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Hablemos sobre esta obra, La Dama De Las Camelias, una obra de teatro que adapta e
interpreta al libro que lleva el mismo nombre escrito por Alejandro Dumas hijo. La adaptación
a la que nos referiremos será la de Neill Barlett
La historia nos muestra la breve vida y prolongada muerte de Margarite Gautier, una
cortesana (prostituta de cierto refinamiento y, usualmente, con clientes aristócratas o
burgueses) reconocida y muy solicitada que vivía rodeada de lujos y fiestas en la gran
ciudad de Paris, Francia alrededor de los años 1840. Una mujer exquisita, jovial y viva como
un fresco verano muy a pesar de la enfermedad mortal que le pisa las faldas y que no le
permite, en ningún momento, olvidarse de que su féretro la espera con cada año, cada mes,
cada día, cada hora y cada segundo que pasa.
El tiempo de Margarite está sentenciosamente contado y ella lo sabe. La tuberculosis le
cierra la garganta para cortar su melodiosa risa, le roba el bello tono rosa a sus mejillas así
como el rojo provocativo a sus hermosos labios y le arrebata la felicidad y el placer que
todos encontramos en la certeza de que hay un mañana para nosotros… Aún con esto,
Margarite no es una mujer que deje a la suerte o destino de Dios su placer ni que se
doblegue a las recomendaciones de descanso que sus médicos le ofrecen, ella sabe que
morirá joven, que la enfermedad se la llevará antes de que pueda lamentarse, por tanto, es
ella quien decide y define qué calidad de vida mantendrá mientras espera su salida de este
mundo, portando orgullosa sus mejores vestidos, cubriendose de sus más costosos regalos,
gastando más de lo que tiene, bebiendo más de lo que puede y saliendo más de lo que
debería.
Ya descrito el simple pero concreto plan de vida de Gautier tengo la obligación de describir el
hecho, o más bien la persona, que interrumpió el curso de las cosas, que alteró el frágil
orden en la ya tempestuosa vida de Margarite y que, probablemente, podríamos definir como
su más fuerte esperanza y a la par como su más inocente condena.
Fue en un teatro en donde La Dama de las Camelias, Margarite Gautier, y el joven Armand
Duvall fueron presentados por un amigo y conocido en común de nombre Gastón. El
encuentro fue breve, el joven estaba embelesado por la belleza de Margarite y su ya
característico encanto, tanto fue para Armand la admiración por la mujer que tenía frente a
é,l que ni siquiera le importó ser desairado directamente por la dama con una simple
carcajada y una broma sobre su evidente inexperta atracción hacia ella.
Para ella no fue más que otro coqueteo discreto con un joven promedio del cuál se olvidó a
penas lo presentaron, para una mujer como aquella el asunto no fue más un encuentro tan
casual como insignificante, sin la reelevancia necesaria para siquiera dedicarle un
pensamiento fugaz, fue nada, menos aún que nada, simplemente lo olvidó.
Para él, para él fue como caer directo y sin protección desde el cielo a las manos de La
Dama de las Camelias. Armand ya conocía la existencia de tan intrigante mujer, y cómo no
hacerlo, la había visto en algunas tiendas, incluso había preguntado su nombre más de una
vez tiempo antes de ser formalmente presentados. Como era de esperarse en un hombre
tran simple, a primera vista el pobre joven resultó inevitablemente flechado por su belleza y,
cuando la conoció, por su carisma tan exepcionalmente atractivo, juguetón, coqueto e
incluso intelectual, como correspondía, claro, a una cortesana de su nivel. Una dama
deliciosamente especial.
Fue así pues que durante dos años el joven Armand se presentó en la casa de Margerite sin
dejar alguna carta, recado o indicio de su identidad, simplemente la visitó a acausa de que
estaba enferma y él, irremediablemente flechado, se preocupaba por su salud.
Al tercer año de haberla conocido en el teatro volvieron a verse y Armand como joven
inexperto que era le declaró su amor a Margerite, quien, por supuesto, se rió de él y de sus
desenfrenados afectos.
