y más claro.
Ydulcemente la conduce a la más alta perfección. Pero descifra aquí las sagradas letras de la diosa,
Con más moderación dispensa ahora la savia, constriñe vislúmbralas por todas partes, incluso con acompafla-
[miento distinto:
[los vasos,
Yla forma muestra los efectos más delicados. la oruga que se arrastra titubeante, la mariposa apresu-
Silencioso se retrae el impulso de los bordes anhelantes [rada,
Y el nervio del pecíolo se forma más completamente. ' ¡Cambie el hombre mismo de un modo flexible su forma
Pero sin hojas y rápido se levanta el tallo más fino, [determinada!
Y un~ forma maravillosa impresiona al que la observa. ¡Oh, piensa cómo del germen del primer conocimiento
En ClCCulo se ponen ahora, contadas y sin número poco a poco brota en nosotros la buena costumbre,
las hojas más pequeñas junto a sus semejantes. ' la amistad se descubre en nuestro interior poderosa-
[mente,
Alrededor del eje hinchado se define el cáliz que es-
y cómo el amor finalmente produce flores y frutos!
(conde, Piensa cómo de muchos modos la naturaleza,
Y a la forma más alta prodiga coronas de color. que se desarrolla en calma, presta a nuestros
Así la naturaleza resplandece en la apariencia más ele-
sentimientos ya esta ya aquélla forma.
[vada y plena, ¡Alégrate también por Jos di as presentes! El sagrado
Y muestra, superpuestas, articulación sobre articulación (amor
Siempre de nuevo te sorprende, apenas la flor alrededo; aspira al más alto fruto, a que, por sentimientos seme-
[del tallo Uantes
ondea sobre la ligera armadura de hojas alternas. y puntos de vista semejantes, en armónica intuición
Pero la magnificencia será proclamación de nueva pro- la pareja se una y encuentre el mundo superior.
. (ductividad.
Sí, la hoJa coloreada siente la mano divina,
y se contrae rápidamente; las formas más finas Este poema fue muy bien recibido por la bien
tienden dobles hacia adelante, determinadas a unirse. amada45, que tenía el derecho de referirlo a sí
Se unen íntimamente las parejas afines. juntas
se. ordenan en cfrculo alrededor del consagrado altar.
4 s Christiane
Vulpius, amiga de Goehte desde 1788 y su es-
H1meneo ronda por allí, y magnffica fragancia, con
[fuerza, posa desde 1806.
86 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 87

misma. Y también yo me séntí muy feliz cuando la expresarme yo, nadie quería adaptarse. El mayor
semejanza viviente exaltó y completo nuestrá bella sufrimiento es no lograr ser entendido cuando, des-
y perfecta inclinación mutua. Sin embargo, del pués de grandes esfuerzos y aplicación, cree uno
re.sto de la bu~na sociedad tendría mucho que su- comprenderse por fin a sí mismo y a su tema; em-
frir; ella parodiaba mis metamorfosis mediante fa- puja a la locura oír repetir siempre de nuevo el error
bulosas imágenes guasonas y alusiones burlescas. del que uno, con grandes apuros, ya se ha salvado;
Sufrimientos de naturaleza más seria me espera- y nada más triste puede sucedemos que esto: que lo
ban proce~:n~es de a~gos ex;ranjeros, a los que que debería unir a hombre cultos y perspicaces sea,
Y?• en el JUbilo de m1 corazon, había repartido en cambio, causa de una separación insuperable.
eJemplares de regalo. Todos ellos me contestaron Además, las declaraciones de mis amigos no
más o menos con frases a lo Bonnet, pues su Con- eran hechas, en absoluto, de la manera más indul-
templación de la naturaleza, por su aparente com· gente, así que para el autor, ya entrado en años, se
prensibilidad, había conquistado a1 público y habfa renovó la experiencia de que, de ejemplares rega-
puesto en circulación un lenguaje en el que se creía lados, se obtiene contrariedad y disgusto. Si un li-
decir algo y entenderse mutuamente46. Al modo de bro, por casualidad o por sugerencia de alguien,
cae en nuestras manos, se lo lee, incluso se lo
compra. Pero, si un amigo, con tranquila con-
46
Además de su Contemplation t:k la nature, publicada en fianza, nos envía su obra, parece como si preten-
1764, Charles Bonnet (1720-1793) bahía escrito antes Consi- diera con ello imponernos una superioridad inte-
dération sur les corps organisés (1762). Ambas habían sido
traducidas al alemán y logrado un amplio éxito. En realidad no
lectual. Entonces el mal radica147 surge en su
son tanto tratados científicos cuanto textos de divulgación que
exponen, de forma popular, un conjunto de hechos observados.
Goethe, que pretendía con sus trabajos científicos metas más
elevadas, tenía lógicamente que irritarse al verse equiparado a zado constituye un todo tan annonioso, tan bien coordinado,
Bonnet. No obstante, esta equiparación no estaba, hasta cierto que no habría podido ser formado como un agregado de partes o
punto! exenta de j~stiticación. Pues Bonnet era un partidario de de pieza& que funcion31l maquinalmente. Pero lo que a Goethe
la tes•s de la contmuidad de los seres, aunque la entendiera de le resultaba más ex.traño de Bonetera, sin duda, su creencia teo-
u_n modo muy distinto al de Goethe y su teoña de la metamorfo- lógica fundamental de fondo en un plan divino del mundo, pre-
s~s. Desde posiciones preformistas, Bounet opina que la evolu- fijado en el instante de la creación, y que es la causa del desa-
Ción no es la creación de algo nuevo, sino el simple creCimiento rrollo ordenado del universo. Cfr. H. B. Nisbet, Goethe and the
de _Partes prefonnaclas, de una totalidad orgánica que lleva en sí Scientific Tradition, Institute of Germanic Studies, London,
la •~pronta de una obra hecha de una vez y para siempre. Las 1972, pp. 8-ll; R. Michea, «Goethe et les évolutionistes
semillas son una especie de huevos en donde todas las partes de fran~aíses du xvm S.)}. en A. Fuchs (ed.), Goethe et {'esprit
la planta están diseñadas en miniatura, pues la naturaleza tra- franfaise, Les Belles Lettres, Paris, 1958, pp. 129- 146.
b~J~ ~ en pequeflo como quiere, y los últimos términos de la 47 Goethe utiliza aquí la expresión «mal radical» en su sen-

dtVIStón de la materia nos son desconocidos. No obstante, Bon- tido más estrictamente kantiano, o sea, coino el mal que no es
net Y. Goeth~ tie~en en común el rechazo del mecanicismo y el resultado de un fallo de la inteligencia o de un error, sino que
atomtsmo btol6g1cos. Para Bonnet, en efecto, un cuerpo organi- es querido por sí mismo, a causa de la mezquindad o la envidia.
88 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
TEORÍA DE lA NATURALEZA 89

forma más odiosa, como envidia y mala voluntad tado mi tema con claridad extraordinaria, y el re-
contra personas dichosas de confiar a otro un censor exponía con breveda~ y precisión el desa-
rrollo de mi ensayo; pero hac1a dónde apuntaba no
asunto de corazón. A muchos escritores a quienes
era algo explícito, y yo no recibí de él impulso al-
yo pregunté tampoco les era desconocido este fe-
nómeno del mundo moral. guno. En realidad, puesto q~e se m~ reconocía ha-
ber desbrozado bien el canuno hacta el saber, de-
Sin embargo, a un amigo y protector que, tanto
seaba ardientemente que de allí se me saliese al en-
durante mi trabajo como en su terminación actuó
cuentro, importándome, no ya echar raíces en un
lealmente, debo encomiar en este lugar. Carl von
lugar, sino, instruído e iluminado, av~nzar lo más
Dalberg"8, un hombre que, en tiempos más tranqui-
pronto posible por todas estas regiones. l?ero,
los, bien merecido tenía alcanzar la felicidad para
la que había nacido y para la que estaba predis- puesto que las cosas no iban según ~is. esperanzas
y mis deseos, permanecí fiel a las postcton~s alcan-
puesto, honrar los más altos puestos con su incan-
zadas. Con este fin fueron reunidos herbanos, con-
sable actividad, y disfrutar cómodamente sus ven-
tajas con los suyos. Se le encontraba siempre ac-
tivo, simpático, estimulante, y aun no pudiendo
compartir en todo su modo de ver, no se dejaba de ridad excepcional, el autor, apoyándose en parte en sus obser-
obtener nunca una ayuda int'eligente y generosa. vaciones personales y en ejemplos tomados de los vegetales de
semilla, y en parte en las obs~rvaciones hechas por otros,
De todo mi trabajo científico le soy ampliamente muestra cómo a partir de las hoJas y, sobre todo de las que es-
deudor, pues él supo movilizar y animar la fijeza tán más cerca de una flor, por un progresivo refinamiento de las
earticuJar con la que yo me adhería a la naturaleza. savias el cáliz se transforma en corola, y se fonnan las otras
El tenía la virtud de mediar lo percibido con ciertas partes' de la flor, y las vesículas seminales. Trata de l~evar a
cabo la misma demostración a partir de los nudos. Un alimento
fórmulas articuladas, y acercarlo al entendimiento. abundante retarda la floración, y u.n alimento escaso la acelera.
De una recensión favorable en el Gottinger An- Ex.plica este hecho diciendo que, por mucho tiempo qu~ sea
zeigen, febrero de 1791, podría considerarme sólo preciso eliminar Jos jugos más groseros, los órganos postbles
a medias satisfecho49 . Se me concedía haber tra- de un vegetal se forman para convertirse e~ instru_!llentos de
esta función. Lo que Linneo llama~a nectar~um senan formas
de una transición lenta entre los sepalos y los esta~br~s . Se
puede representar la vaina como formada d~ una hoJa s1mple,
48 enrollada y soldada por sus b~rdes. Las serrullas, que se desa-
Karl Tbeodor Maria, Freiherr von Dalberg (1744-1817), rrollan alrededor de una floración común, serían Juego l~s ver-
gran amante de las ciencias naturales, fue gobernador de Erfurt daderos embriones, formados y desarrollados por la acctón. de
en 1772, coadjutor del obispo de Maguncia en 1787, arzobispo dos sexos. Los brotes serían el producto de una [eproducc16n
de Tarso en 1788, príncipe elector de Maguncia y canciller del en fases sucesivas, las corolas y los frutos agregados a ellos por
Imperio en J802, prfncipe arzobispo de Ratisbona y Aschaffen- una reproducción simultánea.>> Como se ve, tan sólo se reseoan
bourg en 1803, príncipe primado de la Federación del Rin en bechos que ya eran en buena medidaconocido~ antes de la pu-
1806, y de 1810 a 1813 Gran Duque de Francfort. blicación de Goethe, sin hacer menctón de la 1dea de la meta-
49
Concretamente, la recensión de GottinEJer Anzeigen vo1t morfosis ni tomar posición ante ella.
geleltrten. Schriften, 4 de febrero de 1791, dec{a: «Con una cJa-
90 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORfA DE LA NATURALEZA 91

servé en alcohol muchas curiosidades, hice confec- que nosotros mismos percibimos, pensamos o in-
cionar diseños, preparar incisiones, todo lo cual cluso producimos. Somos originales tan sólo por-
de~í~ favorecer la J?!?secución de mi trabajo. El que no sabemos nada.
objetivo era hac~r Vl~I?Je el fen~meno principal, y Y aquel deseo se vio felizmente satisfecho
confirmar la aplicabthdad de nu ensayo. Sin em- cuando mi honorable amigo, Friedrich August
bargo, repentinamente me encontré arrebatado por Wolff. me señaló a su homónimo, quien desde ha-
u~ m~o. de vida extremadamente movido. Seguí a cía tiempo andaba sobre la pista que también yo
mt pn ~c1pe y, por tanto, al ejército prusiano hacia seguía.
Schlesien, en la Champagne, hasta el asedio de
Maguncia. Estos tres años consecutivos fueron
t~mbién muy provechosos para mis ocupaciones DESCUBRIMIENTO DE UN PRECURSOR
Científicas. Vi los fenómenos de la naturaleza a EXCELENTE
cielo abierto, no necesité hacer pasar un rayo fili-
f?rme a través de la cámara más oscura para expe- Caspar Friedrich Wolff, nacido en Berlín en el
nmentar que produce colores claros y seguros. Con ru1o 1733, estudia en Halle, es promovido a doctor
lo cual apenas me daba cuenta del infinito fastidio en 1759 y su disertación Theoria generationis su-
?e la campaña militar, que es sumamente aburrida pone muchas observaciones al microscopio y una
m~luso cuando el peligro nos reaviva y exalta. reflexión tan persistente y seria que apenas se po-
Inmterrumpidas fueron mis observaciones conti- día esperar de un joven de veintiséis afias. Ejerce la
nuo el diseño de lo observado, y en cuanto a mí profesión en Breslau, e imparte allí cursos de fisio-
tuve de n~evo a mi lado al benéfico genio de la logía y de otras disciplinas. Llamado a Berlín. con-
buena escntura, el que tan propicio me habia sido tinúa en esta ciudad sus lecciones; desea dar a
en Karlsba~ y antes50. Privado de toda posibilidad quienes le escuchan una noción completa del con-
d~ repasar libros, aprovechaba mi opúsculo en oca- cepto de generación, por lo que hace imprimir, en
~Iones para atraerme a amigos cultos que estaban 1764, un volumen en octavo y en alemán cuya pri-
m~eresados en el tema, rogándoles que, por amor a mera parte es histórica y polémica, mientras la se-
ffil, prestaran atención, en su amplio ámbito de lec- gunda es dogmática y didáctica. Después llega a
turas, a todo lo que sobre esta materia hubiese sido académico en San Petersburgo, donde en los co-
e~crito y transmitido. De hecho, yo estaba conven- mentarios y actas de 1767 a 1792 aparece como un
Cido, de~de hacía tiempo, de que no hay nada asiduo colaborador. Todos sus ensayos muestran
~uevo baJO el sol, y de que entre las cosas transmi- que ha pennanecido absolutamente fiel a sus estu-
tidas se puede encontrar muy bien indicado ya lo dios así como a sus convicciones propias, hasta su
muerte acaecida en 1794. Sus colegas se expresa-
ron sobre él del siguiente modo: «Llevó a San Pe-
'
0
Goethe se refiere a su escribano Christian Georg V:ogcl. tersburgo la reputación, ya consolidada, de un pro-
92 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOlÚA DE LA NATURALEZA 93

fund~ anatomista y de un a~do fisiólogo, una re- Así que una nación extranjera ha honrado y esti-
putactón que supo, con el tiempo, confirmar y re- mado públicamente, hace ya veinte años, a un ex-
forzar con un gran número de magníficos artículos celente compatriota nuestro al que una escuela do-
que se divulgan en las colecciones de la Academia. minante, con la que él no podía estar de acuerdo,
Ya con anterioridad se había hecho célebre con un empujó muy pronto fuera de su patria; y yo me ale-
P~?fundo y fundamental escrito sobre la reproduc- gro de poder reconocer que, desde hace más de
cton, y P?r la controversia que, sobre esto, le en- veinticinco años, he aprendido de él y por él. De
frentó al mmortal Haller5 1, el cual, a pesar de la di- hasta qué punto era poco conocido en Alemania
verg~ncia de opiniones, le trató siempre con honor por este tiempo da testimonio nuestro benemérito y
Y amistad. Amado y apreciado por sus contempo- honesto Meckei52, con ocasión de la traducción del
ráneos, tanto ~r su saber cuanto por su rectitud y ensayo Sobre la formación del canal intestinal de
su dulzura, munó a los sesenta y un años de edad, las gallinas (Halle, 1812).
ll~rado por toda la Academia de la que había sido Que las Musas me concedan e~ poner en detalle
nuembro activo durante veintisiete años. Ni su fa- cómo be caminado durante estos años con este
milia ni los papeles que dejara pudieron proporcio- hombre excelente y a su lado, cómo he tratado de
nar elementos con los que se hubiera podido elabo- penetrar en su carácter, en sus convicciones, en su
rar una descripción detallada de su vida. Pero la enseñanza, cuán amplio ha sido posible mi acuerdo
m~notonía en la que vive un científico, solitario y con él, cuán estimulado me he sentido para avanzar
retirado, que ha pasado sus años casi por entero más lejos, y cómo por todo esto le estaré siempre
metido en su estudio, ofrece poca materia para una agradecido53 •
biografía, por lo que probablemente no nos perde- Hablamos aquí sólo de su punto de vista sobre
~os mucho. La única parte significativa y útil de la la transformación de las plantas, que él ya había
VIda de un hombre así se conserva en sus escritos
mediante los cuales su nombre se transmite a 1~
post~ridad. Faltándonos, pues, una descripción de 52 Jobann Friedrich Meckel (1781-1833) fue profesor de

su VIda, damos el elenco de sus trabajos académi- anatomía y de fisiología en Halle. Publicó System der verglei-
cos, que ~uy bien puede valer como un elogio; chenden AnatomiL (1821-1831) y tradujo el De formatione in-
testinorum. de Wolff.
porque meJor que el más bello discurso, permite B Como podrá verse, el propio Goethe aclara suficiente-
sentu la enorme pérdida que sufrimos con su mente, en el texto Algunas observaciones, los aspectos en los
muerte.» que su enfoque del tema de la metamorfosis se separa del de
Wolff, por lo que no se justifica la acusación de Schope.nhauer
según la cual Goethe se habría apropiado de las ideas de Wolff
y las habría expuesto «pomposa y altivamente como su propio
51
• Haller era un decidido partidario
de la teoría de la prefor· descubrimiento». A. Schopenhauer, «Die Well als Wille und
mac16n y de la del encapsulamiento. Ver nota 7 de esta primera Vorstellung», en Siimtliche Werke, ed. A. Hübscher, Bd. Il,
pane. Brockhaus, Wiesbaden, 1972, suplemento XXVI al libro II.
94 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURAlEZA 95

expuesto en su ensayo sobre la generación y en las damente pequeñas y reagrupadas, forman las hojas
obras en alemán que le siguieron, pero que recoge del cáliz y, tomadas en conjunto, el cáliz núsmo.
Y expone, del modo más claro, en su primer ensayo »No menos claramente, también el pericarpio
acadénúco antes citado. De él tomo con reconoci- está compuesto de muchas hojas, con la diferencia
~ento, este pasaje en la traducció~ de Meckel, y tan sólo de que aquí las hojas se fusionan la una
anado sólo algunas observaciones para aclarar lo con la otra, mientras en el cáliz están simplemente
que después desearía desarrollar más extensa- reagrupadas. La exactitud de esta opinión la de-
mente. muestra no sólo la irrupción de muchas cápsulas y
la espontánea disolución de las mismas en sus ho-
jas, o sea, en las partes de las que ellas están com-
CASPAR FRIEDRICH WOLFF SOBRE puestas, sino también la simple consideración y
LA FORMACIÓN DE LAS PLANTAS observación externa del pericarpio. Las semillas
mismas, por último, a pesar de que no tengan, a
«He tratado de aclarar, según su formación, la primera vista, la más mínima afinidad con las ho-
f!layor parte de los componentes de las plantas que jas, no son, en realidad, sino hojas fusionadas; de
tienen entre sí la máxima semejanza, y que, por hecho, las membranas en las que se subdividen son
eso, resultan fácilmente comparables entre sí o hojas, sólo que, entre todas las hojas de la planta
sea, .las hojas, el cáliz, los pétalos, el pericarpio,' la entera, son las que se han desarrollado de modo
senulla, el tallo y la raíz. más incompleto, informe, pequeño, denso, duro,
»Se confirmaba así que las diversas partes de las seco, blanco. Cualquier duda sobre la exactitud de
que constan las plantas son extraordinariamente se- esta afumación desaparece cuando se observa
mejantes unas a otras, y por eso son fáciles de re- cómo estas membranas, apenas la semilla se entie-
conocer en su esencia y en su modo de formarse. rra para que continue la vegetación interrumpida
No hace falta, pues, ~a gran perspicacia para ob- en la planta madre, se transfonnan en las hojas más
s:rv.ar, sobre todo en ciertas plantas, que el cáliz se perfectas, verdes y llenas de savia, o sea, en los lla-
d1stmgue sólo un poco de las hojas, y que no es mados cotiledones. A partir de algunas considera-
?tra cosa, ~ara decirlo brevemente, que un con- ciones es por lo menos muy probable que también
JUnto de hoJas más pequeñas y más imperfectas. la corola y los estambres no sean, a su vez, otra
Esto se ve muy claramente en las plantas de un año cosa que hojas modificadas. No es extraño ver las
con flores compuestas, donde las hojas lentamente hojas del cáliz convertirse en pétalos y éstos, por su
se van haciendo más pequeñas, menos perfectas, parte, en hojas del cáliz. Si las hojas del cáliz,
más numerosas y se acercan tanto más estrecha- pues, son hojas verdaderas, y los pétalos no son
mente las unas a las otras cuanto más se sitúan ha- otra cosa que hojas del cáliz, no hay ninguna duda
cia lo alto del tallo, de modo que las últimas que se de que también los pétalos son verdaderas hojas,
encuentran inmediatamente bajo la flor, extrema- aunque modificadas. De manera análoga se ob~
96 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOIÚA DE LA NATURALEZA 97

serv~ que también los estambres de la polyandria modalidades generales de vegetación, y cómo en el
de Lmneo se transforman con frecuencia en péta- lugar de las hojas simples se presentan estas hojas
los Y._Por tanto, forman flores dobles; y, viceversa, constituidas de modo particular. Éste es el plan que
los petalos se convierten en estambres. De ello se yo seguí en otro tiempo y encontré que todas estas
deriva, nuevamente, que también los estambres, en modificaciones se basan en la gradual disminución
su esencia, son hojas propiamente dichas. En una de la fuerza de la vegetación, que disminuye a me-
palabra, en toda planta cuyas partes se diferencian dida que la vegetación se prolonga en el tiempo,
a primera vista unas de otras de modo extraordina- desapareciendo, por fin, del tQdo; encontré, pues,
rio, no se ve otra cosa, cuando se la examina con que la esencia de todos estos cambios de las hojas
detenimiento, que hojas y tallo, pues la raíz perte- consiste en una formación menos completa de las
nece ~ este ~timo. Estas son sus partes más próxi- hojas mismas. Me fué fácil demostrar, a través de
n;tas, mmediatas y compuestas; las más lejanas y una gran cantidad de experiencias, esta gradual
s1mples, de las que éstas se han formado, son los disminución de la vegetación y sus causas, cuya
vasos y las vesículas54• exposición precisa nos llevaría aquí demasiado le~
»~or tanto, si todas las partes de la planta, a ex- jos, y, exclusivamente sobre esta base, pude expli-
cepctón del tallo, pueden ser reconducidas a la car también los fenómenos nuevos que las partes
forma de la hoja, y no son otra cosa ellas mismas de la flor y del fruto presentan, y que parecen tan
que modjficaciones suyas, se infiere fácilmente diversas de las otras hojas. De igual modo he po-
que la teoría de la generación de las plantas no es dido aclarar una gran cantidad de pequeños aspec-
muy ~ifí~il de de~arrollar; y al mismo tiempo tos que guardan relación con todo esto.
queda tndicada la v1a a recorrer sí se quiere presen- »Si se investiga la historia de la formación de
tar esta teoría. Ante todo, mediante la observación las plantas, se define de este modo el objeto; en
s~ debe discernir de qué modo se forman las hojas cambio, todo es completamente distinto si nos vol~
Simples o, lo que es lo mjsmo, cómo se desarrolla vemos al mundo animal.»
la vegetación común, sobre qué bases se funda, y a
través de qué fuerzas se realiza. Puesto esto en
c!aro, entonces deben ser indagadas las causas, las ALGUNAS OBSERVACIONES
crrcunstancias y las condiciones que modifican en
1~ p~tes superiores de la planta (donde, en apa- Teniendo la intención de hacer algunas observa-
nencia, se manifiestan los fenómenos nuevos y se ciones a lo que precede, debo guardarme de em-
desarrollan las partes aparentemente diversas) las plearme demasiado a fondo en la exposición del
modo de pensar y de la doctrina de un hombre tan
excelente, cosa que debería tener lugar, cierta-
.14 La palabra «vesícula» parece, en este texto de Wolff
mente, en el futuro; por ~ora, basten estas líneas
equivaler a lo que hoy llamamos célula. ' para estimular reflexiones posteriores.
98 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 99
Él reconoce expresamente la identidad de ]as tradictorio, a una atrofia esta marcha hacia la per-
partes de la planta, a pesar de su mutabilidad; sin fección.
embargo, las modalidades de experiencia adopta- Pero de este modo se cerraba a sí mismo la vía
das le impiden dar el paso último y principal. que podía llevarle inmediatamente a la metamorfo-
Puesto que, de hecho, la teoría de la prefonnación sis de los animales, y así dice sin dudarlo: el desa-
y del encapsulamiento55 , que él combate, se basa rrollo de los animales es una cosa completamente
en una simple imaginación extrasensorial, en una distinta. No obstante, puesto que su modo de pro-
hipótesis que se cree pensar, pero que no se puede ceder es el adecuado y su espíritu de observación el
manifestar nunca en el mundo sensible, Wolff esta- más exacto; puesto que insiste en el hecho de que
blece, corno máxima fundamental de todas sus in- el desarrollo orgánico debe ser observado con toda
vestigaciones, lo siguiente: que no se puede asu- exactitud, y que su historia debe preceder a cual-
mir, admitir ni afirmar nada más que lo que se ha quier descripción de la parte singular acabada, se
visto con los ojos y lo que se pueda mostrar a los encuentra siempre en el camino correcto, incluso
demás. Por eso ha tratado siempre de penetrar en estando en contradicción consigo mismo.
las fuentes de las formaciones de los seres vivien- Pues, si por un lado niega la analogía de la
tes a través de investigaciones al microscopio, y ha forma en las diferentes partes orgánicas del animal
tratado así de observar los embriones orgánicos considerado en sus formas internas, por otro ad-
desde sus primeras manifestaciones hasta su desa- mite de buen grado su validez; se ve impulsado a la
rrollo completo. Por muy perfecto que fuese tam- negación de la analogía porque confronta entre sí
bién este método, con el que ha podido hacer tantas algunos órganos determinados que no tienen rela-
cosas, aquel hombre excelente no pensó, en cam- ción recíproca alguna (por ejemplo el canal intesti-
bio, que podía haber una diferencia entre ver y ver, nal y el hígado, el corazón y el cerebro), mientras
que los ojos del espíritu y los ojos del cuerpo de- ha de admitir la validez de la analogía cuando pone
ben actuar en una constante y viviente conexión, un sistema frente a otro de tal modo que la analo-
P?rque de otro modo se corre el peligro de mirar y, gía se le presenta ante los ojos de un modo inme-
sm embargo, no captar lo que se ve. diato, pudiéndose elevar así hasta el audaz pensa-
En la transformación de las plantas vio el miento de que podría haber muy bien una conexión
mismo órgano que siempre se contraía, que se re- entre muchos animales 56.
ducía; pero no vio esta contracción alternarse con
una expansión. Vio que había una disminución de
volumen, y no observó que, al mismo tiempo, el 56 Goethe parece aludir aquí a Camper, que, aplicando el

órgano se afina; por eso atribuyó, de modo con- concepto de metamorfosis al mundo animal, dibujaba las tran-
siciones entre una vaca y un caballo, entre éste y un perro, en·
tre un perro y una cigüeña y entre ésta y una carpa. Pero esto
nada tenía de extravagante, pues tales transformaciones no
55 constituían, para Camper, cambios reales y efectivos produci-
Ver nota 7 de esta primera pacte.
100 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURAU!.ZA 10 l

. Puedo concluir aquí sin temor, ya que, por mé- vínculo con Scbiller lo debo a estos gratos fenóme-
nto de nuestro estimado Meckel, una de las obras nos, que eliminaron malentendidos que me habían
más_ ~portantes de Wolff se ha difundido para co- tenido alejado de él durante largo tiempo.
nocmuento de todos los alemanes. Después de mi regreso de Italia, donde había
tratado de alcanzar una mayor claridad y precisión
en todas las ramas del arte, despreocupado de lo
UN AFORTUNADO ACONTECIMIENTO que en este intervalo de tiempo había sucedido en
Alemania, encontré en gran auge obras poéticas
Si he disfrutado los momentos más bellos de mi más o menos recientes que ejercían un poderoso
vida mientras investigaba la metamorfosis de las influjo, pero que a mí me desagradaban totalmente:
plantas, cuando se me iban aclarando sus graduales nombro tan sólo el Ardinghello. de Heinse, y Los
d~sarrollos; si esta representación inspiró mi estan- bandidos, de Schiller57 . El primero me era odioso
cta en Nápoles y en Sicilia; si me enamoré cada porque, mediante el arte figurativo, trataba de sos-
vez ~ás de este modo de considerar el reino vege- tener y ennoblecer la sensualidad y un modo de
tal; SI por esto no me cansaba de recorrer caminos pensar abstruso, y el segundo porque un talento vi-
Y senderos: todas estas fatigas agradables tenían goroso, pero inmaduro, había vertido sobre la pa-
que hacérserne inestimables al ser la ocasión de tria un torrente impetuoso de esas paradojas éticas
una de las relaciones más elevadas que la fortuna y teatrales de las que yo había tratado de purifi-
me ha deparado en los últimos años. El estrecho carme.
No reprochaba a aquellos dos hombres de ta-
lento lo que habían emprendido y llevado a tér-
dos en el transcurso del tiempo, sino que eran sólo un recurso mino; de hecho, el hombre no puede impedirse a sí
expositivo con el que se trataba de mostrar la continuidad de mismo obrar a su maner~ trata de hacerlo al prin-
las fonnas animales de una manera simbólica. En este sentido, cipio de un modo inconsciente e ignorante, pero
merece la pena observar la analogía existente entre este modo
de representación y el paso de una figura geométrica a otra tal después, en las etapas sucesivas de su formación,
Y como lo encontramos en la aplicación que hace Leibniz del lo hace cada vez más conscientemente. Por eso se
cálculo infinitesimal a la geometría. El matemático, en efecto, difunden por el mundo tantas cosas excelentes y
trata de extraer, por ejemplo de la transformación del círculo en sutiles, y por eso de la confusión se origina más
elipse, ciertas relaciones más generales que las propiedades de
es_tas dos figuras consideradas como casos particulares. Del confusión.
llllsmo modo, el anatomista trataría de poner en evidencia, con
~sos ~squemas de transiciones, los caracteres que permanecen
mvanables cuando se pasa de un tipo animal a otro. Cfr. J. W.
Goethe, Vortrlige Uber die drei ersten Kapitel des Entwurfs ei- s1 Ardlghello es una novela aparecida en 1787. Los ban-
ner allgemeinen Einleitung in die vergleichende Anatomie, en didos, de Schiller, apareció en 1781, o sea, antes del viaje de
el vol. vm de la edición de Weimar, que citamos en Jo suce- Goebte a Italia. A esta diferencia de fechas se refiere Goelhe
sivo con las siglas WA. ' con la expresión «Obras más o menos recientes».
102 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 103

