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TEMA 7º
T E M A 7º.
GARANTIAS Y DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN.
Sumario
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7.5. LOS PROCEDIMIENTOS DE REFORMA EN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE
1.978.
7.5.1. La regulación constitucional.
7.5.2. Los procedimientos de reforma.
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7.1.SITUACIONES DE EXCEPCIÓN Y ESTADO DE DERECHO.
Una Constitución supone el reparto del poder entre órganos e instituciones y está redactada con
vistas a su vigencia y aplicación en situaciones de normalidad, pero pueden existir momentos de
crisis que perturban la normal convivencia pacífica y que, en los casos más graves, pueden
llegar a poner en peligro el orden constitucional. Por poner algunos ejemplos: insurrecciones
multitudinarias, desastres naturales de enormes proporciones, invasión del territorio por el
ejército de otro Estado, gravísimas crisis económicas con alteraciones del orden público, etc.
Para la superación de estas situaciones de crisis no son suficientes las atribuciones usuales que la
Constitución otorga a los poderes públicos. Son situaciones excepcionales que hacen necesarias
unas atribuciones extraordinarias a las autoridades para salvar el orden constitucional y hasta la
propia existencia de la Constitución.
En definitiva, el derecho excepcional es una garantía ante situaciones extraordinarias en las que
los mecanismos normales de funcionamiento del Estado no bastan para salir de la crisis.
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Así, las funciones del Parlamento pasaban a efectuarse a través de bandos militares, el
Gobierno era sustituido por la autoridad militar, y el poder judicial por los Consejos de Guerra.
Sin embargo, pronto se pudo comprobar que la ausencia de regulación constitucional de las
posibles situaciones excepcionales y de las medidas a adoptar conllevaba un peligro de
arbitrariedad en su declaración y utilización con el consiguiente riesgo para el propio Estado de
Derecho.
Comienza por ello una segunda época que se caracteriza por el establecimiento de técnicas para
juridificar en lo posible (regular por normas jurídicas) la reacción ante situaciones de extrema
necesidad, llevándose a las Constituciones la normas que habilitaban a los poderes públicos para
asumir competencias excepcionales mas allá de sus atribuciones ordinarias y las medidas que
pueden adoptarse.
- Es la propia Constitución la que encarga al Poder Ejecutivo que adopte las medidas que
sean necesarias para salvaguardar el Estado de Derecho, especificando cuáles pueden ser
estas medidas. La que podríamos llamar técnica del apoderamiento vigilado.
- También puede la Constitución limitarse a señalar cuáles son los órganos que pueden
asumir poderes extraordinarios sin precisar la naturaleza y alcance de las medidas. Sería
una técnica del apoderamiento amplio.
Actualmente, la idea más generalizada se basa en que es preferible que la propia Constitución
sea la que regule detalladamente las situaciones de crisis y las medidas que pueden adoptarse
ante el importante riesgo que puede suponer para el Estado de derecho la falta de previsión
legal.
En cualquier caso, lo decisivo es que, como antes dijimos, el fin de esta regulación
constitucional va a ser poder salvar el Estado de Derecho ante una crisis de enormes
proporciones y, una vez superada, poder volver a la normalidad constitucional.
Siguiendo las pautas del moderno constitucionalismo, la Constitución española regula las
situaciones excepcionales en el artículo 116, cuyo primer apdo. 1º dice que “Una Ley orgánica
regulará los estados de alarma, de excepción y de sitio, y las competencias y limitaciones
correspondientes.
A la vista de la regulación constitucional y legal, los caracteres de la regulación española son los
siguientes:
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declarar un estado excepcional se prevén en la ley y las medidas que se regulan son las que se
consideran imprescindibles para superar la crisis.
4) Los poderes que se conceden no son ilimitados. El uso de los poderes se rige siempre por el
principio de proporcionalidad, según la naturaleza e intensidad de la crisis.
I. ESTADO DE ALARMA.
Lo declara el Gobierno mediante Decreto del Consejo de Ministros, si bien puede solicitar su
declaración el Presidente de la Comunidad Autónoma afectada.
