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INDÍCE

INTRODUCCIÓN................................................................................................................3
TEORÍA GENERAL DEL PROCESO...................................................................................4
DERECHO PROCESAL........................................................................................................4
NOCION JURÍDICA DEL DERECHO PROCESAL............................................................5
NATURALEZA JURÍDICA DEL PROCESO.......................................................................6
El proceso como contrato....................................................................................................6
El proceso como cuasicontrato............................................................................................6
El proceso como relación jurídica.......................................................................................6
UNIDAD ESENCIAL DEL DERECHO PROCESAL..........................................................7
AUTONOMÍA CIENTÍFICA DEL DERECHO PROCESAL...............................................8
EL PROCESO JUDICIAL JURISDICCIONAL..................................................................12
Elementos esenciales del proceso judicial jurisdiccional..................................................12
GARANTIAS FUNDAMENTALES...................................................................................13
NORMAS PROCESALES...................................................................................................15
CONCLUSIONES................................................................................................................16
BIBLIIOGRAFÍA.................................................................................................................17
INTRODUCCIÓN
Teoría General del Proceso, es un tema que se basa en lo teórico científico, como se
desprende de su propia denominación, que busca explicar la naturaleza del proceso como
un medio que tiene el Derecho, para aplicar la justicia; pues, no puede administrarse justicia
sin un proceso previo. Siendo el proceso judicial una especie de maquinaria que es puesta
en funcionamiento cuando surge una controversia o más exactamente una “litis”, está
compuesta por engranajes a los que se denominan ‘Instituciones procesales’ como la
Jurisdicción, la Acción y la Competencia; y que esta maquinaria funciona obedeciendo a un
conjunto de principios, garantías y normas procesales, por lo que es necesario que el
estudiante de Derecho, conozca estas instituciones y conjunto de principios, garantías y
normas procesales, los mismos que justamente son estudiados en la presente asignatura. En
el Derecho Procesal Civil, comprende el estudio teórico práctico de una parte, inicial, del
sistema procesal que corresponde o que está contenido en el Código Procesal Civil peruano.
Es el estudio del Derecho Procesal Civil peruano, cuyos antecedentes y presupuestos han
sido abordados en la Teoría General del Proceso. Este Derecho procesal, abarca el conjunto
de normas que regulan la actividad del Estado para resolver los conflictos que se producen
en las relaciones sociales y que son sometidos a su autoridad a efectos de que, en aplicación
del derecho objetivo, decida la solución; asimismo, comprende a las instituciones
procesales que sostienen o informan a estas normas.
TEORÍA GENERAL DEL PROCESO
En general, proceso, es la evolución necesaria que culmina en un resultado; este resultado
puede ser natural (no sujeto a la voluntad humana), como por ejemplo en el proceso de
nacimiento y crecimiento de un embrión an mal; también el resultado, y la misma
evolución del proceso, puede obedecer al deseo humano, como sucedería en el proceso de
elaboración de un producto industrial. Proceso es pues, una sucesión de hechos y etapas que
en un m omento dado arriba a un resultado determinado.
En el mundo jurídico, proceso es el conjunto de actos regulados por el derecho que tiene
como finalidad servir para la composición de un litigio o de una controversia (Sagástegui).
También diremos que el objetivo del proceso es poner fin a un conflicto de intereses o a
una incertidumbre, ambas de relevancia jurídica.
En la sociedad humana se producen con frecuencia conflictos de intereses que el derecho
está llamado a componer o arreglar a fin de restablecer la paz por medio de la justicia.
Este conflicto “calificado por la pretensión de uno de los interesados y por la resistencia del
otro” (Carnelutti) se denomina litigio. La institución jurídica que tiene como finalidad
componer o arreglar y prevenir los litigios y resolver cualquier incertidumbre que pueda
causarlos es el proceso. (Alzamora).
El término proceso deriva de “procedere” y “processu” que “indican una cadena de actos
coordinados para el logro de una finalidad” (Carnelutti).
El proceso judicial por ser un concepto tan general se confunde a veces con otros términos
que aparentemente son sinónimos como: “litigio”, “juicio” y “procedimiento”. Como se
señala arriba, litigio es el contenido de todo proceso y no el proceso en sí. En cambio,
Juicio es sólo el momento del razonamiento del juez al resolver interlocutoria o
definitivamente el proceso.
Con procedimiento se diferencia, ya que éste se refiere sólo al aspecto externo o meramente
formal de la actividad procesal. El proceso comprende una suma de procedimientos.
Finalmente, el término “proceso” se ha impuesto universalmente por comprender todos los
actos encaminados hacia la obtención de la justicia; y, con la denominación de Derecho
Procesal la que se ocupa de su estudio.
Por otro lado, de acuerdo con su objeto material, hay varias clases de procesos: civil, penal,
contencioso administrativo, laboral, agrario, etc., en función de las distintas ramas de cada
ordenamiento jurídico.

