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Cabe señalar aquí, que tanto los hijos como los padres, viven un proceso de
conflictos emocionales tras el divorcio.
Fuquen Alvarado (2003) señalo en uno de sus trabajos que el término
«conflicto» proviene de la palabra latina conflictus que quiere decir chocar,
afligir, infligir; que conlleva a una confrontación o problema, lo cual implica una
lucha, pelea o combate. Como concepción tradicional, el conflicto es sinónimo
de desgracia, de mala suerte; se considera como algo aberrante o patológico,
como disfunción, como violencia en general, como una situación anímica
desafortunada para las personas que se ven implicadas en él. Este también
surge cuando personas o grupos desean realizar acciones que son
mutuamente incompatibles, por lo cual la posición de uno es vista por el otro
como un obstáculo para la realización de su deseo; en este caso, el conflicto no
se presenta de manera exclusiva por un enfrentamiento por acceder a unos
recursos, sino por una indebida percepción del acceso a los mismos. Es por
ello, que un conflicto es un estado emotivo doloroso que se forma por una
tensión entre dos deseos opuestos que ocasiona contrariedades
interpersonales y sociales, donde además se presenta una resistencia y una
interacción reflejada muchas veces en el estrés, la cuales la forma más común
de experimentarlo.
Esta apreciación demarca tanto lo interno como lo externo como posible origen
a un conflicto y el divorcio puede considerarse como tal.
Diferentes autores fueron citados en el trabajo de Contento Guerrero (2015),
para poder señalar que, desde diversas perspectivas, las experiencias de
separación en la vida de los niños son innumerables y también formarán parte
de su desarrollo emocional. La mayoría de los niños tienden a percibirse a sí
mismos vulnerables ante la separación de sus padres, siendo por ello un
evento estresante que, si bien genera desajuste en todos los miembros de una
familia, será mayor en los hijos al no poseer habilidades cognitivas y
conductuales suficientes para afrontar la situación, afectando por lo tanto sus
emociones.
Las familias separadas por lo general pueden ofrecer un bajo soporte
emocional a sus hijos, debido a factores de inestabilidad familiar que son
influyentes. Es importante comprender el desarrollo emocional del humano de
forma normal teniendo como base, la crianza afectiva de sus dos progenitores,
la cual es esencial en su desarrollo físico y psicológico.