Su duración es de quince días con necesidad de dar cuenta al Congreso de los Diputados reunido
al efecto y sin cuya autorización no podrá ser prorrogado.
Tiene que determinarse el ámbito territorial.
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Se caracteriza porque se concentran los poderes en el Presidente del Gobierno o el Presidente de
la Comunidad Autónoma (por delegación).
Procede frente a crisis que generan alteraciones graves del orden público cuando no sea posible
su restablecimiento mediante el ejercicio de las potestades ordinarias.
Entre las medidas posibles son las de intervenir transportes, creación de zonas de seguridad,
intervención de industrias, cierre provisional de establecimientos abiertos al público, etc.
En la adopción de estas medidas el Gobierno podrá coordinarse con la Comunidad Autónoma
afectada.
Procede cuando se produzca o amenace una insurrección o acto de fuerza contra la soberanía o
la independencia de España, integridad u ordenamiento constitucional que no pueda resolverse
por otros medios.
Además de la posibilidad de ser suspendidos los mismos derechos que cuando se declara el
Estado de Excepción, se puede acordar la suspensión temporal de las garantías jurídicas del
detenido (art. 17.3 CE).
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Su característica más acusada es que una vez declarado, se produce la militarización de la
actuación de los poderes públicos, con utilización del Bando Militar como técnica normativa.
La dirección de la crisis sigue teniéndola el Gobierno y la autoridad militar ejecuta las medidas
adoptadas.
El Congreso de los Diputados puede determinar qué delitos quedan sometidos a la Jurisdicción
Militar.
- No podrá procederse a la disolución del Congreso mientras estén declarados los Estados de
Alarma, Excepción o Sitio (art. 116.5 CE).
- Si las Cámaras no están en período de sesiones quedan automáticamente convocadas (art.
116.5 CE)
- Si se declara el Estado excepcional estando disuelto el Congreso, la Diputación Permanente
asume sus funciones (art. 116.5 CE).
En los textos Internacionales de Derechos Humanos ratificados por España también aparecen
limitaciones:
Así, el Convenio Europeo de Derechos Humanos señala que el derecho a la vida, la prohibición
de la tortura y de toda esclavitud o servidumbre nunca podrán ser objeto de suspensión.
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Se refiere a derechos que pueden ser suspendidos para personas determinadas en relación con
las investigaciones correspondientes a la actuación de bandas armadas o elementos terroristas.
La regulación completa se remite a una Ley Orgánica, estableciendo el artículo 55.2 que: "Una
ley Orgánica podrá determinar la forma y los casos en los que, de forma individual y con la
necesaria intervención judicial y el adecuado control parlamentario, los derechos reconocidos
en el artículo 17, apdo. 2 y art 18 apdo. 2 y 3, pueden ser suspendidos para personas
determinadas, en relación con las investigaciones correspondientes a la actuación de bandas
armadas o elementos terroristas".
- Sólo cabe la suspensión para determinadas personas en relación con las investigaciones
relativas a bandas armadas o elementos terroristas.
Hay que tener en cuenta que la libertad de regulación no es absoluta sino dentro de los límites de
la proporcionalidad, necesidad y mayor brevedad posible, siempre con la ineludible control
judicial.
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El artículo 55.2 in fine contiene una prevención conforme a la cual "La utilización injustificada
y abusiva de las facultades reconocidas en dicha ley Orgánicas producirá responsabilidad
penal, como violación de los derechos y libertades reconocidos en las leyes".
Las normas jurídicas nacen con vocación de permanencia y estabilidad, pero eso no significa
inmutabilidad.
En la historia del Constitucionalismo cabe observar situaciones dispares. Así, Estados como
Francia o España que se han caracterizado por su inestabilidad, mientras que otros, como
Estados Unidos, tienen una Constitución que se mantiene en el tiempo.
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El fundamento de ello está en la necesidad de estabilidad que tiene que tener una Constitución y
de evitar que cualquier grupo político que llegue al poder sienta la tentación de cambiar la
Constitución, que si bien responde a unas pautas ideológicas no puede ser confundida con la
ideología de un partido, grupo o coalición.
