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Por lo anterior, la gestión pública ha evolucionado de manera conceptual hacia la Nueva
Gestión Pública (NGP) o Nueva Gerencia Pública. Estas tendencias buscan simplificar y
volver eficiente la labor gubernamental, uno de los elementos predominantes en esta
nueva era de gestión gubernamental es la tecnología, que permitirá reducir procesos
administrativos que coloquialmente se llaman burocracia. Por otro lado, uno de los
principales cambios de esta gestión es que la agenda pública se genere a partir de lo que
la sociedad promulgue.
La NGP ha desatado diversas propuestas para dar explicación a los cambios y evolución
de las administraciones públicas actuales, muchas de ellas tienen cierta tendencia a
defender líneas de estudio específicas, en ese sentido, la línea que en términos prácticos
aporta de mejor manera a la lógica, es aquella que se refiere a la situación de la
administración pública en el contexto actual. Es decir, una administración pública que se
ve influenciada por la modernidad y los cambios sociales, así como las nuevas ideas,
tendencias y formas de pensar, además de, los avances tecnológicos a través del uso de
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Para Arellano (2002) las pretensiones teóricas de la NGP por un gobierno más eficiente,
que se administra de una manera más parecida a la forma en que lo hacen las
organizaciones privadas, en realidad son el síntoma de un cambio profundo en el espacio
social y tecnológico, donde se mueve la administración pública, y no tanto un cambio de
paradigma en términos organizativos. (P.187). Si bien la NGP resulta atractiva para ser
adoptada en todos los Estados, para lograr bienestar en países de América Latina, se
presentan ejemplos aislados que, al igual que en México, se enfrentan a problemas
burocráticos y excesivo control político. Sin embargo, no todo está dicho ya que la fórmula
para lograr un cambio que permita a la NGP actuar como se debe, depende en gran
medida de la separación que la NGP pueda lograr de la política e intereses partidarios, es
decir, de separar a la NGP de la política.
Existen diversas maneras de abordar el estudio de la NGP, cada forma de estudio tendrá
un enfoque de acuerdo al contexto global, socioeconómico-histórico de cada Estado. En
ese sentido a continuación se describen brevemente las principales propuestas.
Creación del valor público: Para Moore (1995), este enfoque es una acción estratégica,
orientada a resultados que son demandados por la sociedad. En este sentido, el gerente
público es un actor que debe explotar el potencial del contexto político y organizativo en el
que está inmerso, con el fin de crear valor público. (P. 18).
Gestión por procesos: Para Chica (2011), este enfoque hace énfasis en la medición, a
través de indicadores operacionales, de gestión y resultados, que se orientan desde los
fines organizacionales y se basan en determinaciones cuantitativas y cualitativas de
impactos sobre ambientes y/o poblaciones estructurados, así como en la satisfacción
ciudadana. También hace énfasis en el uso de las Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones (TIC), para agilizar y permitir la realización descentralizada, e incluso
deslocalizada de las actividades en el marco de procesos estandarizados en la
organización de equipos multifuncionales, dado que su uso se atribuye como garante de
la disminución de tiempos y recorte de distancias en la prestación oportuna de servicios.
Gestión por resultados, GpR: Para Chica (2011) este enfoque propone cambios en las
formas tradicionales de gestión gubernamental, pone un especial énfasis en los
resultados e impactos que se logran a favor de la satisfacción y bienestar de los
ciudadanos. El término, gestión para resultados, emerge de una serie de debates sobre el
desarrollo que se dio en el seno de diferentes agencias de la Organización de Naciones
Unidas (ONU) y de organismos multilaterales como el Banco Mundial (BM), el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), y el Fondo Monetario Internacional (FMI). (P. 66).