Pero lo que me espantaba eran los rumores que viendo durante largo tiempo el uno junto al otro,
estas cosas suscitaban en mi patria, el aplauso que, pero separados.
en general, se tributaba a tan extravagantes crea- Su ensayo Sobre la gracia y la dignidad tam-
ciones, desde estudiantes desenfrenados hasta cul- poco sirvió para aplacarme. Él había aceptado con
tas damas de corte. Me parecía que todos mis es- alegría la filosofía kantiana, que tanto eleva al su-
f~erzos habían sido inútiles, y que los objetos en jeto mientras parece encerrarlo en estrechos lími-
vtsta de los cuales me había formado, y el modo tes; esa filosofía desarrollaba lo que de extraordi-
mismo en que Jo había hecho, habían sido elimina- nario había puesto la naturaleza en el ser de Schi-
dos y paralizados. Lo que más me dolía era que to- ller, y él, poseído por el más alto sentimiento de
dos Jos amigos ligados a mí, como Heinrich Meyer libertad y autonomía, era ingrato con la gran ma-
y Moritz58, así como los artistas Tischbein y Bury, dre, que ciertamente no lo había tratado como una
que seguían trabajando en una misma dirección, madrastra. En vez de considerarla autónoma, vi-
me parecían igualmente en peligro. Estaba muy viente desde sus estadios más bajos hasta los más
perplejo. Si hubiese sido posible, habría dejado elevados, procreante según leyes, la afrontaba en la
con gusto la consideración del arte figurativo y el perspectiva de ciertos elementos naturales, huma-
ejercicio del arte poético, pues ¿qué perspectivas nos y empíricos. Ciertos párrafos, escritos con du-
había de superar aquéllas producciones del valor reza, podía pensar incluso que estaban dirigidos
genial y de la forma salvaje? ¡Pensad en mi situa- contra mí: situaban en una falsa luz mis creencias
ción! Había tratado de nutrir y comunicar las más fundamentales, y sentía que era todavía peor que
puras intuiciones y ahora me encontraba cogido eso fuese dicho sin referencia expresa a mí; así, el
entre Ardinghello y Franz Moor. enorme abismo entre nuestros dos modos de pen-
Moritz, que también había vuelto de Italia y se sar resultaba cada vez más insalvable.
había quedado conmigo durante algún tiempo, me No se podía imaginar ninguna reconciliación.
CO~IIJilaba con pasión en este modo de pensar. Yo Hasta los equilibrados discursos de un Dalberg,
evttaba a Schiller, quien, residiendo en Weimar, que sabía estimar a Schiller como merecía, seguían
era vecino mío. La aparición de Don Carlos no siendo estériles, y los argumentos que yo oponía a
contribuyó precisamente a acercarme a él; recha- cualquier intento de conciliación eran difícilmente
zaba todos los intentos de personas que estaban refutables. Nadie podía negar que entre dos antípo-
próximas a nú y a él, y de este modo seguimos vi- das espirituales existiese una distancia mayor que
el diámetro de la Tierra, pues pueden ser conside-
rados por ambas partes como polos, pero justo por
ss Goelhe conoció a Meyer en Italia, coincidiendo ambos esto no podrían coincidir jamás. No obstante, que
estrechamente en sus respectivas concepciones del mundo artti- fuese posible entre ellos una correlación, se infiere
guo. Moritz llegó a escribir un artículo, Ober bilbende Nachah- de lo siguiente: Schiller vino a Jena, donde yo se-
mung des SchOnen, que muy bien hubiera podido haber salido
de la misma pluma de Goehte. guía sin verlo. En aquel mismo período, Batsch,
104 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 105

con una actividad increíble, había puesto en mar- más exacta el punto que nos dividía. Me volvieron
cha una sociedad de naturalistas con magníficas a la mente las afirmaciones contenidas en Sobre la
colecciones y un instrumental importante59. Habi- gracia y la dignidad, y el antiguo rencor volvía a
tualmente, yo frecuentaba las sesiones que se desa- dominarme. Pero me contuve y respondí: «En el
rrollaban periódicamente, y una vez me encontré fondo me gusta mucho eso de tener una idea sin sa-
con el mismísimo Schiller cuando ambos saliamos berlo y poder verla con los ojos.»
casualmente en el mismo momento. Se inició una Schiller, mucho más versado que yo en las cosas
conversación; él parecía muy interesado en lo que mundanas y en la manera de tratar, pensando atra-
se había dicho, pero observaba muy razonable y erme en vez de distanciarse más de mí, pues dese-
agudamente, y en una forma que me gustó, que un aba publicar sus Horen, replicó como un docto
modo tan fragmentario de considerar la naturaleza kantiano, y cuando por mi obstinado realismo se
no podía en ningún caso atraer al profano que qui- dieron varias ocasiones de vivos contrastes, com-
siera, con gusto, dedicarse a su estudio. batimos mucho, pero al fin se estipuló el armisti-
Contesté que, para el mismo iniciado, sigue cio: ninguno de los dos podía considerarse vence-
siendo algo probablemente inquietante, y que sin dor, sino que ambos podíamos considerarnos in-
duda existía otro modo de tratar la naturaleza: no vencibles.
aquel que la aisla y la secciona, sino el que la re- Son frases como esta las que me hacen total-
presenta operante y viviente en la aspiración del mente infeliz: «¿Cómo puede darse nunca una ex-
todo hacia las partes. Schiller deseaba aclaracio- periencia que sea adecuada a una idea? Precisa-
nes, pero no ocultaba también sus dudas. No podía mente lo característico de una idea consiste en la
admitir que lo que yo afirmaba se derivase ya de la imposibilidad de que haya una experiencia que sea
experiencia. congruente con ella.» Puesto que Schiller tenía por
Llegamos a su casa, la conversación me indujo a idea lo que yo llamaba experiencia, debía existir
entrar. Allí expuse animadamente la metamorfosis entre estas dos expresiones una mediación, una re-
de las plantas, y con algunos trazos a lápi_z diseñé
J lación. El primer paso estaba, pues, dado. La fasci-
ante sus ojos una planta simbólica. El escuchaba y nación de Schiller era grande, y mantenía cerca a
miraba todo con gran interés y con decidida volun- todos los que se le apro-ximaban. Tomé parte en sus
tad de comprender. Pero, cuando acabé, movió la proyectos y le prometí sacar en sus Roren algunas
cabeza y exclamó: <<Esto no es experiencia, esto es cosas que tenía aún no publicadas. Su mujer, a
una idea.>> Yo le contesté con cierto mal humor, quien yo estaba habituado a estimar y amar desde
pues con aquella frase me indicaba de la manera la infancia, contribuyó mucho a que se estableciese
una relación duradera. Los amigos de ambos se
alegraron de ello, y así sellamos, gracias a la mayor
s9 Esta sociedad se fundó en julio de 1793. Goethe, Schiller de las batallas entre sujeto y objeto (batana que tal
y Wleland fueron nombrados miembros de honor. vez nunca podrá ser totalmente dirimida) una
l 06 JOHANN WOLFGANG VON GOElHE TEORIA DE LA NATURALEZA 107

alianza .que duró ininterrumpidamente, y que ha bido tratar de acercamos, llenos de amor, a lo que
proporcionado muchas cosas buenas tanto a noso- es inalcanzable.
tros como a Jos demás. Ante todo, lo que en nuestraS descripciones con-
Tras este feliz comienzo, en los diez años si- sigue un buen resultado, lo recomendamos a los
guientes, se desarrollaron cada vez más las actitu- atnigos que estimamos desde antiguo, pero tam-
des filosóficas presentes en mi naturaleza. De esto bién a la juventud alemana que aspira al bien y a lo
pienso .dar cuenta, de la mejor manera posible, in- justo.
cluso Sl para cualquier persona experta son eviden- ¡Ojalá podamos atraer y conquistar a nuevas
tes las dificultades inherentes a tal empresa. De he- personas interesadas y a futuros promotores!
cho, .los hom~res que consideran, desde un punto
d~ ~tsta supenor, la tranquila seguridad de1 enten-
dtm1ento humano (del entendimiento innato en un TRABAJOS PREVIOS A UNA FISIOLOGÍA
hom~re sano. que no duda ni de los objetos y sus DE LAS PLANTAS
relaciOnes, m de su capacidad para reconocerlos
comprenderlos, juzgarlos, evaluarlos y utilizarlos): I. CONCEPTOS PARA UNA FISIOLOGÍA
estarían gustosamente dispuestos a admitir que se
acomete una empresa casi imposible cuando se in- La metamorfosis de las plantas, bases de su fi-
tentan describir las transiciones hacia una condi- siología.
c~ón de mayor refinamiento, más libre y autocons- Ella nos muestra las leyes según las cuales las
CI~nte, Y q~e transiciones de este tipo debe haber
plantas se forman. Llama nuestra atención sobre
miles y miles. No se puede hablar de niveles de dos leyes:
formación, sino de senderos equivocados, ocultos, l. La ley de la naturaleza interna, según la
cruzados, y, por tanto, de un salto involuntario de cual las plantas se constituyen.
un impulso entusiasta hacia una cultura superio~. 2. La ley de las circunstancias externas, según
Y, por último, ¿quién puede decir estar compor- la cual las plantas se modifican.
tándose siempre de modo científico en la región
más alta de la conciencia, donde se considera lo La ciencia botánica, por un lado, nos hace cono-
que es externo con la mayor cautela con decidida cer la formación múltiple de las plantas y de sus par-
Y ~ilenciosa atención, donde, al mis~o tiempo, se tes, y, por otro, busca las leyes de esta formación.
deJa act.uar ~a propia interioridad con inteligente Si los esfuerzos desplegados para ordenar en un
precaución, con modesta previsión, en la paciente sistema la gran multitud de las plantas sólo mere-
esperanza de una intuición verdaderamente armó- cen el mayor de los elogios cuando son necesarios
nica Y pura? EJ mundo, nosotros mismos, ¿no dis- para separar las partes más constantes de aquellas
turbamos! tal ve~, e~tos momentos? Sin embargo, más o menos fortuitas y variables, y poner as{ cada
nos es lfcJto nutnr p10s.deseos y no nos está prohi- vez más de manifiesto la estrecha afinidad entre los
l 08 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOIÚA DE LA NATURALEZA 109

diversos géneros, también son loables los esfuerzos Necesidad de tomar juntos todos los modos de
que tratan de conocer la ley según la cual se produ- representación, no para fundamentar las cosas y su
cen estas formaciones. Y, por cuanto, según parece, esencia, sino para dar cuenta, de algún modo, del
la naturaleza humana es incapaz, tanto de aprehen- fenómeno y comunicar a otros lo que se ha visto y
der la infinita variedad de la organización, cuanto conocido.
de comprender con claridad la ley según la cual Los cuerpos que llamamos orgánicos tienen la
ella actúa, es bello empeñar todas las fuerzas y am- propiedad de producir, en sí o por sí, a sus seme-
pliar los horizontes de este campo científico en la jantes.
doble vía de la experiencia y de la reflexión. Esto pertenece al concepto de ser orgánico, y no
Hemos visto que las plantas se reproducen d~ podemos dar de ello ninguna otra justificación.
modos diferentes, los cuales deben considerarse Lo nuevo, lo semejante es siempre, al principio,
com~ modificaciones de un modo único. La repro- una parte del ser primero, y, en este sentido, nace
ducción como crecimiento continuo, que tiene lu- de él. Esto favorece Ja idea de evolución. Pero lo
gar por desarrollo de un órgano a partir de otro, nos nuevo no puede desarrollarse de lo viejo sin que lo
ha ocupado esencialmente en La metamorfosis de viejo, mediante una cierta asimilación de alimento
las plantas. Hemos visto que estos órganos, que se externo, haya llegado a una especie de perfección.
modifican eJJos mismos desde una extrema igual- Esto favorece el concepto de epigénesis. Ambos
dad hasta la máxima desigualdad, presentan inter- modos de representarse las cosas son, no obstante,
namente una virtual identidad. bastos y groseros, frente a la delicadeza de un ob-
. Hemos visto también que este modo de reprodu- jeto insondable.
cuse en las plantas perfectas no puede proseguir En un ser viviente nos salta a la vista, ante todo,
hasta el infinito, sino que conduce gradualmente a su forma de conjunto, después las partes de esta
un vértice y, por así decir, produce en el término forma, su estructura y su cohesión.
opuesto de s~ fuerza un modo distinto de reproduc- De la forma, en general, y de las relaciones y
Ción, el que nene lugar mediante la semilla. vínculos recíprocos entre las partes, dentro de los
Designación y delimitación del campo en el que límites en que son externamente visibles, se ocupa
se trabajará: la historia natural; en cambio, en cuanto se ofrecen
Fenómeno de la estructura orgánica. a la vista sólo en su forma disociada, tal esfuerzo
Fenómeno de la estructura más simple, quepa- recibe el nombre de «arte de la descomposición
rece un simple agregado de partes, pero con fre- anatómica»: mediante él, se considera no sólo la
cuencia se puede explicar igual de bien por la teo- forma de las partes, sino también su estructura in·
ría de la evolución que por la de la epigénesis. tema, y, como es natural, recurre al microscopio.
Intensificación de este fenómeno y unificación Cuando de este modo el cuerpo orgánico ha sido
de esta estructura en la unidad animal. más o menos destruido, cuando su forma ha desa-
Forma. parecido y sus partes pueden ser consideradas
110 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 111

como m.ateria, interviene, más pronto o más tarde, modificación de las partes más pequeñas y su com-
la quíllllca, y nos da nuevas y bellas aclaraciones binación; su importante actividad y su extrema fi-
sobre los elementos últimos y su combinación. nura le dan más que nunca el derecho a hacer valer
Cuando, partiendo de todos estos fenómenos su pretensión de desvelar lo que son las naturalezas
observados individualmente, llevamos a cabo una orgánicas.
palingénesis de esta criatura destruida y la volve- De todo esto, incluso prescindiendo de conside-
mos a considerar viviente y en estado saludable, a raciones ulteriores que aquí omito, es fácil ver
este trabajo lo llamamos fisiológico. cómo está justificado empeñar todas las fuerzas del
Y, p~~sto que la fisiología es aquella operación alma cuando aspiramos a una visión totalizadora
del ~spmtu por la que, mediante intuición y razo- de estos misterios, emplear todos los instrumentos
namien~o, tratamos de recomponer un todo a partir internos y externos y valerse de todas las ventajas
de lo vtv~ y de lo muerto, de lo conocido y de lo cuando nos aventuramos en un trabajo siempre infi-
desconocido, de lo completo y de lo incompleto, nito. Incluso una cierta unilateralidad no pe.Ijudica
un todo que sea a la vez visible e invisible, cuyo as- al conjunto; siempre se tiene por la mejor la vía de
pecto .externo
. se nos aparezca sólo como un todo
cuyo mtenor.se nos aparezca sólo como una parte,
. cada uno si la aUana y la ensancha bien, de modo
que quien le siga la recorra con mayor rapidez.
Y ~uyas mamfestaciones y efectos tengan que se- Recapitulación de las diversas ciencias:
guir si.endo siempre misteriosos para nosotros, se
ve fácllmente por 9ué la fisiología ha debido que- a) Conocimiento de las naturalezas orgánicas
dar, por tan largo tiempo, tan atrasada y por qué tal según su habitus y según la diversidad de sus rela-
v~z quede así eternamente; pues el hombre siente ciones formales: Historia natural.
Siempre sus propios límites, pero raramente está b) Conocimiento de las naturalezas materiales
dispuesto a reconocerlo. en general como fuerzas y en sus relaciones espa-
La. anatomía se ha elevado a un grado tal de ciales: Doctrina de la naturaleza.
e~actltud y de precisión que sus claros conoci- e) Conocimiento de las naturalezas orgánicas
mtentos constituyen ya, por sí mismos una especie según sus partes internas y externas, sin tomar en
de fisiología. ' consideración su totalidad viviente: Anatomía.
Los cuerpos son movidos en la medida en que d) Conocimiento de las partes de un cuerpo
tienen longitud, anchura y peso, en cuanto les afec- orgánico en cuanto ha dejado de ser orgánico, o en
tan choques y presiones, y pueden ser desplazados cuanto su organización sea vista tan sólo como ma-
de una manera u otra. Por eso, hombres para los teria productora y compuesta de materia: Química.
que estas leyes de la naturaleza eran conocidas y e) Consideración del conjunto en cuanto vive
presentes las han aplicado, no sin utilidad, a los y a esta vida subyace una determinada fuerza fí-
cuerpos orgánicos y a sus movimientos. sica: Zoonomía.
Así, la química ha observado con exactitud la j) Consideración del conjunto en cuanto vive y
112 JOHANN WOLFGANG VON GOEJHE TEORfA DE LA NATURALEZA 113

actúa, y a esta vida subyace una fuerza espiritual: sólo se convierte en una doctrina particular me-
Psicología. diante su propia autolimitación; ella se considera,
g) Consideración de Ja forma, tanto en sus pues, sierva de la fisiología y coordinada con las
partes como en su conjunto, de sus armonías y di- demás ciencias auxiliares.
sonancias, prescindiendo de cualquier otro as- Puesto que pensamos presentar la morfología
pecto: Moifología. como una nueva ciencia, no ya según el objeto,
h) Estudio del conjunto orgánico teniendo que es conocido, sino según el punto de vista y el
presente todas estas consideraciones y reconstru- método que deben dar a esta doctrina una forma
yéndolo armónicamente por la fuerza del espíritu: propia y asignarle también su lugar frente a las
Fisiología. otras ciencias, queremos empezar por este último
punto y mostrar cuales son las relaciones de la
morfología con las demás ciencias afines, para
ll. CONSIDERACIONES SOBRE LA MORFOLOGÍA después ilustrar su contenido y su modo de expo-
EN GENERAL sición.
La morfología debe contener la teoría de la
La morfología puede ser considerada como una forma, de la formación y de la transformación de
doctrina en sí misma y como una ciencia auxiliar los cuerpos orgánicos; pertenece, pues, a las cien-
deJa fisiología60. En conjunto, se basa en la histo- cias naturales, de las cuales vamos ahora a enume-
ria natural, de la que toma los fenómenos que le in- rar sus fines particulares.
teresan para sus fines. También se basa en la anato- La historia natural supone que la forma múltiple
mía de todos los cuerpos orgánicos, y, de modo es- de los seres orgánicos es un fenómeno conocido.
pecial, en la zoonomía. No puede escapársele que esta gran multipli~idad
Puesto que ella pretende tan sólo exponer y no reviste, sin embargo, una cierta concordancia, en
explicar, se incorpora de las demás ciencias auxi- parte general y en parte particular. Por eso ella no
liares de la fisiología lo menos posible; aunque ella hace desfilar sólo los cuerpos que le son conoci-
no pierde de vista las relaciones de fuerza y de lu- dos, sino que los ordena tanto en grupos como en
gar estudiadas por el físico, ni las relaciones de series, según sus formas visibles y las propiedades
mezcla de las sustancias estudiadas por el químico, que se determinan y se estudian. Así permite tener,
de la masa enorme de los datos, una visión de con-
junto. Su trabajo es doble: por un lado, descubrir
objetos siempre nuevos; por otro, ordenarlos cada
60
Goethe utiliza por primera vez el vocablo «morfología», vez más de acuerdo con su naturaleza y sus propie-
para definir su modo cientffico de proceder, en una anotación, dades, y, en la medida de lo posible, eliminar cual-
hecha en su Diario, el 25 de septiembre de 1796, comunicán-
doselo poco después a Schiller en una carta a éste del 19 de no- quier arbitrariedad.
viembre del mismo año. Mientras la historia natural se atiene a la apa-
114 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 115

riencía externa de las formas y las considera en su mico, que suprime forma y estructura y presta
conjunto, la anatomía se aplica al conocimiento de atención únicamente a las propiedades de las sus-
su estructura interna, a la descomposición del tancias y a las relaciones de sus combinaciones; y
cuerpo humano como el objeto más digno de estu- se le deberá aun más en el futuro, puesto . que, per-
dio y necesitado de la ayuda que sólo le puede ve- mitiendo los descubrimientos más recientes las
nir de una visión exacta de su organización interna. más delicadas disociaciones y combinaciones, se
Mucho es lo que ha hecho la anatomía en relación puede esperar que se acerque cada vez más a las
al resto de las criaturas orgánicas, pero todo está en operaciones infinitamente complejas de un cuerpo
una dispersión tal, se ha observado la mayor parte orgánico viviente.
del tiempo de una forma tan imperfecta y con fre- Así como, mediante la observación exacta de las
cuencia tan errónea que, para el naturalista, la estructuras, hemos establecido ya una fisiología
masa de sus datos es casi inutilizable. anatómica, podemos prometernos obtener con el
En parte para ampliar y desarrollar la experien- tiempo una fisiología físico-quírrúca, y es de de-
cia que nos ofrecen la historia natural y la anato- sear que estas dos ciencias puedan continuar y de-
mía, en parte para reunificar y utilizar esta expe- sarrollarse como si cada una quisiera acabar, por sí
riencia, se ha recurrido unas veces a ciencias extra- sola, el conjunto de la tarea.
ñas y otras a ciencias afines; también se han Pero, puesto que las dos no hacen sino disociar,
propuesto puntos de vista propios, siempre para sa- y las combinaciones químicas se basan, de hecho,
tisfacer la necesidad de una visión global de la fi- en disociaciones, es natural que estos modos de co-
siología. Con esto se ha preparado de un modo ex- nocer y de representar los cuerpos orgánicos no sa-
celente el trabajo de los futuros fisiólogos, incluso tisfagan a todos los hombres, muchos de los cuales
cuando, humanamente, se ha procedido con fre- muestran la tendencia a partir de una unidad, a de-
cuencia, y se procede todavía. de una forma dema- sarrollar desde ella las partes y a reconducidas
siado unilateral. luego de nuevo, de una manera inmediata, a la uni-
Del físico, en sentido estricto, la doctrina de la dad. La naturaleza de los cuerpos orgánicos nos
naturaleza orgánica no ha podido tomar más que proporciona, a este respecto, la ocasión más favo-
las relaciones generales de las fuerzas, de su posi- rable, puesto que los más perfectos de ellos se nos
ción y de su estado en el espacio cósmico. La apli- aparecen como una unidad distinta de todos los de-
cación de principios mecánicos a las naturalezas más seres; puesto que de tales unidades nosotros
orgánicas nos ha vuelto más atentos a la perfección mismos somos conscientes; puesto que el perfecto
de los seres vivientes, y se podría incluso afirmar estado de salud sólo podemos captarlo en la me-
que las naturalezas orgánicas son tanto más perfec- dida en que sentimos, no las partes de nuestro todo,
tas cuanto menos aplicables les resultan los princi- sino el todo mismo; puesto que todo esto no puede
pios deJa mecánica. ser más que en la medida en que las naturalezas es-
En este campo se debe mucho también al quí- tán organizadas y sólo pueden estar organizadas y
116 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORfA DE LA NATURAlEZA 117

mantenidas en actividad por el estado al que llama- todas estas consideraciones pueda, en el futuro,
mos vida, nada sería más natural que tratar de esta- construir una unidad y, en la medida de lo pcm:ni-
blecer una zoonomía y tratar de averiguar las leyes tido a la mente humana, pueda conocer de una ma-
por las que una naturaleza orgánica está determi- nera confonne a la grandeza de su objeto de estu-
nada a vivir. En la base de esta vida se supone, con dio. A tal fin se requiere, de todos lados, una activi-
plena justificación, una fuerza, porque la vida, en dad juiciosa, actividad que no ha faltado ni falta.
su unidad, se expresa como fuerza no contenida en En virtud de ella, cada uno caminaría más seguro y
ninguna de las partes como partes particulares. rápido a condición de trabajar en un único sector, si
No podemos considerar por largo tiempo como bien no de modo unilateral, y reconociendo con
unidad a una naturaleza orgánica, ni podemos pen- alegría los méritos de los demás colegas, en lugar
samos a nosotros mismos como unidad, de modo de poner por encima de todo el propio modo de
que nos encontramos en la necesidad de admitir ver, como sucede comúnmente.
dos puntos de vista: nos consideramos, o bien Tras señalar así las diversas ciencias que cola-
como seres que caen bajo la observación de los boran en la tarea del fisiólogo y sus relaciones re-
sentidos externos, o bien como otros seres que se cíprocas, ha llegado el momento de mostrar
pueden conocer sólo mediante el sentido interno o cómo la morfología se legitima como una ciencia
se pueden observar sólo a través de sus acciones. particular.
Por ello, la zoonomía se divide en dos partes no Como tal es considerada ya de hecho, pero debe
fáciles de distinguir: la parte que trata del cuerpo y legitimarse como ciencia particular, ante todo, to-
la que trata del espíritu. Ellas no se pueden separar, mando como objeto lo que las otras ciencias tratan
ciertamente. Pero el que se dedica a su estudio sólo casualmente y de pasada, reuniendo cuanto en
puede partir de una o de otra, y dar la preponderan- ellas está disperso y estableciendo un punto de
cia ya a esta, ya a aquélla. vista nuevo desde el que se puedan observar de
Por otra parte, no sólo cada una de las ciencias modo fácil y cómodo las cosas naturales. Ella tiene
aquí enumeradas exige a un hombre dedicarse por la gran ventaja de estar compuesta de elementos re-
completo a ella, sino que hasta sus partes singula- conocidos por todos, de no estar en conflicto con
res ocuparfan toda su existencia. Una dificultad to- ninguna doctrina, de no tener necesidad de elimi-
davía mayor nace del hecho de que todas estas dis- nar nada para asegurarse un puesto, de ocuparse de
ciplinas son practicadas, casi exclusívamente, por fenómenos altamente significativos, y de que las
médicos, a los cuales esta práctica, por útil que operaciones del espíritu por las que ella agrupa los
pueda resultarles para desarrollar su experiencia, fenómenos sean agradables a la naturaleza hu-
no les permite, en cambio, ampliar el ámbito de es- mana, de modo que hasta una experiencia fallida
tudio. en su ámbito podría proporcionar una cierta utili-
Se ve, pues, qué cantidad de trabajos previos ha- dad y satisfacción.
cen falta para que el fisiólogo que debe reunificar
118 JOHANN WOU'GANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 119

TRABAJOSPRELThflNARESSOBRE patibles, aunque es más dificil, empleando las dos,


LA MORFOLOGÍA conocer la naturaleza, actuar en su espíritu, para no
elegir, ya éste, ya aquel punto de vista, y permane-
I cer en una o en otra posición por obstinación o ga-
nas de autolimitarse.
Puesto que nuestra representación de los efectos Así pues, me serviré tanto del modo de exponer
de la naturalez~ siempre permanece incompleta, de los evolucionistas, como del de los epigenesis-
debemos recumr a varios medios para ampliarla y tas, o sea, tal como lo digo aquí, tanto de la repro-
expresarnos de algún modo cuando hemos visto, ducción predeterminada como de la reproducción
observado y descubierto algo. Ahora bien, dado más libre, aunque sólo como palabra y medio de
que cada hombre mira comúnmente las cosas sólo expresión, pues con esto pienso poder explicarme
desde una única perspectiva, han resultado de ello mejor.
las hipótesis más dispares, las cuales han sido más Cada una de las cosas conocidas que llamamos
o menos utilizables para expresar los secretos de la vivientes, en el sentido más amplio, tiene la fuerza
naturaleza, pennaneciendo como tales durante más de producir a su semejante. En otras palabras, po-
o menos tiempo. demos decir que llamamos viviente a lo que mues-
Puesto que es mi intención iluminar algo mejor tra ante nuestros sentidos la fuerza de producir a su
algunas relaciones y efectos de la naturaleza no semejante.
pued? ~imit~e a una sola hipótesis, así que s~ me Cuando encontramos esta fuerza repartida, en-
penruttrá servume de modos de representación di- tonces hablamos de los dos sexos.
fe~entes, en función de que, Jo que yo gienso, se En los cuerpos que llamamos plantas observa-
deJe expresar mejor de uno u otro modo. Esta, cier- mos la doble fuerza de producir a sus semejantes,
tamente, me parece una vía peligrosa, desde la que unas veces sin la acción visible de los sexos, otras
se debe temer, en parte, ser poco claros, y, en parte, mediante esta acción visible.
ponerse en contra a todas las demás partes. Lo que llamamos el crecimiento de las plantas
Pero yo haría observar que aquellos que consi- no es otra cosa que la producción de sus semejan-
deran .un objeto según hipótesis diversas y, con fre- tes sin la acción de los sexos. Esta producción de
cuencia, opuestas, son, sin embargo, hombres ho- los propios semejantes no implica separación al-
nestos y amantes de la verdad, a quienes importa, guna, como sucede, en cambio, con la fecundación
sobre todo, el conocimiento del tema, y que no y el parto. Pero es también producción de un seme-
~reen que tal conocimiento se deje captar de la me- jante.
JOr manera y más adecuada sólo con su propio Cuando una semilla ha echado raíces y sus co-
punto de vista. tiledones han cumplido su función, entonces la
De ello deduzco que dos hipótesis opuestas po- planta crece, lo que significa que se repite, que se
drían ser muy bien modos de ver en el fondo com- reproduce a sí misma. En la semilla, el sistema
120 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 121

entero de la planta se completa y vuelve a comen- Jos dos sexos, se basa la esencia entera de las plan-
~r de nuevo. Del nudo e se destaca una prolonga- tas. No se me objetará que sólo impropiamente se
Ción que muy pronto, con frecuencia sin un inter- puede llamar a esto reproducción de los propios se-
valo perceptible, se concluye a su vez en otro mejantes, pues las plantas son más o menos dese-
nudo, ya sea en clirección a d en el aire, o en di- mejantes entre sí.
rección a ~ bajo tierra o a ras de tierra, y de allí De momento tengo que pedir que se me siga con
avanza hactafy g, y así hasta el infinito cuando la atención, pues sólo al final, cuando volvamos la
planta dura más de un ciclo anual. Los nudos e y vista sobre el camino recorrido, veremos si hemos
g ~han, a su. vez, raíces e impulsan otras prolon- seguido el correcto. Lo repito una vez más: de
gacJOnes haeta he i. nudo a nudo el ciclo entero de la planta se com-
. Si se co~ el espacio de una prolongación bajo pleta sustancialmente; necesita, como en la semi-
tierra, por ejemplo el espacio e-g, la raíz g perdura lla, sólo una raicilla o un nudo radical, un nudo de
no obstante, y el nudo i se prolonga en k; el nudo g cotiledón, una sucesión de nudos, para ser de
se prolonga en l. nuevo una planta completa en situación de vivir y
Cortemos el espacio g-i y pongamos i bajo tie- de actuar según su naturaleza. Voy más lejos y
n-a; del nudo i saldrán raíces; bajo tierra se desarro- afirmo que todas las demás transformaciones de la
llarán otras prolongaciones, y el nudo k seguirá su planta son sólo transformaciones aparentes, y son
impulso hacia lo alto. en el fondo explicables también con cuanto hemos
. No se me podrá objetar que todas las plantas no dicho hasta aquí, es decir, por la teoría de la pro-
ttenen esta propiedad. Nosotros consideramos las longación de los nudos y de la producción del pro-
plantas en su modo más importante de extensión y pio semejante sin la intervención visible de los dos
desarrollo, c~mocido a través de ejemplos. sexos. Incluso los dos sexos nos serán finalmente
Lo que stgue mostrará cuán diversamente se comprensibles sólo gracias a esta primera y simpli-
~odifican y limitan. Los nudos d, h, i que hemos císima forma de reproducción.
vtst~ hasta ahora seguir su impulso hacia lo alto, Cada nudo tiene un acompañante; bajo tierra se
hactaf o k, no se han quedado inactivos ni siquiera le adhiere y Lo recubre como una piel, y, sobre la
a los lados; se han prolongado hacia n, o, p, q, r, s, tierra, se aleja de él más o menos. Es la hoja.
Y han formado nuevos nudos, y así continuará cada Importancia de este cuerpo caduco y, sin em-
uno hasta el infinito si dura muchos ciclos anuales bargo, íntimamente ligado a la planta.
si s7 lignifica_ y se hace perenne. La última prolon~ (Hay aquí un punto muy importante a comentar,
gactón, hundtda en la tierra, echará nuevas rafees el del crecimiento conjunto de las hojas según Ja
de su propio nudo y volverá a reproducirse hasta el ley inherente de la naturaleza y segtín un cierto nú-
infinito. mero, lo que da nacimiento a los cálices y a las co-
so.bre esta prolongación y reproducción de sus rolas. Hay, por otra parte, que aclarar 1a teoría de la
semeJantes hasta el infinito sin la acción visible de expansión y la contracción.)
122 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 123

En la progresiva transformación de las partes de Segunda Ley


la planta actúa una fuerza que sólo impropiamente
puedo Ilamar expansión y contracción. No puede desarrollarse una sucesión de taJes
Mejor sería asignarle una X o una Y, según el nudos unos tras otros y unos a partir de los otros
~?do algebraico, puesto que las palabras «expan- sin transformarse y modificarse gradualmente.
ston» y <<contracción» no expresan esta acción en N.B. Esta modificación es, sobre todo, visible
toda su amplitud. Esta fuerza contrae y dilata en la hoja que acompaña a cada nudo. Esta trans-
fonna y t:ansforma, vincula, separa, colorea, des~ formación y modificación de las hojas y del mismo
colore, d1funde, prolonga, reblandece endurece nudo se basa en el hecho de que el cuerpo, la hoja
comumca,' ' en con-'
sustrae, y sólo cuando viéramos por ejemplo, consta de múltiples vasos que, tras
junto estas diversas actividades podríamos conocer haber recibido otra determinación, se llenan de di-
del modo más claro lo que be intentado explicar y versas savias y producen formas totalmente dife-
exponer con todas estas palabras. Ella hace todo rentes.
esto así, paulatinamente, tan delicada como imper- Añadiré todavía una palabra más a las muchas
ceptiblemente, de modo que, finalmente, ha trans- ya empleadas antes por mí: la expansión de una
formado ante nuestros ojos un cuerpo en otro sin parte es la causa de la desaparición de otra.
que nos hayamos dado cuenta. En la base de esta ley hay una necesidad a la que
Sin ella, el ?ombre puede reconocer sólo lo que toda criatura está sometida: no se puede sobrepasar
está separado, JUStamente porque está separado. Para la propia medida. O sea, una parte no puede au-
recon~er debe separar lo que no debía ser separado; mentar sin que otra disminuya, una parte no puede
Y aqw no hay otro medio que el de reunificar de llegar a dominar enteramente sin que otra desapa-
n~evo lo que la naturaleza presenta a nuestro conoci- rezca completamente.
rruento separadamente, teniendo en cuenta cómo una En las plantas esto se muestra de la manera más
~orma se transforma insensiblemente en otra y, por úl- bella y, a la vez, más extraña. Puesto que una
tnno, es to~ente absorbida por la forma siguiente. planta no es una unidad, sino que es una criatura
. Esto ha stdo observado ya con frecuencia. Pero compuesta de muchas unidades, constatamos que
1IDporta que Jo que se observa fácilmente en lo par- estas diferentes unidades, en cuanto se suceden las
ticular, sea visto en la perspectiva general, lo que unas a las otras, modifican su forma y su determi-
escapa muchas veces a nuestra consideración. nación por el hecho de que algunas de sus partes se
modifican previamente. Pero, como queda dicho
más arriba, no es la sola fuerza de expansión y de
Primera Ley contracción la que provoca esto, sino aquella
fuerza X.
Cada nudo de la planta tiene la fuerza de desa-
rrollarse, de prolongarse y de producir otro nudo.
124 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 125