La rigidez del procedimiento de reforma es, pues, otra garantía de la superioridad normativa de
la Constitución, que evita que pueda modificarse por los mismos mecanismos que la ley.
En Derecho Comparado, los mecanismos para asegurar la rigidez suelen ser variados. Entre
otros, a modo de ejemplo:
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7.5.1. LA REGULACIÓN CONSTITUCIONAL.
La Constitución española, precisamente, por los procedimientos de reforma, puede ser calificada
como una Constitución rígida; esto es, tiene unos requisitos mucho más rigurosos que los que
son necesarios para reformar la ley, en base a esa consideración de la Constitución como pacto o
acuerdo básico, por encima de mayorías coyunturales y que solo pueda reformarse si se produce
ese acuerdo que englobe mayorías y minorías.
La regulación aparece contenida en el Título X de la propia Constitución (artículos 166 a 169).
I. ESPECIALMENTE RÍGIDA:
Este procedimiento debe seguirse cuando se trate de la revisión total de la Constitución, o una
revisión parcial que afecte al Título Preliminar, al Capítulo II, Sección Primera del Título I
(relativo a los derechos fundamentales y libertades públicas), o al Título II (sobre la Corona).
Debe ser aprobada la reforma por una mayoría cualificada de dos tercios (2/3) de cada Cámara.
A continuación se procederá a la disolución inmediata.
Las nuevas Cortes deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto.
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La aprobación exigirá mayoría de dos tercios (2/3) de cada cámara.
Debe someterse el texto aprobado a referéndum obligatorio para su ratificación.
Debe ser aprobada por mayoría de tres quintos (3/5) de cada Cámara. Si no hay acuerdo, se
intentará obtenerlo mediante la constitución de una Comisión de Composición Paritaria de
Diputados y Senadores, que presentará un texto para su votación por Congreso y Senado.
En todo caso, si no se logra la aprobación por las mayorías inicialmente requeridas, será
suficiente la mayoría absoluta del Senado y los 2/3 del Congreso para aprobar la reforma.
El referéndum para su ratificación se realiza sólo si lo solicita una décima parte de los miembros
de cualquiera de las Cámaras en los quince días siguientes a su aprobación. En otro caso, no es
necesario.
Las dos reformas que ha tenido la Constitución española lo han sido por este procedimiento: la
del art 13.2 para reconocer el derecho de sufragio pasivo en las elecciones municipales a los
nacionales de países de la Unión Europea, y la muy recientemente, del artículo 135 sobre el
límite máximo del déficit estructural que pueden asumir el Estado y las Comunidades
Autónomas.
Tiene su origen en Estados Unidos donde, ya a principios del siglo XIX, se fue creando un
modelo por obra de la jurisprudencia del Tribunal Supremo en el que iban a ser los Jueces y
Tribunales integrantes del Poder Judicial los que tuviesen la misión de controlar la adecuación
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de las leyes a la Constitución y dejar de aplicar aquellas que fuesen contrarias.
Por el contrario, en Europa imperó la legitimidad democrática de los Parlamentos, por lo que el
Juez quedaba sometido a la ley, sin poder discutirla ni juzgarla.
Partiendo de ese carácter normativo de la Constitución, que ella misma proclamaba, se fue
creando el modelo de control de la constitucionalidad de las leyes por los órganos del poder
judicial como consecuencia de sucesivas sentencias del Tribunal Supremo americano.
La primera de ellas es una de las más famosas sentencias de la historia del Derecho, y fue
dictada por el Tribunal Supremo americano en 1803, siendo ponente el Juez Marshall en el
conocido caso Marbury contra Madison.
En Estados Unidos coexistían, en aquella época dos grandes partidos: el Partido Federalista y el
Partido Republicano. En el año 1800, en los últimos días de la presidencia de John Adams
(partido federalista), y antes de la celebración de elecciones, el Presidente John Adams procedió
al nombramiento de varios jueces. El Secretario de Estado estampilló el sello de nombramiento,
y su nominación fue confirmada por el Senado. Sin embargo, no se llegó a expedir las
credenciales de cuatro Jueces, entre las que se encontraba la de William Marbury.