Del enfoque de gestión funcional al enfoque de gestión por procesos Aguilar (2006) y
Badia y Bellido (1999), establecen un cuadro comparativo entre el modelo de gestión
funcional y el modelo de gestión por procesos. El cual se transcribe a continuación:
Está siendo aplicada por diversos gobiernos, como son Estados unidos, El Reino Unido,
España, Alemania, nueva Zelanda y Australia; y en Latinoamérica en gobiernos como
México, Chile, Brasil y Colombia. Estos últimos tienen en común que presentan los
mejores indicadores en su implementación y el de ser asistidos por organismos
internacionales como el Banco Interamericano de desarrollo (BID), el cual apoya con
asistencia técnica en el marco de líneas de crédito para el desarrollo (BID y CLAD, 2007).
La GpR busca orientar la acción de los actores hacia la creación de valor público (Moore,
1995) mediados por la puesta, en uso de instrumentos de gestión y Tecnologías de la
Información y las Comunicaciones, TIC, en forma colectiva, coordinada y complementaria,
para cumplir los objetivos anteriormente señalados. (García López y García Moreno,
2010).
Eplantea Barzelay, se subdivide en dos tipos: los trabajos que enfocan sobre el contenido
de las políticas y aquellos que se ocupan del proceso de formulación de las políticas de
acción. El primer tipo describe procedimientos, usualmente en contraste con prácticas
previas (Barzelay, 2003:19). El segundo tipo de investigación sobre las políticas de
gestión pública, va más allá de la descripción para explicar acontecimientos concernientes
a las políticas, tales como; por ejemplo, el lanzamiento de una iniciativa gubernamental o
el grado en que cambian efectivamente sus procedimientos (Barzelay, 2003:19).s un
conjunto de tendencias, no conduce a un progreso en su investigación por dos razones
fundamentales. Primero, establece un interés en discernir similitudes entre casos;
segundo, tiende a dar explicaciones en términos de fuerzas rectoras, tales como la
tensión fiscal, la aceptación de ideas o la implementación de innovaciones tecnológicas.
“Señalar una tendencia no es lo mismo que llevar adelante una investigación de las
políticas públicas, sobre una base comparativa” (Barzelay, 2003: 21).
Subtema 1.3.1. Buenas prácticas globales
Reino Unido
Al igual que varios países miembros de la OCDE, vio afectados sus indicadores
macroeconómicos desde principios de la década de los setenta, con una caída del
crecimiento del PIB (CLAD, 2000). La época de la posguerra favoreció un incremento en
el gasto público, sin mayor consideración que el contexto macroeconómico y los recursos
disponibles (Petrei, 1997). La programación de los recursos se basaba en un año y la
planeación se enfocaba en proveer recursos, con un pobre enfoque en las consecuencias
económicas A lo largo del mandato de Margaret Thatcher como Primera Ministra del
Reino Unido (1979- 1990), la gestión del sector público sufrió una serie de reformas que
se dieron paulatinamente, las cuales se pueden enmarcar en dos grandes iniciativas:
Australia
Entre los países miembros de la OCDE, Australia contaba con una de las economías más
estables, con una de las mayores tasas de crecimiento del PIB, del PIB per capita, un
buen crecimiento de la inversión y una tasa de desempleo de las más bajas (OCDE,
1998). Sin embargo, a principios de la década de los setenta, estos indicadores
comenzaron a ser afectados. Fue a mediados de esa década que se introdujeron cambios
en la administración del sector público de Australia.