Tercera Ley Es claro que Ja raíz atrae hacia sí, sobre todo,
humores acuosos cuando están a la vez mezclados
Toda planta está de tal manera delimitada y de- también con otras partes. Las partes· de la planta
tenninada en su naturaleza que, cuando sus nudos que se encuentran más próximas a la raíz se expan-
han recorrido los diversos grados de los que eran den en longitud y espesor, de lo que se deduce que
capaces, y se ha llegado finalmente a la formación los vasos que absorben preferentemente la hume-
del c_áliz, las diversas partes que, de otro modo, se dad están formados a lo largo. Supongo que las ho-
habnan desarrollado poco a poco, lo hacen a la vez jas atraen la humedad del tronco y, al igual que la
en una cierta forma y en un cierto número. raíz succiona de la tierra, ellas lo hacen de los va-
Por esta acción de la naturaleza nace el cáliz. sos intermedios. Esta humedad es modificada en
Para reconocer esto de modo evidente hace falta las hojas por la luz y el aire y, en parte, se evapora
cierta atención, pero finalmente puede demostrarse y, en parte, retorna tal vez al estilo, que se hace
de manera irrefutable. tanto más flexible cuanto más se aleja de la tierra.
Es preciso tomar aquí en consideración diversas Parece como si una cierta masa de agua, de aire y
flores en las que el fenómeno es particulamente vi- de luz tuviera que ser aportada a la planta y filtrada
sible, con el fin de llevar este tema al más alto de nudo a nudo basta encontrarse finalmente deter-
grado de verosimilitud. Hay que mostrar a conti- minada de golpe a completar la obra de la repro:
n~ación el cáliz de la rosa prolifera, en el que Jos ducción, hacia la cual la planta se encamina desde
cmco sépalos aparecen muy claramente separados este momento sin detenerse.
y desarroiJados. Era preciso, ante todo, establecer estos concep-
Si observamos con precisión el modo en que la tos, comunes y. en buena medida, indiscutibles,
natu~al.eza produce el cáliz, veremos que lo hace para proceder a otras afirmaciones que podrían no
conststtr, con frecuencia, en hojas totalmente sepa- ser aceptadas tan fácilmente. E1 objeto principal de
radas,.y así se nos hace más comprensible que cua- nuestras consideraciones deberá ser la observación
tro hoJas, que se habrían desarrollado de otro modo de las hojas, que sobre una misma planta se trans-
sucesivamente, cada una sobre el propio nudo con forman poco a poco, desde la raíz hasta el cáliz. No
los correspondientes intemudos, se desarrollen será difícil mostrar cómo las hojas del llamado es-
ahora una junto a la otra en un círculo y cerrándose tilo, tras diversas modificaciones, se reúnen en el
entre sí. cáliz, así como un cierto número de ellas, reunido
Este modo de ver se vuelve en cierto modo más de igual modo, forma la corola y, finalmente, tam-
difícil cuando las antedichas hojas se reúnen de tal bién los estambres. Esto lo muestran varias plantas
~odo que el cáliz aparece monofoliado y, en oca- en su estado natural, y otras lo muestran aún mejor
s~ones, apenas dentado. Esto nos lleva a otra pro- cuando se las aleja de su ambiente natural; por otro
pJedad de la naturaleza, que, sin embargo, conoce- lado, esta es una verdad muy conocida, que no es-
mos ya por otros efectos. capa a ningún botánico, aunque yo querría añadir
126 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 127

simplemente que, por lo que sé de esto, no se ha Insisto aquí una vez más en que presento este
llegado todavía a sacar las conclusiones suficientes modo de observar las plantas sólo de modo condi-
de tan conocido fenómeno. cionado, y lo doy yo mismo por incompleto. Sin
Habiendo progresado así hasta el desarrollo de embargo, nos servirá en lo sucesivo para obtener
~os estambres, no nos queda otra cosa, en fin, que algunos resultados.
mtentar ver si podemos llegar a comprender el de-
sarrollo de los órganos femeninos con el ovario N.B. Cuanto mayor es la contracción, tanto
con lo que habremos llegado al término del gran ci~ más fuerte es la expansión. Por eso las plantas tu-
clo que la planta puede recorrer. berosas y bulbosas presentan los más largos espa-
cios intemudos (y el tallo de la flor más largo).
N .B. No puedo usar la palabra «estilo» porque
n confundiría todos los conceptos que quiero esta-
blecer.
Si tomo el ejemplo de la caña, nadie negará que N.B. Hay plantas en las que esta simple con-
aquí muchas partes análogas proceden la una de la tracción y expansión del cáliz y de 1a corola no
otra, que se articulan las unas sobre las otras que basta para transformar los vasos en estambres; se
se dan nacimiento unas a otras, que se desarr~llan forman, por ello, corolas intermedias, que confie-
o se p~oducen las unas a partir de las otras. ren a la flor casi el aspecto de una flor doble,
Qutero. usar aquí la~ palabras «expansión» y como, por ejemplo, en el narciso, el oleander ne-
«c~ntracc1ón» sólo provisionalmente y, en general, rium. (Aquí hay que explicar la teoría de los nécta-
temendo en cuenta que sé, y lo he aclarado ya, que res.) Pero en ningún otro caso aparecen de un
por sí sólas estas palabras son insuficientes. modo tan maravilloso como en la passiflora, cuya
Cerca de la tierra. y en algunos casos bajo tierra forma extraña proviene únicamente de esta triple
las partes están más concentradas, son más largas: corola, a la que sólo después siguen los estambres.
más acu?sas, más carnosas. Parece que los vasos
que ~ont~enen e~ agua estan dispuestos en sentido
lon~1tudmal, mtentras que los que contienen los m
ace1tes o los alcoholes lo están en sentido transver-
sal. Poco a poco los espacios internudos se hacen a) Cotiledones inferiores
más l~gos Y más estrechos. De golpe, uno de eUos
se dectde, se hace desmesuradamente largo y se Los cotiledones inferiores son, o bien enteros,
cont~~e a la vez en la corola. Se sigue de ello la ex- sin que se puedan reconocer en ellos partes, o bien
pansJOn en los pétalos, después la contracción que divididos. A su vez, los primeros pueden ser per-
da l~gar al órgano masculino y, finalmente, la ex- fectamente enteros, y los segundos enteramente di-
panstón que origina los órganos femeninos. vididos.
128 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 129

De los enteros a los divididos la transición es fá- el agua, que en sus vasos produce un alcohol volá-
cil. Los cotiledones inferiores se llenan de la hu- til, dan Jugar a la antedicha leche. Por eso estos co-
medad de la tierra; proporcionan el primer ali- tiledones inferiores permanecen normalmente en la
mento al embrión de la planta, disimulado entre tierra y cumplen allí su función. Por su naturaleza
ellos, si bien la raicilla puede surgir e ir enseguida y forma son poco aptos para absorber la luz y el
a buscar este alimento en la tierra. aire, así como para conferir con ellos alimento y
Antes de proseguir, podemos adoptar por el mo- una determinación nueva a la planta.
mento la conocida subdivisión del embrión de la Disminuyen apenas se encuentran al aire libre,
planta, o sea. corazoncillo (corcolum), raicilla (ros- mientras que otras hojas se forman y desan-ollan;
telum) y plumilla (plumela), incluso si tal subdivi- languidecen y mueren, mostrando así que su fun-
sión no podrá bastamos en lo que sigue. ción está cumplida y que no llevan en sí ninguno
En las plantas que tienen cotiledones inferiores, de los órganos apropiados al reino supraterrestre de
ésto~ ~stán de tal modo unidos al corazoncillo y a la luz y del aire.
la raicilla que los vasos que llevan los jugos desde Sólo en alg'unas plantas, que tienen dicotiledo-
ellos a la planta se insertan entre los dos en la fina nes y que por esto se hacen más semejantes a )as
piel de la plantita, y por mediación de esta piel se hojas, se elevan y toman un color verde, como en
unen, ya sea a la raíz, ya al corazoncillo, y, puesto la caña. En lo sucesivo se hablará de esto más am-
que la plumilla está en estrecha relación con este pliamente.
último, también está conectada con ellos. Estas plantas son la causa de que, cuanto estoy
Los vasos que unen los cotiledones inferiores a exponiendo, parezca nuevo, pues han dado la oca-
la planta son, por lo que hemos podido observar sión para una comparación que, si mis observacio-
hasta ~ora, o simples, como en la mayor parte de nes son fundadas, debe ser considerada inexacta.
los cotJ{edones enteros no divididos, o bien dobles,
como en los divididos. Hay, no obstante, un caso
en el que de un cotiledón no dividido pasan a la b) Cotiledones superiores
planta dos vasos. Esto ha sido observado en el nas-
turtium y, probablemente, habrá casos semejantes Según mis observaciones, éstos son ya semejan-
que no escaparán al observador. tes a las hojas o, mejor dicho, son ya verdaderas
El cotiledón inferior, si es simple, permanece hojas, en su mayoría semejantes a las que veremos
comúnmente bajo tierra; su función es sólo como después.
he dicho antes, la de proporcionar a la pl~nta su No pueden permanecer mucho tiempo bajo tie-
primer alimento en la forma de una leche prepa- rra, sino que deben elevarse hacia arriba lo más rá-
rada en sus vasos. pidamente posible. En ciertas plantas son las partes
Sus partes constituyentes son harinosas y de que, según la subdivisión del embrión de la planta
forma almendrada, las cuales, en combinación con antes citada, se llaman plumillas.
130 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 131

Son: monofoliados, bifoliados o polifoliados. TRABAJOS POSTERIORES


Según las observaciones que he hecho hasta Y RECOPll.ACIONES
ahora, hay plantas que:
La teoría de la metamorfosis no puede ser re-
l. Tienen al mismo tiempo coliledones supe- dactada, en absoluto, como una obra autónoma y
riores e inferiores. conclusa; puede ser expuesta sólo como imagen de
2. Tienen sólo cotiledones superiores. referencia, como unidad de medida a la que deben
3. Tienen sólo cotiledones inferiores. atenerse y según la cual deben medirse los seres or-
gánicos. Pues, para mf, la cosa más natural y di-
Para que se vean más claros los conceptos de recta para profundizar en el conocimiento del reino
cotiledones superiores e inferiores se debería dejar vegetal era tratar de hacerme una idea de las dife-
para los inferiores su nombre actual, y llamarlos rentes particularidades y de su nacimiento. Pero,
cotiledones inferiores o núcleos inferiores. Los su- puesto que tenía la intención de seguir poniendo
periores se podrían llamar también hojas seminales por escrito el trabajo que había iniciado, y exponer
(folia seminalia), hojas radicales (folia radicalia), de una manera general todo lo que había ido ano-
núcleos superiores, nombres que, como veremos, tando como esbozos particulares, recogí ejemplos
pueden se.rles dados en función de sus propiedades de formaciones, transformaciones y malformacio-
y de su posición junto a las demás plantas. nes, de los que la naturaleza ofrece tan generosa-
Que nadie se asombre si digo que en algunas mente. De ]as cosas que me parecían instructivas
plantas faltan los cotiledones inferiores, y en otras mandé hacer diseños en color y grabados, y pre-
los superiores, pues téngase en cuenta que en dife- paré así la continuación de mi primer trabajo,
rentes plantas faltan partes principales y esencia- mientras que asiduamente añadía mis observacio-
les, o mejor dicho, parecen faltar, o sea, se sustraen nes sobre los fenómenos sorprendentes a los diver-
a nuestra vista, o están presentes de formas tan des- sos parágrafos de mi obra.
viadas que difícilmente somos capaces de recono- Gracias a la provechosa relación con Batsch,
cerlos, e incluso cuando los reconocemos apenas eran cada vez más importantes para nú las relacio-
nos atrevemos a considerarlos como tales. El con- nes entre las familias de plantas, y, en este sentido,
junto del reino vegetal ofrece a nuestros ojos la li- me fue muy útil la edición de Usteri de la obra de
gazón más precisa y las formas transitorias por las Jussieu61 ; dejé de lado-las acotiledóneas, tomándo-
que una parte se modifica en otra. las en consideración sólo cuando se acercaban a
Debo renovar aquí mi invitación a que nadie se
escandalice por mi inusitada terminología, sino
61 Antoine Laurent de Jussieu (1748-1836) fue profesor
que se atienda, sin prejuicios, al conjunto. de botánica en París. Sus obras fueron publicadas por Paulus
Usteri (1768-183 1), director del Jardín botánico de Zúrich.
em 1791.
l
132 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 133

una forma precisa. Sin embargo, no pudo ocultár- des esfuerzos de Humboldt63• las detalladas obras
seme que la observación de las monocotiledoneas publicadas en todas las naciones, dieron suficiente
ofrecía la visión más rápida, dejando ver abierta- materia a mi callada reflexión. Al final, mi refle-
mente, a causa de la simplicidad de sus órganos, xión quiso configurarse de nuevo mediante la acti-
los secretos de la naturaleza62, e indicando, en sen- vidad; pero, cuando pensé acercar mis sueños a la
tido progresivo, hacia las fenerógamas más evolu- realidad, las placas de cobre se perdieron y no en-
cionadas, y, en sentido regresivo, hacia las miste- contré ni el ánimo ni el coraje para rehacerlas de
riosas criptógarnas. nuevo. Pero este modo de ver las cosas había ga-
Con una vida tan agitada, llevado de aquí para nado a sensibilidades jóvenes, que lo habían desa-
allá por ocupaciones diversas, distracciones y pa- rroUado de modo más vivo y más lleno de conse-
siones, me contenté con elaborar lo que había ad- cuencias de lo que yo había pensado, y así encon-
quirido y sacar provecho de ello por mí mismo. traba válida cualquier excusa que viniese en ayuda
Con placer seguía el juego caprichoso de la natura- de mi indolencia
leza sin expresarme sobre ello después. Los gran- Pero cuando en el presente, después de tantos
años, miro de nuevo lo que me ha quedado de to-
dos aquellos esfuerzos, y observo las plantas y las
62
Varios autores han crefdo que Goetbe deja entrever en pa- partes de las plantas secas y conservadas, los dibu-
sajes como éste los motivos de su elección del tipo de plantas jos y los grabados, leo las notas al margen de mi
sobre el que centra sus estudjos de botánica: le interesa el caso primer ensayo, las colecciones y los extractos de li-
más simple y apropiado para expresar el esquema fundamental
de la unidad que crea la multiplicidad. Si este tipo de plantas bros y de recensiones, así como los múltiples tex-
son anuales, es porque el desarrollo de una planta de más años tos impresos que guardo64, me doy cuenta de que
complicarla esle esquema: el de la unidad que implica una dua-
lidad, sucesión de formas jerarquizadas por una evolución as-
cendente, unidad reconstituida que encierra en potencia un
nuevo ciclo evolutivo. Si tal tipo de plantas son las dicotiledo-
neas es porque ésLas penniten seguir, en la disposición de las 6'J De la obra de Humboldt, Ideen zu einer Physiognomik
hojas, la marcha dé la naturaleza pasando de la unidad a la dua- der Gewachse (1806), Goethe había publicado una reseña en la
lidad y retornando a la unidad. Tal es el principio general de la Gaceta literaria de Jena. Para la relación entre ambos, cfr. A.
cosmologfa goelheana, que implica que lo que se muestra a los Meyer-Abicb, Die Vollendung der Morphologie Goethes durch
sentidos es resultado de una división previa y que los elemen- Alexander von Humboldt. Ein Beitrag zur Naturwissenschaft
tos separados tienden a reunirse de nuevo, a veces al término der Goethezeit, Vandenhoeck, Harnburg, 1970; K. Schneider-
de una evolución que procede por un movimiento alterno de Carius Goethe and Alexander von Humboldt, en Goethe, 21
contracción y expansión inherente al ritmo esencial del uni- (1959, pp.l63-182; A. B. Wachsmuth, «Goethe und die Gebrü-
verso. Cfr. R. Michéa, «La "Metamorphose des plantes" devant der von Humboldt», en Goethe und seíne grosseh Zeitgenos-
la critique>>, ed. cit., pp. 206-207; para el trasfondo místico de set¡, Beck, München, 1968, pp. 53-85.
estos esquemas, véase el libro ya citado de R. D. Gray, así 64 Gran parte de este material de trabajo se guarda hoy en el
como H. B. Nisbet, Goethe and the scientific tradition, Jnsti- Goethe-National-Museum y en el Goethe-Schiller-Archiv de
tule of Germanic Studies, London, 1972, pp. 6-22. Weimar.
134 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 135

en mi posición y con mi manera de pensar y de ac- una obra tal, que en tiempos anteriores parecía im-
tuar la meta que tenía ante mis ojos tenía que resul- posible, podría realizarse de un modo satisfactorio.
tar inalcanzable para mí. Pues la empresa consistía Ciertamente, sería preciso aquí, para no peljudi-
nada menos que en representar separadamente, fi- car a la justa causa, tal como ha sucedido hasta
gurativamente, según un orden y una progresión, lo ahora, partir de la verdadera metamorfosis, sana,
que había establecido en general, lo que había con- fisiológicamente pura, y no presentar sino después
signado con palabras al concepto y confiado a la lo patológico, el inseguro proceder y retroceder de
intuición interior; y mostrar también al sentido ex- la naturaleza, la malformación propiamente dicha
terno que, de la semilla de esta idea, podría nacer de las plantas; haciendo esto se pondría fin a ese
fácilmente el árbol de una botánica que cubriera procedimiento paralizante que consiste en hablar
con su sombra el mundo entero. de metamorfosis sólo a propósito de formas irregu-
No haber logrado realizar esta obra no me en- lares y de malformaciones. En este último caso, sin
tristece en absoluto en este momento, porque desde embargo, el libro del excelente Jager65 será apre-
aquellos tiempos la ciencia se ha elevado mucho, y ciado como un trabajo preparatorio y una colabora-
es evidente que los medios para desarrollarla de un ción que ayuda a progresar. De hecho, este fiel y
modo cada vez más rico y preciso están en manos diligente observador habría podido adelantarse a
de hombres capaces. Diseñadores, pintores, graba- todos nuestros deseos y poner a punto la obra a la
dores, son tan cultos e instruidos que deberían ser que aludimos si hubiese estado dispuesto a obser-
apreciados también como botánicos. Pues quien var del mismo modo, tanto el estado sano, como el
quiere imitar y recrear debe comprender la cosa y estado enfermo de las plantas.
penetrarla profundamente, ya que, de otro modo, Algunas consideraciones pueden encontrar lu-
sólo llevará a su cuadro una apariencia, no un pro- gar aquí, consideraciones que ya había puesto por
ducto de la naturaleza. Estos hombres son necesa- escrito cuando por primera vez conocí la obra ci-
rios cuando el pincel, el punzón, el cincel deben tada, la cual estimuló mi estudio de manera excep-
dar cuenta de delicadas transiciones a través de las cional.
cuales una forma se transforma en otra; son ellos En su integridad, lo «normal» en el reino de las
quienes deben, de modo eminente, discernir con
ojos espirituales el órgano esperado en aquél que Jo
prepara y al que seguirá, y reconocer la regla en lo 65 Goethe alude al libro Ober die Missbildungen der
que es desvidado. Gewli.chse, ein Beitrag zur Geschichte und Theorie derMis-
Aquí veo muy próxima la esperanza de que, si sentwicklungen organischer Korper, de Georg Friedrich Jager
un hombre comprensivo, enérgico, emprendedor se (1785-1867), publicado en Stuttgart en 1814. Goethe menciona
esta obra, por primera vez, ell9 de julio de 1816 en una carta
colocase en el centro de la empresa y con seguri- al consejero Schultz. En Jos Anales de 1816 dice: «Reflexiono
dad reordenara, determinara, diese forma a todo lo sobre Las malformaciones de los vegetales, de Jager.» Y en los
que pudiera ser favorable a su objetivo, veo que mismos ténninos vuelve a expresarse en Jos Anales de 1820.
136 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE lA NATURALEZA 137

plantas es, con razón, una cosa sana, una pureza fi- La forma de una parte de la planta puede ser su-
siológica; pero lo «anormal>> no debe ser conside- primida o borrada sin que podamos llamar a esto
rado, por ello, como análogo a «enfermo» o a «pa- malformación. La rosa de cien pétalos no está mal-
tológico»66. Como mucho, se podría llamar así, formada, aunque podamos decir que es anormal;
eventualmente, a lo «mostruoso». Por eso no es malformada es, en cambio, la rosa prolifera, pues
justo hablar, en muchos casos, de «errores», e in- la bella forma de la rosa desaparece en ella y la li-
cluso lo que indica la palabra «imperfección» no mitación regulada deja paso a la desmesura.
puede entenderse unilateralmente como «falta de Todas las flores dobles las consideramos .anor-
algo», pues, de hecho, puede tratarse también de males, y es algo digno de atención que esas mis-
un exceso, o de una formación sin equilibrio o que mas flores aumenten en belleza para la vista y su
va en busca de éL Así, también expresiones como perfume aumente en intensidad y agrado para el ol~
«desarrollo equivocado», «malformación», «enfer- fato. La naturaleza sobrepasa los límites que ella
medad», «atrofia>> deberían ser usadas con pruden- misma se ha impuesto, y por ello alcanza otra per-
cia, porque este reino de la naturaleza, aun ac- fección. Hacemos bien, pues, en servirmos aquí lo
tuando con la más alta libertad, no puede, sin em-
bargo, apartarse de sus leyes fundamentales.
La naturaleza forma normalmente cuando impone
una regla a las innumerables particularidades, las de- guiente: «Éste es, tal vez, el lugar más indicado para señalar
termi~a y las condiciona; los fenómenos son, en
que, por este camino, el naturalista puede llegar a conocer an-
tes que por ningún otro y más fácilmente el valor y la dignidad
cambio, anormales cuando las particularidades to- de la ley, de la regla. Si sólo nos fijamos en Jo regulado, llega-
man la iniciativa y se muestran de un modo arbitrario mos a pensar que necesariamente tiene que ser así, que las co-
y aparentemente casual. Pero, puesto que ambos, lo sas se hallan determinadas así desde siempre y son, por tanto,
normal y lo anormal, son parientes cercanos, tanto lo estacionarias. Pero si nos fijamos en las desviaciones, las de-
fonnaciones y las formas torcidas y monstruosas, nos damos
regulado como lo sin regla están animados por un cuenta de que, aunque la regla sea fija y eterna, es, al mismo
único y mismo espíritu, y hay por ello una oscilación tiempo, una regla viva; nos damos cuenta de que los seres pue-
entre lo nonnal y lo anormal, porque la fonnación al- den transformarse hasta Jo informe, no por obra de la regla,

L
tema con la transformación y lo anormal parece ha- ciertamente, pero sí dentro de ella y que, en todo caso, no tie-
nen más remedio que reconocer, aunque sea a su pesar, el im-
cerse así normal y lo normal anormaJ67. perio inexorable de la ley» (WA, VII, p. 189). Coo relación al
estado anterior de la botánica, esta perspectiva supone una am-
pliación extraordinaria del contenido de la descripción de la
naturaleza y sienta las bases para una nueva orientación de la
. ~ Jager definía en su libro lo enfenno como cualquier des- observación de tal naturaleza que lleva a Hanscn a considerar a
vtaclón que se produce en el desarrollo de un individuo por re- Goelhe el primer <<empírico racional», con respecto, por ejem-
lación al de su especie. plo, a escolásticos botánicos como Linneo. Cfr. A. J:lansen,
67 Goethes Metamorphose der Pflanzen. Geschichte einer bota-
En su intervención en relación a la polémica entre Cuvier
YGeoffroy de Saint-Hilaire, Goetbe escribe en esta línea Jo si- nischen Hypothese, Alfred Tolpelmann, Giessen, L907, p. 125.
138 JOHANN WOLFGANG VON GOEfHE

menos posible de expresiones negativas. Los anti-


guos llamaban téras, prodigium. monstruum a una
maravilla significativa, digna de toda nuestra aten-
ción; y, en este sentido, Linneo llamó muy acerta-
damente a su peloria.
Querría que se consolidase correctamente esta
verdad: en ningún caso se puede llegar a una com-
prensión de la naturaleza justa y completa si no se
cons_idera 1~ normal y lo anormal actuando juntos y SEGUNDA PARTE:
tendiendo stempre lo uno hacia lo otro.
TEORÍA GENERAL
DE LA NATURALEZA

ESTUDIO SOBRE SPINOZA

El concepto de ser (Dasein) y de perfección es


un único y mismo concepto; si profundizamos en
este concepto tanto cuanto nos sea posible, deci-
mos que pensamos el infinito.
Pero el infinito, o la existencia perfecta, no
puede ser pensado por nosotros.
Podemos pensar sólo cosas que, o son limita-
das, o las limita nuestra alma. Por tanto, tenemos
un concepto del infinito en la medida en que pode-
mos pensar que hay una existencia perfecta fuera
de la capacidad de aprehensión de un espíritu limi-
tado.
No se puede decir que el infinito tenga partes.
Todas las existencias limitadas son en el infi-
nito, pero no son partes del infinito, sino que papi-
cipan de la infinitud.
No podemos pensar que algo limitado exista
por sí mismo y, sin embargo, todo existe realmente
por sí mismo, si bien los estados estan tan concate-
fi39J
140 JOTiANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 141

nados que lo uno tiene que desarrollarse a partir de el inmenso todo en el que están comprendidas to-
lo otro, y parece, por eso. que una cosa se produce das las existencias.
d~ ?tra, lo cual no es así, sino que un ser (Wesen) Hay una inmensa cantidad de cosas que percibi-
VIVIente da a otro la ocasión de ser y lo obliga a mos, de las cuales nuestra alma es capaz de captar
existir en un determinado estado. numerosísimas relaciones. Almas que tienen una
Toda cosa existente tiene, pues, su ser (Dasein) fuerza interior para expandirse comienzan a orde-
en sf, y también aquella correspondencia por la nar los objetos para facilitarse el conocimiento, y
cual existe. comienzan a conectarse y a conjuntarse para al-
La medición de una cosa es una acción grosera, canzar el placer.
la cual, en los cuerpos vivientes, se puede llegar a Debemos, pues, limitar en nuestra alma toda
usar sólo de un modo sumamente imperfecto. existencia y perfección de modo que sean adecua-
Una cosa que existe de un modo vjviente no das a nuestra naturaleza y a nuestro modo de pen-
puede.ser medida por nada que le sea externo, sino sar y de sentir. Sólo entonces decimos con seriedad
que, s1 eJlo ha de tener lugar, ella misma debe dar que comprendemos una cosa o que la gozamos.
la unidad de medida, la cual es sumamente espiri- Cuando el alma percibe una relación casi en su
tual y no puede ser encontrada por los sentidos; ya germen, cuya armonía, si estuviese enteramente
en el círculo no se puede adoptar la medida del desarrollada, no la podría descubrir o sentir entera~
diámetro para medir su circunferencia. Así se ha mente de una vez, llamamos a esta impresión su-
querido medir mecánicamente al hombre: los pin- blime, y es la más noble de aquellas en las que el
tores han tomado la cabeza, en cuanto parte más alma humana puede participar.
noble, como unidad de medida, pero no se la Cuando divisamos una relación que en su total
puede utilizar sin causar una violencia, por pe- despliegue basta con la medida de nuestra alma
queña que sea, al resto de los miembros. para descubrirla o captarla, llamamos a esta impre-
En todo ser (Wesen) viviente hay lo que llama- sión grande.
mos partes, pero de tal forma inseparables del todo Hemos dicho antes que todas las cosas que
que ellas mismas sólo en y con el todo pueden ser existen de manera viviente tienen sus relaciones en
comprendidas. Y ni las partes pueden ser adopta- sí mismas, de modo que la impresión que causan
das como medida del todo, ni el todo como me- en nosotros, tanto ellas solas como en relación con
dida de las partes. Por eso, como ya hemos dicho otras, cuando nace sólo de su perfecto ser (Dasein)
antes, repetimos que un ser viviente limitado e& la llamamos verdadera1• Si éste ser es, en parte, li-
P.arte del infinito o, mejor, tiene algo infinito en sí,
Sl no preferimos decir que no se puede aprehender
enteramente el concepto de existencia y perfección 1 No es difícil darse cuenta de las modificaciones que las
del ser viviente, ni siquiera del más limitado, y ideas de Spinoza sufren en la interpretación de Gocthe, que
que, por tanto, hay que considerado infinito como hace, por ejemplo, de la intuición metafísica spinoziana una
142 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORfA DE lA NATURALEZA 143

mitado a un modo por el que podemos aprehen- Sin embargo, no son capaces ni de descubrir clara-
derlo con facilidad, y está en una relación tal con mente qué camino les ha llevado a esta convicción,
nuestra naturaleza que lo podemos captar con pla- ni de explicar cuál sea el fundamento propio de la
cer, a este objeto lo llamamos bello. misma, sino que hablan simplemente de su certeza
Algo así sucede cuando los hombres, según su como certeza. Así tiene muy poca satisfacción
c.apacidad, dan la forma de una totalidad, ya sea quien desea aprender algo, pues oirá repetir siem-
n.ca o pobre, a la conexión de las cosas, y luego pre que el alma debe hacerse cada vez más simple
c1erran el cerco. Aquellas cosas que pueden pen- y tender sólo hacia un punto, es decir, que debe
sarse del modo más cómodo y aquellas en las que sustrarse a toda la multiplicidad de relaciones que
se puede encontrar placer, ellos las tendrán por las son causa de confusión. Sólo entonces se podrá es-
más seguras y ciertas. Pero se podrá observar tar en el estado apropiado para la felicidad, que es
cómo otros hombres, que no se contentan tan fá- un regalo de nuestra libre voluntad y un cierto don
cilmente y que aspiran a conocer y a buscar s.iem- de Dios.
pre más relaciones entre las cosas humanas y divi- Nosotros no querríamos, por nuestra manera de
nas, serán mjrados por los primeros con una com- pensar, llamar a esta limitación un don, pues una
placiente compasión, y en cualquier ocasión carencia no puede ser considerada como un don.
subrayarán arrogantemente que ellos han encon- Más bien querríamos ver como un don de la natu-
trado en la verdad una seguridad que está por en- raleza el hecho de que ella -puesto que el hom-
cima de toda prueba y de todo entendimiento. És- bre podrá alcanzar sólo, como máximo, conceptos
tos no 11egan nunca a ensalzar lo suficiente su imperfectos- haya permitido al hombre sentirse
envidiable tranquilidad interior y su alegría, y se- satisfecho con su propia limitación.
ñalan a todos esta felicidad como su meta última.

TEORÍA DE LA NATURALEZA
intuición fenomenológica. En una carta a Fritz Jacobi del 5 de
mayo de 1786 .. escribe: «Dices que en Dios sólo se puede Cuando en este bello país, incluso en pleno in-
creer; yo, po~ rru parte, doy gran importancia al inruir, y las pa- vierno, disfruto de un cielo sereno, de una tierra
labras de Sptnoza cuando habla de scientia inuiriva y dice: hermosa y de una vegetación exuberante, me ale-
Hoc cognoscendi genus procedit ab adaequata idea es.sentiae gra que mis amigos del norte se vean, al menos,
formalis quonuuiam Dei attributorum ad adaequatam cogni·
tíonem essentiae rerum, me animan a consagrar toda mi vida a compensados de algún modo por otros fenómenos
la contemplación de las cosas, de cuya essentia jormali.s con- naturales.
ti o en poder llegar a fonnarme una idea adecuada, sin preocu- Ellos, querido amigo, me alaban la belleza de
parme en lo más mínimo de saber hasta dónde podré llegar ni los cristales helados de vuestras ventanas, pero no
qué es lo que me está destinado.» Sobre la relación de Goethe pueden describirme lo suficientemente bien cómo
con Spinoza, cfr. M. Bollancher, Der junge Goethe und Spi-
noza. Mohr, TUbingen, 1969. estos fenómenos pasajeros, cuando el frío es cons-
144 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DELA NATURALEZA 145

tante y fuerte y afluyen vapores, asumen la forma en que se manifiesta. A un espíritu que tienda a
de hojas, de ramas, de zarcillos o directamente de esto no le queda, pues, sinO- aprender a conocer lo
rosas. Me envían algunos dibujos que me recuer- más exac~ente posible justo estos modos y estas
d~n 1~ que de más bello en este género haya yo maneras. El ve bien que debe subordinarlas todas
v1sto Jamás, y admiro la gracia singular de estas fi- juntas a un único concepto, el concepto de vida en
guras. Sin embargo, me parece que vos dais dema- su sentido más amplio. Pero con un cuidado aún
siado v~lor a estos efectos de la naturaleza, pues mayor deberá separar entre sí los objetos en los
querríais elevar estas cristalizaciones al rango de que el modo de ser y de vivir se manifiesta de ma-
los vegetales. Vuestra opinión al respecto, de la neras diversas. Con rigor, y hasta con pedanteria,
que. ellos me hablan, es bastante ingeniosa, pues cuidará que los grandes mojones de separación no
¿quien podría negar que todas las cosas existentes sean alocadamente fijados, pues ellos, incluso si
se encuentran relacionadas entre sí? han sido establecidos arbitrariamente, son los que
Pero permitidme observar que este modo de deben ayudarle a medir y a conocer del modo más
considerar y de extraer consecuencias de ]as pro- exacto aquel territorio. No tratará nunca de acercar
pías consideraciones es peligroso para nosotros Jos entre sí las tres grandes cimas que se nos ofrecen a
hombres. la vista, la cristalización, Ja vegetación y la organi-
Nosotros, según me parece, debemos observar zación animal, sino que más bien intentará cono-
siem~r.e en qué se .~erencian las cosas de las que cer con exactitud sólo sus estadios intermedios y
adqwnmos conocillllento, más bien que observar se demorará con gran interés en aquellos puntos en
e~ qué son iguales entre sí. Distinguir es más difí- los que los diversos reinos parecen coincidir todos
cil, más penoso que encontrar semejanzas, pues, juntos y converger entre sí.
~uando se ha hecho bien una distinción exacta, es Este último caso, querido amigo, puede ser muy
JUStamente cuando los objetos se confrontan entre bien el vuestro, y no por ello voy a reprocharoslo,
sí. Si se empieza ya por encontrar las cosas iguales porque también yo mismo me he detenido con fre-
o semejantes, fácilmente se da el caso de pasar por cuencia en estos parajes y todavía me demoro en
alto, por amor a las propias hipótesis y al propio ellos gustosamente. Pero no estoy dispuesto a ad-
modo de pensar, la distinción de las determinacio- mitir que dos montes unidos por un valle se tomen
nes en virtud de las cuales las cosas son muy dife- y se tengan por una sola montaña. Las cosas son
rentes entre sí. así en la naturaleza: las cimas de sus reinos están
Excusadme si empleo un tono dogmático, y to- claramente separadas entre sí, y deben, por tanto,
mad a bien mi seriedad cuando se tratan cosas se- ser distinguidas del modo más neto. Una sal no es
rias. un árbol, ni un árbol es un animal; aquí, donde la
La vida, que actúa en todas las cosas que exis- naturaleza misma nos indica el lugar, podemos fi-
ten, no la podemos pensar toda entera de una vez jar con seguridad los mojones. Sólo entonces po-
. .
n• en su conJunto ni en todos los modos y maneras
' dremos, con tanta mayor seguridad, bajar de estas
146 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORiA DE lA NATURALEZA 147

alturas a sus valles comunes para investigarlos y que unidad armónica y que él a su vez es unidad
estudiarlos con la debida precisión. armónica, esta gran idea se convertiría dentro de él
De modo que, amigo mío, no tengo nada en ~O aJ.g_o ID.}!_ChO JPáS fÍpO J. pl~DO sue_la sjm~
contra de que continueis más amplia y exacta- complacencia en un cómodo misticismo, el cual
mente las observaciones sobre las que las decora- - ocult!_con gusto !U p~Dre~ael! una respetábJ.e q§-
ciones invernales de vuestras ventanas han atraído curidad. v
vuestra atención; fijaos en el punto en el que las
cristalizaciones se acercan a una ramificación y
encontraréis que comúnmente esto sucede cuando REsPUESTA
se mezclan las sales con el flogisto. Entonces reu-
niréis gratas experiencias por medio de sencillos Un viento tibio había disue1to ya nuestros fasci-
experimentos químicos. De los fenómenos del nantes jardines invernales cuando llegó vuestra
hielo poco a poco pasaréis a la producción artifi- carta, que casi nos priva de la alegría que sentía-
cial de dentritas y, por tanto, me sorprendería y me mos con el recuerdo de aquellos graciosos fenó-
instruiría si me mostraseis con precisión el punto menos. Dísculpadnos si al principio de vuestro es-
en el que, por esta vía, habréis tenido la suerte de crito habíamos creído ver la soberbia de un rico, y
comprender la formación de los líquenes, que pa- si nos ha parecido que la alegría de gozar de la
rece tan afín. más bella escena de la naturaleza nos impedía
Por Jo demás, dejadnos que mostremos un res- apreciar con la suficiente delicadeza el placer que
peto igual por todos los términos técnicos. Cada amigos lejanos sienten por producciones medias y
uno indica el esfuerzo del espíritu humano por menores de la naturaleza.
conceptualizar algo inconceptualizable. Dejad que En esta ocasión be sentido con claridad cuánto
usemos, según nuestras necesidades, las palabras más ventajoso es entenderse verbalmente sobre
agregación, cristalización, epigénesis, evolución, cuestiones científicas que hacerlo por escrito.
toda vez que una u otra parezcan adaptarse mejor a Desde La lejanía y en comunicaciones por escrito
nuestras observaciones. con frecuencia se cree pensar de un modo diverso
Si con poco no podemos hacer mucho, no debe al otro cuando, en realidad, se piensa igual, o bien
molestamos hacer poco con mucho; y si el hombre se cree estar de acuerdo cuando se piensa de ma-
no puede abarcar de una vez la naturaleza entera, neras diferentes. Malentendidos de este tipo se re-
ni siquiera en un sentimiento :misterioso, puede, suelven fácilmente en el diálogo, mientras por es-
sin embargo, saber y conocer muchas cosas de crito las cosas empiezan por hacerse rígidas, y ve-
ella. mos con frecuencia que hombres inteligentes y
La ciencia es, propiamente, el privilegio del comprensivos, cuando sus divergencias han que-
hombre; y si fuera guiado continuamente por ella dado plasmadas sobre el papel, no logran casi
hacia ]a gran idea de que el todo no es otra cosa nunca encontrarse nuevamente de acuerdo.
148 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORiA DE LA NATURALEZA 149