DERECHO PROCESAL
Derecho Procesal es la disciplina jurídica que estudia el conjunto de normas que regulan el
proceso, sea éste de naturaleza civil, penal, laboral, comercial, etc., comprendiendo las
condiciones de actuación de la ley para la realización del derecho, con instituciones propias
que le dan autonomía frente a las demás disciplinas de derecho privado y público; siempre
con un contenido de normas instrumentales de un lado y de otro lado normas referentes a
los organismos que se encargan de actuar y aplicar las normas del ordenamiento jurídico en
general.
Este Derecho, es una clase de derecho procesal, que ha servido y sirve de modelo a las
demás clases procesales y también sirve de normatividad supletoria para su actuación. Las
normas de nuestro Código Procesal Civil sirven supletoriamente en los procesos penales,
laborales, agrarios y otros creados en nuestro medio.
A veces hay dudas sobre si el Derecho Procesal Civil pertenece al Derecho público o al
Derecho privado. Dado que el ente jurisdiccional (juzgados y tribunales) cumple una
función pública y que las normas procesales son de orden público, debe concluirse que el
derecho procesal civil, así como las otras clases de derecho procesal, pertenece al Derecho
público.

NOCION JURÍDICA DEL DERECHO PROCESAL


La necesidad de armonizar los intereses y vínculos de la comunidad políticamente
organizada, para asegurar el orden, el bienestar general y la justicia, hizo florecer en
contacto con la vida del Estado, el derecho procesal. Un sistema jurídico integrado que, al
organizar el aparato jurisdiccional, consiguiera promover también el derecho de los
gobernados a la solución jurídica, pronta, expedita y gratuita de sus numerosos conflictos
de intereses. Al superarse la etapa de la venganza privada o era de la auto justicia,
evolucionó y cobró importancia la figura del proceso, dando lugar al estudio del derecho
procesal.

Se vertebró así una ciencia cuyo enfoque se centró en la reglamentación de la vida del
proceso, la organización jurisdiccional del Estado y la impartición de la justicia. En un
sistema conjunto, omnicomprensivo e integrado se estudiaron, con sentido práctico, el
interés procesal, la necesidad de escuchar al demandado, así como la comprobación de los
hechos y razones que le asisten; todo como esencia y marco del llamado enjuiciamiento.

En cuanto conjunto de normas que regulan la función jurisdiccional, el derecho procesal se


ocupa de la construcción y actividades de los organismos estatales encargados de impartir
justicia, de las condiciones y procedimientos para la tutela y eficacia del derecho positivo,
así como de las formas y aplicabilidad de los actos y hechos procesales. Como se detallará
posteriormente, al independizarse del estudio del derecho sustantivo, del que hasta el siglo
pasado se explicó como un apéndice, el derecho procesal fue repuntando como un
ordenamiento destinado a procurar la actuación y salvaguarda del derecho positivo.

Dentro de este orden de cosas, el derecho procesal se explicó entonces, como ciencia y
como ordenamiento positivo. Como disciplina científica, entendido como un sistema de
ideas, conocimientos, categorías y conceptos; como ordenamiento positivo, integrado como
un cuerpo de principios, instituciones y normas. Mas de manera integral esta disciplina se
define como la ciencia que estudia y regula la actividad coordinada del juzgador y las
partes con el fin de resolver los conflictos jurídicos entre ellos, mediante la aplicación
vinculatoria de las normas de derecho. Difundido es el criterio de que nuestra disciplina es
un derecho, en rigor, para el derecho, pues pretende lograr la aplicación del derecho
sustantivo, de cara al efecto del conflicto. Mas el derecho procesal sistematiza un conjunto
de principios y reglas comunes a todos los derechos sustantivos cuya aplicación procura,
aplicándose con mayor o menor intensidad en todas las disciplinas: penal, civil, laboral,
administrativo o mercantil.

A juicio de Fazzalari, el derecho procesal se significa como una disciplina positiva común a
todos los procesos en particular, así como al cúmulo de los procedimientos jurisdiccionales.
Couture lo define por su parte, como la rama de la ciencia jurídica que estudia la naturaleza,
desenvolvimiento y eficacia del proceso.

