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La Revolución Industrial
Vimos que el feudalismo dio paso al mercantilismo, al que llamábamos antesala del
capitalismo. En el mercantilismo, el objetivo principal era acumular ganancias por el comercio.
En cambio, en el capitalismo la producción de bienes va a ser un elemento fundamental.
En efecto, el capitalismo es el sistema económico por el que los medios de producción (tierra,
maquinaria y tecnología) están en manos privadas, es decir, de quienes tienen capital y
contratan mano de obra asalariada para producir. Los capitalistas buscan, principalmente, el
beneficio económico y, por lo tanto, intentan rebajar sus costos, competir en un ámbito de libre
mercado y maximizar sus ganancias.
Reforma Protestante- Además de los cambios sociales, científicos y tecnológicos traídos por
el Renacimiento y la Revolución científica, que vimos en la unidad anterior, fue muy importante
el cambio producido por la Reforma Protestante –la separación de la Iglesia católica de
centenares de miles de cristianos, sobre todo en el centro y norte de Europa occidental, que
establecieron iglesias particulares sin obediencia al Papa. En este proceso tuvo papel
protagónico el alemán Martín Lutero (1483-1546). Él cuestionó al papado y la corrupción en
Roma por la práctica de vender indulgencias, mientras que, según afirmaba, la salvación
depende solo de la gracia de Dios y no de ningún perdón de los hombres. El movimiento se
extendió rápidamente. El rey Enrique VIII (14911547) decidió separar a toda la Iglesia de
Inglaterra de la obediencia del papa. Este fenómeno religioso cambió de forma drástica la
sociedad y profundizó del ahorro, junto con la convicción de que el éxito económico era bueno
e incluso signo de bendición divina.
La Revolución Industrial- La Revolución Industrial es el cambio experimentado en las
condiciones de producción debido a la introducción de maquinarias, movidas inicialmente a
vapor, que reemplazaron al trabajo manual. La Revolución Industrial es la profundidad de los
cambios sociales, económicos y culturales de la humanidad. De ella surgirán la sociedad de
masas, el crecimiento inusitado de las ciudades, la lucha del proletariado por mejorar sus
condiciones laborales, la competencia internacional y muchos otros cambios. Este proceso
histórico ocurrió entre mediados del siglo XVIII y principios del XIX. De Inglaterra, se extendió a
la Europa occidental y a EE. UU. Otros países se incorporaron mucho más tarde a la
Revolución Industrial, pues, a causa de la división internacional del trabajo, impuesta por los
países más ricos, quedaron relegados a ser proveedores de materias primas y no a producir
bienes industrializados.
El desarrollo del capitalismo- Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación originaria
de capital y a la reinversión de las ganancias de los empresarios privados, con lo cual
ampliaban sus instalaciones para generar mayor crecimiento. La industrialización fue así
generalizándose. La mano de obra que requerían las industrias estaba disponible en las
grandes barriadas de las principales ciudades. A los obreros se les impuso jornadas de trabajo
larguísimas, de 14 o 16 horas, con salarios bajos. Se empleaba a niños y mujeres para
pagarles aún menos. Las condiciones de trabajo y la falta de higiene y de descanso causaron
estragos.
Causas de la independencia de EE. UU.- La llevadera relación de las colonias con Gran
Bretaña se resquebrajó a causa del intento de la Corona británica de extraer más impuestos.
Esto generó descontento, pues los colonos no tenían representantes en el Parlamento de
Londres que hicieran oír su posición. Entonces, un grupo de intelectuales empezó a reclamar
que “sin representación no hay imposición”, es decir, sin trato igual no pagarían impuestos.
Esta inconformidad se agravó tras la Guerra de Inglaterra contra Francia (1748-1756), en la
que los habitantes de las colonias colaboraron con tropas y vituallas para que los ingleses
pudieran apoderarse de todas las tierras francesas en América del Norte. Pero las colonias no
habían merecido una mejora en el trato, al contrario, Inglaterra respondió subiendo los
impuestos al azúcar, al té y a los trámites. Desde mediados de 1760, grupos de colonos
coincidían en que o se cambiaba la relación o se separaban del dominio de Gran Bretaña.
El Motín del té de Boston- Una serie de manifestaciones pacíficas, sobre todo en Boston, la
capital colonial, no tuvieron eco. Eso llevó a un grupo de descontentos a formar una sociedad
secreta, los Hijos de la Libertad (Sons of Liberty), que asaltaron, disfrazados de indios, a tres
naves de la East India Company que habían llegado de Gran Bretaña con un gran cargamento
de té. Era el 16 de diciembre de 1773, y tras capturar a los tripulantes, tiraron por la borda más
de 342 barriles con un total de 45 toneladas de té, que se hundieron irremisiblemente. Esto es
lo que se conoce como el Motín del té de Boston.
El hecho fue sensacional y despertaron la indignación general, por lo que se convocó al Primer
Congreso Continental en Filadelfia, Pensilvania, el 5 de septiembre de 1774. En la reunión se
habló claramente de que debía terminar la servidumbre a los británicos y de que había que
crear una nación independiente, para lo cual incluso se discutieron algunas leyes.
La derrota británica- Gran Bretaña llegó a tener, en 1778, en América del Norte, cerca de
50.000 soldados bien entrenados, alrededor de 18.000 mercenarios alemanes a los que
contrató para la contienda; empleó la mitad de su poderosa flota; infligió una serie de derrotas
iniciales de los colonos, y enfrentó a un ejército inexperto, pero la guerra no fue un “paseo
triunfal” para los británicos, como ellos lo predijeron. A los estadounidenses les dio resultado
rehuir batallas abiertas y atacar con escaramuzas; eso los hizo más peligrosos que “si tuvieran
un gran ejército regular”. Fue clave, para los revolucionarios, el desarrollo del fusil modelo
Pennsylvania, de gran precisión desde más de 80 metros. Era un arma más eficaz que los
antiguos e imprecisos mosquetes. La derrota de los británicos en Saratoga, al norte de Nueva
York, en octubre de 1777, fue importante. A partir de allí, Francia entró abiertamente en la
guerra: apoyó con dinero, armas y ejércitos de mar y tierra. España, que apoyaba a los
rebeldes con dinero, armas y municiones, aún se mostró reacia a la intervención directa. Pero
un año después, declaró la guerra a Inglaterra, tras un acuerdo secreto con Francia. Más tarde,
Holanda también se unió a la coalición formada por España y Francia. En 1781 se rindió el
último reducto inglés en Yorktown, frente a una flota francesa y un ejército combinado franco-
estadounidense de 16.000 hombres, al mando de George Washington. El 3 de septiembre de
1783 se firmó el tratado por el que Gran Bretaña reconoció la independencia de Estados
Unidos y devolvió a España, Francia y Holanda varias posesiones, aunque mantuvo Canadá.
George Washington fue elegido primer presidente de EE. UU. en 1789, bajo los términos de la
Constitución de 1787, y la más antigua del mundo, pues se mantiene hasta ahora con solo
algunas enmiendas.