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En el mundo hay temas y tópicos que llevan a la gente a formar sus propias
conclusiones,tales como, por ejemplo, la cuestión primordial de la existencia del paraíso,
del infierno o, simplemente, la presencia de un Dios. Algunas de estas preguntas a veces
terminan formando parte de la identidad de ciertas culturas y su manera de explicar los
inicios de la vida y de su propio ser. Así, unas de las inquietudes más grandes que abundan
alrededor de la tierra es la duda ante los orígenesdel universo y del hombre mismo, las
cuales hanpropiciado la formulación de muchos libros e hipótesis al respecto. Hay, por
supuesto, variedad de teorías de índole científica sobre estos temas, las más famosas: la
teoría de la evolución de Darwin, que establece la ascendencia de los humanos como
primates, y la teoría del Big bang, que supone una gran colisión como la causante del
surgimiento del planeta. Sin embargo, así como la comunidad científica ha aportado
diversas ideas y estudios sobre esto, las sociedades de cada país o pueblo tienen su propia
explicación, que viene desde sus antepasados y las mitologías que establecieron para
intentar entender la forma en la que se creóel lugar que habitan, además de las
circunstancias en las que los seres humanos aparecieron en el mundo.
El Popol Vuh es un texto dividido en tres partes, donde cada una habla sobre un
tema en específico. En este caso, la parte primera es la que trata el mito de la creaciónen
general. Sin embargo, esta perspectiva de los mayas, como toda leyenda relacionada con
este tópico, puede ser cotejada con las ideologías de otros lugares. En este caso, se tratará
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de hacer una comparación entre dos ideas de creación: la maya y, quizá la más conocida y
aceptada por muchos, la cristiana que se da en la Biblia.
Tal vez la diferencia esencial entre la forma que adopta la creación del mundo en el Génesis
israelita y la que muestra el Popol Vuh sea que el primero está pensado y estructurado como
un monólogo mientras que el texto maya es claramente un diálogo. Los dioses conversan
sobre su obra, piden opiniones a expertos como lxmucané, exponen sus dudas y
vacilaciones, y, sobre todo, manifiestan sus propósitos y hacen explícitos los motivos que
les llevan a renegar en cierta medida de sus primeras criaturas, relegándolas al lugar
secundario o sumiso que finalmente ocupan en el orden general de las cosas.(Rivera, 143)
Puede considerarse, entonces, que en el Popol Vuh los dioses poseen características más
humanas; buscan el criterio de alguien más, sin quedarse sólo con la opinión de uno sólo,
piden consejos y, sobre todo, pueden fallar y aceptarlo, para así mejorar su trabajo y lograr
una criatura digna de ellos. Por otro lado, el dios bíblico expone cualidades más prolijas y
únicas: él es el todo poderoso, el que tiene la capacidad de hacer lo que desea por su propia
mano, sin necesidad de tomar ideas de terceros, además de que se presenta generalmente
infalible en sus acciones, las que, por el hecho de ser producto de él, resultan de manera
adecuada.El surgimiento de la tierra según los mayas conserva, de alguna manera, un
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sentido de colectividad, mientras la perspectiva cristiana exhibe una solo veredicto que
evoca una individualidad.
En general, tal vez la diferencia más grande que hay entre el principio del hombre
maya y cristiano es el número de seres tentativos que hubo antes de conseguir el prototipo
que cumplió con las expectativas de los dioses de cada texto. Por su parte, en el origen
bíblico sólo se necesitó un intento, del que retoñó Adán, quien cumplió con las
características que su creador deseaba, para después sacar de la costilla del mismo a su
acompañante, la mujer, Eva. En cambio, en la tradición maya no se limitó a un solo
prospecto, sino que parece estar basada en un peculiar “ensayo y error”, a diferencia del
mito cristiano que exhibe una propiedad parcialmente infalible de su dios. Desde los
hombres de lodo, que se desintegraban con facilidad y lucían deplorables, hasta por fin
lograr conseguir un ideal con el hombre hecho de maíz, al que se le limitó el conocimiento
para que no superara o alcanzara al de los creadores. La constitución del hombre
prehispánico no fue inmediata, pues los dioses pasaron por una variedad de fracasos que,
con la constante mejora y aprendizaje de sus errores, concluyó en el ser digno y capaz de
adorarlos y venerarlos.
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embargo, el propio hombre termina por cometer los errores que complican su vida y que lo
orillan a buscar la fe para tener salvación.
Uno de los dogmas primeros del pensamiento religioso cristiano es que Dios no puede
equivocarse. La infalibilidad es consustancial a su naturaleza. Sin embargo, en
Mesoaméríca hay casos muy frecuentes de decisiones divinas erróneas, de debilidades y
torpezas que los dioses asumen como parte de su difícil papel en la estructura del cosmos, y
ese hálito de inseguridad no parece tanto un expediente de antropomorfismo, a la manera
griega quizá, sino una declaración solemne de la profunda complejidad de lo creado y, por
ende, de los pasos y decisiones que han de conducir a la plasmación y funcionamiento del
universo. (Rivera, 143)
El Popol Vuh presenta un proceso más palpable, la cual otorga una formación de la tierra
que no se percibe como fácil, sino que, gracias a esa capacidad de equivocarse propia de los
dioses prehispánicos, vuelve la narración en algo que muestra una mayor complejidad en el
hecho de formar todo un sistema de vida, aspecto que en la versión bíblica no sucede, pues
la perfección con la que actúa Dios convierte la creación de todo en algo más inclinado a
resaltar las cualidades divinas e inequívocas del conocido salvador.
De esta manera, el Popol Vuh ofrece una perspectiva que acerca un poco más a los
dioses con los humanos, pues, a diferencia de su contraparte cristiana, exterioriza la
importante propiedad que comparte con sus “hijos”, la cual les permite errar y después
enmendar lo cometido.
Como tal, el Popol Vuh y la Biblia son, evidentemente, dos visiones muy contrarias
de la instauración del universo en general, sobre todo al venir de lugares y pensamientos
distintos y lejanos, que veían de manera desigual la vida y los acontecimientos que en ella
surgían. La percepción del mundo que tenían los mayas nunca va a poder ser igual a la
cristiana, pues su cultura marca creencias, necesidades y fines diferentes. Sin embargo,
ambas ofrecen una explicación mágica e increíble de un suceso que causa tanta curiosidad y
dudas entre los pobladores del planeta, y estas maravillosas suposiciones no sólo
contribuyen con creces al enriquecimiento de la literatura mundial, sino que también elevan
un suceso que podría quedarse en lo científico a un ¿Qué tal sí…? Pregunta que tal vez se
han hecho todos en esta vida.
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Bibliografía: