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Facultad de Filosofía y Letras

Colegio de Estudios Latinoamericanos


Geografía de América Latina II
David Barrios
02 de julio de 2021
América Gamaliel Ramírez Rivera

Ensayo de la segunda unidad

América Latina es una región con amplias diversidades y profundas diferencias, ha enfrentado
procesos que nos permiten indagar sobre las transformaciones ocurridas en el ámbito rural. Como lo
son la transición capitalista mundial, desde los cimientos del neoliberalismo y la llamada
globalización. Estos cambios ocurren en el ámbito mundial y tienen impacto en la agricultura de las
regiones; en particular, en el destino de los productores rurales, victimas del neoliberalismo.
Durante la transición ha habido dos etapas principales. La inicial, que abarca de 2003 a 2014, en la
que predominan los mecanismos destructivos y de ruptura del modelo neoliberal, y la segunda que
comienza en 2014 y transcurre actualmente, en la que se empiezan a vislumbrar los rasgos del
nuevo modelo de acumulación.

En el ámbito latinoamericano, la primera etapa surgió para un conjunto de países como la


posibilidad de impulsar un camino alternativo al neoliberalismo, aunque fundado en sus bases
estructurales, y que generó la esperanza de una mayor integración de las clases subalternas al
sistema y una disminución de la desigualdad social. Esta primera etapa abrió la posibilidad de
acabar con la exclusión que había generado el neoliberalismo sobre los productores rurales. Sin
embargo, el dominio de las empresas corporativas alimentarias siguió intacto, con lo cual la
exclusión fue mucho más sutil en los llamados países posneoliberales y progresistas, pero continuó
en los que siguieron el rumbo neoliberal. A pesar de las potentes transformaciones que se dieron en
los países posneoliberales, no se logró cambiar las formas de dominio sobre los campesinos, por lo
que no pudieron integrarse como productores, permaneciendo, en mayor o menor medida, en la
esfera social de los marginados. En esta etapa, el aumento en los precios de las materias primas
abrió el cauce a la expansión del capital sobre los recursos naturales, con lo cual se fortaleció el
despojo en las comunidades indígenas y campesinas, a tal punto que la principal forma de lucha fue
la defensa colectiva de los territorios. Entendamos territorio como una relación tierra-acción, así
como un escenario estratégico para las luchas sociales.

En la segunda etapa, el fracaso de los proyectos alternativos al neoliberalismo, el declive de los


precios de las materias primas y el fortalecimiento del dominio imperial significaron tiempos
difíciles para los campesinos y la agricultura. Por ejemplo, el campo mexicano ha sufrido grandes
cambios en las últimas décadas y ha habido un abandono creciente en los últimos años. El flujo
migratorio del campo a la ciudad ha sido una constante. Esta tendencia se ha acentuado
dramáticamente con la entrada en vigor de las políticas neoliberales. Mientras que a mediados de
los 60' la mitad de la población era rural y la otra urbana, para el 2000, sólo el 25 por ciento era
rural. Varios son los motivos que han generado esta disminución en la población rural, entre ellos el
constante deterioro de las condiciones de vida y de reproducción de las familias en el campo, así
como el despojo de sus fuentes de trabajo. Además, este cambio sobre la población es muestra
también de la transformación de las necesidades del capitalismo. Cada vez resulta necesario más
fuerza de trabajo en los grandes centros urbanos de producción. Un ejemplo del deterioro y la
precarización de las condiciones de vida de la población rural es su limitado acceso a los servicios
básicos: agua potable, drenaje y energía eléctrica. Así como los bajos ingresos producto de la
política económica del capitalismo.

La fase de transición entre regímenes de acumulación empieza en el 2003, con el aumento en los
precios internacionales del petróleo, el declive mundial de los precios es un referente fundamental
para entender las etapas de estos procesos. La transición del régimen de acumulación mundial inició
al concluir la crisis en Asia conocida como “punto com”, que coincidió con la segunda invasión de
Estados Unidos a Irak, con la finalidad de apropiarse de sus hidrocarburos. Estos fenómenos
motivaron que la potencia del norte devaluara el dólar y bajara las tasas de interés prácticamente a
cero, para impulsar la recuperación de la economía nacional y mundial. Sin embargo, junto con la
derrota virtual enfrentada en Irak, estos procesos generaron el incremento en el precio del petróleo.
El aumento en el precio del petróleo y la fallida incursión de Estados Unidos en Irak cambiaron el
rumbo del mundo, pues evidenciaron la incapacidad de la potencia hegemónica para controlar el
precio del combustible, esencial en el capitalismo. El aumento en el precio del petróleo empezó a
erosionar la cuota de ganancia, al elevar los costos de producción en todo el mundo; además, abrió
el flanco para que los flujos de inversión especulativa fluyeran hacia los hidrocarburos como
refugio, echando más leña al fuego en la hoguera de las cotizaciones del combustible.

