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En esta publicación hablaremos un poco sobre la trementina, sus usos, sus precauciones
y cuándo puede sustituírsele con otro solvente y cuándo no.
Trementina ttamayo.
El destilado de la trementina
Los árboles de pino exudan su sustancia interna de dos maneras: como resina y como
jugo. Al procesar ambos es que se destila la esencia de trementina. En el proceso de
destilación se calienta el jugo y la resina en un sitio cerrado y se espera a que se
evapore. Lo que se evapora se recupera y contiene para luego permitirle enfriarse y
condensarse. Este primer destilado tiene aún varias sustancias dentro, aparte de lo que
después formará la esencia de trementina. Entre estas distintas substancias encontramos
otras que también son empleadas dentro de la pintura artística. Las mejor conocidas son
la trementina de Venecia y el bálsamo de Canadá.
Esta sustancia resultante del primer destilado vuelve a destilarse por segunda vez. En
este proceso se separa la trementina de Venecia de la esencia de trementina, la cual se
evapora de nuevo y se condensa en un recipiente separado.
La trementina de Venecia
La esencia de trementina
Tras la segunda destilación de las resinas y jugos de pino, se extrae lo que conocemos
como aguarrás bidestilado o esencia de trementina. Éste es un solvente volátil que,
como ya se mencionó, lleva utilizándose por varios siglos en distintas técnicas
tradicionales de pintura.
Sin embargo, estos problemas pueden ser evitados sin grandes precauciones:
Hay algunos pintores que tienen la costumbre de mantener un recipiente con trementina
en el que depositan sus pinceles. Esto no es bueno, ni para los pinceles, ni para la salud.
Por un lado, el pelo de los pinceles se debilitará rápidamente (particularmente los de
nylon) y, por otra parte, a menos que se haga en un espacio con mucha ventilación,
podría dañar la salud y producir una fuerte alergia.
La trementina puede ser tóxica si te encierras a pintar con ella en un cuartito sin
ventanas, pero tampoco se le debe tener miedo. Este solvente ha sido empleado por
siglos por gran cantidad de pintores, sin que por eso tuviera efectos secundarios
adversos en su salud. El único importante es usarla de manera responsable e inteligente.
En la actualidad existen distintos solventes con los cuales se pinta, algunos de los cuales
son destilados del petróleo. El más conocido y utilizado en la pintura artística es el
aguarrás. Por desgracia, los componentes inorgánicos del aguarrás acidifican y
destruyen las partículas orgánicas del aceite con que se fabrica el óleo. Esto hace
envejecer rápidamente a la pintura, craquelándola y desbaratándola.
Por lo tanto, a menos que la intención del pintor sea acelerar el proceso de
envejecimiento por alguna razón previamente considerada, es mucho mejor utilizar
trementina de buena calidad, la cual comúnmente se consigue con el nombre de
aguarrás bidestilado de pino.
Además, el aguarrás de petróleo es mucho más tóxico para los usuarios que el de pino y,
de no usarse en lugares con suficiente ventilación y tomarse precauciones, puede
acarrear repercusiones negativas para la salud.
Aguarrás sintetico
Existen otros solventes especiales para pintura al óleo que pueden ser sustitutos de
trementina para quien sea alérgico a la misma. Si bien éstos también son destilados de
petróleo y tampoco son ideales para trabajar con materia orgánica, son menos dañinos
que el aguarrás corriente.
Pese a los beneficios de estos posibles sustitutos, el solvente ideal para la pintura al óleo
sigue siendo la trementina, puesto que no acidifica ni destruye parcialmente el aceite. El
mejor uso para los solventes inoloros sintéticos -para aquellos no alérgicos a la
trementina- es para limpiar pinceles y otros instrumentos de pintura. En ese tipo de
labores, donde el solvente no tendrá contacto directo con la pintura del cuadro y en que
el pintor tiende a inhalar mayor cantidad de vapores, es que son ideales dichos
solventes.
Aguarrás sintetico sin olor.
Actualmente, muchos pintores usan la la trementina como único medio para adelgazar y
volver fluidas sus pinturas al óleo. Si bien ésta no es la técnica tradicional de óleo, no
necesariamente está equivocada. Sin embargo, se deben tener en cuenta ciertas cosas.
En la pintura al óleo, lo que pega las partículas de pigmento sobre el lienzo es el aceite.
La trementina no posee ninguna capacidad de pegado, por lo que no puede usarse como
medio ligante. Una vez que ésta se evapora no hay nada que pegue las moléculas de
pigmento al lienzo. Por esta razón es importante considerar que, si el óleo se adelgaza
en exceso con pura trementina, podría no haber suficiente aceite que mantenga el
pigmento pegado a la superficie.
