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‘‘En 1263, un sacerdote llamado Pedro de Praga se dirigía a Roma. En ese sentido, este
era un sacerdote piadoso, pero experimentaba algunas dudas intelectuales sobre la fe.
Por lo tanto, decidió hacer una peregrinación para fortalecer su propia vocación y
renovar su creencia en el misterio de la Eucaristía. En consecuencia, se detuvo en
Bolsena, una ciudad situada a 14 millas de Orvieto. Ademas, mientras celebraba la misa
en la iglesia de Santa Cristina, fue testigo de cómo la hostia que acababa de consagrar
sangraba sobre sus manos y sobre el corporal. Hasta, intentó ocultar lo que estaba
ocurriendo. Sin embargo no fue posible, por lo tanto suspendió la misa y opto por
dirigirse a Orvieto, donde vivía el Papa Urbano IV.Ahora bien, después de investigar la
historia del sacerdote, el Papa hizo traer el corporal y la hostia consagrada en procesión
solemne de Bolsena a Orvieto teniendo como destino fianl el ser colocados en la
catedral. Ademas, antes de su elección como Papa Urbano IV, Jacques Pantaléon había
sido el arzobispo de Lieja Santa Juliana, una monja de Lieja, le había exhortado a
instituir una solemnidad en honor a la Eucaristía. Después de aprobar el milagro de la
hostia que sangró en Bolsena, el Papa aceptó la petición, e instituyó la fiesta del Corpus
Christi.’’1
Desde la explicación histórica del origen de esta solemnidad, hace que su celebración
sea en honor a Cristo presente en la Eucaristía. De ahí, en su aplicación pastoral
podemos presentarla como una solemnidad que instruye al pueblo en el misterio, la fe y
la devoción que rodean a la Eucaristía. De ahí que la forma de instruir a los cristianos
sea a través de las palabras de San Pablo en su carta a los Corintios, 1 Cor 10, 16-17.
V16. La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de
Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con su cuerpo?
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Recuperado de pastoral_euch09_en.pdf
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Hay que mencionar, que San Pablo comienza su argumentación estableciendo una base
común, esto es que los cristianos de Corinto aceptan la identificación del pan y del vino
de la Eucaristía con Cristo y creen que compartir esta comida produce una unión
común, una unión compartida, una unión que tiene dos enfoques: Cristo y los demás
creyentes.
‘‘El pan que estáis viendo sobre el altar, santificado por la palabra de Dios, es el cuerpo
de Cristo. El cáliz o, más exactamente, lo que contiene el cáliz, santificado por la
palabra de Dios, es la sangre de Cristo. Conviene subrayar, que mediante estos
elementos quiso Cristo, el Señor, confiarnos su cuerpo y su sangre que derramó por
nosotros para la remisión de los pecados. En otras palabras, si lo habéis recibido
santamente, vosotros sois lo que habéis recibido.’’ (San Agustín de Hipona, Sermón
227)
V17. Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos
participamos de un solo pan.
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nuestra fe. Donde la Eucaristía es tratada con profundo respeto, reverencia, adorada y
venerada por el clero y los laicos, la comunidad crece en amor; muchos son llevados a
la fe; los matrimonios se fortalecen; las familias se acercan. Esto se debe a que la
Eucaristía es realmente el don de la vida para la Iglesia y el mundo. Cuando acudimos a
la Eucaristía con reverencia y reverente y digna, la invitación es, ‘‘sacaréis agua con
gozo de los hontanares de salvación.’’ 3En este misterio de la Eucaristía, nos renovamos
y la Iglesia crece.
Referencias.
San Juan Crisóstomo. Homilía 27,4 sobre la Primera Carta a los Corintios.
3
Isaías 12,3