Las referidas elecciones dieron paso a un nuevo Presidente, esta vez del Partido Republicano
(Thomas Jefferson) que sustituyó a John Adams. Ya siendo Presidente Thomas Jefferson, tanto
Wiliam Marbury como otros jueces nombrados que estaban en su misma situación pidieron al
nuevo Secretario de Estado (James Madison) que les entregase los nombramientos.
Por orden del propio Jefferson –molesto por la maniobra de los federalistas al querer asegurarse
el control de la judicatura con el nombramiento de personas afines a su partido–, Madison hizo
caso omiso, por lo que Marbury recurrió al Tribunal Supremo para obligar a Madison a dar
efectividad a los nombramientos.
En definitiva, sobre este supuesto de hecho el Tribunal Supremo americano construye la teoría
de la superioridad normativa de la Constitución sobre la ley o teoría de la revisión judicial de las
leyes.
"El poder legislativo del Congreso ha sido definido y limitado y para que estos límites no
puedan ser falseados u olvidados, la Constitución ha sido fijada por escrito. No hay solución
intermedia: o la Constitución es la Ley suprema que no puede ser variada por medios
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ordinarios, o está al nivel de las leyes ordinarias. Si la primera proposición es cierta, una Ley
contraria a la Constitución no es derecho, y si lo es la segunda, las Constituciones son intentos
absurdos de limitar un poder ilimitable. Como lo lógico es lo primero, ¿puede vincular a los
Tribunales una ley ordinaria contraria a la Constitución? El deber de los Jueces es declarar lo
que es derecho y, si dos normas están en conflicto entre sí, deben decidir cuál es aplicable. Si
una de ellas es la Constitución, los Jueces deben respetarla porque es superior a todo acuerdo
ordinario del poder legislativo. Pretender lo contrario es obligar a los Jueces a incumplir la
Constitución”.
La consecuencia del razonamiento es que todo Juez debe abstenerse de aplicar una ley
inconstitucional, pero no puede anularla pues eso es función legislativa.
Se crea así un modelo cuyas características son, a grandes rasgos, las siguientes:
1ª) Cualquier Juez, y no solo el Tribunal Supremo, puede inaplicar una ley contraria a la
Constitución en base a la superioridad normativa de esta última. Es decir, no existe un
monopolio del Tribunal Supremo para considerar inconstitucional una ley.
Identificamos el modelo, por ello, como sistema difuso pues los efectos se producen en el litigio
concreto, de forma que cualquier Juez que conoce del caso puede dejar de aplicar una ley que
considera contraria a la Constitución.
Es la fuerza vinculante del precedente en el modelo americano el mecanismo que otorga
seguridad jurídica al sistema.
2ª) El conflicto entre ley y Constitución solo se puede plantear por vía de excepción con ocasión
de un litigio principal en el que tenga que aplicarse una ley que el Juez considere
inconstitucional.
3º) La declaración de que una ley es inconstitucional nunca puede llevar al Juez a su anulación,
sino, solamente, a su inaplicación al caso. Sólo el Parlamento puede eliminar una ley del
ordenamiento jurídico.
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La formulación doctrinal de Kelsen tuvo, poco a poco, importantes correcciones , de forma que
hoy es unánime la consideración de la Constitución como verdadera norma jurídica y, a la vez,
norma superior y suprema del ordenamiento jurídico del Estado, de ahí la catalogación de los
modernos Tribunales Constitucionales como instrumento básico para garantizar esa eficacia y
superioridad normativa de la Constitución, impidiendo que accedan al ordenamiento jurídico
del Estado normas contrarias a la misma.
Los antecedentes remotos del modelo de justicia constitucional concentrada aparecen en las
Constituciones checa (aquí no se llegó a establecer) y austriaca de 1920, que se inspiran en la
fórmula kelseniana, y que fueron seguidas por la Constitución española de 1931.
Hoy en día podemos hablar de características comunes en los modelos de justicia constitucional
concentrada.