Existen muchos otros medios que llevan siglos utilizándose y que son la forma ideal de
adelgazar la pintura al óleo. Estos medios son conocidos como barnicetas y son una
mezcla de resinas, aceites, trementina y, en algunos casos, ceras u otros materiales como
la trementina de Venecia.
Existen barnicetas de distintos tipos, algunas fluidas, otras de densidad media y algunas
sumamente gruesas. Todas tienen como ingrediente esencial a la trementina, pues sirve
para integrar los materiales que las componen. Estas barnicetas cumplen distintas
funciones, dando tipos variados de cuerpo a la pintura al óleo y permitiéndole realizar
tareas de muy diversa índole.
Barnicetas de cera ttamayo
Los retratos del Fayum nos permiten ver que la precisión figurativa de los pintores
previos a la Edad Media era altísima. Nos dejan percibir un poco del gran dominio
técnico de antaño y de su forma de pintar, permitiéndonos reconocer cómo transformó
por completo al arte la llegada del oscurantismo, subordinándolo a la ideología de un
sector de la población: el clero.
Durante el Renacimiento, la existencia de los retratos del Fayum fue recuperada por
distintos pintores. Entre éstos se encontraba Leonardo da Vinci, quien intentó reproducir
la técnica de encausto, sin éxito. Se sabe que pintó murales con la misma y que al
intentar cauterizarla con calderas ardientes, la pintura lloró de las paredes. Da Vinci no
fue el único que intentó reproducir la técnica de encáustica sin éxito; hubieron varios
intentos. A principios del siglo XX, la técnica fue redescubierta por Diego Rivera, para
ser utilizada de ahí en adelante por una gran cantidad de pintores.
Retrato de Joven, Encaustica sobre tabla, 125 – 150 A.D.
Existen muchas formas de trabajar la técnica de encausto. Muchos prefieren usar este
material en pintura abstracta o semifigurativa, puesto que por sus características puede
dificultar la realización de trabajos de alta precisión. Esto ocurre por distintas razones.
En primer lugar, el encausto en frío es un material tan denso que no necesariamente es
ideal para hacer detalles delicados. Al ser pastoso se dificulta trabajarlo con pincel, por
lo que son preferibles espátulas para manejarlo.
El otro aspecto que dificulta lograr alta precisión con la encáustica es que ésta requiere
ser cauterizada con calor. Esto quiere decir que los cuadros con esta técnica deben ser
sopleteados o cauterizados al final con pistolas de calor industial. De no tomarse en
consideración este paso, el encausto -entre otras cosas- no penetrará en el soporte. Esto
ocasionará que con el tiempo, conforme se endurezca la película de cera, ésta se
separará del soporte.
Sin embargo, es posible que esto no sea el mayor problema para la pintura figurativa en
encausto. El conflicto está en que al sopletear el encausto, éste tiende a perder un poco
su forma y, con ella, la precisión inicial pretendida. El calor hace que el encausto se
reblandezca y, de esa forma, que la apariencia final del cuadro cambie un poco. Por
suerte, si consideramos ciertos aspectos clave, podemos remediar o atenuar esta
circunstancia. A continuación, los puntos a considerar.
Icono en encaustica del siglo 6, extraido del Convento de Santa Catarina, Egipto.
El encausto figurativo
El primer problema que presenta el encausto para la pintura figurativa, que es su gran
densidad, puede solucionarse de dos formas. La primera es adelgazarlo con trementina
para volverlo fluido. Al igual que el óleo, la encáustica tiene la capacidad de ser afinado
con solvente, siendo la trementina el ideal. Por supuesto, es importante no usar tanta
trementina que la cantidad de cera en la solución sea casi inexistente. No se debe olvidar
que lo que pega el pigmento al soporte es la cera y no el solvente, por lo que la
trementina se debe usar moderadamente. Sin embargo, esto es un buen remedio para
solucionar el exceso de densidad del encausto.
Si bien volver fluido el encausto puede hacer que trabajarlo sea más fácil, puede
traernos algunas complicaciones a la hora de sopletear. Cuando sopleteamos el
encausto, tiende a penetrarse en la superficie del soporte, por lo que las capas muy
delgadas pueden llegar a desaparecer. Es por esto que utilizar el encausto demasiado
fluido puede traernos problemas. Pero lo cierto es que esto no es irremediable; puede
solucionarse colocando una capa previa de encausto delgado antes de comenzar a
trabajar. De esta forma, saturaremos la superficie de nuestro soporte y éste no se tragará
todas las capas superiores de pintura que coloquemos.