En 1976 se formó la Comisión Real sobre la Administración Gubernamental, que
estableció en el Informe Coombs. La necesidad de readaptar el sector público para poder
ofrecer eficiente y eficazmente los servicios. Sin embargo, fue hasta 1983, con el Informe
Reid, que se destacó el énfasis que existía en procedimientos más que en resultados, y la
marcada diferencia que había entre los propósitos que se establecían y los que se
alcanzaban (Petrei, 1997). Es pues, a partir de entonces que se plantean cambios en la
administración pública, concernientes a la descentralización en la toma de decisiones con
respecto a los recursos disponibles. Desde la implementación del Financial Management
Improvement Programme (FMIP) o Programa de Mejora de la Gestión Financiera, en
1984, se han impulsado iniciativas tendientes a mejorar el marco presupuestario y
reglamentario en que funciona el sector público, haciendo su entorno más flexible. Las
iniciativas implican, sobre todo, descentralización de la toma de decisiones en materia de
asignación de recursos públicos, así como flexibilidad y estabilidad en el manejo de los
mismos. La Tesorería y el Ministerio de Finanzas asumen las principales
responsabilidades presupuestarias. La Tesorería orienta en política económica, monetaria
y de impuestos. Finanzas asesora al gobierno sobre las estrategias y las prioridades
presupuestarias, tomando en cuenta las políticas macro-económicas y fiscales. Las dos
organizaciones trabajan conjuntamente. Las tres agencias centrales de la Commonwealth
Australiana -el Primer Ministro y el Gabinete, la Tesorería y el Ministerio de Finanzas-
funcionan como la parte esencial de un sistema de relaciones de poder en el gobierno,
que asegura que las preferencias políticas sean implementadas en toda la burocracia
(Pusey, 1991). Cada ministerio y agencia es responsable de la contratación de personal, a
excepción del personal directivo compuesto por altos funcionarios (Senior Executive
Service, SES), cuyas condiciones de ingreso y formación le corresponden a la Comisión
de la Función Pública. El SES se creó en 1984, a fin de que el gobierno pudiera disponer
de un grupo de funcionarios de alto rango capaces de asegurar funciones de
asesoramiento y de gestión de alto nivel en los ministerios. Después de las elecciones de
1996, el gobierno creó la National Commission of Audit (NCA), que ha establecido la
necesidad de un cambio cultural y estructural en el sector público que permita
mejoramientos en la realización de programas del sector público. Entre las propuestas, se
ha argumentado que la carrera de servicio civil sea reemplazada por contratos de tiempo
determinado en función de los resultados, así como facilidades para el despido de
personal cuyo rendimiento no sea satisfactorio.
Las reformas pueden ser clasificadas en dos grandes iniciativas:
México
Así, son dos los objetivos de esta reforma al sistema presupuestario: consolidar la
implantación de una nueva estructura programática, y promover la evaluación del
desempeño como procedimiento para dar continuidad y cumplimiento a la misión y a los
objetivos de las dependencias y entidades. Esto implica un cambio cultural en las etapas
del proceso presupuestario, que se pretende conseguir con la adopción de categorías y
elementos programáticos que se puedan medir (SHCP, UPCP, noviembre de 1997). La
nueva estructura programática es, precisamente, un conjunto de categorías y de
elementos programáticos que buscan dar orden y dirección al gasto público en su
clasificación funcional. Las primeras tratan de definir el universo de la acción
gubernamental, clasificando el gasto en funciones, subfunciones, programas sectoriales,
programas especiales, actividades institucionales y proyectos. Los segundos pretenden
proporcionar la información que permita medir los resultados logrados con los recursos
públicos, y son: misión, propósito institucional, objetivos, indicadores estratégicos y metas
de los indicadores.
Esta nueva estructura busca alcanzar un cambio de enfoque en el desempeño del
gobierno, cuyos resultados sean que al interior de cada una de las dependencias y
entidades exista un responsable de la función o subfunción, se reconfiguren las
estructuras orgánicas para la coordinación de las áreas de acuerdo a las actividades, se
simplifique el proceso de presupuestación y se evite la duplicidad de funciones. El
Sistema de Evaluación del Desempeño (SED) es un esquema que retoma los productos
de la NEP para incorporarlos a un modelo de medición de resultados. Sus objetivos son
fortalecer un cambio en la gestión gubernamental, encaminado a la obtención de
resultados y a la satisfacción de los usuarios en lugar del desarrollo de actividades, así
como analizar el desempeño de las dependencias y entidades vinculándolas con el
cumplimiento de sus objetivos. De esta forma, el SED otorga elementos de apoyo a
quienes toman las decisiones, para promover la credibilidad del gobierno, mejorar la
asignación de recursos, incorporar nuevas herramientas tecnológicas e identificar
programas que requieran estudios para justificar su existencia. Así, este sistema supone
una integración de los siguientes componentes: auditorías al sistema, encuestas a la
población, incorporación de tecnologías de información, convenios de desempeño y la
construcción de indicadores estratégicos distintos a los indicadores del Promap. La
elaboración del proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación es el producto de
los procesos de ajuste, negociación y actividades llevadas a cabo en dos niveles. En el
primero se encuentra la SHCP y participan la Subsecretaría de Egresos, la Unidad de
Política y Control Presupuestal (UPCP), la Dirección General de Política Hacendaria y las
direcciones generales de Programación y Presupuesto Sectoriales. En el segundo nivel
están las dependencias y entidades del sector público, en particular las direcciones
generales de Programación, Organización y Presupuesto, y las unidades responsables
(UR) de cada dependencia. Visto en esta forma, la formulación del presupuesto es un
proceso circular entre la SHCP y las dependencias y entidades.