Afortunadamente este no es nuestro caso, y yo del marco de una ventana parecen sacar su ali-
me apresuro a escribir esta carta para deciros que mento y se alargan con ramificaciones hacia abajo
estamos mucho más de acuerdo de lo que vos pa- semejantes a raíces.
recéis creer, y que yo tal vez en mi primera carta Si también aquí la imaginación colabora bajo
me he expresado con demasiada brevedad y de un muchos aspectos con el sentido externo, no se
modo muy genérico. De ahí que os pueda haber puede negar que estas formas, que se producen so-
surgido la sospecha de que nosotros nos alejába- bre una superficie y son causadas en el exterior, al
mos del recto camino de la observación y de la menos en apariencia tienen una gran semejanza
ciencia. con la vegetación, la cual, desde su interior, posee
Debemos admitir que el pasear por un naranjal, la fuerza de formarse en todas las direcciones.
inmersos en un pleno y continuo placer, es una Nosotros, pues, respetamos con gusto aquellas
sensación completamente distinta a la de estar de- cimas y aquelJos mojones de separación, pero por
trás de los cristales de una ventana tratando de eso mismo debería estarnos permitido, cuando
captar efectos momentáneos y efúneros de la natu- hayamos dividido y separado rigurosamente, vol-
raleza. Por lo demás, tampoco hemos querido ver a comparar los fenómenos de nuevo una
nunca elevar nuestras transparentes superficies he- vez más.
ladas al rango de jardines de las Hespérides. Si en el separar y en el dividir son necesarios un
Sólo para el ojo qué contempla es un fenómeno gran rigor y una gran exactitud, y si, por el bien de
singular ver que, cuando hay una gran helada y en la ciencia, podría ser muy aconsejable que lo que
el cristal de Ja ventana se posan vapores, éstos se una vez ha sido separado y dividido permanezca
condensan primero en pequeñas gotas de agua que como tal en los manuales y en los archivos, me pa-
luego tratan de unirse más estrechamente impulsa- rece, por otra parte, que no sería nocivo permitirse
das por el frío más fuerte de los bordes del cristal. una mayor libertad a la bora de buscar analogías.
Entonces algunas toman inmediatamente la forma Vos concedéis iguales derechos a diversos térmi-
de una esttella u otras formas diversas, mientras nos técnicos; pues de igual modo permitidme a mí
otras se ordenan en largos hilos o cordones a cu- conceder la palabra a las diversas facultades del
yos lados se disponen, a la vez, poco a poco, nue- alma. Si es bueno no excluir ninguna potencia aní-
vos hilos o cordones de modo que se produce una mica de su uso para la vida cotidiana, me parece
figura muy semejante a las plantas o a los árboles. que se debería dejar que actuasen juntas en pro de
Es cierto, como observáis, que el flogisto de- la ampliación de la ciencia.
sempeña aquí un papel nada irrelevante. En luga- La imaginación y el ingenio, que, si considera-
res en los que se condensan muchos vapores impu- dos en sí mismos y aplicados a objetos dispersos
ros y de naturaleza flogfstica, estas formas se alar- resultan más perjudiciales que úti1es a una ciencia,
gan; y en medio se forman como una especie de son también, sin embargo, los instrumentos con
tallos y de troncos; de esas profundas cavidades los que e1 genio llega más lejos de lo que de cos-
150 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORfA DE LA NATUIW.EZA 151

~mbre consiguen Uegar los hombres comunes2. en serio la ciencia, que nos es tan querida. Si nos
S1, por tanto, hay hombres que hacen observacio- aportais de nuevo buenas observaciones, nuestros
nes e~actíshnas, y otros que ordenan y definen lo experimentos, que tienden a unir lo nuevo con lo
conocido, nosotros debemos tomar muy en serio el que ya conocemos, no os desagradarán, aunque si
trabaj~ d~ estos hombres, porque se han propuesto nuestro modo de pensar fuera demasiado lejos,
un Objettvo muy difícil. Pero, al mismo tiempo, prestaremos con gusto oídos a una oportuna amo-
queremo~, como compensación, tomar un poco nestación.
más a la bgera a una tercera clase de persoñas, que
es ~la que vuestros amigos confiesan pertenecer, y
enviarles a todos un cordial saludo. Seguid bien y EL EXPERIMENTO COMO MEDIADOR
estad seguros de que también nosotros tornamos ENTRE OBJETO Y SUJETO

Apenas percibe el hombre Jos objetos en tomo


a sí, los observa en referencia a él mismo, y con
.2 easSJrer
. parece hacerse eco de estas palabras cuando des- raz6n. Pues su destino entero depende de que le
en be así el modo goetheano de entender la ciencia: «Eh su gusten o le disgusten, le atraigan o le repelan, le
obra sé combinan la intuición y el pensamiento, el sentimiento
Y la fantasía, sin que sea posible decir cuál de estos factores es sean útiles o perjudiciales. Este modo enteramente
el que dirige [...]. En la construcción de la teoría de la natura- natural de ver y de juzgar las cosas parece ser tan
~e~a de Goetlie asistimos a ese libre juego de las fuerzas del fácil como necesario y, sin embargo, expone al
arumo, que es, según Kant, el fundamentó sobre el que des- hombre a mil errores que con frecuencia le humi-
cansa toda gran o~ra de arte. Todas las fuerzas participan en
ella, Ycada una deJa margen plenamente libre a las demás. Un llan y le amargan la vida.
solo gran sentim~ento, el sentimiento dinámico de la vida que Mucho más grave es asumir la tarea de quien,
tenía Goe_the, lo mfo.m~a y lo preside todo. Pero nada se queda movido por un vivo impulso hacia el conoci-
aquí en SliDple sentumento, sino que todo se debe esclarecer miento, trata de observar Los objetos de la natura-
en el plano de la intuición, elevarse a forma fija y segura. y leza en sí mismos y en sus relaciones recíprocas:
esto no puede lograrse por la via del mero concepto, el cual
sólo sabe separar y no es nunca verdaderamente capaz de unir. pues pronto echa de menos la medida que le servía
Aliado de la labor analitica del concepto, indispensable siem- cuando, como hombre, observaba las cosas en re-
pr~ como tal, enla;ada con ella, tiene que aparecer la labor sin- ferencia a sí mismo. Cuando se observan los obje-
té tic~ de la fantas1a. Bsto y sólo esto es lo que hace posible el tos desde un punto de vista científico, les falta la
tránsito de los simples conceptos de Ja naturaleza a las ideas medida del placer y del displacer, de la atracción y
sob~e ella. Y todo esto debe hacerse con ayuda de Ja más mi-
nuc•o~a Y más fiel observación. Sólo ella puede brindamos la del rechazo, de lo útil y de lo perjudicial; hay que
segundad de no construir sobre el vacfo, de no dedicamos a la renunciar a esta medida por completo, y hay que
caza de sombras fugaces.» E. Cassirer, «La idea de la meta- buscar e indagar, como seres indiferentes y casi di-
morfosis Y la "morfologfa idealist.a">>, en El problema delco- vinos, lo que es y no lo que da placer. Así, el ver-
nocimiento, trad. cast W. Roces, FCE México 1948 vol IV
pp. 177-178. ' • , . • dadero botánico no debe dejarse conmover ni por
TEOIÚA DE LA NATURALEZA 153
] 52 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
cuán rigurosas son estas exigencias y qué poco
la belleza ni por la utilidad de las plantas, sino que puede esperarse verlas to~as respetadas por ~no
debe investigar su formación y sus relaciones con mismo o por los demás. Sm embargo, estas dlii-
el restO> del reino vegetal; y así como el sol hace cultades -se podría decir también esta hipótesis
brotar todas las plantas y las ilumina, así él debe de algo imposible- no deben impedirnos hacer lo
considerarlas y verlas a todas con la misma mirada que nos es posible, y al menos llegaremos lo más
serena, y extraer la medida de este conocimiento y lejos que podamos si buscamos representamos en
los datos para sus juicios, no de sí mismo, sino del general los medios con los que homb~es e~cel~ntes
círculo de las cosas que observa han sabido ampliar el campo de las C1enc1as, s1 de-
Si consideramos un objeto en relación a sf finimos con exactitud las vías equivocadas en las
mismo y en relación con otros y no lo deseamos ni que se han perdido y, a veces, ~an sido _se~uidos
lo rechazamos inmediatamente, podremos rápida- durante siglos por una gran cantidad de disc1pulos,
mente, con serena aplicación, hacemos una idea hasta que experiencias posteriores recondujeron de
bastante clara de él, de sus partes y de sus relacio- nuevo al observador al camino correcto.
nes. Cuanto más avanzamos en estas consideracio- Que la experiencia, como en .todo lo que -el
nes, cuantos más objetos ligamos unos a otros, hombre emprende, tenga y deba tener el mayor de
tanto más ejercitamos el don de la observación que los influjos en la teoría de la naturaleza, .de l.a que
hay en nosotros. Si en las acciones sabemos referir ahora especialmente hablo, es algo que nadte ne-
estos conocimientos a nosotros mismos, merecere- gará; como tampoco se negará a las potencias d~l
mos ser llamados inteligentes. Para t{)do hombre alma, con las que las experiencias son aprehendi-
bien organizado, moderado por naturaleza o indu- das, reunidas, ordenadas, desarrolladas, una ele-
cido a la moderación por las circunstancias, la in- vada fuerza, casi creativamente independiente. Es
teligencia no es una cosa difícil, pues la vida nos sólo el modo de hacer y utilizar estas experiencias,
corrige a cada paso. Sólo cuando el observador y el modo de desarrollar y aplicar nuestras fuerzas,
debe aplicar esta aguda facultad de juzgar al exa- lo que puede no ser tan universalmente conocido y
men de relaciones naturales ocultas, o cuando reconocido3 .
debe prestar atención a cada paso que da en un
mundo en el que está prácticamente solo, debe
guardarse de toda precipitación, tener constante-
3 Contra la interpretación de Hacckel •. Goeth~ no podría Sel"
mente ante los ojos su meta, sin dejar, no obstante, considerado nunca un empirista. en senbdo estncto, en la me-
de observar en el camino cualquier circunstancia dida en que no adnrite ninguna expex:iencia que des~se sobre
útil o perjudicial; cuando él, incluso allí donde di- sí misma y que pueda ser compren<tida como _algo ~tslado. La
fícilmente puede ser controlado por alguien, debe experiencia debe moverse constantem~nte hacta la 1~~· y ésta
ser el más severo observador de sí mismo y des- hacia la experiencia, para que sea postble un conoc~ento de
la naturaleza: "Los golpes del. péndulo gobi~ma~ el tie~po; el
confiar constantemente de sf en sus esfuerzos más movimiento mutuo entre la idea y la expenenc1a gob1ema el
comprometidos, sólo entonces se muestra a todos
154 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 155

Apenas hombres de sentidos despiertos y fres~ soy deudor de esto y de aquello a lo largo de m1
cos dirigen su atención sobre los objetos, sus sen- camino, y será para mí una alegría hacerlo saber
tidos se muestran tan dispuestos como hábiles para públicamente en el futuro.
Ja observación. Lo he podido notar con frecuencia Si hombres simples y naturalmente atentos es-
cuando me he dedicado con entusiasmo a la teoría tán en situación de semos tan útiles, cuánto más
de la luz y de los colores, y, como de costumbre general será la utilidad si hombres instruidos
sucede, me he entretenido, sobre lo que actual- trabajaran en colaboración. Una ciencia, por sí
mente más me interesa, también con personas a las misma, es ya una masa de conocimientos tan
que son extrañas tales consideraciones. Apenas se grande que puede ocupar a muchos hombres,
llama un poco su atención, observan fenómenos mientras que ninguno puede abarcarla él solo. Se
que yo, o no había reconocido, o había ignorado, y puede observar que los conocimientos, como un
así, con bastante frecuencia, corregían una idea agua encerrada pero en movimiento, se elevan
~umida de un modo bastante precipitado, propor~ poco a poco hasta un cierto nivel, y que los más
ctonándome la ocasión de actuar con pasos más bellos descubrimientos no son hechos tanto por Jos
rápidos y de salir de aquella limitftción en la que, hombres cuanto por la época; como que cosas muy
con frecuencia, nos tiene prisioneros una pesada importantes han sido hechas en la misma época
investigación. por dos o incluso más pensadores capacitados. Si,
Vale también aquí, como en tantas otras empre- por tanto, nosotros, en aquel primer caso, somos
sas humanas, que sólo el interés de muchos diri- tan deudores a la sociedad y a los amigos, en este
gido a un punto puede produdr algo excelente. último lo somos más aún al mundo y al siglo, y en
Aquí queda claro que la envidia, que tan gustosa- ambos casos no reconoceremos lo suficiente cuán
mente excluiría a otros del honor de un descubri- necesaria sea la comunicación, la ayuda recíproca,
miento, y el afán desmedido de tratar y de elaborar la memoria y el conflicto para mantenemos en el
sólo a nuestro modo un descubrimiento, constitu- camino correcto y conseguir avanzar.
yen los mayores obstáculos para el investigador. Por ello, en el ámbito de la ciencia es preciso
Hasta hoy me he encontrado demasiado bien hacer exactamente lo contrario de aquello que el
con este método de trabajar en equipo como para artista encuentra aconsejable: pues él hace bien en
que no deba seguir asi. Sé exactamente a quien no dejar ver públicamente su obra hasta que no
está acabada; en cambio, cuando está acabada, ha
de reflexionar sobre las críticas y las alabanzas
que se le hacen y tomarlas en serio, conectándolas
mundo de la moral y de la ciencia". WA, VI, p. 354. Cfr. E. con su experiencia, perfeccionandose y preparan-
Haeckel, «Aus: Die Naturanschauung von Danvin, Goethe dose así para una nueva obra. En el ámbito
und Úlmtlrck» (1882), en K. R. Mandelkow, Goethe in de la ciencia, por el contrario, es útil comunicar
Deutschland. Rezeptionsgeschichte eines Klassikers, Beck
München, 1980, voL m, pp. 95-103. ' abiertamente cada experiencia particular y cada
156 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE L4 NATURALEZA 157

suposición, y es sumamente aconsejable no levan- haber una gran cadena intermedia para establecer
tar un ed~cio científico antes de que el plano y entre ellos una relación verdaderamente natural.
los matenales sean generalmente conocidos, juz- Por eso habrá que tener mucho cuidado para no
gados y elegidos. extraer precipitadamente consecuencias de experi-
Y ahora una cuestión que merece toda nuestra mentos, ya que, en el paso de la experiencia al jui-
atención, cual es la del método más ventajoso y cio, del conocimiento a la aplicación, es donde,
se.8l:lro para pon~rse a trabajar. Si repetimos a pro- como en un desfiladero, todos los enemigos inte-
poslto las expenencias que han sido hechas por riores del hombre están al acecho: la imaginación,
otros, las que nosotros mismos u otros hacen al que lo rapta hacia lo alto con sus alas mientras él
mismo tiempo con nosotros, y si representamos de cree caminar aún sobre la tierra, la impaciencia, la
nuevo los fenómenos que, en parte por azar y en precipitación, la autocomplacencia, la testarudez,
parte artificialmente, se han verificado, llamamos la mentalidad, las opiniones preconcebidas, la pe-
a esto un experimento. reza, la ligereza, la volubilidad, y co.mo se quiera
EJ valor de un experimento consiste, sobre llamar a todo ese tropel y su séquito, todos están
todo, en el hecho de que, sea simple o compuesto, dispuestos en la emboscada para asaltar de impro-
bajo ciertas condiciones, con un aparato conocido viso, tanto al activo hombre de mundo, como tam-
Y. con la necesaria habilidad, puede ser reprodu- bién al observador que parece estar a cubierto de
Cido en todo momento y con la frecuencia con la cualquier pasión.
que se reunan las condiciones necesarias. Con ra- Para poner en guardia contra este peligro, más
zón admiramos el entendimiento humano cuando grande y más próximo de lo que se piensa, querría
consideramos, aunque sea sólo superfidalmente, exponer aquí una especie de paradoja para atraer
l~s c?n:tbinaciones que él ha hecho con este obje- la más viva atención. Me atrevo a afirmar que un
llvo ulttmo y las máquinas que han sido inventadas experimento, así como más experimentos en com-
Yque -se podría decir- se inventan diariamente. binació~ no demuestran nada4, y que nada es más
Pero, por muy apreciable que pueda ser cada
experimento individualmente considerado, su va- 4
lor sólo se revela en virtud de la unión y combina- En una conversación con Eckermann, el 2 de agosto de
1830, en relación con la polémica entre Cuvier y Geoffroy de
ción con otros. Sin embargo, para unir y combinar Saint-Hilaire, Goethe dice: «¿Para qué sirve, en el fondo, todo
dos experimentos que tienen alguna semejanza en- nuestra ocupación en el estudio de la naturaleza si, por vía
tre sí se requiere más rigor y atención de cuanto, analítica. nos ocupamos tan sólo de las partes materiales suel-
con frecuencia, observadores agudos se han im- tas y no percibimos el impulso del espíritu, que sefiala la di-
rección en que cada parte tiene que actuar y refrena o sanciona
puesto a sí mismos. Dos fenómenos pueden ser afi- toda divergencia por obra de una ley intrínseca?». Ni el experi-
nes el uno al otro, pero no en la medida en que no- mento, como tampoco el concepto de tipo de Cuvier, pueden
sotros cr~emos. Dos experimentos pueden parecer hacer sentir a Goethe ese «impulso del espíritu», esa «ley in-
consecutivos el uno del otro, mientras tendría ql1e tñnseca» de la naturaleza. Pero esta aspiración no lleva a
158 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 159

peligroso que querer confirmar inmediatamente decir: el hombre disfruta de una cosa sólo en la
cualquier proposición mediante experimentos, y medida en que se la representa; ella debe adaptarse
que Jos más grandes errores han surgido porque no a su sensibilidad y, aunque eleve su facultad de re-
hemos tomado conciencia del peligro y de la insu- presentación por encima de la media, general-
ficiencia de este método. Debo explicarme más mente esta sigue siendo un intento de llevar mu-
claramente para no dar lugar a la sospecha de que chos objetos a una cierta correlación aprehensible
quiero tan sólo abrir las puertas a la duda que ellos, en rigor, no tienen entre sí. De ahí la in-
Cada experiencia que hacemos, cada e.xperi- clinación a las hipótesis, a las teorías, a las termi-
mento mediante el cual la repetimos, es propia- nologías y a los sistemas, que no podemos desa-
mente una parte aislada de nuestro conocimiento; probar porque nacen necesariamente de la organi-
sin embargo, mediante la frecuente repetición ha- zación de nuestro ser.
cemos de este conocimiento aislado una certeza. Si, por una parte, cada experiencia y cada expe,.
Pueden sernos conocidas dos experiencias en e] rimento deben ser considerados aisladamente se-
mismo campo, pueden ser muy afines y parecer- gún su naturaleza, por otra parte la fuerza del espí-
nos aun más afines, pero habitualmente nosotros ritu humano aspira a relacionar, con una enorme
somos propensos a considerarlas más afines de lo violencia, todo lo que le es exterior y lo que co-
que son en realidad. Esto es conforme a la natura- noce, de modo que se ve fácilmente el peligro que
leza del hombre y la historia del entendimiento hu- corre cuando se quiere relacionar una experiencia
mano nos proporciona mil ejemplos de ello, y yo particular con una idea preconcebida, o bien se
he observado por mí mismo que cometo este error quiere demostrar mediante experimentos aislados
con frecuencia. una relación que no es enteramente sensible, sino
Este error es muy afina otro, del que en gran que la fuerza formadora del espíritu ha establecido
parte deriva. El hombre disfruta más de la repre- ya de antemano.
sentación que de Ja cosa, o, más bien, deberíamos Mediante tales esfuerzos surgen teorías y siste-
mas que hacen honor a la sutileza de sus autores,
pero que, si encuentran un aplauso mayor del que
sería justo y se mantienen más tiempo del debido,
Goethe -como demasiados comentaristas han afirmado- a serán obstaculizadores y dañinos para el progreso
dejarse llevar por su fantasía poética también en el t~rreno de del espíritu humano, el mismo que, en cierto sen-
la ciencia, sino que le determina a buscar una forma concep-
tual que responda Jo más posible a esa exigencia, y una meto- tido, favorecen.
dología capaz de establecer, sobre nuevas bases, el estudio Se podría observar que una mente aguda em-
~ientífico de la vida. Cfr. D. Kafer, Methodenprobleme und plea tanto más arte cuantos menos datos ha tenido
1hre Behandlung in Goethes Schriften zur Naturwissenschaft, ante sí, pues, casi para demostrar su dominio, elige
Btihlau, Koln, 1982, pp. 288 ss.; M. Kleinscbneider, Goethes
Narurstudien. Wissenschaftstheoretische und gschichtliche Un-
de los datos disponibles sólo unos pocos favoritos
tersuchungen, Bouvier, Bonn, 1971, pp. 49 ss. que le hacen gracia, ya que sabe ordenar los res-
160 101/ t "N WOUGAJ 'G VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 161

tantes de modo que no le contradigan, y sabe desa- esté en relación con la totalidad y, si las experien-
rrollar, confundir y poner a un lado los datos hosti- cias se nos aparecen sólo de manera aislada, si de-
l~s, de tal modo que el todo no se asemeje, en rea- bemos considerar los experimentos sólo como he-
hdad, a una república libre sino a la corte de un chos aislados, con esto no se dice que estén aisla-
déspota. dos en realidad. La pregunta, por tanto, es: ¿cómo
A un hombre de tanto mérito no le pueden fal- encontramos los lazos que vinculan entre sí estos
tar admiradores y alumnos que aprendan a conocer fenómenos, o estos eventos?
históricamente y admiren una construcción tal, y, Hemos dicho más arriba que, más que otros, es~
en lo posible, hagan suyo el modo de representar tán sujetos a error aquéllos que han tra~ado de vin-
de su maestro. Con frecuencia una doctrina de este cular inmediatamente un hecho aislado con su fa-
tipo alcanza tales vuelos que se llega a considerar cultad de pensar y de juzgar. Por el contrario, vere-
presuntuoso o temerario a aquel que se atreve a mos que los resultados más grandes los han
p~:>nerla en duda. Sólo los siglos posteriores osarán obtenido aquéllos que no se cansan de investigar y
VIolar este santurario, reivindicar de nuevo el sen- de elaborar todos los aspectos y modificaciones de
tido común humano para una mejor consideración una única experiencia, de un único experimento,
del .objeto, y to~ar aquel engreimiento un poco a según todas sus posibilidades.
la hgera; y repetrrán del fundador de una secta lo Puesto que todo en Ja naturaleza, pero en parti-
que una mente ingeniosa ha dicho de un gran natu- cular las fuerzas y los elementos más comunes, se
ralista: habría sido un gran hombre si hubiese in- encuentran en cualquier acción o reacción, se
ventado menos cosas. puede decir de todo fenómeno que está vinculado
Pero podría no ser suficiente con indicar el peli- con un sin número de otros fenómenos, así como
gro y poner en guardia contra él. Es justo que, por de un punto luminoso libre en el espacio decimos
lo menos, se manifieste la propia opinión y se dé a que envía sus rayos en todas direcciones. Cuartdo
conocer cómo se cree que podremos evitar estos hemos concebido, pues, un experimento, o hemos
ex_travíos, o, si se ha encontrado algún procedi- hecho una experiencia, no indagaremos nunca con
nuento para ello, de qué modo otros antes que no- el suficiente esmero lo que limita inmediatamente
sotros Jos han evitado. con él, lo que viene inmediatamente después. Y
Antes he dicho que considero perjudicial la esto es lo que debemos ver aun más que lo que se
aplicación inmediata de un experimento para la refiere a él mismo. La multiplicación de cada ex-
demostración de una hipótesis cualquiera, y, por perimento singular es, pues, el deber propio de un
tanto, he dado a conocer que considero útil una naturalista, que tiene así la obligación inversa a la
aplicación mediata y, puesto que se trata de un de un escritor que quiere divertir. Este último ins-
punto decisivo, que es necesario explicarse con piraría hastío si no dejara nada en lo que pensar,
claridad. mientras aquél debe trabajar como si no quisiera
En la naturaleza viviente no sucede nada que no dejar nada que hacer a sus sucesores, incluso si la
162 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURAlEZA 163

desproporción entre nuestro entendimiento y la na- diatamente cualquier salto en un razonamiento, y


~raleza de las cosas le recuerde muy a tiempo que sus demostraciones no son propiamente otra cosa
mngún hombre posee la capacidad suficiente que desarrollos circunstanciados; por lo cual, lo
como para agotar él solo definitivamente una cues- que es puesto en relación existía ya en sus partes
tión. individuales y en su sucesión completa, y ha sido
En las dos primeras partes de mis Contribucio- dominado en toda su extensión y encontrado de un
nes a la óptica5 he tratado de reunir una serie de modo preciso e irrefutable bajo cualquier condi-
experimentos que limitan y se tocan inmediata- ción. De ahí que las demostraciones matemáticas,
mente entre sí; así, conociéndolos y considerándo- más que argumentaciones, sean exposiciones y re-
los como un todo, vienen a formar casi un sólo ex- capitulaciones. Y, ya que hago aquí esta distinción,
p~rimento, representan casi una sola experiencia perm.ítaseme hacer una consideración retrospectiva.
VISta desde las perspectivas más diversas. Es evidente la gran diferencia que existe entre
Una experiencia tal, compuesta de otras mu- una demostración matemática1 que procede me-
chas, es, evidentemente, una experiencia de un or- diante múltiples combinaciones, y el género de la
den supe1ior. _Ella representa la fórmula con la que demostración que un orador consumado podría
se expresan mnumerables ejemplos individuales conducir a partir de argumentos. Estos argumentos
~e cálculo. Para mí, el deber supremo del natura- pueden contener relaciones enteramente aisladas y,
lista, como nos enseña el ejemplo de Jos mejores sin embargo -reconducidos a un punto determi-
ho~bres que se han ocupado en este campo, es se- nado por el ingenio y la imaginación-, pueden
gurr trabajando para lograr estas experiencias de producir de un modo sorprendente la ilusión de lo
orden superior. justo o de lo injusto, de lo verdadero o de lo falso.
De los matemáticos debemos aprender la cau- Pues del mismo .modo se pueden poner juntos, a
tela consistente en disponer Las cosas próximas en- favor de una hipótesis o de una teoría, experimen-
tr_e sí ~egún. una serie, o mejor, deducir lo que tos individuales como si fuesen argumentos, y
vten~ mmed1atamente después de lo que está in- ofrecer una demostración más o menos engañosa.
mediatamente antes, e incluso allí donde no pode- En cambio, quien quiere actuar honestamente
mos aventurar ningún cálculo, debemos poner ma- consigo mismo y con los demás, tratará de perfec-
nos a la obra como si tuviesemos que rendir cuen- cionar con la más esmerada ejecución de experi-
tas al geómetra más exigente. mentos individuales las experiencias de orden su-
En realidad, es propiamente el método matemá- perior. Éstas pueden expresarse mediante proposi-
tico el que, por su precisión y pureza, revela inme- ciones breves y comprensibles, y así ser ordenadas
y puestas en una relación tal que, tomadas indivi-
dualmente o en su conjunto, serán irrefutables
como las proposiciones matemáticas;
~ Beitriige zur Optik consta de dos ensayos de 1791 y 1792
que fonnan parte de La teoría de los colores. Los Elementos de estas experiencias de orden
164 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 165

superior, que constan de muchos experimentos in- tendo con mis esfuerzos en el campo de la óptica,
dividuales, pueden ser investigados y examinados se queden satisfechos. Mi intención es recoger to-
por cualquiera. y no será difícil juzgar si las diver- das las experiencias en este campo, hacer yo
sas partes individuales pueden ser expresadas o mismo todos los experimentos y llevarlos a cabo
no por una proposición general, pues aquí no es en el número mayor posible, de modo que sea fácil
posible arbitrariedad alguna. repetirlos y no queden fuera del campo visual de
Con otros métodos, con los que se quiere de- muchos hombres. Por tanto, mi intención es poner
mostrar algo que se afirma mediante experimentos juntas las proposiciones en las que las experiencias
aislados como si fueran argumentos, el juicio es, de tipo superior puedan ser expresadas, y averi-
con mucha frecuencia, solamente subrepticio, si es guar en qué medida pueden ordenarse bajo un
que no se detiene ante la duda. Sin embargo, si se principio superior. Así, cuando la imaginación y el
ha reunido una serie de experiencias de orden su- ingenio se precipiten en ocasiones impaciente-
perior, el entendimiento, la imaginación y el inge- mente, el procedimiento mismo proporcionará la
nio pueden ejercitarse a sus anchas, y no harán medida del nivel hacia el cual deben retomar.
daño alguno, sino que lo que hagan será de utili-
dad. No se dedicará nunca demasiado cuidado,
constancia, rigor, incluso pedantería, a aquél pri- OBSERVAR Y ORDENAR
mer trabajo, pues debe servir tanto a los contem-
poráneos como a los que vengan después. Por eso Los errores de las observaciones nacen de las
est?s materiales deben ser ordenados y puestos en cualidades del espíritu humano.
sene, y no reagrupados de modo hipotético ni ela- El hombre no puede ni debe desechar ni negar
borados de forma sistemática. Cada uno es libre sus propias cualidades.
después de relacionarlos a su manerá y formar con Pero puede formarlas y darles una dirección.
ellos un todo que sea más o menos cómodo y con- El hombre quiere estar siempre activo.
forme a la mentalidad humana en general. De este Un fenómeno en sí y por sí no le parece lo bas-
modo se distingue lo que debe ser distinto, y se tante importante.
puede aumentar la recopilación de experiencias Si no actúa propiamente sobre él, se comporta
más rápida y auténticamente que teniendo que como un observador, pero lo trata enseguida como
abandonar por inútiles experimentos posteriores, algo de menor importancia.
como piedras recogidas después de haber cons- Se busca algo superior para poder llegar lo más
truido el edificio. rápidamente posible a una conclusión.
~a opinión de hombres excelentes y su ejemplo Encuentra en ello una doble ventaja.
me mduce a confiar en que estoy en el camino co- Ha estado activo y se ha apropiado de un ob-
rrecto, y desearía que con esta declaración mis jeto, lo ha absorbido en su totalidad, y ha elimi-
amigos, que muchas veces me preguntan qué pre- nado la exigencia de un interés débil.
166 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORíA DE U NATURALEZA l67

Un observador debe tener talento natural y una Exactitud en la observación.


