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Caupolicán

La segunda parte del poema está conformada por dos tercetos, los cuales narran las hazañas

de Caupolicán por las cuales obtuvo el título de “Toqui”. En este fragmento del poema, el

objetivo principal radica en recalcar la fortaleza del héroe en cuestión.

Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día,

le vio la tarde pálida, le vio la noche fría,

y siempre el tronco del árbol a cuestas del titán.

En el primer terceto empieza la narración del camino de Caupolicán. Desde un principio,

en el verso 1. comienza la exaltación de la travesía del héroe: “Anduvo, anduvo, anduvo” y

después “Le vio la luz del día, le vio la tarde pálida, le vio la noche fría”; esto parece

indicar la larga duración del camino que tuvo que enfrentar Caupolicán. Por último, en el

verso 3. con: “y siempre el tronco del árbol a cuestas del titán”, Darío hace una

equivalencia del personaje protagonista con los titanes, seres mitológicos de extraordinaria

fuerza presentes en la mitología griega.

«¡El toqui, el toqui!» clama la conmovida casta,

Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo «basta»,

e irguióse la alta frente del gran Caupolicán.

En el segundo terceto, verso 1. la palabra “Toqui” se refiere al nombre que otorgaban los

araucanos al jefe de Estado en tiempos bélicos y director supremo de operaciones militares;

tal título es importante, pues le concedía, al individuo que lo tuviera, poder sobre el ejército

y la naturaleza, por ello era la mayor distinción que había entre la sociedad araucana. El

“Toqui” era elegido en una asamblea de Ioncos (jefes de cada comunidad mapuche)
mediante la fama del candidato o las habilidades de guerra del mismo; en el soneto de

Darío, por ejemplo, el protagonista cumple con una prueba de fuerza (La cual narra toda la

segunda parte de la obra). En el mismo verso hay una anástrofe en “conmovida casta” en

vez de “la casta conmovida”, para exaltar lo que siente la gente ante la victoria de

Caupolicán y su nombramiento como el nuevo “Toqui”. La presencia del “Anduvo,

anduvo, anduvo” se muestra como la reiteración del duro camino que enfrentó Caupolicán,

para terminar el poema con el fin de la travesía del héroe gracias a la orden de la diosa

Aurora.

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