Acciones específicas:
En el caso de México, las reformas apenas comienzan. La SHCP, como agencia
controladora, aún se encuentra en un proceso de capacitación para generar las reglas y
marcos de actuación de las diferentes partes involucradas en la Reforma al Sistema
Presupuestario. La autonomía que puedan disponer los organismos gubernamentales es
todavía incierto; actualmente, las agencias controladoras mantienen un alto nivel de
control.
Nueva Zelanda:
Reino Unido
Australia
Mexico:
U1. Autoevaluación
¿Cuáles son los principales obstáculos que limitan que el Estado mexicano
funcione de manera adecuada?
Es una de las razones por las que la gestión pública ha evolucionado a la Nueva
Gestión Pública.
Esta nación tiene que enfrentarse a importantes obstáculos para aplicar la NGP, en ese
sentido, problemas como la corrupción detonan en diversas limitaciones para aplicar una
administración pública eficaz o NGP. Por ejemplo, cuando algunos políticos presumen la
NGP, no con la finalidad de generar progreso, modernidad y bienestar, sino con el fin de
ganar votos a la hora de las elecciones.
En concordancia con los antecedentes históricos y teorías revisadas en los temas
anteriores, se puede llegar a la conclusión de que el Estado mexicano nació a la par de su
administración pública, en su conformación nunca existió una línea divisoria, ya que la
misma administración del Estado resultó ser el campo de batalla por el ascenso al poder.
De acuerdo con Arellano (2002) en México, la burocracia gubernamental, tienen un doble
papel de amplia importancia política:
Aunado a las dificultades previstas que el Estado mexicano ha enfrentado para volverse
completamente parte de la NGP, existen espacios creados para fomentarla. Diversos
esfuerzos han sido impulsados a nivel nacional, de manera significativa, una iniciativa que
corresponde a la NGP es el Servicio Profesional de Carrera en la Administración
Pública Federal (SPC). Esta iniciativa corresponde a una de las potenciales soluciones
que los teóricos proponen permitir a la NGP hacer lo suyo, es decir, administrar.
Concretamente la solución es la que refiere Arellano (2002), el desarrollo del personal
burocrático con sus propias reglas y aislado de la influencia política.
Por otro lado, de acuerdo al Artículo 2 de la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la
Administración Pública Federal, el Sistema de Servicio Profesional de Carrera es un
mecanismo para garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la función
pública, con base en el mérito y con el fin de impulsar el desarrollo de la función pública
para beneficio de la sociedad.
La afirmación de Arellano (2002) y la Ley del SPC coinciden con la idea de separar el
desarrollo y ascenso de los administradores públicos de la política y la influencia
gubernamental, a través de la igualdad de oportunidades para desempeñarse en el
sector público con base en valores como la equidad y el mérito. En el mismo Artículo 2, se
señala como finalidad el beneficio de la sociedad, es decir, los funcionarios que acceden a
la administración pública federal a través del SPC trabajaran en beneficio de la ciudadanía
(y no del gobierno o intereses políticos).
Dicho lo anterior, a continuación se presentan los elementos esenciales del SPC con la
finalidad de aterrizar lo que se ha analizado anteriormente (SPC, 2017):
Elementos del Servicio Profesional de Carrera (SPC)
Objetivo
Asegurar que la Administración Pública Federal cuente con el talento requerido para el
cumplimiento de sus objetivos mediante el establecimiento de un sistema de gestión y
dirección profesional del recurso humano en la APF.
