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ANTES QUE ME OLVIDE…

UN MOMENTO DE FELICIDAD…!!!

Durante toda nuestra existencia existen muchos momentos de tristeza y también de mucha
felicidad…

Cuando terminé mis estudios secundarios, y por cosas del destino, y de mi madre también, viví en
la ciudad de Trujillo durante dos años, época en la que simultáneamente trabajaba en una tienda
comercial de unos japoneses, y me preparaba para postular a la Universidad, que era el anhelo
más grande que deseaba obtener…ser un ingeniero civil, emulando a mi abuelo constructor, que
no tuve la dicha de conocerlo.

Transcurrido aproximadamente dos años de trabajo en esta tienda comercial, y siendo mi trabajo
similar a un amigo que laboraba un poco más de tiempo que yo, y ganaba tres veces más que mi
sueldo, se me ocurre, y por derecho creo, enviar un documento solicitando un aumento de sueldo
con todos los argumentos correspondientes; el sobre de nuestro pago lo recibíamos
semanalmente, y después de dos semanas seguía recibiendo lo mismo…parecía que no atendían a
mi pedido. La semana siguiente recibo una carta denegándome el aumento con las justificaciones
del caso.

Sucede que a la semana siguiente, mi amigo compañero de trabajo, se me acerca y me increpa:

- Luis, mira lo que ha originado tu solicitud de aumento de sueldo – me dijo con un tono
molesto.
- Que sucede Santiago, porqué la cólera – le contesté un poco extrañado.
- Me han bajado el sueldo, y ahora estoy recibiendo lo mismo que tú, por tu culpa…
- Un momento amigo, yo simplemente he solicitado lo justo y la determinación de haberte
disminuido el sueldo, tienes que tratarlo con los dueños – le increpé.

Después de la acalorada conversación, mi amigo Santiago entendió mi situación y comprendió que


su tema tenía que tratarlo con los dueños…Dos semanas después mi amigo Santiago presentó su
carta de renuncia, y entendió la “justicia” de los señores japoneses…si los dos hacen el mismo
trabajo, ambos deben recibir el mismo sueldo…es decir, ¡el menor!…De alguna forma me sentí
culpable por lo que le había pasado…Luego me enteré que muchas de las jovencitas y señoras que
trabajaban durante muchos años en esa tienda, solo ganaban el sueldo mínimo…que injusticia.

Una semana después estaba presentando mi carta de renuncia y dejaba el trabajo para regresar a
Chiclayo, y continuar preparándome para postular a la Universidad Pedro Ruiz Gallo.

Estando en la ciudad de Chiclayo, tenía que conseguir algún trabajo para apoyar mi preparación a
la universidad, la cual la realizaba con los folletos que podía adquirir, ya sea por compra o
prestado de algunos amigos.
En aquel tiempo, mi hermano Juan se encontraba trabajando en una edificación nueva de la Ex
Mutual Chiclayo (Hoy Municipalidad de Chiclayo), ubicado frente a la Plazuela Elías Aguirre;
edificio que estaba en su fase final y se alistaban para hacer la entrega de obra.

Por intermedio de mi hermano me consigue un puesto de trabajo, para realizar tareas de limpieza,
y específicamente se me encomendó dejar todos los baños lo más limpios que se pudieran, es
decir, que olieran a limpios, como decía el Ingeniero Menacho, responsable de la obra.

Por esos días se acercaba la fecha para los exámenes en la Universidad Pedro Ruiz Gallo, y me
inscribí, sin que mi hermano Juan se enterara…siempre procuraba hacer mis cosas solo.

Durante las labores de limpieza que realizaba en el edificio, siempre notaba que todos los días
llegaba un joven y junto con el Ing. Menacho se dirigían a uno de los ambientes y luego salían
después de casi dos horas…me imaginaba que eran por cuestiones de la entrega de la obra.

Así, cada vez que entraba al baño del ambiente de esas reuniones, siempre encontraba en la
papelera gran cantidad de folletos de los cursos de Trigonometría, Aritmética, Geometría, Física,
etc. y una gran cantidad de problemas por resolver…Solamente tenía que cogerlos y luego me los
llevaba a casa para estudiar y sobre todo, resolver la gran variedad de problemas…De esa manera
también logré prepárame algo más.

Llegó el día domingo, día del examen de admisión, y muy temprano me despedí de mi madre
Emilia, quien me dio su bendición, pero un día antes me llevó a visitar el Santuario del Niño del
Milagro de Ciudad Eten, para orar y pedir que todo me vaya muy bien.

Recuerdo que normalmente las vacantes para la carrera de Ingeniería Civil, eran
aproximadamente de 55 vacantes, pero este año 1978, se habían reducido a 32 vacantes, así que
las probabilidades eran más ajustadas.

Todo estudiante que ha pasado por esta experiencia, sabe cómo se siente este momento…el
triunfo o fracaso después de dos horas de examen…De las 100 preguntas que venían en el
examen, solo contesté 65 preguntas, pero lógicamente bien contestadas, para evitar el descuento
por cada pregunta mal contestada; estaba completamente seguro de que tenía muchas
posibilidades de coger alguna vacante.

El domingo en la noche, junto a mi viejita Emilia, sentados en la puerta de ingreso a la casa,


comiendo fruta, estábamos esperando el resultado de los exámenes, los mismos que eran
transmitidos por radio. Era tanta la demora, que mejor optamos por ir a descansar y ya mañana se
sabrá.

Eran aproximadamente las doce de la noche cuando tocan la puerta, y un amigo de la familia nos
comunica que parece haber escuchado mi nombre en la relación de ingresantes…Entre sueño nos
alegramos un poco…pero nosotros no habíamos escuchado…había un poco de duda. Nos fuimos a
descansar.
Al día siguiente, lunes, me alisté más temprano que nunca para viajar a Chiclayo al trabajo, y de
paso comprar el diario La Industria, para ver la relación de ingresantes a la universidad. Eran las
seis de la mañana y lo primero que hice fue comprar el diario, y sentado en una de las bancas de la
plaza de Chiclayo, me puse a buscar mi nombre en la relación de los ingresantes a la universidad
en la carrera de Ingeniería Civil…Tal vez por miedo o desconfianza, no lo sé, pero empecé a buscar
mi nombre a partir del último integrante de la lista…desde el puesto 32…nada…31…nada…30 …
nada…29, 28,27…..18….12…nada…11 Ñiquen Portilla Luis Edilberto…Imagínense la emoción que
sentí en ese momento, la felicidad que sentí, esa felicidad que nos llena…Este fue uno de esos
momentos de felicidad que la vida nos da.

Esperé hasta las ocho de la mañana para incorporarme al trabajo, y cerca de la nueve de la
mañana llega el Ingeniero Menacho, y le pregunta a mi hermano Juan si él había postulado a la
universidad, pues había leído en la Industria que había un Ñiquen Portilla que había ingresado.
Luego mi hermano me llama y me pregunta si yo había postulado…le dije que sí.

- Te felicito hijo – dijo el Ing. Menacho.


- Gracias Ing. – contesté.
- Te lo tenías guardadito – me dijo mi hermano.
- En cambio mi pupilo, no ha ingresado – dijo el Ing. – recién me enteré que el ingeniero le
daba clases particulares.

El Ing. me regaló veinte soles y me dio el día libre…

Realmente este fue uno de los momentos más gratos de felicidad, que la vida te puede dar…para
mí fue grandioso.

Luis Edilberto Ñiquen Portilla

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