He elegido algunas palabras que considero claves para realizar un bosquejo de un posible
campo semántico en el primer poema de Trilce. En los primeros versos aparece la palabra
testar, cuyos significados pueden ser “expedir testamento, tachar o eliminar algo o
golpear con la cabeza”. Podríamos interpretar entonces que el sujeto que hace “bulla”, “ni
deja” eliminar a las islas que van quedando. Estas islas a las que se refiere el poeta son las
islas de guano de Perú, un abono de pájaro que resultó fructífero al punto de conformar la
base del tesoro nacional peruano. Por eso lo nombra unos versos más adelante, procedido
por el epíteto en forma de oxímoron, “calabrina tesórea”. La elección nominal de guano,
vocablo quechua, en vez de estiércol, aparece cargada de un sentido de reivindicación
nacionalista. El adjetivo calabrino es un arcaísmo hispánico que significa con hedor a
cadáver. Unos versos adelante dice “y se aquilatará mejor/el guano”. Aquilatar tiene la
acepción de medir, por una parte, y por otra, también significa purificar. Es importante
destacar que a la hora de analizar un poema de Vallejo, las ambigüedades resultan parte
de la plenitud del sentido del poema. El poeta no descarta una acepción por contexto sino
que juega con los dobles sentidos constantemente.
El poema se introduce con una expresión coloquial, “quién hace tanta bulla”. Es un
interrogante que ni siquiera se introduce con la grafía del signo de interrogación, para
reforzar su oralidad. Las dos estrofas siguientes también estarán introducidas por una
locución verbal, que además se repite en estos últimos dos casos: “un poco más de
consideración”. Según Buxó, estas locuciones verbales buscan despegarse del lenguaje
sobremetaforizado del modernismo, subvirtiéndolo. Además resultan ser una posibilidad
de comunicación con el lector, en poemas en donde el hermetismo es predominante. Por
otro lado, según Ortega, estas expresiones de oralidad sirven al propósito de desarrollar la
temporalidad, se convoca al flujo del tiempo.
En la última estrofa, dice “y la península parase/por la espalda, abozaleada, impertérrita”.
La definición de península es “extensión de tierra rodeada de agua por todas partes salvo
por una, unida a un territorio”. Hay aquí una animización de península, que es abozaleada
por la espalda. En vez de ser apuñalada por la espalda, coloquialismo típico alusivo a una
traición, Vallejo opta por reemplazar la acción del puñal por la de un bozal. Reponemos la
semántica de la traición, cargándolo de un nuevo sentido en este poema. A los humanos
se los apuñala, a las bestias se les pone un bozal. Esta puesta en escena de un
coloquialismo al que se le reemplaza el término final, ya se daba como procedimiento en
Heraldos Negros, poemario anterior con el cual existe un evidente quiebre, pero que
igualmente contiene el germen de lo que será Trilce. Ortega afirma que la gramaticalidad
en Vallejo está puesta en crisis en todos los niveles. En este caso, “abozalear” es un
neologismo vallejiano que podría interpretarse como la acción de ponerle un bozal a dicha
península. Pero ¿de qué península podría estar hablando Vallejo? Quizás estas islas de
guano que pertenecen tanto a Perú como si casi estuvieran unidas por tierra como una
península. Es interesante analizar el vocablo “alcatraz”. Dicho pájaro es efectivamente
generador de estiércol de abono, pero no es de la zona de Perú sino más bien de Europa y
Norteamérica. No me parece casual esta elección, si tenemos en cuenta que este abono
era el que permitía a Perú ser el mayor exportador, justamente, a Europa, del rubro en
América, antes de la batalla del Pacífico. Además, alcatraz es una danza típica peruana, por
ende este “salobre alcatraz”, también puede estar haciendo referencia, simultáneamente,
a un baile lleno de sabor, nacional: he aquí el mestizaje. Esta danza se realiza “a cada
hialóidea grupada”. Con cada golpe violento en el agua que realizan las heces de las aves,
hay un baile. Y es hialóidea como la arteria hialóidea, arteria fetal. Este adjetivo expande el
campo semántico de “insular corazón”, expresión del verso anterior.
Creo que una lectura posible del poema puede relacionarse a estas islas de guano,
perdidas en gran medida por la Guerra del Pacífico con Chile, apenas unos cuarenta años
antes de escrito el poema. Esa guerra perdida es una herida abierta, Chile se queda
finalmente con las regiones más ricas en guano. Esta alusión a una arteria fetal podría
interpretarse como un proyecto de país que se gestaba y fue interrumpido por una guerra
traicionera en la que más temprano que tarde (“será tarde, temprano”), lo que prometía
ser el tesoro nacional es arrebatado.