Misión
Que el ciudadano perciba y reconozca que con la profesionalización de la Administración
Pública Federal recibe un mejor servicio de su gobierno.
Visión
El Servicio Profesional de Carrera ha proporcionado a la Administración Pública Federal la
calidad y competencia del capital humano que necesita para lograr un impacto creciente
en la sociedad.
Atribuciones
Con Fundamento en lo dispuesto en el Artículo 19 del Reglamento Interior de la
Secretaría de la Función Pública, corresponderá a la Unidad de Política de Recursos
Humanos de la Administración Pública Federal el ejercicio de las siguientes atribuciones:
Servicios
Una tendencia común en la aplicación de las ideas de la Nueva Gestión Pública es que el
control político de los líderes ejecutivos políticos está disminuyendo mientras los líderes
administrativos y técnicos están fortaleciendo su posición. Esto se debe principalmente a
todos los fenómenos propios de la mayor autonomía gerencial que ha tenido en países
por igual desarrollados que en vías de desarrollo. Usando una perspectiva amplia, este
trabajo analiza los elementos políticos y técnicos que han permitido que el control del líder
político haya disminuido. Se exploran también las formas en que se arreglan entonces los
dilemas y desafíos de la responsabilidad y la pérdida de control cuando las situaciones se
vuelven críticas. Todo ello, adoptando la visión de que la orientación a la mejora y la
búsqueda de resultados concretos han reemplazado el trabajo intuitivo y formador de
consensos que los viejos líderes políticos realizaban.
* Una primera versión de este documento fue expuesta en el panel “La mejora de la gestión y el enfoque hacia resultados
como elementos indispensables en la Administración Pública de México”, del XIII Congreso del CLAD sobre la Reforma del
Estado y la Administración Pública, realizado en Buenos Aires, Argentina del 4 al 7 de noviembre del 2008. **Sergio
Penagos es licenciado en Derecho por la Escuela Libre de Derecho de Puebla, y ha cursado estudios político-electorales y
una especialización notarial. Ha sido catedrático en la Universidad de las Américas, Cholula, Puebla. En el ámbito laboral ha
fungido como servidor público en los tres órdenes de gobierno (Federal, estatal y municipal). Fue Oficial Mayor y Secretario
del H. Ayuntamiento de Córdoba, Diputado en el Congreso del Estado de Veracruz, en el H. Congreso de la Unión y Titular
del Órgano Interno de Control de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Actualmente es Subsecretario de la Función
Pública.
Por más de 15 años parece haber existido una fuerte moda por reformas de autonomía
gerencial. De un lado, parece existir una amplia creencia de que la autonomía gerencial
puede reforzar la actuación, la responsabilidad y el control político. De otro lado, es
necesario reconocer que la autonomía gerencial puede tomar muchas formas, aunque la
idea principal sea fortalecer el poder discrecional de los gerentes y brindar a los niveles
subordinados, organismos y empresas paraestatales, más libertad de acción. Esto trae
consigo una transferencia de poder hacia los gerentes, un fortalecimiento de su
responsabilidad directiva, una separación de funciones políticas y administrativas y una
transmisión descendente de autoridad en la jerarquía hacia organismos autónomos o
empresas paraestatales. Sin embargo, hay una tensión en la NGP, entre la necesidad de
una mayor discrecionalidad directiva y la necesidad de una mayor rendición de cuentas
(Laegreid, 2005). Dada una serie de problemas de legitimidad y eficiencia, interna y
externa, los líderes políticos han participado en la reestructuración de los aparatos
públicos brindando una mayor autonomía a los organismos y empresas paraestatales y
ahora intentan manejar los efectos e implicaciones de la desarticulación del Estado. Han
comprendido que los esquemas más orientados a un control político típico para los
organismos autónomos pueden llevar, de hecho, a minar el control político y la rendición
de cuentas. Ahí reside su principal fortaleza y su principal debilidad, como se discute a
continuación.