fonnación adaptada a su objetivo. Versatilidad en la representación.
El observador debe amar más el ordenar que el
combinar y el concatenar.
Al que se inclina por la verdadera ordenación SOBRE LOS SíMBOLOS
apenas se le presenta algo extraño que no se
adapte a su construcción, pero deberá preferir Con las palabras no expresamos plenamente ni
cambiar la composición entera antes que dejar los objetos ni a nosotros mismos.
fuera o falsear a sabiendas aquella cosa única. Con el lenguaje surge como un mundo nuevo,
hecho de cosas necesarias y casuales.
Quien se inclina por concatenar no disolverá Verba valent sicut nummi. Pero hay una dife-
gustosamente su combinación; preferirá ignorar rencia entre las distintas monedas. Las hay de oro,
algo nuevo o vincularlo artificialmente a lo viejo.
La ordenación es más objetiva. de planta, de cobre, y existe también el papel_ mo-
La concatenación, más subjetiva. neda. En las pri.rp.eras hay más o menos realidad,
Amamos el objeto según nuestra opinión, y si en la última sólo la convención.
En la vida común llegamos con el lenguaje ape-
no nos permite formamos una buena Jo dejamos
pasar. nas lo suficiente, porque indicamos sólo ~elaciones
La primera de todas las cualidades por las que
superficiales. Apenas se habla de relaciOnes más
el fenómeno se afianza es la atención. profundas, se pasa inmediatamente a otro len-
Transformación del fenómeno en un experi- guaje, el poético. . .
mento. Cuando queremos hablar de :elacJo?es mtemas
Posibilidad, al hacer esto, de clasificar en una a la naturaleza, nos son necesanas vanas maneras
rúbrica muchos fenómenos. de designarlas.
Ordenación de estas rubricas. Aquí menciono cuatro de ellas:
Subjetividad de esta ordenación. 1) Símbolos que son física-~ente idé~ticos
Método de la ordenación. con el objeto, tal como hemos constderado pnmero
En particular en los objetos elementales. los fenómenos magnéticos y después los hemos
Diferencia al tratar cuerpos detenninados y es- adoptado como terminología en los objetos afines.
pecialmente orgánicos. 2) Símbolos que son estética-idealmente idén-
La mejor ordenación es aquélla en virtud de la ticos con el objeto. A esta esfera pertenecen todas
cual los fenómenos casi se convierten en un gran las buenas semejanzas, pero hay que guardarse ~el
fenómeno, cuyas partes están en recíproca correla- ingenio (Witz), que no busca lo que es afín, smo
ción. que acerca aparentemente lo que no es afín. .
Terminología. 3) Símbolos que expresan una referencta que
Hipótesis. no es enteramente necesaria, sino más bien subya-
] 68 JOHANN WOLFGANG VON GOEFHE TEORIA DE lA NATURALEZA 169

cente a una cierta arbitrariedad, pero que, sin em- cientes para contemplarlo, ni se llegan a formar
bargo, remite a una íntima afinidad de los fenóme- suficientes órganos dentro de uno mismo para sub-
nos. A estos símbolos querría llamarlos mnemóni- dividirlo sin matarlo. Yo intento aplicar a las natu-
cos en sentido superior, pues la memoria común se ralezas orgánicas la idea de que la belleza es per-
sirve de signos completamente arbitrarios. fección en la libertad.
4) Símbolos que son tomados de la matemá- Los miembros de todas las criaturas están for-
tica y, puesto que también en su base hay intuicio- mados de tal modo que gozan de su existencia, la
nes, pueden ser idénticos a los fenómenos en el pueden conservar y reproducir, y en este sentido
sentido más alto. toda cosa viviente debe ser llamada perfecta. Me
refiero ahora a los llamados animales superiores.
De las tres primeras clases de símbolos tenemos Si los miembros de un animal están conforma-
ejemplos en el lenguaje: dos de tai manera que esta criatura puede expresar
su existencia sólo de un modo muy limitado, en-
1) Si, por ejemplo, la palabra tiene un valor
contraremos feo a tal animal; pues el limitarse de
onomatopéyico, como Knall (detonación).
la naturaleza orgánica a un solo objetivo produce
2) Si, mediante el sonido, se expresa una sen- el predominio de una u otra parte del cuerpo, y así
sación concordante, como es el caso muchas veces
se llega a impedir el uso a voluntad de los restan-
en la conjugación: Knallen (detonar).
tes miembros.
3) Si palabras que se refieren la una a la otra
Considerando este animal, mi atención se dirige
tienen una resonancia igual, como mein (mío),
a las partes que tienen el predominio sobre las de-
dein (tuyo), sein (suyo), ya que casualmente po-
más: esta criatura, puesto que no tiene armonía
drían también no ser semejantes entre sí, como ich
ninguna, no puede darme una impresión armónica.
(yo) y du (tú); mientras, en cambio, moi y toi son
Así, el topo sería perfecto pero feo, porque su
afmes en el modo en que se ha dicho.
forma le pennite sólo pocas y limitadas acciones,
Del cuarto tipo, que se basa sólo en intuiciones,
y el predominio de ciertas partes le hace total-
no tenemos ningún ejemplo en el lenguaje.
mente deforme.
Por lo tanto, para que un animal pu~da satisfa-
EN QU:É MEDIDA LA IDEA· cer sin impedimentos sus limitados menesteres ne-
DE QUE LA BELLEZA ES PERFECCIÓN cesarios debe estar ya perfectamente organizado.
EN LA LIBERTAD PUEDE SER APLICADA Pero si junto a la satisfacción de las necesidades le
A LAS NATURALEZAS ORGÁNICAS queda fuerza y capacidad para empreder acciones
no necesarias, y en cierta medida sin objetivo, él
Un ser orgánico es tan multilateral en su exte- nos proporcionará también externamente el con-
rioridad y tan mú1tiple e inagotable en su interiori- cepto de libertad.
dad que no se pueden elegir puntos de vista sufí- Cuando digo, pues, que este animal es bello me
i
170 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 171

esforzaría inútilmente si quisiera demostrar esta evidente, pues, que la belleza presupone la quie-
afmnación mediante una proporción cualquiera de tud unida a la fuerza, la inactividad unida a la ca-
números o medidas. Más bien quiero decir con pacidad.
esto tan sólo que en este anim~l los miembros se Si en un cuerpo, o en una parte de él, la idea de
encuentran todos en una relación tal que ninguno la manifestación de la fuerza se entrecruza dema-
impide al otro en su actuación, y así la necesidad y siado estrechamente con la de existencia, el genio
la menesterosidad, ocultas por un perfecto equili- de la belleza parece inmediatamente desvanecerse;
brio de los miembros, permanecen completamente por eso los antiguos representaban incluso sus leo-
veladas a mis ojos, y así parece que el animal ac- nes en el más alto grado de quietud e indiferencia,
túa y obra sólo según una elección libre. Piénsese para estimular, también en esto, ese sentimiento
en un caballo al que vemos usar de sus miembros nuestro con el que aprehendemos la belleza.
en libertad. Querría, en fm, decir que Jlamamos bello a un ser
Sj ahora nos volvemos al hombre, lo encontra- perfectamente organizado cuando, al contemplarlo,
mos completamente desvinculado de los lazos de podemos pensar que le es posible un múltiple y libre
la animalidad, sus miembros están en una delicada uso de todos sus miembros apenas él lo quiera; y
relación de subordinación y coordinación, sujetos que el más alto sentimiento de la belleza está ligado
a la voluntad más que los miembros de cualquier al sentimiento de la confianza y de la esperanza.
otro animal y adaptados, no sólo a todo tipo de Me parece que un ensayo sobre la forma animal
operaciones, sino también a la expresión del espí- y humana deberla proporcionar, sobre esta vía, be-
ritu. Hago aquí sólo una indicación al lenguaje de llas perspectivas y presentar relaciones interesan-
los gestos, que las personas bien educadas evitan y tes. En particular, como hemos dicho más arriba,
que, en mi opinión, eleva al hombre por encima el concepto de proporción, que creemos expresar
del animal tanto cuanto el lenguaje de las palabras. siempre sólo con el número y la medida, sería ex-
Para desarrollar en esta dirección el concepto puesto así en fórmulas más espirituales, y es de es-
de un hombre bello hay que tomar en considera- perar que estas fórmulas espirituales al fin coinci-
ción innumerables relaciones y, ciertamente, dan con el procedimiento seguido por Jos más
queda por hacer un gran camino para que el ele- grandes artistas en las obras que de ellos nos han
vado concepto de la libertad pueda coronar la per- quedado y, al mismo tiempo, acojan los bellos pro-
fección humana también en lo que es sensible. ductos de la naturaleza que, de vez en cuando, po-
A este respecto debo observar aún algo. Llama- demos ver vivos en tomo a nosotros.
mos bello a un animal si nos da la idea de poder Sumamente :interesante será considerar después
usar a voluntad sus miembros; pero apenas los usa cómo se pueden producir caracteres sin salir del
realmente a voluntad, la idea de lo bello viene in- círculo de la belleza, y cómo la limitación y la de-
mediatamente suplantada por la sensación de lo terminación en lo particular pueden aparecer sin
que es gentil, agradable, ligero, magnífico, etc. Es perjudicar la libertad.
172 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE lA NATURALEZA 173

Un trabajo así debería tener un fundamento temperatura, de los cuerpos, del tratamiento y de
anatómico-fisiológico para distinguirse de otros y miles de circunstancias más, es como querer be-
tener una verdadera utilidad para los futuros ami- berse el mar cuando se quiere establecer la indivi-
gos de la naturaleza y del arte; pero para presen- dualidad del fenómeno y se la quiere observar,
tar una totalidad tan múltiple y maravillosa es di- medir, ponderar y describir.
fícilmente imaginable la posibilidad de que ella En mis observaciones y consideraciones sobre
pueda asumir la forma de una adecuada exposi- la naturaleza, especialmente en los últimos tiem-
ción. pos, me he atenido, en cuanto me ha sido posible,
al siguiente método:
Si he experimentado la constancia y la coheren-
EL FENÓMENO PURO cia de los fenómenos hasta un cierto grado, de-
duzco de ello una ley empírica y la prescribo a los
Los fenómenos que nosotros, como también otros fenómenos. Si la ley y los fenómenos se
otro~, solemos llamar «hechos», son ciertos y de- adaptan completamente a tal sucesión he vencido,
tenrunados en cuanto a su naturaleza y, en cambio, si no se adaptan enteramente dirijo mi atención a
con frecuencia indeterminados y oscilantes en las circunstancias de los casos particulares y me
cuanto a su apariencia. El investigador de la natu- siento obligado a buscar nuevas condiciones bajo
raleza trata de aprehender y de establecer la deter- las cuales pueda representar del modo más puro
minación de los fenómenos y, en casos particula- los experimentos contradictorios. Pero si a veces,
res, está atento no sólo a cómo los fenómenos bajo las mismas circunstancias, se muestra un caso
aparecen, sino también a cómo deben aparecer. que contradice mi ley, veo que debo seguir ade-
~omo con frecuencia he podido observar, espe- lante con todo mi trabajo y buscarme un punto de
Cialmente en el campo en el que trabajo, hay mu- vista superior.
chos aspectos empíricos que hay que eliminar para Según mi experiencia, pues, seria aquél el me-
mantener un fenómeno constante y puro; pero ape- jor punto en el que el espíritu humano puede apro-
nas me permito esto, establezco ya una especie de ximarse a los objetos en su universalidad, acercár-
ideal. selos y, en un cierto sentido, amalgamarse de un
Sin embargo, hay una gran diferencia si, como modo racional con ellos, como por lo demás hace-
hacen los teóricos, se sacrifican a una hipótesis nú- mos en la empiria común.
meros enteros o si se sacrifica a la idea del fenó- A propósito de nuestro trabajo, habremos de
meno puro una fracción empírica. distinguir:
Puesto que el observador no ve nunca con Jos
ojos el fenómeno puro, sino que mucho depende 1) Elfenómeno empírico:
des~ estado de ánimo, del estado del órgano per- que todo hombre percibe en la naturaleza y que,
ceptJvo en aquel momento, de la luz, del aire, de la por tanto, se eleva,
174 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE lA NATURALEZA 175

2) a fenómeno cientifico: incierto, excluye lo que es casual, separa lo que es


medjante experimentos, en cuanto se lo representa impuro, desarrolla lo que es intrincado, y así des-
en circunstancias y condiciones diversas de aqué- cubre lo que no es conocido.
llas en las que lo habíamos conocido por primera
vez, y en una sucesión más o menos afortunada, Aquí, si el hombre supiese darse por satisfecho,
3) El fenómeno puro: estaría tal vez el último fin de nuestras fuerzas.
en fin, se presenta como resultado de todas las ex- Puesto que aquí no se pregunta por las cáusas, sino
periencias y de todos los experimentos. No puede por las condiciones bajo las cuales los fenómenos
nunca ser aislado, pero se muestra en una sucesión aparecen, se contempla y se acepta su sucesión co-
constante de fenómenos6 . Para representarlo, el es- herente, su eterno retorno bajo mil circunstancias
púitu humano detennina lo que es empíricamente diversas, su unicidad y mutabilidad; se reconoce
su determinación y se la determina de nuevo me-
diante el espíritu humano.
6
Como ya hemos sugerido en el «.Estudio preliminar», esta Propiamente hablando, este. trabajo no debería
representación, que para Goethe constituye la condición úl- ser llamado «espr..cu1ativo», pues, tal como me pa-
tima de posibilidad de la·morfología cientffica, debe poder ser
posible sin que tenga que suponer -como sucedía con el con- rece, al fin se trata sólo de operaciones prácticas
cepto de tipo de Cuvier- barreras rígidas entre las distintas -que se rectifican a sí mismas- del intelecto hu-
clases de seres. orgánicos. Así, refiriendose al Urtier, dice: mano común, el cual aspira a cimentarse en una
•<Pero ¿acaso hemos de considerar imposible, puesto que reco- esfera superior.
nocemos que la fuerza creadora. siguiendo un esquema gene-
ral, engendra y desarrolla las naturalezas orgánicas más per-
fectas, llegar a representamos esta protoforma. si no a través
de los.sentidos, al menos por medio del espfriru, para ajustar- POLARIDAD
nos.a ella como a una norma en nuestras descripciones, pues
habténdola sacado de la forma de los distintos animales podrí- Dos exigencias se nos presentan cuando consi-
amos luego reducir a ella las más diversas formas? Ahora bien, deramos los fenómenos de la naturaleza: conocer
una vez concebida la idea de este tipo, se comprende hasta qué
punto es imposible erigir en canon una sola espeeie. Jamás lo completamente los fenómenos mismos y apropiar-
particular puede servir de modelo al todo, ni podemos encon- nos de ellos mediante la reflexión. El orden con-
trar el modelo para la totalidad en un caso particular. Las cla- duce a la totalización, el orden exige método y el
ses, las especies, los géneros y los individuos se comportan método facilita las representaciones. Si considera-
como los casos con respecto a la ley: se hallan contenidos en
ella, pero no la determinan.>> Entwuif einer vergleichenden mos un objeto en todas sus partes, si lo captamos
Anatomie, WA, Vill, p. 70. ·cfr. sobre esto H. B. Nisbet, «Her- correctamente y podemos reproducirlo en eJ espí-
der, Goethe and the Natural Type», en Publicatíons of the En- ritu, podemos decir en tal caso que lo contempla-
glis~ G~ethe Society, 37 (1967), pp. 83 ss.; también el ya mos en un sentido apropiado y superior; podemos
clástco ltbro sobre la cuestión W. Troll, Gestalt u1td Urbild. decir que nos pertenece y que hemos logrado un
GesamT~teite Aufslttee zu Grundjragen der organischen Mor-
phologíe, Akademische Verlag-GeseUschaft, Leipzig, 1941. cierto control sobre él. Y así lo particular nos con-
176 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 177

duce siempre a lo universal, y lo universal a lo par- rrollo gradual hacia el infinito y hacía lo total-
ticular. Ambos actúan en una reciprocidad inter- mente diverso.
cambiable en cualquier consideración y en cual- Lo que integra el fenómeno se debe separar
quier trabajo. sólo para manifestarse fenoménicamente. Lo que
Antepongamos aquí algunos universales. está separado se busca de nuevo y puede de nuevo
Dualidad del fenómeno como antagonismo: reencontrarse y reunirse; en el sentido inferior, en
cuanto él se mezcla sólo con su opuesto, se asocia
Nosotros y los objetos con él, de modo que el fenómeno se hace insigmfi-
luz y tinieblas cante o, por lo menos, indiferente. Pero la reunión
cuerpo y alma puede tener lugar también en el sentido superior,
dos almas en cuanto lo que está separado se desarrolla gra-
espíritu y materia dualmente y produce, mediante la conexión de las
Dios y el mundo partes que se ·han desarrollado, una tercera cosa
pensamiento y extensión nueva, superior, inesperada.
ideal y real
sensibilidad y razón
fantasía e intelecto INVITACIÓN A LA BENEVOLENCIA
ser y deseo
Las dos mitades del cuerpo La naturaleza se pertenece a sí misma, la esen-
derecha e izquierda cia a la esencia; el hombre pertenece a la natura-
respirar leza y ella a él. Quien se le acerca con sensibilidad
Experiencia física: sana, abierta, libre no hace sino ejercitar su dere-
imán. cho, y eso tanto el niño pequeño como el estudioso
más serio. Extraño es, pues, que los naturalistas se
Nuestros antepasados admiraban la parsimonia disputen entre ellos el puesto en un campo tan ili-
de la naturaleza. Se pensaba en ella como en una mitado y que pretendan empequeñecer así un
persona inteligente que es capaz de hacer mucho mundo que no tiene confines.
con poco, mientras otros producen poco con mucho. Experimentar, mirar, observar, anotar, conjugar,
Nosotros exaltamos además, para expresamos tam- descubrir, inventar, son actividades del espíritu
bién en un lenguaje humanizado, la habilidad con que, de mil maneras, separada o conjuntamente,
que ella, si bien limitada a unos pocos principios hombres más o menos dotados llevan a cabo. Dis-
fundamentales, sabe generar las cosas más diversas. cernir, aislar, calcular, medir, pesar, son medios
Con este fin se sirve del principio vital, que igualmente importantes en virtud de los cuales el
contiene la posibilidad de multiplicar los inicios hombre abarca la naturaleza y trata de dominarla
más simples de los fenómenos mediante un desa- para hacer que todo redunde en su beneficio.
178 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOlÚA DE LA NATURALEZA 179

De todas estas capacidades y de muchas otras más rápidamente, nuestra invitación a la benevo-
que son hermanas suyas, nuestra benigna madre, lencia pide a cada uno, cualquiera que sea, que de-
la naturaleza, no ha excluido a nadie. Incluso un muestre de hecho su derecho, y se pregunte: ¿qué
niño o un idiota pueden hacer una observación que haces tú, en realidad, en este puesto?, ¿cuál es pro-
escapa al hombre más experto, y así, con serena piamente tu vocación? Nosotros lo hacemos cada
inconsciencia, apropiarse de lo que constituye su día, y estos cuadernos son nuestras confesiones
parte en el gran patrimonio común. como respuesta a esa pregunta, las cuales pensa-
Por eso, en el presente estado de las ciencias mos proseguir sin inmutarnos, con la lucidez y
naturales es inevitable que se formule siempre de la pureza que el objeto de nuestro estudio y nues-
nuevo la cuestión de qué es lo que podría favore- tras fuerzas nos permitan aplicar.
cerlas y qué obstaculizarlas. Pues bien, nada les
sería más favorable que el hecho de que cada uno
se mantenga en su puesto, conozca lo que puede INFLUENCIA DE LA NUEVA FILOSOFÍA
hacer, haga lo que sabe y reconozca ese mismo de-
recho a los demás, de modo que todos actúen y Para la filosofía en sentido propio no tuve
produzcan. Pero hoy por hoy esto no sucede sin lu- nunca una predisposición particular; sólo la conti-
cha y sin controversias, pues está tanto en la natu- nua reacción con la que me veía obligado a resistir
raleza de las cosas como en la de los hombres que al mundo que me invadía y asimilarn1elo me con-
fuerzas enfrentadas se desencadenen, que se consti- dujo necesariamente a un método mediante el cual
tuyan propiedades en exclusiva y, no de forma trataba de comprender las opiniones de los filóso-
oculta sino abiertamente, dominen unas a otras. fos como si también ellas fuesen objetos de estu-
. Tam~oco en estas .páginas nuestras ha sido po- dio, y completar mi formación en este ámbito. En
s~ble evitar los confllctos y los litigios a menudo mi juventud me gustaba leer diligentemente la
VIolentos, pero nada deseo más que el que poco a\ Historia de la filosofía de Brucker1, pero cuando
poco queden excluidos los elementos hostiles en la lo hacía me sucedía lo que a quien ve girar el fir-
medida de lo posible. No obstante, puesto que de- mamento sobre su cabeza toda su vida y sabe dis-
seo asegurar, tanto para mí como para los demás, tinguir muchas de las estrellas que resaltan, pero
una mayor libertad de movimientos de la que hasta no sabe nada de astronomía, y conoce la Osa Ma-
ahora nos ha estado permitida, que no se tome a yor pero no la Estrella Polar.
mal que los que piensan como yo tratemos con du- Sobre arte y sobre sus postulados teóricos había
reza de Len~~je lo que se opone a nuestros legíti- discutido mucho en Roma con Moritz; una pe-
mos requenmrentos, y que no estemos dispuestos
a continuar tolerando lo que desde hace muchos
años se hace contra nosotros. 7 Johann Jacob Brucker (1696-1770) publica su Historia

Y para que toda irritación fastidiosa se aplaque critica philosophiae a mundi incunabilis entre 1742 y 1744.
180 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORÍA DE !A NATURALEZA 181

queña obra testimonia todavía hoy nuestra fecunda versas discusiones sobre ella y con un poco de
ignorancia en aquélla época8. Más tarde, en la ex- atención pude observar que volvía a plantearse la
posición del ensayo sobre La metamorfosis de las vieja cuestión fundamental: en qué medida noso-
plantas, debía desarrollar un método confonne a la tros contribuimos, y _en qué medida el mundo ex-
naturaleza, ya que, cuando la vegetación me hacía terno contribuye a nuestra existencia espiritual. Yo
ver paso a paso su manera de proceder, yo no po- no había separado nunca ambas cosas y, cuando fi-
día equivocarme sino que, en cuanto la dejaba de- losofaba a mi manera sobre los objetos, lo hacía
sarrollarse, debía reconocer las vías y los medios con inconsciente ingenuidad y creía realmente te-
por los cuales ella, poco a poco, sabe llevar los es- ner mis opiniones ante los ojos. Pero apenas se
tados más embrionarios a su cumplimiento. En las empezó a discutir sobre esta cuestión, me puse en-
investigaciones físicas se me impuso la convicción seguida de la parte que hace mayor honor al hom-
de que, en toda consideración de los objetos, el de- bre, y di mi plena aprobación a todos los amigos
ber supremo es investigar cuidadosamente todas que, con Kant, afinnaban: incluso si todo nuestro
las c~ndiciones bajo las que un fenómeno aparece, conocimiento va de consuno con la experiencia,
y aspJrar a la mayor completitud posible de los fe- no por ello nace todo él de la experiencia. Estaba
nómenos, puesto que ellos, al fin, se disponen por de acuerdo también con los conocimientos a
sí mismos uno junto al otro según un orden, o me- priori, así como con los juicios sintéticos a priori,
jor, están obligados a disponerse uno sobre el otro pues en toda mi vida, en la poesía como en la in-
y, por tanto, a formar, ante los ojos del investiga- vestigación científica, había procedido siempre
dor, una especie de organización y manifestar su sintéticamente y después analíticamente; la sístole
vida íntima en conjunto9 . Con todo, continuaba y la diástole del espíritu humano era para mí casi
enco~trándome en una especie de crepúsculo, pues como una segunda respiración, jamás separada
en mogón punto encontraba una iluminación se- sino siempre impulsante. Pero no tenía palabras
gún mi modo propio de entender y de sentir, ya para todo esto, y menos aún frases. Ahora, por pri-
que, al fin, cada uno sólo puede ser iluminado del mera vez, parecía que una teoría me ayudaría. Su
modo que Je es propio. pórtico era lo que más me gustaba, aunque no me
La Crítica de la raz6n pura de Kant había apa- atrevía a adentrarme en el laberinto. Me lo impe-
recido hacía ya tiempo, pero estaba completa- día un poco el talento poético, y otro poco el sen-
mente fuera de mi esfera. No obstante, asistí a di- tido común, y no me sentía mejorar en nada.
Desgraciadamente Herder era, en efecto, un
alumno, pero también un adversario de Kant 1o, y
8
Goethe se refiere a Über die bilbende Nachahmung des
Schonen (1788), de Moritz.
9 10 Herder había tomado distancias en relación a la Crítica
Véase más arriba el ensayo El experimento como media-
dor entre sujeto y objeto. de la razón pura y a la Crí~ica del juicio en sus obras Meta-
] 82 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORÍA DE LA NATURALEZA 183

por ello me encontraba aún peor, pues con Herder otro estaban claramente expresadas en aquel libro.
no l~graba estar de acuerdo, y no podía tampoco Los productos de estos dos mundos infinitos de-
segurr a Kant. Aún así continuaba investigando se- bían existir por sí mismos, y lo que coexistía exis-
riamente la formación y transformación de las na- tía así por otro, pero no explícitamente a causa de
turalezas orgánicas y, haciéndolo, me servía con- lo otro.
fiadamente, como de un guía, del método que ha- Mi aversión por las causas finales 11 estaba
bía empleado para las plantas. No se me escapaba ahora justificada y explicada en un sistema; podía
el hecho de que la naturaleza sigue un procedi- distinguir claramente entre objetivo y efecto, y
miento analítico. de desarrollo de una totalidad comprendí también por qué con tanta frecuencia el
viva y secreta, y después parece actuar sintética- entendimiento humano confunde estas dos cosas.
mente de nuevo, puesto que relaciones que pare- Me alegraba que el arte poético y la ciencia natural
cen completamente extrañas son aproximadas en- comparada fuesen tan afines lo uno a lo otro, y que
tre sí y concatenadas en una unidad. Por eso volvía ambas cosas estuviesen subordinadas a la mjsma
una y otra vez a la doctrina kantiana, creyendo facultad de juzgar. Con renovada pasión procedí
co.m~render ciertos capítulos mejor que otros y con mucha más rapidez en mi camino, aunque no
asimilando muchas cosas para mi uso personal. supiera donde me llevaba. Sin embargo, entre los
Luego llegó a mis manos la Crítica del juicio, a kantianos encontré poco acuerdo tanto respecto a
la que debo uno de los períodos más felices de mi lo que había asimilado, cuanto respecto al modo
vida. Aquí vi mis ocupaciones más dispares pues- en que lo había asimilado. De hecho, yo hablaba
tas una junto a la otra; los productos del arte y de sólo de lo que se había despertado dentro de mí,
la naturaleza considerados del mismo modo· eJ no de lo que había leído. Así que, debiendo confiar
juicio estético y el juicio teleológico iluminánd~se sólo en mí mismo, estudié y volví a estudiar aquél
mutuamente. libro. Es todavía un placer para mí volver a ver so-
Aunque por mi modo de pensar no siempre es-
~ba totalmente de acuerdo coñ el autor y me pare-
11 Es lo que Schopenhauer le reprocha ásperamente: «Expli-
Ciera que faltaba algo aquí y allá, las grandes ideas
fundamentales de la obra eran análogas por com- car una flor diciendo que presenta en todas sus partes la forma
de la hoja me parece algo análogo a la idea de explicar la es-
pleto a todo cuanto yo había creado, hecho y pen- tructura de una casa mostrando que todas las partes, estancias,
sado hasta entonces; la vida interior del arte y de etc., están compuestas de ladrillos y constituidas por la simple
la naturaleza, su acción íntima de lo uno sobre lo repetición de esta unidad primitiva. Aún poor y más problemá-
tica encuentro la explicación del cránoo por evolución de las
vértebras, pues el cerebro y la médula espinal, de la que el pri-
mero es la continuación y el capítulo final, no pueden ser ab-
kritik der reiner Vemunf (1799) y Kalligone (1800) respecti- solutamente heterogéneos y dispares, sino que deben conti-
vamente. De la primera hay trad. cast. de P. Ribas en J. G. nuarse y asemejarse.» A. Schopenbauer, op. cit., suplemento
Herder, Obra selecta, Alfaguara, Madrid, 1982, pp. 369-421. XXVI al libro TI.
TEORÍA DE LA NATURALEZA 185
184 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE
otra, y a reconocerse recíprocamente la misma
bre aquél viejo ejemplar los pasajes que entonces dignidad.
subrayé, como había hecho con la Crítica de la ra- De· este modo, Schiller sentaba las primeras ba-
zón pura, en la cual me pareció haber prot:undi- ses de toda la nueva estética. De hecho, helénico y
zado también. En realidad, ambas obras, deb1das a romántico, y todos los demás sinónimos que pu-
un mismo espfritu, remiten continuamente la una dieran encontrarse de estos términos, se dejaban
a la otra. Pero ni aún así conseguí aproximarme a reconducir al discurso originario sobre la superio-
los kantianos; estos me escuchaban, en efecto, ridad del procedimiento real o del procedimiento
pero no podían objetarme ,nada ni tampoco a~: ideal.
darme de algún modo. Mas de una vez sucedio Así, poco a poco, me habitué a un lenguaje que
que aJguno de ellos admitiera con sonrisa d_e admi- me había sido completamente extraño y en el cual
ración que verdaderamente lo que yo dec1a guar- logré orientarme tanto más fácilmente cuanto que,
daba cierta analogía con el modo de pensar de mediante la superior representación del arte y de la
Kant, pero que yo decía cosas diferentes. ciencia que él hacía posible, pude aparecer ante nú
La peculiaridad de esta _situaci?n resultó ev~­ mismo más enoblecido y más rico, ya que en el
dente cuando se avivaron tDJS relaciones con Scht- pasado había tenido que dejarme tratar de un
ller. Nuestras conversaciones eran siempre teóricas modo bastante indigno por filósofos populares y
o de argumento productivo, y co~ frecu~ncia de por otro tipo de ftlósofos a Jos que no sabría qué
las dos clases al mismo tiempo. El predicaba el nombre dar.
evangelio de la libertad, y yo no quería que se me- Otros progresos se los debo especialmente a
noscabaran los derechos de la naturaleza. Tal vez Niethammer12 que, con la más amigable constan-
más por amistad hacia mi que por propia convic- cia, trataba de explicarme los principales enigmas
ción, en las Cartas sobre la educación estética y aclararme conceptos y términos específicos. Lo
Schmer no trató a la buena Madre Oa naturaleza) que en este mismo período, y después, debía a
con la dureza de lenguaje que me había hecho tan Fichte, a Schelling y a Hegel, así como, a los her-
odioso su ensayo Sobre la gracia y la dignidad. manos Von Humboldt y Schlegel, quema contarlo
Pero, puesto que por mi parte no sólo subrayaba de buena gana pero en otra ocasi_ón, en el caso .de
obstinada y tercamente la preeminencia del modo que me fuese concedido menc10narlo sumana-
de poetizar de los griegos y de la poesía que sobre mente y tratar desde mi pu~to de ~ista aquel!a
este modo se fundaba y de él derivaba, sino que época tan importante para mt: el últ1mo decemo
también aseguraba que este modo era el único del siglo pasado.
justo y deseable, Schiller se vió inducido a refle-
xionar mucho más intensamente, y a este con-
flicto debemos los ensayos Sobre la poesía inge- 12 Friedrich Immanuel Nietbammer (1766-1848) fue profe-
nua y sentimental. Las dos maneras de hacer poe- sor en Jena y se trataba con Goethe en torno a 1800.
sía debían adaptarse a coexistir la una frente a la
186 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 187

JUICIO INTUITIVO lidad de una tal cualidad, somos inducidos a esa


idea de un intellectus archetypus y a considerar
Cuando trataba, si no de penetrar al menos de que tal idea no entraña ninguna contradicción» 13•
utilizar lo más posible la doctrina de Kant, tenía a Es cierto que el autor parece aludir aquí a un
veces la impresión de que este hombre excelente entendimiento divino, pero si en el campo moral,
procedía de un modo irónico y malicioso, en con la fe en Dios, en la virtud y en la inmortalidad,
cuanto que, por un lado, parecía esforzarse en fijar debemos elevamos a una región superior y acer-
los más estrechos límites a la facultad cognoscitiva carnos al ser primordial, también en el campo inte-
y, por otro, en cambio, parecía mirar de reojo más lectual las cosas podrían ser del mismo modo. O
allá de los confines que él mismo había sefialado. sea, contemplando la naturaleza eternamente crea-
Debía haber observado, ciertamente, con qué pre- dora podríamos hacemos dignos de participar es-
sunción e indiscreción procede el hombre cuando, piritualmente en sus producciones. Si, hasta enton-
armado con pocas experiencias, se da e] gusto de ces, sólo de un modo inconsciente y por un im-
negar algo sin reflexionar o de establecer cualquier pulso interior me había afanado sin descanso por
~osa, tratando de imponer a los objetos la primera alcanzar aquel modelo originario, típico, si incluso
tdea que le pasa por la cabeza. Por esta raz0n, había logrado construir una representación con-
nuestro maestro Jimita a quien piensa como él a un forme a la naturaleza, nada podía ahora impedirme
juicio discursivo reflex.ionante, negándole por hacer frente valientemente a la aventura de la ra-
completo un juicio determinante. Pero, después de zón, como la llama el anciano de Konigsberg 14 .
haberno~ reducido con grandes estrecheces y, con
ello.• cas1 habemos llevado a la desesperación, se
dec1de a ~acer las aseveraciones más liberales y IMPULSO DE FORMACIÓN
nos periDite adoptar como queramos la libertad
que, en una cierta medida, nos concede. En este Sobre cómo ha sido tratado este importante
sentido, fue para mí extremadamente significativo asunto, en su Crítica del juicio se expresa Kant del
el siguiente pasaje: siguiente modo: «En la consideración de esta teo-
. «Pod~mos ~ensar en un entendimiento que, no
Siendo discursivo como el nuestro sino intuitivo,
parta de lo sintéticamente universal -de la intui- 13 !. Kant, Crítica del juicio, ed. cit., pp. 322-323. Para la re-

ción de una totalidad como tal- y vaya hacia lo lación de Goethe con la filosofía kantiana, véase E. Cassirer,
particular, es .decir, del todo hacia las partes. Aquí «Goethe and the kantian Philosophy», en su Rousseau, Kant,
Goethe, Princeton Univ. Press, Princeton, 1945, pp. 61-98; K.,
no es necesano demostrar que un tal intellectus ar- Vorlailder, «Goethes Verhiiltnis zu Kant in seiner historischen
chetypus sea posible, sino sólo que al contraponer Entwicklung», en Kant Studien, 1 (1987), pp. 60-99 y 315-
n~estro ~ntendimiento discursivo, que tiene nece- 351,2 (l899);pp. 161-211.
14 1. Kant. Critica del juicio, ltad. cast. cit. pp. 333-337.
stdad de unágenes (intellectus ectypus), a la casua-
188 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 189

ría de la epigénesis nadie ha aportado más que el En apoyo de su epigénesis, Wol~ debía presupo-
señor Blumenbach, ya sea en lo referente a su de- ner un elemento orgánico del que se nutrieran
mostración, ya sea también en la fundación de los luego los seres destinados a la vida orgánica. A
auténticos principios de su aplicación, limitando esta materia atribuía una vis essentialis, que se
en parte el uso abusivo de tal teoría.» adapta a todo lo que quiere reproducirse y que, por
Este testimonio del concienzudo Kant me in- tanto, se eleva al rango de productor.
dujo a retomar la obra de Blumenbach, que yo ya Expresiones de este tipo dejan todavía algo que
había leído antes pero en la que no había pene- desear: pues a una materia orgánica le queda siem-
tr~do a fondo 15 . Aquí encontré a mi Caspar Frie- pre adherido algo de material, por muy viviente
dnch Wo1ff como eslabón intermedio entre HaBer que pueda ser concebida. La palabra fuerza indica,
y Bonnet, de una parte, y Blumenbach de la otrai6. ante todo, sólo algo físico, incluso mecánico, y lo
que deba organizarse de aquella materia perma-
nece para nosotros un punto oscuro e incomprensi-
15
Jo_hann Friedrich B~umenbach (1752-1840) fue profesor ble. Sin embargo, Blumenbach alcanzó el vértice
en Gotmga y autor de Ober den Bildungstrieb und das Zeu- máximo y último de la expresión cuando antropo-
gungsgeschilft (178 1). Publicó también Geschichte und BesclJ-
reibung der menschlichen Korpers (1786).
morfizó la palabra del enigma y llamó a la cosa en
16
Tanto Haller como Bonnet eran, como ya se ha dicho cuestión un nisus jormativus, un impulso, una vi-
parti~arios de la teoría de la prefonnación: cualquier embrió~ gorosa actividad en virtud de la cual la formación
conhene todas las partes de la planta o del animal en minia- sería producida.
tura, y despliega de un modo visible órganos que ya preexis- Consideremos todo esto más exactamente. Todo
tían de manera invisible. Lo que empuja este despliegue es una
<<~uerza vital>>. Blumenbach, por su parte, pensaba que el naci- sería para nosotros más breve, cómodo y tal vez
~ento d~ un organismo por la conjunción de materias inorgá- más exhaustivo si reconocieramos que, para consi-
mcas era l.lllpensable, pero sí que se podía atribuir a la materia derar lo existente, debemos admitir una actividad
una fuerza formadora diferente de las fuerzas inorgánicas. A precedente y que, si queremos pensar en una acti-
esta fuerza la llama <<impulso de formación». En cuanto a
W~lff, estudia el organismo sin n.iguna hipótesis previa, si-
vidad. debemos hacerle subyacer un elemento ade-
gwendo los estadios sucesivos de desarrollo tal como son per- cuado sobre el que pueda actuar, y que, en fin, esta
ceptibles directamente. El estadio siguiente se forma a partir actividad debemos pensarla como algo continua-
del precedente por dife~enciación, aunque ni está contenido en mente coexistente y eternamente copresente con
el precede~te, como quiere la teoría deJ encapsulamiento, ni se este sustrato. Este prodigio personificado se nos
debe a un 1mpulso formador inherente a la materia, como de-
fiende Blumenbach. La posición intermedia de Goethe se ex-
presenta como un Dios, como creador y conserva-
presa, sobre todo, en el esquema con el que acaba este escrito. dor al que nos vemos exhortados·a adorar, venerar
So~re el trasfondo de las ideas en discusión véase A. Meyer- y exaltar de muchas maneras. ·
Abich (cd.), BioJogie der Goethezeit. AbhandlWigen aber die Volviendo al campo de la filosofía y conside-
Grt~ndJagen und Hauptprobleme der Bíologie von Goeth~t und rando una vez más la evolución y la epigénesis, és-
den grossen Naturforschen seiner Zeit, Hippokrates Verlag,
Stuttgart, 1949. tas parecen ser sólo palabras para despistamos. La
1~