Otro problema que presenta la encáustica al ser sopleteada es que con calor tiende a
reblandecerse y a extenderse sobre el soporte, de la misma forma que la cera. La forma
de solucionar esto es agregando cargas al encausto mientras se está trabajando. Esto
quiere decir aumentarle la cantidad de pigmento al encausto o agregarle materiales de
carga como carbonato o caolín. Por una parte, la carga extra aumentará la densidad del
encausto, lo que hará que no se mueva tanto al ser sopleteado. Además, generará en él
una especie de sensación de fraguado que también le dará solidez. Por último, le
ayudará a secar mucho más rápido. Este último punto es quizá el más importante del uso
de cargas extra en la pintura de encausto, ya que a menor sea el tiempo de secado del
medio, menos se moverá la pintura al sopletearlo.
Por supuesto y como imaginarán, agregar carga extra a la encáustica tiene sus
consecuencias. Al volverse menos fluido y un poco más denso, éste se vuelve un
material más tosco, lo que hace un poco más difícil el trabajo delicado. No obstante,
adquiere un carácter visual bastante interesante, típico de la pintura de encausto.
Retrato del Fayyum, Carlsberg Glyptotek, Copenaghen, Danimarca
Dejarlo secar
Un último consejo para que lo que pintemos con encáustica conserve su forma, es
dejarlo secar el tiempo suficiente. En gran medida, lo que hace que la pintura de
encausto pierda su forma al ser sopleteada es el exceso de trementina. Si dejamos que
ésta se evapore por suficiente tiempo antes de sopletearlo, reduciremos la deformación
resultante. Lo ideal es dejar secar el encausto por mínimo un mes antes de sopletearlo,
para que se le evapore completamente la trementina y se endurezca. Por supuesto, una
pintura de encausto delgada puede requerir menos tiempo, mientras que la gruesa
siempre necesitará una cantidad de tiempo mayor.
Momia con retrato de joven sobre panel insertado, ca. A.D. 80–100. Encaustica sobre
madera de tilo; Momia: 169 x 45 cm (57 1/8 x 17 3/4 in.)
La cera por sí misma es un material que no seca. Si realizamos un cuadro con pura cera
y lo colocamos en un lugar muy cálido, éste va a escurrir. Esto ocurrirá así pasen 10, 20
o 100 años; incluso más, puesto que la cera tarda muchísimo tiempo en petrificarse. Por
eso son esenciales las resinas para realizar encausto, puesto que éstas le darán la dureza
necesaria y capacidad de pegado que requiere. Es importante que las resinas empleadas
para realizar la encáustica sean las correctas. Resinas muy débiles no le darán la dureza
suficiente, trayendo a la larga problemas a las capas de pintura. Las resinas que
empleaba Diego Rivera para realizar su encausto eran resina Damar y copal de pino
mexicano. Hasta la fecha, estos componentes siguen siendo las resinas ideales para
prepararlo.
Rembrandt Van Rijn (1606-1669), uno de los más grandes pintores de todos los
tiempos, fue también uno de los más grandes técnicos de la pintura. Desarrolló distintos
medios nuevos para solucionar problemas de los materiales de su época y con ello,
logró resultados que muchos pintores de épocas posteriores han intentado emular, y
que incluso hoy en día seguimos emulando. En este texto hablaremos de distintos
medios que inventó, las razones de los mismos y las ventajas que estos tienen al ser
utilizados sobre nuestros lienzos.
Rembrandt Van Rijn (1606-1669) nació durante el periodo hoy conocido como la Época
Dorada Holandesa. Durante este periodo muchos de los pintores holandeses,
especialmente aquellos que vivían en el puerto de Amsterdam o cerca de él, tuvieron la
oportunidad de experimentar con materiales que provenían de distintas partes del
mundo, lugares tan lejanos como India, Japón o México y otras regiones de América.
Esto trajo cómo consecuencia que dichos pintores descubrieran a partir de los nuevos
medios, nuevas técnicas de pintura con las que enriquecieron las posibilidades de la
misma. Uno de los artistas que más se interesó por experimentar con los nuevos
materiales fue Rembrandt, quien no solo fue —como todos sabemos— un pintor
excepcional, aún considerado por muchos como el más grande de la historia, sino
también un increíble técnico. En éste texto, el cual dividiré en dos entradas debido a su
extensión, hablaremos primero sobre materiales que fueron ampliamente utilizados
durante la época de Rembrandt y que formaron también parte indispensable de su
técnica de pintura. En el segundo texto hablaremos sobre su invención de distintos
nuevos medios y procedimientos, y de las ventajas y resultados que le fue posible lograr
con los mismos.
Self Portrait with two circles *oil on canvas *114,3 x 94 cm *1665 – 1669
Existen cuadros ejecutados en esta técnica (basada en el uso de ceras y resinas) que
datan de hace más de 2000 años. Estas antiguas obras de encausto han seducido a
muchos artistas a lo largo de la historia, tanto que quisieron emularla sin lograrlo. Entre
estos artistas encontramos al célebre Leonardo Da Vinci, quien insistió en buscar el
método para que sus cuadros en encausto quedaran con las cualidades de las obras
antiguas que él pudo ver en esta técnica, que fueron las pinturas mortuorias de El
Fayum.