Aún así, Margerite siendo quien es aceptó su cortejo y acordó seguir viendose con él aunque
no sin antes dejarle en claro todo lo que implicaba su vida, sus clientes, quienes trendrían
prioridad por arriba de él, su falta de compromiso para con nadie que no fuera ella misma y
su fatal pronóstico médico. El joven, ingenuo, sin detenerse a pensar en ninguna de las
implicaciones de aquello, con tal de tenerle sin importar a qué costo, aceptó a todo,
entregándose a la voluntad de su dama con los ojos cerrados y el corazón abierto.
Y así fue como, sin pensarlo ni preveerlo, ambos amantes se vieron envueltos, arrasados y
consumidos en un romance tan efímero y placentero como fatal y funesto, para al menos
uno de ellos.
Un aspecto pequeño pero rescatable es la calidad de los diálogos, no hay que olvidarnos de
que estamos hablando de una obra del 1890, es obvio que el vocabulario y la manera
popular de expresarse ha cambiado mucho desde esa época hasta la actualidad. En mi
expreriencia como lectora de libros clasicos puedo afirmar que los diálogos de éstos están
siempre bellamente cuidados y que en ocasiones, si no se está acostumbrado a tal estilo,
puede resultar confusa su comprensión. Algo que noté en esta obra es que los diálogos eran
perfectamente comprensibles, sencillos y precisos para que la obra no se extendiera tanto
pero sin quitarle ese estilo caracterísatrico que ya he mesionado. Una ligera elegancia en
cada frase, claro que, dicha elegancia depende meramente del personaje, por ejemplo,
Margerite se expresa casi siempre con un ingenio de palabra coqueto y divertido muy
adecuado a quien ella es y lo que representa, por otro lado su vecina Prudance tiene un
modo de hablar mucho más ordinario y desprovisto del encanto que acompaña siempre a las
palabras de Gautier. Detalles que acaban por definir a un personaje de otro más allá de la
apariencia, me agradó que la obra no declinara en estos aspectos.
Otro aspecto muy común y usado ocasionalmente en esta obra de teatro fue la ruptura de la
cuarta pared, un recurso que yo personalmente adoro observar en productos artístisticos, sin
embargo debo ser honesta y acepto que en esta obra lo sentí en, algunos momentos,
forzado o fuera de lugar.
En un inicio, en la escena 1 del primer acto utilizan por primera vez este recurso en un sutil
comentario de Prudence, cuando se encuentra subastando la casa de Margerite y sus
bienes: “…Pero mira nada más, qué público tan más variado ha venido a la subasta…” es lo
que dice el personaje en un diálogo que sigue con un tono muy casual y restándole
importancia a la ruptura de la cuarta pared dejando un momento muy ameno para la
audiencia quienes se encuentran disfrutando de la cómica o sorpresiva acción de romper
ese velo dentro del teatro que separa la acción ficticia de la realidad.
Por otra parte, hubo momentos, en los que simplemente este recurso se sintió fuera de lugar
y en lugar de aportar restó al ritmo de la trama y la importancia y crudeza del momento.
Específicamernte me refiero a momentos antes de la escena de la muerte de Margerite,
cuando Gastón expresa que no quiere ver a La Dama de las Camelias en sus últimos
momentos ya que “no tolera ver cómo la belleza extraordinaria se marchita”, con un tono y
una interpretación tan buenas que cala en los huesos la vileza bajo sus palabras, es un
momento serio donde todas las “amistades” de Gautier son desenmáscaradas, dejando en
evidencia a los falsos, un momento fuerte en la trama que se desarrolló perfectamente hasta
el momento en el que el actor de Gastón (el cual ya iba de salida de escena) regresa
inesperadamente quitándose el tono serio de lo que acaba de decir, se asoma casualmente
y se dirije al público: “Sí saben que ésta es una historia real, ¿verdad?” dice, en un tono
casual y despreocupado.
Desde mi punto de vista sentí esto tan incómodo como una piedra en el zapato, creo que si
querían compartir esa información con el público pudo ser de otra manera y en otro
momento, de la manera en la que lo llevaron acabo fue desepcionantemente anticlimático,
ya que hasta ese momento la obra pudo manejar a la perfección sus tintes cómicos y
dramáticos.
Una obra que merece ser vista y reconocida, una obra que le recomiendo para un rato de
sentimiento y algo de gozo. Por su atención, gracias.