Desde mediados de los años noventa, con la creación de más organismos especializados,
una mayor autonomía gerencial ha sido el componente principal de la NGP en México,
como en casi todo el mundo. La delegación estructural ha traído consigo un traslado de
autoridad hacia abajo en la jerarquía subordinada de las dependencias gubernamentales
o de la Administración Pública Federal hacia otros ámbitos de actuación pública. Las
unidades y tareas han sido movidas a formas organizativas que van más allá del liderazgo
político, implicando formalmente más libertad para los organismos y empresas
paraestatales desarrolladas y menos potencial para el control y escrutinio por parte del
gobierno y el parlamento, aunque también implican la necesidad de nuevas formas de
control y regulación.
Ahora la opinión general es que hay demasiados y que no todos ofrecen valor público a
los ciudadanos y al gobierno mismo que los creó. Las respuestas a estas críticas
consisten en fusionar organismos de modo racional por líneas funcionales, grupos de
clientes o áreas profesionales; moviendo los cuerpos reguladores a dependencias
específicas; y estableciendo autoridades intersectoriales con mayor autonomía. La política
del gobierno del Presidente Calderón, apoyada por el Banco Mundial, es la de poner en
práctica mejores prácticas y mecanismos de gestión. Sin negar los avances generados
por las políticas de competencia, aplicadas en el sexenio anterior, en el nuevo gobierno se
está poniendo en práctica el modelo de mejora de la gestión plasmado en el Programa de
Mejora de la Gestión 2007-2012. El programa se centrará en asegurar mejoras en los
diferentes sistemas de gestión institucional. Desde este modelo, la intención de los
ejecutivos políticos de descentralizar las decisiones e individualizarlas, contribuirá también
a fortalecer la coordinación central de las políticas regulatorias en materias como la
mejora regulatoria, las adquisiciones, los recursos humanos y la planeación estratégica.
Esto se logrará a través de una mayor delegación, haciendo formalmente más difícil para
el gobierno interferir en los casos individuales. En segundo lugar, el gobierno quiere
definir los papeles con mayor claridad, por divisiones organizativas que separen los
papeles deinspector, comprador, proveedor, dueño, regulador y consultor. Las
autoridades deberán especializarse como directoras, supervisoras e inspectoras. En
tercer lugar, el gobierno quiere fortalecer la competencia profesional y la especialización
dentro de las autoridades de supervisión y cambiar en sus direcciones la filosofía de
vigilancia con una regulación menos detallada pero mejorando la coordinación horizontal.
Para resumir: México ha adoptado un sendero de reformas moderado, tratando de
balancear ciertas medidas de delegación con un control político central y realizando
cambios moderados en la ejecución de sus funciones políticas y administrativas centrales.
Sin embargo, este equilibrio está cada vez bajo mayor presión por las fuerzas de
delegación estructural. Las implicaciones de una mayor autonomía La forma más limitada
de descentralización y fortalecimiento de la gestión institucional es utilizando la revisión de
procesos, que no es otra cosa más que un traslado de autoridad de las unidades
centrales a organismos, autoridades reguladoras o consejos de administración. Esto les
da más autonomía, responsabilidad y un marco de actuación para usar los recursos
asignados mientras sigan una ruta de mejora. Antes del anzamiento del programa, la
autonomía gerencial se aplicaba mediante instrumentos como las Cartas Compromiso al
Ciudadano (CCC) y los Centros Integrales de Servicios (CIS). El nuevo sistema
complementa los contactos informales con la introducción de una nueva regulación
financiera gubernamental en la forma de un Presupuesto basado en Resultados, que
habrá de consistir –cuando se concrete– en una carta anual casi contractual que incluye
metas, objetivos, indicadores de desempeño, reportes en reuniones formales y
asignaciones presupuestales a los organismos. Otro tipo de delegación interna es el
establecimiento de nuevos organismos reguladores o autoridades supervisoras. Mientras
la función reguladora siempre ha existido, combinada con las tareas administrativas y
comerciales, se localiza hoy en cuerpos reguladores específicos junto al estatuto formal
de los organismos. Este desarrollo ha demostrado ser más polémico por varias razones.