NATURALEZA JURÍDICA DEL PROCESO


El proceso como contrato
Es en Roma donde surge la primera aproximación a la determinación de la naturaleza del
proceso. Este es visto como un contrato. Esto se debe al escaso desarrollo administrativo
del estado romano que impedía someter de manera obligatoria a los ciudadanos a la
jurisdicción y a las sentencias que expedían. Planteada la litis por el demandante, ante el
Pretor; éste citaba al demandado para que concurra ante su despacho; ante el Pretor, sobre
la base de la “fórmula” planteada por el demandante, las partes celebraban un contrato, en
el cual las partes acordaban someterse a lo que se resolviera en el proceso y en cuya virtud
éstas ya no podían retirarse del conflicto ni evitar la ejecución de lo resuelto. El Pretor, a
partir del contrato de las partes, celebrado ante él, elaborada la “litis contestatio” en la cual
se recogían los datos necesarios para la solución de la litis por un juez. Estas características
ubicaban al proceso dentro del Derecho Privado
Posteriormente, el desarrollo del Estado en Roma aumentó la autoridad del Emperador para
ejercer un mayor poder sobre sus súbditos quienes, paulatinamente, se vieron sometidos
forzosamente al proceso y a lo que en éste se decidiera. El proceso dejó de ser un contrato.
El proceso como cuasicontrato
El aumento de las facultades estatales y el nacimiento de los estados modernos a partir del
siglo XVI hicieron patente que la teoría romana de base contractualista resultaba
insuficiente para determinar la naturaleza del proceso, puesto que las partes, a través de la
litis contestatio, no necesariamente entablaban acuerdos mutuos ni su sometimiento al
proceso, en muchos casos, tenía carácter voluntario. Pero, el afán de los juristas de
entonces, de mantener al proceso dentro del campo del derecho privado, no les permitió
efectuar un cambio de concepto radical, por lo que sólo aceptaron un ligero cambio al
concepto tradicional y dieron la idea del cuasi contrato que duró hasta el siglo XIX.
El proceso como relación jurídica
Esta concepción enunciada originalmente por VON BÜLOW (1868), a partir del análisis de
los textos romanos, sostenía la idea de dos niveles de relaciones jurídicas en todo proceso:
las de derecho material o sustantivo que son las discutidas al interior del proceso y la
relación jurídica procesal que se distinguiría de la anterior tanto por los sujetos, su objeto
(la prestación jurisdiccional) y los presupuestos procesales que la sustentan.

UNIDAD ESENCIAL DEL DERECHO PROCESAL


Añeja y apasionada, sigue causando polémica la elucidación acerca de si el derecho
procesal es una ciencia unitaria, con un contenido integral y homogéneo, o bien un cuerpo
disperso que se desparrama en diversas disciplinas. La discusión se ha concentrado entre
autores civilistas y penalistas como Eugenio Florian, Vicenzo Manzini o Vèlez Mariconde,
más crece la convicción de que los nuevos estudios la han rebasado ampliamente.

Para alguna corriente de opinión, la unidad del proceso se expresa en tres vertientes:
doctrinal, legislativa y jurisprudencial. Unidad teórica, en cuanto que constituye un sistema
orgánico de conocimientos referentes a la naturaleza, desarrollo y eficacia del proceso.
Unidad legislativa en cuanto que integra un cuerpo de normas, principios e instituciones
que regulan la vida del proceso, y también hegemonía o unidad jurisdiccional, en virtud de
que amalgama todo un cuerpo de organismos dedicado sustancial y profesionalmente, a la
impartición de la justicia.

En su cátedra de teoría del proceso laboral, Fix Zamudio ha sostenido que en Italia y en
España desde mucho tiempo atrás, hacia la tradición decimonónica, geniales procesalistas
han cultivado con igual maestría el estudio del derecho procesal civil y del procesal penal.
Más con vehemencia y gran fuerza sugestiva, los autores de derecho procesal social
rechazan este esfuerzo de abstracción, defendiendo la especialidad de derecho instrumental
en materias revolucionarias como aquélla del derecho procesal asistencial, el procesal del
trabajo y el procesal, aún muy discutible, de la seguridad social.

Hasta ahora, sin embargo, dentro de nuestra tradición procesalista predomina la corriente de
que, en un esfuerzo de síntesis práctico, el derecho procesal puede reducirse a dos
disciplinas, paradigma que ilustran el esquema estructural del resto de las ramas procesales:
el derecho procesal civil y el derecho procesal penal.

Dentro de este orden de ideas, son consideradas disciplinas derivadas o particulares del
derecho procesal civil: el derecho procesal del trabajo, el procesal agrario, el procesal
administrativo y el derecho procesal fiscal. Así, en tanto que se regulan como ramas
dependientes de aquélla ciencia troncal, todas estas disciplinas carecen de independencia
contando, para su estudio, con autonomía didáctica para su estudio especial. En mérito a la
unidad, Alcalá Zamora apunta que "nadie pretende sostener que el derecho procesal penal
sea, se confunda o se absorba en el Derecho procesal civil, sino sencillamente... que el
Derecho procesal penal, como el civil, es ante todo y sobre todo, Derecho procesal".

Sobre la base de la dicotomía derecho procesal civil y derecho procesal penal se articuló un
estudio sistemático del proceso, cimentado en el principio de autonomía de la voluntad, la
paridad procesal, la imparcialidad de juzgador o igualdad ante la ley. Sin embargo y merced
a la preponderancia de las inclinaciones individualista-liberales, el tradicionalismo procesal
pasó por alto las diferencias que existen entre el rico y el pobre, el obrero y el patrón, el
marido y la mujer, el padre y el hijo, el súbdito y el Estado.