190 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORÍA DE LA NATURALEZA 191

teoría del encapsulamiento acabará muy pronto ideas, nos ponemos límites y formamos conceptos
por repugnar a ?na persona de cultura superior, que quisiéramos análogos a aquellos primeros
P~;o en la doctrma de una agregación y asimila- principios.
Cion está presupuesto siempre algo que agrega y Aquí encontramos una dificultad particular, de
algo que debe ser agregado, y si no podemos pen- la que no siempre somos claramente conscientes:
sar en ninguna preformación, llegaremos a una que entre idea y experiencia parece haberse esta-
predelineación, predeterminación, a un preestable- blecido un cierto abismo que toda nuestra fuerza
cer o como se quiera llamar a lo que debería venir aspira inútilmente a colmar. A pesar de esto, nues-
antes de que percibamos algo. tra etern~ aspiración sigue siendo superar este
Yo, sin embargo, me inclino a aftrmar que, hiato con la razón, el entendimiento, la imagina-
c~ando se nos presenta un ser orgánic{), no es po- ción, la fe, el sentimiento, la ilusión y, si no lo lo-
Sible comprender la unidad y libertad del impulso gramos de otro modo, con la estupidez.
formativo sin el concepto de metamorfosis. En fin, prosiguiendo honestamente con nuestros
Para concluir, he aquí un esquema que facilitará esfuerzos, encontramos que hay que dar la razón
ulteriores retlexíones: al filósofo 17 que afirma que ninguna idea es plena-
mente congruente con la experiencia, si bien ad-
Materia mite que idea y experiencia pueden, asf que deben,
Potencialidad ser análogas.
Fuerza La dificultad de ligar entre sí idea y experiencia
Energía Vida constituye un grave obstáculo en toda investiga-
Aspiración ción sobre la naturaleza: la idea es ,independiente
Impulso del espacio y del tiempo, la investigación de la na-
Forma turaleza es limitada en el espacio y en el tiempo,
por tanto lo que es simultáneo y lo que es s.ucesivo
en la idea están íntimamente ligados, mientras
REFLEXIONES Y RESIGNACIONES desde el punto de vista de la experiencia están
siempre separados, y un efecto natural qP.e según
Observando el edificio del universo en su má- la idea debemos pensar como simultáneo y al
xima extensión y en su divisibilidad extrema no mismo tiempo como sucesivo parece reducirnos a
podemos evitar pensar que ·e n la base de todo una especie de delirio. El entendimiento no puede
haya una idea según la cual Dios, de eternidad en pensar como unificado lo que la sensibilidad le ha
eternidad, puede crear y actuar en la naturaleza y proporcionado como separado, y así el conflicto
la n~turaleza en Dios. Intuición, observación, re-
flexión nos acercan cada vez más a estos miste-
17 Goethe se refiere aquí a Kant.
rios. Nos atrevemos temerariamente a concebir
192 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURAlEZA 193

entre lo aprehendido y lo ideado permanece siem- tinuamente sin comprenderme a mí mismo y a los
pre sin solución. demás y, a pesar de esto, avanzo siempre gozosa-
Está, pues, justificado que busquemos un refu- mente hacia delante?
gio y que nos consolemos de algún modo en la es- ;Lo mismo pasa con el mundo! Está ante noso-
fera del arte poético, repitiendo con alguna modifi- tros, sin principio ni fin, su lejanía es ilimitada, su
cación la vieja canción: cercanía impenetrable; y no se podrá establecer
nunca nj definir basta qué punto el espíritu hu-
Mirad así con mirada modesta, mano será capaz de. penetrar sus propios misterios
Ja obra maestra de la eterna tejedora, y los del mundo.
con un paso pone en movimiento miles de hilos,
la lanzadera arriba y abajo no descansa, Puedan los versos que siguen ser aceptados e
los hilos fluyen encontrándose, interpretados en este sentido:
un sólo golpe anuda mil lazos.
Esto no lo aúna ella penosamente, En el interior de la naturaleza,
sino que es su orden desde siempre, ¡oh, tú, filisteo!,
con el que el eterno artífice, ningú.n espíritu creado puede penetrar.
impulsa de buen grado la tramal 8. Guardaos de recordarme
a mí y a mis semejantes tal palabra.
Nosotros pensamos: punto por punto
LLAMAMIENTO AMIGABLE estamos en lo interior.
¡Felices aquellos a los que sólo
se revela la corteza externa!
No puedo ocultar una alegría profunda que en Esto he oido repetir durante sesenta años,
estos días he tenido una y otra vez. Me siento en y lo maldigo por eso encubiertamente.
Dime mil y mil veces:
una coincidencia dichosa con los investigadores ella lo da todo abundantemente y con gusto.
serios y activos, próximos y lejanos. Ellos admiten La naturaleza no tiene nudo ni corteza.
y afirman que es preciso presuponer y asumir que Todo en ella es de una vez.
hay algo que no es investigable, pero no conside- Sólo examínate a ti nnsmo en vez de a lo demás:
ran que esto haya de implicar la necesidad de po- ¿eres nudo o corteza?
ner límites al propio investigador.
A lo mejor es que yo no debo presuponerme ni
admitirme a mí mismo sin saber previamente METEOROS EN EL CIELO LITERARIO
cómo estoy hecho; pero ¿acaso no me estudio con-
Prioridad, Anticipación, Preocupación, Plagio,
Posesión, Usurpación.- Espero que no se me re-
18 proche el origen latino de estas palabra,s, pues, en
Estos versos son los dos primeros y los cuatro últimos realidad, designan relaciones que habitualmente
versos del dlscurso de Mefistófeles en el Fausto, primera
parte. tienen lugar sólo entre los científlcos; más bien, y
] 94 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 195

puesto que son difíciles de traducir, vamos a inves- Anticipación.-Tenerse por mejor a causa de un
tigar su significado y a tenerlo bien presente, pues descubrimiento es un sentimiento noble y legí-
de otro modo, tanto en la historia literaria antigua timo, aunque muy pronto puede uno verse desen-
y moderna como en la historia de las ciencias, no gañado; pues rápidamente un joven llega a ~~ber
se realizará ningún progreso decisivo y menos aún que los antiguos habían llegado ya antes que él a
se logrará comunicar a otros el propio punto de lo que él creía haber descubierto. El despecho que
vista sobre acontecimientos diversos y recurrentes. se deriva de ahí lo llaman los ingleses, muy acerta-
Considero muy oportuno para nuestro objetivo damente, mortificación, pues es una verdadera
indicar ampliamente lo que pienso con estas pala- mortificación de parte del viejo Adán el que deba-
bras y en qué sentido voy a emplearlas en el futuro; mos abandonar nuestro mérito particular y sacrifi-
y esto honestamente y sin ninguna reserva. La Ji- car nuestro propio ser para seguir estimándonos a
beitad general de difundir las propias convicciones nosotros mismos dentro de la humanidad como to-
por la imprenta séame concedida también a mí. talidad. De mala gana nos percatamos de estar des-
doblados, pues nos encontramos en rivalidad con la
Prioridad.- Desde la infancia se~timos una humanidad y, por tanto, con nosotros mismos.
grandísima alegría por los objetos de los que te- Pero no nos dejemos contrariar. Volvámonos a
nemos una vívida percepción; de ahí las pregun- la historia y nos veremos iluminados por una nueva
tas curiosas de los pequeños apenas alcanzan la luz. Poco a poco aprendemos a conocer la gran
conciencia. Durante cierto período se les enseña ventaja que se deriva de haber tenido importantes
y se satisface su curiosidad. Pero con los años el predecesores, que han actuado en el sucederse de
placer de profundizar, de descubrir, de inventar las épocas hasta nosotros. Así, de este modo adqui-
crece y poco a poco el valor y la dignidad del su- rimos la certeza de que, si producimos algo, actua-
jeto aumentan con esa actividad. Quien luego, en remos también nosotros sobre el futuro y nos tran-
lo sucesivo, con ocasión de un fenómeno externo quilizaremos en serena conformidad.
llega a tomar conciencia de sí en su interioridad Pero si sucede que un tal descubrimiento, del
experimenta un sentimiento agradable, una con- que nos alegramos en silencio, se hace púbijco con
fianza en sí mismo, un placer que al mismo anterioridad por parte de contemporáneos que no
tiempo le da calma y serenidad. A esto se le saben nada de nosotros ni nosotros nada de ellos,
llama descubrir, inventar. El hombre alcanza la pero que han tenido la misma notable idea, se de-
certeza de su propio ser cuando reconoce como riva de ello un disgusto mucho más fastidioso que
su semejante y como regido por leyes al ser ex- el del caso precedente. Y es que si estamos dis-
terno a él mismo. Hay que perdonar al individuo puestos, pues no hay otro remedio, a rendir home-
si se enorguJlece por esto, pues la nación entera naje a los antepasados y a consolarnos prometién-
participa del honor y de la alegría que así procura donos su misma gloria en el futuro, no queremos
a sus conciudadanos. admitir en los contemporáneos el mismo beneficio
196 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATURALEZA 197

de la genialidad. Por eso, si en la misma época Preocupación.- No es fácil establecer los lími-
surgen grandes verdades procedentes de diversos tes dentro de los cuales esta palabra puede ser
individuos, tienen lugar riñas y contestaciones, adoptada; de hecho el descubrimiento y la inven-
porque nadie piensa que se tiene con los contem- ción propiamente dichos son un «llegar a ser cons-
poráneos la misma relación que con los antepasa- ciente de algo» que no alcanza inmediatamente su
dos y con los sucesores. Polémicas que nunca aca- desarrollo. Es algo que está en el sentimiento y en
ban se producen a este respecto entre individuos, el corazón, y quien lo lleva consigo se siente opri-
escuelas e incluso pueblos enteros. mido. Tiene que hablar de ello, trata de imponer a
Muchas veces ciertos pensamientos y opiniones los otros sus convicciones y no es reconocido. Fi-
se mueven ya en el aire, de modo que es posible nalmente, alguien con capacidad se apodera de eso
que varias personas puedan aprehenderlos al y lo presenta más o menos como algo suyo.
mismo tiempo. «lnmanet aer sicut anima commu- Con el despertar de las ciencias, cuando tantas
nís quae ornnibus praesto est et qua omne.s com- cosas estaban aún por descubrir, se usaban los lo-
municant invicem. Quapropter multi sagaces spiri- gogrifos. Quien tenía una idea feliz y rica en con-
tus m·dentes subito ex aere persentiscunt quod co- secuencias y no quería manifestarla directamente,
gitat alter horno.» O bien, para hablar menos la daba al público ocultándola en un enigma. Más
místicamente, ciertas ideas llegan a madurar con el tarde se empezaron a depositar estos descubri-
paso del tiempo. También en jardines diversos, Jos mientos en las academias para asegurarse el b_onor
frutos caen del árbol en la misma estación. de su propiedad espiritual; por eso los ingleses,
Pero, puesto que es difícil desc~brir, en lo que que como es justo tratan de sacar lo útil y las ven-
respecta a los contemporáneos y en particular a tajas de todo, han sido los primeros en instituir las
aquéllos que trabajan en un campo determinado, si patentes, con las cuales durante cierto tiempo es-
por azar uno ha tenido o no conocimiento del otro tará prohibida la imitación de cualquier invento.
y, por tanto, se le ha adelantado a propósito, aquel Sin embargo, el despecho suscitado por la preo-
disgusto ideal penetra en la vida común y un don cupación asume rasgos extremadamente pasiOna-
superior se convierte en objeto de controversia y de les; se dirige contra el hombre que nos suplanta y
discordia como cualquier otra posesión. No sólo el se nutre de odio irreconciliable.
individuo en cuestión, sino también sus amigos y
conciudadanos se levantan y toman parte en el con- Plagio.-Se llama así al modo más grosero de
flicto. Surge un problema sin solución, y ni si- ocupación. para el que hace falta atrevimiento y
quiera el tiempo logrará suavizar el apasionamiento falta de pudor y que, por eso, durante un cierto
por lo sucedido. Baste recordar la disputa entre tiempo puede tener suerte. A quien se aprovecha
Leibniz y Newton; hasta hoy tal vez sólo quien do- de obras escritas, impresas, pero no demasiado co-
mina este campo está en disposición de darse nocidas, y las propaga como propiedad suya, se le
cuenta con exactitud de cómo han ido las cosas. llama plagiario. En hombres mezquinos podemos
,
198 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE lA NATURALEZA 199

explicarnos este tipo de trampas; pero si a ellas re- guaje con el que sus integrantes se entienden a su
curren, como también es el caso, personas de ta- modo, por lo que no pueden abandonarlo incluso
lento, esto suscita en nosotros contrariedad, in- cuando la experiencia ha modificado ya amplia-
cluso cuando el asunto no nos afecte directamente, mente lo que ellos indican con sus palabras.
pues se ha buscado el honor por malos medios, y Muchos hombres de este tipo dirigen la activi~
el prestigio a través de acciones viles. dad científica que, al igual que un oficio que se
En cambio, debemos defender al artista figura- aleja del arte, se vuelve cada vez peor cuanto más
tivo que no merece ser llamado plagiario cuando se descuida la contemplación particularizada y el
trata una vez más motivos ya existentes, ya usados, pensamiento inmediato.
e incluso hasta cierto grado desarrollados. La gente, Pero, puesto que tales personas han sido instruí-
que tiene un falso concepto de la originalidad, cree das desde su juventud según esos artículos de fe y
poder censurarlo por esta razón, mientras es muy de en la confianza ciega en sus maestros, defienden
alabar si lleva algo ya existente a un nivel más ele- obstinadamente en su estrechez y su superficiali-
vado, y sobre todo si lo lleva al grado máximo de dad lo que han conquistado con esfuerzo; y se po-
elaboración. No sólo recibimos del exterior la mate- drían alegar otras muchas cosas como disculpa
ria, sino que nos es lícito también apropiamos un para no sentir un desprecio excesivo hacia ellos.
contenido de otros cuando se trata de conseguir una Pero todo el que piensa de modo diferente y quiere
forma más elevada si no perfecta. ir hacia delante debe tener bien claro que sólo una
Del mismo modo, también el científico debe y actuación tranquila y consecuente puede y debe
puede aprovecharse de sus predecesores sin preo- superar los obstáculos que obstruyen el camino, de
cuparse a cada momento de citar sus fuentes. modo que, aunque tarde, alcanzará su meta final-
Pero no omitirá nunca, cuando se presente la oca- mente de modo seguro.
sión, expresar su gratitud a los benefactores que
le han abierto el horizonte, ya sea porque les Usurpaci6n.- Llamamos usurpac10n a toda
deba su visión de conjunto o la comprensión de toma de posesión que tenga lugar sin un derecho
algo singular. pleno, con lo que, en sentido estricto, la usurpación
no tiene lugar en las ciencias ni en el arte: de hecho,
Posesión.-No todos son inventores, aunque para que se produzca un efecto cualquiera, es nece-
cada uno quisiera ser considerado como tal; así saria una fuerza conocida digna de estimación en
que muy meritorios son los que transmiten con todo tiempo. Pero, como en todo lo que actúa mo-
gusto y conscientemente verdades reconocidas. ralmente sobre los hombres puede fácilmente suce-
Ciertamente se ocupan de esto también hombres der, si el efecto es mayor de lo que la fuerza da de
P?CO dotados, que se aferran a lo que han apren- suyo, quien lo produce no puede caer bajo sospecha
dtdo, a lo que es tradicional y habitual. Por esta si crea en los hombres una ilusión o tiene de sí
vía se forman las escuelas, y en ellas surge un len- mismo una valoración mayor de la que debiera.
200 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE lA NATURALEZA 201
Una fama adquirida de este modo acaba final- der. pues el público, oscilante y de débiles convic-
mente por volverse sospechosa a los ojos de la ciones, quiere zanjar cuanto antes hechos semejan-
masa, la cual, cuando se percata de ella, se dedica tes y que se restablezca nuevamente el decoro des-
a desacreditarla como fama <<usurpada>>, cuando pués de tanto desatino.
debería criticarse a sí misma pues ha sido ella
quien la ha otorgado.
En el ámbito estético es más fácil ganarse el INVENTAR Y DESCUBRIR
aplauso y hacerse de un nombre. Pues basta con
agradar, ¿y qué es lo que no agrada al menos por Siempre vale la pena reflexionar acerca de por
poco tiempo? En el campo científico, en cambio, qué las críticas más variadas y ásperas a la priori-
la aprobación y la gloria suelen ser siempre mere- dad, en los descubrimientos y en las invenciones,
cidas hasta cierto punto, y la usurpación propia- se perpetúan y resurgen sín parar.
mente dicha no está en la apropiación, sino en la Para descubrir se requiere suerte, para inventar
afirmación de una posesión ilegítima. Esto ocurre espíritu, y de ambas cosas es propio descubrir e in-
en todas las universidades, academias y socieda- ventar. Con esto se pretende afumar que, también
des. Una vez que alguien se reconoce seguidor de sin la tradición, se puede llegar a ser consciente,
una doctrina, debe afirmarla incluso si se percata inmediata y personalmente, de objetos de la natu-
de sus deficiencias. Aquí el fin santifica todos los raleza o de sus propiedades.
medios; un experto nepotismo sabe colocar en lo Vemos el conocer y el inventar como nuestra
alto a los seguidores. Los méritos de los otros son más preciada posesión, adquirida con nuestras
liquidados y su acción paralizada mediante la ne- propias fuerzas, y de ello nos vanagloriamos.
gación y el encubrimiento. Los errores se imponen El inglés, inteligente, lo transforma pronto en
especialmente porque se repiten, más o menos algo operativo con una patente, y de este modo se
conscientemente, como si fueran verdades. pone fuera de cualquier fastidiosa contienda por el
La deshonestidad y la picaresca llegan a ser, por prestigio.
fin, la característica principal de esta posesión que Pero a partir de lo expuesto podemos darnos
se ha vuelto falsa e injusta. La reacción se hace cuenta de hasta qué punto dependemos de la auto-
cada vez más difícil, aunque la perspicacia nunca ridad y de la tradición para que un conocimiento
abandona a las personas inteligentes, y menos concreto llegue a ser altamente estimado. Por eso
cuando no tienen razón. Entonces vemos con fre- no es cuestión de tomarle a mal a nadie que no
cuencia nacer el odio y el rencor en el corazón de quiera ceder lo que le distingue de tantos otros.
quienes quieren ir hacia delante; se verifican las John Hunter, hijo tardío de un clérigo rural, ha-
manifestaciones más clamorosas, pero de éstas los bía llegado a la edad de dieciséis años sin apenas
usurpadores se saben servir bastante bien en su instrucción, pero en cuanto se dio a la ciencia ad-
propio beneficio y para la consolidación de su po- quirió rápidamente el presentimiento de muchas
202 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORIA DE LA NATURALEZA 203

cosas y, con genial agudeza y capacidad de deduc- ejemplo, descubre que el agua en la bomba sube
ción, descubrió esto y aquello. Pero al tratar de va- sólo hasta un cierto nivel; el físico cambia el agua
nagloriarse de ello ante otros, se enteró, para su por otro liquido, y así un gran secreto viene a la
desesperación, de que todo aquello había sido des- luz del día; en realidad, el jardinero fue el descu-
cubierto ya antes. bridor, pero se considera como inventor al se-
Después, cuando mientras trabajaba como ayu- gundo. Otro ejemplo: un cosaco conduce al viajero
dante de su hennano, que era profesor de anatornia Pallas basta una gran masa de hierro fundido en un
y mucho mayor que él, descubrió algo realmente desierto; el cosaco es el que ha encontrado la cosa,
nuevo en el cuerpo humano, y su hermano hizo pero es a Pallas a quien se le nombra como su des-
uso de ello en sus lecciones y en sus programas sin cubridor, hasta el punto de que la cosa lleva su
nombrarle a él como verdadero descubridor, con- nombre, pues fué él quien nos la dio a conocer.
cibió hacia él un odio tal y se produjo entre ambos Un ejemplo significativo de cómo los que nos
tal desavenencia que llegó a ser motivo de escán- suceden tienen a arrebatar la gloria de alguien que
dalo público, y ni siquiera se aplacó en el lecho de les ha precedido lo tenemos en los esfuerzos he-
muerte, al cabo de toda una vida de trabajo y de chos para quitar a Cristóbal Colón el honor de ha-
honores. ber descubierto el nuevo mundo. Es verdad que la
Los méritos de nuestros descubrimientos tien- imaginación había poblado ya el océano occiden-
den a ser disminuidos por nuestros contemporá- tal de islas y de países desde hacía tiempo, pues en
neos de tal modo que casi es necesario demostrar los tiempos primitivos se prefería pensar en enor-
el día y la hora en que hemos tenido tal revelación. mes islas hundidas que dejar vacío todo ese espa-
También nuestros sucesores se afanan por sacar a cio inmenso. También es cierto que desde Asia ha-
un primer plano las tradiciones, pero porque hay bían llegado ya noticias de que hombres atrevidos
hombres que, solo por el placer de hacer algo, in- y temerarios no se limitaban a viajar a lo largo de
sultan la verdad y alaban el error, y convierten en las costas, y el mundo entero se había conmovido
una ocupación la negación de los méritos de los con la afortunada empresa de los portugueses;
demás. pero, al fin y al cabo, se requería un hombre que
Para asegurarse la prioridad de un descubri- reuniese todo eso e hiciera realidad el mito y la
miento que no quería hacer público, Galileo se sir- noticia, la ilusión y la tradición.
vió de un anagrama en versos latinos que pronto
dio a conocer, para poder servirse de est~ secreto
manifiesto en el momento oportuno. PROBLEMA FÍSICO-QUíMICO-:MECÁNICO
Además del descubrir, también el inventar, el
c?municar, el utilizar son acciones afines que, de- En 1821 un rayo incendió un molino de viento
btdas a numerosas personas, podrían llegar a te- en las cercanías de Greifswald y dafió algunas
nerse como hechas por una sola. El jardinero, por alas. Cuando se quiso reparar el molino y se exa-
i
204 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 205

minaron todas sus partes, en el madero del eje se el rayo, que la sustancia lígnea ha sido triturada,
encontró una abertura que conducía a una cavidad, fundjda y en parte carbonizada por la electricidad,
de la cual una tras otra se sacaron fuera doscientas y que finalmente ha sido configurada esférica-
ochenta esferas negras, todas del mismo tamaño. mente por la actividad eléctrica negativa, que da
De ellas algunas las tuvo el consejero Lenz, y forma esférica a la materia. Estas esferas serían,
una mitad fue cedida al consejero Dobereiner para pues, el correspondiente polar de las figuras eléc-
su investigación, el cual comunicó el siguiente re- tricas de Lichtenberg, y de las fulguritas que se
sultado: «Tiene la forma de un esferoide elíptico, pueden considerar formadas por la electricidad po-
cuyo eje grande es de dieciocho lineas de París, y sitiva.
el pequeño de diecisiete. Su masa es gris oscura, Otra explicación, que no requiere la ayuda del
densa (no porosa), de condición frágil y contiene rayo, suena del modo siguiente:
dentro pequeñas virutas de manera apenas percep- Consideradas más de cerca las esferas de aque-
tibles. En la superficie aparece una corteza. Desde lla cavidad, se ve que han sido formadas de partí-
el punto de vista químico se comporta en parte culas adheridas poco a poco la una a ta otra, y se
como el Jignito, y en parte como la madera enmo- encuentra que constan de una corteza y un núcJeo.
hecida. De hecho, en el agua se disuelve casi por La corteza tiene el espesor de un cuarto de pul-
completo con amoníaco y aún más fácilmente con gada, mientras e1 núcleo es irregular. Examinando
;una solución ® potasa caústica, hasta convertirse más de cerca la corteza, se encuentra que está
en un líquido marrón oscuro, soltando las virutas compuesta de muchas partes, pero casi tan pega-
de madera, y quemada, cuando se calienta con das la una a la otra que podemos considerarlas
fuena suficiente, echa llamas desde el principio y como pertenecientes a un todo. El núcleo, a veces
finalmente arde, formándose los productos de la compuesto de más partes, es ciertamente la misma
madera quemada, o sea: anhídrido carbónico, agua masa, pero cada parte constituye por sí misma una
y una ceniza que reacciona alcalinamente. La sus- totalidad conclusa. Ahora imaginémonos que,
tancia de tal esfera es, por tanto, sólo la madera cuando el eje comenzó .a pudrirse, se formaron pe-
transformada del eje, en el que ha sido encon- · queños grumos, los núcleos actuales, que al au-
trada.» mentar la putrefacción del eje aumentaron también
Todo amigo de la naturaleza se sentirá impul- ellos mismos y, por el continuo movimiento de ro-
sado a explicar un fenómeno tan curioso, y aquí tación, se formaron como esferas; de lo que se de-
nos encontramos enseguida con la primera pre- duce que ha habido una cierta fuerza de atracción
gunta: ¿ha sido la acción del rayo, o ha sido él tan entre las partes podridas y que estos cuerpos se
sólo la ocasión para la reparación del molino y, han formado por vía física, con la unión de partes
por tanto, para el descubrimiento del fenómeno? distintas, pero homogénas, mientras perduraba una
Supongamos que sea así: se podría decir que el rotación uniforme.
eje del molino ha sido impactado y penetrado por Se admitirá que tampoco con esto el problema
i
206 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORIA DE LA NATURALEZA 207

queda totalmente resuelto. Lo que sigue debería PROBLEMAS


hacer continuar ulteriores investigaciones:
En aquel mismo período se nos anunció que en Sistema natural, una expresión contradictoria.
Thorn había tenido Lugar el mismo caso, pero que La naturaleza no tiene ningún sistema, ella
las esferas habían sido encontradas mucho más tiene, es, vida y sucesión desde un centro descono-
grandes. Sería muy deseable que nos llegase de cido hacia un confín incognoscible 19. Por eso, la
allí una descripción más exacta. contemplación de la naturaleza no tiene final,
Sería este un asunto en el que una Academia de tanto si se procede subdividiendo hasta en los más
las ciencias podría intervenir útilmente, llamando mínimos detalles, o si, en la totalidad, se sigue un
la atención de los propietarios de molinos de rastro con amplitud y profundidad.
viento o de agua sobre este caso, con el fin de que
todo molinero que tuviese que reparar o desechar
19 Probablemente sea ésta una de las afirmaciones que me-
un viejo eje, se fijase en si en él hay una cavidad
tal con aquellas esferas formadas dentro. Si se les jor distinguen la característica visión goetheana de la natura-
leza. Al menos es una de las que abren la vía de desarrollo que
prometiera una contribución para el nuevo eje o, lo conseguirá alejar, cada vez más, al pensamiento alemán del
que desde un punto de vista superior sería insigni- XIX de la Naturphilosophie romántica. Un ejemplo importante
ficante, un nuevo eje gratis, el molinero podría de este desarrollo lo constituye la «mecánica del desarrollo»
verse obligado a entregar las esferas, a referir defendida por el gran genetista Wilhelm Roux, y basada en la
idea del carácter múltiple, «republicano», de cada organismo.
exactamente las circunstancias y a no despedazar La naturaleza no es un sistema, las partes de un organismo «no
el viejo eje sino cederlo para una investigación pueden subsistir como partes de un todo de manera rígida-
científica. En nuestro tiempo, en el que amigos de mente normativizada>>. Esta visión pluralista se une en Roux a
la naturaleza se encuentran por todas partes, debe- una tesis empedocliana: la lucha de las partes es el funda-
ría haber en cada región una persona instruida, un mento de la formación y del crecimiento del organismo en el
proceso de su adaptación funcional. No se trata, sin embargo,
terrateniente, un funcionario, un clérigo, un físico, de la lucha darwiniana implicada en la selección natural, pues
un Piardabosques o cualquier otro que se ocupase esta no explica cómo las partes individuales del cuerpo toman
senamente y con atención de casos de este género. forma en el curso de procesos infinitamente complejos. Pero
En este sentido es altamente prodigioso que las es una cierta asistematicidad de la naturaleza la que se pone de
manifiesto en la relativa independencia que cada parte tiene
esferas encontradas hayan sido del mismo tamaño, respecto a la norma hereditaria que la contradistingue El tipo
lo que haría pensar en un lento proceso de putre- de cada parte - dice Roux- se alcanza y se realiza, no por
f~cci6n, en una rotación siempre igual, en un espa- transmisión integral de un modelo unitario, sino por satisfac-
CIO que nacía poco a poco y tenía casi la forma de ción de necesidades inherentes a las cualidades heredadas de
las partes singulares. Cfr. W. Roux, Der Kampf der Theile im
un cilindro hueco. De aquí se debe extraer la con- Organismus. Ein Beitrag zur Vervollsti:indigung der mechani:s-
vicción de que sólo experiencias más exactas re- chen Zweckmassigkeitslehre, Engelmann. Leipzig, 1881,
su1tan apropiadas para resolver los elementos pro- pp. 64-65. Cfr. también W. Milllet-Lauter, «Der Organismus als
blemáticos de este caso. innerer Kampf», en Nietzsche Studien, 1977, pp. 190-223.
,
208 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORIA DE LA NATliRALEZA 209

La idea de metamorfosis es un regalo de lo alto tiempo también en la transmisión didáctica, lo que


extremadamente honorable, pero al mismo tiempo parece imposible.
extremadamente peligroso, pues conduce a la au- Tal vez podemos salir de este embarazo, una
sencia de fonna, destruye el saber, lo disuelve. Es vez más, mediante un procedimiento artificial. Se
semejante a la vis centrifuga y se perdería en el in- puede hacer una comparación con los tonos musi-
finito si no le fuese asignado un contrapeso: quiero cales, que son siempre naturalmente progresivos, y
decir el instinto de especificación, la tenaz capaci- con la temperatura igualmente oscilante de las oc-
dad de persistir de lo que ha llegado una vez a la tavas. De modo que una música decidida y radical-
realidad; una vis centrípeta a la que ningún ele- mente superior sólo es posible en contra de la na-
mento externo puede perjudicar en su fondo más turaleza. Deberemos dar cabida a un procedi-
profundo20. Considérese el género de los brezos. miento artificiaL Será preciso sistematizar una
Pero, puesto que las dos fuerzas actúan contem- simbólica. Pero ¿quién debe hacerlo? Y ¿quién
poráneamente, debemos representarlas al mismo debe reconocer lo que se haga?
Si considero lo que en botánica se llalllan gé~
neros y de qué modo son utilizados, me encuen-
20
La conclusión a la que Goethe llegaba en su ensayo sobre
tro siempre frente al hecho de que no se puede
lA metammjosis de lllS plantas era que los distintos órganos y tratar a un género del mismo modo que a otro.
p~e~ ~e la planta. podían reducirse a la hoja. Esto puede, en Hay géneros, querría decir, que tienen un carácter
p~ctp.lo, coD:fundJT más que aclarar, pues a partir de esa gene- que representan en todas sus especies, así que se
rahzacJón se llllpone la necesidad de explicar las distinciones. puede llegar a ellos por vfa racional; no se pier-
Goethe prevé esta objeción y considera necesario poner. como
contrapeso de la idea de metamorfosis, la noción de especifici- den fácilmente en variedades, y por eso merecen
dad. El trasfondo de la discusión lo constituyen las dos teorías ser tratados con consideración. Nombro a las
entonces en pugna, la de la preforrnación y la de la epigénesis, gencianas; el botánico experto sabrá indicar otros
que representan, respectivamente, las tesis del fijismo y la va- géneros.
riabilidad. Goethe, por su parte, que rechazaba la teoría de la Y, viceversa. hay géneros sin carácter, a los que
preformación «como mdigna de un espíritu cultivado»
apuesta por la variabilidad, pero se desliga de las posicione~ tal vez difícilmente pueden atribuirseles especies,
de sus defensores oficiales. El nisus jomuJrivus, de Blumen- ya que se pierden en innumerables variedades. Si
bach, le parecía tan insatisfactorio como la vis essentialis de se tratan estas últimas con rigor científico no se
Wo_lff. Sin duda, pensaba, el árbol no está espacialmente con- llegará nunca al fmal, acabándose por confundir
terudo en la semilla, pero sí ha de haber en esta una cierta
<<predelineación». Por eso, la exigencia de explicar la variabili-
por qué escapan a toda determinación y a toda ley.
dad de las formas y sus metamorfosis debe equilibrarse con la A veces me he atrevido a calificar a estos géneros
tendencia complementaria, la ley de la persistencia en el ser. de disolutos, y me he aventurado a inflingir a la
En_la preferencia a uno u otro polo de esta tensión, Goethe se rosa este epíteto con el que, ciertamente, no se dis-
deJa llevar según los casos particulares. Por eso, líneas más minuye su belleza; no obstante, este reproche se lo
adelante reconoce más estabilidad a las gencianas que a las
rosas. merece especialmente 1a rosa canina.
,
210 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORÍA DE LA NATURALEZA 211