Este aumento se conjuntó, en 2007, con la crisis capitalista, iniciada en el sector inmobiliario de
Estados Unidos, ya que durante el neoliberalismo imperó la sobreacumulación, es decir, el sobrante
de la plusvalía sin posibilidades de invertirse de manera rentable en la esfera productiva, con lo que
fue creciendo el flujo de capitales hacia la esfera especulativa, fortalecida e impulsada por los
gobiernos de los países desarrollados. Se formó así una burbuja de valor sin representación
productiva que estalló en 2007, bajo la forma de crisis inmobiliaria, que dejó sin hogar a miles de
ciudadanos estadounidenses. En 2008 estallaron la crisis alimentaria y la financiera, y en 2009 la
productiva, con el quiebre de múltiples empresas, principalmente productoras de automóviles en
Estados Unidos. En 2011 estalló la crisis capitalista en la Unión Europea, como resultado del
contagio estadounidense, que expresaba claramente que la forma de acumulación del neoliberalismo
no podía sostenerse más.

Entonces durante la primera etapa de la transición permanecieron los rasgos duros del
neoliberalismo como dominantes, pero decadentes, en tanto se iniciaron los procesos destructivos
que empezaron a resquebrajar el régimen de acumulación, al tiempo que las salidas para superar la
crisis fueron del más puro corte neoliberal, con lo cual no se superaron las contradicciones que la
habían desatado. En el ámbito agroalimentario mundial, el proceso más importante durante la
primera etapa de la fase de transición fue la crisis alimentaria mundial. Con esto se generó un ciclo
alcista en los precios, que tuvo su mayor expresión en 2008, Aun cuando la producción y las
reservas alimentarias eran suficientes para abastecer a la población mundial, los precios se elevaron
como consecuencia de los fenómenos financieros, arraigados en la debilidad estructural de un sector
alimentario que enfrentaba el agotamiento de su modelo técnico-productivo y la concentración de
las exportaciones mundiales en una reducida élite de países, mientras 72% se convirtió en
dependiente de bienes básicos alimentarios

El otro fenómeno mundial de gran relevancia fue la expansión espacial del capital en las tierras
agrícolas y los territorios de las comunidades de los países del sur global. El declive de la cuota de
ganancia en los países desarrollados, aunado al incremento en los precios de los bienes
agropecuarios y las materias primas, llevó a una “fiebre del oro verde y oro dorado” que generó una
fuerte concentración de tierras en los países del sur, donde la tierra, los recursos naturales y la
fuerza de trabajo son más baratos.

En el 2014 cayeron los precios del petróleo y las materias primas industriales y agrícolas. El precio
del hidrocarburo se desplomó y esta caída marcó el inicio de la segunda etapa de la transición,
porque Estados Unidos retomó el control del hidrocarburo en el mundo, con lo que se establecieron
de nuevo costos bajos para el proceso industrial. Esto se logró, en primer lugar, a través del impulso
del gas y petróleo, que generó un aumento importante en la oferta y convirtió a Estados Unidos en
un exportador, reduciendo significativamente sus importaciones.

Al iniciar la transición capitalista mundial ocurrieron varios procesos que impactaron a la región
latinoamericana. Por un lado, el aumento en los precios de las materias primas benefició a los
países, en tanto que permitió contar con recursos propios para los gobiernos, a tal punto que se abrió
la posibilidad de renegociar las deudas con el fmi y el Banco Mundial. Junto a esto, la mirada de
Estados Unidos viró hacia medio oriente, con la finalidad de controlar el precio del petróleo; en
particular, la segunda guerra contra Irak abrió la posibilidad de un ambiente político más autónomo
para la región. Se generaron condiciones para una fase de crecimiento en la región, pero más aún,
para el surgimiento de gobiernos con mayor autonomía con respecto al dominio estadounidense,
con lo que se configuró una alternativa política al neoliberalismo que no se dio en ninguna otra
parte del mundo. Pero a pesar de los cambios en la orientación de las políticas, tanto los países
posneoliberales y progresistas como los que continuaron con orientaciones neoliberales, como Perú,
México, Colombia, Panamá y Honduras, se enfocaron a la exportación de materias primas, y
ninguno logró eludir la forma primarizada de inserción en el mercado mundial. Tuvieron un
desempeño muy diferente en la utilización de las divisas y los recursos obtenidos. Los países
posneoliberales y progresistas impulsaron fuertemente el gasto social, con lo cual beneficiaron a
grandes masas de la población, también se impulsaron proyectos nacionalizadores de los recursos
naturales y se consolidaron políticas redistributivas del ingreso, al tiempo que se fortaleció la
participación del Estado en la economía y se establecieron mecanismos de control sobre la
participación de las empresas trasnacionales. El boom de las exportaciones trajo consigo una fase de
expansión en la región, que se manifestó en el crecimiento del pib, tanto general como
agropecuario. En el ámbito agroalimentario, el impulso de los agrocombustibles trajo consigo el
incremento de las exportaciones de maíz, soya y azúcar, así como la expansión de la palma africana
para la producción de aceite.

