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No es un secreto que la comedia griega y latina cumplían una función didáctica, un diálogo

con el espectador en el que, por más que se escapase de las pretensiones de hacer eco de lo
que ocurría en la realidad social o geopolítica, de igual forma la obra terminaba dialogando
con su entorno y su contexto histórico, incluso, trascendiendo con un mensaje educativo.
La comedia en su esencia tiene un carácter poético, lírico y/o literario, ya que los recursos
utilizados para su desarrollo tienen como factor vital la contradicción, lo no literal, el
subtexto. Ya sea usando la burla, la ironía o el sarcasmo, el carácter dicotómico de la
comedia no está sólo en su discurso, sino también en su origen. La comedia surge en medio
de conflictos bélicos, durante la guerra del Peloponeso, pero a pesar de aquello, surge en
ambientes festivos, más específicamente, en las fiestas dionisiacas.
En un principio vista como un arte más bien marginal o, al menos, de menor rango que la
tragedia, fue influenciada por esta en varios aspectos. Si se puede tomar a algún autor como
referencia de la transición que dio paso al nacimiento de la comedia a partir de la tragedia,
es Eurípides. Nietzsche señala una tendencia que surge a partir de la obra de Eurípides, que
se reflejaría en la comedia ática: “Gracias a él el hombre de la vida cotidiana dejó el
espacio reservado a los espectadores e invadió la escena, el espejo en el que antes se
manifestaban tan sólo los rasgos grandes y audaces mostró ahora aquella meticulosa
fidelidad que reproduce concienzudamente también las líneas mal trazadas de la
naturaleza” (Nietzsche 105). La identificación del espectador con lo que ocurre en escena
va más allá de la empatía por el protagonista de la tragedia, esta vez encuentra la esencia
del ser terrenal y vulnerable en pequeños detalles que lo acercan a la obra. En las tragedias
clásicas los personajes solían ser de un carácter mucho más heroico, fuerte y audaz, más
cercano a las características de los dioses y héroes de la antigua Grecia, y en esta transición
que daría paso a la comedia, pasa a ser más humano. Este es un primer indicio del carácter
didáctico que adquiriría la comedia, la identificación del espectador sería vital para
masificar el mensaje de las obras y que no quedase para consumo tan solo de la burguesía.
Así, según Nietzsche, Eurípides, a pesar de no ser un comediógrafo, traza las primeras
líneas y hasta se atribuye, de forma algo arrogante, este factor didáctico esencial: “… la
gente aprendió de Eurípides a hablar (..) gracias a él, el pueblo ha aprendido ahora a
observar, actuar y sacar conclusiones según las reglas del arte y con sofisticaciones
taimadísimas. Mediante este cambio repentino del lenguaje público Eurípides hizo posible
la comedia nueva” (Nietzsche 106).
Pero el carácter didáctico de la comedia tiene más aspectos previos a su misión educativa,
puesto que, como mencionamos antes, al utilizar recursos literarios para poner en escena
circunstancias que pueden ser de lo más trágicas y al mismo tiempo generar risa en el
espectador, exige de una expectación activa, un mínimo de esfuerzo cognitivo para poder
apreciar la obra en su totalidad.
A su vez, y sobre todo en lo que conocemos como Comedia Antigua, estaba muy presente
la crítica, las obras estaban cargadas por un fuerte contenido político debido a los
momentos de tensión y crisis en que se encontraban. Esta conexión de lo ficticio con lo real
permitía al espectador -además de realizar un nuevo tipo de catarsis en que se riese a pesar
de lo trágico de la realidad- mantener un pensamiento crítico al plasmar lo ridículo del ser
humano, que no deja de ser real por estar en una ficción. Wolfgang Iser en su ensayo La
realidad de la ficción habla sobre la conexión entre la ficción y la realidad: “(…) la ficción
liga la realidad a un sujeto, que se pone en relación con la realidad precisamente por
mediación de la ficción. (…) Si la ficción no es realidad, no es tanto por carecer de los
predicados necesarios de realidad, sino por ser capaz de organizar la realidad de manera
que puede ser comunicada” (Iser 166). El efecto que produce esta conexión entre el sujeto y
la realidad en la comedia, además de la risa y la identificación, es el aprendizaje respecto a
ciertas conductas que son motivo de burla por lo ridículas que son. Algo parecido al efecto
que producía la tragedia al ver el destino trágico de un personaje que actúa con hybris o até,
por poner un ejemplo, sucede con la comedia, pero en este caso, esta nueva catarsis o
purificación se expresa a través de la risa.
Otro elemento que tomó la comedia de la tragedia es la mímesis, pero a diferencia de la
tragedia, que buscaba imitar lo grande, lo elevado y lo noble -propio del carácter superior
que se le atribuye a la tragedia por sobre a la comedia- la segunda buscaba imitar los
defectos y manías de la sociedad. “El origen de la comedia se halla en el impulso
incoercible de las naturalezas ordinarias, o aun podríamos decir, en la tendencia popular,
realista, observadora y crítica, que elige con predilección la imitación de lo malo,
reprobable e indigno” (Jaeger 99). Podríamos conectar lo que Jaeger señala con la
influencia de Eurípides, pues el aspecto marginal de la comedia en comparación con la
tragedia no es tan sólo el comportamiento reprobable de la sociedad plasmado en una obra,
sino también lo popular, lo que las tragedias clásicas solían dejar de lado para plasmar
únicamente lo noble y lo poderoso. Esta vez, además de haber masificado gracias a la
influencia lo marginal tendría lugar en la escena, permitiendo entregar el mensaje de las
obras de forma menos elitista, utilizarían la imitación de lo reprobable, lo malo e indigno
propio de la naturaleza humana, para entregar aquel mensaje educativo, lo que hoy
entendemos como moraleja.
Si bien la comedia antigua era más bien contingente, Jaeger sostiene que la comedia como
tal contiene aspectos del ser humano que se mantienen en el tiempo: “(…) La comedia,
más que otro arte alguno, se dirige a las realidades de su tiempo. Por mucho que esto la
vincule a una realidad temporal e histórica (…) su propósito fundamental es ofrecer, tras lo
efímero de sus representaciones, ciertos aspectos eternos del hombre que escapan a la
elevación poética de la epopeya y de la tragedia” (Jaeger 98). Estos aspectos a los que
Jaeger se refiere como eternos, permiten la trascendencia de las obras cómicas, y se alejan
de esa “elevación poética” de los otros géneros literarios por ser la comedia más cercana a
lo humano, lo defectuoso de lo real. Esto podría sonar contradictorio con lo antes
mencionado respecto al aspecto literario que tiene la comedia debido a recursos como la
ironía, la burla y el sarcasmo, pero estos recursos se alejan de una pretensión elitista y
pueden ser entendidos y utilizados por todas las personas.

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