Así apareció la nueva ciencia, la teoría del derecho procesal social, como una disciplina
autónoma orientada a la tutela concreta de los intereses procesales protegidos en abstracto
por el derecho sustantivo. Dejó de significarse, por lo mismo, como el arte del tejemaneje
del proceso, la simplista rutina del foro o la descripción pragmática de la vida en el proceso.
Se integró, por consiguiente, como algo más que un mero arte, como un complejo sistema
de principios, instituciones y doctrinas que pasó y se proyectó a otros terrenos procesales.

Se logró de esta manera una compenetración científica recíproca entre las diversas ramas
del derecho procesal social, que como una diáspora se forma con el derecho procesal del
trabajo, el derecho procesal agrario y el derecho procesal asistencial.

Se estima en este sentido, que el estudio integral del derecho procesal moderno se articula y
desarrolla a través de la teoría general del proceso (de corte tradicional) y la teoría general
del proceso social. Más cabe considerar, que, vista su complejidad y fehaciente desarrollo,
Alcalá Zamora estima que "la Teoría general del proceso como disciplina autónoma,
representa todavía más una aspiración que una realidad".

Dentro de este orden de cosas, contemplada en su conjunto, se sostiene que el carácter


público del derecho procesal salta a la vista, en virtud de que la función jurisdiccional es
una actividad esencial del Estado. Así sustenta un sector, que la teoría general del proceso
no se dispersa estudiando ramas del derecho público y del derecho privado, resultando
inconsecuente especular sobre la existencia de un derecho procesal social promotor y
subsidiario de una justicia parcial.

Más con elocuencia y vigor se ha replicado con prodigalidad de razones humanistas, que
dignificar y tutelar, cuando no reivindicar, dentro del derecho procesal, la pobreza
laborante, es prestigiar el derecho y ennoblecer la verdad.

AUTONOMÍA CIENTÍFICA DEL DERECHO PROCESAL


Dentro de una interesante perspectiva teórica, Ovalle Favela estima que el proceso
jurisdiccional es estudiado como un método de debate, de exposición de argumentos. Por lo
mismo, la adopción y desarrollo de un conflicto y un método de estudio propio, así como el
manejo de un sistema de principios, conceptos e instituciones explican y justifican la
autonomía científica y didáctica del derecho procesal.

Sus características y contenido legislativo, jurisprudencial y técnico, han determinado y


ahora exigen un estudio académico ligado en los programas curriculares de las cátedras
jurídicas, ya en las universidades y las facultades de derecho. La complejidad de su
estructura, así como el contenido de sus figuras y normas, explican y consolidan su llamada
cientificidad dogmática. Amén del conocimiento de los actos procesales, endeble soporte
de esta disciplina, que articula el estudio de la demanda, la prueba, la aplicación, la
ejecución y los términos, el derecho procesal sistematiza

el análisis de las reglas técnicas para la aplicación de la justicia. En tal sentido articula una
ciencia de conocimiento de la realidad y la experiencia procesal con valor y eficacia
universal. Así construyó Couture una verdadera ciencia y técnica del proceso.

Como rama de la enciclopedia jurídica, el derecho procesal ha de entenderse como la


disciplina que estudia las instituciones procesales con propósitos y métodos científicos. Se
trata, como se advierte, de un derecho procesal omnicomprensivo y totalizador, de un
derecho procesal tout court.

Con la intención de articular un estudio sistemático de los conceptos torales del derecho
procesal se diferenció, con claridad, el proceso del procedimiento. El proceso se explicó
como la sucesión de actos jurídicos del juzgador y las partes orientadas a obtener la emisión
de una sentencia. El procedimiento, en cambio, se concibió como el rito o la manifestación
externa del desarrollo integral del proceso; o sea como la exposición exterior de la relación
jurídica-procesal.

Con el estudio científico, unitario y homogéneo del derecho procesal, su perspectiva de


análisis comprende dos dimensiones:

 La parte general del derecho procesal, mejor conocida como teoría general del
proceso.
 El derecho procesal particular o parte esencial del derecho procesal.

Con el procesalismo científico se inició la sistematización de los elementos comunes a las


diferentes disciplinas del derecho procesal. Se evitó el casuismo extremo de la exégesis del
siglo XIX y la obsesión de aplicar la metodología de las ciencias exactas a la problemática
y sistema que definen las ciencias humanas, como es el caso del derecho. En esta virtud,
como bien explica en cátedra Fix Zamudio, considera que se procedió a realizar el estudio
científico y general de los elementos comunes del proceso, respetando las diferencias
peculiares de cada derecho procesal en especial. Se realizó, por lo mismo, un estudio
sistemático y totalizador del derecho procesal sin perderse en la particularización que
manejaba al proceso como una expresión o apéndice del derecho sustantivo. La teoría
general del proceso no propende a estudiar ni acogerse a la teoría particular del proceso
civil, del penal, del laboral, etcétera, sino a analizar los conceptos y tesis, principios e
instituciones comunes a todos ellos, en una forma integral.