1º) La consideración de los Tribunales Constitucionales como órganos distintos del Poder
Judicial y la regulación de sus funciones en la Constitución.
3º) La elección de sus miembros (a diferencia de los órganos del poder judicial, que no son
elegidos) y la regulación de un proceso de selección riguroso y constitucionalizado.
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EL MODELO ESPAÑOL.
El sistema español de justicia constitucional presenta, como rasgos más importantes, los
siguientes:
Ahora bien, el Tribunal Constitucional no es el único órgano que debe aplicar e interpretar la
norma constitucional.
En efecto, la Constitución, en cuanto norma jurídica superior y suprema, vincula a todos los
poderes públicos y también a los ciudadanos (art. 9.1 CE). Ello supone: de una parte, que los
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órganos judiciales, en su labor diaria, tienen obligación de interpretar y aplicar la Constitución;
de otra parte, que el Tribunal Constitucional es el órgano encargado de unificar esa
interpretación, conforme a su posición de supremo interprete de la Constitución.
En este sentido, el artículo 5 de la Ley Orgánica del Poder Judicial señala que "los Jueces y
Tribunales interpretarán y aplicarán las Leyes y Reglamentos según los preceptos y principios
constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones
dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos".
D) Una última característica del modelo español es la amplitud de competencias del Tribunal
Constitucional, que no se limita al examen de la constitucionalidad de las leyes, sino que la
propia Constitución y la ley de desarrollo (LOTC) le han atribuido otras funciones.
COMPOSICIÓN.
La naturaleza de su función y la independencia con que ha de cumplirla son los principios que
presiden su composición, organización y funcionamiento.
En efecto, conforme al art. 159.1 CE los doce Magistrados son nombrados por el Rey, a
propuesta de los siguientes órganos:
Cuatro, a propuesta del Congreso de los Diputados por mayoría de tres quintos de sus
miembros.
Cuatro, a propuesta del Senado, por idéntica mayoría.
Dos, a propuesta del Gobierno.
Dos, a propuesta del Consejo General del Poder Judicial.
Se exige pues:
a) una cualificación profesional: ser jurista, con referencia a un elenco de categorías o
profesiones básicas dentro de las cuales han de escogerse sus miembros;
b) un mínimo de antigüedad: 15 años;
c) reconocida competencia, en cuanto elemento de más difícil control jurídico, que, a juicio de
la doctrina, debe operar como elemento persuasivo para aquellos a quienes corresponde designar
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a los Magistrados
Conforme al apdo. tercero "El nombramiento es por un período de nueve años, con renovación
por terceras partes cada tres".
A estos efectos se considera que los Magistrados designados por el Congreso forman un tercio,
los cuatro designados por el Senado otro tercio, y los designados por el Gobierno y Consejo
General del Poder Judicial constituyen otro tercio.
Por otra parte, "la condición de miembro del Tribunal Constitucional es incompatible con todo
mandato representativo, con los cargos políticos o administrativos, con el desempeño de
funciones directivas en un partido político o en un sindicato y con el empleo al servicio de los
mismos, con el ejercicio de las carreras judicial y fiscal, y con cualquier actividad profesional o
mercantil. En los demás casos, los miembros del Tribunal Constitucional tendrán las
incompatibilidades propias de los miembros del poder judicial” (art 159.4 CE).
Y por último, "los miembros del Tribunal Constitucional serán independientes e inamovibles
en el ejercicio de su mandato " (art. 159.5 CE). Ello supone la imposibilidad de ser cesados de
su cargo hasta el cumplimiento de su mandato de nueve años, siendo las excepciones a estos
principios de independencia e inamovilidad tasadas y similares a las de los Jueces y Tribunales
del Poder Judicial.
Como corolario de esa independencia no pueden ser perseguidos por las opiniones expresadas
en el ejercicio de sus funciones y cuentan con un fuero especial para la exigencia de
responsabilidad penal ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo.
Con estas previsiones se trata de evitar las suspicacias de una coyuntural relación entre mayorías
parlamentarias y designación de los miembros del Tribunal Constitucional y buscar así el mayor
fortalecimiento de la institución, así como asegurar su real independencia en el ejercicio de sus
funciones.