El hombre, alli donde tiene un comportamiento define como característico mi modo de proceder
significativo, se impone leyes, ante todo en el en el sentido de que mi pensamiento trabaja objeti-
campo moral mediante el reconocimiento del de- vamente. Con esto quiere decir que mi pensa-
ber; después en el religioso profesando una íntima miento no se separa de los objetos, sino que los
convicción particular sobre Dios y sobre las cosas elementos de los objetos, sus imágenes sensibles,
divinas, y limitándose a determinadas y análogas confluyen en él y son íntimamente penetradas por
ceremonias externas. En los gobiernos, ya sean pa- él; que mi ver es ya un pensar y mi pensar un ver,
cíficos o belicosos, sucede lo mismo: la acción y y a este procedimiento el amigo del que hablo no
las empresas tienen importancia sólo si el hombre quiere negar su aplauso.
se las prescribe a sí mismo y a los otros. En las ar- Sobre cuáles fueron las consideraciones que
tes es también lo mismo: cómo el espíritu humano aquella palabra singular, acompañada de una tal
se haya sometido a la música se ha dicho ya en lo aprobación, suscitó en mí, querría hablar en estas
que precede; cómo en las épocas más elevadas pocas páginas que recomiendo al lector interesado,
haya ejercitado su influjo operando en el arte figu- después de que haya leído, en la página 387 del ci-
rativo a través de los máximos talentos, es, para tado libro, el párrafo entero.
nuestro tiempo, un manifiesto secreto. Y los innu- En el actual como en los precedentes cua-
merables intentos que se hacen en las ciencias para demos22 he perseguido este objetivo: expresar de
sistematizar y esquematizar indican también lo qué modo yo intuyo la naturaleza y, al mismo
mismo. De modo que toda nuestra atención debe tiempo, también a mí mismo, mi interioridad, mi
dirigirse a percibir el proceder de la naturaleza, no modo de ser en la medida en que es posible descu-
a someterla con prescripciones constrictivas, sino, brirlo. A este respecto podrá ser particularmente
al contrario, a no dejarnos alejar de la meta a útil la lectura de mi anterior ensayo El experi·
causa de sus arbitrariedades. mento como mediador entre sujeto y objeto.
En este sentido confieso que la gran meta, que
parece tan importante, expresada en la máxima
PETICIÓN SIGNiflCATNA «conócete a ti mismo», me ha suscitado siempre
POR UNA PALABRA INTELIGENTE sospechas, como si fuese una astucia de sacerdotes
secretamente confabulados que quisieran confun-
El doctor Heinroth21 , en su Antropología, una dir al hombre con exigencias inalcanzables y des-
obra sobre la que habremos de volver más de una viarle de la actividad en el mundo externo hacia
vez, habla favorablemente de mí y de mi obra, y una falsa contemplación interior. El hombre se co-

22 Goethe se refiere a ensayos del cuaderno I de Zur


21
~· C:h. Hejnroth (1773-1843) fue profesor de psiquiatrfa
en Letp71g, y autor de Lehrbuch der Anthropologie (1822). Morphologie.
i
212 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 21 3

noce a sí mismo sólo en la medida en que conoce novadas con frecuencia en la imaginación estas be-
el mundo, del cual toma conciencia sólo en sí llas imágenes, pues de hecho cambiaban continua-
mismo como toma conciencia de sí sólo en él. mente de aspecto y maduraban hacia una forma
Cada objeto nuevo, bien contemplado, inaugura en más pura y una más neta representación, pero sin
nosotros un nuevo órgano. transformarse sustancialmente. Me limito a citar
Pero los que más útiles nos resultan son los aquí sólo La novia de Corinto, El dios y la baya-
hombres próximos a nosotros, que tienen la ven- dera, El cónde y los gnomos, El cantante y los ni-
taja de podemos comparar con el mundo desde su ños y, en fin, El paria, de más reciente publicación.
punto de vista y por ello de llegar a conocemos Así se explica también mi incLinación a las poe-
mejor de lo que nosotros mismos podamos ha- sías de ocasión a las que me impulsaban irresisti-
cerlo. blemente todas las particularidades de una sin.a-
Por eso, en los años de la madurez, he dedicado ción cualquiera. Por ello, también en mis Cancio-
gran atención a cómo los otros podían conocerme, nes se observa que cada una tiene en su base algo
para llegar a ver más claramente acerca de mí de singular, que en cada fruto más o menos nota-
mismo y de mi interior en ellos y desde ellos como ble hay siempre un determinado núcleo. Y esto ex-
en otros tantos espejos. plica por qué durante muchos años no han sido
Los adversarios no son tenidos en cuenta, pues cantadas, especialmente en los afios de carácter
mi existencia les es odiosa y ellos no sólo recha- decisivo, pues ellas exigen del intérprete que, de
zan los fines a los que se dirige mi acción, sino su estado de genérica indiferencia, se transfiera a
que juzgan vanos esfuerzos los medios de los que una sensibilidad y a un estado de ánimo particula-
me sirvo para alcanzarlos. Por esto los rechazo y res y para él extraños, y que articule claramente
los ignoro, pues no pueden proporcionarme nin- las palabras a fin de que se sepa también de qué se
gún impulso creativo, y ésta es la cosa que más habla. Estrofas de contenido nostálgico, en cam-
me importa en la vida. Por los amigos, en cam- bio, han encontrado más favor y han entrado en
bio, me dejo con gusto tanto condicionar como circulación junto con otras producciones alemanas
requerir hasta el infinito, me reflejo en ellos con de su mismo género.
la pura confianza de obtener así alimento y pro- Con esta última consideración tiene relación la
vecho. actitud que durante muchos años ha tenido mi es-
Lo que se ha dicho de mi pensamiento objetivo píritu frente a la Revolución francesa, y se explica
podóa aplicarlo también, con igual derecho, a una así el intenninable esfuerzo por dominar poética-
poesfa objetiva. Ciertos grandes motivos, leyendas, mente este acontecimiento, el más terrible de to-
tradiciones milenarias se me grabaron tan profun- dos, en sus causas y en sus consecuencias. Si miro
damente en la mente que los mantuve vivos y ope- años atrás veo claramente cómo, casi sin ningún
rantes en mi interior durante cuarenta o cincuenta fruto, la propensión hacia este tema imposible de
años; me parecía la posesión más hermosa ver re- dominar ha consumido mis capacidades poéticas
214 JOHANN WOLFGANG VON GOEI'HE TEORÍA DE LA NATURALEZA 215

durante mucho tiempo; y, sin embargo, aquella im- dida, con la nueva teoría del fuego 23, actualmente
presión había quedado tan profundamente arra.t- tan de moda. Pero hasta hoy no lo he conseguido.
gada en mí que no puedo negar que con frecuencia Pues bien, ahora La palabra objetivo me ha ilumi-
vuelvo a pensar en la continuación de La hija na- nado de golpe, pues he visto claramente ante mis
tural, y que desarrollo en el pensamiento esta ex- ojos que todos los objetos que desde hace cin-
traordinaria producción sin tener el valor de dedi- cuenta años a esta parte he observado e investi-
canne a poner en práctica la idea. gado debían suscitar necesariamente en mí la re-
Volviéndome ahora al pensamiento objetivo que presentación y convicción de la que aún hoy no
se me atribuye, encuentro que este mismo procedi- · puedo separarme. Es cierto que por un breve pe-
miento he estado obligado a observarlo también ríodo puedo transferirme a tal punto de vista,
con los objetos de la historia natural. ¡Qué serje de pero para sentirme bien, al menos en cierta me-
intuiciones y reflexiones no habré seguido antes de dida, debo retornar siempre a mi antiguo modo
que naciese en mí la idea de la metamorfosis de de pensar.
las plantas!, tal como lo he contado a mis amigos Estimulado por estas consideraciones he conti-
en mi Viaje a Italia. nuado examinándome y he encontrado que todo
Lo mismo ha sucedido con el concepto de que mi modo de proceder se funda en la derivación: no
el cráneo se compone de vértebras. Las tres poste- me detengo hasta que no encuentro un punto rico
riores las reconocí pronto, pero sólo en 1790, en contenido del que muchas cosas se pueden deri-
cuando extraje de la arena del cementerio hebreo var, o más bien que las produzca espontáneamente
de Venecia la cabeza hecha pedazos de un carnero, de sí mismo y me las ofrezca, de modo que yo, en
me di cuenta de repente que también los huesos el esforzarme y en el recibir, procedo con cautela y
faciales pueden derivarse de las vértebras, porque fidelidad 24• Si en la experiencia se encuentra un fe-
tuve claramente ante los ojos el paso del primer
esfenoides al etmoides y a las fosas nasales; tuve
entonces el conjunto agrupado en su forma más 23 Goethe se refiere a la teoría del vulcanismo a la que ~1 era

general. Pero basta ya por esta vez de explicar lo contrario. Sobre ello véase G. A. Wells, «Goethe's geological
que he hecho en el pasado. Querría decir unas pa- studies», en Publications of the English Goethe Society, 35
(1965), pp. 92-137.
labras sobre cómo la expresión de aquel hombre 24 La «derivación>) a la que Goethe alude aquf no es el pro-
benévolo e inteligente me sirve todavía hoy de im- cedimiento deductivo de la matemática, sino la transición gra-
pulso y de estímulo. dual de un elemento a otro en una sucesión de fenómenos
Desde hace algunos años estoy intentando revi- constituida por una cierta relación de orden. Esta idea se verte-
sar mis estudios geognósticos, particularmente en bra, pues, sobre la imagen de la escala o de la cadena, en cuyo
origen hay claras reminiscencias alquímicas. Sobre esto puede
lo relativo a cómo y en qué medida podría conci- verse H. B. Nisbet, Goethe an.d the scientific tradition, ed. cit.,
liar estos estudios, junto con las convicciones que pp. 9 ss; R. D. Gray, Goethe the Alchemist, ed. cit., pp. 71 ss.;
de eJlos he obtenido, al menos en una cierta me- W. Brenn, Hermetik, geschichtliche Erfahnmg, Allegorie. Die
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216 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 217

nómeno cualquiera que no consigo derivar, lo dejo ERNST STIEDENROfH: PSICOLOGÍA


estar como problema, y he encontrado este modo PARA LA EXPLICACIÓN
de proceder muy ventajoso en mi larga vida, ya DELOSFENÓNffiNOS~COS
que, si también por largo tiempo no ~egaba a des-
cifrar la procedencia y la concatenaCión de un fe- Siempre he contado entre los acontec_imientos
nómeno cualquiera, y debía dejarlo aparte, des- afortunados de mi vida que cayera en m1s manos
una obra notable justamente en el momento en que
pués de años sucedia que de repente todo se acla-
ella coincidía con mi trabajo, me animara en mi
raba en la conexión más bella25• Por eso me
tomaré la libertad de exponer históricamente en actividad y así también la favorec~era. Obras ~e
este tipo se encuentran con frecuenc ta en las meJO-
estas páginas las experiencias y las observa~iones
que hasta ahora be hecho y el modo de sentrr que res épocas de la Antigüedad, pero las ?ontemp?rá-
se deriva de éL Con eJlo, si otra cosa no, será posi- neas han sido las más eficaces, pues siempre tiene
ble conseguir al menos una profesión de fe carac- para nosotros más vida lo que nos queda más cer-
terística que ilumine a mis adversarios, estimule a cano.
aquellos que razonan como nosotros y sirva a Este hecho agradable se produce para mí con
nuestros sucesores de conocimiento y, si fuese po- motivo del libro mencionado. Me ha llegado gra-
sible, de compensación. cias a la simpatía del autor justo cuando estoy a
punto de enviar, por fin, a la imprenta las observa-
ciones sobre Purkinje26, en las que he estado traba-
jando muchos años.
Los filósofos de profesión juzgarán y evaluarán
la obra; yo me limito a decir brevemente qué me
ha sugerido.
Si se piensa en una rama dejada ~n u~ arroyo
que discurre plácidamente, podemos tmagu~ar que
konstitutive Funktion von Goethes hermetisch beeinflusster sigue su camino necesariamente, pero tambtén ~o ­
Naturphilosophie fii.r die alLegorische Struktur des Faust 11,
Fischer, Frankfurt a. M., 1981. luntariamente; tal vez por un momento es detemda
25
Afirmaciones como esta desautorizan la tesis según la por una piedra, tal vez se para por algún ~empo en
cual Goethe sostiene la identidad de pensamiento e intuición, una sinuosidad, pero siempre estará mov1da por la
reivindicando un modo de pensar inmediato. Goethe contra-
pone aqu( su pensamiento «objetivo» a un procedimiento hipo-
tético que, basándose en una o en pocas experiencias, conduce
a teorizaciones precipitadas. Son las mismas razones que tiene 26 Das Sehen in subjektiver Hinsicht von Purkinje. Auszug
para criticar el método de Newton, aunque sea otra cuestión si mit Bemerkungen des Herausgebers, publicado J(Or Goeth~ ~n
esta crftica concretamente está o no justificada (cfr. más ade- Zur Morphologie, JI, 1824. Johann Evangel.Jsta PutkinJe
lante Análisis y Slnresis). Sobre esto véase M. Kleinschneider, (1787-1869) fue profesor de filosofía en Breslavta.
Goethes Naturstudien, ed. cit. pp. 147 ss.
1
218 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 219

corriente viva y seguirá siempre de nuevo en mo- gos, y por qué a vecés se encuentra teniendo que
vimiento: tal es el efecto que esta obra. coherente enfrentarse consigo mismo como con un puntual
y rica en consecuencias, me ha producido. adversario.
El autor captará, mejor que nadie, lo que quiero Así, un hombre nacido y formado en las llama-
decir con esto: de h~cbo, ya antes be expresado en das ciencias exactas no comprenderá fácilmente,
diversas ocasiones el enfado que me suscitaba, en desde la altura de su razón sólo razonante, que
mis años de juventud, la doctrina de las facultades pueda haber también una fantasía sensible exacta,
inferiores y superiores del alma. En el espíritu hu- sin la cual no es pensable el arte. También sobre
mano como en el universo no hay nada arriba o éste punto disputan los adeptos a una religión del
abajo, todo exige con igual derecho un centro co- sentimiento y los seguidores de una religión de la
mún que manifieste su secreta existencia a través razón; si, por un lado, estos últimos no quieren
de la relación armónica de todas las partes res- admitir que la religión comienza por el senti-
pecto a él. Todas las controversias de los antiguos miento, los primeros, a su vez, no quieren admitir
y de los modernos, hasta los tiempos más recien- que ella deba desarrollarse en la dirección de la
tes, nacen de la separación de lo que Dios ha pro- racionalidad.
ducido unitariamente en su naturaleza. Sabemos Estas y otras cosas semejantes me ha suscitado
bastante bien que en naturalezas hu manas singula- la obra de Ja que hablo. Cualquiera que la lea sa-
res se impone habitualmente el predominio de una cará provecho de ella a su manera, y yo puedo es-
facultad o capacidad cualquiera y que necesaria- perar, de una consideración más cercana, que me
mente se genera de ello un modo unilateral de re- proporcione ocasiones frecuentes para otras felices
presenlarse las cosas, puesto que el hombre co- observaciones.
noce el mundo sólo a través de sí mismo y, por He aquí un párrafo en el que la dimensión que
tanto, con ingenua presunción, cree que el mundo pertenece al pensamiento está inmediatamente li-
está construido según él y sus deseos. De ahí viene gada al ámbito del poetizar y del configurar, al que
que el hombre ponga en la cúspide de todo sus antes hemos hecho alusión: «De lo que hemos di-
principales capacidades y que casi quiera negar cho hasta aquí se deriva que el pensamiento presu-
completamente y suprimir de su propia totalidad pone la reproducción. Esta última se regula según
lo que en él se encuentra de inferior. Quien no está la detemrinación de la representación. Por eso, por
convencido de que todas las manifestaciones del un lado, para poder pensar válidamente, se presu-
ser humano (sensibilidad y razón, imaginación y pone una determinación suficientemente neta de la
entendimiento) deben formarse en una decidida representación actual y, por otro, la riqueza y la
unidad - cualquiera que sea la cualidad de éstas adecuada conexión de lo que debe ser reprodu-
que predomine en él-, se atormentará continua- cido. Esta conexión de lo que debe ser reprodu-
mente en una infeliz limitación, y no ·comprenderá cido, en cuanto se adapta al pensamiento, está
nunca por qué tiene tantos y tan obstinados enemi- constituida en su mayor parte en el pensamiento,
'1

220 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 221

pues lo que tiene una correspondencia entre mu- Y que así lo he sabido hacer es algo que está a la
chas cosas entra en una particular conexión por vista de todos. Ya veremos si esto puede ser ótil
medio de la mayor afinidad de su contenido. El también a los demás.
pensamiento válido dependerá, pues, en cualquier Pero, disgustado, debo observar que se ha dado
caso, internamente de la conformidad con el obje- a mis esfuerzos un significado falso. He oído que
tivo de la reproducción de la que se es capaz. se me acusa de ser un opositor, un enemigo de la
Quien en este sentido no posee nada válido no lle- matemática en general, ciencia que, sin embargo,
gará a producir nada válido. Aquellos cuyas repro- nadie estimará más que yo, pues está en disposi-
ducciones son mezquinas mostrarán pobreza de ción de llevar a cabo lo que yo no be conseguido
espíritu, aquellos cuyas reproducciones sean unila- realizar. Quisiera explicarme, pues, a este respecto
terales pensarán de modo unilateral, a aquellos cu- y para ello voy a servirme de la palabra y de la en-
yas reproducciones son desordenadas y confusas señanza de otros hombres importantes y famosos.
les faltará claridad, y así sucesivamente. El pensa-
miento, pues, no surge de la nada, sino que presu-
pone una adecuada preformación y preconexión les son «estereométricas», de estructura fija. Así, al igual que
con el objeto y, naturalmente, la necesaria comple- se pueden aprovechar cualquiera de las propiedades caracterís-
titud"» (Stiedenroth, Psicología... , p. 140). ticas de una figura geométrica, por ejemplo de un círculo, para
derivar de ella una ecuación analítica, la cual nos conduciría a
todas las demás determinaciones de la figura, es posible apli-
SOBRE LA MATEMÁTICA Y SU ABUSO car a la biología un método parecido. Este empleo de imáge-
nes matemáticas en la consideración de las formas biológicas
Desde muy temprano he tenido que reivindicar para alcanzar un pretendido conocimiento objetivo de su con-
textura, es Jo que Goethe no comparte en absoluto (cfr. H.
para mí mismo, sobre la base de mis cualidades y Braunin-Oktavio, «Cuvier und Goelhe», Goethe, 21 (1959),
de mis condiciones personales, el derecho a consi- pp. 183 ss.). Para De Candolle,la botánica debe estudiar la si-
derar, a investigar y a comprender la naturaleza en metría de los organismos vegetales, lo mismo que la cristalo-
sus orígenes más simples y secretos. así como en grafía estudia la simetría de los cristales [cfr. J. Henning,
(<Goethe and De Candolle», Modern Language Quarterly, 13
sus creaciones más manifiestas y sorprendentes, (1952), pp. 277-284]. Incluso un discípulo de Goethe, Nees
sin ayuda de la matemática27 . En lo que se refiere von Esenbeck, intentará reducir a esquemas geométricos fuD-
a mí mismo, lo he afirmado durante toda mi vida. damentales las formas orgánicas del reino vegetal. Lo caracte-
rfstico de Goethe, frente a este modo de proceder, es que
(<Jlunca piensa en formas dentro del espacio, sino en formas
27 Precisamente una de las cosas en las que Goethe se dis- del tiempo. Él trata de hacer ver lo eterno en Jo transitorio. No
tingue en Jo referente a su teoría de la naturaleza es en su dis- puede, por tanto, contentarse con Jo que es posible leer en la
tancia respecto a los distintos modos de matematizaci6n de forma estereométrica fija.» Cfr. E. Cassíter, op. cit., p. 182.
ésta. Por ejemplo, su oposición aJ concepto de tipo preconi- Sobre la actitud de Goethe ante la matemática puede consul-
zado por Cuvíer se debía, en buena medida, a la proximidad de tarse M. Dyck, «Goetbe's Views on P1,1re Mathematics>>, Ger-
éste con el método deductivo. Para Cuvier, las fonnas natura- manic Review, 31 (1956), pp. 49-69.
222 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEOIÚA DE lA NATURALEZA 223

l. D, ALEMBEJrr sideran todos juntos y se lleva a cabo una clasifica-


ción filosófica nos daremos cuenta de que no son,
«En lo que se refiere a las ciencias matemáti- de hecho, tan ricos como creíamos. No hablo aquí
cas, no debemos dejarnos intimidar en modo al- de su escasa aplicación, del poco uso que se puede
guno por su naturaleza y por su amplitud. hacer de estas verdades. Tal vez éste sería el argu-
»D~ben su certeza principal a la simplicidad de mento más débil que podría formularse contra ta-
su ObJeto. Hay 9ue reconocer abiertamente que, les verdades. Hablo de ellas consideradas en sí
puesto que las diversas partes de la matemática no mismas. ¿Qué significan la mayor parte de estos
tratan un objeto igualmente simple, así también a axiomas de los que la geometría está tan orgu-
cada una de estas partes no compete una misma llosa? Propiamente son sólo la expresión de una
certeza, es decir, la que se basa en principios nece- idea simple mediante dos .signos o palabras diver-
sariamente verdaderos y evidentes por sí mismos. sas. ¿Acaso quien dice ·que dos por dos es igual a
~~chas de es~s partes, basándose en principios cuatro tiene un conocimiento mayor que quien
~stcos, e~ decu, en verdades de experiencia, o en dice que dos por dos es igual a dos por dos? Las
sunples hipótesis, tienen, por así decirlo, sólo una ideas de totalidad, de partes, de lo mayor y de lo
certeza empírica o de simple suposición. Para ha- menor no son, estrictamente hablando, sino una
blar con exactitud, sólo aquellas partes de la mate- misma idea simple en cuanto que no se puede te-
mática que .tratan del cálculo de Las magnitudes y ner una sin representarse todas las demás a un
de Jas prop1edades generales del espacio, o sea el mismo tiempo. Ya algunos filósofos han obser-
álgebra, la geometría y la mecánica son las que se vado que muchos errores se deben al mal uso de
pueden considerar acreditadas con el sello de la las palabras. ¿Es, tal vez, de este mismo mal uso
eyidencia. Así, en la luz que estas ciencias propor- del que derivan los axiomas? Con esto no pretendo
CIOnan a nuestro espíritu, hay que observar una es- condenar su uso; sólo deseo hacer ver cuales son
pecie de gradación y algunos matices. Cuanto más sus límites. Por eso las ideas simples deben hacer-
avanzado es el objeto que abarcan y consideran de senos más propiamente nuestras por la costumbre,
un modo general y abstracto, tanto más libres de estando más a mano cuando las adoptemos de mo-
nubarrones están sus principios. Por eso la geome- dos diversos. Lo mismo digo, aunque con·las per-
tría es más simple que la mecánica y ambas son tinentes limitaciones, de los teoremas matemáti-
más simples que el álgebra. cos. Considerados sin prejuicios, se reducen a un
»S~ e~tará de acuerdo, pues, en que todos los número muy pequeño de verdades originarias.
c~noctmt~ntos matemáticos no satisfacen al espí-
Examínese una serie de proposiciones geométricas
ntu d~l rrusmo modo. Sigamos adelante y busque- derivándose las unas de las otras, de modo que dos
mos sm pre~ención a qué se limitan propiamente proposiciones cercanas se tocan inmediatamente y
e~tos conoc1mientos. A primera vista aparecen,
sin intervalo; se comprenderá, pues, que, todas
ctertamente, en muy gran número; pero si se con- juntas son sólo la primera proposición que, por así
224 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORIA DE LA NATURALEZA 225

decirlo, se transforma paso a paso en otra en conti- 2. «'I'RArrÉ DE PHYSIQUE PAR DESPR.ETZ»,
nua sucesión, avanzando hacía una consecuencia; LE GWBE, N. 0 104, P. 325
pero, realmente en virtud de esta concatenación no
es que se haya vuelto múltiple, síno que simple- «Las obras del señor Biot han contribuido no
mente ha adoptado formas diversas. poco en Francia a un tratamiento de las ciencias de
»Es como si se quisiera expresar una proposi- modo matemático: Y es cierto que la obra física de
ción así en un lenguaje que se ha alejado imper- este autor es excelente, y que sus teorías relativas a
ceptiblemente de su origen y como si, poco a la acústica y a la electricidad son obras maestras
poco, se la representase en los diversos modos que en cuanto a la exposición y el estilo. Pero, al
señalan los diversos estadios por los que el len- mismo tiempo, es necesario confesar que en este
guaje ha pasado. Sería posible reconocer nueva- libro domina una predilección por el cálculo y un
mente cada uno de estos estadios en su precedente abuso de la matemática que perjudica a la ciencia.
inmediato, pero, en una lejanía mayor, ya no se Je Así, por ejemplo, las fórmulas de las densidades
podría reconocer al depender siempre del estadio de los diversos tipos de gases son inextricables, y
que le precede inmediatamente, riúentras que, de tan fatigosas para quien quiere aprender algo
algún modo, es la misma idea la que se expresa. como del todo inútiles en su aplicación.
Igualmente se puede considerar la concatenación »En la enseñanza pública s.e adoptan común-
de numerosas verdades geométricas como la con- mente, hoy en día, la última edición del tratado de
catenación de traducciones más o menos diversas, Hauy, la obra de Beudant o el extracto de Biot.
más o menos entrelazadas, pero que expresan Las dos primeras han desarrollado la teoría de los
siempre una misma proposición, con frecuencia cristales con excesiva prolijidad de detalles, y es
una misma hipótesis. Estas traducciones son, por fácil comprender cómo el estimado Hauy ha po-
lo demás, muy ventajosas, pues nos capacitan para dido dejarse llevar hasta el punto de llenar un capí-
hacer el uso más variado del teorema que expre- tulo particular de la física con la complacencia en
san, uso más o menos valioso según la magnitud sus propios descubrimientos. Beudat, en cambio,
de su importancia y alcance. Pero también, si atri- no parece tener disculpa.
buimos un valor real a una tal traducción matemá- »En cuanto al extracto de Biot, si bien no in-
tica de un principio, es preciso reconocer que este cluye cálculos, contiene casi los mismos errores
mérito es origínariamente inherente a la proposi- que su obra principal. Desde el punto de vista del
ción misma. Esto nos enseña a comprender cuán estilo, este libro de física constituye un estudio lite-
deudores somos de los espíritus inventivos, los rario maravilloso. Se ve que Biot se ha esforzado,
cuales, descubriendo algunas de aquellas verdades sin análisis algebraicos~ por reproducir las fónnulas
fundamentales que sirven a otras muchas de fuente del cálculo en la representación de los fenómenos.
y de original, han enriquecido de veras la geome- No encontramos ni una x. Por lo demás, este ex-
tría y ampliado su dominio.» tracto es completamente matemático y demasiado
i 1~

226 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA. 227

fatigoso para el principiante. Y es que se olvida, Pero, a decir verdad, en un sentido ético supe-
con demasiada frecuencia, de que, cuando se escri- rior no hay nada que objetar a esto, pues la historia
ben obras elementales, el objetivo principal de tales de las ciencias nos enseña que justamente es esta
obras es enseñar a otros, y no brillar ellas mismas.» predilección por lo nuevo y por lo aún descono-
cido la que constituye el campo abonado para el
Estos párrafos, entresacados de una revista descubrimiento, que es favorecido por una sola
francesa muy importante, ofrecen los más claros persona, pero que tiene como consecuencia servir
ejemplos de un mal uso de la matemática. Justa- a muchos de los que también trabajan quienes no
mente la predilección por la aplicación de fórmu- querrían perder su participación en la posesión del
las va constiruyendo poco a poco su objetivo prin- conocimiento y en la alegría de la gloria.
cipal. Una operación, que debería llevarse a cabo Este aspecto es el que puede reportar con rapi-
sólo en vista de un objetivo, se convierte en el ob- dez la claridad y la perfección a un determinado
jetivo ella misma, con lo que no se producirá nin- capítulo de la ciencia. Las polémicas que, dadas
guna especie de comprensión. A este respecto re- las diversas opiniones de 'los hombres, resultan
cordamos lo que hemos dicho ya antes en alguna inevitables, no dejan que una edición se agote de-
ocasión, cuando hemos denunciado las fórmulas masiado pronto, y hacen que nuestros conocimien-
mágicas bajo las que el principio de la polariza- tos se enriquezcan de un modo prodigioso.
ción de la luz había quedado soterrado hasta el También yo, desde hace muchos años, veo de-
punto que nadie podía distinguir si debajo quedaba sarrollarse ramas particulares de las ciencias de la
sepultado un cuerpo o una carcasa. naturaleza, y observo que todo descubrimiento
Otro reproche que se debe hacer al procedi- inesperado interesa al mundo, en un primer mo-
miento de las ciencias es que, de vez en cuando, mento, como una noticia periodística, si bien
algunas disciplinas conquistan una especie de pre- luego es elaborado, examinado, criticado, expri-
dominio sobre las demás y sólo el tiempo consigue mido y, por último, clasificado e integrado.
restablecer el equilibrio. Lo nuevo, el conoci- Baste pensar en el interés general con el que fue
miento de adquisiciones recjentes, estimula la par- acogida la electricidad por las fechas en que yo
ticipación de los hombres. Hombres que se han nací. Piénsese en cuantas cosas han sido paulatina-
destacado al ocuparse, de modo eminente, de estas mente descubiertas hasta los tiempos más recien-
disciplinas, las desarrollan con agudeza, se hacen tes, y quedaremos persuadidos de que los fenóme-
de alumnos, colaboradores y seguidores, y de este nos más importantes van quedando poco a poco al
modo una parte determinada de la totalidad se margen de) interés general, en parte porque los ex-
crece basta convertirse en el punto central, mien- perimentos más notables pierden su carácter nove-
tras que las restantes van retrocediendo en sus lí- doso para el público, en parte porque hay motivos
mites y quedándose como meras partícipes de un para aspirar a: resultados más altos, pero en parte
todo. también porque una cosa particular, aislada, en la
i
228 JOHANN WOLFGANG VON GOEIHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 229

medida en que se la va vinculando poco a poco En cambio el químico pue9e preocuparse muy
con lo que le es afín, se diluye para nosotros al poco de lo que tiene forma. El persigue las leyes
perder su propia independencia. generales de la naturaleza en la medida en que
Éste es el caso del que se queja el crítico fran- también se manifiestan en el reino mineral. En éste
cés. Cuanto más predomina una parte del saber ili- coexisten tanto lo que tiene forma como lo que es
mitado, tanto más oprime a las otras, y, como su- informe y deforme. Simplemente trata de dar res-
cede con todo lo desproporcionado, determina un puesta a esta pregunta: ¿Cómo se relaciona lo par-
cierto malestar en quienes son conscientes de ello. ticular con aquél eje central, eterno e infinito en
Ya el francés observa cómo la amplia elabora- tomo al cual se mueve todo lo que es?
ción de la cristalografía ha sabido conquistarse un Ambos, el cristalógrafo y el químico, pueden,
cierto predominio sobre las ciencias próximas a no obstante, proseguir incansablemente en sus in-
ella. Y nosotros afiadiríamos que vendrá el tiempo tentos. Al fm y al cabo ·todo amigo del saber y de
en el que esta rúbrica, extremadamente significa- la ciencia debe poder ocuparse en el campo que
tiva, se encuentre completa en sí misma y alcance quiera y extraer de él lo que considere útil para el
su autononúa, pudiendo imponer la condición de suyo propio.
ciencia auxiliar a las ramas ·afines. Entonces le de- Por otra parte, podremos amenazar a la minera-
berá estar permitido que coja lo que quiera de es- logía, medio en serio y medio en broma, desde
tas ciencias afines para así completarse. otro frente, desde el lado de la geología. ¿Se le
Es algo ínsito en cualquier hombre, y es algo puede reprochar al geólogo que trate de explicar
que le viene por naturaleza, considerarse el centro su ciencia de un modo independiente, y que esta-
del mundo, porque todos los rayos parten de su blezca el valor y la importancia de todos los mine-
conciencia y a ella vuelven de nuevo. Pero, por rales concretos, sus formas cristalinas asf como
eso, ¿no se debe reprochar a los espíritus eminen- sus restantes características externas, sus propieda-
tes un cierto afán de conquista y un deseo de apro- des químicas internas y lo que se deriva de una tal
piarselo todo? elaboración, y presentarla sólo como una cierta su-
Descendiendo a los detalles, observemos que la cesión de cosas bajo las circunstancias en las que
mineralogía está ahora a punto de ser devorada por están en el mundo? También este modo de trata-
ciencias más generales cercanas a ella, de modo miento, con el que se ha trabajado mucho, podría
que en breve tendrá que luchar por su independen- resultar de gran provecho a las ciencias afines a la
cia. El cristalógrafo se está haciendo dueño y se- geología, en las cuales, sin embargo, es ahora sólo
ñor de ese campo y no del todo sin razón. Pues, ya un procedimiento incidental. En realidad, todo cri-
que la forma permanece siempre como la cosa más terio nuevo permite acceder a nuevas perspectivas
alta, ¿por qué habría que reprocharle a él conocer, y, desde la periferia de cada esfera, hay que pensar
valorar y ordenar también lo inorgánico sólo en que son infinitas y que se encuentran en relaciones
cuanto está provisto de forma? múltiples las unas con las otras.
'1

230 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE LA NATURALEZA 23)