Un problema central, por ejemplo, es si estos organismos reguladores deben tener más
autonomía que otros organismos. Unproblema que reportan muchos organismos es la
reticencia de la dirección política para tomar responsabilidad hasta que accidentes o crisis
ocurren. En otras palabras, es a menudo difícil tomar acciones preventivas. Mientras los
políticos tienden a expresar después de los accidentes que ellos no eran de hecho
conscientes de la necesidad de recursos adicionales para garantizar la seguridad, las
autoridades reguladoras se quejan de que sus demandas por recursos no se tomaron en
consideración en el presupuesto. Las autoridades reguladoras a menudo toman distintas
medidas de acercamiento al liderazgo político, dependiendo que tanto están politizados
los problemas (Laegreid, 2005; p. 708). Otra dimensión conflictiva del proceso de mayor
autonomía de gestión tiene que ver con si la propiedad y la regulación de las empresas
paraestatales deben localizarse ambas dentro de la secretaría o dependencia que posee
las facultades de control. Un argumento a favor de concentrar ambas funciones señala
que esta unión mantiene y fortalece la competencia en el sector. Esto va a menudo de la
mano con el argumento de que diferentes roles pueden todavía separarse
estructuralmente, aun cuando estén en la misma dependencia (Laegreid, 2005; p. 708).
Por otro lado, la mayoría de los líderes de organismos prefiere mantener las funciones
reguladoras y de propiedad separadas. Tras de lo cual se puede afirmar que mientras las
organizaciones públicas aumentan su autonomía de gestión, la cuestión del control
político tiende a cobrar importancia, especialmente por los problemas que derivan de la
falta de resultados tangibles que puedan ser presentados a la población como beneficios,
pero también como logros políticos de los dirigentes electos. Es decir, la autonomía de
gestión se convierte en un asunto de gobernabilidad (Aguilar V., 2001; p. 15).
Gobernabilidad y autonomía en la gestión pública Hasta ahora, las preocupaciones sobre
la gobernabilidad habían conocido dos etapas. La primera, entre 1975 y 1990, momento
en que la gobernabilidad se identifica con uno de los atributos necesarios para la
existencia de los regímenes democráticos.
A lo largo de las últimas décadas, y a raíz de los cambios provocados por la Era de la
Globalización, la gestión pública mexicana se ha visto envuelta en procesos de cambio
profundo que han afectado su perfil y su funcionamiento interno. A estas presiones y
ajustes se añaden además las tendencias y problemas históricos que durante décadas
dominaron la actitud y orientación de funcionarios y dependencias públicas. El resultado
neto de todos estos factores es una gestión pública compleja y diversa que requiere de
ajustes de fondo y de una nueva orientación, de forma que se garantice tanto el
cumplimiento de los principios generales del Estado de derecho democrático consagrado
en la Constitución Política Mexicana, como la atención expedita de las necesidades y
demandas de los grupos sociales y los sectores productivos en todas las regiones del
país. Un entendimiento claro y preciso de la situación que caracteriza a la gestión pública
del Gobierno Federal y su aparato administrativo asociado pasa por analizar sus dilemas
y necesidades más agudas. Esto implica reconocer, en primer lugar, que al día de hoy el
marco jurídico-administrativo cuenta con bases generales amplias que posibilitan la
realización de ejercicios de planeación y proyección de objetivos y metas. Sin embargo, el
desarrollo de estos instrumentos no ha alcanzado aún la debida integralidad para
establecer pautas y mecanismos claros de articulación entre la adopción de objetivos
estratégicos y la realización de rutinas y procesos de carácter cotidiano. Las
dependencias y programas federales tampoco cuentan con las capacidades
institucionales necesarias para hacer de los ejercicios programático-presupuestales
instrumentos de articulación virtuosa y flexible para la distribución de los recursos
humanos, financieros y materiales. Se mantienen vigentes pautas de carácter incremental
en las que la agregación de metas anuales es simplemente un ejercicio de adición de
recursos, sin que medien evaluaciones de resultados y adecuaciones que reconozcan en
toda su dimensión y alcance las desviaciones que resultan de la fase de implementación.