Ciertamente, la teoría general del proceso surgió de las reflexiones de los tratadistas de
derecho procesal civil para luego proyectarse en el estudio de las otras disciplinas
procesales. Sin embargo, reitera Fix Zamudio, la identidad de los principios, instituciones y
categorías comunes no significa que la teoría general del proceso imponga una absorción
que discrimine las particularidades de las diferentes disciplinas del proceso. Se amalgamó,
de esta suerte, la metáfora carneluttiana de considerar a la teoría general del proceso como
el tronco de un árbol frondoso del que se desprenden diferentes ramas con sus propias
peculiaridades, pero todo alimentado de una misma y fructífera savia.
Cabe recordar entonces que, a través de su célebre estudio sobre la teoría de las
excepciones dilatorias y los presupuestos procesales, Oscar Büllow ponderó la autonomía
de la acción, dando inicio al estudio científico del derecho procesal. Mucho enriqueció este
esfuerzo "la acción en el sistema de derechos" de Guiseppe Chiovenda para proyectar toda
una escuela en el pensamiento jurídico hispanoamericano.

Al universalizarse así el estudio integrado del derecho procesal, fue superado el prejuicio de
considerarlo como el conocimiento rutinario de la práctica forense; del simple
procedimiento como un conjunto de trámites para la realización mecánica del derecho
material. Se consideró que en otro tiempo bajo el procedimiento se ocultaba la existencia
del derecho procesal, reducido estrictamente al dominio de las reglas, formalidades y ritos
de observancia en los litigios. Por lo mismo, se apuntaba un desdén por el estudio del
derecho procesal así abismado en su aspecto rutinario, como arte empírico, ignorándose su
contenido jurídico, científico y filosófico. En tal sentido se ha dicho que el derecho procesal
se confundía con la práctica forense y los procedimientos judiciales, hasta en tanto la
jurisprudencia técnica arrancaba territorios importantes al estudio del derecho procesal civil
como la acción, la jurisdicción o la valoración de las pruebas.

Al conjuro de los tiempos nuevos la autonomía del derecho procesal se fue gestando y
logró enriquecer sus contenidos en la práctica tribunalicia, en la doctrina y en la legislación
positiva; por lo que a partir del desarrollo de la teoría de la acción, la teoría general del
proceso comenzó a consolidarse, desde los inicios del siglo XX, ciertamente dentro del
esquema del derecho procesal tradicional.

En los marcos de esta impronta para la dogmática que estudia la teoría general del proceso,
el derecho procesal civil y el derecho procesal penal desarrollan y amalgaman los
principios esenciales de esta ciencia que integra y sistematiza las ramas de
enjuiciamiento. Más la obsesión autonómica de determinadas disciplinas, como el derecho
social, es considerado por una importante corriente de opinión como una concepción
ficticia, artificial y confusa que no sólo obstaculiza un estudio unitario del proceso, sino que
puede alterar la impartición de justicia.

Dentro de este orden de ideas, la teoría general del proceso tiene autonomía científica a
diferencia de las otras disciplinas procesales que tan solo cuentan con autonomía didáctica
para fines de estudio y academia. Se pondera, de igual forma, que la función esencial del
derecho procesal es no tan sólo servir sino el hacer eficaz el derecho material. Se trata de
una autonomía similar a la del derecho probatorio o la teoría de la acción que no integran,
sin embargo, un derecho procesal independiente.

En una impronta distinta se sostiene que el derecho procesal social ha generado por fuerza
su propia teoría científica, emanada de la realidad y la injusticia reinante, misma que, por
otra parte, resuelta antagónica e irreconciliable con el derecho procesal burgués. Se trata de
una disciplina revolucionaria, inspirada en la tutela y reivindicación de quienes laboran en
la ciudad y en el campo, así como de los grupos humanos homogéneos económicamente
desvalidos.
Se habla de un derecho procesal general de nuevo cuño, inspirado y surgido de las guildas,
las cofradías, los colegios, las corporaciones y los gremios, cuando no de los propios
consejos de prudentes. Vistos los nuevos reclamos y el imperativo de alcanzar la justicia
social, su finalidad propende a la tutela y la reivindicación de la población trabajadora.

Se trata de la nueva ciencia del proceso que trastoca y revoluciona, considera Trueba
Urbina, los tabúes tradicionales de la prueba, la sentencia, la imparcialidad formal del
juzgador, la equidad procesal y la cosa juzgada. Propendiente, en todo caso, a la
jurisdicción colegiada y social, así como a la justicia por compensación, su autonomía
científica rompe con la unidad tradicionalista y la esencia formalista de la justicia de las
conmutaciones.