Todo lo que aquí ha sido en cierta medida ala- niendo con brevedad el procedimiento que él pre-
bado y vituperado, auspiciado y rechazado, se re- fiere. Y sobre las cuestiones de tipo general se ex-
fiere tanto a la actuación como a la vida incesante- presa como sigue:
mente progresiva del espíritu humano, el cual «No se negará que esta construcción es muy
debe, sobre todo, consolidarse mediante la acción simple y hasta muy elegante, porque nos aporta
por la que todo lo oscilante y dudoso se afianza meridianas horizontales mediante un único proce-
verdaderamente en la más laudable actualidad. dimiento: un triángulo equilátero, una figura simé-
trica fácil de dibujar. Por eso me asombro de que
ni se le mencione en los tratados de gnomónica
3. DEL CABALLERO ClcCOLINI DE ROMA publicados en Francia y en Italia, pues en Francia
AL BARóN VON ZACH DE GÉNOVA o en Inglaterra esa construcción había sido inven-
tada ya poco antes de la mitad del siglo xvn. ¿Es
<<Esta carta, señor Barón, trata de la descripción que no se ha sabido nada en Francia y en Italia de
y de la teoría de las meridianas horizontales, que este hermoso procedimiento? ¿O es que se lo ha
hay 9ue considerar como el eje de ]a ciencia gno- olvidado? Quizás los grandes analistas del siglo
móntca. Me propongo como objetivo principal re- pasado adoptaban el método analítico para encon-
novar un método que, allí donde no ha sido olvi- trar y demostrar las dos líneas mencionadas y así
dado se ha visto abandonado, aunque es el mejor hacían difícil lo que era fácil. Todavía en nuestros
de todos los expuestos en las obras de gnomónica. días, este es el error de muchos matemáticos.
Pero, para que se aprenda a apreciar mejor ese mé- >>En obras de ciencia gnomónica que han apare-
todo de acuerdo con su valor, quiero referirme cido recientemente, se hace uso de nuevas teorías
también a aquellos otros de los que, en general, tomadas en préstamo a la geometría analitica, sin
esta ciencia también se sirve; indicaré, pues, sus reparar en que se piensa así explicar lo simple me-
errores tratando de minimizarlos lo más posible, diante lo compuesto. A este respecto yo digo con
con el fin de que quede claro, como espero, que, a Lagrange: "Todo esto no me sirve más que para
pesar de posibles correcciones a estos últimos, re- ejercitarme en el cálculo." Y es que, en efecto,
sulta preferible el primero, ya que éste, aunque toda esa suntuosidad grandilocuente es un lujo
menos conocido, es más simple, elegante y fácil inútil y un despropósito. A la ciencia gnomómica
de aplicar. Por eso confío en reconquistarle un le basta la.teoría de la esfera, las dos trigonome·
pues~o en los tratados sobre las meridianas que se trías y las secciones cónicas; con estos medios se
publican ahora y que seguirán publicándose en lo resuelven todos los problemas de esta disciplina.
sucesivo.» Pero la moda triunfa, y el mal uso, por no decir la
Luego el autor trata de explicar ampliamente lo estupidez, ha llegado realmente al colmo, y esta
que se ha propuesto, describiendo con ntinuciosi- exageración se ha extendido, por desgracia, a to-
dad los defectos de los métodos que critica y expo- das las ciencias. Los verdaderos entendidos suspi-
1
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ran y se lamentan, y a veces se burlan también, ten en fines. Y esto no es más que un expediente
como recientemente ha hecho un insigne cientí- político para hacer creer a la gente que se hace
fico al definir la obra, en varios volúmenes, de un mucho donde, en realidad, se hace poco o nada;
gran geómetra como "el apocalipsis de las mate- porque así la eficacia deja paso al simple acti-
máticas". vismo28.
»Otro científico, al que hice en relación con su Aquellas personas que tratan de alcanzar objeti-
trabajo la observación de que cierto paso de una vos simples con medios retorcidos se parecen a
ecuación a otra en la solución de cierto problema aquel mecánico que inventó una máquina compli-
no me parecía suficientemente claro, me contestó cada para extraer los tapones de las botellas, cosa
muy desenvueltamente: "¡Qué quiere usted! Yo he que se puede hacer muy fácilmente con las manos
notado la dificuJtad, pero el tiempo apremiaba .Y.
puesto que vi que los señores N., N., y N. se per-
nútían en sus obras saltos aún mayores, pues tam-
28 Buena parte de estos reproches tienen, como trasfondo, el
bién yo, para salir del apuro, me he atrevido a dar
un salto mortal." contraste de estos rasgos reseñados de la matemática con la
concepción goetheana del método morfológico. Según esta
»Por mi parte, no soy enemigo del análisis; al concepción, una demostración debería persuadir, debería re-
contrario, sin pretender ser un matemático me mover nuestras incertidumbres e insatisfacciones, y esto sólo
gusta mucho; pero no aconsejaré nunca a nadie se- se logra, no complicando el procedimiento, sino, al contrario,
guir Jos métodos mediocres de Clavius, de Tacquet aumentando la capacidad de ver, poniendo anle los ojos una
representación modélica de las relaciones en juego. Wittgens-
y de otras gentes de este género, sino que desearía tein habla, en sus Observaciones sobre los fundamentos de la
muy de veras que todos los matemáticos hicieran matemática, de que no se garantiza la comprensibilidad de una
uso en sus escritos del espíritu y la claridad de un demostración sí ésta no es paradigmática, por ejemplo si es de-
Lagrange.» masiado larga, como en el caso del mil originario (Unausend).
Este mil originario no tiene aplicación si no se le confiere una
forma a partir de una estructura como es la del sistema deci-
Estos párrafos, que hemos traducido, contienen mal. Y esto remite a una de las máximas del método morfoló-
una doble acusación contra el procedimiento mate- gico goetheano: la forma se vuelve cognoscible dentro de su
mático: en primer lugar, que en la práctica diaria contexto funcional. Si, en el caso de las metamorfosis de las
las fórmulas más elevadas y complicadas no son plantas, este contexto funcionaJ es susceptible de representa-
ción mediante ilustraciones, en el caro de las configuraciones
adoptadas simplemente cuando no bastan las pri- numéricas es la aplicación de los procedimientos matemáticos
marias y más simples, sino que se adoptan aqué- la que las desvela como transformaciones de fonnas paradig-
llas en vez de éstas sin necesidad, y con esto se máticas, y las convierte en instrumentos de investigación. De
hace difícil y se retrasa el logro del objetivo pro- allí que Goethe insista en la importancia de la rel¡!cjón medio-
fin en relación con las técnicas de cálculo y los procedimientos
puesto. geométricos. Cfr. J. Schulte, «Coro e legge. Il.metodo morfo-
Esto sucede en muchos casos, tanto de la cien- logico in Goethe e Wittgensteim>, en lntersezioni, 2 (1982),
cia como de la vida, donde los medios se convier- pp. 99-124.
,
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y los dedos de las personas. Y, ciertamente, la sim- En el primer párrafo que hemos traducido,
ple geometría, con sus rúbricas más elementales, D' Alembert compara una serie de proposiciones
al estar más próxima al sentido común aporta ya geométricas, derivadas la una de la otra, con una
mucho, y es útil, sobre todo, en sentido espiritual, especie de traducción de un idioma a otro que se
pues lleva al intelecto humano directamente al ob- habría desarrollado a partir del primero. En esta
jetivo, exige lo que es útil y trata de atajar los obs- concatenación, sin embargo, podría estar conte-
táculos. El ejemplo citado de las meridianas puede nida tan sólo la primera proposición, aunque
servirnos en lugar de una explicación minuciosa. vuelta más clara y más accesible al uso. Y esto su-
Pero la segunda acusación que aquel amigo ro- poniendo que en una empresa• .ya de por sí dudosa,
mano hace a los matemáticos, la acusación de des- se haya conseguido mantener una alta estabilidad.
honestidad, es la más grave que se le puede hacer, Pero, cuando nuestro amigo romano, en la solu-
y por extensión también a cualquiera que se dedi- ción de un cierto problema, encuentra poco cl4ro e
que a la ciencia. En los asuntos mundanos, en los inadmisible un determinado paso de una ecuación
que cabe pensar en acciones contrapuestas y en los a otra, y el experto que escribe aquel trabajo no
que, en sentidos diversos, se habla de lo mío y de sólo reconoce haberse dado cuenta de la dificultad
lo tuyo y de la consecución de objetivos particula- sino que llega incluso a decir que muchos de Jo~
res, no siempre se puede proceder con honestidad. que pertenecen a su corporación se permiten en
Y hasta una disculpa puede ser el beneficio obte- sus obras saltos aún mayores, me pregunto qué
nido, porque de este modo se pueden silenciar, confianza se puede tener en los resultados de esas
más o menos, Jos reproches que, en todo caso, se fórmulas mágicas y, en particular, si no sería acon-
nos podrían hacer. Pero en un asunto de ciencia, sejable al profano atenerse a la primera proposi-
donde no debe tener cabida nada particular, nada ción e investigarla hasta donde se lo permitan la
momentáneo, sino que todo debe dirigirse hacia lo experiencia y el sentido común, aprovechar lo que
universal, hacia lo eterno, algo así es extremada- haya encontrado y rechazar por completo todo lo
mente reprobable. En cualquier ocupación, y, por que esté fuera de su control.
tanto, también en la ciencia, las individualidades Y así, como disculpa y justificación de todo lo
limitadas constituyen ya, por ellas mismas, un dicho, valga el lema con el que la eminente per-
obstáculo suficiente; testarudez, presun.ción, envi- sona a la que debemos las noticias relatadas pro-
dia, rivalidad obstaculizan, en diversos sentidos, el cede en el campo de las ciencias, y produce cosas
progreso. Pero a todas estas pasiones repugnantes inestimables sirviéndose de él como de una guía
viene a añadirse fmalmente la deshonestidad, que para su acción:
puede oscurecer muy bien medio siglo de descu- Sans franc-penser en J'exercice des lettres
brimientos y, lo que es peor, impedir su aplicación. n n'y a ni lettres, ni sciences, ni esprit, ni rlen.
Articulemos una vez más esa acusación resu-
PLUTARCO
miéndola y sopesándola:
,
236 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORiA DE U NATURALEZA 237

FILOSOFíA DE LA NATURALEZA e] sentido interno. Cuando el hombre, convencido


del contenido de sus propósitos, se vuelve hacia el
Un pasaje de la Introducción de D' Alembert a exterior y pretende del mundo, no sólo que esté de
la gran Enciclopedia francesa, cuya traducción no acuerdo con sus ideas, sino que se adapte a él, que
es cuestión de reproducir aquí, ha sido de gran im- obedezca a esas ideas y que las realice, sólo enton-
portancia para nosotros. Comienza en la página X ces tiene lugar para este hombre la importante ex-
de la edición en cuarto con las palabras A l'égard periencia que le permitirá establecer si se ha equi-
des sciences mathématiques, y termina en la pá- vocado en su empresa, o si su época no está en
gina XII con étendu son domaine. Su final, que se condiciones de comprender la verdad.
liga con el principio, contiene esta gran verdad: No obstante, queda un signo distintivo funda-
que en las ciencias todo se basa sobre el conte- mental por el cual la verdad se puede distinguir,
nido, sobre la validez de un principio establecido del modo más seguro, del engaño: la verdad actúa
al comienzo y sobre la pureza de las intenciones. siempre de modo fecundo y favorece a quien la
También nosotros estamos convencidos de que posee y la protege; lo falso, en cambio, permanece
esta gran exigencia debe hacerse valer no sólo en allí como tal, muerto y estéril, y hay que conside-
el caso de las matemáticas, sino en todas las cien- rarlo como una necrosis en la cua1 la parte que
cias, en las artes y en Ja vida. muere impide a la parte viva permanecer sana.
No se repetirá nunca lo suficiente que el poeta,
como el artista figurativo, debe ante todo advertir
si el objeto que va a tratar es tal que de él se puede LA NATIJRALEZA
desarrollar una obra multiforme, completa, sufi-
ciente. Si se descuida esto cualquier otro esfuerzo ¡Naturaleza! Por ella estamos rodeados y en-
es completamente vano: el pie y la rima, la pince- vueltos, incapaces de salir de ella e incapaces de
lada y el golpe de cincel se malgastan inútilmente. penetrar más profundan{ente en ella. Sin ser reque-
Y también, si una ejecución magistral puede fasci- rida y sin avisar nos arrastra en el torbellino de su
nar por unos momentos a un espectador inteli- danza y se mueve con nosotros hasta que, cansa-
gente, éste sentirá inmediatamente la falta de espí- dos, caemos ren<lidos en sus brazos.
ritu de la que adolece todo lo que es falso. Crea eternamente nuevas formas; lo que aquí
Todo depende, pues, tanto en el campo artístico es, antes aún no había sido jamás; lo que fue no
como en el de las ciencias naturales, y también en vuelve a ser de nuevo. Todo es nuevo y, sin em-
el matemático, de la verdad de los fundamentos bargo, siempre antiguo.
cuyo d~sarrollo no se muestra en la especulació~ Vivimos en su seno y ]e somos extrafios. Habla
tan fácilmente como en la práctica. Esta última es continuamente con nosotros y no nos revela su se-
Ja piedra de toque de lo que el espíritu ha conce- creto. Actuamos constantemente sobre ella y, sin
bido, de lo que ha sido considerado verdadero por embargo, no tenemos sobre ella ningún poder.
,
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Parece haberlo orientado todo sobre la indivi- su genio. Quien no la ve por doquier, no la ve en
dualidad y nada le importan los individuos. Cons- ninguna parte de manera justa.
truye siempre y siempre destruye, y su taller es Se ama a sí misma y tiene fijos eternamente en
inaccesible. sí misma innumerables ojos y corazones. Se ha se-
Vive toda en sus hijos, pero la madre ¿dónde parado en sí misma para poderse gozar. Hace na-
está? Es la artista única que, desde la materia más cer siempre otras criaturas que la gocen en el de-
simple, alcanza los más grandes contrastes, y sin seo insaciable de comunicarse.
apariencia de esfuerzo se eleva a la máxima per- Se complace en la ilusión, y quien destruye esta
fección -a la más rigurosa determinación, siem- ilusión en sí y en los otros es castigado por la na-
pre impregnada de cierta delicadeza- . Cada una turaleza como por el tirano más severo. A quien la
de sus obras tiene una esencia propia, cada una de sigue confiadamente, lo estrecha como a su hijo
sus manifestaciones tiene el concepto más aislado, contra su corazón.
y, sin embargo, forman un todo único. Sus hijos son innumerables. Con ninguno, en
Ella recita uo drama: no sabemos si elJa misma general, es avara, pero tiene predilectos con los
lo contempla y, sin embargo, lo recita para noso- que se prodiga mucho y a los que sacrifica mucho.
tros, espectadores sentados en un rincón. Lo que es grande lo tiene bajo su protección.
En ella hay eterna vida, un eterno devenir, un Hace brotar sus criaturas de la nada, y no les
perpetuo movimiento, y, sin embargo, no da pasos dice ni de dónde vienen ni a dónde van. Sólo de-
hacia delante. Se transforma eternamente y no ben correr; ella conoce el camino.
hay en ella ni un momento de quietud. El dete- Tiene pocos resortes, pero nunca están inertes,
nerse no tiene para ella significado, y su maldi- sino siempre operantes, multiformes siempre.
ción pesa sobre la inmovilidad. Es firme. Su paso Su drama es siempre nuevo, pues crea siempre
es mesurado, sus excepciones raras, sus leyes in- nuevos espectadores. La vida es su hallazgo más
variables. bello, y la muerte su estratagema para tener más
Ha pensado y medita constantemente, pero no vida.
como un hombre, sino como naturaleza. Se ba re- Envuelve al hombre en la oscuridad y lo em-
servado un significado propio omniabarcante, que puja eternamente hacia la luz. Le hace dependiente
nadie puede captar. de la tierra, torpe y grave, pero siempre de nuevo
Los hombres están todos en ella y ella está en le hace despabilar.
todos. Con todos la naturaleza lleva a cabo un ami- Suscita necesidades porque le gusta el movi-
gable juego y se alegra tanto más cuanto más se la miento; la maravilla es que obtenga tanto movi-
vence. Con muchos su juego es tan secreto que miento con medios tan limitados. Cada necesidad
acaban antes de que se den cuenta de él. es un beneficio: tan pronto satisfecha y tan pronto
También lo más desnaturalizado es naturaleza, de nuevo vuelta a suscitarse. Constituye una nueva
también el filisteísmo más ramplón tiene algo de fuente de placer hacer que esto dé de sí el má-
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xímo, pero enseguida la naturaleza restablece el con buenos fines, y lo mejor es no darse cuenta de
equilibrio. En cada momento su mirada está ten- su astucia. Es un todo, pero nunca está completa.
dida hacia lo más lejano y en cada instante está en Lo que hace hoy podrá hacerlo siempre.
la meta. A cada uno se Je aparece de una forma singular.
Es la vanidad misma, pero no para nosotros, Se esconde bajo mil nombres y términos, pero
para quienes se convierte en la cosa más impor- siempre es la misma.
tante. Así como me ha sacado a escena, también me
Deja que los niños se diviertan con ella, que los echará fuera. Pero confío en ella. Puede hacer con-
necios se pongan por encima de ella, y que miles migo lo que quiera. No odiará su propia obra. No
de personas se den de bruces contra ella sin notar hablo yo de la naturaleza. No, ella ha dicho ya lo
nada; pero de todos obtiene su alegría y con todos que es verdadero y lo que es falso. Todo es culpa
hace sus cuentas. suya, todo es mérito suyo.
A sus leyes se obedece incluso cuando nos opo-
nemos a ellas; se actúa con la naturaleza también
cuando se quiere actuar contra ella. EXPLICACIÓN DEL ENSAYO AFORíSTICO
Todo lo que da lo transforma en beneficio pro- «LA NATURALEZA»
pio, pues lo hace de antemano indispensable. In-
duce a que se la desee y huye para que nunca se Este ensayo, encontrado entre el legado episto-
esté saciado de elJa. lar de la duquesa Ana Amalia de respetada memo-
No tiene lenguaje ni discurso, pero crea lenguas ria, se me ha hecho llegar recientemente. Está es-
y corazones a través de los cuales siente y habla. crito por una mano bien conocida, de la que acos-
Su corona es el amor. Sólo mediante el amor tumbraba a servirme yo en mis trabajos en los
nos acercamos a ella. Cava abismos entre todos los años ochenta29 .
seres, pero todos aspiran a reunirse. Lo ha aislado No puedo realmente acordarme si el autor de
todo para reunirlo todo. Con un par de tragos de la estas consideraciones soy yo mismo, aunque con-
copa del amor recompensa el tormento de toda una cuerdan con las ideas que en aquella época mi es-
vida. píritu se había forjado. Me gustaría llamar aquel
Lo es todo. Se premia y se castiga ella misma. estadio de mi visión del mundo un «comparativo»,
Se alegra y se atormenta. Es ruda y dulce, amable que estuviese impulsado a expresar su tendencia a
y terrible, débil y omnipotente. Todo está siempre un superlativo aún no alcanzado. Se nota la incli-
en ella. No conoce ni pasado ni futuro. El presente
es su eternidad. Es benévola. Y yo la alabo con to-
das sus obras. Es sabia y silenciosa. No se le 29 Goethe alude a Seidel, que fue su secretario. El manus-
arranca ninguna explicación ni concede ningún re- crito a) que se hace referencia aqu! tiene correcciones del pro·
galo si no es de forma voluntaria. Es astuta, pero pio Goethe.
i

242 JOHANN WOLFGANG VON GOEfHE TEOIÚA DE LA NATURAl-EZA 243

nación a una especie de panteísmo en cuanto que tuve la suerte de alcanzar tanto la intuición como
se piensa, en el fundamento de los fenómenos, una el concepto de la metamorfosis de las plantas. La
esencia inescrutable, incondicionada, humorística, metamorfosis en el reino animal se encontraba a
que se contradice a sí misma y que, para quien se un paso, y, en 1790, en Venecia, se me manifestó
lo toma todo en serio, puede parecer un juego. el origen del cráneo a partir de las vértebras; seguí
Sin embargo, la culminación que le falta es la entonces aún más afanosamente la construcción
intuición de los dos grandes impulsos de toda la del tipo, en 1795 dicté su esquema a Max Jacobi
naturaleza: el concepto de polaridad (Polaritiit) y en Jena, y muy pronto tuve la alegría de verme se-
el de crecimiento gradual (Steigerung); aquélla, guido en este campo por naturalistas alemanes.
inherente a la ma[eria en cuanto materialmente Si nos representamos la elevada ejecución en
pensada; éste, en cambio, inherente a la materia en virtud de la cual, ante el espíritu humano, todos
cuanto la pensamos espiritualmente; aquélla con- Jos fenómenos naturales han sido poco a poco con-
siste en un continuo atraer y rechazar; éste, en una catenados, y después se lee una vez más el ensayo
aspiración incontenible hacia lo alto. Pero, puesto del que hemos partido y se lo medita con cuidado,
que la materia no existe ni puede ser eficaz nunca confrontaremos no sin una sonrisa aquel «compa-
sin el espíritu ni el espíritu sin la materia, también rativo», como lo be llamado antes, con el superla-
la materia es suceptible de crecimiento gradual, tivo con el que aquí se concluye, y nos alegrare-
mientras que el espíritu no deja de atraer y de re- mos de cincuenta años de progresos.
chazar, tal y como es capaz de pensarlo sólo aquel
que baya separado lo bastante para poder reunir
luego, y reunido lo bastante para poder de nuevo ANÁLISIS Y SÍNTESIS
separar.
En aquellos años en los que este ensayo fue es- El señor Victor Cousin, en su tercera lección de
crito, me ocupaba sobre todo de anatomía compa- este año sobre la historia de la filosofía, alaba el
rada, y en 1786 me esforzaba de manera indecible siglo xvm sobre todo porque, en la práctica de las
en obtener la adhesión de otros a mi convicción de ciencias, se ha servido preferentemente del análi-
que no se podía contestar el hecho de que también sis y se ha guardado de la síntesis, es decir, de las
el hombre tiene el hueso intermaxilar. La impor- hipótesis; pero, después de haber aprobado casi
tancia de esta afmnación escapaba incluso a inteli- con exclusividad este procedimiento, observa que
gencias muy buenas, los mejores observadores ne- no se debe descuidar del todo la síntesis, sino que
gaban su exactitud, y yo debí, como en tantas otras hay que servirse de ella de vez en cuando aunque
cosas, seguir si lenciosamente mi camino por mi siempre con cautela.
cuenta. Al meditar sobre estas declaraciones nos ha ve-
Seguí incansablemente la versatilidad de la na- nido ante todo a la mente que, incluso desde este
turaleza en el reino vegetal, y en 1788, en Sicilia, punto de vista, al siglo xvm le ha quedado todavía
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mucho por hacer. De hecho, los amigos y cultiva- Lo mismo hemos hecho para exponer todos
dores de las ciencias deberían estar muy atentos aquellos fenómenos a los que se accede en la do-
para no dejar de comprobar, de desarrollar y de ble reflexión. Ambas cosas las dejamos a un futuro
poner en claro las falsas síntesis, es decir, las hipó- más o menos próximo o lejano, con la conciencia
tesis que nos han sido transmitidas, y para devol- de haber devuelto a la naturaleza aquellas investi-
ver al espíritu su antiguo derecho a ponerse frente gaciones y de haberles restituido su verdadera li-
a frente.ante la naturaleza. bertad.
Citemos aquí dos de tales falsas síntesis: la des- Pasamos ahora a otra consideración más gene-
composición de la luz y su polarización. Ambas ral: un siglo que se limita únicamente al análisis y
son palabras vacías que no dicen absolutamente tiene casi miedo a la síntesis no está en eJ camino
nada a quien piensa, pero que son repetidas con adecuado30; pues sólo ambas cosas juntas, como
frecuencia por los hombres de ciencia. expiración e inspiración, constituyen la vida de la
No es suficiente con que en la observación de Ja ciencia.
naturaleza apliquemos el procedimiento analítico, Una hipótesis equivocada es mejor .que ninguna
es decir, que de un objeto dado cualquiera desarro- hipótesis, pues el hecho de que esté equivocada no
llemos todas sus particularidades posibles para co- es ningún perjuicio, sino si se consolida, si es
nocerlo de este modo. Tenemos que aplicar tam- aceptada universalmente y se convierte en una es-
bién este mismo análisis a las síntesis existentes pecie de artículo de fe del que a nadie le está per-
para averiguar si se ha procedido de manera justa mitido dudar y que nadie tiene el derecho a exami-
y si se ha operado siguiendo un método adecuado.
Por eso hemos analizado pormenorizadamente
el procedimiento de Newton. Él comete el error
30 Goethe vuelve aquí, al final de su vida. sobre este con-
de tomar como fundamento un único fenómeno
flicto que atraviesa prácticamente toda su actividad científica.
por lo demás artificiosamente falseado, de cons- De hecho, su teoría de la metamotfosis y sus experiencias bo-
truir sobre él una hipótesis y, partiendo de ésta, de tánicas en Italia son presentadas, con frecuencia, como una
querer explicar Jos fenómenos más variados e ili- victoria del espíritu sintético sobre el espíritu anaUtico, un
mitados. triunfo de la continuidad sobre la discontinuidad. Goethe, no
En la Teorfa de los colores nos hemos servido obstante, aspira a la complementariedad de ambos procedi-
mientos, y eso es lo que parecen reflejar sus alabanzas, tanto a
del procedimiento analítico y hemos hecho lo po- Linneo, un genio eminentemente clasificador, como a Buffon,
sible por presentar todos los fenómenos en una que declara que la naturaleza no tiene ni clases ni géneros,
cierta sucesión, tal y como nos son conocidos, sino que en ella todo está en relación, como resultado armó·
para establecer hasta qué punto es posible encon- nico de un plan general que unifica la diversidad aparente de
los seres. Sobre esta problemática cfr. H. Hegge, «Theory of
trar un universal bajo el que ellos pudieran en todo Science in the Light of Goethe's Science of Nature», en P.
caso ser ordenados; y creemos, así, haber prepa- Amrine y otros (eds.), Goethe and the Scie11c~s: A Reapprai·
rado el camino al cometido del siglo XIX. saJ, Reidel, Dordrecht, 1987, pp. 195-218.
'i

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nar; de ahí es de donde procede el daño que pade- de ello los más tristes ejemplos; pues, en el fondo,
cen siglos enteros. él hace su trabajo para alcanzar finalmente una
La teoría de Newton podía haber sido expuesta nueva síntesis. Pero, si en la base del objeto estu-
y, ya en su misma época, se habrían revelado sus diado no ve ni hay ninguna, en vano él se esfor-
defectos; pero los demás grandes méritos de este zará en descubrirla. Todas las observaciones se
hombre, su posición en la sociedad y en el mundo convierten entonces en obstáculos para él, y tanto
científico impidieron salir a la luz el parecer con- más cuanto más aumenta su número.
trario. De manera particular, no obstante, los fran- Lo primero que se impone al ana1ista es, pues,
ceses tienen la mayor culpa de la difusión y fosili- averiguar, o mejor dirigir su atención al hecho de
zación de esta teoría. Por ello, en el siglo XJX, para si se las va a ver con una misteriosa síntesis, o
reparar aquel error, deberían ser favorables a un bien si aquello de lo que se ocupa es sólo un agre-
análisis renovado de aque1Ia hipótesis confusa y gado, una mezcolanza, una yuxtaposición, o de
esclerotizada. qué modo sería posible modificar todo esto. Una
El punto fundamental que parece perderse de sospecha de este género la suscitan aquellos capí-
vista cuando se aplica exclusivamente el análisis, tulos del saber en los que no se consigue avanzar.
es que todo análisis presupone una síntesis. Un En este sentido se podrían hacer utilísimas refle-
montón de arena no se puede analizar, pero si se xiones sobre la geología y la meteorología.
compone de partes diversas, por ejemplo de arena
y oro, entonces el lavado es un análisis en el que el
elemento más ligero discurre y permanece el que EFECfOS FÍSICOS
es más pesado.
De mis aproximaciones y esquematizaciones fí-
Así, la química moderna se funda principal- sicas, que formulo muy rápidamente, quiero hacer
mente en la división de lo que la naturaleza ha saber lo que sigue. Actualmente se encuentran en
unido; suprimimos la síntesis de la naturaleza para esta sucesión:
conocerla en sus elementos separados.
¿Hay una síntesis más elevada que un ser vivo?; magnéticas
¿y por qué tenemos que atormentarnos con la ana- tunnalínicas
tomía, la fisiología y la psicología si no es para ha- eléctricas
cernos de alguna manera una idea del conjunto, galvánicas
que se recrea de continuo por mucho que lo halla- perkínicas
mos descompuesto en sus partes? cromáticas
Uno de los grandes peligros que amenazan al sonoras
analista es eJ de aplicar su método allí donde en la
base no hay ninguna síntesis. En tal caso su tra- del gusto
bajo se convierte en un esfuerzo inútil, y tenemos del olfato
i

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Y ahora las explicaciones: los nervios y los músculos, impresionan en


Los efectos magnéticos siguen siendo los más general el ojo como luz, el gusto como ácito, el
generales, porque están limitados a un cuerpo es- músculo haciéndole respingar, así que se ha llegado
pecífico; se refieren sólo al hierro y, según mi con- a la convicción de que el proceso vital de las natura-
vicción, las cosas serían de manara muy diversa si lezas orgánicas es un proceso galvánico continuo.
se llegaran a descubrir en otro cuerpo. Los efectos perkínicos son una modificación de
Los efectos turmalínicos no pertenecen sólo a los galvánicos. Aquéllos son excitantes, éstos cal-
la tunnalina, sino también al jacinto, al crisolito y mantes, pero ambas cosas se vuelven una. No son
a la esmeralda. El efecto no se muestra a una de despreciar, incluso si es muy difícil hacer la ex-
misma temperatura, como el magnético, sino por periencia.
calentamiento y enfriamiento. Partes ligeras, com-
pletamente extrañas, se atraen y se repelen. Van, N.B. Aquí debería estar, meo voto, el así lla-
pues, ya hacia una mayor universalidad, pero es mado magnetismo animal. De hecho, dos naturale-
todavfa la polaridad del cuerpo. zas orgánicas producen en general efectos excitan-
Los efectos eléctricos pueden producirse en to- tes o soporíferos mediante acercamientos, así
dos los cuerpos, en algunos más que en otros. Si como mediante contactos casi ideales. La dificul-
llamase al imán y a la turmalina hennafroditas, los tad de llevar a cabo experimentos genuinos en este
efectos eléctricos serían ya de un género distinto. campo es de esperar que se mantenga todavía por
Estas dos materias, o cualquiera que sea el nombre mucho tiempo, de modo que no se podrá aventurar
simbólico con el que este fenómeno realmente nada genial y afortunado.
opuesto se quiera designar, son excitadas en cuer-
pos distintos mediante el frotar, el sacudir, el de- Los efectos cromáticos y sonoros se ligan en
rretir y el enfriar. Los efectos magnéticos y turma- cjerto modo bien con los efectos físicos de los que
línicos están siempre vinculados al cuerpo, mien- hemos hablado; pero se les haría un flaco favor si
tras que los eléctricos pueden estar separados del se les quisiera encerrar en estos límites y perderlos
cuerpo que los ha producido. De los dos primeros en esa generalidad. Ellos están increíblemente más
no se está cierto de en qué medida actúan sobre las arriba, ya sea en lo referente a la multiplicidad de
naturalezas orgánicas. El efecto eléctrico actúa so- su aparecer, ya en cuanto a la posibilidad de su
bre los nervios. Nada que decir sobre otros efectos aplicación estética, lo que en el fondo es lo
generales suyos de tipo destructivo e inflamatorio. mismo. Tienen la enorme ventaja de actuar prefe-
Efectos galvánicos. Parecen reducirse de modo rentemente por determinados sentidos.
particular a metales. De este eminente fenómeno Como el imán actúa sobre el hierro, así el color
suc~en dos especies, aunque yo supongo que con sobre el ojo, y diría yo que así como el ojo está
un tipo de metal es ya suficiente. No sé si así se ob- por encima del·hierro, mucho más el color está por
tendría el fenómeno. Actúan eminentemente sobre encima del efecto magnético.
250 JOHANN WOLFGANG VON GOETHE TEORÍA DE LA NATURALEZA 251
Quien quisiera disminuir los efectos físicos más De esto se ha hablado mucho.
elevados que conocemos, el color y el sonido, se En cuanto a los efectos del gusto y el olfato
limitaría mucho. Y quien quisiera encumbrar los tengo todas las razones para dejárselos a la Quí·
efectos físicos inferiores se abandonaría a un sim- mica; al menos en el punto en que están ahora sólo
ple juego imaginativo. Lo más importante es lo de una forma muy forzada podría inscribir estos
que es conforme a la naturaleza orgánica, sobre efectos en las rúbricas de la Física.
todo en sus condiciones más elevadas, por cuanto Por esta vez es todo lo que puedo decir. Cierta-
ella puede y debe permanecer en combinación con mente un coloquio en tomo a un argumento tan
su base terrenal. elevado sería más fecundo.
Lo cromático tiene algo de particularmente do-
ble y, dicho sea entre nosotros, una especie de do-
ble hermafroditismo, una singular exigencia, vin-
culación, mezcla, neutralización, anulación, etc. Y,
por otra parte, posee una tendencia a producir
efectos fisiológicos, patológicos y estéticos, que,
incluso sus más grandes conocedores se quedan
siempre estupefactos con él. Y es siempre tan cor-
póreo, tan material, que no se sabe qué decir.
Los efectos sonoros hay que ponerlos práctica-
mente por encima de todos. Si el lenguaje no fuese
incontestablemente la cosa más alta que tenemos,
yo pondría la música aún por encima del lenguaje
y, en suma, en la cima de todo.
Al menos a mí me parece que el sonido es ca-
paz de una multiplicidad aún mayor que el color y,
si bien también en él tiene lugar la más simple ley
física de la dualidad; si bien, considerado en sus
primeros orígenes se suscita por causas mucho
más comunes que el color, posee, sin embargo,
una increíble flexibilidad y posibilidad de relacio-
nes que queda por encima de todo concepto y tal
vez permanecerá así toda la vida; aunque yo no he
abandonado hasta ahora la esperanza de poder ex-
traer el elemento ffsico simple de la música con-
vencional importada.

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