ORGANIZACIÓN.
Elabora y aprueba sus reglamentos de funcionamiento interno; prepara su presupuesto, que debe
ser aprobado por las Cortes Generales; y posee un amplio margen de discrecionalidad en su
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organización interna.
El órgano está presidido por uno de sus Magistrados que, dada su autonomía, es elegido, por los
otros Magistrados cada tres años y nombrado por el Rey.
Para la elección de Presidente, se exige mayoría absoluta de los votos de los Magistrados en una
primera votación, y mayoría simple en la segunda.
Al Presidente le corresponde convocar y ordenar las sesiones del Pleno, ordenar el trabajo del
Tribunal, ostentar la Jefatura administrativa así como la representación del Tribunal.
A) En pleno.
Cuando para decidir una asunto el Tribunal se forma con todos los Magistrados.
B) En Salas.
Formadas por seis Magistrados cada una. La primera, presidida por el Presidente del Tribunal y
la Segunda por el Vicepresidente.
C) En Secciones.
Cada Sala está, a su vez, compuesta de dos secciones, formadas por tres Magistrados cada una.
FUNCIONAMIENTO Y COMPETENCIAS.
FUNCIONAMIENTO.
Como vimos, para el ejercicio de sus competencias, el Tribunal Constitucional actúa de tres
formas:
A) En Secciones.
B) En Salas.
C) En Pleno
Para la adopción de acuerdos en el Pleno o las Salas del Tribunal Constitucional se exige la
presencia, al menos, de las dos terceras partes de sus miembros. En las Secciones se requerirá la
presencia de al menos dos miembros, salvo que haya discrepancia, requiriéndose entonces la
presencia de los tres miembros. Las decisiones se adoptan por mayoría, contando el Presidente,
en caso de empate, con voto de calidad. Los Magistrados discrepantes pueden formular votos
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particulares.
COMPETENCIAS.
C) Del recurso de amparo por violación de los derechos y libertades referidos en el art 53.2 de la
Constitución, en los casos y en la forma que la ley establezca.
* El control previo de los Tratados Internacionales, que viene atribuido por el art. 95 de la
Constitución.
* Los conflictos en defensa de la autonomía local, a que se refiere el art. 75 bis y ss. de la
LOTC, frente a disposiciones con rango de ley del Estado o Comunidades Autónomas que
lesionen la autonomía local constitucionalmente garantizada.
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* La impugnación de las Disposiciones sin fuerza de ley y resoluciones de las Comunidades
Autónomas, conforme al apdo. segundo del art. 161 cuando dice que "El Gobierno podrá
impugnar ante el Tribunal Constitucional las disposiciones y resoluciones adoptadas por los
órganos de las Comunidades Autónomas. La impugnación producirá la suspensión de la
disposición o resolución recurrida, pero el Tribunal, en su caso, deberá ratificarla o levantarla
en un plazo no superior a cinco meses”.
* Control de las normas fiscales forales de los territorios históricos del País Vasco.
* El control de la idoneidad de los Magistrados del propio Tribunal Constitucional para el cargo.
ORIENTACION BIBLIOGRÁFICA:
Además de la bibliografía recomendada en el programa, especialmente las obras de L. López
Guerra y otros: Derecho Constitucional (I); F. Balaguer Callejón: Derecho Constitucional;
resultan interesantes para el estudio de este tema las siguientes:
AA. VV.: “El Tribunal Constitucional”, Teoría y Realidad Constitucional, nº 4, 1999.
J. A. Acosta Sánchez: Formación de la Constitución y jurisdicción constitucional.
J. J. Fernández Rodríguez: La justicia constitucional europea ante el siglo XXI.
E. García de Enterría: La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional.
L. López Guerra: Las sentencias básicas del Tribunal Constitucional.
J. A. Portero Molina: Constitución y jurisprudencia constitucional.
F. Rubio Llorente y J. Jiménez Campo: Estudios sobre jurisdicción constitucional.
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