En Nueva Poesía, Vallejo plantea este intento de quiebre del lenguaje que hará patente en
todo Trilce, una verdadera puesta en crisis de la gramaticalidad en sus tres niveles
(sintáctico, morfológico y semántico). Su poesía no será nueva por nombrar artefactos
modernos, sino por conformarse y comportarse intrínsecamente como las tecnologías
modernas.
En Aldeana, el paisaje rural crepuscular nos es dado a través de una codificación
predominantemente modernista. Los bueyes, los gallos y la guitarra se representan a
través de codificaciones familiares. Hay un significado codificable, pero sin referente. En el
poema de Trilce, en cambio, el referente toma protagonismo. Esa desazón que escapa a lo
comunicable y traducible, debe quebrar toda gramaticalidad anterior para poder hacerse
presente.
Sin embargo, me parece interesante recalcar que ya algunos mecanismos de Trilce se
hacen presentes en Aldeana. Un ejemplo de esto es la ambigüedad y el doble sentido en el
verso “oración de las esquilas”, aludiendo al cencerro de los bueyes al mismo tiempo que
a las campanas eclesiásticas. También el neologismo “dondoneo”, en reemplazo de
tarareo, cargando un verbo onomatopéyico con un sentido mayor de “don”, el don de la
voz del indio.
2. Para poder explicar a Vallejo en un taller barrial, en el que quizás no tengan demasiados
conocimientos sobre la literatura de esa época, comenzaría por preguntar si conocen al
autor. Tomando en cuenta cualquier información que puedan aportar, empezaría dando
un panorama acerca de quién fue el autor, de dónde era y en qué momento histórico
literario se hallaba. Para esto, explicaría brevemente el modernismo nombrando a poetas
como Rubén Darío o Martí, citando versos de sus poemas más conocidos. Luego situaría a
Vallejo en la vanguardia literaria, explicando un poco qué eran las vanguardias y relatando
los manifiestos más conocidos. Para explicar vanguardias nombraría a los poetas
argentinos vanguardistas más reconocidos, Girondo y Pizarnik.
Me gustaría leer el poema LXXIII, y hablar un poco de la caída en lo absurdo como un
precio máximo por desprenderse de viejas estructuras, aclarando siempre que esta caída
no implica que los poemas carezcan de sentido o sean absurdos. Creo que es un poema
que agrupa varios recursos interesantes para analizar.
Me centraría, primero, en la segunda estrofa para desarrollar la inserción de la expresión
coloquial “tengo pues derecho” y las enumeraciones correspondientes. En segundo lugar,
tomaría la última estrofa para explicar un poco, citando a Buxó, esta caída en el absurdo al
ponerse en juego dos intenciones opuestas: por un lado, incorporar al lenguaje poético
fórmulas de la lengua hablada, algo totalmente innovador, y por otro lado liberarse del
lenguaje ya obsoleto del modernismo.
Me gustaría aclarar que la lectura de Trilce es para hacerla en voz alta y que la sonoridad
es fundamental en el poeta. Tal es así, que hasta cuando le preguntaban al poeta por el
nombre de su poemario, decía que no significaba nada pero que su sonoridad era
bellísima (citaría la entrevista de César González Truano, incluida en Crónicas de poeta).
También diría que hay que leerlo como si estuviera escrito en otro idioma, con un
diccionario en la mano, con afán de investigador, rastreando cada posible sentido.
Leería Nueva Poesía¸ y a continuación leería a Ortega cuando compara a los poemas con
cuadros cubistas. Creo que es una manera muy sencilla de entender la complejidad de los
poemas de Vallejo y la intencionalidad del poeta. Si tomáramos al Guernica, y
rearmáramos cada una de sus figuras, podríamos entender y dislumbrar más claramente
cada uno de los personajes que lo conforman, pero el cuadro ya no sería el mismo. En esa
fragmentariedad está el efecto que busca Picasso, al igual que en la fragmentariedad del
lenguaje se halla el efecto poético de Vallejo, que funda un orden poético, prácticamente
un “nuevo alfabeto”, dice Ortega.
Propondría como consigna escribir un poema en el que aparezca al menos una expresión
coloquial pero que pueda cargarse de un sentido distinto, al menos un neologismo y al
menos un arcaísmo.
Bibliografía:
Buxó, José Pascual, “Lengua y realidad en la poesía de César Vallejo”, “Uso y sentido de las
locuciones en la poesía de César Vallejo”, en César Vallejo, Crítica y Contracrítica.
Ortega, Julio, La hermenéutica vallejiana y el hablar materno
Vallejo, César, Nueva Poesía, Trilce, Los Heraldos Negros.