Se afirma que fatalmente, para la nueva dogmática del derecho procesal contemporáneo,
sustentada en la trilogía fundamental: acción, jurisdicción y proceso, esta disciplina implica
dos grandes sectores doctrinales: la teoría general del proceso y la teoría general del
proceso social. La parte general del derecho procesal social se desdobla y clasifica en
derecho procesal del trabajo, derecho procesal agrario y derecho procesal de la seguridad
social.

La autonomía del derecho procesal social es consecuencia de la evolución de sus


instituciones en contacto con sus propias realidades, de tal suerte que sus ramas no se
entienden expropiadas del derecho procesal tradicional. Por lo mismo, ha de entenderse que
la originalidad de sus normas, técnica y procedimiento son no sólo incompatibles sino
sustancialmente diversos de los del derecho procesal burgués, según el sentir apasionado de
Alberto Trueba Urbina. De esta suerte, respetando la bilateralidad e igualdad procesal de
las partes, así como restringiendo sus alcances a la tutela y compensación de los intereses
sociales, el derecho procesal social no puede cumplir su contenido y perdería su sustancia
asimilándose al derecho procesal de antiguo cuño.

Así, para una importante corriente de opinión nuestro sistema constitucional conjuga en el
texto de la carta magna, la coexistencia dinámica de las bases de la constitución tradicional
con aquéllas de la jurisdicción social, las que corren en líneas paralelas hasta unirse en un
futuro, dentro de la esencia y perspectivas de la revolución social en desarrollo. De esta
suerte, se fusionarán, al conjuro de la justicia proletaria, cuando se transformen, de manera
inevitable, las estructuras económico-políticas.

Por nuestra parte, compartimos el criterio tantas veces vertido en la cátedra por el doctor
Fix Zamudio, respecto a que la teoría general del proceso, propendiente a procurar la
unidad esencial y sistemática de la ciencia procesal, no implica absorción, negativa o
supresión de los principios torales del derecho procesal social. Estimamos que más bien
coadyuva al estudio comparado, contrastante y orgánico de las instituciones capitales del
derecho adjetivo social, para mejorar, extender y proyectar sus figuras prototípicas, cuyas
bondades se reflejan y enriquecen las restantes disciplinas del derecho procesal.
EL PROCESO JUDICIAL JURISDICCIONAL
COUTURE doctrinario que define el proceso como la “secuencia o serie de actos que se
desenvuelven progresivamente, con el objeto de resolver, mediante un juicio de la
autoridad, el conflicto sometido a su decisión”
CARNELUTTI por su parte señala al respecto que, en su acepción común, proceso, como
procedimiento, indica una serie de actos coordinados para el logro de una finalidad. Es el
conjunto de todos los actos que se realizan para la solución de un litigio”.
Elementos esenciales del proceso judicial jurisdiccional
 El Estado, a través del órgano jurisdiccional; resuelve el conflicto como producto
del proceso.
 Las partes o el elemento subjetivo, son los que acuden al órgano jurisdiccional
solicitando tutela.
 La iuris petitio o pretensión jurídica, como elemento objetivo; dentro de ella los
bienes objeto de la pretensión jurídica o materialidades de la relación jurídica;
finalmente.
 Finalidad del proceso; el ¿para qué? de éste; el fin mediato del proceso judicial -
jurisdiccional es la conservación de la paz social a través del derecho y el logro de
la justicia; el fin inmediato es la resolución justa y definitiva de las controversias
planteadas.
Es evidente que las demoras en la actividad jurisdiccional provocan una alteración de la
situación de hecho planteada oportunamente, y su efecto inmediato, es tornar ineficaz
aquella resolución definitiva que se dicte, tanto por convertirse la sentencia en ilusoria
como el no lograr efectivizar una prueba que es esencial al reclamo articulado.
Ante estas situaciones, es que se ubica el instituto cautelar, cuyo fin esencial es lograr en
forma anticipada un aseguramiento de la situación de hecho y lograr así la eficacia
necesaria para que el procedimiento tenga el resultado buscado o resguardar el
cumplimiento efectivo de una futura sentencia.
Pero, consideramos que dicho aseguramiento debe garantizar la igualdad de las partes
dentro del marco que diseña la Constitución de la República del Perú, siendo el juez, quien
solamente debe velar por el cumplimiento del contradictorio en las referidas anticipaciones
asegurativas.
Ese tipo de medidas asegurativas, se encuentran en la mayoría de los códigos procesales en
capítulo aparte del de prueba, algunos de ellos vuelcan al instituto dentro de las medidas
cautelares y muy pocos consideran a la prueba anticipada como un instituto que sí debe
estar ubicado en el capítulo de prueba.
Lo cierto es que la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia considera a la prueba
anticipada como una anticipación probatoria y una minoría estima que dicho instituto se
debe interpretar como una cautelar, pero ninguno desconoce que su fin es el aseguramiento.
En el marco del Código Procesal del Perú, el codificador ubico a la prueba anticipada en la
Sección III, Título VIII Medios Probatorios-, Capítulo IX. Es decir que su ubicación es la
que corresponde a este instituto.

