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¡OVNIS¡…FANTASIA!…O REALIDAD!

Por circunstancias de la vida, y en buena hora llegué por los aires de Trujillo a trabajar,
como consecuencia del destierro que tuve en mi natal Eten, del que estaré siempre
agradecido…

Los trabajos que realicé en Trujillo, fueron como trabajador de limpieza en una fábrica de
fideos, en donde tuve la suerte de conocer a dos extranjero, uno italiano y el otro alemán;
aprendí mucho de ellos ya que su trabajo consistía en el montaje de una moderna
máquina, y allí yo de curioso mirando la tecnología…pero mi mente siempre girando en
seguir mis estudios superiores y conseguir una mejor posición…después me fui a una
fábrica de gaseosas y finalmente conseguí trabajo en una tienda comercial en el centro de
Trujillo, cuyos dueños eran japoneses…”arigato tomodachi” (gracias amigo) Comercial
Aray se llamaba la tienda, donde obtuve una gran amistad con los “jaladitos”, unas buenas
personas, y sobre todo muy trabajadores; aquí también me convertí en guardián por las
noches de unas de las granjas de los “jaladitos” y otras oportunidades como cuartelero de
su Hotel Aray.

Los deseos de seguir estudiando y postular a la carrera de Ingeniería Civil, permanecía


presente en mi memoria…así que tome la decisión de viajar a Lima, capital del país, en
busca de nuevos horizontes, esperando conseguir mis sueños, con todas las
oportunidades que brinda la capital…Sueños de muchos jóvenes de provincia para buscar
mejoras en la calidad de vida…pero Lima te da muchas sorpresas.

Viajé con mi bolsa llena de ilusiones en busca del paraíso maravilloso, para ver concretado
todos mis sueños…

Lo primero que hice fue buscar trabajo, que nunca lo conseguí…todo eran ofrecimientos y
sobre todo, en algún trabajo más o menos decente, todo se conseguía con “tarjetazos” y
francamente esto no iba con mis principios…me sentía completamente abatido y
desilusionado.

Estos pocos días que estuve en Lima, aproximadamente dos meses, me hospedé en casa
de unos amigos de mi madre Emilia, en el distrito de Carmen de La Legua, Callao. Estas
personas eran mayores de edad y prácticamente vivían solos en una casa de tres pisos, en
donde se alquilaban departamentos y cuartos para jóvenes estudiantes o trabajadores.

La tía, la popular “mujer bala”, era una persona muy querida y respetada en el barrio, al
igual que su esposo el tío Pocho”, me estimaban y me trataban como si fuera su hijo, y no
quería que los dejara…estaré siempre muy agradecidos de estas dos almas buenas.
El tiempo pasaba y no veía nada positivo para mí y los años no perdonan…y mis sueños los
veía cada más lejos…mis deseos de ser alguien en la vida aprisionaba mi conciencia y mi
familia lejos, sobre todo mi viejita Emilia, que había depositado toda su esperanza en mí…
¿qué hago, me preguntaba?...y la mente me martirizaba y la desesperación se apoderaba
de mí.

En ocasiones salía a caminar por lugares alejados de la ciudad, lugares completamente


desolados en busca de algo sobrenatural, que respondiera a mis múltiples preguntas,
muchas veces corriendo el riesgo de ser atacado por algún animal de rapiña…

En estas circunstancias, un domingo en la tarde, me encontré con unos amigos que vivían
en uno de los cuartos de alquiler, y me invitaron a salir e ir a disfrutar de una “pollada”…
les agradecí mucho, pero con este animo ni a misa.

Casi generalmente todos los domingo, los inquilinos salían a pasear o hacer algo y la casa
quedaba completamente sola, con apenas la “tía Bala”, el tío “Pocho” y yo…

Eran como las 6.00 de la tarde de ese frío domingo y se me ocurrió subir a la azotea del
edificio y sentarme a leer un rato mis apuntes de aritmética, porque eso sí, no descuidaba
mis estudios de preparación a la Universidad.

Sentado en el piso, y en un momento se me ocurrió algo insólito…mirando las nubes del


gris cielo intentaba buscar algo sobrenatural, y pensé completamente concentrado…

- Cómo no viene un platillo volador (ovni) y me lleva, como parte de sus


experimentos.
- Pero con la condición que me devuelvan sano y salvo – respondí apresuradamente

En esta situación estuve veinte minutos aproximadamente, concentrado y mirando el cielo


gris, en busca de mis respuestas, cuando de repente escucho…

- Lucho, baja a tomar tu lonche – era la voz de la “tía Bala”.


- Ya voy – respondí – y me quedé todavía contemplado el cielo.
- Baja carajo! – repitió la tía – el lonche ya está servido y esto se enfría…En verdad la
tía empleaba un lenguaje con palabras fuertes.
- Ahí bajo tía, gracias – respondí – y empecé a bajar por la escalera hasta el primer
piso.

Mientras bajaba por las escaleras, escuchaba un murmullo fuerte de la gente que no
lograba descifrar, hasta que llegué al primer piso y no encontré a nadie…miré la sala
comedor y no había nadie; entonces me percaté que la puerta de la calle estaba abierta y
me dirigí hacia ella…
Lo que vi me sorprendió, pues las dos calles que daban al edificio estaban completamente
llenas de gente…y todos mirando y señalando hacia el cielo…

- Que ha pasado – pregunté algo sorprendido


- ¡Un platillo volador! – me respondió una persona asombrada.
- Que cosa – respondí tratando de entender lo que me decía…no puede ser.
- Hemos visto un platillo volador aquí en el cielo, se detuvo y dio dos vueltas y luego
se elevó hasta perderse – corroboró.

Este acontecimiento me dejó completamente perplejo… y así en mis pensamientos


entraron a la casa los tíos a tomar el lonchecito, que se enfriaba en la mesa del comedor…
el comentario era enorme…y yo solo atiné a servirme del lonchecito preparado por mi tía
en completo silencio y solo escuchándolos a ellos todos maravillados de haber visto este
platillo volador…

Me pregunto, puede la mente humana comunicarse con seres de otros planetas…o


simplemente fue una feliz coincidencia…

Así es como sucedió… ¡CREANLO!

Luis Edilberto Ñiquen Portilla

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