Pintura de El Fayum
Debido al gran éxito que tuvo el curso de encausto recientemente dado en nuestro taller,
hemos decidido abrir dos nuevas fechas tanto en nuestro taller de Monterrey como en
el de Ciudad de México para brindar a todos aquellos que no pudieron tomarlo la
oportunidad de aprender esta maravillosa técnica.
El encausto es una técnica de pintura translúcida de hermosa apariencia que puede ser
utilizada a manera tanto espontánea como controlada, con finísima precisión. De hecho,
algunos de los primeros retratos figurativos de la historia fueron hechos en técnica de
encausto, mismos que fascinaron a pintores de épocas posteriores. Entre estos se
encuentran Leonardo da Vinci, el Greco y Diego Rivera. Su multiplicidad de
posibilidades hace de esta técnica ideal para ser utilizada tanto en pintura abstracta
como figurativa o puntos intermedios entre ambas. Lo importante a considerar al utilizar
encausto, es que para el realismo, el medio debe permitir la precisión, para lograrlo el
pintor debe hacer que el encausto tenga las características que le den este
comportamiento. Por otro lado, a la hora de hacer pintura abstracta, el pintor podría
necesitar que su material tenga la capacidad de comportarse de múltiples formas y
generar una amplia gama de resultados, tanto ópticos como matéricos. En ambos casos
la importancia de que el artista conozca el material y tenga la capacidad de controlarlo
es lo que determinará si logrará o no aprovechar las magníficas cualidades de esta
técnica, que han fascinado a grandes pintores a través del tiempo y con ello, poder
enriquecer su obra.
El encausto es una pintura imperecedera, de presencia laqueada que no se altera y que
permite abundantes juegos plásticos. Es altamente flexible en cuanto a aplicación de
materiales en diferentes grosores, desde los ínfimamente delgados hasta los muy
gruesos. Es un material que por sus características, queda completamente anclado a la
imprimatura desde las primeras manos, volviéndose con el tiempo una unidad con ella.
Es capaz de generar textura y se le puede incrustar oro, y otros elementos, utilizarlo con
sílice y vidriar su superficie provocando una apariencia refractante. Puede ser trabajado
en caliente o en frío y producir desde la figuración más precisa hasta la abstracción más
espontánea.
Para utilizar exitosamente esta técnica es indispensable conocer cómo preparar soportes
especiales, controlar la transparencia del material, utilizar cargas, y saber qué función
tiene las resinas.
El encausto es una técnica de pintura translúcida de hermosa apariencia que puede ser
utilizada a manera tanto espontánea como controlada, con finísima precisión. De hecho,
algunos de los primeros retratos figurativos de la historia fueron hechos en técnica de
encausto, mismos que fascinaron a pintores de épocas posteriores. Entre estos se
encuentran Leonardo da Vinci, el Greco y Diego Rivera. Su multiplicidad de
posibilidades hace de esta técnica ideal para ser utilizada tanto en pintura abstracta
como figurativa o puntos intermedios entre ambas. Lo importante a considerar al utilizar
encausto, es que para el realismo, el medio debe permitir la precisión, para lograrlo el
pintor debe hacer que el encausto tenga las características que le den este
comportamiento. Por otro lado, a la hora de hacer pintura abstracta, el pintor podría
necesitar que su material tenga la capacidad de comportarse de múltiples formas y
generar una amplia gama de resultados, tanto ópticos como matéricos. En ambos casos
la importancia de que el artista conozca el material y tenga la capacidad de controlarlo
es lo que determinará si logrará o no aprovechar las magníficas cualidades de esta
técnica, que han fascinado a grandes pintores a través del tiempo y con ello, poder
enriquecer su obra.
El encausto es una pintura imperecedera, de presencia laqueada que no se altera y que
permite abundantes juegos plásticos. Es altamente flexible en cuanto a aplicación de
materiales en diferentes grosores, desde los ínfimamente delgados hasta los muy
gruesos. Es un material que por sus características, queda completamente anclado a la
imprimatura desde las primeras manos, volviéndose con el tiempo una unidad con ella.
Es capaz de generar textura y se le puede incrustar oro, y otros elementos, utilizarlo con
sílice y vidriar su superficie provocando una apariencia refractante. Puede ser trabajado
en caliente o en frío y producir desde la figuración más precisa hasta la abstracción más
espontánea.
Para utilizar exitosamente esta técnica es indispensable conocer cómo preparar soportes
especiales, controlar la transparencia del material, utilizar cargas, y saber qué función
tienen las resinas.