GARANTIAS FUNDAMENTALES
El término “Garantía” en su primera acepción significa “efecto de afianzar lo estipulado”, y
en cuanto a “garantías constitucionales” se dice de los “derechos que la Constitución de un
Estado reconoce a todos los ciudadanos”.
Entonces podemos decir que la palabra garantía tiene una estrecha relación con la
declaración de derechos y principios fundamentales que otorga la Carta Fundamental.
La doctrina ha diferenciado entre los “derechos fundamentales” y las “garantías
constitucionales”. Considera que estas últimas componen los medios procesales para la
protección de aquellos derechos fundamentales.
Couture da ciertas premisas respecto de las garantías constitucionales, dando como
presupuesto esencial de la Constitución la existencia de un proceso que es garantía
fundamental de la persona y que la ley dentro de su marco jerárquico tiene que instituir ese
proceso respetando esos valores ya impuestos por la Carta Fundamental.
Por su parte Vescovi Vaz Ferreira consideran que el proceso mismo es la primera y
fundamental garantía de los individuos, en lo que hace a la protección de sus derechos y por
ello el proceso aparece como “la garantía de las garantías”, en cuanto solo por él se
adquieren efectividad algunas de las declaraciones de principios o reconocimientos de
derechos, que se establecen en las Constituciones y en las leyes.
En la organización del estado moderno, a través de su constitución, se busca un
aseguramiento del ciudadano frente al propio estado. Así se define a las garantías
constitucionales como “el conjunto de seguridades jurídico-institucionales deparadas al
hombre. Las garantías existen frente al estado, en cuanto son medios o procedimientos que
aseguran la vigencia de los derechos”
Las garantías llamadas procesales o rituales tienen su actuación una vez iniciada el proceso
judicial y forman como un “escudo” ante las posibles arbitrariedades, lo que da lugar al
“debido proceso”. Se incluyen dentro de este grupo el derecho de ser llevado sin demora
ante un juez, duración razonable del proceso, presunción de inocencia, el derecho de no ser
arrestado sino es por orden de autoridad competente, la inviolabilidad de la defensa en
juicio, etc.
Por último, las llamadas garantías de trato humanitario o carcelarias, son aquellas que
prohíbe el sometimiento a tortura, ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Entonces si hacemos una observación de las constituciones modernas, veremos que existen
derechos fundamentales a saber: En cuanto al derecho de defensa en juicio es una garantía
“inherente al hombre”, considerando las constituciones que es inviolable la defensa en
juicio de las personas y de los derechos –Art. 18 de la Constitución Nacional: “Es
inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos”-. Y, será la Ley Procesal la
que reglamentará esa defensa en juicio la que deberá ser concurrente tanto con los demás
habitantes como también tendrá que buscar la paz social a través del funcionamiento de una
justicia que goce de aquellos valores que no pueden ser alterados, como ser la
independencia y la imparcialidad.
Cuando esa posibilidad de acudir a los órganos judiciales fracasa es cuando se está violando
esa garantía de defensa.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha diseñado en distintos fallos una suerte de
conceptualización de la defensa en juicio diciendo que, la garantía de la defensa en juicio
exige, que no se prive a nadie arbitrariamente de la adecuada y oportuna tutela de los
derechos que pudieren asistirle y de esta forma asegurar a los litigantes una sentencia
debidamente fundada.
La defensa en juicio es rotulada por algunos autores como “debido proceso” que viene del
inglés “due process of law” significando que ningún habitante puede ser privado de un
derecho sin el cumplimiento de un procedimiento que haya fijado la ley; ese procedimiento
debe ser el “debido” y para considerarse tal el justiciable debe participar con utilidades en
el proceso.
Bidart Campos dice que “el debido proceso nos deja la idea de un proceso regular y
razonable, y de una tutela judicial eficaz”.
La conceptualización que da la CIDH (Corte interamericana de derechos humanos)
respecto del debido proceso legal, “es el derecho de toda persona a ser oída con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada en su contra o para la determinación de sus derechos de carácter
civil, laboral, fiscal u otro cualquiera”.
En la primera jornada internacional sobre proceso civil y garantía el día 27 de enero de
2006, en Valencia, España, la “Moción de Valencia” dejo asentado que en el Siglo XXI la
regulación del proceso civil debe mirar a la garantía de los derechos e intereses legítimos de
los individuos y que el futuro está en la idea fuerza de la libertad de los individuos como
función básica del Estado democrático y, consiguientemente, en el proceso como garantía.
Con respecto a la jurisdicción se dejó en claro que la misma consiste en la tutela de los
derechos e intereses del individuo y la función del juez es la de ser el garante último de esos
derechos. Atento ello los otros poderes del Estado deben respetar y garantizar la
independencia del juez, como asimismo éste como tercero, o sea extraño a los hechos y al
objeto deducido en el proceso, es incompatible con la posibilidad misma de que las normas
le permitan asumir en el proceso funciones que son propias de las partes; y por último éste
juez debe ser imparcial o sea que supone que el juez no puede tener interés ni con relación a
las personas que son parte, ni respecto al objeto del proceso.
Asimismo, la Moción de Valencia, que “El proceso civil, como en realidad todos los
procesos, debe regularse desde la consideración de que es garantía para los individuos en la
persecución de lo que estiman que es su derecho o interés legítimo y debe realizarse con
estricta sujeción a esa ley reguladora. La norma procesal debe entenderse como norma de
garantía y por ello su observancia por el juez y por las partes afecta a la esencia misma de
la garantía de los derechos e intereses que prometen las constituciones. El Estado
democrático debe garantizar a todas las personas que podrán iniciar y realizar un proceso en
condiciones de igualdad.
Es pues, necesario dejar en claro, que frente a la realización de una prueba surge importante
la intervención de la parte contraria para que se den los presupuestos del debido proceso y
se respete el contradictorio.
Si bien lo dijo Segundo V. Linares Quintana, que la “inviolabilidad de la defensa”
consagrada en el artículo 18 de la Constitución Nacional, confiere a “todo habitante de la
Nación”, que ocurra “ante algún órgano jurisdiccional...en procura de justicia”, el derecho a
tener “oportunidad de hacer valer sus medios de defensa en la forma y con las
solemnidades prescriptas por las leyes respectivas”.
Es pues que frente a las normas de rango constitucional, podemos afirmar que estas se han
encargado en el estudio del derecho a la prueba que tienen las partes, a través de la garantía
de la defensa en juicio o debido proceso legal de la persona y de los derechos inherentes a
la misma.