Derivado de ello, la gestión del capital humano y de los diversos recursos disponibles en
las dependencias y entidades no se encuentra vinculada a la planeación estratégica y a la
evaluación del desempeño. En segundo lugar, como producto de una tendencia histórica
de ofrecer bienes y servicios públicos sobre bases enteramente de cumplimiento de
normas de orientación general, la calidad y oportunidad de los trámites y procedimientos
de la Administración Pública Federal muestran niveles muy bajos de cobertura y
satisfacción entre los usuarios individuales y colectivos. Aún cuando una parte importante
de las instancias productoras de bienes y proveedoras de servicios han aplicado, en el
pasado reciente, estrategias de mejora y de búsqueda de ampliación de la satisfacción
ciudadana, se mantienen vigentes pautas de organización y de provisión que otorgan un
mayor peso a la reproducción de esquemas clientelares, al manejo selectivo de la oferta y
la distribución de los bienes y servicios, al uso de criterios que privilegian y protegen los
intereses de los prestadores por encima de los usuarios o consumidores, y al
mantenimiento de un marco regulatorio centrado en las instituciones y no en las
demandas y necesidades ciudadanas. En este contexto, el estímulo a una mayor
satisfacción de la población, el fomento a la inversión productiva, y la promoción de
actividades sociales y económicas favorables a la diversificación de opciones de consumo
y a la protección de los derechos sociales y ambientales ocupan un lugar secundario y
poco relevante. El alcance de estos efectos negativos no se limita únicamente a los
sectores sociales y económicos, sino que también afecta al propio Sector Público
Mexicano; el cual sufre de niveles de productividad escasamente vinculados a las
demandas y retos que derivan de su agenda estratégica. Esta situación constituye un
agudo contraste con respecto a algunos de los logros más significativos de la
Administración Pública. De un lado, en las últimas décadas se han registrado avances de
consideración y relevancia en cuanto a la puesta en operación de políticas y programas
encaminados a medir y combatir de forma efectiva fenómenos como la pobreza, la
exclusión, la corrupción y la destrucción del medio ambiente. Así también, se han puesto
en práctica sistemas de protección y defensa de los derechos humanos y sociales, se han
establecido vínculos comerciales y de cooperación firmes con países y economías
cercanas y distantes, al tiempo que se ha consolidado un manejo macroeconómico que
ha dado estabilidad a empresas y consumidores (Sosa, 2000). Pero, por otro lado, las
mismas dependencias y entidades que aplican estos instrumentos no han logrado
implantar en su ámbito interno sistemas estables de medición de los resultados de su
acción que hagan factible la aplicación de estrategias de ajuste, control y mejora de los
diversos recursos que administran y que son la base de su desempeño. Así, los valiosos
recursos humanos que conforman al Gobierno Federal y sus instituciones mantienen una
situación paradójica en la que los elementos más dinámicos no cuentan con condiciones
plenas de seguridad y desarrollo profesional. El Servicio Profesional de Carrera no ha
logrado adecuarse totalmente a la naturaleza de cada dependencia o entidad. En el caso
de los recursos financieros y materiales, se presenta una desarticulación entre los
requisitos y plazos que marca el proceso de presupuestación y ejercicio del gasto, y las
temporalidades que existen en cada uno de los sectores de la administración. Se tiene así
que la planeación financiero-presupuestal no es todo lo acorde y concurrente que
demandan las necesidades de procesos sociales, productivos y ambientales como los
ciclos agrícolas, los ciclos de reproducción de la vida silvestre y de recursos naturales
como el agua y los bosques; las oportunidades comerciales que provienen directamente
de los mercados internacionales, y las necesidades que derivan de procesos de
maduración de largo plazo como los que caracterizan la investigación científica y el
desarrollo tecnológico. Hay pues una baja eficiencia institucional evidenciada por
problemas como el subejercicio presupuestal o la frecuente improvisación y adaptación de
las decisiones de gasto e inversión a situaciones específicas de los sectores de la
administración.