La expansión capitalista si bien permitió en algunos países contar con divisas para impulsar
políticas de corte social, trajo consigo un fuerte proceso de concentración y extranjerización de la
tierra que afectó fuertemente a las comunidades campesinas e indígenas de la región. Los llamados
cultivos comodines, orientados a la producción de pastas de oleaginosas y agrocombustibles,
dominaron la estructura productiva durante la primera fase de la transición

El aumento en los precios de las materias primas permitió la inserción de los países
latinoamericanos en el mercado mundial a través de las exportaciones de bienes primarios. Sin
embargo, en el ámbito de los bienes básicos de consumo interno el proceso fue diferente. La crisis
alimentaria impactó fuertemente a la región, aunque de manera desigual en cada subregión. En el
plano agropecuario, los productores resintieron el alza en el precio de insumos como fertilizantes y
combustible, lo que incrementó fuertemente los costos. Así, el aumento en los precios de los
alimentos y las materias primas no compensó el alza de los insumos, por lo que los ingresos de los
productores se vieron afectados, lo que trajo consigo la profundización de la pobreza en la región.
Los países más afectados fueron los que tradicionalmente han registrado una dependencia
alimentaria del mercado exterior. La dependencia alimentaria se fortaleció con esta crisis, no
obstante hubo esfuerzos, principalmente de los gobiernos de países progresistas y posneoliberales,
por alcanzar la soberanía alimentaria, lo que también provocó el despojo de tierras. La crisis
alimentaria también trajo, como secuela, la visibilización de la unidad campesina y su
revalorización en el ámbito mundial. En la década del 2000, en general, el aumento en la demanda
de alimentos y de los precios agrícolas fue un factor decisivo para la formulación de políticas
públicas más favorables a la agricultura en general y a la agricultura familiar en particular. Con la
crisis del mercado de granos básicos de 2007-2008, la agricultura retoma importancia para asegurar
una cierta seguridad alimentaria y contribuir al financiamiento de la balanza comercial y de los
presupuestos de los Estados.

Este renacimiento en el ámbito de los organismos multilaterales permitió conocer el aporte de los
campesinos a la producción en América Latina. Las políticas se centraron en el fomento de bancos
de semillas, mercados y ferias de productores, bancos públicos y sociales de alimentos, restaurantes
populares y programas de compras públicas, en muchos casos asociadas a políticas de combate a la
pobreza. La orientación de las políticas no reivindicó, en todos los casos, el papel productivo de los
campesinos como base de la sustentación alimentaria nacional, sino que se les impulsó desde su
marginalidad. Sin embargo, el poder agroalimentario de las grandes empresas que controlan los
precios de los bienes básicos y los insumos siguió, haciendo imposible lograr que los campesinos
compitieran con las empresas productoras de alimentos básicos ubicadas dentro o fuera del país. Es
decir, siguieron intactas las formas de dominio agroalimentario vigentes durante el neoliberalismo,
por lo que, aun cuando se incrementaron los precios de los alimentos en el ámbito internacional, los
pequeños productores no pudieron beneficiarse, con todo y el apoyo gubernamental en los países
posneoliberales y progresistas. En estos procesos no podemos dejar de lado la territorialización, este
el proceso de dominio (político-económico) o de la apropiación (simbólica-cultural) de un espacio,
hecha por grupo humano. Al igual que estos nos permiten entender las luchas de los campesinos por
la defensa de su territorio.

Bibliografía

Rubio, Blanca, 2001, "La agricultura latinoamericana. Una década de subordinación excluyente"
(Caracas: Nueva Sociedad)
Rubio, Blanca, 2018, "La agricultura latinoamericana en la transición mundial: una visión histórica
estructural, 2003-2016" dentro del libro América Latina en la mirada. Las transformaciones rurales
en la transición capitalista (Ciudad de México: IIS-UNAM) pp. 21-62
Martín, F. (2017) Extractivismo y espacialidad en Latinoamérica. Reflexiones desde la  teoría
espacial crítica dentro de Tensiones (Pos)Identitarias, Desarrollo y Derechos Procesos De (Des)
(Re)Territorialización en América Latina. Córdoba-Buenos Aires; p. 13 - 26. 

Haesbaert, Rogério. "Territorio y multiterritorialidad en cuestión" dentro de Vivir en el límite.


Territorio y multi/transterritorialidad en tiempos de in-seguridad y contención. Siglo XXI editores.

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