NORMAS PROCESALES
Como las demás normas que integran el ordenamiento jurídico, las procesales están
destinadas para regir una determinada situación. La particularidad de ellas estriba en que
quien las aplica es un tercero imparcial, el juez, al que las partes recurren para lograr una
solución pacífica al conflicto que los divide.
El problema surge con el lugar donde las normas procesales se encuentran, pues están
dispersas en todo el ordenamiento jurídico. No solamente las contienen códigos y leyes
adjetivas, porque están en los códigos sustantivos, en normas provinciales y hasta en la
misma Constitución Nacional.
Por eso, parece apropiado referir a normas procesales de acuerdo al objeto y finalidad que
persiguen. Si el supuesto de hecho contenido se refiere a una circunstancia procesal y
busca de ella una consecuencia de tal tipo, la norma es procesal. Distinto sería si la norma
tiene como supuesto de hecho un acto procesal, pero su consecuencia es material (v.gr:
interpelación fehaciente para constituir en mora), porque en este caso, aquella sería
indudablemente material. O, en el caso inverso, hay normas procesales cuyo supuesto de
hecho lo constituye una realidad extraprocesal (muerte del procurador o del poderdante
como causa de extinción de la representación procesal, etc.).
Las leyes procesales no tienen un mecanismo diferente del que rige para todo el orden
jurídico. Es decir, se guía por los principios generales del derecho que, para nuestra
legislación, reposa en el viejo artículo 3º del Código Civil, que dice:
“A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplicarán aún a las relaciones y situaciones
jurídicas existentes. No tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público, salvo
disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley en ningún caso podrá
afectar derechos amparados por garantías constitucionales. A los contratos en curso de
ejecución no son aplicables las nuevas leyes supletorias”.
La redacción del artículo 7° del Código Civil y Comercial no cambia demasiado,
sosteniendo que:
“Eficacia temporal. A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las
consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes.

CONCLUSIONES
 La experiencia procesal del orden jurídico hace meditar también en la necesidad de
regular el crecimiento y la solución de las controversias internacionales,
reparándose en la integración de la Corte Interamericana de Justicia (para asuntos de
la ONU) y la Corte de Justicia de la Unión Europea (para la Comunidad Económica
Europea). De esta suerte, para una importante corriente doctrinal, cada vez más
nutrida y sugestiva, es inevitable comprender dentro de este marco estructural, el
estudio y perspectivas de un derecho procesal internacional: disciplina jurídica de
vanguardia que responde a los reclamos de una sociedad global con serias
repercusiones no tan sólo en el campo financiero o económico internacional, sino de
profundo impacto en los derechos humanos y en la justicia social.
 En consecuencia, consideramos que, la prueba anticipada goza de una naturaleza
procesal probatoria que se encamina a confirmar medios o elementos de prueba que
en un futuro pueden ser de imposible realización y, de una naturaleza procesal de
confirmación anticipada cautelar ante la posible pérdida o destrucción del medio
probatorio que deseamos incorporar.
BIBLIIOGRAFÍA

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